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Complutum Extra, 6(11), 1996: 167-176 CAMINOS ESCONDIDOS IMAGINARIOS DE.L ESPACIO EN LA MUERTE IBÉRICA 1 Ricardo O/mos* Rrsus~v,- Se analiza en este texto la pluralidad de representaciones de la muerte ibérica, un lenta mudable, sometido a la evolución de la sociedad que lo crea y provecta en su iconografla. Estas diversas coqilguracio- nes podrán introducir la muerte como brotar vegetal, ji¡erza opuesta a la vida; o tonto representación exótica (por ejemplo, en los vasos griegos) que anlicipa la propia muerte heroizada del aristócrata. El acceso a la muerte, lugar de sepamción y encuentro, se puebla de multitud de seres fronterizos. Es tierra de démones. Coe- xisten imágenes dispares. En el acceso subterráneo la metáfora suele ser vegetal; el ámbito celeste se reserva a héroes: cabe también un tránsito marino. Ciertas representaciones aluden a la responsabilidad del guerrero, a la aceptación de su propia muerte: tal vez, como expresión de la fides que le sigue vinculando a su patrono en el allende. A.aslRlcr. - Time text deals witim iberia,, depictions of deatim, a cimanging subject submitted lo time evolution of time society who produces a,,d oullines its iconograplw Timese dijj’ering representations rnigtim introduce death as sprouting vegetation, as energv opposed fo «fe; but also as an exotic represenfation, as in greek vases, which anticipates time ver>’ deatim of time imeroized aristocrar Time access fo deafim, a place oj’witimdrawals and en- counters, is timen filled witl, a mullitude offrontier-beings. It is a land of demons. Disparate images coexisí. Metapimor usually is vegetal at time underground entrance: celestial spaces are keptfor imeroes; it is also possi- ble a marine passage. Some depiclions refer fo lime warrior responsibilily, fo time acceplance of bis ov’n deatim: possibly as a kind of lides timat continues ¡ving hin, fo bis far beyond ¡¡¡aster. F.4.tl.s CM¡n: Ibérico, Ambito funerario, Imaginarios de la muerte. Iconograjia. IQy Wonvs: Iberia,, culture, Funerarv space, Deatim imagen’. Iconograpimv. ‘Wada sabemos acerca de otra vida y no tenemos evidencia del mundo subterráneo. ¡Por simples m¡tos nos dejamos llevar!’ Eurípides, Hipólito, l94~62 Mi texto será obligadamente propedéutico e incluso provisional. Su titulo busca elucidar un asun- to ambicioso y, tal vez, demasiado amplio. Esconde, no debo negarlo, una pretensión mayor. Pero no po- dré hoy ofrecer de él sino un esbozo, apenas aún deli- neado. Se esparcirán ideas sueltas, conjeturas sin tra- bazón mayor que otros podrán. quizás, acoger y desa- rrollar algún día desde el contraste: como negación de mis propuestas que haga avanzar el decurso del pensamiento; o, sencillamente, desde el complemen- to y la rectificación, trenzando esas múltiples lecturas que reclama todo documento histórico e iconográfi- co. Espero, no obstante, que mi dedicatoria sepa asociarse con acierto al asunto que trato. Manuel Fer- nández-Miranda, quien ejercitaba con generosidad su actividad cientifica, quiso compartir hace años con- migo un atractivo tema que durante un dilatado tiem- po le fascinó: el dcl carro ibérico, bajo su realidad fisica y sus significados y usos sociales y funerarios (Fernández-Miranda y Olmos 1986). Fue entonces generoso, digo, al llevar sobre sus hombros el mayor peso del trabajo y compartir luego por igual en un li- bro común los frutos de un esfuerzo desigual. De él en aquellos años de colaboración es ahora mi princi- pal recuerdo y mi nostalgia. * Departamento de HY Antigua ~Arqueología. Centro de Estudios Históricos. C/Duque de Medinaceli, 6.28014 Madrid.

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ComplutumExtra, 6(11), 1996: 167-176

CAMINOS ESCONDIDOSIMAGINARIOS DE.L ESPACIO EN LA MUERTE IBÉRICA1

RicardoO/mos*

Rrsus~v,-Seanalizaen este textola pluralidad derepresentacionesdela muerteibérica, un lentamudable,sometidoa la evoluciónde la sociedadquelo crea y provectaensu iconografla. Estasdiversascoqilguracio-nespodránintroducir la muertecomobrotar vegetal,ji¡erza opuestaa la vida; o tonto representaciónexótica(por ejemplo, en los vasosgriegos) queanlicipa la propia muerteheroizadadelaristócrata. El accesoa lamuerte,lugar desepamcióny encuentro,sepueblade multituddeseresfronterizos. Es tierra dedémones.Coe-xistenimágenesdispares.En elaccesosubterráneola metáforasueleservegetal;elámbitocelestesereservaahéroes:cabetambiénun tránsito marino. Ciertasrepresentacionesaludena la responsabilidaddelguerrero, ala aceptacióndesu propia muerte:tal vez, comoexpresiónde la fidesquele siguevinculandoa supatronoenelallende.

A.aslRlcr.- Time textdealswitim iberia,, depictionsof deatim,a cimangingsubjectsubmittedlo time evolutionoftime societywho producesa,,doullines its iconograplw Timesedijj’ering representationsrnigtim introducedeathas sproutingvegetation,as energvopposedfo «fe; but also as an exotic represenfation, as in greekvases,whichanticipatestime ver>’ deatim oftime imeroizedaristocrar Timeaccessfo deafim,aplaceoj’witimdrawals anden-counters, is timenfilled witl, a mullitude offrontier-beings.It is a land of demons.Disparateimagescoexisí.Metapimorusually is vegetalat time undergroundentrance: celestialspacesare keptforimeroes; it is alsopossi-ble a marinepassage.Somedepiclionsrefer fo lime warrior responsibilily, fo time acceplanceof bis ov’n deatim:possiblyas a kindof lides timatcontinues¡ving hin, fo bisfar beyond¡¡¡aster.

F.4.tl.s CM¡n: Ibérico, Ambitofunerario, Imaginariosde la muerte.Iconograjia.

