correr iv 50.000 kilómetros en las piernas - enrique laso

65

Upload: jose-santiago-perez

Post on 15-Jul-2016

14 views

Category:

Documents


2 download

DESCRIPTION

Correr IV 50.000 Kilómetros en Las Piernas - Enrique Laso

TRANSCRIPT

Copyright © Enrique Laso, 2015

Fotografía portada © José Ignacio García-MuñozÁlvarezTodos los derechos reservados A la familia García-Muñoz, especialmente aVerónica, José Ignacio y Carmen.A todos los que me han acompañado de algunamanera a los largo de estos más de 50.000kilómetros corriendo.

1. Introducción Llegamos a la cuarta entrega de laexitosa serie CORRER. Esta es sinduda la más personal, en la que voy ahablar más de mis experiencias ysensaciones como corredor. Seguro quemuchos os sentís identificados, y queotros encuentran motivación o alientopara los entrenamientos más duros opara los instantes más difíciles que lavida nos depara.

Desde luego mi intención es hacer deeste breve manual una lectura amena yentretenida, y sin ser ejemplo de nadapara nada sí que relatar las vivencias deun corredor que ha tenido la suerte de

exprimir este deporte al máximo, y queestá muy agradecido por ello. Posiblemente también, no voy aocultarlo, esta entrega me sirva deentrenamiento para el reto que buenosamigos como Luis Blanco (A tu Ritmo-Capital Radio) o Alfredo Varona(Corricolari/ escritor y periodista) mehan propuesto: escribir una novela en laque nuestro deporte favorito, CORRER,sea el gran protagonista. De hecho ya loes en algunas, pero siempre como actorsecundario. Por ejemplo en LOSCRÍMENES AZULES (THE BLUECRIMES, en inglés, que es en el idiomaen el que más éxito está teniendo). Y asíespero ir cogiendo la forma para

volcarme este verano en ese proyecto,que ya tiene título: PERSIGUIENDO ASEBASTIAN COE. En las próximaspáginas descubrirás la razón del mismo,y otras muchas cosas.

Vamos a recorrer juntos estos más de50.000 kilómetros que mis piernas, yaalgo cansadas (especialmente misrodillas), arrastran. Es un viajeemocionante, porque muchos de elloslos he podido hacer en sitiosespectaculares a los que, sin duda,jamás volveré, pero que se han quedadoimpregnados para siempre en misretinas. Y los recuerdos que se fijanmientras uno corre, ya lo sabéis, sonmaravillosos, son indelebles y el pasodel tiempo no los corroe, sólo los vaenvolviendo de una épica que todo buenrunner aprecia. Porque si has llegadohasta aquí, si me has acompañado a lolargo de las tres guías anteriores, es queeres un corredor de los de verdad. Y me

agrada infinitamente tu compañía. Salgamos a correr juntos. Para mí esun honor.

2. Correr es, ante todo,DISFRUTAR

Ya comenté en la primera entrega quemis primeros recuerdos de correr soncuando tenía que levantarme tempranopor las mañanas y salir pitando a por el

pan recién horneado. Era algo que mesalía de manera natural, y que mealegraba el madrugón. Con el tiempo hecomprendido que aquellas carrerascuando el sol no había salido todavía ylas farolas iluminaban las calles de mibarrio cimentaron mi amor por estemaravilloso deporte. Cuando mi hija, que con 14 años teníauna de las mejores marcas de 5.000metros de toda Europa, y que podríahaber sido una de las mejores fondistasdel continente, me dijo que ya nodisfrutaba corriendo, que deseaba dejarde entrenar, me vine abajo. Pero recordéyo con 17 años había hecho exactamentelo mismo (aunque es verdad que en

aquellos tiempos se entrenaba de unaforma casi salvaje). Ella ha dejado decompetir y de estar federada, pero no hadejado de correr. Yo hice exactamente lomismo con su edad.Correr es una actividad física fabulosa,adecuada para cualquier edad, desdeque eres un renacuajo hasta (si la saludlo permite) bien entrados en la vejez.Pero lo más importante es que unodisfrute de este deporte. Si no lo haces,mejor que busques otro camino.Corremos para estar en forma, paraadelgazar, para tener una salud dehierro, para despejarnos… pero sobretodo debemos correr para pasar un buenrato. Algunos necesitarán compañía,otros ponerse música y algunos, como

