circular 935
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Un deseo del corazón me lleva a escribiros.Cada uno de nuestros encuentros refuerza la
comunión en el Instituto.
En este momento histórico estamos particularmente unidas a laIglesia y nos sentimos Iglesia, para agradecer al Señor por el nuevoPapa Jorge Mario Bergoglio que ha escogido el nombre deFrancisco. Lo acogemos con la misma actitud que nuestrosFundadores tuvieron por el Vicario de Cristo, mientras conservamosuna profunda gratitud hacia Benedicto XVI
Desde ahora expresamos una total adhesión a su Magisterio y ofrecemos
nuestra oración para que, en este Año de la Fe, a
través del nuevo Pastor, pueda resonar en el
mundo el anuncio gozoso del Evangelio de Jesús
Algunos ecos que me llegan dicen que estáis preparando la
Fiesta del Gracias a nivel mundial en relación con los
acontecimientos eclesiales que estamos viviendo.
Lo que unifica todos mis sentimientos es la gratitud a
Dios, a la Iglesia, al Instituto, a cada una de vosotras, a las
personas dedicadas a la misión educativa y al anuncio, a las
jóvenes y a los jóvenes hacia quienes
renuevo mi confianza, simpatía y afecto.
Un agradecimiento especial a la Inspectora y Hermanas de la
inspectoría «Santo Tomás Apóstol» que han escogido para la Fiesta del Gracias en el Año de la Fe un
tema significativo:
Agradezco desde ahora por la generosidad con la cual
responderéis al doble llamado de solidaridad y de comunión para la misión de
Sri Lanka y por las necesidades siempre más fuertes de la misión del
Instituto ya que la pobreza se extiende más y más por
todo el mundo.
Tres anillos que tienen unida nuestra experiencia de
personas consagradas hoy y nos permiten ir a «la Fuente»
que alimenta nuestro testimonio y nuestro don a las
jóvenes generaciones.
Esta «FUENTE» es la presencia misma de Dios. Ella se manifiesta a través de los acontecimientos que tocan nuestra vida pero siempre colmados de ternura y de
sabiduría. Estamos viviendo tiempos
inéditos para la Iglesia universal y algunos
acontecimientos significativos de Instituto que nos llevan a agradecer al Señor por los signos de vida de los que
están llenos
A la luz de estos acontecimientos la fe se refuerza, se renueva y se
convierte en portadora de vida nueva.
Me refiero a la decisión del Papa Benedicto XVI, quien escuchando la Voz de Dios
ha decidido servir a la Iglesia con una modalidad compatible con sus fuerzas
físicas.
Seguirá sirviendo a la Iglesia «Con la misma
dedicación y con el mismo amor» como lo ha hecho hasta ahora.
En esta decisión sufrida y meditada en la oración, Él acoge la Voluntad de Dios
que lo llama a «subir al monte» para dedicarse más intensamente a la
oración y a la meditación.
Es un gesto de profunda y granítica fe que testimonia
cómo es fundamental no huir de la Voluntad de Dios, sino acogerla, abrazarla, amarla
hasta el final, también cuando conlleva opciones difíciles que
expresan un gran gesto de amor. Este es el ejemplo que
Benedicto XVI nos ha dejado y que quedará impreso en el
corazón como luz que ilumina nuestro camino de fe y de
amor a la Iglesia.
Con afecto y gratitud hemos seguido los últimos días de suPontificado. En su última audiencia ha dicho el Papa: «Noabandono la cruz, permanezco de un modo nuevo cerca al SeñorCrucificado… Continuaré y acompañaré el camino de la Iglesia conla oración y la reflexión…»
«Soy solamente un peregrino que inicia la
última etapa de su peregrinar en esta Tierra.
Todavía quisiera con todo mi corazón, con mi
amor, con mi oración, con mi reflexión, con todas mis fuerzas interiores, trabajar por el bien
común y el bien de la Iglesia y de la humanidad».
(Castelgandolfo 28 de febrero de 2013)
Queridas Hermanas: me he detenido en este punto
porque estoy convencida que el Señor se ha hecho presente en la Iglesia, en cada una de
nosotras, en la Familia Salesiana, a través de un
Maestro y Pastor que nos ha recordado con su humildad y
transparencia de vida, la belleza del seguimiento de
Jesús y la alegría que se deriva de anunciar valores que llevan a la verdadera
felicidad, la de las Bienaventuranzas.
Benedicto XVI ha dejado a la Vida Consagrada una herencia espiritual que acogemos como don incomparable… «Os invito a
alimentar una fe capaz de iluminar vuestra vocación… Os invito a una fe que sepa reconocer la sabiduría de la debilidad… Os invito a
renovar la fe que os hará peregrinos hacia el futuro»
Oremos al Espíritu Santo para que libere nuestro corazón y nuestra mente de todo lo que puede impedir o frenar cuanto nos
ha sido dado como don para ser siempre más coherentes FMA.
