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03/09/12 Dominación laboral y v ida priv ada de las obreras de maquilas textiles en Nicaragua 1/21 trace.rev ues.org/758 Trace Travaux et recherches dans les Amériques du Centre 55 | 2009 : Trabajo y género en las maquiladoras Dominación laboral y vida privada de las obreras de maquilas textiles en Nicaragua NATACHA BORGEAUD-GARCIANDÍA p. 76-89 Resúmenes Nuestro propósito consiste en reflexionar sobre la relación entre dominación y trabajo en las maquilas textiles de Managua, Nicaragua, analizando cómo esa dominación penetra en la vida privada de las obreras. Este estudio cuestiona la separación entre esferas del trabajo y del no-trabajo, ya que, tratándose de procesos de dominación, observamos que éstos atraviesan hasta lo más íntimo de la vida privada. El interés de desplazarnos de la “esfera del trabajo” hacia la “esfera del no trabajo” aparece en la inevitable presencia de la dominación laboral. Sea la formación, la organización de la familia, las relaciones de pareja, el futuro imaginado o la educación de los hijos, toda la organización social, familiar e incluso individual y privada, está marcada por la inmisión del empleo; sus características (empleo formal flexibilizado y precarizado, inestable y vehículo de inestabilidad, empleador de mano de obra femenina) explican en gran parte esta situación. Estas observaciones nos remiten a formas de dominación social que se ejercen a través del trabajo, de la flexibilización del empleo y del miedo a perderlo. Our goal is to reflect on the relationship between domination and work in the textile maquilas in Managua, Nicaragua, analyzing the influence of such domination in worker´s private lives. This study questions the separation of work and non-work spheres since it penetrates the most intimate layer of private life when it comes to domination processes. The interest to move from the “work sphere” to the “non-work sphere” appears in the unavoidable presence of work domination. Whether learning, family organization, couple relationships, children’s present or future education, the entire social, familiar and individual organization as well as private, is marked by employment reception; its characteristics (flexible, precarious formal employment, unstable and vehicle for instability, employer of female workforce) explain this situation to a large extent. These observations take us to social domination forms exerted by means of work, flexible employment and the fear of losing it.

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  • 03/09/12 Dominacin laboral y v ida priv ada de las obreras de maquilas textiles en Nicaragua

    1/21trace.rev ues.org/758

    TraceTravaux et recherches dans les Amriques du Centre

    55 | 2009 :Trabajo y gnero en las maquiladoras

    Dominacin laboral y vidaprivada de las obreras demaquilas textiles en Nicaragua

    NATACHA BORGEAUD-GARCIANDA

    p. 76-89

    Resmenes

    Nuestro propsito consiste en reflexionar sobre la relacin entre dominacin y trabajoen las maquilas textiles de Managua, Nicaragua, analizando cmo esa dominacinpenetra en la v ida priv ada de las obreras. Este estudio cuestiona la separacin entreesferas del trabajo y del no-trabajo, y a que, tratndose de procesos de dominacin,observ amos que stos atrav iesan hasta lo ms ntimo de la v ida priv ada. El inters dedesplazarnos de la esfera del trabajo hacia la esfera del no trabajo aparece en lainev itable presencia de la dominacin laboral. Sea la formacin, la organizacin de lafamilia, las relaciones de pareja, el futuro imaginado o la educacin de los hijos, toda laorganizacin social, familiar e incluso indiv idual y priv ada, est marcada por lainmisin del empleo; sus caractersticas (empleo formal flexibilizado y precarizado,inestable y v ehculo de inestabilidad, empleador de mano de obra femenina) explicanen gran parte esta situacin. Estas observ aciones nos remiten a formas de dominacinsocial que se ejercen a trav s del trabajo, de la flexibilizacin del empleo y del miedo aperderlo.

    Our goal is to reflect on the relationship between domination and work in the textilemaquilas in Managua, Nicaragua, analy zing the influence of such domination inworkers priv ate liv es. This study questions the separation of work and non-workspheres since it penetrates the most intimate lay er of priv ate life when it comes todomination processes. The interest to mov e from the work sphere to the non-worksphere appears in the unav oidable presence of work domination. Whether learning,family organization, couple relationships, childrens present or future education, theentire social, familiar and indiv idual organization as well as priv ate, is marked byemploy ment reception; its characteristics (flexible, precarious formal employ ment,unstable and v ehicle for instability , employ er of female workforce) explain thissituation to a large extent. These observ ations take us to social domination formsexerted by means of work, flexible employ ment and the fear of losing it.

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    Notre objectif consiste tudier la relation entre domination et trav ail dans lesmaquilas textiles de Managua, au Nicaragua, en nous concentrant sur la manire dontcette domination pntre la v ie priv e des ouv rires. Cette rflexion soulv e laquestion de sparation entre sphres du trav ail et du hors-trav ail puisque, sagissantdes processus de domination, nous pouv ons observ er quel point celle-ci pntre la v iepriv e des trav ailleurs jusque dans ses plis les plus intimes. Lintrt de dplacer notreattention du trav ail v ers le hors-trav ail apparat dans linv itable prsence de ladomination lie au trav ail. Quil sagisse de la formation, de lorganisation de lafamille, des relations de couple, du futur imagin ou de lducation des enfants,lensemble de lorganisation sociale, familiale mais aussi indiv iduelle et priv e, estmarque par la prsence des exigences du trav ail. Ses caractristiques (emploi formelflexibilis et prcaris, instable et v hicule dinstabilit, employ ant essentiellementune main duv re fminine) sont, dans une grande mesure, mme dexpliquer cettesituation. Ces observ ations nous renv oient des formes de domination sociale quisexercent partir du trav ail et de la flexibilisation de lemploi conjugue la craintede le perdre.

    Entradas del ndice

    Palabras claves : 07 /06/2009, Dominacin, maquila, Nicaragua, trabajadoras, v ida

    cotidiana

    Texto integral

    La zona franca Las Mercedes1 radicada en Managua, es la ms antigua de

    Nicaragua. La investigacin all realizada, retoma las experiencias de los actores

    a travs de sus relatos,2 para trasladarnos a la historia reciente y convulsionada

    de un pas. Nos conduce igualmente a considerar la manera particular en que

    algunos problemas especficos, como, el orden poltico, los dispositivos de

    dominacin, las relaciones cotidianas de los trabajadores, la cuestin del

    gnero, son atravesados por el desarrollo del capitalismo. Con los antecedentes

    histricos de nuestra reflexin (sandinismo, guerra, neoliberalismo), accedemos

    a importantes pautas de justificacin del sistema maquilador de produccin

    como futuro de un pas y , por ende, a elementos que conforman la arquitectura

    de la dominacin por el empleo que ofrecen. Estas pautas resultan centrales en

    la medida que ay udan a entender cmo se legitima la presencia de la maquila

    como fuente imprescindible de empleos3 ante la diversidad de actores (polticos,

    econmicos, intelectuales y mediticos, hasta sindicales y obreros). Esta

    imagen, reforzada por el miedo de no poder proveer las necesidades del hogar,

    sostiene la idea ampliamente compartida por la poblacin trabajadora de la

    maquila, segn la cual no existe alternativa a su situacin de trabajo y de v ida.

    Puede decirse que la idea de ausencia de alternativa es omnipresente, marca

    profundamente la subjetiv idad colectiva de la poblacin estudiada, penetra su

    percepcin de la realidad, incide en las estrategias adoptadas, tanto personales

    como laborales, y define el marco dentro del cual es posible elaborar

    perspectivas. La capacidad de imponer percepciones e interpretaciones del

    mundo remite al aspecto simblico y poltico de una dominacin, reforzada por

    la realidad v iv ida.4

    1

    Nuestro propsito, en este artculo, es analizar algunos rasgos de la

    dominacin laboral que se ejerce mediante las condiciones de trabajo y el

    empleo por la maquila. Para ello, tomaremos principalmente el mbito privado

    como fuente de inteligibilidad de la dominacin por el trabajo. En efecto, la

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    Observaciones preliminares

    separacin entre trabajo y no trabajo es una herramienta inadecuada cuando

    quiere analizarse el impacto de este tipo de trabajo y la manera en que penetra

    profundamente la v ida de los trabajadores; resulta exageradamente parcial

    cuando los trabajadores son mujeres que a la vez son responsables de sus hijos,

    de su hogar y de parte de la familia. Sin retomar aqu la idea de la doble o triple

    jornada de las mujeres trabajadoras, ampliamente demostrada por los estudios

    de gnero, observamos cmo las exigencias provenientes del empleo penetran

    los tejidos de la v ida familiar, de la organizacin social, de las expectativas

    personales. No es anecdtico si se piensa en el desarrollo de empleos que

    reclutan una may ora de mujeres cuando, a travs de ellas, se llega a la esfera del

    no trabajo, antes protegida y protectora de los reveses de la esfera

    productiva. Como lo ha planteado Bruno Lautier (2004), esto nos permite

    reflexionar acerca del desarrollo del capitalismo y de la globalizacin a partir del

    doble punto de v ista del trabajo y del gnero.

