asambleas de dios historia

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Historia y Desarrollo de las Asambleas de Dios Introducción Cuando Venezuela se encontraba bajo la dirección caudillista del llamado periodo liberal Amarillo llega a Venezuela una pareja misionera proveniente de Estados Unidos, llamada Gerardo y Carrie Bailly, llegaron en el mes de Febrero de 1897 para dar inicio a la obra misionera. Se ocuparon de extender el evangelio de cristo a muchos lugares pese a la situación socio política del país ellos prepararon el terreno para que el Espíritu Santo agregara a los que habían de ser salvos En el año 1901 surge un pentecostés en Estados Unidos que produjo un mover misionero para que un grupo de hombres y mujeres llegasen a Venezuela con un mensaje de esperanza. Es así como 1914 Venezuela participa, aunque con mucha oposición, de la esencia del evangelio pentecostal. 23 años después nace un movimiento denominado Concilio General de las Asambleas de Dios de Venezuela, fundado el 14 de Agosto de 1947. Hoy está en todo el país y forma parte de su historia y seguirá su labor combatiendo las tinieblas que han producido las religiones muertas con la luz del evangelio. En este estudio se pretende presentar el desarrollo de manera muy breve el desarrollo histórico de la obra desde la llegada de los primeros misioneros, que tuvieron que ver con el surgimiento de aquel movimiento pentecostal asi como también la creación y crecimiento del concilio general de las Asambleas de Dios de Venezuela Trabajo Misionero desde 1914 hasta 1947 Estos algunos hombres que vinieron a Venezuela a presentar un mensaje fresco y ungido, para hacer frente a una religión hueca y vacía que había llegado con los colonizadores. 1. Gottfried Bender El Rev. Bender nativo de Alemania pero desde pequeño vivía en Estados Unidos, llego a Venezuela el 16 de Enero de 1914 a Caracas, se enfermó y regreso a los E.U, pero cuando sano regreso ya casado para hacer labor misionera que perduro por 28 años a principios del año 1919. Ellos fundaron la primera Iglesia Pentecostal en nuestro país le puso por nombre Bethel en Barquisimeto. Visito muchos lugares llevando el evangelio a San Felipe, Lara, Zulia y parte de Falcón. El Rev. Bender pudo disfrutar cuando el mes de agosto de 1947 se fundaba el concilio General de las Asambleas de Dios en Venezuela

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Page 1: Asambleas de Dios Historia

  Historia y Desarrollo de las Asambleas de Dios Introducción Cuando Venezuela se encontraba bajo la dirección caudillista del llamado periodo liberal Amarillo llega a Venezuela una pareja misionera proveniente de Estados Unidos, llamada Gerardo y Carrie Bailly, llegaron en el mes de Febrero de 1897 para dar inicio a la obra misionera. Se ocuparon de extender el evangelio de cristo a muchos lugares pese a la situación socio política del país ellos prepararon el terreno para que el Espíritu Santo agregara a los que habían de ser salvos En el año 1901 surge un pentecostés en Estados Unidos que produjo un mover misionero para que un grupo de hombres y mujeres llegasen a Venezuela con un mensaje de esperanza. Es así como 1914 Venezuela participa, aunque con mucha oposición, de la esencia del evangelio pentecostal. 23 años después nace un movimiento denominado Concilio General de las Asambleas de Dios de Venezuela, fundado el 14 de Agosto de 1947. Hoy está en todo el país y forma parte de su historia y seguirá su labor combatiendo las tinieblas que han producido las religiones muertas con la luz del evangelio. En este estudio se pretende presentar el desarrollo de manera muy breve el desarrollo histórico de la obra desde la llegada de los primeros misioneros, que tuvieron que ver con el surgimiento de aquel movimiento pentecostal asi como también la creación y crecimiento del concilio general de las Asambleas de Dios de Venezuela Trabajo Misionero desde 1914 hasta 1947 Estos algunos hombres que vinieron a Venezuela a presentar un mensaje fresco y ungido, para hacer frente a una religión hueca y vacía que había llegado con los colonizadores. 1. Gottfried Bender El Rev. Bender nativo de Alemania pero desde pequeño vivía en Estados Unidos, llego a Venezuela el 16 de Enero de 1914 a Caracas, se enfermó y regreso a los E.U, pero cuando sano regreso ya casado para hacer labor misionera que perduro por 28 años a principios del año 1919. Ellos fundaron la primera Iglesia Pentecostal en nuestro país le puso por nombre Bethel en Barquisimeto. Visito muchos lugares llevando el evangelio a San Felipe, Lara, Zulia y parte de Falcón. El Rev. Bender pudo disfrutar cuando el mes de agosto de 1947 se fundaba el concilio General de las Asambleas de Dios en Venezuela

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La Edad de la Iglesia: Dispensación de la Gracia.

1. ¿Qué entendemos por dispensación de la Gracia?

La dispensación de la Gracia es el lapso histórico transcurrido entre la crucifixión de Cristo y su segunda venida en gloria. Durante esta economía se predica el Evangelio, la Gran Amnistía que Dios ofrece a toda criatura bajo el cielo y tiene lugar el llamamiento de la Iglesia para prepararse para el Señor.

2. Particularidades de la dispensación de la Gracia (Mt. 26:17-29).

a) Es un Pacto de sangre hecho con la Humanidad.b) Tiene como base el sacrificio de Jesucristo como cumplimiento de todos los tipos del Antiguo Testamento, los cuales eran “sombra de lo porvenir”.c) Dios levantaría un pueblo diferente extraído de toda nación, tribu y lengua, justificado por la fe en el sacrificio de Jesús, y que predicaría el mensaje del Evangelio a toda criatura.d) Dios levantaría hombres elegidos por Él para promover y dirigir las actividades de ese pueblo, dentro de sus propósitos eternos.e) El Pacto hecho bajo la Gracia vendría a sustituir el Pacto anterior, La Ley, el cual era un pacto acondicionado a las obras.

6. ¿Qué acontecimientos de importancia tendrían lugar durante la dispensación de la gracia?

a) La predicación del Evangelio a toda criatura, tanto al gentil como al judío. Por medio de la fe, ambos entrarían a formar parte de un solo Cuerpo (Ef. 2:11-22).

 b) La formación de un pueblo, llamado el Cuerpo de Cristo o La Iglesia de Jesucristo. Jesús mismo llamó a este cuerpo de personas redimidas por su sangre: Mi Iglesia. En el día de Pentecostés, un grupo de creyentes, en obediencia a Jesucristo, esperaron la “promesa del Padre”. El Espíritu de Dios descendió sobre ellos dando por resultado el “nacimiento” de la Iglesia (Hch. 2).

c) A finales de esta dispensación se producirá el rapto de la Iglesia. Jesús vendrá a buscar a su Iglesia. Para estos efectos, los muertos en Cristo resucitarán primero y, después, los vivos serán transformados para recibir al Señor en los aires (Jn. 14; Mt. 25:1-3; 1 Co. 15; 1 Ts. 4:16).

d) Inmediatamente después del rapto de la Iglesia, se producirá la Gran Tribulación, tiempo de siete años de duración, en que Dios derramará todo el furor de su ira sobre el Imperio del Anticristo y sobre los impíos. Los juicios de Dios en este tiempo estarán dando conclusión a la dispensación de la Gracia.

e) Al final de la Tribulación, Jesucristo “vendrá con sus santas decenas de millares para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a los impíos, de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él” (Jd. 14).