IQyWonvs:Iberia,, culture, Funerarvspace,Deatimimagen’.Iconograpimv.

‘Wadasabemosacercadeotra viday no tenemosevidenciadelmundosubterráneo.

¡Por simplesm¡tos nosdejamosllevar!’Eurípides,Hipólito, l94~62

Mi textoserá obligadamentepropedéuticoeinclusoprovisional. Su titulo buscaelucidarun asun-to ambiciosoy, tal vez, demasiadoamplio. Esconde,no debo negarlo,una pretensiónmayor. Perono po-dré hoy ofrecerdeél sino un esbozo,apenasaúndeli-neado.Seesparciránideassueltas,conjeturassintra-bazónmayorqueotrospodrán.quizás,acogery desa-rrollar algún día desdeel contraste:como negaciónde mis propuestasque hagaavanzarel decursodelpensamiento;o, sencillamente,desdeel complemen-

to y la rectificación,trenzandoesasmúltipleslecturasquereclamatodo documentohistórico e iconográfi-co.

Espero,no obstante,que mi dedicatoriasepaasociarseconaciertoal asuntoquetrato.ManuelFer-nández-Miranda,quienejercitabacon generosidadsuactividad cientifica, quiso compartirhaceañoscon-migoun atractivotemaque duranteun dilatadotiem-po le fascinó: el dcl carro ibérico, bajo su realidadfisica y sus significados y usos socialesy funerarios

(Fernández-Miranday Olmos 1986). Fue entoncesgeneroso,digo, al llevar sobresushombrosel mayorpesodel trabajoy compartirluego por igual en un li-bro común los frutos de un esfuerzodesigual.De élenaquellosañosde colaboraciónes ahora mi princi-pal recuerdoy mi nostalgia.

* DepartamentodeHY Antigua~Arqueología.CentrodeEstudiosHistóricos.C/DuquedeMedinaceli,6.28014Madrid.

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168 RICARDO OLMOS

Apuntábamosallí. con timidez ftígaz. etíes-tionessimbólicas. que hoy, casi diez añosdespués,podríamosdesarrollarsin dudamejor. Me refiero a laambigíledaddel signoprestigiosodel carro ibérico ensu vertientefunerariax’ social,en esadoble espaciali-dad del aquendey del allendea que como vehictílonos lleva. Sigo entendiendoel carro coíno tilia me-diación de ámbitos.mensajeroe iíítermediarioentredosespaciosquecomparteny caracterizaíipor igualel statusdel noble: el prestigio de la ~‘idase proloíígaen el allende,una idea tan mediterráneaeíítoííces.ala vezque ibérica.

1. EL ESPACIO DE LA MUERTE ENEL ESPEJODE LA VIDA

Voy a introducir la inqtíiettíd de atíestroasuntocon un ejemploextraño“ singular,quenossi-túa enlas lindesmismasde lo ibérico, el gnípoescul-tórico del león y el niño dormido qiíe provienedeCórdoba(Olmos. coord. 1992: 158). Obra del tardo-iberismo. de sensibilidadhelenístico—romana.se ahí-de a la muertecomo privación de luz. El león, consusgarrasambiguamenteprotectorasy ameilazaníes.vela el sueñodel niño a él sometido.El dulce rostrodormido es puertahacia la oscuridadde la muerteEste atisbo de subjetivacióííque nos traíísmitetínaexperienciadesdela percepciónde otro ser es inu-sual.por lo quesé.en la plásticaibérica.

La imposible representacióndc la muertebusca continuamentemodos nuevos de expresióíí.nos sitúa en las fronteras“juegos de toda níetáfora.Serásiempreriqueza,variación.ftígas hacia lo diver-so. Los ojoscerradosdel niño de Córdobasonel li-mite queafirma peroprohíbela secretavisión al otrolado del espejo. Quien encargóeste grupo aceptó.una vez más. un lenguajeínediterráneohelenizante.Transformóla vieja idea del sueño hermanadoa laInuerte.los yanaSomniaasentadosen los accesosin-fernales(Eneida.VI. vv. 282-4). En el grupode Cór-doba el sueñodel niñoes espejoliminal de la imageninefabledel allende.

Pueslos espaciosde la vida y de la miíerteoperanespectílarmenteen el miíndo antiguo. Uno yotro interfierentambiéncon mtíltiplicidad de maticesen el iluaginario ibérico. Sus reflejos fueron tamiza-dosy diversos.A vecesla muerte—desdela Ilustra-ción paraalgunosla disolucióndel tiemposubjetivo.la radical supresióndel aquíy del ahora

4: paraotros,lo incognoscible;o lo que no existe, la aííiquilaciónestremecedora—la muerte,digo, se expresabaen di-

ferentesculturas de la antiguedadmediterráííea.deforma metafórica y sensible, níediaííte su opuesto.

Sería una generación. ex contrario, como ftíerzaopuesta,vigorosa,de la vida. No se admite fácilmetí-te el desaparecerabsoluto. Si la vida parece surgi-miento inagotablee inmemorial, repetidoperiódica-mente—y no una creaciónúnica. ex nihilo, en eltiempo originario—. reflejamentela muerte podríamuy bien ser responsoriosimétrico a esegelíerarsemúltiple desdela vida. Morir no es sino pruebacoti-diana. testimonio inmediato e inverso de esebrotarhúmedo—pkvsis—,múltiple e inacababledc la fe-ctínda existencia (Olmos e.p.). Valga recordar laabundanciaen metáforasfloralesqtíe en la iconogra-ña ibérica se asociana la vida va la mtíerte. La ori-ginariametamorfosisde las cosas.síí intercambiodeapariencias,sus espontáneasfluctuaciones.son razo-nablementeextensiblesal ámbitodel tránsito.

