aventuras de yoha

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DÍA DE LA CONSTITUCIÓN DÍA DE LA CONSTITUCIÓN DÍA DE LA CONSTITUCIÓN DÍA DE LA CONSTITUCIÓN CEIP EDUARDO LUCENA CÓRDOBA DICIEMBRE DE 2012

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DÍA DE LA CONSTITUCIÓNDÍA DE LA CONSTITUCIÓNDÍA DE LA CONSTITUCIÓNDÍA DE LA CONSTITUCIÓN

CEIP EDUARDO LUCENA CÓRDOBA DICIEMBRE DE 2012

Yoha es un personaje popular en

todo el mundo árabe. Muchos paí-

ses se disputan su origen e incluso

la tumba donde supuestamente está

enterrado. Este personaje represen-

ta a la vez al inocente y al pícaro, al

simple y al avispado, al que todo le

sale mal y al que siempre acaba

saliéndose con la suya. Aunque sus

aventuras sucedan en oriente mu-

chas de ellas se han contado y se

cuentan en España y en todo el

mundo. Igual que nos lamentamos

de sus equivocaciones nos alegra-

mos de sus aciertos y ocurrencias.

Es el tonto listo que todos somos.

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NO TE METAS EN LOS ASUNTOS AJENOSNO TE METAS EN LOS ASUNTOS AJENOSNO TE METAS EN LOS ASUNTOS AJENOSNO TE METAS EN LOS ASUNTOS AJENOS

Cada vez que rezaba, Yoha imploraba a Dios que le man-

dase cien dinares.

Su vecino de la casa de enfrente, que lo oía todos los días

repitiendo lo mismo, decidió gastarle una broma: puso en

una bolsa cien dinares y esperó a que Yoha empezara a rezar.

Cuando éste le pidió a Dios el dinero, lanzó la bolsa por la

ventana de la habitación de Yoha, quien cogió el dinero, lo

contó y se lo quedó sin decir nada más. Después de un rato,

su vecino llamó a la puerta y le dijo:

-La bolsa que ha entrado por tu ventana te la he lanzado

yo para ver cuál era tu reacción, pero veo que te la has que-

dado sin decir nada. ¡Devuélveme el dinero!

-¿Qué dinero? -preguntó Yoha.

-El dinero que te he lanzado dentro de la bolsa –dijo el ve-

cino.

-Pero si ha sido Dios quien me lo ha mandado –contestó

Yoha.

-Es mi dinero –insistió el vecino.

-Mientes… Ese dinero viene de Dios –exclamó Yoha.

-Si no me lo devuelves, me veré obligado a llevarte ante el

juez –dijo el vecino.

-No serás capaz de forzar a un pobre viejo a ir hasta la

casa del juez, con el frío que hace ahí fuera –dijo Yoha.

Entonces el vecino fue a su casa, cogió una chaqueta de

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lana buena y un asno, regresó a casa

de Yoha y le dijo:

-Ahora no tienes excusa, ponte esta

chaqueta, sube al burro y vámonos.

Y así llegaron ante el juez, a quien el

vecino explicó lo sucedido.

-¿Qué opinas de todo lo que acaba

de contarme tu vecino? -preguntó el

juez a Yoha.

-Es un mentiroso, no me tiró ni un dinar, simplemente me

vio contando mi dinero y pretendió que era suyo, sólo faltaría

que ahora reclamase la propiedad del burro que he dejado

fuera –contestó Yoha.

Desconcertado, el vecino miró a Yoha y le dijo:

―Pero ¿cómo te atreves a sugerir que el burro es tuyo?

-¡Señoría es increíble! -exclamó Yoha-. Ahora sólo falta

que diga que es el dueño de todas mis propiedades y hasta de

la ropa que llevo puesta.

-¿Cómo puedes negar que la chaqueta es mía? -preguntó

el vecino.

En ese momento, el juez los interrumpió y dijo al vecino:

-¡Primero has pretendido la propiedad del dinero, luego la

del burro y ahora la de la chaqueta! ¡Deja a este señor en paz

o te encerraré en la cárcel!

El hombre salió hacia su casa maldiciendo su mala suerte

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y Yoha se montó en el burro riéndose.

Cuando llegaron a casa, Yoha le devolvió el burro, la cha-

queta y el dinero diciéndole:

-La próxima vez no interfieras entre el Creador y sus cria-

turas.

LA APUESTALA APUESTALA APUESTALA APUESTA

Yoha se quejaba siempre de su extrema pobreza delante de

Tamerlán. Un día el emir se enteró de que Yoha en realidad

organizaba casi todas las noches grandes fiestas en su casa.

Tamerlán, extrañado le preguntó:

-¿Cómo te puedes permitir montar tantas fiestas con lo

poco que tienes?

Yoha le contestó que hacía apuestas con todo el mundo y

que siempre ganaba. Esto lo dijo de tal manera que a Ta-

merlán le entraron ganas de apostar contra él y le preguntó:

-¿Qué te apuestas conmigo por diez piezas de oro?

-Apuesto a que esta noche te va a salir un grano en el culo

–dijo Yoha.

-De acuerdo –dijo Tamerlán.

Por la noche, inquieto en su cama, Tamerlán no pudo dor-

mir. Miraba de vez en cuando su trasero en busca de alguna

marca. Al llegar el amanecer se quedó tranquilo, ya que no

parecía tener nada, y se precipitó a casa de Yoha para pedirle

su dinero.

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-¡Has perdido, Yoha! -dijo el emir.

-¿Me permites verificarlo, majestad?

