cuento breve fantástico

El niño y el viejo R F G

EL NIÑO Y EL VIEJO

Cuento breve fantástico

Copyright © by Rubén Feldman-González

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EL VIEJO

El viejo despertó temprano. Con un gemido, se sentóen la cama, tomó su vaso de agua ya listo junto a lacama con su medicina antihipertensiva yantidiabética de la mañana.

No abría los ojos. Todos los movimientos eran con losojos cerrados. Había visto demasiado.

Se irguió con otro gemido y abrió los ojos. Cada díaveía las cosas más nubladas.

Un vendaval de tristeza había borrado todas sus dudasy sus preguntas.

Le dolían las rodillas y las caderas, así como suhombro izquierdo.

Fue al baño y pujó mucho para orinar durante quinceminutos. Luego se miró al espejo acercándose mucho.Le impresionaron sus profundas ojeras azuladas y unpelo naciendo del centro de su nariz. Algunos peloslargos sobresalían de sus fosas nasales, otros colgabande sus orejas.

Murmuró: ochenta y tres años pero mi corazón sigueteniendo veinte.

Miró con tristeza las múltiples arrugas de su rostro:Las que nacían del ángulo externo de sus ojos, las que

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rodeaban su boca, descendiendo de los costados de sunariz, las que fruncían su entrecejo y aquellashorizontales y largas de un lado al otro de su frente.

Las de los ojos me nacieron por no querer ver tantohorror, las del entrecejo por tener que verlo sin remedioy sin poder escapar, las de la boca por callarme siemprelo que quise decir, y las de la frente por sorprendermede que nadie parece ver nada.

Se tocó la hernia del ombligo. Retiró la manorápidamente, muy dolorido. Creo que mi hora estámuy cerca -se dijo-

Se vistió lentamente y hurgó en el piso del roperohasta encontrar la inmensa valija. La sacó y la pusosobre el piso del cuartucho.

La abrió lentamente con una torpeza que se gestaba ycrecía día a día por su miopía y por la artritisavanzada de sus manos. Se sofocaba con el esfuerzode estar en cuclillas. Se mareaba por falta de aire.Sintió relámpagos de dolor en los pies. Contempló loscien paquetes intactos, cada uno con doscientosbilletes de cien dólares .

Dos millones de dólares genuinos que habían estadoen esa valija por más de treinta años ya. Pensó quedebía tomar pronto una determinación. !Qué hacercon tanto dinero desvalorizado con las décadas!

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EL NIÑO

El niño tenía que llevarle el desayuno al viejo antes deir a la escuela. La mañana estaba fría y lluviosa. ¿Paraqué levantarse tan temprano? Hoy el viejo podíaesperar. La escuela también.

El viejo le daba al niño cincuenta dólares por mes paraque le llevara el desayuno y la cena. Una pequeñafortuna, considerando el cambio a la moneda nacional.

"Si el viejo no se muere pronto, voy a poder comprarun auto de segunda mano." -pensó el niño-

Ahorraba casi todo el dinero. Gastaba solamente enbarras de chocolate. Dos o tres por semana. A veces lecompraba una barra de chocolate a la niña de sussueños, pero ella nunca se lo aceptaba. “Más para mí”le decía a la niña, simulando rabia para ocultar suembarazo y su tristeza.

El viejo ya no podía caminar hasta el asilo de ancianos,pero todavía pagaba. El niño era el intermediarioentre el asilo y el viejo solitario, que agonizaba en supequeño cuartucho. El niño sonrió, bien tapado con lascobijas de la cama, recordando una conversación conel viejo:

"¿Cuántos años tienes viejo?"

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Mil -Respondió el viejo-

"Ahora veo por qué hay tantas arrugas en la piel de tucara."

El viejo macho sintió que no debía mostrar su tristeza.

Tengo más arrugas en las bolas, aunque ya no me lasveo porque me las tapa la panza, y la hernia delombligo, que se me revienta cualquier día de éstos.

El niño rió sin ninguna culpa otra vez, en la cama. "Nose va a morir ese viejo, por un día que pase sin sudesayuno."

"¿Y cómo te llamas? "

El viejo, dime el viejo.

"¿Por qué no me dice su nombre de una vez?"

