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  • Diccionario Biogrficode personas relacionadas con los

    24 municipios del antiguo Partido Judicial de Borja

    TOMO I

  • Centro de Estudios BorjanosInstitucin Fernando el Catlico

    Manuel Gracia Rivas

    Diccionario Biogrficode personas relacionadas con los

    24 municipios del antiguo

    Partido Judicial de Borja

    TOMO I

  • Publicacin n 177 del Centro de Estudios Borjanos y n 2.558 de la Institucin Fernando el Catlico

    Manuel Gracia Rivas

    EDITACentro de Estudios Borjanos de la Institucin Fernando el Catlico

    IMPRIMECOMETA S.A.Ctra. Castelln, km. 3,40050013 Zaragoza

    I.S.B.N.Obra completa: 84-933153-7-0Tomo I: 84-933153-5-4Depsito Legal: Z. 2982-05

  • A la memoria de mi padre.A mis hijos, en recuerdo de la ciudaddonde nacieron a la Fe y en la queconservan una parte de sus races.A Mariu y Alba.

  • 9ndice General

    TOMO I

    Agradecimientos ............................................................................ 11

    Introduccin .................................................................................... 12Personajes o personas ...................................................................... 14El proceso de elaboracin .............................................................. 15La razn de un ttulo ...................................................................... 20Estructura de la obra ........................................................................ 21Invitacin final .................................................................................. 38

    Reseas biogrficas (A M) ........................................................ 39

    TOMO II

    Reseas biogrficas (N Z) ........................................................ 721

    ndices .............................................................................................. 1103ndice onomstico ............................................................................ 1105ndice por localidades ...................................................................... 1119ndice por siglos de nacimiento .................................................... 1135ndice por profesiones y dedicacin.............................................. 1149

    Apndice I. Ttulos del Reino vinculados a la zona.............. 1189

    Apndice II. Relacin incompleta de alcaldes de algunosmunicipios ...................................................................................... 1215

    Apndice III. Personas nacidas o residentes en los 24 muni-cipios estudiados que fueron fusiladas durante la GuerraCivil por su pertenencia o vinculacin a partidos y orga-nizaciones de izquierda ................................................................ 1235ndice por orden alfabtico ............................................................ 1325ndice por localidades de nacimiento o residencia...................... 1331

  • 10

    Apndice IV. Personas fallecidas en combate durante la Gue-rra Civil, residentes en varios municipios.............................. 1339ndice onomstico ............................................................................ 1375ndice por localidades de procedencia .......................................... 1379

  • Agradecimientos

    Aunque, como en toda obra, los errores deben ser imputados alautor, los aciertos han sido posibles gracias a la ayuda de aquellas per-sonas que han colaborado en su elaboracin, aportando datos o sugi-riendo personajes.

    Entre ellas quiero destacar, de manera especial, a quienes me hanacompaado en la larga gestacin de este Diccionario.

    Especialmente valiosa fue la ayuda dispensada por D. Mariano Villa-bona Modrego, infatigable valedor de las cosas de Ainzn.

    D. Carlos Castn Garca no slo me ayud en Albeta, sino que, mien-tras le fue posible, recopil datos en varios municipios sobre el conflic-tivo perodo de nuestra guerra civil.

    En Ambel hizo lo propio D. Antonio Aragn Prez, y en Fuendeja-ln D Mara Jos Vidal Martnez fue una excelente colaboradora.

    D. Francisco Adell Navascus recab datos en el ayuntamiento deMagalln y D. Angel Urzay Zueco llev a cabo una exhaustiva investi-gacin en el Archivo Municipal de Borja y en el Registro Civil de estaciudad para identificar a todas las personas que murieron durante laltima contienda.

    La investigacin de muchas personas relacionadas con Malln ha sidoefectuada, en buena medida, por los miembros de la Asociacin Cultu-ral Belsinon, entre los que quiero destacar a D. Guillermo Carranza Alcaldey a D. Toms Espeleta Sancho por su constante ayuda y colaboracin.

    Algo parecido ha sucedido en Tabuenca con la Asociacin CulturalVillardajos y sus entusiastas componentes, sin los que hubiera sido muchoms difcil recopilar informacin de los numerosos personajes destacadosque han nacido en esa villa. Quiero personalizar mi agradecimiento enD. Carlos Gracia Sancho que ha sido un eficaz enlace durante estos meses.

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  • Muchos datos inditos relacionados con las personas nacidas en Borjafueron investigados por D. Luis Snchez Ruiz en los archivos parroquia-les de la ciudad, lo que ha permitido precisar aspectos desconocidos delos mismos. Por otra parte, D. Fernando Castellot Lamelas colabor acti-vamente en varios momentos del dilatado proceso de elaboracin de estaobra.

    Soy deudor, asimismo, de las informaciones publicadas por D. Emi-lio Jimnez Aznar en su monumental obra sobre la Capilla de Msica dela colegiata de Santa Mara, quien, por otra parte, me facilit datos com-plementarios sobre varios msicos borjanos.

    D. Juan Mara de Ojeda Castellot redact conmigo las reseas corres-pondientes a su familia y el Excmo. Sr. D. Jos Pasqual de Quinto y delos Ros hizo lo propio con la ilustre familia de los San Gil, de la queforma parte, y con los Martnez de Andosilla de Malln a la que, tam-bin, est vinculado. En su caso, mi agradecimiento tiene un significadoespecial ya que, en su excepcional obra sobre los miembros de la RealAcademia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, he encon-trado datos importantes y, sobre todo, un modelo a seguir para la edi-cin de este trabajo.

    El Coronel D. Higinio Pablo Gregorio y el Comandante D. Juan ManuelGonzlez-Spnola San Gil me prestaron una inestimable ayuda en la obten-cin de los datos precisos para algunas biografas militares.

    Debo expresar mi reconocimiento a todos los que me facilitarondatos de sus biografas, especialmente a los que lo hicieron con rapidez,pues su colaboracin adquiere especial significado frente a las reticen-cias encontradas en otras personas.

    Asimismo, han sido muy valiosas las aportaciones de algunos repre-sentantes de organismos e instituciones oficiales y privadas, entre lasquiero sealar expresamente las facilidades encontradas en la Casa Gene-ralicia de la Congregacin de Hermanas de la Caridad de Santa Ana,donde la Hermana Araceli Gimnez atendi con enorme paciencia todosmis requerimientos.

    Por otra parte, un Diccionario de estas caractersticas sigue la estelade otros autores que, con anterioridad, reunieron datos de muchos per-sonajes incluidos en el mismo, a traves de trabajos especficos u obrasde carcter general que he procurado citar en la bibliografa que apa-rece al final de cada resea.

    Finalmente, debo dejar constancia del trabajo realizado por D. RaulRivars Custardoy en la tramitacin de la correspondencia recibida, y enel desarrollo de un interesante programa de adquisicin de las obras dealgunos de los autores incluidos en este Diccionario.

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  • Introduccin

    Hace algunos aos, en el transcurso de una reunin del Consejo Ple-nario del Centro de Estudios Borjanos, el Prof. D. Carlos Snchez del Roy Sierra, miembro del mismo, propuso acometer la actualizacin de lasreseas biogrficas que D. Rafael Garca haba incluido como ApndiceX en su obra Datos Cronolgicos para una historia de la M.N., M.L. y F.ciudad de Borja, publicada en 1902.

    Eran tan slo 33 sucintas biografas1 correspondientes, en realidad,a 32 personas, pues una de ellas apareca duplicada. Junto a Jos AznarArguedas figuraba tambin Jos Aznar, un doble error, ya que se tra-taba de Jos Amar y Arguedas, padre del virrey Antonio Amar y Borbny de su hermana Josefa, famosa escritora ilustrada del siglo XVIII.

    La propuesta del Prof. Snchez del Ro estaba, por lo tanto, plena-mente justificada, aunque no llegamos a acometer entonces ese trabajo.

    A mediados de 2003, los coordinadores del libro Comarca del Campode Borja, que el Gobierno de Aragn edit en su coleccin Territorio,quisieron que escribiera un captulo con algunos datos sobre personajesdestacados de nuestros municipios, a lo largo de la historia. Una impor-tante intervencin quirrgica que me tuvo convaleciente durante variosmeses, hizo imposible que asumiera ese trabajo, como era mi deseo y,finalmente, se hizo cargo del mismo D. Ricardo Centellas Salamero quien,

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    1 He podido demostrar que los datos de algunas de esas reseas proceden del tra-bajo realizado por el franciscano Fray Jos de la Huerta, acadmico correspondiente dela Real Academia de la Historia, y autor de una Descripcin geogrfica histrica de laciudad de Borja, remitida en 1819, a esa corporacin, en cuya biblioteca se conserva.Comoquiera que D. Rafael Garca no pudo consultar ese ejemplar, no cabe duda quetuvo acceso a otro que, sorprendentemente, no hemos podido localizar en los archivoslocales.

  • bajo el ttulo Ensayo para una relacin de personajes histricos del Campode Borja, reuni referencias sobre unas setenta personalidades vincula-das, de alguna manera, a nuestra actual comarca.

    Fue durante aquellas semanas de inactividad cuando decid abordar,por fin, este antiguo proyecto, aunque desde una perspectiva diferente.Comenc la preparacin de esta obra, en agosto de 2003, pensando quepodra terminarla en el transcurso de 2004, pero el trabajo se fue com-plicando y desbord, con creces, mis planteamientos iniciales. Por todoello, he considerado indispensable relatar las circunstancias que condi-cionaron el proceso de su elaboracin, as como algunas de las dificul-tades encontradas.

    Personajes o personas

    Desde el primer momento, quise huir de una orientacin que sueleser frecuente en este tipo de obras, enfocadas hacia una exaltacin delpatriotismo local, en las que la acumulacin de personajes, ms o menosimportantes, suele ser utilizada como un argumento decisivo a la horade cantar las excelencias de una determinada zona geogrfica.

    Los nuestros no son ni ms ni mejores que los de cualquier otrolugar. Con toda seguridad, hay comarcas o localidades que, por cir-cunstancias muy diversas, vieron nacer en ellas a personajes ms des-tacados. Por lo tanto, no he pretendido fomentar ese sentimiento depatrioterismo aldeano que, a estas alturas, me parece absurdo y con-traproducente.

    Pero, es evidente que estas tierras que pisamos han sido el escena-rio donde, en el trancurso de los siglos, han vivido muchas generacio-nes, de las que somos herederos y con las que compartimos, al menos,la visin y el disfrute del mismo paisaje.

    En todas ellas, han existido hombres y mujeres que, merced a suesfuerzo personal, y superando, en ocasiones, circunstancias muy adver-sas, lograron destacar en los distintos mbitos de la actividad humana.Su ejemplo puede servirnos a nosotros y, de manera muy especial, a losjvenes, que necesitan referentes y modelos para definir sus proyectosde futuro y configurar su propio destino.

    Sin embargo, no me pareca razonable limitar mi trabajo a cantarlas excelencias de los que podan ser considerados como los grandestriunfadores, esas personas que, trascendiendo los lmites de sus luga-res de nacimiento, se han hecho acreedoras a un reconocimiento msamplio. Creo que siempre han existido, entre nosotros, otras personasque, silenciosamente, prestaron servicios dignos de ser resaltados, por lainfluencia que ejercieron en cada uno de nuestros municipios.

