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de conciencia y voluntad yueconstantemente están impri­miendo nuevas fonnas a lamateria. El último capítulodel libro eS fundamental porestar dedicado a la relaciónde la praxis y la violencia:en él se afirma que la mate­ria sólo puede transformarseviolentándola. La teoría dela violencia se convierte asíen el eje de toda "praxis"El orden establecido única­mente puede transfonnarsepor el uso de la fuerza y,siendo el hombre el único serque puede usar de ella, Sán­chez Vázquez define la vio­lencia por su carácter exclu­sivamente humano.

El trabajo humano violen­ta la naturaleza para ade­cuarla a. sus necesidades, elescultor violenta el mánnolpara crear la estatua que vaa satisfacer una necesidad es-

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tética. A los hombres queviolentan a los hombres enlas sociedades explotadorashasta convertir las relacionesde producción en violenoiaestablecida se responde histó­ricamente, con la violenciarevolucionaria que asegura elprogreso social. Estas violen­cias de signo positivo, en con­traposición a las de signo ne­!{ativo, son inseparables detoda acción humana, creado­ra. transformadora, nos diceSánchez Vázquez, y estaránunidas al hombre en su pro­ceso de humanización de lanaturaleza y de sí mismo, sal­vo la violencia revoluciona­ria, que como "partera de lahistoria" ha acompañado a lapraxis sooial humana en susviajes decisivos, y que traba­ja en definitiva contra símisma, es decir, contra la vio­lencia de mañana. concluyeSánchez Vázquez.

Antes de emitir un juiciocrítico hay que destacar. porsu importancia, el tono polé­mico de Sánchez Vázquezante los filósofos que se hanocupado del mismo problema.Nuestro autor sostiene, fren­te a esos pensadores, una po­sición muy personal que re­sulta a la postre aleccionado­ra, pues supera un vicio tancomún a la filosofía de nues­tros días, que consiste en se­ñalar en el adversario CO:1

quien se polemiza. sólo aqué­llo que es falso, para así re­futarlo fácilmente. Las críti­cas de Sánchez Vázquez, por

el contrario, tienen el inne­gable mérito de ser ?ocumen­tadas y los contranos trata­dos honradamente, de ahíque sus juicios no sean puranegación, y que en algunoscasos acepte sus argumentosexplicando su sentido.

Sánchez Vázquez ha abier­to nuevos caminos a la teo­ría marxista de la praxis, ala vez que su riqueza filosó­fica nos pone en contacto conun mundo nuevo que resultarevolucionario para la filoso­fía. pues hace del hombre un"horno faber" un ser crea­dor productor' por excelencia,qu; rompe con la concepcióntradicional aristotélica delhombre como animal políti­co. La Filosofía de la pra­xis constituye un trabajo sis­temático, hasta ahora, únicoen su género.-Melvin Cantarell Gamboa

Jean PouilIon y otros: Pro­blemas del estructuralismo.Siglo XXI Editores, México,1967. 182 pp.

Desde hace más de una dé­cada el estructuralismo ocu­pa un sitial de relevancia en­tre las corrientes metodoló­gicas. Si se afianza primera­mente merced a la proficuaobra de Claude Lévi-Straussdesde la disciplina antropoló­gica, hoy prácticamente nohay rama de la ciencia socialque no posea una escuela es­tructuralista. Este método deanálisis ha sido objeto de de­bates y controversias y laapreciación de sus posibilida­des y sus limitaciones mantie­ne actualmente una plena vi­gencia. A tal punto que laprestigiosa publicación pari­siense Les Temps Modernes,que dirige .lean-Paul Sartre,dedicó el número de noviem­bre último especialmente aeste tema. Siglo XXI Edito­res ha contado con el buencriterio de editar en su co­lección Teoría y Crítica estaserie de ensayos a los que seisautorizados intelectuales brin_dan sus conclusiones respectode ]e,s Problemas del estruc­tllralismo.

Citamos eh primer términouno que entendemos entre losmás valiosos y atractivos:"Sistema, estructura y contra­dicción en El capital", porMaurice Codelier. El autor-también de Rationalité et

irrationaliCé en economie, depróxima aparición en .SigloXXI- que denota CIertospuntos de identif,icación conAlthusser, entiende restablecerel diálogo entre estructura­lismo y marxismo. Lo queno debe sorprender, señala,"puesto que Marx, hace másde un sig-Io describía toda lavida social en ténninos de'estructuras', lanzaba la hipó­tesis de la existencia de 'co­rrespondencias' necesarias en­tre infraestructuras y super­estructuras para caracterizardiversos 'tipos' de sociedad, ypretendía, por último, ser ca­paz de explicar 'la evolución'de estos tipos de sociedad -porla aparición y el desarrollode contradicciones entre susestructuras".,

Expresa Godelier que paraMarx, lo mismo que paraLévi-Strauss, las "estructu­ras" no se confunden eon las"relaciones sociales" visibles,sino que constituyen un nivelde la realidad, invisible peropresente más allá de las rela­ciones visibles. La lóg-ica deéstas, y más g-eneralmente lasleyes de la práctica social,dependen del funcionamientode estas estructuras ocultas,cuyo descubrimiento deberíapermitir "·informar sobre to­dos los hechos observados",como lo sostiene Lévi-Strauss.

