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Artículos Mitos y complejos argentinos que afectan la educación y la investigación en sus orígenes, con ecos presentes. Adriana Puiggrós / Escenario estraté- gico internacional después del 11 de septiembre de 2001. Car- los Escudé / Estado de la regu- lación y el control de los servicios públicos en la Argen- tina. Balance y perspectivas. Daniel García Delgado Sección temática La ciencia política en la Ar- gentina. Desde sus comienzos hasta los años 80. Pablo Bul- courf y Martín D’ Alessandro / La sociología por escrito: un episodio de su historia in- telectual. Alejandro Blanco Notas de Investigación Acerca de la naturaleza de las “nuevas amenazas” no con- vencionales a la paz y la segu- ridad. Las resoluciones de la ONU, la OEA y el TIAR frente al ataque del 11 de septiembre de 2001. Germán Montenegro 13 NOVIEMBRE 2002 REVISTA DE CIENCIAS SOCIALES ISSN: 0328-2643

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Artículos

Mitos y complejos argentinosque afectan la educación y lainvestigación en sus orígenes,con ecos presentes. AdrianaPuiggrós / Escenario estraté-gico internacional despuésdel 11 de septiembre de 2001. Car-los Escudé / Estado de la regu-lación y el control de losservicios públicos en la Argen-tina. Balance y perspectivas.Daniel García Delgado

Sección temática

La ciencia política en la Ar-gentina. Desde sus comienzoshasta los años 80. Pablo Bul-courf y Martín D’ Alessandro/ La sociología por escrito:un episodio de su historia in-telectual. Alejandro Blanco

Notas de Investigación

Acerca de la naturaleza delas “nuevas amenazas” no con-vencionales a la paz y la segu-ridad. Las resoluciones de laONU, la OEA y el TIAR frente alataque del 11 de septiembre de2001. Germán Montenegro

1313

NOVIEMBRE

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ISSN: 0328-2643

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Universidad Nacional de Quilmes

RectorJulio M. Villar

Vicerrector de Relaciones InstitucionalesMario Greco

Vicerrector de Gestión y PlaneamientoJulián Echave

Vicerrector de Asuntos AcadémicosLuis Wall

Vicerrector de PosgradoDaniel Gomez

Vicerrector de InvestigacionesMariano Narodowski

La Revista de Ciencias Sociales es una publicación semestral de la Universi-dad Nacional de Quilmes, Roque Sáenz Peña 180 (B1876BXD) Bernal, Bue-nos Aires, República Argentina. Fax: (54-1) 4365-7101. ISSN: 0328-2643.Precio del ejemplar $ 10.- Suscripciones: individual $ 16.-, Institucional $20.-, Exterior U$S 30.- Cheques y giros a nombre de la Universidad Nacio-nal de Quilmes.

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R E V I S T A D EC I E N C I A SS O C I A L E S

13Universidad Nacional de Quilmes

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REVISTA DECIENCIAS SOCIALES

DIRECTOR

Ernesto López

SECRETARIO DE REDACCIÓN

Pablo Bulcourf

CONSEJO EDITORIAL

Nicolás CasulloMariano NarodowskiFernando PortaJosé María Simonetti

CONSEJO ASESOR

Mario AlbornozCarlos AltamiranoEmilio de IpolaJorge DottiJohn S. FitchAníbal FordBernardo KosacoffPedro KrotschScott MainwaringGuillermo O’DonnellDavid Pion-BerlinJuan Carlos PortantieroJoão Quartim de MoraesEliezer Rizzo de OliveraBeatriz SarloDavid Scott PalmerHéctor SchmuclerEmilio Tenti FanfaniOscar TeránErnesto VillanuevaSergio Zermeño

COORDINADORES DE REDACCIÓN

Edgardo ZanchettiMariano AnconetaniCristian Pereira

DISEÑO ORIGINAL

Pablo Barragán

DISEÑO DE TAPA

CLAUDIO PUGLIA

DIAGRAMACIÓN

CaRol-Go

E-MAIL

[email protected]

Presentación 5

ARTÍCULOS

Mitos y complejos argentinos queafectan la educación y lainvestigación en sus orígenes,con ecos presentesAdriana Puiggrós 7

Escenario estratégico internacionaldespués del 11 de septiembrede 2001Carlos Escudé 49

Estado de la regulación y elcontrol de los servicios públicosen la Argentina. Balance yperspectivasDaniel García Delgado 71

SECCIÓN TEMÁTICA

La ciencia política en laArgentina. Desde sus comienzoshasta los años 80Pablo Bulcourfy Martín D´Alessandro 139

La sociología por escrito:un episodio de su historiaintelectualAlejandro Blanco 231

NOTAS DE INVESTIGACIÓN

Acerca de la naturaleza delas “nuevas amenazas” noconvencionales a la paz y laseguridad. Las resolucionesde la ONU, la OEA y el TIARfrente al ataque del 11 deseptiembre de 2001Germán Montenegro 269

RESEÑAS 289

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Presentación

Porque los infortunios más largos son efímeros

Jorge L. Borges

Es verdaderamente difícil definir el contenido de una revis-ta de ciencias sociales, de aparición espaciadamente periódicay afán académico, en el contexto de una escena internacionalcompleja y amenazadora, sacudida por eventos inesperados, yde una situación doméstica caótica, asolada por una crisisgeneral. Como siempre, hemos hecho más lo que hemos podi-do que lo que hubiéramos querido: no quedar excesivamenteal margen del curso de las cosas, no perder rigor y sistema-ticidad –exigencias de la pretensión académica– a favor delbeneficio de una mayor actualidad, no postergar preocupacio-nes y afanes del trabajo legítimamente permanente de los in-vestigadores (el pan de cada día de cada quién, que no necesa-riamente se imbrica en la crítica coyuntura actual). Esto, conla dificultad adicional de que uno de los rasgos de nuestrodoméstico calvario es la evaporación de las ideas. El mundodel pensar es hoy un páramo, en la Argentina. El monumentalfracaso de la política y de los políticos es concomitante –aunquelas responsabilidades, claro, no son las mismas– con la defec-ción de los intelectuales. No hemos sido capaces de elaborarun pensamiento crítico y de sostenerlo pese a todo, frente a lasiembra de latrocinios, corrupciones, genuflexiones, entrega ydesolación que impuso un modelo que prometió el primer mun-do a corto plazo y terminó abarrotando el país de indigentes.

En este marco, los enjundiosos trabajos de Alejandro Blan-co, y el firmado de conjunto por Bulcourf y D´Alessandro, queconstituyen la sección temática de este volumen, quizá sirvanno sólo para examinar y problematizar lo que fue, en el campode la sociología y la ciencia política, sino también de estímulo

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6 AUTOR

para revisarnos y repensarnos en el pasado inmediato y en laactualidad.

Carlos Escudé, que hace de la polémica un estilo de vidaintelectual, y Germán Montenegro abordan el fatídico 11 deseptiembre. Cada uno a su manera –desparpajado el primero,prolijo el segundo– se enfrentan a un hecho conmocionante y,quizá redefinidor.

Más en el andarivel de los trabajos y los días, hacen susaportes Adriana Puiggrós, Daniel García Delgado y DanielMazzei, con la reconocida solvencia que los caracteriza.

La línea que sirve de epígrafe a esta presentación pertenecea un poema de Jorge Luis Borges, que responde al prolongadonombre de “Para la noche del 24 de diciembre de 1940, enInglaterra”. La IIa. Guerra Mundial se encontraba para esaépoca en un álgido momento. ¿Será aplicable lo que predicabaentonces nuestro poeta mayor, a nuestra propia realidad?

Ernesto LópezBuenos Aires, septiembre de 2002

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ARTÍCULO 7

Mitos y complejos argentinos que afectan laeducación y la investigación en sus orígenes,con ecos presentes.

Adriana Puiggrós *

Este artículo forma parte de una investigación más amplia,cuya motivación principal es comprender los modos de pro-ducción –transmisión– aprendizaje de los saberes en la histo-ria Argentina. Nuestra sociedad pudo enorgullecerse por laextensión de su educación básica y por el nivel que alcanzó suproducción cultural y científica. Al mismo tiempo, la crisis quevivimos actualmente no ha dejado fuera ninguna instancia delsistema educativo ni del sistema de investigación científica,tecnológica y de innovación productiva, ni del sistema de edu-cación mediático, ni las demás instancias sociales. Las funcio-nes de producir y enseñar-aprender están seriamente daña-das en la Argentina.

Las capacidades de muchos ciudadanos están desprendidascomo cuentas de un collar al cual se le han quitado sus hilos.Nuestra atención estará puesta precisamente en esas hebras,cuya consistencia parece haberse desgastado en el tiempo, ohaber sido siempre inconsistentes. Uno de los problemas másgraves de nuestra sociedad es la dificultad para la asociación,para sostenernos ligados, para cuidar los ligamentos, cuestióndirectamente vinculada con el sostenimiento de los pactos, elcumplimiento de los acuerdos, el respeto por las normas.

La caducidad del consenso referido al país agro exportadory rentístico, no ha podido ser suplida por otro programa desociedad y de estado en el último medio siglo. Ese hecho tuvo

* Adriana Puiggrós es doctora en educación. Ex secretaria de Ciencia,Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.

ARTÍCULOS

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8 ADRIANA PUIGGRÓS

consecuencias culturales graves pues no se pudo actualizar laformación de las nuevas generaciones. Los argentinos nos vi-mos envueltos en luchas intestinas, dominadas por un con-servadurismo que puso vallas al avance de opciones democrá-ticas capaces de garantizar un desarrollo sustentable. Nuncaestará de más repetir que la ideología oligárquico liberal actuócomo un cerrojo ante las propuestas innovadoras que podríanhaber orientado al país hacia un destino más digno. Tampocoes vano analizar las razones de la debilidad de los programasprogresistas, abarcando no solamente las dificultades que pro-vienen del campo internacional, sino especialmente aquellasgeneradas por rasgos de la propia sociedad.

El conservadurismo argentino ha tenido características no-civas en la educación, poniendo dificultades para que progre-sara cambiando. Los vínculos entre los actores de la produc-ción y transmisión intergeneracional de saberes están deterio-rados en la Argentina. La renovación normativa adecuada a laépoca, que es indispensable, amenaza con ser sustituida porel relajamiento de las normas y la tolerancia de su degrada-ción. La ligación entre los sistemas educativo y productivonunca fue buena en el país, pero en la actualidad no existeregularidad suficiente que los vincule. El panorama es máscomplicado, si mostramos la debilidad de los lazos entre lainvestigación científica y tecnológica, las innovaciones produc-tivas y la educación. La insuficiente organicidad es probable-mente uno de los problemas más serios del sistema científicotecnológico público y privado del país. Aquella debilidad y estainsuficiente organicidad tienen consecuencias sobre la articu-lación de la cadena productiva. El conjunto constituye un es-cenario en el cual se deteriora el capital social acumulado,mientras las nuevas generaciones no reciben los aportes cul-turales indispensables.

Nos estremece ponernos en contacto con las imágenes si-multáneas de las míticas riquezas naturales y culturales ar-gentinas y la miseria de la mayoría de sus habitantes. Nosinteresa construir hipótesis sobre los obstáculos epistemo-lógicos y políticos para investigar y enseñar-aprender, que nos

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afectan, cuyos ecos creemos oír en la crisis que estamos atra-vesando. En el corazón de la sociedad argentina no solamentehay heridas abiertas, sino mecanismos de abordaje de los pro-blemas que las profundizan y que producen nuevas. La pos-tergación de las resoluciones, la descalificación de la profun-didad de los problemas sociales, el inmediatismo y una persis-tente falta de atención al futuro, se han combinado en muchascircunstancias con soluciones drásticas y traumáticas, cuan-do los problemas se nos han venido encima. En este artículonos interesa rastrear las primeras huellas de los obstáculosque, con el correr de los años, formarían parte del haz de im-pedimentos para que la sociedad fuera capaz de darse una tra-ma política coherente, sincrónica, con bases materiales –pro-ductivas– creativas prospectivamente fértiles e intentar su en-señanza.

El país, la sociedad y el Estado argentino se tejieron con loshilos del supuesto cultural oligárquico, que, como efecto de suirracionalidad, no reconoció límites estructurales ni pudo pre-ver su propia caducidad. El mito de la superioridad y el pro-greso natural, mostraron en nuestra sociedad tener capacidadpara sobrevivir y hasta resucitar. Entre las últimas y lamenta-bles experiencias debe señalarse el apoyo generalizado a laGuerra de las Malvinas y la ilusión colectiva de derrotar a laArmada Británica apoyada por su aliado estratégico, los Esta-dos Unidos. También en esa serie puede ubicarse la ilusoriaArgentina de la convertibilidad. Mucho se han mencionado estosdislates argentinos. Pero algunos temas como el convencimientode la calidad de nuestra educación y nuestra producción cien-tífica y cultural han sido resguardados de la crítica. Es nues-tro interés indagar cuál fue la incidencia del mito oligárquicoen la constitución de los sistemas de producción y transmi-sión-aprendizaje de saberes en nuestro país.

En este texto solamente abordaremos algunas situacionessignificativas ocurridas en los años en los cuales se formó elsistema educativo nacional y se fundaron las primeras institu-ciones destinadas a la investigación. Sin dejar de reconocer elpapel civilizador que jugó el sistema escolar para que la Argen-

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tina alcanzara un aceptable nivel de integración después de lamarea inmigratoria, ni el prestigio internacional de su pro-ducción científica, vamos a interesarnos especialmente en losobstáculos ideológicos que impidieron que ambas instanciasincidieran decididamente en el desarrollo nacional.

El mito oligárquico y la higiene metafísica

La sociedad argentina se ha perdido en muchas ocasionesen una metafísica improductiva. El “mal” que aqueja a comien-zos del Siglo XX a Carlos Riga, el personaje de la novela deManuel Gálvez, probablemente ha tenido especial peso en lacultura argentina. En el café “La Brasileña”, Riga y el círculode poetas, artistas y trasnochados, pasaban largas horas “de-finiendo la Vida, componiendo la Sociedad, maldiciendo al odio-so filisteo que les ignoraba, y engañando la pobreza y la sed degloria con fáciles ensueños vagos” (Gálvez, 1943, p. 9 ), tareadigna de toda vanguardia y de toda bohemia. Pero las van-guardias son efímeras, transitorias y sus intuiciones pueden ono incorporarse al sentido común de las sociedades. Uno delos problemas que nos preocupan, es la dificultad argentinapara establecer nexos entre sus vanguardias y la cultura co-lectiva, cuya borra conservadora se ha mostrado repetidas ve-ces expulsiva de lo diferente.

Al final de la novela de Gálvez, cuando Riga está moribundode tuberculosis y fracaso, Eduardo (personaje que tiene gana-do el derecho a perder su tiempo en noches de poesía, porquepertenece a la familia oligárquica) lamenta el fracaso de suamigo, denunciando la imposibilidad de la “vocación de soñar,de producir belleza [...] en esta patria joven.”

Gálvez reduce la postura del creador a la metafísica, que enboca de sus personajes es una enfermedad o una inadapta-ción. Usando un lenguaje más sociológico, podríamos decir quela vocación de Riga, expulsado por su familia, se torna enfer-medad porque no hay institución que la sostenga. Una clasemedia que solamente acepta hijos doctores, rechaza la “Idea

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Moderna”1 tanto como la orientación de los estudios medios yuniversitarios hacia el trabajo productivo. “El alma románticade Riga estaba de más en la Cartago que era Buenos Aires”,dice Eduardo (Gálvez, 1943, pp. 240-241).

En esa Buenos Aires administradora de los negocios de laoligarquía, los innovadores del arte y de la producción no lle-gaban a constituir vanguardias que devinieran o influyeran encambios profundos de la cultura fenicia. La tendencia fuemetaforizar la creación y la investigación como locura: darlesun lugar en el reverso de la sociedad, que supuestamente sur-giría de alguna revolución, necesariamente fracasada en losrelatos, un no lugar, como el espacio que habitarían años des-pués, los siete locos de Roberto Arlt.

Es interesante la hipótesis de Jorge Salessi en Médicos, ma-leantes y maricas (1995). Argumenta el autor que la metáforaCivilización y Barbarie sirvió para explicar las luchas entre loscaudillos y las dificultades para formar un gobierno central, hastaque la Nación se organizó, pero que no alcanzó para cimentar lamodernización liberal. Las epidemias de 1867 y 1871 dieron pieal modelo higienista (sus principios teóricos, formas de repre-sentación y metáforas) para asociar todos los sectores contraun enemigo invisible que amenazaba a la sociedad entera.2 Nosolo el comisario Ramón Falcón esperaba a los extranjeros en elpuerto sino también las medidas sanitarias y pedagógicas deJosé María Ramos Mejía (Salessi, 1995, p. 117; Puiggrós, 1990,3ª parte). El papel de los médicos positivistas fue muy impor-tante en la constitución de las instituciones escolares y muchasde sus concepciones organizan rituales aún en ejercicio.

Desde nuestro punto de vista, la metáfora civilización o bar-barie no es excluyente sino madre de su higiénica sucesora;constituye un dispositivo que ha sido inherente a la cultura

1 Referencia a la revista literaria de vanguardia, que dirige el personaje deGálvez en la novela El mal metafísico.

2 El higienismo había adquirido prestigio mundial, especialmente desdeque, en 1875 y 1885, Pasteur y Lister hicieron sus descubrimientos de bac-terias y vacunas y se había constituido en un modelo médico-pedagógico,sobre el cual nos hemos extendido en A. Puiggrós, 1990.

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argentina, a la que ha atrapado, dotándola del instrumentopara imaginarse a sí misma. La dicotomía es construida comouna relación de exclusión entre los que pertenecen a los círcu-los del poder o saben subordinarse y los perdidos entre el alco-hol y los gritos desesperados de las muchachas que, abando-nadas, abortaban. Manuel Gálvez da cuenta de esa situaciónal describir el clima cultural de La Rioja a comienzos de siglo,en La Maestra Normal (Gálvez, 1918).

El temor argentino a salir de la dicotomía fundante, se reflejaen las imágenes de una sociedad de pulmones putrefactos omentes esquizofrénicas, de columnas vertebrales infantiles mol-deadas por la escoliosis y chicos contestadores o malhabladosque aterran a los redactores de El Monitor de la Educación Comúny a sus lectores. El higienismo permite dividir la comunidad en-tre sanos y enfermos, cuerdos y locos, sabios y disparatados,educables e ineducables, maestras obedientes de la autoridadcentral o perdidas, irremisiblemente enfermas de aflicción, comoRaselda, la maestra normal de Gálvez (Gálvez, 1918, p. 337).

La sociedad de comienzos del siglo XX se había hecho máscompleja que aquella de los europeos y los indios-gauchos-hispanoamericanos y requería con urgencia una política quedirigiera el proceso de combinación cultural. Tensada por latozudez y falta de perspectiva de la clase rentística, por el an-sia de pertenecer a la sociedad de adopción que tenían losinmigrantes y su disposición a abandonar la lengua y la cultu-ra originaria, por el positivismo de la escuela pública y por elpeso de los fundamentalismos ideológicos, la sociedad argenti-na no tuvo posibilidades de procesar un mestizaje ideológico ycultural conveniente a la democracia.

Convivir era, empero, necesario. Algún tipo de unidad debíalograrse. La dificultad a aceptarse entre si tuvo una contra-parte en la afirmación del más elemental de los enemigos co-munes: la muerte. Legitimado por el rastro de las grandes pes-tes, el higienismo permitió representar una unidad social frentea la amenaza colectiva y desarrollar un gran programa de co-municación social. Entre los principales instrumentos del pro-grama estuvieron la escuela pública y los folletines. En la Re-

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pública Conservadora, la sociedad, cada vez más heterogénea,encontraba como punto de acuerdo y fuente de disciplina-miento, la perspectiva final, aunque en los mismos años circu-laban otras propuestas.

La discusión sobre el destino del país limitado a una agroexportación a la cual no era necesario agregar valor, o bien laprogramación del desarrollo industrial, que implicaba un pro-yecto de inversión en tecnología y formación de capital huma-no, recorría los salones de reuniones del Partido AutonomistaNacional hasta los folletines que, como es sabido, tenían unaenorme difusión popular. En ellos puede leerse la dramatiza-ción de la problemática del inmigrante cuyas posibilidades deconseguir empleo se restringen como consecuencia del escasodesarrollo industrial. También era importante la difusión deltema en discusión, realizada en la época por las sociedadesobreras y las publicaciones y conferencias de los socialistas,liberales y anarquistas.

La escuela, en cambio, debía guardar las formas, porque sulegitimidad, en tanto laicista y pública, requería de ella unesfuerzo a favor del orden establecido. En el paquete didácticovenía el país agro exportador, pero también un contenido mo-ral fuerte, que concentraría gran parte del esfuerzo docente.Los resultados de la Enquéte Naón (Ministerio Naón, 1910, TomoI, p.7) son ilustrativos al respecto. Inquiridos acerca de la com-posición del plan de estudios vigente, los profesores respon-den como sigue:

por la incorporación de la cátedra de moral ................ 244en contra ........................................................................ 21asumiendo que la moral debe estar en toda la

actividad educativa por el equilibro entreenseñanza científica y literaria .................................. 30

por la incorporación de cosmografía .............................. 68por la incorporación de trigonometría ............................ 13por la incorporación de geometría analítica ..................... 3por la incorporación de trigonometría ............................ 10por la incorporación de latín ............................................ 6por la incorporación de economía política ..................... 10

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El autor del informe aclara que el sentido que los profeso-res pretenden dar a la educación moral es de tipo cívico másque filosófico. Es una pulseada con la moral católica que, se-gún nuestra hipótesis, estaba presente en las escuela públicasy laicas.

En nuestra opinión, el catolicismo siguió mucho más vitalde lo que frecuentemente se considera, en las décadas poste-riores al dictado de la Ley 1420 y el normalismo debió hacerun esfuerzo extra de ritualización para conservar sus posicio-nes. Habiéndose planteado el conflicto entre Iglesia y Estadoen términos limitados –en comparación con la discusión defondo sobre la separación de ambas instancias– la única de-rrota que sufrió la Iglesia fue la inclusión del laicismo en laLey 1420. Pero la enseñanza religiosa se siguió impartiendo enlas escuelas públicas de casi todas las provincias del noroesteargentino, con excepcionales interrupciones, hasta la actuali-dad y la orden de los salesianos avanzó en los territorios na-cionales, junto con la gendarmería, instalando bases cultura-les en medio de desiertos. El poder de la Iglesia durante laRepública Conservadora debe buscarse en el interior de losorganismos gubernamentales nacionales, provinciales y loca-les, en las parroquias, en los cuarteles y en las costumbresfamiliares. Pero la presencia de la iconografía, la ritualidad ylos valores católicos en la escuela pública deben ser particularobjeto de revisión.

La Iglesia que recuperó protagonismo en la escena públicay en particular en la escuela en los años 30, no fue tan solo lainmediata consecuencia del Congreso Eucarístico de 1934, sinoque la organización de dicho Congreso fue la culminación deun proceso de crecimiento que debe analizarse en las décadasanteriores.

Bajo la fuerte mirada vigilante sobre comportamientos yvalores, por parte de un poder eclesiástico tradicionalista, queen regiones como el noroeste acentuaba su integrismo, la es-cuela pública penetraba la sociedad con más dificultades quelas que se han registrado. La generación liberal católica de ladécada de 1880 lamentablemente no había dejado herederos

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suficientes, que probablemente hubieran sido polemistas inte-resantes frente al positivismo laico pero represivo. En cambio,era un tradicionalismo hispanista el que enfrentaba a losnormalistas. De “cosas terribles” eran acusados los maestrosnormales en El Constitucional de La Rioja. Nos relata Gálvez“[...] acusaciones que revelaban odio, malquerencia. Decían queuna celadora había patrocinado relaciones ilícitas de un profe-sor y una alumna[...]”, pese a la “diligencia del Director en asun-tos de disciplina y moral”( Gálvez, 1918, p. 48).

Los maestros egresaban de la Escuela Normal munidos deinstrumentos didácticos, destinados a alfabetizar y a enseñarlos principios de la moral y la higiene, compartiendo un únicomodelo de ciudadano ideal. Los contenidos que retenían lamayor atención de los docentes eran el espíritu patriótico y ladistancia entre los cuerpos. La obsesión porque los niños sa-lieran del salón de clase en fila militar, se pararan para hablarcon los adultos o usaran el lenguaje correcto y uniforme, defiliación hispanista, deja ver un temor a la dispersión cultural,comprensible en una sociedad cargada de inmigración tan re-ciente. Pero es un instrumento de coerción que en la escuelaatentó contra la articulación de una convivencia democrática.El reaseguro del triunfo progresista de 1884 fue un paquetepedagógico distribuido por las escuelas normales en los añosposteriores. A medida que esas directivas iniciales se fueronritualizando, el discurso escolar fue concentrándose en la re-petición y la rutina. El higienismo, declinó los contenidos cien-tíficos y tecnológicos importantes para la época, al convertirseen ideología pedagógica, guía de comportamientos, premios ycastigos.

Bien puede ubicarse el higienismo en la serie de situacio-nes límite que generamos los argentinos llenando la Plaza deMayo y las plazas provinciales ante acontecimientos tremen-dos, dramáticos, para luego dispersarnos sin poder sosteneruna organicidad más perdurable.

Hay por supuesto excepciones, hubo períodos de mayor co-hesión social, existieron instituciones que duraron décadas,entre las cuales ha sido muy importante el papel de las depor-

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tivas y los partidos políticos. Ambos han sido espacios de so-cialización, de vinculación primaria y de expansión de pasio-nes. Pero la Argentina no es ajena a la actitud de muchos pue-blos a quienes solamente un enemigo externo, real o imagina-rio, consigue circunstancialmente postergar divisiones que laatraviesan en forma muy dañina.

Algo del espíritu (Derridá, 1995, p. 23) encontró problemaspara trabajar los múltiples elementos culturales que enrique-cían a la Argentina de aquella época. Hubo dificultades paraproducir combinaciones fértiles y la integración alcanzada pudosostenerse tan solo hasta 1930. Así como la escuela no incor-poró mecanismos para desplazarse del paquete didácticoparanaense, sino que fue atrapada por la repetición positivis-ta, tampoco las universidades aportaron la suficiente raciona-lidad.

La propia Universidad Nacional de La Plata tuvo dificulta-des para sostener su finalidad fundante, es decir la investiga-ción, frente a la demanda de profesionalismo. Pese a aquellatradición anglosajona impulsada por Sarmiento y sostenidaen la UNLP por Emil Bosé y Richard Gans, hasta mediados dela década de 1920, entre 1914 y 1928 no se graduó ningúnfísico. Enrique Gaviola y otros de sus discípulos sufrieron pro-fesores que conseguían reunir un ingreso económico trabajan-do por horas en la UBA, la UNLP, los colegios secundarios y losinstitutos militares, (Bernaola, 2001), así como la carencia debecas y la dependencia de una dirección más paternalista queprofesional en las cátedras y grupos de investigación. Los cien-tíficos sufrían de esa manera una particular forma demarginación. La sensación más frecuente que se distingue ensus biografías es la incertidumbre institucional, que es uno delos inconvenientes más agudos para llevar a cabo tareas cuyosritmos y plazos difieren de los políticos.

Es probable que la incertidumbre haya impulsado tambiéna muchos intelectuales a buscar seguridades en los extremos,es decir asumiéndose como orgánicos o bien aceptando lamarginalidad. En general tuvieron pocas oportunidades de sos-tener y desarrollar instituciones equidistantes del poder, ya

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fuera participando en él o luchando contra él. Ingenieros, en1900, fue Jefe de Clínicas del Servicio de Observación deAlienados de la Policía Federal (Salessi, 1995, p. 121), en tantoes inolvidable la imagen de Borges inaugurando la Feria dellibro de 1977, con el dictador Jorge R. Videla. Por el contrario,muchos otros publicaron en medios de prensa de efímera exis-tencia o marginales, vivieron en la pobreza, fueron discrimina-dos en los medios académicos, sufrieron la censura, se vierontirados al exilio o sucumbieron en los campos de concentra-ción.

La intolerancia del otro ha sido una manera de vincularsede los argentinos que, si bien encontró en la dictadura de lasFuerzas Armadas denominada “Proceso de reorganización na-cional” (1976/1983) su más perversa expresión, ha tenido unapresencia determinante en la propia sociedad civil, creandoallí las condiciones de posibilidad para la instalación de losgobiernos autoritarios.

Puede sospecharse que uno de los mayores déficit de losintelectuales ha sido la insuficiente atención puesta en tejermediaciones, vincular diferencias y proporcionar a las nuevasgeneraciones metáforas que representaran asociaciones y soli-daridades.

La filiación y tres articulaciones conflictivas

La metáfora civilización o barbarie parece inagotable. Esadicotomía, que tiene varias de sus raíces en el fundamentalismotradicionalista colonial, asumida por la oligarquía liberal, hasido uno de los inconvenientes ideológicos más serios para ins-talar las bases materiales de una democracia viable. Ese tradi-cionalismo fue posible por la combinación de varios factores,entre los cuales ocupan lugares principales la confianza ciegaen la reproducción automática, natural y eterna de la rentaagraria y la herencia de una cultura colonial alejada de la éti-ca del trabajo y el ahorro. La advertencia de este último pro-blema por algunos intelectuales liberales del siglo XIX, chocó

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contra el estrecho mundo cultural de la oligarquía y de la Igle-sia conservadora, que no dejaban espacio para la creación, lainvención o el cambio de las costumbres.

Empero, la valoración de los argentinos ha sido vinculadacon la extensión y la excelencia de su sistema moderno deinstrucción pública. Tiene razón Beatriz Sarlo cuando señalaa la escuela pública como la vanguardia político cultural delsiglo XX. No cabe duda que hay que subrayar el papel civiliza-dor de la escuela argentina, su capacidad alfabetizadora y suintervención en la formación de los sujetos. Efectivamente,durante muchas décadas “ser argentino era saber leer y escri-bir; tener empleo y ciudadanía política” (Sarlo, 2002, p. 2).

La pregunta es, ¿cuándo comenzaron los obstáculos? Entrelos educadores argentinos se discute si el sistema escolar re-sistió íntegro durante la vigencia del viejo esquema agrarioexportador y comenzó a deteriorarse con su decadencia; si laescuela argentina fue sacudida por sucesivas políticas agresi-vas de lo público; o bien si fue eficaz hasta la aplicación de laspolíticas neoliberales. Estamos frente a un dilema, porque lacalidad de un sistema de transmisión-adquisición de la cultu-ra se evalúa a lo largo de las generaciones. Su función princi-pal es garantizar la continuidad de la vida cultural, procesomás amigo del cambio que de la redundancia. Joaquín V.González se preocupaba por ello.

La obra del presidente de la Universidad Nacional de La Pla-ta merece ser analizada pues guarda claves importantes de losobstáculos que enfrentó la educación, como producto deinsalvables antinomias contenidas en el pensamiento de lossectores dirigentes. Al advertir la imperfección de una forma-ción puramente empírica de los gobernantes, González lanza-ba una advertencia que puede generalizarse al conjunto delproceso educativo. Decía: “No es suficiente poder decir que te-nemos hoy dónde elegir buenos o inmejorables hombres de go-bierno, sino el poder afirmar que éstos habrían de tener conti-nuadores en una serie interminable de generaciones. Y (cita aWashington, nota de la autora) el autor eminente de ´newfreedom´ agregaría, que no cree en que Sud América sea grande

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por tener hoy en su seno grandes hombres, sino en la proporciónen que pudiera asegurar el tenerlos en la generación venidera; yella es rica en sus hijos aún no nacidos; rica, es decir si esosniños aún no nacidos ven la hora del sol en un día de acciónfecunda, o en un día en el cual puedan desplegar sus energíasal igual que su voluntad, y no bajo la condición alternativa de´empleados o nada´, o bajo la presión de los monopolios regla-mentados de los grupos industriales o políticos privilegiados”(González, 1915, p. 11).

El propio González, sin embargo, no dejaba de compartircon los positivistas que la escuela, al mismo tiempo que difun-dir la educación básica, debía ser clasificadora de los grupossociales de acuerdo a sus capacidades de aprendizaje,correlacionadas con variables físicas, raciales, sociales y polí-ticas en los laboratorios de paidología. Era una tarea preventi-va de la transgresión y reeducadora. Los educadores positivistaseran hombres del sistema escolar. Se habían formado comonormalistas y ejercían la docencia en escuelas secundarias yen las universidades. Adherían al ideario sarmientino-mitrista.

Si educar es, como dice Meirieu (2001), “hacer sitio al quellega y ofrecerle medios para ocuparlo”, la discusión pedagógi-ca rondaba las medidas y las jerarquías de ese sitio, porquecuando los inmigrantes colmaron Buenos Aires y Rosario, co-bró nueva importancia para la unidad nacional la cuestión delos orígenes y la filiación. Cuando la población comenzó a sermultitudinaria en las ciudades, se expresó como programaeducativo un sistema de ordenamiento social. Dirigió el Con-sejo Nacional de Educación José María Ramos Mejía, a quienhabía felicitado por sus trabajos el profesor de la Universidadde Turín, Cesare Lombroso y quien se inspiraba en Psicologíade las multitudes del comtiano Gustave Le Bon. La escena delos positivistas argentinos construyendo los organismos queconformarían el sistema escolar argentino no es un dato me-nor (Terán, 1987, p. 21).

¿En qué cultura nos inscribiríamos, cómo defenderse de losinvasores? La discusión sobre la filiación cultural había cru-zado la construcción del sujeto nacional enfrentando a tradi-

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cionalistas hispanistas y liberales afrancesados o proanglosajones. Los materiales del discurso escolar poseían unlenguaje forzadamente hispánico y tradicionalista, los retratosde los próceres liberales adornaban las paredes de las aulas,pero estaban incorporados mediante una operación de beatifi-cación que eliminaba sus posibilidades de interferir la icono-grafía católica, pese a los alegatos en pos del laicismo, de losdocentes liberales, socialistas y anarquistas. La mayoría de lacomunidad era católica, si bien defendía la escuela públicacomo la mediación para integrarse a la joven sociedad y noabandonaba el cumplimiento de la mayor parte de los ritualesque legalizaban ante la Iglesia la organización de su vida. Entodo caso, había una duplicación de pertenencias, cuyos efec-tos en la conformación ideológica de las nuevas masas socia-les en los años 30 y 40, habría que estudiar. Acotemos que sucomprensión es indispensable para entender las bases ideoló-gicas del peronismo (Bernetti J., Puiggrós A., 1993).

La complejidad de la herencia era un problema serio paraquienes debían construir los planes de estudio y la currículaescolar y para los maestros y profesores que tratabancotidianamente con padres y madres italianos o vascos, o po-lacos; a la vez solo les estaba permitido usar en la escuela elespañol de Cervantes. ¿Quién debía heredar la cultura, a quiénhabía que educar, cuál el sujeto susceptible de recibir tal lega-do? Las respuestas son cruciales pues no hay cultura sin he-rencia, no hay posibilidades de lograr “que se vayan”, si setrata de la continuidad de una sociedad.

Siempre es factible, en cambio, que el educador seleccioneal educando y el educando elegido se niegue a adquirir la cul-tura que le ofrecen. Así como los pueblos son capaces de ago-tar las vías de la política y elegir la guerra, es posible que senieguen a transmitir y/o recibir la cultura o aspectos de ella,hecho que quizás constituye uno de los problemas de nuestraépoca (Meirieu, 2001). Enseñar y aprender no son dos accio-nes continuas, no constituyen un proceso lineal. No existe ga-rantía para el educador sobre la impresión que perpetrará sumensaje, llámese educador al antiguo normalista, al político o

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al televisor. El otro sujeto es inabordable en su totalidad, no esposible invadirlo o sustituirle en su deseo, sin hacerlo desapa-recer, destruyendo sus posibilidades de constituirse como su-jeto. Aunque no le corresponda a la pedagogía, sino al psicoa-nálisis, sostener que la educación es radicalmente imposible,debe entenderse que entre educador y educando hay un vín-culo signado, al menos, por el dislocamiento.

No nos proporciona luz sobre nuestros males reducir el aná-lisis al comportamiento de la clase dominante como educado-ra. El proceso histórico argentino desde ese punto de vistapolítico pedagógico, proporciona al investigador un fuerte apren-dizaje del tradicionalismo autoritario que residió en la ciuda-danía. Las dificultades para dar sustento y continuidad a unacultura democrática o autoritaria, se apoyan en creencias, con-vicciones, ideas y decisiones de los ciudadanos, referidas a laaceptación de un tipo de valores y el rechazo de otros. En esaelección ha sido decisiva la respuesta positiva a la interpela-ción a grandes sectores sociales, que efectuó el mito oligárquicode la Argentina indestructible.

El presupuesto cultural de la oportunidad individual en unmarco de progreso natural, redujo las motivaciones para laasociación, para acuerdos que implicaran renuncias particu-lares, postergaciones o aportes a la construcción de lo público.Esta sociedad se construyó esperando la ayuda del Estado, enlugar de ser generadora y sostenedora de un Estado que laregulara. Las consecuencias negativas no solamente fueron ladebilidad de ese Estado, sino de la propia sociedad civil. Niuno ni otra, fueron capaces de establecer y sostener las arti-culaciones que constituyen la secuencia transmisión genera-cional de saberes –producción de conocimientos– diversifica-ción y agregado de valor a los productos nacionales –cambiosen los procesos institucionales– reforma político educativa, fren-te a las fuerzas conservadoras que siempre están al acecho. Lacrisis de los sistemas de investigación y educación tiene origenen esa situación.

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Tres articulaciones difíciles de sostener

Primera articulación: La continuidad de las sociedades re-quiere que exista también la traducción: que el alumno tome,seleccione, rechace para resultar adquisidor de una herencia.Esta es la primer articulación que toda sociedad exige. La con-tinuidad de la historia acepta el malentendido, pero no la des-atención, el abandono o la sordera. Hay que ligar las genera-ciones mediante la ley, enseñando las normas y las costum-bres, transmitiendo los oficios, ofreciendo los secretos de lacultura. Se adquieren los aprendizajes necesarios para produ-cir la continuidad de la sociedad, si entre maestro y alumno seestablece una distancia y una distinción. La historia sigue sise producen cambios generacionales de los sujetos, no sola-mente de los actores.

Un aporte de la escuela argentina de fines del siglo XIX yprincipios del XX a las dificultades posteriores, fue haber in-sistido en el ejemplo antes que en la creación, en la conserva-ción antes que en el trabajo productivo, en el ritual antes queen la comprensión de la norma, en la autoridad basada en elprejuicio antes que en el consenso. Ha sido una manera parti-cular de expresar la falta de perspectiva de la oligarquía y suescaso interés y limitada actividad previsora del futuro del país.

Segunda articulación: consiste en usar la cultura adquiridapara producir conocimientos, en moldear los saberes destinán-dolos al descubrimiento y la invención de algo nuevo. Se pue-den buscar estrellas, producir métodos para mejorar las plan-taciones, investigar cómo es la sociedad a la que pertenece-mos. Para que la articulación se produzca, es necesario soste-ner una pasión, como la que poseen hoy nuestros astrónomosque impulsan el proyecto Pierre Auger, que pasan sus nochesen El Leoncito, sus días en Falda del Carmen o que participandel Géminis. O bien, sostener una iniciativa como algunos cau-dillos del siglo XIX que, en medio de las guerras interiores, seinteresaron por los adelantos tecnológicos y pedagógicos queestaban en boga en Europa. Vale la pena recordarlo.

Artigas deseaba motivar a la población para que saliera de

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la vida sedentaria fomentando la agricultura, la industria yel comercio y habilitando puertos, por lo cual promovió laeducación e introdujo una de las más avanzadas tecnologíasde la época: la imprenta. Estanislao López propició la educa-ción pública provincial vinculándola con la utilidad y el ade-lanto de Santa Fe. No solamente distribuyó catecismos, carti-llas y catones (el material didáctico que se usaba por aquelentonces para la enseñanza de la lectoescritura) sino que in-tentó implantar el Sistema Lancasteriano en Santa Fe, reco-giendo como antecedente el Reglamento dictado por el Te-niente de Gobernador Melchor de Echague y Andía en 1784.Ese documento imponía la obligatoriedad escolar entre los 7y los 12 años y afirmaba que la primer ciencia es saber leer yescribir. El proto sistema escolar establecido por López esta-ba compuesto por establecimientos de primeras letras paravarones y niñas, colegios secundarios y la escuela especial deoficios para varones.

El caudillo entrerriano Pancho Ramírez y Aimé Bompland,el naturalista y botánico francés, a quien Belgrano, Sarrateay Rivadavia habían invitado a visitar nuestra región a finesde 1814, emprendieron una experiencia interesante. TambiénBolívar había convocado a Bompland, quien en 1818 obtuvoel cargo de “Naturalista de las Provincias Unidas”, en reem-plazo de Tadeo Haenke. En 1821 el francés presentó a Ramí-rez un importante programa de explotación yerbatera en Mi-siones, que incluía la fundación de un establecimiento agrí-cola modelo y se instaló en Santa Ana. Bompland le escribióal caudillo del Paraguay, ofreciéndole también sus servicios,pero el Dr. Francia temió que el sabio fuera un espía de otroscaudillos que querían competir con su país en la explotaciónde la yerba mate, o bien un agente inglés. En diciembre de1821 envió 400 soldados a destruir Santa Ana. Bompland,engrillado, fue conducido al Paraguay, adonde desarrolló in-vestigaciones, pero de donde no se le permitió salir por 9 años,pese al clamor en su defensa de la comunidad científica in-ternacional (Santillán, 1956).

Existe información como para suponer que algunos caudi-

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llos se interesaron en la promoción de los oficios, la formaciónde profesionales y el estímulo al progreso, pero se trata de untema que requiere más investigación, pues tanto el liberalismocomo el revisionismo se han concentrado en el relato de lasluchas políticas y militares sin indagar suficientemente en lasformaciones culturales. A los caudillos los animaba la urgen-cia de lograr un desarrollo regional que los fortaleciera en suregión frente al poder central. Pueden encontrarse diferenciasentre las banderas de “Religión o muerte” de Facundo Quirogay el intento de establecer la educación pública, por parte deEstanislao López, por ejemplo, que son significativas de la evo-lución cultural e ideológica posterior de cada región.

Otro tipo de obstáculos, subjetivos e ideológicos, se le pre-sentaron a Sarmiento para establecer una relación fluida en-tre educación básica e investigación científica. La ciencia leapasionaba. Fue probablemente comiendo en la casa de Maryy Thomas Mann, cuando se trabó en una conversación fasci-nante con Benjamín Apthorp Gould, que culminó en una visi-ta al laboratorio particular del famoso científico. Este quisomostrarle su reciente invento. Se trataba de un aparato quetransmitía ondas a un telégrafo. Registraba al minuto el trán-sito de una estrella, entre las cuarenta que Gould había cla-sificado. Su idea de erigir el primer observatorio del hemisfe-rio sur inspiró a Sarmiento quien, unos años después, consi-guió que el sabio se instalara en Córdoba, para organizar elObservatorio Astronómico. (Houston Luiggi, 1959, p. 35;Bernaola, 2001, p. 465)

En su primer viaje a los Estados Unidos, Sarmiento se asom-bró al visitar la Escuela Normal de West Newton porque lasestudiantes, en su mayoría mujeres, estudiaban matemáticas,química, botánica y anatomía. En su segunda visita, cuandoemprendió la tarea de reclutar maestros para la Argentina,una de sus primeras elecciones para dirigir el sistema escolarargentino fue un hijo de Horace Mann, que era un científico;pero éste murió prematuramente. Tiempo después, en 1871,Sarmiento invitó al descendiente más joven de Mann, Benja-mín Pickman Mann, a la sazón corresponsal del diario El Na-

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cional de Buenos Aires, para la inauguración del ObservatorioAstronómico de Córdoba. Benjamín Mann estaba haciendo in-vestigaciones entomológicas en Brasil, para el Departamentode Agricultura de los Estados Unidos, y no pudo concurrir acausa de la epidemia de fiebre amarilla que estalló en Brasil.Sarmiento, acordaba con Horace Mann en la vinculación entreel progreso social y el progreso científico, siendo la base deambos la extensión de la educación común3 (Gutiérrez Del Arro-yo, 1930). Especialmente en su vinculación con Juana Manso,el pensamiento sarmientino resalta el papel de la razón (Man-so, 1868).

Detengámonos ahora en los obstáculos de Sarmiento, deimportancia nada menor, puesto que algunos de ellos se filtra-ron como imagen especular a los maestros que lo heredaron.El más profundo conflicto del sanjuanino, su inagotable peleacon la población nativa y la herencia hispánica, fue su imposi-bilidad de incluir a toda la población en la categoría de educable.Su fidelidad a la dicotomía fundante civilización o barbarie, plagóde contradicciones la idea de educación popular, afectandoseriamente la vinculación entre enseñanza de los saberes ge-nerales o educación común y transmisión de los dispositivosproductores de saberes técnico-laborales, indispensables paratejer una trama consistente en las bases de la Nación. La polé-mica de Sarmiento con Pizarro es ilustrativa al respecto.

3 Entre los amigos destacados de Sarmiento se contaba Pedro Arata, emi-nente médico y químico, cuyo perfil es un ejemplo de las personalidades queinteresaban al autor de Recuerdos de Provincia. Con Arata, que pertenecía ala generación de Ramos Mejía, compartía Sarmiento. En la Biblioteca delMaestro se encontraba hasta hace unos años un retrato que Sarmiento leregaló a su amigo (Houston Luiggi, 1959, p. 33.) Arata pertenecía a la gene-ración de Ramos Mejía y era titular de química en la Facultad de Medicina,además de enseñar en la Facultad de Ingeniería. Fundó y dirigió la Facultadde Agronomía, Veterinaria. fue presidente del Consejo Nacional de Educa-ción con Sáenz Peña. Arata presidió la Sociedad Científica Argentina combi-nando su actividad académica con el impulso al desarrollo tecnológico, in-fluyendo, por ejemplo, en la mejora de la industria vitivinícola de Mendoza.(Santillán, 1956).

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En Educación popular Sarmiento había dicho que se debíandesarrollar tres tipos de capacidades: industriales, morales eintelectuales, propendiendo hacia una enseñanza utilitaria,racional y científica, tal como sostenía su guía, Horace Mannen aquel famoso Seventh Annual Report of the Board of Education(1844). El reformismo pedagógico norteamericano aportó a lainserción de la educación con el proceso de modernización eco-nómico social. Los Estados Unidos deben mucho de su soste-nido crecimiento a la articulación entre aquellas tres caracte-rísticas de la enseñanza. Las creaciones de los inventores pu-dieron ingresar en el proceso de industrialización y encaminarinstitucionalmente sus productos, desarrollar empresas y en-señar en colegios y universidades.

La traducción sarmientina tuvo la limitación que significa-ba la negación del sujeto que debía llevar a cabo la moderniza-ción y la reducción de la ciencia a la producción de conoci-mientos de alto valor cultural pero sin capacidad de incidir enlos procesos económicos y sociales. Claro está que una lecturaa La educación ultrapampeana (Sarmiento, 1954), así como delos periódicos La Unión y Los Principios, de Córdoba o El consti-tucional, de La Rioja, muestra también la profundidad de laherencia colonial que se oponía incluso al tipo de moderniza-ción estetizante que perseguía Sarmiento.

Tercera Articulación: Los campos arrasados de Ramírez ylos prejuicios del liberalismo decimonónico, escenifican tam-bién la tercer articulación que ha quedado irresuelta: conver-tir los saberes en un desarrollo sustentable nacional y sud-americano. Para ello, no basta con difundir una cultura básicay general; es necesario elaborar las articulaciones entre la edu-cación, la ciencia, la tecnología y las innovaciones producti-vas. Esa operación conlleva una carga de enseñanza aprendi-zaje que rebasa en mucho a los aspectos técnicos y en cambiorequiere una especial atención de los vínculos políticos y so-ciales. El acuerdo de la sociedad acerca de las grandes líneasde su destino, de sus valores y de su modelo políticoinstitucional, así como la confianza en el respeto por los acuer-dos, son condiciones para que la educación, la ciencia, la tec-

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nología y las innovaciones productivas, puedan planificarsecon vistas al mediano y largo plazo.

En ninguna de aquellas actividades es posible obtener re-sultados en los tiempos de comité o de telepolítica. Se requie-ren políticas de Estado e inversiones privadas sostenidas, queposean claridad sobre sus objetivos y que cuenten con el con-senso social y la voluntad política. Entre otras estrategias, serequieren acciones que vinculen a los inventores con los acto-res. Una metáfora de su dispersión es la situación histórica delos inventores, espontáneos y autodidactas, que abundaron yaún se reproducen, dando lugar a la inagotable inventiva delos argentinos y su desvinculación con el mundo académico yel mundo empresarial (Sarlo, 1997).

Un aspecto complementario que merece investigarse es lavisión de los investigadores sobre el destino nacional, y la inci-dencia de su opinión sobre ese destino. Solamente como unindicador del problema señalaremos que la Sociedad Científi-ca Argentina, fundada en 1872, vinculaba en sus bases el fo-mento de las ciencias matemáticas, físicas y naturales con susaplicaciones en las artes, la industria y la vida social. Pero laspolíticas públicas que debían responder a esa concepción nollegaban a estabilizarse, sufriendo cada cambio gubernamen-tal o capricho burocrático.

La sociedad argentina ha generado personalidades científi-cas y culturales brillantes, pero no ha sabido sostener políti-cas capaces de volcar y multiplicar esos talentos en forma dedesarrollo social y nacional. Las dificultades de los intelectua-les y científicos argentinos para formar escuela son evidentes.En ese sentido la lucha que llevó adelante Enrique Gaviola –yel testimonio de Mario Bunge al respecto– son un extraordina-rio ejemplo. La historia de los científicos e intelectuales argen-tinos es la deambulación por las oficinas burocráticas (paralograr fondos o simplemente evitar medidas arbitrarias odiscriminatorias con el objetivo de continuar sus trabajos), laemigración o el exilio.

El país ha dilapidado dineros y esfuerzos discontinuandoproyectos y despreciando la labor de los mismos especialistas

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que había atraído al país o formado en sus colegios y universi-dades. Uno de los primeros episodios que ejemplifican esa si-tuación fue el descuido por parte de los gobiernos de ManuelQuintana y José Figueroa Alcorta, del Observatorio Astronó-mico de Córdoba, que no solo llevó a John Macon Thome, su-cesor de Gould, a elevar una carta en 1906, solicitando apoyoselementales al gobierno nacional sino que debió intervenir enel conflicto la comunidad científica internacional. Desde elObservatorio, Gould había realizado avances fundamentalesen astronomía y Thome debía concluir esa tarea (Bernaola,2001). Para los políticos y burócratas sin perspectiva, que po-blaban los despachos de la República Conservadora, era impo-sible concebir los efectos positivos del derrame que produce elsaber sobre la sociedad y el daño prospectivo que significa sufalta.

Juan B. Alberdi, en sus Estudios económicos, ante la crisisde 1874, advierte contra el país de los “tinterillos”, personajesque cincuenta años después Arlt trituraría en el personaje deErdosain. Pero esa advertencia, hecha a tiempo, no fue com-pletada por el autor de las bases de nuestra Constitución conuna propuesta pedagógica, con un programa de formación delas nuevas generaciones en la cultura creadora y productiva.Alberdi desdeñó tanto las cualidades sudamericanas como paraconsiderar definitivamente improductiva a su comunidad.¿Cómo programar la herencia si se niega al sujeto destinata-rio? Alberdi tiene menos ambigüedades que Sarmiento al res-pecto, razón por la cual difiere con el sanjuanino sobre el cré-dito que este último le otorga a la educación.

Para Alberdi, los factores humanos del crecimiento econó-mico debían injertarse. La imposición de la ley ordenaría a losciudadanos. Sarmiento, aunque en el marco de sus contradic-ciones, contaba con la población capaz de adquirir educaciónbásica para cumplir conscientemente con las normas socialesy disponer de un espíritu industrioso. Ninguno dio suficienteimportancia a la vinculación de la educación con el trabajo yla producción.

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Investigación, educación y trabajo

La operación de los sectores dirigentes argentinos de finesdel siglo XIX y comienzos del XX consistió en instalar la escuelapública para el conjunto de la población, pero pusieron obstá-culos a que esa misma escuela formara una cultura del traba-jo y la producción. En ese sentido se debe destacar la enormeimportancia prospectiva que tuvo la selección cultural que sehizo al diseñar los curricula escolares en aquellas décadas.Los curricula fueron un escenario –no exclusivo pero sin dudadestacado– de la escisión entre generación de conocimientos,educación, trabajo y producción. Durante el siglo XX hubo va-rios intentos de reformas que se ocuparon de ese problema,fracasando.

Pero los efectos de esa situación sobre la sociedad no serestringieron a la imposibilidad de reformar la escuela norma-lista para instalar una escuela productiva, sino que afectaronel conjunto de dispositivos productores– transmisores de co-nocimientos. Ligar la investigación científica con el desarrollotecnológico e innovaciones productivas ha sido un proceso pla-gado de obstáculos. Esos inconvenientes provinieron de unaeconomía poco motivadora de la incorporación de conocimien-tos y desconfiada del valor que agregarían los producidos en elpaís. Otro aporte proviene de una concepción antigua, indivi-dualista y aristocrática de la investigación científica, que difi-cultó su vinculación con el desarrollo y la producción. Que selo dificulta aún.

La mentalidad improductiva e inmediatista, libresca yautosuficiente, nos fue llevando hasta la situación de agota-miento con la cual comenzamos el tercer milenio. La Argentinacuenta todavía con dos generaciones que pasaron por la es-cuela primaria y conserva un alto nivel de matriculación enlas estadísticas internacionales, aunque desde hace más deuna década la institución de enseñanza se fue convirtiendo enun espacio de asistencia y contención social, a costa de ungrave descuido de su finalidad pedagógica.

Las discusiones sobre los objetivos de los distintos ciclos

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del sistema de educación básica y media y de los estudios su-periores, incluyen diferencias sobre el destino del país. Losenunciados de esas discusiones han sido redundantes y repe-tidos durante un siglo. A fines del siglo XIX y principios del XXse sucedieron numerosos proyectos de reforma educativa, queapuntaban a proporcionarle a la educación media objetivosgenerosos en su carga práctica. Es innegable la influencia quetuvo en esos proyectos la discusión europea vigente por aque-llos años, pero la elección de una u otra posición por parte delos educadores y políticos estuvo determinada por su concep-ción del desarrollo nacional.

Algunas de las propuestas, como es el caso de la sostenidapor Carlos Vergara y en alguna medida el proyecto de OsvaldoMagnasco, estaban influidas por el pragmatismo norteamerica-no y la escuela activa europea, por lo cual insistían en la vincu-lación de la enseñanza con el entorno social y en la sustituciónde la enseñanza “bancaria”,4 centrada en la palabra del docen-te, por las propuestas dialógicas de la “Escuela Nueva”. Otrasofertas consideraban la capacitación de los jóvenes para el tra-bajo un aporte esencial para impulsar el progreso industrial.

En la voluntad favorable, o el rechazo, de la introducción dela educación para el trabajo en las escuelas, se han reflejadolos compromisos orgánicos de intelectuales y políticos.5 Unejemplo se encuentra en la famosa polémica de Sarmiento conManuel D. Pizarro, en ocasión de presentar este último, en sucarácter de ministro de Instrucción Pública del primer gobier-no de Julio A. Roca, ante el Congreso de la Nación, la Memoriade 1881. Ese informe incluía una crítica al estado de la ense-ñanza primaria y de los estudios preparatorios –enseñanzamedia– y la propuesta de diversificar el curriculum de estosúltimos, orientándolos hacia el desarrollo industrial y ofreciendo

4 Usamos la categoría de Paulo Freire que refiere la acción de depositarconocimientos en las mentes de los alumnos.

5 En el mencionado campo de discusión se destacan las propuestas y/oproyectos de Balestra, Bermejo, Belaustegui, Gouchon, la polémica Magnasco-Carbó.

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capacitación laboral. Sarmiento, que era por entonces super-intendente general de Escuelas, enterado del proyecto de re-forma de Pizarro reaccionó violentamente, sosteniendo conargumentos racistas que este país no sería industrial por ca-recer de brazos, instintos y tradiciones industriales; sería me-jor importar a los mecánicos o los directores de obras, pues nose necesitaba que fueran argentinos. La perspectiva de Pizarrofue más amplia. En palabras que han sido muchas veces cita-das, respondió: “No encuentro la razón porque la Nación hayade vivir eternamente uncida y subyugada a la suerte de la in-dustria extranjera en las manufacturas y confecciones de im-portancia diaria, sin preparación para elaborarlas un día con lamateria prima que para ellas entrega en su explotación anual amanos extrañas, vinculando de un modo fatal su vida económi-ca a las vicisitudes actuales de las naciones a quienes se entre-ga en duro y humillante vasallaje.” (Pizarro, 1881, pp. 85-91;Tedesco, 1986, p. 51.)

Era complicada la posición de Sarmiento. Estaba doble-mente enfrentado con Pizarro porque el ministro de Roca eraun militante católico y debe recordarse que estaba en plenavigencia la disputa por la educación entre la Iglesia y el esta-do. La elevada intolerancia puesta en juego en esa disputacomplicó la interpretación de las posiciones de unos y otrosen aspectos de la problemática educativa que trascendían aque-lla diferencia que, si bien era crucial, no era el único proble-ma a resolver en el terreno educativo, aunque formaba partede la cuestión más compleja –y nunca resuelta en la Argenti-na– de la separación entre la Iglesia y el Estado, que en lamisma época había sido resuelta por otros países como Uru-guay y, décadas antes, México.

La posición del liberalismo católico era favorable a construirel sistema escolar sobre la base de los municipios y la partici-pación de la población, coincidiendo con la idea que Sarmientohabía recogido de Mann y disintiendo con el esquema mitrista.La cuestión se vuelve más compleja aún si observamos a Sar-miento defendiendo la educación común transmisora de saberesbásicos generales y rechazando la acción educativa dirigida a

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acumular capital social para el desarrollo capitalista, al mismotiempo que militantes liberales católicos pugnaban por una en-señanza que superara la escuela mitrista, que formaba un su-jeto cuyo destino era ser “desclasificado, empleomano,politiquero”, como lo calificaba Pablo Pizzurno –fundador conel positivista J. Alfredo Ferreya, de la Revista La Nueva Escuelay autor en 1902 de un importante proyecto de reforma de laescuela secundaria– o bien un personaje marginal.

Cierto es que la discusión apuntaba a los adolescentes declase media y sectores obreros que llegaran a la enseñanzamedia, puesto que los hijos de la oligarquía y de sectores me-dios altos, concurrirían a los colegios nacionales donde se losformaría como dirigentes. Sólo las propuestas basadas en unaposición pedagógica, como la de Vergara, aspiraban alcanzartodo el sistema, mientras que las demás afectaban a en espe-cial a la enseñanza media.

Entre las versiones más conservadoras, dirigidas a evitar quelos sectores medios emergentes llegaran a las universidades, sedestacó la reforma Saavedra Lamas, que reducía los años deobligatoriedad escolar e introducía un ciclo intermedio, ideadopor el positivista Víctor Mercante por motivos pedagógicos deideología neodarwinista. De esa manera segmentaban la pobla-ción de manera sincrónica con la clase social de procedencia.En otro trabajo (Puiggrós, 1992,1993) hemos sostenido que laopinión de los sectores medios y en particular de los docentesestaba dividida. La reforma de Saavedra Lamas fue derogadapor el Congreso de la Nación a poco de asumir el gobiernoIrigoyen, pero no puede deducirse de ello que fue la clase mediaen su conjunto quien rechazó las reformas mencionadas.

La complejidad parlamentaria que acompañó al caudillo ra-dical durante su primer gobierno, sumada a luchas por el con-trol del sistema escolar, internas al campo educativo, se resol-vió negativamente. El desacuerdo no dio la posibilidad de gene-rar una escuela activa, que se vinculara a la realidad social yproductiva, que capacitara para el trabajo a la vez que prepara-ra para los estudios universitarios, y que, mediante la obligato-riedad, resguardara el derecho a la educación de todos los ar-

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gentinos por igual. Se confundió una capacitación utilitaria vin-culada solamente a demandas inmediatas, con la educación parael trabajo que demandaban los educadores enrolados en el mo-vimiento de la escuela activa. No se logró articular la magia dela pedagogía que propugnaban los seguidores de Montesori,Decroly, Kilpatrick o Ferrer con los valores del trabajo producti-vo y el aprendizaje de las reglas de la democracia, aceptando lasenseñanzas de John Dewey. Se regresó al modelo sarmientinoque había sido un gran programa democrático, organizador deproto sistemas escolares dispersos, en los años posteriores aCaseros. Pero ese sistema se volvía conservador a finales delsiglo, cuando al rechazar las propuestas modernizadoras se li-gaba definitivamente a la idea mitrista, consolidando un siste-ma que sólo miraba al país agro exportador.

Aquellas dificultades se han expresado especialmente en lasdiscusiones nunca cerradas sobre las finalidades de la escuelasecundaria. El programa de educación básica elaborado por lageneración del 80 fue exitoso en cuanto a su finalidad integradoray ordenadora, hechas las salvedades anteriores sobre la supuestainstalación de una cultura laica. La escuela primaria obtuvouna concurrencia masiva al menos hasta el tercer grado y retu-vo a grandes sectores sociales durante su ciclo entero produ-ciendo un valioso proceso civilizatorio. El problema crucial es-tuvo y sigue estando ubicado en la enseñanza media. En la car-ta con la cual Enrique de Vedia (Rector del Colegio Nacional deBuenos Aires y del Colegio Nacional del Uruguay entre 1898 y1902), en nombre de la Comisión investigadora del estado ac-tual de la Enseñanza Secundaria en la República, acompaña ElInforme Oficial de 1910, dirigiéndose al Ministro de Justicia eInstrucción Pública, Dr. Rómulo S. Naón, dice que:

“[...] entre el silbar de las diez mil locomotoras, el resoplar decien fraguas, el paso marcial y firme de quinientos mil soldadospertrechados y listos, el repiquetear de centenares de millonesde oro, en la prestigiosa exuberancia de la fortuna pública yprivada, se presentará la Escuela secundaria, rebajada a unmero mecanismo administrativo, sin influencia social, sin presti-gio de actuaciones rectorales, y en espera todavía del carácter

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educativo con que ha de cumplir su misión civilizante” (De Vedia,en Ministerio Naón, 1910, p. 15).

De Vedia se quejaba del eclecticismo que reinaba en las aulasy de la influencia efímera de modas pedagógicas europeas –hecho que puede constatarse en las publicaciones periódicasde la época, en especial en El Monitor de la Educación Común–y reclama un sentido único, una dirección definida y un pro-grama estable para la escuela secundaria.6

6 No es el caso desarrollar aquí la historia de las reformas fracasadas sinotan solo de señalar la dificultad de la sociedad argentina para destrabar unsistema educativo que, siendo aparentemente moderno, fue quedando ligadoa una estructura económico social poco apta para estimular la producción-transmisión de conocimientos vinculados con el desarrollo. Asimismo, debeseñalarse que ningún proyecto de reforma del sistema sarmientino-mitrista,ya mencionado o posterior, careció de elementos estructurales que facilita-ran su fracaso. Entre los más trascendentes esfuerzos de reforma de la ense-ñanza media que se sucedieron en el siglo XX, el peronista, después de fraca-sar en el intento de Jorge Pedro Arizaga en 1947 de reformar la enseñanzamedia, eligió hacer un sistema educativo paralelo para los sectores popula-res, que fue paulatinamente desestructurado desde la Revolución Libertadora;la reforma de Onganía recogió la tradición conservadora de la Escuela Inter-media de Saavedra Lamas y resultó rechazada por los docentes; el ciclopolimodal, introducido en la Ley Federal de Educación por el gobierno deCarlos S. Menem se implantó al mismo tiempo que se transferían los estable-cimientos educativos a provincias quebradas, incapacitadas para garantizarel cumplimiento del ciclo básico.

Es inevitable la sensación de hartazgo ante los innumerables confronta-ciones sobre el destino del sistema educativo, que terminaron siempre res-taurando el viejo modelo, aunque cada vez más deteriorado. El efecto de sos-tener una educación pretendidamente ligada a la enciclopedia y desligadadel trabajo y de la racionalidad científica y técnica es amplio. No solamenteresintió el nivel de capacitación de la fuerza de trabajo en cada generación,sino que acumuló deficiencias conceptuales en la cultura. En especial afectóel sistema de valores de la sociedad. Enciclopedia (que fue perdiendo sushojas) y disciplinamiento moral, la fórmula más permanente de nuestro sis-tema educativo, no se condice con el espíritu creador, investigador que es labase para la producción de conocimientos, ni con la educación basada en lacomprensión de la ley y la incorporación de las normas que permiten convi-vir a una sociedad.

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Transitando aguas positivistas, a la vez que con una visiónamplia del rol que la ciencia debía jugar para el desarrollo delpaís, Joaquín V. González otorgaba un papel complejo a la Uni-versidad, pues esa institución deberá al propio tiempo difundirla ciencia lo máximo posible dentro de la sociedad, profundizarla investigación sobre problemas específicos y formar los profe-sionales. Reserva “un retiro inviolable y silencioso al que, pene-trado del ansia suprema de la alta investigación científica, se sienteconsagrado a ella por esa ignota atracción e inspiración de laverdad, en las profundidades del suelo, en los sutiles organismosde la vida vegetal o animal y en los azules abismos del espacioinfinito y en otros abismos, acaso más negros e impenetrables,del alma humana” (González, 1915, p. 16).

Dirigiéndose a los jóvenes de la Facultad de Agronomía yVeterinaria, González les expresaba la necesidad de apoderar-se de los resortes con los cuales por entonces contaba el “espe-cialista extranjero”, en la administración y dirección científicade las actividades agropecuarias. “Hacer industria nacional pro-ductiva con brazos y capitales sujetos al pensamiento nacional”,concluía (González, 1915, p. 30).

Un Ejército que se propone investigary educar para el desarrollo nacional

El destino que ha tenido nuestro país resulta más difícil deexplicar cuando se apunta que la idea industrializadora eracompartida por sectores importantes del poder. Analizando lacomposición del poder roquista, se encuentran posiciones en-frentadas que presagiaban destinos muy distintos. Entre ellos,surgió la fracción modernizadora que organizó las institucio-nes de un Ejército profesional, durante el segundo gobierno deRoca (1898-1904). La Argentina participaba del Sistema Inte-ramericano fundado en 1890, pero su posición fue antiinterven-cionista frente a las sucesivas invasiones de los Estados Uni-dos a países latinoamericanos, que se apoyaban en la Doctri-na Monroe (López, 1987, pp. 26-27; Puiggrós, 1980, 1ª parte).

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La hipótesis fuerte de los militares argentinos era, en coinci-dencia con sus pares de los países vecinos, especialmente loschilenos, la defensa de los límites territoriales, que estaban endisputa entre ellos (Potash, 1984, p. 16).

La centralidad de aquellos conflictos potenciales indica laincompletud de la constitución de las naciones sudamerica-nas y su debilidad para responder a los reclamos de integra-ción, que fueron creciendo en la época hasta alcanzar su máxi-ma expresión en el Movimiento Reformista de 1918. Estaba envigencia la doctrina del Gran Garrote, que aplicaba el presi-dente Teodoro Roosevelt, apoyado por eventuales socios euro-peos, como fue el caso de Alemania cuando se trató de la deu-da externa venezolana, pero los países latinoamericanos nolograron ninguna asociación defensiva consistente. La hipóte-sis de conflicto con los vecinos era (y es) antagónica con laintegración regional, de la cual dependían fuertemente los pro-yectos democráticos y progresistas, frente a la potencia emer-gente, los Estados Unidos.

No puede dejar de señalarse como una limitación del alcan-ce prospectivo del pensamiento de los sectores dirigentes, quela política roquista de construcción del Estado haya conside-rado a la Argentina autosuficiente. Aún cuando la renta de latierra dejaba al país divisas en abundancia, una perspectivade largo plazo requería de inversión dirigida tanto a la diversi-ficación productiva como al desarrollo tecnológico, el cuidadodel medio ambiente y la educación para el trabajo. Entre lascontradicciones del poder roquista, deben señalarse los im-pulsos del naciente Ejército profesional a la formación de cua-dros técnicos y el desarrollo científico-tecnológico para el avancedel país, que acompañó la significativa tarea de alfabetizacióny, aunque en menor medida, de capacitación técnica, llevada acabo por el servicio militar.

Como complemento de la tarea de defensa nacional, el ejér-cito que organizó el Gral. Ricchieri debía ser una fuerza profe-sional, defensora y custodio de las instituciones. La tarea pe-dagógica dirigida a la profesionalización fue amplia en esteperíodo, fundándose las más importantes instituciones educa-

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tivas militares. También en este caso, como en la creación delos organismos destinados a la investigación científica, fueronconvocados especialistas de Alemania y se envió a oficiales ar-gentinos a perfeccionarse en ese país (Potash, 1984, pp. 18-19). Debe advertirse que falta un estudio sistemático sobre laincidencia pedagógica de la convicción del Gral. Ricchieri, comoexponente del sector industrialista, respecto a la necesidad dedesarrollar la industria pesada en el país y sus avances enmateria siderúrgica (Norol L.; Brown, F., 1999).

Por su parte el Gral. Mosconi, militar e ingeniero graduadoen la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales de laUBA, expresaba que: “[...] no hay en la dirección superior deenseñanza la idea de complementar la preparación, desde co-mienzo de la profesión, del cuerpo de ingenieros civiles, que seráen el país el instrumento más poderoso de su progreso, regulan-do ríos, perforando montañas y reduciendo distancias por la lo-comotora y el riel, una vez que dejen de ser insolubles los pro-blemas fundamentales planteados por Alberdi y Sarmiento”.

Problemas insolubles eran, para los mencionados próceres,precisamente los fundamentos socioculturales de la sociedadargentina. Desde una perspectiva distinta, Mosconi, en cam-bio, propiciaba que se enviara a los diplomados en la Facultadde Ingeniería a perfeccionarse en el extranjero para desarro-llar las aptitudes nacionales y “no recurrir tanto a la importa-ción de especialistas, que generalmente no dan resultado; re-curso por otra parte, que va siendo manía[...]” (Sandra Pien,1999, p. 33).

Bajo la dirección de Mosconi, el personal del arsenal Este-ban de Luca transformó la energía térmica reemplazando elcarbón por petróleo crudo en hornos de fundición realizadoscon óxido de Quequén, sustituyó el cáñamo importado por elcaraguatá de la Mesopotamia, prohibió el uso de madera im-portada en el Arsenal, usando madera nacional, instaló unacuba electrolítica para galvanizar chapas en caliente, investi-gó y empleo productos del país para fabricación de armas(Sandra Pien, 1999).

Hemos apuntado la falta de vocación prospectiva de la oli-

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garquía y las contradicciones en el pensamiento de los diri-gentes. También señalamos la incompletitud en la conforma-ción de las naciones sudamericanas manifestada en el hechode tener como problema crucial la cuestión limítrofe y la nega-tiva a avanzar hacia la integración latinoamericana. En tanto,en la política educativa argentina triunfaron una y otra veztendencias conservadoras, incapaces de proyectar el futuro.

Cuando en las discusiones actuales entre educadores sobrelas causas de la crisis, se concluye que la razón del estanca-miento del sistema educativo fue su funcionalidad al esquemaagrario exportador, se esgrime un argumento que no es equi-vocado, pero es incompleto y demasiado cargado de undeterminismo economicista. Habría que preguntarse por lasrazones de la imprevisibilidad que ha tenido el conjunto de lasociedad argentina del Siglo XX y, especialmente de sus déca-das postreras, respecto a su futuro.

Epílogo IAlternancias entre el complejo de inferioridady el complejo de superioridad

Durante la República Conservadora, los intelectuales y di-rigentes liberal-conservadores clasificaron a su pueblo en di-versas categorías de definitiva inutilidad. Pero al mismo tiem-po construyeron un sujeto omnipotente, denominado “os ar-gentinos”.

Oscar Terán ilustra con acierto la ilusión de la generacióndel 80 de colocar a “los argentinos” en un lugar privilegiado delconcierto internacional, con la referencia a FlorentinoAmeghino, considerando a Darwin argentino por haber recogi-do materiales para la teoría de la evolución en nuestro territo-rio y con la reproducción del siguiente párrafo de ErnestoQuesada publicado en Nueva Revista de Buenos Aires en 1882:“la atención de los hombres pensadores del mundo entero estáaquí, porque aquí se elaboran actualmente los destinos futu-ros de la humanidad” (Terán, 1987 p. 14).

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Como bien observa el periodista y político francés, cronistade nuestro Centenario, Georges Clemenceau, era legítima laambición de los argentinos, muy en particular de los porteños,de que su país hiciera un buen papel frente a la desgastadaEuropa y extrajera de ella todos los conocimientos posibles(Clemenceau, 1999, p. 45). Pero esa buena figura que debíarepresentar no se correspondía con su situación plena, sinocon un país ilusorio. Sostener imaginariamente que ya esta-ban sentadas las bases para el infinito progreso de una Argen-tina moderna, requería de la construcción de un mito que per-mitiera obviar los límites de una Nación, cuya economía seapoyaba sustancialmente en la exportación de productos pri-marios y la importación de manufacturas.

Desde su crudo realismo Alberdi había sostenido en susEscritos económicos refiriéndose al país que atravesaba la cri-sis de 1874, que requería fuerte ayuda externa financiera ycultural; que su industria, el pastoreo, estaba intacta, peroera la única posible pues la Argentina, definitivamente, habíaperdido el tren de las manufacturas. Entre la población traba-jadora argentina, Alberdi rescataba tan solo a los gauchos, porsu aporte a la generación de la riqueza agraria. Más allá de losmencionados “tinterillos”, “peste de las ciudades”, el autor nogastaba pluma en dibujar potencialidades de los grupos socia-les argentinos (Alberdi, 1956, p. 414). Pese a tal opinión, Alberdiafirma, líneas más abajo, que los peores gobiernos no impedi-rán a la Argentina ser el país más rico de América del Sur:“Todas las causas económicas naturales que han hecho siem-pre del Río de la Plata un país más rico relativamente que losdemás de Sudamérica, quedan en pie; y como naturales que son,no pueden ser destruidas por ningún poder humano: ni por losmalos gobiernos, ni por las maniobras envidiosas de sus veci-nos” (Alberdi, 1956, p. 415).

La productividad del humus pampeano se asoció a la igno-rancia y la despreocupación de la oligarquía por el cuidadoecológico y constituyó uno de los orígenes del mito de la gran-deza argentina. Hubo otros elementos en el origen. La investi-gación contribuyó considerablemente, otorgándole a nuestra

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tierra un rol central en la teoría de la evolución. La vida habríacomenzado en la Argentina, expandiéndose universalmentedesde su territorio. Excavando la Patagonia, o las barrancasdel Paraná, como hacia Pedro Scalabrini con sus alumnosnormalistas, se podrían encontrar las pruebas del origen; re-cogiendo y ordenando los materiales paleontológicos se podríareconstruir la escala evolutiva. La evolución había empezadoen la Argentina.

