agamben - la maquina antropologica (seleccion de lo abierto)

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Giorgio Agamben – Lo abierto (Ed. A.H., Bs As, 2002) Pico della Mirandola y la maquina antropológica (M.A.) La máquina antropológica del humanismo es un dispositivo irónico que verifica la ausencia para Homo de una naturaleza propia, manteniéndolo suspendido entre una naturaleza celeste y una terrena, entre lo animal y lo divino; y por ello, siendo siempre menos y más que si mismo. Esto es evidente en aquel "manifiesto del humanismo" que es el De hominis dignitate (el termino dignitas significa aquí "rango"). El paradigma que presenta no es para nada edificante. La tesis central de la oratio es, en efecto, que el hombre, habiendo sido plasmado cuando todos los modelos de la creación estaban agotados no puede tener ni arquetipo ni lugar propio, ni rango específico. Más bien, puesto que su creación tuvo lugar sin un modelo definido, no tiene propiamente ni siquiera un rostro y tiene que modelarla a su albedrio con forma bestial o divina. En esta definición, mediante la ausencia de rostro, está funcionando la misma maquina irónica que llevará, tres siglos después a Linneo, a clasificar al hombre entre los Anthropomorpha, entre los animales "semejantes al hombre". En cuanto no tiene esencia ni vocación específica, Homo es constitutivamente no-humano, puede recibir todas las naturalezas y todos los rostros y Pico puede subrayar irónicamente su inconsistencia y su inclasificabilidad definiéndolo "nuestro camaleón". El descubrimiento humanístico del hombre es el descubrimiento de su faltarse a sí mismo, de su irremediable ausencia de dignitas [63-4] Linneo y la M.A. [En Su Systema Linneo] Homo sapiens no es ni una sustancia ni una especie claramente definida; es, más bien, una maquina o un artificio para producir el reconocimiento de lo humano. Según la sensibilidad de la época, la máquina antropogenica (o antropológica) es una maquina óptica constituida por una serie de espejos en los que el hombre, mirándose, ve su propia imagen siempre deformada en rasgos de mono. Homo es un animal constitutivamente "antropomorfo" (esto es, "parecido al hombre'', término que Linneo usa en el Systema), que tiene que, para ser humano, reconocerse en un no hombre. En la maquina óptica de Linneo, el que rechaza reconocerse en el mono, se convierte en mono. Por ello, al final de la introducción del Systema, Linneo, que ha definido Homo como el animal que solo es si se reconoce no siendo, tiene que soportar que simios en calidad de críticos se le suban a la espalda para burlarse. [58-59] Haeckel, Steinhal la M.A. [En la doctrina haeckeliana del Homo alalus] se pone en evidencia la máquina antropológica de los modernos. En sus investigaciones, lo que discrimina al hombre del animal es el lenguaje, pero este no es un dato natural innato en la estructura psicofísica del hombre, sino una producción historia que, como tal, no puede ser propiamente asignada al animal ni al hombre. Si se quita este elemento, la diferencia entre el hombre y el animal se borra, a menos que se imagine un hombre no hablante –Homo alalus, precisamente– que tiene que hacer la veces de puente entre el animal y lo humano. Pero esto es, de

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Agamben - La maquina antropologica (Seleccion de Lo Abierto)

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  • Giorgio Agamben Lo abierto (Ed. A.H., Bs As, 2002)

    Pico della Mirandola y la maquina antropolgica (M.A.)

    La mquina antropolgica del humanismo es un dispositivo irnico que verifica la ausencia para Homo

    de una naturaleza propia, mantenindolo suspendido entre una naturaleza celeste y una terrena,

    entre lo animal y lo divino; y por ello, siendo siempre menos y ms que si mismo. Esto es evidente en

    aquel "manifiesto del humanismo" que es el De hominis dignitate (el termino dignitas significa aqu

    "rango"). El paradigma que presenta no es para nada edificante. La tesis central de la oratio es, en

    efecto, que el hombre, habiendo sido plasmado cuando todos los modelos de la creacin estaban

    agotados no puede tener ni arquetipo ni lugar propio, ni rango especfico. Ms bien, puesto que su

    creacin tuvo lugar sin un modelo definido, no tiene propiamente ni siquiera un rostro y tiene que

    modelarla a su albedrio con forma bestial o divina.

