corvera ejemplar 2014 felipe juanes

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Felipe Juanes De aprendiz ebanista a maestro informático Corvera Ejemplar 2014 Corvera Ejemplar elipe Juanes no se cansa de aprender. Ni de enseñar. Autodidacta en muchos aspectos, descubrió la informática Frealizando un cursillo en la biblioteca de Los Campos, ya jubilado. Ahora, a sus 80 años, no quiere que nadie se pierda lo que él ha descubierto: Que a la vuelta de la esquina, en cualquier momento, uno puede encontrar una nueva vocación. Es por ello que cada lunes y viernes, de seis a ocho de la tarde, acude puntual a su cita en el Centro de Mayores de La Luz, donde enseña informática como profesor voluntario. Por esta dedicación, por los servicios que altruistamente presta a la comunidad, es por lo que ha sido distinguido como Corverano Ejemplar 2014.

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CORVERA EJEMPLAR 2014 FELIPE JUANES

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Page 1: CORVERA EJEMPLAR 2014 FELIPE JUANES

FelipeJuanesDe aprendiz ebanistaa maestro informático

Corvera Ejemplar 2014

Corvera Ejemplar

Corvera Ejemplar 2014

Corvera Ejemplar

elipe Juanes no se cansa de aprender. Ni de enseñar. Autodidacta en muchos aspectos, descubrió la informática Frealizando un cursillo en la biblioteca de Los Campos, ya

jubilado. Ahora, a sus 80 años, no quiere que nadie se pierda lo que él ha descubierto: Que a la vuelta de la esquina, en cualquier momento, uno puede encontrar una nueva vocación.

Es por ello que cada lunes y viernes, de seis a ocho de la tarde, acude puntual a su cita en el Centro de Mayores de La Luz, donde enseña informática como profesor voluntario. Por esta dedicación, por los servicios que altruistamente presta a la comunidad, es por lo que ha sido distinguido como Corverano Ejemplar 2014.

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“Si lo llego a descubrir antes no me jubilo, habría estudiado FP”, asegura este corverano de adopción, refiriéndose a los entresijos de la informática. Y es que desde que “le picó el gusanillo” –como él mismo dice- no ha dejado de investigar para mejorar sus conocimientos y poder transmitirlos a otros que, como él, han decidido que el cumplir años no es ningún impedimento para ponerse al día en cuestión de tecnología. De hecho, tiene muy claro que con esta actitud, todo son ventajas. “Trabajo como voluntario en este centro porque fue allí donde aprendí gracias a Carmen, la bibliotecaria. Ayudo a otros y a la vez me ayudo a mi mismo porque sigues aprendiendo. La informática te da memoria”, afirma.

Enlaza su afición a la informática con otra de sus devociones, la fotografía, a la que también ha dedicado gran parte de su vida. De hecho, Felipe Juanes siempre va con la cámara en el bolsillo –ahora utiliza una compacta “que hace unas fotos increíbles”, comenta- y mira a través del objetivo todo cuanto le rodea, especialmente los detalles. La suya es una mirada inquieta y productiva, con la serenidad que dan los años y la perspectiva de la experiencia. No en vano, aunque vivía de su trabajo como ebanista y carpintero, también ejerció en paralelo durante años como fotógrafo profesional, realizando reportajes en bodas, banquetes y eventos similares. “Siempre me gustó”, asegura mientras recuerda que entonces era necesario sacar en Oviedo la certificación de “fotógrafo ambulante”.

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“Trabajo como voluntario en este centro porque fue allí donde aprendí gracias a Carmen, la bibliotecaria. Ayudo a otros y a la vez me ayudo a mi mismo porque sigues aprendiendo. La informática te da memoria.”

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Nació en Fuente Saúco el 11 de enero de 1934. Su padre falleció durante la Guerra Civil cuando tan sólo tenía cuatro años y, a los ocho, también tuvo que despedirse de su madre. Por ello se crió en un internado hasta los 15 años y finalmente, en 1959, se trasladó a Corvera donde vivía una prima suya. “Recuerdo perfectamente que estuve cinco meses sin ver el sol, me daban ganas de volver”, recuerda. Pero no regresó a su tierra natal.

Aprendió el oficio de carpintero y ebanista de niño y aún tiene grabado en la memoria su primer salario de 75 pesetas por quince días de trabajo, “después de estar trabajando gratis cinco o seis años como aprendiz”. Sus conocimientos le sirvieron para continuar con la profesión cuando llegó a Corvera. De esta forma, vivió como protagonista el crecimiento urbanístico del municipio y muy especialmente de Trasona.

Adquirió un solar en Entrevías y construyó su casa con el que más tarde sería su suegro. Dos años después de haber llegado a Corvera se casó con una joven de Trasona, a la que había conocido en Salamanca. “Empezamos a vivir en la casa nada más tener las paredes y el techo. Mis suegros se trasladaron a La Magdalena. Por entonces era muy difícil encontrar una vivienda ya que apenas había, y en una misma casa llegaban a vivir hasta cuatro familias”, explica este testigo de excepción del desarrollismo de la zona.

Compaginando sus trabajos como fotógrafo profesional, finalmente comenzó a trabajar en Vicasa como modelista y allí se jubiló, tras 25 años realizando patrones para las botellas que producía la histórica fábrica gijonesa.

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“Empezamos a vivir en la casa nada más tener paredes y el techo...Por aquel entonces era muy dificil encontrar una vivienda ya que apenas había y en una misma casa llegaban a vivir hasta cuatro familias”

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Ahora dedica su tiempo al voluntariado y a disfrutar de sus aficiones. Las nuevas tecnologías le han abierto un mundo de posibilidades que le apasiona. “Si en un momento determinado de mi vida decidí sacar tiempo para dedicarme profesionalmente a las fotografía, fue fundamentalmente para costear lo que gastaba como aficionado, porque entonces era realmente caro. Ahora, con las cámaras digitales, saco una foto tras otra, setenta u ochenta de cada vez y hasta mil en un día”.

Paradójicamente, aunque enamorado de las innovaciones tecnológicas, lo que más le gusta fotografiar son los edificios históricos, por eso le encanta el prerrománico, la arquitectura gótica y la decoración plateresca, como la del edificio de Los Dominicos de Salamanca, cuyos detalles de la fachada ha fotografiado recientemente “uno por uno, de noche y de día”.

Cuando no está viajando con su cámara, Felipe Juanes mantiene correspondencia vía internet con su sobrino que reside en Francia y con el que comparte sus aficiones, ya que incluso trabajó en un taller de fotografía. Con él sostiene una sana competición: “Le mando mis fotos en power point. Èl tiene una cámara buenísima pero yo, con mi compacta, hago mejores fotos”, comenta riendo.

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“Si en un momento determinado de mi vida decidí sacar tiempo para dedicarme profesionalmente a las fotografía, fue fundamentalmente para costear lo que gastaba como aficionado, porque entonces era realmente caro. Ahora, con las cámaras digitales, saco una foto tras otra, setenta u ochenta de cada vez y hasta mil en un día”.

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