Al suponer que la estruc­tura no se confunde con lasrelaciones visibles sino queexplica su lógica oculta, Marxanuncia la corriente estructu­ralista moderna. "Se une ple­namente a esa corriente, alplantear la prioridad del es­tudio de las estructuras sobreel de su g-énesis y su evolu­ción."

En su comparación entreMarx y el estructuralismomoderno, GodcIier llega aaislar dos principios de aná­lisis sin uno de los cuales "elestudio del funcionamientointerno de una estructuradebe preceder y aclarar el es­tudio de su génesis y su evo­lución", afirma que no es po­sible comprender la arquitec­tura de El capital. El otroprincipio es que "una estruc­tura fonna parte de lo real,pero no de las relaciones vi­sibles". Y el autor en las pá­ginas que· sig-uen demuestrala validez de su aserto. Porejemplo, en lo que atañe a ladefinición del dinero "Marx

no opera a la manera he~­

liana 'deduciendo' una cate­goría a partir de otra. Haceexplícitas las funciones de unelemento en el seno de unaestructura o de una estruc­tura en el seno de un siste­ma y explica el orden de esasfunciones. Por tanto, no tie­ne que esperar que se hayadescubierto dónde y cómo seinventó la primera monedapara resolver 'el enigma deldinero'."

Pierre Macherey, coautorcon Althusser de Lire le Ca­pital 1 -de próxima ediciónpor Siglo XXI- aborda elcapítulo "El análisis literario,tumba de las estructuras" conuna interpretación que disien­te con la línea que caracte­riza los restantes tra1?ajos.Marc Barbut se ocupa "Sobreel sentido de la palabra es­tructura en matemáticas"."Estructura e historia" es eltema tratado por A. J. Crei­mas, y Pierre Bourdieu con­cluye con "Campo intelectualy proyecto creador., En su ensayo introductorio,.lean Pouillon trata de apro­ximarse en una definición delestructuralismo, tarea nadasimple por cierto, y de suforma operativa, para cuyaenunciación se puede seguirmás de un camino, lo queno escluye alguna eventualdiscordancia. Como 10 señalaPouillon "el estructuralismo,bajo este nombre o con cual­quier otro, siempre se prac­ticó sin suscitar otra cuestiónque la de saber si agotaba laactividad del conocimiento osi en este asunto no tenía másque hacer que poner la rea­lidad en casilleros". Y añadeque tomado de manera tansimple no podrían llegar aentenderse tan apasionadasdiscusiones. Prosigue el auto\'que el estructuralismo pro­piamente dicho comienzacuando se admite que es po­sible confrontar conjuntos di­ferentes, en virtud de sus di­ferencias -que se trata deordenar- y no a pesar deellas. De allí que el estructu­ralismo supone la pluralidadde las organizaciones, puesno tiene sentido hablar deuna estructura propia de cadaconjunto o de una estructu­ra-tipo que sería de alg-unamanera su imagen compues­ta: cada variable -sostienePouillon- lo es de las demás

y no de una de ellas, que se­ría privilegiada, ni de un "ti­po ideal".

Estructura da una idea afína la de orl1;anización, pero enel presente caso su aplicaciónes distinta: "Una organiza­ción es una combinación deelementos; es el orden de loshechos, y no es inteligible porsí misma, mientras uno se li­mite a describirla aparte decualquier otra. Sólo se vuel­ve intelil1;ible cuando, por elcontrario, es posible captar suarrel1;lo interno (la estructuraen el sentido del diccionario)como uno entre otros, porquees la única forma de plantearel problema de su sig-nifica­ción." Se concluye en que elestructuralismo no define sim­plemente un orden, sino quefundamenta en él su dina­mismo práctico.

Respecto de las posibilida­des del estructuralismo. Poui­llon sostiene que ning-ún cam­po le está prohibido, y noporque resuelva todos losnroblemas sino porque puedeabordarlos. Para probar quelo real está estructurado, na­da indica que sea necesarioreducirlo. El estructuralismono es el formalismo. Por elcontrario, inquiere sobre ladistinción entre la forma y lamateria y no hay materia aÍ­guna que a priori le resulteinaccesible.

Mas a juicio del autor ca­bría aun elaborJr una teoríageneral de las contradiccio­nes para establecer en primertérmino su tipología. Añadeque el estructuralismo enfren­ta aquí, aparentemente, sudificultad más grande. Queel análisis y la colocación delas realidades históricas pue­dan ser estructurales, comose ha tratado de demostrar,¿ acaso implica que en sí mis­mos también lo son? Que lasrelaciones sean estructuralesno dice que las plantea. Sevuelve así para Pouillon laobjeción fundamental: el es­tructuralismo permite anali­zar lo constituido, pero ;. dón­de está el constituyente? Pa­ra Sartre la estructura sólopuede comprenderse por lapraxis, con lo que al recono­cer el carácter dinámico dela estructura rechaza el es­tructuralismo.

