CULTURA EIDEOLOGIA:un campo tematico en expansion

durante los anos ochenta

Esteban Krotz

Lo que sigue es una \isi6n panor^mica acerca de los estudios sobre elcampo temdtico "cultura e ideologia" en las ciencias .socialcs mexica-nas durante los anos ochenta. No se basa en una revision sislem^tica yexhaustiva de la produccion eienlifica durante este lapso; mas bienconstituye el resultado de la reflexi6n comprensiva de un antrop6Iogoque se ha desempeiiado durante el tiempo de referenda como invesli-gador y docente en este campo tematico multidisciplinario. Tiene doslimitantes elaramcnte observables. En primer lugar se circunscribeprincipalmente a las ramas disciplinarias de la sociologia, ia cienciapolitica y la antropologia sociocultural, dejando casi totalmente altnargen las Uamadas ciencias de la cducacion y lo que se suele agruparbajo "beilas artes" y "humanidades". En segundo lugar se refiereexelusivamente al conocimiento generado en las institucioncs acad6-micas y no toma en cuenta lo que producen muchos profesionalesentrenados en las difcrentes ciencias sociales como parle de su desem-peno en las mas diversas instituciones politico-adminlstrativas y pro-mocionalcs.

El ensayo, que usa a modo de sinonimos las palabras cultura,ideologia y superestructura, se divide en tres partes. Frimero se ex-pondran algimos "anteeedentes" que se refieren a la decada de los se-tcnta. Esto se hace necesario por el hecbo de que el desarrollo de losestudios sociales no corresponde a una periodizaci6n por decenios y

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porque mucho dt; lo que ha sucedido dtirante la decada pasada sola-mente puede comprenderse como reacci6n, desenvolvimiento o ma-duracion con respeeto a fcnomenos que se dleron durante los dos otres lustros inmediatamente anteriores. El segundo apartado rcsefiade manera esquem^tica y panoramica ii'neas tcmaticas, enfoques y as-pectos institucionales de este campo tcmatico durante los anos ochen-ta. De acuerdo con la vision un tanto impresionista ofrccida, las notasbibliogr^cas sirven fundamentalmente para ilusionar y ejemplificar yno para seiialar, aunque a veces si lo hacen los textos mas repre-sentativos. En el breve apartado final sc presentan unas consideracio-nes referentes a las perspcctivas a.mediano plazo dc los estudios sobreeste compiejo tematico; "cultura e idcologia".

Antes de los ahos ochenta: tres lustros de exclusiones e inicios

Desde finales de los anos sesenta y durante buena parte de los setentapuede observarse en las ciencias sociates mcxicanas una convergenciahomogencizadora en t6rminos disciplinarios, tematicos y paradigmati-cos, que Armando Bartha describi6 alguna vez asf: "Durante aquellosafios, en el Instituto de Investigaciones Economicas, en la Facultad deCiencias Politicas y Sociales y en la Escuela Naeional de Antropologiae Historia debatiamos los mismos problemas, lei'amos los mismosautores, nos cnfrasciibamos en las mismas disquisiciones conceptualesy estudiabamos el mismo sector poblaciona! desde una optica m^s omenos id^ntica". Fueron, como es bien sabido, los anos dc la irrupci6nmasiva del mandsmo en todas las disciplinas sociales que implic6,simultaneamente, actitudcs de rechazo global hacia lo hecho hastaentonces en el seno de 6stas en Mexico y haeia puntos de vista te6ricosdistintos u opuestos, que seguian desarroll^ndose en el pais y en otraspartcs del mundo. Tambien cs sabido que se trat6 dc una versionbastante n'gida y reduedonista de la tradicion marxista, euyo earActerfuertemente doctrinario acaso contribuyo a producir esta cxtraiiafusi6n diseiplinaria; su economicismo y mecanieismo no podian consti-tuir impulsos favorables para el estudio de la tematiea que aqui nosocupa.

Los vehementes debates y numcrosos estudios sobre el eampe-sinado mexieano son el boton dc muestra de esta siluacion. La mono-grafia dcscriptiva, que intentaba abarcar muchos aspccttjs de la vidaen las comunidadcs rurales, el inventario y la comparacion de costum-

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bres y fiestas, el esludio del parentesco y de las cosmovisiones localesfueron suslituidos por el an^lisis de las unidadcs dom6sticas y susvinculaciones con mercado, sisiemas de intermediaci6n y adminis-traci6n gubernamental, apareciendo una y otra vez la iaceranie reali-dad de miseria y explotaci6n en el campo. Esta, por su parte, se deba-tfa en el marco general de la dependencia iatinoamericana, encendiasiempre de nuevo la indignaci6n de los estudiosos y parccia llarnar ala acci6n social y politica directa. Incluso fen6menos tan significati-vos como la adscripci6n 6tnica de amplios seciores de la pobtaci6nrural mexicana, sus grados de aculturaci6n con rcspecto a la sociedadurbano-indusirial sumamente diversos, o las especificidades vincula-das con la diferencia de gdnero quedaron pr^cticamente marginales yde poco interns para el estudio emplrico; ai fin y al cabo todo estopertenecia a la "superestructura", comprensible en t^rminos de unasimple teoria del reflejo o como aspecto secundario de la adapta-ci6n a medios ambientes particulares.^ En vista dc la gravedad de losproblcmas individuales y sociales testimoniados y analizados en es-tos estudios parecia incluso un tanto frivolo dedicarse a lo que concierto desprecio tambien se llamaba folclor.

