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OBRAS COMPLETAS DE ANI)RES BELLO 111

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Page 1: Bello, Andrés - Obras completas. Vol. 03. Filosofía. Filosofía del entendimiento y otros escritos filosóficos

OBRAS COMPLETAS DE

ANI)RES BELLO

111

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PrimeraEdición,1951Ministerio de Educación,Caracas.SegundaEdición Facsimilar,1981

FundaciónLa Casade Bello, Caracas.

DepósitoLegalIf. 8 1-2.988

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FILOSOFIA

Page 4: Bello, Andrés - Obras completas. Vol. 03. Filosofía. Filosofía del entendimiento y otros escritos filosóficos

COMISION EDITORA DE LAS OBRAS COMPLETAS DE

ANDRES BELLO

RAFAEL CALDERADIRECTOR

PEDRO GRASESSECRETARIO

AUGUSTO MIJARES (1897-1979)

ENRIQUE PLANCHART (1894-1953)

JULIO PLANCHART (1885-1948)

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FUNDACION LA CASA DE BELLO

CONSEJO DIRECTIVO 1980,/1983

OSCAR SAMBRANO URDANETADIRECTOR

RAFAEL CALDERA

PEDRO PABLO BARNOLA

PEDRO GRASES

JOSE RAMON MEDINA

LUIS B. PRIETO F.

j. L. SALCEDO BASTARDOVOCALES

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Retrato al óleo de Andrés Bello, por Raymond Quinsac Monvoisin, hechoen Santiago, en 1844. Pcrtenece a don Belisario Prats Bello, descendiente

de Andrés Bello.

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ANDRES BELLO

FILOSOFIAFILOSOFIA DEL ENTENDIMIENTOY OTROS ESCRITOS FILOSOFICOS

PROLOGO DE

JUAN DAVID GARCIA BACCA

LA CASA DE BELLOAÑO BICENTENARIO DE ANDRES BELLO

CARACAS, 1981

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RELACION DE LOS VOLUMENES DE ESTASEGUNDA EDICION

1. POESIAS11. BORRADORESDE POESIA

111. FILOSOFIA DEL ENTENDIMIENTO Y OTROS ESCRITOSFILOSOFICOS

1V. GRAMATICA DE LA LENGUA CASTELLANA 1)ESTINADAAL USO DE LOS AMERICANOS

V. ESTUDIOS GRAMATICALESVI. ESTUDIOS FILOLOGICOS 1. PRINCIPIOS DE I.A ORTO-

LOGIA Y METRICA DE LA LENGUA CASTELLANA YOTROS ESCRITOS

Vil. ESTUDIOS FILOLOGICOS 11. POEMA DEL CID Y OTROSESCRITOS

Viii. GRAMAT1CA LATINA Y ESCRITOS COMPLEMENTARIOS1X. TEMAS DE CRITICA LiTERARIAX. DERECHO INTERNACIONAL 1. PRINCIPIOS DE DERECHO

INTERNACIONAL Y ESCRITOSCOMPLEMENTARIOSXI. DERECHO INTERNACIONAL II.

XII. DERECHO INTERNACIONAL III. DOCUMENTOS DE LACANCILLERIA CHILENA (Vol. XXI de la primera edición deCaracas)

XIII. DERECHO INTERNACIONAL IV. DOCUMENTOS DE LACANCILLERIA CHILENA (Vol. XXii de la primera edición deCaracas)

XIV. CODIGO CIViL DE LA REPUBLICA DE CHILE (Vol. XII dela primera edición de Caracas)

XV. CODIGO CIVIL DE LA REPUBLICA DE CHILE (Vol. Xiii dela primera edición de Caracas)

XVI. CODIGO CIVIL DE LA REPUBLICA DE CHILE (Vol. Xlii dela primera edición de Caracas)

XVII. DERECHO ROMANO (Vol. XJV de la primera edición deCaracas)

XVIII. TEMAS JURIDICOS Y SOCIALES (Vol. XV de la primeraedición de Caracas)

XIX. TEXTOS Y MENSAJES DE GOBIERNO (Vol. XVI de ¡a pri-mera edición de Caracasi

XX. LABOR EN EL SENADO DE CHILE (DISCURSOS Y ESCRI-TOS) (Vol. XVJ1 de la primera edición de Caracas)

XXI. TEMAS EDUCACIONALES 1 (Vol. XVIII de la primera ediciónde Caracas)

XXII, TEMAS EDUCACIONALES II (Vol. XVI!! de la primera ediciónde Caracas)

XXIII. TEMAS DE HISTORIA Y GEOGRAFIA (Vol. XJX de iu pr).aiera edición de Caracas)

XXIV. COSMOGRAFIA Y OTROS ESCRiTOS DE DIVULGACIONCIENTIFICA (Vol. XX de la primera edición de Caracas

XXV, EPISTOLARIO (Vol. XXiiI de la primera edición de CaracasXXVI. EPISTOLARIO (Vol. XXÍV de la primera edición de Caracas

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SIGLAS

Para abreviarlas citas en ci texto introducimos las siguientes siglas:

O. C. = Obras Completas,edición, Santiago 1881-1893, se citael volumen y la página.

Vida Bello Vida de Andrés Bello, por Amunátegui. Edición,Santiago, 1883.

F. U. V’. Filosofía universitaria venezolana, por CaraccioloParra León. Caracas,1933.

F. de E. = Filosofía del Entendimiento,citada según las O. C.

lot. G. = Introducción a la Filosofía del Entendimiento,por elDr. J. Gaos. Edición del Fondode Cultura Económica,México, 1948.

mt. E. = Introducción de la presente edición.

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PROLOGO

Aunque, sin habernosconsultadoen lo másmínimo, senos haya instalado,por el nacimiento, en un mundo pre-ocupado,y ocupado,con historia,con la conciencia,y contoda clase de exámenesde conciencia,individual, social,histórica, no es por estesoio motivo de preferenciasde laconcepcióndel universoen quenos ha tocado vivir, por elque encaja,perfectamente,una reedición, cariñosay cui-dada,de Filosofía del Entendimiento,de AndrésBello, ro-deadade esacorte,no muy crecida,sí selecta,de opúsculossuyos,referentesa temasfilosóficos.

Hacer historia de las ideas filosóficas en América noes mera curiosidad; es enraizamos,y por tanto vivir enprofundidad, en el pasado,que tal vez sea más nuestroque el presente,o seamosmás de él, más interior perte-nenciasuya de lo que el presente,con sus actualidadesymodas,tal vez nos hagacreer.

Posee,pues,la obra filosófica de Bello actualidad: por-que, siendoobra de nuestropasadoinmediato,del nuestro,no del ajeno,es temade nuestrotiempo,preocupadopor laHistoria.

Perono es esta razónni la únicani la másdecisiva.Una obra filosófica no se pasa,en principio, como no

se pasatampocounaobra de matemáticas.Filosofar, y ensu grado hacer ciencia, es una obra que se hace siemprey necesariamenteen vistas a la Eternidad. Y algo, o mu-cho, de la eternidade inmutabilidad de la Verdad queda

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Obras Completasde Andrés Belk

en todo intento, decidido, sincero,concienzudo,de hacerfilosofía.

Resulta,pues,mucho másfácil, y factibleen principio,reincardinar una obra filosófica a la corriente de la his-toria, a nuestro presente,que reincorporar, con sinceri-dad y eficacia,unaobra de política, de economía,de arte...al presente,cuando,por motivos diversos,ha quedadofue-ra de la generalcorriente de la historia.

La ausenciade influjo de una filosofía duranteciertaépocahistóricano es razónde prescripcióncontra ella, niamengua,en principio, su poder vivificante parala épocahistóricaen que se la readopte.La verdadconservasu vita-lidad muchosmilenios más que los famososgranosde trigode las tumbasfaraónicas.

Hay, pues, siempremotivo, aun colocándonos en elpunto de vista de la eficienciay urgenciadel presente,parareeditaruna obra de Filosofía, hechaen serio, en técnico,por la Verdady con concienciade debereshacia la eter-nidad.

Nuestropresentefilosófico, y con nuestrome refiero alde nuestraAmérica, se unecon tan pocosy tenueshilos anuestro pasadofilosófico inmediato, que fuera suicida noañudamosconél mediantelas obrasfilosóficas de Bello, es-pecialmentepor Filosofía del Entendimiento,que el grantradicionalistahispano,Don Marcelino Menéndezy Pelayo,el que se enraizóconcienzudamenteen el pasadoinmediato,remoto y remotísimo de la cultura española,calificaba deobra másimportante que en su género poseela literaturaamericana (Antología de Poetashispanoamericanos).

Por otra parte, si la conservacióndel Patrimonio Na-cional, como se ha dado en denominarlo,no se ha de res-tringir a guardaredificios y papelesviejos, precisoseráquese tengaun particular cuidadode la conservaciónde esotropatrimonio espiritual, no menos valioso, que son las obrasfilosóficas de ios que, con concienciade lo que es el hom-bre —el dueñode Patrimonio—han intentado hacernos

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Introducción a las obras filosóficas de Andrés Bello

caer en cuenta de esa poquita cosa que es preguntarnos,pararespondernos,quées el hombre,qué facultadestiene,segúnquéleyesse rigen, de dóndeviene, a dóndeva, quéesel mundo,qué es la ciencia,cuálessonsus métodos,. . ¿Po-quita cosa?

A los cometas,por vulgar contraposicióncon los pla-netas,suele llamárselosestrellaserrantes,de órbitas y tra-yectorias“a la buenade Dios”, mientrasque las de los pla-netasvan segúnleyesmatemáticas,casi segúnunasola paratodos, quees la ley de gravitación de Newton.

Es ineludible, si no queremosque la vida espiritual denuestrospueblosresulte cuandomás desfile curioso de co-metas y meteoritosintelectuales,elevar, —entre otras, ytal vez más que otrasobras—las raras filosóficas a la ca-tegoríade planetas,al rango de astros subordinadosa unaúnica ley de evolución espiritual. Así nuestravida mentalno se quedaráen menosordenadade lo queestáun sistemaastronómico,o un átomo material.

Su tantico de cornetafilosófico, y de meteoritocurioso,presenta,respectode muchos,aun de los dedicadosa filo-sofíaentrenosotros,y hastade los consagradosa explicarlaoficialmente, la obra filosófica de Bello. Hagámoslapasar,es nuestrodeber y nuestraconveniencia,de cornetaa pla-neta,dentro del sistemaideológicouniversal,y tal vez a solrespectode nuestrapropia constelaciónespiritual. Nos vaen ello el dejarde ser, filosóficamente,cometas,meteoritos,vagamundosmentales,más o menos simpáticos y ocu-rrentes,parallegar a ser parteintegrantee integradaen lahistoria universal de las ideas.

Bello nos dió con sus obrasel ejemplo de una plenariaincardinaciónal temafilosófico de su tiempo: a la filosofíaempirista,científica, psicológica,sin perdersu vinculaciónal sistemamássuyo, másnuestro,de la culturahispanoame-ricana.

No sólo se interesaBello en su filosofía contemporánea:la de Condillac, Destutt de Tracy, Reid, Hume. . . ; enraí-

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Obras Completasde Andrés Bello

zasetambiénen la de supasadoinmediato: en la de Descar-tes,Leibniz.

Si sólo fuera esto, redujéraseel caso “Bello” a un buenejemplo filosófico. Y aunqueno estemossobradosde buenosejemplos, ni en este punto ni en otros, pudiéramoshallarotros ejemplosmás conmovedoresy edificantes, tal vez notan nuestros.

Así que las obras filosóficas de Bello pueden,y debenservirnos,comointroducción,especialmentehechaparanos-otros, a esaépocade la historia de la filosofía, que se inter-cala entre la racionalistay subjetivistadel Renacimiento,—llamémoslaasí para aprovecharla brevedadque permiteel nombre—,y la moderna,contemporáneacon nosotros.Bello representa,en este aspectode continuidadhistórica,lo que Condillacparala historia de la filosofía en Francia,lo que Reid parala de Inglaterra. Y no hay historia de lafilosofía, y de las ideas en esasdos naciones,que no coio-que en su lugar y con los debidoshonoreslos nombresdeun Condillac y de un Reid.

Mucho es ya que una obra filosófica nuestranos sirvaparaecharraícesen nuestropasadoinmediatoy en un pa-sado másremoto,digamoshastael Renacimiento.Sin dudala apreciaremosen unos grados más, si caemosen cuentade quetal obra dejó, y pusoen nuestrasmanos,unoshiloscon que insertarnosy entretejernosademásconla másmo-derna filosofía, con los temasde máspalpitanteactualidaden nuestrosdías.

Y si una buenaparte de las ideas filosóficas de Bellopertenecea su presentey a su pasado,por tanto, sóio anuestropasado,otra parte, y no pequeña,presentabaaúnen él cariz y perfilesde futuro, de ideas en estadode ger-men, embrionales,que sólo en nuestros propios tiemposhallarían ambiente adecuadopara hacerse plenariamentepresentes,íntegramentedesarrolladas.

Una de las faenas,y deberes,queme he propuestoen laIntroduccióngeneral a las obras filosóficas de Bello, ha

KI’

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INTRODUCCION GENERALA LAS OBRAS FILOSOFICAS DE

ANDRES BELLO

No pretende,bien al contrario, esta Introducción,vol-ver superfluoel estudiode las obrasfilosóficasde Bello. Poreste motivo no se hará aquí un “resumen” de ellas. Perocomo tampocopresupondremossu lectura,la finalidad deesta Introducción tendráque consistir en prepararal estu-dio de las mismas.Por otra parte, como testifica el Editorde Filosofía del Entendimiento,esta obra, —central porlas ideasy por la extensión,entrelas demásobras,másbienartículos, de Bello—, proyectadapara texto de InstitutosNacionales,se le creció entre las manos,resultando~obramagistral Por la importancia de las cuestionesque sepro-toney por la profundidadcon que las trata” (O. C., vol.1, vii). Este testimonio, corroboradopor la lectura de laobra misma, y por la comparacióncon la magnitud de losdesarrollosy profundizamiento de los temas paralelosenlas obrasde Locke, Condillac, Berkeley, Dugaid Stewart,Cousin.. - nos obligarán a dar a esta Introducciónunaal-tura técnicaproporcionadaa la de la obra misma.

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P R 1 M E It A PAR TE.

GENESIS IDEOLOGICA Y DOSIS DEORIGINALIDAD IDEOLOGICA DE BELLO

1. MATERIAL FILOSOFICO DE BELLO

1. 11) IDEAS FILOSÓFICAS DEL AMBIENTE IJNIvERsI-TARJO DE BELLO

Nadie se elige el ambientegeográfico,ni el humanoniel ideológico en que nace y se forma. Aun el genio másoriginal ha tenido que comenzaraceptando,como datos almenos,las ideas del ambienteen que transcurrióla épocade su educación.¿Quéideasconstituyeronci material ideo-lógico, a conservaro a reformarposteriormentepor Bello?Y al decir “ideológico”, nos referimos, naturalmente,a lasideasmáso menostécnicamentefilosóficas del ambiente; y,al emplearla palabrade “ambiente”, restringimoslas posi-bles e infinitas ideas, actuantescon gradosvariablesde in-fluencia en todas las épocas,a las de influjo inmediato ydocumentalmente constatable.

A. FORMACIÓN EN FILOSOFÍA, ARISTOTÉLICA Y ESCOLÁSTICA

~Don AndrésBello, en su juventud,estudióa la per-fecciónla doctrina peripatéticay escolásticabajo la direc-ción del presbítero don Rafael Escalona”. (Vida Bello,

Vol. III. Filosofía—2.xvII

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Obras Completasde Andrés Bello

p. 624). Por Suerte,el añoen queBello comenzósu carrerade filosofía (1797) se abrióen la Universidadde Caracas“un cursode esteramo profesadocon un métodoracional”(ibid., p. 19). El título oficial del curso es bien signifi-cativo: refilosofía Para seglares”.

CeLa circunstanciareferida salvó a Bello de ser conde-nado a estudiar la jerigonzabárbara que se denominabafi-losofía en las aulas coloniales” (ibid., p. 19). Estudiarperfectamenteuna doctrina no equivale necesariamenteaapreciarlay seguirla;y bien conocidoes el menosprecioquepor la doctrinaperipatéticay escolásticade su tiempo sen-tía Bello, al igual que casi todos sus contemporáneos.ElDr. Gaosen su concienzudaIntroducción a la Filosofía delEntendimiento (p. xxi) ha recopilado los textos con-cernientesa este asunto. Los primeros brotes antiaristoté-licos en la UniversidadReal y Pontificia de Caracas,datande 1770 (F. U. V., pp. 46-67).

Supo, con todo, Bello distinguir entre el estado de lafilosofía peripatético-escolásticaen sus tiempos —tau la-mentableque fué menesteruna directa intervenciónpon-tificia para darle nuevavida aun en lo~estudioseclesiásti-cos—,y las grandesfiguras que le imprimieron su primi-tiva fuerzay forma, tales comoAristótelesy SantoTomás.(Cf., RafaelCaldera; Andrés Bello, pp. 56-~7;edic. Ata-laya, BuenosAires, 1946).

¿Qué ideas de origen peripatético-escolástico,podemoscon fundamentoadmitir, persistieronen la mentefilosófi-cade Bello a pesarde surechazocasi totalde dichafilosofía?

Enumerolas que, a mi parecer,resultanmásimportan-tes para el futuro filosofar de Bello, a. 1) Existencia deDios, concebidocomo Ser Supremo,es decir: como objetode la Ontología; su existenciase demuestra,según Bello,por dos génerosde pruebas;1. 1) unasque no se apoyansobrela “existenciade un entecualquiera”;es decir, no sonde baseontológica. Enumera,y explana,dos: (a) la delconsentimientodel género humano, el perfeccionamiento

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Introducción a las obras filosóficas de AndrésBello

de la idea de Dios, segúnel grado de civilización de iospueblos (p. 145 ss.); (b) la pruebamoral; existenciadeDios, Juezsupremoy omnipresente,como condición deprácticaverdaderaeíntima de la moralidad (pp. 145-146).Estasdos pruebas,aunqueno seanpeculio de la filosofíaaristotélico-escolástica,probablementellegaron a la mentede Bello a travésde su maestroel PresbíteroEscalona,bas-tando al menosel ambientegeneralde la Universidaddu-ranteesta época (Cf. F. U. V., p. 46), apartede su casiuniversaladmisiónen las filosofías inglesa y francesacon-temporáneas.2. 2) Pero lo quecasiseguramenterecibió, yconservóBello, de la filosofía aristotélico-escolástica,sobretodo de la escolástica,respectoa las pruebasde la existen-cia de Dios, fué el planteamientoontológico estricto: “Pa-semosa otro génerode pruebas,que,supuestala existenciadel universo,supuestala existenciade un ente cualquiera,son rigurosamentedemostrativas”(F. d. E., pp. 141, 146).Las pruebastomadasdel encadenamientode existencias,decausas-efectos,de mediosy fines (pp. 146-151) son, fuerade levestintes leibnizianos,de corte escolásticoclásico.Ve-remos (mt. E. II, 24) que la originalidad de Bello en estepunto se cifra en el modo como intentademostrarlos atri-butos divinos de inmensidad,eternidady libertad, sirvién-dosede unaconcepcióndel espacio,tiempoy dirección, casiseguramentenewtoniana.Ahora bien: eesegúli la añ-ejapráctica,el primer añodel cursosededicabaexclusivamentea la lógica; masEscalonaempleóen este ramo sólo los tresPrimerosmeses;y ocupó los restantesen la aritmética, elálgebray la geometría;comouna ~re~aración para la físicaexperimental” (Vida Bello, p. 290). Quela física explicadapor Escalonafuerala newtoniana,es un datohistórico (Cf.F. U. V., pp. 117-119, 126-31).Al hablarde los elementosoriginalesde la ideologíade B., desarrollaréesta indicación.(mt. E. II. 22. h; II. 23. C. B.) . 3. 3) Dentrode la gene-ral direcciónescolástica,se puedefundadamenteconjeturarque Escoto,y la direcciónnominalistade Ockam, influye-

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Obras Completasde Andrés Bello

ron másque lapropiamentetomistao suarista.Consignemos,por lo pronto,quesegúnpodemoscolegir de ios testimoniosrecopiladospor C. Parra en la obra citada (pp. 154-155),Escotoreinabaen la Universidadpor aquellostiempos.Pe-ro, dejandoapartetales testimonios,anotemosunos detallessignificativos: a) Preferenciade B., parala caracterizaciónde Dios, de los atributos propios de la voluntad, — causapor imperio o mandato (E. d. E., pp. 144-148-151); lapreeminenciadel atributo rrijifinidad~~~(ibid., p. 151); de-terminaciónde los fenómenosy de su colocaciónen tiempoy espacio,no por un actode inteligenciao razónsuficiente,como Leibniz, sino por rrUn principio electivo, ~or unaagencia libre” (ibid. pp. 149-150). Ni la ciencia de visiónes causade las cosas(5. Tomás),ni el principio de razónsuficientedeterminala eleccióndel mundoreal frente a losposibles (Leibniz). Estevoluntarismosabea Escotoy sues-cuela.b) Separacióncasi completa,en dos órdenes,de fe yrazón; tradición doctrinal de la escuelaescotista,amplia-menteseguidaen las escuelasinglesas,de las que recibiráBel1io gran parte del material filosófico; frente a la conti-nuidadsistemáticaracional impuesta,al menosen plan, por5. Tomás.Tal discontinuidad(no oposición) escotistaper-mitirá a Bello continuar creyendoy admitiendo las doctri-nasbásicasdel cristianismo,sin tenerqueseguira 5. Tomás,ni sistemaalgunoen querija unafilosofía ascendidaal ran-go de expresiónracionalúnica del dogma.Libertad de ori-gen inmediato escotista,celosamenteguardadapor el pro-testantismoinglés. De aquí queno trate de intento Bellode la Teologíao Teodicea—,toma ambascosascomo sinó-nimos (pp. 2, 435),y seocupade talestemasenun apéndicede su filosofía (II, pp. 145-155). c) Desdeestepunto devista de independenciade los dogmasbásicosdel cristianis-mo frente a unafilosofía determinada,aun la peripatética,no de discrepanciay oposiciónde verdades,ha de entenderseaquellasentenciade Bello: CC~

0 creo que existe, que nopuedemenosde existir unaalianzaestrechaentrela religión

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Introducción a tas obras filosóficas de Andrés Bello

positivay esaotra revelaciónquehabla a todos¡os hombresen el libro de la naturaleza (O. C., vol. VIII, p. 306). d)Tendencianominalista; preferenciaspor el estudio dellenguaje, de la gramática:elementos todos de tradiciónescotista,nominalista,inglesa.e) Preferenciapor el estudiode la lógica (“de todaslas Partesde la filosofía Escalonasólo explicabalógica y física,Por lo largo”; Cf. Vida Bello,p. 20); f) Tendenciaal simbolismo y al calculismo enlógica; véanselos procedimientosde cálculoqueB. empleaen Lógica (p. 409 ss.). Todo ello no pareceprocedainme-diatamentede los primerostrabajosde lógicasimbólica pu-blicados en Inglaterra,que nuncacita B. La obra primerade lógica simbólica, la de Boole, es de 1847; las de Jevons,Mc. Coil, Venn, Peacock,De Morgan, etc., son de ios años1864,1869,1881,1877,etc.De otros puntosde la lógica deB. hablaremosmásadelante(Int. E.; II. 25).Podemos,pues,atribuir fundadamentela predilecciónde B. por el estudioobjetivo del lenguaje, de la gramáticaen sus estructuras,por las formulacionessimbólicas y empleo del cálculoainfluenciasdela lógicaescotistarecibidasyaen la Universi-dad. (Cf. Pranti, Geschichteder Logik. im Abendiande,vol. III, p. 202 ss.;vol. IV, p. 194 ss.) (Cf. del autor, CeFi

losofía de la Gramáticay Gramáticauniversalde A. Bello”;en RevistaNacional de Cultura, N9 65, 1947,pp. 7-24).g) Empleo casi constantede la categoríade “modo”, coneliminaciónde distincionesreales.La categoríade “modo”(modificación,modificar, modalizar) son peculio de la es-cuela escotista,de la quepasó a la tomista,suarista,a Des-cartes,Espinoza,Leibniz, y a toda la filosofía europeacon-temporáneade Bello. La filosofía existencial de Heideggerhace uso continuo de esta categoría (Cf. “Nueve grandesfilósofos contemporáneosy sus temas”, del autor, vol. 1,p. 49; Ministerio de EducaciónNacional, Caracas,1947).Cito unaspocasde las innumerablesvecesqueBello empleaestacategoría:p. 3, Ceniodificaciójiparticular, modificaciónespiritual”, eemodificaciones~~(p. 5); p. 8 (tres veces en

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Obras Completasde Andrés Bello

estapágina); p. 9; 12, 13, 16, 17, 18, 19, 22, 24 (seisvecesen estapágina); 25, 26, 27, 28, 31, citando nada más lasvecesen queapareceen la parte básicade la obra Filosofíadel Entendimiento.

Esteempleoconstantey conscientede la categoría“mo-do” aproximala filosofía de Bello a la másmoderna.Aquísólo me interesabahacerresaltarlos orígenesescotistasdeella en Bello mismo, influencia quedataya, probablemente,de su épocauniversitaria.

B. FORMACION EN FILOSOFIAS MODERNAS

El segundogran grupo de influencias filosóficas sufri-das por Bello duranteel períodode su formación univer-sitaria (recuérdeseque a este períodonos referimosahora)está integradopor filosofíaseuropeasde diversa tendencia.Enumero,por su probable orden de influencia directivasobreB., las siguientes.Ante todo, oigamosla conclusiónaque llega CaraccioloParra en F. U. V.: erGasendoy Des-cartes, Leibniz y Wolff, Malebranchey Berkeley, Bacon,Locke, Condillac y Lamarck, Eximenoy Verney dejaronhuellasprofundasen la educaciónde los universitarios ca-raqueños,que no los leyeron (comoalgunosdicensin vistani examende los documentos)a escondidasy enel deseodeformarsePor su propia cuenta,sobresaltados~or la Inqui-sición, sino que los recibieron, a cienciay pacienciade todoel mundo,de’ labios de los catedráticos de la Universidad,clérigos y seculares,por lo menosdesde1788 en adelante,(p. 45, cf. 41-46).

b. 1) “De la ilusión queproduce el uso de los nom-bres abstractos.. . han dimanado no tocosde los absurdosquehancontaminadoPor siglosla filosofía delentendimien-to yde quequizáno la hanpurgadodel todo los trabajosdeLocke, Berkeley, Condillac y otros eminentes filósofos”.(F. d. E., p. 231).

Frente a la lista, anterior, confeccionadadocumental-

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Introduccióna las obras filosóficas de AndrésBello

mente por CaraccioloParra,de nombres conocidos e in-fluyentesen la vida filosófica universitariacaraqueñade lostiempos de formación de Bello, Bello estableceun orden:Locke, Berkeley,Candillac, por una parte; y Ceotros emi-nentesfilósofos”, por otra. De esta afirmación valorativade B. no se sigue,naturalmente,quetal hayasido el ordende influencia sobre él en su épocade formación universi-taria. Intentemosrastrearalgo de este punto, importantepara apreciar la evolución y originalidad posterior de B.

Segúnla anteriorcita parecemuy improbable,por em-plearel calificativo más benigno, queBello no conociera,cuandomenos a Locke, Berkeley, Condillac, durante suépocade formación universitaria.Peroentrelos años 1802y 1807 tradujo Bello mismoel Ensayosobreel entendimien-to humanode Locke. ~ afición quedesdemuy joven tuvoal estudiode la filosofía, le hizo escogerpor primer textodetraduccióninglesael Ensayosobreel Entendimientohuma-no, escrito por Locke;y esamismaafición, estimulandoenél la curiosidad de conocer hastaei fin la serie de racioci-nios del célebre pensador,lo sostuvopara ir superandolasdificultadesde la versión” (Vida Bello, p. 32). Parece,pues,queestaprimera lecturade Locke se redujoa reconstruirlasideas del mismo, que debieron quedaren la mente de B.cual simientesde futuras cosechaspropias.

b. 2) Hacia 1810 (ibid., p. 426) Cehabiendoconocidoen un ejemplar del lomo 1 del Cours desÉtudesde Condi-llac, llegado casualmentea sus manosla teoría del verbode este filósofo,procuró aplicarla al verbo castellano,lo quele hizo descubrir su insuficienciay falsedad” (ibid., p. 67-68). Lo cual no parecequieradecirque B. no hubieraleídoantes,por falta de ocasión,obrasde Condillac, ni las refe-rentesa filología ni a filosofía, que tanta influenciadirecta,o por oposición, tuvieron en él. Además del texto de F.U. V., antescitado,y fundado en múltiples documentos,recuérdeseque, inclusive los dominicos,empleabana Con-dillac parasu cátedrade lógica (Cf. E. U. V., p. 64, 90,

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Obras Completasde Andrés Bello

112) y que continuaronexplicándolacon Condillac, req?lehabíanhallado en uso” (ibid., p. 64). Es, pues, muy im-probableque Bello no hubieraleído ya durantesu carrerauniversitaria las obras filosóficas de Condillac. De todosmodosen el Précisdes leçonspréliminaires,del Caurs,Con-dillac mismo ha hechoun resumende todasu filosofía. (ElCourses de 1775). Pero,al igual de lo quehemosdicho res-pectode Locke, estaslecturasde Condillacdebieronquedar,entreotrosmotivos, por las circunstanciasde la vida exter-na de Bello, en gérmenesideológicos.

b. 3) La corriente idealista de Descartes,Malebran-che, Espinoza, Leibniz, Wolff, Berkeley estuvo tambiénrepresentadaen la Universidad con bastanteamplitud yprestigio, aunqueno tanto, como las filosofíasde direcciónempirista y sensualista(Cf. F. U. V., pp. 78-89) ecEello,formado en la cultura universitariaa quenos referimos.a pesarde todassustendenciasanalíticas,no encontróden-tro del orden racional argumento alguno para refutarleeficazmente” (alude a la teoría de Berkeley sobre la exis-tencia de los cuerpos).Emperotal vez esta afirmación deCaraccioloParra no pasede verosímil conjetura. Los fun-damentosde la defensaqueBello hacede Berkeleyno pareceprovengande estaépocade su formación universitaria.Ladefensade Berkeley contra Reid presupone la lectura ymeditaciónde Reid, y como las obras completasde Reidson de 1846 (Ed. Hamilton), aunquelos Essay sean de1785, difícilmente puede provenir, en su forma precisay originalmenteaudaz, de la épocauniversitariade Bello;el sistemade Berkeley,dice el Dr. Gaosreconstituyeel asun-to de la última parte del capítulo “De la materia” y detodo su apéndiceque cierra la trpsicología~~.De esta solacolocacióncabría inferir que’ se trata de la última palabradel sistemadel propio Bello, ya que,por otra parte, es en lat~rPsicología~~donde nuestro pensador inserta sus ideasreinetafísicas” y su “visión del mundo”. (InI. G., p. xxvi).

b. 4) No tenemos,a lo que yo sepa,datosparaseñalar

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Introducción a las obras filosóficas de Andrés Bello

la influencia especial,o simplementegeneral,comúna todoestudianteaplicadoy de talento,de las enseñanzasqueen laUniversidad se impartían de las ideas de Descartes,Male-branche,Leibniz, etc. Más aún:el uso queparala Filosofíadel Entendimientohace B. de ciertas ideas de Descartes,Leibniz, Clarke, etc., no rebasael mínimo de lo que sueleexplicarseen los cursosmáselementalesde Universidado enlecturasgenerales.

1. 12) FORMACIÓN FILOSÓFICA POSTERIORDE BELLO.

En junio de 1810 Bello, junto con Bolívar y LópezMéndez)sale paraInglaterra.

Las influencias filosóficas, documentalmente contro-lables,sufridaspor Belloposteriormentea estafecha,con e!carácterde material ideológico sobreque asentarla redac-ción de Filosofíadel Entendimiento,y sus juicios sobrecier-tas obrasfilosóficas de su tiempo, puedenreducirse a lassiguientes:

a. 1) Jaines Mill. CeDOn AndrésBello, que había tra-bado conocimientocon Mr. JamesMill en una biblioteca,mantuvopor bastantetiemporelacionescon estesabio, saounosocho años mayorque él, hallando en su conversaciónamplia materiaPara instruirse. Oyéndolediscurrir, Bello seirn~usoen las teoríasdela escuelautilitaria, las cualesaceptóen Parte, y cuya influencia se trasluceen sus obras” (VidaBello, p. 118), sobretodoen su interpretaciónde la Moral,como veremos (mt.E., III). Peroen su CCA ncílisis de los fe-nómenosdel espíritu humano” (1829), J. Mill expone,enforma casi pura el atomismomental: reducir el espíritu a~~putuztosde conciencia”. Contraeste atomismodel espíritu,y la necesariamenteconcomitantepasividaddel mismo (leyesde asociación) reaccionarádecididamenteBello, con pun-tos de vista originalesde los que se tratará inmediatamente(II, 22. c). La dificultad de estareacción frente a la per-sonalidadpotentede J. Mill acrecientala dosisdepersona-lidad filosófica de Bello. (Cf. Vida Bello, p. 379).

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a. 2) Jer. Bentham.“Cuando Bello estuvo reducidoa la extremapobrezaquehe mencionado,Mr. JamesMill leempleóen descifrar los manuscritosde Benthain,el maes-tro de la escuelautilitaria inglesa,los cuales eran realmenteilegibles” (ibid., p. 128).

No sabemosquémanuscritostranscribióBello. EstebanDumont,amigo de Bentham,le tradujo al francésalgunos;y de la traducción francesase hizo la inglesa. Las obrascompletasde Benthamaparecende 1838 a 1843.

a. 31) Otras influenciasen formade material ideoló-gico. No pareceposibleseñalar las fechas fijas, ni aunaproximadas,en queBello trabó conocimientocon las obrasde los demásfilósofos, presentesensu Filosofía del Enten-diuniento,sobretodo. Lo únicohacederoen estepunto es se-ñalaruna fecha,antesde la cual no pudo conocerlos;fechaqueserá,evidentementela de la publicaciónde la obraco-rrespondientecitadapor Bello. Como la producciónestric-tamentefilosófica de Bello comienzaen 1843 (Vida Bello,p. 625), y termina,conese final brutal quees lamuerte,enel de 1865,podemosdistribuir el ordenprobablede influen-cias, y lecturas,en dos grupos: a. 41) lecturashechaspro-bablementeantesdel 43, y al rededordel 40, cuandoinclu-yó en los cursosquedaba,anteselectoauditorio, en sucasa(Cf. ibid., p. 344 s.), un curso de filosofía, con consultade las obrasfundamentales(ibid., pp. 345-346), bien se-leccionadas.

Desde1779 estabana disposiciónde Bello todaslas obrasde Hume; Th. Reid,muereen 1796,y la ediciónde susobrashechapor W. Hamilton es de 1846; la traducciónfrancesa,por Jouffroy, se publica entre 1828 y 1835; de Destutt deTracy hay ya en 1824-25una edición completa; las obrasprincipalesde Cabanisdatande 1802; las Leccionesde filo-sofía de Laromigui~reson de 1815 a 1842;Los Elementosdefilosofía del espírituhumanode Dugaid Stewart son de1792-1827; The lectureson the Philosophyof the humanmmd,de Th. Brown son de 1820; La filosofía dela perce~-

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Introducción a las obras filosóficas de Andrés Bello

ción y Lógica, deW. Hamilton, son de 1829-1833;Análisisde los fenómenosdel Espíritu humano,de JamesMill, esde 1829.

A partir de 1832 Bello intervieneen la Comisión parala censurade libros (ibid., p. 397 ss.).Es de suponerqueporsus curiosasy concienzudasmanospasaríantodoslos librosde filosofía queentoncesse publicabanen Europa,y natu-ralmentela producciónposterior a su salidade Europa,en1829.

a. 32) Merecenestudio aparte las dependenciasdeBello frentea V. Cousin,y, por su medio, de Kant. Cousin,el fundadordel eclecticismoespiritualistafrancés,comosue-le denominársele,vive entre1792 y 1867.Sudoctrinase for-ma bajo las influenciasde la escuelaescocesa,reformadasoretocadasulteriormentepor las de Hegel y Schelling,sufri-daspor Cousin durantesusviajes a Alemaniaen 1817, 1818y 1824. Su Coursd’histoire de la philosophiemoderneapa-recede 1815 a 1830; suúltima obra saleen 1842. Por otraparte,la traducciónfrancesade las obrasfundamentalesdeKant, datade 1864y 1869,1848. Era, pues,difícil en algu-nos casos,imposiblepor la fechaen otros,que llegarana lasmanosde Bello, —queno sabíaalemána lo queparece(Cf.MenéndezPelayo,Historia de la poesíahispano-americana,1, Madrid, 1911, p. 369)—, para poder leer directamentelas obrasde Kant. Apartede estedato externo,veremosquelas ideaskantianas,tal como se presentanen Bello, parecenprovenir efectivamentede V. Cousin. Tal es también laautorizadaopinión de Gaos. (Iizt. G., p. xxxvii). Bello pa-rece ignorar a W. Hamilton, y por tanto no recibió a tra-vésde él la influencia de Kant. Añádasequelas traduccio-nesde las tresCríticasde Kant al inglésson, respectivamen-te, de 18 54-1892-1898.

Gaosha catalogadocuidadosamentelos nombresde otrosfilósofos, secundarios,y citados casi incidentalmenteporBello; su influencia resulta insignificante, cuando menos

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para el restringido intento de este Prólogo. (Cf. lnt. G.,pp. Xx - LIv).

a. 33) En El Crepúsculopublicó Bello algunostrozosdesu Filosofíadel Entendimiento.En el N9 1 de dicharevista,Santiago1 de junio de 1843, despuésde una Introduccióngeneral,estudiaBello Las percepcionesen general,que, nopodemossaberbien si con adicioneso sustracciones,corres-pondeal Capitulo, 1, n. 1 de la futura o preexistenteya,Filosofía del Entendimiento;el artículo 2 (1 julio 1843)trata, casi al pie de la letrade Fil. del Entend.,De las per-cepcionesintuitivas y de la conciencia;el artículo terceroestádedicadoa “Las percepciouuessensitivasexternas”; el 4,a las internas;el 5, a Resultadosde la análisis precedente;el6, a “De la semejanzay diferencia” (1 septiembrede 1 843);por fin en el N9 9, 1 enero1844,saleel sexto: “De la seme-janzay diferencia”. Con levesadiciones,ordinariamentesus-tracciones,reproducelos correspondientescapítulosde Fi-losofía del Entendimiento.El artículopublicadoen el Arau-cano (1845), dedicadocasi íntegramentea criticar ciertasideas de Lógica, desarrolladaspor R. Briceño en su reCuersOde filosofía moderna”, demuestraque las ideasde Bello so-bre las correspondientespartesde la Lógica, publicadaspos-teriormenteen la Filosofía del Entendimiento,estabanyacompletamenteformadas.(Cf. O. C. vol. VII p. 317-336).El trabajo dedicadoa la Filosofía fundamentalde Balmes(ibid. p. 367-386), aparecidoen la misma Revista el año1848,poneigualmentede manifiestoqueel apreciopor Bal-mesprovienedel que éstehacede la escuelaescocesa,y aunde Condillac, del punto de partida de la concienciaparaelfilosofar, es decir: de las coincidenciasde Balmes con ideasformadasya definitivamenteen Bello, y queel disentimien-to conBalmesproviene,parecidamente,del dogmatismoquequeda,y tenía que quedar,en Balmes,frente a la posiciónampliamenteempíricade Bello. Léanselas críticasaBalmespor Bello, en las páginas371, 374, 381, 385 ss. Como estascríticasse hacena basede las ideascaracterísticasde Bello,—

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introducción a las obras filosóficas de Andrés Bello

que a continuaciónvamosa exponer—,podemosconcluirqueparaestaépoca (hacia1848) estabaperfectamentefor-madoen Bello el esqueletode suFilosofía del Entendimnien-to, es decir: de su Filosofía; en especial,las ideasreferentesa límitesde las facultades (ibid. p. 371), al programaem-pirista general (p. 374), significación propia de la propo-sición (p. 376-379), importanciadel instinto parael cono-cimiento (p. 382), parael lenguaje (p. 379) ; objetivaciónde las sensaciones(p. 381); la interpretaciónde los tipos deraciocinioscomo “procederes” (reglasen sentidokantiano,p. 382); suteoríade los signos,ideas-signos(p. 383); com-patibilidad de identidady diferenciaen el alma (p. 384)actividad “creadora” del alma, sobre todo en ci juicio(p. 385).

El artículo dedicadoal Curso de Filosofía de Rattier(Araucano, 1849) (Cf. O. C. vol. VII, p. 386-418) con-firma en los puntossiguienteslo querespectode otros aca-bamosde decir,a saber:queparaestasfechasBello teníayaidea perfecta,si no ya redacción,desu Filosofíadel enten-dimiento.Sehallanya en estelargoartículolasideassiguien-tes,eje de F. d. E.: composición“progresiva” de los fenó-menosde la conciencia (p. 398), compatibilidad de identi-dad y diferencia (p. 412-13), límites del poder de ciertasideas (pp. 414, 415), implicación eficientedel juicio en lapercepción,y de la relaciónen el juicio (p. 416), etc.

En los CCApuntessobrela teoría de los sentimientosmo-rales de M. Jouffroy”, (Araucano,1846-1847,0. C. vol.VII, p. 337-366), hallamos,apartede ideassobre la moralde que se hablaráen su lugar propio (InI. E. III), la adop-ción del método que denominaremosgenético-mutacionis-

la, aplicadoestavez a lagénesis-invenciónde los órdenesas-cendentesde sentimientosmorales(p. 35 5 ss.).

Con lo anteriormentedichoy recopilado,creodejarsu-ficientementeasentadosdos puntos: 1) Cuál fué el mate-rial ideológico principal empleadopor Bello para la redac-ción de su obra cumbre: la Filosofía del Entendimiento;

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Obras Completasde Andrés Bello

2) Que las ideasbásicasde estaobra estabanen posesióndeBello entre 1843-1848.

II. IDEAS ORIGINALES DE BELLO, EN FILOSOFIA

ESPECULATIVA

La originalidad en el orden del ser, es decir, la creación,ha pasadosiemprepor ser atributo divino. La originalidadabsolutaen el orden filosófico, la creación de ideas, no es,probabilísimamente,posibilidadhumana.Al hablar,por tan-to, de la originalidad ideológicade Belio, hay quedar a estapalabra el sentidoSiguiente: a) Originalidad relativa porcomparacióno respectoal materialideológicode quedispo-nía,aunquelo dichopor Bello sehallaraprecedentementeenotros filósofos, que, por circunstanciasexternas,no estuvie-ron al alcancede su mano. b) Originalidad de desarrollo,por la queBello, en másde un caso,quese verá,hacepasarciertasideasdel estadode idea-signo(dichoconsutermino-logía) al de idea plenaria. c) Originalidad incitante, por laqueBello deja en estado de ideas-signo,ciertas intuicionessuyas,atisbos, ocurrencias,como gérmenesfilosóficosparaunaposibley real continuaciónde la historia de la filosofía.

En el momentooportuno aludiremosa la dosisde cadauno de estos tres tipos de originalidad, correspondienteaciertas ideas o teoríasde Bello. Reducimosla exposición alos puntossiguientes:

II. 1. TÍTULO DE LA OBRA BÁSICA Y CENTRAL:

FILOSOFÍA DEL ENTENDIMIENTO.

En la RevistaEl Crepúscido,y en diversosnúmerosdelaño1843 habíapublicadoBellolosprimerostrozosdesupos-terior obraFilosofía delEntendimiento,dándoleentonceselnombrede Teoría del Entendimiento.Teoría del Entendi-mientoequivale a la primerapartede Filosofía del Enten-

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Introducci4n a las obras filosóficas de Andrés Bello

dimiento, dedicadaa la Psicología mental, descartandolapartepráctica, o Lógica. Al dar, pues,Bello un trozo de laprimera parte sin la segunda (~futura?)de Filosofía delEntendimiento,era natural que cambiarael título generalde Filosofíaporel de Teoría; y a la inversa,queal dar ínte-gramentesu Filosofía del Entendimiento,incluyendounasegundapartepráctica (Lógica), tuviera quecambiarel tí-tulo de Teoría. Perono es estepuntoel verdaderamenteim-portante.Recordemosunostítulosclásicosdeobrasafines,loquenosdarásuficientefundamentoparalaconclusióna quequeremosllegar.

Ensayo acerca del entendimientohumano (Locke);Tratadosobrelos principiosdel conocimientohumano(Ber-keley); Ensayosobreel origen de los conocimientoshuma-nos (Condillac); Ensayosfilosóficos sobreel entendimientohumano (Hume); Ensayossobre las facultadesintelectua-les del hombre(Reid); Elementosde la filosofía del espíri-tu humano(DugaldStewart) ; Análisisdelosfenómenosdelespírituhumano (JamesMill); Leccionessobre la filosofíadel espírituhumano (Th. Brown); Filosofía del Entendi-miento (Bello).

Estetítulo tiene, por variosmotivos, el aspectode títu-lo-límite a que aquellos otros tendían. En efecto: erFaltaciertamenteuna obra elementalde ideología;y el mejor mo-do de llenar estevacíosería refundir en un tratado de mo-derada extensión,lo que encierran de verdaderamenteútillos escritosde Condillac, Destuttde Tracy, Cabanis,Degé-rando, Reid,Dugaid Stewarty otros filósofos-modernossinolvidar los de Locke, Malebranchey Berkeleyde cuyos pro-fundos descubrimientosno siemprehan sabidoaprovechar-se los quevinieron tras ellos. Obra es éstaque falta, no sóloa España,sino a Francia y a la lngiaterra -misma, a quientanto debela ciencia del entendimiento”. (0. C., vol. VII,p. xi).

Así escribíaBello en el RepertorioAmericano,el año1827, antes,pues,de su partida de Inglaterra. eeya desde

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estaépocalejana, Bello se había dedicadoal estudiode la fi-losofíamental,y reconocíala necesidadde quese formnaraun cuerpodedoctrinas, comnbinandolas de los filósofosfran-cesesy las de los ingleses”, dice Amunátegui (vol. VII, In-troducción,p. x) ; y añadía:erBeilo no preveía,en 1827,queera él quien había de enriquecera la literatura caste-llana con una obra semejante,aunqueelaborada conformea un plan -más vasto” (ibid., pp. xi-xii).

erEl objeto de la filosofía es el conocimientodel espírituhumanoy la acertadadirecciónde susactos” (F. d. E. p. 1),decía Bello en la Introducción a Filosofía del Entendi-miento,quelleva el título generalde Filosofía.

Filosofía comprendía,pues,segúnBello, dos partes: 1)Filosofía del entendimiento,integradapor Psicologíamen-tal y Lógica; y 2) Filosofíamoral, cuyaspartesteníanqueser Psicologíamoral y Ética (ibid. p. 2).

No emprende,pues,Bello la redacciónni de un Ensayo,ni de unosElementos,o de un Tratadosobre los principios;sino unaobra en grandey total: una Filosofía. Lo queenvanohabíaesperadohicieranotros en Francia,InglaterraoEspaña,se decidió a emprenderloél mismo. Desgraciada-mentesólo pudo terminar la primera partede su plan. Dela segunda,o Filosofía moral, sólo podemosrastrearel plangeneraly algunasideas fundamentales(Cf. Int. E. III).Bello sacavalientementela consecuenciade las críticas,sis-temáticasy destructivas,que en su tiempo se hacen de lametafísica,ontología,pneumatologia,teodiceao teología...;y decididamentelas relegaa apéndices,diseminándolasen laPsicologíamentaly en la Lógica,guardandode ellas lo quetuviera conexiónestrecha,es decir, fundamento,en la psi-cologíamentaly en la lógica, o sea: lo quese basaraen elespíritu humano,tal cual nos está siendo dado, de maneracomprobable.El plany su ejecuciónson,por tanto, de dia-lécticaperfectay decidida.Su remotoorigencartesianoque-dabien a la vista, y conello su perfecta incardinacñ~na la

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Cátedra de Santo Tomás de Aquino, existente en el paraninfo de la Universidad Centralde Venezuela, en Caracas. En la Universidad de Caracas se graduó Bello de Bachiller~i Artes ci 14 de Junio d~i SOo, despuésde seguir un trienio académicoen F~ilosofía.

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Introduccióna las obras filosóficas de Andrés Bello

dirección típica de la filosofía moderna.(Cf. InI. E. Parte2~,1,11).

Pero a fin de ponderarcuál se merecela originalidad yaudaciade la obra de Bello, dispongoenpuntos apartelosmásnotablesideológicamente.

II. 2. REFERENTES A LA PSICOLOGÍA MENTAL

II. 21). CONCEPCIÓNDEL ESPÍRITU

a) ~~Elespírituhumanoes un ser que tiene concienciade susactosy quepuedehasta cierto puntodeterminarlosasuarbitrio” (F. d. E. p. 3). Nadade definir el espíritu porla inmaterialidad,o por oposicióna la materia,es decir, porotro; sino, como Descartes,por un dato controlable, inte-rior, inmediato: la concienciade sí, por el ser que es cons-cientementelo quees.Pero en concienciaentra, segúnBello,concienciay libertad finita, de autodeterminación.No elsimplecogito. ConestaprimeradeterminaciónentroncaBe-llo, en, sumismopuntode partida,con la filosofía moderna.

b) ~~TOdOaquello de que tenemosconciencia, existeen el espíritu,o hablandoconpropiedad,es el espíritumis-mo que obra o padecede cierto mnodoparticular en un ins-tante dado” (Ibid.). Nótesela fuerzadel “es”. Es decir, elespíritues todopor identidad; lo que le sucedeson modifi-caciones,modos,de sí. Nada de distincionesreales,de uni-dadpor composición,queacarreainconsistenciainterna, ydificultadesparaprobar la inmortalidaddel espíritu (o al-ma,quesonlo mismo,a partirde Descartes,cf. Bello, ibid.).

c) Del cuerpoy de lo queen él pasasólo tenemosco-nocimientoeeindirectoy simbólico” (ibid.), ya queel cuerpono es notadoen la concienciay por ella, —los fenómenosfísicos químicos,eléctricos- . - reno los percibimosinmnedia-tamnente, no tenemosconcienciade ellos”, que, de sernosconsçientes,seríamos,sin estudiar,físicos por intuición, quí-micos geniales. - -; —así queel cuerpoy sus órganosno sonparteconstitutivade la conciencia,del eres~íritu humano”,

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sino solamenterejflifljstros~~(ibid.), instrumentos. (Cf. p.162).

d) ~En las modificaciones más pasivasde nuestro es-píritu hay siemprealgo de activo que las diferencia de lainercia absolutade la materia”. (Ibid. p. 4). El espíritunotiene, pues,potenciaspasivas, no es potencia; es eepoder~~,erfacisltad~~erLa naturalezade una facultad estátoda en lanaturalezadel acto,porque la posibilidaddel actoes todo loqueconstituyela facultad” (ibid. p. 4). Nadade potenciasen estadode impotencia,es decir: sin acto. Aquí identificaB. por vez primera que sepamos,potencia con posibilidaddelacto. Puntoquedejamossin comentarioontológico,aun-quebiense lo merecería,por su originalidad.

e) ~En cadauna (de las facultades)y en cada uno desusactosestáel alma toda,el yo”. (Ibid. p. 4). De las for-massuperioresdecíala escolásticaqueestántodasen el to-do (en todo el cuerpo) y todasen cada una de las partesdel cuerpo;Bello aplica aquíestapropiedad,semidivina,deomnipresencia,al espíritu, al yo. A esta propiedadllamaeesjmplicjdado indivisibilidad delalma, y suconstanteide,,-liJad consigo misma en todos sus actos” (Ibid. p. 5; Cf.p. 19).

f) erE~alma humanapuedeexperimentarno sólo dos,sino innumerablesafeccionesy modificacionesa un mis-motiemnpo”. (Ibid. p. 22; y las pruebasque a continuaciónaduce). Innumerableno significa “infinito en acto”, sinoinfinito como idea-signo,cual signoeficaz quenos remite:yempuja hacia una progresióncreciente,sin término (Cf.p. 101, 238).

g) Pero, ¿tal infinita variedady progresiónsin lími-te de reales modificacionesno destruirá la eriJentidad~~yreSj~jjpljcid~Ja~del alma? La filosofía escolásticacreyó eva-dirse de la cuestiónponiendodistinciónreal entrealma, po-tenciasy actosde ellas.Pero el testimoniode la concienciano delata tal distinción real. Bello indica, por primera vezque yo sepa,una distinción salvadora:CeEl alma forma con

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Introducción a las obras filosóficas de Andrés Bello

todas sus modificacionesun objeto único, indivisible, idén-tico; sin quepor esodejede percibir diferenciaentre susva-rias modificacion;es,porque no hay incompatibilidadentrelo diferentey lo idéntico” (p. 28. Cf. O. C. vol. VII p. 413).Lo cual es negar, respectodel tipo de ser de la conciencia,e1 principio “matemático”, es decir cuantitativo, req,jae

sunteademuní tertio sunt eade;n inter se”. Identidad reales incompatiblecon distinción real, pero no con diferenciasreales.El P. Suárezdudabaya de que el principio dicho seaplicaraa lo divino; y recordemosla sentenciade OrtegayGasset:los únicospredicadoscon que se puedehablar pro-piamentede la vida sonlos teológicos.

h) Pero si el alma puedeexperimentarafeccionessinnúmero, la concienciano admitepotenciacionesinnumera-bles.reQiLe el alma tengael poderde conocerlo que pasaenella, es una cosa en que todosestán sustancialmnenteacor-des. - - El error másgravede los querechazanla concienciacomo facultad intuitiva, distinta, está en creer necesaria-mentesucesivostodoslos actosy modificacionesdelalma, demaneraquea cadainstantela ocupeexclusivamenteuno so-lo. Hay percepcionesvivas,atentas; y percepcionesdébiles,fugitivas.De las segundashayun númeroincalculablea ca-da momento.La concienciasepercibea si mnísma.Yo tengoconcienciade una sensaciónno es, como pretendeBrownuna~ro~osición tautológicaquesignifiquelo mismnoquees-ta otra: yo tengounasensación.La segundasuponesólo laconcienciade la sensación;la primeraexigealgomás,la con-ciencia de la conciencia. Pero estasegundaconciencia, sedirá, debeproducir a suvez otra tercera, de quenacerásu-cesivamenteotra cuarta, y así indefinidamente.Es de creer,sin embargo,que en esta reproducciónsucesivase debiliterápidamentela fuerza de la intuición hasta desvanecersedeltodo” (F. d. E.,p. 25, 321, 326). Deestatendenciaa la anu-lación de las potenciassuperioresde concienciao de intui-ción interior, a partir de la segunda(concienciade concien-cia) no sacaBello consecuenciaalguna; quedaaquí como

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Obras Completasde Andrés Bello

idea-signo.Sartre, en Étre et Néant,y el mismoHeideggerbajootra forma, algún tanto anticartesianay antihusserlia-na en ambos,dirá claramenteque concienciade conciencia(concienciareflexiva), y a fortiori las siguientes,son ani-quilantes,origen de la negacióny sus formas, y ante todoautoaniquilantes.No habrá,pues,que fundamentarla filo-sofíaen la concienciareflexiva,puestoque suspotenciassu-periores,lejos de reforzarsupropio ser, lo debilitan. Direc-ción ontológica de la filosofía contemporánea.Es lástimaqueBello no desarrollaraesta idea-signoqueaquí,haciendosignosy señalesbien modernas,nos ha dejado.

i) reAs,~la concienciaes la queda el tipo primnitivo delas relacionesde identidad, continuidad, y unidad; tipo dequedespuésnos servimoscomode un signo,para represen-tarnos todo lo que llamamosidéntico, continuoy uno (F.d. E-., p. 26). erpropialjlejjte mio percibimosotra sustanciaque la del yo individual, y éstanos sirve de tipo para repre-sentarnosla quepor una instintivae irresistibleanalogíaatri-buimosa los otros seres inteligentesy sensibles.” (F. d. E.p. 204-205).

El pasode la conciencia,en cuantotipo primitivo y ori-ginal de ser, a los demásobjetos,no se harápor ningunodelos procedimientosempleadospor Descartes,Leibniz, Locke,Condillac - . -, fundadostodosenun empleoy extensiónuní-vocos,o de realidadesinterioreso de principios generales,

sino por restituciónde la analogía, el gran procedimientoclásico desde Aristóteles, analogía fundada o actuante ensignosen función de referencia (no de relación), como va-mos a ver, en Bello.

II. 22). LAS FUNCIONES SIGNIFICATIVA Y REFERENCIAL

SEGÚN BELLO

1) Notemos,antetodo, queB. no da a entendimientolasignificación clásica de facuitad especial. Oigamos,entre

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Introducción a las obras filosóficas de Andrés Bello

otras,lassiguientesfrases:~La Filosofía, en cuantotieneporobjetoconocerlas facultadesy operacionesdel entendimnien-to - . .“ (F. d. E. p. 2); eeEntrando,pues,al examende lasfacultadesdel entendimiento,principiaremos ~or aquellaque ma’s continuamenteejercitamosy queintervieneen elejercicio de todaslas otras” (ibid. 5). Y resulta que tal fa-cultad primera y mayor interventora del entendimientoesla percepción(Cf. p. 6 ss.). Por esta acepcióngeneral de“entender” se aproxima Bello a la significación cartesianade eecogito~~Se aproxima, pero no coincide. Oigámosle:eeObse,.~aremuostambiénquesentir, en el significadode ex-perimentarsensaciones,es ~ro~io y privativo del alma. Lossentidostienen,pues,suasientoen el alma, son el alma mis-ma aplicada a ¡os objetoscorpóreos,y debemosrechazarlapreocupaciónvulgar que los confundecon los órganosporcuyo mnedio se ejercitan.El alma es propiamentequien ve,oye,huele, gusta, toca. Ella y no el cuerpoes quien sientefatiga, sueño,hambreetc. Los órganosson merosinstrumen-tos de la percepción.Decir que los ojos ven es hablar mneta-fóricamente;essegúnobservaReíd,comodecirque el teles-copio ve. La manotoca comoun cuerpo inanimado tocaaotro, tocar, en el sentidode percibir por el tacto, es proPioy privativo del alma. La significación queda el alma a lassensacioneshaciéndolasrepresentativasde lo que ella no es,la conversiónde lo sujetivoen objetivo,esuna de las clavesprincipales de la teoríade.! conocimiento”. (F. d. E., p. 17,

18).Clave no es lo mismo quededucción,— ni trascenden-

tal ni lógica, ni de ningunaclase.La teoría del conocimien-to de B. se basará,segúnesto, en un desciframientode untexto dado en claveparallegar a otro texto, a su texto ori-ginal, supuestoexistente,y determinantedel contenido.Laclave: la transformaciónde unarealidad brutal, en símboloy con significadoparael espíritu es la faenacreadoradelalmao espíritu,quepor algo es real y esencialmentedistin-to de los simplesseres.Como buencartesianode ascenden-

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cia, al igual que Locke, Hume, Berkeley. - -, Bello no per-deráni un momentode vista la originalidad del espíritu,surango superiorfrente a los seres.No caracterizará,como laescolástica,el espíritu por la inmaterialidad,sino por la con-ciencia,con los caracteresdichos.

Oigamosdos sentenciasde Bello, unaprincipio general;otra, especialparanuestrocaso. 1) ~Todo lo queseabuscarla razónde losprimerosprincipios,y los fundamentoslógicosde ¡a confianzaqueprestamosa ellos, es querer engolfarmiosen una esferaque estámás allá del alcance posiblede lasfacultadeshumanas.Nuestroentendimientose ve forzadoa creer quehay certezay queexistenmnediosde llegar a ellay de conocerla verdad;so penade mio pensaren nada,de nocreer en nada, inclusasu propia existencia.Investigar si haycerteza,y en quése funda,y cómola adquirimosesipsofactodar por ciertaslas primerasverdadesy las regiasgeneralesdela lógica, sin las cuales es absolutamenteunposible dar un

taso en esta investigacióny en otra cualquiera”. (O. C. vol.VII, p. 371).A esta aceptaciónde talesdatosbásicos,comodatos,no como principios, llama Bello “empirismo”; y, talaceptaciónes, ervolj,er los ojos. - - a las verdadesde’ quesóionos constaPor la observacióny la experiencia,-v a los prime-ros principios grabadoscon. caracteresindeleblesen el almahunzana” (ibid. p. 374). Todo ello va contrael dogmatis-mo de que Balmes no puededesprenderse,y contra el dog-matismo de la ~ciencia trascendental”de lOS ~filósofos ale—inanes” (ibid.)

No elevar, ni menosconfundir, dato con principio, ni

dato básico con princiPio primero. La estructura raciona-lista, y dogmática,de principio-consecuencia,es sustituídapor la estructuraempirista: dato básico-hecho.Y veremosque una aplicación de esta dirección empiristaes la inter-pretaciónque da Bello de la causalidad.(mt. E.; II 23. C.).

2) C~NOtratamos de definir la percepción,sino sólode señalarla o de’ manifestar las circunstanciasen que estafacultad se realiza”. (F. d. E. p. 6). Señalarunacosapre-

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existentey que conocemosen fase de dato (de algo dado;Gege.ben,Kant), manifestar las circunstanciasen que serealiza: Tal es ci plan generalde Bello.

Y porque parte de 10 dado, de los a’~itos,y no de unaconstruccióno deducción,la Filosofía del Entendimiento,mejor, el alma misma comienzapor la percepción,no poruna simple sensación.La percepciónes dato primario y loprimeramentedado.Este punto de partida separaya a Bellode las direccionesasociacionistay atomistade la filosofía desu tiempo, separaciónque provienede una idea másradicalde Bello: la explicadaen II. 21, e, f. g. Más adelantedirá Be-llo queel entendimientono tiene poder para descomponersusafeccionessimples (F. de. E. p. 81-82), seríaun sinsen-tido intentardescomponerlo simple; Bello no quieredecir,pues,sino quela simplicidades compatiblecon una diferen-cia internade matices,o quesimplicidadno es simplificaciónni simplismo.Oigámosle:erJ~

05queconsideranlos objetosse-mejantescomo comnpuestosde dos porciones,una comnúnatodosellosy otra no, meparecequeno suponenenel univer-so mci’s quesemejanzasydiferenciascompletas,desconociendolas degradacionessucesivas,y las mediastintas de que es sus-ceptibleuna cualidadsimplesin dejar jamásde serlo, y pormediode las cualesva alejándosePor decirlo así, progresiva-mentedesí misma” (ibid. p. 82; Cf. O C. vol. VII. p. 398).

Esta admisión plenaria y consciente de simplicidadesno simplistasni simplificadas,es característicade Bello. Y leimpedirá tratar de definir, es decir: de hallar elementosco-munesa fenómenosoriginales internos, como percepción,sensación,intelección.Anticondiliacquismode Bello. Perodeestepunto trataremosensupropio lugar (mt.E. 3, e).

3) Clave, signo, referencia,significación. Ded.ucciónobjetiva.

a) Referencia. Es una de las categoríascaracterísti-cas en la filosofía de Bello. Comencemospor oír unos tex-

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tos suyos: ~La referenciaes lo que convierte lo sujetivo enobjetivo” (F. d. E., p. 32). ~No percibimosningunade lascualidadesde un objeto corpóreo, ninguna de las afeccio-nes de nuestrosórganos, sin-o por medio de referenciasob-jetivas, es decir, por medio de juicios. Sin el juicio querefiere la sensacióna ulla causa distinta del yo, el almapodría percibir intuitivamente la sensacióny nada más.Y si en el ejercicio de ¡os sentidoshay una referenciaa lacausaPróxima o remota de ¡a sensación,-en los actos de laconcienciahay una referencia a nuestra propia alma, anuestro yo, considerad-oa un mimismno tiempo como objetoy comnosujeto. Despéjeseeste juicio quenoshacever ciertosactos o modoscomoactos o mnodosde nuestro yo, ¿y quévendrána ser los informesde la conciencia?Una yana e in-significantefantasmagoría.Lo queles da sustanciay signifi-cado, ¡o que les hace verdaderaspercepciones,es el juicio”.(ibid., p. 58) (Cf. p. 274). Que disponemosde esepoder,

implicado en las palabras~referencia objetiva”, u objetivan-te, es un dato básico; no, un principio indemostrable,odemostrable.No intentarájamásBello—tal vez, entreotrosmotivos, por su sentido sensibilísimoa la belleza, y sus ti-pos—, deducir o reducir transcendental,genéticamente,odeotra manera,el juicio a la sensación,cual Condillac. Todatransformaciónes realmenteuna transformación,y por tan-to la presenciainexplicable, a aceptarcual dato y don, deunaforma nueva;no, simplerepeticióndelpuntode partida.

b) Tal poder objetivanteestá ya implicado en la sen-sación,y ha dadoya y nos estádando los objetosen formade percepción. La sensacióna solas del juicio, inclusivenuestras internas modificaciones, sin un juicio objeti-vante,no nos daríansino revai/a e insignificante fantasma-goría”. En esto Bello es perfectamente kantiano. Juiciocomo función objetivante. Antes de todo análisis ya se haformadoesecompuestoo síntesisoriginal que es la percep-ción. La síntesisprecedeal análisis,y éstepresuponeaqué-lla. Bello es antikantiano por valorar como supremo ese

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compuestoo síntesisque es la percepción. Y dalo comosupremoporque~esel dato primario de que todo parte.Estavaloración de la percepción,y del mundointerior y exterior,como datos preliminaresy básicos,empalma directamente

con el punto de partida moderno: el mundo.Existir, diráHeidegger,es ser-en-mundo,en síntesistotal con todo, ytal estadoes el básicoy másestable,o de mayor equilibrio,al que vuelven necesariay continuamentelos demásesta-

dos: de análisis, de abstracción,etc. Quede en este puntola alusión.

c) ~En todo juicio concebimosuna relación. En todojuicio saca el alma de la yuxtaPosiciónde dos elementosunatercera entidad, distinta de cada uno de ellos y de su meroagregado.El alma es, pues,fecunda,es activa enel juicio,

y Por consiguienteen todo génerode percePciones”. (ibid.,p. 58 s.).

Además,pues,de la referencia objetiva u objetivanteque el alma espontáneamenteha sintetizado o introducidoen la sensación,para hacerlapercepción,el alma concibe,inventa en el juicio una relación, un r~tercermodo espiri-tual” (ibid.) ~En la percepciónde una relación el alma esesencialmenteactiva: saca de las percepcionescomparadaslo que no existeseparadamenteen ningunade’ ellas, y porestohe dicho que el alma en este acto concibe,en~endra.Pero concebiry percibir no es siempre exactamenteunamismacosa,porque la percepciónsuponela afirmación in-terna de la relación que concibe. (ibid., p. 65; Cf., pp. 58,59). ~Relacionesque engendrael alma en virtud de la ac-tividad quele es propia - - .“ (ibid., p. 177). La concepción•de relacionesse ordena,segúnB., a su afirmación o asenso(p. 59), es decir: a ponerlas a servicio de la percepción.Nadade admitir el estadoabstractocomo definitivo. Nue-vo rasgoempirista.

d) Estepoderengendradoro inventivo del almaabarcarelacionestan fundamentalescomo las de semejanza(pp.62-85), la de más y menose igualdad (p. 86-102) y por

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tanto la de número (ibid.), la de sucesión y coexisten-cia (pp. 103-113), la de causa-efecto(pp. 114-155), la

de extraposicióno espacio(pp. 156-177).No podemosaquítranscribir ios textos más característicosde B. Sólo hare-

mos notar que el término “concebir”, constantementeempleadopor B. en las páginascitadas,ha de tomarsesegúnla rigurosaacepciónque el mismo señala.Pero vamos a de-

volver a B. la palabrapara que precise su posición en este

último punto frente a Leibniz, Kant, Clarke- - .: ~Leibnizcombatiópoderosamentelas concepcionesde Clarke. Negóal espacioy al tiempono sólo el carácter de atributos di-vinos, simio el de cosas reales,reduciéndoloscomo- lo hemoshechonosotros,a merasabstraccioneso ideas.Kant pensabade un modo semejantecuando los hizo condicionesa~rioride todos nuestrosconocimientos-emnpíricos; pero condicio-mies sujetivas,esto es, propias de la inteligencia humana;moldea -que adapta todas las nocionesque le suminisira laexperiencia.Emitre estascondicionesa Priori y las relacionesde sucesión,que,segúnhemosvisto, lo mismo pertenecena ¡a concepcióndel espacioque a la del tiempo, relacionesque engendrael alma en virtud de ¡a actividad que le espropia, no hay, si bien se mira, mci’s diferencia que¡a dellenguaje, que en la primera expresiónes sintético y en lasegundaanalítico. El espacioy el tiemnpo son, ~nes, merascapacidadesde existenciasreales; y aunque en sí mismosnada sean,mio Por eso habrá contradicción-en representar-nos el espacio como una esferade interminablesdimensio-nes, y el tiempocomouna escalade longitud interminable,refiriendo a la primera todaslas extensiones,y a la segundatodaslas duracionesque podamosimaginar. Lejosde repug-nar estasideas a la nulidad ontológica del tiempo y del es-pacio, son por el contrario una consecuencianecesariadesuabsolutainsustancialidad”. (p. 177).

Lo que con original terminología llama B. ~absoiutainsustancialidad” del espacioy del tiempo, y de las demásrelaciones,concebidas,es decir: creadaspor el alma, es otra

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manera,propia de B., de decir: condicionesde posibilidadde la experiencia(Kant), o ~-mn-erascapacidadesde existen-cias reales”, conla adición esencial,de queen B. las relacio-nesno hande quedarseen estadoabstracto,sino concretarseen forma de referencia’ con lo real, con la sensación,dandoya desde el comienzopercepciones.La insustancialidad,o~nu!id-adontológica”, de una relación, de las creacionesdelalma, tiene como consecuenciasu natural transformaciónen referencias,en juicios implicados e incardinadosen loreal.Estees el estadofinal y propio de todarelaciónocrea-ción del espíritu. Dirección empirista. Y no de subsuncióno reabsorciónde lo real en las condicionesde posibilidad ocategorías:Dirección kantianao idealista.Bello no hacesinollevar a su ~consecuencianecesaria” eso de que espacioytiempo sean“condicionesde posibilidadde la experiencia”.

e) Todosestosproductosoriginalesdel espíritu tienenformaglobal, o comose dicemodernamenteGestalt.~Guan-do se juntan en el entendimientodos percepcioneso dosid-cas, sucedea menudoquede la coexistenciade estasnaceespontáneamenteuna tercer-a afección-espiritual que se di-ferencia de cada una de ellas y del mero agregadode amn-bas”. (ibid., p. 62). ~En~todo juicio saca el alma de layuxtaposiciónde los elementosun-a terceraentidad,distintade cada uno de ellos y de su meroagregado” (ibid., p. 58).~L-a actividad del entendimientoconsistepropiamenteensacar de dos modos espirituales un tercer modo espiritualque se distinguede cadauno de los otrosdosy del agregadode ambos”. (ibid.).

Espontaneidadtotalizantedel alma que es tan una quepuedeser idénticade vez con innumerablesmodificacionessuyas (cf. mt. E. II. 21, f) sin simplificarlas en una, sinborrarsus originalidades,y a la vez sin quedardestrozadaodesunidapor susdiferencias.Em-npirismo de totalización es-piritual. No tiene, pues,qu-e defenderseBello, ni tenemosnosotros por qué defenderle,de sensualismos,empirismomaterialistao materialismosde ningunaclase; apartede su

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explícitacondenacióndel materialismo(Cf. pp. 18, 30, 226ss.).El mismísimoCondillac, maestroe inspiradoren tantascosasde Bello, resultatan espiritualistaquesostieneque lossentidos (sens) son solamenteocasión o instrumentosdela sensación(sensation):~Lesse’nsationssont les modifica-tions propresde l’áme, et que les organesn’en pen-ventétreque l’occasion” (Traité desSensations,Desseinde cet Ou-vrage,p. 222, edit. CorpusgénéraldesPhilosophesfrançais,vol. XXIII, 1945). La escolásticahabíallamado tambiéna los sentidosintrumeistunconiunctumn-;pero, por hacerdelespíritu humanoforma sustancial, el instrumento ascen-día a la categoríade partesustancial.Lo raro, entre otrascosas,en tal casoconsistíaen la radical e incurable incons-cienciaque de instrumentosustancialmenteunido teníamosen cuantoa la constituciónfísica, química,biológicade lomismoquesustancialmnenteerapartenuestra.Bellosostendrásu concepciónde la instrumentalidadde los órganoscor-porales,basándoseprecisamenteen esa inconsciencia.(Cf.,p. 3). ~Pero estosfenómenos- ., etc.”, y sacandola conse-cuencia,realmentedada,de quedel cuerpoy su constituciónsólo tenemosconocimiento~índirecto y simbólico”.

Pero a diferenciade Condillacno deducirátodaslas fa-cultadesde alma de una“transformación”de la “sensación”(no de los sentidos),sino admitirá su originalidad y la crea-ción de modosnuevosespirituales, totalizantescada uno asu manera,y creadosno para quedarseen sí, en forma derelación, sino para aplicarse,implicarse, incorporarseen loreal, en forma de referencia.

f) Empero esta referencia,o relación implicada y ac-tuante, totalizantey concipíentede lo real, no es algo asícomo unapura dirección. Es colación o dación de sentido;es significativa (facere, signumn); transforma~lo sujetivoen objetivo”, (p. 32). ~Cuando decimosqueconocemoslascosassensiblespor mediodenuestraspropiassensaciones,sir-viéndonosde éstascomode signoso símbolos,que hace;-z enel almalas vecesde aquéllas,esprecisoentenderestaspalabras

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literalmnente” (F. d. E., p. 18). Bello no ha- definido ennin-gunaparte,queyo sepa,de unamaneraexplícita y formalquéseansigno,símbolo.Estascategoríaso funcionesconsti-tuían elhabercomúnde la filosofía de su tiempo. Y nosbas-tará recordara Berkeley,y suteoría universalde los signos,de lo real como sistemade signoso señalesquenos estáha-ciendo el Espíritu absoluto u otros espíritus. Universo(material o no) es universode signos,mundode símbolos.Creo que la posesiónde la función simbólica, del poder detrocar cosasen signos,de darles (facere) significado (sig-num, signi-ficatio) es un dato básico, no un hechocualquiera,comoque fulanopese70 kilos. Es uno deestosda-tossimples,indescomponiblesde quehablaBello (Cf., p. 82;

O. C., vol. VII, p. 398). Dentro de la direcciónempirista,dato es categoríatan básicacomo ~rinci~io en una filoso-fía idealista.Bello, en el texto últimamentecitado dice quesigno, símbolo, ~han -de tomarse literalmnente”, es decir:las sensacionesestánhechasúnica y exclusivamenteparadarnosa conocerlo que ellas no son, lo otro; poseenintrín-secay esencialfunción significativa; y tal funciónno les es

accidental, casual, ocasional. Recordemossu crítica delintento de Balmes (mt. E., II, 21, 2). Lo único que cabehacer,y veremosen los pasossiguientescómo lo haceBello,es reducir los hechosa datos en esteorden.

g) Preeminenciadel tacto. Ante todo recordemosqueBello, al igual en estepunto queCondillac y toda la escuelasensualista,no se refiere nunca al sentidoy órgano,sino ala sensacióncaracterística.Lo cual libera estas teoríasdelreprochede sensualismomaterialista. “Este aprendizajedelos sentidosPor el tacto presuponeen las percepcionestác-tiles una referencia objetiva, que no puede resolverseenotra alguna, y es ici base de todas las otras” (F. d. E.,p. 57). ~El tacto, pues,si se mepermite estaexpresión,hasido el maestrode los sentidosaposcópicos; pero la vistahasido el primer discípulodel tacto” (F. d. E., p. 45). La re-

ferencia objetiva, o función objetivadoradel espíritu, toma

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Obras Completasde Andrés Bello

como materiaprimaria de su información al tacto. Y estoes un datoo hechobásico,a aceptar,no a explicar. Veremoscuál es el modo como d-e éste y otros datos se derivan loshechos,por una derivación o deducciónpeculiar al empi-rismo en general,y por otra peculiar a Bello. (Cf. mt. E.,II, 23. D).

h) Posición del instinto en Bello. Recopilemos,antetodo, algunostextos característicosde B. 1) “La conexiónque forma el entendimientoentre las causasy los efectos,resulta de una tendenciao instinto - - “ (F. d. E., p. 115).

El principio empírico y el de causalidad“son dos instintospor los cuales-es guiado el homnbre- - - Son dos movimientosimpresosa su inteligencia ~or el Autor de ¡a naturaleza”(p. 123) ; “Obsérvanseen -el espíritu humanociertos ins-tintos quedesdeluego,sin saberlo él, le guían en- el ejerciciode susfunciones,y mástarde se formulan en proposicionesuniversales- - “ (p. 145). “El hombretiene ta-i-nbiénsusins-tintos; la inteligenciamismalos tiene- .“ (p. 208). “Ins-tintiva e irresistible analogía” (p. 205). “La referenciaque

hacemosde las sensacionesa causasdistintas del alma es unjuicio quese debesin duda a una tendenciaprim-nigeniadelentendimiento” (p. 274). “Una idea metafísicaintuitivaquede nada sirviesepara guiar a los hombresen la investi-gacióny usode los objetosde sus necesidades,mepareceunacosa-del todo opuestaa la reserva-ordinaria de ¡a naturaleza,que sólo nos facilita aquellos conocimientosque interesannuestraconservacióny bienestar,y para adquirirlos nos hadadoen las percepciones,auxiliadas~or el principio de cau-salidad y Por el principio cmpírico, todo lo que necesita-mos. Un-a verdad puramenteteórica, sugeridaPor un -ins-tinto particular, deberíamirarse comoun hechosingularí-simn-o en la -historia del entendimiento” (p. 347). “Las ideasque n-o nos vienendirectamentede la observación,nos vie-nen indirectamentede ella, por -medio de ¡as facultadesquehemosenumerado,auxiliadassi se quiere,de ciertos instintosquepara mí se revelan todosen la miioviiidad natural de la

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lutroducción a las obras filosóficas de Andrés Bello

imaginación” (p. 355); rt’ - suponenciertos instintosquegeneralizados,se conviertenmás tarde e-u principios, en le-yes primarias qn-e presidena todoslos actosde la inteligen-cia” (p. 356).

Notemos, primero, las aproximacionesde tendenciaeinstinto,de instinto y guía, instinto y movimientoimpreso,instinto-ejerciciode funciones,formulación en proposicio-nes,en Principios.

Segui-ido, ios aspectosde tendenciao instinto con fun-ción de conexión, de guía, de referencia, de movimientodirigido, y todo ello en estadode implicación, de incor~o-ración en lo real y en la vida: exclusiónde verdadesteóri-cas,sugeridaspor un instinto (p. 347).

Tercero: a basede los textoscitadosde Bello, y del con-texto en que se hallan, másdel ambientegeneralde las ideasde la épocaen que se escribieron,podemosafirmar lo si-guiente: a) como ni la filosofía ni el filósofo son crea-doresde la nada,y de nada, ambostienen que partir de algo, odadocornoprincipio (idealismo) o comodato (empirismo).Descartes,y con él la filosofía racionalistaen sus múltiplesformas, tomarácomo punto de partida ideas, formas a

Priori, o categorías- - -, es decir, un principio en forma deidea, con mayoro menor contenido,máso menos explícito,más o menos formal, y el estadopropio de tales ideas seráel abstractoo separadode 1o concreto (puridad, aprioris-mo). El empirismopartirá de datos,quecuandoseandatosde un espíritu y para un espíritu tomarán la forma deinstintos, de hábitos. Lo dado a un -espíritu para guía in-terna suya, como tendenciade su actividad, movimientoimpresopor el Dador, —cual el movimiento queen la me-cánicade Descartesy de Newtonimprimía Dios, o el Autorde la Naturaleza (en términosde Bello), a la materiadeluniverso—,lo queencauzala movilidad de la imaginación,encaminándolapor ciertos carriles, eso es lo que Bello en-tiendepor instinto. La mecánicade Newtonhacía interve-nir a Dios parafijar la distribución (o posición) inicial de

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Obras Completasde Andrés Bello

los cuerposen el espacio,y su cantidadde movimiento,elmovimiento impreso inicial; con estos dos datos,dadosporDios, máslas leyes,quedabaprescritoy calculablematemá-ticamentetodo lo demásque pasara en el universo. Planadmiradolargamentedurantesiglos, cuyo prestigiodurabaen tiemposde Bello, tan conocedorde la física de Newton.

En vez, pues,de plan cartesianode filosofar con mo-delo matemático,en el que los datos iniciales de un proble-ma no sondatoso algodadopor nadie,y por tanto no con-ducendirectamenteal Dador, Bello, siguiendoa Newton ya Voltaire, tomaráaquí como modelo de filosofar el mné-todo físico que parte de datos (posicionesy movimientosimpresos,o a lo material,—Newton.,Voltaire—, o a lo es-piritual además,Bello), que tienen que ser dados, y portanto remitenal Dadoro Autor de la Naturaleza.Veremosinmediatamente(bit. E., II, 24) cómo extiende Bello elplan físico de Newton a las cuestionesbásicasde Teología.Aquí quede,cual indicación,el uso quehacede tal métodopara la filosofía mental. Y así como la física de Newtones posiblecomociencia,a pesardel conjuntode datosinicia-les, que no explica ni deduce,parecidamentela admisión,bien empirista, de datos iniciales en filosofía no destruye,sino queaseguraa sumanera,el tipo de ciencia al contenidofilosófico general.

No creoque docum-entalm-em-ztepodamosir máslejos enla exposiciónde las ideas de Bello en estepunto, sin entraren interpretaciones,más o menosplausibles,mas no histó-ricamentedadas.

Instinto, pues,es el equivalente,en el sistemade Bello,de las ideasinnatas,formasa priori, categorías.

i) El instinto, el dato dado por Dios, aplica o ha apli-cado ya antesde todo análisiso reflexión la función signi-ficativa u objetivante a los datos de los sentidos,y antetodo al tacto, comohemosvisto. Pero es precisoañadirque,segúnBello, la potenciasignificativa del instinto, es decir,su poder de trocar los datos de los sentidosen contenidos

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Introduccióna las obras filosóficas de Andrés Bello

significativossimbólicos,queden al almaidea de lo queellano es, no tienelímite fijo. Por ejemplo: “cada sensaciónvi-sual es para nosotrosun signo triple que flOS representa...”(Cf. F. d. E., p. 49). Perola funciónsigni-ficativa queen elorden sensibleo con los datossensiblesha llegadode hechoa unatercerapotenciade simbolización,en otro orden haconseguidonadamenosque formar ideas-signos,conpoten-cia infinita. Sensación-signo,o sensaciónen función sim-bólica, no pasa, de hecho, segúnBello, de la potenciater-cera; idea-signo, llega a potenciainfinita.

Esta contraposiciónexige tratamientoaparte, pues espunto cardinal en la filosofía de Bello. Antes completemos

otros detallesconcernientesal puntoque vamos tratando.j) El instinto intelectual o del espíritu humanotiene,

como dato dado por el Autor d-e la Naturaleza,un triplepoder, al menos: 1. 1) Poder objetivante,movimiento im-presoa la facultad de juzgar. 1. 2) Poder estabilizadordelas conexionesfenomnenales,que recibeen B. el nombrede

principio empírico (F. d. E., p. 123, cf. 356); 1. 3) Poderordenador de las conexionesfenomenales,querecibe en 13.el nombrede principio de causalidad(ibid.); “en unoy otrocaso la creenciainstintivaes un principio implícito queau-toriza la dedu-cciói-i y queno ha podido ser obra de la ex-periemicia” (ibid.). Son datos dados, son “dos movimientosini-Presos ~or el Autor de la naturaleza-” (ibid., p. 132).Aunqueen la Psicologíamental,fundamentode la Lógica,no mencioneBello másque los dos poderesdichos, y el ge-neral objetivadoro signi-ficanteo signifacientedel juicio,en la Lógica añade:1. 4) el de razón suficiente: “nadapuedeser queno tengarazón de ser”. (p. 356). Y aun loempleapara demostracionesgeométricas(Cf., p. 443). Losjuicios sintéticosa priori se reducen, “según concibo, alprincipio de causalidad,al de razón suficientey al de lasconexionesempíricas”. (ibid., p. 365). El principio de sus-tancialidad, admitido, al parecer,en p. 356, es descartadoen la 347 y siguientes,en que trata de intento la cuestión

Vol, III. Filosofia—4XLIX

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Obras Completasde Andrés Bello

de la materia y de la sustancialidad.De en qué sentidociertosprincipios analíticospertenezcanal instinto de la in-teligencia, se hablaráinmediatamente.

II. 23). TEORÍA DE LAS IDEAS EN BELLO -

A. COMPONENTES DE LAS IDEAS

Unostextos de B. paraorientar la exposición: 1) “Estaafección,con-templadapor la conciencia,constituyela per-cepciónde una accióny de una cualidadparticular, queesa la quese ha dado -el nombrede olor. La acción en quedesarrollaactualmnenteesa cualidad, coexisteconla percep-ción; y lo quede esta percepciónquedao resucitadespuésen el alma, cuando ha cesadopor más o menostiempo laaccióndelolor, no es ya percepciónactual, si-no percepciónrenovada,recuerdo, idea”. (F. de E., p. 8). “Mientras esaafección espiritual coexistecon el estado corpóreo que laproduce, tenemosuna percepciónactual; cuando este ter-mina, lo quedichaafección quedao resucitadespuésen c-alma, es una percepciónrenovada,un recuerdo,una idea”(ibid., p. 8). 2) “Las percepcionesrenovadaspor la sím~lemnemoriao ~or la imaginaciónse llaman ideas. Ideasignificaimagen; las percepcionesrenovadasse han llamado imáge-nes de las percepcionesactualespor la semejanzaque ver-daderamentetienen con ellas. Las ideas a queacompañaeljuicio segurode la realidad de los objetos,se llamnan cono-cimientos” (ibid., p. 20). 3) “La palabra ideasignificaima-gen; denominaciónque parece indicar semejanzaentre elobjeto y la idea, entre la causade la sensacióny la sensaciónmisma.Bajo esteaspecto,la expresión,corno vamosa ver,no esdel todo propia. Pero mirandola ideano comoimagende su objeto corpóreo,sino de la ~erce~ciónque tuvimosde esteobjetocuandoobrabaactualmentesobre¡os sentidos;concibiendola semejanzano entre la ideay su objeto, sino

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entre la percepciónrenovadapor la memoriay la percep-ción actual, la expresiónes apropiada y exacta; porqueefectivamentehay semejanzaentre las percepcionesreno-vadasy las percepcionesactuales”. (ibid., pp. 258-259).

Todos estos textos, básicos, entre otros, nos describenla idea en su vertientesujetiva.La idea es percepciónreno-vada, resucitada,recordada.Entre la idea y la percepciónde que procedehay real y verdaderasemejanza.Veamosahoraotros textos referentesa la vertienteobjetiva de laidea.

1) “La ideade un objetoabrazade los estadossucesivos~or los cualespasa,y la idea de semejanzaentre varios ob-jetoscomprendelas ideas de’ las semejanzassucesivasentrelos varios estadosde -ellos” (ibid., p. 219).

2) “Cuando,segúnei modocomúnde expresarnos,sen-timos dolor en alguna parte de nuestro cuerpo, ese dolorde que tenemosconciencia,existeen el espíritu, y es el es-~íritu mismnoqueex~erimentauna modificaciónparticulary la percibeen sí mismo inmediata y directa-me-m-zte.A laverdad, esta modificaciónespiritual esacompañadade cier-tos fenómenoscircunscritos al cuerpo y especialmentealsistemanervioso;fenómenosquepuedenconsistir en ciertasmutacionesmecánicas,físicas, químicas,eléctricaso de laespecieque se quiera. Pero estos fenómenosno los perci~bimos directamnente,no tenemnosconcienciade ellos, ni Ile-gamosa conocerlossino muchomástardey aun esoimper-fectamente,por medio de investigacionesy observacionesqueejecutamoscon la vista, el tacto y los demássentidos,de cuyoministerio nos servimospara estudiarlas cosasma-teriales del único modo que nos es posible, el cual, segúnveremosluego, es indirecto y simbólico” (ibid., p. 3).

Por tanto, segúnBello: a) La idea“surge” —no es algoen sí, eterno, inmutable.. - —, por reviviscencia,resurrec-ción, renovaciónde unapercepciónprecisamente,es decir:de unasensaciónobjetivadaya. b) La semejam-zzaexisteentrepercepciónactual y percepciónrenovada,o entrepercep-

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ciones renovadas,segúndiversosgrados.c) No hay seme-janzaentreideay realidada que se refiere,sino sólo referen-cia simbólica, relación de signo a cosa significada, conoci-mientoindirecto.

Como no se trata en esta Introducción de justificacióno d-e crítica, ni del sistemade Bello ni de ningún otro, ha-remossolam~~euna observaciónque sirva para valorary encuadrarestasideas de Bello.

En las épocasobjetivistasde la historia de la filosofía(épocagriega y escolástica,por ejemplo) la admisión dela semejanzaentre las cosasy sus ideas va acompañadadeuna semejanzaentre cosasy entendimiento.La semejanzase hace transitiva. El alma humana,dirá la escolástica,esforma del cuerpo, como son forma los principios especifi-cativos de las demáscosas.Pero, a partir de Descartes,paraseñalaruna fechadefinida,la originalidad del espíritu,sen-tida en y por la conciencia,hace que se niegue al espírituhumanoelser forma del cuerpo;porel merohecholas ideasdel espíritu dejan de ser semejantesa las cosas, resultansignosnaturales,símbolosapropiados,traduciendoasí en suorden la distancia insalvableentr-e espíritu y cuerpo o ma-teria. Y habráqueelegir en adelanteentredos cosas:seme-janza entre ideas, cosasy entendimiento; o desemejanzaentreideasy entendimiento,por unaparte,y cosaspor ot~a.Esta última posición, de evidentey conscientesupremacíay originalidad del espíritu, es la posición en quese inscribe,sin duda, Bello.

La ignorancia de la estructurade los cuerposy de micuerpo es signo, índice, exponentede la altezay trascen-denciadel espíritu.El conocimientode los cuerposes “i~-zdi-recto y simbólico”. Vamos a ver que, en rigor, para Bellotoda idea es idea-signo,referida a las cosas.

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B. IDEA-SIGNO, E IDEAS QUE SE QUEDAN EN SIGNOS

Entre percepciones,percepcionesrenovadas,resucitadas,revividas, o ideas,hay, como ha dicho Bello, semejanza,máso menosperfecta.Por tanto las ideasno sonsignos,símbolosde las percepciones,sino imágenes,de ellas.Dejemos,pues,este grupo de ideas, en que idea funciona como imagen.Todas las ideas referentes a las cosas, al igual que las per-cepcionesde las cosas,son únicamente—y no puedenserotra cosa, por la radical originalidad del espíritu—, signoso símbolos,

Oigamos a Bello: “Tenemos dos especiesde ideas: lasunaspropias, que mio son otra cosa que percepcionesrecor-dadas,absolutaso relativas;las otras im~ro~ias,imperfectas,supletorias,signosintelectualesque hacenlas vecesde ideaspropiame’ntetales, con respectoa las cosasa queno puedenalcanzar las facultadesperceptivasdel entendimiento” (F.de. E., p. 101). DistingueBello dos tipos de ideas,desdeelpunto de vista de cosas que de suyo no podemosconocer,porque no las es el espíritu: 1. 1) Ideas-signo;1. 2) Ideasque se quedan en signos, o ideas-mnero-signo.Y divide lasprimeras en ideas homónimas, metafóricas y endógenas(pp. 219-235). Dejamos al lector, con lo anteriormentecxplicado,el cuidadode releer o leer el texto mismo de B.Pero las ideas que se quedanen signos, o ideas-mero-signono tienenen rigor, contenido:“no es, ei-z rigor, una idea”,dice Bello, refiriéndosea la idea de infinito, que entra enesta categoría. (Cf., p. 101). Bello mencionados, comomás importantesy extremosentre sí: la de nada y la deinfinito (pp. 237-231; Cf. p. 701). En la idea-mero-signo de infinito interviene el aspectode “progresión”(p. 101), simbolizadopor el “etcétera” de la fórmulama-temática” (ibid.). “Este signo intelectuales el quenos sirvepara todosnuestrospensamientosy especulacionessobre loinfinito; y con él tenemosque contenta;-~n-osmal que nos

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pese,porque en nuestro entendimientono e-a-be otro algu-no” (ibid.). Incluye, pues,la idea de infinito un carácternegativo (negaciónde todo lin-iite concreto que se vayapresentando)y un carácterprogresivo,positivo por tan-to. “infinito es lo que carece de límites, lo que se dife-rencia de lo finito. Pero estadiferencia no puedeser per-cibida verdaderamnentepor la inteligencia, cuyaspercepcio-nesle presentanlímites en todos los objetosa que lees dadollegar. La idea quetenemosdel infinito es,~or consiguiei-zte,una-idea-signo,y no puedeser otra cosa.Pudiéramosexpre-sarla Por la forma a+a+-a+a+a.. . etc”. (p. 239).

“La mmada no puedeser objeto de -ninguna idea, propia-mentedicha. Es preciso que en lugar de esta idea que notenemosni podei-nostener,hayaalgo- en el entendimientoquela supla, y que en cierto modohagasusveces;esdecir, unaidea-signo” (ibid., p. 237).

Con estoquedacerradala escalaintelectualde las ideasqueno puedenpasarde signos: “El infinito ocupaen la es-cala intelectualextremoopuestoa la nada” (ibid. p. 238).

Bello toma en serio esode que la nadaes nada,y quedeella no cabe sino un conocimientopor mero signo, cuandorechazamúltiples formasde defenderel principio de causa-lidad fundadastodasellas en no admitir en verdad que lanadaes nada,quela nadanadapuedecausar (Cf. pp. 172-177; 504).

Bello parecerechazaren la p. 102 el argumentocarte-sianode la existenciade Dios, fundadoenlas relaciones-entreideasde finito e infinito. Igualmente,por su interpretacióndel infinito, tal comonosotroslo poseemos,mediantela ideade “progresión”, va más allá del concepto“privativo” quede lo infinito tenía la filosofía medieval, y del “negativo”de la filosofía griega. Aquella frase suya “este signo imite-lectual es el quenos sirve para todosnuestrospensamientosy especulacionessobre lo infinito; y con él tenemos quecontentarnos,mal quenos pese,porque en nuestro emiten-dimiento no cabeotro alguno”, (p. 102) pareceir contra

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esosusosoptimistas y desmesuradosque sehanhechoy ha-cen a vecesdel conceptode infinito, tal como lo tenemoslos hombres.

C. CREACIÓN DE RELACIONES

“En todo juicio concebimnosuna relación. En todo jui-cio saca el alma de la yuxtaposiciónde dos elemnentosunatercera entidad, distinta de cada uno de ellos y de su ni-eroagregado.El alma es, pues,fecunda,es activa en el juicio,y por consiguienteen todo génerode percepciones”(p. 58).(Cf. los textos aducidosen II 22 c). Aduzcamosunosmásque se presten a nuevas consideraciones sobre la filosofíade Bello. “Afirmar o negar mentalmenteuna cosa es afir-mar o negarmnentali-nenteuna relación de ella. No puedeel alma afirmnar o negar otra cosa que relaciones..

(p. 374) . . “. re~ relación. . - es en sí mismaun productodel alma de una peculiar naturaleza,donde la miramnos ensu estado original - de simplicidad, o en composiciónconotros -elementosde la misma especieo diversos” (p. 263).No de otro modo hablaríael másclásicode los neokantia-nos. Perola cosano terminaconestassencillasafirmaciones.Notemostresdatos: a) “La concienciaes la queda el titopri-m-nitivo de las relacionesde identidad, continuidady uni-dad; tipo de que despuésnos servimoscorno de un siguo,para representarnostodo lo que llami-samos idéntico, co-uti-nuo y uno” (p. 26). Con lo anteriormenteexplicado, se

puede ver de qué manantial (Ursprung, Kant) procedenlos principios analíticos (Cf. p. 363 ss.), hechosde rela-ciones de identidad, unidad, continuidad; el alma los ex-tiende a lo que ella no es, por su función de ideas-signos.b) El alma es creadora,activa y fecunda (términos deBello) relacionalmente.De ahí que desdeel capítulo V dela Psicologíamental (“De las percepcionesrelativas”) has-ta el XVII (De la semejanza,etc.) no se hablee interprete

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todo sino medianterelaciones,medianteproductosunitivosdel alma,queéstainventaparaponer conexiónentrelas co-sas.Y sonrelacioneso sistemasde ellasel espacio,el tiempo,la causalidad.(Cf. cap. VIII, IX, X). c) Ademásla Lógicade Belio está centradaen el Juicio, es decir en la relación,según los textos citados y las explicacionesde B. (Cf. Cap.1 a VI). Estepunto de vista relacional permitirá a B., comoveremosinmediatamente(II, 25), hacerprogresosesen-ciales en la presentaciónde los temasclásicosde lógica. Laestructurasistemáticade la Filosofía de Bello queda,pues,bien en claro.

Por tomarBello en firme la categoríade relación, y suestadonatural de implicación en las percepcionesbajo laforma de referencia,puedeinsistir, en especial,sobreel ca-rácter relacional-referencialde la causalidad,como rela-ción de sucesiónconstante.Ha dejadola relaciónde serac-cidente,cual se la considerabaen la filosofía griega y esco-lástica, filosofías estáticas,sustancialistas,y ha llegado aser categoríabásica,tanto en filosofía moderna como enmatemáticasy física. Pero a fin de apreciaralgunosde lospuntos originales de Bello en esta materia haré, con él, dosc-bservaciones.

a). Distinción entrecontradiccióny repugnancia.“Lanegativade cualquierade estostres juicios” (se refiereBe-lb a los de causalidad,razónsuficientey al de conexionesempíricas) “sin embargode -que el ent~n-dimientono puedaconcebirla sin manifiestarepugnancia,no me parecequeenvuelvacontradicción” (p. 365; Cf. p. 504-505).Es de-cir: los juicios sintéticosa priori, reducidossegúnBello a lostresdichos (ibid), poseenun original tipo de defensacon-tra sunegación;la repugnancia,y repugnanciamanifiesta;sin embargosu negaciónno conducea contradicción.“Esfácil de ver -que los juicios analíticosreposansobreel prin-cipio de contradicción” (ibid. p. 365). El valor, por tanto,de los juicios sintéticosa priori es mayor,en Bello, del queles atribuiría una filosofía empirista pura y simple, como

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la de Locke, Hume, Condillac - . -, y menor que la que lesotorgaunafilosofía máso menosidealista,como la de Kant.De esta base creo que proceden las discrepancias,y aun

oscilacionesverbales,quese hallanen la exposiciónquehaceBello de estospuntosen su Lógica (pp. 355-366).Estadis-tinción de Bello estáaún, queyo sepa,por discutir y utili-zar sistemáticamente.

b) Relación de causalidad. “La causalidad,pues,o larelaciónqueconcebimos-entrela causay el efecto,no es otracosaque la constantesucesiónde dos fenómnenosdetermina-dos” (ibid. p. 11 fl. “La idea de causalidades una idea derelación. Con esto sóio quedadicho que es un productodela actividad del al-ni-a” (ibid. p. 126). Bello ha hallado unmodo de expresarestaopinión, que no me atreveríaa cali-ficar de metafórico: “La producciónde los efectosde lacausaprimera es unamera sucesió,-z,comola produccióndelos efectosde las otras.Dios quiso que fuesela luz, y la luzfué, es una expresióncoi-icreta, pero completade la rela-ción original de causalidad.La idea de uno y otro podernacede la idea-de la constanciay necesidaddel efecto,o Por me-jor decir, -es esta mismaidea; y si bien es evidenteque laiiecesidadde los efectosinmediatosde la causa ~rimnera,esabsoluta,y la de los efectosde las causassecundarias,deri-vada, no podemosver en una y otra más que sucesionesconstantes”, (ibid. p. 126).En la filosofía griega y medie-val, por ser la relaciónun accidente,y el másdébil de todos,no podíaposeerel atributode “necesidad”;estarunidasdoscosasreal-espor unarelaciónequivalía a estarcontingente-mente, accidentalmenteunidas. Bello —nombremostam-biéna Kant—, sostieneque relaciónes categoríabásica,queadmiteel predicadoy propiedadde sernecesaria.Bello haceaquíuna alusiónbiendiscreta,pero altamentesignificativa,a la fórmulabíblica de la produccióndel mundo.La fórmu-la bíblica no es causalen sentidoescolástico;a saber,conproducciónexplícita de ser; la fórmula “Dijo Dios quefue-sela luz, y la luz fué”, indicaproducciónpor merapalabra,

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y sucesióna la palabra.Y todos creemosnotar que la pala-bra no es causaeficienteen sentidoclásico.

La interpretación (pruebasque aduceBello, pp. 126-144) de la causalidadcomo necesariarelación de sucesiónpermiteaBello sacarunasconsecuencias,bienafinesa ciertasideasmodernas:“Que -el Criador ha sometidolas conexionesfenomenalesa leyesconstantes,-es un principio a priori y denecesidadabsoluta.Pero 1, el Criador ha podido elegir a suarbitrio entreestasy aquellasleyes,y la elecciónque ha te-nido lugar es un hecho,o másbien, un génerode hechosaquesólo podemosllegar a posteriori; suponiendoperfecta-menteconocidauna conexiónfenomenal,suponiendoper-fectamenteconocidauna de estas leyesestablecidaspor elCriador a su arbitrio, la conexiónno debetodavíaParecer-nos necesariade necesidadabsoluta: el -Criador puedesus-penderlacomo pudo establecerla”, (ibid. p. 362-363). De-jemos aparte,por evidente,queen estepunto se oponeradi-calmenteBello a Leibniz, ya queDios a su arbitrio fija lasleyesquede hechoregirán en el mundo; y no se guía, portanto,por elprincipio de razónsuficiente,y por aquellodel“mejor mundoposible”. Antiidealismo de Bello.

Además,como es sabido,y lo sabíaperfectamenteBello,por su formación en Newton (Cf. mt. E. 1. 11), toda lafísica clásica,quede Descartesy Newton parte,elimina delas fórmulas de las leyes físicas la causalidadeficiente,que-dándosenadamás con la sucesiónconstante,con las rela-ciones expresadasen ley. Estamisma idea, tan fecundaenfísica, es la quesigueBello paraexplicar en todoslos órde-nes,aunenel de la creación,la causalidad.Así queimpug-nar aBello en estepunto no se hacesin peligro de atacarlafísica clásica.

D. DEDUCCIÓN DE CATEGORÍAS EN BELLO

De los tipos de deducciónde categoríasempleadosentiemposde Bello, unoscaíandentro de “esa especiede me-

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tafísica” a la que “los filósofosalemanesdan el título orgu-lloso de ciencia transcendental,desdecuyaelevadaregiónatenasse dignan de volver los ojos a lo que llaman desde-ñosam-enteempirismo,estoes,a las verdades(le que sólo nosconstapor la observacióny la experiencia,y a los principiosgrabadoscon caracteresindeleblesen el alma humana” (O.C., vol. VII p. 374). Textoque, si directamentese refiereala ciencia trascendentalde Fichte, parecealcanzartambiéna todotipo de deduccióntranscendental,por aprioris puros,cual la de Kant; no digamosde Hegel.

No es precisogastarmás de dos palabrasen decir queunadeducciónpuramentelógica, estilo“silogismo”, no caíadentro del tipo propio de la filosofía de Bello. “Las reglassilogísticas,sobre no poderseaplicar a mnuchísimasespeciesde relaciones,son innecesariaspara dirigir el entendimientoaunen la especiede relacionesa quesonaplicables,porqi-te nohacen más que ponernosbajo diversasformasun axioma,una verdad evidente...“ (F. d. E., p. 424).

Mas, por el extremoopuesto,no podíaaceptarunade-ducción puramente empírica, estilo “transformismo” deCondillac, o asociacionismode Locke, Hume. Contra todotipo de asociacionismopasivo iba su teoría de la actividadcreadoradel alma (Cf. ¡mi. E; II, 21), productoraprecisa-mentede múltiples tipos de relación (Cf. mt. E; II, 22), yla tendenciaa Gestalto totalización original (Cf. mt. E.II, 22, e). Pero contra el “transformismo” de Condillacdice expresamente:“Así, pues,tomamoslas palabras sentiry sensaciónenun significadomuchomenosextensoque elde la escuelasensualista,para quien la sensaciónes percep-ción, es juicio, es raciocinio, es deseo,volición etc., queve,en sumna,en todaslas afecciones,en todaslas operacionesdelalma, nada más -que sensacióntransformada;sistemaquesereduceen realidada variar el significadode la palabra, apli-cándola a todoslos estadosy a todoslos actosdel alma,de quetenemosconciencia” (F. d. E., p. 59-60).

Por lo prontodistingueBello, siguiendola tradición que

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le vieneinmediatamentede Cousin,entre “des-arrollo crono-lógico” y “orden lógico” (F. d. E., p. 269), o considerarsubjetivamentelas ideasatendiendoa su “generaciói-i y des-arrollo” (ibid. Cf., p. 361 s.). Hallamos en B. los siguien-tes tipos de dedncciói-z. a) Deducciónprogresiva,por la queunamismarealidadda gradoso pasos (Cf. p. 82, 100), con

originalidadde simplicidad, de modoque cadafaseseaalgooriginal, indescomponible,respectode la anterior. “Los queconsideranlos objetos semejantescomo compuestosde dosporciones,una comnúna todos ellos, y otra no, ~mepareceque no suponenen el universomásque semejanzasy dife-rencias completas,desconociendolas degradacionessucesi-vas, y las -medias tintas de que es susceptibleuna cualidadsin dejar jamásde serlo, y por mediode las cualesva aleján-dose,Por decirlo así, progresivamentede sí misma” (F. d.E., p. 82). Progresióngradualen originalidadessimples.Taldeberíaser el tipo de deduccióno evolución d-e “formas”en una teoría de la Gestalt. Véasecómo Bello aplica estetipo a las formasderivadasde la categoríacantidad, engen-dradaa su vez por la relación de igualdad,creacióndel al-ma (p. 100). b) Deducciónempírica simple. Sucesióndehechos,tendientesy conducentesa un fin o final, sin quesea necesarioninguno de los pasos. A este tipo pertenecela deducciónquehaceB. del modo como el tacto nos llevaal conocimientode magnitudesy formas (Cf. p. 158-163).Bello hablaen tales casosde “estados” diversos (ibid). (Cf.O. C., vol. V, p. 454).c) Deducciónempírica compuesta,que recibe a vecesel nombrede “historia”. Así la “historiade las percepciom-iesdel tac.to, relativas a la extensión” (p.163-167) comprendeseis épocas,todas ellas “‘modos del yoobjetivados” (p. 163). Y hemosdenominadoestadeduccióncomPuesta,por el entrelazamientooriginal, inventado, dediversas modalidades:tacto, vista- . -, dandoun total conGestalt propia. Bello reconoceen el pasajecitado que lasucesiónde tales épocases en generalnecesaria,aunqueres-pecto de algún individuo sea contingenteel orden. Esta

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mezcla de necesidad“probabilística”, en mayoríade casos,y de contingencia“individual”, es característicade Bello;y lo emparenta,como veremos (mt.E. II, 24), con la másmodernadirecciónde la física.

d) Deducción empírico-hipotéticasimple. “He aquí,si mio meengaño,la historia de los conocimientosque hubié-ramos adquirido~or la vistasin la enseñanzadel tacto” (F.d. E.., p. 162s.). Esteprocedimientode “experimentoideal”fué empleadopor Condillac en su estatua(de un solo sen-tido, paracomenzar); en el “solitario” de Berkeley, en e1discípulo “imaginario” de Rousseau- . - ; y es corriente enla física clásicay moderna.Recuérdesea Poincarécon susseresbidimensionales,y la deducciónque hacede la geome-tría posibleparaellos. Lo original de B. frente-a ~-ondillac,por ejemplo, consisteen la explicit~ciónconstantede lafunción significativa y objetivador-a (Cf. p. 185, “Veamosahora qué especiede signos- .

e) Deducción empírico-hipotética compuesta.Bellotrae como dos ejemplosde este procedimientolos del len-guajey escritura (F. d. E. p. 297-308;Cf. Bosquejodel ori-gen y progresosdel arte de escribir, O. C. vol. VI, p. 445-458) Oigamosel principio propio: “Hubo, pues,una espe-cie de elección,quehecha casualmentepor u-mi individuo yadoptada Por otros, constituyó un pacto tácito en cuyos

Preliminares sirvió de mediadorala naturaleza” (F. d. E.,p. 299-300).

Todosestostipos de deducciónde conceptos,de formasde pensamiento,de formasde expresión,de significación.poseenen Bello un caráctergeneraly original al quevoy adar el nombrede “empírico-mnutacionista”, tomandoel tér-mino de “mutación” de teoríasbiológicasmuy posterioresaBello. En efecto: el tipo de deducciónqueempleaBello es,ante todo, empírico: parte de datos (hechos básicos) paraprocedera hechos (derivados)y derivadosno por necesidad(lógica, transcendental,dialéctica), sino contingente,pro-babilística,dehechotambién.De un hechono se siguenece-

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sanamenteotro hecho,so penade queno se tomeen serio niqueel hechoantecedentees hecho,ni que los hechosconse-cuentesdebencontinuaren la categoríade hechos.Pero eltipo de conexión fáctica tiene la inmensaventaja de pres-

tarsea originalidades,a Gestalt, a “tercer modo espiritual”(F. d. E. p. 58). Y estaapariciónde “originalidadesespiri-tuales”, con ocasión de ciertas -asociacioneso agregados(ibid.), mereceel nombrede mutación,de creacióndenue-va especieo de unanuevavariedad.Y en esto se separara-dicalmenteB. de todo asociacionismoinglés o francéscon-temporáneo.No abrigoduda algunade que el temperamen-to artístico de B. y su fino sentidopara las diferenciasesté-

ticas contribuyerona liberarle de un tipo de deducciónme-cánica,asociacionistapura, tan comúnen su épocay en losautoresque leyó.

E. IDEAS TEÓRICAS. SU VALOR

El instintoes,comohemosexplicado (Cf. I,it. E. II. 22,4) el sustituto de las ideas innatas, formas a priori.., en

Bello. Emperoel instinto del espíritu poseela facultad ori-ginal de “formularse cii proposicionesuniversales” (F. d.E., p. 145), de poderserrgejieraljzar~~(ibid. p. 356),de tro-carse en “leyes” explícitas (ibid.). Esta facultad o inven-ción falta en el instinto de los animales (Cf. p. 207). Contodo estasfórmulas, leyes, generalizacionesno llegan a serideas teóricas,ya quesuestadonatural al que tiendeny enel quede ordinariose hallan,es el de implicacióny ejercicioen lo concreto.

Una idea propiamenteteórica sería “una idea metafí-sica intuitiva quede izada sirviesepara guiar los hombresenla investigacióny uso de los objetosde sus necesidades” (F.ci. E. p. 347). Por ideameramenteteórica,innecesaria,tieneBello a la idea de sustancialidadde los cuerpos,a la idea demateria.Comoestepunto ha sido motivo de ciertasdificul-tades,escalonounostextosde Bello paraque seeche de ver

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su conexiónconel restode su doctrina. 1) “Las percepcio-nes de la concienciason las únicas directas, intuitivas; lasde los sentidosinternosy externossonsimbólicasy represen-tativas” (ibid. p. 18). 2) “Este es el resultadodefinitivo detodo estudiosobre la materia.Lo que son la materia y lascualidadesmaterialesen sí mnísmasy izo meramn-entecomocausasde sensaciones,no -lo sabemosni es accesibleestecono-cimientoa las facultadesmentalesde queestamosdotados”(ibid., p. 19). 3) “Así que la concienciaes la queda el tipoprimitivo de las relacionesde identidad,continuidad, y uni-dad; tino de que despuésnos servimoscomo de un signo,para representarnostodo lo quellamamosidéntico,continuoy uno” (ibid. p. 26). 4) “Nada de comúnentre el inundode la concienciay el mundode los sentidos.El primero estátodoenteroen el sujeto:la unidadperfecta,la indivisibilidadabsoluta, son los caracteresque nos presenta.El segundo,quesólo nos es conocidopor las sensacionesque lo simboli-zan,y por las percepcionesquetransforinan, digámnosloasí,el sujetoen objeto tiene por atributos la multiplicidad y laextensión” (ibid. p. 32). 5) “Cuando el alma se da noticiaa sí i-nisma de lo que pasaen ella, no le esdable dudar de laveracidadde su testimonio.Suponerqueyo pudieseenga-ñarme cuandopercibo en mí mismoun deseo,seríacontra-decirse en los términos” (ibid. p. 384). “Los juicios intui-tivos son juicios de coi-zexión necesaria.Si yo percibo quedeseo,necesariamentedeseo” (ibid., p. 385). Añádanselostextossobreel carácterde meroshechosque tienenlas leyesde la naturaleza(Cf. F. d. E. p. 362-363). Óigaseahoraladoble consecuenciade Bello, en el Cap.XXII (p. 335-352)dedicadoa la materia. “Yo creo que la cuestiónrelativa ala existenciareal de los cuerposes del todo fútil, en cuantosu resoluciónno conduciríajamása ninguna consecuenciapráctica ni-especulativa” (ibid., p. 345). Y refiriéndosealgrupo de principios “sin cuyo medioes unposiblehacer usodel entendimientoy conducirnosen la vida” (ibid. p. 347),dice: “La creenciaen la sustancialidadde los cuerposno es

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unode estosprincipios,porque no es necesariani para el ejer-cicio de la razón, -ni para la conductade la vida” (ibid.).

Recapitulemos:infalibilidad y conexión necesariade lavida del espíritu frente a facticidad de lo realmaterial y desusleyes;conocimientointuitivo, de presenchiinmnediata,enla vida de la concienciaen contraposicióncon el conoci-miento indirecto,simbólico de los cuerpos;unidad e identi-dad perfectasen la conciencia,frente a inultijilicidad de lomaterial.Preguntemosahor2: ¿qué caracteresatribuiríamosa la sustancia?¿Cuálesle atribuía la filosofía clásica?Evi-dentemente,la sustanciadebe tener carácterde necesidad,unidad, identidad, inmediación. Concluía, pues, Bello a lainsustancialidadde los cuerpos,en cuanto sustancias.Quelos fenómenostenganconsistenciapropia, que no llegue a

ladel orden sustancial,es puntoque jamásnegóBello ni na-die de los queél sigue máso menosen estepunto, como aBerkeley (p. 341 Ss.).Que,enci sentidotécnicode la palabrasustancia,no haga falta alguna para la ciencia física, nipara la vida corriente —a no ser que se confundaconsis-tencia con consistenciasustancial—,es punto de experien-cia que ya creyó poder afirmar Bello con toda seguridad.Queno se hable, pues,de acosmismo,respectode esta opi-nión de Bello, y que con todas sus letras sostieneEinstein.“En realidad muchomenosabsurdo es -el concepto vulgar,que,interpretandomisal el informe d.c los sentidos,llama realel movimientoaparentede los astros, que el concepto filo-sófico de la sustancialidad,acerca de la cual ni deponennipuedendeponerlos sentidos;de que los filósofos mismosno

nosdanmásgarantíasque el sentidocomún,queno es otracosa quesu sentidoparticular; y de que, en fin, para izadase necesitani en el estudio de la naturaleza,ni cii ci de lavida Práctica”. (Ibid., 372).

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II. 24). ALGUNASAPLICACIONES NOTABLES DE LA

“PsIcoLoGíA MENTAL” DE BELLO

Mencionoalgunasde las másnotables.1) A la teologíanatural. TantoNewton, como Voltaire, su gran vulgariza-dor en estepunto,creíanpoderprobar la existenciade Diospor la necesidadde quehubieraalguienquediera esosdatosbásicos, indeducibles,que son, en la física de Newton, laposicióny cantidadde movimientoiniciales, dadoslos cualeslas leyes físicas permitíancalculartodo lo demás. (Cf. mt.E. II, 22,h). Bello, dentro del espíritu newtoniano,intentaaprovecharlas cualidadesde homogeneidade isotropíadelespacioy tiempo (ibid. p. 141-142) parademostrarquenin-gunapartedel espacioni del tiempo tiene afinidadespecialconla existencia.Luegoel quealgo real se halle precisamen-te enunay no enotra no dependeráde la estructuradees-pacioy tiempo sino de la distribución que hagaarbitraria,libremente,el Autor de la naturaleza.Y recalcaráBello enla libertad divina como en atributo característico:“si hayalgo queen estamateriasea necesariode necesidadabsoluta,es la absolutalibertad de -esta elección” (ibid. p. 142). Laindiferencia de las direcciones (ibid), proporciona a Bellootro argumento para demostrar la libertad divina. De estalibertad divina procedela libertad creada (ibid. p. 144).Dentro del plan de simple exposiciónsugerenteno cabe lacrítica de talesargumentosdeBello, dependientesde la con-cepción newtonianade espacio,tiempo y dirección, y deciertasideasde Leibniz. La forma de presentaciónes otra delas originalidadesde Bello. Másadelante(p. 147 s.) aprove-chaB. los caracteresdel tiempo y espacionewtoniano(Eu-clideo) parademostrarla ilimitación espacialy eternidaddela causaprimera.Júntesea estosdatosel de la facticidaddelas leyesespecialesde la naturaleza (p. 362), y podremosconcluir que la característicade Dios, segúnBello, es la ¡i~.bertad absoluta.

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2) A la física o filosofía natural. Los principios de es-tabilidad de las leyes naturales(principio emn~írico)y el decausalidadno sonprimariamenteprincipios de la cienciafí-sica, sino condicionesde todaexperiencia,científica o vul-gar. Y este punto es esencialpara compararBello y Kanten estamateria. Son ideaspropiamentepertenecientesal con-cepto de ciencia física, tal como se halla en Bello, con uncierto matiz de originalidad, al menos respecto de su tiem-po, las siguientes:a) “No podemos,pues,percibir ni lugarni espacioni -el espacioinfinito, sino por ‘medio de extra~o-siciones,estoes, por mediode sucesioneso actualmenteper-cibidaso meramenteimaginadas.El espacioy el tiempovie-nenasí a tenerunaafinidad quea primeravista no hubié-ramos sospechado.La antigua Mitología pudo haberfigu-rado esteconceptohaciendoal -espacio hijo del tiempo” (F.d. E., p. 169).El tiempo (y no la causaeficiente,y menosla final) hacede variable independienteya en Newton; yde valoressucesivosdel tiempo, o sucesionestemporales de-pendenespacioy lugaresen la formulación de las leyes deNewton. Pero,además,Bello pareceindicarnosque la per-cepcióndel tiempo o del movimiento es condición real deposibilidadde percepcióndel espacio;así lo explica a con-tinuación (p. 169 ss.). Todo ello apuntaen la direccióndela preeminencia del tiempo. Límite a queha llegado la teo-ría de la relatividad (Cf. Reichenbach,Philosophie derRaum-Zeitlehre).Bello comienzapor poner en la cuentade la Mitología (pasado) 1o que en sus tiemposera posibi-lidad científica (futuro). b) Mucho másimportantees laidea quehallamosen la nota crítica sobre el Curso de Filo-sofíade N. O. R. E. A. (O. C. vol VII, p. 322). “Y cabal-menteesta especiede raciocinios, conjeturalesal principio,plausibles luego, probables después y cuya probabilidadcrece Por grados hasta que el peligro de error llega a ser,~or decirlo así, una cantidadevanescente,esa la quesede-ben los grandesdescubrimientosen el estudiode la natwra-

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Introduccióna las obras filosóficas de AndrésBello

leza; la demostraciónsilogística es comparativamentein-fecunda”. Fecundidaddel cálculode probabilidadesparalafísica.

II. 25). IDEAS -ORIGINALES DE LA LÓGICA. DE BELLO

La filosofía delEntendimientotiene unasegundaparte,la Lógica, que “da reglas para la acertada dirección” de“las facultadesy operacionesdel entendimiento” (F. d. E.,p. 2). Bello se adscribe, desde el punto de vista moderno, auna interpretaciónnormativade la Lógica. Era lo máscon-secuentecon el empirismo espiritualista que profesabaydesarrollaen la Psicologíamental, basede su Lógica. Perono es un psicologismolo que Bello proponeen su lógica,ya quesuPsicologíamental,como se ha visto, no es un em-pirismo puro y simple. La afirmación del poder creador einventivo de nuevosmodos,propio del alma, y el carácterde todos (Gestalt) que adoptanlas produccionesespiri-tuales, junto con el tipo relacional de la función mental,apartana Bello del psicologismológico, sin caeren un idea-lismo más o menosdisimuladoo en un platonismotrans-cendentalizado,estilo Husserl. Pero dejandode lado estascomparaciones,voy a hacerresaltarlas ideas más origina-les y fecundasquese hallan en la Lógica de Bello, apartede las ya tratadasen el párrafoanterior.

1) Reducciónde todo juicio a juicio afirmativo, me-diantela interpretacióndel juicio como estructurarelacio-nal (p. 373 ss.).

2) Distinguir dos afirmacionesen el juicio: “la de unacualidad, quede suyo es absolutao relativa, pero que siem-pre nos es conocidapor un conceptode relación; y la desemejanzao diferenciadel serenque concebimosestacua-lidad con cierta clase de seres,cuyonombre,en virtud deesteconcepto,les damos” (pp. 381-382).

3) Interpretacióndel verbo ser, en su función propo-

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sicional,por contener,o contenerse:“contener,si se atiendea la comprensiónde las palabras; CONTENERSE, si se atiendea sss extensión” (p. 409).

Bello se ha colocado,con estareduccióndel juicio a re-lación de continenciaen la posición básicade la lógica ma-temáticamoderna.Y con ello en la posibilidad inmediatade construir una lógica calculatoria,quees lo que a conti-nuaciónva a hacer.

4) En cuantoa la crítica quehaceB. de la teoría esco-lástica del silogismo acierta en tres puntos, confirmadospor la lógica moderna:1) carenciade valor, y consecuen-cias lógicas paralas fórmulas, de la distinción entrepropo-sición y término negativoy afirmativo (p. 411); 2) Co-rregir la confusiónescolásticay aristotélica, de los diversostipos de adjetivospartitivos, para asegurar, afinándola, laidentidad de los términos (pp. 411-412); 3) Impotenciao dificultad de la conversión, por no emplear la es-colástica ni siquiera el álgebra elemental de los signos.Bello se deshacede tales dificultadeso impotencias,de ma-nera elegante,con sencillosrecursosde álgebra (pp. 414-415); 4) Reduce“facilísimamente” (p. 417) Bello for-massilogísticasirreduciblespara la lógica escolástica.“Pordondese ve queen la segundafigura todaslas conversionesse hacenmudandolos signos; y en la tercera, particulari-zandoel atributo; generalizaciónelegante,querecomiendami teoría de las conversiones” (ibid. p. 419). 5) Recono-cimiento de la originalidad e irreductibilidad del modus~onens y toliens a las formassilogísticas (p. 420), aunquelo afirme Aristótelesy lo reafirme la escolástica.Y en esto,apartede la razón intrínseca,se la da plenamentea Bellola lógica matemáticamodernaque catalogaen el orden delos axiomaso reglasbásicas,anterioreslógicamenteal silo-gismomismo,el modusponens (Cf. Hilbert, Carnap,Rus-sel - - .). 6) Irreductibilidadde la inducción a la deducción.La inducción no es ni siquiera silogismo (p. 422). De nue-vo Bello tiene razón, según la lógica modernay los axiomas

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de la física moderna,contra la anterior tradición. Y si lainducciónno es reductible a deducción,el principio decau-salidadno puedeseranalítico, comoya habíasostenidoBe-lb.

7) Concepciónrelacional total de la Lógica: “Creoque basta lo dicho para probar: 1. Que el procederdeduc-tivo esvario, segúnla relación-en quesefija elentendimien-to. 2. Que el proceder deductivo se ajusta en cadarelación a un axioma o proposición general de evi-dencia intuitiva, muera fórmula de una operación in-telectualque arrastra por sí mismael asenso;3. Quelas re-glas silogísticas,sobreno poderseaplicar a muchísimasespe-cies de -relaciones,son innecesariasbara dirigir el entendi-miento. .“ (p. 424). Entresaquemoslas palabras-clave:relación, fórmula, operación,para darnoscuentade la dii-recciónmodernadela lógicade Bello, direcciónprevistaporél, realizadaplenamentedespuésde él. 8) Intuición de re-laciones,como propia de la demostración(p. 437), lo cualmuestrala consistenciapropia de la relación, frentea suca-rácter irremediablementeaccidentalen la lógicay metafí-sica clásicas.9) Valoración de la analogía,como procedi-miento científico (p. 458-472),subordinado,con todo, alde las deduccionesempíricas(p. 463). 10) Determinaciónde ladireccióngeneralen lamarchade las ciencias:“La ii-zar-cha delas cienciases alternativamenteanalógicay demostra-ti-va, analítica y sintética” (p. 482), y recuérdeseque se-gún B. “Hipótesis eslo mismoque analogía” (p. 472). Es-ta revalorizaciónde la hipótesis y de la analogía,despuésde la orgíaaxiomatizantedesencadenadapor Hilbert, es unode los caracteresde la cienciamoderna,en todossus tipos,y recibe actualmenteel nombre idos-seísmo(Gonseth,Des-touches- . ). En estadirecciónse colocóBello, haceya casiun siglo. 11) Aprovechamientode sus ideassobreGraináti-ca pura paracriticar unasveces,y fundamentarotras,cier-tas ideassuyassobrelógica, metafísica etc. Dirección mo-derna tambiénhacia unafundamentaciónsemánticade la

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lógica y haciaunacrítica, medianteel lenguaje,de “la rea-lidad quelos hombreshanatribuído a las cualidadesabstrac-tas” por designarlascon sustantivos(p. 502). Ilusión queviene desdeAristóteles, por haber establecidola conexiónentresustanciay sustantivo (Cf. p. 174, 253).

En Lógica, pues,las direccionesseñaladaspor Bello coin-cidenprevisoramenteconlas de la lógicamás moderna.Suvalor presentees, por tanto,máximo.

III. IDEAS DE BELLO EN FILOSOFIA MORAL

El programaque Bello se trazaen el comienzode Filo-sofía (p. 2), comprendedos partes:una, Filosofía del En-tendimiento,con su estructurade Psicologíamentaly Ló-gica; y otra, que había de denominarsecorrelativamenteFilosofía de la voluntad, estructuradaen Psicología moraly Ética. Esta segundaparte no llegó a ser compuestaporBello.

Pero echandomano de la larga recensión (O. C. vol.VII p. 336-366) quehizo B. de la obrade Jouffroy: “Teo-ría delos sentimientosmorales”, y de algunasotrasideasqueincidentalmentehallamosen otrasobrassuyas,podremosre-construir el plangeneral,y aun las direccionesbásicas,de la“Filosofía de la voluntad”.

A. PARTE PRIMERA: PSICOLOGÍA MORAL

a) La Filosofía “-en cuantotieneporobjeto conocerlasfacultadesy actosde la voluntadse llama Psicologíamoral;y finalmente,encuantoda reglas para la acertadadirecciónde nuestrosactosvoluntarios,s-e le da el nombrede Ética”(F. d. E.) p. 2). Conocimientodirigido a acción,conocimien-to confuncionesnormativas.Igual direccióngeneralqueenFilosofía del Entendimiento.Veremos a continuación- (b.2, b. 4) queel plural “facultades-. .“ de la voluntadim-

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plica unaestructuracompleja en la quebien pudieranen-trar ciertossentimientos.Por de prontoen toda la notade-dicadaal libro de Jouffroyno hacejamásB. crítica algunaa la palabra“sentimientosmorales”.

b) Bello intentaguiar la Ética entrelos dosextremos:utilitarismo (Jer. Bentham) y racionalismo: “ni a ¡as unasni a las otras adherimosenteramente;lo quenos Propone-mos en estosapuntes,es señalar un rumbo medio que nosparecemássatisfactorioy seguro”. (O. C. vol. VII. p. 338).

Esterumbo medio incluye: b. 1) “El placer, la felici-dad, es el bien a queaspirapor un instinto irresistible la na-turaleza humana”, (ibid. p. 339). Pero B. elimina explíci-tamentede la significaciónexclusivade placer “los del cuer-po”, y enumera «como principales” los del espíritu,entendimiento,imaginación, beneficencia,conciencia rec-ta, concienciareligiosa (ibid.).

“Correlativa a la idea de felicidad esla de utilidad, envi-1-ecida tambiénen la acepciónvulgar, que la limita a los me-dios de procurarnosgocescorpóreosy un bienestarmaterial.Útil, comonosotroslo entendemos,es todo aquello que, sinser -en sí mismoun bien,esun mediode procurarnosbienes,placeres,en el sentidoextensoy generalque damosa estapalabra” (ibid. p. 339), b. 2). Motivosmoralesreales. “Unser activo, pero no sensible,tendría motivospeculiaresquedeterminasensuactividad,y de queno podemosni siquieraformar idea. Los motivosque determinanla actividadhu-mana,son-el placer y el dolor. ;Qué son el bieny el mal se-paradosde ellosy profundamentedistintos, comodice Mr.Jouffroy? No puedenser sino los objetosqueel autor de lanaturaleza se propuso -en el plan de los destinoshumanos.Pero ¿cómoserevelanal hombreestosobjetos?Por ei placeryel dolor. El signoes para él la cosamis-ma” (ibid., p. 342).

Acaba de advertirnosexpresamenteBello, hay que tomarplacer (y, por tanto,dolor) en un sentidoamplio, central-menteespiritual; añadeaquí B. que placer y dolor son losquedescubrenel bieny el mal. Signo perfectamenteadap-

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tadoa la cosamisma,pues el placermismoes un bien, y eldolor mismoes un mal. b. 3) “Es fácil colegir queno reco-nocemosdistintaslas tres ideasdelbien, lo útil y la felicid.ad”(ibid. p. 351).La convergenciade las tres ideases de origentan clásicocomo la ética de Aristóteles.Y la direcciónhu-mana de la ética culmina, segúnBello, en que el fin delhombre ha de buscarseen la especiehumana, tomar comosigno inequívocode estarconsiguiéndoloo de haberlocon-seguido,el placer,sin ascenderal “fin universalde la crea-ción” y tenerqueconocer“todos los finesparcialesde todaslas criaturas posiblesque el fin universalabarca y resunhe”(ibid., p. 361). Bello descartala fijación del bienpor el finultimo de la creación, por ser “Hecho no atestiguadopornuestraconciencia” (ibid.). El bien, fin de la ética, no esel bienabsoluto,sino elbienhumano,comososteníaya Aris-tótelcsfrentea f-iatón. (Cf. O. C., vol. IX, p. xxi).

b. 4) Naturalezadel hombrey moral. “Somos no sóloseresracionales,sino seressensibles;y la moral tieneuna rela-ción tan íntima, tan inmediataconla parte sensiblede nues-tro ser, como con la parte racional. Supóngaseal hombredestituídode razón; la moral perece.Supóngaseledestituídode sensibilidad,¿quéseráde las recompensasde la virtud, delos remordimientosdel crimen, del mérito de resistir a lasseducciones?Por lo demn-ás,lejosde ser un hechoque la razónhumanase elevea la ideadel ordenuniversal, lo contrario esun hecho, si -entendemos~or razón human-a la de la granmayoríade los homnbres” (ibid., p. 365-366).

B. PARTE SEGUNDA. ÉTICA

Veamosqué tipo de normasfija Bello, partiendode losanterioresprincipios referentesa la naturaleza,sensibilidad,fin del hombre, y criteriospsicológicosde llegadaal fin yprácticade la moralidad.

a) Historia de los sentimientosmnorales. Interés. “He-mos distinguido entre el interés de una pasión dominante

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y el interésde nuestramayor felicidad posible, entre clin-t-erés relativo y el interésabsoluto,entre el interésde unatendencia,y el interésbien entendidodel conjunto de todaslas tendencias.El segundopareceser el único queconsideraMr. Jouffroy; Pero es de toda necesidaddar algún lugar alprimero en la historia de nuestrossentimientosmorales”(ibid. p. 357). “La fuerzarelativa del interésrelativo debecronológicamnenteprecedera la fuerzadirectiva del interésabsoluto,del interésbien entendido” (ibid. p. 358). El in-terésocupa, creemos,en la Psicologíamoral de B. el papelcorrespondienteal instinto en la Psicologíamental.Del ins-tinto surgíanlas leyes, princpios, fórmulas generales (cf.mt. E., II, 23, E) ; del interéssurgiráncomo producto es-pecíficamentepropiode interéshumano,lanori-na. En efec-to: b) “Reconocidoel interésabsoluto,el quemerecepro-piamenteel título de interésbien entendidonos apasiona-mosa la norma prescritapor él. Haydesdeentoncesunaes-pecie de concienciaqueaprueba o condenanuestrosactosen cuanto conformeso contrarios a la norma...” (ibid.,p. 3 58). Distingue aquímismoentreconcienciarelativa yabsoluta,segúnel interésque la dirija, parcial o total.

Y tenemosla genealogíamoral segúnBelio: interés,nor-ma, concienciamoral, como destilacionesobjetivas (nor-ma) y sujetivas (conciencia) del interés. c) EnfocandoB.la cuestiónética desdeel punto de vista de la naturalezaíntegra del hombre,puedeseñalar“tres períodosmorales”.“Al principio, hay sólo tendencias,apetitos, ~asion-es,sinideas,sin libertad ni elección.Después,hay pasionese ideas.Luego pasiones,ideas,libertad y elección.Estos tres perío-dos morales no se sucedencronológicamente.El segundoprincipia antesde haber cesadoel primero; y ambosreapare-cen con más o menosfrecuenciadurante toda la vida delhombre” (ibid. p. 355 y ss.). d) Por fin, el interés absolutoda origena unanorma definiday concreta:“no debes,esde-cir, no puedesenel interésde tu mayor felicidad posible,per--mitirte a ti mismolo que,permitido a cualquier otro hom-

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bre en circunstanciassemejantes,sería perniciosoa todos”.(ibid. p. 362) (Cf. O. C. vol. IX; p. xxi). e) Pero unanormano es una idea general.“No estáen la naturalezadelhombreapasiomzarsea verdadesabstractas,únicamentepor-queson verdades.Si el orden generalse recomn-c’nclasesólo alentendimiento,si no hablaraal corazón,si no suscitaseafcc-cion-es,no concebimoscómopudiera tener más imperio so-bre nuestra voluntad que un teoremade Euclides” (ibid.p. 363). Por todo lo cual creemospoder sintetizarla direc-ción generalde la Ética de Bello con la siguientecita suya:“No nos dejemosdeslumbrarPor metáforas.La razón quese prosterna,quevenera,que adora, o es sólo la razón im-pasibleque ve relacionesy las reconocecomiso verdaderasyevidentes,o esademásel corazónquesea~asionaporuna-ideade ordenquela razónle ponedelante.Silo primero, no haymotivode acción; si lo segundo(quees lo cierto),el moti-vo inmediato-es unapasión,una tendenciaa la mayorsumaposible de felicidad individual, segúnla razón la calcula yconcibe. La filosofía sensualistayerra en cuanto suponequela voluntadno es capazde apasionarse~or el orden; lafilosofía idealistayerra en cuantosuponequela idea de or-den es capazde mover la voluntad sin a~asionarla”(ibid.p. -364-365).Esto fué escritopor Bello en 1847.

En la Filosofía del Entendimientose hacemás explíci-ta la intervenciónde Dios en la moral: a) como garantiza-dor de la inmortalidaddel alma (p. 206); b) como condi-ción de la verdaderavirtud y como condición del interéssocial (p. 145-146). Estaúltima fórmula, de cierto saborkantiano,no permite concluir auna influencia de la Críti-ca de razón prácticade Kant sobreBello. Así lo cree tam-biénGaos (mt. G., p. Lxxix). De todosmodos quedaríalainspiración de Kant incardinadaa la teoría generalde “iii-terés” absoluto,defendidapor Bello.

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Introducci4n a las obras filosóficas de AndrésBello

APENDICE

(Reunimosaquí brevísimamenteun conjuntode aspec-tos complementariosde los anteriormenteexpuestospor lolargo).

a) Estética.No la hay en Bello ni en forma sistemática,comosuFilosofíadel Entendimiento;ni en estadogerminal,cual suFilosofíade la Voluntad. Recuérdeseque Kant pu-blicó en último lugar la Crítica del Juicio, despuésde lasotrasdosCríticas, y como vínculo deunión entreEntendi-mientoy Voluntad,si es queconestedesmesuradoesquema-tismo se nos permitehablaraquí.Recordemosunasenten-cia de Condillaccitadapor el mismoB.: “Oms apprendd’or-dinaire assezmal lorsqu’on étudieavantd’avoir senti le be-soin d’apprendre” (Langue des calcuis; Cf. O. C. volu-menVII, p. LII). Tal vez Bello hubierasentido,como Kantla inmediatae imperiosanecesidadde escribirunaEstética,despuésde haberterminadosuequivalentea las dos Críti-cas: Filosofíadel Entendimientoy Filosofía de la Voluntad.Las ideas sueltasque, sobre ciertascuestionesde Estética,hallamosenB. no justifican,dentrodelos límitesdel presen-te trabajo,un estudiodetenido,aunquecabe presumirquesubuengustoteóricoy práctico en cuestionesliterariashu-bierapodidoofrecernosunaEstéticabienpensada,sobreta-les materias.Aludimos en especiala la función básicaqueB. atribuye a la imaginación,punto queno desarrolló. (F.d. E. p. 25, 107, 355).

b) Agnosticismolimitado. Lo profesaB. respectode lanaturalezadel alma (F. d. E., p. 29); relacionesentrealmay cuerpo(p. 32, 304); quéseanla materiay las cualidadesmaterialesen sí mismas (pp. 19, 211). Por otra parte (Cf.pp. 26-27-29): si “el alma no esPara nuestraconcienciaunagregadode partesdistintas,sino un todoúnico, simple,in-divisible”, por naturalezahabrá que entendersustanciaensentidoclásico: idea esencialencarnadaen una materia, demodoquehagade -ella un tododefinible,condefiniciónesen-

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Obras Completasde Andrés Bello

cial (Cf. Aristóteles,Metafísicos,VII, 3, 1043 a 30), o bienemplearparadefinir naturalezala caracterizaciónde Aristó-teles en los Físicos (II, 1): “Principio y causaintrínsecosyPropiosde movimientosy reboso”,o posesióninternay pro-pia de las cuatrocausas:eficiente, final, materialy formal-ideal. Es claro queesto no es un dato. Por tanto, no cabeen la filosofía de B. En cuantoa la pretendidaesenciay sus-tancialidadde la materiase ha habladoenmt. E. II, 23, E.Entre agnosticismorestringidoy sabihondismometafísico,B. se quedaconel primero. De todos modosel alma poseeuna configuración (Gestalt;Cf. mt. E. II, 22 e) estable:una, continua,idéntica, creadorade modos unientes.Si es-tos caracteresbastanpara constituir algo como sustancia,B. tendríaderechoa dar al alma el calificativo de “sustan-cia”, como lo haceen las pp. 22, 204-205.De las limitacio-nes impuestaspor el uso imprescindiblede ide-as-signosse hahabladoaquí (mt. E. II, 23). Sobreotros límites,en aspec-tossecundariosvéasep. 105, 108, 109, 131, 144, 151, 239. . -

En fin, todafilosofía admite límitesenel hombrey sus fa-cultades; de modo que el corrimientode tales límites per-mitirá tacharde agnosticismoa la queno losextiendacomootra. Así seríaagnósticala filosofía escolásticay la kan-tiana,frentea lahegeliana.(Cf. Int. G., ~. LXXXIV-LXXXVIII).

e) Incongruenciasinternas. En una obra inacabadano se puedehablar con derechodefinitivo de incongruen-cias,contradicciones,insuficiencias. Dentro de estalimi-tación se pudieranseñalar,sin duda, ciertos aspectosmásomenosinconciliables,provisoriamente de suyo, definitiva-mentepor la irremediablecircunstanciade habermuerto elllamado a corregirlos en su “Obra póstuma”. Gaos (mt.p. Xi, LXIV, LXXI, Lxxxi) deshacealgunasdificultades; dejaen suspensootras.Alguna se solventaríadistinguiendo,conB., rigurosamenteentre contradiccióny repugnancia(cf.mt. E. II, 23, C. a.). Otras hechaspor otros escritores,provienende los puntosdoctrinalesde una filosofía, adop-tada como expresiónúnicade la Verdad.

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SEGUNDA PARTE

ACTUALIDAD Y MODERNIDAD DE BELLO

1. Su ACTUALIDAD

De la originalidad de ciertas ideas de B. hemosido ha-blando en sus correspondienteslugares. Pero originalidadno es sinónimode actualidad. Lo quefué original respectode unaépoca,puedehaberpasadoa serpatrimoniouniver-sal, y descendidoya a la categoríade cotidiano, insignifi-cante,trillado, respectode otra época.Actual es lo poseedorde poderesde inspiración y guía parael presente.En estesentidola actualidad ideológica,filosófica, de B. pudierare-sumirseen los puntos siguientes:

a) Compatibilidad entre identidad y diferencia, queevite, por unaparte,introducir distinciónrealdondela con-ciencia no la nota,y por otra, evitar el simplismointeriorde unarealidadregidapor identidad. (Cf. mt. E. II, 21 g).b) Tendenciaa la anulaciónde las potencias,superioresala primera,de la conciencia,intuición - . . Puntoapenasin-cipiente en Sartre, Heidegger,Husserl. (Cf. Int. E. II, 21h). e) Distinción entrereferenciay relación (Cf. mt. E.TI, 22). d) Dirección “gestaltista”, totalizadora original-mente,del espíritu (Cf. mt. E; II, 22 3, e). e) Sostenerqueel conocimientoque tenemosdelos cuerposes “indirec-to y simbólico”, que los datosinmediatosde los sentidosno

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Obras Completasde Andrés Bello

tienen valor ontológico ni científico. Convencimientoquese va imponiendocadavez másen la física moderna,inclu-sive en las teorías atómicas (Heisenberg). (Cf. mt. E. II,23. E). f) Posicióndel instinto en Bello, que io entronca-ría inmediatamenteconlos incipientestrabajosen favor deuna metafísicade la razó-i-z vital. (Cf. mt. E. II, 22, h).g) Su teoría de las ideas meramentesignos.(Cf. mt. E. II,23,b), que le permitevincular infinito con progresión,darun nuevo concepto de “nada”, y que apuntaen direcciónantihusserlianao antifenomenológica,al admitir ideas-signos(con intenciónsignificativa) queno puedenllegar a expli-citarse(acumplimientointuitivo). Valoraciónde estasideasde B. paraunaposiblecrítica de la fenomenología. h) In-sistenciamoderna,de procedencianewtonianaya, de redu-cir la causalidada sucesiónlegal. (Cf. mt. E. II, 24, e).i) Empleode diversostipos de deducciónempíricade cate-gorías,en especial la deducciónempírico-hipotética,sim-ple y compuesta(Cf. m-nt. E. II 23 d). j) Distinciónentrecontradiccióny repugnancia,idea básicapara una ontolo-gía de la razónvital. (Cf. mit. E. II, 23, e, a). k) Encuan-to a las ideas sobreLógica, originalesde B. y recapituladasenmt. E. II, 25, sonactuales,en gradoaúneficiente,las nu-meradascon 1, 2, 3, 5, 6, 10.

Tiene pues,razónGaosen concluir, despuésdesu con-cienzudoestudio (mt. G. p. LXXXII): “No puede caberdudade queBello lo re~ensóvigorosa y trabadamentetodo—sin másexcepción,y sólo parcial, que su Metafísica-.--nide que,comoconsecuencia,nohay tema,grandeo pequeño,a queno impongaunainflexión personal,muchasvecesim-portante,o en queno pongaun matiz personal,cuandoi-ne-nos interesante.

II. MODERNIDAD DE BELLO

No hay dudade queBello se inscribió conscientey ple-nariamenteen la direccióndela filosofía ‘moderna,queparte

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Introduccióna las obras filosóficas de Andrés Bello

de Descartes.Que lo hiciera siguiendoen conjunto la co-rrienteinglesa,empirista,y no la trascendentalalemana,noimpide su adscripcióna la dirección generalde la filosofíamoderna.Por tanto, la obra deBello, sobretodo su “Filoso-fía del Entendimiento” puede servir no sólo para introdu-cirse en la filosofía moderna,y no en otra alguna, más omenosvenerabley vetusta,sino parahacerlo a travésde lafilosofía inglesa; e inversamente,la Filosofía del entendi-miento sirve paranavegaren la corriente modernaempi-rista, sin dejarse arrastrarpor ella, salvando ideas, senti-mientos,preferenciasmuy propiasde nuestrotipo vital ycultural. Más aún: “Si Bello hubiera sido escocéso francés,sunomnbrefiguraría en las Historiasde la Filosofíacomounomásen pie de igualdadcon ios de Dugald Stewarty Brown,RoyerCoilard y Jouffroy, si es que no con los de ReidyCousin” (mt. G., p. Lxxxiii). Pero si la adscripción aunacorrientefilosófica ha de serencuerpoy alma,yno sim-plementecomo arma ofensiva o defensivaen otros órde-nes, o como ingredientede eleganciaintelectual, menesterseráque el tipo de hombreconsuenecon la ideología queprofese: y nadiemejor y más desinteresadamenteque Me—nén-dezPelayoha sabido describirnoslas razoneshumanas,profundasy potentes,de la adscripciónde Bello a la filoso-fía modernaen general,y a la de direccióninglesaenespe-cial: “Bello fué filósofo; poco metafísico,ciertamente,yprevenidoen demasíacontra las que llamaba quimnerasoms-tológicas, de las cualesle apartabande consunoel sentidode la realidad concreta,en él muy poderoso,su temnpranaafición a las ciencias experimentales,la estrechafamiliari-dad que Por muchosañosmantuvocon la cultura inglesa,el carácter especialdel pueblopara quien escribíay final-mentesus hábitosde jurisconsultoromanistay sus tareas yPreocupacionesde legislador. Pero fué psicólogopenetrantey agudo;pacienteobservadorde los fenómenosde la sensi-bilidad y del entendimiento.. .“ (Historia de la poesíaHis-~ano--americana,1, Madrid, 1911, 364-365). Convengamos

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Obras Completasde Andrés Bello

en que este conjunto de razonesreales es bien potente,yaun envidiable, para justificar más que suficientemente laelección de una filosofía modernaen general, y ei-n~iristaen especial.Lo cual nos permiteconcluir al menos que Be-llo fué sinceramente,vivientemente,auténticamentemo-derno,y empirista; sin perderla originalidad y unicidad desu personalidad, como hemos intentado mostrar, recopilan-do cuidadosamente, con el respeto que merece su persona,los aspectosmásimportantesen quesugenialidadfilosóficase descubre.

Dejo las palabrasfinales al Dr. Gaos: “Es un temaparala filosofía de la cultura el hechode que ni siquiera los his-toriadoresde la cultura dejan de ignorar la existenciade los“valores” de los pueblos o nacionescon los que,al no serprotagonistasde la historia política, los historiadoresde éstano se ocupan sino secundariamente.mnclusolos historiado-res políticosy culturales de los puebloso nacionese-u dichasituación, cuya aceptaciónde la visión y valoracionesde¡os historiadoresde aquellosotros pueblos-es uno de los he-chos constitutivosde la hegemoníade los protagonistasdela historia política en los demássectoresde la cultura. Si enlos pueblosde lengua españolacultivásemosnuestrosclási-cos como debiéramn-os,aunqueno fueseiscomparablesa losclásicos de otrospueblos,en las clases de Filosofía debería-snos preferir a cualquiera traducción numerosospasajesdeBello bara ilustrar las exposicioneso practicar el comenta-rio de textos.Que-estaediciónmuevaa ello y sirva paraello.

Porqueen la historia del pensamientode lengua españo-la, la Filosofía del Entendimientorepresentala mnanifesta-ción más importantede la filosofía hispano-americanain-fluída Por la europea-anterior al idealismo alemán ~ con-temporáneade ésta hastala positivista —puedoratificar eljuicio— y Por lo mismoun hito de relieve singular en lahistoria entera de dicho pensamiento”. (mt. G. páginaLXXXIV).

Caracas,31 de diciembrede 1948.

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Introduccióna las obras filosóficas de Andrés Bello

ENMIENDAS PROPUESTAS AL TEXTO

(Con la letra G designaremoslas enmiendaspropuestas por ci Dr. Gaos; conlas nuestras. Su justificación no ofrece particular dificultad).

PÁGINA LÍNEA TEXTO

123150165177200222236238240

256265279279292292301313334336350357

364372379387407407412427430444446468480482509

526531532535

relacionescontrario, miraríamospensamientosnuevomatices de un mismode razónlamidoPermitidashomogéneoSon poco expuestas al errorconocidonegativoque envuelvadistintivasde sensacionespensamientosacepciónrevestidashechosnecesitanecesidadde separar la sen-sación

16 y toda materia que goza18 los dos16 virtud12 empíricos a priori11 distantemente1 8 general12 cierto

8 decirse3 análogas

15 convicción8 existencia

28 reproduce23 descubrirla6 conocimientos9 de las causasgenerales a las

particulares16 aspectosde formas19 activa31 designar los¡0 es cierto

sucesiones(G, B)contrario, lo miraríamos (G, B)padecimientos (G, B)mismo (G, B)matices un mismo (G, B)de sazón (G)lanudo (G)-Premitidas (G, B)homogénea (G, B)Son no poco... (G, B)desconocido (G, B)relativo (G, B)que no envuelva (G, B)distintas (G, B)de las sensaciones(G, B)padecimientos (G, B)percepción (G)inferidas (G, E)dichos (G, B)no necesita (G, B)necesidad de respetar la sensa-

ción (G)y que toda materia goza (G, E)las de los (G, B)verdad (G, B)no— empíricos a priori (G, B)distintamente (G)particular (G, B)tanto (G)deducirse (G, B)analogías (G, E)condición (G, B)extensión (O, E)produce (G, B)destruirla (G, B)acontecimientos (G, B)de las causas particulares a la~

generales (O, B)aspectosy formas (G, B)intuitiva (G)designarlas los (G, B)no es cierto (G, E)

ENMIENDA

291611242036211725

121921111424

16253512

Vol. III. Filosofía—6.

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FILO SOFIADEL

ENTENDIMIENTO

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INTRODUCCIÓN*

Noción y división de la Filosofía. — La Psicología Mental y la Lógica o Filosofíadel Entendimiento. — La Psicología Moral y la Ética o Filosofía Moral. —

IT. El espíritu humano es el verdadero objeto de la Filosofía: su noción propia. —

III. Facultad y acto: son fenómenos de conciencia. — Unidad e identidad delalma en la variedad de sus actos. — División general de las facultades espirituales:las del entendimiento y las de la voluntad.

1

El objeto de la Filosofía es el conocimiento del espírituhumano y la acertada dirección de sus actos.

Nuestroespíritu no nos es conocido sino por las afec-cionesqueexperimentay por losactosqueejecuta.Desuín-tima naturaleza nada sabemos.

Las afeccionesy actos son de dos especies.Por las unasconoce, investiga la verdad y se asegurade que la posee.Porlas otras quiere, apetecela felicidad y seesfuerza por alcan-zarla y retenerla.

* De la Filosofía del Entendimiento Bello publicó sólo una pequeña parte conel título de Teoría del Entendimiento en El Crepúsculo, de Santiago de Chile, a par-tir del N? 1, de 1’ de junio de 1843, hasta el N

9 10, de febrero de 1844. Lo demáspermanecía inédito a la muerte de Bello. Al decretar el Gobierno de Chile la ediciónde las Obras Completas,en 1872, se pensó iniciar la colección con los textos inéditosde que se tenía noticia. El primero, la Filosofía del Entendimiento. Don MiguelLuis Amunátegui explica las vicisitudes sufridas en la preparación del volumen, enla Memoria de Justicia, Culto -e instrucción Pública presentadaal Congreso Nacionalpor el Ministro del ramo en 1878, (Santiago, Imprenta Nacional, 1878). Se encarg6al -Presbítero don Juan Escobar Palma, profesor en el Instituto Nacional, la pre-paración del tomo, a base de los manuscritos suministrados por los familiares de donAndrés Bello a la comisión designada por ci Consejo de la Universidad de Chile.En 1881, era publicado el tomo de Filosofía del Entendimiento, como primer yo-

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Filosofía del Entendimiento

Toda afección, todo acto, suponeun poder o facultadespecial:si sentimos,podemossentir, si juzgamostenemoslafacultadde juzgar. Tiene el alma, por consiguiente,podereso facultadesde dos clases: por las unas conocemos;por lasotrasapetecemos.El conjuntode las primerasse llama men-te, entendimiento,inteligencia: el conjunto de las segundas,voluntad.

La Filosofía,en cuantotiene por objeto conocerlas fa-cultadesy operacionesdelentendimiento,se llama Psicología

Mental o mntelectual,y en cuantoda reglasparala acertadadirección de estas facultadesy operaciones,se denominaLó-gica. En cuanto tiene por ob~etoconocer las facultadesyactosde la voluntadse llama PsicologíaMoral; .y finalmente,

en cuantoda reglas parala acertadadirección de nuestrosactosvoluntarios, le damosel nombre de Ética.

lumen de las Obras Completas.No cabe hoy otra posibilidad que atenernosal textodado en dicha colección. Insertamos seguidamentela Introducción al fragmentopublicado por Belio en El -Crcspsísculo (1843-1844). CoMIsIÓN EDITORA. CARACAS).

TEORÍA DEL ENTENDIMIENTO

En esta publicación destinadaen parte a las ciencias que se cultivan en Chsle,erajusto que diósensosalgún lugar a la primera de todas; a la que zanja los fundamentosde las otras; a la que rastreandolas fuentes de los conocimientos humanos, calificasus títulos, y determinael grado de autoridad que les corresponde;a la que exploralos fenómenos íntimos del alma humana,y expone las reglas a que los ha sometidoci autor de la naturaleza en la indagación de la verdad y en la percepción de lobello; a la que revelandolos destinos del hombre en ci globo que le sirve de man-sión pasajeray en la existencia que le aguarda nsfis allá del sepulcro, traza lasleyes eternas de justicia que la razón deduce del encadenamientode causas yefectos que forma el universo material y el moral.

Entre los prcblensas que se presentan al entendimiento en ci examen de unamateria tan ardua y grandiosa,hay muchos sobre que todavía est~indiscordes lasvarias escuelas. Bajo ninguna de ellas nos abanderizamos.Pero tal vez estudiandosus doctrinas encontraremosque la divergencia está más en la superficie que en alfondo; que reducida a su más simple expresión no es difícil conciliarlas; y quecuando la conciliación es imposible, podemos a lo menos ceiuir el campo de lasdisputasa límites estrechos,que las hacen hastacierto punto insignificantes y colo-can las más preciosas adquisiciones de la ciencia bajo la garantía de un asensouniversal. Tal es ci resultado a que aspiramos; resultado que nos parece no sóloel más conforme a la razón, sino el más honroso a la Filosofía. Porque si fuese tangrande, como pudiera pensarse a primera vista, la discordia de las más elevadasinteligencias sobre cuestionesen que cada escuelainvoca el testimonio infalible de laconciencia, sería preciso decir que el alma humana carece de medios para conocersea sí misma, y que no hay ni puede haber filosofía.

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Introducción

La PsicologíaMental y la Lógicacomponenla Filosofíadel Entendimiento;la PsicologíaMoral y laÉtica componenla Filosofía Moral. 1

II

El espírituhumanoes un ser que tieneconcienciade susactos,y que puede hasta cierto punto determinarlosa suarbitrio. Qué sea lo que le diferenciade otros seresde lamismanaturaleza,estoes,dotadosde concienciay voluntad,es unacuestióninsolubleparanosotros.Todo aquellode quetenemosconciencia,existe en el espíritu, o hablandoconpropiedad,es el espíritumismo,queobrao padecede ciertomodo particular en un instante dado. De lo que no pasa

Nueva será bajo muchos respectos la teoría que vamos a bosquejar de la mentehumana; porque para manifestar la armonía secreta entre opiniones al parecer con-tradictorias y para deslindar el terreno verdaderamentelitigioso, tendremos a vecesque remontarnos a puntos de vista generalesy comprensivos,que dominen, pordecirlo así, las posiciones de las sectas antagonistas;y otras veces nos será necesariomanifestar por una severa análisis el lazo oculto que las une.

Lo que debemosprevenir a nuestros lectoreses que sin alguna atención de suparte y ssn el interés que naturalmente deben inspirarles las más altas cuestiones-a que puede elevarse la razón humana, perderán el tiempo en leer las páginas queconsagraremos-a ellas. El asunto no admite de suyo los colores brillantes de la ima-ginación, ni nosotros, aunque los admitiese, acertaríamosa dárselos. Claridad y pre-Cissón son las reglas a que procuraremossujetarnos.

(De El Crepúsculo, Santiago de Chile, n° 1,

i~ de junio de 1843, p. 3-4).

1 La Metafísica o ciencia de las primeras verdadesque en partees la Ontología(ciencia del ente o de las cualidades más generales de cuanto existe), en la cual secomprenden la Pneumatología (que trata de los espíritus) y la Teodicea (que ave-rigua por medio de la razón la existenciay atributos da la Divinidad), no formaránseccionesespecialesen este libro. Las materias que acabo de enumerar tienen unaconexión estrechacon la PsicologíaMental y la Lógica, porque el análisis de nuestrosactos intelectualesnos da el fundamento y la primera expresión de todas esas nocio-nes, y porque la teoría del juicio y del raciocinio noslleva naturalmenteal conocimien-to de los principios o verdadesprimeras, que sirven de guía al entendimiento en lainvestigación de todas las otras verdades. He diseminado, pues, la Metafísica en laPsicología Mental y la Lógica, y he dado bajo la forma de Apéndice lo que me pa-recía -menos íntimamente ligado con la ciencia del entendimiento humano. (N. oxBELLO).

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Filosofía del Entendimiento

actualmenteen el espíritu, no tenemosni podemostenerconciencia.

Cuando,segúnel modo comúnde expresarnos,sentimos-dolor en alguna parte de nuestrocuerpo,ese dolor de quetenemosconciencia,existeen el espíritu,y es el espíritumis-mo que experimentaunamodificación particular y la per-cibe en sí mismoinmediatay directamente.A la verdad,estamodificación espirituales acompañadade ciertos fenómenoscircunscritosal cuerpoy especialmenteal sistemanervioso;fenómenosque puedenconsistir en ciertasmutacionesme-cánicas,físicas, químicas,eléctricaso de la especieque sequiera. Pero estos fenómenosno los percibimosinmediata-mente,no tenemosconcienciade ellos, ni llegamosa cono-cerlos sino mucho más tarde, y aun esoimperfectamente,por medio de investigacionesy observacionesque ejecuta-mos con la vista, el tacto y los demás sentidos,de cuyoministerio nosservimosparaestudiarlas cosasmaterialesdelúnicomodo quenos es posible,ci cual, segúnveremosluego,es indirecto y simbólico.

Usamosde las palabrasespíritu y alma comosinónimas.Designamoscon ellasnuestroyo, nuestropropio espíritu,yel espíritu humanoen general,a que atribuímospor analo-gía la naturalezay cualidadesdel nuestropropio.

III

Facultady actosonpalabrascorrelativasquese explicanunapor otra.

Toda accióno pasióndel alma, toda acción que ellaejerce sobresí misma o sobreotro ser, y todo efecto pro-ducidoen ella por una acciónde ella misma o de otro ser,es un acto del alma. Ni parezcaextrañoque llamemosactoen el alma, lo quemuchasveceses el efectode unaacciónpropiao ajena,porqueen las modificacionesal parecermás

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Introducción

pasivasde nuestroespíritu hay siemprealgo de activo quelas diferenciade la inercia absolutade la materia.

No siempretenemosconcienciade cadauno de los actosdel alma,porquemuchosde ellos son tan fugacesy rápidos,queno nos es posible advertirlos.Pero por lo menoses laconcienciala que originalmentenos da el conocimientodetodas las diferentesespeciesde actos de que nuestraalmaes susceptible,y no es racionaladmitir la realidadde especiealguna de actos espiritualesde que nunca hayamostenidoconciencia.

Facultad no es otra cosa que la posibilidad de ejecutarun acto; y tenemospor consiguientetantasdiferentesfa-cultad-esintelectualescuantasson las variasespeciesde actosde queel espíritu humanoes capaz.La naturalezade unafacultad estátoda en la naturalezadel acto, porque la po-sibilidad del actoes todo lo queconstituyela facultad.

No debemosconcebir las facultadesespiritualescomodiferentesórganos particularesdel alma; porque en cadaunade ellas y en cada uno de sus actos está el alma toda,el yo. El alma que siente es el alma misma que recuerda,que juzga, que raciocina, que desea,que teme, que ama,que aborrece,y, por más atentamenteque ella se contem-ple a sí misma, no le es posible referir sus varias modifica-ciones a diferentesporcioneso localidadesde sí misma. Laconciencianos testificadel modo más claro la simplicidado indivisibilidad del alma y su constanteidentidad consigomisma en todossus actos.

Paraclasificar con acierto las diferentesfacultadeses-piritualesseríanecesarioprimeramenteconocerlas;pero porahorasólo podemospresuponerla división másobvia y másgeneralmenteconocida;referimos al entendimientolas fa—cultadesde que nos servimospara examinar los objetos einvestigarla verdad,esto es, lo quepasarealmenteen nues-tra alma o fuerade ella; y atribuímosa la voluntad ciertosactospor mediode los cualesnosdirigimos a los objetosque

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Fi~osof¡a del Entendimiento

sirven para nuestro bienestaro placer, o nos alejamosdelos objetosque nos causanmolestiao dolor.

Entrando, pues, al examen de las facultades del en-tendimiento,principiaremospor aquellaquemáscontinua-menteejercitamosy que intervieneen el ejercicio de todaslas otras.

lo

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PSICOLOGIA MENTAL

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CAPITULO PRIMERO

DE LA PERCEPCIÓN

1. Idea generalde la percepción.—- Elementos de que consta. — El conocimiento delos objetos exteriores. La sensación.— El ser material. — Cualidadesde lamateria: sólo aparecenen el alma como sensaciones.— El verbo estar dcnotasiempretoda cualidado estadode un cuerpo. — La sensaciónes un acto exclusi-vamentepropio del alma. — Sensacionesactuales y renovadas. — La impresiónorgánica: no debe confundirse con la sensación. Referencia del alma a unacausa -extraña. — La impresión es causa próxima de la sensación.— La Percep-ción es un juicio: es intuitiva o sensitiva.— II. -Noción de la conciencia. ‘— Per-cepción intuitiva o de conciencia.— Caracteresdel juicio intuitivo. — Percep-ción sensitiva:su elementoprimario ea la impresión orgánica.— Sigue la rensación,la intuición y la referenciao juicio. — La acción del objeto exterior. — Percepciónsensitiva interna y externa.— La concienciano es el sentido íntimo. — Funda-mentosde la división anterior. — La intuición es uno de los elementosinseparablesde la percepción.— Preocupaciónvulgar que atribuye a los órganosla facultadde sentir. — Realidad objetiva que da el alma -a las sensaciones. La Filosofíanada puede sobre el conocimiento de la materia en sí misma. — Observaciónsobre la unidad esencial del espíritu. — Memoria. — Recuerdo.— Fantasía. —

Ideas. — Conocimiento.

1

La percepciónes, en general,un acto en que el almaadquiereel conocimientode cierta cualidad o estadopar-ticular de un objeto, en virtud de cierta acción que elobjeto ejerce actualmenteen ella. No tratamosde definirla percepción,sino sólo de señalarlao de manifestarlas cir-cunstanciasen queesta facultadse realiza.

Hay que notar en la percepciónel sujeto que percibe,esto es, el alma; el objeto particular percibido, que puedeserel alma mismapercipiente,o algodistinto de ella; la ac-

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Filos-of¡a del Entendimiento

ción particular queel objeto ejerce sobre el alma, y quecorrespondea unacualidad o estadoparticular del objeto;y en fin, la actualidadde esa acción, esto es,su existenciaen el momentomismo de la percepción.

Entrelas accionesde los objetossobreel alma y las cua-lidadesdelos objetos,hayla misma correlaciónqueentrelosactosy las facultadesdel alma o de un agentecualquiera.Así como todo actosuponeenel agentela facultado poderde desarrollarlo,así cadaunade las variasaccionesparticu-laresde un objeto sobreel alma, suponeen él unacualidadparticular,queverdaderamenteno es otra cosaqueel podero facultad de desarrollaresa acción.Los objetosse nos dana conocerpor sus cualidades,o en otros términos, por lasdiferentesaccionesquecorrespondena esascualidadesy enqueesascualidadesse desarrollan.

Se llama ser material o materia todo lo que es capazdeproducir sensación.Nótese también que del ser materialquenoses conocidoporun solo sentido(comoel clavelmien-tras sólo no es conocido por el olor) no podríamostenersino un conocimientoenteramenteoscuroy elemental.Peroviniendo despuésotrassensacionesa juntarsecon la prime-ra, refiriéndosetodas a un mismo ser, resultade esta uniónun objetocomplejo,quenos es tanto mejor conocido,cuan-to es mayorel númerode sensacioneselementalesde quehasido causa. Este conjunto de sensacionespor cuyo medioconocemosun objeto complejo,forma una idea compleja.

Tomemos,por ejemplo,la percepcióndel olor de un cla-vel. El alma, el yo, es el sujetoquepercibe.El olor del claveles el objetopercibido. El olor del clavel ejercesobrela narizuna acción particular que se trasmitepor los nervioshastael cerebroy por medio del cerebroafecta al alma de unmodo particular, de un modo indefinible, pero quedistin-guimosde todaslas otras afeccionesde que el alma es sus-ceptible. Esta afección, contemplada por la conciencia,constituye la percepciónde una acción y de una cualidadparticular, que es a la que se ha dado el nombrede olor.

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De la percepción

La acciónen que se desarrollaactualmenteesa cualidad,co-existeconla percepción;y lo quede estapercepciónquedao resucitadespuésen el alma,-cuandoha cesadopor másomenostiempo la accióndel olor, no es ya percepciónactual,sino p-crcepciónrenovada,recuerdo, idea.

Peroel alma, la conciencia,el yo, no percibe directa-menteel olor del clavel; lo quepercibedirectamentees unamodificación particular suyapropia,queparaella no tienerelación con ningún ser distinto de ella. De qué maneraestamodificaciónsuya se convierteen un conocimiento,enunapercepciónde cierta cualidad de un objeto distinto deella; de quémaneralo -absolutopasaa relativo, lo subjetivoa objetivo,procuraremosexplicarlomásadelante.Por ahoraobservaremosque cuandocierta modificación particulares producida actualmenteen el alma por la acción de unser material,a que atribuímosen consecuenciauna cuali-dad,damos a esa modificación del alma el nombre desensación.

Valiéndonosde otro ejemplo; el alma percibe aquellaafecciónparticular que llamamosfatiga. El alma es el su-jeto quepercibela fatiga,estoes,aquelestadoen quese hallanuestrocuerpoo algunode nuestrosmiembrosa consecuen-cia, por ejemplo,de un ejercicio prolongadoo violento: eseestadoparticularesci objetopercibido,porqueproduce,pormedio de los nerviosy del cerebro,una afección particularenel alma; afección que es tambiénsensación,y que con-templadapor la conciencia,constituyeuna percepcióndeeseestadocorpóreoque llamamosfatiga. Mientras esa afec-ción espiritual coexistecon el estadocorpóreoquela pro-duce,tenemosunapercepciónactual; cuandoéstetermina,lo quede dichaafecciónquedao resucitadespuésen el alma,es unaPercepciónrenovada,un recuerdo,una idea.

La sensación,como se ve en estos dos ejemplos, es lamodificaciónproducidaen el alma por un agentematerial.Pero hay entre estosdos casosuna diferencia.El olor delclavel obra en el alma por intermediodel organismo; al

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Filosofía del Entendimiento

pasoqueen la percepciónde fatiga es el mismo organismoel que por un estadosuyoproducela modificación del al-ma; en el primer caso, al agentematerial a que atribuímosunacualidad,obra mediatamenteen el alma; enel segundoel agentematerial,el organismoa queatribuímosun estado,obra en el alma inmediatamente.Peroni en uno ni enotrola cualidado estadoes un objetodirectamentepercibidoporla conciencia; lo que la concienciapercibe directamenteesla sensación;la cual se convierte así en una percepciónoconocimientode cierta cualidad o estadomaterial.

Tanto la sensaciónproducidapor el organismocomo lasensaciónproducidapor un ser material extraño,simboli-zan cualidades:unamismacualidadindicamosdiciendounarosa marchita y diciendo aquella rosa está marchita. Perohay una diferencia: la primera expresiónsimboliza simple-mentela cualidad; la segundadice algomás; denotaque lacualidad de que se trata es unade aquellas que se sucedenen el objeto y lo presentanbajodiversasformas. Cadaunade estasformas es lo que se llama un estado; como lo son,

por ejemplo, en el cuerpoviviente el hambre,la sed, el do-lor, etc., y en los cuerposinanimadosel hallarsefríos o ca-lientes al tacto. El verbo castellanoestar se aplica contodapropiedada esta indicación,que generalmenteno convieneal verboser: tal ha sido el origende la palabraestado.

Es visto que en los dos ejemplosanteriores,junto con lapercepciónindirecta de cualidado estadomaterial, estoes,del olor o de la fatiga, hay la percepcióninmediata y di-rectade un acto que, sin embargode ser producidopor elorganismoo por un cuerpoexterior que obra en éste,noperteneceni al cuerpo exterior ni al organismo, sino alalma: esteactoes la sensación. El almapercibela sensaciónen sí misma de la misma maneraque percibe en sí mismasus juicios, deseos,voliciones y otras varias modificacionessuyas que no son sensaciones,puesto que no se debena laexcitaciónactualde un cuerpoexternoo de nuestropropioorganismo.

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De la percepción

Las sensaciones,segúnse ha dicho, puedenser actualeso renovadas,y no podemosdesconocerque entre las unasy las otrashay generalmenteunagran semejanza,al mismotiempo que una gran diferenciaen cuanto a su fuerza yviveza, que por lo comúnes muchomayor en las primeras.

Suele llamarse impresión orgánica la modificación quese verifica por cualquiermedio en el sistemanervioso, in-

cluso el cerebro,y que consideramoscomo la causapróxi-ma de la sensación,porque no conocemosninguna agenciaintermediaentreella y la sensación.Impresiónes unapala-bra que admitedos significados en nuestralengua, uno ac-

tivo y otro pasivo: así, cuandoestampamosun sello en lacera, podemosentenderpor impresión, ya el impulso delsello, ya la estampaque recibe la cera. Pero en el lenguajequeme he propuestoadoptar,me ha parecidoconvenienteevitar esta ambigüedadde acepción: lo que llamo impre-Sión orgánica es solamente análogo a la estampa;significala modificación efectuadaen el órganopor cualquieracau-sa,conocidao desconocida,no la acciónde estacausaen él.

Es precisono confundir, como se hacecomúnmente,lasensacióncon la impresiónorgánicaque la produce.Debe-mos considerarlascomo dos cosasenteramentedistintas yseparadas.La primera pertenece esencialmenteal alma,la segundaa la materia.El alma percibe en su propio serintuitiva, esto es, inmediata y directamente,la sensacióny la refiere a la impresiónorgánicacomo a su causapróxi-ma, representandoo simbolizandoestacausapor medio dela sensacióny concibiendotantas diferenciasy variedadesen el órgano~,cuantasson las que percibe en la sensación.Qué alteracionesse verifiquenen los órganoscuandosenti-mos cansancio,sueño,hambre,sed o cualquieraotro estadode aquellos que no podemosconcebir sino en los cuerposvivientes,son cosasque no conocemospor el testimoniodela conciencia,sino por observacionesy deduccionesen queinterviene la vista, el tacto, el olfato o cualquiera otra de lasfacultadesperceptivasque llamamossentidosexternos,por

l~

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Filosofía del Enteizdiiniento

cuyoministerioconocemoslas cualidadesmaterialesqueatri-buímosa cualquieraespeciecorpórea,viviente o destituidade vida, tales como el color, el sonido, el olor, la blandurao dureza,el movimiento,peso,etc.

Cuandoel almarefiere la sensacióna una causaremota,es decir, a un cuerpoexterior queobra en el organismo,nopercibetampocolas cualidad-eso estadosde la causaremota,sino en cuantopercibediferenciasen la sensación.Ni dis-tingue el olor del sonido,ni el olor del clavel del olor de larosa,o el color del oro del -color de la plata, o el sonido delviolín del sonidode la flauta,sino en cuantodistingueunasde otras las sensacionesque, por medio del organismoqueestascualidadesimpresionan,se verifican en ella.

La causa próxima de toda sensaciónes una impresiónorgánica,sea que conozcamoso no la agenciamaterial dequeésta proviene,y que constituye la causaremota de lasensación.

La referenciamisma que hacemosde la sensacióna sucausapróxima o remota, no es una percepcióninmediatade la conciencia,no es una mera percepciónintuitiva; esun juicio posteriormenteformado; y este juicio es lo que,agregadoa la sensacióny a la intuición de la sensación,constituyeverdaderamentela percepciónde un estadoor-gáncoo de unacualidad material cualquiera.

De lo dicho se sigue que tenemosdosclasesgeneralesdepercepciones:las intuitivas, por medio de las cuales cono-cemoslo que pasaactualmenteen nuestrapropia alma, ylas sensitivaso representativas,en que por el ministerio dela sensaciónnos representamoslas cualidadesy estadosdelas sustanciasmaterialesextrañaso las cualidadeso estados-del organismo.

Y de lo dicho se infiere queen todapercepciónsensitivao representativaintervienenecesariamenteuna intuición opercepciónintuitiva.

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De la percepción

II

Conocernos,pues,lo quepasaen nuestraalma por mediodel alma misma, que se ve, se contemplaa sí misma, sei~saintuitur; o valiéndonos de otra expresión, que tieneconcienciade lo quepasaen ella, consciasibi est. Así, con-ciencia puedesignificar o la facultad o el acto: doble sen-tido a que se prestanvarias otras palabrasque se refierenal alma, como percepcióii, memoria, imaginación, pe~sa-nzicnto‘.

En las percepcionesde la conciencia,por simples quenos parezcan,se distinguensin dificultad, dos elementos.Primeramenteel alma obra en sí misma: unamodificaciónsuyaproduceen ella una modificación nueva, que consisteen queel alma ve, contemplala modificaciónoriginal. Estaespeciede contemplaciónes propiamente una intuición.Pero esta nueva modificación, esta intuición, no es todala percepciónde conciencia.El alma refierela modificaciónpercibida, la modificación objeto, a su propio ser, al yo,mirandoal yo como sujeto de ella, y como una misma cosacon ella; y de estoselementos,intuición y referenciade laintuición, se forma la percepciónde conciencia, la per-cepción intuitiva.

Siemprequeel alma concibey afirma unarelación,de-cimos que forma un juicio: la referenciaes un juicio: elalma en la percepciónintuitiva, concibe y afirma la rela-ción de identidaddelobjeto conel sujeto, del yo queexpe-rimentauna modificación con el yo que tiene intuición deella. Entra, pues,un juicio como elementonecesarioen to-da percepciónintuitiva.

En la percepciónintuitiva se nos presentabajo dos as-pectos la conciencia: pasiva en cuanto contemplala mo-dificación objeto y en cierto modo la refleja; activa en

(1) En la lengua inglesase distingue: conscJencees la facultad, cOflsCIOltS’U’sS

es el acto. (N. Dn BELW).

Vol. III. Filosofia—7.17

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Filosofía del Entendimiento

cuantoconcibey afirma unarelaciónde identidadentreelserqueexperimentala modificaciónobjetoy el seren quienreside la concienciaque la refleja.

III

Pasemosa las percepcionessensitivas;analizémoslas;se-paremosen estos fenómenoslo que las constituyeesencial-mente, lo que perteneceen propiedadal alma, de las ac-ciones corpóreas,que las precedeno acompañan.

Toda percepción sensitiva supone una modificaciónpeculiar de algún órgano, una impresión orgánica;y mu-chaspercepcionesde estaclasesuponen,ademásdel órganoimpresionado,una causacorpóreaexterior que producelaimpresión.

Así cuandosentimosdolor, hay ordinariamentealgunaparte de nuestrocuerpo a que lo referimos, sin que paraeso sea necesarioque se nos presenteal mismo tiempo unagenteexterior que obre en esa parte, y que impresionán-dola, haganaceren nuestro espíritu la sensaciónde dolorque referimos a esta impresióncomo a su causapróxima;sensaciónque, intufda por nuestroespíritu, constituye lapercepcióndel dolor, y nos representapor las variedadesde la sensaciónlosvariosmodosy los variosgradosdel dolor.No es, pues,necesarioen estaespeciede percepcionesel re-ferirlas a unacausaremota, sea porqueno se nos presenteninguna,o porque prescindamosde algunaque en realidadse nos presente.

En las percepcionesde quehablamoshay, pues,primariay esencialmenteuna impresiónorgánica,quees un elemen-to material; en segundolugar,unasensaciónparticular quecorrespondepor una ley de la naturalezaa la impresiónorgánica; en tercer lugar, una intuición de la sensación,yencuarto,unareferenciade la sensaciónal órganoimpresio-

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De la percepción

nado. Esta referenciaes un juicio en que el alma concibe yafirma unarelaciónde causalidadentrela impresión orgá-nica y la sensación.

De ios cuatrofenómenosenumerados,el primero, segúnhemosdicho3 pertenecea nuestrocuerpo; los otros tres severifican enel alma; y como enuno de ellos el alma intuyeunasensación,es evidentequeen estaespeciede percepcio-nes sensitivas entra siemprecomo elementonecesariounapercepciónintuitiva. Es también necesariaen ellas la sen-sacióny por eso las califica de percepcionesscnsitivas; alpasoqueen las percepcionesintuitivas generalmenteconsi-deradasla sensaciónes un objeto accidental,porqueno sólola sensaciónsino cualquieraotra modificación del alma, y.

gr. un deseo,puedeserobjeto de la conciencia.Peroen la percepciónsensitivasucedemuchasvecesque

la impresiónorgánicaes producidamanifiestamentepor al-gún agentecorpóreoque obra actualmenteen el órgano.No veríamos,por ejemplo,silos objetosvisibles no impre-sionasenel órganode la vista, estoes, los ojos, la retina, losnerviosquevande la retina al cerebro,y el cerebromismo.No conocemossino de un modo sumamenteimperfectolanaturalezade las impresionesquerecibede los objetosesteaparatoorgánico; y que llevadashastala extremidadcere-bral producenconsecutivamenteen el alma sensacionesvarias.No sabemosabsolutamentecómo sucedeque las mo-dificacionesdel aparatoorgánicoexcitan las sensaciones.Elhecho,sin embargo,es indudable:una ligadura,unafuertecompresión,una parálisisen cualquierade las partes quecomponenesteaparato,perturbaríalas percepcionescorres-pondientesy podría tal vez privarnosde ellas parasiempre.

Por consiguiente,en las percepcionessensitivasde estasegundaespeciehay un fenómenomás que en las anterio-res, la acción de un agentecorpóreoque producela im-presiónorgánicay es causaremotade la sensación:los cincofenómenosesencialesque se verifican en estaspercepcionessensitivasson, pues,primero, una agenciacorpóreasobre

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un órgano; segundo,una impresiónorgánica; tercero, unasensaciónparticular que correspondea la impresiónorgá-nica; cuarto,concienciade la sensación;y quinto, referen-cia de la sensaciónasu causaremota. Los dos primerosfe-nómenospertenecena nuestrocuerpo; los otros tres al es-píritu quelo anima.En estasegundaespeciede percepcionesla sensaciónno es un elementomenosnecesarioque en laprimera y tenemospor tantodos clasesde percepcionessen-sitivas: las unas que refieren la sensacióna su causapróxi-ma, y las otras que la refieren a su causaremota. Llamare-mos a las primeraspercepcionessensitivasinternas, porquesus objetos no sólo están circunscritos a nuestro propio

cuerpo,sino que simbolizan cualidadeso estadosdel orga-nismo, que no pueden existir ni concebirse sino en algún

cuerpoanimado,como el hambre,el sueño,el cansancioytodos los placereso dolores que referimos a los órganos.Ydaremosel nombrede percepcionessensitivasexternasa lassegundas,porque se refieren a su causaremota, que ordina-

riamentees un agentecorpóreodistinto de nuestropropiocuerpo.Sucedea la verdadque la causaremota se encuen-tra algunasvecesen unaparte de nuestrocuerpoque im-presionaotra partedel mismo; y. gr., unamanoa la cabeza.Mas,en estecasonuestramanoejercesobrela cabezael mis-mo génerode acciónqueun cuerpoextrañocualquieray noveríamosen estaacción un modo de ser propio de un cuer-po viviente, sino un modo de ser de aquellosque pertene-cen indistintamentea los cuerposvivientesy a los que nolo son: como ei color, la tactilidad, la extensión,el n-iovi-miento, etc.

Las percepcionessensitivastanto internascomo exter-nas, presentanuna variedadinfinita: cada especiede sen-sación correspondea una facultad perceptivaespecialquese llama sentido.Así en las percepcionessensitivasexternastenemos los cinco sentidos llamadosexternos: vista, oído,olfato, gusto y tacto, que se distinguenentresi por los res-pectivos órganos impresionados,es a saber, los ojos, las ore-

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De la percepción

jas, la nariz, la lenguay paladary la superficieexterior denuestrocuerpo;y podemosañadira estoscincosentidosex-ternosalgún otro, como despuésveremos.Las percepcionessensitivasinternaspresentanasimismoinnumerablevariedad

de especies;peroseríadifícil haceren ellasunaclasificaciónde sentidosinternossuficientementedistinta y completa;yaunpara las quepodemosdistinguir carecemosde nombresadecuadosy sólo podemosseñalarlaspor denominacionescompuestas,como sentido del hambre, sentido del sueño,sentidodel movimientovoluntario, etc.

Resumamos:las percepcionestodasse dividen en intui-tivas o de conciencia,caracterizadaspor la relaciónde iden-tidad entreel sujetopercipientey el objeto percibido, quees el alma misma; y percepcionessensitivaso representati-vasen queel objetopercibidoes unacualidado estadoma-terial representadopor unasensación,y la referenciaa esteobjeto consisteen unarelaciónde causalidaden quela cua-

- lidad o estadoes la causay la sensaciónel efecto. Las per-cepcionessensitivasse dividen asu vez en internas y exter-nas: en aquéllasel objeto es una impresión orgánicay lamodificación percibidaes por consiguienteunade aquellasque,segúnantesse ha dicho, no puedenexistir ni percibirsesino en el cuerpomismo queanimamos:en las otras,por elcontrario, la modificaciónpercibidaes unacualidado esta-do de queson igualmentesusceptibleslos cuerposvivientesy los queno lo son.

Las percepcionessensitivasexternasaccedensiempreapercepcionessensitivasinternas,porquesuponensiempreunórganoimpresionado;pero no siempreque percibimosim-presionesorgánicaspercibimosun agentecorpóreoque lasexcite.

No haypercepciónen queno intervengala conciencia,ni percepciónsensitivaen que no haya una sensaciónquesimbolice unacualidad o estadocorpóreo.

Conviene observarque las percepcionesdirectasde laconcienciaenqueel sujetopercipientey el objeto percibido

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Filosofía del Entendimiento

se identifican, no forman un sentidoparticular, como pa-recesignificarsepor la denominaciónde sentido íntimoquese da generalmentea la conciencia,porquesentidoy sensa-ció-n son palabrascorrelativas,y en las percepcionesintui-tivas no hay unarepresentacióno simbolizaciónde objetoalgunopor medio de la sensación,supuestoqueel objeto esel alma misma percibida directamentepor el alma. Unasensacióncualquiera,como cualquieraotra de las modifica-cionesde nuestroespíritu,puedeser percibidadirectamen-te por la conciencia,y así sucede,segúnhemos dicho, entodas las percepcionessensitivas;pero mientrasno converti-mosestasensaciónen símbolode unacualidado estadocor-póreo, la percepciónes meramenteintuitiva. La denomi-nación, pues,de sentidoíntimodadaa la concienciase opo-ne a la basede la clasificaciónque nos ha parecidoconve-niente adoptar.

Paraponeren todasu luz nuestradivisión de las percep-ciones, observaremosque una misma sensaciónpuede serobjeto de unapercepciónintuitiva, y símbolode unacua-lidad o estado corpóreo,como sucedeen toda percepciónsensitiva interna o externa.En general, cuandoal mismotiempo que experimentamosunasensaciónse manifiestalacausa remota de que resulta, referimos la sensacióna lacausaremota,y la percepciónsensitivaes externa.Pero na-da impide que refiramosesa misma sensaciónal órganoim-presionado.De estemodo unaidénticasensaciónpuedeser-vir de símbolo a dos percepcionessensitivas,una externayotra interna,segúnla significaciónque le demos.

Por ejemplo: hay un zumbido espontáneode los oídosquees muy semejanteal zumbidode ciertos insectos.Cuan-do lo juzgamosespontáneo,lo referimosal órgano.Si viése-mos volar a pocadistanciael insecto,variaríaal instantelareferencia,percibiríamos en el zumbido una acción, unacualidaddel insecto,y la percepciónsensitivapasaríade in-ternaa externa.

Peroaun cuandoun agentemanifiesto producela im-

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De la percepción

presiónen el órgano, ¿quiénquita que prescindiendode laagenciaexterna,miremos la sensacióncomo un signo delefecto orgánico?La percepciónsensitivaseráentoncesin-ternao externa,segúnqueramos.La sensaciónqueun cuer-po rojo produceen ci alma puedesignificaro el color rojoo la impresiónproducidapor estecolor en el aparatoorgá-nico que sirve al sentido de la vista: todo dependeráde lareferencia.

De todosmodosy en todo génerode percepcionessen-sitivas,esnecesarioqueantesdemirar lasensacióncomosím-bolo de una cosa distinta del alma, la miremos como unamodificación actual del alma y que tengamosunapercep-ción intuitiva de ella. Sin estapercepciónintuitiva no po-demostener percepciónde ninguna clase.A la verdad losvarios elementosde la percepciónnos parecenformar untodo indivisible y no podemospercibir el menor intervaloentre ellos; pero no por eso es menos manifiestasu esen-cial diferencia.

Observaremostambién que sentir, en el significado deexperimentarsensaciones,espropio y privativo del alma.Lossentidostienen,pues,suasientoen el alma, sonel alma mis-ma aplicadaa los objetoscorpóreos,y debemosrechazarlapreocupaciónvulgar que los confundecon los órganosporcuyo medio se ejercitan.El alma es propiamentequien ve,oye, huele,gusta, toca. Ella y no el cuerpoes quien sientefatiga, sueño,hambre,etc. Los órganosson merosinstru-mentosde la percepción.Decir que los ojos ven es hablarmetafóricamente,es según observa Reid, como decir queun telescopiove. La manotoca como un cuerpoinanimadotoca a otro; tocar, en el sentidode percibir por el tacto, espropio y privativo del alma.

La significaciónqueda el alma a las sensaciones,hacién-dolas representativasde lo queno es ella; la conversiónde losubjetivoen objetivo, es una de las clavesprincipalesde lateoría del entendimiento.Si en las percepcionessensitivasinternasnos parecenderramadasla sensibilidady concien-

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Filosofía del Entendimiento

cia misma sobre todoslos órganos;si creemossentir y viviren ellos, mientrasqueel asientode las percepcionesy de to-das las modificacionesde que el alma tiene conciencianopuede ser sino el almamisma,el yo; en las percepcionessen-sitivasexternasarropael alma los cuerposcon la rica y va-riada librea de sus sensaciones,y no las conocey distinguesino en cuanto conoce y distingue las sensacionesde quecomponesus formas, coloresy demáscualidades.Así lo quecreemospercibir de un modo directoen nuestrosórganosyen 1os cuerposinanimados,no es másquenuestramisma al-ma, diversamentemodificada. Las percepcionesde la con-ciencia son las únicasdirectas,intuitivas; las de ios sentidosinternosy externosson simbólicasy representativas.

Cuandodecimosque conocemoslas cosassensiblespormedio de nuestraspropiassensaciones,sirviéndonosde éstascorno de signos o símbolosque hacenen el alma las vecesde aquéllases precisoentenderestas palabrasliteralmente.La oliva es un símbolode la paz;peroconocemosla paz pormediosindependientesdel símbolo.No es así en la percep-ción sensitiva. No conocemoslas varias modificaciones de

nuestrosórganosy las varias cualidadescorpóreassino encuantoconocemoslas variassensaciones,próxima o remota-menteproducidaspor ellas.

Pudiéramosa la verdadpor medio de percepcionessen-sitivas externasestudiary conocerhastacierto punto la es-tructura de nuestrosórganosy las alteracionesfísicas,quí-micas o de cualquieraotra especiequesufren, cuandoel al-ma experimentaciertas afeccionesque refiere a ellas comoa su causapróxima; por ejemplo, cuando sientedolor en al-gunode ellos. Estees el estudioa que se dedicanparticular-menteel fisiólogo y el médico,y que se hacepor mediodepercepcionessensitivasexternas. ¿Peroqué alcanzamoscon

el auxilio de éstas?Unicamenteel conocimientode cualida-des que no conocemossino por las sensacionesque las sim-bolizan. Lo mismo se aplica obviamentea las percepcionessensitivasexternas.Si querernosaveriguar,por ejemplo, qué

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De la percepción

alteracionesse verifican en el cuerposonorocuandoimpre-sionael aparatoauditivo queproducela sensaciónde sonido,hallamosqueexperimentavibracionesmáso menosrápidasqueno conocemossino por mediode la vista y del tacto, yqueno sonaccesiblesa la concienciasino por mediode sen-sacionesvisualesy táctiles quesimbolizan su causaremota.

Este es el resultadodefinitivo de todo estudiosobre lamateria.Lo quesonla materiay las cualidadesmaterialesensí mismasy no meramentecomocausasde sensaciones,no losabemosni es accesibleeste conocimientoa las facultadesmentalesde que estamosdotados.

Se considerancomúnmentelas modificacionesqueel al-ma se revelaasí mismacomocualidadesquesucesivay con-tinuamentese sobreponena unasustanciao apoyo que escomoel fondo del alma. Perodebemosestarenguardacon-tra las fascinacionesqueej-ercensobrenosotroslas palabrasmetafóricasde quepor necesidadnosvalemosparaayudar-nos a concebirestamisteriosaevolucióndelos fenómenoses-pirituales. El alma estátoda entera,segúnlo queanteshe-mos dicho, en cadauno de sus actos,y es precisoconciliarcon las aparentesdiferenciasquenos muestrala concienciaen el alma, la identidady la indivisible unidadde que tene-mosconstantementeuna imprescindibleintuición.

El alma tiene la facultad de renovar las percepciones.Esta facultad se llama Memoria. Cuandose renuevanlaspercepcionesen el mismo orden en que las hemosexperi-mentado,la memoriatiene máspropiamenteestenombre,ysus actosse llamanrecuerdos.Cuandose alteraesteordenycombinamospercepcionesrenovadasqueoriginalmentenohan estadojuntas en el alma, la memoriase llama imagina-ción, Fantasía.Si me representola rosaen el arbustoque laproducey en cuyasramasla he visto, ejercito la memoriapropiamentedicha: si me representoun arrayánque da ro-sas, o unaflor queno he visto y en que combinola formade la azucenaconel color de la rosa,ejercitola imaginación.Pero las imaginaciones,las fantasías,no menosquelas repre-

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Filosofía del Entendimiento

sentacionesde la memoriapropia, se componensiempredcpercepcionesrenovadas.