    En esta definicin, mediante la ausencia de rostro, est funcionando la misma maquina irnica que

    llevar, tres siglos despus a Linneo, a clasificar al hombre entre los Anthropomorpha, entre los

    animales "semejantes al hombre". En cuanto no tiene esencia ni vocacin especfica, Homo es

    constitutivamente no-humano, puede recibir todas las naturalezas y todos los rostros y Pico puede

    subrayar irnicamente su inconsistencia y su inclasificabilidad definindolo "nuestro camalen". El

    descubrimiento humanstico del hombre es el descubrimiento de su faltarse a s mismo, de su

    irremediable ausencia de dignitas [63-4]

    Linneo y la M.A.

    [En Su Systema Linneo] Homo sapiens no es ni una sustancia ni una especie claramente definida; es, ms

    bien, una maquina o un artificio para producir el reconocimiento de lo humano. Segn la sensibilidad de

    la poca, la mquina antropogenica (o antropolgica) es una maquina ptica constituida por una serie

    de espejos en los que el hombre, mirndose, ve su propia imagen siempre deformada en rasgos de

    mono. Homo es un animal constitutivamente "antropomorfo" (esto es, "parecido al hombre'', trmino

    que Linneo usa en el Systema), que tiene que, para ser humano, reconocerse en un no hombre.

    En la maquina ptica de Linneo, el que rechaza reconocerse en el mono, se convierte en mono. Por ello,

    al final de la introduccin del Systema, Linneo, que ha definido Homo como el animal que solo es si se

    reconoce no siendo, tiene que soportar que simios en calidad de crticos se le suban a la espalda para

    burlarse. [58-59]

    Haeckel, Steinhal la M.A.

    [En la doctrina haeckeliana del Homo alalus] se pone en evidencia la mquina antropolgica de los

    modernos. En sus investigaciones, lo que discrimina al hombre del animal es el lenguaje, pero este no es

    un dato natural innato en la estructura psicofsica del hombre, sino una produccin historia que, como

    tal, no puede ser propiamente asignada al animal ni al hombre. Si se quita este elemento, la diferencia

    entre el hombre y el animal se borra, a menos que se imagine un hombre no hablante Homo alalus,

    precisamente que tiene que hacer la veces de puente entre el animal y lo humano. Pero esto es, de

  • manera evidente, tan solo una proyeccin del lenguaje, un presupuesto del hombre hablante, mediante

    el cual se obtiene tan solo una animalizacin del hombre (un hombre-animal, como el hombre-mono de

    Haeckel) o una humanizacin de los animales (un mono-hombre). El hombre-animal y el animal-hombre

    son las dos caras de una misma fractura, que no puede ser colmada por una parte ni por la otra.

    Steinhal haba tratado de comprender por qu tan solo el hombre y no el animal crea el lenguaje; pero

    esto equivala a comprender en qu modo el hombre se origina del animal. Y precisamente aqu se

    produca la contradiccin:

    El estadio pre lingstico de la intuicin puede ser tan solo uno y no doble, no puede ser distinto para el

    animal y para el hombre. Si fueran diferentes, si el hombre fuese, as, naturalmente superior al mono,

    entonces el origen del hombre no coincidira con el origen del lenguaje, sino con el origen de su forma

    superior de intuicin a partir de aquella inferior del animal.

    La contradiccin que Steinhal descubre aqu es la misma que define la maquina antropolgica que en

    sus dos variantes, antigua y moderna funciona en nuestra cultura. En la medida en que en ella est

    en juego la produccin de lo humano mediante la oposicin hombre/animal, humano/inhumano, la

    maquina funciona necesariamente mediante una exclusin (que es tambin y siempre ya una captura)

    y una inclusin (que es tambin y siempre ya una exclusin). Precisamente porque lo humano esta, en

    efecto, siempre ya presupuesto, la maquina produce en realidad una especie de estado de excepcin,

    una zona de indeterminacin en la que el afuera no es ms que la exclusin de un adentro y el

    adentro, a su vez, tan solo la inclusin de un afuera.

