alcances contemporáneos del término litertura

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ALCANCES CONTEMPORÁNEOS DEL TÉRMINO "LITERATURA". Uno de los problemas más focalizados por la indagación teórica actual es el que gira en torno al esclarecimiento de lo que es y no es literatura. Este replanteo de la noción, inserto en la encrucijada de los discursos sociales, obliga al constante cotejo entre las textualidades pertenecientes al sistema erudito y a los otros sistemas participantes en el proceso de producción. La dificultad de establecer categorías universales en el eje diferenciador de estos ámbitos se advierte en un movimiento de reconceptualización que propulsa modelos alternativos de ruptura con los modelos teóricos europeos, aquéllos que intentan constituir el campo de lo literario a partir de su lugar de enunciación 1 , fijando el centro en un sistema que relega al terreno periférico a los universos textuales de otros sistemas culturales. En este ritmo de confrontaciones se incluye el planteo de Alfonso Reyes, quien entiende que, en algunos casos, no hay literatura en pureza sino literatura aplicada a asuntos ajenos, literatura como servicio o ancilar. La "literatura en pureza" se identifica, en este concepto, con el líquido, con la esencia pura o sustantiva que se manifiesta en el drama, la novela o el poema, y en la cual "la expresión agota en sí mismo su objeto". Por otra parte, Reyes considera como "literatura aplicada a asuntos ajenos" al depósito de distintas mezclas, representado en formas consideradas ancilares a la literatura. Existe, para Reyes, la "historia con aderezo retórico", la "ciencia en forma ame- na", la "filosofía en bombonera". En todos estos ejemplos "la 1 Desde la perspectiva de la construcción lingüística de un texto, es preciso distinguir los conceptos de "enunciado" y "enunciación": en el proceso de la enunciación el sujeto o hablante aparece como el que está pronunciando un discurso (ocasionalmente a un destinatario), es decir, una serie de enunciados caracterizados por connotadores emotivos, valorativos, modalizantes, etc. Siguiendo a Greimás y Courtés, se considerará sujeto de la enunciación al eje sintáctico entre sujeto y antisujeto. El conjunto de elementos que dependen de la enunciación de un texto tiene sentido en sí mismo, pese a su carácter fragmentario y disperso (1991).

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Alcances contemporneos del trmino "literatura". Uno de los problemas ms focalizados por la indagacin terica actual es el que gira en torno al esclarecimiento de lo que es y no es literatura. Este replanteo de la nocin, inserto en la encrucijada de los discursos sociales, obliga al constante cotejo entre las textualidades pertenecientes al sistema erudito y a los otros sistemas participantes en el proceso de produccin.

La dificultad de establecer categoras universales en el eje diferenciador de estos mbitos se advierte en un movimiento de reconceptualizacin que propulsa modelos alternativos de ruptura con los modelos tericos europeos, aqullos que intentan constituir el campo de lo literario a partir de su lugar de enunciacin[footnoteRef:1], fijando el centro en un sistema que relega al terreno perifrico a los universos textuales de otros sistemas culturales. [1: Desde la perspectiva de la construccin lingstica de un texto, es preciso distinguir los conceptos de "enunciado" y "enunciacin": en el proceso de la enunciacin el sujeto o hablante aparece como el que est pronunciando un discurso (ocasionalmente a un destinatario), es decir, una serie de enunciados caracterizados por connotadores emotivos, valorativos, modalizantes, etc. Siguiendo a Greims y Courts, se considerar sujeto de la enunciacin al eje sintctico entre sujeto y antisujeto. El conjunto de elementos que dependen de la enunciacin de un texto tiene sentido en s mismo, pese a su carcter fragmentario y disperso (1991).]

En este ritmo de confrontaciones se incluye el planteo de Alfonso Reyes, quien entiende que, en algunos casos, no hay literatura en pureza sino literatura aplicada a asuntos ajenos, literatura como servicio o ancilar. La "literatura en pureza" se identifica, en este concepto, con el lquido, con la esencia pura o sustantiva que se manifiesta en el drama, la novela o el poema, y en la cual "la expresin agota en s mismo su objeto". Por otra parte, Reyes considera como "literatura aplicada a asuntos ajenos" al depsito de distintas mezclas, representado en formas consideradas ancilares a la literatura. Existe, para Reyes, la "historia con aderezo retrico", la "ciencia en forma amena", la "filosofa en bombonera". En todos estos ejemplos "la expresin literaria sirve de vehculo a un contenido y a un fin no literario" (en Fernndez Retamar, 1975).