En la ficción y en la realidad, el anciano Sarmiento defendiócon ahínco las banderas evolucionistas, que auguraban un des-tino promisorio a los argentinos en la lucha entre las especiessociales. Como personaje de la obra de teatro de Holmberg,Sarmiento pronunció un encendido discurso antitransformista,enfrentado a Burmeister, Agassiz y los científicos que reque-rían mayores pruebas sobre la teoría de la evolución y la vali-dez de las tesis con las cuales Ameghino había adquirido famaen Europa. En la realidad, Sarmiento fue orador en el TeatroNacional el 19 de mayo de 1882, a un mes de la muerte deDarwin, al que comparó con Newton, en un acto organizadopor el Círculo Médico Argentino (Monserrat, 2000, pp. 213-219).La confianza en la evolución nacional que Sarmiento expresaen ambas versiones, choca con su diagnóstico implacable delas bases sociales argentinas. Pues, ¿cómo podría evolucionarla sociedad sin el trabajo, la cultura y el gobierno de su gente?¿Quién labraría la tierra, quién amasaría el pan, quién labora-ría en las curtiembres, quién forjaría el metal en ese país des-poblado de sujetos calificables, dado que la inmigración no fueni tan capacitada ni tan civilizada como esperaban?

En la imaginación de la oligarquía, de sus intelectuales or-gánicos y a los ojos de los países compradores de carnes ygranos, la Argentina era rica, tan naturalmente rica, queClemenceau habría dicho “la Argentina es tan rica que progre-sa de noche, cuando el gobierno duerme” (García Lupo, enClemenceau, 1999, p. 11). Al lado del río más grande del mun-do, Buenos Aires era verdaderamente una joya de la moderni-dad urbana, para la época. Escuelas laicas, estudios técnicos,un instituto de bacteriología dirigido por el francés M. Lignéres,

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el Hospital Rivadavia especializado para mujeres, maternida-des ultra modernas, limpieza y esterilización de origen alemán,cultura de los médicos alimentada por las universidades fran-cesas y sobre todo, el manicomio, Open Door, donde los inter-nados ejercían oficios o recibían educación técnica.

También admiraba el visitante los elevadores de granos, losmodernos mataderos, las inspecciones sanitarias, el uso de latécnica de la huella digital para identificar criminales, el Jar-dín Botánico y el Jardín Zoológico dirigidos respectivamentepor uno de los mejores botánicos alemanes, Carlos Thays, yuno de los mejores zoólogos franco-italianos, Clemente Onelli.Se asombraba ante los más bellos monumentos provistos porpaíses europeos y Mar del Plata, la ciudad balnearia adonde setrasladaba todos los veranos la sociedad porteña con la cualalternaba Clemenceau. En la Exposición Internacional, reali-zada en ocasión del Centenario, el periodista francés pudo com-probar que, pese a la huelga que impidió su apertura plena el25 de mayo, los ganaderos consiguieron lucir en nuevos ymodernos pabellones su robusto ganado.

La Argentina vista desde el puerto causaba a los visitantesuna impresión teñida por el mito. Clemenceau dice que una delas particularidades de Buenos Aires es que no se puede ver sufin, porque continúa en esa pampa donde los cultivos cerealerosiban alcanzando el horizonte. Todo era infinito. Pero Clemen-ceau no come vidrio y no se priva de anotar que “lo picante deBuenos Aires es presentarnos, bajo velos de Europa, unargentinismo desatinado”. Con ironía, agrega que “lo más cu-rioso es que este patriotismo imitable [...] toma aquí aires tanamables, tan cándidos[...] que nos deseamos arrastrar bien pron-to por el deseo de ver como puede justificarse”(Clemenceau,1999, p. 46).

Asombrado del rechazo argentino a los aspectos nobles desus raíces hispánicas, Clemenceau relata que el “extremadoargentinismo de nuestros argentinos” se expresa en suinconfesado convencimiento “de que una mágica virtud deJuvencio, surgiendo de lo más profundo del suelo, lo harevivificado totalmente y reconstituido en un hombre nuevo, que

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no es descendiente de nadie, antepasado innato de las noblesgeneraciones del porvenir”. La fuerza del mito atrapa al cronis-ta, cuya pluma se desliza identificada por momentos con creen-cias de las cuales ha dudado. Y encuentra la buscada justifi-cación, afirmando que lo que atestigua, potencia regeneradorade esta joven tierra, es que ella actúa como un rayo, argentini-zando a los inmigrantes (Clemenceau, 1999, p. 51).

La sobrecalificación de los hombres y la descalificación delas riquezas naturales no facilitaría una estrategia pedagógicaintegrada a fondo con una prospectiva de desarrollo. Esa do-ble operación ha creado una herencia en la Argentina, la cual,además de sus expresiones permanentes, de su articulacióncon el nacionalismo de los años 30, de su presencia en la Dic-tadura encabezada por Videla, cobró un peligroso auge en losúltimos años.

Epílogo II

El neodarwinismo y el neoevolucionismo, revitalizados porel neoconservadurismo norteamericano, han sido recientementeasumidos por algunos políticos, economistas y especialistasen educación argentinos. Penetran entre nosotros, alimentan-do teorías justificadoras de la destrucción del sistema de edu-cación pública y la instalación de dispositivos de selección delos mejores, para que constituyan la línea filiación.

Hay que releer a Malthus y seguir con cuidado las expresio-nes de sus resucitadores. Su teoría ha sido reinterpretada envarias ocasiones para argumentar la necesidad de imponerrestricciones educacionales a los sectores menos favorecidossocialmente y sostener que las políticas dirigidas a grandesmasas son necesariamente ineficaces y tienen como destino eldesastre económico de las sociedades. Ese argumento fue usa-do por los hombres de Mont Pélerin. Vinculando el neomalthu-sianismo con el neodarwinismo, resulta una pedagogía de laselección natural que, presentada como argumento científico,es un arma política para sustentar una sociedad de estratos.

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La asimilación de los conceptos de confianza y solidaridadsocial, claves en la categoría de “capital social” (central en eldiscurso neoliberal “de segunda generación” y en las medidaspaliativas que buscan sostener el “modelo”) y la “homogenei-dad étnica”, aparecen en los trabajos de Francis Fukuyamamás difundidos en nuestro medio, así como en la base de lapedagogía neoconservadora norteamericana.7 Entre nosotros,las justificaciones economicistas de la selección social mediantepolíticas educativas aparecen expresadas por un sector inte-lectual que tiene real influencia sobre los principales Educa-ción Para Todos (1999) señalan la importancia del carácter “in-nato de las habilidades de los estudiantes” (pág. 91); y que “elrendimiento escolar como una función que incluye las habili-dades y condiciones genéticas de los chicos heredadas de lospadres” (pág. 106). Dan especial importancia a “las condicio-nes innatas medidas por el cociente intelectual” (pág. 108) y la“omisión de variables tales como la habilidad innata” (pág. 144).

El concepto de “habilidades innatas” o “condicionesgenéticas” toma tintes racistas:

“[...] Y hay otros –países– casi todos ellos ¿curiosamente?Latinos, cuya población con educación secundaria o más esbastante inferior al que ‘deberían’ tener de acuerdo a su PIB/h..¿PBI/H? Tal es el caso de Brasil, Uruguay, Portugal, Espa-ña, Italia y [...] la Argentina”

“[...] factores propios de cada persona, tales como el sexo olas habilidades innatas [...] (como uno de los factores determi-nantes de la calidad educativa)”

La herencia, entendida más como genética que como cultu-ral, es el factor que aparece como determinante. Consideran

7 Una de las versiones más difundidas de este neo-darwinismo social ennuestro país, constituye el libro de Richard J. Herrnstein y Charles Murray,The Bell Curve (1994) sobre la inteligencia y la estructura de clases socialesen los Estados Unidos, basado en el supuesto según el cual la habilidadcognitiva será la variable decisiva en la estructura social que se está confor-mando para el nuevo siglo y que dicha habilidad es fundamentalmente here-ditaria.

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obvio que opera en nuestra sociedad “la selección darwiniana,más elegantemente llamada desgranamiento, que caracterizaal sistema educativo”. En este esquema la educación formal essólo uno de los factores que dinamizan el “background” de lapersona y que le permiten producir más y mejor o peor. En elextremo sería inútil educar a un niño con escaso “background”,ya que nunca estará en condiciones de competir.

Por supuesto, las expresiones mencionadas pertenecen auna corriente de economistas para quienes la educación esuna mercancía y no un bien social. Consideran necesario eli-minar la educación pública como derecho universal y reducir-la a sectores focalizados, con objetivos disciplinarios. Debe te-nerse el cuidado de no limitar el origen de esas ideas a la in-fluencia del neoliberalismo, pues tal postura forma parte de laidentidad del conservadurismo liberal argentino. Esa corrien-te de opinión ha sabido articular el mito de la superioridad conel mito de la inferioridad y ha tenido el poder suficiente pararepartir supuestas capacidades y potencialidades entre unos yotros.

Por otra parte, como hemos tratado de ilustrar, no es unanovedad el complejo de superioridad de los intelectuales orgá-nicos argentinos. Tampoco lo es su contrapartida: la adjudica-ción de la inferioridad al pobre pueblo. El mito de laconvertibilidad fue un trágico episodio que debe ubicarse enesa misma serie. Tuvo una enorme capacidad pedagógica puesproporcionó argumentos para legitimar una falsedad– o unamelancólica ilusión– cual fue que un peso tenía el mismo res-paldo que un dólar.

El país dibujado por las variables macroeconómicas liberal-conservadoras, que no nos es extraño, requirió siempre de ar-gumentos discriminatorios. Debe advertirse que, en la actuali-dad, varios equipos técnicos de aquella misma tendencia es-tán invirtiendo especiales esfuerzos en el diseño de políticaseducativas, sin olvidar las justificaciones necesarias, ni losmaquillajes indispensables para que, oportunamente, encuen-tren aceptación.

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Resumen

El presente artículo forma parte de una investigación másamplia sobre la enseñanza de los saberes históricos en la Ar-gentina. Si bien en una primera instancia la historia del pro-ceso de enseñanza-aprendizaje ha sido un hilo conductor delproceso educativo, las crisis actuales han desprovisto de sen-tido a la transmisión de los contenidos históricos.

La caducidad del consenso sobre el país agroexportador yrentístico, no ha podido ser reemplazado por otro modelo deEstado-sociedad durante este último medio siglo. En este sen-tido la enseñanza desarticulada y sin coherencia de la historiaes una de las tantas facetas de la crisis global del sistemaeducativo argentino y de su incapacidad innovadora.

Palabras clave

crisis argentina - educación - enseñanza de la historia -historia argentina

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Escenario estratégico internacionaldespués del 11 de septiembre de 2001 *

Por Carlos Escudé **

Al Qaeda, la red terrorista dirigida (a no ser que haya muer-to) por Osama Bin Laden, el primer super villano de la historiamundial, que nos trae recuerdos del Pingüino, mortal enemigode Batman, no es sino una pieza importante en una verdaderared de redes del terror. Uno de los lugar tenientes de Bin Laden,Imad Mughniyeh, cuyas cirugías estéticas con cambio de ros-tro nos recuerdan al Guasón, el otro eterno enemigo de Batman,ya tenía pedido de captura por la causa de la voladura de laEmbajada de Israel en Buenos Aires. Pero el libanés Mughniyehno es sólo un socio de Bin Laden. También encabeza las opera-ciones especiales de ultramar del Hezbollah, la organizaciónfundamentalista pro-iraní anclada en el valle de la Bekaa, mi-litarmente defendido por Siria. A través de su presencia en elLíbano, el régimen de Damasco protege a estos terroristas,cuyas células durmientes llegan hasta la triple frontera argen-tino-paraguaya-brasileña.1

* Este trabajo es una versión en castellano, ligeramente ampliada, de laponencia del autor en el simposio “Euro-Atlantic Integration and Russia, AfterSeptember 11”, desarrollada en Moscú los días 30 y 31 de mayo de 2002 yauspiciada por el Euro-Atlantic Institute de Washington D.C. y la Alta Es-cuela de Economía de la Universidad del Estado de Moscú. La primera ver-sión de este trabajo se presentó en el Instituto de Estudios Avanzados de laUniversidad de Santiago de Chile, en el Seminario “A Diez Años de la URSS:Crisis, Transformación y Perspectivas del Mundo Post-Soviético”, 23-24 deoctubre de 2001.

** Universidad Torcuato Di Tella. CONICET.1 “Who did it?”, Foreign Report, 19 de septiembre de 2001.

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50 CARLOS ESCUDÉ

Mucho antes del 11 de septiembre, los gobiernos de los Es-tados Unidos y de otras grandes potencias sabían del peligrorepresentado por esta red de redes del terror, en que Al Qaedaestá vinculada al Hezbollah, que a su vez está vinculada alHamas y a otras organizaciones, cada una ellas una red decélulas de diverso grado de sofisticación y recursos.

Por cierto, la preocupación oficial por la eventualidad de unataque terrorista masivo contra los Estados Unidos data porlo menos desde el 14 de noviembre de 1994, fecha en que elentonces presidente Clinton emitió su orden ejecutiva No.12.938, declarando “emergencia nacional” según los términosde la Ley de Poderes Económicos para Emergencias Interna-cionales y justificada en el temor de que pronto se produjeraun atentado de gran envergadura con armas químicas obacteriológicas. El reciente escándalo (mayo de 2002) produ-cido a raíz de documentos que muestran que los servicios deinteligencia habían advertido a la Casa Blanca sobre la posibi-lidad de grandes atentados terroristas en territorio norteame-ricano, no es sino el producto de la intencionalidad política.No era necesario descubrir esos documentos para saberlo. Comoquedó registrado en mi libro Estado del Mundo, publicado enoctubre de 1999 por el sello Ariel, año tras año la Casa Blancaenvió una carta al Congreso en el aniversario de la emisión deaquella orden ejecutiva solicitando la renovación y ampliaciónde los poderes especiales otorgados por el Congreso. En enerode 1999 Clinton pronosticó que un ataque químico o bacterio-lógico contra los Estados Unidos era inminente, y pidió paraello unos $3.000 millones de dólares adicionales al Congreso,que le fueron otorgados.2

Hay clara evidencia que demuestra que Clinton presentía lagrave situación que vive el mundo desde el 11 de septiembre,fecha que será un hito de la historia mundial y la bisagra entredos eras. Era poco lo que podía hacerse para prevenir un ata-que ya que ello hubiera requerido alterar dramáticamente el

2 Carlos Escudé, Estado del Mundo: Las Nuevas Reglas de la Política Inter-nacional Vistas desde el Cono Sur, Buenos Aires, Ariel (Planeta) 1999.

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ESCENARIO ESTRATÉGICO INTERNACIONAL... 51

estilo de vida norteamericano, cosa que se hubiera juzgadoparanoica y policíaca antes de la perpetración de mega-aten-tados como los del 11 de septiembre.

Lo que podía hacerse era acumular fuerzas militares en lazona del Golfo Pérsico, para la eventualidad de que un ataqueobligara operativos militares contra los regímenes sospecha-dos de cobijar y financiar las redes terroristas. No olvidemosque la población de Arabia Saudita, cuya monarquía medieva-lista tiene políticas externas pro-occidentales, es mayorita-riamente fundamentalista. Es una doble cara de Jano quelapida adúlteras, prohija terroristas pero acepta bases norte-americanas. El mismo Bin Laden, el saudita hijo de un multi-millonario que acumuló una fortuna de unos $ 2500 millonesde dólares, tuvo más de 50 hermanos y por ello no heredó másque una suma que oscila entre 50 y 300 millones de su padre.El poderío económico de Al Qaeda proviene de otros magnatesdel Golfo Pérsico, que simpatizan con el terrorismo fundamen-talista y aportan grandes recursos. No es casualidad que Sharif,el fundamentalista ex primer ministro paquistaní derrocadopor los militares, viva su exilio en Arabia Saudita. Si el impo-pular régimen saudita cayera en manos de esta gente, el pe-tróleo quedaría en manos de aliados del terrorismo. Y si caye-ra el impopular régimen militar de Paquistán en manos de lamayoría paquistaní que simpatiza con Al Qaeda, aliados delterrorismo no sólo tendrían acceso a las armas nucleares dePaquistán, sino también a las instalaciones nucleares de unpaís con la capacidad para fabricar bombas atómicas.

La conciencia de estos peligros, sumada a la incapacidadpolítica de imponer controles en Estados Unidos antes de quese produjera un gran atentado han hecho que a lo largo de ladécada del ‘90 se acumularan grandes fuerzas norteamerica-nas en el Golfo Pérsico, de donde nunca estuvo ausente ungrupo de batalla con portaaviones, diez buques de guerra degran porte y embarcaciones de apoyo. Hacia octubre de 2000había cientos de vehículos blindados, piezas de artillería y he-licópteros de ataque almacenados en una gran base norteame-ricana en Kuwait, donde miles de soldados se turnaban en

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tareas de adiestramiento en su superficie de 500 acres. Ade-más, todo el equipo necesario para una segunda división delejército norteamericano se almacenó en Qatar, y todos los equi-pos necesarios para una tercera división del ejército se mantu-vieron a bordo de buques en el océano Índico. A esto hay queagregar los aviones de combate estacionados en bases sauditas,permanentemente activos a raíz de las patrullas y reiteradosbombardeos sobre la zonas de veda de vuelos del sur y nortede Irak. Hacia octubre de 2000 ya había más de 20.000 efecti-vos norteamericanos en la zona del Golfo.3 Y hacia el 11 deseptiembre, dio la casualidad que dos grupos navales de bata-lla se encontraran allí, supuestamente con el objetivo de queuno relevara al otro.

Pero los preparativos para emergencias mayores se acelera-ron en el año 2001. Según un cable de la Agencia France Pressedel 4 de octubre, antes del 11 de septiembre ya había zarpadouna armada británica hacia Omán, titulada por los británicoscomo la más poderosa congregada en el mundo desde la gue-rra de las Malvinas. Su misión original era contribuir a ejerci-cios británico-omaníes con 23.000 efectivos en ese territorio.4

Simultáneamente, se preparó la operación Bright Star (Estre-lla Luminosa) de la OTAN y países asociados, en Egipto, donderealizaron maniobras 70.000 efectivos.5 Y en Turquía habíaotros 12.000 efectivos de la OTAN realizando maniobras.6 Conposterioridad a los atentados, se sumaron las fuerzas aéreas,navales y terrestres que desarrollaron acciones de guerra enAfganistán.

3 Thomas E. Ricks, “Low Profile Battlefields”, Seattle Times, 17 de octubrede 2000.

4 Luke Phillips, “Oman’s strategic importance highlighted by Rumsfeldvisit”, Agence France-Presse, 4 de octubre de 2001.

5 S. Thorne Harper, “Though some deployments of fight-ready units areroutine, missions may change in wake of Sept. 11 attacks”, Columbus Ledger-Enquirer (GA), 30 de septiembre de 2001.

6 “Some 5,000 troops test key ‘article five’ scenario in large NATO exercise”,Agence France-Presse, 8 de octubre de 2001.

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Queda claro pues que el mundo occidental, más Rusia, fla-mante y respetada aliada, están preparados para una guerraen gran escala contra el mega-terrorismo globalizado. Estaguerra será sucia y fría en gran parte del planeta, pero en elcaso de que los gobiernos islámicos moderados caigan en ma-nos fundamentalistas estallarán guerras calientes en el MedioOriente, el Golfo y Paquistán.7 Más aún, como ha sido amplia-mente difundido, es posible que el año que viene veamos unareedición de la Guerra del Golfo contra Irak.

En realidad, un dato que escapó a la atención de gran partede los medios, pero que fue publicado por el matutinolondinense The Guardian el 22 de septiembre de 2001 y luegocorroborado por la BBC, es que a mediados de julio de este añose realizó en Berlín una reunión con representantes semi-ofi-ciales de Estados Unidos, Rusia, Paquistán e Irán. En esa re-unión (del tipo llamado track two), los norteamericanos envia-ron una advertencia a los talibanes a través de Paquistán: oentregaban a Bin Laden o Afganistán sería atacado militar-mente.8 El resultado fue que Bin Laden pegó primero, de lamanera menos esperada, destruyendo las Torres Gemelas yun pedazo del Pentágono el 11 de septiembre.

Por cierto, esta información nos permite interpretar que,probablemente, ese ataque haya sido una suerte de respuestade Bin Laden a la amenaza norteamericana transmitida a lostalibanes por Paquistán en la reunión de Berlín del mes dejulio.

Por su parte, los Estados Unidos, con la anuencia tácita delas potencias occidentales AUSENTES de la reunión, y la deRusia PRESENTE en la misma, tenían buenos motivos parapasar a una fase operativa, luego de la acumulación de fuerzasen la región del Golfo y Medio Oriente. Todos los estados res-

7 Carlos Escudé, “La red de Redes del Terror”, La Nación (Buenos Aires),20 de octubre de 2001.

8 Jonathan Steele, Ewen MacAskill, Richard Norton-Taylor y Ed Harriman,“Threat of US strikes passed to Taliban weeks before NY attack”, The Guardian,22 de septiembre de 2001.

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ponsables, Rusia incluida, tenían grandes aprehensiones res-pecto de la proliferación de armas de destrucción masiva entreestados paria y redes terroristas a lo largo de la década del ’90,cuando muchos científicos y militares rusos empobrecidos es-tuvieron dispuestos a vender armas y tecnología militar al mejorpostor. Para ilustrar el caso, y más allá de los datos incluidosen el primer capítulo de mi libro Estado del Mundo, donde des-cribo los proyectos de desarrollo de armas bacteriológicas dela ex Unión Soviética, y la incierta suerte corrida por los mis-mos y su personal después del colapso de la URSS y de laquiebra de la cadena de mandos en Rusia, consideren ustedeslo siguiente. Hasta narcotraficantes colombianos visitaron unabase de submarinos cerca de San Petersburgo, acompañadosde un jerarca de la mafia rusa y un almirante, para elegir unsubmarino para trasladar cocaína de Colombia a California,como quien visita un supermercado naval. A esto lo documen-té en un documento de trabajo publicado por la UniversidadTorcuato Di Tella, disponible gratuitamente en el sitio web dedicha universidad.9

Rusia, como todo estado responsable, está consciente delpeligro representado por el megaterrorismo globalizado y laproliferación de armas de destrucción masiva. Algunos estánparticularmente preocupados por las bombas atómicas de por-tafolio10, de un kilotón de potencia, que aparentemente handesaparecido de su arsenal, y que probablemente hayan tras-pasado fronteras antes de cambiar de manos, durante los últi-mos días de la Guerra Fría, ya que por su tamaño podían trans-portarse por valija diplomática. Hay muchas versiones contra-dictorias sobre este tema. Algunos dicen que estas bombas

9 Carlos Escudé y Mariana Souto Zabaleta, “El Cono Sur Frente al EjeChávez-FARC”, Universidad Torcuato Di Tella, Documento de Trabajo 63,mayo de 2001, Buenos Aires. Disponible en www.utdt.edu , subpágina depublicaciones.

10 Andrew Schneider, “Foreign nukes still a major cause for concern”,Knox News, 24 de octubre de 2001; “Israel Finds Radiological BackpackBomb”, United Press International, 14 de octubre de 2001.

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nunca existieron, otros que hasta Estados Unidos desarrollóprototipos. También existe un interés legítimo por parte de laCIA para minimizar el problema a fin de no generar pánico, yde Rusia por motivos de prestigio. Pero varios defectores rusosalegan que sí existieron y que falta un número del arsenal, quealgunos exageraron en 300, otros calcularon en 30 y otrosminimizaron en “unas pocas”, que por supuesto son suficien-tes para generar unas pocas mega-catástrofes, con todas susconsecuencias políticas y militares.

Por otra parte, Rusia tiene un interés creado en la guerracontra el terrorismo: los rebeldes chechenes, daguestaníes, yotros movimientos separatistas islámicos de menor enverga-dura dentro de la misma Federación Rusa tienen vínculos conel terrorismo, y entrar en una alianza con Estados Unidos ycontra la red de redes del terrorismo significa tener carta blancapara operar contra estos extremistas islámicos propios, contodos los medios disponibles. La racha de atentados de Moscúa fines de 1999, todos de fundamentalistas islámicos, fueronconsiderados en su momento un problema interno de Rusia.Ahora Estados Unidos reconoce que fueron parte de una graveamenaza global, como también los atentados de Buenos Airesde 1992 y 1994.

Ciertamente, quizá la única consecuencia positiva de la te-rrible tragedia del 11 de septiembre, y de la aún más terriblenoche que se cierne sobre la humanidad como consecuencia dela guerra larga y sucia que se ha desencadenado, es este cam-bio en la estructura de las alianzas estratégicas, y la elimina-ción, por lo menos transitoria, de la posibilidad de un aumentoen la tensión geoestratégica entre Estados Unidos y Rusia. Es-tados Unidos mirará para otro lado si en Chechenia hay viola-ciones de derechos humanos, porque lo que está en juego, en elcuadro mayor, es la supervivencia de la Humanidad.

A su vez, Rusia no teme que Estados Unidos opere en las exRepúblicas Soviéticas del sur de Asia adyacentes a Afganistán,e inclusive en Kyrgistán, cuyo presidente, Askar Akayev, con-sintió en abrir su espacio aéreo el 25 de septiembre, previa

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consulta con Rusia.11 Por cierto, si la guerra de Afganistáncontra el terrorismo fundamentalista se hubiera prolongado,hubiera podido expandirse rápidamente hacia el norte, ya quehace tiempo que el Movimiento Islámico de Uzbekistán, aliadode Al Qaeda y muy perseguido en el país donde se origina,recluta sus militantes en Tajikistán y Kyrgystán.

A estas alturas de los acontecimientos, ya hay un acuerdotácito entre Rusia y los Estados Unidos respecto de la necesi-dad de establecer un cordón militar convencional alrededordel Asia Central. En todos estos estados hay numerososadscriptos al extremismo islámico, y los efectivos terrestresnorteamericanos son vulnerables a sus ataques. La propa-ganda de los fundamentalistas es que los ataques contra losterroristas son contra todos los musulmanes. Esto, por su-puesto, es falso en tanto y en cuanto una gran nación musul-mana, Turquía, es miembro pleno de la OTAN y un eslabónestratégico, por su emplazamiento geográfico, en la guerracontra el mega-terrorismo globalizado inspirado en el extre-mismo islámico.

Mientras Estados Unidos desplegaba sus fuerzas para laguerra en Afganistán, Rusia lideraba los esfuerzos de los go-biernos de estos países para reprimir el fundamentalismo te-rrorista. Las Fuerzas Colectivas de Despliegue Rápido estánconstituidas por fuerzas regulares de Tajikistán, Kyrgystán,Kazakhstán, Armenia y Bielorusia, todas subordinadas a laFederación Rusia. Uzbekistán, el más ambicioso de estos esta-dos, frecuentemente coopera con los ejercicios pero no se su-bordina.

Aún así, las fronteras de Kyrsgystán y Tajikistán son demuy fácil penetración. Para peor, el militante Movimiento Islá-mico de Uzbekistán está apoyado por una organización políti-ca no violenta, el Hizb-ut-Tarir, que se opone a todos los es-fuerzos estatales por combatir el islam wahabita representadopor los extremistas del Movimiento.

11 “Kyrgystan: Future Front in Anti-Terrorism War”, Informe de Startfor,10 de octubre de 2001.

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Hasta recientemente el proyecto del Movimiento se limitabaa derrocar al presidente de Uzbekistán, Islam Karimov, y quizáeventualmente y con buena fortuna instalar un gran califatoen Asia Central, pero su activismo se amplió con la guerra deAfganistán. Por cierto, el Movimiento es a Uzbekistán lo quelos talibanes fueron a Afganistán, con la diferencia de que aúnno llegaron al poder.

A pesar de estos graves problemas, la presencia norteame-ricana en Uzbekistán es ya importante y probablemente seprolongue por años, aunque no eternamente, y siempre con elconsentimiento de Rusia. Uzbekistán es el estado más grande,rico y poblado del Asia Central, y la presencia norteamericanaen la Base Aérea de Khanabad, más la introducción de efecti-vos de la Décima División de Montaña de los Estados Unidos,lo hará mucho más poderoso. Recibirá asistencia y entrena-miento para luchar contra el Movimiento. Modernizará susfuerzas armadas.12

No obstante, es dudoso que los norteamericanos permitan laexpansión territorial ambicionada por el presidente uzbek, quepretende tomar el valle de Ferghama que comparte con Kyrgistány Tajikistán. La ambición es hasta cierto punto razonable, yaque dicho valle es un refugio del Movimiento Islámico deUzbekistán desde donde se lanzan ataques contra ese país. Eneste proyecto de expansión territorial el gobierno uzbek parecetener el apoyo pasivo de China, que prefiere un Uzbekistán fuertepara quitarle fuerza y apoyos a los movimientos guerrillerosislámicos de sus propias provincias occidentales.

Sin embargo, todos los actores están conscientes de queestá vedado cualquier desenlace que sea contrario a los intere-ses rusos, cuyo consentimiento es esencial para que la pre-sencia norteamericana en la región sea viable, desde el punto

12 “Uzbekistan Seeking Regional Dominance”, Informe de Stratfor, 17 deoctubre de 2001; Michael R. Gordon y Steven Lee Myers, “A Nation Challenged–The Military: Uzbekistán to Let U.S. Use Bases in Return for Security”, NewYork Times, 13 de octubre de 2001.

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de vista del balance de costos y beneficios de los mismos Esta-dos Unidos. Nada es más importante para Estados Unidos quesu alianza con Rusia.

En cualquier caso, la presencia militar norteamericana enla región ha continuado ampliándose con una enorme baseaérea en Kyrgyzstán, muy cerca de la frontera con China.

Por cierto, las cinco repúblicas ex-soviéticas del Asia Cen-tral, predominantemente islámicas, son un recurso problemá-tico pero casi indispensable en la guerra iniciada. La extirpa-ción del islam terrorista de sus propios territorios se converti-rá, casi con seguridad, en la continuación natural de la guerracontra los talibanes. En total cuentan con 55 millones de ha-bitantes. Cada cual tiene su propia importancia estratégica.

Tajikistán, por ejemplo, es el principal canal de suministrosdesde Rusia a la Alianza del Norte de Afganistán. Desgarradopor una guerra civil entre comunistas e islámicos en 1991,todavía tiene tropas de ocupación rusas, y sus principales in-gresos siguen proviniendo del contrabando de heroína. El pre-sidente Imamali Rahmonov, que cuenta con el apoyo ruso,apuesta a que Estados Unidos tenga una presencia estabili-zadora.13 Considerando la fuerza del extremismo islámico en elpaís, la guerra también se librará allí.

De todas estas repúblicas, la menos cooperativa es Turkme-nistán.14

Aunque se asienten sobre un mar de petróleo, estas cincorepúblicas están entre los países más pobres y despóticos dela tierra y su producto per cápita promedio es de $ 766 dólaresanuales. El dilema que enfrentan es el de su caída en manosfundamentalistas aliadas al terrorismo o su eventual surgi-miento con ayuda internacional, después de años de guerraque los harán necesariamente más miserables.

13 Paul Starobin, “The ‘Stans’ Seize the Day: Central Asia’s Former SovietRepublic Hope for Big Gains”, Business Week, 15 de octubre de 2001.

14 Rolly Mulholland, “U.S. Strikes Back –Turkmenistán Relishes NeutralStatus; Diplomacy –Afghanistan Neighbor Manages to Hold to an IsolatedCourse through Sea of Troubles”, Los Angeles Times, 14 de octubre de 2001.

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Lo único seguro es que enfrentarán un largo período de gue-rra de la que quizá poco cobre estado público. Rusia es la pri-mera interesada en eliminar el peligro de los movimientosextremistas islámicos de estos países, y por ello la alianza conEstados Unidos le interesa tanto como a los norteamericanoslos beneficia la alianza con Rusia.

Si elegimos enfatizar la dimensión optimista de este difícilpanorama, debemos subrayar que en Rusia resurgen las espe-culaciones de su eventual ingreso a la OTAN, y se acepta queel orden mundial esté liderado por los Estados Unidos, siem-pre que estos respeten a Rusia tanto como, por ejemplo, respe-tan a Gran Bretaña. El acuerdo de desarme nuclear parcial demayo de 2002 es un importante indicador adicional que apun-ta en esta dirección.

Por cierto, este es el momento de una gran y feliz conver-gencia entre estos otrora adversarios. La convergencia se ob-serva a través de variadas manifestaciones, entre ellas la pren-sa. Por ejemplo, en su ejemplar del 4 de octubre de 2001 laObshchaya Gazeta publicó una nota de Dmitry Furman titula-da “Una carrera contra el apocalipsis: perecer o sobrevivir”,que parece el equivalente ruso del primer capítulo de mi libroEstado del Mundo. Reconoce el liderazgo de los norteamerica-nos, y advierte que en esta larga noche oscura, todos nosotros,los defensores de lo que llama la “humanidad civilizada”, debe-remos dejar a un costado nuestros principios, advirtiendo a lavez que lo importante es que este abandono sea transitorio, yque jamás olvidemos esos principios que son nuestra mismarazón de ser.

En una vena similar, el presidente Vladimir Putin sugirió afines de 2001 que Rusia podría ingresar a la OTAN. Según loentiende Ira Straus en un artículo para el Moscow Times, lacuestión a dirimirse es qué mecanismo de decisión o de votoponderado sería aceptable simultáneamente para los rusos ylos norteamericanos. Nada fácil. Pero el mero hecho de queestos temas se discutan abre la posibilidad de un nuevo ordenmundial, una suerte de Pax Democrática unipolar, lideradapor Estados Unidos pero con círculos concéntricos de poder y

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funciones, donde en una primera línea en torno al centro seencontrarían los miembros de la OTAN y Rusia, y del cual que-darían excluidos los Estados no democráticos.15 La guerra con-tra el mega-terrorismo globalizado de repente hace viables alian-zas y ordenamientos que hubieran parecido utópicos el díaanterior al 11 de septiembre.

En parte esto resulta del hecho de que el terrible enemigoque se enfrenta es un enemigo dispuesto al suicidio. Con esteenemigo no puede funcionar la disuasión nuclear que impidióel holocausto durante la Guerra Fría. Con un enemigo dis-puesto al suicidio no hay equilibrio del terror posible. Un ene-migo que usa el suicidio como arma para masacrar civiles esun enemigo que impone una guerra sin cuartel, de carácterpreventivo, porque cada día, mes y año que transcurre sin quesea destruido es tiempo adicional que tiene para adquirir ar-mas de destrucción masiva en número y potencia suficientecomo para destruir a su adversario aún a costa de su propiadestrucción. El tiempo juega a favor de ellos y en contra de lasposibilidades de supervivencia humana.

Además, factores estructurales aleatorios, que nada tienenque ver con los eventos del 11 de septiembre, facilitan aúnmás la nueva alianza. El 5 de octubre Gazpron, el gigantegacífero ruso, comenzó la producción de gas en Zapolyarnonye,en Siberia occidental, y a la vez comenzó sus envíos de gas aHolanda. Lentamente, se está generando un cambio en el ba-lance de poder energético entre Rusia y Europa Occidental, yla última parece destinada a convertirse en dependiente deRusia en materia energética.16 Como se sabe, los lazos econó-micos suelen favorecer los lazos políticos.

Quizás en 50 años podamos decir que gracias a la emer-gencia de un enemigo de la humanidad, los grandes Estados

15 Mi agradecimiento a Tiziana Stella del Euro-Atlantic Institute, por in-troducirme a estas ideas nacidas de la obra de James Robert Huntley, PaxDemocratica: A Strategy for the 21st Century, Nueva York, Palgrave 1998.

16 “Russia Poised to Dominate European Energy”, Informe de Stratfor, 11de octubre de 2001.

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del mundo pudieron forjar lazos indestructibles, que asegu-ran por largo tiempo la paz global. Pero antes de ello estare-mos frente al espectro siniestro de una guerra global contraeste enemigo de la humanidad que es el mega-terrorismoglobalizado, del que Osama bin Laden es o fue apenas el emer-gente más visible.

Por la presencia de armas de destrucción masiva, nuclea-res, químicas y bacteriológicas; por su probable proliferaciónentre organizaciones terroristas; por la posibilidad de que erro-res políticos vuelvan a encender las tensiones geopolíticas en-tre grandes potencias nucleares en el contexto de esta guerraglobal contra el terrorismo, y por el hecho de que este nuevoenemigo suicida no puede ser contenido o disuadido por unequilibrio de terror o por el temor a la “destrucción mutua-mente asegurada”, se trata del capítulo más peligroso de todala historia humana, un capítulo en que la paz es imposible sinla guerra.

Por otra parte, la cuestión del Medio Oriente, entre Israel ylos palestinos, es una consecuencia y no una causa del cuadrogeneral que he trazado. La reivindicación palestina fue en unprincipio puramente territorial. Aunque nació con el error quelos indujo en 1947 a rechazar la resolución de las NacionesUnidas sobre la partición, lo que los condenó a una serie in-terminable de derrotas innecesarias, esta causa era inicial-mente negociable porque se encuadraba dentro de la lógica dela “racionalidad”, ya que los errores forman parte de la con-ducta racional.

Sin embargo, la primera guerra de Afganistán, librada en ladécada de 1980 con apoyo norteamericano para liberar a esepaís de la ocupación soviética, convocó a muchos miles depalestinos, además de magnates y militantes del Golfo Pérsico,y guerreros argelinos, libios y sirios. Aquellos fueron seduci-dos por el panislamismo y el fundamentalismo, en gran medi-da gracias a las maniobras de Paquistán, que buscó alentar eldesplazamiento del nacionalismo árabe por el panislamismo, yjugó una partida a espaldas de la diplomacia norteamericanaen tal sentido. Cuando los palestinos regresaron a su tierra su

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semilla extremista prendió hasta el punto de lentamente cam-biar el significado de la reivindicación para la mayor parte desu pueblo, que dejó de ser nacional y territorial para conver-tirse en panislámica y existencial.

A partir de ese momento, la negociación verdadera (en símisma muy difícil pero teóricamente posible) se tornó teórica-mente imposible. No se puede negociar con gentes que consi-deran que todo acuerdo de paz es un logro táctico para avan-zar hacia el objetivo estratégico de destruir primero a Israel ydespués a Occidente. Y aunque hubiera todavía palestinos dis-puestos de buena fe a negociar territorio, estos ya no repre-sentan a la población palestina, cuya prensa y escuela predi-can el fundamentalismo para contaminar a las generacionesvenideras de su pueblo de esa demencia suicida. En todo caso,los moderados son hoy idiotas útiles al servicio de losextremistas.

Gracias a los “moderados” que negociaban, de buena fe o notanto, los fundamentalistas ganaron tiempo a la vez quetorpedearon todo acuerdo en ciernes, para luego permitir ahombres y mujeres de buena fe instar nuevamente a la nego-ciación, una y otra vez. Los moderados, si los hubo, fueronútiles a los propósitos de los extremistas, de la misma maneraen que en el Golfo Pérsico las políticas pro occidentales de laCasa de Saúd son útiles para el nido de terroristas que secobijan en su territorio al amparo de esas políticas.

En la actualidad, en Israel/Palestina los grupos terroristasincluyen:

(1) Las Brigadas Al Aksa, una organización activa desde hace18 meses con vínculos directos a Fatah, el movimiento de YasserArafat. Según dicen su objetivo no es la destrucción de Israelsino la recuperación de los territorios ocupados en la guerra de1967. No obstante, están en la vanguardia de los atentados sui-cidas de los últimos meses. Al Aksa está subordinada formal-mente a Tansim, la milicia de Fatah. Su financiamiento provie-ne exclusivamente de las arcas de la Autoridad Palestina y en laactualidad es la organización terrorista mejor equipada.

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(2) Hamas, la más poderosa de todas estas organizaciones.Es un grupo palestino que busca la destrucción de Israel. Fuefundado en 1988 en Egipto por la Hermandad Musulmana, yfue el precursor del método del terrorismo suicida, enviando elprimero en 1993 para boicotear los acuerdos de paz de Oslo.Considera corrupto a Arafat pero no ha buscado confrontacio-nes directas para evitar una persecución sistemática por laAutoridad Palestina. Según Serge Sechmemann (profesor de laUniversidad de Columbia y columnista del New York Times) elpresupuesto anual del Hamas es de US$ 70 millones y provie-ne de palestinos ricos, de otros países árabes, y de Irán. Sufuerza deriva de la asistencia social que brinda a palestinospobres. Los atentados suicidas están a cargo de su brazo ar-mado, las Brigadas Qassam.

(3) La Jihad Islámica, otro grupo palestino inspirado en elmismo objetivo de establecer un único Estado islámico en todoel territorio de Israel-Palestina. Está financiado principalmen-te por Irán. En conjunto, Hamas y Jihad Islámica han enviadomás de 80 misiones de terroristas suicidas contra Israel.

(4) El Frente Popular para la Liberación de Palestina, unaorganización marxista secular que perdió apoyo popular debi-do a la creciente transformación del conflicto en una causareligiosa, pero que volvió a adquirir notoriedad a través delasesinato del ministro de turismo israelí, Rehavam Zeevi, enoctubre de 2001.

(5) El Frente Democrático para la Liberación de Palestina,similar pero más pequeño que el Frente Popular.

(6) Finalmente, el Hezbollah libanés, una organización chiítafinanciada por Siria e Irán, desgraciadamente conocida en nues-tras latitudes debido a los atentados de 1992 y 1994, y a supresencia en la Triple Frontera.17

17 Serge Schmemann, “In the Arabs’ Struggle Against Israel, There AreMany Players”, New York Times, 30 de marzo de 2002; Douglas Frantz y JamesRisen, “A Secret Iran-Arafat Connection Is Seen Fueling the Mideast Fire”,New York Times, 24 de marzo 2002.

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Arafat no tiene el poder necesario para controlar todas es-tas organizaciones. No obstante, a través de su control directosobre las Brigadas Al Aksa y su influencia indirecta sobreHamas (a la cual a veces reprime moderadamente y en otrasocasiones deja operar libremente), el presidente de la Autori-dad Palestina puede limitar el terrorismo o permitir su plenaeclosión asesina. Es por eso que puede decirse que el propioArafat es un terrorista.

Por otra parte, el vínculo entre Arafat e Irán, que involucrael envío de armas pesadas y millones de dólares a los gruposguerrilleros palestinos, termina de demostrar que Arafat care-ce de vocación para la paz. Este escándalo cobró dominio pú-blico en enero de 2002, cuando Israel capturó un barco conuna carga de 50 toneladas de armamentos para los palestinos,que incluía armas antitanques capaces de anular una de lasprincipales ventajas militares de Israel, y cohetes capaces dealcanzar la mayoría de las ciudades israelíes desde tierraspalestinas. La alianza es muy peligrosa debido a las activida-des de exportación de terrorismo llevadas a cabo por Irán. LaCIA cree que Irán protege actualmente a miembros de Al Qaeda,y que dejó su frontera con Afganistán sin sellar precisamentepara que los terroristas escapen por esa vía y se refugien enIrán. El 15 de febrero, tres agentes afganos, dos palestinos yun jordano fueron capturados en la frontera turca-iraní. Sumisión, según el gobierno turco, era realizar ataques en TelAviv. La inteligencia israelí cree que actualmente Irán no essólo una fuente de financiamiento sino también el centro des-de donde se planifican los operativos anti-israelíes de las orga-nizaciones terroristas palestinas.

Como puede verse, las acciones israelíes en territoriopalestino son parte de la guerra contra el megaterrorismoglobalizado y no son contrarias a la campaña norteamericanasino que a lo sumo cambiaron el orden de la agenda, relegandoel ataque a Irak a un segundo lugar en el orden cronológico delas acciones bélicas. Es obvio por lo demás que esta guerracontra el mega-terrorismo globalizado promete convertirse enun proyecto que durará quizá décadas. Sin embargo, y a pesar

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del peligro devastador representado por el enemigo, la huma-nidad civilizada está bien preparada para combatirlo, en parteporque el centro de decisión tiene un altísimo grado de con-centración en Washington D.C. Nunca antes en la historiahumana se produjo la concentración de un porcentaje tan altodel poder militar total del planeta en un solo centro político.

Para tener una aproximación: el portaaviones USS Enterprisees la nave enseña de los Estados Unidos. Mide aproximada-mente tres cuadras de largo y tiene la altura de un edificio deveinte pisos. Tiene 3200 tripulantes más otros 2400 hombresy mujeres que son los pilotos y equipos técnicos a cargo de laflota de 70 aviones a bordo de la nave. El Entreprise navegaacompañado de uno o dos cruceros cuya misión es protegerlode ataques misilísticos; por una flotilla de fragatas y destruc-tores para protegerlo de submarinos enemigos; por uno o dossubmarinos de ataque; y por embarcaciones de abastecimien-to, de transporte de tropas y de helicópteros. En el momentoactual el grupo de batalla del USS Enterprise está compuestopor quince embarcaciones que llevan a bordo una dotación de14.300 militares.

Con la excepción de fuerzas de ataque nucleares, no existeen todo el mundo una concentración de poder militar comoesta. Los escasos portaaviones ingleses, franceses e indios sonminúsculos en comparación, y el ruso está oxidado. Pero Esta-dos Unidos tiene doce grupos de esta dimensión, y el 13º, elUSS Ronald Reagan, va a entrar en operaciones durante el2002. Además hay grupos de batalla encabezados por portaa-viones más chicos, casi todos destinados a misiones específi-cas, como operaciones de desembarco de Marines.

Nunca hubo nada parecido. Como recuerda Paul Kennedy,la Pax Británica era barata. En tiempos de su esplendorvictoriano el ejército inglés era débil en comparación a losmás poderosos del continente europeo, y el quid de la supre-macía británica, su dominio de los mares gracias a su marinade guerra, era el equivalente a la suma de la segunda y terce-ra marinas del mundo. En cambio en el día de hoy la suma detodas las otras marinas del mundo no representarían sino

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una mínima parte del poderío de la marina de los EstadosUnidos.

El presupuesto de defensa norteamericano equivale a lasuma de los presupuestos de los nueve países que le siguen.Estados Unidos representa el 40% del gasto mundial en defen-sa, pero la mayor parte del otro 60% es cualitativamente infe-rior: grandes ejércitos del Tercer Mundo con equipos anticua-dos e importantes gastos corrientes.18 Además, la próxima re-volución tecnológica militar va a ser dominada totalmente porlos Estados Unidos, y éste es el único país capaz de militarizarel espacio,19 lo que significa que el predominio militar mundialde los Estados Unidos está asegurado.

Rusia es el único país que, sin poder competir, puede chan-tajear a los Estados Unidos en virtud de su poderío nuclear: sifuera aliada del terrorismo sería difícil impedir una guerra mun-dial holocaústica, y es por eso que Estados Unidos y Rusiadeben ser aliadas. Pero Europa Occidental no puede competir,porque intentar hacerlo significaría sacrificar bienestar paraconstruir un aparato militar que no genera riquezas, y ningúnpolítico europeo con ese programa ganaría elecciones. Ni si-quiera la ultraderecha, que en estos tiempos lucra con la ne-cesidad de empleo de las clases populares y su competenciacon los inmigrantes, es militarista: puede ser racista y xenófo-ba, pero en términos de militarismo es muy distinta al nazi-fascismo de la década de 1930. Es por eso que la OTAN estádestinada a ser una cáscara vacía cuando Estados Unidos nola necesita, y un apéndice cuando éste la necesita. Para col-mo, este aparato militar sobrecogedor le resulta barato a losEstados Unidos: significa apenas un poco más del 3% de suPBI.

Por lo tanto, debido a la concentración de la capacidad dedecisión para librar la guerra global contra el mega-terrorismo

18 Paul Kennedy, conferencia titulada “The eagle has landed”, publicadael 1º de febrero de 2002 en el Financial Times (edición de fin de semana).

19 “The Final Frontier: An Inevitable Military Battleground?”, ColoradoSprings Independent, 7 de enero de 2002.

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globalizado, y dada la determinación del gobierno de los Esta-dos Unidos de ganar esa guerra, a pesar de los enormes peli-gros que se interponen, podemos tener la relativa seguridad deque esta guerra se librará exitosamente, aunque eventos muygraves transcurrirán antes de que se la pueda dar por termi-nada.

Desde un punto de vista económico, por otra parte, el pano-rama es el siguiente. A fines de la Segunda Guerra Mundial,Estados Unidos representaba el 50% del producto bruto mun-dial. Hacia mediados de la década de 1980 su participaciónhabía caído aproximadamente al 23%: fue el costo de ganar laGuerra Fría, impulsando la recuperación de Europa Occiden-tal y Japón. Posteriormente, gracias al crecimiento económiconorteamericano durante la presidencia de Bill Clinton y al de-caimiento relativo del Japón, resurgió para representar en laactualidad aproximadamente el 30% del producto bruto mun-dial. A pesar de esta recuperación, puede decirse que en loeconómico hubo cierta erosión de la hegemonía mundial nor-teamericana, todo lo contrario de lo que ocurre en el ámbitomilitar.

Quienes se han ocupado del problema de las crisis y transi-ciones hegemónicas, como Immanuel Wallerstein y sus discí-pulos, nos enseñan que las crisis hegemónicas del pasado, to-das conducentes a una guerra total que en la actualidad ani-quilaría a la humanidad, siempre se produjeron con una ero-sión paralela en las dimensiones económica y militar del poderrelativo del estado dominante.20 Si actualmente nos encontra-

20 Immanuel Wallerstein, The Modern World-System, volúmenes I a III,New York: Academic Press, 1976, 1980 y 1988; I. Wallerstein, “Typology ofCrises in the World-System”, publicado por primera vez en Review, vol. 2, nº4, Otoño de 1988 (Fernand Braudel Center); I. Wallerstein, “North-Atlantismin Decline”, publicado por primera vez en SAIS Review nº 4, 1982, y luego enI. Wallerstein, Geopolitics and Geoculture: Essays on the changing world-system, Cambridge (UK): Cambridge University Press, 1991; Giovanni Arrighiand Beverly J. Silver, Chaos and Governance in the Modern-World System,Minneapolis: University of Minnesota Press, 1999.

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mos ante una crisis hegemónica, es absolutamente atípica,porque se produce solamente en la esfera económica, con unpoder tan avasallador en lo militar que, de ser necesario, po-dría ser usado para financiar la guerra con los recursos petro-leros de las regiones que cobijan terrorismo, como el Golfo Pér-sico y las repúblicas ex soviéticas del Asia Central.21

El enemigo le impuso su jihad o guerra santa a la humani-dad civilizada. Pero porque lo que está en juego es la vida de lahumanidad, esta guerra contra el bárbaro terrorista es santa.El enemigo se encontrará con un adversario con tanta resolu-ción y convicción como él, pero con un poder infinitamentemayor.

En este contexto, lo peor que nos puede pasar es que esaresolución flaquee por ausencia de mega atentados. Cada vezque el enemigo pega, nuestra resolución aumenta. Cada vezque el enemigo se abstiene de pegar, corremos el riesgo de olvi-dar que su propensión suicida pone al tiempo de su lado, debi-do a que si porque ellos no pegan nosotros no pegamos, ellosconstruirán silenciosamente su poder hasta estar en condicio-nes de descargarlo en atentados al lado de los cuales los del 11de septiembre van a parecer de niños. Lo importante, por lotanto, es no bajar la guardia.

Hoy la opinión pública le reclama a Bush haber bajado laguardia. Hago votos porque cuando desencadene la próximaguerra, seguramente contra Irak, la opinión pública recuerdeeste reclamo, y recuerde aquel trágico 11 de septiembre queno pudo prevenirse precisamente porque ningún político podíallevar a cabo acciones seriamente preventivas antes de que seprodujera un mega atentado.

21 Ver C. Escudé, “When Security Reigns Supreme: The Postmodern World-System vis-à-vis Globalized Terrorism and Organized Crime”, en R.Stemplowski (comp.), Transnational Terrorism in the World System Perspective,y “The European Union and Global Security in the Postmodern World-System”,en R. Stemplowski (comp.) The European Union in the World SystemPerspective, ambas publicadas por el Polish Institute of International Affairs(Instituto Polaco de Asuntos Internacionales), Varsovia, 2002.

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Resumen

En este trabajo se analiza la situación de las redes terroris-tas internacionales a partir de los atentados en los EE.UU.perpetrados el 11 de septiembre de 2001. A partir de esta fe-cha el escenario mundial ha mutado dando paso a una nuevaetapa en las prácticas terroristas y por consiguiente, a la se-guridad internacional. Uno de los elementos característicos deestas nuevas formas de terrorismo es su extremada compleji-dad y su accionar globalizado. Red de redes el nuevo terroris-mo fundamentalista se vincula y relaciona con el mundo de laeconomía y los negocios, y principalmente con la política exte-rior de muchos estados “cómplices”. El artículo trata de aler-tar a Occidente sobre los posibles accionares del terrorismofundamentalista y de las tremendas consecuencias para elmundo “civilizado”.

Palabras clave

fundamentalismo - relaciones internacionales - seguri-dad internacional - terrorismo - violencia

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Estado de la regulación y el control de los serviciospúblicos en la Argentina. Balance y perspectivas *

Daniel García Delgado **

Introducción

Este trabajo tiene como objetivo realizar un balance de laregulación de los servicios públicos en la Argentina, su posibleevolución y los desafíos que se presentan luego de la experien-cia de más de una década de privatizaciones. En segundo lu-gar, plantear algunas propuestas que permitan responder alas actuales demandas de la población respecto de dichos ser-vicios.

Para llevar a cabo estos objetivos, analizaremos tres etapasde la regulación, evaluando los aspectos positivos y negativosde un proceso complejo y aún inconcluso. La primera, máslarga, coincide con el gobierno del Presidente Menem (PJ) du-rante la década de los ’90. La segunda cubre los últimos dosaños, con la Presidencia de De la Rua (Alianza), cuyo períodoconstitucional se vio abortado por una movilización popular. Yuna tercera etapa, incipiente aún, que abarca el replanteo quese insinúa con el comienzo del gobierno transicional que surgeluego del default y los estallidos sociales de diciembre del 2001y el ascenso del Presidente Duhalde (coalición PJ-UCR), desig-

* El presente trabajo fue realizado en el Área de Estado y Políticas Públi-cas de FLACSO (Sede Argentina), en el marco del Proyecto “El rol reguladordel Estado postprivatizaciones”, que cuenta con el apoyo del CONICET. Asi-mismo, fue presentado en el VI Congreso del CLAD sobre Reforma del Estadoy la Administración Pública, Buenos Aires, 25-29 de Noviembre de 2001.

** Director del Área Estado y Políticas Públicas de FLACSO (Sede Argenti-na). E-mail: [email protected].

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nado por la Asamblea Legislativa y el congelamiento de las ta-rifas de servicios públicos por la Ley de Emergencia.

Para este análisis dejaremos de lado la perspectiva habitualen la literatura regulatoria (jurídica, económica o técnico-sec-torial), que suele apuntar a distinguir tipos de fallas del mer-cado por falta de soluciones competitivas, en el caso de mono-polios naturales, o de eficiencia óptima, por razones distintasa las de economía de escala (externalidades y asimetrías deinformación),1 o a denunciar la influencia (entendida comonegativa) de la política sobre las leyes “naturales” de la econo-mía. Más bien, escogeremos un enfoque que pone énfasis enlas estrategias regulatorias de los distintos gobiernos y en lasasimetrías de poder entre empresas, estado y usuarios, dentrode un escenario configurado por instituciones, operadores ylobbyistas que actúan en el contexto de una fuerte pugna deintereses y de importantes influencias internacionales ymediáticas. Asimismo, nuestra perspectiva intenta vincular elconcepto de regulación al de bien común, preguntándose enqué medida la regulación está asociada a una racionalidad queno solo debe velar por los intereses de los usuarios, consumi-dores y/o clientes y por la rentabilidad de las empresas, sino,en un sentido más amplio, por la protección de bienes públi-cos y derechos ciudadanos, teniendo en cuenta la incidenciade los servicios privatizados tanto en el perfil del desarrollo,en la distribución del ingreso como en la articulación espacialde la sociedad.

El bien común, en estos términos, es un ideal al que setiende en el marco de una construcción colectiva no exenta deconflicto. Hace referencia a un valor político subordinado auna concepción ética que indica una exigencia propia de todacomunidad organizada: porque sin un mínimo de consensosobre los valores últimos de la comunidad y sobre las reglas de

1 Ver de Lahera P., Eugenio, “Políticas de Regulación”, en Barrionuevo, A.,y Lahera, E. (eds.), ¿Qué hay de nuevo en las regulaciones? Telecomunicacio-nes, electricidad y agua en América Latina, CLAD, Buenos Aires, Eudeba,1998, p. 12.

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la coexistencia, que configure una cierta cultura homogénea ycomún, la sociedad corre peligro de desintegrarse o, cuantomás, de lograr su integración social únicamente mediante lafuerza.2 Asimismo, en una época de globalización, esta pre-ocupación –antes referida exclusivamente al plano nacional–comienza a extender la demanda de establecer responsabilida-des sociales al sistema financiero y a empresas multinaciona-les, y de regular en un marco más amplio.3

De este modo prestaremos especial atención a las relacio-nes de poder que se generan entre empresas, estado y ciuda-danos, entre el poder económico y el político, intentando veri-ficar la hipótesis de que las tendencias predominantes en losúltimos 12 años se han inclinado a favor del primero de lostérminos. Porque si bien el Estado Benefactor enfatizóunilateralmente la primacía de la política sobre la economía,al punto de llegar a cierta distorsión de la propia racionalidadeconómica, no es menos cierto el hecho de que en la nuevarelación estado-sociedad, se produce una subordinación in-versa. La globalización profundiza la dependencia de los go-biernos respecto de los grupos empresarios, de los organismosde crédito multilateral y del sistema financiero. Y si el denomi-nado Estado de Bienestar Social tenía una mayor autonomía

2 Ver de Matteuci, Nicola, “Bien común”, en Bobbio, Norberto y Matteuci,Nicola, Diccionario de Política, México, Siglo XXI, 1981 p. 164.

3 Como dice Riccardo Petrella (1997), “Se habla de sociedad mundial. ¿Esposible hablar de ésta sin hablar de bien común mundial? [...] “En los últi-mos veinte años, tanto en Bélgica como en Italia, en Estados Unidos como enJapón, en Francia como en Corea del Sur, en los últimos veinte años nues-tras sociedades, en grados diferentes, obedecen cada vez más a concepcio-nes y políticas destructoras del bien común, que han hecho de los valores ycriterios propios de la economía de mercado capitalista la referencia exclusi-va y la medida de lo bueno, lo útil y lo necesario. El predominio de estasconcepciones y políticas esta en vías de hacer que gane el mercado, sobretodo los intereses legítimos pero particulares de la empresa privada, y dehacer que pierda la sociedad”, en El bien Común. Elogio de la solidaridad,Temas de Debate, Madrid, p. 11 Ver también de Noam Chomsky (2001), ElBien Común. Entrevistas por David Barsamian, México, Siglo XXI.

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en relación a los intereses de los grupos económicos privados,en virtud del principio según el cual debía emanciparse de losinflujos económicos privados mediante la conformación de unasólida base de poder económico propio, en los últimos doceaños la política de privatizaciones volcó la balanza en formaabrupta en favor de la propiedad privada y del poder de losmercados. Y esta inversión afecta la capacidad regulatoria delsector público, con la consecuencia de que los derechos de losusuarios, si bien protegidos por diversas normas legales, pue-den ser conculcados en la práctica.

Con los conceptos de regulación y control, hacemos referen-cia no sólo a la labor de superintendencias, auditorías y agen-cias especializadas, y principalmente de los “entes” reguladores(regulación strictu sensu), sino, más profundamente, a la capa-cidad efectiva del estado para regular las empresas en funcióndel bien común, y no exclusivamente como medio de promoverla competencia para aumentar la eficiencia individual y agrega-da.4 En resumidas cuentas, se trata de responder a los siguien-tes interrogantes: las privatizaciones, ¿se realizaron con o sincontrol? ¿Cuán eficaces resultaron los mecanismos de regula-ción instrumentados para el logro de ese objetivo? Y finalmente,¿qué podemos hacer para modificar esta situación a partir deesta experiencia y en el marco de una situación económica, po-lítica y social no solo inédita sino dramática?

1. La reforma de primera generación:“privatización sin control”

La experiencia argentina de privatización de las empresaspúblicas y regulación de los servicios privatizados se produjo enel contexto de la difícil salida de la situación de ingobernabilidaden que había caído el sistema político a fines de los ’80 (gobier-

4 En esta línea predominante de regulación más técnica, ver Amstrong,M., Cowan S. y Vickers, J: Regulatory Reform: Economic Analysis and BritishExperience, Massachusetts, MIT Press, 1994.

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no del Presidente Alfonsín) y de la resolución de una crisis dehiperinflación (lógica de emergencia). En lo internacional, sevivía el auge del Consenso de Washington y del capitalismoneoliberal. En ese marco, se establecieron las bases de lo queluego se denominaría “el modelo”: Ley de Convertibilidad parasolucionar el problema inflacionario; Plan Brady para resolverla reducción de la deuda externa; privatizaciones para dar cre-cimiento a la economía e impulso al mercado de capitales; aper-tura externa para mejorar la competitividad y descentralizaciónde la política social para aumentar su eficacia (sanción de laLey Num. 23.696 de Reforma del Estado).5 Fue, en todo caso, elpunto de inflexión entre la crisis del Estado de Bienestar odesarrollista y el inicio de las reformas estructurales que daríanlugar a otro postprivatizador, “mínimo” o neoliberal.

El traspaso de funciones desde el Estado hacia el mercadorequirió una ingeniería institucional novedosa en el país. Almismo tiempo, se daba forma a una nueva concepción del in-terés público, en la cual éste debía ser asegurado por el libremercado, la desregulación y la mayor competencia, más quepor el Estado y la política, y al mismo tiempo se realizó unaimportante innovación consistente en la introducción de agen-cias de carácter técnico, fiscalizadoras de las empresas priva-das en términos de calidad y precio de los servicios (los entes),una experiencia político-administrativa muy distinta de la tra-

5 Como se señala, “Argentina puso en marcha a fines de la década del ’80un conjunto de políticas que adquirieron un giro particular y distintivo apartir de 1991 con el Plan de Convertibilidad y la alta influencia de Cavalloen el gobierno de Menem. A este conjunto de políticas marcadas con esaimpronta ideológica que podríamos llamar `cavallismo´, se las ha denomina-do el ̀ modelo´. Este ̀ modelo´posee características marcadamente propias peroremite a antecedentes en algunas políticas adoptadas por los gobiernos mili-tares a partir de 1976, en los desarrollos teóricos de corte liberal y neoliberalque se han dado en el mundo en las décadas del 70 y 80 y que se expresaron,en parte, como expresión política en el denominado `consenso de Washing-ton´ y en ciertos desarrollos propios verificados en el país durante esas mis-mas décadas”. Challú, Pablo, Hacia un cambio de modelo, Buenos Aires, Co-rregidor, 2001.

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dición ministerial, centralizada y estructurada que prevalecíaen la anterior gestión.6 En este sentido, se produjo lo que esfrecuente observar en las administraciones públicas latinoa-mericanas: la incorporación de técnicas e instituciones pro-pias de otros contextos como solución ideal a los problemasidentificados, pero subestimando tanto los problemas de tras-plante, como las particularidades propias de su tradición ad-ministrativa, política y organizativa.7

Pero, ¿cuál fue el balance de la regulación y control en estaetapa de construcción de un Estado “mínimo” que quería sereficiente? Más allá de la estabilidad monetaria alcanzada conla convertibilidad y de la contribución de las privatizaciones ala derrota de la hiperinflación y a posibilitar un período inicialde fuerte crecimiento con importante afluencia de capitalesexternos hasta el denominado “efecto Tequila”, puede decirseque, en un momento triunfalista de la ideología del mercado(“fin de la historia”, “caída del Muro”), se puso el acento másen el traspaso de las empresas al ámbito privado que en laregulación y en el control del servicio público. Se trató de dejarlas manos de los operadores privados lo más libres posible, afin de conseguir la inversión a cualquier costo.

Los análisis críticos habituales sobre los déficit encontradosen esta primera etapa de la política reguladora (Azpiazu, 1999;Thawites Rey, 2001; Abeles, 1999) coinciden en varios puntos:primero, que la regulación fue ex-post, y apareció más como un

6 Esta nueva relación entre lo público y lo privado tiene diferentes conse-cuencias, entre las que pueden destacarse su impacto negativo tanto en elíndice de desempleo, dado que las empresas estatales eran importantes re-ceptoras de mano de obra, como en el ingreso, pues subsidiaban mediantemenores tarifas el consumo social. Por otra parte, esta variación muestra larespuesta que se dio a la necesidad de mejorar la calidad en la producción yprestación de los servicios y eliminar la corrupción vinculada a la “patriacontratista”.

7 Ver al respecto de Ospina Bozzi, Sonia, “El papel de las instituciones enla gestión de las administraciones públicas”, Revista del CLAD, No. 20, juniodel 2001.

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subproducto residual e incómodo para los funcionarios que comouna necesidad y obligación, por parte del estado, de preservarderechos ciudadanos. También, que no se apuntó en esta estra-tegia a configurar un nuevo mercado con todos los condicio-nantes que ello hubiera requerido, sino más bien a asegurarnuevos negocios y equilibrios fiscales. O que la creación de en-tes no fue realizada a través de leyes, sino por decreto, como fueel caso, por ejemplo, del Ente Tripartito de Obras y ServiciosSanitarios (ETOSS), de la Comisión Nacional de Correo y Telé-grafos (CNCT), de la de Regulación del Transporte (CNRT) y delTransporte Ferroviario (CNCT), lo que posibilitó la “captura delente” por las empresas, en detrimento de los usuarios (Barbará,2001). Esto se tradujo en la indefensión de los consumidores:tarifas altas, problemas de calidad, asimetría informativa en elconocimiento de los costos, pliegos a la medida de las empre-sas, discrecionalidad en la fijación de precios y falta de partici-pación parlamentaria vinculante en la definición de los esque-mas iniciales. Los posteriores aumentos tarifarios se justifica-rán desde los mismos mecanismos normativos de la priva-tización, lo que fue generando un fuerte escepticismo de la po-blación respecto de la capacidad regulatoria del Estado.

Tampoco hubo la necesaria transparencia: tiempo después,se detectaron múltiples casos de coimas a funcionarios y legisla-dores que se habían producido durante el proceso licitatorio.8

Además, lo que las empresas ofrecieron no fue dinero propio parainvertir a riesgo, sino capacidad de endeudamiento, ligada a ladisposición del mercado internacional para prestar a los consor-cios privados que se hicieron cargo de los servicios públicos. Comoseñala Thwaites Rey y López, “[...] esta aptitud para tomar deudaestuvo dada fundamentalmente por la rentabilidad esperada paraoperar una actividad monopólica de los servicios, que se basabaen la posibilidad de cobrar tarifas apropiadas en un mercado deusuarios cautivos: los operadores de servicios públicos, de este

8 Ver distintos casos de corrupción en las licitaciones en Muchnik, Da-niel, Plata fácil. Los empresarios y el Poder en la Argentina, Buenos Aires,Grupo Editorial Norma, 2001.

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modo, no arriesgaron dinero propio en inversiones, porque estasse recaudaban directamente de las tarifas”.9

Ahora bien, desde el punto de vista del deber del estado develar por el bien común, se constata que las privatizacionestuvieron, en algunos casos, el carácter de una verdadera ex-propiación de bienes públicos, de recursos no renovables, enfunción de criterios de productividad y eficiencia propios delsector privado, como se diera en el caso del petróleo, YPF-Repsol(Calcagno, A. y E., 2001). Se produjo un verdadero desplaza-miento del concepto de bienes públicos o colectivos que debenser garantizados por el Estado al de servicios comprados en elmercado por usuarios o consumidores con demanda solven-te.10 Los bienes públicos son aquellos de cuyo consumo no sepuede excluir a quienes no pueden pagar por ello. En el nuevomarco conceptual, por el contrario, la relación se mercanti-lizaba, considerándose que todo debía regirse por las leyes delmercado, a condición de plantearse derechos de propiedad yreglas de juego transparentes y competitivas.11

9 Thwaites Rey, Mabel, y López, Andrea, “Estado regulador: ¿un sucedá-neo de la competencia?”, en VI Congreso Internacional del CLAD sobre Refor-ma del Estado y la Administración Pública, Buenos Aires, 2001, p. 4.

10 En dos encuentros de IDEA (el Seminario “Las regulaciones económicasen la Argentina”, junio de 1998, y el 34º Coloquio de IDEA, septiembre delmismo año) se sostuvo que “lo público” y el interés colectivo pueden ser ade-cuadamente satisfechos a través de las reglas de funcionamiento del mercado.Para esta perspectiva, los Entes reguladores “no debieran mediar en la rela-ción entre sus empresas y los usuarios de sus servicios públicos, sino serdifusores de las posiciones empresarias ante la opinión pública y, en todocaso, intensificar el volumen y calidad de la información suministrada a losusuarios”. Así, “los usuarios verían que los servicios son buenos, las inversio-nes son cuantiosas y las tarifas no son caras”. (Revista Mercado, julio de 1998).

11 Al respecto, se podría decir que los estados que velan por el bien comúnentienden que la facilitación de la inversión externa debe tener por objetoconstruir lo que no existe y no comprar lo existente y “optimizar” sacrifican-do fuentes laborales y llevándose la mayor parte de la renta al exterior. Verde Guinsburg, León, “El interés público. Medios, Estado y democracia”, enEncrucijadas, UBA, No. 9, julio de 2001.

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A lo largo de este proceso de privatización y desregulacióninicial, el Estado comenzó a ser sinónimo en el mensaje públi-co de burocratización, lentitud decisoria, ineficacia y corrup-ción. En ese sentido, la necesidad de privatizar las empresasnacionales, así como la forma en que eso se llevaría a cabo,nunca fue motivo de debate público. Como dice Muchnik, unaviolenta campaña en los medios de comunicación sobre laineficiencia y dispendiosidad de aquellas empresas bastó paraque las privatizaciones se llevaran a cabo. Urgía abandonar elconcepto de seguridad social colectiva y de “protección social”,y se hacía necesario estimular la iniciativa y la responsabilidadindividual. Se debía pasar del Estado de Bienestar (sobredimen-sionado y “corrupto”) al mínimo, cuyo rol consistiría en la crea-ción de un ambiente regulador favorable al empowerment indi-vidual y pleno de seguridades jurídicas para el sector empresa-rio. La mejor forma de garantizar el acceso a todos los bienesvitales antes considerado “públicos” era dejarlos en manos delos mecanismos de mercado y abandonar el principio de pro-piedad común o social de los bienes y servicios “colectivos”. 12

De esta manera, se enajenó hasta tal punto la concepciónde derechos sociales y bienes públicos que debían ser tuteladospor el Estado, que se llegó a la pérdida de empresas con capa-cidad estratégica de generar divisas y estructurar parte delterritorio nacional, y a afectar cuestiones vinculadas a la pér-dida de soberanía, de empleo e integración social (ver, por ejem-plo, el impacto de algunas privatizaciones en ciudades de lazona patagónica y NOA del país), dando lugar a la dilución delcarácter de riqueza natural no renovable de ciertos recursos(petróleo, gas), de carácter finito (agua), y a la pérdida de em-presas públicas emblemáticas para la Nación (como AerolíneasArgentinas o YPF).

12 Ver de Petrella, Ricardo, “La urgencia de un contrato social mundial decara a los desafíos de la globalización actual. Más allá de las lógicas bélicas”,Simposio internacional: O ensino social da Igreja e a Globalización: limites epossibilidades, 25 a 28 de setembro de 2001, UNISINOS, Sâo Leopoldo, RS,Brasil, p. 13 (mimeo).

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El abandono de la estrategia de desarrollo en favor de otrade crecimiento hizo perder de vista el rol que jugaban las em-presas en la configuración de un determinado perfil producti-vo, con la consecuente desaparición de activos industriales,desarticulación del tejido productivo y gran impacto sobre latasa de desempleo. Más allá de consideraciones sobre la cali-dad, precio y accesibilidad de los servicios, se diluyó el rol eincidencia de los servicios públicos en el sistema productivo,tecnológico y de desarrollo general del país, lo cual se vinculaa la incidencia que tenían los costos de las tarifas por encimade precios internacionales, la libre importación de insumos yde las ganancias extraordinarias de este sector, que operaronen detrimento de la competitividad del sector productor de bie-nes transables y de la capacidad de demanda general de losciudadanos (en los ’90, se registró un 14% de suba de los pre-cios industriales contra un 73% de aumento de los serviciosprivados y un 108% de los públicos).13 Se permitió la falta dedesarrollo de proveedores, la quiebra de cadenas productivasen favor de importaciones indiscriminadas, y se entregó unenorme poder de lobby a estas empresas trasnacionales sobreel sistema político nacional. Merced a la intervención del Esta-do argentino, que convirtió la regulación de un instrumento deequilibrios internos en otro de transferencia masiva de ingre-sos a favor de las empresas de servicios esenciales. De estaforma, estos consorcios, que debían operar con ganancias ra-zonables, se transformaron en los principales aportantes a unmodelo de centralización de capitales que generalizó la crisisde demanda a nivel global (Nana Bevillaqua, 2001).

Por otro lado, en un marco de integración regional, la políti-ca de reforma del Estado fue realizada con independencia delMercosur y, por tanto, no se consideró necesario incluir unapolítica de asociaciones y fusiones de empresas concesionadas

13 En diez años, Telefónica y Telecom ganaron 6.204 millones de dólares.Recuperaron el total de la inversión durante los primeros cuatro: todo unrécord mundial. Diario Página 12, Suplemento Cash, 26 de noviembre de2000.

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o privatizadas para mejorar la capacidad de acumulación re-gional, como tampoco la configuración de empresas regionalesque pudieran pesar y competir en el contexto global (como po-dría haber sido una asociación entre YPF y Petrobras). Lospocos intentos que hubo en esta dirección –como la iniciativa,por parte de las empresas de fabricación de aviones, de cons-truir un producto común en el área de defensa–, no tuvieronningún apoyo financiero, lo que llevó finalmente a su fracaso(Schvarzer, 2001).14

Para cerrar el balance de esta primera etapa de la estrate-gia de privatización sin control, pero ahora en términos positi-vos, se podría señalar que la promulgación de la Constitucióndel ‘94 fue un avance jurídico no sólo en términos de legitima-ción del régimen democrático y de partidos, sino también parael sistema regulatorio, dado que posibilitó la incorporación dederechos de tercera generación –art. 42–, vinculados a la de-fensa del usuario, y proveyó de instrumentos concretos queposibilitaran la participación y el amparo de los consumidoresy provincias frente a los abusos de las empresas. De algunamanera, se incorporaron elementos del Estado social, ausen-tes en la parte doctrinaria de la nueva Constitución.

También puede destacarse el mejoramiento de la calidad yla modernización de algunos servicios públicos (especialmenteen telecomunicaciones), la creación de entes por ley, como elENARGAS y el ENRE; así como el despertar de una concienciade derechos en las asociaciones de consumidores y ONG’s deadvocacy, que dio lugar a la construcción de un espacio públi-co en torno a esas cuestiones.

14 Ver de Schvarzer, Jorge, “El Mercosur: un bloque económico con objeti-vos a precisar.” En de Sierra, Gerónimo (coordinador), Los rostros del Mercosur.El difícil camino de lo comercial a lo societal, Buenos Aires, CLACSO, 2001.

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2. La reforma de segunda generación:“renegociación sin control”

El nuevo gobierno de la Alianza (UCR-Frepaso), electo en 1999,enfrentó una herencia económica y social difícil, caracterizadapor un alto déficit público, recesión de dos años, desempleo es-tructural de dos dígitos y baja capacidad regulatoria por partedel Estado. Prometió bajar los precios de los servicios públicos yhacer más transparente su regulación. En el enfoque o estrate-gia inicial desplegada por el gobierno del Presidente De la Rua(ahora derivado del conocido Consenso Post-Washington), el con-trol de las privatizadas implicaba más competencia bajo vigen-cia de la Ley de Convertibilidad, instituciones para regular losmercados y el perfeccionamiento de los mismos, reducción delos costos de transferencia y de la corrupción, mayor accoun-tability, gestión por resultados y la construcción de un Estado“chico pero inteligente”: una sumatoria del modelo gerencial, delneoinstitucionalismo y de la “tercera vía”.