    Tras algunas aclaraciones que nos permitirn situar nuestra propuesta, el

    artculo se desarrollar en tres partes. En un primer tiempo, antes de observar la

    dominacin laboral partiendo del mbito de la v ida privada-familiar, tenemos

    que repasar algunos elementos propios del trabajo que, desde la fbrica, se

    imponen cotidianamente a las obreras y a los obreros5. En un segundo tiempo,

    veremos cmo estas condiciones infiltran la organizacin general de la

    trabajadora: su organizacin cot idiana, en el trabajo y en su casa, pero tambin

    la organizacin de sus familiares que, a su manera, liberan al trabajador para que

    pueda responder a la disponibilidad que exige su trabajo. Finalmente, quien

    habla de las relaciones familiares habla de las relaciones de estos seres entre

    ellos. Lejos de mantenerse alejado de la intimidad de los hogares, veremos, en

    nuestra ltima parte, que la dominacin proveniente del trabajo tiene

    incidencias en las relaciones afectivas, en la percepcin del tiempo, impactando

    hasta los deseos ms ntimos. Estas consecuencias de un trabajo que se impuso

    como la nica alternativa posible son, creemos, lo suficientemente relevantes

    para imponer una reflexin sobre las relaciones y los cambios entre trabajo y

    dominacin en el sistema econmico actual.

    3

    Antes de penetrar al cuerpo del anlisis que, desde el trabajo en maquilas de

    Managua nos llevan de la fbrica a la organizacin privada de los trabajadores,

    introducimos brevemente algunas observaciones tendientes a situar la ptica

    adoptada. A pesar de una incipiente aparicin en la segunda mitad de los aos

    197 0, la historia de la maquila en Nicaragua se origina en los aos 1990 y est

    directamente ligada a los procesos de transformacin socioeconmicos de cuo

    neoliberal que afectaron el conjunto de los pases latinoamericanos. Esta

    situacin es muy diferente a la de Mxico que cuenta, tras 40 aos de presencia

    de esas industrias,6 de una tradicin larga y muy diversa de estudios cientficos

    abocados al anlisis de la industria maquilera abarcando una perspectiva

    histrica;7 los diferentes modelos productivos y de organizacin del trabajo;8 las

    condiciones laborales y de v ida de los trabajadores;9 el trabajo femenino;1 0 el

    sindicalismo1 1 y las particularidades regionales.1 2 En Nicaragua, la aparicin de

    la industria maquilera es mucho ms reciente, as como lo son las diversas

    transformaciones que requiere, experimenta o impone (modificaciones

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    legislativas, extensin sobre el territorio, diversificacin paulatina de la

    produccin, mtodos hbridos de organizacin del trabajo, etc.). Aunque sera

    necesario, resulta imposible, en el marco de este artculo, desarrollar los

    diversos aspectos v inculados a la implantacin de las maquilas en Nicaragua.1 3

    Insistimos aqu en la idea de que, a pesar de lo que pueden sugerir las

    condiciones precarias de trabajo caractersticas de estas maquilas, los empleos

    creados no responden a modalidades arcaicas sino modernas de empleos. Lo

    mismo sugerimos con respecto a la dominacin analizada en las pginas

    siguientes.

    El tema de la dominacin laboral ha aparecido tradicionalmente asociado a un

    modelo de trabajo fabril, realizado por hombres, sindicalizados, cuy a identidad

    se construa especficamente en base a una activ idad productiva fuertemente

    desv inculada de la esfera reproductiva. En Amrica Latina, la separacin entre

    esferas se reforz con los procesos de industrializacin por substitucin

    importaciones, los cuales tuv ieron importantes consecuencias sobre la

    percepcin del trabajo masculino y femenino; alimentando una ideologa que

    perdura a pesar de la creciente incorporacin de mano de obra femenina al

    trabajo extra-domstico (Oliveira & Ariza 2000). Las consecuencias de la

    separacin entre esfera productiva (masculina) y esfera reproductiva

    (femenina) sobre el anlisis del trabajo fueron detectadas y estudiadas

    principalmente desde una perspectiva de gnero; estudios que constituy en una

    herramienta esencial en el anlisis del trabajo y de la dominacin, en particular

    cuando se conjuga a la precarizacin laboral.

    5

    Son numerosos los enfoques a partir de los cuales estudiar el tema de la

    dominacin. Segn Oliveira & Garca (2004: 149), los anlisis sobre la influencia

    del trabajo extradomstico en la subordinacin de las mujeres responden a

    cuatro posturas diferenciadas segn se considere un factor de integracin social,

    de marginalizacin social, de explotacin (desde una perspectiva marxista) o de

    empoderamiento1 4 de las mujeres. Las interrogantes que sostienen tales

    posturas no son siempre fciles de resolver. As, por ejemplo, que las

    trabajadoras de las maquilas elijan este empleo ante las otras opciones que se les

    presentan (trabajo informal precario, domesticidad) puede ser ledo como un

    signo, an dbil, de empoderamiento de las mujeres o como el resultado de una

    fuerte dominacin por el mercado laboral y la escasez de empleos. Lo mismo

    podra decirse con respecto a las trabajadoras que elijen o deciden renunciar a

    constituirse en pareja para no complicarse ms la existencia.1 5 Otros estudios

    parten del impacto de las relaciones fabriles en la v ida cotidiana de los

    trabajadores,1 6 o hacen hincapi en las articulaciones entre empleo y

    perpetuacin de patrones patriarcales en la v ida familiar;1 7 otros, finalmente,

    enfocan las complejas relaciones que se tejen entre trabajo y tejido social

    familiar y comunitario.1 8 Las respuestas que construy en los actores ante la

    dominacin laboral son sin duda significativas, ms an cuando defendemos una

    lectura de la dominacin desde las articulaciones complejas que se tejen con su

    aprensin subjetiva (Borgeaud-Garcianda 2008a). En la perspectiva del

    presente artculo, elegimos focalizar algunos aspectos de la dominacin como

    tales, en tanto que las estrategias (raramente colectivas) no han llegado a alterar

    sustancialmente las condiciones centrales en que las que se ejercen. Aparecen,

    inclusive, algunas de esas estrategias que, siendo v itales y defensivas, sostienen

    las pautas de sujecin. Entendemos que solamente un estudio exhaustivo podra

    dar cuenta de la complejidad que recubre el tema de la dominacin. En esta

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    El trabajo y sus exigencias enmaquilas textiles de Managua

    Una produccin fluctuante

    instancia, nos proponemos demostrar cmo las exigencias ligadas al trabajo en

    la maquila, lejos de permanecer circunscritas al espacio laboral, atrav iesan las

    esferas de v ida de las trabajadoras, transformndolas.

    A partir de principios de los aos 1990, las maquilas se imponen en el paisaje

    nicaragense y en la v ida de los trabajadores y trabajadoras. En su may ora son

    mujeres muchas de ellas madres solteras, jvenes y poco formadas. Si, en este

    pas, el trabajo en la maquila t iene todava fama de emplear en condiciones

    indignas y abusivas al sector ms pobre y poco formado de la poblacin, aparece

    tambin intrnsicamente ligado, no solamente a la falta de formacin o de

    recursos econmicos, sino tambin a las condiciones de fragilidad del mismo

    hogar, de la estructura familiar y de las posibilidades de autonoma de sus

    miembros. El ingreso a la maquila revela, para estos casos y de manera general,

    la fragilidad de los soportes de la autonoma1 9 del ncleo familiar

    constantemente amenazado con quebrarse. El nacimiento de un nio, la prdida

    de un empleo y de un ingreso econmico, puede llevar a que el sujeto

    interrumpa sus estudios y vay a a trabajar a la maquila, el lugar donde ms

    probabilidades existen de conseguir rpidamente un empleo.

