ansiedad en el personal de enfermería

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Ansiedad en el Personal de Enfermería 11 Olga Mª Monzón Rodríguez Ansiedad en el Personal de Enfermería Universidad Fernando Pessoa Las Palmas de Gran Canaria (España), 2008.

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Estudio Científico.

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

11

Olga Mª Monzón Rodríguez

Ansiedad en el Personal de Enfermería

Universidad Fernando Pessoa

Las Palmas de Gran Canaria (España), 2008.

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

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Olga Mª Monzón Rodríguez

Ansiedad en el Personal de Enfermería

Universidad Fernando Pessoa

Las Palmas de Gran Canaria (España), 2008.

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

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Olga Mª Monzón Rodríguez

Ansiedad en el Personal de Enfermería

Trabajo presentado a la Universidad

Fernando Pessoa, como parte de los

requisitos para la obtención del

Grado de Licenciatura en

Enfermería

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

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Sumario

El presente trabajo es un estudio bibliográfico que aborda el problema de la ansiedad en el

personal de Enfermería.

Se llevó a cabo con una intensa recogida de información de libros y páginas web lo más

actualizados posibles, que posteriormente se contrastaron para extraer de éstos las premisas

más relevantes de cara al tema en cuestión.

La finalidad de este estudio está enfocada a compartir y hacer llegar la información (lo más

clara posible) a cerca de un problema que resulta cada vez más frecuente, ya no sólo en el

personal de Enfermería sino en la sociedad en sí, para facilitar la toma de conciencia sobre el

fenómeno de la ansiedad y así prevenir, al personal enfermero o a futuros profesionales de la

Enfermería, de situaciones adversas que se pueden dar con ellos mismos y/o con las personas

a las que reciben y cuidan.

La motivación que ha favorecido este estudio, la ha generado el superar el curso de

complemento para la obtención de la titulación del Grado de Licenciatura en Enfermería.

Han sido tratados temas como: la ansiedad y su definición, aspectos históricos, cuándo es

normal y cuándo patológica, cómo se produce y evoluciona (desde el punto de vista biológico,

cognitivo y psicodinámico), los conceptos clave para entender su sociobiología (los

acontecimientos vitales y la vulnerabilidad) y, cómo no, las características de la profesión

sanitaria, incluyendo, lo ansioso en la dicha profesión para concretar en la Enfermería.

Todo ello, para llegar a conclusiones como: que es importante para el personal de enfermería

el conocimiento sobre la ansiedad; que es posible que el conocimiento de lo ansioso por parte

de los enfermeros/as contribuya a detectar la ansiedad de modo precoz en ellos mismos, en los

pacientes y en la relación entre paciente y personal sanitario; que es posible prevenir los

riesgos laborales a causa de la ansiedad en la Enfermería; y afirmar, que el impacto de la

ansiedad sobre el personal de enfermería es de suficiente entidad como para justificar un

estudio científico al respecto.

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

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Summary

The present work is a bibliographical study that approaches the problem of the anxiety in the

personnel of Nursing.

There were carried out by an intense withdrawal of information of books and web pages as

updated as possible, that later were confirmed to extract from these the most relevant premises

with a view to the topic in question.

The purpose of this study is focused to sharing and making come the information to near a

problem that turns out to be increasingly frequent, already not only in the personnel of

Nursing but in the society too, to facilitate the capture of conscience on the phenomenon of

the anxiety and this way to anticipate, to the personal nurse or to professional futures of the

Nursing, of adverse situations that can be met on them themselves and/or on the persons of

whom they receive and take care.

The motivation that has favored this study, has generated it to overcome the course of

complement for the obtaining of the qualifications of the Degree of Licentiate in Nursing.

Topics have been treated like: the anxiety and its definition, historical aspects, when is normal

and when is pathological, how it takes place and changes (from the biological, cognitive and

the psychological dynamics point of view), the concepts key to understand the social and

biological thing (the vital events and the vulnerability) and, how not, the characteristics of the

sanitary profession, including, the anxious thing in the above mentioned profession to make

concrete in the Nursing.

All this, it gives conclusions like: that is important for the personnel of nursing the knowledge

on the anxiety; that is possible that the knowledge of the anxious thing on the part of the

nurses helps to detect the anxiety of a precocious way in them themselves, in the patients and

in the relation between patient and sanitary personnel; that is possible to anticípate the labour

risks because of the anxiety in the Nursing; and to affirm, that the impact of the anxiety on the

personnel of nursing is of sufficient entity like to justify a scientific study.

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

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Agradecimientos

Al Dr. D. Antonio Precedo López por la confianza que depositó en mí desde un principio y

por su apoyo constante.

A mi familia, que con cariño y paciencia, ha sabido estar para ayudar en lo posible.

A los profesores/as que han contribuido en mayor o menor medida con este trabajo.

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

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Índice

0 – INTRODUCCIÓN---------------------------------------------------------------------------------11

I – MARCO TEÓRICO-------------------------------------------------------------------------------12

1.1. - Qué es la ansiedad----------------------------------------------------------------------13

1.1.1. – Definición----------------------------------------------------------------------13

1.1.2. – Aspectos históricos-----------------------------------------------------------15

1.1.3. – Ansiedad normal, patológica------------------------------------------------21

1.2. - Cómo se produce la ansiedad---------------------------------------------------------24

1.2.1. – Aspecto biológico-------------------------------------------------------------24

1.2.2. – Aspecto cognitivo-------------------------------------------------------------27

1.2.3. – Aspecto psicodinámico------------------------------------------------------33

1.3. - Sociobiología: acontecimientos vitales y vulnerabilidad------------------------34

1.4. – Síntomas y prevención-----------------------------------------------------------------38

1.5. – Características de la profesión sanitaria-------------------------------------------41

1.6. – Lo ansioso en la profesión sanitaria------------------------------------------------44

II – METODOLOGÍA---------------------------------------------------------------------------------64

2.1. – Justificación del estudio---------------------------------------------------------------65

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

19

2.2. – Pregunta de partida--------------------------------------------------------------------66

2.3. – Objetivos---------------------------------------------------------------------------------67

2.4. – Cuestiones orientadoras---------------------------------------------------------------67

2.5. – Tipo de estudio--------------------------------------------------------------------------68

III – DISCUSIÓN---------------------------------------------------------------------------------------68

IV – CONCLUSIÓN-----------------------------------------------------------------------------------70

V – BIBLIOGRAFÍA----------------------------------------------------------------------------------72

Anexo

Anexo I (cronograma).

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

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Índice de abreviaturas

A.C.T.H.: Hormona Adrenocorticotropa.

GABA: Ácido Gamma-AminoButírico.

Causa/s: causa o causas.

Cit. in: citado en.

D.S.M.-IV: Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales.

Efecto/s: efecto o efectos.

Enfermero/a; enfermeros/as: enfermero y enfermera; enfermeros y enfermeras.

E.R.G.: Existence, Relation and Growth (Existencia, Relación y Crecimiento).

Et al: y otros.

Etc.: ecétera.

G.H.: Growth Hormone (Hormona de Crecimiento).

La/s: la o las.

p.; pp.: página; páginas.

P.E.T.: Tomografía por Emisión de Positrones.

R.M.: Resonancia Magnética.

Y/o: y u o.

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

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0 – INTRODUCCIÓN

El tema u objeto del trabajo gira en torno a la Ansiedad en el Personal de Enfermería, que da

título al estudio presente.

Las motivaciones personales que concluyeron en la elaboración de este estudio de

investigación, parte del interés personal por aportar una lectura que genere conocimiento o, al

menos, curiosidad sobre el tema en cuestión, a estudiantes de Enfermería y personal

enfermero.

Resultan evidentes las inevitables relaciones humanas en el entorno sanitario (entre los

profesionales de la salud o entre éstos y los pacientes); la atención y el servicio que se le da a

los pacientes (personas que no están en su mejor momento y que despiertan en sus cuidadores

afectos que no siempre quedan en el lugar de trabajo) generan preguntas como: cuál ha de ser

el modo de sobrellevar la empatía con el enfermo, la pérdida de un paciente, etc.; o el si es

posible evitar los sufrimientos personales dada la responsabilidad que se tiene sobre la vida de

los seres humanos en una labor como la enfermera.

La motivación académica principal, que hizo posible este escrito, ha sido cumplir con una

parte de los requisitos para la obtención del Grado de Licenciatura en Enfermería, con la

presentación de una monografía. También, el estímulo de saber que se puede contar con una

gran bibliografía dado que, en los últimos años, se ha desarrollado un gran interés por el

estudio de la ansiedad y los factores psicosociales relacionados con el trabajo y la repercusión

de éstos sobre la salud de los trabajadores (fundamentalmente los del entorno sanitario).

Se ha buscado, principalmente, el fin de provocar la toma de conciencia del fenómeno de la

ansiedad en el personal de Enfermería tras: investigar la/s causa/s y efecto/s de la ansiedad

que tienen lugar, en el personal enfermero y en el hábitat de la Enfermería; examinar (desde la

teoría) las características intrínsecas y extrínsecas del ser humano que participan en el

comienzo y desarrollo de la ansiedad; definir los trastornos de Ansiedad en términos y

cualidades propias del entorno enfermero; favorecer la permanencia de las buenas actuaciones

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

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o intervenciones de la práctica asistencial enfermera diaria; promover la inquietud sobre lo

interesante del uso de indicadores para valorar la calidad de vida en el trabajo que incluyan

diferentes factores de estrés laboral presentes en el área de Enfermería; y contribuir, al menos

desde el aporte de información, con el monitoreo necesario para mantener y promover un

clima laboral satisfactorio, con importantes resultados, no sólo para el trabajador sino muy

especialmente para la atención a los pacientes. Todo esto, dando lugar a las preguntas

necesarias para averiguar la verdad de algo tan discutible y actual, como lo es la ansiedad en

el personal de Enfermería.

El presente estudio es de tipo Bibliográfico, basado en un conjunto de libros, artículo, escritos

o artículos de internet, referentes a la materia escogida.

El tiempo transcurrido para la elaboración de la presente monografía se sitúa desde

septiembre del 2007 a abril del 2008.

Lo que se alcanzó con la monografía fue concluir en afirmar, con base teórica contrastada,

que el impacto de la ansiedad sobre el personal de enfermería es de suficiente entidad como

para justificar un estudio. Dado que: es importante para el personal de enfermería el

conocimiento sobre la ansiedad; que dicho conocimiento sobre lo ansioso, sobre sus signos y

síntomas contribuye a anticiparse a la ansiedad patológica; que este mal es un problema del

que hay que tener conocimiento por su frecuencia y consecuencias; o que se pueden prevenir

ciertos riesgos laborales.

Por las exigencias emocionales que uno se plantea y el afán de ser buen enfermero/a, cabe

citar a Jorge Bucay.

Tarde o temprano me doy cuenta de que por mucho que me esmere, no consigo ser el ideal.

Tomo conciencia de que no puedo ser “como debería”. Y entonces me frustro. Me siento un

fracasado.

De allí en adelante, el resultado es previsible: la autoexigencia, sumada al esfuerzo en vano

más la continua frustración del fracaso, terminan por agotar mi deseo, mi energía y mi

voluntad de hacer.

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

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I – MARCO TEÓRICO

Es el verdadero sustento teórico de la monografía, orienta sobre la forma en que se aborda el

estudio, parte de la consulta de antecedentes sobre cómo ha sido tratado el tema en trabajos

anteriores y muestra el tipo de información que ha sido recolectado, proporcionando así un

marco de referencia. También, permite centrar el desarrollo del estudio evitando desviaciones

del planteamiento original, facilitando la elaboración de cuestiones orientadoras y

afirmaciones que posteriormente serán contrastadas.

Investigar es un proceso sistemático y ordenado que no puede hacerse a la ligera, se deben

seguir ciertos procedimientos y técnicas que facilitan y ayudan a obtener el máximo provecho

del estudio que se realiza. Es necesario seguir ciertas normas y recomendaciones que

funcionan como herramientas para desarrollar el trabajo, y que éste, sea útil (en el ámbito de

las ciencias exactas o en el ámbito social).

Este apartado es fundamental para realizar una buena investigación, pues el marco teórico

(también llamado marco referencial o marco conceptual) tiene el propósito de dar al estudio

un procedimiento coordinado y coherente de conceptos y proposiciones que permitan abordar

el problema; de éste dependerá el resultado del trabajo.

1.1. - Qué es la ansiedad

La ansiedad es una emoción normal en el ser humano que cumple una función adaptativa,

prepara para la lucha o la huida cuando se percibe un peligro. Sin embargo, se puede

experimentar ansiedad frente a muchas más situaciones constituyendo un serio obstáculo para

desempeñar las actividades de la vida diaria.

1.1.1. - Definición

Nos podemos encontrar respecto a los trastornos de ansiedad: trastornos de angustia sin

agorafobia, trastorno de angustia con agorafobia, agorafobia sin historia de trastorno de

angustia, fobia específica, fobia social, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno por estrés

postraumático, trastorno por estrés agudo, trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

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ansiedad debido a enfermedad médica, trastorno de ansiedad inducido por sustancias y

trastorno de ansiedad no especificado.

La crisis de angustia (panic attack) se caracteriza por la aparición súbita de síntomas de

aprensión, miedo pavoroso o terror, acompañados habitualmente de sensación de muerte

inminente; durante estas crisis también aparecen síntomas como falta de aliento,

palpitaciones, opresión o malestar torácico, sensación de atragantamiento o asfixia y miedo

a «volverse loco» o perder el control.

La agorafobia se caracteriza por la aparición de ansiedad o comportamiento de evitación en

lugares o situaciones donde escapar puede resultar difícil (o embarazoso), o bien donde sea

imposible encontrar ayuda en el caso de que aparezca en ese momento una crisis de angustia

o síntomas similares a la angustia.

El trastorno de angustia sin agorafobia se caracteriza por crisis de angustia recidivantes e

inesperadas que causan un estado de permanente preocupación al paciente.

El trastorno de angustia con agorafobia se caracteriza por crisis de angustia y agorafobia de

carácter recidivante e inesperado.

La agorafobia sin historia de trastorno de angustia se caracteriza por la presencia de

agorafobia y síntomas similares a la angustia en un individuo sin antecedentes de crisis de

angustia inesperadas.

La fobia específica se caracteriza por la presencia de ansiedad clínicamente significativa

como respuesta a la exposición a situaciones u objetos específicos temidos, lo que suele dar

lugar a comportamientos de evitación.

La fobia social se caracteriza por la presencia de ansiedad clínicamente significativa como

respuesta a ciertas situaciones sociales o actuaciones en público del propio individuo, lo que

suele dar lugar (también) a comportamientos de evitación.

El trastorno obsesivo-compulsivo se caracteriza por obsesiones (que causan ansiedad y

malestar significativos) y/o compulsiones (cuyo propósito es neutralizar dicha ansiedad).

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

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El trastorno por estrés postraumático se caracteriza por la reexperimentación de

acontecimientos altamente traumáticos, síntomas debidos al aumento de la activación y

comportamiento de evitación de los estímulos relacionados con el trauma.

El trastorno por estrés agudo se caracteriza por síntomas parecidos al trastorno por estrés

postraumático que aparecen inmediatamente después de un acontecimiento altamente

traumático.

El trastorno de ansiedad generalizada se caracteriza por la presencia de ansiedad y

preocupaciones de carácter excesivo y persistente durante al menos 6 meses.

El trastorno de ansiedad debido a enfermedad médica se caracteriza por síntomas

prominentes de ansiedad que se consideran secundarios a los efectos fisiológicos directos de

una enfermedad subyacente.

El trastorno de ansiedad inducido por sustancias se caracteriza por síntomas prominentes de

ansiedad que se consideran secundarios a los efectos fisiológicos directos de una droga,

fármaco o tóxico.

El trastorno de ansiedad no especificado se incluye en esta sección con el objetivo de poder

acoger aquellos trastornos que se caracterizan por ansiedad o evitación fóbica prominentes,

que no reúnen los criterios diagnósticos de los trastornos de ansiedad específicos ya

mencionados (bien síntomas de ansiedad sobre los que se dispone de una información

inadecuada o contradictoria).

Debido a que el trastorno por ansiedad de separación (que se caracteriza por la aparición de

ansiedad coincidiendo con la separación de las figuras paternas) suele aparecer en la

infancia, se incluye en la sección «Otros trastornos de la infancia, la niñez o la

adolescencia”.

La evitación fóbica que se limita exclusivamente al contacto sexual genital con parejas

sexuales se denomina trastorno por aversión al sexo y se encuentra recogido en la sección

«Trastornos sexuales y de la identidad sexual» (Pichot et al., 1995, p. 401).

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

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1.1.2. – Aspectos históricos

La ansiedad se remonta a los orígenes de la humanidad pero, quizá por ese carácter tan

universal que tiene como parte de la condición humana, los médicos de la antigüedad la

omitían de la lista de enfermedades mentales.

En la Grecia clásica existían términos para la manía, la melancolía, la histeria y la paranoia

(de hecho, éstas son palabras griegas que seguimos utilizando hoy) y, sin embargo, no había

término alguno para la ansiedad. Tiempo después, en la Grecia moderna, existe la palabra

anesuchia, con el significado primitivo de “sin tranquilidad” o “sin calma”.

En época de los romanos se utilizó la palabra anxietas, para indicar un estado duradero de

temerosidad; ésta contrasta con angor, que refiere a un estado momentáneo de miedo intenso

similar al concepto actual de angustia, aunque también, denota estrangulación pues deriva del

verbo ango -oprimir, estrangular-. Como explica Stone, la idea de estrechamiento es otra

connotación del término latino angustia (estrechez), que proviene: del francés angoisse, que

indica un estado más agudo (parecido al de la angustia); y del alemán angst (miedo) y eng

(estrecho). La raíz angr de las lenguas indoeuropeas ha dado también origen a las palabras

inglesas anger (que significa cólera o furia y que tiene parecido con el noruego antiguo angra

–aflicción-) y angina (utilizada ya en la época romana para describir la sensación de opresión

en el tórax y la angustia asociada).

Los que se conocen hoy como trastornos de ansiedad no solían originar la asistencia en alguna

institución sanitaria, de ahí que la bibliografía médica de las primeras obras, impresas a

mediados del siglo XV, apenas nombraran dichos trastornos.

Como refiere Stone (2002, p. 4), entre las descripciones realizadas en el siglo XVII sobre

estos trastornos se encuentra la del escritor Richard Younge, cuyos apuntes inspiraron las

características de la obra Caracteres enigmáticos de Richard Flecknoe, escrita una generación

más tarde, época en la que se acuñaron las descripciones psiquiátricas.

