cebollas, agujeros y volcanes

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GRANADA 14 Martes 11 de Febrero de 2014 | GRANADA HOY Francisco González García –Ogro: Los ogros son muy dife- rentes de lo que se cree, por ejemplo los ogros son como las cebollas… –Asno: ¿Porque huelen mal? –Ogro: No, las cebollas tienen capas, los ogros tienen capas como las cebollas. Este dialogo está tomado de la película Shrek, la primera de la serie. El interlocutor del ogro, el asno, no parece comprender de- masiado bien el símil que le plan- tea su compañero de aventuras y le sigue interpelando para deses- peración del verde protagonista. Perdonen la distracción cine- matográfica pero cada vez que tengo que explicar la estructura de la Tierra se me viene a la cabe- za el símil de la cebolla, es decir la Tierra tiene capas, como las ce- bollas. Incluso a veces la Tierra también huele mal, como las ce- bollas, o nos produce problemas en el caso de terremotos o erup- ciones volcánicas. El interés por conocer la estruc- tura interna de nuestro planeta podemos derivarlo del deseo hu- mano por el conocimiento, en sentido puro, mas también hay un interés utilitario. ¿Dónde hay mayores probabilidades de que sucedan movimientos sísmicos o por qué los volcanes se sitúan en algunos lugares y no en otros? Son preguntas que podemos res- ponder si conocemos algo de la estructura interna de la Tierra. Cualquier chaval al acabar la en- señanza Primaria debe saber, no lo dudemos, que la Tierra es como una cebolla; quiero decir que tiene capas. En la Figura 1 vemos los nombres de esas capas, en inglés, porque nuestro estudiante cursa en un colegio bilingüe. Traducido a lo más elemental, la Tierra tiene corteza, manto y núcleo. Este conocimiento, que nos puede parecer muy elemental, se alcanzó con gran esfuerzo; no tanto por las posibles dificulta- des técnicas sino por obstáculos de las fuentes del conocimiento. Me explico. Hasta el siglo XVII la Ciencia oficial no cuestionaba el relato bíblico de la creación y sus posibles consecuencias en inter- pretar como era nuestro planeta en su interior. El Sumo Hacedor había creado cielos y tierra; y ha- biendo expulsado de los cielos a los ángeles rebeldes, resulta que aquellos habían caído a la tierra. El resultado de la caída, al pare- cer de los que interpretaban todo esto, había sido un enorme agu- jero (ríanse ustedes de los meteo- ritos) donde se situaba el infier- no y en él todos los ángeles caí- dos. En ese enorme agujero iban cayendo, por supuesto, todas las almas pecadoras. Toda esta colo- sal estructura subterránea es la visión medieval de la Tierra que Dante nos narra maravillosa- mente en su Divina Comedia (ha- cia 1310). Es literatura que nos describe la visión del mundo ha- cia el final del Medievo. En los si- glos siguientes la discusión se centró en si, aparte del enorme agujero que tenía que contener a los pecadores (por otra parte ca- da vez más numerosos), el resto del planeta estaba hueco o esta- ba relleno de algunos materiales parecidos a los que tenemos en la superficie. La comunidad cientí- fica estaba dividida pero en nin- gún caso se objetaba el modelo bíblico. Fue Descartes, el filóso- fo, quien en su Filosofía Natural (1644) propone un primer mo- delo para la estructura de la Tie- rra. Y es un modelo de cebolla, más o menos. Siendo sinceros hay que indicar que la propuesta de René era un poco en broma. Des- cartes imagina que la Tierra fue creada como el Sol, en un sistema de torbellinos y que por tanto la estructura terrenal debería ser si- milar a la de los cielos; es decir que podíamos figurarnos una se- rie de estructuras concéntricas a semejanza de los cielos, pero todo es un puro juego intelectual. Sin embargo la revolución cien- tífica del siglo XVII comienza a plantearse seriamente que hay ba- jo nuestro pies y numerosas pro- puestas se van abriendo paso de- jando de lado la existencia o no del averno. Resultaba sospechoso que todos los volcanes pudieran dar entrada al infierno, ¿no será simplemente algo más natural? Superar el obstáculo del infierno central no es fácil. Athanasius Kir- cher en su Mundus Subterraneus (1678) propone una Tierra sólida con un fuego central que alimen- ta a los volcanes de la superficie (figura 2). Nicolas Steno es el pri- mer científico que apunta un mo- delo que podemos reconocer rom- pe con las ideas medievales; en su obra Prodromus (1669) engendra el concepto moderno de “estrato”. Las puertas de la Geología moder- na, liberadas de las trabas del pen- samiento religioso, se han abierto aunque todavía deberá transcu- rrir un siglo hasta la obra señera de Hutton (Teoría de la Tierra, 1778). Habíamos dejado a nuestro es- tudiante de primaria con sus tres bien conocidas capas. Eso esta chupado, pero en la educación secundaria hemos de plantear- nos algunas cuestiones más com- plejas. Retomemos nuestros que- ridos volcanes, aquellos por los que se entra y sale en todas las aventuras de Verne, preguntán- donos de donde provienen sus rocas fundidas. En la Figura 3 en- contramos una típica respuesta de nuestros adolescentes. No ol- vidó las tres capas, incluso dife- rencia entre manto superior e in- ferior, agrega magma y la chime- nea volcánica y hasta la atmósfe- ra pero… ¡el magma proviene del núcleo! Ahí tenemos una hermo- sa e inverosímil chimenea volcá- nica de unos TRES MIL kilóme- tros de longitud que lleva el mag- ma desde el núcleo hasta la su- perficie. ¿Serán el espectro de Dante que retorna? ¿Serán tan- tas películas con efectos especia- les? ¿Será que los profesores nos empeñamos en que memoricen las tres capas y olvidamos las dimensiones de nuestro planeta? ¿Será que empeñados en los nombres olvidamos el razona- miento? Ya lo dijo Descartes: Cogito, ergo sum ¿O será más bien: Ego quasi cepa? CIENCIAABIERTA Agujeros, volcanes y... cebollas ¿Dónde hay mayores probabilidades de que sucedan movimientos sísmicos o por qué los volcanes se sitúan en unos lugares y no en otros? Modelo actual de la estructura de la Tierra. Cualquier chaval al acabar la enseñanza Primaria debe saber que la Tierra tiene capas. Estructura terrestre dibujada por un estudiante para explicar los volcanes. Modelo terrestre de Athanasius Kircher.