Laspercepcionesrenovadaspor la simple memoriao porla imaginación se llaman ideas. Idea significa imagen; laspercepcionesrenovadasse hanllamado imágenesde las per-cepcionesactualespor la semejanzaqueverdaderamentetie-nencon ellas.

Lasideasa que acompañael juicio segurode la realidadde los objetos,se llaman conocimientos.

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CAPITULO II

DE LAS PERCEPCIONESINTUITIVAS Y DE LA CONCIENCIA

1. Noción general de la percepción intuitiva. — Examen de la objeción de TomasBrown. — El alma es susceptible de experimentar innumerables afecciones a unmismo tiempo. — Objeción que considera la conciencia como la memoria. —

II. Por la intuición el alma se percibe idéntica. — Unidad y continuidad delalma. III. Noción del Yo sustancial. — Doctrina de Mr. Cousin.

1

Queel alma tiene la facultadde percibir lo quepasaenella, es una cosa tan obvia, que pareceimposible se hayapuestoalgunavez en duda.Sin estafacultad, ¿cómohabríajamásexistido la Psicología,la ciencia del alma? Pero nosólo esta ciencia,ninguna otra, el lenguajemismo, no hu-bierapodido existir. Es de toda necesidadpercibir nuestrospensamientosparapoder expresarlos’.

No ha faltado, con todo, uno queotro filósofo quene-gaseperentoriamentela existenciade las percepcionesin-tuitivasy de la conciencia:y ningunoha impugnadotanvi-gorosamentela opinión casiuniversalque1-a reconoce,comoel profundo y sagazTomasBrown, sucesorde Dugaid Ste-ward, en unade las cátedrasde filosofía de la Universidadde Edimburgo.

Los fenómenosespiritualesno son, segúnél, objetosde

1 No se debe confundir la conciencia en su acepcióngeneral psicológica, conla concienciamoral que juzga de la rectitud o gravedadde nuestrosactos voluntarios.(N. DE BELLO).

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Filósofía del Entendimiento

la conciencia,sino la concienciamisma; y considerarlaco-mo facultad distinta es duplicarla sin necesidad.¿Peronoson cosasevidentementedistintasexperimentaruna sensa-ción, por ejemplo, y percibir que la experimentamos?¿Nopudierael alma alegrarseo dolerse,esperaro temer,sin quese contemplasea sí misma en estasvarias modificaciones?Aun cuandoeso le fuera imposible, los dos actos deberíanparecernosinseparables,no idénticos.

Si el alma siente,y al mismo tiempo percibequesiente,dice Brown, es necesarioadmitir que puedehallarse a unmismo tiempoen dosestadosdiversos,el de la sensacióny elde la conciencia;lo cual, segúnél, es un manifiestoabsurdo.

Pero la verdades que el alma humanapuede experi-mentar,no sólo -dos, sino innumerablesafeccionesy modifi-cacionesaun mismo tiempo. Estamultitud de estadosespi7ritualescontemporáneoses un hechofrecuente,o por mejordecir, continuo. Probablementeuno solo de dios fijará laatenciónde un modovivo en un instantedado;mas,no poresodejaránde existir en esemismo instante los otros. Unaspocas observacionesfamiliarísimas bastarán para demos-trarlo.

Si estandoun objetopresenteen el alma, fuesenecesarioquedesapareciesede ella paradar lugar a otro objeto, ¿có-mo percibirí-amossu semejanza,su diferencia, ni relaciónalguna entre ellos? ¿Cómohubieraengendradoel entendi-miento las ideas de orden, simetría,armonía,ritmo? Todacomparaciónsupone dos o más percepcionessimultáneas,sea que los objetoshieran actualmenteal alma, o que loshagarevivir la memoria2~

Embebidosen una meditación profunda nos paseamospor un campoquehemosrecorrido a menudoy en quetodoslos objetosnosson perfectamentefamiliares.Tan ligera será

2 Brown mismo, pocas líneas despuésde haber sentadoque el suponer ci alma

en dos estados diferentes y simultáneos, es un absurdo, reconoce que en la comparaciónde dos sensacionesdiversas,comola del olor de una rosa y la del sonido de una flauta,el alma considera las dos a un mismo tiempo, y además las refiere a sí misma comosujeto. Véase la XI de sus Lechares oit ihe Philosophy of Ihe Human Mi,zsi. (NOTADE BELLO).

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De las percepcionesintuitivas y de la conciencia

la noticia, tan débiles las sensacionesqueentoncesrecibadeellos el alma, queacasono podremosdespuésrecordarlas,re-novándolas,y sin embargo,es incontestableque las percibi-mos sin distraernosun momento de la materia en que seejercita el pensamientoy que pareceabsorberlo.La meradirección de nuestrospasossupone,por unaparte, las per-cepcionesde mil pequeñosaccidentesdel suelo, y por otraunainfinidad de voliciones,queproducenennuestrocuer-po los movimientosnecesariospara no tropezaro caer. Ytodasestaspercepcionesy voliciones nacen,y coexisten,yse sucedenunas a otras, sin turbar ni suspenderel pensa-miento dominante.Supongamosqueen lugar del peñascoodel tronco quehemosvisto muchasvecesy de queahora nohacemoscaso,se ofreciesea nuestrosojos un bulto extraño,un cadáver.El nuevoobjeto dispersaría,amortiguaríatod’aslas otrasideaspresentes;seapoderaríadel alma. ¿Y por quélo extrañonos conmuevede estamanera,y lo familiar no?Sin duda porqueen medio de nuestrameditaciónpercibi-mos lo uno y lo otro, y distinguimosentrelo familiar y loextraño.A no serque digamosque las cosasextrañas,porunaespeciede magiainconcebible,cortanelhilo de nuestrospensamientosantesde ser percibidas,antesque el alma re-ciba la primeranoticia de ellas.

¿Por qué,cuando queremospensaratentamenteen al-go, nos quejamosde los ruidos que turban la atención, ladesparraman,la distraen?La distracción que ellos causansuponequesus percepcionescoexisten,cuandono sea másqueun instante,conel pensamientoquenos ocupay en quedeseamosfijarnos.

Si fuese cierto que el alma no pudiesehallarseen dosestadosdiferentesa un tiempo, tendríamosel más a manoy el máseficaz de todoslos anodinosen nuestropropio pen-samiento.Aquejadosde un dolor, bastaríaque pensásemosen otra cosa para dejar de sentirlo. O más bien, si fuesecierta esa doctrina,el objeto que másnos interesara,o queprodujeseen nuestrosórganoslas impresionesmás fuertes,

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no tendría poder para desalojarde la mente la idea másdébil y frívola que a la sazónla ocupase,ni hallaríaaccesoen el alma, sino aguardando,espiando,por decirlo así, unintersticio entre dos modificacionessucesivaspara colarsey herirla.

La preocupacióngeneralde la imposibilidad de dos es-tados espiritualessimultáneosproviene de suponersequesólo podemosatendera unacosa,y queei estadoo modifi-cación a queatendemosreducetodas las otras a unacom-pleta nulidad. Ambas suposicionesson erróneas.La com-paraciónes una atenciónmultiplicada; y las ideas atentasdominan, pero no extinguen las otras; a no ser en aquelestadoanormal quellamamoséxtasis,rapto, estadoen queciertos recuerdosy fantasíasse apoderandel alma toda, yla haceninsensibleaun a las máspoderosasimpresionesor-gánicas.

Un eleganteescritor contemporáneopretendeque lafacultad llamadaconcienciao sentido íntimo no es otracosa que la memoria.Conocernos,segúnél, no lo quepasasino lo que ha pasadoen el alma; no lo percibimosactual-mente,sino lo recordamos.¿Peroqué es el recuerdoquehace el alma de un estadoo modificación de su ser, sinoestemismo estadoo modificación renovadacon máso me-nos viveza?Y si ci alma puedepercibir sus modificacionesrenovadas,¿porqué no las modificacionesoriginales,mien-tras que existen? ¿Sedirá que, recordando,no renovamos,sino percibimos directamente la modificación anterior?Esto sería reconoceruna conciencia retrospectivamuchomás difícil de concebirque la conciencia intuitiva que seejercita en modificacionespresentes.

En realidad, que el alma tengael poder de conocerloquepasaen ella, es una cosaen que todosestánsustancial-menteacordes.Que este conocimientoconsistaen unain-tuición que coexistacon su objeto, o en una intuición re-trospectiva; que él constituya un complementonecesario,unaparteesencialde todoslos fenómenosespirituales,o que

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sin embargode asociarsecontodosellos debareferirsea unafacultad distinta, sui generis,es a lo que se reducela dife-rencia.El error másgravede los querechazanla concienciacomo facultad intuitiva, distinta, está en creer necesaria-mentesucesivostodoslos actosy modificacionesdel alma,de maneraqueacadainstantela ocupeexclusivamenteunosolo.

Hay percepcionesvivas, atentas;y percepcionesdébiles,fugitivas. De las segundashay un número incalculable acada momento.

La concienciase percibea sí misma. Yotengo concien-cia de una sensaciónno es, como pretendeBrown, unapro-posición tautológica,quesignifique lo mismo queestaotra:yo tengouna sensación.La segundasuponesólo la concien-cia de la sensación;la primeraexige algo más,la concienciade la conciencia.

Pero esta segundaconciencia,se dirá, debeproducir asu vez otra tercera,de que nacerásucesivamenteotra cuar-ta, y. así indefinidamente.Es de creer, sin embargo,que enestareproducciónsucesivase debilite rápidamentela fuer-za de la intuición hastadesvanecersedel todo.

La intuición no es unasensación,ni la conciencia unsentido. Admitir la menor analogíaentre la conciencia ylos sentidosseríajustificar a los quehanqueridoridiculizar-la comparándolacon el ojo quese empeñaen mirarse a símismo, o con el loco quese asomaa la ventanaparaversepasarpor la calle. Así el título quesuele dárselede sentidoíntimoes,como antesse ha dicho, unapurametáfora.

La existenciade la intuición es evidente;su naturaleza,inescrutable;como la naturalezade la sensacióny de todaslas otras modificacioneselementalesdel alma.

II

La mássimple forma de la percepciónes aquellaen queel alma se percibea sí misma: sujeto y objeto a la vez.

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En las percepcionesintuitivas no sólo percibeel almasus propias modificaciones,sino que las percibe como su-yas. Percibe,pues,unarelaciónde identidadentre el almaque está afectadade cierto modo, y el alma que percibeestarlo; entre el alma, por ejemplo, quesienteo desea,y elalma quepercibe ese sentimientoo deseo.

Estarelación de identidades una idea simple. Pareceaprimera vista queunarelaciónno puedeser jamásun con-ceptosimple, porque percibiéndolaentr-e dos objetos,per-cibimos por lo menostres cosas, los objetoscomparadosyla relación entre ellos. Pero las percepcionesde los objetosquese comparanno son partesde la relación,sino su ante-cedentenecesario.Cuandoel alma se percibeidéntica, per-cibe ciertamentedos términosque se identifican: pero laspercepcionesde estosdos términosson la materiasobrequeversala relación, no elementosde ella.

El alma se percibe idéntica, no sólo percibiendounaafeccióndada como suya, sino percibiéndosecomo sujetode toda la serie de afeccionessuyas que recuerda.En estarelaciónde identidadderramad-asobretoda la vastacadenade sus recuerdos,percibela continuidadde su ser.

El alma se percibe a sí misma en sus intuiciones,no sóloidénticay continuasino una; no le es posible referir ciertaafeccióna unapartede su ser, y cierta afeccióna otra par-te. No nos es dado considerarel alma como una sustanciadividida en variosdepartamentos,a cada uno de los cualescorrespondecierta especiede afecciones; y aun cuandocoexistana un tiempo en el alma modificacioneso afeccio-nes diversas,nos es imposible colocarlasen distintas partesde una misma sustancia.El alma no es para nuestracon-ciencia un agregadode partesdistintas,sino un todoúnico,simple, indivisible.

Así la concienciaes la que da el tipo primitivo de lasrelacionesde identidad, continuidady unidad; tipo de quedespuésnosservimoscomo de un signo,pararepresentarnostodo lo que llamamosidéntico, continuo y uno.

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III

En la mástempranainfancia aprendemosa emplearconperfectapropiedadla palabrayo, quees de todas las len-guas,y cuyo rectouso envuelvemanifiestamentela idea deun ser idéntico, continuo,uno, percibidopor la conciencia;identidad,continuidad,unidadqueel niño, guiado por unairresistibleanalogía,atribuye despuésal tú, a cadahombre,a cadaviviente.

Mirándoseel alma como idéntica, continuay una bajotodassus modificacionessimultáneasy sucesivas,colocato-das estasmodificacionesen sí misma, como en algo que lessirve de asientoy apoyo;de otra manerano podríaconside-rarlas corno suyas. De lo cual se infiere que percibe estealgo intuitivamente,y que la percepciónintuitiva de susmodificaciones,lejosde darnosa posteriori la noción del yosustancial,la envuelve, como un elementosuyo necesario.

Pero se dice: la - relación que concebimosentre unamodificación del yo y el yo sustanciao sujeto, tiene -unacosa que la diferenciade todas las otrasnocionesrelativas.No concebimossemejanzasino comparandodos cosasqueseparadamenteconocemos;no juzgamosque un retrato essemejantea su original sino porque conocemosseparada-menteel original y el retrato; no juzgamosque dos y dosson cuatro, sino porque separadamenteconocemosel agre-gado 2 + 2 y el agregado4; ni nos pareceque ci fuegoproduce calor sino porque vemosel fuego y acercándonosa él sentimoscalor. Perono es así en la relaciónde identidadquepercibimosentre unamodificación del alma y el almamisma. Dada la una, no sólo suponemosla otra, sino queno podemosmenosde suponerla;y estosin que del yo sus-tanciao sujetohayamostenidonoción algunaanterior,por-queno podemostenerotra que estemismo conceptoen quemiramosel alma como la baseo asientode la modificación.

Vol. III. Filosofía—8.33

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Bajo todos los otros respectosel yo sustancialpermaneceenvueltoen unaoscuridadprofunda.

~En el juicio en que se nosrevelael yo”, dice Mr. Cou-sin, tthay dos cosas;la modificación y la sustancia;y laprimera nos da inmediatamentela segunda:prodigiosaló-gica, puesordinariamenteparapercibir unarelación,nece-sitamosde dos términos,mientras, en el caso presente, eltérmino que vemos nos da el que no vemosy la relaciónque los une”.

Esta doctrina presenta,a mi juicio, dificultades inso-lubles. Las modificacionesno son otra cosa quela sustanciamisma modificada. Percibir las unas y no percibir la otraes absolutamenteimposible.

El error de los quehancreídoquepercibimoslas modi-ficaciones y no la sustancia, proviene del prestigio queejercensobrenosotroslos nombresabstractos;prestigio deque nacierontantos conceptoserróneosen las escuelasfi-losóficasde los -antiguos,y de que aundespuésdel triunfode los nominalistasse conservanno pocosvestigios. Habla-mos de las modificacionesy de la sustanciacomo de cosasrealesque se sobreponena otra cosareal; a la maneraquese sobreponena un cuerpo las vestidurasque lo cubren;conceptoabsurdo,aunquepaliado con un lenguajeespe-cioso.

El alma forma con todas sus modificacionesun objetoúnico, indivisible, idéntico; sin quepor eso deje de percibirdiferenciasentre sus varias modificaciones,porque no hayincompatibilidadentre lo diferente y lo idéntico.

La id-entidad, la continuidad, la unidad del yo, no sepercibenen las modificaciones,se percibenen el alma mis-ma. Las modificacionesno sonidénticas,continuas,unas;laidentidad, la continuidad, la unidad, pertenecenal alma;no puedensepararsedel alma, sino a favor de esasimágenesfantásticasquese asociana los nombresabstractosy a quedamosinvoluntariamenteuna realidad que no tienen.

Pero ¡qué! se dirá tal vez: ¿nopercibimoslas modifica-

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cionesde la materiasin percibir de modo algunola sustan-cia en queresiden?Respondemosqueno percibimosjamásdirectamentelas modificacionesde la materia; sólo las per-cibimos representativamentepor medio de las sensacionesqueella produceen el alma.

“Nada es más claro, se dice, que los objetosde la con-ciencia; y la idea de la sustanciaes oscurísima.¿Cómoserápues adquiridapor la conciencia?Nadasabemosde la sus-tancia: sunaturalezaestáenteramenteoculta paranosotros.Si alguno conocela sustancia,descríbala;si no le es dadodescribirla, confiese que ella no pu-cdc ser objeto de unapercepcióninmediata”.

Así raciocinael ilustre jefe de la escuelaecléctica.Peropor ventura,¿conocemosla naturalezade cosa alguna,aunde aquellasque la concienciacontempla?No nos es dadodescribirla sensación,y no por esodiremosque la sensaciónno es objeto inmediatode la percepciónintuitiva.

Percibimos,pues,intuitivamentenuestrapropiaalma,sinembargoque ni nos es posible describirla, ni conozcamossu naturalezasino hastadondese extiendenlos fenómenosque la concienciaatestigua.

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CAPITULO III

DE LAS PERCEPCIONES SENSITIVAS EXTERNAS

1. Elementos que comprendela acción externa. — La impresión orgánica es pococonocida. ~— La sensación existe privativamenteen el alma. — Ls referencia ojuicio objetivo es la cuestión capital en Filosofía. — Diferencia en las percep-ciones externas: unas son plesioscópicas y otras aposcópicas. ~— Conocimientosque vienen del tacto y la vista. — Influencia de la conexión de las sensacionesen el juicio o referencia objetiva. — II. Percepcionesprimarias -y percepcionessugeridas.— III. Ley -de la referencia objetiva en las percepciones plesioscópi-cas. — Correspondenciade las sensacionesvisualescon las cualidades táctiles pormedio de la experiencia de los juicios sugeridos. — Relación de la pintura dela retina con la obra del pintor. — Excelencia de la geometría táctil. Suejercicio gradual por medio del proceder analógico. — -Relación de lo que pre-cede con el fenómeno de la visión. — Percepciones plesioscópicas: el gusto yel olfato se refieren a ellas. — Excelencia del sentido del tacto. — Su relacióncon los demás sentidos. — Las afecciones táctiles determinan toda representa-ción del mundo exterior.

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Hemosvisto queel fenómenode la percepciónsensitivaexterna (que por abreviarllamaremosen adelantePercep-ción externa) es precedido de dos fenómenosfísicos: la ac-ción de unasustanciamaterialsobreel órgano,y la impre-sión orgánica.Hemosvisto asimismo que la percepciónexterna se componeesencialmentede tres fenómenosquepasanen nuestroespíritu: la sensaciónquenaceen él a con-secuenciade la impresiónorgánica; la percepciónintuitivade la sensación,y la referenciaquehacemosde la sensacióna un ser material queobra actualmenteen el órgano; refe-.rencia en que simbolizamoscon la sensaciónuna cualidad

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De las percepcionessensitivasexiernas

de esteser. Debemos,pues,reconocercinco elementosdis-tintos y sucesivosenel fenómenode la percepciónsensitivaexterna: los dos primerospertenecena la materia, los otrostresal espíritu.

La acción externa puedeser a vecesnegativa. La au-senciao disminución de un estímulo, queobra casi conti-nuamente,como la luz, o cuyavaria intensidades capazdeproducirsensacionesya agradables,ya penosas,como sucedeen la causadesconocidaqueproducela sensaciónde calor,se haceobjeto de percepcionesdistintasy vivas. Percibimos,pues,positivamentela oscuridad,el frío, el silencio.En to-dos los idiomas hay signos que representanesta especiedecausasnegativas;y lo quees más,algunasde ellas, la oscuri-dad,por ejemplo,y el frío, hansido largo tiempoconsidera-dascomo sustanciasmateriales.Dios se~aróla luz de las ti-nieblas, dice el autor del Génesis, acomodándosea lacomprensiónvulgar.

De la naturalezade las impresionesorgánicasnada sa-bemosa fondo. ¿Hayen los nerviosun flúido a que cadaacción de unasustanciacorpórea-imprima un movimientoparticular? ¿Oconstanellos de fibras que las impresioneshaganvibrar de un modo u otro? ¿O las accionesque losafectanmodifican diversamentesu constitución química?Estascuestionespertenecenmásbien a la fisiología que a lacienciadel entendimiento;y cuandopudiéramosresolverlassatisfactoriamente,no por eso dejaríade quedaren pie ladificultad todaentera, que consisteen explicar cómo nacela sensaciónen el alma a consecuenciade la modificación,cualquieraque sea,que se verifica en los nervios y en elcerebro.

Todo lo quesabemoses que las causascorpóreasimpre-sionande variosmodoslos nerviosy el cerebro,y quea cadavariedadde impresiónen esteaparatoorgánico,correspondeunasensaciónpeculiar en el alma.

Las sensaciones,las percepciones,ya lo hemos dicho,existen privativamenteen el alma. Si los ojos viesen y la

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nariz oliese, nadamáshabría de común entre mis percep-cionesde coloresy mis percepcionesde olores,queentrelaspercepcionesde Pedro y las percepcionesde Juan. Somosirresistiblementemovidos a creerquees unamisma la sus-tancia que en nosotrosve, oye, huele, gusta, toca; la quesienteel placer o dolor, aversióno deseo; la que comparay juzga; la que se percibe a sí misma, y estasust-anciaesel alma.

El efectototal queproduceun cuerpoen nosotros,y porcuyo medio llegamos al conocimiento de sus cualidades,estoes,de las variasaccionesqueejerceen nosotros,abraza,pues,dos especiesde fenómenosabsolutamenedistintos; losunosconsistenen las mutacionesmecánicas,químicas,eléc-tricaso de cualquierotro género,que la acción del objetopercibidoproducemediatao inmediatamenteen ci órgano;los otros comprendenlas modificaciones de que tenemosconciencia,y por medio de las cualesdistinguimosunosdeotros los objetosquenos afectan.No por ios movimientoso por la adicióno sustracciónde moléculas,quese verifiqueen los nerviosy en el cerebro,sino por las afeccionesde quetenemos conciencia,por las sensaciones,distinguimos elfuego de la nieVe, lo blanco de lo negro, lo duro de loblando.

La sustanciaen que estasafeccionesse produceny queejerce los actosde la concienciaquenos avisade ellas, es elalma.

Nada de común entreel mundo de la concienciay elmundode los sentidos.El primeroestátodoenteroen el su-jeto: la unidadperfecta,la indivisibilidad absoluta,son loscaracteresquenos presenta.El segundo,quesólo nos es co-nocido por las sensacionesque io simboli2an, y por percep-ciones que transforman,digámosloasí,el sujeto en objeto,tienepor atributosla multiplicidad, la extensión.

La referenciaes lo que convierte lo subjetivo en obje-tivo; es el puentesobreel abismoque mediaentre la con-ciencia y el universoexterno: elementoimportante,queha

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llamado la atencióndesdela primera edad de la Filosofía,y campode batalla entrelas diferentesescuelas.Explorare-mos suorigen,sudesarrollo,y las leyesa queestásujeto.Porahorasólo podremosdar algunospasosen estainvestigación;pero volveremosde cuandoen cuandoa ella, a medida quenuestrasobservacionesnos suministrenmediosparallevarlaadelante.

Comparandoentre sí las varias percepcionesexternas,encontraremosen ellas unadiferencianotableen cuanto ala situaciónde los objetoso causasremotasa que referimoslas sensaciones.Laspercepcionesdel tacto, por ejemplo, nosdanavisode ladurezao blandura,suavidado asperezade loscuerposque tocaninmediatamentelasuperficiedel nuestro;al pasoquepor medio de la vistapercibimoscolores,magni-tudesy formasde cuerposquese hallana vecesa grandísimadistanciade nuestrosojos. Distinguiremosestasdos familiasde percepcionesexternas,llamandoa las primerasplesios-có~icas,porquenosdana conocercualidadesde objetosqueobran inmediatamentesobrelos órganos;y a las segundasat’oscópicas, por una razón contraria.Las percepcionesdeltacto y del gusto sonplesioscó~ícas;las de la vista, oído yolfato, aposcópicas.

Todos sabenque en las percepcionesde una y otra fa-milia lassensacionessonproducidaspor causascorpóreasqueobran sobrelos órganosinmediatamente.Si vemosun cuer-po lejano,es porquela luz quenosvienede su superficieim-presiona nuestrosojos. Si oímos una campanaque suenatal vez a unaleguade distancia,es porquelas vibracionesco-municadaspor ella al aire afectaninmediatamentenuestrosoídos(‘). Si olemos una rosa que dista de nosotrosdos otresvaras,es porque los efluvios que la rosa estádespidien-do de sí, vienen a herir inmediatamentenuestranariz. ¿En

1 La palabra oído tiene dos acepcionesque no debemosconfundir. Significaun sentido, una facultad del alma y dcnrta ademásel aparatoorgánico de membranasy nervios colocadoen la parte interior de cada oreja, y prolongado hasta el cerebro,Este segundo es el que tiene aquí la palabra, y el único que ‘e damos siempre enplural. (N. DE BELLO).

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quéconsiste,pues,quepor mediode las afeccionesde la vis-ta,oído y olfatono nos parecepercibir las cualidadesde loscuerposqueinmediatamenteimpresionannuestrosórganos,sino de cuerpossituadosa vecesa considerabledistanciadenosotros?¿Porquéno hablamosde la fraganciade los eflu-vios, sino de la fraganciade las flores; ni del sonidodel aireque una campanahace vibrar, sino del sonido de la cam-pana;ni de los coloresde la luz quehierelos ojos, sino de loscoloresde los cuerposquenos la envían?

La razónes obvia. El tactoy la vistason los másimpor-tantesde los cinco sentidos.Debemosa ellos incomparable-mentemásconocimientosy de másimportanciaparala sa-tisfacción de nuestrasnecesidades,que a los otros.El cono-cimiento, por ejemplo,de la colocaciónde los cuerposen elespacio,conocimientosin el cual es evidentequenospudié-ramosdisponerde los çuerpos,ni hacerlosservir a nuestrobienestaro placer, lo debemosal tactoy a la vista. De aquíprovino sin duda que refiriésemosa estos dos sentidoslasnoticias que nos vienen de los otros. Notando que ciertaafección del olfato acompañabaconstantementea ciertasafeccionesde la vista y del tacto, por medio de las cualespercibíamoscierto color, figura y magnitud,nos fué natu-ral asociaraquéllacon éstasy referirlas todasa unamismacausa.Atribuímos, pues, al cuerpodotadode aquel color,figura y magnitud,una cualidadmás, la de afectarde unmodo particular el olfato. De la misma manera,viendoytocandoun cuerpoqueheridopor otro producíaconstan-tementeuna afecciónparticular del oído, identificamoslacausade estaafecciónconla causade las afeccionesvisualesy táctiles que la naturalezaasociabacon ella. Atribuímos,pues,a cierto cuerpodotadode ciertascualidad-esdequenosinformabanel tactoy la vista, otra cualidadmás,la de pro-ducir en ciertascircunstanciasaquellaafección del oído.

Nuestroentendimientoobedecea esta ley. Si unasensa-ción es producidapor unaseriede causasremotas,A, B, delas cualesA obraen B, y B enel órgano,y si B no es de na-

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turalezaquepuedaafectarla vistao el tacto, peroA lo es;la sensaciónproducidapor B nos pareceráprovenir de A,estoes, nos representaremosen ella unacualidadde A, o enotros términos,quesignificanabsolutamentelo mismo,per-cibiremosen ella una cualidadde A. Losefluvios odorificosno sonvisibles ni tangibles,perola rosaque los exhalalo es.Las vibracionesdel aire no se puedenver ni tocar,pero loscuerposque las producenestánal alcancede la vista y deltacto. Referiremos,por tanto, las sensacionesexcitad-asen elalmapor los efluvios odoríferosy por las vibracionesaéreas,no a los efluvios y al aire, sino a los cuerposvisiblesy tan-gibles quedespidenlos efluvios y hacenvibrar el aire.

Vemos,pues,queen las percepcionesaposcópicasdel oí-do y del olfato entraun juicio, por cuyo medio referimoslasensaciónauditiva u olfáctil, no al -agenteque impresionainmediatamenteal órgano, sino a un agente distante delórgano; agenteque produce, de cualquier modo que sea,sensacionesvisualesy táctiles,entrelas cualesy las sensacio-nesauditivasu olfáctiles hemosobservadoconexionescons-tantes.

Parecea primeravista que la sensacióny el juicio o re-ferenciaobjetiva son unasola cosa, elementale indivisible.Mas, estodependede la, conexióníntima que los dos elemen-

tos han llegadoa tener entresí. No hay razónalgunaparaque la sensaciónnos representede suyo una cualidad delcuerpoque llamamosoloroso o sonoro,y no de los efluvioso del aire, quesonen realidadlos agentesque impresionan-do de cercalos órganos,excitanlas sensacionesde sonidosyolores. Si se verifica la primera representación,y no la se-gunda,es por el enlaceconstanteque liemos observadoen-tre las sensacionesauditivasu olfáctiles y las sensacionesvi-sualesy táctiles; enlacede quehemosdeducidoquela cau-sade queprocedenéstases la causade queprocedentambiénlas otras. La vista y el tacto, sentidosquepor su importan-cia debieranllamardesdeluego nuestraatención,nos dieronlas primerasideas de cuerposo causasexternas.Referimos.

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por consiguiente,las sensacionesauditivas y olfáctiles a losobjetosde la vistay del tacto,queeranparanosotroslos úni-cosobjetosexternos;y nosrepresentarnospor medio de ciios,o creímospercibir, quees io mismo,cualidadesparticularesdeestosobjetos.La sensaciónen las percepcionesaposcópicasdcioídoy del olfato, esun signo: por el valor que la experiencianosens-eñóa dar a estesigno, los sonidosy oloresfueronparanosotroscaracteresdeobjetosqueveíamosy tocábamos;y es-ta referenciaobjetivase noshizo tan familiar, y se unió taníntimamenteconla sensación,quellegaron ambasa parecer-nos unamisma cosa.

II

Pero ademásde la referenciaobjetiva quees propia decada sentido, suele haber en las percepcionesaposcópicasciertos juicios accesoriosque verdaderamenteno son partede ellas y que sin embargonosparecena primera vista per-

tenecerles.Contraigámonosal oído y al olfato. Despuésque apren-

dimos por la observacióna referir las sensacionesauditivasuolfáctiles a cuerposdistantesqueen virtud de esta referen-cia llamamossonorosu olorosos,sucedióamenudoque a lassensacionesauditivas u olfáctiles acompañabanciertos jui-cios, máso menosvagos, de la distanciay situación de loscuerpossonorosu olorososque las producían, y que no sehallabanactualmenteal alcanceni de la vista ni del tacto.Inferimos, por ejemplo,de lo máso menosintensode la sen-sación auditiva, la distanciadel cuerposonoro, y aprendi-mos tambiéna distinguir medianteciertasmodificacionesdela sensaciónauditiva, aunquede un modoinexacto~ oscuro,si el cuerposonoroestabadelanteo detrás,a la derechao ala izquierda,en una palabra,su situación respectode nos-otros. Otro tanto, aunquede un modo todavíamás vago eindistinto, se verificaba en las percepcionesolfáctiles. En-

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señadosa estimarlas distanciasy situacionespor el tacto yla vista, encontramosluegorelacionesconstantesentrecier-tos modosparticularesde las sensacionesauditivasu olfácti-les y ciertasdistanciasy situaciones;de queresultóqueaunprivadosde la asistenciade la vista y del tacto, pudimos,medianteciertasmodificacionesdelsonidoo del olor, estimarhastacierto punto las distanciasy situacionesde los cuerpossonorosu olorosos.De estamaneralas sensacionesdel oídoyla del olfato se hicieron signosde accidentesvisualesy tác-tiles queni eloídoni elolfatopuedenpercibir porsí mismos.

Debemos,pues,distinguir en las sensacionesaposcópicasdel oído y del olfato especiesde juicios: unos constituyenla referenciaobjetiva esencial,y por medio de ellos nosre-presentamosen los cuerposqueconocemospor el tactoy lavista, cualidadesrigorosamenteauditivasy olfáctiles,es de-cir, sonidosu olores,de que la vistay el tacto no hubieranpodido darnosjamásla menoridea; y por mediode las otrasnos representamosdistanciasy situacionespropiamentevi-sualeso táctiles,inaccesiblesde suyo a las percepcionesau-ditivas u olfáctiles. De esta maneralas percepcionesauditi-vas y las olfáctiles se hicieron significativasy adivinadorasde percepcionesde la vistay el tacto, queno teníamosac-tualmente, pero que tendríamossi ios objetos estuviesenal alcancede estosdos sentidos.A los juicios de estasegundaespeciepodemosdar el nombrede percepcionessugeridas,porquesin embargode que no seanen realidad percepcio-nes actuales,las acompañany se enlazaníntimamenteconellas; y distinguiremoslos juicios de la primera especieconel título de percepcionesprimarias,porqueéstasson las quese producenpropia y peculiarmentepor ci ejercicio de losrespectivossentidosaposcópicos.Las distancias,las situacio-nesde los cuerposen el espacio,son accidentesa cuyocono-cimiento nos condujeronel tacto y la vista

Si apreciamos,pues,por medio del oído la situaciónydistanciade los cuerposqueno tocamosni vemos,es en vir-

2 Originalmente el tacto solo, como después veremos. (N. DE BtU o).

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tud de conexionesanteriormenteobservadas;es porquecier-tos modos de la sensaciónauditiva indican, sugieren, lasideasde la situacióny distanciadel cuerpoquesuena.De lamismamanera,si oyendoun sonidocuya causano tocamosni vemos, reconocemosen él ya el tañidode una campana,ya la explosiónde un armade fuego, ya el estruendode loscuerposque ruedan,que se chocan,queestallan,la voz ar-ticulada del hombre,el canto de un ave, el murmullo delagua,el silbido del viento; no es porque el oído percibadesuyo la constitución física, los accidentesvisibles o palpa-bles del cuerpoque suena,sino porque las modificacionesdel sonido indican, sugieren,las ideasde esa constituciónoaccidentes,envirtud de las conexionesquehemosobservadoentre aquéllosy éstos.Otro tanto hace a su vez el olfato,aunquede un modo másvagoy oscuro.Puesestasugestión,en que de las afeccionesde un sentido inferimos, adivina-mos, por decirlo así, cualidadesy agenciasquesólo puedenpercibirsepor otros sentidos,es lo que constituyelas refe-renciasaccesorias,las percepcionessugeridas;y no es duda-ble queen las percepcionesaposcópicasdel oídoy del olfato,tanto los juicios esencialesy primarios, como los sugeridos,se debena unaespeciede inducción o raciocinio instintivofundadoen observaciones;en unapalabra,a la experiencia.

III

De lo que hemosdicho hastaaquí parececolegirsequela vistay el tactoson los sentidosfundamentalesa que refe-rimos las percepcionesdel oído y del olfato, y pudiéramosexpresarlo mismodiciendoque las cualidadesvisibles y pal-pablesson el fundamento,el sujeto a que sobreponemoslascualidadesauditivasu olfáctiles. Demosun paso más.Exa-minemoslos conocimientosquela inteligenciadebeala vista.

La percepcióndel color es producidapor un flúido tç-nuísimo que media entre los objetosy los ojos, y que im-

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De las percepcionessensitivas externas

presionadiversamentea los ojos segúnlas modificacionesquerecibe de los objetos. Sin embargo,no referimosa esteflúido, es decir, a la luz, las sensacionesvisuales.Nosrepre-sentamospor medio de ellas, cualidades,no de la luz, sinode los cuerposdistantesque la modifican; y la razónde estareferenciaobjetiva es obvia. Las variasmodificacionesde laluz quecorrespondena las variascualidadesde las superfi-cies táctiles que la envíana los ojos, no son percibidasporel alma; como tampocolo son las varias impresionesorgá-nicasquecorrespondena estasmodificacionesde la luz. Loque percibimosdirectamenteson las sensacionesque estasimpresionesexcitana suvez en el alma, y de que es testigola conciencia.Entre las variedadesde las sensacionesvisua--les y las variedadesde las impresionesorgánicashay cone-xiones constantes:las hay asimismo entrelas variedadesdelas impresionesorgánicasy las varias modificaciones delflúido luminoso que impresionael organismo: las hay, enfin entre las modificacionesdel flúido luminoso y las va-riedadesde las superficiestáctiles que nos lo envían. Enesta cuádruple cadena,cuando- ejercitamosel sentido dela vista,sólo conocemosios doseslabonesextremos:las sen-sacionesvisuales, contemplad-aspor la conciencia,y las su-perficies táctiles, conocidaspor medios que no dependende la vista. Referimospor consiguientelas sensacionesa lassuperficiestáctiles; y nos parecever en las sensacionesvi-sualescualidadesde las superficiestáctiles; cualidadespar-ticulares de que el tacto no hubiera podido jamás infor-marnos, y cuyo conocimiento debemosa esta referenciaobjetiva, quees esencialy primaria de 1-a vista, y quecons-tituye en realidadeste conocimientomismo. A estascuali-dad~sse dió el nombrede colores.

Podernos,pu-es, expresarde un modo másgeneralaque-lla ley del entendimientoquededucimosde las percepcionesdel oído y del olfato. Si unasensaciónes producidapor unaseriede causasremotas,A, B, de las cualesA obra en B, y Benel órgano,y si B no es perceptibleal tacto, pero A lo es,

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Filosofía dci Entendinzic,zto

la sensaciónproducidapor B nos pareceráprovenir de A,esto es, percibiremospor medio de ella una cualidadde A.

La percepciónaposcópicade los coloresespeculiar de lavista, y los cuerposa que los atribuimosse llaman por esovisibles. Pero si por medio de este sentidosupiésemossóloquetal o cual cuerpode cierto color existe fuera de nos-otros, y sólo recibiésemosavisosde las cualidadestáctiles deestecuerpotan vagosy oscuroscomo los del oído y el olfa-to, su utilidad estaría reducidaa bien poco. Lo queda a lavista una inmensaimportanciaes la multitud, la claridadydeterminaciónde sus juicios o percepcionessugeridas.

Figurémonosel órganode la vista como una superficiequeestáen contactocon unapequeñapintura del universoexterno, formadapor las extremidadesde los rayos de laluz quenosvienen de los objetos.Sabemosque el ojo es uninstrumentodestinadoa producir en la retina esta pequeñapintura, y que la produceen efectocon bastanteregulari-dady precisión.Llamemossituaciones,distancias,magnitu-desy figurasvisualeslas de los objetosen esta pintura de laretina; situaciones,distancias,magnitudesy figuras táctileslas quedescubriríamos,si, privadosde la vista, nos dirigié-semosa tientashacia los objetosy palpásemossu superficie.Es claroque ios diferentespormenoresde la pintura ocularproduciríandiferenciascorrelativasa ellos en las sensacio-nes visuales; y como aquellospormenorestienen relacionesconstantescon las situaciones,distancias,magnitudesy fi-gurastáctiles de los objetosvisibles, no puedemenosde ha-ber tambiénrelacionesconstantesentreestascualidadestác-tiles y las sensacionesvisuales;de quese sigueque instruídosde estaconexión por la experiencia,pudimoscolegir de lassensacionesvisualeslas cualidadestáctiles, y percibir así es-tas últimas en aquéllaspor medio de juicios sugeridos,quenos parecenpercepcionesprimarias,por la rapidezcon quese producen,y que tienenla ventajade ser tan menudosco-mo precisosy rápidos.Debernosde estemodoa la vistamu-chaspercepcionessugeridasde cualidadesqueen realidadno

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pertenecenal dominio de estesentido, sino del tacto, y dequeel tacto mismono pudierainformarnossino lenta y di-fícilmente, o tal vez de ningúnmodo. ¿Cuántotiempo nogastaríamosen estudiara tientaslos pormenoresde la facha-da de un vasto edificio, de los cualesnos informa menuda-mentela vistaen pocosmomentos?¿Y de quémodollegaría-mos a conocersinella lasituación,distanciay dimensionesdeaquelloscuerposa que no nosesposibleacercarnos?

La pintura ocular es respectodel universo externo, lomismo que es respectode éste el lienzo en queel pintor sepropusocopiarlo; y entre estasdos copias hay en realidadunagransemejanza.En el lienzo queel pintor nos pone de-lanteno vemosios pormenoresverdaderosde los objetosre-presentadospor él, estoes, sus situaciones,distancias,mag-nitudesy figuras táctiles; y podemosconvencernosde elloobservandode cuándiversosmodosnos representael pintorun mismo objeto segúnla situación y distanciaen quesoli-cita retratarlo. La caraque se suponeverse de frente es enrealidadmuy diversade la que se suponeversedesdearribao desdeabajo,del ladoderechoo del izquierdo,o en cual-quiera otra dirección; y sin embargo,el quemira el lienzocreever en todas estascarasuna misma,porquelos porme-noresvisuales,que son la obra del pintor, sugierenal quemira el lienzolos pormenorestáctiles correspondientes.Otrotanto es aplicablea la pintura de la retina.

Pero nos engañaríamosgroseramentesi pensásemosquela pinturaocularhace en la visión las vecesdel lienzopinta-do, porque el lienzo pintado lo vemos,y la pintura ocularno la vemos,y la casi totalidad del génerohumanoni sabesiquieraqueexiste.

La pintura de laretinapresentaal sentidode la vistaunafantasmagoríaque carecede situación fija y de dimensio-nesdeterminadaspero entrecuyoscoloresy sombrasse nosofrecen situaciones,distanciasy tamañosrelativos, y porconsiguientefiguras y perspectivasvarias; pormenores,ensuma,semejantesalos quevemosen la obra del pintor, y de

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los cualesdeducimosel universotáctil, de la misma maneraque lo deducimosdel cuadropintado. Traducimos,por de-cirlo así, la geometríavisual de la fantasmagoríaproducidapor la pintura de la retina,enunageometríatáctil, quenoses de la mayor importancia para valernosde los objetosyhacerlosservir a nuestrasnecesidades.La geometríavisualno obra más que momentáneamente,y desempeñandosuoficio desaparece,sin dejarel menor vestigio suyo; la geo-metría táctil es lo queenriquecela memoriacon todoslosconocimientosque adquirimos de los objetos táctiles queformanel vastodominio de la materia.

Estaespeciede traducciónes enteramenteinstintiva envariasespeciesde animales,estoes,ejecutadapor una fac’ul-tad natural que no han adquiridoobservando;pueslos ve-mos, desdequenacen,moverseacertadamentey atinar conlos objetosde quenecesitan.En los niñossucedelo contra-rio. Ellos pasanalgunassemanasantesde probar a servirsede las manosparaasirlos objetos;ensayanel tactoa tientas;y muchomástardees cuandoson capacesde estimarpor lavistacontal cual aciertolos accidentestáctilesde los objetoscon que no estánfamiliarizados.Vemos también que esteconocimientoque la vista nos da de accidentestáctiles,sóloalcanzahastadondees capazde llegar unaestimao cómpu-to que fundado en conexionesobservables,adolecede todaslas inexactitudesy erroresa que puededar cabidao lo in-completode las observaciones,o la natural indeterminaciónde los datos,o la inatencióndel observador~,o la dificultaddel cómputomismo.A semejanzade lo quesucedeen otrosraciocinios,computamoslos accidentestáctilespor las afec-cionesvisualesunasvecesbien,otrasmal. Todo prueba,pues,que los hombreshemosaprendidopoco a poco a ver, estoes, a referir los coloresacuerposdistantes,y a juzgar de lassituaciones,distancias,tamañosy formastáctilespor la vis-ta. Empezamosel aprendizajedesdequela luz hierepor pri-rnera vez nuestrosojos, y ejercitándolosin cesarmientrasvelamos,hemos llegado a ejecutareste cómputo con una

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rapidez maravillosa, hasta el punto de parecernosque losjuicios sugeridospor las sensacionesvisuales forman partede las percepcionesprimariasde la vista; con las cualeslashemosamalgamadotan íntimamente,quese nosfiguranunamisma cosa conellas, y se hacedifícil al entendimientose-parar los unosde los otros. Por esohemosdadoa estosjui-cios el nombrede percepcionessugeridas.

A muchosparecerátal vez inverosímil que el entendi-miento sea capazde estosraciociniosy cómputosen aquellatierna edad-a quereferimosel aprendizajede la vista. Perotodosellos se reducena merasanalogías;y no podemosdu-dar queestaespeciede raciocinioes familiar al hombredes-de el primer albor de la inteligencia. Un niño no discurresentandopremisasy sacandode ellas consecuencias,con laprecisión de la dialéctica; la mayor parte de los hombresllega a la senectudsin haber jamásraciocinadode estama-nera.El procederanalógicose ejercita en la infancia sin elmenor esfuerzode partedel niño. A la edad de cuatroañosle vemosformar correctamentelos pluralesde los nombres,los diminutivos y las terminacionesregularesde nuestrosverbos, que son tan ricos de inflexiones. Le vemos ademásemplearlos tiemposconunapropiedadmaravillosa,y haceren la prácticadel idioma distincionessutiles,quelos gramá-ticos no aciertansiemprea definir y en que los extranjerostropiezanfrecuentementeal cabode algunosañosde prác-tica. Todo estolo aprendenlos niñospor sí mismos,sin de-signioy sin trabajo; y muchasvecescuandocometenfaltasgramaticales,es porquela lenguaqueellosse formanes másfiel a las reglasde la analogíaque la queel uso comúnhaautorizado. ¿Qué dificultad hay, pues, en concebirqueesteprocederanalógicoempiece,desdequeel niño abrelos ojos,a ejercitarsey desarrollarsesobre las conexionesqueha es-tablecido la naturalezaentre los modos de las sensacionesvisualesy los accidentesde los objetos táctiles, conexiones-que son de tanto interés para él?

No puededudarsequetoda visión procedede la impre-

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sión quehacenlos rayosde la luz en la retina; y si no refe-rimos aellos la sensaciónvisual, es envirtud de la ley gene-ral por la cualreferimossiemprelas sensacionesacausascor-

póreasdistantes,cuandoéstas,y no las queimpresionanin-mediatamentenuestrosórganos,estánal alcancedel tacto.Instruídospor las analogíasinstintivas quedesarrollala ex-periencia,sucedequeen el momentoquehiere los nerviosla pintura instantáneaformadapor las extremidadesde losrayosde luz, la retiramos,por decirlo así, de nosotros, laagrandamosy arropamoscon ella el mundo de las existen-cias táctiles; pero no hayun instante,ni aunel más peque-ño, en que la veamosbajo susverdaderasdimensionesy enel lugar querealmenteocupa.La razónes evidente.Ella esel medio indispensablede la visión y no puedepor consi-guiente ser vista. Lo que llamamosver es referir las sensa-cionesvisualesa los objetosexternosde dondeviene la luz anuestrosojos.

Apenasesnecesarioadvertir queunavez instruídosporel tacto en el arte de referir las sensacionesvisualesa los ob-jetos táctiles,pudimosreferirlas a objetosque de suyo sonimpalpables,como la niebla,el humo, las nubes,etc. La im-posibilidaden quenoshallamosde corregir estosinformes dela vistacotejándolosconlos del tacto, ha producidoa vecesilusiones; como la de la realidadtáctil queatribuye el vulgoal firmamento.

El ministerio maravillosode la vista, como significativay adivinadoradel tacto, es un asuntoqueen otra partepro-curaremosexplicar e ilustrar de un modo más completoysatisfactorio.

IV

Pasemosa las percepcionesplesioscópicas.Las del gustoacompañantan inseparablementea las del tacto, queno po-demosmenosde atribuir los saboresa las sustanciastáctiles

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De las percepcionessensitit’as externas

que impresionanel paladary la lengua, órganos,a un mis-mo tiempo, de las percepcionesde ambossentidos.

El olfato nos da algunasvecespercepcionesplesioscópi-cas. En un laboratoriode química, por ejemplo,atribuímosciertos oloresa ciertassustanciasinvisibles e impalpablesqueobran inmediatamenteen el órgano. Conocidaademáslaagenciade sustanciasaeriformesen la olfatación, podemosreferir a ella en todos casoslas afeccionesdel olfato. ¿Yquiénnos quita hacerotro tanto en la audición,respectodelmedio que trasmiteel sonido, y en la visión, respectode laluz? El que conoceel procederde la naturalezaen la acciónmaterialde quenacenlas afeccionesde los sentidosaposcó-picos,se puededecir con todaverdadque tiene percepcio-nes plesioscópicasde las sustanciasqueobrandoinmediata-mentesobrelos órganos,los afectan.

La agenciade los gases,de los efluvios odoríficos,de lasvibracionesaéreassonorasy de los rayos luminosos,no sepercibeni por el tacto ni por la vista; pero se deducede ra-ciocinios, fundadosen observacionesy experimentos,quese resuelvenen percepcionestáctiles,o en percepcionesde lavista,como representativay adivinadoradel tacto. Además,nos figuramosestassustanciascomo agregadosde moléculaso cuerpecillosquetienencualidadestáctiles,y quesólo porsu extremadatenuidad se diferencian de los cuerpos quepodemosasiry tocar.De aquíse siguequeel tacto es el sen-tido extensopor excelencia:que todos los otros no hacenmás quesobreponercualidadesy caracteresde ciertas espe-cies particularesa los objetos táctiles, o sugerir, en virtud

de asociacionesprecedentes,los informes que el tacto nosdaríasilo aplicásemosa ellos; y que el universoexternoesparanosotrosun sistemade cosas,magnitudes,formas,dis-tanciasy situaciones,verdaderao imaginariamentepalpa-bles.

El tacto, pues, si se me permite esta expresión,ha sidoel maestrode los sentidosaposcópicos;pero la vista ha sidoel primer discípulodel tacto. Enseñadapor él, ha repetido

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las leccionesde estesentidoa los otros; y mediantelas per-cepcionessugeridasde situación,distancia,tamañoy figura,nos ha servidoparasuplir en multitud de casoslas percep-cionesdel tacto,dispensándonosdeconsultarle;que es en loque consistela inmensautilidad de la vista.

Debemosen último resultadoa la experienciadel tactolos juicios primarios y sugeridosque entran en las percep-ciones de los otros sentidos. ¿Peroquién ha dado al tactosu referenciaobjetiva? ¿Dequé procedeque experimentan-do una sensacióntáctil no vea yo en ella una modificaciónespontáneade mi ser, sino unamodificación producidaporuna causaqueno es yo, y queestá fuera de mí? ¿Sedebeesta referencia a un instinto innatoen nosotros,o es obradelraciocinio? Por ahora bástenoshaber demostradoque lasafeccionestáctiles son la causa,el sujeto, la sustanciaa quesobreponemostodaslas otraspararepresentarnosel univer-so exterior.

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CAPITULO IV

PERCEPCIONESSENSITIVAS INTERNAS

Percepcionesde los sentidos internos: rcpresei~tanla impresión orgánica como causapróxima. — Diferéncianse de las percepcionessensitivas externas. Elementosque comprenden. En ambas hay la impresión orgánica, pero la referenciaobjetiva es diferente. — Triple relación de la sensación visual. — Especies depercepcionessensitivas internas: sentido de esfuerzo. — Referencia a Brown. —

Son -diferentesde las percepcionessensitivas externas. — Causas diversas de laspercepciones internas. — Percepción del calor: sus diferentes aspectos. — Re-lación del tacto y la vista con las percepcionesinternas. — Toda referenciaobjetiva se resuelve en una percepción táctil. — Apéndice 1: resultadodel -análisisprecedente: 1~Importancia del -sentido del tacto en las percepcionessensitivas.2~Intervención del juicio en toda clase de percepciones.El yo como sujeto yobjeto a la vez. Actividad del alma: opinión de Laromiguiére. 39 Facultadesque se ejercen en la percepción. — Apéndice II: sentir y percibir. — La escuelasensualista.— El sentimiento. Lo sensible. — La sensibilidad. — Sentido. —

Sentido íntimo.

1

Nuestrocuerpono nos es conocidosólo por el tacto ypor ios otrossentidosexternos.Las percepciones,ya del bie-nestaro placer,ya de la incomodidad,desazóno dolor, queatribuímosa variaspartesde la máquinaqueanimamoso atodaella, nos representanmodificacionescorpóreasmuy di-ferentesde las que percibimosen los cuerposinanimados.La percepciónde un dolor de estómagoo de cabeza,de unescozoren estaparte, de un latido en aquélla,de unapun-zadaen otra; las percepcionesde los esfuerzosinternosconque producimoslos esfuerzosvoluntarios; las de aquellosestadosde movilidad o inercia, de vigor o debilidad que

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acompañana la alegría,tristeza,ira, miedo, todasestasper-cepcionesy otras cuyo catálogosería largo y difícil, for-mangran númerode especiesdistintasque no pertenecenaningunode los sentidosexternos.Ellas nos representanmo-dificacionespropias del cuerpoanimado;y los órganosdeestas percepcionesson las partes mismas a que referimosmáso menosdistintamentelas afeccionessensitivasde quees testigola conciencia;de maneraque en ellasel órganoyel objeto seidentifican. Si las percepcionesde los sentidosex-ternosrepresentancausasremotas,causasqueobrandosobrenuestrosórganos los impresionan, las percepcionesde lossentidosinternos nos representancausaspróximas,impre-sionesorgánicas.No hayni en unasni enotras intuición delos objetos,sino sólo de signosa quedamosun valor objeti-vo; signos espirituales,sensaciones,que representancuali-dadeso estadoscorpóreos,con los cualesno tienen ni pue-dentenerla menorsemejanza.

Entre las percepcionessensitivasexternasy las percep-ciones sensitivasinternashay una línea de separaciónqueno permite en ningún caso confundirlas.Las primerastie-nenpor objeto cualidadesque se encuentranen todaespeciede cuerpos,organizadoso no; las segundastienenpor obje-to cualidadeso estadosquesólo puedenpercibirseen cuer-pos organizados,y por el alma misma que les da animacióny vida. Así el color del cutis se percibepor el mismosenti-do queel de cualquiersustanciaorgánica;el sueño,el ham-bre, se percibenpor sentidosinternos.

Descompónenselas percepcionesde los sentidosinternos,como las de los externos,en sensación,percepción,intui-ción y referenciaobjetiva. La percepcióndel hambre,porejemplo,se resuelveen la sensaciónproducidaen el alma aconsecuenciade cierta modificación material de los órga-nos alimentarios,en la concienciao percepciónintuitiva deestasensación,y en el juicio que refiere la sensacióna esosórganos, y nos representaen ella un estado particular delos mismos.

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Percepcionessensitivasinternas

El estadoorgánicopor medio del cual se produceinme-diatamentela sensación,y la sensaciónpor mediode la cualrecibeel alma aviso del estadoorgánico,son dos cosasente-ramentedistintas, siendo aquél un fenómenocorporal quenos representamospor medio de la sensación,y que sóloconocemospor ella, y ésta un fenómenoespiritual que elalma percibe intuitivamente en sí misma.

Comotodasensaciónse puedereferir a su órganoy pro-ducir de estemodo unapercepciónsensitivainterna,es cla-ro que las sensacionescon quenos representamoslas cuali-dadesde los cuerposexternospuedenservir al mismotiempopara representarnoslas impresionesorgánicasde que inme-diatamenteemanan.La sensación,por ejemplo,con que merepresentoel color de la nieve,puedeservir al mismo tiem-po pararepresentarmela afecciónorgánica producidaen losojos por los rayos luminososque refleja la nieve. El signointelectualdel color de la nieve,y el signo intelectualde laimpresiónproducidapor la nieve en el órganode la vista,son uno mismo; pero la referenciaobjetiva es diversa.Elobjeto de la primera es la nievebajo çierto color; el objetode la segunda es el órgano de la vista bajocierta impresión.Una misma sensaciónsignifica en nuestro entendimientodos cosas,su causapróximay su causaremota.

Aunque toda percepción externa es al mismo tiempoin-terna,es raro que la referenciaobjetivaquecaracterizaa lasegunda,excite vivamentela atención. Sólo cuandola im-presión orgánicasale de los límites ordinariospor la fuerzade la impresióno por la delicadezadel órgano,como cuan-do la luz de unabujía que en otras circunstanciasno nosofendería,afectapenosamentelos ojos enfermos,la percep-ción es a las clarasdoble, almismo tiempoquevemosla bu-jía, sentimosdolor y lo referimosal órgano.

Hemos visto quepodemosmirar la sensaciónvisual co-mo signo de unacausamáso menosremota,es decir, comosigno de unacualidaddel flúido luminoso,que afectainme-diatamentelos ojos, como signo de unacualidaddel cuerpo

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Filosofía del Entendi,nienlo

quenos lo envía.Por consiguiente,cadasensaciónvisual esparanosotrosun signo triple, que nos representaya cuali-dadesde los cuerposdistantesquevemos,ya modificacionesdel órgano; dándonosen el primer caso unapercepciónex-ternaaposcópica,enci segundounapercepciónexternapie-sioscópica,y en el tercero unapercepcióninterna. En to-das tres la sensaciónes una misma: pero la referenciaesdiversa.En todas las percepcionesaposcópicasla sensaciónes a la vez un estadodel alma, en que el yo se reconocea símismo,y un signo a quepodemosdar tres significadosdi-ferentes.

La primera familia de percepcionesinternascomprendeaquellasqueson al mismo tiempo externas.Si nosservimosde la sensacióncomo de un símbolo para representarnosuna cualidad del cuerpoque mediata o inmediatamenteafectael órgano, la percepciónes externa; si con la sensa-ción simbolizamosla impresión orgánica,la percepciónesinterna.

En estaprimerafamilia de percepcionessensitivasinter-nasel alma tieneconocimientode unacausaremotapor me-dio de unapercepciónsensitivaexterna;enotraspercepcio-nes internasel almatiene conocimientode unacausaremotapor medio de una percepciónintuitiva. He aquí un ejem-plo: vemos,recordamoso imaginamosun objeto lastimoso

que nos conmueve profundamente;esta conmoción con-sisteen afeccionesorgánicas,quellegantal vez hastael pun-to de oprimirnos penosamenteel pecho y de hacernosde-rramar lágrimas; tenemosentoncespercepcionessensitivasinternasde estos estadosorgánicos,y se nos manifiesta almismo tiempo unacausaremota, es a saber,la contempla-ción mentalde aquel objeto, percibidapor la conciencia.

Son muy numerosasy varias las percepcionesinternasquepertenecenaestasegundafamilia. Consideremosprimerouna especieque me parecemuy digna de atención por lamultitud y la importanciade los conocimientosque,como

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Percepcionessensitivasinternas

veremosmás adelante,contribuye a suministrarnos.Hablode las percepcionesdel sentidode esfuerzo.

Llamamos esfuerzo la modificación puramente orgá-nica que se efectúa-en alguna parte de nuestro cuerpoaconsecuenciade quererel alma ejecutarcon ella un movi-miento. El esfuerzoes propio del cuerpo, como la voliciónlo es del alma, y consiste,como es bien sabido,en unacon-tracciónmuscular: lavolición obrade un mododesconocidoen el cerebro,y estaacciónse trasmitepor los nervioshastael músculo o músculos que han de contraerse para que severifique el movimiento; contracción que produce unasensaciónen el alma, como la producentantasotras mo-dificaciones orgánicas,y quepor consiguientedespiertaenel alma una percepciónsensitiva interna. Probablementeno hay esfuerzo alguno de cualquiera de los músculos quesirvenpara los movimientosvoluntarios queno excite unasensacióncorrespondiente,por medio de la cual lo distin-guimos de los esfuerzosde los otros músculos,y de otrasmodificacionesde los esfuerzosde aquelmismo músculo. ‘

No porque podamosde estemodo, como por una especiede anatomía instintiva, distinguir, y contarnuestrosmúscu-los, y reconocercada uno de los que concurrena los mo-vimientos en que se ejercitanvarios a un tiempo, y cadaunade las modificacionesde quecada esfuerzoes suscep-tible; puesa no ser que estudiemospor medio del tacto yla vista la estructurainterior del hombre,no sabremosdeella otra cosa,sino quetenemosmiembrosy que losmovemoscuandoy del modo que se nos antoja, sin que tengamoslamenoridea del complicadojuego de máquinasqueponemosen movimiento con sólo quererlo.Lo que digo es que per-cibimos y distinguimosunosde otros los modos de ser ma-teriales que llamamos esfuerzos,en cuanto percibimosydistinguimos unas de otras las sensacionesproducidasporellos. El esfuerzoquemueveun párpadoproduceenel alma

1 Adopto aquí las ideas y en parte el lenguaje del profesor Brown. (NoTA DE

BELLO).

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Filosofía del Entendimiento

diferente sensaciónque el esfuerzoque mueve los labiosy la lengua. La serie de esfuerzos necesaria para pasar lamano sobre una superficie esférica produce una serie desensacionesmuy diversade la que sería producida por laserie de esfuerzosnecesariapara pasar la manosobre unasuperficieprismáticao cónica. Por medio de la concienciapercibimosestavariedadde sensaciones;y cuando el tactoy la vista nos hubierondado conocimientode nuestrapro-pia forma corpóreay nos hicieron observarlas conexionesentre cada afección del sentido de esfuerzoy cada movi-miento visible o tangible de unaparte de nuestrocuerpo,no nos fué difícil referir las sensacionesde esta especieasus causaspróximas, quiero decir, a los órganosde los res-pectivos movimientosvoluntarios: bien que de un modomás o menosvago, segúnestándichosórganosmás o me-nosal alcancede la vistay del tacto.

“Por oscurasque nos parezcanlas percepcionesde losesfuerzosmuscularesen ciertos casos, hay otros”, diceBrown, “en queno dejande tenerbastanteenergía.Sin traera colaciónel estadomórbidode los órganosque ios hacedo-lorosamentesensibles,¿quées el sentir fatiga, sino una per-cepción del sentidode esfuerzo,de que nuestrosmúsculosson tan propiamenteórganos,como nuestrosojos lo son dela vista,y nuestrasorejasdel oído? Cuan-dohemosejercitadoun miembropor largo tiempo, la repeticiónde las contrac-ciones de sus músculosexcita una sensación,no débil yoscura,sino quepasandopor variosgradosde incomodidad,llega por último a convertirseen un dolor intenso.Y aunsin previa fatiga todo esfuerzo considerableproduce unasensaci6nviva. Nadie habráquedeje de percibir en sí mis-mo el placerproducido por un ejercicio moderado,aun enla edadmadura,en que rara vez lo buscamoscomo mediode afeccionesagradables;y que no recuerdeel sentimientodelicioso de regocijo que acompañabaal movimiento vo-luntario en ios primeros años.El placer del esfuerzo y eltedio de la inercia-es lo que sacudede nosotrosaquella in-

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Prrcepcionessei-isitívas internas

dolencia a que nos entregaríamosde otro modo en dañonuestro y de la sociedad”.

Es claro que la facultad que tenemosde percibir losesfuerzosque la voluntad produce en nuestro cuerpo, esun sentido,unafacultadde la mismaclasequela vista,oído,olfato, gusto y tacto; esto es, una facultad que percibecualidadeso modos de ser corpóreospor medio de las sen-sacionesque ciertosórganosde nuestrocuerpohacennaceren el alma.En estesentido,comoen los otros,debemosdis-tinguir la sensaciónque correspondea la modificación or-gánica,y el juicio que la refiere a un brazo, a un pie, a lacabeza,a la lengua,a los párpados,en suma,al órganopar-ticular quemovemos.Éstees un juicio, análogoal queenlas percepciones del olfato, por ejemplo,refiere las afeccio-nesde estesentidoa la nariz. Peroen las percepcionesdelolfato el entendimientova más allá. Por mediode las afec-cionesolfáctiles nos representamosno sólo afeccionesor-gánicas,sino causasremotas materiales; mientras por elsentidodel esfuerzo,a que debemosla percepcióndel mo-vimiento voluntario, no percibimospropiamenteotra cosamaterial que las impresionesorgánicas.

Es verdadque las contraccionesmuscularesson produ-cidas por determinacionesde la voluntad,y que, puesper-cibimos éstas, percibimosverdaderamentecausasremotasde las sensacionesde esfuerzo.Pero la percepciónde estascausasno es representativa,sino intuitiva; no se verificapor medio de unasensacióna quedamosel valor de signo,como sucedeen los sentidosexternos,sino inmediatamentepor el alma, que se contemplaa sí misma.La causaremotade las afeccionessensitivasque producenpercepcionesex-ternases una sustanciacorpórea; la de las afeccionesdelsentido interno de esfuerzo es el alma misma. Percibimosla primera por los sentidosexternos, y la segundapor laconciencia.

Sucedeunacosasemejantecon muchasotraspercepcio-nessensitivasinternas.

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Filosofía del Entendimiento

Un objeto nos mueve a risa; otro nos enternecehastahacernos derramar lágrimas; otro nos hace estremecerdehorror. El fenómenoes complejo. El alma ve, recuerda,imagina un objeto capaz de afectarla agradable o penosa-mente;y no se produceentoncesuna percepciónintuitiva,a la cual acompañanen nuestrocuerpociertas impresionesorgánicasparticulares,por ejemplo, la opresióndel pechoy de la garganta, el llanto, el estremecimiento,la risa, lanáusea:a vecesla impresión es menos viva, y se reduceaunaexcitaciónligera, agradableo penosa.Perocualesquieraqueseanlos efectoscausadospor la contemplaciónmental,todosellossonelementosde percepcionessensitivasinternas,queel alma, ilustradapor la experiencia,refiere a diferen-tes partesdel organismo.

Estos fenómenoscomplejossuelen llamarse en-zociones,sentimientos,afectos,pasiones,como la alegría, tristeza,ira, miedo, cariño, aversión, lástima, horror, admiración,vergüenzay otros varios.

Apenas es necesarioadvertir queconlas palabrasplacer,pena, dolor entendemosen el lenguaje ordinario la impre-Sión orgánica.Pero el verdaderoasientode todasestasafec-ciones es el alma, que percibe intuitivamente la causare-mota, y por medio de la percepciónsensitivainterna, lacausapróxima.

Hay otra familia de percepciones sensitivas internas,cuyacausaremota,esto es, el estímulo presente de que ema-nan las modificacionesorgánicas,nos es enteramentedes-conocido.El hambresucedea la inedia, la fatiga al ejercicioviolento, el sueñoal uso de bebidasnarcóticas,etc.; pero nopercibimosen estoscasosuna agenciade nuestroyo, comoen la familia precedente, ni referimos la sensacióna sus-tancia alguna corpórea,que esté actualmenteimpresionan-do los órganos.

Hay, pues,tres familias de percepcionessensitivasin-ternas.

En la primera la causaremota de la sensaciónes una

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agenciacorpórea,percibidamediata e inmediatamenteporalguno de los sentidos externos.

En la segunda la causa remota de la sensación es unaagenciamentalqueafectalos órganosy es percibidapor laconciencia: esta agenciaperteneceunas vecesal entendi-miento, como sucedecuandouna contemplaciÓnmental,una ideao conjuntode ideas,nos afectamáso menosviva-mente; y otras es una determinaciónde la voluntad queproduceunacontracciónmuscular llamadaesfuerzo.

Y en la tercera la causaremota que despiertaactual-mentela impresiónorgánica,noses del tododesconocida.

II

La palabracalor significa ya unacualidadde los cuerposexternos,de la cual tenemosuna percepciónsensitivaex-terna, como cuandopor el contacto inmediato percibimosque una sustanciasólida o líquida o el ambienteque noscircuye estácaliente; ya unamodificación orgánica,de quetenemosunapercepciónsensitivainterna, como cuandoenla fiebre o despuésde un ejercicio violento sentimoscalor.Cuando atribuímos calor a un cuerpo que está en contactocon el nuestro,la percepciónexternaes plesioscópica.Si loatribuimos a un cuerpoalgo distantede nosotros,y. gr., alfuego del hogar, percibiríamosaposcópicamenteuna cua-lidad del fuego; pues entonces la modificación orgánicaseríaproducidapor el calórico o por el agente,cualquieraque sea,que puestoen movimiento por las sustanciasqueestánaunatemperaturaelevada,obrainmediatamentesobrenuestrosórganos;y sin embargo,no referiríamosla sen-saciónal calórico, sino a la sustanciadistanteque lo impeleo emite.

Por consiguiente, la percepción del calor es unas vecesexternay otrasmeramenteinterna; y en el primer casoesunasvecesplesioscópicay otrasaposcópica.

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Filosofía del Entendimiento

La percepcióndel calorse suelereducir al tacto,porquefrecuentementeacompañaa las percepcionesde este sen-tido; pero no sucedeasí siempre, como acabamosde ver;y aun cuandoasí sucede,la cualidad representadapor lasensaciónde calor no es propiamentetangible, como no loson los sabores,sin embargode que las afeccionesdel gustoestáninseparablementeunidas con las del tacto. Las per-cepcionesdel calor pertenecenverdaderamenteaun sentidoparticular,cuyosórganosson aunmásextensosque los deltacto, pues no sólo abrazantoda la superficie de nuestrocuerpo,sino tambiénnuestraspartesinternas.

Como los diferentes grados de calor o de frío formanunaseriecontinua,forman tambiénunaserie las sensacionescorrespondientes,y podemosreducirlas todas a un mismosentido,ya externo,ya interno.

III

Creo queparaexplicar las percepcionesno es necesariosuponerinstintos particularesen virtud de los cualesrefi-ramoslas sensacionesa sus órganos.Lo primero, porque eltacto y la vista hanpodido darnos a conocerdesde muytempranola conexiónentremuchasespeciesde sensacionesy los órganosrespectivos.¿No era facilísimo, y. gr., echarde ver la parteque los ojos, las orejas,la nariz y el paladarteníanrespectivamenteen las modificaciones espiritualesproducidaspor los colores, los sonidos, los olores y los sa-bores?¿Pudimosdejar de referir al pechoy a la gargantalas afeccionesque,cuandopadecemosunaintensaafliccióny angustia,turban la respiración,producenpalpitacionesysuspirosy embarganla voz? Lo segundo,porque habiendoaprendidoa conoceren grannúmerode casos,por el con-cursode las percepcionesinternascon las externas,la situa-ción de los órganos,no eradifícil que adquiriésemoscono-cimientosmáso menosexactosde la mismaespecieenmu-

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Percepcionessensitivas internas

chos otros, por medio de proporcionesy analogíasque senos hiciesen poco a pocohabituales;a la maneraque,com-parandolos informes de las manoscon los anunciosde losojos, aprendimosa formar juicio de la situacióny distanciade los cuerpospor medio de la vista sola, y adquirida estafacultad, la extendimospor medio de proporcionesy analo-gías a todas las distanciasy situaciones,aunquefuera deaquelloslímites en queel tacto pudo servir de maestroa lavista. En comprobaciónde lo cual notaremosqueasí comopor medio de las percepcionesvisualesformamosjuicios va-gos y frecuentementeerróneosen orden a las distanciasysituacionesque salen del ámbito en que solemosconfron-tarlas con los conocimientosderivadosdel tacto, así nadaes mása bulto, ni másexpuestoa ilusionesy errores,que lareferenciade las sensacionesa determinadasregiones delcuerpo,cuandolas modificacionesorgánicasno estánde al-gún modo al alcancede los sentidosexternos.

Me parece,pues,probableque al tacto y a la vista, yen último resultadoal tacto solo, se debela referenciadetodas las sensacionesa sus órganos.Mas, ello supone queconocíamos,a lo menos superficialmente,nuestro propiocuerpo,y que lo distinguíamosde los cuerposextraños.

Por el tacto y por los otrossentidosexternosconel au-xilio del tacto, conocíamosla forma, dimensiones,color ydemáscualidadesde nuestrocuerpo,que le son comunesconla materia inanimada. Por el tacto, y por la vista comorepresentativadel tacto, conocemosla continuidadde suspartes,y su independenciade los cuerposque lo rodean.Confrontandoademásunoscon otros los informes del tac-to, se nos hizo manifiesto,que si tocandolos cuerposex-trañosexperimentábamossensacionessimples,tocandonues-to propio cuerpo experimentábamossensacionesdobles yrecíprocas.Habiendode estemodo llegado a distinguir detodoslos otros cuerposel queanimamosy a trazar mental-mente sus límites, podemosya referir todaslas sensacionesa sus órganosde un modo máso menospreciso,segúnque

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éstos se hallaban más o menosal alcancede las observa-ciones.

Mas, aun cuandohubiesesido necesarioque en la for-mación de este juicio interviniesenparticulares instintos,no por esoseríamenoscierto que las percepcionesinternas,como las externas,se componen,prescindiendopor ahorade la conciencia,de dos partesdistintas, sensacióny refe-renciaobjetiva. Y cualquierahipótesisqueadoptemossobrela generaciónde las referencias,serásiempreconstantequeellas nos llevan en todos casosal tacto, supuestoque colo-camos siempreen objetos tangibles, o que nos figuremostales,las causasmaterialespróximaso remotasde todas lasoperacionessensitivas.El juicio que refiere cada sensacióna un órgano tangible más o menosdeterminado,se hacetan fácil y rápidamente,que el alma nos parece hallarsepresenteal órganoy casi identificarsecon él. Y producién-doseen nosotrosa cadapaso multitud de percepcionesin-ternas,nos figuramos que todas las partesde nuestramá-quina corpórea gozan continua y simultáneamentede lapresenciadel yo, y que la existencia de que tenemosintui-ción las penetray vivifica todas.

Este aprendizajede los sentidospor el tacto presuponeen las percepcionestáctilesuna referenciaobjetiva, quenopuede resolverseen otra alguna,y es la basede todas fasotras.En el primer ejercicio de estesentidoes evidentequeno pudimosrepresentarnoslos objetosexternos como cau-sas remotasque obrandosobrelos órganosafectabanel al-ma, porquepara queformásemostales juicios era necesarioque conociésemosnuestraestructurade antemano,y esteconocimientoha sido, como hemosvisto, una obra lenta yprogresivadel tacto. Despejando,pues,de nuestraspercep-cionestáctiles toda idea de estructuraorgánica,sólo pode-mos representarnoslos objetos percibidospor este sentidocomo causasdistintase independientesdel yo. Peroaquí senospresentade nuevoaquellaimportantey difícil cuestión:¿cómoha nacido en nosotroseste juicio primitivo, origen

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Prrcepcionessensitivasinternas

y fundamentode todaslas referenciasobjetivas?¿Lo debe-mos a un instinto? ¿Lo debemosaotros mediosde percep-ción que los que hemos consideradohastaahora? ¿Lo de-bemosal raciocinio?

APÉNDICE 1

RESULTADO DE LA ANÁLISIS PRECEDENTE

Excesivamenteprolija habrá parecidosin duda la aná-lisis de las percepcionesqueha dado asuntoa los capítulosanteriores;pero sin ella los resultadosque voy a enumerarseríanvagosy oscuros,y jamástendríanderechoa seracep-tadoscon aquellaconfianzaqueen materiasde pura obser-vación puedesólo ser inspiradapor un examenminuciosode los hechos.

El primero de estos resultadoses uno que ha sido yaenunciadorepetidasveces:la importanciasupremadel tac-to en las percepciones sensitivas. Todos los símbolossensi-bles se sobreponena unamateria, real o imaginariamentetangible. Los agentesmaterialesmás tenues,más delicados,más inaccesiblesal tacto, se nos representancomo agrega-dos de moléculasquepor suextremadapequeñezno puedenser asidasni tocadas,pero que tienen magnitud y figura,como los cuerposquetocamosy asimos,y que, suficiente-mentecondensadas,podrían,como éstos,tocarsey asirse.

Otro resultado importante de las observacionesante-riores es la esencialintervencióndel juicio en todasnuestraspercepcionesintuitivas y sensitivas.No percibimosningu-na de las cualidadesde un objeto corpóreo,ninguna de lasafeccionesde nuestrosórganos,sino por medio de referen-cias objetivas,es decir, por medio de juicios. Sin el juicio

Vol. III. Filosofía—lO.

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que refiere la sensaciónaunacausadistinta del yo, el almapodría percibir intuitivamente la sensación,y nada más.

Y si en el ejercicio de los sentidos hay una referenciaa la causa próxima o remota de la sensación, en los actosde la concienciahayuna referenciaa nuestrapropia alma,a nuestroyo, consideradoa un mismo tiempo comoobjetoy comosujeto. Despéjeseestejuicio quenos hacever ciertosactoso modoscomo actoso modos de nuestroyo, ¿y quévendrán a ser los informes de la conciencia?Una yana einsignificante fantasmagoría.Lo que les da sustancia y sig-nificado, lo que los haceverdaderaspercepciones,es el jui-cio.

En todo juicio concebirnosuna relación.En todo juiciosacael alma de la yuxtaposición de dos elementosuna ter-ceraentidad,distintade cadauno de ellosy de sumeroagre-gado. El alma es, pues,fecunda, es activa, en el juicio, ypor consiguienteen todogénerode percepciones.

Algunos filósofos han hecho consistir la actividad delalma en que, afectadapor los órganos,ejerce a su vez unaespeciede reacciónsobre ellos 1• Pero la actividad que espropia del entendimientoestá,por decirlo así,másadentro.Ella consistepropiamenteen sacarde dos modosespiritualesun tercer modo espiritual, que se distingue de cada unode los otros dos y del agregadode ambos.

Últimamente,el análisis de las percepcionesnos ha he-cho reconoceren-ellas el ejercicio de tres facultadesintelec-tualesdiversas; la facultad de intuir, o sea la facultad queti-ene el yo, el alma, de contemplarsea sí misma; la fa-cultad de sentir, esto es, de experimentarsensaciones,y lafacultad de juzgar. Las dos primerasson estrictamenteele-mentales:no creoquepuedanresolverseen otras. En el jui-cio, al contrario,haydos actosdiversos,la mera concepciónde unarelación,y el asensodel alma, que reconocela reali-dad de la relación; y este segundoacto es -en el que másesencialmenteconsisteel juicio. Por tanto, la facultad de

1 Véase Laromiguiére, Leçons de Philosophie, Par. 1, leçon 4~. (N. DE BELLO).

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Percepcionessensitivasinternas

juzgar se resuelveen dos facultadeselementalesdiversas.Pero en el estudio de las relaciones,o cualidadesrelativas,lo quemásimportaes la concepción,que es lo que las dife-renciay lo que caracterizasus variasespecies.A esto,pues,Itenderernosprincipalmente, y no miraremos el asenso,:uandolas acompaña,sino como su sancióny realización.

APÉNDICE II

OBSERVACIONES SOBRE‘EL USO VULGAR O TRÓPICO DECIERTAS PALABRAS

Hay unadiferenciaesencialentresentir y percibir. Sen-tir es experimentarsensaciones;nombrequecreodebelimi-tarsea aquellasafeccionesdel alma queson la consecuenciainmediatade las impresionesorgánicas.La sensaciónes unelementode percepción,y no de toda percepción,sino dela sola percepciónsensitiva. Puededar, como cualquieraotro estado o mododel alma, un objeto, pero no un elemen-to, a las percepcionesde la conciencia.

Así, pues,tomamoslas palabrassentir y sensaciónenun significado mucho menosextensoque el de la escuelasensualista, para quien la sensación es percepción, es juicio,es raciocinio, es deseo,volición, etc.; que ve, en suma, entodaslas afecciones,en todaslas operacionesdel alma, nadamás que la sensacióntrasformada;sistemaque se reduceenrealidad a variar el significado de la palabra, aplicándolaa todoslos estadosy a todoslos actosdel alma, de quetene-mos conciencia.

Pero el uso común de nuestra lengua sueledar tambiénal verbosentir unasignificacióndiferentede aquellaen quehe creídoquepsicológicamentedebemosfijarlo. Aplicámos-lo a menudo,en el modoordinario de hablar,aciertasper-

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cepcionesligerasdel oídoy del tacto, comocuandounodiceque siente pasos,o que ha sentido un temblor de tierra.Solemostambiéndesignarcon él las percepcionessensitivasinternasy aquellosmodoscomplejosquehemosdenomina-do sentimientos,emociones,pasiones.En estossignificadosse sientehambre,sed,sueño,cansancio;se sientela muertede una personaquerida; se sientesimpatíacon ios padeci-mientosajenos; se sientehorror, aversión, tristeza,alegría:frasestodas psicológicamenteinexactas. Esta multitud designificadosdel verbo sentir fué sin duda lo que condujoa imaginar quetodoslos actosdel alma no eranmásque lasensacióntransformada.

Sensiblees aún más vario en sus acepcionesvulgares.Aplicado a las causascorpóreasremotassignifica lo quepuedeproducir impresionesorgánicasbastantefuertesparaoriginar sensaciones.Así sucedecuando decimos que uncuerpo-da calor sensible,o queel calor de unapequeñapor-ción de aire no lo es. Así calificamosde sensibleel cutis, yde insensiblesel cabello,las uñas.Solemostambiéndesignarcon esta palabrala facultad de experimentarsensaciones,como cuandodecimosquelos animalesson sensibles,y queno lo parecenlas plantas.Finalmente,expresamoscon ellala susceptibilidadde emocionesdelicadasy vivas, y en estesignificadodamosla calificaciónde sensiblesa ciertasper-sonasy la negamosa otras.

Sensibilidad admite asimismo variedad de significacio-nes, correspondiendoa la segunda,tercerao cuartade lasque acabode indicar. En la segundade ellas concedemossensibilidadal cutis, en la terceraa los animales,en la cuar-ta a las personasque se apasionanvivamente, por causasqueenotrosindividuosproduciríanapenasemocionesligeras.

Estoy muy distantede pretenderque se destierrendellenguajelas acepcionesvulgaresquedejoseñaladas.Desearíasólo que se notase su inexactitud psicológica, y que noslimitásemosamirarlas como merostropos.

Sentidodeberíasignificar la mera susceptibilidadque

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Percepcionessensitivas internas

tiene el alma de ser afectadapor modificacionesorgánicas.Sentidoen esta acepciónpsicológicadenotaría,pues,mera-mentealguna de las -especiesde sensibilidaden queel almaes afectadadesdeluego por cierta especiede modificacionesorgánicas,prescindiéndosede la referenciaobjetiva. Perono es así.Se da universalmentea la palabrasentidoun sig-nificado diverso, denotandocon ello una facultad percep-tiva, mediantela cual referirnosa ciertascausaspróximaso remotaslas sensacionesquenacen de las modificacionesorgánicas.Tal es el significadoenvueltoen las frasessentidode la vista, sentidodel oído, sentidode esfuerzo,etc. Peroes necesarionotar el diferentevalor de estas frases: vista,oído,olfato, gustoy tacto llevanenvueltala ideade sentido;lo que no sucede en esfuerzo,hambre,sed, fatiga, etc., quesólo significan las impresionesorgánicas,objetosde la fa-cultad perceptiva.

Por unaextensiónde este mismo uso trópico se llamasentidoíntimo la conciencia.Pero al admitir semejantesig-nificación no debemosolvidar la esencial diferencia queseparalos actosde la concienciade los actosque pertenecena los sentidosexternose internos.

La conciencia intuye, contemplainmediata y directa-mente suobjeto; los sentidossimbolizan, por medio de lassensacionesque intuímos,causasremotas, frecuentementedesconocidas.

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CAPITULO V

DE LAS PERCEPCIONESRELATIVAS

Percepción-de una relación. — Términos de la relación y términos relativos. Re-laciones homólogas y -antílogas. — Cualidades absolutas y cualidades relativas.— Lo absoluto y lo relativo son caracteresvariables. — Toda relación es in-herente a los cbjetos comparados. Actividad en la concepciónde las relacio-nes. — Concepción y percepción de una relación. — La concepción de unarelación sólo tiene lugar -entre los modos del alma. — Relación del alma consu propio ser. ~— No es posible concebir alguna entre las cualidades corpóreasy los modos <lel alma. — Concepciónde relación de otras relaciones. — Hay,pues, relacionesprimarias y secundarias.— Cualidadessimples y compuestas.—Cuáles son las relaciones elementales.

Cuandose juntan en el entendimientodos percepcioneso dos ideas,sucedea menudoque de la coexistenciade éstasnace espontáneamenteuna terceraafección espiritual quese diferenciade cada una de ellas y del mero agregadodeambas.

Supongamos que coexisten en el entendimientolas per-cepcionesde unaazucenay de la nieve.De la yuxtaposiciónmental,digámosloasí,de losdoscoloresen el entendimiento,que es io que se llama comparación,nace la percepción de lasemejanzaentre los dos colores, y no es posible quenadieconfunda esta tercerapercepcióncon la percepción delcolor de la azucena,ni con la percepcióndel color de lanieve, ni con la percepcióndel mero agregadode amboscolores.Percibimosentoncesuna relación especial, la rela-ción de semejanzaentrelos colores de los dos objetos.

De la misma manera, coexistiendo en el entendimiento

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De las perccpcioizesrelatiz’as

la percepcióndel fuego y la del calorque- se produceen mimano cuando la aproximo a él, nace la percepciónde unarelación especialque llamamosde causa- y efecto, o de cau-salidad, la cual no es posible concebirni en el fuego, ni enel calor producidoen la mano,separadamenteconsiderados.

De un modo análogonacenlas percepcionesde otrasmuchas especies de relaciones, como la de la contigüidadde la casaque habito y la casavecina,la de la sucesióndeltrueno al relámpago,etc.

Se llaman términosde la relación los objetosentre loscualesla percibimos,y términos relativos los que les atri-buimosen virtud de una relación, como semejante,causa,efecto, anterior o posterior, contiguoo distante,etc.

Peroes de notar quesi muchasvecesestos términosre-lativos son uno mismo respectode los objetoscomparados,como sucedeen las relacionesde semejanzay contigüidad(puessi B es semejanteo contiguoa C, C es por el mismohechosemejanteo contiguoa B) sucedeotrasmuchasve-ces lo contrario,y el atributoquedamosa uno de ios objetoscomparadoses de una significaciónno sólo diferente sinocontrariaa la del atributo quedamos al otro, como sucedeen la relaciónde causay -efecto; pues si concebimosqueelfuego es causadel calor, concebimospor el mismo hechoqueel calores efectodel fuego; y si concebimosqueeloto-ño es anterior al invierno, concebimospor el mismo hechoque el invierno es posterior al otoño. Bajo este punto devista podemosllamar relacioneshomólogasaquellasen queaplicamosa los términos atributos de un mismo significado,como la semejanzay la contigüidad, y relacionesantílogasen que ios atributos son de significado contrario, como lade causalidady la de sucesión.

Generalmentese dividen las cualidades,y por consi-guiente las percepcionese ideas, y las palabrasde que nosservimospara significarlas, en absolutasy relativas, llaman-do relativas las que envuelven relaciones,y absolutas lasotras.Cualidad relativa y relación son unamisma cosa.

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Filosofía del Entendimiento

La percepciónd.e una cualidadabsolutasuponequere-ferimos una modificación del alma al alma, si la percep-ción es intuitiva; de lo que pareceseguirse que aun lascualidadesque llamamos absolutas son en rigor relativas.Paradistinguir, pues, las cualidadesabsolutasde las rela-tivas, debemosprescindir de estasrelacionesinvariables ynecesarias,queentran como elementosconstitutivosen to-das las cualidadesposibles.Y lo mismo debedecirsede todaslas cualidadesque por su naturaleza especial envuelvenotras.

Además,si juzgo que un jazmín es blanco es porquementalmentelo comparocon otra flor u otras flores aquedamosel mismo título, y porqueencontramossemejanzaentrelas unas y las otras. Pero estarelación está toda en-tera en el atributo quedamosa la nueva flor, y no puedomenosde concebirlay afirmarla por el hecho de percibirsu blancura.

Otra cosaes cuandoreconocemosenunapersonala cua-lidad de hijo o padre,o enunacosa cualquierala cualidadde causao efecto,porqueestaspalabrasincluyenen sí mis-masel término a que se refiere la cualidad que expresan.Toda relaciónsuponedos términos,uno a que se atribuyela cualidadrelativa,y otro aqueestacualidadse refiere. Sidecimos,por ejemplo, queAbel fué hijo, suponemosnece-sariamentequelo fué de alguien,y no completamosla ideade la relación sino añadiendode Adán: sin estola palabrahijo no comprenderíala relacióntodaentera;y esto es loque caracterizalas palabrasque son verdadenimenterela-tivas.

La palabradescendientees por sí verdaderamenterela-tiva, comohijo o padre,y nosobliga a pensarenun ascen-dienteo ascendientesde quienesdesciendela personao per-sonasa quese atribuye aqueltítulo; perodesdequeestaper-sonao personasentranenelatributo paracompletarla rela-ción, dejade ser relativala palabra.Así sucedeenla palabraHeráclidas,quesignificadescendientesde Hércules.

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De las percepcionesrelativas

Sin embargo,cuandosedesignanlas relacionesen gene-ral, prescindiendode ios términosentrelos cualeslas conce-bimos,solemosexpresarlaspor medio de sustantivosabstrac-tos, como semejanza,-diferencia, contigüidad,causa,efecto,etc.; los cuales,por consiguiente,conservansiempresu na-turaleza de pal-abrasrelativas, sea que les acompañeno nolos respectivostérminos, como sucedecuando decimos: lasemejanzaes una relación indefinible’; la atracciónes la cau-sa de la caídade los graves;todofenómenosu~oncuna cau-sa; la sensaciónes el efectode una acción del organismoenel alma.

Lo absoluto y lo relativo son, pues,caracteresvariablesque dependenno sólo de nuestromodo de concebirlas co-sas,sino de los signos con que las representamosen el len-guaje.

La relación no pertenecea ningunode los objetosque se

comp-aranconsideradosen si mismos, ni consisteen la agre-gaciónde las cualidadesque se comparan.Ella pertenecedetal modoa los objetoscomparados,queno es posibleconce-birla en todo ni en parte,si el alma no los ve, por decirloasí, el uno al lado del otro. No pudiéramos,por ejemplo,concebir total ni parcialmentela semejanzaentre el colorde la azucenay el de la nieve, si no percibiésemoso recor-dásemosa un tiempo amboscolores; ni la sucesiónentreelrelámpagoy el trueno,si la memoriadel relámpagoy la per-cepción o la memoriadel trueno no existiesena un mismotiempo en el alma. Experimentandosimultáneamenteenestoscasoslas percepciones,actualeso renovadasde las doscosasque se comparan,percibimosentre ellas las relacionesparticularesque significamosdiciendo que son semejantes,o queunaes antesy otra después.

Entiéndeseordinariamentepor comparacióncierto co-nato voluntario con que atendemosa dos o más objetosaun tiempoparapercibir susrelaciones.Aquí prescindiremosde esta intervenciónde la voluntad. Sucedea menudoquelas relacionesse conciben,se engendranennuestroespíritu,

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Ii~o~ofía dci Entc;uiisoit’nto

y son percibidaspor él, a consecuenciade la simultaneidadfortuita de doso n~safeccionesmentalessin el menordesig-nio ni esfuerzonuestro,y a nuestropesarmuchasveces.

En la percepciónde una relaciónel almaes esencialmen-te activa: saca de las percepcionescomparadaslo que noexisteseparadamenteen ningunade ellas,y por eso he dichoqueel alma en esteactoconcibe,engendra.Peroconcebirypercibir no es siempreexactamenteuna misma cosa,porquela percepciónsuponela afirmación interna de la relaciónque se concibe.Hay relacionespuramenteimaginariasy re-lacionesque creemosverdaderasy reales.

Concebimosrelacionesya entre las cualidadescorpóreaso causasremotas de sensaciones,ya entre las impresionesorgánicaso causaspróximasde sensaciones,ya entre los va-rios modos o actos del alma, unos respectode otros o delalma. Podemos,por ejemplo,concebirque dos coloreso dosdolores,o dosdeseosse asemejan,o queun deseoes másin-tensoqueotro, o quea unasensaciónsucedeun deseo,o queel alma es como la sustanciao apoyode las variasmodifica-cionesqueexperimenta,o con las cualesse identifica.

Es claro que las relacionesentre las causaspróximasoremotasque afectanla sensibilidad,no puedenconcebirsedirecta, sino representativamente.Si nos parecesemejanteel color de un cuerpoal color de otro cuerpo,es porquenosparecenasemejarselas sensacionesvisualesexcitadaspor am~bos. Si nosparecequedos o másobjetostangiblesse nos pre-sentan en cierto orden sucesivo,es porque se excitan ennosotros segúneste orden las sensacionestáctiles con quelos percibimos.¿Cómojuzgaun enfermoqueel dolor quesientehoy es másintensoque el dolor que sintió ayer?Por-que comparauna afección que existe actualmenteen cialma con otra afección queCXiStió en ella, y quela memoriale representa,y porque concibe entre los dos aquellarela-ción particular que significamos diciendo que una cosa esinds y otra e~menos.En general,no concebimosrelaciónalgunasi no es entrelos modosdel alma. Sólo hay unarela-

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Dc las perc(~cioncsrc!aui~as

ción particular que pareceuna excepciónde este aserto.Cuandoel alma percibe en sí una modificación cualquieray la refiere a sí misma, no percibeuna relación entre dosmodossuyos, sino su propio sero sustanciamodificada dedos manerasparticulares.

De las relaciones,pues,que existen entre las cualidadescorpóreasy entre las afeccionesorgánicasno tenemos,nipodernostenerconocimientoalguno directo,porqueno per-cibimos las cualidadescorpóreasni las afeccionesorgánicascomo son en sí, sino en cuanto nuestrassensacioneslas re-presentan.Todo lo que puedehacernuestroentendimientoes representarselas relacionesmaterialespor medio deaque-llas quepercibe directamentecomparandounassensacionescon otras.

Como todas las relacioneshan sido concebidasoriginal-mente por la conciencia,las percepcionesde la concienciason por consiguientede dosespecies:absolutaso relativas.

Podemosconcebirrelacionesde relaciones.El juicio queformo comparandoel color de la violeta conel de la lila meparecesemejanteal juicio que formo comparandoel olor delclavel conel olor del clavode especia:la relaciónentreaque-llos coloresme parecesemejantea la relaciónentreestosolo-res; concibo, en suma,y no puedomenos de concebirse-mejanzaentre dos semejanzas.Podemosdel mismo modoconcebirsemejanzaentre dos relacionesde sucesión,o su-cesiónentredos relacionesde semejanza.Las relacionesson,pues,de diversos órdenes;unas primarias, que concebimosentrecualidadesabsolutas;y otras secundarias,queconce-bimoscomparandouna relacióncon otra.

Las cualidadestanto absolutascomo relativas, son sim-ples o complejas.Si la percepciónes simple, la cualidadco-rrespondientenos lo parecerátambién, y por consiguiente1o serápara nosotros,porque en nuestroentendimientoelser de las cualidadesno puedeser otro queel que las per-cepcionesnos muestrano nos representano nos simbolizanen ellas.El olor de la rosa,por ejemplo,es unacualidadab-

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Filosofía del Entendimiento

solutasimple. El ordensucesivoentreunavolición y el mo-vimiento de un miembro, esuna cualidadrelativa de la mis-ma especie.Por el contrario,la cualidadquenos es conocidapor dos o máspercepcionesdiferenteses compleja.El sabordel vino queprobaronlos dos ascendientespaternosde San-choPanza,y en quejunto conel sabora vino hallaron saborahierro y a cordobán,el-asinembargopara estosdos catado-res unacualidad absolutasimple, porqueno percibían ellos

en el vino tres saboresdiferentes,sino uno soio en que pormedio de percepcionesrelativas subsiguientesencontrabansemejanzasconotrossabores.Mas, el colorido de unasuper-ficie pintadade variosmatices,cadauno de los cualesesob-jeto de una percepcióndiferente,es una cualidad absolutacompleja. Cualidad compleja es también,pero relativa, laextraposiciónentredospuntostangiblesy contiguos,A, B;porqueconcebimosque A estáfuera de B y B de A, perci-biendoque hacemoscierto esfuerzopara tocarlossucesiva-menteconun mismopuntode la superficiede nuestrocuer-po. La percepciónde la extraposiciónentreA y B se resuel-ve, pues,en trespercepcionesdiversas: la del orden suce-sivo entreel tocamientode A y el esfuerzo,la deestemismoesfuerzo,y la del orden sucesivoentreel esfuerzoy el to-camientode B; esto es, en unapercepciónabsoluta,que esla segundade las que acabode enumerar,y dos percepcio-nesrelativas,queson la primeray la tercera.

Cuandotratamosde explicarnosa nosotros mismosal-gunacosao de darlaa conocera otros,contemplamoso ha-cemoscontemplarsus variaspartes,y la resolvemosmental-menteen los elementosde que se compone.Pero el enten-dimiento no obra entoncessobre los objetosmismos, sinosobrelas percepcionesque tienede ellos. Lascualidadessim-ples, las cualidadesa cuyo conocimientohemosllegadoporpercepcionessimples, no son, pues,susceptiblesde definirseo explicarse,ni podemosindicarlas, sino indicando las res-pectivaspercepciones.No podemosrepresentarnosel colorblanco o negro sino como la causade aquellasensaciónpar-

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De las percepcionesrelativas

ticular de la vista quenos lo ha dadoa conocer;ni pudié-ramosdarlo a conocera otro, sino poniéndoloen situaciónde experimentarlo quehemosexperimentadonosotroso derecordarlo queellosmismoshanexperimentado.De la mis-ma suerte, las relacioneselementales,y. gr., la de la seme-janzade doscoloreshomogéneos,o la de la sucesiónde estosdossonidos,a, e, sin embargode que las reconocemosy dis-tinguimos perfectamente,son inexplicables e indefinibles.¿Quiénno distingue la relación que expresamosdiciendoqueun color separecea otro, de la queexpresamosdiciendoqueun sonidose oyó despuésdeotro? Y con todoesoes im-posible definir o explicar quées lo queconstituyela seme-janzao la sucesiónde las cosas’

De las relaciones,segúnhemosdicho, las unasson prima-rias o de primer orden,las otrassecundariaso de ordenui-tenor, estoes, relacionesde relaciones.Hemosvisto asimis-mo queunassonpercibidasintuitivamentepor la concien-cia y otrasrepresentadaspor las quepercibimosintuitiva-menteentrelas sensaciones.Finalmente,las hemosdivididoen simplesy complejas.Restaotra diferenciade queya he-mostratado,pero quemeparececonvenienteinculcar.Hayrelacioneshomólogasen virtud de las cuales damos a losobjetoscomparadosuna misma denominación;y relacionesantílogasen virtud de las cualesdamos a los objetoscom-paradosdenominacionesde significado contrario. La rela-ción de semejanza,por ejemplo,es homóloga: si A tienese-mejanzacon B, B la tiene forzosamentecon A; y decimosindiferentementede cualquierade los dos, que es semejanteal otro, o decimosde ambos,que son semejantesentre sí.Pero la relaciónde causalidades antíloga. Si A es causadeB, B es forzosamenteefectode A; denominacionesde signi-ficado no sólo diferente,sino contrario

Las relacioneselementalesen que se resuelven, si no

1 La explicación que se da generalmentede lo que es la semejanzame parece

errónea.Lo mismo digo de las tentativas que se han hecho para explicar la sucesión.Pero es preciso dejar estas dos cuestionespara más adelante. (N. OE BELLO)

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Filosofía dci E;?tcn(lilllicnto

siempre,rn~sfrecuentemente,las otras, son la de semejan-zao diferencia,laen queconcebimosquedoscosasson igua-les o queuna,cosaes másy otra menos,la de coexistenciaysucesión,la de identidado distinción, y la de cualidad osustancia.Las complejas (que consistenen diferentescom-binacionesde las elementales)son de innumerablesy diver-sísimasespecies.

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CAPITULO VI

DE LA SEMEJANZA Y LA DIFERENCIA

División del capítulo. Importancia de la relación de semejanes.-— Sección l~1. La relación puede ser primaria y secundaria.— Percepcion de la semejanzay diferencia. Semejanzaprimaria. — Semejanzaccmpleta. —- Semejanzarna-yoc. — Triple relación de diferenciaanalogaa la de semejanza.-~ Toda relacionde semejanza es un juicio comparativo. La semejanza y la diferencia equi-valen a la distancia o cercanía de los objetos. — II. Punto de vista parcial delos cbjctos. — La semejanza como la diferencia suelen exprcsarsecon nombresgenéricos.— III. La semejanzay la diferencia resuelvenla reunión de los objetosen clase. — Sección 2~IV. La seniejanza no es la percepción de lo que hayde comón en los objetos. Así se compruebaen las cualidades simples. Lassemejanzascomplejas se resuelven en las de las cualidades simples. — Sec-ción 3~V. Importancia de la relación de semejanzaen la formación del lenguaje.—Cualidadesde los objetos: lo que son en sí mismas. — No se debe confundirla cualidad de un objeto con ci atributo o predicado.

Divídese este capítulo en tres secciones.En la primerame propongoanalizar las varias relacionesa que damos eltítulo de semejanzaso diferencias;en la segundaexamina-ré la explicación que generalmentese da de la semejanza;en la terceraveremosla influencia queha tenido esta rela-ción en la estructuradel lenguaje.

Entre las relacioneselementalesno hay ninguna de másimportancia.El entendimientodebea ella la coordinación,el inventario,por decirlo así, de todo lo que aprendey sabe;sin ella no seríaposibleel lenguaje,ni otro sistemade signos.La relación de semejanza es la que sirve de guía al filósofopara traducir la variedadaparentede los fenómenoscon launiformidadrealque las leyesde la naturalezaformulan. Loqueprincipalmenteda luz y hermosuraal estilo es la viveza

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Filosofía del Entendimiento

de las semejanzasconquecobralas ideas.Todo ruedasobresemejanzasen el pensamientoy en los signos del pensa-miento.

Una relación tan importantees un objeto esencialdeestudio.Es de todanecesidadcomprenderlabienparainter-narnosen la teoría de los fenómenosintelectuales.Se mepermitirá, pues,detenermealgún tiempo en ella.

SECCIÓNPRIMERA

II

Cuandoconcebimosquedos objetosse asemejan,la re-lación puedeser primaria o secundaria.

Sucedea menudoque dos percepcionesque se ofrecensimultáneamenteal entendimiento,ya seanactualeso sola-menterecordadas,hacen nacerotra terceramás o menosviva, de la semejanzaquelos objetosde las dosprimerasnosparecentenerentresi; y dadocaso que a esta terceraper-cepciónno acompañeel juicio de si la semejanzapercibidaes grandeo pequeña,fuerteo débil (paralo cual es evidentequedebemoscompararesta semejanzacon otras, y conce-bir entreellasunarelación de distintaespecie,que es la delmásy el menos),la semejanzapercibida.es unarelaciónpri-maria.

Pero no podemostener muchasde estas percepcionesprimariasde semejanza(seaquelas experimentemosactual-menteo quesólolas recordemos)sin quenazcala percepciónrelativade másy menos,quehaya unassemejanzascompa-rativamentevivas,y otrasdébiles.Entonceses claroqueper-cibimos relaciones~de relaciones.

Llegamos de este modo a concebir la semejanzacomouna cualidad susceptiblede infinitos grados, desde aquelen queun objetonos pareceunarepeticiónexactadel otro,

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De la semejanzay la diferencia

hastaaquelen que la semejanzanosparecedesvanecersedeltodo: a los gradosmás altosde semejanzadamosel nombrede semejanzas,y a los gradosmásbajos de semejanzadamosel nombrede diferencias.En este sentidolas semejanzasylasdiferenciasno sonmásquegradosdiversosde la semejan-zaprimaria, y por consiguientesonrelacionesde relaciones.

Es raro que comparandodos objetos,no encontremosalguna semejanzaentreellos. Dos caballos,por ejemplo,delos cualesdecimosque son diferentes,tienen sin embargomuchísimasemejanzaentresí; semejanzaquesuponemosyreconocemos,cuandodamos al uno y al otro la denomina-ción común caballo. ¿Enqué consiste,pues,que los halle-mos diferentes?En que su semejanzanos pareceinferior ala que los caballos suelen tener comúnmenteentre sí. Sifuesesuperior, aunqueno fuese todavía completa, los lla-maríamossemejantes.Luego, las semejanzasy las diferen-cias son a menudogradosmáso menosaltos de semejanzaentreellos; relacionessecundarias;relaciones-de relaciones.Cuandodecimos,pues,quedoscaballosse asemejan,no que-remosdecirsolamentequepercibimossemejanzaentreellos,sino queestasemejanzaes de las másvivas que suelehaberentrelos objetosde la misma clase.Y cuandodecimosquedoscaballosse diferencian,tampocoqueremosdecir quenohaya ninguna semejanzaentre ellos, pues al contrario, esmenesterquetenganalguna para que podamosconsiderar-los como pertenecientesa una misma clasede seresy paraque les demosen consecuenciaun nombrecomún. Lo quequeremosdecir es, quesu semejanzanos parecede las me-nosvivas quesuelenpresentársenosentrelos objetosde unaclase.

Parecequeen estaescalaintelectualde los gradosde se-mejanzadebierahaberun punto fijo en quecesasenlas se-mejanzasy comenzasenlas diferencias,de modo queen lle-gandola relacióna cierto gradoparticular de fuerza toma-se constantementela primeradenominación,y no llegandoa él, la segunda.Así seríasi en el juicio quehacemosdel más

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Filosofía del Entcndi,nicnfo

o menosde la semejanza,nos refiriésemosa toda la ampli-tud de la escala,desdeel términomáximode ella, en queunobjetoes fiel repeticiónde otro, hastael términomínimo ocero, en que la semejanzaes unacantidadevanescente.Pe-ro no es así. Referímonosen estosjuicios a escalasparciales,quiero decir, a partesmáso menosconsiderablesde la escalatotal. Todasestasescalasparcialescoincidenpor el ápice otérmino máximo; pero la situacióndel término mínimo essumamentevariable; y consiguientementelo es también lasituaciónde aqueltérmino medio, quesirve de límite entrelas semejanzasa que damosel nombrede tales y las seme-janzasque solemosllamar diferencias.

De aquí se sigue quesegúnvaría la claseen que consi-deramosdos objetos,varíanecesariamenteel juicio queha-cemosde su semejanza.Un tigre y un cordero,si tendemosla vista sobrela universalidadde las cosasanimadas,nos pa-receránsemejantes;si la contraemosa los cuadrúpedosma-míferos, formaremosprobablementediverso juicio. Si en elprimer caso los llamamossemejantesy en el segundono, esporqueen el primero la semejanzanos pareceviva, referidaa unavastaescalade semejanzas,y en el segundonos parecedébil, referidaaunaescalade muchomenor amplitud.

Expresamostambién una relación secundaria,cuando,

bajoel título de semejanza,entendemosla semejanzacom-pleta, aquelgrado de semejanzaen queun objeto nos pare-cería una repeticiónexacta del otro, o si se quiere, aquelgrado en que se asemejandos representacionesmentalesdeun mismo objeto invariable. En efecto, cuando juzgamosque un objeto se asemejacompletamentea otro, implícita-mentecomparamosesta semejanzacon otras menores.Sinesta comparaciónimplícita percibiríamossemejanza,perono semejanza completa.

Damos,pues,a la palabrasemejanzatressentidosdiver-sos: el de semejanzaprimaria, en el cual no entraparanadala relación de más y menos; el de semejanzacompleta,yel de semejanzamayor que la semejanzamediade la clase.

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De la semejanzay la diferencia

La palabra diferencia significa también tres relacionesdiversas: no-semejanza,que es la diferencia~primaria; ungrado de semejanzainferior al de la semejanzacompleta,yun grado de semejanzainferior al de la semejanzamediade la claseen quese consideranlos objetos.

Pareceque no debierahabercaso algunoen que perci-biésemosunadiferenciaprimaria. ¿Quécosaspodemoscom-parar que bajo algún respectono tengansemejanzaentresí? Lo blancoy lo negro se asemejanen cuantocolores;to-das las sustanciasmateriales,en cuantocapacesde impresio-nar los órganossensibles; todas las cosasque existen o aqueatribuímosunaexistenciaficticia, en estamisma razónde existir.

Pero debió de pasarmuchotiempo antesque la inteli-genciase remontasea estasgeneralizacioneselevadas,quesu-ponen la percepciónde semejanzasdebilísimaso de pocaimportancia parala vida ordinaria; y en esta larga épocamuchasde las diferenciasque despuésfueron relacionesderelacioneseranrelacionesprimarias.

Los máximos, mediosy mínimos quedejoindicadosnodeben entendersetan literalmente, como si la calificaciónde las semejanzasy diferencias fuese susceptiblede unaexactitudmatemática.Cuandodecimosquedos objetossonsemejanteso diferentesen el sentidode quesu semejanzaesmayor o menorque la mediade aquellacolecciónde objetosa queextendemosla vista mental,ejecutamosdos compara-ciones, cadaunade las cuales produceunapercepciónre-lativa diversa.La comparaciónde un objeto conel otro nosda la percepciónde la semejanzaque hay entre ellos; y lacomparaciónde estasemejanzacon aquellasque sueleha-ber entre cualesquieraobjetosde la colección,nos la haceconcebirgrandeo pequeña;quees el conceptoquemásor-dinariamentedeclaramoscon las palabrassemejanzao dife-rencia.

En esta segundacomparaciónno se presentadistinta-menteal entendimientoun términomedio; peroel recuer-

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do confusode las semejanzaspercibidasen la claseproducepróximamenteel mismoefecto:a la maneraquecuandojuz-~gamosqueun hombrees de grandeestatura,no lo compa-ramosprecisamenteconunaestaturahumanamedia: la me-moria confusade las estaturashumanasque estamosacos-tumbradosa ver es lo quesugiereeste juicio.

La doble comparaciónmencionadaes necesariaparaex-plicar el vario título de semejanzao diferenciaquedamosaunarelacióninvariable,cual es la semejanzaentredos obje-tosquesemantienenen un mismosery en unasmismascua-lidades,y queconsideradosen unaclasenos parecenaseme-jarse, mientrasque en otras los calificamos de diferentes.De estadoble comparaciónproviene tambiénel decirse,nosólo vulgarmentesino enel lenguajefilosófico, quedos ob-jetos, doshombres,por ejemplo,o dos árboles,no tienense-mejanzaalguna: expresiónen que se prescindesiempredela semejanzamínima de la clase.

Percibiendoen las cosasmayor o menor semejanza,lasvemos comoacercarseo alejarseentre sí. Entre el color dela rosa y el de la nieve hallamos, por decirlo así, mayor dis—tancia que entre el color de la nievey el de la azucena;yentre dos sensacionesquepertenecena diversossentidos,ladistancia nos parece todavía más grande. La cercanía y ladistancia se presentannaturalmenteal alma como símbo-los de la mayoro menor semejanzaentre las cosas,o de loque llamamosordinariamentesemejanzao diferencia.Nadamás común en el lenguaje,que representarestasrelacionescon metáforas sacadas de la situación recíproca de los cuer-pos en ci espacio~.

Una misma relación se llama, segúnhemosvisto, seme-

1 Prescindiendode la lengua griega, donde las semejanzasy diferencias se jis—dicaban a menudo con palabrasque en su origen habían significado o que todavíasignificaban la cercaníay la distancia, en latín similis de simul, raíz también desimultre y sinsulacrum. De estos orígenes latinos sacaron los castellanos semejar,como los franceses sembler y resembler. De sembíer, retrocediendo a la acepciónprimitiva, se formó as.rembler, juntar. Diferir es llevar a diversas partes comoasemejarse es juntarse. Tan grande es la analogía que el común de los hombrescree percibir entre la semejanza y la cercanía, la diferencia y la distancia. (NOTA

LiC BELLO).

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Facsímil de la portada de la edición de 1,Io.voj/~sic! ~ primer yo-lumen de las Ob~as Complete.

5 Ile Don Aoilrís Bello decretadaspcr el Gobiernode Ch be. Ful la ‘rinser, cd~cio~completa de Fslosofla sic! En/cus/un cn/~ucd,a

despuís de la muerte de Bello.

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De la semejanzay la diferencia

janza o diferencia,segúnios varios aspectosen que la mi-ramos.Esto es cabalmentelo mismo quesucedecon larela-ción de cercaníao distancia.En la grande escenaque eluniversopresentaa la imaginación,la luna está cercanaala tierra y la tierra al sol, y por el contrario miramosestosglobos como enormemente distantes uno de otro, cuandopensamosen las distanciasquesolemosmedir y calcularpa-ra los usosde la vida común. Si estrechamosla perspectivaideal limitándola a nuestroglobo, juzgaremosque el Perúdistamuchode España;y si la circunscribimosa una pro-vincia, una distanciade pocas leguas nos pareceráconside-rable. Reduciendomás y más la perspectivapodemosha-llar relación de distanciaentre dos barrios de unamismaciudad, entredos aposentosde unamisma casao entredosmueblesde un mismo aposento.

Acaso se imaginaráque el dar a dos objetos invariablesel título, ya de semejantes,ya de diferentes,consisteen queios miramos,por decirlo así, de diversoslados,y en que lacomparaciónrecae sobre cualidadesdiversas.Dos objetosde un mismo color se nos presentanbajo diversas formastangibles; atendiendoa los colores,percibimossemejanza,y atendiendoa las formas, diferencia. ¿Perocómo percibi-mos que los objetosse asemejanbajo el primer aspecto?Siatendiendoal color apellidamossemejantesdos objetosquetenemosdelante,es porque juzgamosque esta semejanzaesmayor que la queordinariamentesuelehaberen los coloresde los objetosde la misma clase: si bajo el mismopunto devista formásemosun juicio contrario, los apellidaríamosdi-ferentes.¿Y cómo percibimosque los dos objetosse dife-rencianen la forma tangible?Comparandoel grado de se-mejanzaque primariamentepercibimosentre sus formasconlos gradosde semejanzaquesuelenpresentársenosentrelas formasde los objetosde la misma clase,y percibiendoque estos últimos gradosson ordinariamentemás altos: sibajoel mismopunto de vista formásemosun juicio contra-rio, las formasde los dos objetosnos pareceríanasemejarse.

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Filosofía del Entendimiento

Cuandohallamos,pues,semejanzaentre dos objetosaten-diendoal color, y diferenciaatendiendoa la forma tangible,hacemosdos juicios diversos,en cada uno de los cualesper-cibimos una relación secundaria,comparandoel grado desemejanzacon un término medio.

Lo quehemosdicho hastaahoraconvieneespecialmenteal casoen quelarelaciónsueleexpresarsediciendo,por ejem-plo, que los objetoscomparadossonsemejanteso diferentes;nosvalemosentoncesde nombreso frasesquesignificanex-plícitamentela relaciónde semejanzao diferencia.

II

Perosucedea menudoque el signo de que nos valemosparaindicar estarelaciónes un nombreo frasegenérica;y.

gr., hombre,águila, árbol fructífero, árbol copudo,animalcubierto de escamas,etc. Decir que un objeto es un águila,es decir que tiene conlos objetosllamadoságuilas tantase-mejanzacomo la que estasavestienen constantementeen-tre sí; estoes,que tiene con las águilasuna semejanzaquepor lo menoses igual a la mínima de la clase.

Los serescomprendidosbajo unadenominacióncomún,bajo un nombre o frase genérica,tienencada uno cualida-despeculiares;cierto color, forma, tamaño;cierto grado desolidez,dureza,aspereza,elasticidad; cierto olor, sabor,so-nido, etc. Cadaunade estascualidadeses susceptibledemu-chasvariacionesdentrode unamisma clasede seres;a vecesen un mismoindividuo. Así no sólo varíamuchocadacua-lidad en distintos árboles, sino queun mismo árbol nos lapresentaen una largaseriede estadossucesivos,desdeel dela semilla y el germenhastael de la edadadulta en que elindividuo ha desarrolladouna forma corpulenta,compues-ta de raíces,tronco, ramas,flores y frutos, o por mejor de-cir, hastaque se marchita y muere. Cadacualidad es porconsiguienteun tipo variable; variable de un individuo a

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De la se-mcjanza y la diferencia

otro; susceptible,acaso,de variacionessucesivasen un mis-mo individuo. El tipo del árbol se componede todosestostipos particularesen queel árbol tomavarias formas,variasdimensiones,varioscolores,variascualidades,dentrode cier-to límite; es decir, conservandosiempreen cadaunade ellasla semejanzamínima de la clase.

Cuandodigo, pues,queun objeto es unaencina,quierodecir que,comparándoloconel tipo complejode los objetosque llamo encinas,encuentroque cada unade las cualida-desestá comprendidadentro de la amplitud de variacionesque en las encinashe observado;encuentro,en suma,queel nuevoobjeto tiene con las encinastantasemejanzacomola que las encinasquehe observadotienen constantementeentresí. La semejanzaen estoscasoses unarelaciónsecun-daria: comparoun objeto con cierta clasede objetos;y nosólo hallo semejanzaentreaquély éstos,sino querefiriendoestasemejanzaa cierta escala,la hallo igual, por lo menos,a la mínima de la clase; y estoes lo quedamosa entenderdiciendoqueel objeto es unaencina.

Sucederámuchasvecesquevacilemosen este juicio. Elqueve por la primeravez una anguila,no la llama proba-blementepez, sino sierpe.En el tipo variablede la forma delpez que la memoria le presenta,no cabe todavía la formaparticularde la anguila.Peroencontrandodespués,quebaotodos los otros respectosel nuevo objeto entra en el tipocomplejode los peces,al pasoque bajo muchosde ellos noentraen el tipo complejode las sierpes,mudade juicio, y lellama Pez; añadiendodesdeentoncesal tipo de la forma delos peces una modificación nueva. Así, por medio de lasobservacionesque hacemosen todoel cursode nuestravida,vamosdeterminandoconmásy másprecisiónlos límites decada clase,estoes, la amplitud de las modificacionesde quees susceptiblecada una de las cualidadesde los seresquecomprendemos en ella.

Si despuésde la comparaciónnos parecequeel tipo dela claseno es aplicable al objeto, decimos que no es, por

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Filosofía del Enteiidimiento

ejemplo,unaencina,un pez,un metal. La negaciónexpresaentoncesdiferencia; y la diferencia es un grado de seme-janzainferior al de la mínimade la clase.

III

Bajo otro aspectopuedepresentársenostodavíala rela-ción de semejanza.

Cuandocomparamosun objetoconunaclasede objetos,podemoshallar cierta semejanzaentre aquély éstosbajo elpunto de vista de unacualidadparticular, y. gr. la forma;sin quepor esodebamosdarleel nombrede la clase,porquepara esto se necesitaríala conformidaddel objeto con al-gunode los tipos variablesde la clase,bajoel punto de vis-ta de todaslas cualidadesque los objetoscomprendidosenella presentan.Recurrimosentoncesa las palabrasque sig-nifican explícitamentela relación de semejanza,combinán-dolas con el nombrede la clase.Decimos,por ejemplo,quela anguilaes comouna sierpe. La semejanzase refiere en-tonces,implícitamente, a una cualidadparticular, la for-ma; pero la semejanzade la forma no nos autorizapor sísola para dar a la anguilael nombrede sierpe, a no serenun sentidometafórico.Y si la frasees negativa,si decimos,y. gr., que ciertafruta no se parecea unapera,significare-mos queno tiene con las peras (sobretodo bajo el puntode vistade la cualidadparticular a queatendemos,la formay color, por ejemplo) el grado mínimo de semejanzaquelas peras tienenconstantementeentresí.

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De la semejanzay la diferencia

SECCIÓN SEGUNDA

Iv

La idea que suele darsede la relación de semejanzamepareceerrónea.Segúnella, percibir semejanzaentre dosobjetos,es percibir lo que tienen de común entre sí. Sesuponequelas dos afeccionesespirituales,simpleso comple-jas, queforman las ideasde los dos objetos,A, B, sondivi-sibles cadaunaen dos partes,de las cualesla parte P o Q

es exclusivamenteproducid-apor A o B, y la parte M esproducida uniformemente por ambassiendo M B la afec-ción total producidapor A, y M Q la afeccióntotal pro-ducida por B. Cuantomayor sea,pues,la partecomún Mrespectode la propia P o Q, tanto más semejantesnos pa-receránlos objetos:si no tienenparte común,la diferenciaentreellos serácompleta;y si no tienen partepropia, serácompletala semejanza.

Pero de aquí se seguiría forzosamenteque entre doscosassimples,que conocemospor medio de afeccionesele-mentales,no pudiéramosencontrarotra semejanzaque lamás cabal y perfecta; porque si las tales cosasy las afec-cionesproducidaspor elias y que nos las dan a conocer,sedividiesen cada cual en dos partes,una comúny otra pro-pia, dejaríanya de sersimples. ¿Y quiénnegará que pode-mos percibir semejanzaentre dos objetos de que tenemospercepcionessimples,dos colores,por ejemplo,sin necesidadde quesea tan perfecta la semejanza entreellos queel unose repita en el otro? El color de la hoja del álamo se pareceal color de la hoja del sauce:ambasson verdes; y no poresodejamosde percibir diferenciaentreel unoy el otro; demaneraquehallándolosa un tiemposemejanteso diferentes,no podemoscon todoresolverlosen dos partes,de las cualesuna seacomúny otra propia.

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Filosofía del Entendimiento

Seandos colores,A, F, y supongamosque A pasa a Fpor unaseriede mediastintas,B, C, D, E. Aunqueel pintormezclandoen varias proporcioneslos colores A, F puedasacarlas medias tintas B, C, D, E, no por eso dejarándesersimplísimaslas sensacionesque las representan;y nadieseguramenteimaginaráque porque se hagasalir un colormedio C mezclando cierta cantidad de A y cierta cantidadde F, en la percepciónde aquel color medio se presentea la conciencia una sensacióncompleja, compuestade lasensaciónA y la sensaciónF. La sensacióndel color violado,segúnla percibela conciencia,no es menossimpleque la delos coloresazul o rojo, mezclandolos cualespodemossacarel primero. Si percibimos,pues,que en esa serie de coloreshaysemejanzaentre A y B, no es ni porquelas sensacionesproducidaspor estos dos colores sean exactasrepeticionesuna de otra3 puessuponemosque hay cierta diferenciaen-tre ellos, ni porquelos tales coloresconstende un elementocomún y otro peculiar, separadamenteperceptibles, su-puestoque nos es imposible resolverla sensaciónproducidapor cadacolor en sensacionesdiversas.

Yo veo la mayor evidenciaen las tres proposicionessi-guientes: 1a la sensaciónque nos representacualquieradelos varios matices o degradacionesde un color, desdeelgrado de su mayor purezahastaaquel en que se confundecon otro, es tansimplecomola sensaciónquenosrepresentacualquierade los maticesextremos.2~En unacualidadqueel entendimientoconocepor medio de cualquieraafecciónespiritual simple, no podemospercibir cualidadesdiversas.3a Lasrelacionesde semejanzaquepercibimosentrelas cua-lidades simplesqueno se asemejancompletamente,no alte-ran la simplicidad de las afeccionesespiritualespor mediode las cualesconocíamosaquellascualidadesantesde com-pararlas.El entendimientohumanocarecede la facultaddedescomponersus afeccionessimples.

Pasemosa las semejanzascomplejas. Supongamosdosobjetos,cada uno de los cualeses conocido por afecciones

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De la semejanzay la diferencia

del alma de variasespecies,y consta,por tanto, de cuali-dadesdiversas,quellamaremosen el uno de ellos A, B, C,D, y en el otroa, b, c,d; de maneraqueA y a seancualida-des de unamisma especie,B y b cualidadesde otra especiediversade la pr-ecedente,y lo mismo C y c, D y d. La se-mejanzacompletade dichosobjetosse resuelveen las seme-janzassimplesentreA y a,entreB y b, entreC y c, entreD y d. A estemodo la semejanzade dos árbolespuedecom-ponersede gran númerode semejanzasparciales:el troncode ambos,por ejemplo,es cilíndrico, los ramostendidos, laforma piramidal, las hojas aovadas,el color de éstasverdeoscuro,el de la cortezapardo,etc. Muchasde estasseme-janzasparcialesson tambiéncomplejas:la forma piramidal,por ejemplo, constade base,ápice,lados,ángulosde los la-dos entresí y con la base;y llevadala descomposicióna suúltimo término, los árbolespodránasemejarsea un tiempoen todoso en la mayor partede los elementosquenuestrassensacionesnos representanen ellos. La viveza de la seme-janza compleja es proporcionadaal número, importanciay viveza de las semejanzaselementales.

Ahora bien, al mismo tiempo que hallamosgran seme-janza,o por mejordecir, grannúmerode semejanzas,entredos objetoscomplejos,sucedea menudoqueno percibimoscosa 2lguna que sea rigorosamentecomún a los dos. Dosobjetosse asemejanen la forma y color, y sin embargolaforma del uno está muy lejos de ser la repeticiónexactade la forma del otro, y sus coloresrespectivosse acercan,sinque dejemospor eso de distinguirlos. Si comparamosestosdosobjetospartepor parte,y llevamosel paralelohastalosúltimos elementosperceptibles,acasono hallaremosque lanaturalezahaya vaciadodos de éstosen un mismo molde.

La semejanzade los objetossimples, es simple, y porconsiguienteindefinible. La semejanzade los objetoscom-plejos es complejay se resuelveen relacionessimplesde se-mejanzade que podemosservirnospara definir o explicarla semejanzacompleja.

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Filosofía del Entendimíento

Los que consideranlos objetos semejantescomo com-puestosde dos porciones,una común a todos ellos, y otrano, me pareceque no suponenen el universomásquese-mejanzasy diferenciascompletas,desconociendolas degra-dacionessucesivas,y las mediastintas de que es susceptibleuna cualidad simple sin dejar jamás de serlo, y por mediode las cualesva alejándose,por decirlo así,progresivamentede sí misma.

SECCIÓN TERCERA

y

La percepciónde la semejanzaes lo queha dadomotivoa las denominacionesgeneralescon que designamoslos ob-jetos, y por medio de las cualeshan quedadodistribuídosen coleccionesmentales,que llamamosclases,génerosy es-pecies.Esto sólo manifiestael gran papel que la semejanzaha debido haceren la formación del lenguaje.Siendo im-posible dar un nombrepropio a cada uno de los objetosque conocemos,se recurrió instintivamenteal arbitrio deimponerlesdenominacionesgenerales,o sea nombrescomu-neso apelativos,que todo es uno, segúnlas semejanzasquefuimos observando,en ellos. En virtud de las semejanzasmás simplesy obvias,se llamaron los unosblancos,los otrosverdes,rojos, amarillos, azules;éstosdulces,aquéllosamar-gos; cuálesásperos,cuáleslisos, etc.; y en virtud de seme-janzasmás complejaso másrecónditas,les dimos los nom-bresde cuerpos,es~íri1us,animales,plantas, piedras,mine-rales, hombres,perros, caballos, tigres, soldados,pastores,mercaderes,viejos,mozos,niños,etc.La semejanzade lasrela-cionesdió motivo alestablecimientode otrasclasesconotrosnombres,como semejante,diferente, anterior, posterior,causa,efecto,grande,pequeño,alto, bajo, etc. Por medio

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PERIODICO LITERARIO T CIENTIPICO

No

e

~ant~go, 1 V~Jun(o Zie 184~3.

SU1VL&RIO.¡‘rospecto—Filosofia ~ artículo primero—Imitacion de

Lanzarline—Hernani---E?enay Eduardo, lryendaChilena —Jorje—Api~lo~joOriental.

No ha muchotiempo que la prensaperiódica enChile eraexclusivamenteel teatro.de la política, la ex-presionexajeradade laspasionesy convenienciade lospartidos que se disputabanla organizacion del Es.lado, y con todo ocupabanuestraatenciondemaneraque ni aunsentiarnosla necesidadde hacerlatomarotro curso; pero eraporqueen ella veiamosrepresen-tadoel interesdel momento,de un modoquehalagabaoexcitaba nuestra afeccion de partido,nuestraopinion

Primera página del primer número de El Crepaísculo,donde empezóa publicarBello la única parte de la Filosofía del Entendimieiito que vió la luz durante

la vida de Bello.

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en Chule. secompondrá decuarenta piu~a~maso menos.~se publicaráel tIja 1.0 ik cadames: contendráarticu—los orijintiks en prosa y vcr~o.sufire asuntostli. ~

irflajilla(iofl. Un artículosol)rt’ ti!osofi4i o política espeeulUti%U, ~ (le VIZ CII cuaiiilo uno de custuiiifiresy una iiio-gratiatic americanosilu stres.Tiimbicn tcnemuu5la espe.ramiza tic poderdar a vecesUIIa cancionflUc~’4 CUli SU

nll’isira in~trumtntal y bucal, para atraermasel interésdel sexohermosoy ~ losaficionadosa laslidIas artes ya la bella literatura. Creemos que ci público acojcr4nuestrasintencionesy no permitirá quenuestras pro.fliesaS be evaporenconnuestrase~perauzas,cOmoindumtlabkmneutesucederási la GUScripCiOLl no cubre lo~co’—tos de la empresa.

II LOSOFI A.

‘INTRoDUCCIONicate ~iurirme~.u’ndestinadaen paite ~ las Ciencias quese

cultivan en Chile, era Justo que (Lhselnosalgun lugar ft la pri—mnera de todas ; ~ala que zanja los fundaiiiwitosde las otrab;a la que rasireando las fuentes de los conocimientos humanos,calitka sus titulos, y determina el grado de autoridad q~u le~COrreSpOlUlC ; a la que explora los l(,zulneHua íntimos del almahumana, y expone las reglas a que los ha .soiuetidqel autor (lela naturaleza cii la iiidagacu~ude la verdad y eala percepelon(le l~bello ; a la que revelando los e1e~Liiit~stic1 huinire ea elglobo q~cle sirve de niansinupasajera y ea la e~istencusque leaguardamasallá di.! sepukro,trazalas leyes eternas de justiciaque la ¡‘azua (leduce del eucadenawiemitu de causas y efectosquefurmna~eiuniversoinatetialy el mural.

Entre losproblemas que se presentanal entendimientoenelexáinen deuna materia tan árdua y grandiosa, haz mudios so.

PÁGINA 3

Página N’ 3 del primer número de ~l Crepúsculo donde comenzó Bellola publicación de la única parte editada por él de la Teoría del Entendimiento.

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De la semejanzay la diferencia

de estos nombrescomunesquedarondistribuidos en clasestodoslos objetosde quepudimostenerconocimiento,y auntodos aquellosque pudo representarnosla fantasía; y unmismoobjeto recibió variosnombresy perteneciópor con-siguientea variasclases,segúnlas semejanzasquepresenta-ba, ya con unos,ya con otros objetos.El objeto, por ejem-pio, quetengoa la vista, pertenecea las clasesente,cuerpo,vegetal,árbol, verde,hojoso,alto, copudo;y escaracterizadoen el lenguajepor éstos y otros variosnombres.

Tal y cual son sinónimosde semejante;y cualidad sig-nificó en su origenlo mismo quesemejante~. Preguntarquécualidadestiene un objeto, es lo mismo quepreguntarquésemejanzastiene con los objetosque ya conocemos.

No quiero decir que las cualidades,consideradascomocausasy objetosde nuestraspercepciones,dejende seralgoabsolutoen sí mismas,y prescindiendode todacomparaciónde unos objetoscon otros. El olor y el color de una rosa,aquello que la hace obrar de un modo particular en el ol-fato y la vista, no dejaríande existir en ella, auncuandose redujesea ella sola todala naturalezacorpórea.Si en estasuposiciónpudiera nuestraalma experimentarsensacionesy referirlas a la rosa, es claro que ellas nos representaríanlos modos de ser de la rosa desnudosde toda relación conotrosobjetos.Pero restauremosel universo,y formemoselhabla. ¿Queremosindicar las afeccionesdel alma que pro-ducela percepciónde un objeto? No podemoshacerlo,sinopor medio de nombrescomunes,quecorrespondena clases

1 El uso de las lenguas, manifestando la verdadera significación de las palabras.nos lleva a vecesal origen de las ideas. Observemos el uso de estas dos palabras ialy cual.

Hablando de un levita se dice en el libro de Los jueces (traducción de Scio):“Tomó un cuchillo, y dividiendo el cadáver de su mujer en doce trozos, enviólos atodos los términos de Israel; y cuando esto vieron, cada uno exclamó diciendo: “Ja-más se ha visto una cosa tal en Israel.” ¿Quién no percibe que tal vale aquí lo mismoque semejante? Pudiéramos variar la exclamación diciendo: “Hé aquí un sucesocualno se ha visto jamás en Israel”; cual significaría lo mismo que tal, y por consiguientelo mismo que semejante.Eq la lengua primitiva hubo una sola forma para los dos gi-ros, y en el segundo se habría dicho: “He aquí un suceso tal que no se ha visto jamásen Israel”. La identidad de significado de las palabras que los gramáticos denommandemostrativascon las que se llaman relativas, es un hecho filológico indudable, y nomenos importante en la teoría del entendimiento que en la de las lenguas. (NoTADE BELLO).

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Filosofía del Entendimiento

fundadas sobre la relaciónde semejanza.Indicar los modosde obrar de un objeto en el alma,o lo quellamamossus mo-dos de ser, sus cualidades,es, por la naturalezadel lenguaje,indicar otros objetosconocidos,que obran de un modo se-mejanteen el alma. De esta maneralas semejanzaspasarona representarlas cualidades,los modosde ser. Cualidad encastellanotiene siempreeste segundosignificado; pero nofaltan idiomas en que esta misma voz se tome, segúnlosdiferentescasos,ya en la primera, ya en la segundaacep-ción1.

Empleando,pues,los nombrescomunes,indicamos lassemejanzasdel objeto a que ios aplicamos,con otros objetosque son ya conocidos;y por medio de estassemejanzasda-mos a conocerlas cualidadesdel primero.Mas, no por estose creaque todoslos nombrescomunesy todas las semejan-zas de que es susceptibleun objeto correspondena otrastantas cualidadesdistintas. Cuando digo que una flor esblanca y olorosa, expreso dos cualidades distintas, de lascualesla primera es representadapor una sensaciónvisual,y la segundapor un~sensaciónolfáctil. Asimismo, cuandodigo que un objeto es duro y áspero,expresodos cualidadesdistintas; porque aunquela durezay la asperezasean am-bas representadaspor seriesde sensacionestáctiles, mezcla-das, como despuésveremos,con sensacionesde esfuerzo,estasseriesson muy diferentesen su composicióny signifi-cado.Perocuandodigo quecierto cuerpotiene color, y quees de color rojo, y quees de color escarlata,aunqueexpresodiferentessemejanzas,pues una cosa es la semejanzaquetienen entre sí los colores todos, y otra la que me hacellamar a algunosde ellos rojos, y otra la que me mueveadar a algunosde éstosel nombrede la escarlata,no supongo,contodo, en todasesasexpresiones,aplicadasa cierto cuerpoen un instantedado,más que una idéntica cualidadrepre-sentadapor una idéntica sensación.Lo que en ese cuerpo

1 En el griego, por ejemplo, hopoibies equivale a las dos palabras castellanas

s”nsejanza y cualidad. (N. DE BELLO).

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De la semejanzay la diferencia

particular llamo simplementecolor, es lo mismo queen esecuerpollamo rojo, y lo mismo que llamo escarlata.Toda ladiferenciaestá en que la primera semejanzada a conoceresa cualidad algo vagamentey las otras dos de un modobastantecircunscrito,particularmentela tercera.

Llamemoscualidadesde los objetoslas que percibimos,y atributoso predicadosios signosconque las representamosen el lenguaje: es fácil echar de ver que no hay entre lasunas y los otros la correlación o paralelismoque se hanfigurado muchos filósofos. Una denominación compleja,como la de rojo-escarlata o azul-celeste, puede significarunapercepciónelemental,y por consiguienteuna cualidaden queno esposiblepercibir partesdistintas.Imaginar,pues,quedos colores,el azul turquí y el azul celeste,se asemejanporquecadauno de ellos tiene dos partes,unacomún,sig-nificada por la palabra azul, y otra peculiar, significadapor la palabraturquí o celeste,es confundirel entendimien-to con el lenguaje, las cualidadescon los atributos; y esaconfusión es lo que ha dado motivo al falso conceptoquegeneralmentese ha formadode la relación de semejanza.

Volveremos a esta falta de correspondenciaentre lascualidadesy los atributos,cuandotratemosde la generali-zación.

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CAPITULO VII

DE LA RELACIÓN DE IGUALDAD Y DE MÁS Y MENOS

Esta relación se combina con la de semejanza:es elementale indefinible. — La relaciónde más y menos suponela de semejanza. Clasificacionesde las ciencias, sin larelación de más y menos.— Formacióndel lenguaje. — El sustantivoy el adje-tivo. — En el más y menos se comprendea vecesuna relación de relación.Tánto y cuántoexpresanla relación de igualdad.— Ideasde cantidady número.—Toda determinación cuantitativa expresa una relación de igualdad. — Re-presentaciónde toda cantidadpor medio de signos.— La denominaciónnuméricaes una idea signo. — Carácter elemental de la concepciónnumérica. — La ideade extensión es también cuantitativa. — Medidas de la extensión: son relacionesnuméricasy por consiguientede igualdad. Acepción de la palabra medida. —

El número como agregación de individuos. — Cantidadesdiscretasy cantidadescontinuas.— La cantidad de materiaes discreta.— Hipótesis corpuscular o ato-mística. — Las cantidades de extensión y de peso son continuas. — El pesoes unamedida ideal, diferentede la que suponeel sistema atomístico.— La medida dela cantidad continua no se adapta a la duración; sólo tiene por medida unacantidad racional. — Cantidad confusa o de intensidad y viveza. — Medida delcalor. — Los grados de calor. — Conclusión. — Apéndice sobre la idea delinfihito. — La intuición del infinito. — La idea de una cosa finita no suponela del infinito. — El infinito, como idea-signo,es el único conocimiento que po-demosalcanzar.

Comparandocualidades,no sólo concebimossemejan-zasentre ellas,sino relacionesde otra especieen virtud delas cuales A nos parece,por ejemplo, más blanco que B,y B menosblanco queA, o tal vez A y B nosparecenigual-menteblancos.Ya hemosvisto queuna relación de esta es-pecie se combinafrecuentementecon la de semejanza,for-mandouna relación de relación: ahora vamos a conside-rarla en sí misma. Puede, pues,presentársenosbajo tresformas diferentes,de las cualesla segundaes inversade laprimera, y la terceraes el límite común de las otras dos.

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De la relación de igualdad y d~más y menos

Bajo cualquierade ellas la relación de igualdado de másy menoses elementale indefinible.

Pudiera creerseque si A nos parecemayor que B, esporquevemosen A la cantidadB y otra másque llamamosC; de lo que parecededucirseque la relaciónde másy me-nos es en todoscasoscompleja,siendouno de sus elementosla relación de igualdad. Pero la resolución de la relaciónA> B en (B+C) > B, no noshaceavanzarun paso,por-que en esta segundaexpresiónsubsistesin descomposiciónalgunala relaciónexpresadapor el signo >. Fuera de estarazón, que creo concluyente,hay muchos casosen que laresoluciónde A en B + C es imposibleo a lo menososcura.Una longitud puedeaparecernosmayor que otra, aunqueno percibamosla igualdad de la segundacon cierta partedeterminadade la primera;y cuandojuzgamosqueun colores más subido que otro, es imposible la resolucióndel pri-mero en dos porciones,unade las cualesiguale al segundo.

La relación de másy menossuponela de semejanza;enotros términos, la relación de igualdad o desigualdadnopuedeconcebirse,sino comparandocualidadesde unamis-ma especie:la semejanza,al contrario,existeen muchísimascosasen queno podemosconcebirni imaginar el másy me-nos. Encontramos,por ejemplo, multitud de gradosen lablancura,en la fragancia,enlo vivo de lasideas,en lo agudode ios dolores;pero no podemospercibir máso menosen lorecto, lo paralelo,lo circular, lo triangular, lo cuadrado,loprismático, io cúbico; a lo menos, tomandoestaspalabrasen su significaciónmatemática.En general, no podemospercibir el más o menosen aquellascualidadesque se re-ducena la meraexistenciade ciertascondicionesen los ob-jetos comparados.Por consiguiente,siempre que la seme-janza mínima de los objetosestriba en la mera existenciade condicionesdeterminadas(que es lo que suele sucederen las clasificacionesbotánicasy zoológicas) el nombredeesaclaseaplicadoa un objeto, representaen él unacualidaden queno podemosconcebirmáso menos.Un objeto no es

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Filosofía del Entendimiento

propiamentemáshombre,ni másárbol, ni máspiedra queotro. Y eso mismo puedeverificarse bajo ciertos respectosen todas las clases, con cualesquieranombresquese desig-nen. No pudiera,por ejemplo,decirseque el espacioes máso menosextensoque la materia,porqueen estacomparaciónprescindiríamosdel desarrollode la extensión,que es lo queen ella puedeser mayor o menory sólo atenderíamosa laexistenciade una condición, es decir a la de habero no enlos objetoscomparadosextraposiciónde puntos.

Los nombresquesignifican clasesfundadassobrela me-ra existenciade unacondición, se usan regularmentecomosustantivos.Pero desdeque, variandosu significación, ad-miten más o menos,tomanel carácterde adjetivos.Hom-bre, por ejemplo,es un ser dotadodel conjuntode cualida-des que son característicasde la especiehumana;poseerono esteconjuntode cualidadeses unacondición invariable.Pero tambiénpodemosentenderpor hombreel varón do-tadode valor y de resolución,en un grado sobresaliente,yentonceses claroqueya no se trata de condicionesinvaria-bles sino de cualidadessusceptiblesde más y menos,y poreso podemosusar el nombre como un adjetivo, diciendo,y. gr., Pedro es máshombrequeJuan.

Adjetivos hay también que significan condicionesin-variables. Una cosa no es más o menos finita que otra, nimáso menosinfinita, ni máso menosextensa,entendiendopor extensoaquello enquepodemosconcebirextraposiciónde partes,ni más o menos material, entendiendopor ma-teria todo aquelloquepuedeimpresionarlos sentidos,etc.

Cuandodecimos,sin contraemosexpresamentea unacualidad particular, que un cuerpo es mayor que otro, seentiendeen extensióno volumen.Cuandohablamosde máso menoshombres,árboleso piedras,nos referimosal núme-ro. Cuandohablamosde un grandehombreo de un grandeescritor, la cualidada quenos contraemoses la fuerzamo-ral, la elocuencia,el ingenio, segúnios casos.La cantidadserefieresiemprea unacualidad,seaque la expresemos,o que,

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De la relación de igualdad y de más ~ menos

ya el usode la lengua,ya las circunstanciasen quese habla,la sugieranal entendimientosin que seamenesterexpresarla.

Comoatendiendoa la semejanzao diferenciade las cua-lidades hemosdistribuído las cosasen clases, atendiendoalmás o menos de las cualidades,y comparándolasbajo esterespectounascon otras,hemossubdivididoestasclases.

La relaciónde másy menosse combinaa menudocon-sigo misma formandorelacionesde relaciones. Si A nosparecemuchomayorque B, no sólo percibimosla mayoríade A sobreB, sino queestamismamayoríanosparecegran-de con respectoa la que suele haber entre objetosde unamisma clase.

No siempreacostumbramosexpresarel segundotérminode la relaciónde másy menos.Cuandodecimos,por ejem-pio, que un navío es de más cabidaque otro, expresamosel segundotérmino; pero cuandodecimosqueuna torre esalta, que una casaes grande,queun dolor es intenso,queuna percepciónes viva, lo callamos porque en este casose entiende, sin necesidadde másexpresión,queel paralelose hacecon la altura mediade las torres, con la magnitudmedia de las casas,o con el grado medio de la intensidadde los dolores,o de la viveza de las percepciones.

Tánto y cuánto significan lo mismo que igual; y decuánto se derivó cuantidad o cantidad, que en su origensignificó igualdad1, ¿Quées, en efecto, señalarla cantidadde una cosa?Señalarsu medida, esto es, señalarotra cosaconocida a que la primera es igual.

Pero como el máso menosde unacualidadestáen ella

1 El uso de estas palabras manifiesta bien su significación primitiva. Cuando

decimos: tiene tanta hermosuracomo gracia, el sentido es el mismo que cuando de-cimos: Tiene igual hermosuraque gracia; el régimen solo varia, en el cual es a me-nudo caprichosala lengua. En estos versos de Lope de Vega:

“Cudnio contento encierraCantar su herida el sano,Y en la patria su cárcel el cautivo;Tdnto en cantar mi libertad recibo”;

[os signos sinónimos tinto y cuánto aplicados a los dos términos de la comparación,expresanla igualdad entraellos. (N. DE BELLO).

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Filosofía del Entendimiento

misma, antesde todacomparacióno medida (puesel fun-damentode las relacionesque percibimosen las cosasdebenecesariamenteexistir en ellas) se llamó propiamentecanti-dad aquel más o menosde las cualidadesen cuanto sujetoa comparacióno medida.

El número es aquellacantidadque consideramosen lascosas semejantes bajo el punto de vista de su agregación.Aquello en que no hay agregaciónse llama uno, como uncaballo, un árbol. Cuandohay un agregadoo conjunto, lodeterminamospor las palabrasdos, tres, etc. La idea denúmeroenvuelvela de semejanza,porqueel entendimientono agregaparaformar númerosino cosasqueson o le pa-recensemejantes,o que pertenecen,por razónde su seme-janza, a cierta clase, como tres caballos, cuatro animales,

seisárboles.Comparandoun númerocon otro, percibimosque son

igualeso queuno es mayory otro menor. Estacantidaddelas agregacionesse distingue de todas las otras por un ca-rácter peculiar: sus incrementos sucesivos son perfecta-mentedistintos, y tan fáciles de discernircomo de represen-tar en la memoria y en el lenguaje.Nada menos expuestoa confusión (sea que lo hagamosobjetode nuestrospropiospensamientos,o quelo trasmitamospor medio del lenguajea los entendimientosajenos) que las ideas significadasporlas vocesdos, cuatro, veinte, ciento,etc.

Supuestoque determinaruna cantidades hallar o de-signar otra cantidad de la misma especie,pero familiar oconocida,a la cual sea igual la primera,determinamosunacantidadnumérica,mediantela igualdadentre ella y otracantidadnuméricaconocida.Esta segundaes la medida dela cantidadque se comparacon ella y que ella representay da a conocer.

Era indiferenteelegir por medida de las cantidadesnu-méricascualquieraespeciede cantidadnumérica, con talque nos fuese familiar, y pudiésemoshallar fácilmente laigualdadentreel más o menosde la cantidadmensurante

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De la relación deigualdad y a~emásy menos

y el máso menosde los númerosque quisiésemosmedir conella. Un agregadocualquieraque se prestaseindefinidamentea estasdos condiciones,podía servirnos de medida de lascantidadesnuméricasde los demásagregados.

La naturalezanos dió en los dedosde las manosel primeragregadoquenos sirvió de medida. Este agregadose prestafácilmentea la computación,cuentao mediciónde las can-tidadesnuméricas,pues lo llevamoscon nosotrosmismos atodas partes;y como nos es tan familiar, sus variedadesdemás y menos representanal entendimientocon la mayorclaridad las cantidadesnuméricaso, adoptandoel modo co-mún y abreviadode expresaresta idea, los números quemedimoscon ella.

Los signosnuméricosde los romanosson en gran partejeroglíficos miméticosde las variedadesde más y menosdeesta cantidadmensurante.Los signos 1, II, III, 1111 (puesen lo antiguono se usóelsigno IV) representanotros tantosdedosde unamano; el signo Y representalos cinco dedosde la mano extendida;los signos VI, VII, VIII, Villi (enlo antiguono se usabael signo IX) representanla unama-no, y ademásuno, dos, treso cuatrodedosde la otra; y elsigno X, que se componede dos VV unidaspor los vértices,representatodoslos dedos de ambasmanosextendidas.

Pero esteagregadomensuranteno se prestabacon faci-lidad a los incrementosulterioresde la cantidadnumérica.Paraextendersu aplicación, se hizo necesario multiplicarlas manos,representandosobreunasuperficie tantasmanoso dedoscomo se requeríanparala igualdadde medida. Co-mo el signo simple de más o menosera el del númerodiez,procediendode diez en diez, nos familiarizamoscon la pro-gresióndécupla,adoptadaen la mayor partede las lenguasparala indicaciónde las cantidadesnuméricas.

Siguiendoel procederque acabamosde indicar, se pu-dieron representarfácilmenteaquellascantidadesnuméricasque no exigían gran número de signos. Llegóse hasta

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Filosofía del Entendimiento

XXXXVIIII, jeroglífico de nuevemanos y cuatrodedos,ocuarentay nueveunidades.

El lenguajenos presentó luego un instrumento máscompleto e infinitamente más cómodo. Pusimosnombresa los números,y ligando estos nombresunos con otros enla memoria,compusimosla serie, 1, 2, 3, 4, 5, etc., suscepti-ble de continuarseindefinidamente,hastadondequisiésemos,añadiendonuevosnombressimplesy compuestos,paralelosa ios signosde la numeraciónarábiga.Si se presenta,pues,un agregadode granosy quiero determinarsu número, nohagomásqueaplicar la seriede nombresquellevo conmigoen la memoria,a la seriede granosque tengo delante.pro-nunciandoal ver el primero, uno, al tocaro ver el segundo,dos, al tocaro ver ci tercero,tres, y así sucesivamentehastaque no quede ninguno. Cadauno de estos nombresmeindica el lugar que ocupaen la serie; y el nombreque co-rrespondeal último grano me sugiere todos los pasosporlos cualeshe llegadoo puedollegar hastaél, y me propor-ciona así el poder representarmecon claridad a mi mismoy a otros el número total de granos.

El procederartificial con que formamosestosnombres,continuandola seriehastadondequeremos,nos suministra,pues, una variedad infinita de medidas,que se prestanatodas las cosasimaginables,que se puedenllevar a todaspartesen la memoria,y que aplicándosecon suma facilidada los númerosde cuantos agregadospercibimoso se nosofreceindicar a otros,tienenademásla ventajade expresarsecon una claridad y precisión a que no alcanzael lenguajeenninguna otra especiede relaciones.

A la verdad;son pocoslos númerosquepodemosrepre-sentarnosdistintamente en el entendimiento.¿En qué sedistinguela representaciónmental de doscientosmil, de larepresentaciónmental de doscientoscincuenta mil? Perono es necesarioir tan lejos. ¿En quése distinguela repre-sentaciónmentalde veinte de la representaciónmental deveintiuno? Sus nombresnos bosquejanimágenesconfusas

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De la relación deigualdad y de más y menos

del procedimientopor el cual pudiéramosllegar hastaellos,si lo intentásemos;imágenesen que sólo columbramos abulto agregadosmáso menosgrandes,pero indeterminados,y tanto más indistintos y oscuros, cuanto más avanzamosen el procedimiento,y más rápidamentese forman.No nosqueda,pues,por estemedio en el entendimientootra señaldistintiva de un númeroparticular algo elevado, que elnombremismo con que lo pronunciamosy que tenemoslafacultad de descomponer,aunquecasi nunca apelamos aella. Nos valemosen este caso, como en otros muchos,deideas-signos,quehacenlas vecesde verdaderasideas,y quesólo despiertansombrasvagas e indefinibles, partos capri-chososde la imaginación.¿En qué consiste,pues,la claridady precisión de las denominacionesnuméricas?Únicamenteen la facilidad de descomponerlas,empleandopara ello di-ferentesmúltiplos de la unidad. Concebimos fácilmenteel númeronueve,como compuestode los agregadoscuatroy cinco, o de los agregadostres y seis. Concebimosfácil-menteel númerodiez,quesellama decena,como compuesto,por ejemplo,de los agregadosseis y cuatro. Concebimosenseguidael númerociento, llamadocentena,como compues-to de diezdecenas;el agregado mil, llamado millar, comocompuesto de diezcentenas;el agregado 7643, como com-puestode siete miliares, seis centenas,cuatro decenasy tresunidades,etc. Bien es verdadquea los pocospasosquedié-semosen esta descomposición,la descomposiciónmisma nodejaríaverdaderasideaso representacionesmentales;se ha-ría potencial en vez de actual; pero siemprenos propor-cionaría denominacionesprecisas de la diferencia y decualesquieraotras relacioneselementalesentredos númeroscualesquiera,y nos habilitaríaparaejecutarsobresusnom-bres, como ideas-signosde los números,raciocinios prolon-gadosy exactos; a que la escritura,es decir, la Aritmética,ha dadouna suma facilidad y seguridad.

La extensión,lineal, superficial o sólida, es otra de lascualidadesa que con más frecuenciaasociamosla idea de

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la cantidad,queen estesentidoparticularsueledecirsemáspropiamentegrandor, magnitud, tamaño. Determinamosla cantidadde la extensiónde una cosao, paraexpresarnosconmás brevedad,determinamosla extensiónde una cosa,comparándolacon otra extensiónde la misma especie,quele sirva de medida. Prefiriéndosepara medidas las exten-sionesmás conocidasde todas,y que pudiesenhallarsea lamano, siempreque se trate de aplicarlasfísicamentea lasotras. Tales fueron, por ejemplo, la longitud del pie hu-manoparamedidasde longitudes;la superficie del pie cua-drado para medidasde superficies,y el volumen del piecúbico para medidade volúmenes.Pero siendoextremada-mentevaria la longitud del pie del hombreadulto, se hizonecesariofijarla, sustituyendounaplanchade maderao me-tal de longitud determinada,la cual ha conservadoen mu-chos paísesel nombrede pie. Tenemosvariasmedidasdelongitud, como pulgada,palmo, pie, vara,milla, legua, etc.;lo mismo se verifica en las otrasespeciesde extensión.Peroaunquetuviéramosmuchasmás, ¿comopudiéramosdeter-minar por ellas,mediantela relaciónde igualdad,modostaninfinitamente varios, como ios de la cantidad de extensión?El númerosupleestafalta. Una vez conocida,por ejemplo,la longitud del pie, pudimosdar por conocidala longitudde tantospiescuantosfuesennecesariospara igualar colo-cadoscontinua y sucesivamente,la longitud de que se trata-se. Adoptáronseal mismo tiempo otrasmedidasmayoresymenores,que teníandeterminadarelacióncon el pie, comola vara (tres pies), la pulgada (duodécimaparte del pie).Diéronseasimismonombres,parala comodidaddel lengua-je, a los múltiplos de estasmedidas,y en lugar de cierto nú-merode centenareso millares de pies, se dijo un estadio,unamilla, unalegua.Formandode la mismasuerteagregadosdedécimos,centésimosy milésimosdel pie, o de cualquieraotralongitud familiar, podemosya mediry representarunacan-tidad de estaespecieconcuantaprecisión queramos.

La palabramedida significó dos cosas:la cantidaden-

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Dela relación de igualdad y d~más y menos

tera conla cual igualamosotra, y en estesentido,quees enel que la hemosusadohastaaquí, la medida de la longitudde esta mesaes 7 pies, 8 pulgadasy 43 centésimosde pul-gada; o la unidad de medida, esto es, la cantidad que toma-da cierto númerodeveces,es igual a otra cantidad,y enestesentidola expresiónanteriorde la longitud de la mesaen-vuelve tresmedidasdiversas,el pie, la pulgada,y el centé-simode pulgada.Paraevitar dudas,diremosen elprimersen-tido medida, y en el segundounidad de medidao simple-menteunidad.

En el número propiamente dicho, que es la agregaciónde individuossemejantes,y. gr., hombres,árboles,casas,hayunaunidadnatural,que es el individuo: es a saber,el hom-bre, el árbol, la casa.Individuo es propiamenteel que nopuededividirse enotrascosasde su especie.Una mesa,porejemplo, puededividirse en mil pedazos,pero ninguno deéstosseráya unamesa.Por el contrario,en unaporcióndeagua, no habiendopara nosotrosindividuos, tampocohayunidadnatural.Porquesi tomamosesaporción y la dividi-mosen cualquiera número de partes, y cada una de éstasenotras menores,hasta pararen las más mínimas partecillasperceptibles,en cada subdivisión el aguapermaneceráse-mejantea sí misma,y siempreagua.

Cantidadesdiscretassonlas queconstande unidadesin-dividuas, naturalmentedistintas.Cantidadescontinuas, alcontrario, son aquellasen queno hay distinción de indivi-duos y quepodemospor consiguientedividir y subdividircomo queramos,adoptandopara unidad de medidacual-quieracantidadde la misma especiequenos parezcaconve-niente, y aunvariandode unidada nuestroarbitrio. Talesson las cantidadesde extensióny de peso.

Perociertascantidadessonpara nosotros continuas, por-que no es posible a nuestros sentidosllegar hasta la unidadnatural. Así., en la hipótesis corpuscular o atomística, segúnla cual todos los cuerpos son agregadosde átomos, o parte-cillas ulteriormenteindivisibles, la cantidadde materiasería

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paranosotrosunacantidaddiscreta,si nuestrossentidosal-canzasena percibir la unidadnatural, el átomo, y a contarel númerod~átomosde quecadasustanciamaterialse com-pone.A falta de estaunidadnaturalnosvalemosde unauni-dadarbitraria,tomando,por ejemplo,un pie cúbico de aguaparala medidade cantidadde materiade unaporcióncual-quierade estelíquido.

Si la cantidadde materiaes, en la hipótesis atomística,una cantidad rigorosamentediscreta,y sólo continuaparanosotros,por lo inadecuadode nuestrasfacultadespercepti-vas, otrascantidades,al contrario,carecenabsolutamentedeunidadnatural,y son rigorosamentecontinuas.Tal es la can-tidad de extensión.Dividamos,por ejemplo,y subdividamosel volumende un cuerpocuantasvecesqueramos:prosiga-mos esta operaciónconel entendimiento,dondela dejanlossentidos;cadasubdivisiónnos darávolúmenesmás o menospequeños;pero siemprevolúmenes,es decir, cantidadesdeextensión,ulteriormentedivisibles. Porque,¿cómoes posi-ble concebirvolumen,sin concebir figura? ¿Y cómo es po-sible concebir figura sin concebirun todo, que resulta departesdiferentementesituadas?¿Y cómo es posible conce-bir unapartede éstas,si no nosla representamosbajociertovolumen?

La cantidad de pesoes otra cantidad rigorosamente con-tinua. Porquesupongamosunacantidadde materiatan pe-queñacomo la imaginaciónpuedaconcebirla:descendamoshastalas millonésimasde un grano de trigo. Cadauna deéstasdebetener cierta cantidadde peso, la cual es ulterior-mentedivisible en dosmitades,tres tercios, cuatrocuartos,etcétera.

Es de notar, con todo, que la igualdadde las cantidadesde peso, en virtud de la cual medimosuna por otra, no esmateria de percepcionessino de raciocinio. Percibimoselpesoo la fuerza con queun cuerpoapetecedescendera latierra, por medio del esfuerzoque es necesariohacer parasostenerlo.Paraque pudiésemos,pues,percibir la igualdad

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De la relación de igualdad y dr más y menos

de las dos cantidadesde peso,seríanecesarioquepudiésemospercibir la igualdad de dosesfuerzosrespectivos;percepciónde queno somoscapaces,a lo menoscon el gradode exacti-tud que es indispensableparalos usos de la vida. Si juzga-mos,pues,con certidumbre,queun pesoes igual a otro, esporquelo inferimos del equilibrio de los dosen la balanza,o de otra observaciónanáloga.

Hay cantidadesque no podemosmedir por medio deotrasde la mismaespecie.Si tenemosfundamentoparacreerquesonproporcionalesa otrasquepuedencompararseentresi, las igualdadesy proporcionesqueobservamosen éstasnosrepresentanlas igualdadesy proporcionesde aquéllas.De-cimosen estecasoque unaespeciede cantidadse mide porotra.

Así se creequesucedeconlas cantidadesde materia. Siesta expresiónsignifica el númerode átomos o moléculaselementales,absolutamenteindivisibles, de que se componenlos cuerpos,resultade queen unamismaespeciede cuerposy bajounasmismascondiciones,la cantidaddemateriaguar-da proporción con el volumen, y por consiguiente,con elpeso. Mas, comparandocuerposdiversos,el pesono puedeconsiderarsecomo medidade la cantidadde materia,sino enla suposiciónde que todas las moléculaselementales,todoslos átomosmateriales,tengan exactamenteigual peso; su-posiciónde que, aun admitida la teoría atomística,no creoque tenemossuficienteprueba.

Esto es si por cantidadde materiase entiendeel númerode moléculaselementales.Y si no entendemosasí esta ex-presión, ¿quéotro sentido podemosdarle?O es necesariomirar la cantidadde materiay la cantidadde pesocomo ex-presionessinónimas (en cuyo casoel decir que la primerase mide por la segundano seríaafirmar un hecho, sino ha-cer definición), o debeconfesarsequenuestravaluacióndela cantidadde materiase apoyaen dos supuestos,queno sehanprobadohastaahora,ni puedenacasoprobarse:el de la

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teoría corpuscularo atomística,y el de la igualdadexactade peso de las moléculaselementalesentre sí (‘).

Podemosmedir la cantidadcontinua,ya aplicándolesu-cesivamenteunaunidadidéntica, como cuandomedimoslalongitud de un aposentopor la longitud de lavara; ya apli-cándole simultáneamentemuchas unidadesiguales o quetienenunadeterminadarazónentresí, como cuandomedi-mos el pesode un cuerpocolocadoen uno de los platillos dela balanza,equilibrándolecondos, tres, cuatroo más cuer-pos colocadosen el otro platillo, y cuyospesoso son todosigualeso tienen alguna razón conocidaentre sí. Sólo hayuna cantidadcontinua que no podemosmedir de ningunode estosmodos, que es la cantidadde duración.Midamos,por ejemplo,la duraciónA por la duraciónde cierto núme-ro de rotacionesde la tierra: es claro queen tal casono apli-camos sucesivamentea la duración A unidadesidénticas,sino unidadesdistintas,y en que nos es imposible percibirsi las cantidadesde duraciónson igualeso tienenuna deter-minada razón entre sí. No pudiendo compararunas conotraslas rotacionesparapercibir si sus cantidadesde dura-ción son igualeso en qué razónse hallan éstasentresí, lascomparamoscon otra seriede fenómenos,y. gr., con las os-cilacionesde un péndulo.Verificándosedos rotacionesdu-rante númerosiguales de oscilacionesdel péndulo, juzga-mos que las duracionesde las primerasson iguales entresí,y tanto más autorizadosestaremosa formar este juicio,cuanto mayor númerode comparacionesnos dé el mismoresultado de igualdad, ora observando sucesivamente mu-chasrotaciones,ora haciendooscilar simultáneamentemu-chospéndulos.

Comparandode estasuertedos o másseriesde fenóme-nos naturaleso artificiales nos aseguramosdel isocronismo

1 No es imposible que las moléculas materiales sean infinitamente divisibles,de manera que la división no llegue jamás en ellas a un término en que no puedanya por las fuerzas de la naturalezaresolverseen partes físicamenteseparables.Tam-poco hay repugnancia alguna en que supuesta la teoría atomística, las moléculaselementalesno tengan todas un mismo peso, ni en que las haya destituidas de todopeso. (N. DE BELLO).

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De la relación de igualdad y dr más y menos

de las unidadesde cadafenómeno:relación queno se per-cibe inmediatamente,sino se deducede otrasraciocinando.

Hayotro génerode cantidadquellamamosconfusa,por-queen ella no se percibede ningún modola agregacióndepartes,comose percibeen las cantidadesdiscretasy conti-nuas.Estegénerode cantidadse llama ordinariamentein-tensidado viveza; y es la única quepodemosconcebirenmultitud de cualidadesy afecciones,y. gr., el placer,el do-lor, la atención.

La del calores unacantidaddel mismo género.Cuandoperciboque se aumentael calor, no echode ver las cantida-desnuevasquese agregana la cantidadanterior; y si com-parandodoscuerpos,A, B, hallo queA estámáscalientequeB, no por esopuedopercibir en el calorde A dos porcionesdistintas,entre unade las cualesy el calor de B hayarela-ción de igualdad.

La confusión de las parteshace que, para medir estascantidades,no se les pueda aplicar sucesivao simultánea-menteunacantidadidénticadesuespecie;imposibilidadqueconstituyeesencialmentelas cantidadesconfusas.

Verdad es que podemosa vecesencontrartal conexiónentre unacantidadconfusa,y una cantidad discreta o con-tinua, que creciendo la primera crezcaal mismo tiempo lasegunda;peromientrasno se pruebeque los incrementosdeambassonproporcionales,lo quepor lanaturalezamismadelas cantidadesconfusases imposible, la segundacantidadnose puede mirar propiamentecomo una medida de la pri-mera.La experienciamanifiestaque, dentro de ciertos lí-mites, creciendoel calor de un cuerpo,se dilatannotable-mente los líquidos con los cualesse poneen contacto.Estaobservacióncondujoa inventarel termómetro,instrumen-to quepone a la vista las variascantidadesde dilatacióndeun líquido contenidoen él indicando así el incrementoydecrementodel calor que las produce.Perono hay motivoalgunoparacreerquelas cantidadesde dilataciónde unquido correspondena cantidadesproporcionalesde calor.

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En realidadno sabemosqué significado precisodebadarsea la expresión~cantidad de calor. Ignoramos la naturalezadel agentequeobrandoen la materiala dilata, la evapora,laconsume,la funde, la reduce a cenizas,y que obrandoenel cuerpoviviente, produce la impresión orgánicade queresultala sensaciónde calor en el alma. No podemosmedirni la cantidaddel agente,ni las fuerzasquedespliegaen laproducciónde esosefectos.Dando a esteagentedesconoci-do el nombrede calórico, y aplicandoa los cuerposel ter-mómetro,podremosdecir, a lo sumo, quedoscantidadesdecalórico son iguales,o que unaes mayor queotra; pero enestesegundocasoel termómetroes incapazde mostrarnoslarazónen que se hallan.

Nosrepresentamoslos variosmodosde la cantidadcon-fusa como pasossucesivosqueda la cantidad,ya en unadi-rección, ya en otra contraria, segúncrece o decrece.Poreso llamamosestosmodosgrados, quequieredecir pasos.

Al principio todas las cantidadesfueron para nosotrosconfusas.Percibiendooscuramentesusigualdadesy desigual-dades,nos acostumbramospoco a poco a compararlasconunidadesdeterminadas,que aprendimosa multiplicar y di-vidir. Así llegamosa la idea de la agregaciónde partesho-mogéneasde que resultanlas cantidadesmensurables.Perotodas éstaspara nosotrosfueron al principio discretas.Eltiemponospareciósimplementeunasucesiónde días,la dis-tancia una sucesiónde pasos. La cantidadcontinuafué laúltima de quepudimosformar idea. La indeterminacióndela unidad, y la divisibilidad infinita, son los distintivos dela cantidadcontinua,el segundode los cualesno pudocom-prendersesino tarde; y aunparala mayor partede los hom-bres no llega jamásesta épocadel entendimiento.

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Dela relación de igualdady ef~másy menos

APÉNDICE

En la idea de toda cantidadcontinuaentrala idea delinfinito; y aunqueno es ésteel lugar oportunopara exa-minar esta segundaidea, creonecesarioanticipar aquí al-gunasobservacionessobreella. Decir quetenemosuna in-tuición del infinito absolutoy abstracto,estoes, separadodelas cosasquenos representamoscomoinfinitas, es aventuraruna proposicióndesmentidapor nuestrapropia conciencia;consultecadacual la suya,y digasi encuentraen suenten-dimiento una idea que representeel infinito como son re-presentadaslas cosasfinitas, que han estadosujetasal al-cancede los sentidoso de la conciencia.

Dícesequeno podemosconcebirunacosafinita sin quepor el mismo hechose asomeel infinito al entendimiento,yse forme en él unaidea de la infinitud. Pero en esteargu-mentose confundendos cosasdistintas.No es lo mismote-ner idea de unacosafinita, queconcebirlacomo cosafinita.Lo segundosuponeciertamentequeel entendimientoha for-madoalgunaidea de lo infinito, de la cual distinguela ideadel objeto a queaplica la calificación contraria: lo primerono io supone.Paraqueun niño se representedistintamentedos manzanaso tresperas,no es necesarioque le ocurra laidea de un infinito númerode manzanaso de peras,y mu-chomenosla del infinito abstracto,estoes,separadode todonúmero,de toda extensión,de todo lo que es susceptibledemásy menos.

Tenemosdos especiesde ideas: las unaspropias, que noson otra cosaquepercepcionesrecordadas,absolutaso rela-tivas; las otras impropias, imperfectas, supletorias;signosintelectualesquehacenlas vecesde ideaspropiamentetales,conrespectoa las cosasa queno puedenalcanzarlas facul-tadesperceptivasdelentendimiento.La ideadel infinito per-

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tenecea esta segundaespecie.Tenemossin duda un signointelectualpararepresentárnoslo,un signoqueno es en ri-gor una idea, pero que hacelas vecesde tal y nos sirve lomismo.

Cuandodecimosque la serie 1 + -~ + -~- -~- + ~ —~- •&

es igual a 2~,el infinito númerode términos de que se com-

pone el primer miembro de esta ecuación,es suficiente-mentesignificado por la posibilidad de continuar la pro-gresióncuantoqueramossin límite alguno.Progresióncon-tinuable ad líbitum y negaciónde un término que la li-mite, son los elementosde la idea-signoque representalainfinidad del númerode términos; y no hay peligro de queesta idea nos hagacaeren error, mientrasno supongamosun término final en la progresiónantedicha.De esta ma-nerapodemosconcebirlo infinito en cualquieramateria:suidea-signoes la de unaprogresión,la de unaagregación,lle-vadahastacierto punto,y por tanto verdaderamentefinita,pero susceptiblede continuarsea nuestroarbitrio, sin fin;susceptibilidad representada, si es lícito decirlo así, por eletcéterade la fórmulamatemática.Estesigno intelectualesel quenos sirvepara todosnuestrospensamientosy especu-lacionessobre lo infinito; y con él tenemosque contentar-nos mal quenos pese,porque ennuestroentendimientonocabeotro alguno.

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CAPITULO VIII

DE LA SUCESIÓN Y LA COEXISTENCIA

La percepcióndel antes y despuésea relativa, y sin embargo elemental como la decoexhtencia. — La sucesión, como serie de determinacionesde una causa, dala prunera idea de duración. — Objeción de Tomas Reid. — Determinacióncuantiostiva de la duración. La idea de duración, como cantidad continua,sólo es un progreso ulterior de la idea misma. — La duración expresa la cons-tancia de un ser según otra duración que se toma como unidad de medida.Referencia al capítulo anterior. — La idea de duración puede resol-verseen laidea del tiempo. — Idea de la eternidad; es relativa-a l-a del tiempo. Todaconcepción del tiempo, la m~svasta, no tene existencia objetiva; es id-ea-signo.— Computación del tiempo. — Apéndice sobre la opinión de la escuelasensua-lista con la de Mr. Cousin. — La escuela idealista.

La concepciónde serA antesde B, o de serB despuésdeA., quees expresaruna idea de diferentesmodos,nacede lasdos percepcionesde A y B, unade las cualesa lo menosdebeser recordada,puessi fuesenactuales,no podríamosconce-bir sucesiónentreA y B, sino coexistencia,y no se distinguemenosde la percepciónde A y de la percepciónde B, quedel simpleagregadode ambas.Por consiguiente,la percep-ción del antes y después,o de lo que llamamossucesión,esunapercepciónrelativa.

Del hechode experimentarafeccionessucesivasno sesi-gue necesariamenteque debamospercibir sucesión.¿Cómose verifica, pues,que las dos percepcionesde A y B produ-cen un juicio de cierta especie,en virtud del cual decimosqueA es seguidode B, o queB es precedidode A? Creoquees imposible dar razónde ello, y que debemosmirarlo co-mo uno de los fenómenosprimordiales del entendimiento.

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No hay hombrede tan corta capacidadqueno distinga lasucesiónde las cosasde su semejanzay de todaslas otrasre-lacionesque alcancea concebirentre ellas; y sin embargome pareceimposible explicarla.

Pondrémosla,pues,en el númerode las relacionesele-mentales.

La anterioridady la posterioridad son verdaderamenteunamisma forma de la sucesión,pero considerada,si es lí-cito decirlo así,por ladosopuestos.La sucesióny la coexis-tencia son dos formas de una misma especiede relación,yconstituyen,por decirlo así,el límite entrela anterioridady la posterioridad.Los términosde la sucesiónson antílogos,y los dela coexistencia,homólogos.Ambasmeparecenigual-menteelementalese indefinibles.

Por la sucesiónde nuestraspercepcionespercibimos,in-tuitiva o representativamente,la sucesiónde actoscon queobra sobrenuestro espíritu una causa cualquiera,produ-ciendo intuiciones,si la causaes nuestropropio espíritu,osensaciones,si la causaes un objeto corpóreo.Estacausanospareceentoncessucedersea sí misma. Si ella nos da unalar-ga seriede percepciones,naceráde éstasuna larga serie dejuicios: en cadaunode los cualesel objetoqueconsideramosnosparecerásucedersea sí mismo.Formamosasí la primeraidea de la duración.Decir queunacosanos parecesucedersea sí mismaenunaseriemáso menoslargade actos,entrelosqueno suponemosel máspequeñointervalo,es decirquenosparecedurarmáso menos.

Se nos objetaráconla autoridadde TomasReid, quesiunaseriede actos tieneduración,es porquecadaacto en símismo la tiene; puesde otro modo la duraciónconstaríadepartesque no tuviesenduración; lo cual seríatan absurdocomo decir que lo extensose componede partesinextensas.Decir, pues, que la duración es una serie de actos sería lomismoque decirque la duraciónes unaseriede duraciones.Quedaría,pues,por explicar en quéconsistela duracióndecadauno de los actosquecomponela serie.

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De la sucesióny la coexistencia

Mas, esta dificultad sólo pruebaque nuestrasprimerasideasde la duraciónde las cosasno pudieronser tanperfec-tas como las quedespuésformamosraciocinando.Toda du-ración constanecesariamentede actossucesivos,cada unode los cuales,por brevey fugitivo que lo supongamos,debedurar máso menos;pero es evidenteque existe un límite,en el cual ya no podemospercibir más que actos sucesivoselementales.Delo contrario la percepciónde duracióncons-taría de un número infinito de percepciones,io cual esabsurdo.

La duración, pues, respectodel entendimientoque lapercibe, es unaseriede actosindivisibles que llamamosins-tantes.Por consiguiente,percibimosla duracióncomo unacantidad que constade unidadesindividuas,esto es, comouna cantidad discreta.Y supuestoque nuestras primerasideas de cualesquieraobjetosno puedenser otra cosa quenuestraspercepcionesencomendadasa la memoria, es evi-dentequela primera idea de la duracióndebió representár-nosla bajoeste tipo de cantidaddiscreta.Esta idea serásinduda imperfecta,comparadaconla que formamosmástar-de, o por mejor decir, con la que forman el metafísicoy elmatemáticoraciocinando,y a la que el mayor númerodelos hombresno alcanzanjamás. Pero, por imperfecta quesea, tenemosen ella cuantoes necesariopara compararlasduraciones,percibir su másy su menos,medirlas,y en unapalabra,parael ejercicio de todaslas funcionesintelectua-les quetienenla duraciónpor objeto.

No sólo me parece ser éste el modo con que al principioconcebimosla duración, sino que creoque no podemosdeotra manera aprender originalmenteespeciealgunade can-tidad continua,porquela idea de la cantidadcontinua,se-gún hemosya observado,envuelvela idea de infinita divi-sibilidad, y porque sólo podemosformar esta segundaideaimaginandodivisiones y subdivisionessin límites. A cadasubdivisiónaplicamosla idea de unacantidaddiscreta,y elprogresoindefinido de las subdivisioneses lo que forma el

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tipo de la cantidadcontinua.Agregando,pues,en el pro-gresode la inteligencia,al conceptovulgar y primitivo dela duración,el conceptode sudivisibilidad infinita, de ma-nera que cada sucesiónde la serie se resuelva imaginaria-menteen otrasseriesde sucesiones,sin límite alguno,llega-mos por fin a unaidea tan perfectade la duracióncomo esposible al entendimientohumanoformarla.

Compararnosunaduración con otra, y juzgamos de sucantidadrespectiva,mediantela simultaneidado coexisten-cia de nuestraspercepciones.Sean,por ejemplo,dosobjetos,1, Z, de ios cuales1 excitaen nosotroslas percepcionessuce-sivasa, b, c, y Z las percepcionessucesivasrn, n, o, p, q. Sisuponemosque a coexistecono, b conp y c conq, la dura-ción de Z nos parecerácompuestade dos porciones,unadeellas igual a toda la duraciónde 1, y por tanto la duraciónde Z nos parecerámayor que la duraciónde 1. Ni es nece-sario para juzgar de la duración respectivade dos objetosque la coexistencia de las percepciones producidas por ellosse verifique actualmente;porquesi un objeto nos da per-cepcionesentre las cualeshayan transcurridomáso menosintervalos, la experienciaque tenemosde la duracióncons-tantede un ser, aunquesólo reveladaa intervalosmáso me-nos largos, nos faculta parasuplir con la imaginación laspercepcionesactualesque en esosintervalos hemos dejadode tener,y paraafirmar deductivamentela coexistenciadelobjeto con todosaquellosqueen los mismosintervalospro-dujeron percepcionesen nosotros,o que las hubieranpro-ducido,si noshubiésemoshalladoa sualcance.De estemodouna duraciónparticular puede adoptarsecomo unidad demedidaparatodaslas otras.Pero,como todaduraciónes desuyo transitoriay fugitiva, es necesarioadoptarpor unidadde medida un fenómenoque se reproduzcacontinuamentey con duracionesque tengamosmotivo de suponeriguales.Tal es la alternativade luz y tinieblas quellamamosdía, oel períodode las diferentesfasesde la luna, quepara mu-chos pueblosconstituyeel mes, o el de las diferentesesta-

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De la sucesióny la coexistencia

cionesemeformanel año.Estasunidadesde medidassonna-turales y obvias,y estánen uso en las nacionesmásbárba-ras. Paramedir las duracionesmenoresqueel día, como lashoras,minutosy segundos;las comparamoscon ciertasse-ries de fenómenosartificiales, que se producencontinua-mentepor mediode máquinasconstruídasconesteSOlO ob-jeto, y tanto más necesariascuanto más progresanla cul-tura intelectualy la industria. En cuantoal isocronismodelas unidadessucesivasquemiden la duración,nos remitimosal capítulo precedente.

Es de notar que cuandopercibimosque muchascosascoexisten,la duraciónde cadauna de ellas se identifica ennuestroespíritu con las duracionesde todaslas otras,o enotros términos, concebimosque todasellas tienen unadu-ración común;porquecomo les aplicamosuna idénticame-didade años,meses,días,horas,etc.,representamosla canti-dadmensurada,quees en todasellasdistinta,por la cantidadmensurante,que es una misma para todas.Y pues el uni-versonospresentaun inmensoagregadode entesquecoexis-ten, nos es en cierto modo natural considerarla duracióncomo algocomúna todosellos, queno perteneceexclusiva-mentea ninguno.La duraciónen estesentidose llama conmáspropiedadtiempo;la duraciónno existeverdaderamen-te sino en las cosasque duran; el tiempo nos pareceteneruna existenciaindependientey separadaa quese refiere laexistenciade todoslos objetosquepercibimos.

Síguesede aquí queel tiempo es unahechurade la ima-ginación; porquela duraciónno existesino en las cosasqueduran,como la extensióno la blancurano existesino en lasextensaso blancas.

La naturaleza,estableciendouna sucesióncontinua dedíasy añosy unarazónconstanteentrela duracióndel díay la del año, ha formado una escalagraduadadel tiempo,que los hombresperfeccionaronformandode una cantidadde añosel siglo, dividiendoel añoen meses,que se componecadauno de un númerodeterminadode días; subdividiendo

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el día en horas,la hora enminutos,y el minuto en segun-dos.Comopodemosañadir imaginariamentedíasa días,añosa años,y siglos a siglos, resulta que esta escalaes infinita,que no nos es dado percibir ni imaginar duración alguna,queno coexistacon un segmentode ella, el cual por consi-guientela mide. La duraciónde la primeraguerra púnica,por ejemplo,se mide diciendoqueduró tantosaños,mesesy días. Además,fijando en estaescalauno o máspuntosadeterminadasdistanciasdel momentopresente,y refirien-do a ellos el principio y el fin de unaduracióncualquiera,determinamosel segmentoindividual de la escala, con elcual coincidió la duraciónde quese trata. Sea, por ejemplo,uno de estos puntosel principio de la era vulgar, el inter-valo entreel cual y el momentode ahora,aunquesin cesarcreciente,es conocido de todos. Diciendo que la primeraguerrapúnica empezótal año,mesy día antesde Cristo,yterminó tal año, mesy día antesde la misma época,deter-minamosen la escaladel tiempoel segmentoindividual conquecoexistióla duraciónde aquellaguerra.Cu-andose pre-guntacuántotiempoduró unacosa,se deseasaberla longi-tud, por decirlo así, del segmentocoexistentede la escala;y cuandose preguntaen qué tiemposucedióuna cosa, sedeseasaberel intervaloentrela existenciade ella y un pun-to fijo, cuya distanciase suponeconocidarespectodel mo-mentopresente.Por dondese ve queademásde entendersepor la palabratiempoun-a duraciónindefinida, que corres-pondea unaseriede siglos, añosy díasen la cual no se fijaprincipio ni fin, tambiénse toma en el sentidode un seg-mentoparticular de esta infinita escala;seaquesólo se ex-presela longitud de estesegmento,como cuandose dice queunapersonavivió tantosaños,o quese determinesu situa-ción en la escalapor medio de un punto fijo de ella gene-ralmenteconocido, como cuandose dice que unapersonavivió desdetal añodela eravulgar hastatal añodela misma.

La infinidad del tiempose llama eternidad.Las mínimaspartesperceptiblesdel tiempo se llamanmomentoso instan-

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tes. Cadainstantese llama presenterespectode aquelactode nuestroespíritu con el cual coexiste.El tiempo es unaserie indefinida y continuade momentospresentes.

El tiempo es como una línea recta indefinida sobre lacualse mueveenunadirecciónconstantey con unaveloci-dad uniforme, el momentopresente,que la divide en dospartes,tiempo pasadoy tiempo futuro. La duraciónde to-dos los acontecimientos,de todoslos fenómenosespiritua-les o materiales,pasadoso futuros, formanotros tantosseg-mentosde esta línea y todoslos instantespercibidoso per-ceptibles,forman otros tantospuntos en ella. Peronuestroentendimientono se detieneaquí.El imagina fraccionesdeltiempo muchomenoresque las perceptibles,y las divide ysubdivide al infinito. El imaginaespírituspara quieneslamillonésimaparte de un segundo,o la millonésimade estamillonésimaes tan fácilmente perceptible,como paranos-otros la unidadentera.El llega muchasvecesa representarpor guarismos,en la duraciónde los fenómenosqueobser-va, fraccionesde duraciónquepor su extremadaceleridadse nos hacen de todo punto imperceptibles.Suponiendo,por ejemplo,un movimientouniforme sobreuna línea rec-ta de un millón de leguasd-e largo, si tenemosmediode ave-riguar queun cuerporecorre esta longitud en un segundode tiempo, unasencillísimaoperaciónaritméticanos mani-festaráque cada leguaes recorridaen una millonésima des-egundo.

Peroténgasepresentequeestasimaginaciones,estasideas,de cantidadesdemasiado altas o demasiado ínfimas, no for-manverdaderasideas, verdaderasimaginaciones,verdaderasrepresentacionesmentales,adecuadasa su objeto, sino mera-menteideas-signos,ideasde númeroso de nombres,las cualeshacenel oficio de las otrasenel entendimiento.

Lo pasadoes la únicapartedel tiempo de quepodemostenernoticias: io futuro es unatierra incógnitaen queda-mos a cada instanteun paso. Los acontecimientosde quehemossido testigos,y bajo otra mirada más comprensiva,

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los hechosnotablesquerecuerdala historia, dejanen la ca-rreradel tiempootros tantospadronesa quese refieren to-daslas otrasexistencias.Cadapadrónde éstoses unaépoca.La destrucciónde Troya, la fundación de Roma, el naci-miento del Salvador,sonotrastantasépocas,y cadaunadeéstasda principio a unaera, es decir, a una serie de años,queempiezana contarsedesdela épocarespectiva.Ni esnecesarioqueésteo aquelpadrónhayacoincidido con el añoa que lo ref~rimos,con tal que se determinede cualquiermodo el intervaloentreese añoy el momentopresente.Así,aunqueel año del nacimientode Cristo no haya coincididocon el primero de nuestraera vulgar, como de hecho nocoincidió, no se siguede ello inconvenienteparalos cómpu-tos; dadoquese determinela relaciónentreel año inicial dela eray el añodel nacimientodel Salvador;porquelo esen-cial es asignarpara cadaera un punto fijo de comparaciónconocido de todos, cualquieraque sea el nombrehistóricoquese le imponga.Otros entiendenpor era, época, y porépoca,era. El tránsito entre estas dos ideas es tan resbaladizoquesin advertirlo nosdeslizamosfrecuentementede la unaa laotra.

APÉNDICE

M. Cousin acusaa Locke de confundir dos ideasdistin-tas,la sucesióny la duración. Yo distingo estasideas,aun-quede un modo queseguramenteno cuadracon la doctri-na del ilustre filósofo francés.Segúnmi modo de concebir,no es la percepciónde la primera unasimple concepcióndela idea de la segunda,esto es, un cierto modo del alma, aque según las leyes del entendimientose siga en ella la ideade la segunda,que se suponetotalmentedistinta. La dura-ción es unaserie de sucesiones.La sucesiónes, por decirloasí, el elementointegrantede la duración. Una cosa dura

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porque se sucedecontinuamentea sí misma, sin intervaloalguno.

La escuelasensualistaerrósin duda,si, como se le impu-ta, creyóencontraren la solasensacióno en la sola intuiciónmodificacionespasivasdel alma, cuanto era menesterparaformar idea de la duracióny del tiempo. No era necesarioque percibiendo primero el relámpago y en seguida el true-no, primeroun juicio y en seguidaun deseo,concibiésemosquelo uno era antesy lo otro después.Pudimosserconsti-tuídosde maneraquecadauno de estosdosparesde percep-cionesno nacieseen el alma un concepto,unapercepción,en que las viésemossucederseunaa otra. Esteconceptoesobradel alma queejercitasu actividadsobre las sensacionesy las intuiciones,necesariassin dudaparaqueel alma lo for-me, pero necesariascomo condiciones,no como elementos.

La escuelaidealista,por otra parte, aunquetuvo razónparamirar la ideade la duracióny del tiempocomo un pro-ductopeculiarde la actividaddel alma,no la tuvo para se-pararla idea de la sucesión,de la idea de la duracióny deltiempo, que es su elemento.No es estaidea una meracon-dición, verificadala cual se levanteen el alma, como porencanto,la idea de la duracióny del tiempo.La condicióndebefigurar más atrás: está en las percepcionesde cuyocotejo resulta ci concebirseque un objeto es antes y otrodespués;conceptorelativo, como el de la semejanzao el dela cantidad,y que,comotodoslos de su clase,naceen el al-ma en virtud de la yuxtaposición,digámosloasí,de dosper-cepciones,de dos afeccionesdel alma; pero sin queéstaslesirvan de elementos.

“Es un paralogismoevidente”,dice Mr. Cousin,“expli-car la duración por la sucesión, siendo así que ésta nopuedeexplicarsesino por aquélla.En efecto; ¿dóndese su-cederíanlos elementosde la sucesión,sino en unaduracióncualquiera? ¿Dónde habría sucesión, es decir, distanciaentrelas ideas,sino en el espaciode las ideas y de los espí-ritus, es decir, enel tiempo?” Segúnnuestromodode con-

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cebir, es certísimoque las sucesionesexistenen la duración,perono comoexistenen un edificio los mueblesquelo ador-nan, y sin los cualespudiera existir, sino como existen enesemismo edificio las piedrasde que se compone,o comolas partesintegrantesde un todo cualquieraexisten en él.¿Quéhayen estode sofísticoo de repugnanteal testimoniode nuestraconciencia?La duraciónse explica, pues,por lasucesión,y la sucesiónes inexplicable,como la semejanza,como io es el másy menos,comolo sontodaslas relacioneselementales.

«Si la sucesiónno es sólo la medida del tiempo, sino eltiempomismo; si la sucesiónde las ideasno es sólo la condi-ción de la concepcióndel tiempo, sino estaconcepciónmis-ma, se sigue quecuandola sucesiónde nuestrasideases máso menosrápida,el tiempoes máso menoscorto, no enapa-rienciasino en realidad:en el sueñoprofundo,en el letargo,no pensamos;luego entoncestampocoduramos;luego en-toncesnadadura, resultadoextravagante,pero consecuen-cia necesariade la confusiónde la idea de la sucesióncon laidea del tiempo.” No es del caso apreciarla fuerzade esteargumentocontra la teoría de Locke. Refiriéndolo a lasideasquedejo expuestas,observaremosen primer lugar, quela medidade la cantidadde duraciónno es precisamenteelnúmerode ideasque se sucedenen el entendimientosino lacantidaddeunaduracióncualquieraquenoses familiar, por-que toda cantidadse mide regularmentepor otra cantidadde su especie.Observaremosen segundolugar,queel núme-ro de las ideasque sucesivamentepasanpor el entendimien-to, seríala peor de las medidasque pudiéramoselegir paradeterminarla cantidadde duración.Tal vez ha sido esame-didala primera de todas; pero si así fué, la experienciatar-dó poco en darnosa conocerla inexactitudde sus induc-ciones,y en recomendarnosparaese fin los fenómenosqueel universodesarrollabaa nuestravistaen un orden unifor-me y constante.Observaremos,en fin, quesi bien el con-ceptointelectualde sucesiónes obra del alma, no por eso

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dejade teneren los fenómenoscomparadosun fundamentoabsoluto,quees independientedel alma.

«Si desdeel momento que concebimosla sucesión,laconsideramosverificada en el tiempo, la idea del tiempodebe antecedercronológicamentea la idea de sucesión;nopodemosconcebirsucesiónsin que presupongamosla ideadel tiempo.” ¿Pero,podemosconcebirel tiempo sino comoun agregadode sucesiones?Es absolutamenteimposible quelo concibamosde otro modo.He aquí,pues,un círculo vi-cioso: el tiempo presuponela sucesión,y la sucesiónaltiempo. El únicomedio de salvarla dificultad es admitir unconceptooriginal de sucesiónsimple, primigenio; conceptoinexplicable,aunqueclarísimo, representadoen el lenguajepor las palabrasantesy después.Agregandosucesionesa su-cesiones,formamosel tiempo; y no tiene nadade extrañoque llegadaesta épocade la razón, no podamosconcebirlasucesiónsino en el tiempo, ni el tiempo sino como un agre-gadocontinuode sucesiones.En vano querríamossubstraer-nos al conceptoelementaly primitivo de todas las ideasdeduración y de tiempo, la sucesión:en la teoría de Cousines tan necesariocomo en la nuestra;porque en ella, comoen la nuestra,el tiempo es una serie de sucesiones,y paraconcebirel tiempoes necesarioconcebirla sucesión.De to-dos modos tenemosque admitir una relación elementaldeantesy después;y la cuestiónse reducea sabersi el enten-dimientoprincipia por ella o por un conceptocomplejoquenecesariamentela envuelve.

En cuantoa la infinitud del tiempo, ¿noes cierto que laconcebimoscomo una mera posibilidad de relacionessintérmino? Concibamosel primer instantede las cosascria-das; la imaginaciónse representaerasy erasanterioresa eseprimer instante,en una progresión ilimitada; eras en quepudierandurarotrascosaso las mismas,si la OmnipotenciaCreadoralo hubiesequerido.

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CAPITULO IX

DE LA RELACIÓN DE CAUSA Y EFECTO

1. Esta relación expresa la constante sucesión de dos fenómenos determinados. —

Suposición de una sustancia activa. — Susceptibilidad o capacidad. — La me-moría y el raciocinio concurren en la relación de constante sucesión. — Im-portancia de esta relación en las investigaciones de las ciencias de hecho. ——

Conocimiento de la naturaleza. — Ilusiones originadas de la relación de causay efecto. — Posibilidad y necesidad. — II. Principio empírico y principio decausalidad. — 111. Existencia de un autor de la naturaleza. — Apéndice J:La causalidad es un concepto de la inteligencia. — Opiniones ccntrari.~s de Mr.Cousin y de Reid. — Conformidad de la doctrina de la percepción sensitivacon algunas conclusiones de la de Mr. Cousin. — Error de la do:trina deLocke. — Causa fatal y ciega y causa libre. — Doctrina de J. Stuart Mili. -—

Necesidad de una causa soberanamente libre de la creación. — Examen de ladoctrina de la necesidad absoluta. — Apéndice Ji: Idea del Ser Supremo: esel fundamento necesario de la moralidad. — Creencia instintiva del género hu-mano. — Necesidad de la existencia de la primera causa. — Independencia,eternidad e infinidad de la causa primera. — La inteligencia finita re-vela lainteligencia infinita. — Necesidad de la creación; pasaje de Samuel Clarkc.Dios: sus atributos. Como causa primera es única. — Inmensidad. — Principiodel orden y providencia benéfica de todas las existencias. Referencia a Palcy.— Existencia ética de las criaturas. — La virtud. Necesidad de la inmor-talidad.

