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  • Esta novela supone un audaz cambio de registro de Julia Navarro quesorprender a sus lectores habituales. Historia de un canalla es unaimplacable indagacin de la condicin humana que refleja con maestra laambicin, la codicia y el egosmo del ser humano. En ese sentido,podramos decir que estamos ante la novela ms psicolgica de JuliaNavarro.Es tambin una novela actual, urbana y cosmopolita, ambientada entreNueva York y Londres, con un par de breves incursiones en Espaa. Latrama se sustenta sobre dos ejes como teln de fondo: el mundo de lacomunicacin y el de la poltica. Las sombras del poder, los hilos que semueven para conseguir los objetivos polticos a cualquier precio y larelacin de dependencia entre el periodismo y la poltica son algunos de losprincipales temas del libro.Impactante y desgarradora, la narracin de Thomas Spencer de losmomentos que le llevaron a triunfar como publicista y asesor de imagen,desde los aos ochenta hasta la actualidad, describe con gran acierto y unsobrecogedor realismo los turbios mecanismos de los que se sirve el poder,as como el sofisticado escenario que las grandes fortunas y los medios decomunicacin ponen al servicio de los polticos, en ocasiones simplesactores en una representacin escrita por otros. Una narracin absorbentepor la que desfila todo el esplendor y la miseria de una poca, al tiempoque desnuda la verdadera esencia de quienes manejan los hilos de nuestrasvidas. La impdica confesin de Thomas Spencer interpela al lector sintregua y nos obliga a ver la naturaleza del poder en toda su crudeza atravs de la historia del mayor de los canallas.

  • Julia NavarroHistoria de un canalla

  • A mis amigas Margarita Robles, Victoria Lafora,Asun Cascante, Lola Travesedo, Asun y Chus Garca,

    Carmen Martnez Terrn, Irma Mejas,Lola Pedrosa, Pilar Ferrer y Rosa Conde,

    porque siempre estn cerca.

    Y para Maia, que tiene ocho aosy pisa fuerte por la vida.

    A Fermn y lex, siempre.

  • Agradecimientos

    A los doctores Isidre Vilacosta, por haber respondido a mis mltiples preguntassobre las enfermedades del corazn, y Pedro Grgolas, por ayudarme adespejar otras dudas sobre cuestiones mdicas. Si hay algn error, soy la nicaresponsable. Gracias por su paciencia.

    Y a todo el equipo de Penguin Random House que, como siempre, me haayudado a que este libro llegue a los lectores.

  • Me estoy muriendo. No, no es que sufra una enfermedad terminal ni que losmdicos me hayan desahuciado. La ltima vez que me vieron fue para decirmeque me encontraban bien, y ms despus de haber sufrido un infarto y unaoperacin para cambiarme las vlvulas del corazn. Tengo, s, un poco alto elazcar y el colesterol, y la tensin en el lmite, pero, dicen, nada que no puedacorregirse tomando unas cuantas pastillas todos los das, haciendo dieta yprescindiendo del tabaco y el alcohol.

    Camine, lo que le conviene es caminar. Es la mejor medicina. Ya lesgustara a muchos con su historial tener su aspecto me dijo el doctor intentandoanimarme.

    No le dije nada. Para qu? Yo s que me estoy muriendo ms all delresultado de los anlisis de sangre o del cardiograma. Que cmo lo s? Lo sporque me miro al espejo cada maana y observo las manchas parduscas queme han aflorado en el cuerpo. Parecen lunares, pero en realidad son la seal deque la piel se muere. No hay centmetro de mi piel que no hay a perdidoelasticidad.

    Miro mis manos y qu veo? Unos hilos azules transparentndose a travs dela piel. Los mismos hilos azules que cruzan mis piernas. Son las venas queadquieren la rigidez de la piedra.

    Ests ms interesante ahora que a los veinte , escucho decir a algunoshipcritas. Mienten. Sobre todo las mujeres. Lo nico que tengo de interesante esla cuenta corriente y estar en la lista de Who Who.

    Hace tiempo que descubr que los otros no te ven por cmo eres, sino por loque representas o tienes. Las mismas canas, la misma piel griscea serancontempladas con indiferencia o incluso con asco si slo fuera uno de esos seresannimos que te encuentras en cualquier rincn de la ciudad.

    Cunto me queda de vida? Acaso un da, una semana, cinco, seis, diezaos o puede que maana me despierte con un dolor agudo en el pecho, o queme descubra un bulto mientras me estoy duchando, o que pierda el conocimientopor un mareo, y entonces el mismo mdico zalamero me dir que tengo uncncer en el pulmn, en el pncreas o en cualquier otro lugar. O quiz me digaque mi corazn cansado vuelve a fallar y necesita una nueva vlvula. Lo que sea

  • para justificar que de un da para otro la muerte acab dando la cara.Pero yo no necesito que me salga un bulto, o marearme, o que me lata

    deprisa el corazn. Yo s que me estoy muriendo porque he llegado a esa edaden la que no cabe engaarse e intuyes que empiezas a vivir en tiempo dedescuento.

    Esta noche la muerte me ronda el pensamiento y me he puesto a elucubrarcmo ser el ltimo minuto de mi vida. Temo que sea en la cama de un hospitalsin poder decidir sobre mi propia existencia. Me imagino incapaz de moverme yacaso ni de hablar, comunicndome slo con gestos o con la mirada sin que nadieme entienda ni comparta mi sufrimiento.

    No elegimos dnde ni cundo nacemos, pero al menos deberamos poderdecidir cmo afrontar el ltimo minuto de nuestra vida. Pero hasta eso lotenemos negado.

    Como s que ha llegado la hora en que la muerte va a presentarse, intentohacerme a la idea de cmo recibirla, cmo sortearla durante un tiempo, perosobre todo cmo iniciar el camino a la no existencia.

    Por eso, a la espera de la visita traicionera, esta noche me asaltan losrecuerdos de mi vida, y al hacerlo me estn dejando un sabor tan amargo comola hiel.

    Soy un canalla, s, es lo que siempre he sido y no logro arrepentirme porserlo, por haberlo sido. Aunque si fuera verdad lo que dicen los fsicos de que eltiempo no existe, deberamos tener la posibilidad de dar marcha atrs para aslograr vivir esa vida que pudimos vivir pero que no hemos vivido.

    Me equivoco si pienso y digo que todos cambiaramos hechos de nuestropasado? Que haramos las cosas de manera diferente a como las hicimos? Sipudiramos volver sobre nuestros pasos Quiz incluso yo las hara de distintomodo.

    Hay individuos que dicen en alto: No me arrepiento de nada . No los creo.La mayor parte de la gente tiene conciencia incluso a su pesar. Yo nac sin ella, oal menos nunca la he encontrado, aunque quiz esta noche llama a mi puerta.Pero me resisto a dejarla pasar, porque nada puede modificar lo que nosatormenta.

    Esta noche, mientras miro de frente a la muerte, hago recuento de lo vivido.S lo que hice y tambin s lo que debera haber hecho.

  • Infancia

  • 1

    Tendra siete u ocho aos, y caminaba junto a la mujer que cuidaba de m yde mi hermano. Deba de ser media tarde, hora en que salamos del colegio.Estaba de malhumor porque la maestra me haba regaado por habermedistrado mientras explicaba no s qu.

    Mi hermano iba agarrado de la mano de Mara, pero y o prefera caminar ami ritmo. Adems, a Mara le sudaban las palmas y me molestaba el contacto desu piel hmeda sobre la ma.

    Yo corra de un lado a otro ignorando las quejas de Mara.Se lo voy a decir a tu madre. Todos los das me haces lo mismo, te sueltas

    de mi mano y lo peor es que ni siquiera dejas que te agarre cuando cruzamos deuna calle a otra, y no miras nunca si viene un coche. Un da va a pasar algo.

    Mara protestaba pero yo no le prestaba atencin. Me saba de memoria suretahla de reproches. De repente llam mi atencin un pequeo bulto junto a laacera. Me aproxim a ver qu era. Lo mov con el pie y para mi sorpresa vi quese trataba de un pjaro, un gorrin de esos que pueblan los rboles de la ciudad.Me pareci que estaba muerto y le arre un puntapi desplazndolo fuera de laacera. Me acerqu con curiosidad para ver dnde estaba y descubr que semova, el suy o era un movimiento lento, como el ltimo estertor. Baj de laacera y volv a darle una patada. El gorrin dobl la cabeza.

    Pero qu haces bajndote de la acera? Hoy s que se lo digo a tu madre,me tienes harta.

    Mara me cogi de la mano y me oblig a caminar junto a ella. Me produjouna enorme irritacin que tirara de m y en cuanto se distrajo, le di una patada enla pantorrilla.

    No me arrepiento de la patada que le di aquel da a Mara, pero no puedoolvidar el cuerpo inerte del gorrin. Fui yo quien le arrebat el ltimo aliento.

    Qu bruto! exclam Jaime mirndome con reprobacin, no s si por lapatada a Mara o por la que le haba dado al gorrin.

    T cllate o te doy tambin a ti respond irritado.Jaime no contest. Saba que, a poco que se descuidara, tendra que encajar

    otra de mis patadas o incluso un puetazo en los riones. Le sacaba dos aos a mihermano, de manera que siempre estaba en desventaja conmigo.

    Se lo voy a decir a tu madre. Es que no puedo contigo Si sigues as no irms a buscarte al colegio. Eres un nio muy malo.

    Malo. S, se era el reproche favorito de la maestra, de Mara e incluso de mimadre.

    Mi padre me reprenda, pero nunca me calific de malo . Me conocademasiado bien para despacharme con esa frase tonta de eres un nio malo .

    Si pudiera volver atrs La escena sera parecida:

  • Yo caminara junto a Mara y Jaime, sin que me importara poner mi mano en lapalma sudorosa de mi cuidadora. Tendra que haberle comentado el motivo de mimalhumor a cuenta de la regaina de mi maestra, la seorita Adeline, yseguramente habra recibido alguna palabra de consuelo de Mara. Algo as comono te preocupes, no es tan grave distraerse, ya vers que si maana ests atento,a la seorita Adeline se le pasa el enfado.

    Yo me fijara en el bulto que se mova en la acera y le pedira a Mara que nosacercramos. Mira ah hay algo, podemos mirar?.

    Mara refunfuara: Qu ms da?; anda, que llevamos prisa, pero habraterminado accediendo. Yo, al darme cuenta de que era un gorrin, lo cogera concuidado. Jaime observara con curiosidad y dira: Pobrecito!. Y los dos,conmovidos, insistiramos a Mara para que nos permitiera llevar el gorrin acasa. Mi madre era enfermera, de manera que algo podra haber hecho por salvarla vida del gorrin. Lo habramos tenido dos o tres das y, una vez curado, lohabramos devuelto a la libertad.

    Pero no fue as y no me arrepiento.Aquella tarde, cuando llegamos a casa, mi madre se estaba arreglando para

    irse al hospital. Esa semana tena turno de noche y pareca cansada, quiz por esoprest poca atencin a las quejas de Mara. Apenas me rega: Cundo vas aportarte bien? Qu voy a hacer si Mara pierde la paciencia y se va? Tengo quetrabajar y sin ella no podra hacerlo .

    Pues busca otra cuidadora respond desafiante.Como si fuera tan fcil! Adems, Mara es una buena mujer. Eres un

    nio muy malo! No s qu vamos a hacer contigo Vete a tu cuarto a hacer losdeberes. Hablar con tu padre y ya te dir l el castigo. Ahora tengo que irme.

