blasco y grimaltos teoria del conocimiento cap 10 percepcion

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7/29/2019 Blasco y Grimaltos Teoria Del Conocimiento Cap 10 Percepcion http://slidepdf.com/reader/full/blasco-y-grimaltos-teoria-del-conocimiento-cap-10-percepcion 1/7 10. El problema epistemológico de la percepción Suele decirse que l ap ercepción es la f orma primera y más directa de ob- tener conocimient o so br ee l mundo . Al fin y al cabo, hasta l o que aprend emos le- yend o oesc uchand o a los demás, lo adquirim os mediante la percepc ión . Form a parte del sentid o co mún , e l de la gente de l a ca lle, que nuestro s se ntidos nos proporciona n un conoc i mi en to d ir ecto del mundo, que la vi st a, e l oído ,e lt acto, el gust o ye l olfato, nos dan a conoce r dir ectamente l a s c os as que h ay e n el mund oy los hechos qu e aco ntecen en él. A sí es a lm en os e nl o que at añ ea l av is- t ay al t act o. E lh echo d e ve r un a mesa fren te a m íye ld e sa ber q ue hay una m esa frent ea , suelen ser'un a y la mism a cosa . Quil as cos a s sea n di stintas en el caso del olfat ooe l oíd o, ya que parece que podemos distinguir entre l a cos a ys u olor, entre l a co s ays u sonido. A algunos, incluso no les parecea nada desatina- do dec ir qu e lo que percibimos directament e es un sonid oy que inferim os e lp aso de lt re n,qu e percibimos un olor e inferimos la presencia de una rosa. Pero parece que no hay nada parecid oc uand o se trata de l av ist aoe lt acto. Vem os y tocamos directamente la sc osas: no hay ning ún int ermediari o, co m oe n el caso del sonido oe l olor, que pueda interponer se e ntr ee l objet oys u visión os ut acto. Para los filósof os e n cambio, nunca h a es tado de lt od oc laro qu ee nl os casos de l av isión ye l tacto no haya tambié n un int ermediario entre nosotr os y los objetos que percibimos mediant e e llos. En otras palabras, par aa lgunos filó- sofos, la percepció n d eo bjetos sicos nun ca se ría directa. Uno d e l os a rgumen- tos más poderosos a favo rd e es t aa firmación, vendría de la mano d e la distin- ción entr ec ualidades primari as y secundarias, introducida por científicos del siglo XV II , como Galileo, Boyl eo Newton, y recogid a y ex plotada po r fi lósofos como Descartes o Locke. ' Seg ún est ad istinción, l os o bjetos no tendría n r eal- l. Se pued ee ncontrar un antecedente histórico d e es ta distinción en la distinción aristotélica entr e se nsibles propios y sensiblescomunes. Véase Ari stótel es e n De Anima. / 4 3

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10. El problema epistemológico

de la percepción

Suele decirse que la percepción es la forma primera y más directa de ob-

tener conocimiento sobre el mundo. Al fin y al cabo, hasta lo que aprendemos le-

yendo o escuchando a los demás, lo adquirimos mediante la percepción . Forma

parte del sentido común, el de la gente de la calle, que nuestros sentidos nos

proporcionan un conocimiento directo del mundo, que la v ista, el oído, el tacto,

el gusto y el olfato, nos dan a conocer directamente las cosas que hay en el

mundo y los hechos que acontecen en él. Así es al menos en lo que a tañe a la vis-

ta y al tacto. El hecho de ver una mesa frente a mí y el de saber que hay una mesa

frente a mí, suelen ser'una y la misma cosa. Quizá las cosas sean distintas en el

caso del olfato o el oído, ya que parece que podemos distinguir entre la cosa y su

olor, entre la cosa y su sonido. A algunos, incluso no les parecería nada desatina-

do decir que lo que percibimos directamente es un sonido y que inferimos el paso

del tren , que percibimos un olor e inferimos la presencia de una rosa. Pero parece

que no hay nada parecido cuando se trata de la vista o el tacto. Vemos y tocamos

directamente las cosas: no hay ningún intermediario, como en el caso del sonido

o el olor, que pueda interponerse entre el objeto y su visión o su tacto.Para los filósofos en cambio, nunca ha estado del todo claro que en los

casos de la visión y el tacto no haya también un intermediario entre nosotros y

los objetos que percibimos mediante ellos. En otras palabras, para algunos filó-

sofos, la percepción de objetos físicos nunca sería directa. Uno de los argumen-

tos más poderosos a favor de esta afirmación, vendría de la mano de la distin-

ción entre cualidades primarias y secundarias, introducida por científicos del

siglo XV II, como Galileo, Boyle o Newton, y recogida y explotada por filósofos

como Descartes o Locke.' Según esta distinción, los objetos no tendrían real-

l. Se puede encontrar un antecedente histórico de esta distinción en la distinción aristotélicaentre sensibles propios y sensiblescomunes. Véase Aristóteles en De Anima.

