damaris, una mujer del pacífico entrada en la madurez y

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Damaris, una mujer del Pacífico entrada en la madurez y con muchasdecepciones a cuestas, adopta a una perra y la llamaChirly, como hubieraquerido llamar a la hija que nunca tuvo. Nace, así, una relación intensa yentrañable,enlaqueDamarisponetododesíparaenderezarundestinoqueyacreíadeltodotorcido.

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PilarQuintana

LaperraePubr1.0

Titivillus01-12-2020

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PilarQuintana,2017Editordigital:TitivillusePubbaser2.1

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—Estamañanalaencontréahí,patasarriba—dijodoñaElodiaseñalandoun lugar en la playa donde se juntaba la basura que el mar traía odesenterraba:troncos,bolsasplásticas,botellas.

—¿Envenenada?—Yocreo.—¿Quéhicieronconella?¿Laenterraron?DoñaElodiadijoquesíconlacabeza:—Misnietos.—¿Arribaenelcementerio?—No,aquínomásenlaplaya.Muchosperrosdelpueblomoríanenvenenados.Algunagentedecíaque

los mataban aposta, pero Damaris no podía creer que hubiera personascapaces de hacer algo así y pensaba que los perros se comían por error lascarnadas con veneno que dejaban para las ratas o a las ratas que estandoenvenenadaseranfácilesdecazar.

—Losiento—dijoDamaris.DoñaElodiasoloasintió.Habíatenidoesaperramuchotiempo,unaperra

negraqueselapasabaechadajuntoalestaderoyandabadetrásdeellaparatodoslados:laiglesia,lacasadelanuera,latienda,elmuelle…Debíaestarmuy triste,perono lomostraba.Dejóalcachorroqueacababadealimentarconunajeringaquellenabaconlalechedeunatazayagarróotro.Habíadiezyerantanpequeñosquenohabíanabiertolosojos.

—Tienenseisdíasdenacidos—dijodoñaElodia—,novanasobrevivir.EllahabíasidoviejadesdequeDamaristeníamemoria,usabaunasgafas

devidriosgruesosqueleagrandabanlosojosyeragordade lacinturaparaabajo,unapersonadepocaspalabrasquesemovíaconlentitudysemanteníatranquilahastaenlosdíasmásocupadosdelestadero,cuandohabíaborrachosy niños que corrían por entre las mesas. En cambio, ahora se le notaba elagobio.

—¿Porquénolosreparte?—dijoDamaris.—Yasellevaronuno,peronadiequierealosperrostanchiquitos.Como era temporada baja, en el estadero no había mesas ni música ni

turistas ni nada, solo el espacio vacío que ahora se veía enorme con doñaElodiasentadaenunbancoylosdiezcachorrosdentrodeunacajadecartón.Damarislosmiróconatenciónhastaquesedecidióporuno.

—¿Mepuedollevarese?—dijo.Doña Elodia puso en la caja al que acababa de alimentar, sacó el que

Damarishabíaseñalado,unodepelogrisyorejascaídas,ylomirópordetrás.

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—Esunahembra—dijo.

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Cuandolamareaestababaja,laplayasevolvíainmensa,undescampadodearenanegraquemásparecíabarro.Cuandoestabaalta,elagua la tapabatodaylasolastraíanpalos,ramas,semillasyhojasmuertasdelaselvaylosrevolvíanconlabasuradelagente.Damarisveníadevisitarasutíaenelotropueblo,quequedabaarriba,en tierra firme,pasandoelaeropuertomilitar,yeramásmoderno,conhotelesyrestaurantesdeconcreto.HabíaparadoenlacasadedoñaElodiaporcuriosidad,alverlaconlosperritos,yahoraibaparasucasaenlapuntaopuestadelaplaya.Comonoteníadóndemeteralaperra,selapusocontraelpecho.Lecabíaenlasmanos,olíaalecheylehacíasentirunasganasmuygrandesdeabrazarlafuerteyllorar.

El pueblodeDamaris era una calle largade arena apretada con casas alado y lado. Todas las casas estaban destartaladas y se elevaban del suelosobre estacas de madera, con paredes de tabla y techos negros de moho.DamaristeníaunpocodetemordelareaccióndeRogeliocuandovieraalaperra.Aélno legustaban losperros,ysi loscriabaerasolamenteparaqueladraranycuidaranlapropiedad.Ahorateníatres:Danger,MoscoyOlivo.

Danger,elmayor,eraparecidoa los labradoresqueusaban losmilitaresparaolfatear las lanchasy losequipajesde los turistas,pero tenía lacabezagrande y cuadrada como las de los pitbulls que había en el Hotel PacíficoReal del otro pueblo. Era hijo de una perra del finado Josué, a quien sí lehabían gustado los perros. Él los tenía para que ladraran, pero también lesdabacariñoylosentrenabaparaqueloacompañaranacazar.

Rogelio contaba que un día que estaba visitando al finado Josué, uncachorro que todavía no cumplía dos meses se alejó de la camada paraladrarle.Élpensóqueeseeraelperroquenecesitaba.El finadoJosuése loregalóyRogelio lo llamóDanger,quesignificapeligro.Dangercrecióparaconvertirseenloqueprometía,unperrocelosoybravo.Cuandohablabadeél,Rogelioparecíasentirrespetoyadmiración,peroeneltratonohacíamásque espantarlo, gritarle «¡Fuchi!» y levantarle la mano para que recordaratodaslasvecesquelehabíapegado.

SenotabaqueMoscohabía tenidomalavidadecachorro.Erapequeño,flaco y tembloroso. Un día apareció en la propiedad y, como Danger loaceptó,sequedóavivir.Veníaconunaheridaenlacola,quealospocosdíasseleinfectó.ParacuandoDamarisyRogeliosedieroncuenta,laheridaselehabíallenadodegusanosyaDamarisleparecióverquedeellasalíavolandounamoscayacompletamenteformada.

—¡¿Viste?!—dijo.

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Rogelio no había visto nada, y cuando Damaris se lo explicó se rio acarcajadasydijoqueporfinlehabíanencontradoelnombreaeseanimal.

—Ahoraquedatequieto,Moscohijueputa—ordenó.Loagarróporlapuntadelacola,alzósumachetey,antesdequeDamaris

pudiera entender lo que haría, se la cortó de tajo.Aullando,Mosco salió acorrer y Damaris miró a Rogelio horrorizada. Él, con la cola plagada degusanostodavíaenlamano,alzóloshombrosydijoquesololohabíahechoparadetenerlainfección,peroellasiemprecreyóquelohabíadisfrutado.

Elmás joven, Olivo, era hijo deDanger y la perra de las vecinas, unalabradora chocolate que ellas decían que era pura. Se parecía a su papá,aunque tenía el pelomás largoy rucio.Olivo era elmás ariscode los tres.NingunoseacercabaaRogelioytodosdesconfiabandelagente,peroOlivonoseacercabaanadieydesconfiabatantoquenocomíasihabíapersonasalavista. Damaris sabía que era porque Rogelio aprovechaba cuando estabancomiendo para llegar hasta ellos sin que se dieran cuenta y agarrarlos alatigazos conunaguaduadelgadaque tenía solopara eso.Lohacía cuandohabían hecho algún daño o porque sí, por el placer que le daba pegarles.AdemásOlivoeratraicionero:mordíasinladrarypordetrás.

Damarissedijoqueconlaperra todoseríadiferente.ErasuyayellanopermitiríaqueRogelio lehicieraningunadeesascosas,nodejaríaniquelamiraramal.HabíallegadoalatiendadedonJaimeyselamostró.

—Quécositatanpequeña—dijoél.LatiendadedonJaimesoloteníaunmostradoryunapared,peroestaba

tan bien surtida que en ella se conseguían desde alimentos hasta clavos ytornillos.Don Jaime era del interior del país, había llegado sin nada en lostiemposenqueestabanconstruyendolabasenavalysejuntóconunanegradelpueblomáspobrequeél.Algunagentedecíaquehabíaprogresadograciasaquehacíabrujería,peroDamarispensabaqueeraporserunhombrebuenoytrabajador.

Esedíaéllefiolasverdurasdelasemana,unpanparaeldesayunodeldíasiguiente,unabolsadelecheenpolvoyunajeringaparaalimentaralaperra.Además,leregalóunacajadecartón.

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Rogelioeraunnegrograndeymusculoso,concaradeestarenojadotodoel tiempo.CuandoDamaris llegóconlaperra,élestabaafuera limpiandoelmotordelaguadañadora.Nisiquieralasaludó.

—¿Otroperro?—dijo—.Nicreásquemevoyaencargardeél.—Acaso quién te está pidiendo algo—respondió ella y siguió derecho

hacialacabaña.Lajeringanofuncionó.Damaristeníaunbrazopoderosoperotorpeylos

dedos tan gordos como el resto de su persona. Cada vez que empujaba, elémboloseleibahastaelfondoyelchorrodelechesalíadisparadodelhocicodelaperraysederramabaportodaspartes.Comolaperranosabíalamer,nopodíadarlelalecheenuntazón,ylosteterosquevendíanenelpuebloeranparabebéshumanos,demasiadograndes.DonJaimelerecomendóqueusaraungoteroyellalointentó,perocomiendogotaagotalaperranosellenaríalabarriganunca.EntoncesaDamarisseleocurrióremojarunpanconlalecheydejarquelaperralochupara.Esafuelasolución:selodevoróentero.

La cabaña donde vivían no quedaba en la playa sino en un acantiladoselváticodondelagenteblancadelaciudadteníacasasderecreograndesybonitasconjardines,andenesempedradosypiscinas.Parallegaralpueblosebajabaporunasescaleraslargasyempinadasque,comollovíatanto,debíanrestregar amenudo para quitarles la lama y que no se pusieran resbalosas.Luego había que atravesar la caleta, un brazo del mar ancho y torrentosocomounrío,quesellenabayvaciabaconlamarea.

Enesosdíaslamareaestabaaltademañana,asíqueparacomprarelpande la perraDamaris tenía que levantarse a primera hora, cargar el canaletedesde la cabaña, bajar las escaleras con él al hombro, empujar el potrillodesdeelembarcadero,meterloalagua,canaletearhastaelotrolado,amarrarelpotrilloaunapalma,llevarelcanaletealhombrohastalacasadealgunodelospescadoresquevivíanjuntoalacaleta,pedirlealpescador,sumujerolosniñosqueselocuidaran,oírlelasquejasyloscuentosalvecinoyatravesarmedio pueblo caminando hasta la tienda de don Jaime… Y lo mismo devuelta.Todoslosdías,aunbajolalluvia.

DuranteeldíaDamaris llevabaa laperrametidaenelbrasier,entresustetasblandasygenerosas,paramantenerlacalientica.PorlasnochesladejabaenlacajadecartónquelehabíaregaladodonJaime,conunabotelladeaguacalienteylacamisetaquehabíausadoesedíaparaquenoextrañarasuolor.

La cabaña donde vivían era demadera y estaba enmal estado.Cuandocaíauna tormenta temblabacon los truenosysehamacabaconelviento,elagua semetíapor lasgoterasdel techoy las rendijasentre las tablasde las

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paredes, todo se enfriaba y humedecía, y la perra se ponía a chillar.Hacíamucho tiempo que Damaris y Rogelio dormían en cuartos separados, y enesas noches ella se levantaba rápido, antes de que él pudiera decir o haceralgo. Sacaba a la perra de la caja y se quedaba con ella a oscuras,acariciándola,muertadesustoporlasexplosionesdelosrayosylafuriadelvendaval, sintiéndose diminuta, más pequeña y menos importante en elmundoqueungranodelaarenadelmar,hastaquelaperradejabadechillar.

También la acariciaba de día, por la tarde, luego de que acababa losoficiosdelamañanayelalmuerzo,ysesentabaenunasillaplásticaaverlastelenovelasconellaensuregazo.Cuandoestabaenlacabaña,Rogeliolaveíapasarsusdedosporellomodelaperra,peronohacíanidecíanada.

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Luzmilasíhizocomentarioseldíaquevinodevisita,yesoqueenningúnmomentoDamarisllevóalaperraentreelbrasiersinoquelamantuvoenlacajaelmayortiempoquepudo.Luzmila,adiferenciadeRogelio,noleshacíadañoa los animales, pero losdespreciabay era el tipodepersonaqueveíasololonegativodelascosasysemanteníacriticandoalosdemás.

Laperraselapasabadurmiendo.Cuandosedespertaba,Damarisledabadecomerylaponíaenelpastoparaquehicierasusnecesidades.Durantelavisita de Luzmila se despertó dos veces y las dos vecesDamaris le dio decomerylapusoenelpasto,queestabaempapadoconla lluviadetodaunanoche y toda unamañana.Hubiera preferido que Luzmila no la conociera,que ni se enterara de que la tenía, pero no iba a dejar que la perra pasarahambre ni se ensuciara. El cielo y el mar eran una sola mancha gris y lahumedad en el aire era tantaqueunpescadohabría podido seguir viviendofueradelagua.ADamarislehabríagustadosecarlelaspatasconunatoallayfrotarlaunpococonsusmanosparacalentarlaantesdedevolverlaalacaja,perosecontuvoporqueLuzmilanoparabademirarlaconmalosojos.

—Vasamataraeseanimaldetantotocarlo—dijo.ADamarisledolióelcomentario,perosequedócallada.Novalíalapena

ponerseapelear.LuegoLuzmilapreguntóconcaradeascocómosellamabay Damaris tuvo que decirle que Chirli. Ellas eran primas hermanas y sehabíancriadojuntasdesdequenacieron,porloquesabíantodounadelaotra.

—¿Chirlicomolareinadebelleza?—serioLuzmila—,¿asínoeraqueleibasaponeratuhija?

Damarisnohabíapodidotenerhijos.SejuntóconRogelioalosdieciochoy llevabadosañosconélcuando lagenteempezóadecirles«¿Paracuándolosbebés?»o«Qui’huboqueseestándemorando».Ellosnoestabanhaciendonada para prevenir el embarazo y entonces Damaris comenzó a tomarinfusionesdedoshierbasdelmonte, laMaríaylaEspírituSanto,quehabíaoídodecirqueeranmuybuenasparalafertilidad.

Enesaépocavivíanenelpueblo,enunapiezaalquilada,yellarecogíalashierbasenelacantiladosinpedirlespermisoalosdueñosdelaspropiedades.Aunque se sentíaunpocodeshonesta, considerabaqueesas cuestiones eranasunto suyo y de nadie más. Las infusiones las preparaba y tomaba aescondidas,cuandoRogeliosalíaapescarocazar.

ÉlempezóasospecharqueDamarisandabaenalgoylasiguiócomoalosanimalesquecazaba,sinqueellasedieracuenta.Cuandoélvio lashierbascreyóqueeranparahacerbrujería,lesalióalpasoylaenfrentófurioso.

—¡¿Paraquéesesamierda?!—ledijo—.¡¿Vosenquéestás?!

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Lloviznaba. Estaban en medio del monte, en un lugar muy feo dondehabíancortadolosárbolesparaquepasaranloscablesdelaluz.Lostroncospodridosquetodavíaquedabanenpieparecíanlaslápidasdescuidadasdeuncementerio. Él llevaba puestas sus botas pantaneras y ella, que estabadescalza,teníalospiescubiertosdebarro.Damarisagachólacabezayenvozbajalecontólaverdad.Élsequedóunratoensilencio.

—Yosoytumarido—ledijoporfin—,vosnoestássolaenesto.Desde ese momento fueron juntos a recoger las hierbas y preparar las

infusiones, y por las noches discutían los nombres que les pondrían a sushijos.Como no lograron ponerse de acuerdo en ninguno, decidieron que élescogería losdelosvaronesyella losdelashembras.Queríantenercuatro,ojaláunaparejadecadasexo.Peropasaronotrosdosañosyyatuvieronqueexplicarles a los que preguntaban que el problema era que ella no quedabaembarazada.Lagente empezó a evitar el temay la tíaGilma le aconsejó aDamarisquefueraadondeSantos.

Aunque tenía nombre masculino, Santos era una mujer, la hija de unanegradelChocóyunindígenadelbajoSanJuan.Conocíadehierbas,sabíasobarycurabaconsecreto,esdecir,invocandopalabrasyrezos.ADamarisle hizo un poco de cada cosa y cuando vio que fracasaba le dijo que elproblema debía ser de su marido y lo mandó llamar. Aunque se notabaincómodo, Rogelio se tomó todos los bebedizos, aceptó todos los rezos ysoportótodaslasfriegasquelehizoSantos,peroentremástiempopasabasinqueseprodujeraelembarazomásreacioseponíayundíaanuncióqueyanoiría más. Damaris lo tomó como un ataque en contra de ella y le dejó dehablar.

Aunque no dejaron de vivir juntos ni de dormir en la misma cama,estuvierontresmesessindirigirselapalabra.UnanocheRogeliollegómedioborrachoyledijoqueéltambiénqueríaunhijo,perosinlapresióndeSantosnideningunahijueputahierba,friegaorezo,yquesiellaqueríaélestabaahíparaquelosiguieranintentando.Lapiezadondevivíaneraelcuartotraserodeunacasagrandequehacíamuchotiempohabíadejadodeserlamejordelpueblo. Ahora estabamalparada, con comejenes y roña, y la pieza era tanestrechaqueapenascabíanlacama,suviejotelevisordecajayunaestufaagasdedosboquillas.Peroteníaunaventanaquedabaalmar.

