anotaciones sobre la mineria neogranadina

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Anotaciones sobre la minería neogranadina en la trayectoria de colonia a república 1780-1839. Estudio preliminar. James Torres 1 Abreviaturas: AHCM: Archivo Histórico de la Casa de la Moneda, Luís Ángel Arango AGN: Archivo General de la Nación. MH, Ministerio de Hacienda. EOR, Enrique Ortega Ricaurte ACHSC: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura La minería neogranadina en la trayectoria de colonia a república 1780-1839. La presente investigación tiene como objetivo analizar la evolución de la minería neogranadina en los primeros veinte años de vida republicana. Busca ante todo, identificar cuales fueron los costos de transacción y beneficios de la guerra de independencia en el sector minero 2 . En ese sentido, la cronología ha sido escogida en función de conocer la responsabilidad que el proceso de emancipación tuvo en el estado en que se encontraba el sector minero al iniciar la década de los 40, década que sirve de preludio a las reformas de medio siglo, y para ello, se considera necesario extender el análisis hasta 1839, cuando a las consecuencias de la guerra de emancipación, hay que agregarle los estragos de la guerra de los supremos, consecuencias que requieren otro estudio. 1 Agradezco al profesor Heraclio Bonilla la oportunidad que me ha otorgado de presentar estos resultados. Estoy agradecido así mismo por las enseñanzas que me ha proporcionado en el marco de las discusiones del grupo de historia económica y social, y en el marco de los cursos que he tomado en la Universidad. El autor debe reconocer la deuda que tiene con Edwin Muñoz, con quien ha venido investigando muchos de los puntos que se tratan en este texto. Agradezco también a Jean Ruiz, quien colaboró en el levantamiento de información, y discutió con rigor una versión preliminar del texto. La valiosa ayuda de Marco Forero, permitió confirmar las cifras existentes en al Archivo Histórico de la Casa de la Moneda. Yezid Pérez, además que ayudó en el levantamiento de la información, ha enriquecido la visión que el autor tiene sobre la colonia. Agradezco a Carlos Rodríguez, por hacerme participe de sus impresiones sobre los viajeros y la ilustración, además que sus comunicaciones sobre la revisión documental que ha adelantado con los repositorios documentales del fondo gobernaciones, permiten avizorar allí una veta importante. Así mismo agradezco, la amabilidad y diligencia de Joaquín Pinto al entregarme una copia digital de la memoria de hacienda de 1831. Debo agradecer igualmente a Diego Roa, Nathalie Moreno y Alexander Perilla, porque también han colaborado en el proceso de investigación del autor. 2 John Coastworth ha plateado la necesidad de diferenciar los costes de lograr la independencia (costos de transacción) con los costes y beneficios de la propia independencia. A los costos de transacción se asocian tanto los costos de las guerras como los posteriores esfuerzos para liquidar el antiguo régimen ver: Coastworth, John, “La independencia latinoamericana: hipótesis sobre los costes y beneficios” en: Leandro Prado y Samuel Amaral (eds.) La independencia americana: consecuencias económicas. Madrid, Alianza, 1993. p. 18-20

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Page 1: Anotaciones Sobre La Mineria Neogranadina

Anotaciones sobre la minería neogranadina en la trayectoria de colonia a república 1780-1839. Estudio preliminar. James Torres1

Abreviaturas: AHCM: Archivo Histórico de la Casa de la Moneda, Luís Ángel Arango AGN: Archivo General de la Nación. MH, Ministerio de Hacienda. EOR, Enrique Ortega Ricaurte ACHSC: Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura La minería neogranadina en la trayectoria de colonia a república 1780-1839. La presente investigación tiene como objetivo analizar la evolución de la minería neogranadina en los primeros veinte años de vida republicana. Busca ante todo, identificar cuales fueron los costos de transacción y beneficios de la guerra de independencia en el sector minero2. En ese sentido, la cronología ha sido escogida en función de conocer la responsabilidad que el proceso de emancipación tuvo en el estado en que se encontraba el sector minero al iniciar la década de los 40, década que sirve de preludio a las reformas de medio siglo, y para ello, se considera necesario extender el análisis hasta 1839, cuando a las consecuencias de la guerra de emancipación, hay que agregarle los estragos de la guerra de los supremos, consecuencias que requieren otro estudio.

1 Agradezco al profesor Heraclio Bonilla la oportunidad que me ha otorgado de presentar estos resultados. Estoy agradecido así mismo por las enseñanzas que me ha proporcionado en el marco de las discusiones del grupo de historia económica y social, y en el marco de los cursos que he tomado en la Universidad. El autor debe reconocer la deuda que tiene con Edwin Muñoz, con quien ha venido investigando muchos de los puntos que se tratan en este texto. Agradezco también a Jean Ruiz, quien colaboró en el levantamiento de información, y discutió con rigor una versión preliminar del texto. La valiosa ayuda de Marco Forero, permitió confirmar las cifras existentes en al Archivo Histórico de la Casa de la Moneda. Yezid Pérez, además que ayudó en el levantamiento de la información, ha enriquecido la visión que el autor tiene sobre la colonia. Agradezco a Carlos Rodríguez, por hacerme participe de sus impresiones sobre los viajeros y la ilustración, además que sus comunicaciones sobre la revisión documental que ha adelantado con los repositorios documentales del fondo gobernaciones, permiten avizorar allí una veta importante. Así mismo agradezco, la amabilidad y diligencia de Joaquín Pinto al entregarme una copia digital de la memoria de hacienda de 1831. Debo agradecer igualmente a Diego Roa, Nathalie Moreno y Alexander Perilla, porque también han colaborado en el proceso de investigación del autor. 2 John Coastworth ha plateado la necesidad de diferenciar los costes de lograr la independencia (costos de transacción) con los costes y beneficios de la propia independencia. A los costos de transacción se asocian tanto los costos de las guerras como los posteriores esfuerzos para liquidar el antiguo régimen ver: Coastworth, John, “La independencia latinoamericana: hipótesis sobre los costes y beneficios” en: Leandro Prado y Samuel Amaral (eds.) La independencia americana: consecuencias económicas. Madrid, Alianza, 1993. p. 18-20

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Pero el establecimiento de la cronología merece una atención más importante, y no sólo al resultado de la coyuntura. Como ha señalado el profesor Bonilla a propósito de las consecuencias económicas de las independencia, “en función del tiempo en que se ubica el análisis de los efectos imputables a la ruptura política, estos pueden ser la resultante de aquella o simplemente ser la traducción de las posibilidades, o de las dificultades locales de una estructura”3. En ese sentido se hace necesario comprender la estructura del sector minero con que se vino a encontrar la independencia, y por ello se considera idónea la plataforma que va desde de 1780, con las reformas de Gutiérrez de Piñeres y la revolución de los comuneros hasta 1810 año en que inician los enfrentamientos4. Por otro lado, en este estudio se prestará la debida atención a la apreciación que en su momento hizo Germán Colmenares, de la necesidad de observar el fenómeno desde una perspectiva de larga duración y que “la atención no debe concentrarse por eso en el momento mismo de la independencia sino en un período más largo”, que vaya desde fines del siglo XVIII hasta mediados del XIX5, de allí la necesidad que adquiere analizar la minería en el período en que cesaron los combates por la emancipación y comenzaron las guerras civiles, una suerte de “periodo de entreguerras”. Sin embargo, el autor debe reconocer que un análisis concienzudo de las consecuencias de la misma independencia deberá tener en cuenta la cronología que ha señalado Brian