Sin embarg-o -concluyePouiJIon en su Ensayo de de­finición- ante el interrog-an-

te: ;, la estructura es produc­to de la praxis y lleva sumarca o la praxis está deter­minada por la estructura?,parece que basta con leer losanálisis de Sartre o de Lévi­Strauss para convencerse dela complementariedad de lasdos nociones: no es posiblepensar una s:n la otra, y suooosición no es quizá tan ra­dical como para ser la dedOJ ('aras de una misma rea­lidad.

Elías Condal

Miguel León-Portilla: Tre­ce poetas del mundo azteca.Instituto de InvestigacionesHistóricas, UNAM, 1967,252 pp. 4 ils. en color, 10ils. b. y n. (Ed. bilingüe, ennáhuatl y español) ..

Miguel León-Portilla, investi­gador que ha conseguido almismo tiempo profundizar enla oscura realidad náhuatl yrealizar obras de gran méri­to histórico y documental, en­cuentra en esta edición deTrece poetas del mundo azte­ca la forma justa de presentarvarios aspectos, por demás in­teresantes, de una literaturanunca antes dada a conocery cuyos temas, sin embargo,afloran ocasionalmente en losescritores mexicanos que, pormera referencia vaga o porun inconsciente volver al pa­sado, dan lugar a ese realismomágico que los estudiosos dela literatura ubican preferen­temente en hispanoamérica.

Los nombres de Nezahual­cóyotl, Nezahualpilli, Caca­matzin y Axayácatl traen a lamemoria del lector un eco dehistoria que se dejó atrás sin

profundizar, pero a excepcióndel primero, ninguno parecíatener relación con la poesía,hasta que León-Portilla noslos descubre como escritores,enmarcados además en unboceto histórico breve y efi­caz. Lo meritorio del acerca­miento a los poetas y susobras es la presentación delos textos en náhuatl, seguidosde una traducción directa, sinafeites, que ayuda a formarseuna imagen clara del hombrefrente a ciertas preocupacio­nes religiosas, filosóEcas, on­tológicas, y su recurrencia alos valores que respetaba yque consideraba inmutables.Esta traducción tan llena desinceridad es más notable, porejemplo, en los poemas deNezahualcóyotl, que fuerondados a conocer hace cienaños, o aca,o más, por JoséJoaquín Pesado, quien honra­damente llamó "traduccioneso glosas" a las que hizo de lasobras del rey de Tezcoco, pe­ro que ineludiblemente lasaproximan a su contempo­ráneo José Jorrilla, más queal remoto poeta del mono­teísmo intuitivo.

El tono crepuscular, adver­tido en los poetas mexicanospost-románticos y modernis­tas, viene a resultar heredadode los ancestros indígenas,según se ve por la tónica quesiguen estos trece poetas. Laalegría y el colorido que mani­fiestan en ocasiones, siemprerepresentados por los casca­beles, las plumas y las flores,tienen como contrapunto ca­si ineludible el pensamientoen la muerte, en el abandonode este mundo y de cuantoles resultaba grato. El rego­cijo se muestra a jirones, en-

marcado en los tonos fúne­bres que no abandona quien,como el azteca, o el indígenamexicano en su mayoría, pien­sa que la felicidad es acarrea­dora de desdichas y que porello no debe reconocerse de­masiado abiertamente.

A pesar de la nota gris,acaso pesimista, del indígena,hay un poema especialmentenotable, por lo raro, dentrode la antología, y es el de Tla­tecatzin, que le canta a laahuinanime, la alegradora, laprostituta que, como temaobsesionante de la poesía uni­versal, es la "Dulce, sabrosamujer, /preciosa flor de maíztostado,/ sólo te prestas,! se­rá' abandonada,! tendrás queirte,! quedarás descarnada."y aun en esta poesía, casiuna anacreóntica por el tep1aescogido, hay la consideraciónangustiosa del placer comopreludio del dolor y la muerte.

La realización de ésta an­tología tiene como virtud evi­dente la búsqueda de poemasque no son propiamente reli­giosos, ni épicos por defini­ción, ni líricos del todo;no obstante, estos tres tipos depoesía aparecen amalgamadosen todas, porque la orienta­ción que se le dio a la labordel investigador fue más ha­cia los poetas que hacia lasobras, y esto constituye otroacierto. Hasta ahora todas lasincursiones en la literaturaprehispánica, se habían hechotratando de demostrar quenuestros antecesores habíantenido una actividad artísticaacorde con el desenvolvimien­to normal que tienen. las le­tras en todos' los pueblos, osea: buscando patentizar, quelos aztecas, o los mayas, o losincas, tuvieron su momentoépico, su ciclo místico y supredilección por el lirismo.- La división de la literaturaen ciclos cerrados y determi­nables, cpmo la española enlos menesteres casi gremialesde la juglaría y la clerecía, notiene mucha aplicación a lu­gares y tiempos en que lospoetas carecían de influen­cias y de escuela, y se guia­ban por los acontecimientosy su apreciación de ellos; enese sentido, estudiar a lespoetas nahuas y a sus obras,abstrayéndolos de toda rela­ción colegial, significa repre­sentárnoslos claramente como

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