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  • En unas ocasiones, lo hicieron a travs de su ejercicio profesional,desarrollado ms all de los lmites del estricto cumplimiento del deber.Otras, mediante el ejercicio de su actividad cotidiana, honestamente rea-lizada. Y muchas veces, prestando su apoyo a iniciativas ajenas a sustareas habituales, a las que podran haberse negado sin que su actituddespertara ningn rechazo. En todos los casos, su generosidad y su entregatuvieron influencia a la hora de conformar nuestra propia manera de sery la sociedad que hemos heredado. Es justo, por lo tanto, que intentararendir homenaje a esos ciudadanos, ms o menos annimos, que danfortaleza a esa estructura que constituye la base de cualquier sociedad.

    Lgicamente, fijar los parmetros que sirvieran de orientacin a lahora de establecer los criterios de inclusin en una obra de estas carac-tersticas no es tarea fcil. Por este motivo, he procurado ser flexible,dentro de las normas a las que, ms adelante, har referencia.

    A muchos les parecer sorprendente que haya incluido tambin algu-nos ejemplos negativos. Me estoy refiriendo a determinados casos dedelicuentes, entre los que predominan homicidas que, en su momento,alcanzaron notoriedad por la gravedad de sus crmenes, o por las reper-cusiones que tuvieron.

    Debo reconocer que algunas de estas historias me han sorprendidoe, incluso, me he podido ver influenciado por el carcter morboso y tru-culento que las envolva. Pero al relatarlas he pretendido destacar elindudable valor ejemplificador que tienen, sin tratar de ocultar a deter-minados personajes que pudieran resultarnos incmodos, ya que, en defi-nitiva, crecieron aqu y fueron, tambin, parte de los nuestros.

    Mtodo de trabajo

    Cuando inici la recogida de datos, pretenda incluir a todos aque-llos personajes que aparecan citados en obras de caractersticas simi-lares.

    Por este motivo, el primer paso consisti en la revisin de enciclo-pedias y obras de carcter general, entre las que debo destacar a laBiblioteca de escritores aragoneses de Latassa que sigue siendo una ayudainestimable para estos trabajos biogrficos.

    A veces, las referencias encontradas fueron muy escuetas, pero mesirvieron como punto de partida para ulteriores investigaciones en losarchivos locales.

    Un segundo criterio fue el de hacer referencia a todas aquellas per-sonas que, en el transcurso del tiempo, haban sido objeto de un reco-nocimiento expreso, a travs de cualquier tipo de homenaje como la dedi-catoria de una calle o el descubrimiento de una lpida conmemorativa.

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  • Para esta tarea contaba con dos libros sobre los callejeros de Borjay de Malln2 que contenan numerosos datos y me faciltaron una tareaque no fue tan fcil en otros municipios, por lo que, entre las muchaslagunas de esta obra, una de ellas est relacionada, precisamente, conlos nombres de determinadas calles, y el lector atento podr percatarsede que no aparecen reseados algunos casos concretos de Talamantes,Bisimbre, Luceni o Gallur.

    Tambin he encontrado muchas dificultades para reunir datos bio-grficos de personas que, durante el Rgimen anterior, colaboraron condeterminados ayuntamientos y fueron honradas con algunas de estas dis-tinciones.

    Asimismo, me sorprendi comprobar los escasos datos disponiblessobre quienes han recibido el ms alto honor que puede otorgar unacorporacin municipal, el nombramiento de Hijo Predilecto o el de HijoAdoptivo, y la concesin de su Medalla de Oro. De hecho, a pesar delesfuerzo realizado, no estoy seguro de haber completado la nmina delos galardonados, habiendo tropezado en algn caso con dificultadesinsalvables.

    Un trabajo de estas caractersticas suele provocar una sensacin inevi-table, la del sentido efmero de muchos de estos reconocimientos que,en ocasiones, responden a circunstancias de oportunidad poltica aun-que, en otras muchas, tienen un slido fundamento que la fragilidad denuestra memoria individual y colectiva tiende a olvidar muy pronto.

    Esto ha sido especialmente significativo en el caso del siglo XIX quees una de las etapas que me ha planteado mayores problemas, por laausencia de obras especficas a nivel local. A pesar de ello, he tenidoespecial cuidado en incluir a muchos personajes que destacaron duranteesos aos, dedicando especial atencin a los diputados elegidos por lacircunscripcin electoral de Borja que existi durante buena parte delsiglo XIX, y luego tuvo su continuidad en la conocida como circunscrip-cin de Zaragoza-Borja3.

    La prensa comarcal, los programas de fiestas y otras publicacionessimilares, en las que no solan faltar algunas reseas biogrficas, han sidode gran utilidad para la primera mitad del siglo XX.

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    2 GRACIA RIVAS, Manuel (1991). Las calles de Borja. Estudio urbanstico e historiade sus nombres. Centro de Estudios Borjanos.

    CARRANZA ALCALDE, Guillermo; ESPELETA SANCHO, Toms; y RUEDA LOZANO,Isabel (2003). Calles y caminos de Malln. Centro de Estudios Borjanos.

    3 Probablemente, muy pocos tengan conciencia de lo que represent para nuestraciudad la prdida del Distrito Electoral, debido a las presiones y maniobras de una loca-lidad prxima. Aquella injusta decisin tuvo amplio eco en la prensa de la poca, y sola-mente se fue suavizando cuando comenzaron a ser elegidos diputados nacidos en Borja.

  • Hubiera sido razonable circunscribir la recopilacin de datos a laspersonas fallecidas, pero ello significaba dejar fuera a muchas otras deindudable vala que merecen ser incluidas y sta fue la opinin de todosaquellos que me asesoraron a la hora de tomar una decisin.

    Investigar los datos del pasado puede ser ms o menos laborioso,pero no ofrece excesivas dificultades, en la mayora de los casos. Lo queno poda imaginarme, en esos momentos, eran los problemas que ibana surgir a la hora de elaborar las biografas de personas contemporneas,porque las colaboraciones encontradas han sido escasas, aunque ha habidoquienes, con amabilidad y celeridad, respondieron a mis demandas.

    Pero, muchas veces, las dilaciones han superado los clculos msoptimistas y no han faltado ocasiones en las que mis requerimientosno han sido atendidos, por lo que no he podido incluirlos o lo hehecho de forma ms escueta a la que, por sus mritos, se han hechoacreedores.

    Un dato habitual, en todo Diccionario Biogrfico, suele ser la fechay el lugar de nacimiento, a pesar de lo cual no es posible establecerlaen el caso de algunos personajes histricos. En otros, aunque los archi-vos parroquiales nos permiten conocer esa fecha, o al menos, la de subautismo, es difcil precisar la de su fallecimiento, sobre todo cuandotuvo lugar lejos de su localidad natal. En el caso de algunas personasde nuestra poca la ausencia de estos datos se debe a que los conside-ran irrelevantes o de carcter estrictamente personal.

    Si en el siglo XVI cursar estudios en una Universidad constitua unmrito significativo, en nuestra poca era preciso establecer un criteriopara escoger entre la plyade de universitarios, nacidos en nuestras loca-lidades, a los que debamos incluir. Cre oportuno circunscribirme a losque hubieran alcanzado el grado acadmico de Doctor en las distintasdisciplinas, o la categora de Magistrado en la Judicatura, aunque tam-poco he podido lograr que figurasen todos, ni tan siquiera algunos quedesempean la docencia en prestigiosas universidades.

    Ms facilidades he encontrado en algunas rdenes religiosas a lasque ped ayuda para identificar a aquellos miembros de las mismas que,habiendo nacido aqu, hubieran desempeado puestos de responsabili-dad, dentro de la propia orden, o ejercido su trabajo en tierras de misin.

    En el caso de los profesionales de las Fuerzas Armadas tena pre-visto dar noticia de los que hubieran alcanzado, al menos, el empleo deCoronel. No he podido conseguirlo aunque, por razones evidente, figu-ran otros de empleos inferiores que alcanzaron notoriedad.

    Este es un libro editado por el Centro de Estudios Borjanos y, porlo tanto, he querido aprovechar la ocasin para rendir un homenaje degratitud a todas aquellas personas que han formado parte del mismo,

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  • desde su creacin en 1968. He incluido, tambin, a muchas personasque, con sus trabajos de investigacin, han contribuido a un mejor cono-cimiento de nuestros municipios y es un motivo de satisfaccin compro-bar, al cabo del tiempo, que algunos prestigiosos profesores universita-rios publicaron aqu sus primeros trabajos.

    He puesto especial nfasis en este aspecto, pues a la hora de des-tacar la contribucin de cada uno de nosotros a la pequea historia denuestra comunidad, debemos tomar conciencia de que el trabajo de per-sonas forneas puede ser ms importante que el de muchas nacidas aqu.

    Toda comunidad tiende a identificarse con aquellos que consideraparte de la misma, aunque, en muchas ocasiones, sea difcil precisar quie-nes son los que reunen condiciones para ello.

    Un criterio tradicional era el lugar de nacimiento. Considerbamoscomo nuestros a los que haban nacido en el propio municipio, aun-que lo hubieran abandonado a temprana edad, y cuando esa personatriunfaba en otros lugares, soliamos obviar el hecho de que jams hubieramostrado el ms mnimo inters por el lugar donde, de manera ms omenos accidental, vino al mundo.

    El refranero popular contiene numerosas referencias a las condicio-nes que determinan la tierra que consideramos propia y seala expresa-mente que no suele ser donde se nace, lo que tiene especial intersahora, cuando todos los nios vienen al mundo en la capital de la pro-vincia.

    Por otra parte, podemos interrogarnos sobre quin tiene mayorinfluencia en el devenir histrico de un municipio: Las personas nacidasen l, que desarrollaron su actividad profesional en otros lugares, o losque llegaron de fuera para, durante un perodo ms o menos dilatado,contribuir con su trabajo a la mejora de las condiciones de vida de sushabitantes.

    Probablemente existira una cierta unanimidad al considerar que setrata de situaciones distintas, que suelen ser apreciadas de forma dife-rente. Entre nosotros, es ms fcil identificarnos con el nativo, sobretodo cuando mantiene raices familiares en el municipio. He podido com-probarlo en varios casos, cuando se me ha pedido incluir a determina-das personas, por ser hijas de naturales de alguna de nuestras localida-des, aunque su relacin con ellas se haya limitado a unas visitasespordicas en su etapa juvenil.

    Por el contrario, somos mucho ms reacios a asimilar a los extra-os. Mi padre, que vivi en Borja 58 aos de su vida y tuvo una influen-cia decisiva en determinados aspectos de su historia contempornea,comentaba que, al cabo de tanto tiempo, segua sintindose discrimi-nado cuando algunos distinguan entre borjanos y forasteros. Proba-

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  • blemente, por ello, uno de sus mayores motivos de satisfaccin fue reci-bir el nombramiento de Hijo Adoptivo de la ciudad que tanto habaamado.

    En esta obra, hay bastantes forasteros que residieron entre nosotrosdurante algn tiempo y, tambin, personas que ni tan siquiera podra-mos incluir dentro de esa categora, pero que para m tienen una impor-tancia especial. Se trata de todos esos investigadores a los que antes hicereferencia que han dedicado una parte de su afn a trabajar sobre deter-minados aspectos de nuestros municipios, dentro del mbito de sus res-pectivas especialidades. Para ello, no han necesitado fijar su residenciaentre nosotros, aunque el resultado de su labor ha tenido extraordinariautilidad para profundizar en el conocimiento de nuestro pasado o denuestra realidad presente.

