algunos aspectos de la transferencia - d lagache

9

Upload: fredy-ricardo

Post on 28-Dec-2015

52 views

Category:

Documents


5 download

TRANSCRIPT

Page 1: Algunos Aspectos de La Transferencia - D Lagache
Page 2: Algunos Aspectos de La Transferencia - D Lagache

--~-- ----- ---------------------------

lf

ALGUNOS ASPECTOS DE LA TRANSFERENCIA* (1951)

1. OBSERVACIONES PRELIMINARES

Por estrechos que sean los vínculos entre la teoría y la·técnica, es lí­cito considerar que el psicoanálisis es principalmente un método terapéu­tico, cuyo instrumento esencial es el manejo de la transferencia. De ahí que bien podemos compartir el asombro de Fenichel (34) no sólo ante la escasez d~- trabajos dedicados a la técnica, sino ante la escasez mayor aún de los qu~ se ocupan de la transferencia. Esta es una de las razones por las que la Sociedad Psicoanalítica de París incluyó la transferencia en el programa de la próxima Conferencia de Psicoanalistas de Lengua Fran· cesa, que tendrá lugar en París el lº de noviembre de 1951. No se trata de un hecho aislado; la atencíón de los psicoanalistas parece dirigirse una vez más hacia este problema, a menos que sea una ilusión óptica de los que se interesan en él. Siempre es posible que estas consideraciones y estas circunstancias hayan pesado en la decisión de plantear el tema de la transferencia ante vuestra Sociedad y de someter a discusión algunos de sus aspectos.

Antes de entrar en el tema, no es ocioso indicar el espíritu con el que, a mi juicio, debe ser contemplado. Me limitaré a tres observaciones.

1) De un modo general, el"desarrollo del psicoanálisis tendió de más en más a convertirlo en un psicoanálisis de la conducta; la compatibilidad del psicoanálisis y la psicología de la conducta ha sido expresada con to­da claridad por Susan lsaacs (76). Y ningún tema induce más que la traneferencia a situarse en esta perspectiva. .

2) El concepto de conducta que se emplea en psicoanálisis no es el del conductitmo de Watson, pero se acerca más a las formas más evolu-

• Comunicacl6n a la Sociedad Brltúllca de Plicoanállm, Londrea, 4 de abril de 1911.

Page 3: Algunos Aspectos de La Transferencia - D Lagache

~ '

cionadas del conductismo ( co.nductismo molar), para las cuales la con­ducta no se reduce a movimientos y es en cambio una totalidad estruc­turada de respuestas fisiológicas, motrices y simbólicas que poseen un sig­nificado. Es así que la verbalización del paciente no se considera sólo en su contenido abstracto, en su face value; es vista además como una con­ducta concreta, como una manera de comportarse en la situación psico­analítica; por ejemplo, cuando el psicoanalista interpreta como una resis­tencia la tendencia estereotipada a comenzar la sesión u ocuparla por completo con sueftos, dejando de lado parcialmente y provisoriamente el contenido de los sueftos.

·3) El punto de vista conductista induce al psicoanalista a interesarse en el estudio experimental de la conducta y en particular del aprendizaje. ¿No es posible que la psicología experimental desempefte respecto del psicoanálisis un papel similar al de la patología experimental respecto de la medicina? La experimentación, si bien carece del carácter concreto y comprensivo de la psicología clínica, está en condiciones de ofrecer los · principios más simples y mejor demostrados. Además, el empleo de los mismos conceptos o de conceptos análogos constituye una suerte de ex­perimentación con las ideas, de las que saca a la luz aspectos nuevos; así ocurre con los trabajos experimentales sobre las fijaciones y las regresio­nes instrumentales. Por supuesto, no deben implicar una alteración de los hechos psicoanalí~icos ni de las hipótesis destinadas a explicarlos.

El punto de vista del psicoanálisis de la conducta encuentra un terre­no ideal en la transferencia; ¿acaso no dijo el propio Freud que en. la transferencia el paciente reemplaza la rememoración mediante el pensa­miento y la palabra por la repeticlón 1t1ediante la conducta?

11 - SOBRE LA DEFINICION DE LA TRANSFERENCIA

Habitualmente se define la transferencia como la repetición en la vi­da corriente y en particular en la relación con el psicoanalista, de actitu­des emocionales inconscientes, desarrolladas durante la vida familiar in­fantil, sobre todo con respecto a los padres; también es habitual agregar que la transferencia puede ser amistosa, hostil o ambivalente. Aunque podamos citar a Freud, tal formulación no da cuenta de todos los aspec­tos de su pensamiento ni de la complejidad de los hechos. Sin duda, las definiciones de este tipo quieren decir más cosas que las que dicen de manera explícita. Tra·temos de expresarlas.

Cabe hacer a este· tipo de definición tres críticas principales:

1) La. repetición·. es: i~cuestionable desde el punto de vista descrip· tivo, pero no indica cuál es su función, si se trata de una repetición moti­vada por necesidades específicas, o de una repetición automática y com~ pulsiva, de una necesidad específica de repetición. La segunda interpre~ tación a menudo queda sobreentendida.