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Entre dos fenómenosnaturalessuelehabertal conexión,que en verificándoseuno de ellos, se verifica consecutiva-menteel otro. Si se poneun grano de sal en el agua,se di-suelvela sal; si unachispacaesobreun montónde pólvora,se inflama y estalla la pólvora; si se arrima la ceraal fuego,se derrite. Solemosexpresarestaconexión,diciendoqueunode los dosfenómenosproduceel otro: decimos,por ejemplo,queel contactode la chispao deotro cuerpoardientepro-

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De la relación de causa y efecto

duce la explosiónde la pólvora. Solemostambién en talescasosatribuir cierta accióna unacosasobreotra, y asíde-cimos queel aguadisuelvela sal, o que la cera es derretidapor el fuego.Pero los términosde quesolemosvalernosmáscomúnmentepara significar la constantesucesiónde dosfenómenos,son causay efecto,queaplicamosa ios dos he-chos antecedentey consiguiente.Cuando decimos que elcontactodel fuego es causade la explosiónde la pólvora,oque la disolución de la sal es efectode su inmersión en elagua,no entendemosni damosa entenderotra cosa, sinoqueel uno de los dos hechossigue constantementeal otro;queasí ha sucedidohastaahora,y queasí sucederásiempre.

La causalidad,pues,o la relación queconcebimosentrela causay el efecto,no es otra cosaque la constan-tesuce-Sión de dos fenómenosdeterminados.

Tal vez se dirá queen la relaciónde causalidadhay algomás quesucesionesconstantes,porquemedianteella conce-bimosunasustanciacomo dotadade ciertapotenciao acti-vidad sobreotra.Pero la ideadel poderse resuelveen la ideade la causalidad,segúnla acabode explicar. Cuandodeci-mos que el fuego tiene la potenciao virtud de derretir lacera,no queremosdecirotra cosasino que,colocadala cerajunto al fuego, se derrite; queasí ha sucedidoy sucederásiempre;queestasdos cosas,fuegocercanoa la ceray ceraderretid-a, tienen tal conexión entre sí, que verificada laprimera, se verifica consecutivamentela segunda.

La potencia,pues,no esotra cosaque la relaciónmismade causalidad consideradacomo cualidad de la sustanciacuyapresenciaintervieneenel segundofenómenoy en cir-cunstanciasdadaslo acarrea,prescindiendode quela suce-sión severifique o no actualmente.Estamisma relacióncon-sideradacomo cualidadde la sustanciaen que se produceetefecto,se llama susceptibilidado capacidad.El aguatienelapotenciao virtud, quetodo es uno, de disolver la sal, y la

- sal es capazo susceptiblede disolverseen el agua.La idea de sucesiónconstanteenvuelvea las clarasno

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--sólo la idea de la semejanzade los antecedentes,y la idea dela semejanzade los consiguientes,sino la idea de generalidadqueextiendela conexiónde estoshechosa todoslos tiemposy lugares.

La conexiónqueforma el entendimientoentrelas cau-sas y los efectos,resulta de unatendenciao instinto, queparececomúnal hombrey a muchasotrasespeciesde ani--males,en virtud del cual damospor supuestoqueen igual-daddecircunstanciasse verifica constantementequeciertoshechosseanseguidosde ciertos otros.Nuestrospensamien--tos y nuestrasaccionesruedansobreel principio de ser per-manenteesteorden quehemosobservadoen la naturaleza.Cuandoconcebimos,pues,como constanteunasucesióndedos hechos, no sólo nos la presentala memoriaen todos loscasosde la misma especieque recordamos,sino que la infe-rimos en todoslos casosde la misma especiequeno recorda-mos,o queno hanestadoni estaránjamása nuestroalcance.De que se sigue queen la idea de la constantesucesióndedos hechosintervienena un tiempo la memoriay el racio--cmb.

Observar estas conexiones,determinarexactamentesus-circunstancias,es el grandeasuntode la experienciaen lavida, y el grandeasuntotambién a que,extendiéndoseelcampo de las observaciones,se dedicantodaslas cienciasdehecho. «Lo que llamamosexperiencia”,dice Hobbes,“no esmásquela memoriade ciertosnexosde antecedentesy con-siguientes.Nadie puedepercibir lo futuro, porque lo futu-ro ai’in no es; pero de nuestrosrecuerdosde lo pasadofor-mamosnuestrosconceptosdel porvenir”.

Cuandose averiguala causade un hecho,se trata sólode inquirir el hechoo la seriede hechosque,segúnlas leyesde la naturaleza,sonsiempreseguidosde aquél. No conten--tos con las conexionesque se nos presentana primera vista,investigamosy escudriñamoslos eslabonesintermediosqueligan doshechos,alparecerinmediatos.A la presenciade un-objeto corpóreosucedela visión de eseobjeto en el alma.

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Facsímil ecl n,anuscrit()de AndrésBello con la tesis propuest.spara su examendeBachiller c~1Artrs en la universidadde Caracas,en Mayo de 1800. El documento

se conserva en el expedienteuniversitario del grado de Bachiller.

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De l~zrelación de causay efecto

La causade la visión es la presenciade! objeto. ¿Pero cuáles la causade estaconexión? ¿Por qué un objeto presenteexcita en mí ciertassensacionesvisuales?Esto es lo mismoquepreguntarquéhechosmedianconstantementeentrelapresenciadel objetoy las sensacionesqueexperimentamosaconsecuenciade ello: preguntaa que podemosresponderdescribiendoel movimiento de los rayosde iuz quesalendeun cuerpoluminoso; su descomposiciónen la superficiedelcuerpopresente;su reflexión desdecada punto de estasu-perficie y su difusión en todossentidos;las refraccionesdelconjuntode rayosque llega a los ojos, y la imagendel obje—to formadapor eilos que llega a la retina, a cuyosdelicadosmaticescorrespondenunamultitud de variadasimpresionesnerviosas,que producenotras tantas sensacionesvisuales,elementosde la sensacióncomplejaquerepresentael objeto.¿Peroqué hace esta explicación sino interponerentre doshechosdistantes,otros hechos,convirtiendo la sucesióndedostérminosen unaseriecompuestade muchos,entrecadauno de los cualesy el quepareceseguirle inmediatamente,concebimosesa misma sucesiónuniforme y constante,queantesera concebidaentre los dos extremos?

Parecerátal vez que los descubrimientosexperimenta-dos y científicos,no simplifican el conocimientode la na-turaleza,sino que lo complicancada día más;y quenues-tras investigaciones,bien lejos de darnos cuenta de unasucesiónde fenómenos,sólo consiguenañadira esteprimerenigmatantosotros cuantosson los fenómenosintermedia-rios queaveriguamos.¿Quéhace,por ejemplo, la teoría dela visión, sino sustituir a la conexión entredos cosasen laaparienciainmediatasun gran número de conexionestaninexplicablescomo lo era sin ellas la primera? Suponiendoque llevásemosla investigaciónde una serie intermediadecausas y efectos hasta el último punto a que el hombre escapazde alcanzar;suponiendoquenosrepresentásemosconla mayor individualidady precisión toda la serie de fenó-menos que principia en una causadaday termina en un

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efectodado,sólo habríamosconseguidodesenvolverunalar-ga cadenade causasy efectos,cadaeslabónde la cual repro-duciría la primeradificultad en todasu fuerza.

Tal es ciertamenteel término a que se encaminanlas es-peculacionescientíficasy de queno es dadoal entendimien-to humanopasar,por bien conducidasy felices que sean.Mas, de aquí nadase sigue contra su utilidad e importan-cia; porque averiguarde este modo el procederde la na-turaleza, es todo lo que necesitamospara hacerla servir anuestrosfines, predisponiendolos antecedentes,que segúnel orden establecidoen ella, conducena nuestraconvenien-cia y placer.

Además,la complicaciónquenacede la predisposiciónde una causalidad, es sólo relativa a cada caso particularconsideradode por sí; porquesi tomamosen cuentalos re-sultadosde otras descomposiciones,veremosreproducirseamenudounasmismasconexionesen muchasde ellas; dema-nera que, multiplicándoselas investigacionesy los conoci-mientos,no se multiplica a proporción el númerode lasconexioneselementalesque descubrimos,antes disminuyerápidamente.Así la afección del alma precedida de la im-presiónnerviosaes un fenómenocomúna la vista con todoslos sentidosexternose internos:la impresiónnerviosade unimpulso inmediatode un agentecorpóreosobreun órgano,es un fenómenocomúna las sensacionesde la vista, olfato,oído, gusto y tacto, a las sensacionesde calory frío, y quizáa todo génerode sensaciones;la reflectibilidad de los rayosde luz es un atributo de todoslos cuerpos elásticos; su di-rección rectilíneaes una ley generaldel movimiento; ellosobedecena las mismasleyesde refracciónen los ojos queenotros cuerposrefrigentes,etc.

Cadaunade las conexioneselementalesque se verificaen un-a especiede fenómenos,se verifica también en mu-chísimosotros. Al modo quetodas las palabrasde unalen-gua,por varias que sean,se resuelvenen un corto númerode sonidos simples, todos los fenómenos del universo, por

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De ¡a relación de causay efecto

heterógeneosy aun contrariosque aparezcan,sonsuscepti-bles de descomponerseen un número, comparativamentepequeño,de conexionessimples;y si cadafenómenode porsí se complicapor su resoluciónen suselementospropios,elconjuntode todoslos fenómenosse simplifica infinitamentepor su resoluciónen los elementos,cuyas variadascombi-nacioneslos constituyen.Las cienciasse ocupanen investi-gar estoselementosy en formarconellos, por decirlo así,elalfabeto de la naturaleza.

Las expresionesmetafóricasde que nos servimosparasignificar la relación de causalidad,handadoocasióna queno sólo el vulgo, sino los filósofos mismos hastala edaddeBacon y de Hobbes,se figurasenen las causascierta acciónmisteriosa,distinta de la mera invariabilidad de su prece-denciaa los efectos;y estailusión no se ha desterradoente-ramentede las ciencias.Se dice,por ejemplo,queun fenó-menoproduceotro, acarreaotro; queel aguadisuelve, queel fuego quema,dilata, volatiliza, y deslumbradospor estasexpresiones, somos conducidosa figurarnos que todo estoencubrealgomásqueunasucesióno unaseriedesucesionesconstantesy uniformes.Pero,por otra parte, el lenguajedelos filósofos y del vulgo mismo,manifiesta que cuandosetrata de explicar un fenómeno, sólo se aspira a desenvol-verlo en otros fenómenosya conocidosy familiares; y siesto se consigue, se cree haber resuelto satisfactoriamente elproblema. Invéntansea veces con este objeto conexionesimaginariasmáso menosplausibles.El movimiento de losgraves,por ejemplo, se ha querido explicar algunas vecespor la acción de un fluido, que los impele a la tierra; noporque la conexión entre el impulso y el movimiento seamásinteligible quela conexiónentrela falta de apoyo y eldescenso,sino porque la conexión entre un impulso y unmovimiento es la de quenos valemosordinariamenteparaproducir movimientosen los cuerposdistintos del nuestro.

Otra causade esteerror es el hábitomismoquecontrae-mos de resolver unas conexionesen otras más familiaresy

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elementales.La limitación de nuestrossentidosno nos dejaver las menudaspartecillasde que constanlos cuerpos,nipor consiguientelas menudasmutacionesquese verifican enellas; de dondeprocedequesólo percibimoslos fenómenosabulto y de un modo confuso,y que, pareciéndonosuno ysimple lo queen realidades complicadísimo,se nos escapannecesariamentemuchoseslabonesde la seriede antecedentesy consiguientesqueconstituyecada fenómeno.Estosesla-bones ocultos son los que investigamoscon el nombredecausas;y los frecuentesdescubrimientosque hacemosdeellos, tanto en la experienciaordinaria de la vida, como enlas indagacionescientíficas,al paso que nos revelan cone—xiones desconocidas,y nos parecenexplicar así la accióndeunas cosas en otras, y dar cuerpo y colorido a las potenciasy virtudesque les atribuímosen el lenguajeabstracto,fo-mentanen nuestroentendimientouna fuerte propensiónainquirir causasulteriores,estoes,nuevoseslabonesentrelosqueya conocemos,y nos inducena creerque todaconexiónde fenómenossuponeprecisamenteotras conexionesinter-medias,comosi no hubiesepor precisiónun límite en quelosfenómenosse sucedaninmediatamente,y en que la causali-dady elpoderno puedanyasignificarotracosaque lacons-tanciay uniformidad de la sucesiónde fenómenoselemen-tales.

La relaciónde causay efectoentredos hechosquecon-sideramosinmediatos,es lameraconstanciade la sucesióndedos hechos.Pero, cuandola consideramosentredos hechosdistantes,separadospor uno o máshechosintermedios,estosúltimos forman otros tantos elementosde la relación,queconcebimosentre los primeros. En unacadenados eslabo-nescontiguosno tienenentresí otrarelaciónqueestamismacontigüidad;al pasoque la relaciónentredoseslabonesdis-tantesconstade todoslos eslabonesintermediosy de las re-lacionesde contigüidadentre cada dos de ellos. Así entreel golpedadoa la campanay la sensaciónauditiva quesiguea él, concebimosuna relaciónde causalidad,compuestade

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estoselementos:vibración de la campanaproducidapor lapercusióndel badajo; vibración del aire producida por lavibración de la campana;impresiónorgánicaproducidaporla vibración del aire, y sensaciónauditiva producidapor laimpresiónorgánica; es decir, unacausalidadcompleja, queconstade treshechosintermediosy cuatrocausalidadessim-ples. Nuestrosdescubrimientospuedenconvertir estasúl-timasen causalidadescomplejas;pero auncuandoconocié-semosperfectamenteel procederde la naturaleza,no ha-bríamoshecho más que multiplicar los hechosintermediosy lassucesionesinmediatas,constantes,quese verifican entreestasdoscosas.La preocupaciónvulgar en estepunto con-sisteen figurarnostoda causalidadcomo compleja,lo cualesevidentementeabsurdo.

La variedadde los hechoseslabonadoses lo que da a larelación de causalidadsus varios aspectosy la riaueza decoloresy maticescon que se ostentael universo.Hijo y ~a-dre,obray artífice,vasalloy rey.st~bdito‘y magistrado,esc’a-yo y amo,presentanlacausalidady el podercombinadoscondiferentesespeciesde hechos,que son, por decirlo así, losque dansu coloridoparticular a cadarelación compleia; ytenemosunamultitud de sustantivosabstractosque signi-fican las variasseriesy gruposde que se componenlas cau--salidadescomplejas,como paternidad,autoridad, gobierno,electricidad, atracción, magnetismoe infinitas otras. Peroen realidadapenashay dicción algunaen cuya significaciónno se hallenincorporadasunao másrelacionesde causalidad.

De la relaciónde causay efectonacela idea de la posi-bilidad. Llamamos posible el efecto con relación al ser enqueconcebimosla potenciao facultad de producirlo. Volaresposibleal ave,y el ave tiene la potenciao facultadde vo-lar, son expresionessinónimas.Pero sucedemuchasvecesque la posibilidad o imposibilidad parecenconsiderarsedeun modoabsoluto,o porquelas atribuimosa un hechopres-cindiendode todacausaen que existala potencia,o porquese suponeque no hay ningúnseren que esapotenciaexista.

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Filosofía del Entendimiento

“Es posible que los planetas todos estén habitados por razasvivientes”; “es imposible que el universohaya salido de lanadapor sí mismo.”

En fin, la idea de la posibilidadconducea la idea de lanecesidad.La necesidades la negaciónde la posibilidad deotra negación.Decir que unacosaes necesariaes decir quees imposible queno sea.

La potencia, la posibilidad y la necesidad,fuera de lasacepcionesqueacabamosde indicar, admitenotrasparticu-laresqueresultand-e ciertasmodificacionestácitasdel sen-tido propio. Cuandodecimosqueno se puedehacerunaco-sa,solemosentenderlegítima u honestamente,y cuandode-cimos que una cosa nos es necesaria,sucedemuchasvecesquesólo negamosla posibilidadde suno-existenciaen el sen-tido hipotético de nuestrohonor, convenienciao pl-acer.

II

La sucesiónconstanteen que hemosresueltola causali-dad, envuelveen la inteligencia adulta la idea de sucesiór~necesaria,estoes,de lanecesidaddel efecto,supuestala cau-sa. ¿Perocómollegamosa la ide-a de la necesidaddel efecto?La observación y la experiencia no han podido llevarnos aella. Es forzosoreconoceraquí un juicio que el fenómenode unasucesiónrepetidaprovoca,pero a queno ha podidosuministrarun antecedentelógico, sino porque creemosenla estabilidadde las conexionesfenomenales,que miramoscomo otrastantasleyesde la naturaleza.Esta creenciaim-plícita se manifiestaen el hombredesdela mástempranain-fancia. La vemosaunen la limitada inteligenciade muchasespeciesde animales.¿Por qué el caballo, cuandoel jinetelevantael látigo, acelerael paso? ¿Porqué el perro, al verla actituddel queva a tirarle unapiedra,huye?

Otro juicio provocadopor las conexionesde causasyefectos,y tampocojustificado lógicamentepor la experien-

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cia, es el de la necesidadde una causapara todo nuevofe-nómeno.

Hemosvisto el fenómenoA repetidasvecesseguidodelfenómenoB.. El fenómenoA se ha hechopor consiguienteun verdaderoantecedentelógico del fenómenoB; pero lafuerzade la deducciónconsisteen la creenciainstintiva dela estabilidadde las leyes naturales.De la misma manera,cuandoobservadoun nuevofenómeno,juzgamosqueha te-nido unacausa,la presenciadel nuevofenómenose nos ha-ce un verdaderoantecedentelógico del juicio, quelo miracomonecesariamenteacarreadopor unacausa.Perola fuer-za,el vínculo de la deducciónconsisteen la creenciainstin-tiva de que todonuevofenómenoes acarreadopor unacau-sa.En unoy otro casola creenciainstintivaes un principioimplícito que autoriza la deducción y que no ha podido serla obra de la experiencia. El principio de la estabilidad delas conexionesfenomenales,y el principio de la precedencianecesariade un fenómenoo seriede fenómenosa todonuevofenómeno,son dos leyesprimordialesde la inteligenciahu-mana.Todo raciociniofundadoen la experiencialas impli-ca. Llámaseel primeroprincipio empírico,porquees el quemás directamenteautoriza las deduccionesexperimentales:el otro se llama principio de causalidad.

No debecreerseque estosprincipios se presentenbajouna forma general, desde el primer desarrollo de la inteli-gencia.La mayor partede los hombresraciocinanconellossin quesu conciencialos columbresiquiera.Sondos instin-tos por los cualeses guiado el hombre sin saberlo. Son dosmovimientosimpresosa su inteligencia por el Autor de lanaturaleza.

III

De los efectosinferimos las causascomo de las causaslosefectos,medianteel encadçnamiento de fenómenosque lla-mamosleyes de la naturaleza.Si vemos un movimiento en

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direccióndiferentede la que tomanlos gravesabandonadosa sí mismos,inferimos queha sido producidoporun impul-so. Si vemosunafruta, no podemosdudar que ha sido des-arrolladay formadaen unaplanta por el procederordina-rio de la vegetación.Si vemos orden, correspondenciadepartes,mediosdirigidos a la consecuciónde un fin deduci-mosde aquí la existenciade unavoluntadque se propusoelfin, de unainteligencia que ideó los medios,y de un poderque los pusoen acción.De estamanerafuimos conducidosal conocimientodel adorableAutor de la naturaleza.La ar-monía maravillosa del universo, dondecada parte parecehabersido hechaparahacerjuegoconlas otras,y todascon-curren a la conservacióny propagaciónde los entesanima-dos; dondeaunel, al parecer,más pequeñoy despreciablede éstospresentaa la vista unatrabazóndelicadade partes,evidentementecalculadaspara obrar juntas, un sistema denecesidadesy facultadesconstantementecorrelativas,unasimetríade forma que es como la divisa de una inteligenciaqueha queridorevelarsea otras,unauniformidad de repro-ducción queen nadase asemejaa lo que podemosfigurar-nos en los efectosde un choquefortuito de átomos;dondecada órganode cada uno de estos vivientes, cada víscera,cadamúsculo, cada vaso, cadafibra, es un sistemade má-quinas de complicado pero exquisito artificio, lleno a laverdadde misterios para nuestroslimitados alcances,perosegurode susefectos,expeditoen sumodo de obrar (queseverifica en la mayorpartede los casossin la intervencióndela voluntad y aun de la conciencia) y dotadohastaciertopuntode la facultadde resistira los accidentesy de reparar-se a sí mismo; donde,por ejemplo, el órgano de la visión,uno de los quemejor conocemosy probablementeuno delos menoscomplicados,encierraprimoresde mecanismoqueapenashanpodido imitarsegroseramenteen los másacaba-dos instrumentosde que se gloría la industriahumana:estamaravillosaarmonía,estascorrelaciones,esteorden nosobli-ga a reconocerunacausainteligente,dotadade un podery

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sabiduríasuperiores,fuera de toda comparacióny medida,a los queel hombreempleaen sus obras.

Todas las relaciones de causa y efecto se reducen, comohemosvisto, a sucesionesconstantesde fenómenos;¿perocuál es la causade estaconstancia?¿Porquéel movimientosucedeconstantementeal impulso, y ciertas sensacionesaciertasimpresionesorgánicas?Reducidostodos los fenóme-nos del universoa las últimas sucesioneselementales,¿cuáles el vínculo que une en cada una de ella los dos hechoscontiguos?Estevínculo no puedeconsistir en un fenómenoo fenómenosintermedios,porque, segúnla suposición,he-mosreducidolos fenómenosa las últimassucesioneselemen-tales,y porqueen tal casola nuevaseriepresentaríanuevostérminossucesivos,cuya relaciónconstantereproduciríaladificultad en todasu fuerza.

La causay el efectoson,enúltimo resultado,ciertoshe-chosquesesucedeninmediatay constantementeuno a otro:pero el entendimientono puedeconcebiruna conexiónab-solutamentenecesariaentre los fenómenoscuya constantesucesiónobserva.Que el cuerpoA chocandocon el cuerpoB le comuniqueunapartede su fuerza, y le hagamover enciertadireccióny concierta velocidad,es una cosaque,ha-blandoabsolutamente,pudierano ser. Porquesi la conexiónentretales fenómenosfuesede necesidadabsoluta,seríapre-cisosuponeren el universounamultitud de causasquedesti-tuidas de inteligenciay de voluntad,obraríansin embargoconel mayor concierto,produciendode consumoesteordenasombrosoen quedescubrimosa cadapasofinesy medios,esdecir, voluntad o inteligencia. Por consiguiente,las cone-xionesqueobservamosno puedenser de necesidadabsoluta;ellassuponenunacausaanteriorque las ha queridoy coor-dinado; una causadotadade voluntad e inteligenciaparaquererlasy coordinarlas;una causaademáscuya conexióncon los efectosque ella producees de necesidadabsoluta.Las necesidadescomunicadasy secundariaspresuponenunanecesidadprimera,absoluta;y el poder a cuyos actosestán

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ligados los efectos por una necesidadabsoluta, no puedeexistir sino en una voluntad inteligente que quiere los finesy coordinalos medios.Ahora bien, ¿quésignifica la suce-sión absolutamentenecesariade los efectosa ios actosde esepoder en esa voluntad inteligente? ¿quésignifica la cone-xión absolutamente necesaria entre sea la luz y la existenciade la luz? Significa la omnipotencia, el poder increado, in-finito. Poder infinito, porque nada menos se necesitaparasacarde la nadaa los seres,y parasometersus fenómenosaconexiones necesarias, con sólo quererlo; poder increado,porquesi no lo fuese,la conexiónentresus volicionesy losefectoscorrelativosseríaprestada,y no de necesidadabsolu-ta; poder,por consiguiente,eterno,y no sólo soberano,es-to es,superiora todoslos demáspoderes,sino único, porquetodos los demás poderes no son otra cosa queemanacionessuyas.

La armoníadel universonos compele,pues,a reconocerun Autor y legislador todopoderoso,cuya voluntad ha es-tablecidolas conexionesde fenómenosde que resulta el or-dengeneral.El poder de las causasinferiores es finito y de-rivado y el de la primera causaes infinito y propio. Mas, aesto se reduce la diferencia entre las dos especiesde causas.La producción de los efectos de la causa primera es una merasucesión, como la producción de los efectos de las otras.Dios quiso quefuesela luz, y la luz fué, es una expresiónconcreta,pero completa,de la relaciónoriginal de causali-dad.La idea de unoy otro podernacede la idea de la cons-tanciay necesidaddelefecto,o por mejor decir,es estamis-ma idea: y si bienes evidentequela necesidadde ios efectosinmediatosde la causaprimera,es absoluta,y la de los efec-tos de las causassecundarias,derivada,no podemosver enunay otra másquesucesionesconstantes.

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Iv

No estaráde másnotar quenos representamosa menu-do la deducciónraciocinativabajola imagende la sucesión:“la tierra semueveenórbitaselípticas; luegohayunafuer-za que la hace variar continuamentede dirección.” El se-gundojuicio decimosque se sigue del primero; que es unaconsecuenciade él; quepueslo uno es cierto, lo otrono pue-de menos de serlo; y ya se sab-e que pues (post), aunqueaplicado ahoraexclusivamentea la posterioridadde razón,significó en su origen la posterioridadde tiempo. Todaslaslenguas han adoptado esta imagen para representarla de-ducción o inferencia, esto es, la operación intelectualquede un juicio sacanecesariamenteotro juicio. En los racioci-nios demostrativosla conexiónentrelas premisasy su con-secuencialegítima es de necesidadabsoluta.

APÉNDICE 1

La ideade la causalidades una ideade relación.Con estosólo estádicho quees un productode la actividaddel alma;productoen queel almasacade las intuicionesy las sensa-cionesun conceptoqueno es resolubleen merasintuicionesy sensaciones.

Pero la causalidadno es unarelaciónelementalsuígene-ns; es unarelacióncompuestade las de sucesióny de seme-janza.

Los idealistas,temerososde atribuir esteconceptorela-tivo a la sensación,hancreídover en la causalidadalgomásqueuna sucesiónconstante.Temor infundado.La sucesiónmás simple no puede ser conocida por la sensación sola, aun-quecomprendamosbajo estenombrela intuición pura, ab-

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soluta. No puedo, pues, admitir con M. Cousin, que pormedio de la sensaciónsola (aunincluyendobajo estetítulolos actos de la pura conciencia,llamada metafóricamentesentido íntimo) percibamosla sucesiónde un fenómenoaotro. Percibir dos sensaciones sucesivamente no es lo mismoquepercibir la sucesiónde las dos sensaciones,o de los dosfenómenosrepresentadospor ellas.

“Si la causalidad”, dice Reid, “no fuese más que unasucesiónconstante,se miraría la noche como la causadeldía, y el día como la causade la noche”.Paraapreciaresteargumentoen lo quevale,presentémoslobajounaforma ge-neral: el movimiento sucedeal reposo; luego, si la causali-dad no es másque una sucesiónconstante,el reposoes lacausadel movimiento.El cuerpoquese calientapasasiem-pre de unatemperaturainferior a una temperaturasupe-rior; luegoéstaes efectode aquella.De la misma suerte,enla luna la menguanteserála causade la creciente,y la cre-ciente serála causade la menguante,etc., etc. Como el seren que sedesarrollatodonuevofenómenodejaporprecisiónsu estado y toma otro, el estado que se deja debería siempremirarsecomola causadelestado que se toma. El doctor Reidpudierahaberfortificado su argumento,observandoquenoes sólo constantela conexión de los dos estados,los dos es-tados,sino necesariade necesidadabsoluta,porquedecir fe-nómenonuevoes decir transiciónde un estadoa otro. Ahorabien, ¿noseríaabsurdoconsiderarel estadocesantecomo lacausadel estadoincipiente?Luego,en la idea de la causali-dad,pudieradecirReid,hayalgomásque la ideade unasu-cesión constante,y aun algo más que la idea de unasuce-sión absolutamentenecesaria. -

Esteargumentose funda en unatorcida inteligenciadelo que se llama fenómenoanterior en la sucesiónconstantequeconstituye la causalidad.El que busca la causade unmovimiento, buscaun fenómeroque sobrevieneal reposo,y es unacondición previa indispensablepara que el cuerpoque estáquietosemueva.El quebuscala causadeldía, bus-

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caun fenómenoquesobrevienea la oscuridad,y es unacon-dición previa indispensablepara que a la oscuridadsucedala luz. El que busca una causa cualquiera, busca un hechoquesobrevienea un estado de cosas, y es la condición pre-via parala transiciónde eseestadoa otro. La causade todofenómeno incipiente es un fenómenoconstanteanterior,-que sobrevieneal estadocesante;quese distingue,por con-siguiente,del estadocesante.Dar el estadocesantepor causadel estadoincipiente, sería incurrir en una tautología ri-dícula; seríadecir, por ejemplo, que si el día sucedea lanoche es porquela nocheprecedeal día. No es, pues,ni ala noche ni al día, sino a un fenómeno superviniente, estoes, a la presencia o la ausencia del so1, a lo que conviene, enla teoría de Hobbesy Locke, la noción de fenómenoante-cedente,productivodel día o la noche.

Veamosahorasi sonmásfuertesios argumentosconqueM. Cousin impugna la fórmula de Hobbes y Locke.

“Pregunto, dice M. Cousin,por el hechosolo de suce-der un fenómenoa otro, y de sucederleconstantemente,¿seráéstela causade aquél?Cuandodecísy pensáisqueelfuego es la causa de derretirse la cera, ¿entendéis solamentequeel derretirsela cera sucedesiemprea la aproximacióndel fuego? ¿No creéis, no cree todo el género humano, queen el fuego hay un no sé qué, unapropiedaddesconocidaque se trata de determinar, y a que se debe referir el fenó-menode la liquidez de la cera?”

¿Peroa quése reducerealmenteesa creenciadel génerohumano?El no séqué de la sucesión constante, según la ge-neralidadde los hombreslo concebimos,no es otra cosa quesucesiones constantes intermedias. Si se nos revelan éstas, yson de aquellas con que estamosfamiliarizados, quedare-mos probablementesatisfechos.Verdad es que el filósofoquerría ir másallá. Cuandoviesepatentea sus ojos el me-canismodel universo, y le fuera posible resolverlo en susúltimas conexioneselementales,aún no estaría contento;querría descubrir el lazo oculto que forma todas esas cone-

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xiones. Es de creer, sin embargo,que ci filósofo mismo nohacemásen e.~sto,que dejarsellevar del hábitoordinario deinquirir conexionesintermediasen toda conexión percibi-da. Imaginandoquepor fuerza ha de llegarsea conexioneselementales,irresolublesen otras, insiste todavía en inter-polar en éstasun no sé -qué, unacierta actividad en el fe-nómenocausante,a la cual correspondeunaciertapasividado susceptibilidaden el fenómenocausado;cualidadesocul-tas, indefinibles, misteriosas,herenciade la escuelaperipa-tética. Pero la armoníade la naturalezanos obliga a reco-nocerque las cualidadesqueobservamoshansido coordina-daspor unaprimera causainteligente,y que por tanto to-dasestaspotencias,todasestasvirtudesparticulares,son ema-nacionesde una virtud o potenciasuprema. ¿Estabaéstasujeta a la necesidadde crearuna agenciaintermedia paraligar, en unaconexiónelemental,el fenómenoA con el fe-nómenoB, de maneraque A desenvolvieseesta agencia,ypor medio de ella obraseen B? ¿Y quéseríaestosino colo-car entre A y B una conexión intermedia que con igualfundamentotendría que resolverseen otra y otra, hastaelinfinito?

Si no se admitela agenciaprimitiva de unacausaprime-ra y única, deberíasuponerseen cada conexión elementalunanecesidadabsoluta,y el universoseríaentoncesel con-cursode un númeroinfinito de causalidadesindependientes,de las cualesno podría resultarel ordenarmoniosoquenues-tros sentidosatestiguan.

“Supongamos,continúa Cousin, que en este momentoquisieseyo oír unasonata,y que apenasverificadami voli-ción, se hiciese oír esa sonataen el cuartovecino: en estoesevidentequeno habríamásque sucesión”.

Yo no he podido nuncahacermecargo de lo que impor-ta estahipótesis de M. Cousin.Si en ella se nos exhibe uncaso aislado en que la volición ha precedidocasualmenteala sonata,y no uno de infinitos casosen que se hayaprodu-cido la misma sucesiónde fenórrenos,ciertamenteno habrá

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en ello másqueunamerasucesión,no unacausalidad~por-que la causalidadno es unamerasucesión,sino unasucesiónconstante,invariable, necesaria,comprobadapor ~u gene-ralidad.

“Pero yo quiero producir sonidosvocales”,dice Cousin,“y los produzco.¿Nopondréaquíentremis voliciones y lossonidosque pronuncieotra cosa que la sucesiónqueantespuseentremi volición y la sonata?¿No es evidentequeenel último casono sólo creoque la volición precedeal sonido,sino que creo también que la volición produce el sonido, estoes, que mi voluntad es la causa,y el sonido el efecto?”.

Este es el casode unaverdaderacausalidad.¿Peroquésignifican las palabras causa,efecto,producciónen la cre-encia vulgar, sino sucesiónconstante,invariable?¿Quéotracosa es lo quegeneralmentese buscacuandose deseasaberuna causa?

Supongo, digo yo a mi vez, quealguienhiciesesonarconsóio mandarlo, y como por una especie de magia, un instru-mento colocadoa cierta distancia,y que las personaspre-sentesoyesensucederconstantementeel sonido al mandato.Comoestasucesiónde fenómenoses enteramentenuevaparaellas, no mirarían desde luego el mandato como la causa delsonido; pero creerían ligadas las dos causaspor medio desucesionesconstantes,intermedias.Luego que se les mostra-se el resorteoculto que mueveel quepronunciael manda-to, y el mecanismoque propagasucesivamenteeste movi-mientohastalas vibracionesdel cuerposonoro,quedaríasa-tisfechasu curiosidad,y conociendosucesionesintermediasconstantes,quede antemanoleseranfamiliares,creeríanha-ber llegado al conocimientode la causa,y no desearíansa-bernadamás.Pararíanen esasconexionesintermediasfami-liares,es decir,en merassucesionesconstantes,comprobadaspor sugeneralidad.Tal esel modoen queconcibela relaciónde causalidadel comúnde ios hombres.

El filósofo mismo, cuando deseasaberpor qué sucedeel movimiento de la mano al acto de la voluntad que quiere

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moverla,no buscaordinariamenteotra cosaque conexionesintermedias.Si viesecuál es en el cuerpo animadoel órga-no que estáen comunicacióninmediata con la voluntad;si determinaseel primer fenómenoque en ese órganosu-cedea la volición, y todala seriede fenómenosquese desa-rrollan sucesivamenteen otros órganos, hastaparar en lacontracciónde ciertos músculos,y si no vieseentrecadadosfenómenossino conexionesanteriormenteconocidas,cree-ría, y no sin razón,haberhecho descubrimientosimportan-tísimosde causasrecónditasqueapenashanpodido colum-brarse de un modovagoy oscurohastaahora;y sin embargono habría descubierto otra cosa que sucesionesconstantesintermedias. Sólo la Ontología aspira a remontarse.Perola Ontología que se figura en la causalidad elemental otracosa que una sucesiónnecesaria,se empeñainfructuosa-menteen dar sustancialidada unasuposición.

“Nuestros actos”, dice M. Cousin, “no son solamentefenómenosque aparecenen seguidade las operacionesde lavoluntad, sino que los miramos, y los otros hombreslosreconocen, como efectos directos de nuestrasvoliciones.Deaquí la imputaciónmoral, la imputaciónjurídica y las trescuartaspartesde la vida y de la conducta humana. Si nohay más que sucesión entre el acto del homicida y la muertede su víctima, adios creenciauniversalde la vida civil toda-entera.Todala vida civil se funda en estahipótesisgeneral-mente admitida: que el hombre es una causa; como laciencia de la naturalezase fundaen estaotra hipótesis,quelos cuerpossoncausas,es decir, tienenpropiedadesquepue-denproducir tales o cualesefectos.”

Esta me parecela partemás flaca del raciocinio de M.Cousin. Lo que constituye la imputabilidad, la moralidadde los actos humanos, es la volición en queparticipan,y lomismo suponen esa volición los que han abrazado en estaparte la doctrina de Hobbes,que M. Cousin y su escuela.Queel asesinopongaen acciónun no se qué, o que se des-arrolle, sólo porque él lo quiere, y en virtud de sucesiones

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constantesestablecidaspor el Autor de la naturaleza,un-aserie de movimientos, de fenómenos,cuyo último términoes la agonía de la víctima, importa lo mismo parala respon-sabilidadque la naturalezay las leyes imponen.

En lo quesigue tenemosla satisfacciónde estarentera-mentede acuerdocon el ilustre jefe de la escuelaecléctica.

“No sólo hay en el entendimientola idea de causa,nosólo creemosque somos la causade nuestrosactos,y queciertoscuerpossoncausasde losmovimientosde ciertosotros,sino que también juzgamos de un modo general que unfenómenocualquierano puede empezara existir sin unacausaquedetermineestaexistencia.En estohay más queuna idea;hayun principio, y el principio es tan incontesta-ble como la idea. Imagíneseun movimiento, unamudanzacualquiera:inmediatamenteque concebísesamudanza,esemovimiento, os es imposible no suponerque ha sido pro-ducido por una causa.No se trata de saberqué causaseaésta; lo que importa saberes si el espíritu humano puedeconcebir mudanzasin concebirque la ha producido unacausa... No digo yo queno hay efectosin causa;propo-sición frívola, en que un término contiene el otro, y nohace más que expresarla misma idea de un modo diverso.Comoefectoes correlativoa causa,decir queel efectosu-pone la causa,es decir, que el efectoes efecto. Pero no seprofiere unaproposiciónidénticay frívola cuandose diceque todo fenómenoque principia tiene necesariamenteunacausa.Los dostérminosde estaproposiciónno se contienenrecíprocamente;el uno es distinto del otro; y con todo,el espíritu ve entre ellos un vínculo necesario.Esto es loque se llama el principio de causalidad”.

Hemossentadoqueel principio de causalidades instin-tivo; y que lejos de sernosdado por la experiencia,todoslos conocimientosexperimentaleslo suponen1; pero ad-

1 Algunos filósofos han pretendido demostrarei principio de causalidadde cste

modo. Si un nuevo fenómenoexistiese sin causa, sería su causa la nada, lo produci-ría la nada; lo cual es absurdo, porque si la nada produjese algo, tendría va unaacción real, una cualidadpositiva, sería por consiguientealgo. Según ellos, ci teorema

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mitida la propensióninstintiva de la razón humanaa su-poner a todo nuevo fenómenouna causa,nadase sigue deella a favor de éste o aquel modo particular de concebirlas causas.

El principio de causalidad anda siempre unido conaquelotro principio instintivo envirtud del cual, observadaen circunstanciasdadas una conexión de fenómenos encierto númerode casos,la extendemosa todoslos casosenque se ha presentadoo en que en iguales circunstanciasseguirá presentándoseel primero de esos fenómenos.Esteprincipio de la perpetuidadde las leyesa que vemossuje-tas las conexionesfenomenales,es la basede todoslos cono-cimientosque adquirimos por la experiencia y lo hemosllamado por eso principio en-i~írico~.

“Tan cierto es”, dice M. Cousin, “que no es de los sen-tidos y del mundo-exterior de dondenos viene el principiode causalidad,quesin la intervención de esteprincipio, elmundo exterior,de dondequiereLocke sacarlo,no existiríapara nosotros. En efecto,suponiendoqueun fenómenopu-dieseprincipiar en el tiempoo en el espaciosin que fuéseisirresistiblementeimpelidos a atribuirlo a unacausa;cuandoa los ojos de la concienciaapareceel fenómenode la sen-sación, no buscaríaisuna causa para este fenómeno, nodesearíaissabera qué se refiere; os pararíaisen el fenóme-no mismo; no alcanzaríaisjamásal mundo exterior. ¿Quées menesterparaque alcancéisal mundoexterior y conje-

de la causalidad se deriva de este otro: La nada no produce nada. Lo que hay decierto es que los hombres, desdeuna época muy temprana de la razón, han admitidola causalidad, no como una verdad derivada, sino como un verdadcr~principio,que los guiabaen sus raciociniospor una especiede instinto. (N. DE BELLO).

1 ¿No pudiera resolverse el principio de causalidad en el principio empírico?

En otros términos, no somosconducidosa suponer a todo nuevo fenómenootro fenó-meno que lo acarrea,porque en la esferade nuestrasobservacionesciertos nuevos fenó-menos son a menudo acarreadospor ciertos otros fenómenos,y porque una analogíainstintiva nos haceextender este acarreoa todos los nuevos fenómenosinobservadoseinobservables?Creo, que concebimos el principio de causalidad como necesario. Nopodemosconcebir que brote en el tiempo un nuevo fenómenosin que alguna causa loproduzca. El principio de causalidadno se deriva, pues, lógicamente de otro alguno

y nace espontáneamenteen el entendimientoporque así lo ha querido el Autor dela naturaleza. (N. DE BELLO).

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turéis su existencia?Es menesterque, dada unasensaciónos veáis forzados a preguntaroscuál es la causade estenuevofenómeno;y que en la doble imposibilidad de referireste fenómeno a vosotros mismos, y de no referirlo a unacausa,os veáis en la precisión de referirlo a una causadis-tinta de vosotros,a unacausaextraña,a unacausaexterior.La idea de unacausaexterior de nuestrassensaciones,tal esla idea fundamental de lo externo,de los objetosexteriores,de los cuerpos,del mundo. Elimínese el principio de cau-salidad,la sensaciónquedasola a la vista de la conciencia,y no nosrevelaotra cosaquesu conexióncon el yo que laexperimenta1, sin revelarnoslo que la produce,el no yo,los objetos exteriores, el mundo. Se dice muchas veces, ylos filósofos lo dicen con el vulgo, que los sentidosnos des-cubrenel mundoexterior; no sin razón, si se quiere decirquesin los sentidos,sin la sensación,sin estefenómenoan-tecedente,el principio de causalidadcareceríade baseparaalcanzara las causasexteriores,y jamás concebiríamoselmundo; pero se engañarían completamente los que creye-senque los sentidosmismos,directamente,sin la interven-ción de la razón2, sin la intervención de otro principiodistinto, nos dan a conocerel mundo exterior. La razónsola conoce; conoce el mundo exterior, y no lo conoce desdeluego sino a título de causa. El principio de causalidad espor consiguiente, no temo decirlo, el padredel mundoex-terior; tan lejosestáde ser cierto quelo saquemosdel mundoexterior; y quese derive de la sensación.Cuandose hablade objetosexterioresy del mundo sin admitir previamenteel principio de causalidad, no se sabe lo que se dice, y seincurre en un paralogismo”.

Nuestroslectorespercibiránla armonía de estadoctri-

1 Ni aun esto debemosconceder a la sensación.Concebir la sensaciónen el io,es concebir una relación de identidad; es engendrar a consecuencia de la sensación,algo que no es sensación.(N. DE BELLO).

2 La fórmula psicológica de la razón “es la facultad de concebir relaciones”,facultad intuitiva, si se quiere, pero cuyos actos no deben confundirse ni con lasensación, ni con la mera intuición, en que el alma se limita a contemplar unaafección suya, sin concebirla como suya, sin concebir relación alguna. (N. DE BELLO).

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na con nuestraexposiciónde los fenómenosde la percep-ción sensitiva. Hemos visto que la referenciaobjetiva de-ducida de la experiencia,y sobre todo de la experienciatáctil, suponeuna referenciafundamentala queel mismotacto no alcanza,la referenciade las percepcionestáctilesa unacausadistinta del yo. Esareferenciafundamentalnoses dadapor el principio de causalidad.

Fácil es ver queadmitido esteprincipio como universaly necesario,nadanos obliga a concebirla causalidadcomola concibeMr. Cousin.

55E1 resultadode todo esto”, dice el ilustre caudillo dela escuelaecléctica,“es que, si se trata de la idea de causa,no podemoshallarla en la sucesiónde los fenómenossen-sibles;que la sucesiónes la condicióndel conceptode causa,no su principio y su razón lógica; y quesi no se trata so-lamentede la ideade causa,sino del principio de causalidad,resiste todavía más a la tentaciónde explicarlo por la su-cesión y la sensación.En el primer casose confundee1 an-tecedentede una idea con la misma idea; en el segundosehace venir de los fenómenosdel mundo exterior aquelloprecisamentesinlo cual no habríaparanosotrosexterioridadni mundo; se confundeno ya el antecedentecon el consi-guiente, sino el consiguientecon el antecedente,la conse-cuenciacon su principio; porqueel principio de causalidades el fundamentonecesariohastadel conocimientomáslige-ro del mundo,hastade la másdébil sospechade su existen-cia; y explicar el principio de causalidadpor el espectáculodelmundo,que sólo hapodidosernosdadopor eseprincipio,es explicar el principio por la consecuencia”.

El conceptode sucesión,es necesariorepetirlo, no noses dado por la sensación,ni por la mera intuición: es unjuicio; es obrade aquellafacultadespeciala que atribuímoslos juicios y los raciocinios; es obra de la razón. Purificadoasí suorigen,las nocionesde queél forma parte,pertenecen,como él mismo, al dominio de una facultad más elevadaque la sensacióny que la mera intuición. Las sensaciones

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y las merasintuicionesprovocanlos conceptos-de sucesión,los ocasionan, anteceden necesariamente a ellos y en estesentidolos producen,no como elementosde ellos, sino co-mo previas condiciones.Pero engendradoel concepto desucesión,entra, no como condición previa, sino como ele-mento constitutivo en la idea de causa.

El error de Locke no consiste,a mi parecer,en confun-dir la idea de causacon la idea de sucesiónconstante,sinoen confundir conlas sensacioneslas ideas de relación,pro-ductos de la actividad intelectual, conceptosde la razónpura: y en esto no ha errado menos la escuelaeclécticaque la escuelade Locke.

Cuando hablamosde concepto de sucesión, de seme-janza,de causalidad,y suponemossuexistenciaen un-aépocatempranade la razón,no debemosfigurarnosqueestasideasse presentenal entendimientoinfantil comoal entendimien-to adulto, o más bien, como al entendimiento filosófico.Todoslos axiomas,todoslos principios quedirigen la razónhumana,hansido en su origen meros instintos, tendenciasraciocinativasque obrabande un modo práctico, y quemuchomástarde (en la gran mayoríadel génerohumano,nunca) se presentan-al espíritu como fórmulas generales.Mucho antesque el entendimientollegaseadecirseen abs-tracto,si doso máscosasso-u igualesa una tercera,sonigua-les entresí, ya habíadicho muchísimasveces,quedoscosasconcretaseran iguales entre sí, porque eran iguales a unatercera cosa, también concreta. Observando,por ejemplo,que en los dos platillos de la balanza,A se equilibrabaconB y B con C, dedujimosinstintivamenteque B se equili-braba también con C, sin necesidadde que la concienciacontemplaseaquelprincipio bajo su forma generaly abs-tracta. Pero, es forzoso reservareste asuntopara cuandotratemosde la generalización,del juicio y del raciocinio.Contentémonoscon reconocerdesde ahora dos principios,dos tendenciasraciocinativas: el priszci~iode causalidad,quenos hacesuponera todo nuevofenómenounacausa,y

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el Principio empírico,quenos hacesuponerla constanciade las leyes a que están sujetas las conexiones fenomenalesqueobservamos.

En lo que hemosdicho hastaaquí, hemosprescindidode la intervención de la voluntad humana en las conexionesfenomenales.Pero,antesde pasaradelante,y paracomple-tar la noción de la causalidad,es indispensabletomar encuentala existenciade unaespecieparticular de causas.

Todo fenómenofísico se puedeconsiderara un mismotiempo,como efectoy como causa.Comoefectoestáligadonecesariaménteal conjunto de antecedentesque lo deter-minan; y como causa tiene la misma conexión necesariacon el fenómenoo fenómenosque segúnlas leyes de lanaturalezafísica estádestinadaa producir.

Un acto de voluntad, una volición, es un fenómenocomo cualquieraotro, si se consideracomo causa.Yo quie-ro mover un brazo, y lo muevo; entre estasdos cosaslaconexión es tan necesariacomo entre la chispa que caesobreun montón de pólvora y la explosión de la pólvora.Pero consideradaunavolición como efecto,entreella y suantecedenciano parecehaberel mismo enlacenecesarioqueentre dos fenómenospuramentefísicos. Creo que nuestraconciencianos atestiguaque la volición es libre: que en elmismoactode quererunacosasugeridapor los antecedentespodemossuspenderel imperio de la voluntad a nuestroar-bitrio, e introducir un fenómenonuevo, una volición di-ferente,que no pareceestar ligada con los antecedentesdeun modo necesario.

Hay, pues, dos especiesde causas.Las unas son ciegasy esclavas,por decirlo así, porque obedecena una antece-dencia que determina de todo punto la acción que ejer-cen, sin que les sea dado rehusarlani modificarla. Así uncuerpoA queestáenmovimientoy chocaconel cuerpoB,no puedeobrar en B sino precisamentedel modoparticulardeterminadopor su propiamasa,por la direcciónque lleva,

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por la velocidad con que se mueve y por otras agenciasdinámicas.

Otras causashay, dotadasde inteligencia y voluntad,que, o desarrollanespontáneamentesu acción, o, si unaantecedencialas provoca,no se sometenciega y servilmentea ella, sino que,o rehusanla acciónsolicitada,o la modifi-can a su arbitrio. ¿No pudiera yo, por ejemplo, ejecutarun movimientoen virtud de una determinaciónespontáneay caprichosade mi voluntad?,y dadoque un antecedenteo concursode antecedentesme indujese a moverme, ¿nopudierayo modificar a mi arbitrio esta acción, rehusarla,o entrevariasmanerasde ejecutarla,conducentesal fin queen ella me propongo,elegir arbitrariamenteuna?

Yo sé muy bien que muchosreclamaráncontra estadivisión, y rechazaránla segundaespeciede causascomoinconcebible,mirandoel elementode espontaneidado elec-ción con que las caracteriza,como un efectosin causa,enmanifiesta oposición al principio de causalidad. Pero, si porrazonesirrefragablesnos vemosobligadosa reconocerqueexisten causasdotadasde espontaneidady de elección,enuna palabra,causaslibres, y quesin ellas no puedeconce-birse el universo, ¿no será preciso inferir que el principiode causalidad no es tan universal como muchoscre-en, odebeentenderseen un sentidodiversodel quemáscomún-mentese le da?

Mr. J. Stuart Mill 1 ha negadoperentoriamentela exis-tencia de estascausas.“Concebida”, dice, “correctamentela doctrina de la llamada necesidadfilosófica, se reducesimplementea esto: que,dadosciertos motivos en el alma,y dado asimismo el carácter y disposición del individuo,puede colegirsede esta antecedencia,sin miedo de error,laconductaquees-eindividuo observará;y quesi le conocié-semosperfectamente,y supiésemostodos los antecedentesque le solicitan, podríamosanunciarsu conductacon tan-ta, certidumbre como podemospredecir un hecho físico

1 Systemof Logic, libro VI, cap. 2. (NorA DE BELLO).

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cualquiera.Paramí estaproposiciónes meramentela inter-pretaciónde la experienciauniversal; la expresiónde unacosa de que todos están íntimamente convencidos.Nadiequecreyeseconocerlas circunstanciasde un casocualquieray los caracteresde las diferentespersonasque en él inter-viniesen, vacilaría en pronosticarlo que cada una de ellasharía. Si le ocurriese duda, sería por no saber con todacertidumbresi le eran exactamenteconocidaslas circuns-tanciasdel caso o los caracteresde las personas,no porimaginarseque teniendoese conocimiento pudiera caberincertidumbrealguna en su juicio. Ni se crea que estaplena seguridadpugne en lo más mínimo con lo que sellama sentimientoíntimo de nuestrapropia voluntad. Nonos sentimosmenoslibres porqueaquellosde quienessomosíntimamente conocidosestán también segurosde nuestroprocederfuturo en circunstanciasdadas.Al contrario, mi-raríamoscomounaseñalde que ignorabannuestrocarácter,o de queno le hacíanjusticia. Los metafísicosreligiososqueproclamanel libre albedrío,sostienenal mismo tiempo quees compatibleconla prescienciadivina; y si lo es con ésta,¿por qué no lo serácon otra? Yo puedoser libre, y sinembargopodrá haberalgún otro quetengarazónpara es-tar completamentecierto del uso que haré de mi libertaden un casodado. La doctrina, pues,que consideranuestrasvoliciones y acciones como consecuencias indefectibles delos estadosanterioresdel alma, no contradice a nuestraconciencia ni contienenada derogatorio de la dignidadhumana”.

Esta argumentaciónde Mr. Mill rueda toda sobreunahipótesis inverificable. ¿Qué hombre sensatopuede lison-jearsede haberpenetradohastaen los másrecónditosplie-guesdel corazónajeno,o aundel suyopropio?En los moti-vos mismos,¿quémultitud de pequeñosaccidentesno podráhaber que se nos escondan,o nos parezcaninsignificantes,no siéndolo? Y una hipótesis inverificable, ¿cómo podráser materiade unaexperienciauniversal? La generalcon-

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vicción queMr. Mill invocaa su favor no se extiendea másquereconocerla influencia de motivos poderososque si enla mayor parte de los casos dominan al corazón, en ningunolo arrastrancon irresistible violencia. Ni veo cómo puedaconciliarseconel sentimientoíntimo de mi propia libertadla persuasión de que otro sea capaz de predecir con unaseguridadcompletacuál ha de sermi conducta en circuns-tanciasdadas.Ni cabeargüir de la prescienciadivina a lahumana.El Ser Eterno está presentea todoslos instantesde la duración de sus obras: para la Divinidad no hay pasadoni futuro, como los hayparalas inteligenciascreadas.

“Pocos hay”, continúaMr. Mill, “a quienesla meraconstanciade la sucesiónparezcadar un vínculo bastanteestrechoa una relación tan peculiar como la de causayefecto. Aunquela razónrepudia, la imaginaciónretieneelconceptode unaconexiónmásíntima, de un lazo especial,de unaconexiónefectivaejercitadapor el antecedentesobreel consiguiente; y esto es lo que,aplicadoa la voluntadhu-mana,pugnaconnuestraconcienciay sublevanuestrossen-timientos. Estamossegurosde quesobrenuestrasvolicionesno hay esa energíacoercitiva.Los quepiensanque las cau-sas acarreansus efectospor un lazo místico, tienen razónde creerque la relación entre nuestras voliciones y sus an-tecedenteses de otra naturaleza”.

En otra parte he manifestadomi opinión sobreese nose qué misterioso;pero no por eso hay razón de afirmarqueno pudieraexistir sin quenuestraconciencialo perci-biese. ¿Qué importa explicar la causalidad por la meraconstanciade la sucesión,si al mismo tiempo se pretendeque la universalidadde ese principio se extiendea los fenó-menosde la voluntadhumanade la mismamaneraquea losde la pura materia?

SegúnMr. Mill, la convicción de que podemos modifi-car nuestrasinclinacionessi querernos,es todoel sentimientointerno de la libertadmoral de que tenemosconciencia.Un

- individuo se sientemoralmentelibre, si siente que las ten-

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tacionesno lo dominan,sino él a ellas; y si, auncediendoaellas, sabe que puederesistirlas,y que si tratasede sacudirsu yugo,no habríamenesterparaestoun deseomás impe-rioso que el quele es dadodesarrollar,si quiere.Peroen estesi quieresignificaunavolición como otra cualquiera.¿Pue-de ella desarrollarseen el alma sin una antecedenciaquenecesariamentela produzca,y de todo punto la determine?Somos libres. ¿Es ello la consecuenciaindefectiblede ciertoconcursode antecedentes?La libertadhumanano existe.

Supongamosque la libertad humanano exista, y quenuestrasvoliciones no sean más que fenómenosacarreadosconstantementepor otros fenómenos;restaaveriguarsi noapareceenel universoningúnotro elementode espontanei-dady elección. A lo menoses cierto queel gran sistemadecausalidadesque el universonos presentaprincipia en unacausa primera; y no puede menos que suponerse en ella unavolición que en la produccióndel universoha sido espon-tánea y libre. Esta volición ha sido, por consiguiente,unhechosin una causaquede todo punto lo determinase;unaexcepciónal principio de causalidad.Y admitida esta ex-cepción,es evidenteque el principio de causalidad, en elsentidoquegeneralmentese toma,no es necesariode nece-sidadabsoluta;y quesi estásujetoa unaexcepción,puedeestarloigualmentea otras. En suma, no es un principiouniversal.

Se dirá tal vez que el principio de causalidad se refiereúnicamentea los hechosnuevos,porque,no pudiendoconce-birse que éstos salgan por sí mismos de la nada, es precisoasignarles una antecedencia que los determine. Pero, unavolición que produjo la cre-ación fué necesariamenteunhechonuevo en la escalainfinita del tiempo; y si respectodel Ser Eterno nadaes viejo ni nuevo, porque parael SerEternono hay antes ni después,parala razónhumanaloshay, y a estamisma cadenade existenciassucesivasen quese versala razónhumana,es a la quedamosla creaciónporprincipio. Por otra parte, si el principio de causalidad fuese

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necesario de necesidad absoluta, la eternidadmisma estaríasujetaa su imperio.

Prescindiendode que la estupendacoordinaciónde losfines a los mediosen el sistemadel universo es una señalinequívoca de inteligencia y elección en la primera causa,suespontaneidady libertad se pruebanpor argumentosme-tafísicosqueme parecenincontestables.

Es evidente que el universo hubiera podido existir enotra región del infinito espaciodistinta de la que efecti-vamentehabíaocupado,porqueel espacioera tan capazderecibir el universoen unade sus infinitas regionescomo enotra cualquiera. Si está donde está es porque la voluntadsuprema quiso ponerle en esa región y no en otra, y lo quisoarbitrariamente. Si había de existir, era necesario que exis-tieseenalgunaparte; y como todaslas infinitas regionesdelinfinito espacio se prestabanigualmentea ello, era precisoque la voluntad supremaeligiese arbitrariamenteuna: sihay algo queen estamateriaseanecesariode necesidadab-soluta, es la absolutalibertad de estaelección.

Si del espaciopasamosal tiempo, no es menosevidenteque la causaprimera pudo haberfijado el primermomentode la existenciadel universoen cualquier instante de laevolución eterna del tiempo, supuestoque todos los ins-tantesse prestabanigualmentea ella. Así, pues,como eli-gió un instanteque tiene con el momentopresenteuna re-lación determinada (inaveriguablepara nosotros,pero nopor eso menos real), habría podido elegir entre una infi-nidad de otros instantesque habrían tenido con ese mo-mento relacionesmuy diferentes. La fundación de Roma,por ejemplo, habría podido en alguna de ellas acontecermillares de sigloshace,acompañada,precediday seguidadelos mismos fenómenosque hasta-ahora se -han desarrolladoen el tiempo y que tienentodavíaquedesarrollarse.¿Noesclaro que en la elección del instanteinicial de las existenciascreadasha sido completamenteespontáneay libre la vo-luntad del SupremoHacedor?

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Más aún. Como en el espacioinfinito no hay arriba niabajo, derechani izquierda, términosenteramenterelativosa las percepcionesde las inteligenciascreadas, es evidenteque la voluntadcreadora,haciendoaparecerel universoenla región del espacio en que de hecho apareció, pudo ha-berledado una multitud de posicionesdiferentes,en cadaunade las cualeshubierantenido todas suspartes la mismasituación recíproca que de hechotuvieron, y se hubierave-rificado sin la más mínima diferencia la misma evolución

de fenómenos,y hubieran podido sus habitantesexperi-mentarlas mismassensacionesy ejercitarlas mismaspercep-ciones absolutasy relativas y las mismasvoliciones que dehecho han experimentadoy ejercitadoy seguirán experi-mentandoy ejercitando.Fué, pues,completamentelibre lavoluntad creadorand sólo en elegir para teatro del universounaregiónparticular del espacio,y en fijar el principio desu duración en un cierto instantede la carreradel tiempo,sino en asignar al universo la posición particular que efec-tivamentele asignóen ella.

Todo estome parecede una irrefragableevidencia; entales términosque si sólo existieseun átomomaterial que semoviera en cierta direccióny con cierta velocidad,creoyoqueestesolo hechohubierabastadoa unainteligenciacreadapara colegir la existenciade unavoluntad que espontáneay librementehubiesedado a ese átomosu movimientopar-ticular en un punto determinadodel tiempo y del espacio.

Pero,unaescuelade metafísicossostienequeen la cade-na de fenómenosdel universo todo está ligado por unvínculo de necesidadabsolutaque no ha principiadonuncay queno terminarájamás.Estadoctrina,sin embargo,¿quéhace sino representarnosla eternaevolución de fenómenoscomo un hecho sin causa?De maneraque para sustraersea unaprimera causainteligentey libre, estampadacon ca-racteresmanifiestosen las cosascreadas,se encastillaesadoctrina en lo que llama necesidadabsoluta;en una con-cepciónideal a que no correspondeningunarealidadobje-

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tiva; en una causaque sin inteligencia, coordina; sin vo-luntad, es espontánea,y sin libertad, elige. —~Porqué losfenómenosqueahorase desenvuelvena nuestravista,no sehan desenvueltoantesde ahora o no estabandestinadosadesenvolversemástarde?¿Porqué la relaciónde coexisten-cia quetienen concierta épocadeterminadadel tiempo ab-soluto no la tienen con otra de las infinitas que podemosconcebiren él? ¿Quérazónhay, por ejemplo,para que eleclipsesolar acaecidoen ciertahora, mesy año, que es unafecha puramenterelativa a nosotros, haya coexistido concierto segundodeterminadodel tiempo absolutoy no otro?Esesistemano hace más que añadir a los otros la suposiciónabsurdade espontaneidady libertad, no ya en una causaciega, sino en una mera concepción ideal, en una merapalabra.

No repugnaa la naturalezadivina la evolución de yo-liciones en el tiempo. Inmutable en su esencia, admite contodovariedadde accionesad extra, a la maneraque en unhombrede carácterbenéficopuedeser permanentela bene-ficencia,no obstantela variedadde actosen quela ejercite;accionesad extra sucesivaspara nosotros,coexistentestodaspara la sustanciaeterna.El principio de causalidades obrade Dios, es una de las establecidas por Dios. Diospudo crearcausas inertes, destinadas a obrar en todo y por todo enconformidad a las acciones recibidas, y causas libres capacesde modificarestasacciones,y de obrar tambiénespontánea-mente. El elementode espontaneidady elección es en lascausas libres una emanación de la libertad soberana, comoel poder de las cosas creadas paraproducirencircunstanciasdadaslos efectosparticularespropiosde ellas,es unaemana-ción del poder increadoinfinito queabrazatodoslos tiem-pos y lugares.El principio empírico y el principio de cau-salidadsondos leyesdestinadasa obrar de diversomodo enlos seresbrutose inertes y en los seresinteligentesy libres;necesariascadaunaen su esfera;pero no necesariasde ne-cesidad absoluta; y aun puede decirse con verdadque el

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elemento espontáneo y libre no es un hecho sin causa,porquetiene la suya,mediatao inmediatamente, en la naturalezadivina, única causa sin causa, necesaria de necesidadabsoluta.

La libertad de la primera causaes original e ilimitada;la libertad del espíritu humanoes derivaday finita; es unafacultad impresaal hombrecomo todaslas otrasfacultadesde que gozansu alma y su cuerpo.Una acciónvoluntariadel hombretienepor consiguientesu causainmediataen elmismo espíritu humanoque tiene respectivamentela suyaen el espíritucreador.Así la libertado albedríodel hom-bre, cuandoexiste,no menosque el podero acciónde cadaunade las cosascreadas,reconocepor únicafuentela esen-cia divina, soberanamentelibre, como soberanamentepo-derosa.De la causaprimeradependen,pues,universalmentetodaslas causasque constituyenlas conexionesfenomenales.

AP1~NDICEII

DEL SER SUPREMO Y DE SUS ATRIBUTOS

No existenación,-pueblo, ni raza de hombrestan bár-bara,queno tengaalgunaidea de un Ser Supremo,aunquelas másvecesenvueltaen fábulasy erroresgroseros.Y noes permitido considerar como un hecho de poca importanciaeste unánimeasensodel génerohumano; sobre todo si senota que las ideas que los hombreshan formado del SerSupremoson tanto máselevadasy puras,cuantomás hanadelantadoen civilización. En vanose ha queridonegarelhecho revolviendo relacionesde viajes, y sacandode ellasdoso tresejemplosde pueblosateos;relacionesmásrecien-tes hacenver que los anterioresviajeros habíanjuzgado

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precipitadamente,despuésde unacortaresidenciaentresal-vajes, cuya lengua ignoraban.

Obsérvanseen el espíritu humanociertos instintosquedesdeluego, sin saberloél, le guían en el ejercicio de susfuncionesintelectuales,y más tarde se formulan en pro-posicionesgenerales,a que la experienciano ha podido al-canzar. ¿No seráuna de estascreenciasinstintivas la quetienen todas las razasen unanaturalezasuperior,que go-bierna el universo?

Sin esa creencialas obligacionesmoralescareceríandesu máseficaz sanción.

“C’est le sacré lieu de la Société,Le divin fondementde la sainteéquité,Le frein du scélérat,l’espérancedu juste.Si le cje!, dépouillé de son empreinteauguste,Pouvait cesserjamais de le manifester,Si Dieu n’existait pas, ji faudrait l’inventer”.

Así dijo Voltaire. Y en efecto, paraque el hombreseaverdaderamentevirtuoso, paraque en el lugar másoculto,y en unasoledadcompleta, se halle dispuesto,si es nece-sario, a sacrificar la vida misma al deber, es precisoque lomire como una ley emanadade Dios; es precisoque creafirmementequesus acciones,auncuandoel mundolas ig-nore, son conocidasy apreciadaspor un juez infalible; porun juez que cala los más profundos senosdel alma, y estestigo de nuestrosmás íntimos pensamientos.

Opónesea este argumento,queenél se presentala exis-tencia de Dios, no como unaverdad sino como una con-dición de interés social. Peroel hombreha sido formadopara vivir en sociedad,y los principios en que estriba elorden social, son verdadesinspiradas,digámosloasí, por lanaturalezahumana,verdadesde instinto.

Pasemosaotro génerode pruebas,que,supuestala exis-tencia del universo, supuestala existencia de un entecualquiera,son rigorosamentedemostrativas.

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Algo existe.Luego algo ha existido desdetoda la eternidad;porque

la primeraexistencia,la primeracausa,no hapodidobrotardel senode la nada.

La primeracausalleva en sí misma sunecesidad,sura-zónsuficiente;sin esono seríaprimera.En otros términos,ha existidopor sí misma con una existenciaindependiente,necesariade necesidadabsoluta.

¿Perono podría suponerseque este universo, esta ca-denade fenómenosde quesomos espectadores,haya desdetoda la eternidadexistido; quehayaunaseriede existencias,que dependansucesivamenteunas de otras, sin principioni fin?

No. Ninguno de los eslabones de esa cadena eternaexistiría con existenciaindependiente,necesaria de nece-sidad absoluta;supuestoquesiendoacarreadopor los esla-bones precedentes,su existenciano seríanecesariasino encuanto los eslabonesprecedentesla determinasen;no lle-varía,pues,en sí mismo su necesidad,su razónsuficiente,y si de ninguno de los eslabonespodría decirsequeexistepor si mismo, y por una necesidad independiente y absoluta,se sigue que tampocopodría decirseesto del conjunto detodoslos eslabones,de la cadenaeterna.

Además, si en ese encadenamiento de existencias queforman el universo, hay un orden de causas y efectos, demediosy fines (y nuestrasobservacionesnos testifican quehastadonde ellas alcanzanhay ese orden) es necesarialaexistenciaanterior de una inteligencia ordenadora.La pri-mera causaes por consiguientealgo distinto del universoy anteriora él.

La carencia de límites en el espacio es un atributo esen-cial de la existencia que lleva en sí misma su necesidad, surazón suficiente. Si algo la limitase en el espacio, si existieseen una parte del espacio y no en otra, una parte del espaciocontendríacondicionespeculiaresde necesidad,que no sehallasen en las otras, y no sólo dependeríade esascondicio-

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nes unaexistenciaindependienteque lleva su necesidad ensí misma, sino que además una existenciareal dependeríade una mera abstracción,supuestoque no es otra cosa elespacio; y en fin, el espacio constaría de partes de dife-rentenaturaleza,unasdotadasde ciertascondicionesy otrasno; siendoasí quenadapuedeser más semejantea sí mis-mo que la extensiónabstractaa la extensiónabstracta,lanadaa la nada.Así la idea de unacausaprimera limitadaen el espacioenvolveríatres conceptosevidentementeab-surdos.

De la independenciade la primera causase sigue tam-bién su eternidad,no sólo porque la nada no ha podidoengendrarla,sino porque en el tiempo, no puedeconcebirseprincipio ni fin a lo que existe de necesidad absoluta. Lo queexistieseen una parte del tiempo y no en otra, no seríanecesariosino relativamentea ciertas condicionesde tiem-po; no llevaría, pues, su necesidad, su razón suficiente ensí mismo.Además,en esa hipótesis,una existenciareal de-penderíade unamera abstracción,supuestoque el tiempono es unarealidad sustancial,y en fin, como no podemosconcebirdiferenciaentreun instantede tiempo y los otrosinstantes,no podemosconcebirque un instantedesarrollasecondicionespeculiaresde existenciaque no fuesen de lamisma maneradesarrolladaspor todos los otros instantes.Nada hay, pues, en el tiempo, que pueda limitar la exis-tencia de la primera causa. La primeracausaes eterna.

La infinidad, en suma,es bajotodosrespectosunacua-lidad esencialde todoslos atributosdel Ente Primero, Ne-cesario. Existencia necesaria, independiente,y existencialimitada, sonincompatibles;porquetodo lo que es limitadosupone condicionesexternasque determinansus límites.

En los fenómenosdel universo material hemos vistoya estampadala inteligenciade la PrimeraCausa.Las inte-ligenciascreadasnos revelan la inteligencia supremade unmodo aunmás evidente,si cabe. ¿Seríaposible concebirelorden maravilloso del entendimiento,la actividad de la

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conciencia, 1-as leyes de la atención, de la memoria y delraciocinio, el desarrollode los misteriosos instintos del al-ma, destinadosa ponerlaen relación con el universosensi-ble, y a elevarla sobreese universo hastala esfera de lasverdadeseternas,a que la experienciano alcanza?¿Seríaposible concebireste otro orden de fenómenos,esta otracadenade existenciassucesivas,coordinadasentre sí, coor-dinadascon el universomaterial, sin una inteligencia an-terior, suprema,ordenadora?

Otro carácterde la PrimeraCausa,reveladopor el uni-verso, es una voluntad soberanamentelibre. El mundofenomenalque tenemosdelantees un complejode especia-lidades. Fijémonosen un solo fenómeno:en la fuerza deproyecciónde queestáanimadonuestrosistemaplanetario,y queno falta probablementea ningunode los orbesde quevemospoblado el espacio.-Contraigámonosa un solo acci-dente de este fenómeno:la dirección de la fuerza. Losmovimientosactualessuponenindudablementeuna o másdirecciones primitivas, de tal manera determinadas,queresultasende ellas estosmovimientos que actualmente severifican en el universo. Pero una necesidad primitiva,destituídade voluntad y de elección, no pudo producirespecialidadesbajo este respecto,ni bajo otro alguno; nopudo hacerqueun movimiento se explicaseen la direcciónA B, másbien queen la direcciónB A, o enotra direccióncualquiera;todaslas líneasquepuedentrazarseenel espacioeranparaella iguales;desarrollarsepreferentementeen una,era obrar como un principio electivo, como una voluntadlibre.

“Recórranse”,dice SamuelClarke, “todas 1-as cosasdelmundo, y se veránen ellas caracteresque demuestran delmodo más claro que todas ellas son obras de un agentelibre. No se ve en ellas el menor indicio de necesidadabso-luta. El movimiento mismo, su cantidad,sus determinacio-nes, las leyes de la gravitación, todo eso es perfectamentearbitrario, y pudieraser enteramentediverso de lo que es.

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De la relación de causa y efecto

No haynadaenel númeroni en el movimiento de ios cuer-pos celestesque convengaa la necesidadabsolutade losespinosistas.El númerode los planetaspudohabersido ma-yor o menor.El movimiento que tienensobresusejes pudohabersido máslento o másrápido. Su movimiento de occi-dentea oriente fué visiblementeuna cosa de pura elección,pues el de los cometastestifica que hubieran podido mo-verse,como eilos, en cualesquieraotrossentidos.Todasestascosashubieranpodido diversificarse al infinito; si son deun modo y no de otro, es preciso reconoceren la causaprimera una agencia libre. Lo mismo se infiere de lasexistencias terrestres. ¿Qué necesidadhabía de que exis-tiese precisamenteci número de especiesanimales y vege-tales queexisten?¿Y quiénno se avergonzaríade decir queni la forma, ni la estructura,ni la menor circunstanciadelas cosasterrestres,pudo habersido dispuestade otro modopor la causasuprema?”

No ha faltadoquienhayaatribuídoel movimiento a unconato primario, inherentea la materia,y necesariode ne-cesidadabsoluta.Pero es evidenteque este conato, o debetender a explicarseen una dirección particular o en todadirección posible. El conato en una dirección particulares absurdo;porqueno hay nadaen la materiaque puedadeterminarlaa moversede un lado más bien quede otro,esencialy necesariamente.Y si el conato es hacia todosla-dos,no pudoproducir sinoel completoequilibrio y el reposoeterno de la materia.

La determinación,la especialidadde los fenómenosdeluniverso, prueba, pues, un principio electivo, una agencialibre. Ni repugna, como pensaba Leibnitz, que la inteligen-cia divina eligiesearbitrariamenteuna forma, unaespeciali-dad, entre infinitas formasy especialidadesposibles.Por elcontrario,el suponerque la voluntad supremafuesegober-nadaen todossus actospor unarazónsuficiente,de maneraque entre infinitos universosposibles no hubiese podidoelegir a suarbitrio, sino producir el que produjo,seríacon-

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vertirla en un serpuramentepasivo, y hacerlaesclava dela fatalidad. Una agencialibre no es como la balanza,quesolicitadapor dos pesosiguales,no puedemenosde mante-nerse en reposo.La balanzaes enteramentepasiva. De lavoluntad no puededecirse lo mismo. Cuando dos modosde obrar son absolutamenteiguales e indiferentes, la vo-luntad puededeterminarsepor uno de ellos a su arbitrio.Si la voluntad supremacareciesede este arbitrio electivo,el universoseríainconcebible.¿Porquéexisteen unapartedel espacioinfinito y no en otra? ¿Porquéno estácolocadode un modo inversoo de cualquierotro modo en el lugarmismo queocupa?El espaciole prestabaindiferentementetodos los senosde su capacidadinmensa; y en cada unode ellospudo tomar el universounainfinidad de posiciones,guardandoentre sí todas sus parteslas mismassituacionesrelativasque vemosen ellas. En general,como dijo Clarkea Leibnitz, hay una razónsuficientepara cada cosa; perolo que se trata de saberes, si en ciertos casos,cuando esracional la acción, no puede haber diferentes modos racio-nalesdeobrar,y si en talescasosla simple voluntadde Diosno es unarazónsuficientepara obrar de un modo especialy no.de otro. El sentidoen que toma Leibnitz su razónsuficiente,no puededistinguirsede unanecesidadabsoluta,quedeterminainflexiblementela voluntad;y Leibnitz exi-giendo que se le admita esta suposición,procedesobre lomismo que se le disputa,e incurre en una verdaderape-tición de principio.

Las especialidadesdel universono pueden,pues,conce-birse a no ser que las atribuyamosa un principio electivoindependiente,a una voluntad soberanamentelibre; y deaquí se sigue por una consecuenciainevitable, que a lasvoliciones de la PrimeraCausasucedennecesariamente,denecesidadabsoluta, las existenciasy las especialidadesfeno-menales que ella quiere. En otros términos, la voluntadsoberanamentelibre, la voluntad divina, es una voluntad

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creadora; producir por un simple acto de la voluntad escrear: Creatio esi productio rei per im~eriu-m.

La sucesión de las existenciascreadasa los actos de lavoluntad creadora,es necesariade necesidadabsoluta.Lasexistenciascreadasy las leyes a que estas existenciasestánsujetasno son necesarias,sino porquehan sido ordenadas.Suponenun imperio creadory lo prueban.

Perounavoluntad que producelo que quiere con sóloquererlo, es una voluntad todo-poderosa.La carenciadelímites es, por otra parte, una cualidad esencialdel poderde la PrimeraCausa,que,como dejamosprobado,es en to-dos sus atributosy bajo todos respectosinfinita.

Dios es el nombreadorablede la causaprimera, nece-sariade necesidadabsoluta,inmensa,eterna,soberanamentelibre, creadora,infinita en la inteligencia,en el poder y entodossus atributos.

Como causaprimera, es única: no puede haber otracausa de la misma categoría; porque un solo principio deexistenciabasta, y porque lo superfluono puedeser unaconsecuencia lógica de la necesidadabsoluta.Por otra par-te, si - hubiesemuchosprincipios de existencia,sus natura-lezasy sus agenciasdeberían estarcoordinadasentre sí, ypara que de su concursonacieseel orden, supondríanunacausaanterior inteligente,coordinadora;no seríanprinci-pios de existenciay de orden; admitiéndolos,no habríamoshecho otra cosa que poner una grada más entre los serescriados que conocemosy la fuente primera del ser. 1

Si comoinmensoabraza el espacio infinito, como inteli-gentees simple, inextenso.No llena, pues, el espaciode lamaneraqueuna materiainfinitamente extensalo llenaría.Para el Ser Supremo la inmensidades como un punto.

Por otra parte, infinito en la inteligencia, no percibesucesivamenteni el espacioni el tiempo. El percibir sucesi-

1 Por consiguiente, no hay fundamento para decir con Paley, que la razónno nos hace atribuir a la esencia divina otra unidad que la de plan y designio en elsistema de las cosas criadas. La Primera Causa pudiera ser, según eso, un congresode dioses. (N. de Bello).

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vamentees propio de las inteligenciasfinitas. El Ser Su-premo lo ve todo como presente.En este sentido es plau-sible la idea de Kant que mira el espacioy el tiempo comocorrelativos a las inteligenciashumanas,como tipos a queamolda el hombre sus percepcionesy conocimientos.

Infinito en todos sus atributos, no ha menester instru-mentosparael ejercicio de la inteligencia,como no los ne-c-esita para el ejercicio del poder; no ha menestersentidos,no necesitade un aparatoorgánico. La inteligencia quecoordinó las almasa los órganos,y los órganosa los objetos,percibe intuitivamente las almas,los órganosy los objetos.Percibeintuitivamentelas sustanciasy las formasde los es-píritus y de la materia.Todaslas modificacionesde las al-mas, sus más íntimos y fugitivos pensamientos,estánpre-sentesa la intuición divina.

InteligenciaSuprema,no sólo es el principio del orden,sino el tipo de la perfección del orden; y supuesto que lajusticia, la veracidad,la beneficencia,constituyenla esenciamisma del orden moral, cuyas leyesha estampadoel Crea-doren la concienciay el corazóndel hombre,es precisoqueel Principio del orden sea absolutamentejusto, veraz ybenéfico.

Contemplandolas emanacionesde la fuente Supremadel ser, reconocemos desde luego, que el Ente Supremo secomplace en derramar la vida y la felicidad.

Derramaprofundamentela vida en el aire, en la tierra,en las aguas; pero, por incalculableque sea el númerodevivientes que por todaspartesse ofrece a la vista ¿quéesesocomparadocon los millones de millones que pueblanelmundo microscópico? Y aun eso es nada. La misma profu-sión de vida existesin dudaen todos~los planetasque formanel mundo de que nuestro soi es el centro; y en todos losmundos del estupendonúmerode soles que pueblan elespacio.

La providenciabenéficacon queatiendeal bienestaryfelicidad de tantos vivientes, se muestradesdeluego en la

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correlaciónde las necesidadesde la vida con los mediosqueha dado a todos para satisfacerlas. Y no ha unido el placery la felicidad animal a estasatisfacciónsólo, sino al deseo,comoprincipio de actividad, queparalos vivienteses por símismo un placery a la esperanza,que es la anticipación,elperfume,por decirlo así,de la felicidad. 1

¿Y quédiremosde los intensos,de los exquisitosplaceresde la inteligencia, de la imaginación, de las afecciones mo-rales?

Es verdadque la dicha de los vivientes es interrumpidapor la pena,y a veces por los más agudospensamientos.Peroestomismo nosda ocasiónde reconocerla bondadpa-ternal del Creador,aunrespectode los seresal parecermásabatidosy despreciables.¡Quéfinos instintosparaprocurar-se lo quenecesitan,y paraevitar los peligros! El dolor esen el plan de la Providenciaun monitor celoso, que nosretrae continuamentede lo que pudiera dañarnos.En losbrutos, por otra parte, las enfermedadesson raras; lamuerte, imprevista. Los cuidados,las pesadumbres,los re-mordimientosno acibaransu existencia, como la nuestra.¿Y no es verdad que la pena aguza el placer? El placer

1 “El aire, la tierra, el agua”, dice Palcy, “hierven en deliciosas existencias.

En un medio día de primavera, o en una tarde de estío, donde quiera que vuelvolos ojos, miles de miles de criaturas felices se agolpan a la vista. Los jóvenes insectosrevuelan: bandadas de recién nacidas moscas ensayan sus alitas al aire; sus juegos,sus variadas evoluciones, su actividad gratuita, aquel continuo mudar de lugar, SuS

más objeto que moverse, nos testifican el gozo que bulle en sus diminutuvos cuerpe-culos, el placer que hallan en el ejercicio de las facultadesque comienzan a sentir cnsí mismas. Una abeja que va y viene de acá para allá libando las flores, es uno delos más placenteros objetos en que puede fijarse la vista. Su vida es un goce continuo:¡qué afanaday qué contenta! Y la abejano es más que una muestra con que estamosfamiliarizados por las utilidades que sacamosde ella. Cualquierade los inse,eosaladosnos presentaríaprobablementeun espectáculoparecido, si nos detuviésemosa obser-varlo. Veríamos en cada especieinstintos, labores y oficios especiales; y isallaríamosque a cada instinto, a cada labor, a cada oficio, está asociado el placer, ya comofin, ya como medio. Las plantas están cubiertas de áfides, que las chupan ci jugo,y que, según parece, no hacen otra cosa en toda su vida. Otras especies están anperpetuo movimiento, con todas las señalesdel más animado regocijo. Largos man-chones de tierra se ven a veces enjambradosde estas ágiles y juguetonas tribus; y noson menores,ni manifiestan menos animación y contento las apiñadas legiones depececillos que suelen frecuentar las márgenesde los ríos, de los lagos y del mismomar. Parece que de puro gozosos no saben qué hacerse. En sus actitud-ss, en suvivacidad, en sus saltos fuera del agua, en sus caprichosas travesuras, se ve a lasclaras la agradable emoción que sienten- . Imagínese la suma de goces de todosestos pequeños animalillos. ¡Qué escena de felicidad!” (N. de Bello).

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seríamenosgrato, se embotaría,se nos haría del todo insí-pido, sin las alternativasque de cuandoen cuando lo in-terrumpen,parahacermás apetecidoy más vivo su goce.

La existenciadel hombrees turbadapor el dolor muchomása menudoy másprofundamenteque la de los brutos.Si su inteligencia le proporcionagoces deliciosos de que losbrutos no son capaces,ella también le hace susceptibledefastidios, de sinsabores,de angustias,de pesares, de remor-dimientos,que los brutosno sienten.El ansia de un bienlemartiriza; peroapenaslo posee,lo desestima;y, sin embargo,auncuandolo mira con hastío,el temordeperderlole causainquietudesacerbas.Ve venir los malesdesde mucha dis-tancia, y es ingeniosopara forjárselosaundondeno existen.Se siente comprimido,por decirlo así, en su existenciate-rrena; y con todo eso le espantala muerte. Aspira a un-afelicidad queno puededarleestemundo,y a la inmortalidaden ella.

Pero,sin -esta mezcla de placery de dolor, no pudieraexistir la másbella de las obrasde Dios, la virtud. La virtudsuponetentaciones,combates,privacionesdolorosas,sacri-ficios. El remordimientoamargalos goces que la concienciareprueba.Él es uno de los principaleselementosque com-ponenel orden moral, el mundo de las agenciaslibres.

Por otra parte,el Autor de la naturalezano ha puestoen ningún viviente necesidadesy deseos,sin facultadesyobjetos correlativos, destinadosa satisfacerlos. ¿Se habríadesviadode esteplan en la más noble, en la mejor dotadade las criaturasde que ha poblado el globo terrestre?Sujusticia y su beneficenciano nos permiten pensarlo.Haypara el hombre un destino futuro capaz de satisfacersusaspiraciones. El alma humana sobrevivea la muerte.¿Y nohabría para la virtud másrecompensasque los bienescadu-cos queha hallado; los bienescaducosen queaunel que losbuscacon ansia,y el que los anteponea su deber,sólo en-cuentraun placer efímero? La beneficenciay la justiciadivina nos aseguranque el orden móral debe recibir su

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complementoy su perfección más allá del sepulcro. Lospadecimientosdelhombreson,pues,porunaparte,un mediode perfeccionamiento,y por otra unaprendade inmortali-dad. Resplandece,pues,aunen ellos la beneficenciadivina.

Se objetará,tal vez, que pudiendo Dios hacer cuantoquiere, hubierasido máspropio de su voluntadconcederalos vivientesuna felicidad pura, en queno hubieseun solomomento de dolor. Pero esto es lo mismo que decir quepudo la Divinidad haberhecho más felices a los hombresy a los demásvivientes; argumentoque subsistiríaen otrogrado cualquierade felicidad, a no ser que se hubiesedis-pensadoa cada viviente una felicidad infinita. Si la razónhumanano alcanzaa descifrarel plande la creaciónen to-das sus partes, ¿no seráesta ignoranciamisma una de laspruebaspredestinadasa la virtud? ¿No es esta ignoranciala que nos hacesentir la necesidadde una revelación,y elprimer vínculo entrela razóny la fe? Si la razónnos llevahastala orilla de un infinito poblado de misterios y enig-mas, ¿no sabemosa lo menoslo bastantepara ilenarnosdeconfianzaen la bondadde aquel Ser, que no ha juzgadoindigno de su grandezael proveera los menesteresde susmás humildes y brutascriaturas?

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CAPITULO X

DE LA RELACIÓN DE EXTRAPOSICIÓN

Conocimiento de los cuerpos por medio del tacto. — Reproducción de la forma:10 por la doble serie de afeccionestáctiles y de movimientos orgánicos; 2~ porafecciones táctiles cualesquieraque representen una serie de mov:nsxntos delórgano; 39 por simples afeccionesvisuales correspondientesa la magnitud y fi-guratáctiles; 49 por el tacto, mediante el proceder en que suele suplsrsey represen-tarse a sí mismo; experienciacombinada de las afecciones simultáneas con lasafeccionessucesivas.— La idea de la extensión se distingue de la del movinsicn--to; caracteresprimitivos de la primera. — Carácter objetivo de la extensión;diversasépocas en la historia de las percepcionesde la extensión táctil. — laextensión en sí misma es inexplicable.— Opinión de Destutt-Tracy. — El Dr.Brown. — Análisis de los elementos de que consta la idea de extensión. — Lapercepciónde lugar se resuelve en la de distancia y situación. — Conceptodeespacío; sus determinacionessucesivas con relación al lugar y volumen de loscuerpos. — El tacto en concurrencia con otras facultades perceptivas; cono-cimientos que origina. — Si el espacio es un ente real; el espacio-nadaconsi-deradoontológicamente.~— Si el espaciotiene una existencianecesariay absoluta.— Esterilidad de las cuestionesontológicas. — Examen de la opinión de Balmessobre la realidad del espacio.— Samuel Clarke. — Leibnitz. — Kant. — Con-clusión.

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El tacto es el sentido que primitivamente nos lleva alconocimientode las magnitudesy formasde los cuerpos,esdecir, de suextensión;pero no nos las da a conocerpor símismo, sino mediantela intervenciónde otras facultad-esdel alma.

Si percibimospor el tacto que un objeto es extenso,esporquepercibimosuna serie de afeccionestáctiles, a me-dida que pasamosalguno de los órganos de este sentidosobre la superficie del objeto.

La idea, pues,de extensióntáctil es la idea de unacausa

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De la relación de extraposición

externa,queproduceunaseriede afeccionestáctiles,corres-pondientesa unaseriede movimientosdel órgano.Entiendopor órgano cualquierapartede la superficie de nuestrocuerpo, dotadade sensibilidadtáctil, y determinadamentela superficie internade la mano, quees el instrumentodequemás a menudonos valemosen el ejercicio del tacto.

Paratocarla superficiede cuerposdiversos,es necesarioqueejecutemosdiversasseries de movimientos.La forma ymagnitudtáctiles de cada cuerpo son de consiguientere-presentadasen nuestroespíritu por dos series: una de losmovimientosdel órgano,necesariosparatocarsucesivamentetodalasuperficiedel cuerpo,y otra de las sensacionestáctilesquecorrespondena los movimientosdel órgano.Mientrasnovarían la forma y magnitud del cuerpo,podemosreprodu-cir este par de series cuantasvecesqueramos,y luego quela forma y magnitudvarían, le sucedeotro par de series.

Conviene, empero, hacer las observacionesque siguen.

1a Una misma forma puedepercibirsepor medio dediversísimosparesde series.Supongamosque el cuerpocuyaforma ignoramosy queremosaveriguarpor el tacto, fueseuna pequeñapirámide. Podríamosempezarpor la baseopor la cúspideel examendel tacto; y cadaprocederde éstosno podría menos de exigir una serie particular de movi-mientos, a que deberíacorresponderotra serie particularde afeccionestáctiles. Pero adiestradoel tacto conocemosla equivalenciade los diversosparesde series,y los reducimosfácilmenteunos a otros. Si, por ejemplo, examinandounaflor procedodel cáliz a los pétalos,no tengo más que in-vertir las dos seriesque resulten,y me representaréde estemodo las queresultaríanprocediendoen direccióncontraria.Familiarizadoconlas equivalenciasde estosprocederes,per-cibo unamisma forma material en diversosparesde series,y me es libre representármelapor medio de cualquieradeellas: a la maneraque en las lenguas,cuya sintaxis admitetransposiciones,no varía de sentido una frase, cualquiera

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Filosofía del Entendimiento

que sea el orden en que coloquemoslas palabrasde quesecompone.

2a El conocimientoque adquirimosde la forma y di-mensionesdel objeto, no dependede la especieparticulardeafeccionestáctiles que experimentamos.Basta que se pro-duzcanen nosotrosafeccionestáctiles cualesquiera,corres-pondientesa una serie particular de movimientosdel ór-ganopara que formemosidea de la forma y magnitud delobjeto. Las varias formasy magnitudesson, pues,peculiar-mente representadaspor las varias series de movimientosdel órgano.

3~ Para formar idea de la figura y magnitud táctilesde un objeto, no es necesario que ios movimientos y las afec-cionesde las dos seriesde quenaceesta idea, se hayanpro-ducido de hecho. Porqueya hemosvisto que en virtud delas conexionesquenos ha manifestadola experiencia,entrelas afeccionesvisualesy táctiles,sucedeque a la simple vistade un objeto conocemos su magnitud y figura táctiles,estoes, los movimientosquepara tocar sucesivamentelas variaspartes de un objeto sería necesario dar a la mano. Acostum-bradosa deducir de las aparienciasópticaspor una especiede cómputo,los movimientosdichos, llegamos a suplir unsentidopor otro; y representándonoshabitualmentepor elaspectode los cuerpossus formas y dimensionespalpables,no podemossin mucho esfuerzo de meditación sacudirelprestigio que nos las hace creer inmediatamentepercep-tibles a la vista.

4~Así comola vistasupley representael acto, el tactosuele tambiénsuplirse y representarsea sí mismo.

En el estadopresentede nuestra inteligencia puede citacto llevarnosde dos modos al conocimientode magnitu-desy formas, o pasandoun punto de la manosobre todoslos puntos de la superficie del objeto sucesivamente,o to-cándolostodosa un tiempo. En el primer caso,experimen-tamos afeccionestáctiles sucesivas,que forman una serie

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De la relación de extraposición

correspondientea la de los movimientosdel órgano; en el-segundo,las afeccionestáctiles son simultáneas.

No tenemos más que estos dos medios de percibir lasformas y magnitudes por el tacto. Es verdad que cuandosometemos un objeto al examen de este sentido, podemospercibirlas pasando no un punto, sino gran parte de lasuperficie de la mano, sobre la del objeto; y aun éste es elmodo más ordinario en que el tacto nos da sus informes.Pero es evidentequeen tal casono hacemosotra cosa quecombinar el método de las afecciones simultáneas con el delas afeccionessucesivas.

¿Son ambos igualmente propios para darnos a conocerla extensión? En el estadopresentede nuestra inteligenciapodemos sin duda servirnos arbitrariamente del uno o delotro, o combinarlosambos. Pero es posible que original-mentedebiésemosa uno solo de ellos nuestrasideasde mag-nitudesy formas; que la experiencianos enseñaseluego asuplirlo por el otro, manifestándonoscierta corresponden-cia entre los dos; que, por consiguiente, el procedersecun-dario no hagamás que sugerir las percepcionesdel primi-tivo; y que en este caso, como en el de la vista, seantanrápidas las sugestionesque nos parezcan percepcionesactuales.

No sólo es posiblesino necesarioquehayasido así, por-que el procederde las afeccionessimultáneasno puedeporsí solo llevarnos a la idea de la extensión.En efecto, si eltocamiento simultáneo de muchos puntos conduce a estaidea, es porquepercibimosla magnitud y forma de la su-perficie tocada, en la magnitud y forma de aquellapartedel órgano,en la cual se verifica el contacto.Perocuandonuestropropio cuerpono nos era mejor conocido que loscuerposexternos,cuandocarecíamosde toda idea de mag-nitudesy formas, ¿cómo era dable que adivinásemos,enfuerza sólo de las afecciones simultáneasdel tacto, quevarios puntos de nuestro cuerpo eran afectados por otrocuerpo, que estos puntos estaban el uno fuera del otro,

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y que la sustanciaquenos afectabadebíapor tanto constarde puntos que tuviesen igual relación entre sí? El haber enla superficie del órgano variospuntos físicos afectadossólopuededarnosa conocerque experimentamosunamultitudde afeccionessimultáneasde una especieparticular, dife-rentesde las afeccionesvisuales,auditivas,etc., y nadamás.Y aun es probableque ni siquieranos ocurriesela idea demultitud, y que de las impresionesproducid-assimultánea-mente sobre varios puntos de la cutis, sólo resultaseunaafecciónconfusa,como la queproducenlos efluvios odorí-feros en el olfato; afección que no da ninguna idea de ex-tensión ni de multitud, sin embargode provenir de im-presionesproducidassobreuna superficie.

Percibimos,pues,originalmentela extensiónpercibiendouna serie de afeccionestáctiles correspondientea una seriede movimientos del órgano. Familiarizadoscon el tamañoy con todaslas modificacionesde figura que podemosdara la mano, y enseñadosa discernir las impresionesprodu-cidas en diversaspartesde su superficie, adquirimosel há-bito de representarnospor la magnitud y forma de lasuperficieorgánicasimultáneamenteimpresionada,la mag-nitud y forma de la superficie que está en contacto conella. La facilidad que tenemosde variar la forma de lasmanos, amoldándolaa la del cuerpoque tocamos, les dauna aptitud particular para este modo de ejecutar el tacto.

El examen sucesivo del tacto, segun esto, puede suplirsey representarsepor percepcionestáctiles simultáneasy porpercepcionesvisuales. Si éstas y aquéllasnos informan amenudode las dimensionesy figuras táctiles de los objetos,no es actual o inmediatamente,sino sugiriendolas percep-cionessucesivasdel tacto. Bien es que familiarizadoscon laspercepcionessugirientesdeja muchasvecesde manifestarsela sugestión,a lo menosde un modo bastanteenérgicoparaque nos fijemos en ella. Pensamosentoncesen la extensióntáctil, ya por medio de afeccionesvisuales, ya por mediode afeccionestáctiles simultáneas;a la maneraque cuando

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aprendemosun idioma extranjero, lo traducimosal prin-cipio en la lenguanativa, y unavez quenoslo hemoshechofamiliar, pensamoscon él sin necesidadde traducirlo.

Pero la idea de la extensión,se dirá, entra necesaria-mente en la idea del movimiento; y por tanto hay uncírculo vicioso en explicar la primera por la segunda.Enel estadopresentede nuestrainteligencia, la idea del mo-vimiento voluntario, es decir, de aquél queejecutamosconalgunode nuestrosmiembroso con todo el cuerpo,a con-secuenciade determinacionesde la voluntad,envuelvecomola de todo movimiento, la idea de un espaciomayor o me-nor, recorrido por el móvil; y la idea de la extensiónhaprecedidonecesariamentea la del espacio,que, como ve-remos más adelante,nace de ella. Pero podemosdespejarde la idea del movimientovoluntario toda idea de extensióny de espacio. Coloquémonos por un momento en aquellaprimera época de la inteligencia, en que se hace el apren-dizaje de las percepcionesexternas.No tenemosnoticia nide nuestrocuerpo ni de cuerposexternos, ni del movi-miento consideradocomo la traslaciónde un cuerpode unpunto del espacioa otro. Nos movemos,sin embargo,obe-deciendoa un instinto, de que la naturalezaha dotadoatodos los animales.Unas veces el placer que en el estadode salud acompaña al ejercicio moderado de las fuerzas;otras la desazónocasionadapor una necesidado dolor, nosestimulan a ejecutar movimientos, fortuitos e irregularesal principio, y a proporciónquenosinstruye la experiencia,dirigidos por lavoluntad a la satisfacciónde nuestrosdeseos.

Si hubo una época primera de la inteligencia en queel almano refieretodavíalas sensacionestáctiles a una cau-sa distinta del yo, es evidenteque en esta época-las percep-ciones todas eran puramenteintuitivas. En esta época lassensacionestáctiles eran para el alma merasmodificacionessuyas; y cuandoel tocamientoera voluntario, el alma seveía a sí misma produciendo en sí las sensaciones táctilespor medio de sensacionesde esfuerzo,y las sensacionesde

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esfuerzo por medio de voliciones. Las voliciones producen,segúnnuestro modo actual de concebir,esfuerzosmuscu-lares, y los esfuerzosmuscularessensacionesde esfuerzo.Mas, en la épocade que tratamos,debió parecernosque lasvoliciones producirían inmediatamentesensacionesde es-fuerzo. Asimismo,en nuestromodo actual de concebir,lassensacionestáctiles son producidaspor accionesde cuerposexternossobrenuestrosórganos,y de nuestrosórganosso-bre el alma. Mas, en la épocade que se trata, la sensacióntáctil era una modificación espiritual,sin referenciaa cau-sa alguna externao distinta del yo. Así, la percepcióndela extensióntáctil era un conjunto de percepcionesmera-menteintuitivas; por las unaspercibíamosunaseriede vo-liciones, por las otras una serie de sensaciones,es a saber,de las sensacionesproducidas,sin saberlonosotros,por lascontraccionesmusculares, que hemosllamado esfuerzos.Tal es el embrión del conocimientofuturo de la extensión.

Infundamos ahora en esta obra del entendimiento na-ciente la referenciafundamentaldel tacto, aquellareferen-cia en que vemos la sensacióntáctil como producida poruna causadistinta del yo. Mediante esta referencia,perci-bimos la extensióntáctil percibiendola correspondenciadeuna5-erie de sensacionestáctiles, producidasinmediatamen-te en el alma por causasdistintasde ella, con una seriedesensacionesde esfuerzo,producidaspor el alma en sí mis-ma. Ésta es la segundaforma que toma la percepciónde loextensoen la inteligencia naciente.

Notandolas variascorrespondenciasde estasseries,per-cibimosprimero de un modo imperfecto y oscuro,perci-bimos por mayor, digámoslo así, los varios objetos que sehallaban a nuestro alcance, y entre ellos nuestro propiocuerpo.El imperio inmediato que ejerce la voluntad sobrela máquinaque animamos,y la doble sensaciónproducidapor el contactorecíprocode ios órganostáctiles, nos lleva-ron luego a distinguir nuestropropio sistema corpóreodetodos los objetos que lo cercaban.Pudimos entoncesper-

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De la relación de extraposición

cibir la instrumentalidad de nuestro cuerpo en los fenóme-nos de las sensacionestáctiles, visuales, auditivas,etc. Lasque eran antes causasde sensacionesmeramentedistintasdel yo, pasarona ser sustanciascorpóreas,es decir, tangiblesy extensas,que impresionandoa los órganos,estoes, a otrassustanciastangibles y extensas,más inmediatamentesuje-tas a nuestravoluntad, afectabanal yo. Percibíamosya laextensiónen la correspondenciade dos series,una de sen-sacionesexternas táctiles, otra de sensacionesinternasdeesfuerzo.Entre tanto y por el mismoprocederquenos ins-truye de la posición de las partesde cada cuerpoentresí,llegamosa comprenderla posición recíprocade los cuerposextraños entre sí y respecto del nuestro.Pudimosdesdeen-toncespercibir el movimientovoluntario comola traslaciónde nuestrosórganosde unos cuerposa otros, o de unas aotras de las partes de un mismo cuerpo;pudimosmirar lassensaciones de esfuerzo producidas, no inmediatamente porla voluntad, sino por modificaciones orgánicas, obedientes anuestras voliciones; y pudimos ya, por consiguiente, perci-bir la extensióntáctil, percibiendola correspondenciadeuna seriede sensacionestáctiles a unaserie de movimientosvoluntarios de los órganos.

Podemos, creo, bosquejar la historia de las percepcionesdel tacto, relativas a la extensión, de este modo. Primeraépoca:experimentamosseriesde sensacionestáctiles,corres-pondientesa seriesde sensacionesde esfuerzo;pero unas yotrassensacionessonparael entendimientomerosmodosdelyo. Segundaépoca:seriesde sensacionestáctilesreferidasyaa causasdistintasdel yo, y correspondientesa series de sensa-cionesde esfuerzo,consideradastodavía como merasmodi-ficacionesdel yo, producidaspor voliciones, nos notificanlas formasy dimensionesde los objetos.Terceraépoca:co-nexionesobservadasentrelas sensacionesvisualesy las sen-sacionestáctilesnosdanla facultadde deduciréstasde aqué-llas, y la vista se hacepoco a pocorepresentativay adivina-dora del tacto. Cuarta época:nuestraforma, en todas las

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Filosofía del Entendimiento

actitudesde que es susceptible,llega a sernosperfectamen-te conocida por la observaciónvisual y táctil de nuestrocuerpo,y de otros cuerposde nuestraespecie;los esfuerzosse refieren a partes determinadas de nuestro cuerpo sujetasal imperio de la voluntad,y las afeccionestáctiles a causasexternas, y a partes determinadas de nuestro cuerpo impre-sionadaspor estas causas.Quinta época: adquirimosya lafacultad de conocerla magnitud y forma de que se hallaen contacto con una parte de la superficie de nuestro cuer-po, por la magnitud y forma de la superficie impresionada;y las afeccionestáctiles simultáneasnos representanlas queresultaríandel examensucesivodel tacto. Sextaépoca:per-feccionadaslas percepcionesde la vista, nos informan indi-vidual e instantáneamentede la colocaciónde los cuerposenel espaciopor medio de las variedadesde perspectivas;ytodoslos pormenoresde magnitud y forma táctiles, se noshacenmás fáciles de discernir y de recordar,mediantelosvarios matices de luces, sombras y colores con que los real-za la naturaleza a nuestrosojos. Yo no pretendoque la ideade extensiónse haya desarrolladoprecisamenteen el ordenque acabo de expresar; probablementeesteordenno ha sidounomismoen los diferentesindividuos;la memoriano pue-de darnosinforme algunosobrelo queha pasadoen los mástempranosdestellosde la inteligencia,sobre todo tratándosede procederesinstintivos queafectabandébil y oscuramentela conciencia.Pero sí creoqueen el embrión de las ideas demagnitudesy formasno pudo menosde haberalgopareci-do a la seriede épocaso evolucionesparcialesquedejoapun-tada.

Hemos dicho que percibimos la extensión percibiendo lacorrespondencia de dos series, una de sensacionestáctiles,otra de sensaciones de esfuerzo.Perotal vez se preguntará:¿quées la extensión en sí misma?A esto sólo podemos res-ponder:unacualidadqueconsisteen producir unaseriedesensaciones táctiles correspondientes a una serie de esfuer-zos. No podemosconcebirlani representárnoslade otro mo-

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do. La extensión es una palabraque significa esta corres-pondencia,y esta correspondenciaes un hecho que no ad-mite, a mi parecer,másexplicación.

Destutt-Tracy fué el primero que vió con claridad elverdaderoorigen de la idea quenos formamos de lo extenso.Un cuerpo no es extenso,dice este filósofo, sino porqueconstade partestales, quees necesarioejecutarcierta can-tidad de movimiento para pasar de una a otra ~. El Dr.Browndió unanuevaluz a estadoctrina,demostrandocom--pletamentela insuficiencia del tacto para darnosa conocerla extensiónpor sí solo. Él manifestóque el sentidode es-fuerzo es peculiarmenteel que noshacecapacesde percibirla extensión.Creo con todoque aundespuésde las investi-gacionesde estos dos escritores,quedabaalgo que desear.Parala perfectadescomposiciónde una idea, como para lade una sustanciamaterial, se requiereque se especifiquencon precisiónsus elementosy el modo en que éstos concu-rren -a formar el compuesto2~

Desmenuzandola extensiónhastalo mínimo en quenoses posible percibirlao imaginarla,¿quées lo que encontra-mos en ella? ¿A qué se reduce?¿Cuáles su expresiónele-mental?Quedospuntoscorpóreostienental relaciónentresí, quenos es necesariocierto esfuerzopara tocarlossucesi-vamentecon un nuevopunto del órgano táctil. Esto es loque damos a entenderdiciendo que el uno está fuera delotro, o queestánextrapuestosel uno al otro; relación que,aplicandoa la análisispsicológicael lenguaje de la análisis

1 El perspicaz Berkeley, obispo de Cloyne, había ya columbrado esta verdad.

Entre varias cuestionesque propone en su Analista, la del número XII es ésta: ~‘~Sies posible que jamás formáramosidea o noción alguna de la extensiónantes de la delmovimiento? ¿Y si suponiendoque un hombre no hubiere jamás percibido movimien-to, hubiera podido concebir o conocer que una cosa distaba de otra?” (N. de Bello).

2 Algunos filósofos han creído encontrar en las nociones originales adqui-

ridas por el tacto el concepto de cierta resistencia, opuesta al órgano táctil por elcuerpo tocado. Pero no me parece posible concebir la idea de resistenciasin la ideade una reacción en una dirección u otra, ni la idea de dirección sin la idea de unaextensión en longitud. Colocar, pues, en las primeras nociones de lo extenso lapercepción de resistencia táctil, sería lo mismo que explicar la extensión por laextensión. (N. de Bello).

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química,pudiéramosllamarel elementointegrantede la ex-tensión.

LlamandoA, B, dos puntos táctiles,en la percepcióndesu extraposición, hay: 1~, sensación táctil de A; 2~,sensaciónde cierto esfuerzoespecial;39, conceptode sucesiónentrela sensación táctil de A y la sensación del esfuerzo; 49, sen-sacióntáctil de B; y 5°,conceptode sucesiónentre la sen-saciónde esfuerzoy la sensacióntáctil de B. Despejandolostérminosde A y B entrelos cualesconcebimosla extraposi-ción, resulta que esta relación se componede tres elemen-tos constituyentes;sucesión,esfuerzo y sucesión.Percibi-mos la extraposiciónde A y B, percibiendoun esfuerzoquesucedea la percepciónde A y antecedea la percepcióndeB. Estaanálisis se tacharáde minuciosa,pero es exacta,ycreo que resuelve la idea de la extensión en los últimos ele-mentosa que el entendimientoes capazde llegar.

Esfuerzoes unapalabrageneralqueabrazatantos mo-dos y especiesparticulares,cuantosson los músculosmovi-dosy los variosmovimientosde cadamúsculo.A todasestasvariedadesde afecciónorgánicacorrespondenvariedadesdeafección en el alma, por medio de las cualespercibimoslosvariosmodosde extraposición,esdecir, losvariosrespectosdesituación quepuedehaberentre dos puntos táctiles,y quesabemosexpresardiciendoque el uno estáencimao debajodel otro, a la derecha o a la izquierda,detráso delante,etc.Extraposiciónes un génerode que las situacionesrecíprocasde los puntos extrapuestosson especies.

Agregados de puntos táctiles variamente extrapuestosentre sí, forman cuerpos de magnitudes y formasvarias. Sien un agregado de puntossonpermanenteslos modosde ex-traposición,si hay correspondenciaconstanteentre dos se-riesdeterminadas,unade esfuerzoy otra de afeccionestác-tiles, la magnitud y forma seránconstantes.Y si haciendomenoresy menoreslos esfuerzos,percibimosmásy mástér-minos intermediosentre aquellosde que constabanal prin-cipio estasdos series,y despuésquenos es imposible conti-

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nuar esteprocedercon los sentidos,lo llevamosadelanteenel entendimiento,juntaremosa la idea de magnitudy forma(queson modosparticularesde la extensión,como las variassituacionesrecíprocas de dos puntos son modos particula-res de la extraposición)la idea de infinita divisibilidad, esdecir, de cantidad continua. No creo que se necesita másparaformaruna idea cabal de la extensión, en cuantonoses da-do concebirla.

Apenasparecenecesarioadvertir que cuandohablo depuntos, estoy muy lejos de entender,no digo puntosmate-máticos,pero ni aunfísicos. Me valgo de estapalabraparasignificar pequeñas extensiones, aunqueno seanlas mínimasperceptibles.Lo que se dice de las unas se aplica sin dificul-tad a las otras;porqueparael casoes lo mismo quenuestrasideas de la extraposiciónse refieran al principio a puntosfísicossimpleso a superficiesde algunaextensión,queen losprimeros ensayosdel tacto produjeron afeccionesconfu-sas, en que aunno era posiblepercibir distinción de partes.

No se debe,pues,confundir la idea de la extensióncualla sacamosinmediatamentede los primerosensayosdel tactoy del sentido de esfuerzo, con la idea de la extensiónper-feccionadapor el raciocinio. La primera nos representaloextensocomo compuestode elementosque concebimosex-trapuestos, y nada más.La segundanos lo representacomocompuestode elementosextrapuestos,cadauno de ellos re-soluble en elementosmenores,asimismo extrapuestos,cadauno de éstosen otros,y así hastael infinito. A la extensión,segúnla aprendimosal principio, aplicamosla idea de can-tidad discreta;segúnla aprendemosmás tarde, comparan-do y raciocinando,la ideade cantidadcontinua.

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II

Agregadosde puntos táctiles variamenteextrapuestos,forman, segúnhemosvisto, cuerposde magnitudesy for-masvarias.Agregadosde extraposicionesvarias formantam-bién la distanciay la situaciónrecíprocade los cuerpos.

A, nosparecedistar máso menosde B por la intensidady númerode los esfuerzosque es necesariohacerparaexpe-rimentar sucesivamentelas sensacionestáctiles de A y B,ora los puntosintermediospor los cualesse trasportael ór-ganoseanpuntos táctiles o meramenteimaginarios.

Perono es unamismala seriede esfuerzosque se necesitaparatrasportarel órganodel cuerpoA al cuerpoB, cuandoB estáencimade A, quecuandoestádebajo; cuandoB estáa la derechaque cuandoestáa la izquierda.Las variedadesde los esfuerzosque trasladanel órganode un cuerpoa otro,determinan la situaciónde B respectode A.

III

La percepciónde lugar se resuelveen las percepcionesde distancia y de situación. En un sistemade objetos,el lu-gar en queyo me representocadaobjeto es la distanciaysituaciónen quese halla respectode mí, o respectode otroobjeto, cuya situacióny distancia respectode mí me sonconocidas. Si entra en cuenta la magnitud y forma de los ob-jetos, damos también magnitud y forma a los lugares, y de-cimos que unacosa ocupamás o menoslugar, segúntienemáso menosvolumen.

Nosrepresentamosel espaciorepresentándonostodaslasseries de esfuerzosque la voluntad puedeimprimir en iosmiembros sin encontrarobstáculo.Mientras nos movemos,y mientrasmoviéndonos,no se ofrece resistenciaal tacto,percibimosespacio.Lasresistenciasdequeme avisanlas sen-

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sacionestáctiles,limitan por unaparteel espacio,y por otrael volumende las sustanciascorpóreasqueafectanal tacto.

El espacioconcebidode estemodo no es másque el es-pacio libre, el espacioen quenuestropropio cuerpoy otrassustanciasmaterialespuedenmoverse,ocupandosucesiva-mente lugaresvarios. Ésta fué la primera significacióndela palabraespacio.Pero la idea de los pequeñosespaciosenque vemos moverse los cuerpos,nos llevó fácilmente a laidea de un espaciomás vasto en que se muevantodos lOS

cuerpos,todas las partesde quese componeel universo, yen quepodemosimaginar que se movieseel universo entero.Los lugaresde las cosasnos parecieronentoncespartes deeste espacio; y la idea de los lugaresrealesnos condujoa laidea de los lugaresposibles.Más -allá de los límites de esteuniverso, podemosimaginarnosotro, y otro, y mil, y unnúmero infinito de universos; porquemásallá delos límitesde este universo no hay nada, y la nada no puede resistir aque se coloqueny se muevanen ella cuantosuniversossequiera. La nada se llamó entonces espacio, y el espaciocare-ció de límites.

Entre el lugar o espacioqueun cuerpoocupay el volu-men que tiene, hay esta diferencia: nos representamoselvolumen comounacualidadinseparabledel cuerpo,al pasoque, representándonosel lugar o espaciobajo relacionesde-terminadasrespectode un punto fijo, lo consideramoscomocosa distinta -del cuerpo,y cuandoéste se mueve, decimosque se traslada de un lugar o espacio a otro. Claro es queestaexpresiónno quieredecir otra cosasino queel cuerpoqueantesse hallabaen ciertasrelacionesrespectode ciertopunto, tieneahora diversas relaciones con él. La manera deser independientequeatribuímosal espacioconsideradoco-mo un todode que los lugaressonpartes,es obrade la ima-ginación.El espaciono es verdaderamentesino la capacidadde cuerposy movimientos:la negaciónde toda resistenciaala materia.

No podemos, pues, percibir ni lugar ni espacio, ni el es-

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pacio infinito, sino por medio de extraposiciones, esto es,por medio de sucesioneso actualmentepercibidaso mera-menteimaginadas.El espacioy el tiempovienen así a tenerunaafinidad quea primeravista no hubiéramossospechado.La antigua Mitología pudo haber figurado este concepto,haciendoal espaciohijo del tiempo.

Síguesede lo dicho que nuestrasnocionesde situación,lugary espacio,y por consiguiente la del movimiento consi-deradocomo la traslaciónde un cuerpode una parte delespacioa otra, no ha podidonaceren el almasino conmo-tivo de las percepcionesdel sentido interno de esfuerzo,por medio del cual percibimosrelacionesdiversasentre lassensacionestáctiles; relacionesqueconsistenen el orden enque estassensacionesse sucedenentresí, correspondiendoala del sentidode esfuerzo.

Los conocimientosqueadquirimosgradualmenteporme-dio del tacto y de la vista dieron a las primerasnocionesdesituación, lugar y espacio,como de tamaño, forma y mo-vimiento, el bulto o colorido que nos parecentener ahora.El tacto suministra, si es lícito decirlo así, los materiales, yla vista los adorna; pero el sentido interno de esfuerzo esel que, combinado con el conceptode sucesión,da la mezclao argamasaque los une. Si no lo tomamosen cuenta,cae-mosen uno de dosconceptosigualmenteerróneos;o seatri-buyenexclusivamentelas percepcionesde la extensióny susderivadosal tactoy la vista, o se creequeestaspercepcionesbrotan en el entendimientoespontáneamentea consecuen-cia de las afeccionesvisualesy táctiles, y forman ideasqueno resultande la combinacióndeotrasideas; conceptospri-migeniosen queno haycomposiciónni agregado;conceptosque no puedenexplicarseni definirse. Paraexplicar la ex-traposiciónse recurreal espacio,como-paraexplicar la su-cesiónal tiempo. El tiempo y el espacioson dos concepcio-nesfantásticasquehancubierto de un misticismonebulosola teoría del entendimiento;y convertidoel raciociniopsi-cológicoen un juego ingeniosode figuras retóricas.

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Del mismo modo y al mismo tiempo que las percepcio-nes de la extensióntáctil, se forman las percepcionesde lasuavidady asperezade la superficie que tocamos;es decir,percibiendounaseriede esfuerzosy unaseriede sensacionestáctiles de cierta especie,y percibiendola correspondenciade ambasseries.En las percepcionesde la extensióntáctil laespeciede tactilidad quepercibimosno es de ningúnvalor;en las percepcionesde la suavidady asperezaeste elementoes de una importanciaesencial.

Por medio del tacto percibimostambiénla dureza,blan-dura, fluidez, flexibilidad, elasticidad y otrascualidadesdelos cuerpos; pero tampoco estas percepcionessonexclusiva-mente del tacto, porque, como vamos a ver, concurrenaellas diversasfacultadesperceptivas.Percibir dureza,blan-dura, fluidez es percibir una reacción mayor o menor de lasmoléculasmaterialesal tacto. Cadapartede un cuerpore-sistemáso menosal esfuerzodel órganoqueobra sobreellaintentando destruirsu cohesiónconlas otras.El esfuerzoespercibido por un sentido interno especial,la reacción,porel sentidoexternodel tacto.

Para percibir la extensión bastaría que el tocamientofueseparaleloa la superficiedel cuerpo tocado. Para la per-cepciónde la dureza,blanduray fluidez es necesarioqueelórganotáctil obre en unadirecciónperpendicularu oblicuaa la superficie, propendiendo a dislocar las moléculas. A laverdad,no es dable percibir la extensión,sino en compañíade alguna de las tres cualidades dichas,porque un paralelis-mo perfectoentrela direcciónde los movimientosdel órga-no y la superficie tocadaes unasuposiciónmatemáticain-verificable. Por otra parte, las percepcionesde estas trescualidades,si no presuponen la de la extensión, se hallaníntimamentemezcladasconella. Debemos,con todo, sepa-rarlasen el entendimiento,y descomponerlasen los elemen-tos que respectivamenteles pertenecen.

La percepciónde los varios gradosde reacciónqueha--mamosdureza,blandura y fluidez, supone que compara-

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mos entresí las reaccionesde ios varioscuerpos,y queper-cibimosentreellos la relaciónde másy menos.Si la reaccióntiene comparativamenteun grado considerablede fuerza,decimosque el cuerpoes duro; si un grado menos,decimosque es blando; si un grado 1-evísimo, decimos que es líquidoo flúido.

A las ideasque formamosde estemodo se juntan las dela dislocaciónde lasmoléculas,la de las variacionesde formaque en consecuenciarecibe el cuerpo,y la de la tendenciadel cuerpoa la horizontalidaden ciertoscasos;conocimien-tosfacilísimos de adquirir por medio del tactoy de la vista,asociadoscon el sentidode esfuerzo,y conla facultadinte-lectualqueengendraconceptosde causalidad.De estemodose hacenmásy másprecisase instructivasnuestrasideasdelas trescualidadesdichas.De estemodo formamostambiénlas ideas de flexibilidad, fragilidad, elasticidad,compresibi-lidad, dilatabilidad, y otras cualidadescorpóreas.Y dandoun pasomás,llegamosa reconocertodaslascualidadesdichas,no ya por nuestrasaccionessobrelos cuerposexternos,sinopor las acciones de los cuerpos externos entre sí.

Iv

El espacio,dicen algunosfilósofos, es un entereal, ne-cesario,absoluto, eterno, infinito, increado. Fijemos estasenunciacionesontológicas.

Si suponemosdestruídotodo el universocorpóreo,¿quéresta?— Nada,responderánunos;restringiendosin dudalapalabranadaa la ausenciade serescorpóreos,y prescindien-do deDios, de los espírituscreados,y de los seresqueno seanmateriani espíritu; puesno está demostrado,ni puedede-mostrarse,queno los haya:seresinaccesiblesa nuestrossen-tidos, y sobrecuyaexistenciao naturalezanadapuedecon-jeturarla razónhumana,seresde quepuedenestarpobladosmillonesde universosy el universomismo queconocemos,y

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quepuedenejerceren él y recibir de él influenciasdescono-cidas,y paranosotrosincomprensibles.Tomandola palabranadaen estesentidorestricto,los quea la preguntaanteriorrespondennada,enunciansustancialmenteunaproposicióntautológica: destruidala materia,no haymateria.

Si suponemos destruído todo el universo corpóreo, ¿quéresta?— El espacioresponderánotros.Pero¿quédistinciónconcebimosentreel espacioy la nadaen el sentidorestrictoque acabamosde darla? ¿Qué atributo podemosdar a eseespacioqueno podamosdar a la nada?El espacioes extenso;la nada también. Consideramosel espaciocomo extenso,porque concebimosen él extraposiciónde puntos; puntosintangibles,invisibles; en unapalabra,imaginarios;y lo mis-mo podemos concebir en la nada. — El espacioes la capaci-dadde serescorpóreosy de movimientos;la nadatambién,porque la nadano puederesistir a los cuerposni al movi-miento. El espaciocarecede límites; tampoconoses dableconcebirlosen la nada.Más allá del universocorpóreose ex-tiende en todas direccionesla nada, tan interminable, taninmensa,comolo era a la vísperadela creación.— El espa-cio es eterno,increado; la nada también.¿Podemosconce-bir unaépocaen queesanadainterminable, inmensa,hayaempezadoa existir por sí misma, o por la voluntad de unseromnipotenteque la sacasede otra nada?Ella existíades-de toda la eternidad,antes que fecundada,digámosloasí,por la voz del Eterno,produjeseel universo,y existiría portoda la eternidad, si obedientea la misma voz, reabsorbiesealgún día el universo. Pero existíade la misma maneraqueel espaciovacío, como una meranegación,como un con-ceptointelectual; y en el mismo sentidopodemosdecirquetoda negaciónes increaday eterna: lo no blanco y lo nonegro existíanasí desdetodala eternidad,antesquehubie-se luz y colores;y volveríana existir desdequeno hubieseluz ni colores.¿Quées,pues,elespacio?La mismanadacon-sideradacomo extensa,y como un recipienteposible de se-res corpóreosy de movimientos.

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Una objeción puede hacerse. Resucitemos el universocorpóreo,cuya aniquilación supusimos. Desaparecerá alre-dedorde nosotrosla nada,y subsistirásin embargoel espacio,vacío antes, lleno ahora: luego no son una misma cosa e!espacioy la nada.Yo confiesoque atendiendoal uso de lasvoces,el espacioy la nada representanconceptos intelectua-les diferentes;pero digo al mismo tiempo que ontológica-mente, esto es, atendiendo al significado objetivo de lasvoces el espacio no se distingue de la nada. Si fuesen cosasdistintas, ¿dónde lo veríamos mejor que en la primera hipó-tesis, en la hipótesisde la aniquilaciónde los serescorpóreos?En estahipótesises evidentequeno hay dos cosas,sino unasola quebajo cierto respectose llama espacioy bajo ciertorespecto nada. Nos hemos convenido en llamar a la nada,espacioo nada, mientrassubsisteel vacío, y en darla sola-menteel nombrede espacio,desdequesu capacidadiii po-tentia pasaa capacidadiii actu. Resucitada,pues,la mate-ria, no serápropio decir que nuestrocuerpoy los demáscuerposestánen la nada,sino queestánen el espacio.Es-pacio es la capacidad potencial o actual;la nadaes la capa-cidad potencial.

La existenciadel espacioes necesariay absoluta.Nadamásevidente. Si no existe la materia,existea lo menos inpotentia la capacidadde cuerposy de movimientos;si existela materia,existe esa capacidadiii acm. Luego, existe encualquierasuposiciónel espacio.Luego, la existenciadel es-pacio es absolutamentenecesaria.De la nadano puedede-cirse lo mismo,porque en la nadano concebimosmás quela capacidadpotencial.Desdeque esa capacidadse ejercita,desde quehay cuerposy movimientos,el espaciodeja dellamarsenada,y puedesólo llamarseespacio.En el universohay cuerposy al mismo tiempo hay espacio.Si prescindi-mos de los cuerpos,¿quées el espacioocupadopor ellos?Nada.¿Perode quése trataen todoestosino del uso de dostérminosque denotanpurasabstracciones,sin objeto algu-no real? La existenciaquenos figuramosen el espacioes en

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De la relación de extra~osición

todo y por todocomo laexistenciaquenos figuramosen lanada;es la existenciade unapura abstracción;es unaexis-tencia imaginaria; es unaexistenciaqueno es existencia;esnada.

Sunt verba et voces, praetereaque nihil.Hemos entradoen esta discusióncon el solo objeto de

ponerde manifiestola futilidad de las cuestionesontológicasque relativamenteal espaciose han agitado y se agitan enlas escuelas,y quepuedenmuy bienapostárselasconlas másinsustancialesque se ventilabanen otros siglos por los esco-lásticos.Tenemoscierta propensióna revestirde un ser real,de una especiede sustancia,todo aquello que se significapor un sustantivo.La filosofía de Platón, en gran parte,no se reducea otra cosa.A la nadamisma,desdequedepo-niendo su nombrepropio, que era un obstáculoinsupera-ble, 1 tomóel título de espacio,hemosdado unasombradeexistencia,en que algunoshan creídohallar algo más quela obra de la imaginación. Pero el común de ios hombres hahabladoun lenguajemásexactoquelos filósofos, apellidan-do espaciosimaginarios a los queconcebimosmásallá de loslímites del universo.

Yo por mí confiesoqueno alcanzoa columbrarexisten-cia algunaverdaderaen esas apreciacionesfantasmagóricasdel tiempo y del espacio.El tiempo en sí mismo es paramíun orden posiblede hechossucesivos,comoel espacioen símismo es un orden posible de hechoscoexistentes.Todosmisesfuerzosparahallar en ellos algode real a quemi entendi-miento puedaasirse,hansido vanos:

Ter conatusibi circumdarebracchia collo:Ter, frustra comprensa,manus effugit imago:Par levibus ventis, volucriquesimillima somno.

1 Nihilurn; esto es, non hilum, nulla res ne minima quiden. (N. de Bello).

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Filosofía del Entendimiento

y

~Será el espacioun puro nada?”se preguntaBalmes,ya esta preguntaresponde:ttEl que dice extensiónnada,secontradiceen los términos. Si en un aposentose reduce ala nadatodo lo queen él se contiene,parecequelas paredesno podrán ya quedardistantesentre sí, porque la idea dedistanciaincluye un medio entredos objetos;y la nadanopuede ser un medio, es nada. Decir que la nadapuedeserun medio, es atribuirle unapropiedad,y decir que la nadapuedetenerpropiedades,es destruir todaslas ideas, es afir-mar la posibilidad del sery no ser a un mismo tiempo, ysubvertir por consiguienteel fundamentode los conoci-mientoshumanos”.

El almade esteraciocinioes el axiomaescolástico:Nihilinulhv suntProPrietates:axioma de toda evidencia,perocu-ya significación es necesariodeterminar.No podernosatri-buir a la nada ninguna cualidad positiva, negativasí. Lanadano puederesistir al movimiento de los cuerpos,es unaproposiciónque atribuye a la nadauna cualidad negativa,y en que percibimosla misma evidencia queen el axiomaescolástico,porque el axioma escolásticola contiene. Conla mismaevidenciapodemosdecir que la nadano es blanca,ni negra,ni sólida, ni líquida, ni aeriforme.En una palabra,podemosdarle todoslos atributosimaginables.

e(Suponiendouna esferavacía”, continúaBalmes, CCdtro de ella puede haber movimiento. Ahora bien; si el espa-cio contenidoes un puro nada,el movimiento es nadatam-bién, y por lo mismo no existe. El movimiento ni puedeexistir ni concebirse,si no recorriendocierta distancia: enestoconsistesu esencia;si la distanciaes nada,no se recorrenada; luego, no hay movimiento”. ¿Quiénno ve aquí unjuego de palabras,indigno de tan eminentefilósofo? ¿Noes claro quela posibilidadde movimiento dentrode unaes-fera vacía, es una consecuencianecesaria,de necesidadab-

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De la relación de extraposíción

soluta, de la imposibilidad de oponerresistencia,que es in-separablede la nada,y por consiguientedel espaciovacío,quees la misma, mismísimanada?

En cuantoala idea queBalmesse proponedarnosdel es-pacio, la creemossuficientementerefutada por los corola-rios que de ella deduce,entre los cualesmerecennotarselos siguientes:

Quedondeno haycuerpono hayespacio.Quelo que se llamadistanciano es otra cosaque--la in-

terposiciónde un cuerpo.Que en desapareciendotodo cuerpointermediono hay

distancia;hay inmediación,hay contacto,por necesidadab-soluta.

Que si existiesendos cuerpossolos en el universo, seríametafísicamenteimposibleconcebirentreellosdistancia.

Queel vacío, grandeo pequeño,diseminadoo coacerva-do, es absolutamenteimposible.

Queun cuerposolono puedemoverse,porquetodo mo-vimiento suponedistancia,y no haydistanciacuandono haymásqueun cuerpo.

Que el universono puedeestar terminadosino de cier-to modo, excluyéndose todas aquellasfiguras en quela líneamás corta entre dos puntos quedasefuera de la superficieexterior.

El mismo Balmes,espantadode tan extrañasconsecuen-cias, temese oculte algún error en el principio de que lasdeduce.Ese principio no es otro que el nihili nullae su-ntProprietates, que efectivamenteno puede admitirseen elsentido ilimitado de Balmes,sin ponerlo en contradicciónconsigomismo.

VI

Samuel Clarke, fascinado por la existencia ideal del es-pacio, queél mirabacomo unarealidadontológica,y for-zadopor la más imperiosaevidenciaa negaral espaciouna

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Filosofía del Entendimiento

sustanciaen queresidiesela extensióninmensaque la ima-ginación le atribuye, juzgó que, debiendocorresponderaunacualidadinfinita un sujeto igualmenteinfinito, no po-día concebirseel espaciosino como una misma e idénticacosacon la inmensidadde Dios. Un raciociniosemejanteleindujo a identificar el tiempo con la eternidadde la CausaPrimera.

Leibnitz combatió poderosamentelas concepcionesdeClarke. Negó al espacio y al tiempo no sólo el carácter deatributosdivinos, sino el de cosas reales; reduciéndolos, co-mo lo hemoshechonosotros,a merasabstraccioneso ideas.Kant pensabade un modo semejantecuandolos hizo con-dicionesa priori de todosnuestrosconocimientosempíricos;perocondicionessubjetivas,estoes,propiasde la inteligenciahumana; molde a que adapta todas las nociones que le sumi-nistra la experiencia.

Entre estascondicionesa priori y las relaciones de suce-sión, que, según hemos visto, lo mismo pertenecena la con-cepción del espacioque a la del tiempo; relacionesque en-gendrael almaenvirtud de la actividadquele es propia,nohay,si biense mira, másdiferenciaque la del lenguaje,queen la primera expresión es sintético y en la segunda analí-tico.’

El espacio y el tiempo son, pues, meras capacidades deexistencias reales; y aunque en sí mismos nada sean, no poreso habrá contradicciónen representarnosel espaciocomouna esfera de interminables dimensiones, y el tiempo como-una escalade longitud interminable,refiriendoa la primeratodaslas extensionesy a la segundatodaslas duracionesquepodamosimaginar. Lejos de repugnar estas ideas a la nuli-dadontológicadel tiempo y del espacio,son por el contra-rio una consecuencianecesariade su absolutainsustancia-lidad.

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CAPITULO XI

DE LA VISTA COMO SIGNIFICATIVA DEL TACTO

Fenómeno de la visión. — El ojo: su conformación fisiológica para recibir los rayosluminosos. — Convergencia de las rayos de luz. — El eje óptico. — Funcionesde la vista análogasa las del tacto. — La retina. — Percepcionessimultáneasde la vista. ~— La extensión visual o pintura ocular. — Dimensionesvisuales. —

Nociones que tendríamos por medio de la vista, sin el auxilio del tacto. — Lasleyes del mundo visible diferentes de las del tacto. — Signos visuales quesugierenal entendimiento las cualidadestáctiles de los objetos. — Referencia delos colores a objetos colocados en situacionesdeterminadas.— Observación delDr. Reid sobre la referencia del punto visible al punto táctil. — Ministerio dela naturaleza. — La experiencia. — Conocimiento de las distancias de los cuer-pos: movimientos del ojo. — Los dos ojos. ~— Medida de la distancia por laintersección -de los -dos ejes ópticos. — Observaciones del Dr. Reíd. — Penómenode la doble visión. Dimensión de los objetos por medio de su magnitudaparente. — Amortiguamiento de los colores como medio de apreciar las dis-tancias. — Ilusiones que originan los objetos a causa de la distancia. — Figurastáctiles sugeridaspor la percepciónvisual. — Aspecto de los relieves. ~— Obser-vación del Dr. Brown. Juicios sobre la magnitud y distancia de los objetos.

Longuaje universal de la vista.

Los ojos se componende membranaso túnicas que lesdansu forma globulosa,y de sustanciastrasparentesdesti-nadasa refractar los rayosluminosos.

Hay, además,en los ojos, como en todo el organismoanimal, nervios y músculos,queson órganosde la sensibili-dady del movimiento,y vasosquenutren los ojos, proveena sus peculiaressecreciones,y acarreanfuera de ellos lo quesobrao por efecto de las funcionesvitales se altera y des-compone.

Cadapunto visible parecedespedira cadainstanteparacadaojo, un hacecillode rayoso líneasrectasluminosas,quepor mediode varias refraccionesvana cruzarseen la pupila,

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Filosofía del Entendimiento

y siguensu caminohastareducirseotra vez a un punto enla extremidaddel hacecillo, dondehieren un punto corres-pondientede la retina.

Lo quesucederespectode un puntodelobjetosucederes-pectode todosy de la perspectivaentera;y como cadahace-cillo estáteñidode ciertocolor segúnel puntode dondepro-cede,el resultadototales unapinturadel objetoy de la pers-pectiva,pinturainstantáneaperoen ciertomodopermanentepor su continuareproducción;copiaexactade los objetos,aunqueinversa,porque.,cruzándoselos rayosen lapupila, losque vienen de arriba se dirigen hacia abajo; los que de laderecha,hacia la izquierda, y recíprocamente.

La convergencia de los rayos de luz hacia sus respec-tivos focos es causadapor las refraccionesqueexperimentanatravesandoel ojo; efecto para el cual están admirable-mente adaptadasla densidady la forma de las variassus-tancias refringentes.Y como los objetosvisibles se hallana diferentesdistancias,el ojo tiene la facultad de acomo-darsea ellas alargandoo acortandoel camino a los rayosde luz, para que el foco de cada hacecillocoincida con unpunto de la retina.

Debenotarseque cuandose trata de examinaratenta-menteun objeto, en virtud de los hábitosadquiridosdesdela más tempranainfancia, colocamosel ojo de maneraqueel hacecillo de rayos queviene de algún punto del objeto,hiera poco más o menosel centrode la retina, que es elque recibe la impresión más viva y el que produce, por.consiguiente,la percepciónmás clara y distinta. Se llamaeje óptico la línea imaginaria que saliendo de un punto

céntrico de la retina va a parar en el punto visible de quese deseatenerunapercepciónclara y distinta. Dando,pues,diferentes posiciones al eje óptico por medio de los variosmovimientosdel ojo, paseamosla vistasobre todoslos por-menoresde la superficieque se contempla,examensucesivoen que principia la partepsicológicade la visión.

No es esto decir que para ejecutar la visión nos pase

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De la vista como significativa del tacto

por la cabeza la idea de ningún eje óptico, porque lo queasí se llama no es otra cosa que una línea excogitada porlos fisiólogospara-explicarla.Perolos variosmovimientosdelojo nos proporcionanun medio equivalente: ellos, comotodos los que concurrena la visión, fueron, sin duda, en-sayadosinstintivamenteal principio, y repetidossin cesarllegarona ejecutarsecon unarapidezinstantánea,sin inter-vención perceptiblede la voluntad ni de la conciencia.

Dirigir, pues,la vista hacia un punto externo es daral ojo la disposición conveniente para que este punto, im-presionandoel centrode la retina, produzcaen el órganola impresiónmásviva y distinta; y estudiarcon la vista unobjeto, unaperspectiva,es dar sucesivamenteal ojo las dis-posicionesconvenientespara que cada punto del objeto ode la perspectiva,impresionandosucesivamenteel centrode la retina viva y distintamente, sea a su vez percibidopor el alma. Estos movimientos del órgano de la vista sonanálogos a los que ejecutamos con el órgano del tacto parapercibir sucesivamentelas varias partes de una superficietangible. La vista es verdaderamente una especie de tactoque se efectúa sobre objetos distantes por medio del ejeóptico, que es como el bordón que en la mano del ciego leprolonga en cierto modo el órganodel tacto y le sirve paraexplorar, aunque de un modo sumamente imperfecto, losbultos que tiene delante.

La retina es por excelencia el órgano de la vista, comola membrana olfatoria de la nariz es el órgano del olfato;y los rayos de luz hacen las veces de los efluvios odoríferos,aunquecon una notabilísima diferencia. En la olfacciónno obra el órgano sobre los efluvios de manera que poda-mosconcebirrelacionesde extraposición,ni, por consiguien-te, idea alguna de extensión,lo que también se verifica enel oído,y se verificaría asimismoen el gustosi no le acom-pañaseconstantementeel tacto.

Parécenosen el estadoactual de nuestrainteligenciaquepor la vista percibimos de un golpe los pormenores de una

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superficie algo extensa; pero es probable que esta facultadse ha ido adquiriendo y perfeccionando gradualmente; yque la vista, como el tacto, aprendió a percibir simultá-neamenteuna superficie, deduciendode las sensacionessi-multáneaslas sensacionessucesivasque corresponderíanalos movimientosdel órgano.Así sucedeconaquellasespeciesde objetos en que se ha ejercitado con mucha frecuenciala vista, de lo que nos ofrece un ejemplo la lectura; traba-josa y lentaen los queprincipian, porquetienenquefijarsesucesivamenteen cada letra; pero tan fácil y rápida des-pués de muchosaños de ejercicio frecuente,que bastauninstantepara percibir todas las letras de una dicción yacasode una líneaentera.Mas, estafacultad de percepcio-nes simultáneasestá reducidaen la vista a los objetosdeque acabamos de hablar. Para imponernos de los pormenoresde una superficie desconocida,tenemosque recorrersuce-sivamentesus varias partes,hastaparar en los pormenoresmínimos,o en aquellosqueconstande formasya conocidasy familiares.La viveza de la impresiónorgánicaes entoncesmayor en el punto céntrico,y va disminuyendopor gradosen las partescircunvecinasa proporciónde su distanciadelcentro.

El sentido de la vista se ejerce, pues, inmediatamentesobrela retina, en cuanto herida por la pintura que se for-ma, como se ha dicho, por las extremidadesde los hacecillosluminosos. Si quitamos a esta pintura toda significacióntáctil, si suponemos una época de la inteligencia en que

estapintura no nos indicasesituaciones,distancias,figurasni colores de objetospalpables,es evidenteque percibiendola correspondencia de una serie continua de sensaciones deesfuerzo (sensaciones correlativas a los varios movimientosdel órgano,pero no acompañadasde idea alguna de estacorrelación,ni del órgano) no pudimosmenosde percibirpor medio de la pintura ocular una extensión visual, que seresolvíaen extraposicionescontinuas,cadaunade las cualesse nos dabaa conocerpor el esfuerzoque hacíamospara

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De la vista como significativa del tacto

percibir sucesivamente dos puntos. Cuando se dice pinturaocular, no se debe tomar esta palabra en el sentido que ledamos en virtud de los conocimientos que hemos adquiridomás tarde. Una pintura es para nosotros, en el estado actualde nuestra inteligencia, una superficie de tal o cual figuratáctil, de tales o cualesdimensionestáctiles, en tal o cualsituación a el alcance del tacto; y es evidente que la vistasola no pudo conducirnos jamás a las ideas de estas cuali-dadestangibles.¿Quées, pues,en nuestrahipótesis la pin-tura ocular?Un conjuntode causasque a cada momentodadoexcitabaun conjuntode sensacionesvisualespor mediodel cual y de los esfuerzosorgánicosnecesariospara hacersucesivamentevivas y distintas las sensacioneselementales,percibíamossucesivamenteextraposicionesvarias, pero decausasbajo otros respectosdesconocidas.

Debemostambién guardarnosde creer que diésemosalas cosaspintadasen la retina las dimensionesquehabitual-menteatribuímosalos objetostáctiles,significadospor ellas.¿De qué tamaño es aquel árbol en la pintura ocular? Lavista instruída por el tacto le da tres o cuatro varas dealto, que es una dimensión táctil; pero la vista por sí solano hubiera podido darle dimensiones algunas de esa especie.El árbol parece mayor a la vista cuanto más parte coge dela perspectiva,y menorcuantomenos.El ámbitode la pin-tura ocular, que es constante,es la escalanatural de lasdimensionesvisuales. Pero esta pintura, que en la estimadel tacto tendrá cierto número de líneas de diámetro, parala vistano tienedimensionestáctilesde ningunaespecie.Stsmagnitud visual es la medida fundamental de las otras mag-nitudesvisuales, y no hay fuera de ella medida alguna aque podamosreferirla.

Si pudiésemossepararde la aparienciaartificial llama-da fantasmagoríatodo significado táctil, toda idea de loca-lidad y dimensionestáctiles,ella seríapara nosotroslo mis-mo queel fenómenoproducidopor la pintura de la retina.

He aquí, si no me engaño,la historia de ios conoci-

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FJlosofla del Ent~n-di-,nic’nto

mientos que hubiéramosadquiridopor la vista sin la ense-ñanzadel tacto.

Antes que hubiésemosllegado a considerarlas sensa-

cionesvisualescomo efectosy signosde causasdistintas delyo, ellas debíanser paranosotrosmerasmodificacionesdelyo percibidas por la conciencia; y la extensiónvisible nopodía ser otra cosa para nosotros,que la correspondenciade unaserie de sensacionesvisuales consideradascomo me-ras modificacionesdel alma, a una serie de sensacionesdeesfuerzo,consideradasde la misma manera.

Una vez referidaslas sensacionesvisuales a causasdis-tintas del yo, y representadaspor ellas, hubiéramosperci-

bido, en la variedaddel esfuerzonecesario para percibirsucesivamentedos puntos visibles, los varios modosde ex-traposiciónde estos puntos, o en otros términos, sus variassituacionesrecíprocas,meramentevisuales.

Agregandoextraposiciones,hubiéramospercibido super-ficies visualesde varios tamañosy formas, y hubiéramosadquirido ideas de distanciasy lugaresmeramentevisuales.

Concebimoslas situaciones,formas, tamaños,distanciasy lugares,como relacionesde causasvarias, representadaspor las sensacionesvisuales.

Las extensionespercibidasde este modo debieron sermeraslíneasy superficies:los objetosconstabande dos di-mensionessolamente,y el espacioera una superficie inde-finida. Pero mientrasciertos esfuerzosmovían el órgano,otrosesfuerzostrasladabanal espectadorde un sitio a otro;y a estasegundaespeciede esfuerzoscorrespondíanmuta-ciones considerablesen la perspectiva;dilatábanseunosob-jetos, otros se contraían; aparecíanunos, otros dejabandeverse,o se presentabande nuevo; como si las cosassaliesende la naday volviesena ella, crecieseny menguasen,a nues-tro arbitrio. ¿Noera natural que formásemosasí la idea deuna extensiónque penetrábamos,de un espacio que se~xplayaba en todos sentidos y poblado de perspectivas va-

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De la -vista co-nio significativa del tacto

rias que se sucedíanunas a otras con cierta regularidadybajo conexionesdeterminadas?

El mundo visible es gobernadopor leyes muy diversasque las del mundo quenos dana conocerlas afeccionesdeltacto. En éste las magnitudesy formas son constantes,osólo variables dentro de límites estrechosdependientesdeagenciasmateriales;en el otro, al contrario, las magnitudesy formasvaríanextremadamente,segúnla posición queto-mamos;el árbol que ocupa ahorauna pequeñísimapartede la perspectiva,puede,si quiero, cubrirla toda; el objetoque ahora es un círculo, pasará a ser una elipse más o menosexcéntrica, y si se me antoja, una línea recta. En el uni-versotáctil lassituacionesrecíprocasde los objetossontam-bién constantes,o sólo variablesconsujeción a las leyesdelmovimiento real de los cuerpos; en el universo visual noes así: las situaciones recíprocas de los objetos varían consujeción a las leyes del movimiento aparente de los cuer-pos, que son diferentísimas de las del movimiento real. Enfin, ios objetos que nos da a conocer el tacto, es decir, loscuerpos propiamente dichos, son impenetrables; cada cualocupanecesariamenteun espacio,y no lo cedea otro cuer-po, sino pasando a ocupar otro espacio; mientras que losobjetos que nos da a conocer la vista por sí sola, se penetrancontinuamenteen sus movimientos, ya desapareciendoelmóvil bajo los objetos que encuentra,ya desapareciendoéstos bajo el móvil. De aquí se deduce que las ideas que me-diantela vista formaríamosde las causasde nuestrasensa-ción, serían absolutamentediversasde las que formamospor medio del tacto. A éste,pues,asociadocon el sentidode esfuerzo, es a quien verdaderamente se debe la idea quetenemosdel universomaterial.

Tales son, si no me engaño, las nociones que la vistahubiera formado por sí sola, sin el auxilio del tacto. Peroes probable que las percepciones variables de aquel sentidocomenzarondesde muy temprano a significarnos las per-cepcionesconstantesdel segundo.

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Filosofía del Entç--ndimíento

Todo estaba preparado por el Autor de la naturalezapara que el tacto reportase de las afeccionesvisuales unaventaja incalculable. Las afecciones de la vista son continuasmientras velamos, y corresponden a fenómenos táctiles queocupan un ámbito inmenso. Al contrario, nadamás limi-tadoque el alcancedel tacto. Agrégasela diversa facilidadde ios movimientosorgánicosque es mucho menor en elejercicio del tacto. Dar a la vista una significación táctil,era en cierto modo poner alas al tacto; hacerlo capaz derecorrer en pocos momenWslo que de otra manera hubierarequerido siglos de laborioso examen, y someterle aun losobjetos que sin el ministerio de la vista le hubieran sidoeternamente inaccesibles.

Veamos ahora qué especie de signos son los que en la vi-sión sugieren al entendimiento las cualidades táctiles de losobjetos distantes que por medio de la luz afectan la retina.

El primer pasoes referir los coloresa objetosdistantescolocadosen situacionesdeterminadas.Referimosla sensa-ción de color producidapor cadapunto de la pintura ocu-lar, a un punto tangiblesituadoen la prolongaciónde unalínearectaimaginariaquesalede aquelpuntode la pinturay pasa por el centro del ojo. Las líneas que salen de los va-rios puntos de la pintura ocular se cruzan, pues, todas enun punto céntrico del ojo; las que salen de la parte inferiorde la pintura se dirigen hacia arriba; las que de la superior,hacia abajo; las que de la derecha, hacia la izquierda; lasque de la izquierda, hacia la derecha. La situación recíprocade los puntos de la pintura ocular, nos da a conocer la si-tuación recíprocade los correspondientes puntos tangiblesen las prolongacionesde las varias líneasrectasrespectivas;y es claro que refiriendo el color de cada punto de la pin-tura ocular a unacausatáctil situadaen la direccióndicha,no podríamosreconocercomo causade las varias sensacio-nes de color los puntosdistantesque las excitan, si la pin-tura ocular no los presentaseen una situación recíproca,inversa de aquellaen que los percibeel tacto.

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Expresoaquí la conexiónentrecadapuntode la pinturaocular y cada punto del objeto táctil por medio de la líneaque saliendodel primero de estos dos puntos, pasapróxi-mamentepor el centrodel ojo; no porquecuandoejercita-mos el sentidode la vista, pensemosen línea alguna, sinoporquetodopasacomosi la ideadeesalíneaestuviesepresen-teal entendimiento.Porelsentidointerno de esfuerzoscono-cemosla posición del órgano; de la posición del órgano de-ducimos la situación del punto táctil que correspondealpunto céntrico de la retina, quees el que nos da la sen-sación másviva; y de la situaciónde los puntosde la pin-tura ocular entre sí, y respectodel punto céntrico, inferi-mos la situaciónrecíprocade los puntostáctilescorrespon-dientes, colocando cada uno de ellos en la prolongaciónde la línea recta que sale del respectivo punto de la retinay pasa,segúnhemosdicho, por el centro del ojo; sin queparaelio seanecesarioquepensemosen el punto céntriconi en línea reçta alguna.El resultadoes la concepcióndelcolor y de la situación táctil de la superficieque se con-templa,y de cadaunade sus partes.

A primeravista pudieracreerseque vemos cada puntoen la direcciónquetienen los rayosal herir la retina, por-que parecenatural que las varias direccionesde los rayosproduzcandiferentesimpresionesen la retina,y, por tantodiferentessensaciones,que el alma sea capaz de discernir,como disciernelos más ligeros maticespintados por ellos.El Dr. Reid observaque cadapunto de la retina es heridopor rayosquelleganaél en diferentesdirecciones,comoqueforman un cono de que él mismo es el ápice; y que sinembargo de esta variedad referimos el punto visible al puntotáctil que está en la prolongación de una línea recta, quees la que pasa por el centro del ojo; lo que, según el mismoReid, no se debe a una virtud particular de los rayos quepasan por el centro del ojo, porque interceptando estos ra-yos, se forma con los otros la misma imagen en la retina,y ei punto objetivo que los envía se ve en la misma direc-

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Filoso/la del Ent~ndimíento

ción que antes.1 ¿Qué es, pues,lo que nos hace colocarel punto táctil en la prolongación de la línea recta ima-ginaria? ¿Esuna ley primaria de la naturaleza,un instinto?De la existenciade semejantesinstintos en varias especiesde animales no hay duda, pues los vemos, antes de todaexperiencia, dirigirse acertadamentea los objetos táctilesquese presentana su vista. 2

Pero la naturalezaha observadoun plan especial en laeducacióndel hombre.Ella ha queridodesdemuy tempranoinstruirle por la experiencia y por su razón. Todo lo queel hombre ha podido aprender por medio de la experiencia,hay bastantemotivo paracreerqueno lo ha debido a ins-tintos especiales,y el aprendizajede que se trata no parecemás difícil que tantos otros, que en el primer destello dela razón han sido indudablementeel fruto de la observaciónexcitadapor lanecesidady de unaespeciede raciocinioana-lógico espontáneo,de queno daba aviso la conciencia.

La intensidad de la luz y la dirección en que se recibe,hacen variar considerablemente ci color, y por eso ios pin-toresdiversifican con varios maticesde un mismo color ya veces le sustituyenotro diverso para indicar la luz máso menos viva, más o menos directa de que es bañada el ob-jeto y cada una de sus partes. Cuando vemos un ropajecuyo color es uniforme, sus plieguesnos parecerían de di-versos colores,si juzgásemosde ello por las sensacionesvi-sualesque verdaderamenteexcitan. Pero, instruidospor laexperiencia,no vemos en estasvariacionesaccidentalessinolas ondulaciones de la superficie, y atribuímos a cada puntosu colorido particular y constante, que es aquel en que loveríamosa corta distanciay a un grado suficientede luz

1 Se puede interceptar cualquiera porción de los rayos que forman el cono

objetivo, poniendo sobre la pupila un naipe agujereadoque sólo deje pasar las otrasporciones. (N. de Bello).

2 ‘Los pollos de la gran familia de las gallináceas andais ya al salir de lacáscara y se les ve correr apresuradoshacia el gr-ano y atinar a picotearlo; lo cualprueba que sabenservirsemuy bien de susojos y estimancon exactitud las situaciones-y distancias”. Cabanis, Rapporls du physique et du moral, Second Mémoire. (Notade Bello).

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De la vista como si~nificetiiadel hic~o

y en una posición determinada.La experiencianos enseña,

pues,a juzgar del colorido verdaderode ios objetos, que esconstante,por el aparenteque es vario; y esta variedadesun elementoimportantepara el juicio que formamosde 1-asituación recíproca de los varios objetos táctiles, y de lasituaciónrecíprocade las varias partesde un mismo objetotáctil, de sus prominenciasy concavidades,y en una pala-bra, de su forma.

Conocida la situación de los objetos visibles, pasamosa estimarsu distancia.La naturaleza,como antesse ha di-cho,noshadotadode la facultadde modificar la disposiciónde las partesque forman la estructurainternadel ojo, paraque adaptada a la distancia de los objetos, se pinten éstosen la retina, por los rayosde luz, con la mayor claridadydistinción posibles.Contrayendounosmúsculos,adaptamosel aparatorefringentedel ojo a la visión de los objetos cer-canos; y contrayendootros, 1o adaptamosa la visión delos objetosdistantes.No nos toca averiguar qué esfuerzoshacemoso qué músculosmovemosen cada caso; es cons-tante quedesdela edadmástierna aprendemosa acomodarlos ojos a las distanciaspara ver los objetos io más atenta-mente posible. La varia distanciadel objeto nos obliga amodificar la estructurainterna del ojo, y a cada modifi-cación de la estructurainterna del ojo acompañanesfuer-zos particulares,de los cualesnacensensacionesinternasdeesfuerzoque constituyensignos naturalesde las distanci2s.

Pero este modo de estimarlas no suministra resultadosalgo precisos,sino cuandoel objeto se halla situado entre6 a 7 pulgadasy 15 a 16 pies de distancia respecto del ojo.Dentro del primer límite la visión es ordinariamentecon-fusa; más allá del segundo,las diferenciasentre los modosde adaptacióndel órgano son cada vez menos y menosfáciles de distinguir.

Siguese de lo que acabo de decir, que la visión distintasignifica unadistanciamediade 6 a 7 pulgadasa lo menos.Un objeto pequeño, situado a media pulgada de distancia

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Filosofía del Ent~mdimiento

del ojo, nos parece estar mucho más lejos, si lo miramos porun agujerillo abiertoconla puntade un alfiler en un naipe;no por otrarazón, sino porquede estemodo logramosverlodistintamente.

Hasta aquí hemos hablado del órgano de la vista, comosi fuese uno soio en cada individuo; pero tenemos dos ojos,y es preciso examinar, si concurriendo ambos a la visión,el uno de ellos no hace más que duplicar io que pasa en ciotro, o si sus acciones combinadas añaden algo a lo que cadaojo es capaz de simbolizamos por sí solo. Observemos desdeluego que, si no hay algún defecto preternaturalen losmovimientos orgánicosque concurrena la visión, cuandoun ojo semuevehacia arribao hacia abajo,haciala derechao la izquierda,o en cualquieraotra dirección, el otro ojoejecuta lo mismo: como si los dos fuesen puestosen mo-vimiento por unamisma fuerza. Así es queestandoambosabiertos,los vemos dirigidos constantementea un mismoobjeto; y cuandouno de ellosestácerrado,no por esodejade moverseen el mismosentidoqueel otro, sealo queramoso no; y lo que todavía hace más curioso este fenómeno, esque los nerviosy músculosque contribuyena producir es-tosmovimientosorgánicossondel tododistintosy no tienenconexión aparenteentre si.

No se crea que esto dependa de un hábito adquiridoen la infancia, porque, si así fuera, cuando el niño empiezaa ver moveríade diversomodo un ojo queel otro, comolohaceconlos-brazosy las piernas,y aprenderíagradualmentea darles direcciones paralelas; pues los hábitos no se formansino por la repetición de unos mismos actos, ejecutados a!principio con intención y trabajo, y progresivamentemás

fácilesy rápidos.Parece,pues,queantesde todacostumbrehayen la constitucióndel animalun instinto que le inducea moverparalelamentelos dos ojos.

Pero no debeentenderseal pie d-e la letra este parale-lismo, pues aunque los ojos no dejan de estar nunca pró-ximamente paralelos, apenas habrá momento en que con

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De la vista corno significativa del tacto

toda exactitud lo estén. Cuando dirigimos la vista a unpunto, es preciso que se encuentren en él los dos ejes ópti-cos, formando un ángulo tanto más grande, cuanto máscercanose halla el objeto. La naturaleza,dándonos la fa-cultad de alterar, aunquedentro de límites estrechos,elparalelismode los ojos, nos ha proporcionadoasí, dentrode los mismos límites, un medio de apreciar la distanciatáctil a que respecto de nosotros se hallan los objetos visi-bles. La intersecciónde los dos ejes ópticos determinaladistancia del punto objetivo. A la verdad, no medimoselángulo formado por estas dos líneas rectas para determinarpor él la distancia de la intersección; pero según varía ladistancia y por consiguiente la inclinación recíproca de losejes ópticos, es menester que varíe la posición recíproca delos dos ojos; y percibimos esta varia posición por medio delos esfuerzos que hacemos para colocarlos y mantenerlos enella.

Cuando el objeto no está muy lejos, podemos por estemedio apreciar la distancia con suficiente exactitud; mas,a proporción que el objeto se aleja, la inclinación de losejes ópticos varía menos y menos; los dos ojos se acercanmásy mása un paralelismoperfecto,en que apenaspode-mos percibir diferencias;y los juicios de la distanciason enestamisma proporciónmásvagosy másexpuestosa error.A grandes distancias los dos ejes ópticos son sensiblementeparalelos, y aumentada cuanto se quiera la distancia subsisteel paralelismo. De aquí viene que el sol, la luna, ios planetasy las estrellas fijas parecen situadas a una misma distancia,como si estuviesen clavados en la superficie cóncava de unagrande esfera, cuyo centro es el observador.

El individuo que pierde la vista de un ojo, pierde jun-tamenteeste medio de apreciarlas distancias,y se engañaal principio en los juicios quehace de ellas, aun con res-pectoa los objetosa quepuedealcanzarcon la mano.Ce-rrandouno de los dos ojos noses difícil enhebrarunaaguja;de lo quepuedecolegi~rseque la inclinación de los ejesópti-

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cos, o bien la percepcióninterna de la recíprocaposiciónde los ojos, es el principal indicio de que nos valemos parala estima de pequeñas distancias.

Esto mismo se deducede la observaciónsiguientequecopiamoscasi literalmentedel Dr. Reid.

“Cuando se mira una pintura con los dos ojos a unacorta distancia,la representaciónde los objetosno nos pa-rece tan natural, como mirándolacon uno solo. La inten-ción de la pintura es engañara la vista,y hacerqueparez-can situados a muy diferentesdistancias objetos que enrealidad lo estánen un mismo pedazode lienzo; pero estailusión no es tan fácil de producir en los dos ojos, comoen uno solo, porque determinamos más exactamente conlos dos que con uno la distanciade los objetos visibles. Siel colorido y relieve de ios objetos es el que debe ser, la pin-tura puedepresentara uno de los ojos casi la mismaaparien-cia que el original; pero a los dos no puede. Ésta es unaimperfecciónirremediabledel arte.

“El grande impedimento y el único invencible, para laagradable ilusión a que aspira el pintor, es la determinaciónde las distancias, en cuanto es hija de los juicios que hacemospor la varia adaptación del ojo, y principalmente por lavaria inclinación de los ejes ópticos. Si nos fuese dable des-entendernosde estosjuicios, creoque el espectadorpudieraalguna vez llegar a engañarserealmente,y a equivocarlapinturaconel original. Parajuzgar, pues,del mérito de unapintura, debemos,en cuanto es posible, evitar la determi-nación de las distanciasobtenidaspor esos medios.Esto eslo quehastacierto punto consiguenlos inteligentes,tapán-doseuno de los dosojos, y aplicandoun tubo al otro; conlo que logran despejar el indicio de la distancia, deducidode la inclinaciónde losejesópticos,y al mismotiempointer-c-eptar la visión de otros objetos cercanos, cuya conexiónconel lienzoharíadesvanecerla ilusión”.

Otro efecto notable de la concurrcncia de los dos órga-nos es el que paso a exponer.

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De la vista como significativa del tacto

Cuando concurren en la visión los dos ojos suc-cdc que,estando dirigidos ambos ejes hacia un mismo punto, el cual,por consiguiente,se estampaen los centrosde las dos reti-nas, la visión de esepunto es simpley no doble, no obstantela duplicaciónde la imagen; y lo mismo sucedecon todoslos puntos que en el campo de la visión están situados a igualdistancia de los ojos que el punto a que dirigimos la vista.Si poniendo, pues, a diez pies de distancia una vela encen-dida, dirigimos hacia ella los dos ejes ópticos, y atendemosal mismo tiempo a otra vela colocada en distinto paraje ala misma distancia, no tendremos tampoco una visión do-ble, sino simplede estasegundavela. Lo quehay de comúnen amboscasoses queel objeto cuya aparienciaes simplese pinta en puntos correspondientes de las dos retinas, esa saber, o en los dos centros, o en puntos situados de unmodo semejante respecto de los dos centros. Cada puntode la retina del ojo derecho está, pues, en corresponden-cia o armoníacon un punto de la retina del ojo izquierdo;y los dos puntos,u ocupanlos dos centros,o estánsituadosde un modo semejantes respecto de ellos.

Por el contrario, objetos colocados o más cerca o máslejos que aquela quedirigimos los dos ejes, y que por con-siguiente,segúnlas leyesde la óptica, se estampanen pun-tos situadosde diferente modo respectode los centrosdelas dos retinas, producen,cadauno, dos aparienciasdistin-tas. Si coloco, pues,unavela a diez pies de distancia,y ex-tendiendoun brazolevantoun dedoentrela vela y los ojos,sucederáque, mirando la vela veré dos dedos,y mirandomi dedo veré dos velas.

Este fenómeno de la doble visión no es generalmenteadvertido, porque para que lo fuera, habríamos de dirigirlos dos ejes ópticos al objeto que se duplica, y por el mismohecho y en el mismo instante cesaríala duplicación. Nosería, pues, de extrañar que muchas personas a quienes seindicase el fenómeno como una cosa de constante repeti-ción asegurasen de buena fe que en su vida habían obser-

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Filosofía dci Enfrndirniento

vado esa duplicada apariencia; que sin embargo se verificaa cada momento, y de que esas mismas personas se conven-ceríanpor los experimentosqueacabode indicar. Bien queno a todoses fácil percibirla en los primerosensayos,por-que es preciso hacernosalguna violencia para dirigir lavista a un objeto, y atenderal mismo tiempo a otro. Perosin embargode producirse continuamenteeste fenómenode la doble visión, aleccionadospor la experiencia,nos, re-presentamosun solo objeto cuandoen realidad vemosdos.

Así como en ciertascircunstanciasun objeto simple seve invariablemente duplicado, así en ciertas circunstanciasdos objetosrealesse confundenunocon otro y nos parecenuno soio. Apliquemos a los dos ojos en dirección paralelados tubos semejantes,y nos pareceráque vemoscon ellosun objeto solo; y si a las extremidades de los dos tubos secolocandos pequeñaspiezasde monedade un mismo tama-ño y forma, unaexactamente en un eje óptico y otra exac-tamenteen el otro, nos pareceráque estamosviendo unasolapieza de moneda.Y si dosmonedasu otros cualesquieracuerposde diferente color y forma se colocan de la mismamaneraen las extremidadesde los dos tubos,veránselos doscuerpos a la vez en un mismo paraje, sin que el uno oculteal otro, y el color de ambosseráel que correspondea lacomposiciónde los dos colores.

En conclusión los puntos céntricos de las dos retinadarmonizannaturalmenteentresí, y la misma armonía hapreordenado la naturaleza entre cualesquiera puntos de lasdos retinas, que esténcolocadosde un modo semejanteal-rededor de sus respectivoscentros; en tales términos, queun objeto único estampadoen puntos inarmónicosnos pa-rece doble, y dos objetos reales y distintos estampadosenpuntos armónicosnos parecenuno.

En el uso ordinario de la vista no prestamos atenciónalguna al fenómeno de la duplicación, porque no solemosatendersino al punto a queestánactualmentedirigidos losdos ejes ópticos; pero no por eso debemos pensar que las

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Iacsinul de la óltima hoja del expedientedel grado de Bachiller en Artes. con-servadoen la Universidad de Caracas,en la que consta la concesión del título.a 14 de Junio de 1800, y se certifica que Bello obtuvo el primer lugar de losdel concurso. Le puso en posesión del título el Rector de la Universidad,Dr. U.

JosephMachillanda.

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De la vista corno significativa del tacto

sensacionesexcitadaspor la concurrenciade los dos órganossean de todo punto semejantes a las que produciría lasimplicidad constantede las aparienciasvisuales, o que di-firiendo hasta cierto punto las sensaciones,esta diferenciano signifique absolutamentenadapara el alma; porque elefecto de las modificaciones del alma, a que no prestamosatención, aunque tan apagado y oscuro que ni se adviertani se recuerde, no es enteramente nulo, antes contribuyesiempre de algún modo al desarrollode nuestrosjuicios yvoliciones. Así, cuando instruídos por la experiencia, pu-dimos dar, en ciertas circunstancias, el significado de uni-dada dosaparienciasvisibles, fué naturalque esa duplicidadse convirtiese para nosotros en un signo de la diferentedistanciade los objetoscolocadosen el campo de la visión,el cual hubo de pasar así a representarnos un espacio que seexplayaba en longitud, latitud y profundidad.

La adaptación del aparato refringente del ojo, y la in-clinación de los ejes ópticos, sólo sirven para estimar pe-queñasdistancias;otros signos tenemosde aplicación másgeneral,aunquetantomenoscapacesde precisión,cuantoladistancia es mayor. Uno de ellos consiste en la dimensión dela magnitud aparente del objeto. Esta magnitud aparente,como todos saben, es tanto menor, cuanto más lejano se hallael objeto. Sé por experiencia la magnitud en que apareceun hombre u otro cualquier objeto a la distancia de 10 pies;percibo la gradual disminución de la figura a distancia de 20,30, 100 pies, y a distancias todavía mayores, hasta que dejode verla; y de este modo la magnitud visible de un objetoconocido se hace un signo de la distancia. De aquí procedequeun objeto conocidovisto por un lente, pareceacercarsea nosotros, en la misma proporción en que el lente aumentasus dimensiones.

“Si a una persona que se acercase por la primera vez aun telescopio se dijese que este instrumento aumentaba diezveces las dimensiones de los objetos, ¿no creería que unhombre, y. gr., visto con el telescopio se le había de trans-

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Filosofía del Entendimiento

formar en un gigante de 60 pies de estatura?Pero no esasí. El hombreno le parecemás grande,sino más cercanoque antes.No hay duda que el telescopiohace diez vecesmayor la imagen de este hombre en la retina; pero, comoestamosacostumbradosa percibir esta magnitud visible aunadistanciadiez vecesmenorque la presente,y no en otrocaso alguno, la tal magnitud visible sugiere la idea deaquelladistanciacon la cual la hemosasociadoen el enten-dimiento, y el espectadorno hace novedaden el juicio dela magnitudreal”.

El cuarto medio de apreciar la distancia,consisteen loamortiguadode los colores, por el velo azul imperfecta-mentediáfano en que la atmósferaenvuelvelos objetos; aque se agregala confusión de las pequeñaspartes,y lo in-determinadode losperfiles. “Por esolospintores”,diceReid,Uno contentospararepresentarla distancia,con disminuirlas dimensiones,apaganlos matices,suavizanel contornodelos objetosy disimulan las prominenciasy depresionesde lasuperficie.Si limitándosea pintarun hombrediez vecesme-nor queotro, diesenal primerola mismaregularidadde per-files, distinción de partesy brillantez de colorido queal se-gundo, se nos antojaría que estábamosviendo un pigmeocercano,más bien que un hombredistante de regular es-tatura”.

Cuandoun objeto constade coloresvarios, colocadosdecierto modo particular,se indica más claramentesu distan-cia haciendoquede los varioscoloresse forme uno solo porgradacionesinsensibles.En una torre cercanapercibo contoda claridad las junturasde sus varias partes; lo pardo delas piedrasy lo blanco de la mezclaque las uneestánclara-mentedefinidosy limitados; y la línea de separaciónesdis-tintamenteperceptible.Vista la torre de más lejos, las jun-turasse percibenmásoscuramente,y los dos coloresempie-zana confundirse.Y aumentadala distancia,los límitesqueseparanal uno del otro desaparecen,y resulta de los dos uncolor homogéneo.

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“En un manzano cubierto de flores, que se me presentaa doce pies de distancia, distingo la figura y color de lashojas y pétalos; por entre las hojas diviso parte de los ramos,unosiluminadospor el sol, otrossombríos;y algunosde losintersticiosme dejanver la bóvedaazul del cielo. Alejándo-me del árbol, su aspectovaríaa cadainstante; las partessemezclany confunden; los maticesdel cielo, de los ramos,hojasy pétalosse deslíengradualmenteunoen otro, y el co-lor del objeto se hacecadavez másuniforme.

“Berkeley, viajando por Italia y Sicilia, observó que lasciudadesy palacios,vistos de lejos, le parecían algunas mi-llas más cercade lo que verdaderamenteestaban,y lo atri-buye a la purezadel aire italiano, queda a los objetosdis-tantes un grado de claridad y brillantez, que en la densaatmósferade su patria caracterizaa los objetos cercanos.Por esotambién los pintoresitalianos dan al cielo un colo-rido másvivo que los flamencos.¿No deberánpor esamis-ma razóndegradarmenoslos maticesy copiar algomásdis-tintamentelospormenoresenla repres~ntaciónde los objetosdistantes?

“Como en un aire purísimo los objetos se nos antojanmenos distantes y más pequeños de lo que realmente son, enun aire espesoy nebulosoexageramossus dimensionesy dis-tancias.Paseándomepor la orilla del mar en mediode unadensaniebla, diviso un objeto que me pareceun hombreacaballo a la distancia de media milla poco más o menos. Micompañero que tiene mejor vista, o más experienciade lasilusionesde estaclase, me asegura que el objeto que me pare-ceun hombrees en realidadun avemarina.Vuelvo a mirar,y reconozcomi error: el objeto se transformarepentina-mentea mi vistaen un avemarina a la distanciade setentaa ochentavaras.El error y la correcciónson tan instantá-neos,que más parecenpercepcionesinmediatasque juiciossugeridos.Lo cierto es que mi creenciaes en ambos casos

- producidapor signos,más quepor argumentos;por hábitomás que por raciocinios de que tengamosconciencia.He

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aquí cuál me figuro habersido el procederde mi entendi-miento. En primer lugar, no conociendoo no tomandoen--cuenta el efecto de la niebla, me parece percibir en el objeto~aquellosmaticesapagados,aquel contorno indefinido y os-~curo,queios cuerpossuelenpresentara la distanciade me-dia milla; la aparienciavisible es aquí un signo queme su-giere la idea de estadistancia.Y en segundolugar, esta dis-tancia combinadacon la magnitud visible me significa lamagnitudtáctil de un hombreacaballo,queatribuyoerra-damenteal objeto. De estemodose verifica el engaño.Perono bienechode ver queel tal objetoes un ave, la magnitudordinariadela especiecombinadaconla magnitudque aho-ra se presentaamis ojos, inmediatamenteme sugierela ideade la verdaderadistancia,y en el apagamientode los carac-teresvisiblesno veoya másqueel efectoordinariode la nie-bla. La cadenade signos y de ideas me pareceahora másfuerte y mejor trabadaque antes: la media milla se con-vierte en ochentavaras;el hombrea caballose reducea lasdimensionesde un ave; parécemever un objeto nuevo, yno me es posible resucitar los juicios anteriores.

“El quinto medio de estimar la distancia de un objetoes el que suministran la interposición o la contigüedad deotros objetos,cuyadistanciao magnitudconocemos.Cuan-do perciboqueentremí y el objeto se extiendeuna llanurao campiña,las dimensionesde éstame sugierenla idea de ladistancia a que se halla el objeto. Aun cuando no hayamosrecorridoel terrenointermedio, podemosestimarfácilmen-te sus dimensionespor el hábito que tenemosde juzgar delas superficiesque se nos presentana la vista, y quemedi-mos en cierto modo con nuestrospasos;hábito que adqui-rimos temprano,porque es uno de los que más nos im-portan”~

Un objeto colocadosobreun alto edificio se nos figuramenor que en el suelo, suponiendolas distancias iguales;porqueen estasegundasituaciónla tierra intermedia sugierela idea de la verdadera distancia, y la distancia combinada

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con la magnitud visible se hace signo de la magnitud real;pero en la primerasituación, faltandoel indicio de la tierraintermedia, la distancia estimada es algo menor que la ver-dadera;y estaaprensiónerrónea,combinadaconla magni-tud visible, nos hacetambién errar en la magnitudreal, yjuzgarla algo máspequeñade lo quecorresponde.

“Los dos primerosmediospor sí solos jamás harían quela distancia de un objeto visible nos pareciera exceder de150 a 200 pies, porque pasado este límite no hay alteraciónperceptible en la conformación del ojo, ni en la inclinaciónde los ejes.El tercer mediose aplica especialmentea los ob-jetoscuyamagnitudtáctil conocemos.El cuartoes un signoindefinido y vago, aplicado a distanciasde más de 200 6300 pies. Cuando algún objeto desconocido,situado sobrela superficie de la tierra, se nos figura estara distanciadealgunasmillas, el quinto medio es el que nos conduce a estejuicio.

“El Dr. Smith observamuy fundadamenteque la dis-tancia conocidade los objetos terrestresque tenemosa lavista,hacequela partedel cielo vecinaal horizontenos pa-rezcamás distanteque la queestá vecina al zenit. Por esola figura aparentedel cielo no es propiamentela de un he-misferio, sino la de un segmentomenorde la esfera;y poresotambiénel diámetrodel sol o de la luna, o la distanciaentre dos estrellas fijas, mirados de modo que seapequeñasu distanciaaparenterespectode una colina u otro objetoterrestre, se nos antoja mucho mayor que cuando tales obje-tos no hieren al mismo tiempo la vista. A esto se puede aña-dir queel horizonte terminadopor objetossituados a unadistanciaconsiderablepareceensanchartodas las dimensio-nes de la bóvedaceleste.Mirada ésta desdeuna callejuela,semejahallarseen cierta proporcióncon ella; pero cuandola miramos desde una ancha llanura, alrededor de la cualse levanta un anfiteatro de colinas y cordilleras distantes,como quevemosotro nuevo cielo, cuya magnitud declarala grandezade su autor, y anonadalas obrasdel hombre:

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porque¿quésonentonceslas altastorresy soberbiospalacios,y quéproporciónguardanconla inmensidadde los cielos?”

Pasandode la distanciaa la figura, bastanotar queunamismaforma palpabley realpresentaa lavista innumerablesfiguras aparentes,segúnlas variasposicionesdel objeto, pa-ra echarde ver querara vez puedededucirseaquéllade éstascon tal cual exactitud; y en realidad no hay juicios en quemásamenudonos engañela vistaqueen los que formamossobre las formas táctiles de los objetoscuya especienos esdesconocida.Procedemoscon más seguridadcuandode lacomparación de varias aparienciasvisibles, tomadasen si-tuacionesdiferentes,deducimosla forma palpable.Pero elraciocinioes entoncesunaoperaciónlenta, un cálculo quedistamuchode aquellas rápidas inferencias, en que lo visi-ble, haciendolas vecesde un signo,excita instantáneamen-te concepcionestáctiles.

Las únicas deduccionesrelativas a la figura táctil, quemerezcancontarseentre las percepcionessecundariasde lavista, son las sugeridaspor la distribución de las luces ysombras,que los pintores llaman claroscuro.

La luz nos revelalos relieves,la sombra,las concavida-des; y del tránsito más o menossúbitoo graduadode launaa la otra, inferimos lo más suave o ásperode las pro-minenciasy depresiones,y lo máso menosagudode los án-gulos salientesy entrantes.

Cadarelieve miradooblicuamentenos ocultaunapartemayor o menor de la superficie; parte que mirada desdeotro sitio, pasaríaa sernosvisible, desapareciendoa su vez,detrásdel mismo relieve,otra partede la superficie. Ahorabien, los espaciosencubiertospor la proyección del relievesobre el fondo de una perspectiva cercanano coincidenexactamenteparalos dos ojos, y la falta de coincidenciaestanto mayor cuanto menos dista el objeto. De aquí naceotro obstáculoinsuperablepara las ilusiones de la pintura.Los relieves figuradosen un cuadrose proyectan con res-pecto a los dosojos sobreunamismapartedel fondo de la

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perspectiva,y por consiguienteno puedenproducir ennos-otros,cuandola vemoscon ambosojos, aquellaexactacom-binaciónde impresionesquecorrespondea la visión de ver-daderosbultos. Estedefectoes imperceptiblecuandoel cua-dro representaobjetosdistantes;pero en el caso contrariono seríaposible, viéndolede cercacon los dos ojos, que laproyecciónnos parecieseenteramentenatural.

“Como no estamosacostumbradosa pensaren la figuravisible”, dice el Dr. Reid, “y sólo nos valemos de ella comode un signo quenosrepresentala forma tangible, luego queaquéllaha hechosuoficio, nos desentendemosde ella, y suidea se desvanece,sin dejarsiquieravestigio en el entendi-miento. El pintor cuyo oficio es andara cazade estasfor-mas fugitivas y copiarlas,sabecuán difícil es conseguirlo,aundespuésde muchosañosde trabajoy práctica.Dichoso,si llega a poseer el arte de fijarlas en su imaginaciónparatrasladarlasal lienzo, puesentoncesle serátan fácil copiarla pintura ocular, formada por la naturaleza,como otracualquierapintura. ¡Pero cuán pocosson los que alcanzanesta facilidad!”

Si el conocimientode la distanciacontribuyepoco al dela forma, no es así con la magnitudo tamañode los objetos.Estasdos cosas,magnitudy distanciase sugierenfrecuentí-simament-eunaaotra. Conocidala magnitud,estimamosporella la distancia,y vice versa,conocidala distanciaestima-mos por ella la magnitud.

Cierta ilusión causadaa vecespor unaespeciede sensi-bilidad mórbidade la retina,manifiestael íntimo enlace delos juicios que formamossobre la magnitud y la distanciade los objetos.Cuandohe pasadoalgún tiempo leyendo,so-bre todoa la luz artificial, y en un aposentocuyaimperfec-ta iluminación me hacealgo trabajosala lectura, me suce-de quealgunosminutosdespuésque cierroel libro y me le-vanto,me parecetodavíaestarviendo los renglonesy letras,aunque en un estadode movimientoy comoencaramándoseconfusamenteunos sobreotros,de maneraque apenaspue-

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do reconocer una que otra dicción monosílaba, que se meescapa al instante. Pero en medio de esta confusión, las le-tras, invariablesen su forma, me parecenmásy másgran-des, amedida queme retiro de la paredsobre que se pro-yectany en que se me figuran estampadas.Las diferentesdistanciasde la pared,que me son conocidas,me sugierendiferentes magnitudes de las letras; y es tan instantánea lasugestión, que me es imposible distinguirla de la percepciónactual.

Tales son los principalesmediosque tenemosde perci-bir las cualidadespalpablesde los objetospor nuestrasafec-cionesvisuales.

Seha juzgadoconbastantefundamentoque si los hom-breshablasenun mismoidioma en todoslos paísesdel mun-do, nos seríadifícil dejar de creer que hay una conexiónnatural,no aprendida,entrenuestrasideasy las -palabrasdeque nos valemos para expresarlas. “No es de maravillar,pues”, como observaBrown, “que se verifique igual ilu-sión con respectoal quepodemosllamar lenguaje universalde la vista. Laspercepcionesvisualesconstituyenun idiomaquetodosentienden,puessugierea todosunasmismasideasacerca de las situaciones, distancias, formas y dimensionesde los cuerpos; pero si entendemos este idioma, es porque lohemosaprendido,comoaprendemosla lenguanativa,notan-do la correspondenciaentrelos signosy los objetos”.

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CAPITULO XII

DE LA RELACIÓN DE IDENTIDAD. — SUSTANCIALIDAD

1. Carácter peculiar de la relación de identidad. — Lo concebimos primeramenteennuestro propio ser. — Se revela en todo ejercicio de la memoria, -y atestiguasiempre Ja unidad y continuidad del yo. — Verdadera relación de identidad,diferente de las que suele denotar el lenguaje. — Identidad de tiempo de -dosfenómenos. —. II. Sustancialidaddel yo; conocimiento de la sustancialidad-delos cuerpos. Apéndice 1. De la inteligencia en los brutos. — Existencia delalma en ellos.

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La relaciónde identidadtiene de singular queno pode-mos concebirlaentre dos cosasdistintas,sino en unamismacosaconsideradaen dos estados,modificacioneso aparienciasdiversas.

Concebímoslaprimeramenteen nuestropropio ser,enel yo, en la sustanciaque se contemplaa sí misma.El almase nos muestraidénticaconsigomisma,aun cuandoejercitadiversasfunciones.El yo quesiente,quepercibe,querecuer-da, que imagina, que juzga, que raciocina,que desea,quequiere, es paranuestraconcienciaun mismo yo, un mismoser, unamisma sustancia.As’i, los queatribuyeronla sensi-bilidad al cuerpoy la inteligenciaa el alma, errarongrave-mente.Los fenómenosde la sensibilidadson modos de quetenemosintuición, no menosquede los juicios o de los ra-ciocinios, y en todoslos fenómenosde que tenemosintui-ción sepercibeelalma a sí mismacomo un sersiempreidén-tico.

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Filosofía del Entendimiento

El ejercicio de la memoriaenvuelveel juicio de la iden-tidad de nuestroseren todoslos momentosde nuestraexis-tencia recordadosy en el momentodel recuerdo.El experi-mentarun recuerdono esmeramenteexcitarsede nuevounapercepciónpasada,sino reconocerlael alma comosuya,per-cibiendoal mismotiempo entrela cosarecordaday las cosasde que tiene percepciónactual la relaciónde antesy des-

pLés.La percepciónde nuestraidentidades un principio esen-

cial de la constitucióndel alma humana,en virtud del cualnos es imposibleno considerarnuestrasvariasafeccionessu-cesivaso simultáneas~,no sólo como simultáneaso sucesivas,sino como nuestras,como estadoso modificacionesde unasolasustancia.

Percibir la identidaddel yo es percibir unidaden algoquese nos presentabajoaparienciasdiferentes;y percibir sucontinuidades percibir unidaden algo que se nos presentabajo apariencias sucesivas.

La continuidadde nuestroser se nos muestraen el en-cadenamientodenuestraspercepcionesactualesconnuestrosrecuerdos,hastaremontarnosa1-as primerasépocasde lavida.Si sucediera,pues,queen un puntode nuestraexistenciaseborrasende la memoriatodaslas percepcionesanteriores,yempezaraa formarseconotraspercepcionesotro caudalen-teramentenuevode recuerdosy conocimientos,este puntosepararía,por decirlo así,dos existenciasintelectualesinca-pacesde identificarseen el alma, y en estesentidodistintas.

Pero no lo seríanrealmente.La unidad del ser es inde-pendientede la percepciónintuitiva de ella. La relación envirtud de la cual llamamosidénticoslos objetoso ideas,pue-de serconocidapor la percepcióno el raciocinio; y puedetambiénexistir aunqueno lleguemosde modo algunoal co-nocimiento de ella.

Cuandoconcebimosque dos o másobjetosse identifican,nos los figuramos, segúnhemosdicho, bajo la imagen deaquellaunidadque sólo percibimosintuitivamente en nos-

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De la relación de id,~ntic1ad

otros mismos.Peroconla palabraidentidad (y lo mismoesaplicablea la palabracontraria,distinción) solemossignifi-car relacionesdiferentísimas:la identidadde sustancia,queel espíritupercibeintuitivamenteen todassusmodificacio-nessimultáneasy en el encadenamientode sus percepcionesy recuerdos,y quenos representamosen las otrassustancias,concibiendolas unas,como la nuestra;la identidadde ~e7-

sona, que atribuímosa la inteligencia quese presentabajoaparienciasvarias,comocuandojuzgamosqueel Césarcon-quistadorde las Galias fué el mismo César que venció enFarsaliay que fué muerto por Bruto y Casio en el Senadoromano; 1-a identidaddel cuerpoviviente,que consisteen lacontinuidadde las funcionesque constituyenla vida, sinquela menoscabela renovaciónde moléculasquese verifi-ca sin cesar en todas las estructuras organizadas;la identidadde clase, que es la semejanza de caracteres,en virtud de lacual imponemosun mismonombreadoso másentesdistin-tos, y la identidad específica, que en los cuerpos vivienteses lo mismoque la identidadde clase,junto con la facultadde procrearentresí individuos de las mismasformas, y ca-pacestambiénde trasmitirlaspor la generación.

La identidadde tiempode dosfenómenoses la coexisten-cia con un segmentodeterminadode la escala infinita deltiempo.En el tiempo nos es fácil plantar cuantospadronesqueramosparareferir las existenciasa ellos; en el espacionosucedeotro tanto. No hay para nosotrosen el espaciounpunto fijo a que podamos referir los objetos para determinar,por mediode susdistanciasy situacionesrelativamentea esepunto, sus lugaresabsolutos,porque todo cuanto se halla ael alcancedel hombre se mueve. No hay para nosotroslu-garesabsolutos.Si la tierra se mantuvierainmóvil en el es-pacio, la situacióny distanciasde un objeto respectoa unpuntodadode la tierra, constituiríasu lugarabsoluto,y enla identidadde esa relaciónconsistiría la identidadde lugarde uno o más objetosen momentosdistintos. Pero no co-nocemosmás que lugares relativos respectoa un punto

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dado, de cuyo movimiento prescindimosmientrasnos mo-vemoscon él. Como los lugaresde las cosasen el buqueenquenavegamos,así son los lugaresde las cosasen la tierra,los lugares de los planetasen nuestrosistemaplanetario,ylos lugaressucesivosde este sistema en torno a un centroquepareceya columbrarse;y estemismo centro varía pro-bablementede lugar en vastísimosgiros alrededorde otrocentro, sin que nos sea dado decir dóndetermina esta su-cesivainvolución de órbitasen órbitas,y de sistemasen sis-temas.

Hemos notado que la identidad del cuerpo viviente esla no interrumpida continuidad de las funciones vitales.Hayotrasacepcionessemejantesde la mismapalabra.Cuan-do decimos,por ejemplo, queel río que tiene su nacimientoen cierto paraje,es idénticamenteel mismo que desembocaen otro, sólo afirmamos la continuidadde su curso, quepuedeverificarse, aunqueno llegue a la embocaduraunasola gota de la fuente.1

Síguesede aquí que la identidad es en la mayor partede los casos unarelación compleja. La identidadvital, porejemplo, es una serie no interrumpida de funciones vitales;y la identidad de clasees unarelaciónde semejanza,que seresuelve muchas veces en gran númerode semejanzasele-mentales.

Las identidadesde sustancia,de vida, de personase ha-man individuales; un río se consideratambién como unsolo individuo; el océano contodassus dependenciases otro.Entre éstasy las identidadesde clasey especiehay unadi-ferencia considerable:a las primeras damos por tipo launidad; y a las segundas,la semejanza.

1 En la geografía suele combinarse la continuidad de curso con Ja identidaddel nombre que una corriente continua conserva en diferentes parajes,sin cederlo alas otras corrientes con que se junta. Pero la primera de estas dos ideas es necesariay fundamental. (N. de Bello).

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De la relación de identidad

II

Propiamente no percibimos otra sustancia que la del yoindividual, y ésta nos sirve de tipo pararepresentarnoslaquepor una instintiva e irresistible analogía atribuímoso losotros seresinteligentesy sensibles.

¿Concebimossustanciaen los cuerpos?¿Concebimosquehaya en ellos algo real, aunqueno inteligente ni sensible,que sirve de asientoa las cualidadesquenos representamosen ellos? No conocemosesascualidadessino por has sensa-cionescorrespondientesy por las relacionesque entreéstasconcibeel espíritu; no las conocemossino como causasdesensacionesquepercibimosen nosotros mismos,y de rela-ciones que nuestroespíritu engendrapor una especiedeactividad que le es propia comparandolas sensaciones;laidea de sustancialidaden los cuerposno es hastaaquíotracosa que la idea de causalidad.

Pero estepoder quecausala sensaciónexistenecesaria-menteen algo real. ¿Nosfiguraremosestaidentidadreal enlo que llamamosmateria?¿Ola colocaremosen el GrandeEspíritu, Creadory Conservador?Ésta ha sido una reñidacuestión en la arena de la Filosofía: cuestión que sin em-bargo, (como esperoprobarlo más adelante),reducida asus verdaderasdimensiones,apenasdeja unadiferenciaapre-ciable entre las opinionesde los dos partidos opuestos.Noes éste el lugar oportuno de discutirlas.1

1 Este capítulo, a no dudarlo, habría sido eliminado por el autor, quien ten-dría en vista segregar las partes de su contenido para adaptarlas sucesivamentea lasmaterias que, como las de la sección 33 del capítulo 2~,-y las de la sección finaldel capítulo 99, parecen haber sido reproducidas posteriormente con la desmembraciónde los Apéndices primero y segundo del presente capítulo. Reservamos,pues, de élla parte útil ~ue resta, deducida del contenido especial que representaba en el planprimitivo, y según lo demuestra la escritura y redacción más antigua que apareceen ci original. (Edición chilena, Santiago).

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Filosofía del Entendimíento

APÉNDICE 1

DE LA INTELIGENCIA EN LOS BRUTOS

Que los brutos sienten y comparansus sensaciones,esabsolutamentefuera de duda. Tienenpor consiguiente al-ma; y esaalma es en ellos, como enel hombre,unasustan-cia simple, inextensa,incorpórea.Ni estose oponea queelalma humana y la de los brutosseande diversanaturaleza,porqueno hay razón alguna para negar que Dios hayacreado diferentísimasespeciesde sustancias inmateriale~con facultadesmáso menoselevadasy con diferentesdes-tinos futuros.

De la inmaterialidaddel alma de los brutos no se sigueni que sea capaz de ideas morales,pues aun en la especiehumanani los niños ni los idiotas las tienen; ni que estédestinada a la inmortalidad, pues de lo inmaterial y simpleno se sigue necesariamentelo inmortal. El alma humanapuede ser aniquilada por Dios; y si puede ser aniquilada,pudo someterse esta aniquilación a leyesgeneralesprecons-tituídas por el Creador; en una palabra, Dios puede crearsustanciassimplesy al mismo tiempo perecederas,porqueestas dos cosasno envuelvencontradicción. La existenciaes un don que la Divinidad no está obligada a concederincondicional e irrevocablemente. Sabemos que el almahumana es inmortal; pero no porque -es inextensa, sino porotro género de pruebas, deducidas de ios fenómenos moralesdel universo,comomás adelanteveremos.1

1 Pomponazzi, filósofo mantuano, escribió a principios del siglo XVI un libroen que se propuso probar que la razón sola no puede darnos a conocer la inmorta-lidad del alma, pero que estamos obligados a creer en -ella, como verdad revelada,consignada en la Escritura y confirmada por decisiones de la Iglesia Católica. Esteaparente -acatamiento al dogma religioso no engañó a los contemporáneosde Pompo-nazzi, que le tuvieron por materialista, no obstante sus repetidas protestas de firmeadhesión a la doctrina de Ja Iglesia, a quien llamaba su madre.