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¿Dónde hay mayor probabilifdad de que ocurran movimientos sismicos?

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Page 1: Cebollas, Agujeros y Volcanes

GRANADA

14 Martes 11deFebrerode2014 | GRANADAHOY

Francisco González García

–Ogro: Los ogros son muy dife-rentes de lo que se cree, porejemplo los ogros son como lascebollas…–Asno: ¿Porque huelen mal?–Ogro: No, las cebollas tienencapas, los ogros tienen capascomo las cebollas.

Este dialogo está tomado de lapelícula Shrek, la primera de laserie. El interlocutor del ogro, elasno, no parece comprender de-masiado bien el símil que le plan-tea su compañero de aventuras yle sigue interpelando para deses-peración del verde protagonista.

Perdonen la distracción cine-matográfica pero cada vez quetengo que explicar la estructurade la Tierra se me viene a la cabe-za el símil de la cebolla, es decirla Tierra tiene capas, como las ce-bollas. Incluso a veces la Tierratambién huele mal, como las ce-bollas, o nos produce problemasen el caso de terremotos o erup-ciones volcánicas.

El interés por conocer la estruc-tura interna de nuestro planetapodemos derivarlo del deseo hu-mano por el conocimiento, ensentido puro, mas también hayun interés utilitario. ¿Dónde haymayores probabilidades de quesucedan movimientos sísmicos opor qué los volcanes se sitúan enalgunos lugares y no en otros?Son preguntas que podemos res-ponder si conocemos algo de laestructura interna de la Tierra.

Cualquier chaval al acabar la en-señanza Primaria debe saber, no lodudemos, que la Tierra es comouna cebolla; quiero decir que tienecapas. En la Figura 1 vemos losnombres de esas capas, en inglés,porque nuestro estudiante cursaen un colegio bilingüe. Traducidoa lo más elemental, la Tierra tienecorteza, manto y núcleo.