2) "Actitud emocional· inconsciente" es también una formulación

60

vaga. Tal definición da a entender que si las actitudes emocionales trans­feridas son inconscientes, es que rio pudieron. desarrollarse o que fueron reprimidas y que por esta causa conservan su poder dinámico.

3) La clasificación de las actitudes emocicinales en actitudes de amor, de odio y de ambivalencia es demasiado general y no hace justicia a la especificidad de la transferencia.

Viendo -la transferencia como una conducta concreta y actuada, Freud in.dicó una solución, cuyo interés puede apreciarse mejor hoy en día, merced a los progresos de la psicología. La transferencia es una cierta manera que tiene el paciente de comportarse en la situación .psicoanalíti­ca; es un segmento de su conducta. Por consiguiente, es posible aplicarle, en principio, la concepción que nos formamos de todo segmento del comporta.miimto.

Ahora bien, un segmento de comportamiento es una estructura diná­mica que se desarrolla en el tiempo y en la que podemos distinguir dife­rentes momentos o diferentes "facetas":

1) La motivación, es decir la modificación de la personalidad que la pone en movimiento hasta que se reduzcan la tensión y la disociación inherentes a las necesidades y las emociones intervinientes; el psicoanáli­sis demostró que la motivación era múltiple (sobredeterminación), con-flictiva y en parte inconsciente. .

2) La elaboración de la conducta, es decir la búsqueda de los medios (técnicas instrumentales, técnicas sociales) mediante los cuales la perso­nalidad trata. de reducir la motivación, sea aplicando hábitos arcaicos o adecuándolos a la situación; esta fase de la condcuta puede cumplirse de manera más o menos completa bajo la forma simbólica de una experien­cia mental.

3) La finalidad de la conducta, que puede ser aloplástica, autoplás­tica o mixta.

4) El objeto de la conducta; sobre el que se realiza esta finalidad y que tiene siempre un valor positivo o negativo, correlativo a las necesida­des en cuestión.

5) Por último, podemos distinguir los efectos secundarios de la .con­ducta, aparte de los efectos inmediatos connotados por la finalidad; la mayoría de las veces son modificaciones de la personalidad (aprendiza" je), en ocasiones sucesos.

Estas distinciones permiten dar una definición precisa del significado de la conducta. Si la conducta es el conjunto organizado de las respuestas f11iol6gicas, mentales y motrices mediante las cuales la personalidad mo­difica BU interacción con el medio, el significado o la funeión de la con­ducta ea la propiedad por la que estas acciones le permiten reducir la motivación (tenaión, disociación) ·y realizar las posibilidades del orga­niamo.

Veamo1 cómo este esquema del segmento de comportamiento puede eer aplic•do a la transferencia:

61

Page 4: Algunos Aspectos de La Transferencia - D Lagache

1) Cada uno de los momentos distinguidos puede ser aprendido y transferido; los conceptos de fijación instintiva (motivación), fijación objetal y fijación a un propósito son bien conocidos; aunque la noción de fijación instrumental no haya sido formulada, se la utiliza con fre­cuencia bajo la forma de técnicas sociales: por ejemplo, un paciente se muestra sumiso para hacerse amar.

2) En la práctica psicoanalítica, muchas veces se entienden como transferencias aspectos parciales del comportamiento, sea porque la transferencia no hace más que esbozarse o porque se carece de datos.

3) Una interpretación completa de la transferencia exige que el psi­coanalista pueda responder a cada uno de los interrogantes que plantean los momentos distinguidos.

4) Lo esencial de la interpretación es captar el significado funcional de la conducta en cuestión. La interpretación sigue siendo "dinámica" en la medida en que nos atengamos a lo que ocurre en el "aquí y ahora". Se hace "genética" en la medida en que puede mostrar de qué modo el pasado se actualiza en el presente, expresándose en función de la situa­ción psicoanalítica.

No creemos que se requieran ejemplos para comprender el alcance concreto y práctico de estas observaciones. En resumen, la objeción que se formula a las definiciones corrientes de transferencia es que se liniitan a constatar equivalenCias entre el presente y el pasado, en particular las de la motivación (actitudes emocionales inconscientes) y las del objeto; aspectos muy importantes de la transferencia quedan así, si no ignora­dos, por lo menos silenciados; además, y sobre todo, estas definiciones no expresan las relaciones dinámicas existentes entre los diferentes mo-

. mentos de todo comportamiento. Una de las ideas que se desprende de nuestras observacione¡¡ y que orienta nuestras investigaciones es que la transferencia es transferencia de significado funcional, o más brevemen­te, transferencia de función.

111 - EVOLUCION DEL PENSAMIENTO DE FREUD

La relación de una idea como la formulada con el pensamiento de Freud varía según el momento de su pensamiento que se considere. La evolución del pensamiento de Freud sobre la transferencia puede trazarse en función del sentido y el papel de la repetición.

Entre los escritos técnicos, "La dinámica de la transferencia", de 1912, es representativo del primer período. Diversas expresiones de Freud subrayan el carácter de repetición de la transferencia. (clisé, es­tereotipo ). La transferencia es producto al mismo tiempo de la resisten­cia, que reemplaza la rememoración por la repetición actuada, y del in­consciente dinámico, es ~ecir de_ las tendencias frustradas y repri!"idas, listas para la transferencia (44 a, pág. 51). Explica la aptitud para la trans­ferencia y la repetición activa en función del par placer-displacer.