    Naturales, residentes, investigadores, e hijos de naturales son crite-rios lo suficientemente amplios para que tengan cabida en ellos muchaspersonas, aunque otras queden excluidas.

    En el caso de Borja afecta, de manera especial, a los miembros deesa gran familia que lleva por apellido el de la ciudad de la que proce-dan, los Borja o Borgia. En reiteradas ocasiones me he manifestado yaacerca de este polmico tema. No me cabe la menor duda de que elapellido Borja procede de nuestra ciudad, a pesar de que alguna obrareciente editada en Catalua tenga la osada de hacerlos descender deesa comunidad. Pero, cuando los Borja comenzaron a ser conocidos, lle-vaban muchos aos establecidos en tierras levantinas y, por lo tanto, eslgico que se considerasen valencianos. Me ha sorprendido, sin embargo,comprobar que la sangre de los Borja volvi a la tierra de sus ancestroscuando el padre de San Francisco contrajo segundas nupcias, en el pala-cio de Frscano, con la hermana de su amigo y confidente el vizcondede Evol, con la que tuvo doce hijos que vinieron a sumarse a los sietede su primer matrimonio. A travs de una de sus hijas, el apellido Borjase hizo presente en nuestra ciudad para extinguirse definitivamente enla figura de D Mara Agustina Hiplita Gurrea y Vera, Torrellas y Torre-llas, Borja y Mur, condesa de Castellflorit, y ltima propietaria de la Casade las Conchas.

    Algo parecido sucede con los Coloma aunque, en este caso, no sus-citan el mismo inters, probablemente por desconocimiento. La mayorparte de los borjanos han oido hablar de Juan de Coloma, el secretariodel Rey Catlico que tan decisivo papel tuvo en la poltica de aquellosaos. Pero nadie recuerda que el apellido Coloma tuvo continuidad enuna familia en la que hubo personajes muy importantes, entre los quedebemos destacar a su nieto Juan de Coloma y Folch de Cardona, al queFelipe II concedi en 1577 el ttulo de conde de Elda, que pas a la casa

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  • de Puonrostro, al fallecer sin descendencia, en el siglo XVIII, el sextoconde D. Francisco Coloma de la Cerda.

    Lo mismo ocurre con otras familias, incluso cercanas, por lo que lainclusin de descendientes ha quedado circunscrita a la primera genera-cin, dando preferencia a quienes mantuvieron algn tipo de nexo conla localidad de procedencia.

    La razn de un ttulo

    Soy consciente de que el ttulo elegido para esta obra provocar sor-presa y, en algunos casos, rechazo. Pero no he podido encontrar otroms adecuado.

    El problema radica en que el mbito de actuacin del Centro deEstudios Borjanos no coincide con los lmites geogrficos de la actualComarca del Campo de Borja, ya que cuando el Centro fue creado, en1968, todavia exista el Partido Judicial de Borja y, desde entonces, los24 municipios que lo constituan han sido objeto de nuestra atencin.

    Acotar geogrficamente la labor investigadora es absurdo en el mbitode la Ciencias, pero tambin en el de las Humanidades. Compartimos laHistoria, y el Arte que conservamos es obra, en la mayora de los casos,de artistas forneos y siempre fruto de unas modas surgidas en otroslugares.

    Adems, las divisiones administrativas han ido cambiando en el trans-curso del tiempo. Ni los lmites del antiguo Corregimiento de Borja, coin-ciden con los de la comarca histrica, ni todos los municipios que integran la actual comarca del Campo de Borja formaron parte del Corre-gimiento, aunque s del Partido Judicial.

    En cualquier caso, el Centro de Estudios Borjanos sigue proyectandosu accin sobre los municipios que formaron el antiguo Partido Judicialde Borja, 18 de los cuales integran la nueva Comarca del Campo deBorja; 3 (Gallur, Luceni y Boquieni) pertenecen a la Comarca de laRibera Alta del Ebro; y otros 3 (Calcena, Purujosa y Trasobares) formanparte de la Comarca del Aranda.

    Hace unos aos, hubieramos utilizado el ttulo de Diccionario Bio-grfico de la Comarca de Borja pero, en estos momentos, no era posi-ble. Por ello, durante varios meses utilice el artificio de hacer referenciaal nmero de personas incluidas en la obra. El ttulo vena a ser algo ascomo 830 y uno de los nuestros. (Diccionario Biogrfico), aunque habaque modificarlo conforme aumentaba el nmero de personas incluidas.Como uno de ellos era Javier Delgado, la referencia a su autobiografa Uno de los nuestros publicada en la Biblioteca Aragonesa de Cul-tura estaba plenamente justificada. Pero, en los ltimos meses, se ha recu-

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  • rrido en exceso a esa referencia a los nuestros en varias obras, por loque, finalmente, he optado por este larguisimo Diccionario Biogrficode personas relacionadas con los 24 municipios del antiguo Partido Judi-cial de Borja , que refleja el autntico contenido de la obra, aunque ado-lezca de todos los defectos propios de un mal ttulo.

    Estructura de la obra

    Tras una introduccin que no suele ser habitual en este tipo detrabajos, la primera parte de la obra incluye 1.329 reseas biogrficasde otras tantas personas relacionadas con los municipios objeto de nues-tra atencin.

    Todas ellas responden a unas caractersticas comunes, que afecta aese comienzo Nacido en..., no demasiado afortunado, y a todo el reco-rrido por la vida de cada una de ellas.

    He intentado eludir el estilo excesivamente conciso de otras obrassimilares, situando al personaje en su poca, de una manera sencilla yde fcil lectura, aunque no he podido evitar la reiteracin en el uso dedeterminados giros y expresiones.

    Para la elaboracin de cada resea he tenido en cuenta las obrascitadas en la bibliografa que he incluido en muchas de ellas. En las queno se hace constar, la redaccin ha sido efectuada a partir de un inves-tigacin documental o con los datos facilitados por el propio biografiadoo su entorno familiar. Sin embargo, cuando el trabajo de investigacinha sido realizado por otras personas he querido citarlas expresamente,aunque la redaccin definitiva haya sido asumida siempre por m.

    A pesar de la utilizacin de referencias incluidas en otras obras, heprocurado contrastar los datos utilizados. Por eso, se detectarn algunasdiscrepancias respecto a fechas, comnmente aceptadas. A la luz de los datos encontrados en los archivos consultados he introducido correc-ciones, aunque no en todos los casos he podido resolver las dudas planteadas.

    Cuando no he podido indentificar la fecha de su nacimiento o la desu muerte, he hecho constar una ?, y si ignoraba ambos se indican lossiglos en los que transcurri la vida de esa persona.

    Algunos lectores podrn subsanar estas lagunas y otros advertirn laausencia de personas que mereceran ser incluidas en una obra de estascaractersticas. Como nico responsable, tanto de las presencias como delas ausencias, me gustara poder ampliar, en el futuro, este Diccionario.

    La extensin de cada una de las reseas depende de la informacindisponible y no debe ser utilizada para valorar la importancia de la per-sona correspondiente. Probablemente, han sido los protagonistas de

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  • hechos delictivos los que han exigido mayor espacio, ya que no es fcilsintetizar hechos tan truculentos.

    Tras las reseas se incluyen cuatro tipos de ndices. El primero deellos es un ndice onomstico que podra haberse evitado ya que esteDiccionario es, en definitiva, una sucesin de reseas de personas orde-nadas alfabticamente.

    Sigue a continuacin, un ndice de localidades con las personasincluidas en la obra que guardan relacin con los veinticuatro munici-pios4. Lgicamente, hay personas que han proyectado su accin a diver-sos lugares y, por lo tanto, figuran en cada uno de ellos. En la compo-sicin de este ndice se han utilizado tres tipos de letra para distinguira los nacidos en cada municipio, de los que residieron en l, durantealgunos aos, y de aquellos que tienen una relacin meramente circuns-tancial. A peticin de alguno de los afectados he tenido que introducir,adems, una cuarta categora, la de quienes, por mero azar, vinieron almundo en lugar diferente al que siempre han considerado como propio.

    Ms de 733 biografas estn relacionadas con Borja, lo que consti-tuye el 55% del total, seguidas por las 125 de Malln, 99 de Ainzn, 88de Magalln y 75 de Tabuenca.

    En el siguiente ndice, las personas biografiadas estn agrupadas enfuncin del siglo de su nacimiento. Tras una presencia testimonial depersonajes anteriores al siglo XIV tan slo 7, es significativo el nmerode los nacidos en los siglos XVI y XVII alrededor de 250 prctica-mente los mismos que en el siglo XIX. Llama tambin la atencin elhecho de que casi la mitad de las biografas correspondan a personasnacidas en el siglo XX.

    Obviando las lgicas dificultades he intentado, en el tercer ndice,agrupar a las personas en funcin de su profesin o dedicacin. Losproblemas que ello entraa son comprensibles, pero ms complicado meha resultado establecer un orden entre los distintos apartados que faci-litase su consulta, sin establecer agravios comparativos en virtud de unasupuesta jerarquizacin que, en modo alguno, he pretendido.

    Se inicia con aquellas personas que han sido beatificadas, tienen in-coado proceso de beatificacin o son tenidas por mrtires5. Me ha sorpren-dido el desconocimiento existente en las parroquias de algunos municipiosacerca de la existencia de personas, bautizadas en ellas, cuya causa de bea-tificacin est abierta y, en algunos casos, a punto de ser beatificados.

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    4 Entre los biografiados, no figura ninguna persona relacionada con Purujosa, aun-que se citan dos en los Apndices.

    5 De acuerdo con las normas establecidas, la inclusin en este apartado no implicaun juicio de valor en materia reservada a las autoridades eclesisticas.

  • Un apartado muy importante es el dedicado a Eclesisticos y Reli-giosos. Entre los primeros destacan 2 Cardenales, 3 Arzobispos y 16 Obis-pos, la mayor parte de los cuales nacieron aqu.

    Entre los religiosos hay representantes de 21 rdenes masculinas y8 rdenes femeninas. Entre los primeros, el mayor nmero correspondea los Agustinos y, entre las segundas, a las Hermanas de la Caridad deSanta Ana.

    Es lgica esta cifra tan elevada, ya que, durante siglos, el medio depromocin de algunos jvenes inteligentes era a travs de los estudioseclesisticos. Pero no se puede trivializar este aspecto, ya que entre ellos,hay muchos que pudiendo disfrutar de una posicin desahogada, renun-ciaron a todo para consagrarse al servicio de los ms necesitados, en tie-rras lejanas, sabiendo que esta decisin comprometa seriamente susexpectativas de vida. Lo mismo sucede en la actualidad con personasnacidas en nuestros municipios que han abrazado el camino de la per-feccin en el seno de una orden religiosa, desde la que prestan relevan-tes servicios a la sociedad que, en algunos casos, como el del HermanoAlfredo Trvez Zalaya, de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios ynatural de Ainzn, ha sido objeto de pblico reconocimiento.

