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16/6/2014 Agenda de Reflexion » Nº 501 - Cepeda y la trascendencia histórica de “Pancho” Ramírez http://www.agendadereflexion.com.ar/2009/02/01/501-cepeda-y-trascendencia-historica-de-pancho-ramirez/ 1/5 buscar... Nº 501 - Cepeda y la trascendencia histórica de “Pancho” Ramírez - | 1 de Febrero de 2009 ≈ 6:41 | tamaño de texto - + | versión para imprimir Por Gonzalo García* La Batalla de Cepeda puso fin al proyecto oligárquico del Directorio de Buenos Aires. El 1 de febrero de 1820 empieza un proceso de reencuentro con la realidad natural del pueblo y los valores igualitarios asumidos en la Revolución de Mayo. El proyecto monárquico y la Constitución de 1819 “El año 20, decían los aristócratas, era el que debía marcar el fin de la revolución, estableciendo el poder absoluto para consumar nuestro exterminio repartiéndose entre si los empleos y riquezas del país a la sombra de un niño coronado que ni por sí ni por la impotente familia a que pertenece podía oponerse a la regencia intrigante establecida y sostenida por ellos mismos.” Francisco Ramirez. A mediados de la primera década del Siglo 19, el antiguo virreinato del Río de la Plata ya se perfilaba como un país, faltaba formalmente declarar la independencia de España, las condiciones internacionales apremiaban y los movimientos revolucionarios la exigían. De tal manera el Congreso reunido en Tucumán en 1816 homologa estos hechos enunciando que “las Provincias de la Unión fuesen una Nación libre e independiente de los reyes de España y su metrópoli”. Y …”declaramos solemnemente a la faz de la tierra que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que fueron despojadas e investirse del alto carácter de nación libre e independiente del Rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”. Una vez declarada la independencia quedaba un problema a resolver. La pregunta era la siguiente: ¿Qué forma de gobierno elegir? En el congreso de Tucumán se planteó seriamente la posibilidad de convertir al país en una monarquía. Napoleón había sido definitivamente vencido y en Europa señoreaba la Santa Alianza, que era un conjunto de monarquías aliadas muy reaccionarias, que se oponían a la constitución de republicas ya que éstas eran sinónimos de subversión, caos, ateismo y jacobinismo. Los que estaban por la monarquía no tenían todas las mismas motivaciones. No se puede equiparar el monarquismo de San Martín, que proponía además una monarquía parlamentaria, admitiendo en la monarquía la posibilidad de un gobierno fuerte adecuado a las características y las grandes extensiones del país. No se lo puede comparar, repito, con el concepto monárquico de un Manuel José García enajenado por fuerzas internacionales. Y cosa parecida ocurría con los republicanos. Algunos de los republicanos criollos coincidían en los intereses con Inglaterra. Gran Bretaña, estaba mucho mas interesada en instalar una republica en el Plata porque resultaba un régimen de más fácil penetración y dominación en razón a las propias tendencias y contradicciones del republicanismo como sistema. Los federales de las primeras dos décadas revolucionarias eran republicanos, porque asumían en el republicanismo la tendencia popular hacia el pluralismo democrático, por reacción histórica contra el unitarismo centralista establecido por los virreyes. Algunos hombres importantes, Belgrano entre ellos, aconsejaron erigir una monarquía. La propuesta tuvo algunas posibilidades de cristalizar a través de gestiones diplomáticas muy complejas en Europa; también se barajó la idea de restaurar el trono de un Inca. Sin embargo, y más allá de las tratativas, estos proyectos no fueron más que sondeos de opinión que por más exigua que fuese, repudiaba la posibilidad de un monarca en Buenos Aires: eso habría sido el fin de la Revolución iniciada en 1810 que encontraba en Mariano Moreno a su pro hombre. El Pueblo, a pesar de ser en ese entonces (como lo es ahora) una entidad heterogénea, variopinta, impalpable, rechazaba esa posibilidad y prefería una opción mas abierta y democrática. De manera tal que el Congreso en principio descarta el sistema monárquico. Pero deja aun abierta la posibilidad para que sigua siendo tratada en Buenos Aires cuando sigua sesionando el Congreso para dictar una constitución. Corolario de lo dicho, en abril de 1819, el Congreso sanciona una Constitución, unitaria y absolutista, que no era ni monárquica ni republicana pero que dejaba las puertas abiertas para le entrada de un príncipe o un infante. Se trataba de una Carta Magna aristocratizante, con un Senado formado por delegados por las provincias, pero que al mismo tiempo incluía personajes designados por su propio carácter, tales como: rectores de universidad, generales, obispos etc. El texto no mencionaba la palabra república. La llamada constitución de 1819, no tuvo prácticamente vigencia y no funcionó porque la disidencia federal era ya muy grande, como muy profunda era también la desconfianza de los pueblos frente a las intrigas monárquicas de los porteños. Así las cosas, y después de una serie de hechos políticos y militares menores se sanciona la constitución y esto resultó una afrenta, una provocación para los pueblos del interior que conducidos por Ramírez y López marchan con sus montoneras gauchas hacia la ciudad Buenos Aires.