A partir de 1914, Freud se vio llevado a destacar el carácter compul-

62

sivo de la repetición en la transferencia (44 b, pág. 110). Pero sólo enMda allá del principio del plocer, hizo de la repetición ya no una característi­ca descriptiva, sino la fuente misma de la transferencia ( 48). La esencia de los argumentos que Freud expone en el capítulo 111 puede resumirse como sigue: la experiencia sexual infantil fue una experiencia dolorosa, un fracaso y un daño narcisista; su represión se ajustaba al principio de placer; su repetición en la transferencia contraría por lo tanto el princi­pio de placer y surge de un automatismo de repetición.

Pero el pensamiento de Freud no es tan simple; se formula autocrí­ticas. La experiencia infantil no fue tan contraria al principio de placer: al comienzo, el niño esperaba obtener placer; y más tarde, lo que es dis­placer para un sistema puede ser placer para el otro; la experiencia puede resultar menos displacentera en tanto sea objeto de recuerdos y sueños. Estas consideraciones hacen esperar una discusión máS profunda y un esfuerzo por articular el automatismo de repetición con la motivación, mediante las necesidades y las emociones.

. Sin embargo, estas objeciones no tardaron en ser olvidadas, y en el capítulo V 'Freud afirma que la transferencia es producto de un automa­tismo de repetición completamente independiente del principio de placer.

Estas afirmaciones ejercieron una gran influencia en -la concepción que los psicoanalistas se formaron acerca del modo de producción de la transferencia. Autores de prestigio, en numerosos escritos, admiten que la transferencia es idéntica al automatismo de repetición y que no represen­ta más que 1;1na modalidad de éste. Esta concepción se refleja en las defini­ciones corrientes. La explicación de la transferencia por el automatismo de repetición 'muchas veces parece haber hecho olvidar las explicaciones más dinámicas que la precedieron.

En Mtú allá del principio del plocer, los pasajes referentes al modo de producción de la transferencia plantean por lo tanto un problema de in­terpretación del pensamiento de Freud. Por categóricos que sean algunos de estos pasajes, ¿debemos considerar que el poder excluyente del auto­matismo de repetición representa la última palabra . en esta materia, o debemos buscar en la obra de Freud una concepción más diversificada de la necesidad de repetición y de sus vínculos con la repetición de las ne­cesidades?

Es evidente que la concepción de la transferencia como transferencia de función se -acerca más a las primeras concepciones de Freud. Un retor­no como éste no es el primero en la historia del psicoanálisis.

IV - NECESIDAD DE REPETICION Y REPETICION DE NECESIDADES

La posición más radical de Freud puede formul~ así: la transferen­cia es producto de una necesidad específica y trascendente de repetición, necesidad a la que Freud atribuye un cnácter daflino y misterioso. Pero la transferencia no es la única manifestación del automatismo de repeti­ción. Es por lo tanto inevitable indagar qué es lo que se repite en la trans-

63

Page 5: Algunos Aspectos de La Transferencia - D Lagache

ferencia y bajo qué fonna. La hipótesis de la necesidad de repetición lleva necesariamente a contemplar las modalidades y lu condiciones de la repetición de necesidades o, en otras palabras, las relaciones entre la repe­tición y la motivación.

La autocrítica de los argumentos de Freud ofrece ciertos esclareci­mientos.

Vimos que Freud mismo se objeta que la experiencia infantil y su re· petición.no están enteramente exentas de la búsqueda de placer; la "dis­posición a la transferencia,,. fue concebida en principio como la esperanza de una salida mejor.

Por otro lado, la resistencia se ajusta al principio de realidad, exten· sión del principio de placer. Pero Freud sostuvo siempre que era una re­petición de las defensas que habían desempeñado un papel decisivo· en la represión primaria. En tal sentido, la resistencia es la manifestación de un hábito útil, una repetición conforme al principio de placer.

Así, ni la repetición excluye al placer, ni el placer excluye. a la re· petición. Lo que se repite en la transferencia es una defensa contra pul­siones reprimidas. La defensa del yo les impide volver bajo la forma de recuerdos, pero no puede impedirles volver bajo la forma de acción. A la defensa contra el displacer, es decir al principio de realidad, se le opone la búsqueda más o menos desrealizada de placer.

La psicología experimental induce asimismo a no desconocer la com­plejidad de las relaciones entre la repetición y la motivación. En general,

)os problemas se plantean de otro modo; las investigaciones se han cen­trado más en las conductas instrumentales y los procesos cognitivos. Sin embargo, en cuanto atañe al papel de la repetición, se tropieza con la& mismas dificultades y las mismas controversias. Un estudio detallado re­queriría el examen de los comportamientos instintivos y sobre todo de la adquisición y la evolución de los hábitos. Mostraría que en el curso de los últimos veinte años, el papel de la repetición tendió a perder terreno, a favor de la motivación; las leyes del aprendizaje que emanan de la repe· tición no ejercen su acción independientemente de las que expresan la acción de la motivación.

Dejando de lado la descripción y el comentario de los fenómenos de­. nominados de "recuperación espontánea" de reacciones condicionadas y hábitos, me detendré en los fenómenos descriptos como efecto Zei­gamik.