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Josep Lluis Blasco y Tobies Grima/tos

mente más que cualidades matemáticas, cuantificables.' como la forma, la exten-

sión, la cantidad, el número, la posición y el tiempo. Para Locke por ejemplo,

que adopta la teoría corpuscular de Boyle, inspirada en Demócrito, las cosas no

son más que un agregado de corpúsculos, organizados de diversas maneras. Es-

tos corpúsculos no tienen más cualidades que las primarias; así , cosas tales como

el color o el gusto, no están realmente en los objetos, que sólo tienen la potencia

(cualidades secundarias para Locke) de causar en nosotros esas ideas, de color,

de olor, etcétera. Éstas variarán en función del sujeto receptor: lo que le pareceverde a un sujeto, puede parecerle azul a otro, y viceversa. Por tanto, los colores,

los gustos, etcétera, están en nosotros y no en las cosas. La realidad misma es

inobservable, porque lo s corpúsculos lo son.

Para complicar un poco más las cosas, Berkeley argumentó posteriormen-

te que ladistinción entre cualidades primarias y secundarias no tenía sentido, ya

que, si no podemos atribuir a las cosas las ideas de las cualidades secundarias,

porque son relativas al sujeto, entonces tampoco tendríamos que atribuirles las

ideas de las cualidades primarias, porque también éstas dependen del perceptor y

de las condiciones de observación. La moneda redonda aparece elíptica si se ob-

serva oblicuamente. El tamaño también aparece diferente según la (supuesta)

distancia. Además, al fin y al cabo, las ideas de las cualidades primarias no pue-

den ser observadas más que a través de las ideas de las cualidades secundarias: la

forma o laextensión de un objeto están inevitablemente unidas a un colo r u o tro,y sólo a través de éste podemos percibirlas, concebirlas incluso. Así, si las ideas

de las cualidades secundarias (el color, etcétera) no están en el objeto, tampoco

las ideas de las cualidades primarias lo están. Tampoco puede decirse que las

ideas de las cualidades primarias se parezcan a la cualidad real y las de las secun-

darias no; en opinión de Berkeley, una idea sólo puede parecerse a otra idea. Lo

que en realidad percibimos, entonces, son ideas, y sólo un espíritu o mente puede

tener ideas; por tanto, éstas sólo pueden existir en alguna mente. Si por objetos

entendemos entidades materiales, no hay cosas tales como objetos en el mundo:

en el mundo no hay más que ideas y espíritus que las tienen. Lo que denomina-

mos objetos, no son más que un conjunto de ideas, que en la terminología de la

época no quiere decir otra cosa que un conjunto de imágenes o representaciones

mentales.

Ya hemos esbozado las tres principales teorías de la percepción que exis-ten en filosofía. La primera, que pasa por ser la teoría del hombre de la calle, se

denomina generalmente realismo directo. La posición que defiende que el obje-

to inmediato de percepción son las ideas (impresiones, sensaciones o datos sen-

sibles), que son causadas por los objetos, y que mediante ellas podemos percibir

indirectamente éstos, es la teoría causal de la percepción o representacionalismo.

Finalmente, la posición que mantiene que los objetos no son más que una cons-

trucción elaborada a partir de ideas o datos sensibles, se conoce como fenome-

nalismo. La característica que comparten la teoría causal de la percepción y el

fenomenalismo, frente al realismo directo, es postular los datos sensibles (más

2. Véase la primera de lasMeditaciones metafísicas de Descartes (1641 l.

144

El problema epistemológico de la percepción

conocidos como sense-data) como objeto inmediato o directo de percepción,

como entidades interpuestas entre nosotros y el mundo.

Comenzaremos la exposición detallada de cada una de estas teorías, en

orden inverso al que las hemos introducido; es decir, comenzaremos por el

fenomenalismo, y nos centraremos fundamentalmente en sus desarrollos con-

temporáneos.

10.1 El fenomenalismo

El fenomenalismo es una forma de fundamentalismo, o según algunos au-

torés,' es la forma que adquiere el fundamentalismo clásico de corte empirista.

Su motivación es anti-escéptica, por tanto. Acepta el reto esc éptico en toda su

amplitud, y pretende fundamentar el conocimiento de manera que resulte inmu-

ne a los envites del más feroz de los escépticos. El primer paso para conseguirlo,

es encontrar aquellas creencias básicas que resulten incorregibles, quejamás pue-

dan contener error alguno. Como ya hemos dicho, el fenomenalista es un funda-

mentalista empirista, y busca ese fundamento en la experiencia; claro que, como

también hemos dicho, la percepción de objetos físicos, al ser falible, no cumple

los requisitos. Así que, identificando conocimiento directo, percepción directa,

incorregibilidad, indubitabilidad y ausencia de inferencia, y aplicando el princi-pio mencionado (PO rE), por el que si una creencia puede ser falsa es porque es

fruto de una inferencia hecha a partir de creencias más básicas, el fenomenalista

encuentra ese f undamento en las creencias sobre la experiencia privada, y postu-

la los sense-data como objeto directo de la percepción -sense-data es el nombre

que reciben las ideas de Berkeley en la terminología del siglo xx. Recordad el

texto de Price acerca del tomate que reproducíamos en el capítulo sobre el fun-

damentalismo, y pensad que estas entidades no son, en consecuencia, compara-

bles a los sonidos o a los olores, que son públicos, sino más bien a nuestra cap-

tación privada de ellos. Para ilustrarlo con claridad, el fenomenalista dice que

nosotros sólo percibimos coches o casas indirectamente; lo que percibimos di-

rectamente son nuestras propias percepciones de supuestos coches y casas, que a

veces se corresponde con coches y casas reales, y a veces no.