Para Jurij Tinianov (1968) las definiciones estticas y fijas son superadas por una evolucin que revela la incertidumbre acerca de los lmites de la literatura, de su periferia y su zona de frontera y hasta incluso de su propio centro. En este desdibujamiento, lo central puede volverse marginal, y viceversa, mientras los signos de cada sistema literario tienden a extrapolarse:

...la existencia de un hecho como "hecho literario" (...) depende de su funcin. Lo que es "hecho literario" para una poca ser un fenmeno lingstico perteneciente a la vida social para otra, e inversamente (...). As, por ejemplo, una carta a un amigo de Dervajin es un hecho de la vida social; pero, en la poca de Karamzim y de Pushkin, esa misma carta amistosa es un hecho literario. Las memorias y los diarios tienen un carcter literario en un sistema literario, y, a su vez, muestran un carcter extraliterario en otro (en Lotman, 1972). Segn Fernndez Retamar, la lnea central de la literatura, en Latinoamrica, pareciera ser justamente la amulatada, la hbrida, la "ancilar", mientras la lnea marginal se identifica con la purista, la estricta o cannicamente literaria. El predominio de los gneros considerados ancilares, como las crnicas, los discursos, artculos, memorias, diarios, y algunas formas sociogrficas, hace empalidecer a los otros gneros, supuestamente centrales (Fernndez Retamar, 1975).

La problemtica de textualidades como las indgenas, de las que, en muchos casos, solamente conservamos restos orales, indica que existen manifestaciones discursivas que no se pueden mensurar con los mismos criterios que se aplican a un texto de escritura alfabtica. La capacidad de los textos desborda aqu lo tradicionalmente literario para dejar lugar a una combinatoria de sistemas lgico discursivos (Cfr. Lienhard, 1992). Estas ideas pisan terreno frtil cuando preguntamos a la literatura hispanoamericana acerca de su produccin literaria. La escritura de la fundacin y la Colonia de Amrica ya se inserta dentro de un sistema literario en el cual el proceso documentador del encuentro de culturas ingiere formas lingsticas, poticas, orales y escritas, para testificar mejor el asombro ante el mundo y la compleja problemtica que surge de las relaciones entre dominadores y dominados. El discurso de la Colonia es la manera de decir el "cmo" el europeo ve a Amrica, con sus propios instrumentos de organizacin de la cultura:

...la formacin de la imagen de Amrica, con las dos lneas, como informacin y como transfiguracin. Esta formacin de la imagen de Amrica, que de cierta manera es, en el fondo la apropiacin de la tierra por el espritu, se expresa sobre todo en la prosa: crnicas, informes, relatorio, cartas, correspondencia de capitanes generales, etc. En segundo lugar yo hablara de la transferencia de las formas literarias europeas el teatro, el poema pico, el poema narrativo, la lrica en donde encontraramos otras dos lneas: como prolongacin o como continuidad de esas formas y como alteracin o ruptura, como modificacin (Cndido, 1985: 31).

La literatura, para Beatriz Sarlo, "es lo que una sociedad acepta como tal". Es necesario describir el funcionamiento diferenciado de estas textualidades en cada una de las formaciones sociales. En el perodo colonial, la literatura contenida en formas no cannicas desde el punto de vista tradicional fue de fundamental importancia, en tanto haca circular los valores religiosos, polticos e histricos bajo la forma de valores estticos. La literatura fue refuerzo de la colonizacin, y vehiculiz la ocupacin imaginaria de la realidad (en Cndido, 1985: 31).