Damarissequedóunratojuntoalaventanasintiendoensucaralabrisaconolorahierrooxidado.Cuandoélterminódedesnudarseyseacostó,ellacerró la ventana, se tendió a su lado y empezó a acariciarlo. Esa nochetuvieron relaciones sin pensar en hijos ni en nadamás y ya no volvieron a

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hablar del tema, aunque a veces, al enterarse del embarazo de algunaconocidaodelnacimientodeunniñoenelpueblo, ella llorabaen silencio,apretandolosojosylospuños,luegodequeélsequedabadormido.

CuandoDamaris cumplió treinta años estabanenmejores condicionesyse habían pasado a una pieza un pocomás amplia de la misma casa. Ellatrabajabaenunadelaspropiedadesdelacantilado—ladelaseñoraRosa—,porloquerecibíaunsueldofijo,yélpescabaenunasembarcacionesgrandesllamadasvientoymarea,quedurabanvariosdíasenaltamarypodíancargartoneladasdepescado.Enuna salida,Rogelioy su compañero cogieron tresmerosyunmontóndesierrasyseencontraronconunbancodepargosrojosquepudieronaprovechar,casiunatoneladaymediaentotal,yacadaunolequedóunabuenacantidaddeplata.Élqueríacomprarseunnuevotrasmalloyun equipo de sonido grande con cuatro parlantes, peroDamaris llevaba untiempopensandocómodecirlequeellanohabíadejadodedesearunhijoyqueríavolverloaintentarsinimportarlossacrificiosquetuvieranquehacer.

La tíaGilma lehabíacontadodeunamujerbastantemayorqueella,detreintayochoaños, quehabía logradoquedar embarazaday ahora teníaunbebépreciosograciasa la intervencióndel jaibaná,unmédico indígenaquetenía famaen el otropueblo.Las consultas eran costosas, pero con laplataque habían reunido podrían empezar los tratamientos. Luego ya verían. LanochequeRogelioanuncióquealdíasiguienteiríaaBuenaventuraacomprarelequipodesonido,Damarissepusoallorar.

—Yonoquierounequipodesonido—ledijo—,yoquierounbebé.Llorando, lecontó lahistoriade lamujerde treintayocho,de lasveces

que había llorado en silencio, de lo horrible que era que todo el mundopudieratenerhijosyellano,delascuchilladasquesentíaenelalmacadavezqueveíaaunamujerpreñada,unreciénnacidoounaparejaconunniño,delsuplicioqueeraviviransiandounserpequeñitoparaacunarloensupechoyquetodoslosmeseslellegaralaregla.Rogeliolaescuchósindecirpalabrayluego la abrazó. Estaban en la cama, por lo que el abrazo fue con todo elcuerpoyasísequedarondormidos.

El jaibaná vio a Damaris durante largo tiempo. Le dio bebedizos, lepreparóbañosysahumeriosy la invitóaceremoniasen lasque laungió, lafrotó,lefumó,lerezóylecantó.LuegohizolomismoconRogelio,queestavez no tuvomala actitud ni renunció.Esos fueron solo los preparativos.ElverdaderotratamientoconsistíaenunaoperaciónqueleharíaaDamaris,sinabrirla por ninguna parte, para limpiar los caminos que debían recorrer su

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huevoyelespermadeRogelioyprepararelvientrequerecibiríaalbebé.Eramuycostosaytuvieronqueahorrarduranteunañoparapoderlapagar.

La operación tuvo lugar una noche en el consultorio del jaibaná, unachoza con techo de paja y estacas altísimas, que quedabamás allá del otropueblo,enmediodeunmontetaladoyreseco,dondeabundabanlosjejenesylas malezas, las hierbas cortaderas y los helechos filudos que crecíanamontonándoseunossobreotros.DamarisyRogeliosedespidieronafueradelachoza,puesnadiemásqueellayeljaibanápodíanestarpresentes.

Cuando estuvieron solos, el jaibaná le dio a beber un líquido oscuro yamargo y le dijo que se acostara en el suelo, en una colchoneta. Ella teníapuesta una licra hasta las rodillas y una blusa demanga corta, y apenas setendiósevioacosadaporunanubedejejenesquedejabantranquiloaljaibanámientrasqueaellalapicabanentodoelcuerpo,hastaenlasorejas,elcuerocabelludoypor encimade la ropa.Los jejenesdesaparecieronde repenteyDamaris empezó a escuchar a un búho que ululaba a lo lejos. El canto delbúho fue acercándose poco a poco y cuando se hizo tan fuerte que era loúnicoquepodíaoír,sequedódormida.

No sintió nada más y a la mañana siguiente se despertó con la ropaintacta, el mismo dolor ligero en la espalda de todos los días y ningunanovedadenelcuerpo.Rogeliolaestabaesperandoafueraylallevódevueltaalacasa.

Damarisnisiquieratuvounatraso,yel jaibanálesdijoqueyanopodíahacermásporellos.Dealgunaformafueunalivio,puestenerrelacionessehabía convertido para ellos en una obligación. Dejaron de tenerlas, alprincipiotalvezsoloparadescansar,yellasesintióliberada,peroalmismotiempo derrotada e inútil, una vergüenza como mujer, una piltrafa de lanaturaleza.

Enesaépocayavivíanenel acantilado.Lacabaña teníauna salita,doscuartosestrechos,unbañosinduchayunabarrasinlavaplatosdondehabríanpodidoponersuestufa,peroprefirieroncocinarenelquiosco,queeraamplioy contaba con un lavaplatos grande y un fogón de leña que les permitíaahorrarse lo que costaba el cilindro de gas. La cabaña era pequeñísima,Damaris no se demorabamás de dos horas en limpiarla. Sin embargo, poresos días se dedicó al trabajo con tanta obsesión que le tomó una semana.Restregó las tablas de las paredes por fuera y por dentro, las del piso porencimaypordebajo,sacóconuncepillodedienteslamugredelasunionesentre las tablas, escarbó con un clavo en los orificios y las grietas de lamaderaylavóconunaesponjalacarainternadelasláminasdeltecho.Para

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poderhacerestoúltimosetrepóenunasillaplástica,enlabarradelacocinay en la cisternadel inodoro, que, comoerade cerámica, se rompióbajo supesoytuvieronqueahorrarparareponerla.

Alcabodedosmeses,cuandoRogeliovolvióabuscaraDamaris,ellalorechazó y la noche siguiente lo volvió a rechazar y así a lo largo de unasemana hasta que él dejó de intentarlo. A Damaris le alegró. Ya no seilusionabaconlaposibilidaddequedarembarazada,noesperabaconansiedadla falta de la regla ni sufría cada vez que le llegaba. Pero él, amargado oresentido,empezóaecharleencaraquehubieraroto lacisterna,ycadavezqueseleresbalabaalgunacosadelasmanos—unplato,unfrasco,unvaso—, lo que ocurría a menudo, la criticaba y se burlaba. «Burda», le decía,«¿voscreésque la lozasedaen losárboles?».«Lapróximate lacobro,¿síme oíste?». Una noche, con la disculpa de que él roncaba y no la dejabadormir,Damarissefuealotrocuartoyyanovolviómás.

Ahoraestabaapuntodecumplircuarenta,laedadenquelasmujeressesecan,comolehabíaoídodecirunavezasu tíoEliécer.Hacíapoco,eldíaqueadoptóalaperra,Luzmilalehabíahechounalisado,ymientrasleechabaelproducto le admiró lapiel, que se lemanteníamuybien, sinmanchasniarrugas.

—En cambiomírame amí—dijo y, amodo de explicación, añadió—:claro,comonotuvistehijos.

EsedíaLuzmilaestabadebuengenioysolohabíaqueridoalabarla,peroaDamarisledolióhastaelhuesodarsecuentadequeella,yseguramentetodoelmundo,dabansucasoporperdido,yloestaba,ellalosabía,perolecostabaaceptarlo.

Asíqueestenuevocomentariodesuprima,quealostreintaysieteteníados hijas y dos nietas, le hizo dar ganas de ponerse dramática como en lastelenovelasydecirleconlágrimasenlosojos,paraquesearrepintieradesumaldad:«Sí,lallaméChirli,comoalahijaquenuncatuve».Peronosepusodramáticanidijonada.Llevóalaperradevueltaalacajaylepreguntóasuprimasiesasemanahabíahabladoconsupapá,eltíoEliécer,quevivíaenelsuryúltimamentenosesentíabiendesalud.

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Aveces,cuandobajabaalpueblo,DamarisibaalacasadedoñaElodiaapreguntar por los perritos. Doña Elodia se había quedado con uno, quemantenía en el estadero dentro de la caja de cartón y al que seguíaalimentando con la jeringa. Había conseguido repartir los demás entreconocidosdelosdospueblos,peroloscachorrossemoríandíatrasdía.Unoporqueensunuevacasalohabíaatacadoelperroprincipal,lossieterestantesno se sabía por qué. Damaris trataba de convencerse de que era porqueestaban demasiado tiernos y la gente no sabía cómo cuidarlos, pero laspalabrasdeLuzmilasonabanensucabezaunayotravez,«Vasamataraeseanimaldetantotocarlo»,ypensabaquetalvezellatambiénestabahaciendotodomalyundíadeestoslaperraibaaamanecertiesacomosushermanos.

Al final del primermes, de los once perritos solo quedaban tres: la deDamaris,eldedoñaElodiayeldeXimena,unaseñoracomodesesentaañosquevivíadevenderartesaníasenelotropueblo.ADamarislesorprendióqueeldeesaseñoranosehubieramuerto.Ellanolaconocíabien,perosabíaquesedabamalavida.Unavez,duranteelfestivaldelasballenas,lahabíavistotan borracha que no podía tenerse en pie y otra vez, un domingo por lamañana, la encontró tirada en las escaleras que bajaban a la playa del otropueblo,durmiendolaborracheraconpegotesdevómitoenlaropa.

—Yalosnuestrossesalvaron—ledijodoñaElodia—,sialgunosellegaamoriresporotracosa.

Damaris sintióprimero alivioy luego satisfaccióndeque la equivocadahubiera sido Luzmila, aunque no se lo echaría en cara. Su prima se sentíaatacadaconcadacosaqueellaledecíayseponíabravaportodo.¿Paraquémetercizañacuandolaperra,quehacíaratohabíaabiertolosojosycaminabaenbuscadesucomida,seencargaríadedarlelarazón?

Damarisseguíallevandoalaperraenelbrasier,perocadadíaestabamáspesadaylaponíamástiempoenelsuelo.Habíaaprendidoalamer,comerdeltazón, alimentarse de sopas de pescado queDamaris le preparaba y, en losúltimosdías,desobrados,comolosotrosperros.Ademásestabaenseñándoleahacer susnecesidades afuerade la cabañay elquiosco,dondepasaban lamañanamientrasDamariscocinabaydoblabalaropalimpia.

HastaesemomentoRogelionosehabíametidoconlaperra.Peroahoraqueestabamásdespierta,queperseguíaaDamarishaciatodoslados,saltabayleatacabalospiesymortificabaalosperrosconsusdientesfiludos,ellasepusovigilante.SiRogeliolehacíaalgo,siseatrevíatansoloalevantarlelamano, lomataría. Sin embargo, lo únicoque él hizo fue decirle queya era

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tiempo de sacarla de la cabaña, no fuera a acostumbrarse a estar donde lagenteyahacerdañosenlacasagrande.

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El tío Eliécer había sido dueño del acantilado hasta los años setenta,cuando lo dividió en cuatro lotes y los puso a la venta. Damaris se habíacriadoconélporqueelhombrequepreñóasumamá,unsoldadoquehabíaprestadoelserviciomilitarenlazona,laabandonócuandoestabaembarazaday ella, para poder sostener a su hija, tuvo que irse a trabajar a una casa defamiliaenBuenaventura.MandabaplatacadavezquepodíayveníaapasarlasNavidades,laSemanaSantayalgúnfindesemanalargo.DamariscrecióenunacabañaqueeltíoEliécerylatíaGilmateníanenelterrenoquehoyerade la señoraRosa y que fue el primero que vendieron.Luego vendieron elterrenocontiguoauningenierodeArmeniayeldeatrásalosReyes.

Los Reyes eran el señor Luis Alfredo, que era de Cali pero vivía enBogotá, su esposa Elvira, ella sí bogotana, y su hijo Nicolasito. Ellosmandaron construir una casa grande, toda de láminas de aluminio —elmaterial más moderno que existía en ese momento—, con piscina y unquioscoamplioconlavaplatosyfogóndeleñaparalossancochos,losasadosylasfiestas.Además,unacabañademaderaparaloscuidanderos.LafamiliadeDamarissemudóalterrenoquetodavíanohabíanvendidoycolindabaconel de los Reyes. Como ellos venían todas las vacaciones, Nicolasito yDamarissehicieronamigos.Erandelamismaedadycumplíanenlamismafecha,unafechahorribleparauncumpleaños:elprimerodeenero.

Era diciembre. En el pueblo todavía no habían puesto la luz, ShirleySáenz era la nueva Señorita Colombia yDamaris y Luzmila se la pasabanadmirándola en unas revistasCromos que la señora Elvira había traído deBogotá.NicolasitoselasdabadeexploradoryorganizabaunascaminatasporelacantiladoenlasqueDamarishacíadeguíayalasquellevabanlinternasaunque fueran de día. Iban a cumplir ocho años. La mayoría de las vecesLuzmilalosacompañaba,peroesedíaseenfurecióporquenoladejaroniralfrentedelaexpedición,tiróalpisoelpaloquellevabaparadefendersedelasculebrasysefueparasucasarenegando.

DamarisyNicolasitollegaronsolosasudestino,unpuntobajoyllenodepeñasdondelasolaslamíanelacantilado.Alprincipiosequedarontranquilosmirandounashormigasarrierasquebajabanporunárbolen filaycargadasconpedazosdehojas.Erangrandes, rojasyduras, conpuntas filudas en lacabezayellomo.«Parecequetuvieranarmaduras»,dijoNicolasito.Entoncesseacercóalaspeñasdiciendoquequeríaqueelrocíodelasolaslomojara.Damaris tratóde impedirlo, le explicóque erapeligroso, ledijoque en eselugarlaspeñaseranresbalosasyelmartraicionero.Peroélnohizocaso,se

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parósobrelaspeñasylaolaquereventóenesemomento,unaolaviolenta,selollevó.

LaimagenquedógrabadaenlamemoriadeDamarisasí:unniñoblancoyaltofrentealmar,acontinuaciónelchorroblancodelaolayluegonada,laspeñasvacíassobreunmarverdequealolejosparecíatranquilo.Yellaahí,juntoalasarrieras,sinpoderhacernada.

Damaris tuvo que devolverse sola por una selva que le pareció máscerrada y oscura que nunca. Arriba las copas de los árboles se juntaban yabajocruzabansusraíces.Lospiesse leenterrabanen laalfombradehojasmuertas del suelo y se sumían en el barro y ella empezó a sentir que larespiraciónqueescuchabanoerasuyasinodelaselvayqueeraella—ynoNicolasito—laqueseestabaahogandoenunmarverderepletodehormigasyplantas.Quisohuir,perderse,nodecirlenadaanadieyque la selva se latragara.Empezóacorrer,setropezó,cayó,selevantóyvolvióacorrer.

Cuando llegó a la propiedad de los Reyes, se encontró con que la tíaGilma estaba en la cabaña conversando con los cuidanderos. La tía GilmaescuchóloqueDamarislecontó,peronoledijoniunasolapalabraderegañoyseencargódetodo.LespidióaloscuidanderosquesalieranenelpotrilloabuscaraNicolasitoyellafueaavisarlealaseñoraElviraloquehabíapasado.Como el señor Luis Alfredo andaba pescando en altamar, la señora estabasola en la casa. La tía Gilma entró y Damaris se quedó esperando en elbalcón.Nohabíaviento.Lashojasdelosárbolessehabíanquedadoquietasyloúnicoqueseoíaeraelmar.ADamarisleparecióqueeltiemposeestirabayqueellaestaríaahíhastahacerseadultayluegovieja.

Por fin salieron.La señoraElvira estaba como loca.Gritaba, lloraba, seagachaba para quedar a su altura, se levantaba, daba vueltas por el balcón,manoteaba,lehacíaunapreguntayotrayluegovolvíaapreguntarlomismodedistintamanera.ADamarisseleolvidóquélepreguntaba,peronolacarade la señora, ni su angustia ni sus ojos, que eran azules, con las venitas deadentroreventadasylasangremanchandolaparteblanca.

EsedíabuscaronaNicolasitohastaquesehizodenochey lo siguieronbuscando sin descanso todos los días. El tío Eliécer estaba ayudando en labúsqueda,yporlastardes,cuandollegabaconlasmalasnoticias,sesentabaenuntroncoqueteníanenlaentradadelacabaña.Damarissabíaqueesaeralaseñalparaqueseacercara.Lohacíasindemora,puesnoqueríaqueélseenojara más de lo que ya lo estaba. Entonces el tío agarraba una rama deguayabodurayelásticay laazotaba.La tíaGilma lehabíadichoquenosetensara, que entre más flojos tuviera los muslos, que era donde el tío le

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pegaba,menos le dolería. Ella lo intentaba, pero el susto y el estallido delprimerlatigazohacíanqueapretaratodoslosmúsculos,ycadanuevolatigazolalastimabamásqueelanterior.SusmuslosparecíanlaespaldadeCristo.Elprimerdíalehabíadadouno,elsegundodos,yasíhabíaidoaumentandoporcadadíaqueNicolasitonoaparecía.