Para dotar de verosimilitud a su propuesta, el fenomenalista emplea lo quese conoce como argumento de la ilusión, que dice aproximadamente lo siguien-

te:" a veces hemos creído percibir ciertas cualidades en un objeto, cuando real-

mente no las tenía (por ejemplo, un coche nos ha parecido amarillo cuando era

blanco, un bastón parcialmente sumergido en agua nos parecía quebrado cuan-

do era recto); en el peor de los casos, en una alucinación, se puede percibir un

objeto, cuando no hay ninguno: las personas que padecen delirium tremens creen

ver cosas tales como ratas de color rosa. En todos esos casos, no podemos decir

que lo que percibimos sea una cosa real, y no obstante continuamos percibiendo

3. Véase Williams, 1977.4. En Ayer (1940) se puede encontrar una versión muy elaborada de este argumento.

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o siendo conscientes de algo. A ese algo lo denominaremos sense-datum. Ahora

bien, la s experiencias que tenemos en esos casos son, o pueden ser, cualitativa-

mente idénticas a las que tenemos cuando percibimos un objeto real o la cuali-

dad real de un objeto. No hay nada en la experiencia misma que pueda distinguir-

la de una percepción verídica. «En ambos casos hay conocimiento de algo, y en

ambos también hay consciencia perceptiva.»? Si las experiencias son ind iscer-

nibles, ambas deben tener un mismo objeto y como, en la ilusorias y todavía más

en las alucinatorias, este objeto de percepción no puede ser parte de un objetofísico, el objeto inmediato o directo de percepción en ambas debe ser un sense-

datum.

Los fenomenalistas piensan que si el error perceptivo es posible, es justa-

mente porque vamos más allá de la experiencia en los juicios perceptivos que

realizamos. A partir del sense-datum que percibimos, nos comprometemos con

la existencia del objeto. Afirmar la presencia del objeto, sin embargo, es com-

prometerse con una serie de cosas sobre el futuro que esa experiencia no nos da.

Si, a partir de la percepción de un sense-datum con la forma de una mesa, afirma-

mos la existencia misma de la mesa, nos comprometemos con el hecho de que

ésta no desaparecerá en el instante inmediatamente posterior, que si le ponemos

un l ibro encima no caerá al suelo, etcétera. La experiencia no nos da nada de

eso . El input sensorial es pobre, nuestras creencias a partir de él muy ricas," y la

puerta que abrimos al error muy amplia.Entre apariencia y realidad hay un vacío, un resquicio por el que puede co-

larse el error. Claro que, si sólo nos limitamos a la apariencia, el erro r no es

posible. Esa es la función que desempeñan los sense-data, apariencias privadas

que percibimos independientemente de que se correspondan o no con lo que hay

fuera. Puede haber un libro rojo que a mí me aparece negro; quizá está iluminado

con una luz peculiar, quizá estoy sufriendo una alucinación, pero yo tengo esa

experiencia, yo percibo un sense-datum que es negro y rectangular, y sobre eso

no me puedo equivocar, en opinión del partidario de los sense-data.

Por tanto, si en la perspectiva anti-escéptica que motiva el fenomenalismo

contemporáneo, los sense-data se postulan para sal var la posible diferencia entre

apariencia y realidad y evitar el error, éstos, en tanto apariencias que son, deben

ser todo lo que parecen ser y sólo lo que parecen ser. Su existencia y propiedades

dependen del perceptor. No pueden tener propiedades diferentes de aquellas queyo capto, ni dejar de ex istir si yo los percibo: su esse es su percip i.' Tú y yo

podemos ver el l ibro de manera diferente, por ejemplo tú puedes verlo rojo cuan-

do yo lo veo negro, entonces tú percibirás un sense-datum rojo y yo uno negro.

Como sense-data, ambos correctos, únicos y privados, tú no puedes ver los míos

y yo no puedo ver los tuyos. Si de repente empiezo a ver rojo el libro, eso no

supone que mi anterior sense-datum estuviese equivocado; como apariencia que

es, que en un sentido importante no tiene nada que ver con cómo es realmente el

5. Price, 1954, p. 32.6. Véase «Epistemología naturalizada» en Quine, 1969.7. Según el famoso dictum de Berkeley. Véase Berkeley (\710), parte 1,§ 3.

146r

El problema epistemolágico de la percepción

libro, no puede estar equivocado: sencillamente, ahora tengo un dato sensible

diferente. Cada cambio en mi campo visual es un nuevo dato sensible.