Estamos llamadas, hoy, a testimoniar «la nueva vida de las Bienaventuranzas»
en una Comunidad animada por el espíritu apostólico de D. Bosco y
M. Mazzarello, anunciando Cristo a los jóvenes en la Comunidad Educativa,
para irradiar en el mundo, en círculos concéntricos
cada vez más amplios, la Buena Noticia del Evangelio de Jesús.
El tema del Capítulo nos hace sentir la urgencia de reavivar
nuestra fe y por lo tanto «dejarnos evangelizar para
que nuestra vida sea evangelizadora a partir de la
propia coherencia, del estilo de las relaciones comunitarias, de la opción por los más pobres. Evangeliza una Comunidad que testimonia con alegría la presencia de Dios y se pone en búsqueda de quienes no han
hecho esa experiencia»
«Quisiera que cada una dijera en su corazón: El Instituto también soy yo, no es una realidad fuera de mí. No es una organización en la cual me
encuentro para demostrar mis competencias e invertir mis recursos
para obtener reconocimientos, gratificaciones oportunistas. El
Instituto es mi Familia Religiosa querida por el Espíritu Santo para
ser en la Iglesia «respuesta de salvación a las expectativas
profundas de los jóvenes» Sí, yo quiero ser una «piedra viva» del
Monumento que D. Bosco ha querido como signo de gratitud a Aquella que
ha sido la Inspiradora de nuestro Instituto»
Nos preguntamos: ¿Advierto que mi misión, que la nuestra, ahora más que siempre es la de ser una FMA disponible para construir «la casa que
evangeliza», que tiene siempre las puertas abiertas para dejar entrar la luz y el Amor de Dios?
¿Estoy convencida que es Él quien la hace nueva, bella, acogedora para hospedar a mis Hermanas, las personas
que encuentro, sobre todo los jóvenes más pobres que no
dejan de soñar un futuro para su vida?
Cuanto os he dicho hasta ahora es motivo de
gratitud fruto de una lectura creyente de la
realidad; de ella se deriva la llamada a una caridad
operante. Pidamos las unas por las otras la gracia de saber penetrar, con la luz que viene del Espíritu
Santo, los pliegues de nuestra vida cotidiana
para leer cada acontecimiento como
espacio habitado por Dios
Tenemos la oportunidad de
acoger los signos de fe y de vida que ya están
presentes en nuestro contexto y que
merecen ser portadores de luz,
apreciados y reconocidos con
humildad y alegría que vienen de la fe
renovada en la escuela de la Palabra
de Dios.
Palabra de Dios
La alegría encuentra su origen en creer que el Señor no nos deja faltar los signos de su Amor que se expresan
en Hermanas buenas y coherentes que viven junto a
nosotras y con las cuales compartimos momentos de
luz y de fatiga, personas que, a pesar de su fragilidad, de
sufrimientos físicos o espirituales se abandonan en
las manos de Dios y en Él encuentran su fuerza para «dar razón de la esperanza
que hay en ellas».
Os pienso a todas vosotras, que en algunos momentos, experimentáis sufrimientos que ponen a prueba vuestra fe y que requieren
disponibilidad para dejarse irradiar por el Misterio Pascual de Jesús.
Pienso en tantas familias que, con valor, saben mantener la fe que
recibieron en su consagración bautismal
compartiéndola y testimoniándola sin
timidez y en la verdad
Pienso en muchos jóvenes que deciden gastar sus energías y
capacidades en defensa de los
Derechos Humanos, sobre todo con los
jóvenes más indefensos cuando están expuestos al
peligro.
Comprendo que el camino de la fe no es fácil pero es posible
porque no es el resultado de nuestras
fuerzas ni de la voluntad de hacer cosas buenas; es un
don que viene de Dios.
Toda la vida cristiana es una respuesta al Amor de Dios. La primera respuesta es la fe como acogida llena de maravilla y de gratitud por la iniciativa divina que nos precede y solicita. Es el «SÍ» de la fe que marca el inicio de una historia luminosa de
amistad con el Señor, que llena y da pleno sentido a toda nuestra existencia»
Mensaje de Cuaresma de Benedicto XVI 2013
Con esta convicción podemos ser audaces en creer, fuertes
para afrontar las dificultades y enfrentarnos cada día con nuestros miedos y nuestros
límites; humildes para ver en nuestras fragilidades una nueva oportunidad de
crecimiento.