En esta perspectiva el tratamiento de la problemática de laregulación y los instrumentos de accountability a utilizar paramanejar una serie de programas de bienestar reformados fueconsiderado neurálgico en la medida que el éxito de estos pro-cesos de modernización dependía de las capacidades institucio-nales públicas que se pudieran instalar. El discurso sobre laregulación apuntaba ahora a favorecer el aumento de la com-petencia como instrumento para bajar los precios y mejorar lacalidad de los servicios, así como a disminuir los costos detransacción vía aumento de la transparencia, reducir elclientelismo, flexibilizar el contrato laboral para mejorar lasoportunidades de empleo, y a configurar un estado “amigo”más que “hostil” hacia los ciudadanos (O’Donnell, 2000). Elestado imaginado por el neoinstitucionalismo era un estadochico pero “inteligente”, que reconstruiría capacidades de ges-tión y que aventaría las opacidades, la corrupción e ineficienciascaracterísticas de la primera etapa.

Pero ¿qué fue lo que efectivamente predominó? En realidad,la sorpresa para la población fue que no hubo cambios signifi-

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cativos, tanto en los precios de los peajes y de las tarifas quesiguieron subiendo, como en el modo de establecer las conce-siones. Más bien hubo una confirmación de las privatizacionesrealizadas en sus términos previos sin vuelta atrás, sanción orevisión de los contratos, en función de no amenazar la con-fianza de los inversores externos o de los mercados. Así la se-guridad jurídica se alzó como el logos de la nueva administra-ción contra todo intento parlamentario, del poder judicial o dela sociedad de defender los intereses de los usuarios. “Vulne-rar la seguridad jurídica” aparecía como desnaturalizar la leyde los mercados, propiciar una huida de capitales y una crisisgeneralizada, mientras que la seguridad jurídica de asalaria-dos y usuarios podía vulnerarse vía flexibilización laboral,rebalanceo tarifario, indexaciones arbitrarias o reducción desalarios y jubilaciones sin mayores problemas.

También en esta segunda etapa puede reconocerse la in-fluencia de los bancos y organismos multilaterales en el proce-so de traspaso y regulación, así como en la configuración delos elencos de funcionarios del Ejecutivo que llevaron a cabo elinicio de las reformas de segunda generación. Más allá de lasevaluaciones técnicas y recomendaciones de buena gestión,estas entidades influyeron sobre ambos gobiernos en formadecisiva a favor de las concesiones y privatizaciones cuandoen algunos casos ello no hubiera sido necesario, y segundo,para que se beneficiara a los operadores privados bajo cual-quier condición, lo que dio lugar a la configuración de mono-polios privados en reemplazo de los estatales.

Estas privatizaciones aconsejadas por el Fondo Monetario ylos demás organismos multilaterales se hicieron, en la Argen-tina y en el resto de América Latina, con opciones extremada-mente desfavorables para el patrimonio nacional de los países.Se vendieron empresas y fuentes de recursos naturales a pre-cios por debajo de su valor real,15 y se privilegió no a quienes

15 Por ejemplo, la fijación de venta de Aerolíneas Argentinas, que muestraun proceso de privatización escandaloso. El BANADE tasó en 529 millonesde dólares el precio del 85% de las acciones de Aerolíneas. Al precio de mer-

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se acercaban más a los precios reales, bajarían más las tarifastelefónicas o extenderían más líneas de electricidad, sino aquienes traerían más títulos de la deuda externa.16 De estemodo, más allá de lo prometido a los ciudadanos, en esta se-gunda etapa tampoco hubo participación de los usuarios nidel Poder Legislativo. El “superente” regulador fue el Ministe-rio de Economía, que continuó con la indexación por índicesde precios ajenos a los domésticos (índices de inflación mino-rista o mayorista de los Estados Unidos). Así mientras los cos-tos de las empresas bajaban por la deflación interna, sus tari-fas aumentaban por un índice de inflación foráneo.

Las tarifas se renegociaron sin contar con la participaciónde los usuarios y en forma altamente centralizada. Esto signi-ficó una modificación de las reglas de juego inicialmente pac-tadas para una relación ahora de carácter bilateral, que pusode manifiesto la capacidad de lobby de las empresas para con-seguir mejores condiciones. Así como el presidente Menem pro-piciaba, en política internacional, las “relaciones carnales” conlos Estados Unidos, pero era infiel con los lobbyistas de lasempresas europeas, De La Rua mantuvo el alineamiento inter-nacional estrecho y una vinculación privilegiada con las em-presas españolas, lo que favoreció también fallos de la Corte

cado ese era apenas el valor aproximado de las 29 aeronaves de la empresa.La mitad podía pagarse en bonos de deuda externa a valor normal –no demercado–, lo que significaba otra pérdida grave para el patrimonio nacional.Además se eximía de impuestos a la nueva empresa por cinco años, el Esta-do le cedía los recursos del Fondo para la Renovación de la Flota y se haciacargo de los pasivos de la empresa.

16 En la Argentina, entre 1989 y 1993, se recaudaron, como resultado delas privatizaciones, 9910 millones de dólares en efectivo y 13.239 en títulosde la deuda, que representan 5270 en efectivo (39,8% del valor nominal delos títulos). Si se hubiera utilizado el efectivo también para rescatar títulosde la deuda, ésta tendría que haber disminuido de 57.000 millones de dóla-res en 1989 a 20.000 millones en 1994. Sin embargo, la deuda externa nodisminuyó sino que aumentó, y alcanza actualmente a más de 150.000 mi-llones de dólares. En estos 12 años, se triplicó.

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Suprema a favor de rebalanceos. De esta manera, predominóel “oportunismo empresario”, concepto en el cual están encua-dradas la especulación del rebalanceo, la modificación de re-glas y beneficios permanentes o las inversiones que terminanpagando los usuarios, o incumplimientos de disposiciones ju-diciales o del ejecutivo, frente al denominado “oportunismogubernamental”, donde es el Estado el que perjudica a lasempresas, por cuestiones electorales o coyunturales, a los ope-radores, y que fue el temido peligro esgrimido por la estrategiadel Gobierno.17

El “círculo virtuoso” buscado por el equipo económico –re-corte del déficit, menor riesgo país, “impuestazo” y baja de lastasas de interés para lograr el investment grade–, propuso unarenegociación de los contratos con las empresas para inducirlasa la inversión, a fin de poder salir de la recesión manteniendoel esquema de fuerte ajuste fiscal, pero mediante inversionesque, de todos modos, ya estaban programadas en los contra-tos. De este modo, se convalidaba un problemático mecanismode rebalanceo que siempre terminaba en el aumento de lastarifas: ya fuera que subieran los costos de las empresas, queéstas invirtieran y otorgaran mayor calidad al servicio, o quese diera una merma en la cantidad de pasajeros –como en el

17 Como señalan M. Thwaites Rey, y A. López, “La experiencia argentinaha mostrado que existe un peligro inverso al oportunismo gubernamental –ymás frecuente–: el ‘oportunismo empresario’, derivado de utilizar la debili-dad ocasional del Estado en determinado momento para imponerle condicio-nes más beneficiosas para los privados. La amenaza de hacer caer una con-cesión –con el costo político que conlleva–, de no replantearse un esquemade inversiones incumplido, o el tratar de renegociar otras ventajas –como laprolongación del plazo contractual– ofreciendo a cambio inversiones políticao económicamente necesarias en el corto plazo, son ejemplos de ello. De lamisma forma, la decisión estatal de no imponer reglas de juego más firmes,afincada en la convicción de que debe ser el mercado el verdaderodisciplinador, refuerza la conducta oportunista empresaria. En la actuali-dad, y ante cualquier intento de revertir alguna condición inicial, los empre-sarios se abroquelan tras el argumento de la ‘seguridad jurídica’”, en ThwaitesRey, Mabel y López, Andrea, op. cit.

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caso del transporte– o por un aumento en el número de usua-rios (que hiciera necesarias nuevas inversiones), en todos loscasos el ciudadano siempre tenía que pagar.

Al renegociarse los contratos (prolongando los plazos y mo-dificando las condiciones iniciales) se generaba una doble ile-gitimidad: en primer lugar, para el usuario, al impedir que otrooferente le brindara mejores condiciones. En segundo lugar,para las propias empresas competidoras que no habían entra-do en la licitación inicial, sobre todo en la medida en que lassucesivas renegociaciones hubieran modificado sustancialmen-te las condiciones económicas por las que, en su momentohabían quedado afuera. Por otra parte, el concesionario, me-diante “renegociaciones”, lograba postergar o cancelar inver-siones, reemplazarlas por otras innecesarias o mucho más cos-tosas y sin arriesgar capital propio, ni siquiera para aquellasobras que realizaba por propia decisión y para aumentar susbeneficios. Lo que se buscaba con el aumento del precio eraque el usuario pagara las obras de difícil o imposible fiscaliza-ción cuyo interés, conveniencia y precio en algunos casos ha-bía sido seriamente cuestionados por los expertos.

Ahora bien: fracasado el “blindaje” financiero y agotada lafigura del ministro Machinea, sobrevinieron cambios de en-vergadura en el rumbo de la Alianza gobernante. Luego delinterregno de López Murphy, que generó una gran moviliza-ción social de rechazo por la regresividad social de su planteo,el superministro Cavallo pareció, en un primer momento, orien-tarse en una dirección distinta de la ortodoxa, privilegiandolos problemas de competitividad y crecimiento por sobre los dedéficit y recorte, ampliando la base monetaria de la conver-tibilidad para darle más flexibilidad (incorporación del euro); yestableciendo planes de competitividad de lógica ofertista (re-ducción de impuestos, baja de aranceles, promociones, etc.).Sin embargo, luego de dos meses de iniciada, esta orientaciónno se tradujo en crecimiento sino que se agudizaron los pro-blemas del déficit público y la desconfianza de los acreedoresexternos hacia la sustentabilidad del plan y de la paridad cam-biaría, con crecientes aumentos del riesgo país luego del

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“megacanje”, para culminar en un cierre del crédito externo yel viraje hacia la ortodoxia del Plan Déficit Cero.

La posición del nuevo equipo ministerial respecto de la re-gulación de las empresas privatizadas podía visualizarse endos campos. Respecto de los entes, el Poder Ejecutivo Nacionalbuscó, más bien, simplificar, reducir y homogeneizar. Los cam-bios apuntaban a propiciar la fusión de algunos entes (por ejem-plo, ENRE/ENARGAS, OCCV/OCRABA, CNRT/ORSNA), reali-zar recortes presupuestarios y otras medidas de racionalización(como limitar el número de asesores) y a equiparar los salariosde sus directivos con los funcionarios de rango equivalente dela administración pública. En verdad, el ajuste de los entesreguladores apuntaba a limitar las erogaciones de cada uno ya establecer reglas para un funcionamiento más homogéneo, ya dar facultades al Ejecutivo para corregir las distorsiones quese habían acumulado en función de normas anteriores. Impe-ró una doctrina regulatoria de carácter fiscalista y de cortoplazo, que tendió a que los entes se parecieran a la burocraciade la administración central, con bajos incentivos a la eficien-cia y con la consecuente desmejora en la calidad de la regula-ción. En esta cuestión, se ponían de manifiesto las posturasencontradas entre la tecnocracia y los representantes. Entreel Ministerio de Economía –pretendiendo utilizar los super-poderes delegados por la ley 24.414 para reformar los organis-mos por decreto– y el Congreso, queriendo poner límites a suavance, cuestionando la forma de designar los directores y re-chazando las modificaciones de los marcos regulatorios.

Y respecto del universo a regular, las reformas de segundageneración apuntaron a desregular, a ampliar el espacio de loprivatizable hacia el área social del estado, (previsión social –ANSES–, obra social de los jubilados –PAMI–, salud, compe-tencia en las Obras Sociales), pero nuevamente sin el debidocontrol o participación del Congreso. Es decir, bienes públicosllevados a situaciones de crisis institucional para justificar suprivatización. Y si bien todo el mundo aspiraba a que el áreasocial funcionara mejor, en un marco de depresión económica,caída de la recaudación y dentro del Plan Déficit Cero, se ini-

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ció una creciente privación de los derechos de los ancianos aser atendidos por el PAMI o al deterioro de prestaciones desalud para el conjunto de la población.

En algún sentido, la nueva regulación apuntó (con el PlanDéficit Cero) a garantizar el pago de la deuda con la reducciónde salarios estatales y jubilaciones y a dar garantías a la rees-tructuración de aquélla con la recaudación impositiva. Presu-ponía privilegiar los derechos de los acreedores en detrimentode jubilados, empleados, contratistas o de ciudadanos en ge-neral; generando indirectamente ciudadanía de distintos nive-les: de primera, para los tenedores de bonos y acreedores, desegunda para el resto de los ciudadanos. Se trataba de la cul-minación de un Estado capturado por intereses privados, tan-to de las empresas privatizadas como de los bancos, conrentabilidades muy por encima del promedio de los demás sec-tores, donde sus balances fueron los que más interés dejaronaun en una economía sin crecimiento. De hecho, en los últi-mos años sólo han prosperado las empresas que han tenidomercados monopólicos, cerrados, con tarifas indexadas por lainflación norteamericana, y un sector financiero con capaci-dad para tomar plata al 2 o 3% en mercados de Oriente y pres-tarlo en la Argentina al 30% o 40%, con el seguro de cambiogratuito que era la ley de convertibilidad, generando crecien-tes problemas de competitividad al sector de bienes transables.

De este modo cambia el papel tradicional de las finanzas alservicio de la economía, interviniendo en el proceso de produc-ción y del consumo (con créditos, préstamos, baja tasa de in-terés) quedó relegado por el nuevo papel del capital financiero:producir beneficios sin participar en el proceso productivo, através de la especulación financiera, la especulación con divi-sas, con los llamados productos financieros derivados, con lastomas de participación de los fondos de pensiones y de compa-ñías de seguros en las industrias y en los servicios. El dinerocomenzó a reproducirse sin ayudar a crear valor o, como en elcaso de la participación en industrias y servicios, obteniendouna renta muy elevada fundada en la degradación de las con-diciones de trabajo. Es bien conocido el fenómeno de que, cuan-

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do una empresa anuncia despidos, sus acciones suben. Laapropiación del valor creado por la economía real por parte delas empresas o grupos de capital virtual adopta dos formas: laprimera corresponde a un empeoramiento de las condicionesde empleo (bajos salarios, horarios de trabajo flexibles, em-pleos precarios, desocupación), lo que permite que el aumentode la productividad no beneficie a los trabajadores y solo re-dunde en el aumento de la ganancia del capital. La segunda seda a través de un reparto desigual entre el capital productivo yel financiero, en beneficio de este último.18

Pero esta orientación especulativa y en contra de otra pro-ductiva que había privilegiado intereses particulares y consti-tuido el “modelo”, comenzaba a enfrentarse con fuertes contra-dicciones, a dar señales de agotamiento ya desde fines del 2001,a verse acorralada por un triple riesgo: en lo económico, con ladepresión y el cierre del crédito externo, el riesgo del default; enlo político, con la creciente debilidad del gobierno de la Alianzay un desprestigio del conjunto de la clase política, al de laingobernabilidad; y en lo social, con un 20% de desocupados enuna economía en recesión, al del estallido social.

En síntesis, en la columna del “haber” de la Alianza (hastala crisis del “blindaje”), podemos contabilizar la promulgaciónde la Ley de Defensa de la Competencia, la creación de la Comi-sión de Defensa y un aumento de la competencia en el área de

18 Así dice P. Bourdieu: “El campo del capital financiero funciona como unamáquina infernal, sin sujeto, que impone sus leyes a los estados mismos. Mien-tras el sistema anterior, llamado fordista, realizaba el beneficio gracias a laproductividad del trabajo, que tenía como contrapartida la seguridad del em-pleo y un nivel de remuneración realmente elevado, que alimentando la de-manda, sostenía el crecimiento y el beneficio, el nuevo modo de producciónmaximiza el beneficio reduciendo la masa salarial por la compresión de lossalarios y los despidos, inquietándose el accionista sólo por los cursos de labolsa de los que depende su ingreso nominal, y por la estabilidad de los pre-cios, que debe mantener el ingreso real, lo más cerca posible del ingreso nomi-nal”. Bourdieu, Pierre: El sociólogo y las transformaciones recientes de la eco-nomía en la sociedad, Buenos Aires, Libros del Rojas, 2001, pp. 20-21.

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las telecomunicaciones. Período donde se produjeron avancesen la instalación de mecanismos de reclamo y denuncia de ca-rácter individual de los usuarios de empresas, con una preocu-pación mayor por las demandas diferenciadas, la calidad de losservicios y la fijación de los mecanismos de resarcimiento indi-vidual en caso de declinación en los niveles de servicios ofreci-dos –sistemas de queja, consulta, multas por incumplimiento opor abusos en los cobros–. Por otro lado, es de destacar la ca-pacidad adquirida por las asociaciones de consumidores paramovilizarse, trabajar en red y apelar a la justicia en la defensade sus derechos, principalmente haciendo referencia al artícu-lo 42.19 En realidad, en la última década no fueron las autori-dades regulatorias quienes limitaron muchos de los efectos eimpactos negativos sobre los derechos de consumidores y usua-rios, sino que los recursos y defensas –dice Korol– fueronvehiculizados por fuera y casi contra de ellas, al amparo deotros cuerpos jurídicos o instrumentales periféricos a la regu-lación y a través de una compleja trama institucional y de pro-cedimientos directamente proyectada desde la escena política.20

En esta segunda etapa no hubo un cambio en la relaciónEstado-empresas, sino una ratificación de la anterior. En am-

19 Este artículo de la Constitución Nacional dispone: “Los consumidores yusuarios de bienes y servicios tienen derecho, en la relación de consumo, ala protección de su salud, seguridad e intereses económicos: a una informa-ción adecuada y veraz; a la libertad de elección y a condiciones de trato equi-tativo y digno. [...] Las autoridades proveerán a la protección de esos dere-chos, a la educación para el consumo, a la defensa de la competencia contratoda forma de distorsión de los mercados, al control de los monopolios natu-rales y legales, al de la calidad y eficiencia de los servicios públicos y a laconstitución de asociaciones de consumidores y de usuarios. [...] La legisla-ción establecerá procedimientos eficaces para la prevención y solución deconflictos, y los marcos regulatorios de los servicios públicos de competencianacional, previendo la necesaria participación de consumidores y usuarios yde las provincias interesadas en los organismos de control”.

20 Korol, Jorge L. “Cliente mata ciudadano: en torno a la noción de ciudada-nía urbana”, VI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estadoy de la Administración Pública, Buenos Aires, 5-9 Noviembre de 2001, p. 6.

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bas se terminó promoviendo una desequilibrada relación de poderentre empresas y usuarios, conformándose un pasaje de mono-polios estatales a monopolios privados, en algunos casos, condesguace de la empresa antes estatal en favor de consorciosestatales trasnacionales (caso Aerolíneas Argentinas-Iberia). Másque debilidad institucional o problemas de diseño, hubo faltade voluntad política para controlar a las privatizadas en la con-figuración de la estructura de precios y las rentabilidades rela-tivas de la economía, asegurándose las segundas, de esa mane-ra, rentas de privilegio, y facilitándose un predominio de losintereses de los consorcios por sobre la sociedad en su conjunto(Azpiazu, 1999).21 El ideal tanto del estado “mínimo” –de lasreformas de primera generación–, como del “inteligente” y “ami-go”, –al que tendían en principio las de segunda y que quedarona mitad de camino–, en realidad llevaron a una suerte de estado“precario”, con crecientes problemas de autonomía en el proce-so decisorio, de gestión por las contradicciones entre las distin-tas líneas internas de la coalición y por con una caída de dere-chos sociales por restricción presupuestaria.

3. Default y transición: “¿regulación con o sin control?”

A esta altura, como señaláramos, el modelo neoliberal gene-ró una triple contradicción que terminó con el gobierno de De laRua. En lo económico, por la falta de solvencia y, por tanto, de

21 Con 41.000 millones en 10 años, el capital español equivale al 25 porciento de la inversión externa en Argentina. A ello se suman las empresasfrancesas (8,1 por ciento), las italianas (4,9 por ciento) y las británicas (4,2por ciento) del total. Las estructuras de negocios están atadas a las tarifaspúblicas. Las ganancias de Telefónica de Argentina constituyen el 26 porciento del balance positivo de Telefónica de España. En el caso de Repsol, elresultado se eleva al 40 por ciento de las ganancias computadas por la casamatriz. Durante los meses de la depresión delarruista, las empresas petrole-ras y las privatizadas de servicios públicos obtuvieron ganancias extraordi-narias de hasta el 18 por ciento. (Eduardo Hecker, revista 3 Puntos).

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capacidad para generar divisas para el pago de intereses de unadeuda externa en constante aumento, derivó en un desequili-brio fiscal constante y en la necesidad de realizar repetidossalvatajes. Esto tuvo como consecuencia el corte del crédito ex-terno y la duda sobre la viabilidad del régimen de cambio fijo,desembocando en la pérdida del apoyo de los organismosmultilaterales (en particular del FMI) y retiro de depósitos porparte de los bancos. En lo político, por el aumento de la distan-cia entre representantes y representados que ya habían llevadoa la derrota electoral de la Alianza en octubre del 2001, con elagravante de la virtual ruptura de la coalición de gobierno, y eldescrédito en la opinión pública acerca de la capacidad del Pre-sidente para manejar la crisis. Y en lo social, por la desigualdaden aumento, la fragmentación y la reducción del gasto socialque llevaron a una movilización creciente de la sociedad civil,primero, de los sectores vulnerables del modelo (jubilados, do-centes, empleados y gremios estatales); luego, de los excluidos(desempleados, marginados, “piqueteros”); y por último, a par-tir del “corralito”, de los sectores medios incluidos, el “cacerolazo”.

El final abrupto del gobierno del presidente De la Rua llevó ala elección de un nuevo gobierno por la Asamblea Legislativa,luego de una corta transición en la cual, en el plazo de dos se-manas, se sucedieron 5 presidentes, y a la declaración de defaultde la deuda externa. El nuevo gobierno, si bien cuenta con unfuerte apoyo parlamentario, es débil frente a una situación deeconomía estancada y a la gran capacidad del establishment lo-cal e internacional para condicionarlo, debilidad potenciada porla distancia que con él mantiene una sociedad desconfiada delconjunto de la clase política. 22 Durante la gestión del ministro

22 Al respecto, señala J.C. Portantiero: “Es curioso porque tenemos unasituación del sistema político que parece óptima: nunca hubo un gobiernocon semejante mayoría parlamentaria y sin acción opositora. Sin embargo,esa mayoría parlamentaria no es mayoría política. Ni Alfonsín ni Menem tu-vieron semejante respaldo y, a la vez, no ha habido gobierno más débil queeste”. “Hay peligro de disgregación”, en revista 3 Puntos, No. 241, BuenosAires, 7 de febrero del 2002, pp. 34-36.

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Reemes Lenicov, se apostó a salir de la convertibilidad, a deva-luar y pesificar la economía para reactivar. Pero ya en esos pri-meros momentos se evidenció la fuerte presión de bancos yempresas privatizadas para impedir que se pesificasen y conge-lasen las tarifas de los servicios públicos. Un lobby que reuníadiversas formas de influir, entre otras, la del ex presidenteMenem, vocero de estos intereses y de la “coalición dolarizadora”,y que trasuntó el malestar de las privatizadas que, habiendotenido ganancias extraordinarias durante todo el período ante-rior, rápidamente intentaron boicotear estas medidas.

Luego de la devaluación y pesificación, se generaron expec-tativas en la población de que el replanteo económico y políticoque surgía con el nuevo gobierno y que aparecía apostar alaspecto productivo de la economía –a un cambio del modelo–mejoraría la situación de los hogares o al menos estabilizaríala misma. Pero nada de eso sucedió, por el contrario, el malmanejo de la devaluación aumentó las dificultades, tanto porla alta inflación que se generó al salir de la convertibilidad, eldescontrol de la política cambiaria, los conflictos derivados dela pesificación con los ahorristas atrapados en el corralito, losindexados hipotecarios, el aumento de los precios de la canas-ta familiar, etcétera.

Ahora bien, en la nueva renegociación de los contratos conlas privatizadas, el Gobierno Nacional apunta a congelar elaumento de las tarifas mediante la Ley de Emergencia hastaagosto, y a dilatar las negociaciones, mientras que las empre-sas están apuradas por reformular costos y tarifas por la de-valuación. El primero intenta evitar un elemento más de pre-sión inflacionaria y dejar fuera un factor importante de irrita-ción política, porque en el aumento del costo de vida, las tari-fas de los servicios (combustible, transporte, teléfono, gas, aguay electricidad) explican el 20% de ese indicador. Las compa-ñías, por su parte, tienen interés por llevar a cabo un aumentoinmediato de las tarifas, por que sus costos de insumos y can-celación de obligaciones no negociables son en dólares, mien-tras que ahora tienen ingresos en pesos.

El cambio de reglas, inicialmente, no favorece a estas em-

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presas, ya que, por la ley de Emergencia Pública (25.561) deprincipios de enero, las concesionarias están inhibidas de ac-tualizar tarifas, y mucho menos haciéndolo de acuerdo con laevolución del dólar y los índices de precios extranjeros. Lastarifas fueron pesificadas uno a uno, y para las petroleras, seterminó confirmando la retención del 20 % sobre las exporta-ciones del sector para financiar parte del gasto público y laconversión de activos y pasivos de dólares a pesos. Pero almismo tiempo, se observa la gran capacidad de los sectoresconcentrados de la economía para presionar por resolucionesgubernamentales acorde con sus intereses: primero lo hicie-ron los bancos (la emisión de un bono estatal para el sectorbancario), luego las grandes empresas (licuación de sus deu-das); y más tarde las petroleras (vía aumentos unilaterales delos combustibles). En ese cuadro, las privatizadas no se mues-tran dispuestas a absorber los costos de las retenciones, yamenazan con hacer caer concesiones y debilitar la inversión.

Esta nueva etapa de negociación con las privatizadas estácargada de enormes tensiones y volatilidad. En parte, por ladificultad de configurar autoridad política en un país con fuertecrisis de representación con una economía estancada y conaislamiento crediticio internacional. Por la falta de efecto dedemostración del poder estatal de reglamentar, –por ejemploque no aumenten las tarifas– y que ello sea cumplido. Además,si en el contexto del Estado de bienestar se establecía unadinámica mediante la cual los actores económicos predomi-nantes crecían al mismo tiempo que crecía la economía y elsector empresario participaba de la vida de la sociedad argen-tina, estaba vinculada a su destino, ahora los grupos económi-cos “pasan” por la Argentina, son en realidad gerenciasdesenraizadas, a las que si no se garantizan sus condicionesde expoliación se pueden ir a otro lado, y no tienen relaciónvinculante con la sociedad.23 Asimismo los principales grupos

23 Ver de Gabriela F. Rodríguez, “La política entre el neolibralismo y laglobalizacion: en busca de un lugar en el mundo”, Maestría de Investigaciónen Ciencias Sociales, UBA, 2002, (mimeo).

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económicos no se hacen cargo de la crisis ni de su responsabi-lidad en ella, sino que la ven como una oportunidad para se-guir concentrando o irse. Donde la clase dominante local espe-cula y fuga su capital, mientras los organismos multilateralesse muestran duros a la hora de reforzar las exigencias de un“plan sustentable” donde piden más ajuste en una situaciónde depresión económica, y no reconocen ninguna responsabi-lidad sobre lo sucedido a “su mejor alumno”.

El otro dato relevante de esta negociación es que a partir dela asunción del ministro Lavagna, hay un mayor rol en el Con-greso en la renegociación de los contratos de los servicios pú-blicos y en la discusión por las tarifas. Se trata de un acuerdoque apunta a darle a los legisladores mayor poder en el conte-nido de las renegociaciones entre el estado y las empresas deservicios públicos. Este mecanismo significa, a diferencia delas anteriores etapas, que los diputados y senadores podríanaprobar o rechazar los términos del acuerdo. De este modo elrol que juega el Congreso en el tema tarifas y servicio públicoscambiaría radicalmente porque hasta ahora los legisladorespodían evaluar los acuerdos tarifarios y los contratos de servi-cios públicos, pero esa opinión no era vinculante, y el Ejecuti-vo no tenía la obligación de modificar su posición aunque nocoincidiera con la del Congreso. Esto tiene que ver tambiéncon la actual iniciativa parlamentaria que impide el corte delos servicios de luz y gas para los usuarios que no puedenpagar por razones económicas. Si el Senado avala la decisiónde la Cámara baja, este proyecto se convertiría en ley, posibi-lidad que genera malestar en las compañías que argumentanla importancia de la mora y por primera vez sus balances co-mienzan a estar en rojo.

La situación actual es parte así de un equilibrio inestable ypolíticamente volátil: entre la pretensión del Ejecutivo que elEstado sea el que fije la emergencia y pueda congelar las tari-fas; la de dejar ir aumentado de a poco las tarifas, para que lapoblación lo pueda ir absorbiendo, o la de recomponer ganan-cias de las empresas, de aumentar las tarifas en forma acor-dada o no. El problema para el gobierno es que la incidencia

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en los precios de la canasta familiar por la megadevaluaciónha sido tan alta que una suba de las tarifas de los serviciospúblicos muy probablemente terminaría con la gobernabilidad.Se trata de una negociación con final abierto, vinculada enrealidad a tres tratativas cruciales: con los bancos (la salidadel corralito), con el Fondo (leyes requeridas y ajuste fiscal delas provincias), y con las privatizadas (aumento de tarifas), yen donde cualquier fracaso en una de las tres puede costar lacontinuidad del gobierno. Además hay otro elemento clave quese refiere a la situación de las privatizadas, y es que es la pri-mera vez que estas negociarán bajo condiciones de inflación yen un mercado que se contrae en el consumo. Esto sin dudales plantea un escenario distinto a la “fiesta” de los ’90.

4. Conclusiones

Las privatizaciones en la Argentina se llevaron a cabo conlas siguientes características: a) buscando lograr el mayor pre-cio posible y comprometer el mayor flujo de inversiones en elsector; b) manteniendo las situaciones de privilegio y monopo-lio; c) sin contemplar la asociación de capital privado nacional(y/o regional) ni el interés de los proveedores locales; d) esta-bleciendo muy débiles mecanismos de control y regulación. Eneste sentido, son un buen ejemplo del “pensamiento único”para el cual bastaba con atraer el capital externo y las inver-siones extranjeras para que lo demás (el desarrollo) se dierapor añadidura. Por supuesto, esto último no sucedió, y los pri-vilegios concedidos constituyeron serios problemas no ya parael desarrollo económico nacional, sino para el normal funcio-namiento de la economía, ya que, por un lado, agravaron lasituación de precios relativos; por otro, se convirtió en un fuertefactor de desaliento a la fabricación y el empleo local por supolítica de compras externas; y, finalmente, sus compras debienes y servicios y el giro que sus dividendos y utilidades vantomando inciden cada vez más sobre la Balanza de Pagos Na-cional.

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Estos doce años dejan la enseñanza de que el control y laregulación no son sólo una cuestión institucional, jurídica,económica o técnica, sino una política de primera magnitud.Porque no es posible considerar la regulación de las privatiza-das como un subsistema aislado del resto de la economía, sinoque es preciso incorporarla como una de las claves del buenfuncionamiento del conjunto. No se trata sólo de considerarun diseño institucional más participativo de las asociacionesde consumidores en los entes, o de asegurar mayor competen-cia en el sector e incorporar la “orientación al cliente”, sinoque la regulación se inscriba en un proyecto de país, que bus-que equilibrar las relaciones de poder en favor de la produc-ción y el empleo (sector real), frente al peso que han tenidodurante este período los bancos y los servicios públicos de ges-tión privada (sector virtual).

Una política de regulación y control supone la necesidad degeneralizar, en el actual contexto donde la mitad de la pobla-ción esta bajo el índice de pobreza, los planes de tarifa socialque tienen como antecedente la resolución de la Provincia deBuenos Aires que estableció la Tarifa de Interés Social (TIS)para el consumo de electricidad y que apunta a tarifas de ser-vicios públicos diferenciadas para las familias de menores in-gresos. Requiere relacionar la regulación con la competitividad,dada la alta incidencia que el precio de los servicios tiene en elcosto argentino; adoptar medidas para mejorar las atribucio-nes y composición de los entes (renovar sus planteles y atribu-ciones); proponerse ir a tarifas a precios internacionales, ne-gociar con las operadoras convenios de desarrollo de provee-dores locales y asegurar la participación de diversos actoresen la renegociación, dando espacio a las provincias, consumi-dores y al Congreso.

Pero esa política necesita resolver previamente una ecua-ción difícil, que es la misma salida de la crisis en que se en-cuentra el país. Lo cual precisa de una estrategia económicaque se ubique entre dos tensiones que parecen generar un di-lema insoluble: el privilegiar los inversores internacionales ol-vidando la gente, o el reconocer estos intereses mayoritarios,

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pero olvidando el poder y la influencia económico global. Tran-sitar esa delgada línea de equilibrio es caminar por un estre-cho sendero, entre las necesidades de los inversores (para “in-sertarse en el mundo”) y los de la gente (para “asegurar la pazy cohesión social”). Requiere la voluntad de negociar más quede aceptar críticamente las presiones del poder económico, derecuperar la política más que estigmatizarla, tanto a través dela reforma política, de estrategias consociativas entre los par-tidos mayoritarios para facilitar la aprobación de leyes comode fortalecer alianzas con las organizaciones de la sociedadcivil para realizar la política social y de control.

Se trata de llevar a cabo una estrategia de “construir latransición”, para salir del estancamiento, resolver los cuellosde botella más apremiantes que traban el funcionamiento dela economía, y generar alguna perspectiva de futuro en unhorizonte aparentemente hoy cerrado a la esperanza. Peroque al mismo tiempo es una estrategia que coexiste junto conotra, que apuesta desde la ortodoxia y factores de poder, a lanecesidad de empezar desde un piso más abajo social, econó-mica y políticamente, de sincerar brutalmente las variableseconómicas y de reconstruir un sistema político desde unacompetencia simulada en elecciones anticipadas y en el con-texto de una hiperinflación que permita hacerse de activosempresarios por nada a inversores extranjeros: a una “estra-tegia de derrumbe”.

La política regulatoria en este sentido, es una parte de unproceso negociador donde se juega la capacidad del estado deponer alguna orientación basada en intereses generalizableso de convertirse en pura administración. De tener posibilidadde negociar esta inserción al capitalismo global (“insertarseen el mundo”), pero que ello no signifique sólo suscribir con-tratos de adhesión con los organismos multilaterales y lasempresas globales. La política de regulación está sujeta, en-tonces, a la suerte misma del estado-nación en la etapa de laglobalización. A una estrategia que pueda permitir alguna con-tinuidad con el pasado y de mantener algún grado de autono-mía, identidad e integración, o si por el contrario va a prevale-

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cer otra, que signifique un quiebre histórico y una involuciónhacia una suerte de factoría conducida off-shore. Este desafíoque enfrenta hoy la sociedad argentina es una encrucijada nocomún ni eventual, la de reconstruir la nación, el Estado o lapolítica puedan arbitrar algún límite ético o social a las de-mandas de los mercados o de generar alguna dirección haciael bien común.

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Resumen

Este trabajo tiene como objetivo realizar un balance de laregulación de los servicios públicos en la Argentina y evaluarlos desafíos que se presentan luego de la experiencia de másde una década de privatizaciones. Apunta a destacar las estra-tegias regulatorias adoptadas por los diferentes gobiernos enel marco de reformas del Estado de primera y segunda genera-

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ción en tres momentos: el Gobierno de Menem (PJ), el de De laRua (Alianza), y las tendencias que parecen insinuarse a par-tir de la crisis argentina (default, estallidos sociales) y el as-censo de Duhalde (coalición PJ-UCR). La tesis general consis-te en mostrar el predominio de los intereses empresarios nosolo por sobre los de los ciudadanos-usuarios, sino mássignificativamente sobre las posibilidades de desarrollo y el logrodel bien común. Por último, se señalan –en un contexto inédi-to tanto por la situación de default como por la existencia deuna economía estancada–, algunas propuestas que permiti-rían responder a las actuales demandas de la población res-pecto de dichos servicios.

Palabras clave

reforma del Estado - entes de regulación - bienes colec-tivos - servicios públicos - bien común - empresas pú-blicas privatizadas.

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La misión militar francesa en la escuela superiorde Guerra y los orígenes de la Guerra Sucia,1957-1962

Daniel H. Mazzei *

La théorie de la guerre révolutionnaire est évidemment

séduisant pour notre armée. Elle offre á la fois une ex-

cuse, une justification et surtout un adversaire a la

hauteur de son amour-propre.1

El Ejército argentino experimentó grandes transformacionesdurante la segunda mitad de los años cincuenta. Tras el derro-camiento del general Perón, en septiembre de 1955, el sector“liberal” del Ejército buscó reemplazar la Doctrina de DefensaNacional vigente al tiempo que inició un profundo proceso de“desperonización” que significó el retiro de al menos 500 oficia-les y miles de suboficiales entre 1955 y 1958.2 En el marco de lasustitución de la doctrina de defensa se dio un mayor interéspor nuevas formas de guerra, no tradicionales, surgidas en elmarco de la Guerra Fría: la Guerra Nuclear o Atómica, y la Gue-

* Licenciado en Historia. Docente de la Facultad de Filosofía y Letras, UBA.1 Jean-Pierre Prevost, “L´épreuve algerienne”, Recherches et débats, 30,

mars 1960, p.78.2 La relación entre los cambios doctrinarios y el proceso de desperonización

ha sido analizada en profundidad por Ernesto López en su libro SeguridadNacional y sedición militar (Buenos Aires, Legasa, 1987). La desperonizaciónestuvo acompañada por la reincorporación masiva de casi 200 oficiales pa-sados a retiro durante el gobierno peronista. Para una lista completa de losreincorporados véase Ernesto López, op.cit., pp.111 a 126. Sobre el procesode desperonización en el Ejército y sus consecuencias véase Daniel H. Mazzei,“Tiempo de revancha: la desperonización del Ejército durante la revoluciónLibertadora”, Taller 12, abril de 2000.

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rra Revolucionaria. En ese contexto también se eclipsó, definiti-vamente, la influencia alemana sobre el Ejército argentino quefue reemplazada por el predominio de las tradiciones militaresnorteamericana y francesa.3 En el caso norteamericano se rela-ciona con el papel dominante logrado por su ejército después dela IIª Guerra Mundial y, particularmente, por la incorporaciónen el plano doctrinario de la problemática vinculada a la guerraatómica o nuclear.4 Por su parte, la tradición militar francesaestrechó sus relaciones con el Ejército argentino, con el que yaestaba vinculado desde el gobierno de Perón, y se transformóen dominante durante el período 1957-1962.

La gradual reconversión de la doctrina de defensa y el estu-dio de estas nuevas formas de guerra se inició en la EscuelaSuperior de Guerra (ESG), principal centro de formación teóri-ca del Ejército y ámbito natural en el que mejor y más rápida-mente se manifiestan estos cambios. La renovación temática,programática y pedagógica de la Escuela Superior de Guerracomenzó hacia 1957, y se reflejó –inmediatamente– en su prin-

3 La influencia alemana en el Ejército argentino comenzó a principios delsiglo XX con la contratación de profesores para la Escuela Superior de Gue-rra, creada en 1900. Posteriormente decenas de oficiales argentinos fuerondestinados a unidades del Ejército alemán.

4 Si bien en este trabajo nos ocuparemos de los aspectos vinculados a laGuerra Revolucionaria y la influencia francesa entre 1957 y 1962, debemosdestacar el profundo impacto que tuvo la cuestión atómica. Como ejemplopodemos resaltar que, sólo en 1957 y 1958, la Revista de la Escuela Superiorde Guerra publicó los siguientes artículos referidos a la guerra atómica: Mi-guel A. Montes “Las guerras atómicas en el campo de batalla”, Revista de laEscuela Superior de Guerra, Nº 325, (1957) ; y “Las guerras en el futuro de laera atómica”, Revista de la Escuela Superior de Guerra, Nº 326, (1957); Cán-dido Hure, “Estrategia atómica. La aparición del arma nuclear y sus influen-cias en el orden político”, Revista de la Escuela Superior de Guerra, Nº 331,(1958); Jorge A. Devalle, “Ataque en ambiente atómico”, Revista de la Escue-la Superior de Guerra Nº 331, (1958); Héctor J. Piccinalli, “Comunicacionesen ambiente atómico”, Revista de la Escuela Superior de Guerra Nº 334-337,(1958); y Carlos J. Rosas, “La estrategia general atómica”, Revista de la Es-cuela Superior de Guerra, Nº 329, (1958).

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cipal órgano de difusión, la Revista de la Escuela Superior deGuerra.5 Hasta entonces los artículos de esta publicación tri-mestral estaban dedicados, preferentemente, a la Historia Mi-litar argentina del siglo XIX y a la Segunda Guerra Mundial. Apartir de 1957 los temas se diversificaron y se prestó mayoratención a las “nuevas formas de guerra”, la Atómica y la Re-volucionaria. En este último caso –que es del que nos ocupare-mos en este artículo– todas las fuentes consultadas señalanque el verdadero inspirador de este giro hacia las doctrinasfrancesas sobre Guerra Revolucionaria fue el coronel CarlosJorge Rosas.6 Este prestigioso oficial del arma de Ingenieroshabía sido agregado militar en Francia y alumno de la EcoleSuperieure de Guerre de París hasta 1955. En 1957 fue desig-nado profesor de Táctica y Estrategia, y subdirector de la Es-cuela Superior de Guerra. Desde ese destino fue el responsa-ble de la incorporación a la misma de una misión militar fran-cesa portadora de las nuevas doctrinas que estaba desarro-llando el Ejército francés a la luz de su experiencia en las gue-

5 La Revista de la Escuela Superior de Guerra es una publicación trimes-tral creada en 1922 con el título Estudios y Comunicaciones de Información.En 1936 cambió su nombre por Revista de Informaciones, y finalmente, en1954, adoptó su nombre actual.

6 Carlos Jorge Rosas (1915-1969) pertenecía a la promoción 61 del Cole-gio Militar de la Nación. A su regreso de Francia, en 1955, fue designadoSubdirector de la Escuela Superior de Guerra, luego fue Jefe de Operacionesdel Estado Mayor General, y alcanzó el comando del II Ejército entre 1963 y1964. Según Alejandro A. Lanusse, Rosas fue “el factotum de la incorpora-ción de la doctrina y las experiencias adquiridas por el Ejército francés” (Ale-jandro Lanusse, Protagonista y testigo, Buenos Aires, Lugones editores, 1988,pág. 257). Otro tanto afirma Ramón Camps en su artículo “Derrota de lasubversión. Apogeo y declinación de la guerrilla en la Argentina”, La Prensa,4 de enero de 1981, p. 2. En una reciente versión oficial de la propia EscuelaSuperior de Guerra se reconoce –recurriendo al testimonio del general IsaíasGarcía Enciso– que “la influencia francesa en el Ejército Argentino fue pro-puesta por el coronel Rosas” (Coronel José Luis Picciuolo, “La Escuela Supe-rior de Guerra después de la revolución de 1930 y hasta mediados del sigloXX”, Revista de la Escuela Superior de Guerra, Nº 523, (oct.1996), p. 34.

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rras coloniales de Indochina (1946-1954) y Argelia (1954-1962).El objetivo de este trabajo es estudiar la influencia doctri-

naria y metodológica del Ejército francés sobre el Ejército ar-gentino entre 1957 y 1962, no sólo a partir de la actuación dela misión militar en la Escuela Superior de Guerra sino tam-bién de la experiencia de los militares argentinos que realiza-ron cursos en Francia, principal destino de los oficiales que secapacitaron en el exterior durante esta etapa. Para ello co-menzaré describiendo la particular situación del Ejército fran-cés en la segunda posguerra. A continuación, en la segundaparte, recorreré el desempeño de la misión francesa en la Es-cuela Superior de Guerra y de los oficiales argentinos que pa-saron por aulas francesas. En la tercera parte desarrollaré losconceptos de Guerra Revolucionaria y Guerra Subversiva, queme permitirán relacionar, a continuación, el papel de la pobla-ción en la Guerra Revolucionaria con la redefinición del ene-migo, el desarrollo de la “comunidad informativa” y, finalmen-te, los argumentos que llevaron a los franceses primero, y lue-go a los argentinos, a justificar la práctica de la tortura. Porúltimo realizaré un balance de los cambios experimentados porel Ejército argentino y que significaron la incorporación de ladoctrina de Guerra Contrarrevolucionaria, así como lainternalización de una serie de principios y prácticas que ha-brían de tener dramáticas consecuencias para la sociedad ar-gentina durante los años setenta.

I

El Ejército francés enfrentó, desde noviembre de 1954, susegunda guerra colonial de posguerra. Durante la primera, enIndochina (1946-1954), debieron luchar contra un enemigo dife-rente, no tradicional: los guerrilleros del Viet Minh que, lideradospor Ho Chi Minh, tenían el apoyo de la China de Mao Tse-Tung yla Unión Soviética. Después de siete años, en mayo de 1954, laguerra culminó con la rendición de la guarnición francesa deDien Bien Phu, y la aceptación –humillante para los franceses–

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de los acuerdos de Ginebra que dividieron el territorio vietnami-ta en dos sectores separados por el paralelo 18º Norte. A menosde seis meses de la caída de Dien Bien Phu, el 1º de noviembre,estalló en Argelia una rebelión nacionalista, encabezada por elFrente de Liberación Nacional (FLN). El conflicto era otra mues-tra del proceso de descomposición del imperio colonial francés, ycomprometió a la inestable IVª República Francesa en una nue-va y larga guerra librada ahora en un vasto territorio cercano ala metrópoli y con casi un millón de habitantes de origen euro-peo (los pied noirs). La revuelta, iniciada por los nacionalistas ycon un importante componente religioso, se extendió desde elinterior de Argelia hacia las principales ciudades (Argel, Oran,Constantina), mientras el gobierno de París comprometía uncontingente que, en algún momento, alcanzó los 500.000 hom-bres. Pero ni la superioridad numérica y militar, ni la brutalrepresión policial, alcanzaron para sofocar la rebelión que seextendió a todo el territorio argelino, al mismo tiempo que au-mentaba la violencia terrorista. La guerra alcanzó uno de susmomentos culminantes durante la llamada “batalla de Argel”,en marzo de 1957. A partir de entonces se hizo notoria –por suparticular metodología represiva– la acción de los regimientosde paracaidistas (los “para”), veteranos de Vietnam. Durante aquelaño 1957, la guerra de Argelia se transformó en el principal temade debate para la opinión pública francesa, y puso en jaque a lasdébiles coaliciones políticas de la IVª República, cuya convulsio-nada existencia culminó el 13 de mayo de 1958 cuando los regi-mientos de paracaidistas se rebelaron en Argel exigiendo el re-greso del general Charles De Gaulle al gobierno. Tanto ellos comolos pied noirs confiaban en que tan sólo el viejo general asegura-ría una Argelia francesa. Pero la guerra se prolongó, y su costo eimpopularidad crecieron en la metrópoli. De Gaulle, ya Presi-dente de la Vª República, fue variando su postura hasta propo-ner la autodeterminación del pueblo argelino. La reacción no sehizo esperar y en abril de 1961 los regimientos de paracaidistasliderados por los generales Salan y Massu, junto con los piednoirs organizaron el llamado “putsch de los generales”, al gritode ¡Algerie Française!.

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En aquellos años, los paracaidistas no eran sino una mino-ría del Ejército francés, pero una minoría activa que, despuésde su éxito en la llamada “batalla del Argel”, devino en un ver-dadero ejército dentro del ejército. Casi una secta con sus pro-pios ritos y leyendas, y un fuerte sentimiento de superioridad.La mayoría de ellos había combatido en Indochina, donde sehabían enfrentado al comunismo, al que consideraban el ver-dadero enemigo de la Civilización Occidental y la Religión Cris-tiana. Convencidos de que sólo podrían lograr la victoria utili-zando las mismas armas que sus adversarios dejaron de ladolos reglamentos militares para utilizar una serie de tácticasconocidas como Guerra Contrarrevolucionaria.7 Los paracai-distas detestaban a los políticos y a los intelectuales a quienesresponsabilizaban por las humillaciones que habían sufridoen Indochina y las que los amenazaban en Argelia.8 Su ideal

7 “Las órdenes de sus jefes debían ser avaladas por sus subordinados antesde ser ejecutadas. El mito “para” cuidadosamente mantenido por los paracai-distas y una prensa complaciente, los convirtió en héroes protectores. [...] Unajerarquía oficiosa distinguía a los boinas verdes, “paras” de la Legión, los boi-nas rojas, “paras” coloniales –unos y otros infinitamente más considerados quelos boinas azules, “paras” metropolitanos. En el seno del ejército tenían privile-gios a la medida de sus méritos: sueldo más elevado, ascenso más rápido,condecoraciones más numerosas. Entre ellos evocan la gloriosa saga de los“para”, exaltan la gloria de sus unidades y hablan una jerga común. Han adop-tado himnos alemanes, como Lilly Marlene o Alli Allo, [...] cultivan cuidadosa-mente su imagen viril, menosprecian al mismo tiempo la imagen inversa delhombre-mujer por excelencia, el político [...].”, Bernard Droz y Evelyne Lever,Historie de la guerre d´Algérie, (Paris: Editions du Seuil, 1982), pp. 291-292.

8 Según Bernard Droz y Evelyne Lever, Historie de la guerre d´Algerie, p.292: “Esta guerra que hacen a los rebeldes, los `para´ la hacen también con-tra los intelectuales progresistas, organizadores de la derrota. Se muestranorgullosos de su ignorancia, puesto que se la han ingeniado para explicarlesque las sutilezas intelectuales conducen al país a la decadencia”. Para unperfil psicológico de los paracaidistas veteranos de Indochina, su visión de laGuerra Revolucionaria y la política francesa puede leerse la novela de JeanLarteguy, Los centuriones (Buenos Aires, Emecé, 1968). En esta novela épicasobre las tropas francesas durante la batalla de Argel, Larteguy –un veteranoparacaidista de Indochina– justificaba plenamente el uso de la tortura.

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consistía en salvar lo que quedaba del imperio colonial frenteal avance del comunismo internacional del que era cómplice(según acusaban) el propio Charles De Gaulle.

Derrotados, decenas de oficiales veteranos de la guerra deArgelia se incorporaron a la Organization Armée Secrete (OAS),un grupo terrorista de extrema derecha que enfrentó al mismotiempo a los rebeldes argelinos y a la Vª República. Sin embar-go, los atentados y la violencia indiscriminada no pudieronimpedir los acuerdos de Évian que culminaron con la indepen-dencia de Argelia en julio de 1962.9

II

La misión militar que se incorporó a la Escuela Superior deGuerra en 1957 provenía de ese ejército convulsionado. La inte-graban, originalmente, los tenientes coroneles François PierreBadié y Patrice R. Jacobe de Nourois10 , a quienes se sumaron,posteriormente, los tenientes coroneles Robert Louis Bentres-que y Jean Nougués. Su labor de asesoramiento ha quedadoreflejada en una serie de artículos y conferencias publicadas enla Revista de la Escuela Superior de Guerra cuya lectura mues-tra apenas una parte de la labor de estos oficiales en la Argenti-na. Para comprender la dimensión real del predicamento quealcanzó esta misión militar entre los oficiales argentinos pode-mos citar a dos de ellos que pasaron en aquellos años por lasaulas de la Escuela de Guerra. Según el general Ramón J. Camps:

9 La OAS realizó 2600 atentados en Argelia y 415 en Francia, provocando415 muertos y 1145 heridos entre los argelinos y sus propios ex camaradas.Los atentados incluyeron al mismísimo Jefe de Estado, general De Gaulle. Alrespecto, véase Coronel Jorge Orfila, “Del proceso Salan, ¿surgen experien-cias asimilables al mando militar actual”, Revista de la Escuela Superior deGuerra, Nº 345 (abril 1962).

10 Al terminar su actuación en Argentina, en 1959, ambos oficiales reci-bieron el título de Oficial de Estado Mayor “honoris causa” por su “pondera-ble y valiosa contribución al perfeccionamiento profesional de nuestro cua-dro de oficiales” (decreto 15.359/59, publicado en Boletín Militar Público,3122).

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[...] el enfoque francés era más correcto que el norte-americano; aquel apuntaba a la concepción global y ésteal hecho militar exclusiva o casi exclusivamente [...]. Elconflicto mundial en curso, para ellos, no era pues ideo-lógico ni psicológico, ni frío, ni tibio ni caliente. Es laguerra en la cual cada adversario emplea todas las fuer-zas disponibles, violentas y no violentas, para hacer ce-der al otro beligerante, conquistarlo u obligarlo a re-nunciar a sus objetivos políticos. 11

Otro discípulo de las doctrinas francesas, el general AcdelVilas, primer jefe del “Operativo Independencia”, recordaba:

Reconozco, y lo digo con orgullo, que desde antiguo ve-nía prestando atención a los trabajos sobre el particu-lar editados en Francia –y traducidos en la Argentina oen España– debido a oficiales de la OAS y al Ejércitofrancés que luchó en Indochina y en Argelia. [...] En basea la experiencia recogida a través de estos clásicos deltema [...] comencé a impartir órdenes [...].12

* * *

Los primeros artículos de los asesores franceses fueron pu-blicados en el último trimestre de 1957 y continuaron, ininte-rrumpidamente, durante 1958. En todos los casos se referíana experiencias recientes del Ejército francés. Así, por ejemplo,el teniente coronel Nourois inició su colaboración con un artí-culo sobre la división mecanizada ligera francesa13 , en tanto elteniente coronel Badié realizaba un análisis de la Resistencia

11 Ramón Camps, op.cit.12 Martin Anderson y Antonio López Crespo, “Un libro inédito del general

Acdel Vilas: la Guerra Sucia empezó en 1975”, El Periodista, 31 de enero de1986, p. 3.

13 Patrice de Nourois, “Una concepción francesa: la división mecanizadarápida”, Revista de la Escuela Superior de Guerra, Nº 327, (oct.1957), pp.553-572.

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Francesa durante la Segunda Guerra Mundial. Este texto notenía, aparentemente, relación directa con el conflicto Este/Oeste y la Guerra Fría.14 Sin embargo, el estudio de esa parti-cular Guerra Subversiva que fue la Resistencia Francesa, leservía a Badié como excusa para estudiar el caso concreto deuna de las formas que esta adopta, la guerra de guerrillas. Y sibien el tema corresponde a un pasado reciente, abunda en ladescripción de tácticas guerrilleras con un objetivo didácticoconcreto: sacarle el mayor provecho a estas, ya que sólo “cono-ciéndolas bien, sabremos adaptarnos a ella”.15 Los siguientesartículos de Badié estuvieron referidos al accionar de los para-caidistas franceses en Port Said, durante la toma del canal deSuez, en noviembre de 1956.16 Su primera referencia directa ala situación argelina ocurrió con una conferencia sobre pro-tección de fronteras, tema particularmente sensible para losfranceses quienes –en esos mismos años– habían establecidoalambrados electrificados para impedir el ingreso de rebeldesa Argelia desde Túnez y Marruecos.17 En el siguiente número,Badié también desarrolló un aspecto considerado central entoda Guerra Revolucionaria, la Guerra Psicológica que –segúnlos teóricos franceses– se libra en la conciencia de la pobla-ción.18

En el caso del teniente coronel Patrice de Nourois las alu-siones a la Guerra Revolucionaria o Subversiva son directas y

14 François P. Badié, “La resistencia interior Francesa”, Revista de la Es-cuela Superior de Guerra, Nº 327, (oct.1957). En ese mismo número se publi-có el primer artículo de Patrice de Nourois, “Los blindados”.

15 François P. Badié, “La resistencia interior Francesa”, op.cit., pág.16 François P. Badié, “Las operaciones anglo-francesas contra Port Said”,

Revista de la Escuela Superior de Guerra, Nº 328, (ene. 1958), pp. 76-95; y“Operaciones anfibias conjuntas. Operación Mosquetero revisada”, Revistade la Escuela Superior de Guerra, Nº 329, (abr.1958), pp. 282-305.

17 François P. Badié, “Protección de fronteras”, Revista de la Escuela Su-perior de Guerra, Nº 330, (jul.1958), pp. 503-517.

18 François P. Badié, “La Guerra Psicológica”, Revista de la Escuela Supe-rior de Guerra, Nº 331, (oct.1958), pp. 665-685.

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permanentes, particularmente en su estudio sobre la estrate-gia revolucionaria del Viet Minh, analizada a través de textosdel general Giap, o el reglamento del Ejército vietnamita, yreferencias a la aplicación de la doctrina revolucionaria de Leniny Mao.19 Sus otros trabajos, en la misma línea, avanzaban enel estudio de la “guerra subversiva” a la que consideraba “laguerra del futuro” para la cual los militares educados en laguerra clásica no estaban preparados.20

Hacia 1960, los tenientes coroneles Robert Louis Bentresquey Jean Nougués tomaron la posta de Badié y de Nourois.Bentresque publicó sólo dos artículos en la Revista de la Es-cuela Superior de Guerra, ambos por demás significativos. Enel primero desarrollaba un método de análisis de la guerrasubversiva que le permitía establecer las bases de una resolu-ción y de determinar la línea a seguir en una situación dondese aplican la totalidad de los aspectos de la guerra de carácterglobal, diferente del que se sigue en la guerra clásica o en laatómica.21 El otro texto, un exhaustivo estudio sobre el en-frentamiento entre fuerzas “pro-occidentales” y “pro-comunis-tas” en Laos pretendía mostrar como se desarrollaba la luchaen una de “las numerosas batallas de la Guerra Revoluciona-ria”.22

También fueron publicados dos artículos de Jean Nougués,uno de los cuales es el único en el que se hace una referencia

19 Patrice de Nourois, “Algunos aspectos de la estrategia y táctica aplica-dos por el Viet Minh durante la campaña de Indochina”, Revista de la Escue-la Superior de Guerra, Nº 328, (ene. 1958), pp. 97 a 127.

20 Patrice de Nourois, “Una teoría para la guerra subversiva”, Revista dela Escuela Superior de Guerra, Nº 329, (abr. 1958), pp. 226-240; y “Guerrasubversiva y guerra revolucionaria”, Revista de la Escuela Superior de Gue-rra, Nº 331, (oct.1958), pp. 687-701.

21 Robert Louis Bentresque, “Método de razonamiento en guerra subver-siva”, Revista de la Escuela Superior de Guerra, Nº 335, (oct.1959), pp. 733-751.

22 Robert Louis Bentresque, “Los acontecimientos de Laos”, Revista de laEscuela Superior de Guerra, Nº 339, (oct.1960), pp. 615-629.

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a la metodología represiva utilizada por los franceses en Arge-lia y desarrolla la idea de ubicar a la Guerra Revolucionaria enel contexto de la Guerra Fría, a la que caracteriza de “ideológi-ca” y “global”.23 En el segundo artículo, de 1962, que marca elfin de la presencia militar francesa en la Escuela Superior deGuerra, Nougués desarrollaba –a manera de balance– los lo-gros del Ejército argentino en materia de Guerra Contrarre-volucionaria y aportaba información muy valiosa sobre los avan-ces realizados en esa materia por la Escuela Superior de Gue-rra y, especialmente, por el Estado Mayor del Ejército, así comolas primeras experiencias realizadas en este tipo de guerra enArgentina.

La misión militar francesa contó con el apoyo de un grupode oficiales argentinos que habían realizado cursos de capaci-tación en distintos centros de Francia, en particular la EcoleSuperieure de Guerre de Paris, donde se formaba la elite de

23 Jean Nougués, “Características generales de las operaciones en Arge-lia”, Revista de la Escuela Superior de Guerra, Nº 337, (abr.1960), pp. 174-203. El artículo es la traducción de una conferencia dada el 11 de diciembrede 1959 a los oficiales del 7º Ejército norteamericano, en Alemania Occiden-tal. En ese artículo destaca que “la guerra de Argelia aparece enseguida comouna fuente de enseñanza aplicable a otras circunstancias”, y utiliza la frase“ganar la paz”, que sería uno de los slogans preferidos por los militares ar-gentinos durante la última dictadura.

24 Durante el período analizado al menos un oficial argentino era enviadoallí cada año. Pasaron por la Ecole Superieure de Guerre de Paris los tenien-tes coroneles Pedro Tibiletti (1954-1956), Cándido Hure (1955-1957),Manrique M. Mom (1956-1958), Alcides López Aufranc (1957-1959), y EdgardoDaneri (1958-1960). También realizaron Cursos de Conducción y SuperiorInterarmas los mayores Daniel Correa (1959-1961) Carlos Aguirre (1960-1962), Julio Sarmiento (1961-62), y Juan de Dios Carranza Zavalía (1962-1963). Otros oficiales que pasaron por aulas francesas en este período fue-ron: el mayor Andrés Gordo y el teniente coronel Daniel Salazar (ingenieromilitar, especialidad materiales de guerra); el mayor Emiliano Flouret, (espe-cialidad química); el mayor Norberto Novoa, (ingeniero geógrafo); el tenientecoronel Roberto Arredondo (fotografía aérea); y el mayor Eduardo SanEmeterio.

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aquel Ejército.24 La Ecole tenía como objetivo seleccionar yadiestrar a un grupo reducido de oficiales que se destinarían alos Estados Mayores. A ese grupo se sumaban representantesde países aliados, incluyendo la Argentina.25 A su regreso alpaís la mayoría de los oficiales se desempeñaron en la direc-ción de la Escuela Superior de Guerra. Es el caso de CarlosRosas, subdirector en 1957 y 1958, o bien de los tenientescoroneles Pedro Tibiletti y Cándido Hure, director y subdirectorde la Escuela, en 1960. Otros graduados en Francia fueron elteniente coronel Manrique Miguel Mom, quien cumplió unainfluyente labor docente en la ESG, que se reflejó en un par deartículos sobre Guerra Revolucionaria26 , y el teniente coronelAlcides López Aufranc, quien narra así la particular experien-cia de su paso por la Ecole Superieure de Paris. 27

25 Los oficiales eran seleccionados por concurso de oposición y antece-dentes, e ingresaba solo una cuarta parte de los aspirantes. En 1964 cadacurso contaba con 90 alumnos de los cuales 70 eran franceses y 20 pertene-cían a países aliados (incluyendo a un argentino). Durante los dos años queduraba el curso los oficiales/alumnos realizaban estudios de problemas tác-ticos y logísticos; un curso superior interarmas de cuatro meses; un curso deHistoria Militar; dos giras para familiarizarse con el teatro de operaciones yampliar su cultura general; participaban en seminarios y realizaban una te-sis sobre un limitado número de asuntos militares. Véase Bernard PUJO “Dosescuelas, dos estilos”, Military Review, (marzo de 1965), pp. 60-64 (ediciónhispanoamericana).

26 Miguel Manrique Mom, “Guerra revolucionaria. El conflicto mundial endesarrollo”, Revista de la Escuela Superior de Guerra, Nº 331, (oct.1958), pp.641-663; y “Guerra Revolucionario. Causas –Proceso –Desarrollo”, Revistade la Escuela Superior de Guerra, Nº 334, (jul.1959), pp. 489-515. Este ofi-cial de infantería de la promoción 65 del Colegio Militar, fue uno de los líde-res de la facción colorada en septiembre de 1962, y pasó a retiro obligatorioen octubre de ese año por decreto 10.585/62.

27 Alcides López Aufranc, era oficial de caballería y pertenecía a la promo-ción 68 del Colegio Militar. Líder del grupo azul del Ejército se destacó almando del Regimiento 8 de blindados de Magdalena. Posteriormente fuesubjefe de Estado Mayor, comandante del III Cuerpo de Ejército y Jefe deEstado Mayor, cargo que desempeñaba cuando pasó a retiro en mayo de1973.

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Al producirse en Argel los acontecimientos del 13 demayo de 1958, que precipitaron la ascensión del Gral.DeGaulle, los alumnos franceses de la 71ª promociónde la ESG fueron enviados al África del Norte a fin dereforzar los estados mayores, integrando una nueva di-visión creada para dirigir la acción psicológica. [...] Losalumnos extranjeros fuimos autorizados a incorporar-nos durante dos semanas a los efectivos del Teatro deOperaciones, visitando desde el Puesto de Comando delComandante en Jefe hasta los pueblitos con auto-de-fensa musulmana, incluyendo las barreras electrifica-das en las fronteras de Túnez y Marruecos.28

III

Cientos de militares argentinos pasaron por escuelas decapacitación en los Estados Unidos y el Canal de Panamá du-rante las décadas del sesenta y setenta. Sin embargo, el Ejér-cito argentino nunca utilizó la terminología norteamericanasobre “contrainsurgencia”. Por el contrario, prevalecieron lascategorías “guerra contrarrevolucionaria” y “lucha contra lasubversión”, utilizadas por el Ejército francés. Ambas expre-siones reflejaban, en su origen, conflictos de naturaleza dife-rente que –con el tiempo– se tornaron sinónimos. Al respecto,un texto oficial del Ejército francés de 1956 definía la GuerraSubversiva en estos términos:

Guerra dirigida dentro del territorio dependiente de unaautoridad de derecho o de hecho, considerada como ene-miga por una parte de los habitantes de dicho territorio,

28 Alcides López Aufranc, “Guerra Revolucionaria en Argelia”, Revista dela Escuela Superior de Guerra, Nº 335, (oct.1959), p. 611. Los “sucesos del13 de mayo” son una referencia al levantamiento de los paracaídistas enArgelia que culminó con la caída de la IVª República y la llegada de CharlesDe Gaulle a la Presidencia de Francia.

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apoyada y reforzada o no desde el exterior, con el objetode arrebatar a dicha autoridad el control sobre ese te-rritorio o por lo menos paralizar su acción en el mis-mo.29

En esta definición amplia podrían incluirse “la guerra de laindependencia norteamericana, [...] vuestra propia guerra dela Independencia y la Resistencia Francesa contra las fuerzasde ocupación”.30 Por el contrario, la Guerra Revolucionaria era,

En su sentido más literal, [...] una operación emprendi-da no sólo para cambiar un grupo de dirigentes y la orien-tación política de un gobierno, sino también, y sobretodo para derribar el orden social preexistente, con elobjeto de instaurar otro sistema construido sobre basesdistintas.Por supuesto, esta definición se aplica especialmente alas acciones que, dirigidas desde Moscú o Pekín, tienenpor finalidad extender el régimen comunista, con todoslos trastornos que éste supone para las organizacionesya establecidas y para las relaciones sociales.31

29 Henri Grand d´Esnon, “Guerra Subversiva”, Revista de la Escuela Su-perior de Guerra, Nº 338, (jul.1960), p. 340. Esta misma definición se en-cuentra en Alcides López Aufranc, op.cit., p. 611.

30 Henri Grand d´Esnon, “Guerra Subversiva”, op.cit., pp. 339-340. Porsu parte, para López Aufranc, (op.cit., pp. 614-615), la Guerra Subversivaincluía “la acción entre los años 1950 y 1955 para derrotar a la tiraníaperonista, la campaña de Fidel Castro”. Según esta definición la guerra sub-versiva “persigue un fin que puede estar o no equivocado, pero que es gene-ralmente asociado a un ideal, y algunos procedimientos criticables, como elterrorismo, son pasajeros y al solo efecto de conmover a una población em-brutecida bajo un régimen de ocupación o policíaco” .

31 Alcides López Aufranc, op.cit., p. 614. Entre las guerras revoluciona-rias “antes de la aparición del marxismo”, incluye a “la Revolución Francesaen sus comienzos”.

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De estas definiciones se infiere que –en su origen– todas lasguerras revolucionarias eran subversivas, pero que no todaslas guerras subversivas eran revolucionarias. No obstante, lalectura atenta de algunos textos publicados por la Revista dela Escuela Superior de Guerra muestra un uso indistinto deambas categorías.32 Según el teniente coronel López Aufrancla utilización de ambos términos como sinónimos “es un errorcomún que debe evitarse”, puesto que “en su finalidad son to-talmente distintas”. En su opinión, la confusión se produceporque “la Guerra Revolucionaria utiliza las formas y los pro-cedimientos de la Guerra Subversiva”, por ejemplo la guerri-lla.33 Al respecto el teniente coronel Henri Grand d´Esnon ex-plica esta confusión en que “el argumento subversivo es casiimprescindible para el cumplimiento del fin revolucionario”, yque “las guerras subversivas tienen cada vez más una tenden-cia a perseguir fines revolucionarios”. Esto se debe a que “losestudios marxistas sobre la guerra subversiva, al profundizarel análisis completo de este fenómeno, han renovado comple-tamente su concepción mientras modernizaban sus procedi-mientos [...] y no hay acción subversiva que no se encuentreprofundamente caracterizada por el aporte marxista”.34

El origen de esta confusión es más profundo y debemosbuscarlo entre los paracaidistas franceses, veteranos de loscampos de prisioneros del Viet Minh, para quienes el conflictoargelino era la continuidad de aquella guerra revolucionaria, yformaba parte de una guerra a escala planetaria. La dura ex-periencia indochina había transformado a los restos del con-

32 Un ejemplo del uso indistinto de ambas categorías puede hallarse enRobert Louis Bentresque, “El método de razonamiento en la Guerra Subver-siva”, Revista de la Escuela Superior de Guerra, Nº 335, (oct. 1959.)

33 Alcides López Aufranc, op.cit., pp. 612-613. Para Grand d´Esnon laguerrilla no es más que un procedimiento táctico de la guerra, “siendo esta laforma de lucha efectuada por elementos ligeros que actuan en una zona do-minada por el adversario” (Henri Grand d´Esnon, “Guerra Subversiva”, op.cit.,pág. 342)

34 Henri Grand d´Esnon, “Guerra Subversiva”, op.cit., pág. 341.

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tingente derrotado en Dien Bien Phu en verdaderos expertosen guerra revolucionaria. Para ellos detrás de cualquier ene-migo estaba (siempre) el comunismo. Uno de estos veteranos,el capitán Jacques Mercier sostenía –en un folleto que aúnpuede encontrarse en la Biblioteca de la Escuela de Guerra–que el extremo nacionalismo del FLN argelino no era real sinouna creación artificial de largo aliento “de los teóricos marxis-tas” que seguía el siguiente proceso:1. Fabricar artificialmente si es necesario, un nacionalismo

reivindicativo.2. Poner a la potencia colonial en papel de acusado.3. Asegurar el triunfo del movimiento nacionalista por el

despojo de la potencia capitalista, si es necesario por lainsurrección armada.

4. Un tiempo después del reconocimiento de la independen-cia provocar una crisis económica y social asegurando eléxito del partido comunista local y permitiendo lasovietización.35

Los argumentos del capitán Mercier se trasladaron al Ejér-cito argentino donde muchos oficiales adoptaron como propioel discurso de estos teóricos franceses. Uno de ellos, el tenien-te coronel Miguel Manrique Mom publicó, a su regreso de Pa-rís, un verdadero manual de Guerra Revolucionaria, que per-mite apreciar como se había generalizado este concepto. Elpropio Manrique Mom reconoce que el suyo no es un textooriginal sino una “traducción y adaptación de conceptos y/opárrafos y/o textos completos” de la Revista de InformaciónMilitar (principal órgano de difusión del Ejército francés), con-ferencias, escritos de Mao Tse Tung, y apuntes de clase. Im-buido de una mística de cruzado, propia de sus pares france-ses, incluía –por primera vez para un oficial argentino– a todas

35 Jacques Mercier, (cap.), Rebellion en Algérie et Guerre Revolutionaire,DOC.O.I. Nº501/505, pp. 9-10. Este folleto puede encontrarse en la Bibliote-ca de la ESG con el número de inventario F483. Mercier es uno de los auto-res citados por López Aufranc en la bibliografía de su artículo.

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las guerras o conflictos actuales (grandes o pequeños) entrelas Guerras Revolucionarias:

El conflicto actualmente en desarrollo en todo el mundo“libre” no es sino una guerra, REVOLUCIONARIA, concebida,preparada y conducida por el marxismo-leninismo convistas a la conquista del poder total en el Mundo.36 (re-saltados en el original)

De esta forma todos los conflictos eran concebidos como unosolo, una Guerra Revolucionaria conducida por el “marxismo-leninismo” contra el “mundo libre”, cuyo objetivo final era laconquista del mundo. En esta misma línea teórica el tenientecoronel Tomás Sánchez de Bustamante desarrolló históricamentelas tácticas y estrategias de la Guerra Revolucionaria, reafir-mando la idea de una sola guerra a escala planetaria, “un cho-que entre dos civilizaciones”, –el Occidente cristiano y el Orien-te ateo– donde uno de los bandos (el “rojo”), pretende “la im-plantación paulatina del comunismo en el mundo”.37

De estos textos se deduce que ya poco interesaba si, en suorigen, las guerras se proponían la independencia o la desco-lonización, ni que –según los textos oficiales– todas las gue-rras de liberación fueran subversivas y tan solo algunas revo-lucionarias. En la práctica, para los teóricos franceses (y susdiscípulos argentinos), si todos los conflictos del mundo for-man parte de una misma y única Guerra Revolucionaria a es-

36 Manrique Miguel Mom, “Guerra Revolucionario. Causas –Proceso –De-sarrollo”, op. cit., p. 489.

37 Tomás Sánchez de Bustamante, “La Guerra Revolucionaria”, Revistade la Escuela Superior de Guerra, Nº 339, (sept.1960), pp. 602-603. Sobreeste tema también publicó “La Guerra Revolucionaria Comunista. La Guerrade China”, Revista de la Escuela Superior de Guerra, Nº 343, (oct.1961), pp.589-608; y “La situación mundial. El cerco estratégico”, Revista de la Escue-la Superior de Guerra, Nº 344, (ene.1962), pp. 5-23. Sánchez de Bustamantehabía realizado el Curso de Estado Mayor en Fort Leavenworth, Kansas entre1957 y 1958.

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cala planetaria por la conquista del mundo, todas las GuerrasSubversivas son, al mismo tiempo, Revolucionarias y, por ende,ambos términos se convierten en sinónimos. Del mismo modo,para enfrentar a este tipo de guerra se utilizan las categorías(intercambiables) “lucha contra la subversión” o “guerracontrarrevolucionaria”. En Argentina, se ha utilizado –prefe-rentemente– el adjetivo “revolucionaria” al referirse a este tipode guerra, mientras que para las técnicas utilizadas paraenfrentarla se ha preferido la tristemente célebre frase “luchacontra la subversión”.