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16/6/2014 Agenda de Reflexion » Nº 501 - Cepeda y la trascendencia histórica de “Pancho” Ramírez

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Nº 501 - Cepeda y la trascendencia histórica de “Pancho” Ramírez

‹ - › | 1 de Febrero de 2009 ≈ 6:41 | tamaño de texto -+ | versión para imprimir

Por Gonzalo García*

La Batalla de Cepeda puso fin al proyecto oligárquico del Directorio de Buenos Aires. El 1 de febrero de 1820 empieza un proceso de reencuentro con la realidad natural del pueblo y los valores igualitarios asumidos en la

Revolución de Mayo.

El proyecto monárquico y la Constitución de 1819

“El año 20, decían los aristócratas, era el que debía marcar el fin de la revolución, estableciendo el poder absoluto para consumar nuestro exterminio repartiéndose entre si los empleos y riquezas del país a la sombra de un niño

coronado que ni por sí ni por la impotente familia a que pertenece podía oponerse a la regencia intrigante establecida y sostenida por ellos mismos.”

Francisco Ramirez.

A mediados de la primera década del Siglo 19, el antiguo virreinato del Río de la Plata ya se perfilaba como un país, faltaba formalmente declarar la independencia de España, las condiciones internacionales apremiaban y los

movimientos revolucionarios la exigían. De tal manera el Congreso reunido en Tucumán en 1816 homologa estos hechos enunciando que “las Provincias de la Unión fuesen una Nación libre e independiente de los reyes de España

y su metrópoli”. Y …”declaramos solemnemente a la faz de la tierra que es voluntad unánime e indubitable de estas Provincias romper los violentos vínculos que las ligaban a los reyes de España, recuperar los derechos de que

fueron despojadas e investirse del alto carácter de nación libre e independiente del Rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”.

Una vez declarada la independencia quedaba un problema a resolver. La pregunta era la siguiente: ¿Qué forma de gobierno elegir? En el congreso de Tucumán se planteó seriamente la posibilidad de convertir al país en una

monarquía. Napoleón había sido definitivamente vencido y en Europa señoreaba la Santa Alianza, que era un conjunto de monarquías aliadas muy reaccionarias, que se oponían a la constitución de republicas ya que éstas eran

sinónimos de subversión, caos, ateismo y jacobinismo.

Los que estaban por la monarquía no tenían todas las mismas motivaciones. No se puede equiparar el monarquismo de San Martín, que proponía además una monarquía parlamentaria, admitiendo en la monarquía la posibilidad de

un gobierno fuerte adecuado a las características y las grandes extensiones del país. No se lo puede comparar, repito, con el concepto monárquico de un Manuel José García enajenado por fuerzas internacionales. Y cosa parecida

ocurría con los republicanos. Algunos de los republicanos criollos coincidían en los intereses con Inglaterra. Gran Bretaña, estaba mucho mas interesada en instalar una republica en el Plata porque resultaba un régimen de más fácil

penetración y dominación en razón a las propias tendencias y contradicciones del republicanismo como sistema. Los federales de las primeras dos décadas revolucionarias eran republicanos, porque asumían en el republicanismo

la tendencia popular hacia el pluralismo democrático, por reacción histórica contra el unitarismo centralista establecido por los virreyes.

Algunos hombres importantes, Belgrano entre ellos, aconsejaron erigir una monarquía. La propuesta tuvo algunas posibilidades de cristalizar a través de gestiones diplomáticas muy complejas en Europa; también se barajó la idea

de restaurar el trono de un Inca. Sin embargo, y más allá de las tratativas, estos proyectos no fueron más que sondeos de opinión que por más exigua que fuese, repudiaba la posibilidad de un monarca en Buenos Aires: eso habría

sido el fin de la Revolución iniciada en 1810 que encontraba en Mariano Moreno a su pro hombre. El Pueblo, a pesar de ser en ese entonces (como lo es ahora) una entidad heterogénea, variopinta, impalpable, rechazaba esa

posibilidad y prefería una opción mas abierta y democrática.