El término ansiedad se incorporó al léxico médico de las enfermedades mentales al inicio del

siglo XVIII; es casi imposible que se hablara de `psiquiatría´ por entonces porque esta palabra

no formó parte del vocabulario médico hasta que Johann Reil la acuñó en 1808. El que ya se

usara el término ansiedad, significa que entonces se establecía una distinción entre las

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

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reacciones “normales” de la gente (tras un fracaso sentimental, problemas económicos, etc.) y

el carácter excesivo de la reacción de otras personas en situaciones vitales parecidas; de este

hecho también habló LePois un siglo antes, en 1618.

En Inglaterra, sir Richard Blackmore (1653-1729), en un tratado sobre los “vapores”,

recomendaba “medicinas pacíficas” para lo que hoy llamaríamos estados de ansiedad y para

otros trastornos psicológicos importantes. El antiguo término vapores, se asemejaba a nuestro

concepto sobre los trastornos de ansiedad: así como Aristóteles había defendido que el

cerebro condensaba los vapores producidos en el corazón y que los vapores intervenían en

diversos estados “nerviosos” (sobre todo en la histeria), Blackmore pensaba que los opiáceos,

usados con moderación, aliviaban a los “hipocondríacos o histéricos” y no producían falta de

apetito ni torpeza mental.

El primer tratado sobre psiquiatría en inglés corresponde a William Battie (1703-1776); su

obra se centró en los trastornos más graves (hoy diríamos psicóticos) que requieren

hospitalización, él separaba la “locura” de la “ansiedad” e inducía la idea de que la ansiedad

debía de entenderse sobre todo con un sentido corporal más que mental, pues representaba un

“exceso de sensación”. Al respecto, cabe destacar a James Vere (1700-1779), quien opina que

el nerviosismo se puede entender como el resultado de una batalla (conflicto interno) entre el

“orden inferior de los instintos” y los “instintos morales”. El llamado orden inferior de los

instintos hace referencia a la preservación y continuación de la existencia, concepto que

resuena al oído moderno de forma muy parecida al modelo de Freud (1923-1961) de las tres

partes de la mente (el yo, el ello y el superyó), donde el yo actúa como mediador entre los

impulsos procedentes del ello y las prohibiciones impuestas por el superyó. También el

neurólogo escocés Robert Whytt (1714-1766) se basó, como Battie, en la sensación y en el

sistema nervioso periférico al escribir sobre la histeria, hipocondría y los “trastornos

nerviosos”. Señaló, que el revestimiento de los nervios podía obstruirse, inflamarse o

comprimirse por inflamaciones duras o bien irritarse por los humores acres; quizá por su

formación neurológica, examinaba este tipo de anomalías como las bases de las aflicciones

menores (no psicóticas) que atendían. Además, escribió sobre el agotamiento nervioso,

término similar al concepto de neurastenia del siglo XIX y, en sus comentarios sobre las

palpitaciones, se encuentran referencias a lo que hoy consideraríamos ansiedad.

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

28

En Francia, en 1752, se nombraban los estados de ansiedad intensa en el texto médico de

Boissier de Sauvages; no nombraba las palabras anxieté o angoisse sino que hablaba (entre

otros términos) de panofobia, un estado generalizado de ansiedad que podía expresarse por

sobresaltos como el terror nocturno, agitación corporal intensa, insomnio o sensaciones de

terror (producto de la imaginación). El concepto de panofobia se reflejó, un siglo y medio más

tarde, en la pantofobia de Ribot.

Como ya se ha señalado, los psiquiatras (de aquella época –a los que les corresponde más el

nombre de alienistas-) se concentraban en los pacientes con ideas delirantes y otros trastornos

graves que precisaban el ingreso en alguna institución. Los trastornos menos importantes se

achacaban a anomalías de los nervios o del cerebro (visión muy “biológica” de los trastornos).

A pesar del conocimiento que había sobre las bases psicológicas de algunas de las afecciones,

rara vez se les daba el valor de factores causales; parece que la gente corriente de entonces

concedía menos importancia al estrés psicológico, ese que se encuentra bajo sus enfermedades

y, más bien, tendía a “somatizar”, quizá porque las enfermedades somáticas eran las únicas

que los médicos estaban dispuestos a escuchar y tratar.

Algunos trastornos contemporáneos como el hwa-byung (ardor de estómago) de Corea, tienen

gran semejanza con los desmayos de las mujeres angustiadas de los siglos XVIII y XIX, a

quienes se les brindaban muy pocas ocasiones para escapar de situaciones psicológicamente

intolerables como no fuera a través de un problema somático.

Este énfasis en los “nervios” se sigue aún apreciando en los escritos del famoso médico

escocés William Cullen (1710-1790), quien acuñó el término neurosis.

Por fin, en los primeros años del siglo XIX, hubo un cambio dentro del campo de la salud

mental: de la atención a las causas somáticas se pasó al estudio de las posibles causas

psicológicas. Curiosamente, cuando el periodo romántico alemán estaba en pleno auge,

impulsado por obras como Las penas del joven Werther de Goethe, publicada en 1774, el

relato del amor imposible por una mujer que llevó al protagonista de la obra al suicidio,

precipitó una oleada de suicidios en Europa, lo que dio a su autor la ofensa del vicario inglés

Charles Moore (1743-1811), quién en su obra sobre el suicidio condenó a Goethe por su

“acaramelado” relato.

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

29

En esta época (que se prolongó hasta cerca de 1840) se registraron, en bibliografía médica, los

primeros esbozos bibliográficos extensos acerca de las ansiedades, conflictos y problemas

psicológicos generales de la vida cotidiana. Entre estos esbozos se encuentran los de Christian

Spiess, John Haslam y Karl Ideler.

En Norteamérica, este tipo de influencia no se percibió hasta algún tiempo después. Benjamín

Rush (1746-1813), alumno de Cullen, continuaba en su tratado psiquiátrico con la línea

somática sobre los trastornos de ansiedad. Según Rush los objetos del miedo son de dos tipos:

los razonables (la muerte, las operaciones quirúrgicas) y los irracionales (a los truenos, la

oscuridad, etc.). Éste autor empleó en Francia el término angoisse para señalar los estados de

ansiedad y lo definió como cierto malestar, inquietud o agitación excesiva que podía

acompañar a trastornos agudos o crónicos y a expresiones psicológicas o somáticas de la

ansiedad. Este estado de intensa temerosidad seguía interpretándose como un elemento del

cuadro clínico de la melancolía.

El término ansiedad de la mente apareció poco después, en una obra Charles Thackrah. En su

escrito sobre los tormentos particulares de cada una de las cinco clases sociales, señaló que la

salud de los médicos se ve afectada por la ansiedad de la mente; añadió esta vulnerabilidad a

la necesidad de los médicos de: estudiar, investigar y realizar guardias nocturnas (tareas que

hoy realizan también los enfermeros/as).

Aunque la ansiedad y la angustia eran reconocidas, en general, como manifestaciones de

trastornos psiquiátricos de una gravedad intermedia entre las psicosis y los estados normales,

Prichard reveló que el cuidado y la ansiedad, el sufrimiento, la pena y los trastornos mentales

constituyen las causas más comunes del desvarío.

Stone (2002, p. 7), destaca el hecho de que Jules Angst citara a Otto Domrich, quien escribió

sobre las crisis de ansiedad en la primera mitad del siglo XIX. Crisis que consistían en una

combinación de ansiedad y síntomas cardio-respiratorios (equivalente al trastorno actual por

estrés postraumático).

A pesar de los avances en la teoría de la ansiedad ocurridas con el romanticismo alemán, la

escuela británica y francesa seguían sustentándose en los `nervios´ de las personas

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

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angustiadas más que en las particularidades de las personas que manifestaban las distintas

formas de ansiedad. El rol del conflicto era básico para entender las enfermedades mentales;

el conflicto aparecía como una batalla entre los impulsos irracionales y los deseos y

expectativas más racionales. Se pensaba, que la ansiedad y el pesar intensos podían inducir

alteraciones orgánicas del corazón y del aparato digestivo.

Ya en la segunda mitad del siglo XIX, se extendió la idea de que la ansiedad, en sus formas

más intensas o persistentes, merecía ocupar un lugar propio dentro de la nosología

psiquiátrica. En la escuela francesa, se la consideraba parte de un proceso triple que

comenzaba por la inquietud, progresaba hasta la ansiedad y podía terminar en la angustia

(angoisse); donde los sentimientos de enclaustramiento y dificultad respiratoria eran comunes

a la ansiedad y a la angustia.

En Alemania se contemplaba las enfermedades mentales y las somáticas como una sola; la

neuropatología y la psiquiatría pertenecían en esencia, al mismo campo. Era explicado que no

todo el comportamiento tenía una determinación consciente y se admitía la importancia del

temperamento y de la personalidad. De todas formas, existía la creencia de que la enfermedad

mental debía provenir de anomalías de las células cerebrales (y tenía en consecuencia, una

base orgánica). Algunos autores defendían que esta enfermedad surgía por los conflictos

involucrados en la represión del apetito sexual (concepto freudiano expresado una generación

antes de Freud). Otros adoptaron una teoría semejante, en la que consideraban la enfermedad

mental como parte de un proceso dinámico por el que, en condiciones normales, una persona

logra sus aspiraciones hacia la libertad ganada a través del autocontrol; y que en

circunstancias patológicas, las perturbaciones de los impulsos, sobre todo de los sexuales,

alteran la armonía personal (si no se satisfacen estos impulsos, surge la ansiedad).

Dagonet (1876), describió varias formas de ansiedad bajo el título de lypemanie (procedente

del griego lupeo –afligirse-), además de definir la `hipocondría´ como la situación en la que el

paciente: está ansioso (inquieto) y empieza a sentir preocupación por su salud; se inspecciona

minuciosamente el cuerpo; observa escrupulosamente todas las normas de higiene; lee libros

de medicina y se muestra impaciente por hablar de su enfermedad con los médicos.

Page 21: Ansiedad en el Personal de Enfermería

Ansiedad en el Personal de Enfermería

31

Berrios y Link (1995), describieron el `vértigo´ como ejemplo definitorio de la crisis de

angustia, señalando que el paciente con este malestar no sufría ninguna enfermedad del oído

interno, sino más bien un problema de miedo a caer.

El neurólogo norteamericano George Miller Beard, otorgó el nombre de neurastenia

(debilidad de los nervios) a la panofobia (parecida al trastorno de ansiedad generalizada) y

adquirió gran fama con la aplicación de sus tratamientos eléctricos (estimulación voltaico-

galvánica o estimulación farádica) para curar la neurastenia; resulta difícil ignorar la

popularidad del método de Beard en los últimos años del siglo XIX.

El concepto de `neurastenia´ fue tan popular que muchos profesionales de la salud mental

adjudicaban todos los tipos de trastornos relacionados con la ansiedad a esta categoría

genérica. En oposición, Sigmund Freud explicó que el avance de la neuropatología sólo es

posible si se trata de forma separada la neurastenia de los trastornos neuróticos. Según su

descripción de la `neurosis de ansiedad´, el cuadro clínico consta de los siguientes elementos:

irritabilidad general; expectación ansiosa; ansiedad que asecha constantemente; crisis

rudimentarias de ansiedad; despertar nocturno con miedo; vértigo; fobias (miedos

específicos); agorafobia; alteraciones digestivas; parestesias; y estados crónicos como

sensación de desfallecimiento permanente.

Con el inicio del siglo XXI empezamos a conocer los procesos biológicos de la ansiedad

intensa y como determinadas personas demuestran mayor tendencia temperamental a

presentar ansiedad en relación con otras.

1.1.3. – Ansiedad normal, patológica

Vivimos un grado de ansiedad considerada normal cuando sentimos un peligro o amenaza

para nuestra integridad física o psíquica, en la que el organismo se adapta rápidamente a la

situación mediante una reacción de alerta. Es el mecanismo fisiológico del miedo que tiene un

gran valor para la supervivencia, ya que prepara al cuerpo para la lucha o la huida, mejorando

su rendimiento en situaciones complejas. Dicho mecanismo se localiza en la acción del

sistema simpático que produce una serie de cambios rápidos y breves en el sistema

neurovegetativo: aumenta el ritmo cardíaco, la tensión arterial a nivel sistólico y la

conducción electrodermal; genera vaso dilatación en las regiones musculares incrementando

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32

el tono muscular; aumenta del ritmo respiratorio; constriñe los vasos sanguíneos de la

superficie de la piel y dilata las pupilas de los ojos.

Por ejemplo, si estamos cocinando en casa y de repente percibimos que hay fuego en la sartén

alcanzando la cortina y nuestro sistema de alarma funciona normalmente, es muy probable

que inmediatamente: lo valoremos como una situación de peligro por la posibilidad de que se

extienda el fuego al resto de la cocina (respuesta de procesamiento cognitivo); sintamos un

miedo repentino e intenso (respuesta emocional); aumente el ritmo cardíaco y con ello el

transporte sanguíneo de nutrientes a los músculos de las piernas y de los brazos preparándolos

para la acción y el esfuerzo físico; y que, al mismo tiempo, aumente la velocidad respiratoria

acrecentando la respuesta de atención y de vigilancia (respuestas fisiológicas). De este modo

se facilita la percepción inmediata de los detalles más importantes de la situación para la toma

rápida de decisiones (respuesta de procesamiento cognitivo) y la consecuente actuación

inmediata de llevar la sartén al fregadero mientras cogemos una tapa de sartén y ahogamos el

fuego, además de, mojar la cortina intentando sofocar el fuego (respuesta conductual).

Una vez resuelto el peligro, el sistema neurovegetativo obtiene de nuevo el equilibrio

activando el sistema parasimpático, mecanismo que es compartido por otros organismos vivos

y que tiene la función de velar por la supervivencia frente a peligros que la amenazan. En el

hombre, no sólo actúa ante situaciones que amenazan la integridad física, sino que también lo

hace cuando se enfrenta a situaciones complejas que comprometen su autoestima, como

pueden ser presentarse a un examen, determinadas interacciones sociales, acceder a un puesto

de trabajo, etc. Son situaciones que requieren un esfuerzo extra en el rendimiento personal y

que contemplan la posibilidad de obtener una mejora o ganancia, aunque también contienen el

peligro del fracaso con el coste personal que ello conlleva.

Un mecanismo parecido se pone en funcionamiento cuando se afronta situaciones de alto

nivel de novedad, situaciones imprevisibles que se valoran como portadoras de cierto grado

de peligro o riesgo (físico, psíquico, social, o laboral) porque faltan experiencias personales

previas que puedan servir de referentes para anticipar lo que puede suceder. En estos casos,

las personas que toleran peor la incertidumbre y la ambigüedad reaccionan con mayor

ansiedad (con mayor presencia del mecanismo que tiene lugar ante situaciones complejas,

similar al del miedo).

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33

Este sistema de alerta y activación propio de la ansiedad normal: tiene una función adaptativa

al medio, mejora el rendimiento en situaciones complejas de peligro o conflicto, y produce

una emoción reactiva y proporcional a la situación amenazante. Esta hiperactivación resulta

saludable siempre y cuando no actúe en exceso, ya que si la persona está sometida a una

excesiva cantidad de peligros (objetivos o subjetivos), o bien éstos se prolongan demasiado en

el tiempo, entra en un estado constante de estrés que desgasta el organismo.

La ansiedad deja de ser normal para ser patológica cuando se desconoce aquello que

desencadena la sensación de peligro, o también, cuando se conoce pero (objetivamente) no es

lo bastante amenazante como para justificar la intensidad y duración del malestar emocional

(sensación de miedo, amenaza o inseguridad) y la activación fisiológica (sudor, palpitaciones,

taquicardia, náuseas, diarreas, tensión muscular, sensación de ahogo, temblor). La persona

que sufre ansiedad patológica hace una distinción insuficiente y de poca calidad entre lo que

es y lo que no es peligroso, y tiene problemas para acostumbrarse a aquello que le

desencadena el malestar, a pesar de saber que es inofensivo.

Un ejemplo es cuando una persona comienza un nuevo trabajo y aún no conoce las "reglas

internas" de la empresa tipo: el ritmo de actividad, el rol social de cada uno de los

compañeros, la dinámica relacional entre el grupo de trabajadores, el trato que se le da al jefe,

y demás. Estos factores, como toda novedad, provocan sensación de incertidumbre, la persona

irá descubriendo las "reglas" a medida que prueba algunas iniciativas arriesgándose a

comprobar si son o no bien acogidas; si lo son tenderá a repetirlas, y si no tenderá a no

hacerlas de nuevo. En este contexto, es de esperar que en sus primeros días en la nueva

empresa, el sujeto esté un poco más ansioso de lo normal. Lo que ya se escapa del marco de la

normalidad es que pasado el período de adaptación siga sintiendo inseguridad, sufriendo

taquicardia, sudoración excesiva, nauseas, y le asalten pensamientos catastrofistas acerca de

su futuro en la nueva empresa. Por tanto, la ansiedad patológica: dificulta la adaptación al

medio, empeora el rendimiento, se acompaña de sensaciones corporales intensas y

desagradables, el sentimiento de amenaza y de preocupación es desproporcionado a la

situación que lo desencadena o simplemente es impropio y no está ligado a situación alguna

(es una emoción persistente que reduce la libertad de acción de la persona).

De manera más esquemática, las diferencias entre ansiedad normal y ansiedad patológica se

pueden resumir en las siguientes cualidades: en la ansiedad normal destacan episodios poco

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34

frecuentes de intensidad leve y duración limitada, la situación o estímulo estresante da lugar a

una reacción esperable y común, el grado de sufrimiento es limitado y transitorio, y el grado

de interferencia en la vida cotidiana resulta ausente o ligero; sin embargo, en la ansiedad

patológica los episodios son repetidos, de intensidad alta y duración prolongada, la situación o

estímulo estresante da pie a una reacción desproporcionada, implica un grado de sufrimiento

alto y duradero, y el grado de interferencia en la vida cotidiana es profundo.

1.2. - Cómo se produce la ansiedad

La ansiedad es un estado emocional humano muy común, los trastornos de ansiedad

representan, de hecho, un grupo importante de problemas clínicos que ocurren a lo largo de la

vida.

Los estudios epidemiológicos con gemelos homocigóticos y dicigóticos han sugerido que

tanto los factores genéticos como los del entorno contribuyen a la vulnerabilidad de padecer

dichos trastornos. La predisposición genética, se indica como un mecanismo potencial que

conduce a los trastornos de ansiedad bien por trayectorias directas, desarrollando los síntomas

de ansiedad, o indirectas, estableciendo predisposiciones fisiológicas o bioquímicas que

inducen respuestas alteradas a situaciones del entorno.

Tanto los factores biológicos como los psicosociales participan en el inicio y desarrollo de los

trastornos de ansiedad.