    He podido documentar ms de 30 Caballeros de la S.O.M. de SanJuan de Jerusaln, de Rodas y de Malta, entre los que hay un Gran Maes-tre, Frey Juan de Homedes y Coscn, al que tradicionalmente se consi-deraba aragons, aunque se ignoraba su lugar de nacimiento. Hay moti-vos suficientes para pensar que naci en Magalln y que la iglesia deSanta Mara de la Huerta, fue el lugar de enterramiento de sus ancestros,lo que constituye una aportacin de gran inters que requerir ms inves-tigaciones.

    Poda haber citado a muchos monarcas que tuvieron alguna rela-cin circunstancial con localidades de esta zona, pero he preferido darnoticia de ello en un trabajo posterior. He incluido, tan slo, a la reinaD Violante de Bar, porque residi en Borja y ejerci una labor demecenazgo muy importante, como consecuencia de la cual la colegiatade Santa Mara vivi uno de sus momentos de mayor esplendor arts-tico. Tambin era inevitable citar al Prncipe de Viana, porque estuvopreso en el castillo de Malln y tiene dedicada una de las calles de lalocalidad.

    Los ttulos nobiliarios vinculados a la comarca son objeto de un apn-dice especfico, pero entre los personajes biografiados se incluyen a algu-nos representantes de esas casas

    Muy amplia es la relacin de miembros de distintas Academias, aun-que en la mayora de los casos su relacin tan slo sea circunstancial.A pesar de ello, entre los Presidentes de las Reales Academias destacan

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  • D. Carlos Snchez del Ro y Sierra, natural de Borja y Presidente de laReal Academia de Ciencias Exactas, Fsicas y Naturales; y D. FernandoLzaro Carreter, Presidente de la Real Academia Espaola, Hijo Adoptivode Magalln, localidad a la que se sinti muy vinculado, por razonesfamiliares, hasta el punto de que dispuso que sus restos reposarn all.No podemos olvidar tampoco a ilustres acadmicos como D. Jos CamnAznar, D. Jos Mara Dusmet Alonso, D. Jos Mara Otero Navascus oD. Severino Aznar Embid, relacionados muy directamente con diferenteslocalidades de esta zona.

    La reciente publicacin de la extraordinaria obra de D Jos Pasqualde Quinto y de los Ros en la que relaciona a todos los miembros dela Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, meha permitido ampliar considerablemente el nmero de personas de lacomarca que pertenecieron a esa corporacin y que, por ignorancia,omit en mi discurso de ingreso. Entre ellos debo sealar a D. EduardoEstella Zalaya que fue Acadmico Numerario; a dos Acadmicos Corres-pondientes en Borja, D. Juan Angel Gmez Alarcn y D. Jos CabezudoAstran; y a un Acadmico Correspondiente en Frscano, D. Pedro Armin-gol Cuartero.

    En el apartado correspondiente a los profesionales de la Docenciahe procurado, sin conseguirlo, que figurasen todas aquellas personas quehan ejercido como Catedrticos o Profesores Agregados en las distintasuniversidades. Para los restantes estamentos docentes, los criterios deinclusin han sido otros, y guardan relacin con otras actividades des-arrolladas, pues hubiera sido imposible dar noticia de todo ese benem-rito conjunto de personas que dedicaron su vida a la Enseanza. No obs-tante, en el caso de Borja, he publicado recientemente un extenso trabajoidentificando a todos los que ejercieron ese cometido durante los siglosXVII y XVIII6.

    En la seccin correspondiente a cargos representativos he incluido,como antes seal, a todos los Diputados del Distrito de Borja, duranteel siglo XIX7, y a los elegidos por la circunscripcin de Zaragoza-Borjaque eran naturales de la comarca, junto con otros cuya vinculacin esanecdtica como D. Marcelino Menndez Pelayo. Me hubiera gustadoincluir a quienes ejercieron la representacin de la ciudad de Borja enlas antiguas Cortes Aragonesas, pero ese empeo superaba las posibili-dades de este trabajo, en el que tampoco figuran todos los Diputados

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    6 GRACIA RIVAS, Manuel (2001). La enseanza en Borja durante los siglos XVII yXVIII. Cuadernos de Estudios Borjanos, XLIII-XLIV. Pp. 13-72.

    7 No he encontrado datos de D. Jos Bellido que fue elegido Diputado por Borjaen 1864.

  • Provinciales, como hubiera sido razonable en una obra editada por laExcma. Diputacin Provincial.

    Al igual que ocurre en el caso de los docentes, slo aparecen algu-nos alcaldes y concejales que se hicieron acreedores al reconocimientode sus paisanos o destacaron por otros motivos.

    Un apartado especialmente doloroso es el que he titulado Vctimasde la represin y la intolerancia donde se incluyen a personas que sufrie-ron, injustamente, las consecuencias de guerras y enfrentamientos civiles.

    Cuando revis otras obras publicadas en bsqueda de datos paraeste trabajo, fueron apareciendo algunos casos que, por su relevancia,era preciso citar. La reducida nmina inicial de vctimas se ampli con-siderablemente con algunas aportaciones muy recientes de libros que tratan sobre nuestra ltima Guerra Civil. Y es aqu, donde surgi unimportante problema metodolgico. Esas obras se refieren a la represinorganizada en la zona nacional y, en unos casos, incluyen un reducidonmero de biografas, mientras que otras ofrecen relaciones muy com-pletas de ejecutados, pero escasos datos personales de los mismos.

    La ausencia de referencias a los asesinados en zona republicana yel diferente tratamiento al que se vean sometidos los de zona nacional,me oblig a intentar profundizar en el estudio de ese terrible perodo,pudiendo constatar que las relaciones publicadas, a pesar del esfuerzorealizado, seguan siendo incompletas.

    A la vista de todo ello, decid que en el apartado general figurasennicamente las vctimas cuyas biografas haban aparecido en otras obras,dedicando un Apndice a todos los asesinados en estos municipios, pro-curando ofrecer todos los datos que fuera posible obtener, para evitarque su recuerdo quedara reducido a una lnea prdida entre una largarelacin.

    Debido a que las localidades de esta zona formaron parte, durantetoda la contienda, de la llamada zona nacional, la represin se ceb enpersonas pertenecientes o consideradas afines a partidos e institucionesde izquierda, aunque no podemos olvidar que tambin hubo personasnacidas aqu que fueron ejecutadas en zona republicana.

    Probablemente, hubiera sido razonable dedicar un trabajo espec-fico al anlisis de las consecuencias de la Guerra Civil, pero el intersde muchas personas por conocer la terrible realidad de aquellos das,ha condicionado el protagonismo que el tema adquiere en esta obra, apesar de que, tambin en este caso, los datos tienen que ser conside-rados provisionales, aunque pueden servir de base para ulteriores inves-tigaciones que corrijan errores y completen la relacin de vctimas, puesestoy convencido de que existen personas a las que, todava, no hepodido identificar.

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  • En cualquier caso, creo necesario adoptar una posicin clara y ntidasobre esta cuestin. que est directamente relacionada con el conceptomismo de guerra.

    La guerra, idealizada a veces y justificada con frecuencia, constituyesiempre la expresin de un fracaso en la convivencia y el triunfo de losaspectos ms negativos que anidan en el corazn del hombre. El rechazoal uso de la fuerza debera haberse impuesto como un ideal tico paratoda la humanidad, sino fuera porque se interponen conceptos comun-mente aceptados como el derecho a la legtima defensa o la lucha con-tra la tirana.

    Por otra parte, la constatacin de una realidad presente a lo largode la historia ha ido forzando el establecimiento de unas pautas de con-ducta que tienden a humanizar los conflictos y limitar sus efectos.

    El profesional de la guerra haba ido sometindose a unos cdigosde actuacin que, finalmente, llegaron a convertirse en normas de Dere-cho Internacional que obligan a los combatientes y cuyo incumplimientopuede ser objeto de sancin. La misma orientacin tienen las medidasencaminadas a garantizar una adecuada asistencia sanitaria o la protec-cin de las poblaciones civiles y de los bienes que constituyen el Patri-monio Cultural de las naciones.

    Es curioso, sin embargo, que mientras estas ideas iban adquiriendocarta de naturaleza, surgan nuevas formas de guerra que desbordabanlos usos vigentes, para retornar al camino de la barbarie.

    A partir del siglo XIX, Espaa fue el escenario donde se quebraronmuchas pautas de conducta, al introducirse una forma diferente de hacerla guerra que, por su aparente legitimidad, nos hizo olvidar el peligroque entraa la justificacin de determinados comportamientos.

    Me estoy refiriendo, en concreto, a la Guerra de la Independencia,una guerra insurreccional en la que, junto a la accin de los ejrcitosregulares, tuvo un protagonismo destacado el personal civil que actucomo detonante en los momentos iniciales y, posteriormente, dio origena la guerrilla, un modo de combatir que cre escuela y ha planteadonumerosos problemas a la hora de encuadrarlo dentro de las normas deDerecho Internacional.

    A muchos de nosotros nos resulta imposible identificarnos con aque-llas turbas incontroladas que, en 1808, despedazaron en las calles borja-nas al corregidor de la ciudad, un profesional de las armas, cuyo nicodelito era haber intentado disuadir a quienes, sin armamento ni forma-cin, queran frenar en Tudela el avance de las divisiones imperiales. Tam-poco siento especial aprecio por algunos guerrilleros que operaron enesta zona y cuyas principales hazaas consistieron en sorprender a sol-dados perdidos y desarmados, para darles una muerte especialmente cruel.

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  • Ello no significa descalificar globalmente al movimiento guerrillero,de igual forma que una condena enrgica de las feroces represalias delos ejrcitos franceses y de la ilicitud de la propia ocupacin, no debeser obstculo para valorar, en su justa medida, el herico comportamientode algunos militares de las tropas invasoras. En este sentido, merece serdestacada la actuacin del teniente Seurre que, al mando de 22 hombresy sin posibilidad de recibir ayuda, defendi el castillo de Malln frentea tropas muy superiores que lo sitiaron en diversas ocasiones, rindin-dolo el 23 de agosto de 1812, tras haber resistido durante 53 das alltimo asedio.

    Lo ocurrido durante la guerra tuvo una influencia decisiva a lo largode todo el siglo XIX, cuando se convirti en algo habitual el uso delas milicias como instrumento de lucha poltica. Si las intervencionesdel Ejrcito en favor de una determinada ideologa representaban unaquiebra de las normas que deben regular el normal desarrollo de lamarcha de los asuntos pblicos, la presencia de civiles armados fue unelemento distorsionador de la convivencia ciudadana en numerosas loca-lidades.

    Pero, sin duda, fueron las guerras carlistas el escenario donde la fero-cidad y el absoluto desprecio a los valores ms elementales del Dere-cho, volvieron a hacer acto de presencia y basta recordar las campaasdel Maestrazgo o, incluso, algunas actuaciones en las proximidades denuestra propia comarca.

    En cierto sentido, la Restauracin abri una nueva etapa de espe-ranza en nuestra historia que se quebr por causas que no me co-rresponde analizar, hasta conducirnos a esa indescriptible tragedia denuestra ltima contienda, en la que el Crimen volvi a cobrar carta denaturaleza entre nosotros.

