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  • 7/31/2019 Buscando Una Huaca

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    Buscando una Huaca. Utopaandina, arquitectura y espaciospblicos en el Per. Primera

    mitad del siglo XX Elio Martuccelli Casanova

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    BUSCANDO UNA HUACA.

    UTOPA ANDINA, ARQUITECTURA

    Y ESPACIOS PBLICOS EN EL PER.

    PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

    Primera edicin

    Enero, 2012

    Lima - Per

    Elio Martuccelli Casanova

    PROYECTO LIBRO DIGITAL

    PLD 0413

    Editor: Vctor Lpez Guzmn

    http://www.guzlop-editoras.com/[email protected]@gmail.comfacebook.com/guzlopster

    twitter.com/guzlopster428 4071 - 999 921 348Lima - Per

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    PROYECTO LIBRO DIGITAL (PLD)

    El proyecto libro digital propone que los apuntes de clases, las tesis y los avances en investigacin(papers) de las profesoras y profesores de las universidades peruanas sean convertidos en libro digital

    y difundidos por internet en forma gratuita a travs de nuestra pgina web. Los recursoseconmicos disponibles para este proyecto provienen de las utilidades nuestras por los trabajos deedicin y publicacin a terceros, por lo tanto, son limitados.

    Un libro digital, tambin conocido como e-book, eBook, ecolibro o libro electrnico, es unaversin electrnica de la digitalizacin y diagramacin de un libro que originariamente es editado paraser impreso en papel y que puede encontrarse en internet o en CD-ROM. Por, lo tanto, no reemplaza allibro impreso.

    Entre las ventajas del libro digital se tienen: su accesibilidad (se puede leer en cualquier parte que tenga electricidad), su difusin globalizada (mediante internet nos da una gran independencia geogrca), su incorporacin a la carrera tecnolgica y la posibilidad de disminuir la brecha digital (inseparable dela competicin por la inuencia cultural), su aprovechamiento a los cambios de hbitos de los estudiantes asociados al internet y a las redessociales (siendo la oportunidad de difundir, de una forma diferente, el conocimiento), su realizacin permitir disminuir o anular la percepcin de nuestras lites polticas frente a la supuesta

    incompetencia de nuestras profesoras y profesores de producir libros, ponencias y trabajos de investiga-cin de alta calidad en los contenidos, y, que su existencia no est circunscrita solo a las letras.

    Algunos objetivos que esperamos alcanzar: Que el estudiante, como usuario nal, tenga el curso que est llevando desarrollado como un libro (contodas las caractersticas de un libro impreso) en formato digital. Que las profesoras y profesores actualicen la informacin dada a los estudiantes, mejorando suscontenidos, aplicaciones y ejemplos; pudiendo evaluar sus aportes y coherencia en los cursos que dicta. Que las profesoras y profesores, y estudiantes logren una familiaridad con el uso de estas nuevastecnologas. El libro digital bien elaborado, permitir dar un buen nivel de conocimientos a las alumnas y alumnosde las universidades nacionales y, especialmente, a los del interior del pas donde la calidad de laeducacin actualmente es muy deciente tanto por la infraestructura fsica como por el personal docente. E l pe rsona l doc e nte j uga r un ro l de tu tor , fa c i l i ta dor y c onduc tor de proy e c tos

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    de investigacin de las alumnas y alumnos tomando como base el libro digital y las direcciones electr-nicas recomendadas. Que este proyecto ayude a las universidades nacionales en las acreditaciones internacionales ymejorar la sustentacin de sus presupuestos anuales en el Congreso.

    En el aspecto legal: Las autoras o autores ceden sus derechos para esta edicin digital, sin perder su autora, permitiendo

    que su obra sea puesta en internet como descarga gratuita. Las autoras o autores pueden hacer nuevas ediciones basadas o no en esta versin digital.

    Lima - Per, enero del 2011

    El conocimiento es til solo si se difunde y aplica

    Vctor Lpez GuzmnEditor

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    AbstractThe andean utopia, suggested as a doubt or desire, helps the reader understand theoverview of architecture in the first half of the twentieth century in Lima and Peru. Thisvariable allows the interpretation of this recent age, urging a reflection in Peruvian archi-tecture from an Indian perspective, either present or absent along history. The Andeanutopia is considered a well-known topic in social sciences or in art, and from which some-thing specific could still be revealed by architectural shapes and urban space. Therefore,design should face the theme of the andean utopia bearing all its meaning, which containsevasion, fiction and hope.

    Key words:andean utopia, indigenism (indian perspective / indian movement), architecture, publicspaces, Lima, Peru, first half of the twentieth century.

    Resumen

    La utopa andina, planteada como duda o deseo, puede servirnos para realizar una lecturade lo que ha sido la arquitectura de la primera mitad del siglo XX en Lima y en el Per:la variable que nos permita leer e interpretar una poca reciente. Se trata, entonces, dereflexionar sobre lo ocurrido en la arquitectura peruana a partir de una lnea indigenista,presente y ausente a lo largo de la historia. Un tema muchas veces tratado en las cienciassociales o el arte, pero del que todava puede descifrarse algo especfico desde las formasarquitectnicas y los espacios urbanos. Finalmente, enfrentar el diseo con el tema de la

    utopa andina en toda su carga de evasin, ficcin y esperanza.Palabras claves:utopa andina, indigenismo, arquitectura, espacios pblicos, Lima, Per, primeramitad del siglo XX.

    BUSCANDO UNA HUACAUtopa andina, arquitectura y espacios pblicos en el Per

    Primera mitad del siglo XX*

    Elio Martuccelli Casanova**

    * Este trabajo forma parte de una reflexin mayor en torno a las utopas. La investigacin se lleva acabo de manera independiente y no ha sido presentada en evento alguno.

    ** Doctor Arquitecto. Docencia en la Universidad Ricardo Palma, Universidad Peruana de CienciasAplicadas, Seccin de Posgrado de la Universidad Nacional de Ingeniera. E mail: [email protected]

    ur[b]es

    Vol. 3, , Lima, enero-diciembre 2006, pp. 203-232

    [203][203]

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    1. Introduccin

    En un grupo de textos, escritos en el Per en la segunda mitad de la dcada de 1980, secoincidi en abordar el tema de la utopa andina desde una perspectiva socialista que pudiera

    ser novedosa. Los textos de Flores Galindo, Burga y Quijano fueron especialmente agudosy estimulantes, escritos durante una de las etapas ms sangrientas del Per contemporneo.Eran, tambin, reflexiones dolorosas y necesarias en medio de una guerra que mostraba unavez ms las brutales diferencias entre las ciudades de la costa y el resto del pas.2

    Las utopas quieren ser, sobre todo, profecas al futuro. Es extrao pensar en una que sehaya ya dado, una que no tenga que inventarse en el futuro, sino ms bien que haya yaexistido alguna vez en el pasado. Eso es el Cusco del siglo XV. El lugar de la justicia, elbienestar. O al menos en eso lo ha convertido el mito.

    Este es un rasgo distintivo de la utopa andina. La ciudad ideal no queda fuera

    de la historia o remotamente al inicio de los tiempos. Por el contrario, es un

    acontecimiento histrico. Ha existido. Tiene un nombre; el Tahuantinsuyo. Unosgobernantes; los incas. Una capital; el Cusco. El contenido que guarda esta cons-

    truccin ha sido cambiado para imaginar un reino sin hambre, sin explotacin y

    donde los hombres andinos vuelvan a gobernar. El n del desorden y la obscuridad.

    Inca signica idea o principio ordenador. (Flores Galindo, 1987: 49)

    Flores Galindo agrega algo, que de ser verdad, demostrara con fuerza las diferencias entredos pases que podran ser tan parecidos como Mxico y Per: existira una utopa inca, perono existira una utopa azteca. Realidades distintas hicieron en un pas que fueran necesariascosas que en el otro no lo eran.

    Y al mismo tiempo, existira una utopa inca, as como no existira una utopa chavn owari, que de alguna manera fueron tambin culturas hegemnicas en la historia de esteterritorio. Mucho menos habra utopa paracas o mochica.Algo ocurre, entonces, en la mente de los peruanos contemporneos. Una manera particularde ver la historia, en lo que respecta al mundo perfecto de los incas, algo que se repite demodo parecido en todos los colegios del pas: el Tahuantinsuyo como poca de bienestar.Para este texto, hemos optado por el trmino, ms general y aceptado, de utopa andina,al otro de utopa inca, que podra resultar demasiado especfico.Estamos hablando, entonces, de algo que suena y resuena, de un mito que se mantienevivo en relatos como el de Inkarri. En l, se cuenta de muchas maneras y en variedad deversiones, como el cuerpo mutilado por los conquistadores se unir a la cabeza decapitada

    del inca. El cuerpo desmembrado se regenera bajo la tierra hasta unirse con la cabeza, parasalir a la superficie y restaurar el tiempo y el espacio.Es, adems, interesante ver cmo los datos histricos no se ajustan exactamente. Pues si elmito hiciera referencia al inca Atahualpa, en la realidad, ste fue ejecutado con la pena delgarrote, es decir ahorcado. Pero incluso Guamn Poma, el cronista ayacuchano, lo retratadecapitado. Guamn est obligado en este punto a falsear la historia: es una recuperacinsimblica de la nica muerte merecida por el hijo del Sol: la sangre deba encontrarse conla tierra madre. Y la cabeza, dividida del cuerpo, dar inicio a la leyenda. Slo as, sobre esedesgarro y mutilacin, se tejer de muchas formas el sueo de un regreso a la vida desdela muerte, y slo as se invertir y se recuperar la historia. Aqu est lo ms importante:

    cmo el conjunto de leyendas termina produciendo un discurso que acta en el presente(Burga, 2005 {1988}: 125). Guamn Poma, adems, en laNueva crnicay buen gobierno,escrita y dibujada entre 1612 y 1616, insina una poca dorada, el paraso Auca Runa,anterior al de los incas, de quienes tambin expresa admiracin.

