tesoros escondidos en extremadura y la arqueologia extremeña
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Entre los numerosos papeles que tuvimos la suerte de manejar de la bien surtida biblioteca del querido amigo D. Rafael Rodríguez-Moñino Soriano, fallecido en Madrid, el 5 de mayo de 2005, apareció un sobre que contenía numerosas cuartillas (42), escritas con máquina de escribir, en cuyo exterior y con letra a lapicero del mismo Rafael, aparecía esta nota: Tío Antonio [Ver esta carta]. (*)TRANSCRIPT
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R (Nota del compilador)
Entre los numerosos papeles que tuvimos la suerte de manejar de la
bien surtida biblioteca del querido amigo D. Rafael Rodríguez-Moñino
Soriano, fallecido en Madrid, el 5 de mayo de 2005, apareció un sobre que
contenía numerosas cuartillas (42), escritas con máquina de escribir, en
cuyo exterior y con letra a lapicero del mismo Rafael, aparecía esta nota:
Tío Antonio [Ver esta carta]. (*)
La carta a la que se refiere es una nota tamaño folio, que envolvía a
las citadas cuartillas, y con el enunciado que ya hemos reflejado como
título para este trabajo: “Los tesoros escondidos y la Arqueología
extremeña: Conferencia pronunciada en el Liceo de Mérida el día 28
de Noviembre de 1945, en el ciclo organizado por el Museo
Arqueológico Emeritense, por: A. Rodríguez-Moñino.”
Efectivamente, la conferencia se llevó a cabo en la sede emeritense
del Liceo, siendo su conferenciante el mismo don Antonio, pero,
curiosamente y como podemos ver en los apuntes empleados, éstos
pertenecen a un trabajo realizado por un desconocido, para nosotros, D. V.
M. (¿D. Vicente Maestre?), que lo titula “Tesoros escondidos en
Estremadura segun las tradiciones y fabulas árabes”, al final del cual
aparece esta fecha: Coria 26 de Junio de 1860.
El hecho de que la conferencia la hubiera dado don Antonio
Rodríguez-Moñino y de que el tema de la misma fuera sobre Extremadura,
(don Antonio utilizaría los apuntes como orientación, dada la baja calidad y
el confusionismo de los mismos –tan contrarios por otra parte a la
meticulosidad y buena escritura del bibliógrafo y bibliófilo–), y el hecho de
que el conferenciante hubiera publicado anteriormente un extenso trabajo
con el mismo título en la Revista del Centro de Estudios Extremeños, en
1941 (tomo XV, septiembre-diciembre, nº 3), nos ha inclinado a incluirla
entre los trabajos de recuperación que venimos haciendo sobre el escritor
de Calzadilla de los Barros, para que el lector pueda contrastar las
diferencias entre uno y otro, conteniendo los mencionados apuntes
numerosas e importantes reseñas sobre historia y arqueología de
Extremadura, que, estamos seguro, serán de algún interés para todos los
extremeños amantes de su tierra.
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Sí quisiéramos señalar, que hemos hecho la trascripción
rigurosamente y respetando el texto original, donde se aprecian numerosas
faltas gramaticales y de sintaxis, tal y como verán en el escrito.
Ricardo Hernández Megías.
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(*) Los citados documentos (Fondos de la Rocha), pertenecían a los fondos bibliográficos de don
Antonio Rodríguez-Moñino, quien los utilizó en infinidad de trabajos sobre Extremadura, y a la muerte de
éste, pasaron a poder de su sobrino don Rafael Rodríguez-Moñino Soriano, quien los estaba catalogando
para enviarlos a la Biblioteca Rodríguez-Moñino/María Brey, de Cáceres, donde se encuentra el resto de
la donación de los fondos extremeños del bibliófilo de Calzadilla de los Barros. La temprana muerte de
don Rafael hizo que estos importantísimos documentos quedaran en poder de sus hermanas Julia y
Sagrario, a quienes solicitamos el poeta José Iglesias Benítez y quien escribe, dada nuestra amistad,
permiso para seguir con la catalogación de toda la documentación existente, antes de su envío definitivo
a Cáceres.
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APUNTES Y REFLEXIONES SOBRE ANTIGUOS TESOROS ESCONDIDOS
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Hace treinta años, como digo en el adjunto libro, que vinieron a mis
manos unos manuscritos de tesoros árabes, y aunque sólo tenía yo veinte
años de edad, había ya leido y estudiado algo, y tan luego como lo hice de
su contenido y recordé la impugnación que a esa clase de manuscritos hizo
ha más de un siglo el ilustrado benedictino Feijoo, los desprecié y ni aun
volví a leerlos, conservándolos solamente como una curiosidad, y fiel a mi
sistema de no romper papel alguno.
Trasladada mi casa a esta ciudad de Coria en Octubre de 1858 y
hecho una espedición minera con un amigo Ingeniero y otros a las Hurdes y
algunos pueblos de la Sierra de Gata en Mayo de 1859, fué tanto lo que oí
hablar de tesoros, y tales particularidades nos contaron, y tales citas
hicieron, que por ello creí ya merecer el negocio un serio, detenido e
imparcial examen; y entonces volví a leer esos libros míos, me proporcioné
otros, y tomé muchas noticias y en unión con un amigo ilustrado pero no
poco entusiasta, y por consejo de otros más fríos hicimos tres espediciones
reuniendo por ellas curiosos e interesantes datos que todos están
consignados en el dicho adjunto libro, y en consecuencia de todo voy a
hacerlo de mis impresiones en la materia, pues, francamente, después de
tanto escribir, oír, ver, comparar y estudiar, todabía lucho con la duda por
las muchas razones encontradas; no la duda de la existencia de los tesoros
escondidos pues frecuentemente la casualidad descubre algunos, sino la
duda de si esos libros merecen alguna fé, y si por ellos pueden hacerse
exploraciones siquiera con probabilidad de buen éxito. Tal vez por
consecuencia de este escrito, al concluirlo o niegue por completo la
veracidad de aquellos, o me incline filosófica y racionalmente a que
encierra un fondo de ella más o menos exacto, más o menos exajerado y
oscuro.
Y ya que de tesoros hablo y voy a ocuparme, quiero y debo
comprender en ellos los que sin constar en libros (porque éstos sólo se
refieren a los árabes y cuando más a los moriscos) dejaron escondidos los
romanos, bien voluntariamente , es decir, con premeditación, o bien en las
ruinas de sus ciudades y puntos fortificados al tomarlas sus enemigos;
cuyas riquezas los hombres, sutiles hasta en dar nombres a las cosas, para
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evitar el ridículo de “buscar tesoros” han bautizado con el de
“esploraciones arqueolójicas, numismáticas, históricas”, atribuyendo a ellas
esclusivamente un fin científico, que con raras escepciones puede y debe
traducirse por el célebre “auri sacra fames” de Ovidio.
Me ocuparé primero de esas riquezas romanas, y haré una ligera
reseña de las denominaciones por las que España ha pasado, y de sus
vicisitudes para evidenciar que su suelo entraña aún grandes tesoros
ocultados o perdidos por los indígenas y por los repetidos dominadores.
Muy útiles son con efecto para la historia y para la ciencia, y más
como empresas lucrativas, generalmente, esta clase de esploraciones
cuando son aplicadas sobre sitios a propósito y dirigidas con buen criterio;
porque si bien es cierto que para ellas no hay como para otras, una base, un
dato seguro o al menos muy probable de donde partir, y por lo tanto tiene
que ayudar la casualidad o la suerte, no lo es menos cierto que a su buen
resultado ayudan maravillosamente el conocimiento de la historia antigua,
el del pais, el del sitio que es objeto de la esploracion, sus antecedentes, sus
tradiciones, y otra porción de circunstancias de que, si bien lijeramente, me
haré cargo.
Sabido es que siempre y más hoy, el valor de casi la mayor parte de
las antigüedades que se encuentran en referidas investigaciones, aun
cuando no tengan por sí un considerable precio intrínseco, lo tienen
estimatibo y de afección y son de muy pronta salida; de modo que el
esplorador está seguro de venderlas con no pequeña utilidad. Es muy
probable hallar también objetos de metales ricos y piedras preciosas.
Tal vez en ningún pais mejor que en España, es donde tengan
mayores probabilidades de gran lucro esta clase se empresas, porque
ninguno fué más rico que él, porque esa misma riqueza atrajo sobre su
suelo tantas y tan diferentes razas que sucesivamente le dominaron y
esplotaron, y que si esportaron considerables y casi increibles sumas,
considerables y casi increibles quedaron aún y ocultas cuando esos
dominadores fueron sucesivamente reemplazados unos por otros después
de largas y sangrientas lides. La historia sagrada, y más aún la profana, lo
evidencian, y a confirmarlo con buen éxito han venido las poquísimas y
mezquinas investigaciones practicadas, y todos los días lo están aseverando
los hallazgos hijos casi esclusivamente de la casualidad.
De ese pais, sus provincias de Estremadura son, a no dudarlo, donde
más vasto y más seguro campo se ofrece al investigador, porque tuvo
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colonias como Emerita Augusta y Cappara, y Ciudades y Municipios como
Lancia, Metellinum, Arla, Pax Julia, Castra Caecilia, Turris Julia,
Contributa, Turmulus, y tantas otras romanas; porque después de la
dominación visigoda en que por ésta quedó casi asolada y yerma, tuvo la de
los ilustrados y opulentos árabes que sostubieron en ella una casi incesante
guerra que duró más de tres siglos, y en la que perdidas y reconquistadas
repetidas veces sus plazas fuertes, y ocupado y desocupado por las armas
cristianas su territorio, produjo la ocultación de grandes riquezas, de las que
indudablemente sólo se ha encontrado una pequeña parte, y la mayor yace
aún enterrada y son los “Tesoros”, y porque su misma despoblación, los
antecedentes enumerados y otros, han sido cuna de que esté casi virgen de
estas investigaciones, no obstante que existen ruinas de esas grandes
ciudades, de las que algunas yacen tales como las conquistas las dejaron
hace siglos, sin haber vuelto a poblar y muy lejos de las posteriores
poblaciones, y sin que siquiera ni la ciencia, ni la curiosidad, ni la codicia
hayan llevado a ellas un pico para abrir una calicata.
Por lo espuesto, tambien es España el pais donde menos se hayan
dedicado a tales investigaciones. Ha habido fiebre minera, de sociedades
anónimas, y de otras clases de especulaciones, algunas muy aventuradas; la
hay de Ferrocarriles, de Bolsa y de juego; y ni la ha habido ni la hay de esta
clase de empresas sobre las ruinas romanas y aun sobre los tesoros, sin
poder esplicarse el porqué cuando se reflexiona que brindan con tantas
probabilidades de lucro para los primeros esploradores, que no necesitan ni
mucho tiempo ni grandes capitales como las minas, ferro-carriles y otras; y
cuando, repito, se les presenta para ellas un campo virgen y tan basto,
iniciado y esplicado por tantas historias antiguas y modernas, generales y
particulares , y las apoyan las tradiciones a que doy su verdadero valor, por
más que dándoselo escite la hilaridad de muchos. Es más; hombres que
irreflexivamente se lanzan con avidez y con no escasos capitales a negocios
muy aventurados, miran con desdén y con la sonrisa de la incredulidad y
del desprecio el de que voy ocupándome; pero hasta cierto punto se esplica
el porqué de ese alejamiento de tales negocios: los hombres generalmente
injustos en sus apreciaciones, y que en su mayor parte deben su riqueza a la
suerte o a la casualidad y no al cálculo, han impreso el sello del ridículo y
de la reprobación sobre las empresas de que hablo; y como aun en la
posición más abyecta el orgullo es la base de nuestro caracter y huimos a
todo trance de ese mismo ridículo, he ahí la causa eficiente de ese
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alejamiento, y de tal modo, que hay no pocas personas que crecen en la
probabilidad de estos negocios y con gusto se dedicarían a ellos, pero
huyendo de aquel, no sólo no lo hacen, sino que contra sus convicciones y
contra sus verdaderos sentimientos declaran contra ellos de una manera
exajerada. La legislación antigua y la moderna dando al dueño del terreno
todo lo que en él se encuentre buscándolo cuidadosamente o de intento, ha
sido y es también un grave obstáculo para dedicarse a esta clase de
investigaciones, y lo es hasta la constitución de las en general inútiles
comisiones de monumentos arqueolójicos y numismáticos y artísticos.