De manera tal que el Congreso en principio descarta el sistema monárquico. Pero deja aun abierta la posibilidad para que sigua siendo tratada en Buenos Aires cuando sigua sesionando el Congreso para dictar una constitución.

Corolario de lo dicho, en abril de 1819, el Congreso sanciona una Constitución, unitaria y absolutista, que no era ni monárquica ni republicana pero que dejaba las puertas abiertas para le entrada de un príncipe o un infante. Se

trataba de una Carta Magna aristocratizante, con un Senado formado por delegados por las provincias, pero que al mismo tiempo incluía personajes designados por su propio carácter, tales como: rectores de universidad,

generales, obispos etc. El texto no mencionaba la palabra república.

La llamada constitución de 1819, no tuvo prácticamente vigencia y no funcionó porque la disidencia federal era ya muy grande, como muy profunda era también la desconfianza de los pueblos frente a las intrigas monárquicas de

los porteños. Así las cosas, y después de una serie de hechos políticos y militares menores se sanciona la constitución y esto resultó una afrenta, una provocación para los pueblos del interior que conducidos por Ramírez y

López marchan con sus montoneras gauchas hacia la ciudad Buenos Aires.

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La Batalla de Cepeda y la gloria de Ramírez.

“Gloria a la Patria y honor a los libres. Triunfaron los libres en la inmediación de Pergamino contra el Tirano Porteño el día 1ª de febrero. El 31 de enero marché sobre el enemigo que se halla en dicho punto…

Campo de batalla. Febrero 1 de 1820″. Francisco Ramírez.

Ramírez, como lugarteniente del Protector Artigas asumirá la función de jefe supremo del ejército federal. Estanislao López, el caudillo santafesino, se agrega a las fuerzas en calidad de aliado histórico del caudillo oriental. Se le

pliegan también algunos desterrados del régimen: Alvear que prometía apoyo de importantes sectores porteños y el chileno Miguel Carreras que aporta alguna tropa y una imprenta que había comprado en Estados Unidos. Esta

imprenta, volante, editaba un boletín “La Gaceta Federal” explosivo en su contenido.

En octubre de 1819 se reúnen los dos jefes, Ramírez y López, en Coronda para establecer planes comunes. Días después, el entrerriano lanza una proclama declarándole la guerra al Directorio, sostén político de la constitución

aristocrática y antipopular, e invitando a sus paisanos a compartir la insurrección.

Allí está ahora, Francisco “Pancho” Ramírez, como jefe supremo de los ejércitos federales en el umbral de la historia. Está frente a sus “Dragones de la Muerte” como se llamaban las disciplinadas montoneras entrerrianas.

Conduce también a los dragones santafesinos de López, los guaraníes de Misiones, los mocovíes del Chaco y toda la montonera artiguista. En ese momento el régimen directorial se derrumba.

Pueyrredón renuncia al Directorio y asume Rondeau. El mismo Rondeau que nueve años antes fuera convencido por Ramírez para desertar del ejército español e ingresar a las filas revolucionaria artiguistas. El mismo Rondeau que

está frente a él comandando las tropas porteñas.

El Director Rondeau pide auxilio a los ejércitos regulares. Ya se sabe que el General San Martín, fiel a su conducta patriótica, popular y revolucionaria, se niega a desenvainar su gloriosa espada en esta guerra civil, mucho menos en

contra del pueblo. Solo le queda al Directorio el veterano Ejercito del Norte comandado por Belgrano al que Rondeau pide auxilio. Esta fuerza se niega también a participar en la contienda civil, se amotina en Arequito y esa

sublevación deja al Directorio ya debilitado políticamente en un estado de total vulnerabilidad militar.

El 1º de febrero de 1820 en la cañada de Cepeda, en una atropellada de las montoneras federales se sella la suerte del Directorio oligárquico.

El historiador entrerriano Vásquez escribe en su libro “Ramírez”: “El triunfo de Cepeda debe considerarse como el bautismo de sangre del federalismo argentino, y como la primera afirmación colectiva de la mayoría popular a

favor de la organización nacional, republicana, democrática y federal”. Y continúa: “La toma de Buenos Aires ha dicho Estrada en sus eruditas lecciones de Historia Argentina, consagró el triunfo de la democracia y la muerte de las

aspiraciones monárquicas”.

La batalla de Cepeda desde el punto de vista del aspecto militar fue de las más “pobres” en la historia argentina pero en sus proyecciones políticas fue de las más fecundas. Las milicias directoriales, formadas en mayor parte por

esclavos comprados por el gobierno para convertirlos en soldados, se desbandaron ante el ataque montonero. Una sola carga bastó para desmoronar a los porteños que “en menos de un minuto” se dispersaron dejando la artillería

en poder de los gauchos entrerrianos.