A mi edad es mejor olvidar el nombre. Trae malosrecuerdos.

"Cuénteme la historia de sus viajes."

¿Otra vez ?

"Sí, me da mucha risa."

En cambio, yo lloro cuando me acuerdo.

El niño volvió a reír en la cama, de sólo recordar lastonterías que decía el viejo.

Recordó: "Enséñeme a hablar con una niña de quinceaños. Ella nunca me mira ni me contesta cuando lehablo. "

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Olvida eso. Ella ya piensa en un muchacho de veinte. Tútienes doce solamente. Cuando encuentres la que espara tí, ella hablará todo el tiempo.

Se sintió un poco culpable. Se levantó de un salto.Dormía vestido, por el frío. Fue al asilo a buscar eldesayuno del viejo. Todavía no eran las cinco de lamañana. En la calle pisaba los charquitos de aguacongelada para sentir su crepitar como una queja.Recordó que no había tomado el vaso de agua de lamañana, como su padre, siempre lejano, le habíarecomendado.

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DOÑA GERTRUDIS

Gertrudis Cunningham había heredado el asilo de suabuela. Ahora ella misma era una abuela. Habíaocurrido de pronto. Una mañana se despertó y una desus hijas le dio la noticia por teléfono. Era ya abuela.Mientras arreglaba las viandas en el bolso del niño,éste le preguntó:

"¿Qué sabe usted del viejo, Doña Gertrudis?"

Sé que me da trecientos dólares por mes para sucomida. Para mí es un buen negocio. El pobre se estámuriendo y come muy poco.

"¿Y es de aquí, como él mismo dice?" -volvió apreguntarle el niño-

Sí. -Dijo Doña Gertrudis-

Nació aquí. Su padre era del Norte y se lo llevó de niñocuando murió su madre nativa. Cuando cumpliósesenta y seis años, regresó y desde entonces le lleganlos cheques de su jubilación desde el Norte. El viejocobra setecientos dólares por mes. Es un millonario. Nosé qué hace con tanto dinero, ya que no sale de sucuartucho.

El Niño quedó silencioso y meditativo. Pensaba en elviejo con algo de compasión. Ese viejo le caía bien.

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Siempre me hace reír - Dijo el niño-

Es un grosero. Un día, cuando todavía podía venir abuscar su comida, me dio una nalgada. Pero lo insultétanto, que nunca lo volvió a hacer. -Sentenció DoñaGertrudis extendiendo el bolso de comida ya listo.

El niño caminó apresuradamente las diez cuadrashasta el cuartucho del viejo. Golpeó la puerta demadera resquebrajada. El viejo abrió la puertalentamente, mirando el bolso. Desayunaron juntos,como siempre. El viejo decía que podía no terminarese inmenso desayuno.

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SOBREMESA

El niño terminó de comer y llevó los platos y tazas albaño para lavarlos. Se detuvo al ver la inmensa valijacerrada en medio de la habitación, al pie de la cama. Elviejo había atado varias cuerdas alrededor de la valija,para asegurar el secreto y el hermetismo.

"¿Se va de viaje, Viejo?"

No niño, pero tenemos que encontrar un lugar seguropara esa valija. ¿Con tu madre estará segura?

"No Viejo, mi madre sigue trabajando en el burdel.Viene de vez en cuando, limpia, ordena, me cocina lacomida para varios días y vuelve a irse sin decir nada.Si no hace eso, mi papá no le da ningún dinero."

¿Con tu papá estará segura la valija? -Le volvió apreguntar el Viejo-

"No." Se la pasa en el camión y aún duerme en él. Aveces duerme en algún motel, cuando encuentraalguna muchacha compasiva en el camino.

¿Qué hacemos con esta valija niño? Me voy a morir muypronto.

"¿Qué hay en ella?" -Le preguntó con impaciencia elniño-

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Miles de tristezas encerradas - Musitó el viejo-

"Hable en serio viejo. ¿Qué hay en la valija que tanto lepreocupa asegurar?"

Me tienes que prometer que la abrirás cuando cumplasdieciocho años de edad. Antes de esa edad no es justosufrir tantas tristezas.

"Se lo prometo. ¿Qué hay en ella?"