1.2.1. – Aspecto biológico

En cuanto a trayectoria genética, la distribución de los trastornos de ansiedad en la población

muestra tendencias familiares muy claras, que sugieren interacciones genéticas y del entorno

como patrón etiológico evidente.

Se encontró asociación entre laxitud articular y los cuadros de ansiedad, trastorno por

ansiedad y agorafobia con manifestaciones fenotípicas muy influenciadas por el sexo. Parece

frecuente que entre los individuos de una misma familia, las mujeres están afectadas con más

frecuencia y más gravemente que los hombres, presentando un patrón fenotípico diferente;

pero el hallazgo más significativo ha sido en un estudio realizado por un equipo encabezado

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por la doctora Mónica Gratacós (cit. in Palomo 2003), con la reciente identificación, en 68 de

70 pacientes con asociación de trastorno de ansiedad y el síndrome de laxitud articular, de una

duplicación intersticial del cromosoma 15q que es parte de un conjunto de duplicaciones

segmentarias de tal cromosoma. Este descubrimiento es una primera confirmación etiológica

genética en el desarrollo de los trastornos de ansiedad, y abre el camino para futuras

investigaciones que pretendan identificar las posibles trayectorias genéticas implicadas en esta

condición patológica.

Es posible tratar también las trayectorias neuroanatómicas; en la actualidad, la tecnología que

más datos está aportando al descubrimiento de los circuitos neuronales implicados en el

desarrollo y mantenimiento de los trastornos de ansiedad es la neuroimagen, incluyendo

estudios de tomografía por emisión de positrones (PET), la resonancia magnética (RM), y de

magnetoencefalografía.

Se sabe ya que muchas áreas cerebrales de ambos hemisferios están implicadas en los

trastornos de ansiedad; las estructuras implicadas en los estados ansiosos comprenden la

amígdala, el hipocampo, el córtex prefrontal, el locus coeruleus y la sustancia gris

periacueductal. De hecho, los estudios realizados con PET han demostrado que los niveles de

ansiedad se correlacionan con cambios en el metabolismo del sistema límbico, de la parte

posterior derecha del lóbulo temporal, del lóbulo occipital y de los ganglios basales.

En trastornos de ansiedad más específicos, como el trastorno de pánico, se ha descrito la

posibilidad de que alteraciones en los circuitos de la amígdala, principalmente por sus amplias

conexiones con el córtex prefrontal, puedan inducir una cierta vulnerabilidad. Se cree que las

alteraciones deben implicar el núcleo central de la amígdala, que es el eje de las respuestas al

miedo; dicho núcleo tiene conexiones con el núcleo motor dorsal del vago, a través del que

induce las respuestas cardiovasculares a conductas de escapada o de defensa. Además, tiene

sus conexiones importantes con el núcleo parabraquial a través del que induce la activación

respiratoria; a su vez, se conecta con el eje hipotálamo-hipofisario mediante el núcleo

paraventricular del hipotálamo, el locus coeruleus y el área tegmental ventral. Una posible

vulnerabilidad para el trastorno de pánico provendría de una alteración en estos circuitos que

induciría el desarrollo de trastornos de ansiedad mediante la de-sincronización de las

respuestas al miedo.

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36

Respecto a las trayectorias neuroquímicas, las hipótesis de los trastornos de ansiedad se

conocen desde que se comprobaron los efectos farmacológicos de los neurolépticos,

concretamente, los efectos de los antidepresivos tricíclicos (que llevaron a las teorías

noradrenérgicas) y las benzodiacepinas (que encaminaron a las hipótesis GABAérgicas).

Teoría noradrenérgica: el circuito neuronal noradrenérgico es complejo y extenso, pero puede

simplificarse en tres escenarios. El primero, concierne al receptor alfa 2 que regula el disparo

de las neuronas noradrenérgicas mediante una inhibición de feedback negativo; los

antagonistas alfa 2 (yohimbina y piperoxano) bloquean este feedback, mientras que los

agonistas (como el antihipertensivo clonidina) inducen el feedback negativo; la

administración de yohimbina y piperoxano produce, en efecto, respuestas de ansiedad,

mientras que la clonidina es un potente ansiolítico. El segundo escenario neuronal

noradrenérgico señala las proyecciones sobre las neuronas noradrenérgicas por parte de

neuronas inhibitorias y excitatorias. El tercer escenario concierne las conexiones aferentes de

las neuronas noradrenérgicas, desde el córtex prefrontal a la espina dorsal.

En los trastornos de ansiedad parece que la acción de la clonidina se ve bloqueada por una

respuesta alterada de la hormona de crecimiento (GH); este tipo de respuesta se ha visto en la

depresión mayor y en el trastorno de ansiedad generalizada. En ciertos trastornos de ansiedad

como el pánico, parece ser debido a una disminución de la capacidad de modulación de los

receptores alfa 2 postsinápticos después de un mantenimiento crónico de estímulos

noradrenérgicos; de hecho, la desregulación se ha postulado como provocada por una

excesiva inhibición o activación de los sistemas.

Teoría serotoninérgica: son escasas las pruebas de la participación del sistema serotoninérgico

en los mecanismos etiológicos de los trastornos de ansiedad, aunque se conoce el papel de la

serotonina en la regulación de la respiración, y su relevancia en los trastornos de ansiedad. En

estudios animales (ya confirmados en humanos), una disminución de la actividad

serotoninérgica puede inducir hiperventilación y sensibilidad al dióxido de carbono; y un

incremento en la neurotransmisión serotoninérgica produce una hipoventilación y una

reducción de la sensibilidad al dióxido de carbono.

En cuanto a las trayectorias endocrinas, una de las muchas funciones del sistema endocrino es

responder al estrés y establecer la homeostasis, por ello, no es de extrañar que el sistema

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endocrino (en general) juegue un papel primordial en los trastornos de ansiedad,

fundamentalmente a causa de una hiperactivación crónica o episódica. El factor de liberación

de corticotropina liberado por el núcleo paraventricular del hipotálamo, modula la liberación

de ACTH y resulta implicado en conductas de estrés y de miedo. Además, como la secreción

de corticotropina está modulada por la noradrenalina y la serotonina, podría ocurrir que una

alteración en estos sistemas produzca una hipersecreción episódica de corticotropina que, a su

vez, contribuya en el desarrollo de trastornos de ansiedad.

1.2.2. – Aspecto cognitivo

La ansiedad es una emoción con una función adaptativa, que contribuye a la activación del

sistema defensivo ante señales de vivencias aversivas, con el fin de evitarlos o reducir su

impacto sobre el individuo; dicha activación se lleva a cabo a través de la facilitación que la

ansiedad ejerce sobre el funcionamiento de los mecanismos de alarma y de movilización de

recursos de dicho sistema defensivo; para realizar esa acción facilitadora, a nivel cognitivo, la

ansiedad promueve dos tipos de procesos: los de priorización del procesamiento de estímulos

indicadores de peligro frente a los neutros, y los de compensación (destinados a contrarrestar

los efectos de interferencia sobre el procesamiento de la información neutra). La ejecución de

tales procesos afectaría, por un lado, a la selección atencional de la información de peligro y

la interpretación de la información ambigua, y por otro, a la reducción en la capacidad de la

memoria operativa y al uso extraordinario de recursos auxiliares.

Tras esto, cabe preguntarse cómo priorizamos y compensamos en un medio que

contemplamos como complejo y hostil. Las personas, al igual que el resto de los organismos,

vivimos en un mundo con numerosas demandas, que normalmente exceden nuestras

capacidades para satisfacerlas e incluso para procesarlas (como información), lo que convierte

al ambiente en complejo. Muchas de tales demandas conllevan peligros directos procedentes

del propio medio interno (enfermedades) y externo (condiciones climáticas extremas,

exigencias profesionales), o indirectos (pérdida de beneficios previamente logrados), lo que

hace del entorno un ambiente hostil.

La adaptación eficaz en un medio de tales características exige dar preferencia a unas

demandas sobre otras, siendo las que señalan a posibles daños las que se convierten en

prioritarias, dado que atañen a la propia supervivencia. Estas propiedades de complejidad y

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38

peligrosidad en las demandas, condicionan el modo de operar del sistema cognitivo en su

función adaptativa. Para contribuir a la adaptación en dicho medio, el sistema cognitivo ha de

ser capaz de dos funciones primordiales: priorización y compensación. En ambas, el sistema

cognitivo tiene que ser activo en la búsqueda de información y en la utilización de recursos

auxiliares.

Por un lado, de entre la multiplicidad de informaciones, se debe priorizar el procesamiento de

las más relevantes para la propia adaptación (priorización especialmente importante en el caso

de las informaciones indicadoras de peligro). Para llevar a cabo esta función, el sistema

cognitivo ha de proceder selectivamente sobre tales informaciones en el uso del mecanismo

atencional, constructivamente en el empleo del mecanismo de interpretación de los estímulos

ambiguos, y acentuando la accesibilidad de las representaciones relevantes en la memoria. La

eficacia de la respuesta adaptativa ante el peligro exige el desencadenamiento de estos

mecanismos con prontitud, para anticiparse al daño potencial antes de que éste llegue a incidir

sobre el organismo. Por otro lado, para que la multiplicidad de información no sature y

produzca un colapso en la limitada memoria activa u operativa del sistema cognitivo, éste

tiene que poner en funcionamiento recursos auxiliares; en relación con el procesamiento de

información indicadora de peligro, dicha función resulta especialmente importante.

El hecho es, precisamente, que la priorización en el procesamiento de este tipo de

información, por su alto valor adaptativo, al indicar una situación de emergencia, puede

interferir con el procesamiento de información presente neutra o no indicadora de peligro

(ejemplo: cuando tratamos de responder a las preguntas de un examen mientras pensamos en

las consecuencias aversivas de un posible fracaso en la prueba). De este modo, a las altas

demandas de procesamiento normales, en condiciones de amenaza, se le añade información

prioritaria con un alto poder de absorción de recursos, debido al carácter emocional de dicha

información; lo que constituye una situación especial de sobrecarga en el sistema cognitivo.

Para que el procesamiento de información presente no se deteriore, dicho sistema debe utilizar

recursos compensatorios propios y, además, movilizar recursos de otros sistemas, como el

conductual.

Así, el sistema cognitivo contribuye activamente a la adaptación: primero, atendiendo el

procesamiento de información externa y de la recuperación de información almacenada

relevante a beneficios y peligros, facilitando la percepción de las demandas del entorno en

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39

relación con las propias necesidades, metas y recursos; y segundo, movilizando los recursos

compensatorios cognitivos y conductuales (lo que es útil no sólo para evitar la sobrecarga o

interferencia interna en el propio sistema, sino también, para dirigir la acción externa en el

afrontamiento de las demandas).

La ansiedad se incorpora como parte del proceso de estrés, desencadenándose tanto a nivel

biológico como psicológico, con emociones principalmente negativas como el enfado, la

culpabilidad o la ansiedad, siendo ésta última, considerada como la más representativa de

dicho proceso. El elemento más característico de la ansiedad es la percepción de amenaza, y

precisamente, la valoración de amenaza en la relación demandas-recursos es central en el

concepto de estrés.

Son elementos básicos del proceso de estrés: las demandas ambientales (estresores) y el rasgo

de ansiedad, como característica de vulnerabilidad psicológica del sujeto ante las demandas.

El proceso se desencadena a partir de la valoración cognitiva, responsable de analizar

demandas y recursos, y de determinar las posibilidades de responder satisfactoriamente,

evitando daños. Cuando las demandas se valoran como elevadas o excesivas para los propios

recursos disponibles, se produce la reacción de estrés que se convierte en estado de ansiedad

cuando la valoración conlleva la anticipación de peligro. En el proceso de estrés, la valoración

cognitiva y la reacción emocional se prolongan en una acción anticipada, lo que constituye el

elemento de afrontamiento, destinado a adaptar al individuo a las demandas ambientales,

satisfacerlas, reducirlas o anularlas. En este proceso la ansiedad interviene de dos maneras: en

cuanto estado emocional de preocupación, formando parte de la reacción, con el poder de

interferir a nivel cognitivo, pero también, con un poder motivador sobre la acción de

afrontamiento. Y, en cuanto a rasgo, la ansiedad interviene moderando la probabilidad o

intensidad de desencadenamiento del proceso.

Estrés y ansiedad, dentro de su función adaptativa, constituirían el centro de un sistema

defensivo general de los organismos ante las demandas del entorno que conllevan peligros,

sea por agentes que alteran el propio medio interno (sustancias tóxicas), sea por amenazas

externas (un agresor). Este sistema defensivo consta de un mecanismo de alarma y de un

mecanismo de movilización de recursos; el primero permite detectar la urgencia e importancia

de las demandas; el segundo, transformar las propias capacidades en acciones para afrontar

las demandas.

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40

Hay autores que formulan la hipótesis de que “la ansiedad, dentro del proceso de estrés,

potencia la acción de dichos mecanismos, mediante los procesos cognitivos de priorización y

compensación” Gutiérrez (1997).

La detección de peligros mediante el mecanismo de alarma implica la intervención de varias

facultades cognitivas, como lo son las perceptivas de atención e interpretación, que

seleccionan los estímulos relevantes y les asignan significado en relación con los propios

intereses, necesidades y metas. Además, se requiere la utilización de representaciones

previamente almacenadas en la memoria con las cuales contrastar la nueva estimulación. El

rasgo elevado de ansiedad, en presencia de demandas estresantes en el ambiente, potenciaría

los siguientes “errores” cognitivos: una atención desproporcionada a las señales de peligro (en

comparación con la información neutra); una interpretación distorsionada de la estimulación

ambigua como amenazante; y una memoria exagerada de las representaciones aversivas.

El mecanismo de movilización de recursos para afrontar las demandas implica la intervención

de procesos cognitivos básicos. La presencia de representaciones de contenido preocupante

(para la persona que lo vive), activadas por los errores cognitivos exigiría, dada su

priorización, un análisis cognitivo extenso en la memoria operativa; lo que permitiría a la

persona, una vez disparada la alarma, determinar la naturaleza aversiva de las demandas, es

decir, la probabilidad y tiempo que durará el peligro potencial. Pero tales representaciones

ocuparían parte de los recursos limitados de la memoria operativa, produciendo interferencia

en el procesamiento de información no priorizada, afectaría en el rendimiento de la tarea

presente; en estas circunstancias el propio sistema cognitivo necesita ayuda, recursos

auxiliares que compensen su reducción transitoria de capacidad.

El estado de preocupación que, por un lado, ocasionaría interferencia cognitiva (a través de

las representaciones aversivas), por otro lado (para evitar el daño temido) proporcionaría la

base motivacional para incrementar los recursos auxiliares; así la ansiedad conllevaría una

reducción en la capacidad central de la memoria operativa, acompañada por un uso

extraordinario de recursos destinados a compensar dicha reducción. En consecuencia,

únicamente cuando no haya posibilidad de utilizar recursos auxiliares, se producirá un

deterioro en el rendimiento en tareas que se realicen en condiciones de preocupación.

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41

Este marco, lleva a esperar una reducción generalizada en la eficiencia en el procesamiento

de cualquier tipo de información, dado que las personas con ansiedad elevada gastarían más

recursos de lo normal para conseguir un determinado nivel de eficacia.

La ocurrencia de errores en la priorización de información indicadora de peligro potencial (en

función de la ansiedad), puede involucrar a tres funciones del sistema cognitivo: la dirección

atencional, la interpretación de estímulos ambiguos, y la recuperación de información de la

memoria.

La atención selectiva (dirección atencional), es el fenómeno básico de error atencional

consistente en la atención preferente hacia estímulos indicadores de peligro o amenaza

potencial.

En la interpretación de estímulos ambiguos, a menudo éstos poseen varios significados

posibles, es decir, dicha ambigüedad implica a veces que un mismo estímulo (un ruido por la

noche) puede ser interpretado como indicador de peligro (un intruso) o no (un golpe de

viento). El error interpretativo consiste en procesar los estímulos ambiguos dando preferencia

al significado de peligro sobre el neutro.

En la recuperación de información de la memoria, el error de memoria (efecto de priorización

cognitiva a causa de la ansiedad), consiste en una facilitación en el recuerdo de información

emocional negativa, en comparación con información neutra o positiva.

Por la ansiedad, el rendimiento en tareas para cuya realización se necesiten recursos de la

capacidad de la memoria operativa, se verá perjudicado; en cambio, no se verá afectado el

rendimiento en tareas que puedan llevarse a cabo automáticamente, es decir, sin necesidad de

aplicar la memoria operativa de modo activo, controlado y secuencial. La causa de este efecto

es la interferencia cognitiva producida por los pensamientos de preocupación por un posible

mal rendimiento en la tarea y por las consecuencias aversivas derivables (característica que

define la reacción de ansiedad). Los pensamientos de preocupación, como representaciones

cognitivas, consumirían parte de la capacidad limitada de almacenamiento y procesamiento de

la memoria operativa, dando como consecuencia, que los efectos adversos de la ansiedad

sobre el rendimiento sean mayores conforme aumenten las demandas de las tareas sobre la

memoria operativa.

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42

Estos efectos pueden ser tratados en relación a aspectos como: la reducción temporal en la

capacidad de almacenamiento y procesamiento de la memoria operativa; los recursos

disponibles sobrantes para tareas secundarias realizadas junto con otras obligatorias; la

interferencia sobre el mecanismo fonológico de la memoria operativa; y la reinterpretación

del efecto de la dificultad de las tareas.

La memoria operativa es la facultad cognitiva que permite almacenar temporalmente los

productos que representan las operaciones cognitivas recién realizadas mientras se continúa

procesando la información siguiente, es una capacidad limitada que simultanea

almacenamiento transitorio y procesamiento de la información en curso.

Respecto a la realización de tareas, la capacidad disponible de procesamiento en personas con

mayor o menor ansiedad, puede también observarse utilizando tareas donde una de ellas se

presente al sujeto como principal y a cuyo rendimiento ha de darse prioridad, y otra como

secundaria. La capacidad de memoria operativa disponible se determina por el rendimiento en

la secundaria. La idea es, que ambas tareas compiten por los mismos recursos de

procesamiento y que el rendimiento en la principal ha de ser equivalente en presencia y en

ausencia de la secundaria, y equivalente en los distintos niveles de ansiedad.

Dentro de las funciones de procesamiento de la memoria operativa está el mecanismo

fonológico, que codifica y retiene los estímulos lingüísticos en términos de cómo suenan y

cómo se pronuncian. Este mecanismo podría verse especialmente afectado de modo negativo

por la ansiedad, dado que el componente de preocupación inherente a la ansiedad conlleva

principalmente actividad verbal, es decir, los pensamientos de preocupación que las personas

con ansiedad elevada generan en condiciones de estrés adoptan una forma verbalizada, que

estas personas repiten internamente.