2. LA REPRESENTACIÓNEXÓTICA

Pero.deciamos.el espaciode la muerteestambiénun trasladoespeculardel de la vida. Reten-gamosun momentolas necrópolisaltoandaltízasdelsiglo IV. con sobrade forníase imágenesexóticaseíísustumbas:los vasosgriegos(Trías 1967: láms. 194—248). Los privilegios de quieneslos gozaííen vida seprolongaránpost morten; enesaéticade la felicidaddel noble5. El banquete,la ebriedaddulce, la facili-dadjuvenil, la dignidadde la músicay el brillo esco-gido de las cosasacompañanla muertede los mejo-res. No es compensación.como la del pensamientojudeocristiano,que opuso desdichaterrenaa biena-venturaíízacelestialen dostiemposy espaciosdiver-sos~‘ equilibrados.Ni es la intíerte igual para todos,ideatambiénextendida—la de la muerteunificadorade diferencias—por el cristiaííismo.Al contrario, sebuscariaprolongacióny permalíenciade pri~’ilegios.Las señalesprestigiosasde la vida parecenensan-charsehacia esta nueva dimensión. Vale decir: seproyectanen la muertedel ibero. Sólo el alto aristó-crata—¿unamujer?—adquiereel privilegiadoacce-soa la muerteentrono alado,el de la Damade Baza.Sólo a otro ibero singular la diosaalabastrinade Ga-1cm, de pechoshoradados,le ofreceríapreciososper-fumes.Un alto personajede la misma Tútugi goza-ría, poco despuésde mediadosdel siglo y. de la ini-ciación apaciguadorade la música, pintadaen unacrateraática, que le ensalzay protege(Trías 1967:láni. 204). Introducex’ aceptaunanuevaimagen—e!crecienteprestigiogriego— para señalarsesingular—menteantelos demás,en la muerte.Un Eros músico.ahora en Toya, sentadoen cl paisaje rocosode unallendeque es lugarde encuentroconlos seresde ul-tratumba, les apaciguarácon su aulós conciliador.

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CAMINOS ESCONDIDOS 169

Son éstosatraídosen derredordela música,un imánque seducey. a la vez, protege al difunto (Trias1967: láín. 230). ¿Cuántosescogidospuedendispo-nerde estasimágenesdel másallá en sustuínbas?Lapreguntaimplica el mudable entramadosocial de laépoca.Unos pocos,en el siglo IV. gozarándel ban-quetedel vino y del esplendorinacabablede la fiestay su música (Olmos y Sánchez1995). Los vasosim-portados,que el ibero aceptacrecienlementeen sumuerte, nos enseñanque las sensacionesde estemundo deberánrepetirseo prolongarseen el allende.Eseespacioinsólito y singularse delincabajo los as-pectossensiblesdeéste. Lasimágenesáticasdefinen,de forma idealizaday con pretensiónacasoperenne.la demarcacióti social de sus usuarios, sus dueñosibéricos. La abundanciade cerámica griega en esaépocaindica unacrecienteampliacióndel ámbitoso-cial de quienesreclamanestosprivilegios pos1 mor-/em. La diversidadtemáticade las craterasson, talvez, posibilidadde eleccióny. con ella, deseode dis-tinción y singularidad(Olmos,e.p. a).

Los ejemplosindicados—pertenececientesaun momento y espacio ibéricos mux definidos--apuntana unaextendidabúsquedade lo exótico tantopor el prestigioquecomportacomo por su propiavtr-tud soteriológica(cf similarmente.ChirassiColom-bo 1973). El versátil espaciode la muertese multi-plica en estaépoca.El exotismopermeala imagenibérica. Una continua novedadde motivos, queva-mosdescubriendodía a día, nos lo delata.Valga unejemplosingular,un delfin saltarín—relieve inéditoen piedracaliza—de Ubedala Vieja’. No conocemossucontextoperose trataposiblementede unaimagende sentidofunerario: ¿quépudo favorecerla acepta-ción del delfin por el clientey escultor ibéricos?Lanuevay poderosadinámicasocial exigiría lo novedo-so. Esta imagen,como tantasotras, refleja la emer-gencia de esta inquietuden la representaciónde losnuevosespaciosde la muerte.

Carecemos.es cierto. de una formulaciónclaradeliberosobrela figuración del allende.Nues-trasconjeturasse formulan tantodesdeLo quejuzga-mos verosímil y coherenteen un teórico sistemadesignos y contraseñas.como por sus analogíasconotras culturas mediterráneas.En fin, nos faltan lostextos. las palabras,sólo hastaun cierto límite clari-ficadoras.Hacia aquí noslleva cl mero iímdicio de lasimágenesque han introducido tantosvasosgriegosen el Suresteandaluzduranteel siglo IV. Parecenfa-vorecer—o tolerar— estasvirtuales lectmíras. Seran,quizás, merosatisbos,conjeturasposibles,quehabre-mos siemprede examinarconcautela.Entraría tam-bién aquí el mundo de los carrosy, con él, el de al-guno de los sentidosde la níedajuntoa la cátuarade

Toya. contraseñaambiguaque nos ocupó a ManuelFemáímdez-Miranday a mí. tal ~‘ezobsesivamente.duranteaquellosaños.

3. ¿MIRADA ANTICIPADA DE LA

MUERTE?

El espaciodela muertese delinea.digo, so-bre el de la vida. Yo avanzariaaúnmás la conjetura.¿Hayuna prefiguraciónde la muertedel noble ibéri-co en las imágeíiesquedepositaluego enlas tumbas?¿Seasume,seafronta,se preparaaqtíéllaen vida?Deserasí, la imagendela muerteseríaejercicio. ineléte.esbozode un rectíerdofuturo, predisposiciónesforza-da para aceptarla.tal como ha proptíestoreciente-menteFranciscoDiez de Velascoen un sugestivoli-bro sobrelos caminosde la muerteenla coetáneaan-tiguedadgriega7.

Esa percepción anticipada de la muerte—sensaciónva del héroehomérico,y nosbastaríare-cordara Aquiles o a Héctor— podríaexplicarla pre-senciade múltiples ~‘asoscone~’identetemáticafune-raria peroquehallamos,paradójicamente,enel espa-cio de la vida. En la marginalidadde nuestroespa-cio: los vasospolicromosde Numancia.cmi cuyaico-nografia me aventuréun día,nossituaríanasí,desdenuestraconcepciónmodernaen el espaciofunerariodel guerreroceltibérico (Olmos 1986). Los hallamosparadójicamenteen unaciudad. Son enseñanza.mo-delo mítico para quieneshayande emularal héroedel pasadolocal y, conél, su muertey susdioses.