En 1927, Zeigarnik demostró experimentalmente que, en igualdad de condiciones, las tareas interrumpidas son relativamente mejor reteni­das y retomadas con más facilidad que las tareas concluidas (159). En otras experiencias, se comprueba una mayor persistencia de la actividad en los que han fracasado que en los que han tenido éxito. La intervención del yo vincula estas investigaciones con las de Lewin (106) y su escuela sobre las variaciones del nivel de aspiración en función del éxito o del fracaso.

Las investigaciones de este tipo arrojan luz sobre la metapsicología de la conducta. Cuando el ciclo de un comportamiento se desenvuelve sin interrupción, su desenvolvimiento mismo está sostenido por una ten-

64

sión específica; sólo cuando· esta tensión se resuelve, el ciclo de compor­tamiento concluye; por ejemplo, un caballo molesto por las moscas. agita la cola l&aata que las moscas se van.

El efecto Zeisomih muestra que la frustración, por la interrupción o el fracaso de la tarea comenzada, no elimina la tensión motivante; no sólo la personalidad sigue motivada para reanudar la tarea, sino que cabe pensar que el daño narcisista aumenta lá necesidad de llevarla a buen tér­mino.

Con un intervalo aun mayor entre la interrupción de la actividad y su reanuoación, ¿no surge la transferencia psicoanalítica, por lo menos en parte, de un mecanismo análogo?

En tal caso, la particular manera que tiene la repetición de manifes· tarse en la transferencia, puede esquematizarse como sigue:

1) La experiencia infantil es una serie de ensayos y errores que de­sembocan en un fracaso y un daño narcisista.

2) La represión primaria resulta del predominio de la defensa del yo. Pero esta renuncia no es necesariamente definitiva. La esperanza de una salida mejor y la intervención de un aplazamiento hacen más fácil la represión. En 1927 Lampl de Groot, al exponer el desarrollo del comple­jo de Edipo en el varón (100), concibió el aplazamiento como un meca­nismo inconsciente y filogenético. El aplazamiento puede manifestarse en la condcuta consciente; a menudo el niño tiene la esperanza de que sus padres se hagan pequeños cuando él sea mayor; el varón, sobre todo cuando los padres están en conflicto, espera algún día quitarle la madre al padre y darle una vida mejor.

3) La "disposición a la transferencia" es la persistencia de las tensio· nes ligadas con las necesidades y las emociones reprimidas; el daño narci­sista motiva no sólo la defensa del y<>, sino también la necesidad de repa· ración. Desempeñaría así en la producción de la transferencia, un pa}lel cuya importancia, a nuestro juicio, no ha sido suficientemente destacada.

4) Por último, la transferencia es la actualización progresiva, en la situación analítica, de conflictos no resueltos.

V - EFECTO POSITIVO Y EFECTO NEGATIVO DE LA TRANSFERENCIA

Clásicamente se define la transferencia positiva y la transferencia ne­gativa en función de sentimientos amistosos u hostiles; las insuficiencias de esta oposición se solucionan planteando que la transferencia es en la mayoría de los casos ambivalente. Una formulación de este tipo no exclu­ye determinaciones más específicas; es más bien una manera cómoda de clasificar los fenómenos transferenciales por lo que tienen de esencial, un desplazamiento de afeoto. De ahí que la crítica result;lría .injusta si· la in­terpretara de un modo demasiado literal y restringido. Debe tener en cuenta asimismo que en la mayoría de los casos, una dilucidación com­pleta permitiría una expresión en función del amor y el odio, si bien este tipo de expresión no agota el contenido de la transferencia.

65

Page 6: Algunos Aspectos de La Transferencia - D Lagache

La terminología experimental se centra no en los hábitos afectivos, sino en los hábitos instrumentales. Su estructura lógica es también algo diferente. Para evitar complicaciones y confusiones, hablaremos de efecto positivo y efecto negativo de la transferencia, sin afirmar que sean idén­ticos a la transferencia positiva y la transferencia negativa.

El efecto de la transferencia es positivo cuando en una misma situa­ción, los hábitos adquiridos en el aprendizaje de una técnica instrumental_ favorecen la adquisición de otros hábitos, sobre la base de una semejanza de contenido, de técnica o de principios; por ejemplo, en la experiencia del dibujo especular (mirror drawing), el ejercicio cumplido con la ·mano derecha favorece las realizaciones de la mano izquierda. El efecto de la transferencia es negativo cuando, en una misma situación, los hábi­tos adquiridos dificultan la adquisición de nuevos hábitos; por ejemplo, cuando el hábito de conducir por la derecha dificulta el aprendizaje de la conducción por la izquierda. De la interferencia asociativa que acabamos de definir, podemos diferenciar la inhibición reproductiva, por la cual la adquisición de hábitos nuevos dificulta la ejecución de actos anteriormen­te aprendidos.