    [204]

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    Si la Conquista signific para algunos el mismsimo fin del mundo, la expulsin de losinvasores puede an restablecer ese orden de pronto invertido.

    2. Las utopas existen o se inventan. Las utopas se construyen

    El imperio inca, tal como fue visto por algunos de los europeos, a la distancia por supuesto,era una utopa. Un fuerte imperio construido por el inca Pachactec, el Reformador delMundo, cuya existencia real algunos discuten, reuniendo pueblos dispersos en un soloterritorio. La historia lo indica como el organizador de todo el podero inca que hasta an-tes de l no era demasiado grande. El Tahuantinsuyo, como imperio, ser la obra de tresmonarcas en un lapso de tiempo de seis o siete dcadas. Es muy breve el momento si secompara a la larga presencia del ser humano en esta parte de Amrica y a todas las culturashegemnicas y regionales que habran existido. Por eso, cada vez que aparece en la mentede los peruanos el sueo de regresar a un tiempo pasado, slo se plantea como el regresoa ese momento especfico de la historia precolombina marcado en el siglo XV y el Cuscocomo lugar emblemtico.En realidad, ms cerca de la verdad sera decir que el imperio inca, suponiendo que se tratade un imperio, haba sido un estado multicultural sin el tiempo suficiente para conformaruna nacin homognea, con etnias tremendamente descontentas en su interior. En lostestimonios que presentan el Tahuantinsuyo como lugar ideal, suele no mencionarse dosprcticas bastante comunes en tiempos de los incas: los sacrificios humamos, necesarioscada cierto tiempo, y el destierro, como el castigo ms duro en un mundo donde cadapersona est compenetrada con su medio geogrfico y cultural. En fin, caractersticasque parecen inevitables cuando se trata de imperios y de dictaduras. Es decir, habra unprolongado proceso mental, en que el gobierno desptico inca se transform en una so-

    ciedad de bienestar y felicidad. Un largo proceso de olvidos en el que los distintos grupossociales, antes dominados por los incas, terminaron homogeneizndose frente a ese otrogrupo, el de los espaoles, que eran completamente extraos al lugar. Es decir, un mosaicode pueblos autctonos tuvo que amalgamarse y armonizar entre ellos para recuperar enparte su identidad.

    En la historia andina, por ejemplo, la reciprocidad no impidi el poder, ni la

    dominacin. Actu en dos niveles. En la base y en la cspide de la estructura de

    dominacin, como mecanismo de solidadridad, un intercambio entre iguales. Y, al

    propio tiempo, entre dominantes y dominados, como mecanismo de articulacin y de

    solidaridad entre desiguales. Eso indica que la reciprocidad no necesariamente

    requiere la igualdad. Pero, a diferencia del mercado, requiere la solidaridad.

    (Quijano, 1988: 38)

    Tal vez es el testimonio del cusqueo Garcilaso de la Vega, el que se imponga y terminesiendo el ms importante en este juego de deformaciones decisivas de la realidad, el quems y mejor apuntal este mito inca de costumbres organizadas y conductas slidas.

    Esperanza y expectativa en las conciencias indgenas por el regreso del inca.

    Finalmente praxis social de revuelta anticolonial. En todos estos fenmenos en-

    contramos, a manera de fuerzas subyacentes, la idealizacin del pasado inca, la

    rehabilitacin de las familias nobles cusqueas, la inversin de la realidad

    (volver al orden indgena) y la prdica indirecta del regreso a tiempos mejores.

    A aqullos, muy probablemente, que fueron descritos por Garcilaso y Guaman Poma.

    Todos estos procesos conducen al nacimiento de la utopa andina. (Burga, 2005

    [1988}: 429)

    El regreso de un supuesto inca y la restitucin del imperio es tema de muchas rebeliones, desdela de Manco Inca, la primera de todas, hasta la decapitacin en 1572 de Tpac Amaru I, ltimo

    [205]

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    inca rebelde de Vilcabamba. Paralelamente, se da el Taki Onkoy, un fenmeno que tuvo lugara pocas dcadas de haber llegado los europeos, y que implicaba el regreso a las huacas, a la rea-lizacin de fiestas y ritos que mantuvieran vivos a los antiguos dioses. A lo largo de la Coloniamuchos proyectos de resistencia a la dominacin y resurreccin de valores andinos se siguieron

    dando, incluyendo el siglo XVIII. Juan Santos Atahualpa en 1742 y Tpac Amaru II en 1780son intentos, aunque no iguales, de este mismo proceso. El primero consigui establecer unreducto inexpugnable en la selva central y adquiri ribetes mgicos al nunca ser apresado nimorir a manos de los espaoles. Lo de Tpac Amaru II animaba a creer en un nuevo proyectonacional, sobre la base de una nacionalidad andina. Recogera lo esencial del pasado inca y secreara as un pas nuevo y distinto.

    3. La Repblica: sueos y monstruos

    A poco de iniciarse la Repblica, existir el intento, durante tres aos, de instaurar unaConfederacin Peruano-Boliviana (1836-1839). Para los limeos, se trat de una invasin,

    a la que se opusieron hasta derrotar al Mariscal Santa Cruz. Pero no era esa la percepcinque se tena de lo que estaba ocurriendo, sobre todo, en las regiones del sur del Per: unproyecto poltico alternativo, que poda ser interesante, pero que fue desmantelado, final-mente, desde Lima por los limeos.

    El indio es, pues, aceptado en tanto paisaje y gloria lejana. Es sabio si es

    pasado y abstracto, como Manco Cpac. Es bruto o estlido, e impuro y vn-

    dalo, si es presente, como Santa Cruz. Apelar a la memoria de los Incas para

    despreciar y segregar al indio. Las races de la ms conservadora retrica in-

    digenista criolla, cuyos ecos son perceptibles en nuestros das, deben buscarse

    aqu. (Mendez, 2000: 19)

    Movimientos indigenistas siguieron habiendo. Intentos distintos podemos encontrar en elPer a lo largo del siglo XIX por regresar a viejas estructuras de organizacin, anterioresa las coloniales. Dentro de ello, podran situarse los sueos de restauracin indigenista de

    Juan de Bustamante. Tampoco se puede olvidar lo que Pedro Atusparia logr en el depar-tamento de ncash hacia 1885.Los propsitos de Rumi Maqui y su accionar en el altiplano, tienen que ver nuevamentecon restaurar el mundo prehispnico. As como ocurri con Juan Santos Atahualpa, RumiMaqui desparece sin dejar rastro en 1917. Coincide, adems, con el ao de la revolucinbolchevique, y en el caso puneo termin con una gran represin. Teodomiro GutirrezCuevas, su verdadero nombre, haba sido militar y subprefecto de Chucuito, cargo desde elque haba tratado de favorecer a los campesinos. Luego escribira un informe por encargo del

    presidente Billinghurst sobre la situacin de la regin. Nada de esto poda ser tolerado porel poder econmico y se emprendieron campaas en su contra, las que lo obligaron a esca-par del pas, regresando con la firme idea de iniciar un levantamiento. En Puno, Gutirrezasume el nombre de Rumi Maqui, realizando una combinacin que no es extraa entreel anarquismo y el milenarismo. Apostaba por la necesidad de un gran levantamientocampesino, para destruir a los hacendados y reimplantar el Tahuantinsuyo.La palabra revolucin, en todos ellos, adquiere una de las acepciones precisas del vocablo,es decir, dar vuelta a una cosa hasta llegar al punto en el que estaba: una revolucin deballevarnos a como se encontraba el pas antes de la llegada europea.

    4. El Per en las primeras dcadas del siglo XXEn Mxico, se vivi un proceso distinto del vivido en Per. Una gran revolucin, generadapor las sucesivas reelecciones de Porfirio Daz, estall en todo el pas enfrentando a distintos

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    grupos. Fueron, desde 1910, aos tumultuosos. Pero era un proceso que vena a definir,desde el agro, el perfil de una nueva nacionalidad. Por eso, de pronto, no haba cabidapara soar con una lejana resurreccin azteca, porque una mexicana se estaba ya gestando.Comienzan a aparecer en el Distrito Federal monumentos a esta nueva identidad, con el

    extrao, ambiguo y lejano ejemplo del monumento a Cuahutemoc, de 1878: una lneaindigenista que llega hasta la dcada de 1940, en monumentos como el de la Revoluciny el de la Raza.En el Per, durante la dcada de 1920, se volvi a plantear de distintas maneras la utopaandina, que seguir apareciendo despus a lo largo del siglo XX, con todo lo que estoimplica en la vida nacional.Para lo que era el Per republicano de las primeras dcadas del siglo, algo vino a resque-brajar esa tradicin civilista instaurada en el poder, esencialmente aristocrtica. Ocurransucesos como el de Rumi Maqui, que en realidad venan acompaados de muchos otrosmovimientos campesinos en todo el pas. (Kapsoli, 1987 {1977}).En 1919, llega por segunda vez Legua al poder. Haba ya sido presidente del Per y re-presentaba la prosperidad, el cosmopolitismo, la modernidad. Por lo menos, no era igual alos aristcratas civilistas que lo precedieron, con quienes ya haba compartido el gobierno.Ahora, vena a traer algo nuevo: en absoluto radical, pero distinto a lo anterior, y conpromesas de reformas. Lo suyo fue una mezcla de capitalismo de Estado y liberalismo. Sugobierno se envolvi de una esttica progresista, de gestos fascinados por la tecnologa. Perono dejaba de tener rasgos profundamente oligrquicos. Esa era la esencia contradictoriade La Patria Nueva, que en sus mltiples caractersticas, dejaba entrever tambin ciertaapertura en cuanto al tema de las mayoras andinas en un pas como el Per.

