crÓnica de 1312, el aÑo del rey emplazado y de...

CRÓNICA DE 1312, EL AÑO DEL REY

EMPLAZADO Y DE OTROS ASUNTOS

FRANCISCO SUÁREZ SALGUERO

~ 1 ~

Francisco Suárez Salguero ha compuesto estos escritos esmerándose en ofrecer

la crónica cronológica que el lector podrá aprovechar y disfrutar. Lo ha hecho

valiéndose de cuantas fuentes que ha tenido a mano o por medio de la red in-

formática. Agradece las aportaciones a cuantas personas le documentaron a tra-

vés de cualquier medio, teniendo en cuenta que actúa como editor en el caso de

algún texto conseguido por las vías mencionadas. Y para no causar ningún per-

juicio, ni propio ni ajeno, queda prohibida la reproducción total o parcial de este

libro, así como su tratamiento o transmisión informática, no debiendo utilizarse

ni manipularse su contenido por ningún registro o medio que no sea legal, ni se

reproduzcan indebidamente dichos contenidos, ni por fotografía ni por fotocopia,

etc.

~ 3 ~

A MODO DE PRÓLOGO O PÓRTICO

UN AÑO CON SUS PASIONES

Era sábado el día 1 de enero del año 1312, bisiesto y con sus pasiones, en el que ahora

nos adentramos. Como todos los años, éste tuvo también su obituario, empezando en

nuestros relatos con el de Isabel de Villehardouin, princesa de Acaya, siendo otras mu-

jeres a las que nos vamos a referir con ocasión de su muerte, Teresa Gil, ricahembra de

Castilla, y la austriaca Isabel de Tirol.

De hombres destacan en las siguientes páginas, por ser 1312 el año en que murieron,

el rey Fernando IV de Castilla y León, Sancho de Castilla el de la Paz, Piers Gaveston,

Guido della Torre, los duques Arturo II de Bretaña, Otón III de Baviera y Juan II de

Brabante y de Limburgo, los cardenales Giovanni Minio y Landolfo Brancaccio, el con-

dotiero Malatesta de Verucchio, el infante Alfonso de Portugal y Raimundo Ponte, muy

destacado prelado dominico, uno de los que tuvo que ver con el hecho de suprimir a los

templarios, sobre quienes se ve en este año el Concilio de Vienne, en Francia.

Personajes destacados en este año hubo algunos, por ejemplo el navegante genovés

Lancelloto Malocello, que redescubrió en el Océano Atlántico las Islas Canarias. A él se

debe el nombre de una de estas islas, la de Lanzarote. Parece ser que su muerte se deba

a trágicas circunstancias, pero no en este año sino en 1372, no siendo pocas las dudas

históricas acerca de este personaje.

Geográficamente hablando y en cuanto a catástrofe natural en 1312, a 1 de mayo,

puede mencionarse que se registró un considerable terremoto (6,7 grados en la escala

Richter) en la egipcia Península del Sinaí, a 50 kilómetros al este del Golfo de Suez y a

45 kilómetros al oeste del Golfo de Acaba.

En lo literario hubo también cosas destacables. Por ejemplo, apareció la obra anónima

andalusí titulada Fastos de la nación beréber, en la que el autor reproduce íntegra-

mente el capítulo de Ibn Hayyan (987-1075) que trata sobre las relaciones de Córdoba y

el norte de África en tiempos del califato omeya en Al-Ándalus.

De otra parte, Ibn Idari al-Marrakuhi o el Marrecoxí, terminó la redacción de su obra

en árabe Al-Bayan Al-mugrib fi ajbar Al-Andalus wa-l-Magrib, historia o crónica acerca

de los acontecimientos ocurridos en el Occidente islámico, comprendiendo Al-Ándalus

y el Magreb hasta 1269. Es una obra de gran interés y a tener en cuenta para la historia

de España, una obra del siglo XIII o sobre este siglo escrita en Marruecos.

El descubrimiento de esta obra se debe al arabista Reinhart Dozy (1820-1883), quien

se sirvió de un manuscrito existente en la biblioteca de Leiden (Holanda), un manuscrito

procedente de Marruecos, que consta de 160 folios, del que cree Dozy que se hizo copia

en el siglo XVI, sabiéndose que su autor escribió la historia sobre todo durante los si-

glos XII y XIII, faltando las hojas primeras y últimas, de narraciones en los finales del

siglo X y hasta en el siglo XI. El arabista Francisco Fernández y González (1833-1917)

publicó la traducción de parte de esta obra. Además de Al-Bayan Al-Mughrib se han ido

encontrando con el tiempo otros varios manuscritos sobre la historia del Califato de

~ 4 ~

Córdoba, no faltando también, de algún otro autor, además de Ibn Idari, manuscritos e

historias relativas al Oriente islámico.

Del ámbito latino, concretamente italiano, podemos mencionar a Cecco Angiolieri,

autor de Si yo fuera fuego, siendo este autor un poeta medieval, contemporáneo de Dan-

te Alighieri, de vida entre los años 1260 y 1312 cuando muere. Perteneció a la escuela

de Toscana, que agrupó a representativos poetas populares, alegres y jocosos, de los que

Angiolieri es el más relevante o representativo. Su composición Si yo fuera fuego... (y

algunos versos en contra de Dante) son frecuentemente citados en antologías medie-

vales de lírica popular. La crítica actual sostiene que Cecco fue menos rebelde de como

lo presentan los románticos, los cuales reivindicaron con fuerza sus ideales. Está fuera

de duda, de cualquier modo, que vivió una vida poco conformista y bastante aventure-

ra.

Podemos destacar que el padre de Angiolieri era otro Angiolieri que a su vez era hijo

de otro Angiolieri llamado Solàfica (es decir, Seráfica), quien por varios años fue el

banquero del Papa Gregorio XI (1227-1241), y su madre fue Lisa de Salimbeni, pro-

veniente de una poderosa familia de Siena.

En 1281 estaba Cecco Angiolieri entre los güelfos (partidarios pontificios) de Siena,

cuando la ciudad estuvo asediada por los gibelinos (partidarios imperiales). Hubo no

pocas vicisitudes y asuntos propios de las tensiones bélicas (y económicas) al respecto.

Se sabe que Cecco fue padre de al menos cinco hijos y que amó extraordinaria y cons-

tantemente a una tal Becchina, hermosa hija de un zapatero.

“Si fuese fuego, haría arder el mundo”, decía y escribía Cecco, muy sonetista él. A

comienzos del siglo XIV, estando la poesía dominada por el “dolce stil novo”, repre-

sentativo del amor expresado con imágenes de gran delicadeza y dotadas de mucha ele-

gancia, el irreverente Cecco Angiolieri compuso versos de fuerte provocación elogiando

las pasiones terrenas, marcando el improperio hacia la profanación de las convenciones.

Cecco Angiolieri

~ 5 ~

AÑO 1312

~ 6 ~

PRINCIPADO DE ACAYA

ÓBITO DE LA PRINCESA ISABEL DE VILLEHARDOUIN

El óbito de Isabel de Villehardouin, princesa de Acaya,1 ocurrió a 23 de enero de este

año 1312, habiendo sido la hija mayor del príncipe Guillermo II de Villehardouin2 y de

Ana,3 su segunda esposa, que era la tercera hija de Miguel II Comneno Ducas, déspota

de Epiro. Isabel era de unos 50 años de edad.

El 28 de mayo de 1271 fue la fecha de la boda de Isabel con Felipe de Sicilia,4 hijo del

angevino Carlos I de Sicilia.5 Este matrimonio había sido predeterminado por el tratado

de Viterbo6 en mayo de 1267 entre Carlos, el exiliado Balduino II de Constantinopla

7 y

el padre de Isabel. Tomando ventaja de la precaria o residual situación del Imperio La-

tino frente al renaciente o incrementado poder griego, Carlos obtuvo los derechos sobe-

ranos sobre Acaya, y de otra parte los herederos de Balduino y Guillermo iban a casar-

se con los hijos de Carlos, y Carlos iba a tener la reversión tanto del Imperio como del

principado si las parejas no tenían herederos.

Felipe se convirtió en titular rey de Tesalónica en 1274, pero murió el 1 de enero de

1277, precediendo a su padre. Según el tratado, a la muerte del padre de Isabel, Gui-

llermo, en 1278, fue su suegro Carlos, quien lo sucedió como príncipe de Acaya.

Carlos murió en 1285 y fue sucedido por su hijo Carlos II.8 En 1289, sin embargo, en

el matrimonio de Isabel y Florent de Henao (príncipe consorte de Acaya entre los años

1 Correspondiente en lo geográfico a lo que hoy es en gran parte la península griega del Peloponeso. El

principado de Acaya, también llamado de Morea, como bien sabemos fue uno de los tres estados vasallos

del Imperio Latino de Oriente cuando éste reemplazó al Imperio Bizantino tras la conquista de Constan-

tinopla durante la cuarta cruzada o desde 1204. Se convirtió en vasallo del reino de Tesalónica, junto con

el ducado de Atenas, hasta que Tesalónica fue capturada por Teodoro Comneno Ducas, déspota de Epiro,

en 1224. Luego de esto, alcanzó Acaya ser un polo de poder en el contexto griego, destacando en muchos

aspectos.

2 Muerto en 1278 (fecha de interés).

3 Ana Comnena Ducaina, muerta en 1286.

4 Príncipe de Acaya hasta su muerte en 1277 (fecha de interés).

5 Muerto en 1285 (fecha de interés).

6 Italia.

7 Muerto en 1273.

8 Muerto en 1309.

~ 7 ~

1289-1297, cuando murió), ascendiendo Carlos II en su consideración de rey de Sicilia,

confirió a la pareja los títulos de príncipe y princesa de Acaya, a condición de que, si so-

brevivía a su marido, ella no volvería a casarse sin el consentimiento del angevino

Carlos II. Florent e Isabel tuvieron una hija, Matilde.9

Como príncipe de Acaya, Florent negoció el tratado de Glarentsa con el Imperio Bi-

zantino en 1290. La paz duró hasta 1293, cuando los griegos retomaron Kalamata.10

Florent, sin embargo, persuadió a Miguel VIII Paleólogo11

para su devolución. En 1296,

los griegos volvieron a tomar, en Arcadia (Morea), el castillo de San Jorge. Florent

estuvo sitiando por allí, pero murió en 1298 antes de alcanzar sus objetivos.

En Roma se casó de nuevo Isabel, a 12 de febrero de 1301, con su tercer marido en-

tonces, Felipe de Saboya, señor de Piamonte y convertido también en príncipe de Aca-

ya.12

Felipe tuvo como objetivo reconquistar la totalidad de la griega Lacedemonia.13

Se

parapetó como gobernante autoritario, teniendo así conflictos con los barones o mag-

nates de su reino. Trató de apaciguar a los barones de Morea, pero fue forzado a aceptar

un parlamento en 1304. El campesinado griego, aplastado por los impuestos, a continua-

ción, se rebeló a su vez. En 1306 Felipe e Isabel fueron citados a la corte del angevino

Carlos II de Nápoles. Felipe fue acusado de deslealtad y falta de apoyo a Carlos en una

campaña contra Epiro, e Isabel de no haber buscado el consentimiento de su señor feu-

dal antes de casarse con Felipe. Carlos los privó a los dos de Acaya y el 5 de mayo de

1306 la otorgó directamente a su hijo Felipe I de Tarento (que se convirtió así en Felipe

II de Acaya).14

Felipe de Saboya finalmente renunció a su pretensión de Acaya, el 11 de

mayo de 1307, a cambio de otro territorio. Isabel, se separó de él y se fue a vivir a He-

nao, sin dejar de afirmar su derecho al principado.

Como queda dicho, murió a 23 de enero de este año 1312, fecha posterior a que Felipe

de Saboya y Piamonte se volviera a casar. Matilde de Henao viene a convertirse en can-

didata y princesa de Acaya.

9 Matilde de Henao, que muere en 1331.

10

Hacia el suroeste del Peloponeso.

11

Emperador bizantino, muerto en 1282.

12

Muriendo en 1334.

13

O Laconia, al sur del Peloponeso.

14

Muriendo en 1331.

~ 8 ~

GERONA (CORONA DE ARAGÓN)

CONSTRUCCIÓN DE CATEDRAL

Con la decisión del cabildo capitular de Gerona, en la Corona de Aragón-Cataluña, a

29 de abril de este año 1312, se inició la construcción de su catedral, dedicada a Santa

María, en el estilo gótico, comenzando las obras por el ábside de tres naves con girola y

nueve capillas, bajo la dirección del maestro Enric (Enrique) de Narbona.15

15

Se irá viendo el desarrollo y el sucederse histórico al respecto, hasta el siglo XVIII, remitiéndonos de

momento a una ampliación de esta noticia, aunque de manera resumida o abreviada, en epílogo I.

~ 9 ~

JÁTIVA – SEÑORÍO DE VILLENA (CORONA DE CASTILLA)

BODA Y OTROS ASUNTOS OCASIONALES POR ESTAS FECHAS

En Játiva,16

señorío de Villena17

y Corona de Castilla, a 5 de abril de este año 1312, se

celebró y consumó el matrimonio de don Juan Manuel (30 años de edad) con su se-

gunda esposa, la infanta Constanza de Aragón (12 años de edad).18

Dándose esta ocasión, rindió Juan Manuel pleito homenaje19

a su suegro, convocando

en Játiva las primeras Juntas de Procuradores (asambleas consultivas con representantes

de cada localidad de su señorío de Villena, estando a la sazón representadas Villena,

Sax,20

Yecla21

y Almansa.22

De regreso a Alarcón23

con su esposa, a 21 de abril pidió dinero a su suegro para com-

prarle a la infanta Blanca de Portugal Palazuelos, Alcocer, Azañón, Viana y otros lu-

gares.24

16

En la actual provincia de Valencia.

17

En la actual provincia de Alicante.

18

Su primera esposa había sido Isabel de Mallorca, muerta en 1301, con 19 años de edad, hija de Jaime

II de Mallorca, muerto en 1311, y de su esposa Esclaramunda de Foix, sin que de esta esposa hubiera des-

cendencia, casándose ahora, en segundas nupcias con la mencionada Constanza de Aragón, cuya muerte

será en 1327, hija de Jaime II de Aragón, que muere también en 1327, y de Blanca de Nápoles, muerta en

1310. La descendencia de don Juan Manuel y Constanza fue la siguiente: Constanza (1323-1345, de quien

ya veremos historia y haremos consideraciones), Beatriz (muerta joven) y Manuel (también muerto joven

y, según Jaime II de Aragón, por haber sido criado según los criterios de los médicos judíos).

19

Ver o ilustrarse sobre esto en epílogo II.

20

Provincia de Alicante.

21

Provincia de Murcia.

22

Provincia de Albacete.

23

Provincia de Cuenca.

24

Sitios de la provincia de Guadalajara.

~ 10 ~

IGLESIA CATÓLICA Y REINO DE FRANCIA

EL CONCILIO DE VIENNE

Y SUS IMPORTANTES DETERMINACIONES

Como destacada noticia en este año 1312 está la de haberse clausurado el Concilio de

Vienne (Francia), en la catedral de San Mauricio, a orillas del Ródano, habiéndose pro-

longado entre el 16 de octubre pasado año y el 6 de mayo del reciente o presente, te-

niendo consideración de ecuménico.

Entre sus antecedentes –como bien podemos recordar– está el del conflicto que se ge-

neró en su momento entre el rey Felipe IV de Francia respecto al Papa Bonifacio VIII.

Téngase en cuenta que con Bonifacio VIII se alcanzó el más alto grado de poder auto-

ritario hasta el momento en la historia eclesiástica, cuando el Papa, mediante la bula

Unam Sanctam25

confirmaba la teoría, ya antigua como bien sabemos, de las dos espa-

das puestas en manos del romano pontífice, tratándose de la espada espiritual y la es-

pada temporal. Ambas espadas hacen referencia a los dos poderes característicos de es-

tos contextuales tiempos,26

el poder espiritual del Papa, que se encuentra por encima de

todos, y el poder temporal de los reyes, que está sujeto al primero y se ejerce en bene-

ficio del mismo. En gran parte, la bula fue una respuesta a las pretensiones políticas de

Felipe IV de Francia sobre la Iglesia. El rey arremetió contra el pontífice con una serie

de falsas acusaciones y lo indispuso con los súbditos de su reino. Bonifacio por su parte,

estando en la ciudad de Anagni, se disponía a escribir una carta de excomunión contra el

rey, cuando se presentaron Guillermo de Nogaret (consejero real)27

y Sciarra Colonna28

a la cabeza de un grupo de mercenarios, enviados por el rey Felipe, los cuales retuvieron

al Papa por casi tres días, hasta que los habitantes de la ciudad le liberaron.29

Bonifacio

moría un mes después, habiendo sufrido lo suyo.

25

Del 18 de noviembre de 1302.

26

Los tiempos medievales.

27

Que muere en 1313.

28

Que muere hacia 1329.

29

A este acontecimiento se le conoce históricamente como el atentado de Anagni.

~ 11 ~

Consideremos la política francesa de estos tiempos. Para sostener las constantes gue-

rras que el reino francés mantiene con otros señoríos y reinos vecinos, el rey Felipe IV,

pretendió hacer tributar al clero de sus dominios, lo que planteó señalados conflictos en-

tre los señores eclesiásticos y los oficiales reales, que en general se resolvieron en favor

de la jurisdicción regia, a pesar de las protestas de los obispos y del Papa. Es del todo

posible, y así hemos de considerarlo, que dentro de estos intereses se encuentre también

la causa de la reacción del rey Felipe contra los templarios por estar muy endeudado con

ellos y no poder pagarles, resultando además que la Orden del Temple posee grandes ri-

quezas, ciertamente ambicionadas por el monarca para solucionarse sus problemas e in-

crementar el tesoro real. A 13 de octubre del año 1307 ordenó el rey el arresto de todos

los templarios que se hallaban en territorio francés, siendo acusados de herejía. Los

arrestados fueron unos dos mil, figurando entre ellos el gran maestre, Jacques de Mo-

lay.30

La actuación del rey francés suponía una afrenta al Papa, de quien dependían direc-

tamente los templarios, pero el pontífice no reaccionó debido a las confesiones que Fe-

lipe IV le presentó como prueba para sospecha y posible condena. Dichas confesiones,

obtenidas bajo tortura, presentaban a los detenidos como culpables de los cargos de ido-

latría, sodomía, profanación de símbolos cristianos y negación de Cristo, entre otros.

Todo ello hizo que el Papa Clemente V publicara la bula Pastoralis praeminentiae, de-

cretando la detención de los templarios en todos los territorios cristianos.

Se fue imponiendo el dominio francés sobre la autoridad pontificia y su funciona-

miento que se veía del todo interferido. Aunque Benedicto XI (1303-1304), el sucesor

de Bonifacio VIII, excomulgó a los cabecillas y los que participaron en el atentado de

Anagni, absolvió al rey de Francia, sin ceder a las pretensiones del monarca sobre hacer

un juicio póstumo contra su predecesor. El Papa Benedicto XI murió a sus sólo ocho

meses de pontificado. Como sucesor fue elegido Clemente V, quien se muestra cierta-

mente débil ante la presión que sobre él ejerce Felipe IV, quien lejos de facilitarle el

gobierno se lo dificulta y entorpece, coincidiendo todo con que el Papa le hace muchas

concesiones al rey francés, permitiéndole hacer más fuerte su poder e injerencias sobre

los asuntos de la Iglesia.

Centrándonos, pues, en el noticiable asunto del Concilio de Vienne, su convocatoria

por parte del Papa Clemente V, que se hallaba en Poitiers, fue el 12 de agosto de 1308,

mediante la bula “Regnans in coelis”, bula que citaba como razones o motivos la dis-

cutida cuestión de la Orden del Temple, así como algunas cuestiones de fe, la reforma

de la Iglesia y la reconquista o cruzada de Tierra Santa, que seguía sin desecharse.

A la asamblea conciliar no fueron convocados todos los obispos, como es de costum-

bre, sino aquéllos concordados con el rey de Francia. En total, unos 230 obispos más 23

representantes de Órdenes religiosas y legados del rey. La mayoría de los presentes eran

franceses y en segundo lugar italianos. A pesar de ello este Concilio es considerado por

la Iglesia Católica como ecuménico, dada la presencia constatable aunque escasa de pre-

lados o representantes de ingleses, castellanos, aragoneses y otros.

30

Cuya muerte en la hoguera será a 18 de marzo de 1314 en París.

~ 12 ~

Así pues, el 16 de octubre de 1311, Clemente V hizo la apertura del Concilio me-

diante su discurso inaugural, desarrollando las ideas básicas del mismo: la cuestión so-

bre los templarios, la reconquista o emprendimiento de cruzada en Tierra Santa, la re-

forma de costumbres con su rearme moral y la libertad de la Iglesia. La ceremonia con-

cluyó con la bendición papal.

Ya en la primera sesión del Concilio se debatió fuertemente sobre la cuestión de los

templarios. Pero las largas discusiones se prolongaron durante todo el invierno de 1311-

1312, sin que se diera ninguna sentencia. Fue el Papa quien por medio de un acto ad-

ministrativo del 22 de marzo de este año 1312, presionado por Felipe IV, suprimió la

Orden, sin que llegara a condenarla, mediante la bula Vox in excelso, consumada en los

primeros días de abril de este año.

Recordemos que la Orden del Temple había sido fundada en 1119 para defender

Tierra Santa y a cuantos a ella peregrinaban, siendo una Orden que en el transcurso del

tiempo fue acumulando abundantes riquezas, merced a los beneficios y exenciones fis-

cales otorgadas por los distintos monarcas cristianos. Cuando en 1291 cae San Juan de

Acre, el último bastión cristiano en Tierra Santa, los templarios se trasladaron a Occi-

dente, convirtiéndose en los principales banqueros y prestamistas de las monarquías eu-

ropeas, especialmente de la francesa, en cuyo territorio se localizaban sus mayores po-

sesiones. Apremiado por Felipe IV, el Papa Clemente V procedió a convocar el Conci-

lio.

El 3 de abril de este año 1312, en la segunda sesión del Concilio, Clemente V anunció

la transferencia de todos los bienes de la Orden del Temple a la de los caballeros de San

Juan y a otras Órdenes militares, emitiendo al respecto dos bulas: Ad providam Christi

vicariis y Considerantes. Quedó contrariada la voluntad de Felipe IV, que aspiraba al

traspaso de los bienes templarios a la Corona francesa.31

También en la primera sesión del Concilio, el rey Felipe IV pudo presentar sus acu-

saciones contra Bonifacio VIII; sin embargo, las negociaciones extenuantes durante di-

cha sesión resultaron fallidas y derivaron más bien al asunto de los templarios. Puede

decirse y aseverarse que el Papa Clemente V, con tal de salvar la memoria de su pre-

decesor, sacrificó a los templarios. Finalmente se cerró el Concilio sin veredicto res-

pecto a Bonifacio VIII.

Consideremos otras decisiones conciliares de Vienne. Se condenó a los seguidores de

Pedro Juan Olivi,32

representante de una franciscana facción radical, la conocida de los

espirituales, de doctrina propensa a la observancia de una pobreza extrema, para nada

prudentemente mitigada ni testimonialmente significativa.

31

De un plumazo se terminaba con la Orden del Temple en toda la Cristiandad. Vox in excelso ha sido

siempre motivo de estudio, comentada e interpretada por investigadores e historiadores, por estudiosos y

eruditos. Quizás sea la bula más conocida respecto al Temple. Indirectamente se estaba gestando la mo-

dernidad, muy francesa ella...

32

Nacido en 1248 y muerto en 1298.

~ 13 ~

Igualmente se llamó al orden a un grupo de begardos y beguinas que seguían los es-

critos espirituales de Margarita Porete33

y propiciaban el movimiento del Libre Espíritu,

del todo herético.

Se decretó asimismo la creación de cátedras de griego, hebreo y árabe en las Univer-

sidades, al considerar que el conocimiento de dichas lenguas viene a ser imprescindible

para la labor evangelizadora en Oriente y para el éxito de las cruzadas.

Finalmente se discutieron los temas que tenían que ver con la reforma de la Iglesia, in

capite et in membris, es decir, de la cabeza y de los miembros del cuerpo eclesial. Sin

embargo, se constató no poca resistencia a este tema, tanto que en la sesión final del

Concilio se leyeron tan sólo y como de pasada algunos decretos.

También se consideró en este Concilio suprimir los servicios religiosos de los musul-

manes y obligarles a elegir entre aceptar el cristianismo o “soportar un terrible casti-

go”

Vienne (Francia). Catedral de San Mauricio

33

Muerta en la hoguera en 1310.

~ 14 ~

LUGO (ADELANTAMIENTO DE GALICIA,

REINO DE CASTILLA)

ENFRENTAMIENTO CONTRA EL OBISPO

Los vecinos de Lugo (Galicia) se rebelaron no poco durante este año 1312 contra su

obispo el dominico Juan Hernández,34

un consejero y confesor del rey Fernando IV, por

intentar recuperar para sí el señorío de la ciudad. El vecindario asaltó el palacio episco-

pal, se impuso a la guarnición resultando detenida, siendo herido y expulsado de allí el

prelado. Pero el rey dictó sentencia contra el ayuntamiento y a favor del obispo, el 23 de

junio, ordenando cumplirla al infante Felipe,35

su hermano, que ostenta diversos cargos

y títulos, entre ellos el de comendero eclesiástico de la ciudad, y a Alfonso Suárez de

Deza, magnate poderoso y adelantado mayor de Galicia. No actuaron precisamente con

diligencia sino dándose a la demora.36

Felipe se adueñó completamente del señorío de la

ciudad,37

dejando que el ayuntamiento la gobernara y levantando una fortaleza con dos

torres para enfrentarse al obispo.

34

De pontificado entre los años 1307-1318.

35

Nacido en 1292 y muerto en 1327.

36

Sólo actuaron tras la muerte del rey Fernando IV, que ocurre en este mismo año, a 7 de septiembre, co-

mo contaremos en ese momento.

37

Hasta 1327.

~ 15 ~

SEÑORÍO DE LEDESMA Y OTROS (REINO DE LEÓN – CORONA DE

CASTILLA)

MUERTE DEL NOBLE SANCHO DE CASTILLA Y NARBONA,

QUE DA EN RECORDARSE COMO EL DE LA PAZ

En verano de este año 1312, murió por causas naturales el noble Sancho de Castilla y

Narbona, que da en recordarse como “el de la Paz”.38

Nieto del rey Alfonso X y de

Violante de Aragón, fue hijo del infante Pedro de Castilla (muerto en 1283, cuando

Sancho tenía tan sólo un año de edad) y de su esposa Margarita de Narbona,39

quien le

tuteló.40

Tuvo también como hermanastro a Sancho Pérez de Paz.41

Ostentó el señorío

de Ledesma42

(donde ocurrió el óbito) y otros más, pasando todo en este año a la Co-

rona de Castilla, pues murió sin dejar descendencia. Además de Ledesma, los señoríos

de Sancho fueron Salvatierra de Tormes,43

Miranda del Castañar,44

Montemayor del

38

Se desconoce el año de su nacimiento y, por tanto, su edad.

39

Hija del vizconde Aimery VI de Narbona y de Sibila de Foix, su esposa.

40

Se afirma por parte de muchos historiadores que Sancho vivió su infancia en sus posesiones de Ledes-

ma, siendo su madre muy eficaz administradora y gestora de sus propiedades en nombre de su hijo, pero

hay también quienes sostienen que se crió en la Corte del rey Sancho IV, donde era muy apreciado tam-

bién por María de Molina, agradecida al apoyo que Margarita de Narbona siempre le prestó.

41

Nacido en 1280 y muerto en 1314, ilegítimo o bastardo de Pedro de Castilla y de una dama salmantina

cuyo nombre se desconoce. Tuvo el señorío de la calle de los Corrales de la Rúa de Salamanca, que luego

se conocieron como Corrales de Antón de Paz, siendo Antón hijo suyo. Este Sancho (que lleva a con-

fusiones de nombre con su hermanastro) fue paje en la Corte de su tío el rey Sancho IV de Castilla, con

quien vivía cómodamente e intervino algunas veces en los respectivos hechos históricos que acaecieron.

Por ejemplo, estuvo también en el sitio de Algeciras (1309-1310), donde mató a una decena de musulma-

nes por los que fue recompensado. En este año 1312 fue un participante en las Cortes de Valladolid y

acompañó a Fernando IV por tierras andaluzas, contribuyendo a la conquista en la zona jiennense de Al-

caudete.

42

En la actual provincia de Salamanca, por donde una vez se extendían por el norte las fronteras de Al-

Ándalus.

43

Provincia de Salamanca, comarca de Guijuelo.

~ 16 ~

Río,45

Granadilla,46

Galisteo,47

Riba-Coba o toda la ribera del río Coa,48

Sabugal, Al-

faiates, Castelo Rodrigo, Castelo Melhor, Castelo Bom, Almeida, Vilar Maior y Mon-

forte. Intervino también en no pocos asuntos eclesiásticos, con más aciertos que desa-

ciertos, lo mismo que ocurrió en asuntos militares y en relación a las órdenes de caba-

llería.

Fernando IV, a 17 de junio, confirmó sobre todo a Ledesma todos los privilegios,

mercedes y franquicias de que disfrutaba en tiempos del padre de Sancho, el infante

Pedro de Castilla (muerto en 1283), así como la jurisdicción sobre todas las aldeas de su

término, exceptuando Almenara de Tormes.49

Cuando al noble Sancho enfermó fue sostenido en su enfermedad por el obispo fray

Pedro de Salamanca, dominico, que fue también quien presidió y ofició su entierro, ha-

biendo regresado del Concilio de Vienne, concluido en mayo de este año 1312.

Estaba el rey Fernando IV en Valladolid cuando se difundió la noticia del óbito, En-

tonces se encaminó a Ledesma, para expresar el duelo y para gestionar quedarse con sus

señoríos para la Corona, ya que Sancho murió sin descendencia. Sin embargo, la viuda

del finado, de nombre Juana, intentó que todas las posesiones fueran para un hijo suyo,

llamado Pedro, hijo que ella consideró legítimo entre otras cosas ateniéndose a la le-

gislación del rey Alfonso X. Pero prevaleció la duda acerca de que el tal Pedro fuera

realmente hijo de Sancho.

Como existían esas dudas y sospechas acerca de que el niño llamado Pedro fuera hijo

de Sancho, propusieron a Juana,50

que hiciera la prueba del hierro candente para que de-

mostrara la veracidad de su afirmación, aunque ella, puede que intentando ganar tiempo

y poder encontrar alguna salida airosa o arreglo, propuso que esa prueba se realizara en

Valladolid y en presencia de la reina María de Molina. Sin embargo, al llegar a Va-

lladolid hubo de enfrentarse al rey, a su madre y a un par de encumbrados personajes

del reino, llegando a afirmar y reconocer, a 3 de junio de este año 1312, que el niño lla-

mado Pedro no es suyo ni del ahora difunto Sancho de Castilla, de modo que por las cir-

cunstancias se había visto obligada a urdir su fraude habiendo sido presionada por su

44

Provincia de Salamanca, en la conocida comarca de la Sierra de Francia.

45

Provincia de Salamanca, comarca serrana de Béjar.

46

Que entonces se llamó Granada, en la provincia de Cáceres.

47

Provincia de Cáceres.

48

En el norte portugués, siendo también portuguesas, de “la Raya”, las localidades que siguen, que San-

cho recibió por herencia paterna.

49

Provincia de Salamanca. Allí, convirtiéndola en villa y segregándola, levantaron una fortaleza Pedro o

su hijo Sancho, el ahora difunto también.

50

Según consta en la Crónica de Fernando IV, recogiéndose en Benavides, Antonio (1860a): Memorias

de Don Fernando IV de Castilla, tomo I (1ª ed.), Madrid, Imprenta de Don José Rodríguez, 241-242.