    7

    En la maquila, segn los entrev istados, es fcil conseguir trabajo. Muchos de

    ellos ingresaron gracias a sus redes sociales cotidianas: una vecina o una amiga

    obrera, un superv isor conocido. Los entrev istados recuerdan su difcil llegada:

    el ruido ensordecedor, el espacio saturado por las partculas textiles, el temor a

    la mquina industrial, el sentimiento de estar aislado, el miedo ante cualquier

    circunstancia y presin derivada del trabajo industrial. Sin embargo, a pesar de

    las condiciones de trabajo profundamente duras e inestables, resulta ms fcil

    ingresar al mundo de las maquilas que substraerse de l cuando la fragilidad de

    su situacin se conjuga con la facilidad de entrar a dicho sector siempre que

    sea necesario para los y las trabajadoras. Pronto, ante las opciones que

    representan la domesticidad y el trabajo informal precario, la maquila termina

    siendo la opcin ms segura que aporta un sueldo bimensual y un pequeo

    seguro social que cubrir a los hijos.

    8

    A continuacin, podemos ahondar en algunos de los aspectos particulares de

    las condiciones de trabajo en las maquilas textiles de Managua, que refuerzan la

    dependencia de los trabajadores(as) y nos ay udan a comprender las influencias

    del trabajo en la v ida cotidiana, tanto laboral como domstica.

    9

    El trabajo en la maquila no es constante, homogneo, regular. Adems de la

    dificultad que representa estabilizarse en una empresa, tanto por las condiciones

    de trabajo como por razones personales y familiares, existen importantes

    variaciones en la cantidad de trabajo ofrecido a la poblacin obrera. Esto es

    relevante y a que generalmente los sueldos y los aguinaldos se calculan en base a

    la produccin. Cuando las empresas reciben pocas rdenes de trabajo, la

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    La jornada laboral extensa

    poblacin obrera se ve directamente afectada. Ms an, cuando la maquila tiene

    contrato con uno o dos clientes con los que teje relaciones de fuerte

    dependencia. La cantidad de trabajo disponible vara con el origen de las

    empresas y con la poca del ao, situacin que se refleja en las estrategias que

    asumen los trabajadores al elegir integrarse a las empresas.20 Por otra parte, el

    trabajo vara a lo largo del ao y de las temporadas, como lo ilustran los relatos

    de Pablo y de Mara:

    El estilo de prenda textil solicitado puede requerir hoy tal operacin y ,

    probablemente, el pedido siguiente no exija de la misma operacin. Si la

    dependencia de la fbrica con pocos clientes es fuerte, su activ idad depender

    en gran medida de la coy untura, de la moda, de la demanda y , con un margen de

    maniobra reducido, no podr mantener un flujo de produccin sostenido. En el

    caso de un estilo que no requiere una operacin determinada, o bien el operador

    se ve repentinamente desplazado hacia otra operacin de la que tiene

    conocimiento o no, o simplemente se queda sin trabajo: presente en la fbrica,

    ganando un sueldo mnimo insuficiente, con licencia hasta que la empresa

    precise de sus serv icios, al menos que opte por presentar su renuncia y salir a

    buscar trabajo en otra fbrica de la zona. Para paliar el efecto de las

    fluctuaciones del trabajo, algunas trabajadoras implementan estrategias, a

    menudo prohibidas, que les permiten completar su salario sin dejar la empresa,

    introduciendo en la fbrica, por ejemplo, productos (cosmticos, comida) o

    serv icios (prstamos) para venderles a los dems trabajadores. Otros buscarn

    ser desplazados o nuevamente contratados por su misma empresa en otro

    puesto de trabajo.

    11

    Este tipo de altibajos en la produccin, que condicionan fuertemente tanto la

    activ idad como el ingreso y la estabilidad econmica del hogar del trabajador,

    aparecen tambin en otra escala, con las diferentes temporadas del ao. La baja

    de produccin, es denunciada con may or frecuencia por los trabajadores, se

    ubica a fin de ao. En cuanto ms se acerca el mes de diciembre, menos trabajo

    hay . Hablamos de denuncia y a que generalmente los obreros, como Giovanna y

    Mara, consideran que la cada de la produccin en esa poca del ao responde a

    una estrategia por parte de las empresas que quieren disminuir el monto de los

    aguinaldos:21

    12

    La falta de trabajo disponible nos ofrece un elemento de inestabilidad del

    trabajo en la maquila. Cuando hay poco trabajo, la situacin de las obreras roza

    lo dramtico y a que, adems de la produccin, los incentivos a la produccin y

    la produccin en horas extras son parte inherente de su salario. Sin embargo,

    ambas situaciones extremas son problemticas, tanto cuando carece el trabajo

    como cuando hay mucho, exigindoles a los trabajadores quedarse horas extras.

    13

    Sumndose a la inseguridad que generan estos ciclos de produccin y de

    falta de produccin, la jornada laboral ha de adaptarse a las necesidades de la

    empresa. A partir de un horario formal que se extiende desde las siete de la

    maana hasta aproximadamente las cinco y cuarto de la tarde, todos los

    arreglos legales e ilegales son posibles (horario, paga, etc.). Si el trabajo no

    alcanza para que los obreros se queden trabajando horas extras, se van

    temprano para sus casas con un salario bsico. Si hay mucho trabajo, se

    14

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    traduce por horas extras directa o indirectamente exigidas, que pueden ser

    largas y que, a la vez, resultan imprescindibles a la economa domstica por el

    pago extra que perciben. El tema de los horarios de trabajo atrav iesa todas las

    entrev istas; conceptualizado como organizador del cotidiano, dev iene un

    aspecto central para pensar el trabajo en la fbrica y la v ida fuera del trabajo. El

    da laboral comienza a las siete en punto. Todo retraso ser sancionado: si las

    puertas de la fbrica siguen abiertas, la obrera perder su incentivo por

    puntualidad de la quincena. Para ev itar lo que representa una prdida

    importante de sus ingresos, los trabajadores salen temprano de sus casas y

    llegan a la zona franca entre las seis y las siete menos cuarto. Muchos optan por

    ingresar a las fbricas y adelantar su produccin y la produccin de la

    empresa antes del timbre de las siete. El egreso, sin ser menos intransigente, es

    ms flexible. Poco antes del timbre, el superv isor circula con una lista de los

    trabajadores que deberan quedarse trabajando horas extras para que la firmen.

    Muchos de ellos se quedarn dos horas ms, otros cinco, algunos amanecern en

    la fbrica si los tiempos de envo de los pedidos as lo demandan. Las horas

    extras pueden extenderse al fin de semana: una parte del sbado y del domingo

    Estas dos caractersticas de las horas extras, provenientes de lgicas distintas

    que llegan a complementarse: 1) son exigidas y de no cumplir con ellas al

    trabajador se le inv itar a renunciar a su trabajo los compromisos existen pero

    se enmarca en un margen de maniobra extremadamente reducido; 2) son

    indispensables para la economa familiar y su remuneracin considerada como

    parte intrnseca del sueldo transforman un derecho en obligacin hasta

    alcanzar que se perciban los horarios extendidos como lo normal. Para el

    superv isor, por ejemplo, es normal que sus obreras se queden en extras y

    excepcional que se retiren (Borgeaud-Garcianda 2007 a). La obrera que quiere

    irse, al concluir su jornada laboral prometer, a cambio, quedarse los otros das

    hasta las siete o las diez de la noche. Los empleadores saben cun importante es,

    en la economa familiar, el salario correspondiente a lo trabajado durante estas

    horas; de hecho, una de las estrategias punitivas contra quienes desean

    organizarse en sindicatos consiste justamente en quitrselas (Borgeaud-

    Garcianda 2007 b). La que no se queda, es calificada, ante sus compaeras,

    como mala trabajadora, acusacin profundamente desestabilizadora para

    cualquier trabajador. Finalmente, el horario formal de trabajo deja de

    representar la norma. Pendientes de la necesidad, las obreras denuncian con

    may or v irulencia la orden de quedarse y la amenaza difusa, pero real, de ser

    amonestada o de perder su empleo, que las exigencias de hacer horas extras.

    Aunque no dejen de subray ar las dificultades que generan en su v ida privada.

    15

    Las horas extras se encuentran en la interseccin de varios factores de

    tensiones o de represin que se extienden a la v ida cotidiana de los trabajadores.

    A su vez, vehiculan representaciones interesantes para abordar el tema del

    trabajo en la maquila y las transformaciones del trabajo. Que sean impuestas o

    quitadas en represalia, son fuente de numerosos problemas para las obreras y

    los obreros: quedarse sin poder av isar a su familia, quedarse y no poder ver a

    sus hijos,22 quedarse a costa de discusiones de pareja, regresar a la casa de noche

    por barrios peligrosos. No quedarse: sufrir los reproches del jefe, y no llegar

    econmicamente a fin de mes. Elegir se hace difcil. Aunque queda una tercera

    opcin: quedarse y no recibir la remuneracin correspondiente a la produccin

    en horas extras, lo que lo obliga a confrontarse, repetidas veces y de manera

    indiv idualizada, con el superv isor o el gerente de recursos humanos. El obrero o

    16

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    Las relaciones con la jerarqua

    Trabajo y organizacin laboral yfamiliar

    la obrera, aislados frente a la jerarqua, suelen optar por ev itar esta

    confrontacin y no echar a perder el trabajo que le permiti alcanzar un

    equilibrio mnimo en estas relaciones.