    Legua, por entonces, acostumbraba hablar de la sufrida raza de Manco, inaugura

    un monumento al mtico fundador del imperio, utiliza el quechua en sus discursos

    (aunque en realidad no conoca esta lengua) y convierte el 24 de junio en Da delIndio y festividad cvica nacional. Demagogia, podra decirse, pero no fue del

    agrado de algunos hacendados, sobre todo en un ambiente tan cargadamentre racista

    como el que exista en el Per de entonces. (Flores Galindo, 1987: 254)

    El clima estaba dado por una serie de artculos de la nueva Constitucin de 1920, en la quese hablaba de proteger y desarrollar lo que entonces se denominaba la cuestin indgena.Las nuevas expectativas hicieron que campesinos y gamonales se enfrentaran, y el Estadose vio desbordado por los reclamos.En medio de tal efervescencia, encontramos la figura de Carlos Condorena, un dirigenteaimara nacido en la provincia de Huancan, en Puno. Condorena interesa en esta historiapor el intento que realiz de construir un pueblo para los aimaras de su provincia. Funden agosto de 1923, Wancho Lima, Ciudad de las Nieves, capital de la Repblica AimaraTahuantinsuyana. Se estaba fundando una ciudad, pero en realidad era una repblica,una sociedad libre de toda clase de explotacin, en la que se pretenda construir un pa-lacio de gobierno, iglesia, municipio, congreso, palacio de justicia, ministerios. Adems,universidad y escuelas.

    (Condorena) se sac el sombrero, observ el cielo y habl: // Este es un paso

    decisivo en la historia y de aqu no hay regreso al pasado. Pase lo que pase,

    nuestro pueblo ser la capital de la justicia social. // Parques, plazas, plazue-

    las y arboledas harn que sea una hermosa ciudad con el paso de los aos. // Una

    vez que seamos gobierno y capaces de gobernarnos, reclamaremos las tierras que

    nos han arrebatado los gamonales, mientras tanto, tienen que empezar a funcionar

    las escuelas. (Ayala, 2006:173)

    El sueo dur cuatro meses, y las obras recin iniciadas fueron destruidas por las FuerzasArmadas, mientras Condorena estaba en Lima. Cabe preguntarse por la arquitectura y

    [207]

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    el urbanismo que estaba all, en esos momentos, construyndose. Un incidente confuso yuna represalia sangrienta terminaron por impedir una utopa que haba comenzado a serrealidad.

    5. Indigenismos varios

    Luego del antecedente de la Asociacin Pro Indgena, creada por Pedro Zulen, se habafundado el Comit Pro Derecho Indgena Tahuantinsuyo. Legua termin prohibindoloen 1924, y haba ya formado un organismo estatal y rival en el Patronato de la Raza In-dgena.La dcada de 1920 fue, para algunos artistas e intelectuales de Lima, una posibilidad derenacimiento andino. Habra que ver realmente hasta dnde. En todo caso, se juntaban y seoponan los miedos de unos y las esperanzas de otros. Fue un debate muy rico el planteadodurante las primeras dcadas del siglo. Poda entreverse all no una, sino muchas posturasdel indigenismo, frente al tema del indio o de lo indio, desde distintas aproximacionesculturales y polticas.Sin duda, Jos Carlos Maritegui entenda que ste era un problema planteado por inte-lectuales y artistas, no campesinos, una mirada al problema desde otra cultura, que erala mestiza. As lo haba explicado para el caso de la literatura.

    La literatura indigenista no puede darnos una versin rigurosamente verista del

    indio. Tiene que idealizarlo y estilizarse. Tampoco puede darnos su propia nima.

    Es todava una literatura de mestizos. Por eso se llama indigenista y no indgena.

    Una literatura indgena, si debe venir, vendr a su tiempo. Cuando los propios

    indios estn en grado de producirla. (Maritegui, 1994 [1928]: 335)

    Maritegui fue, en este panorama, un personaje fundamental. No hay duda de que 7 ensayos deinterpretacin de la realidad peruanaes una obra crucial para entender el pas desde problemas que nose planteaban frontalmente.3 Repetira de distintas maneras que el Per, como repblica, se habaconstruido sin el indio y contra el indio. Y en esa lucha, haba que diferenciar claramente losindigenismos con ansias de reivindicacin frente a los exotismos. La revistaAmauta, aparecidaen 1926, cumpli, a su vez, un papel importante en la propagacin de ideas socialistas, coninformacin actualizada, rica y variada. Su diseo grfico, resuelto por artistas del indigenismo,era la expresin de dos lneas de pensamiento unidas: la de Maritegui y Sabogal.

    Amauta mostraba dibujos de las vanguardias europeas, como el cubismo y el expresionismo,con dibujos indigenistas. Sabogal ir, gradualmente, retratando lo incaico, lo indgena y lomestizo en etapas no excluyentes (Castrilln, 2006). Las vanguardias interesaban a Maritegui

    como movimiento renovador y revolucionario, aunque luego se les cuestiona al ver que algopodan tener de decadencia occidental. No dej la revista de difundir incluso la arquitecturamoderna de Sartoris y Mendelsohn.Por aquella poca, Jos Uriel Garca, Luis Alberto Snchez y Jorge Basadre manifestabanideas, a este respecto, bastante ms relativas y peruanistas en su voluntad integradora,sin exclusiones. Especficamente, el libro de Uriel Garca, El nuevo indio, de 1930, puedeconsiderarse como una apertura desde el indigenismo. Se puede contrastar estas posturascon aquellas que definitivamente s soaban con un pas nuevamente indgena, radicales yregresivas en su deseo de reconstruir y restaurar el pasado remoto.4

    No hay que olvidar, en este contexto, los descubrimientos arqueolgicos que venan producin-

    dose, entre los ms divulgados los de Julio C. Tello. La Arqueologa pone en el tapete, sacandoliteralmente a la luz, antiguas cuestiones que se transforman en nuevas inquietudes.En las dos primeras dcadas del siglo, la Arqueologa se va definiendo como disciplina cien-tfica y los descubrimientos van generando impacto en el imaginario del pas. Arquelogos

    [208]

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    y artistas estn perfilando una nueva visin del Per. Lo prehispnico como cosa viva, nomuerta: ms bien, asumindolo como un proceso interrumpido.Las artes plsticas, en menor grado, la arquitectura, tuvieron parte decisiva en este debate.En la Escuela Nacional de Bellas Artes (ENBA), dirigida por Daniel Hernndez, aparecan

    ya con fuerza profesores como Jos Sabogal, al que le segua un grupo de alumnos, algu-nos de provincias: la ENBA se volvi lugar propicio para la polmica. En el local del jirnncash, se haba construido una nueva fachada, una significativa obra de Piqueras Cotol,el profesor de escultura, con dos interesantes portadas.Alejandro Gonzlez, Apurimak, cont, ms de una vez, que como integrante de esas pri-meras promociones vivi la dualidad de dibujar minuciosamente y, de manera sistemtica,la cermica y los textiles que los arquelogos encontraban en sus excavaciones, mientrasaprenda en la escuela los cnones de la belleza occidental. (Ortiz De Zevallos, 2003: 188)Esquizofrenia habitual para la poca.5

    6. Esculturas Pblicas. Tomando algunos espacios, haciendo lo que se puedeHabra que recordar los monumentos construidos durante el siglo XIX por los distintosgobiernos. La joven repblica, en materia de esculturas pblicas, opt por recordar a losprceres de la Independencia, en muchos casos extranjeros, y no recordar personajes delpas precolombino. Por ejemplo, el monumento a Bolvar en la plaza del Congreso, sin irmuy lejos. A nivel de arte urbano, el mensaje parece claro: la Repblica haba superado ytransformado algunas cosas del Per virreinal, pero nunca para restituir un gobierno dedescendientes incas.Habra que esperar hasta el siglo XX, para encontrar en el parque de la Reserva un ejemplode lo que el indigenismo poda lograr como arte urbano.

    El diseo del parque corresponde bsicamente a Claudio Sahut y Alberto Jochamowitz.Contiene varios elementos, no todos de inspiracin prehispnica, pero hubo especial intersde los autores para que el parque fuera una evocacin del pasado autctono, aun cuandoalgunos edificios, sobre todo uno bastante grande, no fueron posibles.

    desde la Plaza Sucre, tambin deba partir otra avenida, que formando ngulo de

    45 con ella ascendiese en terrazas sucesivas para llegar a una plataforma en donde

    deba emerger el slido castillo de estilo propiamente indo-costeo; partiendo de

    las estructuras y ornamentos de Pachacamac, Maranga y Paramonga, sus altos muros

    decorados deban formar un edicio de aspecto importante, cuya maciza contextura

    traducira algo del recio y dominador espritu de los jefes indios. // Desgracia-

    damente este proyecto no pudo llevarse a ejecucin. (Jochamowitz, 1929: 96)

    El parque de la Reserva sera el lugar en el que se intent, por primera vez, el cambio deestatuas griegas por maceteros indgenas. Se realiz, a su vez, una escultura-fuente configuras inspiradas en la cermica precolombina, obra de Daniel Vsquez Paz, con un mi-nucioso trabajo de agua. Adems, la Casa del Inca, completada hacia 1928, una huaca, enrealidad, un pequeo edificio de Jos Sabogal, inspirado en la representacin arquitectnicade una cermica moche.

    una construccin en que trascienda el espritu de la raza. Estimo que Sabogal

    es el primero que ha conseguido infundirlo en uno de sus aspectos arquitectu-

    rales cual es el de la mansin individual // puede decirse que es la primera

    construccin incaica que se ha hecho en el Per desde que sucumbi Atahualpa.