Políticamente, institucionalmente había caído por primera vez desde 1810 la autoridad nacional, por primera vez desaparecía una entidad estatal que había ejercido, a veces solo formalmente, el poder sobre todo el antiguo

virreinato.

16/6/2014 Agenda de Reflexion » Nº 501 - Cepeda y la trascendencia histórica de “Pancho” Ramírez

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Los sectores oligárquicos de Buenos Aires entran en pánico ante una supuesta posibilidad de “invasión” de las tropas federales. Vicente Fidel López, el ensayista quintaesencia de la versión mitrista de nuestra historia, expresa su

repugnancia cuando relata el episodio: … “numerosas escoltas (de Ramírez y López) compuestas de indios sucios y mal trajeados a término de dar asco ataron sus caballos en los postes y cadenas de la Pirámide de Mayo

mientras sus jefes se solazaban en el salón del ayuntamiento”. Relato que habla por sí solo acerca del desprecio y el odio que siente la oligarquía y la antipatria por la figura de “Pancho Ramírez” y el recuerdo de la batalla de

Cepeda.

Las montoneras de Ramírez y López entran en un Buenos Aires y atan la caballada a la Pirámide de Mayo recién construida…Comienza lo que la historia liberal denominó la “anarquía del año ‘20″. Más que “anarquía” en el año

20 se empieza con un proceso de reencuentro con la realidad natural y desnuda de un pueblo que debía sustituir las jerarquías de la sociedad colonial por otras que contuvieran los valores igualitarios asumidos en la Revolución de

Mayo.

Ese es el valor de Cepeda y de la entrada de los caudillos del litoral a Buenos Aires. Fue una directa confrontación con la verdad nacional, que en 1820 era ruda, brava e indomable. Para aprender esa verdad no servían los doctores

y sus leyes. Servían sí esos hombres espontáneamente surgidos de sus realidades comarcales. Ellos, los caudillos, tuvieron la responsabilidad histórica de encauzar de manera pragmática y progresiva esa fluida verdad nacional que

desfilaba a caballos por las calles de Buenos Aires.

Esta es la gran gloria histórica de nuestro “Pancho” Ramírez.

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Comentarios.

1. LUIS ACOSTA MUR dice: 1 de Febrero de 2009 | 10:36 am

ALGUN DÍA UN ARGENTINO DE BIEN EN LO MAXIMO DEL PODER TENDRÁ QUE RECONOCER LO QUE HICIERÓN POR NUESTRO PAÍS MUCHOS HEROES “NO RECONOCIDO” COMO EL

GLORIOSO SUPREMO ENTRERRIANO. ATTE.

2. Eduardo Leonetti dice: 1 de Febrero de 2009 | 11:50 am

Muy buena evocación de la batalla de Cepeda de la que se cumplen 189 años. Tal vez convenga advertirle a algún desprevenido que ande por ahí, que nada tiene que ver este hito histórico, con el combate homónimo que

tuvo a Mitre y a Urquiza como protagonistas. O tal vez sí, si nos preguntáramos cuál fue la ruta de regreso de esa VERDAD NACIONAL que llegó a desfilar por primera vez por las calles de Buenos Aires en febrero de

1820. Eduardo Leonetti.

3. andres dice: 1 de Febrero de 2009 | 2:15 pm

Excelente Gonzalo, esperamos nuevas entregas sobre Pancho Ramirez.-

4. silvio coppola dice: 1 de Febrero de 2009 | 3:50 pm

Lástima lo que siguió enseguida, cuando Ramírez reniega de Artigas y le envía la lamentable carta en (lo que digo en un instante y de memoria) la que le dice que para recuperar la Banda Oriental (en poder de los

portugueses) no se podían abandonar las otras provincias. Lo que lleva a la confrontación con el oriental (creador del federalismo argentino), la derrota de este y su exilio al Paraguay. Y más tarde la muerte de Ramírez y la

pérdida definitiva de esa provincia uruguaya. SILVIO COPPOLA.