yo, lo pasarán de fábula incluso yendosolos, con sus pensamientos fluyendo.Pero de verdad, no sigas corriendo si nolo pasas bien. Al final, de una manera ode otra, lo acabarás pagando caro.Yo amo el running, lo adoro, y creo quetú, que estás ahí, leyendo ycompartiendo este instante conmigo,también lo haces. Así deberíamos tratarde hacer con todas las actividades querealizamos en la vida: que nos hagandisfrutar, que sintamos pasión por ellas.Si no es así (y en ocasiones, porcircunstancias, puede que nos veamosobligados a asumir tareasdesagradables) tratemos de cambiar lascircunstancias para que nuestra vida seinunde de momentos de felicidad. Sólo

tenemos una oportunidad, una vida, porlo tanto no malgastemos nuestro tiempohaciendo cosas que no nos apasionen.Cuando uno aprende a disfrutar de estedeporte (si es que no lo ama ya desde elprincipio) es complicado abandonar estaformidable droga que nos inunda desentimientos positivos y que nos permitedisfrutar de un momento de libertadinigualable. Si a todo esto le sumamoslos infinitos beneficios que supone salira rodar varias veces a la semana,entonces estaremos completando lacuadratura del círculo.Es posible que las primeras veces quesalgas a correr lo odies (le ha sucedidoa muchos amigos e, incluso, a mi mujer,personas que ahora están

enganchadísimas), y hasta cierto modoes natural. No creo que debas abandonaren ese instante. Date un tiempo, sigue losconsejos de mi primera guía(especialmente en lo relativo a rodarmuy suave y caminar cada cierto tiempo,cuando te sientas cansado o haga muchocalor, por ejemplo) y espera a ver losresultados. Si pasadas unas semanas note convence, ¡busca otro deporte! Si teha enganchado, ¡estás en el equipo delos millones de personas que en todo elmundo nos hemos vuelto locas por elrunning! Es un equipo fantástico, genial,y en el que la felicidad ocupa un lugarpredominante. GENIAL.

3. Un niño que corre

Ya he comentado que comencé a corrercuando sólo era un crío. Lo hacía comolo hacen todos los niños, de maneranatural y sin ninguna pretensión.Disfrutaba de ir rápido, de que mispiernas me llevasen velozmente acualquier parte. Es verdad que siemprehe sido algo nervioso, y ese ir corriendode un lado a otro me calmaba. Además,llegaba más pronto a los sitios, ytambién eso era algo importante (ir alcolegio, regresar a casa, hacer unrecado, visitar a mis abuelos…). Ahora, pasados muchos años deaquellos tiempos, creo recordar querealmente era el más rápido del colegio,del barrio, de cualquier otro niño que se

cruzase en mi camino… Pero correr noera un deporte de moda: lo eran el fútboly, cosas de aquellos tiempos, un poco elbéisbol (que no cuajó y pronto fuesustituido exitosamente por elbaloncesto). Yo no destacaba enabsoluto en ninguno de los dos, salvopor un detalle: corría como el diablo.Eso cuando jugábamos en canchaspequeñas no me valía de mucho, porquela técnica era más necesaria que lafuerza; sin embargo me hacía imbatibletanto en el fútbol como en el béisbolcuando el campo tenía unas dimensionesconsiderables (no digamos si lospartidos, por cualquier motivo, sealargaban).La cuestión es que así pasé los años del

colegio, sin apuntarme a ningún equipo,sin aprovechar mi potencial y, desdeluego, sin entrenarlo. Pero todos misamigos, familiares y conocidos sabíanque era un pequeño rayo.Así fue como al llegar al instituto nadiedudó que yo debía de ser el pipiolo querepresentase a los alumnos de primeroen la milla (cuando, por aquel entonces,estas carreras tenían premio enmetálico). Era una osadía, pues todoslos alumnos competían juntos: desde losrecién llegados hasta los repetidores queya estaban en COU (actual segundo debachillerato) y que podían tener 19 oincluso 20 años. ¿Qué podía hacer unpringao de 14 frente a ellos? Apenasunos pocos de segundo curso de

apuntaban a la carrera. Pero yo, muyanimado, me atreví. Y no sólo eso: salíen cabeza, y me despegué del grupo.Todavía resuenan en mi cabeza losgritos de mis amigos, como locos,animándome. Pero pequé deprincipiante, y en los últimos metros mevine abajo: lo justo para que un gigantónme adelantase justo antes de cruzar lameta. Había quedado segundo, pero mehabía convertido en un mito. Fue comouna victoria, y mi apellido, Laso, fue elgrito de guerra de más de 200 pipiolosque con aquel 2º puesto nos vengábamosde las novatadas que no hacía muchohabíamos sufrido.El curso siguiente gané la carrera,sacándole más de 100 metros de

distancia al segundo clasificado (¡en unamilla!). Así fue como mi profesora degimnasia me convenció de que tenía queapuntar más alto: ir a un club deatletismo.