Es muy posible que el príncipe o régulo dePozo Moro hubieraencargadoen vida stí propio mo-numento ftínerario. Asi lo apunta Martin AlmagroGorbea.suexcavadory principal estudioso(AlmagroGorbea 1978, 1983). Los relievesque lo adornanenun denso programaiconográfico relatan la muertesólo indirectay de modoreflejo. Se remontanal otrotiempo. al inversode los orígenescósmicosde la di-nastía que jtístifican y fecundan modélicamenteelpoderdel príncipe(Olmos,e.p. b). A él y a sulinaje,le conferiránestasimágenesprosperidady vida. Sóloindirectamentesontambiénun caminode la muerte,caminoquesólo el héroeconoceen vida: acordémo-nosde sudescensotriunfal con la conquistade la ra-ma fecunda en el fecundojardín infernal (Olmos,coord. 1992: 154, abajo).La mirada incisiva que estoda imagenantiguaatraeríaasí tina suertede identi-ficacióíx del régiílo de Pozo Moro con el héroe demuerte privilegiada, el antepasadoque la conociópreviaínenteen su caminoinfernal. Sólo el príncipe,el aristócrata,tendríael privilegio de relatar supro-pia Inuerte.de tnirarla y mostrarla,anticipadamente

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y como memoria,a los demás.Lo hacedesdeun mo-delo mítico. un espacioy un tiempopasados,que lojustifican. De igual modo, sólo los héroes—Gilga-mes,Heracles.Eneas,Orfeo. Ulises...—han recorri-do y contempladoen vida. privilegio anticipado.elespacioy los caminosde la muerte.Paraplasmaresteprivilegio el régulo o aristócratade Pozo Moro haconvocadoa artesanospropios que la esculpan.Cra-samente,la imagende la muerte se configura —yacasose ejereita—en, y desde,la vida. No son suscaminospuraimprovisacióny aventura.Exigen co-nocimiento,identiftcacióndesdeel poder. mostraciónante los demás8.Constituiría aquélla una parte or-giásticade la “ética del don” en esa“econonda” de lamuertede la quenoshabla1. Derrida(1992).

Varios siglos más tardela páterade Santis-tebandel Puerto—y en mayormedidaaún la de Ti-visa— podrán’ser un encargode un personajequequiereposeer,másindividualmente,el conocimientode los caminosde su muerte(Olmos 1994). Tal vezestosobjetosno se concebiránsólo como depósitoenuna tumba sinoquedilataránsu ámbito,antesy des-pués,comoposesiónde vida. Tal vezen Tivisa sees-plique su permanencia,su existencia fuera dc unatumba.si aceptamosademásque losolMetosdemeta-les valiosos—oro, plata— no suelenamortizarseentumbassino que se transmitenen esasecuencíaexi-gentede la vida (Chapay Pereira1991). La utilidadde lo personalpuedetrasladarseal ámbito familiar, alos descendientes.El usode las cosasles da perma-nencia,acasosentidocíclico. Pervive así la trascen-dencia de los signosmásvaliosos. Pudoser precisoejercitarseparaaprenderlos secretosy reservadosca-minos de la muerte.La participaciónen estasabidu-ría pudo vincularsea la dialéctica “paideia” de losmejores, a susgruposde poder. Raramentelograriaestelenguajesu individualidad—como hoy la enten-demos—máspum.

La muerte, llegada,podráserun recordarelespacio, reconocerlos caminos del nuevo ámbito.Privilegio atisbadoen vida. Reminiscencia,desvela-ción plena. anámnesis.Vimos ya conspicuosejem-píos en los vasosáticos, tan importantesen las ne-crópolis andaluzasa partir de la segundamitad delsiglo V y a lo largode granpartedel IV. Yo reforza-ría aún el sentidode aquellascraterasde temadioni-síaco, que apuntana una presenciadel dios de latransformaciónen el que su poseedorse inicia (Vi-llanueva Puig 1988; Olmos 1992). ¿Captóaspectosde estareligiosidady de estelenguajesimbólico delmediterráneogriego y púnico el íbero que se enterrótambiéncon estasimágenesen El Cigarralejo,Villa-ricos,Hazao Toya?Hemosde indagarmásen cl ca-mino cognitivo de la muerte,en su representacióny

metáforacomo conocimiento.Es apropiaciónde exo-tismo.

4. ESPACIOS DE LA TUMBA: UNAMBIGUO LUGAR DEENCUENTROS

Al asunto sc puedeaccederdesdediversosángulosde la arqueología.Podríamos,por ejemplo,profundizaren la disposiciónespacialde las tumbas,en su macroy microcontexto.Pero las necrópolisre-flejan no tantoel imaginariopropio del másallá co-mo el rango social delos enterrados,suslazosmeta-fóricos con la vida colectiva, con cl aquende.ArturoRuiz y su equipo han analizadocon cierto deteni-miento estaperspectiva,escogiendoespecialmenteelmodelode unadelas necrópolisde Baza(Ruiz e/a/ii1991). Sin embargo,los datosqueextraemosde estosanálisis,de un graninterésen sí mismos,nos remi-ten, en granmedida,a ¡apropia vida, a la sociedadquedistribuye.jurídicamente.el espacioy a esasje-rarquíasmúltiples quegobiernanlos enterramientos.No logranestosanálisistraspasarel límite, la fronte-ra incognoscibledel allende.Dificilmente la perspec-tiva socio-espacialnospermiterepresentamosel ám-bito de la ultratumba,su geografia,suuniversomití-co. A éstepodemosaproximamos,tal vez mejor,des-de los imprecisosatisbosde la iconografia.

Aún así, la tumba, los elementosmaterialesque la constituyen,deberánfundar nuestraprincipalbasedel conocimiento.No es el enterramientosinounaconcentraciónde informacióndensay, por lo ge-neral,profundamentearticulada.Ha de indagarseensusistemade signos.

Es la tumba confluenciade espacios.Unajurisdicción los marca,precisasregulacionesy acuer-doslos condicionan.Se andaen la vida, en susnor-mas y usosconvenidossocialmente.Pareceademáseste espaciofunerarioun bien escasoy singular.Lastumbas,en ocasionesmúltiples,se concentran,se su-perponen.Se reutilizay escatimael espacioque, se-guramentevinculadoa gruposfamiliares, se rigepornormasde usocolectivo y jerárquico.Lo conformanlas reglasde la espacialidadhumana.