En cuanto al efecto interactivo de la dificultad de la tarea y el rasgo de ansiedad sobre el

rendimiento, la ansiedad perjudica más al rendimiento cuanto mayor sea la dificultad de la

tarea. En las tareas fáciles, bien aprendidas, o en las que se proporcionan ayudas a los sujetos,

no se producen diferencias en rendimiento en función del nivel de ansiedad.

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43

Los pensamientos de preocupación tienen también un efecto motivacional, consistente en el

incremento de recursos y estrategias auxiliares (destinadas a ahorrar capacidad de

procesamiento). El uso extraordinario de estos recursos y estrategias tiene, posiblemente, la

función de contrarrestar o compensar el efecto interferidor; este modo de proceder

(supuestamente) tiene la función de impedir que el rendimiento en la tarea se deteriore como

efecto de la interferencia cognitiva de la preocupación sobre la memoria operativa. De manera

que, si realmente es así, y tales recursos y estrategias tuvieran una función compensatoria

efectiva, entonces se esperaría que el rendimiento de las personas con elevado rasgo de

ansiedad no resultase perjudicado cuando tales recursos/estrategias fueran usados, pero sí

cuando se impida o se limite el uso de éstos.

Se ha comentado desde un principio dos tipos de influencia del proceso de estrés/ansiedad

sobre el funcionamiento cognitivo: por un lado, los errores de procesamiento y memoria de

información indicadora de peligro; y por otro, los fenómenos de interferencia y compensación

en el procesamiento de información del momento (presente). En ambos casos están implícitos

los conceptos de eficacia en el rendimiento y de eficiencia en el procesamiento, conceptos que

sirven para integrar los fenómenos cognitivos de errores e interferencia/compensación en un

mecanismo común. En general, la eficacia en el rendimiento es el producto de las operaciones

cognitivas (que se deja ver en qué se aprende o cuánto se aprende) y la eficiencia en el

procesamiento es el gasto de recursos empleados para lograr un determinado nivel de eficacia.

La distinción entre eficacia y eficiencia en relación con los efectos de la ansiedad es

importante por cuanto envuelve a la coordinación entre los sistemas cognitivo,

motivacional/emocional y conductual con una función adaptativa.

1.2.3. – Aspecto psicodinámico

En cuanto a las trayectorias psicosociales, la vulnerabilidad psicosocial que existe en el

desarrollo de trastornos de ansiedad comprende un gran abanico de factores, incluyendo

estrategias de respuestas, ayuda social y psicopatología previa. Si una situación se percibe

como fuera de la capacidad de respuesta del sujeto, la percepción de incapacidad puede

desencadenar un estado de ansiedad.

El papel de los cambios en el desarrollo, de la edad en los trastornos de ansiedad es un campo

extremadamente amplio y difícil de acotar en la clínica psiquiátrica de la ansiedad. El entorno

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44

infantil, incluyendo las interacciones familiares, el tipo de educación, el ambiente social, la

escuela pueden incidir en las trayectorias de la ansiedad de muy diversas maneras: la

aceptación social, el rendimiento escolar, las situaciones de crisis familiar son sólo unos pocos

de los múltiples factores implicados; de cualquier manera, las pruebas empíricas que apoyen

estas tendencias son difíciles de recoger.

Las condiciones de educación asociadas con trastornos de ansiedad durante la adolescencia

incluye factores como: familias desestructuradas, falta de reglas familiares claras,

preocupación exagerada por la reputación familiar, una relación escasa con la figura paterna,

así como conflictos mantenidos. El autoritarismo materno y escolar, la tendencia al castigo de

origen materno, conducta ambigua, conflictos familiares se han relacionado con trastornos de

ansiedad en adolescentes (Lazarus y Folkman cit. in, Palomo 2003), aunque es necesario una

investigación más profunda para establecer variables consistentes.

Las experiencias escolares, también, han recibido gran interés como fuentes de ansiedad;

parte de la atención se ha centrado en el papel de la ansiedad en las fobias escolares, pero la

mayor parte de estudios han considerado sus causas y sus efectos en el rendimiento escolar.

Una baja autoestima se ha asociado con ansiedad, a veces, relacionada con la percepción

ajena del rendimiento académico del sujeto. Otros estudios sugieren que la ansiedad y la

autoestima tienen efectos diferenciados en el rendimiento escolar.

La ansiedad en el contexto escolar puede verse como un complejo de experiencias que se

suma a cómo los padres reaccionan ante el rendimiento escolar inicial, la capacidad de los

niños para interpretar su propio rendimiento y su comparación con el de los demás, y la

reacción de compañeros y profesores al evaluarlo. La relación entre la ansiedad y experiencias

vitales en la edad adulta ha sido demostrada en muchos estudios.

Por otra parte, la ansiedad puede ser también producto de la incertidumbre vivencial: las

experiencias vitales, especialmente en las transiciones, son a menudo estresantes, y la

incertidumbre implicada en estas transiciones contribuye a la aparición de trastornos de

ansiedad; situaciones ambiguas, y estímulos estresantes ambiguos, contribuyen de manera

importante a tal proceso.

1.3. - Sociobiología: acontecimientos vitales y vulnerabilidad

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

45

Situaciones como conflictos emocionales, laborales, sexuales, familiares, o sobrecargas

físicas, abandono, etc. pueden asociarse a un trastorno de ansiedad. Existen acontecimientos

estresantes previos a la primera crisis (aunque una vez puesto en marcha el proceso, cursa de

forma autónoma).

Diferentes autores han realizado una extensa investigación sobre acontecimientos vitales y

enfermedad, demostrando que dichos acontecimientos cuando son estresantes pueden dar

como resultado problemas en la salud física y mental, y dar a conocer que personas

diagnosticadas de un trastorno mental han experimentado un acontecimiento vital grave en las

semanas previas al inicio de dicho trastorno.

La relación entre cambios ambientales y de salud se conoce desde antiguo, tiempo en el que

ya Hipócrates señalaba que las cosas a las que estamos acostumbrados (a veces peores que las

cosas a las que no lo estamos), suelen producirnos menos trastornos. Llega el siglo XIX y

emerge el interés en el papel de los acontecimientos vitales estresantes en la enfermedad, en

ese momento, la visión predominante entre clínicos y científicos contemplaba la

predisposición constitucional del individuo que desarrollaba síntomas en respuesta a sucesos

estresantes por tener un sistema nervioso débil. En el siglo XX, distintos autores abordaron el

tema, como señala Peña (1996): en la década de los 20, Cannon (a través de estudios

experimentales) defendiendo que los acontecimientos vitales pueden llevar a condiciones

patológicas y Meyer convenciendo de que los incidentes de la vida juegan un papel

importante en la etiología (causa/s) de la enfermedad, sobre todo los hechos cotidianos

ligados a la historia del sujeto; en 1953, Wolf (a través de un enfoque multifactorial)

intentando explicar el papel del estrés derivado de los acontecimientos vitales en la etiología

de la enfermedad, evidenciando además en sus estudios, que los episodios de enfermedad se

agrupan en las épocas de cambio de la vida de una persona; en los años 60, Holmes y Rahe,

trabajaban en la cuantificación de los acontecimientos vitales y en la creación de una escala de

reajuste social para medir las situaciones de cambio vital, calculando el grado habitual de

estrés psicológico asociado a diversas vivencias; en sus primeras investigaciones se observaba

que, en muchos casos, la enfermedad coincidía o aparecía poco tiempo después de periodos

donde se acumulaban acontecimientos vitales, observándose una relación directa entre la

gravedad del suceso estresante y la aparición e intensidad de la enfermedad. Por último, entre

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

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los años 60 y 70, Selye postulaba un `síndrome de adaptación general en respuesta al estrés´ y

Engel proponía el nuevo modelo médico biopsicosocial.

Cualquier suceso es un hecho especial o significativo, lo que hace preguntarse, qué es lo que

hace que un evento sea lo bastante significante, estresante o crítico para ser considerado un

acontecimiento vital. Se puede definir acontecimiento vital como un fenómeno (externo,

económico, social, psicológico o familiar) brusco que produce desadaptación social, malestar

psicológico. Para Holmes y Rahe (1967), los acontecimientos vitales se definen en términos

de cambio o de reajuste social, es decir, la intensidad y duración del hecho necesario para

acomodarse a un determinado acontecimiento (sin tener en cuenta si lo ocurrido ha sido

deseado o no). Paykel (1985), destaca el trastorno emocional (concepto subjetivo) producido

por los acontecimientos vitales y distinguen varios grados: marcado, moderado, poco o

ninguno. Brown (2001), los trata en términos de posibilidad de producir emociones intensas

positivas o negativas, más que por la emoción que hayan producido en sí, y además, valora el

cambio que suponen en el individuo. También, hay quien subraya el grado de estrés subjetivo

vivido como resultado de un hecho específico, que vendría dado por dos clases de

pensamientos al respecto: los pensamientos de intrusión y los pensamientos de evitación.

Finalmente son destacados, dos aspectos en el concepto de acontecimiento vital: la relación

que tienen los acontecimientos vitales próximos en el tiempo con el inicio de la enfermedad y

el mayor poder estresante o patógeno de los acontecimientos que se consideran indeseables.

Es posible hablar de diversos acontecimientos vitales como: los de tipo dependiente o

independiente, considerando que un suceso es independiente cuando viene aparentemente

impuesto al sujeto y se encuentra fuera de su control; los acontecimientos vitales normativos,

evolutivos o habituales, que son aquellos que ocurren a la mayor parte de las personas de un

determinado sexo, generación, cultura, y lo hacen siguiendo un cierto orden con respecto a

otros acontecimientos (incluyen hechos como el comienzo en la escuela o trabajo, el

matrimonio, la maternidad/paternidad, la jubilación, la noticia de una muerte prematura, etc.);

los acontecimientos vitales no normativos o no habituales, que se caracterizan de

imprevisibles, pues pueden hacerse presentes en cualquier momento de la vida, además,

suponen un grado mayor de inestabilidad y cambio que los anteriores (cambio de trabajo o de

hogar, cambios en relaciones interpersonales); y los acontecimientos vitales disrruptivos, que

suponen un fuerte impacto emocional (crisis, robos, asaltos, peleas fuertes, contacto con la

policía, divorcio o separación).

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47

El ejemplo de un suceso muy estudiado, es la pérdida, su concepto resulta muy difuso y con

múltiples significados, ya que puede incluir tanto pérdidas materiales como psicosociales

(separación, muerte, etc.); se la considera específica en el desencadenamiento de hechos o

sucesos que suponen una amenaza, que se unen a los cuadros ansiosos (aunque aún está por

demostrarse).

Los acontecimientos vitales pueden dividirse también en: positivos o negativos, siendo los

positivos los que tienen una fuerte carga de deseabilidad social, aunque no por ello dejan de

ser estresantes (un ascenso laboral); acontecimientos neutralizantes, son los que reducen el

nivel de severidad de un acontecimiento anterior o dificultad duradera preexistente (encontrar

trabajo tras haber estado una temporada parado), considerados un factor de buen pronóstico

en la remisión de depresiones neuróticas leves; acontecimientos de nueva salida, que dan al

sujeto la esperanza de un futuro mejor (un divorcio tras un matrimonio conflictivo) y mejoran

el pronóstico de depresiones crónicas; acontecimientos de anclaje, que permiten mayor

observación y/o predicción de las actividades y relaciones interpersonales del sujeto,

asociados a la remisión de cuadros ansiosos; y acontecimientos de salida, que producen un

cambio en las relaciones interpersonales con cierto grado de ruptura, asociados a intentos de

suicidio en depresivos primarios y con trastornos afectivos graves en la infancia.

Tratándose de vulnerabilidad/susceptibilidad, según Fernández Ríos (cit. in González y

Ferrer, 1996), se define un modelo que propone que en un individuo o grupo de individuos

coinciden un conjunto de factores de riesgo (marcadores de vulnerabilidad) que aumentan la

probabilidad de que los sujetos lleguen a presentar patología. Este autor trata algunos factores

tempranos como la resolución no exitosa de las tareas evolutivas específicas de cada estadio

evolutivo, las experiencias repetidas no casuales acción-resultado, el tener padres con

trastornos afectivos, la hipersensibilidad a la frustración, el pobre autocontrol, la excesiva

dependencia, entre otros. En cuanto a los factores de riesgo en personas adultas estarían:

disponer de bajas estrategias de afrontamiento, tener una sensibilidad aumentada a los eventos

aversivos, ser altamente autoconsciente, baja autoestima, alta dependencia interpersonal,

personalidad introvertida y dependiente, déficits en habilidades sociales, enfermedades

físicas, etc.

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Hay que destacar la percepción que el propio sujeto tiene de su propia vulnerabilidad a los

distintos factores, y los fallos en el autoconocimiento; pues los sujetos que se sienten

invulnerables tienen menor probabilidad de involucrarse en actividades preventivas, y

además, se preocupan menos por afrontar situaciones una vez que hayan tenido lugar.

Es posible señalar algunos factores protectores frente a la enfermedad mental como: la forma

en que los individuos trabajan con los estresores, el afrontamiento activo de los problemas, las

competencias cognitivas, las experiencias de autoeficacia y autoconfianza, las relaciones

emocionales estables y el clima social que favorece el apoyo social. También los factores

protectores considerados internos, "dentro del sujeto", entre ellos: la integridad del sistema

nervioso central, el alto nivel de actividad, la "buena naturaleza" (disposición afectuosa), la

ausencia de hábitos estresantes, la orientación social positiva, la autonomía; las destrezas de

autoayuda y destrezas perceptivas y sensoriomotrices apropiadas a la edad, como destrezas de

comunicación adecuada, habilidad para focalizar la atención, capacidad de control de

impulsos, interés y aficiones especiales, autoconcepto positivo. Otros factores protectores son

ambientales (externos), como: el número de niños en la familia (cuatro o menos), la mayor

atención prestada al niño durante el primer año, relaciones padre-niño positivas en la primera

infancia, cuidadores adicionales al lado de la madre, cuidado de hermanas y abuelos,

disponibilidad de familiares y vecinos para apoyo emocional, estructura y reglas en el hogar,

valores compartidos, entre otros. Además, funcionan como factores protectores: el control

percibido de la persona sobre su entorno, pues la actividad planificada, organizada y

autodirigida reduce el estrés, por tanto, la posibilidad de padecer ansiedad; sin embargo,

aquellos que permiten que otros tomen el control de sus vidas están más predispuestos a la

enfermedad tanto física como psíquica. El desempeño de una ocupación determinada es un

componente importante de la competencia personal, además de importante y significativo

para los individuos. El estilo de vida, en el que los individuos resistentes al estrés tienen

mayor capacidad para modificar sus hábitos. Otro aspecto relacionado con la vulnerabilidad

es el que refiere a los mecanismos de defensa empleados por el sujeto, que pueden ser:

maduros (supresión, anticipación, altruismo, sublimación y humor), neuróticos (represión,

formación reactiva, intelectualización y desplazamiento), e inmaduros (agresión pasiva,

masoquismo, hipocondriasis, disociación, negación neurótica, proyección).

1.4. – Síntomas y prevención

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El sujeto que padece ansiedad, a nivel psíquico se encuentra nervioso e inquieto, está irritable,

le preocupa el futuro e interpreta sus sensaciones de forma hipocondríaca, duerme angustiado

y el llanto le alivia. Esta experiencia afecta al pensamiento, la percepción y al aprendizaje, y

el individuo presenta una selección de la atención anómala, llevándole a incrementar la

ansiedad. Este cuadro, se acompaña también de cierto efecto somático por hiperreacción

neurovegetativa: palpitaciones, taquicardia, astenia, disnea, mareos, opresión torácica, algias,

inestabilidad, cefaleas, parestesias o temblores, sudoración, hipertensión o hipotensión,

anorexia o bulimia, sequedad de boca, estreñimiento o diarrea, poliuria, distermias o

trastornos sexuales.

Existen dos formas principales de presentarse: de forma paroxística (crisis de angustia) o

como un estado permanente (ansiedad generalizada). Las crisis de angustia (ataques de pánico

en la nomenclatura americana) se caracterizan por una súbita descarga neurovegetativa con

una intensa vivencia de muerte, que dura de 15 a 30 minutos (suelen ser espontáneas aunque,

en su desarrollo clínico, puede asociarse a vivencias fóbicas).

Entre las clasificaciones de uso actual, el DSM-IV define los criterios de crisis de

pánico/crisis de angustia con los siguientes síntomas: sensación de dificultad respiratoria

(disnea); mareo, sensación de inestabilidad o desfallecimiento; palpitaciones o taquicardia;

temblor o estremecimiento; sudoración; sensación de ahogo o de paro respiratorio; náuseas o

malestar abdominal; despersonalización (des-realización); parestesias; rubor, sofocación,

oleadas de calor, escalofríos; dolor, opresión o malestar precordial; miedo a morir; miedo a

volverse loco o perder el control de sí mismo.

La ansiedad generalizada se produce en personalidades neuróticas, presentando en su

existencia un estado permanente de angustia, aunque de modo fluctuante; en ésta la

desadaptación conduce a una ansiedad que limita la vida del paciente. Los síntomas

fundamentales son derivados de la tensión motora e hiperactividad autonómica (a diferencia

de las crisis de angustia, no se suele acompañar de fobias ni existen antecedentes familiares).

Los primeros síntomas del trastorno de ansiedad, por lo general, se producen en una etapa

temprana de la vida, su evolución es con frecuencia crónica, con recaídas o episodios

habituales de la enfermedad y periodos de discapacidad. Las manifestaciones son físicas y

mentales, y los sentimientos de ansiedad, no son atribuibles a peligros reales, se producen en

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forma de ataques. Sus síntomas más comunes en el trastorno son: la fobia, como miedo

antinatural e irracional a un elemento o situación, en el que la persona se da cuenta de que no

es peligroso pero, aun así, toma medidas para evitarlo; el egodistónico (ego -uno mismo- y

distónico –extraño-), es decir, pensamientos, sentimientos o acciones que son inusuales o no

se ajustan al comportamiento normal; la compulsión como deseo, urgencia o impulso

irresistibles de realizar un acto irracional, que alivia la ansiedad (lavarse las manos

repetidamente); la obsesión a una idea, emoción, pensamiento o impulso repetitivo y/o

desagradable que provoca ansiedad (deseo constante de lavarse las manos), en que la persona

con ansiedad puede sentirse inquieta por tener pensamientos pero no ejecuta realmente el

acto; el pánico, como ansiedad repentina y abrumadora que produce terror y cambios psico-

fisiológicos; y por último, la agorafobia, con presencia de miedo a espacios llenos de gente,

lugares públicos o lugares donde no puede obtenerse ayuda, que causa un ataque de pánico.