7. Para resaltar:

Personajes importantes.

El más importante es  Jesucristo. Después le siguen los Apóstoles, entre los cuales se destaca Pablo.

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También, los Padre de la Iglesia, y toda una serie de siervos de Dios que Él ha levantado a través de la Historia de la Iglesia.

Hechos importantes.

a. Institución de la Cena del Señor, rito instituido por Cristo en las vísperas de su pasión como un recordatorio de su sacrificio expiatorio, y celebrado por las comunidades primitivas cristianas. Este rito ha sido practicado a través de toda la historia, por todas las Iglesias cristianas y se tomará finalmente cuando estemos en cielo con Cristo en las Bodas del Cordero, inmediatamente después del  rapto de la Iglesia.

b. Institución  del    bautismo  por  inmersión,  como sello y señal externa y pública de nuestra conversión a Cristo. El bautismo en agua es una ceremonia que caracteriza a toda la Iglesia Cristiana y marca el inicio de nuestra comunión con la Iglesia.

c. El derramamiento del Espíritu en Pentecostés y la expansión de la Iglesia, que ha ocurrido a pesar de las persecuciones de afuera y las herejías de adentro; todo, en cumplimiento de las palabras de Jesús, quien dijo que “las puertas del infierno no prevalecerían contra la Iglesia”.

Esta dispensación de la Gracia terminará, al igual que las otras con el juicio de Dios sobre la tierra. Una vez más se le dio oportunidad al hombre para servir a Dios, pero falló. Como siempre, un número comparativamente pequeño será salvo. A ese grupo de salvados es a los que Jesús les llamó “la manada pequeña”, pero al Padre “le plació darles el reino”.   

La Edad Israelita: Dispensación de la Ley.

1. ¿Qué entendemos por Dispensación de la Ley o edad israelita?

Es el lapso comprendido desde la salida de los israelitas de la esclavitud egipcia, hasta la muerte expiatoria de Jesucristo en la cruz.

2. ¿Cuáles eran las características más importantes de esta dispensación?

a) El trato de Dios, no ya con una persona específica solamente, sino con un pueblo formado para llevar a cabo sus planes.

b) Manifestación sobrenatural de Jehová, que se revela como el Omnipotente, el Dios de Su pueblo, como el Redentor de Su pueblo y como el Gobernador de Su pueblo.

c) Transición   del   gobierno   teocrático   a   la monarquía.

d) Establecimiento de un lugar fijo de adoración.

e) Establecimiento de leyes morales, civiles, higiénicas y religiosas que habrían de re-gir al pueblo elegido.

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f) Establecimiento del Pacto Davídico o Pacto Real.

3. ¿Cuál fue la naturaleza del Pacto Mosaico?

Gálatas 3:15-19; 3:21-25; Romanos 5:20; 7:13; Éxodo 19:4-6).

Estos pasajes nos muestran al propósito de Dios  en presentar a los judíos el Pacto temporal llamado “La Ley de Moisés”. El propósito de Dios era presentar a Su pueblo escogido una revelación de lo que Él deseaba que hicieran en todas las fases de su vida, desde el comer hasta el adorar.

a) Pablo afirma a los Gálatas que la Ley fue una añadidura a la Promesa, a causa de las transgresiones del hombre. Nos damos cuenta que toda las prevenciones y restricciones que fueron decretadas por Dios, por medio de Moisés, constituyeron obras exteriores de defensa y muros levantados alrededor de la promesa original dada a Abraham, a fin de evitar que fuese perdida, ya fuese por el pueblo desde dentro, como por los asaltos e los enemigos desde afuera. Todas estas leyes eran preservadoras de la verdad de que la revelación de esta ley moral no solo era para los judíos sino para todo el mundo.

Aunque la Ley, como pacto, fue abrogada por medio de la muerte de Jesucristo, sin embargo, en esta nueva dispensación de la Gracia, se rescatan todos aquellos principios fundamentales de moral y adoración que trascienden al tiempo; otros no son tenidos en cuenta, y otros tienen un cumplimiento en su antitipo.

b) ¿En qué forma se dio la Ley? 

1) Por medio de un Pacto hecho con Moisés e Israel (Éx. 34:27; 24:8; Dt. 5:12). 

2) Por medio de un  mediador: Moisés (Gá. 3:19).

c) ¿Cuál era el propósito de la Ley?

1) Hacer conocer la pecaminosidad del Hombre (Ro. 3:20).

2) Traer el conocimiento del pecado (Ro. 7:7).

3) Colocar al hombre en una condición de muerte (Gá. 2:19).

4) Fue una añadidura a causa del pecado (Gá. 3:19).

5) Servir de ayo para llevarnos a Cristo (Gá. 3:24).

d) Detalles del ofrecimiento de Dios a Israel (Éx. 19:5,6).

En este pasaje tenemos los detalles de la oferta hecha por Dios a ellos. Estas palabras son muy importantes al considerar los propósitos de Dios cuando dio la Ley de Moisés al pueblo: días antes eran una nación esclava, ahora eran una nación libre y nueva en el mundo.      1) Un gobierno diferente de las otras naciones en este planeta.

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 2) Un gobierno  político religioso, con Dios mismo como Rey y Supremo Mandatario.

 3) Todo el pueblo sería una familia real con acceso, cual sacerdotes, a la presencia del Pontífice.

Esta forma de gobierno, ofrecida por Dios a Israel, es llamada Teocracia, con Dios por suprema autoridad. Esta teocracia era aceptada por ellos y era preparatoria para el establecimiento y preparación del verdadero reino de Dios. Esto era un anticipo como lo es ahora la Iglesia. La teocracia no era perfecta, por cuanto muchas de sus observaciones eran típicas y tenían que ceder más tarde al antitipo y realidad contenida en él. Sus ceremonias religiosas tenían que ser reemplazadas por otras. También su Rey era invisible. Su majestad no podía ser revelada por falta del mediador perfecto, y una propiciación satisfactoria para el pecado no se había efectuado todavía. Sin embargo la Teocracia presentaba los elementos esenciales para el Reino de Dios.

4. ¿En cuántas etapas se divide la dispensación de la Ley?