Dejando a cada cual la libertad de opinar como le plazca haré una
breve reseña de indicadas dominaciones y de sus circunstancias y
localidades, para venir a confirmar las teorías que he presentado; y me
concretaré principalmente a Extremadura, único pais de que me propongo
hablar, y para hacerlo he tomado los datos de las historias de Mariana,
Romey, Segur, la crónica de la orden de Alcántara, y otras generales y
particulares y locales.
Sin remontarme a épocas más o menos ciertas o fabulosas, tomaré
por punto de partida el año 217 antes de Jesucristo.
C A R T A G I N E S E S.
Al mando de Almircar Barca penetran en Extremadura el dicho año
de 217, peo los vectones que ocupaban la parte septentrional del río
Guadiana, les oponen fuerte resistencia particularmente en la parte N. al
confin con la actual provincia de Salamanca, aunque al cabo de ocho años
de cruda guerra fueron subyugados por los invasores muriendo en el
Guadiana Orion Gefe de los Vectones.
R O M A N O S.
No mucho después de esta dominación, y sí de introducidos los
romanos en España, se hicieron estos dueños de ella lanzando a los
Cartagineses hacia el año 203 antes de J. C.
Les vemos en la Lusitania (pais que lindaba con el Durio, y
comprendía alguna parte de la Estremadura española, de las provincias de
Salamanca y Avila, y la Beira y la Estremadura Portuguesa) el año de 194
antes de J. C. por primera vez, pero aun no en el interior de ella.
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Mas no dominaron sin que tuviesen sangrientas luchas con los
indígenas. El año de 192 los vectones fueron por ellos derrotados en la
Estremadura alta. Fulbio derrotó igualmente el año 182 en Ebura (hoy
Talavera la Vieja) en una gran batalla a los Celtíberos pereciendo 25.000 de
estos, y cojiendo los vencedores un inmenso botín.
El cónsul L. Lentulo era general de los romanos en la Bética en ese
año de 182. La bética comprendía gran parte de la Estremadura baja y de
Andalucía.
El año 151 a. de J. C. principió en la Lusitania la célebre guerra de
Viriato (que hay datos para creerlos estremeño) contra los romanos. El año
144 perdió aquel una batalla cerca de Becor, quizá la actual Béjar; y
concluyó la lucha con el alebe asesinato de Viriato prepetrado el año 140.
Pero el año 87 Quinto Sertorio, otro gefe no menos brabo, inició en
Bética y Lusitania otra terrible guerra al poder romano, que después de
rudos combates, en los que algo tocó a Estremadura baja, terminó con
alevosa muerte acaecida el año 76.
Mas todabía los Lusitanos resistieron el yugo, si bien parcialmente,
pues vemos el año de 68 que César dió una batalla a los montañeses del
Monte Herminio (hoy Sierra de la Estrella en Portugal cerca de la
Extremadura alta española) y los venció; pero rehecho dieron otras
acciones en que le derrotaron algunas cohortes, si bien al fin los subyugó,
pero no tanto que no librasen otra batalla a Casio Longino el año 52 en la
que fueron completamente destruidos.
Desde ese año 52 a. de J. C. poco más o menos puede datarse la
pacífica y completa dominación romana en Estremadura que tuvo la suerte
de sufrir poco en las guerras civiles que los señores del mundo tuvieron
entre sí; y de esa paz y de esa tranquilidad, y de su riqueza, feraz suelo y
hermoso clima, vino el que muchas, opulentas, y nobilísimas familias
romanas se estableciesen y perpetuasen en Estremadura con su casa y
riquezas, y la adornasen con edificios y otras construcciones públicas y
particulares, cuyas ruinas aun después de 14 siglos escitan nuestra
admiración. Gran parte de sus riquezas de todas clases quedaron bajo esas
ruinas en la feroz irrupción visigoda a principios del quinto siglo de nuestra
era cristiana.
Antes de esa paz ya tenían los romanos populosas y opulentas
ciudades en Estremadura, entre ellas Lancia, población tributaria de
Lusitania en las inmediaciones de Alcántara, pues el célebre puente de esta
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villa sobre el Tajo fué construido de orden de Trajano el año 105 a. de J. C.
y ya existía Lancia como también existían Cappara y Noba Caesarea
colonias de Lusitania, y esta última en la Dehesa de las Miras término de
Alcántara.
Entre las poblaciones célebres romanas fundadas en Extremadura
antes y después de ese año 52 aparecen a más de las dichas: Emerita
Augusta, hoy Mérida. Fué fundada por Hércules Ejipcio 1700 años a. de J.
C. con el nombre de “Memorida”. La reedificó Octavio Augusto 23 años a.
de J. C.: fué colonia, convento jurídico, cabeza de la Lusitania; llegó a tener
un millón de habitantes y fué la segunda ciudad del Imperio romano.
Acuñó moneda de la que se conocen 36 tipos.
Pax Julia Augusta, Badajoz. La fundó el mismo Octavio 22 años a.
de J. C. Fué municipio y según algunos colonia.
Castra Caecilia, Cáceres. Municipio, fué fundada por Quinto Cecilio
Metelo el año 74 a. de J. C.
En el mismo fundó a Metellinum, Medellín, que fué colonia.
Mirobriga, Capilla, municipio; fué fundada por los griegos 305 años
a. de J. C. y reedificada por los romanos. Acuñó moneda por privilegio.
Onuba, Villafranca de los Barros, fué fundada por los romanos el año
150 a. de J. c. Acuñó moneda por privilegio, de la que se conocen tres
tipos.
Cauria, Caurium, Caura, Colarno, Coria, población tributaria de la
Lusitania.
Igaedetania o el Iguedita, Idanha á Vella en Portugal, frente y cerca
de Alcántara. En el Concilio de Braga el año 411 de la era cristiana firmó
su Obispo Pamerio.
Ambracia o Ambroz, hacia Cappara. Pagus Ambracensis, población
entre la anterior y los ríos Alagón y Tiétar.
Salaria, Casas de Don Pedro, fué colonia romana.
Sestacia, sobre la vía lata, ciudad, hoy Aldea Nueva del Camino.
Sansueña, municipio corabiense, a una legua del Arroyo del Puerco.
Los Lucillos, sobre el Tajo, no lejos de Alcántara, aunque sus ruinas
dicen fué su fundación anterior a la época romana.
Julia Contrasta, gran ciudad en término de Valencia de Alcántara, a
la orilla del río Sever, cuyas ruinas cojen más de un cuarto de legua, y a
una legua al N. NO. Existen en término de Herrera de Alcántara sobre el
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mismo Sever otras grandes ruinas de población romana con su muralla aún
en pie.
Meidobriga, a la orilla del mismo Sever, a pocas leguas de las dos
anteriores, en Portugal, en el sitio de San Saldovar en el prado de Marvan a
una legua de la frontera, y dos de dicho Valencia. De allí una sociedad
inglesa ha sacado veinte estatuas de gran mérito, columnas, bajos reliebes y
otros objetos.
Curica, Calera, municipio.
Cæcilio Vico o Banniense, Baños de Montemayor, municipio.
Ilipla, Zalamea, municipio.
Iporci, Salvaleón, municipio.
Ebura o Libora, Talavera la Vieja, municipio.
Nertobriga, Valera la Vieja, Fregenal, municipio.
Pagi, Monesterio, municipio.
Turmulus, Alconétar, sobre la vía lata.
Rusticiana, junto a Galisteo.
Contosolia, cerca de Alanje.
Lancia Trascudana, luego Castel Rodrigo, hoy Almeida, plaza fuerte
en Portugal, frente a Ciudad Rodrigo y cerca de la frontera. Y tantas otras
que sería difuso enumerar.
En el año 35 de la era cristiana el emperador Claudio mandó abrir
una carretera por la Lusitania.
A L A N O S Y V I S I G O D O S.
Estos, con los otros bárbaros del noerte vándalos y suevos,
invadieron la península española el año 409 de la era cristiana y los
primeros ocuparon la Extremadura hacia el año 414 después de inútiles
esfuerzos por los romanos para impedirlo; pero la ocuparon talándola sin
saquearla, porque su afán no era el botín, cuyo valor e importancia casi
desconocían sino la destrucción. Entonces fueron arruinadas Cappara,
Ebura, Julia Contrasta, Meidobriga, Turmulus, Rusticiana y tantas otras
poblaciones romanas que no han vuelto a reedificarse ni repoblarse.
Entonces los romanos huyendo de sus furores, unos ocultaron sus riquezas,
y otros las llevaron a las plazas fuertes y a las grandes poblaciones donde
quedaron bajo sus ruinas; y entonces pereció a la ferocidad de los invasores
la mayor parte de la gente estremeña todo lo que afirma la historia, por
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manera que Estremadura que romana era todo lo que afirma la historia
opulenta y sumamente poblada, quedó casi yerma y si bien con los árabes
se repobló algo, nunca tornó ni con mucho a su antiguo esplendor.
Todabía no bastando esos horrores, aun sufrieron estas provincias las
consecuencias de las guerras civiles entre los invasores, pues el año 441
cerca de Mérida, los vándalos derrotaron a los Suevos. En 471 fueron
aquellos vencidos por el Rey Eurico.
A R A B E S.
Dueños tranquilamente los godos y visigodos de toda España, llegó
el fatal día 26 de Julio de 711 de la era cristiana en que se dió la sangrienta,
larga y desgraciada batalla de Guadalete, en la cual fueron deshechos
completamente aquellos por los ilustrados árabes al mando de Muza, quien,
y después su hijo Abdalaziz, en cinco años conquistaron toda la península
escepto un glorioso rincón en Asturias. Muy luego dividieron todo el
terreno conquistado en seis grandes capitanías generales que lo fueron:
Córdoba, Zaragoza, Toledo, Mérida, Valencia y Murcia.
Aclamado en 718 en aquel rincón el inmortal Pelayo por Rey de los
españoles, principió esa gloriosa lucha de siete siglos que terminó en 1492
con la conquista de Granada.
En esa guerra cupo una no pequeña parte a Extremadura; y voy a
fijar sus vicisitudes por años pues este orden cronolójico es más
comprensible y tiene con facilidad su aplicación a las consecuencias y
deduciones que más adelante haré.
Antes y para ese mismo objeto diré que en los cinco siglos que más o
menos pacíficamente fueron dominadores de la Estremadura, repoblaron en
ella algunos pueblos romanos y góticos, mejoraron sus fortificaciones,
levantaron otras y erigieron otros nuevos pueblos, y la dieron nueva vida,
aunque, repito, nunca llegó a la que tenía cuando era romana.
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En la página nº 9 del manuscrito (11 de nuestro trabajo) aparece en el reverso de la misma una nota
manuscrita con lapicero por el mismo don Antonio que dice: “En las líneas 6, 7 y 8 (2, 3 y 4 del nuestro)
se repite un fragmento que va interlineado en el texto manuscrito y que no aparece muy claro en cuanto a
la intercalación precisa.
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AÑOS:
712 Invaden la Estremadura, toman Pax Jluia. Mérida se resistió
con valor pero la tomaron por capitulación el 11 de Julio.
744 Los árabes muy luego principiaron la guerra civil, y en este
año Thaalaba tomó a Mérida.
763 Gran batalla en territorio de Badajoz entre moros africanos y
moros andaluces.
784 Badajoz y Alcántara tenían Caides que pelearon con las tropas
de Abul Acuwad y derrotado este se refugió en Coria donde
permaneció algún tiempo.
828 Se sublevó Mérida por el esceso de los tributos, siendo el gefe
de la sublevación el recaudador Mohamed ben abd el Djebir.
La cercó Abd el Ruf, Wali de Toledo, y la tomó, robó y taló.
832 Tornó a sublevarse y la volvió a sitiar y tomar el mismo Wali.
860 En él es la primera correría que hallamos de los cristianos en
Estremadura. Ordoño 1º Rey de Asturias tomó a los árabes
Salamanca cuyo gobernador era Mozeror, y Coria cuio
gobernador era Zeth, degolló cuantos hombres de armas halló,
se llevó las mugeres y niños, arrasó sus muros y las abandonó.
861 Los árabes capitaneados por el Monelhir, hijo del Emir, o un
príncipe de Andalucía, derrotó a Ordoño junto al Duero.
864 Segunda correría de los cristianos por Estremadura, pero de
poco momento.
868 Alfonso 3º de León entró en Salamanca, se explayó por la
Lusitania causando estragos, sitió a Coria que no tomó ni pudo
conservar a Salamanca pues vinieron los moros sobre él.
877 Volvió a entrar hasta los límites de Coria, pasó hacia Idanha y
llegó hasta Mérida talando todo el pais.