3 Bonilla, Heraclio. “Consecuencias económicas de la independencia en Hispanoamérica”, en: El futuro del pasado t.1, Lima, Fondo Editorial del Pedagógico de San Marcos, 2005, p. 494 4 En los estudios a propósito de la velocidad del crecimiento de la economía neogranadina del siglo XVIII y más específicamente de la industria minera hay dos posiciones encontradas: una que han expuesto Anthony McFarlane y Jorge Orlando Melo que consideran que los mayores ritmos de crecimiento deben encontrarse mucho antes de la década de 1770. Por su parte, Jaime Jaramillo Uribe ha expresado que la economía neogranadina muestra un desarrollo marcadamente estático, y que sólo a partir de 1780 hay algún tipo de crecimiento. En ese sentido, hay que tener en cuenta lo que advirtió en su momento Guido Barona: “los cálculos que hasta ahora se han hecho sobre la producción aurífera de la Nueva Granada y de la gobernación de Popayán, basados sobre los quintos, distorsionan las tendencias obtenida; es decir, magnifican en un 2% las cantidades de oro fundido correspondientes al período 1700-1750”, lo que matizaría la hipótesis de Melo y McFarlane. Ann Twinam señala para Antioquia dos periodos de crecimiento importantes: 1750-1779 y 1780-1800; aunque no señala cual de los dos tiene un crecimiento más rápido, el análisis de la pendiente de la recta de regresión lineal, a partir de los datos proporcionados por la misma autora, dejan dilucidar que el segundo al ser su pendiente de 7028,2 frente a la pendiente del primero que es de 2626,2, es mucho más rápido. Por otro lado, tomar 1780 para el caso de Barbacoas y Popayán, permiten tener en cuenta el inicio de su desaceleración. Así las cosas, 1780 aparece como un momento pertinente para analizar el estado de la minería neogranadina al tiempo de la independencia. McFarlane, Anthony. Colombia antes de la independencia. Bogotá, Banco de la República/ El Áncora, 1997, p. 141; Melo, Jorge Orlando. “Producción de oro y desarrollo económico en el siglo XVIII” en: Sobre Historia y Política. Medellín, La Carreta, 1979, p. 71; Jaime Jaramillo Uribe, Adolfo Meisel y Miguel Urrutia. “Continuities and discontinuities in the fiscal and monetary institutions of New Granada, 1783-1850” en: Borradores Semanales de Economía, Nº 74, 1997, p. 417; Barona Guido. La maldición de midas en una región del mundo colonial, Popayán 1730-1830. Cali, Universidad del Valle, 1995. p. 185 (nota al pie 56); Twinam, Ann. Mineros, Comerciantes y Labradores: Las raíces del espíritu empresarial en Antioquia 1763-1810. Medellín, FAES, 1985, p. 59-62; Para la decadencia de Popayán y Barbacoas, ver: Barona, p. 139-140, 155-157 y 219, Colmenares Germán, Historia económica y social de Colombia II: Popayán, una sociedad esclavista. Bogotá, Universidad del Valle/ Banco de la República/ Conciencias/ TM editores, 1997 p. 144-148; Colmenares, Germán. “Popayán: continuidad y discontinuidad regionales en la época de la independencia” en: Reinhard Liehr (ed.) América Latina en la época de Simón Bolívar, Berlín, BIBLIOTHECA IBERO-AMERICANA, 1989, p. 164 5 Colmenares “Popayán: continuidad y discontinuidad” p. 159 y 163

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Hamnett, es decir que la independencia hace parte de un proceso de reajuste dentro de las colonias que abarca la centuria de 1770 a 18706. La historiografía sobre el tema, es ciertamente escasa. De hecho, el sector minero no es la excepción: María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez, en un texto que busca analizar los procesos que conducen a la coyuntura del medio siglo, señalan efectivamente, “que los análisis históricos de los procesos económico-políticos en el siglo XIX tienen un punto común de corte: llegan hasta la independencia y reaparecen en el medio siglo (1850) dejando en la mayor oscuridad treinta años de la vida del país”7. Además, los historiadores que han abordado la minería neogranadina en el período tratado, se ha limitado a citar la valiosa obra de Vicente Restrepo8. Por ende, no es extraño que no exista un intento de cuantificación aparte del que dio este último autor, es decir una reducción de la producción del orden de 40%9. Por otra parte, la matriz disciplinar, sobre todo para la etapa preindependendista, es aún más reducida cuando tenemos que efectivamente “la mayor limitación de estos trabajos radica en su carácter extremadamente puntual y parroquial, y en el privilegio de la descripción sobre el análisis”10. El escrito se divide en dos partes: en la primera expongo los ciclos de producción, a partir de las cifras de emisión monetaria, en la segunda realizo un análisis desde los determinantes de la producción minera en el período estudiado. 1. Los ciclos de producción: una visión desde la emisión monetaria Para establecer la magnitud de la producción minera los historiadores han usado dos tipos de registro: La entrada del oro a las casas de moneda y los quintos. Para el período colonial, los aportes de Colmenares, Melo y McFarlane, han permitido construir unas cifras aproximadas de producción desde el siglo XVI hasta el XVIII11. Para la época republicana, David Bushnell y Ocampo han empleado los registros de amonedación para observar el estado del sector minero en el siglo XIX12. Sin embargo, el primero sólo usa las cifras de

6 Hamnett, Brian. “Process and Pattern: A Re-Examination of the Ibero-American Independence Movements, 1808-1826”, en: Journal of Latin American Studies, V. 29, No. 2, 1997, p. 279 7 Uribe, María Teresa, y Jesús María Álvarez. Poderes y regiones: problemas en la constitución de la nación colombiana. 1810-1850. Medellín, Universidad de Antioquia, 1987. p. 11 8 Restrepo Vicente. Estudio sobre las minas de oro y plata de Colombia. Bogotá Banco de la República, 1952. Ocampo, José Antonio. Colombia y la economía mundial 1830-1910. Bogotá, Fedesarrollo/ Conciencias/ TM Editores. 1998, p.347-350 Tovar, Hermes. “La lenta ruptura con el pasado colonial”, en: José Antonio Ocampo (Comp.), Historia económica de Colombia. Bogotá, Presidencia de la República, 1997, p. 131-132; Safford, Frank, y Marco Palacios. Colombia: País fragmentado sociedad dividida. Bogotá, Norma, 2002.p.325-326 9 Vicente Restrepo p.211 “la guerra de independencia fue época de lucha; era preciso combatir y poco tiempo quedaba para trabajar: entonces el producto de las minas disminuyó un 40%. Luego volvió a tomar un movimiento ascendente”. 10 Bonilla, Heraclio. “El problema de la moneda y de la mano de obra en la minería colonial de Nueva Granada”, en: Retornos, Nº 4, La Paz, 2004. p.102 11 Colmenares, Germán. Historia Económica y Social de Colombia I, 1537-1719. Bogotá, Universidad del Valle/ Banco de la República/ Conciencias/ TM Editores. p. 268. Melo p. 68-73. McFarlane p. 129-143 12 Bushnell, David. El Régimen de Santander en la Gran Colombia. Bogotá, Áncora, 1984 p. 118; Ocampo p. 349