En cuanto a poner en marcha ejercicios clave para prevenirse uno, de forma individual, de la

ansiedad es posible señalar: el aprender a relajarse (informarse de cómo hacerlo y practicar

diariamente técnicas de respiración diafragmática, relajación muscular); dormir lo necesario,

intentar dormir unas ocho horas al día, no acostarse tarde y realizar actividades relajantes

antes de ir a dormir (leer, escuchar música tranquila, etc.); evitar excitantes (no consumir

drogas, evitar el té y cualquier otra bebida excitante, moderar el consumo de tabaco y

alcohol); buscar ambientes agradables, huir de los ambientes estresantes y procurar que el

entorno sea lo más relajante posible, sobretodo en el trabajo; organizarse, planificar las

actividades con antelación dejando algunos huecos para imprevistos, pues así se ahorran

preocupaciones, sobresaltos y olvidos; priorizar (no intentar llegar a todo, el día sólo tiene

veinticuatro horas), seleccionar las actividades más importantes y aprender a delegar en los

demás; solucionar los problemas, afrontarlos, no esconderlos, pues cuando uno se ve capaz de

solucionarlos se siente mucho mejor; tomar decisiones, seguir un proceso lógico, plantear el

problema, buscar posibles soluciones, analizar “pros y contras” de cada una de ellas y elegir

las mejores, tener en cuenta que no existe la solución perfecta (una vez decidido todo no

volver a dudar pues crea más ansiedad); no ser catastrofista, la ansiedad que nos produce una

situación depende de las consecuencias que prevemos, por lo que se recomienda no

sobrevalorar la posibilidad de que todo salga mal, no empezar a sufrir por un problema que

aún no existe; no complicarse más la vida, “en época de tempestades, no hacer mudanza”, no

añadir nuevas dificultades a la vida; hacer ejercicio, practicar algún deporte de forma

moderada pero regular, andar treinta minutos al día puede ser suficiente (ayuda a relajarse) y

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evitar la actividad física extenuante; cuidar la alimentación, comer sano, aficionarse a la dieta

mediterránea, aprovechar el momento de la comida para desconectar y olvidarse de las

preocupaciones; practicar el “ocio”, dedicar los fines de semana y las vacaciones a descansar

y cultivar aficiones, dejar el trabajo en la oficina; fomentar las relaciones sociales, cuidar a las

personas del entorno más próximo y dejarnos cuidar, no es momento de sacar a flote

problemas del pasado, evitar los conflictos y las confrontaciones; minimizar el problema,

nadie está libre de problemas emocionales, no dejar que la ansiedad domine la existencia (ni

se está peligrosamente enfermo, ni se está volviendo uno loco), poco a poco uno se controla

perfectamente; olvidarse del “qué dirán”, actuar con naturalidad y no preocuparse por lo que

los demás puedan pensar de uno mismo o del problema de uno; aprender a decir que no, darse

permiso para decir no (cuando así se desee), simpatizar y decir algo amable al interlocutor

pero diciéndole que `no´ directamente y sin justificaciones, si se quiere ayudar, hacerlo de

forma que resulte aceptable (para uno mismo); dejarse ayudar, hay mucha gente dispuesta a

echar una mano (amigos, familiares, médicos, etc.), aprender a llamarlos y pedirles ayuda;

superar los miedos, hacer una lista de las cosas que nos producen terror y afrontarlas, empezar

por las más fáciles, lo importante es no dejar que un miedo irracional limite o cree

dificultades; y por último, premiarse, reconocer nuestros avances, felicitarnos cuando

conseguimos ciertos objetivos y nunca menospreciar los logros (por pequeños que sean).

1.5. – Características de la profesión sanitaria

La enfermería es la ciencia del cuidado de la salud del ser humano, disciplina que se encarga

del estudio de las respuestas humanas reales o potenciales de la persona, familia o comunidad

tanto sana como enferma en los aspectos: biológico, psicológico y social; es la profesión de

titulación universitaria de la persona que se dedica al cuidado integral del individuo, la familia

y la comunidad en todas las etapas del ciclo vital y en sus procesos de desarrollo. La

Enfermería es hoy una disciplina compleja del área de salud, con un gran impacto social que,

constantemente, aumenta sus funciones para satisfacer las necesidades que impone el cuidado

de la salud en un mundo en cambio. Como ciencia cuenta con principios propios, sin

embargo, debe nutrirse de los conocimientos alcanzados por las ciencias médicas, que a su

vez, están sustentadas por avances en biología, sociología y psicología. De esta forma, el

enfermero/a se caracteriza por poseer una sólida formación teórica y práctica que le permite

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un desempeño altamente cualificado en sus funciones asistencial, docente, gestora e

investigadora.

El enfermero/a, hoy, se integra activamente y coordina las tareas del equipo de salud desde su

cualificación técnica, su capacidad reflexiva, así como una forma de relación personalizada

sustentada por la metodología y un humanismo integral. Por su formación ética en el servicio

a los demás, en la solidaridad y el sentido de justicia, es capaz de propiciar aquellos cambios

que la sociedad demande en el campo de la salud.

Esta profesión desempeña roles estratégicos en el proceso de crecimiento del individuo y su

desarrollo, pues ayuda a éste a que se enfrente a los problemas que tengan con su salud;

también, es un elemento esencial en planificación de la comunidad al dar servicios de salud al

público. Esto pone a los enfermeros/as en situación de tener que manejar la conducta de los

individuos y los grupos en situaciones (potencialmente) de estrés, que tienen que ver con su

salud, la enfermedad y las crisis, ayudando a que la gente se enfrente a cambios en sus

actividades diarias. Actualmente se encuentra en el punto en el que tiene que intentar

conseguir definitivamente la máxima autonomía y control de su propia práctica, para

convertirse realmente en una profesión en la cual los elementos de creatividad superen a los

de subordinación irracional (al médico) y defiendan la autonomía.

La meta de una Enfermería correcta es ayudar a los individuos y a los grupos a lograr

conservar y restaurar la salud, y si ello no es posible, que el individuo fallezca con dignidad.

Por la dinámica compleja de la conducta humana, en situaciones donde se requiere de la

Enfermería, esta carrera, dispone (en la formación) de un marco conceptual que representa

sistemas personales, interpersonales y sociales como un dominio de la misma; en ella, los

seres humanos son el centro de atención.

Existen ciertos factores influyentes en la calidad de vida laboral de enfermería; se entiende

que la calidad de vida en el trabajo, es el grado en que los miembros de un colectivo son

capaces de satisfacer las necesidades personales, a través de sus experiencias en el contexto

organizacional, donde se adoptan las más variadas políticas de gestión de los recursos

humanos; esta calidad, influye de forma importante en la satisfacción del trabajo, pues actúa

sobre aspectos importantes para el desenvolvimiento psicológico y socio-profesional del

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individuo y produce motivación para el trabajo, capacidad de adaptación a los cambios en el

ambiente de trabajo, creatividad y voluntad para innovar o aceptar los cambios en la

organización. Tanto es así, que si la calidad de vida en el trabajo fuera pobre, puede originar

insatisfacción y comportamientos desajustados (errores de desempeño, ausentismo y otros);

por el contrario, si es elevada, conduce a un clima de confianza y de respeto mutuo, en el que

el individuo puede activar su desenvolvimiento psicológico y la propia organización puede

reducir los mecanismos rígidos de control.

También las personas, en función de su manera de ser, pueden influir en las condiciones de

trabajo. Las diferencias individuales son un componente importante en el mundo del trabajo y,

por eso, es necesario contemplar esta problemática a través de una perspectiva integral que

considere un ajuste dinámico entre la persona, el puesto de trabajo y la propia organización.

Las personas en su trabajo buscan satisfacer sus necesidades biológicas, de seguridad, de

relación social, de autoestima y de autorrealización.

El estrés enfermero de origen ocupacional se debe a la interacción entre múltiples factores de

riesgo e incluye aquellos que provienen del ambiente físico, trastornos de las funciones

biológicas, el contenido y organización del trabajo, y diversos componentes psicosociales,

tanto laborales como extra laborales.

Varios estudios han demostrado que las condiciones en que se desempeña un puesto de

trabajo, la oportunidad de controlar, la adecuación entre las exigencias del cargo y las

capacidades de la persona que lo desempeña, las relaciones interpersonales, la remuneración y

la seguridad física, entre otros, son factores relevantes para el bienestar psicológico de los

trabajadores y para su salud mental. El conocimiento de los factores que influyen en la calidad

de vida laboral resulta de extrema importancia para la institución pues el trabajo es una

actividad humana individual y colectiva, que requiere de una serie de contribuciones

(esfuerzo, tiempo, aptitudes, habilidades, entre otras), que los individuos desempeñan

esperando en cambio compensaciones económicas y materiales, también psicológicas y

sociales, que contribuyan a satisfacer sus necesidades.

Para conservar el bienestar laboral, se debería utilizar indicadores para valorar la calidad de

vida en el trabajo que incluyan diferentes factores de estrés laboral presentes en el área de

enfermería; esto probablemente contribuiría eficazmente al monitoreo necesario para

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mantener y promover un clima laboral satisfactorio, con importantes resultados, no sólo para

el trabajador sino muy especialmente para la atención a los pacientes.

La enfermería es una de las profesiones que está sometida a altos niveles de estrés, lo cual

puede conducir a una situación de insatisfacción; en ella, además de las diversas variables

demográficas y profesionales como sexo, edad, nivel de especialización y años de trabajo en

la institución, se consideran factores: la agonía y la muerte, la relación con los médicos, la

preparación inadecuada, el conflicto con otros enfermeros/as, la sobrecarga de trabajo, la

incertidumbre respecto al tratamiento, la vulnerabilidad, la satisfacción y la autoestima. No es

de extrañar, por ejemplo, que la preocupación mayor de la enfermería esté relacionada con la

agonía y la muerte de los pacientes, pues la motivación de preservar la vida y evitar el

sufrimiento es la más importante expectativa de la profesión, por lo que en términos del

estrés, esta preocupación se produce como resultado de las diferencias entre la posibilidad y la

realidad.

1.6. – Lo ansioso en la profesión sanitaria

El trabajo es uno de los aspectos más importantes en la vida de las personas, es en el puesto

de trabajo donde el individuo pasa gran parte del día y donde se desarrolla una parte

fundamental de su vida de relación. Presenta una doble vertiente, por un lado, la actividad

laboral se puede concebir como fuente de enriquecimiento personal, reforzamiento de la

autoestima y estímulo para la superación y realización del individuo; pero por otro lado, el

estrés, la responsabilidad, la toma de decisiones, la insatisfacción derivada de las condiciones

o de la organización del trabajo, la "carga psíquica" en suma, pueden constituir una fuente de

preocupación, frustración o sufrimiento, e incluso desencadenar un trastorno psíquico.

El ambiente laboral puede ser entendido como un microcosmos diferente del ambiente

sociofamiliar, se siguen otras normas, se asumen otras responsabilidades, está instalado en

una relación jerárquica en la que se debe aprender a recibir y/o dar órdenes, etc. Es un

subsistema en el que pueden describirse cinco dimensiones: el ambiente físico, la privacidad,

la impersonalidad, las jerarquías de poder o relaciones de autoridad y la relación con los

iguales.

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55

Ambiente físico: el trabajo se realiza en un ambiente especial al que es preciso adaptarse. Se

puede estar expuesto a agentes físicos (ruidos, temperaturas extremas, mala iluminación),

químicos (vapores, gases, humos), o biológicos (bacteria, virus), los cuales pueden ser

potencialmente patógenos y tener repercusiones físicas y, eventualmente, psíquicas. Estos

diferentes ambientes donde se realiza la actividad profesional se engloban dentro del concepto

"condiciones de trabajo".

Privacidad: la actividad del trabajador es examinada y evaluada por sus superiores y por sus

compañeros, además, ha de cumplir las normativas especiales sobre horarios, vestimenta,

prohibición de fumar, etc., por tanto, es un medio donde debe prescindir de ciertos hábitos y

donde debe modificar algunas de sus conductas en aras de una mayor adaptación y en

detrimento de sus necesidades de privacidad.

Impersonalidad: en actividades no creativas, mecánicas, repetitivas, el individuo puede

sentirse como una pieza más de la maquinaria, e incluso experimentar fuertes sentimientos de

despersonalización, de frustración o de desvalorización.

Jerarquías de poder o relaciones de autoridad: todo trabajador está agregado a un contexto en

el que tiene que tratar con superiores, semejantes y subordinados; ha de asimilar tanto recibir

órdenes como darlas, además de que su posición de autoridad en el trabajo pueda ser diferente

a la que ostenta en su medio familiar. Esto frecuentemente genera situaciones de conflicto

intra e interpersonales, que contribuyen a aumentar el nivel de tensión del sujeto.

Relación con los iguales: la adaptación al grupo y a su ritmo de trabajo es una fuente

constante de roces y conflictos no necesariamente negativos, ya que pueden estimular el

autodominio, la competitividad y los deseos de superación.

De los hechos derivados de la organización laboral emana la denominada psicopatología del

trabajo, aunque no puede pensarse que las auténticas enfermedades mentales surjan

directamente de la "carga psíquica" que puedan producir algunos trabajos determinados; las

condiciones desfavorables de la actividad profesional ayudan o precipitan una crisis o

descompensación del individuo, siendo el elemento básico predisponente la estructura de

personalidad subyacente. Entendido así, la frustración puede no ser atribuida al trabajo en sí,

sino más bien, a la manera patológica de relacionarse con dicha actividad laboral. Un

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determinado trabajo puede ser frustrante y una fuente generadora de conflictos intra e

interpersonales para una persona y no para otra que puede adaptarse al mismo trabajo; hecho

que ha condicionado el desarrollo de los sistemas de orientación y selección profesional.

El trabajo o los cambios inherentes al mismo pueden precipitar una crisis, requiriendo en

muchos casos una intervención terapéutica, de hecho, se reconocen varios factores ligados a la

actividad laboral que suponen una fuente importante de tensión (despido, jubilación,

desempleo, ascenso, cambios de destino...), aparte de que existan trabajos que por sí mismos

sean estresantes. Los cambios en el trabajo, bien sean de sentido positivo o de sentido

negativo, conllevan una alteración que requiere un esfuerzo adaptativo por parte del

individuo; lógicamente dicho esfuerzo es mayor cuando los cambios producidos tienen

connotación negativa (jubilación -anticipada o no-, ceses, traslados), ya que la inadaptación a

la nueva situación puede determinar insatisfacción, inseguridad, merma de la autoestima e

incluso conlleva a cuadros ansiosos, depresivos, de abuso de sustancias y psicosomáticos.

Se pueden comparar a la experiencia de pérdida y duelo, identificándose tres fases: una

primera fase de shock o de impacto emocional, seguida a los pocos días de una fase de

rechazo –confusión- y, posteriormente, una fase de adaptación a la nueva situación que a

veces no se logra. La adaptación a la jubilación es más difícil si la persona no está preparada

para ello (por ejemplo en jubilaciones prematuras), o si la propia imagen y autoestima se basa

en el nivel ocupacional y en los ingresos; el esfuerzo es doble, ya que por un lado ha de

adaptarse emocionalmente a lo que supone la pérdida del trabajo y, por otro lado, la nueva

situación supone una disminución de los ingresos, por lo que han de modificar, tanto él como

la familia, su estilo de vida. Por otro lado, las situaciones de desempleo, traslados,

degradación, cambios de trabajo, etc., pueden conllevar mayor estrés que la jubilación

(especialmente los individuos en paro laboral, los cuales –según investigaciones-muestran

niveles superiores de malestar psíquico, mayor prevalencia de trastornos neuróticos, son

fundamentalmente depresivos frente a los empleados y, en ellos, hay un incremento de

problemas psicosomáticos (ulcus, cefaleas, dermatitis, hipertensión arterial...) y de abuso de

alcohol y tabaco.

Algunos trabajos por sus características se definen como muy estresantes, bien porque de

ellos dependan la seguridad e incluso la vida de otras personas, o bien porque sean peligrosos

"per sé". Éste es el caso de los controladores aéreos, pilotos de vuelo, personal sanitario,

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fuerzas de seguridad, bomberos; las presiones relacionadas con estos trabajos pueden

acumularse hasta desencadenar una crisis, el estrés laboral genera una sobrecarga emocional

pudiendo ocasionar una descompensación del equilibrio psicológico de la persona, activando

predisposiciones características anómalas. Dicha sobrecarga se identifica en el llamado

"síndrome de agotamiento emocional" traducido en síntomas ansiosos, depresivos o

psicosomáticos, y casi siempre relacionado con la actividad profesional. Un riesgo adicional

en los trabajadores sometidos a una tensión constante, es el empleo abusivo de tóxicos en un

intento de aliviar la tensión.

Respecto a las afecciones de salud mental en Enfermería, con respuesta emocional de

ansiedad (entre otras), hay que destacar la existencia en los profesionales del riesgo a padecer

el denominado Síndrome de Burnout, patología derivada de la interacción del individuo con

unas determinadas condiciones psicosociales nocivas de trabajo. El producto de dicha

interacción, se denomina también "síndrome de estar quemado por el trabajo".

Cuando no se realiza la evaluación y la prevención de riesgos psicosociales -especialmente en

entornos de servicios humanos-, o no se protege adecuadamente al trabajador frente a esta

consecuencia, o no se adaptar el trabajo a la persona, el Burnout puede aparecer. Se produce

este daño por causas de exposición a riesgos psicosociales, organizativos o de ordenación del

trabajo en los entornos de demandas de servicio humano, exigencias que, en el actual entorno

socioeconómico, cada vez son mayores, específicamente en lo que se refiere a los elementos

de carácter emocional. El trabajo emocional definido como la exigencia de expresar

emociones socialmente deseables durante el trato en los servicios, es un elemento clave en

este síndrome. Asimismo, el interés por el estudio de los procesos de estrés laboral y cierta

preocupación de las organizaciones sobre la calidad de vida laboral que ofrecen a sus

empleados, abundan en la necesidad de un mayor conocimiento del fenómeno del Burnout.

Es Herbert Freudenberger (1974), quien describe por primera vez este síndrome de carácter

clínico; básicamente, explicaba el proceso de deterioro en la atención profesional y en los

servicios que se prestaban en el ámbito sanitario (entre otros); lo definió como "una sensación

de fracaso y una experiencia agotadora que resulta de una sobrecarga por exigencias de

energía, recursos personales o fuerza espiritual del trabajador".