Si Pomponazzi se hubiese limitado -a sostener que de la materialidad del alma

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De la relación de identidad

Los brutostienenincontestablementeunaespeciede in-teligencia,en queentracomo unade las facultadeselemen-tales la sensibilidad,de la mismamaneraqueen la nuestra;pero1-a sensibilidadsolano es capazde los actosintelectualesque se nos revelanen ellos, como tampocolo es de los actosintelectualesde que tenemosintuición en nosotros.El pe-rro bastaríapara probar que los fenómenosde la inteli-genciaen los brutosno puedenexplicarsepor la merasen-sibilidad: el perro, que entiende nuestras órdenes y lasobedece;en quiencomoen nosotros,la necesidady el peligrodesenvuelvenuna astucia y sagacidadmaravillosas; cuali-dadesqueno debea un instinto ciego, sino a la experiencia,estoes, a la observacióny al raciocinio,puestoque las ad-quierepor grados,las aprende,se educa.1

Del instinto con que se ha pretendidoexplicar la inte-ligenciade los animales,se tienen ideastan vagasy oscurasque creemosnecesariofijarlas. El instinto no nacede la ex-periencia.Un animal que sientepor primeravez el aguijónde la necesidad,se dirige, sin observacionesprecedentes,sinaprendizajealguno, a los objetosque la naturalezaha des-

no se sigue su inmortalidad, hubiera sido difícil refutarle. Dícese que solamente locompuesto es destructible,y así es, -entendiendopor destrucción la disolución de laspartes de que está construído un todo. Como el alma no es un ser construido,porque carecede partes, no es un ser que puede ser destrujdo, en el sentido propiode la palabra destrucción. Pero falta probar que la cesación del ser no pueda verifi-carse sino por destrucción o disolución. El alma humana podría ser aniquilable yperecedera,si Dios hubiese querido hacerla tal, porque Dios puede dar la existenciabajo las condicionesque quiera.

Aunque Pomponazzise hubiese limitado a decir que no tenemos pruebasde lainmortalidad del alma humana,independientesde la revelación y de las definicionesde la Iglesia, habría erradogroseramente.Basta la razón sola para ver escrito en losfenómenosmorales de que somos testigos un porvenir que nos aguarda más allá delsepulcro. (N. de Bello).

1 “El perro del pastor”, dice un escritor moderno, “es un prodigio de inte-

ligencia. Reúnea la primera señal del amo las ovejas dispersas,separa del rebaño lasque se le muestran,las conduce a donde se le manda, y las mantiene todasperfecta-mente sujetas a su dirección, no tanto con esfuerzos activos, como con las modula-cionesde su voz, que expresatodos los tonos, desdeel del aviso cariñoso hastael de laamenazacolérica. Y éstas son cosas de todos los días y que se ven por todas partesen los campos”. No son menos visibles en el perro -del ciego, en el perro de caza,y aun en el perro doméstico, los fenómenosde una inteligencia cultivada. ¿Qué di-remos de su respeto y sumisión al amo, de su fidelidad y gratitud? El que atribuyeestas cualidadesa la materiano debe dar mucha fe a los -argumentosfilosóficos conque se prueba la inmortalidad del alma humana. (N. de Bello).

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tinado para satisfacerla,y hace de ellos el uso convenienteconla mayordestrezay tino. Estasaccionesinstintivas pre-cedenmuchasvecesa la necesidadmisma. El ave construyesu nido para la cría futura que no conoce, y cada especietiene su arquitectura peculiar, adaptada al abrigo y defensade ios pollos, y trasmitida de generacióna generaciónportodos los siglos, sin necesidad de enseñanza o ejemplo. Elinstinto hace sin la experiencialo que hace con ella la ra-zón, pero no es susceptiblede adelantamientosino con elauxilio de la experiencia,es decir, de una facultad que ob-serva y raciocina; y eso tan sólo en aquellas especiesdeanimales queen el ejercicio de la inteligencia se asemejanmásal hombre. En las otras especies, el instinto es, por de-cirlo así,estacionario.En la abejay en muchosotros insectosel instinto se ejercitasiempreen las mismasoperacionesconla más completa uniformidad.

El hombre tiene también sus instintos; la inteligenciamisma los tiene; sin ellos, como lo veremosen su lugar, esinexplicable el raciocinio.

¿Peroquées el instinto en sí mismo?porquehastaahorano hemos hecho más que manifestar sus caracteresexte-riores.

En segundolugar, las determinacionesde la voluntadnoson deliberadasy libres; las voliciones que producen losmovimientosvoluntariosinstintivos son forzadas;se desen-vuelven por conexionesen que el efecto sucedenecesaria-mente a ha causa.Así a lo menos parecededucirsede laconstanciay ha uniformidad absolutade los actos de uninstinto puro, cual se manifiestaen las especiesmás brutas,que no son susceptibles de educación ni de enseñanzaalguna.

En tercer lugar, las voliciones instintivas tienen porprecisión una causa,y esta causapareceexistir en la sensi-bilidad: el animal tiene percepcionessensitivas internas,producidaspor modificacionesorgánicaspeculiares; per-cepcionesde inquietud y de razón; percepcionesde cierta

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De la relación de identidad

necesidad,de cierto apetito,las cualesle hacenobrar deli-beraday ciegamentepara satisfacerlo. La naturaleza hapreordenado has voliciones correlativas a estos apetitos,como los movimientoscorrespondientesa las voliciones.

¿Pero tiene el animal conocimiento,tiene ideas de losobjetos a que sus instintos le arrastranpara dirigir a ellossus movimientos?Si las tiene, no las debesin dudaa la ex-periencia. Cuvier imagina que las tiene; que la naturalezahas hacenacerespontáneamenteen su alma; quese desarro-llan en ella fantasías,visiones,ensueños,en que anticipada-mente contemplalos objetos que le son necesarios,y aungoza de ellos; de maneraque cuandove realmentelos ob-jetos, los reconoce,se dirige a ellos, y en ellos satisface losapetitos que he aguijoneaban.Pero esta explicación es unamera conjetura. Lo que no puede dudarse es que cuandose desarrollaen los animalesun apetito, el objeto correla-tivo, queantesmirabancon indiferencia,excita sentimien-tos y emocionesque le dan encanto,un prestigio, un po-derío más impetuoso,cuanto menoselevadoes el rango delanimal en la escalade la inteligencia.

El animal tiene instintos no sólo paraapoderarsede losobjetosque apetece,sino parasustraersea los quepudierandañarley destruirle. A la percepciónde estos objetossu-cedenen el animalemocionesde aversióny horror. El miedode los niños a la oscuridad,donde pudierana cada pasotropezar,caer, chocar, lastimarse,es uno de estos afectosinstintivos que apartanal animal del peligro, sin que unaprevia experienciahaya podido dárseloa conocer.

Despiértasea menudoen el animalunaseriede apetitosy de instintosencaminadosa un fin último, de queno puedetener idea, a lo menospor su propia experiencia,o por elejemplo de sus semejantes.El ave hace el nido sin pensaren la cría; empohladel mismo modo; sacala cría, la alimen-ta, la anima a volar: una serie de percepcionesy de emo-ciones,auxiliadashastacierto punto por la experienciaenlas especiesmás elevadas,produceestaserie de operaciones,

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que terminanen la completaeducaciónde los hijos. Llega-da esa época, la naturalezaemancipala prole y la madreobedecea nuevosinstintosque le hacenindiferentesaque-lbs mismos en que antes inspiraba su más cuidadosa soli-citud.

Hay en el animal, en fin, instintos que parecen desinte-resados,que producendesvelosy esfuerzos‘dirigidos en laaparienciaa la conservacióny al bienestarajenos.Pero elanimal busca siempre su satisfacciónindividual, es esen-cialmenteegoísta.La naturalezaha puestola propagacióny conservaciónde las especiesbajo la tutela de los apetitosindividuales.

Concluyamos. Los fenómenos de la inteligencia de losbrutos no pueden explicarse por la sensibilidad sola; pero,cuandode ese modo se pudiesedar cuentade ellos, no ha-bríamos adelantadonada para negar la inmortalidad alprincipio que los anima; porque la sensaciónes un fenó-menode quetenemosconciencia,un fenómenoespiritual,y no podemosatribuírlo a la materia,sin derribar la vallaque la separadel espíritu.Lo que se llama instinto es unaforma particular de la inteligencia. En los instintos delhombre hay sensacionesy percepciones. ¿Qué hay, porejemplo, en el horror a la oscuridad, que es un instinto enlos niños? La percepciónexterna del objeto, y las percep-cionesinternasde unapenosamodificación orgánica,y de-terminacionesindeliberadasde ha voluntad quedeja de seren esta ocasiónunacausalibre. Una fuerte analogía nosobliga a reconocerlos mismos elementosen los instintosde los brutos.

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CAPITULO XIII

DE LA COMPOSICIÓN DE LAS IDEAS

Idea de los objetos en general; percepción e idea; lo que representael contenidode una separadamente. — La memoria considerada como facultad de renovarlas percepciones. — La imaginación como facultad de composición de las ideas.

Tiene una extensión mayor que la memoria. — Poder -de la voluntad en laformación de las ideas. — Ideas de objetos espirituales.

Desde que reconocemosy distinguimos una cualidadcorpóreaabsolutapor medio de una sensación, se vuelveésta para nosotros un signo, una representación,una ideade aquélla; y el conjuntode ideasparcialesquenos repre-sentanuna por una las cualidadesabsolutasde un objetocorpóreo,constituyeunaparteconsiderablede la ideacom-pleja quenos representael todo del objeto.

Si percibir el color de una violeta, es experimentar unasensaciónque referimos a un objeto externo como a sucausa, tener idea de este color no es otra cosa que recordaraquella sensación y representarnos en ella una cualidadparticular de la causa que la produce. No teniendo medioalguno de conocer lo que las cualidadescorpóreasson en símismas,nos es necesarioparapensarde cualquiermodo enellas, pensaren las sensacionesexcitadaspor ellas. La sen-saciónse hacede esta manerasímbolode su causa,y tomael nombrede percepcióno de idea: de percepciónmientrassubsiste,y de idea mientrases solamentereproducidapor lamemoria.

Pero la idea total que nos representa un objeto corpóreo

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consta no sólo de sensaciones recordadas, sino de conceptosrelativos, tanto primarios como de órdenesmás elevados;ora entre las sensaciones mismas producidas por el objeto,ora entreéstasy las sensacionesproducidaspor otros obje-tos. Así en la idea de una flor entran no sólo recuerdosen que se reproducencon máso menosviveza las sensacio-nes que antesfueron excitadaspor ella en nuestravista,olfato y tacto, sino las ideas de su tamaño y forma, que,segúnhemosvisto, son agregadosde relacionesvariasde ex-traposición; las ideas de las semejanzaso diferencias, decolor y de forma entreella y otrasflores, etc.

Para abreviar el lenguaje, consideraremoslas percep-cionesde las cualidadesrelativascorpóreas,como el comple-mento de la parte puramentesensitivade las percepcionesde objetoscorpóreos.En estesentidopodremosdecir que hasformas, magnitudesy lugaresson percibidosrepresentativa-mentepor medio de las sensacionestáctiles y visuales, in-corporandoen aquéllasy éstaslas sensacionesdel sentidodeesfuerzo;y que la idea de una cosa corpórea se componede recuerdossensitivos.Prescindimos,pues,de la parte quetiene en estas ideas la conciencia activa, que comparandosensaciones,concibe relacionesy las atribuye a los objetoscorpóreos.

En las ideasde entescorpóreosquehanestadosujetosalexamende nuestrossentidos,las sensacionesrecordadasserefieren a las causasmismasque las excitaronen nosotros.Hay otras ideas en que las sensacionesse refieren a causasdistintasde aquellasque las excitaronoriginalmente.El queha visto unarosa puedefigurarseotrasmuchas,aunquenolas haya visto, y aunque de hecho no existan. El que sóloha visto rosasdel color ordinario, puedefigurárselasblan-cas, moradaso de cualquier otro color de los que hayapercibidoen otros objetos. Las ideas de estas nuevasrosasconstande sensacionesrecordadas,pero que no referimosya a las causasindividuales queoriginalmentelas excitaronsino a causasdistintas, ya reales,ya imaginarias.

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De la composiciónde las ideas

La idea de unarosa constade todas las sensacionespro-ducidaspor esta flor; es decir, de todasaquellasquerepre-sentansu color, forma, fragancia,etc. Una idea más com-pleta de la misma rosa incluirá las sensacionespor medio delas cualespercibimos sus modos sucesivosde existencia,yios objetosquehantenido o tienenconexión con ella, comoel rosal en todos sus varios estadosdesdela semilla hastalafructificación, el jardín en que hemos visto crecer estaplanta, etc. Cuando las sensaciones recordadas de que constala idea de una rosa nos representanel mismo objeto indi-vidual que las excitó en nosotros,acompañadode los mis-mos adjuntos, el grupo de las sensacionesrecordadasqueforma la idea de la rosa es una copia del grupo de sensa-ciones actualesque formaron las percepcionesde la rosa yde sus adjuntos. La facultad que tiene el alma de renovarde estemodo sus percepcionesse llama memoria -en el sen-tido más estricto de esta palabra.

Al contrario, cuandolas sensacionesrecordadasde queconstala ideade unarosa no nos representanla misma rosaque las excitó en nosotros y los mismos adjuntos, el grupode sensaciones recordadas que forma la idea consta de partesque pertenecierona diversosgruposde sensacionesactuales.La rosa que me represento ahora no es la misma quehe vistoflorecer en mi jardín; su idea no tiene ya por adjunto mijardín, sino unaselvaqueconozcoy en queme dicenexisteesta flor: junto las sensaciones que me representaban la rosacon las sensaciones que me representaban la selva y formode aquéllas y éstas un grupo nuevo. Oigo hablar de una rosade la misma magnitud, 1-a misma forma, el mismo olor,que las rosas de mi jardín, pero de color diferente, morado,por ejemplo. El grupo de sensacionesque formanla idea dela rosa morada no es el grupo de sensaciones que forman laidea de la rosa de mi jardín: convienen ambas, es verdad,en las sensacionesquemerepresentanla magnitud,la forma,el olor; pero la sensación recordada que me representa elcolor de la primera no es la que fué excitada en mí por el

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color de la segunda, sino por el color de una violeta, unlirio, de manera que el grupo de sensacionesque forman laidea de la rosa morada consta de sensacionesquepertenecie-ron, parte al grupo de la percepciónde la rosa ordinaria,y parte al grupo de ha percepciónde la violeta, del lirio.La facultad que entresaca de este modo los recuerdos yforma con ellos nuevos compuestos, se llama en generalimaginación.Los materialesde las ideasson en realidad su-ministradossiemprepor ha memoria. La imaginaciónno esotra cosaque la memoria,en cuantoforma conios elemen-tos de las percepcionesnuevoscompuestos.

Las ideas de la imaginaciónson mucho más numerosasque las de la memoria. Todo aquello que no aprendemosinmediatamente por la percepción, lo aprendemos por laimaginación, formando, con los elementosde has percep-ciones anteriores,gruposy combinacionesnuevos.La ima-ginaciónes la queda la forma a todosaquellosconocimien-tos que adquirimosraciocinandoo por ha experiencia ytestimonio ajenos.En efecto, si aprendemosalgo racioci-nando, es porque formamosnuevos compuestosde ideas.Si al ver un campo cubierto de ceniza y de troncos que-mados, inferimos la acción anterior del fuego, inferenciaque constituyeel raciocinio, ¿quéhacemossino represen-tarnosel fuego en el actode abrasarla selvacomo anteslohemos visto abrasarotras cosas; formando de las percep~cionesrepresentativasde la selva y las sensaciones represen-tativasdel fuego, un nuevo grupo?Ni entendemosel len-guaje de los otros hombres, sino en cuanto despiertaennosotros percepciones anteriores; ni nos enseña cosa algunaeste lenguaje, sino en cuanto nos hace combinar nuestraspercepcionesanterioresde un modo nuevo.

En todas las percepciones e ideas, en todos los actos dela memoria y de la imaginaciónsensitivas,las sensacionesserefieren siempre a cualidadescorpóreas,que no podemosconocer sino como causas de estas sensaciones mismas. Ala verdad, ha percepciónsuponela existenciareal y actual

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De la composiciónde las -ideas

de la causa, al paso que la idea puede ser representativa decausasque creemosno existen o de cuya existenciapres-cindimos. El juicio de la existenciareal y actual de unacausacorpórea,juicio que acompañadesdemuy tempranoa las percepcionesactualesy llega a formar parte de ellas,abandona entonces a la idea, o tal vez cede su lugar al juiciocontrario de la no-existenciaactual o de la no-realidaddela causa corpórea. Yo me figuro, por ejemplo, un árbol demanzanasde oro, y al mismo tiempo creo que no existetal árbol. La sensación recordada, no menos que la actual,es representativa de una causa; pero el juicio de causa ac-tual, de causa real, de causa posible, de causa pretérita ofutura, se funda en mil antecedentes de observación y deraciocinio, en mil datos adquiridospor nosotrosmismos opor informes ajenos; y varíanecesariamentecon estosan-tecedentesy datos.

Las ideas a queno acompañael juicio de la existenciapresenteo pretérita de sus objetos, se miran más propia-mentecomo obra de la imaginación.La imaginaciónen susentidomáslato es la memoriaque forma nuevoscompues-tos con los materialesde que le proveela percepción.En elsentidoestricto de que acabo de hablar, la imaginaciónesla memoriaen cuantoforma, con las percepcionesanterio-res, compuestosno sólo nuevos,sino representativosde cau-sas a queno atribuimos existencia.

Si no confundolas percepcionesde los árbolesque estoymirando en mi jardín con los recuerdos de los árbolesquevi ayer en el parque, o con las ideas de los árboles que nohe visto, y que tal vez no existen; si a las percepcionesdelos primeros acompaña el juicio de realidad y actualidad,y a las ideas de los otros el juicio de que los objetos no obranahora sobre mis órganos, sino que obraron ayer, o no hanobrado ni obrarán jamás, es, lo primero, porque sobre lasrepresentaciones de la memoria y de la imaginación tienemi voluntad un imperio casi -absoluto, pues a mi arbitrio lashagodesaparecerde la mente,y cedensulugar a otras,sobre

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las cuales ejerzo igual dominio. Nada himita el poder quetengode variar estasmóviles decoraciones(si no es en esta-dos anormalesdel alma, en que meditacionesprofundasopasionesintensaslas mantienenfijas, auncuandola volun-tad se empeñeen descorrerlas); al pasoqueno puedodejarde experimentarlas percepcionesactuales,sino sustrayén-dome a la acción de las causascorpóreassobremis órganos,tapándomelos oídos, cerrandolos p~írpados,alejándomedelobjeto. Lo segundo, porque una experiencia temprana meenseñóa distinguir entrelas afeccionesvivas y distintasdela percepciónactual, y las afeccionesconfusasy débilesdela percepciónrenovada;distinción másobvia y fácil, cuan-do experimentamos a un tiempo percepciones actualesypercepcionesrenovadas;y ésta es una de las causasde queen los sueños, se aumenta la viveza de las segundas, y elalma, ocupadasolamentepor éstas,las equivoquecon aqué-llas, a lo que contribuye sin duda el aletargamientode unaparte de las facultadesmentales,mientras que otra parteconserva hasta cierto punto la imagen. Lo tercero, porquelas percepcionesactuales,las percepcionesque tengo ahora,no mepermitenasociarlascon las renovadasy juzgarcoexis-tentes y presentesios objetosde éstas.La perspectivaquetengo delanteno puedecoexistir con la perspectivaquere-cuerdoo que imagino. Lo cuarto, porquemis observacionesy raciocinios, mis conocimientos de todas clases, me hanhecho formar dos grandesteatros, el espacioy el tiempo,a los cualesrefiero todos los objetos que recuerdoy tam-bién todoslos que imagino cuandolos juzgo reales,dándo-les un lugar máso menosdeterminadoen estosdos grandesórdenesde existencias.¿Cómoconfundiré la perspectivaque tengo delantecon los recuerdosde Paris~o las imagina-ciones de Roma, cuandoestasideas no puedenmenos devenir asociadascon las de su posición sobre la superficieterrestrey su distancia del lugar que actualmenteocupo?

Las ideas de los objetos espiritualesson también per-cepcionesrecordadas,que unas vecespertenecena la me-

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De la composiciónde las ideas

monay otras a la imaginación,máso menosestrictamenteentendida.Las ideasque formamosde los modos de ser, nosólo de otros espíritus,sino del nuestropropio, colocadoencircunstanciashipotéticas,son todas figuradas, pintadas,vestidas,digámosloasí, por la imaginación.

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CAPITULO XIV

DE LAS IDEAS GENERALES

Origen de los nombres generales.— El género, la especie, ci cuerpo, el ente, cosao causa. — Ideas vagas. — Formación del nombre. — La generalización. —- Suscaracteres principales. — Examen de la opinión de Destutt-Tracy. — Dos cau-sas de error en el concepto de ideas generales.— Atributos de un objeto. — — Sediferencian de las cualidades. — Verdadera abstracción.

Ya hemosobservadoque,siendoimposible dar un nom-bre distinto a cada cosa existenteo imaginable, la natura-leza, como para obviar esta dificultad, sugirió ci arbitriode darun mismonombrea los objetossemejantes.Un objetohacía recordarotro objeto que teníasemejanzacon él, y elrecuerdode estesegundodespertóla memoria de su nom-bre,que,en consecuencia,fué aplicadoalprimero,y se hizocomún a los dos. Sucediólo mismo con los nuevosobjetosqueparecieronsemejantesa los dos -anteriores; y como cadasemejanzaobservadadió lugar a la formación de otro nom-bre común, fueron de esta manera generalizándose losnombres,es decir, multiplicándoselos individuos a que losaplicábamos,y distribuyéndoselos objetos en coleccioneso clases,cadauna de las cualestuvo por fundamentounao más relacionesde semejanza,que vale tanto como deciruna o más cualidadescaracterísticasobservadasen ellos.Quedó así señaladacada clasepor un nombregeneral, quees como el rótulo de la clase,Así, un nombregenerales unnombreaplicablea un númeroindeterminadode individuosquepresentanlas semejanzasy constande las cualidadesob-

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De las ideas generales

servadas en ellos, y una clase es el número indeterminadode individuos a que es aplicable un nombre general.

Sucediómuchasvecesqueunasclasesquedaronincluí-dasen otras,comocuadrúpedo,ave,pez,en animal; encina,sauce, olmo, en árbol. Las clases incluyentes se llamarongénerosrespectode las clasesincluídas, como éstas se de-nominaronespeciesrespectode aquéllas.Así, animal es ungénero respectode hombre, cuadrúpedo,ave, etc., y avees unaespeciede animal.

Pasando de las semejanzas más obvias a has que lo eranmenos, dimos el nombre de cuerposa todaslas clasesde ob-jetos capacesde producir sensaciones,y pudimosllegar úl-timamentea la claseuniversal, cosa, ente,ser, que abrazatodocuantoexistey cuantopuedeimaginarse.

Pero, ¿cuál es el carácter de semejanza que conviene atodo lo que tiene existenciareal o imaginaria?

Cuerpo es causade sensaciones,y espíritu es causadeintuiciones obrando sobre sí mismo, y de movimientos vo-luntariosobrandosobreel cuerpoqueanima. Causaciónesel caráctercomúnde ambosy de cuantopuedeconcebirse.Por esodimos a la claseuniversalla denominaciónde cosa,causa.

El nombreespecífico determina la significación delnombre genérico, esto es, coarta o limita el número de lasvariedades de que es susceptiblecada cualidad del objeto.Animal hacevagar la imaginaciónpor el gran númerodeformas, tamaños y colores,organismos,funcionesy hábitosde todos los animales que hemosobservadoo de que tene-mos noticia; ave sugieremuchomenor número; águila unnúmero todavía menor, y si faltándonosya los nombressimples, echamosmano de combinacionesde palabras,quehaganci mismooficio, águila negraestrecharátodavíamásla significación, y -el águila que estásobre aquella roca, ladejará reducida al individuo presente.

La idea vaga de una cualidad simple es un agregado deideas de las varias modificacionesy gradosque hemosob-

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Filosofía del Entendimiento

servadoen ella. Una idea vagade color es una idea de blan-co, verde, amarillo, azul, rojo, negro, etc.; una idea vagade color verde es una idea de varios coloresverdes, comoel del olmo, el de la encina, el del plátano,el del sauce,el dela mar, el de la esmeralda,etc.; de la mismamanera,la ideavagade un objeto complejose componede las ideas vagasde todosy de cada uno de los elementosde que hemosob-servadoque consta.La idea vagaque la palabraárbol hacenaceren el alma, consta de las ideasvagas de aquellasfor-mas, tamaños,coloresy demás cualidadesque hemos per-cibido en los árboles.Si alguien nos habla de un árbol queno conocemos,le atribuímos un conjunto de cualidadessemejantesa las de los árbolesque conocemos;pero estenue-vo conjunto es indeterminado.Nuestra imaginación vagapor un gran número de combinacionessin fijarse en nin-guna.

La idea excitadapor todo nombreapelativo es necesa-riamentevaga,y el campoen que se explayala imaginación,cuandooímosuno de estosnombres,es máso menosvasto,segúnhemos observadomás o menos. ¿Qué comparaciónpuedehaber, por ejemplo, entre el número de colores yformas que la palabra árbol sugiereal lapón o al kamscha-dal, y la infinita variedadde combinacionesqueestamismapalabra recuerdaah habitante de las orillas del Gangesodel Orinoco?

La idea de un objeto abraza la de los estadossucesivospor los cuales pasa, y la idea de semejanzaentre variosobjetoscomprendelas ideasde las semejanzassucesivasentrelos varios estadosde ellos. Decir que un objeto es un árbol,es decir que nace de semilla, que crece, que da flores yfrutos, que envejecey se seca:estadossucesivosen que seasemejaa ios otros árboles.

Las combinaciones de palabras de que nos valemos paraseñalar las clases de objetos, hacen veces de nombres.Elnúmero de nombrescomunes de que consta una lengua,por rica que sea, es necesariamente limitado, y el de las

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De las ideas generales

semejanzasque podemospercibir en las cosas,infinito. Deaquí la necesidadde recurrir a combinacionesde palabraspara indicar semejanzas.Toca a la gramáticaexponerlasleyes segúnlas cualesdeben formarseestascombinaciones,que para el objeto de que tratamos pueden considerarsecomo verdaderosnombres.

El nombre específico indica unasemejanzamásviva queel nombregenérico.Menor es la semejanza de los animalesentre sí queha de las aves; éstaes menosviva que la de laságuilas;ha de las águilasno lo es tanto como la de las águi-las negras;y en fin, la másviva de todas es ha que tieneconsigo mismo un individuo inalterable.

El nombre específicoes menos extenso,en otros térmi-nos, es aplicablea menor número de individuos que elnombregenérico.Cuantomayor es la semejanzaindicadapor el nombre común, menor es la extensión de la clase.El nombre propio no indica de suyo otra semejanza que laque tiene consigo mismo el individuo a que pertenece,yen este sentido pudiera decirse que en esta especiede nom-bres el máximo de la semejanzacoincide con el mínimode la extensión.

Creoquebastalo dichoparaquese concibaconclaridadcuál sea la significación de los nombresgenerales,comuneso apelativos (denominacionesde un mismovalor, quecom-prendenigualmentea los nombresgenéricosy a los espe-cíficos) ; quéseala idea general,y a qué se reduzcala ope-ración del entendimiento11-amada generalización. Si losnombressonsignos,si un nombrecomúnes un signo apli-cable a muchosobjetosindividuales,y si la idea despertadaen el alma por un signo cualquierano es ni puedeser otraque la del objeto u objetos a que lo aplicamos, síguese quela idea generalo la idea despertadaen el alma por un nom-bre comúnno es ni puedeser otra que la ideade los objetosindividuales a que solemos dar este nombre,,y la idea, porconsiguiente, de las variedadesde que es susceptiblecadaparte y cada cualidad de dichosobjetos; idea tanto más

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completa y exacta cuanto mejor los hemos observado. Sí-guesetambién de lo dicho que la generalizacióno el pro-ceder intelectualcon que formamos las ideas generales,sereduce a percibir semejanzasy a imponer denominacionescomunesa los individuos semejantes.

¿Qué quiere decir hombre? Quiere decir Pedro, Juan,César,Scipión,Carlos,Luis; en suma,es un signode quenosvalemosparadenotarcualquier individuo de especiehuma-na, o alguno de ellos indeterminadamente.No denotaunaparteo cualidadsola,ni unaporciónincompletade las par-tes y cualidadesque hemosobservadoen los individuos dela especiehumana,sino el conjunto de todas las partesycualidadesbajo todaslas formas y gradosen que cada unade ellas es capazde existir. Si un habitantede Kamschatka~queno tiene noticiade otros hombresque los de supaís,vepor la primera vez un negro,probablementeno le juzgaráde su especie. ¿Por qué? Porque su idea del hombre no com-prendelas modificacionesde color y fisonomíadel africano.El color y ha forma en su idea del hombre varían dentrode límites estrechos,que no incluyen la cutis atezada,elpelo lamido, el cráneo deprimido, los labios abultados delindividuo que tiene a la vista. La idea que en el entendimien-to de nuestrokamschadales como el tipo o modelo con quecomparalos individuos que se le presentanpara juzgar sisono no de su especie,comprendelas modificacionesparti-cularesde que es susceptiblecadaparte y cada cualidadhumana,segúnse las handadoa conocersus observaciones;pero no va más allá. Tal vez reparando en el mayor númeroy superiorimportanciade las semejanzasde estenuevoob-jetocon loshombres,segúnél los concibe,llegarápor gradosa formar otro juicio. Pero no podría llamarle hombre,sinalterar su idea general de esta clase,comprendiendoen ellael nuevo color, la nueva forma del cabello, las nuevasfac-ciones observadas.La idea general,pues,se componede lasideas de todas las partesy cualidadesque hemospercibidoen ios individuosde la clase,o que raciocinandohemosde-

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ducido de las percibidas,o que por percepcionesy racioci-nios hanconocido otroshombres,cuyasideasse han incor-poradoconlas nuestras: todo bajo las modificaciones de quecadaparte y cadacualidad, según nuestrosconocimientospropios o comunicados,es susceptibleen ellos. Esto es tanclaro que apenasmerecíala penade inculcarse;y sin em-bargo es uno de los puntos que hansido envueltosen másoscuridadpor los filósofos.

Todo nombre común supone un concepto de semejanzaentrelosobjetosa quelo -aplicamos.Verde,por ejemplo,su-pone cierta semejanzade color entrelos objetosquellama-mos así,como la yerba, las hojas de los árboles,la cortezade los frutos tiernos, la esmeralda,el mar, etc. Pero esimportante recordar que la percepción de semejanza nopresuponela percepciónde cualidadescomunes,entendien-do por tales aquéllasqueproduciríanen el alma afeccionesde todo punto semejantes,de maneraque no percibiésemosla más leve diferencia entre ellas. Quiero decir, contrayén-dome al ejemplo anterior, que la percepción de semejanzaentre la yerba, el mar, los árboles, la esmeralda,etc., envirtud de la cual llamamosa todosestos objetosverdes,nosuponeque haya un color común, homogéneo,elemental,el cual se repita con absolutauniformidad en todos estosobjetos.En efecto, no se necesita más que abrir los ojos paraconocerque sus colores,aunqueparecidos,no lo son tantoqueno percibamosdiversasmanerasde verdor en ellos. Enuna palabra, los colores de estos objetosnos parecena unmismo tiempo semejantesy diferentes.

Nuestra conciencianos testifica que en esta semejanzay diferencia,simultáneamentepercibidasentre dos coloreso dos cualidadessimples cualesquiera,no se divide la per-cepciónde la cualidaden dos percepcionesheterogéneas,esa saber,la percepciónde aquellaparteen queunacualidadse parece a otra, y la percepción de aquella parte en quediscrepa. El color de la hoja del sauceme da unapercepciónhomogénea.El color de la hojadelolmo me da otra percep-

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ciónhomogénea.Si, comparandoestosdoscolores,los perci-bo semejantesy diferentes,no es porqueyo tengaunaper-cepciónparticular de aquelloen queel color del sauceespa-recidoal del olmo y otra percepciónparticularde aquelloenque el primer color discrepa del segundo;porque si asífuese, veríamosen realidad dos colores diferentes en lahoja del saucey dos coloresdiferentesen la hoja del olmo.La relación es doble, sin embargode que las dos afeccionescomparadasson simples. Por una parte percibimosque lasemejanzadelcolór del saucecon el color del olmo es muchomayor que la semejanza media de la clasede los colores,ypor otra partepercibimosque aquellasemejanzaes menorque la semejanza completa.

Comola semejanza de los objetos complejos se componeúltimamentede semejanzasentre cualidadeselementales,loque he dicho de éstasse aplica a las otras.

Permitidas estas consideraciones,permítasemediscutirla doctrina de Destutt-Tracy sobre las ideas generales;doctrina que le es comúncon muchosotros, y que creo sepuedemirar como la más corrienteen el día. Cuandomesiento obligado a separarme de la opinión de tantos filósofoseminentes,no puedomenos de desconfiarde mí mismo,por poderosasquemeparezcanlas razonesquemilitan a mifavor. Debo decir con todo, que cuanto más medito elasunto,másme convenzo de que los escritores a que aludohan adoptadosin suficiente examen la doctrina de lasescuelas.

~Supongamos”, dice Destutt-Tracy, ~‘que un niño veun duraznopor la primeravez; que recibede él las sensa-cion-esde cierto color y de cierto gusto;quereconoceen élcierta forma; queencuentraciertaresistenciablandaal to-marlo, etc. De todas estasideas forma una sola, que es laidea de aquel duraznoy no de ningún otro, pues,suponga-mos que no ha visto otra fruta de la misma espeçie.Estaidea en esteestadoes individual. El niño oye llamar aquellafruta durazno;pero estapalabra,que las personasa quienes

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la oye pronunciarhan generalizadoya y que para ellas esel nombrecomúnde todos los duraznosimaginables,parael niño no es más que el nombre de aquel único duraznoque ha visto, y por consiguientees un nombre propio.

“Después que el niño ha formado la idea de este primerdurazno,se le presentanotros quetienenpoco máso menoslas mismas cualidades, entre los cualesy el primero hayciertos caracterescomunes,pero que sin embargodiscrepanbajomuchosrespectos,puesno haydos entesabsolutamenteparecidosen la naturaleza”.

Hagamos alto aquí. Si por caracterescomunesse entien-den aquellosquese repiten uniformementeen las cosas,demaneraque contemplándolassucesivamente,no podamospercibir en ellosla menordiferencia,basta-la mássuperficialobservaciónpara reconocerque la naturalezalos producepocasveces,y que, si atendiéramossólo a ellos, hubiéramosdadomuy pocospasosen la clasificaciónde los objetos.Con-trayéndonosal ejemplode Destutt-Tracy,colores, formas,dimensiones,sabores,resistenciatáctil, todo ofrecerádife-renciassi no en dos o tres duraznos,a lo menosen un grannúmero. Entiende,pues,Destutt-Tracypor caracteresco-muneslos que tienen cierto grado de semejanza,como sonen los duraznoslas varias tintas del color, quedel verdepa-sa por grados al amarillo pálido; la forma esféricamás omenosirregular; la existencia,que de la durezadel frutoverde llega progresivamentea la blanduradel fruto sazona-do; el sabor,quede acerbose conviertepoco a pocoendul-ce, etc. En suma,estos pretendidoscaracterescomunesnoson másque caracteressemejantes,variablesdentro de cier-to límite, determinadosen los duraznosy en cada clasedeobjetospor las observaciones.

“Todos los duraznos”,continúaDestutt-Tracy,“no tie-nenciertamenteunosmismoscolores,unamisma figura, unmismotamaño,un mismogradode sazón;peroel niño pres-cinde de estasdiferencias,y no consideraen los duraznosque va viendo sino lo que tienende comúncon el priiiiero;

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los llama tambiénduraznos;y he aquí quela idea de duraz-no se havuelto general,y no se componeya sino de los ca-racteresque convienena todas estas frutas. Estaoperaciónse llama abstraer. Efectivamente,lo quehaceel niño en talcaso es entresacarde doso másideasindividualestodoaque-llo que las confunde,desechandotodo lo que las distingue;y de estemodoformauna ideageneral”.

Pero si el niñoprescindede todaslas diferenciasqueob-serva,y entendemospor diferente todo aquello que no escompletamentesemejante,no puede menosde verificarseunade estastrescosas:o prescindeel niño de todaslas afec-ciones producidasen su espíritu por los duraznos,pues abuen seguroque alguna de ellas sea producidauniforme-mentepor todas estasfrutas, y en tal casonadaentresaca,nadaabstrae,nadale quedaparala formaciónde la idea ge-neral; o descomponelas afeccionessimples de su espíritu,dividiéndolasen dos partes, de las cualesuna correspondauniformementea todos los duraznosy otra no; facultadde que no me parece dotado el entendimiento humano; osin embargo de la indivisibilidad de sus afecciones simples,la cualidad correspondiente a cada afección simple se lerepresenta dividida en dos partes, una de las cuales existe entodos los duraznosy otra no, y esto sería decir que pormedio de una afección de nuestro espíritu indivisible y~homogéneo,podemospercibir en una misma cualidad doselementos heterogéneos, lo cual es evidentemente absurdo.Y si el niño retiene para la formación de la idea generallos caracteresquesin sercompletamentesemejantes,lo sonhastacierto punto, ¿quées entonceslo queexcluye?Su ideageneralde los duraznoscomprenderátodas las modificacio-nes individualesobservadas,y no dejaráresiduoalguno.

Contraigámonosal color y supongámoslehomogéneoencadadurazno.No hay sensación alguna de color que se pro-duzcauniformementepor todos los duraznos:el duraznopasa por una infinidad de maticesdesdeel verde hasta elamarillo pálido, y aunentrelos coloresde los duraznosSa-

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zonados no dejan de percibirse diferencias. El entendimiento,por otra parte,carecede la facultad de dividir la sensaciónhomogéneade color, producidapor cada durazno, en dossensaciones,de las cualesunasea producidapor todosellosy otra no. Consiguientemente,no puedeel niño represen-tarseenel color de cadaduraznodoscolores,uno de los cua-les seacomúna todosellos y otro no; porquecomo la ideadel color no es otra cosa queunasensaciónreferida a ciertacausaexterna, los modosde esta causano puedenser paranosotrosmásni menosque los modosde la sensación.¿Des-echa, pues,el niño todo aquello que encuentradiferenteen los coloresde los duraznos?En tal casoduraznoengene-ral seráparaél objeto destituídode todocolor. ¿Retendrálas semejanzasincompletasqueobservaen los coloresde losduraznos?¿Mirará como caracterescomuneslos quevaríandentro de ciertoslímites?Tal es enefectoel sentidoen quecreoquedebemosentenderestaexpresiónde Destutt-Tracy,caracterescomunes.Peroen este sentidola idea generaldelduraznocomprenderátodashas modificacionesde color deque es capazestafruta. En el primer casotodo se desecha;en el segundotodose retiene;y por consiguiente,en ningu-no de los dos se separa,se entresaca,se abstrae.

Suponiendoquehayavarioscoloresen un mismoduraz-no, la semejanzaentrefrutaspor lo respectivoal color serácompleja,y el raciocinioprecedentese aplicarásin dificul-tad a cadaunade las semejanzaselementales.Compararemosentonceslos fondosdel color, los matices,las pintas,etc., yen cadauno de estoselementospercibimosunaseriede mo-dificaciones,contemplandosucesivamentelos variosduraz-nos.

Si se pretende, pues, queparala formaciónde la idea ge-neral sólo retenemosaquelloscaracteresque se repiten conabsolutauniformidad en los individuos, digo que tales ca-racteresson meros,y queen la mayorpartede las clasesnoexisten.Si se pretendequeretenemoslos caracteresque sinllegar a confundirse, se acercan más o menosen los objetos

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a que se impone un mismo nombre,me es imposible conce-bir qué es lo que en este caso se excluye.Y en fin, si sesuponeque las cualidadesqueconocemospor medio de per-cepcionessimples son mentalmenteresolublesen otras, yquede estaresoluciónsalenlos caracterescomunes,digo queno goza de tal facultad el entendimientohumano.

Aun suponiendoque los caracterescomunesen el sen-tido de semejanzacompletaocurrierenmása menudode loqueen realidadsucede,un objeto intelectualquesólo cons-tase de caracterestales no podría servir de tipo, para quecomparandocon él otros objetos, percibiésemossi eran ono de la clase representada por él. Supongamos, por ejem-plo, que todas las perastuviesenuna forma y color varia-bles; un objeto de la misma forma y color podría no serunapera.Si sus otrascualidadesno se acercasena las de estafruta, segúnnosla handadoa conocernuestrasobservacio-nesprecedentes,no la reconoceríamoscomo de la mismaes-pecie;no le daríamosel mismonombre.Para formar un jui-cio seguroseríamenesterque comparásemoscualidad concualidad, sin pasarpor alto ninguna que nos parecieseim-portante,y que viésemossi las del nuevoobjetose hallabano no dentro de los límitesquehabíamosobservadoen las pe-ras. El haberunao dos cualidadesqueno variasenabsoluta-mente,o que sólo variasendentro de límites estrechísimos,no nos dispensaríade la comparaciónde las otrascualidadesque variasendentro de límites menosestrechos.La idea ge-neral de unaclasees, por decirlo así, un tipo multiforme,y ha conformidadde los objetoscon una de las formas deeste tipo,o su disconformidadcon todasellas,es lo quenosautoriza para colocarlosen aquellaclase o para excluirlosde ella.

Si de los individuos pasamosa las especies,y de muchasdeéstasformamosun género,tampocola ideagenéricacons-tará de los caracterescomunesde las especiesen el sentidode semejanzacompleta,porquesiendodifícil encontrarta-les caracteresdentro de unasola especie,¿cuántomásno lo

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será descubrirlos para todo un género, compuesto quizáde especies innumerables? Cuando de muchas clases forma-mos otra superior, lo quehacemoses combinar,por decirloasí, muchos tipos, enlazados entre sí por una relación desemejanza,de maneraque el tipo genérico abrace todas lasvariacionesde los tipos específicos.La amplitud de las va-riacionesde cada cualidadse aumentapor grados,segúnseaumentala extensiónde la clase.

De dos causasha procedidoel erradoconceptoquege-neralmentese ha formado acercade las ideas generales.Laprimera de ellas es el conceptoigualmenteerróneoque setiene de la relaciónde semejanza.Se imaginó queestarela-ción consistíaen que los objetos semejantesconstabandeunaparteque se asemejabaen todosellos completamente,yde otra que no; de dondeerano sólo natural sino necesariodeducirquelosobjetosa quedamosun mismonombre,cons-tan de caracterescomunesque se asemejanen todos elloscompletamente.

Hemos notadoen otra parte que en las clasificacionescientíficasy artificiales sehaprocurado,cuantoha sido po-sible, fundar las clases en la existenciao no existenciadeunacondición, de un hecho.Comoen el existir o no existirno caben diferentes grados ni matices, y las semejanzasbajoesterespectoson completasy ofrecencaracteresverdadera-mentecomunes,en las clases que se han formado de estemodo se puededecir que corren pan passulas cualidadesylos atributos; pero no es éste el proceder natural y ordina-rio del entendimiento,y nadaseríamáserróneoqueatribuira la clasificación en general un puro accidente. Por otraparte, en estasmismasclasesno siemprees fácil discernir laexistenciao no existenciadel hecho. Poseero no poseerelconjunto de cualidadesque constituyen, por ejemplo, alhombre,es un hecho,y por esono cabe-decir que un indi-viduo es máso menoshombrequeotro en el sentidode in-dividuo de la especiehumana.Pero muchasveceses difíciireconocerla existenciao no existenciade un conjunto de

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cualidadesen el grado y forma particular que caracterizanla clase; y desde que esto sucede, las clases fundadas de estemodo no se diferencianrealmentede las otras:en lugar decaracterescomunesno vemosentoncesmásque semejanzasparcialeso aproximaciones.

La segundade las causasindicadases el habersecreídoque a la separaciónde los signosen el lenguajecorrespondeunaseparaciónigual de ideas en el entendimiento. Decimosazul celestey azul turquí para significar modificacionesparticularesdel azul, y decimossolamenteazul para signi-ficar algunao cualquierade las modificacionesde este co-lor. Discurriósedespuésde estemodo: a cadapalabracorres-pondeuna idea: azul celestees, por consiguiente,una ideacompleja, queconstade dos ideaselementales;azul turquíes otra idea compleja que consta de igual númerode ele-mentos;y así como para indicar en el lenguaje lo azul engeneral,descartamoslos signosparticularescelestey turquí,y dejamossólo el signocomúnazul, así pararepresentarnosen el entendimiento este color en general, separamos lasideas correspondientesa celestey turquí, y retenemossólola idea correspondienteal signo común. Pero la idea gene-ral denotadapor el signo común está muy lejos de ser unelementode la idea particular denotadapor cualquieradelas expresionescompuestas,azul celeste,azul turquí, etc.Azul ofrece al entendimientolas ideas excitadaspor azulceleste,azul turquí, azul de Prusia, etc., ya en un sentidodistributivo, comocuandodecimosel azul es un color agra-dablea la vista, que es un modo abreviadode decir, el azulcelestees u-mi color agradablea 1-a vista, el azul turquí es uncolor agradab!ea-la vista, el azul de Prusia es un color agra-dable a la vista, y así de todoslos demásazules; ya en unsentido indeterminado,como cuandose nos dice que unaflor es azul, en cuyo caso nos figuramos en ella alguna delas modificaciones,azul celesteo azul turquí o azul de Pru-sia, etc., vagandopor todassin fijarnos particularmenteenuna de ellas.

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Llámansepropiamenteatributos de un objeto los nom-bresque ledamos,segúnsus cualidades,quees lo mismoquedecir, las semejanzasquenos parecetenerconotrosobjetos.Las cualidadesy las percepcionesson individuales,los atri-butos no; pues cadaatributo convienea un número inde-terminadode individuos. Supongamosqueel objeto es unarosa. Ente,cuerpo,producción vegetal,órgano destinadoaformar la semilla, polipétala, rosada, olorosa, etc., son iosatributos de este objeto, y cada uno.de ellos es un nombrecomúny suponeunageneralizaciónprecedente.Un jazmínproducepercepcionesquemehacendarlelos atributosente,cuerpo, producciónvegetal,órgano destinadoa formar lasemilla,monopétalo, blanco,oloroso, etc. Otra flor recibirátal vez los atributos ente,cuerpo, producciónvegetal,ór-gano destinadoa formar la semilla, monopétalo, morada,fétida, etc. Observandoigual procedercon otras flores, ycomparandoluego los atributos de las unas con los de lasotras,encuentroqueson comunesa todoslos individuos delas varias especiesde flores, los atributos ente’, cuerpo,pro-ducciónvegetal,órgano destinadoa formar la semilla: for-mo, pues,con estosatributos,entresacadosde los queperte-necena lasvariasespecies,el génerode flores,queconstanportanto de los atributosente,cuerpo,producciónvegetal,ór-gano destinadoa formar la semilla.Comoentrelos atributosde cadaindividuo se hallan necesariamentelos de las clasesquele incluyen,y comose usó a menudola palabraatributoparadenotarno signosde cualidades,sino las cualidadesmis-mas en que se asemejanlos individuos, se raciocinó de estamanera.Todo individuo tiene cualidadesquele soncomunescon otros; la idea individual comprende las ideas de todasestascualidadespropiasy comunes;descartolas ideasde lascualidadespropias, y quedaun residuo compuestode lasideas de las cualidadescomunes;este residuo es la idea ge-neral de la clase; la idea generalse forma, por consiguiente,abstrayendo,estoes,separandounascualidadesde otras.Meparece evidenteque en este raciociniose suponeque hace-

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mos con las cualidadeslo que sólo podemoshacercon losatributos.

Cuantomásgeneralizamosun nombre,cuantomayor esel número de individuos a que lo aplicamos, o en otros tér-minos, cuantomásgrandees la extensiónde la claserepre-sentadapor él, tanto menor es el númerode los atributosde la clase.Hombretiene necesariamentemásatributosqueanimal, y animal que cuerpo, y cuerpo que ente. Lo quelos filósofos llaman comprensiónde una clase es propia-menteel númerode atributosque le correspondeny en quees resoluble su nombre. Cuandoel célebreideologistaarribacitado, dice que los nombres, a proporción que son másgenerales, significan menor númerode caracterescomunes,y queen estoconsistesu menorcomprensión,aplica sin du-da a las cualidadeslo quesólo debeentendersede los atribu-tos. Así lo que hay de verdaderamentecomún en las ideasexcitadaspor los nombresgenerales,no son las cualidades,sino los atributos. Formamoslas primeras generalizacionesdando un mismo nombre a los individuos que presentabancierta semejanzaentre sí; y es claro que entoncesno pudohaberselecciónde atributos, porque todo atributo suponeuna generalizaciónprecedente,y aquí tratamosde las pri-merasgeneralizacionesde que dimanaronlos primerosatri-butos.Perode la continuarepeticiónde esteprocederinte-lectual, a medida que se iban formandolas lenguas,o quecadahombreiba aprendiendola suya,resultóque cada cosase hallasecomprendidaen variasclases,y le correspondiesenmultitud de atributos. Se procedió entoncesa nuevasge-neralizaciones,y un mismo atributo fué resolubleen otros.Sería,pues,un anacronismoel imaginar selecciónde atri-butosen los primerospasosde la generalización.

Los animalesviven, sienteny se mueven:he aquí a pri-meravista un-a expresiónde los caracterescomunesa todoslos animales,excluídas las particularidades.¿Pero podemosconcebirla vida, el sentimiento,elmovimiento,si no nos re-presentamosmodificacionesindividualesde estascosas?Con-

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traigámonosal movimiento.Decirqueel animalse mueveesdecirque anda,o corre, o salta,o vuela,o nada,o se arras-tra. Si la expresiónse mueveno despiertalas ideas de estasmodificacionesparticulares,no despiertaidea ningunadelmovimiento de los animales.Pero las palabrasanda, corre,salta, etc., son todavíagenerales;porque si, por ejemplo, laidea del andarse despiertarealmenteen el entendimiento,es

necesarioquenos figuremosmiembrosindividualesquean-dan y modos individuales de andadura.La idea, pues,delandar no se abstrae,no se entresacade las particularidadesde este movimiento, ni la idea del movimiento en generalse abstraeo se entresaca de las ideasde andar, correr, etc.

No por esoniego queun grannúmerode clasesse for-man sobresemejanzasparciales,queobservamoscomparan-do ciertascualidadescon exclusiónde las otras.Atendiendo,por ejemplo, al color en particular, llamamos unas cosasblancas,otrasverdes,otrasazules,etc. Atendiendo del mis-mo modo a la figura, decimosqueun cuerpoes un prisma,y otrocuerpounaesfera.Atendiendoexclusivamenteal nú-mero,es decir, ejecutandola sencillísimaoperaciónde con-tar, aplicamosa las cosaso a sus partes las denominacionesgenerales1, 2, 3, etc., y decimospor ejemplo,queuna flortienecinco estambres,y otra diez. Atenderexclusivamenteaciertascualidades,no es más ni menos queatenderexclusi-vamentea ciertaspercepciones;y si limitamos el sentidodela palabraabstraer a esta atenciónexclusiva, no hallo in-convenienteen su uso. Peroesta especiede abstracciónnopuedeir másallá que hastadondellegamosconlas percep-ciones; unapercepciónsimple no puededividirse de maneraque nos representemosen ella dos elementos,de los cualesel uno sea verdaderamentecomúna un númeroindetermi-nado de cosas,esto es, completamenteuniforme en todasellas.

Si la abstracciónno es más que la atencióndirigida auna‘cualidad separadamenteperceptible con exclusión deotrasque la acompañany que seantambiénseparadamente

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perceptibles,apenashayactodel pensamientoenquela abs-tracción no intervenga.Las clasificacionesfundadassobresemejanzascomplejasqueabrazantodaslas partesy cuali-dadesde los objetos,no la exigenmenosque las clasificacio-nesfundadassobrela semejanzade unasola parteo cuali-dad,puesno percibimoslas semejanzascomplejassino per-cibiendo una por una las semejanzaselementales.En estesentidopodemosdecir quesiemprequepensamosenun ob-jeto, lo abstraemosde los otros. Si el objeto es complejoyqueremosrepresentárnoslodistintamente,no podemosha-cerlosino representándonossus partesy cualidadessucesiva-mente,es decir, por unaserie de abstracciones.Pero no esésteel sentidoquelos filósofoshandadoaestapalabra.Conella se ha querido significar cierto proceder misterioso, unacomo destinaciónintelectual,por medio de la cual extrae-mos las ideasgeneralesde las individuales,como enel alam-bique se extraede las flores la esenciaa queestáunido suaroma.La abstracciónen estesentidodebeborrarsedel ca-tálogo de las operacionesintelectuales.

Lasideasgenerales,segúncreoquedebemosconcebirlas,envuelventanto númerode modificacionesy particulari-dades(y lo mismo se puedeaplicar a las ideasindividuales),quesi cuandopensamos,se hubiesede desarrollarcadaidea,demaneraquecontemplásemosdistintamentetodossus ele-mentosy todaslas faces de quecada elementoes capaz,elpensamientoprocederíacon sumadificultad y lentitud; acadapaso quediese tendríaquearrastrarun voluminosoycomplicadotren de ideas, y no podría formarel juicio másobvio sobre el objeto más simple, sin hacer reseñade unsinnúmerode objetos.Pero cuantomás familiar nos es ungrupo o serie de ideas,tanto más rápidamentese reprodu-ce. Las representaciones,pues,de las varias partesy modi-ficacionesde un objeto o clasede objetos,en virtud de sufrecuenteasociaciónen el entendimiento,llegan a reprodu-cirse conunaceleridad tal, que la concienciano puedese-guirlas. A la verdad,en este casoforman un todo confuso,

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De las ideas generales

de queno es posible darnoscuentaa nosotrosmismos,por-quesólo percibimoso recordamosdistintamenteaquellosac-tos del alma que tienen cierta duracióne intensidad.Peroideas demasiadorápidasy débilesparaque dejenalgúnves-tigio en lamemoria,puedencontodoexcitar otrasideascu-ya duración sea menosmomentánea,y contribuir de estemodo al pensamiento.Así se verifica cuandoleemos.Lasideas fugitivas de los caracteresescritosy de los sonidosele-mentalesrepresentadospor estoscaracteres,sonparala con-ciencia como si no existiesen;y con todo eso sugierenlasideasde las palabrasenterasde que se componenlas frasesescritas,y las ideasde que se componeel sentidode estasfrases: ideas que ocupan exclusivamente la atención.El há-bito, pues,que acelerandoen estecasocierta serie de ideaslas hacetan débilesy fugitivas, que es imposible hallar ves-tigio de ellasen la memoria,sin quepor esodejende contri-buir al pensamiento,producesin duda el mismo efectoentodasaquellas-asociacionesde ideas,quese repitenamenudoen el alma; y en estecasose hallanlos gruposde ideasquerepresentanobjetosfamiliares a los sentidoso a la imagina-ción, ora seanindividuos o clases.

Sucedeentoncesqueun elementocualquieradeestosgru-pos, queocupela atención,se hacesignodel grupo entero,y las relacionesde los gruposson representadaspor las rela-cionesde estossignos.Parapensar,por ejemplo,en un indi-viduo de la especiehumana,basta que nos representemosunapartede su forma visible. Si se noshablade cierto par-que, bastaque nuestraimaginaciónnos bosquejeunospo-cos árboles,seaqueestebosquejotengapor original los ár-bolesde aquelmismoparque (comosucederási leconocemospor nuestraspropiasobservaciones),~seaque por vía de su-plementonos representemosárbolesde los quesolemosveren otrosparques,o árbolescualesquiera.Y si senos dice queel tal hombreestuvoen el tal parque,la combinaciónde losdossignosdichos,es decir,la combinaciónde la idea de cier-ta forma humanacon la idea de ciertos árboles, es para

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Filosofía del Entendimiento

nosotrosel signo de la idea compleja de ciento hombre encierto parque,y en el ejercicio ordinario del pensamientohacelasvecesde la ideacomplejaentera,mientrasque todoslos otros elementosse renuevantan rápida y oscuramentequeno puedorecordarsu existenciaen el pensamiento.Dela misma suerte,para pensaracercade dos líneasparalelasen general,bastaqueme representedos líneasparalelasdedeterminadasituación, longitud, color, etc., y para pensaracercade montesen general,bastarepresentarmeuno o dos,de tamaños,figuras y coloresdeterminados,a cierta distan-cia en quela vista puedaabrazarfácilmentesus dimensio-nes.A laverdad,estasideasde quenosservimoscomo signosde los gruposa que pertenecen,no son rigorosamenteele-mentales.Ni es necesarioque lo sean.P’ara el ejercicioordi-nario del pensamiento,sólo se requierequesu reproducciónno sea tan apagaday confusaqueno podamosadvertirlasydistinguirlasunasde otras.

Pudieratemerseque la imperfección de estossignoshi-ciesecaera menudoen error. Peroideas latentes,o que nodejanvestigioen la memoria,ejercensobreotras ideas aso-ciadas con ellas, cierto influjo que precave o corrige losextravíos;si el pensamientose ocupaen objetosque le sonfamiliares.CuandoIriarte dice en décimasdisparatadas:

Bailaban unas folías

Los hijos del Zebedeo,

percibimosal golpe lo absurdode la asociaciónen virtud deun procedermentalrapidísimo,de queni tuvimosconcienciani tenemosmemoria.El gracejo de una expresión chistosaconsistemuchasvecesenunarelaciónsutil, tan fugazmentepercibidapor los que la oyen, que ni aun meditandosobreella es fácil analizarla:pudieradecirseque el procederinte-lectual inscius sui es más atinado y seguroque el procederintelectualsui conscius.

Ensegundolugar, la fácil sustituciónde un signo a otroremediacompletamentela imperfección que resultade su

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De las -ideas generales

individualidad. No hay peligro de que yo atribuya a losárboles lo que sólo es propio del olmo, si pensandoacercade los árbolesen general,me representoya un olmo, ya unpino, ya un sauce.En un triángulo equiláteropuedodemos-trar laspropiedadesgeneralesde los triángulos,siemprequeningunode los trámitesdela demostraciónsupongala igual-dadde los lados,o en otros términos, siempreque cadatrá-mite convengaigualmenteal triánguloequiláteroquetengoa la vista, y a un triángulo escalenoque trazo en miimaginación.

Y lo tercero, podemos en caso de dificultad, suspenderla marchadelpensamiento,paradesenvolverhastael puntoconvenientelas diferentespartesde un objeto complejo,paracontemplarcadaparteo cualidadimportantebajo sus dife-rentesfaces.

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CAPITULO XV

DE LAS IDEAS NEGATIVAS

Ideas negativas: se refieren siempre a una universalidad de entes dividida en dosclases. — Clase positiva y clase negativa. — El contenido de toda clase nega-ti-va es la nada; una idea-signo. — Uso de la palabra nada en el lenguaje; enel raciocinio ad absurdum. ~— La nada tiene diferentes objetos mentales. —

Se contrapone a la idea del infinito. — Éste -es una idea-signo; es también unelemento del -argumento rd absurdum.

Ideasnegativasson las quesignifican clases de objetosfundadassobresemejanzasdediferencias.Así la ideanegativaquecorrespondea la denominacióninvisibleo no visible re-presentaunaclasecuyosindividuos se asemejanendiferen-ciarsede los objetosvisibles. Así también cuandodecimosqueun objetono es un árbol, quees darleel atributono-ár-bol, es la expresiónde una ideanegativa,que representage-neralmentetodoslos seresquese asemejanen diferenciarsede los árboles.

Toda idea negativasuponedividida la universalidaddelosentesen dosclases.La ideade lo invisible suponeque todocuantoexistese halla repartidoentredos grandessecciones:la unade ellas abrazatodosios objetosqueafectanla vista,y la otra todoslos quedifieren de éstos,es decir, todos losque no la afectan.

A medida que una clase positiva se extiende, la clasenegativa correspondientese estrecha.Mucho mayor es laextensión de las clases no-verde, no-azul que la de claseinvisible; incomparablementemayor la de la claseno-árbol,

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De las ideas negativas

que la de la claseinmaterial o incorp-óreo. Cuandodecimosinvisible, la imaginaciónse representano sólo las sustanciascorporalesque no puedenverse,sino todas las cosasinma-teriales;y cuandodecimosno-blanco,la imaginaciónreco-rre, no sólo la clasede los objetos invisibles, sino la de losobjetosnegros,rojos, azules,amarillos, etc.

Si la clasepositiva incluye todoslos entescomo lo hacela quecorrespondea las palabrasente,ser o cosa,no habráclasenegativa correspondiente;habrá en lugar de ella lanada.

Pero,¿cuál es, se preguntará,la idea correspondienteaestapalabra?

Idea es la renovaciónde unao máspercepciones,intui-tivas o sensitivas,absolutaso relativas; y como la nadanopuedeser causade intuiciones ni de sensaciones,y por otraparteno es dado concebir relación sino comparandointui-ciones o sensaciones,se sigue que la nadano puede serobjeto de ningunaidea propiamentedicha. Es precisoqueen lugar de esta idea que no tenemos ni podemostener,hayaalgoen el entendimientoque la supla,y que en ciertomodo hagasus veces;es decir, una idea-signo.

Como la nada es la negaciónde todo ser, nos figuramosen ella un sujeto que tiene por atributo una relación dediferencia,con respectoa cuantoes o existe. Pero no per-cibimos realmentediferenciasino entre cosasdiferentes,yesa percepciónes imposible cuandoponemostodas las cosasde un ladoy ningunadel otro. El sujeto, pues,a que atri-buímosesa negaciónuniversal y absoluta,es un signopu-ramenteverbal,es a saber,la mismapalabranegacióno di-ferencia.

Acostumbramoscombinar la palabra nada con otras,formandoproposicionesquese resuelventodas en éstas:lanada no tiene cualidad alguna positiva, o la nada es nada.La proposicióncontraria,la nada esalgo, la nada escosa,esunaexpresiónde lo imposible,es absurda;y por consiguien-te toda otra proposición en que ésta vaya contenida, es

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también necesariamenteuna expresiónde lo imposible, unabsurdo; y para demostrarlo, bastará convertirla en ellapor un raciociniorigoroso. Si se dijese, por ejemplo, queeluniversohabíacomenzadoa existir sin la agenciade causaalguna o principio de su existencia,pudiéramosrechazarcomo inadmisible esta proposición,porque en ella se im-plicaríaque la nadapuede ser causao antecedentede unefectoreal, y tenerpor consiguienteuna cualidadpositiva.

Empléase,pues,la idea-signode la nadacomo elementode una fórmula del raciocinio llamado ad absurdun-i,en elcual se demuestrala falsedado imposibilidad de una pro-posición, manifestandoqueen ella va implicadaotra propo-sición evidentementefalsa.

Al modo que en el lenguajedel Álgebra la expresión

que no representani puederepresentarcantidad al-guna, sirve para demostrarque todaexpresiónque la con-tienees absurda,y se deducede datoscuyaexistencianopue-de admitirse,de la misma maneraen el lenguajeordinarioestaproposiciónla nada es algo, sirve para demostrarquetodaproposiciónquela contienees absurda,y envuelveunahipótesis imposible.

Pero la palabra nada suele usarseordinariamenteenotro sentido.Cuandodecimosde un individuo que nada leagrada, no queremosdecirque la nadale causaplacer, sinoque todas las cosasle son no-agradables;de maneraque lanegaciónque pareceexpresarsede todas las cosas, no seentiendeen realidadsino del atributo particular que les da-mos. Nadaen estecasoenvuelvedos ideasinconexasque serefieren a distintos objetosmentales:la primera es la ideade todaslas cosas,y la segunda la idea de la negacióno deuna diferenciacon respectoal predicadode la proposición.Nada le agrada o i-iada le es agradable,vale tanto como to-das las cosas le sois diferentesde las agradables.

Entra también la nadacomo elementode variasexpre-sionesmetafóricas,en que fantásticamentenosla figuramos

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De las ideas negativas

como un inmensoabismode que surgenlas cosasquereci-benel ser,y enquese hundenlas que lo pierden.

El infinito ocupa en la escala intelectual el extremoopuestoa la nada.

Infinito es lo quecarecede límites, lo que se diferenciade lo finito. Pero esta diferencia no puede ser percibidaverdaderamentepor la inteligencia humana,cuyas percep-ciones le presentanlímites en todosios objetosa que le esdadollegar. La idea que tenemosdel infinito es, por consi-guiente, unaidea-signo,y no puedeserotra cosa.Pudiéra-mos expresarlapor la fórmula a + a+ a + a + etc.

El infinito es tambiénun signo ideal de quenosvalemosparael raciocinioad absurdum.

Toda hipótesisque envuelvela proposiciónlo finito esinfinito, se desechanecesariamentecomo absurda. Paraprobarporejemplo,queno noses dadopercibir la cantidadcontinua, podemosempleareste raciocinio ad absurdum.Percibir cantidad continua, sería percibir en un tiempodadodivisibilidad sucesivainfinita; y percibiren un tiempodadodivisibilidad sucesivainfinita, sería percibir en untiempo dadoun númeroinfinito de divisiones y de partes,y teneren un tiempo dadoun númeroinfinito de percep-ciones,y atribuir la infinitud auna inteligencia finita.

Éstasy cualesquieraotrasespeciesde raciocinio ad ab-surdum,se reducenrealmentea unasola, enquese desechacomo inadmisible todahipótesisque se transformaen unaproposiciónabsurda,estoes, contradictoria aunaproposi-ción evidente. En las matemáticases frecuentey fecundaesta especiede raciocinios, que en Filosofía apenassirvensino paraprobar con mástrabajo queperspicuidadlo queno necesitade prueba o lo que puedeprobarsesatisfacto-riamentepor mediosdirectos.

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CAPITULO XVI

DE LAS IDEAS-SiGNOS

Ideas-signos: en qué se distinguen de las otras ideas. — Representación mental deobjetos: es siempre imaginaria. — Ideas-signos homónimas.— Son poco expuestasal error. — Dos especies de ideas-signoshomónimas.— Otras especies de ideassignos: ideas-signos metafóricas. — Frecuencia y espontaneidad de éstas. — Laformación de las ideas-signos metafóricas se rige por el mismo principio queel de la formación de clases y de nombres generales. ~— Causa de error en ciuso de las ideas-signos. — Ejemplos presentados por Cabanis. — Suposiciónmetafórica de la relación de los objetos intelectuales con los objetos -sensibles. —

Inoportunidad de la teoría sensualista. — En las ideas-signos metafóricas secomprenden las ideas abstractas. — Diferentes denominaciones de esta idea. —

El sentido más acertado es el que la asemeja a la atención. — Inherencia delas cualidades con los objetos como modificaciones de una sustancia. — Utilidadde su separación. ~— Errores dimanados de la abstracción en las escuelas filo-sóficas. — La abstracción facilita el lenguaje. — Es el fundamento de muchasideas. -— Representación objetiva de los nombres abstractos. — Percepcionesdelentendimiento. — La abstracción en el sentido de atención. — La abstracciónen el sentido de generalización. — Conclusiones. — Ideas-signos endógenas.—Necesidad de signos en el raciocinio: esclarecimientos.

He señaladopor incidencia algunasideas queen el en-tendimientohacen las veces de otras que no nos es dadoformar.Lasllamo ideas-signos.Propóngomeahoraaveriguarqué es lo que las distingue de las otras ideas, y enumerarsus diferentesespecies.

En la representaciónmental de un objeto renovamosamenudopercepcionesque no han sido originalmentepro-ducidaspor él, sino por otros objetos.Cuandopiensoen laciudad de Roma, que no he visto, si me la representodealgún modo, es renovandolas percepcionesde las casas,palacios,templos, calles y plazasde otrasciudadesque hevisto. Probablementemi imaginación me presentade este

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De las ideas- signos

modo un cuadroquebajo muchosrespectosno se pareceráa la capital del mundo católico; pero este cuadro, por in-fiel que sea,me sirve parapensaren ella; y no haypeligrode queme induzca a error, siempreque mis juicios no sefundensobrelasparticularidadesqueme figuro en Roma,oa lo menossobreotrasparticularidadesque las quepor mispropiosraciocinios,o por testimoniode otroshombres,ten-go motivos de juzgar verdaderas.

No puedorepresentarmeabstractamentelo que Romatengade comúnconotros objetosde suespecie.La idea deesta ciudad debepor precisión constarde pormenoresin-dividuales; ora seanéstos puramenteimaginarios, ora no.Perola facultad de sustituir unasparticularidadesa otras,equivalea la facultadde eliminarlastodas,y hace quecuan-do pensamosen cualquierobjeto que no hemospercibidoactualmente,sólo le demos los atributos que convienen atodoslos objetosde la misma clase,o a las particularidadesquenuestrosraciocinioso las percepcionesde otroshombrestrasmitidasa nosotrosnos hanhechoconcebiren él.

Todas las veces que pensamosen objetos individualesque no hemos observado,en el ejercicio del pensamientono nos limitamos a combinacionesde signos vocales, lasrepresentacionesmentales de los objetos se componendeparticularidadesimaginarias.No pensamosde otro modoenlos personajes,lugaresy sucesosde quenoshablala historia,o que hallamosdescritosen las novelaso en las relacionesde viajes. Por menudaque seala descripciónque leemosdeellos, no puedeser jamás individual; el lector es quien leda estecarácter.El historiador, el poeta,el viajero, puedena la verdadestrecharconsiderablementeel espacioen queha de vagar nuestraimaginación; pero llegar a la indivi-dualidadles es negado,porquetodoslos elementosdescrip-tivos de queconstanlas lenguasson por precisióngenerales.El que describe,refiere los objetos a clasesmás o menosextensas;el quelee es quienlas reviste de las formas,dimen-sionesy colores determinadosque constituyenla indivi-

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dualidad.Todoslos lectoreshacenpoco máso menoslo queDon Quijote cuando se representaba la figura y faccionesde Roldány..de Amadís de Gaula; la única diferenciacon-siste en que leyendohistorias o viajes no damosningunafe a nuestrasaprensionesde individualidad, como el hidalgode la Mancha a las suyas.Así que, en todos los actos delpensamiento,unagran partede las percepcionesquereno-vamos son suministradas por nuestra imaginación, quefigura las cosasque no han sido objetos de nuestrasob-servacionespor medio de cosasde la misma especieque lohan sido. -

Estas ideas que hacen las vecesde otras, representandoobjetosde la mismaespeciequelos queserian representadospor estasotras,si hubiésemospodido adquirirlas,forman laprimera clase de las que he llamado ideas-signos.Las daréel título distintivo de homónimas,quesignifica queel ob-jeto de la idea suplentees de la misma especieo nombreque el de la idea suplida.Y desdeluego es evidenteque lasideas-signoshomónimasson un suplementotanto más per-fecto y menosexpuestoa error, cuanto menos extensaesla clase a que pertenecenen común el signo y el objetosignificado. Representándomehombres, vagará menos mimente,y habrá menos de arbitrario en la composicióndelos signos,que representándomeanimales;y en estesegundocasovagarétambién menosy tendrémenosen queescoger,que cuando me representecuerpos;y si pasoa representar-me cosasen general,nada limitará mi elección, y parafabricar signos mentalesque los simbolicen podré valermede cuantaspercepcioneshaya acumuladomi memoria. Loserroresen el usode estossignosprovienende queatribuímosal objeto significado, lo que sólo pertenecea su imagen: sipensamosen un individuo, le atribuiremostal vez las parti-cularidadesde otro; y si en una clase,no daremosquizáa los caracteresde ella la amplitud de modificacionesquecorresponde.

Grande será forzosamenteel peligro de error cuando

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para representarnosun objeto inobservadotenemosquesa-lir de los límites a quehanestadoreducidasnuestrasobser-vaciones.El salvajeque no conociesemáshombresque losde su tribu, ni más árbolesy animales que los de la selvaen quevive, sólo podría figurarseimperfectamentelas pro-duccionesde otros climas, o las cualidades morales delhombrecivilizado; y en los juicios que hiciese sobreestosobjetosle seríadificultosísimo librarsede error. Estopodríasucederaunquepara formar ideas exactasde ellos no ne-cesitasemás percepcioneselementalesque las que hubieseexperimentadoobservándosea sí mismoy a los objetosquele rodean.¿Puesqué serási tenemosque imaginar percep-cionesque jamáshemos experimentadoo que tal vez noses imposible experimentar?¿Cómo concebiráel salvaje elplacer exquisitoqueda al hombrecivilizado la contempla-ción de las obrasmaestrasde las artes,o al filósofo el des-cubrimiento de una verdad recóndita, fecunda,de inte-resantesconsecuencias?¿Dequémodopodremosfigurarnosun color diferentede todoslos conocidos,un sentidonuevo,una inteligencia cuyosmodosde percibir no tenganalgunaanalogíacon los de la inteligencia humana?Conceptosdeestaespeciesuponenmodosde conocerque no tienenrela-ción con nuestrasfacultadesintelectuales.Los signosde quenoses dadovalernosparasemejantesrepresentacioneshacenlas vecesde ideas de que el sentimientoes incapaz.Las pa-labrascolor, sentido,inteligencia,extendidaasísu significa-ción fuera de los límites de todas nuestrasobservacionesposibles,o no excitan en el entendimientoidea de que ten-gamos conciencia,sino es la de su sonido material,o sóloexcitan imágenesfantásticasa que debemosdar poca fe,y queen lasoperacionesdel entendimientono puedenhacerlegítimamenteotro oficio queel de símbolosartificiales.

Importa, pues,distinguir en las ideas-signoshomónimasaquellas que representanobjetos, que hubiéramospodidoconocer por medio de las facultadesperceptivas de queestamosdotados,y quehemospuestoantesen ejercicio, de

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aquellasque representano más bien indican o simbolizanobjetos que no podemosconocerpor ninguno de los mo-dosde percepciónquehemosejercitado,o quela naturalezaha dispensadoal hombre. Si debemos estar prevenidoscontrala falacia de las primerasen el orden físico y princi-palmenteen el ordenmoral de la vida ordinaria,la influen-cia de las segundas,revestidasde los prestigios de la ima-ginación,es másde temer en ciertasdiscusionesmetafísicas,donde,por más alerta queestemos,es casi imposible guar-darnosenteramentede las ilusiones producidaspor ellas.

Hay otra especiede ideas-signos fundadas como lasprecedentessobrerelacionesde semejanza;mas, en ellas, adiferenciade las precedentes,el signoy el objeto pertenecena diversasclases,y su semejanzano se supone,sino se per-cibe de hecho.

Cuandonos figuramosun hombredesconocido,combi-nandoarbitrariamentelas facciones,miembrosy cualidadesmoralesquehemosnotadoen otros hombres,suponemoslasemejanzaentre aquel objeto y los demásde su clasequehemos podido observar,y en fuerza de esta suposición,empleamoslos segundoscomo signospararepresentarnoselprimero. En las ideas de que tratamosahora sucede alcontrario: nos figuramos,por ejemplo, queel alma i-nira ocontemplaintuitiva-mentesus afecciones,porquepercibimoscierta semejanzaentre la concienciay la vista; y sin em-bargo de la diversidad esencialque no podemosmenos deencontrarentrela concienciay la vista, nosparecequeestasdos facultadesse asemejanhastacierto punto. Entre el veruna cosa y el tener noticia de ella por informes ajenos,concebimosla misma diferenciaque entre las afeccionescon que el alma se percibe a sí mismay las afeccionesdelos sentidosque le representanlos objetosexternos; y envirtud de estasemejanzade diferencias,la vista viene a seren el entendimientouna imagen de la conciencia.

Tal es el carácterde la segundaespeciede ideas-signos,a que doy el título distintivo de metafóricas,porque toda

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metáfora es la expresiónde un signo ideal de esta clase.Cuandodecimosque las formasde los objetosse imprimenen la memoria, nos valemos, como todos saben, de unametáfora; y todos sabentambién queen este casonos re-presentamosuna cosa por medio de otra diversa, con lacual sin embargonos parecetener cierta semejanza,queexpresamosdándole el nombredel signo; pero una seme-janzaparcial,puespercibimosbienque el nombredel signono puedeaplicarse al objeto, sino es perdiendounapartede la significaciónque le tiene apropiadael lenguaje.

Sucedeentoncesexactamentelo mismo que cuandode-cimos que un ministro hábil es la columnadel Estado.Ala maneraque la columnasostieneel edificio, la habilidaddel ministro da firmeza y consistenciaal Estado.Declara-mos esta semejanzallamando al ministro columna; mas,para ello despojamosa la idea de la columnade la mayorpartede las ideasparcialesque la componen.Hacemosusode esta especiede signos,no sólo para comunicarnuestrasideas a otros, sino tambiénpara darnoscuentaa nosotrosmismos de lo que pensamos,y para ayudarnosen ciertomodoa comprenderlo.Acercamosentoncesla ideadel signoa la del objeto, y no obstantela diferenciaque percibimosentre ellos que no nos permite confundirlos, percibimosalmismotiempocierta analogíaquenoshacever al unoconmás claridad, contemplándole,por decirlo así, al lado delotro.

Uno de ios fenómenosmás curiososes la espontaneidady la frecuenciacon que las ideas-signosde que hablamosocurrenael alma, cuandose detieneaobservarsea sí mis-ma. Los nombresquedamosa las operacionesmentaleshansido todos originalmente metafóricos,y es casi imposiblehablar de ellas sino es valiéndonosde las palabrasy frasescon que solemosindicar las acciones recíprocas de loscuerpos.

Las necesidadesde la vida animal dirigieron desdeluegonuestraatencióna las leyes quedirigen el universocorpó-

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reo; y cuandollegó el tiempode convertirlahaciael mundointerior de que nos da noticia la conciencia,era naturalque refiriésemosel uno al otro, y que en vez de inventarpalabrasy frasesque sólo hubieran sido inteligibles a susautores,echásemosmano del lenguajeestablecido,aplicán-dolo a los nuevosobjetosde nuestrasideassegúnlas seme-janzas que nos pareció encontrarentre ellos y los objetoscorpóreos.Familiarizadoscon las cualidadesde la materia,revestimosde ellas las afeccionesespiritualesy no creemospercibirlasconclaridad,sino bajoel ropajede las aparienciassensibles.

En general,nos facilitamosa nosotrosmismosy a otrosla percepciónde los objetos menos familiares, comparán-dolos con aquellosque hemostenido ocasiónde observaramenudo.Sabida es la propensiónde todos los hombresasacarsus signos metafóricosde aquella clasede cosasconque los han familiarizado la localidad en que habitan, susejercicioshabituales,su profesióny génerode vida. Las ex-presionesdel salvajeque vive de la caza, presentarándife-rente fondo de imágenesque las del que cultiva la tierra,del menestralo del mareante.

Síguese de lo dicho que el mismo princi~pioque noscondujoa la formaciónde clasesy a la imposiciónde nom-bres generales,es el quenos sugierelos signosmetafóricos.Se puededecir que todo nombregeneralha sido original-menteunametáfora,y que toda metáforaes unagenerali-zaciónimperfecta.El tránsito de un significadoa otro másgeneraly extenso,fué una alteración del uso, aventuradaal principio, para indicar objetos nuevamenteconocidos,por medio de una imageno semejanza,y que, repetidafre-cuentemente,incorporóal fin en unaclasecomúnel objetoy el signo. Esto, sin embargo,sólo pudo verificarse cuandohubopocadistanciaentrelos dos; enel casocontrariodebiósucederuna de estasdos cosas:o el nombreperdió la signi-ficación primitiva, y la voz metafórica,hecha familiar,pasó a propia, de lo cual tenemosejemplosen las palabras

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alma (originalmente soplo), pensamiento (originalmentela acciónde pensar);o el nombrecontrajo la nuevasigni-ficación sin despojarsede la antigua,y se empleacon pro-piedaden ambas,comohasucedidoen las palabrasreflexión,discurso,aprensióny otrasmuchas.

La causade error en los signosmetafóricos,como en loshomónimoses nuestrapropensióna atribuir al objeto loque en realidad sólo perteneceal signo, pues aunquelostengamosambospresentesen el entendimiento y no seaposible confundirlos,sucederáno pocas vecesque llevemosla analogíamuchomás allá de lo justo.

En las Memoriasde Cabanissobre las relacionesentrelofísico y lo moral del hombre,se encuentrannotablesejem-plos de este prestigio de las ideas-signosmetafóricas.Melimitaré a mencionaruno solo. “Sehaobservado”,dice, “queen la vejez las impresionesma’s recientesse borran fácil-mente; las de la edadmadurase debilitan, y las de la niñezpor el contrario recobransu viveza y nitidez. Esto, segúnnuestromodo de ver, se explica sin dificultad.

“En la infancia la blanduradel cerebrolo hacesuscep-tible de todas las impresiones,y su movilidad las multiplicay las repite sin cesar;entiendoaquellasque son relativas alos objetosqueel niño tiene a su vista, y que interesansucuriosidad.Y como estosobjetosson limitados en número,y las relacionesen que se consideran, sencillísimas, todoconcurrea dar entoncesa las combinacionesde la inteligen-cia nacienteun carácterdurable,a identificarlas en ciertomodo con la organizacióny a acercarlasa las operacionesautomáticasdel instinto.

“Pero a medidaque el cerebroadquiereconsistencia,ylas extremidadessensitivas, resguardadaspor envolturasmásdensas,se hallan menosinmediatamenteexpuestasa laacciónde los cuerposexternos,las impresionesse hacenme-nos vivas, su repeticiónmenos fácil y la comunicacióndelos diversos centros de sensibilidadmenos rápida; en unapalabra,todoslos movimientosse retardan.Al mismotiem-

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po el númerode los objetos que se considerancrece pormomentos,sus relacionesse complican y el universo seagranda.

“Así, pues, desdeque deja de sentirsela necesidadderecibir y combinar impresionesnuevas y ningún objetoexcita ya la curiosidad de los órganos y de un espírituhastiado,es forzosoquelos recuerdosse borrenen un ordeninverso al de las impresionesrecibidas,principiandopor lasmás recientesque son las másdébiles,y remontandohastalas másantiguas,queson las más durables;y a medida queaquellas de que la memoria estabarecargada,se desvane-cen, las precedentes,que se hallabanofuscadaspor ellas,rea-parecen.Bien pronto, dejandode existir paranosotrostodoslos intereses,todoslos pensamientosquenos ocupabanen elcurso de las edadesposteriores,sólo los momentosen queempezábamosa sentir atraenhacia sí nuestrasmiradasyreanimannuestraatenciónfalleciente”.

Aceptandocomo puramentemetafórico lo que hay dematerial en esta exposición, pudiéramos verla como unahistoria verídica de la inteligencia humana; pero, si que-remosdarlaotro sentido; si las impresionesson sensacionesy percepciones;los órganos, sentidos, y la memoria, unablanda pulpa, que se consolidagradualmentehastaque alfin es incapazde admitir estampasprofundasy duraderas,¿quése hacesinoabusarde la metáforay confundirel signocon el significado?Prescindodel absurdoque la metáforaenvuelveen sí misma; suponiendo,como observaMr. Pa-riset, la permanenciade las primerasimpresiones,en mediode un flujo perpetuode composicionesy descomposicionesque renuevanincesantementelas moléculas de nuestrosórganos.

Por un efectodel mismo prestigiose asemejóla relaciónentre las representacionesintelectualesy los objetos sensi-bles a la que existeentre una pintura y su original, y sesupuso,en consecuencia,que los objetos enviaban a losórganosverdaderasimágenesde sí mismos, que se impri.-

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De las ideas- signos

míanen unapartedel cerebrollamadasensorio,dondeeranpercibidas por el entendimiento.Esta grosera teoría estádesterradamucho tiempo ha de las escuelas;pero no sé sien la de Condillacy sus discípulossobre las modificacionesdel alma humana,deje de percibirseenteramentela inge-renciade aquelprincipio de error, que, exagerandolas se-mejanzas,nos presentacomo un descubrimiento lo quequizá es unasimple metáfora.Cuandoasí no sea,la teoríaque reduce a la sensacióntodos los otros actos y afectosdel alma, sólo podrá mirarsecomo una generalizaciónar-bitraria del significado de una palabra.

Si al dar a un objeto conocidoel nombrede una claseconocidase conservatoda la significación de este nombre,estenuevousodel nombrede la clasees la expresiónexactay rigorosade un juicio; y si la semejanzaen quese fundaeste juicio no es inmediatamenteperceptible,sino se deducede observacioneso experiencias,diestramentecomparadas,ci que la da aconocerpor la primera vez, presentaun des-cubrimiento.En estesentidodió Newton el título de gra-vedad a la fuerza que hacedescribir a los planetasórbitaselípticasalrededordel sol. La clasegraveo gravedadse hizomásextensaqueantes,y en estesentidose generalizó;peroconservótoda la comprensiónque tenía, todoslos atributosque le correspondíany se aumentóla extensiónde la clasesin que su comprensiónmenguase.La palabra gravedadaplicadaa los fenómenoscelestes,nadaperdió de la propie-dad de su significado anterior.

Lo contrario sucedería,si, al aplicar a un objeto elnombrede otros,alterásemossu significación,y lo despojá-semosde una parte de los atributosen que es resoluble.Expresaríamosentoncesciertamente una percepción desemejanza,y en este sentido,un juicio; mas,no la percep-ción de aquelgrado de semejanzaquerigorosamentecorres-pondea la voz, y por tanto, no el juicio propiamentesignificadopor ella. Aplicada al nuevoobjeto, representaríametafóricamentealguna cualidad de éste,y si no hubiese

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grandistanciaentreel significadoordinarioy el metafórico,a fuerzade repetirseen el segundo,llegaríatal vez a apro-piárselo;pero alterándoseel primero, y perdiendoen com-prensiónlo que ganaseen extensión.Ciertos objetospare-cerían adquirir en consecuenciaun nuevo atributo; mas,no por esohabríamosdescubiertoen ello algonuevo.

Veamos,pues,enquésentidopuedeadmitirseque todaslas operacionesdel entendimientoy de la voluntad son sen-saciones.CuandoCondillac y susdiscípulospretenden,porejemplo, que juzgar es sentir una relación, no presentanningunanuevaanalogíaentre juzgar y sentir, entrela afec-cióndel alma quenacede unaacciónde un objetocorpóreosobresus órganosy que la sirve para representárselo,y laafeccióndel almaquenace-directay espontáneamentede lasimultaneidadde otrasdos afecciones,y consisteen percibirunarelación particular entre ellas. Su doctrina,por consi-guiente, o exagerala débil semejanzaquepercibimosentreestasdos cosas,y da un sentidodemasiadoliteral auname-táfora, o se reduce a duplicar el significado de la voz, demaneraque convengacon igual propiedada la sensacióny al juicio, sin quepor otra partesenoshagaver nadanuevoen esta segundaoposición.Lo mismo podemosaplicar a laintuición simple, al deseoy a las demásmodificacionesyoperacionesdel alma. Perogeneralizadaasí la voz sensación,¿quénos dice aquelpretendidoteoremademetafísica,sinoque las afeccionesespiritualesson afecciones espirituales?Ni alcanzoque estenuevo valor de la voz contribuya enalgo a mejorarla nomenclaturapsicológica.Tomar la pala-bra sensaciónen el sentidogeneralde pensamiento,inclu-yendoen ella aun los actos de la voluntad, es violentar ellenguajesin hacernosavanzarun paso en el conocimientode nuestroespíritu y confundiendocosasque estosmismosfilósofos y todoslos hombresreconocencomo diversas.Lasimplicidad que esta doctrina de Condillac pareceintro-ducir en la teoría del espíritu humano es enteramenteilusoria.

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De 1-as ideas- signos

A las ideas-signosmetafóricaspodemosreducir las ideasabstractas. Pero esta denominaciónse emplea en sentidosvariosqueno estaráde másrecordar.

En cuanto a la abstracción,consideradacomo la fa-cultad de contraer o separarde las ideas individualesoespecíficascaracterescomunesy de formar con eilos lasideasque representanespecieso géneros,creo haberdemos-trado con argumentosirrefragablesque esta teoría de lageneralizaciónes errónea,y la abstracciónentendidaen estesentido, una quimera. Consideradacomo la facultad decontemplarciertasparteso cualidadesde los objetossepa-radamentey de clasificarlassegúnlas semejanzasquedes-cubrimosen ellas, la abstracciónexiste; pero en nadasediferencia-de lo que llamamoscomúnmenteatención.Pris-ma, triángulo, rojo, verde, son nombres que representanclases fundadassobreestascomparacionesparciales,y queen estesentidose puedenllamar con propiedadabstractos.En fin, se dael título de abstraccióna un actodel almaqueconsideralas cualidadescomo distintasde los objetosen queexisten,o como si fuesenellas por sí mismasy separadasdetoda sustancia,objetosreales;y en estesentidose dice queson ideas formadaspor abstraccióno ideas abstractas lasquecorrespondena las palabrasextensión,figura, redondez,color, semejanza,virtud, cualidad, relación y otras innu-merables;y se dividen, por consiguiente,los nombrestodosen concretos,que no envuelven semejanteconsideración,y. g., hermoso,rico, prudente;y abstractos,que la envuel-ven, y. gr., hermosura,riqueza,prudencia.

Averigüemosprimeramentepor el uso que se hace deestosnombres,cuáles susignificación.Dícesequeun cuerpoes redondo, verde, blando, pero no puede decirse que esredondez,verdor, blandura, sino que tiene o posee estascualidadeso que estascualidadesexisten en él. El lenguajeatribuye,pues,a las cualidadesexpresadasde esta maneraun ser queno es el serde los objetosen que las percibimosy de que las representacomopartes.Nos figuramosel ver-

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dor del árbol como unaparte suya, a la maneraque lo sonlas ramas,fk~resy frutas; y en virtud de esta ficción, cho-caría tanto decir queel árbol es verdor como decir que laencina es bellota.

Peronadapuedesermásfalso quesemejanteconcepción.La existenciade las cualidades es tan una cosamismaconla delos objetos,queno es dableconcebirlasin una sustancia ac-tualmente modificada por ellas. Entre la blancura y loblanco,entre la semejanzay los objetossemejantes,no po-demosaprenderdistinción alguna. Laspercepcionespor me-dio de las cuales conocemosy recordamosuna cosa cual-quiera,son las mismaspor cuyo medio recordamossus mo-dos de ser; por consiguiente,la separaciónde las cualidadeses unasuposiciónfalsaquesólo puedeexistir en la menteala sombrade algunaimagenfantástica,y. g., que forma par-te de otra. La abstracción,pues,en el sentido de que tra-tamos,no es otra cosaque la aprensiónde una imagenfan-tástica,y envuelveunaverdaderametáfora.Como los obje-tosrealesy sustancialesse designanpornombressustantivos,el dar a unacualidadun nombresustantivo,es representar-la comosustancia.

Por absurdo,sin embargo,queparezcael figurarnoslascualidadescomo distintasde los objetosreales,y el hacerlesen cierto modo sustancias,esta separacióno sustancializa-ción fantástica es utilísima al lenguaje proporcionándolemedioscómodosy precisosde expresarrelacionesque se in-dicaríansin ella de una maneraalgovagay oscura.Ya queunas cualidadesnos parecennacery derivarsede otras, esnatural queconsideremoslas primerascomo accionesy mo-dosparticularesde las segundas,y que expresemos,por con-siguiente,la relaciónentreéstasy aquéllaspor el mismome-dio de que nos servimospara expresarlas relacionesentrelos objetosrealesy las cualidadesque referimos inmediata-mentea ellos; esto es, haciéndolassujetosa su vez, y dán-dolesen esteconceptoatributos.El hombrevirtuoso esres-Petable,ofrece el mismo sentdoque la virtud humana es

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respetable;pero con esta diferencia: en este último mododedecir la conexiónentreel ser hombrevirtuosoy elser res-petableseexpresaconmásprecisiónqueen el primero;por-que en rigor un hombre virtuoso puedeno ser respetablepor circunstanciasextrañasa la virtud, y que debiliten odestruyansu naturalefectoen el alma de los hombresquela contemplan.Traduzcamosel lenguajeabstractoen con-creto,no digo ya en los escritosde los filósofos, sino en lasproduccionesde la elocuenciay de la poesíay veremoscuánlenta,cuánembarazada,cuánoscurase vuelve la exposiciónde las ideas,y cuánlánguidaslas descripcionesmismasde losobjetosmateriales,y la expresiónde los afectos.Y si es tandifícil a vecesdescartarel significadode unaprimera abs-tracción,y nopodemoshacerlosin grandetrimentode la cla-ridad, brevedady energíade la sentencia,¿quéserácuandoprocedamosde abstraccionesen abstracciones,y las cualida-desdelos objetosabstractos,y lasmodificacionesdeestascua-lidades,y las modificacionesdeestasmodificaciones,setrans-forman en nuevosobjetospara significar una serie de de-pendenciasy derivaciones?

La abstracción,segúnlo dicho, es, en el sentido en quetomamosahora estapalabra,un tropo, un artificio del len-guaje, una ficción de que nos servimospara expresarconfacilidad y viveza relacionesentre los modos de ser de lascosas,y acaso tambiénpara ayudarnosa concebirlas.Estaficción, sin embargo,por groseraque parezca,no deja detener su prestigio. De la ilusión que produceel uso de losnombresabstractos(natural por otra parte a los hombres,pueslo encontramosen las lenguasmásbárbaras)handi-manadono pocosde los absurdosquehancontaminadoporsiglos la filosofía del entendimiento,y de que quizá no lahanpurgadodel todo los trabajosde Locke, Berkeley, Con-dillac y otros eminentesfilósofos. De aquí las formas sus-tancialesde la escuelaperipatética,cualidadesaque seatri-buía ciertaespeciede realidad independiente.De aquí tan-tos conceptoserróneosrelativos al espacioy al tiempo.

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La abstracciónfacilita el lenguajey lo hace al mismotiempomásexpresivo.No sólo presentaconmáslimpiezayclaridad las relacionesde las ideas, sino las abulta y cobra.El mundoabstractoes un mundode imágenes,con las cua-les damoscuerpoa los conceptosintelectuales,hastaelpun-to de equivocaravecesla ficción conla realidad.

Los entesficticios que debenel ser a la abstracciónsehanclasificadocomo los objetos reales y sustanciales, segúnlas semejanzasy diferenciasobservadasen éstos.Así exfrn-sión incluye redondez,triangularidad, longitud, profundi-dad,anchura,etc. Color abrazablancura,verdor,amarillez,etc., y sentidose divide en estasespecies,vista,oído, olfato,gusto,tacto,sentidodel calor, sentidode -esfuerzo,etc.

Finalmente,en virtud de la existenciahipotética de losentesabstractos,la claseuniversalente o cosa se divide endos grandes especies, la de los entes reales o sustancias, y

la de los entesabstractos.No se debeolvidar que los nombresabstractos,prescin-

diendode la imageno metáforaqueenvuelven,representanidénticamentelas mismasideas,los mismos objetosque losrespectivos nombres concretos. Entendimientoofrece lamismaidea que inteligente;verdor la mismaqueverde;ex-tensiónla misma que extenso,sin diferenciaalguna. Decirque el entendimientopercibe no es másni menosque de-cir que los entesinteligentesperciben;salvo en cuantoda-mos a entenderuna conexión inmediataentre lo percep-tivo y lo inteligente. Lo único, pues, que diferenciaestasdosmanerasde decir, es que la primeraexpresade un mo-do más claro y más preciso que la segundala dependen-cia o conexión particular que concebimosentre las cua-lidadesde una misma sustancia,que es el fin para que secrearonlos nombresabstractos.

Volviendo ahoraa las variasacepcionesde estapalabra,ydescartandocomo enteramenteinadmisible la primera enque lo abstractoy lo generalse suponensinónimos,haremosalgunasobservacionessobrelos dos restantessentidos.En el

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que acabamosde explicar, la abstracciónes un tropo; enelotro es la atenciónqueprestamosa ciertascualidadesde losobjetos,prescindiendode las demásque las acompañenenellos, aunqueunasy otrasseannaturalmenteinseparables.

A la verdad,la abstracciónen el un sentidova frecuen-tementeacompañadade la abstracciónen el otro, es decir,que al esfuerzode la atención,quecontemplaciertascua-lidades prescindiendode otras, acompañaregularmenteeluso del signo que atribuyea estascualidadesunaexistenciaindependiente;perono debeperdersede vistaquelo unosig-nifica separaciónde ideascoexistentes,en cuantonos es po-sible verificarla,y lo otro es un mero artificio del lenguaje.

La abstraccióncon que se ha pretendidoexplicar la ge-neralización,es una suposiciónerrónea;la abstracciónqueconsisteen dar a las cualidadesuna existenciaindependien-te ficticia, representándolascon sustantivos,es un tropo; laabstracciónen quenos contraemosa ciertascualidadespres-cindiendo de todas las otras que las acompañen,es un he-cho verdaderodel entendimiento.La primera es una abs-tracción quimérica; la segundauna abstraccióntrópica; latercerauna abstracciónanalítica.

La idea del hombre es una idea general;pero no es unaidea abstractaenninguno de los sentidosadmisibles;porqueel hombrees un objeto concreto,una sustancia;y porqueen la idea del hombre,no atendemosa ésta o aquéllade lascualidadesque lo constituyen,prescindiendode las otras,sino al conjuntode todas.La idea del prismao de la esfera,la idea de lo blanco o de lo verde, es tambiénuna idea ge-neral, puesabrazatodoslos prismasy todas las esferas,to-dos los cuerposblancosy todoslos cuerposverdesposibles;y es al mismo tiempo una idea abstractaanalítica, en quenos contraemosa cuerposde cierta figura o de cierto color;pero no es una idea abstractaen el sentidotrópico, porqueel prismay la esfera,lo blancoy lo verde,son ideasquetie-neno en quepodemosconcebirunaexistenciareal indepen-diente.En fin, la idea del entendimientono sólo es unaidea

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generalpuestoqueabrazatodoslos entendimientosposibles,sino unaidea abstractaen el sentidotrópico,puesrepresentabajo la imagen ficticia de sustanciaunacualidad de los se-res inteligentes.Por mediode ella contemplamosestacuali-dadprescindiendode cualesquieraotrasqueen los seresin-teligentesla acompañen.

Atendiendo meramentea los términos, se puededecir:i~que lo generalno suponenecesariamentelo abstractoenninguno de los dos sentidosadmisibles;2 que la abstracciónanalítica no suponetampocola abstraccióntrópica pero síla generalización;y 3 que la abstraccióntrópica suponesiemprela generalizacióny casi siemprela análisis.

Digo casisiembreporquehay unos pocosnombresabs-tractos trópicos, que abrazantodas las abstraccionesposi-bles. La palabra existencia, por ejemplo, abrazatodas lasmodificacionesde cuantoexiste.

Forman la terceraclasede las ideas-signoslas quesalendel fondomismo de la idea significada,y quepor estarazónllamo endógenas.

Cuandopensamosen una personarecordandosólo susemblante,o enunaciudad, trayendoa la memoriauno sólode los edificios principalesde ella, o quizáunasolade las fa-chadasde esteedificio, de la cual puedeser que no recorde-mos distintamentemás que uno o dos pormenores,repre-sentamosal todo por la parte,valiéndonosde ésta como deun signo artificial. Lo mismo sucedecuandopensando,porejemplo,en el fuego,recordamossólo el calor queproduceen nosotros,o sólo la forma y color de la llama. Aunquelosideologistasno hanmencionadoestaespeciede signos,estoypersuadidode que cualquieraque observecon alguna aten-ción los fenómenosintelectuales,segúnsu propia concienciase los exhibe,echaráde ver quesu empleoes frecuentísimo;que casi nunca nos figuramosel todo de los objetosen quepensamos,ni aun todas sus principalespartesy cualidades;y quesi los nombresde las cosasfiguran a menudopor ellasennuestramente,raravez dejande acompañarlosideaspar-

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ciales que sirvencomo de nexoentreellosy las cosassigni-ficadaspor ellos.

Dícesequeno podemosraciocinarsinopor mediode sig-nos, y la proposiciónme parececierta, entendidade los sig-nos en general,comprendiendolas ideas-signos;porque sinsignosde algunaespecie,el trámite más sencillo del racio-cinio exigiría la reseñade unamultitud innumerablede por-menores.Paraatirmar algode unaclasede objetosseríame-nesterque lo afirmásemosde sus individuos uno por uno;y aunpara representarnosun individuo, de la especiehu-manapor ejemplo,¡cuántasideaselementalestendríaquere-correr la memoria! Perolimitada la necesidadde los signosa los del habla,me parecedudosa.Es cierto quelos nombres,en virtud de la estrechaconexiónqueel uso del lenguajehaestablecidoentre ellos y los objetosrespectivos,son para elentendimientocomo las cualidadeso partesde éstos,y par-tes tanto más importantesy señaladas,cuanto tenemosenelloscifrado el sistemadel universo,segúnlas relacionesdesemejanzaobservadasentre todoslos seres: así quenuestrapropensióna servirnosde los nombrescomo signos,me pa-rece resolverseen la propensióngenerala emplearlas ideasparcialescomo representantesde las ideas complejas.Perounapalabradespuésde todo suponealgo quecorrespondeaella en el entendimiento,aunqueno seamás que una idea-signo. Y si podemosraciocinarcon palabras,es en virtudde estacorrespondencia.Las ideasson la moneda,digámosboasí, del entendimiento;y las palabrasson como unaespeciede papel-moneda,que no vale, sino porque en el entendi-miento hay algo quecorrespondea ellas,y que es represen-tado por ellas.Los raciociniosque hacemosoperandosobresignos vocalessuponen,pues, un raciocinio que se ejecutaoperandosobreideas;raciocinioquepuedeno ejecutarsever-daderamente,pero en que puedesiempretraducirseel pri-mero, y quepuedeconsiguientementeefectuarsesin él.

Las ideas-signosendógenasno suponenel uso del habla;los signosvocaleso nominaleslo suponen,o por mejor decir

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~on ella misma.Mas, aunquesu conexióncon los objetosesarbitraria o convencional, no por esoestáexpuestosu usoamás inconvenientes que el de las otras especies de signos.Luego que nos hemos familiarizado con el lenguaje, la divi-sión entrelos signosvocalesy los signosnaturalesquehemosllamadoideas-signos,esen realidadde pocaimportancia.Las-combinacionesy las resolucionesde unos signos vocalesen‘otros poseenensuperiorgradolacomodidaddepercibirsecon~másclaridad,poniéndose,como los signos del Álgebra, a elalcancede los sentidos;y si puedeninducirnosa error, esporqueno hemosdeterminadocon exactitud lo quesignifi-can, o porquees difícil conservara cadasignoun significa-do invariable; dificultad no pequeñacuandolas ideassigni-ficadas envuelvenrelacionescomplejassusceptiblesde mu-chasmodificaciones.

A las tres clasesanterioresde homónimas,metafóricasyendógenasme parecenreducirsetodaslas ideasquçnosayu-dana conc-ebiro expresarotras ideas,o hacerlas vecesde lasquenos faltan.

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CAPITULO XVII

DE LA SEMEJANZA ENTRE LOS OBJETOS SENSIBLES Y LASPERCEPCIONES ACTUALES O RENOVADAS QUE TENEMOS

DE ELLOS

Qué semejanza hay entre los cuerposy las afecciones del alma. — Semejanza entreel ohero y la idea. — Las sensaciones-simples no tienen semejanza con lascualidades corpóreas.— Semejanza de las sensaciones con la semejanza de lascausas.— Semejanza de las ideas complejas ccn sus objetos. — La relación Yla cualidad relativa. — Fundamento de la relación. Relacionesde semejanzaelementales.— Concepción de la semejanza universal. — Relación general deesta semejanza.

Mientras el alma se limita a sus propias afeccioneso alas relacionesquehayentreellas, se percibe intuitivamentea sí misma; pero cuandorefiere a causasdistintasde sí susafecciones,quesonen tal casosensaciones,y cuando,en con-secuencia,se figura dichas causasbajo la aparienciade suspropios modos de ser, y juzga de las relacionesentre ellaspor las quepercibeentre sus propios modos, las percepcio-nesson puramenterepresentativas.Importa, pues,averiguaren quéconsisteestarepresentación;en otros términos, quésemejanzahay o puedeconcebirseentrelos cuerposo cau-sasque afectanel alma y las afeccionesdel alma, que en-comendadasa la memoria forman las ideas que tenemosdelas causascorpóreas.

La palabraidea significa imagen;denominaciónque pa-receindicar semejanzaentreel objetoy la idea,entrela cau-sa de la sensacióny la sensaciónmisma.Bajo esteaspecto,laexpresión,comovamosaver,no esdel todopropia.Peromi-

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rando la idea no como imagendesu objeto corpóreo,sinode la percepciónque tuvimos de esteobjeto cuandoobrabaactualmentesobrelos sentidos;concibiendola semejanzanoentrela idea y suobjeto, sino entre la percepciónrenovadapor la memoriay la percepciónactual, laexpresiónes apro-piaday exacta;porqueefectivamentehay semejanzaentrelas percepcionesrenovadasy las percepcionesactuales.Talvez no fué otro el -sentidoen quese tomó al principio estapalabra,de quedespuésse ha abusadotanto en las escuelas.

Entre las sensacionessimplesy las ideasde las cualidadescorpóreasque nos representamospor medio de ellas,no hayni puedeconcebirsela menor semejanza.Cuandonos repre-sentamosel olor de unarosa,es evidentequeno concebimosen ella una sensaciónde olor como la que experimentamosnosotrosoliendo la rosa;porque¿aquépuedeasemejarseunasensaciónsimple, sino es a otra sensación?Referidas,pues,estassensacionesa susobjetos,se puedenllamar signoso sím-bolos, masno imágenesde ellos. Los representanno comouna pintura a su original, sino como las letras del alfabetoa los sonidoselementalesde una lengua,con los cuales,com-parandocada letra con su sonido, no tienen semejanzaal-guna.

Limitamosestoa las sensacionessimplesy a las ideasqueformamospor medio de ellas de las respectivascualidadescorpóreas.

En cuantoa las ideasde relaciones,tenemosmotivo depensar,mal dije, nos sentimosirresistiblementearrastradosa creerque las causasde las sensacionestienenentresí rela-cionessemejantesa las quepercibimosintuitivamente entrelas sensacionesmismas.

De la semejanzade las sensacionesinferimos la semejan-za de las causasque impresionanlos órganos.De la sucesióno coexistenciade las sensacionesinferimos la sucesióno coe-xistenciade las causas.Si una sensaciónes más intensaqueotra, inferimos que la causade la primeraobra sobrelos ór-ganoscon más fuerzao más intensidadque la causade la

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De la sern~ejanzaentre los objetossensibles

segunda.Éstees uno de los principios instintivos de la razónhumana,que no puedenni necesitandemostrarse’

Finalmente,entrelas ideas complejasy sus objetoshaynecesariamentecierta semejanza,queno es difícil compren-der, apelandoal símil de queacabamosde valernos.

En la dicciónescritaalabanzaentrancuatroletrasseme-jantes,y la relación de semejanzaque notamosentre ellasno es sólo un símbolo, sino un-a imagen verdaderade la re-lación de semejanzaquehayentrecuatrode los sonidosqueconcurrena formar la palabra.Aunqueno hayasemejanzaentre ninguna letra y su sonido, las relacionesentre las le-tras de queconstaunadicción escrita,la tienencon las re-lacionesentre ios sonidosde que se componeuna dicciónpronunciada.De la misma maneraen la ideacomplejade larosaentra tantasvecesla sensaciónsimple de color rosado,cuantaspartesde estecolor nos representamosen la rosa; yla semejanzaentreestassensacionesde color producidasporla rosaennuestramente,es una imagenverdaderade la que,por lo tocanteal color, existeentre las partesde la rosa. Larelación de semejanzano puedemenos de ser semejanteasí misma,cualesquieraqueseanlas cosasentre las cualeslaconcebimos.

Cuandoen la cualidad que atribuímosa una personaocosacualquieraintervienede tal maneraotra personao cosa,que para concebir la cualidad es igualmentenecesarialaexistenciao concepciónde las dos personaso cosas,la cua-lidad toma el nombrede relativa. Relacióny cualidad rela-tiva son expresionesde un mismo significado.

Si concebimos,por ejemplo,unarelacióncualquieraen-tre dos objetos,es porqueel entendimientolos compara,es-to es, los contemplaa la vez; los mira, por decirlo así, el

1 No siempre la relación entre las sensacionescorrespondeverdaderamentea larelación original entre las causas. Es preciso, pues,en algunos casos corregir el juicioinstintivo. Parécenos,por ejemplo, que el estallido del trueno sucede,después de unintervalo mss o mencs largo, al relémpago. Después 3prendimoa q’ue estas dos cosaseran verdaderamentesimulténeas en su origen, y que el intervalo entre ellas eradebido a la ~ velocidad con eme ie propagan la luz y ci sonido. Pudimos,pues, corregir el primer juicio. (N. de Bello).

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uno aliado del otro. El hechoo la idea en que intervienenlos dos objetos relacionadosy que estableceentre ellos unvínculo particular, se llama fundamentode la relación.Así en la relación de padree hijo el hecho fundamentalesuna generación,y en la relación de abuelo y nieto, de bi-sabueloy bisnieto, etc., el fundamentoes una serie de ge-neraciones;en la relación de semejanza,el fundamentoesmás simple, porque se reduce a una especiede cercanía,de afinidad, de algo indefinible que el alma percibe en lasdos cosascuandolas contemplaa la vez, que no pertene-ce a ninguna de ellasen particular ni a su mero agregado,y queno puedeexplicarse.

Hay enefecto,segúnveremos,relacioneselementalesqueno son susceptiblesde definición ni explicación alguna,pormásque se percibany distingancon la mayor claridad,co-mo sucedeconotras afeccionesdel alma. ¿Quiénpuedede-finir o explicar la semejanza?Todo lo quepodemoshaceresseñalarlaen el alma,determinandola ocasióny las condicio-nesde su aparecimiento,y estomismo es todo lo quepode-mos hacercon las relacioneselementales.

Expresamosla relación diciendo, por ejemplo, que lacameliaes semejantea la rosa,queJuanes hermanode Fran-cisco o quela lluvia fertiliza los campos.Pero hay entrelasrelacionesuna diferencianotable, que las reducea dos cla-ses. En unasla relaciónpuedeexpresarsede dos modos, delos cualesel uno es meramenteinversodel otro: M es seme-jante a N y N essemejantea M, significan unamismae idén-tica relación que podemosenunciartambiénpor medio deunaexpresióncopulativa,M y N ~onsemejantes.Si F esher-manode G, podemosexpresarlo mismo diciendo que G eshermanode F o queF y G sonhermanos.

Peroen otrasrelacionesno puedeverificarsela inversiónsino sustituyendoa la palabrarelativaotra palabrade signi-ficado contrario; de que resultaque a cadaunade esasre-lacionescorrespondeun par de palabras,llamadascorrela-tivas, que cambiande lugar en la expresión: y. gr., Abel

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De la sem,~janzaentre los objetossensibles

fué hijo de Adán; Adánfué padrede Abel. Españafué due-ño de las Indias;las Indias fuerondominiode España;Césarvenció a Pompeyo;Pompeyofué vencido por César.Susamigosle abandonaron;fuéabandonadopor susamigos.

De la misma manera,A es causade B y B es efectodeA; M es acreedorde N y N es deudorde M; P es anterioraQ y Q es posteriora P, expresanrespectivamer~terelacionesidénticasa cada una de las cualescorrespondeun par depalabrascuyos significadoshacenmirar la relación de dosmodos,el uno inversoal otro. En la expresiónA es anteriora B, la relaciónse consideracomo una cualidad de A; alpasoqueen la expresiónB es efectode A, la relaciónes unacualidadde B; y sin embargo,el fundamentode la relaciónen ambasexpresion-eses idéntico.

Divídensecomúnmentelas cualidadesen absolutasy re-lativas; lo que puedemuy bien concebirsesin necesidaddeque en el entendimientose contrapongandos términos, li-gadosentresí por un hechofundamentalde que ambosde-pendan:carácternegativoquepareceatribuirse a estaspa-labras, blanco,oloroso, esférico.

Pero en realidad apenashay cualidad queenvuelvaunao más relacionesaunquesólo una de ellas ocupeordinaria-mentela atención.

En efecto,la percepción,actualo renovada,de unacua-lidad al parecerabsoluta,suponeque por lo menosreferi-mos unacualidaddel alma a el alma,si la percepciónes in-tuitiva; o que referimosuna sensacióna su causapróximao remota, si la percepciónes sensitiva.La concepciónpurade una cualidad absolutaenvuelvenecesariamentela con-cepciónde un-a relaciónde identidado de una relación decausalidad,como se ha dicho tratando de las percepcionesintuitivas y sensitivas.

Además, si juzgo que un jazmín es blanco es porquementalmentele comparocon otrosobjetosa quedamosyael mismo título, y porqueencontramossemejanzaentre eljazmín y esosobjetos.Esta relación está toda enteraen el

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Filosofía del Entendimiento

atributoquedamosal jazmín,y no puedomenosde conce-birla y afirmarla por el hechode percibir su blancura.

Otracosaes cuandoreconocemosen unapersonala cua-lidad de hijo o padre,o en una cosacualquierala cualidadde causao efecto,porque estaspalabrasno incluyen en símismasel término a quese refiere la cualidadque explíci-tamentesigiiifica. Toda relación suponedos términos,unoa que se atribuyela cualidad relativay otro a queestacua-lidad se refiere. Si decimos,por ejemplo,queAbel fué hijo,suponemosnecesariamenteque lo fué de alguien, y no com-pletamosla idea de la relaciónsino añadiendode Adán, sinlo cual en la palabrano s-e comprenderíala relación todaentera;y estoes lo quecaracterizalas palabras,y por consi-guiente,las ideas que se miran como verdaderamenterela-tivas.

La palabradescendientees por sí verdaderamenterela-tiva, comohijo o padre,y nos obliga a pensaren un ascen-dienteo ascendientesde quienestrae su origen la personaopersonasa que se atribuye aqueltítulo; pero desdequeestapersonao personasentran en el atributo para completarlarelación, dejamosde atendera éste y no consideramosmásya la palabracomo relativa.Así sucede,por ejemplo,enHe--rdclidas que significa descendientesde Hércules.

Hay todavíamás,y es quepalabrascuyo significadoesnaturalmenterelativo, se representancomo absolutas, siprescindimosde los términos. En este caso se halla, porejemplo, la palabrasemejanza,cuandodecimos:la semejan-za es una cosa indefinible; la proposición expresaanterio-ridad y posterioridada un mismo tiempo.

Lo absolutoy lo relativo son, pues,caracteresvariablesque dependenno sólo de nuestro modo de concebir lascosassino de los signos con que las representamosen ellenguaje.La relación, sin embargo,es en sí misma un pro-ducto del alma de una peculiar naturaleza,donde la mi-ramosen suestadooriginal de simplicidad, o en composicióncon otros elementosde la misma especieo diversos.

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De la semtjanzaentre los objetossensibles

Además,si entre las diccionesescritasalabanza, natu-raleza, albor, notamos que ciertos elementosse asemejany ciertos elementosdifieren, estasrelacionesde -semejanzao diferenciano simbolizaránmeramentesino copiaránconfidelidad, suponiendoun alfabeto perfecto, relacionesdela misma especieentre los elementosrespectivosde las pa-labraspronunciadas.¿Y quéotra cosasucedecuandocom-parandola nieve con la leche,concebimosque se asemejanenel color y discrepanen la temperatura,o cuandocom-parandoel durazno con el peral, los hallamos semejantesen los coloresdel tronco, ramos y hojas,y diferentesenel color de las flores y el saborde los frutos? Estasseme-janzasy diferenciasentreel un objeto y el otro no se nosindican SÓlO, sino se nos pintan en las relacionesqueperci-bimos intuitivamente entre los modos del alma excitadospor el uno y los modos del alma excitadospor el otro.

Las combinacionesde ide-as simples que representanelconjunto de las cualidadesde un objeto y constituyensuidea compleja, son, pues, como las combinacionesde letrasqueforman unadicción escritay representanunapalabra.Comparandounas conotras las diccionesescritas,echamosde ver quemediantela semejanzade los elementoso letrasde que constan,la escritura toda se reduce a un númerolimitado de caracteres;y de la misma suerte, comparandounas con otras las ideas complejas,las vemos resolverseensensacioneselementalessimples que, aunque en extremonumerosas,lo son sin embargoinfinitamentemenosquesuscombinaciones.

De estamanerala semejanzaquenotamosentre las sen-sacionesnos d-escubrela afinidad que tienen entre sí nosólo las partesde un mismo objeto, sino los objetosvariosque pueblanel universomaterial.Por medio de esta rela-ción se puededecir queel universose descomponecomo ellenguajeen cierto númerode elementos;que la naturaleza,mediantelas sensaciones,ha dadoa cada uno de estosele-mentosun signo, como la escrituraha señaladocon una

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letra cadauno de los sonidossimplesdel habla; y quecom-binando nosotros estos signos y formando con ellos ideascomplejas,nos representamoslas combinacionesde las cua-lidades simples de que estándotados los objetos, con unafidelidad proporcionadaal esmerode nuestrasobservacio-nes,queson como el deletreodel gran libro abierto a nues-tros sentidosen el universocorpóreo.

Además,el orden en que se sucedenlas letras en unadicción, y las diccionesen unafraseescrita,nos pinta fiel-mente el orden en que se sucedenlos sonidos elementalesen las diccionescorrespondientespronunciadas.¿Y quéotracosa hacenlas relacionesde sucesiónque percibimosentrenuestrassensaciones?La serie de sensacionesque produceen nuestravista una fruta que pasapor diferentesgradosde madurez,nos representay no puedemenosde represen-tarnosla seriede modificacionesque experimentaesa frutamadurándose;y a la maneraque una frase escritaconstade varias dicciones,cada una de las cualessignifica ciertacombinaciónde sonidos,la idea compleja que tenemos,y.

g., de un árbol, constade un gran número de gruposdesensacionespor medio de las cuales nos representamoslosvarios estadosque en él se desarrollan,desde la menudasemilla que germinaen la tierra hastael cuerpoagigantado,compuestode tronco y ramos,vestidode hojas y flores, yfinalmente cargadode frutos. Como las semejanzasy di-ferenciasde las letras de cada dicción, ora entre sí, oracon las letras de que constanotras dicciones, nos dan aconocerla composiciónde sonidosque le correspondeen elhabla, las semejanzasy diferenciasde las sensacionesde queconstacadagrupo de los que forman la idea del árbol, oracomparadasentresí, ora conlas sensacionesproducidasporotros objetos,pintan la composición de las cualidadesdecadaestadodel árbol. Y en fin, así como la sucesiónde lasdiccionesescritascorrespondeexactamentea la sucesióndelas diccionespronunciadas,así el orden sucesivoquenota-

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De la semejanzaentre los objetossensibles

mos entrelos varios gruposde sensacionesnos pinta el or-densucesivode los variosestadosdel árbol.

Éstees el último punto hastadondepuedellevarnos lacomparaciónentreel lenguajehumanoy el lenguajequeha-bla a nuestrossentidosel universocorpóreo.Las dosrelacio-nesde semejanzay sucesiónsoncomunesa ambos,y en el unocomo en el otro no significan, sino copian relacionesde lamisma especie,ya entre los sonidosdel habla, ya entre lascualidadesde los cuerpos.Pero las sensacionesnos represen-tan otra relaciónmás. Podemosnotar, por ejemplo, queelcuerpoA es máso menosblanco queel cuerpoB, o que lablancura del uno es igual a la blancura del otro. En estecaso, comparandolas sensacionesrecibidas,notamosentreellas la relaciónquesolemosdeclararconunade las palabrasmás, menos,igual; y nos representamosuna relaciónde lamisma especieentre las causasde las sensaciones,es decir,entre las cualidadescorpóreas: representaciónque no seefectúapor medio de símbolos,sino de verdaderasimáge-nes. Si cada sonido elemental del habla fuese susceptiblede un grannúmerode tonosdiversos,y los representásemosen la escrituracon un número igual de ápiceso acentos,los variosápicesde cadaletra seríancomo los varios gradosde cada sensación,y los varios tonosde cadavoz como losvarios gradosde cada cualidad corpórea.Las relacionesdemásy menosquepercibimosentrelas sensacionesno simbo-lizan sino copian relacionesde la misma especieentre suscausas,a la maneraque, en la suposiciónque acabamosdehacer, la escalavisual de los ápices representaríala escalaen que los tonoshieren el oído, y habría verdaderaseme-janza entre ambas.

No de otra manera,pues,quecomo la escriturarepre-sentael habla, es decir, sin que haya en la representaciónmássemejanzaque la de ciertasrelacionesentrelos elemen-tos, es como nuestroentendimientose representaa sí mismolos cuerpos,las leyes de la naturaleza, los fenómenos deluniverso,en unapalabra,cuantopasaael alcancede nues-

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tros sentidos;porquetodo ello no existeparanosotros,sinoen las sensaciones;en las combinaciones,semejanzas,seriesy cantidadesde las cuales percibimos las combinaciones,semejanzas,seriesy cantidadesde los objetosquepueblanelmundomaterial.

Pero bajo otro aspectohay gran distanciaentrelas le-trasy las sensaciones.A, B, C, nos representansonidosele-mentalesqueconocemossin el socorrode estasletras; al pa-so que las sensacionesde color blanco o de olor de jazmín,nos representancosasqueno conocemossino por estassen-sacionesmismas.La naturalezaes paranosotroslo que, enla suposiciónde un alfabetoperfecto,seríanlos sonidosdelhabla parael sordo-mudoque ha aprendidoa leer.

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CAPITULO XVIII

EXAMEN DE LA TEORÍA DE LAS PERCEPCIONESSENSITIVAS EXTERNAS,SEGÚN LA ESCUELA ESCOCESA

Cualidades simples y cualidades compuestas. — Si -hay correlación en ambas. —

Correlación de la extensión -y del color. — Teorías erróneas sobre la percep-ción sensitiva: de qué se originan. — Locke. — Berkeley. — El Dr. Reid. —

Observacionesa la doctrina de estefilósofo. — Juicio de la existencia de un ob-jeto. — Testimonio de Berkeley. — Juicio que hacemos en las referencias de lassensaciones a sus causas. — Las sensaciones simples, según el Dr. Reid. — Laextensión. — Esclarecimientofinal.

Cualidadessimples de la materiason aquellas que nosrepresentamospor medio de afeccionesespiritualeshomo-géneas.Tal es, y. gr., un color. Cualidadescompuestas,alcontrario, son aquellas que se nos representanpor mediode afeccionesespiritualesheterogéneas.Tal es la extensión.

Podemosconcebiren las primeras, si es lícito decirloasí, una estructurasemejantea la de los cuerpossimplesen la Química.A la maneraque la moléculaintegrantedeéstos constade un solo principio, de la misma naturalezaque el todo, así el último elementoque somos capacesdepercibir en un color, es siempreel mismo color; porqueelúltimo elementoque entra en el signo representativoconque formamos la idea de este color, es siempre una sen-sación visual irresoluble en afeccionesespiritualesdiversas,y queno se diferenciandel conjuntode afeccionesespiritua-les que nos representantodo el color, sino como la unidadse diferenciadel número.

Podemos también asemejar las cualidades materiales

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complejasa los cuerposcompuestos.Así como en éstoslamolécula integranteconsta de varios principios constitu-yentes,diversos entre sí y del todo, así el elementointe-grante de la cualidad corpórea compleja se resuelve,pormedio de la análisis intelectual, en cierto númerode cuali-dadessimples,absolutasy relativas,que se diferencianentresí y del todo, y a que correspondenafeccionesespiritualesde diversasespecies,cadauna de las cualesmultiplicada noreproduciría jamás la idea de aquella cualidad compleja.En la extensióntáctil, por ejemplo,el elementointegranteque agregadoa sí mismo la reproduce,es la extraposiciónde dos puntos táctiles; relación compleja,en que entrancomo elementosla tactilidad, el esfuerzonecesarioparapa-sarde un punto a otro, y la sucesióndel esfuerzoa la tac-tilidad y de la tactilidad al esfuerzo.Decir que la extensióntáctil no resulta de la multiplicación de ninguno de loselementosde la extraposicióntáctil, es lo mismo que decirqueel signo ideal de aquella cualidad compleja no resultade la multiplicación de ningunade las afeccionesespiritua-les simplesque constituyenel signo ideal de su elementointegrante.

¿Suponenlas cualidadessimples a las complejas,o éstasa aquéllas?Pareceimposible vacilar en estaalternativa: locompuestosuponenecesariamentelo simple. Sin embargo,una y otra proposiciónpuedenadmitirsecomo verdaderas,bajo diferentesaspectos.Contraigámonosal color y a laextensiónvisual. Es imposible que lleguemosa la idea de laextensiónvisual sin haber formado primeramentela ideadel color; porquela extensiónvisual es una seriede extra-posicionesentre puntoscoloridos.Pero al mismo tiempo esincontestablequeadquirida~unavez la idea de la extensiónvisual, no podemosrepresentarnosun color sin que nosrepresentemosuna extensiónvisual a la cual esté unido.Aunquela naturalezanos presentasiempreunido a la ex-tensiónel color, el entendimientoprincipió percibiendocicolor solo; notó después,por mediodel sentidode esfuerzo,

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Facsímil de la solicitud manuscrita de Andrés Bello, presentadaen Mayo delaño de isoo, con la súplica de que se hiciese la información de genere, cita, fl,s;oribus, a efectcs de los estudiosque seguía en la Real y Pontificia Universidad

de Caracas.Se conservaen el expedienteuniversitario del gradode Bachiller.

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Teoría de las percepcionessensitivasexternas

extraposiciónde partes en las superficiesvisibles, y conce-bida así la extensiónvisual, se hizo indisolublela conexiónentrelas ideasde estasdos cualidades,y el color llegó a su-poner necesariamentela extensiónvisual.

Si consideramossubjetivamentelas ideas,si atendemosasu generacióny desenvolvimiento,la extensión supone elcolor o la tactilidad, porqueel elementointegrantede laextensiónvisible o tangible es la extraposiciónentre dospuntoscoloridoso táctiles,y porquela idea de la extensiónen generalno puedemenosde ser posterior a la idea de laextensiónvisible o tangible.Pero si consideramosobjetiva-mentelas cualidades,si nos damoscuentade lo que son ensí mismas, no podemosmenosde confesar que no puedehabercolor sin que haya una superficie en que se reflejenlos rayosde luz, ni es accesibleal tacto sino 1o quepresentaunasuperficiemayor o menor que le resista.Si atendiendo,pues,al desarrollocronológicode las ideas,la extensiónpre-suponeel color, atendiendoal orden lógico, el color pre-suponela extensión.

De no habersecomprendidocon claridadque la exten-sión~dureza,blandura y otras cualidadesque se percibenpor la vistao el tacto,conel auxilio del sentidode esfuerzo,se resuelvenen cualidadessimples,absolutasy relativas; quesus signos idealesse resuelvende la misma maneraensensa-ciones simples y conceptosde relación, y que si bien no esdableconcebirsemejanzaentre las cualidadessimplesy lassensaciones,tampocoes dable dejarde concebirlaentre lasrelacionesintelectualesy las relacionesexternas,handima-nado, a mi parecer,teoríaserróneasacercade la percepciónsensitiva.

Locke divide las cualidadescorpóreasen primariasy se-cundarias:llama cualidadesprimarias las que sirven comode sujeto a las otras, y mira como un carácterpeculiar deaquéllasel asemejarsea sus ideas. Así la extensión,segúnél, es una cualidad primaria, y el color una cualidad se-cundaria,porqueel color suponelógicamentela extensión.

Va!. III. Filosofia—24.287

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Filosofía del Entendimiento

Pero su doctrina, en cuantoa la meratactilidad, quesegúnél, incluye la extensión táctil, me pareceinexacta.La tac-tilidad es, conrespectoal tacto, lo queci color con respecto

a la vista: el color es unatactilidadvisual, y no puedehaberni concebirsemás semejanzaentre la pura tactilidad y lassensacioneselementalesdel tacto, que entre el color y lassensacionesvisuales. Cuando Locke coloca entre las cuali-dades primarias la extensión, dureza, elasticidady demáscualidadescomplejasde la materia,su doctrina es certísi-ma; pero cuandosientaque las ideasde las cualidadespri-mariasde los cuerposse asemejana ellas,y quesus modeloso prototipos existen verdaderamenteen los cuerposmis-mos (Lib. 2°, Cap. 8), no nos da la expresiónde esta se-mejanza,ni explica hasta qué punto puedehaberlaentreafeccionesespiritualesy cualidadescorpóreas;problemaqueme parecehaberresueltoen el capítulo precedente.

Lo queel ilustre autordel Ensayosobreel entendimientohumanodejó por explicar, a Berkeley le pareció inexplica-ble. Segúnesteautor, no puedehabercosasexternasde quenuestraside-as seancopiaso semejanzas.“Una idea”, dice elObispo de Cloyne (Principiosde los conocimientoshuma-nos, VIII y IX), “sólo puedesersemejantea otra idea; uncolor o figura no puedeparecersesino a otro color o figu-ra”. Berkeleycree que en este punto las cualidadesprima-riasno difieren de las secundarias,y la imposibilidadde con-cebir semejanzaalgunaentrenuestrasideasy las cualidadesmateriales,es en su sentir uno de los más poderosos-argu-mentoscontra la existenciade la materia.

El Dr. Reid, deslumbradopor el supuestoabsurdode lasemejanzaentre las afeccionesdel alma y las cualidadescor-póreas,y espantadode las consecuenciasque Berkeley de-rivaba de este principio, dió una nueva teoría de la per-cepción, en que pretendeceñirse a exponer sencillamentesu historia. Segúnél, la sensacióny la percepciónson doscosas enteramentedistintas, dos actos del alma entre loscuales no puede concebirseninguna conexión, sino la de

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Teoría de las ~erce~cionessensitivas externas

sucederei uno al otro, en virtud de las leyesfundamentalesde nuestranaturaleza.Olemosun cuerpo,y a la sensaciónde olor se sigue luego, por un instinto particular,la nociónde la existenciapresentede aquelcuerpo,como causade lasensaciónde olor. Tocamosun cuerpo,experimentamosunasensación;y comopor unaespeciede magianaceluegoenelalma la nocióno idea de la existenciapresente de aquelcuerpo,y de su extensión,de su dureza,elasticidad,etc. Lapercepciónde una cualidad secundariase limita a mirarlacomo causade la sensacióny a darnosnoticia de la presen-cia del cuerpo;y la percepciónde las cualidadesprimariasnos da ademásuna idea clara y distinta de ellas. Mas, enuno y otro casola percepción,segúnla concibeel Dr. Reid,es una intuición inmediatadel objeto corpóreo,y nace enel alma a consecuenciade la sensación,aunquenadatienequever con ella; de maneraque la impresión orgánica,lasensacióny la percepciónson tres pasosdel procederpor elcual nos informamos de la existenciay cualidadesde lamateria,pero trespasosdel todo distintos,no habiendoma-yor conexiónentreel segundoy el terceroque entreel pri-mero y el segundo.Siendo, pues,así quepercibimosinme-diatamentelas cualidadesprimarias de ios cuerpos, no esnecesario,paraconocerlas,quehayasemejanzaalgunaentreellas y las afeccionesmentalesexcitadaspor ellas.

Tal es la teoría, o segúnel Dr. Reid y sus partidarios,el relato de los hechosconcernientesa la percepción,des-nudo de toda hipótesis.Pero bastaun ligero examenparaecharde ver que estálleno de suposicionesno sólo volun-tariassino repugnantesa todo buen discurso.

En primer lugar, no puedenegarseque hay unacone-xión evidenteentre la impresión orgánica, la sensaciónyla percepciónsensitiva: no es dadoconcebir,por ejemplo,queel mecanismodel ojo que determinala sensaciónvisualhayapodidoadaptarsea la impresiónde los efluvios odorífe-ros o de las vibracionesaéreas,y no haya sido preordenadopara que las sensaciones,consiguientesa las percepciones,

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contribuyesencon el sentido de esfuerzoa darnos la per-cepcióny la ideade la extensiónsuperficial,y aunen cier-tas circunstanciasla percepcióny la idea de un espacioquese explayabaen longitud, latitud y profundidad. En se-gundolugar, es de todo punto inexactoqueno haya cone-xión alguna entre la sensacióny la percepción sensitivacuandola primera es evidentementeno un signo, comopretendeReid,sino un elemento,unaparteintegrantede lasegunda.Tal es el resultado,a mi parecer,incontrovertiblede lo quedejo dicho en los capítulosprecedentes,y él bastapara echarpor tierra las exposicionesde Reid. Pero otrasconsideracionesde igual fuerza militan contra la doctrinade esteilustre filósofo.

Es indudablementemás análogoal procederordinariodel entendimientohumanoel suponerque ideas tan abs-tractascomo las de existenciay tiempopresente,no nacenen el alma en virtud de un instinto particular o ley primi-tiva de nuestraconstitución;que ellas se debena observa-ciones, comparacionesy clasificaciones precedentes;quecarecemosalgún tiempo deellas,y que llega al fin unaedaden que la sensaciónlas sugiere,comosugiereotras ideas.

Llegadaestaépocadel entendimiento,sucedequecuandoun cuerpoobrasobreun órganoy se produceunasensaciónen el alma, naceen nosotrosel juicio de que la afecciónqueexperimentamosno es una sensaciónrecordada, sino unasensaciónactual, y de queotros espíritus,colocadosen lasmismascircunstancias,la experimentaríancomoel nuestro.Sabiendoque a esta sensacióncorrespondenotras de dife-renteespecie~como por ejemplo, a las de la vista, oído yolfato las del tacto, juzgaremostambién que, poniéndonosen circunstanciasde experimentarlas segundas,éstasnace-rán infaliblementeen el alma. Al ver, por ejemplo, un río,no puedo dudar que le veo verdaderamente;~ue la visiónque experimentono es comparativamentedébil, como lasque imagino o recuerdo,ni está sujeta del modo que éstasal imperio de mi voluntad; que otros verán el río como

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Teoría de las percepcionessensitivasexternas

yo, si se hallanen las mismascircunstanciasque yo, y quesi aplico a él los órganosdel tacto, se produciránen mí yen ellos ciertasafeccionestáctiles, aquellas,es a saber,quecorrespondena cierta resistenciadébil, a cierta movilidad,presión,impulso, etc.. .. A la verdad,no solemospronun-ciar mentalmenteestasproposiciones,porquefamiliarizadoscon ellas, llegamos desde muy temprano a no prestarlasatenciónalguna; ellas entran sin embargoa cada paso enlos pensamientos,y son el precisosupuestosobreque arre-glamos todaslas operacionesde la vida.

Tales son los complicadoselementosen quese resuelveel juicio de la presenciadel objeto; elementossobreque elalma pasarápidamente,porque se los ha hecho familiarí-simos; pero que sin embargoexisten en el entendimientodesdequeen la primera épocade la vida los hicieron nacerla observacióny aquellaespeciede raciocinio que sabemosse desarrollamuy tempranoen el niño.

Preguntoahora: cuandoabrimoslos ojos por la primeravez y vimos el primer objeto, ¿pudoocurrirnos el juiciode que esta visión no era recordada, ni imaginada, sinoactual; queotros vivientescolocadósen las mismascircuns-tanciasquenosotros,verían lo quenosotrosveíamos,y queaplicandoel órgano del tacto al objeto de la visión, expe-rimentaríamosciertas sensacionestáctiles? Seguramenteno; estosjuicios en que se descomponeel de la presenciadel objeto, no pudieronocurrir a el alma, sino en unaépocaposterior, aunquetemprana:cuando el entendimientosehabíaya desarrolladoy ejercitadohastacierto punto. Losdiscípulosmismosde Reid convienenen ello. Pero en estaépocadel entendimiento¿quése necesitabaparaformarlos?Se necesitabahaberobservadolas afeccionesdel alma, ha-berlas comparado,haber notadosus conexionesnaturales;y no se necesitabamás. No era menesterquese nos infun-diesen en el momentode la sensación,en virtud de unaley de la naturalezaque nos dispensasede adquirirlos porel procederordinario de la observación,pues que éste bas-

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tabaparaconducirnoscon seguridada ellos, y paracondu-cirnos temprano. Si una afección del alma hace nacer eljuicio de la presenciadel objeto y otra no, es porquehemosaprendidoa distinguir las sensacionesactuales de los re-cuerdos: distinción no más difícil que la de cualesquieraotros modosdel alma. No alcanzo,pues,a ver en este ele-mentode la percepciónotra cosaque un juicio adquirido;ni sé cómo puedamirarsela doctrina contraria como lasimple y desnudaexposiciónde un hecho.

En el juicio de la presenciadel objeto va envueltoel dela existencia de causasdistintivas del alma que producenlas sensaciones.Estosdos juicios, sin embargo,son perfecta-mentedistintos y separables:el uno recaepropiamentesobrela actualidadde sensaciones;el otro las refiere a causasex-ternas,y es en rigor el queles da el carácterde representa-tivas y las convierteen percepciones.

La referenciaque hacemosde las sensacionesa causasdistintas del alma es un juicio que se debesin duda a unatendenciaprimigenia del entendimiento.Mas, no por esoio miramos como una percepciónintuitiva de esascausas;porque no es lo mismo ser conducidospor la naturalezaaimaginar unacaus-a y suponersu existencia,que percibirlaintuitivamente.

Me parece,pues,queaunestapartede la teoría del doc-tor Reid ruedasobreuna suposicióngratuita, en apoyodela cual creoqueni él ni sus discípuloshan alegadopruebaalguna,a saber:queeste juicio se debe,no sólo a unaopera-ción original del entendimientoirresoluble en otras,sino auna percepciónintuitiva de los objetoscorpóreos.

De la existenciade estosjuicios en la percepciónsensi-tiva (el de la actualidadde la percepción,y el que atribuyela sensacióna una causadistinta del alma) nadie, ni aunelmismo Berkeley ha dudadohasta ahora;1 lo que tiene de

1 Berkeley niega la existencia sustancial de la materia; pero no niega que la.s

sensacionestengan causas distintas del ser que siente: él encuentra estas causas enlas leyes a que el Criador ha querido sujetar la producción de las sensacionesen losespíritus; esto es, a la voluntad del Ser Supremo; a influencias directas del Grande

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Teoría de las percepcionessensitivasexternas

nuevo la doctrina de Reid es el considerarlas percepcionesrepresentativasde los objetos corpóreoscomo infusasen elacto de la sensacióny como percepcionesinmediatas,seme-jantes a las que el alma tiene de sí misma. ¿Pero es estoexponerdesnudamenteel hecho o desfigurarlocon una su-posiciónvoluntariay de las más atrevidas?

Es de notar que en la referencia que hacemosde lassensacionesa sus causas,esa percepciónimaginadapor elDr. Reid, esa intuición primitiva del entendimiento,irre-solubleen otros actosy enteramentedistinta de la sensación,no nosenseñanadaque la experienciadel tacto no nos hayapodido enseñarsin ella desde las primerasépocasde la vida.Ella no nos dice nadasobreninguna de las causasqueme-diatao inmediatamenteafectana los órganosy por mediode ellos la facultad de sentir, a menosque estascausasseanaccesiblesa las observacionestáctiles,o a las de la vista encuantorepresentativasdel tacto,o que hayamosasociadoala sensaciónlos informes de estesentido.Por otra parte, ¿noseríanatural que esta intuición de los cuerposse refiriesesiemprea los que produceninmediatamentela impresiónorgánica: a los efluvios odoríferos,cuandoolemos; al -airevibrado, cuandooímos; a los rayos luminososen la visión?Peroni percibimosestasagenciasintermedias,ni de las cau-sasdistantesque las determinanpercibimosmásqueunasolacualidad,el color, el olor, el sonido;y estamismapercepciónse reduce a una pura simbolización.Ha sido necesariounadelicada análisis a que la mayor parte de los hombresre-pugnandar crédito, para distinguir en las funciones de lavista lo que verdaderamentees perceptivode lo que no es.Creemospercibir realmentelo quesólo se infiere de lo querealmentepercibimos.De maneraque, auncuandola con-

Espíritu sobre los espíritus criados. Berkeley reconoce asimismo (fy cómo pudieradejar de reconocerla?) la diferencia entre las percepcionesactuales y las percep.ciones recordadaso las ideas. El juicio de la existenciapresentedel objeto, o de suexistencia pasada, o de su existencia futura; el de su inexistencia absoluta, el de suexistencia imposible, son juicios todos igualmente accesorios a la percepción actualo renovada, y se deben a observacionesy raciocinios que las percepcionessugieren. (N.de Bello).

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ciencia parecetestificamosque percibimos,es posible quenos engañemos,equivocandolas sugestionesrápidasdel ra-ciocinio con los actos de la facultad perceptiva.¿No debeestohacernoscautospara no confundir con la percepción,y muchomenosconla percepciónintuitiva, lo queen reali-dadpertenecea otrasfuncionesde la inteligencia?

Los varios juicios deductivosque acompañana la sen-sación actual o renovadale dan una multitud de formascomplejas,que no debemosmirar como afeccionesorigi-nalesdel alma. A los actosde la memoriaacompañael juiciode la existenciapasadadel objeto, no, como pretendeel Dr.Reid,por otra ley primitiva, en virtud de la cual este juicioy la percepciónrenovadaformen un todo, cuyas partesnohayanexistido antesseparadas,sino porque en el orden yconexiónde nuestrasrepresentacionesmentalesentresí connuestraexistenciapresente,distinguimosla obra de la me-moria propiamentedicha, de las obras de la imaginación,sin embargode que los materialescon que trabajanambasfacultadesdel alma sean absolutamenteunos mismo.s. Deaquí es quea las obrasde la imaginaciónacompañaa vecesel juicio de la existenciapresenteo pasadade lo que imagina-mos. Al leer a Josefonos figuramos lo que pasóen el sitiode Jerusalén,y al ver el semblantede un hombre, forma-mosidea de ios afectosinternosque le agitan.En uno y otrocaso nospersuadimosa quenuestrasideas, aunquefabrica-das por la imaginación,son hastacierto punto conformesa la verdadde las cosas.¿Miraremosestosjuicios como natu-ral y esencialmenteadheridosa las representacionesmen-tales? Paraexpresarla certidumbrede nuestrosjuicios de-ductivos, solemosdecir que percibimosen el semblantedeun hombresi estátriste o alegre. ¿Peroquién hay que en-tiendaestaexpresiónvulgar al pie de la letra?

Según el Dr. Reid, son sensacionessimples, esto es,homogéneas,aquellas de que nacen las percepcionesde laextensión, dureza,blandura y otras cualidadescomplejas.Éste es otro error fundamentalde su teoría. La extensión

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no podemosconcebirla absolutamentesino como un agre-gadode extraposiciones;y ya hemosvisto que cada extra-posiciónse componede elementosdiversosa cadauno de loscualescorresponde,ya unasensacióndel tacto o de la vista,ya un-a sensaciónde esfuerzo,ya una relación intelectual.En cuanto a las ideas de durezay blandurano hay, comopretendeeste filósofo, ninguna sensación simple que lasproduzca, tales a lo menos como las tenemos en la edadadulta. Supongamosun hombre en quien por la primeravez se desenvuelvael sentidodel tacto. Estehombretoca unpedazode mármol y un pedazo de cera. El uno resisteala impresióndel dedo;el otro cedesuavementea ella. Si elindividuo de que tratamoscarecede toda noción anteriorde extensióny de movimiento, y si las sensacionesque su-ponemosexperimentapor primera vez, tocandoel mármoly la cera, no se prolongan suficientementepara hacerlepercibir las extraposicionesde las partículas tocadas, laconstanciade la situaciónrecíprocade las unasy la incons-tanciade estasituaciónen las otras,el mármol por su partey la cera por la suya,producirándos sensacioneshomogé-neas,cada unade las cualesrepresentaráuna cualidadsim-ple. Paraeste individuo la dureza y la blandura serándoscualidadeso modos de ser diferentes, como lo son, porejemplo,el olor de la rosa y el del ajo; pero no seránnadamás.Él no se figurará la durezao blanduracomo la cohe-sión firme o débil de partículasextrapuestas,sino comounacausaoculta, que excita cierta afección en su espíritu yes representad-apor estaafeccióncomo el sonido de laa o dela b lo es por unade estasdos letras,sin quehayasemejanzaalgunaentreel símboloy la cosasimbolizada; al pasoquepara nosotros la idea de la durezao de la blanduraes unagregadode sensacionesy conceptos,que representala cua-lidad respectiva,como una dicción escritarepresentaunapalabrahablada,y quepor tanto no puedemenosde tenercierta semejanzacon la cosa representada,es a saber,unaSemejanzade las relaciones.

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“No hay hombre”, dice este filósofo, “que puedaexpli-car por qué la vibración de un cuerposonorono producela sensaciónde olor, y ios efluvios del cuerpooloroso noafectan nuestrooído. De la misma manera,es imposibleexplicar por qué la sensaciónde olor, sabor y sonido noindica dureza como io hace aquella sensaciónque por lanaturalezade nuestraconstitución la indica”. Esto es lomismoquedecirquepor cuantoel sonido a pudierahaberserepresentadopor la letra b y el sonido Ii por la letra a, siasí lo hubieran querido los inventoresdel alfabeto, la pa-labra alma o corazói-i hubiera podido representarseigual-mentebien por unade estasdos letras. Perosegúnel siste-ma del alfabeto, una combinaciónde sonidoses represen-tadapor unacombinaciónde letras,y segúnel sistemade lageneraciónde las ideas, las cualidadescomplejas,los com-plejos de cualidadesabsolutasy relativas son representadaspor complejosde sensacionesy de relacioneselementales.

Partiendode tantoserradosprincipios, era forzosotro-pezarcon el imposible de nociones complejasderivadasdesensacionessimples; y no habíamás arbitrio para salvarlo,queel hacerenteramentedistintasla sensacióny la percep-ción; otra hipótesis,no sólo voluntaria,sino desmentidapornuestrapropia conciencia.La mía, a lo menos,me dice queen la percepciónde la extensiónvisual o táctil entran,ade-más de los conceptosde sucesión, sensacionesinternasdeesfuerzosasociadascon afeccionesde los sentidosexternos;en la percepciónde la durezao blandura,sensacionesinter-nas de los esfuerzosgrandeso pequeñosquehacemosparadislocar las moléculas táctiles; asociadascon percepcionesde la constanciao alteraciónde la figura, y así de las demáscualidadescomplejas.

Concibiéndolasde estemodo,el inconvenientedesapare-ce, y la semejanzaque nosvimos forzadosa concebirentrelas cualidadescomplejasy las ideas, queda perfectamenteexplicada,sin el infelicísimo arbitrio de que se vale paraello el ilustre jefe de la escuelaescocesa.Las relacionesma-

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terialesno puedenmenosde parecersea las relacionesconce-bidas por el entendimiento.La semejanzao la sucesiónen-tre dossensacioneses una imagenverdaderade la semejanzao la sucesiónentrelas accionescorpóreasque las sensacionesnos representan.Reid suponeque la sensaciónes un merosigno, en virtud del cual nace en nosotros,~or un instintoespecial,unanoción queno se resuelveen ella, ni tiene se-mejanzacon ella. Pero si la sensaciónno fuese másqueunsigno de la percepción,la naturaleza,dándonosel signo almismo tiempo quenospresentael significado,se habríato-mado un trabajo superfluo. ¿No bastabaque la presenciade los cuerposprodujeseinmediatamentelas percepciones,sin el estérilintermediode la sensaciónqueno entraen ellasparanada?No es así, por ejemplo,como las afeccionesvi-sualesse hacensignosde las afeccionestáctiles.Traducien-do aquéllasen éstas,suplimoslas unas por las otras. La na-turaleza,como observael mismo Reid, es económicaen susobras,y no empleaun instinto particular paradarnosaquelconocimientoque podemosadquirir fácilmentepor la ex-periencia, segúnlas leyes generalesde la constituciónhu-mana. ¡Cuántomenosconforme a estaeconomíade la na-turalezala intervenciónde un signo,en el mismo momentoen que se nos poneel significadodelante!

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CAPITULO XIX

ANÁLISIS DE LOS ACTOS DE LA MEMORIA

La memoria es una facultad del espíritu. — Renovación de las percepciones.— Mo-ralidad y belleza en los recuerdos.— Anamnesis.— La memoria como sistemade signos. — La semejanzaes el fundamento de la anamnesisequivalente a lapercepción. — Anamnesis cts toda percepción de anterioridad. — Anamnesisen todos los actos del pensamiento. Doctrina de Dugald-Stewart sobre larelación de anterioridad.

En los capítulosanterioreshe tratadode las ideasconsi-derándolassolamentecomo agregadosde percepcionesre-novadas,pero sin inquirir el modo en que se verifica estarenovación,y las leyes segúnlas cualesse sucedenlas ideasunasa otras y a las percepciones;asuntosde bastanteim-portanciaparaque merezcantratarseaparte.

Todaslas ideasse descomponenúltimamenteen percep-cionesrenovadas,y la facultad de renovarlas percepcionesse llama memoria. Verdad es que el alma renuevano sólopercepcionesactuales,sino ideas: no sólo, por ejemplo, laspercepcionesactualesdel árbol que vimos ayer,sino la ideade un árbol que jamáshemosvisto y que sólo conocemosporque hemosoído o leído su descripción.Pero la idea deestesegundoárbol se compone,no menosque la del prime-ro, de percepcionesrenovadas.Todala diferenciaconsisteenqueel primer conjuntode percepcionesnos lo dió inmedia-tamenteel mundoexternoobrandosobrenuestrossentidos,y el segundolo hemos formado nosotros entresacándolasdel vasto depósitoque tiene ya acumuladola memoria.

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Esta renovaciónme pareceque puedeentendersea laletra; porqueefectivamentela memoriahacerevivir las per-cepciones,aunquecon máso menosvigor e integridad.Y,aun a vecessucedeque, renovadauna percepciónactual ouna idea,se renuevecon ellaunaemocióno afecto,y ejerci-ta de nuevo el alma aquella misteriosa influencia de queprovienela modificaciónorgánica,queoriginalmenteacom-pañabaa la percepcióno la idea.Así el recuerdode un ob-jeto asquerosoexcita la náusea,y el recuerdode un granpeligro, aquellaemoción de terror y estremecimientoqueel peligro mismo produjo en nosotros cuando nos vimosen él.

Las percepcionesrenovadaspor la memoria serán,cae--teris paribus, tanto másvivas cuanto mayor atenciónpres-te a ellasel alma; y su fidelidad, estoes, su semejanzaconlas percepcionesoriginales, serátambién, caeteris paribus,tanto másgrande,cuantomayor atenciónhayaprestadoelalmaa éstas.Digo caeterisparibus, porquelas representacio-nesde la memoriaseránen generaltanto másvivas, cuantomenos tiempo haya intervenido entre las percepcionesac-tualesy los recuerdos,como si el poder de resucitarafeccio-nespasadasse disminuyesecon el tiempo, y el colorido deellas, digámoslo así, se fuese empalideciendoy apagandopocoa poco. Hay, con todo, circunstanciasvarias quemo-difican estaley general.

Recordamos,por ejemplo,muchomásvivamentelas per-cepcionesde la niñez y de la juventud que las de la edadmadura.Los pasatiemposy afectosjuvenil-es se pintanen lamemoriadel ancianoconunaclaridady energíaqueno tie-ne la reproducciónde los hechosy negociosen queha figu-rado pocosañoso quizáspocosdíasantes.Pero la vivezadelas percepcionesrenovadasserárara vez tan grande,queelalma las confundacon las percepcionesoriginales; a no seren ciertos estadosanormalesen que una idea predominantese apoderade todael alma, y hastala- ensordecea las impre-sionescon queel mundoexterior sacudelos órganos.

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A mí ciertamenteme pareceque las percepcionesreno-vadas no se diferenciande las actualessino en el grado deviveza, y que cuando,por ejemplo, me representola carade un amigoo la fachadade un edificio, se repitenalgocon-fusasy amortiguadaslas sensacionesqueanteshe experimen-tadoa presenciade estosobjetos.Recordamosunasentenciao una tonada que sabemosde coro, y nos parecerepetirlaletra por letra y notapor nota, sin necesidadde mover si-quiera los labios. Un hábil retratistarecuerdatan distinta-mente las faccionesde una persona,que puede trasladarlade sumenteal lienzo casi con la misma facilidad quesi tu-vieseel original a la vista. Y si viendounapintura encon-tramosquese parecea un objeto que no tenemosdelante,¿no es porque comp-aramoslas sensacionesrecordadasconlas actuales,de la misma maneraque comparamoslas sensa-cionesactualesproducidaspor el lienzo pintadocon las pro-ducidas por el original, cuandotenemosuno y otro a lavista? ¿Cómo es posible explicar estos hechos,sino supo-niendoque los actosde la memoriarenuevanrealmentehas-ta cierto punto las percepcionespasadas?

Hastaqué grado se renuevencon las percepcioneso lasideas el placero dolor que originalmentelas acompañaban,es materiaen que no nos sería fácil añadirnada nuevo alas observacionesquecualquierhombrepuedehaberhechoen sí mismo.En general,no son las meraspercepciones,sinolos estadoscomplejosquehemosllamadoemociones,los querenovadospor la memoriareproducenlos placeresy penasqueoriginalmentelos acompañaron.El querecibió unahe-rida recordaráel dolor físico, procedentede la sola lesiónorgánicay la penamoral dimanadade la injuria: dos ele-mentosde tan diversanaturaleza,queno guardanpropor-ción algunaentre sí. El recuerdodel dolor físico serábas-tantevivo paraquepodamoscompararloconotros dolores,y percibir en esta comparaciónsemejanzao diferencia yrelacionesde máso menos;y sin embargo,no producirátalvez la menormolestiafísica. Al contrario,el recuerdode la

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injuria podrá tener bastantefuerza para que se despiertejunto con él la emociónde ira, con algunasde las modifi-cacionesorgánicasquesuelenacompañara estapasión.

Las sensacionesagradables,renovadaspor la memoria,suelenvenir acompañadasde cierto grado de placer,a me-nos que las acibarenotrasemocionesasociadascon ellas,co-mo las producidaspor la idea de la ira divina, del odio odespreciodel mundo, y la reprobaciónde nuestrapropiaconciencia,si el placer que recordamosfué obtenido pormedios ilícitos. Las emocionesexcitadaspor nuestrasideasreligiosas y moralesenturbian entonces,digámoslo así, elplacerde los recuerdos,y podránacasopredominarsobreélhastael punto de sofocarlo.Otro tanto sucederácuandoalrecuerdode las dichas pasadasse asociala idea de nuestramiseriapresente.Repetimosentoncescon Franciscade R’i-mini: “Nessunmaggiordolore che ricordarsi del tempofe-lice nella miseria! .“ Las emocionesproducidaspor estecotejoquitan todossus halagosa la memoriade las alegríaspasadasy las conviertenen punzantesespinas,sobre todocuandola transiciónha sido efectodel crimen o de unare-prensible imprudencia.Pero en lo que más resplandecelabeneficenciadel Creadory su sabiduríacomo autor de lasleyesmorales,es enel sentimientode placerque produceavecesel recuerdode los pasadospensamientos;sobre todocuandoel alma se da testimonio a sí misma de la fortalezacon que hemossufrido males fortuitos, y de los esfuerzosvaroniles que pusimosen acción para triunfar de ellos.¡Cuánexquisitala satisfaccióninterior del querecuerdalostrabajossufridosen el desempeñode un deber o en la de-fensa desinteresadade una causa justa! La memoria es elinstrumentode la conciencia remuneradorao vengadora;ella es para el justo un manantial de satisfaccionesy con-suelos;ella es unaantorchafunesta,a cuya luz contemplael alma delincuentela fealdad y las perniciosasconsecuen-cias de sus actos,sin que le sea posible, por más que haga,

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apartarlade sí, ni ahogar las emocionesamargascon queesteespectáculola atormenta.

En los actosde la memoria debemosdistinguir diversoselementos:el primero lo constituyenlas percepcionesreno-vadas; el segundo,la intuición o acta de la concienciaquelas percibe, y los otros consistenen un juicio que reconocelas percepcionesrenovadascomo tales, diferenciándolasdelas quesuelen ser excitadaspor objetospresentes.

Siendo necesariodar un nombre particular a la purapercepciónrenovadapara distinguirla de los otros elemen-tos queentrancon ella a constituir los actosde la memoria,se me permitirá llamarla anai-nnesis,palabra que en griegosignifica Jo mismo querecuerdo,pero a la quepodemosdaren nuestralengua,dondenunca ha tenido uso, un signifi-cado convencional.La anamnesis,en el sentidoque yo ledoy, no es todoaquelloque formael pensamientocuandore-cordamoso imaginamosalgo,sno meramentela percepciónrenovada,que,separadade los juicios peculiaresque la acom-pañaban,ocasionadospor la presenciadel objeto, sirve demateriao sustanciaal recuerdo.Las anamnesisen estesen-tido no son precisamenterecuerdos,sino partesintegrantesde 1os recuerdos,de las imaginacionesy de todo génerodeideas.

La anamnesises un signo,una afección representativa,que haceel oficio de la afección original cuya imagen es,y queha desaparecidodel alma,dejandoen su lugar la anam-nesis.Peroel alma, queen los actosde la memoriasólo tienepresenteestesigno, por lo regular sólo piensaen el signifi-cado; estoes,en el objeto de la afecciónoriginal.

Todoslos sistemasde signosestánfundadossobrela me-moria, y la memoriamisma es un sistemade signos.Cuandoempleamosla idea del individuo como representativade laclase, la idea de una partecomo representativadel todo, laidea de un nombre como representativade una cosa, nohacemosmás quesustituir a unossignos otros, que son co-mo cifras o abreviaturasde los primemos. ¡Qué fábrica tan

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artificiosa ladelpensamiento!Tenemosideasquese empleancomo signosde otras ideas; la clasetan variaday numerosade las sensacionesforma una colección inmensade signosquesimbolizanlas cualidadesde la materia;y todosios ac-tos de la memoria,y por consiguiente,de la imaginaciónydel raciocinio,se componende anamnesis,que reemplazanyrepresentanlas afeccionesactuales.Y como esteúltimo sis-temaes el fundamentode ios otros,era precisoque ios sig-nosde queconstafuesenlos másobviosy naturalesde todos.

Mas, aunqueel alma, cuandoejercita la memoria,nopiensapor lo regularen los signos,avecessucedeal contra-rio. El primer modo de contemplarlas cosaspasadases elqueyo expresaríadiciendo:al amanecerhuboarreboles.Ental casoel alma pareceríatener a la vista realidadesdistan-tes.Y si en lugar de expresarmeasí,dijese: vi arrebolesalamanecer,no me figuraría entoncesel objeto en sí mismo,sino en la percepciónoriginal, como en un cuadrolejano.Por otra parte,cuandoyo digo: recuerdoquehuboo queviarre-boles, fijo la vista en la anamnesis,como en un lienzopintado, queestoyviendo de cerca.Pero el cuadroque enla primerade estasdosexpresiones,recuerdoquehubo arre-boles,me represent-aobjetosrealesdistantes,me pareceen lasegunda,rec.uerdo que vi arreboles,una copia descoloridade otra pintura en que se me representaronobjetosrealespresentes.Pero todos estos modos de hablar se usan comoequivalenteso como maticespuramenteverbales,a que elalmano prestaatención.En todosellosel objetode la anam-nesis se identific-a conel objeto de la percepciónoriginal.

¿No pudo el alma experimentarla anamnesissin que leocurriesela ideade semejanteidentidad,o en otros términos,sin concebirrelación algunaentre esta nuevamodificaciónsuyay otra modificación anterior?¿Dequé provienequecialma no cree teneren la anamnesisuna percepciónactual,sino la representaciónde una percepciónque ella no tieneactualmentey que la anamnesisle reproduce,aunquedeun modo incompleto, apagadoy confuso?

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Reconoceel almaen sunuevomodo de serunacopiadeotra modificación anterior, a la maneraque en un objetocorpóreoque se halla a ciertadistanciareconocemosel mis-mo hombre, el mismo árbol, la misma casaque estuvo apocos pasosde nosotrosy a que pudimosalcanzarcon lamano.Así como lo confusoe indistinto de la visión sugierela idea de hallarse lejano el objeto, lo indistinto y confusode la anamnesisproduce la idea de no ser actual la per-cepción.Hay sin embargouna diferenciaconsiderableenlos dos casos.Cuando reconozcoen un árbol distante elmismo árbol a cuya sombraestuve sentado,comparoel ár-bol que veo con el árbol de que me acuerdo.Perocuandocreover en la anamnesisla representaciónde una cosa deque antestuve y ya no tengo percepciónactual, es mani-fiesto queno puedocompararla anamnesiscon la percep-ción, porque la percepciónya no existe sino en la mismaanamnesis,y la comparaciónsuponeque los objetossobreque seversase hallana un mismotiempopresentesa el alma.

La anamnesises una copia de la percepción;copia deordinario confusa,abreviaday algunasveces imperfectaymendosa.Las abreviaturasy las erratasde estacopiahacena vecesque cuando creemosrecordarun objeto, cuando,por ejemplo, al ver un hombre, le juzgamosel mismo quevimos ayer en el paseo,o la semanapasadaen el campo,nos engañamoso vacilamos en este juicio. Pero regular-mente no sucedeasí con los objetos de que tenemos unconocimientotal cual. Cotejamosentoncesla copia con eloriginal, y del grado de semejanzaentre los dos, inferimosque el objeto es uno e idéntico. Leyéndolosambos,si mees lícito volver a estesímil, encontramosen ellosun mismosentido.

Admitiendo, pues,como un hecho indisputable,queenel reconocimientode un objeto la anamnesiscoexisteconla percepciónactual de quees imagen, ¿noestamosautori-zados para creer que esta misma coexistenciase verificaen la percepciónoriginal del objeto, siemprequeéstadura

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algún tiempo?Supongamosquebastaun segundoparaquela percepciónde un objeto deje en ci alma aquella impre-sión, cualquieraquesea,de que procedela facultad de re-novarlo. Si la percepcióndura un solo segundo,la sucederála anamnesis,y ésta podrá ocupar vivamenteel espíritu,siempreque las percepcioneso los recuerdosde otrosobjetosno llamen másimperiosamentela atención.Si la percepciónactual dura un segundomás, la anamnesisya formadaco-existirá con ella y se hará más viva y distinta. Lo mismosucederácon másrazón en el tercer segundo,en el cuartoy en todo el espaciode tiempo duranteel cual supongamosprolongadala percepciónactual. El alma se hallará, pues,afectadade dos modosdiferentespor un mismoobjeto, y loconocerápor medio de estasdos especiesde afecciones.Laanamnesisse hará de este modo un equivalentede la per-cepción actual, significará lo mismo que ella y hará susvecessiempreque en la serie, ya fortuita, ya voluntaria,de nuestrasideas, vuelva el alma a pensaren el objeto.

Me parececlaro que toda percepciónun poco prolon-gada coexiste con su propia anamnesis.A primera vistapareceránincompatiblesestas dos especies de afecciones.Decir que experimentamosa un tiempo la percepcióny laanamnesis,¿noes decir que nos acordamosde lo quetene-mos presente?Pero la incompatibilidades aparente,no real.La palabraanamnesissugierela idea de la ausenciadel ob-jeto, porque cuandolo tenemospresentey lo conocemospor mediode afeccionesvivas y distintas,no es naturalquehagamoscasode aquellossignos abreviadoscon quetrabajala memoria, equivalentes a las afecciones actuales, perocomparativamentedébiles y confusos,que la naturalezahadestinadoparasuplirlasy que no empiezana tener un va-lor efectivo, sino desde que ellas nos faltan. Es imposibleexplicar,sin esta coexistencia,el reconocimientode un ob-jeto anteriormentepercibido. Admitiéndola, pues, en uncaso, ¿qué razón hay para que no le demos cabida en elotro? En realidad, una percepciónprolongadaes una serie

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de percepciones,y todasellas, exceptola que forma el pri-mer términode la serie,sonotros tantosreconocimientos.

Pero el alma, se dirá,no advierteen sí misma estadu-plicación de afecciones,esta coexistenciadel original y lacopia.Pudiéramosresponderqueno acostumbramosprestaratencióna las afeccionesdel alma queno nos llaman,o porsu novedad,o por la relación que tienen con nuestrasin-clinacionesy deseos;y que la anamnesis,mientrasdura lapercepción,nada dice a el alma que la percepciónno lediga al mismo tiempo, y de un modomuchomásexpresivo.Mas, en realidad percibimosy advertimoslas anamnesisna-cientes que coexistencon las percepcionesoriginales. Su-pongamosque un objeto que percibimospor la primeravez varíe de cualidades,que pase, por ejemplo, del colorblanco al rojo, ¿cómoechamosde ver la alteracióndel co-lor? Comparandola nuevapercepciónactual con la anam-nesis de la percepciónanterior.Y si la percepciónanteriorha dejadouna anamnesiscuandoes seguidade una percep-ción diferente, es necesarioadmitir que también la hadejado cuandoes seguidade una percepciónsemejante,oen otros términos, cuandose mantienesemejantea sí mis-ma. Si en el primer caso conocemosla alteración por ladisonancia)digámoslo así, entre la percepcióny la anam-nesis,en el segundoconocemosla constanciapor la armo-nía entre estasdos especiesde afecciones.

La naturaleza,destinandolas anamnesisa reemplazarlas percepciones,quiso ligarlas con ellas io más pronto y lomás íntimamenteposible.No contentacon habernosdadoestasimágenesde los modos primitivos del alma, las puso,en el acto mismo de formarlas, al lado de sus originales,paraque la semejanzafuese más obvia y la conexión másestrecha;de modo que el espíritu creyesecontemplar unmismo objeto, ya lo percibieseactualmente,ya se lo repre-sentasela memoria.

Esto, sin embargo, no sería suficientepara que refi-riésemosla anamnesisal objetomismo de la percepciónori-

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ginal, si en ésta no diésemos al objeto una marca deindividualidadenvirtud de susrelacionesconotrosobjetos.El hombre que vi ayer en el paseo se me presentóbajocierta relación de lugar, de tiempo y de varias otras cir-cunstancias,quenos sirven paradistinguirlo de otros hom-bres y de otros objetoscualesquiera,y dan unamarca deindividualidad a la percepciónoriginal y a suobjeto. Acom-pañandoestos caracteresa la anamnesis,damosal objetorecordadolas mismasrelacionesy lo revestimosde las mis-~masparticularidadesqueantes,y naceespontáneamenteelconceptode identidadentre el objeto que percibimosayery el querecordamosahora.

En la semejanzaes en lo queconsistela equivalenciadela anamnesisa la percepción;pero estasemejanzaes débil:la anamnesis,como antesse ha dicho, es unacopia imper-fecta en que el colorido es pálido y los pormenoresconfu-sos. Si hemos experimentadouna afección original, A, ydespuésexperimentootra afecciónoriginal, B, de la mis-ma especie,pero menosfuerte y viva, la memoria, al com-parar la anamnesisde A con la percepciónactual de B,pronunciaráqueB no es enteramenteA; que el calor, porejemplo, experimentadoayer, recordadoahora, fué másintenso que el calor que experimentamosahora.Sin em-bargo, la anamnesisA es una afección mucho más débilque la percepciónactual B. Si fuese contraria la relaciónde intensidadque concebimosentrelos dos calores,el calorrepresentadopor B nos pareceríamás fuerte que ci calorrepresentadopor A, no con todo el excesode intensidadque realmentehabría entre la percepción actual B y laanamnesisA, sino con un excesoconsiderablementemenor.Y si nos parecierande igual intensidad los calores, losjuzgaríamostales, no obstantela gran diferenciaque bajoesteaspectodebehabersiempreentre unaanamnesisy unaafecciónactual. Aunque estosjuicios no seanenteramenteexactos, el error está ceñido a límites bastanteestrechos,cuandoentre la anamnesisy la percepciónno ha mediado

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muchotiempo. Es claro, pues,queen las comparacionesdeestaclase,entraen cuentala debilidadnatural de la anam-nesis; a la maneraqueen las comparacionesde magnitudestáctiles de objetos visibles entra en cuentala diminuciónaparentede magnitud producidapor la distancia.

Supongamosahora una seriede afeccionessucesivas,A,B, C, D, etc., que dejan las anamnesisa, b, c, d, etc. Ter-minada la primera afección A, percibimos anterioridadentrea y B: anterioridadpuramenteobjetiva, porquesu-jetivamente,estoes, referidasa el alma que la experimenta,a y b coexisten.Terminada la afección B, le sucedenlasanamnesisa y b, acompañadas,en virtud de las leyesde lamemoria, de la idea de la relación de anterioridadentre ay b, y percibimosotra relación de la misma especieentreb y C. Terminadala afecciónC, le sucedenlas anamnesisa, b, c, acompañadas,en virtud de las leyesde la memoria,de las ideas de las relacionesde anterioridadentre a y b,b y c, y percibimosotra relaciónsemejanteentrec y D; yasí sucesivamente.De estamaneranos representala memo-ria lasucesiónde nuestrosmodosespirituales,la de las cosaspasadasy el tiempo. Así comoentre dos afeccionesperci-bimosalgo elemental,indefinible, que nos hace decir: estoes semejantea aquello, percepciónde que se derivan todasnuestrasideasde cualidades,así entredos afeccionesa y B,de las cualesa es unacopiaapagaday confusade unaafec-ción A precedente,y B es una afecciónactual viva y dis-tinta, percibimosalgo a quedamosel nombrede anteriori-dad~si lo consideramos-~enA, y de posterioridadsi lo con-sideramosen B; y esta percepción,de quese derivantodasnuestrasideasde duracióny de tiempo, como de extensióny de espacio,no es menossimple, ni mássusceptiblede ex-plicarsey definirsequela de semejanza.

Me inclino a creer que la percepción de anterioridadsuponesiempreuna afección actual y una anamnesis;quedos afeccionesrecordadasno se nos representansucesivas,sino porque recordamosjuntamentela relación percibida

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entreellas, cuandounafué actual y otra renovada;y quecuandoestono se verifica, el conocimientode la sucesiónde las cosaspasadasno es perceptivo,sino deductivo o co-municado.Lo mismo, por supuesto,debeentendersede larelación de posterioridad,quees la misma de anterioridadbajootro aspecto;y por lo tocantea la relaciónde coexis-tencia, creoque la percibimossiempreentre dos afeccionesactuales:quedos afeccionesrecordadasno se nos represen-tan como coexistentes,sino porque recordamosal mismotiempo la relación de coexistenciaquefué percibidaentreellas,cuandoeranactuales;y queen los demáscasosel co-nocimientode la coexistenciade las cosaspasadasno es ad-quirido por percepción,sino por raciocinio o testimonio.

Todoslos actosdel pensamiento,seaque se versensobreobjetosrealeso sobreobjetosque tenemospor imaginarios;sobreaquellosqueconocemospor nuestraspropiasobserva-ciones o raciocinios, o sobre aquellosde que sólo tenemosnoticia por informes ajenos;sobre lo pasado,lo presenteolo futuro; Constande percepcioneso de anamnesiso deunasy otras a la vez, y todo lo que no es percepciónesanamnesis.Cuandonos representamosla cima del Cáucasoo del Chimborazo, las aguas y orillas del Vístula o delMarañón,queno hemosjamásvisitado, no trabajamosme-nos con anamnesisque cuando hacemos memoria de laiglesiao de la alamedaen queestuvimosayer.Las ideasqueformamosde los objetos que jamás hemos percibido, secomponende aquellos mismos materialesque las percep-cionesnos suministran;el alma no haceentoncesotra cosaquecombinarlasde un modonuevo,sustituira las relacionesantessugeridaspor ellas otras nuevas,y representars-econellas objetos distintos de los que las produjeron original-mente.

Los juicios que hacemosacercade la existenciapasada,presenteo futura de los objetos que imaginamos,son de-ductivoso comunicados;y aun lo más ordinario es que secombineel testimonioajenocon nuestraspropiasdeduccio-

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nes.Sabemosqueelsol saldráo sepondrámañanaa tal hora,porqueasí lo inferimos de las leyesque esteastroguardaensus aparentesmovimientosperiódicos;y cuandonos repre-sentamossu nacimientoo su ocaso futuro sustituímosenlas anamnesiscon que hacemosestasrepresentaciones,unasrelacionesa otras.Sabemosde la existenciapasadade Roma,porqueuna infinidad de historiadoresy viajerosnoshanha-blado de Roma; de lo cual inferimos necesariamentela an-terioridado por lo menosla coexistenciade Romarespectode las historiasy viajesen quese hablade ella; y juzgamosqueRomaexistede presente,porquelo inferimos del juicioanterior,y de la ausenciade todo testimonioque noshayahechosaberqueno existeya esaciudad.En fin, cuandonosrepresentamosobjetosficticios, cuando la imaginación delos poetascrea jardinesencantados,batallaso amores,for-mamosjuicios quenos avisancontinua y tal vez importu-namentede la falacia de los objetosqueocupana el alma.La razónnos dice entoncesquelos objetosque imaginamosno son ni hansido jamáspercibidosdel modo que nuestraimaginaciónnos los pinta; y que si hubiesecriaturasracio-naleso sensiblesen el lugar y tiempo, cualesquieraquesean,enquelos colocala fantasía,no por esohabríantenido per-cepcionescorrespondientesa nuestrasimaginaciones;por-queéstasno las hemosformado,deduciendounosjuicios deotros, o apropiándonoslas observacionesde otros espíritus,trasmitidaspor el lenguaje,sino combinandoy agregandoanamnesisal arbitrio de la imaginaciónajena.Del modo li-bre y caprichosocon queobra entoncesla imaginación,in-ferimos lano existenciade los objetosimaginados.

Debemosdistinguir el juicio de anterioridad que reco-nocea la anamnesiscomo tal y forma unaparteesencialdetodoslos actosde la memoria,de aquellosjuicios accesoriosqueformamosacercade la determinadaanterioridad,pos-terioridado coexistencia,y del ser realo imaginario,cierto,probableo dudoso,de los objetosque nos representamos,combinandoanamnesis:juicios que, segúnhemosdicho, o

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se debena nuestrospropios raciocinios,o loshemosderivadode otrosespíritus,medianteel lenguaje.

Dugald-Stewartsuponeque«el recuerdode un sucesopasadono es un acto simple del alma, sino que el alma seforma primerounarepresentacióndel suceso,y despuésde-ducede las circunstanciasla épocaa quedebereferirle”, su-posición que le pareceajustadaa los hechos;«porquesi te-nemos,dice, la facultad de representarnosdistintamenteunsucesopasado,sin referirle a tiempo alguno,se sigue queenlas nocionesque nos suministrala memoria, no hay nadaqueseanecesariamenteacompañadodel juicio de existenciaanterior,al modoquenuestraspercepcionessonacompaña-dasdel juicio de existenciapresente;y quepor tanto la re-ferenciadel sucesoa la épocaparticular en que aconteció,es un juicio deducidode las circunstanciasconcomitantes”.

Es evidentequeel juicio queyo hagode la épocam~somenosdeterminadade un sucesopasado,y. gr., mi viaje aInglaterra,no nacede las anamnesiselementalesde quecons-ta la representaciónmental de estehechopor sí solo, puesquese fundaen otra multitud de hechos,quesegúnme in-forma lamemoria,le precedieron,acompañarony siguieron.Pero de que este juicio sea accesorio,no se sigue quelo seatambién aquelque me hace considerarla anamnesiscomounapercepciónque fué y ya no es; y que,comodice el ilus-tre filósofo citado, no haya nada en la memoria que seanecesariamenteacompañadodel juicio de existenciaanterior.Al contrario,el referir un hechopasadoa cierta épocapar-ticular, suponequehemosya formadounaescaladel tiem-po, y esto suponeque hemospercibido relacioneselemen-tales de anterioridad.Si no hubiésemostenido las percep-ciones inmediatasqueexpresamosdiciendo esto es antes yaquello después,no hubiéramosllegado a formar idea de laduracióndelas cosas,ni del tiempo. ¿Perohubiéramosper-cibidolas relacioneselementalesde anterioridad,si no nacie-ran éstasespontáneamentede las anamnesis?La memoriano es memoria,sino porquesomoscapacesde percibir rela-

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cioneselementalesde anterioridadentrelas percepcionesre-cordadasy las actuales.

Si Dugald-Stewartha queridodecir que la noción de laanterioridad puedesepararsede la anamnesisque original-mente la produjo, convenimosen ello; porque es evidentequeen mis ideasde objetosimaginarioso sólo conocidospornuestros raciocinios o por informes ajenos, combinamosanamnesis,despojándolasde las relacionesde tiempo queori-ginalmentelas acompañarony sustituyendoa estasrelacio-nesotras,que puedenser del todo diferentes;así, a la rela-ción del tiempo pasadopodemossustituir la de una épocafutura. Pero si Dugald-Stewartha queridodecir queen suorigen el conceptode anterioridadno nacede la anamnesisnecesariamenteen virtud de unade lasleyesprimordialesdenuestraconstituciónintelectual, su opinión es inadmisible.La anamnesissugierede suyoel conceptode anterioridad,pero nos es dadoservirnosde ella parala representacióndeobjetospasados,presenteso futuros o de objetosimaginarios,sustituyendoal juicio fundamentalotros varios según lascircunstancias.

Decir quedebemosalas anamnesisnuestrasprimerasno-cionesdel tiempo, es decir en otros términosque si no hu-biéramostenido anamnesis,y si éstasno hubieranexcitadorelacionesde sucesión,tampocohubierapodido ocurrirnosla ideade tiempo presente,cuandoexperimentamospercep-cionesactuales.Nuestraspercepcionesactualesno son, pues,necesariamenteacompañadasdel juicio de existenciapresen-te. Primero tuvimos percepcionesactualesque, recordadasy antesde habertenido recuerdosy haberhechoel apren-dizajede la memoria,no pudimosformar la idea del tiempo.¿Cómoera, pues,posible que nuestrasprimeraspercepcio-nesactualeshiciesennacerel juicio de existenciapresente?

Como de la coexistenciade las anamnesisde unosobje-tosconlas percepcionesactualesde otros,nacióespontánea-mentela relaciónsimple de sucesión;de la coexistenciadeunaspercepcionesactualesconotras,nacióespontáneamen-

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te la relación simple de coexistencia.Comparandolas per-cepcionesconlos recuerdos,pudimosllamar presentelo queconocíamospor acepciónactual; pasado,lo queconocíamospor anamnesis,y futuro, lo que nos parecíatener con lopresentela misma relaciónqueconcebimosentrelo presen-te y lo pasado.Desde que hicimos estadistinción, las per-cepcionesactualesnos sugirieronel juicio de existenciapre-sente,queextendimosa todoaquelloque,medianteel racio-cinio o medianteel testimoniode otroshombres,juzgábamoscoexistir con nuestraspercepcionesactuales.Y establecidoeste punto fijo, extendimosla comprensiónde lo pasadoatodo lo que,segúnlos informes de la memoriao las deduc-ciones del raciocinioo las comunicacionesde otros espíri-tus, creíamosanterior a este punto, y la comprensióndelo futuro a todo lo queconcebíamosposteriora él.

Anterior, posterior, coexistente,expresanrelacionessim-ples, objetos de percepcionesinmediatas.Pasado, presente,futuro, presuponenla noción generalde tiempo, que for-mamosagregandorelacioneselementalesde sucesión.

Dugald-Stewarttiene por indudablequeestamosdota-dos de la facultad de representarnosun sucesopasadosinreferirlo a épocaalguna: cosaqueme pareceincomprensi-ble, si se trata de toda épocaexcluyendohastala más in-definida y vaga. Aunque no se fije la épocaprecisade ladestrucciónde Jerusalén,no creo posibleque nos represen-temoseste suceso,sin queocurra a el alma la idea de unaépocaindefinida anterioral momentopresente;y estane-cesidades todavíamayor,cuandonos representamosun he-cho de quehemostenido percepcionesactuales,porqueen-toncesel encadenamientode unascon otrasdeterminaconmáso menosprecisiónla épocadel hecho.

Sucedea vecesquenos representamoslo pasado,lo fu-turo, lo imaginario, con un grado de viveza que se acercaal de las percepcionesactuales.Atendemostanto menos aljuicio de la no-actualidad,cuantomásviva es la representa-ción mental; sin que por eso llegue a borrarsedel todo ese

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juicio, a menosque soñemoso que nos hallemosen un es-tadode frenesísemejanteal de Don Quijote, cuandocreyópersonajesreales las figurillas del retablode Maese Pedro.La no-actualidadqueatribuímosa la anamnesissuponequelas diferenciamosde las percepcionesactuales.Cuandodeja,pues,de existir estadiferencia,porque la viveza de las re-presentacionesmentaleses tan grandecomo la de las per-cepcionesactuales,o cuando por algún embarazode lasfuncionesintelectualesno somoscapacesde percibirlo, aun-queexista,no es extrañoqueel elementode no-actualidaddesaparezcadel todo,como sucedeen los ensueñosy en losdelirios.

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CAPITULO XX

DE LA SUGESTIÓN DE LOS RECUERDOS

Dos -causas de sugestiónde los recuerdos. — Influencia de la asociación de las ideasen el lenguaje. — El lenguaje -según el Dr. Reid. — Signos artificiales y signosnaturales. — El lenguaje no es invención humana.— Elementos del lenguaje. —

Los signos artificiales. — Aptitudes de la voz humana. — La escritura es unsistema de signos artificiales. — La pintura como arte primitivo de la escritura.Caracteres miméticosy caracteres trópicos. ~— Influencia del lenguaje en la es-critura ideográfica. — Escritura chinesca. — Caracteres ciriológicos. — Es-tructura de las palabras. — Signos fon-éticos.— La oposición o contraste comocausa de asociación de ideas, según el Dr. Brown. — Las cualidades contrariasversan sobre objetos de una misma especie.— No hay más principios de asocia-ción de las ideas que las dos causasde sugestiónya enunciadas. — Comprobaciónfinal.

Los recuerdosno nacenen el alma fortuitamente.Laspercepcionesactualessugierenrecuerdos,y unosrecuerdossugierenotros, en virtud de ciertasconexionesque puedena mi parecerreducirsea dos: la semejanzade los objetosyla simultaneidado coexistenciade sus percepcioneso ideas.

Un objeto nos trae a la memoriaotrosobjetossemejan-tes. Viendo un lago, me ocurre la idea del mar; pensandoen un combate,se pasanaturalmenteapensaren otros he-chos de armas.Sucedetambiénque si dos o máspercepcio-neso ideashanestadounidasennuestramente,unade ellasnos renuevalas otras. El mar, por ejemplo,me hacepensaren las naves; las naves,en el comercio;el comerciome su-gierela idea dela Inglaterra;la Inglaterrame recuerdaNel-son; Nelspn,la batalla de Trafalgar; la batalla de Trafal-gar, a la España,y así sucesivamente.No hay percepción,no hayrecuerdoni imaginación,que no despierteun tropel

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de ideasencadenadas,ora por el vínculo de semejanza,orapor el de simultaneidad;pero entre todas, sólo prestamosatencióna las quemásnos importanpor la relaciónquetie-nencon nuestrasnecesidades,nuestraspasiones,nuestroses-tudios,nuestrosgustos.El mar,porejemplo,sugieremil ideasdiversasque se le asemejan,con las cualesha coexistido ennuestroespíritu; y de éstasel filósofo se fijará tal vez enlas causasde flujo y reflujo; el hombre religioso y contem-plativo en la grandezade las obrasdel Criador, entre lascualesel mar es una de las más señaladasa nuestrosojos;quien recordaríaunabatalla naval, quien un naufragio;uncomerciantehará memoria de las expedicionesque ha des-pachadoa ultramar, y unamadrepensaráen el hijo ausenteque atravesóel océanopara visitar regionesdistantes.

La influencia de estasdos causasde asociaciónse mues-tra a las clarasen todoslos sistemasde signo y particular-menteen el habla. Un objeto B recuerdasu semejanteA;éstenosrecuerdasu nombre,cuya idea ha coexistido conladel objeto A en el alma; aplicamosentoncesaquelnombreal objeto B; sucedelo mismo con los objetosC, D, E, quecontemplamossucesivamente;y en virtud de las semejanzasobservadasentre ellosy de las leyesde asociaciónde la me-moria, el nombredel individuo A viene a ser unadenomi-nacióngeneralque los comprendea todos. De estemodo seforma la clasificaciónnominalde los objetos,basede los sis-temassignificativos que llamamos-idiomaso lenguas.

«Entiendopor lenguaje”, dice el profesorReid, «todosaquellossignos de que se sirven los hombrespara comuni-carseentre sí sus pensamientose intenciones,sus miras ydeseos.Estossignos sonde dos especies:unoscarecende to-do sentido,exceptoel quehantomadopor ciertaconvenciónexpresao tácitade los quese sirvende ellos,y se llamansig-nosartificiales; otros,al contrario,tienende suyoun sentidoanteriora todo convenioy son inteligiblesa cualquierhom-bre, en fuerzasólo de la constituciónhumana;éstosse de-

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nominannaturales, y las mismasdenominacionesse aplicanal lenguaje,segúnlas especiesde signos de quese compone.

«Parécemedemostrableque si los hombresno hubiesentenido primeramenteun lenguajenatural, todoel ingenioydiscursodel mundo no hubieranllegado jamás a la inven-ción del artificial. Porqueéste suponecierto convenio envirtud del cual se da un sentidoarbitrario acadasigno.Porconsiguiente,es menesterque hayahabido conveniosante-riores a todo lenguajeartificial. ¿Peroqué convenio puedeconcebirseentrelos hombressino por medio de signoso dealgún lenguaje?Debía, pues,haberpreviamenteun lengua-j-e natural,paraqueel artificial pudieseformarse.

«Si el lenguaje en generalhubiera sido invención hu-mana,como la escriturao la imprenta,hallaríamosen algu-na partedel mundopueblosmudos como los brutos. ¿Peroquédigo brutos? Aun éstostienen sus signosnaturalesconquese dana entendermutuamentesus pensamientos,afec-tos y deseos.Un polluelo, apenassalido del huevo, entiendelas voces y tonos diferentescon que la madre le llama atomar el sustentoo le avisadel peligro. El caballoy el pe-rro entiendennaturalmentela expresiónde las cariciaso delas amenazasen la voz humana.

«Los elementosde este lengu-ajenatural del génerohu-manoo los signosquenaturalmenteexpresannuestrospen-samientosy afecciones,creoquepuedenreducirsea treses-pecies: modulacionesde la voz, semblantey ademanes.Pormediode ellos, doshombresque no hablasenel mismo len-guajeartificial, podríancomunicarsesus pensamientos,pe-dir o rehusar,afirmar o negar,amenazaro suplicar, hacerpermutas,tratados,alianzas: lo que sería fácil comprobarcon hechosde indudableautenticidad”.

En el lenguajenatural no es menos manifiesto que enlos otros la influencia de las dos leyes de asociaciónde lasideas. Un afecto particular, la ira, por ejemplo, produceunaentonaciónparticularde la voz; estaentonaciónse hacesigno de aquel afecto,porquela idea de la ira y la idea de

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aquellaentonaciónde la voz hancoexistido en el alma, ypor consiguiente,la una de ellas recuerdanaturalmentelaotra. Extendemoslas manosparaasiro cogerlos cuerposdequetenemosnecesidado deseo;la idea de esteademáncoe-xiste,pues,amenudocon la idea de necesidado deseo,y laextensiónde las manosse hace,por consiguiente,un signodel deseo,de la petición, del ruego.

No es necesariofigurarnosque los hombresse consagra-sendeliberadamentea tratar de los signos artificiales y losestableciesenpor un convenioformal, señalandoa cadaob-jeto un signo absolutamentearbitrario. Los hombrespasa-ron por gradosimperceptiblesdel idioma de la naturalezaalconvencional,y encontráronsehablandouna lenguaartifi-cial, sin saberlo,como Mr. Jourdainhacíaprosa.

Dióse estepasosin dificultad por medio de las dos leyesdichas.¿Quécosa más obvia paraindicar cualquierobjetoquetengaunavoz o seacapazde emitir un sonidodiscerni-ble, queimitar conla nuestraaquellavoz o sonido?De aquínacieronsignosqueaunqueno tan rigorosamentenaturalescomolos acentos,semblantesy ademanesconquese expre-sanlas necesidadesy pasiones,pudieron entendersesin unconvenioformal. Un murmullo, un bramidodenotaríapormediodevariasmodificacionesy acompañadode variossem-blantesy ademanesla tempestad,el trueno,el mar,el torren-te, el arroyuelo apacible,un tigre, un toro, un hombreen-colerizado,el descensoprecipitadode un cuerpo,etc. Unsonido sugirió la ideade otro sonidosemejante,y estesegun-do sugirió la del objeto que se distinguíapor él, es decir,otra idea quehabíacoexistidoconla suya. Si en la infanciade las lenguasfué algunavezoscurao equívocala inteligen-cia de los signosimitativos, los naturalesacudiríana servir-les de intérpretes.Aquellos primerossignossemi-artificiales,difíciles a la voz y desapaciblesal oído, se suavizaríangra-dualmentesuprimiéndoseunos elementos y añadiéndoseotros,y llegaríanpoco a poco a formar combinacionesdesonidosvocalesy articulados.Mas, estametamorfosis,por

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lenta quefuese,suponeque se desecharonunossonidosy seadmitieronotros.Hubo, pues,unaespeciede elección,que,hechacasualmentepor un individuo y adoptadapor otros,constituyóun pactotácito en cuyos preliminaressirvió demediadorala naturaleza.Es verosímil que se formase deeste modo un gran número de signos,y que las analogíasentrelos sonidosy las demáscualidadessugiriesenotros, aproporción que fuimos necesitandode ellos ~.

Un procedersemejantecondujo -a la escritura.Si la in-vencióndel alfabeto,si la idea de descomponertodaslas pa-labrasde unalengua en un pequeñonúmerode elementos,dar a cadaelementoun signo,fijar asíel másfugitivo de losaccidentesde la materiay encadenarde este modo el pen-samientomismo, suministrandoa cada hombre mediosdecomunicarcon todos los puntos del globo y con todas lasgeneracionesque -han de sucederle; si esta grandiosaideahubierapodido concebirsey llevarsea cabopor un hombre,¿quégloria nos hubieraparecidoproporcionadaal méritode semejantedescubrimiento,sea quepesemosla importan-cia del objeto o que apreciemosel esfuerzode ingenio ne-cesariopara realizarlo?Pero en la edadque precedióa laescrituramenosqueen otra alguna era posibleque hubieseun entendimientocapazde tan sublimealcance.La escritu-ra no podíaser sino el resultadode unamultitud de peque-ñasinvencionesgraduales,a quecontribuyeronun grannú-mero de siglos, y probablementede pueblos,y queno estarádel todo completasino cuandoposeamosun alfabeto per-fecto, cual no tiene ni tal vez ha tenido naciónalguna.

La pintura fué probablementeel puntode dondese partióparaencontrareste arte maravilloso.La necesidadde fijar

~ La voz humana parece haber sido destinada de propósito para instrumentode un sistema de signos artificiales. 5us -ventajas consisten: 1’ en la infinita variedadde modulaciones de que es susceptible; 2’ en lo breve y fácil de los movimientoscon que podemos producirla; 39 en ser igualmente perceptible a la luz y a laoscuridad; 49 en no dejarse interceptar fácilmente. Los gestos no servirían de nadaen un cuarto oscuro; la interposición de un objeto entre los gesticuladores produciríaigual efecto (1V. -de Bello).