~ 17 ~

marido y amenazada de muerte al respecto, o tal vez de abandonarla.51

Sancho no quiso

que sus señoríos pasaran a la Corona como al final ha ocurrido.52

Además, en aquel día 3 de junio de este año 1312 Sancho Pérez de Paz, hermanastro

del difunto, solicitó en Valladolid que se le expidiera una copia de la declaración en la

que su cuñada Juana reconocía no haber tenido al supuesto hijo llamado Pedro.

Sancho de Castilla y Narbona “el de la Paz” recibió sepultura eclesiástica en Santa

María la Mayor de Ledesma53

Castillo de Ledesma

51

Siendo todo esto relatado en la Crónica de Fernando IV, capítulo XVIII, según la citada referencia de

Benavides.

52

Siendo testigos de ello y de cuanto procedió al respecto, entre otros notables, Tello Alfonso de Mene-

ses, García Fernández de Villamayor, Arias Pérez Pardo (deán de la catedral compostelana), Fernán Gó-

mez de Toledo (camarero mayor del rey) y el obispo Juan Hernández de Lugo. Tal vez actuaron bajo

coacciones, dada la vehemencia con que Fernando IV deseaba que todas las posesiones de Sancho vol-

vieran al realengo.

Tras la muerte de Sancho de Castilla y Narbona y desde las Cortes de Valladolid en este año 1312, la

autoridad del rey Fernando IV, quedándole ya poco de vida, se estaba fortaleciendo como nunca antes,

estando en recuperación e incremento de señoríos integrados en la Corona.

53

O tal vez en otro lugar, siendo Ledesma el lugar más verosímil, donde figura este epitafio: AQVI YA-

CE EL CVERPO DEL SERENISSIMO INFANTE DON SANCHO, HIJO DEL INFANTE DON PE-

DRO Y NIETO DEL REY DON ALONSO EL SABIO, SEÑOR QVE FVE DESTA VILLA Y DE

OTROS MVCHOS PVEBLOS. FALLECIO AÑO M.CCC.X.

El sepulcro de Sancho de Castilla, realizado en piedra, está colocado en el lado de la Epístola de la

capilla mayor de la iglesia de Santa María la Mayor de Ledesma, aunque la tapa y la urna sepulcral co-

rresponden a períodos distintos, ya que aquélla es del siglo XIV, y la urna fue repuesta en 1585 por en-

contrarse rota. Y fue en esta última fecha cuando el sepulcro, que se encontraba en la parte central de la

iglesia, fue trasladado a la referida capilla mayor. Además, el lateral de la urna está adornado con un es-

cudo de Castilla y León, y sobre la tapa del sepulcro está colocada la estatua yacente que representa al

difunto con espada en sus manos, luciendo barba y vestido con una larga túnica.

~ 18 ~

WARWICK BLACKLOW HILL (REINO DE INGLATERRA)

ASESINATO DE PIERS GAVESTON

A 19 de junio de este año 1312 fue asesinado en Warwick Blacklow Hill Piers Ga-

veston, conde I de Cornualles y favorito del rey Eduardo II de Inglaterra.54

Tenía 28

años de edad.55

Gascón de nacimiento, fueron sus padres sir Arnaud de Gabaston, des-

tacado soldado de Eduardo I de Inglaterra (1272-1307), y Claramonde de Marsan.

Arnaud había sido utilizado como rehén en dos ocasiones por el monarca francés Fe-

lipe IV, ocurriendo la segunda vez que logró escapar de su cautiverio y huir a Inglaterra,

llevando consigo a su hijo. Ambos entraron al servicio de la hacienda real, donde el

buen hacer del joven Gaveston hizo que el rey le destacara como ejemplo para su propio

hijo, el entonces príncipe heredero Eduardo. Pasaba esto en 1300, afianzándose una

muy fuerte amistad, incluso llamativa, entre el príncipe Eduardo y Piers. En efecto, el

príncipe Eduardo no tardó en quedar deslumbrado por su amigo Gaveston, inteligente y

muy entrenado militarmente en las tácticas de la guerra, siendo muy versado en todo,

ingenioso, de finos y educados modales, culto y con don de gentes… El caso fue que el

príncipe Eduardo, del todo fascinado, no paró de hacerle regalos a Piers Gaveston, pri-

vilegiándole, concediéndole honores, agasajándole mucho. Declaraba el príncipe ade-

más que amaba entrañablemente a Gaveston como a un hermano. Resultaba igualmente

que Piers Gaveston era también amigo íntimo de Roger Mortimer de Wigmore56

y fue

nombrado custodio de sus propiedades al morir el padre de éste, constituyendo esto un

gran honor para Gaveston, ya que una herencia de esas dimensiones normalmente era

encomendada a un miembro de la nobleza, con lo que vemos sobradísimo indicio de la

consideración mutua o compartida que hacia Gaveston tenían tanto el rey como su hijo

el príncipe heredero.

Aunque a Eduardo I de Inglaterra le gustaba Gaveston, desaprobaba la relación que se

había establecido entre éste y el príncipe, al considerar que la diferencia de rango era

demasiado grande. Y cuando, en plena campaña de Escocia de 1306, Gaveston y otros

veintiún caballeros, incluyendo Roger Mortimer, abandonaron las filas inglesas para

presentarse a un torneo en Francia, el monarca inglés se desató en ira furibunda.

54

Destacado valido y hasta tal vez amante del monarca Eduardo II, como ya se fue viendo y volvemos a

tratar en esta noticia.

55

Si nació, como parece ser, en 1284.

56

Que ha de morir ejecutado en 1330.

~ 19 ~

Eduardo I se puso muy furioso e incautó las propiedades de todos los desertores, or-

denó su arresto y los declaró traidores. Gaveston y sus compañeros se dirigieron en-

tonces al príncipe Eduardo y suplicaron su mediación; el príncipe, con la ayuda de su

madrastra la reina Margarita,57

consiguió ablandar el rey y éste acabó concediendo el

perdón.

Dicho perdón lo obtuvieron casi todos en los comienzos de 1307, volviéndose cada

cual a sus tierras. Gaveston, sin embargo, había caído en desgracia: el rey había des-

cubierto que Piers y el príncipe habían jurado ser compañeros de armas, protegerse el

uno al otro y compartir sus posesiones, algo impensable para el monarca, pues no sólo

era inapropiado para un futuro rey estar vinculado por juramento a un plebeyo, incapaz

de protegerse de futuros complots, sino que el juramento implicaba la amenaza de com-

partir el propio gobierno de Inglaterra con Gaveston. Su repulsa hacia Gaveston y hacia

la vinculante amistad que éste tenía con Eduardo se iba incrementando progresivamente.

El príncipe, decidido a mantener su juramento con Gaveston, se propuso ennoblecerle

y le concedió el condado de Ponthieu,58

que era propiedad suya. Envió al tesorero Wi-

lliam Langton al rey para informarle al respecto. Langton, postrado ante el rey, anun-

ció: “Mi señor Rey, he sido enviado en nombre de mi señor el príncipe, vuestro hijo,

aunque vive Dios, contra mi voluntad, para pedir en su nombre la licencia de elevar al

caballero Piers Gaveston al rango de Conde de Ponthieu”.

Esto, evidentemente, no agradó al monarca, respondiendo así a Langton, “¿Quién

eres tú para atreverte a pedir tales cosas? ¡Como que vive Dios, si no fuera por el te-

mor a Dios y porque dijiste al comienzo que desempeñabas este trabajo contra tu vo-

luntad, no escaparías de mis manos!”. El rey llamó al príncipe a su presencia, exigien-

do saber por qué había enviado a Langton. El príncipe replicó que deseaba el permiso

del rey para conceder Ponthieu a Gaveston.

En furiosa explosión de ira,59

al oír el rey todo aquello del príncipe exclamó: “¡Mal-

dito hijo de puta! ¿Quieres regalar tierras ahora? ¿Tú que nunca has ganado ninguna?

¡Vive Dios que si no temes destrozar el reino, nunca disfrutarás tu herencia!”. Mientras

decía todo aquello y cosas semejantes,60

el rey agarró al príncipe por la cabeza y le

arrancó mechones de su pelambrera cabelluda, le tiró al suelo y estuvo pateándole hasta

quedar cefrado y exhausto.

El rey llamó a su presencia a los nobles para que se reunieran en Parlamento, en

Carlisle, desterrando allí, delante de todos a Piers Gaveston. La decisión regia fue inter-

pretada más bien como habiendo sido motivada para castigar al príncipe, más si cabe

que a Gaveston, teniendo en cuenta que la conducta de éste se tuvo en todo momento

como irreprochable, concediéndole el rey una buena pensión para el tiempo que durase

57

Que muere en 1358.

58

Situado al norte de Francia.

59

Según Ian Mortimer, historiador y escritor británico.

60

Añade Ian Mortimer a su manera y con su característica inventiva literaria.

~ 20 ~

el destierro. Igualmente, obligó a Piers y a Eduardo a jurar que no se verían nunca más

sin la expresa autorización real. Gaveston partió entonces hacia las tierras de Francia y

con las bodegas repletas de regalos del príncipe. Pero tan pronto como murió Eduardo I,

en 1307, como bien podemos recordar, el nuevo monarca hizo llamar a Piers, su “her-

mano Perrot” y le concedió el condado de Cornualles, a pesar de estar destinado a To-

más de Brotherton,61

otro de los hijos de Eduardo I.

Poco después de ser llamado Gaveston de nuevo a la Corte, Eduardo II concertó ma-

trimonio de Piers con Margaret de Clare,62

nieta del rey Eduardo I y hermana del conde

de Gloucester,63

otro amigo de Piers y del ahora rey Eduardo.

El matrimonio tuvo lugar poco después de los funerales del rey Eduardo I, siendo

celebrado en Berkhamstead, la Mansión de la reina Margarita. La boda de Gaveston

marcó el comienzo de una interminable serie de festejos y diversiones, que continuaron

en Kings Langley Palace –Hertfordshire– y fueron seguidos por un torneo celebrado por

el rey en honor de Gaveston en el castillo de Wallingford. En él, los jóvenes caballeros

de Gaveston derrotaron fácilmente a los representantes de los condes de Surrey, Here-

ford y Arundel, lo que supuso para el rey y su privado la enemistad de éstos.

Cuando Eduardo II partió hacia Francia en 1308 para su boda con Isabel de Francia,

cuya edad era entonces de 12 años,64

nombró con rimbombancia a Gaveston Regente de

Inglaterra en su ausencia, lo que horrorizó no poco a los nobles del reino, pues se hu-

bieran esperado que Eduardo nombraba para esa función y cargo a un familiar presti-

giado o a un noble experimentado y capaz para ello. Al nombrar a Gaveston, el monarca

mostraba su fe en él, pero esto convertía al favorito en un hombre todavía más im-

popular. El propio Gaveston, de táctica inteligencia, no hizo ningún movimiento durante

su breve regencia de dos semanas.

El valido tampoco fue del agrado de la nueva reina consorte. En absoluto. Los dos

hombres, aproximadamente de la misma edad, pudieran estar manteniendo una relación

homosexual. Consideremos también cómo Eduardo prefería acompañarse de Gaveston y

no tanto de Isabel, lo que sin duda parece haber sido uno de los motivos del desen-

cuentro en el matrimonio real.

La conducta de Gaveston durante los festejos de la coronación es especialmente sig-

nificativa: hizo su aparición vestido en púrpura real, en lugar de la ropa de oro propia de

un conde, y pasó la tarde charlando y bromeando con Eduardo (que ignoró completa-

mente a su consorte, al igual que a sus tíos). Se decantó en su atención hacia Gaveston.

Finalmente vino a saberse que todo el oro y las joyas recibidos por el matrimonio como

regalos de boda habían sido entregados al favorito.

61

Que muere en 1338.

62

Cuya muerte serán en 1342.

63

Gilbert de Clare, que muere en 1314, poseedor de varios condados.

64

Nacida en 1292 y muerta en 1358, la tercera y única hija del rey Felipe IV de Francia y de su esposa

Juana I de Navarra, siendo llamada en su momento por los ingleses la Loba de Francia.

~ 21 ~

Tras el bochornoso espectáculo ofrecido durante la coronación, los nobles obligaron a

Eduardo a desterrar a Gaveston; Eduardo, sin embargo, le nombró Lord Teniente de Ir-

landa, un cargo que implicaba autoridad, territorialidad, honor y dignidad. Una vez en

Irlanda, Gaveston tuvo varios enfrentamientos con el lioso Roger Mortimer, que se en-

contraba allí por entonces. Para el verano de 1309, Gaveston había logrado una sólida

reputación como administrador militar, tras reforzar Dublín y asegurar el dominio in-

glés. Tras varias maniobras por parte de Eduardo II, Gavestón abandonó Irlanda, el 23

de julio de 1309, con dirección a Stamford emprendiendo por vía Tintagel,65

al norte de

la costa atlántica de Cornualles.

Gaveston tuvo la desgracia de acarrearse muy pronto nuevos enemigos, entre ellos el

apacible Aymer de Valence,66

al que Gaveston había ofendido al referirse a él como

“José el Judío”, y Tomás Plantagenet,67

primo del rey y considerado el segundo noble

más poderoso de Inglaterra después del monarca. Tomás juró destruir a Gaveston tras

haber sido provocado por él en varias ocasiones, una de ellas cuando de mala manera el

favorito convenció a Eduardo II de despedir a uno de los criados de Lancaster. Encabe-

zados por Lancaster, un poderoso grupo de condes exigieron al rey un nuevo destierro

de Gaveston. Del todo opuestos y rebeldes, muy pocos permanecieron junto al monarca,

y entre los que lo hicieron había nobles como el conde de Surrey que había jurado odio

eterno al valido. Finalmente, tras la desastrosa campaña escocesa de 1310 y 1311, Ga-

veston fue desterrado una vez más.

Cuando Gaveston regresó a Inglaterra en este año 1312 se encontró con un ambiente

sumamente hostil, habiendo preparado Tomás Plantagenet un ejército contra él y para

enfrentarse también al rey. El 4 de mayo, Lancaster atacó Newcastle,68

donde se halla-

ban el monarca y su valido, huyendo ambos hacia el castillo de Scarborough,69

dejando

tras de sí su tesoro y ejército, del que se apropió Lancaster. Eduardo se dirigió hacia el

sur para organizar un ejército, dejando a Gaveston en Scarborough. Lancaster envió in-

mediatamente su ejército contra Gaveston para tratar de aislarle del rey. Temiendo por

su vida, Gaveston se rindió a Aymer de Valence, el mencionado II conde de Pembroke,

que juró proteger a Gaveston con sus tierras y títulos. Sin embargo, Gaveston fue cap-

turado en Oxfordshire70

por el opositor Guy de Beauchamp,71

X conde de Warwich,

quien llevó a Gaveston al histórico castillo de Warwick.

65

Sede del Parlamento Inglés por entonces.

66

II conde de Pembroke, cuya muerte será en 1324.

67

II conde de Lancaster y Leicester, cuya muerte será en 1322.

68

Newcastle upon Tyne, al nordeste de Inglaterra.

69

Sobre una elevación rocosa que mira al mar del Norte.

70

Condado cuya capital es Oxford, hacia el sureste de Inglaterra.

71

Cuya muerte será en 1315.

~ 22 ~

Allí permaneció retenido durante nueve días hasta la llegada del conde Tomás Plan-

tagenet. Este conde de Lancaster dijo entonces, “Mientras él viva, no habrá lugar se-

guro en el reino de Inglaterra”. Pasó luego que, a 19 de junio, Gaveston fue llevado a

Blacklow Hill, propiedad de Lancaster, donde fue asesinado por dos galeses, los mis-

mos que le atravesaron con una espada antes de decapitarlo cuando estaba echado sobre

la hierba.72

Le sobreviven de la familia su esposa Margaret y Joan, un pequeño bebé. El conde de

Pembroke, que había jurado protegerle y que incluso había tratado de reclutar un pe-

queño ejército para liberarle, quedó conmocionado por su muerte.

Eduardo II, al tener conocimiento de los hechos, reaccionó prontamente con gran furia

y mucho penar.73

Muy probablemente tendremos en adelante más noticias relacionadas con ésta.

72

En el lugar puede verse ahora un pétreo monumento conmemorativo que se alza sosteniendo una cruz.

73

Una furia que se iría convirtiendo en odio frío y en pena muy triste que incentivaron su deseo en cuan-

to a destruir a los asesinos. En una década posterior vengó la muerte de Piers Gaveston con la ejecución

de Tomás, el conde de Lancaster.

~ 23 ~

SEÑORÍO DE MILAN (REGIÓN DE LOMBARDÍA)

MURIÓ PRESO EN CREMONA GUIDO DELLA TORRE

Guido della Torre, señor de Milán (1302-1312), estando para cumplir sus 53 años de

edad, murió durante el verano de este año 1312, preso en la ciudad de Cremona. Era

hijo de Giulia Castiglioni y de Felipe della Torre, hermano del muy poderoso Napoleón

della Torre.74

Su predecesor en el señorío milanés fue Mateo I Visconti y así mismo lo

es también el mismo en estos momentos y circunstancias.75

Su infancia transcurrió entre la guerra de su familia contra los Visconti encabezados

por Otón Visconti, que fue arzobispo de Milán.76

En 1277, tras la batalla de Desio en la

que perdió a su padre, fue hecho prisionero con su tío Napoleón mientras dormían,

siendo encarcelados en el castillo de Baradello. Pudo escapar de allí en 1284, gracias a

la ayuda de Loterio Rusca (nuevo señor de Como) y Guillermo VII de Montferrato.77

Huyó junto a su tío Raimundo della Torre, a la sazón patriarca de Aquilea. En 1287

Guido se convirtió en podestá de Treviso.

Desde su huida del castillo de Baradello, Guido encabezó a los güelfos en las re-

vueltas acaecidas en Milán durante los años finales del pasado siglo XIII, hasta que en

1302 arrebató Milán a Mateo I Visconti, recuperando el poder que su familia había os-

tentado durante décadas. A partir de ese momento buscó forjar nuevas alianzas me-

diante matrimonios, casándose él en primer lugar con la hija del conde Filippo Langos-

co; su primogénito, Francesco, se casó con una sobrina de Alberto Scotti; y su segundo

hijo, Simone, contrajo matrimonio con una hija de Pietro Visconti.

Pero el depuesto Mateo I Visconti se dedicó a intentar recuperar su poder por todos

los medios posibles, encabezando al partido gibelino. Las algaradas callejeras fueron en

aumento hasta tal punto que tuvieron que actuar las tropas imperiales de Enrique VII78

74

Que murió cautivo metido en una jaula de hierro el 16 de agosto de 1278 en el fornido castillo de Ba-

radello, una fortificación militar que se halla próxima a la ciudad italiana de Como.

75

Hasta su muerte en 1322, mediando en su biografía no pocas vicisitudes históricas.

76

Recordemos su muerte, a 8 de agosto de 1295.

77

Muerto en 1292.

78

De la Casa de Luxemburgo, rey de romanos (1308-1312) y emperador del Sacro Imperio Romano Ger-

mánico (1312-1313, cuando muere).

~ 24 ~

para que la situación se pacificara. Durante las discusiones y negociaciones de paz, en

febrero de 1311, se produjo un altercado entre los familiares de Guido y los soldados

imperiales, llegándose a desenvainar y alzar furibundas las espadas; en pocos minutos la

ciudad ardía en violencia y los della Torre se vieron obligados a huir, primero a Lodi y

después a Cremona. Y ahí, como queda dicho, murió Guido en prisión, transcurriendo el

verano de este año 1312.

Escudo de armas de los Visconti de Milán con la biscione, una serpiente ingiriéndose a

alguien.

Algunos Visconti actuales dicen más bien que se trata de un dragón marino.

~ 25 ~

REINO DE CASTILLA

MUERE EL REY FERNANDO IV

Comencemos esta noticia señalando que el rey Fernando IV, que nunca fue muy

agraciado ni estuvo muy saludable, dirigió en este año 1312 una campaña contra el rei-

no de Granada, destacando en primer lugar que su hermano Pedro79

conquistó Alcau-

dete,80

a 5 de septiembre, tras un asedio de tres meses, quedando el lugar como villa y

territorio de realengo.81

Fernando IV puso mucho sus miras en la guerra contra el reino

de Granada, que no pudo lograr ni conquistar o reconquistar, teniendo que conformarse

con dirigirse a Algeciras y siendo su logro no más que el de la conquista de Gibraltar, lo

militarmente más destacado de su reinado. Como no pudo ser de otra manera, fue un

reinado de carestías y penurias económicas.

Vemos un reinado, de Fernando IV, muy presionado interna y externamente, por así

decir tan sólido como vulnerable, propenso a dentelladas y ataques por parte de los otros

reinos, los representados sobre todo por el de Portugal y el de Aragón, con todos sus

ámbitos o entornos propios, presionando también la línea dinástica de Alfonso de la

Cerda, infante proveniente del rey Alfonso X, como bien sabemos. Éste es el marco re-

ferencial para nuestra comprensión del reinado de Fernando IV, considerado en este año

1312 de su muerte.

A 7 de septiembre se notifica la muerte del rey Fernando IV, con las circunstancias

que rodearon el óbito, resaltando en primer lugar cómo los hermanos Juan Alfonso y

Pedro Alfonso de Carvajal, caballeros de la Orden de Calatrava, acusados del asesinato

no probado en Palencia de Juan Alonso de Benavides, privado del rey (de cuya casa

acababa de salir), fueron detenidos y, condenados a muerte, siendo despeñados dentro

79

El infante Pedro, nacido en 1290 y muerto en 1319, señor de los Cameros.

80

Provincia de Jaén.

81

Hasta 1380. Fue destacada la historia medieval de esta villa, entre la dominación musulmana y las lu-

chas de reconquista cristiana en sus respectivos momentos. Hubo allí sublevaciones de mozárabes y mu-

ladíes contra los emires de Córdoba, Abderramán III se apoderó definitivamente de Alcaudete, lo mismo

que de Jaén, entre los años 912-918, habiendo durante el califato un largo período de paz, con buen desa-

rrollo y prosperidad. Durante el siglo XII, dada su importante situación estratégica tanto política como

militar, Alcaudete fue destacado punto de encuentros e intercambios.

Fernando III la conquistó en repetidas ocasiones (en 1225, 1240 y 1245). Tuvo también se papel desta-

cado durante la minoridad y el reinado de Fernando IV y en relación al reino nazarí granadino, no siendo

posible su reconquista por diplomacia. Fernando IV lo intentó por la fuerza de las armas, cercándola du-

rante la primavera y el verano de este año 1312. Coincidió esto, como enseguida veremos, con ponerse de

repente gravemente enfermo el monarca, con sus habituales patologías, retirándose hacia Jaén.

~ 26 ~

de jaulas con púas de hierro,82

precipitados por orden de Fernando IV, desde la peña de

Martos.83

A Fernando IV84

emplazaron los condenados ante el tribunal de Dios en un

término de 30 días, finalizado el cual murió el rey, en Jaén, camino de Alcaudete, mien-

tras echaba una siesta, teniendo la edad de 26 años.85

Debido al calor reinante el rey re-

cibió sepultura en la mezquita-catedral de Córdoba,86

siendo sucesor suyo a partir de

este año su hijo Alfonso XI, haciéndose cargo de la regencia su madre Constanza de

Portugal y su abuela María de Molina, recayendo la tutoría en el infante Juan,87

nom-

brado gobernador de Castilla. Ya iremos viendo el desenvolverse de los hechos.

Biografiemos ahora con nuestras consideraciones la (liosa) vida del rey Fernando IV,

que había nacido en Sevilla, a 6 de diciembre de 1285, siendo bautizado en la catedral

hispalense por el obispo don Remondo (Raimundo de Losana) y fue rey de Castilla

desde 1295, habiendo recibido enseguida de nacer y ser bautizado el homenaje de coro-

nación por parte de los notables del reino.88

Durante su minoría de edad, fue encomen-

dada su crianza y su custodia a su madre, la reina María de Molina, corriendo su tutoría

al cargo y cuidado del infante Enrique de Castilla.89

En ese tiempo, y también durante el

resto de su reinado, su madre procuró aplacar a la nobleza más levantisca o disconfor-

me, se enfrentó así a los enemigos más o menos de su hijo e impidió en varias ocasiones

que Fernando IV fuese destronado. Así pues, hubo de enfrentarse a la insubordinación

de la nobleza, capitaneada en numerosas ocasiones por su tío, el infante Juan y por Juan

Núñez de Lara,90

quienes fueron apoyados en algunas ocasiones por don Juan Manuel,

destacado nieto de Fernando III, como bien sabemos.

Al igual que sus predecesores en el trono, Fernando IV prosiguió a su manera la em-

presa de reconquista, en su caso hacia el reino de Granada. Aunque fracasó en con-

quistar Algeciras (1309), se apoderó de Gibraltar en ese mismo año y ocupó en este año

82

Según la leyenda.

83

Provincia de Jaén.

84

Según alguna crónica al parecer enteramente falsa.

85

Por eso se conoce a Fernando IV como el Emplazado.

86

Aunque sus restos fueron enterrados posteriormente en la iglesia cordobesa (real colegiata) de San Hi-

pólito, fundada en 1343 por iniciativa del rey Alfonso XI (1312-1350. La iglesia la regentan los jesuitas.

87

El de Tarifa, que muere en 1319.

88

Era hijo (y sucesor) del rey Sancho IV de Castilla y de su esposa la reina María de Molina. Por línea

paterna era nieto del rey Alfonso X y de su esposa la reina Violante de Aragón. Por parte materna era nie-

to del infante Alfonso de Molina (muerto en 1272), hijo del rey Alfonso IX de León y de su esposa Mayor

Alfonso de Meneses.

89

Conocido como el Senador, nacido en 1230 y muerto en 1303, hijo del rey Fernando III y de su esposa

Beatriz de Suabia.

90

Que muere en 1315.

~ 27 ~

1312, como queda dicho, la plaza de Alcaudete. Durante las Cortes de Valladolid en

este año 1312, impulsó la reforma de la administración de justicia y la de todos los de-

más ámbitos sociales y políticos, intentando reforzar la autoridad real imponiéndose en

lo posible al estamento nobiliario.91

El rey Sancho IV, padre de Fernando IV, había encomendado a Fernán Pérez Ponce

de León92

la crianza del infante, ya que había sido mayordomo mayor de Alfonso X. El

infante y su criado tutor partieron hacia Zamora, donde residía la familia del ayo. Así

mismo, el rey nombró a Isidro González y a Alfonso Godínez cancilleres del infante, al

tiempo que nombraba a Samuel de Belorado su almojarife. Fernán Pérez Ponce de León

y su esposa, Urraca Gutiérrez de Meneses, influyeron notablemente en la formación y

carácter del infante, el cual, siendo ya rey no lo olvidó, mostrándose profundamente

agradecido.

Todavía era un niño y ya se planteó la cuestión de su matrimonio, siendo deseo de

Sancho IV elegir una esposa escogida de entre las princesas francesas, o bien de entre

las portuguesas, decantándose finalmente por esta casa reinante. En el acuerdo firmado

por Sancho IV y el rey Dionisio I de Portugal, en septiembre de 1291, se establecía el

compromiso matrimonial entre el infante Fernando y la infanta Constanza de Portugal,

con un par de años de edad por entonces e hija del soberano portugués. No obstante, a

pesar del compromiso contraído con el monarca lusitano, en 1294, Sancho IV se planteó

la posibilidad de desposar a su hijo con la infanta Blanca, hija del rey Felipe IV de

Francia. La muerte de Sancho IV un año después puso fin a las negociaciones empren-

didas con la Corte de los franceses.

A 25 de abril de 1295 falleció en Toledo el rey Sancho IV, dejando como heredero del

trono al infante Fernando. Sepultado el rey en la catedral toledana, la reina María de

Molina se retiró al alcázar de la ciudad, guardando allí un luto de nueve días. La reina

fue la encargada de ejercer la tutoría de su hijo, que sólo contaba con 9 años de edad. A

causa de la ilegitimidad de Fernando IV, debida al matrimonio deslegitimado de sus pa-

dres, la reina hubo de afrontar numerosos problemas para conseguir que su hijo perma-

neciera en el trono.

A las luchas incesantes con la nobleza castellana, capitaneada por el infante Juan,93

que reclamaba el trono de su hermano Sancho IV de Castilla, y por el infante Enri-

que,94

hijo de Fernando III y tío abuelo de Fernando IV, que reclamaba la tutoría del

rey, se sumaba el ya consabido pleito con los infantes de la Cerda, apoyados por Francia

y Aragón y por su abuela la aragonesa reina Violante, viuda de Alfonso X. A ello se

sumaron los problemas con Aragón, Portugal y Francia, que intentaron aprovechar la

situación de inestabilidad que atravesaba la Corona de Castilla en su propio beneficio.

91

Sobre aquellas Cortes, véase epílogo III.

92

Muerto hacia finales de 1291.

93

A quien mencionamos con frecuencia como Juan de Castilla el de Tarifa.

94

A quien mencionamos con frecuencia como Enrique de Castilla el Senador.

~ 28 ~

Al mismo tiempo, como ya fuimos viendo, Diego López V de Haro, señor de Vizcaya

(muerto en 1310), Nuño González de Lara (muerto en 1296) y Juan Núñez de Lara,95

entre otros muchos, sembraban la confusión y la anarquía en el reino.

En las Cortes de Valladolid de 1295, el infante Enrique fue nombrado oficialmente tu-

tor del rey, pero la reina María de Molina, mediante el apoyo de las villas y ciudades

con voto en Cortes, consiguió que la custodia efectiva de su hijo le fuera confiada a ella.

Mientras se celebraban las mencionadas Cortes vallisoletanas de entonces, el infante

Juan dejó la ciudad de Granada e intentó ocupar la ciudad de Badajoz, pero, al fracasar

en su intento, se apoderó de Coria y de Alcántara,96

pasando después a Portugal, donde

presionó al rey Dionisio para que declarase la guerra a la Corona de Castilla y, al mismo

tiempo, para que le apoyase a él en sus pretensiones al trono.

Terminadas las Cortes de Valladolid (verano de 1295), la reina y el infante Enrique se

entrevistaron en Ciudad Rodrigo97

con el rey Dionisio de Portugal, al que la reina en-

tregó varias plazas situadas en tierras fronterizas. En la entrevista de Ciudad Rodrigo se

acordó que Fernando IV contraería matrimonio con la infanta Constanza de Portugal,

hija del rey de Portugal,98

y que la infanta Beatriz de Castilla, hermana de Fernando

IV,99

se casaría con el infante Alfonso, heredero del trono portugués.100

Al mismo tiem-

po, a Diego López V de Haro se le confirmó la posesión del señorío de Vizcaya, y al

infante Juan, que aceptó momentáneamente como soberano a Fernando IV en privado,

se le restituyeron inmediatamente sus propiedades. Poco después, Jaime II de Ara-

gón hizo retornar a Castilla a la infanta Isabel, hermana de Fernando IV, sin haberse

desposado con ella como habían sido los planes,101

y declaró la guerra a la Corona de

Castilla, manteniendo al menos su correspondiente tensión.

A principios de 1296, el infante Juan, rebelde contra Fernando IV, tomó Astudillo,

Paredes de Nava y Dueñas,102

al tiempo que su hijo Alfonso103

se apoderaba de Mansilla

95

Que muere en 1315.

96

Zonas de la actual provincia cacereña.

97

Provincia de Salamanca.

98

Y de la reina Santa Isabel, que muere en 1336.

99

Muerta en 1359.

100

Futuro Alfonso IV de Portugal, entre los años 1325-1357, cuando muere.

101

Fue extraña aquella boda a 1 de diciembre de 1291, cuando Jaime II tenía la edad de 24 años y la in-

fanta era una niña de 8 años. El matrimonio no llegó a consumarse y fue anulado tras la muerte de Sancho

IV en 1295 sin dejar descendencia. Había sido una boda sin dispensa pontificia. Podremos hacernos eco

biográfico de esta infanta hasta su muerte en 1328.

102

En tierras palentinas.

103

Alfonso de Valencia de Campos, luego Valencia de Don Juan, hermoso lugar y señorío leonés.