4. Un atleta que compite Me apunté al mejor club que conocía entoda la región. Aunque estabaespecializado en la marcha, tenía buenosmediofondistas y un entrenador duro. Al poco tiempo estaba haciendo unasmarcas estratosféricas para mi edad (15años), especialmente en los 800 metroslisos, una prueba que detestaba pero enla que sobresalía de forma natural.

Pasé dos temporadas dejándome elpellejo, las rodillas y muchas horas en

aquel club. Gané mucho dinero, porqueentonces había becas, y muchos premiosen metálico en las carreras. No es comoahora. Entonces iban muy pocos a lascarreras, pero los que iban eran muybuenos.Corrí, corrí y corrí. Hubiera sido ungran atleta, de los mejores posiblemente,quién sabe si incluso medallistaolímpico… Pero se resintieron doscosas: mi pasión por la lectura y laescritura (que estaba por encima de laque profesaba al atletismo) y mis notasen el instituto (que no solían, salvo enlos idiomas, bajar de 8). Y llegó elmomento de tomar una decisión: ¿teníaque dejar el deporte de élite?Recuerdo aquellos meses con angustia,

porque sabía que podía estarrenunciando a mucho, y que quizáfracasase tanto como escritor comoestudiante (de lo que fuese). Perofinalmente abandoné, porque ya nopodía más con semanas en las que lleguéa hacer 200 kilómetros, con días dehasta cinco horas entrenando, con doloren las rodillas y en las lumbares… Esono era lo que yo soñaba.Y abandoné el club, y con él todas lasesperanzas de convertirme en un atletade élite. Pero no dejé de correr. Loseguía haciendo casi todos los días hastalos 23 años. Lo hacía de una maneralúdica, sin agobios. Todavía ganémuchas carreras populares, y todavíaseguí siendo un runner de cuidado,

aunque lentamente comprendí que sinentrenamiento y esfuerzo era imposiblellegar demasiado lejos.Entretanto, mis calificaciones mejoraronnotablemente y también gané muchospremios literarios. Había dejado elatletismo de competición, de alto nivel,pero a cambio se vislumbraba que larenuncia tenía también su recompensa.Había dejado también atrás los vómitostras las duras sesiones de series, en lasque forzabas la máquina al máximo(tampoco te permitían otra cosa) yllegabas a casa deseando darte unaducha fría y meterte en la cama.Comprendí que competir era algo duro,muy duro. Comprendí que ser un atletade alto nivel requiere un grado de

compromiso y motivación que mí,personalmente, me faltaban. El tiempoha demostrado que correr me ha hechomuy resistente para los reveses de lavida, y que si no fuera corredor nohubiera alcanzado los logros que porfortuna he tenido en mi carrera comoprofesional del marketing primero ycomo escritor en la actualidad. Paraambas cosas hace falta constancia,capacidad de sacrificio y confianza enuno mismo. Lo que echaba de menospara ser un atleta profesional lo tenía desobras para ser un escritor profesional.Ahora, que con más de 40 añoscumplidos puedo vivir al fin de laescritura, considero que correr, seguircorriendo, aprender a luchar y a sufrir

cuando al final del camino espera unagran recompensa, ha sido el elementoesencial. Cualquier otro lo hubieradejado hace mucho tiempo, ante losconstantes rechazos de muchaseditoriales. Pero yo, como tú, soy unrunner. Y tras mucho tiempo ahora tengomis libros traducidos a 12 idiomas yllevo vendidas más de 300.000 copiasde los mismos en todo el mundo. Hasido la maratón más maravillosa ysatisfactoria de mi vida.Y se lo debo a mi amor al running…

5. Un sedentario Con 23 años, los estudios de marketingrecién terminados y un master endirección de marketing a punto dearrancar, me enteré de que iba a serpadre (algo que, sinceramente, Elena, minovia desde los 17 años, y yo, habíamosplanificado para tres o cuatro añosdespués). La noticia me alegró, peroasumí que conllevaba unaresponsabilidad muy alta.Tomé la acertada decisión de centrarmeen mi carrera profesional, y de aparcar,por un tiempo, mi pasión por elatletismo y mi vocación por la