    Tenemos as la maquina antropolgica de los modernos. Ella funciona lo hemos visto excluyendo de

    si como no (todava) humano un ya humano, esto es, animalizando lo humano, aislando lo no-

    humano en el hombre: Homo alalus, o el hombre-simio.

    Exactamente simtrico es el funcionamiento de la mquina de los antiguos. Si en la mquina de los

    modernos, el afuera se produce mediante la exclusin de un adentro y lo inhumano, animalizando lo

    humano, en la de los antiguos el adentro se obtiene mediante la inclusin de un afuera, el no-hombre

    a travs de la humanizacin de un animal: el mono-hombre, el enfant sauvage o el Homo ferus, pero,

    tambin y sobre todo, el esclavo, el brbaro, el extranjero como figuras de un animal con formas

    humanas.

    Ambas maquinas pueden funcionar tan solo instituyendo en su centro una zona de indiferencia en la

    que debe producirse la articulacin entre lo humano y lo animal, el hombre y el no-hombre, el

    hablante y el viviente. Como todo espacio de excepcin, esta zona est en verdad perfectamente

    vaca, y lo verdaderamente humano que debe producirse es tan solo el lugar de una decisin

    incesantemente actualizada, en la que las cesuras y sus rearticulaciones estn siempre de nuevo des

    localizadas y desplazadas. Lo que debera obtenerse as no es, de todos modos, una vida animal ni una

    vida humana, sino solo una vida separada y excluida de s misma, tan solo una vida desnuda.

  • Y frente a esta figura extrema de lo humano y de lo inhumano, no se trata tanto de preguntarse cul

    de las dos mquinas (o de las dos variantes de la misma maquina) es mejor o ms eficaz o, ms

    bien, menos sangrienta y letal, como de comprender su funcionamiento para poder,

    eventualmente, detenerla [72-6]

    Heidegger y la M.A.

    Heidegger ha sido quizs el ultimo filosofo en creer de buena fe que el lugar de la polis el polos donde

    reina el conflicto entre latencia e ilatencia, entre la animalitas y la humanitas del hombre era todava

    practicable; que era todava posible para los hombres para un pueblo encontrar su propio destino

    histrico. l ha sido, as, el ltimo en creer que la mquina antropolgica, decidiendo y recomponiendo

    en cada ocasin el conflicto entre el hombre y el animal, entre lo abierto y lo no abierto, podra todava

    producir para un pueblo su historia y su destino.

    Pero desde finales de la Primera Guerra Mundial se hizo de algn modo evidente que los Estados-nacin

    europeos no fueron capaces de asumir tareas histricas y que los pueblos mismos fueron llamados a

    desaparecer. Se malentiende completamente la naturaleza de los grandes experimentos totalitarios del

    siglo XX si se los ve solo como una continuacin de las ltimas grandes tareas de los Estados-nacin del

    siglo XIX: el nacionalismo y el imperialismo. Lo que est en juego aqu es algo totalmente distinto y ms

    extremo, ya que se trata de asumir como tarea la propia existencia fctica de los pueblos, es decir, en

    ltimo anlisis, su vida desnuda. Bajo este aspecto, los totalitarismos del siglo XX constituyen

    verdaderamente la otra cara de la idea de Hegel-Kojeve acerca del fin de la historia: el hombre ha

    alcanzado ya su telos histrico y no queda otra opcin, para una humanidad devenida nuevamente

    animal, que la despolitizacin de las sociedades humanas a travs del despliegue incondicionado de la

    oikonomia," (Economa) bien la asuncin de la misma vida biolgica como tarea poltica (o ms bien

    impoltica) suprema.