881 Hizo lo propio.
917 Ordoño 2º llegó hasta el Guadiana haciendo iguales talas,
asaltó y destruyó el castillo de Alhange y aun se cree que
también el de Montánchez.
937 Ramiro 2º de Asturias, de acuerdo con el rebelde Abu Iahiah,
se internó con sus correrías por las campiñas de la Lusitania
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hasta Mérida y Badajoz, realizando las acostumbradas talas y
se retiró.
938 Los moros de Andalucía, Mérida y Toledo hicieron otras
desoladoras correrías hasta Salamanca y Zamora.
961 Imperando en Córdoba el Califa El Haken se beneficiaban mu-
a chas minas de oro, de plata y de otros metales, unas por cuen-
976 ta del mismo Califa y otras por particulares. Las de los montes
del Tajo y de la Algarbia de España eran sumamente
productivas. Las había de piedras preciosas y dos de diamante
rojo (rubí) hacia Beja y Málaga.
997 Almanzor llegó hasta Galicia y se retiró asolando el pais hasta
el castillo de Baliska (hoy Vallecos a corta distancia de Ciudad
Rodrigo) donde escribió su campaña, y de allí regresó a
Córdoba pasando por Coria.
1055 Fernando 1º de León romió con su ejército por tierra de moros,
atravesó el río Tormes en Salamanca y entró en Portugal por
las cercanías de Almeida, tomó el pueblo de Sea, o Cea, a la
falda del monte Herminio (Sierra de la Estrella) y otros.
1060 Hizo otra correría por Estremadura y más abajo quemando y
talando.
1077 Alfonso 6º de León, se apoderó de Coria que era muy fuerte y
la volvió a perder poco después.
1085 Volvió a tomarla. Según Romey “fué el que pobló de
cristianos toda la Estremadura y tomó a Lisboa, Cintra,
Santarén y Toledo, y a su abrigo pudieron mantener Coria,
Ciudad Rodrigo, Salamanca y otros”.
1086 Vino con su ejército cerca de Badajoz y fué completamente
derrotado.
1123 Alfonso 7º tomó a Coria, que había vuelto a poder de moros,
acometió las tierras de Estremadura y corrió y taló las entre
Tajo y Guadiana y se volvió a sus estados.
1139 Alonso Rey de Portugal hizo entrada en tierra de moros y
pasado el río Tajo, mobió guerra al Rey moro Ismari.
1142 Dicho Rey Alfonso 7º tomó a Cáceres que se volvió a perder
en 1176.
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1144 Había guerra civil entre los árabes. Omar ben el Mondhir con
sus tropas y las de Mérida atravesó el Guadiana, tomó a Welva
y Libla que tenían sus contrarios también árabes.
1147 Citado Alonso, Rey de Portugal, reconquistó a Lisboa y luego
a Evora, Yelbes, Muras, Serpa, Beja y otras pueblos.
1159 Las huestes castellanas mandadas por Alonso 8º hicieron
guerra a Alagio Rey de Mérida y a sus hijos Fadala y Omar, y
estos dos hicieron en cambio una correría por las comarcas de
Plasencia y Avila pero los cristianos los derrotaron.
1162 Los moros Almohades tomaron a Badajoz, a Evora y el castillo
de Alcácer.
1163 Fernando 2º repobló a Ciudad Rodrigo.
1166 Alonso 8º tomó a los moros almohades a Ciudad Rodrigo,
Alcántara y Alburquerque.
1169 “Fernando 2º de León reedificó a Granadilla en tierra de Coria
y a Ciudad Rodrigo que antiguamente se llamó Mirobriga”.
1173 Los árabes (uso indistintamente este nombre y el de moros)
sitiaron a Ciudad Rodrigo sin poder tomarla.
1178 “Alonso 8º reedificó en la frontera de su reino a Plasencia
donde antes estuvo Ambroz” y Fernando 2º la repobló en
1190.
1181 Referido Fernando 2º tubo que hacer levantar el sitio de
Ciudad Rodrigo puesto por Dn. Fernando de Castro con gran
número de moros, los venció y trabajó a los portugueses de
aquella raya. Tomó a Badajoz a los moros.
1184 Reconquistó a Cáceres, que volvió a perderse en 1196.
1185 Tomó a Trujillo y Medellín.
1190 “El emirato de Kasr el Fethah (el castillo de la entrada o de la
abertura) de que era Wali el poeta Abdala ben Moheb,
comprendía a Ebora, Badajoz, Sarisa, Mérida, Alcántara y
Coria.
1196 Los árabes tomaron a Cáceres y Plasencia. El Wali el
Mumenin tomó a Salamanca, la saqueó y arrasó dejándola
yerma.
1197 Alonso 8º se confederó con los moros que dominaban entre el
Tajo y Guadiana en Estremadura.
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1195 (Debió ponerse antes) Yakub ben Yusuf tomó de los cristianos
a Montánchez, Santa Cruz, Trujillo y Plasencia.
1200 “Alonso 8º reparó a Plasencia y Béjar, y Mirabel y Segura en
el monte argentario”.
1211 Era Domingo Obispo de Plasencia.
1212 Dicho Alfonso 8º entró por Ciudad Rodrigo y en guerra con el
Rey Alfonso de Portugal, tomó y arrasó a Freijo, Balsamao,
Ulgoso, Lindoso Melgazo y Contrasta (Valencia del Miño.
Ganó a los moros a Alcántara pero fué rechazado en Cáceres.
Tomó definitivamente y después de una viva resistencia la
fuerte plaza de Santibañez el alto, y taló y quemó otros
pueblos.
1218 Alonso 9º sitió sin éxito a Cáceres.
1222 Corrió las tierras de Estremadura y se puso sobre Cáceres cuio
cerco levantó por dinero.
1225 Reconquistó definitivamente a Cáceres.
1229 Guerra civil de los moros estremeños.
1230 Repetido Alonso 9º sitió a Mérida que ganó después de una
gran batalla al Rey Abenhut. También ganó a Badajoz y
Montánchez.
1231 Concilio de Obispos en el que estubieron Miguel de Ciudad
Rodrigo y Sancho de Coria.
1233 Las órdenes militares con el Obispo de Plasencia
reconquistaron definitivamente a Trujillo.
1234 Las mismas órdenes reconquistaron definitivamente a
Medellín.
1241 Jaime de Sanguineto, Obispo de Coria, con su gente arrojó a
los árabes de Zalamea, Llerena y otros pueblos al Sur de Sierra
Morena.
1257 Definitiva espulsión de los árabes armados y de los que por
virtud de los pactos no quisieron quedarse, de toda
Estremadura.
Como se ve por la anterior sucinta reseña, puede decirse que en esa
país hubo una continua lucha, que infinitas plazas fuertes fueron varias
veces tomadas y perdidas, y que la parte norte de él fué la que más sufrió
los efectos de las invasiones cristianas, y la que primero fué ocupada y
reconquistada por los pendones de la cruz.
19
Para cabal inteligencia y el objeto que me propongo diré que cuando
las respectivas reconquistas a los árabes de las plazas y terrenos españoles,
quedaron según los convenios muchas familias de ellos con su casa y
riquezas bajo el nombre de “Moriscos”, de los que su mayor parte se
convirtió ficticiamente a la fé ficticiamente. Todos los autores concuerdan
en que una gran parte de ellos eran ricos, y no pocos en sumo grado, y en
general listos, ladinos, inquietos, capaces para todo y dispuestos a la
rebelión y pensando siempre en realizarla.
Por ello en 1521 el emperador Carlos 5º espidió una Real cédula
dando seis meses de término a los de Vizcaya para evacuarla.
En 1526 se rebelaron los de Valencia, y en Enero de 1527 se dió un
Real decreto para que volviesen a la fe o saliesen de España.
En 1568 gran rebelión de ellos en las Alpujarras que duró dos años y
costó trabajo sofocarla.
Felipe 3º por Real decreto de 11 de Setiembre de 1609 los espulsó de
toda España, vedándoles bajo pena de muerte el sacar el oro, plata y joyas,
dándose por confiscados todos sus bienes, cuyas órdenes se ejecutaron con
rigor. Salieron para Africa cerca de un millón de personas, de sólo el reino
de Valencia cerca de ciento cuarenta mil y de Estremadura sobre 150.000,
las que naturalmente quedarían enterradas todas sus grandes riquezas,
prefiriendo esto a entregarlas a los que si bien con justicia eran sus
naturales y encarnizados enemigos.
Los árabes siempre tubiron esperanzas de volver a Extremadura,
particularmente cuando a últimos del siglo 12 y principios del 13, si bien la
perdieron subcesivamente, les quedaba aún casi toda Andalucía que, como
dejo dicho, no fué definitivamente conquistada hasta 1492, es decir 235
años después de la definitiva expulsión o reconquista estremeña.
Por todas las enumeradas vicisitudes y sus consecuencias, es para mí
fuera de duda que su suelo entraña grandes riquezas de los romanos, de los
árabes y de los moriscos, sin contar las de los cartagineses y de los
indígenas beturios y vectones.
También como complemento citaré las guerras que hemos tenido con
Portugal, puesto que en ellas padecieron mucho o fueron destruidos
algunos de los pueblos estremeños limítrofes a ambas fronteras, y en
alguno de cuyos términos dan tesoros los libros.
20
1375. Los portugueses estaban en guerra con Castilla y tenían
guarnición en Ciudad Rodrigo, desde donde talaban los pueblos
comarcanos.
1385. Nueva guerra. Los castellanos entraron por Ciudad Rodrigo
haciendo talas.
1386. Los portugueses talaron la Estremadura alta y pusieron
inútilmente cerco a Coria.
1396. Otra guerra que duró tres años. Los portugueses sitiaron a
Alcántara.
1477. Nueva guerra. Padecieron mucho las tierras de Ciudad
Rodrigo.
1659 a 1668. Otra guerra. En Castel Rodrigo perdimos 1200
hombres. En 1668 se hizo la paz.
1701. Guerra de sucesión. Los aliados tomaron a Alcántara, Ciudad
Rodrigo y Salamanca que se recobraron en 1706 y 1707.
1762. Nueva guerra con Portugal.
Hechas estas necesarias y convenientes disgresiones vuelvo a
ocuparme de los libros de tesoros.
Reunidos ya hasta seis con los que yo tenía, procedí a su examen
frío, claculado, (sic) detenido y filosófico; y en verdad que él me dio
resultados poco favorables en pro de aquellos y me hizo desconfiar mucho
de la certeza de su contenido.
Es muy natural y se concive bien que el que va a ocultar su riqueza
por un tiempo que no se sabe cuanto durará, procure hacerlo elijiendo sitios
en los que haya signos o objetos que no sean de fácil duración, tales como
las fuentes, los peñascos o piedras grandes y muy marcadas para no
confundirlas con otras, los castillos o sus cercanías, los grandes y
conocidos edificios, y los demás puntos citados en los libros, pues podrán
variarse los nombres de las cosas, pero no éstas a no haber un cataclismo
terráqueo.
Igualmente, es lo más natural que la ocultación se hiciese en tinajas,
ollas u otros objetos de barro cocido y grueso, en pilas o cofres de piedra,
pues todo ello por muy dentro de tierra que esté y por siglos que allí
permanezca ni se destruye ni se deteriora, como está probado, lo que no
sucede a la madera, a algunos de los metales, ni a otra clase de envases.
No me admira tampoco que el contenido que se asigna a esos tesoros
sea el de oro en polvo y en barras, piedras preciosas, alhajas y monedas de
21
oro y de plata. La historia nos dice que los romanos recojían en gran
cantidad el oro en polvo en el Tajo (Tagus) y en otros ríos de la
Estremadura alta y que para ello volcaban en grande los terrenos auríferos,
obteniéndolo por el labado de la fusión, y que los árabes hicieron lo propio,
y en algunas serranías de la Lusitania atesoraban rubíes, zafiros blancos,
esmeraldas y jacintos. Ya llevo dicho por esa misma historia que
imperando los Califas de Córdoba, se beneficiaban con gran lucro minas en
la Península. En su conquista a los godos les tomaron grandes riquezas. Mr.