    Las relaciones con los superiores jerrquicos integran el esquema general de

    un trabajo que v incula inestabilidad e imprev isibilidad. Si bien la persona que

    trabaja, para poder trabajar y estar all tantas horas, debe defenderse de la

    fragilidad constante de su condicin23 (jugando con las reglas de la empresa,

    buscando construir su lugar propio, estabilizando v nculos), las condiciones y la

    organizacin del trabajo concurren al sentimiento general de inseguridad.24 Las

    relaciones con los superv isores juegan un rol importante en este mecanismo;

    controlarlas o llegar a estabilizarlas representa un factor central, aunque

    siempre dbil, para mitigar los sentimientos de amenaza.

    17

    Los medios de presin de los que disponen los superv isores son eficaces en

    cuanto su uso y son en gran medida arbitrarios solamente debern dar cuenta

    de sus actos si el incidente desborda los lmites de su control. Entre los

    instrumentos de presin de los que dispone el superv isor podemos citar el

    salario (produccin e incentivos mal contabilizados u objeto de retenciones), los

    permisos de salidas (para ir a la clnica o retirase tras su jornada laboral), el

    derecho a negarle la renuncia a un obrero.25 Estas prerrogativas no slo le

    confieren poder sobre cada obrero, sino tambin sobre las relaciones entre

    trabajadores, gracias al favoritismo, que otorga a algunos obreros los mismos

    permisos que se les niega a otros. El poder del jefe consiste, no tanto en las

    rdenes que imparte, sino en la prolongacin de la arbitrariedad de sus

    decisiones y la incertidumbre de la poblacin obrera. Adems, la intromisin

    inev itable en la v ida personal y privada de los trabajadores en el trabajo (nio

    enfermo, parejas obreras, dependencia de la familia) representa una fuente de

    informacin importante as como puede ser la causa de los conflictos.

    18

    Las situaciones indiv idualizadas de tensin y de conflictos manifiestos, no

    afectan de manera permanente al conjunto de los obreros. Pero s resulta

    debilitadora la amenaza de tensin que atrav iesa la cotidianeidad misma. Cada

    uno intenta estabilizar la relacin con su superv isor salvaguardando espacios de

    negociacin y compromisos posibles. Los obreros y las obreras, adems de no

    poder esperar las resoluciones judiciales, no creen en la aplicacin del derecho,

    y las defecciones del Ministerio del Trabajo no contradicen la desconfianza de

    los trabajadores con la ley que debera ampararlos. Las relaciones con su

    superior jerrquico se tornan un asunto personal. El trabajador termina siendo

    responsable de su relacin con su superv isor (el cual, detentador del poder, no

    debe cargar con su parte de responsabilidad) y , consecuentemente, de su

    situacin de trabajo.

    19

    En la situacin laboral que hemos descrito, las obreras, muchas de ellas20

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    responsables de sus familias, adoptan una organizacin estricta de sus tiempos y

    de su energa para poder responder a estas exigencias. Como se observa, aun

    cuando el frgil equilibrio se quiebra o cuando la obrera renuncia o es

    despedida, la estructura familiar constituida permite asimilar el golpe. Lo que

    todo trabajador conoce en may or o en menor medida la organizacin de su

    cotidiano a partir de los horarios de trabajo impuestos alcanza, en el caso

    estudiado, proporciones inquietantes a partir de sus implicaciones en la salud,

    en las relaciones familiares, en la posibilidad de construir cierta autonoma,

    tanto en trminos humanos como sociales. Como sealamos anteriormente, en

    la fbrica la obrera tiene que cumplir con los horarios impuestos, con la

    produccin (la meta impuesta y su propia meta que corresponde a la produccin

    necesaria para alcanzar el salario proy ectado). A la organizacin del trabajo

    proveniente de la empresa responde una auto-organizacin rigurosa por parte

    de la trabajadora, dentro y fuera de la fbrica. Pensamos que esto no debe

    solamente pensarse como un elemento importante en trminos de planificacin

    de tiempos y activ idades, sino tambin de economa psquica: es importante,

    incluso v ital para no quebrarse; para no dejarse invadir por las presiones y las

    incertidumbres; para seguir trabajando y produciendo; para alcanzar, a la vez,

    un mnimo control sobre su propio tiempo no perder el ritmo: el ritmo de

    produccin y de trabajo que acompasa la v ida familiar y la v ida privada.

    Por cierto, todo trabajador obligado a cumplir con un horario fijo adapta su

    tiempo libre a esta exigencia fabril, sin embargo, en el caso estudiado, la auto-

    organizacin de la obrera, de sus tiempos dentro y fuera de la empresa y de los

    miembros de su familia, es particularmente eficaz e imprescindible para poder

    responder a sus obligaciones laborales. No obstante, si esta estructura

    organizativa le permite estar en el trabajo preservando, en la medida de lo

    posible, su propio equilibrio y desgaste, la trabajadora tiende, a la vez, a reforzar

    la organizacin del trabajo impuesta por la empresa y beneficiar su

    productiv idad. Hemos v isto el ejemplo de los trabajadores que, ante el temor de

    perder su incentivo, llegan muy temprano a la zona franca (lo que implica, para

    aquellas trabajadoras que cumplen con labores domsticas despertarse horas

    antes del amanecer para realizar las tareas del hogar, antes de partir a la zona

    franca) aprovechando ese tiempo para adelantar su produccin del da. Lo

    mismo sucede a la hora del almuerzo: como no se puede salir del permetro de la

    fbrica, mejor regresan al lugar de trabajo y retomar de a poco la produccin.

    21

    El control de los jefes se completa con el control de los propios trabajadores

    que se organizan para alcanzar la meta de produccin. An cuando se trata de

    robarles tres minutos al trabajo y a la v igilancia (tres minutos que

    descomprimen), la auto-organizacin beneficia la produccin y a que, de esa

    manera, el obrero y la obrera intentan controlar la presin del trabajo. La pausa

    robada le permitir ser ms eficaz en los tiempos dedicados a la produccin,

    tiempo durante el cual reprimir los movimientos que pueden esperar como ir

    al bao, a tomar agua o ir a la clnica. Por lo general, lo que hago nos dice una

    superv isora26 es tratar de olv idar lo que tengo y estar ah presente, sacando

    trabajo (). Solamente que te sientas realmente muy , muy mal pues... [pedir

    permiso para ir a la clnica]. La auto-organizacin se combina con el auto-

    control frente al temor de sentirse desprestigiado frente a sus compaeros de

    trabajo (va demasiado al bao, no est enfermo, no quiere trabajar, etc.).

    Lo que la organizacin del trabajo explota no es el sufrimiento mismo, sino los

    mecanismos de defensa desplegados contra este sufrimiento observaba

    22

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    Christophe Dejours hace y a 30 aos (Dejours 1980). As, tanto la organizacin

    de su tiempo y de su produccin como la gestin indiv idualizada de la presin

    del trabajo, el mnimo control que preserva el trabajador sobre su activ idad

    contribuy en a mantener su capacidad laboral y la productiv idad. El trabajador

    es quien caza sus propios tiempos muertos. El tiempo de almuerzo ser

    reducido, los minutos indispensables para descomprimir sern cortos no

    solamente para ev itar el regao sino, sobre todo, para no quebrar el ritmo de

    trabajo. Toda la energa del trabajador tiende a controlar la cadencia y la

    produccin sin ahogarse. Cada obrero y obrera utilizar este pequeo margen

    de maniobra que se auto-impone para intentar adaptarse al trabajo y adaptar el

    trabajo a s mismo. Para poder realizarlo y cumplir con sus exigencias. Aray a

    nos ofrece un ejemplo de auto-organizacin de la obrera con el trabajo:

    La auto-organizacin responde no solamente a la necesidad de organizar su

    activ idad laboral sino tambin las activ idades que se desarrollan fuera de la

    fbrica, para poder cumplir con el trabajo exigido en ambas esferas. Al escuchar

    los relatos de los trabajadores nos sorprendemos al encontrarnos con un ritmo

    de activ idad que no deja de recordar el marcado por la produccin. Este ritmo

    invade el tiempo propio de la obrera cuy as activ idades se alternan con

    asombrosa continuidad. Son minuciosamente fraccionadas en el tiempo: Me

    levanto a tal hora, me bao a tal hora, preparo la comida de tal a tal hora, tomo

    el bus de las, llego a la fbrica a tal hora, etc., trabajo tantos bultos de tal a tal

    hora, y as hasta acostarse. Los fines de semana son igualmente segmentados

    por tantas ocupaciones domsticas. En su da de descanso, la obrera se levantar

    a ms tardar a las siete, la siesta ser cortita, cada tarea (hacer las compras, la

    comida, lavar, planchar, los quehaceres ms importantes de la casa) integrar

    igualmente un horario muy preciso. Los placeres y el ocio permitidos entran en

    consonancia con este ritmo y la economa de v ida que la activ idad impone:

    dormir algo, mirar la telev isin, recibir familiares, ir al templo o a la iglesia.