Más allá de las concepciones de los veteranos paracaidistascabe preguntarse por qué el Ejército Francés, institucio-nalmente, hizo suyas estas teorías que sobredimensionaron alcomunismo argelino por sobre los aspectos nacionalista y reli-gioso de la revuelta del FNL argelino. Una respuesta posible aeste interrogante la ofrece un oficial argentino, a quien nadiepodría sospechar de “subversivo”:

Si la guerra de Argelia fuera exclusivamente Subversi-va, es decir, que se buscara sacudir el yugo de la metró-poli para obtener únicamente la independencia, esa lu-cha podría gozar del apoyo moral y material de los paí-ses que creen en el derecho a la autodeterminación delos pueblos. [...] En cambio, la calificación de Revolu-cionaria la asocia inmediatamente al comunismo y jus-tifica a Francia ante la opinión mundial. [...] Las poten-cias occidentales quedan inhibidas de apoyar a los ar-gelinos. [...] Parte de las divisiones que Francia debemantener en pie de guerra a disposición de la NATO,han sido llevadas a Argelia, entendiendo que la agre-sión roja ya se ha producido, si bien por interpósitaspersonas.38

38 Tomás Sánchez de Bustamante, “La guerra revolucionaria”, op.cit., pp.613-614.

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Ya poco importaba el origen religioso o colonial de los con-flictos particulares. Detrás de ellos siempre estaba el “lobo conla piel de cordero”. Sin embargo, pocos años después, un edi-torial de la Dirección de la Escuela Superior de Guerra se sin-ceraba y reconocía que

En cuanto a Argelia, si bien mostró un comienzo de hos-tilidades basado en procedimientos coincidentes con loque determina la doctrina soviética, no ha evidenciadouna finalidad comunista bien definida. Se trata más biende una fuerza revolucionaria y subversiva desde el pun-to de vista de su técnica, pero políticamente orientadahacia la emancipación.39

IV

Los asesores militares franceses otorgaban en sus textos unaatención especial a las ideas de Mao Tse-Tung, “maestro de lateoría y de la práctica de la Guerra Revolucionaria”.40 Tanto elloscomo sus discípulos locales destacaron particularmente una delas máximas de Mao: “La población es para la subversión lo queel agua para el pez”, a partir de la cual elaboraron toda su teoríade Guerra Contrarrevolucionaria.41 En términos militares la po-blación se transformó en “el terreno”, en “el campo de batalla”, ylas fronteras que separaban a los adversarios ya no eran geográ-

39 Prefacio de la Dirección a “La Guerra de Indochina”, Revista de la Es-cuela Superior de Guerra, Nº 349, (1963)

40 La frase corresponde al coronel Miguel M. Mom, “Guerra Revoluciona-rio. Causas –Proceso –Desarrollo”, op.cit., p. 491.2

41 La frase completa de Mao es la siguiente “Es como si la población fuerael agua y el ejército el pez. ¿Cómo no podría sobrevivir el pez si se sumerge enel agua? Pero si el agua se retira o se agota, entonces el pez no escapa a lamuerte”. La frase es citada en Henri Grand d´Esnon, “Guerra Subversiva”,op.cit., pág. 343; Patrice de Nourois, “La Campaña de Indochina”, op.cit.,pág. 116; y François Badié, “Resistencia Francesa”, op.cit., pág. 548.

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ficas sino ideológicas.42 Los límites entre uno y otro bando pasa-ban por “el seno de la nación, de una misma ciudad y, a veces,de una misma familia”.43 Interpretaban que la población no erael fin sino el medio, y que su conquista era una etapa indispen-sable en toda Guerra Revolucionaria. De lo anterior se despren-de un dato esencial para entender la lucha contrarrevolucionaria:toda diferencia entre beligerantes y población civil desaparece.La población, en su totalidad, se transforma en sospechosa, enenemigo potencial, prefigurándose así el concepto de “enemigointerno” que se extenderá luego a toda actividad opositora. Unode los más notorios teóricos de la Guerra Contrarrevolucionaria,el coronel Roger Trinquier, afirmaba al respecto:

[...] El ejército, cuya responsabilidad es dar batalla, deberecibir una colaboración ilimitada, sin reservas, incon-dicional del pueblo que defiende. Con este apoyo, el ejér-cito sabrá dónde y cuándo atacar. Cuando conozca laexistencia de un individuo que, en cualquier orden decosas, ayude al objetivo del enemigo, tendrá que consi-derarlo traidor y deberá tratarlo como tal.44

La generalización (y el abuso) de la idea de que el enemigopuede estar escondido entre la población, divide en formamaniquea a toda la sociedad, transformando a todo opositor noya en un aliado potencial del comunismo sino en “subversivo”.45

42 “En la guerra revolucionaria comunista la población representa a la vezel medio (“el terreno” podríamos decir) en donde se libra la lucha, la materia-lización del objetivo de los dos adversarios, y uno de los principales instru-mentos de acción” (Miguel Manrique Mom, “Guerra Revolucionaria. Causas –Proceso – Desarrollo”, op. cit., pág. 505)

43 Roger Trinquier, La guerre, Paris, Albin Michel, 1980, p. 158.44 Roger Trinquier, La guerra moderna, p. 43, citado en Prudencio García,

El drama de la autonomía militar, Buenos Aires, Alianza Editorial, 1995, p.92. En la actualidad hay cinco copias de este texto en la Biblioteca de laEscuela Superior de Guerra.

45 Al respecto el coronel Trinquier (afirma; “Todo individuo, toda organiza-ción que, de alguna manera, favorezca los designios del adversario será consi-derado enemigo y tratado como tal” (Roger Trinquier, La guerre, op.cit., p. 160).

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Según esta interpretación, en toda guerra revolucionaria el“enemigo” se oculta y se mimetiza en medio de la poblacióncon el apoyo de la misma. Por ello, en la lucha contrarrevo-lucionaria el problema clave reside en la forma de obtener in-formación (renseignement) para conocer la estructuraorganizativa del enemigo. Según quienes elaboraron esta doc-trina, los interrogatorios son el principal instrumento paraobtener información y debe recurrirse a cualquier método paraobtenerla, incluyendo la tortura de simples sospechosos. Deesta forma, la tortura fue aceptada como una práctica normaly cotidiana por los militares franceses y las tropas en Arge-lia.46 No obstante, sus responsables no siempre utilizaron esapalabra sino que recurrieron a eufemismos tales como “méto-dos de acción clandestina y contrarrevolucionaria”.47

Las prácticas utilizadas para conseguir información origi-naron acusaciones sobre la de “guerra de exterminio” que prac-ticaban los franceses en Argelia. A ello se refería, con orgullo,el teniente coronel Jean Nougués, de la misión militar en Bue-nos Aires, cuando afirmaba:

El Ejército francés, no merece este exceso de honor, niesta indignidad. Las operaciones que se desarrollan vic-toriosamente en Argelia son otra cosa muy distinta a la

46 “La tortura asumida como práctica absolutamente normal, prevista,planificada y sistematizada, como un instrumento más dentro de la variadapanoplia de métodos y técnicas de información. [...] La degradación moralque implica este método endurece y pervierte de tal modo la conciencia dequienes la practican que, muy pronto, asumen como normal el que se torturebrutalmente a simples sospechosos”, Prudencio GARCÍA, op.cit., pág. 43.

47 Pierre Vidal Naquet, La torture dans la Republique, Paris, Les editionsde Minuit, 1983, p. 52. La palabra tortura no aparece en ninguno de lostextos publicados por la Escuela Superior de Guerra en este período. Algosimilar ocurría con los teóricos del Ejército francés. Al respecto Vidal Naquet(idem, ibidem) afirma “Cuando se leen escritos justificativos se percibe quejustifican la tortura sin osar emplear la palabra. El mismo general Massu nohabla de tortura o del empleo de agua o electricidad [...]”

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de una represión ciega. Nuestras fuerzas, frente a unaagresión revolucionaria, se ven impelidas a una guerracontrarrevolucionaria que, lejos de empañar su honor,representará sin duda una de sus más bellas accionesde gloria.48

Nougués aludía de esta forma a la polémica desatada enFrancia por la revelación de las prácticas represivas practica-das por la policía primero, y luego por los paracaidistas.49 Sinembargo, fueron las denuncias sobre el uso sistemático de latortura (ya practicadas en Madagascar en 1947, y en Indochina)las que provocaron una larga polémica en el seno del propioEjército francés. En febrero de 1957, el general Jacques Parisde la Bolladiere, Comandante del Atlas Blediene, entró en con-flicto con su superior, el general Jacques Massu (jefe de losparacaidistas durante la batalla de Argel), por haberse rehu-sado a aplicar las directivas sobre la “acentuación del esfuerzopolicial”. En aquella ocasión Paris de Bolladiere sostuvo antesde ser relevado de su comando:

La tentación a la cual no han resistido países totalita-rios de considerar ciertos procedimientos como un mé-todo normal para obtener la información debe ser re-chazado sin equívocos y esos procedimientos condena-dos formalmente.50

Poco después advirtió sobre:

“[...] el enorme peligro que tendría para nosotros perderde vista, bajo el pretexto falaz de la eficacia inmediata,

48 Jean Nougués, “Características generales de las operaciones en Arge-lia”, Revista de la Escuela Superior de Guerra, Nº 337, (abr. 1960), pág. 174.

49 Las prácticas represivas incluían la tortura, la deportación masiva parasustraer a la influencia del FLN, la concentración en campos de tránsito,hospedaje y reagrupamiento, y las ejecuciones “ejemplificadoras”.

50 Citado en Pierre Vidal Naquet, op. cit., pág. 51.

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los valores morales que han hecho la grandeza de nues-tra civilización y de nuestro ejército”51

Otros oficiales, no tuvieron esos escrúpulos. La tortura yautilizada –aunque no sistemáticamente– en Indochina, con susestructuras, sus ejecutores y sus reglas de funcionamiento, setransformó –según la expresión de Vidal Naquet– en una verda-dera “institución de estado”. Incluso, en ciertas escuelas de for-mación de cuadros, se enseñaba la tortura, aunque según lasinstrucciones debía ejecutarse de forma “limpia”, es decir sinsadismo y sin dejar marcas visibles.52 Sus defensores se funda-ban en el principio temible e inverificable de la eficacia inmedia-ta, según la cual el sufrimiento de los torturados podría preve-nir atentados y salvar la vida de miles de inocentes.53 Al respec-to, el capellán de la 10ª División de Paracaidistas expresaba:

Entre dos males, hacer sufrir por un tiempo a un bandi-do tomado en el acto, que por lo demás merece la muer-te, y por otro lado dejar masacrar inocentes que podríansalvarse si se pudiera, gracias a las revelaciones de estecriminal, aniquilar a su banda, es necesario elegir sindudar el menor: un interrogatorio eficaz sin sadismo.54

51 Fragmento de la carta dirigida a Jean Jacques Servan-Schriver el 29 demarzo de 1957, y citada en Bernard Droz y Evelyne Lever, op. cit., pág. 140,nota 2. El general Paris de la Bolladiere recibió una sanción de 60 días deprisión por la difusión de esta carta por parte del ministro de Defensa. Lapolémica entre ambos continuó durante años a través sus libros. En 1971Massu publicó La vraie Guerre d´Algerie, en tanto Paris de la Bolladiere lerespondía un año después en Bataille d´Alger, Bataille de l´homme.

52 El jefe de los paracaidistas, Massu, defendió una tortura funcional com-parándola al acto médico del cirujano o del dentista. Citado en Pierre VidalNaquet, op.cit., pág.7. Para Trinquier, “Los interrogatorios sobre los cualesse basa el éxito de las operaciones deben estar conducidos por especialistasde informaciones, de alta moralidad y perfectamente equilibrados” (RogerTrinquier, LaGuerre, op.cit., p.170)

53 Bernard Droz y Evelyne Lever, op.cit., pp.141-144.54 La frase pertenece al capellán Delarue. Citado en Pierre Vidal Naquet,

op.cit., p. 45.

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En esta línea de pensamiento el comandante del 3er Regi-miento de Paracaidistas, y uno de los principales teóricos de laGuerra Contrarrevolucionaria, Roger Trinquier, justificaba eluso de la tortura con el siguiente ejemplo:

Un medio día, una de vuestras patrullas arresta al por-tador de bombas. Tiene solo una [...] Está arreglada paraexplotar a las 18,30 horas. Ha colocado una, dos, tres...,y sabes que una bomba causa una decena de muertos yuna treintena de heridos. El terrorista está delante deti. ¿Qué haces? [...] ha puesto bombas por orden de susjefes, para que la gente de Argel sufra y muera, para quetengan miedo y se sometan a la voluntad del FLN. Nodirá nada. Solo el sufrimiento físico y el temor a la muertelo harán hablar. [...] hacer sufrir un terrorista que cono-ce perfectamente los riesgos que toma poniendo bom-bas o dejar morir inocentes. La cuestión es menos sim-ple de lo que Ud. supone.55

En Argelia, de la mano de oficiales como Trinquier, la tortu-ra devino práctica cotidiana y funcionó en todas partes contécnicas similares a las que se aplicarían dos décadas despuésen Argentina: los golpes, la suspensión de cuerpos, las quema-duras con cigarrillos o soplete y, sobre todo, los suplicios de laelectricidad o de la bañadera (baignoire).56 También, y al igual

55 Rogel Trinquier, La Guerre, op.cit., pp. 174-175. En esa misma línea depensamiento, uno de los máximos jerarcas del Proceso de ReorganizaciónNacional, Guillermo Suárez Mason, ante la pregunta si había ordenado tor-turar, respondió “Nadie dijo que había que torturar. Lo efectivo era que seconsiguiera la información. Era lo que a mí me importaba”. Citado en MaríaLaura Avignolo, “Toda la verdad sobre el general prófugo”, Siete Días, 876, 4de abril de 1984, pág. 3.

56 Sobre los principales centros de tortura en Argelia, véase Bernard Drozy Evelyne Lever, op.cit., pág. 141, y Pierre Vidal Naquet. Para un relatoautobiográfico de las torturas practicadas por los paracaidistas franceses (ysu similitud con lo ocurrido en Argentina) puede leerse el libro del periodistaargelino Henri Alleg, La tortura, (en francés La Question, 1957).

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que en el caso argentino, se desarrolló una modalidad clan-destina que incluyó la desaparición de miles de personas,muchas de ellas –como en el famoso affair Audin– muertasdurante la tortura y arrojadas al mar.57

De la importancia que se otorga a la información en la Gue-rra Contrarrevolucionaria surgen algunas consecuencias im-portantes. En primer lugar, al extenderse el estado de sospe-cha a toda la sociedad, la “inteligencia militar” tradicional yano parecía suficiente y se necesitaban servicios de informacio-nes más amplios y complejos. En Argentina, por ejemplo, semultiplicaron y superpusieron los servicios de “informaciones”en todos los cuarteles y unidades, y decenas de oficiales y sub-oficiales argentinos realizaron cursos de capacitación en te-mas relacionados con “informaciones” e “inteligencia”.58

Al ampliarse la llamada “comunidad informativa” tambiénadquirió un desarrollo particular el área de la acción o guerrapsicológica. Decía Clausewitz que uno de los objetivos de laGuerra es la conquista del territorio enemigo. En la GuerraRevolucionaria el territorio es la población, por lo que el cam-po de batalla son las “mentes” y “el espíritu de los hombres”.59

Por lo tanto la conquista o la neutralización de la poblacióncivil se convirtió en un objetivo prioritario para los teóricos dela guerra contrarrevolucionaria, y aumentó la importancia que

57 El poder ejecutivo francés, tanto durante la IVª como la Vª República,siempre estuvo informado de la gravedad de los sucesos ocurridos en Arge-lia, pero nunca lo reconoció oficialmente ni tomó medidas al respecto. VéaseBernard Droz y Evelyne Lever, op.cit., p.139; y Pierre Vidal Naquet, op.cit.,pp. 55-69.

58 En la Argentina no sólo se multiplicó el número de servicios sino que enlos años siguientes –particularmente a partir de 1961– aumentó sensible-mente la cantidad de oficiales y suboficiales de informaciones del Ejércitoque fueron enviados a realizar cursos en Operaciones Psicológicas, Inteli-gencia, o Informaciones a los Estados Unidos o a la Escuela de las Américasen el Canal de Panamá.

59 Tomás Sánchez de Bustamante, “La guerra revolucionaria”, op.cit., p. 602.

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se otorgó a las técnicas de acción psicológicas que devinieronun arma central para este tipo de guerra tan importante comolos blindados o la artillería en la guerra clásica. Tal es así quelos franceses en Argelia crearon un departamento dedicadoexclusivamente a las operaciones psicológicas, el 5eme Bureau.

V

En 1962, el ciclo de la misión francesa se cerró con un artí-culo del coronel Jean Nougués en el que realizaba un balancede lo actuado a partir de 1957 en el campo del estudio de laGuerra Revolucionaria. Allí reconocía al Ejército argentino “unaimportante obra teórica y práctica, que solamente tiene queser ampliada”.60 En ese sentido, desde la Inspección Generalde Instrucción del Ejército se había iniciado en 1959 la llama-da “Operación Hierro”, cuyo objetivo era preparar un ciclo deconferencias que debían dictarse en todas las unidades y orga-nismos del Ejército sobre temas que iban desde el imperialis-mo ruso a lo largo de su historia, hasta los crímenes del stali-nismo.61 Al mismo tiempo, con el impulso del jefe de Operacio-nes del Estado Mayor, coronel Carlos Rosas, se desarrolló laOperación “Hierro Forjado”, y se elaboraron unos “Puntos deVista– Conducción de la Guerra Revolucionaria”, que sirvieronde instrumento previo para la redacción de un verdadero Re-glamento para la Lucha contra la Subversión. Estos “Puntosde Vista” permitieron planificar una serie de ejercicios sobre

60 Jean Nougués, “Radioscopia subversiva en la Argentina”, Revista de laEscuela Superior de Guerra, Nº 344 (ene. 1962), p.32.

61 Uno de los redactores de estas conferencias, el entonces mayor HoracioBallester recuerda: “El primer paso para el trascendente cambio de hipótesisde guerra consistió en ‘desenmascarar’ al nuevo enemigo; había que poneren evidencia sus falecias y sus debilidades. Se la denominó ‘Operación Hie-rro’ y consistió fundamentalmente en ciclos de conferencias a impartir entodas y cada una de las unidades y organismos del Ejército y cuyas bases seme ordenó redactar”. Horacio Ballester, Memorias de un coronel democrático,Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1998, p. 67.

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Guerra Revolucionaria elaborados sobre la base de un proyec-to de Reglamento de Guerra Contrarrevolucionaria elaboradopor el Estado Mayor General.62 Otra manifestación del com-promiso del Ejército argentino con la difusión de estas doctri-nas fue la organización, en octubre de 1961, del I Curso Inte-ramericano de Guerra Contrarrevolucionaria, que contó con lapresencia de oficiales de 14 países del continente.63

El Ejército argentino también había desarrollado duranteesos años una organización territorial basada en el cuadricu-lado (quadrillage) o compartimentación del terreno similar alque lo habían aplicado las tropas francesas en Argelia. Deesta forma, todo el país quedó dividido en áreas, zonas, ysubzonas, formando una red que se extendía sobre todo elterritorio, basado en el concepto que la población es el terrenoa conquistar y defender.64 La primera aplicación concreta de

62 Se trata de los ejercicios llamados Tandil, Reflujo, Nikita, San Quintiny Libertad que según Nougués “permitieron enriquecer y aclarar la doctrina,aplicándola a situaciones imaginarias pero concretas y verosímiles” (JeanNougués, “Radioscopía subversiva de la Argentina”, op.cit., p. 35) Para en-tonces (1962) ya estaba en curso de redacción unas “Instrucción para lalucha contra la subversión” que debía reemplazar a estos “Punto de Vista-conducción de la Guerra Contrarrevolucionaria”.

63 Participaron en el Primer Curso Interamericano, en la Escuela Supe-rior de Guerra, representantes de Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador,Estados Unidos, Guatemala, Honduras, México, Penamá, Perú, Uruguay, yVenezuela. Según Alejandro Lanusse (subdirector de la ESG) “durante esecurso, el comunismo, su filosofía y sus diferentes cursos de acción en procu-ra de expansión internacional, fueron motivo especial de consideración”.

64 El dato sobre la organización territorial lo extraemos de Jean Nougués,“Radioscopía subversiva de la Argentina”, op.cit. pp. 38-39. Según este autorde esta forma “la Argentina ha sido dotada de la infraestructura subversivaque le hacía falta”. Sin embargo su principal crítica se refiere a que “no sepa-ra el Comando Territorial del Operacional, y la coincidencia de las jerarquíascivil y militar es aún imperfecta”. Sobre la experiencia del quadrillage enArgelia véase Alcides López Aufranc, op.cit., p. 634. Sobre la división del te-rritorio argentino en áreas, zonas y subzonas durante la última dictadurapuede consultarse José Luis D´Andrea Mohr, Memoria DeVida, Buenos Ai-res, Colihue, 1999

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este esquema territorial y del nuevo rol del Ejército como guar-dián del orden interno fue el Plan CONINTES de 1960. No obs-tante, en este caso, el propio Nougués reconoce que en la Ar-gentina no había condiciones “favorables al desarrollo de lasubversión” comunista. Por eso, en una operación similar a lapracticada por los militares franceses con los nacionalistasargelinos, alertaba sobre la posibilidad que el peronismo setransformara en la punta de lanza del marxismo.65 En pala-bras de Nougués:

[...] En la Argentina, el grupo social más receptivo a lasteorías marxistas se limita a unos intelectuales [...] perocuyo reducido número no debe hacer subestimar suimportancia por ser susceptibles de constituir los cua-dros de la revolución. Después de alistar a las masasbajo una bandera nacional, pueden, más o menos pro-gresivamente, desviar el movimiento hacia el castrismo,la democracia popular y el comunismo [...] En resumen,un nacionalismo más o menos socialista y profidelistapuede ofrecer un “caballo de Troya” a la penetracióncomunista en la Argentina.66

Los militares argentinos, por su parte, comenzaron a elabo-rar su propia literatura sobre Guerra Revolucionaria y luchaantisubversiva. Los trabajos de Miguel Manrique Mom y To-más Sánchez de Bustamante para la Revista de la Escuela Su-perior de Guerra fueron profundizados por el coronel OsirisGuillermo Villegas quien se transformó, a partir de su libro

65 “La ejecución del Plan CONINTES terminó con indudable éxito y pro-porcionó una experiencia que podría ser de gran valor en otra oportunidad.La perturbación subversiva, que fue derrotada, realizaba una neta conjun-ción peronista-comunista [...]. Casi todas las técnicas de la Guerra Revolu-cionaria, constructivas y destructivas, fueron empleadas”. Jean Nougués,op.cit., pág. 37.

66 Jean NOUGUÉS, op.cit, pp. 31-32.

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Guerra Revolucionaria Comunista (1962), en el principal teóri-co local sobre el tema.67

La misión militar francesa en Buenos Aires no sólo colaboróen la internalización del concepto de “enemigo interno” y elsobredimensionamiento de la comunidad informativa, sino quetambién influyó en el aumento de los niveles de autonomíamilitar que condujo, irremediablemente, a la inversión del prin-cipio de subordinación militar al poder civil, y a la militariza-ción de la sociedad.68 Al respecto, el coronel Grand d Ésnonjustificaba

Cuando el grado de inseguridad es muy grande, los de-más representantes de la autoridad han sido por lo ge-neral obligados a replegarse y los militares quedan so-los para mantener el contacto con la población; en estecaso, hasta en los pequeños escalones todas la funcio-nes administrativas incumben al ejército y es normalentonces que la unidad de mando quede asegurada ensu favor. [...] Pero, sea cual fuere la organización adop-

67 A lo largo de la década del sesenta y principos de la siguiente el Ejércitoargentino adaptó y elaboró su modalidad de aplicación de la luchacontrarrevolucionaria. Esta modalidad, conocida como “modelo argentino”,incluye la desaparición como práctica sistemática y fue “exportada” aCentroamérica por oficiales argentinos a comienzos de los años ochenta. Sobreel papel de los asesores militares argentinos en Centroamérica véase Ariel C.Armony, La Argentina, los Estados Unidos y la cruzada anticomunista enAmérica Central, 1977-1984, Bs. As., UNQ, 1999.

68 Entendemos la autonomía militar como “la sólida convicción instaladaen las mentes de gran número de militares argentinos [...] en el sentido de quepueden y deben intervenir en las grandes cuestiones de la política nacional,juzgando, valorando y decidiendo su mayor o menor concordancia con los `in-tereses de la Patria’”; y en “la convicción, igualmente firme, de que cuando laactuación del gobierno constitucional no responde a esas expectativas y seaparta demasiado de ellas, el estamento militar puede y debe actuar sobreaquel en todos los grados posibles: desde la fuerte presión estamental hasta elgolpe de Estado militar”. Prudencio GARCÍA, op.cit., pág. 351.

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tada, la unidad de acción en los terrenos militar, admi-nistrativo, político, policial y económico ha de ser consi-derada como una regla esencial.69

Si bien estas ideas fueron incorporadas por el grueso delEjército argentino a lo largo de la década del sesenta, algunosoficiales criticaron la adopción en bloque de la doctrina fran-cesa, sin eliminar factores negativos y de magnitud. Así, elteniente coronel Mario Orsolini escribía en 1964:

Se pretende ubicar a la Argentina a través de la pers-pectiva de un mundo previamente dividido en bloquesideológicos antagónicos, en lugar de procederse a la in-versa, esto es, contemplar al mundo a través y desde laperspectiva argentina. El primer enfoque nos define comoanticomunistas antes que como argentinos; el segundoen argentinos antes que anticomunistas.70

La incorporación de la doctrina francesa sin eliminar de lostextos los factores cuestionables o negativos para la Argentinatransfirió al Ejército una preocupación desusada por los pro-blemas de las autoridades civiles, que lo llevaron a elaborarun cuadro irreal respecto de la posición de la población queterminó por suponerse verdadero.

La Teoría para la Guerra Contrarevolucionaria estaba en víasde reemplazar a la hipótesis de guerra entre Argentina y susvecinos. Se trataba de una hipótesis “factible y realista” encua-drada en el marco de la Guerra Fría y la división del mundo enbloques antagónicos. Sin embargo, la aplicación de la Teoría ge-

69 Henri Grand d´Esnon, op.cit., pág. 352. Un ejemplo concreto de esteconcepto de “unidad de mando” es el Operativo Independencia (1975-1976),cuando se intervino la provincia y se puso bajo el mando del jefe militar deesa zona.

70 Mario Orsolini, La crisis del Ejército, Buenos Aires, ediciones Arayú,1964 , p. 48.

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neró efectos contrarios a los esperados que, en algún aspecto,son similares a los ocurridos con el Ejército francés puesto que:

[...] frustraba las esperanzas de brindar un nuevo con-tenido a la vocación y actividades profesionales y, lo queadquiriría mayor gravedad aún, impulsaba incesante-mente a los cuadros a desbordar el cauce específicamenteprofesional enriqueciendo el repertorio de argumentosdel golpismo crónico”.71

En síntesis, la Teoría para la Guerra Contrarrevolucionariaprodujo un impacto demasiado violento en el Ejército, que des-equilibró psicológicamente a una parte importante de los cua-dros superiores y creó una hipersensibilidad y psicosisanticomunista sumamente perjudicial y proclive a la impacien-cia, intolerancia, ligereza de juicio, urgencia de actuardrásticamente, sobrevaloración de la capacidad y peligrosidaddel comunismo internacional, disconformidad permanente conrespecto a las medidas del gobierno civil, las que se analizanbajo la lupa distorsionante y unilateral del ideologismoanticomunista.72

Con tono profético, Orsolini reflexionaba sobre la aplica-ción de estas teorías que –con la ideología como causa–:

[...] conduce a la guerra santa, con los caracteres deferocidad que le son peculiares; sin dar ni conocer cuar-tel; sin reconocer al adversario el carácter de beligeran-te. Insensiblemente desarrolla en todas las jerarquíasdel Ejército la tendencia a compartir las ideas de los

71 Idem, p. 46.72 Para este análisis sigo al teniente coronel Mario Orsolini, La crisis del

Ejército, op.cit., p. 49 Al respecto Alain Rouquié apunta que “La tétrica obse-sión por un perocomunismo omnipresente y todopoderoso condujo a una pe-ligrosa intoxicación de los cuadros del Ejército” (Alain Rouquié, Poder militar ysociedad política en la Argentina, tomo II, Buenos Aires, Emecé, 1982, p. 156).

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políticos más extremistas, a imitar los procedimientosdel terrorismo adversario y considerar como enemigo atodo aquel que alce su voz contra ese estado de demen-cia colectiva, negándose a secundar planes que consi-dera erróneos. El odio pasa a convertirse en el principalimpulso de la propia acción y el miedo, en su funda-mento recóndito. [...] Con el ejército ideológico como ins-trumento de la guerra revolucionaria, la cordura es im-posible, la sensatez cobardía, la prudencia pecado. Juntocon la Teoría se importan los odios y la desconfianzahacia la población. [...] El Ejército se convierte así enherramienta de intereses de sector [...] en promotor decambios revolucionarios de la estructura económico-so-cial que trastornan, sin ventaja, el orden establecido,provocando el advenimiento del DICTADOR.73

VI

El fin de la influencia directa francesa sobre el Ejército ar-gentino se produjo en 1962, al tiempo que aumentaba la in-fluencia norteamericana. Entre las situaciones que confluyeronpara provocar este “cambio de guardia” encontramos, en primerlugar, el alejamiento de la misión militar de la Escuela Superiorde Guerra en el marco de la profunda crisis que afectaba alEjército francés y que culminó con el llamado “putsch de losgenerales”. Ese ejército, derrotado en Indochina, empantanadoen Argelia, había perdido todo criterio de jerarquía, subordina-ción y autoridad. Además, casi al mismo tiempo, Cuba se decla-raba socialista, John F. Kennedy lanzaba su “Alianza para elProgreso” y el Ejército norteamericano modificaba su políticahacia los ejércitos latinoamericanos con la creación del ColegioInteramericano de Defensa, la convocatoria a Conferencias deEjércitos Americanos y, fundamentalmente, del crecimiento

73 Mario OrsolinI, op. cit., pág. 52-53. Estas palabras fueron escritas en1964, poco después de la crisis entre Azules y Colorados.

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LA MISIÓN MILITAR FRANCESA EN LA ESCUELA SUPERIOR DE GUERRA... 137

exponencial del número de oficiales latinoamericanos entrena-dos en escuelas de los Estados Unidos y el Canal de Panamá.

Llegados a este punto debemos preguntarnos cuál es el ba-lance de la presencia de la misión militar francesa sobre el Ejér-cito argentino entre 1957 y 1962. Creo que es posible afirmarque puso las bases teóricas, metodológicas, e incluso semánticasque guiaron el accionar represivo del Ejército argentino duran-te la década del setenta. Y si bien no es posible asegurar quelos franceses hayan enseñado técnicas de tortura o interroga-ción, sí aportaron una visión que aceptaba estas prácticas, en-señaron la ideología de la Guerra Contrarrevolucionaria, pro-porcionaron la bibliografía justificatoria y ayudaron a redefiniral “enemigo”. Durante ese lustro, el Ejército argentino desarro-lló toda su estructura de represión “antisubversiva”, y se pu-sieron las bases para la elaboración e internalización de la lla-mada Doctrina de la Seguridad Nacional.

Resumen

Este trabajo histórico indaga sobre las transformaciones queexperimentó el Ejército argentino durante la segunda mitad dela década del cincuenta. Con posterioridad al derrocamiento delpresidente J. D. Perón, en 1955, los sectores liberales del Ejér-cito buscaron reemplazar la Doctrina de la Defensa Nacional,dando paso al interés por las nuevas formas de guerra no tradi-cionales surgidas en el paradigma de la Guerra Fría. Esto signi-ficó el abandono de la influencia alemana y su reemplazo porlas visiones norteamericana y francesa. El artículo centra prin-cipalmente su análisis en la influencia francesa en la EscuelaSuperior de Guerra argentina durante los años 1957-1962.

Palabras clave

defensa - estrategia - doctrina militar - historia argenti-na - relaciones cívico-militares.

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La ciencia política en la Argentina.Desde sus comienzos hasta los años 80 *

Pablo Bulcourf y Martín D´Alessandro **

La problemática de la “constelación” se desa-

rrolla a partir de nuestra convicción de que

no sólo el estado respectivo de los problemas

en los distintos ámbitos teóricos, sino tam-

bién la constelación de factores extrateóricos

codetermina cada posible paso que da el co-

nocimiento y, con ello, a la vez auspicia la

solubilidad de algunas cuestiones.

Karl Mannheim, El problema de una sociolo-

gía del saber, capítulo 1.

I. Introducción

Al momento de escribir este trabajo, la Argentinaestá viviendo el descrédito de la actividad política más

* Una primer versión de este trabajo fue presentada al I Con-greso Latinoamericano de Ciencia Política, Universidad de Sala-manca, 9-11 de julio de 2002. Los autores agradecen las valiosascontribuciones de Luis Aznar, Arturo Fernández, Carlos Floria,Mercedes Kerz, Néstor Legnani, Julio Pinto y Carlos Strasser. Mi-guel De Luca, Alberto Föhrig, Andrés Malamud, Rodolfo Mussi,Aníbal Pérez Liñán y Sebastián Saiegh han realizado comentariosque no siempre se han asimilado como lo merecían. Los autorestambién están en deuda con Carlos Floria y Miguel De Luca por sugenerosa cesión de materiales de archivo, y con Juan Cruz Vazquezpor su colaboración.

** Profesor e investigador de la Universidad Nacional de Quilmesy Docente e investigador de la Universidad de Buenos Aires y de laUniversidad de San Andrés, respectivamente.

SECCIÓN TEMÁTICA

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140 PABLO BULCOURF Y MARTÍN D´ALESSANDRO

importante de toda su historia. Ante una crisis econó-mica e institucional que ha llevado en pocos días a larenuncia de dos presidentes en situaciones de caossocial, y a situaciones en las que los partidos políticosy sus miembros y representantes son insultados, gol-peados, y hasta sus casas incendiadas en algunos ca-sos, la ciencia política argentina se encuentra ante loque quizá sea el desafío más importante de su histo-ria. Frente a semejante turbulencia, se ha instalado eldebate acerca de la ausencia de las ciencias sociales,tanto para predecir como para explicar estas crisis,dejando ese espacio muchas veces en manos de perio-distas simplistas o inescrupulosos comunicadores so-ciales.1 Es por eso que parece necesaria una recons-trucción, aunque rápida y somera, de la evolución de

1 Ver, por ejemplo, La Nación (19/02/2002). Acerca de la tareade los teóricos, Sheldon Wolin ha establecido una diferencia entrepredicción y prevención que nuestro punto de vista epistemológicoacoge con agrado: “Por consiguiente, en lugar de criticar a los teó-ricos por la mala ejecución de una empresa que nunca abordaron,sería más útil indagar si el teórico político intentaba algo similar ala predicción, pero menos riguroso. Yo sugeriría, en primer lugar,que en vez de predecir los teóricos se han ocupado de prevenir.Maquiavelo advierte que habrá inseguridad en ausencia de unaautoridad gobernante efectiva; Halifax, que una autoridad que seapoya demasiado en el temor provocará a la postre resistencia.Aunque cada una de estas admoniciones presenta cierta similitudcon una predicción, difiere de ella en dos importantes aspectos.En primer lugar, una prevención sugiere una consecuencia des-agradable o indeseable, en tanto que una predicción científica esneutral. En segundo lugar, una prevención es habitualmente he-cha por una persona que siente cierta relación con el grupo o laspersonas a quienes se previene; en resumen, una prevención ex-presa un compromiso que está ausente en las predicciones. Enconcordancia con esta función de prevenir, el lenguaje de la teoríapolítica contiene muchos conceptos destinados a expresar señalesde prevención: algunos de esos conceptos son los de desorden,revolución, conflicto e inestabilidad” (Wolin 1993: 22).

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LA CIENCIA POLÍTICA EN LA ARGENTINA 141

una disciplina que necesita hoy más que nunca deuna identidad propia para hacer frente a uno de losmomentos históricos más difíciles de nuestro país.

La historia de la ciencia política en la Argentinaestá plagada de marchas y contramarchas. Revesespolíticos, institucionales e ideológicos obstaculizaronel desarrollo de esta disciplina, cuya perplejidad ac-tual se debe, en parte, a que todavía no ha logradodefinitivamente la constitución de una comunidad cien-tífica sólida e inserta en la sociedad.

La reflexión sobre la política y la constitución delEstado poscolonial ha sido una materia constante enel pensamiento argentino y latinoamericano. La inmi-gración y la inserción en el escenario internacional, laincorporación de los nuevos sectores a la vida nacio-nal y, después de 1930, el juego de los grupos de po-der en torno al Estado, han llevado a una rica litera-tura y a un continuo debate político, aunque signadomuchas veces por la violencia y la intolerancia. Sinembargo, son muy pocos los trabajos que podrían ca-talogarse como “de ciencia política”. El desarrollo dela disciplina en la Argentina y sus mecanismos deinstitucionalización han sido, aunque tempranos, es-casos y discontinuos.

Recién en la década del 60 comenzará a constituir-se un grupo de investigadores que reclamarán para síel nombre de “politólogos”, independizándose del De-recho Público. Por otra parte, es a fines de esa décadacuando por primera vez se logra un diseño curricularde una carrera de ciencia política orientada hacia lainvestigación y al conocimiento científico del fenóme-no político acorde con los desarrollos y lineamientosinternacionales, elementos que fueron disparadores deldesarrollo de la disciplina, tanto dentro como fuera delas universidades. Pero los golpes militares y particu-larmente la descarnada dictadura del autodenominadoProceso de Reorganización Nacional (1976-1983) pu-

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142 PABLO BULCOURF Y MARTÍN D´ALESSANDRO

sieron freno al desarrollo de las ciencias sociales y atoda actividad científica en general. Ninguna más quela ciencia política se vería afectada, dada la circularidadentre la política como objeto de indagación y la propiaactividad política; no es posible ninguna construcciónde saber sin el marco básico de la libertad.2

Habrá pues que esperar la reinstauración demo-crática de 1983 para ver reverdecer a la ciencia políti-ca, con muchas restricciones, pero continuando laconstrucción de un conocimiento científico de la polí-tica que nos permita arrojar algo de luz sobre los in-trincados laberintos del drama argentino.

II. La ciencia como construcción social.Metodología

El desarrollo de la actividad científica nos planteala problemática de la “acumulación del conocimien-to”. ¿La ciencia evoluciona en forma lineal desechan-do viejas teorías y reemplazándolas por otras de ma-yor valor cognitivo y correspondencia empírica? ¿Ocada construcción teórica general es autorreferenciada,

2 Como sostiene Graciarena (1974: 38): “Es indudable que hayfuertes necesidades sociales que tienen que ser consideradas en eltrabajo científico; la ciencia y la tecnología están hoy situadas enel centro de la vida social y posiblemente nada sea más importanteque sus contribuciones para el desarrollo social a largo plazo. Poresa misma razón, las conexiones que se establezcan entre la socie-dad y la comunidad de los investigadores deben ser de tal natura-leza que trasmitan bien la existencia de aquellas necesidades so-ciales, pero al mismo tiempo, la manera como trasmitan esas ne-cesidades tiene que ser compatible con las pautas de trabajo cien-tífico y con un elevado grado de autonomía de la comunidad deinvestigadores. Sin autonomía y libertad personal no hay imagina-ción ni habrá descubrimiento científico”.

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y por lo tanto no podemos hablar de un desarrollo cien-tífico? La respuesta a este interrogante fue uno de losdebates centrales entre la filosofía tradicional de laciencia y algunas de las tradiciones posempíricas ini-ciadas principalmente con la publicación de La estruc-tura de las revoluciones científicas de Thomas Kuhnen 1964. La “inconmensurabilidad” paradigmática ini-cial de Kuhn permitía sólo el desarrollo intrapara-digmático en el período de “ciencia normal”. Las suce-sivas aclaraciones del autor y los aportes de otros in-vestigadores nos permiten sostener que entre las dife-rentes tradiciones teóricas existen variadas formas deentablar “diálogos” (Klimovsky 1994, Gaeta y Gentile1995). Por otra parte el esfuerzo de muchos investiga-dores en realizar estudios metateóricos comparadosha permitido visualizar los desarrollos de enfoques,sus problemáticas y sus cambios (Alford y Friedland1991). De esta forma podemos ser espectadores privi-legiados de las “mesas separadas” de Almond, las mi-radas entre sus integrantes, sus traslados y comenta-rios. En el sentido señalado, sostenemos el conceptode “acumulación compleja”, lo que presupone un de-sarrollo no lineal, cruzado, y a veces fragmentario delconocimiento científico. Además, hay que tener encuenta la particularidad de cada disciplina y los pun-tos de intersección entre campos, problemáticas y teo-rías a la luz de los procesos históricos (Bulcourf 1996).

En términos generales, son varios los factores queconfluyen para constituir una ciencia. Podemos men-cionar la delimitación de un campo de problemáticascomo objeto de estudio, el trazado de líneas de inves-tigación con métodos claros más o menos comparti-dos, la constitución de una comunidad científicaautoreferenciada, su inserción en la sociedad y su re-conocimiento por parte de integrantes de comunida-des científicas extranjeras. Estas dimensiones, porsupuesto, deben ser abordadas teniendo en cuenta el

Acumula-cióncompleja

Campocientífico

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carácter histórico de todo proceso de construcciónsocial, ya que en definitiva, la actividad científica esuna más de las tantas facetas de la vida comunitaria.3

A pesar de ello, los contenidos de la disciplina en nues-

3 “Se entiende a las ciencias como prácticas sociales en activo;por consiguiente, están sujetas al impacto de factores económicos,políticos e ideológicos, tanto como cualquier práctica social. Unapeculiaridad de las prácticas científicas es que producen discursoscuya pretensión de conocimiento cree tener un estatus especial, encuanto es científico. En esta medida, la pregunta ¿qué es conoci-miento científico? sólo puede contestarse tomando en cuenta el lu-gar de las prácticas científicas presentes en una determinada socie-dad, es decir, sus relaciones con las prácticas económicas, políti-cas, etc. (...) Indudablemente, empero, no es esto todo lo que debetomarse en consideración. Las prácticas científicas tienen peculia-ridades que permiten identificarlas como científicas. Estas peculia-ridades no se refieren sólo a la estructura de las prácticas mismas,sino que son propias también de sus productos. Estos productosson conocimientos. Sin embargo, la pregunta acerca de la maneraen que llegan a ser aceptados como científicos, sólo puede contestarsetomando en consideración una serie de factores sociales, entre losque cabe mencionar la división del trabajo (manual-intelectual), laestructura de poder dentro de las instituciones académicas (trabajointelectual), el lugar que ocupan las instituciones académicas en laestructura de poder de la sociedad en la que están inmersas, lasformas en que determinadas concepciones se vuelven dominantes yson impuestas a través de la propaganda (conferencias públicas,revistas, medios masivos de comunicación) y así sucesivamente”(Olivé 1985: 17). “Aun cuando suscriba dicha clase de crítica, estaobra supone también que existen conocimientos objetivos de obje-tos reales, a diferencia de las creencias meramente subjetivas. Su-pone también como verdad que nosotros, sujetos que vivimos enmedio de redes de relaciones sociales, sólo llegamos a conocer larealidad, natural y social, en función de nuestros sistemas de con-ceptos determinados históricamente, y también que las teorías cien-tíficas están restringidas a una trama conceptual, histórica y so-cialmente determinada. No hay conocimiento fuera de los sistemasconceptuales, y éstos varían a lo largo de la historia y en cada unade las sociedades” (Olivé 1985: 19).

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tro país, que lógicamente fueron variando de acuerdoa los problemas políticos que se percibieron como prio-ritarios, no formarán parte de nuestra mirada, ya queno los observaremos aquí más que complemen-tariamente, para concentrarnos en la historia “cientí-fica e institucional” de la ciencia política argentina.En cuanto al establecimiento de un objeto de estudiopropio de la ciencia política, son conocidas sus difi-cultades debido a que la actividad humana constituyeun ámbito de reflexión común a varias disciplinas quereclaman tanto su autonomía como un abordaje par-ticular de la diversas esferas del hombre (Sartori 1995,D´Alessandro 1999).

Como se dijo, en términos generales la reflexiónsobre la política es rica y variada desde los comienzosde la construcción del Estado, e incluso antes. Sinembargo, para delimitar un campo propio de la cien-cia política en la Argentina hemos tomado en conside-ración, a modo de indicadores: a) publicaciones de cien-cia política, tomando aquí principalmente libros des-tacados y la aparición de la Revista Argentina de Cien-cias Políticas; b) instituciones y organizaciones dentrode las cuales se crea y reproduce el conocimiento dis-ciplinar, tomando algunas carreras de ciencia políti-ca, asociaciones y centros de investigación; y c) datosreferidos a los itinerarios personales de algunos des-tacados politólogos argentinos, ya que las publicacio-nes, las instituciones y los reconocimientos sólo co-bran vida a través de actores y nombres concretos.4

4 Las injusticias a que este indicador pueda dar lugar debenadjudicarse a la torpeza más que a la intención del trabajo y susautores.

Indicado-res disci-plinares

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III. Algunas consideraciones sobre la historiade la ciencia política

Una revisión, por más escueta que sea, de la histo-ria de la ciencia política argentina no puede ignorar eldesarrollo de la disciplina a nivel mundial.5 En ciertomodo, y para allanar el camino a nuestra argumenta-ción posterior, resulta ineludible referirise al conduc-tismo. Esta corriente teórica, epistemológica ymetodológica, como es sabido, dio a la ciencia políti-ca, a partir de los años 50, una identidad propia, dife-renciándola claramente de los estudios jurídicos, filo-sóficos e históricos: incorporó el análisis de procesosy mecanismos informales, adquirió un carácter des-criptivo y explicativo buscando uniformidades en elcomportamiento político. Al mismo tiempo, cuantifi-caba sus estudios como lo hacían la sociología y laeconomía para explicar comportamientos individua-les y colectivos.

Entre los principales antecedentes de este movi-miento en la ciencia política es necesario destacar lostrabajos precursores de Abbot Lowell sobre el gobier-no, Arthur Bentley sobre el proceso político, los estu-dios centrales sobre las bases del voto y la comunica-ción política desarrollados por Lasswell en los Esta-dos Unidos –como así también, siguiendo otros ejesde análisis, la labor de Gaetano Mosca, Vilfredo Paretoy Robert Michels para el estudio de las élites y grupospolíticos y, especialmente los trabajos sociológicos deMax Weber sobre el desarrollo del Estado moderno yel análisis de las relaciones de poder–.

Difundido principalmente desde la Universidad deChicago, donde trabajaban Harold Lasswell, Gabriel

5 En el Anexo I se brinda una descripción más completa sobreel desarrollo de la ciencia política en el mundo, a partir de laspublicaciones y autores considerados más relevantes.

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Almond y David Truman, el conductismo se convirtióen el enfoque dominante en los Estados Unidos, conun fuerte desarrollo de trabajos empíricos compara-dos después de la Segunda Guerra Mundial. La in-fluencia de la sociología estructural-funcionalista deTalcott Parsons marcó el horizonte de la investigaciónacadémica durante los años 50 y 60, en los que sobre-salieron David Easton, Karl Deutsch y Seymour Lipset,entre otros.

Por otro lado, la revolución conductista también creóuna comunidad politológica en los Estados Unidos. Demanera que esta corriente no fue sólo una revoluciónteórica –e incluso ideológica– sino también un fenó-meno organizativo alrededor del cual se fueron agre-gando –u organizando paralelamente, con sus revis-tas, congresos y universidades– paradigmas alterna-tivos.6

En forma paralela al desarrollo académico de la cien-cia política norteamericana se fueron desarrollando,principalmente en Europa, diferentes corrientes den-tro del manantial marxista, cuyo objeto central lo cons-tituyó el debate en torno a la política y el Estado. Ca-ben destacarse la fuerte influencia del pensamientode Antonio Gramsci y su reinterpretación crítica porparte de Althusser y el estructuralismo francés, comoel debate posterior sostenido por Ralph Miliband yNicos Poulantzas sobre el Estado capitalista. Es im-portante también mencionar los estudios interdis-ciplinarios que desde la década del 30 desarrolló laescuela crítica de Frankfurt, primero en Alemania yluego en su diáspora europea y norteamericana, prin-cipal antecedente de los estudios de Jürgen Habermasy Claus Offe. Todos estos trabajos ejercerán una in-

6 Sobre el particular, una buena reseña se encuentra en Aznary Tonelli (1993).

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fluencia central en los estudios politológicos posterio-res al predominio conductista.

Como respuesta a la teoría de la modernización decorte estructural-funcionalista, a mediados de los 60surgió en América Latina la llamada “Teoría de la De-pendencia”; de base ecléctica, intentaba explicar laspeculiaridades del desarrollo y la modernización en laregión, enfatizando las asimetrías entre los países delprimer mundo (centrales) y el resto (periféricos). Larepercusión de este desarrollo teórico propio se exten-dió no sólo a toda América Latina sino también a losEstados Unidos y a Europa. Dependencia y Desarrolloen América Latina, escrito entre 1967 y 1968 por Fer-nando H. Cardoso y Enzo Faletto, y publicado en 1969,se constituyó en un libro de referencia de los científi-cos sociales latinoamericanos.

El fin de la hegemonía conductista, ocurrido entrelos años 70 y 80, generó las quejas de sus más influ-yentes cultores –las “mesas separadas” de GabrielAlmond, por ejemplo–,7 pero significó un gran avancepara la disciplina.8 Se puso en evidencia que el sabercientífico no es linealmente acumulativo sino de “acu-mulación compleja” entre tradiciones teóricas, y quepor esa razón se puede describir al mundo desde pos-turas diferentes (Alford y Friedland 1991). La filosofíade la ciencia posempirista descubría, simultáneamen-te, la estrecha relación entre el mundo social y loscientíficos que lo describen, al establecer la inexisten-

7 Este artículo (Almond 1999) fue presentado por su autor porprimera vez en un paper en la Universidad de Illinois en 1987, ypublicado al año siguiente en la revista Political Science & Politics.

8 Hace poco, David Easton (1997) sostuvo que las críticasposconductistas generaron un fructífero reacomodamiento en ladisciplina, pero que reaparecerá una hegemonía teórica y de in-vestigación que, habiendo absorbido los debates, podrá caracteri-zarse como neoconductista.

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cia de un conocimiento transparente, positivista, por-que los investigadores y profesores modifican el mun-do social al tratar de conocerlo; en consecuencia, lasciencias sociales mismas modifican comportamientossociales, a veces a escalas enormes (Schuster 2000).

Aunque la ciencia política no es sólo norteamerica-na, por supuesto, el resto del mundo ha sido afectadopor su gran influencia. La ciencia política europea con-tinental, por cierto, se ha desarrollado bien como res-puesta a los postulados de la ciencia política norte-americana, o bien nutriéndose de su especificidad teó-rica y metodológica, pero sin absorberla acríticamente(Pinto 1996).

IV. La primera etapa de los estudios políticos

a) Los comienzos de la reflexión política

Como casi en todas las sociedades, en la Argentinala reflexión acerca de la política es tan antigua comolos conflictos políticos mismos. Por ejemplo, a partirde 1810, los grupos ilustrados (sobre todo porteños)reflexionaron para estructurar al país, organizar surégimen político y renovar su fisonomía social y eco-nómica frente a los grupos rurales del interior. La pug-na entre estas dos concepciones político-sociales llevóprimero al triunfo del federalismo y luego a una posi-ción más moderada que se plasmaría en la Constitu-ción de 1853, impuesta definitivamente en 1862 (Ro-mero 1998). De hecho, el debate entre liberales y fede-rales alrededor de la construcción del Estado nacio-nal dio lugar a figuras muy importantes para la fun-dación del pensamiento político. Estos primeros aná-lisis de la realidad social y política argentina pertene-cen a Esteban Echeverría, Juan Bautista Alberdi yDomingo F. Sarmiento. Estos autores escribían con

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una intención muy clara de derivar de sus textos rum-bos de acción política definidos en pos de la moderni-zación del siglo XIX.

La organización nacional de principios del siglo XXpermitió el desarrollo de universidades que dieron unimpulso significativo a la actividad científica. En losaños 20 y al mismo tiempo que en Europa o EstadosUnidos, en las universidades de Buenos Aires, La Pla-ta, Córdoba y El Litoral, se dictaban cursos de “cien-cias sociales”, “ciencias de la cultura” o “ciencias delespíritu” en las facultades de “Derecho y Ciencias So-ciales” o de “Filosofía y Humanidades”, y cursos desociología y derecho político, que con contenidos afi-nes, estaban orientados hacia el fortalecimiento de lasinstituciones políticas de la Constitución de 1853, bajoun marco positivista de confianza en la Razón. Algu-nos de los autores y profesores, que entre otras cosassentaron las bases de la sociología, fueron ErnestoQuesada, Juan Agustín García, Francisco RamosMejía, José María Ramos Mejía, Juan Bialet Massé,Arturo Dellepiane, José Ingenieros,–y más tarde, Ri-cardo Levene–. Estos primeros “científicos sociales”fueron importantes intelectuales y catedráticos, queincursionaban en los tribunales, la diplomacia, la po-lítica y las profesiones liberales; no eran profesionalescientíficos de tiempo completo. Sus escritos se orien-taban hacia la consolidación de las instituciones polí-ticas, sociales y jurídicas, mediante explicaciones his-tóricas y filosóficas –se consideraba que la Historia, laFilosofía Social y el Desarrollo Público tenían mayorgrado de cientificidad– porque querían explicar unasociedad todavía no integrada, en una universidad to-davía destinada principalmente a la dirigencia (Fer-nández 2002: 34).

De manera que “la ciencia política formalista”emerge a principios del siglo XX, cuando el proceso deorganización nacional y de consolidación estatal es-

Desarrollouniversi-

tario

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tán ya completos y comienza con vigor la interpreta-ción del texto constitucional. A esta “ciencia políticatradicional [...] se aplica el calificativo de formalistapor su exagerada y casi exclusiva atención a los mar-cos formales en los que la acción política se desen-vuelve, aun cuando con diferencias apreciables en elmétodo utilizado. Unos enfatizan lo general, la deriva-ción de paradigmas clásicos del pensamiento políticoy la exégesis de los textos; otros buscan la raíz histó-rica, pasando a confundirse con el campo de la “histo-ria de las instituciones”” (Cavarozzi y MartínezNogueira: 14). Otros de sus representantes sonFlorentino González, José Manuel de Estrada, LucioV. López y Aristóbulo del Valle. Cabe mencionar tam-bién los estudios de José Nicolás Matienzo, sobre todola publicación de su obra El gobierno representativofederal en la República Argentina.9

Por otro lado, el estudio de los actores políticos yde sus comportamientos y vinculaciones con intere-ses extranjeros comenzará aproximadamente a partirde los años 30, desde el formato del ensayo político.Desde la derecha nacionalista, aunque republicana,se destacarán los hermanos Julio y Rodolfo Irazusta,desde el liberalismo Lisandro de la Torre y JacintoOddone, y desde la izquierda nacionalista el grupoFORJA, en el que se encontraban Raúl Scalabrini Ortiz,Arturo Jauretche, Jorge Abelardo Ramos, RodolfoPuiggrós y Ezequiel Hernández Arregui (Cavarozzi yMartínez Nogueira). También podría incluirse aquí laprimera etapa de la revista católico-liberal Criterio,fundada en 1928.

9 Esta obra, así como otras de Rodolfo Rivarola y de ErnestoQuesada, por ejemplo, son formalistas en el sentido que están muyapegadas al derecho público, pero no porque se limiten a la exége-sis constitucional.

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b) La Revista Argentina de Ciencias Políticas

Un acontecimiento temprano e importante para laciencia política argentina lo constituyó la aparición dela Revista Argentina de Ciencias Políticas, de carácterbimensual, publicada entre octubre de 1910 y juniode 1928. Este hecho es muy relevante si tenemos encuenta que la American Political Science Review, quizála revista de ciencia política más influyente del mun-do, comenzó a publicarse en 1906.

Como hemos visto, en aquellos años la corrienteformalista de la ciencia política dejaba afuera de susanálisis el estudio de los actores políticos y el funcio-namiento dinámico de las estructuras políticas, y con-secuentemente, las posibilidades de cambio político.Sin embargo, la gran pluralidad de sus páginas hacíaque la Revista Argentina de Ciencias Políticas fuera unanotable excepción. Su director, Rodolfo Rivarola, erauna expresión clara de un nacionalismo compatiblecon el liberalismo decimonónico (Floria 1994). De he-cho, la revista recogió la tradición del ensayismo polí-tico de corte juridicista liberal típica del reformismocentenario. Allí las elites letradas involucradas en lavida política intentaban crear una opinión pública ra-cional y objetiva, aislada de los intereses partidistas.Al mismo tiempo, mostraba un gran interés por lasreformas institucionales, que iban mucho más allá dela reforma electoral de 1912 (Zimmermann 2002: 4).10

10 La concepción positivista y la ambigüedad entre el elogio ylas críticas tanto frente al régimen del 80 como frente al ascensodel radicalismo pueden apreciarse, en el caso de los artículos deJosé N. Matienzo, en Zimmermann (2002), y en el caso de Rivarola,en Dulce (2002). En contraste, para Ancarola (1975: 15), Rivarolafue “el último representante de la generación del ochenta”. La mis-ma discusión, aunque desde un enfoque menos centrado en lapolítica, puede encontrarse en Bosch (2001).

RodolfoRivarola

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Con todo, constituyó la primera tentativa seria y cons-tante de estudiar la política desde una perspectiva cien-tífica (Floria y García Belsunce 1975: 264).

La decisión de realizar una publicación sobre asun-tos políticos intentaba cubrir el espacio de reflexiónentre el diario y la edición de libros. Su director co-mentaba en el primer número: “La revista, situaciónintermedia que comienza a ser disputada por las bi-bliotecas (publicaciones de obras de determinada di-rección de estudios) responde a la necesidad de sínte-sis parciales que constituyen la elaboración más re-flexiva de un aspecto de la ciencia o de la sociedad. Seconcibe que pueda abarcar la homogeneidad indefini-da e incoherente que de necesidad constituye la mate-ria del diario, o que pueda circunscribirse hasta laheterogeneidad definida del libro” (Rivarola 1910: 7).11

Rodolfo Rivarola también nos provee de una de lasprimeras definiciones del campo disciplinar de la cien-cia política. Si bien no se establecen los cánones hoymás aceptados de la delimitación del objeto de estu-dio, destaca el carácter “científico” y resalta las “fun-ciones éticas de la reflexión política” al sostener: “Lapolítica, como ciencia, cobra hoy entre nosotros laautoridad que en todos los tiempos tuvo en las socie-dades civilizadas. Vale para esto, entre tantas otrascosas, la insistencia del eminente profesor españoldon Adolfo Posada, en repetir que la política es unaciencia, en un país acostumbrado a considerarla comotérmino de acepciones tan lejanas del concepto cien-tífico, que personificadas la ciencia y la política sehabrían mirado como dos seres de tan opuesta con-dición, que ambos no volverían de su asombro al ha-llarse en el mismo mundo. [...] Pero las dificultades

11 La revista tenía un costo relativamente alto: alrededor de 3pesos el ejemplar, mientras que Caras y Caretas tenía un costo de20 centavos por ejemplar (Ortiz 1995: 311 n. 6).

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que ha presentado y presentará siempre la determi-nación del concepto de ciencia política, en lo que com-prende y en lo que excluye, se atenúan con el arbi-trio de reunir bajo un término común de cienciaspolíticas, las que más inmediatamente interesan a laconservación, función y progreso del Estado, y a lautilidad que de él se derive a favor de los individuos.El derecho, la administración, la economía, la socio-logía, la historia y la educación, son materiales, porlo menos, de la construcción de la ciencia política”(Rivarola 1910: 7).

Situada en un tiempo en el cual la reflexión sobrela política abonaba firmemente la “extraña” circula-ridad entre ciencia política y acción política, la revis-ta reflejaba este continuo en la polaridad del pensa-miento y la acción. Rivarola lo expresa de esta forma:“Con esto queda dicho que la Revista Argentina deCiencias Políticas no será órgano de estudios abs-tractos o de vagas generalizaciones: ciencia políticaes ciencia de acción, lo cual es diferente de la acciónmisma, como la observación difiere de la cosa obser-vada. Los materiales de la Revista serán de observa-ción científica de los hechos que más directamentepuedan interesar en la formación de la conciencianacional” (Rivarola 1910: 8).

La Revista Argentina de Ciencias Políticas no conta-ba con adscripciones institucionales, y era una publi-cación independiente, mantenida principalmente porsus suscriptores y por publicidad editorial y de dife-rentes estudios jurídicos, lo cual también nos demues-tra el amplio y desarrollado clima intelectual desde elCentenario hasta los años 30. La revista estaba con-formada principalmente por un conjunto de artículosoriginales (más bien cortos), notas sobre la coyunturapolítica, sobre jurisprudencia y comentarios de libros.Entre los más destacados colaboradores de la revista,además del propio Rodolfo Rivarola y su hijo Enrique

Contenidosde la RACP

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–más tarde Director de la publicación–12 se encuentraa Leopoldo Lugones, José Nicolás Matienzo, VicenteGallo, Juan B. Justo, Manuel Aramayo, Isaías Ama-do, Mario Bravo, A. Bunge, Victorino de la Plaza,Pelagio B. Luna, Carlos A. Becú, Ernesto Quesada,José María Sáenz Valiente, Juan A. González Calde-rón, Adolfo Posada, Alfredo L. Palacios, GregorioUriarte, Mariano de Vedia y Mitre, J. Salgado, LeónidasEspeche, Ernesto Bott, Julio A. Roca, Joaquín V.González, Adolfo Goldín, Ricardo Marcó del Pont, Ri-cardo Monner Sans, Nicolás Repetto, Ricardo Levene,Emilio Ravignani y otros.

Es llamativa la amplitud temática que desarrolla-ban los expertos que escribían en forma asidua en lapublicación. Los más recurrentes a lo largo de losdiversos números han sido Raimundo Wilmart, R.Rivarola, Raúl Villarruel y Luis B. Tamini, entre otros.Esta amplitud temática, que va desde el derecho pri-vado, la historia, la política y el derecho administra-tivo, demuestra varias cosas. Por un lado, el arco depreocupaciones y el clima intelectual de la época; porotro, la falta de especialización y la generalidad delos estudiosos y juristas argentinos, y el carácter cuasiensayístico de sus trabajos. Esto nos permitiría afir-mar que si bien las preocupaciones políticas eran im-portantes en estos comentaristas, y se visualizabauna disciplina científica denominada “ciencias polí-ticas”, ésta no constituía un campo autónomo de in-dagación, y la actividad llevada a cabo por los espe-cialistas no se entendía como una profesión indepen-diente sino como complemento de la actividad políti-

12 Rodolfo Rivarola se mantuvo al frente de la dirección hasta el4 de marzo de 1918, fecha en que pasó a desempeñar el cargo dePresidente de la Universidad Nacional de la Plata. Hasta entoncesse habían completado 15 volúmenes que contenían un promedioaproximado de 10 ejemplares por tomo.

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ca y del derecho, tanto en la temática como en el tra-bajo cotidiano.

Los tomos de la revista están sistematizados a tra-vés de un índice temático con las siguientes áreas: 1)Política; 2) Política Internacional; 3) Derecho civil; 4)Derecho comercial; 5) Derecho penal; 6) Derecho in-dustrial; 7) Derecho administrativo; 8) Legislación pro-cesal; 9) Economía y finanzas; 10) Sociología; 11) His-toria; 12) Educación; y 13) Varios. La distribución delos artículos muestra el peso de las preocupacionestemáticas: mientras las áreas Política y Política Inter-nacional contienen el 36,81por ciento de los artículosde la revista a lo largo de todos sus años, las áreas 3)a 8), es decir, el agrupamiento de las ramas del dere-cho, reúnen en total el 28,25 por ciento de los artícu-los. Por otro lado, Economía y Finanzas agrupa el 10por ciento, Sociología el 7,7 por ciento, Historia el 10,1por ciento y Educación el 4,94 por ciento. La ligazónumbilical con el derecho constituye una tendencia que,como se verá más adelante, la publicación mantuvoen su período posterior de 1960-61.13

c) Instituciones de la tradición formalista

En los años 20 y 30, lo que aquí llamamos la “tra-dición formalista” estaba en pleno auge. No por ca-sualidad, en esos años se crean instituciones que agru-pan a los representantes de esa postura tradicional,como la Academia Nacional de Ciencias Morales y Polí-ticas, en 1938. En 1937 se funda el Instituto Argentinode Estudios Políticos en Buenos Aires a manos deHoracio Storni y Jorge Tristán Bosch, quienes la pre-

13 Ver Anexo II. Para una clasificación subtemática, se puedeconsultar la existente en la “guía de consulta rápida” que se co-menta en Ortiz (1995 y 1996).

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sidieron durante años y editaron en 1945 y 1946 seisnúmeros de la Revista Argentina de Estudios Políticos.

En 1939 se fundó la Universidad Nacional de Cuyo,que en el tránsito de los años 40 a los 50 tendrá laprimer Facultad de Ciencias Políticas y Sociales. En1973 las sedes de San Juan y San Luis de esa univer-sidad adquirieron el rango de universidades naciona-les, y la de San Juan montó un Departamento de Cien-cias Políticas dentro de una Facultad de Ciencias So-ciales.

Sin dudas, el antecedente del estudio universitariode la política en el país –y en toda América Latina–fueron las licenciaturas en Servicio Consular y en Ser-vicio Diplomático que se crearon conjuntamente conla Universidad Nacional del Litoral y su Facultad deCiencias Económicas, Comerciales y Políticas, con sedeen Rosario, en 1919. En 1923 esas licenciaturas seorganizan con un plan de estudios confeccionado en1921. En 1927 se incorporan dos doctorados: uno enCiencias Políticas y otro en Diplomacia. En 1929 laslicenciaturas se transforman en la Licenciatura enCiencias Políticas, y en Diplomacia y Relaciones In-ternacionales, ambas de la Universidad Nacional delLitoral.14 Los planes de estudio se mantienen hasta1954, momento en el que se unifican las carreras enla de Ciencias Políticas y Diplomacia –y se conservanambos doctorados–, con una gran dependencia res-pecto del Derecho Público y del Derecho Internacional(tanto en la orientación como en el cuerpo de profeso-res). Esta organización cambiará en 1968, cuando sefunda la Universidad Nacional de Rosario, que pasó aagrupar a las carreras de la Universidad Nacional delLitoral que habían funcionado en esa ciudad, particu-

14 Lesgart y Ramos (2002) relativizan esta fecha de 1929 comola de la creación de la carrera. Ver también Yanuzzi (1998: 422).

Primercarrera

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larmente, para nuestro interés, la licenciatura de Cien-cias Políticas y Diplomacia, a partir de ahora ya notan ligada al derecho e incorporando materias más li-gadas al estudio de las instituciones y los sistemaspolíticos, que luego pasó a la Facultad de Derecho yCiencia Política como Escuela Superior de Ciencia Po-lítica y Relaciones Internacionales, convirtiéndose estaEscuela en Facultad en 1973. Ya a finales de los 60 lacarrera tomó un perfil más ecléctico incorporandoenfoques más sociológicos y filosóficos junto con lascorrientes de pensamiento en boga.15 Sin embargo, nose confluía hacia un perfil politológico, ya que se veíaa la ciencia política como una disciplina “residual”.En realidad, “se institucionaliza antes el término cien-cia política que sus contenidos” (Kerz 2002).

En cuanto a la investigación rosarina, los antiguosinstitutos de la Escuela Superior de Ciencia Política yRelaciones Internacionales de la Universidad Nacionalde Rosario serían la primer base del Departamento deRelaciones Internacionales y del Departamento de Cien-cia Política. Entre 1948 y 1981, el Instituto de Derechode Gentes (más tarde llamado Instituto de Derecho In-ternacional ´Mario Antelo´) publicó la Revista de Dere-cho Internacional y Ciencias Diplomáticas. Algunos nom-bres ligados a este Instituto son Juan Carlos Puig, MarioCámpora, Iris Laredo y Artemio Melo. El Instituto deDerecho Público publicó revistas entre 1938 y 1964,aunque con distintos nombres e interrupciones.

En la Universidad Nacional de Cuyo, se fundó, afines de los años 50, una Carrera de Ciencia Política yAdministración Pública en la cual se destacaba la fi-

15 Entre los profesores que impartían clases a comienzos de losaños 60 cabe destacar a Eduardo Sutter Schneider, Juan CarlosPuig, Bruno Bologna, Roberto Puig, Artemio Melo, Carlos Menosi,Roberto Brie, Miriam Colacrai, Carlos Sánchez Almeida, SoniaBengoechea y Wagner Goldschmidt, entre otros.

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gura de Dardo Pérez Guilhou (Fernández 2001a: 260),y en 1956 se creó, en el ámbito privado, la carrera deciencia política en la porteña Universidad del Salva-dor, casa de altos estudios creada por los jesuitas.

En el año 1965 se crea en la Universidad CatólicaArgentina “Santa María de los Buenos Aires” la Escue-la de Ciencias Políticas, dirigida por Francisco AriasPelerano, discípulo del político y jurista nacionalistaArturo Enrique Sampay. Con la participación activa deprofesores como Julio Irazusta, Samuel Medrano y To-más Casares, hasta 1971 se llevan a cabo dos activida-des de posgrado: el Doctorado en Ciencias Políticas y elDiploma de Estudios Superiores. En 1972 comienza adictarse la Licenciatura en Ciencias Políticas, con unaduración de cuatro años y con tres especializaciones:Ciencias Políticas, Relaciones Internacionales y Admi-nistración Pública.16 En 1982 se reforma el plan de es-tudios incorporándose un año a la carrera de grado(Camusso 2002). En la UCA, la Carrera de CienciasPolíticas, como su denominación en plural lo indica, nopretendía constituir un campo de indagación autóno-mo dentro de las ciencias sociales, sino ser una con-fluencia de diferentes saberes considerados “políticos”.17

La orientación originaria de la carrera pretendía for-mar dirigentes católicos comprometidos con los princi-pios cristianos más que científicos políticos orientados

16 En realidad, esta última especialización nunca se logróimplementar por la falta de alumnos.

17 Por ejemplo, analizando las características de la Constitución,Arias Pelerano sostuvo: “Curiosamente estas tres versiones de cons-titución no hacen más que reflejar los distintos ángulos desde loscuales puede ser abordado el objeto político. Desde ya que estosángulos dan lugar a la estructuración de diversas disciplinas, todasellas válidas para describir el mismo objeto de conocimiento, razónpor la cual es lícito hablar, no de una Ciencia Política, sino de Cien-cias Políticas, en plural” (Arias Pelerano 1994: 86).

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hacia la investigación empírica (Fernández 2001b).Muchos juristas de estas universidades comienzan

a hacer ciencia política en algunas facultades vincu-ladas a ramas de la ciencia política, estudiando, bási-camente, el fenómeno justicialista, a causa del pocoapego de este movimiento populista a las reglas de-mocrático-liberales formales. El peronismo, por suparte, crea en Mendoza una Facultad de Ciencias So-ciales y Políticas en 1952. En las universidades Cató-lica de Córdoba y Nacional de Córdoba fueron impor-tantes los nombres de Carlos Pizarro Crespo, RicardoSmith, Pedro Frías y César Enrique Romero (Mooneyy Arnoletto 1993: 275-287).

V. La “ciencia política académica”

a) el cambio aportado por la sociología

A partir de los años 40, una nueva generación (den-tro de la cual podríamos contar a Gino Germani, JoséEnrique Miguens, Juan Carlos Agulla y Norberto Rodrí-guez Bustamante), influenciados por teorías provenien-tes principalmente de Estados Unidos (y en parte deEuropa), cambió el estilo profesional. Así nació una nuevaprofesión intelectual, destacando el papel de la investi-gación empírica que requería, a su vez, un nuevo rolpara la epistemología y la metodología, para lo cual eranecesario un nuevo modelo de universidad. A pesar delcambio, el rol científico de las ciencias sociales no llegóa lograr el reconocimiento por parte de la sociedad.18

Si bien los cursos de sociología ya existían desdeprincipios de siglo en varios ámbitos universitarios,

18 Según Agulla, esto se dio principalmente a causa de que lasteorías sociológicas utilizadas eran elaboradas en los países desa-rrollados para explicar una “sociedad” nacional, en el sentido

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será con los trabajos de Gino Germani en el marco delInstituto de Sociología de la Facultad de Filosofía yLetras de la UBA (bajo la dirección de Ricardo Levene),cuando comiencen en forma sistemática los estudiosde sociología. La importancia de Germani fue funda-mental para la institucionalización de la sociologíacientífica en América Latina.19 Emigrado a la Argenti-

weberiano (Weber 1996: 33-34), que en la Argentina se había dadosólo en la región pampeana. Y ello se había dado en los dos aspec-tos básicos de la sociología: como ciencia social (con predominiode las “teorías empíricas”, de origen norteamericano) y como con-ciencia crítica (con predominio de las “teorías críticas”, de origeneuropeo continental) (Agulla 1996). Un enfoque similar se encuen-tra en Di Tella (1971). Di Tella señala allí dos problemas generalesy dos problemas específicos de la sociología y la ciencia política.Entre los primeros están la copia de modelos teóricos extranjerosy la radicalización del marxismo y el nacionalismo. Entre los se-gundos, la necesidad de la formación de especialistas en territoriolatinoamericano, y la necesidad de completar y utilizar bibliotecasantes de salir a buscar los datos que esas teorías extranjeras exi-gen. Demás está decir que el debate político de la época tambiénse daba, y en gran medida e importancia, por fuera de la universi-dad. Una reseña útil puede encontrarse en Sarlo (2001).

19 Germani fue miembro de la American Sociological Society, delInstitut International de Sociologie, de la Asociación Latinoamerica-na de Sociología, del Instituto de Sociografía y Planeación de la Uni-versidad Nacional de Tucumán y de la International SociologicalAssociation, de la cual fuera presidente. Su labor internacional loubica entre uno de los sociólogos más destacados del siglo XX. Du-rante el gobierno peronista Germani no tuvo una vinculación orgá-nica con la universidad, a la que retornaría después del derroca-miento del General Perón. Lamentablemente, la dictadura de la Re-volución Argentina lo llevaría fuera del país, pasando a trabajar enla Universidad de Harvard y posteriormente en la Universidad deNápoles. Murió en 1979. Entre las obras más destacadas podemoshacer mención de La sociología científica (1955), Política y sociedaden una época de transición (1961), Sociología de la modernización(1969), Estudios sobre sociología y psicología social (1966), y La so-ciología en la América latina: problemas y perspectivas (1964).

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na en 1934 por la persecución fascista, se graduó enfilosofía, y entró en el Instituto de Sociología donde,entre 1942 y 1946, llevó a cabo una serie de investiga-ciones que primeramente se publicarán en el Boletíndel Instituto de Sociología, y que darán como resultadola publicación de La estructura social de la Argentinaen 1955.

Los trabajos de Germani eran principalmente detres tipos: indagaciones dentro de la teoría sociológica–especialmente sus aportes para la investigación em-pírica–, estudios e investigaciones sobre la sociedadargentina y los procesos de cambio social, y trabajosde cátedra y diversos manuales de campo para la en-señanza y realización de la tarea de investigación.

El acontecimiento más importante para la profe-sionalización de la sociología sería la creación de lacarrera de sociología en 1957 dentro del marco de laFacultad de Filosofía y Letras de la UBA, en la cualfuncionaba desde 1940 el Instituto de Sociología. ConGino Germani como director desde 1955, se desarro-lló allí una sociología (y una sociología política) orien-tada empíricamente, también llamada “sociología em-pírica” o “sociología científica”, en la que los procesosde la estructura social serán determinantes de lo polí-tico. Tenía como horizonte teórico al estructural-funcionalismo y la teoría de la modernización,20 y como

20 La importancia de Germani para los estudios de sociologíapolítica ha sido muy grande. En palabras de Irving Horowitz (1992:43): “Fue en Buenos Aires que Germani primero absorbió los tra-bajos completos de Weber, Simmel, Mannheim y otros teóricos so-ciales alemanes clásicos. Aun antes de que éstos fuesen bien co-nocidos en Estados Unidos, ya que disponía en Argentina de tra-bajos relativamente completos de sociólogos de lengua alemana.De una forma singularmente creativa, Germani unió la escuelaitaliana del poder con la escuela alemana de la autoridad (...) Estafusión da cuenta de lo que superficialmente parece ser la deudade Germani con Talcott Parsons. Tal conexión logró el trabajo de

GinoGermani

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fuente de financiamiento para sus novedosas dedica-ciones exclusivas, el CONICET y los aportes de variasfundaciones extranjeras (Vessuri 1992)21.