El viejo en silencio miró al niño a los ojos y dijo:

Dos millones.

"¿Dinero?" -Preguntó el niño aún más fascinado.-

Dinero -Dijo el viejo en voz baja.

"Eso es alegría." -Respondió el niño-

Tú no sabes nada, nada, nada. Vete. No llegues tarde ala escuela.

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ATARDECER

El cielo azul plomizo dejaba ver en el oeste una franjaroja sobre el horizonte. Sin embargo, llovíapesadamente todavía. Explotaban las burbujas deagua en el suelo. Pronto se formaba una capa fina dehielo. El vendaval sureño a veces gemía contra lascasas grises del atardecer.

¿Estás mojado hasta los huesos" -Dijo el viejo-

"Sí." Dijo el niño un poco enojado con el temporal.

"El tiempo está tan loco como el mundo.

"Aquí está su cena. Más vale regreso a mi casa paraponerme ropa seca y meterme en la cama. Si no hagoeso, me pescaré un tremendo resfrío."

"Sí." Dijo el viejo, resignado a cenar a solas.

"Pero toma este paquete. Es para ti. Cuando me muera,usa uno o dos de esos doscientos billetes para que meincineren. Ahí tienes veinte mil dólares"

El niño atónito, tomo el dinero, lo puso bajo la camisay se alejó. Estaba demasiado asombrado como parasiquiera despedirse. Caminó bajo la lluvia hasta lacasa, pero no entró. Se quedó mirando la línea roja delhorizonte occidental, al final de la calle, pensando

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pensamientos demasiado grandes para recordar. Unavez dentro de la casa se quitó la ropa, se secó con unatoalla, vigorosamente y se metió en la cama. Puso elpaquete bajo la almohada.

"Iré a la gran ciudad y compraré cuantas mujeresquiera. Serán las mejores No les diré nada, para queno sepan que no sé qué decirles. Iré a comer a losmejores restaurantes con todas ellas. Pediré pizza ycerveza, como mi papá.”

El niño se dejó arrastrar por la imaginación:"Compraré un automóvil nuevo. El viejo es el que nosabe nada. ¡Miles de tristezas encerradas!... viejo loco"

Se durmió pronto, muy temprano en la noche, en lahabitación vacía. Soñaba que volaba, por sobre lostechos de la ciudad, bajo la lluvia. Llevaba de la mano,volando, a la niña que durante el día no le dirigía lapalabra.

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LARGO DESAYUNO

Ambos despertaron muy temprano al amanecer. Elniño en el dormitorio frío y vacío y el viejo en sucuartucho lleno de cosas ya inútiles... Ya juntos para eldesayuno, el niño dijo:

"Ya es hora de que pongamos todo en claro. Si esedinero es suyo... ¿Por qué vive de esta manera tanmiserable?"

Ese dinero es de la Oficina Central. -Dijo el viejo-

"Qué es eso de la Oficina Central?" -Insistió el niño-

Nadie sabe. Sólo le llaman la Oficina Central y los quetrabajábamos allí tampoco sabíamos lo que hacíamosni para qué servía la oficina.

Cuando me fui de aquel país, me dieron la valija,después de hacerme firmar diez mil papeles que nuncaleí, porque tenían la letra muy pequeña y las palabraeran raras y muy difíciles. Me dijeron que pronto sepondrían en contacto conmigo para darme órdenessobre el dinero.

Les dije que me iba a Italia, pero me vine para acá. Yahace más de treinta años que cambio de dirección,siempre viviendo miserablemente, sin gastar ni unbillete, por las dudas estuviera registrado. Siempre

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pensé cómo iba a gastarlo en el futuro. Pero el futuronunca llegó. Lo que llegó es la muerte, que me andarondando.

"¿Nunca supo para qué era el dinero?" -Dijo el niño-

Nadie supo nunca para qué era el dinero. Dos millonespara ellos no es nada. Se deben haber olvidado de él.

"¿Y cómo sabe que se va a morir?"

Escucho el violín del ángel de la muerte que se acerca,lo escucho a pesar de los tapones de cera en mis oídos ya pesar del dolor que ya no me permite escuchar nada.