El tío Eliécer paró el día que habría tenido que darle treinta y cuatrolatigazos.Habíanpasadotreintaycuatrodías,elmayortiempoqueelmarsehabíademoradoendevolveruncuerpo.Estabadespellejadoporlaaccióndelsalitreyelsol,comidoporlospecesenalgunasparteshastaelhuesoy,segúndijolagentequeestuvocerca,hediondo.

LatíaGilma,LuzmilayDamarisfueronaverlodesdeelacantilado.Uncuerpoqueahoraparecíamáspequeño,elcuerpecitodeunniño,tiradoenlaarena,ylaseñoraElvira,tanrubia,tanflaca,tanlinda,levantándolounpocodel sueloparaabrazarloy llenarlodebesoscomosi todavía fuerahermoso.LatíaGilmalepasóelbrazoaDamarisporlaespaldayellanoaguantómásysesoltóallorarporprimeravezdesdelatragedia.

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LosReyesnovolvieronasucasadelacantilado,perotampocolapusieronenventa.EltíoEliécervendióelúltimodesusterrenosaunashermanasdeTuluá,ymandóconstruirunacasadedospisosenelpueblo,adondesefueavivirconsufamiliaylamamádeDamaris,quenotuvoquetrabajarmásenBuenaventura. Fue una época de abundancia. Con las ganancias de lasprimeras ventas, el tío se había comprado un terreno en el sur, adonde sefueron a vivir los hijos que tenía con su primeramujer, y dos lanchas, quealquilabaparapescar.Deprontosehabíaconvertidoenunhombrepudienteyhacíaunasfiestasqueocupabanlacalleydurabantodoelfindesemana.Asíseleempezóairlaplata.

Llegóatenertantasdeudasqueparapagarlastuvoquevenderunadelaslanchas.Entoncesvino la rachademalasuerte.Alañosiguiente lasegundalanchasehundióenunamarejadayalospocosmeses,enlascelebracionesdediciembre,unabalaperdidahirióenelpechoa lamamádeDamaris.Enelpuestodesaluddelpueblonopudieronhacernadaporellay la llevarondeurgenciaenunboteaBuenaventura,peroparacuandollegaronalhospitalellayahabíamuerto.Damaris,queestabaapuntodecumplirquinceaños,cancelósufiesta.LahabíaestadoplaneandoconsumamáyahorasoloqueríaqueladejaranllorartranquilaenelcuartoquecompartíaconLuzmila.Suprimasesentabaasuladoenlacama,lehacíatrencitasenelpeloylecontabachismesdelpueblohastaquelograbahacerlareír.

Lagentedelpueblodecíaquetantasdesgraciasseguidasnoerannormalesy tenían que ser obra de algún envidioso que les había hecho una brujería.Preocupados,lostíosllamaronaSantosyellaleshizounalimpiezaalacasayatodoslosmiembrosdelafamilia,perolasituaciónnomejoró.

Unamareabravatumbólacasay,comonohuboplataparareconstruirla,lafamiliasedividió.ParaesaépocayaRogeliohabíavenidoapararalpuebloen un barco de pesca averiado. Mientras llegaban los repuestos deBuenaventura y lo arreglaban, se dedicó a tomar cerveza y a mirar a lasmuchachasdelpueblo.ConocióaDamarisundomingoenlaplayay,cuandoelbarcoestuvolisto,renuncióasutrabajo,alquilóunapiezaenelpuebloyDamarissejuntóconél.EltíoEliécerylatíaGilmasesepararon.ÉlsefueaviviralsurconsushijosmayoresyellaencontróuntrabajodecamareraenelHotelPacíficoRealysemudóconLuzmilaalotropueblo.

ConeltiempolosReyesdejarondesubirleselsueldoaloscuidanderosyde mandarles los productos que necesitaban para mantener la propiedad:detergentes,abonos,cera, fumigantes,pinturas,cloro,aceiteygasolinaparala guadañadoray la plantade tratamientode la piscina…Entonces se supo

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quesuempresaenBogotá—unafábricademaletines—habíaquebrado.Loscuidanderosrenunciaroncuandoseconsiguieronun trabajoenunafincadelinterior, y Josué aceptó cuidar la casa de los Reyes. Acababa de llegar alpuebloyno teníamujer,hijosninadaqueperder.Lepagabanmenosde lamitaddeunsalariomínimo,peroélcompletabapescandoycazandopor sucuenta.UndíalosReyesyanolepagaronmásyélsequedóenlapropiedadporquenoteníaadóndeir.Tiempodespuésmuriódeuntirodeescopetaenloqueparecióunaccidentedecacería.

El tío Eliécer estaba en el sur, la tía Gilma había sufrido un derramecerebral y era difícil entenderle cuando hablaba, y Luzmila, que ya teníamarido, acababa de parir a su segunda hija en Buenaventura. Aparte deDamaris,enelpueblonoquedabanadiequehubierasidocercanoalosReyesypudieradarleslanoticiadelamuertedelcuidandero.

Enesaépocatodavíanohabíanllegadoloscelularesalazona.Laoficinade Telecom quedaba entre los dos pueblos y era una de las pocasconstruccionesdeladrillo.Teníaunasolaventanaycuandohacíacalorhacíamás calor adentro, y si el día estaba fresco se sentía más fresco adentro.DamarisnuncahabíaestadoenBogotá,nisiquieraenCali.LaúnicaciudadqueconocíaeraBuenaventura,quequedabaaunahoraenlanchaynoteníagrandesedificios.Tampococonocíaelfríodelasmontañas,peroporloqueveíaentelevisiónydecíalagente,sefigurabaqueBogotádebíasercomolaoficinadeTelecomluegodeunasemanadelluvia:unlugaroscuro,conecosyqueolíaahumedadcomolascuevas.

El día que llamó a los Reyes estaba haciendo sol, pero había muchasnubesyenelpueblohacíatalbochornoqueeracomoestardentrodelaolladelsancocho.ADamarislasmanoslesudabanycasiseledeshizoelpapelitodonde llevaba anotado el número de teléfono, que había sacado de uncuadernodelfinadoJosué.Entróalacabina,marcólosnúmeros,lallamadase demoró un segundo demasiado largo en enganchar y, mientras oía lostonos,Damarispensóquealotroladodeesosruidosestabanunapartemuyfeadesupasadoyunaciudadmonstruosaquenopodía imaginar.Ya ibaacolgarcuandocontestóunhombre.

—¿SeñorLuisAlfredo?—Sí.Damarisquisohuir.—HablaconDamaris.El señorLuisAlfredo escuchó el nombre y se hizo un silencio terrible,

queellarecibióresignadacomohabíarecibidoloslatigazosdesutíotodaslas

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tardesdurantetreintaytresdías.ParalosReyesellaeraunavenegra,señaldemalosaugurios.Luego,comopudo,nerviosamente,lecontóloquehabíapasado:hacíadosdíassehabíaoídountirodeescopetaenelacantilado.Sumarido y otros hombres del pueblo subieron a buscar a Josué, pero no loencontraron en la cabaña ni en los caminos. Al día siguiente ya habíagallinazosenelacantiladoyestosseñalaronellugardondeestabaelcuerpo.

—Sesuicidó—dijoimpresionadoelseñorLuisAlfredo.—No,señor,yonocreo.Lasemanapasadayohabíahabladoconélyno

seveíamalnitristeninada.—Ya.—Hasta teníaplanesde ir aBuenaventurapara comprarunasbotasque

necesitaba.—Ya.—Ymimaridodicequedeprontosecayóyseledisparólaescopeta.El

cuerpoestabaenelmonteenunaposiciónmuyrara.—¿Tumarido?—Sí,señor.—Yatenéstreintaytresaños,¿no?SehizootrosilencioterribleyluegoDamarishablócomodisculpándose:—Sí,señor.ElseñorLuisAlfredosuspiró.Luegolamentóladesgraciadelcuidandero,

leagradecióaDamarislallamadaylepreguntósiellapodíahacersecargodelapropiedad.

—Vossabésloimportantequeesparanosotros.—Sí,señor.—Yotevoyamandarlodetusueldoylosinsumos.Damaris sabíaquenoeraverdad,perohizo comoque le creíay ledijo

que sí a todo. No solo se sentía en deuda con los Reyes, también laemocionabalaideadevolveravivirenelacantilado,queellasiemprehabíaconsideradosuhogar.

NofuedifícilconvenceraRogelio.Enelacantiladonotendríanquepagararriendo y la cabaña de los cuidanderos, aunque no era gran cosa, eramásamplia que la pieza del pueblo y ellos podrían arreglarla. Paramantenerseseguiríantrabajandocomohastaahora,élcazandoenelmonteypescandoenlas embarcaciones viento ymarea y ella en la casa de la señoraRosa, queahora la necesitaba más que nunca, pues su marido, el señor Gene, habíaquedadopostradoenunasilladeruedas.

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LoúnicoquenolesgustabaeraqueenlapropiedaddelosReyesnohabíaluz.Sinembargo,en lade laseñoraRosa,quequedabaal frente,síhabíayellalesdiopermisoparasacarunaextensióndeltransformadordeelectricidadquesurtíasucasa,yasíDamarisyRogeliopudieronalumbrarse.Subieronsuscosas,elviejotelevisordecaja,laestufadegasquenuncausaron,lacamaylassábanasqueleshabíaregaladolatíaGilma,yseacomodaronenlacabañamejordeloquelohabíanestadonuncaenlapiezadelpueblo.

El trabajoen lapropiedadde losReyesnoeracomplicado.Para lavarylimpiarusabanlosproductosquedetodasmanerascomprabanparalacabaña,manteníanlapiscinavacíaylalavabancuandollovía,abonabanlosjardinescondesechosorgánicosqueconseguíanenelmonteyRogelioguadañabaconlagasolinaquesobrabadesussalidasapescar.Lacasagrandenecesitabaunamano de pintura y que reemplazaran un par de láminas agrietadas, y a losandenes les hacía falta un refuerzo, pues el pavimento se había podrido enalgunostramos,peroellosteníansiempretodolimpioybiencuidado.Cuandovinieran,losReyesnotendríanningunaqueja.

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Los cuidanderos que habían trabajado para los Reyes lo habían hechoconvencidos de que en algúnmomento ellos volverían al sitio donde habíamuerto su hijo. Así que todos se habían esforzado por mantener la casa ysobretodoelcuartodelfinadoNicolasitocomoelloslohabíandejado,enlamedida que el clima, la selva, el salitre y el paso de los años lo habíanpermitido.

Lacasagrandehabíasidohechapararesistir lascondicionesmásduras.Las láminas de aluminio eran inoxidables, el piso era de trapichero, unamaderafinísimaalaquenoleentrabanelcomejénnielgorgojo,yparaloscimientos y la base elevada habían usado unamezcla de concreto especial,más fuerte. No era una casa bonita sino práctica, con espacios amplios ymueblesdematerialessintéticos.ElcuartodelfinadoNicolasitoeraelúnicodecorado.LaseñoraElviralehabíaencargadolacamayelarmarioalmejorcarpinterodelpuebloyellamisma loshabíapintadoconcoloresvivos.LascortinasyeltendidodelacamaloshabíatraídodeBogotáyeranajuego,conunmotivodeEllibrodelaselva.Sehabíandesteñidounpocoyteníanunoscuantos agujeros, pero eran pequeñísimos y no se notaban de lejos. En elarmario, entre bolitas denaftalina, quedaba alguna ropadeNicolasito, unascamisetas y pantalones, dos pantalonetas de baño, un par de tenis y unaschanclas.LapuertasemanteníaabiertaconunacaracolaqueélmismohabíatraídodeNegritosundíaquesalióapescarconsupapáysusjuguetesestabanen un cofre de madera que también había pintado la señora Elvira.Sobrevivían los que eran de plástico o madera, pues los que tenían partesmetálicashacíaañossehabíanoxidado.

Ahora Damaris aceptó que Rogelio tenía razón. La perra no debíaacostumbrarse a estar con ella dentro de la cabaña o la casa grande, dondepasabagranpartedeltiempolimpiandoyencerando.Podríadestrozaralgo:lacaracola del finadoNicolasito, uno de sus juguetes, sus tenis o,Dios no loquisiera,losmueblesquelehabíapintadosumamá.

Conpesaryculpa,Damarissacóalaperradelacabañayyanolavolvióadejar subir detrás de ella a ningunade las dos casas, que se elevabandelsuelo sobre estacas,de concreto especial lasde la casagrandeydemaderaordinaria las de la cabaña. Pero tampoco la obligó a vivir debajo de ellascomoalosotrosperros.Alaperralediounsitioenelquiosco,dondeestaríaprotegidadelalluviaylosperrosteníanprohibidalaentrada.

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Erael cumpleañosde la tíaGilmayDamaris salió tempranoavisitarla,antes de que llegaran las primeras lanchas de Buenaventura. Ese díacomenzabalatemporadaaltademitaddeañoyqueríaevitarselashordasdeturistasquedesembarcaríanenelmuelleeiríanalotropueblo,dondeestabanlosmejoreshoteles.

La noche anterior apenas había caído una llovizna. El cielo habíaamanecidodespejadoyelmarazulymuyquieto.Seveíaque seríaunodeesosrarosdíassinnubes,decieloazulvivoycalorardiente.CuandopasóporlacasadedoñaElodia,ella saliódel interiory la llamócon lamano.Enelestadero estaban sus hijas organizando las mesas y poniendo los manteles.Doña Elodia tenía su delantal de cocina y en las manos un cuchillo dedestriparpescado.

—SemurióelperrodeXimena—dijo.Damarisquedódesconcertada.—¿Cómo?—preguntó.—Elladicequeenvenenado.—Igualquelamamá.DoñaElodiaasintió.—Ahorasoloquedansuperrayelmío—dijo.Los perros ya habían cumplido seis meses. El de doña Elodia estaba

echado en la playa, afuera del estadero, en el lugar donde antes pasaba losdíassumamá.EradetamañomedianocomolaperradeDamaris,peroesoeralo único en que se parecían. Tenía las orejas puntudas y el pelo negro ydesordenado.Encambio,lasorejasdesuperrasehabíanmantenidocaídasysupelo seguía siendogris,muycorto.Nadiehabríapensadoqueerande lamismacamada.Damaristuvoelimpulsodevolverasucasaparaabrazaralaperrayasegurarsedequeseguíabien,peroeraelcumpleañosdelatíaGilmayseobligóaseguirhaciaelotropueblo.

Desdequehabíasufridoelderrame,a la tíaGilmalecostabamoverseypasabatodosutiempoenunamecedoraquecorríandelasalaalcorredordelaentradaydelcorredordelaentradaalasala.Dormíaenuncuartoconlasdos hijas y las nietas de Luzmila. Elmarido de la hijamayor trabajaba enBuenaventura y solo venía algunos fines de semana. Luzmila y su maridodormían en el otro cuarto. Él trabajaba en construcción y ella vendíaproductos de revistas: ropa, perfumes, maquillajes, alisadores para el pelo,bateríasdecocina…No les ibamal.Lacasaerapequeñaperode ladrilloytenía muebles: un comedor ovalado de madera y una sala con dos sofástapizadosenteladeflores.

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Almorzaron arroz con camarones, cantaron el feliz cumpleaños y secomieronuna torta con crema azul que habían encargado enBuenaventura.Lasniñasleentregaronunregaloasubisabuelayaellaseleescurrieronlaslágrimas.Damarislepasóelbrazoporlaespaldayselaestuvosobandounrato.LuegolasniñasquisieronjugarconlatíaDamarisyseleencaramaronporlaspiernasylosbrazos.Lapuertaytodaslasventanasestabanabiertas,peroelsolestabaenlamitaddelcieloynohabíaunsoplodebrisa.Luzmilaysushijasseabanicabanconlasrevistas,latíaGilmasemecíalentamenteensusillaylasniñassiguieronbrincandosobreDamaris,queempezóasentirsesofocada.

—Ahorano—lesdecía—,parenporfavor.PerolasniñasnopararonsinohastaqueLuzmilalespegóungritoylas

mandóparasucuarto.Porla tarde,cuandosalíahaciasupueblo,Damarispasópor lospuestos

deartesanías.Todavíallegabanturistasdesdeelmuelleapieoenmototaxi,conlasmaletasalhombro,cansadosysudando,perolamayoríayasehabíainstaladoensushotelesymuchospaseabanporahí,mirandolosjarronesdegüérregue y los sombreros y las mochilas de jícara que los indígenasextendían en el suelo sobre sábanas desteñidas. Costaba avanzar entre lagente.

EnunmomentoDamarisquedóatascadafrentealpuestodeXimena,queeramuchomejorqueeldelosindígenas.Estabaelevadodelsuelo,teníatechodeplásticoyeltablóndondeponíalamercancíaestabaforradoenunateladeterciopelo azul. Vendía pulseras, collares, anillos, aretes, manillas tejidas,papeldearrozypipasparafumarmariguana.DamarisyXimenacruzaronunamiradayXimenaselevantóylaabordó.

—Memataronamiperrito—ledijo.Ellasdosnuncahabíanhablado.—AsímedijodoñaElodia.—Fueronlosvecinos,unoshijueputas.Damarissesintió incómodadequelehablaramaldeesaspersonas,aun

cuandonosabíaquiéneseran,peroalmismotiempoXimenaledabalástima.Olíaamariguana,teníalavozroncaporelcigarrillo,lapielmanchadayconarrugasyenlasraícesdelpelo,quellevabalargoyseteñíadenegro,seveíaqueloteníatodoblanco.Lecontóquehacíaunassemanasunagallinadelosvecinoshabíacruzadolacercayelperrolahabíamatadomientrasestabaensupropiedad,yahora,misteriosamente,superroaparecíamuerto.Ximenanotenía ninguna otra prueba para acusar a los vecinos y ni siquiera podía

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asegurarqueelperrohabíasidoenvenenado.Damarispensóqueeraposiblequelohubieramatadootracosa,unaculebraounaenfermedad,porejemplo,yquesiXimenateníatantarabiacontralosvecinoserasoloparanohundirseenlatristeza.