La dispensación de la Ley  se divide en cuatro etapas bien definida en la Biblia. Ellas son:

a) Desde el Éxodo hasta el reinado de Salomón.

b) Desde la división del reino hasta el cautiverio.

c) Desde la restauración hasta el fin del A. T.

d) Desde el comienzo del N. T. hasta la crucifixión.

  5. ¿Qué pactos adicionales están incluidos dentro de la dispensación de la Ley?

Como pactos adicionales y ampliaciones del Pacto Mosaico, Dios estableció dos pactos más, uno con David y otro con el pueblo en general. A estos pactos se les llaman, respectivamente Pacto Davídico y Pacto Palestino.

a) ¿En qué consistió el pacto Davídico? (2 S. 7:16; 1 Cr. 17:11-14).

Por medio de este pacto Dios prometió un trono eterno a la posteridad de David. A David, personalmente le dijo que le edificaría casa, esto es, descendencia o linaje. Los versículos 12 al 15 hablan de un hijo de David que habría de edificar un templo para Dios, y que  el trono y el templo estarían firmes. Además, el Señor le prometió que, muerto David, Él mismo sería Padre a ese hijo tratándole con misericordia y castigándole cuando fuera necesario, pero que no lo abandonaría.

En el v. 16, se ve que Dios ve más allá que Salomón y habla de tiempos remotos todavía: la casa, el reino y el trono de David establecidos eternamente. Sin duda alguna el mismo David, los profetas y los apóstoles interpretaban esa promesa como refiriéndose a Jesucristo (Sl. 2; 21; 45; 68; 69; 72; 89; 110; 132; comparar con Hch. 2:25-32; He. 1:5; Is. 9:7; 55;3; Jer. 23:5-6; 30:9; 33:15-26; etc.).

Cuando David describe un personaje infinitamente superior a Salomón, a quien, de su mismo linaje, él adora y espera ver su reino, y participar en él, no podemos evitar la conclusión de que David entendía de que Jehová había prometido que él (David) fuera el progenitor del Salvador en cuanto a la carne.

b) ¿En qué consistió el Pacto Palestino?

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Deuteronomio 30:1-10.

Este pacto consistió en la promesa de Dios a los israelitas, de darles la Tierra de Palestina en posesión perpetua. Podemos decir que este pacto es una extensión del Pacto Abrahámico en cuanto a la tierra allí prometida como herencia o posesión. (Gn. 12:7; 13:12; 17:7-8). Los Patriarcas habían peregrinado en esa tierra, pero toda la familia bajó a Egipto donde fue protegida y preservada hasta su liberación. Esta nación estaba ahora en capacidad de poseer la tierra, pero durante cuarenta años los israelitas desobedecieron, y ahora una nueva generación estaba en disposición de poseer la tierra. ¿Volverían a ser cobardes e incrédulos como sus padres? o ¿confiarían en las promesas divinas hechas a Abraham?

-- Este Pacto delinea las condiciones para que gozaran la tierra en prosperidad y paz. Describe las sanciones y castigos si desobedecían y la promesa de que volverían a ocupar el territorio, algún día, cuando se arrepintieran y buscaran a Dios de todo corazón.

-- Ellos entrarían y conquistarían la tierra (Dt. 9:1-6; 18:9; 19:1; 26:1).

-- Serían sacados de allí por su incredulidad y apostasía y serían esparcidos por todos los pueblos (Dt. 28:33-38; 30:1-13).

-- Dios les enviaría un espíritu de arrepentimiento y se convertirían al Señor de todo corazón. (Dt. 28:63-68; 30:1-3; Ez. 16:1-63).

-- Ellos serían restaurados a Palestina por obra de Dios (Dt. 30:3-6).

-- En aquel día, la nación sería obediente de corazón a Dios,  convertida de su apostasía (Dt. 30:4-8).

-- Habría juicio sobre las naciones enemigas perseguidoras de los judíos (Dt. 30:7).

-- Israel entraría en la abundancia de la bendición (Dt. 30:9).

El Poder del Espíritu Santo

El Espíritu Santo

    El Espíritu Santo da a conocer a Jesucristo y lo glorifica; persuade de pecado, de justicia y de juicio a los seres humanos; e imparte nueva vida a aquellos que ponen su fe en Jesucristo. Él mora permanentemente en todos los creyentes; y desde el mismo momento en que ocurre el nacimiento espiritual los bautiza para hacerlos miembros del Cuerpo de Cristo; y los sella como garantía de su salvación eterna.

    El Espíritu Santo da el poder para el crecimiento en santidad. También, según la soberana voluntad de Dios, el Espíritu Santo reparte a cada creyente diferentes dones espirituales para la edificación mutua, y para el servicio cristiano en general. Algunos de los dones del Espíritu Santo no tienen base bíblica para su pertinencia o necesidad en la actualidad, pues cumplieron su propósito durante el

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período de la fundación y establecimiento de la Iglesia.Jn. 16:7-11, Ro. 8:9, 1 Co. 12:13, Gá. 5:16, Ef. 4:30

El poder del Espíritu Santo

1. Neumatología: Parte de la Teología Sistemática que estudia la persona y la obra del Espíritu Santo en las diferentes épocas de la historia humana, incluyendo además temas como su relación con Jesucristo, con la iglesia, y con el cristiano.

2. Exposición.

    2.1. “El Espíritu Santo da a conocer a Jesucristo y lo glorifica;

 2.1.1. El Espíritu Santo es la tercera persona de la Trinidad. Su obra divina es evidente en el Antiguo Testamento en la Creación (Gé. 1:2), en la Providencia (Ex. 31:3 y 35:30-35, Nm. 11:17, 25, Sal. 104:29-30, Job 26:13, Is. 28:26), y en la Revelación (2 S. 23:2, Ez. 2:2, 8:3, 11:1 y 24, Hch. 28:25, 2 P. 1:21). Aunque el Antiguo Testamento no revela completamente toda la obra que el Espíritu Santo realizaba en esos tiempos, si encontramos abundante información acerca de ella. Hay información, incluso, acerca de la obra que el Espíritu Santo habría de hacer en los tiempos futuros, con relación al Mesías y al reino mesiánico, asuntos que el propio Jesucristo cita durante su ministerio terrenal. El Nuevo Testamento abunda mucho más en mostrarnos la Deidad y la obra del Espíritu Santo.

2.1.2. El Espíritu Santo da a conocer a Jesucristo enseñando y recordando a los cristianos acerca de las enseñanzas de Cristo (Jn. 14:25-26). Por ese ministerio docente del Espíritu, es que la “producción” del Nuevo Testamento estaba predicha y garantizada (Jn. 15:26; 16:12-15).