    Desde la perspectiva de los 70 aos transcurridos resulta difcilmenteexplicable que se produjera tal estallido de violencia en las dos Espaasenfrentadas y, sobre todo, que unos y otros encontraran justificacin paratal cmulo de atrocidades. Jams en la Historia de Espaa haba existidoun perodo en el que, uno y otro bando, llevara a cabo la extermina-cin del adversario por procedimientos tan abyectos. No estoy hablandodel choque de ejrcitos enfrentados, sino de la caza de civiles por elmero hecho de no ser identificados como nuestros y su eliminacinhaciendo uso, en ocasiones, de la mayor crueldad posible.

    Que cerca de 400 personas cayeran asesinadas en nuestros pueblos,durante los primeros meses de la guerra, por no compartir unas deter-minadas ideas polticas, es un crimen monstruoso ante el que resuenanlas palabras del Gnesis: La sangre de tu hermano est clamando a Mdesde la tierra (Gen 4,10).

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  • Pero si aqu, por circunstancias del azar, los autores fueron unos, elcomportamiento de sus rivales fue el mismo en la zona sometida a sucontrol, en la que tambin murieron gentes nuestras, en muchos casospor ser sacerdotes o miembros de una congregacin religiosa, sin quesea posible justificar las repugnantes circunstancias que rodearon estosasesinatos.

    En contra de la opinin de algunos, pienso que es necesario recor-dar unos y otros crmenes para que el horror que los mismos provocan,nos mantenga alertas ante el peligro de que se repitan. A veces, cuandose afirma que aquella locura ya no es posible, vienen a mi memoria losenfrentamientos que los precedieron y, sobre todo, el convencimiento deque, en muchos casos, los protagonistas fueron personas como nosotrosque, en un breve perodo de tiempo, se transformaron en alimaas.

    En Borja, los representantes de ambas fuerzas enfrentadas pactaronrespetarse, nada ms tener conocimiento del comienzo de la guerra, conindependencia de quienes fueran los ganadores de aquella incierta situa-cin inicial. Me gustara destacar la dignidad de este comportamiento, perotengo el presentimiento de que fue una maniobra tctica forzada por eltemor, la incertidumbre e, incluso, la cobarda. Bastaron unas pocas sema-nas y la presin de elementos externos para que la situacin experimen-tara una transformacin radical, y pacficos ciudadanos empuaran las armasdando rienda suelta a sus ms bajos instintos. No es de extraar, por lotanto, que mi percepcin est teida por la preocupacin que se derivaal constatar lo ocurrido entonces, y por el hecho de que, hace poco, haya-mos sido testigos de acontecimientos similares al otro lado de Europa.

    Entre las vctimas de la represin he incluido tambin a personasque la padecieron en otros conflictos, como la Segunda Guerra Mundial,donde hubo gentes de esta comarca que murieron en campos de con-centracin alemanes, aunque sern necesarias nuevas investigaciones yaque algunos de los datos que facilitan las asociaciones que velan por sumemoria, no hemos podido corroborarlos, por el momento.

    El ndice contina con una referencia a los miembros de la carrerajudicial, entre los que he incluido a un personaje olvidado, D. ManuelCruz Bellido, Presidente de la Audiencia Territorial de Aragn en la lla-mada zona leal al Gobierno de la Repblica.

    En el apartado correspondiente a altos cargos de la Administracinhe tenido menos dificultades a la hora de biografiar a personajes delpasado que a quienes desempearon puestos de responsabilidad en lasegunda mitad del siglo XX.

    Sigue despus una relacin de profesiones liberales, en la que heido distribuyendo a cada persona segn su titulacin, aunque en muchasocasiones su inclusin responda a otras motivaciones.

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  • Cuando estamos inmersos en los actos conmemorativos de la funda-cin de la localidad colombiana de Barichara, por el capitn borjano D.Francisco Pradilla y Ayerbe, he querido recordar otras ciudades surgidasmerced a la iniciativa de personas nacidas aqu, como Santa Brbara, enVenezuela, fundada por el P. Fray Casimiro de Borja, o el poblado deAinzn que fund Angel Cruz Garca, en Guinea, y que probablementecambiara de nombre en el momento de la independencia.

    Al referirme a la intrnseca maldad de la Guerra, he incidido en susaspectos negativos, pero no podemos olvidar que, en ella, resplandecena veces las ms excelsas virtudes del ser humano.

    En la mitificacin de la vida castrense ha influido, sin duda, el recuerdoque dejan, entre quienes la comparten, valores como el compaerismoy la amistad que, en cierta medida, compensan las molestias inherentesa un sistema regido por la disciplina o el acatamiento de rdenes queentran en colisin con nuestros propios deseos.

    Pero hay un fenmeno que sigue sorprendiendo a los que tienen laoportunidad de comprobarlo cuando aparece en los momentos de mayortensin o dificultad que pueden darse en un escenario blico, aunquetambin puede desencadenarse en el transcurso de una catstrofe natu-ral o de un accidente.

    Cuando un grave riesgo se cierne sobre un grupo de personas y seacrecienta la percepcin de un fatal desenlace, es decisiva la existenciade un lder que asuma la responsabilidad de encontrar una adecuadarespuesta. En estos casos, es muy difcil improvisar, por lo que la for-macin recibida ejerce una influencia decisiva.

    Sin embargo, hay momentos en los que, de manera inesperada, apa-rece una persona que, dando muestras de arrojo y decisin sin lmites,es capaz de incidir favorablemente en el desenlace, an a costa de ofren-dar, al servicio de los dems, el bien ms preciado del ser humano, lapropia vida.

    Los que han tenido la fortuna de ver, en alguna ocasin, iluminarseel rostro del hroe en el transcurso de la tempestad, o por el estallidode los proyectiles en el fragor de un combate, suelen relatar el asombroque provoca el comportamiento de unos hombres, hasta entonces an-nimos, que se alzan sobre la masa, para acometer con sencillez inauditalas gestas que cimentarn su gloria.

    Con motivo del Centenario de 1898, la villa de Malln homenajeal legendario corneta de Baler, Santos Gonzlez Roncal, que form partede aquellos Ultimos de Filipinas, inmortalizados por el Cine, pero quetuvo la desgracia de haber nacido en una tierra en la que estos mri-tos no son suficientes para impedir el dislate de morir fusilado 38 aosdespus.

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  • Siempre me impresion el trgico final de aquel hroe, pero no podaimaginarme que el olvido se cerniera sobre otros protagonistas destaca-dos de nuestras ltimas guerras coloniales.

    Y, sin embargo, en una modestisima tumba del cementerio de Borjareposan los restos de un soldado espaol, D. Martn Lajusticia Arilla, dis-tinguido con la ms alta recompensa al Valor, la Cruz Laureada de SanFernando, que le fue concedida por su actuacin en Filipinas y que, porespecial privilegio, le fue impuesta en el Ayuntamiento de Borja por sualcalde, D. Feliciano Rivas Foncillas, mi bisabuelo.

    Puede parecer increible que, mientras prograbbamos actos conme-morativos de aquel Centenario, nadie recordara a este soldado borjano, ysorprendente es, tambin, que desconociramos que su hijo D. PantalenLajusticia Sartaguda, lleg a ser recompensado con otra Cruz Laureada deSan Fernando, aunque con carcter colectivo, por su comportamiento cuandoformaba parte de la Tercera Compaa del Sexto Batalln del Regimientode Infantera de Aragn n 17, durante la defensa de Belchite en 1937.

    Es extremadamente raro que padre e hijo hayan podido alcanzar estapreciada condecoracin, un privilegio que comparten con otro Laureadoindividual que reposa en el cementerio borjano, el Excmo. Sr. GeneralD. Ricardo lvarez de Espejo y Gonzlez de Castejn que la obtuvo enel empleo de Teniente.

    Son muchos los profesionales de las Armas que han nacido aqu,entre los que se encuentran trayectorias vitales sorprendentes como ladel Capitn borjano Francisco del Arco y Torralba, el hroe de la tomade Amiens por nuestros Tercios, o Juan de Bersabal, nacido en Ambelen el siglo XVII, que huy de Espaa para eludir la accin de la Justi-cia, y lleg a ser Coronel de las tropas imperiales, terminando sus dasen Espaa como fraile franciscano, dedicado al cuidado de los enfermos,tras trocar su nombre por el de Fray Diego de Bersabal.

    A las puertas del tercer centenario de la defensa de Borja frente a lastropas austracistas, durante la Guerra de Sucesin, no puedo dejar derecordar al Capitn de Granaderos D. Benito Navarro de Egu y San Gil,perteneciente a una ilustre dinasta militar, que fue el protagonista de lagesta que tuvo como escenario el convento de capuchinos de esta ciu-dad, donde con 50 voluntarios hizo frente a los 9.000 hombres del condede Sstago, hasta que la entidad de las prdidas sufridas le oblig a reti-rarse ordenadamente hasta el interior de la poblacin, defendida por elCoronel D. Juan Antonio de Maas, Justicia de Borja, en aquellos momen-tos, y por su lugarteniente el Teniente Coronel D. Juan San Gil y del Arco.

    Una pgina especial est dedicada a los numerosos msicos que hadado esta comarca: Compositores, Maestros de Capilla, Directores, intr-pretes instrumentales, e intrpretes vocales.

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  • He contado con ayudas inestimables para redactar sus biografas y,de manera especial, he de sealar los numerosos datos contenidos en laobra de Emilio Jimnez Aznar sobre el archivo de la colegiata de Borja8.En el transcurso de la investigacin han ido surgiendo figuras de msi-cos importantes y a ellos podrn incorporarse ms en el futuro, y serdesveladas algunas incgnitas como el nombre de pila de la famosasoprano Matilde de Lerma, a la que muchos autores hacen natural deBorja, y sobre la que creo poder aportar datos inditos.

    La comarca ha sido, tambin, tierra de buenos joteros y, entre todosellos, he seleccionado a los ms destacados y aquellos de los que hepodido recabar sus datos personales.

    Tras una referencia a artesanos de vala y a personas que han des-tacado en las Artes Escnicas, se incluye una larga relacin de artistas.Entre ellos hay algunos del pasado que figuran por su importancia o porhaber sido citados en obras especializadas.

    Son ms numerosos los contemporneos, destacando casi todos losque formaron parte de aquel Colectivo de Artistas Plaza del Mercadode Borja o quienes, generosamente, contribuyeron con sus obras a diver-sas iniciativas benficas.

    En el campo de la Literatura he puesto especial empeo en identi-ficar a todos los autores locales y ello me ha servido para, a travs deun esfuerzo significativo, poder reunir sus obras en la biblioteca del Cen-tro de Estudios Borjanos. En los dos ltimos aos hemos adquirido muchasde ellas, algunas muy valiosas, y creo que uno de los servicios impor-tantes que puede prestar un Centro de estas caractersticas es poner, adisposicin de todos, las obras escritas por personas nacidas aqu.

    Entre los periodistas he reunido a figuras como el borjano NorbertoTorcal, que destac a comienzos del siglo XX y lleg a ocupar cargosdestacados en la Asociacin de la Prensa a nivel nacional; a Jess Flo-res en radio, o al histrico de Televisin Espaola, Jos Luis Barcelona,junto con figuras tan actuales como el director de los Centros Territoria-les de TVE D. Manuel Lombao, o una cara muy conocida en los infor-mativos, Ana Isabel de Roque.