    Como siempre. Nunca ests aqu.Saba lo que deca. Quera hacer dao a mi madre, que se sintiera culpable

    por no dedicarnos ms tiempo. En alguna ocasin la haba escuchado hablar conmi padre culpndose por pasar ms horas en el hospital que en casa, y aunque mipadre sola consolarla dicindole que lo importante era el cario que nos daba yno el tiempo que nos dedicaba, mi madre no dejaba de sentirse en falta. Demanera que la golpe donde ms le dola.

    Ella se qued mirndome y vi en su mirada un destello de tristeza y, acontinuacin, de ira.

    Vete a tu cuarto!De camino a mi habitacin aprovech para darle la patada prometida a mi

    hermano Jaime, que solt un alarido que alert a mi madre.Pero qu pasa?

  • Thomas me ha dado una patada! se quej mi hermano entre lgrimas.Mara, por favor, hgase cargo de los nios me tengo que ir Y t,

    Thomas, castigado en tu cuarto sin salir, y este fin de semana no te llevar aninguna parte.

    Y a m qu me importa! Me da igual! Adems, y o no quiero estarcontigo. No me gustas como madre, no eres como las madres de mis amigos,nunca ests.

    Mi madre ni siquiera me mir. Sali de casa dando un portazo. Supongo queera su manera de controlar la rabia y no soltarme un bofetn.

    S, aquella tarde debera haber sido diferente:

    Mam, mam! Mira, hemos encontrado un gorrin y est herido, nosayudars a curarlo? le habra dicho yo mientras mi hermano Jaime se agarrabaa su falda.

    Voy con prisa pero le echar un vistazo. A ver Tiene una patita rota, nadagrave. Buscad un palo finito, quiz alguno de vuestros lpices Ya veris, lepondremos un vendaje y en unos das estar curado y listo para volar. Thomas,pdele a Mara una caja de zapatos y algodn, lo pondremos ah para que estcalentito.

    Nos podemos quedar con el gorrin para siempre? preguntara Jaime.No, su mam lo estar buscando y estar preocupada. Adems, los pjaros

    deben ser libres. En cuanto est curado os acompaar a donde lo habisencontrado y lo soltaremos para que regrese a su nido.

    Gracias, mam dira yo, y me acercara a darle un beso.Mi madre me acariciara el cabello y nos dira: Qu buenos sois. As me

    gusta, que os compadezcis del que sufre, aunque sea un pajarillo.

    Debera haber sucedido as. Pero lo cierto es que yo pas el resto de la tarde enmi cuarto sin molestarme en hacer los deberes, sacando de sus cajas todos losjuguetes y esparcindolos por la habitacin sabiendo que Mara tendra quecolocarlos, lo que la fastidiara doblemente; no slo por el trabajo aadido sinoporque sufra de la espalda.

    Cuando mi padre lleg poco antes de cenar, Mara estaba quejndose.Qu sucede, Mara? Han hecho alguna trastada los nios? quiso saber

    mi padre.Jaime es un santo, seor, no hace ruido, pero Thomas es muy malo,

    seor, slo se le ocurren cosas para fastidiar a los dems.Vamos, vamos, Mara. Hay nios que son ms movidos que otros, pero eso

    no significa que sean malos. A ver, qu es eso que ha hecho Thomas?

  • Mara le cont los incidentes de la tarde y l me llam a su despacho. Comoy o saba que Mara se quejara de m, ya haba maquinado mi venganza.Mientras ella hablaba con mi padre fui a la cocina y volqu todo el salero en lasopa que estaba preparando. No tendra otro remedio que hacerla de nuevo.

    Mi padre era abogado. Trabajaba mucho. Sala de casa por la maanatemprano y no regresaba hasta la noche. Era raro que almorzara en casa. Sinembargo nunca le reproch que no pasara ms tiempo con nosotros. Me parecaque su trabajo era importante y me senta orgulloso de l. Siempre vesta conelegancia, incluso los fines de semana cuando se quitaba la corbata. Mientras quemi madre, cuando se desmaquillaba y se pona una bata, se me figuraba queencoga, que se volva insignificante.

    No has sentido pena por ese gorrin? me pregunt mi padre.Dud antes de responder. Saba que tena que encontrar las palabras

    adecuadas para ponerle de mi parte.Me pareci que y a estaba muerto y bueno, es que no me di cuenta, ni lo

    pens.Pensar. sa era mi excusa. Mi padre siempre me disculpaba alegando que y o

    era un nio atolondrado que no me paraba a pensar y que por eso me meta enlos.

    Pero tienes que pensar, Thomas, y a te lo he dicho otras veces. Si tehubieras fijado bien podras haber salvado al gorrin. Mam te habra ay udado.En cuanto a dar una patada a Mara eso no te lo puedo consentir. Mara es unapersona may or y a los may ores hay que tratarlos con ms respeto. Tambin lehas dado otra patada a Jaime, no te avergenza pegar a alguien que es mspequeo que t?

    Baj la cabeza. Conociendo a mi padre saba que estaba sopesando qucastigo imponerme que no me resultara demasiado gravoso. Por fin lo encontr.

    Mira, vas a leer un cuento que te voy a dar, que trata sobre un chico que nodeja de hacer trastadas, pero un da le ocurre algo que le hace cambiar. Cuandolo leas me lo comentas. Ya vers como aprendes algo.

    Mam ha dicho que no me llevaris a ninguna parte este fin de semana susurr con mi voz ms inocente.

    Bueno, hay que comprender que mam se enfade. La pobrecita trabajamucho, no slo en el hospital sino tambin aqu, en casa, ocupndose de todosnosotros. Ya hablar yo con ella.

    En ese momento escuchamos el grito de Mara.Pero ser malo! Lo que ha hecho, Dios mo! lleg diciendo al

    despacho de mi padre.Pero qu ms has hecho? pregunt l y a alarmado.Ay, seor! Ha volcado toda la sal en la sopa Yo no aguanto ms! Llevo

    en pie desde las siete de la maana y ahora vuelta a empezar. Tendr que

  • hacer otra sopa.Cuando Mara sali del despacho mi padre me mir con severidad.No me gusta lo que has hecho. Mara no se merece que te portes as con

    ella. Tienes que pedirle perdn. Luego vete a tu cuarto y empieza a leer lo que tehe dicho. Lo tienes que haber terminado de leer para la hora de cenar.

    La mirada reprobadora de mi padre me produca un hormigueo molesto en laboca del estmago, pero aun as no estaba dispuesto a pedirle perdn a Mara.

    Podra haberlo hecho. Me habra gustado que Mara le hubiera dicho a mi padreque me haba portado bien, que haba hecho mis deberes sin rechistar e inclusoayudado a Jaime a hacer los suyos.

    l se habra sentido satisfecho y me habra sentado en sus rodillas.Seguramente me habra propuesto que leyramos un rato juntos alguno de esoslibros que guardaba en la biblioteca y que cuidaba como si de tesoros se tratasen.Yo habra disfrutado de ese momento de intimidad con mi padre, porque despusde haber dedicado un rato a la lectura, me habra preguntado por mis amigos, porla maestra, por las lecciones aprendidas. Es probable que, como premio a mi buencomportamiento, me hubiera dejado prepararle la pipa y habramos hecho planespara el fin de semana. Quin sabe si habra encontrado tiempo paraacompaarnos a Jaime y a m a montar en bicicleta, o incluso para comer fuerade casa con mam.

    Nada de eso pas. Fui a mi cuarto y le di una patada a un coche teledirigido,luego me sent en el suelo en medio del caos que yo mismo haba creado. Nopensaba leer el cuento. Tena un truco para salir airoso de las preguntas de mipadre. Lea algunos prrafos por pgina y luego, cuando l me preguntaba, yoresponda sobre lo que apenas haba ledo fingiendo estar nervioso. No memolestaba engaarlo, a pesar de que era la nica persona por la que sentaafecto. As era y o. As soy y o.

    La seorita Adeline era una buena maestra aunque exigente. Nunca dijo unapalabra ms alta que otra, ni mucho menos se le escap ninguna colleja. Miscompaeros de clase parecan apreciarla, pero y o la aborreca tanto como aMara. Todo en ella me molestaba. El rostro amarillento, los ojos que semejabanempequeecerse cuando te miraba causando la impresin de que estaba leyendodentro de tu mente. Su ropa monjil; siempre vesta faldas y jersis en tonososcuros, las medias gruesas, los zapatos bajos. Rondara los cuarenta cuandollegu a su clase y, segn decan, llevaba y a veinte aos en el colegio donde de

  • seguro se jubilara.Sin ser afectuosa, era amable y paciente con los alumnos, siempre dispuesta

    a repetir hasta la saciedad la leccin del da hasta estar segura de que todoshabamos entendido sus explicaciones.

    Yo sola quejarme a mi padre de la seorita Adeline. Le deca que me tenamana, que me regaaba por cualquier cosa, que no explicaba bien las lecciones.Mi padre me crea y de cuando en cuando le peda a mi madre que hablara conla maestra. La respuesta de ella siempre era la misma: Lo har, pero teniendoen cuenta cmo es Thomas, si le regaa es porque se lo merece. Para soportar anuestro hijo hace falta ser un santo .

    Prepar meticulosamente mi venganza.Una maana, a la hora del recreo, y o mismo me golpe la cabeza contra la

    pared. Me hice dao y de inmediato me sali un chichn que me enrojeci lafrente. Antes de que terminara la hora del recreo, sub al aula sabiendo que allestara la seorita Adeline corrigiendo nuestros cuadernos. Al verme entrar conla frente enrojecida se preocup.

    Pero qu te ha pasado? Te has cado? Ven, ensame ese golpe que tienesen la frente.

    Me acerqu despacio, pendiente de que mis compaeros entraran de unmomento a otro en clase. Cuando el primero estaba abriendo la puerta, lamaestra me tena sujeta la cabeza observando el chichn. En ese instanteempec a gritar con todas mis fuerzas.

    No me pegue, no me pegue!Mis compaeros, que entraban en clase, no saban qu estaba pasando. La

    seorita Adeline pareca sujetarme mientras yo gritaba, y tanto y tan fuerte gritque entr la seorita Ann, la profesora del aula contigua a la nuestra, para verqu suceda.

    Me est pegando Yo no he hecho nada! grit llorando ante la miradaincrdula de la otra profesora.

    Por Dios, Adeline, qu pasa aqu?Nada Te aseguro que nada Thomas ha entrado con ese golpe en la

    frente. Yo slo le estaba mirando.Que no me pegue ms, por favor gimote como si estuviese asustado.La seorita Adeline me mir desconcertada, y en cuanto me solt el brazo y o

    hice un ltimo truco: ca al suelo como si me hubiese empujado.Pero, Adeline! exclam la seorita Ann sin saber muy bien qu estaba

    ocurriendo. Vamos, Thomas, levntate Te llevaremos a la enfermera, all tecurarn. Y t, Adeline, en fin, creo que debemos ir a Direccin a aclarar elincidente.

    Por ms que mi maestra jur al seor Anderson, el director, que no me habapegado, y aunque mis compaeros de clase no pudieron dar fe a ciencia cierta

  • de quin deca la verdad, mi chichn se haba convertido en la prueba de cargo.El seor Anderson llam a mi madre al hospital requiriendo su inmediata

    presencia en el colegio. Mientras tanto, yo opt por lloriquear quejndome de lomucho que me dola el chichn. Mis lgrimas resultaron tan sentidas como las dela seorita Adeline, que para entonces se haba derrumbado viendo que eldirector pareca darme ms crdito a m que a ella.

    Pero qu ha pasado? pregunt alarmada mi madre apenas lleg aldespacho del seor Anderson.

    Tranquilcese, doa Carmela, el nio est bien respondi el directorevidenciando su nerviosismo, aunque en realidad no sabemos muy bien lo queha sucedido.