~ 29 ~

de las Mulas.104

En abril de 1296 Alfonso de la Cerda105

inició su particular invasión en

la Corona de Castilla contando con el apoyo de tropas aragonesas, empezando por di-

rigirse a la ciudad de León, donde el infante Juan había sido proclamado “rey de León,

de Sevilla y de Galicia”. Acto seguido, el infante Juan acompañó a Alfonso de la Cerda

hasta Sahagún,106

donde fue proclamado “rey de Castilla, Toledo, Córdoba, Murcia y

Jaén”. Poco después de ser coronados Alfonso de la Cerda y el infante Juan, ambos

cercaron Mayorga,107

partiendo al mismo tiempo el infante Enrique al reino de Grana-

da para concertar la paz entre el emir de allí y Fernando IV, pues los granadinos ata-

caban por entonces en las tierras andaluzas del rey, defendidas, entre otros, por Alonso

Pérez de Guzmán.108

El 25 de agosto de 1296, falleció el infante Pedro de Aragón,

habiendo enfermado mientras se encontraba al mando del ejército aragonés sitiando

Mayorga, perdiendo así el infante Juan a uno de sus valedores y hombres de apoyo.

Debido a la mortalidad que se extendió entre los sitiadores de Mayorga –había cundido

la peste–, sus comandantes se vieron obligados a levantar el cerco.

Mientras el infante Juan y Juan Núñez de Lara aguardaban la llegada del rey de Por-

tugal con sus tropas para unirse a ellos en el sitio desde el que proyectaban someter la

ciudad de Valladolid, donde se encontraban la reina María de Molina y Fernando IV, el

rey aragonés atacó Murcia y Soria, atacando por su parte el rey portugués por el río

Duero, al tiempo que Diego López V de Haro sembraba el desorden en su señorío de

Vizcaya.

Ante esta situación, la reina María de Molina amenazó al rey de Portugal con romper

los acuerdos del año anterior si persistían sus ataques y su apoyo al “usurpador” infante

Juan y a Alfonso de la Cerda. El rey portugués, ante las amenazas de María de Molina, e

informado de que Juan Núñez de Lara se negaba a sitiar Valladolid, así como de que

numerosos magnates, nobles y prelados desertaban del bando del infante Juan, retornó

junto con sus tropas a Portugal, habiéndose apoderado previamente de los castillos de

Castelo Rodrigo, Alfaiates y Sabugal, territorios señoriales pertenecientes como sabe-

mos a Sancho de Castilla (“el de la Paz”),109

nieto de Alfonso X. Poco después de la

retirada del monarca portugués, el infante Juan se trasladó a León y Alfonso de la Cerda

regresó al reino de Aragón. En octubre de 1296, las tropas de María de Molina, enferma

de gravedad en esos momentos, cercaron Paredes de Nava,110

donde se hallaba María

Díaz de Haro, esposa del infante Juan, acompañada por su madre y por su hijo Lope.

104

En la provincia de León.

105

Que muere en 1333.

106

En la actual provincia de León.

107

En el norte de la actual provincia vallisoletana.

108

Guzmán el Bueno, muerto en 1309.

109

De cuya muerte, en este año 1312, ya hemos informado.

110

Provincia de Palencia.

~ 30 ~

Cuando el infante Enrique, hallándose conferenciando con el sultán de Granada, tuvo

conocimiento de que los aragoneses y los portugueses habían abandonado la Corona de

Castilla, y de que la reina se encontraba sitiando Paredes de Nava, decidió regresar a

Castilla, temiendo que le privasen del cargo de tutor del rey Fernando. Sin embargo,

presionado por Alfonso Pérez de Guzmán y por otros caballeros, antes de emprender el

regreso, atacó a los granadinos, que en esos momentos habían vuelto a atacar a los cas-

tellanos. A cuatro leguas111

de Arjona,112

se entabló batalla con los granadinos, batalla

en la que hubiera perdido la vida el infante Enrique de no haberle salvado Alonso Pérez

de Guzmán, pues la derrota castellana leonesa fue completa y contundente, resultando

saqueado el campamento cristiano. A su regreso a Castilla, el infante Enrique de Cas-

tilla persuadió a algunos caballeros y consiguió que se levantase el asedio a que se ha-

llaba sometida Paredes de Nava, a pesar de la oposición de la reina, que volvió a Va-

lladolid en enero de 1297 sin haber tomado la plaza.

En ese año 1297 se celebraron las Cortes de Cuéllar,113

convocadas por la reina María

de Molina, donde el infante Enrique presionó para que la plaza de Tarifa114

fuera de-

vuelta al rey de Granada, no pudiendo lograr su objetivo por la oposición de María de

Molina al respecto. En dichas Cortes el infante Enrique consiguió que a su sobrino don

Juan Manuel se le entregara el castillo de Alarcón115

en compensación por haberle arre-

batado los aragoneses la villa de Elche,116

a pesar de la oposición de la reina, que no

deseaba sentar ese tipo de precedentes entre los nobles y magnates de su reino. Poco an-

tes de la firma del tratado de Alcañices,117

que ahora evocaremos y recordaremos, Juan

Núñez de Lara, que apoyaba a Alfonso de la Cerda y al infante Juan, fue sitiado en

Ampudia,118

aunque pudo escapar del cerco.

En 1200, la reina María de Molina había amenazado al rey Dionisio I de Portugal con

romper los acuerdos del año anterior si persistían sus ataques al territorio castellano, an-

te lo cual el rey portugués aceptó regresar a Portugal con sus tropas.

Mediante el tratado de Alcañices, entre otros asuntos quedaron fijadas las fronteras

entre Castilla y Portugal, recibiendo este reino una serie de plazas fuertes y villas a cam-

111

Escasos 20 kilómetros.

112

Provincia de Jaén.

113

Provincia de Segovia.

114

Provincia de Cádiz.

115


116

Provincia de Alicante.

117

En la provincia de Zamora, junto a Portugal.

118


~ 31 ~

bio de romper sus acuerdos con Jaime II de Aragón, con Alfonso de la Cerda, con el in-

fante Juan y con Juan Núñez de Lara.

Al mismo tiempo, en Alcañices fue confirmado de nuevo el proyectado enlace entre

Fernando IV y la infanta Constanza de Portugal, hija del monarca lusitano, al tiempo

que se acordaban los esponsales entre el infante Alfonso de Portugal, heredero del trono

lusitano,119

y la infanta Beatriz, hermana de Fernando IV. Por otra parte, el monarca

portugués aportó un ejército de trescientos caballeros, puestos a las órdenes de Juan

Alfonso de Alburquerque (muerto en 1304), para ayudar a la reina María de Molina en

su lucha contra el infante Juan que hasta ese momento había recibido el apoyo del rey

Dionisio I de Portugal.

Además, se estipuló en aquel tratado que las villas y plazas de Campo Maior, Oli-

venza, Ouguela y San Felices de los Gallegos120

serían entregadas a Dionisio de Por-

tugal como compensación por cuando perdió Portugal, durante el reinado de Alfonso III

(1248-1279), una serie de plazas que le fueron arrebatadas por Alfonso X (1252-1284).

Al mismo tiempo, le fueron entregadas al rey portugués las plazas de Almeida, Castelo

Bom, Castelo Melhor, Castelo Rodrigo, Monforte, Sabugal, Sastres y Vilar Maior. Los

monarcas de Castilla-León y Portugal renunciaron a plantearse mutuamente reclama-

ciones territoriales en el futuro, y los prelados de los dos reinos acordaron el día 13 de

septiembre de 1297 apoyarse mutuamente y defenderse de las posibles pretensiones, por

parte de otros estamentos, de restarles libertades o privilegios. El tratado fue ratificado

no sólo por los dos monarcas de ambos reinos, sino también por una representación

abundante de los brazos nobiliario y eclesiástico de ambas partes, así como por la Her-

mandad de los concejos de Castilla y por su equivalente del reino leonés.121

A finales de 1297 –entrando en la última etapa de minoridad de Fernando IV–, la

reina María de Molina envió a Alonso Pérez de Guzmán a los territorios regios de León

para que combatiese al infante Juan, quien seguía controlando por allí. A comienzos de

1298, Alfonso de la Cerda y el infante Juan, apoyados por Juan Núñez de Lara, comen-

zaron a acuñar moneda falsa (conteniendo menos metal del requerido o correspondien-

te), a fin de desestabilizar la economía, En ese mismo año 1298, la ciudad de Sigüen-

za122

cayó en poder de Juan Núñez de Lara, pero tuvo que evacuarla al poco tiempo a

119

Alfonso IV de Portugal entre los años 1325-1367.

120

Campo Maior y Ouguela se hallan, fronterizas, en Portugal; Olivenza se halla en la provincia de Ba-

dajoz y San Felices de los Gallegos en la provincia de Salamanca.

121

A largo plazo, las consecuencias del tratado de Alcañices se perpetuaron, de modo que la frontera en-

tre ambos reinos apenas se modificó durante el curso de los siglos posteriores, convirtiéndose de ese

modo en una de las fronteras más viejas o antiguas de Europa.

Por otra parte, contribuyo el tratado de Alcañices a reforzar el reinado de Fernando IV, un reinado que

fue inseguro e inestable a causa de tensiones y discordias internas y externas, permitiendo que la reina

María de Molina ampliase su libertad de acción y movimientos al desaparecer las disputas con el rey por-

tugués, pasando éste a apoyarla en su lucha contra el infante Juan, que en esos momentos seguía contro-

lando aún el territorio leonés.

Sobre las Hermandades de los Concejos puede verse más en nuestras crónicas de 1313.

122

Provincia de Guadalajara.

~ 32 ~

causa de la resistencia de los defensores y, poco después, caían en manos del magnate

castellano Almazán,123

que se convirtió en la plaza fuerte de Alfonso de la Cerda, y

Deza,124

siéndole además devuelto a Juan Núñez de Lara, por parte del rey Jaime II de

Aragón, el señorío de Albarracín.125

En las Cortes de Valladolid de 1298, el infante En-

rique volvió a aconsejar la venta de la ciudad de Tarifa126

a los musulmanes, oponién-

dose a ello la reina María de Molina.

La reina María de Molina se entrevistó –seguimos en 1298– con el rey Dionisio de

Portugal en Toro,127

solicitándole ayuda en la lucha contra el infante Juan. Sin embargo,

el soberano portugués se negó a atacar al infante y, de común acuerdo con el infante

Enrique, ambos planearon que Fernando IV llegase a un acuerdo de paz con el infante

Juan, conservando éste último el reino de Galicia, la ciudad de León y todas las plazas

que había conquistado mientras durase su vida. No obstante, todos esos territorios pa-

sarían a ser de Fernando IV después de su muerte.128

No obstante, la reina María de

Molina, que se oponía al proyecto de entregar dichos territorios al infante Juan, sobornó

al infante Enrique, a quien entregó Écija,129

Roa130

y Medellín131

para que el proyecto

no siguiera adelante, logrando al mismo tiempo que los representantes de los concejos

lo rechazasen con toda oficialidad y públicamente.

Después de la entrevista con el monarca portugués en 1298, la reina envió a su hijo, el

infante Felipe, que contaba entonces 7 años de edad, al reino de Galicia, a fin de refor-

zar la autoridad real en aquella zona, en la que Juan Alfonso de Albuquerque y Fer-

nando Rodríguez de Castro, señor de Lemos y Sarria, sembraban el desorden. En el mes

de abril de 1299, una vez finalizadas las Cortes de Valladolid de ese año, la reina re-

cuperó los castillos de Monzón de Campos y Becerril de Campos,132

que se hallaban en

poder de los partidarios de Alfonso de la Cerda. En 1299, Juan Alfonso de Haro, señor

de los Cameros,133

capturó a Juan Núñez de Lara, partidario de Alfonso de la Cerda.

123

Provincia de Soria.

124

Provincia de Soria.

125

Provincia de Teruel.

126

Provincia de Cádiz.

127

Provincia de Zamora.

128

En 1319.

129

Provincia de Sevilla.

130

Provincia de Burgos.

131

Provincia de Badajoz.

132

Ambos en la provincia de Palencia.

133

Que muere ejecutado en 1334.

~ 33 ~

Mientras tanto, la reina dispuso el envío de tropas para socorrer Lorca,134

sitiada por el

rey aragonés, al tiempo que, en agosto del mismo año, las tropas del rey castellano

cercaban Palenzuela.135

Juan Núñez de Lara fue libertado en ese año 1299 a condición

de que su hermana Juana136

se desposara con el infante Enrique,137

de que rindiera ho-

menaje al rey Fernando IV y se comprometiera a no guerrear contra él, y a condición

también de que devolviese a la Corona las plazas de Osma,138

Palenzuela,139

Amaya,140

Dueñas141

(que le fue concedida al infante Enrique), Ampudia,142

Tordehumos143

(que le

fue entregada a Diego López V de Haro), la Mota y Lerma.144

En marzo de 1300, la reina María de Molina se entrevistó con Dionisio I de Portugal

en Ciudad Rodrigo,145

donde el soberano portugués solicitó fondos para poder abonar el

coste de las dispensas matrimoniales que el Papa146

debería conceder para que se lleva-

ran a término los enlaces matrimoniales entre Fernando IV y Constanza de Portugal, y

los del infante Alfonso de Portugal con la infanta Beatriz de Castilla. En las Cortes de

Valladolid de 1300, María de Molina, sabiendo imponer su voluntad, consiguió reunir la

cantidad necesaria de dinero con la que persuadir a Bonifacio VIII para que emitiera

también la bula legitimadora del matrimonio del difunto Sancho IV con ella misma,

María de Molina.

Durante las Cortes de Valladolid de 1300, el infante Juan renunció a sus pretensiones

al trono, y prestó público juramento de fidelidad a Fernando IV y a sus sucesores, el día

26 de junio de 1300. A cambio de su renuncia a la posesión del señorío de Vizcaya,

134

En la actual provincia de Murcia.

135


136


137

Enrique de Castilla el Senador, muerto en 1303. Efectivamente, Enrique estuvo casado con Juana Nú-

ñez de Lara.

138

Provincia de Soria.

139


140


141


142


143

Provincia de Valladolid.

144


145


146

Bonifacio VIII (1294-1303).

~ 34 ~

cuya posesión le fue confirmada a Diego López V de Haro, María Díaz de Haro y su

esposo, el infante Juan, recibieron (como ya mencionábamos anteriormente) Mansilla de

las Mulas,147

Paredes de Nava,148

Medina de Rioseco,149

Castronuño150

y Cabreros.151

Poco después, María de Molina y los infantes Enrique y Juan, acompañados por Diego

López V de Haro, sitiaron la villa de Almazán,152

pero levantaron el asedio por la opo-

sición del infante Enrique.

En 1301, Jaime II de Aragón sitió la villa de Lorca, perteneciente a don Juan Manuel,

quien entregó la villa a dicho monarca, al tiempo que María de Molina, con el propósito

de amortizar el desembolso realizado para proveer un ejército con el que liberar a la vi-

lla del cerco aragonés, ordenaba cercar los castillos de Alcalá del Júcar y Mula,153

y si-

tiaba a continuación la propia ciudad de Murcia, donde se hallaba Jaime II, quien pudo

haber sido capturado por las tropas castellanas, de no haber sido prevenido por los in-

fantes Enrique y Juan, quienes se mostraban temerosos de una completa derrota del rey

aragonés, pues ambos deseaban mantener buenas relaciones con él.

En las Cortes de Burgos de 1301 se aprobaron los subsidios demandados por la Co-

rona para financiar la guerra contra el reino de Aragón, contra el reino de Granada y

contra Alfonso de la Cerda, al tiempo que se concedían subsidios para conseguir la le-

gitimación del matrimonio de la reina con Sancho IV, enviándose a continuación 10.000

marcos de plata al Papa para este propósito, a pesar de la hambruna que asolaba los

reinos o amplios territorios de la Corona castellana.

En el mes de junio de 1301, durante las Cortes de Zamora de ese año, el infante Juan y

los ricoshombres de León, Galicia y Asturias, partidarios en su mayoría del infante

Juan, aprobaron los subsidios demandados por la Corona.

En noviembre de 1301, hallándose la Corte en la ciudad de Burgos, se hizo pública la

bula por la que el Papa Bonifacio VIII legitimaba el matrimonio de la reina María con el

difunto rey Sancho IV, siendo por tanto sus hijos legítimos a partir de ese momento. Al

mismo tiempo, se declaró la mayoría de edad de Fernando IV. Con ello, el infante Juan

de Castilla y los infantes de la Cerda perdieron uno de sus principales argumentos a la

hora de reclamar el trono, no pudiendo esgrimir en adelante la ilegitimidad del monarca

castellano. También se recibió la dispensa pontificia que permitía la celebración del ma-

trimonio de Fernando IV con Constanza de Portugal.

147

Provincia de León.

148


149


150


151

Cabreros del Monte (Valladolid).

152

Provincia de Soria.

153

Provincia de Murcia.

~ 35 ~

El infante Enrique, molesto por la legitimación de Fernando IV por parte del Papa

Bonifacio VIII, se alió con Juan Núñez de Lara para indisponer y enemistar a Fernando

IV con su madre, la reina María de Molina. A ambos magnates se les unió el infante

Juan, quien continuaba reclamando el señorío de Vizcaya en nombre de su esposa, Ma-

ría Díaz de Haro.

En 1301, mientras la reina se encontraba en Vitoria con el infante Enrique respon-

diendo a las quejas presentadas por el reino de Navarra en relación con los ataques cas-

tellanos a sus tierras, el infante Juan y Juan Núñez de Lara indispusieron al rey con su

madre y procuraron su diversión en tierras de León por medio de la caza, a la que el rey

se mostraba aficionado desde su infancia. Estando la reina en Vitoria, los nobles ara-

goneses sublevados contra su rey (Jaime II) le ofrecieron su apoyo para conseguir que

este monarca devolviera a Castilla las plazas de las que se había apoderado en el reino

de Murcia. Ese mismo año el infante Enrique, aliado con Diego López V de Haro, re-

clamó al rey Fernando IV, en compensación por abandonar el cargo de tutor del rey, y

habiendo chantajeado previamente a la reina con declarar la guerra a su hijo si no ac-

cedían a sus deseos, la posesión de las localidades de Atienza154

y de San Esteban de

Gormaz,155

que le fueron concedidas por el rey.

El 23 de enero de 1302 Fernando IV contrajo matrimonio en Valladolid con Cons-

tanza de Portugal, hija del rey Dionisio y de la reina Isabel. En las Cortes de Medina del

Campo156

de 1302, celebradas en el mes de mayo de ese año, los infantes Enrique y

Juan, así como también Juan Núñez II de Lara,157

intentaron (una vez más) indisponer al

rey con su madre, acusándola de haber regalado las joyas que le diera Sancho IV, y

posteriormente, cuando se demostró la falsedad de dicha acusación, la acusaron de ha-

berse apropiado de los subsidios concedidos a la Corona en las Cortes de años ante-

riores, acusación que se demostró enteramente falsa cuando el abad Nuño de Santan-

der, canciller de la reina, revisó e hizo público el estado de cuentas de la soberana, quien

no sólo no se había apropiado de los fondos de la Corona, sino que había contribuido

con sus propias rentas al sostén de la monarquía y de los súbditos. Pues gran reina es

doña María de Molina. Mientras se celebraban las mencionadas Cortes de Medina del

Campo de 1302, a las que acudió una representación del reino de Castilla, falleció el

rey o sultán Muhammad II de Granada, sucediéndole en el trono su hijo Muhammad III,

el mismo que atacó a la Corona de Castilla empezando por conquistar Bedmar.158

En julio de 1302 Fernando IV acudió a las Cortes de Burgos de entonces junto con su

madre, restablecidas con ella las buenas relaciones, y con el infante Enrique. Fernando

IV, a pesar de hallarse bajo la influencia de su privado Samuel de Belorado, de origen 154


155

Provincia de Soria.

156


157

Que muere en 1315.

158

Provincia de Jaén.

~ 36 ~

judío, quien intentaba apartar al rey de su madre, había decidido prescindir de la pre-

sencia del infante Juan y de Juan Núñez de Lara en las mencionadas Cortes, terminadas

las cuales el rey se dirigió a la ciudad de Palencia, donde se celebró el matrimonio de

Alfonso, el hijo del infante Juan, con Teresa Núñez de Lara y Haro,159

hija de Juan

Núñez I de Lara (muerto en 1294) y de su esposa Teresa de Haro.

En esos momentos se acentuaba la rivalidad entre el infante Enrique, la reina María de

Molina y Diego López V de Haro (por una parte), y del infante Juan y Juan Núñez de

Lara (por otra). El infante Enrique amenazó a la reina con declarar la guerra a Fernando

IV y a ella misma si no se accedía a sus demandas, al tiempo que los magnates pro-

curaban eliminar la influencia que María de Molina ejercía en su hijo, a quien el pueblo

comenzó a dejar de estimar, debido a la influencia que los ricoshombres ejercían sobre

él. En los meses finales de 1302, la reina, que se hallaba en Valladolid, se vio obligada a

aplacar a los ricoshombres y a los miembros de la nobleza, que planeaban levantarse en

armas contra Fernando IV, quien pasó la Navidad de 1302 en tierras leonesas acom-

pañado por el infante Juan y por Juan Núñez de Lara.

A comienzos de 1303 había una entrevista prevista entre el rey Dionisio de Portugal y

Fernando IV, primos entre sí, confiando Fernando en que Dionisio le devolvería algu-

nos territorios. Por su parte, el infante Enrique, Diego López V de Haro y la reina María

de Molina se excusaron de asistir a dicha entrevista. El propósito de la reina al negarse a

asistir era vigilar al infante Enrique y al señor de Vizcaya, cuyas relaciones con Fer-

nando IV eran tensas debido a la amistad que el monarca dispensaba al infante Juan y a

Juan Núñez de Lara. En mayo de 1303 se celebró la entrevista entre Dionisio de Por-

tugal y Fernando IV en Badajoz. El infante Juan y Juan Núñez de Lara predispusieron a

Fernando IV en contra del infante Enrique y del señor de Vizcaya, al tiempo que las

concesiones ofrecidas por el soberano portugués, quien se ofreció a ayudarle si fuera

preciso contra el infante Enrique de Castilla el Senador, decepcionaron a Fernando IV.

En 1303 fueron las que podrán recordarse como vistas de Ariza160

y la muerte del in-

fante Enrique. Mientras el rey Fernando IV se hallaba en Badajoz, se reunieron en

Roa161

el infante Enrique, Diego López V de Haro y don Juan Manuel, y acordaron que

don Juan Manuel se entrevistaría con el rey Jaime II de Aragón. Este último acordó con

don Juan Manuel que los tres magnates y él mismo deberían reunirse el día de San Juan

Bautista, 24 de junio, en Ariza. Después, el infante Enrique comunicó sus planes a

María de Molina, que se encontraba en Valladolid, con el propósito de que ella se uniera

a ellos. El plan del infante Enrique consistía, en que Alfonso de la Cerda se convirtiese

en rey de León y se desposase con la infanta Isabel,162

hija de María de Molina y her-

mana del rey, al tiempo que el infante Pedro de Castilla, hermano de Fernando IV y de

159

Hermana de Juan Núñez de Lara el Joven.

160

Al suroeste de la provincia de Zaragoza.

161


162

Que muere en 1328.

~ 37 ~

Isabel, sería proclamado rey de Castilla y se desposaría con una hija de Jaime II de Ara-

gón. El infante Enrique manifestó que su intención era lograr la paz en la totalidad del

reino y eliminar o regular la influencia del infante Juan y de Juan Núñez de Lara.

Dicho plan, que hubiera supuesto la disgregación de los territorios de la Corona de

Castilla, así como la renuncia al mismo, forzosa u obligada, de Fernando IV, fue re-

chazado por la reina María de Molina, que se negó a secundar el proyecto y a entrevis-

tarse con el soberano aragonés en Ariza. Fernando IV, mientras tanto, suplicaba a su

madre que pusiera paz entre él y los magnates que apoyaban al infante Enrique, quienes

volvieron a suplicar a la reina que apoyara el plan del infante, a lo que ella se negó.

Mientras se celebraban las vistas de Ariza, la reina recordó al infante Enrique y a sus

acompañantes la lealtad que debían a su hijo, así como los grandes heredamientos con

que les había dotado, consiguiendo con ello que algunos caballeros abandonasen Ariza,

sin secundar el plan del infante Enrique. Sin embargo, el infante Enrique, don Juan Ma-

nuel y otros caballeros se comprometieron a hacer la guerra al rey Fernando IV, así co-

mo a que le fuera devuelto el reino de Murcia al reino de Aragón, y a que el reino de

Jaén le fuese entregado a Alfonso de la Cerda. Sin embargo, mientras la reina María de

Molina reunía los concejos y estorbaba los propósitos del infante Enrique, éste enfermó

de gravedad y hubo de ser trasladado a su villa de Roa. Ante la enfermedad del infante

Enrique, la reina, temerosa de que sus señoríos y castillos pasasen a ser de don Juan

Manuel y de Lope Díaz de Haro, a quienes el infante planeaba legar sus posesiones a su

muerte, persuadió al confesor del infante, así como a sus acompañantes, de que le con-

vencieran para que a su muerte sus bienes revirtieran a la Corona, a lo que el infante se

negó, pues no deseaba que sus bienes pasasen a poder de Fernando IV.

De hecho, cuando don Juan Manuel, sobrino carnal del infante Enrique, llegó a Roa,

le encontró ya sin habla y, considerándole muerto, se apropió de todos los objetos va-

liosos que allí había.163

La reina envió entonces órdenes a todas las fortalezas del infante moribundo, en las

que se disponía que si el infante Enrique falleciese, no entregasen los castillos sino a las

tropas del rey, a quien pertenecían. El día 8 de agosto de 1303 murió el infante Enrique,

siendo sepultado finalmente en el monasterio vallisoletano de San Francisco.164

Sus

vasallos dieron escasas muestras de duelo por él y, cuando tuvo conocimiento de ello la

reina, ordenó que se colocase sobre el ataúd un paño de brocado, así como que a los fu-

nerales asistiesen todos los clérigos y nobles presentes en Valladolid.

Mientras el infante Enrique agonizaba, Fernando IV hizo un pacto con el rey Mu-

hammad III de Granada, estipulando que el sultán granadino conservaría Alcaudete,

Quesada y Bedmar,165

mientras que Fernando IV conservaría la plaza de Tarifa.166

El 163

Lo recoge así la Crónica de Fernando IV: “E desque vio á D. Enrique fallolo sin fabla, é cuydando

que era muerto, tomóle quanto le falló en la casa, plata é bestias é cartas que tenia blancas del sello del

rey, é salió fuera de la villa é levó consigo quanto y falló de D. Enrique, é fuese para Peñafiel, que era

deste D. Juan Manuel”.

164

Ya desaparecido, pero con mucha y rica historia, desde el siglo XIII hasta su demolición durante el si-

glo XIX.

165

Lugares jiennenses.

~ 38 ~

soberano nazarí se declaró vasallo de Fernando IV y se comprometió a pagarle las

parias correspondientes. Al saber que había fallecido el infante Enrique, tan propenso al

incordio, Fernando IV se mostró complacido y concedió la mayoría de sus tierras a Juan

Núñez de Lara, a quien también concedió el cargo de adelantado mayor de la frontera en

Andalucía, y a los hombres que se hallaban con él también concedió tierras, al tiempo

que devolvía Écija167

a la reina María de Molina, por haber sido suya antes de que ella

se la entregara al infante Enrique. En noviembre de 1303 el rey se encontraba en Va-

lladolid junto a la reina, y solicitó su consejo, pues deseaba poner fin al pleito sostenido

tan prolongadamente por el infante Juan y Diego López V de Haro por la posesión del

señorío de Vizcaya, que en esos momentos era propiedad de Diego López V de Haro.

La reina le manifestó que le ayudaría a resolver dicho pleito, al tiempo que el rey le ha-

cía importantes donaciones, pues las buenas relaciones entre el rey y su madre se habían

restablecido ya totalmente.

En enero de 1304, hallándose el rey en Carrión,168

el infante Juan reclamó de nuevo,

en nombre de su esposa, y apoyado por Juan Núñez de Lara, el señorío de Vizcaya,

aunque el monarca en un primer momento resolvió que la esposa del infante se con-

formase con recibir Paredes de Nava169

y Villalón de Campos170

como compensación, a

lo que el infante Juan se negó rotundamente, argumentando que su esposa no lo acep-

taría por estar en desacuerdo con los anteriores pactos establecidos por su esposo en

relación con el señorío. En vista de la situación, el rey propuso que Diego López V de

Haro entregase a María Díaz de Haro, a cambio del señorío de Vizcaya, Tordehumos,

Íscar y otros lugares que ya fuimos mencionando. Por su parte, Diego V López de Ha-

ro conservaría el señorío de Vizcaya y lo mismo otros lugares del entorno que ya fuimos

mencionando. El infante Juan aceptó la oferta del rey, por lo que este último hizo llamar

a Diego López V de Haro a Carrión de los Condes. No obstante, el señor de Vizcaya no

aceptó la proposición del soberano y le amenazó con la rebelión antes de partir. El rey

hizo entonces que su madre se reconciliase con Juan Núñez de Lara, al tiempo que se

iniciaban las maniobras previas a la conocida Sentencia Arbitral de Torrellas,171

rubri-

cada en 1304 y a la que ahora nos referiremos evocándolas, siendo maniobras en las que

no tomó parte Diego López V de Haro, por hallarse enemistado con Fernando IV, quien

prometió al infante Juan entregarle el señorío de Vizcaya, y a Juan Núñez de Lara La

166

En la actual provincia de Cádiz.

167

En la actual provincia de Sevilla.

168

Carrión de los Condes (Palencia).

169


170


171

Provincia de Zaragoza.

~ 39 ~

Bureba172

y las posesiones de Diego López de Haro en La Rioja, si ambos resolvían las

gestiones diplomáticas con Aragón a satisfacción del monarca.

En abril de 1304, el infante Juan comenzó las negociaciones con el reino de Aragón,

comprometiéndose Fernando IV a aceptar las decisiones que establecieran los árbitros

de los reinos de Portugal y Aragón, que se reunirían en los meses siguientes, respecto a

las demandas de Alfonso de la Cerda y respecto a sus disputas con el reino de Aragón.

Al mismo tiempo, el rey confiscó las tierras de Diego López V de Haro y de Juan Al-

fonso de Haro, señor de los Cameros, y las repartió entre los ricoshombres. A pesar de

ello, ambos magnates no se sublevaron contra el rey.

Mientras tanto, en Galicia, el infante Felipe, hermano de Fernando IV, derrotó en una

batalla a su cuñado Fernando Rodríguez de Castro, quien perdió la vida en dicha batalla,

en Monforte de Lemos.173

Así pues, como veníamos señalando, uno de los acontecimientos más importantes del

reinado de Fernando IV, una vez alcanzada su mayoría de edad, fue el acuerdo de fron-

teras establecido con Jaime II de Aragón en 1304, acuerdo histórico que se conoce co-

mo Sentencia Arbitral de Torrellas, acuerdo con el que también se intentó poner fin a las

reclamaciones de Alfonso de la Cerda, pretendiente al trono castellano-leonés como

bien sabemos.

Resumamos que a 8 de agosto del dicho año 1304, en la mencionada villa de Torre-

llas, el rey Dionisio I de Portugal, el obispo Jimeno de Luna de Zaragoza174

(en repre-

sentación del reino de Aragón) y el infante Juan (representante del reino de Castilla),

hicieron públicas las cláusulas de la Sentencia Arbitral de Torrellas, habiendo sido el

propósito de la negociación el de poner fin a las disputas existentes entre la Corona de

Castilla y la de Aragón con respecto al dominio o posesión del reino de Murcia. Mu-

hammad III de Granada participó en las conversaciones a petición de Fernando IV,

quien dispuso que en el tratado de paz y alianza entre los reinos cristianos de la Pe-

nínsula interviniera el rey de Granada, pues tenía interés en conservar la amistad, la

buena avenencia, la sumisión y las parias que cada año se veía obligado a abonar el rey

de Granada al rey de Castilla, parias que venían a ser un preciado recurso para Castilla.