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Santafé, y las toma del trabajo de Anibal Galindo13; entre tanto, el segundo “estima” las cifras de Popayán, y toma las cifras de Santafé de la obra de José Manuel Restrepo14. Para decirlo rápidamente, el problema de estos dos últimos trabajos radica en que no analizan a profundidad las series, y por cierto, la carencia hasta ese momento de datos consistentes sobre Popayán desde 1810 hasta 1840 hacía más difícil la tarea. Para este trabajo emplearemos las cifras de amonedación de las casas de moneda de Santafé y Popayán, publicadas por Guillermo Céspedes del Castillo15, hasta 1822, desde esta fecha hasta 1839 se han tomado las cifras de Barriga Villaba para Santafé, y para Popayán hemos logrado extender la serie hasta 1830, con cual hemos suplido 20 años de información, que había sido difícil de levantar por cuanto los archivos de la casa payanesa se encuentran perdidos o en bastante mal estado16. Extender este tipo de herramienta para el periodo republicano se justifica desde el punto de vista institucional, ya que se mantuvo la reglamentación colonial con respecto al tratamiento y pago de impuestos de los metales preciosos. En ese sentido, todo el oro debía ser amonedado para ser exportado, por lo menos hasta 1846, en que se levantó esta restricción17. Por otra parte, tendremos en cuenta, al analizar cada uno de los ciclos, uno de los inconvenientes de usar este tipo de datos: la evasión. Pero, tras la independencia, a dicho flagelo, debemos agregarle el de la crisis económica de las casas de moneda generada por tres causas directas:

a. La toma de los fondos de la casa para auxiliar al gobierno, que se traduce en una falta de stock para pagar a los particulares la compra del oro. Con respecto a esto, la práctica no era, por cierto, nueva. En la época colonial, los virreyes solían pedir dineros del fondo de las casas para sufrir urgencias de la real hacienda18. Pero lo que cambió, fue sin duda su asiduidad, al punto que, en la primera república el dinero para el fondo de la casa de moneda de Santafé debió salir dos veces (forzosamente) de los comerciantes19. El stock de esta última casa pasó de 200.000 pesos en 1810, para pasar en 1816, a la entrada del ejército de Murillo a poco más de 30.00020. Este tipo de exacción de la reserva de la casa de moneda de Santafé

13 Galindo Anibal. Historia económica y estadística de la Hacienda Nacional, desde la Colonia hasta nuestros días. Bogotá, Imprenta de Nicolás Pontón, 1874. 14 Restrepo, José Manuel. Memoria sobre amonedación de oro i plata en la Nueva Granada, desde 12 de julio de 1753 hasta 31 de agosto de 1859. Bogotá, Banco de la República, 1952. 15 Céspedes, Guillermo. Las casas de moneda en los reinos de indias, v1: Las cecas indianas en 1536-1825. Madrid, Museo Casa de la Moneda, 1996. p. 265-268; Barriga Villaba, Antonio. Historia de la casa de la moneda, t.3. Bogotá, Banco de la República, 1969. p. 522-523. AGN República MH Tomos: 221 f 389-392; 237 f 220-223; 242 f 194-196; 250 f 525-528; 257 f 288-290. 16 José Manuel Restrepo p.18 17 José Manuel Restrepo p. 15 18 Para ver una lista de los dineros solicitados por el virrey a las casa de moneda ver Barriga t 2 p.95 19 AGN SAA1, Empréstitos Tomo 1 f 38-45 y Barriga, t. 2 p.139-140 20 “Averiguación sobre la suerte que corrieron los caudales de la casa de Moneda de Santafé después del desastre del puente de Boyacá” en: Sergio Elías Ortiz (Comp.) Colección de documentos para la historia de Colombia (época de la independencia) t.2. Bogotá, Kelly, 1965 p. 246

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siguió siendo recurrente bien entrada la república, lo que se tradujo en una continua pugna entre los directores de la casa y la secretaría de hacienda21.

b. A las exacciones hay que agregarle la destrucción de maquinaria y saqueo forzoso de caudales. Por ejemplo entre 1821 y 1822 la Casa de Moneda de Popayán dejó de funcionar algunos meses, debido al traslado de maquinaria para Pasto que hicieron los realistas al evacuar la ciudad22. De hecho es un consenso señalar que la Casa de Moneda de Popayán sufrió más estragos que la de Santafé, debido a las acciones de “los revoltosos del sur”23.

c. Las evidencias tienden a indicar que la misma emisión monetaria fue una molestia para las regiones productoras de oro. En efecto, el control que tenían los comerciantes de Santafé24 sobre la emisión de moneda, se convirtió en un punto de enfrentamiento entre las regiones durante la independencia. Así, más allá de las urgencias económicas producidas en las guerras, hay que buscar en la estructura del control de la circulación del oro, el surgimiento de diferentes casas de moneda durante la coyuntura, es especial la de Medellín. En efecto, los mineros y comerciantes antioqueños estaban cansados de enviar sus oros a Santafé, con lo cual vieron en la independencia una oportunidad valiosa para evitar enviar sus oros y retener el circulante para la región, además, ahora veían que el atlántico no estaba tan lejos25.

En estas condiciones, el lector tendría el legítimo derecho de dudar las cifras aquí presentadas, por cuanto se han observado 3 factores más para pensar que subvalora el real comportamiento de la producción y en general de su calidad de indicador de la variable a estudiar. Sin embargo, tanto la evasión como los otros tres factores, ciertamente no explican el respaldo que otros tipos de fuente de carácter cualitativo dan a los movimientos de la producción, y por cierto, no dan cuenta de las continuidades de tendencias en momentos de cierta calma como veremos más adelante. Cabe anotar, que una diferencia sustancial entre el indicador proveniente de los quintos y la amonedación, es que con el primero podemos obtener datos desagregados regionalmente. En efecto, mientras la recolección de este último se hace se hace por regiones, la amonedación, al tener dos lugares de recaudo no permitiría obtener cifras tan desagregadas. No obstante, se han venido realizando esfuerzos sustanciales, por lo menos para santafé, 21 Para un ejemplo de una pugna, entre los directores y la secretaría, en que los primeros no se responsabilizarían si la casa de moneda iba al fracaso por el continuo agotamiento del fondo ver AGN República MH, tomo 224 f.50-70; aunque en la correspondencia entre ellos, existente en el mismo fondo de Ministerio de Hacienda está plagada de estos conflictos. 22 AGN República MH, tomo 221 f 331-332. 23 “Memoria de hacienda 1823” en: Castillo y Rada, José María del. Memorias de hacienda. Bogotá, Banco de la República, 1952. p. 15; “Memoria de hacienda 1826”, en: Castillo, p. 56. 24 Para ver de forma más nítida el control de estos sobre la amonedación ver Muñoz y Torres. El papel de Santafé en el sistema de intercambio neogranadino. Inédito 25 AGN, Enrique Ortega Ricaurte, Casa de moneda, carpeta 1 folios 112-165. Este documento será trascrito en su totalidad, con un análisis de las implicaciones en el comercio de la creación de la casa de moneda de Medellín. Sobre la última afirmación ver: Palacios, Marco. “Las consecuencias económicas de la independencia en Colombia: sobre los orígenes del subdesarrollo”, en: Leandro Prado y Samuel Amaral (eds.) La independencia americana: consecuencias económicas. Madrid, Alianza, 1993. p. 110