La labor de Germani fue increíblemente vasta, perosu impronta en la formación de las primeras “cama-das” de sociólogos tuvo un valor muy relevante en tér-

Germani con el del gran teórico norteamericano. En realidad, elloconvirtió el trabajo de Germani en intelectualmente significativopara un importante sector de opinión sociológica en Harvard, pro-piamente Parsons mismo. La opinión de Parsons fue reforzada porla de académicos como Seymour Martin Lipset, quien conoció ini-cialmente a Germani en Sudamérica. Germani desarrolló una im-ponente fusión intelectual de tradiciones, no distinta de aquellaencontrada en la teoría parsoniana de la acción social. Pero en elcaso de Germani, ello ocurrió no a través de una migración haciaEuropa sino más bien desde Europa. Si aquella fusión de tradicio-nes hizo de Parsons el principal sociólogo a su retorno de Alema-nia al Nuevo Mundo, el movimiento de Germani desde Italia alnuevo Mundo lo convirtió en el más notable sociólogo político queingresara en el exilio”.

21 Silvia Sigal describe el cambio de la siguiente manera: “LaSociología es probablemente el mejor ejemplo del “avasallador avan-ce” de esas “ciencias sociales invasoras de los antes somnolientesclaustros de Humanidades” que recuerda Halperín Donghi. Dirigi-da por Gino Germani, se crea la primera carrera de Sociología, en laFacultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires,con un ambicioso programa de investigaciones que fijaba el perfildel sociólogo científico. El grupo inicial de 67 alumnos pasa a 170en 1960 y casi 2.000 en 1966, comprendiendo las tres Facultadesexistentes entonces en Buenos Aires: en 1959 comenzaban los cur-sos en la Universidad Católica y en 1963 en la Del Salvador, las dosprincipales instituciones privadas. La enseñanza de la sociología setransformaba también en las otras Universidades del país, La Pla-ta, Córdoba, Mendoza, Rosario y Tucumán. La cohesión del grupoque rodeaba a Gino Germani estaba en su apogeo en 1961, cuandose realizan las Jornadas argentinas y latinoamericanas de Sociolo-gía, que mostraron la hegemonía de la “teoría de la modernización”y de los análisis del pasaje progresivo de una sociedad tradicional auna sociedad moderna” (Sigal 2002: 86).

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minos institucionales. Catalina Wainerman, una desus discípulas,22 lo expresa de la siguiente forma:“Consciente de que con un personal docente práctica-mente autodidacta la licenciatura era un techo máxi-mo que podía alcanzar la formación de los estudian-tes, consciente de la insuficiencia de ese techo,Germani trajo científicos sociales de los Estados Uni-dos, de Brasil, de Italia, de Francia, y de alguno queotro país donde ya existía formación y producción so-ciológica. Así vinieron Rose K. Goldsen, Kalman Silvert,Irving Horowitz, Paul Baran, Aaron Cicourel, LeslieKish, Nathan Keyfitz, Berndard Rosemberg, DavidNasatir, Peter Heintz, Fernando Enrique Cardoso, EnzoFalletto (sic), Luis Costa Pinto, Alain Touraine, JohanGaltung, Joseph Dumazedier, Albert Meister, Ales-sandro Pizzorno, S. N. Eisenstadt, entre los que re-cuerdo. Todos ellos venían a dictar cursos y semina-rios por períodos breves. Como eso no alcanzaba paraadquirir un entrenamiento formal de postgrado,Germani desarrolló una nutrida trama de relacionescon universidades de Estados Unidos, Inglaterra yFrancia y gestionó becas para estudios de postgradoante el CONICET, la OEA, la Fundación Ford. Así, unatanda de veinte o treinta de los primeros licenciadosde la carrera y de docentes salimos a hacer doctora-dos y volvimos habiéndonos convertido en miembrosde la comunidad académica, sabiendo que, de ahí enmás, nuestras vidas habrían de transitar por la do-cencia, por la investigación, por la publicación, por laasistencia a congresos, por la participación en la ad-ministración y el diseño de la ciencia y la enseñanza”(Wainerman 1997: 15-16).

22 Entre sus estudiantes y discípulos también se encontrabanRuth Sautu, Jorge Graciarena, Santos Colabella, Francisco Marsal,Miguel Murmis, Eliseo Verón, Francisco Delich, Silvia Sigal, JoséParadiso, Raúl Jorrat y Juan Carlos Portantiero, entre otros.

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Con todo, los trabajos de Gino Germani, TorcuatoDi Tella,23 José Nun y Darío Canton, así como los deJosé Luis Romero y Tulio Halperín Donghi en el cam-po de la historiográfico, serán una piedra fundamen-tal en el edificio de los estudios políticos modernos enArgentina. Desde una mirada más abarcadora de lasciencias sociales el desarrollo de la sociologíatimoneado por Gino Germani tendrá una fuerte in-fluencia en la posterior consolidación de la cienciapolítica argentina. Como sostiene Waldo Ansaldi:“Germani es uno de los ̀ padres fundadores´ de las cien-cias sociales latinoamericanas, las que aparecen ha-cia los años 50 y comienzan a definirse con un perfilsingular. Se trata de un proceso todavía insuficiente-mente estudiado, del que aquí sólo quiero señalar: 1)las ciencias sociales latinoamericanas surgen en uncontexto de crisis y transformaciones societarias aescala regional; 2) originariamente dominadas, en elcampo teórico-metodológico, por el funcionalismo; 3)se enfatiza la necesidad y la práctica de la investiga-ción empírica, orientada en primer lugar a los proce-sos de cambio social y de modernización. La combina-ción de estos tres elementos fundacionales provoca

23 Junto con Gino Germani, es uno de los primeros sociólogosdel país, con un interés casi siempre centrado en América Latina.En 1964 publicó su primer libro El sistema político argentino y laclase obrera, donde ya planteaba una necesaria reconfiguracióndel sistema partidario argentino a partir de la idea de que el “na-cionalismo popular” es una etapa en la adquisición de capacidadpolítica propia por parte de la clase obrera, en el contexto de otrode sus temas, que se convirtiera en un libro en 1966: El primerimpacto del crecimiento económico. Junto a su hermano Guido fundóel Instituto Di Tella en 1958, y lógicamente, su Centro de Sociolo-gía Comparada. Fue fundador y presidente del IDES, centro quedesde 1961 publica la revista Desarrollo Económico, de la que fuedirector entre 1971 y 1975. Ver Orlansky (1996) y De Luca yMalamud (1996).

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rápidamente –en primer lugar en el pensamiento eco-nómico– una ruptura con la ortodoxia, abriendo pasoa interpretaciones y formulaciones teóricas novedosas,originales” (Ansaldi 1992: 69).

b) La ciencia política juridicista

A fines de la década del 50 y comienzos de los 60 laciencia política comienza a consolidarse académica-mente con dos acontecimientos relevantes: la consti-tución de la Asociación Argentina de Ciencia Política yla creación de la Licenciatura en ciencia política en laUniversidad del Salvador. A la caída del peronismo, elenfoque formalista alza su voz por la necesidad de lareorganización jurídica e institucional del país. Al mis-mo tiempo, y como parte de un mismo proceso, nacela Asociación Argentina de Ciencia Política. Fundada el8 de mayo de 1957, rápidamente se afilió a laInternational Political Science Association (IPSA). Suprimer presidente fue el Dr. Segundo Linares Quinta-na,24 destacado jurista que dirigía el Instituto de De-recho Constitucional y Político de la Facultad de De-recho y Ciencias Sociales de la Universidad de BuenosAires, de la que además era profesor titular de la cáte-dra de Derecho Constitucional, cargo que también ejer-cía en la Universidad Nacional de La Plata. LinaresQuintana desarrollaba una intensa labor académicatanto en la Argentina como en el exterior, asistía anumerosos congresos y daba conferencias en las másdestacadas universidades del mundo. Simultáneamen-

24 Más tarde pasaría a ser Presidente Honorario, recayendo lapresidencia en Mario Justo López. La AACP se reorganizó y reanudósu labor en 1984; en junio de 1985 contaba con 245 miembros (176de ellos residían en la Capital Federal y en la Provincia de BuenosAires) y en diciembre contaba con 266 (AACP 1985a y 1985b).

SegundoLinares

Quintana

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te a su cargo en la Asociación presidía la AsociaciónLatinoamericana de Ciencia Política.

Desde su fundación la institución tenía un fuertesesgo juridicista tanto desde el punto de vista de lostemas tratados como desde la composición corporati-va de sus miembros.25

Las tareas que realizó la Asociación en sus comien-zos tuvieron relevancia tanto a nivel nacional comointernacional.26 En agosto de 1959 se realizaron lasPrimeras Jornadas Argentinas de Ciencia Política en el

25 La composición de la Asociación Argentina de Ciencia Políticaoriginariamente era la siguiente: Presidente: Dr. Segundo LinaresQuintana, Vicepresidente: Dr. César Enrique Romero, Tesorero:Dr. Fernando Isidro, Secretario General: Dr. Alberto Spota, Secre-tario Administrativo: Dr. Antonio Castagno. Vocales: Dres. CarlosAdrogué, Juan R. Aguirre Lanari, Jorje Aja Espil, Ismael P. Basaldúa(h), Mario Belgrano, Germán Bidart Campos, Carlos M. Bidegain,Roberto A. Billinghurst, Enrique L. Calot, Edmundo Correas, Ma-nuel M. Diez, Raúl E. Dumm, Carlos S. Fayt, Héctor P. Lanfranco,Mario Justo López, Miguel S. Marienhoff, Enrique Martinez Paz,Héctor R. Orlandi, Roberto J. Repetto, Lucio Robirosa, AlbertoRodríguez Galán y Ambrosio Romero Carranza. Comité Consulti-vo: Dres. Jorge Eduardo Coll, Juan A. González Calderón, LuisJiménez de Asúa, Alfonso de Laferrere, Carlos R. Melo, Jorge Mi-tre, Alberto Padilla, Alfredo L. Palacios, Juan Carlos Rébora, Car-los Saavedra Lamas (+), Carlos Sánchez Viamonte, Féliz Sarría,Sebastián Soler, Carlos A. Tagle, Benjamín Villegas Basavilbaso yClorindo Zavalía (+). Muchos miembros pertenecían a conocidasfamilias argentinas, algunas de ellas “patricias”.

26 En el artículo 1 del Estatuto de la Asociación se sostenía: “LaAsociación Argentina de Ciencia Política, entidad fundada por ungrupo de personas dedicadas al estudio de la ciencia política, soli-darias en la creencia común de que los altos ideales de libertad,justicia y dignidad humanas sólo se realizan en el Estado de dere-cho, tiene como propósito estudiar e investigar la ciencia política ypromover su desarrollo y perfeccionamiento en la República Ar-gentina, manteniendo relaciones con las instituciones similaresexistentes en otros países” (AACP 1960: 111).

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marco de la Universidad Nacional de Córdoba.27 En elmes siguiente la Asociación, junto con el Instituto deDerecho Constitucional y Político de la Facultad deDerecho y Ciencias Sociales de la Universidad de Bue-nos Aires, auspició la visita a la Argentina del presti-gioso jurista y politólogo francés Georges Burdeau.28

En octubre, Linares Quintana realizó un importanteviaje al Brasil representando a la Asociación en el Con-greso sobre Cambios Sociales organizado en Río deJaneiro por el Centro de Pesquisas Sociales. En abrilde 1960 tiene lugar la renovación de las autoridadesde la Asociación Argentina de Ciencia Política mante-niendo la presidencia el Dr. Linares Quintana. Du-rante 1960 tiene lugar el Segundo Congreso Argentinode Ciencia Política, celebrado en Buenos Aires, y conuna alta concurrencia.

En septiembre de 1961 se celebró en París el V Con-greso Mundial de Ciencia Política de la IPSA. La Aso-ciación Argentina de Ciencia Política estuvo represen-

27 Se estructuraron cuatro mesas redondas que debatieron so-bre a) grupos de presión, b) amparo jurisdiccional de los derechosy libertades constitucionales, c) la teoría de la imprevisión y surecepción en el derecho público argentino, y d) planes y sistemasde enseñanza de la ciencia política. En la conferencia inagural elDr. Carlos R. Melo pronunció una conferencia sobre “El problemade la vigencia de las constituciones de catorce provincias”, y en elcierre el Dr. Alberto Padilla disertó sobre “El problema de la acefalíapresidencial”. Tanto las mesas como los temas considerados cen-trales nos muestran a una ciencia política subordinada al Dere-cho Público y por ende a la tarea de los abogados.

28 El autor del Traité de science politique pronunció varias con-ferencias en las universidades de Buenos Aires y La Plata. El he-cho más importante del viaje de Burdeau constistió en la autoriza-ción para publicar la versión castellana del Méthode de la sciencepolitique, que se publicó como el volumen inicial de la BibliotecaArgentina de Ciencia Política, serie perteneciente a la Asociación yeditado por la editorial Roque Depalma.

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tada por una comitiva de 10 miembros, encabezadapor el vicepresidente de la Asociación, el Dr. CésarEnrique Romero. La comitiva argentina fue la terceraen cantidad de miembros. Durante las reuniones delConsejo Directivo se eligieron a los nuevos miembrosdel Comité Ejecutivo, incorporándose a este cuerpo elDr. Linares Quintana como representante de la Ar-gentina. Durante la década de los 70 y los 80, el actorprincipal de la Asociación Argentina de Ciencia Políticaserá el Dr. Mario Justo López.29

Como se ve, durante sus primeros años la Asocia-ción Argentina de Ciencia Política tuvo una intensa ac-tividad, dentro de la cual se contaba una ambiciosapolítica editorial, en convenio con Roque DepalmaEditores. Los ejes editoriales consistieron en a) la pu-blicación semestral de la Revista Argentina de CienciaPolítica,30 b) la serie Cuadernos de Ciencia Política, y c)la Biblioteca Argentina de Ciencia Política.

29 Su libro más importante es el manual Introducción a los estu-dios políticos (1969 y 1983). Aunque ubicado en el derecho políti-co, la suya no fue una visión reduccionista de tipo jurídico: inten-tó integrar distintas líneas teóricas y disciplinarias. En El mito dela Constitución (1963) entendió a la democracia como forma perotambién como contenido, siempre dentro del marco constitucio-nal. En Partidos políticos: teoría general y régimen legal (1965 y1982) intentó una teoría general de los partidos políticos y su pa-pel en la democracia representativa (Serrafero 1996b). Otro desta-cado constitucionalista argentino que ha incursionado en los es-tudios políticos desde una perspectiva similar ha sido GermánBidart Campos, quien publicara Lecciones de política en 1973.

30 Se editaron sólo 3 números, entre enero de 1960 y enero de1961.

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c) La Carrera de Ciencia Políticade la Universidad del Salvador

En la Universidad del Salvador, establecimiento deEducación Superior perteneciente en ese momento ala Compañía de Jesús, la Carrera de Ciencia Políticafue creada en el año 1956. En sus comienzos lacurrícula tenía, como era de esperar, una orientaciónhacia el derecho y la filosofía con preponderancia deltradicionalismo católico-nacionalista. Entre los profe-sores que se encontraban en ese momento cabe men-cionar a Pichón Riviere (hermano del destacado psicó-logo) y a Raúl Puigbó.

Emilio Saguir, director de la Carrera de CienciaPolítica desde 1984, sostiene sobre sus primeros años:“La Universidad del Salvador (USAL) se funda en 1956y una de las siete carreras con las cuales comienzaes Ciencia Política [...] Cierto es que la USAL comen-zó siendo un Instituto de Ciencias Políticas, en plu-ral, no tanto una ciencia política autónoma. Autono-mía en cuanto la disciplina posee y construye instru-mentos y marcos teóricos para alcanzar el conoci-miento de un objeto de estudio específico. En aquelmomento no se tenía esa visión. Por el contrario, sedaba una yuxtaposición de materias vinculadas a lapolítica: historia política, filosofía política, derechopolítico. A medida que la ciencia política contempo-ránea se iba desarrollando en otros países especial-mente en los Estados Unidos fueron arribando aquíegresados de posgrados entre ellos Carlos Floria,Mariano Grondona y entre otros, Natalio Botana yRafael Braun procedentes de Lovaina. Imbuidos dela ciencia política contemporánea con un importanteénfasis empírico y con aspiración a construir un cor-pus de conocimiento específico, desarrollado y con-trolado en el interior de la disciplina, trataron de de-linear no sólo los marcos metodológicos sino también

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el campo, el objeto de estudio de esa disciplina quepasa a llamarse ciencia política (en singular)” (Saguir1999: 307).

La incorporación de Carlos Floria31 se da en 1967.Floria había desarrollado durante 1966 un estudiodetallado de la ciencia política norteamericana en elmarco de la beca que había obtenido de la FundaciónEisenhower.32 Esas actividades en los Estados Unidosle habían permitido tomar contacto con los más des-tacados politólogos americanos, entre los cuales po-demos mencionar a Karl Deustch, Robert Dahl, RobertPotash, Hans Morgenthau y también con GiovanniSartori, quien se encontraba trabajando en los Esta-dos Unidos y elaborando la reforma al plan de estu-dios de la Carrera de Ciencia Política de la Universi-dad de Florencia. Como producto de su beca el Dr.Floria tuvo que realizar un informe final, y como anexohabía elaborado un proyecto de carrera de ciencia po-

31 Su obra es muy importante. Ha escrito, principalmente, so-bre el nacionalismo, las relaciones cívico-militares, los regímenesmilitares, la cultura cívica argentina y la transición a la democra-cia. Ya en su célebre Historia de los argentinos (1972), escrito jun-to a César García Belsunce, así como en Reflexiones sobre la Ar-gentina política (1981) escoge la perspectiva del análisis políticopara la interpretación de los hechos históricos, como lo evidencia-rán conceptos como “subdesarrollo político” o “la Argentina de losfactores” (en contraposición a la de los partidos) (Serrafero 1996a).Ver también Kerz (1996).

32 La Fundación Eisenhower se constituyó apenas terminado elperíodo presidencial del mandatario norteamericano y era princi-palmente una institución destinada al desarrollo de los liderazgos,teniendo como uno de sus principales objetivos el que los extran-jeros conocieran en profundidad y directamente, en relación consus actores, diferentes ámbitos de la vida norteamericana, entrelos cuales estaban las disciplinas científicas. La fundación, ade-más, se encargaba de concertar entrevistas con los más destaca-dos especialistas en cada una de las áreas.

CarlosFloria

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lítica basado en la experiencia adquirida y en el pro-yecto de Sartori.33

A su regreso de los Estados Unidos, Floria intentóprimeramente realizar una carrera de ciencia políticaen el marco de la Facultad de Derecho y Ciencias So-ciales de la Universidad de Buenos Aires, pero su pro-puesta obtuvo un fuerte rechazo por parte del núcleode expertos en derecho público, encabezado por Se-gundo Linares Quintana. La vinculación de Floria conla Universidad del Salvador se produjo con la visitadel jesuita Jean-Yves Calvez para la presentación, acargo del primero, de la traducción del Pensamientode Carlos Marx, actividad que se desarrolló en el CIAS(Centro de Investigación y Acción Social). En esa opor-tunidad Floria comentó su proyecto de carrera de cien-cia política con el entonces vicerrector Padre VirasoroS.J., quien, con el aval de Calvez, lo invitó a trabajaren el Salvador, y en una reforma curricular a ser apli-cada en dicha universidad. La dirección de Floria fueacompañada por destacados investigadores, muchosde ellos pertenecientes al círculo de la revista Criterio.Cabe mencionar entre otros, a Natalio Botana, MarceloMontserrat, y al sacerdote Rafael Braun. También sefueron incorporando al proyecto modernizador de laUSAL Guillermo O’Donnell, Félix Peña, RobertoRussell, Carlos Strasser y Mariano Grondona. Otraincorporación importante al claustro de docentes delSalvador es el regreso de un argentino radicado en

33 El trabajo del politólogo italiano establecía ejes curricularesbásicos para la enseñanza de grado de la ciencia política: un ejeeconómico, un eje histórico, un eje sociológico, un eje matemático,un eje de administración pública, un eje de relaciones internacio-nales, un eje metodológico y, principalmente, un eje de teoría polí-tica empírica orientado hacia el estudio e investigación de los fe-nómenos de la política contemporánea, con una fuerte articula-ción con el eje metodológico.

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México, Marcos Kaplan, de orientación neomarxista(Floria 2002).

El nuevo plan de estudios entró en vigencia en 1968,teniendo sus primeros egresados en 1972. Es intere-sante destacar que en agosto 1969 (durante el períodode la dictadura de Onganía) tuvo lugar en esa univer-sidad el Primer Encuentro Internacional de Ciencia Po-lítica centrado temáticamente en la problemática de lapolítica argentina y sus dilemas. Entre los participan-tes internacionales se destacó Robert Dahl, quien uti-lizó las argumentaciones expuestas por GuillermoO´Donnell, Carlos Floria, Natalio Botana, Rafael Brauny Mariano Grondona para construir su hipótesis so-bre el caso argentino presente en su libro Poliarquía.34

34 Así lo dice el propio Dahl (1989: 124 n. 5): “La argumentacióny los datos de este epígrafe están tomados de las siguientes fuentes:“Political Oppositions in Argentina”, ponencia inédita presentadaen un seminario por Guillermo O´DONNELL, quien primeramenteme indicó las líneas generales de la interpretación que expongo;Carlos Alberto FLORIA, “El comportamiento de la oposición en laArgentina”; Natalio R. BOTANA, “Las crisis de la legitimidad en laArgentina y el desarrollo de los partidos políticos”; MarianoGRONDONA, “Algunas observaciones sobre la evolución reciente delsistema político argentino”, Rafael BRAUN, “La representatividadde los partidos políticos y la interpretación del interés público porparte de las fuerzas armadas: un dilema argentino” (todas estasponencias fueron presentadas en el Primer Encuentro Internacio-nal de Ciencia Política, Buenos Aires, agosto 1969); Carlos AlbertoFLORIA, “Una explicación política de la Argentina”, CIAS, RevistaMensual del Centro de Investigación y Acción Social, 16 (noviembre,1967); Mariano GRONDONA, La Argentina en el tiempo y en el mun-do, Editorial Primera Plana, Buenos Aires, 1967, s. d.; Darío CAN-TON, “Military Interventions in Argentina 1900-1966”, Ponenciapresentada en la Conference on Armed Forces and Society WorkingGroup, International Sociological Association, London, septiembre1967, y su “Universal Suffrage as an Agent of Mobilization”, Ponen-cia presentada en el VI Congreso Mundial de Sociología, Evian, Fran-cia, septiembre 1966”.

Reconoci-mientoexterno

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Este hecho constituye un reconocimiento que, junto alas obras de Gino Germani y Darío Canton, tambiéncitadas por el politólgo norteamericano, se le otorgabaa los estudios científicos realizados en la Argentina.35

Este reconocimiento externo a la labor de los estudio-sos argentinos constituye un indicador de la existen-cia de una ciencia política acorde a los cánones inter-nacionales de investigación y producción del conoci-miento.

Este proceso de florecimiento de la ciencia políticaempírica no puede comprenderse, como se ve, sin to-mar en cuenta el contexto internacional fomentadodesde los Estados Unidos, y su contrapartida desa-rrollista en América Latina, donde el ideario de la cien-cia y su correlato tecnológico y político se articula-ban con los principios de secularización, urbaniza-ción e industrialización. El florecimiento de la cien-cia política en el Salvador se articula, en este senti-do, con la época de oro de la Universidad de BuenosAires (que en materia de estudios sociales estaba en-cabezado, insistimos, por la sociología de GinoGermani). Este espíritu “desarrollista” tuvo tanto suala “democrática” como su correlato “militar”, y lospequeños avances logrados por esta incipiente cien-cia política tuvieron su campo de aplicación en losproyectos desarrollistas de ambos sectores (Pinto

35 En El orden político en las sociedades en cambio, de 1968,Samuel Huntington (1990: 199) utiliza las argumentaciones de JoséNun y de Gino Germani para su estudio sobre el pretorianismo demasas. Por su parte, Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto en De-pendencia y desarrollo en América Latina citan las obras de GinoGermani Política y sociedad en una época de transición; de TorcuatoDi Tella El sistema político argentino y la clase obrera y de Guiller-mo O´ Donnell Reflexiones sobre las tendencias generales de cam-bio en el Estado burocrático-autoritario (Cardoso y Faletto 1996:111 y 197-199).

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2001). La Carrera de Ciencia Política de la Universi-dad del Salvador reunía, bajo la dirección de Floria,novedades temáticas y autores norteamericanos. Efec-tivamente, en los años 60 estaba en auge en EstadosUnidos la teoría pluralista, íntimamente ligada a laobra de Dahl, en gran medida asociada a los cáno-nes, sobre todo metodológicos, del conductismo. Den-tro del espectro norteamericano, ni siquiera las críti-cas de Sheldon Wolin y Theodore Lowi se apartabande una estructura discursiva que estaba profunda-mente inmersa en la disciplina (Gunnell 1999: 37).El pluralismo –y también el economicismo de Downs–expresaba implícita o explícitamente la idea que laapatía generalizada podía ser beneficiosa o funcionalpara el sistema democrático, ya que la poca partici-pación prevenía los conflictos intensos que desembo-can en el fin de la democracia. En una palabra, pre-gonaba la influencia de los intereses por sobre laspasiones religiosas, personales o ideológicas. A prin-cipios de los años 70, la creciente ideologización delpaís y particularmente de los claustros universita-rios harían que este discurso estuviera destinado aser desalojado en no mucho tiempo.

En efecto, este período, que se inicia orientado poruna visión empírica, va a tener una corta duración: acomienzos de los 70, el Salvador paulatinamente seva convirtiendo en una Universidad militante, virandoel eje de la problemática del conocimiento hacia otrafaceta vinculada fuertemente con el accionar políticoy las fracturas ideológicas. Ya en 1972 las posicionesestaban fuertemente polarizadas entre los partidariosde una “ciencia política académica” y los que propug-naban una “ciencia política comprometida y militan-te”. Esto produce la forzada renuncia conjunta en 1973de los profesores del “grupo Criterio” y posteriormentede otros docentes. A su vez, la Compañía de Jesúsestaba viviendo una gran crisis de fuerte connotación

Innova-cionestemáticas

Radicali-zaciónideológica

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ideológica, representada por la polarización de la or-den en dos grupos: uno más tradicional y otro forma-do en gran parte por sacerdotes jóvenes del denomi-nado movimiento “tercermundista”. En esos momen-tos se nombra Decano de la Facultad de Ciencias So-ciales al sociólogo jesuita Padre Sánchez Aizcorbe. Lasasignaturas tenían un matiz diferente en su conteni-do, con un fuerte eclecticismo que combinaba las teo-rías cepalianas, el neomarxismo, la teoría de la de-pendencia, la teología de la liberación, los autores “na-cionales y populares”, y una mirada de fuerte crítica yrechazo a la ciencia política norteamericana. Pero loimportante no era ya la variedad de enfoques sino unaorientación de estudio y lectura que privilegiaba el ac-cionar y la militancia, un pensar la teoría en funciónde la praxis36 (Legnani 2002).

También la Carrera de Ciencias Políticas de la Uni-versidad Nacional de Rosario comenzó una situaciónde creciente politización de sus claustros. Ya en 1972se concebía allí a la ciencia política como una “cienciade la acción” comprometida con la transformación dela sociedad más que con la producción de conocimientosobre la misma. “Lo importante era la política, esequehacer cotidiano que determina el rumbo de la so-

36 Desde 1972 la diversidad entre las cátedras es enorme, ya quetambién varios profesores remarcan su compromiso con la militanciapolítica. Podemos nombrar a José María Rozas, Leon Pomeranz, LuisSánchez Aizcorbe, Pbro. Carlos Mujica, Arturo Sampay, EduardoErrandonea, Alberto Acevo, Pbro. Luis Virasoro, Abel Fleitas Ortizde Rosas, Luis Dallanegra, y Héctor Roudil, entre otros. Pero paracomprender la dimensión de la situación, es también indispensableobservar la composición del Centro de Estudiantes que, lógicamen-te, también estaba fuertemente ligada a la vida política nacional. Dehecho, ERP (Ejército Revolucionario del Pueblo) y FAR (Fuerzas Ar-madas Revolucionarias Peronistas) ganaron el Centro en 1975(Legnani 2002). Ver también Sarlo (2001: 64).

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ciedad, no la ciencia. Lo que prevalecía era una ideade compromiso y participación en la política nacional.Leíamos mucho de todas las orientaciones teóricas,pero una lectura orientada al hacer política, a la praxis;se hablaba más del rol docente y su compromiso quede académicos”37 (Kerz 2002). Por su parte, en 1973,el rector de la Universidad Nacional “y Popular” deBuenos Aires, Rodolfo Puiggrós, decía: “La crisis porla que atravesó el país se reflejó también en la univer-sidad y sus estudiantes. Al hacernos cargo de estasituación encontramos el apoyo masivo de los alum-nos, de los no-docentes y de una parte de los docentespara imponer la doctrina nacional. En cuanto al casoespecífico de los docentes, en algunas Facultades sedebió sacar a algunos de ellos, por incompetencia opor enseñar con una mentalidad colonial. Por eso,desde mi punto de vista, la discusión de si la Univer-sidad debe ser privada o estatal es una discusión ocio-sa, porque lo fundamental es que toda Universidad,ya sea estatal o privada, refleje en su enseñanza la

37 Otra vez, para comprender la actitud fuertemente militantede esos años es útil analizar el Centro de Estudiantes, el cual es-taba fuertemente vinculado con la política nacional. El arco ideo-lógico era muy amplio, con predominio de la izquierda y elperonismo: coexistían el Movimiento Nacional Reformista (socia-listas de izquierda “liberal”), TEA (Tendencia Estudiantil Antiim-perialista, de orientación marxista), la JUP (Juventud Universita-ria Peronista, ligada a Monteneros y llamada comúnmente “La Ten-dencia”), El Movimiento Azul y Blanco, La Juventud Radical y laCDU (grupos de extrema derecha del peronismo). Entre losegresados de esta época de la Universidad Nacional de Rosariopodemos nombrar a: Bruno Bologna, María de los Ángeles Yanuzzi,Carlos Pérez Llana, Gladys Lechini, Mónica Billoni, Luis Dallanegra,Carlos Figari, Mercedes Kerz, Olga Caballero, María CristinaMenéndez, Osvaldo Iazzeta, Mónica Priotti, Raúl Arlotti, Lilia Puig,Ana María Siri, Rolando Garmendia, Nilda Anglaril y Luis Cuaranta,entre otros (Kerz 2002).

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doctrina nacional e impida la infiltración del liberalis-mo, del positivismo, del historicismo, del utilitarismo,y yo diría hasta del desarrollismo, todas formas conlas que se disfraza la penetración ideológica en lascasas de estudio” (Sarlo 2001: 378-9).

Pero más allá de las luchas y controversias, la in-fluencia de la ciencia política empírica tuvo un fuertearraigo y permanencia en la Universidad del Salvador,hecho que se retomó y se profundizó en los comienzosdel proceso de democratización, con fuerte repercusiónen la creación de nuevas carreras a nivel nacional.Emilio Saguir, uno de los actores de esta proyecciónsostiene al respecto: “Pero a pesar de ello el grupo deprofesores académicos logró arraigar el paradigma dela ciencia política contemporánea, construir y difundirteorías empíricas de la política, y persuadir sobre laimportancia del método científico en la búsqueda delconocimiento político. Y los que continuamos, que fui-mos sus discípulos, fuimos desarrollando la Escuelade Ciencia Política, orientados por la misma perspecti-va, incorporando a nuestros claustros a destacadospolitólogos, y adaptando la currícula de la carrera se-gún el desarrollo de la disciplina en el país y en el mun-do, y a la luz de los problemas políticos contemporá-neos. Y cuando llegamos a 1983/84 realmente éramoscomo una especia de oasis en el desierto. En ese mo-mento presenciamos un incremento impresionante delinterés por la disciplina. Y en especial por una cienciapolítica genuinamente científica” (Saguir 1999: 308).38

38 Entre los egresados de la Universidad del Salvador de aque-llos años podemos nombrar a Carlos Acuña, Ana María Mustapic,Eugenio Kvaternik, Emilio Saguir, Julio Pinto, Daniel García Del-gado, Nora Gorroschategui, Ricardo Moscato, Luis Brajterman,Néstor Legnani, Hugo Pomposo, Antonio Fierens, GuillermoSchwuenheim, Graciela Esnaola, Eduardo Salas, Alberto Bonifacio,Marta Fernández, e Imelda Salas, entre otros.

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d) Los centros de investigacion privados

Si bien ya en los años sesenta comenzaba una im-portante tarea de investigación en centros de investi-gación independientes, ellos concentrarán casi la to-talidad del trabajo científico de las ciencias socialescon posterioridad al golpe militar de 1966, que des-truye casi por completo un proyecto científico uni-versitario y modernizante. Jorge Graciarena descri-be aquellos momentos de una manera muy clara: “Elcaso de Argentina. Se trata de una sociedad muy mo-vilizada políticamente, con una juventud muyradicalizada en sus orientaciones ideológicas y prác-ticas políticas. Los horizontes políticos del país sonhoy (1971) por lo menos inciertos; hay mucha violen-cia política y una represión constante. Hay ahora undesajuste casi total entre las demandas de las masasy los cuadros ideológicos predominantes en el país ylas orientaciones de las políticas gubernamentales.[...] En las nuevas generaciones de estudiantes yegresados jóvenes así como entre algunos represen-tantes de las edades más maduras, la confusión en-tre práctica científica y práctica política es extrema.Prácticamente no hay investigación social fuera delas oficinas de planeamiento, que hacen investiga-ción aplicada, y algunas pocas instituciones priva-das que llevan a cabo investigaciones de tipo funda-mental. [...] No es fácil hacer cualquier diagnósticodel futuro de las ciencias sociales en la Argentina. Laconfrontación que podría realizarse entre estas al-ternativas produce una exacerbación de las actitu-des y luchas políticas, que se proyectan sobre lasuniversidades y que se manifiestan también dentrode ellas, y que se mantendrán en el futuro inmediatosin variantes importantes. En estas condiciones lavida en las grandes universidades estará dominadapor algún tiempo, como lo está ahora, por las pasio-

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nes políticas inmediatas” (Graciarena 1974: 103).39

En este contexto, por supuesto, era una tarea casiimposible publicar los trabajos. Sólo Desarrollo Eco-nómico ofrecía esa posibilidad de una manera abiertaal público.40

Los centros independientes, entonces, dieron aco-gida a una gran cantidad de científicos sociales, mu-chos de los cuales orientarían sus estudios hacia laciencia política, incluso a su regreso de sus estudiosde posgrado en el exterior. En ese éxodo se habíanenrolado Guillermo O´Donnell, Oscar Oszlak, AtilioBorón, Edgardo Catterberg, Jorge Roulet, DanteCaputo, Marcelo Cavarozzi, José Nun y Liliana De Riz,entre otros (Guiñazú y Gutiérrez 1991-1992: 57 n.18). En cuanto a los temas de investigación, en estaépoca hubo un corrimiento desde el interés por losdeterminantes externos del subdesarrollo hacia elestudio del Estado y el autoritarismo. Si bien la disci-plina más importante de las que se desarrollaban enestos centros de investigación era la sociología, unaparte de los sociólogos se dedicó a temáticas propiasde la ciencia política: Juan Carlos Portantiero, Mi-guel Murmis, Darío Canton, José Nun, Torcuato DiTella, Alberto Ciria, Juan Carlos Torre, y más tardeAlcira Argumedo, Horacio González y Ricardo Sidicaro.También lo hicieron algunos juristas como Carlos Fayto Juan Carlos Rubinstein. Muchos de ellos, sin serperonistas, abordaron como objeto de estudio el fenó-meno peronista contribuyendo enormemente a sucomprensión.

Entre los centros independientes más importantesestaba el Instituto Di Tella, creado en 1958, y que ha

39 Ver también Varsavsky (1971).40 Fernández (2002: 44) no cree que los fuertes debates ideoló-

gicos que atravesaban a las ciencias sociales hayan desvirtuadosu vigor académico.

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sido el más característico de esos años.41 El desarrollode la investigación científica en ciencias sociales tuvoallí su principal ámbito institucional.42 La pluralidad

41 “La fundación Di Tella y el Instituto fueron fundados el 22 dejulio de 1958, el décimo aniversario de la muerte de Torcuato DiTella, que había forjado el complejo industrial Siam Di Tella. Laempresa cultural que recibía su nombre serviría así como recor-datorio y también socializaría la riqueza que había creado su ca-pacidad empresaria. Pero la forma que adoptó ese recordatorioreflejaba el pensamiento moderno de fines de los años 50 antesque una anticuada filantropía (...) El modo en que los fondos pri-vados se canalizaron hacia actividades culturales y sociales fue elde la fundación moderna, organizada según el modelo norteameri-cano de financiación corporativa. La fundaciones no eran bien co-nocidas en la Argentina antes del Di Tella. (...) El Instituto no teníafondos propios: como institución académica sin fines de lucro, re-cibía un subsidio de la Fundación u otras fuentes, tales como lasFundaciones Ford y Rockefeller” (King 1985: 35-37).

42 Como sostiene Silvia Sigal: “Al esfuerzo de institucionalizaciónestatal se sumó el privado. En 1960 entra en funcionamiento elCentro de Investigaciones Económicas del Instituto Di Tella, queen 1963 cuenta con once investigadores y seis becarios realizandoposgrados en el exterior, y que será un semillero de funcionariosen gobiernos civiles y militares. Tres años más tarde se crea, im-pulsado por Gino Germani, el Centro de Sociología Comparada;rebautizado Centro de Investigaciones Sociales, tiene en 1966 onceinvestigadores y siete asistentes. Después de la intervención delas Universidades en 1966 el Instituto albergó el CIAP, dirigido porEnrique Hardoy, y fundó una editorial, la Editorial del Instituto y laRevista Latinoamericana de Sociología. Más que alejados del espí-ritu vanguardista del “Di Tella Florida”, los centros de investiga-ción en ciencias sociales representaban la otra vertiente de la mis-ma preocupación prioritaria enunciada por el Instituto: “contri-buir a la modernización cultural del país”. La institución se pro-ponía “reunir y facilitar la formación en el más alto nivel académi-co”, concebido según criterios internacionales, creando las condi-ciones para un trabajo “con dedicación exclusiva”, para “el mejorconocimiento de la realidad argentina.” (...) El “Di Tella Belgrano”,integrante y cabal representante del flamante campo de las cien-cias sociales se apoyaba sobre una triple base: profesionalización,

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temática, teórica e ideológica fue muy grande en elmomento del “pasaje” al Di Tella, y hasta con ciertopredominio de orientaciones neomarxistas. Contabacon nombres como los de Roulet, Jorge Sábato, Caputo,Oszlak y Cavarozzi. El instituto se constituyó tambiénen el lugar de anclaje de parte de los integrantes del“grupo Criterio” después de su retirada del Salvador.Es aquí donde Natalio Botana desarrollará su labor deinvestigador que culminará con la publicación de Elorden conservador (1977), uno de los libros –combi-nando la historia y la ciencia política– más leídos enla Argentina, y con traducciones ya a varios idiomas.

La dispersión de la producción y reproducción aca-démicas que se dio en los centros de investigación sonel contraejemplo del proceso de unificación (teórica,metodológica y organizativa) que se produjo en EstadosUnidos a causa de la revolución conductista. Duranteestos años se produce un conflicto de “visiones” en el DiTella, especialmente por parte de los que proponían unanálisis más integral con los factores estructurales, másorientado hacia el estudio del sector popular, creándoseasí el CEDES: “Ejemplo de los aspectos de ruptura es elquiebre que se produce en el Instituto Di Tella, del quese alejan una serie de investigadores, como el mismoO´Donnell, Marcelo Cavarozzi, Oscar Oszlak, ElizabethJelin, para fundar el Centro de Estudios de Estado ySociedad (CEDES), en el que el análisis político se ter-mina articulando con el aporte de economistas comoAdolfo Canitrot y Roberto Frenkel, y sociólogos políticoscomo Oscar Landi” (Acuña 2000: 237).

Otros centros que han desarrollado actividades deinvestigación y posgrado que han tenido gravitación en

standards internacionales y desarrollismo, y estuvo inscripto enel nuevo circuito de intelectuales modernizadores que él mismocontribuía a generar” (Sigal 2002: 86-87).

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el desarrollo de la ciencia política han sido el CICSO(Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales), crea-do en 1966, de corte marxista; el IDES (Instituto de De-sarrollo Económico) que publica la revista de cienciassociales más prestigiosa del país, Desarrollo Económico,desde 1961. La Fundación Bariloche tuvo una impor-tante actividad de investigación en sociología políticaligada al problema del desarrollo, entre 1967 y 1977,con nombres como Edgardo Catterberg, Manuel Mora yAraujo y Luis Aznar, bajo la dirección de Peter Heintz.

Los centros internacionales también ocuparon unimportante papel. La sede FLACSO-Argentina43 se creóen 1974 y fue dirigida en un primer momento porEmilio Mignone, comenzando rápidamente su activi-dad de posgrado con la realización de la Maestría enCiencia Política, en la que enseñaban, entre otros,Arturo O´Connell, Juan Carlos Portantiero y Emiliode Ipola, y que quedará trunca en 1976 con el adveni-miento del golpe militar. A partir de 1979, bajo la di-rección de Carlos Strasser, se desarrolla la Maestríaen Ciencias Sociales con menciones en Sociología,Ciencia Política, Educación y Relaciones Internacio-nales,44 a la que también se le fueron agregando orien-taciones en Estudios Agrarios, Historia y Antropolo-gía.45 En forma conjunta con la docencia de posgradoFLACSO ha llevado a cabo desde entonces una serienumerosa de programas de investigación en diferen-tes especialidades dentro del campo de las ciencias

43 La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales fue crea-da en 1957 por iniciativa de la UNESCO como un organismointergubernamental de carácter regional y autónomo.

44 Estas dos últimas se independizaron más tarde adquiriendoel status de Maestrías.

45 En esta etapa actuaron como docentes Gregorio Weinberg,Francisco Delich, Floreal Forni, Carlos Floria, Manuel Mora yAraujo, Oscar Oszlak, Torcuato Di Tella, Catalina Wainerman, JorgeSábato, Natalio Botana y Ruth Sautu, entre otros. Con el adveni-

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sociales. Finalmente, CLACSO (Centro Latinoamerica-no de Ciencias Sociales) articula desde 1966 una redde centros de varios países de la región.

Sin embargo, aunque en muchas ocasiones adqui-rieron un gran prestigio internacional, el reducido nú-mero de estos centros, su desvinculación de los pro-gramas universitarios, la falta de apoyo oficial y la cen-sura, limitaron una mayor viabilidad y trascendencia.

En lo que hace a los enfoques teóricos de la cienciapolítica, en los setentas se había establecido un cuerpotemático específico que comenzó a tomar en cuenta fac-tores estructurales de la sociedad y la economía. Larelación entre lo estructural, lo político institucional ylo ideológico es el salto cualitativo que aparece en lasobras de José Nun, Marcelo Cavarozzi, Oscar Oszlak y,especialmente en los destacados trabajos de GuillermoO´Donnell, quien publica en 1972 su libro Moderniza-ción y Autoritarismo, convirtiéndose en una de las obrasmás importantes de la ciencia política mundial.46 Alreferirse a esta etapa de la ciencia política argentina

miento de la democracia se amplía el número de docentes incorpo-rándose Juan Carlos Portantiero, Emilio de Ipola, Félix Schuster,Enrique Marí, Luis Alberto Romero, Jorge Dotti, Santos Collabela,Atilio Borón, Julio Neffa, Irene Vasilachis, Alfredo Monza, AdolfoCanitrot, Juan Sourrouille, Liliana De Riz, Ernesto López, AnaMaría Mustapic, Juan Villareal, Alberto Acevo, Daniel Filmus,Eduardo Basualdo, Osvaldo Barsky, Daniel García Delgado, y otros.Dentro de la Maestría en Relaciones Internacionales se contabanRoberto Russell, Carlos Escudé, Mónica Hirst, Diana Tussie, Car-los Pérez Llana, José Paradiso y Roberto Bouzas.

46 En el muy influyente campo marxista, la revista Pasado y Pre-sente, fundada por el joven militante del Partido Comunista JoséAricó, (que se publicó entre 1963 y 1965, y continuó luego con laserie de los Cuadernos de Pasado y Presente) fue una fuente muyimportante para la difusión, sobre todo, de la obra de Antonio Gramscien América Latina. Más tarde, Aricó y Juan Carlos Portantiero fun-darían La Ciudad Futura y el Club de Cultura Socialista. Cabe des-

GuillermoO’Donnell

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Carlos Acuña señala: “La continuidad se dio en que laCiencia Política ya se había establecido como cuerpotemático y disciplinar específico, lo que permitió unaidentidad común y diálogo entre los exponentes de éstay la previa etapa. Por otra parte, y en un contexto deprogresismo ideológico e intensificación de la violenciapolítica, la ruptura o el “salto” estuvo en el esfuerzo deligar la comprensión de los procesos políticos con diná-micas estructurales, de ligar la comprensión del Esta-do con la de la sociedad, sus intereses y conflictos, lapolítica con la economía. La explicación de la dinámicapolítica se articula en este período, con lógicas estruc-turales y, por ende, con perspectivas comparativas re-gionales. La política, el Estado y su relación con la so-ciedad, sus clases, el peronismo, la democracia, el au-toritarismo militar, pasan a situarse “en el capitalis-mo” y, dentro del capitalismo, en el “capitalismo perifé-rico de América Latina” al que se lo comienza a anali-zar comparativamente. El equilibrio entre lo estructu-ral, lo político-institucional y lo ideológico es persegui-do por trabajos como el de José Nun y, particularmen-te, el de Guillermo O´Donnell que comienza a cobrarcada vez mayor peso, primero local y después,internacionalmente” (Acuña 2000: 235).47

tacar también la labor realizada por Ernesto Laclau en el campode la teoría política posmarxista desde la Universidad de Essex.

47 Lesgart (2002) destaca la evolución de los grandes proble-mas teóricos de la ciencia política en el contexto latinoamericano.Ellos son, en primer lugar, entre los años 60 y principios de los 70,la cuestión del Estado, en segundo lugar, a partir de la instalaciónde los regímenes militares en la región –Brasil en 1964, Argentinaen 1966 y 1976, Chile en 1973 y Uruguay en 1973–, la naturalezadel autoritarismo y de la democracia, lo que llevó la reflexión a unnivel institucionalista; y en tercer lugar, hacia fines de la décadadel 70, la democratización. Así, el vocabulario de la ciencia políti-ca fue incorporando nuevos conceptos que la autora analiza, talescomo “autoritarismo”, “régimen político” y “transición”.

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e) La “revolución editorial” en la Argentinay la Ciencia Política

Durante la década del 60 y casi hasta mediadosde los 70 se produce en la Argentina una verdadera“revolución editorial” en las ciencias sociales, la queprincipalmente consistió en la traducción al caste-llano de las grandes publicaciones de los politólogosy sociólogos contemporáneos más destacados. Deedición argentina sobresalen las editoriales Paidós,Eudeba y Amorrortu (y más tarde, el Centro Editorde América Latina). En el contexto latinoamericanose destaca la labor mexicana de Fondo de CulturaEconómica.

A pesar de ser estudios centrales de la ciencia polí-tica empírica y de otras orientaciones del pensamien-to político, es notorio que estos textos circularan pocoentre los estudiantes de ciencia política, siendo de usofrecuente en los estudios sociológicos, principalmenteinspirados por la mencionada influencia de Germani.En este sentido se diferencia la carrera de ciencia po-lítica de la Universidad del Salvador donde, como vi-mos, ya a fines de los 60 se habían orientado los estu-dios a los cánones de la ciencia política académicainternacional de influencia norteamericana.

Paidós publica en 1972 nueve textos fundamenta-les de la ciencia política mundial: Karl W. Deutsch,Los Nervios del Gobierno (1963); Robert Dahl y Char-les Lindblom, Política, Economía y Bienestar (1962);Gabriel Almond y G. Bingham Powell (h) Política Com-parada (1966); Samuel P. Huntington, El orden políti-co en las sociedades en cambio (1968); David Apter,Política de la Modernización (1965); Helio Jaguaribe,Sociedad, Cambio y Sistema Político. Desarrollo políti-co: una investigación en teoría social y política y un es-tudio del caso latinoamericano (1972); Helio Jaguaribe,Desarrollo Político: sentido y condiciones. Desarrollo

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político: una investigación en teoría social y política yun estudio del caso latinoamericano (1972); HelioJaguaribe, Crisis y alternativas de América Latina:Reforma o Revolución. Desarrollo político: una investi-gación en teoría social y política y un estudio del casolatinoamericano (1972); y Guillermo O´Donnell, Moder-nización y Autoritarismo (1972).

Eudeba, la editorial de la Universidad de BuenosAires, publicó la obra de Seymour M. Lipset El hombrepolítico (1960), El sistema político y la clase obrera deTorcuato Di Tella (1964) y el trabajo introductorio deMarcel Prelot, La ciencia política (1961). Por su parte,la editorial Amorrortu tuvo una fuerte política edito-rial en ciencias sociales, de carácter más inter -disciplinar y heterodoxo se destacan los trabajos deDavid Easton, Esquema para el análisis político (1965);Sheldon Wolin, Política y perspectiva (1960); RobertMichels, Los partidos políticos (1915); Reinhard Bendix,Estado nacional y ciudadanía (1964); David Easton,Enfoques sobre teoría política (1967); Peter Bachrach,Crítica a la teoría elitista de la democracia (1967); OliverBenson, El laboratorio de la ciencia política (1969);James Meisel, El mito de la clase gobernante (1958); yBrian Barry, Los sociólogos, los economistas y la de-mocracia (1970), entre otros.

VI. La reapertura democrática

El golpe de 1976 trajo consigo el cierre de muchasde las carreras de ciencia política y la disolución delas pequeñas y precarias comunidades científicas quese habían constituido, así como la persecución demuchísimos científicos sociales argentinos.

Para el Proceso de Reorganización Nacional, todaactividad intelectual que no estuviera al servicio delrégimen era sospechada de subversión, y por lo tanto,

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sus cultores corrían riesgo de muerte, desaparición otortura. Esto provocó un nuevo éxodo y una terribleparalización de la actividad. Los centros de investiga-ción se vieron en muchos casos presos de la auto-censura, o necesitados de recurrir a la consultoríasobre temas ya desligados de los grandes debates po-líticos e ideológicos para poder sobrevivir. Durante lasdos últimas dictaduras, las universidades se convir-tieron en “las universidades de las catacumbas”48 enlas que, a pesar de todo, se logró mantener algunareflexión social crítica. Pero en esas condiciones, la“comunidad” académico-intelectual se reinstitucio-nalizaría en la medida de lo posible por fuera del Es-tado, e incluso, por supuesto, por fuera del país.

A partir de 1976, entonces, los centros privadosse convirtieron nuevamente en prácticamente losúnicos ámbitos de trabajo para los científicos políti-cos. Cabe mencionar nuevamente a Carlos Strasseren FLACSO, a Francisco Delich y Mario Dos Santosen CLACSO (Delich dirigió entre 1978 y 1989 la re-vista Crítica y Utopía), a Guillermo O´Donnell y OscarOszlak en el CEDES, a Natalio Botana en el InstitutoDi Tella, a Darío Canton en CICSO y a Dante Caputoen CISEA. La Universidad de Belgrano también cum-plió en esos momentos un importante rol. La Facul-tad de Estudios para Graduados organizó los docto-rados en Sociología, Historia y Ciencia Política, y lasmaestrías en Relaciones Internacionales, Metodolo-gía de la Investigación y Política Económica Interna-cional. Muchos investigadores y docentes que no seradicaron en el extranjero tuvieron allí una alterna-tiva a la expulsión masiva en el sistema nacional (Pin-to 2002).49

48 El término es de Gregorio Klimovsky, retomado en Lesgart (2002).49 Entre otros docentes podemos mencionar a Gregorio

Klimovsky (dirigió la Maestría en Metodología de la Investigación),

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Al mismo tiempo, se publicaron en el país cuatrotextos de referencia mundial, cuyo tema central era,precisamente, la Argentina, con la intención de expli-car el fenómeno peronista y, con matices ideológicosdiferentes, la actuación de las Fuerzas Armadas antela “imposibilidad” de construir un régimen democráti-co liberal a causa de la participación y la polarizaciónpolíticas: Samuel Huntington, No es fácil elegir (1978);Robert Potash, El Ejército y la política en la Argentina(1981); Peter Waldmann, El peronismo 1943-1955(1981) y Alain Rouquié, Poder militar y sociedad políti-ca en la Argentina (1982).

Al llegar la democracia en 1983, a pesar del rena-cer del pluralismo y la libertad, y la clara intencióndel nuevo gobierno de restablecer y fortalecer los es-tudios de ciencias sociales, por ejemplo en el CONICET,el Estado ya estaba con serios problemas económicoscomo para liderar un proceso educativo y científicoexpansivo. La ciencia política se volcó casi por com-pleto al estudio de la teoría de la transición hacia lademocracia y el análisis de las instituciones democrá-ticas de gobierno. El EURAL (Centro de Investigacio-nes Europeo-Latinoamericanas), bajo la dirección deAtilio Borón, y el Centro Latinoamericano para el Aná-lisis de la Democracia (CLADE), cuyos principales in-tegrantes fueron José Nun, Emilio de Ipola y JuanCarlos Portantiero, se sumaron a los centros de inves-tigación existentes hasta ese momento.

Con todo, fue el comienzo de una nueva etapa en la

Mario Justo López, Juan Carlos Agulla (dirigió el doctorado enSociología), Oscar Oszlak, Marcelo Monserrat, Carlos Floria (diri-gió el doctorado en Ciencia Política), Roberto Russell, Félix Luna,Julio Pinto, Manuel Mora y Araujo, José Luis de Imaz, EnriqueZuleta Puceiro, Ruth Sautu, Catalina Wainerman, Teófilo Goyret,Félix Loñ, Daniel Rodríguez Lamas y Mario Serrafero (Kerz 2002).

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ciencia política argentina,50 a partir de la cual comen-zaron a abrirse varias carreras de ciencia política tan-to en universidades públicas como privadas,51 desta-cándose la creación de la Carrera de Ciencia Políticaen la Universidad de Buenos Aires. Esta nueva etapase centró, principalmente, en la revalorización y elestudio del proceso democrático y su consolidación,52

como así también en una serie de trabajos sobre eltipo de régimen político (centrados en el debate parla-mentarismo versus presidencialismo), el funcionamien-to de las instituciones democráticas, y los actores po-líticos, sobre todo en el Consejo para la Consolidaciónde la Democracia, una comisión asesora del Poder Eje-cutivo creada a fines de 1985 y presidida por Carlos

50 Para Lesgart (2002: 101-102), la reorganización y renovaciónde la ciencia política se dio a partir de la ruptura institucional de1976, ligadas a los debates sobre un futuro deseado. Ese fue, parala autora, el contexto que permitió la fabricación intelectual (mása menudo fuera que dentro del país) de las nuevas cuestiones teó-ricas, el nuevo vocabulario y una nueva manera de hacer cienciassociales.

51 En 1979 el Ministerio de Justicia y Educación de la Nacióntenía registradas en su Guía de Carreras 6 universidades que ofre-cían la licenciatura en ciencia política (2 de ellas eran universida-des nacionales y 4 universidades privadas). En 1986 el Ministeriocontaba 8, y en 2000 contaba 15 universidades (7 nacionales y 8privadas) (Kandel 2001). En 1979 los graduados en ciencias socia-les con estudios de posgrado concluidos no llegaba al 1 por ciento(Vessuri 1992: 347).

52 Como ejemplo se pueden mencionar las Jornadas sobre con-solidación democrática de la Universidad de Belgrano en septiem-bre de 1985, cuyas ponencias fueron luego publicadas en VV.AA.,Sobre la consolidación de la democracia, Bs. As., Editorial de Bel-grano, 1987. Participaron en ese evento Mario Justo López, LuisSánchez Agesta, Christoph Muller, Enrique Baloyra, JacquesZylberberg, Carlos Escudé, Juan José Llach, Natalio Botana, Car-los Floria, Alberto Spota, Enrique Zuleta Puceiro y Karl Deutsch.

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Nino, conformada por varias personalidades socialesy políticas, cuyo objetivo era contribuir al debate parauna eventual reforma constitucional, para lo cual or-ganizó varios eventos con profesores e investigadoresinternacionales como Juan Linz (que fue su principalinfluencia), Giovanni Sartori, y Guido Calabresi, de laUniversidad de Yale.53

a) la ciencia política en la Universidad de BuenosAires

Ya en 1982, a propósito de reflexionar sobre el XIICongreso Mundial de Ciencia Política celebrado en Ríode Janeiro, e impactado por el sistema universitariode ciencias sociales en Brasil, Oscar Oszlak señala-ba: “La política universitaria oficial desestimuló sis-temáticamente la actividad científico-social. Cuestacreer que la Universidad de Buenos Aires no cuentecon una licenciatura en ciencias políticas, adminis-tración pública o disciplinas afines. Casi no existepaís latinoamericano que no ofrezca carreras de estetipo en varias de sus universidades nacionales, queno haya organizado posgrados o apoyado la investi-gación y publicación regular de revistas y obras cien-tíficas. En la Argentina son escasas las carreras ycentros de investigación universitarios en cienciassociales que han sobrevivido a la represión, el des-aliento y la falta de horizonte [...] Ni los partidos po-líticos ni los organismos gubernamentales disponende los cuadros técnicos y científicos dedicados a re-flexionar, sistemáticamente, acerca de los innume-rables problemas que compondrán la agenda de un

53 El Consejo produjo dos dictámenes y el libro AA.VV.,Presidencialismo versus parlamentarismo. Entre los asesores esta-ban Daniel Sabsay, Jorge Mayer y Marcela Gianzone, entre otros.

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futuro régimen democrático [...] Corresponde al Es-tado un decidido cambio de actitud que permita crearel interlocutor académico de la gestión gubernamen-tal” (Oszlak 1982).

En febrero de 1984, el Rector Normalizador de laUBA, Francisco Delich, tomó la iniciativa y nombróuna comisión que presidió Carlos Strasser con el ob-jetivo de diseñar un plan de estudios para la creaciónde una carrera de ciencia política. La “ComisiónStrasser” produjo el “Informe de la Comisión para elestudio de la creación de la Carrera de Ciencia Políti-ca y sus planes de estudio”, conocido como el “Infor-me Strasser”, que fundamentó el plan de estudios pro-puesto en la necesidad de la política democrática ysus instituciones, y de su conocimiento teórico e inte-lectual.

La interacción interdisciplinaria y el hecho de quela mayoría de los miembros de la “Comisión Strasser”había estudiado en el exterior del país,54 dio como re-sultado un diseño original. Edgardo Catterberg estre-nó luego el cargo de Director de la Carrera a princi-pios de 1985. En abril de ese mismo año el ConsejoSuperior Provisorio de la UBA aprobó la creación de lacarrera de Licenciatura en Ciencias Políticas sin ha-ber aprobado su plan de estudios ni tampoco su ubi-cación en una unidad académica.55 Finalmente, el planpropuesto se aprobaría en julio, con algunas modifi-caciones hechas por la Comisión de Enseñanza delConsejo Provisorio, y la Carrera abriría sus puertas

54 Además de Strasser, participaron regularmente WaldoAnsaldi, Hugo Alvarez Natale, Natalio Botana, Eugenio Bulygin,Edgardo Catterberg, Mario Dos Santos, Osvaldo Guariglia, CarlosHerran, Oscar Landi, Mario Justo López, Roberto MartínezNogueira, Oscar Oszlak, Carlos Pérez Llana, Eduardo Rabossi yBeatriz Rajland.

55 Más tarde se ubicaría en la Facultad de Ciencias Sociales.

CarlosStrasser

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en 1986, con una conferencia inaugural a cargo deNorberto Bobbio.56

Entre las dificultades que se presentaron, el cam-bio de rector parece haber desacelerado el impulso delproceso inicial, a lo que se sumaría el hecho de quealgunos prestigiosos intelectuales no se presentarona los concursos realizados y las dificultades de la in-tegración dentro de la nueva facultad.57

Esta apertura intentaba, por un lado, concentrarla actividad académica que se encontraba tan disper-sa en centros de investigación no universitarios, y porotro, la formación de una masa intelectual democráti-

56 El 5 de mayo de ese año, se publicó una recordada editorialdel diario La Nación, en la que se explicitaba la preferencia de losestudios de ciencia política como una actividad de posgrado. Laenseñanza de grado, se reconocía, era muy útil en otros países,pero en Argentina, como la enseñanza media no tiene orientacio-nes humanísticas o clásicas que brinden “una sólida formación enaspectos culturales esenciales para seguir con provecho la carreraelegida”, ingresarían a la Carrera de Ciencia Política jóvenes “inte-resados en asuntos políticos que a diario afectan la sensibilidadjuvenil”, con “la sana ambición por ocupar en el futuro posicionespolíticas”, pero “confundiendo, en la mayor parte de los casos, esosintereses y ambiciones con los estudios sistemáticos, rigurosos yde estricta naturaleza académica y científica que son propios delos ámbitos universitarios”. Como la ciencia política es una carre-ra puramente académica, continuaba, que sin duda confiere una“alta dignidad intelectual”, esos jóvenes obtendrían un título ca-rente de valor profesional a excepción de la docencia, y “al cabo depoco tiempo comenzarán a sentir el peso de la frustración. Y re-sentimiento porque la sociedad no los ocupa o no los destina a loscargos o las posiciones que, erróneamente, supusieron que se lesofrecerían cuando la iniciaron” (La Nación 5/5/1986).

57 En 1992 se elabora una propuesta de reforma del plan deestudios que incluye cuatro orientaciones en la cursada y diezincumbencias profesionales, que regiría a partir de 1993. Hasta1998 la UBA había expedido 520 diplomas en ciencia política(Kandel 2001: 5).

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ca e influyente en la dirección de la política a travésde la transmisión del conocimiento científico de lapolítica (Pinto 2001).

b) La Sociedad Argentina de Análisis Político

Todavía en esos tiempos convivían dos asociacio-nes de estudios en ciencia política. La vieja AsociaciónArgentina de Ciencia Política, de corte más juridicista,y la más reciente Sociedad Argentina de Análisis Políti-co, formada principalmente por estudiosos del fenó-meno político de corte más empírico. A fines de los 90se disuelve la primera de estas asociaciones, quedan-do la SAAP como la representante ante la InternationalPolitical Science Association (IPSA) en el país. El ma-yor peso de la SAAP ya había quedado demostrado alser la entidad argentina organizadora de uno de loshechos más importantes para el desarrollo de la cien-cia política en la Argentina, y sobre todo para su reco-nocimiento internacional: la realización en BuenosAires del Congreso Internacional de Ciencia Políticaorganizado por la IPSA en 1991. Más aún, esa enti-dad, centro neurálgico de la ciencia política mundial,tenía en ese momento como presidente al argentinoGuillermo O´Donnell (1988-1991).

El trabajo encarado por la SAAP y su segundo pre-sidente, Edgardo Catterberg, ha permitido un incre-mento significativo del intercambio entre diferentesinstituciones. Para algunos, incluso, su Primer Con-greso Nacional en 1993 ha sido un verdadero relan-zamiento de la disciplina en el país, tanto hacia aden-tro como por la presencia de algunos importantespolitólogos extranjeros. En referencia a la Universi-dad Nacional de Rosario, María de los Angeles Yanuzzicomenta: “Mantenemos contactos bastante fluidos conlos principales centros nacionales en los que se dicta

EdgardoCatterberg

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Ciencia Política. Si bien ha sido con la Universidad deBuenos Aires con la que hemos mantenido tradicio-nalmente un mayor intercambio, hoy podemos decirque nos encontramos en permanente contacto con laFacultad de Ciencia Política de Mendoza, con el Cen-tro de Estudios Avanzados de Córdoba y con politólogosde Santa Fe. Para ello ha contribuido mucho la laborque llevó adelante la SAAP. La realización de los Con-gresos Nacionales ha abierto un canal de comunica-ción para todos aquellos que vienen trabajando enCiencia Política en todo el país” (Yanuzzi 1998: 420).

VII. La ciencia política y el estudiode las Relaciones Internacionales

El estudio de las Relaciones Internacionales en la Ar-gentina tiene una historia que, en términos generales,no difiere mucho de aquella de la ciencia política. Sudesarrollo y enseñanza siempre estuvo ligada a, o den-tro de, la ciencia política, y por lo tanto a pesar de algu-nas particularidades que abordaremos en este aparta-do, su derrotero académico no podría ser muy diferente.

En toda América Latina, la rigidez de las políticasexteriores de los países, fuertemente condicionadas porpotencias hegemónicas a nivel mundial hasta los años60, no hacía de los estudios internacionales un temaatractivo desde el cual surgieran oportunidades con-cretas y/o atractivas como para describir o para in-fluir sobre la realidad. En un primer momento, en eldebate entre idealistas y realistas, predominaron losprimeros. Las condiciones de atraso y de alta inesta-bilidad llevaron a los autores, casi todos ellos diplo-máticos, a poner el acento en el derecho y las institu-ciones internacionales, como una herramienta de res-guardo frente a las intervenciones de los países cen-trales. De aquí la preocupación juridicista por contra-

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rrestar el poder de las grandes potencias más que porcuestiones teóricas o metodológicas, sobre las cualesno se hizo un gran aporte. Los cultores de la realpolitik,por su parte, se orientaban ya desde los años 40 haciael enfoque geopolítico, pero sin contar tampoco congrandes preocupaciones teóricas o empíricas.

Como se dijo anteriormente, el estudio de grado enestudios internacionales fue inaugurado en Argentinapor la Universidad Nacional del Litoral en 1929, quese mantuvo durante muchos años dentro de estos es-quemas tradicionales, descriptivos y juridicistas.

A partir de los 60, a pesar de que los procesos detransnacionalización y fragmentación del escenariomundial cambiaban las condiciones imperantes hastael momento, las recurrentes crisis internas y el atrasoeconómico hicieron que los científicos sociales se vol-caran preponderantemente a cuestiones políticas, so-ciales y económicas internas. En Argentina, a esto debesumarse la inestabilidad política (y por lo tanto susproyectos de vinculación con el exterior) y su conse-cuente crisis de la actividad académica y científica, enespecial a partir del golpe de Estado de 1966. Sin em-bargo se produce un cambio en el ámbito de las Rela-ciones Internacionales. Ya desde los 50 comenzaban autilizarse de manera progresiva nuevos enfoques teó-ricos, a pesar de la persistencia del patrón jurídico-normativo. Son de mención el crecimiento del realis-mo desde una perspectiva periférica e integracionistaa nivel regional, de la mano de Juan Carlos Puig58 y

58 En Rosario, Puig impartía Derecho Internacional Público conuna orientación realista basada en el juego de los actores interna-cionales y con una orientación hacia la investigación empírica.Dentro de estos investigadores cabe destacar primeramente a BrunoBologna e Iris Laredo. El grupo de internacionalistas de Rosarioha sido el primero y el más influyente del país, por lo menos hastael advenimiento de la democracia (Kerz 2002).

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Gustavo Ferrari, y los trabajos sobre estructuras yprocesos de toma de decisiones de Juan ArchibaldoLanús y Carlos Pérez Llana.

En la década del 60 la Universidad del Salvador, laUniversidad Católica de Córdoba, La Universidad Ca-tólica Argentina, la Universidad Kennedy y la Univer-sidad Nacional de Cuyo crearon carreras de cienciapolítica en las que se incorporaron materias vincula-das al ámbito internacional, o bien orientaciones enRelaciones Internacionales. Más tarde, la UNR en 1978,la USAL en 1978, la UCA en 1979 y la UCC en 1981,modificaron sus planes de estudio para poder incor-porar nuevas tendencias académicas en este campo.Sin embargo, la USAL fue la única que incluyó tresmaterias específicas dedicadas al estudio de temaslatinoamericanos: Política internacional latinoameri-cana, Sistemas políticos comparados latinoamerica-nos y Análisis de política internacional latinoamerica-na. A pesar de este y otros intentos modernizadores,los problemas económicos de las universidades, y laescasez de recursos humanos que se apartaran de lasviejas tradiciones juridicistas, enciclopedistas ygeopolíticas, impidieron un desarrollo novedoso. Suunidad de análisis básica seguía siendo el Estado-na-ción y las relaciones políticas entre ellos, negándose aincluir otros actores y tendencias, o enfoquesintegradores de otras disciplinas en sus análisis y pro-gramas, y por ello no lograban comprender la comple-jidad de las vinculaciones internacionales contempo-ráneas.

Como se vio anteriormente, los años 60 y 70 se vie-ron arrastrados por una muy fuerte politización eideologización, tanto del Estado como de la sociedadcivil, y el ámbito universitario no fue ajeno a ese pro-ceso. En el ámbito específico de las Relaciones Inter-nacionales, uno de sus cultores más reconocidos, Ro-berto Russell, sostuvo que “la división en “escuelas”,

JuanCarlosPuig

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motivada más por conflictos ideológicos que por pre-ocupaciones académicas genuinas, derivó en un en-frentamiento que arrasó con el diálogo y el pluralismo[...] en el caso de las relaciones internacionales la si-tuación se vio especialmente agravada debido al esca-so nivel de desarrollo alcanzado por la disciplina en elpaís hasta ese momento” (Russell 1985: 29).

Recién con la creación de la Maestría en RelacionesInternacionales en la Universidad de Belgrano en 1977se empezará a vislumbrar un cambio. Hasta ese mo-mento, la única publicación en el ámbito universitarioera la rosarina Revista de Derecho Internacional y Cien-cias Diplomáticas.

Fuera del ámbito universitario, la creación de dife-rentes institutos, tanto públicos como privados, nocontribuiría demasiado para revertir el atraso en elplano de la investigación (Russell 1985: 33-38). Lostrabajos importantes producidos fueron en su mayo-ría producto exclusivo del esfuerzo personal de susautores. El Instituto de Servicio Exterior de la Nación(ISEN), creado por la cancillería argentina en 1963,también sufrió el impacto de las crisis políticas inter-nas y de los problemas de las universidades. El Cen-tro de Estudios Internacionales Argentinos (CEINAR)produjo en 1975 la Revista Argentina de RelacionesInternacionales. Esta publicación dejó de salir en 1981,para reaparecer en 1983, pero muy ligada a lageopolítica: su director publicó un artículo titulado “Laintegración latinoamericana: una utopía deprimente”.El Instituto Argentino de Estudios Estratégicos y delas Relaciones Internacionales (INSAR) publica desde1961 la revista Estrategia. El Consejo Argentino paralas Relaciones Internacionales (CARI) fue creado en1978 y se encarga principalmente de tareas de difu-sión.

El estudio de las Relaciones Internacionales en laArgentina tuvo un importante impulso en los años 80.

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El crecimiento de las ciencias sociales en general y eldesarrollo de la teoría de las Relaciones Internaciona-les en Estados Unidos despertarían el interés por ini-ciar investigaciones más formales en instituciones másacadémicas. A partir de 1984, la Facultad Latinoame-ricana de Ciencias Sociales (FLACSO), inició un pro-grama de investigación en relaciones internacionales(los posgrados de FLACSO datan de 1979), y un áreade especialización en Relaciones Internacionales en1985.

En esta nueva etapa, a diferencia de años anterio-res, la mayoría de los autores son académicos, se tra-baja con un universo analítico más acotado y preciso,se explicitan los supuestos teóricos y metodológicos(generalmente desarrollados previamente en EstadosUnidos), hay preocupación por hallar nexos entre lateoría y los datos, y se evidencia un esfuerzo por cons-truir teoría (Russell 1992: 14).

En este sentido deben señalarse los aportes de Ro-berto Russell sobre sistemas de creencias de los líde-res, de José Paradiso sobre la historia de la políticaexterior argentina; y trabajos “realistas”: los de CarlosEscudé sobre el “realismo periférico”, que tiene encuenta la política exterior en combinación con la inte-rior, los del mismo autor sobre cultura y política exte-rior, y los de Carlos Pérez Llana.

Lamentablemente, los últimos gobiernos constitu-cionales tuvieron grandes dificultades para recuperarel prestigio de la función docente y de la investiga-ción. Tampoco pudieron brindar el marco, la infraes-tructura, ni la ayuda adecuada que requiere la elabo-ración de perspectivas propias que contemplan ade-cuadamente los intereses y las necesidades tanto na-cionales como regionales. Como testigo de los vaive-nes y desencuentros antedichos se evidenciaron elvacío académico e informativo, tanto en la sociedadcivil como en el Estado, durante el conflicto que casi

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lleva a la Argentina a la guerra con Chile en 1978, enla irracionalidad más absoluta que significó la Guerrade Malvinas en 1982, así como los cambios repentinosde la política exterior argentina, llenos de exageracio-nes y mentiras, que siguen haciendo difícil la inser-ción y credibilidad internacional del país.

VIII. La ciencia política y sus proyecciones.Conclusión

A partir de mediados de la década del noventa losprincipales ejes problemáticos lo constituyen los es-tudios sobre el tipo, calidad y condiciones del régimendemocrático; y los trabajos sobre la administración ypolíticas públicas, especialmente en materia de refor-ma del Estado y gestión municipal. Desde el punto devista teórico toman envergadura las discusionesepistemológicas, el rational choice, la nueva economíapolítica, el neoinstitucionalismo, el debate entre libe-rales y comunitaristas, muchos de estos temas fuer-temente ligados también a discusiones filosóficas.

Este desarrollo, con todo, nos muestra la imposibi-lidad de la construcción de una comunidad científicasólida en la ciencia política argentina. Si bien el im-pacto del conductismo y el funcionalismo fue impor-tante en nuestro país –la sociología de Gino Germanies ejemplo de ello– no tuvo una consecuenciaorganizativa en la disciplina. Por eso el eclecticismo yla diversidad de enfoques, temas, preocupaciones queparecen imperar en nuestra disciplina en nuestrosdías, son producto de su particular desarrollo, comohemos visto, signado por discontinuidades y crisiseconómicas. Si bien tal diversidad no es algo negativoper se –más bien creemos lo contrario–, incide muchoen la poca comunicación, diálogo profesional, acadé-mico y de investigación que existe hoy entre nosotros.