—Yoqueríaunahembra—leconfesó—,perodoñaElodiamedijoqueustedsehabíaquedadoconlaúnicadelacamada,asíquemelollevéaél.Eradiminuto,¿seacuerdacómoeran?MiSimoncitomecabíaenlasmanos.

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CuandollegóasucasaDamarissealegródeveralaperratantocomolaperradeverlaaellaylaestuvoacariciandounratolargo,hastaquesemirólasmanosysediocuentadequese lehabíanmanchadodemugre.Decidióbañarla.Elsoltodavíaestabapegandofuerteyellanecesitabasacarseelcaloryelsudordelacaminata.Labañójuntoallavaderoconelcepilloyeljabónazuldelavarlaropa,paradesgraciadelaperra,queodiabaelaguaybajólacabezayescondiólacola.

Luego,mientraslaperrasesecabaconlasúltimaslucesdelsol,Damarislavóunaropainteriorquehabíadejadoenremojoysebañóella.Comoenlacabañanohabíaduchasiempresebañabanenellavadero,sinquitarselaropay echándose agua con una totuma. El atardecer fue espectacular. Parecíacomosihubieraunincendioenelcieloyelmarsepusomorado.Yaestabaoscureciendocuandocolgólaropainteriorenuntendederopequeño,depiso,queteníaenelquioscoydejóalaperra,queseguíaofendidaporelbaño,ensucama,unacolchonetadobladaendosquelehabíaforradoconunastoallasviejas.

Por la noche seguía sin llover, pero tuvieron que cerrar la puerta de lacabaña y todas las ventanas porque se habían alborotado los clavitos, unoszancudospequeñosquepicabancomoagujas.Rogeliofueporunaollaviejayretorcida que guardaban debajo de la casa, la llenó de estopa de coco y leprendiófuego.Laestopaempezóaquemarseylosclavitossefueronunrato,peroapenaselhumoseaclaróregresaronencantidad,yambostuvieronqueagarraruntrapoparaespantarlos.Nopudieronverlatelenovelaenpaz.Hacíatantocalorqueaéllecrecierondosmanchasdesudorenlasaxilasyaellalechorreabaunhilodeaguaporlaspatillas.

—¿Esquenovaallover?—sequejóDamarismientrasbatíaeltrapo.Rogelionorespondióysefueasucama.Ellasequedóviendotelevisión

porquesabíaqueconesecalorylosclavitosmortificándolanopodríadormir.Másalláde lamedianoche,cuandoestabanen las televentas,de repente

explotó un rayo cercanísimo que por un instante lo iluminó todo. Damarispegóunbrincodelsusto,laluzsefueysesoltóunaguacerotremendo,conrayos,truenosytantaaguaqueeracomosicayeraabaldadossobreeltechodelacabaña.Peroelclimaserefrescó,losclavitosdesaparecieronyDamaris,sabiendoquelaperraestabaprotegidaenelquiosco,sefueadormir.

A la mañana siguiente seguía lloviendo duro y ella, como habíatrasnochado,selevantótarde.Elpisosesentíafríoyhúmedoylaolladondehabíanquemadolaestopadecocolanocheanteriorservíaahorapararecibirelaguadeunagoteraenlamitaddelasala.NohabíavueltolaluzyRogelio

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estabaenunade las sillasplásticas, frenteal televisorapagado,mientras setomabauncaféquedebíahaberpreparadoenelquiosco.

—Esaperratuyahizodesastresanoche—dijo.Damarissehorrorizónoporloquelaperrahubierapodidohacersinopor

elcastigoqueRogeliodebíahaberledadoaprovechandoqueellanoestaba.—¡¿Quélehiciste?!—Yonada,peroellatevolviómierdaunosbrasieres.Damarissalióa todaprisade lacabaña.Noseveíanelmar, las islas,el

puebloninadamásquelalluvia,blancaalolejoscomounacortinadegasaycorriendoenformadearroyoporlostechos,losandenesylasescalerasdelapropiedad. Damaris llegó al quiosco empapada. Sus calzones y loscalzoncillosdeRogelioquehabíacolgadoeneltendederopequeñolanocheanteriorseguíanensupuesto.Solosusbrasieres,queerantres,estabantiradosenelsueloydespedazados.Laperralebatíalacolatímidayconculpa,peroseveíabien.Damarislachequeódelacabezaalacolayfuetalsualiviodeencontrarla sana que en vez de regañarla la abrazó y le dijo que no pasabanada,quehabíaentendidoelmensajeyyanolabañaríanuncamás.

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Damarissiguiómimandoalaperrahastaqueseperdióenelmonte.Fueunanocheenlaqueestabasola,Rogeliohabíasalidoapescarenunavientoymarea. Danger, Olivo y Mosco acababan de comer afuera del quiosco yDamaris estaba sobándole la cabeza a la perra a modo de despedida, puesestabaapuntodeirseparalacabaña.DeprontoDangerempezóaladrarendirecciónalmonte.Losotrosdosperrossepusieronalertasylaperrasaliódelquiosco y se adelantó unos metros hasta quedar al lado de Danger. Haciadonde ladraban no había casas ni gente, por lo queDamaris supuso que setrataba de algún animal, una chucha, un erizo, un tatabro extraviado oenfermo. Como no había luna, estaba oscurísimo y la única luz era la delbombillodelquiosco.Ellanoalcanzabaaverniaoírnadaalolejos,perolosperrosestabancadavezmásnerviosos,conelpeloerizadoyladrandofuerte.

Damarisempezóallamaralaperraparatranquilizarlayquevolvieraasulado.«¡Chirli!»,gritabaporunavezsinvergüenzadepronunciarenvozaltaelnombredelquesuprimasehabíaburlado,«¡Chiiiiirliiiii!».PeroentoncesDangerarrancóacorrerytodoslosiguieron,inclusolaperra,queseadentróconellosenelmonte.

Damaris los oía ladrar y moverse entre los matorrales. Como estabadescalzaypodíatratarsedeunaculebra,segurounaequis,quesalendenochey son bravísimas y muy venenosas, lo único que podía hacer era seguirllamándolosdesdeelquiosco.Gritóconvozfuriosa,neutra,dulce,suplicantesinningúnresultadohastaquetodosequedóencalmayyanoseoyeronmásladridosninada.Frenteaellasoloquedólaselva,tranquilacomounabestiaqueacabaradetragarseasupresa.

Damarisfuealacabaña,sepusolasbotaspantaneras,agarróelmacheteylalinternaysemetióalmontepordondehabíanandadolosperros.Enningúnmomentosintiómiedodetodoloquedabamiedoenesaselva:laoscuridad,las equis, las fieras, losmuertos, el finadoNicolasito, el finado Josué y elfinadoseñorGene, losespantosdelosquehabíaoídohablarcuandoniña…Tampoco se asombró de su valentía. Solo tenía un pensamiento: la perraestabaenpeligroyellanecesitabasalvarla.

Estuvocaminandoporentrelosmatorralessinalejarsedemasiadoparanoperderse en las tinieblas, alumbrando hacia todos lados, haciendo ruidos yllamando a la perra y a Danger, Olivo yMosco. Como ninguno volvía nipasaba nada, decidió adentrarse más. Fue a la quebrada que separaba lapropiedad de los Reyes de la de las vecinas, a la cerca junto al caminoprincipal,alacantiladoyalaspalmasdemilpesosdondeterminabaelúnicocaminoquehabíahaciaeselado.

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Noveíasinoloquealcanzabaaapuntarconlalinterna,partesdecosas,deunahojainmensa,deltallodeunárbolalfombradoenmusgo,delaladeunainmensapolillaconmuchosojosque,sorprendidaporlaluz,salióvolandoyaleteóasustadaentornoasucabeza…Lasbotasseleenredabanenlasraícesyselehundíanenelbarro, tropezaba,resbalabayparatenerseenpieponíalasmanosensuperficiesduras,mojadasofibrosas.Larozabancosasásperas,peludasoconespinasyellabrincabacreyendoqueeraunaaraña,unaculebradelasquevivíanenlosárbolesounchimbilacochupadordesangre,peronolamordiónada, solo lapicaban loszancudos,peroaellano le importabayseguíabuscandoenlaoscuridad.Elcalorerababoso,losentíapegadoensupiel comosi fuera lama,y leparecíaque labullade las ranasy losgrillos,insoportablecomolamúsicaenladiscotecadelotropueblo,noestabaenlaselvasinodentrodesucabeza.Laluzdelalinternasefueopacandoynolequedómásremedioquevolveralacabaña,derrotadayllorando,antesdequeseapagaradeltodo.

Se durmió enseguida, pero con un sueño que no le hizo sentir ningúndescanso.Soñabaconruidosysombras,queestabadespiertaensucama,quenopodíamoverse,quealgolaatacaba,queeralaselvaquesehabíametidoenlacabañaylaestabaenvolviendo,quelacubríadelamaylellenabalosoídosconelruidoinsoportabledelosbichoshastaqueellaseconvertíaenselva,entronco,enmusgo,enbarro,todoalmismotiempo,yahíseencontrabaconlaperra, que le lamía la cara para saludarla. Cuando se despertó seguía sola.Afueracaíauna tormentabrutal,convientosde losqueazotaban las tejasytruenos que hacían temblar la tierra: el agua se colaba por las rendijas yflotabadentrodelacabaña.

PensóenRogelio,queestabaenunbotemiserableenmediodelafuriadeesatempestad,sinnadamásqueunchalecosalvavidas,unacapadelluviayunosplásticosparaprotegerse,perosepreocupómásporlaperra,alláafueraen el monte, empapada, aterida de frío, muerta de miedo y sin ella parasocorrerla,yvolvióallorar.

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AmediamañanadeldíasiguienteescampóyDamarissiguióbuscandoalosperros.Eldíaestabaoscuroyfrescoyhabíallovidotantoquetodoestabainundado.Volvió,caminandoporentreelagua,aloslugaresenlosquehabíaestadolanocheanterior,peroelaguacerohabíaborradolashuellas.Tampocohabíahuellasenelcaminoprincipal,queestabaencharcadocomolodemásyella recorrió completo.Visitó a los vecinos para alertarlos y que estuvieranpendientesdelosperros:aloscuidanderosdelacasadelingeniero,queerangente del pueblo y no le dieron importancia al asunto, y a las hermanas deTuluá, que como adoraban a su labradora compartieron la angustia deDamarisylainvitaronaalmorzar.

PorlatardefuealapropiedaddelaseñoraRosa,queestabadesocupadadesde que el señor Gene murió y ella empeoró de la cabeza. Antes de lamuerte de sumarido, a la señora Rosa se le olvidaban los nombres de laspersonas,perdíaobjetosyhacíacosasquealagentelecausabangracia,comorepintarse los ojos y la boca o guardar el celular en el congelador. Con lamuerte del señor Gene la señora Rosa se agravó. No sabía qué año era,pensabaqueseguíasolteraenCaliyseponíaabailarconelhimnonacionalocreía que recién había llegado al acantilado con su marido y estabanesperandolosmaterialesparaconstruirlacasa.Empezóaperdersedentrodelapropiedad,sequedabaconlabocaabiertaymirandocomobobaporratoslargos,hablabaconlasparedesyhastaseleolvidótomar,aellaquetantolegustabaelaguardienteybebíacasitodoslosdías.

Comono teníahijos,una sobrinavinoporellay sehizocargode todo.Internó a su tía en un hogar para ancianitos de Cali y puso en venta lapropiedad.Mientras sevendía, la sobrina les seguíapagandoaDamarisyaRogelio,comolohabíahechosutía,paraquelacuidaran.Élseencargabadelosjardinesylasreparacionesyelladelalimpiezadelacasa.

LaperrahabíaidoconDamarisaesapropiedadtodaslassemanasdesdequellegóalacantiladoyellapensóquedeprontopodríaestardondemáslegustabaecharse,enlaplanchadeconcretodelpatiodeatrás,quesemanteníafrescaysecasinimportarelclimaqueestuvierahaciendo.

Laperranoestabaahínienningúnotroladodeesapropiedad,queeralamásgrandedelacantilado.Damarislarevisóentera:lacasa,losjardines,lasescaleras en la entrada, la larga línea del acantilado, el sendero hacia laquebrada y la quebrada, que como había llovido tanto bajaba furiosa y sederramabaporencimadelmurodelarepresaquehabíaconstruidoelfinadoseñorGene.

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El segundo día tampoco salió el sol y llovió duro hasta el mediodía.Damarissalióluegodelalmuerzo,bajounalloviznatandébilque,apesardeque no se veía ni se sentía en el cuerpo, símojaba, y recorrió los caminossecundarios, que solo usaban los cazadores y los aserradores. Tampoco vioseñalesdelosperros.Escampóamediatarde,peroelcielonoseabrióyeldíasiguiógrisyfrío.

A la vuelta se topó con una invasión de hormigas, miles y milesavanzandoporentrelaselvacomounejército.Eranunasnegrasymedianasquesalíandesusnidosdebajode la tierrayarrasabancon todos losbichosvivosomuertosqueseencontraban.Tuvoquecorrerpararebasarlas,perosele alcanzaron a subir algunas ymientras se las sacudía lamordieron en lasmanosylaspiernas.Aunquelasmordedurasardíancomoelfuego,eldolorsepasabarápidoynodejabanronchas.

Lainvasiónllegóalacabañaquinceminutosdespuésqueella,yDamarissesubióenunasillaplásticayencogiólaspiernasmientrashacíansutrabajodelimpieza.Alasdoshorasyanoquedabarastrode lashormigasnide lascucarachasquesacarondesusesconditesysellevaronconellas.

EsanochelatemperaturabajótantoqueDamaristuvoquecobijarseconuna toalla,elmaterialmásgruesoque teníanen lacabaña.Sinembargo,nollovió.Altercerdíaelsolpudoromperlasnubes,elcieloyelmarsellenarondecoloresyempezóacalentar.CuandoDamarisestabaapuntodesalir,llegóRogelioyalospocosminutos,porelladodelmonte,hicieronsuentradalosperros. Venían sucios, agotados y un poco más flacos. Damaris alcanzó aemocionarse,peroalinstantesediocuentadequeestabansoloDanger,OlivoyMosco,ysesoltóallorar.

PeseaqueRogeliohabía llegadoconhambreycansado luegodecincodías en altamar, fue con ella al monte. Encontraron los rastros de los tresperros en el camino principal y los siguieron hasta LaDespensa, donde seacababaelacantiladoyhabíaotrobrazodemarquesegurolosperroshabíancruzadonadando.Novieronningunahuelladelaperra.

RogeliosiguióacompañandoaDamaristodoslosdías.FueronmásalládeLaDespensaylaestacióndecultivodepecesysemetieronenlosterrenosdelaArmada,queestabaprohibidotraspasar.Allálaselvasevolvíamásoscuraymisteriosa, con árboles de troncos anchos como tresDamaris juntas y unsuelodehojastanhondoqueavecesseenterrabanhastalamitaddelasbotas.

Salíanluegodelalmuerzo,volvíanalcaerlatardeoporlanoche,muertosdel cansancio, con dolores en el cuerpo por el ejercicio, arañados por lascortaderas,picadosporlosbichosysudorososoempapadoscuandollovía.

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UndíaDamaris, ella sola, sinque él lahubierapresionadoo lehubierahechocomentariosdesalentadores,entendióquenunca ibanaencontrara laperra.Estabanfrenteaunhuecoenormeenlatierrapordondeentrabaelmar.La marea estaba alta, las olas se estrellaban furiosas contra las peñas y elchorrodeaguaquesubíadisparadolossalpicaba.Rogelioestabadiciendoquepara cruzarlo tendrían que esperar a que la marea estuviera lo más secaposible,bajaralhuecoysubirporlapareddepeñasdelotrolado,cuidandode no resbalarse, pues las peñas estaban cubiertas de lama. Damaris no loescuchaba.HabíavueltoallugarylahoradelamuertedeNicolasitoycerrólos ojos, consternada. Ahora Rogelio decía que también podrían abrir uncaminoconsusmachetespararodearelhueco,peroelproblemaeraqueporaquelladohabíaunmontóndepalmasespinosas.Damarisabriólosojosylointerrumpió.

—Laperrasemurió—dijo.Rogeliolamirósincomprender.—Estaselvaeshorrible—explicóella.Había demasiados acantilados como ese, con peñas cubiertas de lama y

olascomolaquesehabíallevadoalfinadoNicolasito,árbolesinmensosquelastormentastumbabanderaízylosrayospartíanporlamitad,derrumbesdetierra, culebras venenosas y culebras que se tragaban venados, chimbilacosquedesangrabanalosanimales,plantasconespinasquepodíanatravesarunpieyquebradasquesecrecíandurantelosaguacerosyarrasabancontodoloqueencontrabanasupaso…Porsifuerapoco,yahabíanpasadoveintedíasdesdequelaperrasehabíaido,demasiadotiempo.