Por todo ello, Jaime II de Aragón y Dionisio I de Portugal se avinieron a mantener

buenas relaciones con el rey de Granada. Mientras no surgiera otra cosa, era bueno lle-

varse bien.

Según lo dispuesto en la Sentencia, el reino de Murcia, que entonces se hallaba en ma-

nos de Jaime II de Aragón, sería repartido entre las Coronas de Aragón y de Castilla, y a

lo largo del río Segura, siendo así establecida la frontera meridional de Aragón. Las ciu-

dades de Alicante, Elche, Elda, Orihuela y Novelda, así como las poblaciones de Aba-

nilla, Petrel, Crevillente y Sax continuarían en poder del monarca aragonés. En la Sen-

tencia Arbitral se reconocía la posesión por parte del la Corona de Castilla y León de las

172

Comarca burgalesa.

173

Al sur de la provincia de Lugo.

174

Jimeno Martínez de Luna y de Alagón, que muere en 1338, como arzobispo de Toledo.

~ 40 ~

ciudades de Murcia, Monteagudo, Alhama, Lorca y Molina de Segura. Los ciudadanos

afectados por el cambio de soberanía tendrían libertad para permanecer en sus ciudades

y villas si lo deseaban, o bien podrían abandonar libremente el territorio. Al mismo

tiempo, los dos reinos acordaron conceder la libertad a los prisioneros de guerra, así

como ser enemigos ambos de los enemigos de cada uno de ellos, exceptuando a la Santa

Sede o Estados Pontificios y al reino de Francia, El señorío de Villena siguió siendo de

don Juan Manuel, pero las tierras en las que se asentaba permanecerían bajo soberanía

aragonesa.

En aquel día 8 de agosto de 1304, los reyes de Portugal y Aragón se pronunciaron, en

presencia del infante Juan de Castilla, sobre las reclamaciones de los infantes de la

Cerda. A Alfonso de la Cerda, apoyado por Jaime II de Aragón, le fueron concedidos

como compensación por su renuncia al trono de Castilla una serie de señoríos y pose-

siones, dispersos por todo el territorio castellano-leonés a fin de evitar la conformación

de una pequeña entidad estatal, figurando entre dichos territorios los de Alba de Tor-

mes, Valdecorneja, Gibraleón, Béjar y el Real de Manzanares, además del castillo de

Monzón de Campos, Gatón de Campos, La Algaba y Monforte de Lemos. Además, se

concedieron a Alfonso de la Cerda numerosas rentas y posesiones en Medina del Cam-

po, Córdoba, Toledo, Bonilla de la Sierra y Madrid. Fernando IV de Castilla, que desea-

ba que su pariente Alfonso de la Cerda disfrutase de una renta anual de 400.000 ma-

ravedíes, dispuso que si las rentas de las posesiones que le habían sido donadas no al-

canzaban esa cantidad le entregaría otros territorios hasta que las rentas alcanzasen

dicha cifra. Al mismo tiempo se dispuso que, en prueba de que el monarca castellano

entregaría dichos señoríos a Alfonso de la Cerda, los castillos de la riojana Alfaro,

Cervera,175

Curiel de los Ajos176

y Gumiel177

fueran entregados a cuatro ricoshombres

durante treinta años.

Por su parte, Alfonso de la Cerda renunció a sus derechos al trono, a utilizar los títulos

regios y a usar el sello real. Al mismo tiempo, se comprometía a devolver al rey las

plazas castellanas de Almazán, Soria, Deza, Serón de Nágima, Alcalá de Henares,

etc.178

Fernando IV se comprometió a que las cláusulas de la Sentencia Arbitral deberían ser

juradas y acatadas por los ricoshombres, los magnates, los maestres de las Órdenes

175

Provincia de Lérida.

176

O Curiel de Duero, en la provincia de Valladolid.

177

Gumiel de Izán y Gumiel de Mercado, provincia de Burgos.

178

No obstante, al poco tiempo volvió a usar Alfonso de la Cerda los símbolos de la realeza, contravi-

niendo lo acordado en Torrellas. La cuestión de los derechos al trono de Alfonso de la Cerda se resolvió

definitivamente en vida del hijo y sucesor de Fernando IV, Alfonso XI, cuando en 1331, en Burguillos

(Sevilla), Alfonso de la Cerda rinda homenaje al rey de Castilla y León. De ese modo se resolverá el pro-

blema originado en 1275 a la muerte del infante Fernando de la Cerda, padre de Alfonso de la Cerda e

hijo y heredero de Alfonso X, cuyos derechos al trono habían sido ignorados por Sancho IV, padre de

Fernando IV de Castilla.

~ 41 ~

militares de Santiago, Calatrava, el Temple y el Hospital, así como por los concejos de

sus reinos. En el invierno de 1305, hallándose Fernando IV en la ciudad de Guadalajara,

recibió como rey el homenaje de su primo Fernando de la Cerda, quien actuaba en

nombre de su hermano, Alfonso de la Cerda. Éste último manifestó por medio de su

hermano que había recibido los castillos y señoríos que le fueron adjudicados en la

Sentencia Arbitral de Torrellas, y rindió por primera vez homenaje a Fernando IV. El

rey solicitó de nuevo a Diego López V de Haro que devolviese el señorío de Vizcaya a

María Díaz de Haro, a lo que no accedió el señor de Vizcaya.

Para dar solución a los inconvenientes derivados del reparto del territorio murciano, y

para otras cuestiones menores, se acordó la entrevista de Fernando IV y Jaime II de

Aragón en el histórico y cisterciense monasterio de Santa María de Huerta.179

Así, dicha

entrevista tuvo lugar el día 26 de febrero de 1305, y a ella asistieron los reyes de Castilla

y Aragón, el infante Juan, Juan Núñez de Lara, don Juan Manuel, Violante Manuel180

(hermana de don Juan Manuel) con su esposo el infante Alfonso de Portugal,181

el

arzobispo de Toledo Gonzalo Díaz Palomeque182

y los obispos de Sigüenza (Simón

Girón de Cisneros) y de Oporto (Gerardo Domínguez), entre otros. A cambio de la ce-

sión de los señoríos de Elda y Novelda,183

que pasarían a ser del reino de Ara-

gón, Violante Manuel recibió los señoríos de Arroyo del Puerco184

y Medellín185

de ma-

nos de Fernando IV, quien cedió al mismo tiempo a don Juan Manuel el señorío y el

castillo de Alarcón186

como compensación por su renuncia a la posesión de Elche. Don

Juan Manuel tomó posesión de la villa de Alarcón el día 25 de marzo de 1305.

Por su parte, Jaime II de Aragón, a pesar de la insistencia de Fernando IV, se negó a

entregar el señorío de Albarracín a Juan Núñez de Lara, quien culpó de ello a la escasa

influencia ejercida por su hasta entonces aliado, el infante Juan, de quien empezó a dis-

tanciarse. Por otra parte, Fernando IV y Jaime II otorgaron poderes a Diego García de

Toledo, canciller del sello de la Puridad (de su custodia), y a Gonzalo García, consejero

del monarca aragonés, respectivamente, a fin de que ambos concluyeran el reparto del

reino de Murcia entre ambos reinos, según lo dispuesto por la Sentencia Arbitral de To-

rrellas.

179

Que se halla en la provincia de Soria.

180

Hermanastra de don Juan Manuel, muerta en 1306.

181

Que muere, como luego veremos, en este año 1312.

182

Muerto en 1310.

183

En la provincia de Alicante.

184

Actual Arroyo de la Luz (Cáceres).

185

Provincia de Badajoz.

186


~ 42 ~

Finalmente, los delegados de ambos monarcas llegaron a un acuerdo que fue plas-

mado en el tratado de Elche, suscrito el día 19 de mayo de 1305, fijándose en él de

manera definitiva la frontera del reino de Murcia, que había sido dividido entre Castilla

y Aragón. La línea divisoria entre los dos reinos se estableció entre Pechín y Almansa

(pertenecientes a Fernando IV) y Caudete187

(correspondiente al reino de Aragón). La

línea divisoria establecida entre los dos reinos en el territorio de Murcia seguiría el cur-

so del río Segura desde Cieza, correspondiéndole a Castilla la posesión de Murcia, Mo-

lina de Segura y Blanca, así como la ciudad de Cartagena, a la que Jaime II renunció por

estar situada demasiado al sur del río Segura, pasando a pertenecer definitivamente a la

Corona de Castilla. No obstante, la cesión de la ciudad de Cartagena a Castilla fue rea-

lizada a condición de que Fernando IV respetase la propiedad de don Juan Manuel sobre

el señorío de Alarcón, a lo que el rey Fernando no se opuso. Al mismo tiempo, en

el tratado de Elche se dispuso que el municipio de Yecla188

continuara en poder de don

Juan Manuel, y su jurisdicción correspondería a Castilla.

La partición del reino de Murcia (en la que no se tuvieron en cuenta los vínculos his-

tóricos de la región), significó que la parte norte y este correspondería al reino de Va-

lencia, dentro de la Corona de Aragón, que procuró asimilarla inmediatamente al resto

de sus dominios, al tiempo que la parte sur y oeste del reino, incluyendo Cartagena y la

propia ciudad de Murcia, pasaban a manos castellanas definitivamente, constituyendo el

reino de Murcia.

Retomemos, tras estos incisos, el tema de los conflictos por la posesión del señorío de

Vizcaya, situándonos entre las Cortes de Medina del Campo de 1305 y las Cortes de

Valladolid de 1307. Diego López V de Haro, en 1305, fue llamado a comparecer en las

las Cortes de Medina del Campo, si bien no acudió sino tras haber sido llamado varias

veces, para responder a las demandas de María Díaz de Haro, esposa del infante Juan,

que reclamaba, valiéndose de la influencia de éste, la posesión del señorío de Vizcaya.

Ante la ausencia del señor de Vizcaya, el infante Juan interpuso una demanda contra

él ante Fernando IV, comprometiéndose a probar que el señorío de Vizcaya fue ocupado

ilegalmente por Sancho IV, razón por la cual era ahora, intrusamente, de Diego López V

de Haro, tío carnal de María Díaz de Haro. Sin embargo, mientras el infante Juan pre-

sentaba las pruebas a los representantes del rey, compareció Diego López V de Haro,

acompañado por trescientos caballeros. El señor de Vizcaya se negó a renunciar a su

señorío, argumentando que el infante y su esposa habían renunciado al mismo, mediante

un juramento solemne, prestado en el año 1300.

Al no conseguir alcanzar un acuerdo, debido a los argumentos presentados por ambas

partes, Diego López V de Haro retornó a su señorío, a pesar de que aún no habían fina-

lizado las Cortes de Medina del Campo, que terminaron a mediados de junio de 1305.

Hallándose luego la Corte castellana en Burgos, y mientras Diego López V de Haro se

proponía apelar al Papa, debido al solemne juramento de renuncia al señorío efectuado

por el infante Juan y su esposa en 1300, el rey ofreció a María Díaz de Haro la posesión

187

Provincia de Albacete.

188

Al norte de la provincia de Murcia.

~ 43 ~

de varias ciudades del señorío de Vizcaya, entre ellas San Sebastián, Salvatierra,189

Fuenterrabía190

y Guipúzcoa, a lo que no accedió ella, habiéndose aconsejado al res-

pecto por Juan Núñez de Lara, enemistado como estaba éste con su esposo, a pesar de

las presiones que recibió del mismo. Poco después, el infante Juan y Diego López V de

Haro firmaron una tregua para dos años, durante los que el rey confiaba en que Diego

López V de Haro rompería su alianza con Juan Núñez de Lara. Posteriormente, durante

las fechas navideñas de 1305, Fernando IV se entrevistó con Diego López V de Haro

en Valladolid, acudiendo Diego acompañado por Juan Núñez de Lara, a quien el rey,

pues se hallaba enemistado con él, hizo abandonar la ciudad, pues deseaba que el señor

de Vizcaya rompiese su alianza con él, aunque no lo consiguió, ya que Diego López V

de Haro estaba convencido de que el infante Juan no cejaría en sus reclamaciones.

A comienzos de 1306, Lope Díaz de Haro, hijo y heredero de Diego López V de Haro,

se hallaba enemistado con Juan Núñez de Lara e intentaba persuadir a su padre de que

aceptase la solución propuesta por el rey. Ese mismo año, el rey dio el cargo de ma-

yordomo mayor a Lope Díaz de Haro, entrevistándose su padre poco después con el

monarca y acudiendo a la entrevista acompañado por Juan Núñez de Lara, a pesar del

enojo que eso produjo en el rey. Durante la entrevista, Diego López V de Haro intentó

reconciliar a Juan Núñez de Lara con el soberano, al tiempo que este último intentaba

que su interlocutor rompiese sus relaciones con quien él defendía. Persuadido por Juan

Núñez de Lara, el señor de Vizcaya partió sin despedirse del rey, al tiempo que llegaban

embajadores procedentes de Francia, entre otras cosas solicitando una alianza entre am-

bos reinos con los debidos o consabidos protocolos.

En abril de 1306, el infante Juan, a pesar de la oposición de la reina María de Molina,

indujo al rey a que declarase la guerra a Juan Núñez de Lara, sabiendo que Diego López

V de Haro le defendería, y aconsejó al soberano que sitiase Aranda de Duero,191

donde

se hallaba Juan Núñez de Lara, el cual, en vista de la situación, rompió su vínculo vasa-

llático con el rey. Después de una batalla campal, Juan Núñez de Lara consiguió escapar

del cerco al que se pretendía someter Aranda de Duero, y se reunió con Diego López V

de Haro y con el hijo de este último, y acordaron hacer la guerra al rey Fernando IV por

separado, y cada uno en su territorio. Las huestes del rey exigieron concesiones al mo-

narca, quien hubo de concedérselas a pesar de que no se mostraban diligentes en hacer

la guerra, por lo que el soberano ordenó al infante Juan que entablase negociaciones con

Diego López V de Haro y sus partidarios, a lo que el infante Juan accedió, pues sus va-

sallos tampoco se mostraban partidarios de la guerra.

Las negociaciones no llegaron a iniciarse y la guerra continuó, a pesar de que el in-

fante Juan aconsejaba al soberano que, de ser posible, firmase la paz. El rey solicitó la

intervención de su madre, quien tras las negociaciones mantenidas con los rebeldes a

través de Alonso Pérez de Guzmán logró en una reunión mantenida con ellos, en Pan-

189

Provincia de Álava.

190

Provincia de Guipúzcoa.

191


~ 44 ~

corbo,192

que los tres magnates sublevados concediesen castillos como rehenes al rey, al

que deberían rendir pleitesía, conservando sus propiedades, al tiempo que el rey se com-

prometía a abonarles sus soldadas. El acuerdo no satisfizo al infante Juan, quien volvió

a reclamar al rey la posesión del señorío de Vizcaya en nombre de su esposa, al tiempo

que Fernando IV, con el propósito de complacer al infante, arrebataba la merindad de

Galicia a su hermano el infante Felipe de Castilla y se la concedía a Diego García de

Toledo, privado del infante Juan.

Fernando IV, deseoso de complacer a su tío el infante Juan, envió a Alonso Pérez de

Guzmán y a Juan Núñez de Lara a parlamentar con Diego López V de Haro, quien se

negó a ceder el señorío de Vizcaya al infante y a su esposa María II de Haro. Cuando el

infante Juan tuvo conocimiento de ello, convocó a don Juan Manuel y a sus vasallos pa-

ra que le apoyasen en sus pretensiones, al tiempo que el rey y la reina María parlamen-

taban con Juan Núñez de Lara para que persuadiera al señor de Vizcaya acerca de que

devolviera el señorío. En septiembre de 1306 se entrevistó el rey con Diego López V de

Haro en Burgos. El soberano le propuso que en tanto que viviese podría conservar la

propiedad sobre el señorío de Vizcaya, pero que, a su muerte, el señorío debería ser en-

tregado a María II Díaz de Haro, a excepción de los municipios de Orduña y Valma-

seda, que serían entregados a Lope Díaz de Haro, su hijo. Sin embargo, la propuesta no

fue aceptada por Diego López V de Haro, a quien, en vista de su obstinación, el rey vol-

vió a intentar enemistar con Juan Núñez de Lara. Poco después, el señor de Vizcaya

volvió a apelar al Papa.

A principios de 1307, mientras el rey con la reina María y el infante Juan se dirigían a

Valladolid, tuvieron conocimiento de que el Papa Clemente V reconocía la validez del

juramento prestado por el infante y su esposa en 1300 sobre renunciar al señorío de Viz-

caya, por lo que el infante debería atenerse a él, o bien responder al pleito interpuesto

contra él por el señor de Vizcaya. En febrero de 1307 se intentó resolver el pleito sobre

el señorío de Vizcaya, acordando que Diego López V de Haro conservase la propiedad

del señorío de Vizcaya en tanto durase su vida, pero que a su muerte, el señorío pasase a

ser de María Díaz de Haro, a excepción de Orduña y Valmaseda, que serían entregadas

a Lope Díaz de Haro, su hijo, quien también recibiría Miranda de Ebro y Villalba de

Losa193

de manos del rey. Sin embargo, el acuerdo no fue aceptado por el señor de Viz-

caya. Poco después fueron convocadas Cortes en la ciudad de Valladolid.

En las Cortes de Valladolid de 1307, viendo María de Molina que los ricoshombres,

encabezados por el infante Juan, protestaban contra las medidas adoptadas por los pri-

vados del rey, intentó, para complacer al infante, poner fin al pleito existente sobre el

señorío de Vizcaya. Para ello, la reina contó con la colaboración de su hermanastra

Juana Alfonso de Molina, quien persuadió a su hija María Díaz de Haro para que acep-

tase el acuerdo propuesto por el rey en febrero de ese mismo año. Diego López V de

Haro y su hijo Lope Díaz de Haro se avinieron a firmar el acuerdo, por el que se es-

tablecía que Diego López V de Haro conservaría la propiedad del señorío de Vizcaya en

192


193

Lugares ambos en la actual provincia de Burgos.

~ 45 ~

tanto durase su vida, pero que a su muerte, como ya se dijo, el señorío pasaría a ser de

María II Díaz de Haro, a excepción de Orduña y Valmaseda, que serían entregadas

a Lope Díaz de Haro, su hijo, quien también recibiría Miranda de Ebro y Villalba de

Losa de manos de Fernando IV, como también queda dicho.

Ante el acuerdo alcanzado respecto a la posesión del señorío de Vizcaya, Juan Núñez

de Lara se sintió menospreciado por el rey y por su madre, por lo que se retiró de las

Cortes, antes de que éstas hubiesen finalizado. Por ello, el rey concedió el cargo de ma-

yordomo mayor a Diego López V de Haro, lo que provocó que el infante Juan aban-

donase la Corte con su absentismo, advirtiendo al rey que no contaría con su ayuda

hasta que los alcaides de los castillos de Diego López de Haro rindiesen homenaje a su

esposa, María Díaz de Haro. Sin embargo, poco después se reunieron en Lerma,194

don-

de se hallaba María Díaz de Haro, el infante Juan, Juan Núñez de Lara el Menor, Diego

López V de Haro y su hijo Lope Díaz de Haro, acordándose allí que prestasen homenaje

en Vizcaya como futura señora a María Díaz de Haro, al tiempo que se hacía lo mismo

en los castillos que recibiría Lope Díaz de Haro.

Todavía en 1307, por consejo del infante Juan y de Diego V López de Haro, ya ambos

por así decir reconciliados, el rey ordenó a Juan Núñez de Lara que abandonase el reino

de Castilla y que le devolviese los castillos de Moya y Cañete,195

los mismos que el

soberano le había concedido en tiempos pasados. El rey fue a Palencia, donde se hallaba

su madre, quien le aconsejó que, puesto que había expulsado a Juan Núñez de Lara del

reino, si deseaba conservar el respeto de los ricoshombres y la nobleza, debería mos-

trarse inflexible. Como sabemos, el rey se dirigió entonces a Tordehumos,196

donde se

hallaba el magnate rebelde, y puso cerco a la villa a finales de octubre de 1307, ha-

llándose acompañado por numerosos ricoshombres con sus tropas, y también por las del

maestre de Santiago. Poco después se unieron a ellos el infante Juan, repuesto de una

enfermedad, y su hijo, Alfonso, con sus mesnadas.

Estando el rey en el sitio de Tordehumos, recibió el mandato del Papa Clemente V de

apoderarse de los castillos y posesiones de la Orden del Temple, y de que los conser-

vase en su poder hasta que el pontífice dispusiera lo que habría de hacerse con ellos. Al

mismo tiempo, el infante Juan presentó al rey una propuesta de paz, procedente de los

sitiados en Tordehumos, propuesta que Fernando IV no aceptó. Durante el asedio, vién-

dose el rey en dificultades para pagar a sus tropas, envió a su esposa y a su hija recién

nacida, la infanta Leonor,197

solicitando un empréstito al rey de Portugal, su suegro. Al

mismo tiempo, el infante Juan, no poco resentido, aconsejó al monarca que abandonase

el cerco y que él lo terminaría, o bien que tomaría Íscar,198

o bien que acudiría a la en- 194


195

Situados al este de la actual provincia de Cuenca.

196


197

Cuya muerte trágica será en 1359, como ya veremos.

198

En la provincia de Valladolid.

~ 46 ~

trevista que Fernando IV debía mantener en Tarazona199

con el rey de Aragón en su

lugar. Sin embargo, el rey, receloso de su tío el infante, desoyó sus propuestas y procuró

contentarle por otros medios.

A causa de las deserciones de algunos ricoshombres, como la de Alfonso, hijo del in-

fante Juan, Rodrigo Álvarez de las Asturias200

y García Fernández de Villamayor, entre

otros, y también a causa de la enfermedad de la reina madre, que no podía aconsejarle,

el rey decidió pactar con Juan Núñez de Lara la rendición de éste. Tras rendir así la villa

de Tordehumos a comienzos de 1308, Juan Núñez de Lara se comprometió a entregar

todas sus tierras al rey, excepto las que tenía en La Bureba y en La Rioja, por tenerlas en

su poder Diego López V de Haro, al tiempo que rendía pleitesía al rey, quien firmó este

acuerdo a espaldas de la reina madre, seriamente enferma en esos momentos.

Terminado el cerco de Tordehumos, numerosos magnates y caballeros intentaron ene-

mistar al rey con Juan Núñez de Lara y con su tío el infante Juan, diciéndoles a cada

uno de ellos por separado que el rey deseaba la muerte de ambos, por lo que los dos se

aliaron, temiendo que el rey desease liquidarlos, pero sin contar ambos con el apoyo de

Diego López V de Haro. Sin embargo, fueron persuadidos por María de Molina de que

el rey no les deseaba ningún mal, algo que después les fue confirmado por el propio rey.

Sin embargo, el infante Juan y sus acompañantes solicitaron presentar sus peticiones a

la reina y no a él, a lo que el soberano accedió. Las reclamaciones, presentadas por los

demandantes en las conocidas Vistas de Grijota,201

pasaban por que el soberano conce-

diese la merindad de Galicia a Rodrigo Álvarez de las Asturias y la merindad de Cas-

tilla a Fernán Ruiz de Saldaña, al tiempo que debía expulsar de la Corte a sus privados,

Sancho Sánchez de Velasco, Diego García y Fernán Gómez de Toledo. Las demandas

presentadas por los magnates fueron aceptadas por el monarca.

En 1308, como ya fuimos viendo, Rodrigo Yáñez, maestre de la Orden del Temple en

los reinos de Castilla y de León, se dispuso a entregar a María de Molina las fortalezas

de la Orden en todo el territorio, pero la reina no aceptó tomarlas sin el consentimiento

de su hijo, aunque el rey finalmente lo concedió. Sin embargo, el maestre no entregó los

castillos a la reina madre, sino que ofreció al infante Felipe, hermano del rey, entre-

gárselos a él, a condición de que el infante suplicase al monarca, en su nombre, que el

soberano atendiese las demandas de los templarios a los prelados de su reino.

En las Cortes de Burgos habidas en 1308 estuvieron presentes, además del rey, la rei-

na María de Molina, los infantes Juan y Pedro, don Juan Manuel y la mayoría de los ri-

coshombres y magnates. Fernando IV intentó poner orden en los asuntos de sus reinos,

así como alcanzar un equilibrio presupuestario y reorganizar la administración de la

Corte, al tiempo que intentaba recortar las atribuciones del infante Juan, aspecto este

último no conseguido por el monarca, tampoco en esa ocasión.

199


200

Que muere en 1333.

201

En la provincia de Palencia.

~ 47 ~

El infante Juan entabló un pleito con el infante Felipe por la posesión del castillo de

Ponferrada,202

del que Felipe se había más que apropiado, así como de los castillos de

Alcañices,203

San Pedro de Latarce204

y el riojano de Haro, que aquél hubo de entregar

al rey, al tiempo que el maestre de la Orden del Temple, en la difícil situación de los

templarios, se comprometía a entregar al rey los castillos que aún tenía en su poder.

Evocamos ahora el tratado de Alcalá de Henares205

que se firmó en 1308, empezando

por decir que en marzo de 1306 Fernando IV había solicitado entrevistarse con Jaime II

de Aragón, poniéndose en marcha desde entonces las embajadas de las dos monarquías,

intentando en primer lugar fijar una fecha para el encuentro de los dos soberanos, en-

cuentro que hubo de ser aplazado varias veces debido a los conflictos internos existentes

en ambos reinos. Las cláusulas del tratado de Alcalá de Henares, firmado el día 19 de

diciembre de 1308, tuvieron su origen en los encuentros previos mantenidos por los re-

yes de Castilla y Aragón en el monasterio de Santa María de Huerta206

y en Monreal de

Ariza207

durante el mes de diciembre de 1308. Los temas discutidos en las entrevistas

fueron el retomar o relanzar la empresa de reconquista, deseada por ambos reyes,208

y el

matrimonio de la infanta Leonor de Castilla, primogénita y heredera de Fernando IV,

con el infante Jaime de Aragón, hijo y heredero de Jaime II;209

y se trataba también por

último sobre la satisfacción de los compromisos contraídos con Alfonso de la Cerda,

que aún se hallaban un tanto como en el aire al menos en parte. Fernando IV acabó en-

tregando a Alfonso de la Cerda 220.000 maravedíes que aún no se le habían dado y Al-

fonso de la Cerda devolvió al rey castellano las villas de Deza, Serón de Nágima y Al-

calá de Henares.

202


203


204


205

Provincia de Madrid.

206

Provincia de Soria.

207

Al suroeste de la actual provincia de Zaragoza.

208

La idea de reemprender de nuevo la lucha contra el reino de Granada entusiasmaba a los dos reyes,

que contaban además con el apoyo benimerín o del sultanato marroquí, enemistado y en guerra por en-

tonces contra el sultán Muhammad III de Granada.

209

Ya sabemos finalmente cómo acabó el asunto y la vida de ella, en 1359, sin que ahora adelantemos

más, aunque algo sí debamos. El matrimonio entre la infanta Leonor y el infante Jaime, aunque fue cele-

brado nunca fue consumado, ya que el infante Jaime se dio a la fuga, renunció poco después a sus de-

rechos al trono, e ingresó en la Orden de San Juan de Jerusalén (murió en 1334). La infanta Leonor con-

trajo matrimonio años más tarde con Alfonso IV de Aragón, hijo y sucesor de Jaime II de Aragón, que

muere en 1336.

~ 48 ~

Tras las entrevistas mantenidas entre ambos soberanos, Fernando IV se reunió en la

villa de Almazán210

con su madre y ambos acordaron limpiar de malhechores la zona

entre Almazán y Atienza,211

y destruir las fortalezas que les servían de refugio, labor en

la que tomó parte el infante Felipe, hermano de Fernando IV. Por su parte, la reina

María de Molina se mostró complacida ante los acuerdos alcanzados entre Fernando IV

y el rey de Aragón. A continuación, el rey se dirigió a Alcalá de Henares.

El día 19 de diciembre de 1308, Fernando IV de Castilla y los embajadores arago-

neses Bernat de Sarriá y Gonzalo García rubricaron el tratado de Alcalá de Henares.

Fernando IV, que contaba con el apoyo de su hermano, el infante Pedro, de Diego Ló-

pez V de Haro, del arzobispo de Toledo (Gonzalo Díaz Palomeque) y del obispo de

Zamora (Gonzalo Rodríguez Osorio), se propuso con acuerdo iniciar la guerra contra el

reino de Granada, a 24 de junio de 1309, comprometiéndose, al igual que el monarca

aragonés, a no firmar una paz por separado con el monarca granadino. El rey castellano

aportaría diez galeras a la expedición y otras tantas el rey aragonés. Se aprobó con la

anuencia de ambas partes que las tropas castellanas atacarían las plazas de Algeciras y

Gibraltar, mientras que los aragoneses atacarían y conquistarían la ciudad de Almería.

Fernando IV se comprometió a ceder una sexta parte del reino de Granada al rey ara-

gonés, y le concedió el reino de Almería en su totalidad como adelanto por el mismo,

excepto algunas plazas del entorno castellano-andaluz,212

como Bedmar, Locubin, Al-

caudete y Quesada. Fernando IV estableció que, si se daba la circunstancia de que el

reino de Almería no se correspondiese con la sexta parte del reino de Granada, el arzo-

bispo de Toledo por parte de Castilla y el obispo de Valencia (Ramón Despont, do-

minico)213

por parte de los aragoneses serían los encargados de resolver las posibles de-

ficiencias del cálculo y alcanzar la solución. La concesión al reino de Aragón de una

parte tan extensa del reino nazarí de Granada motivó que el infante Juan y don Juan

Manuel protestasen contra la ratificación del tratado, aunque dicha protesta no tuvo con-

secuencias.

La entrada en vigor de las cláusulas del tratado de Alcalá de Henares viene a suponer

una notable ampliación de los que pueden ser futuros límites o fronteras del reino de

Aragón, alcanzando extensión mayor que la que se previó antaño en los tratados de

Cazola214

y Almizra.215

Además, Fernando IV otorgó su consentimiento para que Jaime

II negociase una alianza con el sultán marroquí, a fin de combatir al reino de Granada.

210

Provincia de Soria.

211


212

Jiennenses. 213

O Raimundo Ponte, que muere en noviembre de este año 1312 (lo vemos brevemente en su momen-

to).

214

De Corral de Cacala (Soria) tal vez, en marzo de 1179.

215

En Campo de Mirra (Alicante).

~ 49 ~

Tras la firma del tratado de Alcalá de Henares, los reyes de Castilla y Aragón en-

viaron embajadores a la pontificia Corte de Aviñón, solicitando al Papa Clemente V que

concediese la condición de cruzada a la lucha contra los musulmanes al sur de la Pe-

nínsula Ibérica, así como también para que concediese la necesaria dispensa encaminada

a la celebración matrimonial entre la infanta Leonor de Castilla, hija primogénita y he-

redera de Fernando IV, y el infante Jaime de Aragón, hijo y heredero de Jaime II de

Aragón, a lo que el Papa accedió, pues la dispensa necesaria para celebrar dicho matri-

monio ya había sido otorgada antes de la llegada de los embajadores a Aviñón. El día 24

de abril de 1309 el Papa Clemente V, mediante la bula “Indesinentis cure”, autorizó la

predicación de la cruzada en los dominios del rey Jaime II de Aragón, y otorgó a la

empresa los diezmos que previamente habían sido destinados a la conquista de Córcega

y Cerdeña.

En las Cortes de Madrid de 1309, manifestó el rey Fernando IV su deseo de ir a la

guerra contra Granada, al tiempo que demandaba los correspondientes subsidios. En

dichas Cortes estuvieron presentes el rey Fernando IV y su esposa Constanza, su madre

la reina María, los infantes Pedro, Felipe y Juan, don Juan Manuel, Juan Núñez de Lara,

Diego López V de Haro, Alfonso Téllez de Molina (hermano de la reina), el arzobispo

de Toledo, los maestres de las Órdenes militares de Santiago y Calatrava, los represen-

tantes de las ciudades y concejos, juntamente con otros nobles y prelados. Las Cortes

aprobaron la concesión de cinco servicios, destinados a pagar las soldadas de los ricos-

hombres e hidalgos.