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para establecer el peso relativo de cada región en la amonedación. Antes de pasar a revisar los ciclos de amonedación realizaré algunos comentarios al respecto. 1.1 Origen geográfico del oro amonedado Las observaciones contemporáneas son siempre una herramienta útil para caracterizar ciertos fenómenos históricos. Sin embargo, muchas veces hay ciertas apreciaciones contrapuestas que obligan al historiador a buscar otros caminos que permitan esclarecer o subvertir su hipótesis. Es aquí donde mayor pertinencia adquieren las apreciaciones de Ernest Labrousse, quien señalaba que “no pidamos testimonios axiomáticos a los contemporáneos. No siempre (pensemos en el cine) es el espectador de primera fila el que ve mejor la película.”26 En el caso que estudia Labrousse, en los albores del 14 de julio de 1789, “todos los espectadores de primera fila vieron mal”. Veamos qué sucede cuando preguntamos a los protagonistas sobre la proveniencia del oro amonedado: Miguel de Santiestaban, quien sería el primer superintendente de la Casa de Moneda de Santafé, fue el primero que en 1742, interrogando al tesorero de la casa de la moneda de Santafé, a propósito de los famosos “oros de Santafé”, se mostraba sorprendido de que en es región no reproducía ni un grano y que todo venía de Antioquia y Chocó27. Los virreyes Antonio Caballero Y Góngora, José Ezpeleta, y Pedro Mendinueta, presentan un cuadro de la siguiente manera: Santafé recibe los oros de Antioquia, los que se producen en la cordillera oriental y a fines del XVIII, una porción cada vez más sustancial de la región del Chocó. Por su parte Popayán recibía los oros de su jurisdicción, más los de Barbacoas y la mayor parte del de Chocó28. Vicente Restrepo presentaba en su momento un cuadro similar: “En la primera [Santafé] se acuñaba el oro de Antioquia, parte del Chocó, Neiva, Girón, chaparral, etc. En la segunda [Popayán], el de mayor parte del Chocó y de todas la provincia de Popayán”29. Por otro lado, personajes como Vicente de Oviedo no estarían de acuerdo con esta apreciación, quien en la década de 1770 escribió “”Y siendo así que los más de sus ríos llevan arenas mezcladas con el mejor oro, poco se labra, y lo que mantenía este Reino era el oro que se traía de las minas del Chocó y Antioquia, el que ya cesó por la nueva erección de la casa de moneda en la ciudad de Popayán”30. Pero el problema no es sólo de observación. La cuestión del origen y destino del oro, fue un problema claro que tuvo que afrontar la Corona. Este problema se manifestó cuando surgió el interés de los payaneses de tener su propia casa de moneda31. Efectivamente, los comerciantes de la capital protestaron de inmediato, dado que perderían con ello su monopolio sobre el control del oro del Nuevo Reino. Los esfuerzos de los santafereños se vieron casi cumplidos, debido al retraso del debout de la casa de Popayán, y cuando ésta empezó a funcionar, la Corona ordenó el cierre en algunas ocasiones. Sin embargo, el

26 Labrousse, Ernest. “Tres fechas en la historia de Francia Moderna”, en: Fluctuaciones económicas e historia social. Madrid, Tecnos, 1973. p.464 27 Muños y Torres 28 Muñoz y Torres 29 Vicente Restrepo p. 209 30 Citado por Muñoz y Torres. 31 Sobre este suceso ver: McFarlane p.148-150; Barriga t.2 p. 91-92; AGN, Colonia, Impuestos Varios Cartas, tomo 6 f 712-714. El siguiente párrafo está basado en lo señalado por estos escritos.

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bando payanés salió al final victorioso. Lo que interesa destacar hasta aquí, es que el arbitrio de la corona en el conflicto da algunos indicios de lo que estaba sucediendo: existía una diferencia clara entre el control nominal y real de la amonedación de parte de Santafé, y ésta diferencia se manifestaba en el excesiva evasión de impuestos, especialmente del Chocó y Popayán. Entonces, la corona creó la casa payanesa para controlar los oros de estas dos últimas regiones. Una forma lógica, para establecer unos porcentajes claros de la proveniencia del oro, debía porvenir de las fuentes mismas de la Casa de Moneda. En un artículo inédito, ya citado, el autor del presente trabajo y Edwin Muñoz, han empezado a procesar este tipo de fuente, de la cual se han sacado tres constataciones importantes y un número de dudas no menores, que deben abarcar futuras investigaciones. Por un lado, que la amonedación por vía fiscal es sensiblemente pequeña con relación a la amonedación de particulares (ver gráfica 2); segundo que ésta amonedación esta controlada por las personas que se dedican al comercio de Santafé, desde el pulpero al gran comerciante, quienes intercambiaban mercancías tanto de la tierra como de castilla por oro en pasta o en polvo; y tercero, que los porcentajes de participación son claros, a pesar de los problemas de carácter contable, diplomático y paleográfico que acarrean la entrada denominada “Santafé”: La mayor parte del oro viene de Antioquia y un porcentaje significativo del Chocó (ver gráfica 1).

Grá fica 1Origen del oro amonedado en Santa Fe por particulares, 1790.

(valores en pesos)

Antioquia38%

Novita23%

Santa fe 38%

Mompox 1%

En estas condiciones, podríamos afirmar que la mayoría de los “espectadores de primera fila” vieron bien. Además, el escrutinio de los datos permite observar que la casa de moneda de Santafé proporciona un indicador bastante directo de los oros de Antioquia; entre tanto, la de Popayán sirve de la misma forma para Popayán y Barbacoas. Ahora bien, para el caso chocoano se deben analizar las dos casas, hasta que no se haga el respectivo esfuerzo, de cuanto oro chocoano iba a cada casa; en todo caso, un análisis del libro manual de 1830, que indica la proveniencia del oro, vemos que, para el período republicano, la crisis en Chocó era tal que los oros que provenían de sus territorios para ser amonedado se redujo a sólo 3 registros32.

32 AHCM Da0038

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Gráfica 2 Conducción del oro a santafé

1790

Vía particulares

79%

Vía fiscal

21%

1. 2. Ciclos y contrastes Al observar los datos de la emisión monetaria en las dos casas de moneda (gráficas 3, 4 y 5), se pueden observar tres ciclos de acuñación bien establecidos: uno de tendencia al alza hasta 1809 (en Popayán este ciclo estaría desfasado a la izquierda un decenio, es decir que el segundo ciclo para esta casa empieza desde el inicio de esa década) , otro de tendencia a la baja hasta mediados de la década de 1820 y de allí hasta 1839 una tendencia al alza, pero sin alcanzar los niveles coloniales. Como veremos, la amonedación durante el período independentista 1810-19 se redujo en un 50% durante la guerra y durante la década inmediatamente siguiente la reducción todavía era del 40%, cálculo que confirmaría las estimaciones de Vicente Restrepo. Sin embargo, en líneas generales, en la década de 1830 a 1840 la amonedación, por lo menos para Santafé, se recuperó. Cabe anotar que, como es común en historia, la fuerte fluctuación de los datos hace que, al calcular la curva de tendencia, tenga un R2 para Santafé y Popayán tan bajo. De otro lado, el fuerte componente residual, en especial luego de la independencia, hace aun más difícil una interpretación fiable de los datos, afrontar este componente residual constituye una tarea del historiador y que aspiramos explicar aquí. 1.2.1 1780-1809: Del apogeo al inicio de la crisis Como observamos al iniciar este texto, la fecha de 1780, puede ser tomada como una fecha de despegue. El primer problema que subyace aquí, es saber si fue 1810 el que puso fin a dicho crecimiento. Sí tomásemos el intervalo en conjunto, tendríamos que para Santafé la tasa de crecimiento relativa fue de 2% anual, entre tanto su crecimiento medio absoluto anual fue de 20.006 pesos; entre tanto para Popayán Su tasa de crecimiento relativa era de 0.55% anual, mientras que su crecimiento medio absoluto anual era de 4760 pesos.