Literatura.Los comienzos fueron duros, pero enapenas unos años contaba en misvitrinas con dos carreras y tres master(dos de ellos en escuelas de prestigio: elESIC y el IESE). Trabajé entre 12 y 13horas al día, y no descansé los fines desemana. Viajé por todo el planeta, hicenegocios por medio mundo y aprendí ahablar inglés decentemente y achapurrear algo de francés, italiano,chino…Recuerdo con cariño aquella época,pero no volvería a pasar por eso. Medejó agotado mentalmente. Eso sí: con30 años era uno de los profesionales delmarketing mejor pagados de España, ycon apenas 35 contaba entre mis clientes

a la mayores multinacionales.Varias fueron las consecuencias:

- Tranquilidad económica- Materialismo- Un incremento de peso muynotable- Deterioro de mi salud- Abandono casi completo de mifamilia- Infelicidad y ansiedad

Era una persona de clase media/alta,acomodado, con una bonita casa, unabonita cuenta corriente, un bonito Lexusen el garaje y un Smart para tontear porla ciudad y una bonita colección detrajes y relojes caros. Pero estabaabsolutamente insatisfecho con mi vida.Y tomé la decisión de volver a las

esencias, de volver a ser el niño quesiempre todos, todos, llevamos dentro.Lo dejé casi todo para centrarme,nuevamente, en escribir y en… correr.En apenas un año había perdido 15 kilosde peso y había escrito dos novelas. Erafeliz, otra vez. Y volvía a pasar tiempocon mi mujer, Elena, y a disfrutar al100% de mi hija, María.Muchos libros de desarrollo personalme ayudaron a dar el paso, y quizá poreso ahora escribo un par de ellos al año(bajo el seudónimo Henry Osal). Porquecreo que es posible cambiar de vida, yporque considero que para ser felices eldinero es necesario, pero no es ni elcamino ni la meta. Sencillamente es unmedio para cubrir unas necesidades

mínimas. La felicidad llega de las cosassencillas, de los deseos y anhelos quealbergamos cuando éramos niños y que,sin darnos cuenta, dejamos aparcados.Por suerte ahora soy un niño de 43 añosfeliz.Dejé de ser un sedentario inflado y conla salud hecha trizas y me convertí enescritor y en corredor, como cuandoapenas tenía 8 años. Y volví a serinmensamente feliz.

6. Volver a correr Empecé a correr muy despacito, comodebe hacerse. Aunque jamás habíasufrido una lesión, sabía que mi peso ylos años de sedentarismo podían serletales para mis músculos y para misarticulaciones. Pese a todo, en pocotiempo estaba haciendo tiradas largas yapuntándome a carreras populares aquí yallá.Disfruté mucho de esa etapa en la quevolvía a calzarme las zapatillas, ypronto hice un montón de amigos en elparque, en la pista y, sobre todo, en lascarreras. Amigos que diez años despuéslo son mucho más, y son muchísimos

más. Ya sabéis cómo somos los runners.

Me costó coger la forma, y además tuveque adaptarme a una hiperpronaciónacallada durante años y a una incipientecrondomalacia. Por suerte para esoestán las buenas zapatillas y las

plantillas, y mis rodillas ahora apenasme dan la lata (eso sí, también tomosuplementos y realizo muchos ejerciciosde fortalecimiento).Volver a sentir el aire en el rostro,volver a bajar las pulsaciones enreposo, a equilibrar mi tensión arterial,a bajar mi colesterol, a sentirmeligero… Pasé de una salud débil a unade hierro. Pasé de sobrepeso a estarfino, fino, listo para competir.

Volver a correr ha sido un regalomaravilloso que me ha ofrecido la vida,y que por suerte tuve la astucia deaceptar. Correr forma ahora parte de mirutina, y cuando no puedo hacerlo porcualquier circunstancia me siento algo

vacío. Ya me entendéis, seguro. Nuestradroga secreta y saludable necesita quela mimemos con frecuencia.Ahora soy un corredor asiduo, entreno adecenas de amigos y hasta a algunosdesconocidos, mis guías de running hansido Nº1 en un montón de países ytraducidas ya a varios idiomas (y losque quedan por llegar, pues cada vezestán siendo más solicitadas). Me hanhecho entrevistas en varios programasde radio y en prensa dedicada al deporteo al atletismo ¿No es maravilloso?Y lo más importante: siento que tú, queestás ahí, leyendo estas páginas, formasparte de mi familia.Muchas gracias…