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las tradicionesorales, tan fáciles de alterarsey perderse,hizo apelar a la pintura desdemuy temprano.Empleadacomo medio de instruccióny como arte monumental,eranatural que se procuraseperfeccionary espiritualizar sulenguaje,dandoen él menosparte a ios ojos y más al en-tendimiento.Rara vez está a el alcancede la pintura cir-cunscribir a determinadaspersonasy motivos, tiempos ylugares,las accionesqueponea la vista. Un combatetrasla-dadoal lienzo, manifestarálas armasy vestidosde los com-batientes,cuandomás su edady algún rasgode fisonomíanacional; pero difícilmente dará a conocerqué individuosfueron, quécausasustentarono combatieron,ni el lugar yépocaprecisa del hecho: circunstanciasa menudoimpor-tantes.A veces,con todo, podría la pintura hallar mediosde indicar con más o menos claridad aun estasparticula-ridades.Una pirámide,unamontañao torre de cierta for-ma, la confluencia de ríos, cualquierotro accidentelocalsusceptiblede serpresentadoa la vista, hubieraproporcio-nado una indicación tan oportuna como inteligible. ¿Tra-tábasede individualizar un país? Sus produccionesnatu-raleso industrialeso algún rasgofísico notable,hábilmenteintroducido se hubieranhecho comprendersin trabajo.Lasestacionesy las horassuministran infinidad de caracteresde que se hanaprovechadotodoslos pintores. Y como encuadrosdestinadosa la instrucciónno debíabuscarseni re-gularidadde diseño,ni belleza de colorido, ni otra algunade las cualidadesqueconstituyenla excelenciade una pin-tura destinadasólo a recrear la imaginación, las figurasprincipales, y sobretodo las indicacionesaccesorias,se re-ducirían al númerode rasgosy líneasabsolutamentenece-sario paradespertarlas ideasde los objetos.Paraindicar elagua, por ejemplo, se haría uso de una línea horizontalsuavementeondulada;el fuego pudo representarsepor otralínea ondulada,pero vertical; unapirámide,por un simpletriángulo; y así de los demásobjetos.Y como estasaltera-cionesen las formasno habíande introducirsede un golpe,

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pudo retenersefácilmente su significacióny trasmitirsedeunaedad a otra.

Hénosaquí llegadosa la primera épocade la -transfor-mación de la pintura en escritura.Mientras la parte prin-cipal del cuadroconservael carácterde una pintura ver-dadera,otra parte de los objetos queexhibe el artista sereduce a simples lineamientosque sólo presentanuna se-mejanzalejana con sus originales. Estasprimerasletras, sipodemosusar tan temprano este nombre, fueron, pues,hastacierto punto mii-néticas o imitativas: signos que re-cordabanlos objetospor la semejanzaque teníancon ellos.

Fácil es concebirqueel númerode los caracteresmimé-ticos iría continuamentecreciendo,y las indicacionesacce-sorias ganandoterrenosobre la parte puramentepictórica.Tras estossignos,que podemosllamar naturales,en cuantoimitativos de los objetosque representaban,vinieron otros,en que empezóya a descubrirsealgo de más convencionaly arbitrario, y en que tomandopor modelo el procederfi-gurado del habla, se imaginó representarun objeto por suconcomitante,el todo por la parte, el fin por los medios,el contenidopor el continente,lo abstractopor lo concreto;en una palabra, los tropos del lenguajeordinario se trasla-daron a la pintura. Una cuna,y. gr., querríadecir el na-cimiento; una urna sepulcral, la muerte;una flor, la pri-mavera;unaespiga,el estío; una corona,la dignidad real;un incensario,el sacerdocio;un anillo, el matrimonio; unalengua, el habla; una huella del pie humano, el camino:como en algunos jeroglíficos mejicanos;una flecha, la ve-locidad; el laurel, la victoria, y la oliva la paz: como enlas representacionesemblemáticasde los romanosy de lospueblos modernos. Llámansetrópicos estos caracteres;ycuandola analogíaentreel signoy el significadoeraoscura,y solamenteconocidade aquellosque estabaniniciadosenlos secretosdel arte,se formó la escrituraenigmática,reser-vada a los sabioso a los sacerdotes.Así fué emblemade la

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eternidadla periferia del círculo, porquecarece de prin-cipio y de fin.

Estos signos despertabanprimeramente las ideas deciertos objetos, mediante la relación de semejanzaque te-nían con ellos. Unos pocosrasgosrepresentabanasí la pal-ma o la oliva. Pero la idea de esteobjeto sólo serviría paraintroducir otra idea que habíacoexistidocon ella en el en-tendimiento.La palma que coronabaal vencedorse hizode estemodo signo de la victoria. La oliva, primero de losárboles,como 1-a llama Columela, denotabaprobablementela agricultura y las artespacíficas.

La introducciónde los signos trópicosseñalala segunda-épocade la escritura.Los enigmáticos,quediferíansólo dtéstosen que la semejanzaconel significadoera lejanay os-cura,puedenconsiderarsecomounaespeciede cifra empleadapor aquéllosque tenían interés en ocultar ciertos conoci-mientos,o para sacarprovechode su posesiónexclusiva,oparadar importanciay conciliar el respeto,conesteaparatomisterioso,a lo que divulgado cayeraen menosprecio.

Multiplicados los caracterestrópicos, era forzoso quese estableciesenciertasreglas convencionalesparasu expli-cación, y para la representaciónde las ideas complejas; yla inteligencia de ellos fué haciéndosemás y más difícil.Llegó, pues,a sernecesariaunainstrucciónpreliminar, tan-to para comprenderel sentidode estos caracteres,comoparaexpresarlas ideas en ellos; en otros términos, hubo yaun arte de leer y escribir. Pero aquella escritura se dife-renciabanotablementede la nuestra.La primera represen-taba inmediatamentelas ideas; la nuestraindica los sonidosde quenos valemosparadeclaranoshablando,y es propia-menteun sistemade signosen que se traduceotro sistemadel mismo género.

Es natural que el lenguaje ejerciese cierta influenciasobre la escrituraideográfica.Hecha unavez por los hom-bres la análisisdel pensamientomedianteel habla,no pudomenosde servir de baseal nuevoidioma destinadoa hablar

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a los ojos como el otro al oído. La gramáticade ambos,sies lícito decirlo así, debíaser en gran parte una misma, yla traduccióndel unoen el otro, obvia y fácil. Era posible,empero,queel idioma óptico, cultivado por una largaseriede siglos y aplicadoparticularmentea las ciencias,adquirieseuna literatura ideográfica,y no sólo se enriquecieseconsi-derablementede signos,sino que aun se hiciese susceptiblede primores y eleganciasde que no podemosformar con-cepto. ¿Quiénquita quehayauna especiede poesíavisual?La poesíaqueconocemosno es más que el arte de excitarseries agradablesde ideas por medio de las palabras.¿Porqué no podrá haber un arte que se valga de otras clasesde signos para excitar pensamientosy fantasíasque nosrecreeny embelesen?La delicadezao la energíacon quesedarían a entenderen este génerode composiciónlos con-ceptos de un gran poetapor medio de líneas, rasgosy co-lores podrían ser a veces intraduciblesal lenguajevulgar,a la maneraquehallamosa menudodifícil, si no imposible,verter en una lengua la gracia, sublimidado ternura de lospasajesque admiramosen otra.

Simplificándosemás y más los signos,como es naturalquesucedacuandose haceun uso frecuentede ellos, llega alcaboa perdersela semejanzanaturalo trópica que al prin-cipio debierontener con los objetos: terceraépoca.Tal esel estado en que se halla ahora la escritura chinesca.Laconexión entre las ideas y los caracteresparece del todoartificial.

Pero por grandequesea la perfección-a que suponga-mos llevado este sistemade signos,le falta todavíala indi-cación de los nombrespropios, sin la cual ¿cómo hubierasido posibleal lector en la mayor partede los casosidenti-ficar los individuos simbolizadosen este lenguaje,con losindividuos representadospor aquellosnombresen la lengua?Era, pues,necesariobuscarmodo de expresar los sonidosmaterialesdel habla;y así comoen nuestraescrituralos so-nidos sugierenlas ideas, era natural que en la escritura

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simbólica, que la precedió, las ideas sugiriesenlos sonidos.Si un nombrepropio era significativo de una idea general,o podíaresolverseen dos o máspartescadaunade las cualeslo fuese, la expresiónsimbólica de estas ideas pudo servirparaindicar la composiciónmaterial de aquel nombre.Talfué el arbitrio adoptadoen los jeroglíficos mejicanos.Porejemplo, paramencionaral rey lihuicarnina cuyo nombrese divide en dos palabras,cara y agua, el pintor trazabalaimagen de una cabezay el símbolo del agua. Axajacatiquiere decir flecha que rompe el cielo: el rey llamado asíera representadopor los signos correspondientesa estasideas. La ciudad de Macuiixochtl (cinco flores) era unaflor sobreel signo del número cinco; la Quanhtinchan(casadel águila) una casaen que asomala cabezade estaave. Los chinos, los egipciosy otrasnacionesse valieron deestaespeciede caracteres,que por haber representadopri-meramentelos sonidosde que constabanlos nombrespro-pios, se llamaron ciriológicos, de Izyrios, propio, y logos,palabra.

Los mejicanoshabíanllegado hasta aquí; pero su es-critura, si así puedellamarse, deja percibir todavía la in-fancia del arte. La parte puramentepictórica, que habíadesaparecidoen la escriturachinescay egipcia,ocupabaunespacioconsiderableen la mejicana,quese puedemirar co-mo unaserie de cuadros (aunquede imperfectísimodise-ño, por estarexclusivamente destinado a la instrucción)con brevesinscripcionesideográficasy ciriológicas.

Los caracteresciriológicos representan ciertos objetosmediante la semejanzaque tienen con ellos; estos objetosrecuerdansus nombres,en fuerzade la sugestiónde coexis-tencia; y un nombrede éstos o una serie de nombresre-cuerda,mediante la misma relación, otros objetos.Así, enuno de ios jeroglíficos mejicanosque acabode citar, ciertosrasgoscoloridosofrecen a la vista la imagen de una flechaque rompe el cielo; estos objetos recuerdan los sonidosAxajacati, asociadoscon ellos en el habla de los mejicanos,

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y los sonidos sugierenla idea del príncipe cuyo nombrecomponen.

Introducido una vez en la escrituraeste medio de re-presentarlas palabrashabladas,era fácil extenderlode losnombrespropios a los comunesy generales,que constasende partessignificativas,cuyossímbolosfuesenya familiares.De estaspalabrasdivisibles en otras palabras suele habermuchísimasen algunaslenguas,y en ios idiomasprimitivosno pudo menosde sermuchomásconsiderablesu número.La conveniencia,pues, de indicar una idea indicando elnombreque la representaen el lenguajeordinario, debíasin duda empeñara los hombresen aumentarmás y másel númerode los caracteresfonéticos, es decir, representa-tivos, no del pensamiento,sino de la voz (phone). Perode todos modos la descomposiciónde las palabrasen ele-mentossignificativos no podíapasarde un númerode casoscomparativamentepequeño. ¿Cómo,pues, representarlaspalabrasque no se prestabana semejantedescomposición?Supongamosque nos hubiésemosvisto en el casode indicaresta palabraárbol, que en castellanoes irresoluble en ele-mentossignificativos. ¿Quéhubiéramoshecho?El arbitrioque ocurrió a variospueblosfué dividir la palabraen doso trespartes,cadauna de las cuales,ya queno significaseninguna idea por sí sola, a lo menos formaseel principiode alguna dicción significativa. Árbol es divisible en ar,bol. Ar y bol principianrespectivamentelas diccionesarco,bola. Suponiendoque estasideas se representasenpor lossignosmiméticos,C, O, la estructuramaterialde la palabraárbol se representaríade estemodo,C O.

He aquí, pues, a los hombresanalizandoya la estruc-tura materialde las palabrasparatrasmitir las ideas: cuartaépocadel arte. Ciertoscaracteresrepresentanciertos objetosmediantela relación de semejanza;estosobjetosrecuerdansus nombresmediantela relación de coexistencia;y com-binando partes de estos nombres,formamos otro nombrequemediantela misma relaciónrecuerdaotro objeto.

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La análisisde la estructuramaterial de las palabrascon-duciría por gradosa la escrituramonosilábicaen que cadasílabaseríarepresentadapor un caráctersimple, como seusa hoy día entrelos tártarosmanchusesy entre los habi-tantesde la Corea.El númerode sílabasde queconstanto-das las palabrasde una lengua, aunquegrandecomparadocon el de las vocalesy articulacionesverdaderamenteele-mentales,no lo es tanto que no pudiese llegarse sin grandificultad a simbolizar cada sílaba con un signopropio, loqueconstituiríaya un sistemacompletode escriturafoné-tica. El alfabeto de los tártarosmanchuses,cuya lengua essingularmenteartificiosay rica, se componede mil quinien-tos caracteresmonosilábicos.

La lengua castellanatiene poco más o menosel mismonúmerode sílabas,y conformea estesistema,pudieron,porejemplo, representarseen ella las sílabas a, ca, o, ra, ser,con los signos ideográficosque denotabanrespectivamenteun ave, una cadena,un óvalo, una rama, una serpiente,objetos cuyos nombresempiezanpor las referidassílabas.Aplicado estearbitrio a todoslos quecomponenla lengua,hubiéramosllegado a tener una escriturade poco más omenosmil quinientos caracteres,con los cuales hubieranpodido representarsetodas las sílabas y por consiguientetodaslas palabrascastellanas.En estesistemalos caracterestraena la memoria las ideasu objetos;éstos recuerdansusnombres,y sus nombresrecuerdanlas sílabasiniciales res-pectivas.

Pero familiarizado con ellos el lector, no tardaría enasociarlos caracteresconlas sílabassin pensaren los objetosni en los nombres. He aquí, pues, convertidoslos signosideográficosen signos simplementefonéticos,o inmediata-menterepresentativosde los sonidosdel habla:quinta épocadel arte.

Restasólo un paso,quees disminuir el númerode estoscaracteresllevandola descomposiciónde las palabrashastalos sonidos elementales,paso facilísimo de dar, si, como

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hicieronalgunospueblosdel Asia, se prescindede las vocalesen la escritura.En tal caso los antiguoscaracteresfonéticosreducidosa un corto número, serían las verdaderasletrasconsonantes,las unas de valor simple, como nuestrab, p,in, las otrasde valor doble, comolo eranen griego las letraszeta,xi, psi, (ds, cs y ps); y algunasquizáde valoresmáscomplicados.Para perfeccionareste alfabeto faltaba sóloañadirlos signosde las vocales,y sustituir a cadaconsonan-te dobleo triple los signosde los sonidossimplesrespectivos,como hacen algunosen castellanosustituyendocs a la x.Parallegar a la perfecciónno faltó quizá a los griegosmásque completareste último procederanalítico desterrandotodas las consonantesdobles. Los latinos tuvieron un alfa-betoalgo menosperfecto.Unosy otros, sin embargo,pose-yeron el sistema de escritura más cómodo y simple queconocióla antigüedad:herenciainestimableque trasmitie-ron a los pueblosde la Europamodernay quepasóconéstosal Nuevo-Mundo.

La exposiciónqueprecedemanifiestano sólo la influen-cia de las dos leyesde asociaciónen la escritura,sino tambiénlos pasoslentosy casi imperceptiblescon quehemosllegadoal punto en quehoy poseemosestearte. Otro tanto ha su-cedidoen la formación del lenguaje.Estasinvenciones,que,consideradasensuresultadofinal, nos maravillany nos dantan alta idea del hombre,se resuelvenen una serie de in-vencioneselementales,cadaunade las cualesha costadounesfuerzocasi insensiblede atencióny de ingenio,y sin em-bargo ha sido obra de siglos. Las debemosno a las medita-ciones ni al ingenio de individuos privilegiados -que lascreaseny levantasena su estadopresente,sino a la perfec-tibilidad generalde la especie,a la facultad de trasmitir yacumularlas ideas.

El aprendizajedel sentidode la vista se reduce, comovimos antes,a la formación de un sistema de signos; peroen el arte de ver, cadaindividuo tiene a la naturalezaporsusolo maestro.Si cadaindividuo no sólo lo adquiere,sino

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lo creapor sí mismoy lo lleva en la más tiernaedady enpocosmesesa casi toda la perfección de quees susceptible,tengamospresenteque empezamosa practicarlo desde laprimera vez que abrimos los ojos; que lo ejercitamossincesar, mientrasvelamos,y que se versó al principio sobrelos objetosde nuestrasprimerasnecesidades,que excitabanla atencióncon los aguijones irresistibles del placer y eldolor.

No sólo en los sistemasde signos,en la conversaciónfa-miliar vemos a cada paso la influencia de estas dos rela-ciones de semejanzay de simultaneidad.Un asuntolleva aotro, y aunqueno siempre se echa de ver el lazo que losune,porque cada individuo tiene sus gruposy asociacionespeculiaresde ideas,se dejacolumbrarno pocasvecesy aunnos hace revelacionesimportantes.Por estasideasinterme-diasquesin expresarsese traslucen,llegamosa leerenel almade la personacon quien hablamoslos pensamientosque es-tan-amenosdispuestaa comunicarnos.Supongamosque unhecho sabido de pocos,una conspiración,un asesinato,unrobo, asociaestrechamentedos ideas,A, B, que carecendetoda otra conexión aparente.Un individuo que, tocándoseen la conversaciónla primera de estasdos ideas, pasasedeimproviso a la segundao a cualquieraotra naturalmentesugeridapor ésta,podría dar a algunode los presentesqueestuvieseninformados de las circunstanciasdel -hecho, in-dicios vehementesde participaciónen él.

Las ideasintermediastácitasson las quepiden máscui-dadoy cautel-aal que trata de disimular lo que piensa.

Sobrela comunicaciónde las otras ideastiene la volun-tad un imperio absoluto.En éstasno es así. Ellas correncon tanta velocidad que excitan apenasla atención, perodejan vestigios,que sin advertirlo nosotrospuedenrevelarsu existencia.

Las indicacionesde esta especie,como que tienen todoel aire de involuntarias,son las que más halaganel amorpropio de ios que nos oyen, y las que mejor cautivan su

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benevolencia,cuando se deja ver en ellas la estimaciónoafecto que nos inspiran. El arte de lisonjear con graciaydelicadezase reduce a presentar la lisonja indirectamentede modo queparezcauna revelación,no sólo sincera,sinoinvoluntaria, de io que pensamos.

Algunos reducenla conexión de semejanzaa la de si-multaneidado coexistencia.Segúnellos, cuandouna cosasugiere otra semejante,es porque las parteso cualidadescomunesde las dos sugierenlas partes y cualidadespecu-liares de la segunda,con las cualeshan coexistido en elentendimiento.Pero la semejanza,segúnanteshemosvisto,no suponequehayaparteo cualidadalgunacomúna las co-sasenquese percibe.

El Dr. Brown creeque cuandola semejanzaes incom-pleta, su influencia sugestivapuede resolversefácilmenteen la de contigüidad. Este y otros autores llaman conti-güidadde lugar o de tiempo la misma especiede conexióna queme parececorrespondemásbienel nombrede simul-taneidado coexistencia,entendiéndosepor tal solamentelade las ideasen el entendimiento.En efecto,dos cosascon-tiguasno se sugeriránunaa otra si estarelaciónno ha sido

percibida de intemanopor el entendimiento.No es, pues,la contigüidadde las cosasfuera de nosotros,sino la coexis-tencia de sus ideasla que las asociaen nuestramemoriademodo quepensandoenuna,pasamosnaturalmentea pensaren las otras.

Paraprobarque la semejanzaincompletase resuelveencontigüidad, se vale el Dr. Brown de este ejemplo. Comoel ropajeo vestido forma unaparte importantede la per-cepción compleja de la figura humana,el modo de vestirde una épocapuede traernosa la memoria alguno de lospersonajescélebresque florecían en ella. Una valona,comola que hemos visto en los retratosde la reina Isabel deInglaterra,nos harátal vez recordaraquellaprincesa,aun-que la personaen quien la veamosno tengaotra semejanzacon ella. Pero en este caso los dos principios de sugestión

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obran sucesivamente,sin resolverseel uno en el otro. Lavalona de la personaque tenemospresentenos hace recor-dar la valona que hemos visto en los retratosde Isabel; yestasegundavalona nos trae a la memoria las facciones,einombre,caráctery hechosde aquellareina,enunapal-abra,la idea compleja que nos la representa.En la primera su-gestiónun objeto recuerdaotro semejante;en la segundauna idea despiertaotras que han coexistido con ella, for-mandounarepresentacióncompleja.

Otros con más aparienciade fundamentoy entre ellosel mismo distinguido filósofo, añadena las dos sugestionesdichas la de oposicióno contraste.“El palacio y la choza,dice Brown, la cunay el sepulcro,los extremosde indigenciay de opulento y voluptuosoesplendor,no sólo se asocianen las antítesisartificiales del orador, sino que se sugierennaturalmenteuno a otro. De todas las reflexionesmorales,ningunasmás comunesque las que versan sobre la insta-bilidad de los honoresy distinciones,los súbitos revesesdela fortuna,lo frágil de la hermosura,lo precario de la vidamisma; y todas ellas nacen de 1-a sugestiónde contraste,porque esta instabilidad no es otra cosa que la transiciónde un estadoa otro contrario.Cuandovemosal emperadorvictorioso quemarchaen toda la pompade la majestadyla conquista,es necesarioque pensemosen algún inesperadodesastre,para que pasemos a moralizar sobre lo vano ytransitorio de los triunfos y glorias terrenas. Si cuandovemos salud y juventud, hermosuray alegríaen el sem-blante de una persona,nos dolemosde la brevey precariaduraciónde estosbienes,es porqueprimerose hanexcitadoen el alma las ideasde la vejez y de los accidentesdesgra-ciados a que está continuamenteexpuesta la vida delhombre”.

Pero estos contrastesy reflexionesmoralesno ocurrenal entendimiento,sino porque la historia y nuestrapropiaexperiencia nos los han hecho observar a menudoen lavida. ¿Por qué, cuando veo la procesión triunfal de un

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emperador,meocurre la idea de unarevolución quepuedeprecipitarle del trono y quizá arrastrarle al cadalso? Eltriunfador me recuerdaotros personajesque halagadosdela misma suertepor la fortuna, han terminadosu carreraen el destierro,en las cadenaso en el patíbulo.Un príncipevictorioso recuerdaotrospríncipesvictoriosos;y en la ideacompleja de algunosde éstos,cuya imagen se nos presentamás naturalmentepor la celebridadque les han dado susmismos infortunios, la victoria, el poder y la pompaapa-recenal ladode la destronacióny de unamuertedesastrada.

Mucha partede la energíade aquellaperpetuapropen-Sión a la esperanza,que ni las mayoresadversidadesni laprolongación misma de la miseria puedensubyugaro so-focardel todo, se debe,segúnel mismo filósofo, a la suges-tión de contraste,que presentacontinuamentea la imagi-nación, ya la idea de dichas pasadas,ya la perspectivadeun estadoventuroso,que tal vez nosaguardaen lo porvenir.Si la primera agrav-a el dolor de la pérdida, la segundaresucitay alimentala esperanza.Y no desdicede la bondadde aquel Ser Todo-Poderoso,cuya providenciaadaptó lasmaravillosasfacultadesdel hombre a las varias situacionesde la vida; el haberlehecho capaz de concebiresperanza,dondemás necesitabade ella, preparándoleeste manantialinterno de consueloen el excesomismo de 1-a infelicidad.Las penosasreminiscenciasde lo pasado y los saludablesllamamientosde la conciencia,emanan,en gran parte, dela sugestiónde contraste,queen el entendimientode la an-gustia presente,lleva a pensaren la dulcepaz y serenidadperdidas, y que, si bien no puederestaurarla inocencia,puedea lo menos,por medio de las imágenesque nos ponea la vista, ablandarel corazón al arrepentimiento,que escasi la inocenciabajo otra forma.

Hay un pasajeen el panegíricode Plinio que expresacon bastanteenergíala acción del principio sugestivo decontrastesobre la conciencia delincuente.Merenti gratiasagere, facile esi; non enim ~ericulum est, ne cum loquar

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dehumanitale,exprobaritibi superbiarncredat;cumde fru-galitate, luxuriam; cum de clementia,crudelitatem; cumde benignitate, livorem; cum de continentia, libidinem;cumde labore, inertiam; cuíi-i de fortitudine, timorem.Enestaalusión a tiemposqueapenashabíanacabadode pasar,¡qué horrible pintura de aquel despotismo,todavía codi-cioso de las alabanzasde virtudes cuyo solo nombredebíacausarlepavor; y qué cuadrolastimoso de la cobardíaser-vil, que postradade rodillas, pagabael peligroso tributode la adulación;cumdicerequod velles~ericulosum,quodnolles,miserumesset;de aquelreinadode terror y lisonja,de confiscacióny sangre,en que, presentándosepor todaspartesel luto y la miseria,se agregabaa tantossentimientosamargosla duranecesidadde simular la alegría;cuandolosdenunciadoresespiabanlos semblantesy calumniabanmi-radas y gestos;cuandoel ciudadanoprecipitado en la in-digencia, temía parecer triste, porque aun le restaba lavida; y aquel cuyo hermanohabíaperecidobajo el puñalde un asesino,no osabavestir luto, porque le quedabaunhijo! Peroen el largo catálogode alabanzas,que se tribu-tabanal crimen entronizado,el principio sugestivode quehablamosno pudo menos de haber ejercitado frecuente-mentesu influencia,y a despechode los artificios del oradorpara velar bajo la magnificenciadel lenguaje aquella es-pantosaforma de la virtud, que se veía precisadoa ponerlea la vista, debió muchasvecesdespertaren la concienciadel tirano el sentimientode lo que él era realmentepor elirresistible contrastede la pintura de lo que no era.

No es difícil echarde ver queen el primerode los ejem-plos anterioresla sugestiónde contrastese resuelveen lasde semejanzay de coexistencia.Una situación desgraciadarecuerdaotras;éstasrecuerdanasu vez los desenlacesven-turososy quizá inesperadosque las terminaron.Además,laesperanzade los desgraciadoses alimentadapor sus pade-cimientosmismosy por el ansiade ver mejoradasu suerte.Cuandodeseamosunacosa con ardor, pensamosen todos

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los mediosposiblesde llegar a ella y nos exageramossu efi-cacia.

Del mismo modo creoque podemosexplicar los llama-mientoSde la conciencia.El almaagitadade remordimientosansíala serenidadinterior; y no puede pensaren ella sinque se representela épocafeliz en quegozabade estebieninestimable,compañerode la inocencia.

El tercer ejemplode Brown nos conduciráa considerarla sugestiónde contrastede un modo más generaly com-prensivo.El que da alabanzasa otro, apela necesariamenteal testimoniode la concienciadel alabado,el cual sólo puedeencontraren ella lo que realmenteexiste, hazañasy crí-menes,virtudes o vicios. Si las alabanzasno son merecidas,el aduladorhaceprecisamentelo mismo que si, alabandoaun feo de hermoso,le pusieseun espejodelante. Las ala-banzasde clemencia traerán a la memoria del tirano susactosde rigor y crueldad;las de fortalezay valor le recor-darán su pusilanimidady cobardía;en una palabra, cadacualidad sugerirásu contraria; porque tal es el efecto na-tural de las dos leyes primordialesquegobiernanlas suges-tionesde la memoria.Las cualidadescontrariasversansobreobjetosde una misma especie: sus ideas constan,pues, deelementoscomunesque se sugierenmutuamente,y sugierenloselementospeculiaresagrupadosen ellos. ¿Quédice ci adu-ladoral desapiadadotirano cuandole da el título de clemen-te?Tú hasperdonadolas injurias; tú hastendido unamanogenerosaal enemigopostrado; tú no has querido comprarunavenganzafácil y tal vez legítimaconla orfandady lutode una familia inocente; las lágrimasdel arrepentimientohan podido más contigo que la memoria de las ofensas.Tales son las ideas que la palabraclemenciadespiertaen elespíritu; tal es su significado. Pero en la mentedel tiranoqueoye su panegírico,estosgruposde ideasponenen mo-vimiento otros gruposqueen parte consistende elementosanálogos: enemigosdesapiadadamenteinmolados;,ofensaslevescastigadasconproscripcionesy suplicios; familias mo-

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centessepultadasen el dolor y la miseria,por contentarunavenganzaque se complaceen las lágrimasy la sangre.

No necesitamos,pues,de un vínculo especialde con-trasteparaexplicar el efecto de las alabanzasno merecidasen la concienciade la personaa quien se tributan.Notare-mos de pasoqueno son tan fáciles de despertaren la con-ciencia de los poderososlos contrastesde que hablaBrown,sea cual fuere el lazo de sugestiónque los produce. Lasmáximas que se infunden a los príncipesdesdela cuna yla embriaguezdel poder absoluto,hacenmuchasvecesqueel lenguajeno excite en ellos las mismasideasque se les pre-sentaríannecesariamentesi pudiesenver su conductaconlos mismosojos que ios demáshombres.En un príncipeem-papadoen los principios del derechodivino de los reyes,del sacrosantocarácterde la autoridadde que está reves-tido, y del gravereato de todas las ofensasrevestidascon-tra ella, reato que sus ministros y favoritos tienen interésen abultar, ¿quéefectoharánlas alabanzasde clemenciaybenignidadquele tributan los aduladores?Se juzgaráacree-dor a ellas. Las penasatrocesimpuestaspor culpas imagi-narias o leves le parecerándictadaspor la justicia; y si enla familia del infeliz que cayó en su desgraciaha quedadouna gota de sangrepor derramar,creerámerecerel títulode benigno y piadoso.El déspotaembrutecidopor la su-misión servil de los que le rodean,no aplica a sus accioneslas misma reglasde moralidad,ni da a 1-as palabrasel mis-mo sentidoque los demás hombres.

Por otra parte,cuandola conexiónes tan íntima y tanobvia como suponeBrown, en un panegiristaseríala ma-yor de las torpezasexcitarla. Los aduladoresde corte noacostumbranatribuir a sus héroes las virtudescontrariasalos vicios de que adolecen,sino aquellasque se les puedenconcedersin alejarsemucho de la verdad,aquellasque sushéroessimulan o que tienen cierta afinidad con sus vicios.Los parásitosde Alejandrono elogiaríansusobriedady tem-

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planza.Los de Nerón podrían alabarsu magnificencia,suliberalidad,su buen gusto.

Las ideas contrariasconstanen parte de elementosco-munes, quiero decir, semejantes.Podemos,pues,represen-tarlaspor A B, y A C: A representarálos elementoscomu-nes; B y C los elementospeculiares.Si se excita, pues, launa de dos ideas contrarias,la parte A del complejoA Brecordarála parte A del complejo A C, en virtud de lasugestiónde semejanza;y la parteA de estesegundocom-plejo recordarála parteC del mismo, en virtud de la su-gestiónde coexistencia;excitándosede este modo en el al-ma la idea total A C, como si el un complejo sugiriesedi-rectamenteal otro.

Pero así como la parteA de A B sugierelos elementossemejantesde ideas contrarias,puedesugerir por semejan-za o coexistenciacualquieraotra clasede ideas, y la parteB puede hacer igual número de sugestiones.No propen-demos más a las ideas contrariassugeridasdel modo quehe dicho, que a las ideas de cualquierotra clasesugeridasora por semejanza,ora por coexistencia.No es mayor lainclinación del espíritu al pasarde la idea de un pigmeo ala idea de un gigante, que a las de otros pigmeos, o a lasde personasque se parezcanal primero en el color, en lasfacciones,etc., o a las de personaso cosasque hemosvistoal lado de aquél, o de otra manerase han asociadocon suidea en la memoria. Las circunstanciasson las que hacenque en ciertos casosdemosla preferenciaa las sugestionesquenosllevan a ideascontrarias.Si hemosvisto un gigante,el desvíodel tipo generalde la especiehumanaque vemosen la estaturadel pigmeo nos hará pensaren aqueldesvíocontrario. Pero si hemos visto otro pigmeo, es probableque la idea de ésteexcitaráuna atenciónpreferente.Si elpigmeo es albino, y hemosvisto en otros hombresestaes-pecie de degenerecencia,pasaremosa pensaren ellos. Losojos negros del pigmeo recordarána un amante los ojosnegrosde su amada.En unapalabra,cadaidea sugiereuna

Vol. III. Filosofía—27.3”

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multitud de otraso por semejanzao por coexistencia;y elespíritu prefiere entretodasellas las de aquellosobjetosquele han hecho una impresión más fuerte o más reciente, oquetienenmásestrecharelacióncon nuestrosgustos,nues-tras pasiones,nuestrocaráctery nuestroshábitos intelec-tuales.

Las relacionesde semejanzay de contrasteson, si no meengaño,las únicas que no es necesariohaber conocido deantemano-entre dos objetos, para que el uno recuerdealotro. Como el vínculo de contrastese reduceen parte alde semejanzay en parteal de coexistencia,y como la pro-piedadque tieneel contrastede hacerpasaral entendimien-to de un objeto a otro, sin -embargode que la contrariedadentreambosno hayasido previamenteadvertida,la debeala relación de semejanzaque envuelve,me pareceque po-demossentarque la relación de semejanzaes la única queno suponeconocimientoprevio par-a la sugestiónde ideas:quiero decir, que A sugieresu semejanteB, sin embargode que jamáshayamoshecho alto en la semejanzade ambosobjetosy queestepoder de sugerirsin necesidadde coexis-

- tencia anterioren la mentees exclusivamentepropio de larelaciónde semejanza.

Creo quepuededemostrarseconevidenciaque los prin-cipios de asociacióno de sugestiónde las ideas,se reducenalos dos hechosy no puedenser másni menos.La sugestiónde semejanzaes aquélla en que A despiertala idea de B,en virtud de la semejanzade A con B, sin embargode queA y B no hayan coexistidoantesen el entendimiento;y lasugestiónde coexistenciao simultaneidades aquellaen queA sugierela idea de B, en virtud de habercoexistidoalgu-na vez ambosobjetosen el entendimiento.

Supongamosque M recuerdala ide-a de N: esto no po-drá menos de ser en virtud de alguna relación particularentre M y N, como la de semejanza,1-a de contraste,la decontigüidadde lugar o tiempo, la de causalidad,etc. De-jando apartelas relacionesde semejanzay de contraste,de

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las cualesla segunda,segúnhemosvisto, tiene por uno desus elementosla primera, el raciociniosiguientepuedeapli-carsea todaespeciede relaciones.Contraigámonosa la con-tigüidad de lugar. Si la contigüidad entre A y B hacequeyo pensandoen A me acuerdede B, no puedeser sino por-que estarelaciónde A conB me es conocidamediantemispercepcioneso mis raciocinios,o medianteinformes ajenos;y es evidenteque de cualquierade estos tresmodos que sehayaefectuadola sugestión,ella suponeque las ideasde Ay B hancoexistido antesen el entendimiento.Una coexis-tencia de que no se tienenoticia no puedeligar dos ideas.¿PuedeA sugerir la idea de su causaB, sin que hayamosconocido de antemanoqueB es causade A? Lo quepuedesucedera veceses que el procederintelectualcon que pa-samosdel efectoa la causase-a tan instantáneo,que la cau-salidad nos parezcaun vínculo simple de asociación.Unfruto me sugierela id-ea de la flor que le precedió,aunqueyo no hayapercibido la especiede flor que precedea estaespeciede fruto ni pensadojamásen ella. Pero es evidenteque a la sugestiónprecedeun rapidísimo raciocinio. Losfrutos procedende flores, dice el alma; luego este frutoprocedede flor; el fruto me hacepensaren la clasefrutospor semejanza,la clase frutos me hace pensarpor previacoexistenciaintelectualen la clase flores, que mi memoriame representacomo principios o formas primitivas de losfrutos; y la claseflores me hace pensarpor semejanzaenel individuo flor, de que ha procedidoel fruto que tengodelante.

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CAPITULO XXI

DE LA ATENCIÓN O DEL GRADO DE FUERZA O VIVEZADE LAS PERCEPCIONES

Multiplicidad constante de las percepcionesexperimentadaspor el alma. Poderosoejercicio del pensamiento. — -Facultad de la atención. — La conciencia comofacultad perceptiva.— Si todas las afecciones del -alma producen conciencia.Viveza o ligereza de las percepciones.— Toda intuición decrece en fuerza res-pecto de Ja causa próxima. — Advertir, percibir y tener conciencia. — Leyesde la atención. — La fuerza de la atención. ~— Duración de la atención. —

El conato de la voluntad. — Ejercicio de los órganos que cooperan al ejerciciode la voluntad. — Coexistenciade otras afecciones interesantes.— Novedad, oextrañezade los objetos. — Relación del objeto con nuestros intereses,pasionesy estadoshabituales — Predisposición al recuerdo de los objetos que nos afectanagradable o dolorosamente.— Relación del objeto con nuestra índole, tempera-mento o constitución orgánica. — Vínculo de semejanzay vínculo de coexis-tencia. —. Instintos peculiares de la edad y del sexo.

No hay momentoen que no impresionennuestrosór-ganosuna infinidad de estímulos,produciendopercepcio-nessensitivasexternaseinternas.No hay actodel alma queno produzca percepcionesintuitivas. No hay percepción,no hay recuerdoqueno despierteuna infinidad de anam-nesis,mediantelos dos vínculos de coexistenciay de seme-janza de que hemostratadoen el capítulo anterior. Debe-mos, pues, experimentaren cada momento una infinidadde percepcionesactualesy de recuerdos.Añádansea estolas combinaciones,ya fortuitas, ya voluntarias,del racio-cinio y la imaginación,en las cualesla semejanzay la coe-xistenciatoman, por decirlo así,movimientosy direccionespeculiares.Y si tenemospresenteque no hay modificacióndel alma queno afecte la conciencia,y que las intuiciones

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mismas deben producir otras intuiciones ulteriores, y éstasquizá otrasy otras sucesivamente,como los sucesivosecosde una voz repercutidaen un grupo de montañas,es pre-ciso admitir que el alma experimentaen cada instanteunnúmeroincalculablede percepcionesintuitivas y sensitivas,actualesy renovadas.

Esto, sin embargo,se verifica de tal modo que apenasadvertirnosen ello. Ciertas percepcionesactualeso ciertosrecuerdos,envirtud del grado de fuerzaque tienen,hacenlas afeccionescoexistentescomo nulas.Una percepciónvi-va no nos deja atender a las otras percepcionesy muchomenos a los recuerdosque se despiertanal mismo tiempoen el alma. Los recuerdosson naturalmentemás débilesque las percepciones,y sin embargoadquierenun grado talde fuerza y viveza, por la conexión que tienen con nues-tras necesidades,afeccioneso caprichos, y ejercen tantopoder sobrela mente,que la arrancanen cierto modoa lossentidosy la ensordecena los avisos e informes que recibede ellos. Cuandoestamosen una de estasdistracciones,loque vernosy oímos es como si no lo viésemosni oyésemos.Ni presenteadvertimosen ello, ni pasadonos es posiblerecordarlo.

Mediante, pues,la varia fuerzade las percepcionesac-tuales o renovadas,el gran número de las afeccionescoe-xistentesque a cada instanteexperimentael alma, no em-barazanel ejercicio del pensamiento,que se ocupa en uncorto númerode ellas a un mismo tiempo y comúnmentepasade unasa otrascon orden y elección;facultad tan ma-ravillosa como necesaria,sin la cual nuestramente,embes-tida de todaspartespor los objetosy enfrascadaen un tu-multo perpetuode sensaciones,anamnesise intuiciones,pre-sentaríala imagen del caos.

Quela fuerzao viveza de las percepcioneso de las ideases susceptiblede diferentesgrados,es un hecho de quenopodemosdudar. Por poco que nos hayamos detenidoencontemplarlos fenómenosmentales,no hemospodido dejar

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de observarla varia fuerza de lo que llamamosadvertir lascosas, atendera ellas, reparar, fijarse, hacer alto en ellas,desde la atención exclusiva que, concentradaen un soloobjeto, hace como nulas las percepcionesy las anamnesisde los otros, hasta la oscura- ~ distraída percepciónquenos informa a la ligera de los objetosen queno nos inte-resamosy hasta el recuerdofugitivo que apenasdeja ves-tigio en la mente.Multitud de grados intermediosseparanestosdos puntos, que son los extremosordinariamenteob-servables.Perohay estadosextraordinariosen que unaima-ginacióri embargaa el alma hastael punto de hacersever-daderamentenula ladiferenciade intensidadentrelas anam-nesis que la componeny las afecciones actuales; comosucedeen el delirio febril o en los raptos de la devociónexaltada.Y también hay, como vamosa ver, estadosinob-servablesaunquefrecuentesen que1-a concienciade ciertasafeccionesespiritualeso es absolutamentenula o se desva-neceal momentomismo de producirse,sin dejarrastro al-gunode sí ni de ellas en la memoria.

Con la palabraatención suele significarsey-a el conatode la voluntad quesolicita concentrartodael alma en unasola cosa, ya la viveza con queen virtud de esteconatoseproduceen la percepciónla idea de esa cosa que tambiénpuedeser producidapor otras causas,que obran con en-tera independenciade la voluntad, y auna pesarde ella.Yo limito el usode la palabraatenciónpor sí solaal segundosentido.La atenciónpuedeser voluntaria o no.

Convienetambiénrecordarque la concienciaes en to-dos casosla verdaderay única facultad perceptiva.El al-ma no percibejamássino a sí misma, ni puedepercibir losmodos de ser de los cuerposy de los otros espíritus,sinopercibiendolos suyos. En toda percepciónhay, por consi-guiente, una afecciónespiritual o una relaciónentre dos omás afeccionesespirituales,la cual afección o relación deafeccioneses el objeto inmediatode la facultadperceptiva.

Los recuerdosconstan,segúnhemosvisto, de intuicio-

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nes y de anamnesis,y forman, por consiguiente,una espe-cie de percepciones,en quela concienciatiene por objetoafeccionesquesonunacopiaimperfectay apagadade otrasafeccionesprecedentes.En la percepciónactual, que es lapropiamentedicha, la concienciatiene por objeto afeccio-nesoriginales;en el recuerdo,afeccionesrenovadas.

Podemos recordar no sólo percepciones actuales, sinorecuerdos. En este caso la anamnesis que fué uno de los ele-mentos del primer recuerdo,es un original a quesirve deimagen la anamnesis,que es uno de los elementos del, se-gundorecuerdo.

La viveza de las percepcioneso de los recuerdoscon-

sisteen la viveza de las afeccionesactualeso renovadas,queson objeto inmediatode la conciencia.Si el conatode lavoluntad aviva la percepcióno el recuerdo,es aumentandola intensidad de la afección espiritual que el alma contem-

pla en sí misma.Se dudarátal vez si todaslas afeccionesdel alma pro-

ducen conciencia.En cuanto a aquellasde que podemosacordarnos,no cabe dudaque la producen,porque no po-demos acordarnossino de lo que hemospercibido actual-mente, y en todapercepciónhay necesariamenteintuición.Esto, sin embargo,no carecede dificultad. Si todaslas afec-ciones del alma producenconciencia,y los actos mismosde la concienciaproducenotra conciencia ulterior, y losactosde ésta,otra tercera,y así infinitamente; no hay mo-mentode tiempo, mientrasvelamos,en queel alma no ex-perimenteun número infinito de afecciones,tomandoensusentidoliteral la palabrainfinito; lo cual es absurdo.¿Nose pudiera decir que la fuerza o viveza de la intuición essiempremuchomenor que la de aquellaafecciónespiritualque inmediatamentela produce, y que, por tanto, decre-ciendo la fuerza de las intuiciones sucesivasen una pro-gresión rápida, llegaen brevea desvanecersedel todo? Na-da hay en estahipótesisque seadesmentidopor la observa-ción de los fenómenosintelectuales.Al contrario, sabemos

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que las percepcionesde los objetoscorpóreosque sólo exi-gen intuiciones primeras, se llevan toda nuestra atenciónen los primeros años,y que aunen la edadadulta la ma-yor partede los hombresrara vez se detienena pensarenotros.El plan generalde la naturalezaes que las afeccionesdel alma que tienen conexión inmediatacon nuestro bie-nestarcorpóreonos llameny tiren al principio muchomásimperiosamenteque las otras.

Tomemosahoraen consideraciónciertos hechosquesu-ponen procederesmentalesque no advertimos al ejecu-tarlos, y de que, ejecutados,no nos es dableacordarnos.

Cuando leemos en alta voz, percibimossucesivamentelos caracteresescritos; cada percepciónsugiereciertas vo-liciones, y éstasproducenlos movimientosnecesariosparaqueel órganovocal dé el sonidocorrespondiente;y mien-tras estaspercepcioneso voliciones se sucedencon incon-cebible rapidez (pues un lector medianopuedereconocertreinta o cuarentaletrasen un segundo,y apenashay unacuya pronunciaciónno exija la concurrenciade variosmúsculos).,el alma pareceestarenteramenteocupadaen elsentidode lo que lee y la memoria no conservaordinaria-mentevestigiode ellas.Lo mismo sucedeen todaslas otrasoperacionesque se nos hanhechohabituales.Al andar, re-gulamosnuestrosmovimientosa consecuenciade unamul-titud de percepcionesque nos informan -de los altos y ba-jos del suelo, de las varias inflexiones del camino, de loscuerposque se nosofrecenal encuentroy de otrasparticu-laridades;y todasestaspercepcionesy las voliciones y mo-vimientos que se verifican consiguientemente,no impedi-rán tal vez que al mismo tiempo estemosembebidosenuna meditación profunda, que no parecedejarnosadver-tir otra cosa. ¡Qué diferenciabajo este respectoentre eladulto y el niño que ensayasus primeros pasos! Los dife-rentestrámites de la operaciónse presentansucesivamentea el alma con una velocidadmás y más grande,segúnlafrecuenciaconque los hemosejercitado;hastaqueúltima-

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mente son tan rápidos que no podernosya advertirlos nirecordarlos. Cuandonos paseamospor sitios familiares anuestravista y al mismo tiempo meditamosprofundamen-te en algo, hacentan pocaimpresión en nuestramentelosobjetosmaterialesque nos rodean,que no podríamosacasoafirmar la existenciade alguno que acabásemosde tenerpresente;y con todo es tan cierto que los percibimos,quesi en lugar, por ejemplo,del arbustofamiliar en queno ha-cemosalto, estuvieseal pasounafiera, la extrañezasola delobjeto, aun sin la idea del peligro, suspenderíainmediata-mente el proceder intelectualque nos ocupaba.Tenemos,pues,verdaderaspercepcionesde los objetosque se nos ofre-cen al pasoy 1o que es más, distinguimosen ellos lo fami-liar y lo extrañoy lo quenos importa por el bien o malque puederesultarnosde ello, de lo queno nosimporta.Eljuicio quehacemosde la extrañezao la importanciade losobjetosexcita la atencióny aviva las afeccionesconque lospercibimos.Si hacemosjuicios contrarios,y estamosocu-padosen una meditaciónprofunda, ni advertimosen ellos,ni en las percepcionesque los motivan, porquel.a superiorviveza de otras afeccionesborra de la mente aquellasper-cepcionesy juicios a medida que se producen.

Cuando asistimosa una representacióndramática,su-cede a veces que interesadosvivamente en un lance, nocreemospercibir otra cosa. Sin embargo,no hay duda quese verifican entoncesmuchísimasotras percepciones:te-nemosdelante orquesta,palcos, espectadores,iluminación;la magnificencia aunde aquellaparte del espectáculoqueno tiene relación con el drama, contribuye al placer quesentimos;y nadalo realzatanto, comoel queexperimentanlos demás espectadoresal mismo tiempo, y de que quizásólo gustamospor su silencio. La existencia,pues,de estaspercepcionesen aquellos momentosmismos en que nues-tra atenciónpareceabsorbidapor lo quehaceny dicen losactoreses indudable;el grado muchomayorde fuerzacon

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que se producenotras percepcioneses lo que nos impideadvertir las primeras.

Veamosla parteque tiene- la concienciaen estasmodi-ficacionesfugitivas denuestroespíritu.Ya hemosvisto quetodapercepcióny todo recuerdoes un acto de la concien-cia. Las voliciones por su parte suponenla concienciadelas afeccionesespiritualesque nos determinana ellas. Nohay acto mental de que la percepciónintuitiva no seane-cesarioelemento,ni acto de la voluntadque no la suponga.La concienciaesel nexoquetrabatodaslas afeccionesdel al-ma y les da unidad y concierto. Pero si la fuerza de lasintuicioneses siempreconsiderablementemenor que la desu causapróxima, y si en casossemejantesa los queacabode mencionar,las sensacionesproducidaspor ciertosobjetosson tan fugitivas y levesque al momentode haberseveri-ficado no hallamosya rastro de ellas en la memoria,¿noesnatural concluir que la concienciade ellas es mucho másdébil auny sólo existe en el grado indispensablepara quese ejecutenios respectivosprocesosmentales,desvanecién-dose inmediatamentesin dejar vestigio de sí? Según esto,el advertir una cosa,el reparar o hacer alto en ella, denotalas intuiciones que tienen suficiente fuerza para que susobjetospermanezcanalgún tiempo presentesa el alma; y e1no advertir,el no reparar,el no haceralto, denotanaquellaconcienciadebilísimay casi evanescentequeasisteal ejer-cicio de los procesosmentales con que estamosfamiliari-zados.

Pero en la explicaciónde los hechospocoha menciona-dos se supone que el entendimiento,haciéndosehabitualuna serie de operaciones,no suprime ninguna de ellas, oqueentrelos hábitospor adquirir y adquiridosno hay másdiferencia que la de la velocidadcon que se ejecutanlosvarios trámites. Ahora bien, seanA, B, C, tres afeccionesdel alma, de las cualesA excita o sugierea B, y B a C. Sa-.bemosquees unaley de la memoria que las afeccionesque~an coexistidofrecuentemente,se sugierano recuerdenuna

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a otra. Perosi suponemosque la serieA, B, C, se reproduz-ca a menudoen el alma, se verificará que los términos deella, sucediéndosemás y más rápidamente,coexistanal ca-bo. Podrá,pues,A sugerir a C, sin necesidaddel interme-dio B. La vista del mar me recuerdaun puerto distante;la idea del puerto me hacepensaren unaciudad vecina, yde pensaren la ciudad paso a pensaren una personaqueconocí en ella. Si esta serie de afeccionesse reproduceamenudoen el alma, ¿llegaráa sucederque la vista del marme recuerdeinmediatamentela persona?¿No será, pues,probablequeen los procesoshabitualesomite el alma algu-nos de los actosque le fué necesarioejecutarpara adqui-rirlos? Generalizandoaun más esta -consecuencia,pareceque pudiéramosadmitir que la sensación,por ejemplo, deuna letra llega, en fuerza del hábito, a suscitarpor sí mis-

ma la volición de los movimientoscorrespondientesdel ór-ganovocal sin que la concienciaintervengaen ello. Y aunno falta quien crea que en las operacioneshabitualeslavolición misma es uno de los actosque se suprimen,y quelas sensacionesexcitan inmediatamentelos movimientosmusculares.

Yo no tengodificultad en admitir que cuandouna se-rie de ideasse reproducefrecuentementeen el alma, la su-cesiónsehacecadavez másrápidahastapararenverdaderacoexistencia;quede estemodo llegan a tocarse,por decirloasí, términosde ella que estabana cierta distanciauno deotro; y que, en consecuencia,los eslabonesmenosimpor-tantes de la cadenase desvaneceny borran. Pero no creoque estamosautorizadosaextenderestaley -de la memoria,si es que podemosconsiderarlacomo tal, hasta el puntode suponerqueunacontracciónmuscularde las quesirvenal movimiento voluntario es excitadainmediatamenteporunasensación,sin unavolición que inmediatamenteobreenlos nerviosy músculosy sin una concienciaquedeterminela voluntad a influir de un modo particular en el cuerpo.Cuando leemos, sucedemuchasveces que corregimos las

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erratas sustituyendomentalmentea los caractereso dic-ciones escritas aquellos que la pronunciación legítima yel contextopiden. Pero si la sensaciónestuvieseinmedia-tamenteligadacon el movimiento, ¿cómopudiéramospro-nunciarotros caracteresy diccionesque los que estántra-zados en el papel?Esta correcciónsupone no sólo que losmovimientosdel órgano vocal son dirigidos por la volun-t-ad,sino que la voluntadmismaes determinadapor la con-ciencia,y que mientraspercibimosverdaderamentelas le-tras,otrasoperacionesdel entendimientoreconocenlas erra-tas y sugierenlas enmiendas.Estoes lo mismo quese observaen otros fenómenosmentales-de que ya hemoshablado. Sial pasearnospor sitios que estamosacostumbradosa ver,nos chocaun objetoextraño,es porqueaunlos objetosmásfamiliares que no dejan ninguna impresión en la mente,sonpercibidospor la conciencia.La distinción entrelo ex-traño y lo queno lo es, es causade quehagamosalto sobreunosobjetosy sobreotros no; y el distinguir unosde otrossuponeque los percibimostodos, aunquelas percepcionesno dejan rastro en la memoria sino cuandonos detenemosalgo en ellas.

Suele decirse queen semejantescasosno tenemoscon-ciencia de lo quepasaen el alma. En este modo comúndehablar se denota con la palabra conciencia algo más quelas intuiciones elementalesy casi evanescentesproducidaspor ciertas afeccionesdébiles y fugitivas de queno quedavestigio en la memoria. -

Mas, admitido, como me parececierto, que las afeccio-nesde queconstanlos procedereshabitualesproducencier-to grado de conciencia,no por eso es necesariocreer quetoda afeccióndel alma, por leve y rápidaquesea,es perci-bida por la facultad intuitiva. Arriba vimos quesemejanteprincipio, tomadoen todasu latitud, es absurdo;porquelaintuición es una afeccióndel alma, como las otras,y si to-da afección produjera intuición, toda intuición primeraproduciría segunda,tercera,y así infinitamente. Parasal-

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var esta dificultad, hemos apeladoa una suposición, quesobre ser necesaria,parececonfirmadapor la observaciónde los fenómenosmentales:a saber,quetoda intuición esconsiderablementemásdébil que su causapróxima; de quese sigue que la fuerza de las intuiciones sucesivasdecrecerápidamentehastallegar al casode serdemasiadodébil pa-ra producir intuición ulterior. Mas, esta explicación supo-ne que las modificacionesdel alma debentenercierto gra-do de fuerza para que produzcanconciencia,y que por

consiguienteno todas la producen.Todo lo que tienen de maravillosolos artificios del ju-

gador de manos,consisteen queejecutaciertosmovimien-tos con unavelocidadtal, que se escapana la observaciónde los espectadores.No obstantela inconcebible rapidezdel proceder, la concienciapresidesin duda a él; los másligeros movimientosde sus dedosson reguladospor percep-cionesy voliciones; pero en los espectadoresno puedeve-rificarse igual ejercicio de la facultad intuitiva, porqueés-tos carecende los hábitosprecedentes,quedantantafacili-dady velocidada las operacionesmentalesdel otro.

La facilidad con que se sucedenlas operacionesmentalesde que constanlos hábitoses obra de unalargapráctica,ysi en ellas unarapidísimasensaciónproduceconciencia,nopor esoes de creerque aunen casosde diferenteespecieseverifica otro tanto. Los movimientosque las percepcionesdel jugador de manossugiereny regulan con una rapidezmaravillosaadquirida a fuerza de práctica,excitan proba-blementeen la vista de los espectadoressensacionesdemasia-do fugitivas y débilespara que la concienciase informe deellas y las recuerdela memoria.

La velocidad de estos movimientospuede ser tambiéntal, que las impresionesproducidasen la retinay en los ner-vios carezcande la fuerza suficienteparaexcitar sensacio-nes.Unasvecesserándemasiadorápidosparaque la sensa-ción produzcaconcienciay memoria,pero no tanto quelaimpresiónorgánicadejede afectarel alma; y otrasserátal

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la rapidezcon que se suceden,queno se produzcani sen-saciónsiquiera.En el modocomúndehablar,advcrtir, per-cibir, y tener concienciason expresionessinónimas;peroenun lenguajerigorosamenteexactodebemosdistinguir la ad-vertencia,quees una percepciónbastantefuerte para pro-ducir en nosotrosla facultad de renovarlaa más o menosdistanciade tiempo, de la percepcióny concienciaen ge-neral,queadmitetodoslos gradosdiferentesde fuerza,des-de aquelque acompañaa los procedereshabitualeshastaelde la másintensay profunda atención.

Examinemosahoralas leyesde la atención,las causasqueinfluyen en la diferentefuerzade las percepcionese ideas,oquehacenpredominarunapercepcióno idea sobrelas otrasquecoexistencon ella.

En todapercepción,entoda idea,hay,por lo mismo,unaafecciónespiritual,presentea la conciencia.En la mayoromenor fuerzade estasafeccionesconsistesiemprela mayoro menorfuerzade lapercepcióno la idea,o en otros térmi-nos, la mayoro menoratenciónqueprestamosa ella. Vea-mos, pues,quécircunstanciasinfluyen sobrela fuerzade lasafecciones.

La primerade estascircunstanciases la fuerzanatural dela afección,es decir, suenergíaencuantodependede causasextrañas,y no de la actividad o susceptibilidadparticulardel sujeto. Si experimentamos,por ejemplo,unapercepciónsensitivaexterna,la atenciónqueprestamosaella depende-rá en muchapartede la vivezanatural de la sensación,co-rrespondientea la fuerza de la impresiónorgánica,produ-cida por el estímuloexterno. Así es que, en igualdad decircunstancias,la sensacióncausadapor el sonido de unatrompeta,nos llamarámucho más imperiosamente,que elsusurrodel viento quemeceblandamentelos árboles.

2~La duraciónde la afección. Ya hemosvisto queunaafecciónespiritualpuedeser tan rápida y fugitiva, quenolleguea ser percibidapor la conciencia,y queaunfuera deestecasoextremo,su existenciapuedeser tan pasajera,que

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no deje vestigio en la memoria.Al paso que se prolonga laafeccióninicial, crecesu fuerza,hastallegar al máximode-terminadopor el conjuntode las circunstanciasinfluentes.Perodesdeestepunto laduraciónobra en sentidocontrario.La afecciónprolongadase debilita.

3~El conatode la voluntad.Tenemos,por ejemplo,va-rios objetos a la vista: experimentamos,en consecuencia,multitud de sensacionesvisuales.Si no hay motivo que lla-me nuestraatenciónhaciaalguno de los objetospresentes,experimentaremosuna percepciónconfusa y débil de suconjunto, de maneraque apenaspodremosdarnoscuentade la perspectivacuandodejemosde tenerladelante,y nosserádifícil pronunciarsí o no sobrela existenciade muchasde las particularidadesque la componen.Perosi en mediodeaquella inatencióno indiferencia nos viene deseode expe-rimentarunapercepciónviva de cualquierade dichosobje-tos, nos bastael quererlo.A consecuenciade este acto devoluntad, las sensacionesquerepresentanel objeto se hacenmucho másvivas y distintasque las otras, las cualesen lamisma proporción se amortiguany desvanecen.~Es, diceBrown, comosi las otraspartesdela perspectivano hubiesentenido másexistenciaque la de un colorido fantástico,quese disipase,desamparandolas realidadesque contemplamos,o como si un encantamientoinstantáneo,obedientea nues-tra voluntad, hubiesedisuelto los objetos circunstantesyaproximadoa nuestrosojos los que deseábamosobservar”.

A la atención que prestamosa los objetos corpóreos,acompañala dirección de los órganos,adaptándolosde talmodoque la acciónde los objetosproduzcala impresiónor-gánica más favorable a la -viveza de la sensación.Pero elconatode la voluntadpuede,aunsin el auxilio de los órga-nos, aumentarla viveza de las afeccionesespiritualesen quedeseamosfijarnos; y así es que la voluntad ejerceuna in-fluencia tan poderosasobre las anamnesiscomo sobre lasafeccionesactuales.Hablo, por supuesto,de los órganosquesirvenpara la percepciónsensitiva;porque en el estadode

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nuestrosconocimientosacercade la correspondenciaentreel alma y elcuerpo,es imposibledeterminarhastaquépun-to es necesariala cooperaciónde ciertos órganosa las fun-cionesintelectuales.Pudieraser,y. gr., que a cadagrado devivezade unaafecciónespiritual correspondiesecierta mo-dificaciónorgánicaparticular,y que la voluntad,paraob-tener aquelgrado de viveza, tuviese que obrar inmediata-mentesobrelos órganos,produciendoaquellamodificación;de maneraque en el conatode la voluntad el espíritu noobrasesobresí mismo directamente,sino por medio de losórganos.

4~La coexistenciade otrasafeccionesinteresantes.Estacircunstanciaobra por lo regular negativamente,disminu-yendolavivezadeunaafecciónpor la coexistenciade otras;el sonido que apenaspercibimosen el bullicio del día nosafectarátal vez vivamenteen el silenciode la noche.Pareceque la energíade atenciónde quepuededisponerel alma,es unacantidadconstanteo que sólo varíadentrode ciertoslímites; de maneraquesi se la repartenentresi muchosob-jetos, aunqueseasólo pasajeramente,la cantidadde atenciónqueprestamosa cadauno de ellosesdébil. Hablo de las afec-cionesquede algún modonos interesan;porque las que nollaman la atenciónde ningún modo, ceden fácilmente sulugar a las otrasy son comosi no fuesen.

Perohaycasosen que la coexistenciade otras afeccionesaumentala viveza de aquellascon quepercibimoso recor-damosun objeto particular,y hacemásenérgicoslos senti-mientosqueacompañana éstas.Sucedeasí cuandohaycier-ta afinidado armoníaentrelas variasafecciones,de maneraque todas conspirana un fin. De este modo el aparatodeuna fiestacontribuyemucho a la viveza de las percepcio-nes de los objetosprincipales.El ejemplode las representa-ciones teatrales,citado arriba, lo prueba.

5a La novedado extrañezade los objetos. Esto, en losseresmateriales,necesitailustrarse.La impresión quehacenen el alma las relacionesimprevistas,las coincidenciasraras,

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es un fenómenode la mismaespecie.Queun hombreperez-ca trágicamenteen el mismo día del año en que tiempoantescometió un gran delito; que dos capitanesfamosos,de los cualesel uno venció al otro y le hizo pasardel solioal destierro,hayannacidoenun mismo año; queun tiranoproscrito huyendode la indignaciónpopular, pasepor losmismoslugaresy los mismosalojamientospor dondealgu-nos añosatrás,en el mismo mesy día, una víctima célebrefué conducidade orden suyaal calabozo:son coincidenciasque hacenuna fuerte impresióny una vez aprendidas,seapoderande la memoriapara siempre.Por eso uno de losmediosmayorespara reteneren ella una cosa, es ligarla acierta relaciónquepor algunaparticularidadno común, sefija fácilmente en el alma. De todos los númeroscon quepuedeexpresarsela razónentre el diámetroy la circunfe-rencia,113 y 355 son losmásfácilesderetener,porquecons-tan de tresguarismosduplicadosque forman unaprogre-Sión aritmética.

6a La relacióndel objeto connuestraspasiones,intereseso estudioshabituales.Éstaes unaley de la memoriaqueve-mos confirmadaa cadainstantede -la vida.

Comoapenashayobjeto queno tengainfinidad de rela-ciones,ya de semejanza,ya de coexistencia,con otros obje-tos,es fácil hacernoscargode la facilidad con quese tras-

lada nuestraalma de un objeto a otro, aunquea primeravista no parezcahaberconexión algunaentrelos dos. Por-quesi A no tienepuntode contactoconP, a lo menosentrelos innumerablesobjetosque lo tienen con A, no es difícilque haya una que o lo tengacon P inmediatamente,o lotengacon algunode los objetosinnumerablesenlazadosconP; y dadocasoque así no sea,puedeel alma trasladarsedeA a B, medianteun eslabóncomún; de B a C de la mismamanera;y así sucesivamentehastadar con P. Cadaobjetoponeenmovimientounainfinidad de seriesde ideasa queelalma no atiende y de que apenastiene conciencia,porquesólo se fija en los eslabonesque la interesan.Ahora bien, si

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un objeto excita en nosotrosuna viva pasión, todo lo quetiene relaciónconél se nos hacepor el mismo hecho intere-sante,y proporcionauna multitud de puntos intermediospara pasar de otras ideas a la del objeto favorito, y comola permanenciade éste o su frecuentereproducciónlo es-labona con nuevosobjetos, a cada instantese aumentaelnúmerode las series que conducena él, hasta que llegael caso de no presentársenosobjeto alguno de percepciónactual o renovada, que no nos lleve aceleradamentea lacontemplaciónde aquellacosa a que la pasióndominanteda unaimportanciasuperior,y quepor estemedio se apo-deradel alma y no la deja libre un momento.Peroaunsinesto, la idea que produceen nosotrosemocionesvivas, estáacompañadade afeccionesorgánicasfuertes y por consi-guiente durables;y estas modificacionesorgánicasdespier-tan continuamenteaquellaidea. La muertede unapersonaquerida, por ejemplo, produce en nosotros emocionesdedolor, que afectan profundamentenuestrosórganos; laafecciónorgánicasubsisteauncuandoel recuerdode la per-sona difunta sea pasajerarnentedesalojadopor otros obje-tos; y la percepcióninterna de la afección orgánicaes unaviso continuamenterepetido,que producede nuevo aquelrecuerdo,y que, aun cuandodormimos, evoca la imagenquerida, y da a las anamnesisla fuerza y poderíode laspercepcionesactualesduranteel interregnode los sentidos.

7a En razón también de los hábitoscontemplativosoimaginativos,hay personasen quienesla vista de ciertosobjetospone en movimiento series agradables,que no des-piertan jamásen otros hombres.La sublimidady bellezadelas escenasnaturales,a cuyavista se extasíanel pintor paisa-jista y el poeta,haceregularmentepocao ninguna impre-sión en el alma del mercadero del artesano.El sonido delas campanasafectabasiemprede un modosingulara Rous-seau.Shelley,cadavez queencontrabauna lagunao charco,se parabaa contemplarlo; y la prueba de la peculiar sus-ceptibilidad de su imaginación a vista de esta especiede

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De la atención

objetos,se hallaen sus mismaspoesías,adornadasa menudode escenase imágenesacuáticas.

8~Recordamoscon más viveza y facilidad los objetosquenos hanafectadoagradableo dolorosamenteen las pri-merasépocasde la vida. Las escenasque vemos nos hacenpensara menudoen las de los juegos,diversionesy placeresde nuestraniñez y juventud; y al reproducirlasno parecesino’quevolviera el alma a experimentarlas mismas afec-cionesqueentonces;y no sólo se recuerdan,como Rousseaulo observabaa menudoen sí mismo, los tiempos, lugaresy personas,sino todos los objetoscircunvecinos,la tempe-ratura del aire, los olores, una cierta impresión local quepertenecea cadasitio, que sólo se ha hechosentir en él ycuya colorida reminiscencianos transportade nuevo a él.~Por ejemplo”, dice el mismo autor, describiendouno deestos vivos recuerdos,referentesa sucesosy escenasde suprimera juventud en casade MadamaWarrens, ~todo loquese ensayabaen la sala del maestrode capilla, todo loque se cantabaen el coro, todo lo queallí se hacía, el nobley hermosovestidode los canónigos,los ornamentosde lossacerdotes,las mitras de los chantres,las carasde los mú-sicos,un carpinteroviejo y cojo quetocabael contrabajo,un cleriguito rubio que tocabael violín, la desgarradaso-tana que el maestrode capilla se ponía sobre su vestidolaical despuésde quitarseel espadíny la bella sobrepellizcon quecubría los jirones parair al coro, lo orgullosoqueyo iba con mi dulzainaa colocarmeen la tribuna de la or-questa,dondecantabaun pedacitode recitadoque se habíacompuestoparami, la buenacomidaque nos aguardabayelexcelenteapetitoquellevábamosa ella, todoesteconjuntode objetos,vivamentepintado, me haproducidocien vecesen la memoriatantay másdelicia queen la realidad”.Efec-tivamente,hay objetosque percibidosnos afectan poco onada,y recordadosnos causanun placer exquisito, porquelos hemos asociadocon el sentimientode felicidad de queestabaentoncespenetradael alma, y casi siempreexagera-

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Filosofía del Entendimiento

mos, asistiendoa la memoria la imaginación, que pone enestosrecuerdosalgo de suyo.

9~Nos afectan de un modo más vivo los objetos quetienenunarelaciónparticular con nuestraíndole o tempe-ramento o constituciónorgánica.Hay personas que sonnaturalmentealegreso melancólicas,propensasa la ira o almiedo; disposicionesqueparecentenersu origen en la con-formación radical de ios órganos y que influyen de unmodo muy notable en las operacionesintelectuales. Unmismo objeto hace impresión en unos hombresy no enotros,y lo que es más, produceen los diferentesindividuosdiversísimas impresiones. El hombre de temperamentomelancólico se fija de preferenciaen el lado triste de losobjetosque le rodean,o más bien, tiene el don funesto dehallar a todoslos objetosun lado triste. Entre las seriesdeideasque cadaobjetodespierta,le impresionancon másve-hemencialas que le figuran causasde tedio y pesadumbre,placeresmarchitos,accidentesrealeso imaginariosqueme-noscabanel valor de los bienesy desencantanla vida. Asílos espectrosque un hombremedrosocree ver en la os-curidad,se componende los lineamientosrealesde las cosaspresentes,percibidoscon unaextremadavivezaen cuantoconvienencon el dibujo de la imaginaciónasustada,la cualcompleta el objeto ficticio y le da bulto con sus propiasconcepciones,reforzadastambiénpor la tendenciadel alma,y por la ausenciade otros objetosvisibles que las atenúeno desmientan.La predisposiciónorgánicapuede ser forti-ficadao contrariadapor las nocionesque hemosaprendidoen la infancia, por las ocupacionesmentaleso físicas enque nos hemosejercitado,por los accidentesde fortuna quenos han acaecidoen la vida y por varias otras influenciasmorales.

10a Pero no sólo la constitución de los órganos,sinosus estadospasajeros,influyen en el grado de viveza de las

percepcionese ideas. El uso de los licores espirituosos,lafiebre, la debilidad nerviosa que suele seguir a una larga

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enfermedad,la buenao mala digestión, las afeccionesor-gánicasproducidaspor una fuerte emociónde gozo, tris-teza, cólera o terror, suscitan en el alma disposicionesdiferentes,cadaunade las cualesla hacefijarsede preferen-cia en cierta clasede percepcionese ideas;y dan asíal pen-samientouna marcha rápida o lenta, un colorido oscuroo brillante.

11a Hay hombresen quienesson más fuertes las ideas

excitadaspor el vínculo de semejanzaque por el vínculode coexistencia;y en otros sucedeal contrario. Pero, aundescendiendoa las modificacionesde estasdos causasgene-rales de asociación,se encuentranen diferentesindividuosdiferentessusceptibilidades.En unoses máspoderosala co-nexión de causalidad,en otros la de contraste.Estepoderíode ciertos modosde asociaciónrespectode ciertos hombres,debidosin duda a su constituciónradicaldel alma y cuerpoy a su tempranaeducación, (tomada esta palabra en susentidomás comprensivo,que abrazatodas las influenciasfísicas y moralescapacesde impresionaral individuo desdeque abre sus ojos a la luz), constituyeen gran parte lasvarias disposicionesmentalespara el estudiode las cienciasy artes,las variasespeciesdememoria,entendimiento,ima-ginación e ingenio.

1 2~Las diferentesedades y sexos desarrollan ciertosinstintos que dan una fuerza y predominio particular aciertos objetos.El instinto obra suscitandoa presenciadeestos objetossensacionesagradableso penosas,que depen-den de nuestrapredisposiciónorgánicay llaman imperio-samentela atenciónhaciaellos; la percepciónde los objetosse hace entoncesvivísima y es seguida de inclinaciones ydeseosde esfuerzoy movimientos,queal principio inciertosy vagos,van como a tientasa la satisfacciónde algunane-cesidadde la vida animal,hastaque ilustradospor la expe-riencia, empleamoscon elección y discernimientolos me-dios adecuadosparasatisfacerla.

Talesson, ami parecer,las varias causasquedeterminan

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la atención,y tal su influjo en las diferentesfasesy fisono-mías, si es lícito decirlo así, del espíritu humano. La ma-teria es vastísima.Cadaunade las causasenumeradaspu-diera dar asuntoa una larga y curiosa investigación.Peroestaempresaes muy superior a mis fuerzas.

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CAPITULO XXII

DE LA MATERIA

La referencia objetiva es un principio de la constitución intelectual. — Principiode la constancia del orden establecido por la naturaleza. — Idea de la naturalezade la materia. — Las situacionesy lugares atribuídos a las causas. — La na-turaleza íntima de las causasexternases desconocida;sólo es posible representarsesus cualidades-y relaciones. — Primera idea del ente viviente o cuerpo. Ori-gen de la idea del animus, anima, spiritus. — El materialismo. El espiritua-lismo. — Espíritu universal. ~— Escuela de Berkeley. — Objeciones materia-listas. Relación del espíritu ingénito con la existencia finita. — Objeciónfundada en la idea de la eternidad de la materia.— Falsa comparación de ladoctrina de Berkeley con el pirronismo. — Dugald-Stewart. — Esterilidad dela cuestión sobre la existencia real de ios cuerpos. — Necesidad de separar lasensaciónsiempre que se considerala naturaleza de las causasexternas. — Doc-trina de la sustancia según Berkeley. — Importancia del principio de causalidad.

Sentido de la palabra materiasegún Berkeley. — Ser real en la causa de lassensaciones.— Apéndice: sensación sin sustancia. — Sustancia material. —

Frivolidad de la cuestión.

Cuandolos hombressimbolizanen sus sensacionescau-sas independientesde su propia sustancia,convirtiendo losubjetivo en objetivo, obedecena un principio de la cons-titución del entendimientoque los induce a referir todofenómenoa alguna cosa o causaprecedente, supuestalaexistenciade la cual es necesarioque exista en seguida,o,como lo expresala lengua castellanacon una propiedadfilosófica, es necesarioquesucedalo que observan.Éste es,segúnhemosvisto, uno de aquellosprincipios que la obser-vación, aunque indispensablepara que se verifique sudesarrollo, no bastaa producir por sí sola en la mente;porqueel haberobservadogran númerode conexionescons-tantesy uniformes, es decir, gran número de causas y

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efectos,no nos autoriza para deducir que todo, todo loquese produceen el tiempo, haya de teneruna causa.Ysin embargo,prestandoatenciónaun a los raciociniosde lapartemásruda,echamosde ver quesi bienno son capacesde expresarel principio de causalidadde un modo preciso,discurren y conjeturansuponiéndolo. Sus más absurdoserrores,sus másgroserasexplicacionesde los fenómeñosna-turales, no procedenmenos sobre este supuesto,que lasteoríasde los filósofos.

Dasela mano con este principio el otro en que supo-nemosla constanciadel orden establecidopor la naturaleza.Habiendoobservadovariasveces,que en circunstanciasda-das,el fenómenoB ha sucedidoal fenómenoA, inferimosque la misma relación ha existido y existirá siempreentreellos. Y tan irresistiblementesomos inducidosa pensarasí,quebastaríahaberobservadounavez unaconexiónde estaclase, para inferir su constanterepetición, si pudiésemosestarsegurosde haberpercibidotodaslas circunstanciasne-cesariasparala produccióndel efecto, o en otros términos,todos los elementosdel fenómenoprecursor.De maneraque si multiplicamos las observacionesy los experimentos,no es porquedudemosque el orden observadouna vez hade reproducirsesiempre,sino para asegurarnosde que he-mos conocidoel fenómenoprecursorcon todo el acompa-ñamientode condicionesquedeterminansu acción.Y nues-troserroresen estaespeciede raciociniosprovienensiemprede que,en estaapreciacióndel fenómenoprecursor,Se flOS

ha escapadoalgunacondición, alguna circunstancia,en su-ma, alguna parte de las que esencialmentelo constituyen.

Los hombressuponen,pues,la existenciade causasparasus sensaciones,comola suponenparatodo,y suponentam-bién unaconstanteuniformidad en la acción de las causasde las sensaciones,como la suponenen la acción de todogénerode causas.Veamos ahora cómo conciben la natu-ralezade las causasde sus sensaciones,o en otros términos,la naturalezade la materia.

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La comparaciónde lo quepasaen mi cuerpoconlo quepasa en otros cuerposanimados,me da a conocerdentrode éstos los estadosmentalesque la conciencia me revelaen mí mismo.Yo sé, pues,queellos sienteny percibencomoyo, y no tardo en descubrirque las causasde las sensacionesque yo experimento,obrarándel mismo modo en ellos, siellos se ponenen la misma situación que yo. Pero saberestoes lo mismoquesaberqueestascausasse hallanconellosenla mismarelaciónqueconmigo,y no son por consiguien-te unamismacosaconellos, comono lo son conmigo. Estascausas,por otra parte, tienental relación entre sí que sólopuedo tocarlas sucesivamente;y para este tacto sucesivoes necesariala producciónde ciertosesfuerzosy movimien-tos. Atribuyo así a estascausasun orden determinadodesituacionesrelativas, y las circunscribo a ciertos lugares.Cadacausaelementales unapartícula de materia; los quellamo cuerpos son agregadosmás o menoscomplejos,máso menospermanentes,más o menosheterogéneos,de estascausas,y máso menosvariablesen sus formas, en el lugarque ocupany en sus otrascualidadesy estados.

La causa,pues,de la sensación,la materia,es algocuyasaccionesindividualesestáncircunscritasa ciertaslocalidadesdeterminadaspor el orden de las afeccionestáctiles, ordenque Consisteen las series y especiesde los esfuerzosnece-sariosparapasarde unasafeccionesa otras.De la naturalezaíntima de estealgo nadasabemos;sólo podemosrepresen-tarnos sus cualidadesy las relaciones que tiene consigomismo,estoes, unapartículamaterial con otras partículasmaterialespor las diferentessensacionesque produce,y porlas relacionesque tienen éstasentre si y las sensaciones.Entre las cualidadessimples y las sensacioneshomogéneasno hay ni puedeconcebirsesemejanza;entre las relacionesde las causasmaterialesy las relacionesque percibimosenlas sensaciones,no sólo suponemossemejanza,sino que porun principio original de nuestranaturalezasomos irresisti-blementeinducidosa hacerlo así.

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Lo que ahora es a los ojos del filósofo una masacom-pleja, un ser múltiple, que constade innumerablesátomosmateriales,a los ojos de la inteligencia nacientefué un sertan individual, como cadahombrese consideraa sí mismo.La unidad de existenciaque cadahombre se atribuyó a símismo,se la atribuyó también a las otrasmasascomplejas,queobransobresus sentidos:al árbol,a la flor, a la piedra.

Parécemeque el primer paso que dió la imaginaciónexcitadapor la aparienciadel universocorpóreo,fué el fi-gurarseen cadauno de estos complejoscierta entidaddo-tada de sensibilidady conciencia,como la que se figuracadahombreen los otros hombres.Ente,vivientey cuerpofueron entoncespalabrassinónimas,que comprendíana untiempo la facultad de experimentarsensacionesy la facul-tad de excitarlas.

La diferencia de fenómenos entre los complejosver-daderamenteanimadosy los queno lo son,o queno nos dana lo menosindiciosde serlo, saltaa los ojos del hombremásrudo, y no se escapaa muchasotras especiesde animalesaun de aquellasque en la escalade la inteligenciaestán abastantedistanciadel hombre.Pero la graduaciónde estosfenómenosdesdeel hombre y los animalesquemás se acer-cana él, hastaaquellosqueapenasdanseñalesdesensibilidad,hace,por decirlo así,mássuaveel contraste.Tenemosciertapropensióna figurarnosen los cuerposinanimados,no tantola privación absolutacomo un grado ínfimo de animación;aquellaespeciede sensibilidady de vida que concebimosen un animalprofundamentedormido, y quecasi no pode-mos sin un esfuerzode la razónrehusaral cadávermismo.En la infancia del entendimiento,ya la consideremosres-pecto del hombre individual o de la humanidadentera,larazón siguió con los ojos vendadosa la imaginación. Y espreciso tener en cuenta que el desarrolloprimitivo de lainteligencia -humanano debecompararsecon el que se ve-rifica ahoraen los individuos, aceleradoy forzado, cuandono sea por otra especiede educación,por el mero uso de

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la lengua vulgar, en la que va envueltano pequeñapartede esaherenciaintelectualde las generacionespasadas.Era,pues,natural concebiruna especiede individualidad, ani-mación y vida en todoslos complejoscorpóreos.Y de ellotenemosun indicio nadaoscuroen las -antiguascosmogoníasy mitologías,y en las supersticionesque a menudose apo-deran del espíritu humano,aundespuésde emancipadodela primitiva rudezay barbarie.

La divisibilidad de todoslos complejos,en cuantocausasde sensación,y la indivisibilidad de ciertos complejos encuantodotadosde sensibilidady conciencia,noscondujerona distinguir dosórdenesde fenómenosy dos especiesde en-

tes: entescapacesde sentiry de ser sentidos,y entesdotadossolamentede esta segundacapacidad;dos vastosdeparta-mentosde la naturaleza,a los cualesatribuímosen conse-cuenciadiferentesmodos de ser. Ente y cuerpo bajo esteaspectoerantodavíapalabrassinónimas;el universoentero,incluyendola Divinidad, se componía,según el modo deconcebirde los hombres,de cuerposanimadose inanima-dos. Tal ha sido y aun puede decirse que todavía es, conpocasexcepciones,la metafísicadel génerohumanoen to-dos los siglos y en todoslos pueblos.

Una de las primerastentativasde la Filosofía paraex-plicar la diferenciaentre los cuerpos animadosy los queno lo son, fué suponeren aquéllosla agregaciónde un prin-cipio de que los otros carecían.Como todo era cuerpoomateria, aquel principio de vida y de inteligencia que seescapabaa la observacióninmediatade los sentidos,parecióser solamenteunaespeciede materia más leve y sutil. Deaquí las expresionesanimus,anima, s~iritus,con quela sig-

nificaron los latinos y que aúnsubsistenen las lenguasmo-dernasde Europa.La hipótesis de los materialistasque sefiguran en el hombre y en los otrosvivientes un principiocorpóreo,de que procedenlos fenómenosde la vida y dela inteligencia,reproducehoy bajo términos más abstractoslas rudasconjeturasde la Filosofía naciente.

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Filosofía del Entendimíeiito

Esta explicaciónse reducea suponeren el cuerpoani-madola diferenciaquepercibimosen el universo;a suponerquelavidaresideenunapartedelviviente, lacual rigey poneen movimiento las otras, pero sin que haya diferenciadenaturalezaentre éstay aquéllas.Quedaba,pues,la dificul-tad en pie, y pararesolverlase apeló a la suposiciónde unprincipio animante, distinto de la materia; y en cuantoa la naturalezade ésta,los más,-dándoleel título de sustan-cia, se la figuraron, a mi parecer,como dotadade unaespe-cie de animaciónimperfecta,y por decirlo así,durmiente;porque todo lo que llamamosente, cosa o causa,o existesintiendo, o existe siendo sentido, y si queremosdar unaespeciede existenciasustanciala lo quesólo conocemosco-mo capazde ser sentido,nos deslizamosindeliberadamentea suponerleunaespeciede vid-a.

Mas, otra terceraespeciede filósofos, concibiendoloselementosmaterialescomomerascausasproductivasde sen-saciones,les negarontoda especiede existenciareal, inde-pendientede los espíritus.Segúnellos, el universoestásólopobladode espíritus,y los espíritusno constituyenelementosparciales de ciertas existencias,sino el todo de todas lasexistenciasque somos capacesde percibir. Cada elementomateriales unamerainfluenciadel EspírituTodo-Poderoso,la cual producea cada instante ciertas sensacionesen losespíritusque se hallanael alcancequeesteGrandeEspírituha querido darla; y todas estasinfluencias particularesnoson otra cosa quedesarrollosde leyes generalesestablecidasprimitivamentepor el Criador, segúnlas cualeslas sensacio-nes de los espírituscriadosdebierony debensucederseencierto orden, alterablehastacierto punto por las volicionesde estosmismosespíritus,y las másvecesindependientedeellos. Y no hay dudaqueesasleyesgeneralesy su continuoy sucesivodesenvolvimientobastanparaexplicar todoslosfenómenosde la percepciónsensitiva, todaslas accionesquelas causasexternasejercenen nosotros,y todaslas quenos-

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otros ejercemosen ellas. Segúnestemodo de ver, las cosaso causasexternas representadaspor las sensaciones,soninfluencias inmediatasde una sola sustancia, es a saber,la sustanciaincreada, infinita, que abrazatodos los tiem-posy llena todoslos ámbitosdel espacio;el tiempo y el es-pacio son merasseries de influencias, y la realidad deluniversoexternoconsisteen la constanciade la relaciónrespectoa cadaindividuo percipiente,y en su uniformidadrespectode todos.

Tal es, si no me equivoco, el fondo de la doctrina queha sido impugnadapor argumentosque,a mi modode ver,sólo pruebanque sus adversariosno han acertadoa consi-derarlabajosu verdaderopunto de vista.

¡Qué! se dirá: ¿las influencias de la voluntadtodo-po-derosa,son blancasy negras,cúbicasy cuadradas?¿Nosalimentamosy vestimosde influencias? ¿Odiremosque lamenteeterna,causainmediatade las sensaciones,es perci-bida por los sentidos,y como el Proteode la fábula, tomaya un color, ya otro, ya estafigura, ya aquélla,de maneraque el universo físico venga a ser una misma e idénticacosaconla Divinidad?

Efectivamente,pudieraresponderla escuelade Berke-ley, nos alimentamosy vestimos de influencias, nadahayen esto de absurdo. ¿Por ventura sucedeotra cosa en lateoría materialista? Toda la diferencia consiste en quevosotros suponéisen ellas un cierto intermedio entre laCausaSupremay los espírituscriados,y nosotrosnegamosla necesidadde semejanteintermedio. Las varias accionesque atribuís a las sustanciasmateriales han sido, segúnvosotros,depositadasen ellas por la primera causa; ¿peronecesitabade este previo depósito la Omnipotencia? ¿Nole bastabael establecimientode leyes constantesquedeter-minasenel orden, las combinaciones,los resultadosde todasesasaccionesque atribuís a un no sé qué,de que no tenéisni podéis tener conocimientoalguno? Las influencias son

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ciertamenteblancasy rojas, cuadradasy cúbicas,porqueproducenen ciérto orden ciertas impresiones visuales ytáctiles; ¿quéimporta que las produzcandesdeun asientointermedioen que residan,o desdeuna causaprimera quelas haya diversificado y preordenadodesde el principio?¿Hay en esta segundasuposiciónalgo de repugnantea laidea más pura y sublime que podamostener de la Divini-dad? ¿Cómo puede suponerseque materialicen la cienciadivina los queniegan la existenciade la materia?

Pareceque contra esta teoría de la materia pudieranreclamarlos que no reconozcan un poder criador, unaprimeracausainteligente; ios queno reconozcanen el uni-versomás que materia,y expliquenel orden por una cieganecesidad,en virtud de la cual cadapartículamaterial ejercepor supropia virtud y naturalezaciertasaccionessobrelasotraspartículasmateriales;y todamateriaquegozade unaexistenciasustancial,increada y por consiguienteeterna.La escuelade Berkeleyse lisonjea de probarquela existenciade la materiano sólo es innecesariapara producir las apa-riencias del universo, sino imposible en sí misma. Si asífuese,suministraríael máseficaz de los argumentoscontrael materialismoabsolutoy contra el ateísmo;pero en estaparteflaquea. El materialismoabsolutono puedeser com-batido sino en su propio terreno; las armasde Berkeleynoie alcanzan.

Segúnla doctrina de los antagonistasde Berkeley,en eluniverso se representana un mismo tiempo dos dramas:el uno pasapor decirlo así,de bastidoresadentro,fuera delalcance de los espíritus criados; el otro se representaennuestro entendimientoy es una traducción del primero.Mas, en la teoría de Berkeleyse alegaque no tenemosnin-gún motivo de pensarque el único drama a que nuestrasfacultadesnos permitenasistir, el quese ejecutaen nosotrosmismospor medio de las sensaciones,se-a la traduccióndeotro alguno; y aun se sostiene (en lo que me parecequevansus partidariosdemasiadolejos) que es imposible lo sea.

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De la materia

Es evidenteque en esta teoría las aparienciassensiblesno son más ni menos de lo que seríanen el sistema con-trario; los mediosde averiguarlasson absolutamenteunosmismos,es a saber,la observación,los experimentos,el ra-ciocinio; que esta doctrina no propendea debilitar en lomásmínimo nuestrapersuasiónde la permanenciadel ordenestablecido,en cuantopuedepercibirsepor el entendimien-to humanoy dirigir nuestrasaccionesintelectuales,nues-tros afectos,nuestracomunicaciónrecíproca,nuestrasope-racionestodas; y que cuando todo el génerohumano laadoptasede buenafe y obraseen consecuencia,no hay quetemer quevariasede conductabajoningún respecto:el in-dividuo experimentaríalas mismas necesidadesque antes,y haríaios mismosesfuerzos1, esto es, desplegaríalas mis-masvoliciones,parasatisfacerlas;la sociedadsubsistiríabajoel mismo pie; las relacionesmoralespermaneceríaninalte-rables, y los descubrimientoscientíficosno perderíannada,ni de su certidumbreni de su importancia.El dolor de laquemadurano es un mal menosgrave para el que lo creeproducido por unasustanciano espiritual, que obra inme-diatamentesobrelos órganos,que parael que lo mira comounasensaciónacarreadapor otrassensaciones,segúnciertoorden natural; las determinacionesvoluntarias que se sus-citaríanen ambaspara sustraerseal dolor, y los efectosdeesas determinacionessobre la sensibilidady la conciencia,seríanexactamenteunos mismos.¿Qué tiene, pues,de co-mún la doctrina de Berkeleycon los delirios de aquel filó-sofode la antigüedadque dudabade todo, y consiguiente-mente de sus sensacionesmismasy de las conexionesna-turales entre ellas, y que colocado a la margen de unprincipio no hallaba más motivo para moverse en unadirecciónqueenotra,porquela consecuenciadesusesfuerzosle parecíaen todas direccionesigualmente incierta? Pero

1 Es claro q’ue en el sistema de Berkeley no hay verdaderosesfuerzos,consi-

deradoscomo modificacionesorgánicas, porque no hay cuerposni órganos~hay sólosensacionesde esfuerzo. (N. de Bello).

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es de creer que no hubo jamás filósofo que profesasetanabsurdadoctrina,y que la de Pirrón fué mal entendidaporlos antiguos.,‘como la delobispode Cloynelo ha sido general-mentede los modernos.Si la posteridadno alcanzaseotranoticia de las opinionesde este ilustre filósofo que la quediesenlos escritosque la han impugnado,la tendríatal vezpor una mera repeticiónde los desvaríosque se imputanal discípulode Anaxarco.

~~Jamásha habido individuo”, dice un escritor justa-mente célebre, “que a menosde estar loco y de quererdestruirse,no mudasede direcciónparaevitar un precipicioo para dar paso a un carro; pero ha habido filósofos desutilísimo ingenio que han dudadoseriamentede la exis-tencia del precipicioy del carro, y hanacertadoa sostenerestaparadojacon argumentosespeciosos.La sensación,di-cen, nadapruebasino la sensación;pasarmás allá es obradel juicio. Consideradaen sí misma la sensaciónno puedeengañarnos;el juicio, al contrario, es susceptible de milerrores. Pero de que el juicio puedaser engañado,inferirquesiemprelo es cuandorefiere nuestrasafeccionesa cau-sas externas,es lo que forma la particularidadde estesis-tema, y aun añado, su futilidad y falacia. Verdad es quelos tales filósofos, tratando de establecer este pirronismoreconocieronque seríaabsurdoobrar como si la materiano existiese;de maneraque su descubrimiento,si llegaseaprobarse,seríaperfectamenteinútil, y no obstanteque fueseverdadero,deberíamosobrar en todos casoscomo si no lofuese,so penade destruccióninmediata”’.

1 No sé por qué Dugald-Stewart ha mirado como ligera la semejanza entrela doctrina india de los Vedanti con el sistema de Berkeley. “La máxima fundamentalde esta escuela”, según sir W. Jones, “consistia, no en negar la existencia de lamateria, esto es, de la solidez, impenetrabilidad y extensión (negarlas fuera demen-cia) , sino en corregir las ideas populares relativas a ella, sosteniendoque la materiano tiene una esenciaindependiente de la percepción mental; que existencia y per-ceptibilidad son términos convertibles; que las -aparienciasexternasy las sensacionesson ilusorias, y se reducirían -a la nada si la energía divina que las sostiene, se sus-pendiera un solo instante”. Yo creo percibir en estaexposición (prescindiendo de tinaque otra palabra que tal vez no representacon exactitud las ideas de los Vedanti)algo que se parece mucho a las ideas del obispo de Cloyne: yo creo, sobre todo,ver tn -ellas la existencia insustancial de la materia, y las afeccionesmateriales reduci—

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De la materia

Yo creoque la cuestiónrelativa a la existenciareal delos cuerpos es del todo fútil, en cuanto su resolución noconduciríajamás a ningunaconsecuenciaprácticani espe-culativa. Pero creo tambiénque la discusiónde ella puedecontribuir a ilustrar la naturalezade nuestraspercepcionessensitivas,sobre la cual ruedannecesariamentelos argu-mentosenpro y en contra.En el pasajeanterior,por ejem-plo, como en casi todo lo que se ha escrito contra las opi-nionesde Berkeley, vemos confundidasdos cosas que esnecesariodistinguir cuidadosamentepara formar una no-ción clara de lapercepciónsensitiva;sin la cual no es posiblecontemplarbajo su verdaderopunto de vista la doctrinadel obispode Cloyne. Nadie ciertamente que esté en susano juicio podrá dudar que a un recio golpe se seguiráinmediatamenteel dolor y acasola muerte; pero una cosaes el enlaceconstante,necesario,indubitablede unas afec-ciones espiritualescon otras, a que está adheridoinsepara-blementeya el placer,ya el dolor, tal vez la multiplicacióndel entesensible,y tal vez su destrucción;y otra cosaes lanaturalezade las causasque las hacen naceren los entesespíritus.Berkeley,a cuyo sistemacreoque se aludeen estepasaje, no pensó jamásen debilitar el crédito que damosal testimoniode los sentidos,estoes, a los juicios quededu-cimos de nuestrassensaciones,relativos a la permanenciay correspondenciade ellos. Cuando a vista de un objetocreo percibir que es de figura cilíndrica y color azul opajizo, no hago más que juzgar en consecuenciade lassensacionesque experimento; que acercándomeal objeto,

das a puras determinacionesde la energía divina, tales corno yo las he procuradoexplicar en este capítulo.

“Ayer tuve una conversación”, dice sir J. Mackintosh, juez de Bombay, “coasun joven bramín de no grande instrucción. Dijome, cfue fuera -de los iniciados dedioses que su credo reconoce, había uno llamado Brim, o el Grande,sin forma y sinlímites, a la concepción del cual ningún entendimiento criado podía acercarse; queen realidad no había árboles,ni caras, ni tierra, ni mar, sino que todo lo externoera magia, ilusión producida por Brim; que todo cuanto veíamos o sentíamos erasueño, o según él lo expresabaen su imperfecto inglés, pensamientosde un ser queduerme; y que al reunirse nuestra alma a Brim, de donde originalmente había sa-lido, despertaba del largo sueño de la existencia finita”. Esta exposición difieretnucho de la anterior y de la teoría de Berkeley. (N. de Bello).

Vol. III. Filosofía—29367

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Filosofía del Entendimiento

no veréen él filos o bordes;que el tactono los encontrarátampoco; que el color percibido en las circunstanciasenque me hallo, lo será igualmentesi contemplo el objeto amayor luz o a más cortadistancia,y quelas sensacionesdeotros hombresque se hallen en las circunstanciasque yo,se asemejarána las mías. Estos juicios son casi siempreconfirmadospor la -experiencia; algunas veces con todonos engañan.El objeto quede lejos me pareció cilíndrico,examinadode cercapor la vista y el tacto, puedeser unprisma; el paño que a la luz de la vela me pareciónegro,a la luz del día puedeser azul o morado.Ahora bien, estosjuicios, que son los que nos dirigen en la vida y en elestudiode la naturalezafísica,no se consideranmás faliblesen el sistemaantimaterial queen otro cualquiera.Lo queBerkeley niega es que las sensacionessean producidasporentesque tenganunaexistenciareal, distinta de la del serinteligente queestablecióy conservalas leyesde la natura-leza física, según las cuales se enlazan, correspondenysucedende cierto modo las sensaciones.Pero éste es mani-fiestamenteun punto sobre el cual no podemospedirinforme a los sentidos,porqueestá más allá de su alcance.

Aunque la realidad de los cuerpos en el sistema deBerkeley se refiere sólo a la correspondenciade las sen-saciones,la diferenciaentrelos cuerposrealesy los fantás-ticos es absolutamentela misma en él que en los otros, yllegamosa su conocimientopor los mismos medios.El quedudade si un objeto que tienea la vistaes real o fantástico,va a tocarlo, y si no puedesometerloal examendel tacto,lo mirará desdediversospuntos. Si él no dice nadaal tactoo si desaparecea la vista en circunstanciasen que, segúnlas leyes del universofísico, debieraherirla, lo tendrá porun fantasma,por una ilusión óptica; si sucedeal contra-rio, lo juzgará verdaderocuerpo.Lo mismo hará el discí-pulo de Berkeleysin apostatarde suescuela:sus juicios, enconsecuenciade estasoperaciones,serán semejantesy losexpresarácon las mismaspalabras.

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Berkeley pretendeque esta noción de sustanciasmate-riales es obra de los filósofos, y queel comúnde los hom-bres no reconoceotra realidad en los cuerposque sus pro-pias sensaciones.Si se dijese a un hombredel vulgo que elsol no existíarealmente,creeríasin dudaque se queríade-cirle que este astro no era más que una aparienciaunpal-pable. Las sensacionesdel tacto son el último criterio de laexistenciareal de los cuerpos.Trátesede explicar el siste-rna de Berkeley a personasde buenarazón, y en la mayorparte de los casossólo se logrará hacerlescreer que la Fi-losofía es un arte vano de probar sofísticamentequimerasy absurdos.¿Esposible que se niegue una cosa tan clara?¿Puedoyo dudar de la existencia de este árbol, de estapiedra, de esta flor queestoy viendo y palpando?¿Puedeconcebirsequetodosestosobjetosqueme rodeanson merasaparienciascontrael conforme testimonio de mis sentidos?Así se expresaríancasi todos.Parece,pues,quelos hombresven la existenciade los cuerposen la realidad de las sensa-ciones,y especialmenteen la de las sensacionesdel tacto:paraellos negarlo uno es negar lo otro.

Peroaunquelos hombresseexpresencasiuniversalmenteasí, los partidariosde la sustancialidadmaterial interpretanestelenguajede diversomodoqueBerkeley.Lo toco; existe:son dosproposicionesquedicenunamismacosa,segúnBer-keley. Lo toco; luego existe,es, segúnReid, un raciociniosugeridopor un instinto especial.Pero una idea metafísicaintuitiva quede nadasirvieseparaguiar a loshombresen lainvestigacióny uso de los objetosde sus necesidades,me pa-rece una cosadel todo opuestaa la reservaordinaria de lanaturaleza,quesólo nos facilita aquellosconocimientosqueinteresana nuestraconservacióny bienestar,y paraadqui-

- rirlos noshadadoen laspercepciones,auxiliadaspor el prin-cipio de causalidady por el principio empírico,todolo quenecesitamos.Una verdad puramenteteórica, sugeridaporun instinto particular,deberíamirarsecomo un hechosin-gularísimoen la historia del entendimiento.

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Hay principios inherentesa la razónhumanasin cuyomedio es imposible haceruso del entendimientoy condu-cirnosen la vida. Tal es la creenciaen la estabilidadde lasleyesde la naturaleza,cimiento de todaslas leyes físicas ymorales,y de todos aquellosjuicios y raciociniosen queporla experienciade lo pasadoprevemoslo por venir y ajusta-mosa ello nuestrasoperaciones.Tal es el principiode causa-lidad, quenos hacesuponera todo fenómeno,a todanuevaexistencia,unacausa.La creenciaen la sustancialidadde loscuerposno es uno de estosprincipios,porque no es necesa-ria ni parael ejercicio de la razón,ni para la conductadela vida.

La palabra materia se puede tomar en dos acepcionesdiversas,y no es improbableque la oscuridaden quela cues-tión se halla envuelta,provieneen granpartede quelos fi-lósofosno las han distinguido suficientemente.- La existen-cia de la causade las sensaciones,como algc distinto de nos-otros, es admitida por todos: por el obispo de Cloyne, nomenosquepor el profesorde Gl-asgow.Berkeleyniegasóloque las sensacionesseanproducidaspor causasque tenganuna existenciasustancial,separadade la del Ser Supremo,autor.de las leyesde la naturaleza,segúnlas cualesse sucedenlas afeccionesde los espíritus;y limitando a estesentidode-terminadola palabramateria, niega consiguientementesuexistenciasustancial.Pero los que aleganque su doctrinarepugnaal sentidocomún de los hombres,es decir, a unode los principios o verdadesprimariasde que acabode -ha-blar, suponen,a mi parecer,que Berkeleyniegala existen-cia de lamateria,no en estesentidodeterminado,sino en laacepcióngeneralde causa.

No hay en realidad repugnanciaentrela teoríaantima-terial y el principio de sustancialidadque hace necesarioconcebiren todaacción un agente,en toda cualidad acci-dental una sustancia,en toda influencia un ser real queinfluye. Las causasde las sensacionestienen caracteresva-riables; se nos presentanbajodiferentesmodificaciones.Es-

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tas modificacionesexistensin dudaen ellas.Si las causasma-terialesno son más quepurasinfluenciasde la energíadi-vina, los modosde- las causasmaterialesson modos de obrarde la energíadivina, y existenpor tanto originalmente enla sustanciadivina, bajo la forma -de leyesgenerales.

Supongamosqueen la imaginaciónde los hombreshu-bieseunapropensiónuniversal a figurarse las causasde lassensacionescomo seresreales,circunscritosa los lugares enquelas experimentamos.No puedehabercosamásuniversalque la propensiónde los hombresa referir, no la causadelas sensaciones,sino el asientode la sensibilidad,a todo sucuerpo;ni hay aprensiónque nos sea más difícil desechar,ni queentremása menudoen la expresiónde nuestrospen-samientos.Sin embargo,no por eso diremosque semejanteaprensiónes sugerida por un instinto particular, a menosque admitamosinstintos erróneos. Igualmentecomún hasido en los hombresla idea de la materialidaduniversal. ¿Laadmitiremos,pues,comounaverdadinstintiva?Suponiendoque los hombresse representasenlos cuerposcomoverdade-ras sustancias,en el sentidoquedan a estapalabralos filó-sofos, ¿estamosobligadosa ver en estatendenciade la ima-ginación un instinto en que la naturalezanos revela unaverdad metafísica,y será temeridadcitarla, como dice eldoctor Reid, al tribunal de la razón?

El doctorReidse figura que,quitadaalentendimientolasustancialidadde la materia,el so!, la luna y las estrellasdesaparecen,dejandoal mundoen tinieblas; el globo terrá-queose hundebajonuestrospies y vuelveal senode la nada;nuestrosmismos amigosy parientesnos abandonan,y cadaindividuo queda reducidoa una existenciasolitaria, y aunésa no enteramentesegura.¿Quéilustración más adecuadapuededarsea las ideasdel obispo de Cloyne, que las decla-macionesy los sarcasmosen que sus antagonistasle acusande destruirpor el cimientola certidumbrede todosnuestrosparte,pudieraalegarsecomounapruebade quenuestrassen-sitivas? Si aunen los conceptosde estosfilósofos es tan os-

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curala distinción entrelas sensacionesy lamateria,¿cuántomásno lo seráen los del vulgo? Yo, por mi parte,hallo di-fícil persuadirmede que,si se viese la causaexternade lassensacionesdespojadadel atavíode lossignoscon quela fan-tasíanos la engalana,y en aquellaabsolutadesnudezen quela debecontemplarel entendimiento,se hubiesedado tantaimportanciaa la cuestiónde su existenciasustancial.¿Quéimporta que estassombras,quese deslizana la imaginaciónpor másesfuerzosquehagaparaasirlas,seansustanciasver-daderas,o merosinflujos de unainteligenciaqueobrasegúnciertas reglas generalessobre inteligenciasinferiores?

Observemosque la existenciade otrosespíritussemejan-tes al nuestrono tiene nadaque ver con la de la materia,consideradacomo un ser reale independiente.Deducimoslaprimerade argumentosirresistiblesde analogía.Consideran-do los objetoscomo merosgruposde influencia, subsistentodaslas semejanzasqueobservamosen ellos; y de las seme-janzassensiblesno podemosmenosde inferir los dos fenó-menosintelectualesque se nosrevelanen ellas.Cierto grupode influenciasque refiero -al lugar en queestoy,me parecesemejantísimoa ciertos grupos de influencias que refieroa lugaresdiversos;¿noes natural queme representeen estosgruposentidadessemejantesa la quemi concienciapercibeen aquél?Mis voliciones producenmil modificacionesen elprimer grupo, y veo producirsemodificacionessemejantesen los otrosgrupos; ¿nodebo atribuirlasa voliciones de 1-amismanaturalezaquelas mías?Estímeseel grado de fuerzaque debendar a analogíasde esta especiesu incalculablemultitud y su repetición continua; añád-aseel que resultadel comercioentre los espíritus mediante las modificacio-nes que producenlos unos en las sensacionesde los otros,comercioque llega aser tan fácil y rápido, que le pareceacadaindividuopercibir directamentelas afeccionesmentalesde aquellos con quienesconvers-a.Como la sustancialidadde la materiano entra para nadaen estasanalogías,pode-mos expresarlasen el lenguajemismo del pueblo,dandoa

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la palabracuerpo la significación que le da Berkeley; másaún, supuestoque las expresemosen otro lenguaje, ¿quéles quitaríamosde su fuerzapor eso?

Parecea primeravista que, quitada la sustancialidadala materia,el universofísico es un gran vacío, pobladodeaparienciasvanasennadadiferentesde un sueño;pero si seadmitequeestelargosueñoes en todassuspartesconsiguien-te consigomismo, y que todoslos -seressensibleslo sueñena un tiempo, pocoimporta que se le llame así.Estapalabraexcita en nosotrosla idea de falsedade ilusión, porque lasaprensionesdel hombreque duermeson desechadaspor elmismo hombredespierto,como inconciliablescon todassusotras aprensionesanterioresy posterioresy con las de losotros hombres.Ceseestacontradiccióny se reduciráa nadala diferenciaentrela realidad y el sueño.El sueño,por otraparte,pudieraal-egarsecomo unapruebade quenuestrassen-sacionesno suponennecesariamentela sustancialidadde loscuerpos.

Pero,despuésde todoesto,no tenemosmotivoparacon-siderar la teoría de Berkeleysino como meramenteposible.Su necesidad,inferida de queno puedehabersemejanzaal-gunaentrenuestrasideasy las cualidadesde la materia,yahemosvisto quereposasobreun fundamentoinsubsistente.

Apú

Los quenieganla existenciade la materiacomo sustan-cia, no niegan que nuestrassensacionestengan causasdi-versasde lasustanciaquesiente.Reconocencausas;no dispu-tan sobresu existencia,sino sobresunaturaleza.Segúnellos,las causasde las sustanciassonciertasleyesgeneralesestable-cidaspor el Criador.

Los que creenen la existenciasustancialde la materia,suponenla existenciade leyesgeneralesquedeterminanlascualidadesy agenciasde esasustanciasupuesta,y producen

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de estemodo el mismoorden,las mismasvariedadesde sen-sacionesqueen el sistemade Berkeleyse producensin el in-termediode la sustanciamaterial.

Toda la diferenciase reduce,pues,a un intermediomis-terioso,desconocido,quelos unossuponeny los otros recha-zan: intermedioque puede faltar sin que se eche menos;intermedioqueno explicanada;de que no se necesitaparanada.La cuestiónno puedeser másfrívola ni másestéril.

¿Porqué, pues,nos hemosdetenidotanto en ella? Por-queera necesarioreducirla a su justo valór, paramanifestarsufrivolidad; y porqueal mismotiempo esperábamosponermásde bulto el verdaderocarácterde las percepcionessen-sitivas, a lo menossegúnyo las concibo.

¿Noes singularqueCuvier,el hombrequemásha con-versadocon la materia,quemás se ha detenidoa contem-plarla bajo todassusrelaciones,bajo todassus formas,duda-se de la existenciade ella? uLa impresiónde los objetosex-terioressobreel yo”, dice Cuvier, ‘ces la producciónde unasensación,de una imagen,de un misterio impenetrableparanuestroespíritu; y el materialismouna hipótesis tanto másaventurada,cuanto es -imposible a la Filosofía dar pruebaalguna directade la existenciaefectivade la materia”.

Mas,aunquela teoríadeBerkeleypudieraen rigor admi-tirse como una suposiciónposible a los ojos de la Filosofía,es incontestableque se oponea algunosde los másesencialesdogmasdel catolicismoy de casi todaslas iglesiascristianas.

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LOGICA

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CAPITULO 1

DE LOS CONOCIMIENTOS

Conocimientos experimentales. — Conocimientos a priori. — Principio de causalidad,de sustancialidad, de contradicción, de la razón suficiente. — El principio em-pírico como base de certidumbre en los juicios experimentales. Necesidad queimplican estos principios. — Juicios erróneos originados por las conexiones sen-sibles: modo de evitarlos. — Conocimiento de las relaciones entre las sensacionesy sus causas. Condiciones de toda experiencia. — Condiciones de los cono-cimientos a priori, según Kant. — Principio fundado -en la estabilidad de lasleyes naturales. — Relación de este principio con el de la omnipotencia divina. —

Juicios analíticos. — Juicios sintéticos. Doctrina de Kant. — Víctor Cousin.— Apéndice: Dugald Stewart.

Las ideas, pues,que no nos vienen directamentede laobservación,nos vienenindirectamentede ellapor mediodelas facultadesquehemosenumerado,auxiliadas,si se quiere,de ciertosinstintosqueparamí se revelantodosen la movi-lidad natural de la imaginación.

Perono es lo mismo formaruna idea quepronunciarunjuicio. No es lo mismo formar la idea de un centauro,deun hipogrifo, que afirmar su existencia.

Es incontestablequeen todosnuestrosconocimientoshayenvueltosmuchos juicios, y de los más importantes,queno ha podido darnos la experiencianaciente,que se ciñe ala observaciónde los hechosindividuales.

Cuandorefiero ciertassensacionesolfáctiles a la mismacausaqueproduceen mí ciertassensacionestáctiles; cuan-do refiero, por ejemplo,a la flor que tengoen la mano lafraganciaque mi olfato percibe, formo un juicio estricta-menteexperimental.Peroaunlos juicios de estaespecie,jui-

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cios individuales, primera fuente de la experiencia,supo-nen ciertos instintos, que generalizados,se conviertenmástardeen principios,en leyesprimariasquepresidena todoslos actosde la inteligencia.Tal es el Principio de causalidad,quehacereferir todo fenómenoaunacausa;tal el princi-pio de sustancialidad,queno mepermiteconcebirunacua-lidad, unamodificación,sin apoyo,sin unasustanciaen queexista; tal el principio de contradicción,en virtud del cualno puedoconcebirque una cosasea y no sea a un mismotiempo; tal el principio de la razónsuficiente,envirtud delcual conciboquerespectode todo lo quees,hay unarazónparaque sealo quees y no otra cosa.

Hay un principio peculiar constitutivode aquellaexpe-riencia verdaderamentetal, que consiste en observacionesgeneralizadas.Cuandoveo quefrotado el lacre con un re-tazo de lana, adquierela propiedadde atraerlos cuerpecillosligeros que se hallan cerca,y habiendohecho este experi-mentoconigual resultadovariasveces,juzgo que en todosellos la frotación del 1-acre y de la lana ha producidoy pro-ducirá el mismo efecto, doy un gran paso fuera de los lí-mites de la observación,porquees evidenteque no podríapensarasísi no procediesesobreel principio de la estabilidadde las leyesde la naturaleza;sobreel principio quehe llama-do empírico,no porqueél lo sea,sino porqueen él se fun-dala generalizaciónde todoslos resultadosempíricos,la me-tamorfosis de una conexión fenomenalobservadaen unaconexiónfenomenalconstante,enunaconexiónfenomenalnecesaria.Mis observacionessin dudamedanaconocer,has-ta dondeellas llegan, la estabilidadde ciertasconexiones;elextenderlamás allá de la esfera actual y aun de la esferaposiblede mis observaciones,y aun de las observacionesdetodo el génerohumano,y aunde las observacionesde todaslas inteligenciasfinitas; el juzgar que se verifica siempre,y quees imposible que falte, es a lo queno puedeconducir-nos ni la percepción,ni la memoria,ni la imaginación,sinel auxilio de una tendenciao instinto espontáneoa juzgar

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así; la naturalezasugiereeste juicio; nuestrarazón lo acep-ta, y raciocinamoscon el principio empírico,haciéndolonotanto unapremisacomo un supuestode todosnuestrosjui-cios en materiade hechos.Podemosformularlo así: Dadala causa,se sigue necesariamenteel efecto; estoes, dado elfenómenoprecursorse desarrollanecesariamenteel segun-do fenómeno’

«Una cosano puedesery no sera un mismo tiempo”,es la fórmula del juicio fundamentalquese llama principiode contradicción;principio no sólo superiora el alcancedela observación,sino necesariode necesidadabsolutaparato-dos los juicios, paratodoslos raciocinios,paratodosios co-nocimientos. Supóngasepor un momento que semejanteprincipio no existiese,nadapodría probarse,nada podríajuzgarse,nadapodría saberse.El principio de contradicciónes evidentementeunavirtud primaria universal,irresistible,queno sólo no admite prueba,sino que no consientequenadapuedaprobarseni admitirsesin ella.

El principio de causalidades también necesariode ne-cesidadabsoluta.Empezar a existir y no tener causa’ sonideasquese repugnan.Que el principio de causalidadsede-rive de esteotro, «la nadanadaproduce”,y no seapor tantoun verdaderoprincipio, estoes, unaverdadsupremano de-rivada de otra; o que este segundoprincipio, como a míme parece,no seasinoel primero,expresadode diversomo-do, es cuestiónde pocaimportancia.No podemosmenosdeadmitir la necesidadabsolutadel principio de causalidad,ya seaque lo resolvamosen otro que no podemosdejardeadmitir sin incurrir en contradicción,estoes, sin suponerquelo quees, no es,o lo queno es, es; o ya seaqueencon-tremosdirectamenteen él mismolo quenos compelea acep-tarlo.

1 M. Cousin ha hecho ver del modo más luminoso que la certidumbre de losjuicios empíricos no se debe toda a la experiencia, sin el concurso del principio em-pírico; a lo menos cuando son generales,esto es, cuando trasportan una conexiónobservadaa todos los casos análogos observables. (Curso de Historia de la FilosofíaModerna. Año 1816-1817: sección VII.) (N. de Bello).

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Otro principio universaly de necesidadabsolutaes el dela razónsuficiente,quepodemosformularlo de estemodo:“nada puedeser queno tengaunarazónde ser”; principioque parececoincide con el de la relaciónde causalidad,deque sin embargose distingue,como se distingue el antece-dentelógico de la causaeficiente. Supongamos,por ejem-plo, una línea B, desdecuyospuntosextremos,como cen-tros, trazodos círculos sobreun radio cuya longitud es lade la línea C; la línea que une las interseccionesde estoscírculostiene evidentementecadauno de suspuntosa igualdistanciade los extremosde la línea B, y la divide en dospartes iguales; porque toda suposición contraria careceríade razón suficiente,esto es, de antecedentelógico, en vir-tud de la perfectasimetríade construccióncon respectoalos extremosde la línea B. El principio de razónsuficientees,con relacióna la dependencialógica, lo queel principiode causalidadrespectode las conexionesfenomenales.

El principio de sustancialidades también de necesidadabsoluta.Dada unamodificación, percibido un fenómeno,es imposible que dejemosde suponerleun apoyo,un sujeto,unasustancia,unacosamodificada. Habiendopercibidoin-tuitivamenteen nosotrosmismos el yo sustancial,lo hace-mosunaimagen,unaidea-signode todaslas otrassustancias.

Hay cierta tendenciadel entendimiento,superior tam-bién a todaexperienciay necesariaparael valor represen-tativo de lo quesabemospor medio de los sentidos.Por ciprincipio de causalidadreferimos nuestras sensacionesacausasdistintasde lasustanciaquesiente.Peroen las percep-cionessensitivashay algo másque estavagareferencia.Porlas relacionesentre las sensacionesnos sentimosinclinadosa representarnosrelacionesde la misma especieentre suscausas.De la semejanzade las sensacionesinferimos la se-mejanzade sus causas.De la sucesiónde las sensaciones,yde su másy menos,inferimos la sucesióny el másy menosde sus causas.Esto, sin embargo,es una tendencia,un ins-tinto más bien que-un principio. Así es que, obedeciendo

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ciegamenteaello, pudiéramosa menudoengañarnos;y dehecho)no pocosde nuestrosjuicios erróneosrelativos a losfenómenosdel universomaterial,procedende que cedemosa esta propensiónsin examen.Dos sensacionessemejantespuedensera vecesproducidaspor causasno semejantes:unamisma aguaa una misma temperaturanos dará en ciertascircunstanciasla sensaciónde calor y en otras la sensaciónde frío. Lo mismo que hoy produceunasensaciónintensapuedeproducir mañanauna sensacióndébil. TenemosdossensacionessucesivasA, B; sus causaspuedenser simultá-neas;la causade A puedeser tal vez no anterior sino pos-terior a la causade B.

Pero ¿cómonos precaveremosde esta clase de juicioserróneos,sugeridospor una tendencia,por un instinto evi-dentedel entendimientoen el ejercicio de los sentidos?Nopodemosevitarlossino por medio de observaciones,esto es,por medio de los mismossentidos,comparandoy concilian-do sus informes.Entre el trueno y el relámpagonos parecehaberun intervalo más o menoslargo. Pero la observaciónde un gran númerode hechosnos revela que el sonido sepropagacon muchomenosvelocidadque la luz, y adqui-rido este conocimiento,nos guardamosya de juzgar suce-sivos estos fenómenos,aun cuandolas respectivaspercep-ciones lo sean.

La relaciónespecialpercibidaen las sensacionessuponeun fundamento,unarelaciónespecialen las causas,peronoprecisamentela misma relación: el deducir esta segundarelación de la primera es uno de los objetosde las cienciasfísicas. Ellas (contrayéndonosal ejemploanterior) nos di-cen: la sensaciónde sonido,en cuantorepresentaun fenó-meno aposcópico,no da bastante fundamentopara creerque el fenómenoaposcópicoes simultáneoconla sensación(entendiendopor simultáneoaquelloen que no nos es po-sible percibir intervalo); el fenómenoplesioscópico,estoes, la impresión del aire en los órganos,es lo que coexistecon la sensación;y no estamosautorizadosparadeducirde

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la simultaneidadplesioscópicala simultaneidadaposcópica.Por el contrario,hay siempreun intervalo mayor o menor,y a vecesperceptible,a veceslargo, entreel fenómenopie-sioscópicoy el fenómenoaposcópico;de que se sigue quedos sensacionescuyascausasson simultáneaso parecenser-lo, puedentenercausasaposcópicasentrelas cualeshayaunintervalo perceptibley a vecesun largo intervalo. Debemos,pues,antesde cedera esteinstinto, que traduceliteralmen-te, por decirlo así, las relacionesde las sensacionesen re-lacionesde causasmateriales,apreciary reducir a sugenui-na significación el informe de los sentidos.

Hay aquí varios gradosque distinguir. Primeramentelas relacionesentre los fenómenos plesioscópicos,aunquetienen su fundamento en ios fenómenosaposcópicos,nosuponenen ellos relacionesde la misma especie.Así, la luzquenos viene de un prisma distante,puedehaceren nues-trosórganosvisualesuna impresiónsemejantea la de la luzquenos viene de un cilindro. En segundolugar las relacio-nesentrenuestrasimpresionesorgánicas,aunquetienen sufundamentoen los fenómenosplesioscópicos,no suponenprecisamenterelacionesde la misma especieen ellos: pre-disposicionesdiferentesen los órganospuedendar lugar aimpresionesorgánicasdiferentes,no obstantela semejanzade las accionesexternasque los afectan.En tercer lugar,las relacionesentre nuestrassensaciones,aunquetienen sufundamentoen las impresionesorgánicas,no suponenpre-cisamenterelacionesde la misma especie en ellas; porejemplo, es muy posible que las diferentespredisposicionesdel alma ocasionensensacionesdiferentes, no obstante lasemejanzade las impresionesorgánicas.Cuandoconcurrena la producciónde un efecto muchascausasque lo varíany lo diversifican,es menester,parano engañarnos,tomarlastodas en cuenta.

La experiencia(y bajo estenombreentendemosno sólola que forman los sentidos,sino la del mundointerior, es-piritual, queel yo contemplaen sí mismo); aunquela ex-

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C /‘4~~~t’~-Ç,~ekø yFacsímil de la solicitud manuscrita, firmada por Andrés Bello en Setien~brede 1797, por la que suplica se le adrnita en el curso de Ciencias de la Universidadde Caracas. Se conserva en el expediente universitario del grado de Bachilleru Artes correspondiente al año de 1800. Es el autógrafo rr’ás antguo que ~e

conserva de Bello, a la saCón de 1 años de edad.

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De los conocimientos

periencia,por sí sola, estoes,reducidaa la meraobservación,no ha podido darnos nuestros primeros conocimieiitos;nuestrosprimeros conocimientosnos han venido sin dudacon ella; todo conocimiento cronológicamenteanterior aesa experiencianaciente,es una quimera. Pero al mismotiempo es incontestableque hay en el entendimientogrannúmerode juicios y de conocimientosque lógicamentesonanterioresa la experiencia,que lógicamenteno se derivande ella, ni por unaderivación inmediata,ni por una deri-vación ulterior, porque no puedehaberexperienciaque nolos implique. “Todo nuevo fenómenosuponeuna causa”,es un principio que lógicamenteno ha podido salir de laexperiencia.Pero sin unaexperienciaes imposible queesteprincipio haya podido brotar en el entendimiento.Distin-gamos,pues,conVictor Cousin los antecedentespsicológi-cos y los antecedenteslógicosde los conocimientoshumanos.

Llámansejuicios y conocimientosempíricos o a poste-riori, los quese derivan lógicamentede la experiencia,su-puestoel principio de la estabilidadde las conexionesfeno-menales;principio que (lo repetimos) en sí mismo no esempírico, y a quesólo hemosdado estenombreporquesecontiene implícitamente en todos nuestrosconocimientosempíricos. Supóngaseque no existieseel principio: la ex-periencia no nos serviría de nada, sería completamenteestéril; o más bien, lo que llamamosexperienciano exis-tiría, puesella no es más que el conocimientode las leyesgeneralesdel universo, deducido de las observacionespormedio del principio empírico, que suponela estabilidaddelas conexionesfenomenales;las leyesgeneralesdel universono seríanparanosotrosni generalesni leyes, si no las juz-gásemosestables.

Llamaremosjuicios y conocimientosno--empíricoso apriori, los queno se derivanlógicamentede la experiencia.Kant les atribuye estosdos caracteres:universalidady ne-cesidad;caracteresque, comoobservaCousin,no son idén-ticos. La necesidadsuponela universalidad;pero la univer-

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Filosafía del Entendimiento

salidadno suponela necesidad.Pero si la necesidadsupone,implica la universalidad,podemosomitir el uno de estosdos caracteres;el quees forzosamenteimplicado en el otro.Juicios no-empíricos o a priori, son, pues, aquellos queconcebimoscomo necesariosde necesidadabsoluta.

La necesidadcaracterísticade los juicios no-empíricoses unanecesidadabsoluta;en los juicios puramenteuniver-salesconcebimosuna especie de necesidad, pero no ab-soluta; ño es necesariode necesidadabsolutaquelos cuerpossublunaresno sostenidoscaigan; podemosmuy bien con-cebir un orden de cosasdiferente.La necesidadde los co-nocimientosempíricos nace del principio implicado enellos, de la estabilidadde las conexionesfenomenales.Su-puestoeste principio, y determinadacon sus condicionesesencialesla conexión, la tenemospor necesaria.Pero sunecesidades derivadade la del principio.

El principio de la estabilidadde las leyes naturales¿esen sí misma un conocimientoa priori enel sentidode Kant?Creo que debemosresponderque sí. Pero ¿no podemosconcebirque los fenómenosse sucediesenunosa otros for-tuitamente; queno hubieseentre ellos conexionesestables?Eso nos llevaría forzosamentea la destrucciónde todoslosconocimientosempíricos.El autor de la naturalezapudohaberestablecidoleyes diversas de las que conocemos;enhora buena.Pero sin la existenciade ciertas leyes, las queconocemosu otras, los conocimientosempíricos no existi-rían. La certidumbredel principio empírico no se debea laexperiencia;por el contrario, la certidumbrede la expe-riencia se debeal principio que la domina y la rige, alprincipio queen este sentidohemosllamado empírico,ex-presiónabreviadaquesignificael principio de las conexionesempíricas.

Pero ¿esnecesariode necesidadabsolutaquelas conexio-nesfenomenalesesténsometidasa leyesconstantes?Supon-gamos dos fenómenos exactisimamentedeterminados entodassus circunstanciasy condiciones,el fenómenoA y el

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fenómenoB. ¿No pudieraser queunas vecesel fenómenoA fuera seguidodel fenómenoB, y otrasno? ¿Hayen estounarepugnanciamanifiesta?La afirmativa- me pareceevi-dente.Desdequehiciéramosesa suposiciónno habríacausasni efectos;porquela estabilidadde las conexionesfenome-nalesentra en la idea de causa,de cualquiermodo que seconcibala causa.Así, el principio empírico,si no es el mis-mo principio de causalidad,coexistenecesariamentecon él.

Queel Criador ha sometidolas conexionesfenomenalesa leyes constantes,es un principio a priori y de necesidadabsoluta.Pero, 1~, el Criador ha podido elegir a su arbitrioentreéstaso aquellasleyes,y la elecciónqueha tenido lugares un hecho, o más bien, un génerode hechosa que sólopodemosllegar a posteriori; 20, suponiendoperfectamenteconocida una conexión fenomenal,suponiendoperfecta-menteconocidaunade estasleyesestablecidaspor el Cria-dor a su arbitrio, la conexión no -debetodavía parecernosnecesariade necesidadabsoluta: el Criador puede suspen-derla, como pudo establecerla;obrandosin duda en estasuspensiónconforme a otras reglas de categoríamás ele-vada, a las cuales quiso desde el principio que estuviesensubordinadaslas mismas;no hay en estonadaqueseadero-gatorio de su infinita sabiduría; nada que deba parecerimperfección o inconsecuencia.Las conexionesfenomena-les, auncuandoestuviésemossegurosde conocerlasperfec-tamente,no deberían,pues, mirarsecomo necesariassinoen un sentidosumamenterestricto; puestoque, absoluta-mentehablando,pudieranfallar. Son necesariasen cuantoconformesal orden general,queestá a el alcancede la li-mitadainteligenciahumana;soncontingentesen cuantoesteorden fué al principio elástico,arbitrario, y en cuantoesteorden está subordinadoa otro orden más vasto, que sólocolumbramososcuramente,y que de cuando en cuandomodifica o suspendeel primero.

En todo juicio hay una relación,y en todarelación dostérminos. La idea de uno de los términospuedellevar de

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tal modo envuelta la relación, que no sea posible conce-birlo sin ella. Los juicios de estaespeciese llaman analíticos,porquepara formarlosbastadescomponerla idea de uno delos términos,entre cuyos elementosse halla necesariamentela relaciónque es objeto del juicio. Cuandose dice que loscuerposson extensos,sacamosde la ideade cuerpola idea deextenso,porqueno podemosconcebirun cuerpoinextenso;sianalizamosla ideaque tenemosde los cuerpos,encontraremosen ella como un elementonecesariola extraposiciónde suspartes.Y como los juicios analíticos no hacen más quedesenvolver,explicar unaidea, Kant les da tambiénel títulode explicativoso ilustrativos. No añadennada a la idea;perola desenvuelven,la explican,y de estemodola ilustran.

Otras vecesla relación no está comprendidanecesaria-menteen uno de los términos. “Los cuerpossublunaresnosostenidoscaen”,es un juicio de estaespecie.Es verdadquees una ley de la naturaleza que los cuerpos sub-lunaresno sostenidoscaigan.Pero esta ley pudiera,absolu-tamentehablando,no existir: no hay repugnanciaentrela idea de cuerpossublunaresno sostenidosy la idea de nocaer. Si un cuerposublunarno sostenidono cayese,no poreso dejaría necesariamentede ser un cuerposublunar nosostenido. Las relaciones de esta especie añaden a las ideas

de los términos algo que en ellas no había; y de esta aña-didura resulta una nueva idea, un compuestonuevo. Losjuicios que la expresanse llaman por esoaumentativosysintéticos.

Es fácil ver que los juicios analíticosreposansobreelprincipio de contradicción: decir que un cuerpoes inex-tensoseríalo mismo quedecir que un cuerpono es cuerpo.La verdadde los juicios sintéticosno reposasobreesteprin-cipio. ¿Reposasiempresobreel principio de las conexionesempíricas,como cuandodigo que los cuerposno sostenidoscaen?¿Ohayjuiciossintéticoscuyaverdades independientede la experiencia?Examinemos.

Cousin cita como uno de ellos éste: “Toda mudanza,

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todo nuevo fenómeno,toda nueva existenciasupone unacausa”.Si la repugnanciadel entendimientoa concebirunamudanzasin causano se resuelveen el principio de con-tradicción, como a mí me parece,en tal caso es precisoadmitir que hay juicios sintéticosen queel entendimientoañadea un términouna relación universaly necesaria,in-dependientedel principio de las conexionesempíricas.Kantlos llama juicios sintéticosno-empíricos,juicios sintéticosa Priori.

Kant creeque todo juicio analíticoes un juicio no-em-pírico, un juicio a priori; y cree al mismo tiempo que, delos juicios sintéticos, los unos son empíricos a posteriori,cuya verdad reposameramenteen el principio de las co-nexionesempíricas; y los otros empíricos a priori, cuyaverdad no tiene por fundamentola experiencia,como eljuicio de queacabamosde hablar,no haymudanzasin causa.

Yo creo que podemosadmitir sin dificultad que todojuicio analítico es independientede la experiencia,y sólola suponepsicológicamente;al pasoque todo juicio sintéticoes regularmentehijo de la experiencia,limitado en cuantonace de las observaciones,y sólo generalen cuanto ha sidoextendido-por el principio de las conexionesempíricas.Ge-neralmentedigo. porquecreonecesarioomitir la existenciade los juicios sintéticosa priori, reducidos,segúnconcibo,al principio de causalidad,al de la razónsuficientey al delas conexionesempíricas.La negativade cualquierade estostres juicios, sin embargode queel entendimientono puedaconcebirla sin manifiesta repugnancia,no me parecequeenvuelvacontradicción.

“La verdaderadistinción” (copiamosa Víctor Cousin),“la verdaderadistinción que divide nuestrosconocimientosen dosclasesdiversases la de lo necesarioy lo contingente”;la de aquellosqueconcebimoscomonecesariosd~necesidadabsoluta,y la de aquellosque respectode nuestrainteligen-cia es fortuito y contingente,porque su existenciano en-vuelve el principio de contradicción,ni repugnaal caten-

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dimiento concebirla~. «Esta distinción no se funda enclasificacioneshipotéticas.. . Trazadapor las manosde lanaturalezaen las profundidadesdel pensamientohumano,no hay sutilezasdel raciocinioquepuedanborrarla; ella re-siste a todoslos esfuerzosde la análisis,que se ve forzadaa detenersedelantede ella, como delantede una murallaimpenetrable.Generalícesela experiencia,fecúndeseleconel principio de las conexionesempíricas;los resultadosseránsiempreconsecuenciasque participen de la naturalezadesu origen.

“El principio de contradiccióny el principio de razónsuficienteson indispensablespara todo raciocinio; el prin-cipio de contradicción,para establecer cada uno de lostrámitesdel raciocinio,y el principio de la razónsuficien-te paraunirlos, paraestablecerla legitimidad de la conse-cuencia.

“ESe querráresolverestosdos principios en otros prin-cipios lógicamenteanteriores?¡Vano esfuerzo!Si se tratasede deducir de otro principio el principio de contradicción,seríamenesterqueno supusiésemosconocidoel segundo,ypor tanto careceríade subsistenciaci primero,pues podríaser y no ser. De la misma manera,en el raciocinio que sehagapararesolver el principio de razónsuficiente, es pre-ciso procedero sobre la suposiciónde que los antecedentesde ese raciociniono acarreande necesidadsus consecuencias,o sobrela suposiciónde que las acarrean:en el primer casoserádisputablela legitimidad de la deducción;enel segun-do se procederásobreel principio mismo que se trata deprobar,y el raciocinioseráun círculo vicioso.

“Aun supuestoque los principios necesariospudiesend-educirselegítimamentede principios contingentes, estadeducción misma no pudieraoperarsesin la intervenciónde los principios de contradiccióny de razón suficiente,

1 Esta frase no es de Víctor Cousin. Pero es necesaria.El principio de causa-

lidad, el de razón suficiente, el de estabilidad de las conexiones fenomenales,- no sonresolubles en el principio de contradicción; y sin embargo, son necesarios de necesidadabsoluta. (N. DE BELLO).

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De los conocimiisntos

estoes, sin suponerdos principios irreductibles,dos prin-cipios quees precisoadmitir sin prueba, porque no haypruebaposiblesin ellos”.

A~ É N DICE

DugaidStewartreducea dos claseslos juicios implícitossin los cualestodo juicio de la razónes imposible.

La primera comprendelo que él llama elementos~rí-manos de la -razón humana.Tales son: el juicio constantede nuestrapropia identidad,el que distinguelas afeccionesoriginales de las anamnesis,y el que da a las anamnesislarepresentaciónde sus originales.

Dugald Stewart cree quesin unareprensiblelatitud enel usodelas palabrasno podemosdecirquetenemosconcien-cia de nuestrapropia identidad,quees la identidaddel yopresentecon el yo anterior,conceptoqueenvuelvela ideade tiempo y consiguientementepresuponeel ejercicio dela memoria. Confiesoque se me oculta -del todo la fuerzade esteargumento.¿Acasola relaciónde identidadpersonalno es simple cuando el alma la percibe comparandosusafeccionesactualescon los recuerdos?¿Puedeel alma ad-quirirla de unamaneramásdirecta?

“El juicio de nuestraidentidadpersonal va envuelto”,dice Dugaid Stewart, “en todos los pensamientos,en todaslas accionesdel alma, y puedemirarsecomo uno de los mássimplesy más esencialeselementosde la inteligencia. Esimposible concebirun serinteligentequeexista sin él. Perouniversalcomoes en los individuos de nuestraespecie,nadieque no sea un metafísicopiensa jamás en expresarloconpalabras,y en reducir a la forma de unaproposiciónla ver-dadqueel alma contemplaen él. Con relaciónal restodelgénerohumano,este juicio no es tanto un conocimientocomo una condición indispensableparaci ejercicio de nues-tras facultades.Y por lo mismo que es uno de los últimos

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elementosa que es posiblellegar en la análisisde las opera-cionesintelectuales,seríacontrarioa toda filosofía suponerque una discusiónmetafísica pudiera derramar sobre esteasunto el menor rayo de luz. Todo lo que es dado haceres indicar el hecho”.

Por la concienciaadquirimos el conocimientode todaslas modificacionespresentesde nuestro espíritu; nuestras

sensaciones,percepciones, recuerdos, juicio~, raciocinios,deseos, temores, sentimientos, voliciones, pasiones, etc.¿Peropercibeella la de las afeccionesde una manerainme-

diata, como percibe en ciertas sensacionesla cualidad deagradableso penosas?La simultaneidad de sus afeccionesactualescon las intuiciones que las representanes una rela-ción que el alma percibe de una manerainmediata; másesto,a mi ver, no es todavíapercibir su presencia.La com-paraciónde ios recuerdoscon las afeccionesactualeses loque noslleva a la distinción de los modosde ser de nuestroyo en presentesy pasados.Y sólo despuésde formadases-tas dos clasesnos es posiblereferir a una de ellas ios modosde ser que estamosexperimentando,y que constituyen elobjeto inmediato de la conciencia, y a otra los modos deser que hemos experimentado,y que percibimosrepresen-tativamenteen nuestrosrecuerdos.Percibimospuesla pre-sencia,no sólopercibiendola simultaneidadde una afeccióncon su intuición, sino percibiendo la semejanzade unaafeccióncon una clasede afeccionesque tienen cierto ca-rácter peculiar, cierta viveza, determinación’y congruen-cia que las distinguen, y cuya idea particular pertenece,como todas las otras, a la memoria~.

Si.n la confianzaque prestamosal testimoniode la me-moria, no seríaposiblecontinuar unadiscusióno argumen-tación complicaday larga,porquela fuerzade la deducciónse fundaen la certidumbrede las premisas,y en su progre-siva y legítima concatenación;y de lo uno y lo otro, por

1 Obsérveseque un recuerdo es realmente una afección actual y presente,aun-que representativade una afección anterior. (N. de Bello).

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D~los conocimientos

lo que toca a todos los eslabonesde la discusión,menoselúltimo, no tenemos,al tiempo de deducir la consecuenciafinal, otro garanteque la memoria.En una demostraciónmatemáticasucedea menudoque nosremitimosaproposi-cionesanteriormenteprobadas;lo cual pone a unaluz to-davía másclara la fe quedamosa la atestaciónde la me-moria; y manifiesta que en esta clase de conocimientos,justamenteconsideradoscomo los más ciertos de todos, sereconocetácitamentela autoridadde las leyesquerigen a larazónhumanaen las ocurrenciasordinariasde la vida. Re-cúsesecomo indigno de una plenaconfianzael testimoniode la memoria,y se destruyeen sus cimientosla certidum-bre matemática,tan completamentecomo si se negaselaverdadde los axiomasque asientaEuclides.

Los axiomas forman la segunda especiede juicios im-plícitos. Tales son: “el todo es mayor que cualquieradesus partes”; “dos cosasqueseparadamenteson igualesa unatercera,son también iguales entre sí”; “si a cantidadesigualesse añadencantidadesiguales,resultande estaadicióncantidadesiguales”; y otros de naturalezasemejante.Peroyo no veo razón para hablar de los axiomasmatemáticosexclusivamente.El mismo oficio hacenen el raciocinio, yel mismo fundamentohay para que se considerenjuiciosimplícitos otros varios que no tienen conexión con la ideade cuantidad;y. gr.: “una misma cosa no puedeser y nosera un mismo tiempo”; “si unacosaes anterior a otra yéstaes anteriora unatercera,la primeraes anterior a la ter-cera”; “si dos objetos son idénticos con un tercer objeto,son idénticosentresí”; etc.

Yo observotambién que todos estos axiomas son ver-daderosraciociniosreducidosa la forma de unasimple pro-posición. Decir que si A=B, y B=C, A=C, ¿qué es sinoquede estasdos proposiciones:A=B, B=C, se deriva legíti-mamentela terceraAC? ¿Y esto quées, sino establecerpor regla generalque todoslos raciociniosqueseanconfor-mes a estemodelo, AB, BC, luego A=C, son buenosy

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legítimos?De la mismamanera,decir queel todoes mayorque una cualquierade sus partes,¿quées sino decir que siA=B+C, A>B; y que todoslos raciociniosquepuedanre-ducirse a este tipo, AB+C, luego A>C, son conformesa unaley generalque no puedeengañarnos?Y decir que sia cantidadesiguales se añadencantidadesiguales, resultancantidadesiguales, ¿quées sino establecercomo legítimaesta forma raciocinativa, A=B, CD; luego A+CB+D? Reconociendoasimismo que si A es despuésque B,y B es despuésqueC, A es despuésqueC, establecemosestafórmula de raciocinio: A despuésque B, B despuésqueC,luego A despuésque C. En fin, cuandodecimosque unacosano puedeser y no ser a un mismo tiempo, decimosenotros términos que si A es B es una proposición de queno puededudarse,y que si de la suposiciónC es D resultaqueA no es B, la suposiciónC es D es necesariamentefalsa;y establecemoscomo seguraesta fórmula raciocinativa: Aes B; si C fueseD, A no seríaB; luego C no es D. En su-ma, los axiomasno sonotra cosaque fórmulas de raciocinioque llevan consigounaevidenciairresistible. Cuandose di-ce1 porconsiguiente,queellosson juicios quenecesariamentevan envueltosen nuestrosraciocinios, se dice en sustanciaquenuestrosraciocinios demostrativos,para ser correctos,debenajustarsenecesariamentea ciertasfórmulas; fórmulasquevaríansegúnla especiede relacióna quese atiendeen losjuicios.

Locke y Dugaid Stewarthandemostradoque los axio-mas no son principios, en el sentidode premisaso conoci-mientosfundamentalesde quesederivanotrosconocimientosen las cienciasdemostrativas;y DugaldStewartha hechoverque si los varios teoremasson comolas piedrasque formanel edificio de unaciencia, los axiomasson como la mezclao cimiento que los uney hacede ellosun todo sólidoy con-sistente.Estoes muy fácil de concebir, desdeque se consi-deran los axiomascomo fórmulas raciocinativas.Estasfór-mulas no hacen más que representarciertos procederes

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De ios conocimíentos

intelectuales,y afirmar su legitimidad como un hecho dela razónhumana,que no es imposible desconocer.

Por otra parte, es incontestableque un axioma o fór-mula generalde raciocinio,puestaal lado de un raciocinioespecial,incluído en ella, no le añadeluz o evidenciaalguna.Yo no quedomás convencidocuando digo, “El todo esmayor que una parte”, o en otros términos, si AB+C,A>B, quecuando,contrayéndomea cosasconcretas,afirmoqueel cuerpoes mayor quela cabeza,o la casamayor quela sala. Los hombrestodosy los filósofos mismosraciocinancasi siempredel segundomodo; y entrepersonasquedispu-tan de buenafe raravez sucederáque seanecesariorecurriraun axiomaparadirimir la cuestión.Lo único quepor estemedio puedehacersees poner de manifiesto cuál de los dosdisputantesse conforma a las fórmulas generalesdel racio-cinio, y cuál las infringe. D’Alembert ha dic-ho muy bien,que, lejos de ocupar los axiomas el primer lugar de lasciencias,ni aun hay necesidadde enunciarlos.

Los axiomas,sin embargo,no son, como ha dicho esteilustre filsósofo, la expresiónde unamisma idea por mediode dos términosdiferentes.Cuandoya digo que “el todo esmayorqueunaparte”, los términostodo y ‘mayor que unaParte,o A==B+C y >B, no expresanun-amismaidea.Lo queD’Alembert ha dicho de los axiomasconvienesólo a las hi-pótesis significadaspor las definiciones, y a los juicios enque se afirma la identidadde dos objetos; conceptos,unos

y otros, a que no puede atribuirse la esterilidad de queadolecenlos axiomas, pues de aquéllas,como de sus ver-daderasfuentes,fluyen todaslas cienciasmatemáticas,y losteoremasfísicos másluminososson a menudoproposicionesen que se afirma una relación de identidad.¿Quéinmensaseriede teoremasno se deriva de estadefinición: la circun-ferenciadel círculo es unalínea quevuelve sobresí misma,y cuyos puntos distan todos igualmentede otro punto?¿Y qué descubrimientomás importante y fecundo queéste: la fuerza que hace descenderperpendicularmentelos

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Filosofía del Entendimiento

cuerpossublunaresquecarecende apoyo,es la mismafuerzaquedetienea la lunaen su órbita?

Dugald Stewart cuenta entre los elementosprimariosde la razónhumanala propensióna suponera todo lo queprincipia una causaeficiente; pero yo creoquee~taespeciede juicio implícito pertenecemás propiamentea la clasede los axiomas. Los que Dugald Stewart llama elementosprimarios de la inteligencia pertenecenpropiamenteal su-jeto pensante,los axiomasal objeto en que se piensa.

Dugald Stewart cuentaademásentrelos elementospri-marios de la razónhumanala creenciaen la sustancialidadde los cuerpos,que no es un axioma. He aquí,pues,si asífuese,un elementoprimarioobjetivo,un actode la concien-cia quenos informade lo que pasafuera del alma. ¿quédigo?. . . de lo que pasafuera del alcancede los sentidos.

Hemos probadoque la teoría de Berkeley no presentanadade absurdo,sino a los que no se han detenidoa exa-minarla. La sustancialidadde los cuerposno puedeprobarse,y somoscompelidosa creerla:luego estacreenciaes un ele-mentoprimario de la razónhumana.Tal es el argumentode Stewart. Pero es falso que seamos compelidos a estacreencia,como lo somos a creer que el todo es mayor queunaparte,o queunacosano puedeser y no sera un mismotiempo.

Se alega en favor de la sustancialidadde la materiaelsentidocomún. Así llama (metafóricamente)aquelcaudalde inteligenciaquepertenecea todoslos hombres,y de queninguno que esté en su juicio puededesprenderseaunquequiera. Los elementosprimarios de la razón, los axiomas,las verdadesque tienen una certidumbre completa, y quese hallan a el alcancede todos, son los objetospeculiaresdelsentidocomún; denominacióna queunosdanun significadomásextensoqueotros,y de la cual se ha abusadomuchoenlos tiemposmodernos,porqueno se hantrazadolos límitesa que debe circunscribirsela jurisdicción de este tribunalirrecusable.

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De los conocimientos

Pero déseal sentido comúnla extensiónque se quiera,¿puedeél informarnos de lo que se halla absolutamentefuera de las facultadesperceptiblesdel hombre? ¿Tieneelvulgo la más remota idea de la sutil diferenciaque existeentre el conceptode Reid y el de Berkeley sobreel modode existir de la materia?No haycosamás manifiestani másnaturalen el vulgo quela creenciaen el movimientodel sol;creenciaque fuera universalen el día si no la hubierandes-terradodel entendimientode un corto númerode hombreslas observacionescientíficas;esacreenciafué sin duda uni-versalen otro tiempo;y aunhoy día es indudableparaunainmensamayoría del génerohumano.¿Nopudo, pues,ale-garseahora tres siglos a favor de esa creencia el sentidocomúncon másfund-amentoque ahora a favor de la exis-tencia sustancial de la materia, como la conciben losfilósofos? Confesándoseignorantesde lo que es la materiaen sí misma, ¿qué los autoriza a pronunciar que es algoenteramentedistinto de la actividad supremay de la sensi-bilidad creada?¿No hay en ambascosasun juicio temera-rio, una deducciónquenadalegitima? En realidad muchomenos absurdoes el conceptovulgar, que, interpretandomal el informe de los sentidos,llama real el movimientoaparentede los astros,que el conceptofilosófico de la sus-tancialidad,acercade la cual ni deponenni puedendeponerios sentidos; de que los filósofos mismos no nos dan másgarantíaqueel sentidocomún, que no es otra cosaque susentidoparticular; y de que, en fin, paranadase necesitani en el estudiode la naturalezani enel de la vida práctica.

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CAPITULO II

DEL JUICIO Y DE SUS VARIAS ESPECIES

Definición del juicio. — El Dr. Reid. Dugald Stewart. Diferencia entre elconocimiento y el juicio. — División de los juicios: juicio perceptivo; juiciodeductivo; juicio testimonial. — Ideas que determinan los juicios. — La pro-posición. — Eleméntosde que se compone. Proposicionesnegativas. — Re-lación del sujeto con el atributo. — Supuesta-doctrina sobre el juicio. — Cua-lidad absoluta -que se reconoce en el juicio. — Doble aspecto bajo que se con-sidera el juicio. — La certidumbre: sus diferentes especies.— Certidumbre ab-soluta. — Especiesde juicios evidentes..— Juicios intuitivos; juicios deductivos.—La definición. — La descripción. — Definiciones de cosa y de nombre: distin-ción arbitraria. — Condiciones de la verdaderadefinición. — La división y laclasificación. — Requisitos de la verdadera división. — Designación de clases,de órdenes, géneros, grupos, familias.

1

Suele decirseque el juicio es “aquel acto del alma enqueunacosaes afirmadao negadade otra”; pero como enlos juicios negativos se afirma realmenteuna relación dediferencia,y como la diferencia,haciendonegativosu tér-mino, se convierteen semejanza,1 creo que podemoscon-siderar todos los juicios como sustancialmenteafirmativos.

El defecto de la definición anterior, segúnReid, con-sisteen que, si bien por la afirmacióno la negaciónexpre-samos nuestrosjuicios a otros, el juicio con todo es en símismo un acto solitario del alma, a queesta afirmación onegaciónexterior no es esencial;y por tanto, admitida la

1 Decir que el oro no es trasparente,es decir que el oro se diferencia de loscuerpostrasparentes,o que es de la clasede los cuerposno trasparentes,esto es, opacos.(N. DE BELLO).

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Del juicio y de sus varias esfrecies

definición, debe entendersede la afirmación o negaciónmentalsolamente,y si es así no hacemosotra cosaquesus-tituir a la palabrajuicio otra expresiónperfectamentesinó-nima. Decir que afirmamos o negamosmentalmente,es lomismo que decir que juzgamos: la primera expresiónnoes másclarani significativaquela segunda.Por consiguien-te, la quese da como definición del juicio no lo es verda-deramente:no lo explica; lo que hace es señalarlo;comosi preguntándosequé es el ámbar, se respondiesehelo aquí.

“Lo más que podemoshacer, dice Dugald Stewart, esindicar las ocasionesen que juzgamos,paradirigir la aten-ción de los otrosa lo que entoncespasaen el alma. Cuandoasentimosa un axioma, cuandodespuésde recorrer la de-mostraciónde un teorema,adherimosa la conclusión,cuan-do pronunciamossobrelo verdaderoo lo falso de cualquieraproposición,sobrela probabilidado improbabilidadde cual-quier evento,la facultadcon que conocemoso creemosco-nocer lo verdaderoo lo falso, lo probableo lo improbable,se llama en la lógica juicio, y se haceusode la mismapala-bra para significar los actos particularesde la facultad dejuzgar”.

Afirmar o negarmentalmenteunacosade otra,es afir-maro negarmentalmenteunarelaciónentreellas.No pue-de el alma afirmar o negar otra cosa que relaciones.Peroaunqueno ‘sea posible que el alma juzgue sino sobrecon-ceptosde relación,sucedea menudoque concibe relacionessin afirmarlas ni negarlas.La imaginación está incesante-menteocupadaen conceptosde relación,sobrelos cualesnopronunciael alma juicio alguno.

Hay cierta diferenciaentreel conocimientoy el juicio.El conocimientoes el poder que tiene el alma de renovarun juicio. Si yo unavez he juzgadoqueel tabacoes narcó-tico, mientrastengo el poder de renovarpor medio de lamemoria este juicio, tengo el conocimientode la virtudsoporíferadel tabaco. Así, un hombrede muchosconoci-mientoses el quetiene el poder de renovaruna gran mul-

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Filosofía del Entendimiento

titud de juicios, de quese sirveparadirigir sus operacionesintelectualesy su conductaen la vida. El conocimientoesla posesióny el juicio es el uso. Y de la misma maneraquela posesiónprincipia siemprepor la ocupación,el conoci-miento haprincipiado en todoscasospor el juicio.

Los juicios son de variasespecies.Es juicio perceptivoelqueformamospor mediode percepcionesactualeso de per-cepcionesquerecordamos.Tales son los juicios que forma-mos sobreel color de los objetos que vemoso hemosvisto,sobre las dimensionesde los objetosque medimoso hemosmedido, sobre los estadosen que se encuentrao se ha en-contradonuestraalma. Sientofrío, esta flor es olorosa,ano-che estuveen la comedia,son juicios perceptivos.

Juicio deductivoes el quededucimosde juicios prece-denteso de definiciones,por medio del raciocinio. Tal es elsiguiente:“En el círculo todaperpendiculartirada de la cir-cunferenciaal diámetroes unamediaproporcionalentrelosdos segmentosdel diámetro”. Porqueesto ni lo percibimosactualmente,ni lo hemospercibido jamás, sino lo deduci-mos por medio del raciocinio,de la naturalezadel círculo,es decir, de su definición. Juiciosdeductivosson tambiénéstos: “El azahares oloroso; la azucenaes blanca”. Porquecon estasproposicionesqueremosdecir que todo azaharesoloroso, y toda azucena,blanca; lo cual es claro que ni lopercibimos, ni podemospercibirlo, sino lo inferimos (envirtud del principio de la estabilidadde las leyes de la na-turaleza que instintivamentenos guía) de las constantesobservacionesque hemoshecho de la fraganciadel azahar,y de la blancurade la azucena.

Juicio testimonial es el que debemosal testimonio deotroshombresque lo hanformadópor sus propiasobserva-cioneso raciocinios. Tales son los que pronunciamossobrela situacióny calidadesde los lugares,de quenos dannoti-cia los viajeros; sobre ios hechospasadosque trasmiten anuestro conocimientolos historiadores;sobre las verdadescientíficasa queno hemosalcanzadopor nuestraspropias

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Del juicio y de sus varias especies

observacioneso raciocinios, sino por la comunicaciónquede esasverdadesnos hanhecho los que las hanaprendidoobservandoo raciocinando.

En rigor, ios juicios que constituyen las percepcionessensitivasprimarias y secundariasson deductivos;porquetodos ellos son el fruto de unaexperienciatemprana,estoes, hansido sacadosde las observacionespor el raciocinio.La referenciaprimitiva quenos hace referir la sensaciónaunacausadistintadelyo, esel único que,en laspercepcionessensitivasparecequetienemejor título paraser considera-do como no deductivo;peroen realidad1o es. Si un instintonos lo dicta, es impeliéndonosa deducirlode la percepciónintuitiva de la sensación,medianteel principio de causali-dadquees otro de ios queinstintivamentenos guían.

El juicio testimonial se reducetambién,y mucho másclaramente,al deductivo. Porquesi yo creo, por ejemplo,queCádiz fué colonia tiria, es porquejuzgo queel testimo-nio que de ello nos dan los escritoresantiguos es digno decrédito. “Escritores antiguosfidedignos refierenqueCádizfué colonia tiria: luego Cádiz fué colonia tiria”. Tal es lafórmula mentalde todos los juicios testimoniales.

II

Los juicios, segúnlo dicho, suponenideasentrelas cua-les percibimosrelaciones.

Ideashay querepresentanfielmente los objetospor me-dio de percepcionesrenovadas.Ellas forman el primer cau-dal de la memoria.Perohay objetosa que no podemosal-canzarde estemodo; objetosde queno hemostenido per-cepciones;de queno podemospor consiguientetener ideaspropias, y quenos representamospor medio de otras ideas,quenos sirvencomo de signoso imágenes,quehacenlas ve-ces de las ideaspropiasde quecarecemos.

La imaginaciónnos figura individuos queno conocemos,

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y aun individuos quesabemosno existen,combinandoa suarbitrio, no sólo facciones,miembros,formas, coloresde losindividuos de la misma clasequehemosvisto, sino faccio-nes,miembros,formas,coloresquesólo hemosvisto en otrasclases de objetos. Excitadasu movilidad se figura nuevasclasesde serespor medio de nuevasy caprichosascombina-cionesde anamnesis;se figura monstruos,genios,dioses.Daun pasomás.Concibeclasesde seresqueno puederepresen-tarseni aunde estemodo; clasesde seresqueno tienenfor-masaccesiblesa la inteligenciahumana:serescuya existen-cia afirma la razón unasveces,otras la niega, otras la creemeramenteposible.¿Y quénecesitala imaginaciónparaeseúltimo esfuerzo,para concebirseresdiferentesde cuantosconocemos?Necesitasólo, como la preguntalo dice, de larelaciónde diferencia.Se figura seresentre los cualesy to-dos los queconocehayla mismarelaciónqueentrelo blan-co y lo negro,por ejemplo,queentreel animaly la piedra,entreel espíritu y la materia.La ideade la diferenciano esa la verdaden este casouna idea adecuada;porque todaidea adecuadade relaciónsuponedos términosqueconoce-mos,y aquíeluno de los términosdela diferenciaes entera-mentedesconocido;pero las diferenciasque antes hemospercibido nos sirven de imágenespara representarnoslasqueno percibimos,ni noses dadopercibir.

Por medio de las ideas-signos,y supuestasólo la posibi-lidad natural de la imaginación,se eleva el alma a las ideasde enteen general,de lo posible,de lo infinito.

III

El juicio expresadocon palabrasse llama proposición;perono todaproposiciónexpresaun juicio. Es fácil recono-cer las proposicionesqueexpresanjuicios, porqueen ellas seafirmao niega. “Cicerón fué el primero de los oradoresro-manos”,“anocheno hubo comedia”,son proposicionesque

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expresanjuicios. Hay otrasen queel verbo expresamera-menteun deseo,unacondición, un simple conceptoque nose afirma ni se niega.

“~Quierael cielo hacertefeliz!” es unaproposiciónquesignifica un merodeseo.En estaoración: “Si sufresconre-signaciónlos trabajos,te seránal fin llevaderos”: la propo-sición incidente, sufrescon resignaciónlos trabajos, signi-fica una condición de cuya realidad prescindimos.Final-mente, en estaoración: “Temo que no puedaevitarse laguerra”,laproposiciónincidenteno puedaevitarsela guerra,es un puro conceptoqueno se afirma ni se niega; ci juicioque lo acompañapertenecepropiamenteal verbo temo.

A vecesla parteprincipal de la proposiciónva envueltaen unasola palabra,seguidade otrasque., si adoptásemoselprocederordinario, seríanel régimen del verbo. “~Ay deti!” “~Ohvanidadde las cosashumanas!”equivale a «meduelo de ti”, “me admiro de la vanidad de las cosashu-manas”.

Limitémonos a las proposicionessimples o compuestasquedeclaranjuicios. “Dios existe” es unaproposiciónsim-ple en quese afirma la existenciade Dios; “Temo que nopuedaevitarsela guerra” es proposicióncompleja en quese afirma el temor como un estadodel yo. Los lógicos lasdescomponenen tres elementos:sujeto, que es la cosa deque algo se afirma o se niega;predicado,que es lo que seafirma o se niega; y cópula, que es el verbo seru otro designificaciónsemejante,el cual, ya expreso,ya envueltoenotro verbo, liga el predicadoconel sujeto.En “Dios es in-finito”, el sujeto es Dios, infinito el predicado,y esla có-pula. Si la proposiciónno tiene cópulaexpresa,e-i verbo seresuelveen doselementos:cópulay predicado.Así, vive seresuelveen esviviente;amaen esamanteo estáamando.

Pero es muchomás simple y exactoconsiderarla pro-posición como compuestade sólo doselementos,el sujetoyel atributo.El verbo ser es un verdaderoatributo; el másgeneralde todos,porquecomprendea todoslos otrosverbos,

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comola palabraenteo cosacomprendea todoslos sustan-tivos. Todoslos verbosqueno significanla pura existencia,significan modificacionesde la existencia,como todos lossustantivosqueno significan el seren general,significanes-pecieso formasparticularesdel ser. No hay,pues,másmo-tivo paradescomponerestosverbosde la maneraquede or-dinario se hace; para descomponera leo en soyleyente,avivoensoyviviente, quea Dios en entedivino, ahombreen entehumano,a cuerpoen entecorPóreo, y en suma,atodosustantivoqueno signifique el seren general,enel sus-tantivo enteo cosay un adjetivo: descomposiciónentera-mentegratuita, y ademásviciosa,porque complica el len-guajeen lugar de simplificarlo.

En las proposicionesnegativasla negaciónes unapartedel atributo. “Los placerescorpóreosno satisfacena el al-ma”, equivalea “los placerescorpóreosson no satisfacientesa el alma”, o “los placerescorpóreosson incapacesde satisfa-cer a el alma”: el sujetoes la claseenterade los placerescor-póreos,y el atributo la clasede las cosasincapacesde satis-facer a el alma; “Ningún hombreestá exento de caer enerror”, equivalea «todohombrees un serno exentode caerenerror”, o “todo hombreesun serexpuestoacaerenerror”:el sujeto es la claseenterade los hombres,y el atributo laclasede los seresexpuestosa errar. “Nada terrestredura”,equivale a “toda cosaterrestrees cosano durable”, o “todacosa terrestrees perecedera”;el sujeto comprendetodaslas cosasterrestres,y el atributo la clasede las cosaspere-cederas.

El sujeto casi siemprees menosextensoque el atributo.Las proposicionesquesignifican identidad,como estas:“Elhombrees un animal racional”; “1-a circunferenciaes unacurva quevuelve sobresí misma~y en quetodoslos puntosse hallana igual distanciade otro punto”, son las únicasenqueel atributono es másextensoqueel sujeto. Ambos tie-nenen ella unamismaextensión.

El sujetorepresentaunasvecesun individuo y otrasuna

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clase.El atributo en las proposicionesno significativas deidentidadrepresentasiempreuna clase.

El atributo tienesiempremenoscomprensiónqueel su-jeto, exceptoen las proposicionesidénticas;porqueexceptoen éstasel atributode la proposiciónno es más queuno delos quecorrespondenal sujeto. En las proposicionesidénti-cas el sujetoy el atributo significan una misma cosa condiferentespalabras;todos los atributos del sujeto son porconsiguienteatributosdel atributo.

Iv

Los quedicenqueel objeto del juicio es siempreunare-lación de semejanzao de diferenciaentredos ideas,se handetenido,por decirlo así,en la superficie de estaoperacióndel alma, y no la handado a conocersuficientemente.

Juzgarqueunacosaes verdeo no es verde,es reducirlaa la clasede los objetosque llamo verdeso excluirla de ella,porqueentreaquellacosay los objetosverdeshallo o no hallotoda la semejanzaquesuelen éstastener entresí. Parain-dicaruna cualidades necesarioindicar unasemejanza,si lacualidades positiva, o indicarunadiferencia,si la cualidades negativa.

Sin embargo,comola afecciónpor cuyo medioconozcoel verdor,esunaafecciónabsoluta,unaafecciónqueno nacede la yuxtaposiciónde otrasdos afecciones,el verdores unacualidadabsoluta.Juzgarpues queunacosa es verde o noes verde, es reconoceren ella una cualidad absolutacomofundamentode la semejanzao diferencia que declararnosentreella y los objetosverdes.Pero,¿cómoadquiereel almael conocimientode estacualidad absoluta?Ya hemosdichoqueno la ve directamente,quela simboliza por unasensa-ción, refiriendoa ella la sensacióncomo suefecto,y repre-sentándosela causapor el efecto. El juicio, pues,quepro-nunciamossobre la existenciade la cualidadabsoluta,es enestecasola expresiónde unarelaciónde causalidad.En to-

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do juicio en que afirmamos la existenciade una cualidadabsolutaen un objetomaterial,hayun conceptode relaciónde causalidad,ademásdel conceptode semejanzao diferen-cia de queme valgoparaexpresarel otro concepto.Cuandodigo que un objeto es verde es como si dijera que ciertacausaqueno conozcoproduceen mi alma una afecciónparecidaa la que producenlos objetosque llamo verdes.Indico una relaciónde causalidadpor una relación de se-mejanza,y es manifiestoquede estasdos relacionesla másimportantees la primera, de la cual la segundano es másqueun signo.El signoes importante,sin duda,porque de subuenao mala aplicación dependela verdaddel juicio. Sijuzgase,por ejemplo, que cierto objeto queno he visto esazul, el errorde este juicio consistiríaencreerqueel objetoproduceen losseressensiblesquelo ven elmismo efectoqueel producidopor los cuerposllamados azules; pero la im-propiedadprovendría,no de la mala eleccióndel signo,sinode haberatribuido al cuerpode quese trata un efecto queno produceen ios seressensibles,unacualidadqueno tiene.Así, este conceptoquemira a la relación de causalidad,esel quedecidede la verdado error de los juicios quehacemossobrelas cualidadesabsolutascorpóreas.Lo mismose aplica alas cualidadesrelativas.

Juzgarqueel fenómenoA es seguido del fenómenoBes reducir la relaciónque conciboentre ambos fenómenosa las relacionesque he designadoen el lenguajecon las de-nominacionesantes y después,posterior y anterior u otrasequivalentes.Estareducciónquieredecirquela relacióncon-cebidaahoraes semejantea las relacionesde la claseque sesignifican-con las palabrasantesy después.Por consiguiente,la semejanzano versa ahora sobreuna cualidad absoluta,como en el eemplo anterior,sino sobreunacualidad rela-tiva, porqueel medio con que conozcoel antes y despuésde dos fenómenoscualesquieraes unamodificación espiri-tual quenacedel cotejoo yuxtaposiciónde otrasdosmodi-ficaciones.Lasmodificaciones,así comolascualidadesde los

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objetoscorpóreos,son las que preparanlos juicios quever-san sobreios modoso cualidadesespirituales.Cuandodigoque estoytriste expresoinmediatamenteunarelaciónde se-mejanza,pero en realidad,lo que me propongoindicar esun estado,unamodificación particulardel espíritu; modi-ficación querefieroa mi propiasustancia;mevalgopuesdeunasemejanzacomode un signo paraexpresarcierto estadoespiritual,y para expresarlocomouna modificación de mipropia sustancia,como una modificación con la cual meidentifico.

Vemos,pues,queen efectohay en todo juicio unare-lación de semejanzao diferenciaquees un objeto inmedia-to, pero no el objeto esencial;que pertenecemás bien a laproposición,y por decirlo así, a la cortezadel juicio, queal actointelectualen sí mismo.Hay en el juicio dos afir-maciones:la de unacualidad,que de suyoes absolutao re-lativa,peroquesiemprenos esconocidaporun conceptoderelación; y la de la semejanzao diferenciadel seren queconcebimosesta cualidad con cierta clase de seres,cuyonombre,en virtud de eseconcepto,le damos.

Estasemejanzao diferenciaque es el significadoinme-diato de la proposición,no es por cierto el más importanteobjeto del juicio. Cuandoyo digo queel vidrio A es verde,o quela torre B es másalta que la palmaC, me representoel verdor deA, o me representolas alturasde B y C y almismo tiempo una relaciónde másy menosentreellas; ylo mismo se representael que me oye. La proposicióndicematerialmentequeel vidrio A, en virtud dela cualidadab-solutaque conciboen él, seasemejaa ciertaclasede objetos,y que ci parde objetosB, C, en virtud de la cualidadrela-tiva que nacede las percepcionesde B y C, se asemejaaciertaclasede paresde objetos; peroestaideade semejanzaes un medio,no un fin; suoficio es sólo suscitarla ideadelverdor y de la másy menosaltura; no haceen el entendi-mientomásque la ligera impresiónnecesariaparaque con-cibamosciertacualidadabsolutaen el primer caso,y cierta

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cualidadrelativa en el segundo;y una vez ejecutadoesteoficio desaparece.

Estedobleaspectobajoel cualconsideramosal juicio, esde mucha importanciaen la teoría del raciocinio; porqueel procederraciocinativoestásujeto a leyesdiversas,segúnse atiendea la relaciónde semejanza,cuya idea es como lacortezadel juicio, o a la cualidadya absoluta,ya relativa,queconstituyesuobjeto principal, y cuya ideaes comosunúcleoy su verdaderasustancia.Las reglasdel silogismo serefierenala relaciónexteriorde semejanza;la demostracióngeométricay otrasvariasespeciesde raciociniomás fecun-dasqueel silogismoversansobrerelacionesdiversas,y suje-tasa leyesdiferentesde las del raciocinio.

Sólo, pues, considerandola forma exteriordel juicio sepuededecirquesuobjeto es unarelaciónde semejanzao dediferencia.Peroaun bajo este aspecto,podemosdecir queelobjetodel juicio es unarelaciónde semejanza,porque,co-mo ya hemos observado,la expresiónen que el sujeto esexcluido de la clasesignificadapor el atributo, incluye alsujetoen la clasede objetosque se diferenciandel atributoy lo asemejapor consiguientea ellos. Decir queel alma noes extensa,esdecirquees no extensa,quees inextensa,queseasemejaa losobjetosinextensos.Másadelanteveremoscuán-to sesimplifica deestemodola teoríadel silogismo,que,se-gún hemosdicho, es un raciocinio queversasobre la rela-ción superficial con que formulamoslos juicios.

La fe queprestamosa nuestrosjuicios se llamacertidum-bre,y es de diferentesespeciesy grados.

Certidumbreabsolutaes la que prestamosa los juiciosque envuelvenrelacionesnecesariasde necesidadabsoluta.A estaclasepertenecenen primerlugar los juicios evidentesque por sí mismosarrastranirresistiblementeel ascensodelalma, y en queno hay necesidadde demostracióno pruebaalgunaparaqueconozcamosla necesidadabsolutade la re-lación contemplada.Cuandovemosun objeto compuestoycomparamosla grandezade todo él con la grandezade una

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de sus partes,nos es imposible dejarde percibir que aqueltodo es mayorque aquellaparte; y generalizamoseste jui-cio diciendoque“el todo esmayorque la parte”. No es éstauna consecuenciaque sacamosde la observaciónde varioscasosparticularesen virtud del principio de las conexionesempíricas,como cuandodespuésde observarque todoslosjazmines que se nos presentantienen un olor agradable,afirmamosqueel jazmín esfragante,expresiónqueequivalea decir que todo jazmín lo es,lo ha sido y lo será;sino unjuicio generalcomprensivode todoslos juicios particularesanálogosquesepresentanmáso menosdistantementea el al-ma,como “mi cuerpoes mayorquemi brazo”, “estacasaesmayor que ese salón”, etc., y representativode todos losjuicios particularesposiblesen quese comparaun todo conuna de sus partes.

Recíprocamente,el juicio que yo hagodiciendoque micuerpoes mayorque mi brazo,no esuna consecuenciadeljuicio general,“el todoes mayor que la parte”, sino el mis-mo juicio bajo unaforma general.Y aunse puededecirquees másclara y hacemásfuerzala evidenciacon que perci-bimos en un compuestodado la relación de más y menosentreel todo y la parte,que la evidenciacon que la perci-bimos en generalpor mediode los juicios particulares,quese producenabreviaday rápidamenteen el alma.Así esque,parapercibir con claridaduna relacióngeneral,tendríamosque formularla atendiendoa algunasaplicacionesespecífi-cas o individuales.

Estosjuicios generalesde relacionesnecesarias,cuyaver-dad no puedeprobarsepor deducción,y cuya prueba,sipudierahaberla,no daríamás luz al entendimientoque laque ellos por sí mismos se la ofrecen,se llaman axiomas;y ya hemosvisto quetodosnuestrosraciocinioslos envuel-ven, no precisamentecomo principios de que deducimosconsecuencias,sino como verdadesimplícitas, sin las cualesel ejercicio de la razón es imposible. Si admitiésemos,porejemplo, que dos cantidadesque separadamenteson iguales

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a unatercerapuedenserdesigualesentresí, estosólobastaríapara convertir las cienciasmatemáticasen un laberintodecontradicciones,en queel entendimientono podríaver luzni darun paso.

Las percepcionesintuitivas que nos revelan las opera-ciones ya examinadasde nuestroyo, constituyenotraespe-cie de juicios evidentes,que son tan particularescomo ge-neraleslos otros. La concienciaquelos forma esincapazdeerror. Cuandoel alma se da noticia a sí misma de lo quepasaen ella, no le es dabledudarde la veracidadde su tes-timonio. Suponerque yo pudieseengañarmecuandoper-cibo enmí mismo un deseo,seríacontradecirseen los tér-minos. Y sin embargo,es indisputableque creemosa vecespercibir en el alma cosasque realmenteno son. Creemos,porejemplo,percibirinmediatamentelos coloresde uncuer-po, cuandono hacemosmásquepercibir ciertaafecciónennuestroespíritu,y referirla a ciertacausaexterna.Creemostenerideasgeneralesque nos representanalgo que se repiteuniformementeen los individuos del género,cuandosóiotenemosideasde individuos, ideasde semejanzasindividua-les eideasde nombres.¿Quépruebaestosino queequivoca-mos a veceslos prestigiosde la imaginaciónconel testimo-nio de la conciencia?Los juicios verdaderamenteintuitivosno puedenengañarnos,perono estamossiempresegurosdereconocerlos.Ésta es una de las causasmás frecuentesdeerroren los escritorespsicológicos.Así es que los vemosde-fender sistemas-opuestos,invocandocadauno a favor delsuyola autoridaddel sentidoíntimo,que eslo quellamamosconciencia.

Los juicios intuitivos son juicios de conexiónnecesaria.Si yo perciboquedeseo,necesariamentedeseo.Por otrapar-te, los juicios en que se percibeunaconexiónnecesariaen-tre dos ideas, son por su naturalezaintuitivos; porquenopuedenpercibirserelacionesentrelas ideas sino por la con~ciencia.Enunosy otros,por tanto,la evidenciaes intuitiva.Evidenciaabsoluta,evidenciametafísica,evidenciaintuiti-

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va, son expresionessinónimas.La evidencia matemáticaesla evidencia intuitiva aplicada a las relacionesde más ymenos.

Perono todo juicio de conexiónabsolutamentenecesa-ria es evidente,porque sucedemuchasvecesque estaco-nexiónno se dejaver a primeravista,y sólo essusceptibledeprobarsedemostrativamentepor el raciocinio. Talesson lasconexionesnecesariascomo 7 +8 15, y los teoremasdela geometríay del álgebra.Hay, pues,dos cosasque pro-ducen certidumbre absoluta, la evidencia y la demostra-ción. Dasea vecesa las verdadesdemostrativasel título decertidumbre,pero con menospropiedad.

Todoslos juicios evidentessonperceptivos;perono todojuicio perceptivoesevidente.Los juicios que acompañanalas percepcionessensitivasestán sujetos a error. Yo oigodispararun fusil y poco despuésoigo dispararun cañón.Si juzgo que el tiro de cañónfué posterioral tiro de fusil,puedoerrar; porque el ordenen que experimentolas sen-sacionespuedeser y es amenudodiferentedel ordenenquehan acaecidolos movimientosqueponiendoen vibración elaire las producenen mi oído. Si yo melimitase ajuzgarqueel sonido del cañonazoha afectadomi oídodespuésque elsonidodel fusil, mi juicio noseríasusceptiblede error. Cuan-do de esta relación de anterioridadentre la primera y se-gundasensacióninfiero la mismarelaciónentrelas doscau-sas remotasaposcópicas,entre el cañonazoy el fusilazo,mi juicio puedesererróneo,porquededuzcodelordende lassensacionesuna consecuenciaque casi siempre se ajustaalos hechos,pero que algunasveces falla. Los juicios, pues,que acompañana las percepcionessensitivas,y que adole-cen a menudode error, no son propiamenteperceptivos,sino deductivos.Si los llamamosjuicios perceptivoses por-quecomprendemosen la percepciónciertos procederesin-telectualesque pertenecenpropiamenteal raciocinio.

Yo perciboolor de rosa,y juzgoquehaycercade mí unarosa cuyosefluvios hierenmi olfato. Estejuicio parecemás

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estrechamenteligado con la sensación,y sin embargo esfalible. Otras causaspuedenafectarmi olfato como sueleafectarlola rosa. Si yo me limitase a juzgar queel olor queperciboes semejanteal de la rosa,habríamuchomenospeli-gro de errar.Lo queme hacecaerenerror es el inferir dela existenciade unasensaciónquepuedeserproducidaporvarias causas,la existenciade una causaparticular; y porconsiguiente,no es aquí la percepciónsino el raciocinioelqueyerra.

Peroaun consideradosen sus primerasy genuinasindi-caciones,los juicios queconstituyenlas percepcionessensi-tivaspuedenno estarexentosde error. Huele a rosa es unjuicio no enteramenteseguro;el recuerdodel olor de rosapuedeser infiel u oscuro, y la semejanza,por consiguiente,falaz. Cuantamásparte tengala memoria en estos juicios,tanto máspeligro hayde quenos extravíen.

En los juicios queconstituyeno acompañana la percep-ción sensitiva,o lo quees lo mismo, en los juicios que cons-tituyen las percepcionessensitivasprimariasy secundarias,no hay jamásevidencia.Cuandode dos cuerposqueestoymirandojuzgoqueeluno es másgrandequeel otro, sucede-rá muchasvecesquelas representacionesintelectualesde sustamañosarrojen evidentementela relación de A>B; perolas percepcionessensitivasno versansobrerelacionesde mo-dos espirituales,sino sobre relacionesde modos corpóreos;y comolas relacionesde los modosespiritualespuedenrepre-sentarconmáso menosfidelidad las relacionesde los modoscorpóreos,nadame autorizaa creerque la relaciónquemientendimientopercibe existenecesariamenteen el universocorpóreo.Y aun cuando nos creyésemosautorizadosparapensarasí,esa relaciónno seríadirectamentepercibidasinodeducida;seríaprobadaparanosotrosenvirtud de su con-formidad conlas leyesde la naturaleza,pero no podría lla-marseevidente;y lo quees más)no podría llamarsedemos-trada,porquela demostraciónnecesitade unaserie de rda-cionesevidentes.

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Pero aunquelos juicios que hacemospor el ministeriode los sentidos,auxiliadospor el principio de las conexionesempíricas,no seanjamásevidentes,puedensersin embargociertísimos,tales,por ejemplo, como éstos: los cuerpossu-blunaresabandonadosa sí mismos,caen; el fuego colocadocerca de la cera,la derrite; ei aire resisteal movimiento delos cuerpos,y disminuyepocoapocosu velocidad.Paraqueestosjuicios nosindujesena errarseríamenesterque faltasealgunade las leyesquerigenel universomaterial,y quenosengañaseel principio de las conexionesempíricas.Sucedeavecesque las leyesnaturalesno se formulan con bastanteprecisión en nuestroentendimiento,porqueno hemosde-terminadoexactamentesus condiciones;y cuandoen reali-dad la naturalezaes uniforme en su modo de obrar,puedeparecernos,con todo, que un fenómenocontraría una leynaturalporqueno seadaptaa nuestrafórmula. La certidum-bre física, la certidumbrecon queaceptamoslas conexionesempíricas,serápuesmáso menosfuerte, segúnla seguridadque tengamosde conocer todas las condiciones,todos loselementosde unaley natural.Sucederátambién queen lasaplicacionesde una ley natural perfectamenteconocida,aun casoparticularque se nos presenta,nosengañemosave-ces, porque no conociendobastanteel hecho, suponemoserróneamentequese 1e debeaplicarla ley.

Peropor grandeque sea la certidumbrefísica,no alcan-zará jamásla fuerzade la certidumbreabsoluta.Ciertísimoes el juicio individual queyo formo de queestecuerpoqueestoy tocandoproduceo es capaz de producir en todos losindividuos queacerquena él sus órganostáctiles, sensacio-nes semejantesa las queproduceen los míos; y para quedejasede serlo seríamenesteruna infracciónde las leyesf í-sicasdel universo.Peroesta infracciónno es parami enten-dimiento absolutamenteimposible como la inexistenciadelas relacionesnecesariasde las ideas,o como la inexistenciadel dolor en mi alma cuandola concienciame aseguraquelo siento. La constanciade las leyes físicas no es de necesi-

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dadabsoluta.La certidumbrefísica, lacertidumbrecon queaceptanuestroentendimientola universalidadde las cone-xiones empíricas,admitemuy diferentesgrados;no porquelas leyes físicas seanmás o menos constantes,sino porquesucedea menudoque nuestrasideasno formulan las leyesgeneralesy los hechosparticularescon una fidelidad com-pleta. Cuantoes menorel peligro de que la fórmula no seacompletamente fiel, o de que el hecho particular no sehayaobservadoen todossuspormenoresimportantes,tantomenosdébil es la certidumbre de los juicios que pronun-ciarnossobrelos fenómenosmateriales;peropor fuerte quesea, jamás tendrá sobre el entendimiento cierto imperiocomo la certidumbre de la evidenciao la demostración.

Mas, aunquela certidumbrefísica, tomadaen un sen-tido general, es susceptiblede diferentesgrados,debe ad-vertirse que solemostomar estaexpresión en un sentidoparticular, entendiendo por ella el grado - máximum deconfianzaque podemosprestara nuestrosjuicios cuandoversansobrelas cualidadescorpóreas,o sobre los fenóme-nos del universomaterial.A los otros gradosse da el títulode posibilidad.

He habladohastaaquíde las conexionesempíricasquetenemospor indefectibles;encuantoa aquellasotrasa queno damosestecarácter,ya se deja ver quenuncalas acom-pañala certidumbrefísica sino unasimple posibilidad. Quea cierta aparienciade las nubessucedala lluvia, o que laaplicaciónde cierto remediotengaenun casodadoel efectoa quegeneralmentese aplica, no son conexionesinvariables,y el grado de fe queles damoses proporcionadoa la cons-tancia con que se realizan. El principio, con todo, de laconfianza mayor o menor que prestamosa ellas, es siem-pre uno mismo: la estabilidadde las leyesde la naturaleza,que suponemosen un casobastanteconocidoparaquepo-damosdeterminarsu afinidad,y en otros suspenderlahastadisipar la oscuridado vaguedadde las condicionesy mo-dificaciones con que se presentan.

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No tiene un nombreparticular la certidumbrede nues-tros juicios relativos a los fenómenosespirituales.En estosjuicios, como en los otros, se trata de conexionesfenome-nales, bien o mal observadas;en ellas la certidumbrees dela mismanaturalezay susceptiblede las mismasgraduacio-nes de posibilidad que en las relaciones de fenómenosmateriales.No habría, pues, inconvenienteen considerarla certidumbrerelativa a los fenómenospsicológicos,comounaespeciede certidumbrefísica; ni el uso de la voz eneste significado tendría nadade impropio’.

La definición es una especiede proposiciónpor cuyomediodeterminamosun objeto,demaneraquesedenacono-cer sus cualidadescaracterísticas,y conocidas,no sea po-sible confundirlo con otro.

Si el objetoes real, la definición representaun juicio oconjunto de juicios. En el primer caso,la definición tienecon más propiedadeste nombre; en el segundose llamaordinariamentedescripción.Cuandose dice que “la con-ciencia es una facultadcon queel almase percibeasí mis-ma”, se da una definición propiamentetal, cuyo atributoconsta de dos elementos:el primero un géneroen que secomprendela especiedefinida, y el segundo,una diferen-cia, que la separade todas las otrasespeciescomprendidasen el género:Facultad del alma es el género; con que elalma se percibe a sí misma,es la diferencia.He aquí unadescripción:“el tigre es un animal mamífero,cuadrúpedo,carnívoro;andasobrela punta de los dedos,y está armadode fuertesgarras; tiene la cabezaredonday la piel trans-versalmentelistada de negro, sobreun fondo por encimablanco, por debajo leonado; es uno de los más fuertes yvelocesde los cuadrúpedos,y el más cruel de todos”.

Si el objeto de la definición es un conceptodel enten-dimiento,a queno atribuimosunaexistenciareal, concretani abstracta,o de cuya existenciareal prescindimos,la de-

1 Physis en griego es la naturaleza en general, no precisamente la naturaleza

corpórea. (N. de Bello).

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Filosofía del Entendimiento

finición no representaun juicio, sino una suposiciónideal.“El círculo”, ~segúnlos geómetras,“es unasuperficieplanaterminadapor una línea cuyospuntos distan todos igual-mente de otro punto, llamado centro”. El objeto de estadefinición es un puro conceptodel entendimiento,porqueen ella se suponeunaexacta igualdadde distancia,y unasuperficie perfectamenteplana que no puedenpercibirsepor los sentidos,ni existen acaso en la naturaleza.

Hay dos especiesde definición, segúnlos lógicos: defi-nición de cosas,y definición de nombres.La definición decosasnos da a conocerun objeto; la definición de nombresel significado de una palabra. Pero cuandola definicióndeterminaun objeto, ¿quése hace? Determinala idea delobjeto. Y cuandopor la definición se determinael signi-ficado de unapalabra,¿quése hace?No puedehacerseotracosa que representarla idea representadapor la palabra,estoes, la idea del objeto a quecorrespondela palabra.Así,sea queyo tratede definir el circulo, o de definir el nombreque lo significa, tendrésiempreque determinarla idea queyo tengodel objeto, y toda la diferenciaconsistiríaen queunasvecespresentaréla definición de estemodo: el círculoes unasuperficie~lana, etc.; y otrasde esteotro: la palabracírculo quiere decir una superficieplana, etc. No hay másfundamentoparaadmitir esasdos especiesde definiciones,que para admitir estastres: definición de cosa, definiciónde idea y definición de nombre.

La primera regla de una buenadefinición es que nohayaningunapalabrasuperflua.Si, por ejemplo,definiendoel círculo dijésemos:que es unasuperficieplana terminadapor una: línea curva cuyos puntos, etc., pudiera decirsecon razón que palabra curva redunda,porqueuna líneacuyos puntos distan todos igualmentede otro punto, esnecesariamentecurva. No debemoscon todo dar cabidaaesta reglacuandola palabra,aunquepudieseen rigor omi-tirse, facilita la determinacióndel objeto y contribuye ala claridad de la definición.

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Del juicio y de sus varias especies

La definición debe, en segundolugar, ser clara. Si laclaridad es indispensableen todos los procederesdel razo-namiento,lo es sobre todo en la definición, cuyo oficio esdar a conocercon todala exactitudque sea posiblelos ob-jetossobrequeversael razonamiento,y que se suponendes-conocidosdesdequese trata de definirlos.

La terceraregla es que la definición convengaa todala cosaquese define, toti definito, como dicen los lógicos,estoes, queabracetodassus formas, todassus modificacio-nes, todos los individuos contenidos en ella. Pecaría,porejemplo,contraestaregla la siguientedefinición: “el racio-cinio es unaoperacióndel entendimientoen la cual, por lacomparación de dos relaciones, percibimos una tercerarelación”; porque, como despuésveremos, hay raciociniosen quede unasola relación inferimos otra.

La cuarta regla prescribe que la definición convengaa la cosa definida exclusivamente,o como lo expresanloslógicos, soli definito. Si definiésemosel alma humanaunasustanciaque siente,contravendríamosa esta regla,porqueel almade los brutossiente.Lo mismo seríasi dijésemosqueel almahumanaes un ser inteligente,porqueel alma de losbrutos lo es hastacierto punto,y porque Dios también loes y aunen un grado infinitamentesuperioral de la inteli-genciahumana.

La quinta reglaes que la cosa que se define no entrejamásen la definición, ni tácita, ni expresamente.A lo quefaltaríamossi dijésemos,por ejemplo, que la línea recta esaquella línea que conservauna dirección invariable; por-quedirección invariabley línea recta es una misma cosa.Esta regla, sin embargo,es una consecuenciapráctica dela segunda;pues suponiendodesconocidala idea que sedefine no seríaclaro el conceptoque la contuviese,ni ladefinición que expresaseeste concepto.

Como las definiciones procedensiempre,y no puedenmenosde proceder, por génerosy diferencias,se añadealas reglas anterioresla de que el géneroseapróximo y ladiferenciaexclusiva.

Vol. III. Filosofía——32.415

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Filosofía del Entendimiento

Géneropróximo es el menosextensode aquéllosen queestácontenidoelobjetoquese define; y diferenciaexclusivao propia aquellaque lo separade todos los otros objetos.Pero la proximidaddel génerono debeentenderseal pie dela letra, sino en cuanto contribuye a la clara determina-ción del objeto; y la propiedadde la diferenciaes unacon-secuenciaprecisade la reglaqueexige que la definición noconvengasino a la cosa que se define: soli definito.

Las mejoresdefinicionesson las que señalan aquellacualidaddel objetode quese derivan todaslas otras. Tal esla definición anterior del círculo. Tal me parecetambiénla que hace consistir la razón en la facultad de concebirrelaciones.

A falta de unacondición de esta especie,podemosfi-jarnosen aquellao aquellasde que se derivanlas cua~hidadesmás señaladasy características.Y esto es lo único que lasmás vecespuedehacerseen la psicologíay en las cienciasfísicas.

Decir que la materiaes una sustanciaextensabastaríaquizáparacircunscribirla idea de modo queconviniesetotidefinito et soli definito. Perono deberíaconsiderarsecomouna redundanciaociosa la designaciónde otras cualidadesquenunca faltan a la materiay quefiguran a menudoenlos fenómenoscorpóreos,como la impenetrabilidad y lainercia. Sólo por respetosupersticiosoa las reglasde la es-cuela pudieracondenarseestadefinición: la materiaes unasustanciaextensa,impenetrable,inerte. Si la definición nohaceformarunaideabastanteclarade la cosaquese define,aunquesatisfagaa las otrascondiciones,no llena su objeto,quees darla a conocerpor medio de sus más importantescaracteres.Así, la descripciónseríamuchasvecespreferiblea la definición simple aun cuandoésta fuera posible. Ladefinición simple convienemejor a las cienciasque versansobre conceptosintelectualesy positivos, como las mate-máticas;la descripcióna las cienciasde hecho.

Se cree que es arbitrario en el escritorel asignara una

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palabrael significadoquequiera,con tal que se le conservesiempreel valor queunavez se le ha dado; y quepor con-siguienteno puedencensurarselas definicionesen que nosapartemosde la significaciónusual de las palabras.Cuandose trata de determinaruna cosa, un hecho, un fenómeno,es claro que si la definición ha de ser verdadera,no puedeser arbitraria, sino en cuanto a la elección del carácterocaracteresdeterminativosdel objeto,dadoque éstepresentevarios, o puedaconsiderarsebajodiferentesaspectos.Sucedetambiénquetratandode clasificar unamultitud de objetosparacierto fin determinado,podemosdar máso menosex-tensióna una clase,y definirla de diferentesmodos. Peroesta arbitrariedadestá reducidaa límites muy estrechos,yes raro quepuedahacersemás de unabuenadefinición deunacosa,a lo menoscon respectoal fin particular quenosproponemos.Voy a dar un ejemplo.

Hay mucha variedad en las definiciones que dan losgramáticosde las diferentesclases de palabras.Pero si seatiendea que la clasificaciónde las palabrasen la gramáticatiene por objeto manifestarsus diferentesoficios, es claroquela definicióndel sustantivo,del adjetivo,del verbo,etc.,debeceñirsea señalarlas posicionespeculiaresy caracterís-ticas de cada unade estasclasesde signos verbales.¿Quédiremos,pues,de la definición quesueledarsedel sustantivo,palabra que sirve para nombrar o señalarlas cosas?No haypalabraque no signifique una idea y que no señale,porconsiguiente,una cosa. Tampoco es buena la definiciónque se da del sustantivo,diciendo que significa sustanciareal o imaginaria: verde envuelve la idea d~sustancialomismo que cuerpo; desdeque se dice verde nos figuramoscosaverde.Y por otra parte, ¿cuáles el conceptoa que laimaginaciónno puedaunir la idea de sustanciareal o ima-ginaria? La definición seríasiemprevaga, y por tanto os-cura. En realidad, las varias clasesde palabrasno difierenunas de otras por su significado, sino por su conexión ydependenciamutua en el lenguaje. El sustantivo es una

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palabraquesirvepara significar el sujeto de la proposicióny el término del complemento:el sujeto de la proposición,comoen~el verdor es agradablea la vista”; el términodeuncomplemento,como en ~la primavera cubre la tierra deverdor”.

¿Qué es el adjetivo? No es, como dicen muchos,unapalabra que significa cualidad; verdor significa cualidad,y se usasin embargocomo sustantivo.Es unapalabraqueexplica o modifica inmediatamenteel significadodel sus-tantivo: “los cuerposblancos”; “el color blanco”; “la blan-ca azucen-a”.

¿Quées el adverbio? Es una palabraque modifica unamodificación o explicación del significado del sustantivo:“esperanzasdemasiadolisonjeras”; “noticias manifiestamen-te falsas”; “servicio mal recompensado”; “~oh méritostarde conocidos!”; “los filósofos antiguos no conocieronel verdaderomodo de estudiarla naturaleza”.