Jesús les hizo tres promesas equiparables a sus discípulos. Prometió que estaría entre aquellos que se reunieran en Su nombre (Mt. 18:20). Prometió que no los dejaría huérfanos (Jn. 14:16-20). Prometió estar con ellos en todo lugar y en todo momento (Mt. 28:20). ¿Cómo se cumplen esas promesas en nosotros? Parece evidente que ocurre a través de la presencia y obra del Espíritu Santo en hacer realidad en nosotros la gloria de Jesucristo (Ver 2 Co. 3:17-18).

Tener la presencia del Espíritu Santo es tener la presencia espiritual permanente del Jesús resucitado, ascendido y glorificado. El Espíritu Santo vino, por lo tanto, a tomar el lugar de Jesús como la Palabra encarnada o el Hijo de Dios. Pero el Espíritu no vino a reemplazar o a desplazar a Jesús. Cuando decimos, entonces, que el Espíritu Santo da a conocer a Jesucristo, queremos decir que lo muestra, es decir, que lo hace efectivamente presente en, y con nosotros.

2.1.3. La glorificación de Jesús por medio del Espíritu Santo está estrechamente relacionada con el testimonio del Espíritu acerca de Jesús (Jn. 16:14). Así, el Espíritu

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Santo no solamente da a conocer al Jesús resucitado, sino que también lo honra y lo glorifica.

    2.2. persuade de pecado, de justicia y de juicio a los seres humanos;

2.2.1. Juan 16:8-11 enseña que el Espíritu Santo convence al mundo de pecado, de justicia, y de juicio. El verbo “convencer” en ese pasaje significa “dar clara evidencia de un acto criminal con el propósito de producir arrepentimiento”. El sustantivo que aparece en He. 11:1, traducido por muchas versiones como “convicción”, se refiere a una persona que sabe y entiende lo que cree. El Espíritu Santo convence de pecado porque el mundo es incrédulo. Esta incredulidad es la base sobre la cual se convence, se acusa, o se saca la evidencia. El Espíritu Santo convence de justicia porque durante su vida y ministerio, Cristo fue el máximo testimonio de justicia. Hoy en día, puesto que Cristo ya no está presente en cuerpo en la Tierra, para convencer al mundo de justicia se hace necesario el convencimiento por parte del Espíritu enviado por Cristo. El Espíritu Santo convence de juicio pues el juicio mismo de Satanás provee la base para dar por sentado que con seguridad vendrá juicio para el mundo.

    2.3. e imparte nueva vida a aquellos que ponen su fe en Jesucristo.”

2.3.1. La regeneración por el Espíritu Santo.

2.3.1.1. La regeneración es el acto divino que produce nueva vida en el creyente. Sin regeneración no hay salvación. Esto es fundamental. Es el principio del proceso de santificación en la vida del creyente. Un proceso que se observará durante toda la vida de crecimiento espiritual.

2.3.1.2. Del texto en Juan 3:1-13 aprendemos tres aspectos relacionados con la regeneración. Lo primero es que para entrar al reino de Dios necesitamos haber nacido de nuevo (vrs. 1-4). Los pasajes claves del Antiguo Testamento para explicar y entender Juan 3 son Isaías 44:3 y Ezequiel 36:25-27.

Lo segundo es que es el Espíritu Santo el que hace que nazcamos de nuevo (vrs. 5-8). Dios es quien proporciona la revelación necesaria para alimentar y dar base firme a la fe, por medio de la cual el hombre será regenerado. Así, la Palabra de Dios da base suficiente para creer, y por consiguiente, para que el Espíritu Santo ejecute la obra de la regeneración en el que cree. (Compare la declaración de Jesús en este texto en Juan con Stg. 1:18 y 1 P. 1:23.) Nacer de nuevo significa nacer de arriba (Cf. Juan 1:13). No es un proceso, sino un acto

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instantáneo irrepetible e irreversible (semejante al nacimiento físico), donde la experiencia y los sentimientos no determinan si la persona ha nacido de nuevo o no. La regeneración, por lo tanto, se basa en la fe y en el acto del Espíritu Santo. Nacer de agua significa limpieza (el nuevo nacimiento limpia al pecador). Nacer del Espíritu significa que es obra del Espíritu Santo, quien es el agente que efectúa el nuevo nacimiento. En otras palabras, no hay regeneración sin el Espíritu Santo (Compare Jn. 3:5 con Ez. 36:25-27; y Jn. 3:8 con Ez. 37:10,14). La regeneración se lleva a cabo por medio de un método que la mente humana no es capaz de discernir a cabalidad. Este método es misterioso, invisible, sin la posibilidad de que la experiencia juegue un papel importante a la hora de tener la convicción de haber nacido de nuevo. En otras palabras, ni lo sentimos ni lo percibimos... ¡lo creemos!

Lo tercero que enseña Juan 3 es que sólo los que hemos nacido de nuevo podemos entender la esperanza de una nueva y maravillosa vida (9-13). Los creyentes del Antiguo Testamento no tenían toda la revelación sobre la regeneración. Pero según Jesús, Nicodemo, como maestro de Israel, debería haber sabido algo acerca de la regeneración . El hecho de que el Antiguo Testamento no enseñe explícitamente sobre la regeneración, no quiere decir que el Espíritu Santo no la efectuaba. Por cierto, sí la enseña implícitamente con la figura del corazón “circuncidado”, “limpio”, y “nuevo” con que se daba a entender una nueva vida (Dt. 10:16, 30:6; Sal. 24:4, 73:1, Cf. Sal. 73:13; Pr. 20:9; Jer. 4:4, 4:14, 24:7; Ez. 11:19, 18:31, 36:26). Puesto que desde Adán todos somos pecadores, Nicodemo debió haber entendido que para entrar en el Reino de Dios siempre ha sido necesario nacer de nuevo. De lo contrario, nadie de tiempos del Antiguo Testamento se habría salvado.

    Tampoco tenían toda la revelación sobre otras enseñanzas tales como la resurrección y la Trinidad. A través de toda la historia bíblica, Dios fue revelando Su Palabra poco a poco. Eso es lo que en la sección sobre Las Sagradas Escrituras (Bibliología) llamamos “revelación progresiva”.

2.3.1.3. La regeneración que el Espíritu Santo efectúa en los que creen en Cristo produce frutos: Produce una nueva vida (Jn. 1:12, 1 Jn. 5:1). Produce una nueva naturaleza (2 Co. 5:17). Produce una capacidad para servir a la justicia y buscar el bien (Ro. 6:13). Produce una nueva esperanza (Ef. 2:1,4-7, Ro. 15:13).

2.4. “Él mora permanentemente en todos los creyentes; y desde el mismo momento en que ocurre el nacimiento espiritual los bautiza para hacerlos miembros del Cuerpo de Cristo; y los sella como garantía de su salvación eterna.”