    Aparece as que la coaccin ms eficaz es la que prov iene directamente del

    cronmetro que la que se inmiscuy e en los cuerpos y las mentes invadiendo

    espacios y gestos del cotidiano. Es decir de la cotidianidad de las obreras pero,

    tambin en cierta medida, la de sus familiares.

    23

    La organizacin de la jornada y la de la familia hereda los horarios y las

    exigencias del trabajo en la maquila. Hemos sealado la obligacin que tiene la

    obrera de permanecer trabajando en das y horas extras. Sin embargo, tambin

    tiene que estar en su casa para ocuparse de sus hijos, o encontrar alguna

    solucin para que stos no se queden solos cuando ella est trabajando. No

    solamente se le imponen estas horas extras de trabajo sino que ella necesita

    hacerlas para poder responder a las necesidades econmicas esenciales de sus

    hijos y del hogar. Padres y compaeros a menudo ausentes, son las hermanas,

    las madres o las cuadas quienes atienden a los hijos de la trabajadora. Los

    arreglos familiares son diversos. La obrera deja sus hijos en el hogar de su madre

    antes de ir a trabajar y los pasa a recoger a la salida, o bien en otros casos es la

    hermana quien los pasa a buscar a la escuela y los cuida hasta su regreso de la

    fbrica, etc. Una hermana cuidar a todos los nios de la familia mientras sus

    hermanos, su madre o su cuada estn en el trabajo, luego la madre la

    reemplazar mientras sus hijas y nueras trabajan, etc. Este tipo de organizacin

    familiar entre los miembros, sobretodo de las mujeres, de la familia es comn y

    resulta perfectamente funcional a este tipo de trabajo. Podramos establecer un

    paralelo con el sistema de la olla a presin. Cuando el cansancio, el aburrimiento

    24

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    De trabajo a lo intimo-privado

    o las tensiones son muy fuertes, la trabajadora deja la zona franca y regresa a los

    pocos meses nuevamente descansada.27 Es as como regula sus tiempos, su

    cotidianidad, al contraponer su propia flexibilidad a la que le impone la fbrica.

    Por parte de las empresas este funcionamiento contribuy e igualmente a regular

    la presin interna.

    Las exigencias laborales tienen consecuencias no solamente en la organizacin

    de la trabajadora sino en la estructura de su familia ampliada que se reparte

    entre quin trabaja y quin no, quin cuida a los nios, cmo se compensan los

    serv icios y los favores. La organizacin de la pareja y de la familia se apoy a

    directamente en sus lazos afectivos. La solidaridad, la ay uda mutua, el amor son

    elementos movilizados para que la obrera pueda estar disponible para su trabajo

    sin tener que estar preocupada por sus hijos. Igualmente, las exigencias

    laborales pueden debilitar estos lazos. La organizacin de los miembros de la

    familia en funcin de las necesidades laborales no slo distribuy e a los

    indiv iduos sino que se introduce profundamente en el seno de las estructuras

    familiares,28 y a sea la relacin amorosa atrapada por los horarios interminables

    de trabajo o los intercambios de favores entre madre, hijas y hermanas. Este

    impacto tiende a generar choques y de resentimientos. Francisca, por ejemplo,

    deja el hogar (de su madre) para que sus hijos no dependan de otra persona que

    no sea ella pero se da cuenta, una vez que se mud, que no tiene quien los cuide

    mientras trabaja, a menos de pagarle un salario a una cuidadora. No tendr ms

    opcin que pedirle nuevamente ay uda a su familia pero conserva de este

    episodio el recuerdo de un fracaso personal. No logr consolidar una v ida

    familiar independiente de su familia de origen, hacer su v ida como se dice

    comnmente. De regreso al domicilio de su madre, se instalaron, con su esposo

    y sus hijos, aparte, en una cabaa construida en el patio de la casa familiar. A

    diferencia de sus hermanos, cocina nicamente para su propia familia y da

    consignas precisas para el almuerzo de sus hijos, independientemente de los

    dems nios de la casa. Cuando trabaja, deja sus hijos al cuidado de su madre

    (que renunci a trabajar en la maquila) pero insiste: ella ha de ser la nica

    persona en educarlos y en poder corregirlos.

    25

    Siguiendo las tramas tejidas a partir de las exigencias e inestabilidades

    provenientes del trabajo, hemos ingresado al espacio organizado, estructurado,

    y afectivo del hogar y de la familia. Llegamos al mbito privado de la v ida de las

    trabajadoras. Hablar de lo privado implica necesariamente situarse en

    oposicin a lo pblico? Tal oposicin se construy e en la sociedad patriarcal del

    siglo XIX (Barranco 2002), aunque Hannah Arendt (1995) recuerda que, en la

    antigedad griega, lo pblico como espacio de disertacin de los hombres

    libres asociado a lo poltico y lo domstico no poltico, donde no existe

    igualdad entre los sujetos se constituan en mbitos radicalmente

    heterogneos. Todava hoy , debido en parte por la trampa lingstica que los

    hace antnimos, parece difcil extraerse de esta dicotoma, como si hablar de

    uno excluy era el otro. Si distinguimos aqu lo privado e ntimo haciendo

    referencia a la v ida personal, al cotidiano familiar y a las relaciones afectivas,

    que distan de lo pblico-laboral, es con el propsito de entrever desde la

    dominacin laboral la interpenetracin entre ambos, la porosidad de las

    26

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    fronteras. Porque, como lo recuerda Robert Cabanes, es desde el ngulo de la

    relacin entre la evolucin del mundo laboral y la evolucin de la v ida

    domstica o privada, que observamos la modificacin de las formas de

    dominacin (2002: 16). Lejos de implicar nicamente la persona trabajadora,

    su trabajo afecta la organizacin general de su familia, desde lo ms v isible hasta

    lo ms ntimo, del tiempo y del espacio, de cada uno a las relaciones sensibles

    que lo une a sus hijos, a sus padres y a sus parejas y estos seres entre ellos. La

    v ida privada resalta las repercusiones de las transformaciones del empleo y del

    trabajo en la maquila en la v ida cotidiana de la poblacin trabajadora.

    Caminando de la fbrica a la familia, de lo pblico a lo privado, de lo privado a lo

    ntimo, llegamos al umbral de la intimidad como espacio socialmente

    autorizado y ratificado del secreto y a la propiedad de s (La & Proth 2002)

    abordada aqu, desde la intromisin en el micro-mundo de los amores, en las

    relaciones de parejas, en la presencia masculina, marcados, ellos tambin, por

    su difcil consolidacin.

    En repetidas ocasiones expresamos que las trabajadoras conviven no

    solamente con sus hijos y eventualmente con su compaero, sino que

    permanecen con su familia ampliada. En cada casa cohabitan varias

    generaciones y relaciones de parentesco: padres, hijos, nietos, y ernos, nueras.

    Las parejas y hasta las familias jvenes que se forman carecen de los medios

    econmicos y de las redes solidarias cotidianas para construir un hogar que sea

    propio, con bases slidas, autnomas e independientes de sus familias de origen.

    Los intentos, de hecho, suelen fracasar. El hacinamiento afecta severamente la

    intimidad de las parejas y favorece las tensiones entre los miembros de la

    familia, pero los trabajadores necesitan contar con la organizacin y la

    solidaridad de sus familiares. Que esta estructura familiar sea la ms propicia

    para enfrentar las dificultades, no significa que sea la ms deseada. Los

    trabajadores comparten sus anhelos de autonoma y su imposible realizacin.

    Esta estructura familiar, ampliada, tan comn en Nicaragua, aparece como la

    que permite organizarse colectivamente para afrontar la precariedad financiera

    y las condiciones de empleo. La familia ampliada es funcional ante la

    precariedad de la situacin de sus miembros: los protege; tambin es funcional

    ante la flexibilidad y a la inestabilidad proveniente del empleo en las maquilas.