En tiirminos muy generates puede decirse que el concepto eul-lura pr^cticamenie desapareci6 del debate hegem6nico. Probable-mente contribuyb a esta situaci6n el hecbo de que servia como ele-mento de identincaci6n de dos corrientes tedricas de mucha influen-cia, pero ahora acremente criticadas en la antropologia y las cien-cias politicas norteamericanas. A lo m^s, el vocablo aparecia comoadjetivo especificador de cierto tipo de imperialismo —y precisamen-te al imperialismo cultural se pretendia combatir mediante la adop-ci6n de enfoques te6dcos anclados en el marxismo. En cuanto a laspalabras ideologia y posieriormente discurso, puede senalarse que suconsideraci6n sirve bien para complementar este breve panorama,que con el pasar del tiempo ganaba en relieve. Por una parte se discu-ti6 mucbo sobre las diferentes ralces, acepciones y campos de aplica-ci6n del tiirmino ideologia, centr^ndose el debate fuertemente en losautores francCvSes identificados habitualmente como marxistas, queentonces se empezaban a difundir de manera m^s o menos masiva enMdxico.̂ Por otro lado se inici6 una especie de corriente de estudiosque combin6 elementos de esta discusiC)n con m^todos lingui'sticospara analizar casos cspecfficos de "discursos ideol6gicos". Estos in-tentos, que se producian bajo la recordada sombra de Para leer alpato

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Donald, tuvieron un atraclivo especial en la vineulaeion de varios desus protagonistas con las luchas sociales y polfticas en Sudam6rica yse rcprodujeron todavia durante buena parte de los oehenta, perono parccen haber llevado a una integracion duradcra de la linguislieaal eonjunto de las eiencias soeiales en Mexico. Al mismo tiempo espertinente indiear que la limitacion inlrinseca de estas aproximaeio-nes se mostraha prineipalmente en que por una parte se trataba demacro-analisis de difi'cil verifieaeion empi'rica (euando no qucdabanconfinadas a la mera reflexi6n o el juego conceptual acerca de, porejeraplo, la "ideologia burguesa") y que por otra eran estudios referi-dos casi exelusivamcnte a los productores de ideologia, eosa que noinformaba sobre las eonfiguraciones ideologicas concretas de los suje-tos sociales de quienes sc ocupaba la mayor parte de los andlisis empf-ricos de aquella 6poca.

Desde el punlo dc vista de hoy, los ultimos doce o catorce aiioshan significado un viraje claro y significativo eon rcspecto a esta situa-ci6n.

Los anos oehenta: temas, enfoques e instituciones

Procesos sociales e intereses temdticos

De manera abre«ada puede dccirse que fueron ante todo determina-dos proeesos y actores sociales coneretos que provocaron en soci61o-gos, politologos y antrop6Iogos (adettiSs de en unos cuantos historia-dores y filosofos) un renacimiento del interns en la tematiea enunciadaen el titulo de este ensayo. En eonjunci6n con la reeepcion de nuevosimpulsos de tipo teorico provenientes de varios centros curopcos deldebate eienti'fico-social lograron que en la deeada de los oehentaacusara una preseneia cada vez m5s firme el "problema de la ideologiay de la cultura" eomo frecuentemente se deci'a. Pueden distinguirseen esta historia dos *'olas", la primcra de las euales se inici6 ya haciafinales de los aiios setenta, mientras que la segunda gan6 terrenod urante el ultimo lustre.

En el marco general de una preocupaeion decreeiente por lasperspeelivasglobaies del dcsarrollo del Mexico como pai's dependien-le y centrados eada vez mas en la atenci6n a .sectores poblacionales es-pecificos, surgieron y se eonsolidaron los nuevos intcrcscs temalieosde la primera *'ola", eada uno eon particularidades propias. Asf, la

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perplejidad causada por el agotamiento del debate finalmente incon-cluso sobre el campesinado mexicano, su car^cter de clase y su poten-cial revolucionario se encontr6 con llamativos estallidos de tnsurgen-cia sindical a mediados de los afios setenta; ambos fen6menos diri-gieron la mirada de muchos estudiosos, al igual que de numerosos ciu-dadanos esperanzados en un cambio sociopolitico en el pais hacia losobreros industriales. Los procesos de movilizacion y determinadosmarcos interpretativos de origen marxista hicieron que apareciera devez en cuando el problema de la "conciencia" obrera; los debatessobre la relaci6n entre organizaciones obreras y el Estado tambi6n to-caban a veces esta cuesti6n. La atenci6n a los procesos de trabajo yla cotidianidad de la vida obrera reforzaron la atractividad de la ideade una "cuUura obrera", m^s comprensiva que una "conciencia declase" o "ideologia" (en el sentido de conciencia cnajcnada). Empe-ro, como se ha reconocido recientemente, incluso aqui no iogr6 esta-blecerse una conceptuaiizaci6n clara y no se conocen estudios am-plios que la hayan asumido como categori'a central de analisis.

Intimamente vinculado con eslos procesos y sus analisis, peroprobablemcnte tambidn con la drtistica reducci6n de recursos parapesquisas en lugares lejanos desde el fin de la quim^rica bonanza pe-trolera, estuvo el hecho de que la ciudad se convirtiera en un t6pico deinterfis preferido, tanto en centros de investigaci6n como de forma-cion. Aqui llamaban la alenei6n no solo las poMmicas sobre los masdiversos aspectos de la urbanizacion capitalista, sino tambidn las "for-mas de vida" ti'picamente urbanas" y casos de niovilizaci6n politicaen las colonias populares precarias por la vivienda y toda clase de ser-vicios piibiicos. " Sin embargo, menos todavfa que en el caso de los es-tudios obreros, aqui el concepto de "cuUura" urbana o de alguna"subcultura" referida a determinados fenomenos esencialmente urba-nos —desde las "bandas juveniles" y pasando por las heterogeneida-des cullurales creadas por la migraci6n, hasta los diversos problemasrelacionados con !os sectores urbanos medios— parecc haberse cons-tituido en caracter basico del enfoque de analisis adoptado.