    2.4.1. La morada del Espíritu Santo.

 La morada del Espíritu Santo es la obra por medio de la cual el Espíritu Santo concede Su persona de manera permanente al creyente a partir del momento mismo de la conversión. El Espíritu Santo llega a morar en el creyente para siempre (Jn. 14:16-17). La morada del Espíritu Santo es un regalo (Hch. 11:17; Ro. 5:5; 1 Co. 2:12; 2 Co. 5:5). ¡Todos los creyentes somos templo del Espíritu Santo de Dios! El Espíritu Santo mora en todos los creyentes (1 Co. 6:19-20), incluso en los cristianos

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carnales (1 Co. 6:19-20 Cf. 1 Co. 3:1). De la declaración de Pablo a los atenienses, entendemos que la tradición de que a Dios se le encuentra de manera especial solamente dentro de “las cuatro paredes” de un templo, es paganismo (Hch. 17:24). Esta idea había afectado la nación de Israel misma, pues se sabía que Dios estaba en el Templo de manera especial para ser adorado, lo que es diferente a que Dios moraba limitadamente en el templo (Cf. Jn. 4:20-24).

    2.4.2. El bautismo del Espíritu Santo.

Somos cristianos auténticos gracias al bautismo del Espíritu Santo. Este se puede definir como la obra por medio de la cual el Espíritu Santo introduce y coloca al creyente nacido de nuevo dentro del cuerpo de Cristo, el cual es la Iglesia. En otras palabras, es un acto de iniciación (entramos en la Iglesia) y de identificación (somos de Cristo y de Su cuerpo).

No hay referencia del bautismo del Espíritu en el Antiguo Testamento, pero si es presentado como un evento profético en los evangelios y en Hechos (Mt. 3:11, Mr. 1:7-8, Lc. 3:16, Jn. 1:33, Hch. 1:5). El bautismo del Espíritu es un evento histórico que ocurrió por primera vez en Hechos. Allí se describen cuatro escenas relacionadas con el bautismo del Espíritu: Hechos 2 en Jerusalén con judíos; Hechos 8 en Samaria con samaritanos; Hechos 10 en Cesarea con gentiles; Hechos 19 en Éfeso con judíos discípulos de Juan el Bautista. El bautismo del Espíritu se describe en esas cuatro escenas con una diversidad de expresiones, pero se trata del mismo evento. Y este para evidenciar la formación de una iglesia, no la de varias iglesias, una de judíos, otra de gentiles, otra de samaritanos.

El bautismo del Espíritu Santo es citado cinco veces por Pablo con fines didácticos (Ro. 6:3, 1 Co. 12:13, Gá. 3:27, Ef. 4:5, y Col. 2:12). Lo hace para enseñar que todos los cristianos ya estamos bautizados, no sólo los que tienen un comportamiento más santo o maduro. De hecho, a los carnales corintios se les explica con mucho énfasis.

El bautismo por el Espíritu Santo es una obra del Espíritu Santo, peculiar de la era de la iglesia. Es una realidad para todos los creyentes. Constituye al creyente en miembro del cuerpo de Cristo identificándolo con Él y con Su cuerpo, que es la iglesia (Ef. 1:22-23). El bautismo del Espíritu Santo es la realidad de que somos identificados con el cuerpo de Cristo de manera universal. El bautismo en agua es el símbolo de esa realidad, es decir, es el testimonio delante de una congregación local de que en verdad pertenecemos al cuerpo universal de Cristo.

El bautismo del Espíritu Santo es una obra instantánea, permanente y no se repite vez tras vez en un creyente. Por lo tanto, es una obra que no se basa en, ni se deriva de, la experiencia: ni se busca ni se merece. (Notar la voz pasiva del verbo en 1 Co. 12:13;

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el sujeto no tiene nada que hacer para que la acción se ejecute.) No hay ningún mandamiento para que busquemos ser bautizados con el Espíritu Santo, puesto que lo fuimos en el momento de nuestra conversión.

Además de la unidad de la iglesia universal como su resultado práctico, el bautismo del Espíritu Santo también identifica al creyente con Cristo en todos los aspectos, pero sobre todo, debido al simbolismo detrás del bautismo, descrito en Romanos 6, identifica al creyente con la muerte de Cristo. Esto reta al cristiano a morir a la naturaleza pecaminosa, al pecado y a mostrar una auténtica vida de santidad.

    2.4.3. El sello del Espíritu Santo.

El sello del Espíritu es la certeza de que nuestra salvación llegará a su culminación, y por lo tanto, los creyentes no podemos ni podremos perdernos. Esta doctrina es de gran importancia porque da seguridad y convicción de que somos propiedad de Dios. Si de tener seguridad se trata, pues aquí está la respuesta: ¡El que ha aceptado a Jesucristo como su Salvador personal, le pertenece a Dios para siempre!

La obra de haber sido sellados fue instantánea, no es un proceso. Según Efesios 1:13-14, Dios el Padre es quien nos selló (agente) por medio del Espíritu Santo (instrumento). Ver también 2 Corintios 1:20-22. El Espíritu Santo mismo es también el sello con que han sido sellados todos los creyentes sin distinción (2 Co. 1:22, Ef. 1:13-14, 4:30).

El sello lo hemos recibido todos de manera incondicional. No se basa ni se deriva de la experiencia. Es una acción ya ejecutada, y por lo tanto es una realidad en la que el creyente no toma parte activa. Lo único que pudiera tomarse como participación humana es la respuesta de fe con la que un pecador cree y es salvo.

El Espíritu Santo es el sello con el que Dios garantiza que nos ha comprado y que nos reserva una herencia para el futuro. Las “arras” son la prenda –sello– que el comprador deja para dar garantía al vendedor de que terminará de pagar lo que ha comprado. El sello es la seguridad de que todo lo que Dios ha hecho a favor del creyente llegará a un feliz término en el futuro. A eso es a lo que la Biblia llama la herencia reservada. En conclusión, el sello busca proveer la total seguridad al creyente de que, como pertenece a Dios, su redención final y total está garantizada. El Espíritu Santo es el sello que garantiza que viviremos en el cielo por toda la eternidad.

2.5. “El Espíritu Santo da el poder para el crecimiento en santidad.”

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    2.5.1. La plenitud o llenura del Espíritu Santo.

Esta es la obra mediante la cual Él controla al creyente y le hace vivir una vida espiritual, la cual se hace evidente con un crecimiento de santidad y madurez cristiana. En el libro de los Hechos, la llenura –o control– se relaciona directamente con una capacidad especial necesaria para una determinada ocasión, sobre todo para predicar el Evangelio en medio de oposición. Pero en la carta a los Efesios, no se trata tanto de un acto momentáneo o especial, sino de un proceso continuo y progresivo. Considerando que la forma verbal “sed llenos” (Ef. 5:18 RVR) está en modo imperativo (i.e., es un mandato), en tiempo presente (i.e., acción con carácter permanente), y en voz pasiva (i.e., el sujeto es receptor de la acción de otro agente), una posible traducción literal sería: “Déjense controlar por el Espíritu.” La llenura, entonces, la hace el Espíritu como un proceso en el creyente, y no tan sólo como un acto.