    (Jochamowitz, 1929: 97)

    Una fuente ms, la de los ocos, obra de Ismael Pozo, contribuye a reforzar la tendenciaque quiso darse a este espacio verde.

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    Fig. n 1. Parque de la Reserva.Vista General. Alberto Jochamowitz.

    Claudio Sahut. Foto: Elio Martuccelli.

    Fig. n 2. Parque de la Reserva.Casa del Inca, 1928. Jos Sabogal.

    Foto: Elio Martuccelli.

    Fig. n 3. Parque de la Reserva.Escultura-fuente. Daniel Vsquez.

    Foto: Elio Martuccelli.

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    Fig. n 4. Monumento a Manco Cpac. PlazaManco Cpac. La Victoria, 1926. DavidLozano. Foto: Elio Martuccelli.

    Fig. n 5. Monumento a Antonio Josde Sucre. Parque de la Reserva, 1924.David Lozano. Foto: Elio Martuccelli.

    Fig. n 6. Monumento a Mateo Paz Soldn.Parque de la Exposicin. Ismael Pozo. Foto:Elio Martuccelli.

    Fig. n 7. Monumento a Tpac Amaru. LuisAgurto. Publicado en Mundial, Nmero Ex-traordinario, Lima, 9 de diciembre de 1924.

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    El parque de la Reserva est diseado de manera axial, con un eje que remata en una galeracurva, una prgola de aire morisco y estanque central. Las fuentes y el edificio inca, enrealidad no forman parte exactamente de la composicin. Estn ubicados en lugares nojerrquicos del plan general, pero all estn. El conjunto marca, a su manera, la presencia

    del indigenismo en la capital. Este proyecto urbano es obra, paradjicamente, del segundogobierno de Legua. Es el reflejo de un momento en el que las fisuras eran posibles y quepodan darse interesantes ejemplos en monumentos y mobiliario urbano.De todos los distintos regalos que realizaron las colonias para las largas celebraciones deambos centenarios, cabe destacar el monumento a Manco Cpac, donado a la ciudad porla colonia japonesa e inaugurado el 4 de abril de 1926. El escultor elegido fue el peruanoDavid Lozano, que dos aos antes haba terminado el de Sucre, una obra que tambin tieneen la base motivos incaicos. El de Manco Cpac es un monumento de trece metros de alto;en la base de granito, aparecen esculturas y bajorrelieves que simbolizan distintos aspectosdel Tahuantinsuyo. La obra resulta ser el homenaje oficial que se le dedica al inca desde

    Lima y vino a reforzar la presencia y la importancia del indigenismo en la capital. Tuvo elgesto de introducir en la escultura pblica de Lima un personaje de nuestra historia inca:un intento por captar, por lo menos, calmar, los embates del indigenismo radical.Otro ejemplo, de la misma poca, es la estatua de Mateo Paz Soldn, que tiene en el pedestalcabezas de felinos y detalles precolombinos, obra del escultor Ismael Pozo.Qued la idea de un monumento a Tpac Amaru. Apareci publicada en 1924 la maqueta,obra del escultor Luis Agurto, anuncindose su pronta construccin en Lima por iniciativade Jos Santos Chocano. Una obra grande, que sera parte, aunque ligeramente tarde, dela conmemoracin del centenario, un homenaje al precursor de todos los libertadores.El pedestal llevaba, asimismo, una serie de motivos precolombinos.6

    7. Piedras de utilera

    Hay una lnea en la arquitectura del Per durante el siglo XX que se desplaza de la bsquedade lo particular, propia y especfica, a otra variante ligada a lo universal. Las restau-raciones nacionalistas tuvieron en la arquitectura peruana tres maneras de expresarse: atravs del neocolonial, lo que algunos han denominado neoinca (en realidad, indigenismo)y el neoperuano, posible fusin de ambas. Estas corrientes nacionalistas coexistieron ysiguieron desarrollos independientes. Plantean el problema de la identidad y tratan deformular, en algunos casos, un sustento terico. Todas ellas, enfrentndose o ignorndose,constituyen distintos proyectos de pas.En esta historia interesan los dos ltimos. El neoinca en arquitectura, a diferencia de loocurrido en las artes, no fue un movimiento programtico. Y su nombre no es el msadecuado, porque en sus proyectos pudo tomar elementos de otras culturas prehispnicas,arbitrariamente y de manera general: valdra usar el trmino neoprehispanismo. Implicauna cierta aoranza por una arcadia desaparecida. La denominacin indigenismo, o enplural, indigenismos, en el Per est ampliamente aceptada para las artes visuales, y es unconcepto ms amplio, que puede aplicarse tanto al pasado como al presente.En la lnea de los edificios radicalmente indigenistas, como reinterpretacin del pasado,encontramos dos trabajos de arquitectos extranjeros, que pudieron resolver muy distintosproyectos a lo largo de sus vidas. Hablamos de Sahut y Malachowski.Fechado en marzo de 1921 es el proyecto de Claudio Sahut para un Museo Arqueolgico,encargado por Vctor Larco Herrera, ubicado en la ltima cuadra de la avenida La Colmena,llegando a la plaza Dos de Mayo. Edificio de una sola planta, de organizacin simtrica yhall

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    central, pero que desplegaba en el exterior todos los elementos de la arquitectura incaica,y algunas referencias ms, siempre difciles de precisar. Estara construido en concreto yrevestida en piedra. Larco Herrera haba encargado a Julio C. Tello la clasificacin de su co-leccin. Problemas surgidos en la hacienda Chicama impidieron ste y otros proyectos.7

    Tiempo despus, Malachowski disea y construye en la avenida Alfonso Ugarte el quesera el nico gran edificio indigenista de Lima. El Museo de la Arqueologa (hoy MuseoNacional de la Cultura Peruana), promovido por el mismo Vctor Larco Herrera. Dentrode un esquema simtrico y planta clsica, se trabaj vanos trapezoidales, muros inclina-dos, figuras antropomorfas en los exteriores, grandes y medianas, adems de una serie deornamentos fantasiosos. Un edificio al que se le ha criticado su falsedad constructiva, suexageracin formal, su muy extraa presencia. Y sin embargo, existe.

    Fig. n 8. Maqueta delproyecto Museo Arqueol-gico Vctor Larco Herrera.Claudio Sahut. Publicado enMundial N 80, Ao II, Lima,25 de noviembre de 1921.

    Fig. n 9. Proyecto de una residenciaen una huaca. Claudio Sahut. Tomadode El Arquitecto Peruano, N 37. Lima,agosto de 1940.

    Fig. n 10. Museo Arqueolgico, 1924(hoy Museo Nacional de la CulturaPeruana). Ricardo de la Jaxa Mala-chowski. Vista del ingreso. Foto: ElioMartuccelli.

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    8. El Palacio de Gobierno, finalmente sin incas

    Legua se decidi por hacer profundas transformaciones del Palacio de Gobierno, apre-miado por el incendio de 1921. Nuevos espacios seran necesarios para las fiestas de ese

    ao y las que vendran en 1924. Fue el momento para hacer construcciones y decoradosinteresantes,que no resultaron permanentes.El nuevo edificio lo empezara a disear Claudio Sahut, para luego, varios aos despus,ser continuado por Malachowski. En 1926, Legua haba encargado a Sahut el diseo;pero dos aos despus de su cada, en 1932, se paralizaron las obras: ao de la barbarie,las preocupaciones del gobierno de Snchez Cerro estaban obviamente en otro lugar. Pos-teriormente, Benavides encarg la obra a Malachowski, reinicindose los trabajos en 1937con la demolicin de la parte antigua.El estilo es el que hasta hoy podemos ver: un edificio sin ningn rasgo indigenista, algoacadmico y afrancesado. Los tiempos ya no estaban como para que el arquitecto polaco

    volviera a ensayar la frmula que aplic en 1924 para el Museo Arqueolgico, ni tampocoSahut. El tema aqu era distinto: el Palacio de Gobierno del Per no estaba dispuesto atener forma de palacio inca.El actual Palacio de Gobierno fue terminado en 1938. Lo que vemos es el trabajo hetero-gneo de dos arquitectos diferentes, lo que es evidente en las fachadas. Cada saln, hechopor uno y otro, asume en sus distintos nombres estilos tambin diversos: el gran hall, elsaln Choquehuanca, el saln Dorado, el gran comedor, el saln Tpac Amaru, el salnSevillano. Las influencias son mltiples: renacentista, versallesco, art nouveau, neocolonial,morisco. Nada, en definitiva, que parezca precolombino.Antes de darse toda esta historia, Piqueras Cotol tuvo el encargo de Legua de disear un

    nuevo Palacio de Gobierno.8 El Pabelln Peruano que logr terminar para la ExposicinIberoamericana de 1929 en Sevilla, apenas era un ensayo de lo que pretenda hacer enLima. Pero el gobierno cambi, y ese palacio, que hubiera tenido mucho de fusin mestiza,nunca se hizo.Por eso, la experiencia del saln presidencial, construido para las celebraciones de 1921,queda como el testimonio de un momento intenso en la vida del pas. Algo, tambin, delSaln de 1924, para las celebraciones de la Batalla de Ayacucho. Para ste, Piqueras convoca sus alumnos ms cercanos: Elena Izcue, Jorge Vinatea Reinoso y Wenceslao Hinostroza.Siquiera por un instante, en las entraas del poder, se aprovech el momento preciso paraconstruir un saln de rasgos peruanistas. Parte del indigenismo entr al mismo Palacio

    de Gobierno en las tempranas fechas del centenario: tomaron por asalto el palacio. Aprove-charon la coyuntura de un incendio y, luego, de una celebracin. Todava faltaban algunosaos para oficializarse como corriente vencedora en la Escuela Nacional de Bellas Artes.ste era el prembulo, la anunciacin de algo que luego no logr consumarse. El indige-nismo artstico toc por un instante el poder. Lo hizo con Legua, en el acto apresurado deun decorado efmero en medio de un siniestro inesperado. Fue poco, en realidad fue muypoco, pero el ejemplo no deja de ser vigoroso e intenso.