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LA NIÑA

Pensaba en ella mientras iba para la escuela. Pensabaen ella casi todo el tiempo, sin darse cuenta.

"Quince años, tres años más que yo."

Pensaba en sus labios turgentes, sus ojos obscuros, sucabello renegrido, su piel de lechemiel. La vió y legritó:

"Te invito a cenar." Ella ni lo miró. El volvió a gritar:

"Te invito a la gran ciudad. Vamos en avión."

Ella miraba el suelo. El miraba las piernas delgadas,lisas y brillantes de ella, que aceleraban el paso.

"Siento que el cuerpo me queda chico" -Pensaba-

"Estoy impaciente, puedo comprar lo que quiera, perono sé lo que quiero. Puedo ir muy lejos, pero prefieroquedarme aquí mismo, cerca de ella. Puedo comprarun automóvil, pero pronto llamaría la atención detodos. Todos me preguntarían de dónde he sacado eldinero. Empiezo a entender eso de las tristezas."

Buscó a la niña y se encontró con sus ojos, mirándolo.Quedaron mirándose por un instante.

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Ninguno de los dos supo qué decir. El se estremeció depies a cabeza. Ella se fue corriendo. El dijo: "Dos miltristezas"

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LA MADRE

El niño llegó a la casa a las tres de la tarde, después dela escuela. Allí estaba la madre, quien ya habíalimpiado la casa y ahora cocinaba Spaguetti

Tendrás comida para una semana -Dijo la madre, sinmirar al niño-

"¿Por qué no te vienes ya a vivir a la casa?"

La vieja me quiere en su casa, con las otras chicas, asínos puede sacar todo el jugo por allá abajo.

"¿No te aburres de acostarte con tantos hombres?"

No son hombres, son espectros. Un hombre que pagapara acostarse con una mujer es un espectro.

"¿Papá es un espectro?"

Tu padre es el espectro más feo.

"¿Cuándo regresarás?"

Pronto, si sigo viva

"¿Estás enferma?"

No, pero mi profesión es muy peligrosa.

"El Viejo me dio un año de sueldo adelantado,seiscientos dólares." -Mintió para ver la respuesta desu madre.-

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Préstame quinientos -Dijo la madre-

El ya había previsto lo que iba a suceder. Sacóseiscientos dólares del bolsillo y le dio quinientos a sumadre.

¿Qué harás con esos cien dólares? Es mucho para ti

"Me voy a comprar una casa" -Dijo él enojado-

No seas impertinente -Replicó la madre-

"Yo soy lo que quiero ser. Tú no eres mi madre. Eresuna puerca."

La madre le arrojó la inmensa cuchara que tenía en lamano. Pegó en la espalda del niño que se tapó la cara ytorció el tórax. El niño salió corriendo. Gritó: "Puta ypuerca."

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EL LLANTO

Estuviste llorando -Dijo el viejo-

"Mi madre es una puerca. Me sacó quinientos dólares"

Porque tú se los mostraste.

"Hace cualquier cosa por el dinero".

Entonces es como todos.

"Mi padre y yo no somos así."

Tu padre se pasa la vida encerrado y durmiéndosedentro de un camión por dinero. Niño, dime si hay algomás parecido al infierno.

"Yo no conozco el infierno."

Entonces no sabes ni dónde estás. Yo creía que sí,porque hablas como un demonio. Le llamas puerca a tumisma madre. Con esa palabra la invitas a que lo sea.Tú tienes tanta culpa como ella. A Jesús le llaman'Salvador' y luego salvó a la humanidad. Tú la llamaspuerca a tu madre y luego ella será puerca.

"Esas son puras tonterías, las que usted dice." Dijo elniño a punto de llorar. Admiraba al viejo porque decíamuchas verdades con pocas palabras.

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Ahora el niño va a llorar -Dijo el viejo lenta yburlonamente.

El niño lloró largamente. El viejo no decía nada.

El viejo buscaba las palabras distraído por el dolorosollanto del niño.

Aprende a vivir en el valle de las lagrimas.

"¿Cómo?"

Llora, pero ocúpate de la salud, del estudio, del trabajo,de la amistad y del amor.

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EL PADRE

El padre llegó por sorpresa, como siempre, con unainmensa pizza para comer a la salida de la escuela. Esaera la manera acostumbrada en que su padreregresaba.

