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Concurso El Tintero del Alma Oscura I

Concurso El Tintero del Alma Oscura I. Documento para el Jurado 1

CONCURSO “EL TINTERO DEL ALMA OSCURA I”

SEDICE.COM

23 de Marzo de 2007

DOCUMENTO PARA EL JURADO Queda prohibida la reproducción parcial o total de este documento sin la

previa autorización de los autores del mismo.



Índice

Al amor de vida ............................................................................ 4 Andrajos ..................................................................................... 6 Anónimos en la metrópoli .............................................................. 8 Ausencia ..................................................................................... 9 Bajo la lluvia .............................................................................. 10 Corcel traicionero ........................................................................ 11 Cuento hasta diez ....................................................................... 13 Destinatario ................................................................................16 Diario de un naufrago ...................................................................18 El rió que era ría ..........................................................................22 Hay un huérfano mirlo... ..............................................................24 Hoy he matado a un hombre .........................................................25 Hypnos .......................................................................................27 La creación.... Caprichosa .............................................................29 La daga filosa ..............................................................................30 Mi payasita .................................................................................32 Mi sangre ...................................................................................33 Noches de verano ........................................................................35 Reflejos (amorfos) ........................................................................36 Secretos .....................................................................................37 Sueños de jazz ............................................................................38



Te añoro ....................................................................................40 Tristeza interior ...........................................................................41 Tu hilo de voz .............................................................................42 Un ejemplo .................................................................................43



Al amor de mi vida

Amada mía, es cuando te veo mi delirio, mi locura y mi deseo, y, sin embargo, hacer nada puedo, salvo esperar que pase el tiempo. Amada ¿qué me has hecho? Ni siquiera sé si es tu sencillez, o tu humildad, o tu voz, o tu dulce tratar y hablar, los que me han hecho enamorar. Pero lo que sí sé, vida mía, es que cada vez que me acerco, con especial sigilo a tu lado, mi corazón pega un vuelco, me estremezco, por fuera calmado, y ardiendo por dentro ¡Dios mío! ¿Qué me has hecho? No puedo ver si no es a ti a quien yo veo. No puedo oír, si no es tu voz pidiéndome un deseo, ¡Jamás! podré sentir, si no te tengo cerca de mí, tocando mi piel con tu suave aliento, mi alimento, muero por dentro porque aún no te tengo ¡Oh Dios mío! ¿Qué me has hecho? Ya no puedo vivir en paz; en mí, hay una guerra y un continuo batallar. Por un lado mis deseos y por otro la razón. Te esperaré porque te quiero para darte cuanto tengo: mi humilde pero sincero…



…Corazón.



Andrajos

Este amanecer moroso de carne y alma, de cunetas sin rastrojos, de puños sin calma, de fieras y piojos saciados de sangrar, sangrando despojos, recogiendo babas, aullidos tímidos de lobo, tinta reseca de calamar. Tétrica cosecha, estorbos nacidos para derribar las columnas de polvo, los dientes y su concierto de estallidos silenciosos, la furia del pecho extenuado, sin un soplo de vida ni de muerte: pecho abierto de muñeco roto. A este amanecer despierto escayolado, mudo y solo. Enfrento la densa palidez, la risa de los escombros, el dolor que sube de los pies y desgarra los hombros. Escucho los llantos helados de niños sin fondo, de madres sin regazo, de padres pies de plomo, de perros vientre de jaula, ojos muertos y lacrimosos buscan ristras de vida y sólo hallan enojos. En este desvelo de engendros que se roen unos a otros huesos, semen y sonrisas; pulpa, caricias sin escorzos. En este espacio reducido a suspiro de labios de ogro, a batalla sin tregua, sin paz, sin héroes, sin tronos. En este caer interminable, barruntan elefantes a coro



sobre las llagas abiertas. Bebo el despertar clamoroso de los caminos enfurecidos cansados de arropar a los locos. De los que huyen, huyo. Por los que lloran, lloro. De los muertos renazco y grito por los silenciosos. De este vivir intimidado me alejo, me pierdo, me arrojo.