Regularmenteno cabe arbitrariedad en la definiciónsino cuandose trata de determinarel significadopeculiarquedamosa un términodesconocidoo dudoso.No es lícitoapartarsedel uso común de la lengua, ni de la acepciónque señalaa ios términos técnicosde unaciencia, unano-menclaturafija y universalmente recibida. Pero ocurreexpresarunanueva idea por medio de un término nuevo,y toca entoncesal que lo introducedefinirlo, dandoa co-nocer el significadoen que lo toma. Hay ademáspalabrascuyo valor no está bien determinadopor el uso generalopor el de los escritorescientíficos; y no sólo es convenientesino aunnecesariodeclararel quecadauno le da, paraevitardisputasverbalesen que la contradicciónes sólo aparente,originadade las variasacepcionesde unamismavoz. Y éstees el único punto de vista bajo el cual puedeconcebirsedi-ferenciaentre las definicionesde palabrasy las definicionesde cosas. Toda definición es, a un tiempo, definición decosa,de idea y de palabra;y sólo dependede las circunstan-cias el quepor medio de la definición nos propongamosdar

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a conocerun objeto, manifestarun conceptopeculiarnue-vo o fijar el significadode unapalabraambigua;propósitostodosque se reducensiemprea determinarun objeto, por-que todapalabrasignificauna idea y toda idea corresponde-a un objeto.

Creemostambiénnecesariodecir algode la división y laclasificación.

Hay objetosen quese incluyenmuchasespecies,o quepuedenpresentarsebajo muchosaspectos,cuyasdiferenciases importanteconocer.De aquí la necesidadde dividirlos.Y no pocas veceses necesariosubdividir cada miembrodela primera división, y luego cada miembro de la segunda,y así sucesivamentehasta parar en las especieso aspectosúltimos, cuya distinción importa.

La clasificaciónes unasola división o una serie de di-visiones.

El primer requisitode todadivisión es que sea completa,que agote su objeto. Tal es la de los seres corpóreos enorganizadose inorganizados.La de los organizadosen ani-malesy vegetales;la de los animalesen vertebradosy mo-luscos; la de los vertebradosen mamíferos,aves, reptiles ypeces.

La segundareglaes que cadauno de los miembros ex-cluya completamentea los otros. Así en la última de lasdivisiones anteriores, ningún mamífero es ave, ni - reptil,ni pez. Peroesterequisito es a vecesdificultosísimo de ob-tener en la clasificación de los objetos naturales,porquelos extremosse tocan. La naturalezapasapor gradosim-perceptiblesde un tipo al otro, y no puedesiemprefijarseel punto precisoen que termina un tipo y principia elinmediato.

La terceraes que en todoslos miembros se atiendaa laausencia,presenciao modificación de cualidad o carácterúnico, o de un mismoconjuntode cualidadeso caracteres.A este requisitosatisfacebastantebien la última de las di-visionesanteriores:los caracteresque distinguena los ma-

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míferos,a las aves,a los reptiles, a los peces,estántomadosde las funcionesmásimportantesde la vida animal: la nu-trición y la reproducción.Pero la observanciade estareglano es siempreposible.

Fácil es colegir queunaclasificacióncomplejaexige laobservanciade estasreglasen cadauno de sus trámites,por-quecadaunode elloses unadivisión. Peroademásconvieneque, si es posible, las subdivisionesde un mismo orden sefundenen caracteresanálogos.Échasemenosesterequisitoenci sistemade los vegetalesde Linneo, que subdividiendolas clases,atiendeya alnúmerode los pistilos, ya a la formadel ovario,ya a ladel fruto, ya a la adherenciade la corteza,etcétera.Y sin embargo,la clasificaciónde las plantasporaquelilustrenaturalistaes universaly generalmenteadmira-da;y considerandosuobjeto,quees facilitar el conocimientodel nombrede cadaplanta,no ha sido posiblemejorarla; lamagníficavariedadde las produccionesde la naturalezanose prestaa las estrechasy mezquinasdistribucionesde losmétodosartificiales.

Puedeabusarsede la clasificación extendiéndolaa par-ticularidadesminuciosas,que por su númeroo por la di-ficultad de distinguirlas,lejos de auxiliar el entendimiento,lo embarazan,recarganexcesivamentela memoriay pro-ducenperplejidad.Compositumest quidquid iii verumetrectumest.

En las clasificacionescomplejassueledarsea los miem-brosde la primeradivisiónel título de clases;los de la sub-división comúnmentese llaman órdenes;los de la siguiente,géneros; los de la última, especies.Si son necesariosotrostrámitesse lesda el título de grupos,familias a losmiembrosde las subdivisionesinmediatas,terminandosiempreen lasespecies,que sin embargoadmiten algunasvariedades.

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CAPITULO III

DEL RACIOCINIO EN GENERAL

Definición del raciocinio. — Doe juicios antecedenteso premisas. — Deducción di-versa en los raciocinios. — Proceder silogístico: su fuerza deductiva. .— Proce-der del raciocinio emptrico. — Raciocinios inductivos o analógicos: sus ‘variasespecies.— Analogía de causa y efecto: ejemplos. — Diferencia entre el racio-cinio empírico y el analógico. — Analogías que proceden de los efectos a lascausas. — Inferencia de semejanza entre ciertas partes o cualidades. — Analo-gías de los fines a los medios~y de los medios a los fines: ejemplos. — Relaciónde causa a efecto en todas las especiesde raciocinios, empíricos y analógicos.—Proceder esencial en todo raciocinio.

El raciocinio es un acto del entendimientoen que deuno o más juicios deducimosotro juicio.

Generalmentese cree que en todo raciocinio hay dosjuicios antecedenteso premisas.Pero no es así; en estaope-ración intelectual: “el espírituno es extenso;luego lo quees extensono es espíritu”, no puedeponerseen duda quelas dos proposicionesexpresendos juicios diferentes;el su-jeto de la primeraes el espíritu; el sujeto de la segundaesextenso;el atributode la primeraes extenso;el atributo dela segundaes espíritu. La relación entre el espíritu y loinextensono es lo mismo que la relación entre lo extensoy lo no-espíritu.Por otra parte, es evidenteque la segundarelaciónno suponeotro antecedentequela primera,y queadmitida la primera es imposible rechazarla segunda.Porconsiguiente,el acto intelectual que las dos proposicionesexpresan,es un verdaderoraciocinioen que de un solo jui-cio se deduceotro juicio.

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Filosofía del Entendimiento

No en todos los raciocinios se hace la deducciónde lamisma manera~.En los raciocinios llamados silogismos,elprocederdeductivoes éste: A se contieneen B; B se con-tiene enC; luego A se contieneen C. Decir, por ejemplo,queelhombreesanimal,es decirquela clasehombrese con-tiene en la claseanimal; decir quePedro es hombre,es de-cir que el individuo Pedro se contieneen la clasehombre;y decirquePedro es animal,es decir queel individuo Pedrose contieneen la claseanimal. La fuerzade la deducciónenlos raciocinios de estaespeciese funda en la necesidaddela relaciónentreA y C, supuestaslas relacionesentreA yB, entreB y C.

De otra manerapuedetambién considerarseel procederdeductivo en el silogismo, pero que sólo es una inversiónde la precedente.La calidad de hombre comprendela ca-lidad de animal; Pedro comprendela calidad de hombre;por consiguientePedrocomprendela calidad de animal: Acomprendea B; B comprendea C; luego A comprendeaC. Las dos fórmulas sonen realidaduna sola: en la primeraatendemosa la extensiónde los términos, y en la segundaa su comprensión.

El silogismopertenecea la clasede raciocinios que lla-maré demostrativos,en los cualesla consecuenciase derivade la premisao premisaspor una deducciónnecesariadenecesidadabsoluta.Si la materiaes extensa,es necesario,denecesidadabsoluta,que lo que no es extensono sea tam-poco material; y si A es igual a B, y B aC, es imposible detodaimposibilidad queA o C no seantambiénigualesentresí. Así, en el silogismo, concebidala inclusión de A en By de B en C, se llega irremisiblementea la inclusión de AenC.

En las consecuenciasquededucimosde las observacionesfísicas es diferente el procederintelectual, y diferente asi-mismo el motivo de la confianzaque prestamosal racioci-nio. Sumergiendoun pedazode sal en el agua,se disuelvela sal; y de aquí infiero que siempreque la sal se sumerge

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Del raciocinio en general

en el agua,se disuelve. El procederintelectual es éste: entodoslos casosque he podido observarla sal sumergidaenel agua, se disuelve; luego se ha disuelto y se disolverá entodoslos casos:la disoluciónde la sal enel aguaes paramíunaley de la naturaleza.La fuerzade la deducciónen losraciocinios de estaespecie,que llamamosexperimentalesoem~íricos, no se funda en la necesidadde la relacióndedu-cida, supuestala relaciónantecedente;porquees claro quede habersucedidouna cosa en los casosde que yo he sidotestigo, no se sigue necesariamenteque lo mismo haya dehabersucedidoy haya de sucederen todoslos casosseme-jantes; necesariamentedigo, en el sentido de necesidadabsoluta,como la de que el todo sea mayor que la parte,o la de que2 y 2 sean4; cosasqueno puedendejarde su-ceder,porqueun todo no mayor que la parte,y 2 y 2 noiguales a 4, seríanconceptosqueenvolveríancontradicción,conceptosqueel entendimientorepugna.La fuerza deduc-tiva del raciocinioempírico se funda en la suposiciónde lainvariableconstañciade las leyesque rigen el universo fí-sico. Pero aunquees de necesidadabsoluta,segúnyo con-cibo, queel universosea regido por leyesconstantes,no loes que lo seaprecisamentepor las leyesquede hecho lo ri-gen.El autor de la naturalezaha podido someterloa otrasleyes, y puedesuspendertambiénlas queunavez ha esta-blecido. Así, por grande que sea la certidumbre que esteraciocinio nos inspira, no iguala a la certidumbre de lasverdadesevidentes,ni a la certidumbrede las verdadesquese derivande éstaspor una demostraciónrigorosa,esto es,por uno o másraciociniosdemostrativos.Y estadesigualdadsubsistiríaaunsuponiendoquepudiéramosestarsegurosdeconocer perfectamentelos hechoscuyo enlace suponemosconstante,seguridadque no siemprees completa.

El raciocinioempírico procedede dos modos. Primero:generalizaun hecho:veo queel fuego en un casoparticularderrite la nieve; luego la ha derretidoy la derretirásiem-pre. Segundo:generalizandoel hecho lo aplico luego a los

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Filo-sofía del Entendimiento

casosparticularescomprendidosen él: sé queel fuego cer-canoa la cera-laderrite: si supongo,pues,en un casopar-ticular la cercaníade la cera al fuego, deduzcoque en esecaso ha de derretirse la cera. Tales son, y no más, las dosformas del verdaderoraciocinio empírico, autorizadoporla estabilidadde las leyes naturales.

Nada mássencillo ni más seguroque las generalizacio-nesempíricasy las aplicacionesparticulares.Con relaciónalas primeras,la dificultad consisteen determinarconexac-titud una conexión fenomenal,esto es, el fenómenopri-mero 11-amadocausa,y el fenómenosubsiguiente llamadoefecto. La razón es, porque las conexionesfenomenalessenos presentanraravez separadas:ordinariamentelas vemosanudadasy confundidasunas con otras; unamisma causapareceacarrearefectosvarios; y a la producción de unmismoefectoparecenconcurrir varias causas.El procederraciocinativo que distingue y separaambos fenómenosyformula sus elementosesenciales,purificados de todo loaccesorioy extraño,es complejo y difícil.

Con relación a las aplicacionesparticularesde una leygeneral, la dificultad consisteen averiguarsi el caso par-ticular está verdaderamentecomprendidoen la ley. Lasemejanzaentre el caso particular y los casospresentadospor la ley puedeser sólo aparente;y a vecesno es fácilcomprobarla,sino por medio de comparacionesprolijas yde juiciosasdeducciones. Estosraciocinios, que sirven yaparaestablecercon seguridadunageneralidad,ya para de-terminar las circunstanciasparticularesde una ley general,se llaman inductivoso analógicos,y son de variasespecies.

La primera especiede analogíaes la que procedede lacausaa los efectos.Ella generalizatambiénlos hechos,perosus generalizacionesvan mucho másallá de los límites delraciocinio puramenteempírico, y para que infundan unaplena confianzanecesitande comprobarse.Voy a dar unejemplo.

Una vara que se introduce en el aguanos pareceque-

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Del raciocinio en general

brada,y un objetoque se ve al travésde un prismade vidriono se nosmuestraen el verdaderolugar queocupa, sino enotro distinto.Si se colocaunapesetaenel fondo de unatazade aguay se la ve oblicuamente,parecerálevantarseen elagua; si en lugar de aguase emplea espíritu de vino, pa-recerálevantarsemás; si aceite, todavíamás. Pero en nin-guno de estos casosel lugar aparenteestaráa la derechaoa la izquierdadel lugar verdadero,sino en un mismo planoverticalcon él y con el ojo del observador.Este fenómeno,debido a que los rayos de luz que vienen del objeto a nos-otros se doblan al pasarde un medio transparentea otro,se llamó refracciónde la luz; y en cadacombinaciónde dosmediosparecióajustarsea esta ley: “los ángulosde inciden-cia y de refracción estánen un plano normal de la super-ficie de separaciónde los dos medios, y los senosde estosángulostienenunarelaciónparticularentresí”. De lo cualse dedujo que siemprequepasala luz de un medio trans-parenteal otro, se verifica en los mismostérminosel fenó-menode la refracción.

La deducción,sin embargo,extendidaa todas las com-binacionesposibles de dos medios,no era bastantesegura.En cada combinaciónparticular la relación entre los dosmedioses una;y no sedivisa motivo paraque,mientraséstasubsista,varíe la producciónde efectos.Cadageneraliza-ción de un hechoparticularen queno variasenlos medios,puede pues mirarse como rigorosamenteempírica. Perocuandose generalizala fórmula de todaslas combinacionesposiblesde dos medios,¿era lícito afirmar con la mismase-guridadqueningunade las relacionesenquelos dos mediosllegasena hallarseentresí contraría la produccióndel fe-nómeno,segúnlo representabala fórmula? Nada contri-buiría a asegurarestaconfianza.La analogíano da másquecierto grado de probabilidad;y sólo diversificandoen nu-merososexperimentoslas combinacionesde medios,y viendoreproducirseen todosel fenómeno,era dable que se mirasegradualmenteel peligro de error, hastaqueal fin pareciese

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desvanecersey nos creyésemosautorizadospara elevar ladeduccióngeneralanalógicaa la categoríade las verdadesempíricasy para considerarlacomo la expresiónexactadeuna ley de la naturaleza.En el ejemplopresenteno sucedióasí.Lasobservacioneshicieronver queen las sustanciascris-talizadasse observade un modosingularel fenómeno.Fué,pues,necesariocorregir la fórmula, limitándola a los cuer-pos transparentesno cristalizados,y sólo con esta reservapudo ya admitirsecomo una deducciónempírica.

En efecto, hay cuerpossólidos transparentes,como elcristalde roca,queinterpuestosentreel objeto y el ojo tie-nenla singularpropiedadde duplicar la imagendel primero,de modo que en lugar de un objeto vemos dos, el uno allado del otro; esos cuerpos,en una palabra,producen elfenómenode la refracción doble. Se observóque de estasdos imágenesunaestabaen el plano normal y otra no; losrayosde luz quenoshacenver la segundaexperimentanunarefracción extraordinaria. Observóse que la r~fraccióndoble era producida siemprepor un cuerpo cristalizado;es decir,por algunade aquellassustanciasquenaturalmenteafectanformassimétricasregulares,y quese trizan o rom-pencon más facilidad en unasdireccionesque en otras; loque no sucedecon el vidrio. ¿No fué natural inferir queen los cuerposcristalizadosqueno se habíansometidoa laobservaciónse produciríaigualmenteel fenómenode la re-fraccióndoble, con las dos imágenesordinariay extraordi-naria, comoen los quehabíanpodido observarse?No du-dandode la doble refraccióndel cristal de roca en ciertonúmero de casos, inferimos experimentalmenteque elcristal de roca produceen todoslos casosel mismo fenó-meno. Y observando luego la doble refracciónde otrassustanciascristalizadas,con las dos imá,~enesordinaria yextraordinaria, como en la del cristal de roca, inferimosanalógicamenteque todas las sustanciascristalizadasla pro-ducen en los mismostérminos. Dos pedazosde cristal derocanos presentanuna compietasemejanzade agenciaen

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Del raciocinio en general

cuanto a la produccióndel efecto;de cuerposcristalizadosde diferentesespeciesno podemosdecir otro tanto. Así, lasegundageneralizaciónno puedeadoptarsecon plena con-fianza; y en efecto,sometidaamuchasy variadasobserva-ciones,se echóde ver que no era exacta.

M. Fresneldemostróque, dadosciertos postulados,to-das las circunstanciasde la doble refracción podíanexpli-carsesatisfactoriamente,y decirse de ellos por un rigorosocálculo matemático:que ellos explicabanprimeramentelaausenciade la doble refracciónen los cuerpostransparentescristalizados;que en segundolugar se explicaba con ellosla presenciade las dos imágenesordinariay extraordinariaproducidaspor ciertassustanciascristalizadas;y en tercerlugar, que segúnaquellos postulados,en las más de estassustanciaslas dos imágenesdebíanserextraordinarias,estoes, aparecerambasfuera del planonormal; conclusiónines-perada,contrariaa lo queparecíadeducirseen las primerasobservaciones,y que fué plenamente confirmada por laexperiencia.

Tenemosaquí un ejemplode la diferenciaentre el ra-~ciocinio experimentalrigorosoy el raciocinio analógicodecausasa efectos; tenemosademásun ejemplo de la certi-dumbrea que puedenelevarselas deducciones analógicassometidasa variadosexperimentosy observaciones,y pro-gresivamentecorregidas.Vemos asimismootra circunstan-cia importante.El cálculo manifiestauna correspondenciaexactaentrelas modificacionesde la causay las modifica-ciones del efecto, y nos da a conocerde este modo que Jafórmula general representacon exactitud los hechos.Lafuerzade la deducciónes tanto mayor cuanto más grandees el númerode casosvariosa que la vemosconstantementeextenderse,y máscabal la correspondenciaentrela fórmu-la y los hechossometidosa las mismascondiciones;hastaque revelapor fin ostensiblementeel carácterde una ver-daderaley natural.

Hay, pues, bastantediferenciaentre el raciocinio ex-

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Filosofía del Entendimiento

perimentalo empíricoy la analogíade las causasa los efec-tos. El primeroprocedecon cierta seguridad,el segundoatientas,provocandoanuevasinvestigacionesquelo comprue-ben. Se pudieradecir que el raciocinioexperimentalno esotra cosa que el analógicoqueprocedede las causasa losefectos,elevadoal grado máximode fuerza,a la certidum-bre física. Así es que a veces lo que hemos calificado deempíricopuedeno serlo; las generalizaciones,a quecreemosestar plenamenteautorizados,puedenabusarllevadasmásallá de ciertos límites, o no abusardefinidas exactamente;y otrasvecesal contrario: una poderosaanalogíapuedeserla expresiónexactade una conexión fenomenalinvariable.

Hay otras especiesde analogíasen que el procederesdiferente del que concierneal raciocinio empírico. En laanalogíaqueprocedede los efectosa las causas,el procederes inverso. Vemos,por ejemplo,unahuella humanaestam-padaen un sueloblando; y colegimosquela estampaha sidoverdaderamenteproducidapor el pie de un hombre, por-quese parecea la estampaqueel pie del hombre producesiempreen una superficieblanda. Si la semejanzaentre laestampaque vemos y la verdaderahuella del pie humanoes completa,prestaremosnuestraconfianzaa la inferencia;peropodremostodavíaengañarnos,porque la mismaestam-pa puedehaber sido producida artificialmente.Pero si novemos sólo una huella sino muchas,si las vemos sucedersesin interrupción desdeun extremo al otro de un grancampo cubierto de nieve, colocadasa la distanciaen quesuelen dejarlaslos pasoshumanos,iguales en las dimensio-nes,semejantesen la forma y con las diferenciassimétricasque correspondenal pie derechoy al izquierdo, inferimosya con una inmensaprobabilidad,apenasinferior a la cer-tidumbre física, que los pies de un hombre las hanestam-pado en la nieve.En el raciocinioque procedede las causasa los efectos,no hay peligro de errar cuandola causay sumodo de obrar estánperfectamenteconocidos:si tengoenla manoun pedazode plomo y lo suelto, caeráinfaliblemen-

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te: paraque la deducciónnosengañaseseríanecesarioquese infringiese unaley de la naturaleza.Peroenel raciocinioanalógicoqueprocedede los efectosa las causas,no puededecirse lo mismo: efectos semejantísimospuedenser pro-ducidospor causasdiversas,sin queninguna ley de la na-turalezase infrinja. Sólo cuandoestamossegurosde queunefecto no puedeseracarreadosino por cierta especie decausas,podrá elevarsea una completacertidumbrela ana-logía queprocedede los efectosa las causas.

Hemosvisto arriba queel raciocinioempírico generalizadentro de ciertos límites, y luego aplica la generalizacióna priori: de la semejanzade las causasdeducela semejanzade los efectosen casosparticularesinobservados.La analo-gía quede los efectosse remontaa las causas,aplica tam-bién, particularizaunacausageneralpero aplica a priori.De la semejanzade los efectos infiere la semejanzade lascausas.

Inferimos también a vecesde la semejanzaen cuantoa ciertasparteso cualidadesla semejanzaen cuantoaotraspartes o cualidades.Observo, por ejemplo, que un astronuevose mueve alrededorde otro en órbitas elípticas,se-mejantesa las que los planetasy satélitesdescribenalrede-dor de sus centrosrespectivos.De esta semejanzadeduzco(si no he podido observarlo)queel nuevoastro tiene tam-bién un movimientode rotación sobresí mismo,de la mis-ma maneraque los planetasy satélitesen que he podidohacerla observación.Esta especiede analogíasuele ser lamásdébil de todas; y sin embargolas observacionesla hanconfirmadoa menudo.Cuandose funda,no en unaseme-janza imperfectau oscura,sino en gran númerode seme-janzasbienvivas y determinadas,puedearrastrarirresistible-mente el asenso. ¿Quién despuésde haber estudiadome-nudamentela forma exteriorde un animal, y de reconocerpor ella que otro animal es de la misma especie,dejarádeinferir con toda confianza, que la conformación internadel segundoes semejantea la del animal que se ha observado

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Filosof¡a del Entendimiento

primero,aunqueparajuzgar así no hayaotro fundamentoque la semejanzade las formasexteriores?

Hay otras análogasque procedende los fines a losmedios,y de los mediosa los fines. Vemos,por ejemplo, quelos planetastienenmovimientosde rotación que les mues-tran y les ocultan alternativamenteel sol, y movimientosde traslaciónalrededordel sol, que por la inclinación desus ejes sobre los planos de sus órbitas, les hacen experi-mentarunaserie de vicisitudesen que el calor y la ilumi-nación crecen y decrecen por grados, reproduciéndoseconstantementeesta serie con la más invariableuniformi-dad,comosucedeen la tierra. Si de aquídeducimosqueenla tierra, como en los planetas,el día y la noche y las di-ferentesestacionesse debena dos movimientos,el uno al-rededorde su eje, y el otro en torno al sol, de la semejanzade los efectos inferimos la semejanzade las causas.Y sipasandomás adelantejuzgamosque en los planetas,comoen la tierra, estasalternativastienen relación con el des-arrollo y lasnecesidadesde seresorganizadosquelas habitan,de la semejanzade los mediosinferimos la semejanzade losfines.

He observadoque los cuadrúpedosque se alimentandela carnede otros cuadrúpedosestánarmadosde agudasga-rras y dientes,a propósitopara apoderarsede la presa ydevorarla.Si sé queun cuadrúpedodesconocidose alimen-ta del mismo modo que otros, colijo con bastanteproba-bilidad queestáprovisto de los mismosmedios.La zoologíaen sí es una ciencia fundadaen gran partesobreestasco-rrelacionesde mediosa fines y de fines a medios,en que laanalogíanos inspira ciertamenteconfianza como el racio-cinio empírico.

Podemosreducir aestascinco especiesel raciocinio-ana-lógico: o procedede causasa efectos,o de efectosa cau-sas;de mediosa fines, o de fines a medios;o de unaseme-janza parcial a otra semejanzamayor. En la primera es-pecie el principio que sirve de tipo al raciocinioes la esta-

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Del raciocinio en general

bilidad de las conexionesfenomenales;en las otras cuatroel principio es la simplicidad,la unidadde plan, que vemosa menudoen las obrasde la naturaleza;principio menos‘seguroqueel otro, y a que sin embargono podemosa vecesdejarde acudir.

Todoslos raciociniosse reducena estastresespecies:de-mostrativo, experimentaly analógico. Observaremosúlti-mamente,queno obstantela diferenciade procederdeduc-tivo en el raciocinioempírico y en los variosanalógicos,elentendimientose encaminapor todos estos rumbos a unmismo término, que es la conexión de causay efecto. Elraciocinioempírico suponedeterminadala causa,y deducede ella con sumaseguridadel efecto. La analogíaque pro-cede de causasa efectos estableceinocentementela causaen virtud de unasemejanzaaparente;y si llega por algunode los modos que dejo expuestosa determinary circuns-cribir la causa, el resultadoes el conocimientode unaco-nexión de causalidad,en que podemosya deducir de lacausael efecto, y de las modificacionesde la causalas mo-dificacionesdel efecto. Supóng-aseahoraque procedamosendireccióncontraria,de la semejanzade los efectosa la se-mejanzade las causas.Si tiene esa deducciónlos caracteresque nos autoricen para mirarla como concluyente,el re-sultadoes el mismo queantes,un-a conexiónde causalidad.Si de los fines inferimoslos medios,o de los medioslos fines,y tenemosfundamentoparadar enterafe a la ilación, ha-bremostambién venido a parar en una conexiónde causa-lidad, porque ios mediosson causas,y los fines efectos.Enfin, si de una semejanzamenor inferimos una semejanzamayor, la ilación se fundará en que vemos la semejanzainferida como efectode la semejanzaconocida,o la vemostambiéncomo efectode unanueva causa,sea que la deter-minemoso no. Si así no fuesela ilación mereceríapoca fe.A las tres especiesdichas,el demostrativo,el empírico yel analógico,se reducentodos los raciociniosposibles.

Vol. III. Filosof~a—33.43’

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CAPITULO IV

DE LOS RACIOCINIOS DEMOSTRATIVOS

Proceder deductivo en ios raciocinios demostrativos. — El silogismo. — Doctrinade los escolásticos. — Figura del silogismo. — Silogismo de Galeno. — Elmodo. ‘—Conversión de los diferentes modos del silogismo. — Reglas de Aris-tóteles. — Diferencia -aparenteentre las proposicionesafirmativas y negativas.’—Conversión de la proposición universal. — Conversión en el silogismo del modoperfecto, según los escolástiços.— Observaciones sobre el uso del silogismo. —

Reglas I~,2~,~4a, 5a y 6~.— Reducción del silogismo por los escolásticos.—

Silogismos disyuntivos. — Proceder de la inducción: opinión de WaIlis. — Elentimema. ~— El sorites. — Otros raciocinios demostrativos. — Proceder instin-tivo en el raciocinio. — Proceder deductivo en las ciencias matemáticas.Conclusionesdelo queprecede.— Legitimidad del raciocinio.— Causasde error.Falacia o sofisma: en qué consiste. — Argumento de Zenón. — Argumentoreductio ad absurdum. — Ejemplos referentes a los argumentos económicos.Supuesta regla a que se ha querido reducir todo raciocinio: Condillac. ‘-— Ex-plicación del Dr. Brown. — Vano empeño por reducir el silogismo. — Conclusión.

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En los raciocinios demostrativosel procederdeductivoes vario, segúnla especiede relación a que se atienda.

Cuandose atiendea la relación de semejanzaque sirvede fundamentoa las clases, el procederraciocinativo, lla-mado entoncessilogismo,debeconformarseal axioma: “side tres cosasla primera se contieneen la segunda,y la se-gundaen la tercera,la primera se contieneen la -tercera”;esto es, “M se contieneen N, N se contieneen P, luegoM se contieneen P”.

Sea,por ejemplo,estesilogismo: “La virtud es digna deamarse;la economíaes virtud; luego la economíaes digna

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De los raciocinios demostrativos

de amarse”.En el segundojuicio se afirma que la claseeco-non-ita se incluye en la clasevirtud; en el primerose afir-ma que 1-a clasevirtud se incluye en la clasedigna de amar-se; y en el tercerose sacapor conclusióno consecuenciadeestasdospremisas,quela claseeconomíase incluye enla cla-se digna de amarse.

De otro modo: “la economíatienela cualidadde virtud;la virtud tiene la cualidad de ser digna de amarse;luegola economíatiene la cualidadde ser digna de amarse”.Elaxioma reguladores el mismo que antes, aun4ueaplicadode un modo inverso: M contiene a N; N contiene a P;luego M contiene a P. La relación a que se atiendeen elprocederraciocinativo es también la misma; porquedecirque “la virtud tiene la cualidad de ser digna de amarse”,es decir con otraspalabrasque la virtud se contieneen laclasede las cosasque son dignasde amarse.

El verbo ser en el silogismo significa, pues,lo mismoquecontenero contenerse;contener,si se atiendea la com-prensiónde las palabras;contenerse,si se atiendea su ex-tensión.

II

Vamos a dar una brevísima idea de la doctrina de losescolásticossobreel silogismo; despuésaveriguaremossi sir-ve de algopara la investigacióny demostraciónde la ver-dad.

El silogismo constade tres términosligadosentresí porel verbo ser, llamadocópula.De estostres términos,los dosde la conclusiónsellamanextremos;extremomayorel pre-dicado, y extremomenorel sujeto. El términoque se com-paracon uno de los extremosen unade las premisas,y conel otro en la otra, se llama medio. Cuandoel verbo ser noestá expreso,se le suponeimplicado en otro verbo; comoen esta proposición: “las aves vuelan”, que es como si di-jéramos: “las avesson seresvolantes”. De las dos premisas

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Filosofía del Entendimiento

la una se dice mayor y la otra menor, segúnes mayor omenor el término quese comparaen ellas con el medio.Segúnla forma escolástica,la mayor es siemprela primerade las tres proposicionesdel silogismo, y la menor la se-.gunda.

La posición del medio constituye la~figura del silogis-mo. Si es sujeto de la mayor y predicado-de la menor, elsilogismoes de la primera figura 1; si predicadode ambas,de la segunda2; si sujeto de ambas,de la tercera

Hay cierta especiede silogismos de queno trató Aris-tóteles,en los cualesel medio sirve de sujetoal sujeto de laconclusióny de predicadoal predicado;el sujeto de la con-clusión es el extremomayor, y la premisaen que se hallaes la mayor; por consiguiente,el predicadode la conclu-sión es el extremo menor,y la premisaen que se halla esla menor.He aquí un ejemplo: “Los gobiernosen que losrepresentantesdel pueblohacenlas leyesson gobiernosde-mocráticos; algunosgobiernos que tienen rey son gobier-nos en que los representantesdel pueblo hacen las leyes;luego algunos gobiernos democráticosson gobiernos quetienenrey”. Mirábanseestossilogismos como de la primerafigura. indirecta; pero nos parecemássencilla la ideade su

1 Llamando 5 el sujeto de la conclusión, 1’ el predicado de la misma, y M el

medio, la primera figura es:

M, P, mayor;5, M, menor;5, P, conclusión. (N. de Bello).

2 La segunda figura se puede representar así:

P, M;S, M;s, p.

En estafigura no hay más que cuatro modos legítimos. (N. de Bello).

~ Se puede representarasí:M, P;M,s, p.

Tieneseis modos legítimos. (N. deBello).

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De los raciocinios demostrativos

inventor Galeno, que los considerabacomo de diferentefigura’.

El modo del silogismo consiste-en la cualidady cuanti-dadde las proposiciones.La cualidad consisteen ser afirma-tivaso negativas.La cuantidaden ser universaleso particu-lares. La universales aquellaen que el sujeto significa unaclaseentera,como el hombre, todo -hombre. La particular,por el contrario, es aquellaen que el sujeto significa partede unaclase,como algunoshombres.Si el sujeto es un indi-viduo determinado,la proposiciónes singular, y se reducea las universales.Un individuo determinado,que se designapor un nombrepropio, y. gr., Alejandro, o por una fraseque hagasus veces,y. gr., “el hijo de Filipo”, “el conquis-tador macedonio”,es una claseque se reducetoda al indi-viduo. La proposiciónuniversal afirmativa se representapor la letra A, la universal negativapor E; la particularafirmativa por 1, la particular negativapor O.

Los escolásticosprescindíande la negaciónparala iden-tidad de los términos: considerabancomo un mismo térmi-no hombrey no-hombre,vuelan y no-vuelan:primera con-sideraciónerróneaque los hizo complicar innecesariamentela teoría del silogismo. Contribuyó tambiéna esta compli-cacióny dió lugar a ese falso concepto,la diferenciaesen-cial que suponíanentrelas proposicionesafirmativas y lasnegativas.Ya hemosdicho que la negaciónes una partedelatributo o predicado:el hombre no es infalible vale tantocomo el hoi-nbre es no-infalible. Y ¿qué cosaspuedensermenosidénticasentre sí, o por mejor decir más opuestas,queestarexpuestoa engañarsey no estarlo?

Prescindíantambién,para la identidadde los términos,de los adjetivospartitivos unos,algunos,muchos,etc. Según

1 Se puede representar así:

M, S;P, M;5, P.

Tiene cinco modos legítimos. (N. de Bello).

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ellos, algunos hombres,muchoshombres,y todo hombre,eran un término idéntico.

Los modos legítimospertenecientesa las figuras dichasson los comprendidosen estoscuatroversos’:

Bárbara, Celarent,Darii, Ferio;Baralipton, Celantes,Dabitis, Fapesmo,Frisesomorum;Cesare,Camestres,Festino, Baroco;Darapti, Felapton, Disamis, Datisi, Bocardo, Ferison.

Los cüatroprimerospertenecena la primera figura; loscinco siguientesa la cuartao sea la primera indirecta; loscuatrosiguientesa la segunda,y los seisúltimos a la tercera.

He aquí,por ejemplo,un silogismo en Ferio: “Ningunacosainocentees censurable;algunosplaceresson inocentes;luego algunosplaceresno son censurables”.

Ejemploen Baroco: “Todo lo material es extenso;algu-nos seresno son extensos;luego algunosseresno son mate-riales”.

Ejemplo en Darapti: “Todo hombre es bípedo; todohombrees animal; luego algunosanimalesson bípedos”.

En Fapesmo: “Las aves tienen plumas; los caballos nosonavesluegoalgoque tieneplumasno es caballo”.

Todoslos modosde la segunda,terceray cuarta figurase denominanimperfectos.

En realidad,el silogismoperfecto,el verdaderosilogismo,tiene una so-la~forma: S es contenidoen M; M es contenidoenP; luego S es contenidoen P2 o segúnel orden que hanpreferido Aristótelesy los escolásticos:M es contenidoenP; S es contenidoen M; luego S es contenidoen P. Los mo-dos Bárbara, Celarent, Darii, Ferio, son uno solo idéntico;M, S,P, son positivoso negativos;S particular o universal;

1 La primera vocal de cadadicción representala mayor; la segunda,la menor;

la tercera, la conclusión. (N. de Bello).2 S el sujeto de la conclusión; P ei predicadode la misma; M el medio (N.

de Bello).

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De los raciocinios demostrativos

M y P necesariamenteuniversales,porque un predicadonopuede menos de serlo. El silogismo tiene en este tipo trestérminos.“No esP” equivalea “es no-P” o a “es—P”, repre-sentándosela negaciónpor el signo —. —P no debeconsi-derarsecomola mismacosaqueP. Y la misma distinciónesnecesarioreconocerentre lo universaly lo particular, entrehombresy algunoshombres,entreS y Sir’. De lo cual re-sulta que en todoslos modos imperfectoshay más de trestérminos. Sea, por ejemplo, estesilogismo en Fa~esmo:

Aves,~ennatae;Equi, non--aves;Aliqua pennata,non-equi.

Tendremosseis términos: aves y non-aves;pennataeyaliqua ~ennata; equi y non-equi.

Trátaseahorade reducir todoslos silogismos posiblesalos modosde la primera figura, que se reducen,comohemosvisto, aM, P; S, M; luego S, P; significandoestastres letrastres términosabsolutamenteinvariables.El objeto de la re-ducciónes demostrarla legitimidad del procederdeductivo.Parahacerlase recurrea las conversiones.

Llámaseconversiónaquellatransformaciónde la propo-sición en que,permaneciendola verdaddel juicio, el sujetose convierteen predicadoy el predicadoen sujeto; para locual dió tres reglas Aristóteles: la universal afirmativa, seconvierte en particular afirmativa; la universal negativaen universal negativa; y la particular afirmativa en par-ticular afirmativa.Por ejemplo: aves,pennatae;aliqua pen--nata, aves.Pisces, non pennati; pennata,n-on-pisces.Aliquihomines,nigri; aliqua nigra, homines.

Pero es visto que la conversiónes un verdaderoracioci-nio compuestode dos proposiciones,antecedentey consi-

1 Representándose el término particular por una fracción en -que el denomi-nador es una cantidad indeterminada r. (N. de Bello).

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guiente: “Todo hombre es animal, luego algunosanimalesson hombres”.“Ninguna piedra siente; luego ninguna cosaquesientees piedra”. “Algunos animalescarecende miem-bros; luego algunosseresque carecende miembros son ani-males”. A las de Aristóteles se añadiódespuésotra conver-sión, que es la siguiente:“toda ave tiene plumas;luego nin-gún ser quecarecede plumases ave”: Omnisavis, peniiata;igitur omn-enon-~ennatum,non-avis.El sujetoy el predica-do delantecedentepasana predicadoy sujetodel consiguien-te, precedidosde negación;y la proposiciónuniversalafir-mativa se convierteen universal con dosnegaciones.

Creo quepodemosgeneralizarla doctrina de las conver-sion-es,estableciendoprimeramentequesi “A es B” (propo-sición universal,en queA o B o ambospuedenser afirmati-vos o negativos),se sigue forzosamenteque “no-B es no-A”; o expresándonoscomo en el álgebra, “—B es—A”; deque “toda ave tiene plumas” se sigue que “ningún ser quecarecede plumases ave”. Por consiguiente,“—A es B” seconvertiráen “—B es A”; de que“lo impuro es aborrecidode Dios”, se sigueque “lo no--aborrecidode Dios es puro”.Asimismo “A es —B”, se convertiráen “B es —A”; de que“el espíritu es inextenso” se deduce forzosamenteque “loextensono es espíritu”. En fin, “—A es —B” se convertiráen “B es A”; de que (cningún ser que no tiene plumasesave” es consecuenciaforzosaque “toda ave tiene plumas”.Manifiéstase aquí claramenteque la diferencia entre lasproposicionesafirmativas y las negativases una cosa queno pasade los signosverbales;y queaunenel lenguajepue-de a menudodarsea lo negativola aparienciade afirmativo;porquedecir, y. gr., queun ser no tiene plumasvale tantocomo decir quecarecede ellas o que es implume.

En segundolugar, podemosestablecerque si “A es B”(proposiciónuniversal), una partea lo menosde los serescomprendidosen la claseB, digamos,B/r, son forzosamenteA: estoes, “B/r es A”. Si lo corpóreoes extenso,síguesepor

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precisión que a lo menos algunasde las cosasextensassoncorpóreas.Por consiguiente“—A es B”, dará“—B/r es A”,y de “—A es —B” resultará“—B/r es —A”. En efecto,deque “las accionesinhumanasse reprueban”,se sigue que“una parte de las accionesque se repruebanson inhuma-nas”: de que “las aves no tenganubres”, se sigue que “al-gunos seresque carecende ubresson aves”; y en fin, deque “lo inextensosea incorpóreo”,se deducequea lo menos“una partede lo incorpóreoes inextenso”.

Si representamosahorael sujetoparticular por A/r, po-demosestableceren primer lugarquede “A/r es B” se sigueque “B/r es A”: “si algunos-hombresson negros”,es for-zoso que “algunos seresnegros seanhombres”.De lo cualse deduceque si “—A/r esB”, “B/’r es —A”; y si “A/r es—B”, “—B/r es —A”. Estoes evidente,y da a conocerqueaun la proposiciónparticular negativaes convertible. Enefecto, si “algunos mamíferosno tienen pelo”, es forzosoque “algunos de los seresque no tienen pelo seanmamí-feros”.

En general, la proposición universal es convertible, omudandola cualidad de ambos términos, o mudandolacuantidaddel predicado: si “A es B”, “—B es —A”, y“B/r es A”. Y la proposiciónparticular es convertiblemu-dandola cuantidadde ambostérminos: si “A/r es B”, “B/res A”. Cuandose muda la cuantidadde la proposición, seconviertepor accidens,segúnel lenguajeescolástico;y cuan-do no se muda, se conviertesimpliciter.

Más sencillo: toda proposiciónuniversal es convertible,ya mudandoios signos de ambos términos, ya particulari-zandoel predicado.“A es B”, luego “—B es —A”; “A esJ3”, luego “B/r es A”. Toda proposiciónparticular se con-vierte particularizandoel predicadoy generalizandoel su-jeto, porque-el predicadono puedemenosde presentarseba-jo unaforma general: “A/r es B”; luego“B/r es A”. Nues-tra nomenclaturacorrespondeen generala la de los escolás-ticos: convertir mudandolos signos es en general lo que

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ellos llaman convertir sim~líciiery convertir particulari-zando el atributo es en lenguajeescolásticoconvertir peraccidens.Hay un casosoloenqueno se verificaestacorres-pondencia.Segúnellos, «Á/r es B”, luego «B/r es A”, esconvertirsimplídier.Pero es visto que no se han fijado enlos caracteresesencialesde las dosespeciesde conversión: laprimera se efectúa mediante la mudañza de signos,estoes,trasformando el + en —, y el — en +; la segunda tienelugar, por decirlo así, en los coeficientesde los términos,convirtiendo el predicado generalen sujetoparcial, y el su-jeto parcial en predicado general.

Volviendo- ahora al silogismo, observaremosque, segúnlos escolásticos,todo modo imperfecto puede reducirse aalguno de los cuatro perfectos,y las reglas para hacer estasreducciones se indican por las letras consonantesde la pa-labra que lo representa.El modoperfecto a quesereduce elsilogismoimperfecto es aquel cuyo nombre tiene la mismainicial: Baralipton, por ejemplo, se reduce a Bárbara, ~a-mestresa Celarent, Disamis a Darii, Ferison a Ferio. Si enel nombre del modo imperfecto sehalla.la letra p, como enDarapti, la proposición designada por la vocal anterior seconvierte peraccidens,y si en el nombre se halla la letra s,como en Disamis, la conversión se hace simplíciter. Si sehalla en dicho nombre la letra m, como en Frísesoinorum,debe invertirse el orden de las premisas; y si sehalla en- élla letra c (no inicial-), quiere decir que el silogismoes irre-ductible, como en Barocoy Bocardo,y que sólo puedepro--barse su legitimidad por el principio de contradicción.

Ejemplos.Baralipton: Quiere decir que las-premisassub-sisten invariables; que se saca de ellas la conclusión según

Bárbara, y que esta conclusión debe converti-rse per acci-dens.«M, S”, “P, M”, «Sfr, P”, se convierte a Bárbara deeste modo: CCM ~ «P, M” luego «P, S”; luego convirtien-do ~er accidens,«Sfr, P”.

Celantes:Quiere decir que las premisas subsisteninva-riables; que se sacade ellas la conclusión según Celarent,y

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De los raciocinios demostrativos

que esa conclusiónse convierte simplíciter. “M, —S”, “P,M”, “S, —P”. Se reducea Celarentdeestemodo: “M, —S”,“P, M”, luego “P, —S”; y por tanto, “5, —P”.

Fapesmo:La letra p, quesiguea la primera vocala, indi-ca que la primera premisadebe convertirseper accid-ens;la s, que sigue a la segundavocal e, quieredecir que la se-guna premisase convierte simplíciter, y la in denota quedebenmudar de lugar las premisas;hecho lo cual resultaun silogismoen Ferio: eeM, S”, “P, —M”, luego “Sir, —P”.Se reducea Ferio de estemodo: “M, —P”, “Sir, M”, luego~‘S/r, —P”.

Camestres:“P, M”, “5, —M”, luego “5, —P”. Se redu-ce a Celarei-i-t convirtiendo la menor y la conclusiónsim-plíciter, e invirtiendo las premisas:“M, —5”, “P, M”, “P,—S”; y por tanto, “S, —P”. Pero,conla venia de los seño-resescolásticos,la reducciónse hacemássencillamentecon-virtiendo lamayorsimplíciter: “—M, —P”, “S, —M”, luego“S, —P”. Mas, ¿acuál de ios cuatromodosdirectosperte-neceel silogismoreducido?A ninguno,porque en ningunode ellosson negativaslas dos premisas.Sin embargo,se ajus-ta exactamenteal ti_po perfecto: Si —M se contieneeny S en —M, es forzoso que S se contengaen —P. Lo quepruebaqueBárbara, Celarent,Darii, Ferio, no son todoslosmodosdirectosposibles.

Disamis: “M/r, P”, “M, S”, luego “Sir, P”. Se reducea Darii convirtiendo la mayor y la conclusiónsimplíciter,como dicen los escolásticos,o particularizandoel atributo,como yo diría; y mudandoademásel orden de las premisas:“M, 5”, “P/r, M”, luego “P/r, S”, y por tanto “Sir, P”.

Baroco y Bocardo no puedenreducirse,segúnlos esco-lásticos,sino per contradictionein,estoes, haciendover queel que, concedidaslas premisas,niega la consecuencia,secontradice.Estaespeciede reducciónla aplicanellosa todoslos modosimperfectos;por ejemplo, a Baralipton: “M, 5”,“P, M”, luego “S/r, P”. Si se niegala consecuencia,tomo la

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contradicciónde ella, que es “S, —P”, porque si, y. gr., seme niegaquealgunoshombresseannegros,se pretendequetodos los hombresson de diferentecolor que el negro,estoes, no negros.Ahora bien, si, “S, —P”, -y “M, S”, resultane-cesariamente,segúnCeiarent, que “M, —P”, y por tanto,“P, —M”, proposicióncontradictoriade unade las premi-sasconcedidas.

Pero,perdónenmeotra vez los señoresescolásticos:Ba-roco y Bocardo son facilísimamentereductibles,como vansus mercedesa verlo.

Baroco: “P, M”, “Sir, —M”, “S/r, —P”. Convierto lamayormudandolossignos,y tengoel silogismo:“—M, —P”,“Sir, —M”, “Sir, —P”. ¿Puedehaber cosa más sencilla?Pero ¿aqué mododirectolo referiremos?A ninguno de losdesignadospor la escuela.Y sin embargo,su conformidadcon el tipo del silogismo perfecto es evidente. Parasalvarel honor de los peripatéticospudieradecirseque conside-randono a M, sino a —M, como medio (consideraciónjus-tísima,porqueno es M sino —M el términoconquese com-paranambosextremos),y prescindiendo,por consiguientede la negaciónenvueltaen él, la mayor es universalnegati-va, la menorparticular afirmativa, y la conclusiónparticu-lar negativa:es decir, que se reducea Ferio.

Bocardo: ~M/r, P”, “M, 5”, “Sir, —P”. Convierto lamayor y la conclusión,particularizandoel atributo, y mu-do el orden de las premisas: “M, 5”, “—P~/r,M”, luego“—Pir, S”, y por tanto,“S/r, —P”. Si se quiereconsiderarno a P,sino a —P como uno de los extremos,resultaráquela reducciónes a Darii.

Como los modosimperfectosse reducentodos,por me-dio de conversiones,a los cuatro perfectos, y como loscuatro perfectos se ajustan inmediatamentea la fórmula:

se contieneen P”, “S se contieneen M”, luego“S secon-tiene en P”, es claroque todaslas figuras y todoslos modosdel silogismose reducena un solo procederdeductivo,com-

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binadocon aquellossimplicísimosraciocinios,a quese ha da-do el título de conversiones’

Los versos escolásticosrepresentaríanmucho mejor lasreducciones,enmendadosasí:

Bárbara, Celarent,Darii, Ferio; Baralipton,Celantes, Dabitipte, Fapesmo, Fripesomorum;Cesare,Casenter,Festino,Fasonto; Darapti,Félapo, Dipámiter, Datipi, Dopamopto,Feripon.

Por dondese ve queen la segundafigura todaslas con-versionesse hacenmudandolos signos; y en la tercerapar-ticularizandoel atributo; generalizaciónelegante-, que re-comiendami teoría de las conversiones.

III

Añadiremosalgunasobservacionessobreel uso del silo-gismo.

1a No es necesarioqueel sujetológico de la proposicióncoincida conel sujetogramatical.Cuandodecimos:“En to-da ciencia los principios deben precedera las consecuen-cias”, el sujeto lógico puedeser ciencia, como si dijéramos:“toda ciencia es un encadenamientode verdadesen que losprincipios”, etc., y puede serlo también las consecuencias,como si dijéramos:“las consecuenciasdeben,en todacien-cia, exponersedespuésde los principios”. Por consiguiente,debedecirseotro tanto del predicado.

1 En un raciocinio en Bocarcio, como el siguiente:

“Algunas aves-no vuelan;Las aves tienen plumas;Luego algunos seresque tienen plumas no vuelan”;

el proceder deductsvose puede analizar así:

Algunas aves no vuelan,Luego algunos seresque no vuelan son aves,Las aves tienen plumas,Luego algunosseresque no -vuelan tienen plumas,Luego algunosseresque tienen plumas no vuelan. (N. de Bello).

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Fil-osofía del Entendimiento

2a La inclusión recíprocade los-términosquesignificanrelaciónentrelos subtérminosrequiere quecadauno de lossubtérminosde la consecuenciase contengaen el subtérmi-no análogode la premisa.De que “las consecuenciasde todoprincipio deban exponersedespuésdel mismo principio”,se sigue que“todas las nocionesfilosóficasqueno sonpsico-lógicas debenexponersedespuésde las nocionespsicológi-cas”, porque el subtérminonocionesfilosóficas se incluye,respectode la psicología,en el subtérminoconsecuencias,yel subtérminonocionespsicológicas, respectode todas lasotras nocionesfilosóficas, en el subtérminoprincipios. Setrata de la continenciaextensiva;pero lo mismo pudieraaplicarsea la comprensiónde los términos,quees la mismarelacióncónsideradade un modo inverso.

3a Laspremisassuelenexpresarsea vecespor unacondi-ción: “El murciélagono tiene plumas; luego, si es un ca-rácter esencialde las avesel tenerlas,el murciélagono esave”; que es como si dijéramos: “toda ave tiene plumas;elmurciélagono las tiene; luego no es ave”: silogismo de lasegundafigura, que se reduceal tipo convirtiendola mayorper signa.

4’ El quedijeseque las proposicionesuniversalessuelentenera vecesunaextensiónmenor de la que a primera vistapresentan,“Todos pasande Inglaterra a Franciapor el es-trechode Calais”, sólo querríadecir que~todoslos quepa-sande Inglaterra a Francia” (sujeto) “lo hacenporel estre-cho de Calais” (predicado).

5a Generalmente,paradiscernir los verdaderossujetoypredicado,y la cualidady cuantidadde ambos,es necesarioatenderal sentidoy no a laestructuramaterialde la propo-sición; pero en todo casopodemos,permaneciendoinvaria-ble el sentido,dar a la proposiciónla forma escolástica,parafijar con precisiónlos términosy removertoda duda.

6a Nos perderíamosen un laberinto de menudenciassihubiéramosde agotarla materia.Son innumerableslas for-mas en que puedeexpresarseun mismo juicio, y que sin

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alterar el sentidodisfrazan los términosdel silogismo. Perolas observacionesa que daríanlugar así serían tan menu-dasy varias,quellegaríana ser superfluasparatodohombredotadode medianarazón; y los queno hubieranrecibidode la naturalezaestadádiva, no podríanestudiarlasni en-tenderlas.

Iv

Los escolásticosreducenal silogismo varias especiesderaciociniosen que hay proposicionescomplejas.

En los silogismos condicionalesestablecendos modos: cique11-amanmodus~onens: “si A es B, C es D; A es B, luegoC es D”; y el quedenominanmodustollens: “si A fueseB,C seríaD; C no es D, luego A no es B”. Estosprocederesdeductivosson de unaevidenciairresistible,y aunqueAris-tóteleslos apellidasilogismos,es manifiesto que se diferen-cian muchode los anterioresensuestructura.Por otra par-te, la relación sobreque versanno es la de semejanza,quesirve de fundamentoa las clases,sino la de conexiónnece-sariaentredoshechos.“A no puedeexistir sin B; A existe;luego B existe”; o bien: “B no existe; luegono existeA”.

Los silogismos disyuntivos presentanesta forma: “o esA o B”; “es A”; luego“no es B”; o bien: “no es A”; luego“es B”. La relación sobreque versa el raciocinio es tam-bién de conexiónnecesaria,pero recíprocamentenegativa:“A estánecesariamenteconexocon—B, y B estánecesaria-menteconexocon —A”; “A existe”; luego “B no existe”;o bien: “no existeA”; luego “existe B”.

Algunos han llamado dilema este silogismo; pero eldilema es propiamenteun argumentoen quede dos hipóte-sis contradictoriasresulta unaapódosisidénticay por tantoabsoluta; y. gr.: “Todo hombre que desempeñamal unempleo que sirve voluntariamente,es culpable; porque oes capazde desempeñarloo incapaz:si es capaz,es culpableporque no llena sus obligaciones,pudiendo; y si no es ca-

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paz, es culpable, porque se impone obligacionesque no lees posible llenar”. El procederdeductivoes éste: “Existe Ao no existeA; si existeA, existe-B, y si no existeA, existetambiénB; luego absolutamenteexiste B”.

Los escolásticoshan querido también reducir al silogis-mo la inducción,especiede raciocinioen que de variaspro-posicionesparticularesse saca una conclusión general deigual extensiónque las premisas;por ejemplo: “En el trián-gulo equilátero la suma de los ángulos vale dos ángulosrectos”; “en el triángulo isóscelesla suma de los ángulosvale dos ángulosrectos”; “en el triánguloescalenola sumade los ángulos vale dos ángulos rectos”; luego “en todotriángulo la suma de ios ángulosvale dos ángulosrectos”.Si la enumeraciónde los particulareses incompleta, y laconclusiónes másextensaque las premisas,la inducciónnoes rigorosa,y el raciocinioes experimentalo analógico,peronuncademostrativo.

Wailis, citado por Stewart, piensa que la inducciónrigorosa (la que procedepor enumeracióncompleta, quees la sola de que puede tratarseaquí) es un silogismo enDarapti, que desenvuelvede este modo: “Europa, Asia,África y América son habitadaspor hombres”; “Europa,Asia, África y América son todos los continentesconoci-dos”; luego “todos ios continentesconocidosson habitadospor hombres”.No sabemoscómopuedaaplicarsea Daraptiun silogismo cuya conclusiónes universal. Pero la induc-ción está tan lejos de ser un silogismo en Darapti, que nisiquieraes silogismo. Es evidente que en ella se combinandos relacionesdiversas,la de semejanzaclasificanteen unade las premisas (“Europa, Asia, África y América sonhabitadaspor hombres”), y la de identidaden la otra pre-misa; puesla enumeraciónno seríacompleta, ni la induc-ción demostrativa,si en esta premisano fuese indiferenteusaruno de los términoscomo sujeto y el otro como pre-dicado,o vice-versa,subsistiendosu cualidad y su cuanti-dad; conversiónque no es propia del verdaderosilogismo.

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De los raciocinios demostrativos

Hay también un dilema idéntico, queprocedepor enu-meracióncompletade todaslas suposicionesposibles,y quepuedefigurarse de este modo: “Todas las suposicionespo-sibles son A, B, C, D”; “en cualquierade estassuposicio-nesE es F”; luego “absolutamenteE es F”.

El enti-inemaes un silogismoen que se omite la mayoro la menorporque se suponeconcedida;por ejemplo: “Entodas las cienciasdebeprocederse-de lo conocidoa lo des-conocido”; luego “en la Filosofía debeprocedersedel mis-mo modo”. Cállasela menor: “La Filosofía es unaciencia”.

El sorites es una cadenade silogismo en que el predi-cadodel primer juicio es sujeto del segundo;el predicadodel segundosujetodel tercero;y así sucesivamente;y. gr.:“El alma piensa”; “lo que piensaes simple”; “lo simple esespiritual”; “lo espiritual, inmortal”; luego “el alma esinmortal”. Entrela segundaproposicióny la tercera,se callala conclusión: “luego el almaes simple”. Y entrela terceray la cuartase calla asimismola conclusión:“luego el almaes espiritual”. El sorites toma el nombre de prosilogismo,cuandose expresanlas conclusionesintermedias.

y

Hay raciocinios demostrativosque versan sobre rela-cionesdiferentesde la de semejanzaclasificante,y que sinembargoparecenamoldarsea la fórmula o axioma funda-mental del silogismo.

“A es despuésqueB”; “B es despuésqueC”; luego “Aes despuésque C”. Si en lugar de despuésponemosantes,mayor, menor,o cualquierotra palabrao frasede las quellaman los gramáticoscomparativas,el raciocinio conser-vará la misma forma y la misma fuerza concluyente.

Manifiesta es la semejanzaentre la forma de estos ra-ciocinios y la del silogismo: “A se contieneen B”; 55B secontieneen C”; luego “A se contieneenC”. La analogía,

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con todo,no es másqueaparente;las cuantidades,cualida-desy conversionesde las proposiciones,las figurasy modosdel silogismono tienenaquí aplicación alguna.Ciertospro-cederesdeductivosconvienena unasola especiede relación,y ciertosotros a otra; y el alma, guiadapor un maravillosoe inexplicable instinto, elige siempreel que conviene a larelaciónque la ocupa; instinto queninguna análisispodríasuplir y que hace innecesarioel estudiode las leyes a quecada procederestá sujeto. A cada procederdeductivo co-rrespondeun axioma fundamentalque expresao formulade un modogeneralla marchadel entendimiento,pero queen realidad no la guía.El procederes instintivo; el axiomaes el mismo procedergeneralizado.

Si pasamosa otras relaciones,seráaun másmarcadaladiferenciaesencialentrela deducciónque es propia de cadaunade ellas y la deducciónsilogística. En la relación deidentidad, por ejemplo, la marcha del entendimientoes:“A es B”, “B es C”, luego “A es C”; pero de tal maneraque los términosson recíprocamenteconvertiblessin alte-ración alguna de cualidad ni de cuantidad.No nos es po-sible resistir a la fuerzade esteraciocinio: “A es B”, “C esB”, luego “A es C”; y~sin embargo,no podemosreducirloa ningunafigura o mododel silogismo.Lo mismosucedeenlos raciocinios queversansobre la relación de igualdad.

En toda expresión, los términos que significan cosasidénticaso cantidadesiguales,son recíprocamenteconver-tibles. Donde quiera que encontremosel término A pode-mos sustituirlo al término B, y recíprocamente,siempreque los -dos signifiquenun mismo ser, o que, tratándosede

cantidad,denotencantidadesiguales.Si a+b~2 y a=a’,

a’+b n=c’. Tal es el procederdeductivode que se hace

continuouso en las cienciasmatemáticas.Hay raciocinios en que el predicadode la conclusión

no se encuentraen ningunade las premisas,porquese con-

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De los raciocinios demostrativos

tieneparteen unay parteenotra: “Juan es hijo de Pedro”;“Pedro es hijo de Antonio”; luego “Juan es nieto de Anto-nio”. Nieto, estoes, hijo de hijo, no se contieneen ningunade las dos premisasseparadamenteconsideradas;pero secontieneen las dos premisasa un tiempo, parte en una yparteen otra. El raciociniono puedeser másconcluyente;su fuerzademostrativasepercibeal instante;y sin embargo,es de todopunto irreductiblea las fórmulas silogísticas.

Creo que bastalo dicho paraprobar: 1°Que el proce-der deductivoes vario, segúnla relaciónen que se fija elentendimiento;2~Que ci procederdeductivo se ajustaencadarelacióna un axiomao proposicióngeneralde eviden-ciaintuitiva, merafórmulade unaoperaciónintelectualquearrastrapor sí mismael asenso;y 30 Que las reglassilogís-ticas,sobreno poderseaplicar a muchísimasespeciesde re-laciones,son innecesariasparadirigir el entendimientoaunen la especiede relacionesa que son aplicables,porquenohacenmás que ponernosbajo diversasformas un axioma,una verdadevidente, a que no prestaríamos,sin embargo,ninguna confianza,si no la prestásemos,sin ella, a las ope-racionesintelectualesque simboliza.

Lo que constituye la legitimidad del raciocinio es queel procederintelectualquelo forma se ajustea unafórmulaevidente,que no puedaprobarseni necesitede prueba;demaneraque,supuestaslas premisas,no sea posible rehusarel asensoa la conclusión.1

Pero la verdadde la conclusiónno dependesólo de lalegitimidad del raciocinio; antes, cuanto más legítimo elraciocinio,másforzosoes queel vicio o defecti de cualquie-ra de las premisasafecte a la conclusión.Si una premisaeshipotética, la conclusiónforzosamentelo es; si meramenteprobable,la conclusiónes sólo probable;si falsa, es precisoque sea falso todo lo que legítimamentese deducede ella.

1 Bajo este aspecto las palabras Bdrbara, Celarent, Darii, Ferio, son la expre-

Sión de sus mismo axioma: Si ~‘N es 1?” y “M- esN”, «M es P”. Y las otras palabrasno pueden considerarse como verdaderos axiomas que no puedan probarse, porqueefectivamente se prueban. Su reducción al tipo perfecto es-su prueba. (N. de /3db).

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De aquí se sigue que cuandode ciertaspremisasdedu-cimos mentalmenteuna proposición,hay dos peligros deerror: el unoconsisteen la ilegitimidad del raciocinio; el otroen el vicio o defectode las premisas.

Parecequepodemosestarsiempresegurosde la legiti-midad del procederdeductivo, refiriéndolo a su fórmulapeculiar, o al axiomaque lo representa.Hay, sin embargo,circunstanciasque puedenperturbar en esta operaciónalentendimiento.Raciocinioshay que se nos presentancomolegítimos,y que sólo tienende ello la apariencia.En todosellos la falacia consisteen que referimos el procederinte-lectual a un axioma que no le conviene,o en que algunode los términosdel raciocinio varía de significación.

Si, por ejemplo, se raciocinasede estemodo: “el hom-bre es animal, el caballoes animal, luego el hombrees ca-ballo”, la falacia consistiríaen aplicar al raciocinio de se-mejanzaclasificante,cuya fórmula es “A se contieneen B,B se contieneen C, luego A se contieneen C”, la fórmula“A es C, B es C, luegoA es B”, quees propia del raciocinioqueversa sobre cosas idénticas o sobre cantidadesiguales.

Si se raciocinas-ede estemodo: “Cuando decimoslo quesentimos,decimos-verdad: cuandoios hombresdicenque elsol se mueve alrededorde la tierra, dicen lo que sienten;luegocuandoloshombresdicenqueel solse muevealrededorde la tierra, dicenverdad”, la falacia consistiríaen que eldecir verdadde la conclusiónes otra cosaqueel decir ver-dad de la mayor.En la mayor el decir verdadconsisteen laintención de representarfielmente nuestrospensamientospor medio de las palabras,que es lo que 5-e llama verdad‘moral; pero en la conclusiónel decir verdadconsisteen laexactaconformidad en las ideas representadaspor las pa-labras con la realidad de las cosas,que es lo que se llamaverdadreal o absoluta.

En losejemplosprecedentesse presentaaprimera vista lafalacia o sofisma. Pero otras veceses dificultoso hallar enqué consiste.

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Examinemosel célebre argumento con que Zenón seproponíaprobarque no habíamovimiento enel universo.“Si un cuerpose mueve,o se mueveen el lugar en que está,o en el lugar en que no está.No en el lugar en que está,porquemientrasun cuerpoestá en un lugar, no se mueve.Ni en el lugaren queno está,porqueel movimiento es unamodificación del cuerpo, y un cuerpono puedesermodi-ficado sino en el lugar en que está.Luego nadase mueveen el universo”. ¿Serálegítima la deducción precedente?La conclusión es manifiestamentefalsa, pero ¿dependesufalsedadde la de algunade las premisas,o de la ilegitimidaddel procederdeductivo?

LlamemosA el lugar que ocupael móvil antesde prin-cipiar el movimiento,B un lugar contiguo en la direccióndel móvil, C otro lugar que se sigue al segundoen la mismadirección,y así sucesivamente.El móvil no se mueveen A,ni en B, ni en C, in sensudiviso, es decir,verificándosemo-vimiento en cada uno de estos lugares; pero se mueve enA, B y C, iii sensucomposito,estoes, contribuyendoA conB, y B con C; porque el movimientoconsisteen trasladarseel cuerpode un lugaraotro, y en quecadalugarvayasiendosucesivamenteel del móvil. Zenónargüía puesde sensudi-viso ad sensumcom~ositum;aplicabaal raciocinioqueversasobreunarelación in sensucon-i~ositouna fórmula que deningúnmodo le conviene.Si A y B expresantodos los luga-res posibles en que pueda hallarse un cuerpo, suponiendoque exista, y se pruebaque el cuerpono se halla ni en Ani en B, seránecesariodeducirqueel tal cuerpono existe.Pero si A y B contribuyende tal modo a la existenciadeuna cosa, que ésta ni total ni parcialmentese verifique enA o B separadamente,en este casode la inexistenciade latal cosaen lA y de su inexistenciaen B no estamosautori-zados a inferir que ella absolutamenteno exista. En elprimer casoes legítima la raciocinación,porque no se pasadel sentidodiviso al compuesto,como en el segundo. Lafalacia, pues,del argumentode Zenónestáen la operación

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deductiva,y consisteen aplicar a la materiadel raciocinioun modo de procederqueno le conviene.

Lo mismo se verifica en el argumento con que se pre-tendeprobarqueun númerocualquierade granosno puedenuncaformarun montón;ni un númerocualquierade go-tas de agua,un lago; ni la multiplicación de un pesoinsen-sible, llevadahastael punto que se quiera, un peso que elhombremás débil no es sea capaz de cargar, etc. “Si unaporción de agua”, se dice, “no es un lago, la agregaciónde una gota no la hará lago; por consiguiente,la agre-gación de otra gota, tampoco; ni la agregaciónde la ter-cera;ni la de la cuarta;y asísucesivamentehastael númeroque se quiera. Luego ningún númerode gotasde agua,porgrandequesea,llegará jamása formar un lago”.

Cuandouna conclusiónes absurda o manifiestamentefalsa,y no nos es posibledudar de las premisas,el procederdeductivo es vicioso; y recíprocamente,siendomanifiesta-mente falsa la conclusión, y manifiestamentelegítimo elprocederdeductivo, es de toda necesidadque una de laspremisassea falsa. De aquíel argumentollamado reductioad absurdum,que consisteen probar que una proposiciónes falsa,porquede ella se sigue necesariamenteun absurdo,o por lo menosuna proposición de cuya falsedad no pode-mos dudar.

He aquíun ejemplo: “El valor de las cosas”, dice el cé-lebre economistaSay, “es la medida de su utilidad”. Porvalor de unacosaentiendeesteescritorla cantidadde otrascosasque estamosdispuestosa dar por ella, o por la cualpodemospermutarla.La utilidad de las cosas,segúnél, esaquellacualidad que las hace a propósito para satisfacerlas diversasnecesidadesde los hombres.

Pero si el valor de las cosasfuesela medida de su utili-dad,seseguiríaforzosamentequeel valory la utilidad seríanproporcionalesuno a otro, y que creciendoo menguandoel valor, creceríao menguaríala utilidad, y a la inversa:locual es absolutamentefalso.

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De los raciocinios demostrativos

Cuandose inventay generalizaunamáquinaque faci-lita la elaboraciónde un artículo, baja infaliblemente elvalor de éste;y no podemosdecirque se disminuyeentoncessu utilidad. Un tejido de algodón no es ahora menosútilqueen el siglo pasado,porqueen virtud del mecanismoqueha facilitado su producción, valga muchísimomenos; nison menos útiles que las copias manuscritasdel siglo XII,quepor su alto valor sólo se encontrabanen las bibliotecasde los conventosy en las casasde los grandesseñores,loslibros,que, merceda la imprenta,se vendenhoy a tan bajoprecio,que puedeprocurárseloshastala clasemásindigentede la sociedad.Al contrario, cuantomásabaratauna mer-cancía,cuanto es menor la cantidadde cosaspor la cualpodemospermutarla,cuantomenosvale, más crece el nú-mero de sus consumidores,mayor es la cantidadde bien-estar,convenienciay placer que pro-duce,más a propósitoes para satisfacerlas necesidadesde los hombres; en unapalabra,más útil es. Si facilitada, pues, la produccióndeun artículo,decrecesu valor y se aumentasu utilidad, ¿quépruebamásclarade queni el valor se regulapor la utilidaddel artículo, ni la utilidad por el valor?

Los impuestosproducenun efecto contrario al de lasmáquinas.Una mercancíacargadade impuestosvale másque libre, pues regularmentese cambia por una mayorcantidadde dinero o de otros artículos. ¿Quién dirá poreso que una mercaderíacargadade impuestoses más útilque libre? Al contrario: pues que el encarecimientodismi-nuye el consumo,el efectoinmediato de todo impuesto esdisminuir el total del bienestar,convenienciay placer dela sociedad,es hacermenosaptoparasatisfacerlas necesida-des de los hombresel artículo grabadopor el impuesto.Sise aumenta,pues,con los impuestosel valor de las merca-deríasgravadas,y si su utilidad no se aumentacon ellos, yantesbien se puededecir que decrece,ni la utilidad de lascosases proporcionadaa su valor, ni su valor a su utilidad.

“De que el precio”, dice Say, “sea la medida del valor

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Filosofía del Entçndimiento

de las cosas,y suvalor la medidade su utilidad, no se debesacarla consecuenciaabsurdade quehaciendosubir supre-cio violentamentese aumentala utilidad de ellas”. Pero laconsecuenciaes legítima; el absurdoestáen las premisas.

VI

Se ha queridoreducir a unareglaúnica el procederle-gítimo de todoslos raciocinios, pero conpoco suceso.

Condillaccree1 que todo raciociniose reducea una solaoperaciónintelectual: a sacarde un juicio otro juicio con-tenido en el primero. Segúnesta doctrina, repetidapor ungran númerode filósofos, no hay raciocinio legítimo, sinocuandola conclusiónse halla contenida en la premisa opremisas.

Él ha tomadopor ejemploel raciocinio algebraico.Seanlas premisaso datos:

x — 1 = y + 1

x + 1 = 2y —2

De x—1y+1 infiero que x=y+2, y de x±12y—2infiero quex=2y—3. De x=y+2 y de x=2y—3 deduzcoquey+ 2=2y—3; de este juicio deduzcoque2=2y—y-----3==~y—3;y de este otro sacopor consecuenciaque5=y. Enfin, de x=y+2 deduzcoquex=5+2=7.

El incluirse la conclusiónen las premisasno es aquíotracosa que deducirsede ellas con arreglo a ciertos axiomasmatemáticos.En las dos primeras deducciones,el axiomareguladores quees~a cantidadesigualesse añadeno quitancantidadesiguales,las sumaso los residuosserán iguales”.En la tercera,el axioma regulador es que “dos cantidadesque separadamenteson iguales a una tercera, son igualesentresí”. En la cuartay quinta, la deducciónes conforme

1 Logique, chap. VII. (N. de Betio).

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al primero de los axiomasanteriores.Y en la sexta,sustituyoal términoy el término 5, porquelos términosquedenotancantidadesiguales puedensiempresustituirseuno a otro.

De aquí se deduceque lo que llama Condillac incluirseun juicio en otro, o segúnel lenguajecomún, incluirse laconclusiónen las premisas,no es otra cosa que adaptarelraciocinio a cierta regla reguladora,adecuadaa la relaciónpeculiarqueelentendimientocontempla,y queno essiempreuna misma, aun cuandola relación es constante.

Si de la relaciónde igualdadpasamosa las otras,encon-traremos igualmenteque el incluirse la conclusión en laspremisasno es más ni menosquededucirsede ellas confor-me a un axiomao tipo particular, adecuadoa la relaciónsobrequeversael raciocinio; en unapalabra,queci incluirsela conclusiónen las premisasno es másni menos que de-ducirse legítimamentede ellas. Si Condillac ha queridodar-nos unaregla que abracetodoslos raciocinioslegítimos, esmanifiesto queno ha logrado su objeto; su pretendidare-gla es un término general,que significa lo mismo quede-ducción legítima. Él no ha hecho en sustanciaotra cosaque fundarla legitimidad del raciocinioen queel raciociniose adaptea la ley que deberegirlo, sin determinarestaley.

La explicaciónqueda el Dr. Brown del raciocinio ado-lece de la misma ceguedadque la precedentede Condillac.“Cuando despuésde haberdicho que el hombre es falible,añado que él puede,por coi-zsiguiente,errar, aun cuandose crea menosexpuestoa error, no hagomás que decir loqueestabaenvueltoen la nociónde su falibilidad. Si a estoañado: él no debe,pues,pretender que todos los de-máshombrespiensenco-mo él, aun en materias que le parecenno teneroscuridadalguna, afirmo lo queva envueltoen laposibilidadde queél y ellosyerren, au,-z- en las materiasmásclaras. Cuandoañado:No debe,pues,castigar a los que nohan hechootra cosa queno pensarcoi-no él, y que puedental vez tener razón para pensarde otro modo,desenvuelvolo que estabaya contenidoen lo irracional de la pretensión

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Filosofía del Entendimiento

de que todoslos hombrespiensencomoél piensa.Y cuandoinfiero de estosantecedentesqueuna ley que castigacomodelito tal o cual opinión es contraria a la justicia, no hagomásquesacaruna injusticia especialde la injusticia ge’neralde querer un hombrecastigar a otro hombreporque en sumodo de tensar difiere del suyo”.

Tal es la exposicióndel raciociniosegúnel Dr. Brown.La legitimidad de la deducciónconsiste,segúnél, en desen-volver la comprensiónde un término. De que Pedro- seahombre infiero que Pedro es animal, porque lo animal secomprendeen lo hombre,Pero ¿quées estosino repetir ladoctrina escolástica,y reducir todoslos raciocinios al enti-mema, que es un verdaderosilogismo? En el entimema,como en el silogismo, de dos relacionespresentesal enten-dimiento se deduceotra; y si se calla una de las premisas,porque se suponeconocida,no por esodeja de influir en lalegitimidad de la conclusión.Brown pareceatenderexclu-sivamentea la comprensiónde los términos;peroya hemosvisto que relativamentea la teoría del silogismo, la com-prensióny la extensiónexpresanbajo formas inversasunarelación idéntica. Tan convertible es la comprensiónen laextensión,queel mismoBrown ha pasadosin sentirlo de launa a la otra, cuandode la injusticia generalde quererunhombre castigara otro porque no piensa como él, infierela injusticia del legisladorque impone castigo a los que si-guenestao aquellaopinión particular diferentede la suya.

Brown, pues,no hacemás que reducir todoslos racio-cinios alentimema,y sudoctrina es,bajoestepuntode vista,tan inexacta como la de aquellos que pretendíanreducirtodoslos raciociniosal silogismo. Esteraciocinio: “El hom-bre es falible; luego el hombre puedeerrar aunen las cosasque le parecenmenosexpuestasa error”, es, segúnla doc-trina escolástica(queno por serescolásticadeja de seraquíverdaderísima),un silogismo en que se ha pasadoen si-lencio y se suponeadmitida la mayor: “todo ser falible estáexpuestoa errar aunen las cosasque le parecenmenosex-

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De los raciocinios demostrativos

puestasa error”. Pero la verdades que de las dos premisasde esteraciocinio, la únicaquepuedesuscitardudas,o quepor lo menos necesitade elucidarse,es la que Brown haomitido; inconvenienteaque estánexpuestosa menudoiosentimernas.El argumentodeberíamás bien presentarsedeeste modo: “todo ser falible puedeerrar aun en las cosasque le parecenmenosexpuestasa error; luego el hombrepuedeerrar”, etc. Es claro que los defensoresde la intole-ranciano negaránqueel hombrees falible, sino que por elhecho de serlo puedaerrar aunen las cosasque le parecenmásclarasy evidentes;aserciónque realmenteecharíaportierra todas las verdadesdel sentidocomún, y reduciría larazónhumanaa un absolutoescepticismo.

Si Brown quiere que el silogismo se presentesiemprebajo las formasdel entimema,no nos da en estouna reglade lógica sino de retórica.Expresarlas dos premisascuandouna de ellas puedefácilmentesuplirse,no es raciocinarmalsino dar al raciocinio declaradocon palabras una formaredundantey pedantesca.

La reglade Brown no es en realidadtan clara y precisacomo la queestabarecibida en las escuelas;pero la regladelasescuelastampocoes aplicablea otra especiede raciociniosqueel silogismo. Verdades que los escolásticosse han em-peñadoen reducir todos los modosposibles de raciocinar,a lo menostodoslos modosde raciocinardemostrativamen-te, asumolde favorito; perosus esfuerzoshansido infruc-tuosos.En vano hanqueridotrasformarel raciociniosusti-tuyendo un axioma a otro: el axioma que han queridoeliminar subsistesiempre; naturam expellasfurca, lamenusqi-te recurret. El raciocinioque versasobre la relacióndeigualdad,lo han trasformadoalgunosasí: “Si A y B sonse-paradamenteiguales a C, A y B son igualesentre sí; A yB son separadamenteiguales a C; luego A y B son igualesentre sí”. Prescindiendode queel silogismo condicional esirreductible al silogismocomún, pregunto: ¿quées lo quehace esta trasformación,sino dar el axioma de los mate-

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Filosofía del Ent~endímíento

máticosen la mayor,bajo unaforma especial,paraautori-zar con él la consecuencia?Y si admito la mayor, ¿no esclaro quehagoen ella el mismoraciocinioque se ha queridolegitimar reduciéndoloal silogismo? La trasformaciónnoha variado, pues,la estructuradel raciocinio matemático:todo lo queha hechoha sido colgarleun corolario pleonás-tico.

Otros handicho: “Todo lo quees igual a C es igual aB”; “A es igual a C”; luego “A es igual a B”. Pero si yoadmito quetodo lo que es igual a C es igual aB, es porqueconciboqueB y C son iguales; y esta razónno es paramíirresistible, sino porque sé que “si dos cantidadesson sepa-radamenteiguales auna tercera,son iguales entresí”.

De cualquier modo que queramoshacer la reducción,entra siempreen una de las premisaseste axioma; y esteaxioma no hace más que darnosen términos generaleselmismo silogismo que tratamosde reducir.

Concluyamos,pues,que el tipo de cada raciocinio de-pendede la materiasobre que discurrimos.Los hombres,adaptandointuitivamente a cada materiael procederde-ductivo que le conviene,rara vez se extravían. Pero si al-guna vez pudiesehaberduda sobre la legitimidad de ladeducción,el mejor modo de desecharlasería recurrir aun experimentointelectual, aplicandoel procederdeduc-tivo aunamateriafamiliar -análoga.Si de premisasincon-testablesdeducimosuna conclusión absurdao manifiesta-mentefalsa, el procederdeductivo es vicioso.

Las falacias que pertenecenexclusivamentea las pre-misasson de innumerablesespecies,y como no ~onpeculia-res del raciocinio demostrativo, las reservamos para másadelante.

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CAPITULO Y

DE LAS MATERIAS A QUE SE APLICA EL RACIOCINIODEMOSTRATIVO PURO

Raciocinio demostrativoen los hechos de la conciencia. — La psicología. — La on-tología. — La teodicea. — Demostración matemática. — Necesidad de la me-moria en todo raciocinio. — Proceder demostrativo en las matemáticas.Evidencia intuitiva y evidencia deductiva. — Procederes particulares deductivosen materia de cantidades. — La analogía en las ciencias hipotéticas. — Certi-dumbre en las ciencias matemáticas. — Conclusión.

1

El raciocinio demostrativose mezcla de ordinario conel experimentaly el analógico.Así sucedemáso menosentodaslas cienciasqueversansobrelos hechosde la concien-cia y de los sentidos.

La psicologíase refiere continuamentea los fenómenosde quees testigola conciencia,fenómenosque se nos presen-tan con tanta rapidezy complicación,quees dificultosísi-mo concebirlosbien, y someterlosa una análisisexacta.Talescritorse lisonjea de traducirnosel testimoniode la con-ciencia,queen realidadsólo nos traducesus imaginaciones,y en vez de darnosla historia, nos da la noveladel espírituhumano. A nadapuede convenir menos el carácter decienciademostrativaquea la exposiciónde hechosmenudos,complejosen alto grado,fugitivos, que se venbajomil falsoscolores, al pasar por el prisma de la imaginación, cuyapresenciaes indispensableen todas las operacionesintelec-

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tuales. La psicología es una ciencia de observacióndifícily falaz: las verdadesque nos revela un-a intuición segura,son pocas,poquísimas,y las consecuenciasquepor un ra-ciocinio demostrativopodemos deducir de ellas, no nosllevan lejos. Paraconvencernosde ello bastavolver los ojosa la multitud de teoríaspsicológicasque han dividido lasescuelasdesdePlatón acá. ¡Qué de disputassobre la natu-raleza de las percepcionessensitivas,sobre la actividad delalma, sobrela generalización,la abstracción,las ideas, lamemoria,el juicio, el raciocinio!

La Ontología, que trata de las ideas generalesde exis-tencia, tiempo, espacio,causay efecto, lo finito y lo infi-nito, la materiay el espíritu, la sustanciay los accidentes,es en gran partela psicologíamisma; porque la psicologíaes a quien toca averiguar lo que son las ideas generales,manifestandode qué modo las formamosy lo queen rigorsignifican; porque es ella quien, escudriñandoel origen denuestrosconceptoscomplejos,puede darnos el elementodel tiempoy el elementodel espacio,las formasintelectualesde la causalidady de la infinidad; porqueella es quien trazalos límites de la intuición y de los sentidos,únicasfacultadesperceptivasdel hombre;porqueella es quiendescubreen lasprofundidadesdel pensamientolos elementosprimariosde larazón, y los tipos eternosdel raciocinio. Así, la basede laOntologíaes laanálisisdel pensamientoen susmaterialespri-mitivos, la exposiciónde aquelloshechosde la concienciaquedominan a todaslas operacionesintelectuales.Los principiosconstituyenuna propiedad, un elemento inseparable delespíritu,y las consecuenciasquede ellosse deduceninspirantantamenosconfianza,cuantomásse alejan de su fuente.

La teodicea,la teología natural es un ramo de la onto-logía. Ella parte del grande hecho de la existencia deluniverso y del eslabonamientode causasy efectos paraelevarnosa la primera de todas las causas,a la fuente delser; ella rastrea los atributos del Criador examinandosus

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Materias a que se aplica el raciocinio demostrativo

obras;y de estos atributosy del examende lo que pasaenlas inteligenciascreadas,deduceel destinodel hombre,encuantoes d2do a la razónhumanaconocerlo.Mezclandolaobservaciónatentaa un corto númerode procederesdemos-trativos, lee en las fluctuantes faces del universo fenome-nal, el orden eterno,los caracteresde la actividad increada,y el encadenamientode mediosy fines en queestánescritoslos destinoshumanos.

Así, la filosofía es en todossus ramos,lo mismo que lafísica y la química,una ciencia fundadaen hechosque laobservaciónregistray el raciocinio demostrativofecunda.

No hay más cienciasde demostraciónpura que las quese apoyan,no en hechosinternoso externos,objetivoso sub-jetivos, sino en definicioneshipotéticasprecisase invariables.

II

En la demostraciónmatemática,cada una de las con-clusionesde los raciocinios sucesivosdebenacerde algunaconexiónnecesaria,intuitiva, entreella y la respectivapre-misa o premisas.Tomemos por ejemplo la demostracióndel teorema,“La sumade todoslos ángulosde un polígonovale tantas veces dos ángulos rectos, como lados, menosdos, tiene el polígono”.

A. Sean líneas rectastiradasdel vértice de uno de iosángulosdel polígono a todos los otros ángulos,exceptolosdosvecinos.

B. El polígono quedarádividido en tantostriángulos,cuantoslados,menos dos, lo terminan: (consecuenciain-tuitivamente necesariade la hipótesis lA).

C. Cadaángulodel polígono coincidirácon un ángu-lo o con dos o más ángulos contiguos, de los triánguloscomprendidosen él; y cadaángulode los triángulos coin-cidirá, ya con el todo, ya con unaparte de alguno de los

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ángulosdel polígono: (consecuenciaintuitivamente nece-saria de la hipótesisA y de la proposiciónB).

D. Luego la suma de todos los ángulosdel polígonoes igual a la sumade todosios ángulosde todoslos triángu-los comprendidosen él: (consecuenciaintuitivamente ne-cesariade la proposiciónC).

E. Pero la suma de los ángulosde todo triángulo esigual a dos ángulosrectos: (teoremade cuya verdadtene-mos ahorapor garantela memoria).

F. Luego la suma de todos los ángulos del polígonoes~igual a tantasvecesdos ángulosrectos, cuantosson lostriángulos comprendidos en él: (consecuenciaintuitiva-mentenecesariade las proposicionesD y E).

G. Luego la sumade todoslos ángulosdel polígono esigual a tantasvecesdos ángulosrectos,cuantoslados,me-nos dos, tiene el polígono: (consecuenciaintuitivamentenecesariade las proposicionesB y F).

B y C son consecuenciasintuitivamente necesariasdeA, como D lo es de C, F de D y E, G de B y F: es decir,que emanande sus respectivaspremisas por un procederdeductivo legítimo, que arrastrairresistiblementenuestroasenso,porque no pudiéramosnegarlosin incurrir en unacontradicciónmanifiesta.La intuición que es propia de losraciocinios demostrativosno está-, pues, propiamente enlas premisas,sino en el procederdeductivo.

En el ejemploprecedentese manifiestala parteque tienela memoria en el raciocinio, segúnlo hemos dicho antes;no sólo por los teoremaso proposicionescuya verdadadmi-timos porquela memorianos testifica que anteslos hemoshallado verdaderos,sino también por el ejercicio continuode esta facultad en la transición de unas consecuenciasaotras: al deducir,y. gr., la proposiciónD, admito la verdadde su premisa C, sin necesidad de recordarla conexiónnecesariade C con las proposicionesA y B, y por tanto envirtud del solo testimonio de la memoria, que me asegurade la verdadde C. La fe, pues,quedamosa todademostra-

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Materias a que se aplica el raciocinio demostrativo

ción, a todo discurso (así llamo una cadenacualquieraderaciocinios), caeríapor tierra desdeel momentoque mi-rásemoscomo indigno de crédito el testimonio de la me-moria.

No se puedenegarqueenun largo discurso,enunalar-ga cadenade raciocinios, la memoria pudieravacilar a ve-ces, y hacernoscaer en graveserrores,haciéndonosmirarcomo demostradolo que en realidad no lo estuviese.Paraprecavereste inconveniente,seríanecesarioun continuadoy fatiganteesfuerzode atención, si no pudiésemoshastacierto puntoahorrárnoslo,valiéndonosde signosabreviados,quecondensan,por decirlo así,ios términosde las relaciones,y los fijan de un modo inalterable.Supongamosque se nosofreciesebuscardos númeroscuya suma fuese 79 y la di-ferencia 25. Llamandoal mayor de los dos númerosx y almenorz, ¿nose nos representaríancon más claridadaque-llos dos datos,expresadosasí: “x más z es 79”, “x menoszes 25? ¿Y no percibiríamosentoncesintuitivamente,comoconsecuenciade estos datos, que el primer término de laprimera proposición,añadidoal primer término de la se-gunda,esx mászmásx menosz,es decir,dosvecesx; queelsegundotérminode laprimeraproposición,añadidoal segun-do términode la segunda,es 79 más25, estoes,104; y que,por tanto, dos vecesx es 104, y x es la mitad de 104, estoes, 52, y z, por consiguiente,es 79 menos 52, estoes, 27?

Perosi ademásde estaconcentraciónde los términosenfrasesprecisasy breves, escribimoslas proposicionesadop-tandolos signosconvencionalesdel álgebra,el discurso,antespuramentemental, se convierteen una operación mixta,en que los ojos dirigen con toda seguridad los pasos delentendimiento.

A... x~z= 79

B x—z 25

C.luego 2x= 104104

D.luego x=—52.

Vol. III. Filo~~f’—’463

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Pero en virtud de la proposiciónA,

z = 79— x

Luego) en virtud de la proposiciónD,

z 79 — 52 = 25.

Desde el momentoen que ponemoslas operacionesin-telectualesbajo la garantíade la vista, la atención trabajamuchomenospara dirigirlas con acierto, el peligro de losdeslicesde la memoria se desvanece,y los resultadossonsusceptiblesde unaseguridadcompleta.

III

Se ha dichoqueen las matemáticaslas proposicionessonsiempreidénticas,de maneraque el sujeto y el predicadodesignanen ellas un mismo objeto, y todas puedenrepre-sentarsepor la fórmula ~a es a”.

Peroprimeramenteno debeconfundirsela relación deigualdad con la de identidad. Decir que los tres ángulosde un triánguloson igualesa dos rectos,no es decir que lostres ángulos de un triángulo son dos ángulos rectos. Lasdefinicionesdesignanrelacionesde identidad,y puedenre-presentarsepor ~a es a”. Pero no sucedelo mismo en losteoremasque versan sobre cantidades.

Sin embargo,como el procederdeductivo que se ejer-cita sobre las dos relacionesde igualdady de identidad esexactamenteuno mismo,no hay inconvenienteen mirar laigualdad como una especie de identidad: Ev ro~totç,diceAristóteles, ío&r~ç~vón~ç:“en estascosas,la igualdadesidenti-dad”. Así pues, en materiade cantidad, “a es b” tendráparanosotrosel mismo significadoque “a b”.

En segundolugar, no es enteramenteexactoque los teo-remasmatemáticosseanproposicionesenquesólo se afirma

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Materias a que se aplica el raciocinio demostrativo

queuna cantidades igual a sí misma, y que,por ejemplo,la cuadraturade la parábolao el teoremadel binomio nohaganmás que transformaraqueltan estéril como incon-testable “a = a”. Sucedeen los teoremasmatemáticoslomismo que en las proposicionesque afirman la identidadde un objetoconsideradobajodos aspectosdistintos. El quedescubrieseque tal o cual personajehistórico había sidoel autor de las cartasde Junius o el hombrede la máscarade hierro, ¿nohabría hechomás que descubrirque a es a?En todo raciocinio el entendimientoda un paso, y si nose extravía adoptando inconsideradamenteuna premisao deduciendouna consecuenciailegítima, adquiereun co-nocimientonuevo; pero si no hiciese otra cosa querepetirbajo formas diversas “a = a”, ¿quéregionesdesconocidasexploraría,qué verdadesrecónditasconquistaríaen el es-tudio de las cienciasexactas?

De la conexión necesariaintuitiva entrela consecuen-cia y las premisas,pareceinferirse queno es posiblever laspremisassin que salte a los ojos la consecuencia,espontá-neamentey sin ningún esfuerzo del espíritu. Sabido quela suma de los tres ángulosde un triángulo vale la mitadde la circunferencia,y que en todo triángulo los ángulosopuestosa lados iguales son iguales, ¿no se sigue de aquíobviamenteque cada ángulo del triángulo equiláterovalela sextapartede la circunferencia?Y la espontaneidadconque esta proposiciónse presentaal espíritu, en virtud dela yuxtaposiciónde las dos primeras, ¿nopruebaque ve-mos intuitivamentela igualdadde los dos términos, comosi dijéramos l/6 = 1/6? No, por cierto. Se ve intuitivamenteque “si en todo triángulo los ángulosopuestosa ladosigua-les son iguales,en el triángulo equiláterotodoslos ladossoniguales,y por tanto cada ángulo vale la terceraparte dela suma de los tres ángulos”; y se ve también intuitivá-menteque “si la suma de los ángulos de todo triángulovale mediacircunferencia,cada ángulo del triángulo equi-

- látero vale 1/6 de circunferencia”; pero no vemos intuiti-

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Filosofía del Entendimiento

vamenteque “cada ángulo del triángulo equilátero valga

1/6 de circunferencia”, como se ve intuitivamente que 1/ó

es’/6.Paradar alguna luz a este asunto considerémoslebajo

un punto de vista general,que abracetodas las relacionesposibles.Cuando formamosun juicio nuevo, debido a laobservacióno al raciocinio, no formamosde una ide-a unelementoque de antemanopercibiésemosen ella, sino que,por el contrario,agregamosa una idea un elementonuevo.Pero este juicio convertido en conocimiento,estoes, con-fiado a la memoria, la idea primitiva habrá pasadoa serun agregadode la idea primitiva y del elementonuevo. Si,por ejemplo, nuevas observacionesnos han manifestadoque todo vidrio es idioeléctrico; si concebimosuna cone-xión físicamentenecesariaentrelo vítreoy lo idioeléctrico,lo idioeléctrico se convertirá en el alma de un elementode lo vítreo. Si hemosdescubiertoque la fuerza que hacegravitar ios cuerpossublunareses la misma fuerzaqueha-ce girar la -luna alrededorde la tierra, la gravitaciónseráyaa nuestrosojos una sola fuerza cuya esferade actividad seextiendedesdela tierra hastala luna. Asimismo,demostradoque cada ángulodel triángulo equiláterovale un sexto dela circunferencia,en la idea de estetriángulo se compren-deráen adelantela de su medida,la de su igualdadal espa-cio entredos radios que interceptanun sexto de circunfe-rencia.Y así de las demásrelaciones.¿Diremosqueestosco-nocimientosse nos presentanentoncesbajo la forma, “unacosaidioeléctricaes idioeléctrica”, “la fuerzaquehacegra-vitar hacia la tierra es la fuerza quehace gravitar hacia latierra”, “una inclinación de sesentagradoses igual a unainclinación de sesentagrados?”Yo creo que la conciencianos dice que estas fórmulas no expresanlo que pasareal-menteen el alma. La idea primitiva ha adquiridoun ele-mentonuevo;perono por esoestamosautorizadosparade-cir queentrelos elementosprimitivos y el nuevopercibeelalma una conexióntal como la que percibepronunciando

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los juicios tautológicosy nugatorios,representadospor lafórmula “una partede a se incluye ena”, ~aes a”, “a = a”.Si todo conocimientoesun juicio encomendadoa la memo-ria, renovarseel conocimientoes renovarseel juicio; y si-en el juicio no hubopercepciónintuitiva de identidad,¿porquéha de haberlaen el conocimiento?

Cuando decimos que el vidrio es idioeléctrico, no nosproponemosafirmar que una cosaidioeléctrica es idioeléc-trica; sino queenel vidrio, en la sustanciaque llamamosvi-drio, antesde conocerlos fenómenosde la electricidad, seha descubiertola calidad de electrizarsecon la frotación;afirmamosun hecho,no unaproposicióntautológica.De lamisma manera,cuandodecimosquecada ángulodel trián-gulo equiláteroval-e sesentagrados,afirmamos,no que unángulode sesentagradoses igual a un ángulode sesentagra-dos, sino que de la idea de triángulo equilátero se sigue,por una serie de conexionesnecesariasintuitivas, que cadauno de sus ángulosmide sesentagrados.Estoes lo quepasaverdaderamenteen el alma, y lo quenosproponemosexpre-sar. ¿Esestodecir que a es a o que a = a?

No percibimosconexiónnecesariasino en los axiomasyen los juicios que tienen por objeto la existenciaactual deuna afeccióndel alma. La evidenciaintuitiva en ios teore-masmatemáticospertenece,como antesvimos, al procederdeductivo; y la evidenciadel procederdeductivoes la evi-denciamismade los axiomas,encuantose refiere al objeto,y la evidenciade las afeccionesactualesdel alma, encuantose refiere al sujeto, es decir, al yo que raciocina. ¿En quéestála evidenciade la demostraciónque nos pruebaque lasuma de los ángulosde un polígono es igual a tantasvecesdos ángulosrectos cuantoslados, menosdos, tiene el polí-gono? En la conexión necesariaentre cada consecuenciaysus premisas,y en la evidenciade los elementosprimordialesde la razón humana,que es la evidenciade las afeccionesactuales.

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Filosofía del Entendimiento

IV

Las cienciasmatemáticasempleanmás de ordinario losprocederesdeductivosrepresentadospor los axiomas:~ doscosasson separadamenteiguales a una tercera,son igualesentresí”; eccantidadesigualesa quese añadeno quitancan-tidadesiguales,soniguales”; y otros queconciernena la re-laciónde igualdad.

Pero suelena vecesvalersede otros procederesdeducti-vos, como el representadopor el axioma,“una cosano pue-de sery no sera un mismo tiempo”, queno se diferenciasustancialmentede aquelotro, “si la existenciade unacosase deducenecesariamentede la existenciade otra y la pri-meraexiste, la segundatambién existe,y si no existe la se-gunda, tampocoexiste la primera”. Emplean asimismo cide la identidad,el de la inclusión sucesiva,propio del silo-gismo regular, y varios otros. En realidad, ninguno de losraciocinios demostrativos,esto es, representadospor unaproposicióngeneralde evidenciaintuitiva, carecede la fuer-za de concisión que es propia de las matemáticas;y si novemosqueen la metafísicase hagausode algunosde ellos,esporqueno sonaplicablesa la relaciónde másy menos.

Hay, si no me engaño,en materiade cantidades,proce-deresdeductivosde una evidencia incontestable,y que sinembargode su aventajadasimplicidad, se usanpoco, porquela demostraciónamoldadaa ellos no se cree tan rigorosa otan elegantecomo laquese obtienepor los medioscomunes.En cuantoal rigor de la demostración,el conceptoes falso:la convicción que se obtienede un modo es tan irresistiblecomo la quese reproducedel otro. Y en cuanto a la ele-gancia,si éstase cifra en lo simple de la deducción,no meparecedudoso que los procederesdeductivosa que aludomerecenla preferencia. ¿No se puede deducir con algúnfundamentoquelos matemáticos,empeñadosen reducir to-das las demostracionesa ciertos tipos favoritos han caído

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Materias a que se aplica el raciocinio demostrativo

en unamaníasemejantea la de los escolásticos?Me expli-carécon un ejemplo.

Seala línea rectaA B; desdeelpunto A trazoun círculo con elradio A B y desdeelpuntoB des-cribootro con el mismoradio.Porlos puntos de intersecciónde lasdos circunferenciastrazola línearecta C D. Para concebir que

todoslos puntosde estalíneadistanigualmentede los pun-tos A B, y queporconsiguientela líneaC D esperpendiculara la líneaA B y la divideen dospartesiguales,sólosenecesitaconsiderarque segúnla construccióntodos los casossonigualesrespectode A y de B, y por tanto, no hay razónal-gunapara que un punto cualquierade la línea C D distemásde A que de B, o másde B quede A. Si sucedieseasí,habríanecesariamenteuna cosasin razónsuficientede ser;lo que en las relacionesde ideas abstractas,percibidasconclaridad,es más repugnanteal entendimientoque en todootro génerode materias.La perpendicularidad,pues,de CD, y la división de A B endospartesiguales,sonconsecuen-ciasnecesariasde la construcciónarribaindicada,y el racio-cinio se representapor la fórmula, cenadaes que no tengarazónsuficiente”. Un geómetraconcederádifícilmentequela demostraciónobtenidade este modo sea tan rigorosa yelegantecomo la suya. ¿Perono habráen esoalgode preo-cupación?¿Hayprocederdeductivolegítimo quedebapros-cribirsede unaciencia de raciocinio? ¿Sedebeforzar al en-tendimientoa marcharperpetuamenteen un mismo carril,y a renunciarunapartede los medioscon que le hadotadola naturalezapara investigarla verdad?

La analogía,que en materiade hechosrara vez ofrececonclusionesa que debaprestarseunaenteraconfianza,enlas cienciashipotéticas,por el contrario, arrastrairresisti-blemente el asenso. El teorema binomial de Newton,

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Filosofía del Ent~ndimienIors n(n—1) n(n—1) (n—2)

(a + b) rs = a” + -i-- a”’ b +—j~a”2 b2 + 1 2 3

a”3 b~+ etc., fué una deducción puramenteanal6gica,en que de la formación de cierto número de potenciassesacóla ley generalde la formación de todas;deducción,sinembargo,no menossatisfactoriaal entendimientoy no me-nos intuitivamente necesariaque la que se obtuvo despuésadaptandoel raciocinio a los tipos usualesde la demostra-ción matemática.CeLa fórmula (dice Dugald Stewart) ex-presauna relación entre los coeficientesy los exponentesdelos diferentestérminos,que se verifica en todoslos casos,hastadondese lleva la tabla de las potenciaspor medio desucesivasmultiplicaciones”: no hay motivo de creer queNewton tratase-de probar de otro modoel teorema;y sinembargo,él estabatan firmementeconvencidode su ver-dad en todos los casosposibles,como si hubiesetenido a lavista las demostracionesque posteriormentese han dadode él.

y

Aunquelas cienciasmatemáticasprocedensobresuposi-ciones y sólo nos suministranverdadeshipotéticas,no poresodebemosmirarlascomo inútiles paradarnosa conocerlarealidadde las cosas:porque1~las hipótesismatemáticasco-rrespondenalgunasvecesexactamentea la realidadde lascosas;y 2~sucedeotrasvecesque io hipotéticose aproximade tal modoa lo absoluto,que la diferenciaentrelos resul-tados matemáticosy los resultadosrealeso es insensible opuedesin inconvenientedespreciarse.

Si se pregunta,por ejemplo, cuántovaldría cierto nú-merode fanegasde trigo, valiendocadafanegatantosreales,el resultadode la operaciónaritméticadaríacon todaexac-titud el resultadoreal, porque los datos absolutoscorres-pondenexactamentea las suposicionesdel raciociniomate-mático.

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-Materias a que se aplica el raciocinio demostrativo

Cuandose deseasaberel númerode varascuadradasquecomprendeun áreadada,si podemosdividirla en triángulosy mediren ellos cierto númerode ángulosy de lados,ob-tendremosun resultadotanto másaproximativocuantomáscuidadosasy biendirigidashubiesensido las medicionespar-ciales; peropor máscuidadoy precaucionesquese empleenen unaoperacióncomplicadade estaespecie,habrásiemprealgunadiferenciaentrelos datos absolutosy los que se to-menparabasesdel cálculo;y por tanto,no seráposibleob-tenerresultadoscompletamenteexactos.

Con todo, tan grandeha llegado a seren estasopera-cionesel esmerodel hombre, tan bien conocidasy calcula-dasestánlas causasde error, se ha llevado a tal punto la fi-delidadde las observacionespor medio de máquinasinge-niosasqueextiendenel alcancede los sentidosy rectificansus informes,y se hantomadotales precaucionespara queinfluyendo los erroresen contrario sentido,se compensen,que se ha logradoelevar las medicionestrigonométricasygeodésicasa un grado de exactitudverdaderamentemara-villoso. En la mayorpartede los problemasgeométricosqueconciernena los negociosordinariosde la industria civil yrural, ni aunse necesitade tanto para que las verdadeshi-potéticasde las matemáticasseanincontestablementeútilesen la vida.

La ciencia de losnúmerosy la cienciade la extensiónhantenidosuprimer origen en las transaccionesy artessociales;la aritméticaen las ventas,particioneshereditarias,permu-tas,préstamos,arriendos,salarios;la geometríaen la arqui-tecturay en lamensurade los campos.Dedicadala atencióna estosobjetos,no pudo menosde percibirsela necesidaddesimplificar las cuestionesy de reducirlas a hipótesispreci-sas, lo cual es fácil en estasdos ciencias,por la naturalezade las cualidadessobrequeversan.

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CAPITULO VI

DEL RACIOCINIO EN MATERIA DE HECHOS

El raciocinio experimental se combina siempre con el raciocinio demostrativo y elraciocinio analógico. — Conocimiento del hecho. — Proceder del raciocinioexperimental en el conocimiento de los fenómenos de la gravitación. — Prime-ros pasos del raciocinio empírico. — Conocimiento de las leyes de la naturalezapor medio de la anaLogía. — Hipótesis primitivas sobre la gravedad de los cuer-pos. — Calda de los cuerpos. — Fuerza de atracción del globo. — Generaliza-ción analógica.— Nuevas e importantes generalizaciones de la ley de atracciónpor medio del raciocinio demostrativo. — Analogía aplicada a la luna. — Es-tudio de los movimientos celestes.— Leyes de Kepler. ~— Newton. — Otrasmaterias a que se extiende el raciocinio analógico. — .A~nalogíasajustadas al planuniforme de medios y fines en las obras de la naturaleza. — Ejemplos que ofrecela anatomía comparada. — Ejemplos de la analogía que procede de una semejanzaparcial a una semejanza más grande. — Conjeturas fundadas en la analogía: quévalor tienen. — Poderosa analogía que demuestra la existencia de otros espíritushumanos. — Lo que es la observación en las ciencias físicas. — Formasdel raciocinio analógico. — APÉNDICE 1. La analogía según M. Prevost, deGinebra. — Opinión de Dugaid Stewart. — Observaciones: la analogía y la ex-periencia. — Ejemplos. — Dos especies de ideas generales, según Dugald Ste-wart. — APÉNDICE II. La analogía segúnel Dr. Reíd y Campbell. — APÉNDI-

cu HL Sobre las hipótesis. — Necesidady utilidad de las hipótesis. — Copérnico.Opinión de Bailly. — Las causasfinales:- su importancia. — A1.’ÉND!CE IV. Sobrela inducción de Bacon. — Qué se entiende por inducción. Inducción ma-temática. — La inducción según Dugald Stewart y Aristóteles. — APÉNDICE V.Sobre la análisis y la síntesis. — Diferencia de estos procederes en las cienciasmatemáticas y en la física. — Proposición matemática. — Demostración sin-tética y demostración analítica: caracteres de ambas. — Análisis y síntesis enla filosofía natural. — Opinión de Newton. — Proceder Sintético en la filosofíade Condillac. — Dos consecuenciasimportantes de la exposición que antecede. —

Ambos procederesdeben emplearse en el estudio de la materia.

1

En todaciencia,en todamateriade hechos,el raciociniofundamentalo empírico,fundadoen la permanenciade lasleyesnaturales,se combinaconel raciociniodemostrativoyel raciocinioanalógico.

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Del raciocinio ~n materia de hechos

El puntode partidaes siemprealgúnhecho.Conocemoslos hechospor observaciones,en que los fenómenosnatura-les se nos presentanespontáneamente;o por experimentos,en que combinamoso separamoslas agenciasnaturalesanuestro arbitrio para determinar sus consecuenciascons-tantes.

Mas aún en la expresiónde los hechos si exceptuamoslos resultadosinmediatosy rigorososde las observacionesoexperimentos,y sus inmediatasy rigorosasconsecuenciasdeducidaspor el principio de la invariabilidad del procederde la naturaleza;todo lo demásse debe,ya al raciociniode-mostrativo,ya al raciocinio analógico.

Observadauna conexiónde los fenómenosque miramoscomo causao efecto, la generalizamospor el principio em-pírico, pero contrayéndolaa los precisosagenteso agenciasdeterminadaspor la observación;primer pasoen quepode-mos extraviarnos,calificandode verdadexperimentalunaconcepciónerrónea.

Al contemplarlos fenómenosde la gravitación,las pri-merasobservacionesmanifestarona los hombres,quede loscuerpossublunares,los unos, abandonadosa sí mismos, seprecipitabancon más o menosvelocidada la tierra; y losotros,por el contrario,comolos vaporesy el humo,si no lossujetabaunafuerzaexterna,se elevabany dispersabanen laatmósfera.El raciociniomás simple de todos, el másfami-liar al hombre, fué el que dedujo de estasobservaciones,como leyesconstantes,la gravedadde ciertos cuerposo suespontáneodescensoa la tierra, y la levedadde otros,esde-cir, sutendenciaaremontarseenla atmósfera:raciociniopu-ramenteempírico.

El humo es leve, el plomo es grave, son expresionesdedos hechosgeneralizadospor el raciocinio empírico, y ex-presionesexactasen cuanto con ellas nos limitamos a afir-mar el ascensoo descensode estassustanciasen el aire at-mosférico.Pero cuandolos filósofos pasaronde aquí a laclasificaciónde los cuerposen graves y leves, entendiendo

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por gravelo quetienealgúnpeso,lo quenaturalmentetien-de a descendera la tierra, y desciendeen efecto si algúnobstáculoexteriorno se lo impide; y entendiendopor levelo que no sólo careceabsolutamentede esta tendencia,loqueno tienepesoalguno,sino lo quetienenaturalmenteunatendenciaa subir, y subeen efectosi algúnobstáculoexte-rior no se lo impide, salieronde los justos límites del racio-cinio empírico,puesnadales autorizabaa creerqueel des-censode unoscuerposy el ascensode otrosenel aireatmos-féricose debiese,en partea lo menos,a algunaagenciapar-ticular del mismo aire atmosférico.

Cuerpossublunaresnaturalmentegraves,y cuerpossub-lunares naturalmenteleves, fué la primera fórmula de lagravitación, y pasó muchossiglos por una verdadincon-cusa.

Observósequedoscuerpossólidos de igual pesose equi-librabanen la balanza;y quedoslíquidos de diferentegra-vedadespecífica,es decir, de desigualpesobajoun volumendado,se equilibrabana igualdadde pesos;por ejemplo,ele-vándosea alturas inversamenteproporcionalesa su grave-dad específica.Al ver, pues,queel aguase elevabaen lasbombasa treinta y dos pies de altura y no más,fué natu-ral inferir por analogíaqueel aguase equilibrabaentoncescon el aire atmosférico,y queeste aire, contadohastaallíentrelos leves,era en realidadun cuerpopesado.De la se-mejanzade efectosse infirió la semejanzade causas.

Si el aire, se dijo entonces,aplicandoa esta hipótesis elraciocinio demostrativoque procedepor la sustitución decantidadesiguales; si el aire se equilibra con unacolumnade aguade treinta y dos piesde altura, se equilibrará tam-biénconunacolumnade cualquierotro líquido quese equi-libre con unacolumnade aguade treinta y dos pies de al-tura. Luego unacolumnade mercuriode dos pies y treintay siete centésimos,que se equilibra con una columna deaguade treinta y dos pies, se equilibrará también con unacolumnade aire atmosférico.Torricelli hizo el experimen-

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to. y la columnade mercuriosubió en el vacíoveintiochopulgadas,quesondospies y treinta y trescentésimos;apro-ximación tan grande como pudoentoncesrazonablementeesperarse,atendidala inevitable inexactitudde las operacio-nes. Asimilado un hecho aotro, deducimosde estaasimila-ción, por el raciociniodemostrativo,otro hecho,que,com-probadopor la observacióno los experimentos,da un gradode probabilidad a la asimilación, sobre todo si es posibleapelaral criterio del cálculo, como sucedeennuestroejem-plo.

En seguidase dijo: si es el pesodel aire lo quesostieneacierta altura el mercurio,serámenorestaaltura segúnfue-re más elevadoen la atmósferael parajeen que se hagaelexperimento: raciocinio demostrativoarreglado al axioma“para quesubsistala igualdadde doscantidades,es necesarioque,si decrecela una,decrezcaigualmentela otra”; quees,en otros términos,el axioma“si de cantidadesigualessequi-tan cantidadesiguales,los residuosserániguales”.Estenue-vo corolario de Torricelli y de Pascalfué comprobadoporrepetidosexperimentos.No se dudó -de que el aireera gra-ve; y pudieron preversecon toda confianzalos resultadosde las tentativasque se hicieron despuésparapesardirecta-menteel flúido atmosférico,compensandoen una balanzadelicadael pesode un vaso lleno de aire con el peso de unvaso vacío. La gravedaddel aire atmosféricotomó enton-ces el carácterde una verdadempírica.

Los cuerposcuya gravedadespecíficaes menor que ladel agua,sumergidosen este líquido, se elevan.¿Noera na-tural inferir de aquíque los flúidos que se elevanen la at-rnósfera lo deben a su menor gravedadespecíficacompa-rada con la del flúido atmosférico?Analogía plausible esque de la semejanzade los efectos inferimos la semejanzade las causas.“Todos los cuerpossublunares”,se dijo enton-ces,“gravitanhacia la tierra”; generalizaciónanalógicaqueno pudo admitirsecon entera confianzay contarseen elnúmerode las verdadesempíricas,sino despuésde que los

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hechosparticularesque al parecerla contrariaban,someti-dos a la observación,a los experimentosy al cálculo, se en-contraronen unacompletaarmoníacon ella.

La analogíaconduceasí al conocimientode las leyesdela naturaleza.Los resultados,conjeturalesal principio, ad-quierenmásy más probabilidada medidaquese comprue-banpor la observación,los experimentosy el cálculo;has-ta queal caboinspiranunaplenaconfianzay tomansu lu-gar entrelas verdadesempíricas.Reconocióse,pues,comouna de ellas, queen el vacío, todos los cuerpossublunaresabandonadosa sí mismos,cualquieraque sea su gravedadespecíficay supeso,se precipitanconigual velocidad.Lue-go, todaslas partesen queson divisiblesestos cuerpos,des-ciendencon igual velocidaden el vacío.

Pero aquí puedenhacersetres suposiciones:o la dife-rencia de gravedad específica1 subsiste indefinidamente,hastadondequiera quese lleve la división, no sólo por losmedios humanos,sino por las fuerzas-de la naturaleza;olos cuerposestánconstituídosde maneraque, llevadahastacierto punto la división, se resuelvantodos en moléculaselementales,ulteriormenteindivisibles pero de diferentepe-so en los diversoscuerpos;o bien se resuelventodosen mo-léculaselementalesde un pesoinvariable.En la tercerasu-posiciónel pesode cadacuerpoes el productode la veloci-dadde gravitaciónpor el númerode susátomoso moléculaselementales;y comola velocidadde gravitaciónes unacan-tidad constante,la cantidadde materiaes el númerode susmoléculaselementalesrepresentadopor el peso.En la pri-meray segundasuposición,el pesode cadacuerpoes el pro-ducto de la velocidadde gravitaciónpor un factor desco-nocido,quese ha convenidoen llamar cantidadde materiao de inerciay quetambiénes representadopor el peso.

La primera de estasconsecuenciasse funda, a mi ver,en el principio de incompatibilidad;es la conclusiónde un

1 Diferencia de peso bajo un volumen dado. (N. de Bello).

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silogismodemostrativo(el que los escolásticosllaman con-dicioizal enelmodustollens) : “si los cuerpossublunaresfue-sen resolublesen fracciones desigualmentegraves caeríancondiferentesvelocidadesen el vacío; caenconigual velo-cidaden el vacío; luego son todosigualmentegraves”. Su-pongamos)en efecto,que los cuerpossublunaresconstasende fraccionesde diferentesgravedades,de maneraquedes-cendiendoen el vacío, fuesendesigualeslos espaciosrecorri-dospor ellos en un tiempo dado,si pudiesenseparadamentemoverse. No es metafísicamenteimposible que, cediendounasaotrasunapartede suvelocidad,paramoversetodasjuntamente,la velocidadresultantefueseigual en todosloscuerpos.Perosi se tienepresentela inmensavariedadde ele-mentosy de estructurasde que constanlos cuerpos;si setiene presentequetodaslas composicionesy descomposicio-nes quese han hecho en las sustanciasmaterialesno hanproducidounasola,elementalo compleja,queparezcamo-verseconmáso menosvelocidadquelasotras,por la fuerzade gravedad,será precisomirar como inmensamenteim-probableque, en la suposiciónde diferenteselementoscondiferentesvelocidadesde gravitación,fuese constantementeuna misma la velocidad resultante.Debió, pues, recibirsecomounaverdadempíricade lasmásincontestablesla igualvelocidadde gravitaciónde todas las fraccionesy de todaslas moléculasde la materiasobre toda la superficie de latierra.

Decualquiermodoque se considerela cantidadde ma-teria, la densidadde los cuerposes su cantidadde materia,su pesobajo un volumendado; la densidady gravedades-pecíficason proporcionalesuna aotra. De maneraque en-trela gravedadespecíficay el pesohayla mismarelaciónqueentrela densidady la cantidadde materia.

Otra consecuenciamatemáticade la igual velocidaddegravitaciónde todoslos cuerposy de sus máspequeñasfrac-cionesa la superficie de la tierra, es queel descensode loscuerposen el aire atmosféricose efectúaprecisamentecon

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velocidadesvarias, en razónde la resistenciaque les oponeesteflúido. La resistenciadel aire no puedemenosde crecerconel voluniende aire queel móvil solicitadesalojar,y con-siguientementeconel volumendel móvil. Por tanto,unamis-macantidadde materia,segúnocupemáso menosvolumen,perderámás o menosparte de su velocidadpara desalojarel flúido en que se mueve. Si de unamisma cantidadse re-bajan cantidadesdesigualeslos residuosdebenser desiguales.

Vemos que la gravedad,en cada parajede la tierra, esunafuerza continuay uniforme. El cálculo dedujode estehechovarias consecuenciasimportantesquenoscontentare-mos con indicar.

1a Los graves,en sudescenso,se muevencon unavelo-cidaduniformementeacelerada;y por tanto, las velocida-desadquiridasdesdeel principio del movimiento son comolos tiempos.Si la velocidaddel grave,al fin del primer se-gundo de su descenso,es como 1, al fin del subsiguientese-gundoserácomo 2, al fin del tercerocomo 3, etc.

2~Si en un instante cualquierade la caída se concibequela acciónde la gravedadse suspende,el cuerpocontinua-rá descendiendoen movimiento uniforme, y el espacioqueha corrido desdeel principio de su caída hastaaquel ins-tanteserála mitad del espacioquecorra duranteotro tantotiempo.

3~Si dividimos todo el tiempo del descensodel graveenproporcionesiguales,los espacioscorridosen estasporcionesde tiempoformaránla serie 1, 3, 5, 7, 9, etc.La observación,de acuerdoconel cálculo,manifiestaqueel grave,en el pri-mer segundo,corre como 16 pies, en el segundocomo 48,en el tercerocomo 80, en el cuarto como 112, y así sucesi-vamente,corriendoen cada segundocerca de 32 pies másqueen el precedente.

4~Los espacioscorridos por el gravedesdeel principiodel movimiento son como los cuadradosde los tiempos ode las velocidadesadquiridas.Si al fin del primer segundoha corrido el grave un espaciocomo 1, al fin del segundo

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Facsímil de la solicitud manuscritade Andrés Bello por la que suplica, concluidoel trienio académicode Filosofía, ser admitido al grado de Bachiller en Artes.y se le asignedía en que haya de ser examinado.Fué recibido el documento el 6de Mayo de 1800. Se conserva en el expedienteuniversitario del grado de Bachiller.

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habrácorrido un espaciocomo 4, al fin del terceroun es-paciocomo 9, etc.

5a El espaciocorrido por el grave, en cualquierapor-ción de tiempo, es igual al que hubieracorridoen el mismotiempo,moviéndoseuniformementeconunavelocidadme-dia entrela velocidad inicial y la velocidadfinal.

6a Si se lanzaun cuerpoen -la direcciónde la gravedad,la velocidadde la proyección, que es constante,se añadeala de la gravedad,que es uniformementeacelerada;y si selanzaun cuerpoen unadireccióncontraria a la de la gra-vedad,la segundamenoscabacontinuay uniformementelaprimerahastareducirla a cero. Llegado este caso, el móvildesciende,por efecto de la gravedad,el espaciocorrido, yen cadapunto de su descensotendrá unavelocidadigual ala quetuvo enel mismopunto ascendiendo.

7~Los cuerposlanzadosenunadirecciónoblicua o per-pendiculara la direcciónde la gravedad,describenlíneaspa-rabólicas.

Estasconsecuencias,sinembargo,ofrecenresultadosquese diferencianalgo de los reales;porque,partiendode unahipótesis,que es el movimientode los gravesen el vacío,nose tomanen cuentavariascircunstanciasque lo perturbany complicansobrela superficiede la tierra, entrelas cualesla resistenciadelaire es la máspoderosay constante.Calcu-lóse estaresistencia;se procuróa lo menosneutralizarlahas-ta cierto punto; y la aproximaciónde los resultadosrealesa los resultadosdel cálculo fué bastantegrandeparacon-firmar la teoría.

De la verticalidadde la línea de gravedaien todos lospuntosdel globo terráqueose sigue que los cuerpos,obede-ciendo a estafuerza,se muevencomo si ella residieseen elcentrodel globo; lo quepuedeexplicarse,o suponiendoquelaejerceun puntoo masacentralde la tierra,o suponiendoqueella resultade la accióncombinadade todaslas molécu-las quecomponenel globo. La posibilidadde las dossuposi-ciones se pruebamatemáticamente,y la realidad de la se-

Vot. III. Filosoffa—36.479

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gundaha sido confirmadapor observacionesy experimen-tos queno dejanlugar a duda.Que estafuerzade atracciónpertenecea todas las moléculasde que se componenuestroplaneta,lo manifiestanclaramentelas ligeras inflexionesdela líneade gravedady lasvariacionesen la intensidadde estafuerza, medida por la velocidadque produce,en virtud delas irregularidadesde la figura de la tierra.

II

“La gravedades una fuerza que obra uniformementesobretodaslas partículasmaterialesen el globo terráqueo”:tal es la fórmula generalque la analogía,extendiendolosprimerosresultadosempíricos,auxiliándosede la demostra-ción y provocandoa la experiencia,elevó al fin al rangode unaverdadempírica,de una ley natural indubitable.

El procederintelectualque generaliza,asimila. La gra-vedad,en sí misma, es semejanteen la piedra que caey enlos vaporesquese elevan,enel descensoveloz y vertical delplomo y enel descensolentoy fluctuantede la pluma, en elmovimiento rectilíneoy en el movimiento parabólico.

La asimilación,comprobadapor los mediosquedejamosexpuestos,es lo que justifica la generalizaciónanalógicayle da el carácterde ley. Si estosmedios,en vez de compro-barla,diesenresultadosincompatiblescon ella, seríaprecisodescubrirlao corregirla.

La analogíaprocedesintéticamente:compone,agrupaenunafórmula los hechosquesabey los hechosqueconje-tura, creyendodivisar entre‘os unosy los otrosun vínculode semejanza.El raciocinio demostrativodesarrollalas con-secuenciasde la fórmula; reúneen un todo los elementoscontenidosen ella, todaslas trasformacionesde que es capazen las diversashipótesis a que es posible someterla;en unapalabra, analiza. Las observacionesy experimentos,com-

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probandolos resultadosanalíticosdel cálculo, confirman laanalogía.

Hemosencontradola ley generalde la atracciónterres-tre; pero ¿hastadóndese extiendensus efectos?¿Sonpura-.mentesublunares?¿Ola luna gravitahacia la tierra, de lamisma maneraque los cuerposcolocadossobre la superfi-cie de nuestroglobo? ¿Y quémotivo hay parasuponerquea la tierra sola hayaconcedidoel autor de lanaturalezaestepoderatractivo,y que todoslos grandescuerposquedescri-ben órbitas alrededordel sol, como la luna alrededorde latierra, no graviten haciaesecentro,como la luna alrededordel globo terráqueo?He aquí una nueva asimilación, unanueva e importante generalización,que el raciocinio de-mostrativo,desenvolviendosuselementos,analizándolos,de-be confirmar o destruir.

Supongamosque un cuerpo sublunar ha recibido unfuerte impulsoendireccióndiversade la vertical, en que losolicita la gravedad.El cálculo demuestraque este cuerpodescribiráun-a curva, cuya concavidadmirará hacia la su-perficie terrestre,y quecuantomayor seala fuerzadepro-yección,mayor espacioha de atravesarantesde volver a lasuperficie; que si cae,es por el efectocombinadode la gra-vedad y de la resistenciadel aire, las cualesdisminuyenpo-co a poco el impulso; que a no ser por esa resistencia,-uncuerpo lanzadocon suficientefuerza desdela cumbre deun alto monte,,pudiera-dar una vuelta completa alrededordel globo, y queen estecaso,volviendo al punto de dondehabíapartido,comenzaríade nuevosurevolucióny la efec-tuaría de la mismamaneraquela anterior.No caería,pues,nunca,y seguiríagirandoperpetuamentecomo un satélitede la tierra. ¿Noes ésteel casode la luna?La analogíadebióparecertanto más probable,cuanto queno vemos fallar lainfluencia de la gravedaden las cumbresmáselevadas,y nose alcanzarazónparaqueno se extiendamásallá de la luna.

Las mismasconsideracionespuedenaplicarsea los otrossatélites. ¿No pesarán,no gravitarántodosellos alrededor

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de un planetaprimario, comola lunahacia la tierra? ¿Y noesdecreerque los planetaspesan,gravitandel mismo modohaciael sol, comootros tantossatélitesde ese granluminar?La analogía,que de la semejanzade los efectosinfiere la delas causas,indujo así a columbrarunacausagenerala quesedebentodoslos conocimientoscelestes.

Hastaaquí la gravitaciónuniversalno eramás queunaconjeturaplausible.Era necesarioestudiarlos movimientoscelestesy determinarhastaquépunto se conformabana lanaturalezade estaespeciede fuerzasencuantoeraconocidapor los fenómenosde la tierra. Afortunadamente,cuandoel gran Newton arrostróeste problema, las observacioneshabíanestablecidode un modo incontestabletres hechos,tresleyesempíricas,las tres leyes de Keplero:

1a «Lasáreasdescritaspor los radiosvectoresde los pla-netasen su giro circunsolar,son proporcionalesa los tiem-pos”. Newton dedujode estafórmula, por un cálculo ri-goroso,quela fuerzaquesolicita a los planetassedirige ha-ciael centrodel sol.

2~“Las órbitasplanetariassonelipses,y el sol ocupaunode los focos”. Newtondemostróque, siendoasí, la fuerzaatractivadel sol sobrecadaplanetadecreceen razóninver-sa del cuadradode la distanciaentreambos.

3a “Los cuadradosde los tiempos de las revolucionesdelos planetasson proporcionalesa los cubosde su distanciamediadel sol”. De aquísededujodemostrativamenteque lafuerzaqueparececomo atraerlosal sol es una mismaparatodos, y sólo varíade uno a otro en razóninversadel cua-drado, como respectode cadaplaneta.

La primera ley revelabaen el sol una atracciónseme-jantea la de la tierra; las otrasdosdabanun nuevoelemen-to a la fórmula; elementoque no habíasido posibleecharde ver en la gravitaciónsublunar,porquelas variacionesdela distanciaal centrode la tierra no eran sobresu superfi-cie bastantegrandesparaproducir diferenciassensibles.

Los cometasmismosse encontraroncomprendidosen el

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imperio de la atracciónsolar. Los satélites,a su vez, eranatraídosa susprimarios,comolos primariosal sol; y la lunalo confirmó de modo más claro, cuandoun cálculorigo-rosohizo ver que la fuerzaconqueobra en ella la tierra, esexactamentela que correspondea la gravedadde los cuerpossublunares,disminuídaen razóninversadel cuadradode ladistancia; averiguaciónque, introduciendoeste elementoen la atracciónterrestre,acababade completarla semejan-za. Nuevasobservacionesy nuevoscálculosla hicieron in-dubitable.La gravedadterrestrey el movimiento rotatoriode la tierra producennecesariamentela protuberanciadelecuadoren nuestroglobo. Luegola gravedadde la materiade que secomponenios otros globos y su movimiento rota-torio debenproducir en ellos iguales efectos: deduccióncomprobadapor las observacioneshastadonde han podidoextenderse.

Demosun pasomás. El catálogode los planetasse au-menta. Orbesdesconocidosa Newton habitan nuestrosis-tema planetario. Herschell anuncia el descubrimientodeUrano. Urano arrastraen pos de sí una comitiva de saté-lites, como Júpitery Saturno.El primerdíade nuestrosigloesdescubiertoCeres.Consecutivamentelo sonJuno,PalasyVesta.He aquísometidala teoríade Newtona unamulti-tud de inesperadaspruebas.¿Obedecenestos astrosa lasleyesde atracciónpromulgadaspor el filósofo inglés? Obe-decen;y con puntual exactitud hastadonde han podidollevarselas observaciones.Las probabilidadesse multiplican,y la queresultade suconcurrenciaasciendea un gradoqueapenaspuedeya distinguirse de la completacertidumbrefísica.

Pero falta algotodavía.Los planetasno debenseratraí-dosexclusivamenteporel sol, ni los satélitespor sus plane-tasprimarios:el sol debeser tambiénatraídopor todos ellos,y todosellos debenatraerserecíprocamente;y como las re-lacionesde todas estasfuerzasvaríana cadamomento,nopuedenmenosde producirseperturbacionescontinuasque

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desfigurenla elipticidad de las órbitas, quemudenla situa-ción de cadaelipseen suplano, quehaganoscilar esteplano,que hagan fluctuar dentro de ciertos límites la velocidadnormalde cadaplanetay el tiempode surevolución perió-dica. El raciocinio demostrativolo anunció así; Newtonlo reconoció;él mismo pudo calcular algunasde estasper-turbaciones,y manifestarsu conformidadconci granprin-cipio; pero el estadode la astronomíaen su tiempo no lepermitió llevar a cabo un trabajo analítico tan delicadoycomplejo.Era necesarioque la ciencia se proveyesede me-dios nuevosy de instrumentosmásperfectos.Estabareser-vada esagloria a los sucesoresde Newton, y sobre todo alilustre Laplace.El cálculo de las perturbacionesno es des-mentido ni aunpor los cometasen sus vastasy licenciosasórbitas.La teoríade Newtonsalevictoriosade todaslas prue-bas,y tan completamentese halla ajustadaa los hechos,quees ya capazde determinarlospor sí sola; y si los fenómenoscondujerona la teoría,ella puedea su vez anunciarlos fe-nómenosy describirlosconmásexactitudque laobservaciónmisma, incapazde medir las últimas subdivisionesdel espa-cio y del tiempo. He ahí el triunfo final de la atracciónnewtoniana,y 1-a probabilidadde las generalizacionesana-lógicas,sometidasal combinadocriterio del cálculoy de lasobservaciones,elevadaa un grado que no admite incre-mento.

Cadauno de los grandescuerposquepueblanel espaciohacegravitarhaciasí todoslos otros cuerpos;los atrae: pa-labraconlacual no se pretendedar idea de la naturalezadeesta causa, sino sólo indicar sus fenómenos.Pero ¿en quérazónestánlas diferentespotenciasatractivasde estosva-rios cuerposentre sí, medidaspor las diferentesvelocidadesde gravitación que producirían a distanciasiguales? Lasobservacionesy cálculosdemuestranque la cantidadde estapotenciaatractivano guardaproporcióncon el volumendelcuerpoatrayente.Hay puesun factor que,combinadoconla velocidadde la gravitación,mide la agenciaatractivadel

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cuerpoatrayente.Si este factor es el númerode moléculaselementaleso átomos,suponiéndolostodosde igual peso enunabalanzaterrestre,no tenemosfundamentosbastantesó-lidos paraafirmarlo. Seríaestosin dudaun procedersimpleen el plan de la naturaleza,supuestala teoría atomística.Peroni estedesvíoestásuficientementeprobado,ni el prin-cipio de simplicidades de aquéllosquepor sí solos inspiranconfianza.

III

Creo haberdadoa conocerdosprocederesde que seha-ce usofrecuenteen las cienciasfísicas: la síntesisanalógica,que asimila y generaliza,y la análisismatemática,quedes-envuelvelas fórmulas de la analogíaparaquenuevasy va-riadas observacioneslas confirmen o las desmientan.Perohay materiasa queno es posibleaplicar el cálculo. La ana-logíapuedeentoncesservir,enfuerzade lo completoy com-plejo de las semejanzas-que presenta.El ejemploque dimosde los pasosestampadosen la nieve manifiestael grado deconvicciónque un gran conjuntode semejanzasexactasescapazde produciren la analogíaqueprocedede los efectosa las causas.

La semejanzaqueexisteentrelaorganizaciónde los bru-tos y la nuestra,entrelos movimientosque ellos efectúanconsus órganosy los quenosotrosefectuamosconlos nues-tros,entrelos variostrámitesde suexistenciay aquellosa quela nuestraestásujeta,es unasemejanzacompleta,quecons-ta de un númeroque casi puedellamarseinfinito de seme-janzasparciales,cada una de las cuales es bastantenotablepor sí sola. Así es que no parece.posiblehayahombrealgu-no que) cediendoa tan poderosacombinaciónde analogías,no reconozcaen los animales,aunen aquelloscuya estruc-tura dice mása la humana,unaanimacióncomo la nuestra,unasustanciasensitiva,un almaen quese producenfenóme-nosparecidosa los que la conciencianos revelaen nosotros,

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fenómenosqueenvuelvennumerosísimasrelacionesde cau-sasy efectos,de mediosy fines, en que se traslucecon lamayor claridad un tipo común. El que se alucinasecomoDescarteshasta el punto de sostenerque los animales son.máquinasdestituidasde sensibilidad,deberíaborrar la ana-logía del catálogode los mediosquesirvenal hombreen laexploraciónde la verdad (puessi ella pudieraser rechazadaenel casopresente,¿encuál no deberíaserlo?);o másbien,sólo conseguiríadesacreditarél mismola doctrinaparacuyaadmisión fuese necesarioadoptaruna regla repugnantealsentidocomún.

Conocemospor la más fuertede todaslas combinacio-nesanalógicasla existenciade otrosespíritushumanos.Per-cibimosen los otros hombresunaorganizaciónexterior se-mejantísimaa la nuestra,y de aquícolegimosla existenciade igualessemejanzasen las partesy cualidadesqueno estána elalcancede nuestrossentidos.Reconocemosen ellospartescuya semejanzaes la mismaque la de nuestrosórganossen-sitivos; luego ellos ven,oyen, huelen, gustany palpan co-mo nosotros.Percibimosmovimientossemejantísimosa losquehacemosparaprocurarnoslosobjetosde nuestrasnecesi-dades,y paraque estosobjetossirvan a nuestraconvenien-cia y placer; luegoen todoslos otroshombreshay necesida-des y deseoscomo los que experimentamosnosotros.Losvemoscrecer y morir como nosotros; su lenguaje traslucepensamientoscomo el nuestro.La fuerzade la analogíato-tal es en razóncompuestade las infinitas analogíaselemen-tales concurrentes;y no hay raciocinio empírico que pro-duzcauna convicción más completa.

IV

La analogía puede también sacar nueva fuerza de laconstanterepeticiónde cierto plande mediosy fines en las

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obrasdelanaturaleza’.Cuantomayoresel númerode cone-xionesde estaespecieque vemosajustarsea un planunifor-me, tanto más fuerte es,en virtud de la simplicidad y ar-monía de las leyes que rigen el universo, la convicciónquenos formamosde que dichas cosasde la misma especieseajustaráncon igual uniformidad al mismo plan. Un mismofin ha sido obtenidopor ciertosmedios,enun número in-finito de casos;luego el mismofin ha sido obtenidopor losmismosmedios en otros casosque no han estadosujetos amis observaciones.De estonosofrecemultitud de ejemplosla anatomíacomparada.Como la diferente estructuradelas variasespeciesde animalesestáen relacióncon su génerode vida, conociendolos órganosde un animal podemosdeellos inferir con bastanteseguridadsi la naturalezalo hadestinadoa vivir en la tierra o en el agua;si puedeo noelevarseen el aire; de qué especiede alimento se sustenta,y si selo procurade díao de noche;si produceo nomuchoshijos a un tiempo,etc.A veces,de la presenciade ciertosór-ganosse.puedeinferir que existenotros de distinto género;y basta,por ejemplo, conocerla estructurade los dientesparaconjeturarmuchapartede los hábitosy caracteresna-turalesdel animal. Cuvierobservaqueun colmillo destina-do a despedazarla carneno se encuentrajamáscombinadoenningunaespeciecon un cascoo pezuña,que da un buenapoyoal pesodel cuerpo,peroes absolutamenteinútil paraasir o agarrar;de dondesesigue quelos animalessolípedosobisullossontodos herbívoros,y que un pie concascoo pe-zuñaindica dientesmolareschatos,un largo canalalimen-tario y un estómagovoluminosoo másde un estómago.Laforma de los dientes,las involucionesy dilatacionesdel ca-nal alimentario,la fuerzay-abundanciade los jugos gástri-cos se hallan exactísimamenteadaptadasentresí, y tienen

1 La analogía que procede de los medios a los fines es una expresión impropia.Debería -decirse: ~‘la analogía en que de la semejanza de ios fenómenos, uno de loscuales sabemos que est& destinado a cierto fin, inferimos que el otro esta destinadoa un fin semejante”. -Pero hemos querido designar cierta especiede analogía por unafrase breve; y la inexactitud de la expresión no puede producir error. (N. de Bello).

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relacionesfijas con la composiciónquímica,solidez y solu-bilidad del alimento; de maneraqueal ver unasola de estaspartes, un observadorexperimentadopuede predecir conbastantecertezala conformaciónde las otraspartesdel mis-mo sistemade órganos,y aunconjeturarconalgunaproba-bilidad la estructurade los órganospertenecientesa otrasfunciones.

Pero¿quées lo quehacela fuerzade estasanalogías?Laconstanterepeticiónde un mismoplande mediosy finesennumerosasy diversasespeciesde animales.Un solo ejemplocontrario menoscabaríamucho nuestraconfianzaen ellas.

Al mismo fin parecereferirsela fuerza de la deducciónen el bello ejemplo quenosha dadoStewart de la analogíaqueprocedede unasemejanzaparcial a unasemejanzamásgrande:

“Las numerosasreferenciasy dependenciasentre losmundosmaterialy moral, quese presentana la vista dentrodel estrechoámbito queabrazannuestrasobservacioneseneste globo, nos animany aunautorizanparainferir queeluno y el otro sonpartesde un mismo e idéntico plan; in-ferencia que congeniacon los mejoresy más nobles prin-cipios de la naturaleza.Nada,en verdad,pudiera ser másajenode aquellairresistiblepropensiónque induce a todofi-lósofo investigadora argüir de lo conocido a lo desconoci-do, queel suponerquecuandotodoslos diferentescuerposquecomponenel universomaterial estánen manifiestare-laciónunos con otros,como partesde un todo conexo,losfenómenosmoralesdenuestroplanetaestuviesenenteramen-te aislados,y que los seresracionalesque lo habitan,y paralos cualespodemosrazonablementesuponerquefué sacadoa luz, no tienenrelaciónalgunaconotrasnaturalezasinteli-gentesy morales.Lo que debepresumirsees que existeungran sistemamoral que correspondecon el gran sistemamaterial; y que las conexionesque ahora rastreamostandistintamenteentrelos objetoscorpóreosque compóneneluno, son como otrastantasintimacionesde algún vastode-

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signio quecomprendea todoslosseresinteligentesquecom-ponenel otro. En esta ilación, como enotras innumerablesquesugierela analogíaen favor del porvenirquenos aguar-da, el procederdeductivoes de la misma especieque el quealentóa Newton a extendersus especulacionesfísicas másallá de la tierra. No haymásdiferenciasino que él tuvo laoportunidad de verificar los resultadosde sus conjeturasapelandoa hechossensibles;pero esta circunstanciaacci-dental, aunquetan satisfactoriay convincentepara el as-trónomo,no afectalos fundamentossobrelos cualesse for-maron originalmentelas conjeturas,antesbien suministraunapruebaexperimentaldel aprecioquese debealprocederraciocinativo que las produjo”.’

y

De lo pocoquevalenlas conjeturasfundadasen la ana-logía se pudierancitar muchaspruebas.La influencia queatribuye el vulgo a la luna sobrelas mutacionesatmosféri-cas y particularmentesobre la lluvia, parecededucirsedela que indudablementeejerce aquel astrosobrelas mareas;y sin embargo,está desmentidapor observacionesexactas,continuadasgrannúmerode años.A los fenómenoscelestesen quese creíaver algode extraordinario,comolos eclipsesy las aparicionesde cometas,se atribuyó, por unaanalogíade la mismaespecie,aunquemásdébil y distante,la produc-ción de fenómenosfísicosy moralesigualmenteextraordi-narios: inundaciones,pestesy revoluciones.Se calculó bieno mal el tiempo de que todoslos cuerposdenuestrosistema

1 En esta última frase mc he desviado de la expresión original, que es esta:“una prueba experimental de la exactitud de los principios (las conjeturas) de queprocedían”. La primera analogía que condujo a la generalizaciónde la gravedadtuvo sin duda su origen en el pensamientode asemejar los movimientos celestes alos sublunares;pensamientoconfirmado después por la exacta semejanzaentre unosy otros, de que se dedujo la identidad de la semejanzade las causas.Pero en aquellaprimera analogía (que es la de que se trata) no descubro principios exactos, ssno unapresunciónverosímil. (N. de Bello).

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planetario,colocadosen ciertasituaciónrecíproca,necesitanparavolver a çlla, y comenzarotra seriesemejantede mo-vimientos y aspectos;y se supusoun ciclo de igual dura-ción a los fenómenosmoralesde la tierra, que restituídaalpunto de dondepartió, debíapresentarotra serie idénticade generaciones,destinadaa pasarpor las mismasfaseshas-ta encontrarseotra vez en el mismopunto.

Alter erit tum Tiphys et alteraqu~vehat ArgoDelectos heroas;erunt etiam altera bella,Atque interum ad Troyam rn-agnusmittetur Achilles.

En general,el principio quehacela fuerzade las analo-gíases la armonía,la simplicidad, la unidadqueatribuímosa las obrasde la naturaleza;principio menossegurode suyoque el de las deduccionesempíricas; lo primero, porque lanaturalezapuedeno ser siempreuniforme en sus medios;y lo segundo,porqueen el mayornúmerode hechosno po-demos instruirnos lo bastantepara deducir su plan; y asícorno sucedeque las discrepanciasse reducen,mejor enten-didas, a una ley uniforme, sucedetambién que las discre-panciasaparentes,mejor entendidas,se resuelvenen verda-derasdiscrepancias.

Es preciso,pues,apreciar las analogíasen lo quevalen,y no recibirlas como verdadesexperimentales,sino despuésde un largo examenen que hayan pasadopor numerosasy variadasobservacionessin desmentirseuna vez. Nuestraconfianzaen ellasno puedeserpurificadasino por la com-probacióndel cálculo, por la exactitudy complejidadde lassemejanzas,o por la repeticiónconstantede un plan unifor-me en las produccionesmateriales’.

1 Creyóse algún tiempo que la presencia del oxígeno era necesaria en la com-bustión, y que este gas era el único principio oxidificante, porque no se había no-tado combustión sin oxígenoni ácido de que el oxígeno no fuera urs elemento esen-cial. Pero posteriores conocimientos manifestaron que este juicio habta sido precipi-tado, y que en la naturalezaexisten varias sustanciasgaseosasdotadas bajo uno yotro respectode la misma virtud que el oxígeno. He aquí un caso en que la genera-lización analógica, aun estribando sobre un número no pequeño de conexiones fe-nomenales,fué al fin desmentidapor la exp~riencia.(N. de Bello).

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Del raciocinio ~enmateria de hechos

VI

No serásuperfluo notar que lo que se llama observa-ción en las cienciasfísicas es amenudouna serievastísimade percepcionesy de raciocinios.Conocidaslas situaciones,figuras, distancias,movimientosde los cuerposcelestes,nosabemosmás quehechosindividuales y leyes particulares;pero ¿quéde raciocinios,quéde cálculos,qué combinacio-nes ingeniosasde datosno hansido necesariospara llegar aestosconocimientos?Fijémonosen un solo punto, quees alparecerel másobvio: la situaciónde los cuerposque alcan-zamos a ver en los espacioscelestes.La situación aparenteno es la situaciónreal. Paradeducirde la aparienciala~rea-lidad, se requiereprimeramentedeterminarcon precisiónel fenómenocual se presentaa la vista,y luegoemplearuncálculo cuyosprocedereshan sido deducidosde numerosasy variadasobservacionesquehanfijado los datos,y de cálcu-los anterioresqueellos solosformanun extensodepartamen-to de las matemáticasmixtas. Mas, para sólo determinarcadaelementode la situaciónaparente,la distanciaangular,por ejemplo,a que un astrose halla del meridiano, ¡ quédeconocimientosanterioreshansido necesarios,y quéde ins-trumentosingeniososy delicados,queauxilian alos sentidosy quehansido ellos mismosla obra de precedentesobserva-ciones,raciociniosy cálculos! Apenashemospodidodar unpasofuerade nosotrosmismos,es decir, fueradel alma,sinoa la luz de la experiencia,estoes, por medio de raciociniosfundadosen nuestrasprimerasobservaciones.De esta ma-nera se hicieron las afeccionesdel alma, signosde las cua-lidadesy relacionescorpóreas.Y todoslos conocimientosdeluniversofísico que se debena las cienciasse hanadquiridode la mismamanera.Ellos forman unafábrica inmensale-vantadasobreel cimiento de las sensaciones.

Se atribuyendos formas al raciocinioanalógico.Un he-cho se descomponea vecesen varios hechosparcialesque

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nos revelan los pormenoresde la produccióndel primero.Sucédenseunasa otras, con perpetuaregularidad,las fasesde la luna,y al principio creímossin duda quecadaunadeellasnacíade la precedente,como nos parece,por ejemplo,que en el alma el recuerdonace de la percepción,o en losórganosdel cuerpoanimado,la fatiga es acarreadapor elejercicio. Pero las observacionesy los raciociniosnos mani-festaronque estos diferentesaspectosresultabande las di-ferentesposicionesque tomaba con respectoa nosotroselhemisferio iluminado de la luna. La idea de la luna másomenosiluminada a nuestravista se convirtió en la idea deposicionesparticularesde esteastro,quenos presentabaunapartemayor o menor de su hemisferiooscuro y de su he-misferio alumbrado.Y estasposicionesnos parecieronluegoefectosde la revoluciónperiódicade esteastroalrededordela tierra; revolución al principio aparente,que redujimospor último a la revolución real, en que la.luna gira alrede-dor de la tierra,y junto conla tierra alrededordel sol. “Luzdel sol reflejadapor unapartemayor o menor de la luna”,fué una idea reemplazadapor esta: ttluz del sol reflejadaconstantementepor un hemisferiode la luna,que avecessenosmuestraenteroy a vecesenparte,creciendoy menguan-do esta parte, segúnla varia posición que con respectoalglobo quele da la luz y al globo enquela miramostoma lalunaen su movimiento alrededorde uno y otro”.

En este procederdel raciociniose ha descompuestounhecho:un eslabónde la cadenafenomenalse ha subdivididoen varios eslaboneselementales.Pero otrasvecesel racioci-nio es una generalizaciónque reconociendola semejanzaesencialde varios fenómenosal parecerdiferentes,los clasi-fica bajoun mismonombre.Así, en el movimientoelípticode un astro,que se muevealrededorde un centro, trazandoarcosproporcionalesa los tiempos,se conjeturódesdeluegoel mismo fenómenoque el movimiento parabólicode loscuerpossublunareslanzadosen una direcciónperpendicu-

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lar u oblicua a la direcciónde la gravedadterrestre;y laanálisisconfirmó la conjetura.

La descomposición,con todo, no es más que la pruebaa posteriori de unageneralizaciónconjeturalanterior,o elcaminoqueconduceaella apriori, desenvolviendotodaslassemejanzasque intervienenen la exhibiciónde los fenóme-nos.Porqueparapercibir la identidad,o másbien, su esen-cial semejanza,suuniforme acarreopor una~misma especiede causas,es necesariodescomponerlos,compararlosunoconotro en todos sus pormenores,y averiguarde estemodo silas diferenciasaparentesno sonmásquemodificacionespro-ducidaspor circunstanciaspeculiares.

Seaqueprincipiemospor la síntesisquegeneralizao porla análisisquedescompone,la combinaciónde estasdos cla-ses de raciocinioanalógicoes indispensableparaobtenerre-sultadossegurosen el estudiode la naturalezaintelectual,moral y material.

APÉNDICE 1

DIFERENCIA ENTRE LA EXPERIENCIA Y LA ANALOGÍA, SEGÚNPREVOST Y STEWART

1

SegúnM. Prevost,de Ginebra,“analogíaoriginalmentesignificó lo mismo que semejanza.Pero el uso aplica estapalabraa semejanzasdistantes;por lo que sucedeque lasconclusionesanalógicasson frecuentementeaventuradas,yes necesariodeducirlascon arte. Siempreque en nuestrosraciocinios hacemosjuicios semejantesacerca de objetosque sólo tienenuna semejanzaremota~raciocinamosanaló-

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gicamente.La semejanzacercanaes la quesirve de funda-mentoa la primerageneralización,que se llama la especie.Remotaes aquellaen quese fundan las generalizacionessu-periores,es decir, el géneroy susdiversosgrados.Hay casosentrelos cualeses tan perfecta la semejanzaqueno se en-cuentra diferenciasensiblesi no es la de lugar y tiempo.Cuandoestasegundaespeciede semejanzaes la queautorizanuestrosraciocinios, diremos que hacemosuso de la ana-logIa”.

Dugald Stewart adoptaeste mismo modo de pensar.Segúnél, «entre lo que llamamosexperienciay lo que lla-mamosanalogía,hay unadiferencia,no de naturalezasinode grado.El procedimientoes próximo, si no exactamenteuno mismo, cuando raciocinamosde especie a especie, ycuandode individuo a individuo; pero el uso comúnde lalenguaha establecidouna distinción entreel uno y el otro,refiriendo nuestrasconclusionesen el segundo caso a laexperiencia,y en el primero a la analogía”.

Yo no encuentrobastanteprecisión en la doctrina deestosdoseminentesfilósofos, a lo menosen cuantodanporfundamentoa la experiencia,estoes,a las deduccionesem-píricas enteramenteseguras,las semejanzasespecíficas,y alas deduccionesanalógicas,a que no prestamosigual fe, lassemejanzasgenéricaso las semejanzasenvueltasen clasifi-cacionessuperiores.

En primer lugar,me parece(y creohaberlodemostradosuficientemente) que en muchos de nuestros raciocinio;analógicosel procederdeductivo es unas veces inverso yotrasdiferentedel que tiene lugar en los raciocinios empí-ricos de causasaefectos,en los raciocinios queatribuímosa la experiencia,tomadaen un sentidoestricto.

En segundolugar, la analogíase proponehallar la ver-dadempírica; y diestramentedirigida, la obtiene. Sus re-sultadosse hacen entoncesexperimentales,y nos habilitanpara raciocinarcon enteraseguridad,de las causas a losefectos.La analogíaes un medio; la verdadempírica,un fin.

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En tercer lugar, raciocinamosa veces analógicamenteen virtud de una merasemejanzaespecífica.

Un pedazodeespatode Finlandiaproduceporla primeravez en mi vista el fenómenode la refracción doble; repitola observación,subsisteel fenómeno,Todo pedazode espatode Finlandia,cualesquieraqueseansu forma y sus dimen-siones,meproduceel mismo fenómeno.Parece,pues,que esa la constitucióninterna de esta sustanciaa lo que deboatribuirlo; y cuandovariadosexperimentoshan confirma-do esta deducción y su probabilidad se ha convertido encertidumbre, lo que al principio no pasabade una meraanalogíase vuelveun raciocinioen que de mis experimentospasadosdeduzcoqueel espatode Finlandiaha producidoyproducirásiempre los mismos fenómenos.

Aun cuando se trate, pues, de cuerposcomprendidosen una primera generalización,a la que llamamosespecie,parecequeel raciocinioempírico principia siemprepor unraciocinioanalógico.Necesitamosdeterminarcon todapre-cisión las circunstanciasque influyen en la afección cons-tante; y determinadas,la deducciónanalógicaadquierelaseguridady firmeza de unadeducciónexperimental.

Perootrassustanciasde diversasespeciesproducen,cadauna en su ser, el mismo fenómeno.Noto en ellas una cua-lidad en que se asemejan. Esta cualidad es la que tal vezproduceel fenómeno;analogíadébil. Veo quemuchosotroscuerposque convienen en aquellacualidad y que se dife-rencianen todas las otras, lo producentambién. La cone-xión entre esta cualidad común y el fenómenode que setrata, adquieremásy másprobabilidad.Noto luegociertasreglas constantesa que parecesujetarsela produccióndelfenómeno,y que lo hacenvariar; reglasque establecenunacorrespondenciaprecisaentrelas modificacionesde la cua-lidad y las modificacionesdel fenómeno.Un cálculo rigo-rosome hacever estacorrespondenciahastaen los máspe-queñospormenores.Nada falta ya a la analogíaparaarran-car el arcano.La conexión entrela cualidad y el fenómeno

Vol. III. Pilosofia --- 37.495

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es paramí una ley natural. La conozco ya no sólo ana-lógica sino empíricamente.Anuncio con tantacertidumbreque unasustanciadotadade esa cualidad produciráel fe-nómeno, y lo producirá de cierto modo particular, comoanuncioqueel imán atraeráel hierro y queel fuego derre-tirá la cera.

Las que consideramosco’mo verdadesexperimentalesoleyesnaturalesindefectibles,no tienen a nuestrosojos estecaráctersino porque una observación repetida infinitasvecesnos las ha dado a conocer:el fuego quema; todocuerpo que no podemossosteneren el aire sin algún es-fuerzo, cae; el impulso de cualquier sólido produce unaconcavidad en cualquier cuerpoblando. Pero el carácterexperimentalde estasverdadesno se funda precisamenteen semejanzasespecíficas,porque tan cierta es la existen-cia del fenómenoposterior cuandoel fenómenoprecursorapareceen sustanciasde una especiemisnia, qüe cuandoapareceen sustanciasde diversísimasespecies.

Lo quehay de cierto en las doctrinasde Prevosty Ste-wart es que los conocimientosque calificamos de experi-mentalesson aquellos en que está o nos pareceestarper-fectamentedefiniday circunscritala causa,demaneraqueen cuanto ella aparece,la identificamospor una semejan-za completa, y deducimos,por consiguiente,con enteraseguridadel efecto; y si no hemos llegado a la perfectadeterminaciónde la causa,no podemosidentificarla, ni te-nemosmotivo para suponeruna semejanzaperfectaentrelos varios casos;y nuestrosjuicios son entoncesmerasana-logíasa queno asentimosconenteraconfianza.

II

“~Dedóndeinfiero, dice Dugaid Stewart, queun-a es-tocadaque me atravieseel pecho de parte a parte ha dequitarmela vida? Segúnel usopopular del lenguaje,se me

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responderáque lo sé por la experiencia,y por la experienciasola. Peroseguramente,estaexpresiónes vagae incorrectaen extremo; porque ¿quémotivo tengopara creer que mícuerpoes semejantea otros cuerposexaminadosantesdeahorapor los profesoresde anatomía?No es una respuestasatisfactoriael que se me diga que Ja experiénciade estosprofesores-ha puestofuera de duda la uniformidad de es-tructura en todos los cuerposhumanosque hasta ahorase handisecado,y quepor tantoestoy autorizadoparacon-cluir quemi cuerpono es unaexcepciónde la regla.Yo nodisputo lo sólido y convenientede la inferencia; preguntosólo qué principio de mi naturalezaes el queme induce araciocinar,no ya de lo pasadoa lo futuro, sino de un objetoa otro objeto queen su aparienciaexternatiene cierta se-mejanzacon él. Algo másque la experiencia,en el sentidoestrictode la palabra,se necesitaparapasarde lo semejantea lo idéntico” (de una semejanzaparcial, diría yo, a unasemejanzacompleta); “y sin embargo, mi inferencia eneste casose hacecon la más seguraconfianzaen la infali-bilidad del resultado”.

Yo observarédesdeluego, quepor el raciocinioempíricodeducimossiemprede la semejanzade las causasla de losefectos;que la estructurahumanaes un efecto de la gene-ración humana;y queunavez sabidoqueun cuerpoexisteen virtud de una generación,se deduce empíricamentedeesteconocimientoquesu estructuraes semejantea la de loscuerposquelo hanhechopartícipede su ser. Esta conclu-sión me parecetan rigorosamentecomprendidaen el ra-ciocinio experimental,como la que forma cuando al de-positarun bulbo de nardoen la tierra, esperoque la plantaha de dar rollos,hojas,flores y frutos,de ciertasdimensionesy formas, El raciocinio fundado en la permanenciade lasleyes naturales,procedeno precisamentede la identidad,sino de la completasemejanzade las causas.Tal es el sentidoque me parecedebedarsea este principio, no sólo porqueéstees el quecorrientementese le da, sino porque es el que

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representade un modo completoel fenómenointelectualdel raciocinioempírico.

Recíprocamente,observadaen todos sus pormenoreslaestructuraexternade un hombre o de un cuadrúpedo,in-ferimos por unaanalogíasegura,que calificamosya de ex-periencia,quese debea tal generación;de lo cual, mediante-el principio empírico,deducimostambiénque la estructurainterna se conforma al tipo de la especie.La primera de-ducciónes fortísima, porque se funda en unacomplejidadde numerosísimassemejanzas,y la repetición, que vemosa cadamomento,del mismo tipo en todoslos animalesde lamismaespecie,confiere en estecasoa la analogíaun gradode fuerzaqueno cedea la de las leyesempíricasmásinde-fectibles; en unapalabra,hace estrictamenteexperimentallo quepor e1 procederdeductivoes simplementeanalógico.Es necesarioreconocerque la analogíaes susceptiblede in-finitos gradosde fuerza;quellegandoa su máximum,tienetodoslos caracteresde la verdaderaexperiencia;y que aunlas primerasy menosextensasgeneralizaciones,aquellasquenos parecenmásestrictamenteexperimentales,han sido alprincipio meras analogíasque necesitabande confirmarserepitiendolas observaciones.

III

DugaldStewartdistinguedos especiesde ideasgenerales:unasquese llaman así porquesonvagase incorrectas;otrasque se han generalizadometódicamente,del modo que loslógicos explican, esto es, estudiando cuidadosamentelosindividuos y percibiendosus semejanzas.La generalizaciónmetódicaparecequees,segúnestefilósofo, la queda fun-damento al raciocinio empírico, como la generalizaciónincorrectay vaga a la analogía.Pero en realidad, tan ne-cesariaes una buenaclasificaciónparael procederexperi-mental,comoparael analógico.Los argumentosexperimen-

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tales son expuestosa error cuandoversansobresemejanzasimperfectamenteobservadas;y los argumentosanalógicos,por el contrario, se elevana la más completacertidumbrecuandoreposansobrenumerosasy bien analizadassemejan-zas.Pero ¿cuáles el límite en queel uno y el otro procederraciocinativo deja de ser falible, esto es, en que podemosestarsegurosde que la semejanzaobservadacomprendeto-dos los caracteresy condicionesindispensables?No es po-sible designarlo.En la marchaprogresivade las ciencias,los teoremasse hacencadavez másdeterminadosy precisos,en virtud de las nuevascondicionesy determinacionesquedescubrimosen las semejanzasfundamentales.

No hay clasificacionesmásmetódicas,ni quese apoyenen observacionesmás numerosasy esmeradasque las de lahistoria natural, Nada más común que el raciocinio ana-lógico, que suponeconstantela combinaciónde unosmis-mos caracteresen todoslos individuos de una especie,fa-milia o clase,porque en observacionesprecedenteslos he-mos visto constantementeunidos; y no es raro ver luegodesmentidaesta analogíapor observacionesposteriores.Asíhemosvisto turbadasrepeútinamentepor el ornitorrinco deNueva Holanda (ornithorinchusparadoxus) conclusionesanalógicasque habíanllegado a mirarse como leyes de lanaturalezaanimal.

APÉNDICE II

IDEAS ERRÓNEAS DE REID Y CAMPBELL SOBRE LA ANALOGÍA

El Dr. Reid creequela analogíaes de másutilidad pararespondera las objeciones,que para servir de fundamentoa los juicios. El Dr. Campbell, coincidiendocon este modode pensar,creeque la analogíararavez refuta, pero repelefrecuentementela refutación; a semejanzade aquellasar-

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mas que no hieren al enemigo,sino que paran sus golpes.Dugald Stewart, sin desconocerel empleo feliz que puedehacersede la analogíacomo medio de defensa, cree queaquellos dos ingeniososescritoresrebajaronla importanciade este procederraciocinativo como medio de prueba ycomo fuente de conocimientosnuevos.Pero ni el mismoDugaid Stewartme pareceapreciarlosuficientementebajoestesegundopuntode vista, cuandodice queempleadocomomedio probanteno producemás que conjeturasprobables,que provocany animan a nuevasinvestigaciones.

Son innumerableslos descubrimientosque se debena laanalogía;y las investigacionesa que provoca debenconsi-derarsecomo trámites necesariosdel procederanalógico.

Me lisonjeode queen el fondono hayunadiferenciarealentre la doctrina de Prevosty Stewarty mi modo de pen-sarsobrela analogía;mis objecionesrecaensólo sobrefrasesque no me parecenrepresentarcon bastanteclaridad losprocederesexperimentaly analógico.

APÉNDICE III

SOBRE LAS HIPÓTESIS

1

Lo quese llama hipótesis no es más que una analogía,débil en algunoscasos,probableen otros; hastaquemedian-te uno o másde los caracteresquehe señalado,llega a teneruna fuerza irresistible, y dejando entoncesde llamarsehi-pótesis (denominacióna que se ha unido en el día ciertaidea desfavorable)pasaa colocarseentrelas verdadescien-

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tíficas. Que las hipótesis son útiles y aun indispensablesenlas cienciaslo pruebade un modo incontestablesuhistoria.La teoría de la gravitación (como observaStewart) tuvosu origen en una conjeturaanalógica,que no llegó a pro-ducir un asensoseguro hastaque se pudo probar por elcálculoque es unamisma la fuerza quehace descenderlosgravessobrela superficie de la tierra, y la queretienea laluna en su órbita. El sistemacopernicanosuministra otroejemplode la mismaespecie;porquesu solarecomendación,durante mucho tiempo, fué la superior simplicidad y be-lleza con queexplicabalos fenómenosde los cielos. En lamente de Copérnicoeste sistema (dice Stewart) era -unamera hipótesis; un raciocinio fundado en el orden de lanaturaleza,que se vale siemprede los mediosmássencillospara lograr sus fines.

“Cuando Copérnico (dice Maclaurin, citado por Ste-wart) consideróla forma, disposición y movimientos delsistemadel mundo,segúnlo representabaPtolomeo,lo en-contró enteramentedestituídode orden, simetría y pro-porción, compuestode partes de diverso origen, que, noadaptándoselas unas a las otras, formaban un conjuntomonstruoso. Esto le movió a consultar los escritos de losfilósofos antiguospara ver si habíaocurrido a alguno deellos una explicación más satisfactoriade los movimientoscelestes.La primera sugestiónque le hizo fuerza la hallóen Cicerón, el cual nosdice en sus CuestionesAcadémicasqueel siracusanoNicetashabíaenseñadoque la tierra dabavueltasen torno deun eje,conlo quelaesferacelesteparecíaa los espectadoressublunaresmoversealrededorde la tierra.Despuéshalló en Plutarco, que el pitagórico Filolao habíacreído que la tierra giraba anualmentealrededor del sol.Combinandoestosdos movimientos,percibió al punto quetoda la complejidad,desordeny confusión de que se que-jaba, desaparecían,sucediendoa ellosuna sencillay regulardisposición -de las órbitas y una armonía de movimientosdigna del grandeAutor de la naturaleza”.

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“De la verdad de la hipótesis copernicana (continúaStewart) los descubrimientosdel último siglo han dadopruebas directas y demostrativas; y sin embargo, es de creerqueel raciocinio analógico,a que alude Maclaurin, fué enel concepto de Copérnico y de Galileo bastante fuerte paraque no les pareciesenecesariootro génerode argumentos.Las persecucionesquesufrió Galileo por su pretendida he-rejía danbiena conocerel gradode fe con quehabíaabra-zadosu credo astronómico”.

“Pocos principios, grandesmediosen pequeñonúmero,fenómenosinfinitos y variados; tal es”, dice Bailly, «elcuadrodel universo. .“ “La simplicidad (dice el mismoelocuente filósofo) no es una idea de la infancia del mundo,antespertenecea la madurezde los hombres;es la másgrande de las verdades que la observación constante haarrancadoa la falaz variedady multiplicidad de los efectos”.

II

Si se han condenado con demasiada severidadlas hipó-tesis, en una edaden que ellas han conducidoa tan por-tentosósdescubrimientos,y en que hasta los extravíos deaventuradasconjeturasy débiles analogías, han sido tanfructuosos, abriendo nuevos campos de exploración al en-tendimiento, no es de extrañar que hayan caído también endescréditolas causasfinales, contra las cualeshabíaya pro-nunciado Bacon su famoso anatema: “Causarum finaliuminquisitio sterilis est, et tamquam virgo Deo conservatanihil parit”.

Si cuando se dice que las causasfinalesson estérilessólose quiere decir que el fin no producelos medios, se sientaunaproposiciónde que nadie ha dudadoni puededudar.¿A quién ha podido ocurrírseleque la visión produjo Jaestructuradel ojo? Pero si se pretende que no hay propia-mente medios ni fines sino causasy efectos,que los ojos

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no hansido hechosparaver, sino quevemosporquetenemosojos, ¿noes esto- decir que el concierto, la proporción, laarmoníaque admiramosenel universohansido la obra deuna ciega necesidad,y no de unainteligenciaordenadora?;y si hay mediosy fines, ¿quérazónpuededarseparaqueestasrelaciones,evidentementede unaalta importancia,noseanun objeto de investigacióny de estudio?

Cuandose tratade explicarun fenómeno,no procederíasin duda filosóficamenteel que se contentase con decir,aunquelo probase,que el tal fenómenoestabaordenadopara la consecuciónde cierto fin. El primer objeto de lafilosofía es el escudriñarlas causaseficientes,o hablandoconmáspropiedad,las circunstanciasdeterminadasen quese producetal o cual efecto,las conexionesnaturalesde losfenómenos,las leyesque rigen su aparicióno desaparición.Pero unaconexión de mediosy fines pareceser para nos-otros un indicio segurode multitud de hechos,y de cone-xiones de causasy efectos,a que de otra manerano nosseríaposible alcanzar.La existenciade un órgano en unanimal desconocidonos revela una necesidadde cuya sa-tisfaccióndebe vivir, y por consiguienteuna parte de lasfuncionesdel animal, de su naturaleza,de su vida; sensa-ciones y voliciones por unaparte; movimientos, combina-cionesy revolucionesde elementosmaterialespor otra; estoes, accionesvitales en quese desarrollancausas y efectos.¿Por qué otro camino hubiera podido remontarseCuviera la historia (que mal puedeasí llamarse) de las especiesquepoblaron la tierra antesque aparecieseen ella el hom-bre, y de que sólo quedanesparcidosdespojos?Peropres-cindiendode la fecundidadde estaespeciede analogíasconrespectoa la historia de los animalesy a la historiadel globo,nadanos obliga a cerrar los ojos a los indicios manifiestosde coordinacióny designio, que se nos presentanen el uni-verso, y cuyo conocimientono es acasomenosimportanteparanosotrosqueel de lamaquinariapuestaen acciónpor elSupremoHacedor;porque si el segundonos habilita para

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modificar los movimientos de la materia y hacerla servira nuestro bienestar,comodidady placer, por el primeropodemosremontarnosa una esferamás elevada,leer en elgran libro de la naturalezalos -atributos de la inteligenciacreadora,y asociarnosen cierto modo a sus planes.Que elhombre se alucina a menudosuponiendo medios o fineserróneos,no esun argumentoválido contrael estudiode estaespeciede relaciones,porque tambiénse alucina a menudoestableciendoimaginariosenlacesde fenómenosy falsasle-yes físicas, y no diremospor eso que son vanasespecula-ciones indignas del hombre las de las cienciasnaturales.

APÉNDICE IV

SOBRE LA INDUCCIÓN DE BACON

“Para el conocimientode los hechos”, dice Dugald Ste-wart, “son necesariaslas observacionesy los experimentos...Pero las observacionesy los experimentosno son de ordi-nario más que un paso preliminar para un procedimientoulterior, que consisteen reducir primero los hechosparti-cularesa otros hechosmás simplesy comprensivos,y enaplicar luegoestoshechosgeneraleso leyesde la naturalezaa la explicaciónsintéticade los fenómenosparticulares.Estasdos operacionesconstituyentodala investigaciónfilosófica,y el grandeobjetode la lógica es manifestarde quémaneradebemosconducirlas.

“Cuando vernos que un fenómenoes precedidode unacombinación de circunstancias diferentes, no es dadoa la sagacidadhumanapercibir si el fenómenodependedetodas,o sólo de unapartede ellas.Paraaveriguarloes nece-

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sano repetir los experimentosy las observaciones1 una yotra vez, de maneraque contemplemosseparadamenteto-das las varias circunstanciasuna por una, hastadescubrira cuáles de ellas está unido el efecto. Si no es posible laseparación,paraasegurarel mismo resultadoseránecesarioreferir el efecto a todaslas variascircunstanciasquehemosvisto constantementeunidasen los ensayosanteriores.

“Esta comparaciónde casos, que se asemejanen unascircunstanciasy difieren en otras,es lo que se llama induc-ción. A lo menostal me pareceel significado que Baconde Verulamio da ordinariamentea esta palabra.

“Las matemáticas(dice en otra parteDugald Stewart)tienen también su inducción; especiede pruebaa que losmás escrupulososprestanuna extrema confianza,y que sibien no manifiestaunaconexiónnecesariaentre los térmi-nos del teorema,sin embargo, tiene bastantefuerza paraconvencernosde queno falla jamás.Por induccióndescubrióNewton la fórmula algebraicaque determina cualquierapotenciade unaraíz binomia,sin queseamenesterefectuarlas multiplicacionesprogresivas.La fórmulamanifiesta,entrelos exponentesy los coeficientesde los varios términos,unaconexión constanteen todos los casos que sometemos alcálculo; de dondese infirió justamenteque llevadala tablade las potenciashastalo infinito, subsistiría la misma co-nexión,y se reproduciríala fórmula”.

Estainducciónes unasimple analogía,y sólo meparecetener una débil semejanzacon la inducción baconiana;porquesegúnsu célebreautor, “Inductio quaead demostra-tionem scientiarumenit utilis, naturam separaredebetperrejectioneset exclusionesdebitas”.

La de Aristóteles es también diferente. Nuestracreen-cia, dice el estagirita,tienesiemprepor fundamentoel silo-gismo o la inducción. La inducción, dice después,es una

1 Dugaid Stewart habla sólo de experimentos; pero en algunos casos no seráimposible repetir las observaciones,de tal modo que logremos la misma separaciónde antecedentes.(N. de Bello).

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inferenciaquese sacade todos los particularescomprendi-dos en ella. Si, por ejemplo, hallase por medio de unademostraciónparticular que en el triángulo equiláterolasuma de los ánguloses igual a dos ángulosrectos,y descu-brieseluegolamismaigualdadenlos isósceles,y últimamenteen el escaleno,podríade aquí deducir con todacertidum-bre quelos tresángulosde todo triángulo son iguales a dosrectos.

Aristóteles tiene razón en considerarel silogismo y lainducción como dos procederesraciocinativos diversos;porque, digael Dr. Wallis lo quequiera, la inducción aris-totélicano es reductiblea ningunade las fórmulassilogísti-cas.Un silogismoanálogoala inducciónno concluiría,porejemplo: “El hombrees bípedo;elhombrees animal; luegoel animales bípedo”. En la inducción, el medio y uno delos extremos puedenpredicarseindiferentementeuno deotro; el principio de identidadse combinacon el de seme-janza,que es propio del silogismo. Si A se incluye en B, yA es lo mismo queC, se sigue necesariamentequeC se in-cluyeen B.

Si la enumeraciónes completa,comola de los triángulosy la de la zona de la tierra en los anterioresejemplos,lainducción es concluyente; pero el proceder intelectual esentoncestan obvio y tan rápido, que no puededesenvol-versesin queparezcapueril y frívolo. Cuandola enume-raciónesincompleta,la inducciónes o empíricao analógica:el lacre y el pañofrotadosse han electrizadoen cierto nú-mero de casos;luegoestasdos sustanciasfrotadasse electri-zanen todoslos casos:inducciónempírica.Varias sustanciascristalizadasme presentanel fenómeno de la refraccióndoble; luego todaslas sustanciascristalizadaslo presentan:inducción analógica.

El procederdeductivode Bacon es másbienun métodoque un procederdeductivo especial. Los capítulossubsi-guientestratarándel método en las investigacionesde lascienciasde hechos.

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APÉNDICE V

DE LA ANÁLISIS Y LA SÍNTESIS

En lo quevoy a decir sobreestosdos métodosracioci-nativos seguirédesdeluego paso a paso al ilustre profesorde Edimburgo, tantasvecescitado.

Lo queentiendenpor análisisy síntesislos matemáticoses muy diversode lo que con estasvocesse significa en lasciencias físicas y morales.Si se sientauna proposiciónhi-potéticay deduciendode ella unaseriede consecuencias,lle-gamosa algunaverdadconocida,desdela cual, desandandolos mismospasos,podamosvolver despuésal punto de dondehemospartido, la primeraparte de esteprocederseráana-lítico, y la segundasintético. De maneraque en las mate-máticasla análisisprocedede lo desconocidoa lo conocido,y la síntesisal contrario.El primer métodose fundaen queunaproposiciónde que demostrativamentese deduceotra,que sabemoses verdadera,no puede menos de serlo tam-bién; y el segundo, que es el más directo y natural, nospresentala verdadde unaproposicióncomo consecuencianecesariade otras verdadesconocidas.

Toda proposiciónmatemáticaconstade dos partes: laprimera contiene ciertas suposiciones;en la segunda seafirma una consecuenciade ella. Por ejemplo: si dado unpunto de la circunferenciadel círculo, se tira unaperpen-dicular a un diámetro, la perpendicular será una mediaproporcional entrelos dos segmentosdel diámetro. Segúnel procedergeneralen las demostracionesde los Elementosde Euclides,los datos queenvuelvenla partehipotética dela proposiciónqueva a demostrarsefiguran como premisasdel raciocinio; y de estaspremisasse deduceuna cadenade

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consecuenciasque de eslabónen eslabónnos lleva al terrenoque se trata de-probar.Ésta es unademostraciónsintética.

Supongamosahoraque mi raciocinioprocedaen ordeninverso: que supuestala verdad del teorema,deduzcodeella, como premisa,las diferentesconsecuenciasqueenvuel-ve. Si estaseriede deduccionesme hacellegar a unaconse-cuencia que reconozcocomo verdadera,afirmo con todaconfianza que la premisa fundamentales igualmentever-dadera;perosi voy a parara unaconsecuenciaqueconozcoser falsa, deduzcoqueno lo es menosla premisa.Tal es lademostraciónanalíticade la verdado falsedadde unapro-posición.

Es claro que para convencera otro el métodomásna-tural y agradablees el sintético; pero si deseamoscerciorar-nos de unaproposicióndudosao descubrirun nuevomodode demostrarun teoremaque tenemos por verdadero,lainvestigaciónmás convenientees la analítica. En efecto,como es probableque de la partehipotética de la proposi-ción se deduzcanmuchasy variadasconsecuencias,cadaunade las cualesenvuelveotrasmuchas,y como probablementehay uno solo o muy pocoscaminosque puedanllevar alfin propuesto,no tengo más recursoque tentar sucesiva-mentelos queprimerome ocurren,hastaencontrarlo quebusco.Esto es propiamenteir a tientas,sin orden ni método.El objeto solicitadopuede a pesarde mis tentativas,esca-párseme;y si logro alcanzarlo,estefeliz resultadono me daluz algunaparaotras investigacionessemejantes.

En el método analítico es al revés. Hay un punto fijode dondepartimos,y no importa a dóndenos conduzcaelraciocinio,con tal quevaya -a parara unaverdadconocida.Practicadolargo tiempo este método, se adquiereaquellaseguridady tino que ios griegosllaman~va~~ttÇ~VcLX3~~OEOÇ; ad-quisición de superior precio al más extensoconocimientode verdadesmatemáticasparticulares.

En la síntesisel entendimientoprocedecomo un espíaque desembarcandoen un ángulo de la frontera, tuviese

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que dirigirse por su propia sagacidadhacia la capital delEstado;en la análisiscomo un habitantede la capital, quedesea,por cualquierapartede la frontera, escaparsedel te-rritorio.

Veamosahoraquées lo que se entiendeporestaspalabrasanálisis y síntesisen la filosofía natural. Según Newton,la análisis propia de esta ciencia consisteen hacer experi-mentosy observaciones,y sacarconsecuenciasde ellos su-biendode los efectosa las causas,y de las causasgeneralesa las particulares,hastaterminaren 1-a másextensade todas;al pasoquela síntesisconsisteen asumirlas causasquese handescubierto,y se hanestablecidocomo principios,y explicarpor medio de ellas los fenómenos,procediendode lo másgenerala lo menos.

Pero lo cierto es queen la física, la química, la filoso-fía del entendimiento,lo que se entiende por análisis esla descomposicióno resoluciónde una cosacomplejaen suselementosconstituyentes,y ésta parecela más conformea la etimología de la palabra &vcíXuat;, que vale lo mismoqueresolucióno descomposición.

La síntesis,al contrario, es una composición verdade-ra, como lo indica su nombre, y tenemosun ejemplo deella en el tratado de las sensaciones,de Condillac, que al-gunoshan mirado inadvertidamentecomo unaobra analí-tica. Suponeeste filósofo una estatua;le da sucesivamentelos cinco sentidosexternos;examina las ideas, juicios y ra-ciocinios que nacendel ejercicio separadode cada uno deellos; y combinándolostodoscree formarel entendimientohumano. Hay a mi parecererrores, y graves, en aquellaobra; y ninguno mayor tal vez queel hacerconsistir todaslas operacionesy facultadesdel alma en el solo hechode lasensación.Pero el procederes rigorosamentesintético.

De estas observacionesde Dugald Stewart me pareceque se deducendos consecuencias.La primera es que enla análisis de Newton el raciocinio es analógico; y la se-gundaque el estudiode la naturalezay de las cienciasno

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excluyeningunode los métodos;porqueconocidaunacau-sa, podemosexplorarpor medio de la síntesisios resultadosde suaplicación a todoslos casosposibles,aunaquellosqueno hemostenido presentespara establecerla;o comparan-do fenómenosparticulares,podemoselevarnosprogresiva-mente,por medio de la analogía,a principios generalesquelos abrazantodos, y tanto más dignosde confianza,cuan-to son más numerosasy perfectaslas semejanzasque des-cubrimosentre ellos.

En cuanto a 1-a análisisy síntesis,que consistenen unaverdaderaresolución y composición, me parece tambiénevidentequeninguna de ellas debeexcluirseen el estudiode la materia,ni en el de las cienciassociales.Por ventura¿no seríatan satisfactoriapara el químico, que deseaco-nocer los principios constitutivosde un cuerpo, la sínte-sis, que combinandovarios ingredientesproduceuna sus-tancia del mismo pesoque todosellos juntos, y de las mis-mas cualidadesque aquel cuerpo, como la análisis, que lodescomponey muestraseparadamentesus elementos?¿Noes cierto que la percepciónsensitivapresentaa la concien-cia un complejo que no puedecomprendersebien sino re-solviéndolo en sus diversas afeccioneselementales,y con-siderandocada una de ellas separadamente;y que la ideade la extensión,por ejemplo, se entiende mejor, combi-nando las ideasque debemosal sentidode esfuerzocon laidea relativa de sucesión?Indudablementehay objetosquepuedenestudiarsedel uno o del otro modo; pero el mejorde todoslos métodosserátal vez el quecombineestosdos;el que pruebeel resultadode la descomposiciónrecompo-niendo,o el resultadode la síntesisanalizandoel compuesto.

En las cienciasde hechoslo natural y aunnecesarioesprincipiar estudiandolos fenómenosparticularesparaper-cibir sus semejanzasy enlacesy reducirlosa leyes genera-les; método al mismo tiempo analítico y analógico. Perosucedemuchasvecesqueel resultadode estaprimeragene-ralizaciónno es completoy exacto;que se hayanescapado

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al observadoralgunasde las circunstanciasdeterminantesdel fenómeno,o queno se tengatodavíala expresiónexac-ta de cada una de ellas. Para completar la averiguación,aplicaremoselprincipio ya conocidoa fenómenosde lamis-ma especie,pero en partediferentesde los quese tomaronprimero en consideración,y en este descensosintético delas causasa los efectos,de lo generala lo particular, com-pararemoslas consecuenciasdemostrativasdel principio conlos nuevoshechos,para modificarlo de maneraque los re-presentecon precisióny los contengatodos.Así, la marchade las cienciases alternativamenteanalógicay demostrativa,analítica y sintética.Pero no todas las materiassobre queversael raciocinio se prestana este doble proceder,y enalgunoscasosel segundopudierano ser otra cosa que unarepetición del primero en orden inverso, con las mismasinexactitudesy errores.

Vol. 111. Filosof~a—33.511

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CAPITULO VII

DEL MÉTODO, Y EN ESPECIAL DEL QUE ES PROPIO DE LASINVESTIGACIONES FÍSICAS

Del método. — Análisis y generalización. Ejemplos. — Caso de la ley de grave-dad. — Relación de causa y efecto. — Sir John Herschell. — Reglas en el es-tudio de las ciencias físicas. — Ejemplos.

Método es propiamenteel rectoprocederdel entendi-miento en la investigaciónde la verdad.

1

En la investigaciónde la naturalezafísica el métodoabrazados procederesespeciales,análisis y generalización.

Si analizamos,por ejemplo,el fenómenodel sonido,ha-llaremos que se componede los fenómenosparciales quevoy a enumerar:

1~Se excita un movimiento en el cuerposonoro.2 Estemovimiento se comunicaal aire, o a otro me-

dio interpuestoentreel cuerposonoroy la oreja.39 El movimiento se propagasucesivamentepor las par-

tículas del medio hastallegar a la oreja.40 En la oreja produce por su mecanismoparticular

cierta afección de los nervios auditivos.5 Impresionándonosestosnervios, se produceen el al-

ma unasensaciónde cierta especie,la cual varía segúnva-

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Del método

nos accidentes,como la naturalezadel cuerpo sonoro, suextensión,su distanciay situación,etc.

Pero algunosde estos fenómenosparcialespuedento-davía subdividirse.El producirseuna sensaciónparticulara consecuenciade cierta impresión que han recibido cier—tos nervios, es un fenómenoque no admite ulterior análi-sis. Pero el primero de los fenómenosenumeradoses evi-dentementedivisible. ¿Quéespeciede movimientoes el queexperimentael cuerpo sonoro, o en otros términos, quéseriede movimientoses la que se verifica en sus partículas?Lo mismo digo en orden al movimiento del medio, al me-canismode la oreja o a la impresión nerviosa.

Veamosahora un ejemplo del procederde la generali-zación. Hay grannúmerode sustanciastransparentesque,expuestasde cierto modo particular a un rayo de luz, aque se ha dado cierta preparaciónhaciéndolesufrir variasreflexiones o refracciones(y que en consecuenciaha ad-quirido propiedadespeculiaresy se dice estarpolarizado),exhibencoloresmuy vivos y hermosos,dispuestosen rayas,fajasy otras formas regulares,queparecennaceren lo in-terior de sus sustancias,y quepor el hechode sucederseencierto orden, se llaman colores periódicos. Primera gene-ralización deducidade las observaciones;ni los flúidos, nila materia sólida opaca, exhiben estos colores periódicos.Segundageneralización:no los exhiben todos los sólidostransparentessino aquellossólo en que se verifica otro fe-nómenoparticular de que ya hemos hablado,el de la re-fracción doble. Ambas generalizacionespuedenreducirsea una sola, expresadaasí: El fenómenode los colorespe-riódicos se desenvuelveen sustanciasbirrefringentes,ex-puestasa la luz polarizada.Y tenemosasí la expresióndeuna ley natural, en queel fenómenode los coloresperió-dicos está asociadocon el de la doble refracción,o porqueel uno es causadel otro, o porque ambos son efectosdeuna misma causa.

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Filosofía del Entendimiento

II

En las investigacionesfísicas el primer pasoes la exactaobservaciónde los hechos,atendiendoa todas las circuns-tanciasquepuedeninfluir en ellos. En la caídade los cuer-pos meteóricosse ve una nube querelampaguea,y se oyeun ruido recio y prolongadocomo el del trueno.Esto y elgolpe y destrucciónconsiguientes,hicieron que se confun-dieseestefenómenocon el del rayo. Perohay una circuns-tancia que los diferencia.En el primero se ha notadova-rias vecesque la luz y el estruendoemanande unapeque-ñísima nube aisladaen un cielo sereno; lo quenunca su-cedeen las tempestadesatmosféricas.

III

En todos los casosque admiten numeracióny medi-ción, es importantísimoobtenerdatos precisosque deter-minen el espacio,peso, duración y cualquierotro génerode cantidad.Es un carácterde las más altas leyes natura-les el sersusceptiblesde expresarsepor medio de fórmulascuantitativas.Así, la ley de la gravitaciónuniversalno ex-presasólo el hecho vago de la mutuaatracciónde todoslosseresmateriales,sino que estableceuna exacta proporcio-nalidadentrela cantidadde fuerzaatractivay la masadelcuerpoatrayente;ni nos dice vagamenteque su influen-cia decrecepor la distancia,sino quenos da la razónexactade este decrecimiento,la inversa del cuadradode la dis-tancia.

Como ninguno de nuestrossentidos nos da a conocerdirectamentela cantidad,a lo menosde un modopreciso,esindispensablevalernos de medios artificiales que nos pro-porcionenlos datos necesariospara calcularla. No pode-mos, por el solo esfuerzoque hacemospara sostenerdos

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pesos,averiguarla exactadiferenciaentreellos: con el au-xilio de una balanzala determinamosde un modo sufi-cientementeexacto. La vista no puedejuzgar de dos di-ferentesgradosde iluminación, aunteniéndolosambospre-sentes. Nuestrosjuicios sobre las cantidadesde duración,velocidad,calor, etc., adolecende la misma incertidumbre.De aquí la necesidadde unamultitud de instrumentos,sinlos cualeslas cienciasfísicas hubieranprogresadomuy len-tamente,y hubierantenido que detenerseen sus primerospasoso que abandonarsea hipótesisy conjeturascuyacre-dibilidad habría sido imposible apreciar.

IV

Una relación de causay efecto, para que la reconoz-camos por tal, debetener los caracteressiguientes:

1’~La invariableconexiónde los dos fenómenos,estoes,la invariable subsecuenciadel efecto a la causa,a menosque intervengaotra causaque contraríe la acción de laprimera. Pero debetenersepresenteque en gran númerode fenómenosnaturales,el efectose producepoco a poco,mientrasquela causase mantieneen un ser, o va creciendogradualmente;de modo que la antecedenciadel uno de losdos fenómenosy la subsecuenciadel otro se hace difícilde averiguar,aunquerealmenteexista. Sucedeotras vecesqueel efectosubsiguetan instantáneamentea la causa,queno puedepercibirseintervalo,y es difícil decidir cuál de losdos fenómenosdebemirarsecomo causadel otro.

2~Que en las cosasque admiten más y menos, hayaaumentoo disminución del efecto, cuandocrece o decrecela causa;quehayaproporcionalidadentre los dos, cuandono hay nadaque estorbeo limite la acciónde la causa;yque seancontrarioslos efectosproducidospor causascon-trarias.

Sir JohnHerschell,a quien debo la materiade este ca-

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Filosofía del Entendimiento

pirulo’, deduce de estos caracteresvarias reglas para di-rigir al entendimientoen el estudiode las cienciasfísicas.Las más importantesson las que siguen:

1a No debemosnegar la existenciade una causaa fa-vor de la cual tenemosun conjuntode fuertesy concordesanalogías,aunqueparezcadifícil explicar su acción, en lascircunstanciasdel caso.

2~Hechoscontrarios u opuestosson tan instructivosparael descubrimientode una causa,como los hechosqueparecenprobarsu existencia.Por ejemplo,si se pone hierrohumedecidoen un vaso cerradolleno de aire, se disminuyeel peso del aire; porqueuna porción de aire se combinacon el hierro y se produceel orín. Y si se examinael airesobrante,se encuentraqueno sirve ya parala combustiónni parala respiración.Luego io que sustentala llama y lavida animalexisteen la porción de aire queel hierro separay quelo cubrede orín. Luegoel aire constade dos elemen-tos, el elementoque produceel orín en el hierro, y sirveparala respiraciónde los animalesy la combustión,y otroelementodiverso.

3~Las causasse nos revelana menudopor la sola colo-cación de los hechosen el orden de intensidaden que semuestra alguna cualidad especial.Por ejemplo: el sonidoconsisteen ciertos impulsosdel aire sobre los órganosdeloído. Si una serie de impulsosde igual fuerza se comuni-can al oído a igualesintervalosde tiempo, primero en lentasucesión,y luego más y más rápidamente,oímos al prin-cipio un sonidobroncoy confuso,como el de unamatra-ca, luego un sordomurmullo, y luego un zumbido, queporgradostoma el carácterde unanotamusical,sucesivamentemásy másaguda,hastaque llegaa serlo tanto queno pue-de apreciarlael oído. Las vibracionesde una cuerda flojason separadamenteaudibles,pero a medida quese aumentala tensiónde la cuerda, sus vibracionesse aceleran,hasta

1 véa~su Discurso sobre el estudio de la física, obra -clásica que es como uncatecismo de lógica para el estudio de las ciencias físicas. (N. de Bello).

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que ya no percibimosmásque unaancha línea de sombraen que se muevela cuerda;y los sonidosqueantesse oíanseparados,se confundenpor lo breve de los intervalos, ynos parecenformar un solo sonido uniforme y continuo,queconstituyeel tono de la cuerdaen su estadoactual detensión. De aquí inferimos que lo más o menos grave oagudode las notasmusicalesprovienede la mayor o menorrapidezcon que se comunicanlos impulsosal oído.

4a Removiendolas causasque contraríano modificanla acción de otra causa,o tomando en consideraciónsupoder y su modo de obrar, podremosdestruir las excep-ciones que parecenmilitar contra la segunda.

5a Si por observacioneso experimentospodemosencon-trar dos casosque concuerdenen todas sus particularida-desmenosuna, la influencia de esta particularidaden pro-ducir el fenómeno,puede por ese medio manifestarse.Sicuandofalta del todo la particularidadde que se trata, noapareceel fenómeno,y cuando aquélla existe, vuelve éstea presentarse,podemosinferir que la produccióndel fenó-meno se debe a ella; y esta influencia será más segura,siencontramosunamanifiestacorrespondenciaentrelas mo-dificacionesde los dos, y si invertida la una, se invierte elotro. Pero si la total presenciao ausenciade una particu-laridad, altera sólo el grado o la intensidaddel fenómeno,podemosinferir que es una de varias causaso condicionesque concurrena producirlo.

6a Fenómenoscomplicadosen queconcurrenvariascau-sas, pueden simplificarse sustituyendoel efecto de todaslas causasconocidas,y dejandode ese modo un fenómenoresidual, cuya explicaciónaveriguaremosluego. Por ejem-pb, la vuelta del cornetade Enke se verificaba en perío-dos quecoincidíanpoco máso menoscon las épocascalcu-ladas, tomandoen cuenta las atraccionesdel sol y de losplanetas,como solas causas;pero calculado con todo rigorel efecto de estascausas,se encontróque no correspondíaexactamenteconel movimientoverdaderodel planeta;que-

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dandopor residuo unapequeñaanticipación de su reapa-recimiento,.o en otros términos una 4isminución de sutiempo periódico, que no puedeexplicarsepor las solas le-yes de la gravitación,y cuya causadebe por tanto averi-guarse.Hoy pareceprobableque esa causaes la acción decierto flúido tenuísimo derramadoen el espacio,y cuyaexistenciase cree comprobadapor otros fenómenos.