    En las Artes de la Imagen he incluido a directores casi desconocidoscomo Francisco Bernab Carranza, natural de Agn, o Antonio Sau Olite,nacido en Luceni; y a hombres de actualidad como Achero Maas, pasandopor guionistas tan importantes como Julio Alejandro, actores, fotgrafose incluso modelos como Arancha Bonete, cuya madre es de Ainzn.

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    8 JIMNEZ AZNAR, Emilio (1994). Actos del cabildo de la colegial y del captulo parro-quial de Santa Mara la Mayor de Borja (Zaragoza). 1546-1954. Institucin Fernando elCatlico. Zaragoza.

  • Entre algunos empresarios que contribuyeron al desarrollo de nues-tras localidades quiero recordar a Ramn Frauca, ahora que acaba de serderribado, en la plaza de Santo Domingo de Borja, el gran Parador deFrauca que construy en el siglo XIX, y del que partan aquellas legen-darias lnea de diligencias en las que, en aras de una feroz competen-cia, se lleg a ofrecer billete gratis y... desayuno. Tambin a D. JuanAlonso Fuldain que llev a cabo la construccin del ferrocarril de Cor-tes a Borja y no pudo inaugurarlo, pues falleci, poco antes de la fechafijada, como consecuencia de un accidente acaecido mientras inspeccio-naba las obras.

    Algunos oficios estn representados en esta obra a travs de perso-najes tan curiosos como Jaime Gil, nacido en Magalln, que fue uno delos primeros tratadistas espaoles sobre Apicultura; el sastre magalloneroJuan de Albaiceta que, a comienzos del siglo XVIII, public en Zaragozauna singular obra con trazas y patrones para confeccionar distintas pren-das, algunas de cuyas lminas pueden verse, en la actualidad, en el Museodel Traje de Madrid; o el jardinero borjano Francisco Sangesa Borauque, desempeando el cargo de Guarda General de Arboledas y Paseosde la Casa Real, durante el reinado de Carlos IV, fue el responsable dela renovacin del arbolado del parque del Retiro e introdujo en Borja elcultivo de la patata, aunque no goz del afecto de sus paisanos que loacusaban de afrancesado.

    Al comienzo de esta exposicin me refer a que el orden de clasifi-cacin establecido en este ndice no responda a una jerarquizacin, enfuncin de la importancia o la estimacin social de los distintos aparta-dos, y ello es evidente al comprobar el lugar circunstancialmente reser-vado para nuestros deportistas, motivo de legtimo orgullo para todos, yuno de los estamentos que ms relevancia han alcanzado, como lodemuestran los seis olmpicos nacidos entre nosotros o relacionados conalgunas localidades de la comarca.

    La relacin de practicantes de las distintas disciplinas deportivas esimportante como tambin lo es el nivel alcanzado por muchos de estosdeportistas, entre los que he querido incluir a legendarios lanzadoresde barra, como el magallonero Juan Ruberte Navarro Fresquita, de por-tentosas facultades, aunque dotado de un peculiar sentido de la ticadeportiva.

    Nuestra tierra, en la que hay defensores a ultranza de esos espect-culos, impropios de una sociedad civilizada, que conocemos con el nom-bre de vaquillas, no ha sido cuna de grandes toreros, a pesar de queen el Cosso siga figurando la plaza de Borja, en referencia a una demadera que, con carcter estable, se construy a comienzos del siglo XX.De aqu procede, sin embargo, una modesta saga de lidiadores cuyo

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  • principal representante fue Victoriano Albericio Sanmartn Trajinerito I,un novillero que prometa cuando fue asesinado en Zaragoza, al salir endefensa de un perro callejero que estaba siendo torturado por el ener-gmeno que le acuchill. Hay que resaltar tambin que, en 1969, la plazaportatil de Borja fue escenario de la alternativa de un torero colombiano,Gilberto Charry, que la recibi de Cesar Girn, en presencia de Sebas-tin Palomo Linares.

    Un apartado curioso es el que reune a los protagonistas de algunosprodigios considerados milagrosos, en su momento, aunque sobre nin-guno de ellos se manifestaron las autoridades eclesisticas.

    Durante siglos, aqu convivieron miembros de tres comunidades. Dosde ellas tuvieron que abandonar la tierra en la que haban residido durantesiglos, para emprender el camino del exilio. Los musulmanes estuvieronentre nosotros durante ms ochocientos aos, practicando su religin, yan permanecieron casi un siglo ms, tras su conversin forzosa. A pesarde ello, desconocemos su historia y sus personajes ms destacados. Leshe dedicado un recuerdo simblico a travs de la figura Muza ibn Muza,el ms eximio descendiente de aquellos hispano-visigodos que se con-virtieron al Islam, en el siglo VIII, dando origen a una poderosa familiaque, durante muchos aos, ejerci el control de toda esta zona; o deAbdalla Benamir un musulmn al que Juan II de Aragn concedi per-miso,en 1460, para levantar una torre fuerte adosada a la muralla deBorja, lo que obliga a reconsiderar el papel desempeado por algunosmusulmanes en aquella poca.

    A pesar de los estudios de D. Miguel Angel Motis sobre la juderaborjana, no estamos en condiciones de singularizar algunos de sus inte-grantes y sintetizar sus datos biogrficos. Tan slo aparece un intrpretede vihuela de la corte de Pedro IV que perteneca a la familia borjanade los Axivili, los sevillanos, que guardan relacin con la famosa ins-cripcin hebrica que conserva el Centro de Estudios Borjanos.

    He querido rendir un homenaje especial a Inocencio Carbonell, Anto-nio, el gran patriarca de una familia gitana de profundo arraigo entrenosotros y a su hijo Pepe, excelente cantaor que, a pesar de su prema-tura muerte, dejo una profunda huella por su generosidad y entrega ala hora de colaborar con muchas iniciativas benficas.

    Al comienzo de mi exposicin hice referencia a que, en esta obra,aparecen tambin algunos delicuentes comunes, entre ellas dos mujeres,una de familia borjana y la otra nacida en Ainzn, que fueron condena-das como autoras de sendos crmenes perpetrados en la calle Fuencarralde Madrid, con gran repercusin meditica.

    El estudio de las diligencias que se sustanciaron con motivo de lamuerte del primgenito de los Vera, que dio lugar a la leyenda de

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  • la Casa de las Conchas de Borja, me ha permitido identificar a sus ase-sinos y la forma de llevar a cabo el crimen. Los implicados pertene-can a destacadas familias, lo que pudo influir para que, mientras per-maneca vivo el recuerdo del fallecido, se diluyera el nombre de susasesinos.

    Algo parecido pudo ocurrir para que no haya quedado huella deuno de los ms truculentos hechos delictivos perpetrados en el sigloXVII. Su protagonista fue el propio Prior de la colegiata, D Julin Andrsde Uztarroz, y la vctima un monje del monasterio de Veruela. La recientepublicacin del expediente conservado en la Biblioteca Universitaria deSevilla nos permite conocer, por vez primera, un suceso rodeado de todoslos ingredientes propios de una novela negra.

    He incluido tambin referencias a los ltimos ejecutados y a algu-nos representantes de esa figura, un tanto mitificada, del bandolero queoperaron por tierras de la ribera del Ebro y por los abruptos parajes dela zona del Isuela.

    Ya he indicado, anteriormente, que uno de los criterios para la inclu-sin de una persona en esta obra haba sido el reconocimiento dispen-sado, a travs de cualquier tipo de distincin honorfica. Por este motivo,he procurado sistematizar las concedidas aqu, y las que recibieron, enotros lugares, algunas personas relacionadas con la comarca.

    Estoy seguro de que, para muchos, resultar interesante descubrir laidentidad de algunos de los homenajeados, cuya memoria se ha perdidoen muy pocos aos.

    Este recorrido se cierra con la referencia a todas las personas que,desde su fundacin, han formado parte de los rganos de direccin delCentro de Estudios Borjanos, entidad que publica esta obra que se cie-rra con cuatro Apndices.

    El primero de ellos est dedicado a los Ttulos del Reino vincula-dos a nuestra zona. Tras la fecha de creacin de cada uno de ellos, seresean sus distintos poseedores, con algunos datos personales de losmismos.

    He incluido a los duques de Villahermosa por su relacin con elseoro de Frscano, que heredaron de los condes de Guimer y por-que algunos de sus ms eximios representantes reposan en el monaste-rio de Veruela.

    Los marqueses de Villamayor de Santiago tienen casa en Ambel, dondehan ejercido una labor de mecenazgo que fue reconocida con la conce-sin del nombramiento de Hijo Adoptivo de la Villa al VII marqus.

    La relacin de los marqueses de Gonzlez de Castejn con Borja seinici cuando D Teresa Gonzlez de Castejn y Arnedo, que en 1859se convirti en la segunda poseedora del ttulo, contrajo matrimonio con

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  • el borjano D. Jos Vicente lvarez de Espejo y Navarro de Egu, perte-neciente a una ilustre familia de esta ciudad.

    El ttulo de marqus de Borja es de reciente creacin y hace refe-rencia al apellido de su primer poseedor, D. Luis Moreno Gil de Borja,Intendente de la Real Casa, que descenda de Tarazona. Sin embargo,hubo una estrecha relacin de los primeros marqueses con nuestra ciu-dad, y de ella ha quedado como recuerdo el farol que regal el II mar-qus para nuestro Rosario de Cristal.

    Los condes de Bureta, herederos del seoro del mismo nombre, sonuna de las casas ms antiguas y de mayor raigambre en la comarca,cuyos miembros han destacado en la historia de Aragn.

    Gran arraigo tiene, asimismo, el ttulo de conde de Fuenclara vincu-lado, de manera especial, a la localidad de Luceni y tambin a Borja,donde algunos de sus ms ilustres miembros pasaron largas temporadasen el palacio que heredaron de los Vera. El dato es muy importanteporque ese palacio era el recinto que, hasta ahora, creamos que era lasegunda judera de la ciudad y que, desde este momento, adquiere unnuevo significado que me obliga a rectificar la teora que, con tanto entu-siasmo, defend frente a especialistas como Miguel Angel Motis que siem-pre se mostr escptico, por falta de testimonios documentales que per-mitieran corroborarla.

    Los condes de Contamina fueron seores de varias localidades de lacomarca, por lo que los he incluido, aunque no he podido completar lalnea de sucesin.

    Tras los condes de Torreflorida especialmente unidos a la ciudad deBorja, este apartado se cierra con una casa muy sealada, la de los viz-condes de Evol, seores de Frscano, que hicieron de esta localidad unpujante centro cultural, en torno al magnfico palacio que construyeronen el siglo XVI.

    En el Apndice II pretenda incluir la relacin de Alcaldes de cadauno de nuestros municipios, pero por las dificultades encontradas melimito a ofrecer las relaciones correspondientes a Ainzn, Albeta, Borja,Fuendejaln, Gallur, Magalln, Malln y Tabuenca, con la esperanza de que sirvan de estmulo para completar un trabajo arduo, pero nece-sario.

    Para realizarlo he contado con colaboraciones importantes de las quedoy noticia en cada localidad. Las series ms completas corresponden aBorja y Tabuenca gracias a la labor de investigadores que me precedie-ron. En el caso de Borja, la relacin se interrumpa a comienzos del sigloXX y, de completarla, se ha encargado D. Ral Rivars que lo ha hechocon el rigor que le caracteriza, a pesar de los problemas que planteabanalgunas situaciones peculiares. Como curiosidad, un dato que yo desco-

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  • noca hasta ahora, y es el hecho de que D. Baltasar Gonzlez, el ltimoalcalde republicano, fusilado en 1936, lleg a ser elegido en cinco oca-siones.