Con respecto a ambos segmentos sociales — cl proletariado in-dustrial y los habitantes mayoritarios de las aglomeraciones urbanas,entre quienes se encontraron, adem^s, los primcros - se consolid6 sinduda duranle los anos ochenta, poco a poco la refcrencia a la esferade "lo cultural" o "lo ideol6gico", aunque qucdara menos claramentedefinida que los mismos sujetos sociales bajo estudio. Un impulso de-

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cisivo recibi6 esta consolidaci6n — aunque al precio de una mayor di-soluci6n del contenido conceptual, por la difusion rapida y masiva deun tcrmino pronto omnipresente: cultura popular. En algunos casosse elaboraron modelos analiticos ampliamentc discutidos, en otrosei t6rmino contribuyo a la recupcraci6n de tem^ticas que habfan que-dado un tanto marginalcs, en otros tantos mas sirvio de punto departida para debates m^s amplios de aspectos criticos, para la orgam-zacion social vigente; mientras que en otros mas la palabra perdi6practicamentc cualquier contenido definiblc y sirvio basicamente pa-ra identificar lodas las intenciones de estudiar dcsdc un angulo nuevoaspectos importantcs dc las clases explotadas y oprimidas —a pesarde que estos aspectos eran frecuentemente identicos con c\ antcrior-mente rechazado folclor. Curiosamente parecen haber quedado almargen dc cstas tendencias los no poeo numcrosos estudios sobrecducacion que se centraron m^s en aspectos de tipo institucional queen los de caracter propiamente simbolico.

El resultado general de esta primera "ola" era que el estudio dela superestructura habi'a empezado definitivamenle a teoer legitimi-dad en la comunidad de ios cientiTicos sociales mexicanos.

La segunda "ola" produjo areas de investigaei6n y de polemicaactualmcnte en pleno desarrollo. En gran medida sc dcbe a los com-plejos proccsos en torno a la Uamada "reforma poli'tica" dc Ios ultimosdos sexenios y tambien un tanto al cHma intdectual provocado por elregreso paulatino a la democracia formal en casi toda America Latinadespu6s de muchos arios de sanguinarios rcgi'menes de seguridad na-cional. Asi se genero, por una parte, un verdadero alud de comenta-rios, refcrencias y estudios sobre detcrminadas conductas politicas(especialmente vinculadas con partidos y elecciones), Ios modelos deacci6n y valores subyacentes y procesos conflictivos relacionados, queconcordaban en el uso bastante difuso pero pr^cticamente incuestio-nado del concepto de cultura poli'tica. Por otra parte, en el marco deIos esfuerzos por examinar doctrinas politicas y normas de organiza-ci6n participativa y democriitica de los asuntos piJblicos, se tocaronuna y otra vez los lemas de la legitimidad, de la identidad nacional ydel nacionalismo, ademas de los proyectos de los diversos partidospoli'ticos y sus vinculaciones con sus bases sociales." Otra area de in-ter6s entre muchos cientiTicos sociales —aunque con poca investiga-ci6n empirica en el mismo pais, al menos por algun tiempo — tuvo quever con la revitalizacion de un actor social largamenle olvidado: la po-

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blaeion autoetona que empezo a formular reclames soeiales, poli'ticosy culturales en todo el contincnte y sc eonvirtio en prolagonista deaeciones milltares y poli'ticas dc envergadura (especialmente en Cen-troani6riea y la region andina), adcmas de atraer una atenci6n ere-ciente a causa de los preparativos del inevitable "quinto centenario".Indudablemente, la euesti6n ctniea es en buena mcdida un problemade tipo "cultural", pero cs igualniente indudable que se encuentra es-trechamente vinculada con el debate sobre los proycctos de naeion.Tambi6n por esto se constata aqui una intensa produccion de traba-jos, muehas veces bastante poliSmieos; ademas, su intensidad haeontribuido a fomentar reeienlemente diversos estudios sobre la di-versidad einica (y regional) en el pai's y reforzado el interns surgido yaafios atras acerca de los eonocimientos tradicionales y populares (es-pecialmente en euanto a la medicina y la agrieultura). Pareee perti-nente acotar aqui que esta situaeion proporciona una interesanteperspeetiva para un nuevo acercamiento entre las eiencias sociales yla investigaeion sociolinglii'stiea recien.te. "

Para terminar con esta retahfla de Sreas de estudio en proeesode emergencia y hasta de consolidaeion incipientc durante ios anosoehenta, que tienen en su eentro aspectos comunmente eoneebidoscomo superestrueturales, hay que mcneionar todavia las siguientescuatro: I. Fen6menos religiosos (donde primero se privilegiaban am-pliamente Ios trabajos sobre las mds diversas comunidades cristianasno catoiieas, ' pero donde se abarean ahora tambien seetores de laIglesia cat6lica asi como festividades y ceremonias tradicionales, etce-tera). 2. Aspeetos de tipo eultural e ideologico prescntcs en la eotidia-nidad de segmentos sociales muy diversos, especialmente de aquellosdonde, como en el caso de las mujeres, se han dado llamativos proee-sos de movilizaci6n/ 3. Varios topicos con rclacion a diversidad cul-tural, patrimonio eultural y poli'ticas culturales, donde se analizan pre-cisaniente modos de difundir, conservar, repruduclr y refuncionalizarelementos superestrueturales; en este contcxto hay que hacer men-cion tambi6n de los trabajos sobre los medios masivos de difusion. ' 4.Aproximaciones historiograficas a la cultura popular de dpocas pasa-das, que se trata de analizar en terminos de la diseusi6n te6rica co-rriente sobre eultura e ideologia.

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Influencias y enfoques

En cl apartado prcccdcnte se hizo 6nfasis en la relacion cntre proccsossocialcs y analisis cientifico-social: en tdrminos generalcj se afirmo quedeterminados cambios socioculturales, la conducla dc clcrlos aetoressoeiales, eonstituyeron lambien durante los anos ochcnta los principa-les impulsos para la modificacion dc prefcrencias lemAticas y, en clmarco de 6sta, para el cnsanehamicnto de la pcrspectiva de estudiohacia la esfcra "superestruelural" antes masivamenlc cludida. Pero elhecho de que el tema de la eultura, similares y concxos disfruten ahorade Una ereeiente accptaci6n y hasta atraccion sc debe tambi(Sn afactorcs del mismo debate cientiTico (a veecs dificilmcnle separable de^sle, del polflico). Probablemente el principal haya coiisistido en unsenlimicnio muchas veces no hecho explicito, pcro creciente dc insatis-laccion con la orienlacion dada por los enfotiues dc lipo sislcmico,dcdicados al estudio dc la emcrgcncia, consolidaclon y reproduceiondc cslructuras soeiales, por lo general altamcnie coniprensivas. Lacritica dc estc tipo de perspectivas, su rcformulaeion, complcmenta-cion y hasta sustitucion por otros que ubieaban a los aetores soeiales ensu centro es el eambio de fondo durante los afios ochenta.