Pero también esla tumba espaciode repre-sentación:allí dondeel tiempoy el ritual devienenexpresiónsimbólica.La despedidase trasladaa ima-gen: una lamentaciónconjinetesen el cipo de Jumi-lía (Murcia) (GarcíaCano 1994); o laofrendede unaadormideraen las Damitasdel Corral de Saus.enMogente(Valencia)(Almagro Gorbea1987).

Señalanlas imágenesel puntodeseparacióny encuentroentreel espaciode vivos y muertos.El

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CAMINOS ESCONDIDOS 171

devenir temporal —‘el tiempo ritual— se sustituyepor el espacial.Estasy otrasimágenesfijan la despe-dida y el tránsito. Convienenel tiempo en espacioyel espacioen expresióndel tiempoque se presentayfija ante los demás.El llanto es continuo, la partidano dejade ser inminente. El jinete estarásiempreacaballQ, la esfingevigilará sin descanso(de ahí laimportanciade la destrucciónde las imágenes).Lapiedraconstituyela suprarrealidadde un tiempo ri-tual parado,detenidoen la representación.

Puesla tumba—indicadao no por unaima-gen— es el lugarde partida,el lugardondeloscami-nos se inician. En la fragmentariaesteladel jinetedel Corralde Saus,deMogente(Valencia),el caballoadelantaunade suspatasdelanteraspuesse indica elmomentode la partida(Chapa1985: 38; ead. 1986:100). En un enterramientode Galerael vasogriego,la escenaprincipal de la cratera,másexplícita. nafTael encuentrodel jinete con el serdemónicoen el lu-gar liminal del tránsito:una libaciónde la mujerala-da señalala aceptaciondel caballero (Trias 1967:láin. 203). La partidapodrá serascensusad supera

en la figura, casi infantil, del jinete en el relieve deOsuna (Sevilla) (Olmos 1992: 132).El sueñoiniciaal niñodel citadogrupo de Córdobaen losumbralesdela muerte.

La despedidaes necesariamenteindicaciónespacial.Peroseutilizan, comoseñalábamos.catego-rias e imágenespropiasde la vida. Es a vecesmetá-fora de la vida familiar que se trasladasimbóliea-mente a un enterramiento:el encuentro—o parti-da—del varóny sumujeren el desaparecidorelievede la Albufereta (Alicante) (Olmos, coord. 1992:129-130).El hogar,queaqui representala dama,es-ta elegantemujer con huso, hilando,puedeoponerseal espacioexterior del varón: ¿simplecontraposiciónsocial de unavirtud masculinay otra femenina?¿Ouna sugerenciametafóricade una partida hacia elmásallá?Lo ambiguocaracterizaJa imagenantigua.quejuegaentredosmundos,entreesferasdiferentes.

Estaambigiledadde los espacios—¿llegadao partida?;¿aquendeo allende?—serepiteen unadelascarasdel ya citadocipo de Jumilla.La Damareci-be al niño acogiéndolocon gestomaternal: lo acari-cia. Es una escenade la vida, Nos parecería,casi deinmediato,cotidiana.Perola escenapuedetenerlu-garen el espacíolimítrofe del allende.Tal vez es ladiosaque se ha acercadoa los limites de la muertepararecibir al niño. No sé si el espaciose hacetiem-po en estas representaciones,si la llegadaes inme-diato recibir, si no se sintetizael largo devenir,el di-latadocamino,del tránsito.Así ocurre,notoriamente,con la Dama de Baza. Divinidad de la fecundidad,garantey protectoradel difunto, accedeen su trono

aladoal ¿impuro?reino de la tumbapara acogeraldifunto y transportarloal más allá. ¿O nos hemostrasladadoya, en el saltoespacialque es toda repre-sentación,al tiempodel allende?La singularidaddeesteinsólito pero cómodovehículo—el trono, comoel cano,es concentraciónmáximade signilicadosyfunciones—se permite sólo a aquellosdifuntos detanextraordinariorango.

Mayor contrasteespacialpresentala páterade Tivisa: sentadoen el trono que flanqueansendosjabalíes,la imponentedivinidad del allendeaguardasentadaal difunto suplicante,acogelospresentesin-troductorios—¿unamoneda,un symbolon?—quelefacilitará el paso(Olmos 1995).Atrás ha quedadoelsuplicante,quien selamentaen soledad.Al otro lado,tras la divinidadsentada,el centaurodel mundo in-fernal indica su presenciaoliendo una flor (Olmos,coord. 1992: 151). Los espaciosse definenmediantelas figuras quelo pueblany susgestos.Interesan,so-bre todo, los limites. El tránsitoes ejesimétricoentredosmundos.

La estela,el monumento,el documentoico-nográifico, representanpor tanto, con múltiples va-riantes,el encuentrode dosreinos. Son lugar de lametáforay de la ambigliedad.allí dondese resumenlosespacios,dondesetrasladanlossentidosy se mu-dan los valorespropiosde toda frontera. Conservalatumba una pregnanciaespecial.Es lugar singular,excepcional,en el quese sustituyeno encuentranlosterritorios. Allí se apresuranlos cambiosde códigoparaintercambiarselos mensajesdiversos.De ahí, lasingularidady pregnanciade sussignosambiguos.

5. TIERRA DE DÉMONES

Será,por tanto, la tumba tierra naturaldedémonesy monstruos.“En una linea defuga h«val-go dedemoniacoo dedemónico”diceGulesDeleuze(1980: 49). “La diferencia en/re los demoniosy losdioses—continúael filósofo francés,estosdías falle-cido— estriba en queéstostienenatributos,propie-dadesyfuncionesfijas, territorios y códigos: tienenquever con los surcos, las lindesy los catastros.Lopropio de los demonios,por el contrario, essaltarlos intervalos,yde un intervaloa otro.”