Carlos Romey, en su historia de España traducida por A. Bergnes de las
Casas, en la 2ª edición en 1839, tomo 4º f. 31 dice: “La morería toda así en
España como en Africa, nunca fué propensa a fincar o hacendarse, sino
siempre afanada por atesorar y empozar sus caudales en sus mismos
albergues… había moriscos riquísimos…” En el tomo 2º fº 369 se lee: “Los
moros tenían muchos metales preciosos acuñados o en labor, y pedrería…”
Considero también natural que esos tesoros, los que tubieron más
tiempo y previsión los pusiesen en sitios solitarios y fragosos y les
marcasen señales pero no que llamasen mucho la atención; que los que
tubieron menos tiempo y que andar más de prisa, los ocultasen en cualquier
punto en que pudiesen, y sin señales obstensibles, contentándose con tomar
la distancia y viento de un punto u objeto dado, y que los que estubieran en
castillos, o pueblos fortificados, sitiados o próximos a serlo, los ocultasen
en ellos o en sus inmediaciones.
Sabido es asimismo que las tales ocultaciones fueron casi en su
totalidad consecuencia natural de esas correrías, batallas y reconquistas que
he citado; que esos tesoros según los mismos libros proceden de los árabes;
que éstos aun perdidos los terrenos en que se supone existir, tubieron
siempre la esperanza de volverse a ellos reconquistándolos, y más cuando
todabía después de evacuar en 1257 definitivamente a Estremadura,
dominaron hasta 1492 gran parte de Andalucía, y cuando perdidas
definitivamente hacia 1212 las comarcas en las que se asignan los tesoros,
todabía ocuparon 45 años, aunque no pacíficamente gran parte de
Estremadura baja; y natural y sabido es que por virtud de esas esperanzas
llevaron nota de las fincas que abandonaban, y más natural es que las
tomasen y guardaran de los puntos en que quedaban ocultas sus riquezas.
Hasta aquí no veo nada en los libros que no sea muy lógico, consiguiente y
posible.
22
Empero, ¿cómo se han formado esos libros, o mejor dicho, los
verdaderos, si existen, en que constasen esos tesoros enterrados? ¿Cómo
los han copiado y venido a España? Dudas y cuestiones son éstas de mucha
trascendencia y de suma importancia para saber la fe que merecen los que
nos ocupan.
El que oculta su riqueza lo hace muy sigilosamente, no lo dice a
nadie y cuando más, en último estremo, a sólo algun individuo íntimo de su
familia. Los árabes y los moriscos llevarían sí esas notas pero para ellos y
sus familias, no para hacer un catastro o registro general como lo son
aquellos. Sólo una solución posible veo a esta fuerte objeción, y es que
cuando ya transcurrido mucho tiempo y perdida casi la esperanza de volver
a estas comarcas, su gobierno, por conveniencia o por otro objeto, ordenase
que los descendientes de los ocultadores entregaran esas notas para formar
un archivo con ellas y que con efecto las entregaron en el todo o en parte.
Si así fué no veo tan difícil la solución a la segunda duda y probable la
procedencia que ha llegado a mi noticia se les da. De uno se dice que en
1605 lo trajo un capitán portugués Manuel Tavora y Barron que estubo
cautibo 12 años en el imperio de Marruecos, y de otro que lo trajo mucho
después un religioso que residió bastante allí y murió en el convento de
Ciudad Rodrigo, legándolo a su muerte a su sobrino Peralta, de San Martín
de Trevejo, a quien con verdad o mentira, la tradición constante y general
atribuye la saca de tesoros, origen de la riqueza de sus hijos y nietos, y aun
se añade que conseban ese berdadero libro. Mas si en primero fué
importado en 1601, esa fecha está en pugna con lo que diré, toda vez que él
fuese el original de los que poseho.
Me chocó que éstos sólo se concreten a un radio determinado y nada
hablen de ningún otro, pues absolutamente dicen de la izquierda del Tajo.
Las mismas fundadas razones que hay para creerlos enterrados en ese radio
militar para que los ocultasen fuera de él en los puntos que posehieron los
árabes y perdieron por la reconquista cristiana, y en los que hubo moriscos
y fueron espulsados. Podrase decir que a los que los trajeron sólo les
importaba el pais de que hablan o porque eran de él o tenían su familia o
afecciones y no pudieron o no quisieron copiar de los demás; y con efecto
sé de libros referentes a Andalucía, y el M. R. Feijoo habla de los relativos
a Galicia que dejo dicho impugna no con su acostumbrado buen criterio y
sabido es que los árabes posehieron muy corto tiempo aquellas provincias.
23
He notado asimismo que entre los libros mismos que andan por acá los hay
mucho más amplios y que comprenden más tesoros unos que otros.
Del propio modo llamó mi atención que todos lo que he visto o estén
en lengua portuguesa o hayan sido conocidamente traducidos y copiados de
ella, porque en la traducción se conserban voces de aquella lengua.
Atribuyen esta circunstancia a que en la misma estaba escrito el del capitán
Tavora.
Analizaré un poco esos libros fijándome en las cosas de más bulto
que he advertido y sin hacer cuenta de algunas de menos entidad.
ACTUALES NOMBRES DE LOS SITIOS FUENTES
Algunos de ellos, pero los menos, son en verdad góticos y arábigos
pero hay otros pronunciadamente modernos y no se concibe esto
considerando que cuando ocultaron esas riquezas y tomaron nota de los
sitios no se conocerían por tales nombres, a no ser que los dueños o sea los
importadores de los primeros libros en España o los posehedores con
posterioridad de ellos en épocas próximas los variasen en los mismos, lo
que para mí ni es presumible ni lo creo.
SEÑALES.- Se designan por tales los postes o marcos de piedra, los
peñascos o piedras grandes naturales, las redondas por el pico, las mesas y
bancos labrados, los brocales las pilas, las calzadas, los grabados en las
peñas con figuras de hombres, de animales, aves, reptiles, almirezes,
anteojos, herraduras, camas, campanas, armas blancas, escaleras, cruces,
llabes, piedras furadas o horadadas, utensilios domésticos, etc.
Fijémonos en las épocas en que racionalmente debieron verificarse
casi todas esas ocultaciones. 1ª Desde principios del siglo 12 por los árabes
que no querían reconocer vasallaje a los cristianos, hasta 1212 en que
definitivamente fueron expulsados del territorio en que me ocupo. 2ª desde
1608 a 1609 por los moriscos al evacuar la península sin permitirles sacar
sus riquezas.
Pues bien, tales ocultaciones las realizaron o prebiamente a la
inbasión, sabiéndola y como una prudente medida (hablo de los árabes), o
muy de prisa, teniéndola ya encima. En el primer caso cierto es que
tubieron tiempo sobrado para trabajar tan ostensibles signos como marcos,
mesas bancos, grabados y demás; pero no es natural tal abundancia ni tal
24
lujo de ellos que necesitando más de una persona para hacerlos y
colocarlos, está en abierta oposición con el sigilo de tales actos, y porque
esos signos, y más siendo recientes, habían de chocar a los
reconquistadores cristianos, que no eran tan rudos, y todabía ello podía
pasar tratándose de sitios ásperos y poco frecuentados, y lejanos de las
poblaciones, pero no en puntos llanos y cerca de ésta (que ya existían
algunas de ellas) como se observa. Además los árabes no usaban en sus
signos y geroglíficos figuras, pinturas ni esculturas de hombres, ni de
animales, ni de aves y quizá no se dé otro ejemplar que el patio de los
leones en la Alhambra… (aunque las cuartillas vienen numeradas por
detrás a lapicero consecutivamente, creemos que falta una hoja al no haber
concordancia en el relato)
De otra parte el tesoro nº 136 trae unos anteojos grabados, y este
objeto no creo fuese conocido entonces ni hasta siglos después. En el nº 63
dice como una de las señales “una cruz de alcarabaca”. El nº 116 lo fija
“junto a una cruz”. Los nos. 275 y 396 “debajo de una cruz” y el nº 388 “al
pie de una cruz”. Sabido y vulgar es el horror que los sectarios del Koran
tienen a el signo de nuestra redención y no veo siquiera presumible en
ningún sentido que usasen de él para señal y menos que sus riquezas las
colocasen debajo teniendo que erigirlo pues de seguro no existía allí.
El nº 368 tiene “un sobrero de tres picos”. Estos no se conocían
entonces, ni se conocieron hasta muchos siglos después.
El nº 60 trae “un cordero negro” grabado ¿cómo marcaron el color
para que fuese permanente?
El nº 318 pone como señal “un montón de piedra menuda” y no está
en consonancia un signo tan fácil de borrar con los que marcaban tan
sobradamente permanentes en otros, ni se concibe que pudiera durar tantos
siglos sin ser borrado por la misma acción del tiempo.
Acaso se dirá que en esos tesoros de las cruces era superior la codicia
para disimular más al sentimiento religioso, o que ellos y los de los
anteojos pertenecen a la segunda época, esto es a los moriscos, pero su
expulsión fué en 1609 y el libro de Tavora fué importado en 1601, ocho
años antes.
El nº 580 dice “tener una flor de lis”, ni entonces era conocida, ni es
dable la usasen los árabes.
25
LETREROS.- En muchos de los sitios a que se dan tesoros se habla
de letreros pero en general sin citar en qué lengua ni en qué caracteres, si
romanos, góticos o arábigos. En el nº 3 se dice “Domine”, esto es en
perfecto latin. Los nos. 49 y 91 aseguran “denotar grande riqueza”. El nº
319, “letras arábigas”; el nº 23 “letras que no se pueden leer”. El nº 31 “tres
letreros”, el nº 329 “letras que no se entienden”; el nº 348 “letras al revés y
al derecho”; el nº 352 “cinco letras vocales y otras”. Esta narración es por
sí sola suficiente para calificarlos de un tejido de mentiras.
El latín del 3 no es de la época árabe ni la palabra “Domine” la
usarían. Si los letreros de los nos. 49 y 91 “denotan gran riqueza” es prueba
que dirían el contenido de lo allí oculto; y cuidado que el 49 lo dan cerca de
un pueblo y de un camino ¿es esto creible?: es el cuento del gato robado y
las orejas por fuera. Los nos. 23 y 329 son “letras que no se pueden leer y
que no se entienden” ¿y por qué?; que hoy, por el transcurso de los siglos
sucediera eso lo comprendo pero no contrayéndonos a la época en que se
pusieron que es en la que debieron tomarse las notas. El nº 319 “letras
arábigas” ¿y qué decían ellas? ¿el tesoro? sino ¿para qué ponerlas? El nº
352 “letras vocales”, entonces ni hasta siglos después no se calificaron así.
Todo ello tiene visos de falsedad y de haberse escrito muy modernamente
o, al menos, desfigurándose los antiguos. Posible es que para señal y aun
para alejar sospechas de lo que allí se ocultaba, se buscasen si a mano
estaban o pusiesen lápidas antiguas romanas, votibas o sepulcrales u otras y
aun góticas, mas todabía así no se salvan todas las contradiciones que
lijeramente dejo esplicadas.
MEZQUITAS.- Con este nombre arábigo designa varios sitios en
que pone tesoros. Si se refiriera a las de su falso culto que existían cuando
su dominación, estarían en su lugar pero en unos más oscuros y en otros
más claro y hasta con los nombres propios de la Virgen o Santos de su
advocación, se contraen a templos cristianos, lo que hace creer supuesto o
al menos inverosímil el contenido. En muy pocos de los puntos ocupados
por los musulmanes se permitieron iglesias cristianas y aun concediendo su
existencia, no se concibe cómo los ocultasen allí los árabes y más cuando
alguna de esas iglesias son conocidamente mucho más modernas, tal como
el nº 120 “la mezquita del Frenos”. El nº 32 dice que “en el límite de Payo
hay una mezquita, y debajo del portal, en el medio, hay una herradura
pintada…”, aún suponiendo que pudieran grabarla sin que los viesen ¿no
había de llamar muy luego la atención esa señal tan marcada? ¿no habían
26
de conocer los cristianos la nueva obra del sitio en que ocultaban la
riqueza? Los nos. 133 y 140 los fijan uno, “debajo del altar”, y el otro
“debajo del púlpito” y se hallan en el mismo caso que el anterior, como se
encuentran en él, el nº 152 “debajo de un sepulcro que tiene un arco
encima”; el nº 353, “debajo de la escalera de Santa Ana”; el nº 387 “a dos
pasos del altar de la iglesia del castillo”; el nº 580 “en el altar”; ¿dónde
estaban los cristianos? ¿cómo los árabes las escondían en tales sitios?
Todavía es más marcada la inverosimilitud cuando en el nº 178 habla de
estar el tesoro “en el hombro de una Hermita vieja”, y en el nº 215 dice
“que en el altar de la mezquita de Guinaldo se hallará una piedra grande de
cantería de tres esquinas, y en cada esquina su joya de gran estimación…”
¿sería para que guardasen simetría?; y en el nº 353 que lo da “en el
cimiento del altar”, lo que significaría el absurdo de que el tesoro se
escondió antes de levantar el templo y por el mismo que hizo el tal
cimiento.