Retomemos un ejemplo simple y claro citado por Nunberg en un ar­tículo reciente:

"Un paciente mostró desde el principio una buena voluntad y una comprensión sorprendentes. Sus asociaciones surgían con facilidad, apor­taba recuerdos importantes y así continuamente. Las cosas anduvieron así durante bastante tiempo; sin embargo no hubo ningún progreso en el análisis, hasta que surgió que la madre había tenido la costumbre de pe­dirle que le contara todo lo que pensaba y hacía durante el día. Nuestro paciente le había confiado todos sus pensamientos hasta bien entrado en la adolescencia. Le causaba gran placer charlar con ella; la madre se sen­taba en el borde de la cama y a causa de la transparencia del camisón, el hijo podía ver el contorno de su cuerpo, en especial de los pechos. Fin­gía contarle todo, pero se rese'rvaba para él el secreto de sus fantasías sexuales. Desarrollando en el análisis una conducta similar, fingía decir la verdad; en realidad, trataba de engaiiar al analista como había engaiiado a su madre. En sus relaciones con las personas era sincero, pero reservado y desconfiado, de modo que nunca había tenido amigos verdaderamente íntimos. Era un solitario".

Los conceptos psicoanalíticos de transferencia positiva y transferencia negativa son fácilmente aplicables a este ejemplo: en el primer período, la transferencia positiva manifiesta encubrió una transferencia negativa latente, que a su vez se hizo manifiesta con la aparición de las resisten­cias. La interpretación de Nunberg saca a la luz la ambivalencia: "Trataba de engaiiar· al analista como había- engaiiado a la madre". Si bien Nunberg no lo dice de manera explícita, la función más evidente de esta con~ucta es la de una defensa hostil.

Los conceptos experimentales permiten . presentar las cosas de un modo no incompatible, pero -algo diferente. El paciente, en la situación

66

analítica, debe adquirir hábitos nuevos, cuyo sentido está formulado por la regla fundamental. Merced a e11ta ·característica esencial, la situación analítica reubica al sujeto en la antigua situación de sus conversaciones con la madre. La transferencia tiene un efecto positivo y un efecto nega­tivo. El efecto negativo es al principio latente. Se hace manifiesto cuando el hábito de ocultar a la madre sus fantasías sexuales interfiere con el aprendizaje de la regla fundamental. ·

Este ejemplo no muestra por lo tanto divergencias irreductibles en la aplicació~ de los conceptos psicoanalíticos y los conceptos experimenta­les (lo cual no es más que una indicación). Lo que ·nos interesa es saber si la formulación en términos experimentales ofrece algún interés para el psicoanalista. Decir que el paciente transfirió en el analista su ambivalen­cia respecto de su madre es justo pero no suficiente; la formulación no abarca todos los aspectos de la transferencia ni es suficientemente especí­fica. En la formulación experimental, el sentido positivo o negativo está definido por la relación del hábito antiguo con la situación psicoanalíti­ca; es decir con el aprendizaje de la regla fundamental.

En otras palabras, las definiciones que se desprenderían de la aplica­ción de los conceptos experimentales serían las siguientes: el efecto de la transferencia es positivo cuando es compatible con las finalidades y los medios del psicoanálisis; es negativo en el caso contrario.

Esta concepción "operativa" no menciona el sentido de la actitud emocional en la determinación del sentido de la transferencia; si bien lo implica. No contradice las opiniones psicoanalíticas: los psicoanalistas saben que !~ repetición de afecto no es más que un aspecto de la transfe­rencia, aunque consideran que este aspecto es esencial y decisivo. Evita las dificultades que todos conocemos y que en líneas generales consisten en que· no hay una correlación constante entre las emociones manifiestas del paciente y el efecto de la transferencia s0bre el tratamiento: la mani­festación de amor puede paralizar el análisis; la expresión de odio puede corresponder a un progreso decisivo cuando la necesidad de seguridad se ha reducido, aunque sin duda la reducción de la defensa esté conectada con una actitud más amistosa; el concepto de ambivalencia no tliene su­ficientes matices como para especificar sus alusiones a las relaciones di­námicas entre el amor y el odio; la transferencia asume a menudo la for­ma de una indiferencia emocional que es una defensa tanto contra el amor como contra el odio, si bien quizá se acerque más a la hostilidad. Sin duda, las dificultades y los errores que provoca la definición corriente de transferencia son solucionables o evitables; el progreso de las investiga­ciones seguramente permitirá llegar a una fórmula adecuada y específica. Por el momento, la formulación basada en el desplazamiento de afecto no es lo bastante abarcativa y precisa. Además, introduce las oscuridades y los equívocos inherentes a los conceptos psicoanalíticos de amor y odio.

Considerando el problema. desde la· perspectiva de la conducta en la situación psicoanalítica, las cosas pueden presentarse de otro modo: ·

l) El paciente, con todo su pasado y todos 8us problemas, se en-

67

Page 7: Algunos Aspectos de La Transferencia - D Lagache

cuentra en una situación en la que debe aprender a expresar libremente lo que piensa y lo que siente, sin elegir ni excluir nada voluntariamente.

2) Como en el primer momento no puede adaptarse a esta situación, aplica la conducta de tanteo, echando mano a su repertorio de hábitos.

3) La transferencia es la actualización progresiva y evolutiva, en función de la situación psicoanalítica, de sus conflictos no resueltos. . 4) El efecto de la transferencia es negativo en la medida en que el paciente pone en acción hábitos incompatibles con el aprendizaje de la regla fundamental, Esta definición coincide con la definición clásica, por cuanto admite la conexión de la hostilidad con la defensa del yo y la regresión narcisista. La transferencia negativa expresa la defensa y la re­tracción del yo, que busca seguridad en la repetición de soluciones adqui­ridas. El sentido general de la transferencia negativa es la reducción de tensiones.