    27

    Entre el hogar compartido, los horarios largos e imprev isibles y la dificultad

    de independizarse, la v ida de pareja constituy e todo un desafo. Habra que

    interpretar, tomando en cuenta la influencia de la cultura machista persistente,

    el lugar relativamente ambiguo y hasta inconsistente que ocupa el hombre.

    Aunque los relatos reconozcan formalmente la autoridad asociada a su figura,

    sus salarios son presentados como ay udas, participaciones. Las mujeres se

    perciben como el sostn real de la familia y de los hijos, mientras que los

    hombres van y v ienen, pueden estar hoy e irse maana, y no parecen tan

    confiables. El trabajo refuerza as su centralidad para las obreras, como lo refiere

    Doa Paula, tras 30 aos de matrimonio:

    28

    De la misma manera, las historias de amor parecen, a menudo, marcadas por

    la inconstancia. Los amores procrean pero no duran. Cada nuevo encuentro es

    una nueva esperanza que se disgrega a lo largo de decepciones largamente

    contadas (l me apoy aba, era bueno con mis hijos, pens que era el hombre que

    necesitaba).

    29

    Ahora bien nos preguntamos: qu espacio le dejan estas condiciones

    laborales al desarrollo de la v ida de pareja y de familia? De dnde sacar el

    30

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    tiempo y la energa para consolidar una v ida de pareja o, por lo menos, para

    tener la oportunidad de conocer a alguien fuera de la fbrica? El tiempo, el

    cansancio, las exigencias laborales, se inmiscuy en entre los pliegues ntimos de

    las relaciones.

    Entre la inquietud de quedarse en el mbito fabril y la de renunciar, entre las

    exigencias laborales y la responsabilidad de los hijos, algunas trabajadoras

    optan por sacrificar toda v ida de pareja para no agregarle ms complicaciones a

    una existencia y a muy difcil. En Nicaragua, este tipo de decisin no es ev idente

    y es a menudo ah donde las mujeres se imponen positiva o negativamente.

    Detrs de la aparente aceptacin de la dominacin domstica, por el

    obedecimiento debido al hombre aceptacin a menudo reconocida y

    reiv indicada, las relaciones se tejen de otra manera. Las trabajadoras solteras

    declaran que y a no las agarran mientras que las mujeres con esposo o

    compaero se mantienen preparadas para quedarse solas: as como podran

    sbitamente quedase sin empleo, conciben quedarse sin cny uge, y sin el apoy o

    para sostener a la familia.

    31

    El trabajo y el sueldo que las obreras madres adquieren, en este contexto

    particular, gran importancia y a que pase lo que pase ellas asegurarn las

    necesidades de sus hijos; y los empleadores saben que pueden contar con estas

    mujeres que, sea cual sea su carcter o sus deseos de trabajar, harn todo lo que

    puedan para asegurarles a sus hijos el mnimo v ital. No se ev itan los trastornos

    afectivos: una mezcla de sufrimiento y de v iolencia puntan los relatos.

    Violencias fsicas, v iolencia de las imgenes: del hombre asociado a la rudeza, a

    la borrachera, al engao, al abandono y objeto de desconfianza. Hombre y

    mujeres que no cuentan los unos con los otros. El hombre esperado ser el que

    aceptar y respetar a los nios. Hace falta tiempo para amar y dejarse amar, y

    ese tiempo no lo tienen. Si este hombre ideal no aparece, entonces es mejor

    arreglrselas sola y asegurar un poco de estabilidad de la familia. Si, de este

    modo, escapan parcialmente de la dominacin masculina, es para verse ms

    sujetadas an por la dominacin que se ejerce desde sus condiciones laborales y

    de v ida: v ida ntima encogida y orientada hacia los hijos que hay , da a da, que

    proteger de la necesidad y de la inseguridad.

    32

    Otro aspecto importante de la invasin de la v ida por las exigencias del trabajo

    lo encontramos en las temporalidades que sugieren los relatos obreros. As,

    tanto la fragilidad y las exigencias provenientes del trabajo como la fragilidad y

    las exigencias propias de las condiciones de v ida invaden las secuencias

    temporales y los tiempos de v ida de los trabajadores, la temporalidad de cada da

    sintetiza, como lo hemos v isto, la frentica marcha de las activ idades diarias y

    semanales. Pero no alcanza: el tiempo presente se extiende invadiendo los

    dems tiempos de la v ida; se impone dejando a la luz la carencia del tiempo de

    reserva, el que permitira buscar y construir otras estrategias. Sin embargo,

    habra de preparar otro futuro y a que la maquila favorece a los y las

    trabajadoras jvenes.29 Aun cuando la trabajadora ha ingresado a la zona franca

    por algn incidente en principio pasajero, la dependencia hacia la maquila se

    cristaliza velozmente. A manera de un crculo v icioso, aquella que entr en la

    maquila vuelve a ella. El salario por produccin, los rendimientos e incentivos,

    el salario que depende de uno, el reclutamiento fcil, el sistema de vaivn

    entre la fbrica y la casa, conjugados ante la ausencia de alternativas, hacen

    que las obreras regresen a la maquila. Esta dependencia se refuerza con la

    imposibilidad de seguir con otras activ idades fijas extra laborales y extra

    33

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    domsticas. El tema de los estudios, por representar todava constituy e un

    vehculo posible de ascenso (o de no descenso) social, es muy notorio y aparece

    con gran frecuencia. Pocas son las obreras, sobre todo entre las ms jvenes,

    que no fantasean con los estudios que las alejaran del nico horizonte de la

    maquila esperanzas igualmente moderadas por la falta de dinero y los hijos que

    hay que criar.

    Quienes hay an querido seguir con la primaria, la secundaria, los estudios

    universitarios o iniciar una pequea formacin que le permita prepararse para

    despus, tuv ieron que abandonar. Trabajar en la maquila y estudiar a la vez es

    insostenible. Hasta cuando abandonaron sus estudios y llegaron a la maquila por

    otras razones como el nacimiento de un hijo, la maquila aparece como la

    responsable de su situacin en la medida que su organizacin y su poltica las

    absorbe completamente. El esquema es siempre el mismo: el obrero o la obrera

    llega a la maquila con intenciones de trabajar y de seguir estudiando de noche y

    los sbados. Pronto llegan las horas extras. Se hace cada vez ms difcil obtener

    autorizaciones especiales. Produccin y salario aumentan con la destreza. La

    obrera falta a clase una vez, dos veces; slo le queda la hora del almuerzo el

    nico descanso del da para estudiar. Las dificultades y el cansancio ganan

    terreno. Las horas extras se extienden los sbados. Clases de recuperacin y

    abandono. Trabajo y estudio son inconciliables:

    34

    Podemos subray ar que aquellos que desean seguir estudiando quieren

    terminar la secundaria o seguir una formacin corta y til (economa, gestin,

    ingls). Ninguno comparte sus deseos de seguir una formacin larga, al percibir

    esta posibilidad como si se situara fuera de una realidad imaginable para s

    mismo. Las dificultades financieras conjugadas con el trabajo necesario amputan

    a las y los trabajadores de la posibilidad de desear acceder a formaciones

    demasiado caras, largas e inalcanzables hasta las formaciones cortadas son

    presentadas como un deseo difcilmente realizable. Es en este sentido el trabajo

    en la maquila se erige como la negacin de la posibilidad de estudiar; la maquila

    no comparte su tiempo.

    35

    Como el pasado negado, el futuro integra este tiempo presente tan denso e

    invasivo. A lo largo de las historias de v ida compartidas, el futuro es un tiempo

    ausente. Para el investigador inv itado a presenciar las dificultades cotidianas y

    la falta de perspectivas, preguntar acerca del futuro vara entre la incongruencia

    y la v iolencia. Clara, de 18 aos, emplea el condicional amputado de sus

    posibilidades de realizacin:

    36

    Anita est demasiado ocupada con su reciente despido para hablar del futuro;

    primero hay que salirse de este problema. Para otras obreras, no se trata tanto

    de las posibilidades o no de proy ectarse, sino de las posibilidades de imaginarse

    un futuro, como Ilsia, que termina soltando un en realidad no me imagino que

    hara despus, no me imagino. Para aquellos que intentan proy ectarse fuera de

    la maquila, el futuro aparece como un futuro a corto o muy corto plazo que

    podra resumirse groseramente as: terminar sus estudios o seguir una

    formacin corta que permita dejar la maquila y agarrar un trabajo despus ms

    digno, menos forzoso, y dedicarme un poco ms a mis hijos resume Violeta.

    Pero estos sueos fugitivos son inmediatamente alcanzados por la realidad:

    pensndolo bien, no puede dejar la maquila antes del mes de diciembre porque

    perdera el aguinaldo. Y se necesita el dinero para comer, darles de comer a sus

    dos hijos, vestirlos, etc. Y Violeta tuvo que llamar a un abogado para consumir

    el divorcio con su esposo, lo que representa un importante esfuerzo financiero.