Algunos a quienes he demostrado estos argumentos me contestan
que los tesoros referentes a esas iglesias serían ocultados por los moriscos
pues en 1609 ya no había mezquitas y todos eran templos cristianos; pero
sobre que ello está en oposición con la fecha de la importación del libro de
Tavora, esa hipótesis aun no salva la cuestión, y en esa época ya los
moriscos inspiraban fundada desconfianza a los cristianos viejos que por
ella los celaban mucho.
Aun concediendo la ocultación de tesoros en los sitios que se
designan hay palpable exajeración en muchos de ellos acerca de la riqueza
enterrada. En el nº 26 dice “una tinaja de diamantes”, el nº 125 “once
millones” y el nº 200 “se pueden comprar cuatro ciudades”. Ricos eran
algunos árabes y posehían mucha pedrería pero no creo que uno, ni aunque
fuesen tres, cuatro o más los que reuniesen sus riquezas para enterrarla,
tuviesen nada menos que una tinaja de diamantes, por otra parte once
millones, y por otra para comprar cuatro ciudades. Entonces había
muchísimo menos numerario que hoy y los metales preciosos valían por
ello muchísimo más que en el día.
El nº 3 espresa que “a estado y medio de hondo hay un horno de teja”
¿cómo está allí? ¿quién y para qué lo ocultó a tal profundidad?
Los nos. 7-120-132-240-373-482 y 555 traen ocultos ídolos de oro y
de plata, y el nº 469 dice cándidamente: “En la mezquita de Irueña (es una
antigua ciudad romana) debajo del altar está toda la plata é ídolos de ella”.
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¿Qué ídolos eran? ¿a quiénes pertenecían? No a los árabes; tampoco
pudieron ser de los godos y hay que ir a los romanos; pero ni estos eran de
oro ni plata, ni es natural, ni tiene objeto conserbarlos después de ocho
siglos. Además el contenido del nº 469 está patentizado bien la falsedad.
El nº 47 habla de cubiertos ocultados. En aquella época no se
conocían los que hoy tienen ese nombre.
El nº 84 espresa que el tesoro era “de la Ninfa Lutides, o Cotides
según el 530, y el nº 111 lo señala “de la Ninfa”. Los árabes, ni los
cristianos, ni los moriscos, ni los godos, ni los romanos no tubieron ninfas,
porque es una espresión mitológica y poética.
El nº 89 asegura que el tesoro oculto “era del cónsul Lentulo”. Hubo
en efecto un cónsul romano de ese nombre, que como dejamos dicho fué
general en la Bética 182 años antes de J. C., pero aunque enterrase su
tesoro ni es presumible hubiese nota del sitio ni aún habiéndola puede
concebirse que al cabo de once o doce siglos estubiese sin sacarse o
habiéndolo extraído permaneciese intacto y sin aplicación para volverlo a
ocultar ni se ve un motibo histórico para que lo hiciese Lentulo.
Los nos. 90 y 96 dicen era el primero “de Asensia Nisa”, y el
segundo de “Asensia que peleaba junto a Torre Monteno”. Esos nombres
no son arábigos ni tampoco muy castellanos ni sabemos de tal amazona.
El nº 99 lo aplica “al pastor Vidal” y el nº 567 “al pastor de don
Felix”. Ricos eran ciertamente según eso los pastores de aquella época lo
que no está en consonancia con las historias y respecto al Don Felix.
El nº 559 trae contener “las armas de Don Felix”. Ni los árabes
tenían ni usaba el don ni este dictado era apenas conocido entre los
cristianos en la época árabe; pero aun concediendo que fuese de uno de
estos, pues el nombre es puro castellano, si lo ocultó de seguro no lo diría a
los musulmanes para que tomasen nota de él, y cuando ya fué
reconquistado el terreno en que se ocultó lo natural es que el buen Don
Felix o sus descendientes lo sacasen.
El nº 109 dice “en la sierra de las mesas hay una de cuatro esquinas o
cuatro asientos de piedra y debajo de cada uno hay un cuento de reis que
eran de los Obispos” y el nº 188 dice contener “tres cuentos de reis”.
Tantas mentiras e inverosimilitudes como palabras. La sierra de las Mesas
es positivo que en la dominación árabe y en la época de la ocultación no se
llamó así. Tomó ese nombre de la mesa de piedra que indudablemente
tiene; es increíble que al ocultar el tesoro guardasen esa simetría y la
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igualdad en la suma dada a cada asiento o esquina. Ni los árabes ni los
cristianos entonces conocían la moneda portuguesa de “reis” ni contaban
por ellos y menos creible es que los tesoros fuesen de los Obispos. Cierto
es que en aquel siglo y algunos antes era conocida esta dignidad en la
Iglesia católica, pero generalmente eran pobres y además repito lo que dejo
dicho sobre Don Felix.
Al nº 126 sólo le da contenido “una caldera de alquitrán”. Mucho
valor tenía en aquellos días esta composición cuando se ocultaba como las
cosas preciosas.
El nº 158 pone “dos tinajas de veneno” y el nº 220 “otra de
solimanes” y en ambos al lado de las de oro. Repito lo que llebo espresado
acerca del alquitrán y no creo además que entonces el veneno abundase
tanto que se metiese en tinajas ni veo el objeto.
El nº 150 lo supone “al pie de una fuente ciega de arena”. Que en día
lo estubiese después de 600 años lo comprendo pero no entonces y si como
no es imposible lo estaba el guardador debía presumir que al poco tiempo
se cegaría enteramente y desaparecería la señal.
El nº 142 dice contener “los tesoros de un Duque”. Esta dignidad o
título ni la usaban ni la conocieron los árabes, ni entre los cristianos se creó
hasta el año de 1349 en que Dn. Juan Manuel, señor de Villena, que fué el
primer Duque y si todabía quieren se refiera a la espulsión de los moriscos,
ni sé porqué un Duque lo ocultara y si pudo realizarlo vuelvo a decir que no
lo contaría a ellos para que tomasen razón y luego se sacaría.
El nº 144 es tal que asevera lo andubo acarreando nada menos que 15
días una acémila o mula. ¡Bueno sería! pues aunque el animalito no hiciese
mas que cuatro viajes al día y en cada uno portease sólo ocho @. Son 480
@. el contenido, supongo de oro y plata, que necesitan un gran hueco para
enterrarse y que de ello debieron enterarse algunas personas todo lo que
pugna con lo racional y lo creible.
A el nº 170 le da por dueño “Jaque Nerón” nombre que ni es árabe ni
español y que tiene algo de romano y si así es repito lo que llebo dicho con
respecto al cónsul Lentulo.
El nº 172 parece contener las joyas “del Almirante de Castilla”. Ya
en aquella época había esta dignidad pero ni sabemos viniese ninguno de
ellos por el sitio en que se supone su existencia ni concibo para qué las
ocultase menos que lo dijese a los moros y por último si pudo verificarse el
encierro de ellas él o sus descendientes de seguro lo sacarían.
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El nº 196 parece estar en el “peñasco Ferollo” (nombre portugués
que equivale a cerrojo en español) y que tiene por signo un cerrojo
grabado”. Como he dicho hablando de la sierra de las mesas, ese nombre de
“Ferollo” lo tomaría del grabado y por consiguiente posterior a él, de modo
que en la época de la ocupación el peñasco tendría otro nombre que era el
que debía constar en el libro para tener visos de cierto.
El nº 226 dice “lo que esté vivo no lo maten” y el 271 “Tiene quien
lo guarde”. Hay cosas tan eminentemente ridículas y tan absurdas y falsas
que basta su lectura para reírse de ellas y esto sucede con los supuestos
cancerveros de esos tesoros que resucitan las señaladas creencias de otros
tiempos.
El nº 303 lo señala en la Fuente de la mora “que riegan lino con
ella”. Hoy en efecto existe esa fuente y riegan lino pero particular es que en
aquella remota época tubiese su agua también ese destino.
El nº 310 dice tener “la riqueza de Niser que andubo desterrado”.
Este ¿era árabe o cristiano? Si lo primero (tiene el nombre poco de arábigo)
debía estar resentido de sus correligionarios y no decirles ni entonces ni
después la ocultación y si lo segundo, que no lo creo, después de cierto
tiempo lo sacaría y no constaría en los registros moros.
El 312 lo da “dentro de una fuente” lo que si no imposible es
improbable, difícil de creer y sin objeto sobre costoso variar el curso del
manantío y volverlo a su cauce primitivo.
El nº 328 es un tejido de fábulas. Dice que “a siete pies de
profundidad se hallará una mesa de piedra viva con los cajones llenos de
piedras preciosas… y una tinaja de cordones llena de tejas de oro… y 15
menas de oro molido en posas fabricado por el nigromántico… de los
cuatro reyes moros que prendieron en la batalla del castillo…” ¿Es creible
que para esconder las piedras preciosas fuesen a construir una mesa de
piedra con cajones?... había tinajas no se gastaba ese tiempo en la
construcción ni se daba la publicidad de ello y de conducirla. En cuanto al
oro fabricado por el nigromántico no merece ocuparse mucho de la
falsedad pues todos saben lo que es y que jamás existieron nigrománticos
ni alquimistas.
El nº 352 asevera contener dos ollas llenas de oro y una “no se sabe
de qué”. Particular es esta ignorancia en el guardador.
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El nº 414 dice “estar en aquel sitio enterrado el Rey Quipre y debajo
de él el tesoro”. Tal Rey no se vé ni en la cronología de los de los árabes, ni
de los cristianos, ni de los godos y hasta el nombre parece revelar ficción.
El nº 416 afirma contener “un becerro de oro como de tres años y
una cama de oro con cuatro hombres por postes o mástiles”. He dicho y
repito que los árabes no usaban figuras ni esculturas de animales ni es
creible tomasen ese becerro a los cristianos que tampoco poseían alhajas
tan monstruosas ni se vé el objeto de hacerlas y conservarlas así. Lo propio
sucede con la cama que entonces no se usaban cual la describe.
Lo mismo digo con respecto al nº 624 que es “una cabra de oro”.
En el nº 634 se espresa haber en el castillo de Ratarael un tesoro y
una inscripción que dice “Asporadid”. En tiempo de Abderramen, califa de
Córdoba, hubo un Asporadid poeta, historiador y guerrero que como
adelantado que era ganó una batalla por estas tierras al Rey de León pero
como fué vencedor no es presumible quedase oculto su tesoro en el castillo
y aun cuando lo hubiese quedado no pondría su nombre, y menos en letras
castellanas pues serían arábigas.
Después de este examen y de ver consignado tal fárrago de
inverosimilitudes, de falsedades, de anacronismos y de cuentos,
francamente arrojé indignado los libros considerándolos apócrifos y no
merecedores de que un hombre de mediano criterio se ocupase de ellos.
Mas ¿quién los inventó y con qué objeto los hizo? Tubo que ser o por
diversión o con el punible fin de especular con su contenido abusando de la
credulidad de los hombres sencillos. Lo primero no era creible y para mí lo
es menos hoy con los datos que he tomado. Juzgué lo segundo si bien
considerando que su espedición debía concretarse a gente de pocos
alcances y conocimientos históricos, pues a cualquier hombre que tenga
algunos y poseha un regular criterio se le ocurren a la primera lectura las
dudas que a mí y ceñida su venta a aquella clase de gentes poco lucratiba
sería.
Además, háblase en ellos de sitios conocidos, próximos a los pueblos
y se dan señales muy fáciles de verificar y todabía más en la época en que
se vieron los libros por primera vez, lo que quiere decir que uno, dos o tres
serían fácilmente engañados pero no los demás y poseídos por una persona
natural era los diese a copiar a su familia o a algún amigo íntimo y se
circunscribía más la criminal ganancia del inventor. Me chocaba también
que ni haya visto ni sepa ni crea los ha habido impresos de modo que su
31
espedición tenía que ser en manuscritos y siendo muy latos el trabajo de
copiarlos sobre dilatorio no lo compensaba la utilidad.