    El Apndice III es muy importante ya que en l ofrezco una rela-cin de todas las personas nacidas o residentes en los municipios estu-diados (24) que fueron asesinadas en la Guerra Civil por su pertenenciao vinculacin a partidos y organizaciones de izquierda.

    Para ello, he partido de datos ya publicados, entre los que destacala obra coordinada por el Prof. Casanova9, que es el trabajo ms impor-tante realizado, hasta ahora, sobre este tema.

    Con esa informacin hemos vuelto a revisar los archivos locales,siempre que ha sido posible, contrastndolos con otras fuentes disponi-bles. De esta forma, hemos podido conseguir nuevos datos sobre las per-sonas ya identificadas y localizar a otras que fueron vctimas de la repre-sin en aquellos das.

    Es importante el hecho de que, a los 315 hombres y mujeres de estazona, que figuraban en obras publicadas, podemos aportar los nombresde otros 68, lo que representa un incremento del 21,6% o, dicho deotra forma, que de los 383 que aqu se relacionan, no se tena noticiade un 17,8%, porcentajes lo suficientemente significativos para que con-tinuemos investigando con el fin de establecer cifras definitivas.

    A la hora de abordar este problema nos encontrbamos diversassituaciones personales:

    Personas nacidas en los 24 municipios estudiados que fueron dete-nidos y ejecutados en Aragn. Cuando su lugar de residencia era dife-rente al de nacimiento, los contabilizamos en la localidad de origen.

    Personas que, siendo naturales de otros lugares, tenan su resi-dencia en uno de estos 24 municipios y fueron ejecutadas en Aragn.Las contabilizamos entre las vctimas del lugar donde residan.

    Personas nacidas en cualquiera de los 24 municipios estudiadosque fueron ejecutadas en otras comunidades. No son muchos, pero hansido contabilizados entre las vctimas correspondientes a su lugar de naci-miento.

    Personas nacidas en otros lugares que fueron trasladadas a algunode nuestros municipios para ser ejecutadas. No han sido contabilizadasporque el lugar de su ejecucin es un hecho circunstancial en su trayec-toria personal.

    Algunos ejemplos pueden aclarar el criterio utilizado. Mara Domn-guez, natural de Pozuelo de Aragn, tena su residencia en Gallur, y

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    9 CASANOVA, Julin y cols. El pasado oculto. Fascismo y violencia en Aragn (1936-1939). Tercera edicin. Mira Editores. Zaragoza, 2004.

  • muri en Fuendejaln. Aparece contabilizada entre las vctimas de Pozuelode Aragn.

    El Alcalde de Borja D. Baltasar Gonzlez fue fusilado en las proxi-midades de Tierga, pero como es lgico aparece entre las vctimas desu ciudad natal.

    Por el contrario, Demetrio Francs que era natural de Borobia y fuefusilado en Borja, no figura en esta relacin como tampoco otros quemurieron aqu, pero que fueron traidos desde lugares ajenos a esta zona.En el caso de Borja fueron en total cuatro personas, procedentes de Zara-goza, Borobia, An y Cortes.

    La cifra de 383 personas asesinadas impresiona por su magnitudy no puede ser considerada definitiva ya que, en algunas localidades, nohe contado con la colaboracin imprescindible para contrastar los datos.Llaman la atencin cifras tan altas como los 83 fusilados de Luceni, unapoblacin de reducido censo en 1936, aunque all radicaba una impor-tante empresa azucarera.

    Como ya seal, he querido presentar a todas las vctimas como per-sonas con una biografa que, en muchos casos, se circunscribe a los esca-sos datos deducidos de las obras publicadas, que sera conveniente ampliarcon nuevas aportaciones.

    El mrito en la recopilacin de los datos inditos que ahora ofrece-mos corresponde a las personas que me han ayudado, con una dedi-cacinejemplar. En Borja se encarg de esta tarea D. ngel Urzay, y D. CarlosCastn trabaj en varias localidades de la comarca. Ha sido muy impor-tante la ayuda dispensada, en Malln, por los miembros de la Asocia-cin Cultural Belsinon, y un trabajo similar ha realizado en Fuendejaln D Mara Jos Vidal. No puedo dejar de sealar la ayuda de la AsociacinCultural Villardajos de Tabuenca y de D. Antonio Aragn en Ambel.

    Me gustara, sin embargo, que pudieramos terminar esta investigacincon la ayuda de los lectores, que puede ser inestimable para corregir erro-res e identificar a nuevas vctimas de aquellos trgicos acontecimientos.

    He considerado conveniente incluir, para facilitar esta tarea, una rela-cin alfabtica en la que, con un tipo de letra diferentes, se resaltan lasnuevas incorporaciones, y un desglose por municipios de procedencia.

    El libro termina con el Apndice IV en el que he intentado researa todas las personas, nacidas o residentes en estos municipios, que murie-ron desempeando cometidos militares durante la Guerra Civil. Entreellos se incluyen a los fallecidos en combate, a los que murieron comoconsecuencia de un accidente y a los que sucumbieron a causa de enfer-medades contraidas en acto de servicio.

    Son las personas cuyos nombres figuraron, durante muchos aos, enlas fachadas de nuestras iglesias, porque las considero igualmente dig-

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  • nas de respeto, y, de ser tenidas en cuenta a la hora de cuantificar a lasvctimas de aquel cruel enfrentamiento.

    Me ha sorprendido que, cuando las lpidas que los recordaban hansido retiradas, casi nada queda de aquellos hombres jvenes que, en lamayora de los casos, murieron en las unidades donde les toc comba-tir, por razones meramente geogrficas y, algunos de ellos, eran militan-tes de izquierdas que se haban incorporado al frente para intentar sal-var sus vidas, una realidad de la que tenemos numerosos testimonios ennuestros municipios.

    He comprobado tambin que, entre los caidos inscritos en las lpi-das figuraban personas que nada tenan que ver con acciones militares. Assucede en Tabuenca donde dos de ellos han alcanzado la gloria de losaltares, o en Borja, donde uno de aquellos cados era en realidad un jovenreligioso claretiano, cuyo proceso de beatificacin est a punto de concluir.

    Pero, en cualquier caso, lo que ms llama la atencin son los esca-sos datos disponibles de ellos. Por una feliz circunstancia, he podidolocalizar en Borja una fichas con la unidad a la que pertenecan y ellugar donde fallecieron, pero en otras localidades hemos tenido que reca-bar los datos, de manera individual, siendo preciso sealar que las per-sonas que nos han ayudado han tenido, en ocasiones, ms dificultadespara obtenerlos que con las vctimas de la represin. De hecho no hepodido incluir datos de Boquieni, Calcena, Frscano, Gallur, Malejn,Novillas, Pozuelo de Aragn, Purujosa, Talamantes y Trasobares. Faltan,por lo tanto, 9 de las 24 localidades, y esta es una laguna que me gus-tara completar.

    Invitacin final

    En las pginas que siguen, el lector interesado encontrar datos rela-cionados con cerca de 2.000 personas vinculadas a los 24 municipiosque, en el pasado, formaron parte del antiguo Partido Judicial de Borja.

    El esfuerzo realizado merecera la pena si, de su lectura, surgiera elimpulso necesario para identificar a otras muchas que deben ser recor-dadas, y para corregir los errores en los que he podido incurrir, por losque, anticipadamente, pido disculpas.

    Cualquier colaboracin va a ser importante, ya que tenemos el pro-psito de publicar nuevos apndices, uno de los cuales estar dedicadoa la informacin grfica que, por el momento, ha quedado fuera, por lasdificultades para reunir las fotografas de muchas personas cuya omisinhubiera creado nuevos agravios comparativos.

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  • Reseas Biogrficas

    (A M)

  • AAbad Lasierra, Manuel (1729-1806)

    El Santuario de Misericordia de Borja ha sido, tradicionalmente, unlugar de reposo donde se han dado cita personajes destacados, y aun-que el momento de mayor esplendor fue el comprendido entre los lti-mos aos del siglo XIX y el primer tercio del XX, hubo visitas importan-tes a lo largo de toda su historia.

    Una de ellas fue la efectuada, en 1794, por el Inquisidor General deEspaa D. Manuel Abad Lasierra, Arzobispo de Selimbria, cuyo recuerdoy el de su extica sede todava surgen, de cuando en cuando, en ladocumentacin local.

    Nacido el 24 de diciembre de 1729 en la localidad de Estadilla, estu-di en la Universidad de Huesca y despus fue monje benedictino enSan Juan de la Pea. Con una profunda formacin, lleg a ser nombradoAcadmico Numerario de la Real de la Historia.

    Consagrado Obispo en 1783, tom posesin de la sede de Ibiza el18 de julio de ese ao. En 1787 fue promovido a la de Astorga y, en1792, fue nombrado Inquisidor General, cargo que desempe durantedos aos. Con este motivo se le confiri el ttulo de Arzobispo de Selim-bria, una de las sedes histricas utilizadas con carcter honorfico, aun-que la de Selimbria nunca ha vuelto a ser provista. Esta antigua ciudad

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  • de la Tracia es la actual Selivria, situada junto al Mar de Mrmara enTurqua, y aparece citada en algunos pasajes de los Hechos de los Aps-toles.

    Fue durante su ltima etapa como Inquisidor General cuando se des-plaz a nuestro Santuario. Lleg en el verano de 1794, siendo cumpli-mentado en nombre de la ciudad por el regidor Sr. Lajusticia, el cualdesempe tan bien la comisin que le haba sido conferida que el con-cejo decidi resear en el Libro del Justiciado su forma de proceder, paraque sirviera de gua en ocasiones similares.

    Terminada la temporada estival, el ilustre prelado, prendado del climade la ciudad, decidi avecindarse en Borja, donde permaneci el restodel ao y los primeros meses de 1795, siendo felicitado por la corpora-cin municipal durante la Pascua de Navidad. Al marchar dej un granrecuerdo entre todos los que tuvieron ocasin de tratarlo, durante suestancia entre nosotros.

    Volvi a su sede de Astorga a la que renunci el 9 de abril de 1791.Los ltimos aos de su vida vivi retirado en su tierra, falleciendo el 12de enero de 1806, como consecuencia de un accidente, y fue enterradoen el Pilar de Zaragoza.

    Bibliografa

    www.catholic_hierarchy.org. (Pgina muy interesante para conocer la historia de todaslas sedes del mundo y la biografa esquemtica de los obispos que las han ocu-pado a lo largo de la historia).

    Abaurre Valencia, Miren Maite (siglos XX-XXI)

    Graduada como Licenciada en Historia en la Universidad de Zara-goza, fue galardonada con el IV Premio de Investigacin Juan de Coloma,que conceda el Centro de Estudios Borjanos, por su trabajo sobre El P.Magalln y las primeras misiones de capuchinos aragoneses en Vene-zuela, publicado en la revista Cuadernos de Estudios Borjanos XXI-XXII,en 1989.