    Pero cmo puede poner en duda mi palabra? se quej mi maestra.El director no respondi y en ese momento supe que tena la batalla ganada.Mi madre escuch en silencio la explicacin de lo inexplicable de labios de la

    seorita Adeline. Mi maestra jur lo que era verdad: que yo haba entrado en laclase ya con el chichn y, cuando ella se dispuso a ver qu me pasaba, me puse agritar acusndola de estar pegndome.

    Bueno y o no s qu decirle, doa Carmela. Siento este incidente, leaseguro que nunca haba sucedido algo as en el colegio. La seorita Adeline esuna maestra querida por los nios y nunca hemos tenido quejas sobre sucomportamiento, pero no s, quiz Thomas la ha puesto ms nerviosa de lohabitual, y a sabe que su hijo es muy inquieto. El director se retorca las manosmientras hablaba.

    Qu ha pasado, Thomas? me pregunt mi madre con voz cansada.Not que dudaba de que la seorita Adeline me hubiera pegado, que intua

    que haba sucedido algo que se le escapaba.Yo no respond sino que llor con ms fuerza mientras me abrazaba a su

    cintura. Mi madre me apret contra ella intentando consolarme. De reojo mir ala seorita Adeline y la supe vencida.

    Pens que era mejor no decir una palabra ms y seguir llorando, no fuera acontradecirme. Para entonces mi cara estaba tan enrojecida como el chichn ylos ojos se me haban empequeecido a causa de las lgrimas. Fue una actuacinextraordinaria, ni un actor profesional lo hubiera hecho mejor, porque a pesar desus primeras reticencias mi madre acab creyendo mi versin. Ella me conocabien pero no lo suficiente como para creerme capaz de tamaa villana.

    Espero que tome usted una decisin. Lo que le ha sucedido a mi hijo esimperdonable.

    S, s sin duda, claro que adoptaremos medidas Reunir al claustro deprofesores.

    Tendr que hacer algo ms, seor Anderson. No creo que los padres de losalumnos de este colegio puedan estar tranquilos sabiendo lo que le ha ocurrido a

  • mi hijo. Hoy ha sido Thomas el agredido, maana puede ser cualquier otro.Por primera vez vea a mi madre conmovida por mi llanto, acaso porque era

    difcil verme llorar. Fue eso lo que la convenci.Al da siguiente no fui al colegio. Mi madre ni siquiera me despert. Cuando

    abr los ojos bien entrada la maana, la encontr sentada en el borde de mi camamirndome con atencin. Me sobresalt su mirada pero me tranquilic al verlasonrer mientras me coga una mano. Creo que se senta culpable por dudar dem.

    No irs al colegio hasta que el seor Anderson no resuelva qu va a hacercon la seorita Adeline. Y ms vale que lo decida pronto.

    No has ido a trabajar?No, hoy me quedo contigo. Saldremos a dar un paseo y esta tarde iremos a

    buscar a pap al despacho, te parece bien?Y Jaime? Quise saber si tendra que compartir a mis padres con mi

    hermano.Mara se ocupar. Hoy estaremos juntos slo los dos.

    Cuando regres al colegio la seorita Adeline ya no estaba. La haban despedido.No slo eso; el colegio haba puesto el caso en manos de las autoridades deEducacin, lo que supona que sufrira una sancin y que su carrera comomaestra haba terminado.

    Me felicit por mi xito. La muy estpida haba calculado mal sus fuerzas almedirse conmigo.

    Escuch a algn profesor lamentarse de la suerte corrida por la seoritaAdeline. Por sus murmuraciones supe que la que fuera mi maestra estaba viuday mantena a una hija imposibilitada. Si no volva a trabajar, ambas mujerestendran que vivir de la caridad. No me conmovieron aquellos chismorreos.

    Me arrepiento de lo sucedido? Hace tanto tiempo! Nunca me he engaadosobre la crueldad de mi comportamiento. Si pudiera revivir aquellos momentosS que tuve una oportunidad para evitar la desgracia de la seorita Adeline.

    Cuando mi madre me pregunt: Qu ha pasado, Thomas? , yo deb haberdicho la verdad:

    Mam, estoy enfadado con la seorita Adeline. Me pone muchos deberes yme exige mucho. He querido fastidiarla En realidad el chichn me lo he hechoyo solo. Lo siento, mam, siento haber mentido

    Puedo imaginar el estupor en el rostro del seor Anderson, el alivio en el de laseorita Adeline y la ira en el de mi madre.

    De manera que nos has engaado Es imperdonable lo que has hecho, has

  • estado a punto de causar un gran mal a la seorita Adeline. No s qu voy ahacer contigo, eres un diablo! me habra dicho mi madre intentando controlarsepara no darme un bofetn en presencia del director y de mi maestra.

    El seor Anderson, por su parte, se habra rascado la cabeza, que es lo quesola hacer mientras tomaba alguna decisin, y me habra mirado con severidad.

    Jovencito, lo que has hecho est muy mal y naturalmente tendrconsecuencias. Doa Carmela, usted comprender que debemos aplicarle unbuen correctivo Y usted, Adeline En fin, espero que nos disculpe por el malrato que le hemos hecho pasar, pero entindalo La acusacin de Thomas era tangrave y adems con ese chichn Hay que ver de lo que ha sido capaz estenio, nada menos que de autolesionarse!

    Yo lo siento, de veras que lo siento, seor Anderson. Espero que la seoritaAdeline pueda perdonarnos. No hemos debido dudar de su versin conociendo ami hijo No s cmo disculparme, ni qu puedo hacer para desagraviarla

    La seorita Adeline se habra enjugado las lgrimas con uno de esos pauelosimpolutos que siempre llevaba en el bolso y, aliviada, habra aceptado las excusasde mi madre, aunque la imagino mirando con cierto reproche al director. Encuanto a m, seguro que me mirara con espanto, como si estuviera en presenciadel mismsimo demonio.

    Doa Carmela bueno, creo que deberamos hablar de este desgraciadoincidente. Thomas, vete a clase, ya te llamaremos.

    En ese momento yo habra llorado con ms fuerza, con la misma fuerza con laque haba envuelto mi mentira, suplicando el perdn de mi madre, de mi maestra ydel director.

    S, eso es lo que debera haber hecho. Qu hubiera pasado? A buen seguro, mimadre me habra regaado y me habran castigado en el colegio y en casa, peroa m nunca me haban importado los castigos. No, si no dije la verdad no fue porcobarda, sino por maldad. S que fue as.

    Mi madre siempre me comparaba con Jaime. Puede que fuera por eso por loque odiaba a mi hermano con tanta intensidad.

    Fjate en Jaime, tu hermano tiene seis aos pero es ms responsable quet . Mira Jaime, ha recogido su cuarto sin que se lo haya tenido que decir . Menudas notas las de Jaime! Todo sobresalientes, y t eres un desastre,Thomas. No estudias, te portas mal, eres un desordenado; no s qu vamos ahacer contigo .

    S, stas eran algunas de las frases ms frecuentes de mi madre. Y cuantoms me pona a Jaime como ejemplo, ms aumentaba mi animadversin haciami hermano.

    Deba de tener doce aos cuando decid deshacerme de l y todo a causa de

  • mi padre. Me haba acostumbrado a los reproches de mi madre, a que no fueracapaz de ocultar lo mucho que y o la irritaba y lo complacida que se senta conJaime. A l le besaba recrendose en el abrazo, sonriendo, mientras que y o no lepermita esos gestos de cario y, apenas pegaba los labios en mi mejilla, meapartaba como si me diera asco.

    Pero no slo mi madre dedicaba sus mejores sonrisas a mi hermano. Los tos,los primos, los amigos de mis padres siempre tenan una palabra de elogio paraJaime. Bien es verdad que yo no daba motivos para las alabanzas. Era arisco, nome dejaba besar por nadie y procuraba fastidiar a las visitas. Una tarde en quenos visitaba mi ta Emma, la hermana de mi padre, abr su bolso y lo vacitirando su contenido por la ventana. Fue el portero el que subi a avisar de quedesde una de nuestras ventanas volaban distintos objetos: un paquete de pauelos,un monedero, un billetero, unas llaves Claro que eso no fue lo peor, ya que otroda me divert cortando las mangas de su abrigo. Ella sola decir a mi padre queyo era un nio muy problemtico y le recomendaba que me llevaran a algnpsiclogo. Pero sus consejos caan en saco roto. Creo que mi padre pensaba quesu hermana Emma no saba demasiado de nios. Se haba casado joven yenviudado pronto sin tener hijos. Su marido muri aquejado por una leucemiafulminante y ella no haba vuelto a casarse.

    Mi padre me regaaba pero sin mucha conviccin, mientras que mi madresola darme algn que otro bofetn.

    Este nio va a acabar conmigo! , sola gritar ante mis hazaas.Ya digo que yo crea contar con el apoy o incondicional de mi padre. De

    hecho, estaba convencido de que era el nico que me quera ms que a Jaime.Una maana de domingo descubr que estaba equivocado.

    El domingo era el da libre de Mara, as que mi madre madrugaba parapreparar el desayuno mientras mi padre terminaba de arreglarse. A Jaime y am nos dejaban dormir un rato ms mientras ellos desayunaban en la cocina.

    Ese domingo me despert antes de tiempo y, despus de comprobar que mihermano dorma, me dirig a la cocina sabiendo que all estaran mis padres. Porfin podra estar con ellos a solas, sin la presencia de Jaime! Pero no llegu aentrar porque escuch a mi padre hablar de m.

    El pobre es un desastre. No es guapo, no posee ninguna habilidad especial,no tiene cabeza para estudiar Qu le vamos a hacer, Carmela, Thomas es as,pero es nuestro hijo, debemos aceptarle. Al menos tenemos el consuelo deJaime. El pequeo, gracias a Dios, lo tiene todo.

    Si mi padre me hubiera abofeteado no me habra dolido tanto como aquellaspalabras que acababa de escuchar. En realidad nada hasta ese momento mehaba herido realmente. Ni los castigos en el colegio, ni los golpes que recibacuando me peleaba con algn chico de mi clase, ni las regainas de mi madreme haban provocado aquel dolor que se expanda desde el estmago hasta

  • dificultarme la respiracin.No es que mi padre renegara de m, eso lo habra podido soportar, es que me

    compadeca, y sa era una humillacin que no saba cmo encajar.Tard unos segundos en poder moverme, en volver a sentirme vivo. Decid

    continuar escuchando, pero me pareci que mi madre miraba hacia la puertacomo intuyendo una presencia, de manera que retroced en silencio y regres ami habitacin.

    Jaime continuaba durmiendo y me plant frente a su cama para observarle.Mi padre tena razn, no nos parecamos. El rostro de Jaime reflejaba labonhoma de su carcter, y s, al contrario que yo, era guapo.

    Sent la necesidad de castigar a mis padres por su evidente desamor hacia m.Ya no poda engaarme creyendo, como lo haba hecho, que y o era el favoritode mi padre. Porque estaba convencido de que as era; los dems preferan aJaime y no lo ocultaban, pero mi padre siempre era afable conmigo y medemostraba su cario. Ahora saba que lo haca por resignacin.

    La idea cruz rauda por mi cerebro. Mis padres no soportaran el dolor queles producira la prdida de Jaime. Tena que deshacerme de l pero no disponade mucho tiempo. La rutina del domingo era siempre la misma: en cualquiermomento mi madre vendra a avisarnos para que furamos a la cocina adesay unar mientras ella se arreglaba.

    Cog la almohada de mi cama decidido a colocarla sobre el rostro de Jaime yapretar hasta que dejara de respirar, pero eso tendra consecuencias para m yme pareci que sera injusto que adems tuviera que sufrir un castigo por lamuerte de mi hermano. Tena que encontrar otro medio de deshacerme de l.