Imaginemos que los datos sensibles fuesen efectivamente así, que no hu-

biese posibilidad de error respecto de nuestras experiencias privadas. ¿Cómo

salvaríamos el vacío entre datos sensibles y cosas materiales, entre apariencia y

realidad? Es mucho más sencillo formular la propuesta fenomenalista, que hacer

que parezca verosímil. Las cosas no son más que conjuntos o familias de datos

sensibles ... pero, ¿de qué datos sensibles? ¿Los efectivos, que son datos para al-

guien, o también los posibles? ¿Los que se obtendrían en determinadas circuns-

tancias, por ejemplo cuando alguien mirase o tocase el objeto en cuestión, o

también los que se obtendrían en diferentes condiciones de observación, por ejem-

plo con una perspectiva o iluminación diferente? S ipensamos que losdatos sen-

sibles sólo existen mientras son percibidos, entonces sólo los sense-data efecti-

vos deberían conformar el objeto, y las cosas materiales serían entidades muy

extrañas, que estarían pasando de la existencia a la inexistencia y viceversa, con-

tinuamente. El concepto de cosa material sería muy diferente, las cosas materia-

les no serían cosas materiales, tal y como defendía Berkeley. Por otra parte, si

optamos, como John Stuar t Mil i (1806-1873), por decir que las cosas materiales

están constituidas por datos sensibles efectivos y también posibles.t le restamos

sentido a la postulación de datos sensibles, y hacemos que las cosas materiales

sean conjuntos muy extraños también. Pensemos que un dato sensorial mera-

mente posible, es un dato sensorial que no existe. Las entidades físicas estarían

constituidas en su mayor parte por entidades inexistentes. Si todo lo que sequie-

re decir con sense-data posibles u obtenibles es que un observador los obtendría

si se diesen determinadas condiciones, entonces Price (1954) tenía toda la razón

al decir:

[... ] una familia de sense-dataes un tipo de grupo muy curioso, No es el

mismo tipo de grupo que una familia humana o un sistema planetario. Es

lo que llamaríamos un grupo heterogéneo, algunos de sus miembros son

particulares existentes (sense-data reales) y el resto -la inmensa mayoría-

son hechos o verdades de la forma «si un observador estuviese situado en

tal y tal punto de vista, tal y tal sens e-datum existiría»."

El fenomenalismo presenta entonces un problema que basta para que noso-

tros lo rechacemos definitivamente, y es que implica que la realidad física, per-

manente y pública, está conformada por entidades que son absolutamente efíme-

ras y privadas.

Autores como Ayer (1940), ardientes defensores del modelo fenomenalis-

ta del conocimiento, pero conscientes de los problemas que presentaba el fenome-

nalismo clásico, pretendieron refinar un tipo de fenomenalismo que fuese capaz

de eludir esas desagradables consecuencias ontológicas y preservar todas las

«virtudes» del fundamentalismo clásico. Propugnaron lo que, según la clasifica-

ción de George Dicker (1980), se ha conocido comofenomenalismo analítico o

8. Mili, 1843.9. Price, 1954, p. 284.

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Josep Lluis BLasco y Tobies Grimaltos

lingüístico, frente a la versión anterior, denominadafenomenalismo ontológico.

Quizá la forma de ver más claramente la diferencia entre ambos, sea decir que el

onrológico defendía las siguientes dos tesis:

1) Las entidades materiales son conjuntos de sense-data,

y en consecuencia,

2) Todo aquello que puede decirse en términos de objetos físicos, debe

poder decirse en (ser traducible a) términos de sense-data.

El fenomenalismo analítico, en cambio, sólo acepta la segunda tesis. Las

cosas no están realmente constituidas de sense-data, en el sentido en que un

muro está construido de ladrillos. Es más bien una construcción lógica de sense-

data, en la que cualquier enunciado en términos de objeto físico, perceptivo o no,

ha de ser traducible, ha de ser lógicamente equivalente, a un conjunto de enun-

ciados más básicos en términos de datos sensibles. Yeso no quiere decir otra

cosa que, para cualquier enunciado en términos de objetos físicos, habría un

conjunto de enunciados en términos de sense-data que sería suficiente y necesa-

rio para la verdad del primero. Sin embargo, ningún enunciado en términos de

sense-data se rí a suficiente para garantizar la existencia del objeto: uno puede

disponer de una enormidad de sense-data en forma de libro rojo, y el l ibro puede

no ser rojo o no existir, siempre es posible que estemos sufriendo una alucina-ción.'" Para estar seguro de la verdad del enunciado en términos de objeto físico,

serían p recisos todos los enunciados sobre todos los sense-data que pudiesen

obtenerse de este objeto, durante toda su existencia, y serían inf in itos. Ahora

bien, si el fenomenalismo surge como un intento de combatir al escéptico, como

un intento de salvar el vacío entre apariencia y realidad, así tampoco lo consigue,

porque no es posible deducir un enunciado sobre un objeto, a par ti r de cualquier

número finito de enunciados sobre datos sensibles, a partir de cualquier número

de experiencias. Como acaba reconociendo Ayer:

No es pura convención el que una situación que establece la existencia de

un sense-datum supondría también algún grado de evidencia para la exis-

tencia de una cosa material [... ] Además, mientras que una situación que

establece directamente la existencia de un sense-datum lo hace conclu-

yentemente, ninguna de esas situaciones puede establecer concluyente-mente la existencia de una cosa material [... ] cualquiera que sea la fuerza

de esa evidencia, siempre será lógicamente compatible con la hipótesis de

que esa cosa material no e s e n todos los aspectos lo que aparenta, o inclu-

so, que ni tan siquier a existe."