    9. El sueo inconcluso

    No podra hacerse un paralelo con lo que en Mxico lograron los intelectuales y artistas.Una revolucin haba comenzado desde el ao 1910, y hay grandes ejemplos de artistasque estuvieron fuertemente comprometidos con el proceso. En Mxico, el nuevo estilo erala expresin de un nuevo estado de cosas que, dicho sea de paso, termin convertido en un

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    gobierno que logr perpetuarse en el poder. All logr construirse una imagen mestiza, quealgunos pueden criticar como la legitimacin de un solo partido en el gobierno durantetantas dcadas, lo que hay que mirar con recelo. Pero fue, sobre todo, la raz de una culturaunificadora nacional, de piel cobriza, orgullosa de su raza. Y lograron hacerse, en este

    sentido, algunos edificios bajo este tema, construcciones que se haban realizado ya en elsiglo XIX, de lo que no hay paralelo en el Per. El estilo neoprehispnico era un estiloms de la arquitectura decimonnica mexicana, pero, por lo menos, lo era. Luego, vieneuna historia propia del siglo XX, en la que se busca cambiar los cdigos formales del por-firismo y distanciarse as del antiguo rgimen y del vaco academicista. Aqu situamos eltrabajo del arquitecto Manuel Amabilis, con un discurso de izquierda que lo aproximabaa la reivindicacin social, apostando por el pasado prehispnico. Y algo, tambin, en eltrabajo de Obregn Santacilia (Toca Fernndez, 1989).Poco de eso puede decirse en el Per. Las cosas aqu no estaban para que el indigenismoalcanzara dimensin oficial. Las reformas sociales puestas en marcha eran autnticas, pero

    no radicales como las mexicanas que s se resolvieron en un momento violento y, sin duda,transformador. Sin eso, no se entiende el trabajo de Rivera, Orozco y Siqueiros. Ellos sir-vieron de ejemplo para que en el resto de Amrica Latina algunos artistas buscaran en elmundo campesino, del pasado y del presente, cada uno dentro de sus posibilidades, motivosde inspiracin. De los ejemplos latinoamericanos, Diego Rivera es el que ms interesa aMaritegui, creador de una obra revolucionaria, que fue divulgada en la revistaAmauta.Los intentos, aqu en el Per, corresponden a la llamada corriente indigenista y a algunosindependientes.

    10. Avanza el siglo XX

    Hay miedo en Lima: la revolucin que se escucha en la sierra vuelve sinnimas, cada vezms, las palabras inca y comunismo.De 1927, ser el famoso libro Tempestad en los Andes de Luis Valcrcel. Hay una fraseen este texto que Maritegui se encarga de subrayar con entusiasmo en el prlogo: elproletariado indgena espera un Lenin. Otra vez vuelven a juntarse indigenismo ycomunismo, como en buena parte de los intelectuales de izquierda. La utopa andinatermin dndole un rasgo particular a ese marxismo peruano de los aos 20, que entrminos religiosos tiene que ver con el tema del mesas y de la salvacin. Algo nuevocomo el socialismo poda, en el Per, encontrarse con su pasado remoto, y hacer que el

    marxismo occidental entronque con lo andino.Fue un francs, Louis Baudin, el que contribuy a algo ms: asociar en El imperio socialistade los incas, la organizacin incaica con la ideologa marxista, como si en aquella hubieraindicios de sta. Lo paradjico era que Baudin era ms bien un conservador, y en su li-bro publicado en francs en 1928, aprovecha el ejemplo inca para asociarlo a la prdicasocialista y criticar lo opresivo que puede haber en l. (Baudin, 1945 {1928}) Una ideaque en el Per sigui desarrollndose a lo largo del siglo, ya con otros ojos y en otrasmanos, es decir, ya no desde la derecha, sino ms bien desde la izquierda.En 1936, aparece el libro Del ayllu al cooperativismo socialista de Hildebrando CastroPozo. Aqu explica cmo las comunidades indgenas deben convertirse en cooperativas

    de produccin. En su conciencia agraria, por su historia pasada y su propuesta futura,el Per estaba llamado a ser un pas socialista. El hombre peruano est predispuestoal colectivismo y nada mejor que actualizndolo con una ideologa como la socialista(Castro Pozo, 1973 {1936}).

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    El texto de Castro Pozo forma parte de lo que buena parte del pensamiento de izquierdaha tratado de encontrar: vnculos entre unas ideas y otras, intentando unir pasado y futuroen los deseos de construir una patria antigua, nueva y mejor.

    11. Mucho ruido, poca arquitectura

    Es poco lo que uno encuentra cuando busca propuestas del indigenismo en arquitectura.Poda haber clientes para comprar cuadros de esa tendencia, pero encargar una casa conestas caractersticas implicaba ya otro nivel de compromiso. Demasiadas contradiccionesy reparos de ciertos sectores sociales frente a una cultura derrotada y sometida (RodrguezCobos, 1983: 46). En la inversin privada, los pedidos de arquitectura indigenista ibana ser muy escasos, y como estilo casi no tiene presencia en la ciudad. Por ello, aunquemuy reducidos en cantidad, no podemos dejar de reconocer la singularidad de algunosejemplos.9 La casa de Julio C. Tello, en Miraflores, el Inca Wasi, sirvi para reuniones

    culturales promovidas por el arquelogo. Una casa que fue transformada agregndoleuna serie de ornamentos de distintas culturas precolombinas, en sus dos pisos.Pero la inversin pblica tampoco dej demasiadas muestras en la capital. En el Con-greso de la Repblica, un edificio eclctico de las primeras dcadas del siglo XX, en lasala que utilizaron durante aos los senadores, las caritides del ltimo piso muestran,aparte de su robustez, unas trenzas que nos hacen pensar menos en el Mediterrneo yms en el Ande. Un solo detalle de indigenismo en todo el edificio, pero, por eso mismo,digno de mencionarse.Otro proyecto no construido: la Escuela Taller de Arte Textil Peruano, diseo de EduardoVelaochaga, de 1933, que pensaba ubicarse en el exparque zoolgico, con frente a la

    avenida Wilson, e inaugurarse dos aos despus. Un proyecto extrao, sobre una granbase, un cuerpo horizontal de tres pisos, con un ritmo constante de vanos, pequeastorres a los extremos y una central, muy elevada y escalonada, mirador y observatorio,coronada por la estela de Raimondi.10 Un edificio que pretenda albergar una granexposicin de textiles contemporneos y otros antiguos, adems de contener todos losambientes necesarios de una escuela, una institucin pblica destinada a mantener vivala larga tradicin de tejidos en el Per.El edificio, inevitablemente asociado al Art Deco, termina siendo inslito, porque loscincuenta metros de altura de la torre estn muy lejos de las volumetras prehispnicas,por lo general, compactas, bajas y alargadas.

    Tal vez, haciendo un esfuerzo, haya que buscar y encontrar manifestaciones de diseoprecolombino en las molduras de muchas casas o cinemas que por las dcadas de 1930y 1940 optaron por el Art Deco. En los motivos geomtricos de ese estilo, es siempreposible encontrar remembranzas a las lneas abstractas de tejidos y cermicas del Perantiguo. Las grecas de estilo Art Deco son fciles de asociar a diseos chancay o chim,por mencionar apenas dos culturas preincas.La Escuela Militar de Chorrillos, construida en la dcada de 1940, es uno de los ejemplosms grandes de esta posible unin entre el Art Deco y la arquitectura prehispnica. Setrata de un enorme complejo de varios pabellones, en el que se ha jugado con la idea dearquitectura antigua. Volmenes severos, alargados, de grandes masas; pero, a su vez,

    perforados con un ritmo de vanos verticales y repetidos, todos ligeramente trapezoidales,en los que se sugiere unas jambas escalonadas con aires de Tiahuanaco. En la repeticinde los volmenes y en su horizontalidad, se nota algo de arquitectura ligada a lo militar,tanto del pasado como del presente.11

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    Se hizo poco en Lima, entonces, pero muy poco tambin en el resto del Per y en las ciu-dades andinas, donde se supona pudo haber brotado una arquitectura indigenista vigorosaen toda la primera mitad del siglo XX.

    Hay literatura indigenista en Puno y Cusco, pero no hay correlato con un diseo arquitec-tnico del mismo tipo. La ciudad capital del Tahuantinsuyo muestra poco en materia dearquitectura neoinca. La nueva municipalidad del Cusco, de 1939, podra ser un ejemplo deesto, casi solitario, pero un ejemplo muy tmido, donde los trapecios y los escalonamientosapenas se insinan. Los edificios importantes que debieron construirse, como el hotel ElCuadro en 1938, de Harth-Terr y Alvarez Caldern, opta en la plaza del Regocijo por unacomposicin neocolonial, con galeras, patios, arcos, portadas y balcones.Tal vez, encontremos all una precisa conducta frente al pasado: el que se siente parte de algono necesita disfrazarse. Proteger y valorar la arquitectura incaica no implicaba ni necesitabaconstruir recreaciones arcaicas de ese mismo pasado que poda ser autntico.En las artes plsticas, los aos oficiales del indigenismo en lo acadmico son los de Sabogalcomo director de la ENBA, entre Hernndez y Grau (de 1932 a 1943). Sin contar a losllamados independientes, es todo un grupo de profesores y alumnos el que acompaa a

    Fig. n 11. Proyecto de Escuela Tallerde Arte Textil peruano. EduardoVelaochaga. Publicado en CADELP

    N 4, Lima, agosto de 1933.