El principal problcma heredado de la diseusion hegem6niea an-terior, la pregunta por el earaeter de elase de cstos aetores coieelivos,no eneontro ninguna solueion, pero si un tratamiento ampliamcntcaccplado a eausa de su sencillez. Por una parte sc procedio a la scg-mcnlacion eada vez mayor de la poblacion en cuanto portadores eo-Icctivos dc "culturas", "eosmovisiones", "concicneias" o "ideologias"particulares; por otra partc, los coneeptos "pueblo" o "clases subal-lernas" perniitian la rceupcracion inmediata dc la unidad perdida ypareei'angarantizar la pcrmancncia de unesciuema general de analisismareado por la divisi6n clasista dc la organizaeion soeial vigentc.

Es dcsde aqui que se vuclvcn comprensibles la funeion y la Ini-gualable importancia de los eserilos de Antonio Gramsci y de sus in-terprctcs, aunque es sabido que no siempre fucron cntendidos ca-baimenle. Pucden rcsumirse rapidamente cinco caraeleri'stieas ela-vc que hicieron tan sugerentc su propuesta de analisis: 1. Proporeio-naba un marxismo suficientemenle claro para ser aceptado por la ma-yori'a de los eientiTieos soeiales mexicanos, quicnes deseaban scguirsicndo ficlcs a csta lradici6n dc pcnsamiento, analisis y a veees de ae-cion politiea. 2. Al mismo tiempo resultaba ser un marxismo suficicn-

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Icmcnlc "blando" para permilir la incorporacion de muchas formasde rcvisionismo marxisla e incluso para quc csludiosos no demasiadoconvencidos del marxismo y hasta opuestos a el pudicran encontrar enclla friiclifcros impulses para sus pcsquisas y argumcnlos. 3. Ofrcciaun csquema general de analisis quc pcrmiiia mulliples combinacioncscon autores que por diversas razoncs se eslaban volviendo casi "clAsi-cos" para el tratamiento de cierlos segmentos sociales (hay que recor-dar aqui que indcpcndientcmcnle dc otras inOuencias, practicamentelodos los cstudiosos intcrcsados en la cullura obrera sc ocupaban tar-dc o tcmprano dc Hobsbawm y dc Thompson, que practicamente to-dos los analislas de euesliones cducalivas se refiricron de una manerau olra a Bourdicu y Passeron, y que la maynria dc las poI6micas sobrelos aspcctos simbolicos viiiculados con la poli'tica csludiaban en algunmomento a Foucault o, mds rccientemente, a Habermas). 4. Se Irala-ba de una propucsta quc legilimaba la invcsligacinn empirica detalla-da sobre fcnomcnos poco antes fucra dc discusion, talcs como danzasiradicionales o aspcctos simbolicos dc las artcsam'as y, al mismo tiem-po, significaban un podcroso y pcrmanente estiniulo para la discusionconceptual y categorial de altos vuclos. 5. Finalmente cs pertinente se-fialar quc sc Irataba dc una propuesta nacida en una situacion poh'tica(adcm^s dc cultural) semejantc a la de los anos ochenta mexicanos,dondc las perspeetivas del eambio dr^stico y violcnto se habi'an vueltoIcjanas y donde se veia en la eonstruecidn*dc alianzas y hegemonias lalarea del momento.

En \'ista de todo lo anterior no pucdc cxtranar quc la diversifica-cion (ematica y la rcferente a los actores soeialcs bajo estudio haya si-do acompanada de una ampliacion significativa en el nivcl terminol6-gico. Ya no solo se hablaba de ideologia, cultura y discurso. El camposemantico comprendfa ahora dc modo corricnic cxpresiones tales co-mo hegemonia, dimension cultural de la doniinacion, constitucion desujctos, habitos, vida cotidiana, pluralismo cultural, U) publico y lo pri-vado, construccion y dcstruccion dc identidadcs colectivas, historia delas mcntalidades, instinto de clasc, instancias tic mcdiacion, produc-ei6n, circulacion y consumo de capital simbolico, intelcclualcs org^ni-eos, mcmoria colectiva, rccupcracion de tradiciniios popularcs, senti-docomun...

Esta prolusion, empero, no implico sicniprc un aumento encuanto a claridad; el caso de! concepto "vida colidiana" es un buenejempio para cllo, ya que sigue siendo utilizado a vcces como variantc

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elegante o pretendidamente cientffica de lo que se suele deno-minar "vida diaria". Tampoco implied una elevad6n general del nivelte6rico del analisis; es mds, los estudios empfricos del lapso dereferencia siguen fuertemente descriptivos y narrativos con respectoa los fen6menos, eventos, personajes y situaciones de que tratan.Cabe agrcgar aqui que la gran ausente de estos estudios durante todala d^eada ha sido la renexi6n metodol6gica sistcm^tica.

Una caracterfstica significativa de los trabajos sobre el univer-so superestructural durante todos estos afios consisti6 en una marca-da inversion de una concepci6n anteriormente dominante. Dondeantes se habia visto solamente enajenaci6n, manipulaci6n, sojuzga-miento idcol6gicoyacuUuraci6n forzaUa,aparecian ahora por todasparies elemenios contracuiturales de impugnaci6n y de resistenciacultural, que eran vistos como clave para el estudio de los m^s diver-sos procesos de movilizaci6n social y politica."*'

Posteriormente se Ileg6 a poner en duda lo justificado de estaespecie de euforia por los supuestos signos contestatarios omnipre-sentes. "

Finalmente pareee conveniente senalar que todo el procesoaqui descrito ha estado permeado por una evidente modificaciAn encuanto a la concepci6n prevaleciente de la dimensi6n temporal. Po-drla decirse que 6sta se ha vuelto m^s "hist6rica", y esto en un senti-do doble. El primero de 6stos se hace presente mediante la frecuenteutilizaci6n del vocablo coyuntura. Parece clara una predominancia deaquellos estudios que entienden el evento analiz^ndolo como esen-cialmente transitorio y al mismo tiempo como resuUado de fuerzassociales y politicas constantemente cambiantes. Esto ha ido en detri-mento, sin duda alguna, cle la atenci6n a enfoques te6ricos preocupa-dos por la busqueda de estructuras profundas, el perfeccionamientode aproximaciones sisttSmicas y visiones evolucionistas m^s globales.El segundo sentido aparece en la repetida presencia del vocablo re-cuperaci6n. Es llamativo c6mo en todas las 5reas fenomdnicas y des-de cualquiera de las diversas disciplinas cientificas se ha intensificadola mirada hacia el pasado, aunque 6ste no siempre supera el caracterde mcra coleccit'in de anteeedentcs Uc la actualidatl.