Otro ejemplo: M. Arago observóque colgadaunaagu-ja magnéticapor unahebrade seda,y puestaen vibracio-nes, llegabamás pronto al estadode reposo,cuandose lahacía oscilar sobreuna planchade cobre. En -ambos casosconcurríandos causas,la resistenciaque resistey poco apoco destruye todos los movimientos que se ejecutanenél, y la falta de unaperfectamovilidad en la hebrade seda.Pero conocido exactamenteel efecto de estascausasporobservacioneshechasen la ausenciadel cobre, quedabaunfenómenoresidual, producido por la presenciade este me-tal. Esto condujo al conocimientode una nueva e inespe-rada cadenade relacionesentre la aguja magnéticay elcobre.

Llegamos por ios medios que hemos enumeradoa unode estos dos resultados:o el fenómenoque se observa seresuelveen leyes naturalesanteriormenteconocidas;o en-contramosunanuevaley, unanueva conexiónde dos fenó-menos,el uno de los cualesacarreaconstantementeal otro.

Si queremosuna muestrade este proceder inductivo,supongamosque se deseasaberla causadel rocío. Ante to-do, es necesarioqueno confundamosci rocío con la lluvia,o conla humedadproducidapor la niebla: el rocío es aque-lla humedadque aparececomo espontáneamentesobre loscuerposexpuestosal aire, cuandono caeaguaen forma delluvia o bajo cualquieraotra forma visible.

Tenemosfenómenosanálogosal del rocío en la hume-dad de que se cubre un metal frío cuandosoplamossobreél; en la que aparecepor fuera-en un vaso de aguarecien-tementesacadade un pozo, cuandohace calor; en la que

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aparecepor dentro de los cristalesde una ventana,cuandola lluvia o el granizoenfría súbitamenteel aire exterior; yen la que se ve-descenderpor las paredescuandoa unalar-ga heladasucedeuna temperaturasuave; todos estos casosse asemejanen unacosa: el objeto que se cubrede rocío es-tá más frío que el aire contiguo.

¿Es esta diferencia de temperaturala causa del rocíonocturno? ¿El objeto que se cubre de rocío está más fríoque el ambiente?No pareceque haya motivo de creerlo.Pero la analogíaentre este caso y los anterioreses obvia;no debemosligeramenterechazarla: (regla primera). So-metamosel casopresentea un experimento.Pongamosuntermómetroen contactocon el objeto, y coloquemosotroa cierta distancia,de maneraqueel objetono tengaacciónen él: el resultadomanifiestauna temperaturamás eleva-da en el ambientequeen el objeto. Siempre,pues,queuncuerpocontraerocío está más frío que el aire que lo cir-cunda. ¿Peroesta mayor frialdad es causadel rocío, o másbien efectocomoimagina el vulgo?Paraaveriguarlodiver-sifiquemosla circunstancia: (regla segunda).

Sobrela superficie de metalesbruñidos, no se producerocío alguno,pero sí, y en muchaabundancia,sobreel vi-drio; lo que pruebaque la naturalezadel cuerpoinfluyemuchoen el fenómeno.Si se exponenal aire por la nochesuperficiesbruñidasde varias sustancias, obtenemosunaescalade gradosen la produccióndel fenómeno: (regla ter-cera). Contraenmenosrocío los cuerposqueexponemosalaire, a medida que conducenmejor el calórico; ley gene-ral quese observaconstantementeen los cuerpospulimen-tados1

Si por el contrario exponemosal aire superficiesáspe-ras, falta a vecesla ley; lo que pruebaque las diferencias

1 Un pedazode madera que arde por una de sus extremidades puede asirse sininconveniente por la otra: en la madera no se propaga libremente el calor; lo mismosucede en el vidrio. Por ci contrario, colocada una brasa en una cuchara de plata,en pocos momentos se calienta la cucisara toda, y no podemos tocarla sin quemarnos;los metalesson conductoresdel calor. (N. de Bello).

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de la superficie influyen tambiénen el fenómeno.Expon-gamos al aire una misma sustancia,diversificando su su-perficie, y apareceráotra escalade grados: las superficiesque por la radiaciónpierdenmáspronto su calor contraenmáscopiosamenterocío’.

Por otra serie de experimentosdescubrimosuna nuevaescala,que dependede la contexturade los cuerpos.Losque la tienencompactay sólida, como las piedrasy meta-les, no contraenrocío con la facilidad y abundanciaquese notan en las sustanciasde contexturafloja y rala, comoel paño, la lana, el algodón; sustanciastodas a propósitopara el vestido, porque no permiten el tránsito del calorde la cutisal aire; de modo quesusuperficieexteriorpuedeenfriarsemuchosin que se propagueel frío a la superficieinterior y a la Cutis.

Obsérvasetambiénqueel rocíono se depositaconabun-danciaen situacionesque no estánexpuestasal aire libre;y queen las nochesnubladasno se depositaabsolutamente;pero si se disipanlas nubes,empiezaluego a formarse.Loscuerposque estánabrigadospor otros, o por un cielo nu-blado, gananpor la radiacióntanto o casi tanto como pier-den; pero expuestosa un cielo sereno,una gran parte delcalor que emiten se escapaal espacioy se pierde sin com-pensación.

Todasestasobservacionesestablecen,que si la superfi-cie de un cuerpose enfría más queel aire que lo circuye,se produceen ella rocío; cuanto más difícilmente se ca-lientan (como el vidrio, la lana), cuanto más fácilmentepierdensu calor por la radiación, como sucedepor la as-perezade la superficie o por la ausenciade las nubes,tan-

1 Todos los cuerpos irradian continuamente calor, unos más, otros menos;efectúase de este modo un cambio constante entre cada cuerpo y los que le rodean.Los que tienen más calor irradian más que los q’ue tienen menos; aquéllos pierden yéstos ganan; y todos tienden así a -equilibrar sus temperaturas.Las superficies pulidasy brillantes absorbenmenos que las otras este calor radiante, y su potencia emisivasigue la misma ley; un vaso -de metal bruñido pierde lentamentesu calor, y reflejandocasi todo lo que se le trasmite por la radiación de los cuerposcircunvecinos,se ca-lienta con dificultad. (N. de Bello).

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to más fácil y copiosamentese produceel rocío. Débesepueseste fenómenoa la pérdidade calor queexperimentanlos cuerpospor la radiación,y que haceninferior su tem-peraturaa la del ambiente;porque es bien sabidoque loscuerposfríos que se hallan en contactocon una masadeaire que lo está mucho menos, condensanlos vaporeshú-medos contenidosen ella y los hacen aparecerbajo unaforma líquida. Se enfría la superficie por un efecto de laley generalde la radiacióndel calor, y la frialdad de la su-perficie condensala humedadatmosféricapor un efectodeotra ley generala queestánsujetoslos vapores.El fenó-meno del rocío se descomponeasí en dos conexionesfeno-menalesconocidas.

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CAPITULO VIII

DE LAS CAUSAS DE ERROR

Causasgenerales de error. — Predisposicionesy estadosorgánicos. — -Predisposicio-nes y estados morales. — Hábitos intelectuales. — Hombres teóricos y -prácticos.—

Vocación exclusiva de una ciencia. Falencia de la memoria. — La imagina-ción. — Las ideas-signos.— Peligros de error en el uso de las palabras. —

Causas especialesde error, o sofismas. — Petitio principii. — Círculo vicioso.Ignoratio elenchi. — Fallacia accidentis. — Falsas deducciones de las analo-gías. — Otrasdos especiesde deduccionesilegítimas: el sofisma de la autoridadyel de la preocupación contraria.

Las causasde error son generaleso particulares. Lasprimerasconstituyendefectoso vicios inherentesa las fa-cultadesintelectualeso a los instrumentosde que ellas sesirven; las otrasse limitan a la materiade quese trata.

§1

Las generalesse puedenreducir a estos siete capítulos:predisposicionesy estadosorgánicos;predisposicionesy es-tados morales; hábitos intelectuales;deslicesde la memo-ria; precisiónde la imaginación; abusode las ideas-signos;imperfección del lenguaje,de queproviene queunamismapalabrasea tomadaen sentidos varios por diferentesindi-viduos, y no pocasvecespor uno mismo en diferentesoca-siones.

1. Paraapreciarla influencia de la organizaciónsobrelosactos del entendimiento,basta compararbajo este punto

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de vista los dos sexos:el hombrees menossensiblea las im-presionesligeras; se fija sólo en los objetosquelo conmue-ven fuertemente;peroen recompensasu atenciónes capazde más prolongadosesfuerzos,sus percepcionesson másprofundas,sus ideasmásexactasy másdifíciles de borrarse.En el sistemaintelectualde la mujer hay másmovilidad, yen el del varón más vigor y constancia.

De esta diferenciaesencialprocedenventajase incon-venientesrelativos: la mujer no es tan a propósitocomo elhombreparalos estudiosqueexigenlargasy profundasme-ditaciones,un fondo mayor de conocimientos,y una másdilatadacadenade raciocinios; y el hombrea su vez no loes tantocomo la mujer paralas materiasquerequierentinoy sagacidadmás bien que fuerza, observacionesminuciosasy delicadas,y un cálculo fácil que se desliza sobre la su-perficie de los objetos.

Encontramosdiferenciasno menoscaracterísticasen lasedades,aunprescindiendode lo que contribuye al aciertode las operacionesintelectuales,el caudalde la experiencia,que crece continuamentecon la edad.La ligerezay preci-pitación del entendimientojuvenil es proverbial; la vejez,al contrario, es vacilantey desconfiadaen la formación desus juicios y tanto máses tenaz en adherirsea los queunavez ha abrazado.La memoriadel joven es fácil y pronta,sus fantasíasvivas y rápidas; el viejo aprendecon dificul-tad, es olvidadizo, no recuerdadistintamentesino las ideasya adquiridasen las épocasanterioresde la vida, y si su en-tendimientono flaquea,por lo menossu imaginaciónseha-ce cadadía menosvigorosay excitable.

¿Y quién ignora los maticesdiversosqueda a las fun-ciones de la razónel temperamento?La facilidad alegreyardienteesel distintivode la complexiónsanguínea;la ener-gía y la constanciacaracterizanal temperamentobilioso;la profundidad, acompañadade timidez o reserva,al me-lancólico; la continuidadde esfuérzosvigorososal flemáti-co. El desarrolloinmoderadode las necesidadesmateriales,

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embota las facultadesintelectuales,tanto como las aguzay exalta el predominio de la excitabilidad nerviosa.

El pensamientose modifica considerablemente,no sólopor diferenciasconstitucionalesy permanentes,sino porotras que ocurren en un mismo individuo, y que varíancon los accidentesfísicos de cadamomento, y con lo quellamamoshumor.Así comohaypersonascuyo carácterge-neral es jovial o sombrío,tenemostambién díasy horasenquepasamosde uno de estos caracteresal otro, y que dandiversosrumbosy tintesa nuestrasideasy juicios.

Ni sonmenosconocidosios efectosde las enfermedades.Algunaslleganhastaproducirun desordencompletoen lasfuncionesdel entendimiento.Perodejandoa un lado estoscasosextremos,y el de la embriaguezcausadapor la bebidaespirituosao elopio, ¡ cuándiferentessuelenser nuestrosjui-cios despuésde una diversiónmoderaday duranteuna di-gestiónlaboriosa!

Fácil es colegir de lo dicho la influencia de las predispo-sicionesy estadosorgánicosen la verdadde los juicios. Lomáso menospacientey prolijo de las observacionesnos harámáso menosaptosparapercibir las calidadesde los objetosy para concebirsus relacionesy someterlasa un procederanalítico rigoroso. Una memoria infiel introducirá falsosdatosy omitirá los verdaderos.Una imaginaciónardientesefigurará lo queno es y desnaturalizarálos hechos.Seremosexcesivamentesensiblesa ciertas cualidadesde los objetos,y pasaremospor alto las otras. En suma,adoptaremosmu-chasveces premisasinexactas,de que deduciremoslógica-menteconsecuenciaserróneas.Por otra parte, si la movi-lidad de los actosintelectualesfacilita y multiplica las com-paraciones,la ligereza y precipitación que a menudo lasacompañannos hacenmenos circunspectosen el procederdeductivo; adoptaremosgeneralizacionesaventuradas;pro-penderemosa exagerarnosel valor de las analogías.Y elmismo peligro correremoscuandolas influencias orgánicasnos induzcana alguna especieparticular de juicios: el me-

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lancólico avaluará las probabilidadesde las contingenciasdesgraciadas,como el sanguíneolas alternativashalagüeñasy alegres.

II. Las predisposicionesy estadosmoralesobran de lamismamanera.Porunaparte,llamandola atenciónconmásfuerzaa ciertos objetos,a ciertascualidadesy relaciones,ydándolesasí unaprominenciaindebida;o por otra, vicianel procederdeductivo, haciendoque el entendimientoseadhieraa sofismas,o exagereel valor de las consecuenciasle-gítimas.Así, los que estánen posesiónde los altos destinospúblicos, representanregularmentelas cosasbajo una luzfavorable; mientrasquesus menosfelices rivales las pintanconotroscolores;y aunquemuchapartede estadiscrepan-cia debaatribuirsea la falta de sinceridadde unosy otros,otra parteno pequeñaprovienede otras afeccionesmoralesy de los diferentesmaticesconque la fortuna prósperao ad-versapresentaa los espectadoresunos mismosobjetos.

Pero ademásde esteefectogeneralde las pasiones,hayciertas predisposicionesmorales que nos extravían o nosembarazanen el ejercicio de la razón,ya inspirándonosunaexcesivaconfianzaen nuestrosjuicios, ya espantándonoscondificultadesimaginarias,quenoshacenexcesivamentereser-vadosy circunspectos,y turban la marchanatural y seguradel entendimiento,ya haciéndonoscederirreflexivamenteatodas las impresionesy a todas las vislumbresde razón oprobabilidad,e incapacitándonosparala adquisiciónde co-nocimientossólidos y durables, fruto de conviccionespro-fundás.

III. Los hábitos intelectualesson a menudo causasdeerror.

1 Hay hombres’ cuyo entendimientose fija habitual-menteen ios caracteresespecíficose individuales,enlos por-menoresde ios objetos;otros prestanuna atenciónprefe-rente a las generalidades,a las observaciones;hombres

1 Nos sirve de guía Dugald Stewart, Philosophyof Ihe Human Mmd, ch. IV, 7.(N. de Bello).

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prácticos,los unos,cuyaautoridades lo queellos llamanex-~eriencia,tomadaestapalabraen la significaciónlimitada dela experienciafamiliar y ordinaria; hombresespeculativos,losotros,queinvestiganlas leyesgenerales,y venen cadahe-cho particular la aplicación de un principio.

Cadauno de estoshábitostiene sus ventajasy sus incon-venientespeculiares.Las especulacionescientíficas dismi-nuyen en cierto modo la aptitud del entendimientoparalas aplicacionesespecialesen el ejercicio de las artesy enla conductade la vida pública y privada. Acostumbradosa pensaren abstraccionesaque se adaptancon facilidad lasideas simples del raciocinio vigoroso, ofuscay confunde alos hombresespeculativosla complexidadde las cosascon-cretas,y les falta de ordinario el tino sagazde los hombresprácticos, queestánfamiliarizadoscon sus y-arios aspectosde formas; tino queconsiste,a mi ver, en una multitud depequeñasanalogías,quesinembargodeno expresarseen fór-mulas y reglasprecisas,los dirige conbastanteseguridadenlas cosascomunes.Losprincipios generalesno nosdanenma-teria de hechossino verdadesaproximativas: cada uno deellos expresauna conexión fenomenalaislada; y en la na-turalezalas conexionesfenomenalesse mezclany perturbancontinuamenteunas a otras. Los principios generales,porconsiguiente,son inaplicablesa los hechosrealesy a la prác-ticasi no los acompañaunaapreciaciónexactadelasinfluen-ciasperturbadoras,y de las especialidades.De aquí es queelmero teorista se exponetan frecuentementeen las aplica-cionesprácticasa la burla de los hombresque por la infe-rioridadde las lucesdesprecia.

En la mecánicase prescindede la varay del peso.La pa-lanca se consideracomo una línea matemáticainflexible;lascuerdascomolíneasmatemáticasde unaflexibilidad per-fecta; la materiade estaciencia entra así en el dominio delas demostracionesgeométricas;pero susteoremasrepresen-tan de un modo inexactolos fenómenosnaturales.Una má-quinaajustadaa ellosproduciríamovimientosmuy diversos

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de los calculados.De la misma manera, la política reducelas varias formasde gobiernoa ciertasclasesgenerales,a queatribuímosciertas tendenciascaracterísticas;y sin embar-go de que todogobiernoes máso menosmixto, si no en suteoría legal, por lo menos en su modo de obrar y en susefectos reales, discurrimosacercade las ventajasy los in-convenientesde la monarquía,la aristocraciay la democra-cia, como si hubiese institucionespolíticas que correspon-diesenexactamentea nuestrasdefiniciones. Hay más. Su-poniendouna forma de gobierno perfectamentepura, susefectosse modificaríanen gran parte por la concurrenciade un sinnúmerode causas:los antecedentesdel pueblo re-gido por ella, el clima, la religión, el estadoindustrial, lacultura intelectual,y otrasvarias; cosastodasque obrandode consunoproducenresultadoscomplejosdificultosísimosde avaluar. De aquí la duraciónborrascosay efímera dealgunasinstituciones improvisadas, cuyos artículos sonotras tantasdeduccionesdemostrativasde principios abs-tractos, pero sólo calculadaspara un puebloen abstracto,o paraun puebloquecareciesede determinacionesespecialesque los contraríano modifican; suposición moralmenteimposible.

Por otra parte, si los merosprácticosestándotadosdecierto tino en susmiras-y planes,es sólo dentro del limitadocírculo de su experienciadiaria; más allá no puedendarun paso.Son incapacesde aplicar sus conocimientosa nue-vas combinacionesde circunstancias;incapacesde llenarlos puestosimportantesque exigenideasextensas;incapaceshastade enriquecercon inventosoriginaleslas artesmismasqueejercitan.

Hay, pues,doshábitosopuestosigualmentefecundosenerrores: el del entendimientoque desestimalas especialida-desy se ocupa de abstraccionesy generalizaciones,y el deaquelloshombresque,dandounaatenciónexclusivaa los as-pectosy formasqueestána el alcancede la experienciadia-ria, no se remontana principios generalesy miras extensas.

Vol. II!. Filosofía—39.527

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2~ La vocaciónexclusivade unacienciasuele tambiénhacernosmenosaptospara raciocinaracertadamentesobrelos objetosno comprendidosen ella. No podemosresistir alplacerde copiar 1o que dice el Dr. Reid sobreestamateria.

«El mero matemáticotiene el prurito de aplicar me-didas y cálculos a cosasque buenamenteno los admiten.Cierto ingeniosoautor se empeñaen medir conrazonesdi-rectasy con razonesinversaslos afectoshumanosy el mé-rito y demérito de las accionesmorales. Un matemáticoeminentese propusoaveriguarpor medio del cálculo la ra-zón numéricaen que la certidumbrede los hechosdecrececonel trascursodel tiempo, y fijó el períodoprecisoen quela de los hechosen cuya certezareposala verdaddel cris-tianismose convertiráen unacantidadevanescente,en queno habráfe ni religión en la tierra. Los antiguosquímicosacostumbrabanexplicartodoslos misteriosde lanaturaleza,y aun de la religión, por sus tres elementos,sal, azufre ymercurio.Creoquees Locke el quehablade un rústico,quecreía de buenafe que Dios habíacriado el mundo en seisdías y descansadoel séptimo,porque sólo hay siete notasen la escaladiatónica.Yo conocí un hombrede la mismaprofesiónque pensabaque no podía consistir la armoníasino en trespartes,bajo, tenuey tiple, porquesólo hay trespersonasen la Divina Trinidad. Otros admiran excesiva-mente la antigüedad,y miran con desdéntodo lo que esmoderno;otrosdan conel extremo contrario: los primerosson regularmentepersonasquehan pasadola vida en el es-tudio de los autoresantiguos;los otrospersonasqueno tie-nen los conocimientosnecesariosparajuzgar de su mérito.Otros se espantande dar un pasofuera del caminotrillado;otrosgustande singularidadesy de todo lo que tiene un as-pecto de paradoja.La mayor parte tiene una predileccióndecidida a favor de las opinionesde su sectao partido, yespecialmentea favor de suspropiasinvencionesy sistemas”.

El matemático,avezado a deduccionesdemostrativas,visibles en cierto modo y mecánicas,se encuentradesorien-

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tadoconobjetosapenassusceptiblesde definicionesprecisas,entre semejanzasy diferenciasque se ocultany se confun-den por sus imperceptiblesgraduaciones,y en el uso depalabrasvagas,ambiguas,de significadovariable. Se enga-ñan por eso los que creenque la geometríaes una lógicapráctica; como si el ejercicio de una sola especiede racio-cinio, sobremateriasque no se parecena otra algunaen laclaridad y distinción de sus objetos, que excedena todasen la facilidad y uniformidad del procederdeductivo,y enqueun conflicto de argumentosy de opinioneses pocome-nos que imposible, fuesecapaz de proporcionarunagim-násticaadecuadaa las facultadesintelectuales.Tantovaldríadecir queel ejercicio continuadode un solo músculo o deun solo miembroseríabastantepara formar un atleta.

Perobajo estepunto de vista es muchopeor la filosofíaescolástica,reducidaa emplearpor único instrumentoelsilogismo, y perdidaen abstraccionessutiles queno teníancomo las matemáticasaplicación alguna ni a las cienciasnaturales,a las cienciassociales,ni a las artes. Al estudioexclusivode la jurisprudenciase ha imputadotambién esteinconvenientede ser un sesgopeculiar al entendimiento,yde practicarloaunparael acertadoejercicio de la jurispru-denciamisma. El estudiode las lenguasse ha consideradocomo un medio práctico de habilitar al entendimientoparala percepciónde relacionesdelicadasy varias; pero no esigualmentea propósitoparael desarrollode miras extensas;ej-ercítasemucho másel examenanalítico,que las concep-cionessintéticas;y pudierahabituarnosdemasiadoal trabajode menudencias,y a tener en menos1-a sustanciaque lasformas exterioresdel pensamiento.

La mejor educacióndel entendimiento,la que más fa-cilita la investigaciónde la verdaden las cienciasy en losnegociosde la vida, es la que desdetempranoponeen ejer-cicio todaslas facultadesintelectuales.

Los hábitosquehemosnotadono son malos sino porqueson exclusivos; hay otros esencialmenteperniciosos.

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Filosofía del Entendimiento

No hay semilla más fecundade erroresque la costum-bre de pagarnosde palabrasy definicionesqueno entende-mos. El primer libro que se poneen las manosde un niñosuele ser la gramáticade la lengua,y en la nuestrayo noconozcounasola que se adaptea los alcancesde la primeraedad.El niño aprendeadistinguir unade otra las palabrasno por las definicionesque se le dan, ininteligibles para ély aun para los adultos,vagas o falsas,sino por medio deaquellasanalogíasinstintivas quese desarrollanen él muytemprano,y le guíanen los primerosensayosdel habla. Laanálisis de la oración es una cosa que excedemucho a suinteligencia,y quedebierareservarseparamás tarde.

De otro vicio contrariopuedenadolecerlos libros ele-mentalesdestinadosa la primera edad.Es necesarioque elniño entiendalo que aprende;pero puedeserleperjudicialquese le facilite y allane de todo punto la adquisicióndesus primeros conocimientos.No debeformárseleun recep-táculo pasivode ideas ajenas,a que él no tengaque añadirningunaespeciede elaboración.Debeacostumbrárseledesdetempranoa luchar con las dificultades. El arte quese em-plea en facilitar excesivamentela enseñanzaparalizay so-foca aquellascualidadesnaturalesqueno puededar ningúnarte, y cuyo desenvolvimientoes el objeto primero de laeducaciónintelectual.

Todo error engendraerrores;perolos hay máso menosfecundos.

IV. La memoria nos engaña,ya introduciendoen elraciociniounapremisafalsa que creemoshaberantesreco-nocidopor verdadera,ya suprimiendoalguna de las premi-sasquehemosreconocidopor verdaderas,y cuya presenciaes importanteparala exactitud del raciocinio.

Esta falencia de la memoria puede tener lugar hastaen el raciocinio demostrativo;y como apenashay caso enqueno sea posible,Hume dedujode aquí que aun las ver-dades demostradasno son nunca para el entendimientosinomeramenteprobables.La consecuenciaes rigorosa;pero

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De las causas ¿e error

al mismo tiempo es innegablequecuandola cadenade ra-ciocinios que forman la demostraciónno es excesivamentedilatada;cuandopor medio de diagramaso de signosescri-tos hacemosen cierto modo visible el encadenamiento;cuando estamossegurosde emplearla debida atenciónencada trámite del procederdemostrativo;cuandorepetimosla operaciónmuchasveces,y la repitenpor su parte otroshombres,y siemprecon un resultadoinvariable; y cuandoademásde todo estose puedecomprobarunademostraciónpor otra y otras,a la maneraque comprobamosla divisiónmultiplicando el divisor por el cuocientepara reproducirel dividendo,la confianzade nuestroasensono deja el másmínimo lugar a la duda,y es incontestablementesuperiora la que nos inspiran las verdadesfísicas, por aseguradosque estemosde ellas.Ni es necesarioque todasesascircuns-tanciasconcurran:la atencióny la repeticiónbastaráncasisiempreparadarnosunaseguridadcompleta;y aunla com-probaciónpor sí sola producirá igual efecto.

V. La concienciaactiva quecontemplaafeccioneses-pirituales y concibe relacionesentre ellas,es toda la razónhumana;peroaunesteprocederintuitivo puedealgunasve-ces engañarnos;y de queno es tan infalible como algunossuponen,tenemosuna pruebairrefragable en los sistemasy doctrinasde las diferentesescuelasrelativamentea losfenómenospsicológicos.

Desdeque la imaginaciónse figura una cosa,le da unaespeciede existenciaen el alma; y si es el alma misma elobjeto queestudiamos,¿quiénnos asegurade queno equi-vocamoscon sus afeccionesespontáneas,las obras de lafolle du logis? 1 Yo creover distintamenteque el espacioes una pura abstracción;para otros entendimientosel es-pacio es un ser real, infinito, tan eterno como Dios, tanindemostrablecomo Dios. La cuestiónruedatoda sobre laverdaderaapreciaciónde un concepto,de un hechopsico-

1 Así llamaba Malebranche a la imaginación. (N. DE BELLO).

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lógico. Si yo me engaño,mi imaginaciónme engañahacién-dome ver una pura abstraccióndonde hay una realidad;silos otros se engañan,su imaginación los engaña,hacién-doles ver una realidad dondehay una pura abstracción.¿Quiéndirime la cuestión?

En el influjo de las predisposicionesorgánicas,de laspredisposicionesmorales, de los hábitos intelectuales, laimaginación tiene siempre alguna parte, combinando,agrandando,separando,etc. Desfigura las ideas, y desna-turalizade estemodoel significadode las palabras.Prohijaa la memoria lo que sólo es en realidad obra suya. En unapalabra,cuandono es la sola culpabledel error, es o la se-ductorao la cómplice.

VI. Relativamenteal valor exageradode las ideas-sig-nos, bastaráreproducirlo quehemosdicho en el acápite 30

del libro segundo.

Las ideas-signosnos engañan haciéndonosatribuir alobjeto significado lo que sólo pertenecea su imagen. Así,el hombre en general, segúnse lo figura el hombre salvaje,no podrá menosde diferir mucho del hombre en gcneral,según se lo figura el hombre civilizado. Las ideas-signosmetafóricas nos engañan, haciéndonosatribuir al objetocualidadesque sólo tienen una semejanzavaga y distanteconsus cualidadesverdaderas:como cuandonos figuramosquelas ideasse imprimenen la memoriaa la maneraqueloscuerposdurosen unasustanciablanda,y nosvalemosde estasimplemetáforaparaexplicarlos fenómenosde la memoria;explicación que si la tomamospor otra cosa que por unametáfora continuada,nos hará formar ideas falsísimasdenuestraconstituciónintelectual. La realidad que los hom-breshanatribuídoa las cualidadesabstractasquepor desig-nar los sustantivosnos parecentener una existenciainde-pendiente,es una ilusión de esta especie.En cuanto a lasideas-signosparciales,no creo que envuelvanotra contin-genciade error que la que consisteen la variación del sig-

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nificado, del mismo modo quesucedeen las palabrasy entodaslas otrasespeciesde signos.

VII. Los peligros de error en el uso de las palabrasconsisten:

1° En queno nos hemosformadoun conceptoexactoy precisode su significadosegúngeneralmentese entiende;de queresultará,quenuestrosjuicios y los ajenosse refierana distintasideasrepresentadaspor unamismapalabra;y quecombinandoen nuestroentendimientolos unosconlosotros,formaremosjuicios de monstruososy de verdaderosabsur-dos.

20 En que muchaspalabrastienen significadosvarios,entrelos cualeshay gransemejanza;lo que haceque pase-mos sin percibirlo de uno a otro.

3° En la complexidaddel significadode muchaspala-bras,que hacequeperdamosa vecesde vista algunaparteesencialde la idea querepresentan.

El abusode las palabrascoincideen parte conel de lasideas-signos,porquesiemprequeexageramosel valor de unade éstas, alteramosel significadode la palabra que lo re-presenta.

§ II

Las causasespecialesde error llamadassofismas,se pue-denreducir a dosórdenes:las unasadulteranlos fundamen-tos del juicio; las otrasvician el procederdeductivo.

1. PETITIO PRINCIPII

Al primero de estos órdenesperteneceel vicio racioci-nativo que llaman los lógicos petitio princi~ii.

Hay ~etición de Principio cuando nos valemos, paraprobarunaproposición,de un argumentoque 1-a supone.

Hemos hecho mencióndel raciocinio con que algunos

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pretendenprobarque todonuevofenómenotiene necesaria-menteuna causa. Segúnellos, un fenómenosin causaten-dría la nadapor causa,y la nadano puedeserlo. Pero losde contrariaopinión respondenqueel queniegala necesidadde una causa,niega por el mismo hecho la necesidaddereferir un fenómenoa la nada,comocausaquelo produzca.Oponiéndolela nada como causa,es precisamentedar porsupuestolo que se disputa.

SamuelClarke pruebade un modo semejantela nece-sidad de las causas.Decir queuna cosaes produciday noreconocerunacausaque la produce,es comodecirqueunacosa es produciday no es producida.Los adversarioscon-testanque el que dice que una cosa no tiene causa, dicepor el mismo hecho queno es producida;no reconociendounacausa,es claro que no reconoceproducciónni produ-cente; reconoceen el efecto un hecho nuevo, pero no unhechoproducido.Paralos quecreenla necesidadde las cau-sas,empezara existir y producirseo ser producidoson unamismacosa.Paralos quela nieganson cosasdiversas.Parece,pues,que en la contradicciónque se les atribuye hay unapeticiónde principio.

Pudieratal vez replicarse:lanadano puedeser causadecosaalguna, es unaproposiciónevidente,un axioma; todaproposiciónen quese suponeque la nadapuedeser causaenvuelvecontradicción,porquesercausaes obrar,y obrares ser. Pero ¿noes evidente también que el no tenercausaalgunapositiva es tenerpor causala nada?¿Quédiferenciapuedeconcebirseentrelo uno y lo otro? La conversióndeno tenercausaen tenerpor causala nadaes evidente;y unaconversiónevidente que trasforma la proposición que serefutaen unaproposiciónmanifiestamenteabsurdaporqueenvuelveunacontradiccióntan patenteno es unapeticiónde principio.

El modo mejor de volver la fuerza del argumentodeClarke y de otros análogos,es aplicar la misma forma deraciocinioaun casofamiliar de aquellosen queel entendi-

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miento no puedeser deslumbradopor una ilusión aparente.Si supuestala verdadde las premisasse sacala consecuen-cia, esprecisocondenarcomovicioso el procederdeductivo.

Ahora bien, la conversiónde no tener causaen tenerpor causala nada,es enteramentesemejantea la conversiónde no tener unapersonaenemigosen ser la nadaenemigade estapersona;consecuenciaabsurdaqueatribuye a la na-da una cualidad positiva, y de que se sigue por fuerza, oque la suposiciónde no tener aquellapersonaenemigosen-vuelve un absurdo,o queel procederdeductivoes cierto.La primera de estasdos alternativases evidentementefalsa;luego es precisoadmitir la segunda.

En efecto,si fueraposibleque alguienhiciese un racio-cinio como el anterior,se le respondería:Ud. procedesobreunasuposiciónfalsa,que esla de queesapersonahayade te-ner necesaria-i-nenteenemigos:no hay tal necesidad;y portanto la consecuenciaque ustedsaca es ilegítima.

La conversión,pues,de no tenercausaen tener por cau-sa la nada,no es legítima sino en la suposiciónde quetodanuevaexistenciahayade tenerprecisamenteunacausa.Porconsiguiente,el argumentocon que pretendeprobarsequela negacióndel principio de causalidadenvuelvecontradic-ción, o suponela necesidaddel principio, y entoncesadolecedel vicio que los lógicos llaman~etitio princi~ii,o no la su-pone,y entoncesla deducciónno es legítima.

Los argumentoscon que se ha queridoprobar tambiénque la negacióndelprincipio de la razónsuficienteenvuel-ve contradicción,adolecendel mismo defecto; porque, ensustancia,se reducena decirqueel no tener unaexistenciaunarazónsuficiente,es tenerpor razónsuficientela caren-cia de todarazón;es suponeren la nadaunavirtud deter-minativa paraque unacosasea lo que es y no otra cosa; esatribuir a la nadaunaoperaciónpositiva.

Hay, pues,principios irrecusables,principios queel en-tendimientohumanose sientecompelidoa -aceptarpor unaley de sunaturaleza,y cuya negativa,sin embargo,no en-

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vuelvecontradicciónalguna:enunapalabra,hayprincipiossintéticosapriori. Laspretendidasdemostracionesenvuelvenunapeticiónde principio.

II. CÍRCULO vicioso

Tiene alguna semejanzacon el precedenteel vicio ra-ciocinativoque se llama círculo vicioso.

Hay en el raciociniocírculo viciosocuandodosproposi-cionesse pruebanrecíprocamenteuna por otra.

De estevicio nospresentaa vecesmanifiestosejemploslaapreciaciónque suele hacersedel mérito de los escritoresantiguosbajo ciertos respectos.He aquí uno:

Juzgamosque las expresionesde Homero son las máspropiasposibles,porquehansido empleadaspor Homero; yencarecemosluego la exquisita propiedaddel lenguaje deestegranpoeta,porquedecimosqueempleasiemprelas ex-presionesmáspropias.La verdades quenosotrosno podemosapreciaresta cualidaddel lenguajede Homero,porqueparaello seríanecesarioqueconociésemosbien la lengua que sehablabaensutiempo y supaís,y ni aunsabemoscon certi-dumbreen quétiempoy paísfloreció. Y en el mismo errorse hallaban con corta diferenciaedadesposterioresa la deHomero.

Sucedea veces que un granpoetase apartade la pro-piedaddel lenguaje;y sus licenciasmismas,apadrinadasporun nombreilustre, se recibendespuéscomo pruebasdel ge-nuino significado de las palabras.Calificamos entoncesdelegítimo y propio lo que en su origen fué verdaderamenteabusivo.Se llama propiaunaexpresiónporquela empleaelgran poeta,y uno de los méritos que atribuímos al granpoetaes la constantepropiedadde las locucionesque em-plea.

Peroestecírculoviciosodela dicciónliteraria no se limi-ta al lenguaje.En la apreciaciónde 1-as bellezasde Homero

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entrael juicio anticipadode quetodo lo quecorre bajo sunombrees admirabley perfecto.Si un pasajees verdadera-mentebello nosexageramossubelleza;si, comosucedeave-ces,no hayenél ningunacosa quelo recomiende,encomia-mos la sencillez,lanaturalidad,el candor.Juzgamosaprio-ri sobreel conjuntode que todo es excelenteen Homero;y luego calificamosa posteriori de excelentetodo lo queseencuentraen sus obras.

Ciertasteoríasde las leyesmétricasde la tragediagriega,nos parecenadolecerde estevicio. Se proponenciertoscá-nonesmétricoscomo fundadosenel uso universalde los es-critores; se encuentranexcepciones;y se corrigenlos textosparaacomodarlosa la doctrina.Procediendosobreesteprin-cipio evidentementegratuito de que lo que pareceacaecerrarasvecesno se hizo nunca,se establecepor las correccio-nes la universalidadde los cánones,y con la universalidadde los cánonesse justifican las correcciones.

III. IGNORATIO ELENCHI

En la ignoranciadel argumentose sustituyeunapropo-sición o doctrinaa otra y se hacevolver a favor o encon-tra de la segundalo quese hacemilitar a favor o en contrade la primera.

En la refutaciónde lo queel doctorReid llamabalateo-ría ideal, entendiendopor tal la teoría común de las ideasen su tiempo, hay una manifiestaignoratio elenchi.

Se puededar a las ideasel título de imágenesen dossen-tidos: en el primero, que fué el de la antigua filosofía, seconsiderabanlas ideas como imágenesde los objetos;en elsegundolas ideassonsólo imágenesde las percepciones,y norepresentabanlos objetossino comocausasdesconocidasqueproducenenelalma ciertasafeccionespercibidaspor la con-ciencia,entrelas cualesy las correspondientesentidadesma’-terialesno hay ni puedehabersemejanzaalguna. Éstaera,

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conalgunasmodificacionesaccidentales,la doctrinacomún,cuandoescribióel Dr. Reid los argumentoscon querefutalasgroserashipótesisdelos antiguos,representadasporlapoe-sía de Lucrecio,que no tocanel pelo de la ropa (si se mepermite esta expresión) a la teoría moderna. «Al tiem-po de la publicaciónde Reid”, dice el Dr. Brown, «lasimá-genesde los objetosen el alma eranunapurametáfora,nounaexpresiónliteral, como en la antiguaescuela;eranunamerareliquia de la ranciay desechadateoría de las percep-ciones,como el nacery el ponerseel sol, de que todavíasehaceusoen el lenguajede los astrónomos,son unamerare-liquia de aquellaastronomíaabsurdaen quese suponíaqueestegrandeastro dabatodos los días una vuelta alrededordel pequeñoastroque recibesu luz”.

El Dr. Reid destruyendolo que él llama teoría ideal,cree haber construidosobresólidas basesla creenciaen elmundomaterialo enla sustancialidaddela- materia.Pero susargumentoscontra las ideasno debilitan en lo másmínimola lógica de los espiritualistas.Él cree que, d-estruídaslasideas,cae por tierra la teoría de Berkeley.Peroparasoste-n-erlacontrasus ataquesno haymásquecambiarun térmi-no; sustituir a la palabraideas,las palabrasafeccionesdel al-ma. Los berkeleyanosno diráncomo antesquesólo percibi-mos ideas,no objetos,y queentre lo unoy Jo otro no pue-de haberla menor semejanza.Peropodrándecir muy bienquela percepcióndirectade Reid es unaafeccióndel almacomootra cualquiera;y quesólo percibimosverdaderamen-te nuestrasafecciones,y no los pretendidosobjetoscorpó-reos,entrelos cualesy las afeccionesde un espíritu no hayni puedehaber la menor semejanza.

El verdaderomérito de Reid no consiste,como él pen-saba,en la refutaciónde unateoría de quenadiese acorda-bacuandoél escribió.La percepcióndirecta, con quecreyóconjurar las consecuenciastan espantosasparaél de la filo-sofía espiritualista,es un hecho falso, una quimera; a des-pecho suyo, nuestrasnocionesde los objetoscorpóreosno

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puedenser sino representacionessimbólicas,quesólo tienencon sus causassemejanzasde relaciones,y nadanos dicennipuedendecirnossobrela naturalezay las cualidadesabsolu-tas de esascausas.El granmérito de Reid consisteenhaberdirigido la atencióna los principios ocultosdel raciocinio,y en haber demostradosu existenciay su valor con argu-mentosirrefragables~.

§ III

1. PALLACIA ACCIDENTIS

Pasamosa los sofismasque consistenen algún vicio delprocederdeductivo.

El primeroes el llamadopor los escolásticosfallacia ac-cidentis.Se incurre en él cuandotomamoslo accidentalporesencial,o en otros términos,una conexióncausalde fenó-menospor una conexiónnecesaria.El sofismallamado noncausaPro causa,o el quecalifica de causalo queno lo es,puedemirarsecomo unaespeciede -la falacia de accidente;error más frecuenteque el de equivocarcon la causalidadla sucesiónfortuita: Post hoc: ergo propter hoc. Muchasequivocacionesvulgares,y no pocas deduccioneshistóricasreposansobreestesolo fundamento.Se atribuye,por ejem-plo, a la colonizaciónde las Américas la despoblacióndeEspaña,quese debiósolamenteal pésimosistemaadministra-tivo establecidoen todo el imperio español.Con una emi-gración igual o proporcionalmentemayor no se ha dismi-nuído el númerode habitantesde la Inglaterra,ni de laSuiza.

1 Consólrense sobre esta materia las lecciones 27 y 28 de Brown, Phylosophyof ihe Human Mmd. (N. de Bello).

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Filosofía dci Entendimiento

II

Los escolásticoscontabanentre los sofismasel de dictosecu-ndu;;squid ad dictumsimpliciler, et viceversa: estoes,el queconsisteen tomar unamisma palabraya en un senti-do generaly absoluto,ya en un sentidodeterminado;el desensudiviso ad sensumcons~ositumet vice versa.El prime-ro entra evidentementeen el de la ambigüedadde las pa-labras, que es otra de las especiesenumeradaspor los aris-totélicos,peroa queno dieron toda la extensióndebida.

TI’

En realidad, las falaciasque dependende un vicio delprocederdeductivoson muchasy varias; peropuededecirsequetodasconsistenen aplicar a las relacionesde que se tra-ta un axiomao tipo que no les pertenece.Recordarésóloqueel mejormediode ponera la vistaun vicio del procederdeductivo en los raciocinios de esta especiees aplicarlo aun ejemplo análogo pero sencillo, familiar, dondepuedaversepalpablementequeprocediendodel mismomodoenre-lacionesde la misma especie,se sacade premisasindudablesuna consecuenciaerrónea.

El célebresilogismo con que Zenón aparentabademos-trar que no habíamovimiento en el universo,no ha hechojamás ilusión a personaalguna; y pudieramás bien servirde molde paracalificar de espurioslos raciocinios quese leasemejan.Por un medioparecidoa ésteseríasiemprefácilmostrarla ilegitimidad de unadeducciónen los argumentosdemostrativos.

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De las causasde error

IV

En las deduccionesde las analogíashay siempreun pe-ligro de error, comolo hemosexplicadoen otra parte. Esnecesarioapreciarlasenlo quevalen,y no exagerarsuspro-babilidades.

Erramosa menudoen ellasdejándonosllevar sin examende unapropensióndel entendimientoa figurarse cosasdes-conocidaspor las que conocemosfamiliarmente.Juzgamosde losotroshombrespor lo que somosnosotros,o por lo quehemosobservadoen el pequeñocírculo queestá a nuestroalcance,El egoístacreeque la generosidady el sincerodes-prendimientosonaparienciashipócritas,y elhombregenero-so estádemasiadodispuestoa dar crédito a excentricidadesplausibles.En las imaginacionescientíficashay unatenden-cia igual a explicarlos hechosmenosconocidospor las leyesracionalesde quetenemosconocimiento,propasándonoshas-ta negarlaexistenciade lo queno puedeconcebirsepor ellas.

El atractivode una aparentesimplicidad o armonía esotra de las causasquenos inducena dar demasiadafe a lasanalogías.Hay sin dudauna bella simplicidad en las obrasde la naturaleza,y por todaspartesvemosmuestrasde una

maravillosaarmoníaen los variadosfenómenosdel univer-so.Peroguiadosde esteprincipio nos engañamosa menudo,porqueparajuzgar -de lo queverdaderamentees simple yarmonioso,necesitaríamosconocera fondo los medios queemplea,los finesque se propone,y todaslas relacionesde losvarios materialesde que se sirve; condicionesqueno pode-mos realizarlas másveces.

Las obrasde la naturalezano son como las humanas.Unhombrepodrá comprenderunade éstasa fondo,y juzgarsiel artífice se ha valido de los mediosmássencillosy si todoslos pasosde la obra se adaptanperfectamenteunos a otros.Pero es unasabiduríamuy superiora la del hombre la quepresideal encadenamientode los fenómenosnaturales:sus

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planes,sus primeros muelles,la naturalezade los materia-les queemplea,se nos revelan de un modo parcial e- imper-fecto, y a menudosenos pierdede vista entreel complicadojuego de accionesy reaccionesque se manifiestana nuestravista y la confundeny abruman.

y

Creo necesariohacermenciónparticularde dos especiesharto frecuentesde deduccionesilegítimas;el sofisma de laautoridad,quenos hace asentir irreflexivamentea las opi-nionesde un hombreo de un autor de escuelafavorita (ipsedixit), y el de la preocupacióncontraria,quenoshacedese-charsin examenlas opinionesde aquellosa quienesjusta oinfundadamentemiramoscon aversióno desconfianza.

«Hay muchascosas,dice Reid, de que no somos juecesidóneos,y en ella es razonableque demosaccesoal juicioajeno si nos parececompetentey desinteresado.Aun en lasmateriasqueno son ajenasde nuestroconocimiento,la au-toridad tendrásiemprey deberátenermáso menospesoenrazónde los antecedentesqueconocemos,y de lo que pen-samosacercadel juicio y buenafe de aquellosque se apar-tan de nuestrasopinioneso se conformancon ellas.El hom-bre modesto,que tienela concienciade supropia falibilidad,está en peligro de concederdemasiadoa la autoridad; elpresuntuoso,de no concederlelo bastante.Como hay per-sonasen el mundo de tan abatido espíritu que más bienquierendeberla subsistenciaa la caridadajena,que trabajarparalabrársela,hayhombrestambiénque se puedenllamarpordioserosy mendigosrespectode sus opiniones.Perezosose indolentes,dejana los otros la tareade buscarla verdadode combatir el error, y de segundamanotienen cuantone-cesitanpara lo que puedeofrecérseles.No tratan de sabercuál es la verdadsobreunacuestióndada,sino lo que se diceo piensaen orden a ella, y su entendimiento,como suves-

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De las causasde error

tido, está siemprea la última moda. Esta enfermedaddelentendimientoha echadotan hondasraícesen muchísimoshombres,queapenaspuededecirseque juzgandenada,sinode lo queconvieneinmediatamentea suinteréspersonal;yno es peculiar de los ignorantes;inficiona todas las clases.Podemosadivinarlas opinionesdelamayorpartede loshom-bresdesdequesabemosdóndenacieron,quéeducaciónhanrecibido,con quiénesse asocian.Estascircunstanciasdeter-minan su modode pensaren religión, política y filosofía”.

Es mucho menosfrecuentela preocupacióncontraria.Si desconfiamosdel juicio y de los sentimientosde un escri-tor, ésteseráun motivo paraquepesemosconmáscuidadosus razones,o a lo menosparamantenernosen duda; peronuncapuedeserloparacondenarunaopinión como erróneasólo porque vienede algúnorigen sospechoso..

No se nos ocultan los defectosde la clasificaciónante-rior. Hay causasde error colocadasentrelas especiales,quetal vez parecenpertenecera las generalesy permanentes,como el abusode las analogías,y -la preocupacióna favordela autoridad.La verdades quehayciertos individuosconpropensioneshabitualesdel entendimiento,las queen otrosno son másquedeterminacionesposibles,nacidasde las cir-cunstancias.

Hay tambiéncausasde error, quepuedenparecerrepe-tidas, y considerarseunamisma bajo diversosnombres,co-mo en el círculo vicioso y en la peticiónde principio, enelabusode las ideas-signosy en el abusode las palabras.Miobjeto ha sido no sólo hacerunaenumeraciónde las variascausasde error, sino presentarlasbajo sus diferentesaspec-tos. De estamaneraserámás fácil reconocerlasy evitarlas.

Vol. III. Filosofía—40.543

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ESCRITOS FILOSOFICOS

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APUNTES SOBRELA TEORIA DE LOS SENTIMIEN-TOS MORALES, De MR. JOUFFROY *

1

Toda ideade moralidad, todanoción de lo justo o lo in-justo, de virtud y vicio, de heroísmoy crimen, envuelvelaidea de obligación o deber; y la generaciónde esta idea, suverdaderosignificado,deducidode unaanálisis rigorosa,hasido y es materiade reñidosdebatesentrelas diferenteses-cuelasfilosóficas. Unos,negandola libertadhumana,y con-siderandolos fenómenosdel mundo moral como sujetosauna ley fatal, a una necesidadincontrastable,no admitenverdaderamoralidad en las accionesde los hombres,ni dis-tinguen la virtud del vicio, lo justo de lo injusto, sino porsus efectosbenéficoso perniciosos;el hombre,segúnellos,es buenoo malo enel mismosentidoque la plantao la pie-dra; no hay en él más mérito o demérito porquebeneficiea la sociedado la dañe,porquela salveo la destruya,queenel vegetalporqueproduzcaalimentoso tósigos.Paralosotros,la idea de quese trata es elementale indefinible, objetodeuna facultad perceptivaespecial,de un sentidocreadosóloparaella, y que,a diferenciade losotrossentidos,se desarro-

* Se publicó por primera vez en tres artículos, en El Araucano, número 846,

de 6 de noviembre de 1846; número 852, de 11 de diciembre de 1846; y número 881,de 25 de junio de 1 847. Se incluyó, revisado por Bello, en el libro Opúsculos literariosy críticos, Santiago, 1850, p. 290-317. Se reprodujo en O. C., p. 337-366. Se hanenmendado algunoserrores de transcripción de la edición chilena. (CoMIssóN EDITORA.

CARACAS).

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Escritos filosóficos

lla en la edadadulta;segúnellos,definir el deberes unapre-tensióntanabsurda,comodefinir lo blancoo lo negro.Otros,en fin, recónociendounaley moral, rastreansu origen,ex-ponen su historia, explican su naturaleza;pero cada cualla entiendea sumodo; cadacual la deriva de un hechopsi-cológicodiferente; lo que es evidenciaparalos unos, es ilu-Sión y quimeraparalos otros. Mientras queen las cienciasfísicas, la guerra de las diversasescuelasno pasa,por de-cirlo así,de las fronteras,en la ética la discordiaestá en elcentromismo, en los principios; y sin embargo,no por esodeja de haberbastanteuniformidad en las consecuencias,

Todo el cursode DerechoNatural de Mr. Jouffroy, to-das las leccionespronunciadaspor este ilustre profesoren JaFacultadde Letrasde Parísel añoclásicode 1833 a 1834,ypublicadasmástardeconel título de Prolegómenos,sepue-de decir que no tratan de otra cosa que de esta cuestiónfundamentalde la ética: el origen del deber, la análisisdelas ideas morales.Mr. Jouffroy, despuésde establecersusistema,juzgalos otros,combatiendovigorosamentelos quese oponenal suyo; y en esta polémica, figuran dos bandosprincipales: el de los racionalistas, que fundan la idea deldeber sobre ciertas relaciones fundamentalesque llamanorden (sistemade Mr. Jouffroy), y el de los utilitarios, queresuelvenaquellaidea en la de utilidad, y ulteriormenteenla de felicidad y placer.A estapartede la discusión,es a laque nos proponemosceñirnos. La teoría de Mr. Jouffroyno es nueva; los argumentoscon que impugna la doctrinade sus antagonistastampocolo son; pero, en su exposiciónde los fenómenosmorales,en su modo de clasificarlos y ex-plicarlos,hay un orden lúcido, que facilita muchoel cotejode sus ideas con las del corifeo de ios utilitarios, JeremíasBentham.Ni a las unasni a las otrasadherimosenteramen-t~ lo que nos proponemosen estos Apuntes-,es señalarunrumbo medio, que nos parecemás satisfactorioy seguro.

Antes de pasaradelante,fijemos el sentidode unapala-bra, que,mal entendida,daríamotivo para que se nos im-

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Teoría de los sentimientosmorales

putasenopinionesno sólo erróneas,sino subversivasde todoprincipio moral. Por placeresse entiendenvulgarmentelosdel cuerpo;y en estesentido,nadamásjusto que la descon-fianza quenos predicanlos moralistascontrasus halagos~.

Pero es muy otro el significadoque damosnosotrosa estapalabra,cuandosentamos,como no podemosdejarde ha-cerlo sin desmentirnuestrasmás arraigadasconvicciones,que el placer,la felicidad, es el biena queaspirapor un ins-tinto irresistible la naturalezahumana.Claro es que, sinecharpor tierra todaidea de moralidad,no podemostomarestostérminosen la acepciónmezquinade quehablamos,ycon quealgunosdiscípulosde Epicurocalumniaronla doc-trina de su maestro.Comprendemos,pues,bajo la denomi-nación de placeres,no sol-amentelos goces materiales,queconsistenen meras sensaciones,sino también, y principal-mente,los del espíritu,los del entendimiento,los de la ima-ginación, los de la beneficencia,los queacompañanal testi-monio que la concienciada al hombrejusto de la rectitudde sus actos, los queproduceen los espíritusreligiosos laidea de un SerSupremo,a cuyavistanadaescondenlos másíntimos plieguesdel corazón,y que se complaceen el ho-menajede un alma pura, sumisay resignada.Que de todasestasfuentesemanansatisfaccionesy goces,y de ios másin-tensosy exquisitos,y de aquélloscuya~falta emponzoñaríanuestraexistencia,esun hechoindudable.Ellos forman,pues,unaparteesencialísimade la felicidad, del bien a queaspi-ra la naturalezadel hombre.

Correlativaa la idea de felicidad es la de utilidad, envile-cida tambiénen la acepciónvulgar, que la limita a los me-dios de procurarnosgoces corpóreosy un bienestarmate-rial. Útil, comonosotroslo entendemos,es todoaquelloque,sin seren sí mismoun bien,es un mediode procurarnosbie-

1 In voluptatis regno, virtus non potest consistere— voluptas illecebra turpi-

tudinis — Imitatrix boni voluptas, malorum autem mater omnium ~— Omnis yo-luptas honesta:i est contraria — Voluptates, blandissimae domindae, saepe majorespartes animi a virtute detorquent;etc. (Cicerón). (N. de Bello).

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nes, placeres,en el sentidoextensoy generalque damosaestapalabra.Los que resuelvenla bondadmoral en la uti-lidad,y sólollamanútiles las cosasquenosproporcionango-ces materiales,establecenun principio funestoa los másal-tos interesesde la sociedad,y degradanla naturalezahuma-na. Peroya es tiempo de entrar en materia; y lo haremosadoptandouna parte de la exposición preliminar de Mr.Jouffroy.

Consideraral hombre bajo el triple aspectodel destinodel individuo, el de las sociedadesy el de la especie,era elobjeto queMr. Jouffroy se habíapropuesto;y la cuestiónqueuna análisis rigorosale presentabaen primer lugar, erala de sabercuál es el fin o el destinodel hombreen la tierra.La naturalezadel hombrele indicabasu fin absoluto.Perolas circunstanciasen que nuestranaturalezaestá colocadasobrela tierra, haceninasequiblela completarealizacióndeeste fin. Era, pues,necesariotomar en consideracióndoshechos: la naturalezadel hombre, y las condicionesde lavida terrena. Un año entero, el primero de la enseñanzade Mr. Jouffroy, fué consagradoa la solución de esteproblema.

La segundacuestión, en el orden analítico, era ésta:¿cúmpleseen la vida presenteel destinoentero del hom-bre? ¿O bien, antesde la hora que da principio a la vida,y despuésde la hora que la termina, tiene este destinounantecedentey un consiguienteque se nos ocultan? Pararesolverestacuestión,hayun solo medio; y es ver si el des-tino del hombretiene un verdaderoprincipio y un verda-dero fin en estemundo,o si es como un dramaa quefaltenla exposicióny el desenlace.El profesor,examinandoen símismos los destinos terrenosdel hombre, reconoció quepermanecíanininteligibles sin una continuaciónmás alládel sepulcro, y comparándoloscon los que resultan ínti-mamentede su naturaleza,se convencióde que lejos deagotarla, exigían imperiosamenteun estadofuturo que loscompletasey los justificase.El mismo método, aplicado al

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problema de una vida anterior, dió resultadoscontrarios.Quedaba,pues,determinadoque, por una parte, los últi-mos actos del dramade los destinoshumanosno se repre-sentanen el teatro del mundo, y por otra, que este dramaha principiado verdaderamenteen él, y que nadasuponeantesde la primerahora de la existenciaterrenaun prólogoa la vida presente.Dosañosde la enseñanzade Mr. Jouffroyse emplearonen esta indagaciónimportante,quepertenecea la religión natural.

La cuestiónque iba a resolverseen el Cursoa que se re-fieren nuestrosApunteses ésta: conocidoel fin del hombre,¿cual debeser su conductaen todas las circunstanciaspo- -sibles? ¿cuálesson las reglas de las accioneshumanas?Tales la materiadel derechonatural en su significación másamplia. El paso precisopara resolver este problema,es laexposiciónde los hechosmoralesde la naturalezahumana.

El primero de estos hechoslo forman aquellastenden-cias primitivas, instintivas, indeliberadas,que, en el hom-bre, como en las otras criaturasvivientes, se desenvuelvendesdeel primer momentode la existencia.Estastendenciasse dirigen hacia el fin para queel hombreha sido organi-zado,y cuya realizaciónes su bien. Detengámonosaquí unmomento.

¿Quées el bien? Se nosdice queel hombretiene un fincorrelativo a su naturaleza;que alcanzaro cumplir estefin, es subien. Pero ¿quéfin es éste?He aquíunaidea queno hallamossuficientementedefinida, y que debiera serlocon tantamásprecisión, cuantoella es la base,el punto departida de la teoría. Lo que no podrá disputársenos,a lomenos con respectoa esta época de las tendenciasprimi-tivas, maquinales,que se desarrollansin el concursode lainteligencia, es que, cualquieraque haya sido el fin de laorganizaciónhumana,el bien a que ellas conspirany queproducetodas las accionesy movimientosdel pequeñovi-viente, es evidentementela ausenciadel dolor, el bienestar,el placer, la felicidad. En el plan de la naturaleza,la pri-

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meratendenciade la criaturaanimadaes a recibir alimento,a conservarse,a desarrollarse.El alimento, la conservación,el desenvolvimientode los miembrosy de las facultades,esun bien en la teoría de Mr. Jouffroy. Mas, para el niño,¿enqué consisteestebien? En satisfacerun-a necesidad,ensustraersea un dolor, en experimentarun placer. La natu-raleza, para quese logre su fin, ha unido el placera todoslos mediosde obtenerlo,y el dolor a todaslas cosasque loestorbano lo contrarían.El niño, buscandoa su modo lassensacionesagradables,y evitandolas que le causanpena,se conformaa los designiosde la naturaleza;no conocesufin; conocesólo el placery el dolor, que son todo el bieny todoel mal queexistenpara él en el mundo.

“El placery el dolor”, dice Mr. Jouffroy, “nacenen nos-otros porquesomos,no sólo activos, sino sensibles.. - Pu-diéramosconcebiruna naturalezaque fuese activa sin sersensible.Paraella habría siempreun fin, un bien, tenden-cias que la conduciríana esebien, y facultadesque la ha-rían capazde alcanzarlo,y que tendríanbuenoo mal éxito,segúnlas circunstancias;pero sin la sensibilidad,lo que sellama placery dolor,estoes,el eco, la reverberaciónsensibledel bien y del mal, no tendrían cabidaen ella. Estosdosfenómenosestán,pues,subordinadosal bien y al mal. Se haconfundidomuchasvecesel biencon el placery el mal conel dolor; pero son cosasprofundamentedistintas. El bieny el mal sonel buenoo mal éxito en la persecuciónde losfines -a quenuestranaturalezaaspira; podríamosobtenereluno y experimentarel otro sin placer ni dolor; para ellobastaríaquecareciésemosde sensibilidad.Pero, como somossensibles,no puedeser quenuestranaturalezadeje de gozarcuandoconsiguelo que para ella es un bien, o que dejede padecercuandono puede alcanzarlo; tal es la ley denuestraorganización.El placeres la consecuenciay como elsignode la realizacióndel bienen nosotros;el dolor, la con-secuenciay el signo de la privación del bien; pero ni aquéles un bien, ni ésteun mal”.

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Algo nos parecehaberaquí de inexactoo de oscuro.ElSupremoAutor del universoha dadosin- dudaun fin pecu-liar al hombre;y si ese fin es un bien, no puedeser otracosaque la felicidad del hombre.Llámaseledesarrollo,ele-vación, purificación de las facultadeshumanas;todo esto,si no es unafelicidad másexquisita,más elevada,máspura,es un medio para obtenerla;y si tampocoes esto,no pode-mos concebirpara quésirva, ni qué valor tenga.Pero, seacual fuere el fin del hombre,para el niño, que nadasabe,que no hace más que sentir, la realizacióndel bien, el bienmismo, no puedeexistir sino en el placer, que es su conse-cuenciay su signo. Ni el mal puedeser para él otra cosaqueel dolor.Una naturalezaque fueseactivasin ser sensible,no probaríanadaparael hombre,que,organizadode dife-rentemodo,se movería,segúnlos principios mismosde Mr.Jouffroy. hacia un fin, un bienproporcionadoy correspon-dientea la suya.Un seractivo, perono sensible,tendríamo-tivos peculiaresquedeterminasensu actividad, y de quenopodemosni siquieraformar idea. Los motivos que determi-nanla actividad humana,son el placery el dolor. ¿Quésonel bieny elmal separadosde ellosy profundamentedistintos,como dice Mr. Jouffroy? No puedenser sino los objetosque el autor de la naturalezase propusoen el plan de losdestinos humanos.Pero ¿cómose revelan al hombreestosobjetos?Por el placer y el dolor. El signoes paraél la cosamisma.

“Por el hechode aspirartodacriaturaa subien,de gozarcuando lo obtiene, de padecercuandoestá privada de él,es necesarioque toda criatura ame y busquetodo aquelloque sin ser su bien contribuye a procurárselo,y aborrezcatodo aquello que le embarazasu logro. Desenvolviéndosenuestrasfacultades,y encontrandoobjetos que favoreceno contraríansus esfuerzos, experimentamossentimientosde afecto y amor hacia los unos, de aversióny odio hacialos otros. Y de aquí resulta quenuestrastendencias,es de-cir, las grandes,las verdaderastendenciasde la naturaleza

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humana,se ramifican, por decirlo así, caminandoal logrode sus fines, y se subdividenen unamultitud de tendenciasparticulares,que se llaman pasiones,como las otras, peroque deben distinguirsede nuestraspasionesprimitivas, lascualesse desenvuelvenen nosotrospor sí mismase indepen—dientementede todo objeto exterior por el hecho solo denuestraexistencia,y aspirana sufin antesque la razónnosdé a conocerqué fin es éste.Por el contrario, las pasionessecundariasnacen con ocasiónde los objetos externos,loscuales,favoreciendoo contrariandoel desarrollode nues-tras pasionesprimitivas, excitan las secundarias.Califica-mos de útiles los objetosque favorecena nuestrastenden-ciasprimitivas, y de dañososlos que las contrarían.Tal esel origen de las pasionessecundarias,y de las ideas de loútil y io dañoso”.

Estas ideas serían perfectamente claras e inteligibles,sin necesidadde la distinción entreel bien y el placer,entreel mal y el dolor. Todacriaturasensibleaspiraal placer: esnecesario,por consiguiente,que ame y busque las cosasútiles, esto es, las que contribuyen a procurárselo; y queaborrezcay evite las cosasdañinas, estoes, las que ie em-barazansu logro. No se requiere,parahacerestaclasifica-ción, quenos elevemosa la contemplaciónde un fin, quela granmayoríadel génerohumanoes incapazde compren-der en aquellaépocade la vida en que formamosya las no-ciones de lo útil y lo dañoso.

La aspiraciónde las tendenciasa su fin, es una expre-sión equívoca,que falsea toda la teoría de Mr. Jouffroy.Ellas aspiranciertamentea un fin designadopor el autor dela naturaleza,pero de queel niño y la mayor partede loshombresno tienenidea; aspirana ese fin en el mismosen-tido que los gravesa su centro,y los líquidos al equilibrio;aspiraciónque no es conocidani sentida,ni puedeser, porconsiguiente,un principio de acciónen el viviente queponeen movimientosus fuerzas.La sola aspiraciónqueél sientey quedeterminasus esfuerzos,es hacia las sensacionesy las

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emocionesen que se complacey deleita; porque éste es elsolo fin a su alcance.

“En la infancia,y antesquela razónhayavenidoare-velarnosnuestrapropia naturaleza,todasnuestrastenden-cias se desarrollansin quepensemosen nosotrosmismos,esdecir, sin egoísmo”.

Aunqueen el pensamientodelniñono hayaunaidea delyo, ni por consiguiente,un egoísmode que puedatenerconciencia,lo hay ciertamenteen susesfuerzos,en sus co-natos para alcanzarel placer o sustraerseal dolor. Tienehambrey llora; el llanto es en él la expresiónde unaten-denciasuya,es decir, individual y egoísta.Se agita en todossentidos;su agitaciónes un esfuerzo,un conato,sin direc-ción, es verdad,perono menosreal por eso.Y ¿aquéaspi-ran estosesfuerzos?A un bien, en que el niño no piensatodavía,pero cuya falta le martiriza; a un bienindividual,egoístico.No se pasanmuchosmeses,y ya piensa;ya rayaen él una luz, que liga las ideasde los medios-conlas de losfines. Llora como antes,no sólo porque padece,sino por-queha experimentadoque llorando trae a suslabios el senode su nodriza; y aun llega a llorar sin padecer;la idea deaquelgoceforma en él unanecesidadfacticia; poneadredeen acciónel medioeficaz que le ha dadola naturalezaparaprocurárselo.Desdeentonceslas tendenciasprimitivas sonegoístasen toda la latitud de la palabra;egoístasen los sen-timientos; y egoístasen las ideas.Hastaallí la criaturahu-manano se diferenciabadel pequeñoviviente de las especiesmás brutas;desdeentoncesasomala inteligencia.

“De nuestrastendenciasprimitivas, las unas son bené-volas hacia los otros, como la simpatía; las otras no lo son,comola curiosidado el deseode saber,la ambicióno el deseodel poder.Ciertas tendenciastienen,piles, por único resul-tadonuestrapropia satisfacción,nuestropropiobien; mien-trasquela simpatíatienepor resultado,no sólo nuestrobien,sino el bien ajeno.Si mástarde,cuandointervienela razón,somosbenévoloshacia los otroshombres,no es sólo en vir-

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tud de la razón,sino en virtud de nuestrastendencias,envirtud de la simpatía,que, sin necesidadde ninguna ideade obligacióno deber,ni de un cálculo de interés,nos em-puja al bien ajeno,comoa su fin propio y último. El prin-cipio espersonal,peroel blancoa queaspiraespontáneamentees el bien ajeno. Así, -aun cuandoen el hombre no haytodavíamás que movimientosde instinto, hay ya benevo-lencia hacia sus semejantes”.

Enjugamoslas lágrimas del dolor ajeno, porque na-turalmentenos compadecemosde él, estoes, porquepade-cemoscon el que padece;porquela naturalezaha hechonuestrosu dolor; y porque,para curar nuestrodolor, noses necesariocurar el ajeno.La naturaleza,que hizo sociableal hombre, y que para hacerlesociable,ha debidohacerlebenévolo,no quiso fiar estaobra ni a cálculos de interés,ni a nocionesabstractasde fines y bienes; quiso poner lasemilla de la benevolenciaen el corazónmismo; quisoquenos condoliésemos;quiso apoyarlabenevolenciaen el egoís-mo. La filosofía declamadorarechazaeste apoyo; lo llamainnoble y degradante,como si pudiesehaberun sentimientomáselevadoy generosoqueel quehaceconsistir la felicidadpropiaen la ajena.Se dirá que la benevolencia,la simpatía,no piensaen elbienindividual cuandosolicitael de los otros.Pero, ¿no nos duele verdaderamenteel dolor ajeno? ¿Noesperamosco-rnplacernos,no nos complacemosanticipada-menteen el bienestar,en la felicidad que nos empeñamosen proporcionara un amigo, a un compañero,a un hom-bre?Y ¿noes estasociedadde placer y dolor, sentidapri-mero, y despuésconocida,apreciada,afianzada,estrechadapor la razón, por el cultivo de los hábitos sociales,por elimperio de las ideas religiosas,lo que nos hace socorreralmenesteroso,ampararal desvalido, consolar al que llora?Si estono es pensardirectamenteen nuestrafelicidad cuan-do trabajamospor la ajena,es algo aun más personal,essentir la felicidad propiaen la ajena.

La simpatíaobraconmáspoderennosotros,no en razón

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de lo intenso de los padecimientosajenos,sino en razónde la intensidadcon que participamosde ellos. Volaremosa socorrera un hermano,a un amigo, auncon graveinco-modidady peligro nuestro;y no haremossin dudaotrotantopor unapersonaextraña.¿Porqué?Porquenos hierenmáshondamenteios infortunios de las personasque amamos,porquenos duele mássu dolor. Lo quenos impele a obrarno es, pues,lo queotros padecen,sino lo que padecemosnosotros;y por consiguiente,es nuestrapropia satisfacciónla quebuscamosprocurandola ajena.

II

El ilustre profesor resume,antesde pasaradelante,loselementosconstitutivosde aquel estado de las tendenciasnaturales, originales, indeliberadas,que llama estado pri-mitivo del hombre,estadodel niño. “Desde el principiomismo de la vida se desenvuelvenciertas tendenciasen elhombre,y manifiestanel fin para el cual ha sido creado;despiértanseal mismo tiempo facultadesdestinadas a darsatisfaccióna estastendencias;el desarrollode las faculta-deses al principio irregular e indeterminado;pero los obs-táculos en que tropiezan,las excitana una concentraciónque es la primeramanifestacióno el primer grado del des-arrollo voluntario.La naturalezahumana,comosensiblequees, experimentaplacer, cuandose satisfacensus tendencias,y dolor, cuandono estánsatisfechas.Ella, en fin, ama loquela ayuda a desenvolversustendencias,y odia lo que lascontraría; y de aquí la ramificación de nuestraspasionesprimitivas en una multitud de pasionessecundarias.Talessonloselementosdel estadoprimitivo. Lo quelo caracterizay distingue eminentementede los otros es el dominio ex-clusivode la pasión.Sin,dudahayen el hechode la concen-tración un principio de imperio sobre nosotros mismos yun principio de direcciónde nuestrasfacultadespor el po-

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der personal;pero estepoder obra todavía a ciegas,y obe-dece servilmente a la pasión, que determinade un modonecesarioy fatal la accióny direcciónde las facultades.Alfin la razónamanece,y sustraeel poder o la voluntad delhombreal imperio exclusivode las pasiones.Hasta que elladespierta,la pasióndel momento,y entre las pasionesdelmomento, la más fuerte, arrastraa la voluntad, porquetodavíano puedehaberprevisióndel mal futuro. El triunfode la pasiónpresentesobrela pasiónfutura, y entrelas pa-sionespresentes,el triunfo de la pasiónmásfuerte, he ahí,en aquelprimer estado,la ley de las determinacioneshuma-nas.La voluntadexiste ya, perono la libertad. Tenemospo-der sobrenuestrasfacultades,pero no lo ejercitamoslibre-mente.Veamos ahoracómo es que apareciendola razóntransformaaquelestadoprimitivo que es el del niñó”.

Recordemosque para el niño no hay otro bien o mal,queel placer o el dolor. ¿Cuál es el fin que las tendenciasmanifiestanal niño? El placer en su satisfacción,el doloren el casocontrario. No diríamos,pues, que ellas desdeelestado primitivo manifiestan el fin para que hemos sidocreados;lo manifestarán,si se quiere, al filósofo; y ni aunal filósofo debende manifestárselomuy a las claras, puesvemostantasy tan diversasteorías filosóficas sobreel sen-tido de estastendenciasprimitivas. Pero al niño, ¿quéma-nifiestan?Placer,si las satisface;dolor, si son contrariadas.Insistimos sobreeste punto, porque es fundamentalen lateoría de los sentimientosmorales.

“La razónpenetraen seguidael sentidodel espectáculoque se ofrecea suvista. Comprendedesdeluego (d’abord)quetodasesas tendencias,que todas esasfacultadesaspirana un solo y mismoobjeto, a un objetototal, por decirlo así,quees la satisfacciónde la naturalezahumana.Esta satis-facción de nuestranaturaleza,que es la suma,y como laresultante,de todas sus tendencias,es, pues,su verdaderofin, su verdaderobien. A estebien aspirapor todaslas pa-sionesquela componen;estebiensolicitaalcanzarpor todas

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Facsín~ildel recibo del pago de derechosdepositadopara el grado de Bachilleren Filosofía por Andrés Bello en la Universidad de Caracas,a 5 de Mayo de1 800. Suscribe el recibo don Luis López Méndez, quien diez años más tardeserácompañerode Bello en la primera misión diplomática enviada a Londres por lajonia de Gobierno de Caracas,formada e

1 19 de abril. El documentose conservaen el expediente oniversírario del grado de Bachiller.

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las facultadesquedesplega.De este modo forma la razónen nosotrosla idea generaldel bien; y aunqueeste bien,

-‘ concebidoasí,no es todavíamás quenuestrobien particu-lar, no por eso deja de seréste un progresoinmensosobreel estadoprimitivo en queno existetal idea.

“La observacióny la experienciade lo quepasaperpe-tuamenteen nosotros,hacetambiénquela razóncomprendaque la satisfaccióncompleta de la naturalezahumanaesun imposible; que es una ilusión contar con ella; que nopodemosni debemosaspirarsino al mayor bien posible, esdecir, a la mayorsatisfacciónposiblede nuestranaturaleza.Elévase,pues,de la ideade nuestrobien a la ideade nuestromayor bien posible.

“La razónno tardaen concebirque todo lo que puedeconducirnosa estemayorbien, es buenopor eso,y quetodolo que nos extravía de su consecución,es malo; pero noconfundeesta doble propiedadque encuentraen ciertosobjetoscon el bien o el mal mismo, es decir, con la satis-facción o no satisfacciónde nuestranaturaleza.Distingue,pues,profundamenteel bien en sí mismo de las cosasqueson a propósitoparaproducirlo; y generalizandola propie-dad común de estascosas, se eleva a la idea general de loútil.

“Distingue, asimismo,esta satisfaccióny esta no satis-facción de las tendenciasde nuestranaturaleza,de las mo-dificaciones agradableso desagradablesque la acompañanen nuestrasensibilidad;el placer es paraella otra cosa queel bien o que lo útil, el mal otra cosaqueel dolor o que lodañoso;y así como ha creadola idea generaldel bien, y laidea generalde lo útil, resumiendolo quehay de comúnentodas las sensacionesagradables,-crea la idea generalde lafelicidad.

“El bien, lo útil, la felicidad, he ahí tres ideas que larazónno tardaen extraerdel espectáculode nuestranatu-raleza,y queson enteramentedistintasen todaslas lenguas,porquetodaslas lenguashansido construídaspor el sentido

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común,que es la expresiónmás verdadera de la razón.D-esde entoncesposeeel hombre el secretode lo que pasaen él. Hasta aquíhabíavivido sin comprenderlo;ahoraloentiende.Ahora ve de dóndevienen esaspasionesy lo quequieren; ahorasabecómo son determinadasesas facultades,para quésirven, qué hacen;si amao aborrece,sabea quétítulo aborreceo ama; si experimentaplacer o pena,sabepor quégozao por qué padece;todo es ahora claroen él,y la razónes quien le da estaluz”.

Ahora bien,nosotrosno vemos que la razón comprendadesdeluego que todas esas facultadesaspirana un solo ymismo objeto, y que ese objeto sea la satisfacciónde la na-turalezahumana,como lo concibe Mr. Jouffroy. Apenasun hombreentremil serácapazde elevarsea esasideasge-nerales.Apelamos al sentido común de nuestroslectores;digan ellos si la satisfacciónde la naturalezahumanaenabstracto, (porque la suma,la resultantede todas las ten-denciasno puedeserotra cosaqueuna idea de las más ge-neralesy abstractas),es o puedeserel fin que se proponenlos hombresen su conducta,no despuésde prolongadasyprofundasmeditacionessobrelo quepasaen ellos y alrede-dor de ellos, sino desdeluego (d’abord), en la primerama-ñanade la razón. Si el hombreaspira a esa suma, a esaresultante, a ese bien, distinto del que la sensibilidad lemuestra,o por mejordecir, estampaen él contodaslas im-presionesde placery de penaque le halagany le punzanentodoslos momentosde Ja vida, si el hombreaspiraa ese bien,si se dirigea él, es conlos ojos cerrados,porqueno lo conoce;lo que conocees su reverberación.,su signo, sus efectossensibles.

La razón comprendeque la satisfaccióncompletade lanaturalezahumanaes una ilusión; que sólo podemosaspi-rar al mayor bien posible; estoes, a la mayorsatisfacciónposiblede nuestranaturaleza.Elévaseentoncesa la -idea delmayor bien posible. ¿Por quéno hablarun lenguaje másclaro? ¿Porquéno presentarlos hechoscomo pasanen to-

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dos los hombres?Los hechosson éstos: a pocospasosquedamos en la vida, echamosde ver que la satisfaccióndetodasnuestrastendencias,de todosnuestrosapetitoso pasio-nes, es imposible; queno nos es dado evitar todas las im-presionesque lastiman; que el triunfo de una pasión y elgozo con que lo celebrael alma, son seguidosa menudode tormentosacerbosde una intensidado de una duraciónsuperior; que,por el contrario, la no satisfacciónde unatendencia,el resistir aunapasiónpresente,y el dolor de quees acompañadaesa resistencia,son muchasvecesmediosefi-caces de satisfacerotras tendenciasmás importantes, degozarplaceresmásvariados,másintensos,másdurables.Elhombreconcibe entoncesque si la naturalezale ha negadovivir en una serie no interrumpida de placeres,gozar unbien sin mezclay sin vicisitudes,puedea lo menos,contra-riando ciertas tendencias, arrostrando voluntariamenteciertaspenalidades,obtenerel mayor bienposible,el mayornúmeroposiblede goces,y de goceslos máspuros,es decir,lo menosdegradadospor la liga del dolor, ingredienteine-vitable y fatalde nuestraexistenciasobre la tierra. Tenemoslo menosdegradadospor la liga del dolor, ingredienteme-nos seguros,más o menoserróneos,de placeres y penas;tenemosal hombresolicitandoel aumentode los unosy ladisminución de las otras; y aspirandoasí prácticamenteala consecucióndel mayor bien posible, de la mayor sumade felicidad, segúnha podido todavíacomprenderla.

La razóncomprendeque ciertas cosas (el trabajo,porejemplo) son a propósitopara conducirnosal mayor bienposible.Estapropiedadno se confundea susojos conel pla-cer mismo, con el bienestaro la felicidad, que podemosprocurarnosconellas.Pero,comomediode alcanzarun biende grandeintensidado duración, cadaunade estascosasseconvierte,pordecirlo así,en un bienrepresentativo,y comotal la buscany abrazanlos hombres,por el mismoprocederintelectualquehacepreciosaa nuestrosojos unatira de pa-pel quepodemosconvertir en dinero. Estascosas,que son

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como letras de cambioconvertiblesen bienestar,felicidad,placer, constituyenlos objetos que llamamosútiles. Y tanpoderosaes la asociaciónde la idea de utilidad con la ideadel bien,quellegamosa amarestosobjetospor ellosmismos,olvidandosucarácterrepresentativo,y ios buscamosy acu-mulamos,no como medios,sino como fines. Así atesoraelavaroel dinero.

Es fácil colegir que no reconocemoscomo distintas lastres ideasdel bien, lo útil y la felicidad. La primeracom-prende,segúnnuestromodo de ver, las otrasdos. Mr. Jouf-froy recurre,paraconfirmar el suyo,a las lengúas,en todaslas cuales,segúndice, se designanestasideas con diferentespalabras.Laslenguasson paranosotrosla autoridaddel gé-nero humano,y la aceptamoscon toda confianzaen unacuestiónde hechosobresentimientosque, si es fundadalateoría del sabio profesor, debenser universalesen nuestraespecie.Ahora bien, las lenguasnos dan un testimoniodi-versodel quese alega.El bien,enel sentidode Mr. Jouffroy,no es unavoz popular,sino técnica de la filosofía, dondecada escuelala entiende de diverso modo. En el lenguajepopular, un bien es un objeto eminentementeútil. La pazes un bien, porque a su sombraflorecen las naciones,estoes,acrecientansus mediosde bienestary felicidad, acumu-lan objetosútiles. La libertades un bien,porque hacedulcela existencia,porque anima todas las facultadescreadoras•de objetosútiles. Dios es el sumo bien, porqueen él hallan‘las.criaturasla más alta felicidad que les es dadogozar aunen estamoradade peregrinacióny de prueba.Por último,llamamosbienes las coleccionesde valorespermutables,lascosasquenos danpoder sobrelos objetosútiles, producidospor el ajenotrabajo,y nos habilitan para~adquirirlosy go-2arlos, cuandoqueremos.Llamamos a ios objetos útiles,~buenos;y si queremosencarecersu bondad,los designamos-con un sustantivo,los -llamamos bienes.Ésta es la propiasignificaciónde la palabraenel idioma del pueblo.De ma-neraque, en rigor, la félicidad es un fin, de quelos bienes

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son medios.Pero,por unaextensiónque tampocoes des-conocidaen laslenguas(entendemoslas quehablael comúnde los hombres,no las lenguasfilosóficas,enquehaymuchode hipotético y de arbitrario), la felicidad misma es unbien, o mejor dicho, es el bien por excelencia,porque es elresultadode todoslos bienes,y porque es lo que les da elvalor de tales,y lo queellos significan y representan.

III

“Mientras quenuestrasfacultadesestánabandonadasalimpulsodelaspasiones”,dice Mr. Jouffroy, “obedecensiem-pre a la pasiónque actualmentedomina; lo queproduceundoble inconveniente.En primer lugar, como nadaes másvariable que la pasión,el dominio de una pasiónes luegoreemplazadopor el dominio de otra, de modo quebajo elimperio de las pasiones,es imposible que haya regularidady consecuenciaen el ejerciciode nuestrasfacultades;lo queno puedemenosde esterilizarlas.En segundolugar, el bienqueresulta de contentarla pasiónque actualmentedomi-na es a menudola causade un granmal, y el mal que re-sultaríade no contentarlaseríaa menudola causade ungran bien; así que, nadaes menos a propósitopara con-ducirnosa nuestromayorbien, que la direcciónde nuestrasfacultadespor las pasiones.Esto es lo que la razónno tardaen descubrir; y de ello deduceque para llegar a nuestromayor bien posible, es convenienteque la fuerzahumanano se muevacomounaveletaal impulsomecánicode laspa-siones,y que,en vez de dejarsearrastrara satisfacera cadamomentola pasióndominante,se sustraigaa suimpulso, yse dirija exclusivamentea la realizacióndel interéscalcu-lado y bien entendidodel conjuntode todas estaspasiones,estoes,a la realizacióndel mayor bienqueestéa el alcancede nuestranaturaleza.Dependede nosotros calcular estemayor bien, empleandoen ello nuestrarazón; y depende

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también de nosotrosenseñoreamosde nuestrasfacultadesy someterlasaestecálculo”. “Nace, pues,un nuevoprincipiode acción;principio queno es ya unapasión,sino una idea;queno sale ciegode los instintos de nuestranaturaleza,sinoqueemanainteligible de las conviccionesde nuestrarazón;queno es ya un móvil, sino un motivo. Encontrandounpunto de apoyo en este motivo, el poder natural que te-nemos sobre nuestrasfacultades,empiezaa hacerseinde-pendientede las pasiones,a desenvolversey afirmarse. Lafuerza humanaquedadesdeentoncesexenta del imperioinconsecuentey borrascosode las pasiones,y sujeta a la leyde la razón, que calcula la mayor satisfacciónposible denuestrastendencias,estoes, nuestromayor bien posible, oen otros términos,el interésbien entendidode nuestrana-turaleza”.

Principio queno es ya una pasión,sino una idea. Con-sultemoslos hechos.Hay una época en que lós esfuerzosproducidospor las tendencias,los apetitos,los instintos, sonindeterminados;los movimientosno son dirigidos a sus ob-jetospor el conocimientoquetenemosde ellos y de su ap-titud a satisfacernuestrastendencias;son agitacionesvagasen queel reciénnacidoobedececiegamentea fuerzasinte-riores predispuestaspor la naturalezapara suplir la inteli-gencia. Esta épocadura muy poco; los primeros destellosde la racionalidadapuntan;el niño conocelas cosasque hamenestery las busca.La ideadel bien, concebidaasumodo,circunscritoa sus primerasnecesidades,es ya en él un prin-cipio de acción.Somos,pues,movidospor ideasen el estadoqueMr. Jouffroy llama primitivo, por ideasquenos repre-sentanbienes algo distantespara cuyo logro nos sometemosde buenaganaa molestiaspresentes,porque el conato, eltrabajo, es en sí mismo un mal. Excepto aquel brevísimocrepúsculoque precedeal primer desarrollode la inteli-gencia,el imperio de las pasiones,ya actuales,ya previstaspor el entendimientoy anticipadaspor la imaginación, seejercesiemprepor medio de las ideas.La voluntadve ya, si

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es lícito decirlo así; y a no ser en algunos momentáneosintervalos en que la aguijoneaninstintos nuevosque pro-ducen agitacionesvagas,ni la determinajamás la idea sinla pasión,ni la pasiónsin la idea.

¿Cuáles, pues,bajoesterespecto,la diferenciaentrelosdos primerosestadosmorales?Una diferenciade pura ex-tensión.Acumuladoslos conocimientospor la experiencia,dirige el hombre su conductapor comparaciones,por uncálculo más y más complicado; la vista del alma abrazacada día un campo más vasto.La razón distingue los ob-jetos como buenoso malos, como útiles o dañosos,porqueva conociendonuevasy nuevasconexionesde causasy efec-tos de las que rigen el mundofísico y moral. Y dirigiéndo-se por la idea de su interés, por la idea del mayor bien, dela mayor felicidad posible, es manifiesto que ahora, comoantes,lo quedeterminala elecciónde la voluntades la ideade placeresy goces,de penasy padecimientos.Ya no es sóloel goce inmediatoo poco distante lo que la excita, sino elgocelejano,el bienrepresentativo,un interéscalculado.Lapasiónobraen ella por la idea, y la ideano tendríapoder enella sin la pasión.

Un niño ve unagolosinaquele tienta. Si alargala manoa tomarla,es la idea de su sabor,la idea del placer queellava a producirle, lo que determinasuvoluntad. Más tarde,cuandosabeque le es prohibido tomarla, y quesi la tomava a sufrir reprensionesamargas,privacionessensibles,azo-tes, se hacesuperiora la tentaciónpor la idea de los dis-gustos,de los dolores,del mal, queseríala consecuenciadesu flaqueza.El niño en estasdossituacioneses el hombreenlos dos primerosestadosmorales.

Un hombre ama la gloria sobretodaslas cosas.Trabaja,se afana,se expone a peligros inminentespor ella, por unobjetolejano. ¿Noes lapasión de la gloria lo que le mueve?Otro hombre cifra su felicidad en contemplarsu tesoro.¿No es una misma la pasiónquele domina cuandoencierra

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sudinero en el arca,quecuandolo sacaesperandorestituir-lo a ella con acumuladasusuras?

La fuerzadirectriz, enel segundoestadomoral, no saleciegade los instintosde nuestranaturaleza,dice Mr. Jouf-froy, sino queemanainteligible de las conviccionesde nues-tra razón.En el primero,la voluntadesmovida de un modonecesarioy fatal por la pasiónque actualmentedomina; enel segundo,haylibertady elección.Bajoesterespecto,la di-ferenciaentrelos dosestadoses esencial.Pero-nose creaquela eleccióny la libertadprincipianen laedadadulta.La- épo-caen quela voluntadse determinapor lo útil, hacomenza-do muchoantes. Los dos estadosalternanlargo tiempo, yson pocoslos hombresquedurantetodasu vida no vuelvanmás o menosa menudo, aunquepor breves intervalos, alreinado tiránico de las pasiones,en que la razón vendadadeja caerde las manosla balanzade bienesy males.

Paramejor fijar nuestrasnociones,podríamosdividir endos el primero de los estadosmorales,designadospor Mr.Jouffroy, La primeraedadmoralseríaentoncesaquellaépo-ca brevísimaen que las tendenciasejercen su imperio sinla menor intervenciónde la inteligencia; el niño se dirigeciegamentehacia los objetosde susnecesidadessin conocer-los, sin prever el resultadode sus esfuerzos.En la segundaedadmoral, el niño sabepor experienciaquéobjetosle ha-cenfalta,y quémediospuedeponerenacciónparaobtener-los; perose mueveservilmentepor la pasiónqueacadamo-me-ntole domina. Síguesea estasdos edadesel segundodelos estadosdescritosporel ilustre profesor.Al principio, haysólo tendencias,apetitos,pasiones;sin ideas, sin libertad nielección. Después,hay pasionese ideas. Luego, pasiones,ideas,libertad, y elección.

Estostresperíodosmoralesno se sucedencronológica-mente.El segundoprincipia antesde haber cesadoel pri-mero; y ambosreaparecenconmáso menosfrecuenciadu-rantetoda la vida del hombre.

En fin, el interésbienentendidono debetomarseen un

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sentidoabsoluto.Cadahombrese lo figura a su modo. Elambicioso lo hace consistir en la adquisicióndel poder; elavaro, en la acumulaciónde riquezas;el hombresensual,en el goce de los placeresdel cuerpo.La idea absolutadelinterés bien entendido,de la mayor felicidad posible, nacemástarde; y uno de los objetosde la educaciónmoral debeser facilitar la formación de esta idea, y anticipar su des-arrollo en el entendimiento.

«No debecreerseque,despuésde estarevoluciónopera-da en nosotrospor la razón, la dirección de la fuerzahu-mana,puestaen manosde la razón,no encuentreapoyoenla pasión.Todo lo contrario. El día quenuestrarazónhacomprendidoel inconvenienteque hay en satisfacertodasnuestraspasionesy en cadamomentola más fuerte, el díaqueella concibe el interés bien entendido,la necesidaddecalcularlo, la de preferirlo en todoscasosa la satisfacciónde nuestraspasionesparticulares;esedía nuestranaturaleza,en virtud de susleyesmismas,se apasionaal sistemade con-ductaque lepareceel mejor mediode llegar a sufin, se apa-siona a ese sistemacomo a todolo útil, lo ama, le pesades-viarsede él, y concibeaversiónhacia todo lo quela desvía.De estemodo, la pasiónapoyael gobiernodel poder huma-no por el interésbien entendido,y bajo este respectohay,en este segundoestado,una acción armónicadel elementoapasionadoy del elementoracional.Pero este acuerdodistamucho de ser completo,porque la idea de nuestromayorbien, concebidapor la razón,no ahogalas tendenciasins-tintivas de nuestranaturaleza;antesbien subsistenéstas,porquenadapuededesarraigarlas;obran, piden como antessu inmediatasatisfacción,y se empeñanen arrastrarhaciaesta satisfaccióninmediatala actividad de nuestrasfacul-tades,y no pocasvecesse salencon ello. Si el interésbienentendidohalla simpatíasen la pasión, tambiénencuentraen ella unamultitud de resistencias.No está,pues,el poderhumanosustraídode todo punto,en estesegundoestado,ala acción inmediatade las pasiones.Bien lejos de eso,ellas

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vienen a menudo,sobre todoen las almas débiles,a turbarel imperio calculadodel interésbien entendido.Cuandolarazónha aparecido,cuandose ha elevadoa la idea del inte-résbien entendido,naceun nuevoestadomoral, se levantaun nuevomodode determinación,pero no se sustituyeirre-vocablementeal estado,al modoprimitivo. El hombrefluc-túa entrelos dos estados;va de uno a otro; ya resisteal im-pulso de las pasionesy obedeceal interésbien entendido,yasucumbea la fuerzade aquelimpulso y se deja llevar porél. Mas no por esodeja de haberseintroducido en la vidahumanaunanuevaespeciede determinación”.

Hemos distinguidoentreel interésde una pasióndomi-nante,y el interésde nuestramayor felicidad posible; entreel interésrelativo y el interés absoluto;entreel interés deunatendencia,y el interésbien entendidodel conjuntodetodaslastendencias.El segundopareceserel único quecon-sideraMr. Jouffroy; pero es de toda necesidaddar algúnlugaral primero en la historia de nuestrossentimientosmo-rales. ¿Lo referiremosal estado primitivo? Pareceque no,porqueel estadoprimitivo es el reinadodespóticode la pa-sión presente.En el estadoprimitivo, no corre la voluntadtras los objetosquesin ser bienessonbuenos,estoes,útiles;no sacrifica los gocesinmediatosa los goceslejanos; las ne-cesidadesactualmentesentidasno danlugar a lasnecesidadesprevistas.Ahora bien, el que trabajapor la reputación,porla gloria, por un bien distante,¿no calcula? ¿no resiste alas seduccionespresentes,a los placeresque tiene a la mano,por los placerespara él más elevadosy exquisitos que suimaginaciónle pinta a lo lejos?Si se pretendequeéstees uninterésmal entendido,no lo disputaremos;es a lo menosuninteréscalculado;y todo cálculoes unaobra, buenao mala,de la razón individual, que es la única que puedeguiar alindividuo. Y si se alegaqueestaépocadel interésmalenten-dido pertenecealestadoprimitivo, no insistiremostampocoen lo contrario, aunqueparaello nos daríanbastantefun-damentolas descripcionesmismasde Mr. Jouffroy. Lo que

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nosimportaes que se admitala existenciade estaépocamo-ral, colóqueseladondese quiera.

Consideremos,pues,al hombrebajoestanuevadetermi-nación del interésrelativo. Paraél, lo útil serálo quele pa-rezca promoverese interés; se apasionarápor esa utilidadrelativa; se apasionaráconsiguientementepor la línea deconductaquemás-a propósitosele figura pararealizarel ob-jeto de sus aspiraciones;le pesarádesviarsede esalínea; mi-rará conaversiónlos objetosque le desvían.Éstaes unacon-secuencianecesariade las leyes mismas a que está sujetanuestranaturaleza.

Al fin., con todo, llega la épocaen queel interés calcu-lado y el interés absolutose identifican. Como el primeromira a una sola tendenciay el segundoes la resultantedetodasellas,el descubrimientodel segundono puedemenosdeser el fruto de unaexperienciamáslarga, de nocionesmásvastas,de comparacionesmáscomplicadas,que el descubri-miento del primero; de que se sigue que la fuerza directivadel interés relativo debe cronológicamenteprecedera lafuerzadirectiva del interés absoluto,del interésbienenten-dido. Sin duda puedenanticiparsepor la educacióny porotros medioslas determinacionesde este interés;perosiem-pre restaráunaépocamáso menoslargaen que la razón,insuficientementeinstruida, reconozcacomo regla de losactosvoluntarios una utilidad parcial.

Reconocidoel interés absoluto, el que merecepropia-menteel título de interés bien entendido,nos apasionamosa la norma prescritapor él. Hay desdeentoncesuna espe-cie de concienciaque apruebao condenanuestrosactosencuantoconformeso contrariosa la norma; y a consecuen-cia del testimoniode estaconciencia,experimentamossatis-faccióno disgusto,placero dolor; la reglase ha convertidoen un bienrepresentativo;sus infracciones,por el hechoso-lo de serlo, producendolor; y los sacrificios quehacemosaella, por el hechosolo de hacersea ella, producenplacer. Enel primer caso, la conciencia de que hablamos acibara el

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placerde las seducciones;enel segundo,endulzael dolor delos sacrificios.

Hay unaconciencia,por decirlo así,relativa,y por tan-to errónea,duranteel reinadodel interésparcial; hayotraconcienciaabsoluta,duranteel reinadodel interésabsoluto,del interés bien entendido,concienciaquenos guía recta-mente,porquenos guíaen el verdaderosentidode nuestramayor felicidad posible.

Desdequehay una norma buenao mala, hay unacon-ciencia bien o mal avisada,que nos amonesta,nos aplaude,nos vitupera; hay gocesy penasde conciencia,estoes, deaprobacióno reprobacióninterior. -

«Estesegundoestadomoral, este nuevomodo de deter-minación,esel estado,el modoegoísta.Lo queconstituyeelegoísmoes la inteligenciade que obramospor nuestrobienpeculiar.Estainteligenciano existeen el estadoprimitivo;~el niño no es egoísta”.

Recordemoslas dos edadesdel estadomoral primitivo.En la primera,no existe la inteligencia de quehabla Mr.Jouffroy. Pero,enla segunda,existe.En la primera,elniñoes egoístapor los sentimientos;en la segunda,por los senti-mientosy las ideasa un tiempo.

Recordemostambiénqueel interéscalculado,no es siem-pre,no es sobretodoen las primerasépocasde la inteligen-cia, el interés bienentendidoqueno se refiere a tendenciasparciales,sino a la resultantede todas.

«Aún no hemosllegadoal estadoquepeculiary verda-deramentemereceel título de estadomoral, y queresultade un nuevo descubrimientode la razón, de un descubri-mientoqueelevaalhombre,de lasideasgeneralesqueengen-draronel estadoegoístaa ideasuniversalesy absolutas.Estenuevo pasono lo dan las morales interesadas,que no vanmás allá del egoísmo.Darlo es salvar el intervalo inmensoqueseparaa las moralesegoístasde las moralesdesinteresa-das.He aquícomo se operaen el hombrela transición delsegundoestadoquehe descritoal estadomoralpropiamentedicho.

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“Hay un círculo vicioso oculto en la determinacióndelegoísmo.El egoísmollama bien la satisfacciónde las ten-denciasde nuestranaturaleza;y cuandose le preguntaporqué la satisfacciónde estas tendenciases nuestrobien, res-ponde:porquees la satisfacciónde las tendenciasde nuestranaturaleza.En vano, parasalir de estecírculo vicioso, buscael egoísmo,en el placerque sucedea la satisfacciónde lastendencias,el motivo de la ecuaciónque él estableceentreestasatisfaccióny nuestrobien; la razónno halla másevi-denciaen la ecuacióndel placery del bien, queen la ecua-ción de la satisfacciónde nuestranaturalezay del bien; yel porquéde estaúltima ecuaciónle parecesiempreun mis-terio. El tormento, sordamentesentido,de este misterio eslo que impele a la razón a dar un nuevo pasoen la escalade las concepcionesmorales. Sustrayéndosea la considera-ción exclusivade los fenómenosindividuales, concibe quelo quepasaen nosotrospasaen todas las criaturasposibles;que como todastienensu naturalezaespecial,todasaspiranenvirtud de estanaturalezaa un fin especial,quees subien;y quecadauno de estosfinesdiversoses elementode un fintotal y último que los resume,de un fin quees el fin de lacreación,de un fin que es el orden universal,y cuyareali-zaciónes la quemerecea los ojos de la razónel título debien,la quellena la ideadel bien, la queforma conestaideauna ecuaciónevidentepor si mismay que no necesitadeprueba.Cuandola razónse eleva a esteconceptoes cuandotienela idea del bien; antesno la tenía.Por un sentimientoconfuso,aplicabaestetítulo a la satisfacciónde nuestrana-turaleza;pero no podíadarsecuentade estaaplicación nijustificarla. A la luz de estenuevodescubrimiento,la apli-caciónle parecióclaray legítima.El bien,el verdaderobien,el bienen si, el bien absoluto,esla realizacióndel fin abso-luto de la creación, es el orden universal.El fin de caaaelementode la creación,estoes,de cada ser,es un elementode estefin absoluto.Cadaseraspira,pues,a estefin absoluto,aspirandoa sufin; y estaaspiraciónuniversales la vidauni-

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versalde lacreación. . . El biende cadaser es,pues,un frag-mentodel bien absoluto,y por esoel biende cadaseres unbien; esoes lo quele da ese carácter;y si el bienabsolutoesrespetabley sagradoparala razón, el bien de cada ser, larealizacióndel fin de cadaser, el cumplimientodel destinode cadaser, el desarrollode la naturalezade cadaser, la sa-tisfacciónde las tendenciasde cada ser, cosastodasidénti-cas queno hacenmásque unasola, son igualmentesagradasy respetablesparaella”.

La razón, segúnMr. Jouffroy, dice al egoísmo: ¿porquéllamasbien la satisfacciónde tus tendenciasindividua-les? El egoísmo, que hastaaquí ha vivido sin dar cuentade sus pensamientosa nadie,sorprendidopor estainespera-dapregunta,respondelo primeroquele viene alas mientes:porque satisfacemis tendenciasindividuales. La razón re-chaza,como es natural,una contestaciónque le pareceloque suele llamarsevulgarmenteuna pata de banco; y heaquí el egoísmoembarazado,confuso,martirizado, deva-nándoselos sesosparahallar unarespuestaquesatisfagaa larazón. Al cabole ocurre que la satisfacciónde nuestrana-turalezaes un bien. No hay evidencia,replica la razón, enesaecuacióndel placery el bien. La solución del problemaes otra. Como cada ser tiene su naturaleza,cada ser tienesu fin peculiar correspondientea ella. El verdaderobien,el bien absoluto,es el fin total y último que resumetodosios finesparcialesde todaslas criaturasposibles.Estaecua-ciónesevidenteparamí; yo fallo queno necesitade prueba.Con queno tienesmásquehacerque sometertea ella.

Para que este diálogo sea posible, sólo se necesitaquela razóndel individuo conozcael fin universalde la crea-ción, estoes, todos los fines parcialesde todas las criaturasposibles,queel fin universalabarcay resume:condicióntanfácil, descubrimientotan obvio, que Mr. Jouffroy no hacreído necesariodecirnosqué fines parcialesson éstos, enqué consisten,ni cómo es quecada uno de ellos sea sólo unfragmentodel fin universal,queconstituyeel bien absolu-

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to. ¿Cuáles el fin del tigre, el de la pantera,el del oso, eldelos innumerablesinsectosdañinosquenos acosan,elde lasplantas,el de las piedras;fines integrantesdel gran fin, quees el gran bien?Confesamoscon rubor que tenemosla des-graciade no conocerlos,y sospechamosque,de mil indivi-duosde la especiehumana,los novecientosnoventay nue-ve, por lo menos,se hallan enel mismo casoque nosotros.No percibimosesos fines, sino en el placer, que segúnelmismo Mr. Jouffroy, es el signo de su realización; no lospercibimossino en la mayor sumade felicidad posibleparacadaespecieanimada;y aunpercibiéndolosasí,no percibi-mos la convergenciade todosesosfines a un gran fin, sinola oposicióncompletade muchosde ellos entresí; oposicióntan grande,queel fin deunaespecieexige a menudo,por nodecir siempre,la extinción de muchísimasotras. Con que,a no suponersequea lo que aspiranpor su naturalezaalgu-nasespecieses a ser devoradaspor otras,noses imposibleverresumidossus finesy susbienesparcialesenel fin y el bienuniversalde la creación. -

Descartemostodasuposición,todo hechono atestiguadopor nuestraconciencia.No nos hundamosen el abismoin-mensode la creación;harto haremoscon ceñirnosa la es-pecie humana.Lo que cada hombreconcibe fácilmente ylo queno puedemenosde concebir,es que lo que pasaenél, pasaen todaslascriaturasde suespecie;que,como todasellas tienenunanaturalezasemejantea la suya, todasaspi-ran como él a la mayor sumade felicidad posible; queestasaspiracionesse cruzan;y quecruzándose,o es menesterquelasde los otroshumanoscedanalas suyas,o quehayaunaes-pecie de transaccióno avenimientoentre todas. Como lasaspiracionesilimitadas de cada individuo encuentranresis-tenciasinsuperablesen las aspiracionesilimitadasde todoslosotros,y como cadaindividuo es débil en comparacióndelconjunto,la razónno tardaendecira cadahombre:no de-bes,es decir, no puedesen el interésde tu ‘mayor felicidadposible,permitirte a ti mismolo que,permitido a cualquier

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otro hombreen circunstanciassemejantes,seríaperniciosoa todos. He..aquí un principio que la razón abrazacomoevidente,principio quesólo formulade un modo másexac-to, aunquemenosclaroparaci comúnde los hombres,aquelotro, reconocidoporlos pueblosilustradosde la antigüedad:Quodtu tibi nolis, alteri sse feceris.

Llegadala razón a estepunto, concibeun orden gene-ral, de que el individuo es sólo un elemento;concibe unanorma fundadaen esteorden. Pero ¿por qué nos interesael orden general, la armonía de las aspiracionesindividua-les? Primeramente,porque,prescindiendodel principio desimpatía,eseordenes unagarantíade nuestrointerésindi-vidual, de nuestraexistenciamisma; en segundolugar, por-queelprincipio de simpatíahacenecesariala felicidad ajenaa la nuestra;en tercer lugar, porque,concebidaunanormaútil, nosapasionamosa ella como a todaslas cosasútiles, ydesdeque nuestraconciencianos avisa que nos apartamosde ella, sucedea este aviso un sentimientode desazóny depena,y se nos acibaranlos placerescon que nos halagabanlas seduccionesque nos han extraviado; en cuarto lugar,porque ese orden general nos lo santifica la religión, quehabla también por medio de placeresy penas,y habla asíauna la piedadmáspuray acendrada,puessi hemosde creera las almasprivilegiadasque la sienten,el espíritu religiosohalla delicias inefablesen la contemplaciónde los atributosde la Divinidad, en la gratitud y amor haciaella, en la hu-milde esperanzade quesusactosy afectosleseránaceptables.Seguramentehay almasqueamanla virtud sin pensarensusrecompensas,queamanaDiospor Dios solo. Un almade esaespecieno se dirá a sí misma:obedezcoa las amonestacionesdela concienciaparaqueno meatormente;sirvo aDios por-queesteservicio amorosoes en sí mismo una felicidad pa-ra mí; perosin decírselolo siente;y si no lo sintiese,no obra-ría como obra,ni seríalo que es. No estáen la naturalezadel hombre apasionarsea verdadesabstractas,únicamenteporqueson verdades.Si el ordengeneralse recomendase.sólo

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al entendimiento,si no hablaraal corazón,si no suscitaseafecciones,no concebimoscómo pudieratenermásimperiosobrenuestravoluntad, queun teoremade Euclides.

«Ahora bien, desdeque la idea del orden es concebidapor nuestrarazón, hay entre nuestrarazóny esaidea unatan verdadera,tan profunda, tan inmediatasimpatía, quese prosternaanteesa idea, la reconocesagraday obligatoriaparaella, la adoracomo sulegítima soberana,la honra y sesometeaella como a su ley natural y eterna.Violar el or-denes una indignidada los ojos de la razón; realizarel or-denencuantoes dadoa nuestradebilidad,esosí queesbue-no, eso sí que es bello.Un nuevomotivo de obrarha apare-cido, una nueva regla, verdaderamenteregla, una nuevaley, verdaderamenteley, unaley quese legitima porsí mis-ma, queobliga inmediatamente,que, para ser respetadayreconocida,no necesitade invocarnadaextrañoaella, nadaanterioro superior”.

Pura declamación,indigna de tan eminentefilósofo. Elorden,al cabo,no esmásqueunarelaciónsimpleo compleja,percibidapor la razón bieno mal, y -en el casode que setrata (tomandoestapalabraordenenel sentidodeMr. Jouf-froy), no percibidade ningún modo,o de un modoextre-madamentevago y confuso.¿Esel orden verdaderoel queproduceesosefectosprodigiososen la razón humana?¿Oes cualquier idea de orden?Si lo primero, el principio mo-ral de Mr. Jouffroy es absolutamenteestéril, es comosi noexistieseparala casi totalidadde los hombres,queno puedeelevarsehastaél; en suma,no es un principio moral, porqueno puedeserlo el que no es fácilmente accesiblea nuestrainteligencia.Si lo segundo,asentamoslamoral sobreunabasemovible, vaga, aérea;cada individuo concebiráel orden asu modo,y tendrá su moral aparte. Además,si cualquieraideade orden,aunla erróneaabrazadaincautamentepor larazón, es capaz de producir esasimpatíaserá un criteriopeligrosísimoparala adopciónde unanorma quedirija lasaccioneshumanas.Pero¿quées la simpatíade la razón? La

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razónes susceptiblede conviccionestan profundascomo sequiera;perolas afecciones,y por consiguientelas simpatías,pertenecenpropiamentea la voluntad,al corazón.Además,simpatizares participar de una afección ajena,y propia-mentedeunaafecciónpenosa;de maneraque,paraque fue-se exactala expresiónde Mr. Jouffroy, deberíamosrepre-sentarnosel orden como un ser sensible,agitado de unaafecciónpenosa,o por lo menos,de una afeccióncualquie-ra, de queparticipasela razón. ¿Quées, pues,lo quequieredecírsenos?¿Quela idea de orden produceunaconviccióninmediata,verdadera,profunda?Prodúzcalaen buenaho-ra; esa convicción no seríamás que la percepciónclara yevidentede unarelación o de un conjuntode relaciones,ysi no encuentraalgún auxiliar poderosoen la voluntad, noes concebibleque la razón tengamás motivo de proster-narseanteella, que antela idea de la relacióndel radio a lacircunferencia.¿Ose nos quieredecirque la idea de ordendespiertaen la voluntad afeccionesvivas, profundas,quenos conmuevenpoderosamente?Ésta, a nuestro entender,es la sola acepciónrazonableque podemosdar al lengua)ede Mr. Jouffroy. Y esto ¿quéquiere decir? Lo que ya seha dicho y repetido: que desdeque concebimosunanormaútil, nos apasionamosa ella; y que estapasiónes un nuevomotivo de acción, pero un motivo queno se diferenciadelmotivo anák)godel estadoegoísta,sino en que la idea denormaen el tercer estadomoral, es el productode unaex-perienciamáslarga, de nocionesmásvastas,de comparacio-nesmáscomplicadas.No nosdejemosdeslumbrarpor metá-foras. La razón quese prosterna,que venera,que adora, oes sólo la razón impasiblequeve relacionesy las reconocecomo verdaderasy evidentes,o es ademásel corazónque seapasionapor unaideade orden quela razónle ponedelante.Si lo primero,no hay un motivo de acción; si lo segundo(que es lo cierto), el motivo inmediatoes unapasión,unatendenciaa la mayor sumaposible de felicidad individual,segúnla razónla calcula y concibe.

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Teoría de los sentimie;~íosmorales

La filosofía sensualistayerra en cuanto suponeque lavoluntad no es capaz de apasionarsepor el orden; la filo-sofía idealistayerra en cuantosuponeque la ideade ordenes capazde mover la voluntadsin apasionarla.

Pero por más que hace la escuelaidealista, involunta-riamentela vemos echarseen brazos de la pasión, cuandoquiere explicar el imperio del orden sobreel alma. ¿Quéotra cosa significa esa postraciónanteel orden, esa adora-ción, esa apoteósisdel orden?No hay medio: o significaconviccionesimpotentes,o suponepasionesactivas. ¿Quésignifica la bellezadel orden?O significa que la contempla-ción y la realizacióndel ordenproducenun placerdelicado,puro, exquisito, como todo lo bello,o no significa nada.

«Negar que hayaparanosotros,que somos seresracio-nales,algo de santo,de sagrado,de obligatorio, es negarunade estasdos cosas:o que la razónhumanase eleva a la ideadel bien en sí, del orden universal, o que despuésde haberconcebidoesta idea, nuestrarazón se inclina ante ella, ysienteinmediatae íntimamentequeha encontradosu ver-daderaley, queantesno habíapercibido; doshechosquenoes dado desconocerni disputar”.

Somosno sólo seresracionales,sino seressensibles;y lamoral tiene unarelacióntan íntima, tan inmediata,con laparte sensiblede nuestroser, como con la parte racional.Supóngaseal hombredestituídode razón; la moral perece.Supóngaseledestituídode sensibilidad;¿quéseráde las re-compensasde la virtud, de los remordimientosdel crimen,del mérito de resistir a las seducciones?Por lo demás,lejosde serun hechoque la razónhumanase eleve a la idea delorden universal, lo contrario es un hecho, si entendemospor razónhumanala de la granmayoría de los hombres.Elhombre pensador,el hombrecontemplativo,el filósofo seelevarántal vez a esa idea. Pero ¡ triste moral la que con-taseconguiaral comúnde ioshombrespor ella! ¡Triste mo-ral la que estableciesepor principio una abstracción,quecadacual explica y formulaa su modo!

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ELEMENTOSDE IDEOLOGIA

POR DESTUTT DE TRACY

incluídos en dieciocho lcccicnes, e ilustrados con notas críticas por el catedráticodon Mariano S~’~Paris, l826’~.

El original de esta traducciónno son los Elementosdeideología propiamentedic-ha del conde de Tracy, sino elbreveextracto analíticocon que terminan,y que el autorcreemásadecuadoque la obra mismaparaservir de texto ala enseñanzade la juventud. Acompañana 1-a traducciónjuiciosasnotas en que se ventilan ciertas opiniones, y serebatenalgunos (en el concepto del señor S.) errores oinadvertenciasdel autor. Acaso hubiera sido más conve-nienteque el señorS.., en vez de ceñirse al ingrato y po-co lucido trabajo de discutir teorías ajenas, hubiesedadoun solo cuerpode doctrina,simple y consecuente,excusan-do a los lectoresla fatiga de seguirdos cadenasde ideas, quese estorbany embarazanla una a la otra conperjuicio -de laatención,másnecesariaen estaclasede materiasqueenotraalguna.Falta ciertamenteun-a obra elementalde ideología,y el mejor modo de llenar este vacío seríarefundir en untratadode moderadaextensiónlo que encierrande verda-deramenteútil los escritosde Condillac, Destutt de Tracy,Cabanis,Degerando,Reid,Dugald Stewarty otros moder-

* Se publicó por primera vez en ei Repertorio Americano, III, -abril de 1827,

p. 297. Reproducido en O. C. VII, Introducción, p. xi. (Comisión Editora. Caracas).

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Elenzenlosde ideología

nos filósofos, sin olvidar los de Locke, Malebranchey Ber-keley, de cuyosprofundosdescubrimientosno siemprehansabido aprovecharselos quevinieron trasellos. Obra es éstaque falta, no sólo a España,sino a Franciay a la Inglaterramismaa quien tanto debela ciencia del entendimiento.

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ELEMENTOS DE LA FILOSOFIA DEL ESPIRTITU HUMANO

POR VENTURA MARÍN,

para el uso de los alumnos del Instituto Nacional de Chile *

1

Hemos dado noticia de la obra geográficade Mr. De-naix, quepor la idea quenos han hechoformar de ella losperiódicosfranceses,nos pareceseríade la mayor utilidaden estepaísparael usode los establecimientosde educación,traduciéndoseel texto y los cuadros,que tienenla ventajadeser sumamentecomprensivos,y de estarreducidosa la másbreve extensión posible. En algunos ramos de enseñanza,es precisoconfesar que los métodosde nuestrosestableci-mientosson anticuados,y no producentoda la utilidad quedebieran.Es ya tiempo de que volvamoslos ojos a lo quese adelantaen otras partes, y de que nos apropiemos,encuantosea pbsible,las inmensasadquisicionesquehacecadadía la actividad intelectualde las nacioneseuropeas.

En medio de este inevitable atrasonos es satisfactorioobservarlas mejorasy progresosque recibe bajo otros res-pectosla educación;y cuandoestos adelantamientosse de-ben a nuestrospropios esfuerzos,hallamosun motivo másde satisfaccióny de justo orgullo. La filosofía se halla en es-

Se publicó por primera vez en dos artículos,en El Araucano, en el núme-ro 222, del 12 de diciembre-de 1834, y en el número 266, del 9 de octubrede 1835.Reproducido en O. C. VII, Introducción, p. LXtX-LXXI. (Comisión E?ic;c.. Corccc~).

çc))

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Filosofía del espíritu humano

te caso.La obra elementalque acabade publicar el profe-sor del Instituto donVenturaMarín, nos ha parecidounaproducciónque se eleva mucho sobre el nivel generaldenuestraactual cultura literaria. Se ve en ella un conoci-miento profundo,no de un sistemaparticular,sino de todaslas sectas,de todaslas opiniones,quedividen ahorael mun-do filosófico; campo todavía de agitacionesy contiendas,en que se disputanaun los principios fundamentales,se su-cedenteorías a teorías, lo que hoy brilla con el esplendorde la novedady del triunfo se huella mañanay se caminacontinuamentepor entreruinasy escombros.

El señorMarín nos -ha parecidoelegir en generallossenderosmás segurosy menosexpuestosa inconvenientes;y uno de los caracteresquehacenmásestimablesu obra esla fuerzay el tonode conviccióncon que en ella se incul-can los grandesprincipios tutelaresde la religión y la. moral.

Por ahorano nos es posiblecontraemosa dar unaaná-lisis de esta interesanteproducción; pero nos proponemoshacerlomás adelantey aunpuedeser que nos atrevamosadiscutir una que otra de las opinionesdel autor.

II

Don Ventura Marín, profesor de filosofía del Insti-tuto Nacional, ha publicadoel segundotomo de su curso,que comprendela teoría de los sentimientosmorales,o seala partede la filosofía que se ha conocidocomúnmenteconel título de Moral o Ética. Con respectoa esta sección,nosbastaráreproducirel juicio queanteshicimosacercade lastresprimeras;y si en ella no se eleva tanto el autor, ni des-entrañateoríastan nuevasy profundas,acasopor esomis-mo se ha hechomásaccesiblea el alcancede la edaden quesuele cultivarseesta ciencia.

Lo que para nosotros hace particularmente aprecia-bles los trabajosde esteilustradoprofesor,queha puestoen

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Escritos filosóficos

Chile el estudio de la filosofía al nivel de Europa,es launión amigabley estrechaqueen ellos se advierteconstan-tementede la liberalidadde principios conel respetoreligio-so alas grandesverdadesquesirvende fundamentoal ordensocial, y que estimulandoel desarrollode todaslas faculta-desdel espírituhumano,rectifican al mismotiemposuejer-cicio y ennoblecensus aspiraciones.

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REFUTACION DEL ECLECTISMO

ro~ PEDRO LEROUX, París, 1839 *

Todos los jóvenes,que, como nosotros, terminaron susestudioshaciael fin de la restauración,recordaránel brilloverdaderamenteextraordinariocon que lució por dos años,en la Facultadde las Letras, la enseñanzafilosófica de M.Cousin. Mientras que M. Guizot ilustraba con sus doctasleccionesla historia de la civilización moderna,y rastreabala genealogíade aquellaclase media, cuyo reinado estabaya cerca; mientrasqueM. Villemain, empleandoen la crí-tica literaria unavastaerudición, y un gustodelicadoy se-guro, tomabahábilmentesu rumbo entre dos escuelasri-vales, cuya lucha, tan ruidosa entonces,está casi olvidadaen nuestrosdías;M. Cousin,asuregresode Alemania,reu-nía, como sus doscolegasunanumerosajuventudalrededorde su cátedra.Una elocuciónbrillante, unapantomimaex-presiva, que parecíarevelar el trabajo interior del pensa-miento, miras históricas que llevaban la estampa de unaelocuenciareal y de una aparenteosadía,y acasomás quetodo cierta tendenciaa sacarla filosofía de las arduasre-gionesde la metafísicaparahacerlaintervenir en los acon-

* Este artículo de Adolfo Guéroult, traducido por Bello, se publicó por pri.

mera vez en El Araucano, número 541, del 8 de enero de 1841. Se reprodujo en ()C. VIII, Introducción, p. xvi--xxv. (Comisión Editora. Caracas).

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Escritos filosóficos

tecimientoscontemporáneos,era más de lo necesarioparadeslumbrara una juventudque la universidadde la restau-ración habíamantenidoen un santo retiro sin comunicarcon los filósofos del siglo XVIII, y a quien se leían devota-mentetodoslos jueveslas conferenciasdel señorabateFray-ssinous.El elocuenteprofesoranunciabauna filosofía nue-va; había encontradola solución del enigma; se colocabacomo un mediadory un árbitro entre las doctrinasextre-mas; materialistasy espiritualistasiban a deponersus an-tiguos rencoresy a darseel ósculode paz sobreel altar deleclectismo.No pudimosresistir a tantosalicientes;el entu-siasmofué grande.Desgraciadamentesobrevinola revolu-ción de julio; y la nueva filosofía, que no habíaprevistosemejantegolpe, y habíasaludadoalgo prematuramentelacarta de 1814 como el tratado de eternaalianzaentre lospartidos, sorprendiday desconcertadapor esta tempestad,abandonóluego la dirección espiritualde las inteligenciaspara tomar la cuestiónpolítica de los interesesnacientes.Los apóstolesdel eclectismovinieron a ser, el uno par deFrancia,elotromiembrode la cámarade diputados;y deen-toncesacá el eclectismoha ido a parar adondeva a parartodo,adondefueron la cartade 1814 y la contiendaentrelos clásicosy los románticos;ha sido consignadoal olvido,y ni aunse hablade él. Mas el eclectismo,aunquedesam-paradopor la opinión, no habíasido todavía el blanco deningúnataqueespecialy dogmático:aúnreinade hechoenla enseñanzauniversitaria,dondetiene patronospoderosos;y si otrasdoctrinasmássustancialesy fuertessalierona luzposteriormente,no se habíanpresentadocon los arreosdela filosofía, yel eclectismopor falta de competidoresqueda-ba único herederode la metafísicamaterialistade Condi-llac. Bajo este solo punto de vista, el libro que acabadepublicarsepor M. PedroLeroux mereceríaya fijar la aten-ción de todoslos espíritusfilosóficos, como punto de par-tida de unafilosofía nueva,y comoprimer combateregu-lar de esta filosofía con la ecléctica; pero la atenciónserá

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Refutacióndel eclectisino

todavíamayoren aquellosque,como nosotros,hanpodido,por los trabajosde. M. Leroux quehanaparecidoen la En-ciclopedia Nueva,apreciarsu alcancemental, lo sólido desus conocimientos,y aquellaviva claridad con que un co-razóngenerosoiluminahastalasregionesmásmisteriosasdelainteligencia.

Antes de instruir directamenteel procesodel eclectis-mo,M. Lerouxfija desdeluego de un modorápido los prin-cipios con que va a juzgarle. Toda la primeraparte de sulibro se emplea en desenvolverestepensamiento: “que eleclectismosistemáticoes contrario a la idea misma de lafilosofía”. Vamos a reproduciraquí la trama de sus racio-cinios.

Se llamaneclécticos,segúnel diccionariode laAcademia,los filósofos que, sin adoptarun sistema,escogenlas opi-nionesmás verosímiles.Quitandoa la definición la condi-ciónde no adoptarun sistema,eleclectismoeslo queDiderotllamabala filosofía de todos los hombressensatosdesdeelprincipio del mundo,porqueclaro es que, como todos lossistemastienen un fin y un sujeto común, no hanpodidomenosde tocarseen multitud de puntos. Acostumbrados,como lo hemos estado hasta ahora, a estudiar sepa-radamente a los filósofos, sin investigar el lazo quelos une, no hacemos más que columbrar esta verdad:“que todoslos espíritusforman en el tiempo y en elespaciounacadenaindefinida,de quecadageneracióny cadahombreenparticular es un eslabón”. Si el eclectismofuesela inves-tigación de estevínculo misteriosoque liga unas con otrastodas las generacionespensadoras,no se podría menos deaplaudir altamenteuna empresatan bella. Pero lo que esimposible admitir es quealguienpuedaser filósofo sin tenerun sistema,o quese puedanconciliar sistemasopuestossi noes absorbiéndolosen un sistemamásvasto,y sometiéndolosal imperio de unaverdadmáscomprensiva.

Todoslos filósofos que han merecidoestenombre,hantenido un sistema;porqueel filósofo no es sólo el secretario

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Escritos filosóficos

de los progresos,el anotadorde las operacionesajenas,sino,principalmentey sobre todo, el hombre inspirado, que,encarnandoen sí mismo,bajo la forma másgeneraly máselevada,lasnecesidadesdela humanidad,segúnél las concibeen cadatiempo, buscael sentidode esteeternoenigma,cuyasoluciónprogresivase creay se fija de siglo en siglo por eltrabajode la humanidad;puesaunquela verdades desnuda,absoluta,y siempreidénticaconsigomisma,el espíritulimi-tadodelhombreno puedepercibirlasinodeun modoimper-fecto y relativo, que varía según las épocas, y según eldesarrollode la vida colectiva de nuestraespecie.Por en-tre el desorden-aparentede los sistemas,como por entre lasperipeciasconfusasde la historia,el génerohumanocamina

sin cesarhacia una inteligencia más clara y una prácticamáscompletade su verdaderodestino.El sentimientoquetiene de su vida propia,engendraen cada épocafórmulasnuevas,Como engendra formas políticas, que rompe yrenueva en cada escalade ‘su vasta jornada. Así no se-ría mayorinsensatezel dejarsellevar al escepticismo,avistade todos esossistemas,de cuyos fragmentosestá sembradala ruta de la humanidad,que el creer que la humanidadpuedevivir sin un sistema,sin creenciasrelativasa ella mis-ma, sin una solución cualquieradel problema, o que estasolución se haya dadoya definitivamente,o se halle espar-cida en ios libros, y no resteotra cosaque irla a buscaryrecogeren ellos.

Así en todaslas épocas,los filósofos (que no debense-pararsede los hombresreligiosos) no se han ceñido a co-mentarlo pasado;antesbien hanmanifestadolo presente.Ya preparany fundanreligiones; ya, como los padresde laiglesia, las comentany desenvuelven;ya, comolos Descar-tes y Leibnitz, exploran,bajola égidadel dogma,un campoqueha quedadolibre y neutral.El escépticomismodudaennombrede unacreenciavirtual; duda sobrealgo y contraalgo; su dudatiene un sentido,una dirección,unabase;yes en cierto modo una afirmación.Los filósofos quese pu-

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Refutacióndel eclectis-mo

dierandesignarbajoel nombrede pensadoreslibres,aunqueno tengansiemprela concienciade la direcciónde sus pen-samientos,tienena lo menos sobrealgunospuntos aisladosdoctrinas propias, por las cualesse han hecho dignos delhonrosotítulo de filósofos, y pertenecena unafamilia cual-quiera de pensadores.Todos ellos, además,han pretendidotraer al mundo algo nuevo; y hasta ahora,a nadie habíaocurridopensarquela filosofía fueseya unaobra finaliza-da, y queno restasemásqueel trabajode recogera derechae izquierda sus pedazosdispersos.Pero, dado caso que laobra de la filosofía estuvieseconcluida,¿bajoqué caracte-res reconoceremoslo quehaydeverdaderoy de falso en losvariossistemasque en todostiemposhanrepartidoentresíel dominio de los espíritus?¿Cómodistinguiremosel trigode la cizaña?¿A quémedidacomúnreduciremoslas doctri-nascontradictorias?Paraescoger,es necesariasiempreunarazón, un motivo de preferencia;para conciliar dos tér-minosopuestos,es precisoun tercer término quecompren-da a los dosen lo que tengande esencial,es decir, quecuan-do fuesetan cierto, como en realidades absurdo,que la fi-filosofía estáhecha,y que sólo se tratade recogery reunirsus oráculosesparcidosen los libros de las varias escuelas,siempreseríanecesarioun sistemapara elegir y conciliar.Había, pues,bastanterazón para decir que el eclectismosistemáticoera contrario a la idea misma de la filosofía.

No seguiremosa M. Leroux enel examende las nume-rosascontradiccionesqueseñalaen las obrasde M. Cousin,y queexplica bastantebien por la sucesivainfluencia quehanejercidosobreM. Cousin los diferentesmaestroscuyasbanderasha seguido, como Laromigui&e, ~Rog~r-Collard,Fichte, Kant, Schelling, Hegel; contradiccionespor otrapartenadaextrañasen un espíritu que,no apoyándoseenningún sentimientopropio, sólo puedereflejar y no com-binar las soluciones diversasde los problemas filosóficos.Sólonos detendremosun momentoen la refutaciónque ha-

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Escritos filosóficos

ce M. Leroux del método psicológico de Cousin, llevadoaunmásadelantepor M. Jouffroy.

M. Cousin,enel actomismode declararquela filosofíaestabaconcluída, y el eclectismoera el único método ra-zonable, incurrió en una inconsecuenciabastantenaturalen un espíritu tan activo como el suyo, y quiso innovar asu vez. El método psicológicofué el fruto de esta nobleambición.Fijémonos,pues,en estemétodo,que M. Cousinconsideracomo su título más sólido a los ojos de la pos-teridad.

Hasta aquí todoslos filósofos, comenzandopor Bacon,padre de la filosofía experimental,habían creído que laobservacióndirectano era aplicablea los fenómenosde lainteligencia1, y que el espíritu humano no podía cono-cersea sí mismo,sino volviendo sobresus operacionesante-riores 2~Aunquetodoslos filósofos hanreconocidoestaver-dad, Cousin afirma que la filosofía no se distingue de lafísica sino por la naturalezade los fenómenosque una yotra observan.De aquí dedujoM. Leroux, que Cousin nohabíacomprendidojamásquécosaera la filosofía; porque,como el alma humanaes unafuerzaanimada,activa, dota-da de sentimiento,no se trata sólo de observarlacomo unfenómenobruto, sino de desenvolverlaen todas sus direc-ciones~. Para observarci mundo exterior, el no-yo, tene-mos órganosespeciales:ojos paraver, manospara palpar,etc. Pero el alma, el foro interno, ¿por qué medio puede

1 El métocio psicológico ha sido siempre conocido en la filosofía, ni puedehaber filosofía sin él. Locke, Berkeley, Reíd, Dugald Stewart, miraron las percep-ciones de la conciencia como fuente de todos los conocimientos que el alma puedetener de si misma. (Nota de Bello).

2 No parece que el alma pueda volver sobre sus operaciones anteriores, sinorecord~ndolas, reproduciéndolas hasta cierto punto en la memoria. ¿Y qué haceentonces sino observarlas con el instrumento que Cousin y Jouffroy llaman concien-cia, como lo habían llamado muchos de sus predecesores?Todo lo que podría de-ducirse de la aserción de los señores Leroux -y Guéroult sería que la conciencia nopuede observar las operaciones originales del alma, sino solamente los recuerdos deellas, despertados por la memoria. Pero aun esto nos parece inexacto. (Nota deBello).

~ y esto es cabalmente lo q’ue no puede -hacersesino por medio de la concien-cia. (Nola deBello).

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Refutacióndel eclectismo

observarse?Cousin y Jouffroy responden:por la concien-cia. Esto mereceatención.Tenemossin dudaconcienciadenuestravidapropia;pero comola vida ennosotrosno esmásque la comuniónperpetuadel yo y el no-yo, no podemostenerconcienciade nosotrosmismos,sino en los fenómenosqueresultande estacomunión.Si un objeto cualquieranosmuevea ira, tenemosconcienciadel sentimientode ira queexperimentamos;pero con el sentimiento expira la con-ciencia.¿Quéharemospues?Si estamosverdaderamenteirri-tados,casi no podemospensaren lo que estápasandoennosotros1; y si dejamosde estarlo,ya no podemosobservaren nosotrosel fenómeno2•

¿No es verdad,dice Jouffroy, que véis el mundo exte-rior con vuestrosojos, convuestrossentidos?Puesdel mis-mo modo percibíscon vuestra conciencialo que pasaenvosotros.Hay psicológicamentedos naturalezas:la del fí-sico y la del psicólogo.El físico observaconsus ojos y susinstrumentos;el psicólogo tiene una especiede ojo y demicroscopioque se llama conciencia,y queél dirige.

—~Aquéobjeto?— preguntaremosa M. Jouffroy.—A su propio ser.—~Conqueel yo por medio de la concienciaconoceel

yo?—Seguramente.—Pero dondeno hay más queel yo observador,y el yo

observado,no hay más queel yo. ¿Quéserá,pues,la con-ciencia? Seguramenteno puede ser otra cosa que el mis-mo yo.

—Sin duda.—Con que lo que viene a decirnosM. Jouffroy es que

el yo por medio del yo, conoceal yo 3; o variandolos tér-

1 ¿Por qué no? ¿Cómo habrían descrito los poetas y los moralistas los efectosde la ira, y de las otras pasiones en el alma, si no los hubiesen observado en símismos? (Nota de~Bello).

2 ¿Por qué no? ¿No sobreviven a las ‘afecciones originales del alma sus recuer-dos, y no puede el alma observarlas en ellos? (Nota de Bello).

3 Y nada puede ser m~scierto que esta proposición de Jouffroy; que, porotra parte, no es una verdad nueva, sino antiquísima en la filosofía. (Nota de Bello).

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Escritos filosóficos

minos,que la conciencia,por medio de la conciencia,cono-ce a la conciencia’.El métodopsicológiconos fuerza a re-cordar la historia de aquelhombreque se poníaa la venta-na paraverse pasarpor la calle2~

Un niño de diez años,añadeM. Leroux, echaríaportierra el sistemade M. Jouffroy haciendoestasimpleobser-vación: es imposible pensarsin pensaren algo,y si se piensaen algúnobjeto, se piensaen esteobjeto, y no se puedeob-servarel pensamiento~.

Repetimosqueno es posible analizarunaobra como lade M. Leroux. Nos bastaque nuestrorápido bosquejodéa conocerla importanciade estapolémica.En cuantoa lasideas propias, emitidas por este escritor) sobre la conver-genciade los trabajosde la filosofía desdeDescartes,sobrela identidadde la religión y de la filosofía, sobrela doctrinadelprogresocombinadaconla de lo ideal, y sobrela confir-maciónquede todoslos trabajosmodernos-hanrecibido lateologíacristianay el dogma de la Trinidad, estos asuntosnoshanparecidodemasiadogravesparatratarlosa la ligera.Nos contentaremoscon recomendarlasa los espíritusme-ditativos, aficionadosa las contemplacionesreligiosasy fi-losóficas; y desdeahora les anunciamosque hallarán en ellibro de M. Leroux, no sólo doctrinasgenerosasy consola-doras,sino un vigor de estilo, una fuerzade discusión,unavida y un movimiento, que la filosofía parecíahaberolvi-dadodesdela edadde Rousseau.

1 Sofisma. La concienciaes el alma obrando de cierto modo particular. Peropor eso mismo no podemos considerar el alma y la concienciacomo términos sinóni-mos. (Nota de Bello).

2 No hay la menor analogíaentre las percepcionesde la concienciay las de

los sentidos. Siempre nos ha parecido impropia, y poco filosófica, la denominaciónde sentído íntimo que solía darse a la facultad con que el alma se percibe a símisma. (Nota de Bello).

3 Años ha que el doctor Brown había hecho este argumentopara negar la-existencia de la conciencia, como facultad distinta de las otras del alma. Pero elraciocinio rueda sobre un supuestofalso: “que ei alma no puede pensar en dos cosasa un tiempo”. Si el alma no pudiese pensar en uno o mís objetos simultáneamente,¿cómopercibiría semejanzasy diferencias? ¿Cómopercibiría relación alguna? ¿Cómojuzgaría? ¿Cómo raciocinaría? ¿Qué ideas complejas le seria posible formar? (Notade Bello).

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CURSO DE HISTORIA DE LA FILOSOFIA MORALDEL SIGLO XVIII,

dictado por Mr. Víctor Cousin; publicado por Mr. M. E. vacherot,

y traducido del idioma francés al castellano por Pedro Terrasas (Potosí, 1” de enerode 1845) *

La publicación, cuyo título precede,es un buen ejem-pio para nuestraprensa,que se ocupa casi exclusivamenteen traduccionesde novelas,llenas de interéssin duda,y enqueno podemosdejarde admirarel talento de los autores,pero de un efectoperniciososobre la moral y las costum-bres. Hay una gran distancia bajo este respectoentre lasobrasque derramahoy con tanta profusión la Francia,ylas produccionesinmortalesde Walter Scott. Séanoslícitolamentar la tendenciamórbida de nuestrasociedada esaslecturasexcitantes,dondese sacrifica tódo, hasta los másaltos interesessociales,a la fuerzade las impresiones.Entretanto,no tenemosnoticia de queen Chile se hayaempren-dido trasladara nuestra lengua (con una sola excepciónhonrosa,queesperamosseadignamenteacogidapor el pú-blico) ninguna de tantas obras importantes de moral,de filosofía, de historia, comohansalido de la prensafran-cesaen los últimos años.

La empresaque anunciamoses de este carácter.Des-

* Se publicó por primera vez en El Araucano, número 770, del 23 de mayo de

1845. Se reprodujo en O. C. VIL Introducción, p. xcvz-xcvu. (COMISIÓN EDrrD~A.CARACAS).

Vol. III. Filosofía—43,591

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Escritos filosóficos

tinada a familiarizar la juventudboliviana con las doctri-nasmoralesdel primerode los filósofos de nuestrosdías,nodudamosquetendrá entrenosotrosla circulaciónque me-recepor la importanciadel asunto,y que las cualidadesli-terariasdel traductor nos parecenasegurarle.

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CURSODE FILOSOFIA MODERNA,

POR N. O. R. E. A. (Valparaíso, 1845) *

1

Se ha publicadopor la imprentadel Mercurio un Cursode Filosofía Moderna para el uso de los colegioshispano-americanosy particularmentepara el de los de Chile, ex-tractadode las obrasde filosofía quegozan actualmentedemáscelebridad.Ignoramosabsolutamentequien sea su au-tor, designadopor las iniciales N. O. R. E. A.’, que cadauno interpreta a su modo. Pero sea quien fuere, miramossutrabajocomomuy apreciable,y la publicaciónde la obracomo honrosaal estadode la ilustración de Chile. De lostextos filosóficos que conocemosentrelos que sirven parala enseñanzade la juventuden nuestrosestablecimientosli-terarios, éste es el que nos parecemás instructivo y másadaptadoa suobjeto. Su lenguajees claroy correcto,y bas-tantepuro; cualidadque,a nuestrojuicio, lo distinguedel

* Se publicó por primera vez en tres artículos,-en El Araucano, en los números

757, del 21 de febrero de 1845; 759, del 7 de marzo de 1845; y 760, del 14 demarzo de 1845. Se advierte que en El Araucano aparece U. O. R. E. A. en vez deN. O. R. E. A. En el libro Opúsculos literarios y críticos, Santiago, 1850, sólose inscrtó ci segundo artículo, p. 127-133. Se reprodujo en O. C. Vil, p. 317-336.(Comisión Editora. Caracas).

‘ El Curso de Filosofía de que se trata, fué escrito por don Ramón Briceño,que lo publicó ocultando su nombre bajo las letras N. O. R. E. A., correspondien-tes a las últimas letras de las palabras un antiguo profesor de filosofía. (Nota deM. L. Amundtegui).

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~scritos filosóficos

de casi todas las produccionescontemporáneas.Su autor,aunquemanifiestamucha versaciónen las obrasextranje-rasque tratande la misma materia,no adolecede la maníade plagar nuestralengua con locucionesextranjeras,cuyafuerzano puedesersentidasino por los queestánfamilia-rizadoscon los idiomasa quepertenecen,y queponen,porconsiguiente,al lector en la necesidadde saberel francésyel inglés paraentendercompletamentelo que se dice estarescritoen castellano.Estaespecie-de trajeexótico seríasobretodo inoportunoen los libros que se destinana la educaciónde la juventud; y el autor del Curso de Filosofía Modernaha procedidocon muchojuicio en evitarlo. No somos pu-ristas; no pretendemosque vayana buscarseen Cervantesy fray Luis de Granadalas palabrasnecesariasparaverter anuestra lengua las ideas de Laromigui~re,Kant o Cousin.Perocreemosque,exceptuandoun pequeñonúmerode nom-bres técnicos cuyo sentido se fija por medió de acertadasdefinicionesdeducidasde la generaciónde esasmismasideas,nuestralenguano carecede mediosparaexpresarlos pensa-mientosmásabstractosy paraamenizarlosy pintarlos.Véa-se cuál es en esta partela conductade los escritoresfran-ceses,e imitémosla; difícilmente pudiéramostomar mejormodelo. ¿Empleanellos anglicismoso germanismosparaex-hibir en su lengualas teoríasde la escuelaescocesao el mis-ticismo de la filosofía alemana?Pues¿porquénosotros,ex-plicandoa los niños o a los jóveneslo quese ha pensadoenParíso en Edimburgosobrelas facultadesy las operacionesdel almahumana,queson en Chile lo mismo queen Escociay en Francia, hemosde hablarlesun idioma que necesitetodavíade traducirse?

Dando estasmerecidasalabanzasal Curso de FilosofíaModerna,reconociendola excelenciade no pocoscapítulos,sobre todoen la segundapartede la obra, se nos permitiráindicar uno.de los que nos parecenmás gravesdefectos,yque, si pareciesefundadonuestrojuicio, podría hacersedes-apareceren las futuras ediciones.Cuandose combinanlas

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ideas de diferentesautores,que no sólo difieren entre síen la sustanciade los pensamientosy en la estructurade lossistemas,sino en la nomenclatura,se corre el peligro de jun-tar cosasincongruentes,y de hablar un lenguajeequívoco.Lo queuno llama percepción,el otro lo denominasensación;lo quees abstracciónen un sistema,no lo es acasoen otro;y algunas de las más reñidas controversiasfilosóficas nohan tenido másfundamentoque la varia acepción-de tal ocual palabra,y hubieranpodido componerseamigablementeconmuy ligeras concesionesentrelas escuelasantagonistas.El quese proponeextraerde estasvarias fuentesun cuerpode doctrina (que paramerecerestenombredebeserconse-cuentey armoniosoen todas sus partes),es menesterquepongamucho cuidadoen la elección de los materiales;yal colocarlosen suobra, le seráforzosomuchasvecesalte-rar la nomenclaturatécnica de los originales, paraunifor-mar, comodebehacerlo,la suya.El autor del Curso deFi-losofía Moderna no ha tenido siempreeste cuidado; así esque, leyendola primeraparte (y lo hemoshecho con bas.tante atención),no hemospodido formarun conceptocla-ro de su teoría psicológica,de la composicióny dependen-cia de las facultadesintelectualesentresí, y de la genera-ción de las ideas. Bajo estosrespectos,estamosmuy lejos deconvenirenmuchapartede ladoctrina del autor; perono esla diferenciaentre su modo de pensary el nuestro lo quenotamoscomo un defecto (esaseríade nuestraparteunapresunción injustificable), sino la incoherenciade ciertosprincipios y la falta de precisiónen el uso de los términoscientíficos.

Tal vez en otra ocasiónnos tomaremosla libertad dediscutir algunos puntos con el autor, particularmenteenlo relativo a la lógica, a la dirección de nuestrasfacultadesintelectuales,parte la más interesantede la filosofía, des-pués de la queanalizanuestrossentimientosmoralesy diri-ge nuestrosactos voluntarios. Creemosque a esa parte nose daactualmenteen nuestroscolegiostodala atenciónne-

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cesaria,cuandoella es en realidad una de las pocas en quese puededecir queel pensamientofilosófico ha hecho con-quistasdurables,y ha trazadoreglas útiles, necesarias,des-tinadas a durar lo que la misma razónhumana.Mientrasque cada día ve apareceruna nueva teoría psicológica,lalógica avanzaprogresivamente;y es estudiada,a beneficiode la sociedady de las ciencias,en sus diversosdepartamen-tos, en sus varias aplicaciones: la lógica de las cienciasfí-sicas,la lógica de la historia,la lógica delas cienciasmorales,la lógica del foro. De Aristótelesacá, en este solo ramo defilosofía, ha sido constanteel progreso, y manifiesta lainfluencia de las especulacionesfilosóficas en la culturasocialy en los descubrimientoscientíficos. Quisiéramosporesoqueen laeducaciónde la juventudse dieseala disciplinadel entendimientoel lugar que merece;y con este objetonos proponemosexaminar más detenidamentela segundapartedel Curso de Filosofía Modernay somçtera su ilus-trado autory al públicoel resultadode nuestroestudio.

II

Hallamosmucho de bueno,de excelente,en la segundapartede estecurso, quetrata de la lógica; pero no debemosdisimular queencontramostambiénlunaresy vacíosnota-bles.

C~E1medio que tenemos(dice el autor) de conocer oadquirir las verdadesdeducidases el raciocinio; operacióncuyo oficio es descubrirla verdady manifestarlaa los de-más”. Esta última fraseno nos pareceni exacta ni conse-cuentecon la primera. Si el raciocinio tuviese por oficiodescubrirla verdad,no deberíamirarsecomo el medio deconocerlas verdadesdeducidassólo, sino todas las verdadesposibles,proposiciónque seguramenteno admitirá el ilus-trado autor del Curso. Además,el manifestara los demáshombresla verdadno tieneque ver conla operacióninter-

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na-del raciocinio. Puedeser útil, y lo es sin duda,observarcierto métodoen la trasmisiónde nuestrosconocimientos;pero esevidenteque,cuandotratamosde trasmitirlos,estánya completasy perfectasen el alma las operacionescon quelos adquirimos.Tal vez el autor ha dadoesa extensióna lapalabra raciocinio para introducir su teoría del silogismo.Pero ¿noes el silogismoun verdaderoraciocinio que existeen el entendimientoantesde expresarsecon palabras?¿Laconvicción producida por un silogismo legítimo dependeacasode la forma verbal quese emplea?¿No tiene su ver-daderofundamentoen las relacionesde las ideas,y su ver-daderolugar en la mente?

Por otra parte, sea que consideremosel silogismo comounaoperacióninterna o externacon respectoa el alma, esdemostrable,o por mejor decir, -está demostradoque, nitodoraciocinio,ni todo argumento,puedereducirseal silo-gismo, a no ser por medio de ciertos artificios escolásticos,que aparentementehurtan el cuerpo a la dificultad, y ladejanen pie.

Hay, a nuestrojuicio, diferentesgénerosy especiesderaciocinios; y el silogismo (entendiendopor tal el que sedefine y explica en las LeccionesIV y Y), no es másqueunaespecieentremuchasde queesencialmentedifiere. Pa-ra convencernosde ello, bastaobservarque el silogismoesun raciocinio demostrativo;un raciocinio en que, de pre-misasverdaderas,se deducenecesariamenteuna consecuen-cia que tambiénlo es. Concedido,por ejemplo, que lo quecarecede parteses indisoluble,y que el almacarecede par-tes,es necesariotenertrastornadala cabezaparano concederqueel almaes indisoluble.Ahora bien, haymodosde racio-cinar, modoslegítimos,modosquehanconducidoa algunosde los máspasmososdescubrimientosde que se gloría la ra-zón humana,en que, de premisasindudables,no deducimosmásqueconsecuenciasprobables,consecuenciasfalibles,con-secuenciasquenecesitantodavíade confirmarsey reforzar-se para queesténexentasde todo peligro, de error.

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Por ejemplo: todaslas análisisquela químicahabíapo-dido hacerde los ácidos,manifestabanla existenciadel oxí-geno en ellos, como uno de sus elementosconstitutivos.Eloxígeno, se dijo entonces,es un elementonecesariode losácidos;esel principio acidificante.La conclusiónno eramásqueprobablehastacierto punto, aunquese deducíade pre-misas incontestables.Así fué que, habiendopasadoalgúntiempo como una ley de la naturaleza,fué despuésdes-mentidapor másextensasobservacionesy mejor entendidosexperimentos.Si en lugar de veinte o treinta ácidos en quela análisishiciese ver la existenciadel oxígeno, hubieseha-bido doscientoso trescientos,la probabilidad (suponiendoqueno hubieseejemploen contrario) habríasido inmensa;perola certidumbreno habríasido todavíacompleta;y so-bre todo, no se habría debido al procedersilogístico, sinoal procederanalógico; a menos que todos los ácidos posi-bles hubiesensido descompuestosanalíticamente,y en to-dos elloshubieseaparecidoel oxígeno.

Hay una inducción que se reduceal silogismo; la quepresentabael oxígenocomoelementoindefectiblede los áci-dos, no era una inducción de esa especie.En la inducciónsilogística, de la enumeraciónde todos los particulares,sededuceunaconsecuenciageneralinfalible, suponiendoquelas premisaslo sean.La inducciónanalógicaes unaenume-ración incompleta:de varios casosparticularesobservados,deduceuna proposicióngeneralque comprendeaunlos ca-sosparticularesno observados;por lo que,mientrasla enu-meraciónno se agota,no puedeconcluir demostrativa,nisilogísticamente.Es un raciocinio legítimo; pero queno es-tá exentode todo peligro, de error. Y cabalmenteesta es-peciede raciocinios,conjeturalesal principio, plausibleslue-go, probablesdespués,y cuya probabilidadcrecepor gradoshastaqueel peligro de error llega a ser, por decirlo así,unacantidadevanescente,es a la quese debenlos grandesdescu-brimientos en el estudiode la naturaleza;la demostraciónsilogísticaes comparativamenteinfecunda.

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Perono sólo es cierto queno todoraciocinioes silogismo,porqueel silogismodemuestra,y no todoraciocinio lo hace,sino porquehay variasespeciesde raciociniosrigorosamentedemostrativosque no son silogismos, como lo habíadichoantesquetodosel mismo Aristóteles.

Por ejemplo: estemodo de raciocinar tan frecuenteenlas matemáticasy en la vida. ~A es igual a C, B es igual aluego A es igual a B”, no puedereducirseal silogismo. Enninguno de los modosy figuras del silogismo,siendoambaspremisasafirmativas, puedeel término medio serpredica-do de unay otra. A la verdad,no ha faltado quien se em-peñaseen dar a ese raciocinio demostrativola estructurasilogística; el expedientede que se ha hechouso es presen-tarlo bajola forma del silogismocondicional: ‘~SiA es igualaC, y B es igual a C, A es igual a B; es así queA es igual aC, y B es igual a C; luegoA es igual a B”. Efugio verdade-ramenteridículo. La mayores aquíel mismísimoraciocinioque se trata de reducir al silogismo. Otro tanto sucederíasi expresásemoscomo premisael axioma: ‘iDos cantidadesigualesa unatercera,son igualesentresí”. Expresarla ideabajola forma de un axioma,o expresarlapor mediode unaproposicióncondicional, o desenvolverlaen las tres propo-sicionesde la demostraciónmatemática,es parael entendi-mientounamisma cosa;como cualquieraque interroguesuconciencia,lo percibirá intuitivamente. Todasesasformasrepresentanun mismo acto intelectual, en que percibimoscon toda evidenciaque la relaciónde igualdadde dos can-tidadesconunatercera,comprendela relaciónde igualdadde las dos cantidadesentresí, de maneraque ambasrelacio-nes coexistannecesariamente.

Creemoshaberprobadoqueel silogismoes unasola es-pecie de raciocinio entremuchasque ejercitala inteligenciahumana,porque,siendoel silogismoun raciociniodemostra-tivo, hayraciociniosqueno sondemostrativos,y raciociniosdemostrativosque no son silogismos.Demos un pasomás.Determinemosla estructuracaracterísticadel silogismo, la

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quelo diferenciade los otros raciociniosqueconcluyende-mostrativamente.

Que los axiomasno son premisasde los raciocinios de-mostrativos,es unaverdadque ha sido ya completamenteprobadapor los filósofos de la escuelaescocesa.Pero, si nosirvendepremisasal raciocinio,¿dequé le sirven?Le sirvende tipos o fórmulas. A todo raciociniodemostrativolegíti-mo, correspondeun axioma, que representao formula entérminosgeneralesel procederdel entendimiento.De mane-ra que parasabersi un raciociniodemostrativoes buenoomalo, bastaver si el procederdeductivoqueen él ha obser-vadoel entendimientoes o no conformea un axioma,a unaproposiciónevidente.

Comolos hombreshansubido siempre,en la formaciónde sus ideas, de lo particular a lo general,es claro que hanejercitadolargo tiempo la raciocinacióndemostrativa,y lahan ejercitadobien (puesla conductaordinaria de la vidaio supone),antesqueel procederdeductivode que se valíanse hubiesepresentadoa suespíritu en la abstractadesnudezde un axioma. Y esto confirma que los axiomas no sonpremisasdel raciocinio demostrativo, sino meros tipos yfórmulas; porque, sin el conocimientode las premisas,noes posible que lleguemospor medio del raciocinioa la ver-dadquese deducede ellas.Así muchoantesqueun hombrehayapronunciadoel axioma: udoscantidadesqueson igua-les a unatercera,son igualesentresí”, ya ha formado in-finito númerode raciocinios ajustadosa él. Ha visto, porejemplo, que dos cuerposcolocadosen un platillo de la ba-lanza pesancada uno lo mismo que otro cuerpo colocadoenel otro platillo; y no necesitamásparasaberque los dosprimeros cuerpospesan tanto el uno como el otro. De locual se colige que la reduccióndel raciociniodemostrativoa un axioma, no es necesariapara conducir bien la inteli-genciaen esa especiede raciocinación;es sólo útil, en cuan-to ponea la vista, por decirlo así,que el procederdeducti-vo de quenos hemosservido es legítimo, y dandoal racio-

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cinio la precisióny rigor del lenguajealgebraico,deja com-pletamentesatisfechoel entendimiento.

El procederde la razónen el raciociniodemostrativoes,y no puedemenosde ser, vario, segúnla naturalezade lasrelacionessobrequeversa.¿Setratade relacionesde identi-dad?Entoncesel tipo “si A es C, y B es C, A es B”, conclu-ye rigorosamente.¿Setrata de las relacionesde individuo aespecie,de especiea género?Ese mismo tipo es absurdo.Siel reptil es animal,y si el ave es animal,no por esoel reptiles ave.Esto nos conduceal verdaderotipo del silogismo.

Nuestrosjuicios versanordinariamentesobre la relaciónde continenciadel individuo a la especieo de la especiealgénero.Cuandodecimos queel alma humanaes inmaterialo queel hombrediscurre,no suponemosque todo lo inma-terial es alma humana,o todo lo que discurre es hombre.Lo quehaceel entendimiento,es ver contenidala claseal-ma humanaen la clase de los seres inmateriales,o la clasehombreen la clasede los seresque discurren.El raciociniollamado silogismo se ejercitaen esa especiede juicios; y elaxiomaque lo formula es este: “Si A es contenidoen B, y

B es contenidoen -C, A es contenidoenC”. El almahumanapiensa; lo quepiensaes inmaterial; luego el almahumanaesinmaterial.Es como si dijéramos: el almahumanaestácon-tenidaen la clasede los seresquepiensan;la clasede los se-res quepiensanestácontenidaen la clasede ios seresinma-teriales; luegoel alma humanaestácontenidaen la clasedelos seresinmateriales.Permítasenosesta prolijidad, porquedeseamosser claros; deseamosserentendidosde todos; y delos dos inconvenientes,nos parecemuchomástolerable serprolijos que oscuros.

Represéntaseordinariamenteel silogismo bajo el tipoes ‘C; A esB; luego A es C”; peroesnecesariotenerpre-

senteque, cuandoasí se hace,el verbo ser no significa laidentidadde todo B con todo C, y de todo A con todo B,sino de todo B con una partede C, y de todo A con unapartede B; que es en otros términoslo mismo que hemos

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querido expresarcon la palabra continencia.Ser significa~n el silogismo estar contenidoen; y por consiguienteesforzoso que todo silogismo, so penade ser desechadoporabsurdo,se ajusteal axiomao fórmulaanterior; queen sus-tancia es aquella misma tan conocida en las escuelas,“elmediodebecontenera uno de los extremosy estarcontenidoen el otro”. Pero cualquierade las dos que se adopte (queparanosotroses indiferente),es precisofijar con todorigorla idea quecorrespondea la palabracontinenciao contener,porquesobreesa idea descansala teoríadel silogismo,y ellaen realidad la comprendetoda.

Miran algunos,de un modo al parecer diferente delnuestro,la continenciade los dos términosde la proposición,o de las ideasque se comparanen el juicio; y cuandose dice,verbi gracia,que“lo visible es material”, les parecemássen-cillo concebir lo material como contenidoque como con-tenientede lo visible. La continenciaes entoncesla inclusiónde un ser o cualidad abstractaen otra, no de una claseenotra clase.Pero estasdos continencias,no tanto son relacio-nes distintas, como expresionesinversas de una relaciónidéntica.En efecto,el contenerseunaclasede seresen otrasupone que la primera está dotada de todos los atributosconstantesy necesariosde la segunda;lo cual no excluyeel poseermuchosotros. Si la clasede los seres materialescontienela clasede los seresvisibles, es forzosoquehayaenéstostodo lo que se encuentraconstantey necesariamenteen aquéllos.En estesentido,lo visible contienea lo material,como en el otro lo material contienea lo visible. Los esco-lásticos distinguieronbien esasdos especiesde continencia,llamandoa la primera (la de la especieen el género) ex-tensión,y a la segunda(la del géneroen la especie) com-preissión.Así, segúnellos, el predicadocontieneextensiva-menteal sujeto,y el sujetocomprensivamenteal predicado.

No disputaremoscon los que prefieran este segundomodo de considerarla continenciade los términosen el si-logismo, porque lo mismo se aplica nuestro axioma a la

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comprensiónquea la extensión.Si la cualidadde unoy sim-pie comprendela cualidadde indisoluble,y si el ser o natu-raleza del alma humanacomprendela cualidad de una ysimple, el ser o la naturalezadel alma humanacomprendela cualidad de indisoluble. Si B contienea C, y A contieneaB, A contienea C.

De cualquierade estosmodosqueel ilustradoautor delCurso de Filosofía Moderna hubiesequerido formular elsilogismo, habríahecho,a nuestrojuicio, muchomejor queexplicandola forma silogística como la explica, y dandoacercade ella las reglasqueda. Nosparecetan difícil enten-derlas, como embarazosoaplicarlas.Los medios de que sevale paraseñalarlos vicios del silogismo,son oscuros,y ex-presandofrancamentenuestrojuicio, inexactose inadecua-dos. ¿Porquées malo aquel silogismo:

El hombre tiene ojos;el caballo tieneojos;luego el hombre es caballo?

La respuestadeberíaser, porque no es silogismo ni racio-cinio de ninguna clase. El tipo a que pareceajustarseespropio de los que versansobrerelacionesde identidad,deque no se trata en este ejemplo. Trátasede relacionesdecontinencia,ya sea que ésta se tome extensivao compren-sivamente Si extensivamente,el medio (lo que tiene ojos)contienelos dosextremos(hombrey caballo);si comprensi-vamente,los dosextremos (el ser-hombrey el ser-caballo)contienenprecisamenteel medio (el tener ojos); y se ne-cesita que esténmuy cerradoslos del entendimientoparacolegir que de contenersedos cosasen una tercera o decontenerlasésta,puedadeducirsequela unade las dos con-tenga a la otra. ¿No pone esto de bulto lo vicioso de ladeducción?¿Y podrán parecer a nadie satisfactorias lasexplicacionesque coneste objeto se nos dan en el Curso?

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III

El raciocinio demostrativo,dijimos, y por consiguienteel silogismo, de premisasciertasdeduceconsecuenciasqueno puedenmenosde serciertastambién. Pero no consistela naturalezaespecialde estaclasede raciocinioen la verdado certidumbrede las premisas,sino en el procederdeductivoquees propiode ellos. Si supuestaslas premisas(verdaderaso falsas; ciertas,probableso meramenteimaginarias), laconsecuenciaes necesaria,de necesidadabsoluta,el racio-cinio es demostrativo; si no es necesariala consecuencia,debemosreducirlo a otra clase.En la Mecánica,por ejem-plo, como las premisassonpurashipótesis,queno represen-tan más que aproximativa e imperfectamentelos datosfísicos, las consecuenciasexhiben también aproximativa eimperfectamenteios fenómenosde la naturalezafísica; ysin embargo,el procederdeductivo que conducea ellas estan exactoy rigoroso,comoel de la geometríade Euclides.El raciocinio,pues,de que se haceusoen laMecánica,es tandemostrativocomo el de la geometríapura, no obstanteloinexacto de las consecuenciasreferidasa los hechosreales.

La pretensiónde dar un soio tipo, unaregla universal,no ya a todo génerode raciocinios, sino aun a los demos-trativos,prescindiendode los otros, ha sido perjudicial enla lógica,porqueno es posiblerealizarlasino aparentemente,o por medio de frases vagas,que bien analizadasdejan elproblemapor resolver. ¿Qué significa, por ejemplo, launión de las ideas? ¿Cómose une la idea de hombrecon laidea de racional? ¿Será identificándose? ¿Será compren-diéndosela unaen laotra,de maneraque racional constitu-ya un atributo necesariode hombre? Estasdos relacionesexigendiferentesprocederesdeductivos,y confundirlasba-jo la palabraunión, no es determinarla marchaprecisaquedebeobservarel entendimientocuandoraciocinasobreunade ellas,que es muy diversade la quedebeobservaren otroscasos.

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Éstanospareceunaconsideraciónesencialen todabuenalógica; y por lo mismo, antesde pasaradelanteen el exa-men del Curso de Filosofía Moderna, se nos permitiráilustrarla con algunasobservaciones.

Condillac cree que todo raciociniose reduceaunasolaoperación intelectual, a sacarde un juicio otro juicio in-cluído en el primero; pero no nos dice qué especiede in-clusión es ésta; y siendoella diversa,según la naturalezade las relacionessobreque versa el raciocinio, la fórmulao tipo universalqueda al raciocinio, no sirve de nada,por-que lo quesignifica es que “el consiguientedebeestar in-cluído en su antecedentede aquel modo particular queconvengaa la materiadel raciocinio”; y esto en sustancia¿quées,sino decirnosque en el raciocinio la consecuenciadebededucirselegítimamentede las premisas,sin manifes-tarnosen quéconsistela legitimidad?

Condillac nos da por ejemplode su doctrina un racio-cinio matemático.Yo tengo, dice, cierto número de mo-nedasen la manoderecha,y cierto númeroen la izquierda.Si yo pasaseunamonedade la derechaa la izquierda,habríaigual número en ambasmanos.Si por el contrarío pasaseuna monedade la izquierdaa la derecha,habríadoble nú-mero en la derechaqueen la izquierda. ¿Cuántastengo,pues,en cadamano?Pararesolvereste problema,llamo xel númerode la derecha,y el de la izquierda.Los datosex-presadosalgebraicamenteson:

x—1=y+ 1.

x+1=2 (y—l) =2)’—2.

De x—1==y+1 infiero,1~ x=y±2

De x + 1 = 2y—2, infiero,2~ x=2y—2—1 ==2y—3.

Supuestoslos consiguientesi~y 2~,infiero,392y—3=y± 2

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Y de esta proposicióndeduzco,= 2 + 3 = 5.

Conocidoy, o elnúmerode monedasque tengoenla izquier-da, deduzcodelprimerode los datos,quees

x —1 y + 1,59x— 1 = 5 + 1 = 6.

Y de aquísaco60 x = 7

Tengo, pues,siete monedasen la manoderechay cinco enla izquierda.

El incluirse la consecuenciaen las premisasno es aquíotra cosaquededucirsede ellas conarregloa ciertosaxiomas.En los consiguientes1°y 20, el axiomareguladores que “sia cantidadesigualesse añadeno quitan cantidadesiguales,las sumaso residuosserániguales”. En el 39, el axiomare-guladores que “dos cantidadesqueseparadamentesonigua-les a unatercera,son igualesentresí”. En el 49, la fórmulareguladoraes la mismaqueen el 1~y 2~.En el 59, la fórmulaes que “los términosquedenotancantidadesigualespuedensiempresustituirseuno a otro”. Finalmente,en el 6~,la de-ducciónes conforme al mismoaxioma queen el 1°y 2°.

De aquí se deduceque lo que llama Condillac incluirseun juicio en otro, o segúnel lenguaje común, incluirse laconclusiónen las premisas,no es otra cosa que adaptarelraciocinioa cierta normareguladora,adecuadaa la relaciónparticularquese contempla,y queno es siempreunamisma,aun cuandola relación es constante,como lo es la relaciónde igualdaden la serie de raciocinios con que se resuelveelproblemaanterior.

Si de la relación de igualdadpasamosa otras,encontra-remosde la misma maneraqueel incluirse la conclusiónenlas premisasno es másni menosquededucirsede ellascon-forme a un axioma o tipo especial, adecuadoa la relaciónsobrequeversael raciocinio,en unapalabra,queel incluir-se la conclusiónen las premisasno es másni menosque de-ducirselegítimamentede ellas.Si Condillac ha queridodar-

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nos una reglaque pueda servirnosde guía para dirigir elpensamientoen todo génerode raciocinios,nadaha~hecho;ha dejadolas cosascomo estaban;lo que él llama inclusiónno significaotra cosaquededucciónlegítima.Él no ha he-cho, en sustancia,otra cosa que fundar la legitimidad delprocederdeductivoen que el raciocinio se conforme a laley quedeberegirlo, sin determinaresa ley.

La explicaciónqueda el doctorBrowndel raciocinio,nonos parecemás aceptableque la precedentede Condillac.Segúnél, la legitimidad de la consecuenciaconsisteen sacardeunaidea,otra queestáincluidao envueltaen laprimera;pero es fácil ver que si estaespeciede involución es un tér-mino genérico,que abracetodas las relacionesposibles,laevolucióno desarrolloquese ejecutapor mediodel procederdeductivo,no puedeser siempreuna misma.Paraprobarlo,no hay másque analizarel mismo ejemplode quese sirveBrown.

Si yo digo queel hombreesfalible, y añadoqueél puedepor consiguienteerrar, aun cuando se crea menosexpuestoa error, no hagomásquedesenvolverlo que estabaenvueltoen la nociónde su falibilidad. Si a esto añado,él no debe,pues,pretenderque los demáshombrespiensencorno él,aun en materiasque le parecenno tener oscuridadalguna,afirmo lo queva envueltoen la posibilidadde queél y ellosyerren aun en las materias más claras. Cuando añado,nodebe,pues,castigara los queno hanhechootra cosaquenopensarcomoél, y que puedental veztener razónpara pen-sar de otro modo,desenvuelvolo que ya estabacontenidoen lo irracional de la pretensiónde que todos los hombrespiensencomo él piensa. Y cuandoinfiero de este antece-dentequeuna ley que castiga como delito tal o cual opi-nión es contraria a la justicia, no hago más que sacarunainjusticia especialde la injusticiageneralde quererun hom-bre castigara otros, porqueen su modo de pensardifierendel suyo.

Tal es la exposicióndel raciocinioquenos da el doctor

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Escritos filosóficos

Brown. La legitimidadde la deducciónconsiste,segúnél, endesenvolverla comprensiónde un término.De queel hoin-bre es racional infiero queel hombrees capazde conocerlaverdad,porqueesacapacidadme parececomprendidaen elser-racional.Esto, como se ve, es reducir todos los racioci-nios posiblesal entimema,es decir, al silogismoen que seca-lla unade las premisasporquese suponeconcedida,aplican-do, en sustancia,a toda raciocinaciónposibleel axioma “siA comprendea B, y B a C, A comprendenecesariamenteaB”; fórmula de queno necesitala demostraciónmatemáti-caparaproducirunaconviccióninmediata,y que,por otraparte,esinaplicablealas deduccionesempíricaso analógicas.Yo veoen cierto númerode casosquela frotación de un pe-dazo de paño con una barra de lacre produce fenómenoseléctricos,y de aquí infiero queen todoslos casos en quese verifique del mismo modo la frotación de estasdos sus-tancias,se produciránfenómenoseléctricos.¿Puedeconce-birse queestaproposiciónuniversalesté envueltade algúnmodo en las proposicionesparticularesque representanlosexperimentos?La fórmula de Brown es demostrativa;y enlas generalizacionesquehacemosdespuésde cierto númerode experienciasconformes,no hay ni puedehaberdemos-tración.De aquíes quelos escolásticos,reduciendoa la ver-daddemostrativatodaverdaddeductiva,y deduciendosiem-pre lo particular de lo universal (como era precisoparaconcluir demostrativamente),no pudierondar un paso enlas cienciasexperimentales,en que el procederdeductivoes inverso.

Perohay más: la fórmula de Brown no puedeaplicarsea todoslosraciociniosdemostrativos.Segúnél, es precisopa-ra raciocinarbien, atendera la comprensiónde los términos.Pero él mismo pasa,sin sentirlo, de la comprensióna la ex-tensión,cuandodeducede la injusticia del hombreen querercastigara otros porqueno piensancomo él, la injusticia dellegislador en el mismocaso.La deducciónes legítima; pero

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Curso dc filosofía, por 1V.0. K. E. A.

se hacepor un principio inversodel suyo, y no puedehacer-se deotro modo.

Brown, en su horror al silogismo, quisierasiemprequese sustituyesea él el entimema,y determinadamenteel enti-memaenquese calla la mayor.Esteraciocinio: “el hombrees falible; luego el hombrepuedeerrar aun en las materiasque le parecenmásclaraso menosexpuestasa error”, es unsilogismoen que (segúnla doctrina escolástica,queno porser escolásticadeja de ser aquíverdadera) se calla, porquese suponeconcedida,la proposiciónllamadamayor, cuyopredicadoes el mismo de la consecuencia;a saber: “todoser falible estáexpuestoa errar aunen las cosasque le pa-recenmás claras”. Pero la verdades que, tanto en el enti-mema,comoen el silogismoexpreso,se tomanen considera-ción una y otra premisa;la circunstanciade callarseunade ellas,porquese suponeincontestable,no alteraenmaneraalguna el procederinterno del alma. De aquíes que puedesucedermuchasvecesque, por un falso concepto,omita-mos en el entimemala másesencialy la más disputabledelas premisas;y estoes cabalmentelo queha hechoBrown enel primerode los suyos.De las dos premisasen que funda laconsecuencia,la únicaquepuedesuscitardudas,o queporlo menosnecesitade elucidarse,es la queBrown ha pasadoen silencio.Nadiedudaque“el hombrees falible”; éstaera,por consiguiente,lapremisaquepudo callarse.El entimemadebiera,pues,habersepresentadode este modo: “todo serfalible puedeerraraunen las cosasque le parecenmenosex-puestasa error; luego el hombrepuedeerrar”. Es claro quelos defensoresde la intoleranciano disputaránque“el hom-bre es falible”; sino que “un ser, porque es falible, puedeerrar aunen las cosasmásclaras”; aserciónrealmenteinad-misible en la generalidadcon que la sientaBrown, porquenos prescribiría que dudásemoshasta de la demostraciónmatemáticay de la percepción intuitiva, y reduciría larazónhumanaa un absolutoescepticismo.Las leyesquecas-tigan a un hombre,porquepiensade diferentemodo queel

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Escritos filosóficos

legislador, son ciertamenteinjustas; pero la cadenade en-timemasde Brown no lo prueba.

Continuemosahoranuestroexamende la lógica de N.O.R.E.A.

La división del silogismoen afirmativoy negativoes deltodoinnecesaria.Lasreglas, o mejor, la únicaregladel silo-gismo se aplica a todoslos raciociniosde esta especie,cons-ten o no, de proposicionesnegativas.En estaparte el ilus-trado autor del Curso nos parecehabersedejadollevar, sinel debido examen,de la corriente rutinera de las escuelas,queno supieronelevarsea consideracionesbastantegenera-les y comprensivas.

No debemosver la negacióncomo algo distinto del tér-mino en que se encuentra,sino como un elementoquecon-curre con los otros a expresarese término. Tan cierto esesto, quepodemosomitir muchasvecesla negaciónexpre-sa, y presentarla proposiciónque niega como una propo-sición que afirma; por ejemplo: “el alma es inmaterial”,“la luz es un flúido imponderable”,“la materiaes incapazde pensar”. ¿Es afirmativa esta proposición, “los elemen-tos de queconstael aire son heterogéneos?”Puesella signi-fica exactamentelo mismo queestaotra: “los elementosdequeconstael aire sonhomogéneos”.¿Esafirmativaestapro-posición, “el almaes simple?”Ella se traducerigorosamenteen ésta: “el alma no tiene partes”. Si la lengua no nos dasiemprepalabrasqueenvuelvanla negaciónsin expresarla,podremossiempresuplir esta falta, juntandola negaciónaltérmino,y considerándolacomo partede éste; arbitrio sen-cillísimo quereducetodoslos silogismosposiblesal silogismoafirmativo.

Y no se crea que es ésteun procederartificial; porque,en realidad, tiene su fundamentoen las relacionesde lasideas,y en el significadonaturalde las palabras.Un términopositivo, verbi graciaárbol, y elmismotérminoprecedidodenegación,no-árbol, dividen todos ios seresposibles en dosclases)de las cualesla unaexcluyetotalmentea la otra, sien-

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Curso de filosofía, por N. O. A. E. A.

do en realidad tan positivoslos seresque la segundacontie-ne, como los que contienela primera.La encina,el olmo,ci naranjo,el peral,son árboles;y el león,el caballo, el ave,el insecto,la piedra,sonno-árboles;sonseresquedifieren delos árboles.No hay, pues,razónalguna paraestablecerdi-ferenciasque sólo estribanen una forma puramentever-bal, quepuedehacersedesaparecer,sin alteraren lo másmí-nimo las relacionesde las ideas.

Tomemos,por ejemplo,estesilogismo: “en lo quepien-sa, no puedenconcebirsepartes;el alma humanapiensa;luegoen el almahumanano puedenconcebirsepartes”.Escomo si dijéramos, «lo pensantecomprendela cualidad deno tenerpartes;el alma humanaes un ser pensante;luegoel almahumanacomprendela cualidadde no tenerpartes”.El medioes pensante,quecontienecomprensivamenteel no-tener-partes;y se contienede la mismamaneraen alma hu-mana.En términosgenerales,“B contienea C; A contieneaB; luegoA contieneaC”.

En el Cursose da por viciosoestesilogismo:

El hombre no es caballo;el caballo no es racional;luego el hombre no es racional.

¿Por quées malo este silogismo?La respuestaque el Cursosuministraesparanosotrosnadamenosqueclara y satisfac-toria. La nuestraes ésta: “hay dos medios, caballo y no-caballo,y cualquieradeellos quese elija, no puedeverificar-se que el medio esté comprendidoen uno de los extremos,y comprendaal otro”. En efecto,si elegimosel primero, espreciso,paraquehombrecomprendaa no-racional,no sóloquecaballo comprendaano-racional,como se ve en la se-gundapremisa,sino quehombrecomprendaa caballo; quees cabalmentelo contrariode lo queapareceen la primera.Si elegimospor medio el no-caballo, sale lo mismo. En laprimerapremisa,hombrecomprendea no-caballo;pero enla segunda,no aparecequeno-caballocomprendaa no-ra-

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Escritos filosóficos

cional, sino todo lo contrario.No sólo hay,pues,dos mediosdistintos, sino dos mediosque no puedenabsolutamentere-ducirsea la unidad queel silogismorequiere.

Lo mismopuedeaplicarseal segundode los ejemplosdelCurso.En la explicacióndel tercero,hallamosun error gra-ve. Se nosda por ejemplode un buen silogismoel siguiente:

Lo que discurrees hombre;el caballo no discurre;luego el caballo no es hombre.

Prescindiendode las premisas,y contrayéndonosal procederdeductivo, ¿podemosmirarlo como legítimo? Sería precisoaprobar también el siguiente, que tiene absolutamentelamisma estructura:

La materia existe;la divinidad no es materia;luego la divinidad no existe.

¿Enqué se diferenciaestesilogismodel otro, relativamentea la estructura?En nada. Las premisasson indubitables,yla consecuenciaes absurda;luego el procederdeductivo esvicioso. En efecto, adolecedel mismo vicio que en el pri-mero de los ejemplosanteriores;hay dos medios,materia yno-materia,a los cualesno se puededar la unidadnecesaria.

El autor dice que es buenoel silogismo de su ejemplo,porquelas ideasde hombrey de lo quediscurre se unentanestrechamente,quedondeexisteaquélla,existetambiénésta,y vice-vcrsa.Concedámoslo;aunqueno faltaría fundamen-to para disputarlo. Suponiendoesa reciprocidad de ideas,ella no seríamásque un accidentecasualen el silogismo,ycon el que no debe contarsecuandose trata de someterloa reglasgenerales.

Muchos habrá que tenganpor demasiadosutiles o frí-volas estasobservaciones;pero ellas prueban,a lo menos,queestapartedel Cursono puedetenerlugaren unabuenalógica. Por otra parte, ¿noes la ~nálisisen quehemosentra-

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Curso a’c filosofía, por N. 0. A. E. A.

do, la misma de que se haceuso con tan buenosefectosenlas matemáticas?¿Quéson las reglasde las ecuaciones,sinoaxiomas,fórmulas,relativasa la relaciónde igualdad?¿Quéhacenellas sino trazarde un modopalpable,de un modoca-si mecánico,la norma del procederdeductivo?Pueslo quese haceen aquelgénerode demostracióncon tan buen su-ceso, no puede menos de tener alguna utilidad, aplicado,mutatis mutandis,a los raciocinios demostrativosque ver-sansobrerelacionesde otra especie.Éstees el mismoobjetoquese propusieronCondillacy Brown; y si no lo realizaron(comonosotroscreemos),fué porqueno analizaronbastan-te, porque se contentaroncon expresionesvagas,con fór-mulas oscuras,que no sirven de nada. Aristóteles, con elejemplode las matemáticasa la vista, se propusoel mismoobjeto; y su teoría del silogismo (de queno puedejuzgar-se por el trasuntoadulteradode las escuelasde la edadme-dia), aunquedefectuosapor no estribaren generalizacionesmás comprensivas,que hubieran podido simplificarla, esuna obra que hace honor a su vigoroso entendimiento;ydespuésde la geometríagriega, es el másadmirableestudioanalíticoquenos ha dejadola antigüedad.

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EL PROTESTANTISMOCOMPARADO CON ELCATOLICISMO

Por Don Jaime Balmes, presbítero (Barcelona, segunda edición, 1844) *

Coincidimos con el juicio que sobreestaobra ha emi-tido laRevistaCatólica. Adórnanlauna lógica convincente,un estilo animado,que se eleva muchasvecesa la másper-suasivaelocuencia,y una rica variedadde conocimientos,que ponen al autor al nivel de las más altas reputacionesliterarias que poseela España,y le suministranpoderosasarmasen la lid quesostienecontra los campeonesde la re-forma. Escudriñacon singular perspicacialas verdaderascausasque han influído en la civilización europea,y coneste motivo discutey combatealgunasideas aventuradasdeGuizot, aunquesiemprecon la mesuradebidaa estecélebrehistoriadory publicista. No hemosleído enmucho tiempounaproduccióncastellanaque reúnaen igual grado la ins-trucción y la amenidadinteresante.La plumadelpresbíteroBalmeshermoseatodaslas cuestionesquetoca, tratamuchasdeellas (aunqueventiladasmuchasvecesen las escuelasfilo-sóficas) con novedad y maestría,y en ninguna traspasaaquelloslímites de moderacióny urbanidad,que por ciertono son las prendasconquemásse handistinguidohastaaho-ra las controversiasreligiosas.A los queesténtan aburridos

* Se publicó por primera vez en El Araucano, número 798, del 5 de diciembrede 1845. Se reprodujo en O. C. VII, Introducción, cas-cus. (Comisión Editora. Ca-racas).

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El Protestantismocomparadocon el Catolicismo

como nosotros de la charla sempiternaque infesta hoy lapolítica y todaslas cienciasmorales,les recomendamosestaobra como un agradabley sustanciosorestaurativo.

Deseamosel mejor sucesoa la empresade don PedroYuste, que se ha propuestoreimprimirla’. En medio de lalibertad con que se prodigan suscripcionesa obrasde otrogénero,en queno pocasvecesse ha buscadoel entreteni-mientoa expensasde la moral, es decir, de ios primerosin-teresessociales,tendríamosamenguaqueno se concedieseigual patrocinio a las que tienen una tendenciaeminente-mentecristianay civilizadora, como la del presbíteroBal-mes.

1 El Prospecto corre suelto, y se ha insertado en la Revista Católica. Se redu-cirán a dos tomos los cuatro de la edición española, en letra y papel como los delProspecto. Precio 5 pesos en Santiago y Valparaíso; 5 y medio en las otras provin-cias; y 6 fuera de la República. (N. de Bello).

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FILOSOFIA FUNDAMENTAL

POR DON JAIME BALMES, presbítero*

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¿Enquéconsisteque la filosofía, la ciencia de los hechosdel sentido íntimo, cuyaspercepcionespasanpor infalibles,es la másincierta de todas,la másfluctuante,la másexpues-ta a contradicción?¿Por qué, mientraslas ciencias físicasposeenun caudalde verdadesque hansalido victoriosasdela pruebadel tiempoy engendrancadadía verdadesnuevascon unafecundidadportentosa,apenasse puededecir quehaya un principio seguro, incontrastable,en la psicologíay metafísica,dondesistemassimultáneosy sucesivosse ha-cen una guerra de muerte, y cuya historia no es más queuna serieinterminablede combatesy ruinas?Lo másnota-ble es la fe de cadaescuelafilosófica en sus propias especu-laciones,y 1a confianzacon que todas ellas apelanal testi-monio de la conciencia. ¿Qué es, pues,la conciencia,estesentido íntimo que se suponeincapazde engañarnos?

La causaestá,a mi ver, en queel almaconfundea veceslas aparienciasfalacesde la imaginaciónconlos hechosver-

Se publicó por primera vez en El Araucano, en tres artículos, en los nú-meros 917, del 3 de marzo de 1848; 918, del 10 de marzo de 1848; y 924, del 21do abril de 1848. Los dos primeros se incluyeron, revisados por Bello, en el libroO/úsculos literarios y críticos, Santiago, 1850, p. 182-194. Se reprodujo en O. C.VII, p. 367-386. (Comisión Editora. Caracas).

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Fflosofía fundamental de J. Balines

daderossuyosen que el testimoniode la concienciaes irre-cusable.Tomemos,por ejemplo, la idea general,cuya teoríaha sido, desdePlatón acá,un campo de reñidascontiendasentre las varias sectasfilosóficas. En la idea general,dicenunos, no hay nadageneralsino el nombre; las representa-ciones que este nombreofrece al entendimientoson todasindividudies, aunquevariables,porque figuran, ya un indi-viduo, ya otro, de los comprendidosenel género.Otros, alcontrario, la considerancomo un conceptointelectual, enquelos individuos desaparecen,y sólo quedaun tipo común,queno retienesino las formasy calidadesen quese aseme-jan. Si los primeros yerran,debe de consistir sin duda enque la imaginaciónles haceequivocarlos conceptosgenera-les con las representacionesindividualesqueaccidentalmen-te los acompañan;y si yerran los segundos,¿a qué puedeatribuirse~sino a que imaginanver en el entendimientoloqueen realidad no hay?

En las cienciasfísicas no es así. Los prestigiosde la ima-ginaciónse desvanecenante la viva luz de observacionesyexperimentosque están sujetos al examende los sentidoscorpóreos,y puedenrepetirse,combinarse,modificarsedemil maneras,fijarse en todassus circunstanciasy pormeno-res, y someterseal criterio del cálculo.

Seade ello lo que fuere, no puedenegarseque es, a lomenos,muy difícil purificar de tal modo el testimoniodela concienciaen las percepcionespsicológicas,que estemossegurosde que no tiene en ellas ninguna partela imagina-ción. Y he ahí unaespeciede lógica de que no sabemossehayatratadode propósitohastaahora, sin embargode que,en el arte de investigarla verdad,apenashay materiaquemásimporte estudiary profundizar.

El presbíterodon JaimeBalmes,escritormerecidamentepopular, y acasoel pensadormás sabioy profundo de quepuedehoy gloriarsela España,nos presentaen su FilosofíaFundamentalun sistemanuevoen queno pocasde las gran-descuestionesde la Psicologíay la Ética se resuelvende un

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Escritos filosóficos

modoluminosoy original. Ocupangranpartede la obra losargumentosdel autor contra los sistemasque se oponenalsuyo;y aunquenos pareceque, en estapolémica, la victo-ria no es siemprede Balmes,hay puntosen quecombateasus adversarioscon unafuerzade raciocinioqueconvence.No tenemosla presunciónde erigirnos en jueces;hablamosde nuestrasimpresiones;y por otra parte,creemosque,aunal más humilde ciudadanode la república de las letras, espermitido exponersus opiniones,cualesquieraque sean, ydiscutir las ajenasconla cortesíaquese debea todosy conel respetoquesemerecenel sabery el talento.

El señorBalmesprincipia por lo quea muchosparecerátal vez enteramenteocioso. ¿Sabemosalgo? ¿Tenemosfun-damentosparacreerquehay algo cierto, algoabsolutamen-te verdadero,en los conocimientoshumanos?¿Puedoestarseguro de mi propia existencia,de la existenciade otrosespíritus, y de la del universo corpóreo?El proponerdifi-cultadesy dudasde estaespecie“podría”, dice Balmes,“su-gerir la sospechade quesemejantesinvestigacionesnadasó-lido presentanalespíritu,y sólosirvenparaalimentarla va-nidad del sofista. . Estoy lejos de creer que los filósofosdebanserconsideradoscomo legítimosrepresentantesde larazónhumana... Pero,cuandotodosellosdisputan,dispu-ta en cierto modo la humanidadmisma. Todo hecho queafectaal linajehumano,esdignode un examenprofundo...La razón y el buensentidono debencontradecirse;y estacontradicciónexistiría si, en nombredel buen sentido,sedespreciaracomo inútil lo queocupala razónde las inteli-genciasmásprivilegiadas.Sucedeconfrecuenciaquelo gra-ve, lo significativo, lo quehace meditara un hombrepen-sador, no son ni ¡os resultadosde una disputa,ni las ra-zones que en ella se aducen,sino la existenciamisma de ladisputa.Éstavale tal vez poco por lo que es ensí; peroqui-zás vale muchopor lo que indica.

«En la cuestiónde la certeza,estánencerradasen algúnmodo todaslas cuestionesfilosóficas. Cuandose la ha des-

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Filosofía fundamentalde J. Balines

envueltocompletamente,se ha examinadobajo uno u otroaspectotodo lo quela razónhumanapuedeconcebirsobreDios, sobre el hombre,sobreel universo.A primera vista,sepresentaquizáscomoun simplecimientodeledificio cien-tífico; peroen estecimiento, si se le examinaconatención,seve retratadoeledificio entero;es un planoen quesepro-yectande unamaneramuy visible, y en hermosaperspecti-va, todosios sólidos queha desustentar.

“Al descendera las profundidadesa queestascuestionesnos conducen,el entendimientose ofusca, y el corazónsesientesobrecogidode un religioso pavor. Momentos antescontemplábamosel edificio de los conocimientoshumanos,y nos llenábamosde orgullo al verle consusdimensionesco-losales,sus formasvistosas,su construccióngalanay atre-vida; hemospenetradoen él; se nos conducepor hondasca-vidades;y como si nos halláramossometidosa la influenciade un encanto,pareceque ios cimientosse adelgazan,seevaporan,y que el soberbioedificio queda flotando en elaire.

«Todo lo queconcentraal hombre,llamándolea eleva-da contemplaciónen el santuariode su alma, contribuye aengrandecerle,porque le despegade los objetosmateriales,le recuerdasu alto origen,y le anunciasu inmensodestino.En un siglo de metálicoy de goces,en quetodo pareceen-caminarsea no desarrollarlas fuerzasdel espíritu, sino encuanto puedenservir a regalar el cuerpo,convienequeseremuevanesasgrandescuestionesen que el entendimientodivaga con amplísimalibertad por espaciossin fin.

“Sólo la inteligencia se examina a sí propia. La piedracaesin conocersu caída;el rayo calcina y pulveriza, igno-rando su fuerza; la flor nadasabede su encantadoraher-mosura;el bruto animalsigue sus instintos,sin preguntarsela razón de ellos; sólo el hombre, frágil organización,queapareceun momentosobre la tierra para deshacerseluegoen polvo, abriga un espíritu, que, despuésde abarcarelmundo, ansíapor comprenderse,encerrándoseen sí propio,

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allí dentro, comoen un santuario,dondeél mismo es a untiempoel oráculoy el consultor.Quién soy, quéhago. quépienso,por quépienso,cómopienso,quéson los fenómenosque experimentoen mí, por qué estoy sujeto a ellos, cuáles su causa,cuál el orden de su producción,cuálessus re-laciones.He aquí lo que se preguntael espíritu: cuestionesgraves, cuestionesespinosas,es verdad; pero nobles, subli-mes,perennetestimoniode quehaydentro de nosotrosalgosuperior a esa materia inerte, sólo capaz de recibir movi-miento y variedadde formas; de quehay algo que, con suactividad íntima,espontánea,radicadaen sunaturalezamis-ma, nos ofrece la imagende la actividad infinita queha sa-cadoel mundode la nadaconun actosolo de su voluntad”.

A estasprofundasreflexionesde Balmes,suscribimosdebuenaganaen todo génerode cuestionesfilosóficas. Cree-mos,sin embargo,contrayéndonosala materiapresente,quetodo lo que sea buscarla razón de los primeros principios,y los fundamentoslógicos de la confianzaqueprestamosaellos, es quererengolfamosen unaesferaqueestá más alládel alcanceposiblede las facultadeshumanas.Nuestroen-tendimientose ve forzado a creer que hay certeza,y queexistenmediosde llegar a ella y de conocerla verdad1, sopenade no pensaren nada,de no creeren nada,inclusa supropiaexistencia.Investigarsi hay certeza,y en qué se fun-da, y cómo la adquirimos,es ipso facto dar por ciertas lasprimerasverdadesy las reglasgeneralesde la lógica, sin lascualeses absolutamenteimposible dar un paso en esta in-vestigacióny en otra cualquiera.

¿Hay certeza?¿Estamosciertos de algo? “A esta pre-gunta”, dice Balmes,“respondeafirmativamenteel sentidocomún”. Pero,si en estamateriaes irrecusablela autoridaddel sentidocomún, ¿por quéno en todaslas otras?

Se trata de asentarun principio supremo,un principio

* No debe confundirse la certeza o certidumbre con la verdad; ésta es laconformidad de nuestros conceptosintelectualescon la realidad de las cosas; aquéllaes meramenteel asensodel alma a la verdad o lo que le parecetal. (N. de Bello).

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Filosofía fundamentalde J. Balines

de quenazcanlógicamentelosotros,y todoslos conocimien-tos humanos.Pero ¿qué garantíanos ofreceun principio,unaverdadevidente,cualquieraquesea,queno nosla ofrez-can otrosprincipios,otrasverdadesde la mismaespecie?Siestagarantíaes su inmediataevidencia (y es imposible quehayaotra), la evidenciaes un fundamentolegítimo de lacertezaen todogénerode materias.Y ¿cómodeduciríamosdel primer principio los otros? Sin dudapor medio de lasreglasgeneralesde la lógica. Pero,si nos fiamosde estasre-glas en la cuestiónpresente,¿noreconocemospor el mismohecho la verdadde todo lo que en ellas se envuelve?Si nose suponeconcedidoqueuna cosano puedeser y no ser a unmismotiempo; queyo soy, alsacarla consecuencia,el mismoqueera al sentarlas premisas;queno nos engañala memo-ria, cuya instrumentalidades indispensableen la serie dejuicios encadenadosuno con otro por el raciocinio,no hayraciocinioposible,por sencilloque sea.Fichte confiesaque,en su investigaciónde unaverdadabsoluta,de que se deri-ven nuestrosconocimientos,como de unaprimera fuente,colocadaen una eminenciainviolable, admite tácitamentelas reglaslógicas,las leyesa queestásujeto el entendimientocuandoraciocina,cuandopiensa,y queen esteprocederhayciertamenteun círculo, pero círculo inevitable. “Y su-puesto”,dice, “quees inevitable,y que lo confesamosfranca-mente,es permitido, paraasentarel principio más elevado,dar nuestraconfianzaa todaslas leyesde la lógica general”.Pero,de ser inevitableel círculo, en alguna materia,no sesigue queseapermitidoraciocinaren círculo, porqueracio-cinandode ese modo no es posible llegar al conocimientode la verdad.¿Quédiríamosdel geómetraque,paradetermi-nar la superficiedelparalelogramo,supusieseconocidala su-perficie de cada uno de los triángulos en que lo divide ladiagonal,y determinaseluego la superficiede cada uno deéstospor medio de la del primero? Decir que,en unama-teriadada,es inevitable el raciocinioen círculo, vale tantocomo decir queen ella es imposible un raciocinio legítimo;

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Escritos filosóficos

y el queconfiesafrancamentelo primero,deberesignarseaconfesarde la mismamaneralo segundo.