Page 9: Anotaciones Sobre La Mineria Neogranadina

Gráfica 1Amonedación en la Casa de Moneda de Bogotá 1780-1839

pesos plata

R2 = 0,3651

0

200000

400000

600000

800000

1000000

1200000

1400000

1600000

1800000

1780

1783

1786

1789

1792

1795

1798

1801

1804

1807

1810

1813

1816

1819

1822

1825

1828

1831

1834

1837

Años

Valo

r am

oned

ado

Gráfica 2Amonedación en la Casa de Moneda de Popayán 1780-1830

pesos plata

R2 = 0,551

0

500000

1000000

1500000

2000000

2500000

1780

1783

1786

1789

1792

1795

1798

1801

1804

1807

1810

1813

1816

1819

1822

1825

1828

Años

Val

or a

mon

edad

o

Los resultados, ya de por si son sintomáticos: el crecimiento de Santafé es incomparablemente mayor al de Popayán, y esto se debe básicamente al peso mayor que cada vez tienen los oros antioqueños. Pero si realizamos el análisis con un intervalo de esa naturaleza, no podemos percibir de forma más específica los cambios y fluctuaciones de la producción minera en el tiempo. En ese sentido debemos realizar un análisis más desagregado, y en este estudio lo haremos por decenios. El primer decenio, 1780-1789, inicia con unos altibajos notables, que se deben básicamente a la apertura del río Atrato a la navegación con el Atlántico33; sin embargo se trata de una década de crecimiento, cuya pendiente de regresión lineal es de 14440 para Santafé y de sólo 2997 para Popayán. La pendiente del conjunto fue 17437. El segundo decenio, 1790-1799, es una década de claro

33 Germán Colmenares (comp.). Relaciones e informes de los gobernantes de la Nueva Granada. t.2, Bogotá, Banco Popular, 1989. p. 229-230

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crecimiento: para Santafé tenemos una pendiente de 38474 y para Popayán de 7128, la pendiente del conjunto de la Nueva Granada fue de 45602. Entre tanto la década de 1800-1809, anunciaba una decaída importante al ser sus pendientes negativas: para Santafé tenemos una pendiente de -3334 y para Popayán de -30970, siendo la del Nuevo Reino de -4305.

Gráfica 3 Amonedación en Nueva Granada 1780-1830

pesos plata

0

500000

1000000

1500000

2000000

2500000

3000000

3500000

1780

1782

1784

1786

1788

1790

1792

1794

1796

1798

1800

1802

1804

1806

1808

1810

1812

1814

1816

1818

1820

1822

1824

1826

1828

1830

Años

Valo

r am

oned

ado

Santafé

Popayán

La constatación hasta aquí, es evidente: la crisis minera inició en el mismo período colonial. Esta constatación no hace sino confirmar, lo que habían señalado Sharp34, McFarlane, Barona y Colmenares para la región del pacífico, lo que se refleja en el desfase ya mencionado de la crisis para Popayán, pero al tener las pendientes del conjunto de amonedaciones, vemos que fue una crisis general del sector minero. Los registros de quintos y amonedación confirmarían lo anterior35. En Antioquia, sin embargo, Ann Twinam anota que “el descenso en la fundición después de esta fecha puede no representar una verdadera disminución en la producción de oro o en las importaciones”36, lo curioso es que la explicación que da es “que los comerciantes no siempre estaban fundiendo el valor de sus mercaderías”, sabiendo que, si se trata de evasión, no hay razones para pensar que las condiciones para contrabandear eran muy diferentes para la década anterior. La

34 Sharp William. “La rentabilidad de la esclavitud en el Chocó 1680-1810”. En ACHSC Nº 8, 1976; y ver nota pie 3. 35 La evolución de los quintos proporcionada por McFaralane, permiten ver esa disminución: para Popayán en promedio anual del quinquenio 1795-1799 era de 239.147 castellanos, para pasar a 174200 castellanos en el quinquenio siguiente; en Antioquia, el promedio anual de los quintos en el quinquenio 1795-1799, era 279194 pesos oro, para pasar en el quinquenio de 1805-1809 a 166777 pesos oro. McFarlane p.534-535 36 Twinam, p. 60

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constatación no es una singularidad neogranadina, por cuanto Jhon Coatsworth para México37, como el profesor Bonilla para el Perú, han encontrado el mismo fenómeno. 1.2.2 1810-1839: Crisis y la lenta recuperación. El período que tratamos en esta sección del análisis de los ciclos, tiene la complicación, que ya habíamos observado: la evasión. El problema radica básicamente en que es imposible sostener que la relación entre el oro declarado y el que salía de contrabando se mantuvo constante. Sin embargo, con las fuentes disponibles es imposible establecer la nueva relación. Ahora bien, no significa que haya una incertidumbre completa, debido, a que una vez más, los estudios y observaciones de contemporáneos pueden dar indicios. En su memoria sobre la amonedación de oro y plata en la Nueva Granada, José Manuel Restrepo presentaba un cuadro de evasión siguiente: antes de 1810, casi todo el oro se amonedaba; entre 1810 y 1821, se dejaban de amonedar 2000 marcos anuales; de 1822 a 1846, paradójicamente, la evasión aumentó a unos 4500 marcos anuales38. Por otra parte, para el año de 1816, el gobernador de Antioquia y Chocó, quien abogaba por la existencia de la casa de la moneda de Medellín (y por lo tanto debía elevar sus estimativos de evasión), informaba que era alrededor de una tercera parte, el oro que salía sin ser reducido a moneda39. En su momento, el secretario de hacienda señalaba lo siguiente: “Hoy se va, si no la mayor, una gran parte de estos metales. Al extranjero sin pagar quintos, fundición, amonedación ni exportación […] Puedo asegurar que después de muchos años no entra en nuestras casas de moneda una barra de oro de remedios, Zaragoza, Yolombó, Simití, Guamoco, Veraguas, Alanje, Chiriquí y otras minas, y que es muy poco el que se introduce de las del sur, que están inmediatas al mar y aun las de Quibdo situado sobre el río Atrato, con tan fácil y frecuente salida al mar. Sucede así porque los rescatadores de oros se verían obligados a impender los gastos de conducción a las casas de moneda, correr los riegos, para pagar comisiones, sufrir retardos y al regreso especialmente nuevos costos de amonedación y nuevos riesgos” 40, un año después, señalaba que “El oro que sale de contrabando, es igual o superior al que se amoneda en Popayán y Santafé”41. Con estas apreciaciones resulta claro, que dada la debilidad institucional del estado en los primeros 20 años republicanos, los contrabandistas del oro tuvieron un rango de acción mucho mayor del que se daba durante la colonia, e incluso durante la independencia. Así las cosas, un análisis del desarrollo de la producción minera debe, a las cifras aquí presentadas, agregar las estimaciones de comercio exterior dadas por Ocampo en su obra ya citada y los estimativos de William Paul McGreevey42, quienes se basan en fuentes extranjeras, aunque hay que tener muy en cuenta que en el período aquí analizado el comercio se hacía ante

37 Coatsworth, John. Los del atraso. Nueve ensayos de historia económica de México en los siglos XVIII y XIX. México, Alianza Editorial Mexicana, 1990. p. 78-79; Bonilla Heraclio, “La coyuntura comercial del siglo XIX en el Perú” en: el futuro del pasado, t.1 p. 210-212 38 José Manuel Restrepo p.18 39 AGN EOR Casa de moneda carpeta 1 f. 117-118 40 Castillo Memoria de hacienda 1826, p.56 41 Castillo Memoria de hacienda 1827, p. 107 42 McGreevey, William Paul. Historia económica de Colombia 1845-1930. Bogotá, TM Editores, 1988.