Anónimos en la metrópolis

Anónimos en la metrópolis Espejos brillantes sin reflejo Sentirse uno más Pudrirse en la noche en paraísos de humo, Masificados criaderos de cáncer Fantoches de vida moderna Catalizadores de ira Nadie se para a escuchar al dolor que les dice que están solos Cuando abren sus bocas de Metro sólo hablan en vagones vacíos Desfiles de arquetipos clónicos Sexi-vicio-nistas callejeros Con su tono de piel alterado, con su falso cabello pálido Para ellos vale mucho más su imagen que mil millones de palabras Mientras, se precipita la ambulancia en la avenida ¿A qué tanta prisa por evadir la muerte? ¿Por qué atronar la madrugada con la urgencia de los irredentos? Y es que la ciudad ahoga al instinto Así lo atestigua el gato que agoniza, embestido de dolor en el frío asfalto La noche, lo ilumina a ráfagas con luces de cruce Fastidioso bache de última hora, para las almas mecánicas que cruzan la meta del paso de cebra



Ausencia

La primavera pasó volando entre mis sueños, cabalgando sobre un arco iris compartido. Sueños fugaces, estrellas sin destino. Suspiro que no llegará a ser viento. Ahora el triste invierno ha cegado mis ojos, con gotas de hielo que no caen del cielo. Destellos de luna, humildes reflejos. Pasado que intento mirar sin enojo. ¿Me llamaste? No, era una sombra. Y el eco de esos pasos no es el tuyo. ¿Me añoras? No, es ilusión. Rayos de sol de los que aún me asusto.



Bajo la lluvia

Bésame ahora, antes de sucumbir a la guerra de mis labios en una batalla sin fin que nos devora. Mi verbo ya no llora por lo que no fui, se alimenta de lo que será, cómo llegué no importa sólo sé que estoy aquí. Hubo tiempo de llantos, de espirales y condenas, hiciste mi pena tuya deshojamos las cadenas para amanecer libres. Bajo un cielo gris plomizo, la lluvia nos moja impertinente mientras nosotros enredados caemos irremediablemente llenando las carencias de los días. Quizás nunca alcancemos a descifrad y conocer el sentido de todo lo que nos rodea, cuando la razón justifica lo vivido el corazón lo niega. Mientras creamos el boceto con la tinta de mis manos, con la sangre de tu verbo, con el tiempo como aliado, juntos envejecemos. Una vez derrotada la espera, una vez derretido el iceberg, haré de ti mi único refugio el tuyo estará bajo mi piel de dos, seremos uno.



Corcel traicionero

¡Oh, imponente e insensible corcel!, a tu grupa me llevas amarrado. Mis súplicas no escuchas, desalmado, ¡jamás vi majestuosidad tan cruel! En nuestra humana ilusión te consideramos propio, y cual perdida posesión lamentamos tu marcha llorosos. Cuando tú, anciano amigo inmutable, solamente a ti te debes, y aunque a veces al hombre apareces amable, tu única amistad es la muerte. No detienes tu frenético andar y es vano mi intento por desasirme; condenado me veo a perder el firme suelo, mientras voy de la muerte, al mar. Cuando uno confiado y dichoso, en tu malicia enseñas que lo ofrecido no fue dado, y pues que dádiva no fue, mas préstamo engañoso, lo reclamas y arrebatas con tu eterno e inexorable paso. Caballo que a amo alguno obedeces, ni escuchas orden de nadie, ni ruego, jubiloso prosigues con tu juego cobrándote, al fin, las deudas con creces. Pasado, presente, futuro, pensamos con ingenuidad; sin darnos cuenta de que con esas dulces palabras camuflas que sólo el primero por siempre lo será, y que los otros dos se trocan en él, inciertos, tras un breve instante de existencia fugaz.



Y pues en naciendo entramos en tus dominios, eres tú el que rige nuestras vidas, y el que por raudas sendas esquivas nos llevas hasta nuestro destino. Impávido ante las quejas no te detienes ni vuelves atrás en tu discurrir cíclico, eterno. No dejas piedra sobre piedra, de todo verdugo y final: Tiempo es la palabra, tiempo.



