comprension realidad social
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Un breve ensayo sobre la comprensión de la realidad socialTRANSCRIPT
Ensayo sobre la sesión correspondiente al tema “Patología de la otredad”
En el capítulo “Patología de la otredad”, del libro El síndrome puertorriqueño, de
Patricia Gherovici, se hace una exposición de muchos matices sobre un fenómeno
interesante: la creación de una etiqueta clínica, ideológicamente cargada y
peyorativa, de ciertos ataques nerviosos de soldados puertorriqueños durante la
guerra de Corea.
Los matices comienzan a desgranarse cuando se toma en cuenta la
particular situación geopolítica de Puerto Rico frente a Estados Unidos. La autora
explora, además, otras vetas a partir de la situación descrita. Las vertientes
pueden enumerarse en: a) un trasfondo geopolítico colonial, b) los distintos
enfoques de la psiquiatría (que va de la pretensión de universalidad a la alineación
biologicista, pasando por una etapa de inclusión cultural), c) la validez y utilidad de
catálogos clínicos como el DSM, d) el papel que juega la histeria dentro de un
marco epistemológico y como síntoma proteico de los malestares en las diversas
culturas.
En este trabajo, se dará cuenta brevemente de lo escrito por la autora y se
acompañará esto de algunos breves comentarios. Desde luego, la parte más
inmediata de lo vertido por Gherovici se relaciona con la situación colonial de
Puerto Rico con Estados Unidos. Los síntomas manifestados por los soldados
puertorriqueños pueden verse como una muestra de rebeldía pasivo-agresiva
frente a una guerra que les producía perjuicios. La autora afirma que en este
sentido, los síntomas que los norteamericanos juzgaron patológicos, son en
realidad (y paradójicamente) una muestra de salud, ya que sólo alguien afectado
de las facultades mentales querría ir a la guerra de buen grado.1 En suma, se
trataría de una etiqueta influida por el desprecio a la otredad y por un
etnocentrismo desmesurado.
Lo anterior queda ligado con dos cuestiones: el papel que juegan las
cuestiones culturales en la psicopatología y la manera en que los catálogos
clínicos moldean las patologías de diversas épocas, en una relación recíproca. No
está de más recordar cómo diversas teorías psicopatológicas varían de acuerdo
con los avances científicos de cada época. Así, los mesmeristas tomaron el
concepto de magnetismo de los trabajos de ciencia del siglo XIX, mientras que
Lacan aprovechó en el siglo XX los avances en las teorías del lenguaje. Esta
relación de la teoría con el contexto se encuentra también en la clasificación de las
enfermedades (tomo esta palabra en un sentido laxo e intuitivo), la repercusión de
éstas y la manera en la que se abordan.
La autora pareciera expresar que la histeria (concepto variable de acuerdo
con las épocas y las culturas y al que puede asimilarse el llamado síndrome
puertorriqueño) cumple una función estática en diversos contextos: asimilar y
provocar la organización y la generación de conocimientos clínicos y al mismo
tiempo cuestionarlos. Sus características y su tratamiento serían distintos de
acuerdo con el contexto. Esto puede enlazarse con las características
1 Es curioso que, al menos en este capítulo, la autora no cite como referencia de esa paradoja la famosa novela Catch 22, de Joseph Heller, ya que esa obra se basa justamente en tal paradoja: el protagonista quiere que se le declare loco para no ser enviado a combatir, pero el hecho de no querer ir a la guerra muestra que está cuerdo; sólo los locos quieren ir a la guerra y, por tanto, sólo ellos podrían evitarlo con sólo una petición por escrito. Sin embargo, realizar la petición mostraría que no quieren ir a la guerra y, por tanto, que están sanos y así sucesivamente.
cuestionables de catálogos como el DSM (en sus distintas versiones). Debido a
que los padecimientos clínicos de ese manual están catalogados de acuerdo con
un marco conceptual derivado de la cultura europea y estadounidense, se trata de
una obra sin validez universal.
En efecto, al confinar diversos padecimientos (exóticos desde su
perspectiva) a una sección especial de síndromes culturalmente determinados, se
suma a una corriente de discriminación y etnocentrismo. La gran pregunta es
entonces ¿cómo puede solucionarse esto? Desde luego que una de las
respuestas más a la mano sería que debe tomarse en cuenta la situación cultural
de cada contexto, pero esto nos conduciría a un estadio en el que cada
especialista clínico sólo pudiera circunscribirse a su comunidad. Desde luego, se
trataría de una empresa gigantesca. Quizá después de algún tiempo, podrían
organizarse los distintos hallazgos para poder encontrar los elementos en común y
poder determinar el alcance de la influencia cultural. Por supuesto, esto suena a
una utopía, pero aun así podrían tenerse resultados más humanos que con
algunos casos de la psiquiatría actual, particularmente en países como Estados
Unidos, que no sólo fallan en las clasificaciones, sino que las imponen al resto del
mundo. 2
2 Desde luego, estas imposiciones también ocurren con la anuencia de los clínicos de nuestros países que muchas veces se alinean con estas clasificaciones sin un sentido crítico.