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todo con Jamaica y no con Europa43. En todo caso, las cifras luego de la independencia deben ser tomadas como en la colonia: como un orden de magnitud. Para el período de 1810 vamos a repetir el ejercicio por decenios, para no alterar el rango temporal del análisis. El primer decenio, que va desde 1810 hasta 1819, presenta las consecuencias obvias de una economía en guerra, pero así mismo los contrastes regionales son sintomáticos: para Santafé tenemos una pendiente de -19025, entre tanto para Popayán tenemos una de -19904, lo que señala, que los ritmos de caída fueron los mismos, pero en términos absolutos, la diferencia fue substancial, por cuanto la amonedación de Santafé en el decenio de 1800-09 fue de 13601632 pesos, en el decenio que estamos tratando, fue de 10531840, es decir una disminución del 22%, entre tanto, en Popayán la amonedación pasó de 11038300 pesos en el decenio anterior a 2374016 pesos en el decenio estudiado, una reducción de cerca del 80%. Esta diferencia tiene dos razones posibles: por un lado, el contraste de intensidad de los conflictos en las regiones de influencia de las dos casas que ya hemos descrito y, por otro lado, una diferencia entre la capacidad del stock de los habitantes de ambas zonas. Con respecto a lo primero, es un consenso, que el impacto de las guerras fue mucho más importante en el Cauca44. La segunda causa es clara, en la medida que en el caso payanés, la reserva de oro sin amonedar, ya había sido llevada a la ceca como respuesta a la crisis de la minería chocoana45, y hemos visto en la sección anterior, como la amonedación en Popayán empezó a bajar mucho antes que la de Santafé. En el caso de este último, los comerciantes debieron empezar a sacar su stock, amonedarlo y empezar a girarlo a España, para empezar a cubrir las continuas perdidas por el cierre del comercio y sobre todo, debieron acelerar la amonedación de su reserva, para trasladarla y evitar las continuas exacciones de que eran objeto46. El decenio siguiente (1820-1829) muestra un comportamiento un tanto distinto. La tendencia de Santafé, muestra una caída más acuciante que en el decenio anterior, con una valor de -59012, y su amonedación en el decenio fue de 8868968, lo que se traduce en una reducción del 35% con respecto al último decenio colonial; por su parte la de Popayán muestra un comportamiento marcadamente al alza con una tendencia de 78277, no así su producción absoluta, que aún estaba un 57% por debajo del último decenio colonial. Aunque para Santafé, la primera década republicana presente una tendencia a la baja, y una disminución importante en la amonedación, hay dos puntos que llaman la atención: por un lado su componente residual, y su leve despegue en los últimos años de la década. En efecto, en momentos anteriores señalábamos la importancia de este componente residual, en el bajo R2 que presenta la línea de tendencia polinómica. Entre 1820-29 llama la atención un año que, por su valor amonedado, muestra una clara discrepancia con la tendencia que se venía presentando y la que presentará, ese año es 1826: ¡fue el año en que más se amonedó en la historia de la casa¡ Desde teoría de errores, uno tendría el legítimo

43 Palacios p.111 44 Palacios p. 118; Tovar p. 132; Ocampo p. 350; Vicente Restrepo p. 89; Melo, Jorge Orlando. “La evolución económica de Colombia 1830-1900” en: Jaime Jaramillo (ed.) Manual de historia de Colombia. Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, 1979, p. 193 45 Barona, p. 197-200. Por otra parte, este autor ha identificado que las curvas entre el oro remachado, ensayado y amonedado presentan un claro desfase, que evidencia la tendencia a atesorar el oro remachado y fundido a cambio de amonedarlo. 46 Para este punto ver mi trabajo sobre comerciantes.

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derecho de no tener en cuenta dicho dato para evitar las alteraciones de la tendencia como en efecto sucedió. Pero este tipo de ejercicio para el historiador sería una suerte de “pecado capital”, y en cambio de pensar en deshacerse de él debe tratar de explicarlo. La razón del espectacular desempeño en ese año, no se debe a un mejoramiento en las introducciones de oro de particulares, sino por una entrada de alrededor de 4.000 marcos (544.000 pesos) que hizo la tesorería general en el segundo semestre de 182547. En este momento no se pude dar respuesta sobre el origen de dichos metales, aunque la respuesta puede estar en los oros provenientes del préstamo de Londres48; sin embargo los oros que entraron por este concepto no cubren la cantidad de los 544.000 pesos. De otro lado, llama la atención la leve tendencia al alza de los últimos años de la década, que no hace sino anunciar la sostenida recuperación que veremos para dicha casa en la del 30. En ese sentido es pertinente dejar hablar a José Manuel Restrepo, quien entregó una razón de los resultados de su gestión y sus preocupaciones en abril de 1830:

“[Una] mejora que exigen las casas de moneda es el aumento del fondo para comprar los metales. La de mi cargo tiene apenas 75000 pesos, que es la mitad de lo que necesita especialmente ahora que se ha aumentado el oro de las minas de Antioquia. Si este fondo no se deja aumentar, viendo los particulares que la casa tarda en pagarles sus oros, los venderá a los extranjeros con perjuicio del erario y relajación de la moral pública. Por tanto es de mucho interés para el gobierno aumentar si fuere posible el fondo o por lo menos no disminuirlo con libranzas extraordinarias. Por lo demás la casa de mi cargo marcha regularmente aunque con la lentitud e imperfección que se originan en las malas máquinas y ninguna otra reforma me parece que deba proponer. En caso de que las casas de moneda de Popayán y Bogotá, se monten con nuevas máquinas, ellas son suficientes para amonedar todos los metales de la república, aunque se doblaran los actuales productos de las minas. Por consiguiente me parece que está en los intereses del gobierno evitar el establecimiento de otras casas de moneda. Esta dirección tiene noticia de una que se proyectaba para Cartagena, la que arruinaría enteramente la de esta Por consiguiente me parece que está en los intereses del gobierno evitar el establecimiento de otras casas de moneda. Esta dirección tiene noticia de una que se proyectaba para Cartagena, la que arruinaría enteramente la de esta Capital y el erario perdería las utilidades que ella produce. Si se permite que los oros de Antioquia de lleven a Cartagena, la mayor parte se exportarán en polvo al extranjero y habría que cerrar esta casa de moneda que no daría para los gastos. Esto de ningún modo convendría a los intereses del gobierno a así es evidente que antes de multiplicar los establecimientos de casa de moneda, la razón dicta que se perfeccionen los que ya existen. Entonces se verán si estos no alcanzan y podría formarse”49

Según la constatación anterior, ya se hacia visible la recuperación del oro antioqueño, que no hace sino confirmar los datos dados por Roger Brew para Antioquia, es decir que las exportaciones de oro provenientes de Antioquia en el decenio que precede al proceso de ruptura política era de 1,2 millones de pesos oro, esta cifra disminuyó a 0,9 millones durante la década de 181-1820, para luego volver a 1,2 millones anuales entre 1821 y 183550. El caso del crecimiento payanés, con respecto al desempeño anterior, presenta igualmente una serie de interrogantes. Efectivamente, una pendiente de esa magnitud llama de

47AHCM Da0259 48 Barriga t. 3 p. 10 49 AGN República, MH tomo 257 f 146-149v 50 Brew, Roger. El desarrollo económico de Antioquia desde la independencia hasta 1920. Medellín, Universidad de Antioquia, 2000, p. 102

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inmediato la atención. La causa, según el director de la casa de moneda de Popayán, quien se quejaba a su vez de las continuas exacciones del ejército, era el aumento de las introducciones de barbacoas: “Pero hago observar a VS que el fuerte d e todos los intendentes del en este departamento ha

sido siempre intentar el agotar el manantial para salir de sus ahogos, aunque después no produzca cosa alguna la casa de moneda, y hacen lo que el necio que mató la gallina que le ponía un huevo todos los días. Sírvase VS no condescender a instancias en que se proyecte sacar más dinero de la casa de moneda, porque se hace en ella mucha falta el fondo para pagar a los rescatadores, y que no se detengan los pagos. Con especialidad en las labores en que por haber entrado mucho oro de barbacoas, se abronsean y rajan los rieles”51