    El Premio Juan de Coloma fue convocado durante los aos prxi-mos a las celebraciones del V Centenario del Descubrimiento de Am-rica, para recordar la figura de este ilustre borjano, Secretario de losReyes Catlicos y signatario, en su nombre, de las capitulaciones de SantaFe, al que se hace referencia expresa en esta obra.

    Por otra parte, el P. Fray Lorenzo de Magalln fue un ilustre capu-chino, nacido en esa localidad, cuya biografa es comentada en el apar-tado correspondiente.

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  • Abbad-Jaime de Aragn y Ros, Francisco (1910-1972)

    Nacido en Zaragoza en 1910, curs las carreras de Filosofa y Letrasy Derecho en la universidad de su ciudad natal, obteniendo el gradoacadmico de Doctor en la Universidad Central, con una tesis sobre Elromnico en Cinco Villas que ley el 27 de junio de 1935.

    Toda su vida estuvo dedicada a la docencia. Desde 1936 a 1947 fueprofesor Ayudante en la Universidad Central y hasta 1953 Profesor Adjuntode la misma Universidad. Entre 1949 y 1952 fue, al mismo tiempo, Pro-fesor Auxiliar Numerario de la Escuela Superior de Bellas Artes.

    En 1953 obtuvo la Ctedra de Historia del Arte de la Facultad deFilosofa y Letras de la Universidad de Oviedo, de la que se traslad, en1958, a la de Zaragoza donde transcurri el resto de su vida pues, aun-que en 1972, obtuvo plaza en la Universidad Complutense, no lleg atomar posesin de ella por su prematuro fallecimiento.

    Desde 1963 era Acadmico Numerario de la Real Academia de Noblesy Bellas Artes de San Luis de Zaragoza.

    Autor de numerosos libros y artculos, el profesor Abbad fue uno delos grandes maestros de nuestra universidad y el creador de una escuelade investigadores de Historia del Arte que ha seguido sus huellas.

    Entre sus trabajos debemos destacar los dos volmenes correspondien-tes a la provincia de Zaragoza en el Catlogo Monumental de Espaa, quefue publicado en 1957, y en el que uno de sus captulos est dedicado alPartido Judicial de Borja. A pesar de las limitaciones impuestas por la formaen que fue elaborado, el Catlogo sigue siendo una obra de referencia y,en ocasiones, el nico testimonio de algunas obras ya desaparecidas.

    Especial inters reviste para nosotros uno de sus ltimos trabajos, elCatlogo de la Exposicin celebrada con motivo de la Primera Semanade Borja en Zaragoza, publicado en el nmero XLIII-XLIV de la revistaZaragoza, cinco aos despus de su muerte, acaecida en Madrid el 24de enero de 1972.

    Bibliografa

    LVARO ZAMORA, Mara Isabel (1980). Abbad Ros, Francisco. Gran EnciclopediaAragonesa. Tomo I. Pg. 19.

    PASQUAL DE QUINTO Y DE LOS ROS, Jos (2004). Relacin general de Seores Aca-dmicos de la Real de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza (1792-2004).Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza. Pg. 18.

    Abinzano, Juan de (siglo XVII)

    Escultor y habitante en la ciudad de Borja fue quien el 22 de mayode 1687 capitul, con el Prior de la cofrada de San Antn de Magalln,

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  • la realizacin del retablo de San Antonio Abad existente en la iglesiaparroquial de esa localidad por 1.600 sueldos jaqueses.

    Bibliografa

    PANO GRACIA, HERNANDO SEBASTIN, Pedro Luis y SANCHO BAS, Jos Carlos(2002). Magalln. Patrimonio Artstico Religioso II. Centro de Estudios Borjanos.Doc. 24.

    Acibalaga, Cristbal de (siglo XVI)

    Obrero de villa de Magalln que, en 1598, capitul la construccinde una casa para Diego de Vera en Vera de Moncayo.

    Bibliografa

    LOMBA, Concha (1982). Arquitectura civil en Borja. Siglos XVI y XVII. Centro de Estu-dios Borjanos. Pp. 192 y 201.

    Adell Navascuez, Bautista (1944)

    Nacido en Magalln el 16 de marzo de 1944, aprendi a cantar lajota de los labios de su madre.

    A los 8 aos ya apuntaba maneras de buen intrprete y, posterior-mente, entr a formar parte de la rondalla La Cruz Azul y, ms tarde,de Xinglar con la que lleg a grabar un disco.

    Ha colaborado con todas las agrupaciones que se han formado enMagalln y con el Centro de Estudios Borjanos, de cuya Orquesta Lau-dstica Aguilar fue miembro su hermano. Por este motivo, particip enla recuperacin de esa hermosa tradicin de la Ronda del Roscn en laque su voz se ha hecho sentir, de nuevo, en las calles borjanas.

    Aguarn, Mariano (1907-?)

    Nacido en Borja en 1907, fue bautizado en la parroquia de SantaMara el da 11 de abril.

    Estudi en Zaragoza con el maestro Ochoa, llegando a ser un des-tacado bartono.

    Aguaviva Andrs, Toms (El Chiripa) (1869-1908)

    Nacido hacia 1869 en Villalengua, era delgado, bajo de estatura, rubiode pelo y con ojos azules. Miembro de una familia honrada, aunque muy

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  • humilde, trabaj como jornalero hasta que entr a formar parte de lapartida que capitaneaba el clebre bandolero Cisneros y, ms tarde, llega tener cuadrilla propia con la que cometi numerosos delitos por lazona de Calatayud y el Moncayo.

    Durante una de sus visitas a su localidad natal, donde se haba ena-morado apasionadamente, fue denunciado a la Guardia Civil.

    Una pareja perteneciente al puesto de Torrijos se desplaz hastaVillalengua el 19 de diciembre de 1908 y, acompaados por el alguacil,se dirigieron al domicilio del Chiripa que se encontraba en una de lashabitaciones y, al entrar la fuerza pblica, abri fuego con un trabuco,hiriendo gravemente al Guardia Civil D. Enrique Donoso.

    Aprovechando la sorpresa que produjo su reaccin, se arroj por laventana logrando huir. Al tener conocimiento de lo ocurrido, el Gober-nador Civil moviliz a todas las autoridades para hacer posible la inme-diata captura del bandolero.

    El da 27 de diciembre se encontr con l, en las proximidades deTabuenca, el vecino de esta localidad Lucas Barcelona Sancho, de 17aos de edad, que ms tarde fue padre del presentador de TVE Jos LuisBarcelona, al que se hace referencia en esta obra.

    El Chiripa llevaba varios das sin comer y le pidi al joven que lediera algo de pan, pero slo pudo entregarle unos cuantos higos. Pocodespus se separaron y mientras Lucas Barcelona se dirigi a Trasoba-res, el bandolero march hacia Tierga, en cuyo trmino municipal fuesorprendido por una pareja de la Guardia Civil del puesto de Tabuenca.

    Alrededor de las nueve de la maana, le dieron el alta al advertirque retroceda cuando se percat de la presencia de la Fuerza Pblica.Inmediatamente sac el trabuco que llevaba escondido bajo la manta yabri fuego sobre el Guardia Civil D. Claudio Cid, que repeli la agre-sin con varios disparos, alcanzndole en la regin abdominal, a pesarde lo cual tuvo fuerzas para abalanzarse sobre el Guardia, empuandouna navaja de grandes dimensiones. Para repeler este ataque volvierona abrir fuego de nuevo, cayendo muerto el bandolero como consecuen-cia de un impacto recibido en el cuello.

    Inmediatamente se dio conocimiento de lo ocurrido al GobernadorCivil que orden las diligencias precisas para la identificacin del falle-cido, y la apertura de actuaciones para depurar las responsabilidades enlas que hubieran podido incurrir los Guardias Civiles que haban inter-venido en los hechos.

    En el cementerio de Tierga, el cadaver de El Chiripa fue recono-cido por varios vecinos de Villalengua y por el Guardia Civil que acom-paaba al que haba resultado herido cuando intentaron detenerle en sudomicilio.

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  • Por otra parte, el 24 de febrero de 1909, la autoridad judicial deci-di sobreseer la causa instruida contra la pareja de la Guardia Civil inte-grada por los Guardias Segundos D. Adrin Martnez Prez y D. ClaudioGil Fernndez, del puesto de Tabuenca, por considerar el grave e inmi-nente riesgo para sus vidas al que se haban enfrentado en la capturadel bandolero, lo que debiera en justicia ser considerado como mritoen su carreras.

    Bibliografa

    ADELL, Jos Antonio y GARCA, Celedonio (2000). Historias de bandoleros aragone-ses. Editorial Pirineo.

    ADELL. Jos Antonio y GARCA, Celedonio (2002). Otros bandoleros aragoneses. Edi-torial Pirineo.

    GRACIA SANCHO, Carlos (2005). La captura del Chiripa en Tabuenca. La Puerta dela Villa, n 8, enero de 2005. Pp. 7-10.

    Aguerri, Belenguer de (siglos XVI-XVII)

    Nacido en Borja y abogado de profesin, prest juramento ante elLugarteniente del Justicia de Aragn Juan Clemente Romeo, el da 11 deseptiembre de 1595, para ejercer su profesin en la Cmara del Consejodel dicho Justicia.

    Bibliografa

    MARTN DE MEZQUITA, Juan (1624). Lvcidario de todos los Seores Justicias de Ara-gn. Edicin, transcripcin e ndice analtico de Diego Navarro Bonilla y MaraJos Roy Marn. El Justicia de Aragn. Zaragoza, 2002. Pg. 227.

    Aguilar Jordn, Juan de (1581-?)

    Nacido en Borja en 1581, fue bautizado en la parroquia de San Bar-tolom el da 25 de marzo. Era hijo de D. Jaime de Aguilar y de D AnaJordn.

    Abogado de profesin, prest juramento ante el Justicia de AragnD. Martn Batista de Lanuza para ejercer su profesin en la Cmara delConsejo del dicho Justicia, el da 31 de octubre de 1608.

    Bibliografa

    MARTN DE MEZQUITA, Juan (1624). Lvcidario de todos los Seores Justicias de Ara-gn. Edicin, transcripcin e ndice analtico de Diego Navarro Bonilla y MaraJos Roy Marn. El Justicia de Aragn. Zaragoza, 2002. Pg. 310.

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  • Aguilar y Alaviano, Mara de (1764-1813)

    Nacida en Borja el 16 de agosto de 1764, era hija de D. Melchor deAguilar y Ayerbe que, cuatro aos antes, haba contraido matrimonio enTarazona con D Mara de Alaviano.

    Mara de Aguilar perteneca a la duodcima generacin de una impor-tante familia, del estamento de caballeros, establecida en Borja desdeque, a comienzos del siglo XV, lleg procedente de Castilla D. Juan deAguilar para contraer matrimonio con D Blanca de Coloma.

    A partir de ese momento, sus descendientes emparentaron con lasms destacadas familias borjanas, los Francs, Lpez de Caparroso, delArco, Erla, Sangil, Lajusticia y Aoiz.

    En numerosas ocasiones, miembros de la familia Aguilar llegaron aocupar la ms alta magistratura de la Ciudad, la de Justicia.

    Su casa solariega se encontraba en la calle Mayor, donde todava seconserva con las armas de la familia en su fachada. Sin embargo, elrecuerdo de los Aguilar permanece vinculado a la conocida como Casade Aguilar, sede en la actualidad del Centro de Estudios Borjanos, quefue la residencia d