Estas consideraciones y otras, unidas a esas tradiciones y detalles
minuciosos y al parecer verídicos oidos por mí en todas partes y en pueblos
distantes entre sí y por personas formales y de imparcialidad que no era
fácil ni creible se hubiesen puesto de acuerdo, la esperiencia y el
convencimiento íntimo y fundado que tengo de que la tradición cuando la
acompañan ciertas circunstancias es la historia hablada y aunque se axajere
y en alguna parte se desfigure, encierra siempre un fondo de verdad y tiene
una base quizá más cierta que la historia escrita; la certidumbre demostrada
diariamente por los hallazgos casuales de la existencia de los tesoros, la
casi certidumbre apoyada en la historia, y en los acontecimientos y en las
probabilidades de que los árabes y los moriscos quedaron enterradas
muchas riquezas y se llevaron escritos los sitios que las contenían; el apego
y la afición que los hombres tenemos a lo marabilloso y hasta una ambición
no mezquina, no miserable sino dictada por nobles y honrradas causas, me
impulsaron a que no abandonase tan de lijero un negocio que aunque
condenado por los datos que he referido, todabía podía encerrar un fondo
de verdad que buscándolo y descendiendo a su natural y genuino origen
podía ser utilitario.
En su consecuencia, escribí a varios amigos de diferentes pueblos y
distantes entre sí, les pedí nuevas noticias, hice verificar señales y consigné
en dicho adjunto libro el resultado de esas indagaciones y con efecto, de
ellas aparece que se han sacado algunos tesoros de los de los libros, que
existen muchas señales de las que da así como las fuentes, valles, peñascos,
sierras, castillos, puertos y demás sitios que cita y esto se encuentra
comprendido en una estensión longitudinal de más de treinta leguas desde
Idanha Vella hasta cerca de Salamanca y nunca lejos de una inmensa linea
fortificada que tubieron los árabes muy marcada aún pues se ven todabía
las murallas de algunos castillos y los restos y cimientos de otros y que por
haber servido mucho tiempo de fronteras o estremos de las dos
dominaciones de árabes y cristianos y por ser el paso a las correrías de unos
y otros, fué teatro frecuentemente de rudas y sangrientas lides y de talas y
desolaciones uniéndose además ser en lo general pais montañoso y áspero y
por partes poco poblado aun en esas épocas a que me refiero. Estas
fundadas razones unidas a la de que muchos de los sitios y sus señales se
hallan en muy ásperas y elebadas sierras distantes de toda población y que
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no se conoce hayan existido en su proximidad o en sitios enrriscados y
salvajes me hicieron aprender de un modo positibo que ese libro no se
escribió por diversión y tampoco con el objeto de especular pues no se
concibe no es siquiera presumible que un hombre se dedicase por todo el
tiempo que se necesita para tal esploración por sitios tan ásperos y
solitarios y en tan dilatada estensión de terreno a buscar unas señales que
no le eran conocidas y cuya existencia ignoraba para aplicarlas a un objeto
que era espuesto e incierto y no podía como llebo dicho serle apenas
lucrativo y se concibe menos y es improbable y raya en lo imposible que él
mismo fuese quien grabase las figuras y objetos, labrase, llevase y fijase los
marcos, mesas, bancos, pilas, ruedas y demás de piedra que ciertamente
existen y cuidado que además de las señales que citan los libros que tengo
sé de la existencia de otras muchas que no se contienen en ellos y todabía
es más sorprendente tratándose de signos debajo de la superficie de la tierra
que se han verificado en algunos de los sitios comprendidos.
Y ¿para qué se pusieron esas señales con tanto cuidado y con tal
abundancia como se ven? No pudo ser para denotar límites o términos de
pueblos, cotos o heredades porque su contenido, su figura, las localidades
en que se encuentran, el modo con que están puestas y todas sus
circunstancias están en abierta oposición con ese objeto. No para perpetuar
hechos de armas porque sobre no estar en armonía con las costumbres de
cristianos y árabes, algunas de ellas se hallan repito en sitios tan ásperos
que es casi imposible pudieran darse allí. No como blasón de familia
porque igualmente sino todas las más están en pugna con las costumbres de
ambas dominaciones en aquellos siglos. Y indudable es que tales signos no
se pusieron por diversión ni por lujo sino con un fin dado.
Ante la evidencia de esos hechos y de esas fuertes consideraciones
cambié de opinión pero me hice el siguiente raciocinio. “Parece fuera de
duda que el libro tiene un fondo de verdad y que por él se han sacado
algunos tesoros pero el primero que lo encontró cierto ya de la verdad de su
contenido y siendo en tesis general insaciable la ambición humana seguiría
buscando los demás que contiene y sólo habrán quedado los que por no
encontrarse los sitios o haber desaparecido las señales no eran de fácil
esploración. Además los libros se han estendido mucho (sé hasta de quince)
hace largos años que son conocidos en el pais se sabe de muchísimos que
se han dedicado y dedican a su esploración y por todo ello lo que hace cien
33
años podía tener grandes posibilidades de éxito hoy carece de ellas o al
menos son muy remotas”
Ese raciocinio tan lógico y al parecer incuestionable pierde parte de
su fuerza ante los hechos de hallazgos de tesoros muy modernamente que
consigno en repetido adjunto libro si bien para mí es fuera de duda que de
los que éste contiene se han sacado muchos más de los que hay noticia.
Difícil es saberse con certidumbre el hallazgo de tesoros. Hay para
esto entre otras razones una tan obia como conocida. He dicho que según la
legislación vigente calcada en la antigua el tesoro encontrado en terreno
particular pertenece al dueño de él si se buscó cuidadosamente y en terreno
del Estado sólo pertenece la mitad al descubridor y la otra al Estado. No
cumpliendo con estas prescripciones en el orden moral se comete un robo
que en el orden legal no sólo es tal sino que por ello debe formarse una
causa criminal según la propia legislación y como es bien seguro que
ninguno de los descubridores llena la ley de aquí el grandísimo cuidado en
ocultar y negar siempre y a todo trance el hallazgo. Suele presumirse y
conjeturarse por la variación repentina de fortuna del descubridor sin
motibo ostensible y conocido y por otras conjeturas y mas en pueblos de no
gran vecindad mas no puede probarse y en rigor también esa variación de
fortuna puede proceder de causas aún más punibles aunque en este segundo
caso más tarde o más temprano se sabe y aprecia el origen además de que
ninguna de las personas que por la opinión pública voy a señalar como
halladoras de tesoros se encuentran por la misma en él sino muy al
contrario está abonada su buena conducta.
Quizá por aquel temor una vez encontrado algún tesoro no hayan
continuado en la búsqueda de otros contentándose con lo hallado sin
adquirir y arrostrar más compromisos por más que pudieran evadirlo
haciendo un convenio prebio con los dueños de los terrenos particulares y
dando su mitad a la Nación en los del estado si bien la práctica de lo
primero pudiera despertar sospechas del anterior hallazgo y la de lo
segundo ofrezca complicaciones y esposiciones tratándose de la hacienda
pública y hasta en el modo de llevarse a cabo.
Empero existen además otras causas para que no se hayan buscado y
no se hayan encontrado muchos tesoros:
1ª La falta de las señales marcadas o el desbío de ellas de los puntos
en que se colocaron. Estos signos tratándose de grabados en las peñas
puede haberlos borrado la mano del tiempo en tantos años bien porque con
34
la opinión del ilustrado Feijoo ellas crezcan bien porque indudable es que
recubriéndolas lo hace de las figuras o letras impresas allí y es necesario
saber fijamente sus sitios lo que no es fácil y quitar o raer ese musgo para
hallarlas y respecto a los marcos y demás o esa acción del tiempo puede
haberlos cubierto y hasta las fuentes si existían en valles y puntos bajos
porque sabido es que en ellos los torrentes y lluvias todos los años van
acumulando allí tierra y cascajo hasta formar un suelo mucho más elevado
que el de la época en que se verificó la ocultación de la riqueza al contrario
de lo que sucede en puntos elebados y que tengan declibe lo que ha dado
lugar en algunos al descubrimiento natural de su riqueza. También un
cataclismo terráqueo de los que habrán ocurrido en tan dilatado tiempo más
o menos local puede haber cambiado la faz del terreno y hasta producido la
destrucción y el desbío de las señales en otros. La mano del hombre ha
realizado una y otro en no pocos puntos ora edificando en y sobre los que
contienen los tesoros ignorando su existencia o dándoles otras ampliaciones
que han cambiado su forma y ora adrede porque buscándolos sin éxito o
porque ya no existían o porque no lo hicieron con criterio han tenido la
bárbara complacencia de inutilizar las señales o arrojarlas a alguna
distancia y sin ello las mismas y repetidas esploraciones han hecho que se
pierda el hilo para su búsqueda.
2ª Porque hay fuentes, valles, peñascos, arroyos, castillos y hasta
sierras con el mismo nombre en diferentes sitios y hasta en un mismo
terreno y los libros oscuros muchas veces no dan datos bastantes para
poderse saber con fijeza cuál de esos sitios con idéntico nombre es el que
verdaderamente contiene lo que se busca y tanto más si los guardadores no
tubieron tiempo o no quisieron marcarlos con ciertos signos ostensibles y
claros contentándose con designar el punto, las distancias y vientos o las
señales han desaparecido por cualquiera de las enarradas causas.
3ª Porque esas fuentes, valles, peñascos, castillos, arroyos y sierras
han cambiado sus primitibos nombres y los con que se les designa en los
libros y en algunos no una sola vez y no se conocen de muchos años y aún
siglos con los que tenían a la época de la ocultación y en otros se ignora su
existencia bajo ningún nombre. En castillos particularmente sucede esto de
algunos no hay ya ni aun apenas restos y se duda aun por ellos el nombre
que tuvieron y de otros el sitio que ocuparon y en varios hay confusión
acerca de su genuino nombre.
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4ª Porque he notado que bien por error de los copistas que en general
han sido hombres que malamente sabían escribir por la prisa con que
sacaron las copias por equivocación del primer importador o importadores
cometida al tomarlos en Africa o al traducirlos por la tradución también de
la lengua portuguesa a la española o por cualquiera otra causa hay en los
varios libros que he leído y aun entre los mismos míos errores de bulto,
repeticiones y crasas y trascendentales contradiciones y adiciones o
supresiones tratándose de un mismo tesoro y tanto que en unos se fija la
existencia al Norte e. q. y en otros al Sur en unos a 6 pasos y en otros a lo
etc. lo que dificulta y hace más costosa la esploración.
5ª Porque sean buscado por muchos años inútilmente las señales y
aún los sitios en que debían existir y por lo áspero y montuoso del terreno
no se han encontrado todabía los designados a algunos tesoros de otros ha
poco que se han hallado y por casualidad y aún de otros sé que los mismos
que vieron casualmente las señales volvieron a buscarlas cuidadosamente y
ya no las encontraron. Esto se esplica bien y es común en un terreno
montuoso.
6ª Porque la casi total parte de los esploradores es gente proletaria y
poco entendida que huyendo de los citados peligros han ido y van de noche
muy a escondidas, de prisa y no pueden apenas ni hacer trabajos de alguna
entidad ni salir a sitios largos de su domicilio porque se pierden jornales
que es la base de su subsistencia ni los pocos que así ejecutan son con tino,
criterio y oportuna aplicación y no obstante me sorprende que aun así no
encuentren porque alguna vez debieran acertar lo que me prueba como dejo
sentado que se han sacado más tesoros que los que se saben o que los sitios
en que los buscan no son los que verdaderamente los contienen. En lo
general todos los sitios muy públicos por próximos a las poblaciones están
muy buscados escepto aquellos que o están dentro de las mismas o tiempo
ha en propiedades de particulares cerradas y cerca de ellas.
7ª En fin y prescindiendo de otras porque engañados por la identidad
de nombres y aun por la de algunas señales equíbocas ha habido
obstinación en buscarlos en puntos donde nunca se ocultaron y los
verdaderos que los contienen están a algunas leguas de distancia y tal vez
vírgenes de esploraciones.
Por todo ello quise por sí mismo y acompañado de mi indicado
amigo comprobar las señales de algunos sitios y en cuanto nos fuese
posible la del hallazgo siquiera de uno de los tesoros contenidos en el libro
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adquiriendo la convicción moral de la veracidad del mismo hallazgo y al
efecto hicimos tres expediciones cuyos detalles están en repetido adjunto
libro en 4º que a costa de no escaso trabajo y de algunos desembolsos he
formado y en el que por los datos reunidos y aplicados a cada tesoro puede
apreciarse mejor la fuerza e las razones y consecuencias que en esta
disertación aduzco y para completa inteligencia de ella y para el fin que me
he propuesto repetiré aquí algunos de esos datos.
Omitiré el detalle de las señales comprobadas por no hacer más
pesado este escrito y aparte de los tesoros encontrados por casualidad que
allí constan y no son de los contenidos en los libros que tengo y he visto
aunque quizá los trajesen otros en el todo o en parte referiré lo que sé de los
que hay noticia se hayan encontrado y se citen en mis libros y lo haré con
verdad y franqueza.