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Por ello, para superar esta situación de aislamiento,resulta fundamental el intercambio y el afianzamien-to institucional y organizativo de nuestra disciplina,el empeño en la organización de los congresos, y en laedición de libros y revistas, para ir construyendo, de-finitivamente, una comunidad politológica, ya que loserrores políticos de los países están íntimamente liga-dos con las debilidades de sus científicos e intelectua-les. Ya en 1969 Carlos Floria decía que la ciencia polí-tica argentina no había vivido aún los tiempos evolu-tivos de su afirmación como sí lo había hecho la cien-cia política de los Estados Unidos, y que, para poderhablar de una crisis, antes la ciencia política de nues-tro país debía darse una biografía (Floria 1969). Aun-que no compartimos la visión evolucionista ni la de-nuncia del “ideologismo”, propios de una época, pre-sentes en ese texto, sí creemos que es cierto que latarea autobiográfica de la ciencia política, como la detantas otras historias argentinas, ha sido, al menoshasta nuestros días, lateral, parcial y discontinua. Porotro lado, para continuar con la comparación, si laciencia política norteamericana siempre ha sido de-mocrática y ha cumplido un rol en la sociedad, en Ar-gentina, por el contrario, no ha ilustrado en modo al-guno a la ciudadanía, ha servido poco a mejorar elfuncionamiento del Estado, y con serias dificultadesse ha proporcionado alumnos e investigadores.59

Al estar tan atada y tironeada por los grandes cam-bios políticos e institucionales del país, la circularidadcon la realidad no resultó de gran ayuda. La cienciapolítica nunca pudo desarrollar un proceso importan-te y centralizador de institucionalización, ni por lo tan-to tampoco pudo generar discusiones y debates re-flexivos comunes sobre lo que la ciencia política debe

59 Para el papel pedagógico de la ciencia política estadouniden-se, ver Leonard (1999: 81-82).

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ser en la Argentina. Por supuesto que hubo muchosavances (la Revista Argentina de Ciencias Políticas en1910, al crearse la Carrera de Ciencias Políticas enRosario en 1929, al reformar la Carrera en la Univer-sidad del Salvador en 1969, y también al crear la ca-rrera de grado en la Universidad de Buenos Aires),pero las contramarchas fueron muy fuertes como parasatisfacer las expectativas previas e impidieron el de-sarrollo de una identidad común como disciplina, y deuna conciencia clara acerca de sus objetivos. Más bien,hubo diversas líneas de investigación, tradiciones po-líticas, enfrentamientos teórico-ideológico-políticos,emplazamientos institucionales y líderes académicosdistanciados y muchas veces recelosos de los demás.Estas líneas no suponen una adhesión al lamento deAlmond por la existencia de “mesas separadas” (Almond1999) sino un intento de llamado de atención acercadel derrotero de nuestra disciplina, que aún no ha lo-grado consolidarse como tal.

A fin de cuentas, creemos que esta breve historiade la ciencia política en Argentina, aunque incomple-ta, no debe ser leída como algo instrumental, comouna narración que sólo enlaza datos, sino como rela-cionada con la historia, la cultura, la política y la praxisacadémica. En definitiva, una historia que se justificaporque en última instancia, siguiendo a Mannheim,se refiere a la relación de los argentinos con el saberobjetivo de sus problemas históricos.

Para finalizar, es muy difícil concluir que se ha con-formado una comunidad académica sólida y vigorosapara enfrentar los desafíos que se le presentan ac-tualmente. Mirando en sentido retrospectivo aquel re-verdecer del comienzo de la democracia en los 80, se-ría ahora necesario elaborar un balance autocríticode, parafraseando a Norberto Bobbio, las promesas in-cumplidas de la ciencia política.

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Resumen

Este trabajo es una historia “científica e institu-cional” de la ciencia política argentina. La ciencia po-lítica en nuestro país ha sufrido numerosos revesespolíticos, institucionales e ideológicos que obstaculi-zaron su desarrollo, por lo que todavía no ha logradodefinitivamente la constitución de una comunidad cien-tífica sólida e inserta en la sociedad. Se argumentaque la década del 60 ha sido clave en su proceso cons-titutivo. A modo de indicadores, se toman en cuentapublicaciones de ciencia política, carreras, asociacio-nes, centros de investigación, y datos referidos a lositinerarios personales de algunos destacados politó-logos argentinos.

Palabras clave

ciencia – ciencia política – universidades – pu-blicaciones – Argentina

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Anexo IReseña de la política mundial

Con la publicación de The English Constitution deWalter Bagehot en 1865, y posteriormente, en 1908de The government of England de Abbot L. Lowell y deProcess of Government de Arthur Bentley comienzanlos estudios empíricos sobre los fenómenos políticos,en los que ya se perfila la orientación conductista quetomarán la mayor parte de las investigaciones poste-riores. Junto a estas obras aparece en 1906 la AmericanPolitical Science Review, que ha guardado continuidadhasta nuestros días. En esos días, los estudios socia-les se encontraban fuertemente relacionados con eldesarrollo de la psicología experimental conductistade John Watson, quien publica sus obras Behaviorismen 1912 y Psychology from the Standpoint of aBehaviorist en 1919. Las principales caracterísiticasdel behaviorismo consisten en la utilización de la ex-perimentación controlada dentro del método científi-co, centrando su análisis en los procesos readaptativosde la conducta, tanto animal como humana, y en losmecanismos de estímulo-respuesta.

La teoría del conocimiento presente en la mayoríade los trabajos de la ciencia política norteamericanaes producto de la confluencia de tres factores: la tra-dición empirista anglosajona, el neopositivismo lógicodel Círculo de Viena (con nombres como Carnap,Schelick, Neurath, Feigl, Hempel y Nagel), y finalmen-te el pragmatismo autóctono de John Dewey. Las cien-cias naturales se constituían como modelos para to-das las disciplinas científicas, y posteriormente, mu-chos autores incorporaron el racionalismo crítico de-sarrollado por Karl Popper. Los ejes del debateepistemológico aportado por la “filosofía dura de la cien-cia” se pueden sintetizar en: a) la necesidad de esta-

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blecer un criterio de demarcación entre “ciencia” y “nociencia” –especulación metafísica o pseudo-científica–; b) la utilización de los cánones y procedimientos delmétodo científico como aspecto central del proceso deinvestigación; c) la adopción de estrategias metodo-lógicas de tipo inductivas o hipotético-deductivas parala construcción o corroboración de hipótesis; d) la se-lección de técnicas de tipo cuantitativas dentro de laestrategia de investigación; y e) la separación axiológicaentre conocimiento científico de la política y actividadpolítica, intentando mantener una fuerte “neutralidadvalorativa” (Kolakowsky 1981).

En 1925 Charles Merriam publica New Aspects ofPolitics. La importancia de los estudios de Merriam lollevarán a la presidencia de la Asociación Americanade Ciencia Política en 1926 y colocarán al conductismocomo el enfoque dominante en los Estados Unidos,difundido principalmente desde la Universidad deChicago, donde trabajaban Harold Lasswell, GabrielAlmond y David Truman. Los aportes de Merriam re-presentan una confluencia del desarrollo de la cienciapolítica y los estudios comunicacionales. En 1927 sepublica Propaganda Technique in the World War, quecuenta con un análisis de los principales temas de lapropaganda alemana, francesa, norteamericana e in-glesa durante los años de la Gran Guerra. El proble-ma de las razones que orientan el voto lo llevarán a lapublicación en 1936 de Politics: Who gets, What, When,How. Power and Personality, de 1948, aborda el rol delos políticos frente al liderazgo, retomado luego en 1965en World Revolutionary Elites. Studies in CoerciveIdeological Movements. También realiza un análisiscuantitativo del lenguaje del poder en su obra Languageof Politics ampliado en 1966 con la publicación de TheGeneral Inquirer. A Computer Approach to ContentAnalysis.

Después de la Segunda Guerra Mundial se lleva a

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cabo en los Estados Unidos un fuerte reacomodamientode la investigación social, en el que toman un desa-rrollo inusitado los trabajos empíricos comparados.Muchos de estos estudios serán el sustento empíricopara la implementación de la política exterior del go-bierno en un mundo marcado por la división bipolarde la Guerra Fría.

La influencia de la sociología estructural-funciona-lista de Talcott Parsons marca el horizonte de la in-vestigación académica durante los años 50 y 60. Da-vid Easton publica en 1953 The Political System. AnInquiry into the State of Political Science y en 1965 Es-quema para el análisis político, incorporando al enfo-que conductista los aportes de la Teoría General delos Sistemas elaborada por Ludwing von Bertalanffy(ver Von Bertalanffy 1992). En 1963 Karl W. Deutschpublica The Nerves of Government. Models of politicalcommunication and control, empleando la cibernéticapara el estudio de los procesos de comunicación polí-tica. El estudio de los procesos políticos será aborda-do por los trabajos de Samuel Eisenstadt The PoliticalSystems of Empires, publicado en 1962, Seymour M.Lipset The First New Nation publicado en 1963, y elestudio de Reinhard Bendix Nation-Building andCitizenship publicado en 1964. Gabriel Almond yBingham Powell publican en 1966 Comparative Politics:A Devolopmental Approach, libro central para el estu-dio comparado del proceso de desarrollo político des-de el enfoque estructural-funcionalista.

El otro enfoque existente para el estudio de la con-ducta política proviene de la utilización de los aportesde la teoría económica neoclásica, especialmente delos trabajos sobre la sinonimia entre mercado y políti-ca elaborados por Joseph Schumpeter (Bachrach1984). En 1957 Anthony Downs publica Teoría Econó-mica de la Democracia, explicando la acción del votode los ciudadanos a partir de una concepción econó-

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mica de la acción política de base utilitarista. MancurOlson también desarrolla una teoría de la acción polí-tica racional, publicando en 1965 The Logic of CollectiveAction. El modelo de Olson sostiene que es el cálculoracional de los individuos lo que determina su deci-sión o no de cooperar en una acción colectiva. Paraeste autor un bien público o colectivo no puede reali-zarse si no se logra un beneficio específico para cadaindividuo, subordinándose a éste toda acción colecti-va. Durante los 60 James Buchanam y Gordon Tullockpublican su obra El cálculo del consenso, intentandoanalizar los procesos de institucionalización política apartir de cálculos racionales y modelos econométricos,influenciando a D. Muller en su destacada obra Elec-ción pública (ver Casas 1984).

Mientras se desarrollaba la ciencia política en losEstados Unidos, el pensamiento europeo de fines delsiglo XIX nos ofrecía una ciencia política mucho másvinculada con el derecho político y con la tradiciónfilosófica. En 1888 el británico James Bryce publicaThe American Commonwealth y en 1921 ModernDemocracies, obras de orientación empírica e institu-cionalista. George Sabine da a conocer A History ofpolitical theories en 1936, empresa posteriormenteampliada en 1951. También, desde la década de losaños 50, Isaiah Berlin ha venido desarrollando un con-junto de estudios sobre historia de las ideas políticas,escritos entre 1955 y 1979, y publicados con el títulode Against the Current. Essays in the History of Ideas.

Durante la transición entre los siglos XIX y XX sedesarrolló en Italia un movimiento científico basadoen la concepción realista de los estudios políticos ape-lando a la paternidad de Maquiavelo. Vilfredo Paretollevó a cabo un recorrido intelectual desde la ingenie-ría y la economía hacia la sociología, elaborando laamplísima obra Tratado de Sociología General, en laque propone una visión de la sociedad como un siste-

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ma de partes interconectadas. Retomando la tradiciónde Maquiavelo y Vico, Pareto realizará una teoría delas elites en clave cíclica del cambio y de la naturalezade la composición de las elites gobernantes; prevale-cerán los zorros, políticos astutos que utilizan la inte-ligencia, o los leones, políticos aguerridos cuya prin-cipal capacidad es el uso de la fuerza.

Robert Michels, antiguo militante del ala izquier-da del Partido Social Demócrata Alemán, realizará unestudio de este partido en su obra Los partidos políti-cos, formulando la denominada “ley de hierro de laoligarquía”, que se convertirá en un elemento básicodel análisis organizacional. Gaetano Mosca publicados textos fundamentales para la ciencia política: Laclase política y Elementos de ciencia política (ver Meisel1986). Utilizando un enfoque realista y elitista, Mos-ca realiza un análisis histórico del cambio político yde las formas de dominación bajo el sustento de loque denominará “fórmula política”, concepto funda-mental para los estudios de legitimación de los regí-menes políticos.

Provenientes del campo sociológico hay que desta-car por supuesto los aportes realizados por EmileDurkheim y de Max Weber. En Las reglas del métodosociológico, Durkheim fundamenta su teoría del cono-cimiento social y las estrategias metodológicas másaptas para la investigación empírica dentro del camponeopositivista. Desde Alemania, Max Weber elabora loselementos de una sociología empírica comprensivista,bajo la confluencia tanto del historicismo alemán comodel pensamiento neokantiano representado por Rickerty Windelband, utilizando y adaptando los trabajos deWilhelm Dilthey sobre la comprensión en las cienciassociales y aplicándolos al estudio de la acción social.La contribución de Weber a la ciencia política será fun-damental: el estudio de las relaciones sociales queinvolucran poder, dominación y autoridad, al igual que

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216 PABLO BULCOURF Y MARTÍN D´ALESSANDRO

su definición del Estado moderno, constituyen el puntode partida de la teoría del Estado (Giddens 1995).

En Francia el desarrollo de la ciencia política sevincula al paulatino desplazamiento del estudio jurí-dico de las instituciones políticas hacia un análisis delos procesos políticos y los elementos ideológicos queorientan las acciones de estos grupos. En 1932 GeorgesGurvitch publica L´idée de droit social, y GeorgesBurdeau Méthode de la science politique en 1959. Elestudio de los grupos y partidos políticos ha sido uneje de preocupaciones para la ciencia política france-sa posterior a la Segunda Guerra Mundial: en 1951Maurice Duverger publica Les partis politiques, y JeanMeynaud Les groupes de pressión en France en 1958.El estudio de la administración pública, sus aspectosorganizacionales y la dinámica estatal están represen-tados en obras tempranas del pensamiento politológicofrancés: la obra de Georges Renard La théorie delínstitution, essai dóntologie juridique, publicada en1930, se constituyó como punto de partida de investi-gaciones posteriores. En 1946 Paul Roubier publicaThéorie générale du droit, y en 1957 salen a la luz lostrabajos sobre el desarrollo de las instituciones deRoland Maspetiol La société politique et le drit y de P.C. Timbal Histoires des institutions et des faits sociaux.El estudio de las ideas políticas se ve reflejado en dosobras homónimas tituladas Histoire des idées politi-ques, una de Jean Touchard publicada en 1959, y otrade Marcel Prelot, publicada en 1961.

A partir de mediados de los años 60 comienza unafuerte influencia de la ciencia política norteamericanaen Europa, confluyendo así los problemas de la meto-dología comparativista clásica de los Estados Unidosy la sociología histórica de cuño europeo. En esta últi-ma orientación se destaca el trabajo del sueco SteinRokkan.

Dentro del enfoque comprensivista o hermenéutico

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LA CIENCIA POLÍTICA EN LA ARGENTINA 217

hemos mencionado los aportes iniciales de Max Webery la filosofía alemana, los cuales han sido retomadosa fines de los años sesentas. Dentro de los autoresmás destacados debemos mencionar a H. G. Gadamercon su libro Verdad y método. Fundamentos de unahermenéutica filosófica, publicado en 1961, y el traba-jo de Paul Ricoeur Hermenéutica y Acción, de 1973.Los aportes de Jürgen Habermas constituyen un granintento de síntesis tomando elementos de la EscuelaCrítica, el funcionalismo y la tradición hermenéuticaalemana, destacándose sus trabajos Zur Logik derSozialwissenschaften, de 1967, y Erkenntnis undInteresse, de 1968.

A partir de la década del 70 comienza una gran re-novación en la ciencia política con los aportes del filó-sofo y jurista Norberto Bobbio, y el desarrollo de unaorientación comparativista de influencia norteameri-cana centrada en la Universidad de Florencia. La con-fluencia de ambas orientaciones se centra en la re-flexión alrededor de la democracia. Se destacan el tra-bajo de Giovanni Sartori de la década del sesenta yampliado en 1987 titulado The Theory of DemocracyRevisited, su Partidos y sistemas de partidos, de 1976,los estudios de Norberto Bobbio compilados en El fu-turo de la democracia de 1984, y la investigación deLeonardo Morlino Cómo cambian los regímenes políti-cos de 1980. Como núcleo central de este movimiento,desde 1971 se ha venido publicando la Rivista Italianadi Scienza Política. Caben destacarse también los tra-bajos colectivos del Dizionario di Política compilado porBobbio y Nicola Matteucci en 1976 y el Manual diScienza Politica compilado por Gianfranco Pasquino ypublicado en 1986. En la misma línea pero fuera deItalia, el politólogo holandés Arend Lijphart publicaen 1984 Democracies, uno de los estudios compara-dos más destacados de la ciencia política (Morlino 1989y Sola 1996).

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218 PABLO BULCOURF Y MARTÍN D´ALESSANDRO

En forma paralela al desarrollo académico de la cien-cia política norteamericana se fueron desarrollando,principalmente en Europa, diferentes corrientes den-tro del manantial marxista, cuyo objeto central lo cons-tituyó el debate en torno a la política y el Estado. Ca-ben destacarse la fuerte influencia del pensamientode Antonio Gramsci y su reinterpretación crítica porparte de Althusser y el estructuralismo francés, comoel debate posterior sostenido por Ralph Miliband yNicos Poulantzas sobre el Estado capitalista. Esta “dis-puta teórica” reflejó las posiciones respecto a la natu-raleza del Estado y a las estrategias de cómo estu-diarlo. En 1968 Poulantzas publica Political Power andSocial Classes. Miliband publica The State in CapitalistSocieties en 1969. La controversia entre ambos auto-res se reflejó en una serie de artículos mutuamentereferidos publicados en la revista inglesa de orienta-ción marxista New Left Review. Por su parte, siguien-do una línea instrumentalista, en los Estados UnidosWilliam Domhoff publica en 1970 The Higher Circles.The Governing Class in America y en 1978 The PowersThat Be: Processes of Ruling Class Domination inAmerica. Es importante también mencionar los estu-dios interdisciplinarios que desde la década del 30 de-sarrolló la escuela crítica de Frankfurt, primero enAlemania y luego en su diáspora europea y norteame-ricana, principal antecedente de los estudios deHabermas y Claus Offe. En Inglaterra Perry Andersonse propone analizar el desarrollo histórico de los mo-dos de producción y los sistemas de dominación polí-tica publicando en 1974 dos obras centrales Linkagesof the Absolutist State y Passages from Antiquity tofeudalism y en 1976 su análisis histórico comparadode las corrientes del marxismo Considerations onWestern Marxism. A su vez, Alan Wolfe publica en 1977The Limits of Legitimacy y Göran Therborn What doesthe ruling class do when it rules? en 1978 y The ideology

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LA CIENCIA POLÍTICA EN LA ARGENTINA 219

of power and the power of ideology en 1980, contribu-ciones fundamentales al estudio de los procesos ideo-lógicos y de legitimación. Todos estos trabajos ejerce-rán una influencia central en los estudios politológicosposteriores al predominio conductista (Alford yFriedland 1991, Carnoy 1993).

Como respuesta a la teoría de la modernización decorte estructural-funcionalista, a mediados de los 60surgió en América Latina la llamada “Teoría de la De-pendencia”; de base ecléctica, intentaba explicar laspeculiaridades del desarrollo y la modernización en laregión, enfatizando las asimetrías entre los países delprimer mundo (centrales) y el resto (periféricos). Larepercusión de este desarrollo teórico propio se exten-dió no sólo a toda América Latina sino a los EstadosUnidos y a Europa. Dependencia y Desarrollo en Amé-rica Latina, escrito entre 1967 y 1968 por FernandoH. Cardoso y Enzo Faletto, y publicado en 1969 conversión corregida y aumentada en 1978, se constituyóen un libro de referencia de los científicos sociales la-tinoamericanos.

Desde los años 80 en los Estados Unidos se produ-ce una fuerte fragmentación en los niveles teórico ymetodológico por una parte, y en los estudios de áreaspor otra. Sin embargo, en términos de prestigio los“economistas”, en la denominación de Brian Barry, hanlogrado un predominio considerable expresado en ladensidad de artículos de las tres principales revistasgenerales de ciencia política norteamericanas (Ameri-can Political Science Review, Journal of Politics yAmerican Journal of Political Science). En el aspectometodológico prevalecen los métodos estadísticos ymatemáticos complejos e innovadores, y en lo teórico,el empleo de modelos matemáticos y de teoría de lanegociación. En el área de la política comparada, don-de se encuentran los “latinoamericanistas”, se fue pro-duciendo una paulatina sofisticación metodológica con

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220 PABLO BULCOURF Y MARTÍN D´ALESSANDRO

la combinación del neoinstitucionalismo y la teoría delos juegos sin llegar a la formalización matemática.En este área cobrarán prestigio cuatro publicaciones:Comparative Politics, Comparative Political Studies,World Politics y Latin American Reserch Review.

Hacia fines de los 90 se fue gestando un descon-tento generalizado por el predominio de teorías cadadía más formalizadas que, paradójicamente, la mayo-ría de los politólogos no sólo no podían leer, sino queno eran de interés para ellos. Esto ha generado variasreacciones, por un lado las exigencias de cambio enlos criterios editoriales de la APSA desde un punto devista institucional, y la búsqueda de metodologías “cua-litativas” en términos de corroboración de hipótesis,desarrolladas por autores como David Collier y ThedaSkocpol (Perez Liñán 2002). En el campo de los estu-dios latinoamericanos la combinación de análisis quecombinan variables institucionales, variables estruc-turales y el juego de actores con metodologías esta-dísticas sofisticadas han ido ganando terreno y hanpermitido un nutrido análisis de la situación y cali-dad de las democracias latinoamericanas (Coppedge2000 y Mainwaring 2000).

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LA CIENCIA POLÍTICA EN LA ARGENTINA 221

Anexo IIDatos complementarios sobre la Revista Argentinade Ciencias Políticas (1910-1928)

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222 PABLO BULCOURF Y MARTÍN D´ALESSANDRO

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LA CIENCIA POLÍTICA EN LA ARGENTINA 223

Cuadro 3Distribución porcentual de artículos según suclasificación temática

Fuente: Sistematización metódica de la Revista Argentina deCiencias Políticas.

Notas: 1Faltan los datos relativos a los tomos XXI a XXIV2Hemos unificado el Área Política con el Área Derecho Político

dado que la diferenciación recién comienza en el tomo XIII.3El Área Derecho Industrial, a partir del tomo XVII pasó a de-

nominarse Derecho Industrial y Legislación Laboral

Áreas

Porcentaje1

Política2 23,30% Política Internacional 13,51%

Derecho Civil 6,15% Derecho Comercial 2,41%

Derecho Penal 8,50% Derecho Industrial3 2,85%

Derecho Administrativo 4,61% Legislación procesal 3,73% Economía y Finanzas 10%

Sociología 7,70% Historia 10,10%

Educación 4,94% Varios 2,20% Totales 100%

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224 PABLO BULCOURF Y MARTÍN D´ALESSANDRO

Anexo IIITextos argentinos de ciencia política (1908-1989)

Ofrecemos aquí un listado de libros y textos argen-tinos aparecidos hasta los años 80. No pretende serésta una lista exhaustiva ni tampoco otorgar una im-portancia o influencia mayor respecto de aquellos tex-tos que, debido a las limitaciones propias del trabajoy de los autores, no están presentes.

1908: Rodolfo Rivarola, Del régimen federativo al uni-tario.

1910: José N. Matienzo, El gobierno representativo fe-deral en la República Argentina

1911: Ricardo Levene, Los orígenes de la democraciaargentina

1915: Ernesto Quesada, Historia de las ideas socia-les: fuentes y métodos de estudio

1918: José Ingenieros, Evolución de las ideas argenti-nas

1943: Carlos R. Melo, Los partidos políticos argentinos1944: Enrique Ruiz Guiñazú, La política argentina y el

futuro de América1946: José Luis Romero, Las ideas políticas en Argen-

tina1947: Ricardo Levene, Historia de las ideas sociales

argentinas1950: Carlos Bidegain, El Congreso de los Estados Uni-

dos de América1955: Gabriel del Mazo, El radicalismo: notas sobre su

historia y doctrina, 1922-19521955: Gino Germani, La estructura social argentina1956: Rodolfo Puiggrós, Historia crítica de los partidos

políticos argentinos1958: Carlos Strasser, Tres revoluciones: 1930, 1943

y 1955

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LA CIENCIA POLÍTICA EN LA ARGENTINA 225

1959: Alfredo L. Palacios, La comunidad Iberoamerica-na. Bolívar y Alberdi

1961: Sergio Bagú, Argentina en el mundo1961: Germán Bidart Campos, Grupos de presión y fac-

tores de poder1961: Mariano Grondona, Política y gobierno1962: Gino Germani, Política y sociedad en una época

de transición1963: José Campobassi, Carlos Fayt, José L. De Imaz,

Mario J. López y Luis Pan, Los partidos políticos.Estructura y vigencia en la Argentina

1963: Silvia Sigal, La formación de los partidos políti-cos: la UCR

1963: Mario J. López, El mito de la Constitución: tresensayos sobre la democracia

1964: Alberto Ciria, Partidos y poder en la Argentinamoderna (1930-1946)

1964: Alberto Conil Paz y Gustavo Ferrari, Política ex-terior argentina 1930-1962

1964: Torcuato Di Tella, El sistema político argentino yla clase obrera

1964: José Luis de Imaz, Los que mandan1965: Rafael Bielsa, Significación de la Burocracia1965 y 1982: Mario J. López, Partidos políticos: teoría

general y régimen legal1965: Arturo E. Sampay, Carl Schmitt y la crisis de la

ciencia jurídica1966: Darío Cantón, El parlamento argentino en épo-

cas de cambio1966: Juan A. Lanús, Un Mundo sin orillas1966: Benigno Martínez Vázquez, El sufragio y la idea

representativa democrática1967: Guido Di Tella, Las etapas del desarrollo econó-

mico argentino1967: Mariano Grondona, La Argentina en el tiempo y

en el mundo

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226 PABLO BULCOURF Y MARTÍN D´ALESSANDRO

1967Inés Izaguirre, Imagen de clase en los partidospolíticos argentinos: el caso del radicalismo

1967: Juan C. Molina, Ficción y realidad de la demo-cracia

1968: Segundo Linares Quintana, La nueva ciencia po-lítica y constitucional

1968: Héctor Martinotti, Historia del saber político1968: José Nun, El golpe militar de la clase media1969: Atilio Barneix, La ciencia política. Su objeto1969: Iris Laredo, Problemática de la solución de los

conflictos intrabloques1969 y 1983: Mario J. López, Introducción a los estu-

dios políticos1969: Félix Luna, El 451971: Mario Cámpora, Revolución tecnológica y depen-

dencia externa1971: Roberto Martínez Nogueira, Restricciones políti-

cas y administrativas en el diseño e implementaciónde políticas

1971: Florencio Sánchez, Democracia directa para losargentinos de hoy

1972: Gregorio Badeni, La opinión política: un enfoquepolítico de la opinión pública

1972: Roberto Cortés Conde y Ezequiel Gallo, La Re-pública conservadora

1972: Carlos Floria y Horacio García Belsunce, Histo-ria de los argentinos

1972: Floreal Forni, Reflexiones sobre la relación entreclases sociales y partidos políticos

1972: Segundo Linares Quintana, Sistemas de parti-dos y sistemas políticos. El gobierno de las leyes yel gobierno de los hombres

1972: Guillermo O´Donnell, Modernización y autorita-rismo

1972: Juan Carlos Portantiero y Miguel Murmis, Es-tudios sobre los orígenes del peronismo

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LA CIENCIA POLÍTICA EN LA ARGENTINA 227

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1973: Germán Bidart Campos, Lecciones elementalesde política

1973: Natalio Botana, Rafael Braun y Carlos Floria, Elrégimen militar 1966-1973

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1973: Guillermo O´Donnell y Delfina Link, Dependen-cia y Autonomía

1973: Jorge Seco Villalba, El poder político1974: Torcuato Di Tella, Clases sociales y estructuras

políticas1974: Carlos Strasser, Sociedad política y ciencia polí-

tica1975: Eduardo Capestany, Filosofía política1975: Alberto Spota, Lo político, lo jurídico, el derecho

y el poder constituyente1979: Omar Bravo, Historia de la instituciones argenti-

nas1977: Virgilio Beltrán (comp.), El futuro político argen-

tino1977: Germán Bidart Campos, Las elites políticas1977: Natalio Botana, El orden conservador. La política

argentina entre 1880 y 19161977: Natalio Botana, El orden político en la Argentina

moderna1977: Guillermo O´Donnell, Estado y alianzas en Ar-

gentina1978: Mario Amadeo, Manual de Política Internacional1978: Pedro Frías, El proceso federal argentino1978: Roberto Etchepareborda, Historia de las relacio-

nes internacionales argentinas1978: Juan A. Lanús, El orden internacional y la doc-

trina del poder1979: Gino Germani, Democracia y autoritarismo en la

sociedad moderna

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228 PABLO BULCOURF Y MARTÍN D´ALESSANDRO

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gentina política1981: Ricardo Zorraquín Becú, El federalismo argenti-

no1982: Gregorio Badeni, El voto1982: Guillermo O´Donnell, El Estado burocrático-au-

toritario1982: Oscar Oszlak, La formación del Estado argenti-

no1983: Marcelo Cavarozzi, Autoritarismo y democracia:

1975-19831983: Emilio de Ipola, Ideología y discurso populista1983: Carlos Escudé, Gran Bretaña, Estados Unidos y

la declinación argentina, 1942-19491983: José Paradiso, La era de las superpotencias1983: Juan Carlos Torre, Los sindicatos en el gobierno

1973-19761983: Artemio Melo, Compendio de Ciencia Política (vol.

II, Institucionalización y dinámica política)1984: AA. VV., Lecciones para demócratas en transi-

ción1984: Natalio Botana, La tradición republicana: Alberdi,

Sarmiento y las ideas políticas de su tiempo1984: Efraín Del Castillo, Sindicalismo: factor de po-

der político1984: Carlos Escudé, La Argentina: ¿paria internacio-

nal?

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LA CIENCIA POLÍTICA EN LA ARGENTINA 229

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1984: Oscar Oszlak (comp.), “Proceso”, crisis y transi-ción democrática (2 vols.)

1984: Dardo Pérez Guilhou, El Pensamiento Conserva-dor de Alberdi y la Constitución de 1853

1985: AA.VV., Presidencialismo vs. parlamentarismo1985: Rafael Bielsa, Democracia y República. Obra pós-

tuma1985: Natalio Botana (et al.), La Argentina electoral1985: Ariel Colombo y Vicente Palermo, Participación

política y pluralismo en la Argentina contemporánea1985: Héctor Orlandi, Principios de ciencia política y

teoría del Estado1986: Darío Cantón, El pueblo legislador. Las eleccio-

nes de 19831986: Torcuato Di Tella, Evolución del sistema de par-

tidos políticos en Argentina, Brasil y Perú (1960-1985)1986: Carlos Escudé, La Argentina vs. las grandes po-

tencias1986: Vicente G. Massot, Una tesis sobre Maquiavelo1986: Dardo Pérez Guilhou, Atribuciones del Congreso

Argentino1986: Carlos Strasser, Filosofía de la ciencia política y

social1987: Juan Carlos Agulla, Teoría sociológica1987: Hernán Kruse, La transición política1987: Eugenio Kvaternik, Crisis sin salvataje: la crisis

político-militar de 1962-631987: Ernesto López, Seguridad Nacional y sedición

militar1987: José Nun y Juan Carlos Portantiero, Ensayos

sobre la transición democrática argentina1987: Juan Carlos Portantiero, Los usos de Gramsci1987: Catalina Smulovitz, Oposición y gobierno. Los

años de Frondizi

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230 PABLO BULCOURF Y MARTÍN D´ALESSANDRO

1987: Oscar Terán, Positivismo y nación en la Argenti-na

1987: Horacio Verbitsky, Civiles y militares1987: VV.AA., Sobre la consolidación de la democracia1988: Ernesto Garzón Valdés, Manfred Mols y Arnold

Spita (comps.), La nueva democracia argentina1988: Emilio Hardoy, El desquite de las élites1988: Guillermo O´Donnell, Philippe Schmitter y

Lawrence Whitehead (comps.), Transiciones desdeun gobierno autoritario (4 vols.)

1988: Julio Pinto (comp.), Ensayos sobre la crisis polí-tica argentina

1988: Mario Rapoport, ¿Aliados o neutrales?1989: Edgardo Catterberg, Los argentinos frente a la

política. Cultura política y opinión pública en la tran-sición argentina a la democracia

1989: Torcuato Di Tella (y otros), Diccionario de cien-cias sociales y políticas

1989: Sergio Labourdette (comp.), La encrucijada ar-gentina

1989: José Nun, La rebelión del coro. Estudios sobre laracionalidad política y el sentido común

Fuente: Elaboración propia.

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La sociología por escrito:un episodio de su historia intelectual

Alejandro Blanco*

I.

A partir de 1944, y durante un período que com-prende aproximadamente unos veinticinco años, GinoGermani desarrolló en la Argentina una activa tareaeditorial. Dirigió las colecciones “Ciencia y Sociedad”,de la editorial Abril y “Biblioteca de Psicología Social ySociología”, de Paidós. En 1944 editó, acompañado deun prólogo, Política Exterior de los Estados Unidos, deWalter Lippmann; en 1946 efectuó un estudiointroductorio a La libertad en el Estado Moderno, deHarold Laski y, un año después, tradujo, acompañadode un estudio preliminar, El miedo a la libertad, deErich Fromm. Asimismo, en 1949 editó, con un estu-dio preliminar, los Estudios de psicología primitiva, deBronislaw Malinowski y El peligro de ser ‘gentlemen’ yotros ensayos, de Harold Laski; en 1950 tradujo, acom-pañado de un prólogo, Psicoanálisis y sociología, deWalter Hollischer y, al año siguiente, escribió el prefa-cio a El carácter femenino, de Viola Klein. Finalmente,en 1953 efectuó un estudio preliminar a Espíritu, per-sona y sociedad, de George H. Mead y, tres años más,

* Profesor del Departamento de Ciencias Sociales de la Uni-versidad Nacional de Quilmes y miembro del Programa de HistoriaIntelectual del Centro de Estudios e Investigaciones de dicha uni-versidad.

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232 ALEJANDRO BLANCO

tarde redactó la presentación de Razón y naturaleza.Un ensayo sobre el significado del método científico, deMorris R. Cohen, aparecido en la “Biblioteca Filosófi-ca” de la editorial Paidós dirigida por EnriqueButelman.1

Traducciones, estudios preliminares y prólogos adistintas obras de origen extranjero caracterizaronentonces una intensa actividad de difusión intelectual.Sin embargo, este aspecto de la trayectoria intelectualde Germani apenas mereció la atención de la crítica.De esa extensa actividad editorial, este trabajo estaráconsagrado a examinar un episodio en particular, re-lativo a la edición y sucesivas reediciones de El miedoa la libertad, de Erich Fromm, aparecido en las doscolecciones mencionadas anteriormente.

La edición de un libro o de un texto en formatolibro supone una serie de intervenciones materialesque afectan la identidad del texto. La traducción, lainserción en una colección, la añadidura de un prefa-cio, el contenido del prefacio y la redacción de la cu-bierta: he ahí una serie de intervenciones materialesdel editor que operan una transformación del estatu-

1 Los textos hasta aquí mencionados fueron aquellos en losque Germani o bien realizó la traducción o bien escribió el prólo-go. Pero además de esos títulos, Germani editó igualmente los si-guientes: Adolescencia y cultura en Samoa (1945) y Sexo y tempe-ramento (1947) de Margaret Mead; La personalidad neurótica denuestro tiempo, de Karen Horney (1946), El retorno de la razón, deGuido de Ruggiero (1949), La sociología alemana contemporánea,de Raymond Aron (1953), Psicoanálisis del antisemitismo, de NathanAckerman y Marie Jahoda (1954); La sociedad abierta y sus ene-migos, de Karl Popper (1957); La personalidad básica, de MichelDufrenne (1959); Carácter y estructura social, de Hans Gerth y C.Wright Mills (1961); La muchedumbre solitaria, de David Riesman(1964) y El Estado democrático y el Estado autoritario (1968), deFranz Neumann. Los números entre paréntesis indican el año dela primera edición en castellano.

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to originario del libro. La edición de un libro, como haseñalado Pierre Bourdieu, y especialmente cuando setrata de la publicación de una obra extranjera, comoes el caso de nuestro episodio, pone en juego una se-rie de operaciones sociales.2 En primer lugar, una ope-ración de selección: ¿Qué es lo que se traduce? ¿Quées lo que se publica? ¿Quién traduce? ¿Quién publi-ca?; en segundo lugar, una operación de marcado: edi-torial que publica, nombre de la colección, cubierta,traducción y prólogo. A través de esta última opera-ción, la intervención editorial realiza un acto de apro-piación a la vez que de anexión: clasifica la obra (leasigna un género y la inscribe en una determinadatradición intelectual y/o disciplinaria) a la vez que lainviste de una visión y de una problemática que sonespecíficas del propio campo de recepción. Así, cuan-do Germani edita el libro de Fromm, por ejemplo, noofrece solamente un libro de Fromm. Ofrece libro deFromm con el prólogo de Germani.

Pero, ¿qué es un prólogo? Como cualquier texto, elprólogo presupone a la vez que traza y perfila la figurade un autor así como la de un lector. Un prólogo es unadensa y complicada operación de lectura, pues implicauna estrategia de selección y recorte del material a lavez que una toma de posición en un campo ideológicodeterminado. Quien redacta un prólogo ofrece al lectorno solamente una imagen de sí mismo; ofrece, tam-bién, un comentario sobre la obra en cuestión, unadefinición de los problemas considerados relevantes yun juicio sobre la significación y trascendencia de laobra para el planteamiento de aquellos problemas queson constitutivos del campo de recepción. El prólogo,

2 Pierre Bourdieu, “Las condiciones sociales de la circulaciónde las ideas” en Pierre Bourdieu, Intelectuales, política, poder.Paidós, Buenos Aires, 2001, pág. 162.

Elprólogo

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por consiguiente, hace algo más que describir la obra:la marca con una determinada problemática inscriptaen el campo de recepción. En tal sentido, todas las ope-raciones de marcado efectuadas por ese dispositivoparatextual que acompaña la edición de un texto tien-de a promover determinados contextos de lectura y enesa medida induce sensibles cambios en los modos decirculación y recepción de las ideas.

En tal sentido, este trabajo focaliza las operacionesde selección y marcado efectuadas por Germani comoeditor. A través de un análisis del dispositivo paratextualque acompañó la edición del libro de Fromm, intentarémostrar de qué manera dicho dispositivo contribuyó ala formación de un determinado contexto de lectura y,de ese modo, orientó los modos de circulación y recep-ción de las ideas contenidas en el mismo.

Por cierto, el dispositivo paratextual mismo es, asu vez, un indicador de las transformaciones del con-texto social, político e intelectual que signó la edicióny reediciones sucesivas del texto de Fromm, y, en talsentido, el trabajo intentará capturar las relacionesentre ambos. Finalmente, el examen de las activida-des de Germani como editor y traductor, y en espe-cial, de los dispositivos paratextuales que acompaña-ron la edición de una de las obras de su colección,revela algunos aspectos poco conocidos de la historiaintelectual de la sociología en la Argentina. En tal sen-tido, un estudio más amplio de aquellas actividadespodría constituir, estimo, un aporte importante parauna historia intelectual de las ciencias sociales en laArgentina. Las conclusiones del trabajo estarán con-sagradas a una reflexión sobre este último punto.

Dispositivoparatextual

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II.

En 1947 Germani editó El miedo a la libertad, deErich Fromm. El libro fue traducido por Germani ypublicado en la sección de “Obras de Sociología y Cien-cias Sociales” de la colección “Ciencia y Sociedad”, quepor entonces dirigía en la editorial Abril. El libro fuereeditado en Paidós, en una colección del mismo nom-bre y dirigida también por Germani, en 1951, 1957 y1958 respectivamente. La reedición de 1961 aparecióya con el nuevo nombre de la colección, la “Bibliotecade Psicología Social y Sociología”, cuya direcciónGermani compartió con Enrique Butelman. La edicióndel libro alcanzó el rango de un éxito de librerías. Ha-cia 1969, en efecto, se habían vendido aproximada-mente unos 150.000 ejemplares, 95.000 de ellos enArgentina.3

Durante los primeros años de su actividad edito-rial, Germani formó parte del Instituto de Sociologíade la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidadde Buenos Aires, fundado por Ricardo Levene en 1942.Dicha fundación, que se vería acompañada de la edi-ción de la primera publicación oficial referida al tema,el Boletín del Instituto de Sociología4, así como el alien-to a las investigaciones de carácter empírico sobre la

3 “Hablando con León Bernstein”, La Prensa Libre, Costa Rica,8/2/69, citado en Hugo Vezzetti, “Las ciencias sociales y el campode la salud mental en la década del sesenta”. En Punto de vista, Nº54, abril de 1995.

4 El Instituto de Sociología llegó a editar nueve volúmenes delBoletín. Los primeros cinco estuvieron bajo la dirección de Ricar-do Levene, el sexto de Alfredo Poviña y los tres restantes de Teceradel Franco. Véase, Hernán González Bollo, El nacimiento de la so-ciología empírica en la Argentina: el Instituto de Sociología, Facul-tad de Filosofía y Letras (UBA), 1940-1954. Buenos Aires, Dunken,1999.

Institutode Socio-logía dela UBA

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situación social de la Argentina marcarían el inicio deuna nueva etapa de la sociología, que hasta ese mo-mento no había trascendido el espacio estrecho de unascuantas asignaturas que integraban los programas deenseñanza de la filosofía y el derecho.5 Es precisa-mente en el marco de dicho Instituto donde Germanillevó adelante una serie de investigaciones relaciona-das con la composición de la población, el estado de laopinión pública y la situación de las clases medias enla Argentina.6 Asimismo, es sabido que por interme-dio de dicho Instituto Germani formaría parte de lacomisión de asesoramiento para la realización delCuarto Censo Nacional realizado finalmente en 1947.7

Entre las preocupaciones que dominaban por en-tonces la discusión sociológica figuraba, en primerlugar, la necesidad de reconstruir las tradiciones depensamiento social argentino. Los títulos de numero-sos ensayos publicados en el Boletín del Instituto deSociología son testimonio de esta orientación destina-

5 Presidido por Ricardo Levene, el Instituto de Sociología esta-ba integrado por Francisco Ayala, Alberto Baldrich, Jordán B.Genta, Raúl Orgaz, Alfredo Poviña y Renato Treves. En calidad deAdscriptos Honorarios Correspondientes figuraban AntonioCarneiro Leâo y Gilberto Freyre, de Brasil, José Medina Echavarríay Lucio Mendieta y Núñez, de México y Justo Prieto, de Paraguay.

6 Resultados parciales de la investigación sobre la situación delas clases medias aparecerán publicados en los primeros númerosdel Boletín bajo los siguientes títulos: “La clase media en la ciudadde Buenos Aires”, en 1942 y “Sociografía de la clase media en Bue-nos Aires: las características culturales de la clase media en laciudad de Buenos Aires estudiadas a través de la forma de empleode las horas libres”, en dos entregas de 1943 y 1944.

7 Germani participa en la comisión asesora hasta julio de 1945.En 1943 Germani publica en el Boletín del Instituto de Sociologíaun artículo titulado “Los censos y la investigación social” y en 1945“El Instituto de Sociología y el Cuarto Censo Nacional”, una notadirigida al Consejo Nacional de Estadísticas y Censos.

Discusiónsociológica

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da principalmente a establecer la genealogía del pen-samiento social argentino.8 A su vez, y como parte deesta preocupación de naturaleza historiográfica, ani-mada fundamentalmente por Ricardo Levene, puedenincluirse igualmente una serie de ensayos consagra-dos a la historia del pensamiento social en el contextode la cultura occidental.9

Una segunda preocupación estaba referida al sta-tus teórico y metodológico de la sociología. Tanto en elmodo de plantear el problema como en la terminologíautilizada, esta discusión aparecía muy marcada porla tradición alemana. La cuestión planteada se resu-mía en los siguientes interrogantes: ¿era la sociologíauna ciencia del espíritu o una ciencia positiva? ¿De-bía regirse por el método de la comprensión o por mé-

8 Como representativos de este interés cognoscitivo pueden men-cionarse los siguientes ensayos: “Inferencias sobre las ideas so-ciales de Rivadavia”, de Ricardo Piccirilli, “Las ideas sociales ypolíticas de Monteagudo”, de Angel Castellán, “Las ideas socialesde Hipólito Vieytes”, de Rodolfo Trostiné. A su vez, el Boletín con-tenía una sección titulada “Galería de Sociólogos Americanos” enla que se daban a conocer o bien breves ensayos o bien informa-ción bibliográfica sobre diversos pensadores latinoamericanos. Porúltimo, la existencia de proyectos de investigación en curso dentrodel Instituto de Sociología relativos a este tópico pueden rastrearseen la crónica de las reuniones de sus miembros que aparecen pu-blicadas en el Boletín, y que informan sobre investigaciones dealumnos o egresados acerca del pensamiento de Juan B. Justo,por Nelly Martínez, de Juan B. Terán, por Efraín Calmens, de JuanAgustín García, por Angel Castellán, de José Ingenieros, por Pláci-do Alberto Horas y de José María Ramos Mejía, por AníbalVillaverde, entre otros. Los resultados de dichos trabajos fueronpublicados en el tercer número del Boletín.

9 Entre ellos pueden mencionarse los siguientes ensayos: “Elsainsimonismo y los desterrados italianos en la primera mitad delsiglo XIX” y “El problema de la sociedad en el pensamiento italianocontemporáneo”, de Renato Treves; “Emile Durkheim y la pedago-gía social francesa”, de Teresa Amalia Cappa.

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todos naturalistas? En la mayor parte de las abordajesde este problema predominaba la idea de una separa-ción entre la investigación empírica o sociografía y lasociología pura o ciencia de la cultura. De acuerdo aesta autocomprensión “culturalista”, la sociografía,guiada por métodos naturalistas, era concebida comodisciplina auxiliar de la sociología; a esta última que-daba reservada la tarea de conocer aquella dimensiónde la vida social que, dada su naturaleza eminente-mente espiritual, exigía una aproximación en los tér-minos de una comprensión intuitiva.10

Un tercer foco de debate, finalmente, giraba en tor-no a la enseñanza y organización de la disciplina asícomo a la posibilidad de una “sociología latinoameri-cana”. Reflejo de estas inquietudes son los ensayosconsagrados a comentar el desarrollo y la enseñanzade la sociología en el resto de América Latina así comola presencia reiterada de noticias relativas a la orga-nización del Instituto Internacional de Sociología enAmérica, la programación de un instituto de la opi-nión pública y la organización y realización del CensoNacional.11

10 Entre los artículos representativos de esta preocupación pue-den mencionarse, entre otros, los siguientes: “La causa y la condi-ción de la sociología” y “Libertad y determinismo en la sociologíade Max Scheler”, de Alberto Baldrich; “Sociología: teoría y técni-ca”, de Francisco Ayala y “Los problemas generales de la sociolo-gía”, de Justo Prieto.

11 A este respecto, pueden recordarse, entre otros, los siguien-tes ensayos: “El Instituto de Sociología de la Facultad de Filosofíay Letras”, de Ricardo Levene; “Acerca del Instituto de la opiniónpública”, de Agustín Podestá; “El Instituto Internacional de Socio-logía en América”, de Ricardo Levene; “Organización del InstitutoIndigenista Boliviano”, de Josermo Murillo Vacareza; “La enseñanzade la sociología en San Pablo”, de Roger Bastide y Fernando deAzevedo”; “La sociología en las universidades americanas”, deAlfredo Poviña; “La sociología en la Universidad boliviana”, etc.

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Ahora bien, ¿quién era el autor que nuestro editorhabía decidido publicar? Durante la década del ´30,Erich Fromm fue uno de los miembros más importan-tes de la Escuela de Frankfurt. En el Instituto para laInvestigación Social Fromm tuvo a su cargo la “Sec-ción de Psicología Social” y fue bajo su impulso que elpsicoanálisis comenzó a formar parte de los interesesintelectuales del Instituto, impulso que terminaríaoriginando esa mezcla de marxismo y freudismo quees, sin duda, uno de los rasgos más distintivos de latradición frankfurtiana. Su proyecto más importantecon el Instituto fue precisamente la dirección de unainvestigación sobre la psicología social de los trabaja-dores alemanes de la República de Weimar.12

La obra publicada por Germani, El miedo a la liber-tad, continuaba las reflexiones que Fromm había em-prendido en ocasión de su participación en los Studienüber autoritat und familie, un conjunto de investiga-ciones sobre la autoridad y la familia que, bajo la di-rección de Max Horkheimer, fueron emprendidos porel Instituto durante la década del ‘30.13 Incluso, losStudien habían sido realizados a partir del cuestiona-

12 Aunque hacia 1939 todavía existieron tentativas para publi-car la investigación bajo el título de Los obreros alemanes bajo larepública de Weimar, las mismas se vieron frustradas por la ruptu-ra de Fromm con el Instituto. En inglés el trabajo fue publicadocuatro años después de la muerte de su autor bajo el título de TheWorking Class in Weimar Germany. Véase, Martin Jay, La imagina-ción dialéctica.Una historia de la Escuela de Frankfurt. Taurus,Madrid, 1991, cap. IV.

13 Los Studien über autoritat und familie aparecieron en Paris,Alcan, en 1936. Colaboraron en la investigación Erich Fromm,Herbert Marcuse, Paul Lazarsfeld y Marie Jahoda, entre otros. Véasepara esto el extenso estudio introductorio de Max Horkheimer,“Autoridad y familia”, incluido en Teoría crítica. Buenos Aires,Amorrortu, 1974; igualmente, Martin Jay, La imaginación dialécti-ca... cap. IV.

ErichFromm

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rio elaborado por Fromm para la investigación sobrela mentalidad de los trabajadores de Weimar. Es posi-ble conjeturar que por intermedio de la traducción deEl miedo a la libertad, Germani trabaría conocimientocon los Studien,14 los que, pocos años más tarde, for-marían parte del marco de referencia de sus reflexio-nes sobre el fenómeno del autoritarismo moderno.15

En un aviso publicitario de la editorial, el libro erapresentado en los siguientes términos:

El más importante de los sociólogos psicoana-listas examina en esta obra las condiciones deorden psicológico que determinan en el hom-bre moderno el interés por la libertad. Con estainvestigación el autor descubre los mecanis-mos psicológicos que han conducido al triunfo

14 En efecto, en la obra de Fromm aparecen citados “Psychologieder Autorität”, el ensayo de Fromm que sería incluido en la compi-lación de Max Horkheimer, Autorität und Familie. Además, en suprólogo Germani cita de Fromm “Sozialpsychologischer Teil inStudien über Autorität und Familie”, otra de sus contribuciones ala mencionada compilación, y “Ueber Methode und Aufgabe eineranalytischen Sozialpsychologie”, aparecido en el primer númerode la Zeitschrift für Sozialforschung, la revista publicada por el Ins-tituto, bajo la dirección de Horkheimer, entre 1932 y 1939.

15 En efecto, los Studien...aparecen referidos por Germani en“Antisemitismo tradicional y antisemitismo ideológico” en Cuader-nos de Comentario, Instituto Judío de Cultura e Información, 1963y en “Hacia una teoría del fascismo. Las interpretaciones cambian-tes del totalitarismo”, en Revista Mexicana de Sociología, México,año XXX, vol. XXX, Nº1, 1968. En este último texto, Germani aña-de el siguiente comentario: “Tal vez se recuerde que Adorno y al-gunos de sus colaboradores pertenecían a la misma tradición cien-tífica. Junto con Horkheimer, se encontraban trabajando en el Ins-tituto para la Investigación Social en Alemania, sitio en el queFromm dirigió por primera vez una encuesta acerca de las clasesmedia y trabajadora. De hecho toda su teoría y su concepto deautoridad se derivan de estos primeros estudios”.

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del totalitarismo, y que, dentro de la estructu-ra social contemporánea, representan unaamenaza permanente. El análisis de la psico-logía totalitaria y de las otras formas de eva-sión a las responsabilidades de la libertad cons-tituye, además, un aporte positivo para la re-construcción de la sociedad moderna.

Naturalmente, la instalación de este interroganteno puede disociarse de los acontecimientos políticosque por entonces habían transformado radicalmenteel escenario político nacional. Un movimiento políticode masas, liderado por un caudillo de extracción mili-tar, acababa de acceder al poder con el apoyo de lasmasas populares. Las palabras del prólogo exhibíanla presencia de un fenómeno que, al menos en princi-pio, había venido a desafiar las explicaciones más co-rrientes sobre el comportamiento político, fundamen-talmente aquellas provenientes de una antropologíade matriz iluminista. ¿Qué había impulsado a lasmasas a adherir a regímenes políticos que parecíancontrariar sus intereses? La respuesta debía ser bus-cada –tal la convicción transmitida por el ensayo deFromm y recogida por el editor– por el lado de psicolo-gía profunda del comportamiento.

En tal sentido, y según los términos del aviso depresentación, el libro de Fromm proporcionaba unprincipio de inteligibilidad –“los mecanismos psicoló-gicos que han conducido al triunfo del totalitarismo”–que podía ser aplicado a la comprensión e interpreta-ción de los hechos que habían tomado por sorpresa alos intelectuales de la coalisión antiperonista. El quedicho principio de inteligibilidad constituiría –segúnla declaración inscripta en el aviso– “un aporte positi-vo para la reconstrucción de la sociedad moderna”parecía resumir la expectativa compartida por aquellacoalición de que el rumbo que habían tomado los acon-

Movi-mientode masas

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tecimientos era solo eso, un “desvío” circunstancial opasajero.

Inspeccionemos ahora la información proporciona-da por el resto del dispositivo paratextual. En princi-pio, el libro apareció en la sección titulada “Obras deSociología y Ciencias Sociales” de la colección “Cien-cia y Sociedad”. De acuerdo a esta primera operaciónde marcado, la identidad del texto queda como sus-pendida entre una atribución más específica, la socio-logía, y una de carácter más general, la de las cien-cias sociales, una categoría, sin embargo, que elparatexto no especifica. ¿A qué disciplinas hacía refe-rencia la denominación de “Ciencias Sociales”? ¿A lapsicología, a la geografía, a la historia, a la antropolo-gía? La lista podría continuarse, pues, bien lo sabe-mos, los sistemas clasificatorios reconocen variacio-nes temporales (de un período a otro) como espaciales(de una comunidad intelectual a otra). Por lo demás,el texto del aviso publicitario define una “figura deautor” que refuerza aquella situación de una identi-dad como suspendida entre dos atribuciones. En efec-to, el autor es definido como una figura anfibia: “so-ciólogo psicoanalista”. De cualquier manera, el textocontiene expresiones tales como “condiciones de or-den psicológico”, “mecanismos psicológicos”, “psicolo-gía totalitaria” que parecieran sugerir la idea de quela psicología es la orientación disciplinaria que domi-na el enfoque del libro.

Reparemos ahora en el paratexto del prólogo escri-to por el mismo Germani. En su primer parágrafo,Germani escribía lo siguiente:

La obra de Fromm, que presentamos a los lec-tores de habla castellana, no constituye sola-mente un cuidadoso análisis de los aspectospsicológicos de la crisis de nuestro tiempo yun esfuerzo por desentrañar en el origen mis-

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mo de la sociedad moderna sus profundas ylejanas raíces, sino que se nos ofrece tambiéncomo una importante contribución a la teoríasociológica y como un ejemplo logrado de apli-cación fecunda del psicoanálisis a los fenóme-nos históricos.

“[...] cuidadoso análisis de los aspectos psicológi-cos de la crisis”. Aquí, nuevamente, la psicología pa-reciera ser el campo de referencia del ensayo de Fromm.No obstante, en el mismo párrafo, Germani se las haarreglado para amplificar el sentido y los alcances deltexto dado a conocer (y que, a la postre, se revelaráconstitutivo del destino y la identidad definitiva dellibro). Este último, en efecto, no ofrece solamente un“cuidadoso análisis de los aspectos psicológicos de lacrisis” sino también “una importante contribución ala teoría sociológica”.

Como se ve, estamos aquí ante una contribuciónsuplementaria. Ahora bien ¿de qué manera la obra deFromm podía contribuir a la “teoría sociológica”? Paraesto es necesario reconstruir el argumento presenta-do por Germani en el prólogo, recordando en princi-pio, que la peculiaridad de la perspectiva de la obra deFromm, conocida con el nombre de “psicoanálisis re-formista”, residía en aquello que Germani describíacomo una “acentuación sociológica del psicoanálisisfrente a la posición esencialmente más biológica de laescuela ortodoxa” y que, según los términos del prólo-go, estaba en el origen de una nueva y más complejaconcepción de la personalidad.16 Así, en lugar de su-poner como factores explicativos de la conducta cier-

16 Una orientación teórica similar adoptaría Karen Horney, unapsicoanalista alemana emigrada y estrecha colaboradora de ErichFromm. Su obra quizá más conocida, La personalidad neuróticade nuestro tiempo, fue editada por Germani en 1946.

Psicoanálisisreformista

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tos impulsos biológicamente determinados, sobre labase de una concepción de la naturaleza humana comoalgo fijo e invariable, la nueva orientación, en cambio,subrayaba “la necesidad de considerar los factoressociales, los valores y las normas éticas en el estudiode la personalidad total”.17

A la luz de ello, la contribución de la perspectivaabierta por Fromm a la teoría sociológica radicaba, alos ojos del prologuista, en que la misma, al otorgarun mayor relieve a la dimensión subjetiva de la acción,permitía superar el sociologismo “que olvida el elemen-to humano –el hecho fundamental de que los hombresson los actores y autores de la historia– y quiere expli-car la dinámica social en función de fuerzas imperso-nales o de otro tipo”. Pero, a su vez, y aquí residía elotro aporte de la obra de Fromm, esa dimensión sub-jetiva no debía ser incorporada como tradicionalmen-te se lo había hecho, es decir de manera abstracta yahistórica, sino al contrario. En tal sentido, la pers-pectiva de Fromm ofrecía igualmente un modo de su-perar el psicologismo, “que sólo considera las concien-cias individuales sin tener en cuenta su modo de for-mación y sus conexiones con las instituciones y loshechos socioculturales objetivos”.18

La respuesta ensayada por Germani ilustra esa ope-ración que, según Pierre Bourdieu, tiene lugar todavez que un libro es traducido y prologado, a saber,una operación de “anexión” de una problemática quees específica del campo de recepción,19 en este caso,la problemática del “sociologismo” y el “psicologismo”,

17 Gino Germani, “Prefacio” a la edición de El miedo a la liber-tad, de Erich Fromm, Paidós, 1947, pág. 4.

18 Gino Germani, op. cit., pág. 5.19 Pierre Bourdieu, “Las condiciones sociales de la circulación

de las ideas” en Pierre Bourdieu, Intelectuales, política, poder.Paidós, Buenos Aires, 2001.

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por entonces vigente en la discusión sociológica. Pues,en rigor, nada parecido a “una contribución a la teoríasociológica” estaba entre los propósitos del propioFromm al escribir su libro o, al menos, no de maneraexplícita. Es el paratexto del prólogo de Germani elque opera esa atribución de propósito, inscribiendoasí la obra de Fromm en un programa de esa natura-leza. El segundo párrafo de dicho prólogo refuerza to-davía más esa operación de anexión:

Desde sus comienzos apareció muy claro el sig-nificado que esta nueva psicología social podíatener para las ciencias que se ocupan de la vidasocial y de la cultura, en particular, la sociolo-gía, la psicología social y la antropología cul-tural. (Las cursivas son mías.)

Esta última afirmación realiza, igualmente, dos ope-raciones suplementarias: especifica la identidad dis-ciplinaria del libro (la psicología social) a la vez que lade ese colectivo, hasta entonces indefinido, de las “cien-cias sociales”, en el que incluye la sociología, la psico-logía social y la antropología y excluye, claro está, otrosposibles aspirantes.

Recapitulemos entonces las operaciones para-textuales. Primera operación de marcado: editado enla sección de “Obras de Sociología y Ciencias Socia-les”, el libro de Fromm es de esta manera inscripto enun determinado campo disciplinario, aunque sin es-pecificar una clara identidad disciplinaria. El aviso conque se da a publicidad destaca los alcances pragmáti-cos de la obra: “el análisis de la psicología totalitaria yde las otras formas de evasión a las responsabilidadesde la libertad constituye, además, un aporte positivopara la reconstrucción de la sociedad moderna”. Se-gunda operación de marcado entonces: el libro deFromm aparece como el ensayo de una sociología apli-

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cada a la orientación de un proyecto político. Final-mente, el paratexto del prólogo escrito por Germanienfatiza un alcance ya no sólo pragmático sino teóri-co-conceptual, en tanto constituye una contribucióna la teoría sociológica. Ahora bien, ¿qué es lo que cons-tituye una contribución a la teoría sociológica? Talcomo lo hace explícito el paratexto del prólogo: “[esa]nueva psicología social” pergueñada por Fromm. Heahí entonces la identidad disciplinaria del libro. Ental sentido, podría decirse que, aún cuando losparatextos comentados exhiben la preocupación ge-neral por inscribir al texto en el campo disciplinariode las ciencias sociales, el movimiento paratextual in-dica un desplazamiento en la atribución de identidad:desde la sociología a la psicología social.

Este desplazamiento es visible en el siguiente epi-sodio. En 1956 aparecen los Estudios de psicologíasocial, un libro en el que Germani reunía una serie deensayos escritos en los últimos diez años. Entre losensayos que dan cuerpo al libro figura precisamenteel prólogo que Germani escribió para la edición de lamencionada obra de Erich Fromm. Así, el prólogo es-crito inicialmente para la edición de un libro publica-do en una colección de sociología es ahora un capítulode un libro consagrado a la psicología social.

Ciertamente, el libro apareció en una colecciónmexicana de libros de sociología, los “Cuadernos deSociología” de la “Biblioteca de Ensayos Sociológicos”,dirigida por Lucio Mendieta y Núñez. En tal sentido,esta operación de marcado, podría decirse, neutralizaen cierto modo una rápida adscripción a la psicologíasocial. Con todo, que el tópico del libro era, a fin decuentas, la psicología social, se advierte perfectamen-te no sólo en su título, sino también en otrosparatextos, como el prólogo, escrito por el propioGermani, y los subtítulos que encabezan los ensayos.

Así, los tres primeros parágrafos del prólogo comien-

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zan de la siguiente manera: a) “Después del auge quecobró a fines del siglo pasado y comienzos del actualen Europa –particularmente en Francia e Italia– laPsicología social sufrió cierto retroceso”. b) “Pero, ladesaparición de esta disciplina debía ser sólo tempo-ral”. c) “Este resurgimiento de la psicología social esfácilmente explicable”. Como puede apreciarse, en to-dos los casos, la psicología social es el sujeto de lospredicados contenidos en cada una de las aserciones.En el último parágrafo del prólogo Germani refuerzatodavía más esta identidad al declarar lo siguiente:“Deseamos expresar públicamente nuestro agradeci-miento al Dr. Lucio Mendieta y Núñez, que ha queridoincluir estas modestas contribuciones a la psicologíasocial en su prestigiosa Biblioteca de Ensayos Socio-lógicos” (Las cursivas son mías).

Finalmente, los paratextos de los subtítulos. Laprimera parte del libro fue titulada “Psicología socialpara una época de crisis”, mientras que la segundallevó el título de “Contribución a la psicología socialde hoy”. Germani incluyó el texto del prólogo a El mie-do a la libertad, de Fromm, en la segunda parte dellibro, y decidió marcarlo con el siguiente título: “Lascondiciones subjetivas de la libertad”.

En suma, el cambio de soporte paratextual del tex-to-prólogo ha afectado no solamente la identidad deeste último; también, y por transición, la identidaddel libro mismo de Fromm. De aquí en adelante, enefecto, este último constituye uno de los capítulos másimportantes de ese “resurgimiento de la psicología so-cial” referido por Germani como nota introductoria asus Estudios de psicología social.

En cierto modo, todo esto puede resultar sorpren-dente si reparamos que los Estudios de psicología so-cial aparecieron el mismo año en que, a instancias delpropio Germani, la sociología acariciaba la posibili-dad de adquirir el rango de una disciplina. En 1956,

Psicologíasocial

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en efecto, Germani creaba el Departamento de Socio-logía y al año siguiente la carrera homónima. Asimis-mo, en 1956 Germani publicaba La sociología científi-ca. Apuntes para su investigación, algo así como la cartade presentación teórica y metodológica de la nuevadisciplina. No obstante, la sorpresa se atenúa si serecuerda que en 1956, Jaime Bernstein, fundador,junto a Enrique Butelman, de la editorial Paidós, asu-mía la dirección de la carrera de Psicología en Rosa-rio, la primera en nuestro medio, y que, al año si-guiente, Enrique Butelman, que se desempeñaba en-tonces como profesor de Psicología en el Departamen-to de Sociología, sucedía a Marcos Victoria en la di-rección de la carrera de Psicología de la Universidadde Buenos Aires. Es posible sugerir entonces que ese“nuevo público” figurara como uno de los destinata-rios inmediatos del libro.

Con todo, y como se verá de inmediato, la creaciónde la Carrera de Sociología comienza a afectar la iden-tidad del texto de Fromm. En efecto, a partir de esemomento, la obra editada por Germani comienza aexperimentar, in crescendo, y a través de nuevas for-mas de impresión, una desplazamiento de sentido casiinverso: de un texto de psicología social, El miedo a lalibertad llegará a convertirse en un “libro de texto” deintroducción a la sociología.

El primer movimiento en esta dirección se inicia enocasión de la tercera edición del libro de Fromm en1957. En efecto, la misma viene precedida por la ins-cripción, en la primera página del libro, del siguienteparatexto: “Versión y presentación de la edición caste-llana, [por] Gino Germani, Director del Instituto de So-ciología de la Universidad de Buenos Aires”. (Las cur-sivas son mías). Se ha producido aquí, podríamos de-cir, un cambio significativo en la condición delenunciador: además de editor y traductor, quien pu-blica es ahora también director de una nueva discipli-

Carrerade Socio-logía UBA

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na. La innovación de la identidad del enunciador ope-rada por el paratexto afecta, por transición, la identi-dad del texto dado a publicidad: coloca a este últimoen el contexto de las preocupaciones y problemáticasde una disciplina recientemente creada.

Segundo movimiento. En 1961 aparece la quintaedición del libro de Fromm. Pero, para esa fecha,Germani comienza a compartir la colección con Enri-que Butelman. No sólo eso. El nombre mismo de lacolección, hasta ese momento “Ciencia y Sociedad”,es modificado por el más explícito, en términos disci-plinarios, de “Biblioteca de Psicología Social y Sociolo-gía”. Esta última operación paratextual es importantepor varias razones.

En primer lugar, termina por sellar la identidad “dis-ciplinaria” del libro. Así, y aún cuando pueda recono-cerse una línea de continuidad ideológico-política en-tre los materiales editados en una y otra colección,(en rigor de verdad, los títulos editados en “Ciencia ySociedad” aparecerían al poco tiempo en la “Bibliotecade Psicología Social y Sociología”) el nuevo título de lacolección permite advertir la presencia de un nuevoprograma en el que los textos habrían de inscribirse.En efecto, y a diferencia de la colección “Ciencia ySociedad”, la mención explícita, en el nuevo título, deesas dos disciplinas, pareciera expresar la direcciónde un compromiso esta vez más específico con deter-minados saberes.

En segundo lugar, la inscripción explícita del tér-mino “sociología” amplifica la adscripción disciplina-ria del libro: ya no estamos solamente ante un librode psicología social sino también de sociología. La re-ferencia al campo de la sociología como una marcaidentitaria posible, vuelve a recuperar, podría decirse,la importancia que había tenido en ocasión de la pri-mera edición. Finalmente, el término “biblioteca”, ade-más de reforzar el carácter disciplinario del texto en

Adscrip-ción disci-plinaria

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cuestión, sugiere la idea de la existencia de un canonde la disciplina, es decir, de un conjunto de textos dereferencia obligada para los practicantes de ambasdisciplinas. Así, al igual que el resto de los libros queintegran el catálogo, El miedo a la libertad deviene asíel ejemplar de un género más vasto, el de la Bibliotecade Psicología Social y Sociología.

Tercer movimiento. Esta operación de canonizaciónpuede advertirse igualmente en el siguiente episodio.En 1961 apareció la célebre antología De la sociedadtradicional a la sociedad de masas, preparada espe-cialmente por Gino Germani y Jorge Graciarena comomaterial bibliográfico para el curso de “Introducción ala Sociología” del Departamento homónimo. En su pre-facio, los editores recomendaban como lectura obliga-toria los libros de Ralph Linton, Cultura y personali-dad, El carácter femenino, de Viola Kleim y El miedo ala libertad, de Erich Fromm. Los dos últimos, como serecordará, habían aparecido en la colección deGermani. Sobre el último de ellos, los editores aña-dían el siguiente comentario: “un libro excelente quecomplementa de manera general casi todo el programa”.(Las cursivas son mías). “[...]complementa de manerageneral casi todo el programa”. Así, la operación demarcado consagra al libro de Fromm como un libro detexto (textbook) de la nueva disciplina. La antologíafue reeditada en 1964 sin modificaciones.

Finalmente, en 1966 Germani edita en la “Bibliote-ca de Psicología Social y Sociología” los Estudios sobresociología y psicología social. El libro reunía trabajosrecientes y todos aquellos que habían sido publica-dos, diez años antes, en Estudios de psicología social,entre ellos, el prólogo escrito a propósito de la obra deFromm. Sólo que esta vez dichos textos eran editadosbajo un título ligeramente diferente. Más que diferen-te, el nuevo paratexto opera un desplazamiento de laimportancia disciplinaria. La disciplina que ahora fi-

Canoni-zación

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gura en primer término es la sociología contra la pre-eminencia que tenía antes la psicología social. Estaoperación de desplazamiento aparece reforzada por lacubierta del libro, que se abre con la siguiente decla-ración: “Reúne esta obra una serie de brillantes tra-bajos de uno de los más eminentes sociólogos de Amé-rica Latina”. (Las cursivas son mías) En cualquier caso,este último episodio puede ser definido como el últimocapítulo que sella la consagración del libro de Frommcomo un texto de sociología.

El recorrido muestra, en suma, el modo en que, araíz de las diferentes formas de difusión y circulaciónde que fue objeto, la obra Fromm experimentó impor-tantes cambios en los significados asociados con ella.Así, en un primer momento, el libro apareció comoofreciendo una respuesta a los problemas abiertos porla crisis de la sociedad contemporánea y la amenazadel totalitarismo; más tarde fue entronizado como unclásico de una nueva y renovada “psicología social”hasta que, finalmente, devino un libro de texto de unaintroducción a la sociología.

Con todo, difícilmente podría decirse que la psico-logía perdió su lugar como marca de identidad del tex-to, entre otras cosas porque la última estación edito-rial de aquel prólogo fue la “Biblioteca de PsicologíaSocial y Sociología”. Por lo demás, en la “Advertencia”a la edición de los Estudios de sociología y psicologíasocial, Germani afirmaba explícitamente que [...]”unalínea central que inspira estos trabajos [es] la nociónde la unidad esencial de las ciencias sociales, y de lainevitable complementariedad de la sociología y de lapsicología, entre otras disciplinas del hombre”. Másque de desplazamiento, en rigor, lo que ha ocurrido esla canonización del libro de Fromm como un texto dereferencia de la sociología y de la psicología social. Enrealidad, lo que se ha modificado en virtud de esa ope-ración es la identidad misma de ambas disciplinas:

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más que constituir disciplinas autónomas, con fron-teras fijas y claramente discernibles, ambas aparecencomo “complementarias”, ligadas a un mismo sueloepistemológico. Lo que esta historia de los paratextosdeja entrever entonces es el modo en que, en la Argen-tina, la sociología nació estrechamente asociada conla psicología social, al menos en el proyecto editorialde Germani. Es precisamente eso lo que parecía suge-rir desde un comienzo la conjunción de ambas en eltítulo mismo de la colección: el hecho de que se trata-ba, a la vez, de campos distintos pero a fin de cuentaspróximos, familiares. A este respecto, la realización,en 1964, de un coloquio sobre las relaciones entre psi-cología y sociología organizado por el Instituto de De-sarrollo Económico y Social (IDES) puede ser tomadocomo un eco de ese proyecto de complementariedaddiseñado por Germani en su “Biblioteca de PsicologíaSocial y Sociología”.20 En tal sentido, una historia aten-ta a los dispositivos paratextuales a través de los cua-les los libros circulan y se dan a leer, puede iluminaralgunos rasgos peculiares de la historia intelectual delas disciplinas en diferentes contextos nacionales yconvertirse así un capítulo indispensable de una ge-nealogía de las disciplinas.

III.

Ciertamente, la transformación de El miedo a la li-bertad en un “libro de texto” de introducción a la so-ciología se vio favorecida por la emergencia de un nuevocontexto intelectual e institucional que remite, por unlado, a la creación de una nueva disciplina, la sociolo-

20 Una crónica del coloquio en Eliseo Verón, “Coloquio sobrelas relaciones entre psicología y sociología” en Revista Latinoame-ricana de Sociología, vol. II, Nº 2, noviembre de 1964.

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gía, y el surgimiento conexo de nuevos roles socialesy, por el otro, a un cambio en la audiencia de la socio-logía.

El establecimiento de una nueva disciplina pone enjuego un interrogante relativo a la identidad, tanto dela disciplina como de sus practicantes. En el universode las ciencias sociales, la elaboración de una tradi-ción intelectual es una respuesta a dicho interrogan-te. Una tradición intelectual proporciona, en efecto,un canon, es decir, un grupo de escritores de referen-cia así como un conjunto de problemas que son juzga-dos como relevantes para la disciplina. La existenciade un canon ofrece un foco simbólico, un lenguajecompartido y distintivo y, de esa manera, alguna cla-se de identidad profesional para sus practicantes. Loslibros de textos cumplen, a este respecto, una funciónde primera importancia. Ofrecen una imagen de laactividad científica en cuestión a través de una re-construcción de la historia de la disciplina que con-siste, básicamente, en referencias a los grandes tex-tos y autores. “Si bien puede no importar para la sus-tancia de una ciencia –señala Alvin Gouldner– quiénfue, de hecho, su ‘padre fundador’, no obstante, lascreencias profesionales compartidas sobre la cuestiónpueden ser importantes para la organización social dela disciplina y las autoimágenes de quienes las ejer-cen. Un ‘padre fundador’ es un símbolo profesional”.21

Así, los libros de textos fundan una tradición, la delos llamados “clásicos” y proveen así a sus practican-tes de un sentido de pertenencia y participación enuna larga tradición.

En la Argentina, a su vez, el nacimiento de la so-ciología como disciplina universitaria coincidió con

21 En Alvin W. Gouldner, “Emile Durkheim y la crítica del socia-lismo” en La sociología actual: renovación y crítica. Alianza, Ma-drid, 1979, pág 347.

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un proceso de ampliación del sistema de enseñanzaque se reflejó en el nacimiento de nuevas disciplinas.Así, además de la carrera de Sociología, fueron crea-das las de Ciencias de la Educación y la de Psicolo-gía. Por lo demás, durante los primeros años de ladécada del sesenta, fue precisamente la facultad quenucleaba las nuevas carreras,22 la de Filosofía y Le-tras, la que registró el mayor número de nuevosinscriptos. En el caso de Sociología, los números re-flejan con elocuencia un ascenso significativo de supoblación estudiantil.23

La emergencia de una audiencia masiva de estu-diantes requiere de profesores entrenados en la difu-sión de los contenidos de la nueva disciplina. Esa ac-tividad de difusión exige una destreza suficiente enlos géneros del comentario y la exposición como paraidentificar y transmitir los problemas que son consi-derados como relevantes para la disciplina. Un librode texto cumple, a este respecto, una función centralen esa actividad de difundir, comentar y exponer algo

22 Entre 1959 y 1964, en efecto, la población de la Facultad deFilosofía y Letras experimenta un incremento de 146% frente a lasfacultades más tradicionales, como Ingeniería o Derecho, que ape-nas aumentan su población, o frente a Medicina, que por esosaños sufre una reducción del 9,1%. Véase, Silvia Sigal, Intelectua-les y poder en la década del sesenta, Puntosur, Buenos Aires, 1991,págs 86-87.