    37

  • 03/09/12 Dominacin laboral y v ida priv ada de las obreras de maquilas textiles en Nicaragua

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    Conclusin

    Y habr que pagarles la escuela a los hijos, los tiles escolares y ahorrar para los

    estudios que quiere retomar. Qu estudios priv ilegiar? Los suy os o los de los

    nios? O ahorrar ms an y abrir una pequea pulpera y , retomando la

    expresin de otra obrera, terminar de sobrev iv ir.

    El futuro aparece tan borrado como imponente el presente. Cuando la

    incertidumbre y la precariedad es tal, el presente se vuelve el nico tiempo

    posible. Sin un mnimo de seguridad financiera, sin posibilidades de formarse

    para pensarse fuera de la zona, sin condiciones para ver su propia situacin

    cambiar, es costoso proy ectarse. Para proy ectarse tambin hace falta poder

    dedicarse a uno mismo y las obreras priv ilegian a sus hijos. Primero que nada,

    no hay que enfermarse y que ellos puedan crecer protegidos y volverse

    mujeres y hombres de bien. Y dejarse soar un futuro diferente. El futuro an

    virgen de los hijos puede ser soado lejos de las mquinas, atrs de una oficina.

    No futuros de ricos, pero s futuros modestos y respetables, dignos y

    protegidos. Tengo tantos sueos!, dice Y olanda

    38

    Tras una larga dictadura, una revolucin y aos de guerra, Nicaragua se

    incorpor al conjunto de las naciones modernas y democrticas cumpliendo con

    su rol en la div isin internacional del trabajo. Con los tiempos de paz y las

    nuevas ventajas fiscales y laborales, han vuelto los inversores extranjeros y con

    ellos los empleos que el Estado y a no provea, ni garantizaba. Los tiempos han

    cambiado y hasta la vuelta de Daniel Ortega al poder no gener temores

    may ores, ni modificaciones substanciales en este nuevo paisaje. Los gobiernos

    en turno, y a sean estos conservadores o progresistas, inciden menos en la

    estabilidad de las maquilas que los cambios a nivel internacional: tratados o

    acuerdos comerciales que nacen o finalizan, nuevos mercados, condiciones

    locales ms favorables y otros.

    39

    Con la llegada de las maquilas, decenas de miles de mujeres fueron accediendo

    a un empleo particularmente precario y flexibilizado, sin ms opciones de

    trabajo. Particularmente no significa excepcionalmente y lo que hemos

    tratado de compartir aqu, es cmo esta nueva forma de trabajo, casi

    desconocida en este pas hasta los aos noventa, pero que ha integrado la

    realidad actual, traduce una reconfiguracin del trabajo y del empleo, y de la

    dominacin que a partir de ellos se ejerce. Con apenas 18 aos, los obreros ms

    jvenes no llegaron a conocer otra realidad, mientras los obreros con ms edad,

    sandinistas o no, idealizan las condiciones de trabajo que conocieron en el

    pasado (Borgeaud-Garcianda 2008b). Las caractersticas del trabajo estudiado

    rompen profundamente con las configuraciones laborales pasadas; los relatos

    obreros, marcados por la ubicuidad de las exigencias provenientes del trabajo,

    nos inv itan a aventurarnos fuera de la fbrica y observar los mltiples espacios

    donde interactan. Desde este punto de v ista, suscribimos a la necesidad,

    planteada por los socilogos Luis Alberto Bialakowsky y Jav ier Pablo Hermo, de

    trabajar en la bsqueda de una sintona entre las nuevas articulaciones del

    trabajo y la sociologa, particularmente abocada al estudio del trabajo

    (Bialakowsky & Hermo 1995). Una aproximacin sobre el trabajo y la

    dominacin laboral, partiendo del mbito de sus repercusiones en la v ida

    familiar y privada, enriquece los anlisis enfocados al trabajo como tal. Desde

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    Bibliografa

    esta perspectiva observamos que existe cierta afinidad o correspondencia entre

    la dominacin o las relaciones de dominacin provenientes del trabajo y la

    organizacin familiar, las relaciones domsticas, los tiempos de v ida o la idea del

    hombre idneo. El conjunto de estos elementos se articula sosteniendo el

    funcionamiento de toda esta economa de v ida presionada por las exigencias

    laborales. Si alguna vez la estructura del empleo formal permiti establecer una

    separacin clara y explicativa entre una esfera del trabajo y una esfera del no-

    trabajo, hemos de reconsiderar aqu la impermeabilidad que supone tal div isin.

    En estas condiciones es difcil considerar el desarrollo del trabajo femenino

    como un progreso social en trminos de gnero. Pudimos notar lo contrario, al

    afirmar cmo estas condiciones obstruy en el enriquecimiento personal, a la vez

    que generan y /o sostienen may ores desencuentros entre hombres y mujeres.

    As, en la situacin analizada, donde esta activ idad laboral particularmente

    precaria y flexibilizada es realizada por mujeres madres solteras y responsables

    de sus familias, la dominacin por el trabajo y las condiciones de empleo

    atrav iesan el orden econmico hasta alcanzar el orden domstico que, a su vez,

    se organiza para responder a las exigencias laborales. Que la dominacin no se

    reduzca al orden econmico no es casual ni menor, y puede representar un eje

    importante de estudio de la relacin entre dominacin, configuraciones

    laborales, trabajo de las mujeres y desarrollo del capitalismo.

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    Notas

    1 En Nicaragua, una zona franca corresponde a toda rea del territorio nacional, sinpoblacin residente, bajo la v igilancia de la Direccin General de Aduanas, sometida acontrol aduanero especial y declarada como tal por el Poder Ejecutiv o (artculo 1 , Ley221 / 1 991 Ley de Zonas Francas). Las zonas francas albergan, generalmente, lasmaquilas.

    2 Fueron entrev istas a profundidad del tipo relato de v ida, que se llev aron a cabo entre2002 y 2004 en el mbito de una tesis de doctorado en sociologa en la Univ ersidadPars I. Entre las entrev istas realizadas, 30 los fueron con trabajadores y trabajadorasde maquilas textiles de Managua, cuy a edad oscilaba entre 1 8 y 50 aos. Las citas delartculo prov ienen de las entrev istas con: Pablo (21 aos, entrev ista realizada el1 2/09/2002), Mara (1 8 aos, el 1 4/09/2002), Giov ana (32 aos, el 22/09/2002),Yolanda (28 aos, el 21 /03/2004), Aray a (47 aos, el 1 7 /03/2004), Doa Paula (42aos, el 26/02/2004), Roxana (25 aos, el 1 4/09/2002), Marilin (22 aos,01 /1 0/2002), Elena (20 aos, 1 0/1 0/2002), Clara (1 9 aos, 29/09/2002), Ilsia(superv isora, 25 aos, 06/04/2004), Anita (36 aos, 27 /02/2004), Violeta (27 aos,1 5/09/2002).

    3 Una pregunta bsica al respecto indagara sobre cmo aparecieron las zonas francasen el paisaje nacional nicaragense. Responderemos brev emente diciendo que, trasuna brev e aparicin antes de la rev olucin sandinista, el rgimen de zona franca sesuspendi hasta 1 990, ao de la cada del gobierno sandinista y de la apertura deNicaragua al neoliberalismo. Este ao marca un giro radical en mltiples mbitos dela v ida social, econmica y poltica del pas y en la v ida de la poblacin. Los prstamosde los acreedores internacionales otorgados a cambio de la aplicacin inmediata depolticas de ajuste estructural estabilizan la economa del pas, aliv iando el cotidianode la poblacin, desestabilizada y cansada por la guerra y la asfixia econmica ambassostenidas por los Estados Unidos. A su v ez, sin embargo, desaparece el Estadoempleador dejando a gran parte de la poblacin econmicamente activ a sin trabajo.De los obreros entrev istados que y a trabajaban en los aos 1 980, todos perdieron sutrabajo en 1 990 y quedaron desprov istos de expectativ as laborales. Para entonces, serehabilita el rgimen de zona franca, modificando profundamente la legislacincorrespondiente. Poco a poco las maquilas se imponen como la alternativ a a laausencia de trabajo o al sector informal precario. De 1 000 empleos directos en 1 992pasaron a crear ms de 84 000 en 2007 (La Prensa Grfica, 1 8 de octubre de 2007 ),div ersificando a la v ez su produccin y su ubicacin geogrfica. En un pas donde untercio de la poblacin tiene menos de 24 aos, ocho personas de diez v iv en con menosde dos dlares por da y la mitad con menos de un dlar por da, donde un tercio de lasfamilias son encabezadas por madres solteras, las maquilas aparecen como una suertey se imponen como nicas e indispensables creadoras de empleos (cifras de CENIDH2007 ; Sonia Agurto & Alejandra Guido 2004).