Cuento hasta diez Cuento hasta diez. Y respiro. Pues intento ensanchar los pulmones y que el aire entre en mí. Con cualquier trapo limpio oscurezco mis ojos. Hay demasiada luz y no puedo dormir Tengo en mi mente los primeros recuerdos sobre intentar fingir lo que supuestamente debía sentir. Tener fantasías, medias verdades, entorno a los dos. ¿Dónde estás? ¿Qué habrá hecho el tiempo de ti? Tengo miedo de descubrir un buen día, a pesar de no haberos visto en tanto tiempo, que la vida no se ha portado bien con vosotros. Soy feliz. Miro hacia atrás y mis ilusiones residen en las mismas cosas. No he buscado el éxito, Ni la dicha, Ni los extremos. No me arrepiento de haber amado a tantas mujeres. Eso sí, con tranquilidad. No me arrepiento de que hasta ahora Nada haya funcionado.



Guardo algunos de mis juguetes antiguos. Muchos son mi tesoro y han ayudado a construir mi mundo. No me siento idiota por empatizar con gente a la que no he conocido. Más incluso que a los realmente conocidos. Recuerdo las tardes en el cine. El increíble malestar al salir de la sesión, en un domingo. Muchas cosas jamás sucederían. No tengo mi edad. Siento vivir en los diez o en los cien años. Como un viejo niño. Río bastante. Mucho más difícil es llorar. Mi guitarra es barata pero está bastante bien. Hago de todo, y nada expresa realmente mis ideas. Los sueños son un verde prado. Allí la hierba no para de crecer, pero las flores no brotan. Mis sueños no se harán realidad. Sentiría miedo si eso sucediera. Rompí no hace mucho cada hoja escrita por mis manos. Todo. Quizás dentro de cinco años haga lo mismo.



Recuerdo muchos gritos, sentir mucha rabia. Recuerdo no querer recordar, recordar de repente, sufriendo por no haberlo hecho antes y cambiar algunas cosas para vivir otras. La sensación, sin embargo, es que mi cerebro hizo cada cosa a su tiempo. Cuento hasta diez, y respiro. La canción empieza a sonar.



Destinatario

Hombre del fracaso, el comprender y el mirar reflexivo, con entraña humeante de risa, de rabia, de sexo y luz, defensor del cantar, del mar, de la nostalgia hermano reprimido, violentado, bello autor de verdes ideas sin importancia, de palabras que dan risa a los demás, del beso en la espalda y el mordisco en el pecho hombre de tan humana ingenuidad, ser de desenfreno, de amor furtivo, de gemidos, de caricias templadas que saben a sudor tú que esperas el momento oportuno que a veces lloras al hablar del destino que recuerdas a los muertos por la tarde con un viejo sentir de libro manuscrito triste Romeo que has perdido el amor el dinero, el compañero, la esperanza, valiente militante de las búsquedas del placer, de la cantiga narcisita, de concupiscencia tenaz y sin culpa hombre que busca su fe sin encontrarla, observador de otras vidas y otros mundos, creyente a ratos de un evangelio de otro Dios de un Dios de sensualidad alegre a flor de piel Orfeo de minorías, cuyo canto de barro acepta la imperfección como ideal y la asume como musa disonante hombre que trabaja un día martes o un día viernes que corre entre la gente en un barrio cualquiera, Prometeo de fatigas altruistas, que cree en el premio pero no en el castigo, que dice no a la civilización con ataduras de impulsos destructivos sublimados



hombre de la sed de tolerancia y de justicia hombre de la saciedad en la concordia, que te sabes a ti mismo, transparente, que te quieres, que te perteneces siempre hombre nuestro, mío a ti te amo, sí a ti te llamo hermano.



Diario de un náufrago

Llevo en mi corazón piedras que lloran. Lágrimas abisales que van buscando la forma amenazante de una vida. El agua es como un sable dividiéndome en dos de un solo tajo.

• Naufragaban la rabia y la palabra la espuma entre los cuerpos y la sombra que finge entre las olas la imagen educada del vacío.

• Oigo como los peces me mastican. Me mastican los ojos y los labios. Me pierdo entre las olas como un beso y me siento pequeño eterno e insalvable negro y lejos.

• Se deshace en el agua mi figura. Me dirijo hacia un cuerpo sin caminos. Olas sin cauce dejan en la tierra su medida de tiempo desmedido.

• No sentí aquella boca apresando mi cuello ni aquel reloj clavado en la mejilla.



Sólo vi que mis sueños salían desde mi pecho a borbotones. Volviéndose invisibles al rozar en el aire el apagado aliento de una vida.