Numerosos magnates del reino, encabezados por el infante Juan y por don Juan Ma-

nuel, se opusieron al proyecto de tomar Algeciras, pues preferían realizar una campaña

de saqueo y devastación en la Vega de Granada. Además, el infante Juan se hallaba re-

sentido con el rey debido a la negativa de éste a entregarle el municipio leonés de Pon-

ferrada; y don Juan Manuel, a pesar de que deseaba hacer la guerra al reino de Granada

desde sus tierras murcianas, fue obligado por Fernando IV a participar junto a sus mes-

nadas en el cerco de Algeciras.

En esos momentos, el maestre de la Orden de Calatrava216

realizó una incursión en la

frontera y obtuvo un considerable botín, y el día 13 de marzo de 1309 el obispo de

Cartagena (Martín Martínez), contando con la aprobación de su cabildo catedralicio, se

apoderó de la villa y castillo de Lubrín,217

que posteriormente le serían donados por Fer-

nando IV. Terminadas las Cortes de Madrid, Fernando IV se dirigió a Toledo, donde

aguardó a que se le uniesen sus tropas, al tiempo que dejaba a su madre, la reina María

de Molina, a cargo del gobierno del reino, confiándole la custodia de los sellos reales.

Se dieron en 1309 la conquista de Gibraltar y el sitio o cerco de Algeciras, con cam-

pañas militares en las que intervinieron el infante Juan, don Juan Manuel, Diego López

V de Haro (señor de Vizcaya), Juan Núñez de Lara, Alonso Pérez de Guzmán, Fernán

Ruiz de Saldaña, además de otros magnates y ricoshombres castellanos. También to-

maron parte en la empresa las milicias concejiles de varias ciudades, destacando las de

216

Garci López de Padilla (1296-1322).

217

Provincia de Almería.

~ 50 ~

Salamanca, Segovia y Sevilla. Por su parte, el rey Dionisio de Portugal, suegro de Fer-

nando IV de Castilla, envió un contingente de 700 caballeros a las órdenes de Martín

Gil de Sousa, Alférez suyo, y Jaime II de Aragón aportó a la expedición contra Alge-

ciras diez galeras. El Papa Clemente V, mediante la bula “Prioribus, decanis”, emitida

el día 29 de abril de 1309 desde Aviñón, concedió a Fernando IV de Castilla la décima

parte de todas las rentas eclesiásticas de sus reinos durante tres años, a fin de contribuir

al sostenimiento de la guerra como cruzada contra el reino de Granada.

Desde la ciudad de Toledo, Fernando IV se dirigió a Córdoba, donde los emisarios del

rey de Aragón le anunciaron que Jaime II estaba dispuesto a iniciar el sitio de Almería.

Fernando IV discutió de nuevo en Córdoba el plan de campaña, pues su hermano el in-

fante Pedro, su tío el infante Juan, don Juan Manuel y Diego López V de Haro, entre

otros, se oponían al proyecto de cercar la ciudad de Algeciras, ya que todos ellos, como

bien dijimos y descartando más bien el tema de la cruzada reconquistadora, preferían

saquear y devastar la Vega de Granada mediante una serie de ataques sucesivos que des-

moralizarían a los musulmanes granadinos. Era otra manera de afrontar la guerra. No

obstante, la voluntad de Fernando IV prevaleció y las tropas del reino se prepararon pa-

ra sitiar y atacar Algeciras. Los últimos preparativos de la campaña fueron realizados en

la ciudad de Sevilla, a donde llegó Fernando IV durante los primeros días de julio de

1309. Los víveres y suministros acumulados por el ejército en Sevilla fueron transpor-

tados por el Guadalquivir y luego por mar hasta Algeciras.

El día 27 de julio de 1309 una parte del ejército castellano-leonés se encontraba ante

los muros de la ciudad de Algeciras, y tres días después, el 30 de julio, llegaron el rey

Fernando IV y su tío el infante Juan, acompañados por numerosos ricoshombres. Por su

parte, el rey Jaime II de Aragón comenzó a sitiar la ciudad de Almería el día 15 de

agosto, y el asedio se prolongó hasta el día 26 de enero de 1310. Mientras la ciudad de

Algeciras permanecía sitiada por las tropas cristianas, la ciudad de Gibraltar capituló

ante las tropas de Fernando IV de Castilla el día 12 de septiembre de 1309. El rey había

enviado a Juan Núñez de Lara, a Alfonso Pérez de Guzmán, al arzobispo de Sevilla

(Fernando Gutiérrez Tello), al concejo de Sevilla y el maestre de la Orden de Calatrava

(Garci López de Padilla) al sitio de Gibraltar, que se rindió, como queda dicho, a 12 de

septiembre del mencionado año 1309, habiendo sido breve pero duro el asedio.

A mediados de octubre de 1309, el infante Juan, su hijo Alfonso, don Juan Manuel y

Fernán Ruiz de Saldaña desertaron y abandonaron el campamento cristiano emplazado

ante Algeciras, siendo acompañados en su huida por otros quinientos caballeros. Tal ac-

ción, motivada porque Fernando IV les debía ciertas cantidades de dinero correspon-

dientes a sus soldadas, provocó la indignación de las Cortes europeas y la protesta de

Jaime II de Aragón, quien intentó persuadir a los desertores, aunque infructuosamente,

para que regresaran al sitio de Algeciras. Sin embargo, el rey Fernando IV, que contaba

con el apoyo de su hermano el infante Pedro, de Juan Núñez de Lara y de Diego López

V de Haro persistió y perseveró en su intento de apoderarse de Algeciras.

La escasez y la pobreza de medios en el campamento cristiano llegaron a ser tan alar-

mantes que el rey Fernando IV se vio obligado a empeñar las joyas y coronas de su

esposa, la reina Constanza, a fin de poder pagar las soldadas de los caballeros y de las

tripulaciones de las galeras. Poco después llegaron al campamento cristiano las tropas

~ 51 ~

del infante Felipe, hermano del rey, y las del arzobispo compostelano (Rodrigo del Pa-

drón) con 400 caballeros y buen número de peones. A finales de 1309, Diego López V

de Haro, como ya vimos en su momento, enfermó de gravedad muy afectado por un ata-

que de gota, muriendo poco después en consecuencia, sumándose a esta desgracia la

muerte de Alonso Pérez de Guzmán (señor de Sanlúcar de Barrameda y conocido como

Guzmán el Bueno, todo un héroe). No obstante, entre lluvias e inclemencias, desastres y

deserciones, y a pesar de tantas adversidades, Fernando IV de Castilla persistió hasta el

último momento en su objetivo de apoderarse de Algeciras, sin conseguir este objetivo,

pues finalmente abandonó su propósito.

En enero de 1310 decidió el rey Fernando IV negociar con los granadinos, quienes ha-

bían enviado como emisario al campamento cristiano al arráez o jeque almeriense de

Andarax. Alcanzado un acuerdo, en el que se estipulaba que a cambio de levantar el

asedio de Algeciras Fernando IV recibiría Quesada y Bedmar,218

además de 50.000 do-

blas de oro, el rey ordenó levantar el asedio a finales de enero de 1310. Tras la firma del

acuerdo preliminar fue cuando murió por fin Diego López V de Haro, resultando que

María Díaz de Haro, esposa del infante Juan, tomó posesión del señorío de Vizcaya. A

continuación, el infante Juan devolvió al rey las villas de Paredes de Nava,219

Ca-

breros,220

Medina de Rioseco,221

Castronuño222

y Mansilla.223

A finales de enero de

1310, al mismo tiempo que Fernando IV ordenaba levantar el cerco de Algeciras, Jaime

II de Aragón ordenó el levantamiento del asedio de Almería, sin haber conseguido apo-

derarse de la ciudad.

En conjunto, la campaña iniciada en 1309 resultó más provechosa para las armas cas-

tellanas que para las aragonesas, ya que Fernando IV pudo incorporar Gibraltar a sus

dominios. La traición y deserción de los dos familiares del rey, el infante Juan y don

Juan Manuel fue muy mal considerada por todas las Cortes europeas, que no ahorraron

calificativos a la hora de definir como nefastos y negativos a los dos magnates caste-

llanos.224

Los últimos años de vida del rey Fernando IV ciertamente fueron de conflicto con sus

parientes el infante Juan y con don Juan Manuel. Adentrémonos, pues, en la última eta-

pa de este reinado, entre los años 1310 y 1312, siendo este último, en el que estamos ha-

ciendo crónica, el de la muerte del monarca.

218

Jiennenses.

219


220

Cabreros del Monte (Valladolid).

221


222


223

Mansilla de las Mulas (León).

224

Con razón, podemos añadir nosotros.

~ 52 ~

En 1310, una vez levantado el asedio de Algeciras, el rey Fernando IV envió a Juan

Núñez de Lara a conferenciar con el Papa Clemente V, suplicándole como rey, de co-

mún acuerdo con el rey Jaime II de Aragón, que no permitiese el procesamiento a su an-

tecesor el Papa Bonifacio VIII, como pretendía el rey Felipe IV de Francia, pues Bo-

nifacio VIII había legitimado el matrimonio de sus padres (Sancho IV y María de Mo-

lina), quedando legitimado así el propio Fernando IV. De este modo, Juan Núñez de La-

ra debía informar además a Clemente V sobre las causas que habían motivado el levan-

tamiento del sitio de Algeciras, asunto que tanto dio que hablar, y debía solicitar al Pa-

pa, en nombre de Fernando IV, subsidios para poder proseguir en el futuro, según se pu-

diera, la guerra contra el reino de Granada. El Papa Clemente V ciertamente procuró

suavizar diplomáticamente la animadversión que Felipe IV de Francia sentía hacia su

predecesor el Papa Bonifacio VIII, reprochó al infante Juan y a don Juan Manuel su

conducta durante el asedio de Algeciras, concedió al rey castellano los diezmos recau-

dados en sus dominios durante un año, y envió diversas cartas a sus prelados ordenán-

doles reprender severamente a los que no colaborasen con el rey en la empresa de la

llamada y reconocida reconquista cristiana.

Mientras tanto o sin tardanza, Fernando IV emprendió de nuevo la guerra contra el

reino de Granada. El infante Pedro, su hermano, conquistó el castillo fronterizo de Tem-

pul y posteriormente se dirigió a Sevilla, donde se hallaba el rey. En noviembre de

1310, ambos hermanos se dirigieron a Córdoba, donde se había producido un levanta-

miento popular en contra de varios caballeros de la ciudad. Mientras tanto, la reina Ma-

ría de Molina, que se encontraba en Valladolid, suplicó a su hijo que se reuniese con

ella allí, a fin de que el monarca estuviese presente en la boda de su hermana, la infan-

ta Isabel de Castilla casándose, como bien sabemos, con el duque Juan III de Bretaña,225

bisnieto del rey Enrique III de Inglaterra.226

De camino a Burgos, Fernando IV se de-

tuvo en Toledo y confesó a Juan Núñez de Lara que planeaba prender o asesinar al in-

fante Juan, pues pensaba el rey que, mientras el infante viviese, éste le perjudicaría y

estorbaría en todos sus propósitos. Fernando IV, con y sin razón, no veía más que a

enemigos peligrosos y a eliminar por todas partes. Sin embargo, Juan Núñez de Lara, a

pesar del odio que sentía hacia el infante Juan, se dio cuenta de que el rey no lo hacía

por afecto hacia él, y que si ayudaba al rey a deshacerse del infante, labraría su propia

ruina, su total desgracia. Fernando IV llegó a Burgos en enero de 1311.

Después de la boda de la infanta Isabel, hermana de Fernando IV, éste planeó asesinar

al infante Juan en Burgos, siendo aún enero de 1311, para vengarse así por su deserción

del cerco de Algeciras, así como para escarmentar y someter a la nobleza, la que volvía

a rebelarse contra el poder de la Corona. Sin embargo, la reina María de Molina avisó al

infante Juan de los propósitos de su hijo y el infante pudo ponerse a salvo. Fernando IV,

acompañado por su hermano el infante Pedro, por Lope Díaz de Haro y por las mes-

225

Que mueren 1341.

226

Muerto en 1272.

~ 53 ~

nadas del concejo de Burgos persiguió al infante Juan y a sus partidarios, yendo éstos a

refugiarse al castillo de Saldaña.227

El rey privó entonces al infante Juan del cargo y función de adelantado en la frontera

y se lo concedió a Juan Núñez de Lara, al tiempo que ordenó la confiscación de las

tierras y señoríos que le había entregado al infante y a sus hijos Alfonso228

y Juan,229

corriendo idéntica suerte Sancho el de la Paz (muerto también en este año 1312), primo

del rey pero contrario a él y partidario del infante Juan. Al mismo tiempo, don Juan

Manuel se reconcilió con el rey y le solicitó que le concediese el cargo de mayordomo

mayor, teniéndolo en cuenta el monarca, que deseaba atraerse a don Juan Manuel; cre-

yendo que éste rompería su amistad con el infante Juan, el rey despojó a su hermano el

infante Pedro del cargo de mayordomo mayor y se lo concedió a don Juan Manuel,

dando a cambio a su hermano las villas de Almazán y Berlanga de Duero,230

que le ha-

bía prometido anteriormente.

A principios de febrero de 1311, y a pesar de que se había reconciliado con Fernando

IV, don Juan Manuel abandonó la ciudad de Burgos y se dirigió a Peñafiel,231

encon-

trándose poco después con el infante Juan en Dueñas.232

Los partidarios y vasallos del

infante Juan, temiendo al rey, se aprestaron a defenderle, entre ellos Sancho el de la Paz

y Juan Alfonso de Haro, señor de los Cameros.233

En vista de la situación, Fernando IV,

que no deseaba una rebelión abierta de los partidarios del infante Juan, además de que-

rer dedicarse en exclusiva a la guerra contra el reino de Granada, envió a su madre, la

reina María de Molina, a conferenciar con el infante Juan, con sus hijos y con sus par-

tidarios en Villamuriel de Cerrato.234

Las conversaciones duraron quince días y la reina

María de Molina, gran diplomática, estuvo acompañada por el arzobispo de Santiago de

Compostela (Rodrigo del Padrón) y por los obispos de León (Gonzalo de Hinojosa), Lu-

go (Juan Hernández), Mondoñedo (Rodrigo Vázquez) y Palencia (Gerardo Domínguez).

Las conversaciones concluyeron con la (redactada) concordia y avenencia entre el in-

fante Juan –preocupado por su seguridad personal– y el rey Fernando IV. Dicha concor-

dia incomodó a la reina Constanza de Portugal, esposa de Fernando IV, y a Juan Núñez

de Lara, que continuaba enemistado con el infante Juan. Poco después, Fernando IV se

227

Villa palentina.

228

Alfonso de Valencia, muerto en 1316.

229

Juan de Haro, apodado el Tuerto, que muere en 1326.

230

Ambas en la provincia de Soria.

231


232


233

Que muere en 1334.

234


~ 54 ~

entrevistó con el infante Juan en Grijota235

y ambos ratificaron lo acordado entre el in-

fante y la reina en Villamuriel de Cerrato, no lejos de Grijota.

El día 20 de marzo de 1311, durante una asamblea de prelados en Palencia, Fernando

IV confirmó y concedió nuevos privilegios a las iglesias y prelados de sus reinos, y res-

pondió a sus demandas. En abril de 1311, hallándose en esa ciudad, el rey enfermó de

gravedad, por lo que fue llevado a Valladolid, aunque se aponía a ello su esposa la reina

Constanza, que deseaba trasladarlo a Carrión de los Céspedes, a fin de poder controlar

al monarca junto a su aliado Juan Núñez de Lara. Durante la enfermedad del rey sur-

gieron discrepancias entre el infante Pedro, Juan Núñez de Lara, el infante Juan y don

Juan Manuel. Recordemos también que, mientras el rey se encontraba en Toro,236

a 13

de agosto estaba la reina Constanza en Salamanca dando a luz a su hijo varón Alfonso,

quien a la muerte de Fernando es ya el heredero y sucesor en el trono como Alfonso XI.

Este niño fue bautizado en la catedral salmantina. A pesar de los deseos de Fernando de

que el niño se criara con su abuela María de Molina, prevalece la voluntad de Constanza

de tenerlo ella bajo su cuidado más directo, contando con el apoyo de Juan Núñez de

Lara, de Lope Díaz de Haro (hijo del difunto Diego López V de Haro) y sobre todo del

infante Pedro, el tío Pedro, hermano de Fernando IV.

Recordemos que Fernando IV había contraído matrimonio en Valladolid a 23 de enero

de 1302 con la infanta Constanza de Portugal, siendo ésta la descendencia, que ya he-

mos y vamos mencionando, de dicho matrimonio: Leonor, Constanza (muerta con 2

años de edad en 1310) y el ahora recién nacido Alfonso, ya mismo rey Alfonso XI.237

Ya veremos el desenvolverse de su reinado, del todo incipiente en estos momentos del

año 1312 en que estamos.

En el otoño de 1311, como bien sabemos, surgió una conspiración –una más– que

pretendía el destronamiento de Fernando IV para entronizar en su lugar a su hermano el

infante Pedro. La conjura –¡cómo no!– estuvo protagonizada por el infante Juan y por

Lope Díaz de Haro. Sin embargo, como bien sabemos, aquel proyecto de destrona-

miento fracasó debido a la excelente gestión y a la rotunda negativa de la reina María de

Molina.

A mediados del año 1311, el infante Juan y los principales magnates del reino amena-

zaron a Fernando IV con dejar de servirle si el monarca no satisfacía sus reivindicativas

peticiones. El infante Juan y sus seguidores exigieron que reemplazase a sus consejeros

y privados por él mismo, por el propio infante Juan, la reina María de Molina, el infante

Pedro, don Juan Manuel, por Juan Núñez de Lara y por los obispos de Astorga (Juan

Alfonso), Diego de Zamora, Orense (Gonzalo Daza) y Palencia (Gerardo Domínguez),

quienes deberían ser los nuevos consejeros del rey. Don Juan Manuel permaneció leal a

Fernando IV, debido a que el día 15 de octubre el rey le había cedido todos los pechos y

derechos reales de Valdemoro y de Rabrido, a excepción de la moneda forera de ambos

235


236


237

Cuya muerte será en 1350, a causa de la peste negra, mientras asediaba en Gibraltar.

~ 55 ~

lugares (al sur de Madrid) y de la martiniega de Rabrido, que había sido entregada

a Alfonso de la Cerda.

Con el deseo de alcanzar la paz y de que ningún obstáculo se interpusiera en el relan-

zamiento de la reconquista, Fernando IV se avino a firmar la que puede recordarse co-

mo concordia de Palencia, rubricada el día 28 de octubre de 1311, con el infante Juan y

el resto de los magnates, y cuyas cláusulas fueron ratificadas en las Cortes de Vallado-

lid de este año 1312. El rey se comprometió a respetar los usos, fueros y privilegios de

los nobles, los prelados, y los hombres buenos de las villas, y a no intentar despojar a

los nobles de las rentas y tierras que tenían pertenecientes a la Corona. Fernando IV ra-

tificó que la crianza de su hijo, el infante Alfonso, fuera finalmente encomendada a su

hermano el infante Pedro, a quien cedió además la villa de Santander. El rey cedió al in-

fante Juan el municipio de Ponferrada,238

a condición de que no estableciese ningún ti-

po de acuerdo con Juan Núñez de Lara, aunque el infante incumplió su palabra en el

transcurso de una semana.

En diciembre de 1311 Fernando IV se entrevistó en Calatayud239

con el rey Jaime II

de Aragón. En ese momento240

se llevó a cabo el enlace matrimonial entre el infante

Pedro de Castilla, hermano de Fernando IV, y la infanta María de Aragón,241

hija de

Jaime II y de su esposa Blanca de Nápoles. Al mismo tiempo, Fernando IV le entregó al

soberano aragonés su hija primogénita, la infanta Leonor de Castilla, para que fuese

criada en su Corte hasta alcanzar la edad adecuada para casarse, como ya antes contá-

bamos, con el infante Jaime de Aragón, hijo primogénito y heredero del rey aragonés.

En la entrevista de Calatayud en diciembre de 1311 también se acordó reanudar la

guerra contra el reino de Granada, pero se decidió que cada reino la hiciera por sepa-

rado, al tiempo que Jaime II se comprometía a mediar entre Fernando IV y el rey de

Portugal en el conflicto que ambos mantenían acerca de la posesión de algunas pobla-

ciones de las que el rey Dionisio se había apoderado durante la minoría de edad de Fer-

nando IV. Sin embargo, la muerte de Fernando IV en septiembre de 1312 –ya inminente

de que la contemos, digamos que por fin– puso fin a dichas negociaciones entre los so-

beranos de Aragón y Portugal. Sí podemos añadir a todo esto que, a 3 de abril de este

año 1312, poco después de la entrevista de Calatayud, don Juan Manuel contrajo matri-

monio en Játiva242

con la infanta Constanza de Aragón, hija de Jaime II de Aragón.

Como queda dicho, entramos ya a relatar el último período de la vida del rey Fer-

nando IV en este año 1312, contando que, tras su estancia en Calatayud, Fernando IV se

dirigió a Valladolid, donde se reunieron las Cortes de este año, las últimas de su reina-

do. Como ya contábamos en su momento, se recaudaron fondos para mantener el ejér- 238

Provincia de León, en la comarca de El Bierzo.

239


240

O tal vez ene enero de 1312.

241


242

Provincia de Valencia.

~ 56 ~

cito que se emplearía en la siguiente campaña contra el reino de Granada, se reorganizó

la administración de justicia, la administración territorial y la administración local, mos-

trándose con ello el deseo del rey de realizar profundas reformas en todos los ámbitos

de la administración, al tiempo que intentaba reforzar la autoridad de la Corona en de-

trimento de la autoridad nobiliaria. Las Cortes aprobaron la concesión de cinco servicios

y una moneda forera, destinados al pago de las soldadas de los vasallos del rey, a excep-

ción de Juan Núñez de Lara, que a la sazón se había convertido en vasallo del rey Dio-

nisio de Portugal.

Ya en octubre de 1311, Fernando IV había solicitado un préstamo al rey Eduardo II de

Inglaterra, a fin de poder proseguir la guerra contra el reino de Granada, aunque el so-

berano inglés se negó a concedérselo, argumentando que había tenido que afrontar nu-

merosos gastos debido a su guerra contra los escoceses. En julio de 1312, Fernando IV

empeñó los castillos templarios de Burguillos del Cerro y de Alconchel243

a cambió de

un préstamo de 3.600 marcos del rey Dionisio de Portugal, préstamo que necesitaba pa-

ra proseguir la guerra contra el reino de Granada. A finales de abril de este año 1312,

una vez terminadas las Cortes, el rey abandonó la ciudad de Valladolid. Muerto Sancho

el de la Paz, primo del monarca –noticia que ya referíamos–, el monarca incorporó los

dominios del difunto al patrimonio real, tras haberse comprobado que el finado carecía

de hijos legítimos. Fernando IV se dirigió después a Salamanca, y allí arrebató a su pri-

mo Alfonso de la Cerda, que se había sublevado nuevamente contra él, los municipios

de Béjar y Alba de Tormes.244

Fernando IV llegó a Toledo en el día 13 de julio de este año 1312, tras haber dejado

en Ávila a su pequeño Alfonso, heredero al trono, y se dirigió luego a tierras jiennenses,

donde se encontraba su hermano, el infante Pedro, sitiando Alcaudete. El rey, después

de una corta estancia en la ciudad de Jaén, se dirigió a la próxima localidad de Martos,

donde ordenó la ejecución de los hermanos Carvajal, Juan Alfonso y Pedro Alfonso, ca-

balleros de la Orden de Calatrava, de los que ya fuimos hablando, acusados de haber

asesinado en Palencia a Juan Alonso de Benavides, privado y hombre de confianza del

monarca. Ya aludíamos al modo cruel de aquella muerte por horrenda ejecución de los

hermanos.245

Se les ejecutó la condena de ser introducidos en una jaula de hierro con

puntas afiladas en su interior, siendo arrojados de esa guisa desde lo alto, Cumbre de la

Peña, desde torre de castillo y abismalmente. La muerte de los hermanos fue horrible,

refiriéndose246

que los hermanos, antes de morir,247

defendiendo su inocencia y su ac-

243

Ambos en la provincia de Badajoz.

244


245

Siempre según la leyenda, pues no figura el relato en la Crónica de Fernando IV.

246

Como cuenta la misma Crónica de Fernando IV.

247

Y después apareciéndose en sueño al monarca.

~ 57 ~

tuación en defensa propia y legítima, emplazaron al rey a comparecer ante el Tribunal

de Dios en el plazo de un mes, treinta días.248

Después de estar en Martos (y en aquellos horrendos menesteres), el rey se dirigió a

Alcaudete, donde esperaba al infante Juan, el cual debería unirse junto con sus tropas al

cerco de la localidad. Sin embargo, el infante Juan no acudió, temiendo que Fernando

ordenase su muerte. Pasó que, gravemente enfermo, el rey abandonó el cerco de Al-

caudete y se encaminó a la ciudad de Jaén, siendo ya finales de agosto de este año 1312.

El día 5 de septiembre de este 1312 se rindió la guarnición de Alcaudete, después de

tres meses de asedio, y el infante Pedro se dirigió a la ciudad de Jaén, donde le aguar-

daba su hermano el rey. El día 7 de septiembre, el mismo día de la muerte de Fernando

IV, acordaron ambos hermanos socorrer al rey o sultán Nasr de Granada, con quien se

había pactado una tregua, y ayudarle en su lucha contra su cuñado y rebelde en su con-

tra Ferrachén, arráez de Málaga, levantisco y rebelde contra el emir granadino.

Sobre cómo murió el rey Fernando IV es tema que se nos ofrece arduo y dificultoso

de contar, siendo cierto que murió en Jaén a 7 de septiembre de este año 1312, pero mu-

rió solo, sin que nadie estuviera presente en su óbito o tránsito, de modo que no faltan

las conjeturas para lo legendario en torno a su muerte. Tenía 26 años de edad.249

Deja

248

De ese emplazamiento deriva que los historiadores llamen a este rey Fernando IV el Emplazado.

249

La Crónica de Fernando IV, escrita alrededor del año 1340, casi treinta años después de la defunción

del rey, describe así la muerte del monarca, en el capítulo XVIII de la obra, donde se describe también la

muerte de los hermanos Carvajal, ocurrida treinta días antes de la de Fernando IV, aunque no especifica

de qué modo murieron estos últimos:

É el Rey salió de Jaén, é fuese á Martos, é estando y mandó matar dos cavalleros que andavan

en su casa, que vinieran y á riepto que les fasían por la muerte de un cavallero que desían que

mataron quando el Rey era en Palencia, saliendo de casa del Rey una noche, al qual desían Juan

Alonso de Benavides. É estos cavalleros, quando los el Rey mandó matar, veyendo que los ma-

tavan con tuerto, dixeron que emplasavan al Rey que paresciesse ante Dios con ellos a juisio so-

bre esta muerte que él les mandava dar con tuerto, de aquel día en que ellos morían á treynta

días. É ellos muertos, otro día fuese el Rey para la hueste de Alcaudete, e cada día esperava al in-

fante Don Juan, segund lo havía puesto con él... É el Rey estando en está cerca de Alcaudete,

tomóle una dolencia muy grande, e affincóle en tal manera, que non pudo y estar, e vínose para

Jaén con la dolencia, e no se queriendo guardar, comía carne cada día, e bebía vino... E otro día

jueves, siete días de setiembre, víspera de Sancta María, echóse el Rey a dormir, e un poco

después de medio día falláronle muerto en la cama, en guisa que ninguno lo vieron morir. É este

jueves se cumplieron los treynta días del emplazamiento de los cavalleros que mandó matar en

Martos...

En el capítulo III de la Crónica de Alfonso XI, la muerte de Fernando IV es descrita de idéntico modo a

como se describe en la Crónica de Fernando IV. Y el historiador Diego Rodríguez de Almela, del siglo

XV, en su obra Valerio de las historias escolásticas y de los hechos de España, que fue escrita alrededor

del año 1472, relató del siguiente modo la defunción del monarca:

Estando el rey Don Fernando IV de Castilla, que tomó a Gibraltar, en Martos, acussaron ante él

a dos escuderos, llamados el uno Pedro Carbajal y el otro Juan Alfonso de Carbajal, su hermano,

que ambos andaban en su corte, oponiéndoles que una noche, estando el Rey en Palencia, ma-

taron a un caballero llamado Gómez de Benavides, que quería mucho el Rey, dando muchos in-

~ 58 ~

como heredero y sucesor, con un año de edad, a su hijo Alfonso, su único varón, que

habrá de reinar como Alfonso XI y de quien ya veremos su desenvolverse y cuanto le

acontezca.

El rey Fernando IV, muy descuidado de los hechos y de cuanto le rodeaba en sus

últimos momentos, tuvo este final descrito y relatado por nuestra parte. Falleció en la

flor de su edad, aunque aparentando más edad que la que tenía. Reinó durante 17

años.250

Su cuerpo difunto fue depositado en Córdoba, en la mezquita catedral, no en

Sevilla ni en Toledo, donde pudo esperarse, pero los calores no permitieron esos tra-

siegos y traslados.251

Había tenido al morir y durante muchos momentos de su vida abs-

cesos de sangre y otros considerables problemas de salud. Sancho IV, su padre, prác-

ticamente había muerto de tuberculosis.252

A su muerte, la viuda reina Constanza, con su cuñado el infante Pedro, fundó seis

capellanías en Córdoba por el eterno descanso del rey. Dispuso también la reina Cons-

dicios y presunciones porque parescía que ellos le havían muerto. El rey Don Fernando, usando

de rigurosa justicia, fizo prender a ambos hermanos, y despeñar de la Peña de Martos; antes que

los despeñasen dixeron que Dios era testigo y sabía la verdad que no eran culpantes en aquella

muerte que les oponían, y que pues el Rey los mandaba despeñar y matar a sin razón, que lo em-

plazaban de aquel día que ellos morían en treinta días que paresciesse con ellos a juicio ante

Dios. Los escuderos fueron despeñados y muertos, y el rey Don Fernando vino a Jaén. E acaes-

ció que dos días antes que se compliese el plazo se sintió enojado, comió carne y bebió vino.

Como el día del plazo de los treinta días que los escuderos que mató le emplazaron se com-

pliesse, queriendo partir para Alcaudete, que su hermano el Infante Don Pedro havía a los Moros

tomado, comió temprano, y acostosse a dormir en la siesta, que era en verano; acaesció assí que

quando fueron para le despertar, halláronlo muerto en la cama, que ninguno no le vido morir.

Mucho se deben atentar los Jueces antes que procedan a executar justicia, mayormente de san-

gre, hasta saber verdaderamente el hecho por que la justicia se deba executar. Ca como en el Gé-

nesis se lee: quién saccare sangre sin pecado, Dios lo demandará. Este Rey no tuvo la manera

que convenía a execución de justicia, y por tanto acabó como dicho es.

Martín Ximena Jurado, historiador y cronista jiennense del siglo XVII, en su obra Catálogo de los

Obispos de las Iglesias Catedrales de Jaén y Anales eclesiásticos de este Obispado, describió la Real

Iglesia de Santa Marta de la ciudad de Martos, donde yacen sepultados los restos de los hermanos Car-

vajal, ejecutados por orden de Fernando IV. Al tiempo que describió la tumba de los dos hermanos,

aportó algunos datos sobre la defunción del monarca. Y así otros historiadores, como Juan de Mariana

(siglos XVI-XVII), etc., que refieren también otras atroces muertes y la relación de las mismas con la

persecución de los templarios.

250

Véanse representativos cuadros sobre Fernando IV en epílogo IV.

251

La gente asoció la muerte de Fernando IV con la de otros personajes de su tiempos, como la del rey

Felipe IV de Francia y la del Papa Clemente V, muertes de las que trataremos en su momento, un poco

más adelante.

252

Enfermedad de origen infeccioso bacteriano que entonces y en el pasado solía llamarse tisis.