Pero tampoco hay ningún enunciado sobre sense-data que sea necesario

para la verdad de un enunciado de objeto físico. Lo que el fenomenalista quiere

decir, es que un enunciado como:

10. Ayer (1954, cap ít ul o VI) se defiende de esta acusación, pero sin ningún éxito en nuestra

opinión.

11. Ayer, 1940, p. 230.

148

El problema epistemológico de la percepción

Hay una silla verde en la habitación de aliado

implicaría algo así como

Si un observador normal entrase en esta habitación, obtendría un sense-

datum verde y con forma de silla.

Dejando de lado que en este enunciado todavía aparecen términos de ob-

jeto físico que muy probablemente no podrían eliminarse,'? esa implicación no

es del todo cierta. Podría ser que no hubiese suficiente luz, o que alguien seinterpusiese entre el observador y la silla, o que la silla estuviese tapada por una

sábana, etc. Para garantizar la implicación, habría que volver a introducir abun-

dantes cláusulas (quizá infinitas) en el antecedente del segundo enunciado.

10.2 La teoría causal

En su versión clásica, los teóricos causales de la percepción también son

partidarios de los sense-data. La motivación principal para introducir/os sigue

las líneas siguientes. Las experiencias perceptivas de las cosas que nos rodean

son cosas con determinado color, temperatura, etcétera, pero las cosas mismas,

sus constituyentes últimos, no tienen ese tipo de propiedades. El objeto inme-

diato de nuestras percepciones no puede ser entonces las cosas mismas, sino lossense-data. Los objetos físicos, que sólo tienen cualidades primarias, causan en

nosotros la percepción de sense-data, a partir de la cual inferimos lapresencia de

la cosa material, que en realidad es inobservable, como su causa.

Una de las ventajas de esta teoría, es su apariencia cientifista. Aunque los

físicos ya no conciben las partículas últimas como pequeñas «bolas de billar»,

todavía parece correcto decir que las cosas en sí mismas no tienen prop iedades

como el color. Otra de sus ventajas, al explicar la percepción, es manifestar la

necesidad de apelar al vínculo causal entre la cosa percibida y la experiencia de

la cosa. El problema es que hace que la realidad física sea un hecho absolutamen-

te inescrutable. A diferencia de otras relaciones causales, en las que podemos es-

tablecer esta relación porque causa y efecto son observables, la teoría causal de

la percepción supone el establecimiento de lo que se conoce como el «velo de la

percepción»: las cosas nos resultan necesariamente inobservables; siempre quequeramos observarlas, no encontraremos más que datos sensibles, que siempre

ocultan tras de s í la realidad -si es que la hay, porque, como defendió Berkeley,'!

lo único que nos resulta accesible son las ideas, y nada puede probar que éstas no

estén causadas por una entidad diferente de las cosas materiales.

Algunos defensores de la teoría causal, como Frank Jackson (1977 ) o John

Mackie (1976), han querido superar esa crítica, apelando a la inferencia a la me-

jor explicación. Tenemos todo el derecho a pensar que nuestras experiencias

12. Véase Sellars, 1971, pp. 90-91.

13. Berkeley, 1710, § 20.

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Josep LLuís Blasco y Tobies Grimaltos

están causadas por objetos del mundo externo, ya que esta explicación es mejor

que la del genio maligno o la del dios de Berkeley. El problema de esta apelación

al principio de la mejor explicación, en nuestra opinión, es que comete una petitio

principii. Defiende una teoría frente al reto escéptico, pero en realidad no se to-

ma en serio ese reto, ya que si se lo tomase, no estaría tan claro que esa teoría fue-

se mejor explicación de nuestras experiencias que la del genio maligno, por ejem-

plo. Sólo si s ecomienza pensando que los objetos físicos explican mejo r nuestra

percepción de sense-data, se puede acudir después a la inferencia a la mejor

explicación para decir que éstos ofrecen una explicación mejor que la existenciade un genio maligno o de un dios que causa las percepciones en nosotros.

En definitiva, pensamos que las principales aportaciones de esta teoría son

la apelación a! nexo causa! en la percepción, como determinante nomológico de

la experiencia perceptiva, y la reivindicación de esta experiencia, como un in-

grediente esencia! del fenómeno perceptivo. También creemos que presenta de-

ficiencias, que radican, por una parte, en la reificación de esa experiencia, con-

vertida en objeto inmediato de percepción, distinto del objeto ex terno, y negar

que «cosas externas, coles y reyes puedan ser experimentadas», 14 y por otra par-

te, en su concepción excesivamente realista del mundo, que «realmente» es de

una única manera, susceptible de una única descripción verdadera, que coincide

con la de la física. Para el teórico causa! clásico, todas aquellas entidades o pro-

piedades que no sean necesarias para la explicación de los fenómenos naturales

en términos científicos, o bien no tienen existencia real, o bien, aplicando el p rin-

cipio de William Ockham (1285-1347), «Entia non sunt muluplicanda prteter

neccesitatem», no deben ser tenidas en cuenta. El t eórico causal clásico suele ser

un realista cientifista, que considera que la ciencia no elabora meros modelos

explicativos, sino que obtiene fotografías de la realidad, descripciones de la rea-

lidad tal y como es en sí misma

¿Hay alguna forma de adquirir las virtudes del modelo causal, sin heredar

sus defectos? En nuestra opinión, los grandes problemas, tanto de esta teoría

como de la fenomenalista, surgen al postular esas entidades intermedias entre

nosotros y el mundo, que son lo que realmente percibimos. Pero, ¿que necesidad

tenemos de postularías? El argumento de la ilusión era un poderoso acicate para

introducirlas, consideremos su fuerza real.