El niño sonrió suavemente, como sonríen las estrellasal amanecer cuando llega el sol y ellas puedendescansar. No pudo esperar y preguntó:

"Papá ¿Qué harías con dos millones de dólares?"

Ah! -Dijo el padre mirando el cielo azul de la plazamientras se llevaba la pizza a la boca inmensamenteabierta. Continuó:

Ya no más camiones, ya no más trabajo. Me dedicaríasolamente a Dios y quizá iniciaría una iglesia, de la queyo sería sacerdote.

" ¿Hablas en serio papá?"

Sí, hijo. Ya estoy cansado de las mujeres que hoy teaman y mañana te insultan, hoy te alaban y te admirany mañana te invalidan y te desprecian. También estoycansado del trabajo del esclavo. Siempre trabajas paraque otro sea rico. Quisiera que crezca el Espíritu Santoque albergó el cuerpo de Jesucristo.

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El niño se quedó en silencio. Miraba comer a su padre.El padre comía con voraces ganas, con verdaderohambre y gusto. Se le despertó el apetito de ver comerasí y él también comió de la pizza grande. Amboscomían con placer y pronto olvidaron todo sobre eldinero. De vez en cuando se miraban a los ojos ysonreían con cariño. El silencio de la comunión en paz,hablaba más que las palabras. En ese silencio, con elestómago lleno, descansando junto al padre bueno,era muy fácil vivir.

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El OTRO PADRE (JUAN)

El padre Juan esperaba al niño cada sábado. Comíanjuntos en silencio y el niño pasaba allí la noche paraoficiar de monaguillo en las misas dominicales. Elpadre Juan le había dado el día libre a Doña Claudia, susirvienta de confianza. Al terminar la sobria cena, conabundante vino tinto para el padre Juan, éste dijo: Hecomprado ropa para ti.

Fue a su habitación y regresó con varias cajas.Abrelas -Dijo el padre Juan.

El niño abrió una caja y se encontró con ropa de niña.Una minifalda, sandalias femeninas de muy altostacones finos, un corpiño de sostén relleno de algodóny una gorra de jockey en la que se leía la palabra'bella'. Por curiosidad, el niño abrió otra caja. Ropainterior femenina, una botellita de colonia, unapulsera y un collar de perlas baratas. Había areteshaciendo juego. El niño miró al padre Juan con temor.El padre Juan era una de las muy pocas personas queconocían su solitaria y difícil situación.

Tú te pones esa ropita y esta noche te casas conmigo ensecreto. Te puedes venir a vivir conmigo. A Claudia ledejamos solamente la limpieza de la iglesia.

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El niño sonrió creyendo en una broma. Pero vió losojos entrecerrados por el vino, que miraban su bocacon deseo.

Dame un beso -Dijo el sacerdote-

Con la mano izquierda sostenía la copa de vino y conla derecha acarició el cuello del niño desde la orejahasta el hombro.

Con los ojos nublados por las lágrimas y el terror, elniño salió corriendo.

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LA MUERTE ESTẤ CERCA

El primero en saber de ese extraño episodio fue elviejo.

No debes regresar a la iglesia.

"Pero es que mi madre le prometió a mi padre queyo iría a misa cada domingo."

¿Y si no?

"Si no voy, mi padre la deja sin dinero".

Ella tiene su antiguo trabajo. - Dijo el viejo-

"Pero es que ella quisiera que lloviera el dinero."

Le lloverá de ti

"No Viejo, yo no sé ni cómo empezar a esconder esedinero, mucho menos gastarlo sin terminar preso."

¡Cobarde!

"Usted no lo gastó en más de treinta años!"

Sin saberlo, lo estaba guardando para ti

"El dinero ya es suyo, se lo merece"

Claro, pero me estoy muriendo y quiero que sea tuyo.No hay otro ser humano tan bueno como tú.

"Yo soy tan bueno como el SIDA."

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El viejo rió y luego comenzó a toser. El niño se percatóde su soledad en este mundo loco. Tenía y no teníapadres. Tenía y no tenía ganas de quedarse con eldinero del viejo. Ahora tenía y no tenía a Dios. Mirótoser al viejo por largo rato.