~ 59 ~

tanza que en los meses de septiembre se celebrasen aniversarios perpetuos en memoria

del monarca difunto...253

253

Sus restos reposan ahora en la iglesia cordobesa de San Hipólito. En el tramo primero del presbiterio

de esta iglesia, alojados en sendos arcosolios, se encuentran los sepulcros que contienen los restos mor-

tales de Fernando IV, ubicado éste en el lado de la Epístola, y el que contiene los restos de su hijo Al-

fonso XI se encuentra en el lado del Evangelio. Los restos mortales de ambos monarcas se hallan de-

positados en el interior de sendas urnas de mármol rojo, construidas con mármoles procedentes del

desaparecido monasterio de San Jerónimo de Córdoba, y ambas fueron realizadas en 1846, por encargo de

la correspondiente Comisión de Monumentos.

Hasta ese momento, los restos de ambos monarcas se hallaban colocados en sendos ataúdes de madera

en el presbiterio de la iglesia, donde eran mostrados a los visitantes distinguidos. Sobre las cubiertas de

ambos sepulcros se encuentran colocados sendos almohadones sobre los que se hallan depositados una

corona y un cetro, símbolos de la realeza.

~ 60 ~

Después de ser enterrado el rey Fernando IV, el infante Pedro, su hermano, marchó a

Jaén intentando alcanzar acuerdo de paz con el sultán Nasr de Granada, conseguido el

cual fue a participar en el parlamento de Sahagún,254

acordándose allí que la tutoría de

Alfonso XI, el nuevo rey (protegido en Ávila por las autoridades de la ciudad) la com-

partan la reina María de Molina y él mismo, el infante Pedro, con el infante Juan.

Tras los funerales del rey Fernando IV, de nuevo se dio a incumplir sus compromisos

Alfonso de la Cerda, dejando a un lado la obediencia jurada al monarca, como había

hecho últimamente en 1304, y aspirando como si tal de nuevo al trono, de manera rei-

vindicativa, motivo por el cual le fueron confiscados todos sus bienes o gran parte de

los mismos, tomándosele los señoríos de Alba de Tormes,255

Béjar,256

Valdecorneja257

y

Monzón de Campos,258

y otros más, todos ellos reintegrados a la Corona.

254


255


256


257

Provincia de Ávila.

258


~ 61 ~

DUCADO DE BRETAÑA

MURIÓ EL DUQUE ARTURO II

Desde el histórico y muy notable ducado de Bretaña,259

a 27 de agosto de este año

1312, corrió la noticia de la muerte del duque Arturo II, a sus 51 años de edad, llevando

pacíficamente sus dominios durante 7 años, desde 1305, al morir su progenitor. Fueron

sus padres Juan II de Bretaña y Beatriz de Inglaterra.260

En 1309 convocó por vez primera los Estados Generales de Bretaña, que fueron ante-

cedente parlamentario, políticamente representativo y que se prevé con futuro histórico

en su desenvolverse. Ya lo iremos viendo y considerando, si procede, en el devenir y en

los aspectos cronísticos por los que transcurrimos.

En 1275 contrajo Arturo matrimonio en Tours con la vizcondesa María de Limoges

(muerta en 1290) con quien tuvo tres hijos: Juan (ahora duque Juan III de Bretaña),261

Guy262

y Pedro.263

En mayo de 1294, habiendo enviudado en fecha anterior, contrajo segundas nupcias,

con Yolanda de Dreux, 264

de quien tuvo esta descendencia: Juan,265

Beatriz,266

Juana,267

Alix o Adela,268

Blanca269

y María.270

259

En el noroeste de Francia, como bien sabemos. Este ducado, de tradición semiindependiente, fue de

creación por parte de los merovingios durante el siglo VI. Perteneciente al continental ámbito inglés, su

incorporación definitiva al reino de Francia fue a partir de 1532.

260

Muerta en 1275, hija del rey Enrique III de Inglaterra y de Leonor de Provenza.

261

Nacido en 1286 y muerto en 1341, apodado el Bueno. Resumiremos su historia o biografía en su mo-

mento y según proceda.

262

Nacido en 1287 y muerto en 1331, siendo conde de Penthièvre y vizconde Guy VII de Limoges.

263

Nacido en 1289 y muerto en este año 1312, señor de Avesnes.

264

Nacida en 1263 y muerta en 1330. Viuda reina de Escocia, condesa de Montfort.

265

Nacido en 1294 y muerto en 1345, conde de Montfort.

266

Nacida en 1295 y muerta en 1384, ostentando señoríos por su vida matrimonial.

267

Nacida en 1296 y muerta en 1364, casada en 1323 con Roberto de Flandes, conde de Marle, muerto

en 1331.

268

Nacida en 1297 y muerta en 1377. Casada con el conde Bouchard VI de Vendôme.

269

Nacida en 1300 y muerta muy joven.

~ 62 ~

Arturo II de Bretaña recibió sepultura en el convento franciscano de Vannes, habién-

dosele esculpido una tumba de mármol con belleza muy destacada.271

Arturo II de Bretaña

270

Nacida en 1302 y muerta en 1371, monja en Poissy (Francia).

271

Esa tumba fue destruida durante la Revolución Francesa (1789-1799), siendo utilizados sus fragmen-

tos en la pavimentación de una carretera, aunque posteriormente fueron recuperados y hoy pueden verse

mostrándose al público.

~ 63 ~

FRANCIA – SEDE PONTIFICIA DE AVIÑÓN

MURIÓ EL CARDENAL GIOVANNI MINIO

En agosto de este año 1312 se registró en Aviñón la muerte de Giovanni Minio (cono-

cido también como de Morrovalle),272

cardenal de Porto Santa Rufina, en la diócesis de

Roma, desde 1302, y decano del colegio cardenalicio, desde 1311, siendo franciscano y

habiendo ejercido en su Orden como maestro de teología y también habiendo desempe-

ñado el cargo de Ministro General. Tenía 58 años de edad.

272

Región italiana de Las Marcas.

~ 64 ~

DUCADO DE BAVIERA

ÓBITO DE OTÓN III

De modo resumido o como abreviada crónica notificamos aquí, del 9 de septiembre en

este año 1312, el óbito o muerte del duque Otón III de Baviera (desde el 3 de febrero de

1290, cuando murió su padre). Tenía 51 años de edad (nacido en 1261). Ostentó tam-

bién el título de rey de Hungría desde el 5 de diciembre de 1305, pero en 1307 fue des-

pojado o destituido de esta titularidad, aunque llegó a ser coronado en su momento co-

mo rey Bela V, en honor a su abuelo materno.

Fueron sus padres el duque Enrique XIII de Baviera e Isabel de Hungría (muerta en

1271), hija del rey Bela IV (muerto en 1270). Casi una década antes de su nacimiento,

su padre Enrique XIII y su hermano Luis II dividieron y repartieron en dos el ducado de

Baviera, a 28 de marzo de 1255. A partir de entonces hubo la Alta Baviera (de Luis II) y

la Baja Baviera (de Enrique XIII).

El ahora difunto Otón III tenía dos hermanos menores que él, pero como en la Baja

Baviera no permitía la ley el régimen sucesorio, tras la muerte de Enrique XIII juraron

que permitirían que Otón gobernase por un período de cuatro años. De esta forma (mu-

riendo Enrique en febrero de 1290), los tres hermanos gobernaron por períodos, tal co-

mo habían acordado reinar.

En primeras nupcias se había casado el duque Otón con Catalina de Habsburgo, hija

del germano Rodolfo I de Habsburgo (muerto en 1291), pero habiendo muerto Catalina

en 1283 tornó su dote a su padre. Puesto que, hacia 1282, comenzó Rodolfo I a otorgar

títulos y territorios a sus familiares, Otón III no se arriesgó a mantener una política hos-

til contra él, ya que esto hubiera significado aislarse de su entorno inmediato.

Cuando murió Rodolfo I, a 15 de julio de 1291, vinieron a variar considerablemente o

de manera destacada las relaciones de poder en la zona. El trono alemán fue ocupado

por Adolfo de Nassau y no por Alberto (I de Habsburgo),273

a 5 de mayo de 1292. De

otra parte, las dos Bavieras (Alta y Baja), transcurrido largo tiempo, llegaron a estar

aliadas formando parte del mismo bando. Con éxito variable y según los momentos,

continuaron las campañas militares hasta que el 2 de julio de 1298, Adolfo de Nassau

fue derrotado y muerto en la batalla de Göllheim, cerca de Worms, por el ejército de Al-

berto I de Habsburgo. En esta batalla murió pues el propio Adolfo y Otón III resultó

herido, pero el nuevo rey germánico se apiadó de él, interviniendo al respecto el arzo-

bispo de Maguncia, de modo que, en 1301, Otón III, ya como plenamente aliado de Al-

berto I de Habsburgo, tomó parte de lleno en sus campañas militares.

Probablemente y según transcurría el tiempo Otón III ya había sido considerado como

heredero por vía materna para ocupar el trono de Hungría (y Croacia), vacante en 1301,

273

Muerto en 1308.

~ 65 ~

como bien sabemos, tras la muerte del rey Andrés III sin dejar hijos varones. Sin em-

bargo, subió al trono el pequeño Wenceslao III de Bohemia, con 12 años de edad, cuyo

padre lo hizo coronar a 27 de agosto de aquel año 1301.274

El reinado de Wenceslao ofendió en muchos aspectos los intereses de los Habsburgo,

puesto que la dinastía (polaca) de los Premislidas dominaba casi las tres entidades es-

tatales de aquel importante vecindario geográfico, húngaro, polaco y bohemio, frente al

poder propiamente de los Habsburgo. Por otra parte y como bien sabemos, Carlos I

Roberto de Anjou-Sicilia275

pretendía el trono de Hungría por su parentesco de sangre

con los húngaros, por lo que en otoño de 1304 partieron hacia Bohemia tropas germá-

nicas, bávaras y húngaras de Carlos Roberto, movilización a la cual se unió también

Otón III.

El objetivo era ocupar la mina de plata de Kutna-Hora. Como el asedio no tuvo éxito,

la alianza entre Alberto y Otón se disolvió. Otón cambió entonces de bando apoyando a

Wenceslao II de Bohemia, quien lo convirtió en comandante de su ejército y consejero

personal. El 21 de junio de 1305 murió Wenceslao II de Bohemia, y quedó desam-

parado el joven Wenceslao III de Bohemia (el cual era también rey húngaro), quien para

este momento tenía tan sólo 16 años de edad. El inexperto Wenceslao III firmó la paz

con los germánicos o alemanes a 18 de agosto de 1305, y el rey alemán fue quien dictó

las condiciones, entre ellas que Wenceslao III habría de renunciar al trono de Hungría y

devolver las joyas de la corona real húngara. Alberto I no exigió la corona para sí

mismo, pues era su deseo entregárselas a su sobrino Carlos Roberto, el otro pretendiente

al trono húngaro.

Wenceslao III accedió a la primera condición, de modo que a 9 de octubre de 1305, en

Brünn,276

renunció oficialmente a sus derechos sobre el trono húngaro, y junto con la

corona se los traspasó a Otón III de Baviera. Mientras tanto, surgía el descontento en

Hungría, y la familia noble de los Kőszeg utilizó pronto su gran influencia para abrir el

camino de Otón hacia el reino y el trono.

La llegada de Otón como rey a Hungría no resultó de manera fácil ni sencilla, pues el

duque Rodolfo III de Habsburgo (muerto en 1307) se apresuró a intentar bloquear todos

los caminos hacia el reino húngaro. Para evitar llamar la atención, Otón ordenó que se

hiciera un recipiente grande donde escondió la Santa Corona Húngara. Una noche, el

envase se cayó al suelo mientras viajaba, y cuando Otón se percató de lo ocurrido so-

lamente lo halló al día siguiente cuando se apresuró a regresar a buscarlo.277

El afortunado Otón al llegar a Hungría fue conducido a Székesfehérvár (Alba Re-

gia),278

siendo allí coronado por el obispo Benedek Rádi de Veszprém, concelebrando

274

Muriendo en 1306.

275

Que muere en 1342.

276

Moravia, República Checa.

277

Este hecho ha sido resaltado frecuentemente en la historia húngara como dato curioso, pues ningún

otro halló la corona, sino el propio Otón, quien la llevaba.

278

En la Hungría Central, no lejos de Budapest.

~ 66 ~

también el obispo Antal de Csanád. Sin embargo, la coronación no fue considerada le-

gítima según la ley húngara, pues no fue efectuada por el arzobispo de Esztergom, como

era lo legalmente estipulado. Luego de la coronación, el nuevo rey, que contaba enton-

ces sus 44 años de edad, avanzó hacia Buda (Budapest) con un ejército y se paseó por

toda la ciudad con la Santa Corona Húngara en la cabeza, pretendiendo demostrar así

que él era indiscutiblemente el rey legítimo.279

El 1 de mayo de 1308 murió Alberto I de Habsburgo, de modo que Otón nuevamente

vio la posibilidad de deshacerse de la hegemonía de los Habsburgo. Sin embargo, no

consiguió derrotar a Leopoldo y a Federico, los hijos de Alberto, y a 7 de abril de 1311

firmó la paz con ellos en Passau.280

Los enfrentamientos bélicos de la Baja Baviera, junto con los impuestos húngaros, ge-

neraron ciertos conflictos, que Otón III resolvió con una ley que aplicaba para los no-

bles y para los eclesiásticos ampliando los derechos bávaros al respecto. Todo ello lo

emitió documentalmente Otón III a 15 de julio de 1311, conociéndose el documento co-

mo Ottonische Handfeste, Obligación hacia Otón, no refiriéndose sólo a él sino tam-

bién a sus sucesores281

y siendo considerado fundamental en el derecho de Baviera.

279

Como sabemos, después de haber desaparecido la húngara Casa de Árpad en 1301, la siguiente déca-

da es de interregno en Hungría, si bien hubo allí reyes coronados. Esa denominación de interregno se

debe a que durante la primera mitad del siglo XIV hubo muchas familias nobles u oligarcas de Hungría

que dominaban enormes extensiones de tierras y que debilitaban considerablemente todo el poder mo-

nárquico central.

Se sabe poco de cuanto aconteciera durante el reinado húngaro de Otón, pues pocos documentos reales

quedaron de esa época. Una vez en el trono, como ya hemos anotado también anteriormente, Otón tomó

el nombre de Bela V de Hungría, en honor a su abuelo materno Bela IV. Sin embargo, la historia húngara

no lo conoce más que como “Otón, rey de Hungría”.

El mismo Papa Clemente V estuvo mucho más de parte de Carlos Roberto y no tanto de Otón III, a

quien no dejó de presionar políticamente.

280

Ciudad bávara fronteriza con Austria.

281

Siendo el inmediato Enrique XV de Baviera, que muere en 1333.

~ 67 ~

Otón III de Baviera

~ 68 ~

VALLADOLID (REINO DE CASTILLA)

ÓBITO DE TERESA GIL

Llegó a ser ricahembra de Castilla.282

Hablamos aquí de Teresa Gil con ocasión de su

muerte, a 4 de octubre de este año 1312, con 52 años de edad.283

Era portuguesa, nacida

en Guimarães.284

Fue de gran personalidad, siendo sus padres Gil Martins de Riba de

Vizela, ricohombre del rey Alfonso III de Portugal (muerto en 1279), y su esposa, María

282

Ricohombre, ricahombría o ricahembra es como un rancio título nobiliario, antiguo y medieval desde

los tiempos imperiales de Roma, en sentido de patriciado, etc. Sobre todo a partir del siglo XIV vino a

significar simplemente noble.

En España, desde la Edad Media, ricohombre (o ricahembra) equivaldría a patricio o patricia más o me-

nos como en los tiempos romanos, pero de un modo evolucionado, sobre origen de privilegios o prerro-

gativas que se hallan en la base de la restauración cultural y militar posterior a la Hispania romana, ini-

ciada con los reyes hispanos (visigodos) y durante la denominada reconquista cristiana. Existieron dos

ramas convergentes del mismo y amplio tronco léxico referido a ricohombre, ramas comúnmente inspi-

radas en la alta nobleza romana. En los ámbitos de los reinos de Castilla (pendón y caldera) y en los de

Aragón (naturaleza y mesnada). Caldera y mesnada (mesada) significan lo mismo, pues mesnaderos eran

todos los que se sentaban a comer en la mesa del rey en Aragón (mesa del estado).

En Castilla se reguló este asunto en derecho elaborado o recopilado por parte del rey Alfonso X durante

el siglo XIII, como bien sabemos (recopilación de leyes antiguas en las Siete Partidas): Los nobles son

llamados en dos maneras, o por linaje (sangre) o por bondad (privilegio o merecimiento plebeyo), como

quiera. que el linaje es noble cosa, la bondad pasa e vence. Más quien las ha ambas, este puede ser dicho

en verdad Rico e home, pues es rico por linaje e home cumplido por bondad (hombre bueno significaba

ciudadano honrado). E ellos han de aconsejar al rey en los grandes fechos (como el senado y senador

romano) e son puestos para fermosear su corte e su reyno (senador romano selecto, excelso, llamado allí

senior o señor).

Requisitos o motivos para llegar a la dignidad de ricohombre o ricahembra eran los siguientes: 1) que el

rey la concediera expresamente con título mediante privilegio o tener nobleza inmemorial previamente

reconocida por algún monarca aunque fuese extranjero; 2) en caso de méritos suficientes, el título era

asimilado al de príncipe y con tal distinción que servía para poder levantar gente para la guerra y man-

tenerla en servicio de algún rey.

Esta dignidad vino a ser lo que después se ha llamado Grande o Grandeza de España. En las Siete

Partidas se dice que los ricoshombres podían sentarse y cubrirse en presencia del rey, que los llamaba

primos, porque éste era un antiguo tratamiento regio a los senadores excelsos o patricios de Roma.

283

Aproximadamente, no siendo del todo históricamente ciertas las fechas de su nacimiento y de su

defunción.

284

Hacia el norte del país, en el distrito de Braga.

~ 69 ~

Anes de Maia, heredera de la casa de Maia.285

En Toro286

(año 1307) fundó el monas-

terio de Sancti Spiritus el Real, de monjas dominicas. Allí recibió sepultura.287

A finales de 1265 se trasladó con su familia a Castilla, cuando allí se exilió padre,

agraviado porque el rey Alfonso III lo había sustituido en la mayordomía real por João

Peres de Aboim, miembro de un linaje inferior. Gil Martins de Riba de Vizela se con-

virtió en un hombre de confianza del rey castellano Alfonso X y fue el único portugués

testigo del testamento del rey de Castilla.

Teresa ostentó la condición de ricahembra de Castilla, a pesar de no descender de la

primera nobleza hispana o española, gracias a los favores del rey Sancho IV, con quien

tenía buena relación. Poseía un amplio patrimonio en Castilla, Portugal y concretamente

en Valladolid, donde tuvo en vida su protagonismo.288

285

Una de las casas más nobles y antiguas del reino portugués.

286


287

Donde mismo será enterrada también un siglo después la difunta reina Beatriz de Portugal.

288

Se cree que fue abadesa del monasterio de las Huelgas Reales de Valladolid, de monjas cistercienses,

donde se conservan dos pinturas del siglo XVII con su figura y nombre. Mantenía una mala relación con

las Órdenes Militares, al contrario que con los monasterios, y era famosa su generosidad, hecho compro-

bable gracias al pormenorizado testamento que dejó, en el que legaba valiosas pertenencias a sus criados,

escuderos y doncellas.

~ 70 ~

TERVUREN (DUCADO DE BRABANTE Y DE

LIMBURGO)

MURIÓ EL DUQUE JUAN II

El duque Juan II de Brabante y de Limburgo,289

conocido también como el Pacífico

en cuanto apelativo de significativa gratitud, murió en Tervuren,290

a 27 de octubre de

este año 1312, cuando tenía la edad de 37 años, habiendo ostentado el título y el cargo

ducal desde 1294, siendo hijo de Juan I de Brabante y de Limburgo (el Victorioso) y de

Margarita de Dampierre.

En 1290 contrajo matrimonio en la abadía londinense de Westminster con Margarita

de Inglaterra, hija de Eduardo I (muerto en 1307) y de Leonor de Castilla (muerta en

1290), inscribiéndose aquella boda entre el conjunto de alianzas que ideó el rey Eduardo

I para disponer de apoyos en su enfrentamiento con el rey Felipe IV de Francia.

La participación del duque Juan en la liga contra Francia encabezada por el rey de

Inglaterra, contando también con Guido de Dampierre, duque de Flandes (muerto en

1305), y otros señores fue, sin embargo, sumamente dubitativa o inestable, resultando

que en 1300 la alianza quedó disuelta por las vacilaciones de sus componentes antes de

lanzar ataque alguno. Desde el primer momento hubo de hacerse frente además a re-

vueltas internas y a tumultos en las ciudades, promovidos por los grupos burgueses en-

riquecidos con la industria y el comercio de los paños, de grupos que reclamaban acabar

con los privilegios del patriciado urbano. Amberes, Malinas, Bolduque, Lovaina y por

último también Bruselas en 1306 se amotinaron sucesivamente, logrando de momento

que fueran expulsados de ellas los patricios.

Sometidas las ciudades se desencadenó por entonces una ola de persecuciones contra

los judíos, protegidos por el duque que percibía sus impuestos.

Agobiado por las deudas y gravemente enfermo del mal de piedra,291

en 1312 convo-

có Juan II en Kortenberg a la nobleza y los representantes de las ciudades, en las que

persistían las muestras de descontento. El resultado de la reunión fue la aprobación de la

Carta de Kortenberg, importante documento acordado que limita la imposición de nue-

289

Entre los Países Bajos y Bélgica.

290

En la belga Flandes.

291

Cólicos biliares.

~ 71 ~

vas cargas fiscales, establece mecanismos de control de la justicia y reconoce a las ciu-

dades sus privilegios y derechos consuetudinarios, además de crear un consejo en el que

están presentes miembros de la nobleza y del pueblo.

Juan II murió al mes de firmarse la mencionada Carta, dejando como heredero a su

único hijo varón, Juan III, un adolescente con algo más de 12 años.292

Juan II de Brabante según un grabado de finales del siglo XVI

292

Su muerte será en 1355.

~ 72 ~

VIENA (DUCADO DE AUSTRIA)

MURIÓ ISABEL DE TIROL

A 28 de octubre de este año 1312 murió en Viena Isabel de Tirol o de Carintia, con 50

años de edad, consorte reina de romanos y duquesa de Austria, perteneciente ella a la

Casa de Meinhard o Meinhardin. Era la hija mayor de Meinhard (muerto en 1295), du-

que de Carintia293

al igual que conde de Gorizia y Tirol.294

Su madre fue Isabel de Ba-

viera (muerta en 1273), hija del duque Otón II de Baviera (muerto en 1253) y de su es-

posa Inés (muerta en 1267), hija de Enrique V, conde palatino del Rin (muerto en 1227)

y de Inés de Hohenstaufen (muerta en 1204). La madre de Isabel era también viuda de

Conrado IV de Alemania (muerto en 1254), así que era igualmente medio hermana de

Conradino de Hohenstaufen (muerto decapitado en 1268), quien además de duque de

Suabia era también rey de Jerusalén.

Isabel se casó en Viena el 20 de diciembre de 1274 con quien luego sería Alberto I de

Habsburgo (muerto en 1308), uno de los fundadores de la Casa de Habsburgo, convir-

tiéndose así en nuera del rey de romanos. Su esposo, entonces un conde de Habsburgo,

fue investido como duque de Austria y Estiria en diciembre de 1282 por su padre el rey

Rodolfo I (muerto en 1291). Fortalecieron su gobierno en lo que ya mismo se denomina

(y aún más se denominará) patrimonio Habsburgo o de los Habsburgo, también con la

ayuda del padre de Isabel, quien a su vez fue nombrado duque de Carintia en 1286.

Isabel estuvo de hecho mejor relacionada con los poderosos gobernantes alemanes que

su esposo, siendo una descendiente de reyes anteriores, por ejemplo Enrique IV del Sa-

cro Imperio Romano Germánico (muerto en 1106) y también sobrina de los duques de

Baviera, importantes y muy destacados vecinos de Austria.

En 1298, su esposo fue finalmente elegido rey, cuando acabó el reinado de Adolfo de

Nassau, muerto en ese año. En 1299 estaba ella en Núremberg, siendo allí coronada rei-

na de Alemania y de romanos. Recordemos que su esposo fue asesinado el 1 de mayo

de 1308 por su sobrino Juan (el Parricida) en Windisch.295

293

Por el sur de Austria y el norte de Eslovenia actualmente.

294

Por Italia y en la frontera eslovena.

295

Al norte de la Suiza actual.

~ 73 ~

Después de ese asesinato, Isabel se unió a la comunidad religiosa y monástica de

clarisas en Königsfelden,296

donde murió y fue enterrada, en la fecha de este año 1312

que hemos señalado.

Podemos resumir su vida diciendo que Isabel fue una mujer muy capaz y empren-

dedora, de gran talento comercial y mucha sabiduría en relaciones humanas de gran ca-

lado. La construcción de la planta salina en la zona austríaca de Salzkammergut se re-

monta o se debe a su iniciativa, a una sugerencia suya que supo impulsar.

Con todo, fue madre de numerosa prole, siendo ésta su descendencia: Ana,297

Inés,298

Rodolfo,299

Isabel,300

Federico,301

Leopoldo,302

Catalina,303

Alberto,304

Enrique,305

Meinhars,306

Otón307

y Judith.308

296

En el norte de Suiza.

297

Muerta en 1327, casada en dos ocasiones y con maridos destacados de la aristocracia.

298

Nacida en 1281 y muerta en 1364, casada en 1296, en Viena, con el rey Andrés III de Hungría (muer-

to en 1301).

299

Nacido en 1281 y muerto en 1307 (siendo Rodolfo III de Habsburgo y Rodolfo I de Bohemia).

300

Nacida en 1285 y muerta en 1352, casada en 1304 con Federico IV de Lorena (muerto en 1329).

301

Federico de Habsburgo el Hermoso, nacido en 1289 y muerto en 1330. Se casó pero en él se extinguió

la línea.

302

Duque Leopoldo I de Austria, nacido en 1290 y muerto en 1326. Casado en 1315 con Catalina de Sa-

boya.

303

Nacida en 1295 y muerta en 1323. Casada en 1316 con Carlos de Calabria (muerto en 1328).

304

Duque Alberto II de Austria, nacido en 1298 y muerto en 1358.

305

Nacido en 1299 y muerto en 1327. Se casó pero en él se extinguió la línea.

306

Nacido en 1300 y muerto muy joven.

307

Nacido en 1301 y muerto en 1339. Se casó pero en él se extinguió la línea.

308

O Jutta, nacida en 1302 y muerta en 1329.

~ 74 ~

FRANCIA – SEDE PONTIFICIA DE AVIÑÓN

MURIÓ EL CARDENAL LANDOLFO BRANCACCIO

El cardenal napolitano Landolfo Brancaccio murió en Aviñón a 29 de octubre de este

año 1312, siendo luego enterrado en la capilla de Sant’Angelo que él mismo había man-

dado construir en la catedral de Notre Dame des Doms de Aviñón. Nacido en el seno de

una familia de la nobleza napolitana,309

sabemos de su nombramiento como obispo de

Aversa allá por el año 1293, muy cierta o probablemente gracias a sus cercanas afini-

dades con la Corte angevina. Fue creado cardenal diácono de Sant’Angelo en el con-

sistorio celebrado a 18 de septiembre de 1294 por el Papa Celestino V,310

participando

con tal condición cardenalicia en el cónclave de 1294, cuando resultó elegido Papa Bo-

nifacio VIII, también en el cónclave de 1303, cuando resultó elegido Benedicto XI, y en

el de 1304 en que salió Clemente V. Participó también en el Concilio de Vienne (1311-

1312), decidiéndose allí, como sabemos, la supresión de la Orden del Temple. Fue le-

gado apostólico o pontificio, aunque no por mucho tiempo, tras la muerte de Carlos

Martel de Anjou-Sicilia en 1295, siendo también administrador del reino angevino jun-

tamente con Felipe I de Tarento y otros dominios, como bien sabemos.311

309

Sin que sepamos la fecha de su nacimiento.

310

Muerto en 1296 y celebrado en el santoral católico como San Celestino V el 19 de mayo.

311

Y cuya muerte será en 1331.

~ 75 ~

RÍMINI (ESTADOS PONTIFICIOS)

MURIÓ EL CONDOTIERO MALATESTA DE VERUCCHIO

Recordamos a Malatesta de Verucchio (lugar de familia y nacimiento),312

célebre y fa-

moso condotiero,313

al notificar su muerte, con 100 años de edad, ocurrida en este año

1312. Se le considera como el fundador de la más que previsible poderosa dinastía ita-

liana de los Malatesta.

En un principio fue jefe o capitán de los güelfos en Romagna, céntrica o central región

italiana. Llegó a ser podestá (magistrado en jefe) de Rímini en 1239. Y en 1295 se con-

virtió en el maestro completo de Rímini al matar a los miembros principales de la fa-

milia rival gibelina, la de los Parcitati, incluyendo a su jefe Montagna.314

Como señor de Rímini está, al morir o desde el declive natural de Malatesta, su hijo

Malatestino.315

312

En la provincia italiana de Rímini.

313

Los condotieros eran mercenarios al servicio de las ciudades-estados italianas durante la Baja Edad

Media y hasta mediados del siglo XVI. La palabra italiana condottiero deriva de condotta, término que

designaba al contrato entre el capitán de mercenarios y el gobierno que alquilaba sus servicios. Los con-

dotieros tuvieron mucho que ver en las luchas y tensiones entre los güelfos y los gibelinos (que nos re-

sultan ya tan familiares o habituales a estas alturas de nuestras crónicas).

Los condotieros consideraban la guerra como un verdadero arte, independientemente de sus propios in-

tereses o los que hubieran de defender. Buscaban riqueza, fama, fortuna y tierras para sí, no ligándose por

lazos patrióticos a la causa por la que luchaban. Eran célebres por su falta de escrúpulos: podían cambiar

de bando si encontraban un mejor postor antes o incluso durante la batalla. Conscientes de su poder, en

ocasiones eran ellos los que imponían condiciones a sus supuestos patronos. La organización base de los

condotieros era la compañía, mandada por un capitán.

314

Su hijo mayor fue Giovanni Malatesta, famoso por la tragedia de 1285, que se registra en la Divina

Comedia de Dante, donde se muestra que mató a su esposa Francesca da Polenta y a su hermano más

joven Paolo tras descubrirlos cometiendo adulterio.

315

Muere en 1317.

~ 76 ~

LISBOA (REINO DE PORTUGAL)

DEFUNCIÓN DEL INFANTE ALFONSO DE PORTUGAL

Del día 2 de noviembre en este año 1312 es la notificada defunción del infante Al-

fonso de Portugal. Tenía 49 años de edad. Era hijo del rey Alfonso III de Portugal

(muerto en 1279) y de su esposa (la segunda) Beatriz de Castilla (muerta en 1303).316

Fue señor de Portalegre, Castelo de Vide, Arronches, Marvão y Lourinhã.317

El ahora difunto infante Alfonso contrajo matrimonio en 1287 con Violante Ma-

nuel,318

hija del infante Manuel de Castilla319

y de la infanta Constanza de Aragón.320

Sin embargo, y debido al parentesco entre los contrayentes, el matrimonio carecía de

validez canónica, no habiendo sido nunca legitimado por dispensa pontificia, y en el

caso de que el infante muriese sin descendencia legítima, todos sus señoríos volverían a

manos de la Corona portuguesa, ya que el rey Alfonso III de Portugal lo estableció así

en su testamento.

El infante Alfonso se esforzó por conseguir la legitimación de su matrimonio, ya que

deseaba que a su muerte sus hijos heredaran sus posesiones. Cuando comprendió que

sus esfuerzos eran inútiles solicitó a su hermano, el rey Dionisio de Portugal, que legi-

timara él a sus hijos, y para conseguir apoyos solicitó a su cuñada, la reina Isabel de

Portugal,321

que apoyara su demanda, ya que la soberana siempre había intentado con-

seguir que las relaciones entre su esposo y su cuñado, como con toda la familia, fueran

armoniosas.