Serácita sugestivapara nuestrospropósitos.La tumba ibérica es,efectivamente,lugardedémonesmúltiples, seresque rompen y transgredenlindes.Traspasanintervalospues,a un tiempo.pertenecenamundoscontrarios.De ahí,a veces,lavariadamixtu-ra de su naturaleza:animal, vegetaly humana;te-rrestrey aérea.Y la dualidadde sus gestos:seduc-ción o espanto.La ambiguedady atemporalidadles

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convienen:las largasbarbasde la Bíehade Balazote(Albacete) son tanto extrañeza—alteridad—cuantoexperienciay tiemposuprahumanos.

Como en las puertasdel infierno de Virgi-ho9. también aquí proliferanestosseresintermedioscon su abundanciade maticesy sobrade ftínciones:desdelas variadasformasde viaje —a las queense-guida aludiremos—a su sabiduría,su poderfecunda-dor, su carácteramenazantey, al tiempo,protector...Es tempranala eclosión plásticade estosdémones,con el primer ibérico. Seresde lo simultáneo.de lapresenciamúltiple. de la ubicuidady de la sorpresa.vigilan a tín ticífipo este reino y el otro, la tumba ylos límitesde la vida y la muerte.Ante sudiversidady riquezacontrastamás nuestrocoiíocimientoescaso

de los dioses ibéricos. Estos. verdaderosdei abseon-diii. apenasse muestran,salvo en situacionessingu-lares,cuandoel aristócratalo requiere: Damade Ba-za o diosa de PozoMoro, que se desnudaanteel hé-roe (Olmos, coord. 1992: 154). Másbien, lo sagradosc manifiestaal ibero de forma sensiblea tmvés delos múltiplesseresintermediariosdela muerte.

6. VEHÍCULOS Y CAMINOS DE LAMUERTE

Cuandoptíblicamosnuestrocomúnlibro so-bre el carro ibérico no conocíamosaún el exíraordi-nario cálato de Elche de la Sierra, ptíblicado porJorgeJuanEiroa en 1986. Esta escenasingtilar ha-bría elucidadoentoncesciertascuestionessimbólicasen nuestrodiscursosobreel carro. El ntievo vaso re-sume la transformaciótide un camino, fija el mo-mento enícial del tránsito. La metamorfosisdc loselementos—tilia flor mágicaquebrota. el cambio delos caballosde tierrapor los aladosy, tal vez, la sus-titucióít del íííismo auriga—delincael íuievo paisaje.Este canoqtíe transportaánforas,signosocial de ri-quezay comercio.seconvierteen funerario. Lasimá-genesdc transformaciónsonadecuadasal ámbito dela muerte. La escenaremite de modo simulláneoaambosmiíndos. Se centraenel motivo del poderibé-rtco.

Mtíltiformes parecenlosvehículosde accesoal allende.El nobleutilizaráel carroo el caballo,quelo heroizarán.Singularmente,ya lo vimos. el tronoalado. Caracterizana estosmediosde transportesuexotisnioy. a veces.síí singularidadnotoria. Pudoeldelfin. amigo de hombres,acompañaral diftínto enun viaje marino a la muerte(Olmos 1989). La esfin-geno sólo amenazay protege.Es antetodo vehiculo,como ser alado. Transportasobresushombros al di-

funto, que a ella se agarraen el Gnípo del Parquein-

fantil de Elche (Olmos. coord. 1992: 148). Por losdesconocidoscaminoslos precedey anunciaun per-sonajepsicopompo.conatributos—se ha señalado--de unapúnicaTánil. Las alasplegadassobreel cuer-po. inevitablerecuerdodel sarcófagode la “sacerdo-tisaalada”de Cartago,convienena quienanunciaelviaje por la muerte (Garthage 1995: 101). Quiso elclientedeElcheasegurarseasíun protegidotránsito.

Pero,a veces.sonvehículo las hambrientasentrañasde un lobo: motivo quenosabre a un mite-mamásamplio, casi universal: las faucesy el cuerpode la fiera devoradorallevan y entreganlo devoradoa un nuevo reino. Singularmentees éste un tráíísitode oscuridady terror.El iberoahondaen el mitemay

lo transforínaen unavisión escatológicapropia. Serdevoradopara renacer:acasocierta conversiónen lo-bo o la adopciónpor el difunto deciertavirtud o cua-lidad lobuna.¿Qtiéclasede hombrese entierraen laurna, en forma de lobo. de Villargordo? (Chapa1979) ¿Qué induce a otro ibero, en el Cerro de losMolinicos (Baena.Córdoba)el escogerpara su tum-ba a una loba de aspectofiero queamamantaa stí lo-beznoy sometea un herbívoro?(Olmos.coord. 1992:102; Chapa 1986: 96. 194-5). Un lobo haníbrientoaguarda¡a muertede un contendienteen el famosocálato de los guerrerosde Archena(Murcia) (Olmos,coord. 1992: 129). Son ejemplosconspicuosdel lobomediador.

El caminoestarápobladode seresextraños.Lasimágenestratande mostrarnoscómosonesosse-res. Los linces de la famosapáterade Tivisa, piezaque entiendodesdesu principal lecturafuneraria,re-presentanla tuirada penetrantey atentaen esereiliode la noche(Olmos, coord. 1992: 151). Sus rostrospermanentementevueltosdefinenel espacio.marcanel dominiode lo quevemosy lo que no podemosver.Son su limite. Aluden de ntíevo a la oscuridad:la luzde la mirada,quesonsusojos. la pcnetra.

Ademásde la vista, las evocadorassensacio-nesolfativas. El aludido centaurode esta páterahue-le la granflor, gestode magia transformadoraperoque también,en los caminosde la muerte,podráserolvido. La adormidera.que traeel olvido, es extendi-do símbolofunerario: recordemossu ofrendaen ma-nosde la damasedentede la Alcudia deElche. Y enlas damitasdel Corral de Saus. O en vasospintados:flor de la muerteen la que picaun ave(Olmos 1992).

7. UNA MULTIPLICIDAD DEESPACIOS MUDABLES

De los lugaresdetránsitoy de losvehíctílosque hacia allí conducen,de las sombrasinciertasy

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oloresquelos pueblan. la imaginaciónnecesitasaberaún algo más de la geografiamítica de la muerte.