Desafortunadamente se hace imposible extender el análisis para la casa de Popayán hasta 1839 por falta de datos, sin embargo un análisis de la de Santafé arrojaría constataciones importantes. Para este período la recuperación fue latente, aunque no se llegó a los niveles de amonedación colonial. Su amonedación total fue de 11845872 pesos, es decir sólo una reducción del 20% con respecto al período antes de 1810. Su tendencia fue de 31699, lo que habla de un crecimiento fuertemente ascendente, si se tiene en cuenta que la mayor tendencia en el período colonial fue de 38474 (1790-99). Entre tanto, la visita que se hizo a la casa de Popayán en 1835, no auguraba los mejores resultados, y las reducciones en la introducción de oros se hacia cada vez más aguda:

“Fuera de esto, ese hermoso país ha sido casi intermisión el teatro de la guerra, y por consecuencias de este azote de la humanidad, ha de haber perdido el dicho establecimiento sus mejores instrumentos y los resortes que debieran tenerlo bajo un pie brillante. Dedujese de todo esto, que es ahora cuando se va a plantar, con la perfección posible, la casa de moneda de Popayán” 52

Los resultados hasta aquí expuestos, permiten llevar a cabo varias conclusiones: En primera instancia, las tendencias de amonedación confirman la caída de la amonedación en las regiones de influencia de la casa de moneda de Popayán, esto es: Chocó, Popayán y Barbacoas. Entre tanto, la casa de moneda de Santafé, muestra una recuperación luego de la década de 1820, producto de que el desempeño minero de Antioquia, aunque se vio afectado, no entró en una decadencia con su homologa caucana. En ese sentido, la participación relativa de las regiones en el total de la producción cambió su eje hacia Antioquia, y aquí una vez más se puede echar mano de los registro de a casa de moneda, porque mientras en le período colonial la casa de santafé acuñaba entre el 51 y el 55 % del oro neogranadino, para el periodo de 1810 a 1830 esta participación se elevó entre el 65 y el 84%. Pero aun queda latente el problema de los determinantes de este comportamiento. A estos últimos, dedicaremos la última sección del escrito aunque los estudios a este respecto, son todavía pocos.

51 AGN República MH tomo 246 f 733-733v 52 AGN República, monedas tomo 1 f. 15v

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2. Los determinantes de la producción minera53

Peter Bakewell ha puntualizado aquellos factores que determinan el comportamiento de la producción minera, que, salvo claras excepciones como el azogue pueden ser extendidas para el caso de la minería de oro neogranadino. Dichos determinantes son básicamente: por una parte la demanda internacional de metales, así como la demanda interna, por otro lado los determinantes de carácter geológico y tecnológico, la disponibilidad de capitales, el carácter de la mano de obra y su calificación54. Pero estos determinantes, para un período de convulsiones como el que aquí se trata, no son suficientes. Para el caso de la independencia, Carlos Contreras ha identificado a su vez unos factores que luego de este periodo influyeron en el curso de la minería: la situación heredada, la política tributaria, y la afluencia de la inversión extranjera55. Con respecto al primer determinante, es decir la demanda interna y externa de metal, y por lo demás las implicaciones de la lógica del mercado, McFarlane ha llamado la atención claramente en el poco estímulo que ejercía el mercado sobre los mineros, y en estas condiciones los cambios en las relaciones de la demanda no afectaron considerablemente la producción56. Por otra parte, la existencia del fenómeno como el entable en Popayán, el cual consistía en evitar todo lo posible la interacción con el mercado y por ende los desembolsos monetarios, hacia que se evitase una vulnerabilidad frente a los cambios de los mercados externos o internos. Sin embargo, la importancia para las relaciones entre la minería y el comercio de la demanda internacional del oro así como su precio, vienen a jugar un papel importante por dos razones: 1.durante el período estudiado, los comerciantes empezaron a intervenir directamente en la minería57, relación que en le periodo colonial había sido escasa 2. Los precios, a los cuales se adquiría una serie de herramientas e insumos para el laboreo de las minas, así como la adquisición de mercancías más baratas, como fue el caso de las telas58, posibilitó menos gastos, estimulando directamente tanto la pequeña como la gran minería. Colombia dejó de ser el primer productor de oro en Hispanoamérica, para dar paso a Chile, quien poseía una industria minera joven y poco afectada por la guerra. Por otro lado, su participación internacional en la producción de oro empezó a perder terreno, al pasar de 24,4% en 1801-1810 a 16,2% en 1831-184059. El valor del oro, con respecto al de la plata

53 Para un ejemplo de aplicación de un análisis desde los determinantes, ver Bonilla, Heraclio, “Minería, mano de obra, y circulación monetaria en los andes colombianos del siglo XVII”. En: Fronteras de la Historia, Nº 6, 2001. 54 Bakewell, Peter. “Los determinantes de la producción minera en Charcas y en Nueva España durante el siglo XVII”, en: Heraclio Bonilla (ed.) El sistema colonial en la América Española, Barcelona, Crítica, 1991. 55 Contreras, Carlos. “La minería hispanoamericana después de la independencia. Estudio comparativo de Bolivia, Chile, México y Perú”, en: Margarita Menegus (ed.) Dos décadas de investigación en historia económica comparada en América Latina. Homenaje a Carlos Sempat Assadourian. México, El Colegio de México/ Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social/ Instituto Mora/ UNAM, 1999. 56 McFarlane p.205 57 Brew p.111 58 Palacios p.121 59 Palacios p. 118

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en el pasó de 15.6:1 en 1801-1810 a 15.7:1 en 1831-184060. Pero un indicador más notable del beneficio para la producción minera de la coyuntura internacional fue el precio que obtuvo el oro en el periodo 1810-1848. En efecto, los exportadores neogranadinos experimentaron un precio del oro que subió un 145% en los mercados internacionales. En estas condiciones un beneficio claro que recibió en la minería neogranadina, en especial la antioqueña, fue poder acceder a esa coyuntura, que bajo el marco del imperio español hubiera sido casi imposible. Las características geológicas, geográficas y climatológicas de la época no han llamado suficientemente la atención de los historiadores con la notable excepción de Robert West, aunque la pertinencia de sus pesquisas para nuestro objeto son pocas por tratarse sobre todo del siglo XVI y XVII61; también son importantes los aportes que en su momento hizo Vicente Restrepo. Pero luego de la independencia las fronteras mineras, producto del agotamiento de los oros de los ríos, no parece haber sido la regla, estos procesos deben buscarse al finalizar el siglo XVII y comienzo del XVIII, así como en la segunda mitad del siglo XIX. Así la minería de la joven república no tuvo que afrontar una evacuación de fronteras importantes. Por otro lado para Antioquia, la minería de veta era sólo el 5% en 1820 y pasó a ser el 25% en 186062, de la misma forma para el Cauca, con la notable excepción de Marmato, no hay una explotación importante de minería de veta. En estas condiciones no hubo un cambio importante en el tipo de mina que se explotó. Ni tampoco hubo cambios importantes en la forma como se explotaron63. De esta forma la independencia no trajo un beneficio en el sistema de extracción de metales. Por otra parte, en la historiografía hay un consenso en el poco éxito que tuvieron las inversiones extranjeras en el sector minero64. Para el periodo tratado, se ha hecho énfasis en el fracaso de la Anglo- Colombian Mininnig Asociation, pero no se ha investigado a fondo el desarrollo de la empresa, ni tampoco las implicaciones de su fracaso. Según Bushnell uno de las causas del fracaso fue la falta de un sistema adecuado de transportes dentro de Colombia65. En todo caso, como señaló Brew “Sólo hasta después de 1885 el capital extranjero empieza a tener importancia”66. En la tabla 1 presento la participación en la amonedación para Santafé, de parte de extranjeros que puede servir como un indicador de su participación en la producción minera. En resumen, la participación del capital extranjero no cambió la estructura de la producción minera neogranadina, por lo menos en sus primeros 20 años de vida. Esta constatación, adquiere mayor connotación, si se tiene en cuenta que para las demás experiencias de la América Latina, la presencia extranjera fue crucial en la modernización, la reducción de

