AntonioVazquez

`El ruso´Antonio Vázquez Torre es un vecino de Corvera que fue

presidente de la Asociación de Vecinos de La Marzaniella cuando se instauró la democracia en nuestro país, que sigue en activo trabajando para el movimiento ciudadano, y ha sido un activo militante de CC.OO. en defensa, principalmente, del futuro de Ensidesa, allá por las décadas de los setenta y ochenta, cuando durante muchos años se negoció la reconversión, primero, y la reindustrialización, más tarde. Militante comunista durante toda su vida, está ligado a esta ideología muy estrechamente. Hijo de republicano muerto en la guerra civil y niño de la guerra enviado a Rusia, como tantos otros niños y niñas, su vida dio un vuelco espectacular, con más lágrimas que risas, que marcó para siempre su futuro. Hace muchos años que vive en El Pobladín, en La Marzaniella. Es persona conocida y respetada. Se le conoce como “El Ruso”.

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Nació en 1925, en un pueblín cercano a Langreo. Su padre, socialista, “fue desterrado, encarcelado y muerto”. Sus dos hermanas y un hermano ya están muertos. Su madre murió a los ochenta años.

Su primera niñez la pasó en Sotrondio, donde su padre trabajaba de minero y su madre también, en los lavaderos de carbón, en el exterior de la mina. “Nosotros éramos pobres y en aquella época era muy normal rebuscar carbón en las escombreras; era algo normal que hacíamos los vecinos de Angariella, pero venderlo al cacique del pueblo, de nombre “Torraxu”, el cual se creía el dueño de todo el entorno”, manifiesta Antonio.

Fue a la escuela nacional de Sotrondio, pero por poco tiempo: “El maestro, que era muy mala persona, radical de derechas, al enterarse que mi padre era socialista, me expulsó de la escuela”. Pero pudo estudiar: “Un maestro de izquierdas –recuerda Antonio-, socialista como mi padre, nos daba clase a media docena de personas, todas expulsadas de la escuela y por los mismos motivos”.

Pasó el tiempo y un día, mientras jugaba, “muerto ya mi padre”, se acercó un coche “y un hombre me preguntó si me gustaba el mar; yo le dije que sí”. Con el permiso de su madre, Antonio

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Fue a la escuela nacional de Sotrondio, pero por poco tiempo: “El maestro, que era muy mala persona, radical de derechas, al enterarse que mi padre era socialista, me expulsó de la escuela”

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Vázquez fue ingresado en el orfanato “Alfredo Coto”, en Gijón, situado en la calle Ezcurdia. Allí se encontró con compañeros que corrieron la misma suerte: sus padres murieron en la cárcel o en el frente.

Fue el primer paso para, posteriormente, recibir otro golpe más fuerte: el exilio. Antonio Vázquez sigue recordando todos los avatares por los que ha tenido que pasar: “Nos embarcaron en un carguero rumbo a Inglaterra; después, a Francia, y, por último, a Rusia, a través del Báltico, hasta llegar a Leningrado”. Antonio tenía 10 años. “Fuimos recibidos con clamores; con muestras de cariño por parte del pueblo soviéticos”. Pero los vaivenes no acababan. “De ahí nos dividieron en colonias de niños españoles; a mí me mandaron a 100 kilómetros de Moscú; era un lugar precioso, que tenía todo lo que necesitaba un niño. Allí continuamos estudiando en español, primero, y luego en ruso”.

Antonio manifiesta que fue “muy, muy travieso”, autocalificándose como un estudiante regular: “A veces no acudía a los exámenes; me gustaba esquiar y patinar”. Sin embargo consiguió acabar los estudios “gracias a una profesora, llamada Rosita, pude terminar mis estudios de técnico de explotación forestal, y ejercer la profesión”. Tenía 16 años, pero por el camino tuvo que sufrir, como millones de personas, la segunda guerra mundial. “Lo pasé muy mal, aunque a nosotros nos evacuaron a la retaguardia; allí nos escogieron a una treintena, ya mayorcitos, y nos enviaron a Stalingrado, a estudiar en centros de formación profesional; cerca de allí estaba la gran fábrica de tanques”.

Acabó la guerra y Antonio se puso a trabajar de maestro de explotación forestal. Ya había adoptado la nacionalidad soviética. Parecía que su vida se tranquilizaba y estabilizaba. Pero, no. Leyendo el periódico se encontró con una noticia que volvió a dar un vuelco a su vida: los niños exiliados, que llegaron a la Unión Soviética en 1937 podían volver, voluntariamente, a España. “Quedé sobrecogido por la noticia, manifestó Antonio Vázquez. Había olvidado muchas cosas”.

Pero decidió volver: “Me dí de baja en el trabajo y fui a Moscú y me personé en la Cruz Roja. Juntamente con otras muchas personas retorné a España, desembarcando en Castellón; y de ahí, a Asturias; a Blimea, donde me esperaba mi madre”.

“Cuando llegamos de Rusia, nos examinaron”. Antonio se puso a trabajar, pasando por varias empresas: encargado de “Maderas del Norte”, “Montajes Nervión y, por último, Ensidesa.

Antes de entrar en la empresa siderúrgica, se casó y la pareja tuvo tres hijos (dos hijos y una hija; en la actualidad tiene un nieto y una nieta). A raíz de su boda inició una época tranquila, hasta su jubilación anticipada a las 60 años: “Fuimos los primeros en jubilarnos a esa edad; era el año 1985”.

Incluso en la empresa siderúrgica pasó un trago muy amargo en 1971, cuando se produjo una gran explosión en la que murieron muchas personas: “Lo pasé muy mal; casi me muero”.

Antonio no puede dejar de recordar lo mal que lo ha pasado en la vida: “Sufrí muchísimo, sobre todo en la guerra; miles de muertos y hambruna a tope; estoy vivo de milagro”. Llegó a España con la mente en blanco: “Vine sin ideología”. En 1976

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“Me dí de baja en el trabajo y fui a Moscú y me personé en la Cruz Roja. Juntamente con otras muchas personas retorné a España, desembarcando en Castellón; y de ahí, a Asturias; a Blimea, donde me esperaba mi madre”

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ingresó en el Partido Comunista de España: “No fui nunca un dirigente pero si de los mejores, y sigo siendo militante del partido”. Y de CCOO.

Habla de Corvera y recuerda que ha pasado la mitad de su vida en el concejo, y participando en el movimiento ciudadano para seguir siendo crítico con lo que no le gusta. Vive en El Pobladín , junto a la carretera, que le tiene de los nervios: “No se puede vivir tranquilo; la carretera genera muchísimo tráfico y necesitamos, Trasona necesita, protección contra los ruidos, protección urbanística, construcción de una marquesina en Fafilán y el ensanche del puente”. No para de hablar y sigue manifestando lo que no le gusta:”Espero que pronto estará listo el enganche con el colector de la ría; estamos esperando y no hay manera de que lo lleven a cabo. También me pregunto quién es el responsable del entorno del río, que está lleno de matorrales, al igual que el entorno del Palacio Peñalver, “un entorno que podría aprovecharse más en beneficio del pueblo”.

La entrevista finaliza hablando del momento actual de crisis por la que atraviesa España. “Faltan palabras en el diccionario para poder definir la situación en la que nos encontramos; el gobierno tiene que cambiar su forma de gobernar, porque no se puede permitir esta angustiosa situación”.

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“Faltan palabras en el diccionario para poder definir la situación en la que nos encontramos; el gobierno tiene que cambiar su forma de gobernar, porque no se puede permitir esta angustiosa situación”

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