    Fig. n 12. Centro de Instruccin Militardel Per. Chorrillos, 1945. Jos lvarezCaldern. Foto: Elio Martuccelli.

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    Sabogal en la bsqueda terca de un arte nacional, que luego contina fuera de la escuelaen el Instituto de Arte Peruano. Sabogal es ms que un pintor, es un promotor con unaposicin definida frente al arte que corresponde hacer en su pas, como creador de perua-nidad. Maritegui le haba otorgado, aos atrs, el ttulo y el rol que desempeara a lo

    largo su vida: convertirse en un valor-signo del arte peruano.La bsqueda no se qued en la pintura y la escultura, lleg al diseo grfico, al mobiliario,al diseo textil, las artes decorativas. Es decir, la voluntad de integrar las artes a la vidacotidiana. Uno de esos personajes es Elena Izcue (Majluff, Wuffarden, 1999). Ella publictextos escolares muy sugerentes, uno muy temprano en 1926, en los que se enseaba alos nios a dibujar a travs de diseos precolombinos, como alternativa esttica de cortenacionalista. No slo eso, despleg una labor que le dio xito internacional, al vincularsecon la industria de la moda. Izcue, a lo largo de su vida, reprodujo motivos precolombinos,y una vez asimilados, dio vuelta a los diseos.Camino Brent, a su manera, busc una huaca: en sus viajes por el Per y en su imagi-

    nacin. Empez estudiando arquitectura, y luego pint casas, iglesias, pueblos, paisajes:todo lo transform y fue delineando formas muy poticas. Los intentos llegaron tambina la realidad al construir su casa-taller, hacia 1941, un ejemplo muy logrado de sintetizarla arquitectura del Per, en sus manifestaciones vernaculares: el pasado en estado vivo.En esa misma direccin, intentos pintoresquistas, a los que se denomin estilo andino,seran realizados por Augusto Benavides en las afueras de Lima. Ambos capturan de laarquitectura popular la ntima calidez de los espacios.12

    12. Sabogal y el Instituto de Arte Peruano. La ltima trinchera tiene forma de huaca

    Desde 1931, comienza a funcionar el Instituto de Arte Peruano, dentro del Departamentode Antropologa del Museo Nacional, usando como local el Palacio de la Exposicin. ConSabogal de director, el grupo de los llamados indigenistas, emprendieron una labor de registrode todas las manifestaciones, en primer lugar, del arte precolombino, y en los aos siguien-tes, del arte popular. As, se hizo varios Cuadernos de Arte, con registro de piezas antiguas ycontemporneas. En 1946, fue creado el Museo Nacional de la Cultura Peruana, pasando elInstituto de Arte Peruano a ocupar el inslito edificio neoinca de la avenida Alfonso Ugar-te. El edificio pareca haber estado esperando a dicho instituto. All se junt a Sabogal y aCamilo Blas (en calidad de miembros), Alicia Bustamante, Camino Brent, Teresa Carvallo y

    Julia Codesido, realizando colectivamente publicaciones y exposiciones, y organizando unacoleccin permanente de arte popular desde 1948 (Villegas, 2006).Podemos decir que, a la bsqueda del Per, viaja Camino Brent a Piura y la zona norte, yCodesido a Arequipa y la zona sur, ambos en 1949. En el ao 1951, ella va a Santiago de Chucoy Sabogal realiza un gira por varias ciudades piuranas. Durante aos, el grupo pondra especialinters en la produccin artesanal de los departamentos de Junn, Cusco, Puno y Ayacucho.

    Julia Codesido despleg un gran trabajo de registro, alejndose de las reproducciones fieles,impregnndolas de su propio estilo. Alicia Bustamante, que formara una importante coleccin,tiene durante aos una directa labor de difusin y promocin del trabajo de algunos artesanos.Desde 1936, con su hermana Celia, dio vida a la pea Pancho Fierro, uno de los centros cultu-rales ms activos de Lima durante varias dcadas.

    El arte mestizo era considerado como el verdadero arte peruano, continuidad del arte prehispni-co con elementos virreinales. En este sentido, la arquitectura colonial era reconocida por el institutocomo una de las expresiones del arte mestizo, ejemplo de arte nacional, que mezcla elementosindgenas y espaoles, como la intensa y tpica arquitectura realizada en Arequipa y Cusco.

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    Durante aos, los artistas del indigenismo, paralelamente a su produccin pictrica, rea-lizaron dibujos de temas variados como queros, cermica, mates burilados, trajes tpicos,que constituyen registros de la situacin del arte popular por aquellos aos.Luego, algunos de estos dibujos convertidos en grabados seran distribuidos en los centroseducativos peruanos. Esta labor de documentacin y divulgacin se mantuvo firme en elinstituto hasta la muerte de Sabogal en 1956.

    13. Baslica de muchos dioses. La procesin va por dentro

    Ejemplo notable es el proyecto de la dcada de 1930 para la Baslica de Santa Rosa, diseadopor Piqueras Cotol y continuado por Velarde. Muy significativo es el hecho de nunca haberseconstruido, con el gran impacto urbano que hubiera alcanzado. Para este proyecto, Piquerasdej algunas ideas que, a su muerte, Velarde desarroll. El mestizaje de Piqueras, haba

    Fig. n 13. Casa Taller Camino Brent,1941. Calle Burgos N 170. San Isidro. En-rique Camino Brent. Foto: Elio Martuccelli.

    Fig. n 14. Baslica de Santa Rosa. Vista interior dela maqueta. Manuel Piqueras Cotol. Hctor Velarde.Publicadas en El Arquitecto PeruanoN18, Lima,enero de 1939.

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    sido una sumatoria de citas a las que le falt algo de sntesis, aun as, no deja de ser untrabajo intenso y estimulante.Velarde se esforz en reinterpretar sus ideas. Velarde, por su carcter siempre abierto,mostr inters por la arquitectura preinca e inca en ms de una oportunidad, y no dud en

    dedicarle varias pginas en su libro de 1946. Antes de eso, en el texto que reuna su cursodictado en la Escuela Militar de Chorrillos, incluy una lmina, la ltima del libro, sobrearquitectura peruana con dibujos de la poca tiahuanaco e inca. Es poco, pero dentro de lasteoras e historias de la arquitectura, exclusivamente occidentales, era un gesto importante.(Velarde, 1933). Dos obras construidas quedan como testimonio del inters de Velarde porel pasado prehispnico. En la segunda mitad de la dcada de 1930, construira el pabellnque sirve de fondo a la escultura de Fermn Tangis, proyectada por Piqueras y ejecutadapor Pozo; y adems, la fachada del Museo de Antropologa y Arqueologa de la MagdalenaVieja (Pueblo Libre). Obras muy sobrias, agregando sobre la masa un discreto ritmo devanos, contenidos en jambas, sin caer en ningn exceso.

    La baslica de Santa Rosa tena las pretensiones de un gran proyecto. Las fotos de la maqueta,publicadas en 1939, sealan este proyecto como uno de los puntos ms altos y agudos deuna vertiente del indigenismo, que quiere ser, adems, sntesis de una nueva peruanidad.En este caso, el nimo no es excluyente, ms bien lo contrario. Mestizo y bilinge. Todoen l es interesante, pero el interior termina teniendo un valor agregado frente al exterior.All, en la inmensidad de esos trapecios, ingresando la luz de manera precisa, dentro deuna monumentalidad conmovedora, podra estar, sin exageracin, la resurreccin mgicade la huaca perdida (Martuccelli, 2000:104-118).

    14. El joven Harth-Terr

    Emilio Harth-Terr fue uno de los primeros arquitectos en estudiar centros arqueolgicos.En la primera mitad de la dcada de 1920, ya haba publicado estudios sobre arquitecturaprehispnica en el valle de Caete. Trataba de dar una interpretacin viva de los edificios enruinas. Eso intent convertirlo en fuente potencial y trasladarlo a sus proyectos arquitect-nicos. Como diseador, persigui varias veces el sueo de una arquitectura peruana.13 Nopoda dejar de lado, en lo peruano, el componente de lo prehispnico. Hay en apuntes,proyectos y diseos, una bsqueda nacional, aunque bastante ms prudente que la de otroscolegas contemporneos. Su trabajo es ms medido y ms preciso.Una serie de seis modelos de casas peruanas, acordes a cada regin del pas, fueron publi-cadas en 1928. En las de Cusco y Puno (modelos 2 y 5) hay reminiscencias precolombinas,

    incaicas, en ambos casos, en la masa y los ornamentos.14En 1933, Harth-Terr publica dos hoteles de Turismo, en Cusco y Puno, en terrenos nodefinidos. Uno en las faldas o la cumbre del cerro de Machu Picchu, el otro en las ori-llas del Lago Titicaca.15 Aparece, otra vez, un manejo controlado de perforaciones en losmuros, volumetra maciza y dinmica al mismo tiempo, con detalles ornamentales queenriquecen las partes importantes de la elevacin. En estos dos ejemplos, se recurre una vezms a los ya conocidos trapecios y lneas escalonadas, pero dentro de un conjunto formalmuy interesante, de terrazas superpuestas que vinculan el edificio al paisaje.Una poca en la que Harth-Terr no dej de dibujar bocetos hechos con especial destreza,apuntes de viajes de la arquitectura peruana y proyectos de toda ndole y escala, en los que

    aplicaba criterios y detalles de la arquitectura prehispnica. En toda la dcada de 1930 hayen su obra un Art Deco indigenista con pequeos y decisivos detalles precolombinos. Enesa lnea, public en 1940 un proyecto de Adaptacin del arte precolombino a la casa decampo de lnea contempornea.