23 Eliseo Verón, Imperialismo, lucha de clases y conocimiento.(Veinticinco años de sociología en la Argentina), Tiempo contempo-ráneo, Buenos Aires, 1974. La evolución de los nuevos inscriptosen el Departamento de Sociología de la Universidad de BuenosAires es la siguiente: 1960: 483; 1961: 487; 1962: 420; 1963: 349;1964: 319; 1965: 483; 1966: 533; 1967: 365; 1968: 510; 1969:419. Norberto Rodríguez Bustamente, “La sociologie dans l’Amérique Latine contemporaine: l’expérience de l’Argentine”, RevueInternational de Siences Sociales, vol. XXXI, Nº1, 1979, citado enSilvia Sigal, op. cit., pág. 87.

Las nuevasdisciplinas

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nuevo: “reduce la complejidad”, para decirlo en los tér-minos de la teoría de sistemas, es decir, opera comoun símbolo condensador de aquello que interesa a lospracticantes de la disciplina.

Ahora bien, aún cuando el examen de las condi-ciones brevemente reseñadas puede contribuir a ex-plicar la necesidad misma de los libros de textos, elmismo no resulta suficiente para explicar la elecciónde Germani por el libro de Fromm, un libro, por lodemás, que en sí mismo no fue de ningún modo con-cebido como un libro de texto. Ciertamente, podríaargumentarse que la elección de Germani obedeció ala falta de literatura sociológica disponible en espa-ñol durante esos años, y en especial, a la escasez de“libros de texto”. La evidencia histórica disponible de-bilita, sin embargo, la plausibilidad de dicho argu-mento.

Veamos en primer lugar lo relativo a los “libros detexto”. En 1942, la colección “Biblioteca de Sociolo-gía”, de la editorial Losada, dirigida por FranciscoAyala, editó el Manual de Sociología, de MorrisGinsberg; cinco años más tarde, el mismo Ayala pu-blicó en Losada los tres gruesos y macizos volúmenesde su Tratado de sociología y en 1952 la editorialAguilar, de Madrid, editó su Introducción a las cienciasSociales. Tres años más tarde, esta última editorialpublicó la Sociología, de W. F. Ogburn y M. F. Nimkoff.A su vez, en 1945 el Fondo de Cultura Económica edi-tó los dos volúmenes de la Historia del pensamientosocial, de Howard Becker y Harry E. Barnes, quizáuno de los libros “clásicos” en lo que al género de li-bros de textos se refiere, y, en 1961, La teoría socioló-gica. Su naturaleza y desarrollo, de Nicholas Timasheff.El mismo Germani editó en 1956 en su colección So-ciología. La ciencia de la sociedad, de Jay Rumney yJoseph Maier y, en 1958, la colección “El hombre, lasociedad y la historia”, de la editorial Galatea/

El desarro-llo social

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NuevaVisión, dirigida por León Duvjone, editó Los fun-dadores franceses de la sociología contemporánea:Saint-Simon y Proudhon, de George Gurvicht y, al añosiguiente, del mismo autor, Tres capítulos de la histo-ria de la sociología: Comte, Marx y Spencer. Pocos añosmás tarde, en 1962, aparece el Tratado de Sociología,dirigido también por Gurvicht y editado por la “Colec-ción Universitaria. Serie Filosofía y Ciencias Sociales”de la editorial Kapeluz.

En lo que respecta a la literatura sociológica propia-mente dicha, la colección de Ayala antes mencionadaeditó, además del citado manual de Ginsberg, Las for-mas de la sociabilidad, de George Gurvitch, en 1941, y,del mismo autor, Las tendencias actuales de la filosofíaalemana, en 1944; en el mismo año, La sociología, cien-cia de la realidad. Fundamentación lógica del sistemade la sociología, de Hans Freyer y, Comunidad. Estudiosociológico, de R.M. MacIver. Finalmente, en 1947 Ayalaeditó Comunidad y sociedad, de Ferdinand Tönnies.Aunque algunos de los textos editados por Ayala nosparezcan hoy algo pasados de moda, difícilmente po-dría subestimarse el carácter verdaderamente renova-dor, al menos para la época, de su programa de publi-caciones sociológicas. En efecto, Hans Freyer era porentonces uno de los sociólogos más representativos dela cultura alemana y George Gurvitch, que había reno-vado significativamente la sociología francesa a partirde los aportes de la fenomenología alemana, era una delas figuras dominante de la sociología francesa.24 RobertM. MacIver, a su vez, se contaba entre los autores másrepresentativos de la sociología americana, y especial-

24 Véase para esto, Francis Farrugia, La reconstruction de lasociologie francaise (1945-1965). L’ Harmattan, Paris, 2000 y AlainDrouard, “Reflexions sur une chronologie: le devéloppement dessciences sociales en France de 1945 á la fin des années soixante”,en Revue Francaise de Sociologie, XXIII, 1982, págs. 55-85.

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mente, de una de las orientaciones dominantes, comolos estudios de comunidades.25

Pero además, y fundamentalmente en virtud de laextraordinaria labor del Fondo de Cultura Económica,los grandes textos de lo que hoy solemos identificar comola gran tradición sociológica se hallaban por entoncesdisponibles en castellano.26 Así, en 1942 el Fondo deCultura Económica editó de Max Weber la Historia eco-nómica general y, dos años más tarde, Economía y so-ciedad, una edición, esta última, que se anticipó enmuchos años a las ediciones italiana, norteamericanay francesa.27 El Fondo editó igualmente las obras más

25 Aunque de origen británico, R.M. MacIver escribió sus textosde madurez en Estados Unidos donde vivió desde 1915 hasta sumuerte en 1970. No obstante, el texto publicado por Ayala, Comu-nidad. Estudio sociológico, uno de los clásicos menores de la so-ciología del siglo XX, se inscribe en el contexto de la discusión enInglaterra relativa a la distinción entre el Estado y la sociedad comodos esferas diferenciadas y la necesidad de emancipar la sociolo-gía de la filosofía política. Esta tesitura fue defendida por MacIvercomo por el principal sociólogo británico de la época, L.T. Hobhouse.Para esto, véase Stefan Collini, “Sociology and Idealism in Britain1880-1920” en Archives Européennes de Sociologie, vol. XIX, 1978.

26 En su autobiografía, José Luis De Imaz cuenta una anécdotaque ilustra la importancia que por entonces revestía la editorialdel Fondo de Cultura Económica en la formación de un aspirantea sociólogo. De Imaz recuerda que hacia fines de 1955 se entrevis-tó con Germani con la intención de transmitirle su propósito deestudiar sociología. Cuando este último le preguntó qué era lo quesabía o había leído, De Imaz confiesa lo siguiente: “Le contesté que‘todo’ el Fondo de Cultura Económica. Es decir, la colección deCiencias Sociales que había publicado el Fondo. Era una manerade simplificar, por supuesto, pero también una definición”. En JoséLuis de Imaz, Promediando los cuarenta, Buenos Aires, Sudameri-cana, 1977, pág. 125.

27 En efecto, la primera versión integral de Economía y Socie-dad en lengua extranjera es la editada por el Fondo de CulturaEconómica; la primera edición italiana es de 1962, la inglesa de

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importantes de Karl Mannheim, uno de los sociólogosmás representativos de la época (Ideología y Utopía, Li-bertad y planificación y Diagnóstico de nuestro tiempo,en 1941, 1942 y 1944, respectivamente) y en 1942, losPrincipios de Sociología, de Ferdinand Tönnies.

Asimismo, las traducciones –realizadas por edito-riales españolas– de las obras de Emile Durkheim da-tan de fines de la década del ‘20. Así, y con excepciónde Las formas elementales de la vida religiosa, haciala década del ‘30 las obras más importantes deDurkheim habían sido traducidas al español. En or-den sucesivo, Las reglas del método sociológico, Ma-drid, D. Jorro, 1912; La división del trabajo social,Madrid, D. Jorro, 1928; El suicidio: estudio sociológi-co, Madrid, Reus, 1928, El socialismo, Barcelona,Apolo, 1931 y Educación y sociología, Espasa-Calpe,1934. A su vez, en 1947, la “Biblioteca Pedagógica” dela editorial Losada, editó La educación moral y en 1951la editorial Guillermo Kraft Sociología y filosofía. Fi-nalmente, la editorial de la Revista de Occidente editóde George Simmel, Filosofía de la coquetería, en 1924,los seis tomos de su Sociología, tres años después, yCultura femenina, en 1934.

En resumen, aunque ciertamente no muy numero-sa, la literatura sociológica disponible en españolmuestra que las posibilidades de elección de Germanino eran tan estrechas como a primera vista pudierapensarse. Por tal motivo, la explicación de la inclina-ción de Germani por la obra de Fromm como “libro detexto” de una introducción a la sociología parecieraexigir la necesidad de contemplar razones diferentes alas de un supuesto páramo bibliográfico.

1968 y en francés aparece solo la primera parte en 1971. Véase,Monique Hirschhorn, Max Weber et la sociologie francaise.L´Harmattan, Paris, 1988.

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IV.

Independientemente de la respuesta puntual a esteúltimo interrogante, el episodio narrado ilumina enprincipio un aspecto poco conocido de la trayectoriaintelectual de Germani, a saber, su relativa familiari-dad con la tradición de la Escuela de Frankfurt y laimportancia de esta última en el contexto de sus pre-ocupaciones intelectuales. Asimismo, revela lacentralidad de la obra de Fromm en los materiales conque se enseñaba la sociología durante esos años, a talpunto que, poco después, en ocasión del coloquio re-lativo a las relaciones entre sociología y psicología co-mentado anteriormente, dos miembros del Departa-mento de Sociología, Silvia Sigal y Eliseo Verón, con-sagrarían un ensayo crítico a la psicología social deFromm.28 En tal sentido, el episodio narrado modificasensiblemente nuestra visión corriente de los textosformativos de la sociología argentina del período, y muyespecialmente, de la formación intelectual de Germani.

En efecto, en la literatura relativa a la trayectoriade Germani como a la sociología de esos años apenasse menciona el nombre de Erich Fromm y mucho me-nos el de aquellos otros autores que formaron partedel catálogo de las colecciones que Germani tuvo a sucargo.29 Todavía más. Cuando el nombre de Fromm

28 Silvia Sigal y Eliseo Verón, “Relaciones entre psicología y so-ciología: un análisis sistemático” en Revista Latinoamericana deSociología, vol. 2, Nº 7, 1965.

29 Juan F. Marsal, La sociología en Argentina. Fabril Editora,Buenos Aires, 1963; Eliseo Verón, Imperialismo, lucha de clases yconocimiento. Veinticinco años de sociología en Argentina. TiempoContemporáneo, Buenos Aires, 1974; Francisco Delich, Crítica yautocrítica de la razón extraviada. Veinticinco años de sociología.El Cid Editor, Venezuela, 1977; Torcuato Di Tella, “La sociologíaargentina en una perspectiva de veinte años”, Desarrollo Económi-

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aparece referido, en ningún caso se menciona su pa-sado frankfurtiano. ¿Por qué?

Toda escuela de pensamiento o movimiento intelec-tual tiene sus “mitos de origen”. Los “mitos de origen”no están animados, al menos en las ciencias sociales,por la voluntad de una reconstrucción históricamenteexacta, sino que son parte de un proceso consistenteen legitimar preferencias contemporáneas a través deun pasado honorable. Así, la mayoría de los estudiosconsagrados a la historia de la Escuela de Frankfurtsubestimó, hasta años muy recientes, la importanciade Erich Fromm en el temprano desarrollo de la teoríacrítica.30 Escrita en su mayor parte por sus partidarioscontemporáneos, dicha historiografía excluyó el nom-bre de Fromm del canon original reemplazándolo porlos de Herbert Marcuse y Theodor Adorno. Más tardeganó preeminencia Walter Benjamin, un miembro, bienlo sabemos, muy marginal al círculo íntimo de MaxHorkheimer. La exclusión de Fromm se vió favorecidapor la ruptura de este último con el Instituto hacia fi-nes de los años ‘30 a la vez que por las ásperas críticasde Adorno y Marcuse a la “revisión” del psicoanálisisensayada por Fromm, que ganaron gran popularidaden la audiencia de la Nueva Izquierda.31 De tal maneraque la operación de exclusión de Fromm terminó por

co, vol. 20, Nº 79, octubre-noviembre de 1980; Enno Liedke Filho,“Sociologia e sociedade Brasil e Argentina (1954-1984)”, Cuader-nos de Sociologia, Nº 2, maio de 1990, Porto Alegre, Brasil; Federi-co Neiburg, Los intelectuales y la invención del peronismo. Alianza,Buenos Aires, 1998.

30 Véase, Neil McLaughlin, “Origin Myths in the Social Sciences:Fromm, the Frankfurt School and the Emergence of Critical Theory”en Canadian Journal of Sociology, vol. 24, Issue 1, Winter 1999,págs 109-139.

31 Theodor Adorno, “La revisión del psicoanálisis” en MaxHorkheimer y Theodor Adorno, Sociológica. Madrid, Taurus, 1979.

Mitosde origen

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aislar a este último no solamente de la Escuela deFrankfurt sino también, y por añadidura, del marxis-mo, de la sociología radical y de la cultura intelectualde izquierda en general que gravitó durante las déca-das del ‘40, ‘50 y los comienzos de la del ‘60.32

En la Argentina, la sociología también tiene sus “mi-tos de origen”, pero por partida doble. En efecto, en lasreconstrucciones de la historia de la disciplina y, espe-cialmente de la figura de Gino Germani, es posible re-conocer la presencia de dos mitos de origen, positivo, eluno, negativo el otro. Ambos, sin embargo, compartenun mismo rasgo: el de vincular la figura y la trayectoriade Germani con los grandes nombres de la sociología.El mito positivo remite a los nombres de EmileDurkheim, Max Weber, Wilfredo Pareto, Talcott Parsonsy Robert Merton. El negativo, en cambio, restringe di-cha lista a los nombres de Parsons y Merton, que en losaños sesenta y setenta se convirtieron en el blanco pre-dilecto de la crítica de la sociología radical. En amboscasos se trata de los nombres que integran el canon dela sociología, aunque con valoraciones absolutamentecontrastantes. En el primer caso, se intenta legitimarla preferencia por la sociología de Germani asociándolacon los nombres ilustres de la “gran tradición”. En el

Aparecida en alemán en 1964, la primera versión del texto, sinembargo, proviene de una conferencia dictada por el autor en 1946en los Angeles y titulada “Social Science and SociologicalTendencies in Psychoanalysis”, cf. Martin Jay, op. cit., cap. III. Mástarde, Adorno volvió sobre el tema en dos entregas a la New LeftReview con el título de “Sociology and Psychology”, I y II, en 1967y 1968 respectivamente. Las críticas de Herbert Marcuse en “Crí-tica del revisionismo neofreudiano”, un capítulo de su influyenteEros y civilización, Barcelona, Planeta– Agostini, 1985, aparecidooriginariamente en dos entregas a la revista Dissent con el títulode “The Social implications of Freudian revisionism” y “A reply toErich Fromm” en 1955 y 1956 respectivamente.

32 Neil McLaughlin, op.cit., pág. 124.

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segundo, la preferencia es muy distinta a aquella quese examina y, en consecuencia, se busca deslegitimaresta última vinculándola con una “escuela de sociolo-gía”, la del estructural-funcionalismo, contra la cualdebía afirmarse las nuevas preferencias, entre ellas, ladel marxismo o las de una sociología radical. Un “mitode origen” sobre otro “mito de origen”: en cierto modo,la trayectoria intelectual de Germani quedó como en-cerrada en el pliegue de ambos.

Ciertamente, las apreciaciones contenidas en los“mitos de origen” relativos a la figura de Germani noson del todo inexactas. La sociología norteamericana,en efecto, y fundamentalmente la originada en la lla-mada Escuela de Chicago, fue una referencia cons-tante en sus escritos tempranos.33 Más tarde, esasreferencias incluirían las innovaciones más recientesde la sociología norteamericana de posguerra, y enespecial, las provenientes de la escuela del estructu-ral-funcionalismo.34 No obstante, la presencia de es-tas últimas, hay que reconocerlo, convive, al menosen los propios textos de Germani, con referencias a

33 Alejandro Blanco, “Los proyectos editoriales de Gino Germaniy los orígenes intelectuales de la sociología en la Argentina”, Mimeo,Tesis de maestría, Universidad Nacional de San Martín, 2001.

34 Algo que puede apreciarse, en principio, en el plan de publi-caciones del Departamento de Sociología. Así, el primer númerode la serie de los Cuadernos del Boletín del Instituto de Sociologíasería inaugurado en 1957 por La teoría de la acción, un ensayocolectivo firmado por un grupo de destacados sociólogos, psicólo-gos y antropólogos norteamericanos entre los que se contaron T.Parsons, E. Shils, G. Allport, C. Kluckhohn y W.J.H. Sprott. En lamisma colección aparecerían más tarde Teoría sociológica e inves-tigación empírica, de R. Merton; Diferenciación de roles en peque-ños grupos, de R. Merton, Ph. Slater y M. Zelditch; Estratificaciónsocial, de T. Parsons, R. Kornhauser, y S. M. Lipset y R. Bendix; yProblemas metodológicos del funcionalismo en ciencias sociales, deI. L. Horowitz. R. Merton y E. Nagel, entre otros.

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las obras de Ralf Dahrendorf y Lewis Coser, dos de loscríticos más prominentes del funcionalismo,35 como ala de George H. Mead, que en ese momento se consti-tuyó en la fuente de inspiración de una tradición so-ciológica crítica de la “ortodoxia” parsoniana, como ladel interaccionismo simbólico.36 Esto último revela,en todo caso, el carácter marcadamente heterodoxode la recepción del estructural-funcionalismo socioló-gico en los escritos de Germani.37

35 En efecto, y contra la centralidad de las nociones de integra-ción y equilibrio en la teoría parsoniana, tanto Dahrendorf (desdeMarx) como Coser (a partir de Simmel) revalorizaron el conflictocomo dimensión estructurante de la vida social. La crítica de RalfDahrendorf al funcionalismo fue expuesta por el autor en “Másallá de la utopía. Para una nueva orientación del análisis socioló-gico”, aparecido originariamente en el American Journal of Sociologyen 1957 e incluido posteriormente en Sociedad y Libertad, Ma-drid, Tecnos, 1966 (ed. orig. en alemán 1961). Lewis Coser saldósus cuentas con Parsons en su ya clásico Las funciones del conflic-to social. México, F.C.E., 1961 (ed. orig. 1956). Dejo de lado el tra-tamiento de la opinión, no muy extendida sin embargo, según lacual, las aproximaciones al problema del conflicto de ambos auto-res resultaron, a la postre, más complementarias que alternativasal estructural-funcionalismo. Véase para esto, entre otros, JohnRex, Problemas fundamentales de la teoría sociológica. Buenos Ai-res, Amorrortu, 1985 (de. org. 1961)

36 En 1953 Germani editó en la colección de Paidós la obra quizámás célebre de George H. Mead, Espíritu, persona y sociedad. Laedición, de todos modos, había sido programada para 1947, y apa-recería en la colección que por entonces dirigía Germani en la edito-rial Abril, según consta en los archivos de la misma. Una evalua-ción reciente de la obra de Mead en el contexto de la sociología nor-teamericana puede hallarse en Jeffrey Alexander, Las teorías socio-lógicas desde la Segunda Guerra Mundial. Barcelona, Gedisa, 1992.

37 He intentado aclarar los términos de esta cuestión en Alejan-dro Blanco, “Política, modernización y desarrollo: la recepción deTalcott Parsons en la obra de Gino Germani”, Sociedad hoy. Revis-ta de Ciencias Sociales, Departamento de Sociología, Facultad deCiencias Sociales, Universidad de Concepción, Chile (En prensa).

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De cualquier manera, el trayecto recorrido por elensayo de Fromm nos ha mostrado que la norteameri-cana no fue la única –ni siquiera la más importante–de las tradiciones de pensamiento que dieron forma ala imaginación sociológica en la Argentina. En todocaso, la evidencia histórica revela la importancia quetuvieron esos textos hoy considerados menores, en elmejor de los casos, o del todo al margen del canon dela tradición sociológica. En tal sentido, el episodio per-mite extraer algunas conclusiones programáticas re-lativas a una historia de las ciencias sociales en gene-ral y de la sociología en particular.

En primer lugar, el episodio sugiere la necesidadde ampliar la fuente de los materiales escogidos, loque implica incluir no solamente los textos publica-dos de los autores que se ha decidido examinar sinotambién las fuentes menos formalizadas, tales comocuadernos de notas, revistas científicas, correspon-dencia, autobiografías, biografías, escritos políticos,entre otros. En suma, se trataría de centrar la investi-gación no exclusivamente en los textos más represen-tativos, como ha sido habitual, sino también en aque-llos textos menores, tales como prólogos, artículos,cubiertas, etcétera.

Por cierto, es probable que una historia dispuestaa explorar este último tipo de fuentes nos devuelva, ala postre, una imagen bastante distinta a la imagenconvencional, ya no asociada exclusivamente con losnombres de Weber, de Durkheim o de Parsons, sinotambién con esos autores “menores” como ErichFromm, Viola Kleim, Karen Horney, Harold Laski oWalter Hollistcher. Quizá sea ésta una genealogía des-lucida a la luz de nuestros estándares corrientes, peroes, a fin de cuentas, la que revela un examen atentode la biografía intelectual de Germani como de losmateriales con que se enseñó la sociología durante elperíodo. Es comprensible, claro está, que, a la hora

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de encarar una historia de la sociología pasemos poralto aquellos nombres, pues, nuevamente, ellos nosdicen poco a la luz de nuestra autocomprensión con-temporánea de la disciplina. Por lo demás, resultainfrecuente hallar esos nombres en los índicesonomásticos de los manuales de sociología más co-rrientes, razón por la cual nos inclinamos natural-mente por aquellos nombres con que los libros detextos nos han familiarizado y que nos hemos acos-tumbrado a identificar como la “gran tradición” de lasociología. Pero si adoptamos esa vía corremos el ries-go de escribir una “mitología” antes que una auténti-ca historia de la sociología.

De esto último se desprende una segunda conclu-sión programática, a saber, la de evitar transferir in-debidamente al pasado nuestra visión actual de ladisciplina asociada con determinados problemas eidentificada con determinados nombres. Puesto que,a la luz de nuestros estándares actuales, tanto el li-bro de Fromm como el resto de los materiales edita-dos por Germani no resultan fácilmente inteligibles.¿Cómo asimilar, en efecto, los nombres de ErichFromm, Harold Laski, Guido de Ruggiero, WalterHollistcher o Franz Neumann, por ejemplo, a nues-tras preocupaciones corrientes sobre la práctica dela disciplina?

En tal sentido, una tercera conclusión programáticasugiere la necesidad de sustraer la inteligibilidad dela trayectoria y obra de Germani del cuadro de unahistoria teleológica de la sociología regido por la hipó-tesis del “padre fundador” de la sociología científica.Por cierto, no es que Germani fuera ajeno a la preocu-pación relativa al perfil teórico y metodológico de lasociología como disciplina. A esta problemática, bienlo sabemos, consagraría un buen número de ensayosque más tarde reuniría en un libro titulado precisa-mente La sociología científica: apuntes para su

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fundamentación. El problema estriba en que muchasveces un compromiso acrítico con una perspectiva deesa naturaleza nos empuja a interpretar como una to-talidad significante muchos elementos que son osten-siblemente heterogéneos. ¿Cómo inscribir, en efecto,los nombres de Fromm, Laski, De Ruggiero, Hollistchery Franz Neuman, por ejemplo, en el proyecto de unasociología científica? En el contexto de esa historiateleológica existen dos respuestas posibles: o bienomitimos una consideración de la literatura editadapor Germani puesto que no hallamos en ella ningúnelemento familiar a nuestra imagen de la sociologíacientífica, o bien procuramos asimilarla identificando“anticipaciones” o “prefiguraciones” de lo que más tardeGermani definiría como “sociología científica”, identi-ficación que un cuidadoso examen histórico muy pro-bablemente no autorizaría. El riesgo, una vez más,consiste en terminar escribiendo no la historia de lasideas sociológicas sino su mitología.

Resumen

Desde mediados de la década del ´40 en adelanteGino Germani desarrolló en la Argentina una activatarea editorial. Dirigió dos colecciones de libros, “Cien-cia y Sociedad” y “Biblioteca de Psicología Social ySociología”, en las editoriales Abril y Paidós respecti-vamente. De esa extensa actividad editorial, este tra-bajo examina un episodio en particular, relativo a laedición y sucesivas reediciones de El miedo a la liber-tad, de Erich Fromm. A través de un análisis del dis-positivo paratextual que presidió cada una de las edi-ciones del libro de Fromm, el trabajo intenta mostrarlos cambios de significado que experimentó como con-secuencia de las diferentes formas de difusión y cir-culación de que fue objeto hasta su definitiva conver-

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sión en un “libro de texto” de enseñanza de la sociolo-gía. A la luz de esto último, el trabajo sugiere algunasconclusiones programáticas relativas a una historiaintelectual de la sociología en la Argentina.

Palabras clave

edición - dispositivo paratextual - recepción -sociología - historia intelectual

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Acerca de la naturaleza de las “nuevas amenazas”no convencionales a la paz y la seguridad.Las resoluciones de la ONU, la OEA y el TIARfrente al ataque del 11 de septiembre de 2001

Germán Montenegro *

Introducción

El ataque terrorista del 11de septiembre de 2001 con-tra objetivos localizados en elterritorio continental de losEstados Unidos colocó en eltope de las preocupaciones deseguridad del mismo, asícomo en el centro de la agen-da de seguridad de las prin-cipales organizaciones inter-nacionales, a la cuestión delterrorismo internacional. Es-te acontecimiento pone demanifiesto de manera contun-dente que la comunidad in-ternacional se enfrenta a unnuevo desafío de seguridadprotagonizado por fenómenosno convencionales –de cuñono estatal, perfil no militar ydesarrollo transnacional– delos cuales el terrorismo esuna manifestación, que tie-

nen parámetros de funciona-miento y organización abso-lutamente diferentes a aque-llos desafíos que tradicional-mente amenazaron la paz y laseguridad internacional y quegiraban en torno a competen-cias por el dominio estratégi-co y diferendos limítrofes endonde el empleo efectivo odisuasivo del instrumento mi-litar desempeñaban un rolcentral.

El presente documento efec-túa una aproximación intro-ductoria al nuevo escenario deseguridad internacional y a laemergencia de nuevas formasde violencia, con énfasis parti-cular en materia de terrorismointernacional y centralmentedescribe las resoluciones queemitieron los organismos in-ternacionales más importantesa nivel global y regional lati-

* Investigador del Programa de Investigación Fuerzas Armadas y Socie-dad (PIFAS), Universidad Nacional de Quilmes.

NOTAS DE INVESTIGACIÓN

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noamericano en materia de se-guridad: la Organización de lasNaciones Unidas (ONU), la Or-ganización de Estados Ameri-canos (OEA) y el Tratado Inte-ramericano de Asistencia Re-cíproca (TIAR), a los efectos deencuadrar las respuestas queestá protagonizando la comu-nidad internacional. Se tratade un aporte que contribuye alesfuerzo político e intelectualdirigido a definir la naturalezade estos hechos y consecuen-temente a orientar el compro-miso y el despliegue institu-cional y legal del aparato delEstado Nacional para enfren-tar adecuadamente estas nue-vas amenazas.

Nuevas formas de violenciatransnacional

Por lo menos durante eltranscurso de los últimos vein-te años, en un marco signadobásicamente por la desac-tivación de la confrontaciónEste / Oeste y por la acelera-ción del proceso de globa-lización, reflejado entre otrascosas por la desregulación y elincremento de las interac-ciones económicas y sociales,se ha construido una agenda

de seguridad, que aparte deincluir asuntos tradicionalesligados a las cuestiones de laguerra y la paz entre los Esta-dos incorpora cuestiones noconvencionales que pueden im-plicar también el uso y la ame-naza del uso de la violenciacontra ciudadanos, bienes, ac-tores privados e institucionesgubernamentales en un gradointenso, así como provocar si-tuaciones significativas de in-seguridad pública y tensión in-ternacional.1

En este contexto, bajo ladenominación de “nuevasamenazas” se ha definido alconjunto de riesgos y situacio-nes conflictivas no-tradiciona-les, esto es: no generadas porlos conflictos inter-estatalesderivados de diferendos limí-trofes-territoriales o de compe-tencias por el dominio estra-tégico y que estaban particu-

1 Para un abordaje sobre la cues-tión de la seguridad internacional enel contexto de la globalización, véa-se: Allison, Graham, “The Impact ofGlobalization on National and Inter-national Security”, en Nye S. Josephand Donahue, John D. –Editors–,Governance in a Globalizing World,Washington, Brookings InstitutionPress, 2000, p. 77.

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ACERCA DE LA NATURALEZA DE LAS “NUEVAS AMENAZAS”... 271

larmente sujetas a resoluciónde carácter militar a través delempleo o de la amenaza deempleo de las Fuerzas Arma-das de los países contendien-tes.2 Esto ha dado lugar a uncorolario de cuestiones y asun-tos que conformaron la deno-minada “nueva agenda de se-guridad” en la que despuntan,por lo menos en el ámbito deAmérica Latina problemáticastales como las inmigracionesilegales, el tráfico de droga, elcontrabando de armas y el te-rrorismo internacional.3

Dando cuenta de la incor-poración de nuevas formas ydinámicas de violencia trans-nacional con proyección e in-cidencia tanto en el plano do-méstico como internacional yde la consecuente necesidad dedelimitar conceptualmente un

nuevo escenario de seguridad,un autor ha desarrollado unesquema básico que abarcatres modalidades diferentes deviolencia social que hoy atra-viesan las fronteras interes-tatales: i) la violencia bélicaestatal, ii) el terrorismo y iii) lacriminalidad organizada.

Cada una de estas modali-dades supone específicamenteun objetivo, un tipo de violen-cia particular y sus correspon-dientes formas organizativas.El primer caso tiene por objeti-vo el dominio militar del oponen-te, implica una violencia de tipopolítica y el compromiso de ins-tituciones estatales castrenses.Para el segundo caso, el objeti-vo apunta a infundir terror, su-pone también un tipo de vio-lencia política y en ella estáncomprometidos grupos terroris-tas no estatales. Finalmente,en el tercer caso, el objetivo setrata de obtener un beneficioeconómico, implica violencia detipo social y supone la partici-pación de grupos criminales or-ganizados no estatales.4

2 Ernesto López, “Nueva proble-mática de seguridad y nuevas ame-nazas” ponencia presentada en elSeminario Internacional “Brasil e Ar-gentina frente às novas ameaças”,Universidad Estadual de Campinas,Campinas, Brasil, 1 y 2 de agosto de2001.

3 Fernando Bustamante, “La se-guridad hemisférica en los ’90", Nue-va Sociedad, No. 138, Caracas, Ve-nezuela, Editorial Texto, julio-agos-to 1995.

4 Marcelo Fabián Sain, “SeguridadNacional y Terrorismo Internacional”,Pensar / Hacer, Buenos Aires, Nº 3,Diciembre 2001, pp. 75 y 76.

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Se debe enfatizar que lasmodalidades terrorismo y cri-minalidad organizada supo-nen la existencia de actoresque no se comportan sobre labase de razonamientos liga-dos a balances de poder yconsideraciones de corte es-tratégico tradicionales. Esdecir se ha abierto un nuevopanorama en materia de se-guridad marcadamente dife-renciado al modelo tradicio-nal, que reconocía con exclu-sividad la existencia de acto-res estatales en competenciay modos de acción encarrila-dos dentro de pautas diplo-máticas y castrenses. Ambasmodalidades implican tam-bién la existencia de actoresque se vinculan funcio-nalmente, aunque no tenganlos mismos objetivos en últi-ma instancia, conformandodifusas redes de actividadestransnacionales que superane ignoran jurisdicciones esta-tales. Para el caso de Améri-ca Latina, la zona de la deno-minada Triple Frontera –entre

Argentina, Paraguay y Brasil–5, en donde presuntamenteorganizaciones terroristasemplean circuitos de activida-des ilegales, como el contra-bando (para montar redes deapoyo logístico y obtención demedios materiales) o la vin-culación existente entre tra-ficantes de armas, producto-res de drogas y grupos arma-dos insurgentes y paramili-tares en el norte de Sudamé-rica son ejemplos significati-vos en este sentido.

Tradicionalmente los fenó-menos mencionados eran de-finidos y abordados a los efec-tos de su prevención y conju-ración como asuntos quecaían dentro de la órbita es-tricta de los aparatos de se-guridad policiales y judicialesy tampoco eran agendadoscomo asuntos prioritarios deseguridad, tanto en el planointerno como internacional.Sin embargo, la magnitud delos recursos que han logradomovilizar y los efectos políti-cos y sociales, locales e inter-nacionales de vasto alcanceque produce su desarrollo, losha terminado colocando comoproblemáticas en el tope de lasagendas y preocupaciones gu-bernamentales en buena par-

5 Latin America Overview. Pat-terns of Global Terrorism. Office ofthe Coordinator for Counterterro-rism, April 30, 2001.

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te de los países de AméricaLatina.6

De hecho, en la actualidadla agenda de seguridad regio-nal gira predominantementeen torno a fenómenos de estetipo y los asuntos convencio-nales que históricamente ha-bían emergido como las únicasamenazas a la paz y la seguri-dad en América Latina –talescomo los diferendos limítrofesy las competencias por el do-minio estratégico– parecen ha-ber entrado en un cono desombra a la luz de los proce-sos de expansión de la demo-cracia y de incremento de lasrelaciones económicas intra-regionales. Una serie de acon-tecimientos han dado cuentade esta situación en algunospaíses de la región a lo largode la década de los 90. En Bra-sil durante el año 1994 el go-bierno de la ciudad de Río deJaneiro solicitó una interven-ción militar en algunas de lasmás importantes favelas de laciudad (Operación Río) debidoa que los organismos de segu-

ridad pública habían perdidoabsolutamente el control sobrelas mismas a manos de pode-rosas y fuertemente armadasbandas de narcotraficantes.

Remontándonos hacia lazona Andina, se puede seña-lar que desde 1998 el gobiernoboliviano está llevando a cabouna fuerte ofensiva dirigida aerradicar los cultivos de coca–Bolivia es el tercer productorde coca a nivel mundial y unimportante proveedor de cocaí-na para el mercado Europeo-7

y esto ha motivado situacionesde violencia de gran intensidadentre funcionarios guberna-mentales y productores coca-leros organizados, que hanobligado a la creación de unafuerza militar específica encar-gada de ejecutar la erradica-ción y colaborar con fuerzaspoliciales reiteradamente su-peradas en el mantenimientodel orden interno.

Por su lado Colombia estáatravesando en la actualidadpor uno de los picos más in-tensos de una guerra internade gran magnitud en la que

6 Fernando Bustamante, “La se-guridad hemisférica en los ’90", Nue-va Sociedad, Nro. 138, julio-agosto1995, Editorial Texto, Caracas, Ve-nezuela, p. 114.

7 Bolivia, International NarcoticsControl Strategy Report, 01 March2001, U.S. Department of State.

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participan fuerzas insurgentes,grupos paramilitares y la fuer-za pública (la policía y las ins-tituciones castrenses), queabarca prácticamente la tota-lidad del intrincado y en bue-na medida inaccesible territo-rio nacional. En esta guerra,los recursos financieros gene-rados por las actividades de or-ganizaciones criminales dedi-cadas a la producción y tráficode drogas han jugado un rolcentral.

En el caso de México, desdemediados de los años 90 lasfuerzas armadas están involu-cradas en un amplio procesode reforma orientada a respal-dar a las fuerzas policiales enel mantenimiento de la seguri-dad pública y apoyar la luchacontra el narcotráfico.8 Al res-pecto, fuentes gubernamenta-les estadounidenses estimanque más de la mitad de la co-caína que es vendida en losEstados Unidos atraviesa elespacio territorial de México.9

De más está decir que esteasunto es uno de los ejes enrelación bilateral entre ambospaíses y una preocupacióncentral en materia de seguri-dad para México.

Volviendo a Brasil y al efec-to de no relacionar exclusiva-mente estas problemáticascon intervenciones militares,se puede mencionar tambiénque entre 1998 y fines del2000 una comisión parlamen-taria brasilera dio cuenta deestrechas vinculaciones exis-tentes entre organizacionescriminales dedicadas al narco-tráfico con distintos esta-mentos del Estado Federal ylos estados locales, así comode sectores empresariales yfinancieros a través de unaprofunda investigación.10

Algunos de estos fenóme-nos terminaron convirtiéndo-se en objeto de interés e in-cluso de justificaciones parapracticar intervenciones porparte de los Estados Unidos,como consecuencia del poten-cial que encierran tanto para

8 “México, defensa y seguridad”,Tecnología Militar Nº 2/2000, pp. 46a 55.

9 Mexico, International NarcoticsControl Strategy Report, 01 March2001, U.S. Department of State,International Information Programs.

10 “Relatorio de la Comisión Par-lamentaria de Investigación destina-da a investigar el avance y la impu-nidad del narcotráfico”, Noviembre/2000.

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provocar situaciones de ines-tabilidad regional, como paraincidir de manera concretasobre la seguridad pública yel bienestar en el plano do-méstico de ese país. Desde ladesactivación de la confronta-ción Este-Oeste, la estrategiade seguridad de esa potenciacon respecto a América Lati-na en su conjunto ha venidopivotando en torno a la cues-tiones del narcotráfico, lasmigraciones ilegales y más re-cientemente el terrorismo in-ternacional. En este sentido sedebe hacer notar que la únicaintervención militar protago-nizada por ese país en la re-gión fue efectuada en Haití en1994 y estuvo motivada –en-tre otras cosas– por el carác-ter masivo que estaba adqui-riendo el flujo de inmigrantesilegales hacia las costas de Es-tados Unidos y que el princi-pal esfuerzo de asistencia mi-litar regional que el mismoestá ejecutando en la actuali-dad está concentrado en Co-lombia y motivado, hasta aho-ra, por la cuestión del narco-tráfico.

Con referencia específica alterrorismo internacional, elfenómeno que dentro del ám-bito de las denominadas nue-

vas amenazas motiva este do-cumento, un autor señala queel mismo configura una mo-dalidad específica de in-teracción social violenta, con-sumado contra la voluntad dequienes lo sufren y que supo-ne la existencia de un com-ponente físico esencial, que semanifiesta en los daños y le-siones tangibles producidossobre personas y propiedadesy su consecuente impacto psí-quico, el cual suele resultardesproporcionado con respec-to a sus consecuencias mate-riales. Siguiendo con la des-cripción del fenómeno, seafirma que se trata de unaforma “sistemática” de acciónviolenta, en tanto se consu-ma a través de una serie deactos y procedimientos vincu-lados entre sí de manera vo-luntaria, a los efectos de ob-tener “sorpresa e imprevisi-bilidad” en su accionar.11

Asimismo el terrorismo esdefinido como un fenómeno decarácter político, dado queconforma una forma de inter-vención directa e indirecta en

11 Para la descripción del fenóme-no del terrorismo sigo a FernandoReinares, Terrorismo y antiterrorismo,Barcelona, Paidos, 1998.

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las relaciones de poder esta-blecidas entre actores socia-les, mediante la cual sus agen-tes afectan o intentan afectarde alguna manera el alcancey el contenido del aparato es-tatal y de las actividades gu-bernativas, incidiendo especí-ficamente sobre la asignaciónde valores y recursos políticos,el proceso de toma de decisio-nes, la composición de la cla-se dirigente, el funcionamien-to de las instituciones, la es-tabilidad en los acuerdos en-tre legítimos interlocutores so-ciales, la afirmación de iden-tidades colectivas o las actitu-des de la población, tanto enel ámbito interno estatal comoa escala global.

El hecho de que el accio-nar de tipo terrorista ocupe unlugar de privilegio, en un es-pectro de comportamientosposibles y se convierta en laopción excluyente en el mar-co de una confrontación depoder, denota la existenciamisma de una organizaciónterrorista. Por otra parte, elautor indica los diferentesusos políticos que permitedistinguir, a grandes trazos,varios tipos de terrorismo: elvigilante que es aquel practi-cado a los efectos de preser-

var el orden político estable-cido y, por otra parte, el in-surgente que es ejecutado conla intención de alterar sus-tancialmente una distribu-ción de poder. De este razo-namiento surge que el terro-rismo es una actividad quepuede ser practicada por par-te de actores tanto estatalescomo no estatales. En esteúltimo plano, el terrorismo deorigen no estatal es general-mente utilizado para socavarla estabilidad de un régimenestablecido y propiciar sudestitución por otro o paradificultar el mantenimientodel orden público, tratando degenerar una situación de caosque erosione la credibilidadde las autoridades y haga per-der legitimidad a un determi-nado régimen o situación dedominio.12 Un amplio espec-tro de agrupaciones revolu-cionarias, insurgentes o gue-rrilleras de diferentes orien-taciones constituyen ejemplosde esta modalidad terrorista,aunque también hay que se-ñalar que incluso determina-das organizaciones criminalescomplejas han adoptado este

12 Ibidem.

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tipo de accionar eventual yexcepcionalmente.13

Asimismo se debe remarcartambién que un escenario in-ternacional caracterizado porla desregulación y la profun-dización del intercambio depersonas y bienes, y por la apli-cación de fenomenales avancestecnológicos a las comunica-ciones, ha facilitado la proyec-ción del accionar terrorista enel ámbito del plano global,manifestándose en algunoscasos –como el protagonizadopor la red terrorista Al Qaeda–con un perfil “desterritoriali-zado” y “transnacionalizado”.14

En este contexto y recor-dando que precedentementese ha mencionado la cuestiónde las vinculaciones funciona-les entre organizaciones terro-ristas y criminales, se debeseñalar que uno de los aspec-tos claves en materia de fun-cionamiento y despliegue deorganizaciones terroristastransnacionales está dado porel financiamiento de su acti-vidad y por la obtención de re-cursos materiales para la con-creción de sus objetivos. Eneste sentido la proliferación decircuitos de blanqueo de dine-ro, la existencia de significa-tivos flujos ilegales de tráficode armas, explosivos y equi-pos de diversa índole y el fun-cionamiento de actividadesempresariales ilícitas articula-das por fuera del control de losEstados centrales o que atra-viesan los controles practica-dos por Estados periféricos,permiten el sostenimiento deestas actividades y dan cuen-ta de una estrecha vinculaciónentre las organizaciones terro-ristas internacionales y orga-nizaciones criminales comple-jas.

En resumen, se puede afir-mar que en materia de segu-ridad el escenario ha comen-

13 Marcelo Fabián Sain, “Seguri-dad Nacional y Terrorismo Interna-cional”, Pensar / Hacer, Buenos Ai-res, Nº 3, Diciembre 2001, pp. 77.

14 La Convención Internacional delas Naciones Unidas contra la Delin-cuencia Organizada Transnacional –Palermo Italia, diciembre de 2000–,establece algunas características quedefinen el terrorismo transnacional:i) se desarrolla en más de un Estado;ii) dentro de un Estado pero una par-te sustancial de su preparación, pla-nificación, dirección, o control se rea-liza en otro Estado; iii) dentro de unsolo Estado pero implica la participa-ción de un grupo que realiza activi-dades terroristas en más de un Esta-do o iv) en un solo Estado, pero tieneefectos sustanciales en otro Estado.

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zado a ser ocupado de mane-ra significativa –aunque porsupuesto no exclusiva– porfenómenos de rasgos transna-cionales y consecuentementepor situaciones de crisis y con-flicto que no responden aparámetros convencionales,en cuyo contexto el actor es-tatal tenía un rol central y quesuponían predominantementela existencia de situaciones de“guerra clásica” entre actoresestatales; esto es, “la aplica-ción de la fuerza militar paraimponer una voluntad o lo quees lo mismo en términos nega-tivos, para doblegar al adver-sario forzándolo a ceder aque-llo que se desea de él”.15

La respuesta de losorganismos internacionales

Durante los días inmedia-tamente posteriores al ataquedel 11 de septiembre, la ONU,la OEA y el TIAR, emitieronuna serie de resoluciones di-rigidas a condenar y definir elataque terrorista perpetradocontra el territorio estadouni-

dense, justificar una respues-ta militar, convocar a la comu-nidad internacional para de-sarrollar esfuerzos cooperati-vos antiterroristas y brindarun marco legal e institucionalpara organizar, encaminar yprofundizar los mismos.

El 12 de septiembre de2001 la Asamblea Generalaprobó la Resolución 56/1 através de la cual se condenadecisivamente los ataques deldía anterior, se solidariza conel pueblo y el gobierno de losEstados Unidos y convoca “ur-gentemente” la cooperación in-ternacional para llevar ante lajusticia a aquellos que apoya-ron, organizaron y ejecutaronlos ataques.16 Por su lado, elConsejo de Seguridad de lasNaciones Unidas emitió la Re-solución 1368, a través de lacual condenó el atentado yconvocó a la comunidad inter-nacional a redoblar los esfuer-zos para prevenir y reprimiractos de terrorismo, a travésdel incremento de la coopera-ción, la implementación a fon-do de las convenciones antite-rroristas y la ejecución de

15 Véase Raúl Sohr, Las guerrasque nos esperan, Santiago, EdicionesB, 2000, p.120.

16 Resolución de la Asamblea Ge-neral 56/1, 12 de septiembre de 2001,en http://www.usinfo.state.gov/

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otras resoluciones previas, re-feridas a esta temática. Asi-mismo, insta a todos los Es-tados a que se comprometana los efectos de someter a laacción de la justicia a los au-tores, organizadores y patro-cinadores de estos actos.17

A fines de septiembre elConsejo emitió la Resolución1373, mediante la cual esteorganismo estipuló que cual-quier acto de terrorismo inter-nacional “constituye una ame-naza a la paz y la seguridadinternacional” y reafirmó elderecho a la legítima defensaindividual y colectiva, ava-lando de esta manera las ac-ciones militares dispuestaspor el gobierno de los EstadosUnidos en Afganistán. La re-solución establece una seriede obligaciones que se debenimplementar al amparo delCapítulo VII de la Carta deNaciones Unidas (artículos 39al 51 inclusive).

Este capítulo estipula queel Consejo de Seguridad deter-minará la existencia de ame-nazas a la paz, quebranta-miento de la misma o acto de

agresión y efectuará recomen-daciones o tomará decisionesa los efectos de mantener orestablecer la paz y la seguri-dad internacional. Por ciertolas medidas previstas en losartículos mencionados estánligadas a una concepción tra-dicional de “agresión” tal comoestá establecida en la Resolu-ción 3314 de la Asamblea Ge-neral de la ONU de diciembrede 1974. La misma señala queesta acción es el uso de laFuerza Armada por un Esta-do contra la soberanía, la in-tegridad territorial o la inde-pendencia de otro Estado.

Textualmente especifica:“[...] Es agresión la invasión, elataque de las Fuerzas Armadasde un Estado contra el territo-rio de otro Estado; el bombar-deo de las Fuerzas Armadasterrestres, navales o aéreascontra el territorio de otro Esta-do; el bloqueo de los puertos yde las costas de un Estado porlas Fuerzas Armadas de otro;el ataque de las Fuerzas Arma-das de un Estado contra lasFuerzas Armadas terrestres,navales o aéreas de otro Esta-do, contra su flota mercante oaérea; la utilización de FuerzasArmadas de un Estado que seencuentran en el territorio de

17 Resolución 1368, 12 de septiem-bre de 2001, en http://www.un.org/News/Press/

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otro Estado con el acuerdo delEstado receptor en violación alas condiciones establecidas enel acuerdo o toda prolongaciónde su presencia en dicho terri-torio después de terminado elacuerdo”.18 Al respecto cabeseñalar que en el caso de la Re-pública Argentina, la concep-tualización de agresión de ori-gen externo a la que se refierela Ley de Defensa Nacional(23.554) responde a los crite-rios establecidos en la mencio-nada resolución;19 y que conposterioridad a los aconteci-mientos del 11 de septiembreel Ministerio de Defensa co-menzó a elaborar la reglamen-tación de esa ley, entre otrascosas con el objetivo de rein-terpretar el concepto de agre-sión exterior, de manera quepudiera ser considerado comouna amenaza externa contra ladefensa nacional.20

En este contexto, la Reso-

lución 1373 establece en suparte referida a las decisionesun amplio conjunto de medi-das antiterroristas que debenimplementar los Estados Par-te y que apuntan a: cooperaren asuntos administrativos yjudiciales para prevenir actosde terrorismo, intensificar yacelerar el intercambio de in-formación en materia de falsi-ficación de pasaportes, el trá-fico de armas, explosivos omaterial sensible, el uso decomunicaciones y la amenazapresentada por la posesión dearmas de destrucción masivapor parte de grupos terroris-tas;21 es decir, el amplio cam-po de actividades ilegales quees funcional y esencial para eldesarrollo de las actividades deorganizaciones terroristas. Sedebe señalar que con respectoal contenido de esta resolu-ción, el Coordinador para Con-traterrorismo del Departamen-to de Estado, Francis X. Taylor,afirmó que “va hacia el corazónde cómo el terrorismo opera”.22

18 Resolución 3314, sancionadadurante la 2319 sesión plenaria dela Asamblea General de la Organiza-ción de las Naciones Unidas, 14 dediciembre de 1974.

19 Cámara de Senadores, Diario deSesiones 22 y 23 de octubre de 1986,pp. 3518 y 3519.

20 Clarín, Buenos Aires, 17 de oc-tubre de 2001.

21 Resolución 1373, 28 deseptiembre de 2001, enttp: xww.usinfo.state.gov/.

22 Francis X. Taylor, “Terrorism:U.S. Policies and CounterterrorismMeasures”, US Foreign Policy Agen-da, November 2001.

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En el plano continental y enel marco de la Organización deEstados Americanos (OEA), laVigésimo Tercera Reunión deConsulta de Ministros de Re-laciones Exteriores dictó la Re-solución RC.23/RES.1/01“Fortalecimiento de la Coopera-ción Hemisférica para Prevenir,Combatir y Eliminar el Terroris-mo” del 21 de septiembre de2001. La misma resolvió ex-hortar a sus miembros a “a-doptar medidas que refuercenla cooperación para perseguir,capturar, enjuiciar, sancionar ycuando corresponda, acelerarextradiciones de perpetradoresy organizadores de actos terro-ristas, así como fortalecer lacooperación judicial recíproca yel intercambio oportuno de in-formación”.23

La resolución de la OEAplantea que este tipo de fenó-meno debe ser considerado demanera congruente a la for-ma en que lo encara la ONU:como una amenaza a la pazinternacional y como un acto

de agresión que autoriza elderecho a la legítima defensay a una respuesta en el marcodel Capítulo VII. En tanto suparte dispositiva está dirigidaexclusivamente a la instru-mentación de acciones y alreforzamiento de la coopera-ción en actividades de aplica-ción de la ley en materia anti-terrorista. Asimismo, se debemencionar también que estaresolución tiene en cuenta unconjunto de instrumentoscontinentales en el marco delos cuales se ha acordado ladefinición del terrorismo comouna actividad esencialmentecriminal. Tal como se estable-ce en la Declaración de Limapara Prevenir, Combatir y Eli-minar el Terrorismo (1996):“los actos terroristas son deli-tos comunes graves y, comotales, deben ser juzgados deconformidad a la legislación in-terna y las garantías que ofre-ce el estado de derecho”.24

23 Respuesta de las Américas alTerrorismo, Vigésimo Tercera Re-unión de Consulta de Ministros deRelaciones Exteriores de OEA: www.o a s . o r g / O A S p a g e / c r i s i s / R C .23s.htm.

24 La Declaración de Lima paraPrevenir, Combatir y Eliminar el Te-rrorismo, fue adoptada en el trans-curso de la Primera Conferencia Es-pecializada Interamericana sobre Te-rrorismo, desarrollada en Lima, Perú,23 al 26 de abril de 1996. Esta defi-nición de actividad terrorista, fue re-

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También encomienda alConsejo Permanente de laOEA la elaboración de un pro-yecto de Convención Intera-mericana contra el Terroris-mo, al efecto de presentarlo enla próxima Asamblea Generaly lo instruye para que convo-que una reunión del ComitéInteramericano contra el Te-rrorismo (CICTE). Por otraparte insta a los miembros asuscribir o ratificar según co-rresponda la Convención In-ternacional para la Supresióndel Financiamiento del Terro-rismo (adoptada en NuevaYork el 9 de diciembre de1999), encomienda a la Comi-sión de Seguridad Hemisférica(CSH) que acelere los trabajosrelacionados con la Conferen-cia Especial sobre Seguridady que formule recomendacio-

nes al Consejo Permanente.Finalmente invita a la JuntaInteramericana de Defensa aque preste asesoría necesariaa la CSH.25

Por otra parte, el mismo 21de septiembre la VigésimoCuarta Reunión de Consultade Ministros de RelacionesExteriores de la OEA –peroactuando como órgano de con-sulta en aplicación del TIAR–resolvió en su ResoluciónRC.24/RES.1/01, “AmenazaTerrorista en las Américas” quelos ataques terroristas contralos Estados Unidos deben serconsiderados ataques contratodos los Estados americanosy decidió que en virtud de lasdisposiciones pertinentes delTIAR y en base al principio desolidaridad continental, “todoslos Estados Parte del mismodeberán brindar asistencia re-cíproca efectiva para enfrentartales ataques y la amenaza deataques similares en cualquierEstado americano, y para man-tener la paz y la seguridad enel Continente”.

afirmada en el Compromiso de Mardel Plata, adoptada en ocasión de laSegunda Conferencia EspecializadaInteramericana sobre Terrorismo,Mar del Plata, Argentina, 23 y 24 denoviembre de 1998 y se ha manteni-do en el ámbito del consenso conti-nental hasta el momento, a los efec-tos de encauzar la cooperación anti-terrorista interamericana. Véase, si-tio en internet de la OEA: www.oas.org.

25 Respuesta de las Américas alTerrorismo, Vigésimo Tercera Reuniónde Consulta de Ministros de Rela-ciones Exteriores de OEA: www.oas.org/OASpage/crisis/RC.23s.htm.

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Así también, estipula quelos Estados Parte deberánprestar “asistencia y apoyoadicional” al gobierno de losEstados Unidos y también en-tre ellos mismos con relacióna los ataques mencionados yseñala que si alguno de losEstados americanos tiene “ele-mentos fundados para presu-mir que alguna persona en suterritorio pueda haber partici-pado o prestado asistencia enlos ataques de referencia, queesté protegiendo a los perpe-tradores o que pueda estarinvolucrada en actividades te-rroristas”, ese estado deberáutilizar todas las medidas dis-ponibles de acuerdo al marcolegal vigente, para “perseguir,capturar, extraditar y castigara estos individuos”.26 De estamanera se observa que unmecanismo de defensa colec-tivo hemisférico orientado aenfrentar amenazas a la segu-ridad continental de carácterconvencional, operó sobre unfenómeno de carácter no con-vencional tal como es el terro-

rismo internacional, lo cata-logó como una amenaza a laseguridad y la paz continen-tal y recomendó medidas queno están referidas a activida-des de carácter militar a losefectos de preservar la segu-ridad del continente.

El desarrollo de la coopera-ción internacional a través delas medidas antiterroristasestipuladas en las resolucio-nes referidas estuvo en estecaso complementado con laacción de índole estrictamen-te militar protagonizada porEstados Unidos y en menorintensidad por un grupo depaíses aliados. Por cierto quelas resoluciones de la ONU leotorgaron también un viso delegalidad al accionar castren-se del mencionado país sobreAfganistán, al invocar el dere-cho de legítima defensa. Lascorrespondientes de la OEA ydel TIAR estuvieron encamina-das en la misma dirección. Larespuesta castrense se deno-minó “Libertad Duradera”, seextendió entre el 7 de octubrede 2001 y el 7 de diciembre deese año y su objetivo fue des-truir las instalaciones y cap-turar a la dirigencia de “AlQaeda” en territorio afgano ydesarticular el régimen talibán

26 Amenaza Terrorista en las Amé-ricas, Vigésimo Cuarta Reunión deConsulta de Ministros de RelacionesExteriores de OEA: www.oas.org/OASpage/crisis/RC.24s.htm.

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que controlaba una parte im-portante del territorio de esepaís y había prestado resguar-do territorial a la mencionadaentidad terrorista.

La operación se desarrollóexitosamente desde un puntode vista militar y para la se-gunda mitad de noviembreuna parte relevante del apa-rato territorial de Al Qaeda enAfganistán había sido destrui-da, numerosos integrantes deesa organización estaban re-tirándose hacia países veci-nos, el régimen talibán habíasido derrotado y se estaba ins-talando un gobierno de tran-sición bajo el paragüas de laONU.27 Se puede mencionar depaso, que una operación deesta escala –tanto por la can-tidad de los medios moviliza-dos como por las distancias re-corridas–, para responder con-tra un acto de agresión terro-rista solo puede ser planifica-

da y ejecutada en soledad poruna potencia de la magnitudde Estados Unidos; difícilmen-te pueda ser encarada por al-guna otra potencia con algu-na capacidad mínima de pro-yección global –como GranBretaña o Francia– y es im-pensable para países del ám-bito latinoamericano.

No obstante, se debe seña-lar que dada la naturaleza ylas características que asumeel fenómeno terrorista –yadescriptas muy generalmenteen párrafos precedentes–, losesfuerzos en el plano militarrepresentan una acción de al-cance limitado a los efectos deenfrentar y conjurar de mane-ra acabada el accionar de or-ganizaciones terroristas entérminos globales. En esta lí-nea de razonamiento, el Secre-tario de Defensa de los Esta-dos Unidos Ronald Rumsfelddelineó el nuevo tipo de esce-nario que emerge para lasfuerzas armadas de los Esta-dos Unidos, señalando que enla nueva “guerra” que se libra-rá “no será necesariamenteuna en la que fijemos blancosmilitares y enviemos fuerzaspara tomarlos. En lugar de ello,la fuerza militar podría ser unade las tantas herramientas que

27 El reagrupamiento de elemen-tos sobrevivientes de Al Qaeda y delrégimen talibán al este de Afganistánha dado lugar al lanzamiento de unanueva operación militar liderada porEstados Unidos –denominada Ana-conda– en la que participan tambiénpaíses aliados y efectivos del nuevogobierno afgano.

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utilizaríamos para detener alos individuos, grupos y paísesque se embarquen en accionesterroristas”.28

Mientras en Afganistán enel plano militar las acciones seconcretaron con relativa rapi-dez y de manera favorablepara los Estados Unidos ypara los integrantes de la opo-sición interna afgana, en Pa-kistán fue secuestrado y des-pués de varios días asesinadoun periodista estadounidensepor parte de un grupo terro-rista (Jaish-e– Mohaemmed)presuntamente vinculado a AlQaeda. De esta manera, seconcretó aquello que se ha de-finido por la prensa estadouni-dense como el primer acto deterrorismo contra EstadosUnidos después del 11 de sep-tiembre, circunstancia quepone de manifiesto las comple-jas aristas que supone esta“guerra” antiterrorista y el he-cho de que difícilmente se pue-dan saldar definitiva y exclu-sivamente por la vía militar.29

Algunas consideracionesfinales

Para empezar se debe men-cionar que el ataque del 11 deseptiembre resultó ser la ex-presión de una situación queha venido despuntando du-rante el transcurso de los úl-timos años y que parece ha-berse asentado con contun-dencia después de esa fecha:la configuración de una agen-da de seguridad bidimensionalque incluye y preserva unadimensión de cuestiones con-vencionales sobre las que seopera con instrumentos y es-trategias tradicionales de ac-ción –básicamente militares–.Y por otro lado, una dimensiónque incorpora asuntos no con-vencionales que ha dado lugara la intervención creciente ycada vez más protagónica enla arena de la seguridad inter-nacional de organismos gu-bernamentales no castrenses.

Ciertamente esta combina-ción no se da de manera equi-librada en todo el mundo. Hayregiones y conjuntos de paísesen donde las situaciones con-vencionales y el empleo del ins-trumento militar siguen te-niendo un peso predominantey casi exclusivo en la ecuación

28 Clarín, 28 de septiembre de2001.

29 Daniel Klaidman, “Un crimenhorrendo”, Newsweek en Español, 6de marzo de 2002, pp. 38 y 39.

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de seguridad, tales los casos dela recurrentemente crítica re-lación entre la India y Paquis-tán en virtud de las disputaspor la soberanía sobre Cache-mira o la permanente situaciónde tensión en la zona del Golfoo en la península coreana.

Ajustando el foco en nues-tra región latinoamericana, sedebe señalar que el compo-nente no convencional se hainstalado con especial gravita-ción. De una manera por cier-to escasamente homogénea ycon diversas intensidades, unconjunto de fenómenos crimi-nales –entre los que descollanlas narcoactividades– hancontribuido para alterar demanera significativa la segu-ridad regional, entre otras co-sas alimentando conflictos ar-mados internos, produciendosituaciones de tensión inter-nacional, provocando la pre-ocupación y consecuentemen-te alentando la injerencia ex-tra regional, intensificando lainseguridad pública e inclusoamenazando la viabilidad delas instituciones democráticasde gobierno en algunos países.

A riesgo de ser reiterativo,vuelvo a señalar que los ras-gos que caracterizan estos fe-nómenos productores de inse-

guridad son esencialmente di-ferentes a los que tradicional-mente la habían provocado enel plano internacional, es de-cir, actores estatales en com-petencia mutua; y que esto dalugar a la necesidad de replan-tear el contenido del conceptode agresión, tal cual se lo en-tendía hasta ahora en los tér-minos de la Resolución 3314.En este sentido, el esquemainstitucional y legal estructu-rado desde las principales or-ganizaciones internacionales yregionales dirigido a mantenerla paz gira básicamente en tor-no a hipótesis y alternativasde respuestas convencionalesy estipulan el empleo de ins-trumentos diplomáticos y cas-trenses para gestionar y con-jurar amenazas a la paz y laseguridad internacional.

Con relación al ataque del11 de septiembre tanto la ONUcomo la OEA y el TIAR reac-cionaron definiéndolo comouna agresión armada y comouna amenaza a la paz y la se-guridad internacional, de lamisma manera que si se tra-tara de un enfrentamientointerestatal. Ahora bien, dadoel evidente carácter no con-vencional –no estatal, trans-nacional y político-criminal–

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del ejecutor de la agresión, lasinstituciones multilateralesactuaron “ad hoc” sobre doslíneas de acción ante circuns-tancias no contempladas en laarquitectura legal e insti-tucional del sistema de segu-ridad internacional vigente.

Por un lado y en virtud delartículo 51 de la Carta, queestablece el derecho a la defen-sa individual frente a una agre-sión armada y ante la necesi-dad imperiosa de la adminis-tración estadounidense deGeorge W. Bush por mostrarresultados tangibles en la “gue-rra” contra el terrorismo haciael frente doméstico, se legiti-mó una respuesta militar es-tadounidense que se materia-lizó a través de la “OperaciónLibertad Duradera” y que sedesarrolló –hasta ahora– exclu-sivamente en el ámbito terri-torial de Afganistán. Nos en-contramos ante un caso nove-doso en donde ante un ataqueterrorista que fue definido comouna agresión armada contraun Estado (Estados Unidos),por parte de una red terroristano estatal (Al Qaeda) a travésde medios no militares; se ha-bilitó al estado afectado a eje-cutar operaciones militares di-rigidas tanto contra la organi-

zación terrorista como contraotro estado (Afganistán) bajo elargumento de que otorgabaasistencia y cobertura a lamencionada entidad terrorista.

Por otro lado, las mencio-nadas instituciones interna-cionales han exhortado a losEstados Parte para que imple-menten un extenso conjuntode medidas tendientes a im-pulsar y encauzar la coopera-ción internacional antiterro-rista que si bien no estánespecíficamente previstas enel articulado que constituye elCapítulo VII en virtud del cualse actúa, son sin embargo cla-ves y mucho más efectivas queel accionar castrense a losefectos de prevenir, conjurar,juzgar y castigar el accionarde organizaciones terroristastransnacionales en los mu-chos y variados campos en losque estas desarrollan sus ac-tividades. El paquete en cues-tión se refiere exclusivamenteal ámbito del accionar de losorganismos policiales y de se-guridad pública, de controlmigratorio y aduanero, de pre-vención y control de lavado dedinero; también está orienta-do a alentar la cooperación enmateria judicial internacionaly de inteligencia específica

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antiterrorista con la idea defacilitar la represión, el juzga-miento y el castigo de las or-ganizaciones terroristas y susintegrantes.

El sentido que le impusie-ron las resoluciones mencio-nadas a la cooperación inter-nacional refuerza la idea deque más allá de la magnitudmaterial de la agresión y de laexistencia de algunas modali-dades de respuesta militar quese concretaron –como LibertadDuradera–, de lo que se trataen esencia es de un acto pro-tagonizado por una agrupa-ción terrorista que se desen-vuelve en términos transna-cionales y funciona siguiendoparámetros organizacionalesque se asimilan a organizacio-nes criminales; y que por lotanto los instrumentos másadecuados para su prevencióny conjuración más allá de lacoyuntura, pasan por la inte-ligencia especifica, las actua-ciones policiales y de aplica-ción de la ley y el funciona-miento de la justicia, recor-dando lo que señaló FrancisX. Taylor: son estas accioneslas que van hacia el corazóndel accionar del terrorismo.

Resumen

El reciente ataque terroris-ta del 11 de septiembre del2001 contra objetivos localiza-dos en territorio de los EE.UU.ha transformado vertiginosa-mente las concepciones sobrela seguridad internacional.Esto implica un cambio en laspreocupaciones sobre el terro-rismo internacional, sus con-secuencias y sus formas deaccionar. De esta forma unconjunto de “nuevas amena-zas” desafían a los sistemas ya las principales organizacio-nes internacionales encarga-das de la seguridad.

Este trabajo realiza unaaproximación introductoria alnuevo escenario de seguridadinternacional y a la emergenciade nuevas formas de violenciajunto al análisis de las resolu-ciones que emitieron la Organi-zación de las Naciones Unidas(ONU), la Organización de losEstados Americanos (OEA) y, elTratado Interamericano de Asis-tencia Recíproca (TIAR)

Palabras clave

defensa - relaciones internaciona-les - seguridad internacional -terrorismo - violencia

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Scott Mainwaring yMatthew Soberg ShugartPresidencialismo ydemocracia en AméricaLatina.Paidós, Buenos Aires, 2002,316 páginas.

Hacia mediados de los añosochenta, Juan Linz presentóen su hoy clásico artículo“Presidential or ParliamentaryDemocracy: Does It Make aDifference” una serie deargumentos orientados asostener la idea de que elpresidencialismo –en su tipoideal– resultaba menoseficiente que la fórmulaparlamentaria de gobiernopara la estabilidad y eldesempeño de los regímenesdemocráticos. En pocaspalabras, los reparos haciaesta fórmula gubernamentalhacían hincapié en un grupode problemas que, según Linz,eran inherentes a la propialógica de funcionamientopresidencial: la propensión aconflictos entre legislativo yejecutivo como fruto de una“legitimidad dual” derivada deun presidente y una asambleaelectos popularmente, larigidez institucional pararesolver crisis comoconsecuencia del “mandato

presidencial fijo”, la políticadel ganador único (winnertakes all politics) o de suma-cero, la tendencia a laintolerancia y a la falta demoderación como resultadodel estilo político propio delpresidencialismo, y lasextremas facilidades parasentarse en el sillónpresidencial proporcionadas alos outsiders de la arenapolítica.

El corolario más o menosimplícito de esta evaluaciónera un llamado a la reforma oel cambio hacia diseñosinstitucionales de cuñoparlamentario,particularmente dirigido hacialas naciones latinoamericanasque, en plena olademocratizadora, debíanentonces discutir larestauración, modificación ocreación de sus constitucionesy sus reglas para lacompetencia por el poderpolítico.

Esta contribución obtuvoamplias repercusiones en losforos académicosinternacionales, en los querecibió la atención depolitólogos como ArendLijphart, Giovanni Sartori,Alfred Stepan, Fred Riggs,Dieter Nohlen, Ezra Suleiman

RESEÑAS BIBLIOGRÁFICAS

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y Bolívar Lamounier y dejuristas decanos en estascuestiones como AlfonsoArinos, Carlos Nino yHumberto Nogueira Alcalá;pero también en el ámbitopolítico del subcontinentelatinoamericano, donde atrajoel interés de líderespartidarios tales como RaúlAlfonsín, Julio MaríaSanguinetti y FernandoHenrique Cardoso.

Los principalesfundamentos de lacontroversia desatada por elensayo de Linz aparecieron endistintas versiones e idiomas,siempre en obras colectivasque denotaban el crecientegrado de curiosidad por estetópico pero, al mismo tiempo,el estado incipiente del debatey del estudio de lasinstituciones de gobierno ysus vinculaciones con lacalidad y el funcionamientodel régimen democrático.

Tal es el caso del librocoordinado en nuestro paíspor el Consejo para laConsolidación de laDemocracia y publicado bajoel título Presidencialismo vs.Parlamentarismo. Materialespara el estudio de la ReformaConstitucional (1988), el textoeditado en Chile por Oscar

Godoy Arcaya Hacia unademocracia moderna: la opciónparlamentaria (1990), elvolumen a cargo de DieterNohlen y Mario FernándezBaeza, Presidencialismoversus Parlamentarismo.América Latina (1991), larecopilación de artículospreparada por Larry Diamondy Marc Plattner en The GlobalResurgence of Democracy(1993), las dos compilacionesde la Comisión Andina deJuristas, Reformas alPresidencialismo¿Presidencialismo vs.Parlamentarismo? (1993) yRelaciones Ejecutivo-Parlamento (1993) y, por fin,la propia publicación alcuidado de Juan Linz y ArturoValenzuela titulada TheFailure of PresidentialDemocracy (1994).

Esta proficua discusiónentre detractores y defensoresdel presidencialismo promovióun significativo y renovadointerés por el estudio de losnuevos regímenes establecidosen suelo latinoamericano y laaparición de unos cuantospapers, documentos y librosdispuestos tanto a corroboraro refutar las mencionadasconjeturas de Linz como acontribuir a la expansión del

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conocimiento sobre losdiseños institucionales engeneral. Entre estos últimos,cabe señalar a Presidentialismand Democracy in LatinAmerica, cuya versióncastellana aparece a cincoaños de la primera edición dela obra en su idioma original.

Firmado en calidad deeditores por Scott Mainwaringy Matthew Soberg Shugart,profesores en la Universidadde Notre Dame y de California(San Diego) respectivamente,los propósitos generales deeste texto son dos y estánvinculados en forma muyestrecha. El primero es revisaren forma crítica losprincipales puntos del rechazode Linz hacia lospresidencialismos paraelaborar un diagnóstico másconsistente respecto de lasprobabilidades decombinación exitosa –entérminos de supervivencia,pero también de eficacia–entre presidencialismo ydemocracia. Y el segundo,avanzar en el estudio de lasinstituciones políticas degobierno examinando enforma sistemática ycomparada las diferenciasexistentes no ya entre losmodelos presidenciales y los

parlamentarios, sino entre lospropios presidencialismos.

Ambos objetivos sonpropuestos y delineados porlos editores en el primercapítulo, cuya autoríacomparten. Por lo tanto, laspáginas iniciales de estasección están dedicadas aresumir las principalesréplicas a losantipresidencialistas o, enotras palabras, a hacer unrepaso detallado de las másimportantes ventajas delrégimen presidencial (mayoramplitud de opcioneselectorales para los votantes,mejores posibilidades para larendición de cuentas de losgobernantes hacia losgobernados, controlparlamentario de lascuestiones legislativas,previsibilidad en la duracióndel gobierno y presencia decontroles interórganos graciasal principio de separación depoderes). Pero también en estecapítulo Mainwaring yShugart esbozan las líneasbásicas de su principal aporteal área de la políticacomparada: un simple perovalioso esquema para apreciarel poder de los presidentes,primer e indispensable pasopara elucidar diversos “tipos”

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de presidencialismo. ¿Por quécentrar la atención primariaen las capacidades del titulardel ejecutivo? Porque lapresidencia ha sidoidentificada, sin vueltas, comola chiave di volta del engranajegubernamentallatinoamericano.

De este modo, a partir delas facultades constitucionalesasignadas al primermandatario (las atribucioneslegislativas de decretar, vetare iniciar una ley en formaexclusiva), su amplitud y susprobables combinaciones, losautores proponen entoncesuna distinción entrepresidentes “potencialmentedominantes”, “proactivos”,“reactivos” y “potencialmentemarginales”. Sin embargo,este esquema no se agota,claro está, en lasdisposiciones plasmadas enlos textos normativos (de ahíla diferencia básica con el“viejo” formalismo). Por elcontrario, los editores brindanun diseño analítico máscomplejo, interesante yrealista, que se aprecia entoda su dimensión en laconclusión de la obra, dondeel funcionamiento de lasinstituciones presidenciales ylos consiguientes escenarios

posibles se explican a partirde las particularescombinaciones de lasfacultades constitucionales delos presidentes con lascaracterísticas de los partidospolíticos y del sistema departidos.

Así, Mainwaring y Shugartsostienen en el epílogo que elempleo efectivo de lasprerrogativas asignadas alpresidente varía según el pesode sus poderes partidarios,entendidos éstos como laconjunción de la situación deljefe del ejecutivo en la arenalegislativa (i.e. mayoritaria,cuasi mayoritaria, minoritaria,minoritaria extrema) y elgrado de disciplina partidariaexhibido por los legisladorespropios (mayor o menorpropensión del bloqueparlamentario oficialista avotar “todos juntos” o “de lamisma manera”). Y así comolos poderes presidencialesestán formalmente fijados porel mismo texto constitucional,la posición del presidente enel congreso está, en cambio,ligada al tipo de elecciónejecutiva (simple mayoría odoble vuelta), al ciclo electoral(comicios legislativosconcurrentes o noconcurrentes con la votación

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presidencial) y a la magnitudde distrito efectiva en laselecciones legislativas;mientras que la explicacióndel fenómeno de la disciplinapartidaria se encuentravinculada a factoresinstitucionales tales como elcontrol de la selección de loscandidatos a la legislatura porparte de los líderes partidarios(por ejemplo, la influencia delos “cogollos” o las “roscas”respecto de la difusión de“primarias” o eleccionespartidarias de concurrenciamasiva) y los incentivos de lospostulantes al congreso parareclamar al electorado un voto“personalizado”.

Este esquema de análisisse completa con el tratamientoen detalle de cuatro casosbien representativos de laregión, cada uno de ellos acargo de destacadosespecialistas: Brasil (escritopor Scott Mainwaring),Colombia (Ronald Archer yMatthew Shugart), México(Jeffrey Weldon), y Argentina(Mark Jones).

En efecto, estos capítulosespecíficos, interesantes por símismos, permiten apreciar elcarácter útil y exhaustivo dela propuesta analíticaplanteada por los editores.

Así, por ejemplo, el apartadosobre Brasil desnuda losprincipales problemas de lospresidencialismos donde lospartidos políticos son débiles eindisciplinados y lafragmentación del sistema departidos alcanza nivelesextremos, mientras que eldedicado a la Argentina exhibelas ventajas de unpresidencialismo combinadocon un sistema bipartidistaasentado sobre partidosfuertes y disciplinados. De lamisma manera, las páginasconsagradas al caso mexicanomuestran cómo un presidentepuede ser poderoso no graciasa la amplitud de sus atributosconstitucionales, sino envirtud del ejercicio de unliderazgo partidario intensocimentado sobre unaorganización política decarácter hegemónico.

A su turno, los tres casosmencionados tambiénconstituyen provechosasilustraciones de las posiblestensiones entre distintasesferas de gobierno (federal onacional por un lado yestadual o provincial, por elotro), sus impactos sobre lasdimensiones institucionales ypartidarias y loscorrespondientes desafíos que

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tanto unas como otrosrepresentan para lagobernabilidad de lospresidencialismos. Y ejemplossimilares pueden encontrarsepara todas y cada una de lasdimensiones de estudiopropuestas.