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Cristina Maslach (1976), estudió lo que denominaba "pérdida de responsabilidad profesional",

así, desde el ámbito psicosocial, describía el síndrome sin estigmatizar psiquiátricamente a la

persona. Para Maslach el síndrome de Burnout se puede dar exclusivamente en las

profesiones de ayuda (como ocurre entre los sanitarios). Son las excesivas demandas

emocionales externas e internas imposibles de satisfacer las que producen la vivencia de

fracaso personal, tras investir al trabajo con una carga emocional excesiva. Más adelante,

Maslach y Jackson (1986), definen el síndrome como "un síndrome de agotamiento

emocional, despersonalización y baja realización personal, que puede ocurrir entre individuos

que trabajan con personas." En estos primeros estudios se destacaba más la importancia de las

diferencias individuales -como de personalidad previa- que la influencia de las condiciones

objetivas de trabajo.

Quienes proponen una definición más amplia son Pines y Aronson (1988), caracterizada por

no restringirse a las profesiones de ayuda: "Es el estado de agotamiento mental, físico y

emocional, producido por la involucración crónica en el trabajo en situaciones con demandas

emocionales", pues las excesivas demandas psicológicas no se dan únicamente en el servicio

directo al público, sino que pueden darse también en otros ámbitos laborales, como en puestos

directivos, en el trabajo comercial, en la política, etc. Pines destaca la importancia, desde la

prevención, de la calidad de las relaciones interpersonales en el trabajo, del modo de

supervisión y de las oportunidades de aprendizaje continuo y desarrollo de la carrera con las

que cuente el trabajador.

Brill (1948), otro investigador de esta área, lo entiende como un estado disfuncional

relacionado con el trabajo en una persona que no padece otra alteración psicopatológica

significativa. Una vez que está afectado el trabajador, si no es con una intervención externa de

cambio de las condiciones que han motivado esa alteración, de protección, de ayuda o

mediante un reajuste laboral, no conseguirá recuperar su salud. El "síndrome de estar

quemado por el trabajo" no se da como consecuencia de un salario insuficiente, o de

incompetencia por falta de conocimientos, o debido a las dificultades físicas, ni es

consecuencia de cualquier trastorno mental existente, sino que, según este autor, su desarrollo

puede tener lugar en cualquier trabajo, y no sólo en los que existe un trato directo con el

usuario receptor de los servicios laborales.

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Ansiedad en el Personal de Enfermería

59

Se entiende por síndrome un cuadro o conjunto sintomático, una serie de síntomas y signos

que existen a un tiempo y definen clínicamente un estado determinado. Tras lo expuesto, se

define el concepto como: "una respuesta al estrés laboral crónico integrada por actitudes y

sentimientos negativos hacia las personas con las que se trabaja y hacia el propio rol

profesional, así como por la vivencia de encontrarse emocionalmente agotado. Esta respuesta

ocurre con frecuencia en los profesionales de la salud y, en general, en profesionales de

organizaciones de servicios que trabajan en contacto directo con los usuarios de la

organización." Se trata de una respuesta al estrés cuando fallan las estrategias funcionales de

afrontamiento (aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales constantemente cambiantes que

se desarrollan para manejar las demandas específicas externas y/o internas que son evaluadas

como excedentes o desbordantes de los recursos individuales). Esto no implica situar el origen

o la causa en un fallo en la estructura o en la funcionalidad psíquica del trabajador, sino que

son esas demandas, emocionales fundamentalmente, las que sobrepasan la capacidad y

"tolerancia" del trabajador a las mismas. Es decir, que las demandas interpersonales sumadas

a la carga de trabajo resultan en el cansancio emocional, que por falta de recursos deriva, a su

vez, en despersonalización y baja autorrealización.

Este síndrome suele desarrollarse bajo unas condiciones de trabajo en las que destacan

especialmente estresores como: escasez de personal (que supone sobrecarga laboral), trabajo

en turnos/turnicidad, trato con usuarios problemáticos, contacto directo con la enfermedad,

con el dolor y con la muerte, falta de especificidad de funciones y tareas (lo que supone

conflicto y ambigüedad de rol), falta de autonomía y autoridad en el trabajo para poder tomar

decisiones y rápidos cambios tecnológicos entre otros.

Es posibles destacar la existencia de factores de riesgo, a nivel de organización, como:

estructura de la organización muy jerarquizada y rígida, falta de apoyo instrumental por parte

de la organización, exceso de burocracia, falta de participación de los trabajadores, falta de

coordinación entre las unidades, falta de formación práctica a los trabajadores en nuevas

tecnologías, falta de refuerzo o recompensa, falta de desarrollo profesional, relaciones

conflictivas en la organización o estilo de dirección inadecuado. Factores de riesgo relativos

al diseño del puesto de trabajo como: sobrecarga de trabajo, exigencias emocionales en la

interacción con el cliente, descompensación entre responsabilidad y autonomía, falta de

tiempo para la atención del usuario (paciente), disfunciones de rol (conflicto-ambigüedad-

sobrecarga de rol), carga emocional excesiva, falta de control de los resultados de la tarea,

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falta de apoyo social, tareas inacabadas que no tienen fin, poca autonomía en las decisiones,

estresores económicos e insatisfacción en el trabajo. Factores de riesgo referentes a las

relaciones interpersonales como: trato con pacientes difíciles o problemáticos, relaciones

conflictivas con pacientes, negativa dinámica de trabajo, relaciones tensas (competitivas) o

conflictos entre compañeros, falta de apoyo social, falta de colaboración entre compañeros en

tareas complementarias, proceso de contagio social del "síndrome de estar quemado por el

trabajo" y ausencia de reciprocidad en los intercambios sociales.

También, cabe destacar, características personales como: la alta motivación para la ayuda

(grado de altruismo), el alto grado de idealismo, el alto grado de empatía, el elevado grado de

perfeccionismo, la constancia en la acción, la baja autoestima, las reducidas habilidades

sociales, la tendencia a la sobre-implicación emocional y la baja autoeficacia (entre otros).

O los cambios que quedan por encima de la organización como: los cambios tecnológicos que

implican un aumento de las demandas cuantitativas y cualitativas en el servicio a la población

usuaria, los cambios en la concepción del trabajo (el trabajo emocional), la aparición de

situaciones que impliquen pérdida de estatus o prestigio, la aparición de nuevas leyes que

impliquen cambios estatutarios y de ejercicio de la profesión, cambios en la cultura de la

población usuaria (la sociedad de la queja), cambios en los programas de servicio, en los

procedimientos (tareas o funciones del trabajo) y en los perfiles demográficos de la población

usuaria (que requiere de un cambio de roles).

En cuanto al desarrollo del síndrome comentado, este se desencadena por fases: etapa inicial,

de entusiasmo, que se experimenta ante el nuevo puesto de trabajo con gran energía y

expectativas positivas, en la que no importa alargar la jornada laboral; etapa o fase de

estancamiento, en la que no se cumplen las expectativas profesionales, se empiezan a valorar

las contraprestaciones del trabajo percibiendo que la relación esfuerzo-recompensa no es

equilibrada, en la que tiene lugar un desequilibrio entre las demandas y los recursos (estrés) y

el profesional se siente incapaz para dar una respuesta eficaz; la etapa de frustración, en la que

desilusión o desmoralización hace presencia en el individuo, el trabajo carece de sentido,

cualquier cosa irrita y provoca conflictos en el grupo de trabajo, la salud puede empezar a

fallar y aparecer problemas emocionales, fisiológicos y conductuales; la etapa de apatía

(cuarta fase), en la que se suceden una serie de cambios actitudinales y conductuales

(afrontamiento defensivo) como la tendencia a tratar a los pacientes de forma distanciada y

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mecánica, la anteposición cínica de la satisfacción de las propias necesidades al mejor

servicio al paciente, el afrontamiento defensivo-evitativo de las tareas estresantes y la retirada

personal (son mecanismos de defensa de los individuos); y cómo última, la fase de quemado,

con colapso emocional y cognitivo con importantes consecuencias para la salud y que puede

obligar al trabajador a dejar el empleo y arrastrarle a una vida profesional de frustración e

insatisfacción.

Recordando la definición ofrecida por Maslach y Jackson, ésta explicaba que el Burnout se

configura como un síndrome tridimensional caracterizado por agotamiento emocional,

despersonalización y reducida realización personal. El agotamiento emocional hace referencia

a las sensaciones de sobreesfuerzo físico y emocional; la despersonalización supone el

desarrollo de actitudes negativas de insensibilidad y respuestas cínicas hacia los receptores del

servicio prestado; y la baja realización personal, es la tendencia a evaluar el propio trabajo de

forma negativa, en la que los afectados se reprochan no haber alcanzado los objetivos

propuestos. En términos generales, es sabido que profesiones asistenciales, como la

Enfermería, son las que más alto riesgo presentan de padecer Burnout, pues cuanto más

intensas son las relaciones interpersonales con los usuarios de los servicios mayor es el riesgo

de padecer el síndrome.

Ya en los años 70 proliferaban modelos que explicaban desde la perspectiva psicoanalítica,

poniendo el énfasis en las variables individuales y `rasgos de personalidad´ que favorecían el

quemarse. Se describían los rasgos de personalidad que propiciaban el elegir una profesión de

ayuda y destacaban la importancia de las necesidades emocionales insatisfechas desde la

infancia. A mediados de los 80, tuvieron un gran auge los modelos sociales basados en las

Teoría Sociocognitivas de Bandura (2000); estos modelos, destacaban el papel fundamental

de las `variables cognitivas´ en la explicación del síndrome: las actitudes, las creencias, el

autoconcepto o la autoeficacia. Más adelante, en los 90, se trata la importancia de la Teoría

Organizacional en la que se destaca la importancia de los `estresores del contexto laboral´,

tales como: la estructura organizacional, el clima y los estresores de rol o del apoyo social.

Sin embargo, actualmente predominan los Modelos Interaccionistas amplios e integradores;

éstos defienden, que la aparición del "síndrome de estar quemado por el trabajo" se ve

facilitada por la interacción de los distintos tipos de variables (personales, organizacionales, e

incluso sociales y culturales).

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62

Las consecuencias de dicho síndrome para el enfermero/a que lo padece, para su entorno más

próximo y para la institución sanitaria a la que pertenece tienen una enorme relevancia, ya que

la persona afectada tiene un riesgo elevado de desarrollar molestias y trastornos

psicosomáticos. Entre las consecuencias físicas están las cefaleas, jaquecas, dolores

musculares, molestias gastrointestinales, úlceras, disminución de peso, insomnio, hipertensión

arterial, pinchazos, sensaciones de ahogo, palpitaciones y alteraciones menstruales. Pero es la

salud mental del individuo que padece el síndrome el ámbito más afectado; algunas de las

consecuencias psicológicas son los sentimientos de culpabilidad, la baja tolerancia a la

frustración, la irritabilidad y la ansiedad, resaltando la importancia del deterioro de las

interacciones personales como consecuencia de este padecimiento. Además de los graves

efectos físicos y psicológicos, ocurre una enorme repercusión en la organización en la que el

afectado trabaja (la institución sanitaria), pues se ha encontrado que el profesional quemado

infringe las normas establecidas por la organización, se retrasa con frecuencia, alarga las

pausas en los descansos y se ausenta del puesto excesivamente, es decir, que existen

paralelismos significativos entre el Burnout y la disminución del rendimiento y del

compromiso laboral, que tiene como consecuencias el absentismo laboral y abandono del

puesto.

Desde 1935, Hans Selye (considerado padre del estrés) introdujo el concepto de estrés como

síndrome o conjunto de reacciones fisiológicas no especificas del organismo a diferentes

agentes nocivos del ambiente de naturaleza física o química. El estrés es toda demanda física

o psicológica que se le haga al organismo, es la respuesta del cuerpo a condiciones externas

que perturban el equilibrio emocional de la persona, es la respuesta fisiológica, psicológica y

de comportamiento de un sujeto que busca adaptarse y reajustarse a presiones tanto internas

como externas. Alternativamente, se utiliza el término "respuesta de estrés" al referirse a la

respuesta inespecífica del organismo a cualquier demanda, y el término de "estresor" o

"situación estresante" referida al estímulo o situación que provoca una respuesta de estrés. En

las teorías interaccionistas del estrés, se plantea que la respuesta de estrés es el resultado de la

interacción entre las características de la persona y las demandas del medio. Se considera que

una persona está en una situación estresante o bajo un estresor cuando ha de hacer frente a

situaciones que conllevan demandas conductuales que le resulta difícil poner en práctica o

satisfacer; es decir, depende tanto de las demandas del medio como de sus propios recursos

para enfrentarse a él (Lazarus y Folkman, 1984), o avanzando un poco más, de las

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discrepancias entre las demandas del medio externo o interno y la manera en que el sujeto

percibe que puede dar respuesta a esas demandas.

La respuesta de estrés es una respuesta automática del organismo a cualquier cambio

ambiental, externo o interno, mediante la cual se prepara para hacer frente a las posibles

demandas que se generan como consecuencia de la nueva situación, (Labrador, 1993). Por

tanto, ello no es algo "malo" en sí mismo, al contrario, facilita el disponer de recursos para

enfrentarse a situaciones que se suponen excepcionales. Estas respuestas favorecen la

percepción de la situación y sus demandas, el procesamiento más rápido y potente de la

información disponible, posibilitan una mejor búsqueda de soluciones y la selección de

conductas adecuadas para hacer frente a las demandas de la situación, preparan al organismo

para actuar de forma más rápida y vigorosa. Dado que se activan gran cantidad de recursos

(incluye aumento en el nivel de activación fisiológica, cognitiva y conductual); supone un

desgaste importante para el organismo. Si éste es episódico no habrá problemas, pues el

organismo tiene capacidad para recuperarse, pero si se repiten con excesiva frecuencia,

intensidad o duración, pueden producir la aparición de trastornos psicofisiológicos.

En principio, se trata de una respuesta normal del organismo ante las situaciones de peligro;

en respuesta a las situaciones de emboscada el organismo se prepara para combatir o huir

mediante la secreción de sustancias como la adrenalina, producida principalmente en unas

glándulas llamadas "suprarrenales" o "adrenales". La adrenalina se disemina por toda la

sangre y es percibida por receptores especiales en distintos lugares del organismo, que

responden para prepararse para la acción: el corazón late más fuerte y rápido; las pequeñas

arterias que irrigan la piel y los órganos menos críticos (riñones, intestinos), se contraen para

disminuir la pérdida de sangre en caso de heridas y para dar prioridad al cerebro y los órganos

más críticos para la acción (corazón, pulmones, músculos); la mente aumenta el estado de

alerta y los sentidos se agudizan.

En la descripción de la enfermedad, se identifican (por lo menos) las siguientes tres fases en el

modo de producción del estrés:

La primera, denominada Reacción de Alarma, en la que el organismo, amenazado por las

circunstancias se altera fisiológicamente por la activación del hipotálamo, la hipófisis y por

las glándulas suprarrenales. El cerebro, al detectar la amenaza o riesgo, estimula al

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hipotálamo quien produce "factores liberadores" que constituyen substancias específicas que

actúan como mensajeros para zonas corporales también específicas. Una de estas substancias

es la hormona denominada ACTH (Adrenal Cortico Trophic Hormone) que funciona como un

mensajero fisiológico que viaja por el torrente sanguíneo hasta la corteza de la glándula

suprarrenal, quien bajo el influjo de tal mensaje produce la cortisona u otras hormonas

llamadas corticoides. A su vez, otro mensaje que viaja por la vía nerviosa desde el hipotálamo

hasta la médula suprarrenal activa la secreción de adrenalina.

La segunda, denominada Estado de Resistencia: cuando un individuo es sometido en forma

prolongada a la amenaza de agentes lesivos físicos, químicos, biológicos o sociales el

organismo, si bien prosigue su adaptación a dichas demandas de manera progresiva, puede

ocurrir que disminuyan sus capacidades de respuesta debido a la fatiga que se produce en las

glándulas del estrés. Durante esta fase suele ocurrir un equilibrio dinámico u homeostasis

entre el medio ambiente interno y externo del individuo. De este modo, si el organismo tiene

la capacidad para resistir mucho tiempo no hay problema alguno, en caso contrario sin duda

avanzará a la fase siguiente.

La llamada Fase de Agotamiento (la tercera), en la que la disminución progresiva del

organismo frente a una situación de estrés prolongado conduce a un estado de gran deterioro

con pérdida importante de las capacidades fisiológicas; con ello, sobreviene el agotamiento,

en el que el sujeto suele sucumbir ante las demandas pues se reducen al mínimo sus

capacidades de adaptación e interrelación con el medio.

Éste es el problema del estrés, lo que en situaciones apropiadas puede salvarnos la vida se

convierte en un enemigo mortal cuando se extiende en el tiempo. Para muchos, las

condiciones de hacinamiento, las presiones económicas, la sobrecarga de trabajo, el ambiente

competitivo, etc., son circunstancias que se perciben inconscientemente como amenazas, esto

les lleva a reaccionar a la defensiva, tornándose irritables y sufriendo consecuencias nocivas

sobre todo el organismo: elevación de la presión sanguínea (hipertensión arterial), gastritis y

úlceras en el estómago y el intestino, disminución de la función renal, problemas del sueño,

agotamiento y alteraciones del apetito.

El estrés laboral se define como el conjunto de fenómenos que se suceden en el organismo del

trabajador con la participación de los agentes estresantes lesivos derivados directamente del

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trabajo, o que con motivo de éste, pueden afectar la salud del trabajador. Cabe destacar los

Factores Psicosociales en el Trabajo, que representan el conjunto de percepciones y

experiencias del trabajador; algunos son de carácter individual, otros se refieren a las

expectativas económicas o de desarrollo personal y otros más a las relaciones humanas y sus

aspectos emocionales.

El enfoque más común para abordar las relaciones entre el medio ambiente psicológico

laboral y la salud de los trabajadores ha sido a través del concepto de estrés. Tanto en los

países en desarrollo como en los industrializados, el medio ambiente de trabajo en conjunto

con el estilo de vida, provocan la acción de factores psicológicos y sociales negativos. De ahí

que la importancia de su estudio desde el punto de vista profesional ha ido aumentando día a

día; estos estudios deben incluir tanto los aspectos fisiológicos y psicológicos como los

efectos de los modos de producción y las relaciones laborales.