"Quisiera cambiar de lugar contigo, viejito."

Me gustaría morir y que tú fueras un niño solitario, unniño sin esperanza, pero con dos millones de dólares.

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EL DESPERTAR A LA SOLEDAD

Llegó hasta la escuela, pero decidió no entrar. ¿Paraqué escuchar a la maestra si el mundo se había vueltoun lugar no apto para niños? ¿Para qué enamorarse dela niña si el ochenta por ciento de las parejas terminanseparadas? No podía tener amigos, porque podríansaber dónde vivía, extrañamente pobre y solo, en unlugar casi vacío.

O peor, podrían saber de su madre. Dios estabademasiado lejos, igual que su padre. El viejo era suamigo y su esperanza. Pero el viejo no iba a durarmucho. Caminó hasta el parque, demasiado grande yenormemente solitario. Quedaban los últimos pájarosque volaban hacia el norte, más cálido. "Qué será demí" -Pensó el niño-

Sentía los latidos de su corazón en la cabeza, en mediode su silencio de niño aislado, de niño triste, de niñoabandonado, de niño olvidado. Hubiera querido llorar,pero era macho. Las lágrimas cruzaban su cara.Escuchó las campanas de una iglesia y se le heló lasangre pensando en el padre Juan. Resonaba el golpedel metal en el silencio de la mañana. Había nacidosolo y no lo recordaba. Moriría solo, prefería nopensar en aquello.

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LA GRAVITACIÓN DE DOS SOLITARIOS

Tendrías que estar en tu escuela -Dijo el viejo confirmeza-

"Necesitaba hablar con alguien."

Para eso están las escuelas. -Gimió de dolor el viejo-

"¿Se siente mal?"

Me siento tan mal que ya no me doy cuenta.

Ambos sabían que el viejo moriría pronto. "¿Quéharemos con el dinero?" -Dijo el niño-

El viejo sonrió. Ya te sientes dueño del dinero. Ya eshora.

"Cuénteme su vida y ayudeme a entender cómo puedoesconder y gastar el dinero".

Ya olvidé mi vida. Ahora espero la muerte.

"Usted es un viejo solitario y triste como toda la genteque conozco. Alguna vez tiene que haber tenido hijoso hijas, novias y esposas."

Uno nunca tiene nada. Todo nos lo presta Dios.

"¿Cómo se las arregló para perder todo?"

Siendo un traidor a mí mismo. Amando a los que meodiaron, trabajando en algo que odiaba, callando lo

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que tenía que haber dicho, hablando tonterías,escuchando estupideces horribles, sufriendo loinsufrible.

"Pero usted siempre me hizo reír con sus historias."

Claro niño, porque nos da risa la desgracia ajena.

Quedaron largo rato en silencio. Ambos miraban lavalija rodeada de cuerdas firmemente atadas. Ambosquerían hablar pero no podían.

Este es un mundo muy loco. Hay que vivir en él sinvolverse loco. -Dijo el viejo-

Hubo una pausa. El niño trataba de digerir lasverdades del viejo.

Hace más de treinta años me dieron ese dinero paracrear desorden en este país. Hoy todavía crearíadesorden a pesar de las devaluaciones. Y agregó: ¿Notienes aspirinas? me está matando el hombro de dolor,junto con el de las rodillas, la cintura, las manos y lospies.

El niño rabiosamente, vengativamente, dijo no.

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RFG

OTRAS OBRAS DEL AUTOR• La Adolescente Enterrada -Novela Psicohistórica.• Charity Collins-Esclava - Novela • Aristandro. El mejor de los Varones - Novela• Proyecto Icaro Uno• La Araña en los Juguetes• La Psicología Holokinética (El único paradigma

científico en psicología)• Psicología del Siglo XXI• Psicología Cristiana• Lo Profundo de la Mente• La Mente y la Realidad Indivisa• La Completa Encarnación• El Libro de Éfeso• La Mente También es Percepción Unitaria (Incluye:

La Pasión por el Silencio) • Jesús del Desierto y Sermón del Desierto.• De la Prehistoria a la Atemporalidad• Mis Diálogos con Jiddu Krishnamurti• Mis Encuentros con David Bohm

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