60 Mitre, Antonio. Los patriarcas de la plata. Estructura socioeconómica de la minería boliviana en el siglo XIX. Lima, Instituto de Estudios Peruanos, 1981. p. 30 61 West, Robert. La minería de aluvión en Colombia durante el período colonial. Bogota, Imprenta Nacional, 1972. 62 Brew p. 120 63 Palacios p119 64 Bushnell p. 169; Tovar p. 133-134; Vicente Restrepo, p. 136-137; Ocampo p. 353 65 Bushnell, p. 170 66 Brew p. 105

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costos y aumento de producción67. Así, el beneficio derivado de la apertura del país al capital extranjero tuvo que esperar 50 años más.

Tabla 1

Oro amonedado por extranjeros en Santafé de Bogotá 1830-183268

Año Valor en pesos

Relación con el total amonedado

1830 67320 8 1831 101184 7,4 1832 102680 12.5

La situación heredada, está directamente relacionada con la intensidad y magnitud de los enfrentamientos durante el periodo de independencia. Aunque el estado del sector minero que heredó la república no era de una catástrofe generalizada, el impacto fue lo suficientemente fuerte para presentar las disminuciones que hemos analizado en acápites anteriores. En ese sentido los costos de la guerra están asociados con destrucción de capital, fuga de capitales y perdida de mano de obra. Ha sido David Bushnell, en el clásico texto sobre el régimen de Santander, quien señaló que la minería de la nueva granada no sufrió sistemáticamente como la Nueva Granada; en efecto, al no haber una gran inversión en activos fijos, su vulnerabilidad fue menor69. En ese sentido, para el caso antioqueño, alrededor de las dos terceras partes del oro era explotado por mineros independientes70, sus bienes de capital consistían en una batea y una barra de hierro. Su actividad no requería una inversión inicial, así que su capacidad de movilidad era extraordinaria. En estas condiciones, en un contexto de guerra, el reclutamiento se hacía más difícil dado el grado de libertad de los mazamorreros. Ahora bien, aunque no se ha mensurado, reclutamiento efectivamente hubo, y no sólo se perdía al hombre que se encargaba de sacar el oro de los ríos, sino se perdía su conocimiento previo, pues el mazamorreo no era un ejercicio tan improvisado como parece71. Pero, a diferencia de la poca vulnerabilidad de la minería independiente, la minería de canalón tenía mucho que perder. En efecto, el costo de oportunidad de los mineros que se dedicaban a este tipo de explotación minera, en tiempos de guerra, era demasiado elevado por varias razones: 1. Había una concentración mayor de trabajadores, en especial esclavos, que hacía fácil un proceso de reclutamiento, 2. El canalón sí requería una inversión inicial y su imposibilidad obvia de traslado hacia inevitable abandonarlo. En estas condiciones, la minería antioqueña sufrió, pero no de manera tan catastrófica, debido a que la mayoría del oro la producía mazamorreros independientes que podían mitigar un poco los efectos de la guerra. Cabe anotar, que dentro de la misma Antioquia hubo ciertos contrastes: por ejemplo, la

67 Contreras, p. 270 68 AGN, República, Monedas tomo 1 f 7-9 69 Bushnell, p. 167 70 Twinam, p. 69 71 West p. 33

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explotación de los ríos Sucio y Murri y sus afluyentes quedó casi paralizado luego de las agitaciones políticas72. Pero si eso sucedió en Antioquia, en la minería del Cauca y Chocó el proceso fue totalmente diferente. La forma de explotación, era esencialmente la misma: minería de aluvión. Sin embargo, las minas de esta región eran trabajadas fundamentalmente por mano de obra esclava, esclavos que eran el bien de capital más importante. Pero este tipo de explotación a fines de la colonia estaba cambiando, y la mano de obra esclava estaba siendo reemplazada progresivamente por mano de obra libre. Barona le llama a este fenómeno “la democratización del sector minero”73, que para 1820 era una realidad ineludible, que había erosionado el sistema del entable. Sin embargo, fue la independencia la que aceleró este proceso. No sólo por que arrebató al complejo mina-hacienda mano de obra esencial, sino porque posibilitó el proceso institucional de las manumisiones74. Además dicho complejo sufrió serias lesiones, que hacían sencillamente imposible que la hacienda sobre todo las del Valle del Cauca, siguieran abasteciendo la mina y las que no se vieron tan afectadas en la guerra, vieron como muchos mercados mineros desaparecían75. Por otro lado, aunque no se ha calculado cuál fue la fuga de capitales producto de las guerras, el abandono de las minas y haciendas por parte de sus dueños fue una situación que empeoró las cosas, haciendo que algunas haciendas y minas sólo se recuperaran en la década de los 40s, si es que se recuperaron76. Así, la independencia aceleró bruscamente algunos procesos, que para el caso del Cauca, no dieron tiempo suficiente para la consolidación de la producción basada en una mano de obra libre, lo que se tradujo en una reducción sustancial de la producción minera, que para el caso caucano nunca alcanzaría los niveles coloniales. Como hemos visto hasta aquí el papel esencial de la mano de obra explica en gran medida los contrastes regionales. Es a este factor al que hay que poner atención a la hora de evaluar los costos de transacción. Investigaciones futuras, deben tratar de ponderar la cantidad de mano de obra que salió de la vida económica. No en vano, un mercader francés, Julián Mellet señalaba hacia 1819 que “habiéndose trabajado hasta aquí las minas por medio de los negros esclavos, que es gente robusta y apta para esta ocupación, parece que no debía separársele de ella. Han sido aplicados al servicio de las armas, y las cuadrillas por medio del quinto que se hizo, se disminuyeron considerablemente, de donde ha resultado que la explotación se halla actualmente reducida a la nulidad”77. 72 Vicente Restrepo, p. 47 73 Barona p.139-140 74 Colmenares p. 163 75 Díaz de Zuluaga, Zamira. Guerra y economía en las haciendas, Popayán, 1780-1830. Bogotá, Banco Popular, 1983. p.103-104 76 Escorcia, José. Desarrollo político, social y económico, 1800-1854. Bogotá, Banco Popular 1983. p. 58-59 77 Citado por Vicente Restrepo p. 92

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Anexo

Tabla 2 Evolución de la Amonedación en Nueva Granada por decenios

Años Amonedación en Popayán

índice Amonedación en Bogotá

índice Amonedación en

Nueva Granada índice Participación

relativa Popayán Participación relativa Bogotá

1780-1789 8880246 80,4 9067256 66,7 17947502 78,8 51 49 1790-1799 9470768 85,7 11766057 86,5 21236825 86,1 55 45 1800-1809 11038300 100 13601632 100 24639932 100 55 45 1810-1819 2374016 21,4 10531840 77,43 12905856 52,3 82 18 1820-1829 4833490 43,7 8868968 65,2 15789722 64 64 36 1830-1839 11845872 87,1