    2.5.2. Por lo anterior, se relaciona la llenura con el crecimiento en madurez y santidad. 

El crecimiento en santidad es una obra progresiva (i.e. proceso) que el Espíritu Santo realiza en la medida en que el cristiano es controlado (Ef. 5:18). Por eso mismo decimos que ésta si es una obra repetitiva (Hch. 2:4, 4:8, 4:31) que produce un cambio de conducta. El poder que el Espíritu Santo da para crecer en santidad podría entenderse como que en ese proceso el Espíritu Santo tendrá más del creyente, pero no que el creyente obtendrá más del Espíritu Santo. El Espíritu Santo ya ha sido dado totalmente. No es un objeto divisible que se da en porciones.

2.6. “También, según la soberana voluntad de Dios, el Espíritu Santo reparte a cada creyente diferentes dones espirituales para la edificación mutua, y para el servicio cristiano en general.

    2.6.1. Ya desde el Antiguo Testamento notamos al Espíritu del Señor capacitando 

a los hombres de Dios en el área intelectual, moral, y oficial. Tales son los testimonios, por ejemplo, de lo que el Espíritu hizo en hombres como José, Moisés, Josué, David, Daniel y Nehemías, entre otros.

    2.6.2. Los dones espirituales son habilidades sobrenaturales, dadas soberanamente por Dios a todo creyente. 

Así nos capacita para realizar un servicio (ministerio) particular dentro de la iglesia. Nos fueron dados mediante el Espíritu Santo para edificarnos unos a otros. Siempre están relacionados con la iglesia y el servicio de ella, en ella y para ella. (Ro. 12:6-8). Dios nos ha dado el potencial de honrarlo mediante un servicio exitoso (1 P. 4:7-11). Para ello, El Padre (Ro. 12:3), el Hijo (Ef. 4:8-11), y el Espíritu Santo (1 Co. 12:11,18) nos han distribuido dones espirituales. El calificativo “espirituales” puede ser una indicación de que la persona de la Trinidad que más está relacionada con la distribución y el ejercicio de los dones es precisamente el Espíritu Santo. Un “don” no es la responsabilidad general que todos tenemos. Todos somos responsables de evangelizar, aunque no se tenga el don de evangelista. Todos somos responsables

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de ayudar, aunque no tenga el don de servicio. Tampoco es el grupo a quien servimos: existe el don de maestro, pero no el don de maestro de niños; ni el don de evangelista para jóvenes. No es la labor con la que se sirve: un evangelista puede usar su don por medio de la música, igual un maestro; pero no hay un don de la música. No es la experiencia: Existe el don de administrar, pero no existe el don de asesor financiero de iglesias. No es la posición: alguien puede ser pastor, sin tener el don de pastor-maestro, y viceversa. Mucho menos confundamos don espiritual con fruto del Espíritu (Gá. 5:22-23).

    2.6.3. ¿Cuándo se reciben los dones espirituales? 

La respuesta no se encuentra específicamente en la Biblia. Se deduce teológicamente que son otorgados por el Espíritu Santo en el momento mismo de la conversión.

    2.6.4. ¿Quiénes reciben los dones? 

¡Todos, y solamente, los creyentes! Las expresiones “cada uno”, “todos”, “cada cual”, dan a entender claramente que todo cristiano genuino recibe al menos un don (Notarlas en Ro. 12, 1 Co. 12, Ef. 4, 1 P. 4). Se trata de lo que Dios quiso darle a cada creyente, no de lo que el creyente deseó (1 Co 12:11,18).

    2.6.5. ¿Para qué recibimos los dones? 

Para servirnos unos a otros (1 Co. 12:7, 1 P. 4:10), para edificarnos unos a otros (1 Co. 14:12,26, Cf. Ef. 4:12), y para que Dios sea alabado (1 P. 4:11).

2.7. Algunos de los dones del Espíritu Santo no tienen base bíblica para su pertinencia o necesidad en la actualidad, pues cumplieron su propósito durante el período de la fundación y establecimiento de la Iglesia.”

    2.7.1. Limitaciones de los dones espirituales en cuanto a la cantidad: 

No todos los creyentes tienen todos los dones; aunque algunos creyentes puedan tener y ejercer más de uno (1 P. 4:10-11). No todos los creyentes tienen el mismo don (1 Co. 12:29-30, Ro. 12:4). Esto es especialmente importante para refutar que todos los creyentes deben tener, por ejemplo, el don de lenguas.

    2.7.2. Limitaciones de los dones espirituales en cuanto al tiempo:  

La Biblia no afirma categóricamente la cesación de algunos dones, ni tampoco afirma categóricamente la vigencia permanente de todos. El estudio interpretativo (exegético) de la Biblia no nos ofrece claridad al respecto, por lo cual recurrimos a argumentos teológicos para sostener que algunos dones fueron temporales y otros son permanentes. Ni los pentecostales ni los cesacionistas debemos encontrar en esto un

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espacio para menospreciar la postura ni del uno ni del otro ya que muchos otros temas de la teología así es como se han desarrollado, es decir, a partir de argumentos teológicos deductivos cuando y sólo cuando no tenemos un estudio bíblico inductivo que muestre en “blanco y negro” que nuestra posición bíblica es categórica. Expondremos con mucho aprecio y respeto y sin menosprecio a otras posturas.

El argumento teológico principal que muestra la cesación paulatina de algunos dones es que la Biblia nos da evidencia del propósito de los diferentes tipos de dones. Otro argumento ampliamente conocido es que habrían de cesar cuando “venga lo perfecto”. Desarrollaremos aquí algo de esos dos argumentos.

Sin pasar por alto el triple propósito explicado en 2.6.5, reconocemos que había propósitos particulares para algunos dones. Todo parece indicar que algunos dones fueron más necesarios durante el tiempo de la introducción y confirmación del Evangelio, antes de que la revelación escrita estuviera completa. (De alguna manera esta última declaración concuerda con los dos argumentos mencionados en el párrafo anterior.) Particularmente en el libro de los Hechos los “dones milagrosos” (milagros, sanidades, lenguas, e interpretación de lenguas) tuvieron el propósito de autenticar el mensaje apostólico (Cf. 2 Co. 12:12). Este mensaje llegó mediante el uso de los “dones revelacionales” (apostolado, profecía, conocimiento, discernimiento). Hebreos 2:3-4 parece confirmar lo anterior. Nótese estos tiempos verbales: “fue anunciada”, “fue confirmada”, y “oyeron”. Los tres se refieren a hechos consumados en el pasado.