6Cuálessonsuspaisajes’?Desdela vida. decimos,suvisión precisa parece imposible. El espaciode lamuerteseria la historia de un secretoquea nadielees dado revelar¿Debeguardarsecelosamenteo estápermitido,a quien lo conoce,el comunicarlo?Hemoshabladode los seresintermediarioscuyatierra natu-ral marcalindesy fronterascon la muerte:esfinges,grifos, sirenas,centauros,linees..,Las diversasmo-dulacionesibéricasde sus mitos se nos escapan.LaBicha de Balazote,conocedorade estossecretos,talvez no puedecontarlos.Pero basta saberque aquelquevigila y acompañaal diñinto essu sabioguarda-dor y garante.La miradafrontal y desmesuradadelaBicha. su seriedad,las largasbarbas,testimoniany

transmitensu experienciaultraterrena.En esairres-ponsabilidadesencialde la muerteibérica bastaconla sabiduríadel demonfunerario.

Los vehículosmismosapuntana la multipli-cidadde los espaciosde la muerte.No siemprees fá-cil definir el término del viaje. ¿Adóndelleva el rap-to de la esfingealada?El cano,el trono alado,ello-bo puedenaludir a un destinosubterráneo,un iter adinfera. Lo es seguramenteel peregrinajevoluntariodel héroede Pozo Moro: un lugar recóndito,protegi-do por leonesllameantes(Olmos, coord. 1992: 154.abajo). Peroel caballo—y el mismo carro, como lascuadrigasen la páterade Tivisa— podríantambiénaludir a un camino ad supera,heroificador(Olmos,e.p. c). Aquel espaciode las estrellas,alimentodelosmejores, podrá acrecentarseen épocasmás tardias.Sobretodo, en la periferia celtibéricay en la meseta,donde se asociaa un camino o rapto por los aires—in cae/vm—del héroe,un rasgomás compartidoen el helenismomediterráneo

10.La contraposicióndeambosespacios—cl subterráneoy el celeste—es unfenómenocasi uni~’ersal (Stith-Thompson1955, [E10]; Kohler 1923). Pero el caballo ibéricoen su re-presentaciónmásantigua—ejemplosde los Villaresde Hoya Gonzalo,el caballosin montar,con la ador-nada manta.de la Losa (Albacete),el jinete del Co-rral de Saus,etc.— es,desdeestadefiniciónespacial,iconográficamenteneutro(cf Elánquez1992: 222).

La metáforavegetal,tan socorridadel ibero,abundaen la extendidaescatologíasubterránea.Pal-metasy roleos. habitualdecoraciónde tumbasmcdi-tenáneas.no son meroornamentosino símbolotras-cendente (cf en tumbas norteafricanas:Mattazzi1994). El reino infernal se indica tempranamenteenlos surgimientos florales, animales y humanos—ánodoi—propiosde unareligiosidad telúrica an-cestral (Olmos, coord. 1992: t23-5). Irresponsabili-dadcósmicay espontaneidadorgiásticasonrasgosde

estametáfora del brotar (Olmos, e.p.). La decisiónhumanase anulaen la invariablenecesidaddel cos-mos. Peroa vecesse apuntael ámbito incipientedela responsabilidad.Entrelos~‘ehiculosde la esfingey

el caballopodría haberuna diferenciafundamental:mientras que aquélla. con su puro poder mágico,transportaal difunto arrebatado(Olmos.coord. 1992:118), eJ caballoy su jinete, en cambio, implican elesfuerzodel varón, su decisiónvoluntaria,el controldel hombre(Olmos. eoord. 1992: 104-5). Quedaporescribir esta historia de la responsabilidadsugerida,queacentuarialuego el viaje del héroeal cielo —unaidea, ya entonces,tan helenísiticay romana—frentea la muertecomo merobrotaren el reino vegetal:es-pontaneidady orgia (Olmos,coord. 1992: 166).

Se han insinuadoademásotros espaciosdela muertede vieja raíz mediterránea:pareceuno es-porádico,el marino. Aludinmos ya al relieve del del-fin, de Ubeda.Existen indiciosde unarepresentacióndel mar, como reino de feliz exuberancia:por ejem-pío, en la granánforade los Villares (Caudetede lasFuentes,Valencia), con hipocamposy roleos fecun-

dos (Olmos. coord. 1992: 121). Otra representacióntardíanos abrirá a la conjeturade unosjardines opraderasdel Elisio: el paisajebienaventurado,conárbolesfloridos quedividen en metopasel friso decentaurosy centauresasde la páterade Santistebandel Puerto (Jaén)(Olmos, coord. 1992: 150). Cabeaquíveruna intrusiónemditade ambientegrecohele-nistico, como lo es toda la pátera.Justificaríade nue-yo estafiestacircular del vino aquellanecesidadso-teriológica hacia un espacioexóticoy novedosoquedistinguea su dueñoy lo singularizade losotros.

Los diferentesespaciosadquiereny desarro-lían susentidoen momentoshistóricosconcretos.Só-lo la dialéctica social ibérica —‘el tiempo ibérico——los justifica. Requerirían,por tanto,enotro lugar, unestudioen pormenoren el que se precisarasu desa-rrollo dentrode la evoluciónque losgenera,aceptay

tolera.Deboapuntarunasospecha:la posiblecoexis-tenciadealgunasdeestasrepresentacionesmñltiples.incluso su sincretismo,especialmenteen épocastar-dias y periféricas.Lejos de ofrecerámbitoscerrados,escatologíasherméticas,unosespaciospuedeninter-ferir en otros y complementarse.La citadapáteradeSantistebandel Puerto(Jaén)es unasíntesisescatoló-gica de ideas diversas(Olmos 1994). Valga otroejemplo: algunasfibulas de lujo, en plata,resumenalmáximo, en abigarradasmetamorfosis,las diversasespacialidadesde la muerte,estoes los ámbitosmari-no, infernal y celeste.Ejemploscomo el de Chiclanade Segura(Jaén)sonconcentraciónextremade infor-mación. simbología acumuladasobre el minúsculosoporteartesanaly privilegiado de la plata (Oímos,

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eoord. 1992: 106, 142). La voz del cliente——cazadorcon su panopliay ascensoentrecaballos—permane-ce detrásde estaprefiguracióndel héroe. En estay

otrasfibulas la representacióndel tránsitodesarrollasussignificadosmúltiples sobrela diminutaescaladeunajoya. Se hiperearaeterizala virtud del varón ilus-tre, su muerte;se abundaen lo exótico.A unosejem-plaresinéditos, recientementeredescubiertos,dedica-ré un trabajopróximoqueaqui meramenteanuncio.