    Es probable que el tiempo en el que vivimos no haya salido de esta apora No vemos quizs alrededor

    de nosotros y entre nosotros hombres y pueblos sin esencia y sin identidad buscar en cualquier lugar a

    tientas, y al precio de groseras falsificaciones, una herencia y una tarea, una herencia como tarea? Hasta

    la pura y simple deposicin de todas las tareas histricas (reducidas a simples funciones de polica

    interior o internacional) en nombre del triunfo de la economa, asume hoy a menudo un nfasis en que

    la misma vida natural y su bienestar parecen presentarse como la ltima tarea historia de la humanidad,

    si se admitiera que tiene sentido hablar aqu de una "tarea".

    Frente a este eclipse, la nica tarea que todava parece conservar alguna seriedad es el tomar a cargo y

    realizar la "gestin integral" de la vida biolgica, es decir de la propia animalidad del hombre. Genoma,

    economa global, ideologa humanitaria son las tres caras solidarias de este proceso en el que la

    humanidad posthistrica parece asumir su fisiologa como ltimo e impoltico mandato. [139-41]

  • Benjamin y la M.A.

    Algunos textos de Benjamin proponen una imagen del todo diferente de la relacin entre hombre y

    naturaleza y entre naturaleza e historia, en la cual la mquina antropolgica parece haber dejado de

    funcionar por completo.

    Dominar la naturaleza, ensean los imperialistas, es el sentido de toda tcnica. Pero, quin confiara en

    un maestro que, armado con un ltigo, sealara el sentido de la educacin en el dominio de los nios por

    parte de los adultos? No es la education quizs, en primer lugar, el ordenamiento indispensable de la

    relacin entre las generaciones y, por lo tanto, si de dominio se quiere hablar, no tanto el dominio de los

    nios, sino ms Bien de la relacin entre las generaciones? Lo mismo ocurre con la tcnica: no es

    dominio de la naturaleza, sino dominio de la relacin entre naturaleza y humanidad. Es verdad: los

    hombres como especie se encuentran desde hace milenios en el final de su evolucin; pero la humanidad

    como especie esta apenas en sus inicios. (Benjamin)

    Qu significa "dominio de la relacin entre naturaleza y humanidad"? Que ni el hombre debe dominar

    la naturaleza ni la naturaleza, al hombre. Y que menos aun ambos deben ser superados en un tercer

    trmino que representara su sntesis dialctica. Sobre todo, segn el modelo benjaminiano de una

    "dialctica en suspenso", aqu es decisivo solamente el "entre", el intervalo y casi el juego entre los dos

    trminos, su constelacin inmediata en una no-coincidencia. La mquina antropolgica no articula ms

    naturaleza y hombre para producir lo humano a travs de la suspensin y la captura de lo inhumano.

    La mquina se ha detenido, por as decir, esta "en estado de suspensin" y, en la reciproca suspensin

    de los dos trminos, algo para lo que quizs no tengamos nombres y que no es ya ni animal ni

    hombre, se instala entre naturaleza y humanidad, se sostiene en la relacin dominada. (149 y 152)

    Heidegger y la M.A

    El hombre puede abrir un mundo y liberar un posible solo porque, en la experiencia del aburrimiento,

    alcanza a suspender y a desactivar la relacin animal con el desinhibidor; si, en el centro de lo abierto,

    est el no develamiento de lo animal, llegados a este punto debemos preguntar: qu hay de esta

    relacin, de qu modo el hombre puede dejar ser el animal sobre cuya suspensin el mundo se

    mantiene abierto?

    En cuanto el animal no conoce ente ni no ente, abierto ni cerrado, l est fuera del ser, fuera en una

    exterioridad ms externa que todo abierto y dentro en una intimidad ms interior que toda clausura.

    Dejar ser lo animal significara entonces: dejarlo ser fuera del ser. La zona de no conocimiento o de

    ignoscencia que esta aqu en cuestin; esta mas all tanto del conocer como del no conocer, tanto del

    develar como del velar, tanto del ser como de la nada. Pero lo que es as dejado ser fuera del ser no es,

    por esto, negado o removido, no es, por esto, inexistente. Es un existente, un real, que ha ido ms all

    de la diferencia entre ser y ente.