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    Fig. n 17. Hoteles de Turismo. Hotelen Machu-Picchu. Emilio Harth-Terr.Publicado en CADELPN 5, Lima,setiembre 1933, pp. 20-21.

    Fig. n 16. Modelos de arquitecturaperuana. Modelo Puno. Emilio Harth-Terr. Publicado en Ciudad y CampoN 40, Lima, junio-julio de 1928.

    Fig. n 15. Modelos de arquitectura

    peruana. Modelo Cusco. Emilio Harth-Terr. Publicado en Ciudad y CampoN 37, Lima, enero-febrero de 1928.

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    Fig. n 18. Adaptacin del arte preco-lombino a la casa de campo de lneacontempornea. Emilio Harth-Terr.Publicado en El Arquitecto Peruano

    N 31, Lima, febrero de 1940.

    Fig. n 19. Casa Harth-Terr, 1946. Ave-nida Aviacin N 500. Miraores. Emilio

    Harth-Terr. Foto Elio Martuccelli.

    Fig. n 20. Ex Biblioteca Nacional delPer, 1945. Avenida Abancay. Lima.

    Emilio Harth-Terr. Foto: Elio Martuccelli.

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    En la dcada de 1940, Harth-Terr construy dos proyectos importantes. Su propia casaen Miraflores y la Biblioteca Nacional en la avenida Abancay. Las dos tienen portadas conelementos del pasado; pero, ms all de eso, hay en la volumetra algo que es precolombi-no. Ambos son ejemplos valiosos de una arquitectura con deseos de formar parte de una

    tradicin particular y que son el resultado de una bsqueda minuciosa en la historia.15. Luis Valcrcel, arquitecto demoledor

    Es probable que el indigenismo no haya logrado cuajar del todo, como tantas otras cosas. Locierto, es que aqu el indigenismo no se asom a tomar el poder, no en trminos polticos.Eso lo saban bien Maritegui y Sabogal.Ser nuevamente Valcrcel el que nos deje un texto provocador en lo que concierne al centrohistrico de Lima. EnRuta cultural del Per, siguen resonando posturas ya manifestadasdieciocho aos antes en Tempestad en los Andes. En 1945, sigue fuerte en algunos esa ideade Lima, y la costa, como el lado negativo del Per: una ciudad y una regin que estndefinidas, con ms o menos adjetivos, como un lugar frvolo, afeminado, extranjerizante odesnacionalizado. Incluso tambin por caractersticas como la impureza, la contaminacin,el vicio y la decadencia.

    La cada a pedazos de la vieja Lima es el smbolo de la destruccin de un pasado

    sin gloria, de un paisaje sin grandeza, de una vida pacata y oscura, injusta, opro-

    biosa. Muere la tradicin perricholesca para que surja la Lima del porvenir.16

    Aqu, el autor se declara abiertamente por la destruccin de la capital virreinal: la alegray entusiasmo de este Ministro de Educacin en el gobierno de Bustamante y Rivero nadatiene que ver con la conservacin y la restauracin. A falta de proyectos y ms aun de obras

    construidas, este deseo de Valcrcel por ver caer a pedazos el centro de Lima y con l sushbitos infames, podemos decir exagerando, que es parte de la utopa urbana inca, sies que sta existi en el siglo XX.En la dcada de 1940, la idea de lo mestizo, como definicin de lo nacional, comenzaba aimponerse en la manera como ya lo asuma Sabogal. Incluso, tambin, en Valcrcel y Ar-guedas, que en determinados momentos dejaron de mirar lo mestizo con desconfianza.

    16. El indigenismo peruano: batallas ganadas y guerra perdida

    Los ejemplos de arquitectura indigenista tienen una serie de ingredientes academicistasque contradicen los principios de composicin de la arquitectura prehispnica. Las porta-das y remates, reinterpretaciones de elementos decorativos incas y preincas, pocas vecesenriquecieron las sensaciones espaciales.

    Ya se ha dicho, es poco lo que uno encuentra en Lima y en el Per cuando busca propuestasdel indigenismo en arquitectura. Podra esgrimirse razones de ndole estructural; es decir,edificar de dicha manera tena dificultades constructivas. Puede ser, pero lo determinan-te tena que ver con el complicado juego de denotaciones y connotaciones simblicas.Poda haber clientes para comprar algunos cuadros de tendencia indigenista, o para serfotografiados en estudio con vestimentas y escenografas incaicas. Podan, ciertos sectoresacomodados, aceptar el diseo textil precolombino, previamente aceptado en el extranjero.Pero no ocurra lo mismo al momento de tener que encargar una casa. La aristocracia

    terrateniente se inclin al neocolonial; luego la burguesa, industrial y tecnocrtica, esco-gera lo moderno. As, el indigenismo no se dio en inversiones privadas, y tampoco alcanzencargos de grandes obras pblicas. Lo que era difcil de lograr en esculturas pblicas, loera aun ms en arquitectura.

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    (Piqueras Cotol) Fue el primero que inici en Lima este experimento que los

    historiadores de la arquitectura peruana han llamado neoperuano; luego se acu

    el neoincaico, pero estas resurrecciones han quedado aisladas en el tiempo como

    el captulo cerrado de una utopa. La burguesa de los aos treinta no quiso vivir

    en casas neoincaicas, sino en las que tenan un aire neocolonial que indicaran

    tradicin y abolengo. La unin del estilo forneo con el nuestro slo poda for-jerse en la mente de un artista como Piqueras, que lleg de un medio en el que las

    tensiones de clase no se evidencian como en el Per, donde la burguesa ilustrada

    nunca se reconoci en lo indgena. De igual manera, la escultura neoincaica, una

    variante del indigenismo, dur lo que ste, a punto de desaparecer en los aos

    cuarenta. Para Piqueras, como para David Lozano, Benjamn Mendizbal o Ismael Pozo,

    el estilo neoperuano/neoinca fue, pues, un sueo. (Castrilln, 2003: 86)

    El indigenismo se iba apagando hacia la mitad del siglo XX. En la realidad, lo neocolonialse mantuvo siempre fuerte y no dej en ningn momento de ser el estilo preferido porel poder poltico y econmico, en especial y con mucha fuerza, durante los gobiernos deBenavides y Prado, asociados a la restauracin oligrquica. Es decir, el neocolonial primero

    en su etapa formativa y luego, oficial. El indigenismo, entonces, tuvo que convivir con otrasopciones y, por lo general, estar opacado y quedar rezagado. O peor aun, termin siendopor instantes el lenguaje oficial de algunos actos en ciertos gobiernos. Irnico, si se piensaen los orgenes revolucionarios del movimiento. En manos del poder, el movimientotermina siendo una retrica formal acomodada. Lo inca como el lenguaje convenido deciertos sectores que necesitan tejer una conciencia nacional.17

    17. Algo termina. Algo empieza

    Algunos intentos siguieron hacindose en la escultura pblica hasta la segunda mitad de la

    dcada de 1940. Ismael Pozo, discpulo de Piqueras Cotol, logr dejar algunas esculturasen la ciudad con temas fuertemente andinos. El conjunto de agricultor arando con bueyes,fue inaugurado en 1935. La obra, llamadaLos bueyes oLa yunta, est ubicada en el Paseode los Hroes, y es una pieza estupenda. A su alrededor, se sumaron, mantenindose en eltema, una serie de llamas, felinos y cndores.De la primera mitad de 1940 es el llamadoMonumento a los cados, en el Campo de Marte,gigantesco monumento en conmemoracin a la guerra con Ecuador, en la que ArtemioOcaa incluye una serie de elementos indigenistas, como ya lo haba hecho en otras obras.El monumento se inici en el primer gobierno de Prado, continundose en los posteriorese inaugurndose completo muchos aos despus. Las piezas escultricas estn fechadas en

    los primeros aos de 1940. Dentro del enorme conjunto que sobrepasa los treinta metros,en el centro mismo de la obra, hay figuras femeninas y ornamentos de fuerte influenciaindigenista.Entre mediados de 1940 y hasta fines de 1950, a nivel de expresin grfica, para diagramary disear textos, el indigenismo vivi un relativo apogeo en el pas. No podra decirse lomismo en arquitectura y artes plsticas.Malachowski public en 1947, una serie de casas vistas por los ojos de Walt Disney.Cinco casas, de estilos muy variados, como muchas de las casas construidas durante mediosiglo en Lima. Entre esas casas hay una neoincaica: casa para un indigenista. Como diceVelarde en el comentario de los dibujos: la crtica no puede ser ms sutil y penetrante

    // (Malachowski) se pone a jugar con nuestros ensayos recientes.18

    Bromeaba, Velarde,diciendo que las caricaturas eran el captulo final de su libro. Ms aun, esta reflexin irnicaestaba marcando el fin de algo ms grande, y el humor, revelador y honesto en este caso,era una de las maneras de expresar la verdad.