Inslitticiones y disciplinas

El panorama de las instituciones, publicaciones y eventos referentesal complejo tem^tico "cultura e ideologia" cs igualmente muUiforme

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como la situacion hasta ahora resenada. Al mismo licmpo que se notasu consolldaci6n como campo dc intcrcs y estudio se aprecia una claradispcrsi6n en cuanto a la organizacion de las actividades academieascorrespondientes.

Esto vale, por ejempio, para las publicaciones. No existen en elpai's editoriales o colccciones especializadas en el campo lematico, niun scguimiento hibliogr^fico o hemerogrcifico sistem^tico. En cuantoa revistas, aclualmentc solo Estudios sobre las culturas contempord-neas se ocupa de manera exclusiva de 61. Pero tambien es cierto quepr^etieamente todas las revistas especializadas en ciencias socialespublican con cierta regularidad articulos sobrc csla problcmatica, de-pendiendo de su esquema editorial, varias incluso le dedican de vez encuando secciones monograficas o ntimero enteros. Sin embargo,quicn quiere estar al tanto de lo que se investiga y lo que se discute eneste campo no tiene mas remedio que rcvisar reguiarmente todas lasrcvislas gencralcs dc las ciencias sociales mcxicanas, mas las cspeciali-z;idas en antropologi'a, ciencia poli'tica y sociologia, am6n de las dehistoria, cducaci6n, lingiiistica, comunicaci6n y filosofi'a, a las que seagrcgan varias publicaciones periodicas dirigidas a un publico mils ge-neral, donde apareccn con frecuencia materialcs intcrcsantcs de de-bale y a veces tambidn de analisis empirico. Algo semejante valetambidn para las diversas series de "cuadcrnos dc trabajo", editadaspor varias instituciones. Lamentablcmente su circulacion sucie estartan rcslringida como los "Cuadernos del TiCOM" o los dos volume-ncs patrocinados por el Consejo Mexicano de Ciencias Sociales parala formacion de profesores univcrsitarios sobre cultura c ideologia;ademas, tambien aquf, la mayoria de las series incluycn s61o de vez encuando materiales referentes ai complejo tematico en cuestion.

Otro aspccto de esta situaci6n fragmentada sc presenta al revi-sar los eventos ciclicos y los grupos de investigacion relacionados conel campo tematico. Aparte del grupo dc trabajo multi-institucional so-bre Iglesia y Estado del Consejo Mexicano dc Ciencias Sociales consus repelidos cncuentros, y de tos simposios anuales sobre religion ycultura popular organizados dcsde hace anos en la Escuela Nacionalde Antropologia e Historia, no parccc habcr reunioncs seriadas y, conello, de alguna manera acumulalivas de y para espccialistas en el eam-po temdtico "cultura e ideologia" o de alguna de sus areas de estudio.Las conocidas dificultades para formar grupos de trabajo competen-tcs y opcranlcs durante plazos al menos mcdianos en las instituciones

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acadtSmicas mexicanas se constata tambicn con respccto a este cam-po. Parece que el Centro Universitario de Investigaciones Soeiales dela Universidad de Colima y cl Centro Regional dc InvcstigaeionesMultidisciplinarias de la Universidad Naeional Aut6noma de Mexicoson las unicas institucioncs que albergan grupos eslablccidos de inves-tigadores sobre estas tematicas. En el seno de multiples institucionesde tipo acad6mico-administrativo y promocional, dondc debcria ha-ber investigacion y debate eientiTico sobre los tcmas aqui resenados,esta se encuentra gravementc hipotccada por la falla de rceursos hu-manos, infraestructurales y financieros. Cuando si se generan cono-cimienlos en cUas esto suele succder casi totalmente al margen de lasinsliluciones de tipo academieo.

En cuanto a la formaci6n universitaria de grado y de posgrado— donde especialmente a nivel dc maestrfa ha habido un incrementonumcrico imprcsionante durante los filtimos lustros, aunque se hanexteriorado frecuenles dudas acerca de su ealidad — el campo tcmati-co "cultura c ideologia" sucle estar presente, pero parece que los con-tenidos de cursos y areas de especializaei6n dificrcn dc modo extremoy quc con demasiada frecucneia estos no pcrmilen reconocer una 16-gica clara en cuanto a su construccion. La costumbre muy cxtendidade quc a los pasantes en ciencias soeialcs sc Ics pcrmite casi sin res-triceiones sclcecionar su tcma dc tesis ha opcrado como factor adicio-nal de dispersion al interior de las instituciones, y ha limitado los es-fuerzos de consolidacion de ^rcas de cspecializacion dignas de talnonibre, pero tambicn ha contribuido al surgimiento de intereses te-matieos y a la generaci6n de informacion empirica novedosos.

La revisi6n somera de las publicaciones e instituciones permiteconstatar de nuevo un rasgo caracterfstico dc la situaci6n ya seiialadocon anterioridad: la eoexistcncia de un interes bastanie consolidado yhasta en expansi6n con una falta de conscnso te6rico al interior de!conjunto de las cieneias soeiales mexicanas y de sus practicantes sobrelos limites y los contenidos del campo tematieo "cultura e ideologia",cosa quc no necesariamcnte vale de igual manera para cada una de las5reas fenoni6nieas enlistadas antcriormente. Se revela tambicn en clcaso de las secciones monogrSficas (y a veces numcros enteros) de lasrcvistas cspecializadas: a menudo 6stas parcccn mas receptaculos detext OS que no han encontrado cabida en otras secciones quc conjuntosde estudios estructurados en torno a un eje claramente comtin.