    No s por qu mir hacia la ventana y de inmediato sonre. Haba hallado lamanera de deshacerme de mi hermano.

    Abr la ventana y mir a la calle. Nuestra casa estaba en el octavo piso. Silograba que Jaime se asomara a la calle, no me costara mucho empujarle.Caera al vaco, y a esa altura era imposible que pudiera sobrevivir.

    Le despert quitndole la cubierta del edredn y pellizcndole.Levntate! Hay un gato maullando en la cornisa, es muy pequeo y est a

    punto de caerse.Saba que mi hermano no se resistira a mirar. Le gustaban los animales pero

    especialmente los gatos.Jaime salt de la cama y, descalzo, se acerc a la ventana. Se puso de

    puntillas para mirar.No lo veo Se habr cado. PobrecilloYo necesitaba que se aupara un poco ms para que apenas notara el empujn

    que pensaba propinarle.Es que as no lo puedes ver, tienes que inclinarte msSeguramente Jaime tena un ngel de la guarda. Sin duda lo precisaba

  • tenindome a m como hermano. Cuando y o estaba ayudndole a auparse para acontinuacin empujarle, escuchamos el grito de mi madre.

    Pero qu estis haciendo? Jaime, ven aqu inmediatamente, y t tcmo permites que tu hermano se asome de esa manera a la ventana? Podrahaberse cado No tienes cabeza

    Jaime se refugi en los brazos de mi madre, quien le apretaba con fuerza ytemor. Me mir y pude ver la desconfianza reflejada en sus ojos.

    Es que Thomas ha odo maullar a un gatito se excus Jaime.Mi madre se acerc a la ventana y busc con la mirada el gato; luego la

    cerr y me agarr con fuerza del brazo, sacudindome como si fuera un saco depatatas.

    No hay ningn gato! Qu maldad se te habr ocurrido? Y me propinun pescozn.

    No ha hecho nada protest Jaime, que no entenda la reaccin de mimadre.

    Yo no me molest en defenderme y la mir de arriba abajo intentandoimprimir en la mirada todo el odio que senta hacia ella. Debi de hacerle efectoporque sali de la habitacin con Jaime dicindole que se duchara de inmediato,que ella le llevara la ropa al cuarto de bao. Cuando regres al dormitorio sequed plantada delante de m. Pareca buscar las palabras.

    No s qu se te haba pasado por la cabeza, pero si vuelves a poner enpeligro a tu hermano, te juro que te irs interno, Thomas, te irs a un colegiointerno, un colegio donde te encarrilen y te saquen los demonios que llevasdentro.

    Yo me haba instalado en el silencio. Saba que a mi madre la desesperaba mifalta de respuesta.

    Volvi a mirarme y sali del cuarto dando un portazo. Pens qu pasara sifuera yo quien se arrojara al vaco. Lo lamentaran? Por un instante quise creerque quiz mi padre lo sentira, sin embargo ya no poda engaarme, haba odode sus propios labios lo que pensaba de m. En cuanto a mi madre, estaba segurode que, ms all de la conmocin, mi ausencia terminara siendo un alivio.

    No, no me tirara por la ventana. No haba mejor castigo que tuvieran queseguir soportndome.

    Sal del cuarto y me acerqu a la cocina dispuesto a desayunar. Nerviosa, mimadre estaba contando a mi padre lo sucedido.

    Te digo que debemos tener cuidado con l Thomas siente celos de Jaime.Carmela, no s qu ests pensando, pero en este caso me parece que te

    equivocas. No creo que Thomas En fin, no le eches a l la culpa de que Jaimeestuviera asomndose a la ventana.

    Pero l estaba detrs. Le estaba ayudando a encaramarse John, yoconozco a nuestro hijo, s cmo es

  • Pero, mujer no ests exagerando?Debemos alejarle de Jaime. Podemos cambiarle de habitacin

    trasladarle al cuarto de invitados, que est alejado del cuarto de su hermano.Vamos, no exageres! Adems, el cuarto de invitados es ms pequeo, no

    sera justo para Thomas. Siempre habas dicho que cuando los chicos fueran msmayores convertiras el cuarto de juegos en la habitacin de Thomas.

    Pero estara demasiado cerca de Jaime. En el cuarto de invitados Thomasestar bien, no necesita mucho espacio. Para qu quiere una mesa de estudiogrande si no estudia? Alguna vez le has visto con un libro en la mano?

    Mi padre termin accediendo a la decisin de mi madre. Me sent derrotado.Cmo deba haber transcurrido aquel suceso? Quiz de esta manera:

    Cuando escuch a mi padre referirse a m en esos trminos de conmiseracin debentrar en la cocina. Al verme, me habra dicho incmodo:

    Thomas, qu haces aqu? Es muy temprano. Cmo es que te hasdespertado? preguntara temiendo que hubiera odo sus ltimas palabras.

    Mi madre me observara con su habitual desconfianza, segura de que loshabra escuchado detrs de la puerta, y yo habra contestado:

    Es que me he despertado hace un rato y tena hambre Adems Bueno,pensaba que si me levantaba pronto podra estar un ratito con vosotros.

    Mi padre se habra sentido avergonzado, culpable por haber expresado unaopinin tan desfavorable sobre m. Como era un buen hombre, se habra acercadoy me habra revuelto el cabello invitndome a sentarme.

    Bien hecho, a nosotros tambin nos gusta estar contigo. Verdad, Carmela?Pap, te he odo Has dicho que no soy guapo como Jaime y que no s

    hacer nada. Tienes razn, debera esforzarme ms Pero yo te quiero, pap, osquiero muchsimo a los dos, a ti y a mam, y tambin a Jaime. Intentar hacer lascosas mejor, te lo prometo.

    Estoy seguro de que mi padre me habra abrazado y de que incluso mi madreno habra podido ms que rendirse ante esa confesin de humildad.

    Yo habra disfrutado de ese abrazo, sintindome reconfortado por haberconseguido que mis padres pudieran ver en m algo ms que a ese pequeomonstruo que les amargaba sus das.

    Despus de desayunar le habra dicho a mi madre que no se preocupara porJaime.

    Yo le despierto y le acompao a desayunar mientras t te arreglas tranquila.Te parece bien, mam?

    S que ella habra asentido, reprochndose en silencio no ser capaz dequererme ms.

    Jaime seguira dormido cuando yo regresara al cuarto. Me sentara en el

  • borde de su cama y le despertara soplndole porque eso le divertira. Leacompaara a la cocina y yo mismo le servira la leche en el tazn y le alcanzaralas galletas. Luego permanecera a su lado hasta que terminara de desayunar.

    S. As debera haber sucedido. Seguramente eso habra alentado algnsentimiento benvolo en mi madre hacia m y mi padre; aun reconociendo misdefectos, se habra sentido conmovido por mi actitud.

    Pero sucedi como sucedi, de manera que me encontr expulsado de micuarto, aunque he de admitir que no lo lament demasiado. A pesar de lo exiguaque era la nueva habitacin, tal y como haba dicho mi madre, estaba distanciadade la de Jaime. Y era ma. Poda disfrutar de la soledad sin tener que soportar lapresencia permanente de mi hermano.

    Me preguntaba cmo era posible que mi madre me conociera tan bien. A mipesar, la admiraba por eso. No me sorprendi que el lunes le pidiera a Mara queno perdiera de vista a Jaime.

    No se preocupe, seora, que yo s cmo se las gasta Thomas y hay queponerle cien ojos. Lo que no se le ocurra a ese chico

    Mi madre asinti. Tema por mi hermano, tal era su desconfianza en m.Jaime me dijo que echaba de menos no tenerme en el cuarto de al lado, lo

    que le cost que le propinara una patada en la espinilla.Pues yo no te echo de menos a ti. Al menos no tengo que estar viendo a

    cada rato tu cara tonta de no haber roto nunca un plato.Ni siquiera se quej. Encaj la patada lo mismo que haba encajado las

    muchas collejas que le haba ido propinando a lo largo de nuestra corta vida.Todo en Jaime me molestaba. La inocencia que reflejaba su rostro, su

    disciplina para estudiar, el que le gustara a todo el mundo, no slo porque eraguapo, sino por su carcter alegre y abierto.

    Mara sola decir que Jaime estaba lleno de buenas ideas y yo de malas ideas.Tena razn. As era, as ha seguido siendo.

    No volv a intentar deshacerme de mi hermano. Opt por la indiferencia. Unaindiferencia activa para hacerle dao porque el incauto, a pesar de misdesplantes, me quera.

    Decid no dirigirle la palabra. Tampoco responda cuando me hablaba, lo quele entristeca mucho. Mi madre me reproch mi actitud, pero tambin a ellahaba decidido ignorarla. No importaba lo que me dijera, cuando se diriga a myo miraba hacia otro lado, incluso me pona a tararear para dejar claro que nadade lo que pudiera decirme me importaba.

    Mi padre intent que le explicara el porqu de mi actitud, pero me encog dehombros ante sus preguntas.

    Thomas, ya no eres tan pequeo, no puedes comportarte as. Mam sufre

  • y Jaime te quiere mucho y no comprende por qu le ignoras. Puedes decirme aqu se debe tu comportamiento?

    No, no poda decrselo. Debera haber comprendido que aborreca a mimadre y a mi hermano. Y la causa de mi odio no era otra que la de que Jaime separeca fsicamente a mi padre: delgado, con el cabello trigueo y los ojos entregrises y azulados, y la piel blanca como la leche. Mientras que yo yo eraclavado a mi madre, pero lo que en ella poda resultar atractivo, en m era undesastre: bajo de estatura para mi edad, cabello negro y la piel con un tinteoscuro. An recuerdo el da en que una compaera de clase me dijo que parecaque me haban metido en una tostadora. Le di un empujn y una bofetada. Nossepar Joseph, quien le recrimin a ella que me hubiera comparado con unatostada y a m que la hubiese golpeado.

    Joseph era el lder de la clase. No haca nada para serlo, simplemente lo era.No se trataba del tpico empolln odioso; todo lo contrario. Si alguien llegaba a

    clase con los deberes sin hacer, Joseph le pasaba su cuaderno para que loscopiara, y en los exmenes haca lo imposible por que el que estuviera a su ladopudiera echar una mirada a su hoja de examen.

    Alto y fuerte, siempre sonriente, era amigo de todos y el favorito de losprofesores. Pero no haca nada especial para serlo, simplemente era como era yeso le granjeaba la simpata de cuantos le trataban.

    Si no hubiese sido por l, el resto de mis compaeros apenas se habranrelacionado conmigo. Era Joseph quien me invitaba a jugar al ftbol con el restode la clase o quien me incorporaba a las conversaciones en el patio del colegio.

    Yo era consciente de que, de no haber sido por l, los dems me habranignorado. No les caa bien y tenan razones para ello. Con algunos me habapegado, a otros les haba destrozado los cuadernos o los libros slo parademostrarles que yo era capaz de todo. Me habran evitado como a la peste siJoseph no hubiera impuesto su liderazgo para que no me marginasen.