8. TIEMPOS Y ESPACIOS DE LARESPONSABILIDAD

La aceptacióndela muerte—que es la másprofunda y exigentede todas las responsabilidadeshumanas—conviene, sobre todo. al espacioagonalde los héroes,a su manifestacióniconográfica. Lamonomaquiade Osuna (Sevilla) es representaciónambiguaen el espacioy el tiempo (García-Bellidot947: 236 ss., figs. 275-6). Los guerreroscombatenmirándosea los ojosen la lucha ritual, expresióndela muertede aquelloshéroesa quienesse reservalaaristeia o excelenciadel noble.Esteofrecerla muertenossitúa “en e/ ex/reino1/ini/e de las responsabilida-deshumanasquee/igen los mejoresdesdequedeci-den cambiar la prolongación efimera de una i’idaconfortab/e contra una celebridadduradera enmemoriade los mortales” (Patockaen Derrida 1992:24). He conjeturadoaquí un certamenen el que dosguerrerosse vinculan al caudillo muertomediantelaofrendade su vida: asunciónextremade la jides, deesepacto quevincula el guerreroa su caudillo rn.ásallá de la fronteradela vida, fidelidadtrasladadaa laesferade la muerte.Si aceptamosla propuestade lamuertecomo espejoy prolongaciónde los usosy pri-viliegios de los mejores¿no seráposible, entonces,que dicha traslaciónafecte a la ofrenda misma deuna vida voluntariamentedada?La responsabilidadsupremaes exigible como don en una “economía”guerrerade la muerte.Vate másque el riesgo.me-diatizado, de un gladiador. FI relievedeOsuna,con

el combateritualizado por las flautasde la joven mu-chacha,fijaria el tiempoy la seriedadtrascendentedeesteactosingular.¿Serepresentaun modelodel pa-sado,unahazañamíticaacaecidaeaun tiempoleja-no, o es un ejercicio del presente?Los funeralesdeViriato, descritospor Apiano (Ib. 75), o la instituciónde los juegos funeralesestablecidospor Cneo Escí-piónconvoluntarioscertámenesde jóvenesaristócra-tas,tal como cuentacon pormenoresTito Livio (28.21), traslucen estaofrenda—real o simbólica— deesavida másvaliosa quenos refieren,desdelos mo-delos iconográficos,los relievesde Osuna.Los espa-cios del aquendey del allende,de los tiemposmíticoy presente.se funden en la representaciónheroica,bajo la sanciónjurídica del pactoque superatodo lí-mite en la imagen.

He esbozadoeneslaspáginasun tema com-plejo y múltiple. Se echaráenfalta, justificadamente,su articulaciónmayoren la dialécticay diacroniaso-

ciales qúe lo desarrollan,transformane interpretandiversamente.Deberáampliarse,pues. sumás preci-sa historicidad ibérica. En ella, las conjeturaspro-puestaspodrían constituirno uno, sinovarios siste-mas.La pluralidaddeespaciosy representacionesdelmás allá con sus continuasbúsquedasy asomosdeinsatisfacción;su fluctuacióny posibilidadesde in-tercambioy síntesis(no sonexeluyenteslos espacios,puedensincretizarse);susmetamorfosis;el exotismode los lenguajesmediterráneos,que se introducenendeterminadosmomentoscomo necesidad“soterioló-gica” o, al menos, como rasgode diferenciación:laimagencomo ejercicio del noble y anticipacióncog-noscitivade la muerte;el espaciodel tránsito,ocupa-do por múltiplesdémonesy seresliminales; el secre-to del allendecomo sabiduría impenetrabledel de-mon; las puertasdel sueño,atisbo,tal vez, deunaes-catologia mediterránea;el dios, escondidopara losmás, sólo singulary excepcionalmentepresenteparael escogido.son,entreotras,algunasde las ideasquehe querido hoy ofrecer al contrastey a la discusióndesdela perspectivainsólita de los caminos de lamuerte.

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CAMINOS ESCONDIDOS 175

NOTAS

Estetrabajofonnapamiedel proyectodeinvestigación“Iconografíay territorio enépocaibérica. Las cuencasdelV,nalopóydel Lego-ra’, financiadoporla DGICYT (N.

0 PS93-0006).

2 Traducciónde Luis Alberto de Cuenca,Eurípides. TragediasIII.

Cotecciónjln,aMatar. Madrid, CSIC, 1995: 98.

Las gemelaspuertasde los sueñoscomo accesoal reino de Hades:Virgilio, Eneldo,VI, w. 893 Ss.;el sueño,vía de introducciónen lamuertedePalinuro: Eneldo,V, 838 Ss.;Veyne 1987.

Sobrela concepciónde la muertedesdela formulaciónkantianacflasesclarecedoraspáginasdeB. Magee,Schopenhauer,Madrid (Cá-tedra)1991: 23].

Desdelaópticaauisiolélicagriega,y ana]ógicamenme,cf Leas1994:176 ss.

En colecciónprivadamadrilella(col. Marquerie).Inédito.

Diez de Velasco1995. cap. IV, 97 Ss,: “la ético aristotélicade lamuerte”.(Cf sobrela melétethammátou,Derrida1992: 20).

‘Cf Ron O. Willianis & JamesW. BoydRitualArt andJCnowledge..4estheticTheoryand Zoroastrian Ritual, Columbia, Sc, Univ. orSouthCarolinaPress,1993. (cf rec. M. Hutier,enNumen,41, 1994:326 Ss.: la experienciase alcanzaa través del espaciovirtual de larepresentación).

“Mu/toque praetereavariaron, tnanstraferarun,...: “Y, ada-

inés, múltiplesmonstruosde variasfieras (Eneida,Vi, y. 285).

0 Teócrito, XVIi, 46; ‘mito Livio, XXXIX, 13,i3: en tasDionisiacas

de Romaserepreseirtabamaterialmenteelraptopor los aires.Univer-satidaddel motivo: Stith-’l’hompson ¡933 1A761: “ascentto stars”l.

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