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Cultura e ideologia...

Aparte de los problemas dc lipo praclico para rcsolver situacio-nes conit) la que se acaba de senalar, estas dan pie a una inquietanlepregunta. Desde lucgo cs posible — y hay bucnos argumcntos parapcnsar asi— que en cuanlo al eampo lematico "cullura e ideologia"tenemos que ver con un Irea de interes eonsolidado y creeienle, aun-que — 6todavia? — no idenlificado y deliniitado claramente en termi-nos leoricos. Si debe espcrarse tal identificacion y delimitaclon de-pender^ en todo caso de la opcion paradigmalica m5s general que seasume. Pero ino podn'a sospccharse que eukura 0 idcologia tenganmuchas veces s6!o la funcion de una eatcgori'a residual? Es decir, losestudios sobre los mas diversos aspectos del campo tematico cultura eideologia que se realizan en el seno de las distintas diseiplinas socialeso de manera multidisciptinaria (.tienen su lugar en modelos integradosdel mundo de los fenomenos sociales o fungen eomo secciones dondese tratan euestiones para las cuales estos modelos mas eomprehensi-vos no tienen explieaci6n?

Una ultima consideraci6n se refiere a la relaci6n entre las diver-sas discipJinas o ramas que integran !as llamadas cicneias soeiales.Aunque se haya intentado tiempo atras identifiear a la antropologiacomo la autdntica "cuUuroIogia" y aunque a menudo se piensa, porparte de espeeialistas y de sectores poblacionales mas amplios, quelos antropologos son los principales estudiosos de este campo temati-eo, es obvio.que 6stos no son los "duefios del feudo" y que, de hecho,en M6xico todas las disciplinas sociales se ocupan en mayor o menormedida de el. Durante la decada de los anos setenta, como se scnalo alinicio de este ensayo, se cuestionaba poeo una mullidisciplinariedadbaslante difusa; esta situaeion pareee haber camblado. Por una parteexiste una vertiente de opinion que defiende que la unidad del conoci-miento cientifico radica fundamentalmertte en la ideniidad del objelopor estudiar y, per tanto, aboga por una unidad de las cieneias soeia-les, donde las diferencias disciplinarian careeen de importancia y has-ta pueden resuUar contraproducentes. Por otra parte se constata laexisteneia de una vertiente eontraria, que insiste en que las cieneiassociales se han constituido hist6ricamentc como un conjunto hetcro-geneo y diferenciado de ramas disciplinarias y que la simple multidis-ciplinariedad solo podra eonvertirse en interdisciplinariedad fruetffe-ra en el andlisis de problemas concretos, euando los espeeialistas con-currentes esten eapacitados para aprovechar adceuadamente las tra-dieioncs te6rieas y melodologicas partictilares. Ambas eorrientes de

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risteban Krotz

opini6n, no siempre hcchas cxpli'dtas, coexistcn aclualincnic de ma-nera paci'fica y no pucdc prcdccirse el desenlacc de esta situacion in-tn'nsccamcntc tensa.

Breve conientariu conclusivo sobre algunas perspectivas

Dc hecho, las ultimas dos consideraciones del apartado anterior ya sehan rcferido a las perspectivas dc cstc campo Icmatico quc as, sin lugara dudas, un campo dc atraccion crecicnte para los cicntiTicos socialesmcxicanos y que a pesar de los fenomcnos senalados dc inconsistenciatcorica, poco cuidado mctodologico y dispersion iiistilucional, seguiraexpandiendosc tamhicn durante los anos vcnidcrus en cuanto a canli-dad de invesligacioncs y multiplicidad de tem6tieas. La misma opaci-dad dc los conccptos centrales e idcntificadorcs del coniplcjo temalico— quc no ncccsariamcntc icndra quc convcrlirsc en un autentico"campo" de conoeimicnto cicnti'fico unificado— conslituira, al igualquc la cambiantc rclacion enirc las diferenics discipllnas socialesinvolucradas en cl un poderoso impulso para scguir con la discusi6namplia y general. Y esta seguira siendo, como ya sc anoto tambien, unadiscusi6n siempre vineulada de alguna mancra eon diversos proeesossociopoli'ticos eonlemporancos.

Entre las muehas cuestiones pendientes, de cuyo tratamientodependera no poco el desarrollo dc cstc campo de estudio y de sus di-versas dreas arriba enlistadas, se mencionaran por lo pronto solamen-te las siguientes trcs. En primer lugar est5 la conciliaeion de "cultura"eon "elase", problcma que cvidentemente supera el de la siempre ne-cesaria definici6n nitida de los eoneeptos en uso. Retomando lo antessenalado sobre las "ealcgorias rcsidualcs" se puede ver que sigue pre-sente la tentaeion de una especic dc foldorismo enipirisla, por masque sc disfraec de un lenguaje aparcniemcntc tcorico, en vez de fun-darse los estudios sobre los m^s diversos fenomenos supercstructura-les como partc integrante de un mundo social niarcado en lo mas pro-fundo por un antagonismo elasista. La segunda cucstion aparece conelaridad si se repara en el hccho dc quc, por ejempio, es nienos pro-blematieo en lerminos epistemologicos para un cicnti'fico social deorigen citadino esludiar las particularidadcs dc unidades dom6stieascampesinasy sus vinculaciones eon el mcrcado, quc para un cienlifieosoeial eon una eompleja relaei6n eon creencias y pr^cticas religiosasaprendidas desde la infaneia, analizar la eosmovision de un grupo in-

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Cultura e ideologfa...

di'gena o dc una comunidad eclcsial. Aunque estc ejemplo toque sola-mente parte del problema, vuelve patenle que ei estudio de la esfcrasupcrestructurai rcclama una atencion mctodologica particular, de laque hasta ahora se ven pocos rastros, a pesar de que de ella depende-r5n en buena medida la calidad y la capacidad de convicci6n del cono-cimiento generado.