5) El efecto de la transferencia es positivo cuando los hábitos ¡h.leir tos en juego tienden al aprendizaje de la regla fundamental. Esta defini­ción coincide con la concepción freudiana, según la cual los sentimientos positivos del analizado permiten por sí solos la superación de las resisten­cias. Una atmósfera amistosa es requisito de la seguridad y de la acepta­ción del riesgo. El efecto positivo de la transferencia tiende al logro de un nivel óptimo de tensión, propicio para la autoexpresión y la realiza­ción de las posibilidades de la persona.

VI - EL ROL DEL PSICOANALISTA EN LA PRODUCCION DE LA TRANSFERENCIA

Sobre este aspecto vasto y difícil, nos limitaremos a dar algunas in­dicaciones referentes al planteo del problema.

En la última década, la técnica psicoanalítica fue objeto de severas críticas. Desde el punto de vista moral, algunos le reprochan la ausencia de vínculos humanos y reales; otros la acusan de producir una paranoia artificial. Desde el punto de vista técnio, Karen Homey reprueba el des­cuido del presente en favor del pasado (72); Alexander aconseja que el psicoanalista desempeñe un papel opuesto al de las figuras parentales des­favorables, de manera de suscitar el desarrollo de una experiencia co­rrectiva (5). Dejando de lado los aspectos morales y técnicos de la cues­tión, pasaremos a preguntamos qué papel positivo puede tener el psico­analista en la producción de la transferencia.

La respuesta clásica a este interrogante se resume en la alegoría freu­diana del espejo: la actividad del paciente es predominante; él es el que anima la situación psicoanalítica en función de sus deseos, sus temores y sus hábitos; él es el que hace desempeñar al analista un papel imaginario; de ahí l!l importancia que algunos autores, como Nunberg, dan a la pro­yección, concibiendo la transferencia como percepción social. La transfe- · rencia se considera en general un fenómeno espontáneo, cuya producción se explica, según la expresión de Rickman recientemente retomada por Balint, en el marco de. una one body. paychology ( l O).

68

Como lo sugiere el mismo trabajo de Balint, los avances de los cono­cimientos sobre la transferencia y la contratransferencia imponen, en par­te, pasar al marco de una two bodies psychology. El campo psicológico está definido por la interacción del organismo y el medio. Del mismo mo­do, el campo psicoanalítico está definido por las interacciones del médico y el paciente. La teoría del tratamiento psicoanalítico se transforma así en un problema de dinámica de grupos, en el cual la utilización del con­cepto psicosociológico de "rol" debería ser particularmente fecunda. ·

En muy pocas palabras, cada individuo participa en una pluralidad de grupos. En cada uno de ellos, tiene una situación y un rol. diferentes. Pero su rol no puede ser ejercido independientemente de los roles com­plementarios desempeñados por los otros miembros del grupo; la autori­dad es correlativ·a del sometimiento; la exhibición, de la contemplación; el sadismo, del masoquismo, etc.; estas ideas ya fueron seftaladas por Pierre Janet (86), que en varias oportunidades insistió sobre el "doble" carácter de las conductas sociales. Si aplicamos estas consideraciones a la experiencia psicoanalítica, los conceptos de rol y de interdependencia de roles están ilamados a cumplir una serie de funciones que la teoría clási­ca, expresándose en función de procesos intraindivfduales, asignaba a la identificación.

En efecto, el concepto de roles interindividualea se presta a la des­cripción y la explicación de muchos aspectos de la experiencia psicoana­lítica:

1) El rol ideal del psicoanalista es un patrón cultural y técnico; po­dría servir de instrumento para describir las etapas de la técnica freudia­na, y sus diferenciaciones típicas según las escuelas.

2) Su correlativo es el rol ideal del analizado, que es también un pa­trón cultural y técnico más o menos diferenciado: a las consignas dadas por el psicoanalista (acostarse en el diván, no volver la cabeza hacia el analista, expresarse con libertad) se agregan a menudo, en los pacientes iniciados, reglas de conducta surgidas de representaciones estereotipa­das del análisis: relatar sus sueños y sus recuerdos infantiles.

3) El rol actual del psicoanalista es la manera personal y concreta que tiene de interpretar el patrón cultural y técnico.

4) El rol actual del analizado no es otra cosa que la transferencia; la transferencia puede llevar al paciente a querer salir de su rol de analizado o bien, por el contrario, confinarse en este rol estereotipado, debido a su necesidad de seguridad.

5) El analizado hace desempeñar al analista un rol imaginario; esta parte de la experiencia psicoanalítica puede ser concebida, como lo sos­tiene Nbnberg, en función de una proyección.

6) La expresión activa, la dramatización de los conflictos incons­cientes en la vida corriente (acting out).

7) La contratransferencia es el rol inducido en el psicoanalista por el rol actual del analizado.

8) Las técnicas· llamadas "activas" consisten a menudo, para el ana­lista, en desempeñar a sabiendas un rol; por ejemplo, en la técnica de la

69

Page 8: Algunos Aspectos de La Transferencia - D Lagache

experiencia correctiva preconizada por Alexander, el psicoanalista de­sempefta sistemáticamente un rol diferente del de las figuras parentales desfavorables (5).