    He de reconocer que tena un sentimiento ambiguo respecto a l. Leadmiraba, s, no poda dejar de reconocer que era el mejor de todos nosotros, yme hubiera gustado que fuera mi amigo; en realidad fantaseaba con ser su nicoamigo. Pero saba que eso no era posible. Joseph me trataba como a uncompaero de clase pero no era mi amigo. Nunca habamos intercambiadoninguna confidencia ni tampoco nos veamos fuera del mbito escolar. Saba queJoseph se vea con algunos compaeros de clase los fines de semana. Los oahablar del partido de baloncesto al que haban ido con alguno de sus padres, o dela pelcula que haban visto, o de algunas tardes de sbado jugando al bisbol. Noser parte de la vida de Joseph me dola. Para l tan slo era un compaero decolegio, uno ms, aunque he de reconocer que nunca me dej de lado cuandoalgn alumno murmuraba sobre m quejndose por haberle destrozado elcuaderno de deberes o haberle pisoteado el bolgrafo o arrojado por la ventana

  • algn libro de texto una tarde de lluvia.Me hubiera gustado que Joseph me hubiera impuesto entre sus amigos, sus

    verdaderos amigos, aquellos a los que frecuentaba a la salida del colegio. Peronunca lo hizo. Yo no exista para l ms all de la escuela; aun as, era mi nicovaledor ante mis profesores y compaeros.

    Creo que tenamos diecisis o diecisiete aos, no recuerdo bien, cuando Clairelleg al colegio. Era francesa, y, segn nos explic, a su padre la empresa en quetrabajaba le haba destinado a Nueva York, de manera que ella tendra queterminar la secundaria con nosotros.

    Si hasta entonces Joseph haba sido el nico lder de la clase, a partir de esemomento Claire le acompa en su liderazgo. Las chicas la admiraban yenvidiaban a partes iguales. Y nosotros, bueno, nosotros nos enamoramos todosde ella. No es que fuera una belleza, pero su manera de hablar, de moverse, devestir, la hacan diferente. Las chicas empezaron a imitarla con poco xito. Ellaera diferente, era francesa.

    Yo andaba encandilado por Claire hasta que descubr que Joseph y ella sehaban enamorado. No es que hicieran nada especial para demostrar suenamoramiento, simplemente era imposible no ver las miradas que seintercambiaban, o cmo procuraban rozarse el uno con el otro cuando pasabancerca, o cmo Joseph de repente buscaba su aprobacin a cuanto haca, o cmo,si ella llevaba un pantaln nuevo o una camiseta ceida, le miraba de reojoansiosa por saber si a l le gustaba.

    Los dems aceptaron que entre Joseph y Claire comenzaba a forjarse algoespecial, pero yo no poda soportarlo. Me senta doblemente traicionado. Porqu aquella chica no se fijaba en m? Por qu para Joseph los dems habamosdejado de existir?

    Empez a ser habitual que salieran juntos del colegio y que l la llevara en lamoto hasta su casa, o que aquellas tardes de sbado en que sola reunirse con losamigos para jugar al bisbol ahora quedara con Claire para ir al cine, a pasear oa tomar una hamburguesa. Los dems habamos dejado de contar. Yo mepreguntaba si nos vean o ramos slo parte del decorado.

    No pude evitar sentir rencor hacia Claire. Haba roto el statu quo en el colegioaumentando mi soledad, y eso no poda perdonrselo.

    Tena que encontrar la manera de que Joseph rompiera con ella. No iba a serfcil porque para todos era evidente que se haban enamorado, y ese primeramor no deja lugar a nada ni a nadie fuera de ese sentimiento absorbente.

    Mi madre se dio cuenta de que algo pasaba. Lo dijo una noche durante lacena.

    No s si ests tramando algo o es que ests madurando, pero llevas unosdas sin crear problemas en casa.

    No seas as, Carmela, es que no puedes valorar el buen comportamiento

  • de Thomas? le reproch mi padre.En otro momento me habra fastidiado el comentario de mi madre, pero casi

    ni le prest atencin. Tampoco agradec, ni siquiera en silencio, el comentario demi padre. Me obsesionaba hallar el modo de lograr que Claire decepcionara aJoseph y que ste dejara de prestarle atencin. Entonces todo volvera a sercomo antes.

    Jaime me mir con curiosidad. Para l era un alivio que yo tuviera otraspreocupaciones porque eso haba supuesto que llevaba das sin atormentarle. Laltima vez que me ocup de mi hermano fue para derramar un tintero sobre losdibujos que deba entregar a la maana siguiente en el colegio.

    No fue sencillo encontrar el modo de interferir entre Claire y Joseph. Se meocurri que lo nico que podra provocar el enfado de Joseph era que alguienviera a Claire besarse con otro, pero iba a ser difcil que eso sucediera. Slo tenauna opcin y era ser yo mismo quien la besara. El problema era que ella apenasse daba cuenta de mi existencia.

    Prepar minuciosamente mi plan. No poda fallar nada o, de lo contrario, noslo me pondra y o en evidencia, sino que ni Joseph ni el resto de la clase me loperdonaran y quedara proscrito para siempre.

    Tena que ser el mircoles. Era el nico da que Joseph no iba a buscar aClaire para ir juntos a clase. Los mircoles a primera hora daba clase de violn yllegaba con el tiempo justo al colegio. Deba aprovechar la hora de entrada enclase para abordar a Claire, quien, como haba observado, sola llegar la primera.

    El mircoles elegido estaba nervioso. No las tena todas conmigo de que elplan pudiera salir bien.

    Sal de casa temprano y cuando llegu a clase an no haba llegado ningunode mis compaeros, tampoco Claire. El drama tena que desarrollarse en pocosminutos, no haba tiempo para ms.

    Claire lleg, como siempre, diez minutos antes de que comenzara la clase yse sorprendi al verme en el aula enfrascado en la lectura del libro de fsica.

    Uy, qu pronto has venido!S, es que estoy repasando, no entiendo muy bien la fsica No se me da

    demasiado bien y como en unos das tenemos examen, he venido un poco antes.Si quieres te echo una mano. Qu es lo que no entiendes? me dijo

    acercndose a m.Esto le dije sealando la pgina abierta mientras miraba el reloj de

    reojo. No poda precipitarme.Se sent a mi lado y empez a explicarme uno de los problemas de fsica. Yo

    la miraba atento, como si realmente me interesara lo que me estaba contando.Cuando escuch unos pasos que se acercaban al aula, actu deprisa. La agarrcon fuerza del cuello y la ech sobre la mesa, luego empec a besarla. Ellaintentaba zafarse pero yo no se lo permita; forcejeamos y, como pude, le

  • desabroch algunos botones de la blusa.La puerta se abri. Algunos de nuestros compaeros se disponan a entrar,

    pero se quedaron quietos en el umbral al verme encima de Claire.Me apart y ella logr incorporarse. Haba al menos media docena de

    alumnos mirndonos.Ha sido l Es un hijo de puta Me ha obligado balbuce Claire.Pero qu dices? Si has sido t quien me ha besado! respond yo.Ella comenz a abrocharse la blusa y a estirarse la falda. Pareca confundida,

    adems de avergonzada, por las miradas recriminatorias de nuestroscompaeros.

    No he sido yo Se ha echado sobre m Le estaba ayudando con lafsica intent explicar Claire.

    Para ese momento los murmullos se haban elevado y los que entrabanescuchaban de labios de los primeros en llegar lo que haban visto.

    Se estaban morreando cont una chica a otra recin llegada.Morreando? Si tardamos un minuto ms no s cmo los habramos

    encontrado intervino otra de las chicas.Pobre Joseph! se lament Ian, que comparta pupitre con l.Habr que decrselo aadi Simon, el empolln de la clase.Qu putada! Yo no pienso decir nada Si Claire se ha cansado de Joseph,

    que se lo diga. Es lo menos afirm otra de las chicas.Yo no he hecho nada! grit Claire.Pero si os hemos visto! exclam Simon.No habis visto nada! Este cerdo me ha atacado! se defendi Claire.Ya Te ha atacado Invntate otra cosa replic la fea de la clase.Yo no haba dicho ni una palabra. Era mejor que fueran los dems los que

    hablasen. Hasta ese momento nadie me culpaba de lo sucedido. Aun entrenosotros, que ramos jvenes, funcionaban los viejos prejuicios. A las chicas dela clase nunca les haba cado bien del todo Claire porque era, si no la ms guapa,s la ms atractiva, y todos los chicos de la clase la preferan sobre cualquiera deellas. En cuanto a los chicos, funcion el clich de que las chicas demasiadoresueltas, como lo era Claire, eran presas fciles, que se ponan a tiro decualquiera.

    Para cuando llegara Joseph no habra nadie que no presumiera de habernosvisto besndonos y, a poco que adornaran la versin de lo sucedido, sera Claire laque se haba abalanzado sobre m.

    De repente se haba desatado la envidia de ellas por ser Claire como era,diferente, y de ellos por no haber sido elegidos en vez de Joseph.

    A primera hora tenamos fsica y Joseph lleg al mismo tiempo que elprofesor.

    Uf, casi no llego, he perdido el autobs! dijo Joseph sin dirigirse a nadie

  • en especial.Los murmullos se sucedan y el profesor termin enfadndose.Pero qu les sucede hoy? Si siguen hablando no continuar dando la clase.Yo miraba de reojo a Joseph que escuchaba con atencin lo que le contaba

    Ian, quien no slo era su compaero de pupitre sino tambin su mejor amigo. Elrostro de Joseph pareca descomponerse por momentos y hubo un instante en quenuestras miradas se encontraron. Pude ver dolor, decepcin y rabia en sus ojos.No fui capaz de sostener su mirada, de manera que baj la cabeza para acontinuacin observar de reojo a Claire. Lo que pude leer en su rostro fueindignacin y asco, pero en absoluto estaba rendida y la admir por eso.

    El profesor dio por finalizada la clase diez minutos antes de lo previsto en vistade que no le prestbamos atencin y los murmullos iban en aumento.

    Joseph se vino directamente hacia mi pupitre y se plant delante de m.Tenan razn los que decan que eres un cerdo y un miserable me dijo

    conteniendo a duras penas su deseo de golpearme.Me encog de hombros, pero esta vez s que le aguant la mirada.No te enfades con l, enfdate con quien ha provocado todo esto dijo una

    de las chicas.Jennifer tiene razn. A ver quin se resiste si una chica se te tira al cuello

    aadi otro compaero.Hijos de puta!La exclamacin de Joseph nos sorprendi a todos. Nunca hasta ese momento

    le habamos escuchado un taco.Pregntale a Claire qu ha pasado sugiri maliciosamente Jennifer.Pero lo que hizo Joseph fue recoger sus libros y salir de la clase. Claire sali

    detrs de l. Desde el pasillo nos lleg la voz de Joseph:Djame en paz! Vete a tomar el pelo a otro.Yo no he hecho nada, te juro que ha sido Thomas el que se ha abalanzado

    sobre m gimote Claire.Sus voces se fueron perdiendo por el pasillo pero yo me daba por satisfecho.

    Saba que Joseph no podra perdonar a Claire, no porque no quisiera, sino porquese senta ridculo. Si la hubiese perdonado los de la clase le habran consideradoun calzonazos.

    A partir de ese da se produjo una situacin nueva para m. A muchas de laschicas de clase que antes me haban ignorado ahora pareca interesarles. Algunoscompaeros tambin me trataban de manera diferente, con ms respeto, como sihubiera protagonizado una hazaa.

    No s cmo Claire y Joseph lograron esquivarse habida cuenta de que todoslos das coincidan en clase. l slo hablaba con su grupo de incondicionales; encuanto a Claire, pas a ser ignorada por toda la clase. Nadie le diriga la palabra,la trataban como a una apestada. Cuando termin el curso dej el colegio y

  • nunca ms supimos de ella.Qu gan con aquella accin tan despreciable? En realidad nada. Le quit a

    Claire pero perd a Joseph para siempre. Porque Joseph no me perdon. Novolvi a cruzar una palabra conmigo y cuando me vea se alejaba como si yofuera portador de la peste.

    Tengo que admitir que disfrut de la situacin durante un tiempo. Mereconfortaba saber que haba sido capaz de poner en marcha un plan que, no porperverso, dejaba de ser difcil de ejecutar.