7. Una hija campeona

Mi hija María es el mejor regalo que

me ha dado la vida. Con ella he pasadolos mejores momentos de mi existencia,empezando por el día en el que nació:inolvidable y mágico. Lo que noesperaba para nada es que seconvirtiera, durante cuatro largos años,en mi mejor compañera deentrenamientos. Esos años se hanquedado grabados a fuego en mimemoria, y son un regalo que guardo ycon el que sueño casi cada noche. Salira rodar con un hijo, hacer deporte conél, mientras charlas animadamente, esposiblemente una de las mejores cosasque le pueden suceder a un padre.Pero es que además ha sido una grancampeona. En la imagen se la ve ya muyjovencita con un puñado de sus trofeos.

Tiene casi un centenar, muchos ganadosen pruebas absolutas, cuando sólo erauna cría.Tuvo la segunda mejor marca de5.000ML cadete de Europa, y pudohaber sido, como su padre (aunque ellaaún está a tiempo), quizá medallistaolímpica, o vete a saber. Pero como yo,lo dejó. Para ella van antes los estudiosy el teatro. Y entrenar le restaba muchotiempo (aunque, por suerte, jamás lohizo como yo en mis tiempos).Todavía va a alguna carrera popularsuele ganar o llevarse un trofeo, peroapenas entrena: sale a correr pordiversión, ahora ya con su madre (quetambién se ha apuntado a esto delrunning).

Mientras escribo esto, pienso en lo quepodía haber llegado a ser comocorredora, y en parte me entristezco.Pero mientras lo escribo ella se examinade la PAU (las pruebas de acceso a launiversidad) y acaba de terminar elBachillerato con MATRÍCULA DEHONOR, lo que significa que su primeraño de universidad le saldrá gratis.No será, seguramente, atleta olímpica;pero es una maravillosa persona, unagran actriz y una estudianteextraordinaria.¿Puede un padre estar más orgulloso?Os aseguro que es imposible…

8. Las malditas lesiones Pero en estos años no todo ha sidofelicidad y dicha. Desde que cumplí los40 voy a lesión por año: semi-rotura deltendón de Aquiles, rotura del bícepsfemoral, tendinitis rotuliana y, este año,pubalgia. Vamos, que estoy hecho unajoya.

Debo decir que la culpa es mía, y sólomía. Correr es una de las actividadesdeportivas menos lesivas y sanas quecualquier persona puede realizar(siguiendo especialmente los consejosque daba en la primera de esta serie deguías para runners). Otra cosa es que

hagamos el burro, y eso tendráconsecuencias.Como es más sencillo predicar que dartrigo, como dice el refrán español, yo hecometido muchos errores que sabíapodían tener consecuencias fatales. Lascasusas de mis lesiones las conozco, ypoco a poco les voy poniendo remedio.La enumero, para aviso de navegantes:

- Exigirme demasiado en losentrenamientos (especialmente en elmás lesivo de todos ellos: lasseries).- No estirar adecuadamente trascada sesión de entreno.- No fortalecer mi cuerpo y acudiral gimnasio con asiduidad.- Ir menos al fisioterapeuta de lo

que debiera para mi edad.Como veis es relativamente sencillomantener las lesiones alejadas de lavida del corredor (aunque siemprepuede ocurrir una desgracia), pero paraello debemos de usar la cabeza. Sidisfrutamos del running, sin más, lasposibilidades de sufrir un percance soncasi nulas. Si nos exigimos mucho y nonos cuidamos, caeremos en ellas conrelativa frecuencia (especialmente apartir de los 35/40 años, momento enque la pérdida de colágeno y facilidadde regeneración de los músculos se hacemuy notable). Por lo tanto, NOHAGÁIS COMO YO.Os ruego encarecidamente que oscuidéis mucho, y que disfrutéis de este

maravilloso deporte sin poner, jamás, enriesgo vuestra salud. Salvo que seáisatletas de élite, no merece la pena elenvite.