El nº 17 dice: “en la Fuente de Navamajada por cima de ella hay dos
peñascos naturales a modo de postes y en uno de ellos grabada una bigornia
y en medio de los dos una tinaja con seis @. de oro”. Jacinto Pascual Perez,
vecino de Valverde del Fresno a quien trato tiempo ha y tengo
esperimentado ser hombre sencillo, veraz y honrrado si bien algo crédulo
asegura que esa fuente está en la Sierra de las Mesas a una legua de
Valverde que él vió la bigornia grabada y el hueco de la tinaja que contenía
el tesoro que habían sacado sin saber quién.
El nº 22 “En casa fuerte por donde salían a dar agua a los caballos
está un poste a la derecha según se sale de media vara de alto y debajo de él
a una vara de hondo hay una gran porción de dinero en una olla”. De mis
noticias resulta que esa casa fuerte estaba en el pueblo de Alberquería de
Argañán, partido de Ciudad Rodrigo, que no ha muchos años arrancaron el
poste para una obra pero sin buscar el tesoro que poco después lo buscaron
y encontraron.
En el nº 33 se lee: “En la quinta de Peña Parda por la parte de afuera
están unos puercos de piedra y al pie de ellos están diez barras de oro”. Es
un pueblo en el partido de Ciudad Rodrigo. Se asegura lo sacaron pocos
años hace.
Los nos. 41-225-372-559-560-562-616 y 617 son respectivamente
referentes a tesoros en el Castillo Fragoso y en sus cercanías. Hasta ahora,
después de tanto tiempo, es lo cierto que no se sabe positivamente cuál fue
este castillo pero por las averiguaciones que he practicado entiendo fué el
que hubo al pie de la Alquería del Gasco en las Hurdes donde aún se ven
37
cimientos colosales y pruebas de que fué quemado cerca de la alquería
“Fragosa” y del riachuelo con el mismo nombre y la tradición de aquellos
moradores es de que hay por allí muchos tesoros y que el próximo
riachuelo “Caudaloso” se denomina así por los muchos caudales que baña.
Dn. Manuel de la Cruz Rodríguez entendido cura de Cambroncino en
las mismas Hurdes a 3 ½ leguas del repetido castillo que por encargo y
ruego mío visitó detenidamente todo aquel fragosísimo y despoblado pais
me decía en Enero, Febrero y Marzo último que había visto muchas boca
minas antiquísimas y “que era indudable” que ha cuatro años unos
forasteros vinieron con un libro y sacaron un tesoro por cima de la repetida
alquería del Casco.
Los nos. 42-214-215-216-217-218-289 y 312 se refieren a tesoros en
término de Fuente Guinaldo, villa del partido judicial de Ciudad Rodrigo.
Según mi amigo y consocio el ilustrado médico Dn. Serafín Palomar,
le aseguró el Dn. N. Castillo, natural de dicha villa y actualmente
vecino de Plasencia, que hace pocos años vió barras de oro que habían
sacado de uno de esos tesoros encontrado por casualidad que tenían la
figura como de vizcochos y pesaba cada uno de 15 a 18 onzas.
El nº 44 dice: “En la fuente longa puesto a vever se estiende el brazo
derecho dos veces y adonde llega se hallará mucha riqueza”.
Está a legua y media de Valverde del Fresno hacia Navas Frias y se
asegura en el pais como cosa indudable que lo sacaron pocos años ha unos
zaclabineros cuios minuciosos detalles me refirieron y no senté.
El nº 57 “En el castillo de Feria junto a Nifanca hallarán una cara de
un hombre grabada y junto a ella están dos quintales de oro”.
Está en Portugal y todas las noticias adquiridas comprueban que hará
veinte años, sacando piedra de ese castillo para edificar unas casas
encontraron casualmente el tesoro. Cuando esas noticias y esas
contradicciones se refieren a épocas tan próximas hay un fundado motibo
para creerlas ciertas.
En el nº 85 “En el peñasco furado de la Sierra del Salar…” junto a la
Sierra de la Estrella en Portugal y por los datos recojidos parece positibo lo
sacaron hace diez años y que era grande.
El nº 123 dice: “Junto a San Blas el Viejo encontrarán pintado en una
peña un gato y a un lado una peña redonda con unas letras encima y debajo
de ella están dos ollas llenas de oro molido con unos ladrillos en las bocas”.
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Juan Antonio Córdoba vecino de esta ciudad que también se dedicó a
buscar tesoros que es hombre formal y muy viejo me asegura que esa
hermita está en la Sierra del Gato (7 leguas de ésta) que ya la han
reedificado y que es indudable sacaron el tesoro pocos años ha un tío Polo
de quien más adelante hablaré y el cura de Peña Parda que él mismo vió las
señales y destruyó por su mano el gato.
El nº 149 “En la Fuente Roble adonde esta nace a poco fondo una
talla de piedras preciosas y otras joyas”. Está en Portugal frente de Ciudad
Rodrigo y en el pais hay la constante creencia de que lo sacaron no ha
muchos años.
El nº 190 “En la Fuente del Salgueral que tiene por arriba un comaro
y a seis pasos para el mediodía hallarán en el mismo comaro una pila de
ladrillos cubierta con argamasa embutida cubierta de cantería y dentro tres
@. de oro con un Almofraris apertrechado de oro”. Comaro en portugués es
un cerrito o pequeño montón de tierra y almofraris un almirez.
Había oído que por el año de 1820 unos desconocidos fueron de
noche a sacar el tesoro y casualmente sorprendidos por un vecino de
Valverde del Fresno huyeron llevándose el oro y dejándose el almofraris
del mismo metal y que aun existían personas que lo vieron.
Fuimos a Valverde y al sitio de la Fuente que está a ½ cuarto de
legua de dicha villa en la punta esterior de una calleja y de una cerca.
Vimos parte del comaro a 5 pasos al Sur aún se conocen los restos de los
ladrillos muy antiguos de la pila y los de argamasa y de piedra granítica (el
terreno es de esquisto) esparcidos por allí.
En Valverde examinamos a varias personas de ellas dos que dicen
vieron el almirez y todas unánimes confirmaron el hecho. Esto es altamente
significatibo.
El nº 155 dice: “En el valle claso o craso en un camino grande hay
una losa o piedra con herraduras debajo de ella hay 4 @. de monedas a
estado y medio de hondo”.
Este valle está entre Valverde y las Eljas buscaron el tesoro y se
presume lo sacaron pues existe un hoyo muy bien hecho y como
calafateado pero cerca de la peña y no debajo y a mucha menos
profundidad.
El nº 205 “En la Fuente Sobrea o Sobrera que está por bajo del
castillo Albariño y al pie del camino que pasa de la villa de Freixo para la
villa grande de Trevellin hallarán dos piedras de cantería pequeñas y en un
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peñasco para el poniente de ambas en el mismo peñasco argamasado y
lleno de oro”.
Este peñasco lo tiene aún la fuente que está en término de la villa de
Eljas. La tradición del pais asegura que este tesoro lo sacó muchos años
hace Dn. N. Peralta, abuelo del actual Dn. Juan Peralta, vecino muy rico de
San Martín de Trevejo y a dicho abuelo y a su hijo padre del Don Juan
atribuye esa tradición que sacaron por el verdadero libro que le dejó su tío
el enunciado fraile de Ciudad Rodrigo varios tesoros. Creo haya
exageración en la saca de tantos, de algunos de los que de su prisión por lo
mismo en principios del reinado de Fernando 7º y del porque salió de ella
se cuentan curiosos detalles. Yo nada aseguro pero lo cierto es que su
fortuna probiene de ello y he hablado con personas que dicen conocieron
personalmente a repetido abuelo y aseguran era pobre y luego muy rico. No
respondo de la verdad.
El nº 207 contiene “En el salto del moro otro saltito pequeño delante
hallarás una señal y debajo de ella mucho haber”.
Este salto está tres cuartos de legua antes de llegar a la antigua villa
árabe fortificada de Santibañez el alto. En él hay cuatro herradas grabadas
en una peña a la izquierda del camino y a la derecha se encuentra un
cancho redondo con letras arábigas.
El Licenciado Dn. Cayetano Fontán que repetidas veces lo ha visto
dice ser tradición constante en aquella villa que hacia el año de 1830
sacaron de allí el tesoro unos franceses que venían vendiendo añil.
El nº 245 “En Villamiel está una calle llamada Ponte Petre está un
molino o lagar de vino debajo de adonde cae el peso está una tinaja con
oro”.
En 1849 vivía en la casa de dicha calle donde estaba el lagar de vino
un pobre herrero. Referido Jacinto Pascual tenía un libro que traía ese
tesoro e invitado por el herrero fué allá una noche con otros dos
compañeros de Pascual a esplorarlo. Cabaron y se encontró tierra mobediza
y ladrillos y un caño argamasado. Entonces el herrero bajo pretexto de que
venía el día despidiendo a Pascual y compañeros quedando en avisarlos lo
que aún no ha realizado y él a muy poco tiempo compró la casa y alguna
otra finca.
El nº 271 dice: “En la Sierra de Jalama se hallará la cabeza de un
moro en una peña y en otra la de un carnero hechas a pico y en el medio
cavarán y hay una gran fortuna. Tiene quien la guarde”.
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Antedicho Córdoba me asegura que él vió la cabeza del moro y el
hueco donde unos esploradores cavaron y sacaron el tesoro sin que el
guardador se opusiese. ¿Sería que los árabes entonces más ilustrados que
los cristianos sabiendo que estos creían en encantamientos de que habla
hasta la ley de partida sobre tesoros los supusiesen para alejarlos?
Jalama es una sierra muy elebada, fragosa y despoblada, cuya cima
conserba la niebe una parte del año.
Los nos. 281-318 y otros traen tesoros en término de Zarza la Mayor
y en los canchos de Ramiro y mi amigo Dn. Bernardo Santaló en su carta
de 15 de Febrero último me dice:
“El cerro Ramiro es muy fragoso y indudable es que de la misma
cuchilla de la Sierra un estrangero sacó años ha un tesoro y desapareció. En
el mismo cerro hay una escabación de grandes dimensiones.”
El nº 314 dice: “En la Fuente vieja que sale para el mediodía al salir
de la fuente a la izquierda un paso está un baul de piedra con mucha
riqueza”.
En Mayo último fuimos a esta fuente que está en término de Cilleros
próxima a la cabeza del Mocho media legua de Fuente Santa al pie y a la
derecha del camino de Valverde del Fresno a la Zarza que con efecto sale
para el medio día y notando estar remobido el terreno aunque de tiempo
muy antiguo nos dijo un cabrero portugués que ha 45 años reside por ello
que ese tesoro sabía él lo sacó Peralta ha poco más o menos el mismo
tiempo.
El nº 317 “En lo alto del cabezo de Santa Ana hay una venta y al pie
una mezquita y entre los dos marcos cuatro @. de oro”.
Ese pueblo de Santa Ana es uno arruinado hoy en término de San
Martín de Trevejo y además del nº 317 se dan allí los nos. 291-293-316-
353 y 371 pero dudo que estos sean en aquel terreno.
En San Martín en aquellos pueblos inmediatos y particularmente en
Valverde del Fresno se asegura que hace unos 70 años Dn. Alejo de la Peña
vecino que fué de Valverde que había comprado el terreno del nº 317 lo
buscó haciendo una zanja (que aún se vé) larga y profunda y después de
trabajar mucho lo encontró y me lo ha confirmado un nieto político del
Peña.
El nº 328 da un tesoro en las vegas de Peñarubio al pie de su fuente y
debajo de un poste.
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Esas vegas comprenden lo que hoy es la Huerta de las Moreras en la
Encomienda de Benabente. Estube en ellas pregunté por el poste y los
cabreros me dijeron que hace años lo arrancaron para un chozo y que más
abajo en el cerrito de Peñarubias uno encontró casualmente hace catorce
años una olla con polbo de oro que estaba enterrada pero viéndosele y a el
borde.
El nº 396 dice: “Sierra Alta. En dicho límite y en lo alto de ella hace
una plazuela y en ella está una cruz y debajo de dicha cruz hay mucho oro
en monedas a estado y medio de hondo”.