    Hoy s que aquella victoria no tena el sabor del xito. Tuve la oportunidad devolverme atrs pero no lo hice:

    Cuando Claire ingenuamente se acerc a m para ayudarme con los problemas defsica deb dar marcha atrs con el plan. Podra haber escuchado susexplicaciones sobre cmo resolver los ejercicios y luego haberle dado las gracias.

    Menos mal que me has dicho cmo se hacen, anoche estuve intentndolo yno me salan. Y estoy seguro de que el profe me saca hoy a la pizarra, y ya sabescmo le gusta pillarnos en falta.

    No me importa echarte una mano cuando no entiendas algo. A m se me danmuy bien la fsica y las matemticas, y adems me gustan comentara ella.

    Luego yo le habra dicho a Joseph algo as como: Claire me ha ayudado conlos problemas de fsica, menudo cerebrito tiene!. Y l se habra sentido orgullosode ella.

    S, podra haber parado en aquel momento o incluso despus enmendar elentuerto.

    Por ejemplo, cuando Claire insista en que yo me haba abalanzado sobre ella,tendra que haberlo admitido.

    Tiene razn, lo siento No s qu me ha pasado. Yo Bueno, de verdad quelo siento podra haber dicho yo.

    Seguramente las chicas me habran tachado de cerdo y los chicos de pobredesgraciado. Joseph se habra enfadado.

    Si te vuelves a acercar a Claire te parto la cara.Joseph, lo siento Yo no s por qu lo he hecho. Por favor, perdname. Te

    juro que no quera hacerle nada malo No s lo que me ha pasado.Ya te lo he advertido, ni se te ocurra acercarte a ella.S que los de la clase se habran redo de m, y que me habran criticado.

    Seguramente tambin me habran hecho el vaco, pero puede que Joseph hubieraterminado perdonndome. Eso no lo s. En cuanto a Claire Bueno, no creo queella me hubiese perdonado; me habra tachado de salido y, una vez superado elsusto se habra redo de m junto a las otras chicas.

  • Pero no lo hice, de manera que frustr el primer brote de amor que sintieronJoseph y Claire, y probablemente a pesar de los aos transcurridos ninguno de losdos habr olvidado lo sucedido y tampoco me habrn olvidado a m. Su odio mehabr acompaado siempre aunque y o, con el devenir de la vida, dejara depensar en ellos hasta hoy.

    Aquel acontecimiento me ense que se me daba bien sembrar cizaa yrecord que tena unas cuantas cuentas pendientes con mi madre.

    Nunca comprend por qu mi padre se haba casado con ella. Eran tandistintos l era el perfecto WASP, blanco anglosajn y protestante. La familiade mi padre tena una posicin acomodada. Mi abuelo James era abogado y miabuela Dorothy perteneca a una familia de pequeos terratenientes, de modoque mi padre y su hermana, la ta Emma, pudieron estudiar en la vetustaUniversidad de Harvard, ella literatura clsica, l ley es. Y la educacin recibidahaba marcado su manera de ser y estar en el mundo.

    Mi madre haba nacido en Miami, era hija de un emigrante de origenhispano, casado con una norteamericana, tan pobre y poco agraciada como l.Cuando mi abuelo materno lleg a Estados Unidos llevaba la direccin de unaorganizacin catlica dedicada a prestar ay uda a los emigrantes. All trabajabami abuela. Siempre he pensado que si mi abuelo se cas con ella fue paraconseguir la nacionalidad porque realmente no deba de haber sido atractivanunca. Pero haban trabajado duro para cumplir con el sueo americano y miabuelo, que ejerca de contable, haba logrado cierta posicin, y aunque no sinsacrificios, envi a mi madre y al to Oswaldo a un colegio privado. En el casodel to Oswaldo fue una inversin intil, no le gustaba estudiar, pero mi madresoaba con ser enfermera y lo logr.

    Mi madre pas su infancia en Miami; luego, cuando ella era tan slo unaadolescente, la familia decidi trasladarse a Nueva York. Mi abuelo habaconseguido un trabajo mejor. Aun as, no podan permitirse muchos lujos, demanera que mi madre nos sola explicar a Jaime y a m que haba hecho de todo:desde hacer de canguro a despachar hamburguesas o vender camisetas,cualquier cosa para ayudar a sus padres a pagar sus estudios de enfermera.Apenas sala y no gastaba ms de lo imprescindible; su nico objetivo haba sidoobtener el ttulo de enfermera.

    Mis padres se conocieron uno de esos das en que la lluvia empaa el final delverano en Nueva York, donde ella trabajaba en una hamburguesera cerca delRockefeller Center. Ella caminaba por la calle sin paraguas y se cruz con unjoven que s lo llevaba. Sin importarle que no le conociera le pregunt queadnde se diriga y si poda refugiarse debajo de su paraguas. El desconocido, apesar de su desconcierto, no slo acept compartir su paraguas sino que laacompa hasta el metro.

    Cuando ramos pequeos mi padre nos contaba a mi hermano Jaime y a m

  • que se haba enamorado de mi madre nada ms verla.Yo no lo comprenda. Se me escapaba el atractivo que pudiera tener mi

    madre. Morena de piel y de cabello, con los ojos negros que delataban susorgenes hispanos y siempre a rgimen por su tendencia a engordar. Tenademasiado culo y eso le restaba elegancia, por ms que mi padre hubiera hechode Pigmalin ensendole a vestir y a comportarse en consonancia con laposicin social de su familia.

    Aos ms tarde, cuando estrenaron Pocahontas, me enfureci ver lo muchoque se pareca a mi madre.

    Lo primero que no le perdon era parecerme a ella. Mi cabello y los ojosnegros formaban parte de su herencia, as como mi tendencia a engordar. Jaimesin embargo se pareca a mi padre. Comparta con l el color trigueo del cabelloy los ojos grises azulados, aunque los de Jaime eran ms oscuros. Como mipadre, mi hermano era alto y espigado; ambos tenan una elegancia natural de laque carecamos mi madre y y o. No importaba que mi madre vistiera trajes demarca, ni que sus elegantes bolsos fueran la envidia de sus compaeras delhospital. Siempre conserv un toque de vulgaridad. Yo la comparaba con miabuela paterna, la abuela Dorothy, que aun vestida con ropa campestre eraelegante. Supongo que su altura y delgadez contribuan a ello.

    Me avergonzaba de mis abuelos maternos. Tanto el abuelo Ramn como laabuela Stella eran vulgares si los comparaba con los abuelos Spencer, y eso que ala abuela Stella yo le perdonaba que, aunque fea y gorda, al menos fueranorteamericana de pura cepa. Pero mi madre no haba sacado nada de ella, nisus ojos de azul desvado ni su cabello castao. Los genes hispanos de mi abueloRamn haban dominado sobre los de mi abuela Stella.

    La gran obra de mis abuelos era que su hija mayor se hubiera convertido enenfermera. Para mi alivio vivan en Queens, lejos de Manhattan, aunque he dereconocer que cuando iba al colegio yo era el nico que conoca aquel barrio enel que entonces vivan mayoritariamente hispanos. Ninguno de mis compaeroshaba puesto nunca los pies fuera de Manhattan.

    Cuando mis abuelos maternos nos visitaban se los vea desplazados. Noimportaba cun amable fuera mi padre con ellos, o que mis abuelos paternosprocuraran acogerlos con cordialidad. La realidad es que no tenamos nada encomn con ellos, nada que decirnos, nada que nos uniera salvo mi madre, y a meso no me pareca suficiente.

    Pero si mis abuelos me avergonzaban, an me haca sentir peor Oswaldo, elhermano menor de mi madre. Achaparrado, con cara de indio, pareca lo queera: un emigrante hijo de emigrante que, en su caso, por haber fracasado en losestudios, se ganaba la vida con una pequea empresa de pintura que habamontado. Se rea con estrpito y coma como si estuviera permanentementehambriento, y sobre todo me irritaba que en sus uas siempre hubiera restos de

  • pintura.Mi madre era consciente de que su familia no encajaba con la nuestra, pero

    aun as no tena piedad para con mi padre y mis abuelos paternos y, de cuando encuando, nos impona la presencia de los suyos. Lo peor era la cena deNochebuena. Como mis abuelos Spencer se iban a Florida tras el da de Accinde Gracias y no regresaban hasta primeros de ao, la Navidad la pasbamos enQueens. Mi hermano Jaime no pareca notar el cambio que supona trasladarsede un lado a otro de la ciudad. Para m era tanto como cruzar una frontera queme situaba en otra realidad. De Manhattan a un barrio de emigrantes en el que elpaisaje humano era diferente, tanto como lo eran las tiendas de la QuintaAvenida o de Madison Avenue respecto a los comercios pobretones de Queens.

    Mi madre llevaba a gala su origen hispano, tanto que a nosotros nos hababautizado con nombres espaoles. Tambin haba impuesto que Jaime y y ofuramos catlicos sin importarle que mi padre fuera episcopaliano. Pero y o meresista a que me llamara Toms en vez de Thomas, y termin cediendo.

    Tengo que reconocer que mi hermano Jaime pareca satisfecho con nuestrosabuelos maternos. Siempre se mostraba carioso con ellos.

    A m me daba vergenza que nos vieran en su compaa, de manera que casiprefera visitarlos en Queens a que fueran ellos los que acudieran a nuestra casaen Manhattan, donde temblaba al pensar que poda tropezarme con algncompaero de clase y tener que explicar que aquel hombre de piel cetrina yrasgos diferentes era mi abuelo.

    Yo no me engaaba, y pese a todos esos discursos sobre la igualdad, saba queen Estados Unidos los hispanos, en consideracin social, apenas estaban porencima de los negros.

    S, y a s que aos despus Clinton fue presidente gracias al votoafroamericano mientras que Obama lo fue gracias a los hispanos, minorasimportantes que estn en el sector servicios de los blancos. Y yo no quera tenernada que ver con ellos.

    Mi madre no dejaba de repetirme que yo haba sido un nio difcil desde elda de mi nacimiento. Tard catorce horas en llegar al mundo, provocndole unsufrimiento que deca que no olvidara nunca. Al parecer los primeros meses demi vida no dejaba de llorar y no pudo dormir una noche entera. De manera queno empezamos muy bien mi madre y y o, al revs de lo que sucedi con Jaime,que, segn ella, lo trajo al mundo casi sin enterarse y nunca le dio una malanoche.

    Yo fui un nio colrico y de cuando en cuando mi madre me daba algn queotro azote. Me defenda, claro est, y nada ms recibir un azote yo le daba unapatada, lo que provocaba que ella me respondiera con un pescozn. Aun as, hede reconocer que era yo quien la apartaba cuando intentaba darme un beso,abrazarme o cogerme en brazos. No soportaba su contacto fsico. Recuerdo un

  • da, tendra yo siete u ocho aos, en que intent darme un beso cuando estabadistrado y respond con una patada dicindole djame, que hueles mal . Nome gustaba el olor de la piel de mi madre. Me resultaba un olor denso, profundo,demasiado parecido al que yo desprenda.

    Cuando Jaime naci comprob que mi madre se deshaca en mimos con l.Jaime no la rechazaba sino que se mostraba ansioso por recibir cualquier gesto decario. Y mi madre pareca disfrutar de que por fin le permitieran dejar aflorartoda la ternura que yo rechazaba. Sonrea feliz al verle, le coga en brazosapretndole con mimo, se pasaba las horas mirndole y presuma orgullosa de loguapo que era Jaime.

    Mi padre sola indicarle con algn gesto que se contuviera, que all estaba yo,que no deba hacer diferencias conmigo. Entonces ella alargaba la mano y meacariciaba la cabeza, pero y o me apartaba y me miraba con tristeza.