Nosparecenmuy sensataslasreflexionesde Balmesacer-cadelsistemadeFichte,Presentaremosun brevísimoextractode ellas.

«Todoel mundo”, dice Fichte, «concedequeA es A, oA igual A. Estaproposiciónes ciertaabsolutamente;y nadiepodríapensarendisputarla.Admitiéndola,nos atribuímoselderechodeponerunacosacomoabsolutamentecierta.No sequiere decircon estaproposiciónqueA es, o queA existe,sino quesi A es,A es así, estoes,A es A. Entreel si condi-cional de la primeraproposición,y el así afirmativo de lasegunda,hay unarelaciónnecesaria;ella es la que se poneabsolutamentey sin otro fundamento;aestarelaciónnece-sariala llamo provisoriamenteX.

“Todo esteaparatode análisis”,observael autordela Fi-losofía Fundamental,«nosignificamásde lo quesabeun es-tudiantede lógica,estoes,queen todaproposiciónla cópula,o elverboser,no significa la existenciadel sujeto, sinosu re-laciónconel predicado.Paradecirnosunacosatan sencilla,no erannecesariastantaspalabras,ni tan afectadosesfuerzosdeentendimiento,muchomenostratándosede unaproposi-ción idéntica. Pero tengamospacienciapara continuar le-yendoal filósofo alemán.

«~EsteA es o no es? Nadahay decididotodavía sobreel particular. Se presenta,pues,la siguientecuestión: ¿BajoquécondiciónA es?

“En cuantoa X, ella estáenel yo, y es puestapor el yo;porqueel yo es quien juzga en la proposiciónexpresada,yhastajuzga con verdad,con arreglo a X, como a una ley;por consiguiente,X es dadaal yo; y siendopuestaabsoluta-mente,y sinotro fundamento,debeserdadaalyopor el yomismo.

“~A qué se reduce toda esa algarabía?’ (pregunta

1 La hemos simplificado un poco, para facilitar su inteligencia; y aun de ese

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Filosofía fundamental de J. Baimes

nuestroautor). Helo aquí, traducido al lenguaje común.En las proposicionesde identidado igualdad,hay una rela-ción; el espíritu la conoce; la juzgay falla sobrelo demáscon arreglo a ella. Esta relaciónes dadaa nuestroespíritu;en las proposicionesidénticas,no necesitamosde ningunapruebaparael asenso.Todoestoes muy verdadero,muycla-ro, muysencillo.Pero,cuandoFichteañadequeestarelacióndebeser dadaal yo por el mismoyo, afirma lo queno sabe,ni puedesaber.¿Quiénle ha dicho que las verdadesobjeti-vasnosvienendenosotrosmismos?¿Tanligeramente,de unasola plumada,se resuelveuna de las principales cuestionesde la filosofía, cual es la del origen de la verdad?¿Noshadefinido por Venturael yo? ¿Noshadadode él algunaidea?Sus palabras,o no significan nada,o expresanlo siguiente:juzgo de unarelación; este juicio estáen mí; estarelación,como conocida,y prescindiendode su existenciareal, estáenmí: todo lo cual se reducea lo mismoque,con mássen-cillez y naturalidad,dijo Descartes:yo pienso,luegoexisto...

“Estas formasdel filósofo alemán,aunquepoco a pro-pósitoparailustrar la ciencia,no tendríanmásinconvenien-te queel de fatigar al autory al lector, si se las limitara a loque hemosvisto hastaaquí; pero desgraciadamenteese yo

misterioso)quese nos hace apareceren el vestíbulomismodela ciencia,y que,a los ojosde la sanarazón,no es ni puedeserotra cosaquelo que fué paraDescartes,a saber,el espí-ritu humano,queconocesuexistenciapor su propio pensa-miento, va dilatándoseen manosde Fichte, como unasom-bra gigantesca,que, comenzandopor un punto, acabaporocultar sucabezaen el cielo y suspies en el abismo.Eseyo,

sujetoabsoluto,es luegoun ser queexistesimplemente,por-que seponeasí mismo;es un ser quese creaa sí propio, quelo absorbetodo,quelo es todo, quese revelaen la concienciahumana,comoenunadelas infinitas fasesquecompartenlaexistenciainfinita”.

modo creemos que pocos tendrín por demasiado severa la calificación de Balmes.Las algarabíasde los escolásticosno llegaron jamás a tanto. (N. de Bello).

Vol. III, Filosofía—45.62.3

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Escritosfilosóficos

Estaespeciede metafísicaes a lo quelos filósofos alema-nesdanel título orgullosode ciencia trascendental,desdecuyaelevadaregión apenasse dignande volver los ojos a loque llaman desdeñosamenteempirismo,estoes,a las verda-desde quesólo nos constapor la observacióny la experien-cia, y a los principios grabadoscon caracteresindeleblesenel alma humana.

II

El capítulo 26 del libro 1~de la Filosofía Fundamental(tomo 10. página229 y siguientes),contiene,entremuchascosasenquecampeala alta inteligenciade Balmes,algunasdeque tal vez nos sentiríamosinclinados a disentir.

“~Todoconocimientohumanose reducea la simpleper-cepciónde identidad,y su fórmulageneralpodría ser la si-guiente:A es A, o bien,una cosaes ella misma?Filósofosdenotaopinanpor la afirmativa; otrossientanlo contrario.Yocreoquehay en estociertaconfusiónde ideas,relativamásbien al estadode la cuestión,que al fondo de ella misma”.No es fácil entenderqué eslo quese llama estadode lacues-tión, comocontrapuestoal fondo.Si se dijera que,en el fon-do de la cuestión,hay másunanimidadde lo que a primeravistaparece,y que la divergenciade opinionesproviene másbiende la variedadde aspectosbajolos cualesse presentalamateriaquede unaverdaderaoposiciónen lo quese disputa,acasonosexpresaríamosde un modomásclaroy exacto.

“Conducemuchoaresolverlacon acierto”,continúaBal-mes,“el formarseideasbien clarasy exactasde lo que es eljuicio, y la relaciónquepor él se afirma o se niega.En todojuicio, haypercepciónde identidado de no-identidad,segúnes afirmativo o negativo. El verbo es no expresaunión depredicadoconel sujeto, sino identidad; y cuandova acom-pañadode la negación,diciéndoseno es, se expresasimple-mente la no-identidad,prescindiendode la unión o separa-ción.Estoes tanverdaderoy exacto,que,encosasrealmente

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Filosofía fundamental de J. Balmes

unidas,no cabejuicio afirmativo por sólo faltarles la iden-tidad; de maneraqueen tales casos,parapoder afirmar, esprecisoafirmar el predicadoen concreto,estoes,envolvien-do enéldealgúnmodola ideadel sujetomismo;por manera,que la misma propiedadque en concretodebieraser afir-mada,no puedeserloenabstracto,antesbiendebesernegada.Así se puededecir el hombrees racional; pero no, el hom-bre es la racionalidad; el cuerpoes extenso;perono, el cuer-Po es la extensión;el papel es blanco; pero no, el papel esla blancura. Y esto ¿por qué? ¿Esque la racionalidadnoesté en el hombre, que la extensiónno se halle unida alcuerpo, y la blancura al papel? No ciertamente; pero,aunque la racionalidadesté en el hombre, y la extensiónen el cuerpo,y la blancuraen el papel, bastaqueno per-cibamos identidad entre los predicadosy los sujetosparaque la afirmaciónno puedatener cabida;por el contrario,lo quela tiene eslanegación,a pesarde la unión; asíse podrádecirel hombreno es la racionalidad, el cuerpono es la ex-tensión,el papel no es la blancura.

“He dicho que, para salvar la expresiónde identidad,empleábamosel nombre concreto en lugar del abstracto,envolviendoen aquélla idea del sujeto. No se puededecirel papel es la blancura; pero sí, el papel es blanco; porqueestaúltima proposiciónsignifica el papel es una cosa blan-ca, es decir, que en el predicadoblanco,en concreto,hace-mosentrar la idea generalde unacosa,estoes, de un sujetomodificable, y este sujeto es idéntico al papel modificadopor la blancura”.

Estaexposiciónde lo quees el juicio no nos parecequepresentasu verdaderae íntima naturaleza.¿Quées lo quese quieredecir cuandose dice la azucenaes blanca?La res-puestaes tan obvía, quehastaparecerátrivialidad indicarla.Es evidenteque el que profiere estaproposicióntrata sólode significar la sensaciónparticularque la azucenaproduceen el alma, es decir, un efecto de la azucena,una cualidadque consisteen afectarde cierto modo particular el alma,

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Escritos filosóficos

en suma,unarelaciónde causalidad.Éstaes la relación quese trata de expresardirectamente,y la que desdeluego sepresentaal espíritu del quehabla y de los queoyen.

Es precisodistinguir la sustanciadel juicio de su formaexterior,de sucorteza,por decirlo así,queperteneceal len-guaje,másbienqueal entendimiento.Porel lenguaje,hemosdistribuído todos los objetosen clases,y estasclasesestánsiemprefundadasen relacionesd.c semejanza.Cuandoquie-ro expresarla cualidad que percibo en una cosa, no tengootro medio de hacerlo que referirla a la clasede las cosasquese asemejanen aquellaparticular cualidad.Así paradara entenderlas sensacionesqueel color particular de la azu-cena produceen la vista, la refiero a la clasede cosasquese asemejanen ese color. Decir que la azucenaes blanca,e~decir quela azucenaes semejantea la clasede cosasquesuelenllamarseblancas,y tan semejante,que le correspondeel mismo título general.Pero esta relacióhde semejanzanoes verdaderamenteel objeto del juicio que me propongodeclarar,sino el modo en que,por la constitución del len-guaje, me es necesariodeclararlo.Los quehancreído, pues,que, en los juicios afirmativos,se tratabasiemprede expre-sar una relaciónde semejanza,han tenido en cierto modorazón; pero su asertono conciernea la sustanciaíntimadel juicio, sino a su forma exterior y verbal.

La relación,que es el objeto inmediatodel juicio, puedeser de muchasy diversasespecies;no hay relación algunaqueno seacóncebidapor mediodel juicio, y queno puedaserobjeto directode esta facultad intelectual, como que eljuicio no es otra cosaquela facultadde concebirrelaciones,afirmándolaso negándolas.Cuandodigo que a la primaverase sigue el verano,la relación, que es el objeto directo deljuicio, es la de sucesión;y cuandodigo que 9 es más que7, el objeto directo es aquella relación particular que ex-presamospor medio de las palabrasmás y menos;compa-rando a 9 con 7, juzgo queel primero es másy el segundomenos.Pero la forma exterior y verbal de estos juicios, es

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Filosofía fundamentalde J. Balmes

siempreuna relación de semejanza;decir que una cosa esposterior a otra, o mayor que otra, es referirla a la clasede las cosasque se asemejanen esta cualidad relativa deposterioridado de mayoría,,porque posterior y mayor sonnombresgenerales,nombresde clases fundadassobre unarelación de semejanza.

La relación de semejanzapuede, como todas las otras,ser a vecesel objeto directo, la sustanciadel juicio. Cuandodigo que la cameliase parecea la rosa, la semejanzaentreestasdos flores es el objeto directo del juicio; y para de-clarar este juicio, me sirvo del predicadoparecidoo seme-jante, por medio del cual doy a entenderque la relaciónpercibidaes como la que se percibeentre los objetosa quese da el título de semejantes.La semejanzaentre las dosflores es la sustanciadel juicio; la semejanzade la relaciónpercibidacon las otras relacionesde su clase, es la formaexternay verbal.

Detengámonosun momentoen la relación de semejan-za, que constituyela forma externa de todo juicio. Decirla azucenaes blanca,es referirla a ¡a clasede las cosasa quese da este título, es comprenderlaen esa clase,es afirmar,por consiguiente,la identidadde la azucenaconunapartedelos objetosque comprendeesa clase.La relación de seme-janza conduceasí,en la forma externadel juicio, a la re-lación de identidad; pero sólo en la forma externa,porqueen la sustanciano se trata de identidad ni de semejanza,sino cuandoesas relacionesson objetos directos, como enestosjuicios: el arco de círculo es una curva en que todoslos puntosdistan igualmentede otro punto; la cameliaseparecea la rosa.

No se crea quees unaestérilteoría la quedistingue,enel juicio, y en la proposición que lo expresa, la sustanciay la forma externa.Tal vez en otra ocasiónse nos ofrecerámanifestarlo muchoqueimportaestadistinciónen la teoríadel raciocinio.

No es, pues, enteramenteexacto que el juicio consista

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Escritos filosóficos

en una percepciónde la identidado no-identidaddel pre-dicadoconel sujeto.El juicio tieneun campoinfinitamentemásvasto..Cuandoel entendimientopronunciaquedos ob-jetos tieneno no tienen cierta relaciónentresí, ¿quéhacesino juzgar? Así el juicio es esencialmentela percepciónoconcepciónde cierta relacióno no-relaciónentrelos objetosqueel almacompara,quecontempla,por decirlo así,el unoal lado del otro, relación sumamentevaria, pero que, tras-ladadaal lenguaje (seaqueen efectocomuniquemosnues-tras ideas a otros, o que hablemos, en cierto modo, connosotrosmismos,como lo hacemosa menudopensando),se expresapor medio de una relación de semejanza,con-vertible en unarelación de identidad.

Es unapropensiónnatural la quenos haceatribuir a laconstitucióndel entendimientolo que propiamenteperte-necea la del lenguaje;propensióncontra la cual es precisoestaralerta,y a quedebenimputarseno poco.sde lós erroresque han prevalecidoen la filosofía del entendimiento.Elmismo Balmes (séanospermitido decirlo, sometiendonues-tra aserciónal fallo de los inteligentes),nos pareceno estarsuficientementeprevenido contra esta especiede ilusión.

El pasajeque hemoscopiado,nos presentaotra pruebade ello. Si no podemosaplicar predicadosabstractosa suje-tos concretos,no es porqueno se percibaidentidad,porquerealmentese percibe. Haga el entendimientocuantos es-fuerzospueda;racionaly racionalidadsonparaélunamismacosa; la representaciónintelectualque la segundade estaspalabrasdespierta,es la misma quedespiertala primera.Asírealmentehay y se percibeidentidadentrehombre y racio-nalidad,entrepapely blancura (obsérveseque decimosra-cionalidad y blancura sin artículo). Es verdad que estasproposicioneschocan; no se puededecir, ciertamente,elhombreesracionalidad, el papelesblancura.Pero¿porqué?Por una ley del lenguaje, fundadaen el oficio especialaqueestándestinadoslos nombresabstractos.

Losnombresabstractosenvuelvenunaespeciede ficción

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Filosofía fundamentalde J. Balines

o metáfora,queconsisteen representarcomo partede unacosalo querealmentees la misma cosabajo cierto aspecto;cuando decimosblancura, nos representamosesta cualidadcomo unapartede los seresblancos,separaday distinta delas otras. Diremos, pues, que un cuerpotiene blancura,oque hayblancuraen él, como decimosque un animal tienemanosy pies o queen unaplantahay espinas.Siendoéstala institución peculiar de los nombres abstractos,el decirqueun cuerpoes blancura, no puedemenosde chocarnostanto, como si dijésemosque la encinaes bellota.

Esta institución del lenguajeha creado, digámosloasí,un mundoaparte,compuestode seresficticios, cuya clasi-ficación es paralelaa la de los seresreales.Así color es ungéneroquecomprendeblancura, verdor,etc., como cuerpocolorido es un géneroque comprendecuerpoblanco,verde,etc. Hablandorigorosamente,entreestosdos órdenesde se-res, no puedeconcebirseni identidadni no identidad,por-queno cabe comparación.

Y no se crea que esta ficción es una figura ociosa.Alcontrario,vemosen ellauno de los instintosmásmaravillososdel lenguaje.Sin ella, no seríaposibleexpresarlas verdaderasrelacionesde las cosasde un modo bastanteclaroy preciso.Decir, por ejemplo,quela virtud inspira amor, es decirqueel hombrevirtuoso,por el hecho de serlo, y prescindiendode circunstanciasque debiliten o destruyanlos efectos deestehecho,es amable.De aquí es que,si tratásemosde eli-minar de unaproposiciónlos nombresabstractos,y de tra-ducirla en palabrasconcretas,noshallaríamosmuchasvecesembarazados;tendríamosqueemplear largasy complicadasperífrasisparadar a entenderoscuramente lo que conaquéllosexpresamosde un modo tan breve, comoexactoyluminoso. Así la abundanciade elementos abstractosdeque constauna lengua, se puede mirar como una señalinequívocadel gradode desarrollointelectuala queha ile—gadoel puebloquela habla.

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Escritosfilosóficos

III

“La sensación,consideradaen sí, es una mera afección

interior; pero va casi siempre acompañadade un juiciomáso menosexplícito, máso menosnotadopor el mismoque sientey juzga...

“La simple sensaciónno tiene una relación necesariacon el objeto externo- -.

«Esta correspondenciaentre lo interno y lo externoesde la incumbenciadel juicio que acompañaa la sensación,no de la sensaciónmisma - . -

“La sensación,pues, consideradaen sí, no atestigua;esun hecho quepasaen nuestraalma.

“Por desplegaday perfectaquesesupongala sensibilidad,distamuchode la inteligencia”.

La doctrina desenvueltaen las precedentesproposicio-nes,estampadasen el capítulo i~del libro 2°de la obra deBalmes, es fundamentalen la psicología; a todas ellas esimposibledejarde suscribir,por poco que se hayameditadosobrelos fenómenosintelectuales.Las siguientesobservacio-nesse dirigen sólo a ilustrarla y extenderla.

Hay en el entendimientodos órdenesde fenómenosquepodemosllamar primordiales: los unos pertenecena laconciencia,los otrosa la sensibilidad.Por la conciencia,nosreplegamossobrenosotrosmismos,estoes, el alma sobreelalma. . Locke la llamó por eso reflexión; y muchos le handado,por la misma razón,el título de sentidoíntimo, quesólo puedeconvenirle metafóricamente.Por la conciencia,obrael alma en sí misma;por la sensibilidad,los objetosex-ternosobran sobreel alma, produciendosensaciones.

Como la sensaciónno es de suyo objetiva, tampocoloson de suyolas afeccionesde la conciencia;lo quea las unasy las otras las haceobjetivas,es el juicio que las acompaña.

El juicio queacompañaa las afeccionesde la conciencia,consisteen referirlasal yo, a el alma. Todo juicio consiste

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en percibir unarelación.La relaciónpercibidaen los actosde la concienciaes la de identidad.El alma reconoceaquellaafección, aquel estadoparticular en que se halla, y queforma el objeto de la concienciaen un momentodado, co-mo unaafecciónsuya,comoun estadosuyo; identifica estaafección o estadoconsigo misma; se ve a sí misma en lamodificaciónparticular queexperimenta.De estemodo, escomo percibe sus propias modificaciones; percepciónquemereceverdaderamentellamarseasí,porque es inmediataydirecta. Las percepcionesde la conciencia son verdaderasintuiciones, y en una nomenclaturaexacta,no deberíamosdar estenombre a otras.

Pasemosa la sensación,que, como dice Balmes, es unhecho interno, un hecho del alma, que de suyo no dicerelación a lo externo,a los cuerpos.¿Dequé modo se hanobjetivado las sensaciones?¿Cómoha pasadoel alma pormedio de ellas al conocimientodel universo corpóreo?Y¿quées paranosotroseste conocimiento?

La sensación,como todossaben,se produceen el alma,a consecuenciade una acción corpórea.Y lo primero quedebenecesariamenteseguir a ella, y en cierto modo acom-pañarla(porquela sucesiónestan rápida,queno nosesposi-blepercibirun tiempointermedio),es laconciencia,la intui-ción de la sensación;el almapercibeen ella un nuevoestadosuyo,y lo reconocepor suyo. El alma es todavíaobjeto desi misma.Nada de objetividad externa.

La objetividadexternano principia, sino cuandoel al-ma reconoceen la sensaciónel efectode una causaexterna.No es estodecir que,en las primerasépocasde la inteligen-cia, hayapodido presentarseal espíritu la idea de causaconla claridad y distinción que a nosotros.Pero una ley delentendimiento,quepodemosmirar como un instinto, haceque el alma, al experimentarla sensación,salga en ciertomodo de sí misma, se crea en comunicacióncon algo mis-terioso qi~eno es ella, y lo revista de su propia sensación,quedesdeestemomentono sóio pertenecea el almacomo un

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Escritos filosóficos

medio de sersuyo, sino a otra cosadistinta, como signo deella, como un medio de reconocerla,y de distinguirla deotrascosas,cuyapresenciase le notifica por medio de otrassensaciones,que la significan a suvez.

Esta tendenciadel entendimientoa objetivar la sensa-ción, pareceinstintiva, porque no puede derivarse de laexperiencia.El almarefieresussensacionesa causasexternas,porque no ve las causasde ellas en sí misma; raciocina enconformidadal principio abstracto,no hay hechosin cau-sa; pero esteraciocinioes oscuro,instintivo. El alma en lasprimerasépocasde la inteligencia, no raciocina sentandoprincipios abstractosy sacandode ellos consecuencias;lamayor parte de los hombresno lo hacenjamás. Los prin-cipios abstractoshansido primitivamentetendenciasinstin-tivas, y parala mayorparte de los hombres,no son nuncaotra cosa.

El rústicoquemide conla varados longitudes,y hallan-do en ellasigual númerode varas,las llama iguales,raciocinasin duda conforme al principio abstracto,si dos cosassonigualesa una tercera,son igualesentre sí; perosin que se lepresenteesteprincipio bajo su forma abstracta.En rigor,los axiomasno son premisasde ningún raciocinio, sino fór-mulasque representanprocederesraciocinativos,queel al-ma ejecutapor instinto. Discurreque si A y B son igualesa C, A es igual a B; y discurriendoasí,afirma el principiogeneral,pero bajo una forma concreta.Refiere del mismomodo las sensacionesa causasexternas,porquehay en ellauna tendenciainstintiva a referir todo hecho nuevo a unhecho antecedente,y porqueel hecho antecedenteno essuyo.

Estaexplicaciónes independientede cualquieraopiniónquese adopteacercade la existenciao la naturalezade lamateria.Que hay en nosotrosunatendenciaque nos hacereferir las sensacionesacausasexternas,estoes, distintasdelyo~,es una cosaincontestable;unadeterminaciónconcreta,de un axioma a que arreglamos habitualmente nuestros

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raciociniosen lavida: no hay hechosin causa.Que estaten-denciasea o no un fundamentológico legítimo, y cuál seasu verdaderosignificado, son cuestionesen que estándivi-didaslas escuelas,y sobrelas cualespuedeno sersatisfactoriala doctrina de la FilosofíaFundamental;pero,de cualquiermodo quesobreello se piense,la explicación anteriorquedaen pie. Referimoslas sensacionesa causasexternas,y lashacemossignos de estascausas;percibimosde este modocausasextrínsecasal yo. Causaexterna de sensación,ma-teria, cuerpo, son expresionesque significan una mismacosa.He aquí,pues,otroordendepercepciones;percepcionesen queel objeto es representadopor un fenómenoespiritualque no es él, por la sensación;percepcionesque no sonintuitivas, como las de la conciencia,sino representativas,y que, por el medio de representaciónde quenos servimos,que es la sensación,se puedenllamar tambiénsensitivas.Loqueelalmapercibedirectamenteen ellas,son las sensaciones;los cuerposno los percibeen realidad,sino se los representapor medio de las sensaciones,que les sirven de signos.

De signos decimos,no de imágenes.Entre la sensacióny la cualidad corpórea representadapor ella, no hay mássemejanza,que entre las letras y los sonidos del habla.

Hay, con todo, un aspectobajo el cual las sensacionesrepresentanimitativamenteel universocorpóreo.Las rela-ciones que percibimosentre las sensacionesson para noso-tros imágenesde las relacionesque concebimos entre lascualidadescorpóreas.Los agregadosde sensacionesrepre-sentanagregadosde cualidadescorpóreas,como los agrega-dos de letrasrepresentanagregadosde sonidos;la composi-ción de uno de aquellosagregadoses una imagen de lacomposiciónde uno de éstos.Las semejanzasde las sensa-ciones no sólo representan,sino pintan, digámosloasí, lassemejanzasde las cualidades y acciones corpóreas. Lasucesiónde unas sensacionesa otras, correspondea la su-cesión de unas cualidadeso accionescorpóreasa otras; lacoexistenciade las unas,a la coexistenciade las otras; etc.,

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Escritos filosóficos

etc. Esto no es decir que la pintura sea siemprefiel; por elcontrario,nos engañaa menudo.Pero siempreprocedemosen el supuestode que las relacionesmentalesson una copiade las relacionesreales entre las cualidadesy accionescor-póreas.Así en un alfabeto perfecto,el orden y semejanzade las letras correspondenal orden y semejanzade los so-nidosorales.

Despuésvolveremoscon Balmes a la teoría de las per-cepcionesrepresentativaso sensitivas;por ahora nos limi-taremosa examinarsi es tan difícil, como él cree, el tirarla línea divisoria entrelo sensibley lo inteligente.

Desdeluego, observaremosque, en la clasificaciónde losactosy facultadesdel alma, como en todaslas otras clasifi-caciones,hayalgo de arbitrario. El alma, en todos sus actosy facultades,es una y diferente.Reducirios actosy facul-tades a clasesdiversas,segúnsus semejanzasy diferencias,es una operaciónque puede conducir a resultadosvarios,segúnel punto de vista en que se coloca el observador.

Con todo eso, admitidaslas proposiciones que hemoscopiadoal principio de este artículo, nos pareceque estácompieta y satisfactoriamenteresuelto el problemade lalínea divisoria entre la sensibilidady el entendimiento,se-gún las ideas mismas de Balmes; y no le hallamos conse-cuentea sus propiosprincipios,cuandopararesolverlocreenecesarioapelara consideracionesde otro orden.

Baimes distingue la sensaciónde los juicios, que casisiemprela acompañan.Y ¿noes el juicio, segúnel mismoBalmes, uña operación del entendimiento?Lo inteligenteprincipia, pues,segúnsu propia doctrina, en el juicio mis-mo de que vienen acompañadaslas sensaciones.¿Puedeapetecerseuna línea divisoria másneta?

Nosotros,a la verdad,concebimosun intermedioentrela sensacióny la referenciaobjetiva queconstituyeel juiciode que suelevenir acompañada.Este intermedioes la per-cepción intuitiva que el yo tiene de la sensación,como latienede todohechoquesobrevieneen él, y sobrequepuede

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Filosofía fundamentalde J. Balmes

reflejarsela conciencia.Peroestemismoreflejono comienzaa ser percepción,sino por medio del juicio, en que el j,oreconocela sensacióncomo unaafeccióno estadosuyo. Asíla concienciamisma, sin el juicio, es una facultad mera-mentepasiva; no testifica nada,no entiende;no pertenecea la inteligencia.En el umbral del juicio, terminapor unaparte la concienciameramentepasiva y por otra la sensi-bilidad; y allí mismo principia la inteligencia.

El entendimiento,tomadaestapalabraen una acepcióngeneral,comprendetodaslas facultadesque sirven a el al-maparala investigaciónde la verdad;y en estesignificado,la sensibilidadmisma pertenecea la inteligencia. Cuandodistinguimoslo sensibley lo inteligente,damosa lo segundouna extensiónmás limitada, que es a la que nos ceñimoscuandoconsideramosel juicio como el acto inicial del en-tendimiento.

El juicio, a diferenciadela concienciapasivay de la sim-p1e sensibilidad,es también lo que constituye la actividadintelectual. En el juicio, el alma, comparandodos objetos,viéndolosel uno al ladodel otro, sacandoasí de ellos un ob-jeto nuevo, queno es el uno ni el otro, es a saber,unarela-ción entreellos, es eminentementeactiva, porquees fecun-da, y en cierto modo creadora.

Se ha hecho consistir la actividad del alma en la aten-ción, a la cual se ha consideradocomounafacultadespecial,y como unamanerade esfuerzoque el alma hace,por de-cirlo así, de adentrohacia afuera, a diferenciade la sensi-bilidad, quepareceejercitarsede afuerahacia adentro.Estose adaptaríade algún modo a las percepcionessensitivasac-tuales, en queel alma, cuandoatiende,obra sobreios órga-nos,y aviva las sensacionesquepor suministerioexperimen-tamosy a quedeseamoscontraemos,excluyendoen cuantoes posible las otras. Perono se adaptani a las percepcionesintuitivas, ni a los actos de la memoria.

Tal vez seríamás exactoconsiderarla atención,no co-mo unafacultad intelectualdistinta, sino como unacuali-

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Escritos filosóficos

dad de los actos intelectuales,que consisteen el grado defuerza y viveza en que ios ejecutamoso experimentamos.En este grado de fuerza, influye a menudola voluntad, yentoncesla atenciónes voluntaria, y la acompañaunaver-daderaactividaddel alma, pero unaactividadquepertene-ce propiamentea la voluntad, no al entendimiento.Otrasvecesse v.erifica la atención,estoes, se hacenmás vivas yenérgicaslas representacionesy concepcionesdel entendi-miento, sin que concurrade modo alguno la voluntad, yaunfrecuentementea pesarde ella. Nos es imposible dejarde atenderaun dolor agudo;la sensacióntiene entoncesungradode fuerzaque la haceprevalecersobrelas otrassensa-ciones,y sobre los recuerdose imaginacionesque en otrascircunstanciasprevalecerían.Entre muchassensacionessi-multáneas,las menosfamiliaresprevaleceny amortiguanlasotras. Entre muchos recuerdossimultáneos,prevalecenlosde aquellosobjetosquetienenconexióncon nuestrointeréso pasióndominante.La vista del mar,por ejemplo,despier-ta una infinidad de ideas,entrelas cualesprevalecealguna,que no es una misma para los diferentesespectadores.Elfísico recordarátal vez la teoría del flujo y reflujo; el co-merciante,la nave cuyo retorno aguarda;el alma religiosay contemplativapensaráen la magnificencia de las obrasdel Criador; la madre, en el hijo ausenteque surca otrosmareso vive en país extranjeroal otro lado del océano.Encadauna d~eestasalmas, prevaleceuna idea diferente, queamortigualasotrasy las haceen ciertomodo latentes.Cuan-to mayores la fuerzade una idea,másse debilitan y amor-tiguanlas demásideascoexistentes;y tantapuedeser la vi-vezay exaltaciónde unade ellas, que hastalas sensacionesactualesdejende ser percibidaspor la conciencia.El almaparecedisponerde unacantidadlimitada de atención,quese reparteen diferentesgradosentre las ideascoexistentes;y no es posible que se avive y exalte unade ellas, sin quelas otrasproporcionalmentese atenúeny degraden.

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FILOSOFIA FUNDAMENTAL

POR DON JAIME BALMES *

1

Si en algún punto el sabioy profundo autor de la Fi-losofía Fundamentalha quedadoinferior a sí mismo,es, anuestrojuicio, en el de la relación del mundointerno delas sensacionescon un mundoexterno.Culpa seráde nues-tra escasainteligencia;pero,hablandofrancamente,nospa-recendestituídosde toda fuerza los argumentosde Balmescontra el sistemaidealistaqueno admite,o por lo menosponeen duda, la existenciasustancialde la materia.El mo-do en quepropone la cuestión,pudierahacercreerquenola ha consideradobajosu verdaderopuntode vista.

“~Dela existenciade este mundointerno, que resultadel conjunto de las escenasofrecidas por las sensaciones,podemosinferir la existenciade un mundoexterno?”

«Parala inmensamayoríade los hombres,la existenciade un mundoreal, distinto de nosotros,y en comunicacióncontinuaconnosotros,estáal abrigode todaduda”.

Balmes tiene razónhastacierto punto; pero es precisoaclararquées lo quese entiendegeneralmentepor realidaddel mundoexternoo de la naturalezacorpórea.

* Miguel Luis Amunátegui publicó el texto inédito de Bello en O. C. VIII,Introducción, p. XXVI-XLIX. Lo da de lectura directa de los manuscritos. (ComisiónEditora. Caracas).

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Escritos filosóficos

Lo quese llama real en este asunto,es la regularidadyla consecuenciade los fenómenos.Creemosque un árbolexisterealmente:1°porquevemosque todoslos hombreslopercibencomo nosotros;2°porquelo sometemosal examende varios sentidosa un tiempo, principalmenteal del tac-to, y el testimonio de cadauno de ellos apoyay confirmael de losotros; 39 porque,repetidoesteexamen,nos da cons-tantementeun mismo resultado;y si no nos lo da, si, porejemplo, notamosque le faltan a este árbol algunasramas,o queha desaparecidodel lugar queocupaba,podemosex-plicarnos estasdiferenciaspor medio de ciertos accidentesque conocemos,o conjeturamos,por cuanto guardanunaperfecta consonanciacon las leyes de la naturaleza,leyesindependientesde nosotros,y a cuyo dominio estánsujetasnuestrassensacionesy las de todoslos hombres.En unapa-labra, suponemosque nuestrassensacionesson producidaspor causasque no estánen nosotros,que existen fuera denosotros.Ahora bien, la realidad del mundo corpóreo asíentendidasólo puedeser rechazadapor el extravagantees-cepticismoque dudade todo; lo queniegan los idealistasala materia,es cosa diversa.El verdaderopunto de la cues-tión no estáen la existenciade causasexternas,extrínsecasal yo, independientesdel yo, sino en el de la naturalezadeesascausas.Los idealistasreconocenque hay causasexter-nas; el mundocorpóreo es para ellos el conjunto de estascausas;io que se tratade saberes qué sean.¿Sonserescon-cretos, sustanciasverdaderas,como lo es nuestro espíritu,aunquedestituidasde inteligenciay de sensibilidad?¿Osonleyes generalesque determinan el encadenamientode lassensacionesy las hacensucederunas a otrasen el alma, se-gún reglasconstantes,conocidasen gran parte,sujetasa laexperienciay al cálculo; leyesque el SupremoAutor de lanaturalezaha establecidoy conserva;leyes queno existen,sino en su voluntad soberana,y queobran sobrelos espíri-tus creadosinmediatamente,y no por el intermediode otrassustanciascreadasque carecende vida y sentimiento?

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Flosofía fundamental de J. Balmes

Dos imágenesgroseraspuedenservirnos para concebirla cuestión.

Supongamosuna vastamáquina,compuestade diferen-tes órdenesde teclas,a las cualescorresponden,segúncier-tas condiciones,diferentesórdenesde sonidos; queestaste-clas se muevenpor si mismas,y combinany armonizansusmovimientos con sujeción a leyes constantes,procediendode estejuego de las teclas las respectivasseries y combina-cionesde sonidos;y que ciertos agentesextrañosa la m~í-quina puedenmover algunasde las teclas, las cuales a suvez muevenotrasenconformidada las mismasleyesy pro-ducen dentro de ciertos límites alteracionesen el juegonatural de la máquina, de las que resultanseries y combi-nacionesparcialesde sonidos.Esta máquinaes una imagendel mundo corpóreo,según lo conciben ios materialistas(comprendiendobajo estetítulo a todoslos que reconocenla existenciasustancialde los cuerpos,sea que reduzcanaelloscuanto existe,o queadmitanotrasclasesde cosas);lasteclas son los cuerpos; los sonidosson las sensaciones;losagentesextrañosson las almas a cuyas voliciones es dadoimprimir movimientosparcialesal mundomaterial, y pormedio de ellos hacerservir la materia a sus necesidadesycomunicarentresí. Las leyesde la naturalezacorpóreaes-tán encarnadasen seres reales,sustanciales,a que damoselnombrede cuerposo de materia.

Paralos idealistas,que pudieranllamarsecon más pro-piedadespiritualistas,no existela máquinade quehemosha-blado. Esas leyes que los partidariosde la materiasustan-cial hancolocadoen las teclaslas colocanellos directamen-te en los sonidos.El universocorpóreono existe paraellos,sino en las leyesprimitivamenteimpuestaspor el Criador alas sensaciones,leyes queproducendirectamentelos enca-denamientosy conjunto de sensacionesque nos atestiguala conciencia,leyes cuya actividad puede ser hastaciertopunto modificadapor las voliciones de los espíritussin in-termedio alguno.

Vol, III. Filosofía—46.639

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Escritos filosóficos

La razón sin la revelaciónnadatiene que la decida apreferir el sistemamaterialistaal idealistao vice-versa.Am-bos son igualmenteposibles; y ambosexplican igualmentebien las aparienciasfenomenales.Peroel sistemaidealistaesel mássencillo de los dos; la materiasustanciales unasupo-sición ociosa;el sersupremono necesitabade su instrumen-talidadparaquesintiésemoslo quesentimosparaque se des-arrollasela vida animal con todaslas modificacionesy vici-situdesde que es susceptible,para que existiesela sociedadcivil consus cienciasy artes,y paraqueel destinodel hom-bre, la verdad,la virtud, fuesenexactamentelo que son.Decimosla razón sin la revelación,puesel dogmacatólicode la transubstanciacióncontradice abiertamenteal idea-lismo. Así el protestanteBerkeley,que,no contentocon laposibilidadde susistema,se aventuróa sostenersu existenciaactual, lo mirabacomo un poderosoargumentocontra lasdoctrinasde la iglesia romana.

Premitidas estas consideraciones,continuemosnuestroexamen.

«Saltaa los ojos”, dice Balmes,«quedebede ser erróneaunaciencia que se opongaa unanecesidady contradigaunhechopalpable;no mereceel nombrede filosofía la que seponeen luchaconunaley quesometeasuindeclinableim-perio la humanidadentera, incluso el filósofo que contraesta ley se atreveaprotestar.Todo io queella puededecircontraesa ley serátan especiosocomo se quiera; pero noserámásque unayanacavilación,cavilación que, si la fla-quezadel entendimientono bastareadeshacer,se encarga-ría de resistirlala naturaleza”.

Todo esoestámuy bien dicho contralos que negarenodudarenque nuestrassensacionesdebenprecisamentetenercausasy queesascausasno dependende nosotros,que nopodemossustraernosaellas,sino dentro de unaesferalimi-tadísimay valiéndonosde ellas mismas.Peronadavale con-tra el sistemaidealista racional,queno se oponea ningunanecesidad, ni contradicea ningún hecho palpable. ¿Qué.

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Filosofía fundamental de J. Balines

necesidadsentimosde suponerque las sensacionesson pro-ducidaspor seresaparte,y no por leyes generalesquebajociertascondicioneslas determinan?Los materialistassupo-nen, digámoslo así, dos dramas,de los cuales el que pasaen los sentidos es una traducciónde otro que pasa fueradel alcancede éstos,y de quenadasabríamos,si no se nosrevelasepor el primero.Pero,si bastael primeroparala sa-tisfacción de todas nuestrasnecesidades,¿en qué acepciónes necesarioel segundo?¿Hayalgún instinto irresistiblequenos hagafigurarnosbajocadasensaciónun no-yo queexistecomo el yo, y que destituido de sensibilidady de entendi-miento, apenaspuededefinirsey concebirse?La naturalezano nos ha dadoinstintossuperfluos;y ningunolo seríamásqueel que indicaseal hombreunaverdadmetafísicaquenopuedeservirle de nada.

El idealismo, repetimos, no contradicea ningún hechopalpable. Palpamosciertamentecausasexternas, esto es,experimentamossensacionesde tactilidad quetienen causasdistintasdel alma que siente; sobreesto,no cabe duda; loque la admite es la naturalezade estas causas;y la razónhumanano tienemediode explorarla.Decir queel idealismose oponea un hechopalpable,es hablarel lenguajedel vul-go. La tactilidad es en el conceptovulgar la esenciade lamateria.Decir a un hombre que la materiano existe real-mente,seríacomo decirle queno experimentamossensacio-nes táctiles; seríanegarleun hecho de que le es imposibledudar.Pero éstees un hechoque ios idealistasno niegan; loque nieganestá más allá. Así el fondo de la cuestiónentrematerialistase idealistases una quisquilla metafísica,que,no sólo carecede todo valor en la vida, sino que tampocosirve paranadaen la ciencia.Lo que importa en esteasun-to, es fijar la idea de lo que se disputa.Hechoesto,se perci-birá fácilmente que las dos escuelascontiendensobre unacuestiónincomprensible,cuya existenciao no existenciaanadaconduce,ni teórica,ni prácticamente.

El grandeargumentode Balmes es la diferenciaentre

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Escritos filosóficos

las sensacionesrecordadaspor la memoria y las sensacionesactuales.Sobrelas unas,tiene imperiola voluntad; sobrelasotras,no lo tiene.

~Estoyexperimentando”,dice, “que se me representauncuadro,o en lenguajecomún, veo un cuadroque tengode-lante. Supongamosque éste sea un fenómenopuramenteinterno,y observemoslas condicionesde su existencia,pres-cindiendo de toda realidad externa, incluso la de mi cuer-•po, y de los órganospor los cualesse me trasmite,o parecetrasmitirsela sensación.Ahora experimentola sensación;ahorano: ¿quéha mediado?La sensaciónde un movimien-to queha producidootra sensaciónde ver, y queha destruí-do la visión primera; o pasandodel lenguajeideal al real, heinterpuestolamanoentrelos ojos y elobjeto. ¿Cómoes que,mientrashay la sensaciónúltima, no puedoreproducir laprimera?Si existenobjetosexteriores,si mis sensacionessonproducidaspor ellos, se ve claro que estaránsujetasa lascondicionesque los mismosles impongan;pero, si mis sen-sacionesno son más que fenómenosinternos, entoncesnohaymediode explicarlo”.

La explicación es obvia. Ha mediadouna volición: lavolición ha producido una alteracióncon cierto encadena-miento de sensaciones.¿No reconocenlos idealistasque lasvoliciones de los espíritus modifican a las leyes naturales,alterandolas condicionesde su actividad,y subordinándolasdentro de ciertos límites (estrechísimossin duda) al impe-rio del hombre?

De este argumento,elegantementeamplificado,conclu-ye Balmes “que los fenómenosindependientesde nuestravoluntad, y queestánsujetosen su existenciay en sus acci-dentesa leyesquenosotrosno podemosalterar,sonefectodeseresdistintos de nosotros mismos”. Si seres significa sus-tanciasmateriales,negado:las premisasde Balmesno encie-rran semejanteconsecuencia,porque todosesos fenómenosen su existenciay sus accidentespuedenser efectode leyesgeneralesdictadas por el Ser Supremo, que dadas ciertas

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Filosofía fundamciital de J. Balines

condiciones,produzcanen cada puntodel espaciolos fenó-menosinternosde que las almastienenconciencia.

“Si el sistemade los idealistasha de subsistir”,dice el au-tor de la FilosofíaFundamental,“es precisosuponerque eseenlacey dependenciade los fenómenosque nosotros refe-rimos a los objetosexternos,sólo existeen nuestrointerior,y que la causalidadqueatribuímos a los objetosexternos,só1o pertenecea nuestrospropios actos.

“Tirando de un cordón que está en el despacho,hacelargos años que suenauna campanilla,o en lenguaje idea-lista, el fenómenointerno formado de ese conjuntode sen-sacionesen que entra eso que llamamoscordón y tirar deél, produceo trae consigoese otro que apellidamossonidode la cainpanilla. Por el hábito, o una ley oculta cualquie-ra,existirá esarelaciónde dosfenómenoscuyasucesiónnun-ca interrumpidanos causala ilusión por la cual trasladamosal orden real lo que es puramentefantástico.Ésta es la ex-plicaciónmenosirracional de que puedenecharmano; pe-ro con pocasobservacionesse puede hacer sentir todo lofútil de semejanterespuesta”.

Antes de discutir las observacionesde Balmes,hagamosalto en io queprecede.Los idealistasno llaman ilusorias ofantásticas,sino las mismascosas a que la generalidaddelos hombresda este titulo. El cordón y la campanillasonpara ellos objetosreales, tomandoestapalabraen el signi-ficado que antesexpusimos.La figura de un hombre quelos ojos ven,y las manosno puedenpalpar,seríaparaellos,como paralos demás,un espectro,una fantasma.No creenellos que las sensacionesactualesesténencadenadaspor há-bitos anteriores,ni por leyesocultas,sino por leyesgenera-les establecidaspor el Criador, de las cualesconocemosnopocas.Éstees a lo menos el idealismo de Berkeley, filósofoqueno sólo reconocióla certezade las leyesnaturales,tes-tificadas por los sentidos,sino que él mismo contribuyó ailustrar algunas,las relativasa la vista, por ejemplo.El idea-lismo que confundela vigilia con el sueñoy niega toda fe

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Escritos filosóficos

a ios sentidos,es másbien un escepticismoabsurdo,que novale la penade refutarse.Volvamos a la Filosofía Funda-mental.

“Hoy tiramosdel cordón”, dice Balmes,“y cosaextraña,la campanillano suena.. . ¿cuálserála causa?El fenómenocausanteexiste;porquesin dudapasadentrode nosotroselactoque llamamostirar del cordón;y sin embargotiramos,y volvemosa tirar, y la campanillano suena.¿Quiénhaalteradola sucesiónfenomenal?¿Porquépocoantesun fe-nómenoproducíael otro, y ahorano?En mi interior no haocurrido novedad:el primer fenómenolo experimentoconla misma claridady viveza que antes; ¿cómoes que no sepresentael segundo?¿cómoes que este último lo experi-mentabasiempreque queríacon sólo excitar el primero, yahorano? El acto de mi voluntad lo ejerzo con la mismaeficacia que antes; ¿quién ha hecho que mi voluntad seaimpotente?”

Éstees un raciocinioquecaesin fuerzaanteel idealismode Berkeley,que mira el encadenamientode las sensacionescomo independientede la voluntad de las almas. Paraquelas sensacionesque llamamostirar el cordón produzcanlasque llamamossonar la campanilla,son necesariasciertasco-nexiones;y llegandoa faltar unade ellas,el primer fenóme-no deja de acarrearel segundo.

«Esde notar’~,continúaBalmes,“que, cuandoquieroex-plicarmela faltade la sucesiónde estassensacionesqueantesiban siempreunidas,puedorecurrir a muchasqueson muydiferentescomo fenómenosinternos, que, como tales, notienenningunarelaciónni semejanza,y quesólo puedente-ner algúnenlaceencuantocorrespondena objetosexternos.Al buscarpor quéno suenala campanilla,para explicar-me la razónde quese hayaalteradoel ordenregular en misapariencias,puedopensaren varias causas,que por ahoraconsideraremostambién como meras apariencias,o fenó-menosinternos. Puedorecibir las sensacionessiguientes:elcordón roto, el cordón enzarzado,la campanilla rota, la

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Filosofía fundamentalde J. Balmes

campanillaquitada,la campanillasin badajuelo.A todases-tas sensacionespuedo yo referir la falta del sonido; y elreferirlo a ellas serálo másirracionaldel mundosi las con-siderocomosimpleshechosinternos,pues,comosensaciones,ennadase parecen;y sólo discurro racionalmentesi a cadaunade estassensacionesle hagocorresponderun objeto ex-terno, bastantepor sí solo a interrumpir la conexión delacto de tirar del cordón, con la vibración del aire produc-tora del sonido”.

Nadamás débil que semejantesargumentos.En lo mis-mo quese parecenlos hechosexternos, se parecenlas sen-sacionescorrespondientes.Todasellassuponeninterrumpidauna conexión necesariaentre lo que llamo tirar el cordóny lo quellamo el aire vibrante en los oídos.

Losraciociniosde Balmespruebanbienquenuestrassen-sacionestienen causasdistintas del yo, independientesengran maneradel yo. No prueban,Como él pretende,queexiste fuera de nosotrosun conjunto de sustanciasmate-riales sometidasa leyesnecesarias,y queseanesassustanciaslo queproducesensaciones,sino quehay leyes necesarias,omásbienconstantes,a las cuales,mediatao inmediatamente,nuestrassensacionesestánsometidas.

Nosotrosmiramosel sistemaidealistacomo unahipóte-sis falsa,porquese oponeal dogmacatólico, pero cuya fal-sedadno puedela razóndemostrarpor sí sola.

II

La extensióny el espacioes la materiaen que másdis-cordesestánlas opinionesde los filósofos. En la FilosofíaFundamental,no hallamosnadaque conduzcaa conciliar-los.

Balmeshaceconsistir la extensiónen la multiplicidad yla continuidad,y la juzgaabsolutamenteinseparablede laidea de cuerpo:proposicionesadmitidas,segúncreemos,por

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todaslas escuelasde filosofía. Observacon igual fundamen-to que la ext~ensióntiene la particularidadde serpercibidapor diferentessentidos,siendo ella misma en sí y separadade todaotra calidad, como el color o la tactilidad, incapazde percibirse sensitivamente.En particular, dice, ningunacalidades necesariaa la perceptibilidadde la extensión,perodisyuntivamentesí; unau otra de estascalidadesle es indis-pensable;si alguna de ellas no la acompaña,es imposiblepercibirla.

“La extensiónconsideradaen nosotros (continúa Bal-mes) no es unasensación,sino unaidea”. Esto mereceada-rarse.

La semejanza,consideradaen nosotros,no es unasensa-ción, sino unarelaciónparticularentredos o másafeccionesdel alma; entredos o mássensaciones,si se tratade cuerpos.Si idea quiere decir relación, la semejanzacorpórea,consi-deradaen nosotros,no es una sensaciónsino una idea; nopertenecea lo meramentesensitivo,sino a lo inteligente.Conla extensión,sucedelo mismo.

La extensiónes unarelacióno conjuntode relacionesdeunaespecieparticular,queconsisteen considerardos o máscosas materiales como extrapuestasentre sí, como fueraunasde otras,de maneraqueno podemossentirlas,sino se-paradamente;y reducidoel órganoa un punto,es necesa-rio quemedie entre cada dos sensacionesuna sensacióndelesfuerzoquese requiereparapasarel órganosobrelas cosasextrapuestas.La relaciónde extraposiciónes, pues,el ele-mento de la extensión,como la relación de sucesiónes elelementode la duración.Concebimosla primeraconcibien-do un conjunto depuntos tangibleso visibles como extra-puestosuno a otro; concebimosla segundacomo unaseriede afeccionesespiritualesque se sucedenuna a otra.

La relación llamadade sucesiónes simple; es imposibledescomponerlaen elementosdiferentesde ella. Al contrario,analizandola relaciónde extraposiciónse echade ver quenoes simple> sino compuesta.Supongamos,por ejemplo, dos

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puntos tangibleso visibles A, B. La extraposiciónentreAy B consisteen quea la sensacióntáctil o visualde A sucedeuna sensaciónde esfuerzo,y a la sensaciónde esfuerzo lasensacióntáctil o visual de B. Todaextensiónes un conjun-to de extraposicionespercibidas de esta manera, actual opotencialmente.

Concebidala extensiónde estemodo, no suscribimosaque sea,como pretendeBalmes,un hechoprimario de nues-tro espíritu. Todaslas otrasrelacionestendrían igual dere-choparaserconsideradascomohechosprimarios.No la pro-duceningunasensación,ninguna afeccióndel alma por sísola;sino quenacede un conjuntode sensacioneso de otrasafeccionesque el alma comparay juzga.

Pasemosahoraal capítulo VII del libro III, que es unode los consagradosal espacio.

“El espacio (dice Balmes): he aquí uno de los profun-dos misteriosque en el orden natural se ofreceal flaco en-tendimientodel hombre.Cuantomás se ahondaen él, másoscurose le encuentra.El espíritu se halla como sumergidoen lasmismastinieblasquenos figuramosallá en los inmen-sos abismosde los espaciosimaginarios.Ignora si lo que sele presentason ilusiones o realidades.Por un momento, leparecehaberalcanzadola verdad,y luego descubrequehaestrechadoen sus brazosuna yanasombra.Forma discur-sos que en otrasmateriastendríapor concluyentes,y queno lo son en ésta,porquese hallan en oposición con otrosqueparecenconcluyentestambién. Diríase que se encuen-tra con el límite que a sus investigacionesle ha puestoelCriador; y que, al empeñarseen traspasarle,se desvanece,siente que sus fuerzas flaquean,que su vida se extingue,comola de todo viviente al salir del elementoque ie espro-pio...

“El profundizareste abismoinsondableno es perder eltiempo en unadiscusióninútil. Aun cuandono se llegueaencontrarlo que se busca,se obtieneun resultadomuy pro-

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Escritos filosóficos

vechoso,puesse tocanlos límites señaladosa nuestroespí-ritu. . .

“,~Quées, pues,el espacio?¿Esalgo en la realidad?¿Essólo una idea? Si es una idea, ¿le correspondeun objeto enel mundoexterno?¿Esunapura ilusión? La palabraespa-cio, ¿estávacía de sentido?

“Si no sabemoslo quees el espacio,fijemos al menoselsentido de la palabra, que con esto fijaremos también enalgún modo el estadode la cuestión.Por espacio,entende-mos la extensiónen que imaginamoscolocadoslos cuerpos,esacapacidadde contenerlos,a la queno atribuimosningu-na calidad de ellos, exceptola extensiónmisma.

“~Seráel espacioun puro nada?.“Yo creoqueestaopinión encierracontradiccionesque

difícilmente se puedenconciliar.Quien dice extensión-nada,se contradiceen ios términos; y sin embargoa estose redu-ce la opinión de que estamoshablando”.

No vemosqueelespacioconsideradocomoun puro na-da, o la extensión-nada,envuelvacontradicciónalguna. Elgrandeargumentode Balmesparapensarasí es aquelaxio-ma escolástico:nihili nullae sunt proprietates; axioma quedebeceñirsea las propiedadespositivas,queen lo materialse reducentodasa verdaderasaccionesde los objetos entresí o enel alma.

Ahora bien, ¿quées la extensióndel espacio?¿Esacasola extraposiciónde puntos reales,tangibleso visibles? No.Es laextraposiciónde puntosimaginarios;extraposicióntanimaginaria;como los puntosentrelos cualesla concebimos.Puntosimaginarios,porqueno ejercen,ni podemosconcebiren ellos, ningunaacción entresi, ni sobreel alma; y entrelos cuales concebimosrealmenterelaciones,como las con-cebimosentrecantidadesy figuras, que no existen,sin quedemospor eso realidadalgunaobjetivani a ellos, ni a las re-lacionesque concebimosentre ellos.

La capacidadde recibir cuerposque atribuímosal espa-cio, es lo que a Balmesha parecidomás incompatiblecon

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Filosofía fundamental de J. Balmes

el espacio-nada.Pero esta capacidad¿quées? La no resis-tencia del espaciopuro a los cuerpos,calidadtan negativa,como la absolutainercia, como la intangibilidad, como lainvisibilidad. Aquí encontramosotra pruebade las ilusio-nesqueproduceel lenguaje.De quela palabracapacidadnoenvuelveningún elementonegativo,no debededucirsequela calidad representadapor ella sea precisamentepositiva.La capacidadde volar es algopositivo, porquees el poderdeejecutarunaacciónverdadera.La capacidadde sentirespo-sitiva, porque es la posibilidadde experimentarafeccionesreales.Pero la capacidadde recibir cuerpos,quees la impo-tencia de resistirles,no tiene nadade positivo. Si el espaciono fuesecapazde recibir cuerpos,les resistiría;ejerceríane-cesariamenteunaespeciede acción sobreellos; contendríala fuerzaqueempleasenlos cuerposparapenetrarle;lo cualpugnaevidentementecon la idea de espaciopuro, precisa-menteporque el espaciopuro es nada,o nihili nullae suntProprietates.

Se opondrá probablementequeel espacio,recibidos ioscuerpos,subsiste;y la nada,recibidos los cuerpos,desapa-rece. Luego no es lo mismounacosaque otra.

Esteargumentocarecede fuerza. El espaciopuro es lacapacidadpotencial;y el espaciolleno, la capacidadactual.El espaciopuro es lanada;elespaciolleno es la mismanada.Si de la idea del espaciolleno deducimoslos cuerposque loocupan,el residuoes la nada.

Si esta explicaciónno parecieseenteramentesatisfacto-ria, compárenselas dificultadesque ella ofrece con las deotra cualquiera,con las de la idea de Balmes,sobretodo,de la queél mismo sacaconsecuenciasque, a mi juicio, sonotros tantos argumentosad absurdumcontra su propiadoctrina, como veremosmás adelante.Sigámosleahora enlas explicacionesque hace del axioma níhilí nullae sunt

ProPrietatesal conceptodel espacio-nada.“Si en un aposentose reducea la nadatodo lo queen

él se contiene,parecequelas paredesno puedenquedardis-

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Escritos filosóficos

tantes.La ideade distanciaincluye la de un medioentrelosobjetos; la nadano puedeser un medio; es nada”.

Pero¿quiénno ve que la idea de un medionegativonorepugnaa la nada?Es verdaderamenteasombrosoel pres-tigio que tiene para un entendimiento tan perspicaz lainmensavitalidad del lenguaje. Mediar la nada entre lasparedes,o como decimosen castellano,no mediarnada, lepareceatribuir un ser a la nada, como si esto significaraotra cosa queno mediar cosa alguna, de la misma maneraque, cuandodecimos que un hombre descontentadizodenada gusta,no queremosdecir que le gusta la nada, sinoqueno le gustacosaalguna.“Si el intervaloes nada(añade),no hay distancia”., porque apoyarle en la nada, hacerlepropiedadde la nada,es, a su juicio, afirmar la posibilidaddel ser y no ser a un mismo tiempo. Pero ¿a qué buscarun apoyoen quereposela distancia,que es unamerarela-ción entrelas paredes?

Otra dificultad parecidaa la preceden~tees la del mo-vimientoen el espacio.“Si el espacioes nada,elmovimientoes nadatambién; y por lo mismo no existe.El movimientoni puedeexistir ni concebirse,sino recorriendocierta dis-tancia: en esto consistesu esencia.Si la distancia es nada,no recorrenada;luego no hay movimiento”. El movimien-to puedeexistir y concebirsedesdeque los cuerposvaríande distanciaentresí; desdeque varíaentreellos esta rela-ción particular que llamamosdistancia.La relaciónes entreellos, y no pertenecea la nada.La distancia,a la verdad,esextensión;pero ya hemosdicho que la extensiónen el es-pacio es la extensiónde los cuerposque actualmentecon-tiene, o quepodemosimaginar en él.

No seguiremosa Balmes en la discusiónde la doctrinade Descartes,Leibniz, Clarke y Fenelónsobre el espacio.A nosotrosnospareceque la definición de Leibniz es la mássatisfactoriade todas: el espacioes unarelación,un orden,no sólo entre las cosas existentes,sino también entre lasposibles, como si ellas existiesen.

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Filosofía fundamentalde J. Balm,es

Examinemosla explicaciónde Balmes.“Analizando la generaciónde la idea del espacio”,dice,

“se encuentraque no es másque la idea de la extensiónenabstracto.Si tengoantemis ojos unanaranja,puedollegarpor mediode abstraccionesa la ideade unaextensiónpura,igual a la de la naranja.Paraesto,comenzarépor prescindirde sucolor, sabor,olor, blandurao dureza,y de cuantopuedaafectar mis sentidos.Entoncesno me quedamás que unser extenso,el cual, si le despojode la movilidad, se reducea unaporción de espacioigual al volumende la naranja.

“Claro es que estas abstraccionespuedohacerlassobreel universoentero;lo queme darála idea de todoel espacioen queestáel universo.

“Abstrayendo,prescindimosde 1o particular, y nos ele-vamos a lo común. Si en el oro hago abstracciónde laspropiedadesque le constituyenoro, y atiendoúnicamentea las que poseecomometal, me quedocon una idea muchomás lata, la de metal, queconvieneno sólo al oro, sino tam-bién a todoslos demásmetales.Con la abstracción,he bo-rrado el límite queseparabael oro de los demás metales;y me he formado una idea que se extiende a to-dos, queno especificani excluyeninguno. Si de la idea demetal abstraigo lo que le constituye metal, y me atengoúnicamentea lo que le constituyemineral, he borradootrolímite; y la idea es más generaltodavía.Y, si subiendoporla misma escala,paso sucesivamentepor la idea de inorgá-nico., cuerpo,sustancia,hastala de ser, habréllegado a unpuntoen que la idea se extiendea todo.

“Con esto, se echade ver que la abstracciónsube a lageneralización,borrandosucesivamentelos límites que dis-tinguen y como que separanlos objetos. Aplicando estadoctrina a las abstraccionessobre los cuerpos,encontrare-mos la razón de la ilimitabilidad de la idea del espacio”.

Todo esto (dicho sea con el respetoque nos mereceelagudoy profundo ingenio del filósofo español) nos parecemásespeciosoquesólido. La idea de génerono excluyenin-

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Escritos filosóficos

guno de los caracteresde las especies;no incluye a nin-guno en particular, pero los incluye todos disyuntiva-mente.El hombreen generalno es el hombreeuropeo,niel asiático,ni el americano,ni el negro, ni el blanco, ni elde color cobrizo; peroes sin dudaun hombrequepertenecea esteo a aquellugar de la tierra, y quetiene cierto color.Estosconceptosdisyuntivos entran necesariamenteen laidea del hombre en general.Prescindirdel color o del paísno es excluir el color ni el país,sino dejar de considerarlosy determinarlospor el momento, sin que por eso dejemosde verlosvagamente,por decirlo así,en lontananza.

En la extensióngeneralizada,sucedelo mismo. Prescin-dimos del límite, pero no excluímos la idea del límite. Silo excluímos,concebimosnecesariamenteextensióninfini-ta; es sin dudalo quesucedeen la capacidadpotencialqueatribuímosal espacio.

No es cierto que, cuandopedimosla idea de la exten-sión en abstracto,y sin embargoterminada,pedimosunacosacontradictoria.Un límite dadoquitaría sin dudaa laextensión la generalidad.Pero un límite vago, un límitequeno es éste,ni aquél, ni esotro,pero quepor fuerzahade ser alguno,es absolutamentenecesarioa la extensiónge-neralizada,si no sesuponeinfinita.

Balmesresumesudoctrinaen las proposicionessiguien-tes:

“1~Que el espaciono es más que la extensión mismade los cuerpos;

2~Que la idea del espacioes la idea de la extensión;3~Que las diferentespartesconcebidasen el espacio,

son las ideas de extensionesparticulares,en las queno he-mosprescindidode sus límites;

4a Que la idea del espacioinfinito es la idea de la ex-tensiónen toda su generalidad,y por tanto, prescindiendodel límite;

5a Que la imaginaciónde un espacioindefinido nacenecesariamentedel esfuerzode la imaginaciónen que des-

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Filosofía fundamentalde J. Balmes

truye los límites, siguiendola marcha generalizadoradelentendimiento;

6a Quedondeno haycuerpo,no hayespacio;7~Que lo que se llama distancia no es otra cosa que

la interposiciónde un cuerpo;8a Que, en desapareciendotodo cuerpointermedio,no

hay distancia; hay, pues, inmediación,hay contacto, pornecesidadabsoluta;

9a Que, si existiesendos cuerpossolos en el universo,es metafísicamenteimposiblequedistenentresí;

10a Que el vacío, grandeo pequeño,coacervadoo di-seminado,es absolutamenteimposible”.

No nos detendremosen las cinco primerasproposicio-nes,porqueya quedadicho lo que pensamosacercade ellas.

Sobrela sexta,notaremosquede ella, si el espacio,co-mo opina nuestro autor, es la extensión del universo, sesigue necesariamenteque, donde cesa el universo, cesa elespacio;pero el espacioasí consideradono es el espacio,co-mo

1o considerala generalidadde los hombres.Suponiendofinito el universo,másallá de sus límites es posiblela exis-tencia de otros cuerpos,de otros universos;esa posibilidades en otros términosla capacidadde recibir cuerpos,la no-resistenciaa los cuerpos;cualidad que, como hemosdicho,constituyeel espaciopuro, queno se diferenciade la nada.Decir que más allá de los límites del universono hay es-pacio, es decir que falta allí todo, y que falta al mismotiempo la carenciade todo, que es la nada; lo cual es evi-dentementecontradictorio.

La séptimaproposiciónnos da tambiénuna idea turba-da e inadmisiblede la distancia.La distanciade dos cuerposes unarelación particular entreellos, que, según el modode pensarde todos los hombres,subsistiría,aunquese ani-quilara todo el universo,menosellos.

De la novenaproposición,nos atrevemosa decirquenospareceabsurda,y que, como consecuenciadel sistema deBalmes, es un argumentopoderosocontra su teoría.

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Escritos filosóficos

Lo mismo decimosde la décima.En la idea del vacío,no hay nadaquerepugneal entendimiento;y el presbíteroBalmes no lo ha concebidoasí, sino porque ha dado unaextensiónexcesivaal precitadoaxiomaescolástico.

No objetaremosa la teoría de Balmes la necesidaddelvacíodeterminadoque, segúnla teoría corpuscular,es ne-cesariopara el movimiento de los cuerposen el universo,porque esta teoría es una hipótesis,y los fenómenosde lararidady densidad,de la dilatacióny condensación,pudie-ran absolutamenteexplicarsesin ella.

De la íntima constituciónde la materia, no sabemosnada.El mismo Balmes se espantade la extrañezade lasconsecuenciasa que conducesu principio, y sospechaquese oculta algún error en él. Las del capítulo XIII son aunmás repugnantes,permitasenosdecirlo, al sentidocomún.Creemosquebastapresentarlas,paraque se aprecieel prin-cipio de que incontestablementese derivan:

“Si existieseun cuerposolo, no podría moverse,porquese moveríaen la nada”.

III

Los argumentosquehace Balmes contra la concepcióndel espacio-nada,ofrecen una pruebanotable del imperioquepuedentenerlos hábitosescolásticossobrelas inteligen-cias más elevadas.

Si se reduce a la nadatodo lo que se contiene en unaposentocerrado,parece,dice, que las paredesno puedenya quedardistantes,porquela distanciaes un intervalo, yla nadano puedeser un intervalo,porquela nadano puedetenercualidades;y si el intervalo es nada,no haydistancia.

Peroelaxiomanihili nullaesunt proprieta/esno se oponea que atribuyamospredicadosnegativos a la nada. Nadieseguramentecondenarápor absurdasestasproposiciones:lanada no tiene color, la nada no puedetocarse, la uda no

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puedeproducir efectoalguno;y el quedigaque la nadanopuedehacerresistenciaa los cuerposni al movimiento, le-jos de decir un absurdo,expresaráunaverdadincontesta-ble, evidente.Ahora bien, la capacidadque atribuímos alespacio-nadano es otra cosaque la imposibilidad de hacerresistencia.La ideade distanciaentrelas paredesde un apo-sentoquesupongamosenteramentevacíode materia,no esmás que la idea del movimiento necesario para que unmóvil cualquiera,introducido en el aposento,se trasportede unapareda la paredopuesta.Decir, pues,queen la nadano puedehabermovimiento,porque ese movimiento en lanadaesnada,supuestoquenihili nullaesuntproprietates,¿noes un miserablejuego de palabras?

Pero el mejor modo de hacerver hastaqué punto eseaxioma ha descarriadoa Balmes,es presentaral lector ioscorolariosqueél mismodeducede la ideaque le ha parecidomásaceptableentre cuantasse puedanformar del espacio.

“Donde no hay cuerpono hay espacio”.“Lo quese llama distancia,no es otra cosaque la inter-

posición de los cuerpos”.“En desapareciendotodo cuerpo intermedio, no hay

másdistancia;hay una inmediación,hay contactopor ne-cesidadabsoluta”.

“Suponiendoqueexistandos cuerpossolosen el espacio,es metafísicamenteimposible quedistenentre sí”.

“El vacío, grandeo pequeño,coacervadoo diseminado,es absolutamenteimposible”.

Un cuerposolo no puede moverse, porque el movi-miento encierrapor necesidadel correr distancia,y no haydistanciacuandono hay más que un cuerpo”.

“Un cuerpo con ángulossalientes~, existiendosoio, esun absurdo;porquesufigura exige queel puntoA, vérticede un ánguló,diste del puntoD, vértice de otro ángulo,la

1 Entrantes, dice el autor; pero creo que ha querido decir -salientes, porqueno alcanzocómo puedaentendersesu raciocinio, si se aplica a los que se han llamadocomúnmenteángulosentrantes,que se internan en la superficie terminadapor líneas,o en el sólido terminado por superficies. (N. de Bello).

Vol. III. Filosofía—47.655

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Escritos filosóficos

distanciaAD. Estadistanciano puedeexistir, porquedondeno hay cuerpono hay distancia”.

El universose halla, segúnBalmes,en este caso.La su-perficie que le terminacarecede prominenciasy cavidadesaun infinitísimas; y esoen virtud de unanecesidadmeta-física, de maneraque la Omnipotenciamisma no hubierapodidodarleotra forma.’

El sentidocomúnde Balmesno ha podido menos deprotestarcontratan extrañasaserciones.“Si el lector”, diceBalmes,“me preguntalo que piensosobre ellas,y sobreelprincipio en que estriban,confesaréingenuamenteque,sibien el principio me pareceverdaderoy las consecuenciaslegítimas, no obstante,la extrañezade algunasde ellas meinfunde sospechasde que en el principio se oculta algúnerror, o que el raciocinio con que se infieren las conse-cuencias,adolecede algún vicio, queno es fácil notar. Asímás bien presentouna serie de conjeturasy de raciociniosparaapoyarlas,queno unaopiniónbiendeterminada”.A míme pareceque toda la armazóndialécticade Balmes va portierra desdeque se reconozcaque la capacidaddel espaciopuro significa no-resistencia;cualidad que nadie querrádisputara la nada.

1 Filosofía Fundamental, tomo II, página 200 -y siguientes. (N. de Bello).

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FILOSOFIA

curso completo,-de Ma. RATTIER *

1

Aunque miramosel Manual de Mr. Rattier como unade las mejoresobrasquepuedenadoptarseparala enseñanzaelementalde la filosofía en nuestropaís,no por esodisimu-laremosque ciertasopinionesdel autor nos parecenaven-turadas; que su nomenclaturaofrece inconvenientesgra-ves;y queen algunasmateriasencontramosincompletasudoctrina, al paso que difusa y redundanteen otras. Con-venimosdesdeluego en queel primero de estos cargosvalepoco. En la variedadde sistemasque dividen hoy la filo-sofía, cada cual es dueñode elegir los principios que másfundadosconceptúe;y no somostan presuntuososquepen-semosimponernuestrasopinionesa nadie.Pero,aunen estaparte,puedeno ser inútil la discusión.Por lo tocantea losotros dos reparos,esperamosqueno serándel tododesaten-didaslas observacionesen quenos hemospropuestoapoyar-los. Tratándoseahora de redactarun texto parala clasedefilosofía del Instituto Nacional, y habiéndose elegido, encuantoal fondo y método,el Manual de Mr. Rattier, las

* Fué publicado por primera vez en la Revista de Santiago 1, 4, julio de 1848;

1, 5, agosto de 1848; y II, 10, marzo de 1949. Se inckyó, revisado por Bello, enOpúsculos literarios y críticos, Santiago, 1850, p. 240-270. Se reprodujo en O. C.VII, p. 387-418. (Comisión Editora. Caracas).

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Escritos filosóficos

presentamoscomo merasindicacionesal ilustrado profesorque se ha encargadode este importante trabajo. Aunqueno se nos ha proporcionadocomparar el Manual con elCurso Completo, juzgamosque el primero es un resumendel segundo,y preferimosreferirnos al Curso, porque, es-tando allí más extensamentedesarrolladala doctrina delautor, allí es dondepodemoscomprenderlamejor, y juzgaracertadamentede lo que falte o sobre en ella para unaenseñanzaelemental.

No es nuestroánimo rebajar el alto conceptode quegozan en Chile las obras filosóficas de Mr. Rattier. Noso-tros mismos hemossido de los primeros en recomendarlas.Si no son del pequeñonúmerode aquellasen que campeaalgún gran principio original, que abra un nuevo y vastohorizonte a la ciencia,el autor ocupaa lo menosun lugardistinguidoentre los escritorescuya misión es refundir tra-bajos ajenos,coordinarlos,y darles la forma convenienteparahacerlosentraren la circulacióngeneral;misión, tam-bién,de altaimportancia,y cuyo adecuadodesempeñoexigecualidadesnada comunes;una extensainstrucciónpara elacopio de los esparcidosmateriales;un juicio superiorparaapreciarlosy elegirlos; un talentode elaboración,que, elu-cidándolos, y modificándolos,y corrigiéndolos cuando esmenester,dé coherenciaa las partes, unidad y simetría altodo. Éstassonlas cualidadesque, a nuestrojuicio, distin-guen eminentementeel Curso de Filosofía de que se trata.Mr. Rattier no es un mero abreviadoro compilador; do-mina la materia; mejora a menudolo que debea otros; yposeeen alto grado el talento de asimilación,que digiere,organiza,y da a todo lo que toca la estampade sus propiasideas.Cuandono hayahecho avanzarla ciencia,a lo menosla habrá colocadoen una posición elevada, de dondeseafácil tenderla vista sobretodoel espaciorecorrido por ella,y contemplarlas conquistasque señalansu larga carrera.En cuanto a la ejecución,que en esta especiede obrasesuna circunstanciaimportante, la de Mr. Rattier reúne en

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Filosofía de Mr. Rattier

todaspartesla claridada la elegancia;y la difusión,que decuandoen cuandose le puedeimputar, se compensahastaciertopunto conla variedadde consideracionesquese hacenservir al esclarecimientode cada cuestión, habilitando allector paracalificar las opinionesdivergentesy juzgar porsí mismo.

Se abreel Curso por unaIntroducciónen queel autor,despuésde dar a conocerel objeto de la Filosofía, paraha-cerlo concebirmejor, y manifestar la importancia de susaplicaciones,echaunaojeadasobretodoslos ramosdel saberhumano.

“Como hay”, dice, “dos clasesde seresbien distintosporsu naturaleza,los unos perceptiblespor medio de los senti-dos, y de que se componeel mundovisible, los otros accesi-blessolamentea la inteligencia y que constituyenel mundoinvisible, hay por lo mismo dos clasesde ciencias: las unas,que tienenpor objetolos cuerpos,suspropiedades,los fenó-menos que se observanen ellos, y las leyes generales yconstantesquepresidena la producciónde estosfenómenos;las otras, que tienenpor objeto los espíritus,los fenómenosque los manifiestan, las leyessegún las cualesse combinanlos elementosdel pensamiento,las facultadesque tiene elalmade recibir ciertosmodosde ser o de dárselosa sí mismapor su actividadpeculiar.

“De aquí la primera división de las cienciasen físicasy metafísicas”.

Las cienciasmetafísicasse subdividendel modo siguien-te:

“La ciencia del espíritu humano se llama psicología,cuandoestudiael pensamientoen cada hombre, es decir,en los individuos; recibe el nombrede dcmoiogíao de po-lítica, cuandoestudiael pensamientoen cadasociedad,estoes,en las variasespecies;y se denominaantropología,cuan-do estudiael pensamientoen el género,estoes,en la huma-nidad toda.

“Pero el pensamiento,seaque lo estudiemosen el mdi-

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viduo, en la especieo en el género,se presentabajo tan va-riadas formas,que, con la ciencia del espíritu humano,seenlazannecesariamente,como expresión del pensamiento,unamultitud de cienciasy artesmetafísicas,que constitu-yen otras tantasaplicacionesde la psicología, de la demo-logia, y de la antropología.

“Así, cuandoel pensamientodel hombre, fijándose enla noción del ser, aspiraa comprenderlaen su mayor gene-ralidad, la ciencia toma el nombrede ontología. Llámaseteodicea,cuandoel espírituhumano,remontándosealprin-cipio universal de los seres,eleva su pensamientoa Dios,a los atributos de la divinidad, a las relaciones entre elhombrey su autor soberano. Llámase moral o ética,cuandoel pensamiento,contemplandolas relacionesentreel hombre y sus semejantes,le considerabajo el punto devista de los deberesque le incumbellenar en el senode 1asociedad;y recibe el nombrede estética,cuandotrata es-pecialmentede las combinacionesy deduccionesque nossuministrala noción de la belleza,y de las aplicacionesquedebenhacersede los principios de lo bello a las artesy a laliteratura.

“Así tambiénla filología, o ciencia de las lenguascon-sideradascomo signos del pensamiento en los diferentespueblos; la gramática, o cienciade las palabrasy de las re-lacionesentreellas; la lógica, o ciencia del raciocinioy delas leyesde la razón; la elocuencia,o ciencia de los mediospropios para mover y persuadir;la civilización, que com-prendeen su generalidadla legislación, ciencia de lo quedebemandarseo prohibirse, como buenoo malo,útil o da-ñoso; la administración,o ciencia de gobernar con ordeny justicia los interesesde los estados,de las familias y de losparticulares;la jurisprudencia,o cienciadel derechopúblicoy privado; la pedagogía,o ciencia de conduciry educarlajuventud; en suma, todas las ciencias socialesy políticas,que hacendependerlas accioneshumanasde algo que essuperiora la simple idea de utilidad, y las subordinaa la ley

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Filosofía de Mr. l{attier

moral de equidady caridad,que es el alma del cuerposo-cial; la historia, o ciencia de los pensamientos,hechos yacontecimientosen que tienenparte los individuos, las fa-milias, las naciones, el génerohumano; la etnografía, ociencia de las costumbresde los variospueblos;no son másque ramos o aplicacionesdiversas de esta ciencia generalqueestudialas naturalezasinteligentes.

“Clasificaremostambién entre las artes metafísicaslaescritura)el arte ingeniosode pintar las palabrasy dehablara los ojos; la tipografía, que inmortalizael pensamientohu-mano,multiplicando los mediosde trasmitirlo intacto a lossiglos futuros; la vocalización,otro medio de activar lascomunicacionesintelectualesy la circulaciónde los pensa-mientosen el cuerposocial; lagesticulacióny la pantomima,palabramaterialqueno expresaya lasideasconsonidos,sinolas pinta con gestos,con las actitudesdel cuerpo, con losmovimientos de la fisonomía; la música,transformacióngloriosade la palabra,como la llama el abateGerbert,artede conmovery agradarpor el conocimientode las relacionesmisteriosasqueexisten,no ya entre los sonidosy las ideas,sino entre los sonidos y los sentimientosmás íntimos delalma; la declamación,queobra a un tiempo en el hombrepor el poderde las ideasy por el poder del canto,de queesuna imagenrebajada;la pintura, palabramuda y escrituraintuitiva; palabramuda, cuandoen las combinacionesdeformasy coloresexprime todael alma humana,con todaslas pasionesy todoslos sentimientosquepuedenfigurar enella; escrituraintuitiva, cuando,comolos jeroglíficos egip-cios, representahechosy cosas,no con signosconvenciona-les, sino bajo sus formasnaturalesvivientes; la poesía,quese sustituyea la pinturapor sus imágenesy descripcionesyal cantopor suarmonía;lamnemónica,que es a la memorialo que la lógica a la razón, reglándola y dirigiéndola; ladanza,queen todoslos puebloses el lenguajede la alegríay de todoslos sentimientosexpansivosdel alma,y que,comosigno de unaafecciónnatural y de todoslos maticesen que

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Escritos filosóficos

se manifiesta,participade la pantomimapor los movimien-tos combinadosque imprime al cuerpo,y de la músicaporel ritmo, a que necesariamentedebesujetarse;la arquitec-tura, queen sus relacionesconel pensamientomoraly reli-gioso, puede también considerarsecomo una escriturasu-blime, realizadaen los monumentos,en los templos queerigea la divinidad, etc. En todas estasartesy en muchasotras que sería largo enumerar,la idea es todo, la materianada;todo su valor estáen el pensamientoqueexprimen”.

Pudiéramoscopiar otrospasajesde la Introducción, co-mo muestrasde lamanerapeculiardel autor, de la extensiónde sus miras, del espíritu moral y liberal de su filosofía,y de la fácil y naturaleleganciacon queamenizalos asuntosque toca. Pero estamosreducidosa límites demasiadoes-trechos,y debemosapresurarnosa exponerlas observacionesque al principio indicamos.

El autor comienza por la Psicología; esto es, por laciencia del yo o del alma. En la Psicología desenvuelveprimeramentetodos los elementosconstitutivos del pen-samiento.Los primeros que llaman su atención,pertenecen-a la sensibilidad.

“La sensibilidad”,segúnMr. Rattier, “es el conjuntodelas modificacionesque el yo experimentacuandorecibe laaccióndel mundovisible o invisible, no por el conocimientoque adquieredel uno o del otro, sino por las sensacionesagradableso desagradables,los goces o padecimientos,lasemocionesde placer o de pena, las aversioneso deseos,lasafeccionessimpáticaso antipáticasque esta acción deter-mina enel yo” (tomo 1, página 122). Contraestadefini-ción pudieranhacerseobjecionesgraves. ¿Por qué servirsede la sensaciónpara explicar la sensibilidad,de la cual esaquéllaun acto, quetodavíano conocemos,y cuya defini-ción no nos da el autor hastamuchaspáginasdespués?Porotra parte,la sensibilidad,segúnestadefinición, se reconocepor el placer o pena,el goceo padecimiento,la aversiónodeseoqueun objeto visible o invisible produceen el alma;

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Filosofía de Mr. Kattier

de que se seguiríaque los actos del alma a que falta estecolorido de goce o pena,de simpatíao antipatía, no sonactosde la sensibilidad,y que las sensacionesmismas,cuandono son agradableso desagradables,no pertenecena esta fa-cultadprimitiva. Un objetoquevemos,y queno nos afectaen bien ni en mal, producesin duda sensaciones,afectaelsentidode la vista, que es unade las facultadesespeciales,comprendidasbajoel términogenéricosensibilidad.El mis-mo Mr. Rattier reconoceque las sensacionesqueel mundomaterialdeterminaen nosotros,son a menudoindiferentes,estoes, ni agradablesni desagradables.He aquí sus formalespalabras:‘las sensacionesque e1 alma experimentaa con-secuenciade las impresionesque se operan en los órganoscorpóreos,no son para ella placeresni penas propiamentetales” (proposición inexact-a en su generalidad:no lo sonsiempre,pero lo son muchasveces). “Hay circunstanciasen queel alma, bajola influencia de unasensacióndel tacto,del oído o la vista, no gozani padece.Y aunse puededecirque las sensacionesindiferentesson las másnumerosas”(to-mo 1, página 181). Y seguidamenterefuta a Mr. Garnier,para quien una sensaciónindiferente es una sensaciónqueno existe. ¿Cómo,pues, conciliar esta doctrina con la de-finición precedente?Una de dos: o tenemossensacionesqueno son actos de la sensibilidad,contra la doctrina de Mr.Rattier,quecreemoses la doctrinauniversalen estamateria;o no es esencialen los actosde la sensibilidadel placer odolor, el goce o padecimiento,contra la definición de Mr.Rattier.

Nuestroautor distingue dos especiesde sensibilidad:lafísica y la moral. Sensibilidadfísica es una denominaciónpoco aparente,a nuestrojuicio; porque la sensibilidad,bajotodassusformas, es unafacultadespiritual, unafacultaddecuyos actostenemosconciencia.Pero ¿quées la sensibilidadfísica? Ella abraza,segúnMr. Rattier, todas las sensacionesagradableso desagradables,que determinaen nosotros laagenciadelos cuerposexternos,todoslosplaceresy todoslos

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Escritos filosóficos

doloresque localizamosen algunode nuestrosórganos,y to-dos los apetitosy deseossensuales,atractivos o repulsivos,queelalmaexperimentaconestaocasión(página12-3);otradefinición queadolecedel defectoquese llama en la lógicaidem per idem,porquesensibilidad,sensacióny sensual,sonpalabrascognadascuyos significados tienen un fondo co-mún, y era necesariohaberdefinido unade ellas separada-mentepara quepor su medio se determinasela idea quecorrespondea cada una de las otras. Pero,en lo que nosparecemás defectuosala definición, es en que no abrazarealmentetodos ios fenómenos de la sensibilidad física.Exclúyense,primeramente,las sensacionesindiferentes,quereferimosa órganosdeterminados,o (segúnla expresióndelautor), quelocalizamosen algunode nuestrosórganos,co-mo sonlas más numerosasy familiares de la vista, oído ytacto. Las sensacionesqueproduce en mi vista un objetoquede ningúnmodomeinteresa,la queproduceen mi oídoun rumor insignificante,o en mi tactoel tocamientode uncuerpoqueno me afectani en bien ni en mal, ¿aqué,sen-sibiidad pertenecen?Segúnel texto de las dosdefinicionesquehemosconsiderado,se podríaresponderquea ninguna;y casihabríamotivo de pensarquetal ha sido la mentedelautor. si élmismono hubiesetenidocuidadode anunciarnos,desdelas primeraspáginas,que las sensacionesde todas cla-sesson hechosinteriores que él comprendebajo el nombrecomúnde sensibilidad.

Exclúyense,en segundolugar, las sensacionesdetermina-daspor nuestropropio cuerpoy quese localizanen un ór-gano; las sensacionesque correspondena las impresionesqueunapartede nuestrocuerpohaceenotra,y enquenues-tro cuerpoejerce sobresí mismo accionessemejantesa lasque podría ejercer en él un cuerpoexterno. Además,elcuerpoanimadodespiertasensacionespeculiaresen el almaque lo vivifica, y sensacionesque se localizan. La lesión deunavísceraocasionaun dolor agudoquereferimosa la par-te afecta. ¿Se comprendeesta especie de sensacionesen

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Filosofía de Mr. Raltíer

la definición anterior? ¿Y no correspondenellas rigorosa-mentea la sensibilidadfísica?

En tercerlugar, se excluyenindebidamentelas sensacio-nes que no se localizan en órganoalguno peculiar, y quereferimosvagamentea todoel sistema,comolas de lasitud,fatiga, sueño.El cuerpoviviente se halla impresionado,encadauno de estosestados,de unamaneraespecial,que aúnno hapodidodescribirnosla fisiología, y que lleva trazadeserun enigmaeterno,indescifrableal microscopioy al es-calpelo. Perocualquieraquesea la alteraciónfísica, quími-ca, eléctrica, magnética,que en esosestadosexperimentenlos nervios,los músculos,el celebro,los modosde serquede-terminanellosen elyo, enelalma,sonsensacionesqueno lo-calizamos,sensacionesquese nos figuran derramadassobretoda la máquinacorpóreaqueel yo vivifica. ¿Y no son és-tas tambiénsensacionesquepertenecenal dominiode la sen-sibilidad física?

En los fenómenosde estaespeciede sensibilidad,distin-gueMr. Rattier la impresión, que correspondeal organis-mo, y la sensaciónquetienesuasientoenel alma. La impre-Sión afectaprimeramenteunapartecualquierade la super-ficie externao interna de nuestrosórganos;esta afecciónse comunicaluegoa los nervios,y se propagapor medio deelloshastael celebro: impresiónprimitiva o superficial,im-presiónmediao nerviosa,impresiónprofundao cercbral.Mr.Rattier da también a la impresión superficial el título deorgánica,quedebieraextendersea todastres,porquelos ner-vios y el celebrosonverdaderosórganos;y aunpudierade-cirsequees en ellos dondeexisteeminentementeel organis-mo de la vida; a lo menosasí es enel hombre,y en las es-peciesde animalesquemásse aproximana la nuestra.

Estos tres grados de la impresión se puedendistinguircon claridaden la queprecedea las sensacionesde la vista,oído, olfato, gusto y tacto, y generalmentea las sensacio-nes que localizamosen algún órgano determinado.Así elfluído luminoso que nos hace ver los colores,despuésde

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Escritos filosóficos

atravesarlos dos maravillosos aparatosópticos que llama-mos ojos, impresionala retina; y esta impresión se propagapor medio de ciertos nervios hastael celebro. Así tambiénun tejido interior dañadoo desarregladoejerce, en conse-cuencia,una acciónespecialen ciertos nervios, que la tras-miten del mismo modo al celebro. Pero ¿sonsiemprefáci-les de discernir esostresgrados?¿Enquéórganoparticulartiene origen, y por qué nervioses conducidaal centro ce-re-bral, la impresiónqueproduceen el alma la sensacióndelsueño?

En seguida,pasael autor a la descripciónde los órganos,y a la exposiciónfisiológica de los fenómenosde la impre-sión; materiaque, a lo menosen el Manual,’hubierapodidoreducirsea lo muy precisopara explicar los hechosde la.percepción sensitiva,esto es, los juicios que forma el almasobre las cualidadesy estadosde los cuerposexternosy delsuyopropio, segúnlas variedadesde las sensacionesque ex-perimenta,las cualescorrespondennecesariamentea las va-riedadesde las impresionesorgánicas.En ningunode los sen-tidos, son más complejosestos juicios que en la vista. Lasleyes a que obedeceel entendimientoen la apreciacióndelos colores)figuras, tamañosy distanciasde los cuerpos,de-duciéndolasde menudísimasvariedadesde sensación,quecorrespondena menudísimasvariedadesde impresión,handado materiaa muchosinteresantestrabajos desdeel sigloXVII acá. Lo mejor de Reid es acasola partequeha dedi-cado a esteasuntoen su Investigaciónde los principios delsentidocoiíii~n,en que lo concernientea la vista forma unode los más bellos y acabadoscapítulosde la filosofía inte-lectual. Y con todo eso, el doctor Reid ha logrado desem-peñar su objeto economizandoextremadamenteios datosfísicos y anatómicos.

Lo quemenosestamosdispuestosa aceptaren la teoríade Mr. Rattier, es la división quehace de las impresionesylas sensacionesen externase internas,suponiendoun exactoparalelismo,bajoeste respecto,entrela impresión,la sensa-

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Filosofía de Mr. Rattier

ción y la percepciónsensitiva.Pero la verdades que seme-jante paralelismono existe; quedondese encuentrafunda-mentalmenteesa diferencia,y dondepodemosmanifestarlay formularla de un modo claro y preciso,es en la percep-ción sensitiva.

Importa muchopara fijar nuestrasideas no perder devista la esencialseparaciónde los tres trámitesque acabamosde enumerar.“Entre estosdoshechos,la impresióny la sen-sación”,dice Mr. Rattier (pág. 179), “hay toda la distan-cia queseparaa la sustanciacorporalde la sustanciaespiri-tual. La impresiónes un modo de ser de la materia,unaal-teraciónen los órganos,unavibración, un movimiento quese opera en ellos, quese comunicade la superficieinterna oexternadel cuerpoa los nervios y al celebro, y cuyo pro-gresopuedeseguir, describir y averiguarla fisiología, ob-servandoatentamentelos hechosque la constituyen.Perounavez queha recorrido los diferentesgradosde la impre-sión hastael centrocerebralenqueéstatermina,se encuen-tra atajadoel fisiólogo; porque allí están los límites de lamateria;allí principia el dominiodel alma y delpensamien-to; y la experimentaciónfísicacedesu lugara laobservaciónpsicológica.La sensaciónno es un hecho corporal,quepue-da presentarsea los ojos del profesorde anatomía,o que semanifieste bajo la punta del escalpelo”. Esto nos pareceexacto.Perono hallamosque se tracende un modo igual-menteprecisolos límites entrela sensacióny la percepción.

“Definimos la sensaciónun modo de serdel alma, oca-sionadopor alteracionesquehan ocurrido en el cuerpo.Elcarácterpropio de la sensaciónes no tenerobjeto diverso deella misma.Si se observaatentamenteael alma que lo ex-perimenta,haciendoabstracciónde todoslos fenómenoses-pirituales que puedenmanifestarsea consecuencia,es im-posibtever en ella otra cosaqueunamodificación del yo,que existede cierta maneraparticular,es decir, quegozao-padecebajo la influencia del placer o el dolor. Es seguro,pues,que la sensaciónno suponeabsolutamentemás que

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Escritos filosóficos

sujetoafectadode cierta manera;queel yo no tieneen ellaconciencia,sino de sí mismo y de su modo de ser; y quebajo la acción de la fuerza extrañaque lo afecta, se hallaen un estadopuramentepasivo” (página 181). Prescindi-mosdel goceo padecimiento,queapareceaquíotra vez co-mo esencialen la sensibilidad.El carácterde la sensación,se dice, es no tenerobjetodiversode ella misma.El carácterde la sensación,diríamosde mejor gana,es no tenerobjetoalguno. Si la sensacióntuviese por objeto a sí misma, ¿enqué se distinguiría de la conciencia?Cuandoel alma per-cibe la sensación,como cuandopercibe el recuerdo,comocuandopercibeel juicio, como cuandopercibe cualquierade susmodosde ser, la facultad queejercitaes la concien-cia. A la verdad,el almaes una; todassus facultadesformanun todouno, simple, indivisible. Peroen unaanálisisrigoro-sa, es necesariosepararlascuidadosamenteunade otra; quees, en otros términos,discernir los diversoshechosde queconstacadafenómenoespiritual.

Laspercepcionesde la concienciasonde muy otra natu-ralezaquelaspercepcionessensitivas.En aquéllas,el almavedirectamenteunamodificaciónsuya;en éstas,lo mismoqueen las otras~.,ve directamentetambiénunamodificaciónsu-ya; peroal mismotiempove indirectay representativamen-te otra cosa;porquede esa modificación de -sí misma, quees siempreunasensación,hace un signo con que se repre-sentala causaextrañade que la sensaciónes efecto. A laspercepcionesde concienciacaracterizaun juicio de identi-dad; a las percepcionesde cualidadeso estadosmateriales,un juicio de causalidad.Creemosexpresarsu diferentena-turaleza,llamandoa las unasintuitivas, directas;a las otras,sensitivas,representativas,indirectas.

La impresiónperteneceal cuerpo;la sensación,a lasen-sibilidad; la percepción,a la inteligencia.

1 En Opúscutos literarios y críticos, Santiago, 1850, Bello corrige expresamenteestepárrafo, donde decía lo mismo que en el alma”. En O. C. VIL, Amunáteguino tuvo en cuenta la enmienda del texto. (Comisión Editora. Caracas).

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Filosofía de Mr. Rattier

Veamosahora la diferenciaentre las percepcionessen-sitivas internasy las externas.

Si la referenciaquehacemosde la sensaciónes al orga-nismo (seaque se nosmuestrecomocircunscritaa unapar-te, o como derramadasobre todo él), si se representanpormedio de la sensacióncualidadesy estadospeculiaresde loscuerposvivientes (verbi gracia,el hambre,el sueño,el do-lor que localizamosen unavíscera,el escozorque referimosa un puntode la cutis), la percepciónes interna.Si el almava más allá, si reconoceen la sensaciónla agenciade unacausaexterior queafectael organismo,y por medio del or-ganismosu propio ser, representándoseen esaagenciacua-lidadeso estadosquepertenecena la materiaen general,ypuedenexistir en los cuerposvivos, comoen la materiabru-ta, inorgánica(verbi gracia,un color,un sonido,unasuper-ficie suave o áspera),la percepciónes externa.

Así, el ser externao interna la percepciónsensitiva,noconsisteprecisamenteen la localidadde la impresiónorigi-nal, sino en sermediatao inmediatala causacorpóreaa queel yo refiere la sensación;y como en toda percepciónsen-sitiva no puedemenosde habercausainmediata,que es unaafeccióndel organismo,no hay percepciónsensitivaexter-na,a queno acompañenecesariamenteunapercepciónsen-sitiva interna.Cuandoun color produceunasensaciónen elalma, percibe el alma intuitivamente esta sensación,y re-presentativamente,por medio de la misma sensación,doscosasdiversas,un color y unaafecciónorgánica.

Hay en estos fenómenosuna composiciónprogresiva.Si se limita el alma a ver en la sensaciónun modo de sersuyo, tenemosuna percepciónde conciencia,una percep-ción directa,intuitiva ~. Si el alma se representapor mediode la sensaciónla causainmediata,la afecciónorgánicaqueafectasusensibilidad,tenemosunapercepciónsensitivain-

1 En Opúsculos literarios y críticos, Santiago, 1850, este párrafo es así: “Sise limita el alma a ver en la sensaciónun modo de ser suyo, tenemos una percepcióndirecta, intuitiva”. (Comisión Editora, Caracas).

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terna. ¿Reconoce,ademásde la afecciónorgánica,que es lacausainmediata,otra causamás distantequeobra en ésta,y, por medio de ésta,en ella misma?Tenemosuna percep-ción sensitivaexterna.

Todavíapodemosdar un pasomás.A veceshaydoscau-sas corpóreasmediatas,de las cualesunaobra en otra, y lasegundaen el órgano,y por medio del órgano, en el alma,como sucedeen las percepcionesde la vista, oído y olfato.En las de la vista, por ejemplo,un cuerpodistante imprimecierto movimiento, cierta modificación particular al flúidoluminoso; éste impresiona,en consecuencia,a ciertosórga-nos; y los órganosimpresionadosafectan de cierto modoparticular la sensibilidad.Cuandotenemos,pues,algunaideadel procederde la naturalezaen las percepcionesde la vista,unamisma sensaciónes objeto directo de la concienciay senos hacesigno de trescosasdiversas: de una impresiónpar-ticular del organismo,de unamodificaciónparticular de losrayos de luz que lo impresionan,y de un color particulardel objetovisible, que imprime aquellaparticularmodifica-ción a la luz. El signo, sin variar de naturaleza,varía designificado,segúnla referenciaque unimosa él.

Si, pues,como hemosvisto, unamisma impresión,y porconsiguiente,una misma sensación,puede servirnos parapercepcionesinternaso externas,es precisoadmitir que loexternoy lo interno de las sensacioneso de las impresiones,segúnla división de Mr. Rattier, no tiene que ver con lointerno y lo externode las percepciones,segúnsu naturaldivisión, quono se aleja muchode la de nuestro-autor.

Los caracteresdiferencialesqueasignaMr. Rattier a susdos clasesde impresiones (página 171), justifican nuestraopinión.

i~Las externasnacencon ocasiónde un excitanteex-terior, cuya presenciay naturalezase prestana la observa-ción; al pasoque los excitantesde las internasse hallanen-vueltosen unaoscuridadprofunda.— Sehaceconsistirel ca-rácter de la impresiónenel carácterde la percepciónpro-

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Filosofía de Mr. Rattier

vocadapor ella: la impresión es externasi percibimosunasustanciaexterior que la produce;interna, si no se percibesemejantesustancia.Hay un zumbidode oídosque se ase-meja muchoal de ciertosinsectos;la sensación,y por consi-guiente, la impresión,son de una misma especieen ambos

- - casos.-Sin, embargo, la impresión, y por consiguiente, lasensación,se califican, en el un caso, de internas,y en elotro, de externas,en virtud de una circunstanciaque es

- del todo~xtraña a las dós; es a sab~r,el referir o no el almala sensacióna un excitanteexterior.

2~Las impresionesexternasse localizan; mientrasqueestamosen-unaignoranciacompletaacercadel sitio en quese desenvuelvenlas otras.— Estadiferenciafalla muchísimasveces.El estadoorgánico,producidopor la temperaturaat-mosférica,y de quenacenlas sensacionesde caloro de frío,no se localiza; y nadienegaráque referimos estassensacio-nes a.un excitanteexterior, el ambiente; de maneraque,atendiendoal primero de estos dos caracteres,deberíamosllamar internala impresión,en la nomenclaturade Mr. Rat-tier, y atendiendoal segundo,la deberíamoscalificar deexterna.Por otra parte, cuandosentimosun dolor agudo,quenos parecetener asientoen un tejido interior, cuandoexperimentamosunasensaciónde angustiaque referimosalpecho, y en otrasmuchasincomodidadesy dolencias,la im-presión se localiza; y bajo estepunto de vista, perteneceala clase de las externas,al paso que, no apareciendoexci-

tante algunoexterior, es preciso llamarla interna. -3° Tenemosla facultad de sustraernosa los excitantes

- - exteriores,tapándonos,por ejemplo, los oídos, cerrandolos- - párpados,alejándonosde un cuerpo,cuyo contactonos es

desagradable;pero:no podemosatajar el desarrollode unaimpresión- interna;- a despechonuestro, persisten,cuandosentirnos- hambreo sueño, los correspondientesestadosor-gám~c~smiez~itrasno comemoso dormimos, y todo lo que

- - podemóses atenuarhastacierto punto la intensidad de la- - sensaciónpor una fuerte contenciónde espíritu, dirigida a

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otro objeto; peroal fin triunfa el organismo.— Lasimpre-sionesorgánicasque sirven al ejercicio de los sentidosex-ternos, se producena veces sin excitación exterior, comoen el ejemploantescitado del zumbidode los oídos; comocuando, cerradosios ojos, despuésde haber estado algúntiempo bajo la acción de una luz viva, nos parecever to-davía la luz; y en otras alucinacionesde que hacenmen-ción las obrasde medicinay fisiología. Lasimpresionessoninternas,porqueno podemossustraernosa ellas.Sin embar-go, son semejantesa las quesirven parael ejercicionormalde los sentidosexternos; a lo menos, así es creíble por lasemejanzade las sensacionesqueproducen;y si son diferen-tes,no tenemosmedio de saberlo.Es decirque,segúnla no-menclaturade Mr. Rattier, impresionesy sensacionesenque no columbramosdiferenciade naturaleza,se colocanen diversascategoríasa virtud de una circunstanciaextra-ña, el podero no sustraernosa ellas.

40 Por las sensacionesqueprovienende las impresionesexcitadaspor agentesexternos,conocemosestosagentes;porlas sensacionesque las impresionesinternasexcitan, nadaaprendeel alma acercadeunaagenciaexterna.— Por mediode estassensaciones,aprendemosa distinguir ciertos estadosorgánicos:el del hambre,el de la sed,el de la lesión de unaentraña,etc. Por medio de las otras, aprendemostambiéna distinguir ciertos estadosorgánicos:el de la visión, la au-dición, la olfacción,etc. ¿Enqué está,pues,la diferencia?En habero no, almismotiempo y por el mismomedio, per-cepcionesexternas.Por las funcionespeculiaresde la inte-ligencia, se clasifican las afeccionesdel organismoy de lasensibilidad.

5°Lasimpresionesexternasson a menudoindiferentes;las internasson acompañadasde placero dolor. Por la ex-posiciónmismadeMr. Rattier,se echade ver la insuficienciade este carácter.Impresionesde las que él llama externas,sona vecesacompañadasde placero dolor: de placer,cuan-do olemosunarosa,un jazmín; cuandogustamosunavian-

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da sabrosa;de dolor, cuandomiramosunaluz demasiadoin-tensa,cuandooímosel chirrido de unacarreta,cuandopa-samosla manopor unasuperficieerizadade filos y puntas,cuandoolemosuna cosa que hiede, cuandoprobamosunacosaqueexcita a náusea.Y tambiénhay ciertasimpresionesde las que él llama internas,queno tienensemejantecarác-ter, verbi gracia,los latidos del corazón--ensu estadonormal.

No hay paraqué detenernosen lo externoy lo internode las sensaciones,porque seríarepetir casi con las mismaspalabraslo quehemosdicho de las impresiones.

Lo quehayde cierto, es que las afeccionesdel organismono nos son conocidas,sino por las sensacionesque excitan.Los fisiólogos mismos no puedenlisonjearse de habernosmostradoen ellas otra cosaque la corteza,por decirlo así,de los fenómenosorgánicos;la mecánicade las fuerzasvi-tales,las íntimas alteracionesque se operanen cadatejido,en cada fibra, y de que se ocasionanlas varias especiesomodos particulares de sensación,serán probablementeunmisterio eterno. Las impresionesorgánicasde que resultanlas sensacionesde la vista, son de las que mejor conocemos.Y ¿hastadóndellega lo que sabemosde ellas? Hastadondeha podido llevarnos la óptica, hastala miniatura que pin-tan ios rayosde iuz en laretina. Pero¿quéson las impresio-ne~snerviosasy cerebralesque se desarrollanmásallá? Nues-tras ideasde los estadosy afeccionesorgánicasson ideas decausasocultas, de que las sensacionesson signos; signos quese parecena ellas,como la escrituraa la voz humana,y nomás,ni tal vez tanto. La importanciapsicológicade las im-presionesconsisteen lassensacionesquedespiertan,como lade las sensacionesen su significadoobjetivo, en la referenciaquedeéstashaceel almaa causasmediataso inmediatas~. Asíla percepciónsensitivaes el verdaderopunto de vista. Mr.Rattier mismo,en lo quedice de las impresionesy las sensa-

1 En Opúsculos literarios y críticos, Santiago, 18 50, este párrafo es así: “La

importancia psicológicade las impresionesconsiste en las sensacionesen su significado

objetivo, en la referenciaque de éstas haceel alma a causasmediataso inmediatas”.(CoMrsxóe~EDITORA. CARACAS).

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Escritos filosóficos

ciones,se ve obligadoa recurrir continuamentea la per-cepción,aunpara darsea entender.

II

ConsecuenteMr. Rattier a su definición de la sensibili-dad física5 forma de las sensacionesexternascinco clases:

Placeresy penasdel tacto,Placeresy penas del gusto,Placeresy penasdel olfato,Placeresy penasdel oído,Placeresy penasde la vista.

Quedan,por consiguiente,excluidasde su clasificacióntodaslas sensacionesque no son acompañadasde placer ode pena, que,según él, son las más numerosasde la vista,oído y tacto.

Por otra parte, aunqueesta clasificación de los cincosentidos externos está universalmenteadmitida, no puedemirarsecomo completa,a no ser quese incluyanen el sen--tido del tacto afeccionesque de ningún modo le pertene-cen. De un cuerpoque tocamosse dice queestá caliente ofrío, comode unabebidaquegustamosse dice que estádul-ce o an-zarga, o de unasuperficie sobre la cual ponemoslamano,queestálisa o áspera; la percepciónsensitivaen estostres casoses externay piesioscópica, estoes, de aquellasenque se refierela sensacióna unacausaexternaqueobra in-mediatamenteen un órgano.De un cuerpoen combustión,colocadoa cierta distancia,decimosque calienta, como deuna lámparase dice quealumbra, percepciónsensitivaex-ternay a~oscópica; el objetoa quese refierela sensación,noobraen el órganoinmediatamente.De la mismaespecie,s~nlas percepcionesde la temperaturaatmosférica:cuandode-cimos que hacecalor o frío, reconocemosuna cualidad,un

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estadoexternoanosotros,quenos afectade cierto modo,yque atribuímos a un sujeto vago, indeterminado,a la na-turalezaquenosrodea;sujeto tambiénde otros varios esta-dos o hechosexternos,como los quedesignamospor las ex-presionesllueve,nieva, hiela. Hastaaquí la sensaciónpuedellarnarseexterna,porque se hacesigno de cualidadesde lamateriainorgánica.Pero hay otros casosen que no es así.Tengocalor, tengofrío, se dice, como tengohambre,tengosueño,declarandoestadosparticularesdel organismo;y esomismo es lo quedamos a entendercuandodecimos sientocalor, como siento fatiga, siento opresiónen el pecho, mesientobuenoo malo. De maneraqueunamisma especiedesensaciónpuede servir para percepcionesinternas,en quenos representarnosestadosorgánicos;para percepcionesex-ternas,en quenos representamoscualidadesde cuerposqueobran a cierta distanciade los órganos;y parapercepcionesexternas,en que nos representamoscualidadesde cuerposquetocanla superficie del nuestro.Mr. Rattierponderaenvarias partesde su Curso la admirablefilosofía de queestácomo impregnadoel lenguajevulgar; y la materiapresente-es de aquellasen que los filósofos hubieranpodido estudiar-lo con fruto.

De todas las variedadesde percepcióna que sirven lassensacionesde caloro frío, no hayotrasen quepuedancon-fundirse con las del tacto, queaquellasque son producidaspor cuerposquerealmentetocamos.Pero no hay másmo-tivo para mirarlas en este caso como sensacionestáctiles,queparadar estetítulo a las sensacionespeculiaresdel gusto,queestánsiempreasociadasa las del tacto,y que,sin embar-go, se hanconsideradouniversalmentecomo de diversana-turaleza.De un cuerpoque gustamos,podemosdecir a unmismo tiempoqueestáduro y queestásabroso,atribuyendolas dos cualidadesa sentidosdiversos. ¿No tenemosigual omayor fundamentoparadistinguir dos sentidosen las sen-sacionesde durezay calorqueexperimentamostocandounapiedraqueha estadoexpuestaa los rayosdel sol? ¿Haymás

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Escritos fi!osóficos

analogía,en este caso, entrelas dos sensacionesasociadas?¿No vernos, al ~contrario, que esta asociación,indefectibleen el sentidodel gusto,falta a menudoen las sensacionesdecalor o frío, puestoque las referimos muchísimasvecesacuerposdistantes,a agentesvagos,impalpables,y aúna me-ros estadosorgánicos?

Mr. Rattierha hechode los apetitoso deseossensualesuntercer grado o manifestaciónde la sensibilidad física. Anuestrojuicio, hayen ellos dos cosasque debendistinguirse:unasensaciónele malestar,incomodidad,desazón,dolor, que,referida al organismo,constituye una percepciónsensitivainterna,y un conatode la voluntad,queno pertenecea losfenómenosde la sensibilidadfísica, y de que tenemosper-cepciónintuitiva, percepciónde conciencia.

Reconocemos,como Mr. Ratticr, una sensibilidadmo-ral, excitadapor causasinmateriales.Las varias manifesta-cionesde esasensibilidadtienenel título peculiarde emocio-iies, sentimientos,afectos,pasioizes.Perono vemos que sehayatrazadocon precisiónel límite queseparalas sensacio-ises propiamentedichasde los sentimientoso emociones.

Desdeluego es necesariosepararen estos fenómenosdelalma lo que pertenecea la voluntad,que desea,quiere, re-huye, rechaza,y produceen ci cuerpolos movimientosco-rrespondientes,para procurarciertos objetoso evitarlos, ylo que pertenecea la inteligencia, que recuerda,imagina,juzga,excogitamediosy prevéconsecuencias,de lo queper-tenecea la sensibilidadpura, queconsisteen la molestia,pe-na, desazón,dolor, queel alma refiere a sí misma,y de quetiene percepciónintuitiva, pero que, llegandoa cierto gra-do de intensidad,produce impresionesorgánicas,dolores,incomodidadesqueel almarefiere al organismo,y de quete-nemos, por consiguiente,percepcionesinternas. Los fenó-menosde las pasionesy afectosson sobremaneracomplejos;y para darnoscuentade ellos, es necesariodescomponerlosen sus últimos elementos.

Observemosdesdeluegoque,en los fenómenosde la sen-

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sibilidad moral, la parte del cuerpo y la parte del alma semanifiestanregularmenteen un orden inverso al que pre-sentanlas excitacionesde la sensibilidadfísica. En ésta,unestadoorgánicodespiertauna sensación;la sensación,a suvez, excita a la inteligencia,quepercibeel estadoorgánico,piensaen él y en los objetosque tienen relación con él; yal ejercicio de la inteligencia, sucedela intervenciónde lavoluntad,que tienelos mediosde proporcionara el alma unplacero de sustra-erlaa un dolor. Cuandoel alma goza, laintervenciónde la voluntad puedesernegativao nula. Sa-tisfechael alma con ese estadoactual, se concentraen él.El hambre,por ejemplo, principia por una modificaciónparticular del organismo,de que tenemosuna percepciónsensitivainterna,a quesucedela ocupacióndel pensamientoen los objetospropios para hacercesarla sensaciónpenosade necesidad,y la determinaciónde la voluntadhacia ellos,queconstituyeun apetito,un deseosensual.Satisfaciendoes-ta necesidad,gozamos,experimentamossensacionesagra-dables,que referimosal organismo.El ejercicio de la volun-tad se debilita por grados,y al fin se extingue.

De otra manerase desenvuelvenlas emocionesmorales,los afectos.En este fenómeno,la causaqueproducela sen-sación, llamada entoncessentimiento,es una imaginación,un juicio, una idea. Cuando presenciamoslas agoníasdeun moribundo,no es la percepciónvisual del objeto externolo quenos afecta,lo queproduceen nosotrosel sentimientode compasiónu horror, sino la idea de los padecimientosdelmoribundo,la imaginaciónquenos colocaa nosotrosmismosen unasituaciónsemejante,y el juicio de quetardeo tem-pranohemosinevitablementede vernosen ella, anteun por-venir de felicidad o miseria; juicio quedespiertaen nosotrosemocionessolemnes,profundas.Estosafectosdel alma, lle-vadosa cierto punto,obran en el organismo;se revelanennuestravoz, en nuestrosemblante,en nuestrasactitudesymovimientosinvoluntarios;nos estremecemos,lloramos.Lasafeccionesdel organismoproducen,al mismo tiempo, per-

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Escritos filosóficos

cepcionessensitivasinternas;y a todo se mezclala partici-pación de la voluntad; el alma tiende a huir de eseespec-táculoque la aflige y espanta.

De la misma manera,si la dicha inesperadade un ami-go nos enajenade regocijo, es evidentementela inteligencialo que influye en la sensibilidad,y por mediode éstaen elorganismo.La alegríaqueen esa y en otrasocasionesseme-jantessentimos,suponecierta participaciónde los órganos,quepasanentoncesa un estadoextraordinariode movilidad.Así vemosmanifestarseeste afectopor saltos y brincos enlosniñosy en todaslas personasqueno se cuidande la com-posturaexterior.Por eso,el baile ha sido en todaspartessuexpresiónnatural.Peroesamodificación corpóreano es másqueun trasladopálido de lo quepasaentoncesen la inteli-gencia,que hace combinacionesrápidas de ideas, vuela deun pensamientoa otro, y producela locuacidadchistosa,lajovialidad, la algazara.En la tristeza, al contrario, el almano sale de un círculo limitado de ideas,y tiene quehacerseviolencia paradistraersedel pensamientoque la aflige; bus-cala soledady el silencio; ios movimientosde la máquinacorpórease hacentan lentosy lánguidoscomo las funcio-nes intelectuales;los ojos se fijan; permanecemosen unamisma actitud,prefiriendola másdescansada;apoyamoslacabezaen las manos,como si aún el esfuerzohabitual quees necesariopara sostenerlanos fuese entoncesmolesto.Aveces,con todo, la alegríay la tristezaprocedeninmediata-mentedel organismo,y pertenecena la sensibilidadfísica.-

Aun las emocionesmás delicadas,como son, por ejem-plo, las que suscitael ejercicio de la inteligencia, cuandocontemplaalgunade las bellascreacionesde la fantasía-poé-tica o artística,o cuandobrilla súbitamentea sus ojos unaverdadnueva, fecundade consecuenciasimportantes;aunestasemocionesetéreas,digámosloasí, en que el espíritu,como desprendidode la materia,se eleva a las másaltas re-giones a que le es permitido remo-ntarseen su mansiónte-rrena, producenmodificacionesorgánicas,que se manifies-

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Filosofía de Mr. Rallier

tan en el semblante.¿Quiénpronunciójamásel eurekasinunabulliciosaconmociónde todosu ser espiritualy orgáni-co? Cadapasióntiene susgestos,sus actitudes,su fisonomía,y da modulacionespeculiaresa la voz humana.Esto es loque imitan la declamación,la música,la pintura, la mími-ca; -y en estoconsistesu poder. Pero estasmismas artesnoconmuevenla sensibilidad,sino por medio de la inteligen-cia.

Echamosmenosen el CursoCompletola análisis de es-tosfenómenosde la sensibilidadmoral, bajo el puntode vis-ta psicológico.Verdades queel autorocupaen ellosmuchaspáginas,y de las másinteresantesde su obra; pero que, porel aspectocon que los mira, estaríanmejorcolocadasen lafilosofía moral. Los sentimientosson inmediatamenteexci-tadospor la inteligencia,que refleja el espectáculoy el mo-vimiento del mundo moral y social, religioso y político, li-terario y artístico. Pero las relacionesde los objetosmulti-formesqueen él se le ofrecen,seacon el individuo aislado,o entrelos variosmiembrosde la sociedad,y sus efectosenla felicidad propia, en la felicidad común,y en la realiza-ción de los destinoshumanos,son del dominio de la ética.¿Noes, pues, una manifiestaanticipaciónde las doctrinasmoraleslo más de lo que se contienedesdela página 200

hastala 309? Léasecomo una muestra (y pudiéramosdarotrasmuchasy de mayor extensión) lo que dice Mr. Rat-tier sobre el amor a la soledad,al fin del título primero,destinadoa la sensibilidad.El asuntoes, sin duda,importan-te, y está expuestoconla lucidezy eleganciaque resplan-decenen todo el Curso. Pero ¿aguardaríanadie estos dospárrafosen otra partede la obra, queen la que se dedicaala actividad voluntaria, a los deberesy destinoshumanos;en unapalabra,al hombremoral?

UE1 último sentimientode que tenemosquedar cuentaesel amor a la soledad,la necesidadde sustraernosal mundoy recogernosen nosotrosmismos.Estesentimientono tienesu principio en la misantropía; se huye a los hombres,no

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Escritos filosóficos

porquese les aborrezca,sino porquela vida mundanaes unobstáculoa la perfección a que aspiramos.No se trata deaquellascircunstanciasextraordinarias,que en los primerossiglos del cristianismo,empujabana millares de fieles a re-fugiarseen los desiertos,único asiloen que les era dadogo-zar,en paz, de la libertad de servir a Dios segúnsu concien-cia. El mundo pagano,con sus bárbarosemperadores,suspersecuciones,sus patíbulos y verdugos, bastabaentoncesparaque se tomaseaversióna unasociedadque sólo presen-tabaproscripcionesa los sectariosde la religión nueva.«Pe-ro», dice Mr. de Chateaubriand,«cuandocesaronlas cala-midadesde los siglos bárbaros,la sociedad,tan hábil paraatormentarlas almasy tan ingeniosaen dolor, ha sabidoha-cer que nazcanotras mil razonesde adversidad,que nosarrojan fuera del mundo. ¡Quéde pasionesengañadas,quéde sentimientostraicionados,qué de pesaresamargosnosarrastrana la soledad!»Y aúnno es ése el único principiodel sentimientoque describimos.No todos los hombressonvendidospor sus amigos,o abandonadosde susnaturalespro-tectores,víctimas del infortunio., o de la injusticia; perotodo hombresiente,de cuandoen cuando,la necesidaddevivir consigomismo; fatigado del mundo)de sus fastidiosyagitaciones,y de las trabasmolestasque impone el comer-cio social, se retira como al santuariode su propio corazóny buscaallí unatreguade calmay sosiego.Quiereser suyo,y despuésde haberseentregadotodo entero a la sociedad,yde habersentidotodo el peso de las mil obligacionesqueprescribe, gústa de recobrarsu existencia,de restaurarsuindividualidad, de perteneceralgunashorasa sí mismo.

“Pero estanecesidadde recogimientoasumeun carácterdeterminadoen las almaselevadas,que, desdela altura delsentimientoreligioso, contemplanla perfecciónmoral a quees llamadoel hombre, la corrupción del mundo, los lazosque tiende a la virtud, las pasionesque enciende,y la difi-cultad de cumplir, entre tantos peligros, nuestro inmortaldestino. . - El deseode la perfección,y la incompatibilidad

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de unavirtud sin manchaconel contactoimpuro del mun-do y el espectáculocorruptor de sus vicios y escándalos,heahí lo que las inducea salir de la vida común,parano tenerque pelear, sino con los enemigosinteriores. Ahora pues,todohombrequeno es enteramenteajenoalsentimientore-ligioso, halla en si mismo,máso menosdesarrollado,el ger-mende estosdeseos,de estasdisposicionesíntimas. El cris-tianismo lo ha depositadoen todas las conciencias,con ladoctrinade la perfecciónevangélica.Paratodohombre,haymomentosen quela necesidadde hurtar el cuerpoa la tira-nía del mundoy a la esclavitudde las pasiones,se hacesen-tir poco o mucho, y en que la imagen de aquella felicidadque se asociaa la dulcepaz de unavida oscura,consagradaala virtud, se presentaal espíritu de un modomáso menosclaroy máso menosatractivo».«No lo dudemos»,dice Mr.de Chateaubriand,«tenemosen el fondodel almamil razonesde soledad;unosson arrastradosa ella por un pensamien-to inclinado a la contemplación;otros por cierto encogi-mientotímido, el cual hacequegustende habitaren sí mis-mos; y tambiénhayalmasdemasiadoexcelentes,quebuscanenvanoen la naturalezaotrasalmas,hechasparaunirseconellas,y parecencondenadasaunaespeciede virginidad moralo de viudez eterna.Paraestasalmassolitarias~esparaquieneshabíalevantadola religión sus asilos»”.

Toda esta partedel -Curso está llena de excelentedoc-trina, queno puededejarde ser provechosísimaa la juven-tud, dondequiera que se coloque;pero es mejor queesté ensulugar.

Observaremosde paso,para la debida exactitud y pre-cisión del lenguaje, que la palabrasentiini~ntoes propia-menteun hecho de la sensibilidad,y nadamás; designalaespeciede sensacionesdespertadaspor la inteligencia, comolas otras lo son por el organismo.Al fenómenocomplejoenque concurrena un tiempo la inteligencia, la sensibilidadfísica y moral, y las tendenciaso determinacionesde la vo-luntad, convienenmejor las palabraspasión, afecto.

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Escritos filosóficos

III

En el título 2~de la Psicología,se trata de las percep-ciones,materiaen que se nos permitirá decir que las clasi-ficacionesy nomenclaturade Mr. Rattierestánmuy lejosdesatisfacernos.

1. Primeramente,dandoel nombrede sentido íntimoa la conciencia,seríanecesarioadvertir que estadenomina-ciónno debeentendersesino comounasimplemetáfora,por-queno existeidentidadde naturalezaentrela concienciaylos sentidos,entrelas percepcionesdirectasqueel alma tienede sí misma, y las percepcionesindirectasde los sentidos,queno ven el objeto en sí mismo,sino representado,sim-bolizadopor una cosa del todo diversa,la sensación.En elejerciciode los sentidos,lo queel almapercibedirectamentees la sensaciónpor medio de la conciencia;y no percibelascualidadesmateriales,sino de un modo indirecto, represen-tándoselaspor medio de las diversassensacionesque los ob-jetos materialesexcitan en ella. Ésta nos pareceuna ideafundamentalen Psicología;y no seríadifícil probar quelas divergenciasde los varios sistemaspsicológicosprovienencasi todas de no formularseeste principio con la precisióny extensiónnecesarias.

En la teoría de Condillac, para quien la sensaciónestodael alma, la concienciaes un sentido.Mas, separadaslasensibilidady la inteligencia,no vemospor quése hayandeponer en unamismacategoría(que esoes darlesun mismonombre) las facultadeso capacidadesque pertenecena laprimeraconla facultadintelectualpor excelencia,quecon-templatodaslas modificacionesdel alma,y dirige todossusactos.

Sentidoy sensaciónson palabrascorrelativas:la prime-ra denota la facultad o capacidad,cuyo ejercicio actual oindividual es designadopor la segunda.Respectode la con-ciencia,no tenemosunavoz cognadaquesignifique los ac-

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Filosofía de Mr. Rattier

tos, como la tiene el idioma inglés (conscience,conscious-ness);y por eso, en nuestralengua,se suelendesignarconunamismapalabrala facultad y los actos;peropudiéramosapropiara éstosladenominaciónde intuiciones,queles con-vieneperfectamente,y no es nuevaen estaacepción.Así lohemoshecho, y seguiremoshaciéndolo.

2. Mr. Rattierdivide las percepcionesen seis clases:per-cepcionesinterioreso de conciencia,“conocimientoqueto-m~el yo de todoslos fenómenosque en él se producen,detodaslas modificacionesde que es actualm~t~sujeto” (to-mo 1, página 321); recuerdos,percepcionesde los hechosinteriores pasados (página 341); percepcionesmaterialesexternas;percepcionesde relación, que se atribuyen a unafacultadespecialllamada-razón; percepcionesmorales,porcuyo medio conocemosel bien y el mal moral; percepcio-nes estéticas,quenos dana conocerlo bello y lo feo.

Estadivisión nos pareceviciosa por varios respectos.Noes exactoque en los recuerdospercibamossiemprehechosinteriores pasados.Cuandonos limitamos a recordar unaafeccióncircunscritaa el alma, un puro objeto de la con-ciencia,pudieradecirse (aunqueno conunacompletapro-piedad) que el recuerdo es una intuición de lo pasado,yla memoriaunaconcienciaretro-intuitiva. Pero,cuandore-cordamosobjetosexternos,la música queoímosanocheenel teatro, las flores quevimos ayeren el jardín, la serie deperspectivasque -se noshanpresentadoen un viaje, ¿podre-mos mirar estosactos del alma que versansobre -cosasma-teriales,como meraspercepcionesde hechosinteriores pa-sados? ¿Podremosdarles ese título sin una impropiedadmanifiesta?Si las percepcionesactualesno son, todas,per-cepcionesde hechos interiores presentes,¿por qué los re-cuerdos,reproduciendolas percepcionesquefueron actuales,han de ser, todos, percepcionesde hechos interiorespasa-dos?

La memoria reproduce las percepcionesoriginales oactualesde todas especies;y por consiguiente,los recuer-

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dos, las percepcionesreproducidas,se dividen en las mis-masespeciesque las percepcionesoriginales.— Las percep-cionesoriginales, las percepcionespropiamentedichas,seanintuitivas o sensitivas,de hechos interioresatestiguadosporla conciencia,o de hechosexterioresa el alma, queconoce-mos por los sentidos,forman un género;los recuerdos,enque se reproducentodasesaspercepciones,forman otro gé-nero colateral, tan extensocomo el primero.

Peroel recuerdo,aun cuandose trate de un hechocir-cunscrito a el alma, de un hechode conciencia,no es pro-piamentela intuición de un hecho interior que ya no es.En el recuerdo,se renuevaun estadoanteriordel alma conmáso menosviveza. Perohay algo másque unasimplerenovaciónen los fenómenosde la memoria.El alma aso-cia al objeto del recuerdola idea de tiempo pasado; ideaque nace espontáneamenteen el recuerdo,y cuyo primerorigen está sin dudaen él. Por una ley primitiva de la in-teligencia, colocamosel objeto de la percepción renovadaen una perspectivadistinta de la queobra actualmenteso-bre los sentidoso la conciencia,concibiendoentre las dosperspectivasunarelación particular indefinible, la relaciónde sucesión,en que la perspectivarenovadaes antes,y laperspectivaactual, después.

3. El cuarto miembro de la división anterior de Mr.Rattier nos ofrece también dificultades graves. El autorenumera,entre las percepcionesde relación, las de seme-janza o diferencia,de efecto a causa,de fenómenosa sus-tancia, de cuerpo a espacio,de existenciaa duración, deorden a inteligencia, de lo finito a lo infinito, de lo rela-tivo a lo absoluto, de lo contingente a lo necesario,dehechosa leyes, de principios a consecuencias.El examende esta enumeraciónnos engolfaría en discusionesmeta-físicas interminables. Por ahora, nos limitaremos a algu-nas breves indicaciones; y diremos, en primer lugar, queno es completa.No alcanzamospor quémotivo no se hayacomprendidoen ella la percepciónde una relación dife-

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rente de todaslas enumeradas,y queel mismo Mr. Rattiery todo el mundo reconoce: la de identidad y distinción(entendiendopor distinto lo no-idéntico,que es su signi-ficado propio). Apenases menesteradvertir que no es lomismo semejanteo diferente,que idéntico o distinto. Doshojas de un árbol son semejantes,y en tanto grado pue-den serlo, que no percibamosla menor diferencia entreellas,sin quepor esodejende ser distintas,puestoquefor-man dos seres,y no uno solo. Por el contrario, el yo delniño y el de la misma personaen la vejez, son diferentísi-mos, y sin embargo,idénticos.Ni es peculiar de la identi-dad el percibirseen un mismo ser, al paso que las otrasrelacionesse percibenordinariamenteentre seresdistintos.Porqueuna cosa puede parecernossemejanteo desemejan-te a sí misma, contempladaen situacionesdiversas;y laduraciónno es más que la sucesióncontinuade una cosaa si misma.

Otra relación ha omitido Mr. Rattier entre las quepuedenser objetosde percepcionesespeciales;relación quees el elementoconstitutivo de todas nuestrasideas de ta-maño, número,cantidade intensidad; relación que ocurrecadainstanteal entendimiento,y sobrela cual estáfunda-do el vastoedificio de las cienciasmatemáticas.Hablamosde la relación de igualdado desigualdad,de más o menos.Y no es menesterprobar que no se reduce a ninguna delas enumeradaspor Mr. Rattier; y que,en último resulta-do, es un conceptoelemental, indefinible.

Señalandola de la existenciaa la duración, quiere de-cir Mr. Rattier que no podemosconcebiruna cosa comoexistente,sin que por el mismo hecho la refiramos a aque-lla grandeescalacon que medimoslas existencias:el tiem-

o. Así es en efecto. Pero ¿es éste un conceptorelativo ysimple? ¿Quées el tiempo, sino un agregadocontinuo, in-finito e infinitamente divisible, de sucesiones?¿Y qué esla sucesiónsino una de las varias fasesen que se nos pre-sentala relación que designamoscon las palabrassimulta-

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neidad, sucesión,antes, después?¿No denotamoscon cadauna de ellas un conceptoelemental,indefinible, que entracomo parteintegranteen las ideas de duracióny de tiem-po?

Mutatis mutandis, podemosaplicar lo mismo a la re-lación de cuerpo a espacio.No podemosconcebir cuerposin que lo refiramos a cierta porción del espacio.Y comoel espaciomismo es un agregadocontinuo, infinito e in-finitamente divisible, de relacionesde extraposiciónentrepuntosimaginariosen todas las direccionesposibles,sígue-se que el conceptode extraposiciónes el conceptoconsti-tutivo del espacio,como lo es de las ideas de extensión,tamaño, figura, situación y distancia. Pero la extraposi-ción mismano es unarelaciónelementale indefinible. He-mos manifestadosu composiciónen uno de los artículosdel Crepúsculo.

La relación del efecto a la causapudiera nó ser otracosa que el conceptode la sucesiónuniforme y constantede dosfenómenos,uno de los cualesacarreainvariablementeal otro, de maneraque, dado el primero, somos inducidosa concebirque le sigue el segundo.Mucho se ha disputadosobreesto; pero no creemosse haya probadohasta ahoraqueha~raen la causalidadotra cosa quesucesiónuniformey constante,necesariaunas veces, como entre la primeracausay las otras, y otras veces contingente,derivadadela ordenaciónsuprema,que ha encadenadolos fenómenos,sometiéndolosa ciertas leyes, a ciertas conexionesconstan-tes. Como quiera que sea,Mr. Rattier entiendepor rela-ción del efectoa la causa, un axioma, una ley del racio-cinio, en virtud de la cual concebimosquetodonuevo fe-nómenosuponeuna causa;que todo lo que se produceanuestrossentidos,a nuestra inteligencia, supone algo quele ha precedidoacarreándolo,produciéndolo,en virtud deesasleyes de sucesiónconstante,establecidaspor la causasuprema,primera. Tenemosasí confundidaslas relacionesque pueden percibirse directamente,con relaciones más

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elevadas,con las leyes del raciocinio, que formulamos enaxiomas y que pertenecenpropiamentea la razón.

Sobre la relación de lo finito a lo infinito, habríamu-cho que decir. Sientan algunos filósofos (y esta doctrinaes bastantegeneralen el día) que por el hecho de presen-tarse al. entendimientouna cosa finita nace en él necesa--riamentela idea del infinito, porque finito quieredecir no-infinito. Pero la verdad es que la gran mayoría - de lasinteligenciashumanas,ocúpadas incesantementeeñ cosasfinitas, lleganal último términode la vida sin columbrareseinfinito, a no ser por medio del dogmareligioso, que les re-vela la incomprensibleinfinitud de los atributosdivinos, laet.ernidadde la existenciafutura, etc. Ni es lo mismo pre-sentarseal entendimientounacosafinita, queconcebirlaco-mo no-inifinita. ¿Puededudarseque la inteligenciainfantilse representacon la mayor claridad los objetoscorpóreosensu natural figura y tamañosin pensaren lo infinito? ¿Y noes estolo mismo quepasaen los entendimientosadultos,conmuy limitadasexcepciones?La ideadel infinito no entraenios procederesordinariosy espontáneosde la razónhumana;es unadeducciónfilosófica, erizadade dificultades, en queel entendimientopuedeapenasabrirsecaminoentrecontra-rios absurdos.

Casiotro tanto puededecirse de la relación de lo con-tingente a lo necesario.Deduciremoslo segundode lo pri-mero, como deducimosdel orden la causainteligente,y delo relativo lo absoluto,y de los fenómenosla sustancia,y delos principios las consecuencias,por el raciociniode demos-tración, y de los hechoslas leyesgeneralespor el -raciocinioanalógico.Pero ya que Mr. Rattier ha querido darnosunalista de las relacionesque sirvenal raciocinioy pertenecenala razón, ¿nohubieradebidomencionaraquíunade las másfamiliaresal entendimiento,la quesirve a laespeciepa.rticu-l~irde raciocinio,llamadasilogismo,es a saber,Jarelacióndelcontinenteal contenido,de la especieal género?Dominasobreeste punto en las escuelasuna idea que nos parece

Vol. III. Filo,ofi,—49.- 687.

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errónea.No todo raciocinio es silogismo; hay en el enten-dimiento varios tipos de raciocinio,espontáneos,instintivos,quese diferencianentresí, segúnla relaciónparticularsobreque versan;y si bien muchos de ellos (no todos) puedenreducirseal silogismo por mediode un largo circuito, no esnecesariaesta reducción,ni representahecho alguno inte-lectual. No es necesaria,porquecadauno de estos procede-res avasalla por sí solo al entendimientocon tanto o máspoderqueel silogismo,sin necesidadde que lo comprobemospor él. Y no representahecho alguno psicológico,porqueesareducción (cuandoes posible) es un artificio mecánicode la escuela,y no unaoperaciónespontáneade la inteli-gencia.

Pero este cuarto miembro de clasificación de las per-cepcionesnos presentaademásel inconvenientede com-prenderseen ios dos primeros.

Toda percepciónes un juicio; y todo juicio envuelvede necesidaduna relación. En las percepcionesintuitivas ode conciencia,el yo reconoceun fenómenointerior comosuyoy lo identifica consigomismo. El yo, por ejemplo,queahoraexperimentacierta sensación,es el mismoyo en quela memoriamereproduce,máso menososcuray vagamente,una cadenainmensade modificaciones,cuyo principio sepierdeparamí en el sombríohorizonte de lo pasado;rela-ción de identidad,que no puedemenosde presentarseconbastanteclaridad al entendimientodesde aquella tempranaedaden que el niño es capaz de usar el pronombrede laprimerapersona,quesignifica la propiasustancia,una,con-tinua) y siemprela misma, agregándoleadjetivos y verbosque significan las modificacionesy estadosaccidentalesdesu ser, incesantementevariables.De dondenace otra rela-ción, la de los modoso fenómenosa la sustancia,cuyo tipove el hombreen sí mismo,y lo aplica despuésa los demásseres; relaciónquese revela tambiénmuy tempranopor eluso de los sustantivos,adjetivosy verbos.

En las percepcionessensitivas,no es la identidadla re-

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lación característica;la sensaciónes parael alma el efectode unacausaqueno es ella; la relaciónqueel juicio pronun-cia es la de causalidad,acompañadade varias otras; la deel yo); la de los modos a la sustancia(formada sobre eldistinción (la causade la sensaciónque experimentono estipo de los fenómenosinteriores referidosal yo sustancial),y las de localidado espacio,que se manifiestanasimismoenunaedadtempranapor el uso de las innumerablespalabrasque significan lugar, situación,distancia, figura, tamaño.

En unas y otras, intervienenademásideas de tiempo,relacionesde simultaneidad,de sucesión,de antesy después,que se revelantambiéndesdela niñez por el habla,y espe-cialmentepor la conjugacióndel verbo,quehacetanto pa-pel en el organismodel lenguaje.

Aun hay más. Si damos al objeto percibido uno o másnombres,si lo llamamos (mentalmente)espíritu o cuerpo,esferao prisma, planta o piedra, blanco o rojo, como nopodemosmenosde hacerlodesdeel primer desenvolvimientode la inteligencia,tendremosen toda percepciónunao másrelacionesde semejanza,porque dar un nombregeneral aun objeto es referirlo a unaclaseen virtud de la semejanzaque percibimosentre ese objeto y los demás objetos de laclase; y aun cuandole damosun nombrepropio, percibi-mos la semejanzadel objeto en situacionesdiversas,y de lasemejanzainferimos la identidad. Así en cada objeto quepercibimoshay un grupo más o menoscomplicadode re-laciones.

Si, pues,en toda percepciónvan envueltasrelaciones,¿quées lo que tienende peculiar y característicolas quesellaman en el Curso de Mr. Rattier percepcionesde rela-ción? ¿No supondría este cuarto miembro que los otroscincoson percepcionesde lo absoluto?¿Percibimosalgo ab-soluto?Creemosque no, y que cuandollamamosabsolutoun objeto de percepción,prescindimosde las relacionesqueentrannecesariamenteen todas las percepcionescomo ele-mentosesencialesde que no podemosdespojarlas.

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Escritos filosóficos

Lasrelacionesesencialese inseparablesde las percepcio-nesson la de identidaden las intuitivas o de conciencia; yla de causalidaden las sensitivas,que tienen algo materialp01 objeto. Cuando digo, por ejemplo, que estoy triste oalegre,no hay duda que comparomi estado presenteconotros que de antemanohe percibido en mi, y qtie de estacomparaciónnace la idea de semejanza;pero si soy capazde compararel estadopresentecon otros,es porque veo elestado presenteen sí mismo y separadode los. otros. No -puedosin duda expresarlo,sino valiéndomede un nombregeneralqueenvuelveunacomparación;peroéstees un actoulterior quese sobrepone-a la percepciónde mi estadopre-senteen sí mismo.Dela mismamanera,cuandoperciboqueun cuerpoes blanco o rojo, haydos actosseparables:la per-cepción del color en sí mismo, y la comparaciónde estecolor conotros coloresconocidos,en virtud de la cual per-cibo una semejanzaque me hace dar al color que veo e1mismo nombrequea otros coloresque he visto. Lo que nopuedosepararde la percepciónintuitiva o sensitiva, es eljuicio en que reconozcoa la afección de mi ser, o simple-mentecomo una modificación del yo, o ademáscomo unefectoy signode unacausaqueno es el yo. Se llaman,pues,percepcionesabsolutaslas que sólo envuelvenestasrelacio-nes esenciales,y percepcionesde relación las otras.

De lo cual se sigue que las percepcionesde relación noconstituyenunaespeciedistinta de las percepcionesde con-ciencia o de las percepcionessensitivasqueMr. R-attier lla-ma exteriores;que las percepcionesde conciencia puedenser absolutaso relativas;ylas percepcionessensitivaslo mis-mo. Peca,pues,la clasificaciónde Mr. Rattierde la mismamanera-que pecaríala clasificación de las plantas de un.huertosi las dividiésemosen indígenas,- exóticas,anuales.yperennes;porque las indígenaspuedenser anualeso peren-nes,y las exoticaslo misipo

Otros reparos.pudieran~hacerse‘~sobrelas percepcionesmorales,y las percepcionesestéticas;peroel -examende unas

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y otrasexigiría más espacioque el de los brevesartículosque sobreestamateriahemosdestinadoa la Revista.Con-cluiremos con unaobservaciónque nos pareceimportante.

La relación es la obra de la inteligenciasobre los mate-riales que le ofrecenla concienciay la sensibilidad.En laspercepcionesde relación, la inteligenciaes activa, fecunda.Concibe,creaen cierto modo, algo que los materialessobrelos cualestrabajano contienen;que no existe en ellos sinocomo causao fundamento,y que necesitade una elabora-ción ulterior. Pudiéramosexperimentarsensacionessemejan-tesy no percibir semejanza;la relaciónde semejanzaes unaespeciede creación, en queel entendimientoejerce ciertaactividadquele es propia; actividad,sin embargo,determi-nadapor la naturalezade las afeccionesque se comparan.Las percepcionesde relación completanasí las otras y lashacenverdaderasideas,nociones,conocimientos.

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ÍNDICES

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ÍNDICE DE NOMBRES

Este índice, preparadopor el Dr. JuanDavid GarcíaBacca, Profe-sor de la Universidad Central de Venezuela, recoge ios nombres deautorescitadosdirectamentepor Bello, en el texto del volumen.Refiere,naturalmente,a las páginasdel tomo. (CoMIsIÓN EDITO-RA. CARACAS).

AISAGO, Francisco Juan (1786-1853):518. -

ARISTÓTELES (384-322 a. C.): 434, 437,505, 506, 596, 599.

RACON, Francisco (1561-1~26): 129,502, 506, 588.

BAILLY, Juan 5ylvano (1736-1793), 502.BALMES, Jaime Luciano (1810-1848):

188, 189, 614, 616-656.BENTI-IAM, Jeremías (1748-1832): 548.BERKELEY, Jorge (1685-1753): 177, 209,

26-9, 288, 292, 293, 363, 364, 365,

366, 367, 368, 369, 370, 371, 373,374, 395, 538, 579, 188, 640, 643.

BRICEÑO (i. e. Briseño), Ramón (1814-1896 (?), 593-613.

BROWN, Tomás (1778-1820): 27, 28,31, 57, 177, 214, 329, 330, 333, 334,-455, 456, 457, 538, 607, 608, 609,610, 613.

CABANIS, Pedro (1757-1808): 200 (no-

ta), 263, 578.CAMPBELL, JORGE (1719-1796): 499.CLAREE, Samuel .(16751729): 160, 162,

189, 190, 534, 650.

CONDII.LAC, Etienne Bonnot de (1715-1780): 265, 266, 269, 454, 455, 509,578, 606, 613, 682.

COUSIN, Victor (1792-1867): 34, 120,121, 138, 139, 140, 141, 142, 144,146, 379, 383, 386, 387, 583, 587,

588, 589, 591-592, 594.CUVIER, Jorge Leopoldo Cristián Fede-

rico Dagoberto, barón de (1769-1832):374, 487, 503.

D’ALEMBERT, Jean le Rond (1717-1783)393.

DE GERANDO, José María (1772-1824):578.

DESCARTES, René (1596-1650): 623,650.DESTIJTT DE TRACY, Antonio Luis

(1754-1836): 177, 23-8, 239, 241, 578.EPICURO (341-270 a. C.): 549.ESCoLÁsTICOs: 434, 435, 440, 441, 442,

443, 445, 446, 447, 529, 549, 602,623 (nota).

EUCLIDES (450-380 a. C.): 507.FENELON, Francisco de 5alignac de la

Moche (1651-1715): 650.FICISTE, Manuel Hermán (1796-1879):

587, 62-2.FRESNEL, Agustín Juan (1788-1827):

427.

GALENO, Claudio (130-201): 435.GARNIER, Adolfo (1801-1864): 663.GUIZOT, Francisco, Pedro, Guillermo

(1787-1874): 583, 614.HEGEL, Jorge Guillermo Federico (1770-

1831): 587.HERSCHELL, Juan (1792-1871):483, 515.HOBBES, Tomás (1588-1679): 129, 139,

142.HOMERO: 536, 537.HUME, David (1711-1776): 530.J0UFFROY, Teodoro (1796-1842): 547-

577, 588, 589, 590.KANT, Manuel (1724-1804): 164, 190,

386, 387, 587, 594.KEPLER, Juan (1571-163-0): 482.

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Filosofía

LAROMIGUI~RE, Pedro (1756-1837): 66(nota), 587, 594.

LEIBNITZ Gotfrido Guillermo (1646-1716), 161, 162, 190, 650.

LEROUX, Pedro (1798-1871): 583-590.LINNEO, Carlos de (1707-1778): 420.LOCKE, Juan (1632-1704): 120, 122,

139, 147, 269, 287, 28-8, 392, 579,588.

MALEBRANCHE, Nicolás (1638-1715):531, 579.

MARIN, Ventura (1806-1877): 580-582.MILL, Juan Stuart (1806-1873): 149,

150, 151.NEWTON, Isaac (1642-1727): 265, 482,

483, 484, 489, 509.PALEY, Guillermo (1743-1805): 163,

165.PARISET, Esteban (1770-1847): 264.PIRRON (360-270 a. C.), 366.PLATON (427-347 a. C.): 187.PLINIO, Gayo (62-113): 331.POMPONAZZI, Pedro (1462-1525): 220,

221 (nota).PREVOST, Pedro (1751-1839): 493, 496,

500.RATTIER, María Estanislao (1792-1845)?

657-691.

REID, Tomás (1710-1796): 23, 114,138, 199, 204, 213, 288, 289, 290,291, 292, 293, 294, 297, 316, 369,371, 395, 396, 499, 528, 537, 538,539, 542, 578, 588, 666.

ROUSSEAU, Juan Jacobo (1712-1778):590.

ROYER-COLLARD, Pedro Pablo (1763-1843): 587.

SA?, Juan Bautista (1767-1832): 452,

453.SCHELLING, Federico Guillermo José

(1775—1854): 587.SMITH, Adán (1723-1790): 211.STEWART, Dugald (1753-1828): 27, 311,

312, 313, 366, 389, 392, 393, 394, 396,397, 446, 470, 494, 496, 498, 500,501, 502, 504, 505, 507, 509, 525,578, 588.

TOItRICELLI, Evangelista (1608-1647):474.

VEGA, Lope de (1562-1635): 99.VILLEMAIN, Abel Francisco (1790-1870):

583.VOLTAIRE, Francisco María Arouet de

(1694-1778): 157.WALLIS, Juan (1616-1703): 446, ¶06.ZENON de Elea (490-430 a. C.): 451,

540.

696

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ÍNDICE DE MATERIAS

Preparadopor el Dr. JuanDavid GarcíaBacca, Profesorde la Uni-versidad Central de Venezuela. Refiere, naturalmente,a las páginasdel tomo. (CoMIsIÓN EDITOSA. CARACAS).

A

A posteriori. Véase Juicio.A priori. Véase Juicio.Abstracto (Abstracción, Abstraer). Nom-

bres abstractos, su prestigio -y peligros:34, 269, 628, 629; Abstracción y aten-ción: 247, 248, 271; Ideas abstractas:267, 268; Abstracción de abstracciones:269; Abstracción y lenguaje: 270; Abs-tracción y entes ficticios: 270; Abs-tracción quimérica, trópica, analítica:271, 272; Relación entre general yabstracto: 272.

Acto. Facultad y Acto: 8; Acto del al-ma: 8; Acto y conciencia: 9.

Adjetivo. Nombre adjetivo. Véase Nom-bre. Definición de Adjetivo: 418.

Adverbio. Definición de Adverbio: 418.

Afección. Afección y percepción: 348;Fuerza natural de la Afección: 345;

Duración de la Afección: 348-349;

Coexistencia de la Afección: 350; Re-lación y Afección: 350-351.

Afecto. Véase Percepción sensitii’a inter-na.

Alma. Las expresiones: animus, anima,sujeto: 361; Ignorancia de la natura-leza del Alma: 35; Poderes o faculta-des del Alma: 6; Alma y espíritu: 8;Unidad, simplicidad, indivisibilidad delAlma: 9, 32, 33, 34, 634; Identidaddel Alma: 9, 25, 32, 33, 34, 215, 216;-Modificaciones del Alma, su número:13, 28, 33, 34, 74, 338, 668-669; Per-cepción del propio ser del Alma: 15,

35; Conciencia y Alma: 17, 275, 340,341; Alma, sentir, sentidos: 23, 37,38; Alma y sustancia: 32, 38; Conti-nuidad del Alma: 32, 34, 216; Acti-vidad relacional del Alma: 74, 75; Ac-tividad del Alma: 121, 137, 190. 280;Inmortalidad del Alma: 166, 220; Al-ma y felicidad: 167; Alma de los bru-tos: 220; Significación etimológica deAlma: 263.

Análisis (analítico). Método analítico:507-511. Véase Juicio.

Analogía: Función de la Analogía en lapercepción: 49, 63; Analogía e instin-to: 224; Analogía entre sonidos ycualidades; 319; Raciocinio analógico:424, 427, 428, 430; Analogía y cienciashipotéticas: 469, 470; Analogía y leyes

de la Naturaleza: 476; Analogía ysíntesis: 480; Analogía y fin: 486-490; Analogía y peligros de error:541-542; Analogía y expresiones: 493-

499; Ideas erróneas acerca de la Ana-lcgía: 499-500.

Anamnesis. Significación de Anamnesis:302; Definiciones de memoria y recuer-do frente a Anamnesis: 302; Objeto dela Anamnesis: 303, 304, 4010; Anamne-sis y percepción: 304, 305, 306, 307,308, 338, 400.

Animal (bruto). Inteligencia de los bru-tos: 220-224.

Anterior-posterior. Véase Sucesión.Aposcópico. Percepción aposcópica: 39

42, 381.Asociación. Asociación de recuerdos:316;

697

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Filosofía

Asociación de ideas, leyes: 317; Formasde Asociación: 330, 331, 333, 334,336.

Atención. Atención y modificaciones po-sitivas del alma: 28; Significación deAtención: 340, 635-636; Atención yvoluntad: 349; Doce determinantes dela Atención: 348-356.

Atributo. Definición de Atributo: 245-257; Verbo “ser” como Atributo: 401-402; Atributo y suieto en cuantocom~prensión y extensión: 402.

Axioma. Véase Juicio. Axicma y juicioimplícito: 391, 393; Axioma y ele-mentos de la Razón; 394; Juicios yAxiomas: 407.

B

Bondad (bien, bueno). Bondad moral:547; Bondad como facultad y sentidoespecial: 547; Qué es Bondad; 551-553; Mayor bien posible: 560-562; Bienútil, felicidad, identidad de las tresideas: 562.

Bruto. Véase Animal.

C

Cantidad. Significado originario de can-tidad: 99; Cantidad discreta y conti-nua: 105-106; Cantidad de materia:106, 107; Cantidad de peso: 107; Me-dida de la Cantidad continua: 108, 110,115, 116; Cantidad e intensidad- o vi-veza: 109; Cantidad confusa, sus gra-dos: 109-110; Cantidad como relaciónelemental: 122; Cantidad de duración:122.

Caracteres. Caracterestrópicos: 321-323;Caracteresciriológicos: 324.

Causa. (Causalidad). -Relación de Causa:73, 77, 515, 521, 686; Causa, efecto,sucesión: 125, 130, 135, 147, 357, 358;Series intermediarias de Causa y efec-tos: 127, 128, 130, 139, 141; Causa -Yacción: 129, 139, 140; Causaprimeray segunda:135-136, 140; Causa,pues,después: 137; Causa como relacióncompuesta:137; Origen del conceptode Causa: 147; Dos especiesde Causa:148, 149; Causa libre: 149; Causa deerrcr: 522-543; Causa y nada: 534-535;

Causa y falacia accidentes: 539.Certidumbre. Certidumbre y juicio: 406;

Grados de Certidumbre: 406-407, 411;Certidumbre física: 411, 412; Certi-dumbre y juicio sobrelo espiritual: 413.

Ciencia. Ciencias matemáticas: 461-471;Ciencia física: 472-485, 491-493, 512,.513, 616-617; Ciencias biológicas: 486-489.

Clasi’. Clase -y semejanza: 92, 247, 262;Extensión de una Clase: 246; Atributos-o comprensiónde una Clase: 246, 264,403. Clasepositiva y negativa:252, 253.

Clasificación. Clasificación y división:419, 420.

Coexistencia. Véase Sucesión.Comparación. Comparacióny percepción:

28-29; Comparacióny relación: 73-74;Comparación y semejanza: 83-84.

Comprensión. Comprensión y extensión-de predicados: 402-403.

Concepción.Juicio y concepción: 66, 67,121.

Concepto.Conceptosrelativos: 121; Com-prensión y extensión del Concepto, véa-seClase.

Conciencia. Significación de Conciencia:17, 31; Definición de Conciencia:413;Existencia de la Conciencia: 27, 28;-Mundo de la Conciencia: 39; Concien-cia y espíritu: 7, 8; Conciencia y ac-tos del alma: 9; Conciencia e intui-ción: 67, 346, 347; Ccnciencia y co-nocimiento: 9; Conciencia y realidad deactos: 9; Conciencia y sentido íntimo:22, 30, 31, 6-9, 408; Concienciay sen-sación: 14; Conciencia activa y pasiva:17; Conciencia moral: 27, 570; Per-cepcionespropias de la Conciencia: 24,75; Posibilidad de múltiples estadossimultáneos de la conciencia: 31; Po-tencias de Conciencia: 31; Modifica-ciones fugitiyas de la Conciencia: 344.

Conexión. Descomposiciónde todo fenó-meno en Conexionessimples: 128, 129;Conexión imaginaria: 129; Conexionesintermedias: 127, 128, 130.

Confusión (confuso). Cantidad ccnfusa:109.

Conocimiento. Conocimiento y conciencia:9; Conocimiento e idea: 26. Véase Ra-zón, Entendimiento.

Contigüidad. Véase relación.Cópula. Proposición y Cópula: 40 1-402,

433.Conversión. Conversión de proposiciones:

43 7-443.Cualidad. Cualidad y objetos: 12; Cuali-

dad y materia: 25; Cualidad, alma ysustancia: 25; Cualidad absoluta y re-lativa: 71, 72, 277, 279; Cualidad sim-ple y compuesta:76, 285, 286; Cuali-dad y tipo variable: 86-87; Cualidadprimaria y secundaria, Locke: 287, 288.

698

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Índice de materias

‘Cuerpo. Existencia de los Cuerpos: 367,640; Cuerpo y sensación: 233; Fenó-menosdel Cuerpo: 8, 9; Idea de Cuer-po, vista y tacto:41; Forma y magnitudde los Cuerpos, modos de cono-cerlas: 169, 170, 171; Cuerpo y mate-ria: 359; Cuerpo, ente, viviente: 360-361; Sustancialidadde los Cuerpos: 369-370, 394, 395.

a

Deber. (Obligación). Moralidad y Deber:547.

Deducción (deductivo). Procedimientodeductivo: 449, 450; Procedimientode-ductivo único: 454-458. Véase Silo-gismo, Raciocinio.

Definición. Definición y proposición: 413;Definición y juicio: 413; Definición yconceptos del Entendimiento: 413, 414;Especiesde Definición: 414; Reglas deDefinición: 414-415; Definición y pa-labra: 416, 417.

Demérito. Véase Mérito.Demostración. Véase Raciocinio demos-

trativo.Descripción. Descripción y definición:

416.Destino (Fin). Destino del individuo, so-

ciedad, especiehumana: 550; Destino,vida presente y futura: 550-551.

Diferencia. Diferencia -y definición: 413.Véase Relación, Semejanza.

Dilema. Véase Silogismo disyuntivo.Dios (di-vino). Caracteres de Dios: 163;

Atributos divinos: ser eterno: 151, 152;Presciencia: 150-151; Eternidad: 158,159; Independencia: 159; Supremo ha-cedor: 153; Infinidad: 159, 163; Causaprimera: 152, 163, 220; Inteligencia:159, 160; Libertad y voluntad: 153,154, 155, 156, 160, 161; Dios y prin-cipio de causalidad: 155; Inmensidad:163; Idea de Ser supremo: 156, 157;Dios y sanción moral: 157; Dios e in-terés social: 157; Pruebas de la existen-cia de Dios: 158-167; Providencia deDios: 164, 165, 331; Dios, espacio ytiempo: 189, 190; Dios y fin del hom-bre: 553.

División. Necesidad de la División: 419;Reglas de la División: 419, 420.

Duración. Medida de la Duración: 108;Duración e isocronismo: 108, 109; Du-ración y sucesión: 114, 115, 120, 121;Duración y divisibili-dad infinita: 116;Duración y coexistencia: 116; Unidadde medida de Duración: 116.

E

Eclecticismo (ecléctico). Definición deEclecticismo: 585.

Educación. Naturaleza y educación delHombre: 200.

Efecto. Relaciónde Efecto: 73, 77; Cau-sa, efectoy sucesión: 125. Véase Causa.

Egoísmo. Egoísmo y conciencia: 555.Elemento. Elemento y signo: 290; Ele-

mento del juicio: 291.Emoción. Véase Percepción sensitii.’a in-

terna.Empírico (empirismo). VéaseJuicio. Con-

tenido del Empirismo: 624.Ente (Ser, Cosa). Ente supremo: 164;

Ente, Ser, Cosa: 253, 402; Ente ficti-cio: 270; Ente viviente, cuerpo: 360,361.

Entendimiento. Idea de Entendimiento:271-272, 635; Entendimiento e inteli-gente: 270; Historia del título: 5 (no-ta); Teoría del Entendimiento: 6 (no-ta) ; Teoría del Entendimiento, espacioy tiempo: 182; Relaciones con psico-logía mental y lógica: 7; Facultades delEntendimiento: 9, 119, 240; Ley delEntendimiento en la sensación: 40, 41,45, 49, 50; Entendimiento y relaciónde semejanza: 79, 24-0; Entendimientoy conocimiento de la cantidad: 110;Entendimiento y relacionesde sucesión,causalidad: 113, 144 (nota); Entendi-miento e imaginación: 119; Entendi-miento, sucesión y juicio: 146; Signosde la vista para el Entendimiento: 198;Entendimiento y afecciones simples, suindescomponibilidad: 240-241; Epocasdel Entendimiento: 290; Véase ¡-listo-ria de la Inteligencia; J~iiciosdel En-dimiento anteriores a la experiencia:383; Entendimiento y certeza; 620; Or-denesde fenómenosdel Entendimiento:630.

Entime-ina. Entimema y silogismo: 447,609.

Error. Causas de Error: 522-543.Escepticismo (escéptico). Filosofía y Es-

cepticismo: 586.Escritura. Origen y etapas de la Escritu-

ra: 319-327; Escritura ideográfica: 322-323.

Esfuerzo. Sentidos dd la palabraEsfuerzo:56, 57, 58, 176; Extensión -y Esfuerzo:177; Esfuerzo y puntos táctiles: 178-180; Esfuerzo e idealismo: 365.

Espacio. Significación -de Espacio: 181,650; Existencia del Espacio: 186; Es-pacio, universo, voluntad divina: 153,

699

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Filosofía

154, 160, 653; Espacio e inteligenciahumana: 16-4; Representacióndel Es-pacio: 180; Espacio libre: 181, 648-649; Espacio y nada: 181, 184, 186;Espacio y volumen, diferencias: 181;Espacio y tiempo: 182; Situación, lu-gar; Espacio movimiento: 182, 185;Nulidad ontológica del Espacio: l90.

Especie.Especiey semejanza:92.

Espíritu. El nombre de Espíritu: 361;Conocimiento del Espíritu: 5, 390; Na-turaleza del Espíritu: 5, 7, 8, 233;Afecciones y actos del Espíritu: 5;Relacióncon poder y facultad: 6; Es-píritu humano, conciencia y arbitrio:7; Espíritu, acción y pasión: 7; Espí-ritu y alma: 8; Espíritu y materia: 9;Unidad esencial del Espíritu: 9; Opi-niones acerca del espíritu: 361-364;Existencia de espíritus: 372, 486; Es-píritu religioso: 549.

Estado. Origen y significación de la pa-labra “Estado”: 14; Estado y formas:l4; Pluralidad deestadosespirituales:30.

Estar. Indicación propia del verbo “es-tar”: 14.

Eternidad. Eternidad e infinidad del tiem-po: 118.

Etica. Objeto de la Etica: 6.

Evidencia. Evidencia instintiva, absoluta:408-409; Evidencia matemática: 409;Evidenciay juicio perceptivo:409, 410,

411.

Existencia. Significado de la palabraExistencia: 272, 290. Juicios de Exis-tencia, Véase Juicio.

Experiencia. Significado de la palabra Ex-periencia: 382-383; Experiencia induc-ción, raciocinio intuitivo: 44; Expe-riencia y conexionescausales: 126; Ex-periencia universal: 150; Experienciay analogía:493-499.

Extensión. Idea de Extensión: 103, 104,176, 177, 178, 179, 646-647; Modosde conocer la Extensión: 170, 171,172, 176; Extensión y movimiento:173, 177 (nota 1); Extensión y resis-tencia: 177 (nota 2); Extensión y es-fuerzo: 177, l78; Extensión táctil, vi-sual: 183, 286, 296; Extensión y ex-traposición: 24, 295; Extensión lógica:402.

Extr-aposición. Relación de Extraposición:178; Percepción de la Extraposición:178.

F

1~acultad.Naturaleza de la Facultad: 9;Clasesde Facultad: 6, 9; Facultadesin-telectuales: 66, 67.

Falacia. En qué consiste la Falacia: 450-454, 458; Véase Causasde Error.

Fantasía. Véase Imaginación.Fe. Fe, razón y revelación: 167.Felicidad. Felicidad y voluntad divina:

167; Felicidad, utilidad y bien: 549,562.

Fenómeno (Apariencia). Fenómeno ycuerpo: 8, 360; Percepción de Fenó-meno: 8; Fenómenoanterior y causali-dad: 138, 139; Fenómenos o aparien-cias sensibles: 365—366; Fenómenoses-pirituales: 413; Fenómenospsicológíccs:413, 459; Fenómeno residual: 517-518.

Filosofía (Filósofo). Objeto de la Fi-losofía: 5, 461; División de la Filoso-fía: 6; Finalidad de la Filosofía: 6,7 (nota); Filosofía del Entendimiento:7; Filosofía moral: 7, 547-579; Filo-sofía y sistema: 585—586; Evoluciónde la Filosofía: 586-588, 616.

Fin (Finalidad). Fin y voluntad huma-na: 152; Fin y voluntad divina: 152,153; Fin y destino -del Hombre: 550;Fin, vida presente, vida futura: 550-551.

Finito. Véase Infinito.Fórmula. Fórmula general: 147, 395;

De instinto a Fórmula general: 147.

G

General (Generalización). Relaciones en-tre General y abstracto: 272; VéaseIdea general, Nombre general.

Género. Género y semejanza: 92; Nom-bre genérico: 233; Género y diferen-cia: 413, 416.

Geometría. Geometría visual y táctil:48.

Grados. Grados o pasos de cantidad con-fusa: 110; Grados, palabra y definición:417.

Gramática. Gramática y combinacionesde palabras,clasesde objetos: 234, 235.

H

Hipótesis. Hipótesis y analogía:500; Uti-lidad de lai Hipótesis: 50f-504.

Hombre (humano) . Idea de Hombre:236, 237, 271; Naturaleza dél Hom-bre e ideas abstractas: 574.

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Page 801: Bello, Andrés - Obras completas. Vol. 03. Filosofía. Filosofía del entendimiento y otros escritos filosóficos

Índice de materias

Idea. Percepción renovada, recuerdo;Idea: 13, 26, 253, 399; Idea de unobjeto: 234; Idea compleja, simple: 12,276, 277; Idea-signo: 103, 112, 119,250, 254, 255, 256-274; Dos espe-cies de Ideas: 111, 112; Fallas de lasIdeas-signo: 532; Idea, imaginación,imagen: 119, 275; Idea, representación,signo: 225; Idea latente: 250; Idea deun objeto espiritual: 230, 231; Ideageneral:232-251, 617; Causasde erro-res acercade las Ideas generales:243-244; Idea vaga: 233, 234; Idea nega-tiva: 252-255; Su significación: 252;Idea negativa y universalidad: 252;Qué es Idea-signo: 256-258; Ideas-signo homónimas: 258 ; Ideas-signometafóricas: 260-263; Ideas-signoen-dógenas:272-274; Ideas-signo abstrac-tas: 267; Idea metáfora intuitiva: 369.

Idealismo. Idealismo y leyes de la natu--raleza: 639-641; Idealismo y sensa-ción: 642-645.

Identidad. Relación -de Identidad: 215;Identidad del Yo, del Alma: 216; Sig-nificaciones de Identidad: 217; Iden-tidad, relación compleja: 218.

Idioma. Véase Lenguaje, Lengua.igualdad (Igual, más, menos). Igualdad

como relación elemental, simple: 96,97; Tres formas de Igualdad: 96, 97;Igualdad y semejanza: 97.

Ilusión. Origen de las Ilusiones: 50.imagen. Imagen e idea: 13, 26, 275.imaginación. Imaginación y tiempo: 117,

119; Imaginación y causalidad: 151;Imaginación y conocimiento: 228, 229;Objetos imaginados: 310, 311, 399,400, 617; Imaginación y universo: 360;Imaginación e instinto: 377.

Impresión. Naturaleza de la Impresiónorgánica: 37; Impresión orgánica: 15;Impresión y sensación,percepción: 16,289, 290; Realidad objetiva de la Im-presión: 15; Dos sentidosde Impresión:15; Diferencia entre sensación e Im-presión: 15; Grados de Impresión:664-666; División de Impresión y sen-sación: 666-668, 670-673.

Individuo. Definición de Individuo: 105;Fin del Individuo: 550.

inducción. Inducción y recuerdo instin-tivo: 44; Inducción y silogismo: 446,598; Inducción de Bacon: 504-506;Inducción de Aristóteles: 505.

Infinito. Cantidad continua e Infinita:111; Intuición del Infinito: 111; Re-

lación entre conceptosde finito e In-finito: 111; Infinito y signo: 112, 687;Infinito y progreso: 112; Infinito ynada: 255.

Instante. Instante, momento: 118, 119;Véase Duración.

instinto (Instintivo, Tendencia). Instin-to, raciocinio, inducción: .44; Instin-to y causalidad: 126, 132, 133, 143,144, 378, 379, 380, 399; Instintos yaxiomas: 147, 157, 37-8; Instinto ani-mal: 221, 222; Instinto e inteligencia:222; Volición e Instinto: 222; Ins-tintos e ideas de extensión y tiempo:290; Instintos y verdades teóricas:369; Instinto e imaginación: 377; Ins-tinto, bien y fin del hombre: 551.

inteligencia. Relaciones de InteIigenc~iacon mente y entendimiento: 6; Fun-ción de la Inteligencia: 6, 115 (nota)Movimientos impresos a la Inteligencia:133; Historia de la Inteligencia: 264.

Intensidad. Cantidad e Intensidad: 109.Interés. Interés moral: 5 66-570, 573; In-

terés absoluto, relativo: 566-570, 573.

lutuición. Naturaleza de la Intuición:31; Intuición y percepción: 16, 17;Percepciónintuitiva del -alma: 15; De-crecimiento de potenciasde Intuición:346, 347.

1

Juicio. Definición de Juicio: 396; Juicioy conocimiento: 397, 398; Juicio ex-plicativo o ilustrativo: 386; Juicioanalítico: 386; Juicio sintético: 387;Juicio instintivo: 44, 126, 147, 157;Juicio, sensación y percepción: 16, 65,66, 399; Juicio perceptivo:• 398, 409,410, 688; Juicio deductivo: 294, 398;Juicio testimonial: 398, 399; Juicio yreferencia, Véase Referencia; Dos es-pecies de Juicios en sensaciones:43;Juicio y relación: 385-38-6, 399, 403,626-627, 688; Juicio -y clase: 403;Verdad del Juicio: 404; Juicio sugeri-do: 46, 48, 52; Juicio de semejanza,su variación: 82, -404, 405; Juicio d:existencia real: 229, 230, 309; Juiciode presenciade un objeto: 291, 292;Juicios anterioresa la experiencia: 383;Juicio empírico o a posteriori: 383,387; Juicios -no empíricos o a priori:383, 387; Juicio implícito: 391; Jui-ciOs y modificaciones: 404-405; Dobleaspecto del Juicio: 406.

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Filosofía

Lenguaje (Lengua). Lenguaje, letras, e-lación de semo~anza:282, 283; Len-guaje escrito, escritura: 283, 284; Len-guaje, lengua, idioma, signo: 316;Lenguaje -natural y convencional: 315,319, 360, 361; Lenguaje y entes fic-ticios: 629; Lenguaje y elementosabs-tractos: 629.

Ley. Ley de la naturaleza: 133, 370,384, 385, 514.

Libertad (Libre, libre albedrío). Camalibre: 149; Libre albedrío: 150, 15],547; Libertad moral: 151, 152, 547.

Lógica. Psicología mental y Lógica: ~‘s;Lógica como parte de la filosofía delEntendimiento: 375-543.

Lugar. Lugar absoluto: 217, 218; Vé,sseEspacio.

M

Maldad (Malo). Véase Bondad, Bien.Mano. Mano y número: 101, 102.Matemáticas. Demostración matemátic.s:

461-464; Matemáticase identidad: 464-467; Procedimiento deductivo mate-mático: 468-471; Análisis y síntesisen las Matemáticas: 507—511.

Metería. Acepciones de la palabra Mi-tena: 370; Inercia absoluta de la Ma--tena: 9, 161; Materia y sensación: 12,359; Conocimiento de la Materia: 25,35, 395, 654; Conocimiento de Liscualidades de la Materia: 25, 285; M.s-tena y sus modificaciones: 35; Sus-tancialidad de la Materia: 369-374,394, 395.

-Material. Ser material: 12; Ser materialy conocimiento: 12; Relaciones mate-riales: 297, 298.

Materialismo. Materialismo y sensación:359-360; Materialismo absoluto: 364;Materialismo y mundo exterior: 639-640.

Medida. Significación de Medida: 104,105; Medida y número: 101; V.srie-dad infinita de Medida: 102; Unidadde Medida: 105, 116; Medida de canti-dad continua 108.

Memoria. Naturaleza de la Memoria: 25,298; Relaciones entre Memoria, ima-ginación y fantasía: 25-26; Memoria ysentido íntimo: 30; Memoria e sde~i-tidad: 216; Memoria y percepción re-novada: 29-9, 300; Diversos elementosde la Memoria: 302; Ley de la Memo-ria: 344, 345; Doce leyes de la aren-

ción y de la lelemoria: 348-356; res—timonio de la Memoria: 390, 391 ;

llas de la Memoria: 350-351.Mental. Psicología mental: 6; Su obje-

to: 6.Mente. Relación con entendimiento e in-

teligencia: 6; Su función: 6.Mérito (Demérito). Mérito moraL 547.Metafísica. Definición: 7 (nota 1); Re-

lación con Ontología: 7.Metáfora. Expresiones metafóricas: 129,

254; Ideas-signo metafóricas:260-262;Metáfora y nombres abstractos: 270.

Método (Procedimiento, proceder). De-finición de Método: 512; Método deciencias físicas: 485; Método de cien-cias matemáticas:468-471.

Modificación. Modificación del Espíritu:8, 390; Modificación activa y pasva:8, 9, 121; Modificación del alm,s: 9,13, 17, 173, 174; Modificación y co-nocimiento: 13; Modificación, rens.i-ción y percepción: 23; Modificacióny cosa modificada: 34; Modific.’.cióiy sustancia:34; Juicio y Modific.sción:404-405.

Modo. Modo indefinible, particular: 12;Modo del alma: 120-121.

Modus ponens. Silogismo y Modus Po-nens: 445.

Modus tollens. Silogismo-y Modus Tollens:445. -

Momento. Véase instante.Moral. Psicología moral: 6; Filosofía mo-

ral: 7; Orden moral: 166-167; Morale inmortalidad: 220; Tres períodosmorales: 566; Moral y sociedadhuma-na: 577, 663-664.

Moralidad. Moralidad y volición: 142.Mot-imienlo. Movimiento, espacio, tiem-

po, situación, esfuerzo: 182.Mundo. Mundo de la conciencia; Mundo

de los sentidos: 38; Mundo de la vista;Mundo del tacto: 197.

N

Nada. Caracteresde la Nada: 188, 253,254, 649, 650, 654-655; Nada y casi-salidad: 143 (nota) , 188; Nada y es-pacio: 181, 188.

Naturaleza. Naturaleza y educación delHombre: 200.

Necesidad (Necesario).Necesidad y ?o-sibilidad: 132, 687; Necesidad entrecausa y efecto: 132, 133; Necesidadabsoluta del Universo: 135, 136, 154,384-385; Necesidad secundaria: 135,

702

Page 803: Bello, Andrés - Obras completas. Vol. 03. Filosofía. Filosofía del entendimiento y otros escritos filosóficos

Índice d~materias

136; Necesidad y -omnipotencia: 136,140; Necesidad filcsófica: 149; Nece-sidad absoluta divina: 163; Necesidadlógica y universalidad: 384-386.

Negación. Significado de Negación en elsilogismo: 610-612.

Nombre. Nombre abstracto: 34; Nombre-común, general: 94, 232, 262; Nombreespecífico: 233; Nombre y clase: 98;Nombre sustantivo, adjetivo: 98; Nom-bre y número: 103.

Número. Definición de Número: 100,105; Signo numérico: 101; Númeroy medida: 100, 101; Número y mano:101, 102; Número y lenguaje: 101,102.

O

Objeto. Objeto y percepción: 11, 12;Objeto complejo: 12; Objeto y cuali-dad: 12; Objeto extenso: 41; VéaseReferencia objetiva, Signo, Símbolo.

Obligación. Véase Deber.Ojo. Véase Vista.Ontología. Ontología ciencia del ente:

7 (nota), 460; Ontología y causalidad:142.

Orden. Orden moral: 166, 167, 575;Idea de Orden: 575-576; Belleza delOrden: 577.

P

Palabra. Uso de las Palabras: 533; Am-bigüedad de las Palabras: 540.

Pasión. Véase Percepciónsensitis-a in ter-na.

Pensamiento.Etimología de Pensamiento:263; Véase Razón,inteligencia, Ente,:-dimienlo, Mente.

Percepción.Naturaleza de la Percepción:11; Componentesde la Percepción: 11,12, 17; Percepcióny juicio: 16, 17, 43;Percepción, juicio e impresión: 16,289; Percepción e intuición, Percep-ción intuitiva: 15, 16, 17, 21, 32, 56,409; Percepción renovada, recuerdo,idea: 12, 13, 26; Percepción actual:13; Percepción del ser del alma: 15;Percepción representativa, sensitiva: 16,21, 35, 668-669; Percepción sensitivainterna y externa: 20, 21, 54, 60,668-669; Familias de percepcionessen-sitivasinternas; 60; Percepciónsensitiva,su variedad: 20, 21; Percepción Ysensación: 22, 289-290: Percepción yórganos: 23; Percepción sensitiva ex-

ternay conocimientode los objetos: 24,25; Función objetivadora de la Per-cepción: 38; Apercepción, Percepción:39, 40, 43; Percepción primaria: 43;Percepción sugerida: 43, 46, 52; Di-ferencia entrePercepcióny sentir: 67,68; Percepción relativa: 113; Historiade las Percepcionesdel tacto: 175-176;Percepcióny anamnesis: 304-308; Gra-dos de fuerza o viveza de las Percep-ciones: 339-340; Halo de Percepción:342-343; Percepción y afección: 348-349.

Placer. Significado de Placer: 549; Pla-cer de inteligencia, imaginación, moral:165.

Plesiosceípico. Percepción plesioscópica:39, 40, 50, 51, 382; Percepciónplesios-cópica y tacto: 51.

Pneumnatología. Su objeto: 7 (nota 1).Posibilidad (posible). Posibilidad y rela-

ción de causasy efectos: 131; Posibi-lidad, necesidad, imposibilidad: 131,132; Posibilidad y certidumbre: 412.

Posterior - anterior. Véase Sucesión.Potencia.Potenciay relaciónde causalidad:

125.Predicado. Proposición y Predicado:401-

402.Principio. Principio empírico: 133, 144,

148, 370, 378; Principio de causalidad:133, 143, 147, 370, 378-379; Impo-sibilidad de derivar el Principio empí-rico del Principio de causalidad: 144(nota) ; Necesidad del Principio decausalidad: 153; Principio de razónsuficiente: 378, 380; Principio de con-tradicción: 378-379, 386; Principio desustancialidad:378, 380; Principio mo-ral: 574; Principio universal: 621.

Proposición. Proposición y juicio: 400,401; Elementesde la Proposición: 401;Proposición negativa: 402; Conversiónde Proposición: 437-443; Sentido deProposición: 625-626.

Psicología. Psicología mental: 6, 460;Psicología moral: 6; Relaciones conTeodicea -y Pneumatología: 7 (nota);Psicología y conciencia: 459.

Punto. Significación de Punto: 179; Pun-tos táctiles: 178, 179, 180.

R

Raciocinio. Definición de Raciocinio:421; Raciocinio instintivo: 44, 147; Ra-Ciocinio ad absurdum:254, 255; Racio-cinio y fórmula general: 393; Racioci-

Vol. III. Filosofía—50.703

Page 804: Bello, Andrés - Obras completas. Vol. 03. Filosofía. Filosofía del entendimiento y otros escritos filosóficos

Filosofía

nio y deducción:422; Tres especiesdeRaciocinios: 431; Raciocinio demostrati-vo: 422, 461-471; Raciócinio demostra-tivo matemático: 461-471; Raciocinioexperimental o empírico: 423, 424,427, 428, 472; Raciocinio induc-tivo o analógico: 424, 427, 428;Cinco especies de Raciocinio analógi-co: 430-431; Raciocinio fáctico: 472-

493; Raciocinio y verdad: 596-597.

Razón. Razón suficiente: 161, 162; Ra-zón y Fe: 167; Razóny axiomas: 394;Razón y conciencia: 531. Véase En-tendimniento, lnteligeimcia.

Realidad. Significado de Realidad: 637-639; Realidad objetiva, Véase Refe-rencia objetiva.

Recuerdo. Percepción renovada, Recuer-do, idea: 13, 25, 26, 683-684; Re-cuerdo y anamnesis: 302, 339.

Reductio ad absurdnm. Argumento deReductio ad absurdum: 452.

Referencia. Referencia de la sensación asus causas: 16, 36, 292, 632; Refe-rencia de modificaciones al alma, aobjetos: 17, 38, 41; -Referencia y jui-cio: 17, 399, 630-631; Referencia y

función objetivadora: 38, 41, 42, 43,45, 55, 64, 146; Referenciay su for-mación temporal: 48; Referencia fun-

dameotal y causalidad: 146; Referen-cia de un hecho al tiempo: 311.

Relación (relativo). Relación y juicio:38 5-3S6; Concepción de Relación:17, 70, 71, 74, 280, 691; Términosde la Relación: 71, 280, 385-386; Tér-minos relativos: 71; Fuisdsmentode laRelación: 278; Relación homóloga yantíloga: 71, 77, 114; Cualidad rela-tiva y Relación: 71, 277; Palabras

relativas: 72, 73; Relación de semejais-za, diferencia, contigüidad, causa,efecto: 72, 73, 112, 278; Relación ymodos del alma: 74; Relacionesde re-laciones: 75, 77, 80, 96; Ordenes deRelación: 75; Relación como elemen-to primario y simple: 77, 78, 80, 114;Relación compleja: 131; Invención deRelaciones: 276; Palabrascorrelativas:278-279.

Representación.Representaciónmental denúmeros: 102-103; Representación,

Idea, Signo: 225.

Residual. renómeno residual: 517-518.

S

Semejanza.Semejanza y comunidad: 89,281; Relación de Semejanza:71, 73,626-627, 646; Semejanza como rela-ción elenaental, prinsarma, simple: 79,80, 90, 91, 122; Grados de Semejan-za: 80, 81, 82, 88; Semejanza,clase,género, especie: 92; Semejanzatal ocual, cualidad: 93, 94; Semejanza yraciocinio: 429, 430.

Sensación. Naturaleza de la Sensación:13; Sensación, -acto del alma sola: 13,14, 173; Sensación actual y reisovada:13, 15; Sensacióne impresión: 13, 15,16, 2-89; Sensacióny referenciaa suscausas: 16; Sensación y percepción:22, 289; Sensacióny símbolo: 24; 1~x-tensión del significado tic Sensación:67; Teoría de la Sensación en Condi-llac: 266; Sensaciónsimple e ideas:276; Sensacióny juicio deductivo: 294.

Scn.nble (sensibilidad). Significaciones deSensible: 68; Sensibilidadfísica y mo-ral: 663-664, 677.

Sentido. Significación de Sentido: 68, 69;Sentido íntimo, conciencia: 22, 30, 69,408, 682; Sentido externo: 15, 16, 20,21, 38, 674-675; Sentido como priva-tivo del alma: 23; Asiento de los Sen-tidos: 23; Mundo de los Sentidos: 38;Sentido del olfato, del oído: 42, 43;Sentido del tacto y de la vista. VéaseVista, Tacto; Sentido del esfuerzo: 57,58, 59; Sentido y símbolo: 69; Senti-do común: 3-94; Sentido moral: 560.

So2í~izwnto. Sentóniento moral: 547,677-679; Véase Percepción sensifiimInterna.

Sentir. Sentir y modificaciones del alma:23; Diferencia entre Sentir y percibir:67, 68.

Ser (Ente). Ser supremo: 164; VerboSer como cópula y atributo: 401, 402;Seres ficticios -y lenguaje: 629.

.Ssgno. Alma y Signo: 32; Signo y valorobjetivo: 54; Signo intelectual: 55,112; Signo triple: 56; Signo y sucesión:673; Signo numérico: 100; Signo idea,representación: 225, 250, 273, 274;

Sustitución de Signo: 250, 251; Signoy memoria: 302, 303; Signo y fanta-sía: 372; Signo ideográfico, fonético:322, 326; Signo y juicio: 404.

Siloj~’ismno. Teoría del Silogismo, premi-sas, extremos,figuras, modos: 406, 433-443; Reglas del Silogismo: 406; Silo-

704

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Índice d,s’ materias

gismo y raciocinio: 422, 432-458; 597-

598, 604; Significado de “ser” en elSilogismo: 433, 601-602, 603: Uso delSilogismo: 443-445; Silogismo disyunti-vo: 445; Silogismo y tipos de relación:447, -448, 599-600, 604-605; Axiomasdel Silogismo: 600, 606; Silogismo yoperaciones- del alma: 597.

Símbolo. Sensacióny Símbolo: 38, 357;Símbolo sensible y tacto: 65; Símbo-lo de la causa: 225.

Simpatía. Simpatía y moral, sociedad:550-557; Simpatía de la razón: 575-576.

Simultaneidad. Véase Coexístencia.Sintético. Método sintético: 507-511;

\Téase Juicio sintético.Sofisma.Sofismay causa especial de erro-

res: 533-543; Sofisma, sus clases: 533-543.

Sorites. Sorites y silogismo: 447.Sucesión. Sucesióny afeccionessucesivas:

113; Sucesión como relación primitiva:113, 123; Sucesióny coexistencia:114;Concepto intelectual de Sucesión: 122,

123; Componentesde la idea de Suce-sión constante:125, 126; Sucesiónsim-ple y compuesta: 127; Sucesióny cau-salidad, Véase Causa;Sucesión y anam-nesis: 312, 383,

Sugestión (sugerido). Percepcionessuge-ridas: 43, -46, 52; Recuerdossugeridos:315, 316; Sugestión y semejanza: 329;

Sugestión y contraste: 332. VéaseAsociación.

Sujeto. Identidad entre Sujeto y objeto:21; Percepción,su función transforma-dora de Sujeto en objeto: 38; Sujetode la proposición: 401, 402; Sujeto Yatributos, en cuanto comprensión yextensión: 402; Sujeto lógico, Sujetogramatical: 443.

Suatancia. Sustancia corpórea: 175, 219,

640; Sustanciay espacio:1-87; Insustan-cialidad del espacio y del tiempo: 1-90;}3ormas sustanciales: 269; Sustanciali-

dad de los cuerpos,Véase Cuerpo.Sustantico. Nombre Sustantivo, Véase

Nombre; Sustanciay sustantivo: 187;Sustantivo y verbo Sustantivo: 402;Definición de Sustantivo: -417, 418.

T

Tacto (táctil). Percepcionespropias delTacto: 39; Importancia del Tacto: 40,44, 51, 62, 65; Tacto e idea de Cuer-

po: 41, 168, 169, 29~ Geometríatáctil: 48; Referencia objetiva básicadel Tacto: 64; Historia de las percep-ciones del Tacto: 175, 176; Tacto yespacio: 182.

Tendencia. Tendencia y fin: 554; Ten-dencia y entendimiento: ~28; VéaseInstinto.

Tcodécea. Definición de Teodicea: 7(nota 1); Objeto de la Teodicea: 460-461; Relaciones con Psicología mentaly lógica: 7 (nota 1).

Teorema. Teorema y definición: 393.Tiempo. Definición de Tiempo: 187;

Tiempo y duración: 117, 118; Tiempoe imaginación: 117; Escala del Tiempo:117; Tiempo, era y época: 118, 120;Infinidad del Tiempo: 118, 119, 123;Tiempo y línea recta: 119; Tiempoy sucesión: 117, 118, 123; Tiempouniverso y voluntad divina: 153, 159;Tiempo e inteligencia humana.: 164;Tiempo y espacio: 182; Nulidad Onto-lógica del Tiempo: 190.

U

Unidad. Unidad de cantidad de duración:122.

Universalidad. Universalidad lógica ynecesidad: 384-386.

LTnicerso. Armonía del Universo: ¡36,140; Universo y región del espacio:153, 160; Universo y momento deltiempo: 153, 155, 159.

Utilidad (útil). Idea de Utilidad: 549-550; Utilidad, bien, felicidad: 562-563.

y

Verbo. Proposición y verbo: 40 1-402.Verdad. Verdad implícita: 407; Verdad

y raciocinio: 596-597.Vicio. Véase Virtud.Virtud. Virtud como don de Dios: 166;

Virtud moral, vicio moral: 547.

Vista (visual). Importancia de la Vista:40, 44, 62; Vista e idea de cuerpo:41, 296; Geometría visual: 48; Per-cepción visual como signo triple: 56;Vista y espacio:182; Vista y ojo: 191,¡92, 193; Evolución de la Vista: 193,194, 196; Pintura ocular: 195; Mun-do visible, mundo del tacto: 197;

705

Page 806: Bello, Andrés - Obras completas. Vol. 03. Filosofía. Filosofía del entendimiento y otros escritos filosóficos

Filosofía

Signos de la Vista: 198; Vista y dis-tancia: 200-202, 203, 204, 207-208,209-211, 212, 213; Visión doble:204-207.

Voluntad (volición). Voluntad como fa-cultad del alma: 6; Su función: 6; Fa-cultad de la Voluntad: 9, ¡0; Volicióncorno causa y efecto: 148; Voluntadcreadora: 163; Voluntad y afección:348-349.

Y

Yo. Significado de la palabra Yo: 33;Alma, espíritu, Yo: 8, 9; Yo, alnsa,sentidos: 24, 64, 390, 634, 688; Re-laciones entre Yo, sujeto y sustancia:33, 219; Conocimiento del Yo sustan-cial: 34; Yo -y tacto: 173, 174; Yoe identidad: 215; Idea del Yo en elniño 555.

706

Page 807: Bello, Andrés - Obras completas. Vol. 03. Filosofía. Filosofía del entendimiento y otros escritos filosóficos

ÍNDICE DE ILUSTRACIONES

Retrato de Andrés Bello por Raymond Quinsac Monvoisin - -

Cátedra de Santo Tomás de Aquino, existente en el paraninfo deUniversidad de Venezuela en Caracas

Facsímil de la portada de la edición de Filosofía del En/endi-dimienio, primer volumen de las Obras Completas de Do-,:Andrés Bello, decretadas por ci gobierno de Chile - - - -

Primeraspáginasdel primer número de El Crepúsculo

Facsímil del manuscrito de Andrés Bello con la tesis propuestapara su examen de Baclsiller en Artes en la Universidadde Caracas, en mayo de 1800 - -

Facsímil de la última hoja del expedientedel grado de Bachilleren Artes

Facsímil de la solicitud manuscrita, presentadaen mayo del

año de 1800

J~acsimilde la solicitud firmada por Bello por la que suplica se

le admita en el curso de Ciencias de la Universidad deCaracas

Facsímil de la solicitud manuscritapor la que suplica ser admitido

al grado de Bachiller en Artes

Facsímil del recibo del pago de derechos depositado para cigrado de Bachiller en Filosofía

ENTRE li-ui

ENTRE XXXiI-XXXIII

ONTRE 84-85

ENtEs: 92-93

LNFRE 126-127

ENiRE 206-207

ENTRE 286-287

ENTiSE 382-383

ENTRE 478-479

ENTRE 558-559

707

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ÍNDICE GENERAL

Pág.Prólogo. Introducción general a las obras filosóficas de Andrés Bello, por Juan

David García Bacca ix

FILOSOFÍA DEL ENTENDIMIENTO

Introducción 5

Ps/co/ogír mental

1. De la percepción 11II. De las percepcionesintuitivas y de la conciencia 27

III. De las percepcionessensitivasexternas 36IV. Percepciones sensitivas internas 53

Apéndice 1. Resultado de la análisis precedente 65Apéndice II. Observaciones sobre el uso vulgar o esópico de ciertas

palabras 67

V. De las percepcionesrelativas 70VI. De la semejanza y la diferencia . . 79

VII. De la relación de igualdad y de más y menos - - 96Apéndice - - - Iii

VIII. De la sucesión y la coexistencia 113Apéndice 120

IX. De la relación de causay efecto 124Apéndice 1 137

Apéndice II. Del Ser Supremo y de sus atributos 56

X. De la relación de extraposición 168XI. De la vista como significativa del tacto 191

XII. De la relación de identidad. Sustancialidad 215Apéndice 1. De la inteligencia en los brutos 220

XIII. De la composición de las ideas 225

XIV. De las ideas generales 232XV. De las ideas negativas 252

XVI. De las ideas-signos 256

709

Page 810: Bello, Andrés - Obras completas. Vol. 03. Filosofía. Filosofía del entendimiento y otros escritos filosóficos

Filosofía

Pág.XVII. De la semejanza custre los objetos sensibles y las percepcionesactuales

o renovadas que tenemos de ellos 275XVIII. Examen de la teoría de las percepciones sensitivas externas, según

la escuela escocesa 28 5

XIX. Análisis de los actos de la n:enmssria - - 298XX. De la sugestióus de los recuerdos 315

XXI. De la atención o del grado de fuerza o viveza de las -percepciones 338XXII. De la materia 357

Apéndice ¶73

LÓGICA

1. De los conocimientos 377

ApéndiceII. Del juicio y de sus varias especies 3-96

III. Del raciocinio esa general 421

J\T Do los raciocinios demostrativosY. Dc las materias a que se aplica el raciocinio densostrativopuro 459

VI. Del raciocinio en materia de hechos 472Apéndice 1. Diferencia entre la experiencia y la analogía, según Pre-vost y Stewart 493

Apéndice II. Ideas erróneas de Reid y Campbeli sobre la analogía - 499Apéndice III. Sobre las hipótesis ¶00Apéndice IV. Sobre la inducción de Bacon 504Apéndice V. De la análisis y la síntesis 507

VII. Del método, y en especial del que es propio de las investigacionesfísicas 81 2VIII. De las causas de error 522

ESCRITOS FILOSÓFICOS

Apuntes sobre i:s teoría de los sentimientosmorales, de Mr. Jouffroy . 8-17

Elementos de ideología, por Destutt de Tracy 578

Elementos de la filosofía del espíritu humano, por Ventura Marín 580Refutación del eclectismo,por Pedro Lercux 583Curso de historia de la filosofía moral del siglo XVIII, por Mr. Víctor Cousin 591Curso de filosofía moderna,por N.O.R.E.A 59.5El protestantismocomparado con el catolicismo, por Jaime Balmes 614Filosofía fundamental,por Jaime Balmes 616Filosofía fundamental, por Jaime Balmes 637

F’ilosofía, curso completo, por Mr. Rattier . - . 6S7

Índice de nombres 695Índice de materias - - 697Índice de inlustraciones 707

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SE TERMINÓ DE IMPRIMIR ESTE TOMO EN I.OS TALLERESDE CROMOTIP EN LA CIUDAD DE CARACAS, EL DÍAVEINTINUEVE DE NOVIEMBRE DE 1981. AL CUMPLIRSE EL

BICENTENARIO DEL NACIMIENTO DE

ANDRÉS BELLO

SE HAN IMPRESO CINCO MIL EJEMPLARES. LA EDICIÓN

HA SIDO HECHA BAJO LA DIRECCIÓN DE LA COMISIÓNEDITORA DE I.AS OBRAS COMPLETAS DE ANDRÉS BELLOY LA FUNDACIÓN LA CASA DE BELLO, AMBAS CON SEDE

EN CARACAS. VENEZUELA.

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