Hay varias sierras con este nombre y en todas ellas se buscó a la que
indudablemente se refiere es a la llamada así en término de Zarza la Mayor
en la Encomienda de Benavente cerca de las que contienen los castillos de
Torre Centena y de Juan Alonso. Hace la plazuela que se dice en ella hay
los cimientos al parecer de un castillo se ve tirada la cruz de piedra y un
gran hoyo y se asegura lo sacó Peralta hace muchos años. Lo cierto es que
en el próximo pasado de 1859 el cedacero que vive en la villa de Eljas fué
con otro vecino del mismo pueblo buscando tesoros estubieron en ese sitio
rebuscaron en los escombros del hoyo y encontraron todabía una
antiquísima moneda de oro que vendieron en Zeclabin en 100 reales.
En esa gran encomienda de Benabente se ven muchas sierras con
paredes y restos de castillos y los libros traen muchos tesoros en la misma y
sus inmediaciones.
En espresada Sierra de Jalama se dan por la tradición y los libros
muchos tesoros. El nº 77 dice: “En la Fuente de Hinchecuartillos a ocho
pasos de la fuente al poniente está una cueba de ladrillos cocidos llena de
oro altura estado y medio”.
Se asegura que hace pocos años lo sacó casualmente un vaquero.
En el nº 398 se ve: “En el límite de las ventas del Caballo y en la
fuente o pozito de ellas para el Norte a siete pasos del pozito hay unas
letras con piedras siete pasos más adelante hacia el norte hay una caldera de
monedas de oro a estado y medio”.
Este sitio es en el medio del camino de Coria a la Zarza en término
de Cilleros y casi a la linde del camino digo Encomienda de Benabente
frente de la próxima sierra en que están los restos del Castillo de las
Dueñas.
Fuimos a el cabreo Rafael Naranjo que tiene allí la majada y
sembrado en el pozito nos dijo tener noticias que habían existido las
42
piedras con letras pero se las llevaron para un corral y que su amigo
Fernando Furreras jonalero de la Zarza arrancando allí cerca jaras para un
horno encontró una olla llena de polvos negruzcos que tiró creyéndolos de
salvadera llevándose sólo cosa de un dedal de ellos que resultaron ser de
oro. He visto el sitio y tres pedazos limpios de la antigua olla. Este
encuentro fué en 1858.
El nº 431 dice: “Adonde llaman la Torrecentena en la misma cisterna
en la esquina está un haber de los mayores que se puedan dar”.
Esta torre con restos bien marcados se halla en lo alto de una sierra
en un grande cancho en la encomienda de Benabente y me aseguraron los
antiguos cabreros de aquellos contornos que hace muchos años se
encontraron casualmente en esa torre muchas barras de oro por la persona
que me citaron y no recuerdo pero no en la cisterna porque no saben la
tenga. Hay otra Torre Centena cerca de Valverde.
El nº 476 es así: “En el Alafurin de Gata a la entrada de la torre está
un guijarro blanco y debajo mucha riqueza”.
Ese Alafurin parece ser la alta torre árabe conocida hoy por la
“Almenara de Gata” y en el pueblo de Cadalso (cerca de ella) me
aseguraron que hace muchos años sacó ese tesoro un escribano cuio
nombre y vecindad espresaron y no recuerdo.
En el nº 614 se lee: “Eljas. En la fuente del Borbollón que es de poco
correr y es de cantería por bajo tiene un guijarro blanco y cavando al pie de
la fuente hallarán una tinaja hecha en la misma peña con dos @. de oro.
Me dijeron que hace unos 50 años una muger de las Eljas que
casualmente estaba detrás de una pared oyó a dos que pasaban a caballo
para el pueblo de Valverde (un paseo de Eljas) donde había función “Aquí,
dijo uno, señalando el sitio, está el tesoro ¿lo sacamos ahora?” “No,
contestó el otro, lo dejaremos para la noche” y se marcharon. Salió la
muger y con poquísimo trabajo sacó el oro. Fuimos a Eljas y Francisco
Moreno (a) Paletito, labrador acomodado y hombre formal y su hermano
nos lo confirmaron añadiéndome lo sabían a no dudar porque esa mujer fué
hermana de su abuelo. Vimos el sitio que está cerca del pueblo.
En el nº 618 se ve “En la Peña de Urdoña en lo alto de ella hay un
abujero tapado con una losa y debajo hay una porción de oro y plata.”
Está en término de Ciudad Rodrigo y parece lo sacó hacia el año de
1852 repetido tío Polo habiéndoseme referido los detalles muy creibles. Lo
positibo es que este era un pobre por entonces y hoy es cierto (me consta
43
por su mismo abogado en un pleito sobre préstamo de seis mil duros) que
tiene buenas fincas y hecho préstamos cuantiosos pero dice que su fortuna
procede “de que en el año malo de 56 al 57 cojió algunos miles de @. de
patatas…”
En el nº 634 dice: “En el castillo de Racha Rachel o Ratarael se halla
una puerta que mira al poniente hay un gato pintado en una piedra frente al
gato un paso de la pared a un estado de hondo y debajo hay mucha
riqueza”.
Ese castillo del que y de sus cercanías traen los libros muchos tesoros
es según unos el de “Peñafiel” a media legua de la Zarza perteneciente a la
Encomienda de Benabente y según otros estuvo en la Encomienda de Val
de Alcaldes.
Dicho Sr. Santaló en 26 de Febrero próximo pasado me decía: “… el
castillo de Zarza la Mayor donde según la tradición en el algibe o pozo y en
los cerros inmediatos a este hay tesoros sacaron uno no lejos pero en tierra
labrantía que hizo la suerte de una familia de la Zarza y por cierto que era
oro en polbo en una olla y que el encuentro fué bien casual”.
El nº 640 da un tesoro cerca de Sancti Spiritus pequeño lugar en
término de Ciudad Rodrigo.
Me han asegurado lo sacó hace unos veinte años Dn. N. Morales hoy
rico hacendado de Ciudad Rodrigo y que entonces era un pobre zapatero.
Mis libros no lo traen pero he oído que otros dan un tesoro al pie de
Vegas de Coria alquería de las Hurdes debajo de un peñasco que tenía
grabado el sol y la luna.
El repetido cura de Cambroncino Sr. Rodríguez preguntándole yo
sobre ello me decía en Mayo último:
“Hará 15 o 16 años vinieron unos de Ciudad Rodrigo con un libro y
sacaron un tesoro al sitio de Arroyo la Muda término de Vegas de Coria
debajo de un peñasco donde he visto grabado aún el sol y la Luna”.
Tal vez he sido difuso pero lo creo necesario para que por esos datos
pueda formarse un juicio imparcial y filosófico pues son tales que no puedo
menos a mi entender de dárseles asenso y en comprobación añadiré un
hecho bien reciente.
En nuestra última espedición llevada a cabo de 7 al 18 de Mayo entre
los jornaleros que tomamos en Moraleja iba el tío Francisco Fernandez
natural de Aldea Vella en Portugal a dos leguas de Valverde del Fresno
pero avecindado 30 años ha en dicho Moraleja y le acompañaba su sobrino
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Manuel Fernandez que acababa de llegar de repetido Aldea Vella. Este nos
contó que en últimos de Abril llegaron al campo de aquel pueblo dos
personad decentes con sus caballos y un criado y estando el Manuel con un
primo suyo les preguntaron por la “Fuente del Helecho” ofreciendo
gratificarles si se la enseñaban y estando cerca de ella lo hicieron y se
retiraron un poco que los forasteros sacaron un libro cavaron un poco y
encontraron una olla que metieron en un costal y marcharon tan de prisa
que dejaron olvidado el libro en la fuente y lo recojió su citado primo.
Este importante acaecimiento merecía comprobarse y embié una
persona de confianza a aldea Vella al efecto y por si querían vender el
libro. Verificó exactamente en la esencia lo ocurrido y respecto al libro dijo
el portugués lo prestaría por 20 días dándole 2000 reis (50 reales) y una
fianza de 25 duros mientras se lo devolvía cumplido uno y otro ha venido a
mi poder sólo contiene 30 tesoros y de ellos 24 los tengo con pequeños
variantes en mis libros.
Estos hechos hablan muy alto. Yo no sé cómo combinarlos y
armonizarlos con las fundadas dudas y objeciones que dejo sentadas y con
otras que me ocurren pero lo cierto es que ante la irreprochable lógica de
los hechos enmudecen las teorías.
Por ellos y con ellos entiendo en resumen que el negocio de los
tesoros de los libros merecen muy bien hacerse esploraciones con calma
bien meditadas después de prebias confrontaciones de sitios y si es posible
de algunas señales en puntos no atacados por otros y después de tomadas
cuantas noticias y antecedentes sean posibles por exajeradas que parezcan y
por pequeña que sea o parezca ser la persona que las dé. En estas cosas
nada puede ni debe despreciarse pues todo conduce a formar cabal juicio.
Para cumplir con la conciencia y con la ley y para hacer las exploraciones
con la calma y el tino que corresponde debe hacerse un convenio prebio
con los dueños de los terrenos debe llevarse un guía que los conozca bien y
tomar noticias de los cabreros y pastores que por ellos hayan estado y
estén. Sé y sé bien que no es operación hoy tan facil y sencilla como a
primera vista parece al menos en la mayor parte de los tesoros pues como
llevo dicho la lucha con las variaciones que el transcurso de tantos siglos
habrá producido con la falta de señales o el desbío de ellas en algunos con
la oscuridad, contradiciones, errores e inverosimilitudes contenidas en los
mismos libros con la identidad de nombres de los sitios, con la ignorancia
de los que se sacaron salbo los ya citados y con otra proción de dificultades
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pero también sé que para realizar algunas esploraciones no se necesita
ningún capital pues seis u ocho jornaleros buenos caban mucho en un día la
tierra remobida una vez se conoce aunque pasen siglos y no pueden estar a
grandes profundidades aunque debe tenerse presente que la cosa escondida
puede quedar en un radio de media vara esto es puede cabarse mucho y
quedar en lo no cabado.
He omitido referir casi todas las curiosas historias que he oido sobre
tesoros porque haría interminable este escrito.
Par concluir debo copiar lo que en 27 del último Febrero me escribió
un amigo entendido, frío y ya de años a quien consulté y dice así:
“Yo no puedo reirme en manera alguna de los tesoros porque tengo
gran convencimiento de ello, y lo que siento es no poderte ayudar con
conocimientos porque sabes son muy escasos los míos. En la busca yo
tendría presentes algunas circunstancias a mi modo de ver indispensables.
1ª La tradición acomodada al contenido de los libros. 2ª La analogía de los
nombres antiguos a los modernos. 3ª La forma en que se hallen grabados
los gerogríficos; porque tienes que tener presente que los antiguos no sólo
los ponían como señal sino como dirección, pues no en todos los sitios
señalados esta precisamente la cosa guardada, sino que cuando ponían un
gato, por ejemplo, unas veces la cabeza señala la dirección, si que también
las patas, las uñas, &ª. Los hay con una flor y sin embargo o los ponían en
la raiz o al contrario las hojas dan la dirección, por manera que no porque
en el mismo donde esté la señal no se halle lo que se busca, no por eso deja
de haberlo siempre que no haya sido sacado.
Una cosa te hace mucha falta y es los nombres que daban en la
antigüedad a los vientos que difieren mucho de los modernos: yo tenía una
nota de ellos, la he buscado y no la encuentro. En el tiempo que me dediqué
a las antiguedades bajo la dirección del anticuario de la Catedral de Toledo,
aprendí que antes de fijar los nombres a los vientos se serbían de las
estrellas, otra circunstancia que aunque la sabes mejor que yo, me permito
el hacértela.
Demasiado conoces que la exploración no puede considerarse como
una cosa que maquinalmente se busca, sino como una cosa científica; pues
el ir buscando lo guardado cuatro, cinco o más siglos, penetrar el
pensamiento y el disimulo del guardador, de quien no son conocidos la
malicia, las costumbres individuales más o menos sagaces, sin tener mas
verdadero intérprete que el tiempo y sus alteraciones, en mi juicio es cosa
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algo dificultosa; sin embargo un plan formado despacio, con calma,
acomodando las operaciones al cálculo, creo que puede dar regulares
resultados, y luego que se hayan hecho tres o cuatro esploraciones, y
observado bien las diferencias esenciales y accidentales que ofrezcan
podrán en lo subsesibo dar brillantes frutos.
Respecto a lo que me espresas sobre señales, me confirmo más y más
en lo que llebo dicho sobre analogías, se concibe bien que el guardador que
puso la cabeza de carnero fué ganadero; las tijeras un comerciante; las
herraduras un guerrero…”
Termino esta pesada memoria sometiéndola a plumas mejor cortadas
que la mía.
Coria 26 de Junio de 1860.