    Mi desapego hacia ella lo torn en rencor. Nuestra relacin se convirti enuna batalla permanente y, ensoberbecido por haber logrado la ruptura de Josephy Claire, me pareci que haba llegado el momento de ganar la guerra a mimadre.

    Tena que conseguir que mis padres se separaran, que ella se fuera de nuestracasa. Daba por sentado que yo me quedara con mi padre, mientras que Jaime seira con nuestra madre.

    El reto que se me planteaba era cmo hacerlo. Por ms que pensaba, noencontraba nada que se pudiera reprochar a mi madre. Viva dedicada a sutrabajo y a su familia, y contaba con el aprecio de cuantos la conocan. Inclusomi abuela paterna, siempre exigente, se mostraba afable con ella.

    Empec a dormir mal, obsesionado como estaba en hallar el modo deseparar a mis padres, y en una de esas noches de insomnio se me ocurri que lanica manera de encontrar algo que pudiera perjudicar a mi madre pasaba porque la vigilara de cerca, no slo en casa.

    Pero salir sin una buena excusa no iba a resultar tan fcil. Mi padre era muyestricto respecto a los horarios y mi madre siempre quera saber dnde y conquin estbamos, as que tuve que decirles que necesitaba correr, que hacerfooting me relajaba.

    Se fueron acostumbrando a verme marchar a distintas horas enfundado en unchndal. Por la maana antes de ir a clase, por las noches antes de cenar, yalguna tarde suelta.

    Pues s que le ha cogido aficin a correr dijo mi madre, que noterminaba de comprender por qu me haba dado por hacer deporte habidacuenta de que hasta entonces y o no haba sido ningn entusiasta del ejerciciofsico.

    Va creciendo, est madurando. No protestes, Carmela, es mejor queThomas se aficione a correr y no ande por ah perdiendo el tiempo aleg mi

  • padre.Mi madre trabajaba como enfermera intensivista en el hospital Mount Sinai,

    que no estaba demasiado lejos de casa. Slo tena que cruzar Central Park parallegar al hospital, situado entre la Quinta Avenida y Madison Avenue. Cuandohaca buen tiempo, sola ir caminando a buen paso; no tardaba ms de treintaminutos. Mi padre no pareca entender por qu ella insista en trabajar tantashoras, considerando que disponamos de recursos ms que sobrados para quemantuviramos un alto nivel de vida. En ocasiones los o hablando de eso. Pero ami madre le haba costado mucho lograr ser enfermera.

    Correr fue la excusa para seguir a mi madre. Al fin y al cabo vivamos muycerca de Central Park, en una calle que se hizo famosa, la Setenta y dos, en elUpper West Side, donde estaba el edificio Dakota en que vivi John Lennon hastaque un loco acab con su vida.

    Me conoca al dedillo los horarios de mi madre: a qu hora entraba y sala,dependiendo del turno en que le tocara trabajar.

    Sola esconderme en la acera frente a la entrada del hospital. Desde all yovea entrar y salir a la gente, pero era difcil que me vieran a m.

    En ocasiones mi madre sala del hospital sola, otras con algunos de suscompaeros de trabajo. Normalmente la vea salir con otra enfermera, que eraadems su mejor amiga, Alta Gracia, tambin de origen hispano.

    An hoy me resulta chocante el nombre de Alta Gracia. Al parecercorresponde a una Virgen de un santuario en Repblica Dominicana, que es dedonde proceda la amiga de mi madre.

    Solan quedarse unos segundos hablando en la puerta antes de despedirse.Otras veces caminaban un rato juntas. Me sorprenda lo embebidas que estabanen sus conversaciones. Y las risas. S, esa manera abierta y descuidada de rer acarcajadas sin preocuparse de que las miraran.

    Me fastidiaba comprobar que mi madre estaba sumida en una rutina de laque no se apartaba un milmetro. No importaba que fueran las dos de la tarde olas diez de la noche: cuando sala del hospital iba directa a casa.

    Llegu a pensar en colarme en el hospital, pero all me habra sido difcilespiarla. A buen seguro me habran pillado.

    Llevaba un mes espiando a mi madre y ya estaba a punto de convencermede que no iba a averiguar nada con que perjudicarla, cuando una tarde sucedialgo inesperado.

    La vi salir con Alta Gracia. Caminaban con paso rpido y parecan muyserias. Iban juntas cogidas del brazo. Adnde se dirigan?

    Anduvieron durante media hora por Madison Avenue hasta llegar a Harlem.Las segu hasta un grupo de viviendas bajas en la calle Ciento treinta. Subieron losescalones sin mirar atrs y Alta Gracia sac una llave y entraron en la casa.

    De quin era esa casa? Qu hacan all? Pens que poda ser el domicilio de

  • Alta Gracia, al fin y al cabo yo no saba dnde viva, aunque s le habaescuchado a mi madre comentar que su amiga era soltera.

    No quiere compromisos, ni mucho menos tener hijos. Dice que prefieredisfrutar de la vida le cont en una ocasin a mi padre.

    Ahora es joven, pero cuando sea may or echar de menos compartir suvida con alguien observ mi padre.

    Bueno, se puede compartir la vida sin necesidad de estar bajo el mismotecho o traer hijos al mundo replic mi madre.

    No s por qu record en ese momento aquella conversacin. Sera porqueintentaba encontrar un sentido a la estancia de mi madre en aquella casa. A lomejor haban decidido tomar el t juntas, o haban ido a visitar a alguien. No seme ocurra ninguna otra razn.

    Observ que alguien corra las cortinas de los ventanales exteriores. No medio tiempo a ver quin era. Me fastidi, aunque realmente tampoco hubiese sidoposible contemplar nada de lo que suceda dentro teniendo en cuenta que y oestaba en la acera de enfrente, detrs de un coche para mantenerme a cubierto.

    Mi madre tard una hora en salir. Me sorprendi que pareciera sofocada y aque haca fro. Alta Gracia se despidi de ella con un par de besos.

    Me puse a correr en direccin a casa. La tarde ya haba cado y llevaba msde dos horas ausente.

    Llegu despus de mi madre. Ella habra cogido el metro, de manera que seme adelant. Mi padre lleg apenas diez minutos ms tarde de que lo hiciera y o.

    Qu tal el da? pregunt a mi madre.Una jornada de locos. Estamos a tope de trabajo y al doctor Brown no se le

    ha ocurrido otra cosa que ponerse malo. Su esposa ha llamado para avisar que novendra porque est con gripe. Por si fuera poco, dos enfermeras de mi turnotambin han fallado. Una porque su hijo se ha roto un tobillo jugando al bsquet yla han llamado del colegio para que fuera a recogerle. La otra porque se hamuerto su padre repentinamente. En fin, que hoy no he parado. Estoy agotada,me voy a dar una ducha y a meterme en la cama.

    No vas a cenar con los nios y conmigo? inquiri mi padre extraado.Si no te importa De verdad que estoy reventada.A mi padre le importaba pero no dijo nada. Mara nos sirvi la cena como

    cada noche. Yo estaba distrado; me preguntaba por qu mi madre no le habadicho a mi padre que haba ido a casa de Alta Gracia, si es que aqulla era sucasa.

    Jaime no paraba de hablar contndole a mi padre el partido de bisbol quehaba jugado aquella tarde. Mi padre pareca atento a lo que Jaime le explicaba,pero a m me pareci que en su mirada haba una sombra de preocupacin.

    Despus de cenar se qued en la biblioteca leyendo como haca todas lasnoches, mientras se fumaba un cigarro. Jaime y y o nos fuimos al saln a ver un

  • rato la televisin mientras Mara pona en orden el comedor antes de irse a lacama.

    Aquella noche tampoco dorm, pensando en si mi madre le dira o no a mipadre dnde haba estado.

    El resto de la semana mi madre continu con la rutina de siempre. Inclusocuando sala del hospital con Alta Gracia no se entretena y regresaba directa acasa.

    Pens en volver a aquella casa y vigilar para ver si era la de Alta Gracia. Yes lo que hice el sbado por la tarde. Ment a mi padre dicindole que habaquedado con un amigo para ir a correr.

    Me parece bien, correr con alguien es ms entretenido que hacerlo solo.Pero, adems de correr, deberas pensar en hacer otras cosas. Ya tienes edadpara ir al teatro, a conciertos; en fin, para interesarte por actividades culturales. Alo mejor el prximo fin de semana puedes ir a alguna parte, no s, quiz con eseamigo o incluso con tu hermano Jaime.

    No le respond. Me encog de hombros. Prefera no llevarle la contraria. Enrealidad no tena amigos y por tanto nadie con quien salir. Pero eso no lo saba mipadre. Lo que no estaba dispuesto era a ir a ningn sitio con Jaime. Seguaaborreciendo a mi hermano.

    Pas cuatro horas vigilando la casa que crea que era la de Alta Gracia. Perono vi entrar ni salir a nadie. Estuve tentado de acercarme y llamar al timbre,pero si me hubiera abierto Alta Gracia no habra podido justificar qu haca all.Regres a casa frustrado por mi fracaso.

    Mis padres haban salido a cenar y Jaime pasaba el fin de semana en elcampo, invitado en la mansin de un compaero del colegio.

    Mara estaba en su cuarto y cuando me oy llegar sali a decirme que mehaba dejado la cena preparada en la cocina. Ni le respond. Fui a la cocina a porla bandeja y me sent en el saln delante de la tele a saborear aquella soledad dela que tanto disfrutaba.

    No eran muchas las ocasiones en que poda tener la casa para m solo.Pero no poda concentrarme en la pelcula que estaba viendo. La casa

    misteriosa estaba convirtindose en una obsesin. Tendra que encontrar otraexcusa para volver al da siguiente a vigilar. No iba a ser fcil, porque a mi padrele gustaba pasar los fines de semana con nosotros. Los sbados o domingos por lamaana solamos ir a ver alguna exposicin, mi padre era un experto en artemoderno. Tena buen ojo para descubrir nuevos talentos y se sentaespecialmente orgulloso de su pinacoteca. Una treintena de cuadros distribuidospor toda la casa para desesperacin de mi madre, que no lograba contagiarse delentusiasmo de mi padre por aquellos lienzos, en los que los pintores habanplasmado mundos que ella no alcanzaba a comprender.

    Despus de alguna de aquellas visitas a galeras perdidas por la ciudad, mi

  • padre sola llevarnos a almorzar a algn restaurante italiano para a continuacinregresar a casa. Jaime se iba a su habitacin a estudiar, mi madre se sentaba antela televisin y mi padre se encerraba en la biblioteca a fumar y a preparar algnasunto del despacho. Yo tambin me refugiaba en mi cuarto; abra un libro por siacaso mi padre apareca y me preguntaba qu estaba haciendo, pero en realidadno haca nada ms que pensar en cmo lograr separar a mis padres. En micabeza slo haba sitio para vengarme de mi madre.

    Aquel domingo no encontr excusa para poder irme. Mi madre estaba demalhumor y mi padre tambin pareca contrariado aunque, a diferencia de mimadre, l nunca lo evidenciaba.

    No fue hasta el lunes que pude acercarme a la casa de Harlem. Pas all msde una hora, expectante, pero no vi a nadie entrar ni salir.

    He de reconocer que ir a Harlem me produca cierta inquietud aunque, segnhaba odo decir a mis padres, el barrio estaba cambiando y y a no era un lugartan peligroso como antao. An faltaban muchos aos para que Bill Clinton, elque fuera presidente de Estados Unidos, montara su despacho en el corazn delbarrio.

    Los siguientes das mi madre continu con su rutina habitual. Sala del hospitaly se iba directa a casa, y ni un solo da la vi salir junto a Alta Gracia.

    Tuve que esperar una semana hasta que de nuevo, juntas, se dirigieron a lacasa misteriosa.