10.3 Crítica de los sense-data

El argumento de la ilusión extrae buena parte de su fuerza al equiparar los

casos de ilusión con lo s casos de alucinación (en los que no existe nada que

pueda ser percibido) y a! afirmar que en ambos casos [h ay algo que es percibido'

yentonces, como percibi r implica existir y lo que es percibido no puede ser un

objeto físico, lo percibido debe ser otra cosa: un sense-datum. Sin embargo, an-

14. Como dice Putnarn, 1994.

ISO

El problema epistemolágico de la percepción

tes que nada, alucinar no es percibir: es alucinar. Pero no acaban aquí los supues-

tos gratuitos de este argumento." Otro de ello s, es que lasexperiencias ilusorias

son cualitativamente idénticas a las verídicas. Eso no tiene por qué ser así, pero

aunque en algunas ocasiones lo fuese, de ello no se seguiría otro de los supuestos

del argumento, a saber, que los objetos de diferente naturaleza no pueden presen-

tar la misma apariencia, y por tanto, que si la experiencia que se tiene es idéntica,

el objeto de percepción debe ser el mismo. Así por ejemplo, en opinión del de-

fensor de los sense-data, si un limón y una pastilla de jabón con forma de limón

presentan la misma apariencia, el objeto que percibimos es el mismo en ambos

casos: un sense-datum, que no es ni el limón auténtico ni la pastilla de jabón, si-

no la apariencia común de ambos.

Que dos objetos diferentes presenten una apariencia similar, ni de lejos

quiere decir que sólo los percibamos indirectamente. Cuando hacemos uso de

nuestros sentidos, los dirigimos hacia fuera, hacia el mundo. Somos conscientes

de las cosas y no de la apariencia exacta que éstas nos presentan. Solamente

haciendo un esfuerzo introspectivo, podemos reparar en la apariencia que nos

presentan las cosas. Pensemos en el esfuerzo que debemos hacer para relatar al

oculista nuestras experiencias perceptivas. Nuestra percepción es externo-

direccional, no interno-direccional. Además, la descripción fenomenológica de

apariencias reposa sobre el lenguaje de objetos físicos, nuestro lenguaje de expe-

riencias sensoriales es muy reducido. Considerad la dificultad que tenemos paradescribir sabores u olores, y cómo esa d ificultad se incrementa si no tenemos que

referirnos a términos de objeto físico. ¿Cuántos datos sensibles diferentes tene-

mos de alguien fumando un cigarrillo en un balcón lleno de geranios movidos

por el viento? ¿Prestamos atenc ión a esos datos sensibles, y después inferimos la

presencia del fumador, el balcón, los geranios, y el viento? ¿Necesitamos reco-

nocer primero el aspecto fenoménico del balcón, etcétera, para poder identificar-

los después como tales, y tras comprobar que lascondiciones son normales, infe-

rir su existencia -ea l?

Imaginemos además que fuésemos conscientes de nuestros sense-data, que

existiesen cosas así y fuesen objeto directo de nuestras percepciones, ¿disfruta-

rían de los privilegios que les otorga quien los defiende? Si nos limitásemos a

describir nuestras experiencias sin comprometernos con el mundo, ¿tendríamos

un conocimiento incorregible? Cuando yo veo azul un libro, puedo equivocarmesi digo que el libro es azul, pero, ¿puedo equivocarme respecto de cómo lo veo,

respecto de la experiencia que tengo? Los partidarios de los sense-data dirían

que no, y en este caso concreto quizá puedan tener razón. Pero, ¿que ocurre si el

libro presenta una apariencia fucsia? ¿Estoy siempre seguro de que esa aparien-

cia es fucsia, y no rosa o ro ja? ¿Soy siempre capaz de clasificar correctamente

mis experiencias? Alguien puede responder: vale, puede ser que yo diga fucsia

cuando la apariencia realmente no lo es, pero yo sé como me aparece. Bueno,

pero entonces, ¿qué tipo de conocimiento es ese? Si lo expreso, ya puedo equi-

vocarme, y si no puedo expresarlo o utilizarlo sin incurrir en posibilidad de error,

15. Austin dedica el capítulo V de su libro Sentido y percepcián (1962a) a señalarlos.

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¿para qué lo quiero? Y si me es úti l por sí mismo, ¿dónde puede llevarme cuando

quiero hablar, no de mí y mis experiencias, sino del mundo?