•

Náufrago entre la espuma. La luna ya madura. El corazón helado. Bandeja de este baile donde el dolor levanta la cabeza como un cisne.

•

Desoladora máquina del tiempo que se abraza a mi cuerpo. Me arrastra me desarma y me arroja en la orilla. Sin culpa ya sin ambición sin triunfos.

•

Naufraga el nombre inerte de mi dolor a secas. Naufraga el infortunio la dulzura la calma que apagaron mi voz con el alivio breve de la duda.

•



Me desarraigo solo. Me atravieso la piel con erizos y estrellas. Galopo por la espuma como un loco. Y bajo el agua sueño con la dura fragilidad de la poesía.

•

Y pese a todo la palabra aún busca. Se oculta entre los labios de los peces. Asombra cuando extiende su escaso corazón sobre la orilla.

•

La vida es un regalo. Que lástima de cielo cerrado como un puño.

•

Las heridas oxidan mis cerrojos. Yodo en el corazón. Sal en las llagas. Tumbas blancas de espuma se rompen en las rocas sin un grito.

•

Ardo en el mar y dejo que mis huellas perduren en la arena. De cuajo arranca el viento el visillo fugaz de la pregunta que muere sin remedio en su respuesta.

•



Un diminuto sol va quemando las hojas de la historia. No ilumina. No cabe entre las manos del antojo. La boca de un insecto incombustible se va bebiendo el mar. En ese instante el mundo tiene el tamaño exacto de un solo pensamiento.

•

Construyo un laberinto por donde mi memoria va perdiendo un corazón un sueño una palabra. El náufrago se adapta nuevamente al cuerpo del silencio. Se viste con la espuma que desnuda.



El río que era ría

Tenía diecisiete años, alegre, sencillo y muy fuerte, siempre dispuesto a ayudar, fue siempre muy inocente. La tragedia ocurrió como todas, sin pensar, rápidamente. Quedó enganchado en una rama de un árbol en un afluente Era afluente de una ría, estaba la marea baja. Casi no quedaba agua pero pronto subiría Sólo su cabeza asomaba. Su cuerpo sumergido indolente. No podía moverse, parecía sujeto por grilletes. Gritó pidiendo ayuda. Avergonzado casi estaba, preocupar a sus padres era lo que más odiaba. Pronto llegó su padre. Se le veía asustado, blanco, el rostro desencajado. Cuando lo vio, simuló una sonrisa. Tranquilo, le dijo, te sacaremos deprisa. El hijo lo miró tranquilo, era su padre, pensó, todo se arreglaría, ya no era un niño.

Su padre se sumergió a su lado, tardó en salir, parecía preocupado. Dijo que miraría de nuevo. Otra vez bajo el agua, su hijo se impacientó, era demasiado lo que tardaba. Por fin su padre le dijo: Tienes ambas piernas atrapadas, no puedo soltarte, creo que las tienes quebradas. Tengo que ir por ayuda. No te preocupes, te sacaré, no tengas dudas. Padre no me dejes. Casi no tengo fuerzas, la cabeza se me hunde, si te vas será mi muerte. Pero hijo, si me quedo será peor. No queda tiempo, el río crece. Eso es lo que quiero , si el río crece el tronco flotará, tendremos suerte. Su padre dudaba sin saber qué hacer, si se marchaba moriría, si se quedaba … no sabía.



El río que era ría comenzó a subir, el tronco estaba quieto, aún no se movía

El padre sujetaba la cabeza de su hijo, ambos se estaban helando. ¿Cómo darle cobijo? Padre comenzó a gritar, el árbol no subía. La cabeza se sumergía casi, levantarla no podía, Déjalo padre, decía su hijo. ¡No puedo! ¡No puedo! Con la voz en un hilo En unos minutos la cabeza quedó cubierta. Su padre le da aire. El desenlace no acepta Con su propia boca el aire le acerca. Mientras gritaba ¡Ayuda! Pero nada.

Iba a darle aire de nuevo cuando su hijo levantó la mano, la puso en su cara, aquello era en vano. Una caricia le hizo recorriendo su rostro. El padre lloraba con el corazón roto. Finalmente la mano se fue escurriendo. Salieron burbujas, al cielo subieron.



“Arado el corazón, es tierra fértil donde brota cuajado el sentimiento...”

Hay un huérfano mirlo..