Pero la reina Isabel se negó a la petición de Alfonso aduciendo que la misma, además

de perjudicar a sus propios hijos, atentaba contra las leyes del reino y sería perjudicial

para la Corona, y así lo expresó en un “protesto” público que se leyó en presencia del

316

Era nieto por parte paterna de Alfonso II de Portugal (muerto en 1223) y de su esposa Urraca de Cas-

tilla (muerta en 1220). Por parte materna fueron sus abuelos el rey castellano leonés Alfonso X (muerto

en 1284) y Mayor Guillén de Guzmán (muerta en 1262).

317

Todo ello situado al este de Portugal excepto Lourinhã, que se halla en el distrito de Lisboa.

318

Muerta en 1306.

319

Hijo del rey Fernando III (San Fernando) y de Beatriz de Suabia, muerto en 1283.

320

Muerta en 1275.

321

Santa Isabel de Portugal (4 de julio en el santoral).

~ 77 ~

monarca portugués y de otros testigos, en Coímbra, a 6 de febrero de 1297. En un pri-

mer momento el rey de Portugal se mostró de acuerdo con su esposa y señaló que dicha

legitimación atentaría contra las leyes del reino, pero inesperadamente dos días después,

a 8 de febrero de 1297, legitimó a sus sobrinos (luego decimos quiénes son) y dispuso

que pudieran heredar todas las posesiones de su padre.

De Violante Manuel, que falleció en 1306, como queda indicado más arriba, en Cas-

telo de Vide, resulta que circuló pronto la sospecha de que su esposo la había asesina-

do.322

Tras la muerte del infante Alfonso de Portugal, en Lisboa, a 2 de noviembre de este

año 1312, como ya indicábamos, su cuerpo difunto recibió sepultura en el convento lis-

boeta de Santo Domingo,323

donde también había sido enterrada su esposa Violante Ma-

nuel (hija del infante Manuel de Castilla y hermanastra de don Juan Manuel). Acabemos

señalando que del matrimonio del infante Alfonso de Portugal y Violante Manuel hay

esta descendencia: Alfonso,324

María,325

Isabel,326

Constanza y Beatriz.

322

Hay mucha historia dilucidando al respecto, faltando detalles y documentación sobre ello. Hubo tam-

bién sus correspondientes repercusiones en Castilla. Finalmente todo quedó relegado al olvido o a la des-

memoria histórica.

323

Un convento que resultó destruido en el terremoto de 1755.

324

Parece ser que fue señor de Leiria y murió soltero, a sus 12 años de edad en 1300.

325

Nacida hacia 1290. Casada con Tello Alfonso de Meneses (muerto hacia 1315) y, en segundas nup-

cias, con Fernando Díaz de Haro (muerto en fecha posterior a 1322).

326

Muerta en 1324 o 1325.

~ 78 ~

REINO DE VALENCIA Y CORONA DE ARAGÓN

MURIÓ EN TARRAGONA

RAIMUNDO PONTE, MUY DESTACADO PRELADO DOMINICO

A 13 de noviembre de este año 1312 murió en Tarragona, reunido en concilio, Rai-

mundo Ponte, dominico y obispo de Valencia, destacado teólogo y canonista.327

Tuvo

gran dedicación a la Santa Sede en diversos cargos y servicios.

Los reyes de Aragón, tanto Pedro III (muerto en 1285) como Alfonso III (muerto en

1291), agradecidos a su labor y méritos efectuaron su promoción al obispado de Valen-

cia, siéndolo desde primeros de mayo de 1288. Se hizo dominico sin por ello renunciar

a su sede.

Siguiendo directrices de la Corona de Aragón y del Papa Clemente V, colaboró mu-

cho con el obispo de Zaragoza, Jimeno o Ximeno de Luna,328

para hacer desaparecer la

Orden del Temple, entre otras cosas participando en asambleas y concilios sobre el par-

ticular.

Su cuerpo difunto recibió sepultura en la catedral valenciana, en la capilla de Todos

los Santos,329

tras funeral celebrado a 20 de noviembre de este año 1312. En su tes-

tamento, de fecha 31 de octubre de este mismo año 1312, dispuso que se distribuyan sus

libros y códices manuscritos entre varios conventos de dominicos, como los de Valencia

y Lérida, incluyendo una primera parte de la Suma Teológica compuesta por Tomás de

Aquino.330

Deja también un buen legado propio o de obras suyas, destacadas por su ma-

gisterio teológico y por su labor y repercusión eclesiástica o cronística.

327

Se sabe que nació en Fraga (Huesca), pero no sabemos su edad. Compuso su biografía el dominico

fray Miguel de Fraga (muerto en 1340), protegido suyo.

328

Obispo de Zaragoza entre los años 1296-1317, arzobispo de Tarragona entre los años 1317-1327 y ar-

zobispo de Toledo entre los años 1328-1338, cuando muere. Podemos recordar su presencia en la Sen-

tencia Arbitral de Torrellas (año 1304).

329

Actualmente de San Vicente.

330

Muerto en 1274 y celebrado en el santoral el 28 de enero.

~ 79 ~

EPÍLOGO I

LA CATEDRAL DE GERONA

La catedral de Santa María de Gerona se encuentra en el punto más alto de la ciudad,

siendo destacable, entre otras cosas, porque posee la nave gótica más ancha del mundo,

con una anchura total de 22,98 metros. Su construcción, desde el estilo románico y en

transición al gótico, se inició ya en el siglo XI, prosiguiendo luego en los siglos XIII y

XIV, conservándose del siglo XII tan sólo un claustro. La torre data del año 1040. Las

obras se prolongarán hasta un completado siglo XVIII. Anexo a la catedral se encuentra

el antiguo palacio episcopal, que es actualmente sede del Museo de Arte de Gerona,

fundado y organizado en el siglo XX.

Desde los orígenes cristianos o cundiendo esta fe por la zona, la ciudad de Gerona fue

sede de un obispado que se asentó en la llamada ya iglesia de Santa María, regentando

al mismo tiempo el santuario del diácono mártir San Félix,331

edificado sobre la tumba

del mismo, no lejos de la muralla. Esta pequeña iglesia de San Félix recibió el culto

cristiano mozárabe en sustitución de la de Santa María cuando los musulmanes se apro-

piaron de ésta, en el año 717, para convertirla en mezquita mayor. Posteriormente, en el

año 785, Gerona fue conquistada por los francos, bajo Carlomagno. Y en el año 882 se

formó allí la primera comunidad de canónigos, quienes consagraron de nuevo, con

cierta organización episcopal, la iglesia de Santa María, en el año 908, habiendo dejado

ya de ser mezquita.

331

San Félix de Gerona, muerto en 307 (persecución romana de Diocleciano). Se conmemora el 1 de

agosto.

~ 80 ~

Se tiene noticia de la evolución constructiva de la catedral según sus fases o etapas a

partir del año 1015, cuando lo edificado era ruinoso. El obispo Pedro Roger (hijo de Ro-

ger II de Cominges, conde de Carcasona como Roger I) y hermano de Ermesenda de

Carcasona, condesa de Barcelona y de Gerona (muerta en 1057), se ocupó de llevar a

cabo las reparaciones importantes en los muros y en las cubiertas de madera. Para hacer

frente a estos gastos vendió la (monástica) iglesia de San Daniel a su cuñado el conde

Ramón Borrell de Barcelona (muerto en 1017), recibiendo por la venta cien onzas de

oro. Años más tarde, en 1019, se dotó generosamente al edificio que se erigía, con lo

que pudieron iniciarse las obras de un claustro y sus dependencias, ampliándose en

1031 y en 1064, siempre aún por supuesto en estilo románico.

Se hicieron también renovaciones en la cabecera de la iglesia que se consagró nueva-

mente en 1038. De esta fecha datan dos obras importantes que probablemente proceden

de los talleres del Rosellón: la cátedra episcopal y el ara del altar con lujoso revesti-

miento de oro gracias a un legado especial de trescientas onzas que efectuó la condesa

Ermesenda. El patio o primitivo claustro se fue transformando durante el siglo XII. En

1081 se había empezado a construir la torre-campanario que recaía sobre el lado sur del

claustro y que fue terminada en 1117 a partir del segundo piso. A finales del siglo XIII

hubo una propuesta de obras para transformar la cabecera que se consideraba insufi-

ciente para el culto litúrgico del momento: “El Capítulo de la seo de Gerona reunido

como de costumbre ha establecido, deseado y ordenado que sea construida y elevada

de nuevo la cabecera de esta iglesia y alrededor de esta cabecera se edifiquen nueve

capillas y en el antiguo dormitorio [de la Canónica] se haga la sacristía”.

A este propósito, en 1292, el tesorero Guillem Jofré hizo donación de 10.000 sueldos

catalanes. Pero hasta 1312 –este año del Cronicón en el que estamos– no se formalizó el

proyecto. El cambio consistió en la ampliación de la cabecera con girola y nueve capi-

llas encargadas a Enrique de Narbona. A su muerte las obras continuaron bajo la direc-

ción de Jaime Faverán. Siguieron los arquitectos Guillermo Cors, Francisco Saplana y

Pedro Sacoma que dio fin a la cabecera en 1347. Una vez terminado este espacio, el

arquitecto Guillermo Monry siguió la ampliación del tramo del coro inmediato al pres-

biterio, finalizando esta obra en 1367. En este punto era necesario unir la parte nueva

con la planta románica por medio de una nave transversal que haría las veces de cru-

cero. La idea original era construirla en tres naves. La propuesta de continuarla con una

nave única provocó la suspensión de las obras y una discusión intermitente de respon-

sables y técnicos que se prolongó durante medio siglo. El Capítulo catedralicio convocó

en 1417 una reunión de maestros de obras y de expertos; tras escuchar su dictamen, aun-

que éste era favorable en su mayoría a las tres naves, se decidió por continuar la cons-

trucción en una única nave. Ésta tendría una altura de 34 metros, lo que la convertiría en

un monumento único en la historia de la arquitectura gótica mundial, según el crítico de

arquitectura Nikolaus Pevsner (1902-1983).

La estancia, a pesar de cierta desnudez, posee gran fuerza, y es sin duda, con su mar-

cado contraste entre la zona occidental, con un sólo recinto, y la oriental, con un sistema

de tres unidades espaciales de altura y anchura escalonadas, la prueba más convincente

del paso del estilo gótico puro al tardío.

~ 81 ~

Se hizo cargo de la nueva construcción el maestro de la catedral Guillermo Bofill, im-

poniendo un razonado criterio en cuanto a la técnica a seguir. Así se construyó la enor-

me nave que mide en definitiva 50 metros de largo por 23 de ancho y 34 de alto. El

maestro Bofill no vio finalizada la obra, pues el último tramo se edificó ya en el siglo

XVI, a cargo del maestro José Ferrer. En 1604 se derribó el frontispicio románico que

aún se conservaba.

Plano

Reparando en el edificio, señalemos que la fachada actual es barroca, construida en

1730. La escalinata central de acceso se construyó en 1607. En el exterior de la catedral

se conserva el pórtico gótico de San Miguel, situado al norte, y el pórtico de los Após-

toles al sur, del siglo XIV, al que se le añadieron algunas esculturas en el siglo XV. Hay

que destacar también la catedral episcopal románica del siglo XI, situada sobre la capilla

mayor; el retablo mayor, de plata dorada y esmalte, es obra maestra de la orfebrería gó-

~ 82 ~

tica realizada por Bartomeu entre 1320 y 1357. En el tesoro de la catedral se puede ad-

mirar un famoso tapiz de la Creación, así como diversas esculturas. Uno de los princi-

pales arquitectos (y también escultor) del siglo XVII fue Pere Costa i Cases, dentro del

barroco catalán...

En cuanto al interior, éste nos muestra la grandiosa nave única, gótica, cubierta por

bóveda de arcos diagonales que se apoyan en grupos de columnillas. Los contrafuertes

laterales de la primera zona albergan dos capillas por tramo. En la segunda zona, en los

dos tramos antes de llegar al presbiterio, se abren amplios ventanales góticos y debajo,

las ventanas del triforio que recorren ambos muros. Antes del presbiterio y cerrando el

fondo de la gran nave se levanta un muro con un arco central y dos laterales, más tres

óculos, dos más pequeños sobre las tres ventanitas del triforio y uno mayor en el centro,

cercano a la bóveda. Las vidrieras del presbiterio son del siglo XVI, con temática de la

vida de la Virgen.

El coro tiene una sencilla sillería del siglo XVI, de buena talla pero resultando algo

modesta para la categoría catedralicia que lo alberga. Es obra importante la silla epis-

copal del maestro Eloy, que pertenece a la sillería gótica anterior. También se conserva

la silla episcopal románica, elaborada en mármol de una sola pieza. Propiamente en el

coro se encuentra el órgano moderno, de 1943, que sustituyó al del siglo XVI, siendo

construido por el maestro J. Bordons.

La capilla mayor forma el presbiterio. Tiene un original retablo del siglo XIV recu-

bierto de plata, siendo una obra de orfebrería de gran valor. La comenzó el maestro

Bartomeu en 1325, la continuó Ramón Andreu de Gerona y la finalizó Pedro Bernés

hacia el año 1358. Sigue la narración de la vida de Jesucristo y remata con tres figuras

bajo doselete gótico, siendo la central una imagen de la Virgen con el Niño. Además del

chapado de plata está adornado con esmaltes y resguardado por un baldaquino, también

de plata, sostenido por cuatro columnas. El baldaquino fue elaborado entre 1320 y 1326,

probablemente por los mismos artistas que el retablo.

El altar de esta capilla presbiteral es una pieza románica importante que sostiene el ara

de mármol labrado, de 2,5 metros por 1 en profundidad. Está despojado del riquísimo

frontal que tuvo (legado especial de la condesa Ermesenda), que era de alabastro con

varias escenas en relieve, recubierto de oro y engarzado con piedras preciosas. En 1809

fue vendido a las tropas francesas en un millón de francos, operación necesaria para

poder hacer frente a los tributos impuestos por los mismos franceses.

Las vidrieras de la catedral fueron, en su origen, de tres tipos. Las primeras y más an-

tiguas se atribuyen al Maestro del Presbiterio y fueron realizadas al tiempo de iniciarse

las obras del conjunto. Las segundas, atribuidas a Guillem de Letumgard, se realizaron

al inicio de la segunda mitad del siglo XIV. La más importante de éstas es el Calvario

situado en el centro de la girola y la gran vidriera de Antoni Thomas en la cara sur. El

tercer grupo son todas aquellas incorporadas con posterioridad hasta bien entrado el si-

glo XX, de las que destacan los dos rosetones del primer tercio del siglo XVIII, obra de

Francesc Saladriga, maestro vidriero barcelonés y son consideradas como de las mejores

del arte barroco español.

A mediados del siglo XVIII buena parte de las vidrieras fueron destruidas, en especial

los rosetones y las más modernas, sin que se sepa exactamente cómo ni por qué. La

~ 83 ~

restauración se llevó a efecto casi inmediatamente, antes de acabar el siglo, con técnicas

que, pasado el tiempo, dejaron los vidrios con apenas unos trazos y colores desvaídos de

lo que fue la vidriera original. A finales del siglo XX se realizó una labor de recons-

trucción que, tras un estudio, rechazó la posibilidad de una reintegración creativa (esto

es, haciendo en realidad una obra nueva sobre la anterior, dada la gran pérdida sufrida),

por una restauración que aceptaba el paso del tiempo y algunos de los daños sufridos.

Se trató de disminuir el impacto de la presencia de los vidrios blancos en los efectos so-

bre la luz y mejorar el perfil perdido de los dibujos. Aunque recuperadas, muchos de los

efectos lumínicos, así como una parte significativa de los mensajes bíblicos que trans-

mitían y que debieron ofrecer en su tiempo las vidrieras, se han perdido irremediable-

mente. El obispo de Gerona, Francesc Pardo, inauguró en julio de 2011 la vidriera del

último ventanal de la fachada norte de la catedral, que se mantenía cerrado, una obra del

artista irlandés Sean Scully con motivos abstractos. La inauguración del ventanal tras

400 años puso punto final a la restauración de la cara más deteriorada de la iglesia.

En cuanto a los sepulcros, la catedral de Gerona cuenta tanto en la iglesia como en el

claustro con un amplio y tradicional arte funerario que corresponde a las numerosas se-

pulturas de obispos, personajes de las familias reales y condes, artistas y arquitectos y

otras figuras de relevancia. Los sepulcros están repartidos por todo el edificio y algunos

son de consideración, verdaderas obras de arte.

El claustro románico, obra del escultor Arnau Cadell, es del siglo XII, con planta tra-

pezoidal determinada por las murallas precedentes, el lateral norte de la catedral y los

edificios que se conservaban de épocas anteriores. Su arquería tiene dobles columnas y

capiteles historiados, vegetales y zoomorfos. Ahí se encuentra la capilla de la Virgen del

Bell Ull, talla del maestro Bartomeu. Está considerado como uno de los claustros más

interesantes en cuanto al arte y la escultura de los monasterios catalanes.

Consideremos los elementos escultóricos que muestra esta catedral. En lo más alto de

la misma hay una figura de Ángel. Inicialmente se trataba de una representación de la

Fe, puesto que la figura llevaba los ojos tapados por una venda. Pero al restaurarla se

colocó una cabeza sin los ojos vendados, puesto que todo el mundo conocía la figura

como el ángel por sus alas y al no verse la venda por lo alejado del suelo de la figura.

Es destacada también la Bruja de piedra, una gárgola para el desalojo del agua de

lluvia. Está situada junto a la llamada torre de Carlomagno. Según la leyenda, existía

una mujer que se dedicaba a las malas artes de la brujería para demostrar su odio a la

religión y tenía la costumbre de tirar piedras contra el templo. Un día, por obra divina,

se convirtió en piedra y la colocaron en la catedral para que por su boca no salieran más

maldiciones ni insultos sino agua limpia de lluvia.

~ 84 ~

~ 85 ~

EPÍLOGO II

RENDICIÓN DE PLEITO HOMENAJE

El homenaje (del provenzal homenatge, aun teniendo también otras etimologías), con-

textualizado en el feudalismo medieval o por extensión del conocido como Antiguo

Régimen, era el primer paso de la conocida ceremonia así llamada o de investidura por

la que se establecía un vasallaje. El término se refiere también a la correspondiente y

completa ceremonia mencionada, incluyendo los propios conceptos de vasallaje e infeu-

dación y, por extensión de sentido, a cualquier juramento que implicara una obligación

de cumplimiento, o a los actos de sumisión, veneración y respeto. Se utiliza con el ver-

bo rendir (“rendir homenaje” u “homenajear”) y con la expresión “pleito homenaje”.

Consideremos el conocido como juramento de fidelidad, señalando en primer lugar

que se realizaba en un lugar específico, en la torre del homenaje del castillo propiedad

del señor. Consistía en una doble promesa, verbal y gestual, ante libros santos y reli-

quias sagradas, mediante una serie de gestos muy ritualizados y codificados, procedién-

dose de esta manera: el vasallo se arrodillaba, colocaba sus manos en posición de va-

sallo y declaraba: “Je deviens votre homme” (“Me hago vuestro hombre”). El señor ce-

rraba las manos sobre las de su vasallo en señal de aceptación (con inmixtio manum o

apretón de manos, saludarse en estrecharse o darse la mano) y se daban un beso (oscu-

lum).

Recibía diferentes denominaciones según las partes que comprendiera: encomenda-

ción, investidura, humillación o arrodillamiento, espaldarazo… También se denominaba

sacramentum (cierto que en sentido de juramento y no tanto propiamente sacramental) o

infeudatio.

El vasallo se encomendaba al señor, como indica el término commendatio332

o el de

patrocinium,333

pero de una manera totalmente diferente a como lo hacía el colono en el

colonato romano o el siervo en la servidumbre feudal (cuya condición social era la pro-

pia de un campesino); pues el vasallaje se entendía como un contrato sinalagmático en-

tre iguales (nobles ambos). Por tal contrato, el vasallo recibía del señor un feudo o be-

neficium para su mantenimiento (simbolizándose en unas hojas, hierbas o puñado de

tierra), quedando obligado a guardar fidelidad a su señor y darle, cuando éste se lo de-

mandara, auxilium et consilium (servicios militares y políticos). El incumplimiento por

cualquiera de las partes suponía la ruptura del contrato y obligaciones del vasallaje por

incurrir en felonía, palabra hoy en día casi sinónima de traición.

Una de las primeras referencias a la ceremonia de homenaje la hace Eginardo, bió-

grafo de Carlomagno, en sus Anales, donde describe el homenaje de Tasilón III de Ba-

viera a Pipino el Breve en el año 757.

332

Relacionado con encomienda, comendador y encomendero.

333

Relacionado con patrocinio, patronazgo y patrón.

~ 86 ~

Hay también imitaciones y parodias de homenajes y juramentos, incluso en institu-

ciones varias de índole eclesiástica, militares, de órdenes diversas, etc., también en pa-

rodias del tipo solemnidad invertida, en la brujería (pacto diabólico, osculum infame,

etc.), en asociaciones delictivas (mafias) y en reconstrucciones literarias, de libros de

caballerías, novelescas, etc.

Fuera del contexto estrictamente histórico, en la actualidad se utiliza el término home-

naje para referirse a la celebración de acto público (civil, militar o religioso, personal,

en desfile, conferencia, banquete o convite) en que se “homenajea” o “rinde homena-

je” a alguien en concreto o a una persona o institución por algún motivo de gratitud o

por alguna ocasión especial, de efeméride, mérito, etc.

Hay ciertas celebraciones patrióticas que se denominan “homenajes”, como los tribu-

tados a la bandera, a los caídos, etc.

Igualmente existe el homenaje como recurso artístico, literario, pudiendo decirse tam-

bién, por ejemplo, que la poesía como tópico referencial es en sí misma una sucesión de

homenajes.

~ 87 ~

EPÍLOGO III

LAS CORTES DE VALLADOLID EN 1312

Hubo Cortes en Valladolid, durante la primavera y el verano de este año 1312, rei-

nando Fernando IV. Fueron las últimas Cortes que tuvo este rey y han sido consideradas

por numerosos historiadores como el testamento político del monarca.

Situémonos en el contexto histórico, destacando cómo en 1311, un año antes de ce-

lebrarse las Cortes de Valladolid de 1312, el rey se vio obligado a firmar la concordia

de Palencia con los prelados del reino. En dicha concordia se comprometió el rey a res-

petar los fueros, usos, costumbres y privilegios de los prelados, les concedió varios pri-

vilegios y se comprometió a no demandarles ningún tributo sin consultar previamente a

todos los prelados reunidos en asamblea.

Los propósitos de Fernando IV al convocar las Cortes de Valladolid en 1312 eran con-

seguir recursos económicos con los que poder financiar la guerra (de cruzada o recon-

quista) contra el reino de Granada, fortalecer el poder de la Corona, mejorar la organi-

zación política del reino, y reformar la administración de justicia, pues la situación del

reino era inestable, debido sobre todo a las revueltas nobiliarias y a la penuria econó-

mica. Los representantes de las villas y ciudades consiguieron que Fernando IV impul-

sara la reforma de la justicia y de la administración del reino, con un amplio programa

reformista pretendiendo fortalecer el poder monárquico y mejorar toda la organización

política del reino.

Según diversos historiadores, la reforma judicial emprendida en las Cortes de 1312

fue la de mayor envergadura desde la realizada en las Cortes de Zamora del año 1274,

Cortes reunidas durante el reinado de Alfonso X, abuelo de Fernando IV.

Las Cortes se reunieron en la ciudad de Valladolid ya en la primavera de 1312 y a

ellas acudieron numerosos miembros de la nobleza y del clero, así como los represen-

tantes de las ciudades y concejos. A las Cortes asistió el rey Fernando IV y su esposa, la

reina Constanza, el infante Pedro (su hermano) y el infante Juan (su tío). Entre los re-

presentantes de la ciudad de Sevilla acudieron destacadamente Fernando Gutiérrez Tello

(el arzobispo), Fernando Ponce de León y Meneses (señor de Marchena), Juan Alonso

Pérez de Guzmán (señor de Sanlúcar de Barrameda) y el alcalde mayor de Sevilla, Ál-

varo Pérez, acompañado por sus dos hijos.

El rey Fernando IV confirmó a las ciudades y villas sus fueros, usos, costumbres y

privilegios, así como los ordenamientos surgidos en Cortes anteriores, como el de las

Cortes de Burgos de 1308 y el de las Cortes de Madrid de 1309. Los procuradores de las

ciudades del reino concedieron al monarca cinco servicios y una cantidad de moneda

forera con la que el monarca pagó las soldadas de sus vasallos, a excepción de las del

señor Juan Núñez de Lara, que se había convertido en vasallo del rey Dionisio I de Por-

tugal, suegro de Fernando IV.

~ 88 ~

A 24 de abril concedió el monarca, durante estas Cortes de Valladolid, un privilegio al

valle334

de las villas de Ojacastro, Ezcaray, Valgañón y Zorraquín para repoblarlas.335

En cuanto a las disposiciones generales dimanantes de estas Cortes de Valladolid,

constan las que siguen:

Se recomendó a los adelantados que hiciesen cumplir las leyes, que no permitie-

sen las asonadas (tumultos), aunque hubieran de emplear para ello el uso de la fuer-

za, que recorriesen sus territorios y castigasen a los malhechores, que tuviesen me-

rinos entendidos y respetables a sus órdenes, que no perturbasen a las villas y con-

cejos con pesquisas generales, que atendiesen a los demandantes de justicia, que

desempeñasen el oficio por sí mismos y no por medio de sustitutos, y que no toma-

sen yantares indebidos. Al mismo tiempo, se dispuso que si los adelantados, en vez

de administrar justicia, se dedicasen al robo y al cohecho y se rodeasen de malhe-

chores que estragasen el territorio, deberían ser castigados por la justicia del rey.

Fernando IV accedió a la demanda de los representantes de las ciudades, que so-

licitaron al rey que no fueran nombrados jueces o alcaldes que no fueran naturales

de ellas, o que cobrasen salario por ello. Los jueces o alcaldes deberían ser desig-

nados de entre los propuestos por el concejo o por la mayor parte de él.

Se dispuso que las casas fuertes que sirvieran de refugio a los malhechores debe-

rían ser derribadas, como habían solicitado los procuradores del reino.

El rey se comprometió a no encomendar la tenencia de sus fortalezas a los mal-

hechores, sino a individuos honrados y leales servidores suyos. Los adelantados de-

berían obrar de igual modo y no encomendar la tenencia de fortalezas a los mal-

hechores.

Fue tratada la reorganización de la administración de justicia, dictaminándose las

competencias y retribuciones de los diferentes responsables de la administración central,

territorial y local, entre los que se contaban los adelantados, merinos, notarios, alcaldes,

alguaciles, jueces, escribanos y otros.

Durante estas Cortes se aprobó la restauración del Tribunal de la Corte, que había sido

creado durante el reinado de Alfonso X. El Tribunal fue reorganizado y Fernando IV

dispuso que los viernes presidiría el Tribunal y oiría los pleitos y querellas de sus súb-

ditos, y que si por alguna razón el monarca no podía hacerlo el viernes, lo haría el sá-

bado. En el Tribunal de la Corte el rey estaría acompañado por doce alcaldes de Corte,

334

Del Alto Oja en La Rioja.

335

En dicho privilegio, que con el paso de los siglos sería conocido como Fuero de Valdezcaray, Fernan-

do IV concedía a los habitantes de dicho valle una serie de amplias mercedes y exenciones, siendo con-

firmado en su momento dicho privilegio por Alfonso XI, en 1326, también posteriormente por parte de

otros monarcas.

~ 89 ~

de los que cuatro deberían ser castellanos, otros cuatro leoneses, y otros cuatro de las

Extremaduras. Deberían ser hombres buenos, legos, de solvencia económica y expertos

en leyes, teniendo la obligación de residir permanentemente en la Corte y acompañar al

rey en sus desplazamientos. Seis de ellos deberían desempeñar el oficio durante medio

año, y los seis restantes durante el otro medio. El salario de los alcaldes de Corte sería

de 6.000 maravedís anuales, y cada uno de ellos tendría a su servicio un escribano, cuyo

sueldo debería ser de 3.000 maravedís anuales. El rey prohibió que los alcaldes de Corte

recibiesen regalos de los demandantes, bajo pena de ser privados del cargo e inhabili-

tados para desempeñar cualquier puesto en la Corte o en sus reinos. Además, en las

Cortes de Valladolid de este año 1312 se acordó una serie de medidas –las que siguen–

tendentes a reformar la administración de justicia:

Un procurador se encargaría de defender las causas de las viudas, los huérfanos, y

de los pobres y menesterosos. Al procurador le fue asignado un salario y se le pro-

hibió, bajo severas penas, que aceptase nada de los demandantes de justicia.

Se prohibió a los abogados defender las causas injustas, y si algún abogado de-

fendía conscientemente a un acusado culpable, sería considerado perjuro y quedaría

inhabilitado para desempeñar cualquier cargo en la Corte castellana, o cualquier

otro cargo público en el reino.

El alguacil del rey no podría prender a persona alguna sin justificación, y al en-

tregar a un prisionero al alcalde, debería exponer ante éste las razones de su de-

tención. El alguacil debería además obedecer a los alcaldes en lo referente a la li-

beración o el mantenimiento en prisión de un acusado, y no podría someter a tortura

a los prisioneros, o darles un trato cruel, bajo pena de perder el favor del rey.

Igualmente se dispuso que el alguacil del rey debiera procurar que en las villas o

lugares donde se detuviese la Corte, las personas y propiedades deberían ser respe-

tadas, y no debería permitir que nadie se apropiase de los bienes ajenos. El alguacil

y sus ayudantes deberían rondar noche y día a fin de evitar las disputas y prender a

los alborotadores. El monarca además desterró de la Corte a las personas ociosas y a

las prostitutas y exhortó a su alguacil a que cumpliera fielmente las obligaciones

propias de su cargo, y a que hiciese cumplir las leyes.

La resistencia al alguacil del rey fue considerada como resistencia a la justicia del

rey. Por ello, Fernando IV dispuso que nadie pudiera amparar o defender a los per-

seguidos por los representantes de la ley. En caso necesario, el alguacil del rey po-

dría demandar la colaboración de los ballesteros del rey o de la mesnada real.

Se procuró limitar el uso de las pesquisas generales o cerradas, procedimiento que

hacía responsable a todo un concejo de los delitos cometidos en su jurisdicción.

~ 90 ~

Los alcaldes y jueces de las villas y ciudades deberían aplicar las leyes rectamente

y sin doblez alguna, y deberían esforzarse en el servicio del rey y en no alargar los

pleitos, bajo pena de severos castigos. Además, deberían dar cuenta al rey o a sus

representantes, siempre que les fuera pedida, de los robos, asesinatos o delitos co-

metidos en su jurisdicción, y de las penas impuestas a los culpables.

Se prohibió apoderarse de cosa alguna de las villas o concejos del reino, aunque

hubiese demandas contra ellos, y se acordó que los demandantes de justicia debe-

rían acudir a los alcaldes del lugar.

Se acordó que cuando los hombres buenos de las villas fuesen a la Corte a re-

solver pleitos, serían alojados en buenas posadas y tratados respetuosamente por los

oficiales de la Corte, donde permanecerían hasta que el monarca resolviese sus

pleitos.

Con el propósito de fortalecer el respeto hacia las leyes, Fernando IV se com-

prometió a no indultar a los condenados ni siquiera en días de indulgencia o festi-

vos, y a no permitir que los criminales se refugiasen en las tierras de realengo.

Los merinos deberían impedir a los escuderos y peones lanceros que anduviesen

por las villas o aldeas exigiendo víveres o dinero, y amenazando a los que se opo-

nían a ellos.