—Volvamosalacasa—dijoDamaris,porunavezsinllorar.Rogelio se le acercó, la miró conmovido y le puso una mano en el

hombro. Esa noche llegaron directo a tener relaciones y fue como si nohubieran pasado diez años desde la última vez.Damaris se dio permiso depensar que de pronto esta vez sí quedaría embarazada, pero a la mañanasiguienteseriodesímisma,puesyahabíacumplidocuarenta,laedadenquelasmujeressesecan.

Sutíolohabíadichoenunafiestadelasqueorganizabacuandovivíanenlacasadedospisosdelpueblo.Estababorrachoysincamisa,sentadoafueradelacasaconungrupodepescadores,cuandopordelantedeellospasóunamujerdelpueblo.Eraalta,caminabaconorgullomeneandosusnalgas,yelpelo, que tenía alisado, le llegaba hasta la mitad de la espalda. Damarissiemprelahabíaadmirado.Todoslospescadoreslasiguieronconlosojosyeltíosetomóuntrago.

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—Comoestádebuena—dijo—,yesoqueyadebetenercuarenta,laedadenquelasmujeressesecan.

«Yosiempreloestuve»,pensóahoraDamaris,amargada.Durante algunos días ella y Rogelio se mantuvieron unidos. Ella le

contabaloquepasabaenlastelenovelasdelatardeyélloquehabíavistoypensadomientrascazaba,pescabaoguadañaba.Recordabancosasdelpasado,se reían, comentaban las noticias y la telenovela de la noche y se iban adormir juntos como al principio, cuando ella tenía dieciocho y todavía nohabíaempezadoelsufrimientoporquenoquedabaembarazada.

Unamañana,mientraspreparabaeldesayunoenelquiosco,aDamarissele resbaló de las manos una de las tazas del juego que Rogelio habíacompradoensuúltimoviajeaBuenaventura.

—Ni dos meses te duraron—dijo él molesto—, vos sí tenés la manopesada.

Damarisnolecontestó,peroesanoche,cuandoapagaroneltelevisoryélintentóacercarse,ellalehizoelquiteysemetióalcuartodondedormíasola.Se estuvomirando lasmanos durante un rato. Las tenía inmensas, con losdedosanchos, laspalmascurtidasy resecasy las líneas tanmarcadascomogrietas en la tierra. Eran manos de hombre, las manos de un obrero deconstrucción o un pescador capaz de jalar pescados gigantes. Al otro díaningunodelosdosdijo«Buenosdías»yentoncesvolvieronatomardistancia,anomirarsealacara,adormirseparadosyahablarsesololonecesario.

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Damarisnollorómásporlaperra,perosuausencialedolíaenelpechocomosifueraunapiedra.Laechabademenosatodashoras.Cuandollegabadel pueblo y no estaba al final de las escaleras para batirle la cola, cuandoarreglaba el pescado y no aparecía para mirarla con insistencia, cuandoguardabalassobrassinsepararlasmejoresparaellaosetomabasucaféporlas mañanas y no tenía a quien acariciarle la cabeza. Creyó verla muchasveces:enunbultodecocosqueRogeliorecostócontralacabaña,enlassogasdeamarrarlanchasquedejabaarrumadasenelquiosco,enunnuevoatadodeleñaquepusoalladodelfogón,enlosotrosperros,lasplantasdeljardín,lassombrasdelosárbolesporlatardeyenlacama,queseguíaenelquioscotalcomolaperralahabíadejado,puesDamarisnohabíatenidolapresenciadeánimoparabotarla.

DonJaimeledijoquelosentíamucho,comosiselehubieramuertounpariente,yDamarisagradecióquesetomaraenseriosussentimientos.FrenteadoñaElodia,mientraslecontabaloquehabíapasado,ledieronculpasporhaberpermitidoque laperra se fuera,nohaberla seguidobuscandoyhaberperdido las esperanzas.DoñaElodia la escuchó en silencio y luego suspirócomoresignadaconlavida.Delacamadadeoncecachorrosyasoloquedabael perro de ella, y ahora Damaris, cuando iba para el otro pueblo, evitabapasarporelestaderoporqueledolíaverlo.

Como lo último que necesitaba en ese momento era escuchar loscomentariosnegativosdeLuzmila,no ledijonadaanadiedesu familia,nisiquieraalatíaGilma.PeroLuzmilaseenteródetodasmaneras.Rogelio,unatardecuandovolvíadepescar,seencontróporcasualidadenlacooperativadepescadoresconelmaridodeellayporhablardealgunacosalecontótodalahistoriade laperra, sudesaparicióny lomuchoque lahabíanbuscado.EsanocheLuzmilallamóaDamarisalcelular.

—Poresoesqueamínomegustanesosanimales—ledijo.Damarisnoentendiósieraporquepodíanperderseenelmonteoporque

semorían,peroenvezdepedirleunaexplicaciónlepreguntósiesasemanahabíahabladoconsupapá.

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Lamuertedel señorGene fuemuymisteriosa.Nadienuncasupoqué lepasónicómohabía terminadoenelmar.Enesaépocaélyaestabacasideltodoparalizadoporlaenfermedadysolopodíamoverlosdedos.Lamayoríadelagentepensabaquesehabíasuicidadotirándoseconlasilladeruedasporelacantilado,peroDamarisyRogeliosabíanqueeraimposible.Elmotordelasillanoteníalafuerzaparaeso,ydehaberlointentadoelseñorGenehabríaterminadoenredadoenlosicacosquecrecíanenelborde,comounavezqueno consiguió frenar a tiempo y Rogelio tuvo que sacarlo con sus brazos.HabíaungrupoquecreíaquelaseñoraRosalohabíaempujado,unosdecíanqueporpiedadyotrosqueparadeshacersedeél.

A Rogelio le parecía posible que la señora Rosa lo hubiera empujado,porqueenesemomentoellayaestabamaldelacabeza.Esoúltimoeracierto,peroDamaris estaba segura de que pormás turulata que hubiera estado nohabíasidoella.Sinoleshabíahechodañoalosratonesdemontequehacíannidos en su alacena, a los saltamontes que se les comían la ropa ni a laspolillasenormesquemásparecíanmurciélagosy laasustabanpor lanoche,muchomenoshabríamatadoasumarido.

Entodocaso,cuandoelseñorGeneseperdióconlasilladeruedasynoencontrabanningunaseñaenelacantilado,Rogeliofuelaprimerapersonaendecir que no debía estar en tierra. Los hombres del pueblo que estabanayudandoabuscarlonoentendieron.

—Si estuviera acá arriba—explicó élmirandohacia el cielo—, ya estoestaríallenodegallinazos.

Esoeratanciertoqueloshombressemiraroncomodiciendo«Perocómonolopensamosnosotros»,yDamarissesintióorgullosadesumarido.

DamarisvioelcadáverdelseñorGenecuandoreciénlosacarondelmarylotrajeronalaplaya.Estabamásblancodeloquehabíasidoenvida,yesoque él había sido blanquísimo, el blanco más blanco que Damaris hubieraconocido.Teníalapieldescascaradaenpartescomounanaranja,losdedosdelasmanosylospiescomidosporlosanimales,lascuencasdelosojosvacías,labarrigainfladaylabocaabierta.Damarislomirópordentro.Lefaltabalalenguayunaguanegralesubíahastalagarganta.Olíaapodridoyaellalepareció que en cualquier momento subirían peces desde su barriga o lebrotaríaunaenredadera.

Había estado perdido veintiún días y era, después de Nicolasito, elsegundocuerpoquemástiemposehabíademoradoendevolverelmar.

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LaperraapareciócuandoyanadielehablabaaDamarisdeella.EsedíaDamaris se despertó temprano con el alboroto de las lanchas de lospescadores,quesalíanhaciaelmarabiertoporlacaleta,dondelasguardabandenoche.El día estaba encapotadoperono llovía y ella estabapreocupadaporque solo tenían un pescado para comer. Apenas abrió la puerta de lacabañapara iralquiosco, lavioenel jardín, juntoa lapalmadecocos.Loprimeroquepensófuequeotravezlaestabanengañandosusojos,peroahorasíeraelladeverdad,flaquísimaytodaembarrada.

Damarisbajódelacabaña.Laperraempezóabatirlelacolayellavolvióa llorar. Llegó a su lado y se agachó para abrazarla. Apestaba. La revisó.Teníagarrapatas,uncorteenlaoreja,unallagaprofundaenlapatatraserayselemarcabanlascostillas.Damarislamirabasinparar.Nopodíacreerquehubieraregresadoymenosqueestuvieraentanbuenascondicionesdespuésdetodoesetiempoenelmonte.Habíanpasadotreintaytresdías,docemásque losqueestuvoperdidoelseñorGeneysolounomenosqueNicolasito,perocomoaellanolahabíadevueltoelmarsinolaselva,estabaviva.¡Viva!Damarisnosecansabaderepetirloensucabeza.

—¡Estáviva!—dijoenvozaltacuandoRogeliosaliódelacabaña.Élquedótanasombradodeverlaquenopudodecirnada.—¡EslaChirli!—dijoDamaris.—Yaestoyviendo—dijoél.Seacercó, lamiróde la cabezaa la colayhasta lediounapalmadade

saludoenellomo.Luegoagarrósuescopetaysefuedecaceríaalmonte.Damaris la limpió, le desinfectó las heridas con alcohol y preparó un

caldo de pescado, que le sirvió con una cabeza, lo que la dejó a ella sincomida.DespuésbajóalpuebloylepidióadonJaime,convergüenza,puesesemes no habían podido abonar a la deuda de lo que él les fiaba, que leprestaraplataparacomprarGusantrex,unungüentoqueevitaríaqueledierangusanos.Don Jaime le dio la plata sin chistar y además le fio una libra dearrozydospresasdepollo.

Como el Gusantrex no se conseguía en ninguno de los dos pueblos,Damaris lo mandó traer con la hija mayor de Luzmila, que viajaría aBuenaventuraesemismodía,sinqueleimportaraloquesuprimapensaraodijera.

ElGusantrexllegóenlaúltimalancha,ylosdíasquesiguieronDamarislosdedicóacubrirle lasheridasa laperraconelungüento,alimentarlaconcaldosyconsentirla.

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A la perra se le sanaron las heridas y engordó, pero Damaris la siguiótratandocomosiestuvieradébilyyanotuvocuidadoenllamarlaChirlinienmimarladelantedenadie,nisiquieradeLuzmilacuandovinoparacelebrareldíadelamadre.

Luzmilallegócontodasufamilia,elmarido,lashijas,elyerno,lasnietasyhasta la tíaGilma,aquiensubieroncargadaenbrazospor lasescalerasyrecostaronenunadelassillaslargasdelbalcóndelacasagrande.Prepararonsancochodegallinaenelfogóndeleñadelquiosco,llenaronlapiscinaysebañaron. Nadie dijo «Qué tal nosotros tan atrevidos», pero a Damaris leparecíaquetodosdebíanestarlopensandoy,aunquesereíadeloschistesyjugabaconlasniñas,nolaestabapasandobien.SesentíamortificadaporloquepensaríalagentesipudieraverlosenesemomentoocupandolacasadelosReyes.La tíaGilma se abanicaba en la silla largadel balcón comounareina,Rogelioestabaechadoenotrajuntoalapiscina,Luzmilaysumarido,sentadosenelborde,bebíandeunabotelladeaguardiente, lasniñashacíanpiruetasenelaguayDamaris,quereciénhabíasalido,desfilabadejandounaesteladeaguaporelandéndepiedritasconsuculogigantescoylalicracortay la blusa de tiras desteñida que usaba de vestido de baño o para trabajar.Damaris se dijo que nunca nadie podría confundirlos con los dueños. Eranuna partida de negros pobres ymal vestidos usando las cosas de los ricos.Unosigualados,esopensaríalagente,yDamarissequeríamorirporqueparaellaserigualadaeraalgotanterribleoindebidocomoelincestoouncrimen.

Sesentóenelpisocon laspiernasestiradasyse recostócontraelmurodelquiosco.Laperraseechóasulado,pusolacabezaensumusloyellasededicóa acariciarla.Luzmila lasmirónegandocon la cabezay luego fue aofrecerleuntragoaRogelio.

—¿Ya te sacaron de tu cama para meter a la perra? —le preguntó—.Porqueenelalmuerzolesirviólamejorpresaaella.

Luzmilaexageraba.Damarissílehabíaservidounaporcióndesancochoalaperra,perosololehabíadadoelcueroyunpedacitodesupresa.

—Todavíano—respondióRogelio—,peronoséparaquélegastatiempoaeseanimalqueyaprobóelmonteyseechóaperder.Yoledigoquesevaaseguirescapando.

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Rogelioteníarazón.Laperrasevolvióaescaparundíaenquefueronalacasade la señoraRosa.Damaris ladejóenelpatio traserocomosiempreysubió a la casa. Abrió las ventanas y las puertas para airearla, quitó lastelarañasdelasesquinasyelpolvodelosmuebles,lavólacocinayelbaño,barrióyencerólospisosyfumigótodoslosespacios.Lasmanoslequedaronacartonadasyoliendoaquímicos.

Cuandoterminóybajódelacasa,aesodelascuatrodelatarde,laperranoestaba.Habíaunacapadenubesgruesaytanbajaqueparecíaaplastarlatierra.ElairesesentíapesadoyDamarissefiguróquelaperra,acaloradaytemerosadequelloviera,habíavueltoalacasa.

Llegó directamente a buscarla, quería ofrecerle un poco de agua. Losperrosteníanlalenguaafuerayestabandebajodelacabaña.Ellano.Aellano la encontró enningunaparte.Labuscódebajode la casa grande, en lasescaleras,el jardín,elquiosco…Damarissudabaysesentíaahogadaporelbochorno.Hubieraqueridoecharseaguaenellavaderopararefrescarse,peroeramásimportanteencontraralaperra.Lallamóalosgritosdesdetodosloslugares de la propiedad y se adentró un poco en el monte para seguirlallamando y buscando. Lo estuvo haciendo hasta que se puso demasiadooscuroparaandardescalzaysinlinterna.Nada.

Cuandovolvióalacasa,sebañóenellavadero.Estabamásenojadaquepreocupada.Ledabarabiaquelaperrasehubieraido,queestavezlohubierahecho sola, sin la influencia de los otros perros, que la obligara a gritar ybuscarladeesamanera,lehicierapasarangustiasy,sobretodo,queRogeliotuvierarazónylaperrasehubieraechadoaperder.Poresonolecontónadacuandoélllegódepescarconunatadodepescados,yparaevitarquesedieracuentano lasiguióbuscandopor lanoche.Tenía tantarabiaqueno lepusoatención a la telenovela de la noche. Ya estaban en el noticiero cuandodecidiósaliraecharunúltimovistazoconladisculpadequeteníaquerevisarqueelpescadoqueélhabíatraídohubieraquedadobienguardado.

Las nubes se habían ido para otro lado y la noche estaba despejada yfresca.Alo lejos,sobreelmar, tandistantequenoseescuchaba,habíaunatormenta eléctrica con rayos azules y anaranjados que caían comoarañazossobrelaoscuridad.Laperrahabíaregresado.EstabaensucamayDamarissealegróalverla,peronoselodemostró.

—¡Chite,perramala!—ledijocuandoestaselevantóparasaludar.Laperraagachólacolaylacabeza.—Tevoyadejarsincomidaestanoche—laamenazó.Peroenseguidasearrepintióylesirviólassobrasquelehabíaguardado.

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A la mañana siguiente la perra estuvo muy dócil y no se separó deDamaris ni un minuto. Ella la perdonó y decidió que Rogelio estabaequivocado y la perra sí tenía esperanza. Se armó con una de las sogas deRogelioparaamarrarlanchas,laenlazóporelcuelloconelmismonudoqueusabaparaasegurarelpotrillo, laatóaunade lascolumnasdelquiosco,sesentóasuladoyesperóconpacienciaaqueintentarairse.

Cuandolohizoysepusoajalar,Damarisempezóadecirle,suavementeparaquesetranquilizara,todoloqueesperabadeella:quenosefueranuncamás, que volviera a ser una perra obediente, que recordara el hambre y loshorroresdelostreintaytresdíasqueestuvoperdidaenelmonte,quenofuerabruta y aprendiera de esa experiencia. Rogelio llegó del monte en esemomento con unos palos que necesitaban para reparar la cabaña ymiró laescenaconalarma.

—¡¿Vosquerésmataraeseanimal?!—dijo.—¿Porquédecíseso?—Esenudoescorredizo:¡sevaaahorcar!Damaris se apresuró hacia el cuello de la perra con la intención de

liberarla,perocomoellasehabíaestadomoviendocondesespero,elnudosehabía apretadoyno cedió.Rogelio apartó aDamaris, dominóy acostó a laperra y sacó su machete. Damaris se horrorizó, pero antes de que pudierareaccionar,Rogeliocortólasogaylaperraquedólibre.

Luegodequelaperrasecalmóytomóagua,RogelioleenseñóaDamariscómo atarla. Estaba bien que usara el nudo corredizo para evitar que sesoltara,perojamásdebíaenlazarlaporelcuello.Envezdeeso,lasogadebíaatravesar elpechode laperradesdeunhombrohastapordebajode lapatadelanteradelladocontrario,talcomolagentesecruzabaunacartera.

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Damarismantuvo a la perra amarrada durante una semana.La soga eralargayellapodíabuscarlasombraamedidaqueelsolsemovíayllegaralpastoquerodeabaelquioscoparahacersusnecesidades.Damarisllenabasucuenco de agua cada vez que lo vaciaba y le daba la comida junto a lacolumnaalaqueestabaamarrada.Porlanochedejabaprendidaunaluzcomohabíahechosiempreparaevitarquelamordieranloschimbilacos.