Como crítica general a laobra cabe señalar que,aunque los autores reconocenque más allá de los arreglosinstitucionales existen otrosfactores cruciales en ladeterminación delfuncionamiento de unafórmula gubernativa, talescomo el tipo de liderazgo, lasdivisiones sociales, losconflictos políticos, el nivel dedesarrollo económico y lacultura política, esta premisano es tenida demasiado encuenta a lo largo de todo ellibro y, en consecuencia, enciertos pasajes del texto laimpresión resultante es quelas instituciones funcionan oactúan en un vacío.

El contexto sociopolíticolatinoamericano, por sunotoria incidencia sobre lamarcha de la maquinariagubernamental, merecía unamayor atención que unaspocas líneas relativas a lascondiciones económicasvigentes en estos países o a

los procesos de reforma delEstado llevados adelantedesde fines de los añosochenta.

Por otra parte, la versióncastellana de Presidentialismand Democracy in LatinAmerica presenta dosimportantes carencias quepueden tomar desprevenido allector más o menos avezado yque, por lo tanto, no deben seromitidas en una recensiónbibliográfica.

En primer lugar, la falta deotros cinco casos examinadosen la obra original: Venezuela(a cargo de Brian Crisp), CostaRica (John Carey), Chile entre1932 y 1973 (Julio Faundez),Chile post-Pinochet (PeterSiavelis), y Bolivia (EduardoGamarra). En el texto eninglés, la elección de los casosresulta muy acertada, aunquepuede hacerse unaobservación: la inclusión delestudio sobre Chile pre-Pinochet está bien justificada(las alternativas políticas en lanación trasandina hanconstituido la principalmuestra de análisis para lashipótesis acuñadas por losantipresidencialistas), pero deigual modo podía habersecambiado por un examen afondo de algún otro país con

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características másinteresantes para el objetivode los autores, como Perú,paradigma de “democraciadelegativa” y “autogolpe” o, enel margen opuesto, Uruguay,modelo de presidencialismodemocrático estable ypluralista, inclinado alconsenso y a la moderaciónpolítica.

En la traduccióncastellana, en cambio, laausencia de tantos capítulosconstituye una lamentablefalta que atenta contra una delas intenciones principales delos editores: señalar la“diversidad” de lospresidencialismoslatinoamericanos. Además,esta omisión desmejora elbalance final del texto, ya quecada uno de estos ensayos nosólo sirve para ilustrar yverificar las pautas de estudiopropuestas por los autores,sino que también aporta unavaliosa cantidad de datos ycitas útiles para losinvestigadores (la versiónoriginal del libro reúne untotal de cuarenta y nuevetablas y siete figuras sobre,por ejemplo, la composiciónpartidaria de los congresos,los resultados electorales decomicios legislativos y

ejecutivos o la composición delos gobiernos de coalición y,además, unas cuatrocientasreferencias bibliográficas).

En segundo término, laedición de la CambridgeUniversity Press incluye, parael gozo de los investigadoresen general y para los fanáticosde la comparative politics enparticular, un extraordinarioapéndice que resume en formasistemática las principalesdisposiciones de veintitrésconstitucioneslatinoamericanas. Este anexotambién está ausente en lareproducción de Paidós.

Así y todo, la aparición dePresidentialism andDemocracy in Latin Americapara los lectores de hablahispana resulta muybienvenida para el claustrouniversitario, para losinvestigadores, para los“ingenieros constitucionales” ypara los políticos en general.

Para los profesores yestudiantes, el libro es unaherramienta de enseñanza yde aprendizaje muy eficaz porsu estilo ordenado y suargumentación sistemática.Para los investigadores, elvolumen representa unestimulante ejercicio analíticoy un abierto llamado a

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ampliar la agenda temáticasobre las institucionespolíticas latinoamericanas (dehecho, los miembros de laAsociación de EstudiosLatinoamericanos –LASA–cuentan desde hace unospocos años con una seccióndedicada a las instituciones:LAPIS). Para los expertos eningeniería constitucional, eltrabajo sugiere fórmulasprovocadoras y precisas, comopor ejemplo ésta: si se quieremejorar el desempeño de losregímenes presidencialesresultaría convenientereformar las reglas electoralespara disminuir los altosniveles de fragmentaciónpartidaria (y se trata sólo deuna muestra, los partidariosvernáculos de las “internasabiertas” irrestrictas y loscríticos locales de la “listasábana” también seencontrarán con una buenaserie de observaciones sobre

las bondades y desventajas detales arreglos).

Por último, para losdirigentes políticos constituyeun texto de consultaineludible. Más aún en estostiempos difíciles en que lospresidentes en ejercicio ya noson esos “monarcas sincorona” con los que soñaronlos patriotas fundadores delas otrora nuevas repúblicassino frecuentes destinatariosdel escarnio popular, y los expresidentes han cambiado elexilio dorado con el quesoñaban mientras disfrutabanlas mieses del poder por lasvisitas frecuentes a losestrados judiciales. Y si no esasí, que lo digan FernandoCollor de Mello, Carlos AndrésPérez, Carlos Salinas deGortari o Alberto Fujimori, porcitar sólo algunos casos conlos que los argentinos noestamos “tan” familiarizados.

Miguel De Luca

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Eduardo BasualdoSistema político y modelode acumulación en laArgentina,Universidad Nacional deQuilmes, Bernal, 2001, 142pp.

Sistema político y modelode acumulación en laArgentina lleva por subtítulo“Notas sobre el transformismoargentino durante lavalorización financiera (1976-2001)”. Allí queda planteado eltema de esta obra y el sentidoque la orienta. En efecto, lapropuesta de EduardoBasualdo es la de entregar unsólido trabajo de economíapolítica, tomando como puntode partida 1976, año en queun gobierno autoritario sehizo cargo del control delEstado y desde el queemergieron las condicionespara transformar el modelo deacumulación y el sistemapolítico que le daríalegitimidad. La línea históricaque traza el autor se extiendehasta el malogrado gobiernode la Alianza, pasando por losgobiernos de Raúl Alfonsín yde Carlos Menem.

Eduardo Basualdo es unreconocido economista,coordinador e investigador del

Área de Economía yTecnología de la FacultadLatinoamericana de CienciasSociales (FLACSO),investigador del ConsejoNacional de InvestigacionesCientíficas y Técnicas(CONICET), miembro delInstituto de Estudios sobreEstado y Participación (IDEP)que depende de la Asociaciónde Trabajadores del Estado(ATE), miembro del Centro deEstudios Legales y Sociales(CELS) y forma parte delcomité editorial de la revistaRealidad Económica. Haescrito varios libros yartículos para revistasespecializadas, como asítambién una considerablecantidad de documentos deinvestigación desde el IDEP.

Al rastrear en suproducción intelectual laspreguntas problemáticas delas que ha partido parainvestigar se encontrará que elautor ha estado indagando entodos estos años acerca de lascondiciones, dimensiones yconsecuencias de latransformación del modelo deacumulación. Por caso: lacaracterización del podereconómico argentino durantelos ’80; la vinculación de ladeuda externa y el poder

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económico argentino; lapeculiaridad de los gruposeconómicos, empresarios,industriales y terratenientes ysus conexiones con capitales ygrupos extranjeros; laparticularidad de laconcentración de capitaldurante los ’90 y susconnotaciones económicas,sociales y políticas; lareestructuración económicadurante la última década y laintegración y diversificaciónempresarial a partir de lavinculación con poderestransnacionales inversores enel país, son tan sólo unpuñado de las variadasproblemáticas que el autor haintentado comprender yexplicar.

Si bien los trabajos deBasualdo contienen unaconsiderable información yanálisis económicos, sushipótesis parten de preguntasque inciden en lo político. Yaen la introducción de lapresente obra, se pregunta:“¿de qué manera los sectoresdominantes consolidan elnuevo patrón de acumulaciónbasado en la valorizaciónfinanciera, garantizando, almismo tiempo, el controlpolítico y social sobre lossectores populares, cuando el

desarrollo de ese patrón deacumulación exige acentuar,hasta un grado desconocidoen las décadas anteriores, laconcentración del ingreso y laexclusión social?” (p. 14)

Basualdo ha tomado aGramsci como sostén teóricode su análisis político, escogeparticularmente el conceptode transformismo utilizado porel pensador italiano y lo aplicaal caso argentino. En la Italiade principios del siglo pasado,hablar de transformismoseñalaba ausencia deorganización y coherencia delos partidos mayoritarios y,más concretamente, concerníaa la práctica corriente decubrir puestos de gobiernocon miembros de esospartidos. Gramsci, al analizarel Risorgimento, recogió esanoción y la caracterizóconceptualmente como unasituación en la que lossectores dominantes excluyentodo compromiso con lossubalternos, pero mantienenla dominación sobre la basede la integración de lasconducciones políticas de esossectores subalternos. Sobreesa interpretación, Basualdoenumera similitudes ydiferencias del análisisgramsciano del caso italiano

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con el caso argentino que élpropone, y desliza unaprimera hipótesis sobre eltransformismo argentino: escentral para la construcciónde dominación en el nuevomodelo de acumulación, trasel gobierno autoritario, lacooptación de los intelectualesorgánicos que los sectoresdominantes realizan sobre lossubalternos en pos de generarconsenso alrededor del modeloemergente. Complementa eseeje central la intención deforjar consenso y ejercercoacción sobre los sectoressubalternos. El trasfondo deesa coyuntura, para Basualdo,está dado por la tarea dedesmovilización ydesestructuración que losintelectuales orgánicoscooptados realizan sobreaquellos a quienesrepresentan. Esa es una delas observaciones iniciales desu trabajo, que señala coninsistencia: tras la dictadura,el objetivo fue impedir laorganización de sectoressubalternos inhibiendo sucapacidad de impugnaciónsobre el nuevo modelo deacumulación. No es casualque Basualdo haya tomado aGramsci. Su obra es productode un intelectual orgánico,

participante de unaorganización subalterna comoel sindicato ATE, fundador ymiembro de la contestatariaCentral de los TrabajadoresArgentinos (CTA), que hacuestionado el proceso devalorización financiera. Y hoylo resiste.

Para el autor, sin embargo,el hecho decisivo en laconformación deltransformismo argentino es lasubordinación de losgobiernos constitucionales alos sectores dominantes decapital concentrado interno(grupos económicos locales yconglomerados extranjeros)quienes al tiempo queconcentraron un alto nivel deingresos incidieron en eldiseño de políticas estatales.Basualdo sostiene sobre dichasubordinación: “esacompañada y alimentada porel surgimiento de negocioscomunes entre los sectoresdominantes y el sistemapolítico a costa de losintereses públicos. Se trata dela irrupción de losdenominados ‘retornos’, esdecir, de la corrupción comofactor orgánico en el sistemade poder, mediante la cual searticulan el capital oligopólicoy el sistema político en

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detrimento del conjuntosocial. Es decir, no se trata deun fenómeno coyuntural,acotado a determinada etapade la instalación de lavalorización financiera, sinoestructural e intrínseco alnuevo patrón de acumulacióndominante.” (p. 25)

La obra está dividida endos capítulos: el primero serefiere a las características delsistema político y la sociedadcivil a partir de la dictaduramilitar, el segundo a lasetapas y características de laarticulación entre el sistemapolítico y la valorizaciónfinanciera. A su vez, elsegundo capítulo está divididoen tres etapas a través de lasque el transformismoargentino tuvo comienzo yconsolidación: la primera deellas describe la dictaduramilitar y analiza el proceso decambio del modelo deacumulación mediante ladesarticulación de los cuadrossubalternos; la segundaetapa, durante el primergobierno constitucional en1983, profundiza el modelo deacumulación reconociendocomo eje central a cumplir laintegración pacífica de loscuadros dirigentes de lasdistintas fracciones de los

sectores populares parainhibir toda reacción queimpida la consolidación delmodelo emergente. Y,finalmente, la tercera etapatransita los dos gobiernos deCarlos Menem y el de laAlianza (la obra se publicóantes del fin del gobierno deDe la Rúa), cuando seconsolida “el predominio de lavalorización financieramediante la instauración deun nuevo formato del sistemapolítico que implica laincorporación de fuerzaspolíticas enteras, aun deaquellas supuestamentecontestatarias, al sistema dedominación.” (p. 29)

Ahora bien, ¿qué es lavalorización financiera? Asíllama Basualdo al procesoeconómico y social quereemplazó la industrializaciónsustitutiva de importaciones yque se sustenta en laextraordinaria rentabilidadque obtienen los bancos o elsistema financiero en general,los capitales oligopólicoslíderes en las distintasactividades económicas comola industria, el agro y,recientemente, los serviciospúblicos privatizados. Yexplica: “Esto es posibleporque la tasa de interés

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supera la rentabilidad de lasotras actividades económicas,se registra una notableconcentración del ingreso y ladeuda externa opera comouna fenomenal masa derecursos posibles de servalorizados en la economíainterna por parte del sectormás concentrado del capital,sobre la base de las notablesdiferencias que presenta latasa de interés internarespecto a las vigentes en elmercado financierointernacional.” (p. 13)

Agrega que a ello sevincula, necesariamente, unaasimetría en la relación socialcapital-trabajo a favor de laprimera, que se manifiesta enuna distribución regresiva delingreso, en el incrementoacelerado y sostenido de losniveles de las tasas dedesocupación y subocupacióndados a partir de laexplotación y expulsióntambién sostenida de la manode obra, y en un nivel deexclusión social que implicanel retroceso de la estructuraeconómica y social del país sinantecedentes.

A lo largo del proceso detransformismo argentino hahabido marchas ycontramarchas. Por ejemplo,

la puja entre distintasfracciones de los sectoresempresarios dominantesdurante el gobierno deAlfonsín y sus vinculacionescon ese gobierno; elsignificado disciplinador quealcanzó la hiperinflación de1989, sobre todo para lapoblación al punto de asentirciegamente a solucionesestabilizadoras como laocurrida con el plan deConvertibilidad instrumentadopor Domingo Cavallo en elprimer gobierno de Menem; lavinculación de la fracciónconcentrada de capital internoy los acreedores extranjeros;la situación inmejorablealcanzada por los sectoresdominantes bajo la primeraadministración menemista apartir de una “comunidad denegocios” entre éstos, lasempresas extranjeras y labanca transnacional; laindependencia del cicloeconómico que obtiene elestablishment durante elsegundo gobierno de Menem yque se refleja en una mayorconcentración del ingreso conel consiguienteempeoramiento de lascondiciones de vida de lostrabajadores asalariados; ladisolución de la “comunidad

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de negocios” y susconsecuencias para lainversión de grupos locales yextranjeros; la llegada de laAlianza a la administraciónnacional y la puja de dosfracciones del establishmentpor imponer proyectosalternativos a laConvertibilidad (dolarización ydevaluación) que llevaron adicho gobierno a adoptar unenfoque ortodoxo de laeconomía, acentuando laconcentración del ingreso yprofundizando la recesióniniciada a mitad de 1998.Éstos son tan sólo algunospuntos salientes del trabajoque con una envidiablecapacidad de síntesis su autorrelata, dando un sentidointerpretativo y explicativo alproceso histórico que llevó a lasituación actual.

La obra tiene, además, lavirtud de ofrecer claridadexplicativa, información ydatos que no sólo corroboran

sino también ilustran lashipótesis y líneas de lecturapropuestas. Y cuenta con unasección de comentarios sobrela misma a cargo de GuillermoO’Donnell, José Nun y ClaudioLozano. Si bien los tresproporcionar elementosinteresantes que enriquecen eltrabajo, se destaca el aportede Nun, quien discute lalectura política que el autorhace de la situación y lamanera en que interpreta aGramsci.

En suma, Basualdo entregauna obra valiosa para lacomprensión y la discusión decuestiones salientes, como elmodo en que se acumulariqueza en una nación y elmodo en que un Estadoconfiere legitimidad parapermitir dicha acumulación.Es que de eso se trata: dediscutir el modo.

Martín Armelino

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LEANDRO G. COPPOLECCHIO 303

Manuel CastellsLa Galaxia Internet.Plaza & Janés Editores,Madrid, 2001, 317 páginas.

Al igual que la difusión dela imprenta en Occidente diolugar a lo que MarshallMacLuhan denominó laGalaxia Gutenberg, se asisteahora a un nuevo universo dela comunicación que ManuelCastells llama la GalaxiaInternet.

En los últimos treinta añosla interacción de tres macroprocesos globales modificaronla estructura social del mundoque comenzó a basarse cadavez más en modelos de redes.Por una parte, la globalizacióndel capital y la consecuenteflexibilización en la gestión, laproducción y el intercambiode mercancías, por otra, lasdemandas de mayorautonomía individual en tornoa valores cívicos basados en lalibertad de acción y expresióny, por último, los avancesexponenciales de lastecnologías relacionadas conlas telecomunicaciones, lainformática y lamicroelectrónica, convergieronhacia una nueva forma desociedad. De esta manera, losmodelos de interconexión de

computadoras en red, unatecnología desarrolladaespecíficamente para usosmilitares y científicos y quedurante años tuvo pocaaplicación más allá de estossectores, terminó por hacereclosión durante 1995alcanzando un usogeneralizado gracias al worldwide web.

El carácter abierto de laarquitectura de la Webconfiguró su principal fuerza.Como es relativamentesencillo conectar nuevosnodos, el costo demantenimiento y expansióndel sistema es bastanteeconómico una vez que secuenta con el eje troncal. Porotra parte, el software segeneralizó gracias a lafacilidad con la que se podíanrealizar copias domésticas, alos préstamos de losprogramas entre los usuariosy a la distribución gratuitapor parte de las empresasprogramadoras que utilizaroneste sistema propagandísticocomo una forma de ganarnichos en el nuevo mercado deInternet.

De esta múltiplecontribución surgieron todauna serie de aplicaciones noplanificadas como nuevos

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formatos de e-mail oinstrumentos como elMODEM, tablones deanuncios, sistemas de foros ychat rooms que se le debenmás a los conocimientostécnicos y a lasimprovisaciones de losestudiantes y jóvenesaficionados a la informáticaque a grandes organizacionesempresariales, científicas omilitares.

Un ejemplo paradigmáticode estas particulares einasibles formas de creación,innovación y difusióntecnológica puede observarseen los muchos reveses ycontratiempos comerciales depoderosas compañías queintentaron lograr laconvergencia entreordenadores, medios decomunicación e Internet, quemuchos futurólogos,tecnólogos y magnatesmediáticos habían anunciadocomo uno de los mayoresnegocios mundiales durantelos años noventa, y queacabaron en fallidas pruebascomerciales que, al contrariode lo esperado, generalmenteculminaron en fracaso debidoa la falta de demanda porparte de los consumidores.Todo esto a pesar de

inversiones siderales yfusiones de empresastransnacionales como elparadigmático caso de AOLcon Time Warner quesufrieron pérdidas superioresa los mil millones de dólaresen el año 2000 o el intento deemitir vídeo a través deInternet cuando Microsoftcompró WEB TV en 1997fracasado por diversascarencias tecnológicas en elservicio que redundaban enuna notable falta de calidaden comparación con latelevisión analógica o digital yla poca predisposición delpúblico que no estabadispuesto a pagar por unservicio costoso y pocoeficiente y que además ya erabrindado por las empresas decable y video sininconvenientes y a preciosmás que accesibles.

Para no seguir con un largolistado de empresas queperdieron y continúanperdiendo en estos intentos deconvergencia digital seencuentra una explicaciónasombrosamente obvia: elancho de banda. Para el 2000en Estados Unidos, el paísmás densamente conectadodel mundo, sólo la quintaparte de los hogares tenía

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acceso a la transmisión DSL.Pero incluso para estos pocosprivilegiados, el ancho debanda alcanzado seguíasiendo escaso. Una imagen decalidad aceptable paratelevisión requiereaproximadamente unacapacidad de transmisión deunos 3 megabytes porsegundo, mientras que lasvelocidades actuales apenasvarían entre los 300 kilobytesy 1,5 megabytes por segundo.

Pero, por otra parte,Castells encuentra unaexplicación sociológica quecontinuaría marcando unafuerte tendencia en el públicoen el largo plazo, inclusoaunque se solucionasen todoslos inconvenientestecnológicos actuales. Elprincipal error que cometió elsector mediático fue creer quela demanda de información yocio era ilimitada y que si sepodían concentrar todas lasventajas de los distintosmedios en uno sólo elresultado no podía ser otroque un éxito comercial sinprecedentes. Sin embargo, elpúblico hizo todo lo contrariopues utilizó los periódicos y latelevisión para informarse yesta última, junto con el cabley el video, como principal

fuente de ocio. Con Internetsucedió todo lo contrario auna demanda de productosmasivos. Su uso principal sereflejó en la satisfacción deintereses específicos pordeterminados contenidos. Dehecho, Castells realizaamplias encuestas y análisisque muestran que la lógicainnovadora y característica deInternet como medio radica encuestiones totalmenteopuestas a la masividadpropia de la televisión, laradio o el cine. El ciberespaciose caracteriza por un usoautónomo, libre e interactivode los contenidos basados enla apropiación individual ycreación autárquica por partede los usuarios.

Por tanto, la cultura deInternet es el resultado de lacultura de los actores socialesque crearon Internet. Lossistemas tecnológicos seproducen socialmente y laproducción social vienedeterminada por la cultura. Lacultura de los productores deInternet dio forma a estemedio. Estos productores, quea su vez, fueron los primerosusuarios de la redconstituyeron la piedraangular de este proceso decomunicación abierta y de

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todos los avances obtenidosgracias a la colaboración enred. Sin este grado deapertura, los miembros de lacomunidad desarrollarían susestrategias en formaindividual y competitiva con loque el proceso decomunicación se estancaría,obstaculizando por tanto laproductividad intelectual delesfuerzo cooperativo.

Esta nueva cultura nacidade Internet dio lugar a unanueva economía con el e-business como punta delanza. No se trata de unaeconomía on line sino de unaeconomía cuyo motor es latecnología de la información,que depende del trabajoautoprogramable y que estáorganizada en torno a redesinformáticas. Estas parecenser las fuentes del crecimientode la productividad del trabajoy por lo tanto de la creaciónde riqueza, en la era de lainformación.

Sin embargo, si el trabajoes la fuente de laproductividad, el podercreativo del trabajo y laeficacia de la organizaciónempresarial dependen enúltimo término de lacapacidad de innovación. Lainnovación está en función de

la actividad del trabajoaltamente cualificado, asícomo de la existencia deorganizaciones capaces decrear conocimiento. Dichoproceso de innovacióntambién se ve transformadoen la economía, ya que losusos de Internet juegan unpapel fundamental a la horade lograr esta innovación.

Análogamente, otros modosde interacción se venimbricados por los procesosde acción y relación en la red,como la formación decomunidades virtuales o laproducción de nuevasestrategias políticas que losactores sociales desarrollanpara informar, reclutar,organizar, dominar ycontradominar en lacoevolución paralela deInternet y la sociedad.

Una parte sustantiva de ladimensión política cotidianaesta siendo profundamentetransformada por estas redesde comunicación. Sin embargoesta situación se desenvuelve,como en anteriores contextoshistóricos, de maneracontradictoria. Internet no esun instrumento de libertad nitampoco es un arma paraejercer la dominaciónunilateral. El caso es que la

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libertad nunca es algo queviene dado sino que requiereuna lucha constante; es lacapacidad para redefinir laautonomía y poner en prácticala democracia en todos loscontextos sociales ytecnológicos. Internet ofreceun potencial extraordinariopara la expresión de losderechos del ciudadano y parala comunicación de los valoreshumanos. Depende, entonces,de los propios ciudadanosampliar los procesos dedemocratización, lo que esquizás el reto político másimportante planteado porInternet.

Esta centralidad deInternet en muchas áreas dela actividad social, cultural,económica y política podríaconvertirse en marginalidadpara aquellos que no tenganacceso a la red. Por tanto noes de extrañar, que en muchoscasos, el augurio del potencialde Internet como medio paraacrecentar la libertad, laproductividad y lacomunicación vengaacompañado por denunciassobre la posibilidad deaumentar la polarizaciónsocial en términos de unanueva forma de segregación:la divisoria digital. La

disparidad entre los quetienen y los que no tienenInternet amplia aún más labrecha de la desigualdad y laexclusión social, en unacompleja interacción queparece incrementar ladistancia entre las promesasde la era de la información yla cruda realidad en la queesta inmersa una gran partede la población del mundo.

Hasta el momento, losdatos recabados por Castellsson preocupantes. La rápidadifusión de Internet estáavanzando de maneradesigual por todo el planeta.En setiembre del 2000, sobreun total de 378 millones deusuarios que representabansólo el 6,2% de la poblaciónmundial, el 42,6% estaban enNorteamérica y el 23,8% enEuropa mientras que enAmérica Latina apenas sealcanzaba un 4% y en Áfricaun exiguo 0,6%. Estosporcentajes contrastanradicalmente con el segmentode población que estasregiones representan en lapoblación mundial.

El uso diferencial deInternet en el mundo en víasde desarrollo se debeprincipalmente a la enormediferencia en la

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infraestructura detelecomunicaciones, losproveedores de serviciosInternet y los proveedores decontenidos Internet, así comoa las estrategias que estánsiendo utilizadas paracombatir esta diferencia.Principalmente porque alenfrentarse a los imperativosde la comunicación global, lasactividades clave en cada país,como ser las institucionesfinancieras, medios, negociosinternacionales o lasinstitucionesgubernamentales de alto nivel,entre otras, no pueden esperara la costosa y lentamodernización de todo elsistema detelecomunicaciones, que amenudo sigue un necesario,aunque lento, proceso deprivatización y desregulación.Así, las empresas que ofrecenlos sistemas de conexión máseficientes en los paísescarentes de unainfraestructura adecuada, sóloatienden las necesidades de

los clientes más poderososdado que funcionan víatransmisión satelitalconectados a pequeñas redeslocales generalmenteprivativas debido a su costo.

El nuevo modelo dedesarrollo mundial requerirá,entonces, que se supere ladivisoria digital planetaria.Para ello es indispensablediseñar políticas de inclusiónglobal a la nueva economíabasada en Internet,impulsando canales departicipación, aprendizaje ygeneración de conocimientosnecesarios para operar en lared y apoyadas porinstituciones políticaslegítimas y eficientes. Elinterés general de lahumanidad, descansa en labúsqueda de un modelo quese ajuste a estos criteriosmientras aún se esté a tiempode evitar el drama de unplaneta dividido por su propiacreatividad.

Leandro G. Coppolecchio

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Carl SchmittRomanticismo Político,Universidad Nacional deQuilmes, Buenos Aires, 2001,250 páginas.

En la presente obra,Schmitt intenta determinar deforma explícita laespecificidad del romanticismopolítico para diferenciarlo delpolítico romántico. Y, aunquepareciera paradójico, la razónpara esta operación deoposición se encuentra enque, para un romántico, todolo que incumbe a la esfera delo político le es ajeno.

Para comprender estapremisa, ante todo hace faltadefinir claramente lasposibilidades y los límitesinmanentes en estemovimiento, que surge en elsiglo XVIII, según el autor,como una ilusión derevolución y, por elloestableció una relación con losacontecimientos políticos enFrancia.

En lo que constituye lacreencia habitual de estemovimiento, romanticismo esconsiderado como todo lo quepuede derivarse psicológica eintelectualmente de la idea debonté naturelle. Esta

definición, si bien paraSchmitt no es digna dedesprecio, es insuficiente paracomprender la especificidaddel movimiento, pues todadefinición de romanticismodebe surgir del sujetoromántico propiamente dicho,su conducta particular y surelación con el mundo, y nocomo resultado de esarelación o de entidades que seencuentran por fuera de él.

Todas las contradicciones ydificultades de definir a estemovimiento son resultado delromanticismo mismo, ya queel mismo considera a losacontecimientos históricoscomo mera ocasión para suproducción literaria, pero sinconocerlos objetivamente. Eneste sentido, el movimientoromántico hace de la falta declaridad un principio y porello constituye un laberintohistórico-espiritual.

Su sensibilidad espuramente estética y noavanza nunca hacia ladefinición de un concepto,porque esta definiciónsupondría una decisión sobresus límites, sobre su carácterperformativo. (cosa que estámuy alejada de la forma deproducción romántica).

Preso de un esteticismo

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general, el románticoabsolutiza lo estético y espuesto como centro de suproducción. El arte sufre unatransformación en manos delromanticismo. Pasa asignificar L´art pour L’artmismo. Así, religión, moral,política y ciencia son tomadosindistintamente sólo comomaterial de su productividadartística romántica. Pero ni ladecisión religiosa, política omoral, ni los conceptospolíticos son elementos dignosde estetización, porque en laidea misma de concepto seencuentran los límites para lacreatividad del romántico.

A pesar de esta policromíadel escenario romántico, elmovimiento gozó deconsiderable éxito, razón porla cual lleva a Schmitt aconsiderar como responsablea una definición metafísicaque opera en el centro mismodel movimiento: la occasio(ocasión, oportunidad)

La occasio se define mejoren directa oposición a ladefinición de causa. (lacausalidad calculable). Todolo que da orden a la vida y losacontecimientos esincompatible con larepresentación ocasional.“Donde lo oportuno y casual

se convierten en principios,surge una gran superioridadsobre tales sujecciones. En lossistemas metafísicos que secaracterizan comoocasionalistas [...] Dios es lainstancia última y absoluta yel mundo en su totalidad ytodo lo que sucede en él, unamera ocasión de su exclusivaeficiencia. Esta posturaocasionalista puede subsistir,pero al mismo tiempo poneren el lugar de Dios otra cosa,como al Estado, el pueblo o elsujeto individual. Esto últimoes lo que ocurre en elromanticismo [...] elromanticismo esocasionalismo subjetivizado”(p. 58)

De este modo, el románticohace del mundo una meraocasión y oportunidad paratodo. El mundo se vuelveincalculable de modofantástico, cualquier puntoconcreto es viable para vagarpor lo ilimitado y contribuir ala productividad romántica.

El proceso desecularización en lamodernidad operó en elromanticismo a la manera deun sujeto demiúrgico; enefecto, la subjetividadromántica se elevó hasta lacategoría divina para

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desplazar de una vez al Diosde la tradición judeocristiana(aunque más tarde volverá areencontrarse, no sindificultades, con este mismoDios). Pero esta deidad noconcede límites ni definicionesa la realidad: todacategorización le está vedada,no existe conclusión nidefinición.

La mano mágica del azarrige sus movimientos. Para elromanticismo todo deja de sercosa y objeto para convertirseen un mero punto de partida.El fundamento de todoproceso histórico-político seencuentra en un podersupraindividual, y losrománticos se creían parte deeste organismo superior.Schmitt encuentra el vínculoromántico con el mundo enuna frase de Novalis: “Todaslas casualidades de nuestravida son materiales con losque podemos hacer lo quequeramos, todo es el primereslabón de una cadenainfinita, el comienzo de unanovela infinita” (p. 146)(“Romántico” –Romantisch–significa, en su etimología,“novelesco”; la palabra derivaa su vez de novela –Roman–).

La situación espiritual delromántico comienza en

sintonía con el espíritumoderno cartesiano: el “cogitoergo sum” remite a unaactividad subjetiva e internaal pensamiento mismo, enlugar de a una realidad delmundo exterior: elegocentrismo.

Para Schmitt, elromanticismo devenidointelectualidad es sólo unaapariencia que tras de síesconde un sensualismocerebral, expresado en unaproductividad específica ypropia que es el lirismo.

El todo es reducido a unpunto; toda definición para elromántico es sinónimo delimitación a su potenciacreadora, al orden deposibilidades que se erigecomo ser supremo ante larealidad, pues la realidadencierra en sí misma losmismos problemas que dossiglos más tarde metaforizaráMax Weber a través de su“Jaula de Hierro” de lamodernidad. Y en estaimposibilidad de definiciónpor parte del sujeto románticoreside su mayor talón deAquiles a la hora de tomardecisiones. Simplemente nopuede hacerlo pues necesitadisolver todaconceptualización

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predeterminada paraalimentar los párrafos queconstituirán y darán forma asu “novela infinita”. Para losrománticos, “la voluntad derealidad termina en voluntadde apariencia [...] lograronescapar a la realidad de lascosas, pero las cosas, a suvez, también se les escaparon”(p. 141)

Para el argumentoschmittiano, es de la mayorimportancia resaltar que elromanticismo no tienerelación alguna con unacausa, como ya vimos,concepto opuesto a la ocassio:lejos de entrever una relacióncausa-efecto que impregnarade un carácter normativista ala realidad, el romántico seufana de utilizar los hechosconcretos y toda percepciónsensorial como mera ocasiónpara transformarlos en objetode interés estético-emotivo, yasí construir una fábula, unapoesía o una novela. Elromántico rechaza todaactividad que pueda interveniren las relaciones reales delmundo. Y este rechazoconstituye uno de losfundamentos por el cual elromántico no encuentradiferencias entre lo justo y loinjusto, base esencial de la

práctica política. La política,dice Schmitt, le es tan ajenacomo la moral o la lógica. Peroaquí es donde hay queintroducir la diferenciaciónentre el romanticismo políticoy la política romántica.

Un hombre que no esromántico puede estarmotivado por representacionesromantizadas y poner toda suenergía, que surge de otrasfuentes diferentes a las delromántico, al servicio deaquellas. “El tipo inmortal deesta política de oportunidadesconstruidas románticamentees Don Quijote, un políticoromántico y no un románticopolítico. Era capaz de percibirla diferencia entre lo justo y loinjusto, en vez de ver unaarmonía superior, y dedecidirse por aquello que leparecía justo, una capacidadde la que el romántico políticocarece [...] Si el entusiasmopor su ideal caballeresco y suindignación ante la supuestainjusticia también llevan alpobre caballero a un locodesprecio por la realidadexterior, sin embargo, no seretira estéticamente a susubjetividad para lamentarsey criticar el presente” (p. 223)

En el romanticismo, todoacontecimiento, por más

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EDGARDO OSCAR ZANCHETTI 313

importante que este fuere, notiene importancia ni entidadreal mientras permanezcaajeno al interés creadorromántico. La entidad de lacosa cede su lugar porcompleto y se subordina alestado de ánimo del sujetoque lo transforma en materialocasionalista de suproducción. Y es estaoperación la que deja endescubierto la principalcontradicción del románticopolítico, y que consiste en que,en la pasividad orgánica quees propia de su estructuraocasionalista, quiere serproductivo sin volverse activo.Para Schmitt, éste es el núcleodel romanticismo político:

“como ocasionalismo subjetivono tuvo la capacidad [...] deobjetivar su esencia espiritualen conexiones teóricas opráctico-sustantivas” (p. 238.)Para agregar más abajo comoejemplo: “las ideas jurídicasson antirrománticas” (p. 241).

Esta diferencia esencialentre el romanticismo políticoy el político romántico es larazón que le da sustento a laexcelente argumentaciónschmitiana que arroja másque algo de luz a unadefinición concreta ysustantiva de un movimientoque tuvo su apogeo en el sigloXVIII y XIX y que aún persistesu legado: el Romanticismo.

Edgardo Oscar Zanchetti

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Daniel FeiersteinSeis estudios sobregenocidio. Análisis de lasrelaciones sociales:otredad, exclusión yexterminio.Eudeba, Buenos Aires, 2000,133 páginas.

Generar un aporte rigurosoy crítico a los estudios sobregenocidio no es una tareasencilla. Sin embargo, estaserie de ensayos de DanielFeierstein realiza una originaly lograda apuesta medianteun abordaje sociológico que sepropone analizar al genocidiomoderno como una prácticasocial.

El autor es sociólogograduado en la Universidad deBuenos Aires y, actualmente,Coordinador General delINADI. Por su parte, el libro –que tuvo una primera versiónen Cinco estudios sobregenocidio (Acervo Cultural,1997)– produce una rupturaen dos niveles. En un primernivel, quiebra con la falta detradición y tratamientoacadémico de la Shoá(catástrofe) en Argentina,generando una polémica nosólo al interior de los ámbitosde investigación académica,sino también dentro de la

comunidad judía en el país.En un segundo nivel, rompecon ciertas definiciones degenocidio, muchas de ellasprofundamente arraigadas enel sentido común de lamayoría de la población. ParaFeierstein, no es el número demuertos ni el porcentaje depoblación eliminada sobre eltotal de un grupo lo quepermite definir a un fenómenohistórico como genocida.Tampoco lo es la tecnologíaaplicada para la producciónde muerte, ni laintencionalidad que guía a losvictimarios. Contra esosargumentos, hay sustentadascríticas tanto fácticas como depertinencia.

El autor propone, encambio, pensar al genocidiocomo una práctica social,analizada procesualmentecomo la construcción,destrucción y reconstrucciónde relaciones sociales. Luegode haber tomado testimonios asobrevivientes del holocaustoy consultado diversas fuentesprimarias y secundarias,Feierstein afirma que debemos“...dirigir nuestra atenciónhacia la comprensión delgenocidio como un intento porquebrar ciertas ydeterminadas formas de

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relación social [...] quepodríamos caracterizar como‘autónomas, solidarias ycríticas’, transformándolas enrelaciones socialesheterónomas, individualistas,dóciles” (p. 33).

El primer ensayo revisa lasdiversas reacciones,interpretaciones yexplicaciones relativas alfenómeno de la Shoá,producidas por académicos,periodistas, políticos y hastarealizadores televisivos. Elautor no elude analizar cómolas visiones generalizadas quemuestran “genocidas locos ypoderosos, víctimas mansas ysin capacidad de defensa, yespectadores ignorantes yajenos a todo el proceso” (p.17) impiden un acercamientoteórico riguroso al fenómeno,mientras que,simultáneamente, generanuna perspectiva políticamentetranquilizadora para la granmayoría que no se sientepartícipe directamente.

El segundo ensayo, tal vezel de mayor impronta teórica,presenta una periodizacióntentativa de un procesogenocida, constituida porcinco etapas: la construcciónde una otredad negativa, elhostigamiento, el aislamiento

espacial, el debilitamientosistemático y el exterminio.Feierstein advierte que “no esuna periodización histórico-fáctica [...] sino que [...] sepretende observar qué tipos dearticulación de eventos fueronnecesarios para laimplementación de unfenómeno de exterminiomasivo como fue el genocidiodesarrollado por el nazismo”(p. 32). A su vez, da sólidosmotivos para pensar que elenfoque planteado es centralpara analizar la Argentina dela última dictadura: “Lapretensión [...] es la deconstruir un modelo de fasesque pueda ser aplicado parala comprensión de otrosprocesos de exterminiorealizados por los estadosmodernos” (p. 32). En estesentido, debemos señalar queel autor es titular de lamateria “Análisis de lasprácticas sociales genocidas”en la Facultad de CienciasSociales de la Universidad deBuenos Aires, donde susalumnos vienen desarrollandooriginales estudios –y enalgunos casos investigaciones–sobre lo ocurrido en el período’76/’83 en nuestro país, ysobre otras problemáticas quepueden incluirse en la

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periodización propuesta porFeierstein. Se destacan en elsegundo ensayo los aportes dePiaget, Adorno, Foucault yBerger y Luckmann, quienes,por otra parte, siguenpresentes a lo largo de todo ellibro.

El tercer ensayo analiza eluso de la espacialidad en loscampos nazis, y el cuarto seaboca a reflexionar, desde unaperspectiva principalmentegramsciana, los movimientosde resistencia judía en losguetos de Europa Central.Aquí, deja de lado loshabituales trabajos sobre las“tecnologías de producción demuerte” (formas deimplementación de ungenocidio), para acercarse a la“discusión eminentementepolítica (entendida la políticacomo el análisis de relacionesde fuerzas, estrategias ytácticas) sobre los problemasde la resistencia a unapráctica social de [...]genocidio” (p. 61).Nuevamente se logra unnotable cruce entrerecuperaciones teóricas,información histórica rigurosay originalidad analítica,problematizando la cuestiónde la hegemonía y dandocuenta de las diferentes

estrategias y tácticas de losguetos (principalmente, los deVarsovia, Vilna y Bialystok)frente a las iniciativas nazis.

El quinto ensayo evalúaproblemas de táctica y ética,analizando el uso de laresponsabilidad colectivacomo estrategia del nazismo apartir del dilema deWittenberg (comandante de laresistencia judía en Vilna,cuya entrega exigía la Gestapoa los propios judíos, a cambiode no aniquilar el gueto).

El último ensayo aportaherramientas analíticas quenos permiten echar luz sobrelo acontecido en la Argentinademocrática. El autor proponeuna sexta etapa para superiodización: “Las prácticasgenocidas no culminan con surealización material (es decir,el aniquilamiento de una seriede fracciones sociales vistascomo amenazantes yconstruidas como ‘otredadnegativa’), sino que se realizanen el ámbito simbólico eideológico” (p. 113).

Así, Feierstein pretendeproblematizar las formas conque las estructuras deasimilación simbólica de lasdiversas sociedades pos-genocidas narran los hechosde exterminio, mediante “una

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recalificación conceptual quedesvincula el genocidio delorden social que lo produjo,pero no en la forma burda yevidente de la negación de loshechos, sino en eltrastocamiento del sentido, lalógica y la intencionalidadatribuidos a los mismos” (p.114).

De los diversos procesosque el autor desmonta (comolas postulaciones de“innarrabilidad” del eventogenocida o la “demonización”del mismo mediante la“demonización” de susejecutores), recuperamos laidea de negación de identidadde las víctimas, a las que sehomogeneiza intencional einsistentemente en lacategoría de “inocencia”. Diceel autor: “las reflexionesposteriores a los procesosgenocidas, al categorizar alexterminio masivo dentro dela categoría del ‘mal absoluto’y relegarlo al ámbito de lairracionalidad a la vez quesituar a las víctimas en lafigura de la ‘inocencia’,abandonan cierta posibilidadde encontrar el tipo defuncionalidad operante en esteproceso, entendiendo estaconstrucción de la negatividadcomo una práctica delirante,

sin sostén político alguno ysin anclaje en la realidad” (p.117). Consecuentemente,Feierstein considera ineludiblerecomponer en qué términosfue ideado el exterminio paradesmontar esta construcciónnegativa y recuperar laidentidad social de lasvíctimas, recuperación quepermitiría una reapropiaciónde las víctimas en tantosujetos sociales. “El procesocontrario lleva a la realizaciónsimbólica del genocidio: esoscuerpos eliminadosmaterialmente también sonborrados simbólicamente, sepierde hasta la capacidad derecuperar su memoria” (p.118).

Como señala el autor, estalógica simbólica tambiénoperó en nuestro país, donde“la negatividad construidasobre el ‘por algo será’ fuecombatida [...] con el ‘nohicieron nada’ [...]implícitamente parece leerseque si algo hubieran hecho, lajustificación del exterminiosería cuanto menos discutible”(p. 120). Este tipo de discursotermina negando que fueronasesinados precisamente porlo que hacían y no por lo queno hacían: “Fue el carácterautónomo, crítico y solidario

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de sus prácticas el queresultaba intolerable para losgenocidas y es justamente esecarácter autónomo, crítico ysolidario el que se deberescatar para no producir unnuevo asesinato simbólico” (p.120).

A este operativo discursivose le suman el detransferencia de culpa de losgenocidas a los resistentes(cuya expresión más conocidaen la Argentina es la “teoría delos dos demonios”) y el deprofusión del horror (mediantela narración reiterada de latortura, por ejemplo). Laconjunción de estos operativosdiscursivos instalan en lasociedad una sensación deterror que conduce a laparálisis y el escepticismo, entanto práctica políticahegemónica. Dichaarticulación constituye “larealización simbólica de lasprácticas genocidas, la [...]

última etapa que clausura laposibilidad de reintentar otramodalidad en las formas derelacionarse de los hombres”(p. 123).

Indudablemente, estos Seisestudios sobre genocidiotienen como mayor virtud sucarácter explícitamenteabierto. Llaman a serdiscutidos y a utilizar suscategorías, tal como nos diríaFoucault, como una “caja deherramientas”, y no como un“lecho de Procusto” al queamoldar la realidad histórica.Seguramente nuevos trabajospolemizarán y ampliarán lasperspectivas aquí aportadas,cumpliendo la voluntad delautor de aportar a la reflexióny a la práctica, no sóloacadémicas, sino articuladasen una direccióneminentemente política.

Daniel E. Jones

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Fernando J. DevotoNacionalismo, fascismo ytradicionalismo en laArgentina moderna,Siglo XXI de ArgentinaEditores, Buenos Aires, 2002,306 páginas.

Es sencillo cautivarse porel título de esta obra, quepropone el desarrollo deconceptos definitorios de granparte de la historia políticaArgentina. Seguramentepodría llegar a verse en eltítulo un estudio de largoalcance de las tendenciasnacionalistas desde su génesishasta la actualidad, junto conlas diferentestransmutaciones de unaescencia inalterable que sematerializa en las diferentesrupturas institucionales deuna República vacilante. Sinembargo no es el caso de estelibro, que pretendemostrarnos cuál fue el marcoen el que se desarrollaron lasideas nacionalistas dederecha, cuáles fueron suslimitaciones estructurales ycómo éstas condicionaron suafianzamiento dentro de lacultura política argentina.Para ello el análisis se articulasobre dos ejes: el de unnacionalismo amplio

constituido por el intento delas elites políticas dehomogeneizar una poblaciónheterogénea a través de laformación de una identidadcomún; y el de unnacionalismo restringido,antiliberal y autoritariodefinido por susespecificidades históricas,culturales o raciales. Laimplementación de un tiempocorto, acotado al contexto dela última parte del siglo XIX ylos primeros treinta años delsiglo pasado, demostrará serde singular efectividad a lahora de evitar losanacronismos y la consabidaideologización del proceso.Fernando Devoto retoma asísus investigaciones sobre elnacionalismo y,diferenciándose de posturasque comúnmente locaracterizan por su fortaleza,hace hincapié en lasdebilidades y contradiccionesen las que este movimientoestá sumergido.

La primer parte de la obrapresenta los elementos delnacionalismo identitario y lautilización que de él harán lossectores dominantes en subúsqueda por consolidar loscimientos de la Nación.Primeramente se exponen las

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ideas positivistas deSarmiento y Alberdi quepropugnan la ruptura totalcon un pasado en el que venencarnados todos los malesque aquejan a la incipienteRepública. Como es sabidopara estos pensadores, elcamino para eliminar lapesada carga que detiene elprogreso es la imposición demecanismos de cohesiónsocial delineados por una eliteque constituyan la naciónmisma como un proyecto afuturo. A diferencia de éstos,Mitre articula pasado,presente y porvenir lograndoque el sustento de este últimono dependa ya de unaconcepción puramenteracional sino que encuentresus bases de legitimación enlos hechos sobresalientes desu historia. Su interpretaciónde la historia sentará lasbases para uno de los mitosfundantes de la Argentina: elsentido de predestinaciónhacia un destino de grandeza.

Si durante la década de1880 la inmigración fue vistacomo un valioso instrumentopara suprimir las deficienciasculturales de la herenciahispana, a principios del sigloXX pasó a constituir unaamenaza creciente para la

definición de una identidadnacional. Con un análisisacentuado en la comunidaditaliana, sobre la que Devotoya ha realizadoinvestigaciones, él expone elarraigo subyacente en losinmigrantes hacia sus paísesde origen y cómo esto seconvierte en “síntoma de unsentimiento de dificultad conrelación a la integración yemblema de una primera ytemprana meditación sobre elfracaso del proyecto argentino,temas ambos quereaparecerán luego en lasreacciones nativistas ynacionalistas” (p. 16).

Las elites intentaránconjurar el peligro que paraellas mismas adquiere esteproblema, aunque sinresultados concretos. Para elautor esto indica que muy porel contrario a lo que seconsidera tradicionalmente,no existió desde un principioun plan acabado paraconseguir la integración, sinoque más bien fue ésta elresultado de distintos intentosque se lanzarondesarticuladamente con mayoro menor éxito. Devoto sostieneque no será sino hasta laprimera década del siglo XXcon Ramos Mejía como

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presidente del ConsejoNacional de Educacióncuando se podrá ver lasistematización efectiva de laspolíticas precedentes,creándose así un eficazproyecto civilizatorio conpreponderancia de una sólidaeducación patriótica. Otroselementos constitutivos quedestaca son el servicio military el voto obligatorio,subrayando el hecho de que laexpansión de la participaciónpolítica no era solamente unaampliación del marcodemocrático, sino que tambiénobedecía a la necesidad deforzar la participaciónciudadana de aquellos noinsertos en la construcción delo público.

Haciendo un balance, elautor dice: “el momento delochenta parece reuniraisladamente todos losprerrequisitos que varias delas tipologías de loshistoriadores europeos suelenrequerir para el surgimientode un movimientonacionalista. Primero: la ideade amenaza y el concomitantetema del otro (o del enemigo) yla necesidad de definir oexaltar ante él una necesidadespecífica; luego, una ciertanoción de decadencia que

marca la búsqueda desoluciones activas (como larecuperación de un espíritupatriótico u originario) pararevertirla” (p. 21).

En la segunda parte de laobra Devoto hace fuertehincapié en el imaginariosocial de principios de siglo,fundamentalmente por laimportancia que tiene para suinvestigación el marcocultural en el que losmovimientos nacionalistascomienzan a emerger. Rescataentonces al momento delCentenario cuando resurge enel imaginario colectivo eldestino manifiesto degrandeza, fruto del desarrolloeconómico alcanzado en lasdécadas precedentes. Es aquídónde desde las elites seregenera la necesidad derecuperar o simplementeinventar una tradición con laque los argentinos seidentifiquen valiéndose paraello de las instituciones de lasque dispone el Estado.

Devoto examina la laborcultural de tres autores y susobras: Manuel Gálvez con Eldiario de Manuel Quiroga,Ricardo Rojas en Larestauración Nacionalista y ElBlasón de Plata y,principalmente, Leopoldo

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Lugones en El payador y Laguerra gaucha. El autorexpone cómo a través de suslibros estos hombres impulsannuevas propuestasintelectuales enraizadas en latradición liberal y generan undebate que provocaalineamientos y enemistadescon una larga solución decontinuidad, incidiendoprofundamente en laformación del nacionalismoargentino.

A partir de 1910 diversosacontecimientos políticos ysociales provocan elsurgimiento de un movimientonacionalista de corteautoritario. Los dos hechosmás relevantes paracomprender la reconfiguraciónde los actores políticos fueronla apertura del juegodemocrático con laconsecuente llegada delradicalismo al poder y elriesgo que ven las clasesdominantes en el conflictosocial suscitado por lasideologías maximalistas.Manifestaciones de estoscambios son la ReformaUniversitaria y la SemanaTrágica de 1919: la primeraintroduce un frente deconflicto en un espacio socialdominado por las elites

conservadoras, mientras quela serie de huelgas de 1919ofrecen una amenaza al ordenconstituido altamentesobredimensionada por losgrupos de derecha que ven enellas la influencia de las ideasanarquistas y del marxismointernacionalista traídas porlos inmigrantes.

En este aspecto el autoraborda desde otra perspectivalas condiciones en las que sedesenvuelve la ideologíanacionalista, pues el contextosociopolítico no sólo sirve debase para la irrupción deestos movimientos, sino que asu vez limita su capacidad deafianzarse. El contextofunciona como resorte, peroen realidad los movimientosnacionalistas no se distanciande las otras alternativasconservadoras, con las quecompartían muchos puntos encomún. Por otro lado losnacionalistas reaccionaronante un rival político que noposeía todas lasconnotaciones que le eranatribuidas (por ejemplo, losgrupos de derecha veían en elYrigoyenismo elementos delmarxismo-leninismo),sobredimensionándolo, sintener en cuenta la real medidade su adversario. Entonces

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para el autor “[...] El primerresultado de esoscondicionamientos será unaire de familia en suspropuestas, en sus críticas ydesde luego en su mundosocial con los conservadores,antiguos y recientes [...] Ensegundo lugar la presencia deun adversario ideológico conaquellas características (elradicalismo yrigoyenista)limitaba la expansión dealgunos temas, aunquefacilitaba la de otros. Ellodaba a ese nuevonacionalismo unos leitmotiveideológicos diferentes a los dela década precedente pero que[...] tenían también limitadosalcances para construir unaopción institucionalalternativa en la políticaargentina” (pp. 125-126).

Política y culturalmenteesto se manifiesta con laformación de la LigaPatriótica, que aglutina algran espectro conservador dela época. Esta fomentapedagógicamente elpatriotismo y opera al mismotiempo como órgano debeneficencia y como unaorganización parapolicial quecolabora con la represión delas manifestaciones. El autordenomina a este grupo como

“protofascista” ya que poseealgunas características de losmovimientos autoritarios quese estaban dando en Europa,aunque a diferencia de éstos,la Liga Patriótica no pretendeconstituirse como unaagrupación política encauzadaa la toma del poder.

Paralelamente, lasvanguardias intelectualesfuertemente influenciadas porel futurismo italiano y elmaurrasianismo francésdarán origen a dospublicaciones que seconstituirán en foro de debatey centro de discusión de lasideas nacionalistas: La NuevaRepública y Criterio. Laprimera contaba conescritores como ErnestoPalacio, Rodolfo y JulioIrazusta que, aunque conmatices, no dudaban encondenar al liberalismo, a lademocracia, a los partidospolíticos y despreciaban a lasmayorías que se habíaninsertado en el juegodemocrático, acusandotambién a los inmigrantes deponer en peligro a la Nación.Incluso en ciertas ocasionesesas críticas conteníanelementos antisemitas yracistas. La base filosófica deeste periódico era el

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catolicismo y su fundamentoen lo político era elmaurrasianismo. Lapropuesta de los jóvenesnacionalistas era, al igual quesu par francés, hacer unarevista de ideas que tambiénfuncionara como disparadorde la acción política delmovimiento. Pretendíandestruir los equilibrios delsistema político, a través de laagitación ideológica, pormedio de la prensa,ubicándose por fuera delsistema de partidos y la clasepolítica. (pp. 198-199)

Otra publicaciónimportante dentro del períodoes el semanario Criterio, quetenía como principales figurasa Tomas Cullen, Attilio Dell’Oro Maini y Cesar Pico,además de muchos de loscolumnistas habituales de LaNueva República. Esta revistano era una publicacióntípicamente nacionalista yestaba dirigida por influyentesgrupos católicos dondeconfluían tanto los católicosliberales como losascendientes nacionalistas.Dada esta combinación, elautor marca la dificultad detipificar a esta revista quecontenía elementoscontradictorios entre sí, como

el vanguardismo cultural, elcatolicismo tradicional y elreaccionarismo político. Lapresencia constante de estascontradicciones generaronconflictos frecuentes querevelaban la difícil coyunturapolítica en la que seencontraban los gruposcatólicos tradicionales.

En el derrocamiento militarde Yrigoyen participó elamplio espectro nacionalista yconservador que desempeñóun rol significativo dentro delgolpe ayudando a crear unclima de inestabilidad ydesgastando la imagen delgobierno ante la opiniónpublica; se reprobó la políticadel gobierno frente a a losmovimientos obreros, secriticó el apoyo que le dabanlos sectores populares algobierno y su inacción frentea la crisis económica. Noobstante todo esto, el autorrelativiza los condicionantesinternos de la caída delyrigoyenismo cuando señalaque hacia procesos similaresconvergen paralelamentevarios países de Europa delsur y del este, todo lo cualpermite establecer que estoscambios se producen en uncontexto político e ideológicocomún.

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Devoto sostiene que elascenso de Uriburu al poderrepresenta, dentro del períodoestudiado, el último intento delos nacionalistas por lograr laconstrucción de una Nacióncorporativista, análoga a lasexperiencias italiana yespañola y concluye que:“Ciertamente la imagencanónica ha presentado a laArgentina como un país débilen su tradición, liberalprimero y democráticadespués, como lo exhibiránsin posibilidad de error, lascontinuas interrupcionesinstitucionales. Pero tambiénel problema podría verse alrevés: si la democracia nuncase consolidó en la Argentinaposterior a la Ley Sáenz Peña,tampoco lo hizo elautoritarismo” (p. 284)

Para finalizar se puedeseñalar que la reconstrucciónbiográfica como modo de

explicar las acciones dealgunos de los actoresprincipales es enriquecedora,pero también en ciertasocasiones la minuciosidad conque se detallan losacontecimientos que sesuceden obra en detrimentode la claridad conceptual. Porotro lado, si bien es conocidoque el aspecto económico noes un elemento determinantepara estos movimientos en elperíodo, llama la atención lasescasas referencias que elautor hace sobre este factor.

Haciendo hincapié en unenfoque diferente delsurgimiento y la configuracióndel nacionalismo en laArgentina, Fernando Devotoenriquece con su investigaciónel debate sobre un temacomplejo y recurrente en lacultura política argentina.

Cristian A. Pereira

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Michael Hardt y AntonioNegriImperio,Buenos Aires, Paidós,2002,(432 páginas)

Ser contemporáneo de unaépoca despierta (en muchasocasiones) la necesidad deatestiguar sobre el momentohistórico que se está viviendo.De esta manera, tanto ThomasHobbes desde “Leviatán” comoAlexis de Tocqueville con “LaDemocracia en América”,dejan en sus análisis políticosun esbozo de la realidad de laque son testigos y a la cualtratan de comprender. Así, el“estado de naturaleza” tienesu correlato en la Inglaterradel siglo XVII; mientras que ladescripción de la organizaciónpolítica norteamericana quesorprende a Tocqueville (desdesu visión del sistemaimperante en Francia) terminasiendo una “postal”comparativa de su tiempo.

No obstante, estas obrascumbres clásicas tienen ahorade su lado la cristalizaciónque el paso de la historia lesfue dando, y las imágenes quedescriben se vuelven nítidas ylógicas. Esto se descubrecuando se intenta ser analistade los acontecimientos

presentes, en un ámbito queno está circunscrito a un paíso a dos, sino a todo un globo;donde las fronteras sedesdibujaron dando así laidea de un todo inabarcable; ydonde se encuentran enconstante pugna diferentesfuerzas de cambio que nodescansan en su continuomovimiento. Todo ello sefunde en un concepto de sumaactualidad en este nuevomilenio: la globalización.

Así se llega a tener unaidea de la importancia de laobra que Michael Hardt yAntonio Negri presentan enesta oportunidad bajo laforma de un ambicioso ensayopolítico, que se destaca nosolo por la magnitud deltrabajo sino también por lacalidad del análisis realizado alo largo de todo su desarrollo.Y es que dar testimonio de laépoca actual, con lastransformaciones que sesuscitan en todas las esferas,resulta una tarea por demásdifícil; siendo que percibir losdistintos cambios que seproducen en el mundoglobalizado de hoy puede serrelativamente sencillo, pero noasí comprenderlos yexplicarlos en su conjunto.

En el primer abordaje que

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los autores realizan a laglobalización basta una solapalabra inicial, que definetodo el fenómeno: imperio. Eneste sentido, ya en lasprimeras hojas del libro,puede encontrarse la siguientecita que bien puede serconsiderada ilustrativa:

“El imperio se estámaterializando ante nuestrospropios ojos. Durante lasúltimas décadas, a medidaque se derrumbaban losregímenes coloniales, y luego,precipitadamente, a partir dela caída de las barrerasinterpuestas por los soviéticosal mercado capitalistamundial, hemos asistido auna globalización irreversiblee implacable de losintercambios económicos yculturales. Junto con elmercado global y los circuitosglobales de producción surgióun nuevo orden global, unalógica y una estructura dedominio nueva: en suma, unanueva forma de soberanía. Elimperio es el sujeto políticoque efectivamente regula estosintercambios globales, elpoder soberano que gobiernaal mundo” (p. 13).

Esta nueva situación seexpande por todo el mundoconocido sin encontrar

obstáculo alguno. Por elcontrario, va sumando todonuevo elemento a su red deinfluencia creando un sistemacada vez más relacionado,complejo y abarcativo; capazde traspasar toda fronterahasta llegar a dominarcompletamente las distintasorganizaciones sociales en susrespectivos niveles. Y es que elconcepto de imperio, en bocade Hardt y Negri, se distinguepor la falta de fronteras: eldominio del imperio no tienelímites [...] la globalizaciónhoy es un proceso arrolladorcon tentáculos de diversaíndole y en distintas esferas,todas conectadas (de un modou otro) entre sí. Parecería quese está en presencia de unanueva fuerza que rompe contodas las nociones dedominación conocidas hasta elmomento:

“En contraste con elimperialismo, el imperio noestablece ningún centro depoder y no se sustenta enfronteras o barreras fijas. Esun aparato descentrado ydesterritorializador de dominioque progresivamenteincorpora la totalidad delterreno global dentro de susfronteras abiertas y enpermanente expansión. El

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imperio maneja identidadeshíbridas, jerarquías flexibles eintercambios plurales a travésde redes adaptables demando. Los colores nacionalesdistintivos del mapaimperialista del mundo se hanfusionado y mezclado en unarco iris global imperial” (p.14).

La noción de imperio esdistinta a la de imperialismo,y la mención que hace la citatranscripta da pie paradestacar que a lo largo de todala obra se efectúa un análisissobre distintos conceptosrelevantes en las cienciassociales, aportando con ellonuevas perspectivas sobre latransformación o constanciade distintos atributos en cadauno de ellos. Como ejemplo delo antedicho, y más allá de laprofundización de los vocablosde imperio e imperialismo,cabe destacar el abordaje ydesmenuzamiento de términoscomo lucha, modernidad,soberanía, multitud, pueblo yalteridad, entre otros. Así, eltrabajo proporciona unaamplia red conceptual a serdebatida y/o utilizada por ellector, sentando la base detérminos acordes a la nuevarealidad que se está viviendo.Y es que las transformaciones

sucedidas desde la primeraacepción de cada uno de lostérminos cambió radicalmentehasta desembocar en el nuevorégimen global, haciéndosenecesario construir una nuevamatriz conceptual, dandocuenta de los fenómenospropios de esta épocaposmoderna.

En este sentido, lacontribución que representa laobra de Hardt y Negri es dablede destacar. Más aún si setiene en cuenta que en toda lalectura se descubre unconstante cruce de distintasperspectivas disciplinariaspara explicar la complejarealidad que se trata decomprender. En efecto, lainterdisciplinariedad es unade las principalescaracterísticas con la que fueescrita la obra, lo que se notaclaramente en la presencia deargumentaciones que remitena la filosofía, la política, laantropología, la economía, lacultura y la historia; haciendode los distintos fenómenosanalizados un objeto a serescudriñado profunda yexhaustivamente en todos susaspectos.

Al análisis conceptual y lainterdisciplinariedad de“Imperio”, se suman nociones

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teóricas de pensadoresreconocidos, que sonutilizadas y relacionadasmagistralmente, reforzandohipótesis pasadas y trayendoa la actualidad conceptosclásicos. Así, nutren al nudocentral de la exposicióndiversas concepcionesprovenientes de autores comoMarx, Foucault, Hegel yAlthusser, entre otros.

“Imperio” está constituidopor dieciocho capítulosdivididos en cuatro partes. Aello se le añade un prefacio,una sección de notas y un útilíndice analítico de consulta.Todos los capítulos quecomponen la Primera Parte,titulada La ConstituciónPolítica del Presente, apuntana introducir al lector en laproblemática del imperio,esbozando los principalesrasgos del estado de lacuestión mundial: algunospuntos que marcan lapresencia del imperio; y elmodo de accionar de esteúltimo con respecto a losdistintos movimientosreactivos o de resistencia ensu seno.

Ya la Segunda Parte,titulada Las Transiciones de laSoberanía, tiene un tinte máshistórico, a lo que se añade un

fuerte análisis conceptual,centrado en el término desoberanía. De este modo, ytomando la soberanía comoun eje ordenador, esta seccióndiscurre en el procesocomprendido entre la etapamoderna temprana y la épocaactual, donde los rasgos quecaracterizaban la modernidadhan mutado en unaposmodernidad con nuevosmatices a ser señalados.

El nombre de la TerceraParte deja en claro el análisisque se propone: Los Pasajesde la Producción. Si en laparte anterior se tomaba comoeje el concepto de soberanía(apelando a la historia de lasideas y la cultura), laproducción es el elemento queserá enfocado durante todaesta sección, en la cual seanaliza la transformación quesufre desde fines del siglo XIXhasta la época actual. Noobstante, debe aclararse queel concepto de producción nose encuentra circunscrito a laesfera económica, sino quecontempla la producción enun espectro más amplio, porejemplo, la producción desubjetividades y la formaciónde elementos simbólicosreferentes en los individuos.

El paso de la visión y eje

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temático de la Segunda Partea la Tercera no es efectuadapor Hardt y Negri de maneraabrupta: la sección deintermezzo, denominada ElContraimperio; es el nexo entreuna y otra perspectivaanalítica. Esa “bisagra” (comolos mismos autores la llaman)termina de conformar unbloque homogéneo entre estasdos partes de la obra, quetermina narrando la evolucióndel mundo moderno (en losaspectos ya mencionados) almundo posmoderno;definiendo tajantemente lasdiferencias entre los conceptosde imperialismo e imperio enuna y otra época. En estesentido, el paulatino relatoentre la era moderna, lastransformaciones que sesucedieron en el tiempo, y elestado actual en el mundoposmoderno globalizado,marcan un escalonamientointencionado por parte de losautores, que terminailustrando, al lector, cada unade estas fases de maneraclara.

A lo largo de estas tresprimeras partes el capitalismoes puesto en tela de juicioconstantemente. La figura dela multitud (interesanteconcepto en toda la obra) es

tomada en cuenta en estanueva época posmodernacomo un posible bastión deresistencia a los nuevosprocesos económicos yculturales. Paralelamente, yespecialmente en la TerceraParte, las consecuenciasnegativas que supone lamáquina capitalistadesbocada son examinadas ensu totalidad, siguiendo laevolución desde las formasprimitivas de la produccióncapitalista hasta el presente,en donde se exterioriza comouna suerte de capitalismoglobalizado o global. Esinteresante observar laperspectiva crítica de Hardt yNegri sobre este nuevoescenario económico, quefunciona sin ningún control,perspectiva marcadaclaramente desde elmarxismo, en un exitosointento por desenmascarar alrégimen capitalista mutadohoy con característicasglobales. Asimismo, esimportante tener en cuenta lavisión de los autores frente ala naturalización de lasituación actual comoirremediable, donde la críticase ha apagado y dejado lugara consideraciones sobre el finde la historia o la

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conformación de un escenariomundial definitivo.

Es por ello que en laCuarta Parte, Decadencia yCaída del Imperio, Hardt yNegri se dedican a identificarlos distintos movimientos, enel seno del imperio, que hacena la resistencia de esta nuevaforma de dominio global. Eneste sentido, intentandilucidar las alternativas quese generan y que, encauzadas,pueden hacer a la superaciónde este régimen posmoderno:

“Nuestra tarea política [...]no es meramente resistir esosprocesos; sino tambiénreorganizarlos y redirigirloshacia nuevos fines. Lasfuerzas creativas de lamultitud que sostienen elimperio también son capacesde construir autónomamenteun contraimperio, unaorganización políticaalternativa de los flujos e

intercambios globales. Lasluchas por combatir ysubvertir el imperio, así comoaquellas destinadas aconstruir una alternativa real,deberán pues librarse en elterreno imperial mismo –enrealidad, estas nuevas luchasya han comenzado a surgir–. Através de estas contiendas [...]la multitud tendrá queinventar nuevas formasdemocráticas y un nuevopoder constitutivo que algúndía nos conduzca a través delimperio y nos permita superarsu dominio”(p. 17).

Así, la obra terminaconstituyendo una estructurateórica general crítica, con unandamiaje conceptualrelevante para esta nuevaépoca, apuntada acontrarrestar la influencia delimperio y actuar parasuperarlo.

Juan Cruz Vázquez

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Octavio IanniEnigmas de la modernidad-mundo.Siglo XXI, México, 2000 268páginas.

Durante estos últimos añosla figura de Octavio Ianni seha transformado en uno de losmás emblemáticos analistasdel fenómeno social quecomunmente denominamos“globalización”. Numerososartículos, tres libros einfinidad de conferencias ytrabajos monográficos, son elproducto de una laborintelectual comprometida yprofunda que intenta indagaren la dinámica de un procesocomplejo y reciente y por lotanto, “visto” desde la crestade la ola, con la inmediatez deser partícipe e investigador ala vez.

Pero Ianni no realiza unavisión lineal del proceso, unanálisis de tendencia queotorga sustrato yuniversalidad a unmovimiento abarcador yuniforme. Sus estudios sonmiradas diversas,enigmáticas; realizadas desdeun conocimiento profundo dela teoría social y del debateactual sobre el problematratado. Marx, Weber, Adorno,

Mannheim, Cassirer, Dilthey,y otros se conjugan con lostrabajos de Birnbaum,Derrida, Berman, Beck, Amin,Gellner, Lummann, Lyotard,Morin, Skocpol, Tzvetan, losque intentan dar cuenta de lastransformaciones actuales delmundo social. También cabedestacar el “cruzamiento” conotros campos como el de laliteratura, Borges, Camoes,Baudelaire, Dostoievski,Huxley no sólo permitencuestionarnos desde el otrolado de la orilla sino que,además ponen de manifiestola exquisita factura con la queIanni contempla el proceso.

El despliegue histórico dela modernidad nos manifiestaun mundo polifónico;paradójicamente “uno” y“distinto”. Este es el problemacentral de la modernidadcomo movimiento histórico alargo plazo, su tendenciahacia la uniformidad queencierra en sí misma el fluirde la diferencia, de laconvergencia y del conflicto. Atal efecto Ianni nos proponeun “viaje” a través del tiempoy del espacio en el que sedespliega esta modernidadtransformadora y desafiante.En sus palabras: “La historiade los pueblos está atravesada

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por los viajes, como realidad ocomo metáfora. [...] Todo viajetiene objeto de rebasarfronteras, tanto disolviéndolascomo recreándolas. Al mismotiempo que delimitadiferencias, singularidades oalteridades, también delimitasemejanzas, continuidades,resonancias. Tanto singularizacomo universaliza [...] Amedida que viaja, el viajero selibera de sus raíces, se suelta.Se puede lanzar por loscaminos y por la imaginación,atravesar fronteras y disolverbarreras, intentar diferenciase imaginar similitudes. Suimaginación vuela lejos, seenfrenta a lo desconocido, quepuede ser exótico,sorprendente, maravilloso, oinsólito, absurdo, aterrador.Tanto se pierde como seencuentra, al mismo tiempoque se reafirma y modifica. Enel curso del viaje siempre seda alguna transfiguración, detal modo que aquel que partenunca es el mismo queregresa” (pp. 13– 29)

Si bien la globalizaciónpuede entenderse como elmomento reciente de lacontinua expansión ydominación occidental sobreel planeta, en donde lamodernidad da paso a su

experiencia posmoderna sinretirarse de escena, tambiénpodemos observar una fuerteinteracción entre Oriente–Occidente. En ésta última seproduce una transculturaciónde los valores, mitos yrealidades que construimoslos hombres. La propiatecnología, la informatizacióny hasta la virtualización sonherramientas y productos deeste mundo transculturizado.Esta continua metamorfosisdel mundo Babel y susdiferencias puede unificarsemediante la tecnología, perono por eso necesariamenteconstituir un idiomauniversal. Se puede estar enun mismo espacio virtual,pero eso no significa “ser lomismo”.

Medio y parte, el lenguajesiempre actúa comoconstitutivo y reproductivo delo social. Ya se exprese comoliteratura, filosofía o lenguajecientífico, nos permite lamanifestación y el intercambio.Así se plasma en el mito y enel tipo. Al respecto, sostiene elautor: “Sin embargo, en amboscasos el tipo y el mito parecencreaciones del lenguaje, seacual fuere el idioma de este oaquel pueblo, de esta o aquellacreación artística. Todos,

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individuos y colectividades,taquigrafían lo que sienten,piensan e imaginan, inclusocuando están empeñados endescribir o explicar lo queobservan, lo que toman como`realidad´. Por lo tanto, sevuelve a plantear elinterrogante sobre laimportancia del lenguaje en laconstitución del tipo y el mito,de la tipología y de lamitología. En sus diferentesformas, el tipo y el mito sontaquigrafiados por diferenteslenguajes, sintetizados en lafilosofía, las ciencias y lasartes”. (p. 250)

Por su parte, con matices ysimilitudes, las cienciassociales constituyen unitinerario propio en este viaje.La comparación, lacorroboración empírica, sonhábitos dentro de su recorrido,el cual resignifica con su doblehermenéutica una realidaddiversa y compleja;recreándola y dotándola denuevos significados. Ianni noscomenta: “Ésta puede ser unaconstatación fundamental: lahistoria de la ciencias socialesha sido una historia de tipos ytipologías que se crean yrecrean, predominan y decaen,siempre influyéndose,combinándose o excluyéndose;

pero siempre otorgandoalgunos significados más omenos notables a la realidadsociocultural, psicosocial ypolítico-económica, así como alas configuraciones históricasde cada época. Lo que sepresenta difícil, intrincado,opaco o infinito, luego se revelaarticulado, significativo,esclarecido, conceptual,explicado, inteligente. Lo quehabría sido una nebulosaenigmática en los comienzos delos tiempos modernos, ycontinúa siéndolo en el cursode toda esta historia, se revelacomo una colección de figuras,figuraciones y configuracionesen la que los individuos y lascolectividades, así como lospropios sujetos delconocimiento, se mueven comoactores y figurantes, creadoresy criaturas” (p. 232).

La globalización hatransformado las relacionessociales, no necesariamenterenovando lo viejo, sinorecombinándolo, agregandonuevas significaciones, nuevasprácticas sociales. En estesentido las nuevas tecnologíashan sido artífices de parte deestas transformaciones; hanaparecido nuevos espaciossociales.

La importancia de la

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opinión pública y la injerenciade los medios masivos decomunicación no sóloconstituyen el “cuarto poder”,sino que han modificado alpoder y las formas dedominación social. El Estado-nación posee nuevo monarca,ha mutado, pero perdura. Elviejo príncipe ha adoptadonuevos ropajes, lastecnologías forman parte desu dominación, construyennuevas formas de hegemonía;también de conflictos. Comonos señala Ianni: “El príncipeelectrónico es una figurapolítica nueva y diferente detodas las otras, pasadas ypresentes. Convive con lasotras, tanto con el príncipe deMaquiavelo como con elpríncipe moderno de Gramsci,sin olvidar a las instituciones`clásicas´ de la política, talescomo los partidos políticos, lossindicatos, los movimientossociales, las corrientes deopinión pública, los podereslegislativo, ejecutivo y judicial.Al mismo tiempo se rebeladiferente y original, tantocomo sorprendente, fascinantee inquietante. Uno de lossecretos del príncipeelectrónico es actuardirectamente en el ámbito delo virtual. Se beneficia

ampliamente de lastecnologías y de los lenguajesque los medios movilizan pararealizar y desarrollarcotidianamente lavirtualizacion . [...] Ésta es, engran medida, la fábrica de lahegemonía y de la soberaníaque habrían sido prerrogativasdel príncipe de Maquiavelo ydel moderno príncipe deGramsci. Ahora es el príncipeelectrónico el que posee lafacultad de trabajar la virtú yla fortuna, la hegemonía y lasoberanía; o el problema y lasolución, la crisis y lasalvación, el exorcismo y lasublimación. De este modo seinstaura la inmensa ágoraelectrónica en la que muchosnavegan, naufragan o flotanbuscando salvación”. (pp.135-137)

Evidentemente el mundoha cambiado. ¿Pero acaso noes esta su constante? Marxsostenía la capacidadrevolucionaria de la burguesíaal transformar las formas ymedios de producción. Laglobalización, como metáforapredilecta de este cambio, nosofrece nuevos enigmas ytambién un nuevo y renovadoboleto para continuar el viaje.

Pablo N. D. Santa Cruz