Hay un remanso fiel entre las calmas adornado con viejas primaveras donde el sol se entredora de trigales. Hay un velo bordado en las infancias coronado de sueños que no duermen, y una nube, por siempre inmaculada, naufragando entre néctar de pupilas. Hay un cielo que baila en cada oscuro maquillado de estrellas, y se mece al compás que le marcan las miradas; hay un sendero azul en la mañana, enterrando los miedos y las sombras que murieron al filo de la noche. Hay un rocío verde, hecho de mares, coronando por siempre nuestras frentes. Hay un surco sembrado de ternuras donde vive la vida y se redime con el blanco aleteo de paloma. Hay un tiempo preñado en la locura de beberle pasiones cada tarde a la sangre bruñida del ocaso. Hay un mar de rumores y gaviotas enredadas de espuma, que se rinde a los ojos abiertos del misterio. Hay un huérfano mirlo que se posa en la alfombra que cubre los olvidos, y entretiene ese tiempo, que es pasado. Hay un huérfano mirlo que nos busca y de cada corazón, demanda abrigo. Hay un huérfano mirlo que nos mira como sólo nos mira un buen amigo.



Hoy he matado a un hombre Hoy he matado a un hombre Y no se muy bien por qué Hoy he sido verdugo De un delito por cometer Seré juzgado, sin duda. ¡Que absurdo me siento! He destrozado mi vida por un pensamiento. No volveré a ver a Clara No volveré a casa No le contaré más cuentos De brujas y hadas No volveré a ver a Tere Ni a Marta, ni a Marcos A la gente que me quiere No volveré a verlos Me acusarán de asesino Seré condenado Me meterán en la cárcel Como a un marginado Hoy he comprado un arma Y no se muy bien por qué Hoy he segado un alma Por lo que me podría hacer El tipo, blanco Camisa negra El rostro, opaco La risa ciega La pregunta franca -¿Quieres rubio, negro?- La respuesta, seca -¿Quieres mierda, blanco?-



Y el lío montado En una estación de metro Por una pregunta pensada para un negro Hoy me he puesto una soga Al cuello, ceñida a mi piel Hoy he matado a un hombre No me preguntes a quien -No busco problemas Dije sin estar muy convencido Olvidemos el tema Tú por tu camino y yo por el mío- -Está bien, tú mandas Respondió con ganas de pelea ¿Qué tal tu familia? ¿Qué tal tus hijos? ¿Qué tal tu niña?- -¿Tú qué sabes de mí?- Pregunté con el miedo en el cuerpo -Tengo una hija, sí- Y me estremecí, pero por dentro -No quiero pelear Pero ya sabes que de las niñas Si puede gatear Ya está en la posición adecuada- Quizás fuera su risa O el asco en su mirada Quizás no fuese nada Pero saqué la pistola Le apunté sin pensarlo Disparé sin quererlo Le maté por su aspecto Por un puto pensamiento Hoy he matado a un hombre Y no se muy bien por qué Hoy he sido verdugo De un delito por cometer



Hypnos

Escupe en mi rostro La vida Otra mañana Párpados de plomo abren Surcos arenosos En mis ojos Desnudo me alzo y, con pesar, Capa a capa De embozos mantas y sábanas Despojado Afronto el día Una breve pausa Un café, Un beso Y la rutina empieza Me afeito y me lavo Me visto y me calzo El tabaco, las llaves, el móvil El pañuelo Un último esfuerzo y me arranco Con otro beso y un te quiero Los últimos vestigios del tiempo real, Adiós Oniros Y salgo Hacia la pesadilla cotidiana El coche, la carretera, el trabajo Bajo el sol despiadado Deseando Esperando La oscuridad Despunta la noche Rinde la Luna al Sol tirano Cronos inclina su reloj a mi favor



Se acerca el momento De volver con mi amada, Selene e Hypnos De natural siempre aliadas Un breve trayecto Y mi tálamo espera ya caliente Útero tibio Que aloja mi deseo más ardiente Dormiré, soñaré Tal vez (tú lo supiste William) Moriré Esa dulce muerte de la que sólo Regresamos Para volver Sueño...