En el cmulo de operaciones literarias generado en cada texto es posible detectar la presencia de rasgos que pueden sintetizarse en un grupo ms o menos constante de marcas discursivas:

- Los principios de formacin discursiva del texto ficcional o artstico radican en la "actitud hacia el mensaje" contenida en el discurso, aspecto que ha sido dilucidado por Roman Jakobson (1975). Si el mensaje se considera primordialmente una ocasin para expresar una condicin emocional del hablante del discurso, o para suscitar una actitud en el receptor, entonces el discurso habr de valorarse menos en relacin a su claridad o su valor de verdad con respecto a su referente, y ms en cuanto a su fuerza performativa. La actitud que los sujetos productores asumen ante la escritura determina la naturaleza de un tipo textual y el grado de mixtura de los cnones artsticos con los informativos y/o cientficos (Cfr. White, 1992: 57).

- En lo que respecta al volumen informacional, los textos artsticos transmiten mucha ms informacin que los textos cientficos, al disponer de ms cdigos y ms niveles de codificacin. La complejidad de la estructura es directamente proporcional a la diversidad. Los textos literarios poseen la capacidad de concentrar un enorme caudal de informacin en la superficie de un texto pequeo (Lotman, 1982: 21).

- La expresin que vehiculiza la literatura supone el uso de un lenguaje especial, el cual se superpone sobre la lengua natural como un sistema secundario (Lotman, 1982). La praxis de lo sobreescrito se ejercita toda vez que los signos del texto artstico se presentan prescindiendo de su carcter convencional, para resemantizarse a partir de las reglas generadas en cada momento de reconocimiento. En el proceso de circulacin se opera una conversin o transcodificacin del texto, en la medida en que el receptor intenta percibirlo de acuerdo a los cnones vigentes en su cultura y en su poca. El texto artstico puede considerarse as como "un texto repetidamente codificado" (Lotman, 1982: 82).

-El carcter anafrico del texto literario: la anfora atraviesa y designa espacios ajenos a la superficie lingstica pronunciada o recopiada. De esta manera, la lengua (lo que se dice) se vincula a lo que est fuera de la lengua, pero que no puede pensarse ms que a travs de la lengua (lo que no se dice). No es lo trazado (si se considera como "escrito" el trazado visual de lo descrito), "es el salto de lo trazado hacia, sobre, a travs". El carcter anafrico es suprasegmental, como el vaco que une a un pronombre demostrativo con el objeto mostrado, a una proposicin incisa en la frase compleja, a la lengua con lo que se practica a travs de ella. A travs de la anfora, la variable hace surgir, en el texto escrito, los textos ausentes: la poltica, la economa, los mitos (Kristeva, 1981: 106).

- En ltima instancia, la posibilidad de "funcionamiento" de un texto cualquiera como texto artstico, depender no tanto de la instancia de produccin, sino ms bien de la recepcin (Cfr. Vern, 1987). En la reconstruccin operada por el lector, ste impone su modelo del mundo y su modo de entender la estructura de la realidad. El texto codificado por el sujeto de la produccin se encuentra inmerso en un tejido de relaciones extra e intertextuales que crean un cdigo complejo, a partir del cual es posible descifrar la informacin encerrada en l.

- La escritura literaria centra sus bsquedas en el otro y en lo otro. Para ir a su encuentro hace vlida cualquier manipulacin del instrumento lingstico: modifica la lengua, tensa o distiende los vocablos, puebla de blancos la escritura. Esos espacios, elipsis y cesuras, son diferentes modos de expresar una imposibilidad de comunicacin. En esos lugares podra insertarse y de hecho lo hace la voz del otro. La alteridad entrando y saliendo de la escritura es una marca literaria, en tanto la lengua absorbe el habla del otro su imaginario y lo describe como desmesura y como transgresin de su propio mundo.

Afirmar el carcter literario de un texto implica considerar no tanto la intencionalidad de "hacer literatura", sino despejar un cambio epistemolgico en el cual se consolida la historia literaria y se recuperan del pasado aquellos textos que "muestran", desde la perspectiva de la recepcin, ciertas propiedades literarias (Cfr. Poderti, 1994).

Como lo comprobaremos en los captulos siguientes, esa historiografa textual permite reconstruir la conformacin de un canon legitimatorio de textos literarios, articulando y ejerciendo un proceso de revalorizacin colectiva. Se intenta as superar la canonizacin esttica entre literatura y no literatura, ampliando el corpus de lo literario hacia lo usualmente calificado como subliteratura (Cfr. Rincn, 1978).