No nos asuste la fatiga de creer, de creer poco o, a
veces, de sentirnos débiles y quizás privadas de la fe. Hay experiencias que hacen sufrir,
dejándonos un sentido de soledad y la percepción del
abandono de Dios. Él, con su fuerza creadora, nos ofrece vivir estas situaciones para
consolidarnos en su Amor y yser así testimonios, sobre todo para los jóvenes que
buscan su rostro.
En esta Fiesta del Gracias ¿queremos intercambiar el don de ser misioneras de la fe, haciendo nacer gérmenes de vida en la
Comunidad, en las Comunidades Educativas, entre los jóvenes?
Quiero hacer memoria de Madre Marinella Castagno, de su estatura de mujer profundamente enraizada en el carisma, con intuición de futuro, con valentía y coherencia en las decisiones para el bien de las y los jóvenes
«Miremos adelante con la mirada de D. Bosco, trabajemos con su fe y su caridad, unamos
nuestras fuerzas a cuantos trabajan por el bien, estimulemos
con confianza las energías latentes de tantos
«obreros» que no trabajan bastante en la viña del Señor,
quizás porque no sabemos hacernos portavoces
eficaces dela llamada divina» (Cir. 678)
La autenticidad de la vida de fe se mide por la apertura a los otros, por la comprensión de sus expectativas, por la solidaridad hacia el
pobre y sufriente, por el crear comunión como elemento fascinante y esencial para ser «casa
que evangeliza»
El gracias auténtico que sale del corazón, da una luz
nueva a nuestros ojos para entrever cuáles caminos
tenemos que recorrer para que «todos tengan vida y
vida en abundancia».
El empeño mayor en el campo de la Nueva
Evangelización es el de ayudar a la humanidad, las generaciones jóvenes, a salir
del desierto espiritual.Como ha dicho Benedicto
XVI: «Es propio de la experiencia de este desierto,
de este vacío, el que podamos nuevamente
descubrir la alegría de creer, su importancia vital para
nosotros, hombres y mujeres.
En el desierto se descubre el valor de lo que es esencial para vivir, así en el mundo
contemporáneo son innumerables los signos de la sed de Dios, del sentido último de la vida. En el desierto hay necesidad,
sobre todo, de personas de fe que con su vida indiquen
el camino hacia la Tierra Prometida y mantengan despierta la esperanza.
«La fe vivida abre el corazón a la Gracia de
Dios que libera del pesimismo. Hoy más
que nunca evangelizar quiere decir
testimoniar una vida nueva, transformada
por Dios, y así indicar el camino».
Los caminos del futuro están representados por este descubrimiento de lo esencial. Como la mujer de Samaría, nos sentaremos cerca del pozo de nuestra vida con un ánfora vacía y con la esperanza de encontrar el agotamiento de nuestro deseo de plenitud existencial
Jesús no tardará en presentarse como el peregrino que tiene
necesidad de nosotros, y al mismo tiempo, como
aquel que puede satisfacer nuestra sed. Del
encuentro con Él recibiremos Vida nueva y
seremos enviadas a ser para los otros,
anunciadoras de la verdad y del amor.
El empeño por la Nueva Evangelización nace del
empuje interior para acompañar otros a «la
Fuente». Les revelaremos en particular a las y los jóvenes, la belleza y la
novedad del encuentro con Jesús que transforma la
vida.Acompañar a «la Fuente» quiere decir testimoniar la
calidad del encuentro con Él que nos convierte y nos
hace descubrir al otro como prójimo que debemos amar
sin condiciones
El Rector Mayor, en el Aguinaldo 2013, nos ha recordado cómo amar las jóvenes generaciones en la óptica del Sistema Preventivo de D. Bosco: «La
pedagogía de la bondad es la estrategia más eficaz porque implica el encuentro con la parte más profunda de los mismos jóvenes donde
algunas veces está escondido el deseo de Dios que solo Él puede saciar».
El futuro se jugará sobre la calidad de nuestras
relaciones, sobre la belleza de nuestra vida, capaz de transmitir un sueño que se realiza en el aquí y en el
ahora, donde Jesús se hace nuestro compañero de camino y nos invita a
«sentarnos cerca al pozo» para armarnos de valor y
anunciar a los otros el mismo sueño que nos hace vivir y
alegrarnos.
La alegría ilumina el camino que nos
proponemos porque la alegría es Jesús que
camina con nosotros. Ésa lleva en sí los gérmenes de
vida, las semillas de la Resurrección, de la
Pascua.
María, Madre de los creyentes, que ha
sabido vivir la fe en la experiencia de la anunciación, en la
oscuridad de la crucifixión de Jesús, en
el esplendor de la resurrección, nos
acompañe cada día, cada instante de
nuestra vida.