La creación… caprichosa

Preparando de sedice el concurso fuimos por Internet buscando rimas, y a pesar de encontrar miles de estrofas no nos decidíamos en su uso. Quisimos trabajar los versos libres mas una cobarde traición forjamos, pues, con tal ligereza los tratamos que las palabras tejieron su urdimbre: se comenzó delineando un cuarteto para seguir al momento con otro, sin tregua, acabó el primer terceto y aunque precioso como el grácil oro, estamos terminando un buen soneto que no imaginé yo, por eso lloro.



La daga filosa

Llovía sin descanso como si llevara prisa, y muertas las viñas con guisa y el campesino bien manso. Con mucho tiento y gusto perlas de agua se posan, y por cierto que es que gozan allá muy cerca del busto. La joven y bella mujer se apresura a salir del balcón, antes de pillar el fluxión que resulta feo de ver. Sin compasión, con rabia y furor como si fuera el villano, la puerta se abre de plano y entre el muy alabado señor. Es fuerte; y alto; y fornido viste un atavío informal, esos de cota y malla de metal y un fuerte olor a óxido. Dice a voz en grito: << ¡esposa “mujer de la buena vida”, por tu engaño, que va a guilla probarás mi daga filosa! >> La mujer triste y asustada se le acerca y le dice: << seor, ¿por qué me obráis este dolor? ¡Decídselo a vuestra amada! >> Camina y sale al mirador ora ríe, ora suspira, un cuervo se posa y mira como se ríe el joven seor.

<< ¿Qué os causa tanta gracia? … ¿Mi seor, estáis bebido? …¿mi seor? No os he oído …mi seor, ¿que es lo que decíais? >> << ¡Déjate ya de “mi seor” y dime las veces que son! ¿Son dos, tres, diez… ¡o un montón!? Cuantas más… será peor >> << ¿A qué os referís? Me habláis y no os entiendo, aquí me veis sufriendo y solo sabéis que reír >> Como una risa morbosa el cuervo emite un graznido, al tiempo que el seor fornido alza su daga filosa. Y la daga filosa entrara con una elaborada marca, y como si fuera la parca su vida se llevara. En eso que entra el doctor y ve la macabra escena, allí que vomita la cena y odia a su joven señor. << A ti te quería yo ver ¡Cuantas veces lo habéis hecho!, cuantas veces fue a tu lecho y te entregó todo tu ser >> << ¿Lloráis, mi señor?>> << ¿Por qué debería llorar?, pues mi mujer me dejó de amar el día que se a costó con su doctor >>



<<Es cierto que a mi acudía, pero habéis cometido un error, pues no era su cuerpo lo que yo veía si no su más profunda alegría. Vuestro hijo, señor >> ***

<<Y ahora, si es que podéis, ¡decidme! ¿Conocéis peor desdicha que la mía?, ¡NO! ¡No digáis nada este día! quizá mañana, si queréis, contadme. Pues mañana me reuniré con ellos allá, en el reino de los cielos >>



Mi payasita

Florece en terca grieta la simiente, sufre en silencio la roca vetusta; arenisca fina, gris amargura que lucha y conjura, que dice y no miente.

Amarillea la llama y nos hiere despacio, en la roja carne profunda donde brasas vivas y ascuas inundan latidos que tañen la sangre en muerte. Sentimientos que la lumbre enciende; la niña que sueña, llora, suspira; que no deslían, lamentos de temple. Lamentos que me trae la lejanía: -Mi payasita, amor, mi payasita, ¿No sabías que el silencio no duele?-



Mi sangre

Hierve cuando lo sabe. Mana de tí. Rompe cada frontera, camina Se derrama por tí. Porque me enciendes cada estrella Todos los días, cuando hace sol. Allanas caminos, voces Toques de diana Pétalos de color. Amaneceres bañados en sonidos Remotos, cotidianos, vivos. Teñidos en naranja, En ocres, de dos. Nieve y viento de noches Veletas en norte sin sur Nudos en maderas y tripas Hielos del corazón. Nunca un quiebro en su voz Pese a ojos cansados, ya sin visión Siempre de tu mano áspera, Madera, humo y fuego. Tú y yo. Dibujas el futuro, gruesos trazos Y te colocas detrás, todo de azul Sigues de cerca mis pasos Viendo cómo me hundo. Callado. Sin voz. Luchas a golpes y a luz Vuelcas tierra, herido, Y sólo pides sal. Ahogas un suspiro Siempre vuelves a empezar.