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    En los hechos, una nueva etapa est a punto de abrirse: el arte abstracto y la arquitecturamoderna. Desde ese momento, los arquitectos y los artistas peruanos tendrn que encontrarnuevas frmulas para mantener vivas las referencias particulares dentro de lo universal.Enrique Seoane es, como proyectista, el personaje crucial de la arquitectura peruana duranteel siglo XX. Justamente, en esta poca de transicin, en la mitad de la dcada de 1940,Seoane realiza diseos que cierran y abren las dos partes de esta historia. El neoincaicoser reinterpretado y aparecern, de la mano de Seoane, composiciones con referentes pre-incas, bsicamente de la costa. Entre sus residencias, la Casa Luza maneja en ese sentidouna volumetra impecable. Y, adems, un edificio muy especial, de 1946, el de la avenida

    Wilson esquina Quilca. Un edificio moderno de departamentos, a la que incorpora unabase colonial-acadmica, un cuerpo racionalista, y un remate prehispnico. Abajo yarriba. Mejor dicho: lo de abajo est arriba. El mundo al revs. El simple, pero decisivodetalle ornamental, que en realidad completa la obra, termina por convertir el edificio enun manifiesto.

    18. ltimas reflexiones

    Tal vez, como una de las tantas contradicciones de este pas, no haya que buscar nuestrahuaca en ninguna de nuestras dos capitales. La huaca del siglo XX, si es que existi, no

    estara ni en Cusco ni en Lima, estara en Sevilla y Pars. Es decir, de los pabellones que elPer construy para la Exposicin Iberoamericana de Sevilla en 1929, por Piqueras, o enla Exposicin Universal de Pars de 1937, por Alberto Jochamowitz y Roberto Haaker-Fort, decorado por las hermanas Izcue. Aqul existe, ste no. Ambos resultaron obsesivos

    Fig. n 21. Escultura Los bueyes.Paseo de los Hroes Navales,1935. Ismael Pozo. Foto: ElioMartuccelli.

    Fig. n 22. Monumentoa los cados.Detalle. Campo de Marte. ArtemioOcaa. Foto: Elio Martuccelli.

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    y valientes, por ratos ingenuos, en su intento de reconstruir un pasado escurridizo. Dosobras que demandaron mucho esfuerzo y dedicacin, llenas de detalles, exuberantes comopropuestas. Es paradjico, por decirlo menos, que las huacas tangibles se hayan hechoen Europa. Las otras siempre estuvieron ms cerca de lo fantstico, lo onrico y lo ima-ginario, que de lo real y lo construido.El proyecto de Piqueras y Velarde para la baslica de Santa Rosa fue uno de los intentosms fuertes de hacer una huaca. Ms all de ese ejemplo, solitario y vigoroso, las ciu-dades peruanas se olvidaron de ellas. Ni en los arquitectos, ni en los promotores, ni en

    los clientes acomodados, ni en los pobladores ms humildes hubo una voluntad decididapor hacer arquitectura indigenista. No arraig en ningn sector social y no encontr lasolucin adecuada. Fue, en muchos casos, ms bien, un discurso de intelectuales y artistasque reclamaban la reivindicacin del indio, asumindolo como modelo nacional. Esta

    Fig. n 23. Si Walt Disney fueraarquitectoen el Per. Arquitectura

    neoincaica, casa para un indigenista.Ricardo de la Jaxa Malachowski.

    Publicado en El Arquitecto PeruanoN 117, abril de 1947.

    Fig. n 24. Edifcio de la avenidaWilson y esquina de Quilca, 1946. En-

    rique Seoane. Foto: Elio Martuccelli.

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    inquietud, finalmente intelectual, por ratos muy breves, pudo tocar y asociarse con el poderde gobiernos que eran, adems, muy distintos entre s, como el de Billinghurst, Legua,Benavides o Prado.Si para algunos artistas el tema del indigenismo fue un asunto de exotismo, otros logra-

    ron, en alguna medida, comprometerse con temas sociales. Los artistas sintieron el reto deafrontar temas nacionales o populares, en sintona con una inquietud social del arte, uncompromiso que era finalmente ideolgico, y que estaba detrs de sus obras.Eso es mucho ms ambiguo en la arquitectura. Las contradicciones y distancias que podanhaber entre indios e indigenistas llega en arquitectura a sus niveles ms crticos. Habraque ver si el estudio del pasado era realmente profundo y si la exaltacin de lo indgenacorrespondan a los mismos deseos de Tello, Maritegui, Sabogal y Valcrcel. Pareciera quemuchos de los arquitectos mencionados quedaron en lo accesorio y superficial. Tampoco hay,necesariamente, una asociacin entre posturas indigenistas en arquitectura con posicionespolticas de izquierda. El anarquismo, el socialismo, el comunismo y el indoamericanismo noestn presentes en muchos de los proyectos indigenistas: no existe ese sustento ideolgico,y delatan un cierto vaco en la comprensin del pasado prehispnico. Las pocas veces quefue usado, sirvi para proyectar residencias, pabellones y museos, que adems de escasosy limitados, son discutibles.Si el indigenismo no se plasma en movimientos populares y manifestaciones sociales, muchomenos podr hacerlo en arquitectura. Eso s, queda claro que la sola bsqueda de elementospropios en la historia, remota y reciente, es de enorme inters en todos los campos del artey el diseo, ms all de sus logros y resultados. Vamos a decirlo: la utopa andina, a lo largodel siglo XX, parece ser, en arquitectura, una mezcla de evasin, ficcin y esperanza. Pero,sin lugar a dudas, frtil como inquietud.

    Notas

    1. El concepto de huaca ha sido muchas veces mal interpretado y mal utilizado, generalizndose atoda aquella arquitectura prehispnica que an se mantiene, muchas veces en ruinas. Huaca, talcomo la usamos en nuestras conversaciones, es casi cualquier resto arqueolgico ubicado en el Per.Pero huaca, en su correcto significado, connota lo sagrado, aquello que es valorado en un sentidoreligioso, y que contiene valores y energas especiales. En este sentido, eran huacas aquellas estructurasarquitectnicas dedicadas al culto; pero, tambin, algunos elementos naturales como cerros y cumbres(dioses tutelares,apus) y lugares especiales de la naturaleza (centros mticos de creacin,pacarinas). Ytambin antepasados mticos o momias (malqui), objetos de culto (dolos), adems de algunos incaso curacas. El trmino alude, entonces, a presencias sagradas, de variadas formas.En realidad, aqu vamos a forzar el uso de la palabra huaca, esperando que algo de lo construido

    en Lima y el Per, durante el siglo XX, aunque sea muy lejanamente, se acerque a su significadooriginal. Por lo menos, en sus intenciones de hacer una arquitectura, cualquiera fuera su uso, con uncarcter que quiera ser trascendental, y en su bsqueda, quizs imposible, de ese mundo andino alque nos referimos.

    2. Los textos a los que nos referimos son los de Flores Galindo, Burga y Quijano. Flores Galindo, Al-berto; Buscando un inca: identidad y utopa en los Andes; Instituto de Apoyo Agrario, Lima, 1987. Elprimer captulo de este libro fue publicado de forma independiente un ao antes. Flores Galindo,Alberto; Europa y el pas de los incas. La utopa andina; Instituto de Apoyo Agrario, Lima, 1986. Burga,Manuel; El nacimiento de la utopa andina (Siglos XVI-XVII); Instituto de Apoyo Agrario, Lima, 1988.Reeditado en 2005. Quijano, Anbal; Modernidad, identidad y utopa en Amrica Latina; Sociedad yPoltica Ediciones, Lima, 1988.

    3. Pero los prrafos que el mismsimo Maritegui dedicara a los inmigrantes chinos y africanos sonsimplemente penosos. Muy poco se ha hablado de ellos, seguramente para no enturbiar con esoscomentarios una obra que es notable. Pero no son esos prrafos, precisamente, los pertinentes paraun pas que se asume como multicultural. (Maritegui, 1994 {1928}: 340-346)

    4. Algunos testimonios aparecen en:Aquezolo, Manuel (comp.); Polmica del indigenismo. Una visinde la cultura de aquellos aos en el pas se encuentra en: Deustua, Jos; Renique, Jos Luis;

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    16. Valcrcel, Luis, citado por: Vargas Llosa, Mario;La utopa arcaica; FCE, Mxico, 1996, pg. 169. Unagudo anlisis, salpicado de personajes que entran y salen del libro, entre ellos Valcrcel, es el queVargas Llosa le dedica a la vida y obra de Arguedas. Es, finalmente, el juicio y relato de no uno, sinomuchos indigenismos, escrito, no hay que olvidarlo nunca para apreciar mejor el libro, desde unapostura casi opuesta.

    17. Para Cecilia Mndez, distintos grupos en el poder iran, con el transcurso de la Repblica, ya no slooponindose a las reivindicaciones indgenas, sino ms bien apropindoselas.Pero esta retrica de glorificacin del pasado inca apropiada por los criollos conviva con una valora-cin despreciativa del indio (o lo que por tal se tuviera) en el presente. Esta situacin, aparentementecontradictoria tena, sin embargo, una lgica. Apropindose y oficializando un discurso que original-mente perteneci a la aristocracia indgena, los criollos neutralizaban el sentido poltico que pudierantener las expresiones propias de los indios. Y adems, porque apelar a las reales o imaginadas gloriasincas para defender al Per de una invasin, era una manera de establecer el carcter ya dado de lanacionalidad, y de negar la posibilidad de que sta se fuera forjando desde, y a partir de, los propiossectores indgenas, los mestizos, la plebe y las castas. Y de ello no se libraran, en lo sucesivo, losmejor intencionados indigenismos. (Mendez, 2000: 32)

    18. Si Walt Disney fuera arquitecto en el Per, El Arquitecto Peruano, N 117, Lima, abril de 1947.

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