Alcabodelasemana,antesdesoltarla, lamiróa losojosy ledijo«Yoveré».LaperrasalióacorrercomounpotrosindomaryDamariscreyóquese escaparía. No fue así. Cuando se cansó volvió al quiosco con la lenguaafuera,tomóaguayseechóasulado.ADamarisleparecióqueesaeraunabuenaseñal,perodetodasmaneraslasiguióvigilando.Nolaperdíadevista,sisealejabalallamabahastaobligarlaavolverasuladoylaamarrabaporlasnoches, cuando salía al pueblo o se ocupaba y no podía estar pendiente deella.

Pero no fue sino que volviera a creer en ella y relajara un poco lavigilanciaparaquelaperraseescapara.Estavezestuvoundíayunanochefueraydeahíenadelantenadafuncionó:niamarrarlaunmesentero,dejarlasueltatodoel tiempo,vivirparavigilarla,despreocuparsedeella,quitarle lacomida en castigo, darle más comida que de costumbre, tratarla duro ollenarladecariño.A lamenoroportunidad laperra se ibaypasabahorasodíasfuera.

Rogelionohizoningúncomentario,peroaDamaris ladescomponíaquepudiera estar pensando «Yo se lo dije» y empezó a sentir rencor hacia laperra. En una de sus ausencias, quitó la cama del quiosco y la tiró por elacantilado hacia un basurero de tarros de aceite de motor y barriles degasolina rotos que había en la caleta. Dejó de acariciarla, de apartarle lasmejoressobras,dehacerlecasocuandolemovíalacola,dedespedirsedeellaporlasnochesyhastadeprenderlelaluzdelquiosco.Cuandolamordióunchimbilaco, Damaris solo se dio cuenta porque Rogelio le hizo notar elreguerodesangreylepreguntósinopensabacurarla.Elcorteeraenlanarizynoparabadesangrar.ComoDamarisseencogiódehombrosysiguióenloque estaba, colando el café de la mañana, Rogelio se fue a buscar elGusantrexalacabañayseloaplicóélmismo.

El corte sanó bien y ahora era Rogelio quien se aseguraba de dejarprendidalaluzdelquioscoporlasnoches.Noesquesehicieracargodeella,perounapersonaajenaalasituaciónhabríapensadoquelaperraeradeélyque era ella a la que no le gustaban los animales. A Damaris comenzó afastidiarlesupresencia,queapestara,serascara,sesacudiera,lecolgarauna

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tiradebabadelhocicoy en losdíasde lluvia embarrara con sushuellas elpisodelquioscoylosandenesdelapiscinayeljardín.Deseabaquesefuerapronto,quenovolviera,quelamordieraunaequisysemuriera.

En vez de eso, la perra dejó de escaparse y se calmó. Pasaba los díasdonde estuviera Damaris, echada en el quiosco mientras ella cocinaba odoblabalaropalimpia,debajodelacasagrandemientraslehacíaelaseoodela cabaña cuando veía las telenovelas de la tarde. Un día Damaris sedescubrióacariciándolacomoenlosviejostiempos.

—Tanbellamiperra—dijoparaqueRogeliolaoyera—:yaseajuició.Era el final de la tarde y ella y la perra estaban sentadas en el último

escalón, de cara a la caleta por donde la marea subía rápida, oscura ysilenciosa como una anaconda colosal. Él estaba en una silla plástica, quehabíasacadodelacabaña,limpiándoselasuñasconuncuchillodecocina.

—Esoessoloporqueestápreñada—dijo.ParaDamaris fuecomoungolpeenel estómago: sintióque sequedaba

sinaire.Nopudonisiquieranegarseaaceptarloporqueeraevidente.Laperrateníalastetasinfladasylabarrigaredondaydura.Eraincreíblequeélselohubieratenidoquedecir.

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ADamarislacubriólatristezaytodo—levantarsedelacama,prepararlacomida,masticarlosalimentos—lecostabauntrabajoenorme.Sentíaquelavidaeracomolacaletayqueaellalehabíatocadoatravesarlacaminandoconlospiesenterradosenelbarroyelaguahastalacintura,sola,completamentesola,enuncuerpoquenoledabahijosysoloservíapararompercosas.

Casi no salía de la cabaña. Se la pasaba encerrada viendo la televisióndesdeunacolchonetaqueponíaenelsuelomientrasafueraelmarcrecíayseachicaba, la lluvia se derramaba sobre elmundo y la selva, amenazante, larodeabasinacompañarla,igualquesumarido,quedormíaenotrocuartoynolepreguntabaquélepasaba,suprima,queveníanadamásqueparacriticarla,sumamá,quesehabíaidoparaBuenaventurayluegosehabíamuerto,olaperra,alaquehabíacriadosoloparaquelaabandonara.

Damaris no soportaba verla. Era una tortura encontrarla cada vez másbarrigonacuandoabríalapuertadelacabaña.Laperraseempeñabaenestarsiempreahíyseguirladelacabañaalquiosco,delquioscoallavaderoydellavadero a la cabaña… Damaris trataba de espantarla. «Andate», le decía,«dejame»,yunavezhastaensayólevantarlamanocomosifueraapegarle,perolaperranisiquieraseasustóysemanteníadetrásdeella,lentaypesadaporloshijosquellevabadentro.

Eraunanochedelluviaintensa,perohacíacalorenlacabaña.Laluzsehabíaidoyestabanaoscurasysintelevisión,conlasalallenadezancudos.ARogelio se le había olvidado reunir estopa de coco y no tenían cómoespantarlos.Damaris,atormentadaporlosbichos,seenvolvióenunasábanade la cabeza a los pies. Se sentó en una de las sillas plásticas junto a laventana,sinabrirlaparaquenoseentraraelagua,ysequedóescuchandolalluvia,unrunrúncontinuoqueparecíagenterezandoenunvelorio.Rogeliose puso su capa de lluvia y sus botas y salió de la cabaña diciendo que élprefería irse para el quiosco, donde no había paredes y por lo menos serefrescaríaconelserenodelalluvia.Nohabíapasadomuchotiempocuandolapuertaseabriódegolpe.EraRogeliosinlacapadelluviayempapado.

—¡Estánnaciendolosperritos!—anunció.Damarisnosemoviódelaventana.—¿Yvoscreésqueamímeimporta?—ledijo.Rogelionegóconlacabeza.—Síquetehasvueltoamargada.¿Esaperranoestuya,pues?¿Noesque

laqueríasmucho?EllanorespondióyRogeliovolvióairse.

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Damarisvioaloscachorrosaldíasiguientecuandolediohambreytuvoqueiralquioscoaprepararelalmuerzo.Rogelio leshabía improvisadounacamaconsucapadelluvia,ylaperraestabadándolesdemamar.Erancuatro,todosdediferentespintasytanpequeños,ciegoseindefensoscomolaperraeldíaquelaencontróenelestaderodedoñaElodia.OlíanalecheyDamarisno pudo resistirse. Los agarró uno por uno, se los acercó a la nariz paraaspirarelaromaylosestrechócontrasupecho.

Laperraresultóserunapésimamadre.Lasegundanochesecomióaunodeloscachorrosylosdíasquesiguierondejabaabandonadosalostresquelequedaronpara asolearse en el andénde la piscinao echarse en el lavadero,donde siempre estaba fresco, o debajo de alguna de las casas con los otrosperros, en cualquier lado con tal de no estar cerca de ellos. A Damaris letocabaagarrarlaalafuerza,llevarladevueltaalquioscoyobligarlaaquesequedaraacostadaparaqueellospudieranmamar.

TeníandossemanascuandoDamaristuvoquecomprarleslecheenpolvoporquelaperranolosalimentabalosuficienteyvivíanchillandodehambre.Nohabían cumplidounmes cuando la perra volvió a escaparsey comonoregresabalestocóaprenderacomersobras.Asuvuelta,variosdíasdespués,selehabíasecadolalecheysedesentendióporcompletodeellos.

Los cachorros hacían sus necesidades en el quiosco, los andenes, lasescaleras,entodosladosmenosenelpasto,yahoraaDamaris,encimadesusdemásoficios,letocabaandardetrásdeellos,limpiandosuscochinadas.UndíaenquefueaasearlacasadelaseñoraRosayestuvofueratodalatardenotuvo tiempodeocuparsedeellos.CuandoRogelio llegódepescarpisóunaplasta y, aunque estaba en chanclas y lo único que se untó fue la suela, seenfurecióydijogritandoquelapróximaveznoresponderíadesusactos.

Rogelionovolvióapisarningunaplasta,peroalospocosdíasunodeloscachorroslesaltóencimaparamorderlelospiesconsusdientesdeagujayéllepegóunapatadaylolanzócontraelmurodelquiosco.

—¡Bruto!—legritóDamarisyfueaatenderalcachorro.Eralahembrita,lamásjuguetonadetodos,unabolitadepelonegroconunparcheblancoenelojo.

Rogelio siguió su camino sin pedir disculpas ni volverse amirar qué lehabía pasado.Aunque se había golpeado duro y había quedado aturdida, lacachorrareaccionóprontoyalospocosminutosestabajugandootravez.

AldíasiguienteDamarissepusoenlatareadebuscarlescasa.

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Almás grande, unmacho de pelo rojo y orejas largas, lo recibieron enunascabañasparaturistasquehabíaenlasubidahaciaelotropueblo.Alotromacho, que era de color gris y pelo corto como la mamá, lo adoptó unahermana de la mujer de don Jaime. Nadie quería a la hembra. No habíaveterinariosenlazonaniformadeesterilizaralosanimales,yalagentenolegustabaandarcuidandoalashembrasencelonimuchomenosencargarsedelascrías.MuchasvecesDamarishabíavistodesdeelacantiladocómotirabanalacaletaunacamadaenteradeperrosogatosparaqueselallevaralamarea.

Doña Elodia estaba colaborando con la búsqueda y le recordó que ahíestabaXimena,queperdióasuperroydesdeelprincipiohabíaqueridounahembra. Ninguna de las dos ni nadie que conocieran tenía su número decelular, asíqueDamaris fuehasta supuestodeartesaníasenelotropuebloparapreguntarlesiestabainteresada.

Ximena dijo que sí muy entusiasmada y quedaron en que pasaría arecoger a la cachorra al día siguiente.Comono conocía el caminohacia elacantilado,Damarislediolasindicacioneseintercambiaronsusnúmerosdecelular.Damaris la estuvoesperando todoel día, peroXimenanunca llegó.Damaris,comonoteníasaldoensucelular,tuvoqueesperarhastalamañanasiguiente, cuando bajó la marea y fue al pueblo a hacer la compra, paramarcarle desde el teléfono de venta de llamadas de don Jaime.Ximena nocontestó y tampoco fue a buscar a la cachorra esa tarde ni los días quesiguieron.

Pasó otra semana. La cachorra estaba en una edad horrible. Pedía máscomidaquelosperrosgrandes,selapasabamordiéndolelospiesaDamaris,seguía cagandodondemenos debía y dañaba todo lo que se le cruzaba pordelante, la pata de una silla, los únicos zapatos de vestir de Damaris, lostraposdelacocinayunaboyadepescadeRogelio,queDamaristiróporelacantiladosinqueélsedieracuentaparaquenolacastigara.CuandoRogeliopreguntósihabíavistolaboya,ellaledijoquenoyéllamiróconsospecha,peronodijonihizonada.

Damaris ya estaba diciéndose que entendía a la gente que botabacachorrosen lamareay tratabadeconvencersedequeesoera loquedebíahacer,cuandoenelpueblolaabordóunmaleteroquetrabajabaenelmuelle.Habíaoídoqueellaestabaregalandounosperritosyqueríasabersitodavíalequedaban.Damarisledijoquesolounahembra.

—¿Cuándomelapodésentregar?—preguntóél,resuelto.Damaris pensó en llamar aXimenapara confirmar queyano la quería,

pero,aunqueestabaenlazonadelmuelle,dondehabíavariosvendedoresde

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llamadas, decidió no hacerlo. ¿Qué tal que no contestara y el maletero searrepintieradellevarseunanimalqueellalehabíaprometidoaotrapersona?¿Opeoraún,quesícontestara,aseguraraqueiríaporellacomohabíahechoantesynuncalohiciera?

—Siquerésvamosahoramismoporella—dijoDamaris.Lamareaestababaja,asíquecruzaron lacaletacaminando,conelagua

hasta los tobillos. Él nunca había estado en el acantilado. Se quedó con labocaabiertaadmirandolapiscina,losjardinesylavistahaciaelmar,lasislasylacaleta.Delacasagrandenodijounapalabra.

—Hace como veinte años que los dueños nomandan para la pintura niparanada—explicóDamaris.

—Demilagroestáenpie—dijoél.Ellaleentrególacachorrayélsefuesonriente,acariciándola.Damarisseloquedóviendodesdearriba.Erafeísimo,conmarcasdeacné

en la cara y tan flaco que parecía enfermo, un sobreviviente de todas lasmalarias. Sumujer eramásgordaqueDamaris y por lomenosveinte añosmayor que él, pero siempre andaban por el pueblo agarrados de la mano.Damarispensóqueseguroquerríanmuchoalacachorra,puesellostampocoteníanhijos,ysepreguntósiseríaesoloquelosmanteníaunidos.

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Ximena se demoró en aparecer otra semana más, es decir, quince díasdesdequehabíadichoqueiríaporlacachorra.Damarisestabalimpiandoelbaño de la cabaña cuando oyó los ladridos de los perros y salió a ver quépasaba. Los perros estaban al final de las escaleras, Danger erizado ygruñendo,MoscoyOlivoaloslados,apoyándoloconsusladridos.Ximenasehabía quedado paralizada unos metros abajo, en el último descansillo.Damariscalmóalosperros,quesedispersaron,yXimenaterminódesubir.

La marea estaba baja, había cruzado caminando y tenía las piernasmojadasylaschanclasylospiescubiertosdebarro.Ademásestabaagitadaysudaba.Seveíaquelacaminatadesdeelotropueblo,elcrucedelacaleta,lasubidadelasescalerasyelsustoporlosperroslahabíanagotado.Damarisleofrecióagua,peroellalemostrólamochilaquellevabacruzada.

—Aquí tengo—dijo, y enseguida añadió con impaciencia—:vengopormicachorra.

Damaris tenía las manos untadas de blanqueador y se las secó con sucamiseta.Apenada, leexplicóquecomoellanohabíavenidoa recogerlanirespondidoasullamada,selahabíadadoaotrapersona.

—¡¿Lediomicachorraaotrapersona?!DamarisasintióyXimenasellenóderabia.Ledijoqueeraelcolmoque

hubieraregaladounanimalquenoerasuyo,quehabíadejadodesersuyoenelmomentoenquese lohabíaofrecidoyella loaceptó,queDamarissabíamuybientodoloqueelladeseabaaesacachorra,loilusionadaqueestabaconhacerse cargo de ella, que le tenía lista una camita, había organizado unamaneraparatraerleelalimentodesdeBuenaventura,yqueporlomenosdebíahabertenidolacortesíadeavisarlequenovinieraparaasíhaberseevitadolahijueputacaminatahastaeselugardemierdaquequedabamásalládelúltimocírculodelinfierno.

Serena, Damaris respondió que no había necesidad de ponerse congroseríasydenuevointentóenunciarsusrazones,peroXimenanoquisooírnada ni asumir la parte de responsabilidad que le tocaba y la interrumpiódiciendo:

—Bueno,puesserállevarmeotro.Damarissequedócalladayconlosojosenelpiso.—¿Quépasa?—dijoXimenacomprendiendo—,¿yanolequedanmás?Damarisnegóconlacabeza.—Eransolotresycuandoselaofrecíyanoteníasinoalahembra.Ximena la miró como intentando que sobre ella cayeran todas las

maldiciones,yaDamarisleparecióqueesamiradaseprolongabademasiado

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tiempo.—Debió llamarme antes de darle mi cachorra a otra persona —dijo

Ximenaalfin.—Lopensé,perocomolaotraveznomehabíacontestado…—¿Qué?¿Asumióquetampocoleibaacontestarahora?Damarisbajólavoz:—Oqueyanoestabainteresadaenlacachorra.—Hizomuymal,debióllamarme,ustedlosabe.Damarisnoquisodecirnadamás,noteníacaso.Ximenasediolavuelta

para irse y se encontró de frente con la perra, que venía subiendo lasescaleras.Últimamenteseescapabanosoloalmontesinotambiénalpueblo,yapesardequeodiabaelagua,habíaaprendidoacruzarlacaletanadando,auncuandolamareaestabaensupuntomásalto.Teníalaspatasembarradasychorreabaagua.Ximena,queyanoparecíabrava,miróaDamaris.

—¿Esaeslamamádeloscachorros?—preguntó.—Sí—dijoDamaris.—Tanbonita.Asímeimaginabaalamía.Quétristezairmeconlasmanos

vacías.Ximenasiguiósucamino.LaperrasepusoamenearlelacolaaDamarisy

ella la odió. Llevaba una semana por fuera y ahora regresaba para dejarinmundotodoloquetocaba.

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EsanocheDamarisestuvomirandoa laperraya sinmalavoluntadyalcabodeunratolaamarróyhastalepasólamanoporellomocomonohacíadesdeantesdequetuvieraaloscachorros.