Oido hueco y seco Truenos en una canción Un abrazo sin respuesta Agrio sabor dulzón… Todo eso eres, y soy yo. Hoy, callada te miro, Y no atiendo a imaginar ¿Qué haría si no estuvieras? Sé que yo no volvería a empezar.



Noches de verano Cálida esencia atrapada en los álamos seduce mi lugar en el subsuelo, no ha llegado noche tan profunda que me haga flotar como el viento. Tiempo hace ya en tierras vivas que el horizonte se esconde bajo un manto, túnica de magia entregada por los pájaros anidados bajo el cobijo del rey de los astros. Nubes invisibles muestran su sonrisa pero la esconden al influjo de la luna, parten del miedo de la noche y sufren con el cálido aroma de la fortuna. Siento los rayos bajo mis pies, llenan de júbilo mi esperanza, vuelve la vida a mi ser, vida que se oculta pero nunca se apaga. Noches de verano, cantos de la luna, sol que no envejece, sol que nos alumbra.



Reflejos (amorfos)

Si tuviera el tacto suficiente, para sentirte hasta donde te hundes. Si pudiera arrojar mis ojos, para verte sumergido en esa ausencia. Pero, resisto mis manos, reniego mi rostro, rehuyo mi alma. Y te vas. ¿Quién te encuentra?, ¿quién te alcanza? Si posara mi peso en tu espalda, hasta deshacer los huesos que te aguantan. Si mirara a través de tus pupilas, para entender la luz que te deslumbra. Sin embargo, por mis dedos se desliza tu presencia incapaces de romper la lejanía. tu recuerdo se sumerge en el olvido, la angustia se refleja en tu cabello Apareces frente a mí. Y me quedo inmóvil frente al espejo.



Secretos

Anoche llorabas que estabas muy triste. Mi alma se fragmentó con el sentimiento igual que mi realidad ante los sueños. Gotas de saladas, de tus pupilas de mimbre, observaban una foto de tiempos felices. Sin resistirlo, te susurré sonidos impíos para animar a un corazón roto de cariño. Anoche no fingiste y tuviste que insultarme. Riendo finalízate una noche de tristeza, apresaste mi sonrisa y mi poca entereza. Suspiraba por evaporar a quien siempre amaste, inclinado por ser tu caballero andante. Expulsaría todas las dudas con mis labios, mal criados en el deseo de tu fuego vivo. Pero, ¿aun no sabes lo que a su oído susurré?. Resuelve este acertijo propuesto con amor en un momento que buscaba su cariño resaltado. Ahora no tiene ni una sola mancha de mugre, me dolería demasiado ver que se autotorturarse. Olvidó todo lo malo y sólo piensa en lo bueno, recuerda que, conmigo, siempre tiene un secreto.



Sueños de jazz

Desde hace algún tiempo vengo pensando en la última semana de mi vida. Sí, digo bien, la última. Pero no me refiero a la última de mis semanas con mis últimos siete días de vida, no a ésa, o al menos, no del todo. Lo que quiero decir es la última, la de los días más cercanos a hoy ayer, anteayer, y los otros. Definido el punto en que me encuentro vuelvo a mi semana extraña, la de los sueños improvisados, desconocidos, aunque esperados. Sueños de los que pasan inadvertidos, ésos que ni el romántico cree o tan siquiera imagina. Y a mí se me ocurrieron hace un tiempo. Cuando no podía conocerlos ni conocerte, mi sueño. Eso es porque yo soy de la otra fibra; de la prescindible, la que entorpece los escuetos momentos reales del mundo. Es porque no me creo esos momentos, y porque me sacas de mi realidad y me quedo sin ninguna. Por eso y por otras cosas, apareces irreal, cualidad imprescindible de un delirio que se precie, e inalcanzable (aunque no del todo si consigo seguir tus consejos) y no me sorprendo.



Ni tan siquiera me extraño o escandalizo por la improbable casualidad que ha supuesto la distancia, o porque hayas convertido a ésta, mi última semana, en la primera.