Luego de todo esto, se reorganizó la cancillería real, como sigue en las siguientes pau-

tas o normativa:

Cada uno de los cuatro notarios mayores de los reinos de Castilla, León, Anda-

lucía y Toledo tendría tres escribanos a sus órdenes, y también tendrían escribanos

propios el canciller real, los alcaldes de Corte y los adelantados. Todos ellos debe-

rían jurar que desempeñarían fielmente sus obligaciones, y a cambio tendrían un sa-

lario anual de tres mil (3.000) maravedís, a excepción de los escribanos encargados

de los registros, cuyo salario sería de dos mil (2.000) maravedís anuales. Se dictaron

normas acerca del desempeño de sus funciones y se fijaron sus atribuciones y res-

ponsabilidades. Si alguno de los escribanos no desempeñaba correctamente su co-

metido, o si cometían algún abuso, serían declarados infames y perjuros, y expul-

sados de la Corte, en la que no podrían volver a desempeñar cargo alguno, y debe-

rían pagar una multa equivalente al doble de su salario anual.

Cuatro escribanos se incorporaron al personal de la Cámara real y uno de los

cuatro, con el título de camarero del rey, sería el superior de los otros. Otros dos es-

cribanos servirían a la reina María de Molina.

~ 91 ~

Un notario público residente en la Corte redactaría y signaría las cartas públicas

que se le ordenaran, y sería el único autorizado en el reino de Castilla para expedir

dicha clase de documentos.

Se dispuso que el alguacil del rey, los notarios, los escribanos y los alcaldes, todos

ellos miembros de la cancillería, debieran residir en un barrio exclusivo, y que el

posadero real debiera hacer cumplir dicha orden en los lugares donde residiera el

rey.

En cuanto a los delitos capitales, he aquí las medidas que se tomaron o determinaron:

A los falsificadores de cartas o sellos les sería aplicada la pena de muerte.

A los que hiriesen o matasen a un individuo en la Corte o en cinco leguas a la re-

donda les sería aplicada la pena de muerte y les serían confiscados todos sus bie-

nes, aunque los acusados se refugiasen en lugar sagrado o en la casa de un infante o

ricohombre. Fernando IV se comprometió a no excusar el cumplimiento de las pe-

nas y a no absolver a los reos.

A los que exportasen caballos o rocines o cualquier otra mercancía prohibida les

sería aplicada la pena de muerte y se confiscarían todos sus bienes.

Nadie podría tener en la Corte casas de juego y a los que reincidieran tres veces

les sería aplicada la pena de muerte.

En cuanto a disposiciones tributarias, he aquí las que se decidieron:

Se intentó refrenar el abuso, cometido por los infantes, ricoshombres, nobles, ade-

lantados y merinos, de solicitar yantares en múltiples ocasiones sin tener derecho a

ello.

Los caballeros y hombres buenos de los diferentes reinos fueron eximidos de pa-

gar impuestos, excepto en los lugares donde habitasen y por tener posesiones en

otro lugar, aunque en el reino de Castilla deberían pagar la martiniega.

El rey se comprometió a no tomar acémilas ni para él ni para sus familiares, si po-

día evitarlo. Y en caso de no poder hacerlo se comprometió a abonar su coste.

Los merinos que apresasen a los que debiesen impuestos serían castigados con la

pena de muerte y con la confiscación de sus bienes.

A fin de evitar la excesiva presión fiscal sobre sus súbditos, el rey redujo las sol-

dadas que deberían cobrar los infantes, ricoshombres y nobles de sus reinos.

~ 92 ~

Las tierras y heredades de realengo o de behetría no podrían ser transferidas a la

jurisdicción señorial o de abadengo.

Los impuestos que debían pagar las aljamas judías fueron modificados, pues se

daba el caso de que, proporcionalmente, los judíos pobres pagaban más impuestos

que los ricos. Respecto a los judíos que tuviesen deudas, se confirmaron las dispo-

siciones de los reyes Alfonso X y Sancho IV, predecesores de Fernando IV.

~ 93 ~

EPÍLOGO IV

DOS REPRESENTATIVOS CUADROS ALUSIVOS AL REY FERNANDO IV

Se trata de dos representaciones artísticas, de pintura histórica o de nuestra historia.

Empezamos por el de la reina María de Molina presentando a su hijo Fernando IV en

las Cortes de Valladolid del año 1295. También es un cuadro conocido como Jura de

Fernando IV en las Cortes de Valladolid. Se trata de un óleo sobre lienzo pintado por

Antonio Gisbert Pérez336

en 1863, recreando el momento en que la reina María de Mo-

lina hace la referida presentación de su hijo en Valladolid, siendo allí y en 1295 re-

conocido como rey, aunque ya había sido proclamado como tal previamente y con regia

sacralidad en la catedral de Toledo.

336

Cuya vida transcurre entre los años 1834 y 1901.

~ 94 ~

Recalcamos cómo este lienzo representa a la reina María de Molina, viuda de Sancho

IV, presentando a su hijo Fernando IV (1285-1312) en las Cortes de Valladolid de 1295,

Cortes en las que la reina María de Molina consiguió que todos los procuradores allí

presentes rindiesen homenaje al rey Fernando IV, que reconociesen por tutor del rey al

infante Enrique de Castilla el Senador, hijo de Fernando III de Castilla (San Fernando),

y que tanto la custodia como la crianza de Fernando IV le fueran encomendadas a la

propia reina María de Molina. A la izquierda del cuadro aparecen representados la reina

María de Molina y su hijo, Fernando IV. Ambos personajes están cobijados por un do-

sel y subidos a un estrado, y detrás de ellos aparecen dos obispos, portando uno de ellos

un báculo pastoral. La reina María de Molina está cubierta con un manto rojo, y lleva en

la cabeza un velo blanco y una corona. Fernando IV, por su parte, que tenía 10 años de

edad en el momento de los hechos, aparece vistiendo una corta túnica blanca, que le cu-

bre hasta las rodillas, y que está adornada con el escudo del reino de Castilla y León. El

rey porta un cetro dorado en su mano izquierda, que le llega casi hasta la cabeza, y una

pequeña corona. La reina María de Molina tiene los brazos parcialmente extendidos ha-

cia adelante, en un gesto que parece indicar que está velando por el destino de su hijo.

El lienzo, que fue adquirido por el Estado español en 1863, fue pintado para ser co-

locado en la cabecera del Salón de Sesiones del Congreso de los Diputados de España,

donde se expone en la actualidad.

El cuadro le fue encargado a Antonio Gisbert a finales de diciembre de 1860 o prin-

cipios de 1861 por el gobierno español para decorar la cabecera del Salón de Sesiones

del Congreso de los Diputados, al tiempo que encargaban a José Casal de Alisal (1832-

1886) el lienzo titulado El juramento de las Cortes de Cádiz de 1810, destinado a de-

corar el mismo lugar. Ambos cuadros habían sido encargados previamente al pintor Fe-

derico de Madrazo (1815-1894), pero sus demoras al ejecutarlos, debido a sus otros en-

cargos y compromisos, hicieron que los cuadros fueran encargados a los artistas antes

mencionados.

En 1863 el Estado español adquirió el lienzo de Antonio Gisbert, y para recompen-

sarle por su trabajo fue nombrado comendador de número de la Orden de Isabel la

Católica por Real Orden de 13 de noviembre de 1863, al igual que Casado del Alisal,

que también lo fue dos días antes que Gisbert, y el cuadro de este último está expuesto

en la actualidad en el Salón de Sesiones del Congreso de los Diputados de España y fue

reproducido en grabado en el siglo XX por El Museo Literario (1863-1864), por El Mu-

seo Universal (1864), por La Ilustración de España (1886) y por La Ilustración Cató-

lica (1886).

Consideremos el contexto histórico de aquellas Cortes de Valladolid de 1295, reunión

que tuvo lugar durante la minoría de edad del rey Fernando IV, que había accedido al

trono ese mismo año tras la muerte de su padre, Sancho IV, y el 26 de abril de 1295, un

día después de la muerte de éste, Fernando IV, que tenía nueve años de edad, fue pro-

clamado rey en la catedral de Toledo y juró, según consta en la Crónica de Fernando

IV, respetar y guardar los fueros de los nobles y plebeyos de su reino, que lo acataron

acto seguido como a “rey y señor”.

Fernando IV y su madre, la reina María de Molina, se enfrentaban en esos momentos

al infante Juan de Castilla el de Tarifa, hijo de Alfonso X, que aspiraba a convertirse en

~ 95 ~

rey de León, Sevilla y Galicia, a Alfonso de la Cerda, nieto de Alfonso X, que actuaba

movido por el mismo propósito, al rey Dionisio I de Portugal, que apoyaba al infante

Juan, y a los reinos de Aragón y de Francia, que apoyaban a Alfonso de la Cerda. Y al

mismo tiempo, la reina María de Molina y el infante Enrique de Castilla el Senador,

único hijo superviviente del rey Fernando III, se disputaban la tutoría de Fernando IV,

cuyo control supondría ejercer el gobierno efectivo del reino castellano-leonés, por lo

que ambos buscaron el apoyo de los nobles y de los concejos de las ciudades. El infante

Enrique trató de evitar, inútilmente, la reunión de las Cortes mientras acusaba a la reina

María de Molina de querer aumentar las cargas fiscales de sus súbditos, a pesar de que

poco antes la reina había abolido el conocido impuesto de la Sisa, de todo cuanto se pe-

sa y se mide, gravándose el consumo según había establecido el rey Sancho IV en 1293.

Antes de que comenzaran las Cortes, la reina se vio obligada a aceptar la ocupación

del señorío de Vizcaya, a excepción de los municipios de Orduña y Valmaseda, por

parte de Diego López V de Haro, que luchaba por la posesión de dicho señorío con Ma-

ría Díaz de Haro, esposa del infante Juan de Castilla, que a su vez lo reclamaba en nom-

bre de su esposa. Y la reina también hubo de aceptar, antes de que dieran comienzo las

sesiones de Cortes, que la tutoría del rey y la guarda de los reinos quedaran en manos

del infante Enrique, aunque la crianza y la custodia del rey quedaron en manos de la

propia reina.

Las sesiones de Cortes comenzaron a finales del mes de julio o principios de agosto

de 1295, y a la ciudad de Valladolid acudieron los representantes de los concejos de

Castilla, León, Galicia, Asturias, las Extremaduras, Andalucía y los del arzobispado de

Toledo, aunque el obispado de Jaén no envió representantes a las Cortes por encontrarse

en guerra con el reino de Granada. Y al empezar las Cortes, un amplio sector de los pro-

curadores del reino, entre los que se contaban los del arzobispado de Toledo, los del

obispado de Cuenca, y los de las ciudades de Segovia y Ávila, se negaron a reconocer al

infante Enrique como tutor del rey y estuvieron a punto de abandonar la asamblea, lo

que impidió la reina María de Molina, que consiguió que todos los procuradores rindie-

ran homenaje a Fernando IV y que reconocieran al infante Enrique como tutor del rey.

De las Cortes de Valladolid de 1295, que fueron las primeras del reinado de Fernando

IV, surgieron dos ordenamientos, siendo uno de ellos de carácter general, y otro dirigido

sobre todo al estamento eclesiástico, y según consta en el ordenamiento, Fernando IV

juró:

E nos el sobredicho rei don Fernando... prometemos é otorgamos de tener é

guardar todas estas cosas que sobredichas son, é de non venir contra ellas en

ningunt tiempo. E por mayor firmedumbre de todo esto don Enrique nuestro tio

é nuestro tutor juró por nos como tutor sobre los santos evangelios é sobre la

cruz é fizo pleito homenage que lo mantuviésemos é lo guardásemos en todo

tiempo como dicho es.

Al final, la reina y el infante Enrique consiguieron, mediante múltiples concesiones en

forma de señoríos, soldadas o privilegios, que los nobles presentes en las Cortes y los

representantes de los concejos y del ámbito eclesiástico se sometieran a la autoridad de

~ 96 ~

Fernando IV, aunque momentáneamente y no del todo de manera fuerte. Y la mayoría

de los historiadores coinciden en que los más beneficiados en estas Cortes, cuyo orde-

namiento fue publicado por Antonio Benavides Fernández de Navarrete (1807-1884) en

el tomo II de sus Memorias de Fernando IV de Castilla, fueron los concejos de las villas

y ciudades del reino y el estado llano, aunque el estamento eclesiástico no resultó muy

perjudicado. Durante su reinado, Fernando IV hubo de enfrentarse a la insubordinación

de la nobleza, capitaneada en numerosas ocasiones por su tío, el infante Juan, y por Juan

Núñez de Lara, que fueron apoyados en algunas ocasiones por el magnate don Juan Ma-

nuel, nieto de Fernando III.

Y al igual que sus predecesores en el trono, Fernando IV prosiguió la empresa de la

reconquista y, aunque fracasó en su intento de conquistar Algeciras en 1309, conquistó

Gibraltar en ese mismo año, así como en 1312 el municipio jiennense de Alcaudete. Y

durante las Cortes de Valladolid de 1312, celebradas en este mismo año en que murió,

el rey impulsó –como vamos resaltando– la reforma de la administración de justicia, y

la de todos los ámbitos de la administración, al tiempo que intentaba reforzar la auto-

ridad de la Corona en detrimento de la autoridad nobiliaria, trucándose todo ello desta-

cadamente o en gran parte por su fallecimiento en Jaén, a 7 de septiembre de este año

1312, con su edad de 26 años, siendo su muerte a solas, sin que nadie le viera morir ni

estuviera presente en el óbito, siendo o estando su final del todo vinculado a la leyenda

de los condenados y ejecutados hermanos Carvajal, caballeros de la Orden de Calatrava.

Describamos breve y reiteradamente el cuadro, yendo un tanto a los detalles y al pro-

pio conjunto de la composición. A la izquierda del lienzo aparecen representados la rei-

na María de Molina y su hijo, Fernando IV. Ambos personajes están cobijados por

un dosel y subidos a un estrado, y detrás de ellos aparecen dos obispos, portando uno de

ellos un báculo pastoral. La reina María de Molina está cubierta con un manto rojo, lle-

vando en la cabeza un velo blanco y una corona; y Fernando IV, que tenía diez años de

edad en el momento de los hechos, aparece vistiendo una corta túnica blanca que le cu-

bre hasta las rodillas y que está adornada con el escudo de Castilla y León. El rey porta

un largo cetro dorado en su mano derecha, que le llega casi hasta la cabeza, y una pe-

queña corona en su cabeza, y la reina tiene los brazos parcialmente extendidos hacia

adelante, en un gesto que parece indicar, como señalan diversos autores, que está velan-

do por el destino de su hijo.

En primer plano, y a la derecha del estrado, aparece el infante Enrique de Castilla el

Senador, con la cabeza girada hacia el dosel que cubre a los monarcas. El infante En-

rique, que lleva una larga barba blanca, tiene su cabeza cubierta con un birrete rojo,

viste una larga túnica dorada con bordados en color marrón, y en la mano izquierda lle-

va un pergamino enrollado, y a su derecha está situado un pequeño mueble sobre el que

está extendido su manto azul.

A la izquierda del estrado aparece representado el infante Juan de Castilla el de Tarifa,

que porta una corona en la cabeza, barba negra y mira a los monarcas. El brazo derecho

del infante le cubre el pecho en actitud defensiva, viste una cota de malla que le cubre

todo el cuerpo, y sobre ella lleva puesta una túnica blanca que le llega a las rodillas.

Además, lleva ceñido un cinturón del que cuelga su espada, con empuñadura dorada.

Según se expone en comentario crítico, a ambos lados del trono se hallan los dos re-

~ 97 ~

beldes infantes, bien caracterizados en edad, figura y vestimenta, como sorprendiéndose

de lo que pasa, revelando su cauteloso amaño y como conteniendo la protesta interior

que de continuo les subleva en sus intentos de lograr resultados que les sean favorables.

Frente al estrado donde se encuentran los reyes, un personaje vestido con una túnica

de color marrón aparece sujetando su espada con su mano izquierda y con su brazo

derecho extendido hacia arriba, en actitud de avanzar hacia los monarcas, y a la iz-

quierda del estrado aparecen sentados una serie de individuos, entre los que figura un

prelado que lleva un largo manto rojo, y detrás de ellos, y al fondo del cuadro, otros

personajes están en pie, ataviados con vestiduras propias de la época.

Tras describir el cuadro, podemos analizarlo, resaltando en primer lugar que los crí-

ticos contemporáneos al tiempo de su ejecución artística, comentaron negativamente las

semejanzas existentes entre El juramento de las Cortes de Cádiz de 1810, pintado en

1883, de José Casado del Alisal (1832-1886), y este lienzo y, por ello, ambos artistas

enviaron desde París una carta común al periódico La Correspondencia, carta en la que

afirmaban que Casado del Alisal había realizado el boceto de su cuadro mientras estaba

en París, y que Gisbert había ejecutado su boceto en Toledo, por lo que ninguno de ellos

habría podido imitar la composición del otro.

El juramento de las Cortes de Cádiz de 1810. José Casado del Alisal (1863).

Congreso de los Diputados de España

No obstante, diversos autores afirman que el lienzo de Gisbert muestra un notable pa-

ralelismo con el cuadro de Casado del Alisal, ya que en los dos hay una idéntica dis-

https://commons.wikimedia.org/wiki/File:El_juramento_de_las_Cortes_de_C%C3%A1diz_en_1810.jpg

~ 98 ~

tribución compositiva de elementos y personajes, pues en ambos hay un estrado cu-

bierto por una alfombra, al que se accede por tres escalones, en el que están situados los

protagonistas de los respectivos cuadros. El cuadro de Gisbert lo presiden Fernando IV

y su madre, la reina María de Molina, mientras que el cuadro de Casado del Alisal está

presidido por el cardenal Luis María de Borbón,337

y el resto de los personajes están dis-

puestos de modo similar en ambas obras.

Y en opinión de diversos historiadores, Antonio Gisbert no sólo representó en esta

obra la presentación o el juramento de Fernando IV en las Cortes de Valladolid de 1295,

sino que intentó poner de relieve la legitimidad dinástica de la reina Isabel II, que rei-

naba en España en esos momentos (1833-1868). Y de ese modo, la reina María de Mo-

lina representaría a la reina María Cristina de Borbón,338

madre de Isabel II, quien du-

rante las Guerras Carlistas (1833-1876) hubo de enfrentarse a los que cuestionaban la

legitimidad de su hija, la propia Isabel II, al igual que en su día la reina María de Molina

se enfrentó a quienes cuestionaban la legitimidad de Fernando IV.

Otros historiadores, centrándose en el detallado aspecto de representar a una mujer

como reina y madre, destacan que María de Molina representaría a la reina Isabel II,

mientras que el rey Fernando IV representaría al príncipe Alfonso, hijo de Isabel II y

heredero del trono como Alfonso XII (1874-1885) en esa época en que Gisbert pintó el

cuadro. Y en 1864, un año después de que Antonio Gisbert finalizase la obra, pudo de-

cirse lo siguiente: “Para nosotros, como para todo el mundo, por muy bien compuestas,

dibujadas y coloridas que estén las figuras de un cuadro, si le faltan la conveniencia, fi-

losofía y verdad histórica que necesariamente se exige, si por el sitio a que está des-

tinado se desea la representación clara de un determinado suceso, una página pintada,

y carece el lienzo de estas condiciones, por muy bien pintado que esté no sirve” (J. Va-

llejo).

No obstante, el cuadro también fue alabado en la época de su realización por diversos

escritores, como en un artículo aparecido en 1864 en El Museo Universal, en el que se

refieren así al mismo:

Inútil por lo tanto será decir que en el nuevo cuadro de la Jura de don Fer-

nando IV, pintado para el Salón del Congreso, vemos a Gisbert con todas sus do-

tes materiales; vemos en primer lugar un gran suceso nacional hábilmente in-

terpretado, con la animación del drama, la gracia del poeta, la profundidad del

filósofo, y el rigorismo y propiedad de la historia; vemos en otro concepto una

bellísima composición que cautiva la mirada por su armonioso conjunto, la es-

plendidez de tono y color, la verdad de los pormenores y la cabal perfección de

sus partes.

Veamos ahora el otro cuadro, el de los “Últimos momentos de Fernando IV el Em-

plazado” o de “Los Carvajales”, tratándose de un óleo sobre lienzo pintado por el men-

337

Muerto en 1823.

338

Regente de España en nombre de su hijo Alfonso XIII desde 1885 y muerta en 1878.

~ 99 ~

cionado José Casado del Alisal en 1860, un lienzo que recrea los legendarios últimos

momentos del rey Fernando IV, muerto en Jaén a 7 de septiembre de 1312. Casado del

Alisal ganó una medalla de primera clase con esta obra en la Exposición Nacional de

Bellas Artes de España en 1860, siendo adquirido el lienzo en ese mismo año por el Es-

tado español.

El lienzo pertenece a la colección del Museo del Prado, aunque está depositado y se

expone en el Palacio del Senado de España desde 1881, y un boceto del cuadro, rea-

lizado por Casado del Alisal, se conserva en la Diputación Provincial de Palencia.

Casado de Alisal presentó este cuadro en la Exposición Nacional de Bellas Artes de

España de 1860 junto con otras dos obras suyas tituladas Un prisionero y Semíramis en

~ 100 ~

el Infierno del Dante, siendo un cuadro galardonado con una de las cinco medallas de

primera clase que se concedieron en dicha exposición. Y ese mismo año el cuadro fue

adquirido por el Estado español aportando la cantidad de 45.000 reales (11.250 pesetas),

mediante Real Orden de 20 de diciembre de 1860, siendo destinado al Museo del Prado

y recabando muchos elogios por la crítica del momento.

En 1862 el cuadro fue llevado a la Exposición Universal de Londres de ese año,

siendo devuelto a España a principios de 1863. Conviene señalar que ese mismo año,

Antonio Gispert pintó, por encargo del gobierno, el lienzo al que ya nos hemos referido

y titulado María de Molina presenta a su hijo Fernando IV en las Cortes de Valladolid

de 1295, cuadro por el que fue recompensado el pintor con nombramiento como comen-

dador de Número de la Orden de Isabel la Católica mediante Real Orden de 13 de no-

viembre de 1863. Y Salvador Martínez Cubells (1845-1914) también pintó en 1867,

basándose en la leyenda de los hermanos Carvajal, un lienzo titulado La muerte de los

Carvajales.

Varios años después, en 1876, el lienzo de los Últimos momentos de Fernando IV el

Emplazado fue exhibido en una exposición organizada en la Galería de Bellas Artes

de Filadelfia, y en 1881 el cuadro fue cedido por el Museo del Prado, en calidad de de-

pósito, al Senado de España, por Real Orden de 8 de enero de 1881, y desde entonces se

conserva y se expone allí, en el Palacio del Senado de España. Además, el cuadro fue

expuesto en 1892 en la sección de Historia de la Pintura de la Exposición Nacional de

Bellas Artes de España, junto con otros lienzos de tema histórico realizados por Antonio

Gisbert, Eduardo Cano o Francisco Pradilla, entre otros. Y esta obra fue reproducida en

grabado por El Museo Universal en 1860, por El Museo Literario en 1865 y por La

Ilustración de España en 1886.

El contexto histórico de esta obra pictórica es el del reinado de Fernando IV y la

muerte del monarca en sus últimos días, destacando que Fernando IV falleció en Jaén, a

7 de septiembre de 1312, sin que nadie le viera morir, resultando que la historia y la le-

yenda se han entrelazado indisolublemente en lo concerniente a la defunción del mo-

narca, que recibió a su muerte el sobrenombre de el Emplazado, a causa de las circuns-

tancias misteriosas en que la misma se produjo. Las crónicas de la época señalan que,

estando el rey en Palencia, fue informado de la muerte del caballero Juan de Benavides,

que era su privado y muy de su confianza, y que había sido asesinado por dos hombres,

atribuyéndose la autoría del crimen a los hermanos Carvajal, que se llamaban Pedro y

Juan y eran caballeros de la Orden de Calatrava. Y en agosto de 1312, después de haber

estado en Jaén, el rey se dirigió a la localidad jienense de Martos y, hallándose allí,

condenó a muerte a ambos hermanos, quienes, según la leyenda, pues ello no figura en

las crónicas de la época, fueron condenados a ser introducidos en una jaula de hierro

con púas afiladas en su interior y, posteriormente, a ser arrojados desde la cumbre de la

Peña de Martos, y la sentencia contra ambos se cumplió el día 7 de agosto de 1312,

según consta en la Gran Crónica de Alfonso XI.

Según consta en la Crónica de Fernando IV, en la Crónica de Alfonso XI y en la Gran

Crónica de Alfonso XI, los hermanos Carvajal, antes de ser ejecutados, emplazaron al

rey Fernando IV a comparecer ante Dios en el plazo de treinta días por la muerte injusta

que el monarca ordenaba darles, y el rey falleció un mes después, el día 7 de septiembre

~ 101 ~

de 1312, en que se cumplía el plazo impuesto por ambos hermanos. Y la Crónica de

Fernando IV, escrita alrededor de 1340, casi treinta años después de la defunción del

rey, describe (del modo que ya expusimos) la muerte de dicho monarca, así como

también la de los hermanos Carvajal en el capítulo XVIII de su texto.

El lienzo pictórico en cuestión, o al que nos referimos, muestra la habitación en la que

se retiró a dormir el rey Fernando IV, en la tarde del día 7 de septiembre de 1312, y en

él aparecen representados el rey, recostado en su lecho, y los espíritus de los hermanos

Carvajal, situados de pie ante el monarca, Fernando IV, que tenía 26 años de edad en el

momento de su muerte, está recostado en un lecho de madera y aparece vestido con una

túnica roja, que contrasta con el blanco de la almohada y de la sábana, así como también

con el color amarillo de la colcha.

El monarca lleva puesto un cinturón del que cuelga su espada, adornada con el escudo

del reino castellano-leonés, estando apoyada dicha espada sobre el mueble que hay jun-

to al lecho, y en dicho mueble, sobre el que se extiende un lienzo rojo, está colocada la

corona del rey, quien aparece ligeramente incorporado y mostrando un gesto de angustia

y sufrimiento que, como señalan diversos autores, presagia en cierta zozobra “un inmi-

nente desmayo”.

Y ante el lecho donde reposa tumbado Fernando IV, aparecen representados los es-

píritus de los hermanos Carvajal, caballeros de la Orden de Calatrava, y ambos aparecen

juntos vistiendo largas túnicas blancas que les cuelgan desde uno de los hombros y

adornadas con las cruces de Calatrava. Uno de los hermanos mira al rey Fernando IV y,

con su brazo extendido hacia arriba, señala al cielo como espacio, indicando con ello al

monarca que en breves momentos morirá y será juzgado por Dios, y el otro hermano

mira también al rey y le muestra un reloj de arena que lleva en sus manos, indicando

con ello al soberano que el plazo de treinta días que ambos hermanos le habían señalado

para que compareciera ante Dios, estaba a punto de finalizar.

Aunque las crónicas de la época señalan que el rey Fernando IV se retiró a dormir,

Casado del Alisal pintó al rey sin que éste se hubiera quitado su túnica roja, sus zapatos,

o su cinturón, adornado con el escudo de Castilla y León, y ello demuestra, en opinión

de diversos autores, que el rey está “vestido para morir”, ya que, de otro modo, el im-

pacto visual del cuadro hubiera sido mucho menor. Además, los pintores románticos

(como Casado de Alisal) elegían en numerosas ocasiones representar los últimos mo-

mentos de un personaje célebre, a fin de introducir con ello un “elemento trágico” que

resaltase la biografía del personaje retratado.

Esta obra, si resaltamos nuestro análisis y recogemos las pertinentes críticas, fue el

primer lienzo de tema histórico pintado por Casado del Alisal, quien posteriormente

destacó en el ámbito de esa temática. El lienzo es de composición sencilla y destacan los

estudios anatómicos de los hermanos Carvajal, bien elaborados aunque retóricos y aca-

démicos “en exceso”, según opinan diversos críticos. Según Rosa Pérez Morandeira, el

pintor Vicente Palmaroli (sobre el que escribe esta autora), que vivió entre los años

1834-1896 y que fue compañero de estancia de Casado del Alisal en Roma, fue quien

posó como modelo para representar a uno de los hermanos, y la imagen de Fernando IV

fue criticada por ser excesivamente trágica, debido a la desencajada expresión de su ros-

~ 102 ~

tro y por su mano izquierda agarrotada, y un comentarista de la época (según Portela

Sandoval, 1986) escribió el siguiente comentario:

La composición es sencilla y comprende admirablemente el asunto; los paños

están perfectamente entendidos; lo está también el desnudo en los hermanos Car-

vajales y en cuanto a la expresión puede asegurarse que es severa, pero sin cruel-

dad. No puede decirse otro tanto de la figura del rey don Fernando; éste no se re-

vuelve en su lecho, sino en su tumba; tal es la expresión que dio el autor a aquel

rostro; además, el color contribuye por su parte a dar más verdad a semejante

creencia; pues si por el dibujo el monarca está muerto, por el color es un muerto

de algún tiempo. Este defecto debió evitarlo el señor Casado, tanto más cuanto

que todos lo ven, inteligentes y profanos del arte.

~ 103 ~

El lienzo de los Últimos momentos de Fernando IV el Emplazado ocasionó críticas

dispares en su época. Algunos críticos alabaron las figuras de los hermanos Carvajal y

también el colorido y la combinación cromática que revelan la influencia del pin-

tor Federico de Madrazo (1815-1894), en lo que respecta a la vestimenta de Fernando

IV y al lecho donde reposa el monarca, pero otros críticos lamentaron la trágica expre-

sión del rostro del rey y la convulsa actitud del cuerpo del monarca.

~ 104 ~

~ 105 ~

ÍNDICE

A modo de prólogo o pórtico

Un año con sus pasiones ………………………………………………. pág. 3

Principado de Acaya

Óbito de la princesa Isabel de Villehardouin …………………………. pág. 6

Gerona (Corona de Aragón)

Construcción de catedral ……………………………………………… pág. 8

Játiva – Señorío de Villena (Corona de Castilla)

Boda y otros asuntos ocasionales por estas fechas ……………………. pág. 9

Iglesia Católica y reino de Francia

El Concilio de Vienne y sus importantes determinaciones ……………. pág. 10

Lugo (Adelantamiento de Galicia, reino de Castilla)

Enfrentamiento contra el obispo ……………………………………….. pág. 14

Señorío de Ledesma y otros (reino de León – Corona de Castilla)

Muerte del noble Sancho de Castilla y Narbona, que da en recordarse

como el de la Paz ……………………………………………………….. pág. 15

Warwick Blacklow Hill (reino de Inglaterra)

Asesinato de Piers Gaveston ……………………………………………. pág. 18

Señorío de Milán (región de Lombardía)

Murió preso en Cremona Guido della Torre ……………………………. pág. 23

Reino de Castilla

Muere el rey Fernando IV ………………………………………………. pág. 25

Ducado de Bretaña

Murió el duque Arturo II ……………………………………………….. pág. 61

Francia – Sede Pontificia de Aviñón

Murió el cardenal Giovanni Minio ……………………………………... pág. 63

Ducado de Baviera

Óbito de Otón III ………………………………………………………… pág. 64

~ 106 ~

Valladolid (reino de Castilla)

Óbito de Teresa Gil ……………………………………………………… pág. 68

Tervuren (ducado de Brabante y de Limburgo)

Murió el duque Juan II …………………………………………………... pág. 70

Viena (ducado de Austria)

Murió Isabel de Tirol ……………………………………………………. pág. 72

Francia – Sede Pontificia de Aviñón

Murió el cardenal Landolfo Brancaccio ………………………………… pág. 74

Rímini (Estados Pontificios)

Murió el condotiero Malatesta de Verucchio ……………………………. pág. 75

Lisboa (reino de Portugal)

Defunción del infante Alfonso de Portugal ………………………………. pág. 76

Reino de Valencia y Corona de Aragón

Murió en Tarragona Raimundo Ponte, muy destacado prelado dominico .. pág. 78

Epílogo I

La catedral de Gerona ……………………………………………………. pág. 79

Epílogo II

Rendición de pleito homenaje ……………………………………………. pág. 85

Epílogo III

Las Cortes de Valladolid en 1312 ………………………………………... pág. 87

Epílogo IV

Dos representativos cuadros alusivos al rey Fernando IV ……………….. pág. 93

~ 107 ~

crÓnica de 1312, el aÑo del rey emplazado y de...

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