9) Aunque esté "inactivo", el analista desempefta también un rol positivo, e induce en el paciente un rol complementario; el tratamiento psicoanalítico puede definirse teóricamente como un aprendizaje de roles.

10) El paciente transfiere en la vida corriente los roles aprendidos en la interacción con el psicoanalista.

Dejando de lado otras posibles aplicaciones, volvamos a las caracte­rística8 positivas y originales del rol ideal del psicoanalista. Por arti(icial y neutral que sea en principio el ambiente psicoanalítico, no se le puede negar la estructura y el sentido de una situación de superioridad-inferio­ridad, en la cual el psicoanalista desempeña al11;0 así como el rol del amo o líder. ¿Pero qué tipo de líder? En 1930 Kurt Lewin (106) y sus colaboradores definieron con notable precisión los roles de líder autori­tario, líder democrático y líder pennisivo. Cada tipo de líder crea un cli­ma social específico en el que el índice de agresividad es variable: es mí­nimo -2- en el clima autoritario, en caso de reacción "apática" (agre­sión encubierta); es mediano en el clima democrático -20--; es mayor aun -30-- en el clima autoritario con agresión manifiesta, nivel que a su vez es superado por ·ei que se alcanza en el clima permisivo -38--. Así, en iguales condiciones, estas experiencias ponen de manifiesto la interde­pendencia de la. forma y el grado de- la frustraciÓJ\l por una parte, y por la otra el monto de agresividad, o en otras palabras, ila interdependencia del rol de conductor y el rol de los conducidos. ·

Podemos tratar de inferir las características del rol ideal del psicoana­lista, es decir de un patrón cultural y técnico y nó de un rol concreto y actual, comparándolo con los patrones de los tres tipos de líder que dife­rencia Lewin. El rol del psicoanalista incluye elementos de los tres roles, con predominio de características correspondientes al líder "pennisivo", por ejemplo "total ausencia de participación por parte del líder". Ahora bien, se trata de un rol eminentemente frustrante, como lo muestra el monto de agresión que le corresponde en las experiencias de Lewin, pero que permite también que la agresión se manifieste; presupone asimismo una disminución de la constructividad de los conducidos, una cierta "pri­mitivación" de la conducta; en otras palabras, una regresión.

Del análisis del campo psicoanalítico ideal en· función de los roles, se despren~en por consiguiente d~s consecuencias:

1) No basta definir el ambiente psicoanalítico en ténninos negativos para que pueda ser considerado neutral; las características negativas de­ben ser vistas como características positivas y origigales, de las cuales una de las más importantes, si no la única, es la frustración.

2) Las sucesivas regresiones que se manifiestan en la evolución de la transferencia son inducidas en parte por el rol frustrador del psicoana­lista.

70

Se infiere entonces que el ·ambiente psicoanalítico y el psicoanalista tienen una acción positiva en la producción de la transferencia. Esta es una de las ideas que Ida Macalpine desarrolló ha:ce poco en un artículo documentado y valiente (112). En ciertos casos, se observa desde el pri­mer momento que la frustración ejercida por el psicoanalista, en particu­lar mediante el silencio, renueva la frustl"ación original y favorece la re­gresión.

Si volvemos a los escritos técnicos de Freud, no hay necesidad de forzarlos para encontrar en ellos elementos de este modo de ver. En mu­chos pasajes, hasta los detalles estilísticos confirman la acción positiva que Freud asigna a la situación psicoanalítica; uno de los más demostra­tivos es el estudio del amor transferencial (46). ¿Pero cuál es la natura­leza de esta acción? La respuesta se encuentra en los textos acerca de la regla de abstinencia (46, pág. 122; 47 a, pág. 135); se la relaciona expre­samente con la "frustración que enfermó al paciente"; no cabe duda de que para Freud, también la frustración desempeña un papel en la produc­ción de la neurosis transferencial: "Cuando los síntomas han sido diseca­dos y en consecuencia cada uno de ellos ha sido desvalorizado, los pade­cimientos del paciente se hacen moderados: debemos entonces provocar una privación suficientemente dolorosa en algún otro punto sensible; de lo contrario, corremos el riesgo de no lograr nunca nuevos progresos, sino progresos totalmente insignificantes y transitorios" (47 a, pág. 136). *

RESUMEN

1) Observaciones preliminares. Este artículo es un primer intento en el que el autor se propone estudiar sólo ciertos aspectos de la transferen­cia. Entre los conceptos psicoanalíticos, la transferencia es particular­mente apta para un estudio realizado desde el punto de vista de la psico­logía de la conducta, si se concibe la conducta como una totalidad es­tructurada y significativa de respuestas fisiológicas, motrices y mentales; la transferencia se presta asimismo a una confrontación con los resultados de la psicología experimental, en la cual la transferencia de aprendizaje desempeña un papel considerable.