Finalmente parece conveniente recordar, como ya se senal6 enesle ensayo, que el interns en la esfera superestructural naci6 en partede la insatisfaccion con modelos y esquemas percibidos eomo incom-pletos. Lejos de cuestionar la legitimidad de este procedimiento y mislejos aun de poner en duda motivaciones personalcs de investigadoresindividuates, parece imprescindible, sin embargo, una pregunta crfti-ea por posibles implicaciones negativas de este virajc. (.No resultar^parte dc su atractividad tambidn del cansancio surgido de la constata-cion repetida de que la realidad social estudiada siguc siendo un mun-do lleno de injuslicias, explotacion y dominacion, y que los analisisdonde este car^cter ha sido puesto de relieve no parecen haber eontri-buido niucho a cambiarlo? iRcsultara acaso mas "elegante" y menoscomprometedor ocuparse de intrincados fenomenos simb6licos, de-leitarse con las maravUlas de las culturas populares o elaborar pro-puestas deslinadas a reorganizar los mecanismos para difundir el pa-trimonio cultural acumulado por generaciones pasadas en vez de te-ner que insistir en los costos fisiologicos y p.siquicos, individuates y co-lectivos de! modelo de organi7.aci6n social vigente, de documentar lamiseria que pernianecc y los mecanismos que son responsables deella? Si la comunidad de los cientificos sociaies mexicanos quiereaprovechar cabalmente la perspectiva renovadora dc los esludios so-bre cultura e ideologia sin convcrtirla en una via de escape ante la to-davia cruda reahdad social para tantos, tambii^n tendra que hacerseesta pregunta — de lo contrario podria producirse una peligrosa ideo-logizacion de los estudios culturales.

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1. Se trata de una version revitiad;i y aiiipliada de la poneneia prescntada duranteel simposio "El estado de las eiencias sociales en Mexico", organizado piorel Consejo Mexieano dc Ciencias Sociales y el Instituto de InvcstigacionesSoeiales de la Universidad Nacional Aul6noma de Mexico (Mexico D.F.,28al30demarzodel990).

2. Tambien es perliiieiile inencionar qiie esta reflexidn se refierc fundainentalinen-[e a productos escritos y ciertos debates piiblicos, qiiediindo asi al margenotr.is formas de comunicacion tales como los medios de difusidn masiva olas exposiciones.

3. En este contexloes conveniente recorder qne tambitSn la tardanzacon la que sepublican y circulan resultados de invesligacidn social en Mexico, lo quehace particularmenle probiematica la revisi6n en lapsos cortos y adislanciarediieida.

4. Conuinicacidn personal (agosto de 1986).5. V^asc al respeclo el apartado "Eclipse y renacim lento del concepto de cultura"

del estudio de C. Hewitt (1988; 242-244) sobre los analisis mexicanos delcanipesinado.

6. ViSase para eslo, por ejempio, el estudio de A. Warman (1976) y su autocn'tieaposterior (1983: 30).

7. A partir de una simplista identificacion de "la escuela norteamericana" con lacorriente de estudios llamada "culiura y personalidad". el hablar sobre"cultura" se convirti6 en sin6nimo de un "enfoque culturalista", rechazadovelicmentemenlc como tedricamente equivocado y politicainente nefasto.

8. Esto puede apreciarseeon respecto a los estudios sobre la"cul[uracfvica", dondeincluso el Caso de Mexico ocupd un lugar estelar [Krotz, 1984:28-30|. Bajosu influenciii se produjo el primer eslndio empirico sobre la politizacioninlantil en Mexico (Segovia. 1975]. cuyo ejempio no fue seguldo.

9. Particularniente Althusser y Poulantzas, cuyos escritos ciiculaban en muchasediciones.

10. Dorfinan y Mattelart (1972).U. Varios de \os estudios mas discutidos y lei'dos sc liabian producido en

Sudamerica y sus autores, forzados posteriomiente al exilio. estuvieroniigados a la conumidad de los cientiTicos sociales mexicanos.

12. Ver los estudios de G. Gimenez (1983) y J. Gonzalez (s.f.: 109 y ss), los dosvolumenes anloldgicos recopilados por M. Monteforte (1976; 1980) y lasindicaciones de F. Penus (1984: 174-I7.*5).

13. Veasc por ejempio el niimero inonografico "Sobre ideologia y marxismo" dela revista Cuadernoxpolilicos (niimero 10. 1976).

14. Ya la misma formulacidn, que simplemente une dos conceptos de origendistinto, mueslra una cierta dil'usidad en la aproximacion. En este contcxtoresulta interesante observar como en los primeros documentos relativos ala maestn'a en aiitropologi'a social de la Escuela Nacionai de Antropologiae Historia. iniciada en 1979. se hablo primero de un "taller de ideologi'a"como Una de las areas de especializacidn (Escuela Nacional de Antropolo-gia e Historia s.f.), niienlras que posteriormente este lia sido llaniado "taller

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Culiura eidetdc^fa...

gun e Hisloria s.f.). mieiitras que posierionneiile este ha sido llamado "tallersobre cultura e ideologia" (Instituto Nacional de Antropologfa e Historia19K4: 35).

15. Recucrdcnsc los casos particiilarrneiile debatidos de la empresa "Spicer" y dela llamada "leiideiicia deinocr6tica" de los Irabajadores electricislas.

16. Ejemplos son Novelo y Urteaga (1979: 162-167) y Bizberg y Zapata (1984);v^ase tambien la notadeO.Quiroz(I989: 152y ss.).

17. Aquf. enipero. domiiiaba ei debate conceptual sobre el empirico [Pereyra,1981; Durand, 1984). inientias que los estudios sobre situacioiies coiiflic-tivas conerelas; eran predominanleinente narrativas [vcr los trabajos reiini-dos bajo cl subli'tulo "Control sindical y moviniiento obrero", de la revistaIztapalapa. vol. 2, 1981, nilm. 5].

18. Vcr los cnsayos de V. Novelo (1984). V. Novelo. et. al. (1986), el volumenrccopilado por la misina aulora (Noveio. 1987) y el arti'culo de A. Hijar(1987).

19. Asi R. Nicio (1988: 194-195).20. De acucrdo ciwi esta situaci6n diversas revisiones recienles sobre los estudios

de la clasc obrera mexicana mencionan este tema solamente de manera muymarginal (Dc la G;irza, el. al., 1986; Urteaga. 1988; Nieto. 1988; Trejo.1989); veasc lambien De laGarza (1989: 124-127).