Alamañanasiguientebajóalpuebloconellaatada.Lamareaestabaensupuntomásbajoycaminaronporlaplaya,queestabainmensaygrisigualque elmar y el cielo. Los pescadores habían salido en sus lanchas y en laplaya solo había unos niños mocosos y desnudos jugando entre la basura.Habíallovidoconganastodalanocheyahorasoloquedabaunalloviznaquenoleimpedíaalagentesaliralacalleyhacerlavidacomosinoestuvieralloviendoenabsoluto.La lluviaera siempre tan frescay limpiaqueparecíapurificarelmundo,peroenrealidaderalaresponsabledequetodoestuvieracubierto por una capa de moho: los tallos de los árboles, las columnas dehormigóndelmuelle,lospostesdeluz,lasestacasdelascasasdemadera,lasparedesdetablaylostechosdezincyasbesto…

Amedidaqueavanzaban,losperrosvagossalíandeabajodelascasasylosrestaurantes,seacercabanaoleralaperra,y,paradespechodeDamaris,ella les batía la cola a todos, demostrando que los conocía. Damaris sintióaliviodequedoñaElodianoestuvieraenelestadero,puesnohabríasabidocómoexplicarleloqueibaahacer.

Dejaron la playa, subieron por la calle pavimentada, avanzaron por unahileradecasas,tiendasyhotelitosdemaderamenosdecadentesquelosdelaplaya,conlosfrenteslacadosopintadosdecoloresyjardinesconorquídeas,cruzaron el aeropuertomilitar y el Parque de las Ballenas, desde donde sepodíaverlassaltarenlatemporada,yllegaronalotropueblo.

Elcieloseguíacerrado,peroyano llovíayXimenaestabamontandosupuestodeartesanías.Acomodabalosartículossobrelateladeterciopelocontanto cuidado como si hubiera trazado las filas usando una regla. Las vioacercarseconextrañeza,máscuandosedetuvieronfrenteaella.

—¿Ustedesquéhacenaquí?—Vengoatraérsela.—¿Alaperra?—preguntóXimena,asombrada.—Simelarecibe—dijoDamaris.—Claro que sí—Ximena se emocionó y se agachó para acariciarla—.

¡CómonolavoyarecibirsieslahermanademiSimón!Pero de repente se detuvo y alzó la cabeza para mirar a Damaris con

desconfianza.—¿Porquémelaestádando?—Porqueustedlaquieremásqueyo.

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LaexplicacióndejósatisfechaaXimena.—Ustedtienedemasiadosperrosensucasa—dijoyvolvióaacariciarla

—.¿Cómosellama?—Chirli.—HooolamiChidli—dijoXimenaenmedialenguamientrasletocabala

cabezayellomo—,hooolamipeditalindayhedmossa,¿cómoetáuté?Laperralebatiólacola.—Tienequeamarrarla—leadvirtióDamaris—.Por lomenoshastaque

seacostumbre,sinoselevaaescapar.—Obvio—dijoXimena.

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Sinembargo,unpardedíasdespuéslaperrallegóalacasadelacantilado.Damarisestabaviendounatelenovelaytuvoqueinterrumpirlaparasalirdelacabañaatodaprisayespantaralaperra,nofueraacreerqueerabienvenida.Lehizotodaclasedegestosyvocesamenazantes,perocomolaperranoletenía miedo, lo único que consiguió fue que se metiera debajo de la casagrande.Cuando tratóde sacarla conunaescoba, se refugió enel centro, endondenopudoalcanzarlaniconelpalolargodelaredconlaquelimpiabanlapiscina.

Sihubiera tenido saldoen el celular,Damarishabría llamadoaXimenaparadecirlequevinieraporsuperra,sedesentenderíadelproblemayseguiríaviendo la telenovela. Como no tenía saldo, se desesperó y se dedicó ainsultarlaensumente.«Viejabruta»,ledecía,«elvicioeselquetetieneasí,¿no tedijeque laamarraras?».«Ah, laamarraste»,seguíadiciendocomosiXimena le hubiera respondido, «pues lo hiciste mal, tarada, estúpida, ¿yaestás toda arrugada y canosa y no sabés hacer un cagado nudo?».Damarisdabavueltasalrededordelacasagrande,empuñandoelpalolargodelimpiarlapiscinaenunamano,manoteandoconlaotrayhaciendocarascomosideverdad estuviera en pleno alegato con alguien. Rogelio se había ido aguadañar la propiedad de la señora Rosa, pero si la hubiera visto en esemomentohabríapensadoqueDamarisestabaloca.

DeprontoDamaris supo loque teníaquehacer.Soltó el paloy lodejótirado en el andén.Fue al lavadero, llenóde agua el baldemás amplio quetenían, agarró una vasijita panda, volvió a la casa grande, se agachó en elpunto donde la perra le quedabamás cerca y empezó a tirarle agua.No lellegabaunchorrofuertesinoapenasunassalpicaduras,perolaperraleteníatantoodioallíquidoqueconesobastóparasacarladeahí.LaperrasefuealjardínyDamarisesperóhastaqueestuvodistraídaparallegarlepordetrásyvaciarleelbaldeencima.

Asustada, laperradiounbrincoy luegomiróaDamaris con sumiradaperrunaconfundidaotalvezhorrorizadayempezóaalejarsedeella, laqueanteshabíasidosualiadayahoracometíaensucontralatraiciónmásgrande.Llevaba la cola escondida y giraba a cada rato la cabeza, cuidando susespaldasdeella,yDamaris tuvo la impresióndequeahora sí sehabía rotoentreambasalgoirreparable.Contraloesperado,ledolió.

Esahabíasidosuperra:ella lahabíarescatado, llevadoensubrasier, lehabía enseñado a comer, a hacer del cuerpo en los lugares adecuados y acomportarse como debía hasta que se hizo adulta y no la necesitó más.Damaris la siguió por todo el jardín hacia las escaleras y la vio bajarlas,

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cruzar la caleta, que estaba seca, alcanzar el otro lado, sacudirse, seguir sucaminoporentrelosniñosquevolvíandelcolegioyperderseenelpuebloyasinmirarniunasolavezatrás.Damarisnolloró,peroestuvoapunto.

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Alamañanasiguiente,laperraestabadevueltaenelquiosco,echadaenel punto donde siempre había estado su cama. Apenas vio a Damaris, selevantóysealejó.CuandoDamarisintentóacercarseparaagarrarla,laperrasaliódelquioscosinqueleimportaraqueestuvieralloviendofuerte.EntoncesDamaris hizo como que ya no estaba interesada en ella, escondió la soga,encendióelfogónysepusoaprepararelcafésinmirarlamás.

Laperranose ibaaquedarmucho tiempobajoelvoladizodelquiosco,dondeelaguaqueescurríadel techosalpicabay lamojaba,cuandoadentropodíaestarsecayprotegida.LaentradadeeseladoquedabajuntoalfogónyDamaris esperó con paciencia hasta que la perra entró y ahí la agarró,enlazándola por el cuello como a una vaca. La sometió apretando el nudocorredizoysoloentoncespudoacercarse,aflojarlelasogayponérselacomolehabíaenseñadoRogelioparaevitarqueseahorcara,pasándoselapordebajodeunaaxila.

Porlanochehabíacaídounaguacerodelospeoresyaunquelaintensidadhabíadisminuido,nadapresagiabaqueescamparíapronto.Lamareatodavíaestaba alta y bajaba torrentosa, arrastrando palos y ramas. Rogelio estabadespiertohacía rato, peronohabía salidode la cabaña.Cuandoviopasar aDamaris y la perra en dirección a las escaleras, asomó la cabeza por laventana.

—¿Vasasalir?—preguntóasombrado.Damarisledijoquesí,queenelquioscolehabíadejadoelcafé.—¿Paradóndevas?—Adejaralaperrayahacerlacompra.—¿Dejarladónde?—Dondeunaseñoraalaqueselaregalé.—¿Regalastealaperra?,¿porqué?—Rogeliolamirabasincomprender.Ellaseencogiódehombrosyélsiguiópreguntando:—¿Ynopodésesperaraqueescampeybajelamarea?—No—dijoella.Rogelio negó con la cabeza como desaprobando, pero no intentó

disuadirlanisiguióbuscandounaexplicación.—Traemecuatropilasparalalinterna—dijo.Damarisasintióycontinuósucaminoconlaperra.Habríasidoimposible

cruzarlacaletaconellaenelpotrillo,asíquelohicieronanado,esquivandolosrestosdelatempestad.Cuandoestuvieronalotrolado,Damarissevolvióhaciaelacantilado.Rogelioseguíaenlaventanayestabamirándolas.

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Caminaron todoel trayectohastaelotropueblobajo la lluvia.Llegaronempapadasytiritando.Nohabíanadieenlacalledelosartesanos,niXimenani los indígenas,yDamarisfuea la tiendagrandequequedabaunosmetrosadelante.Eljovenqueatendía,unmuchachoespigadoydeojosclaros,ledijoqueélcreíaqueXimenavivíaporlosladosdeArrastradero,unbrazodelmarlarguísimoqueibahastamásalládelotropueblo.

En otra tienda, justo antes del desvío a Arrastradero, Damaris volvió apreguntar y confirmóqueXimena vivía derecho por el desvío, en una casapequeña de color azul que se veía a mano izquierda antes de bajar alembarcadero. Para entonces la lluvia se había convertido en llovizna, ycuandollegaronhabíacesadoporcompleto.

LacasadeXimenaparecíadementiras,unacasademuñecasenmediodel lodazal que era el camino a Arrastradero. Estaba recién pintada concoloresvivos,deazuleléctricolasparedesyderojo lapuerta, lasventanas,lasbarandasdelbalcónyeltecho.Lapuertaestabaabiertaydelinteriorsalíaunreguetónatodovolumen.

Damaris subió al balcón y pudo ver el interior. La cocina quedaba alfondoyeraabiertaalasala.Allíhabíaunamujerquerevolvíaelcontenidodeunaollasobrelaestufa.EradelaedaddeXimena,talvezunpocomenor,yse le parecía. En la sala, desgonzados en el sofá, había dosmuchachos delpueblo, negros, sin camisa ni zapatos. Uno estaba en calzoncillos y teníatrencitas en el pelo y el otro llevaba la cabeza afeitada, un blin blin en elcuelloyunosbluyinesmochos.Ximenaestabafrenteaellos,enunbanquitodemadera,conunacervezaenunamanoyuncigarrilloenlaotra.Teníalacabeza agachada y el pelo revuelto. Serían las nueve de lamañana y todosteníancaradeborrachosodrogadosolasdoscosas.

—Buendía—saludóDamaris,peronadie laoyó—.Tuntun—dijomásalto.

El muchacho de los calzoncillos se volvió hacia ella y Damaris loreconoció. Era uno de los nietos de doña Elodia. El muchacho llamó laatención de Ximena y ella miró hacia la puerta y registró con los ojosnubladosaDamarisyalaperra.Apagóelcigarrilloenunceniceroqueestabarebosante de colillas, se levantó y fue hacia ellas bamboleándose, ligera depiernas,comosiencualquiermomentofueraavolar.Cuandollegó,seagarródelapuerta.

—Miperrita—dijoconla lenguapesada—,¿nomedigaquemela traedesdesucasa?

—Síledigo.

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—Sefueenunmomenticoquemedescuidéydejélapuertaabierta.—Estáenmicasadesdeayerporlatarde.—Yoibaa irporella,perovinieronunosamigosdevisita—Ximenale

mostróconungestoalosmuchachos.—Laperraessuresponsabilidad.—Yosé.—Amárrela,enciérrela,mantengalapuertacerrada…Hagaloque tenga

quehacer,peronoladejeescapar.—No.—Esperoquenohayapróximavez,perosilahay,yonoselavoyatraer.CuandoestababorrachaXimenaeramansaycomplaciente,nadaquever

conlaXimenapeleadoradecuandoestabasobria.—Nosepreocupequeyomeencargo—dijo.Damarisleofreciólasoga.Ximenalatomóyseagachóconlaintención

deacariciaralaperra,peroterminócayendoalsuelo.LoúltimoqueDamarisvioantesdealejarseporelcaminofueaXimenasentadaenelsueloconlaspiernas abiertas comounamuñeca de trapo y la perra con la cola entre laspiernas y la cara hacia Damaris, mirándola con desconsuelo, como si lahubieradejadoenelmatadero.

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DamarispasóporlatiendadedonJaimeycomprósaldoparaelcelular,pilasderepuestoparasulinternay ladeRogelioyunmercadogrande.Esasemana les había llegado el salario por cuidar la casa de la señora Rosa,Rogelio había cogido un montón de pescado con el trasmallo y lo habíavendidoabuenprecioenlacooperativa,asíqueellapudopagaresascomprasy todo lo que debían con unos billetes mojados que se sacó del brasier, ytodavíalequedaronalgunosconlosquepodríahacerelmercadodelasemanasiguiente.

Por lanochesededicóacocinar.Fritópescadosypreparósopa,arrozyensalada.DejóunaparteparaeldesayunoysualmuerzodeldíasiguienteyempacóelrestoparaRogelio,queseiríaatrabajarenunavientoymarea.Laembarcaciónestabaabajo, largaycargadacon todos losaparejos, listaparaque la abordaran. Damaris se sentía contenta. Era posible que él estuvieravariosdíasfuerayelladeseabaesetiempodesoledad.

Rogeliose fueantesdequesalieraelsolyDamarisdurmióhasta tarde.Esedíanohizonada.Comohabíacocinadonisiquieratuvoqueprepararselacomida.Pusolacolchonetaenlasaladelacabañayseechóavertelevisión.No seduchóy solo separópara ir al baño, comery alimentar a losperroscuandoseplantaronenlapuertadelacabañaamirarlaconinsistencia.Ellacomiódirectamentedelasollas,semasturbódosveces,unaporlamañanayotra al finalde la tarde,y sevio todas las telenovelas,noticierosy realitieshasta que se hizo de noche, cayó una tempestad horrible, con vientoshuracanadosyrayosdemasiadopróximos,sefuelaluzysequedódormida.

Al día siguiente no había señas de la tempestad. Damaris se despertóanimada, decidió que le haría una limpieza profunda a la casa grande y sepusolalicracortaylablusadetirasdesteñidaqueusabaparatrabajar.Porlamañanaseconcentróenelbañoylacocina.Vaciólosgabinetesyloscajonesparaasearlosafondo,lavólavajillaytodoslosdemásenseresdelacocina,desengrasó losvidriosde lasventanasy el espejo, restregóel lavaplatos, laducha, el lavamanos, los pisos y las paredes y blanqueó las baldosas y losespacios entre las baldosas. Algunas baldosas estaban desportilladas, en elespejohabíaunmontóndepunticosnegrosdehumedadyel lavaplatosyellavamanosteníanunpardemanchasdeóxido,peroelrestoseveíarelucienteyDamariscontemplósuobraconsatisfacción.

Eramediodíayfuealquioscoaprepararsesuplatofavorito:arrozconunhuevo frito, rodajas de tomate con sal y tostadas de plátano verde. Comiódespacio,mirandoelmar,queestabaazulycalmoluegodelatempestad.SepusoapensarenlosReyes,queenalgúnmomentotendríanqueregresar,que

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ojalálohicieranenundíacomoesteyencontraranlacasagrandeenmediodelajornadadelimpiezayaellasudorosaymugrienta,ensulicracortaysublusa de tiras de trabajo, para que se dieran cuenta de que era una buenatrabajadoraauncuandonolepagabanniunpeso,unabuenapersona.

RecordóalfinadoNicolasito,surisa,sucara,lasvolteretasquedabaenlapiscina… El día que hicieron un trato y estrecharon la mano, muy serios,comosifueranadultos,ylavezqueélleexplicóquelosanimalesyelniñode los dibujos en las cortinas y el tendido de su cuarto eran de su películafavorita,quesellamabaEllibrodelaselva,tambiéneraunlibroysetratabadeunniñoqueseperdíaenlaselvaylosalvabanlosanimales.«¿Losalvanlos animales?», preguntó Damaris confundida, y cuando Nicolasito dijo sí,queunapanterayunafamiliadelobos,Damarissoltóunarisotadaporqueesoeraimposible.

Aunque parecieran felices, eran recuerdos horribles porque siempre lallevaban hasta el mismo lugar. Él, blanco y esbelto, frente al acantilado.«Maldita laolaquese lo llevó»,sedijo.No,malditaellaqueno lodetuvo,quenoloimpidió,quesequedóahí,sinhacernada,sinnisiquieragritar.

Damarisvolvióasentirelpesodelaculpacomosinohubierapasadoeltiempo.ElsufrimientodelosReyes,loslatigazosdesutío,lasmiradasdelagente que sabía que ella, por conocer el acantilado y sus peligros, podríahaberevitadolatragedia,ylaspalabrasdeLuzmila,queunosmesesdespués,antesdedormirse,enmediodelaoscuridaddelanoche,insinuóqueDamarislehabíatenidoenvidiaaNicolasito.«Comoélteníabotaspantaneras»,dijo.Damarissepusofuriosa:«Laqueleteníaenvidiaerasvos»,lecontestóynovolvióahablarlehastaqueLuzmilalepidióperdón.

AhoraDamarissequedóunratoausente,conlamiradafijaenelconcretopulidodelpiso,pensandoensumamá,eneldíaquesefueaBuenaventurayladejóconeltíoEliécer.Damaristeníacuatroaños,unvestidoheredadoquelequedabachiquitoydostrenzascortasparadasenloaltodelacabezacomoantenas.Enesaépocanohabíamuelleni lanchasrápidassinounbarcoqueveníaunavezalasemanaylagenteabordabadesdepotrillosquesalíandelaplaya. Damaris y el tío estaban en la arena y su mamá en la línea donderompíanlasolas,conlospantalonesremangados.Seguramenteestabaapuntode montarse en el potrillo que la llevaría al barco, pero lo que Damarisguardaba en sumemoria era a sumamáalejándose apiemar adentrohastaqueseperdiódevista.Eraunodesusrecuerdosmásviejosysiemprelahacíasentirsesolayllorar.