En el libro de los Hechos las señales sobrenaturales daban testimonio y ratificaban que lo que estaba sucediendo era de carácter divino y singular. Las lenguas en particular eran señal a los judíos incrédulos. Incrédulos, en primera instancia, en el caso de los que no reconocían a Jesús como el Mesías. Incrédulos, en segunda instancia, porque parecía que a los judíos que sí eran creyentes, les costaba comprender que Dios estaba formando UNA iglesia de judíos (Hch. 2), samaritanos (Hch. 8) y gentiles (Hch. 10, 11); no tres iglesias, una judía, otra samaritana, y otra gentil. Por ejemplo, en Hechos 8 no había otros judíos aparte de Felipe, y luego de Pedro y Juan, por lo que, aunque hubo señales, no hubo lenguas. En cambio, en Hechos 10:23,25 se dice claramente que unos judíos acompañaban a Pedro. No es por casualidad que se menciona este hecho. Pedro no habría querido ir solo a esta misión, así que se hizo acompañar de “testigos” que respaldaran su actuación y lo que podría suceder. Por eso, cuando se dan las lenguas, el pasaje menciona que los judíos se asombraron y lo relacionaron con lo que había sucedido varios años atrás en el día de Pentecostés. De manera que las lenguas sirvieron como la señal de autenticación para los judíos, incluidos los propios apóstoles en Jerusalén, de que los gentiles también entrarían a formar parte del mismo cuerpo que se había iniciado en Pentecostés entre los judíos solamente. ¿Necesitamos de esto hoy?

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En 1 Corintios 13:8 se afirma que en algún momento van a cesar los dones que imparten conocimiento parcial: profecía, lenguas y conocimiento. La similitud que usa Pablo, entre estos dones y la diferencia entre lo que es propio de un niño con lo que es propio de un adulto (v.11), es base para anticipar que estos dones cesarían cuando la Iglesia creciera en madurez. Esto se afirma identificando “lo perfecto” con el conocimiento propio de la Revelación Escritural completa, lo cual ocurrió antes del 100 A. D. El hecho de que el canon bíblico se haya completado para esta fecha es justo simultáneo a la formación completa de la iglesia unida que dejaron los apóstoles de Cristo, siendo Juan el último de ellos. Pensamos que esto es argumento con el suficiente peso teológico en lugar de pensar que “lo perfecto” se refiera a la segunda venida de Cristo, que si fuera así, obviamente todos los dones estarían hoy vigentes y hasta que Cristo venga. ¿Acaso más bien no esperamos que con la venida de Cristo recibiremos dones nunca antes imaginados? ¿Cómo estaríamos pensando en cesación hasta entonces? Es más natural aceptar la temporalidad que tuvieron aquellos cumpliendo su propósito.

2.7.3. Dios siempre puede hacer milagros. Eso es diferente a que otorgue dones milagrosos todo el tiempo. Definitivamente que hay épocas caracterizadas por muchos milagros espectaculares: el tiempo de Moisés y Josué, la época de varios jueces, de Elías y Eliseo, y sobre todo, la época del ministerio de Jesucristo. La historia de la iglesia, aún en el primer siglo, parece indicar que las señales milagrosas fueron perdiendo importancia y frecuencia con el correr del tiempo. Por ejemplo, hay un contraste muy marcado entre el libro de los Hechos, que nos habla de los primeros años de la iglesia, y la epístola a los Efesios, unos treinta años después. En el primero sobresalen los hechos milagrosos; en el segundo, ni siquiera se mencionan.

3. Reflexión.    3.1. En una conocida Teología Sistemática, su autor enseña que la regeneración y la morada del Espíritu Santo 

es una obra que es real para los creyentes del Nuevo Testamento, pero no para los del Antiguo Testamento. Pero, preguntémonos: ¿Sabían los israelitas que el Espíritu Santo moraba en ellos basándose en su propia experiencia? No. (Cf. Is. 63:9-10). ¿Sabríamos nosotros por nuestra propia experiencia? ¡Tampoco! No había revelación completa en cuanto a este asunto –como tampoco a otros– en el Antiguo Testamento. Nosotros tampoco sabríamos que el Espíritu Santo mora en nosotros si el Nuevo Testamento no lo hubiera revelado. En todo tiempo ha sido necesario ser hijo de Dios, para hacer la obra de Dios, en el poder del Espíritu de Dios (ver, por ejemplo, Zac. 4:6). Las “idas y venidas” con las que se hace referencia a la morada “temporal” del Espíritu Santo en los santos del Antiguo Testamento, podemos entenderlas como que más bien significan que se trataba de recibir capacitación oficial de parte de Dios para una obra especial (principalmente de revelación, de profecía, de capacidad para gobernar) a ciertos individuos escogidos (profetas y reyes). Esta capacidad –y no “morada” –, sería condicionada, explicándose así esa “temporalidad”. ¿Cuál piensas

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que sería el factor condicionante?

    3.2. Con respecto a los dones espirituales que creemos que no están vigentes, 

quizás debemos reconocer que hay personas, creyentes o no, que parecen necesitar ser estimulados por medio de experiencias como el hablar en lenguas, o tener visiones. A muchas de ellas les da una “sensación” de seguridad, realización, satisfacción, o utilidad. En casos así, una postura prudente es aceptar, como alguien ha dicho, que “no tenemos el derecho a quitarles esas experiencias, pero si tenemos el derecho a evitar que esas experiencias sean consideradas autoritativas y necesarias para todo creyente.” ¿Cómo podrías expresarles a estas personas tu amor y respeto?

    3.3. No es indispensable tener los “dones temporales” 

para vivir una vida individual de plenitud en el Espíritu, ni para que la Iglesia tenga una vida dinámica y plena. El apóstol Pablo nunca exhorta a la iglesia a buscar entre sus miembros a aquellos que tienen estos dones. Prácticamente ni los menciona después de escribir 1 Corintios. El fruto del Espíritu, descrito en Gálatas 5:22-23, no relaciona para nada la madurez con los “dones temporales”. Tampoco los requisitos para los líderes en Timoteo y Tito. Son indicios claros que un cristiano puede ser maduro y lleno del Espíritu sin necesidad de poseer alguno de esos dones. Las experiencias de grandes siervos de Dios a través de la historia y de grandes épocas en que la iglesia ha brillado, son otro ejemplo de esto. En todo caso, lo que vemos en las “manifestaciones” actuales, difiere de lo que está identificado con los dones bíblicos. ¿Es el fruto del Espíritu una realidad constante en tu vida? ¿Estás usando tus dones espirituales para servir con amor a otros?

    3.4. El Espíritu Santo y Las Sagradas Escrituras no se contradicen. 

¿Qué importancia práctica tiene para ti esa declaración?