10.4 Hacia un realismo directo

Decíamos que, al explicar la percepción, la teoría causal tenía la ventaja de

apelar al nexo causal entre el objeto y nuestra experiencia perceptiva de él. Esta

ventaja se traduce en que los casos de alucinación quedan eliminados como ca-sos de percepción: en esos casos no percibimos realmente, nuestra experiencia

no es perceptiva, porque no hay ningún nexo causal adecuado entre un objeto y

nuestros órganos sensoriales. Por tanto, una alucinación no es un caso de percep-

ción sensorial, y el objeto de percepción sensorial verídica no tiene por qué ser

(no es) el mismo que el de la alucinación -si es que en este caso hay un objeto, y

no es un mero estado mental.

No obstante, recordemos que la teoría causal nos impedía ver el mundo, y

sus argumentos, aparentemente científicos, no parecían totalmente desencami-

nadas. ¿Cómo combinar todo eso, con nuestra creencia de que percibimos obje-

tos del mundo, y de que los percibimos directamente además?

Nosotros creíamos ver mesas y sillas, que son sólidas, compactas, estables

y coloreadas; en cambio la física nos dice que esos objetos son realmente agru-

paciones de partículas que no tienen color y se mueven a gran velocidad, dejandoentre ellas zonas vacías tan grandes, que si comparásemos la distancia entre las

partículas y su radio, caeríamos en la cuenta de que mesas y sillas están r ep letas

de vacío. 16 En definitiva, no tenemos más motivos para atr ibui r a las cosas cuali-

dades primarias, como la solidez, que para atribuirles cualidades secundarias.

¿Cómo defender entonces la visión del sentido común, según la cual vemos di-

rectamente cosas materiales? ¿Es sólo esa imagen de sentido común la que peli-

gra con todo ese? Fueron los científicos quienes empezaron proponiendo la dis-

tinción entre cualidades primarias y secundarias, y ahora ésta se vuelve en su

contra: ni los objetos son sólidos, ni tienen la forma que parecen tener, ni otras

muchas cosas.

Quizá los colores sean cualidades relacionales, en el sentido de que varían

según el perceptor y las condiciones de observación, pero son entidades públi-

cas, fotografiables, y no entidades privadas, del tipo de los sense-data. Obvia-mente, la idea de percepción que ofrece la teoría causal, está basada en la con-

cepción que Putnam (1990) ha denominado realismo metafísico, que consiste en

la creencia de que el mundo es de una forma objetiva determinada, que hay cosas

en sí, que son como son, con independencia de cómo nos aparezcan a nosotros o

a cualquiera, con independencia del esquema conceptual que se utilice para des-

16. Merece la pena leer u n famoso y precioso pasaje de Sir Arthur Eddington, donde el autorhabla de dos mesas, la del sentido común y la de la física, cada una tiene sus propiedades, propieda-des tan d iferentes como las mencionadas en el texto principal. (Véase La naturaleza deLmundo

físico. Buenos Aires, Editorial Sudamericana, 1945).

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El problema epistemolágico de la per, . ,epcton

cribirlas y clasificarlas. Según esta concepción de la realidad habría una b' arreraclara y bien definida entre objetividad y subjetividad, de tal manera que podrían

separarse las cualidades objetivas de las subjetivas, de un corte limpio. No obs-

tante, en opinión de Putnarn, esta imagen es un error: para clasificar los bje tos y

hechos del mundo son necesarios los conceptos, y éstos nunca son neutrales. El

mundo siempre es el mundo desde determinado esquema conceptual y desde

determinada constitución fisiológica. El mundo tal y como lo concibe un perro o

un marciano, no es igual a como lo concebimos nosotros, y por tanto, no se

puede prescind ir de la constitución fisiológica y el esquema conceptual al descri-bir el mundo. La posición de Putnam, por la que nosotros abogamo , podría

expresarse de la siguiente forma: hay un mundo, pero no puede decirse cómo es

el mundo desde una posición neutral, ya que, si lo que se pregunta es un absolu-

to, la pregunta no tiene sentido, no puede contestarse sin aplicar alguna malla

wittgensteiniana sobre el papel del mundo." Los físicos ni describen el mundo

tal y como es en sí mismo, n i pueden hacerla. No podemos arrancamos los ojos

para ver cómo sería el mundo si no tuviésemos los ojos que tenemos, ni arrancar-

nos la lengua para describir cómo sería el mundo si esa descripción no estuviese

ligada a un lenguaje. La física cuántica ha mostrado que lo que hacen los físicos

es crear modelos teóricos y matemáticos que permitan explicar y predecir los

fenómenos naturales, pero no describir cómo es el mundo realmente, en sí mis-

mo, ya que eso no es posible, no tiene sentido.

Es tan cierto que las cosas no son realmente de color, como que las cosasson realmente de color, porque decir que una cosa es de determinado color, es

decir que aparece de ese color en ci rcunstancias normales. Además, el concepto

de co lor es irreductible a cualquier otro. Decir que el color consiste en la refrac-

ción de la luz sobre un objeto, no agota lo que es el color, y dec ir que determina-

do color consiste en determinada longitud de onda, no ayuda en absoluto a con-

cebir cómo es ese color. Locke (1690) cuenta una historia similar: un ciego muy

estudioso, que leía todo lo que podía sobre colores, dijo un día: «iAh! Ya sé

cómo es el rojo: como el sonido de una trompeta». El científico no está muy lejos

del ciego, si quiere reducir el color a cualquier otro concepto.