Las actuales tendencias en la promoción de la seguridad e higiene en el trabajo incluyen no

solamente los riesgos físicos, químicos y biológicos de los ambientes laborales, sino también

los múltiples y diversos factores psicosociales inherentes a la empresa y a la manera en que

influyen en el bienestar físico y mental del trabajador. Estos factores consisten, por un lado,

en interacciones entre el trabajo, su medio ambiente laboral, la satisfacción laboral y las

condiciones de la organización y, por otro, las características personales del trabajador, sus

necesidades, su cultura, sus experiencias y su percepción del mundo. Los principales factores

psicosociales generadores de estrés presentes en el medio ambiente de trabajo involucran

aspectos de organización, administración y sistemas de trabajo y desde luego la calidad de las

relaciones humanas. Por ello, el clima organizacional de una empresa se vincula, no

solamente a su estructura y a las condiciones de vida de la colectividad del trabajo, sino

también a su contexto histórico con su conjunto de problemas demográficos, económicos y

sociales. Así, el crecimiento económico de la empresa, el progreso técnico, el aumento de la

productividad y la estabilidad de la organización dependen además de los medios de

producción, de las condiciones de trabajo, de los estilos de vida, así como del nivel de salud y

bienestar de sus trabajadores.

En la actualidad se producen acelerados cambios tecnológicos en las formas de producción

que afectan consecuentemente a los trabajadores en sus rutinas de trabajo, modificando su

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entorno laboral y aumentando la aparición o el desarrollo de enfermedades crónicas por

estrés.

Otros factores externos al lugar de trabajo, pero que guardan estrecha relación con las

preocupaciones del trabajador, se derivan de sus circunstancias familiares o de su vida

privada, de sus elementos culturales, su nutrición, sus facilidades de transporte, la vivienda, la

salud y la seguridad en el empleo. Los factores de riesgo a evaluar son: cultura o "atmósfera"

de la organización y cómo ésta aborda el estrés en el trabajo; demandas tales como la

sobrecarga de trabajo y la exposición a riesgos físicos; el control, cuánta influencia tiene los

trabajadores sobre el modo de hacer su trabajo; las relaciones personales; el cambio, cómo se

gestionan y comunican los cambios de organización; la función, si los trabajadores

comprenden sus funciones y los comportamientos que de ellos espera la organización y el

grado en que los posibles malentendidos son evitados; factores individuales, el atender a las

diferencias individuales; el apoyo social por parte de los compañeros y superiores; la

formación para dotar a los trabajadores de las habilidades necesarias para realizar su trabajo.

Algunos de los principales factores psicosociales que con frecuencia condicionan la presencia

de estrés laboral son:

En el desempeño profesional: el trabajo de alto grado de dificultad, trabajo con gran demanda

de atención, actividades de gran responsabilidad, funciones contradictorias, creatividad e

iniciativa restringidas, exigencia de decisiones complejas, cambios tecnológicos

intempestivos, ausencia de plan de vida laboral, amenaza de demandas laborales.

Respecto a la dirección: liderazgo inadecuado, mala utilización de las habilidades del

trabajador, mala delegación de responsabilidades, relaciones laborales ambivalentes,

manipulación o coacción del trabajador, motivación deficiente, falta de capacitación y

desarrollo del personal, carencia de reconocimiento, ausencia de incentivos, remuneración no

equitativa, promociones laborales aleatorias.

En cuanto a organización y función: prácticas administrativas inapropiadas, atribuciones

ambiguas, desinformación y rumores, conflicto de autoridad, trabajo burocrático, planeación

deficiente, supervisión punitiva.

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En tareas y actividades: las cargas de trabajo excesivas, autonomía laboral deficiente, ritmo de

trabajo apresurado, exigencias excesivas de desempeño, actividades laborales múltiples,

rutinas de trabajo obsesivo, competencia excesiva, desleal o destructiva, trabajo monótono o

rutinario, poca satisfacción laboral.

En el medio ambiente de trabajo: condiciones físicas laborales inadecuadas, espacio físico

restringido, exposición al riesgo físico constante, ambiente laboral conflictivo, menosprecio o

desprecio al trabajador, trabajo no solidario.

Respecto a la jornada laboral: rotación de turnos, jornadas de trabajo excesivas, duración

indefinida de la jornada, actividad física corporal excesiva.

En la empresa y entorno social: políticas inestables de la empresa, ausencia de

corporativismo, falta de soporte jurídico por la empresa, intervención y acción sindical,

salario insuficiente, carencia de seguridad en el empleo, subempleo o desempleo en la

comunidad, opciones de empleo y mercado laboral.

Al hablar de patología por estrés, hay que hacer referencia a enfermedades por estrés agudo y

enfermedades por estrés crónico. Las primeras, aparecen en los casos de exposición breve e

intensa a los agentes lesivos y en situaciones de gran demanda que el individuo debe

solucionar, surgen de forma súbita, evidente, fácil de identificar y generalmente es reversible,

y se le añade enfermedades como úlcera por estrés, estados de shock, neurosis post-

traumática, neurosis obstétrica y estado post-quirúrgico. Y las segundas, las patologías por

estrés crónico, surgen tras la persistencia del individuo ante los agentes estresantes durante

meses o años, produce enfermedades de carácter más permanente, con mayor importancia y

también de mayor gravedad. El estrés genera inicialmente alteraciones fisiológicas, pero su

persistencia crónica produce finalmente serias alteraciones de carácter psicológico, y en

ocasiones, la falla de órganos blanco vitales. Algunas de las alteraciones más frecuentes son:

dispepsia y gastritis, ansiedad, accidentes, frustración, insomnio, colitis nerviosa, migraña,

depresión, agresividad, disfunción familiar, neurosis de angustia, trastornos sexuales,

disfunción laboral, hipertensión arterial, infarto al miocardio, adicciones, trombosis cerebral,

conductas antisociales y psicosis severas.

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La ansiedad está frecuentemente asociada al estrés, hasta el punto de superponerse, sin

embargo, son entidades diferenciadas. Mientras la ansiedad caracteriza el estado emocional o

el humor debido a una percepción (interna o externa) de amenaza, el estrés puede ser definido

como un proceso que conecta situaciones externas, su percepción y aprehensión y las

respuestas dirigidas a cambiar la situación o la relación del sujeto con tal situación (Lazarus,

1984; McEwen y Stellar, 1993).

El estrés puede también verse como un estado emocional característico de la percepción y la

evaluación de las situaciones estresantes; tomado como un proceso, tiene diversos elementos

constituyentes, factores estresantes o situaciones desencadenantes y la aprehensión e

interpretación de tales factores. El reconocimiento de una situación peligrosa inicia el proceso

de aprehensión, que depende de la experiencia pasada y perfil de personalidad del sujeto.

Cuando la aprehensión es benigna, la respuesta de estrés no tiene lugar. Sin embargo, cuando

la aprehensión está alterada, la respuesta de estrés sucede con mucha frecuencia. Esta

respuesta incluye cambios psicológicos que acompañan, así como respuestas corporales

caracterizadas por el sistema nervioso vegetativo. Las consecuencias de estas respuestas

pueden implicar pérdida de salud si se mantienen en el tiempo o son muy intensas. Hay

pruebas de que el estrés puede desencadenar trastornos fóbicos.

En cualquier caso, los trastornos de ansiedad, implicados en la respuesta de estrés, pueden

verse como un componente del estado emocional asociado con tal proceso. El papel de la

ansiedad en la modulación de la señal de alerta o la indicación de peligro pueden ser

elementos muy importantes en la aprehensión de los estímulos estresantes. El tipo de

alteración ansiosa que se produce en estos casos depende de los mecanismos específicos de la

respuesta estresante. En cualquier caso, la ansiedad es también un signo de desorganización y

de disfunción. Cuando el trastorno de ansiedad asociado al estrés es grave, puede acabar

suprimiendo la capacidad de regulación de las respuestas al estrés. Además, episodios

prolongados de ansiedad asociada a estrés puede predisponer a una peor aprehensión de

nuevos estímulos estresantes, agravando la capacidad de respuesta del organismo.

Resulta importante analizar los conceptos de la motivación y su influencia en el ambiente

laboral, saber que la motivación es un proceso que origina, estimula y direcciona

voluntariamente los comportamientos hacia la realización de objetivos. Se puede suponer, que

el comportamiento tiene un propósito, pues las personas se comportan en forma positiva

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(terminar un trabajo a tiempo) o negativa (llegar tarde) por alguna razón. La motivación

orienta a la acción (las personas resisten los cambios a menos que tengan una motivación para

hacer las cosas de diferente modo), orienta a las personas hacia un resultado final deseado y

refuerza la persistencia y la necesidad de poner esfuerzo suficiente en un logro.

Sin salir del mismo contexto, cabe hablar de las necesidades (deficiencias fisiológicas o

psicológicas que determinan la conducta) y sus teorías: teoría de McClelland (1979), basada

en las necesidades de pertenencia o afiliación, poder, competencia y logro; teoría de Maslow

(1995), que define la motivación en función de cinco necesidades psicológicas básicas

(fisiológicas, seguridad, amor, reconocimiento y autodesarrollo); la teoría de Clayton Alderfer

(1972), que trata la motivación en función de tres estados básicos (existencia, relación y

crecimiento); y la teoría de los factores de Herzberg (1976).

Más detalladamente, McClelland refiere que la motivación humana abarca impulsos

motivacionales (necesidades dominantes): de afiliación, poder, competencia y logro. La

necesidad de afiliación, es decir, el deseo de establecer relaciones interpersonales; quienes la

poseen prefieren situaciones de cooperación a las de competencia. La necesidad de poder, es

necesidad de que otros realicen una conducta que sin su indicación no habrían observado; las

personas que la poseen disfrutan del título de “jefe”, tratan de influir en los demás y se

preocupan más por lograr influencia que por su propio rendimiento. La necesidad de

competencia, en la que desempeñar bien el trabajo depende más de las características propias

de la persona (sus competencias) que de sus conocimientos, currículum, experiencia y

habilidades. Y por último, la necesidad de logro trata el impulso de sobresalir, de luchar por

tener éxito; agrupa a aquellas personas que anteponen el éxito a los premios en su acción,

buscan situaciones en las que puedan asumir responsabilidades y les disgusta el logro de

méritos por azar.

Maslow, por otra parte, plantea una jerarquía de necesidades, una serie de necesidades que

atañen a todo individuo y que se encuentran organizadas de forma estructural (como una

pirámide), de acuerdo a una determinación biológica causada por la constitución genética del

individuo; mostrando en la parte más baja de la estructura las necesidades más prioritarias y

en la superior las de menos prioridad. Así pues, dentro de esta estructura, al ser satisfechas las

necesidades de determinado nivel, el individuo no se torna apático sino que más bien

encuentra en las necesidades del siguiente nivel su meta próxima de satisfacción. Desde la

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base de la pirámide hacia la cumbre, dichas necesidades son: las fisiológicas o básicas, las de

seguridad, de amor y pertenencia, de reconocimiento y de autodesarrollo.

Las necesidades fisiológicas constituyen la primera prioridad del individuo y se encuentran

relacionadas con su supervivencia; dentro de éstas encontramos necesidades como la

homeostasis (esfuerzo del organismo por mantener un estado normal y constante de riego

sanguíneo), la alimentación, el saciar la sed, el mantenimiento de una temperatura corporal

adecuada, también necesidades de otro tipo como el sexo, la maternidad o las actividades

completas. Las necesidades de seguridad, con su satisfacción se busca la creación y

mantenimiento de un estado de orden y seguridad; dentro de éstas encontramos la necesidad

de estabilidad, la de tener orden y la de tener protección, además, se relacionan con el temor

de los individuos a perder el control de su vida y están íntimamente ligadas al miedo, miedo a

lo desconocido, a la anarquía. Una vez satisfechas las necesidades fisiológicas y de seguridad,

la motivación se da por las necesidades sociales, éstas tienen relación con la necesidad de

compañía del ser humano, con su aspecto afectivo y su participación social; dentro de estas

necesidades tenemos la de comunicarse con otras personas, establecer amistad con ellas,

manifestar y recibir afecto, la de vivir en comunidad, de pertenecer a un grupo y sentirse

aceptado dentro de él, entre otras. Las necesidades de reconocimiento, también conocidas

como las necesidades del ego o de la autoestima; éstas radican en la necesidad de toda

persona de sentirse apreciado, tener prestigio y destacar dentro de su grupo social, de igual

manera se incluyen la autovaloración y el respeto a sí mismo. Y como última, las necesidades

de auto-superación, también conocidas como de autorrealización, que se convierten en el ideal

para cada individuo; en este nivel el ser humano requiere trascender, dejar huella, realizar su

propia obra, desarrollar su talento al máximo.

Sin embargo, desde el planteamiento de Alderfer, la motivación se desarrolla en función de

tres estados básicos (existencia, relación y crecimiento) cumpliéndose que la frustración en un

nivel superior, implica descender al inmediato inferior. Esta perspectiva es conocida como la

Teoría ERG de Clayton Alderfer, en la que el autor propone ciertos cambios a la Pirámide de

Maslow referidos a los niveles de necesidades de las personas, que deben tenerse en cuenta en

el ámbito de la motivación. Dichos niveles están compuestos por: las necesidades de

existencia (o existenciales), necesidades básicas consideradas por Maslow como fisiológicas y

de seguridad; las necesidades de relación (estas necesidades requieren, para su satisfacción, de

la interacción con otras personas); y las necesidades de crecimiento, deseo de crecimiento

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interno de las personas, que incluyen las necesidades de estima y la de autorrealización.

Difiere con la Teoría de Maslow en que no considera una estructura rígida de necesidades, y

éstas, no tienen que satisfacerse por orden correlativo; Clayton considera que si el individuo

no logra satisfacer una necesidad de orden superior aparece una necesidad de orden inferior

(frustración-regresión). Además, variables tales como antecedentes familiares y ambiente

cultural pueden alterar el orden de las necesidades (ejemplo de esta situación son culturas

como la japoneses que anteponen las necesidades sociales a las fisiológicas).

Finalmente, la teoría de Frederick Herzberg, teoría basada en factores para explicar mejor el

comportamiento de las personas en el trabajo, y que plantea, la existencia de factores que

orientan el comportamiento de las personas, éstos son: los factores motivacionales y los

factores higiénicos. Dichos factores están bajo el control del individuo, ya que se relaciona

con lo que él hace y desempeña. Los factores materiales involucran sentimientos relacionados

con el crecimiento individual, el reconocimiento profesional y las necesidades de

autorrealización que desempeña en su trabajo, mientras que las tareas y cargos son diseñados

para atender a los principios de eficiencia y de economía, suspendiendo oportunidades de

creatividad de las personas; esto hace perder el significado psicológico del individuo y el

desinterés provoca la “desmotivación”. Los factores motivacionales sobre el comportamiento

de las personas son mucho más profundos y estables cuando son óptimos (por el hecho de

estar ligados a la satisfacción del individuo, Herzberg los llama factores de satisfacción).

Los factores higiénicos o factores extrínsecos, sin embargo, son el ambiente que rodea a las

personas y como desempeñar su trabajo, son factores que están fuera del control de las

personas: salario, beneficios sociales, tipo de dirección o supervisión que reciben de sus

superiores, condiciones físicas y ambientales de trabajo, políticas físicas de la empresa,

reglamentos internos, etc. El autor de esta teoría, destaca que sólo los factores higiénicos

fueron tomados en cuenta en la motivación de las personas, pues siendo el trabajo una

situación desagradable y para lograr que las personas trabajen más, se puede premiar e

incentivar salarialmente, es decir, incentivar a la persona a cambio de trabajo. Según su

investigación, cuando los factores higiénicos son óptimos evitan la insatisfacción de los

empleados, y cuando los factores higiénicos son pésimos provocan insatisfacción (por estar

relacionados con la insatisfacción, el autor los llama factores de insatisfacción). En resumen,

Herzberg señala que la satisfacción en el cargo es función de los factores motivadores

(responsabilidad, autonomía, formulación de objetivos, enriquecimiento del puesto); mientras

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que, la insatisfacción en el cargo, es función de los factores higiénicos (salario, beneficios

sociales, clima, condiciones físicas y ambientales). Según su modelo, es posible cambiar de la

no satisfacción (puestos que no ofrecen suficiente reconocimiento al esfuerzo, resultan poco

estimulantes, responsabilidad y bajo desarrollo) a la satisfacción (puestos estimulantes, con

desafío y responsabilidad, ofrecen suficiente reconocimiento a los logros y tienen reales

posibilidades de crecimiento) a través de los factores motivadores; y que también se puede

pasar, de la no insatisfacción (trabajos sujetos a buenas políticas y administración correcta en

cuanto a supervisión técnica, salarios, relaciones laborales y condiciones de trabajo) a la

insatisfacción (trabajos sujetos a políticas pobres y administración no adecuada) a través de

los factores higiénicos.

Volviendo al ambiente laboral, existen diversos enfoques de diseño del puesto: el enfoque

mecanicista, que se explica en la teoría de Taylor (1911), identifica las formas más eficientes

de hacer el trabajo, el trabajador es entrenado y recompensado de acuerdo a su desempeño; el

enfoque motivacional, que trata técnicas (ampliación. rotación, enriquecimiento y

características del puesto), que tienen en cuenta las actitudes y preferencias de las personas

hacia el trabajo; y el enfoque biológico, que enfatiza la reducción de factores que afectan la

salud y seguridad física del trabajador (stress, esfuerzo, fatiga, enfermedades y accidentes),

subraya la calidad del producto y analiza estadísticamente errores y accidentes.

Otro concepto, relacionado a la motivación, es el de equidad. Desde el modelo de equidad de

Stacy Adams (1976), se demuestra como la capacidad de las personas para efectuar

comparaciones con el ambiente interno y externo que lo rodea tiene efecto (a favor y en

contra) sobre la motivación. Este autor considera que a los empleados, además de interesarles

la obtención de recompensas por su desempeño, desean que éstas sean equitativas, lo que hace

más compleja la motivación.

Existe una tendencia a comparar el aporte (esfuerzo) y los resultados (recompensas), pero

además, a realizar comparaciones con otras personas ya sea de la organización o no. Si el

valor de la relación aporte-resultados que la persona percibe es igual a la de otras personas,

ésta considerará que la situación es equitativa y no existirá tensión alguna; si tras la

comparación el empleado se considera excesivamente recompensado, éste tratará de

compensar ese exceso con conductas tales como trabajar con más intensidad o influir en sus

compañeros y dependientes de la misma forma; y los empleados que desarrollen sentimientos

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de desigualdad, se encontraran ante una situación de tensión que intentarán eliminar o reducir

de muy diversas formas (con reducción de esfuerzo, solicitud de mayor pago, ausentismo,

impuntualidad, robos, etc.).