    4 Sobre la dominacin como capacidad del dominante de imponer su descripcin dela realidad y desde diferentes disciplinas, v ase Bourdieu 1 997 , Dejours 1 999, Morice1 999.

    5 En estas maquilas, las obreras son may ora pero trabajan tambin muchos hombres.En Las Mercedes, la proporcin es de dos tercios por un tercio. Sin embargo, en el

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    enfoque que adoptamos aqu, la dominacin por el trabajo y su articulacin a la v idapriv ada y familiar, es particularmente claro a trav s de la experiencia de lastrabajadoras, ellas mismas en su may ora madres solteras. Por esta razn, hablaremosa menudo de las obreras, en femenino, aunque esto no ha de hacernos olv idar lapresencia laboral de hombres en estas fbricas.

    6 La larga presencia de estas industrias explica que se pueda hablar en trminos degeneraciones de maquilas, como lo defiende Jorge Carrillo (1 998).

    7 Por ejemplo Carrillo, Hualde & Quintero 2004.

    8 Para un panorama abarcador de estas posturas y discusiones, v ase Bendesky , de laGarza, Melgoza, Salas (2003).

    9 Vanse, por ejemplo, De la O & Quintero (2002), Snchez (1 990), Carrillo & Kopinak(1 999).

    1 0 Entre otros, v anse De la O (2006), Barajas (1 989), Guadarrama & Torres (2007 ,parte IV).

    1 1 Vanse, por ejemplo, los numerosos artculos de Cirila Quintero o Carrillo (1 994).

    1 2 Para una v isin panormica de la maquila por regin, v ase De la O & Quinteros(2002).

    1 3 Sobre la maquila en zona rural, remitimos a los trabajos de Jon Bilbao y de suequipo de inv estigacin. La contextualizacin histrica, los cambios legislativ os, laimplicacin del Estado, la legitimizacin de la nuev a realidad, las organizaciones detrabajadores en maquilas de Managua, las condiciones de trabajo, son aspectos quehemos desarrollado en otras publicaciones (NBG 2007 , 2008).

    1 4 El empowerment () alude a un proceso de cambio en v arios niv eles que debeconducir a que las mujeres disfruten de cuotas crecientes de poder y control sobre susv idas (Oliv eira & Ariza 2000: 655; v ase tambin Afshar 1 998).

    1 5 Sobre estos puntos y desde la tesis (crtica) del empoderamiento, v ase Paz & Prez(2001 ).

    1 6 Vase Orlandina de la O (1 995).

    1 7 Por ejemplo Helen Safa (1 995).

    1 8 Por ejemplo, Beatriz Castilla (2004), Luis Rey gadas (2002).

    1 9 Robert Castel habla de soportes de la autonoma o soportes de la independencia(Castel & Haroche 2001 ).

    20 Las estrategias de los trabajadores v aran con el origen de las empresas. As,aunque las condiciones de trabajo sean mejores en las empresas estadounidenses queen los consorcios coreanos o taiwaneses, estos ltimos ofrecen mucho ms trabajo, porlo que los obreros ms hbiles o con may or disponibilidad horaria prefieren trabajar enlas fbricas asiticas. En cambio, quienes no trabajan por produccin o tienenresponsabilidades indelegables en el hogar optan por buscar empleo en las empresasestadounidenses. No es siempre posible elegir y , a menudo, los trabajadores que y atienen unos aos de experiencia en la zona franca conocen ambas realidades.

    21 La idea segn la cual el trabajo es organizado en la maquila de manera que lostrabajadores ganen menos aguinaldo aparece con frecuencia en los discursos de lapoblacin obrera. Sin embargo, sera sorprendente que, por razones de produccin perotambin de dependencia con sus clientes, las empresas se nieguen a cumplir conpedidos para que la produccin no aumente y mantener as los aguinaldos bajos. Loque aqu nos llama la atencin es la idea segn la cual las empresas manipulan lacantidad de trabajo disponible, como si la ausencia de estabilidad del trabajo y susrepercusiones habran de explicarse por el control, o la manipulacin, de la produccinpor parte de la empresa.

    22 As nos lo recuerda Doa Paula: O sea la mujer que trabaja en la zona franca tieneque olv idarse que tiene marido, que tiene hijos, porque todo el tiempo pasa en la zonafranca. El tiempo que ests en tu casa, prcticamente es slo medio dormir. Entoncesy o digo quin sufre son sus hijos y los hijos necesitan amor de su madre, de su familia,y uno pasa ah todo el tiempo.

    23 No se puede v iv ir cada da y cada momento del da con miedo; serapsicolgicamente insoportable. Para lograrlo, los sujetos pueden contar con los asuntos

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    cotidianos, que distraen, y lo que los psicopatlogos del trabajo llaman las defensasque lo protegen psicolgicamente de la dureza de su entorno (Dejours 1 980, Molinier2006).

    24 Podemos citar, rpidamente, los ambientes fsicos, qumicos; las condiciones dehigiene, de seguridad; las humillaciones div ersas (como almorzar en el piso o serrev isado de pies a cabeza v arias v eces por da); las prohibiciones, medidas de control ymedida disciplinarias superfluas; los derechos no respetados; la fragilidad del tejidosindical; hasta los abusos de toda ndole (insultos, permisos negados, amenazas dedespido, arrogancia, etc.) y la parcialidad de los jefes.

    25 El superv isor, o la superv isora, puede obstaculizar esta ltima decisin deltrabajador y de ah nacen prcticas particularmente ofensiv as como las que llev an alsuperv isor a esperar que el trabajador renuncie para negrselo antes de despedirlo.Elena que acaba de perder su empleo cuenta: Lo peor es que estaba a punto de darmi renuncia y me dijeron que no me fuera Por qu, aquel da que renunciaba, nodejaron que me fuera? Y el otro da simplemente me dicen: Elena, puedes irte a casa,tu contrato est anulado un da te alaban al otro te despiden.

    26 Ilsia, entrev istada el 06/04/2004.

    27 Este tipo de estrategias aparece como un recurso difundido entre las trabajadorasde las maquilas. As, por ejemplo, Marie-France Labrecque (2006) ha observ adosimilares v aiv enes de parte de las trabajadoras prov enientes del medio rural del nortedel Yucatn que se incorporaron a las maquilas que llegaron a mediados de los aos1 990.

    28 Elisabeth Jelin (1 984: 34) recuerda que la familia no es un conjuntoindiferenciado de indiv iduos (). Es una organizacin social, un microcosmo derelaciones de produccin, de reproduccin y de distribucin, con una estructura depoder y con fuertes componentes ideolgicos que cementan esa organizacin yaseguran o ay udan a su persistencia y reproduccin, pero donde tambin hay basesestructurales de conflicto y lucha. Al mismo tiempo que existe una tarea y un interscolectiv o de la unidad misma, los div ersos miembros tienen intereses propios, ancladosen su propia ubicacin en los procesos de produccin y reproduccin intra y extradomstica.

    29 La poblacin obrera est may oritariamente constituida por mujeres de entre 1 8 y25 o 30 aos. Sin embargo, nos hemos encontrado con obreros hombres y mujeres dems edad. Todo indica que las empresas de origen asitico prefieren la mano de obrajov en (y stas representan la may ora de las empresas del pas) pero otras empresas,como las estadounidenses, dan trabajo a hombres como a mujeres, a jv enes como apersonas de ms edad.

    Para citar este artculo

    Referencia en papel

    Natacha Borgeaud-Garcianda, Dominacin laboral y vida privada de las obreras demaquilas textiles en Nicaragua , Trace, 55 | 2009, 76-89.

    Referencia electrnica

    Natacha Borgeaud-Garcianda, Dominacin laboral y vida privada de las obreras demaquilas textiles en Nicaragua , Trace [En lnea], 55 | 2009, Puesto en lnea el 19 enero2011, consultado el 02 septiembre 2012. URL : http://trace.revues.org/758

    Autor

    Natacha Borgeaud-GarciandaDoctora en Ciencias Sociales de lUniversit Paris 1 La Sorbonne e invetigadora de laFacultad Latinoamericana en Ciencias Sociales (FLACSO) en el marco de una beca deinvestigacin postdoctoral financiada por el Consejo Nacional de InvestigacionesCientficas y Tcnicas (CONICET), Argentina. [email protected];[email protected]

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