21. Sin embargo se produjeron pocos estudios publicados. tales como los de E.MaiToqum (1985) yE.Nivon (1989).

22. Estos recibieron un cierto impulso a cau.sa de la catastrofe de San Juanico (verMonsivais. 1985). y del terreincto en la ciudadde Mexico (ver los articulosreiinidosbajo"EI sismode septiembrey lavida en la ciudad"por la revistaCiiadcmos polflicos. mini. 45, 1986. y el estiidio de I. Marvan y J. A.Cuevas, 1987). En ntimcrosos estudios sobre el movimiento urbaiio popularse toca el tema (ver el nilmero monografico dc la rcvisla Nucva amropolo-gfa, vol. IV. 1984. num. 24 y cl apartado tilulado "Ln ciudad dc Mexico:liistoria. problcmas y perspectivas" de la revista Iztapalapa, ano 4. 1983.num. 9). pero easi siempre solo de manera descriptiva.

23. En este sentido opinan E. F. Quintal (1988: 558) y J. L. Sariegp (1988:231-233). Ell su revision de esiudios publicados sobre la cuestion urbanaen \a Re\i:ilanicwicancidcsociologfa. A. Ziccardi (1989: 292-299)no tocael tema en euestion. Una cxcepciiSn al respeflo constituye la reciente obradeL.Arizpe(1989).

24. N. Garcia C. (1982). A. Aziz (s.f.).25. Ejemplos proporcionan el nunierc monogrifico de la Revista mexicana de

cicncias poliiicas y sociales (vol. XXV. 1979. num. 95-96) y el volumenrecopilado por A. Chamorro (1983).

26. Vcr J. L. Najenson (1979) y A. Colombres (1982) como ejemplos tempranos.27. Esto no deja de extranar, especialmeiite si se recuerda el entiisiasmo genera-

iizado que habi'an provocado los escritos dc P. Freire. que hubieraii podidoconstituir excelentes piintos de partida.

28. Vcr el nuniero monogral'ico dc la revista A (Azcapotzalco) sobre "Rasgos delaculuirapo!fticaenelMexicocontempor^neo"(vol. IX, 1988, niim. 23-24)yE. Krot7.(1990).

29. Ejemplos se encuentran en practicamente todas las revistas especializadas enclencias sociales. Pueden verse tanibiiSn los trabajos de R. Bartra (1986;1987).

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Estebaii Krotz

30. Aqui fue importante la recopilacidn publicada por G. Boiilil (1980) con ellitulo Utopia V revohtcion y los debates en torno a ella.

31. Botdn de muestra son los lextos de G. Aguirre Beltrin (1983:333 y ss.; 1989),DeG. Bonfil (1987) yde H. Diaz-Polanco (1987).

32. Para esta ultima, ver Hame! y Munoz (1986) y Munoz (1986; 1987).33. Una revision ofrece C.Garma (1988).34. Un ejemplo constituye el ensayo de M. Lagarde (1988); ver tambien diversos

articulos de los nt'imeros monograficos respectivos de las revistas NtievaAnlropologi'a (vol. vi!i, 1986. num. 30) y Sociologica (ano 4, 1989. niim.10).

35. G. Bonfil (1982), N. Garci'aC. (1987).36. Las revistas Coinunicacion y cultura (que no parece seguir publicandose) y

Estudios sobic lus culturas contemporiineas contienen analisis sobre estali'nea lem^tica.

37. Asi. por ejemplo, los trabajos de A. Lka (1984), J. Tapia (1986). J. P. Viqueira(1987) yJ.Broda (1989).

38. Sintomatico es aqui el trabajo varias veces reproducido de P. GonzdlezCasanova (1987) sobre "Sisteniayclaseen los estudios de AmericaLatina".publicado por priniera vez en 1978.

39 Como es sabido. los textos de Griimsci circula(ba)n en muchas ediciones mtiydiversas y a menudo reeditadas. Entre las instituciones que publicabantrabajos sobre y a partir dc cllos hay que niencionar de manera especial ala Universidad Autdnonia de Pucbla. tanto por sus antologi'as como por surevista Dialeclica.

40. Esto vale particulamiente para la equivocada apreciacion de Gramsei comoadmiradorde la cultura popular [ver para esto Cirese, 1979].

41. Asf. por ejemplo. O. Qulroz(1980: 65).42. C. Garci'aC. (1984).43. Es editada desde hate casi un lustro por la Universidad de Colima. Es

pertinente senalar aquique trabnjos interesantes han sido publicados tam-bien en algunas revistas editadas por instituciones religiosas. tales aimoCliristus. Cristiariisnio y sociedcul. Niicsiro sigh y Esiudios ecuminicos.Por orra parte acaba de anunciarse el primer niimero de la nueva revistamultidisciplinaria Religiones kninoaniericanas.

44. Entie estas estan las revistas mensuales Nexos y Vuelta. el suplementodominical La Jornada semanal y diversas revistas iiniversilarias generales.

45. Fueron editados por el "Taller de investigacion en comunicaci6n masiva" dela Universidad Autonoina Metropolitana-Xochimilco.

46.Gim^nez(1987; 1988).47. Entre 6stas est̂ 4n las Direcciones Generales de Culturas Populares y de

Educaci6n Indigena de la Secretaria de Educaci6n Publica, asi comodiversas secciones de! Instiiuto Nacional de Bellas Artes y del InstitutoNacional Indigcnista. Tambien podria preguntarse aqui per lo que sucedeen los numerosos muscos (con la llaniativa excepcidn del Museo Nacionalde las Culturas Populares) y biblictecas del pais. Un caso aparte constituyeel llamado "Programa Cultural de las Fronteras".

48. V6anse desde esta perspectiva las secciones "Clases, ideologia y politica" y"Cultura e identidad" de la Revista mexicana de sociohgia (niimeros E^8y 3/89. respectivamente) e "Ideologia politica" de la revista Iztapalapa(nuineros 12 y 13).

49. L. A. White (1975).

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