  • En nuestra cultura, el hombre ha sido siempre el resultado de una divisin, y, a la vez, de una

    articulacin de lo animal y lo humano, en la cual uno de los dos trminos de la operacin era tambin

    lo que estaba en juego. Volver inoperante la mquina que gobierna nuestra concepcin del hombre

    significara, por lo tanto, ya no buscar nuevas articulaciones ms eficaces o ms autnticas, sino

    exhibir el vaco central, el hiato que separa en el hombre el hombre y el animal, arriesgarse en este

    vaco: suspensin de la suspensin, shabbat tanto del animal como del hombre.

    Y si un da, segn una imagen ya clsica, el "rostro de arena" que las ciencias del hombre han plasmado

    sobre el rompiente de nuestra historia debiera ser definitivamente borrado, lo que aparecer en su

    lugar no ser entonces un nuevo sudario o la "vernica" de una reencontrada humanidad o de una

    reencontrada animalidad. Los justos con cabeza de animal en la miniatura de la Biblioteca Ambrosiana

    no representan tanto un nuevo declive de la relacin hombre-animal, como una figura de la "gran

    ignorancia" que deja ser al uno y al otro fuera del ser, salvos en su ser propiamente insalvables. Hay

    quiz todava un modo en el cual los vivientes pueden sentarse al banquete mesinico de los justos sin

    asumir una tarea histrica y sin hacer funcionar la mquina antropolgica. Una vez ms la disolucin del

    mysterium conjunctionis del cual se ha producido lo humano pasa a travs de una inaudita

    profundizacin del misterio practico-poltico de la separacin. [164-8]

    Sntesis

    Intentemos enunciar en forma de tesis los resultados provisorios de nuestra lectura de la mquina

    antropolgica de la filosofa occidental:

    1) La antropognesis es aquello que resulta de la cesura y de la articulacin entre lo humano y lo animal.

    Esta cesura se da ante todo en el interior del hombre.

    2) La ontologa o filosofa primera no es una inocua disciplina acadmica, sino la operacin en todo

    sentido fundamental en la que se lleva a cabo la antropognesis, el devenir humano de lo viviente. La

    metafsica est atrapada desde el principio en esta estrategia: ella concierne precisamente a aquella

    meta que cumple y custodia la superacin de la physis animal en direccin de la historia humana. Esta

    superacin no es un hecho que se ha cumplido de una vez y para siempre, sino un evento siempre en

    curso, que decide cada vez y en cada individuo acerca de lo humano y de lo animal, de la naturaleza y de

    la historia, de la vida y de la muerte.

    3) El Ser, el mundo, lo abierto no son, sin embargo, algo diferente respecto del ambiente y la vida

    animal: ellos no son otra cosa que la interrupcin y la captura de la relacin de lo viviente con su

    desinhibidor. Lo abierto no es sino un aferramiento de lo no abierto animal. El hombre suspende su

    animalidad y, de este modo, abre una zona libre y vaca en la cual la vida es capturada y a-bandonada

    en una zona de excepcin.

  • 4) Precisamente porque el mundo se ha abierto para el hombre slo a travs de la suspensin y la

    captura de la vida animal, el ser est ya siempre atravesado por la nada, la Lichtung es ya siempre

    nichtung.

    5) El conflicto poltico decisivo que gobierna todo otro conflicto es, en nuestra cultura, el conflicto entre

    la animalidad y la humanidad del hombre. La poltica occidental es, pues, co-originariamente biopoltica.

    6) Si la mquina antropolgica era el motor del devenir histrico del hombre, entonces el fin de la

    filosofa y el cumplimiento de los destinos epcales del ser significan que la mquina gira hoy en el

    vaco.

    Dos escenarios son posibles, llegados a este punto, en la perspectiva de Heidegger:

    a) el hombre posthistrico no custodia ms la propia animalidad en cuanto no abrible, pero trata de

    gobernarla y tomarla a su cargo a travs de la tcnica;

    b) el hombre, el pastor del ser, se apropia de su propia latencia, de su propia animalidad, que no

    permanece escondida ni se hace objet de dominio, sino que es pensada como tal, como puro

    abandono. [146- 145]