5. BERNARDO SUKERMAN dice: 1 de Febrero de 2009 | 5:51 pm

Habría que hacer incapié que el accionar de Ramirez, secundado por el santafecino Estanislao Lopez se enmarcaba en el ideario y conducción de José Gervasio Artigas, a quien el entrerriano luego traicionó y motivo el

exilio del orienal en Paraguay, donde murio pobre y olvidado 30 años después.- ¿Cuales fueron la razones de dicha traición? Los historiadores no se han puesto de acuerdo.- Lo que es evidente que así se neutralizó al

caudillo probablemente más claro del todo el ex virreinato, cuyas propuestas de organización y su ideario revolocionario aún hoy se encuntran en muchos casos irealizado.- La verdades hay que decirlas completas, ya que

parcializadas pueden transformarse en mentiras.-

16/6/2014 Agenda de Reflexion » Nº 501 - Cepeda y la trascendencia histórica de “Pancho” Ramírez

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6. Isidoro dice: 1 de Febrero de 2009 | 7:11 pm

Carlos (”Chicharra”) Ramírez era nieto del dueño del circo que aparece en “La Cabalgata ddel Circo”, película en la que actúa Eva Duarte. Extrañamente, el circo se incendia alrededor del cincuentay uno o cincuenta y dos.

El tony “Chicharra” visita en el lecho de muerte a Evita, según relato de Carlitos (1972), músico, cantante de rock, gracioso como su abuelo, y ella le promete darle el dinero para la reconstrucción, que nunca se logra, por

la muerte temprana de su amiga.

Carlos Ramírez fue secuestrado en 1976 y permanece desaparecido. No es seguro si estaba en General Rodríguez o en Mendoza.

Militaba en la Juventud Guevarista desde hacía unos dos años.

Su compañera deentonces permanece también desaparecida, y era militante de la Juventud Peronista, e hija de un gerente de La Serenísima.

Vaya un recuerdo para trazar una línea entre la defensa democrática en 1820 y en 1976.

7. Dr. Jorge Alberto Pesich dice: 2 de Febrero de 2009 | 11:27 am

Los felicito. Muy claro el artículo. Jorge Pesich.

8. Daniel Alharal dice: 3 de Febrero de 2009 | 9:42 am

Estimado Gonzalo, espero no ser blanco de tu ira ni la de tus lectores.

En lineas generales coincido con lo expresado en tu artículo, pero tengo algunas dudas sobre el comportamiento de Ramírez (aclaro soy entrerriano nacido en Concordia, y orgulloso de ser un “panza verde mas”) pero

Ramírez y López atacan Buenos Aires obedeciendo a su Jefe, “El Protector de los Pueblos Libres” que necesitaba los recursos que el gobierno directorial le negaba en su lucha contra los portugueses (que habían invadido

la Banda Oriental ) y que habría que determinar la complicidad de los directoriales.

Además Artigas había declarado, antes que el Congreso de Tucumán, la independencia adoptando la fórmula “Independencia absoluta de España y relativa de Buenos Aires”, dando ancimiento al autonomismo, ¿primera

fase del federalismo?.

Personalmente tengo en cuenta que una consecuencia de Cepeda, es la actitud que adopta Ramírez frente a la derrota de Artigas en Tacuarembó. ¿Qué debió hacer?. Personalmente creo que priorizo su proyecto personal

de poder (República de Entre Ríos) abandonando el artiguista de la “Liga de Los Pueblos Libres”. ¿Por qué?.

Artigas representa los valores igualitarios,intento llevar adelante la primera reforma agraria.

Bueno, espero que nadie se enoje.

9. Micaela dice: 22 de Abril de 2010 | 9:46 pm

Hola!!! las fotos me sirvieron para un trabajo!!!!

Me re gusto!!!

Chauu!!! no se que decir !!!

10. Micaela dice: 22 de Abril de 2010 | 9:49 pm

Muy buena la pagina y las imagenes ,nos sirven muchoo para el cole por favor agan mas paginas como esta.

Gracias!!

Mica

11. PETER dice: 17 de Junio de 2010 | 6:35 pm

Me pareció muy pertinente el artículo particularmente cuando se trata de defender el honor de aquellos gauchos soldados que si es cierto tenian mucho olor pero estaban inflamados de una enorme pureza .Muy bién dice

Gonzalo que Ramirez y López eran lugarteniente de Artigas pero por sobre todo estaban contaminados por las ideas federales del Protector .

Gracias

12. Jerónimo dice: 19 de Septiembre de 2012 | 9:23 am

Si sí, cual es el sentido don Gonza, … Claro está que a la Historia hay que respetarla y tomarla como tal fué, simplemente HISTORIA, nos podemos afirmar en algunos de estos conceptos o estilos. Pero de igual manera a

hoy se lucha por lo mismo y tenemos que soportar actos de INFRAHUMANOS, así digan lo que digan, todos cuidan y celan sus quintitas…

Abrazos, ojala supiéramos lo que es el HONORRRRR

Muy lindo aporte…

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