2) Sobre la definición de la transferencia. Según las definiciones clásicas y corrientes, la transferencia es en esencia un desplazamiento de afectos amistosos, hostiles o ambivalentes. Se formulan tres críticas prin­cipales a esta definición: 1) no precisa el significado funcional que atri­buye a la repetición; 2) tampoco esclarece la dinámica de las motivacio­nes inconscientes; 3) el sentido positivo, negativo o ambivalente de la transferencia no da cuenta de la especificidad de los afectos transferidos. Segun el autor, el desplazamiento de afecto en el analista connota sólo aspectos parciales de un ciclo completo de· comportamiento: motivación,

* Aunque en la Cita Sf' remite a la edición francesa (trad. de A. Berman), D. La­••che sigue el texto de Collected Papera (vol. 11, págs. 396-397). (E. R.)

71

Page 9: Algunos Aspectos de La Transferencia - D Lagache

11

medios, finalidad, objeto, efecto; la relación de estas diferentes "facetas" es el significado o la función de la conducta, es decir la propiedad por la cual reduce las tensiones del organismo y realiza sus posibilidades. De esto se desprende la siguiente hipótesis: la transferencia sería esencial­mente transferida de función, por ejemplo defensa contra una necesidad o una emoción, pero expresada en los términos provistos por la situación psicoanalítica.

3) Evolución del pensamiento de Freud. La relación de esta hipó­tesis con el pensamiento de Freud varía según el momento del pensa­miento que se considere. Hasta 1920, consideró que la transferencia era producto de la disposición a la transferencia (tendencias y fantasías re­primidas) y de la resistencia (repetición actuada en lugar de rememora­ción), es decir en función del par placer-displacer. A partir de 1920 (Más allá del principio del placer), explicó la transferencia por el automatismo de repetición, es decir independientemente del principio de placer-dis­placer. Desafortunadamente, los trabajos ulteriores de Freud no arrojaron mucha luz sobre las relaCiones del automatismo de repetición con las con­cepciones anteriores. Las cosas se aclaran cuando se observa que, en los primeros trabajos, Freud toma en cuenta sobre todo la transferencia po­sitiva, que contribuye a superar la resistencia, y que en Más allá del prin­cipio del placer se ocupa en particular de la transferencia negativa.

4) Necesidad de repetición y repetición de necesidades. Aun acep­tando que exista una necesidad específica de repetición, es preciso saber de qué modo particular esta necesidad se realiza en la transferencia. La crítica que el propio Freud hizo a su posición en Más allá del principio del placer establece dos puntos: 1) la ·repetición de las necesidades repri­midas no excluye la búsqueda de placer; 2) la resistencia que se ajusta al principio de placer es también una repetición; de modo que repetición y motivación no son recíprocamente excluyentes. También los avances de la psicología experimental desde 1925 a 1950 tendieron a subordi!1ar la repetición a la motivación, o por lo menos articularlas. Uno de los fenómenos de más interés para la teoría de la transferencia es el efecto Zeigarnik, es decir la propiedad que tienen las tareas inconclusas de ser mejor retenidas y más fácilmente reanudadas; al parecer, el fracaso de­sempeña un papel en la persistencia de la tensión. A la luz del efecto Zeigarnik, la transferencia puede ser concebida como la actualización, en la situación psicoanalítica, de un conflicto no resuelto; el daño nar­cisista, según Freud inherente al fracaso de la sexualidad infantil, no só­lo es motivo de defensa; además suscita una necesidad inconsciente de re­paración que, como lo muestra a menudo la clínica psicoanalítica, es la principal función de la transferencia.

5) Efecto positivo y efecto negativo de la transferencia. Según las definiciones corrientes, el efecto del paciente respecto del analista deter- 1,

mina el sentido positivo o negativo de la transferencia. A la luz de los .. conceptos experimentales de efec~o positivo y efecto negativo de la tran•

72

ferencia, y fundándose en da~os clínicos, el autor propone una definición operativa del sentido de la transferencia, según su efecto sobre el aprendi­zaje de la regla fundamental. Esta definición no contradice la definición clásica: es más amplia que ésta y la implica. La transferencia negativa corresponde al predominio de los hábitos defensivos del yo, que busca su seguridad en las soluciones adquiridas y la reducción de tensiones. La transferencia positiva corresponde a la formación de nuevos hábitos, so­bre la hase del acceso a la conciencia de necesidades y emociones hasta entonces reprimidas, y al logro de un nivel óptimo de tensión, propicio para la au.toexpresión y la realización de las posibilidades del paciente.

6) Rol del psicoanalista y modo de producción de la transferencia. La concepción clásica se resume en la alegoría freudiana del analista-espe­jo; la transferencia es un fenómeno espontáneo cuya producción corres­ponde al paciente y se explica en términos "intraindividuales". Se propo­ne reconsiderar este planteo en el marco del campo psicoanalítico creado por la interacción del psicoanalista y el paciente, y de una psicología de roles "interindividuales". Se sugiere que las características negativas del rol del analista (silencio, pasividad, etc.) deben ser vistas como propieda­des positivas y originales del ambiente psicoanalítico, propiedades entre las cuales la frustración es una de las más notables. De ahí la hipótesis de que las sucesivas regresiones que se manifiestan en la evolución de la transferencia son inducidas en parte por el rol frustrador del analista. Este planteo es corroborado por el examen de los· escritos técnicos de Freud y por la importancia que otorga la regla de abstinencia para la motivación del paciente y el desarrollo del tratamiento.

73