Tamerlán se bajó los calzones y se dio la vuelta para que

Yoha viera que no tenía nada. Entonces, Yoha admitió que

había perdido y le pagó las diez piezas de oro. Tamerlán re-

gresó feliz a casa, pensando que había dado una lección a

Yoha.

Pero al día siguiente le llegaron noticias de que esa misma

noche Yoha había organizado una gran fiesta con todo tipo

de comidas y bebidas, y que incluso había tocado el grupo de

músicos del palacio de Tamerlán.

Furioso, Tamerlán llamó a Yoha para que le diera explica-

ciones. Yoha se postró delante del gobernador y le explicó:

-Ayer aposté cien piezas de oro con un grupo de nobles

de la ciudad a que si venían muy pronto a mi casa y se es-

condían bien, tendrían la oportunidad de presenciar un es-

pectáculo único en el cual el gran visir Tamerlán se bajaría

los calzones delante de mí.

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YOHA Y LOS NUEVE BURROSYOHA Y LOS NUEVE BURROSYOHA Y LOS NUEVE BURROSYOHA Y LOS NUEVE BURROS

Un día, fue Yoha al mercado y compró diez burros. Montó

en uno y se dirigió a su casa. De camino, contó los burros pa-

ra verificar si estaban todos y sólo le salían nueve. Inquieto,

se bajó del burro y volvió a contar y esta vez le salieron diez.

Subió de nuevo al burro y volvió a contarlos y sólo vio nueve

burros.

-Es mejor ir a pie teniendo diez burros que ir subido y

perder uno –pensó Yoha.

¿DÓNDE ESTÁ EL BURRO?¿DÓNDE ESTÁ EL BURRO?¿DÓNDE ESTÁ EL BURRO?¿DÓNDE ESTÁ EL BURRO?

Cuando Yoha se dio cuenta de que había

perdido su burro, empezó a repetir:

-¡Bendito sea Dios, alabado sea Dios!

-¿Qué pasa, por qué no dejas de dar gra-

cias a Dios? -le preguntaba la gente.

-Le agradezco que en el momento en que

se perdió el burro yo no lo montara; si no, me

hubiera perdido yo también –dijo Yoha.

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LA LUNA Y EL SOLLA LUNA Y EL SOLLA LUNA Y EL SOLLA LUNA Y EL SOL

La gente preguntó a Yoha:

-Yoha, ¿cuál de los dos es más útil, la Luna o el Sol?

-¡Está claro, la Luna –dijo Yoha-, porque el Sol sólo ilumi-

na la Tierra de día mientras que la luna la ilumina de noche,

cuando más falta hace!

YOHA EN EL BARCOYOHA EN EL BARCOYOHA EN EL BARCOYOHA EN EL BARCO

Yoha compró un barco para trabajar llevando gente de un

lado al otro del río. Un día, transportando a un erudito, el

hombre le preguntó:

-¿Conoces la biología?

-No, en absoluto –contestó Yoha.

-Permíteme decirte que has perdido la mitad de tu vida –

contestó el hombre.

Yoha siguió remando sin contestar.

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Poco después, el viento sopló con fuerza y empezó a llover

a chorros. Justo antes de que el barco se hundiera, Yoha pre-

guntó a su pasajero:

-¿Sabes nadar?

-¡No! -contestó el hombre atemorizado.

Bueno, ¡permíteme decirte que has perdido toda tu vida!

¿A QUIÉN CREER?¿A QUIÉN CREER?¿A QUIÉN CREER?¿A QUIÉN CREER?

Una vez un vecino pidió a Yoha que le prestase su burro,

pero Yoha le contestó:

-El burro está en el mercado.

Apenas acabada la frase, el burro comenzó a rebuznar

desde dentro del establo de Yoha, y el vecino, irritado, le dijo

a Yoha:

-Ese que oigo es tu burro y no admites tenerlo aquí dentro.

Yoha negó con la cabeza, diciendo:

-¡Cómo eres, crees a un burro y no crees a tu amigo!

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¿DÓNDE ESTÁ EL GATO?¿DÓNDE ESTÁ EL GATO?¿DÓNDE ESTÁ EL GATO?¿DÓNDE ESTÁ EL GATO?

Un día, Yoha compró dos kilos de carne. Los llevó a su

mujer para que los cocinara y se fue a trabajar. Inmediata-

mente su mujer llamó a las vecinas y las invitó a una buena

comida. Por la noche, cuando Yoha volvió para cenar, su mu-

jer le ofreció pan y cebolla.

Yoha la miró diciendo:

-¿No has preparado nada con la carne que traje esta ma-

ñana?

-Me despisté y ese maldito gato vino y se comió toda la

carne –contestó Jadidga.

Rápidamente, Yoha cogió la balanza, buscó al gato y lo

pesó.

¡Pesaba exactamente dos kilos!

Se volvió hacia su mujer y le dijo:

-¡Mira!, Si lo que acabo de pesar es el gato, entonces

¿dónde está la carne? Y si ésa es la carne, entonces… ¿dónde

está el gato?

Como en otras ocasiones queríamos

celebrar el Día de la Constitución

conociendo algo de otras culturas

que también forman parte ya de

nuestro país. En esta ocasión esco-

gimos la cultura árabe y dentro de

ella los cuentos populares protago-

nizados por Yoha. Los ocho cuentos

que has leído están sacados del li-

bro de la libanesa Raghida Abilla-Raghida Abilla-Raghida Abilla-Raghida Abilla-

maa maa maa maa Anécdotas de Yoha Anécdotas de Yoha Anécdotas de Yoha Anécdotas de Yoha publicado

en árabe y castellano por la edito-

rial Sirpus en 2008.

Principio del cuento La apuesta en árabe