En cualquier caso, aunque concedamos al teórico causal su perspectiva del

mundo, aunque aceptemos incluso que lascosas no son realmente tal como noso-

tros las percibimos, que no son de color, etcétera, de ello no se sigue que no las per-

cibamos o que no las percibamos directamente. Incluso si aceptamos que lascosas no son como aparentan ser, de ello no se sigue que lo que vemos sea otra

entidad, denominada «apariencia» o «sense-datum», Son las cosas las que apa-

recen, las que presentan una apariencia, y no las apariencias mismas las que

aparecen. Aunque no percibamos lascosas como realmente son, aun percibimos

las cosas y las percibimos de determinada manera. Y percibimos de determinada

manera lascosas que percibimos y no la manera misma en que las percibimos, el

objeto de percepción es el objeto externo y no la manera en que éste es percibido

17. Esto no es sino una alusión muy libre a los parágrafos 4 .063 y 6.341 del Tractatus deWiugenstein.

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(esta manera no es, a su vez, un objeto). Incluso si no las percibimos como son,

percibimos las cosas y no otro tipo de entidad. ¿No ve el ciego al color las mis-

mas cosas que yo veo? ¿Debemos decir que sus objetos de percepción no son los

mismos que los míos, porque los ve de manera diferente? Las experiencias que

tenemos de los objetos pueden ser muy diferentes unas de otras, y en ocasiones

quizá no pueden describirse ni darse a conocer a alguien que no las comparte,

pero las experiencias son experiencias de cosas, son las cosas las que se experi-

mentan.

Podemos aceptar por tanto el realismo directo de sentido común: no es

incompatible, en todo caso diferente, de la concepción del mundo de la física.

Ambas perspectivas son diferentes, pero no por eso una es verdadera y la otra

falsa. Somos animales y vivimos en un medio del que necesitamos adquirir in-

formación continuamente. La información que necesitamos, es información del

mundo macroscópico, complejo y cambiante, y nuestros órganos sensoriales es-

tán adaptados a él. Los mecanismos causales que intervienen en este proceso son

algo que deben explicar el fisiólogo y el neurofisiólogo, pero a nosotros esos

mecanismos nos proporcionan una información directa de los objetos que nos

interesan, públicos y diversos. La información que obtenemos, también está en

función de las preguntas que queremos responder, y éstas pueden situarse en el

ámbito macroscópico del medio, para la vida ordinaria, o en el ámbi to microscó-

pico de los constituyentes de la materia, para la labor científica. Quizá ésa es lalínea en la q ue se debería segu ir trabajando, en el estudio del fenómeno de la per-

cepción. La percepción es un mecanismo de adquisición de información sobre

el mundo, y esa información es tanto fenoménica como proposicional, involucra

tanto imágenes como creencias, pero desde luego lo que no involucra en su ex-

plicación, es intermediario alguno que nos libre del error o llene el vacío entre

apariencia y realidad. En esta línea han trabajado autores con perspectivas y

presupuestos diferentes, que merecería la pena tener en cuenta, como Dretske

(1981) YGibson (1979). Quizá el papel del filósofo consista en considerar en qué

condiciones es más fiable la información disponible, o en qué aspectos debe-

rían cambiar nuestros métodos para mejorarla cuantitativa y cualitativamente, y

no en uti lizar la percepción como fundamento inamovible sobre el que edificar

el resto del conocimiento.

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11. La inducción

La inducción o razonamiento inductivo, es unprocedimiento argumentativo

del que nos servimos muy a menudo, tanto en la vida ordinaria como en las

denominadas ciencias empíricas. Por suerte o po rdesgracia, sólo ciencias forma-

les como la matemática pueden servirse de la deducción como único método deobtención de conocimientos. I

Quizá la mejor manera de caracterizar el razonamiento inductivo sea decir

que es aquel razonamiento que, siendo válido, no es deductivo. Encontramos ahí

un primer indicio de que bajo la denominación «inducción» subyacen diferentes

tipos de razonamiento. La primera forma de caracterizar la inducción, por tanto,

es describir su contraria, la deducción, y definirla por oposición. Un argumento

deductivo es aquel en el que la conclusión se sigue necesariamente de las premisas,

es decir, aquel en e l-qu e no es posible que las premisas sean verdaderas y la

conclusión falsa. Por el contrario, entonces, un argumento inductivo es aquel

argumento válido en el que es posible que las premisas sean verdaderas y la

conclusión falsa, aquel en el que la conclusión no se s igue necesariamente de laspremisas.

Un ejemplo de razonamiento deductivo sería:

Premisa 1: Si todos los cuervos son negros,

Premisa 2: y Poli es un cuervo,

Conclusión: entonces Poli es negro.

Mientras que un argumento inductivo sería:

Premisa 1: Poli es un cuervo y es negro.

Premisa 2:Todos los cuervos que he visto hasta ahora son negros.Conclusión: Todos los cuervos son negros.

l. La inducción matemática no es propiamente inducción, sino más bien un tipo de razonamien-

to deducti vo.

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