9. Correr, escribir, leer,vivir…

Desde hace dos años no puedo quejarmeen absoluto de la vida que llevo: correr,escribir, leer y pasar tiempo con mifamilia son mis principales ocupaciones.Es un regalo inmenso e impagable. Perono ha llegado fruto de la casualidad nide la suerte: ha sido la consecuencia deaños y años de duro esfuerzo, y de tenerla osadía (valentía) de ir, como sueledecirse, en busca de mis sueños. Podíahaberme estampado, porque ya me habíaestampado en el pasado (era la terceravez que lo intentaba); pero loscorredores, ya lo sabéis, no nosrendimos con facilidad. Ahora estoy entregado a mis pasiones,he vuelto a ser un niño y he recuperado

lo que más me gustaba hacer cuandosólo era un crío. Y, por suerte, puedovivir de ello.El mensaje es que la felicidadposiblemente esté esperándote a lavuelta de la esquina (si es que ya noforma parte indisociable de tu vida),pero que uno debe tener las agallas de iren su búsqueda. No dejes pasar eltiempo, no dejes se haga demasiadotarde, y disfruta de la vida. El niño quellevas dentro no sólo está deseando salira correr, también está ansiando que no lefalles y cumplas esos sueños con los quete acostabas cada noche.Sólo somos infelices cuando nostraicionamos a nosotros mismos, y losrunners aprendemos pronto que hacerse

trampas a uno mismo es, además deridículo, una memez.Te animo a zambullirte en el mundo delos sueños. Allí está esperando laFELICIDAD.

10. Más motivación

Todos lo sabemos, necesitamos unaliciente, esa zanahoria delante de lasnarices, para salir a rodar y entrenarcada día. Mis objetivos en los últimosaños han sido de lo más diverso: echaruna mano a un amigo para superar unaoposición o para batir sus marcas,entrenar con mi hija para que ellalograse alguno de sus infinitos trofeos,colaborar a que un atleta incipientemejorase su técnica o, en los últimosmeses, poder competir con ciertasgarantías en algunas carreras y hacermarcas en los 800ML que ni hubierapodido soñar tras cumplir los 25 años.Cada cual debe buscar su propiocamino, pero es importante fijarse unobjetivo claro, definido y con un plazo

marcado (eso sí, siempre dentro denuestras posibilidades). Puede ser desdeadelgazar unos kilos, mantener unabuena salud cardiovascular, o mejorarpoco a poco en alguna distancia; hastaterminar un maratón o incluso competir anivel federado. Ese será el empujoncitofinal que te animará a calzarte laszapatillas en los días más fríos, ocuando estés agotado y no te sientas confuerzas (en esos días tómatelo conmucha calma).También puedes buscar en algunascanciones o películas, o incluso enmuchos libros, un extra de motivación.Ver lo que llega a sufrir un gran atleta olos chascarrillos de personas sencillas,como yo mismo, servirán de ayuda para

saber que todos, todos, lo pasamos malen algún momento, pero que noabandonamos y que después de tantosaños seguimos disfrutando del deportemás bonito del mundo.Espero que mis guías, y en el futuro másinmediato mi novela PERSIGUIENDOA SEBASTIAN COE, formen parte deese conjunto de asideros a los queacudir para que seas un runner paratoda la vida.Aquí algunas frases que me acompañanen los momentos más duros, por si no tehas leído mi primera guía: El mejor placer de la vida es hacer lascosas que la gente dice que no podemoshacer

Walter Bagehot Un corredor debe correr con sueños ensu corazónEmil Zatopek Si entrenas tu mente para correr, todolo demás será fácilAmby Burfoot Si estás corriendo, no importa lorápido o lo lento que seas:sencillamente tú eres un corredorAndrew Castor La persistencia puede convertir elfracaso en un logro extraordinarioMatt Biondi

La gente me pregunta por qué corro. Yoles respondo: ¿por qué dejasteisvosotros de hacerlo?Jeremy Wariner Todo depende del viaje, no delresultadoCarl Lewis Corre cuando puedas, anda si tienesque hacerlo, arrástrate si debes;simplemente… no te rindasDean Karnazes Tanto si piensas que puedes, como sipiensas que no puedes… ¡estás en locierto!

Henry Ford No eres un perdedor hasta que te rindesy dejas de intentarloMike Ditka La vida es muy corta… correr la haceparecer más largaBaron Hansen Tengo planeado correr mientras pueda,y no tengo planes de detenermeFrank Shorter Cualquier cosa que puedas hacer, o quepienses que puedes hacer…¡comiénzala!Goethe

Somos lo que hacemos día a día; demodo que la excelencia no es un acto,sino un hábitoAristóteles

11. Contacto Puedes ponerte en contacto conmigopara comentarme cualquier cuestiónreferente a este pequeño libro a lasiguiente dirección de correoelectrónico: [email protected]

Ya he subido un primer vídeo aYouTube, y en el futuro pienso seguir

subiendo nuevos vídeos con consejos yexperiencias. Para verlos sólo tienesque buscar en dicho canal: Enrique

Laso Correr