Te añoro

El verde vuelve a pintar los campos, (te añoro) y el cielo me cubre azulado y sereno, las horas dormitan frente a la ventana, anhelo el olor de la siega en invierno. (Añoro los pastos y extraño los vientos.) Pasajes terrosos separan mis pies de mi suelo, y mi casa y mi hogar son parajes grises, huraños y escuetos, se elevan las aves pintando distancias ante la impaciencia de encontrarte de nuevo... (La puerta, el rosal y el almendro.) El almendro florece y sus flores caerán con el viento, y volarán hacia el norte quemadas de escarcha y de hielo, pero yo no veré las hojas tintadas y derrumbará mi llanto frente a un mismo silencio. (Maldita distancia que cubre mi casa y empapa mi tiempo.) Enormes los pasos que alejan lo viejo y dejan aislada mi mente o encierran mis sueños. Retomo en mis días y añoro el calor de la lumbre que aviva mi fuego, el rastrojo del monte y el volar de los cuervos, el sol matutino y rasgado, la luna menguante, el lucero, la brisa, la tierra, el olor a romero. (Perdida al ocaso crepúsculo mismo de la imperfección, me siento y te abrazo, y espero que un día tal vez no lejano, retorne el verde pintando los campos y un trozo de cielo cortando mi voz.)



Tristeza interior

Tristeza que en mí sus garras hunde, entrañas de lágrimas que en mi sangre fluyen. Vivir sin aliento sentir lo que siento, devora a su paso el mejor sentimiento. Caer, levantarse volverse desierto pensar solo en lluvia, el sol ya no existe y mi primavera se muere de triste. Ojala pudiera, ahogarte matarte, no sentirte, odiarte no dejarte entrar en mi alma errante. Ojala pudiera, poder olvidarte sacar de mi ser tu niebla constante. Y vives en mí sin ningún pudor, y te has adueñado de este sin sabor. Por mas que te echo vuelves con rencor, y abres las venas de mi corazón.



Tu hilo de voz

Tu hilo de voz, entre las grietas del tiempo Se expande en recuerdos concéntricos En torno a tu ausencia perfumada de lluvia Abriendo heridas de los besos que no nos dimos Se me escapa la tarde, entre los poros de tu piel Se retuerce en nubes de nostalgia Alrededor de tus dulces oscuridades Acariciando los rincones donde no estuvimos Luz de otros días, entre impostadas sonrisas Se arrastra en resplandores tenues Sobre el silencio de tus labios pálidos Descarnando momentos que no tuvimos Océano de dolor, entre miradas perdidas Se derrama en gélida desesperanza Tras el sueño de tu calor al despertar Enterrando todo aquello que no fuimos



Un ejemplo

Un ejemplo: Caemos los dos con restos de amor entre los dientes de las palabras silba el tiempo la mirada de mi devoción te curva hacia el infinito. Llegan los golpes a silencio de tu despertar y en el mismo instante me cae la boca contra la memoria. Subes a por todas y de tu vestido me sobreentiendo todos los colores y te sigo desnudo por todas las ausencias. Un ejemplo: Me miro con los ojos sonrojados y de los dedos vuelo con la columna vertebral crecida de tu nombre y cómo en esta habitación se multiplican las paredes. Caen las ventanas del tiempo y te aconsejo unirte a mis verbos suplicantes te arrollo con todo mi pavor. Un ejemplo: Vamos andando y de la mano me cuelga un almohadón será entonces segura tu omnipresencia y deberé creerme en tu versión desconocida de lo eterno. Deambular puro humo a partir del cielo y caerte como lluvia como último recurso camiseta por donde el viento filtra el caluroso abrazo de la muerte por quiebra de las ilusiones. Caerte elipsis y llenarte el pecho con cigarros y romperte y cenizarte y despulmonizarte y arrancarte todo aroma descorrer el lazo de la memoria y precintarme en una corriente de frenesí de cuerpos de lágrimas y abandono que me dé la palabra justa del universo y el alquímico nombre del amor que no te deba. Un ejemplo: El lugar exacto de la sombra los espacios que hemos ocupado yo estuve remando en aguas de vidrio sé de besos absolutos brillando en perfectas plazas nos abrimos paso por el mar con nuestro inamovible concepto de ternura y nuestro entonces irreductible imperio del deseo. Ahora volver y esperar el mismo tono de tarde la misma gente alrededor la misma prismática redondez del cuadro y ver caer la mano deslabiar el beso apagar la ternura soplar el deseo cerrar el gesto y volver con un lápiz de miedo por lengua. Un ejemplo.

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