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ibro de HechosLibro de Hechos – La BibliaAutor: El Libro de Hechos no identifica específicamente a su autor. De acuerdo a Lucas 1:1-4 y Hechos 1:1-3, es claro que el mismo autor escribió ambos libros. La tradición, desde los primeros días de la iglesia, ha sido que fue Lucas, un compañero del apóstol Pablo, quien fue el autor tanto Lucas como de Hechos (Colosenses 4:14; 2 Timoteo 4:11).Fecha de su Escritura: El Libro de Hechos fue escrito probablemente entre el 61 y el 64 d.C.Propósito de la Escritura: El libro de Hechos fue escrito para tener un registro de la historia de la iglesia primitiva. El énfasis del libro es la importancia del día de Pentecostés, y el ser investidos de poder para ser testigos eficaces de Jesucristo. Hechos registra a los apóstoles siendo testigos de Cristo en Jerusalén, Judea, Samaria, y el resto del mundo circundante. El libro arroja luz sobre el don del Espíritu Santo, quien da poder, guía, enseña y actúa como nuestro Consejero. Al leer el libro de Hechos, somos iluminados y animados por los muchos milagros que fueron realizados durante este tiempo por los discípulos Pedro, Juan y Pablo.El libro de Hechos enfatiza la importancia de la obediencia a la Palabra de Dios y la transformación que ocurre como resultado de conocer a Cristo. También hay muchas referencias sobre aquellos que rechazaron la verdad que los discípulos predicaban acerca del Señor Jesucristo. El poder, la avaricia, y muchos otros vicios del diablo son evidenciados en el libro de Hechos.Versos Clave: Hechos 1:8: “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”Hechos 2:4, “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.”Hechos 4:12, “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos.”Hechos 4:19-20, “Mas Pedro y Juan respondieron diciéndoles: Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios; porque no podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído.”Hechos 9:3-6, “Mas yendo por el camino, aconteció que al llegar cerca de Damasco, repentinamente le rodeó un resplandor de luz del cielo; y cayendo en tierra, oyó una voz que le decía: Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues? El dijo: ¿Quién eres, Señor? Y le dijo: Yo soy Jesús, a quien tú persigues; dura cosa te es dar coces contra el aguijón. El, temblando y temeroso, dijo: Señor, ¿qué quieres que yo haga? Y el Señor le dijo: Levántate y entra en la ciudad, y se te dirá lo que debes hacer.”Hechos 16:31, “Ellos dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.”Breve Resumen: El libro de Hechos proporciona la historia de la iglesia cristiana y la expansión del Evangelio de Jesucristo, así como la creciente oposición al mismo. Aunque muchos siervos fieles fueron usados para predicar y enseñar el Evangelio de Jesucristo, Saulo, cuyo nombre fue cambiado a Pablo, fue el que tuvo más influencia. Antes de ser convertido, Pablo se complacía en perseguir y matar a los cristianos. La dramática conversión de Pablo en el camino a Damasco (Hechos 9:1-31) es un punto culminante del libro de Hechos. Después de su conversión, él se fue al extremo opuesto en su amor por Dios y en predicar Su Palabra con poder, fervor y el Espíritu del Dios vivo y verdadero. Los discípulos recibieron el poder del Espíritu Santo para ser Sus testigos en Jerusalén (capítulos 1-8:3), Judea y Samaria (capítulos 8:4-12:25), y hasta lo último de la tierra (capítulos 13:1–28). Incluidos en la última sección, están los tres viajes misioneros de Pablo (13:1-21:16), sus juicios en Jerusalén y Cesarea (21:17-26:32) y su viaje final a Roma (27:1-18:31).Conexiones: El libro de Hechos actúa como una transición entre el Antiguo Pacto de la observancia de la ley y el Nuevo Pacto de gracia y fe. Esta transición es apreciada en muchos eventos claves del libro de Hechos. Primero, hubo un cambio en el ministerio del Espíritu Santo, cuya función principal en el Antiguo Testamento era el “ungimiento” externo del pueblo de Dios, entre ellos Moisés (Números 11:17), Otoniel (Jueces 3:8-10), Gedeón (Jueces 6:34), y Saúl (1 Samuel 10:6-10). Después de la resurrección de Jesús, el Espíritu vino a vivir en el corazón de los creyentes (Romanos 8:9-11; 1 Corintios 3:16), guiándolos y llenándolos de poder desde dentro. El Espíritu que mora en el hombre, es un don de Dios para aquellos que vienen a Él en fe.La conversión de Pablo fue un ejemplo dramático de la transición del Antiguo al Nuevo Pacto. Pablo admitió que, antes de conocer al Salvador resucitado, él era el más celoso de los israelitas, siendo irreprensible “en cuanto a la justicia de la ley” (Filipenses 3:6), llegando a ser tan extremista como para perseguir a aquellos que enseñaban la salvación por gracia a través de la fe en Cristo. Pero después de su conversión, él se dio cuenta de que todos sus esfuerzos legalistas eran inútiles, diciendo que él los tenía “por basura, para ganar a Cristo, y ser

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hallado en Él, no teniendo mi propia justicia, que es por la ley, sino la que es por la fe de Cristo, la justicia que es de Dios por la fe.” (Filipenses 3:8b-9). Ahora nosotros también vivimos por fe, no por las obras de la ley, para que nadie se gloríe (Efesios 2:8-9).La visión de Pedro del lienzo en Hechos 10:9-15, es otra señal de la transición del Antiguo Pacto –en este caso, de las exclusivas leyes dietéticas de los judíos –a la unidad del Nuevo Pacto de judíos y gentiles en una sola iglesia universal. Los animales “limpios” simbolizando a los judíos, y los animales “inmundos” simbolizando a los gentiles, fueron declarados ambos “limpios” por Dios a través de la muerte sacrificial de Cristo. Dejando de estar bajo el Antiguo Pacto de la ley, ahora ambos están unidos en el Nuevo Pacto de la gracia, a través de la fe en la sangre derramada de Cristo en la cruz.Aplicación Práctica: Dios puede hacer cosas extraordinarias a través de personas ordinarias, cuando Él los llena de poder a través de Su Espíritu. Esencialmente, Dios tomó a un grupo de pescadores y los utilizó para poner al mundo de cabeza (Hechos 17:6). Dios tomó a un asesino aborrecedor de cristianos y lo cambió en el evangelista cristiano más grande, el autor de casi la mitad de los libros del Nuevo Testamento. Dios utilizó la persecución para producir la difusión más acelerada de una “nueva fe” en la historia del mundo. Dios puede y hace lo mismo a través de nosotros –cambiando nuestros corazones, llenándonos de poder por el Espíritu Santo, y dándonos una pasión por difundir las buenas nuevas de salvación a través de Jesucristo. Si tratamos de hacer estas cosas en nuestras propias fuerzas, fracasaremos. Al igual que los discípulos en Hechos 1:8, debemos esperar ser llenos del poder del Espíritu, y entonces ir en Su poder, a cumplir con la Gran Comisión (Mateo 28:19-20).