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Damarisselimpiólaslágrimasyselevantó.Lavólosplatosyvolvióalacasa grande para seguir trabajando. Descolgó las cortinas de la sala y loscuartos.LasllevóallavaderoyseparólasdelfinadoNicolasito,quesiemprelavaba aparte, con mayor cuidado y delicadeza. Lavar las cortinas era untrabajoduroquerequeríadedicaciónymúsculo,sobretodolasdelasala,queeranenormes,puescubríanunventanalqueibadelpisoaltechoydeparedapared.Ellavaderonoeragrandeyellateníaquefregarlascortinasporpartes,conlaespaldadobladaylasmanosbregandoconfuerza,unayotravezhastaque laespumasacaba la suciedadyelaguacorríaclara,yasícon todas laspartes de la cortina, la espalda doliéndole, sus manos torpes de hombrerestregandosinpausa,pensandoquenolepagabanporesetrabajoyqueeraverdad que le había tenido envidia a Nicolasito, pero no por las botaspantanerasni lascosasbonitasque tenía, lascamisetasnuevas, los juguetesqueletraíaelNiñoDios,lascortinasyeltendidodeEllibrodelaselva,sinoporqueélvivíaconsuspapás,elseñorLuisAlfredo,queledecía«Campeón,vamosahacerunpulso»ysiempre lodejabaganar,y la señoraElvira,quesonreía cuando lo veía llegar y le pasaba la mano por el pelo paraorganizárselo.Tambiénsedijoqueellasehabíamerecidotodas lasmiradasfeasdelagente,todaslassospechasyacusacionesytodoslosgolpesdeltíoEliécer,quedebióhaberlepegadomásvecesyconmayorfuria.

Cuando acabó faltaba poco para el atardecer y estaba rendida. El marseguíatranquilocomounapiscinainfinita,peroDamarisnosedejóengañar.Ella sabía muy bien que ese era el mismo animal malévolo que tragaba yescupíagente.Sebañóen el lavadero, colgó las cortinas en las cuerdasdelquioscopara que se secarany se comió los restos de arroz quehabía en laolla. Cayó en cuenta de que no había visto a los perros y los buscó paraalimentarlos, perono los encontróporningunaparte.Fue a la cabañay sincambiarselaropadetrabajoseacostóenlacolchonetafrentealtelevisorconlaideadedescansarunrato,perosequedódormidaenmitaddelatelenovelaconun sueñoprofundoy sin sobresaltos, parecido a lamuerte, que le duróhastalamañanasiguiente.

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Nohabía llovidoyesamañanahacíaundíahermoso.Damarisapagóeltelevisor, que había estadoprendido toda la noche, abrió las ventanas de lacabaña para que entrara el sol y salió hacia el quiosco con la idea deprepararse un café.Loque encontró la dejó helada.Las cortinas del finadoNicolasito estaban en el suelo, sucias de barro y desgarradas. Damaris seagachó para recogerlas y se quedó con un pedazo en la mano. Estabandestrozadashastaelpuntodequeseríaimposiblerepararlas.¡LascortinasdeEllibrodelaselvadeNicolasito!

Entoncesvioalaperra.Estabaalfondodelquiosco,echadajuntoalfogóndeleña,detrásdelasotrascortinas,quenohabíatocadoyseguíancolgadas.Furiosa, Damaris agarró una soga para amarrar lanchas, le hizo un nudocorredizo, saliódelquioscopor el ladoquedabahacia lapiscina, lo rodeó,entróporel ladodel fogónyenlazóa laperrapordetrás, antesdequeellapudiera darse cuenta de lo que le estaba pasando. Jaló la soga para que elnudo se apretara, pero en vez de detenerse, sacarle la soga del cuello ycruzársela, siguió apretando y apretando, luchando con toda su fuerzamientras la perra se retorcía ante sus ojos, que parecían no registrar lo queveían,queloúnicoqueregistraronfueronlastetashinchadasdelanimal.

«Está preñada otra vez», se dijo y siguió apretando con más ganas,apretandoyapretando,hastamuchodespuésdequelaperracayóextenuada,sehizounovilloenelsueloydejódemoverse.Uncharcoamarillodeorina,queolíafuerte,seesparciólentamentehaciaDamarisysehizocadavezmáslargoydelgadohastaquealcanzósuspiesdescalzos.SoloentoncesDamarisreaccionó.Aflojólasoga,sealejódelcharco,seacercóparatocarconunpiealaperray,comonosemovió,tuvoqueaceptarloquehabíahecho.

Consternada,soltólasogaymiróalaperramuerta,elcharcoalargadodeorina y la soga tendida en el suelo como una culebra. Observó todo conhorror, pero también con una especie de satisfacción que era mejor noreconocer y enterrar detrás de las otras emociones. Exhausta, Damaris sesentóenelsuelo.

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Nosupocuántotiempoestuvoasí.Leparecióunaeternidad.Entoncesseacercóencuatropatasalaperraparaintentaraflojarlelasogadelcuello.Noloconsiguióyalcabodeotraeternidadselevantó,agarróuncuchillograndeylousóparacortarlasoga.LaperraquedóliberadayDamarissintiódeseosdeacariciarla,peronolohizo.Sololamiró.Parecíadormida.

Luegolaalzóensusbrazos,queledolíanportodoelesfuerzo,ylallevóhaciaelmonte.Ladejóbienadentro,pasandolaquebrada,juntoaunárboldeguabo,dondeel suelo estaba cubiertodehojasyde lapelusablancade lasfloresdelárbol.Eraunlugarbonitoqueletraíabuenosrecuerdos,puesella,elfinadoNicolasitoyLuzmilahabíantrepadoeseárbolincontablesvecesenbuscadefrutos.Antesdeirse,contemplóalaperraporunosinstantescomosiestuvierarezando.

Damarisdobló lascortinasdañadasdel finadoNicolasitoy lasmetióenuna bolsa plástica, que guardó en el armario del cuarto de él, entre susprendasylasbolitasdenaftalina.LedoliólaventanapeladaeimaginarselareaccióndelosReyescuandoentraranalcuartodesuhijomuertoynotaranquefaltabanlascortinas.TambiénpensóenRogelio,queseguramentelediríaalgocomo«Ahíestápintadoeseanimal».«Malditaperra»,dijomientrasibaporunasábanaviejaparataparlaventana,«seloteníamerecido».

Todavía no acababa la limpieza de la casa grande. Le faltaba asear losarmarios,brillarelpisodemaderay lavar la ropadecama,peroesedíanotuvo ánimos para hacer nadamás, ni siquiera cocinar o comer, y como losperros no habían vuelto tampoco tuvo que alimentarlos. Se echó en lacolchoneta,volvióapasartodoundíavegetandofrentealtelevisorynopudodormirniaunyabienentradalanoche,despuésdequeempezóalloverysefuelaluz.

Eraunaguaceropotente,perocomonohabíavientocaíaestableyverticalsobreel techodeasbesto,martillándolo,ahogandotodos losdemássonidos,todas las otras sensaciones, y a Damaris le pareció que no lo iba a podersoportar ni un minuto más. No podía quitarse de la cabeza lo que habíapasado, la pelea que la perra había dado, ni a ella torciendo su brazo paraapretar la soga y doblegarla, jalando con todo su poder, acortando la sogahastaqueyanohubomásresistencia.Asíqueesoeramatar.Damarispensóquenoeradifícilnitomabademasiadotiempo.

Entoncesseacordódelamujerquehabíapicadoalmaridoconunhachayle había dado los pedazos a un tigre, que en las noticias llamaron jaguar.HabíapasadoenunareservaenelbajoSanJuanyeltigreestabaenjaulado.Lamujerdecíaqueellanolohabíamatado,queelmaridohabíamuertoporla

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mordedura de una equis y como estaban lejos de todo y sin forma decomunicarsenosupoquéhacerconelcadáver.Nopodíaenterrarloporquelatierraenesa selvaeraarcillosa, tanduraquehabría sido imposibleabrirunhuecodeltamañoquesenecesitaba,yantesdetirarloalmarodejarqueselocomieran losgallinazos,prefiriódárselo al tigre,que siempre teníahambre.Nadie le creyó. Una mujer que había sido capaz de picar el cuerpo de sumaridoydarlelospedazosauntigreestabatanllenaderabiaqueteníaquehaberlomatado.

Cuando la policía que la llevaba delSan Juan aBuenaventura hizo unaescalaenelpueblo,todosfueronaverlaalmuelle.Estabaesposadayelpelo,queeralargoynegro,lecaíasobrelacara,peroaunasítodospudieronverlelos ojos. Eran cafés y ordinarios, los ojos de una blanquita que en otrascircunstancias nadie habría recordado. Sin embargo, su mirada, que nuncaagachó,quelesostuvoatodoelqueseatrevióaencararla,eratanduraqueDamarisnolaolvidó.Eralamiradadeunaasesina,lamismaqueelladebíatener ahora, la mirada de alguien que no se arrepiente y siente alivio dehaberselibradodeunacarga.

Ximena no cuidaba a la perra, que otra vez estaba preñada, que habríaseguido escapándosey volviendo a la que consideraba su casa sin importarcuántasvecesDamaris la llevaradevuelta.Habríaterminadopariendoenelquiosco y de nuevo ella habría tenido que hacerse cargo de los cachorros,pues laperra, comomalamadreprobadaque era, loshabría abandonado,yestavezquiénsabíacuántoslehabríannacidoycuántashembras,quenadiehabríaquerido.Entoncesahorasíaellalehabríatocadobotarlosenlamarea,queeralomismoquematarlos,avariosperrosenvezdeaunasola,conloquehabíasolucionadotodoelproblema.

Elsitiodondelahabíadejadoeraperfecto.Quedabalejosdeloscaminos,estabaocultoporlaespesuraynadienuncaibaparaallá.Lagentedelpueblo,cuandovieralosgallinazos,siesquesefijabaenellos,pensaríaquesetratabadealgúnanimalsilvestre,unachucha,unvenadoounperezoso,comoelquese había muerto una vez cerca de La Despensa. Además, en esa selvabastaríantresoalosumocuatrodíasparaqueelcadáverquedarareducidoaloshuesos,queellarecogeríaytiraríaalmarsinquenadiesedieracuenta,denocheycuandolamareaestuvierabajando,paraqueselosllevarabienlejos.Damaris clamó por que Rogelio llegara después de que ella hubieradesaparecidolosrestos.«Seguroquesí»,sedijo,optimista.

YsiXimenapreguntabaporella,loquesindudaharíaenalgúnmomento,Damarislediríaquenolahabíavisto.«¿Porqué?»,lepreguntaríahaciéndose

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laboba,«¿acasocuánto tiempo llevapor fuera?».«¡Todoeso!»,exclamaríaante su respuesta, «¡¿y apenas viene a buscarla hoy?! Usted sí es muyirresponsable,quiénsabedóndeycómoandaráesapobreperra,siyohubierasabidoquelaibaadescuidarasíjamásselahabríaregalado».

Ahora no fuera a ser que alguno de los vecinos de la caleta, que lareconocíanporsupelogris,lahubieravistosubiralacantiladoesamañanaoqueaXimenaledieraporponerseinsistenteconeltema,bravacomoelotrodía o, peor aún, acusadora como con los vecinos de los que ella decía, sintenerningunaprueba,quelehabíanenvenenadoasuperro.

¿Paraquélehabíadadosuteléfono?,sereprochóDamaris.¿Paraquéledijoquesilaperraseleescapabaellanoselallevaría?¿Paraquéinsistióenqueerasuobligaciónvenirporella?Ahorasolofaltabaqueesaseñoraseleapareciera por la casa. «Qué va», Damaris se tranquilizó, «seguro sigueborrachaydrogadaconsusmuchachos».

El aguacero y la oscuridad se fuerondiluyendo casi almismo tiempoyDamarisselevantócuandoclareódeltodo.Nohabíadormidonada,peronosesentíacansada.Apenasllegóalquioscolainvadióunoloraorines,acreyconcentrado.Selehabíaolvidadolimpiarelcharco.Envezdeprepararseelcafé fue al lavaderopor el detergentey losutensiliosde limpieza.Fregó elpisoencuatropatas,nosoloeláreadondesehabíaorinadolaperra,sinoelquiosco entero, y luego lo secó con el trapeador.Aspiró.Lepareció que elolornohabíadisminuidoenabsoluto,yantesdeponersealimpiarotravez,decidió bañarse para ver si la que olía era ella, pues mientras limpiaba sehabíauntadolasmanos,lasrodillasylalicra.

Damaris fueal lavaderoyempezóaecharseaguacon la totuma.Seguíasintiendo el olor a orines.Se restregó el jabón azul de lavar ropapor todaspartes y se lo enjuagó. El olor no desaparecía. Entonces agarró un espejorectangularqueusabacuandosepeinabaysesacabalasespinillas.Queríaversiencontrabaeneseespejolamiradadelamujerquehabíapicadoalmaridoyleparecióquesíyquelagentelareconoceríaysedaríacuentadeloquehabía hecho. Luego semiró lasmanos anchas y ásperas con las que habíamatadoaunaperraconlabarrigallenadeperritosycreyóverlasmarcasdela soga en ellas.Angustiada, como rogando al cielo,miróhacia arriba.Losgallinazoshabíanllegado.

Algunosvolabanencírculossobreeláreadondehabíadejadoalaperra,otrossehabíanposadoen las ramasdeunárbolmoribundo,peromuyalto,que había cerca del guabo. Los gallinazos del árbol estaban encorvados ymirabanhaciaabajocomosiestuvieranlistosparalanzarseysolofaltaraque

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alguien les diera la señal. Había demasiados, muchos más de los que sehabíanreunidocuandolodelfinadoJosuéylodelperezosomuerto.Damaris,mojadacomoestabayoliendoaorines,saliódellavaderohaciaeljardínylasescalerasparaversienelpuebloloshabíandetectado.

Seasomó,perono llegóaexaminar laplayaoelmuelle,queeradondemásseconcentrabalagente,nisiquieralascasasjuntoalacaleta,porqueloprimeroquevieronsusojosfueaXimenaenlaorilladelotrolado.Lamareaestabaaltayella,con lospantalones remangados,seestabaacomodandoenun potrillo. El boga, uno de los pescadores que vivían junto a la caleta,empezó a canaletear en dirección al acantiladomientrasXimena le hablabasinparar.Podíaestarcontándolecualquiercosa,lospormenoresdeunchismeen el otro pueblo o lasmaravillas del clima en esamañana soleada, pero aDamaris le pareció que estaba hablándole de la perra y que el pescador lerespondía que él la había visto subir al acantilado el día anterior. Damarisquiso esconderse, pero entonces él señaló hacia arriba y los dos alzaron lavistay sequedaronmirandoel cielonegrodegallinazos.TambiénvieronaDamaris,quenotuvotiempodeescondersenihacernada.XimenalevantólamanoenunademánquepodíaserdesaludoyqueDamarisentendiócomoungestodeamenaza.Sesintióperdida.

En un primer momento contempló la idea de quedarse ahí hasta queXimenallegara,dejarsever lasmanosylamiradadeasesinayquesedieracuentadeloloraorines,aceptarsufaltayelcastigoquelecorrespondía,perose dijo que ni Ximena ni la gente del pueblo podrían castigarla como semerecía.Asíquepensóquetalvezdeberíairsealmonte,descalzayapenasensu licra corta y su blusa de tiras desteñida, y caminar más allá de LaDespensa, la estación de cultivo de peces, los terrenos de la Armada, loslugares que había recorrido con Rogelio y los que no habían llegado aconocer,paraperdersecomolaperrayelniñodelascortinasdeNicolasito,alládondelaselvaeramásterrible.

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Pilar Quintana nació en Cali, Colombia, en 1972. Estudió comunicaciónsocial en la Universidad Javeriana de Bogotá. Luego de graduarse trabajócomolibretistadetelevisiónyredactoradetextosparapublicidad.Viajótresaños por el mundo y a su regreso a Colombia se radicó en el Pacíficocolombiano.

Hapublicadotresnovelas:Cosquillasenlalengua(2003),Coleccionistasdepolvosraros(2007)yConspiracióniguana(2009),ylacoleccióndecuentosCaperucitasecomeallobo(2012).

En2007fueseleccionadaporelHayFestivalentrelos39escritoresmenoresde39añosmásdestacadosdeLatinoamérica.En2010recibióelVIIIPremiode Novela LaMar de Letras porColeccionistas de polvos raros. En 2011participóenelInternationalWritingProgramdelaUniversidaddeIowacomoescritora residente y en 2012 en el International Writers Workshop de laUniversidadBautistadeHongKongcomoescritoravisitante.En2013ganóun estímulo del Fondo de Cinematografía para escritura de guion paralargometraje por su proyecto Lavaperros, escrito en colaboración conAntonio García Ángel. En 2016 ganó un estímulo de la convocatoriaPasantías Nacionales del Ministerio de Cultura por su proyecto La islacuenta.Suscuentoshansidotraducidosavariosidiomasyhanaparecidoen

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revistas y antologías de América Latina, España, Italia, Alemania, EstadosUnidosyChina.Dictatalleresdeescrituracreativa.

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