Este conocimiento, que nospuede parecer muy elemental, sealcanzó con gran esfuerzo; notanto por las posibles dificulta-des técnicas sino por obstáculosde las fuentes del conocimiento.Me explico. Hasta el siglo XVII laCiencia oficial no cuestionaba elrelato bíblico de la creación y susposibles consecuencias en inter-pretar como era nuestro planetaen su interior. El Sumo Hacedorhabía creado cielos y tierra; y ha-biendo expulsado de los cielos alos ángeles rebeldes, resulta queaquellos habían caído a la tierra.El resultado de la caída, al pare-cer de los que interpretaban todoesto, había sido un enorme agu-

jero (ríanse ustedes de los meteo-ritos) donde se situaba el infier-no y en él todos los ángeles caí-dos. En ese enorme agujero ibancayendo, por supuesto, todas lasalmas pecadoras. Toda esta colo-sal estructura subterránea es lavisión medieval de la Tierra queDante nos narra maravillosa-mente en su Divina Comedia (ha-cia 1310). Es literatura que nos

describe la visión del mundo ha-cia el final del Medievo. En los si-glos siguientes la discusión secentró en si, aparte del enormeagujero que tenía que contener alos pecadores (por otra parte ca-da vez más numerosos), el restodel planeta estaba hueco o esta-ba relleno de algunos materialesparecidos a los que tenemos en lasuperficie. La comunidad cientí-fica estaba dividida pero en nin-gún caso se objetaba el modelobíblico. Fue Descartes, el filóso-fo, quien en su Filosofía Natural(1644) propone un primer mo-delo para la estructura de la Tie-rra. Y es un modelo de cebolla,más o menos. Siendo sinceros hayque indicar que la propuesta deRené era un poco en broma. Des-cartes imagina que la Tierra fuecreada como el Sol, en un sistema

de torbellinos y que por tanto laestructura terrenal debería ser si-milar a la de los cielos; es decirque podíamos figurarnos una se-rie de estructuras concéntricasa semejanza de los cielos, perotodo es un puro juego intelectual.

Sin embargo la revolución cien-tífica del siglo XVII comienza aplantearse seriamente que hay ba-jo nuestro pies y numerosas pro-puestas se van abriendo paso de-jando de lado la existencia o nodel averno. Resultaba sospechosoque todos los volcanes pudierandar entrada al infierno, ¿no serásimplemente algo más natural?Superar el obstáculo del infiernocentral no es fácil. Athanasius Kir-cher en su Mundus Subterraneus(1678) propone una Tierra sólidacon un fuego central que alimen-ta a los volcanes de la superficie(figura 2). Nicolas Steno es el pri-mer científico que apunta un mo-delo que podemos reconocer rom-pe con las ideas medievales; en suobra Prodromus (1669) engendrael concepto moderno de “estrato”.Las puertas de la Geología moder-na, liberadas de las trabas del pen-samiento religioso, se han abiertoaunque todavía deberá transcu-rrir un siglo hasta la obra señerade Hutton (Teoría de la Tierra,1778).

Habíamos dejado a nuestro es-tudiante de primaria con sus tresbien conocidas capas. Eso estachupado, pero en la educaciónsecundaria hemos de plantear-nos algunas cuestiones más com-plejas. Retomemos nuestros que-ridos volcanes, aquellos por losque se entra y sale en todas lasaventuras de Verne, preguntán-donos de donde provienen susrocas fundidas. En la Figura 3 en-contramos una típica respuestade nuestros adolescentes. No ol-vidó las tres capas, incluso dife-rencia entre manto superior e in-ferior, agrega magma y la chime-nea volcánica y hasta la atmósfe-ra pero… ¡el magma proviene delnúcleo! Ahí tenemos una hermo-sa e inverosímil chimenea volcá-nica de unos TRES MIL kilóme-tros de longitud que lleva el mag-ma desde el núcleo hasta la su-perficie. ¿Serán el espectro deDante que retorna? ¿Serán tan-tas películas con efectos especia-les? ¿Será que los profesores nosempeñamos en que memoricenlas tres capas y olvidamos lasdimensiones de nuestro planeta?¿Será que empeñados en losnombres olvidamos el razona-miento? Ya lo dijo Descartes:Cogito, ergo sum ¿O será másbien: Ego quasi cepa?

CIENCIAABIERTA

Agujeros, volcanes y... cebollas

● ¿Dóndehaymayoresprobabilidadesdequesucedanmovimientos

sísmicosoporqué losvolcanessesitúanenunos lugaresynoenotros?

Modelo actual de la estructura de la Tierra.

Cualquier chaval alacabar la enseñanzaPrimaria debe saber quela Tierra tiene capas.

Estructura terrestre dibujada por un estudiante para explicar los volcanes.

Modelo terrestre de Athanasius Kircher.