    Andaban con paso rpido, cogidas del brazo y cuchicheando la una con laotra. Parecan preocupadas y hubo un momento en que pens que mi madresospechaba que las seguan, porque se par en seco y mir hacia atrs. No mevio porque me agach a tiempo, pero una vez ms mi madre demostraba teneruna intuicin especial en lo que a m se refera.

    De nuevo entraron en la casa con paso apresurado y esta vez vi cmo AltaGracia corra las cortinas. La maldije por ello.

    Mi madre sali dos horas ms tarde. Yo estaba nervioso porque seguramenteMara estara preocupada al ver que y o no haba regresado, y era muy capaz detelefonear a mi padre o a mi madre.

    De hecho, mi madre sali del inmueble con gesto contrariado. No esper msy ech a correr hacia la boca de metro ms cercana para intentar llegar a casaantes que ella.

    Lo consegu aunque a duras penas. Mi madre debi de coger el tren siguienteal mo porque lleg a casa diez minutos despus de que yo lo hiciera.

    Mara se encar conmigo.Se puede saber dnde has estado? Ni a m ni a tu madre nos engaas con

    esa aficin tuya a correr. Dios sabr en qu ests metidoT siempre tan amable conmigo. Piensas que soy lo peor de lo peor le

    respond airado.

  • Ella no respondi, pero estoy seguro de que en su fuero interno efectivamentepensaba que no conoca a nadie que fuese peor que yo.

    Cuando lleg mi padre, mi madre y a estaba en el saln viendo la televisin.Me sorprendi ver que cuando mi padre se acerc a saludar y darle un beso

    en la mejilla, ella le recibiera con indiferencia.Qu tal da has pasado? quiso saber mi padre.No he parado, me voy a ir pronto a la cama.Era la segunda ocasin en que despus de haber estado en la casa misteriosa

    mi madre no cenaba con nosotros y se iba a la cama a una hora temprana. Mipadre no hizo ningn comentario y sali del saln en direccin a la bibliotecapara dejar su cartera.

    A la maana siguiente, a la hora del desay uno, mi madre volva a estar demal humor, adems de parecer ausente. Mi padre apenas nos prest atencin ni aJaime ni a m y se levant de la mesa antes de que hubiramos terminado dedesayunar, alegando que tena una cita con un cliente.

    Por la noche todo volvi a la normalidad. Mi padre lleg temprano y mimadre pareca haber recuperado el buen humor.

    Yo no saba qu pensar. Estaba seguro de que en aquella casa a la que mimadre iba con Alta Gracia se esconda algn secreto, pero no alcanzaba adesentraar qu poda ser. Lo que era evidente es que a mi madre le alteraban lasvisitas a ese lugar.

    Si no hubiera sido por el deseo de hacerle dao y por la curiosidad, habracejado en seguirla. Estaba harto de tanto correr. Incluso una maana despus deldesayuno, Mara coment a mi madre que me vea ms delgado.

    Bueno, no le viene mal haber perdido algunos kilos. Thomas tiene la mismaestructura que y o y para ser chico lo de tener tanto culo no queda bien respondi mi madre mirndome, sin darse cuenta de lo mucho que me hera sucomentario.

    Si te crees que a ti te favorece el culo ests muy equivocada, pareces unaseta le dije con insolencia.

    Cmo te atreves? Mi madre no sala de su asombro al or mi respuesta.Pues lo mismo que t opinas de mi culo y o opino del tuy o. Ya ves, he

    heredado la peor parte de ti aunque no se me ocurre que tengas nada que mehubiese gustado heredar.

    Pero, nio, no contestes a tu madre! terci Mara.No les di ocasin a decirme nada ms, porque sal de la cocina dando un

    portazo.Cmo te pasas me reproch Jaime, que haba salido detrs de m.Le di un pescozn tan fuerte que se le saltaron las lgrimas. No le soportaba,

    pero me consolaba pensar que muy pronto me deshara de l y de mi madre.Tuvo que pasar otra semana para que mi madre volviera a romper su rutina

  • y fuera a aquella casa con Alta Gracia. Era la tercera vez y siempre coincida elda, jueves. Tendra algo que ver con que se era el da en que mi padre llegabams tarde a casa? Todos los jueves mi padre y sus socios del despachocelebraban una reunin para tratar sobre los temas de la semana, de manera quenunca llegaba a casa antes de las nueve.

    Tampoco en esta ocasin pude ver lo que se esconda detrs de las cortinas.Decid dejar de espiar a mi madre el resto de los das y concentrarme en

    vigilar aquella casa, pero introduje una novedad: en vez de correr de un lado aotro, decid ir en bicicleta. A mi padre le pareci bien que aadiera a mi recienteaficin deportiva la bicicleta, mientras que de mi madre y de Mara obtuve unamirada de sospecha.

    Por fin logr resultados: pude ver a Alta Gracia entrar y salir de la casa entres o cuatro ocasiones. De manera que conclu que, o bien viva all, lo que noera descabellado, o iba a ver a alguien.

    Me segua preguntando por qu mi madre entraba siempre animosa enaquella casa y sala malhumorada y con el rostro demacrado.

    Uno de esos jueves mi padre lleg contento a casa. Nos cont que habaganado un juicio importante en el que llevaba meses trabajando. Para eldespacho supone un xito haber ganado un juicio tan delicado , explic y no dioopcin a mi madre a que se fuera a la habitacin, tal y como acostumbraba ahacer jueves tras jueves. Ella apenas habl durante la cena y se la vea distraday desganada ante el plato de pescado.

    Jaime pidi a mi padre que nos contara con detalle en qu haba consistidoese juicio y por qu era tan importante, y l se explay ignorando la palidez demi madre y su evidente desgana.

    Esa noche tom una decisin. Llevara en la mochila mi cmara de fotospara fotografiar la casa y las entradas y salidas de mi madre. Estaba seguro deque ella no le haba contado a mi padre nada de sus visitas a esa viviendamisteriosa. Me vendra bien tener una evidencia de su secreto.

    Empez a ser habitual que mi madre acudiera a aquella casa sin Alta Gracia,y uno de esos jueves, despus de esperar paciente a que saliera, la suerte se pusode mi parte. Cuando se abri la puerta de la casa mi madre sali acompaada deun hombre. Empec a disparar una foto tras otra mientras me preguntaba quinera aquel desconocido. Mi madre gesticulaba al hablar, pareca enfadada, y depronto l la abraz y la mantuvo entre sus brazos durante unos segundos, lo queme permiti sacar otra tanda de fotos. Ella lloraba y l le limpi las lgrimas conla mano en un gesto que me pareci que denotaba intimidad. Luego sedespidieron con un beso en la mejilla.

    Regres a casa pedaleando con ms fuerza que nunca, ansioso por llegarantes que ella. Lo consegu. Procur estar en el vestbulo para verla entrar. Paraese momento en su rostro no haba huellas de lgrimas. Me salud irritada.

  • No tendras que estar en tu cuarto estudiando?Iba a la cocina a hacerme una taza de t respond.No es hora de tomar t, son casi las siete. Tu padre vendr enseguida.Estuve atento a que llegara mi padre. Mi madre se haba ido a su habitacin y

    all se dirigi l despus de saludarnos a Jaime y a m. Aquella noche volvimos acenar los tres solos, mi madre no se molest en acompaarnos.

    Est cansada la disculp mi padre.Los jueves siempre est cansada repliqu.Mi padre me mir fijamente, sorprendido por lo que acababa de or. Dud un

    segundo, como si estuviera procesando mi comentario.El trabajo de tu madre no es fcil, y hay das que son ms duros que otros.Pues, por lo que parece, todos los jueves son el da duro de la semana. Raro

    es el jueves que cena con nosotros insist inmisericorde ante el estupor de mipadre, que no me respondi.

    Cenamos casi en silencio por ms que mi hermano Jaime intentara mantenerviva la conversacin. Cuando terminamos de cenar mi padre se refugi en labiblioteca para fumar un cigarro, y adems y o esperaba que empezara agerminar la cizaa que haba sembrado con mi comentario.

    Mi madre tampoco desay un con nosotros. Otra vez mi padre excus suausencia.

    Tiene turno de noche, de manera que le vendr bien dormir un rato ms.Ya dije yo mirndole con suficiencia.Pobre mam, no s cmo aguanta trabajar toda la noche lament Jaime,

    incapaz de encontrar segundas intenciones en mis palabras.Los siguientes das mi madre pareca distrada, como si no le importara nada

    ni nadie de lo que tena a su alrededor. Yo me daba cuenta de que durante losalmuerzos o las cenas haca un esfuerzo por participar, pero en realidad no leinteresaba nada de lo que decamos ni Jaime ni y o, ni tampoco mi padre. Inclusocuando Mara le comentaba algo sobre la casa, le deca que tomara ella ladecisin.

    Yo estaba impaciente por que llegara el jueves. Me preguntaba si volvera aver a aquel hombre. Quera tomarles ms fotos juntos, hacerme con una buenacoleccin antes de envirselas a mi padre.

    Porque eso es lo que pensaba hacer, enviarle a mi padre las fotos de mimadre entrando en aquella casa, sola, con Alta Gracia, y sobre todo las delabrazo del hombre desconocido. Aadira una nota con un mensaje breve: Sumujer le engaa . S, con eso sera suficiente para que mi padre le preguntara, yella no tendra ms remedio que confesar que tena un amante. Porque para esemomento yo estaba firmemente convencido de que mi madre iba a aquella casaa encontrarse con aquel hombre y que Alta Gracia facilitaba esas citas secretas.

    Quera fijarme con ms detenimiento en el individuo. Las fotos las obtuve

  • desde mi escondite a cierta distancia y no haba alcanzado a ver bien sus rasgos.El siguiente jueves mi madre acudi a la casa en compaa de Alta Gracia y

    sali al cabo de un par de horas sola, sin que nadie la acompaara a la puerta.Esta vez fui y o quien no pudo dominar su malhumor y esa noche me un a mimadre en mi negativa de cenar con mi padre y mi hermano.

    Mara, sin pretenderlo, me ay ud a echar ms cizaa sobre el nimo de mipadre, porque cuando dije que no tena hambre, que algo me haba sentado malen el almuerzo y que prefera irme a dormir, ella murmur malhumorada: Como tu madre todos los jueves .

    Mi padre la mir con reprobacin, pero Mara ni siquiera se haba dadocuenta de que la habamos escuchado.

    Pasaron otras dos semanas hasta que la suerte volvi a ponerse de mi parte.Mi madre se dirigi a la casa sin Alta Gracia. Andaba deprisa, parecaimpaciente. Yo esperaba en mi escondrijo entre los rboles y sucedi lo quemenos me esperaba. Antes de que mi madre llegara a la casa, un hombre laalcanz llamndola por su nombre. Ella se volvi y entonces se besaron. Fue unbeso inocente, como el de dos amigos cuando se encuentran. Luego l la cogidel brazo como si entre ellos hubiera gran confianza y subieron los peldaos hastala puerta. El hombre sac unas llaves de uno de los bolsillos de la chaqueta yabri.

    Yo no haba dejado de hacer fotos de toda la escena. Me regocijaba pensandoen la cara de estupor de mi padre cuando viera aquellas fotografas. Tendra quepedir explicaciones a mi madre y difcilmente ella podra inventar una excusa,habida cuenta de que con aquellas imgenes mi padre dispondra de la prueba desu infidelidad.

    Esper paciente a que abandonara la casa, pero para fastidio mo el hombreno sali a despedirla. Aunque podra haberme dado por satisfecho, prefer probarsuerte algn que otro jueves ms. Cuantas ms fotos pudiera enviar a mi padre,ms co

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