En cuanto a las expectativas del trabajador/a, Victor Vroom (1990) expone el modelo

motivacional que ha sido (a lo largo del tiempo) objeto de estudio y mejoramiento por otros

autores. El autor de esta teoría explica que la motivación es el resultado de multiplicar tres

factores: la valencia (el valor de la recompensa o resultado producido), que demuestra el nivel

de deseo de una persona por alcanzar determinada meta u objetivo, y que está condicionada

por la experiencia de cada individuo; la expectativa (el convencimiento de que haciendo un

esfuerzo obtendremos un determinado nivel de desempeño), que está representada por la

convicción que posee la persona de que el esfuerzo depositado en su trabajo producirá el

efecto deseado, y que dependen en gran medida de la percepción que tenga la persona de sí

misma (si la persona considera que posee la capacidad necesaria para lograr el objetivo le

asignará al mismo una expectativa alta, en caso contrario le asignará una expectativa baja); y

la instrumentalidad (cómo el desempeño produce una mejora de resultados), que está

representada por el juicio que realiza la persona de que una vez realizado el trabajo, la

organización lo valore y reciba su recompensa.

Este modelo no actúa en función de necesidades no satisfechas o de la aplicación de

recompensas y castigos, si no por el contrario, considera a las personas como seres pensantes

cuyas percepciones y estimaciones influyen de manera importante en su comportamiento.

Respecto a la expectativa esfuerzo-rendimiento (como creencia de que los esfuerzos producen

un nivel específico de rendimiento), las personas se automotivan para comportarse de manera

que produzcan resultados valiosos. Los factores que influyen en la expectativa son: la

autoestima, la autoeficacia, los éxitos previos en la tarea, la ayuda recibida del supervisor o

subordinados, la información necesaria para completar la tarea, los buenos materiales y

equipos para el trabajo. Y es que, la expectativa, determina los resultados valiosos para la

gente, identifica los comportamientos que producen buenos resultados, contribuye a que la

gente alcance los niveles de desempeño previstos, relaciona los resultados esperados con los

niveles de desempeño requeridos para alcanzarlos, motiva el esfuerzo orientado a resultados

superiores, permite evitar inequidad en los sistemas de recompensas, recompensa a quienes

alcanzan el desempeño esperado, contribuye al diseño de puestos con desafío, relaciona las

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recompensas con el desempeño grupal fomentando la cooperación, recompensa a los gerentes

que fomentan, administran y mantienen las expectativos de logro, facilita comprender las

diferencias individuales para desarrollar los programas de motivación y permite determinar

los niveles reales de motivación de la gente a través de cuestionarios y entrevistas.

Tratando la Dirección por Objetivos, se descubre un sistema de gestión que incorpora la

participación en la toma de decisiones, establecimiento de objetivos y feedback; sus

programas aumentan la productividad y la satisfacción de los empleados cuando existe un

fuerte compromiso de la alta dirección en su puesta en práctica. Son importantes los objetivos

(lo que las personas se proponen alcanzar) pues son motivantes porque: direccionan la

atención, regulan el esfuerzo, aumentan la persistencia y fomentan el desarrollo de estrategias

y planes de acción (lo que influye en el desempeño). Respecto al feedback, ésta es respuesta

que brinda información objetiva acerca del desempeño individual o colectivo, y sus funciones

son instruccionales y motivacionales. A esto, se incluyen sistemas de recompensa que ayudan

a mejorar el desempeño: normas de la organización para maximizar beneficios, cuidar la

equidad, la igualdad y necesidad; tipos de recompensa financiera (extrínseca), social

(extrínseca) y física (intrínseca); criterio de distribución de resultados, conducta y otros

factores; y consecuencias esperadas que atraen, motivan y satisfacen al trabajador/a. Sin

embargo, las recompensas suelen fallar por demasiado énfasis en recompensas monetarias o

escaso efecto de apreciación, porque la habitualidad la transforma en obligación, porque se

recompensan comportamientos no productivos, por demora entre el comportamiento y la

recompensa o por uso extendido de prácticas desmotivantes (despidos, reducciones de costos,

reestructuraciones, pobre comunicación, excesiva recompensa a los directivos).

De cara a mejores prácticas, sería de interés plantearse cómo ajustar el desempeño laboral,

siendo esto posible cumpliendo objetivos como: ajustar los comportamientos al proceso de

cambio, definir específicamente las nuevas pautas de comportamiento, dar feedback a todos

sobre su desempeño, reforzar los comportamientos positivos, utilizar refuerzos significativos,

programar los refuerzos para generar nuevos comportamientos, recompensar al equipo no a la

competición, construir el desempeño excelente, dar recompensas acordes con el desempeño y,

aún así, el desempeño excelente está garantizado.

II – METODOLOGÍA

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Ciencia filosófica que estudia los métodos por los que se investiga o se llega a un fin. Cada

método supone reglas precisas para solucionar problemas con una actitud científica, se cuenta

con normas elementales que permiten lograr los objetivos ahorrando esfuerzos y tiempo.

El método es el camino para conocer y comprender el significado y forma de hacer las cosas,

y el llamado Método científico, es un medio para la investigación, que junto con la

constancia, el trabajo y la reflexión permanente de uno, tiene como objetivo fundamental

solucionar problemas, siguiendo unos pasos ordenados y utilizando técnicas científicas que,

en conjunto, estructuran la forma metodológica.

Para llevar a cabo este estudio, se ha realizado una selección de libros y páginas web cuya

información, posteriormente, se ha contrastado con el fin de redactar un contenido esencial

para explicar el tema en estudio (dando lugar al marco teórico) y, poder así, mostrar las

premisas básicas que ayudan a justificar la búsqueda, responder adecuadamente a la pregunta

que expone el problema, plasmar los objetivos que se pretenden con el estudio, recorrer las

cuestiones orientadoras del mismo, todo ello, dentro del campo de maniobra que permite el

estudio de tipo bibliográfico. Lo siguiente, ha sido enfrentar a los autores más relevantes

nombrados en el marco teórico o de referencia, con el fin de enfrentar y comparar teorías,

para así, poder concluir con una coherente reflexión.

2.1. – Justificación del estudio

Explica la relevancia que el trabajo aportará al conocimiento que ya se tenga acerca del tema

a tratar.

En los últimos años, se ha desarrollado un gran interés por el estudio del estrés y los factores

psicosociales relacionados con el trabajo y la repercusión de estos sobre la salud de los

trabajadores. Dentro de los efectos negativos, físicos, psíquicos y conductuales que el estrés

laboral tiene sobre el individuo, y que pueden dar lugar a problemas a nivel colectivo, están el

aumento del absentismo laboral, la disminución de la calidad del trabajo y la productividad.

Tanto estudio, muestra que uno de los grupos profesionales más afectados es el del personal

de Enfermería, que está expuesto a factores de riesgo relacionados con el trabajo, dado que el

ejercicio profesional está orientado al servicio directo (trato con otras personas) es de vital

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importancia determinar y comunicar las causas del Trastorno de Ansiedad, pues tener

conocimiento de esto posibilita el corregir y prevenir los efectos negativos y optimizar el

ejercicio profesional.

Merece ser estudiado y comunicado el hecho de la ansiedad en el personal de Enfermería,

pues el divulgar los aspectos de un problema, que no por ser muy frecuente es bien conocido,

es justificado de algún modo por los hechos que se enuncian a continuación: la alta incidencia

de ansiedad en la población general constituyendo la segunda causa de los trastornos

psiquiátricos; que quienes la padecen y son tratados mediante fármacos ansiolíticos se

enfrentan a veces a efectos indeseados (de dichos fármacos) con consecuencias en sus

actividades diarias (incluyendo actividades laborales); la carga psíquica que supone las

condiciones enfermeras desfavorables que ayudan o precipitan una crisis, descompensación o

frustración generadora de conflictos intra e interpersonales en el individuo; los problemas

institucionales que genera las consecuencias de la ansiedad (como por ejemplo: la reducción

de la productividad, eficacia y eficiencia; la generación de problemas organizativos y de altos

costes que supone para la institución sanitaria, fenómenos como el absentismo laboral –entre

otros-).

2.2. – Pregunta de partida

Representa el problema inicial del que parte la investigación, es el punto de partida de toda

investigación, muestra la existencia de un problema o situación que requiere de una respuesta

o solución, por lo que es el primer paso del método científico.

Como cita Claude Bernard, "El que no sabe lo que busca no entiende lo que encuentra", por

ello se puede decir que una pregunta de inicio de estudio bien formulada ayudará al desarrollo

de otras etapas del proceso de investigación, además, facilitará la obtención de conclusiones

ajustadas a nuestra cuestión inicial y el posterior uso del trabajo (tanto para la realización de

investigaciones secundarias, como para satisfacer adecuadamente las necesidades individuales

de conocimiento).

En el presente estudio, se plantea la siguiente pregunta: ¿el impacto de la ansiedad sobre el

personal de enfermería es de suficiente entidad como para justificar un estudio?

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2.3. – Objetivos

Entendiendo que este apartado hace referencia a la finalidad del estudio (a lo que se pretende

con éste), se debe precisar cuál es el objetivo general de la investigación y, posteriormente,

los objetivos específicos. Para ello es necesario tener una idea previa y precisa de lo que se

desea hacer.

Como objetivo general/principal: provocar la toma de conciencia del fenómeno de la ansiedad

en el personal de Enfermería, por el bienestar de ellos mismos y para el manejo de la

población afectada por este problema.

Como objetivos específicos: investigar la/s causa/s y efecto/s de la ansiedad que tienen lugar,

concretamente, en el personal enfermero y en el hábitat de la Enfermería; examinar (desde la

teoría) las características intrínsecas y extrínsecas del ser humano que participan en el

comienzo y desarrollo de la ansiedad; definir los trastornos de Ansiedad en términos y

cualidades propias del entorno enfermero; favorecer la permanencia de las buenas actuaciones

o intervenciones de la práctica asistencial enfermera diaria; promover la inquietud sobre lo

interesante del uso de indicadores para valorar la calidad de vida en el trabajo que incluyan

diferentes factores de estrés laboral presentes en el área de Enfermería; contribuir, al menos

desde el aporte de información, con el monitoreo necesario para mantener y promover un

clima laboral satisfactorio, con importantes resultados, no sólo para el trabajador sino muy

especialmente para la atención a los pacientes.

2.4. – Cuestiones orientadoras

Las cuestiones orientadoras son preguntas para averiguar la verdad de algo discutible con el

fin de: informar a uno de lo que ignora y desea saber acerca del estado del asunto que se trata,

además de, dirigir o encaminar hacia un fin determinado.

En el presente estudio, se plantea las siguientes cuestiones orientadoras:

Cuestión 1: ¿sería importante para el personal de enfermería el conocimiento sobre la

ansiedad?

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Cuestión 2: ¿será posible que el conocimiento de lo ansioso por parte de los enfermeros/as

contribuya a detectar la ansiedad de modo precoz en ellos mismos?

Cuestión 3: ¿será posible que el conocimiento de lo ansioso por parte de los enfermeros/as

contribuya a detectar la ansiedad de modo precoz con el fin de valorar el efecto de ésta en los

pacientes?

Cuestión 4: ¿será posible que el conocimiento de lo ansioso por parte de los enfermeros/as

contribuya a detectar la ansiedad de modo precoz con el fin de valorar el efecto de ésta en la

relación entre paciente y personal sanitario?

Cuestión 5: ¿Será posible prevenir de los riesgos laborales a causa de la ansiedad en la

Enfermería?

2.5. – Tipo de estudio

Refiere a la pauta que sigue la obra, al diseño de la investigación en que un autor estudia y

explica un tema. Según el nivel de conocimiento científico (observación, descripción,

explicación) al que espera llegar el investigador, se debe formular el tipo de estudio, es decir

de acuerdo al tipo de información que se espera obtener y el nivel de análisis que se pretende

realizar. Esto, teniendo en cuenta los objetivos y las cuestiones orientadoras planteadas con

anterioridad.

El presente escrito es un Estudio Bibliográfico, es decir, basado en un conjunto de libros o

escritos referentes a la materia escogida o asunto determinado por la pregunta de partida;

buscando, quizá, la divulgación del aspecto en cuestión.

III – DISCUSIÓN

Es el objeto de examinar de forma atenta y particular una materia, el objeto de luchar y alegar

razones para defender el tema en cuestión.

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En esta parte del escrito es donde se enfrentan y se defienden opiniones/posiciones contrarias;

de alguna manera, vuelve a estudiar la cuestión determinada desde diferentes puntos de vista,

presentando la objeción u oposición a lo que alguien hace o dice o a lo que se hace o se dice.

En el ámbito sanitario, se ha pretendido aplicar la evolución del trato al paciente desde la

visión del Modelo Biomédico a la visión del Modelo Biopsicosocial, a pesar de esto existen

aún deficiencias propias del proceso adaptativo del paso de un modelo al otro.

El modelo biomédico aportó la posibilidad de grandes desarrollos en la medicina, sin

embargo, este punto de vista es insuficiente al no tener en cuenta que las causas de la

enfermedad no ocurren de forma aislada (las alteraciones bioquímicas, anatómicas o

funcionales), sino que también participan en la enfermedad con gran importancia, los aspectos

como el económico, familiar, social, etc. El modelo biopsicosocial es el que despierta al

profesional sanitario de la falta de consideración del hombre como la integración del cuerpo-

mente, para que no olvide más su carácter psicológico y social. Ya es tiempo de dejar atrás la

idea de enfermedad como simple disfunción biológica y de abordar los factores psicológicos y

sociales.

Cuando se desatienden fenómenos como la ansiedad y se niega la posibilidad de conocer sus

particularidades, su etiología, su posición en la nosología o taxonomía de fenómenos

patológicos (el cómo es clasificada), se está poniendo una barrera al proceso evolutivo

encaminado hacia el Modelo Biopsicosocial, y por tanto, a un trato más completo e íntegro

del paciente. Dicho modelo pone, al sanitario, en el camino de estar particularmente entrenado

en la capacidad de descifrar y entender la importancia de los factores biológicos, psicológicos

y sociales, esos, que han de ser recogidos y entendidos de forma simultánea tanto en el

comienzo de la enfermedad y en la manifestación del síndrome psicopatológico como en el

abordaje diagnóstico y terapéutico que se pretende ejercer en los pacientes que padecen la

ansiedad patológica. El enfermero/a, debe poseer una visión evolutiva o longitudinal del

desarrollo de síntomas, síndromes y enfermedades psíquicas, y no conformarse con una

simple concepción trasversal o estática de los fenómenos mentales.

Todo esto es esencial no sólo de cara a los pacientes sino, también, de cara a los mismos

profesionales de la salud. El personal de enfermería tiene como meta ayudar a los individuos a

lograr conservar y restaurar la salud (siempre que sea posible), o a que el individuo fallezca

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con dignidad; este personal de trabajo de salud, se enfrenta a una dinámica compleja de la

conducta humana, en situaciones donde se requiere de recursos o habilidades personales,

interpersonales y sociales para dominar la situación (sobre todo si puede ser entendida como

estresante).

A lo anterior se le suma que, a veces, el ambiente de trabajo no es del todo seguro y tiene

lugar la agresión al enfermero/a por parte del paciente o familiares, etc.; quizá el sanitario se

defienda o lo esquive y no ocurra nada, pero el resultado de dicho enfrentamiento puede ser

fácilmente causa de lo denominado estrés post-traumático (que a su vez genera consecuencias

del tipo ansioso), que aparece a raíz de la percepción (por parte del enfermero/a –en este caso)

de un riesgo para su vida, lo que suele dar lugar a pensamientos reiterativos y demás

alteraciones emocionales.

Recordando el “Decálogo Profesional de la Enfermería Española”, en parte de su séptimo

punto presentado en internet (http://www.ocenf.org/larioja/Decalogo.htm): las enfermeras/os

estarán protegidos de sus riesgos laborales: físicos, psíquicos y biológicos; dispondrán de

una legislación que asegure su defensa contra las agresiones físicas; dispondrán de Planes

de asistencia integral en el caso de enfermedades mentales.

Olvidando el aspecto psíquico del ser humano se olvida un aspecto fundamental e intrínseco

del mismo, siendo así ¿hasta dónde llegarán los cuidados enfermeros si no contemplamos el

lado espiritual, la mente o psique?

IV – CONCLUSIÓN

Constituye el fin, en este caso, del estudio presente. Es la resolución sobre la materia después

de haberla meditado.

Hacer de la ansiedad un objeto de nuestro conocimiento ayuda a prevenirla o incluso

sobrellevarla.

Es importante para el personal de enfermería el conocimiento sobre la ansiedad; pues, tras ver

al estrés como gran precursor de la ansiedad, habiendo tratado como la Enfermería es una

profesión sometida a altos niveles de estrés y sabiendo que el personal enfermero se enfrenta a

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inevitables factores (ya nombrados, como: la agonía y la muerte, la preparación inadecuada, el

conflicto con otros compañeros/as de trabajo, la sobrecarga, la incertidumbre -respecto al

tratamiento, situaciones inesperadas, etc.-, la vulnerabilidad personal, la satisfacción laboral,

entre otros) resulta evidente la relevancia del tema de este estudio.

Es posible que el conocimiento de lo ansioso por parte de los enfermeros/as contribuya a

detectar la ansiedad de modo precoz en ellos mismos, así es que, cuando éste conoce, al

menos a nivel teórico, el fenómeno de la ansiedad (sus signos y síntomas) puede reconocerlo.

Si se contempla la ansiedad, por ejemplo, en su intervenir en la acción adaptativa de uno

mismo o en como baja el rendimiento, uno es capaz de apreciar las señales de dicho malestar

desde sus inicios, o reconocer los elemento precursores de la ansiedad en el entorno; y lo que

es mejor aún, reconocerá la posibilidad de padecer ansiedad desde una perspectiva no

alarmante sino normalizada, por lo que no dará lugar a una incertidumbre descontrolada

generadora de más ansiedad sino a un previo saber o conocimiento que le pueda salvaguardar.

Para el enfermero/a, sanitario que está más presente a pie de cama de los pacientes, el

conocimiento de lo ansioso puede contribuir a detectar la ansiedad de modo precoz y valorarla

en su efecto en los pacientes, así como prevenirla.

Que el personal de Enfermería conozca lo ansioso, hace posible también la detección de la

ansiedad de modo precoz con el fin de valorar el efecto de ésta en la relación entre paciente y

personal sanitario. La dinámica compleja de la conducta humana con la que trabaja la

Enfermería, hace que su personal se enfrente constantemente a un posible impacto emocional

derivado de la relación (no siempre fácil) entre personas, en este caso de roles distintos

(enfermero/a - paciente).

Sin olvidar lo anterior, también, es posible prevenir de los riesgos laborales a causa de la

ansiedad en la Enfermería, tanto los que se puedan producir por el personal afectado, como

los que se puedan producir por el paciente (a causa del mismo mal).

Finalmente, afirmar, que el impacto de la ansiedad sobre el personal de enfermería es de

suficiente entidad como para justificar un estudio. Y es que, no se puede negar que, la puesta

en conocimiento de los aspectos que caracterizan a las personas a nivel psíquico y social,

además del físico, es sello de calidad asistencial.

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V - BIBLIOGRAFÍA

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