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Nuestra organización ¿ALIADA o ENEMIGA

DE LA GRAN COMISIÓN?

Page 4: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

La trilogía de EL LEGADO ADVENTISTA

encuentra su mejor complemento en tres libros de la abundante producción de George R. Knight, publicados por esta misma editorial

Conozcamos a Elena de White 200 1 Caminando con . .qlena G. de White 2006 Cómo leer a Elena de White 2004

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Page 6: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

Titulo original en inglés: Orgaruting 10 Beat the D..,;l

The DevelDpment o{ Adornos' Church Structure Copyright © 2005 Review and He:ald Publishing Association.

55 West Oak Ridge Orive. HagetStown, Maryland 21740. EE UU.

NuESTI\A ORGANIZACiÓN ¡AuADA O ENEMIGA DE LA GRAN COMISIÓN'

es una coproducción de

o ARA

Asociación Publicadora Interamericana 2905 NW 87 Ave Doral, Florida 331 n, EE UU

tel. 305 599 0037 - fax 305 592 8999 [email protected] - www.iadpa.org

Presidente Pablo Perla Vicepresidente de Producción

Vicepresidenta de Finanzas VICepresidenta de Atención al Cliente

Director Editorial

Daniel Medina EIhabeth Christian Ana L. Rodríguez Franceoc X. Gelabert

a GEMA EDITORES

Uxmal431, Colonia Narvatte, México, D.F. 03020 tel. (55) 5687 2100 - fax (55) 5543 9446

[email protected] mx .. www.gemaeditores.com mx

Director Gene:al Tomás Torres de Dios Director Financiero hán MoIina A.

Director Editorial Alejandro Medina V.

Traducción Edición del texto

Diagramación Diseño de la portada

Ilustración de la portada

Raúl Lozano Rivera José L Pacheco Ideyo Alomía EdGuthero I.ars Justinen

Cojryright © 2007 de la traducción en espafiol GEMA EDITORES

Asociación Publicadora Interamericano

ISBN 10. 1-57554-593-4, Serie completa ISBN 9: 1-57554-534-9, tomo 3

ISBN 13 978-1-57554-593-6, Serie completa ISBN 13: 978-1-575H-534-9, tomo 3

Está prohibida Y penada por la ley la reproducción total o parcial de esta obra (texto, diagramación. imágenes), su tratamiento informático V su transmisión,

ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia o por cualquier otro medio, sin penníso previo V por escrito de los editores.

Impreso por OP Gráficas Bogotá, Colombia

Printed m CoIomboa

2a impresión: abril 2008

Page 7: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

EL AUTOR

dedica este libro a Wemer y Nancy Vyhmeister en ocasión

de su jubilación, decano del Seminario Teológico de la Universidad Andrews y editora asociada

de Andrews University Seminary Studies, respectivamente; amigos muy apreciados y respetados colegas.

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Contenido 9 Lista de abreviaturas 11 Una palabra al lector

17 CaPítulo 1: "La organización es el diablo" 18 La libertad del Evangelio, contrapuesta a la organización 20 La organización de la iglesia como "Babilonia": la expe­

riencia millerita 26 Resistencia a la organización después del Chasco

33 Capítulo 2: Redefinir Babilonia (1844-1859' 34 El "tiempo de recoger" y las formas conexionistas

de organización 39 Problemas entre las filas y llamamiento

al "orden evangélico" 46 Desacuerdos persistentes en medio de tensiones crecientes 52 TIempo para la acción y redefinición de Babilonia

57 Capítulo 3: Organizarse para la misión (1860-1863'

57 La posesión legal de las propiedades de la iglesia y la elección de un nombre, 1860

62 Formación de Asociaciones locales, 1861 68 Constitución de la Asociación General de los

Adventistas del Séptimo Día, 1862-1863 72 Perspectivas sobre la organización

79 Capítulo 4: Tensiones dentro de un sistema creciente (1864-1900'

80 Los límites de la autoridad de la Asociación General 88 Expansión denominacional y experimentos organizativos

102 Reinventar Babilonia: modelo alternativo de organización eclesiástica

115 Capítulo 5: Reorganizarse para la misión (1901-1909'

115 Rumbo al desastre 117 Reestructuración de la Iglesia, 1901 123 Gestación de una lucha por el poder, 1901-1903 128 La confrontación definitiva, 1903

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13 2 Reacciones: Congregacionalismo contra centralización, 1903-1909

141 Perspectivas sobre la reorganización

149 CaPítulo 6: Retocar el sistema (1910- ) 150 El desarrollo de las Divisiones 158 Intentos de fusión y limitación de períodos de servicio 163 El paso hacia las Asociaciones regionales 170 Asuntos organizativos desde la década de 1960

hasta la de 1990 181 La resurrección de Babilonia: otra mirada

al congregacionalismo 187 Avanzar con dificultades por la carga:

Cuando se abusa de algo bueno

191 Capítulo 7: ¿Derrotará la organización a la misión?

192 Crisis de identidad organizativa 195 Factores que deben considerarse en la reestructuración 204 Una propuesta modesta

209 índice alfabético

A no ser que se indique de otra manera, todas las citas de las Sagradas Escrituras han sido tomadas de la versión Reina-Valera, revisión de 1960.

Por la propia naturaleza de NUESTRA ORGANIZACIÓN ¿AUADA O ENEMIGA

DE LA GRAN COMISiÓN?, en todo lo que se refiere la nomenclatura de organismos, organizaciones e instituciones, los editores han optado por la aplicación, en el uso de las mayúsculas, de un criterio similar al de la última edición

del Manual de la Iglesia (ver p. 26, revisión 2005, APIA).

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Page 11: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

Lista de abreviaturas

AdHer AG AGD AGM AH AHBA AR AS ATJ ATR Boo Bio

CH ECB

EDGCMin

EGW FMW GAI GCAC

GCB

GCCMin

i\dventistfferi~e

Asociación General Arthur G. Daniells Andrew G. Mustard i\dvent fferald i\dventist ffarbinger and Bible Advocate i\dventist Review i\dventist Sentinel of Religious Liberty Alonzo T. Jones A. T. Robinson Barry David Oliver Biografía de Elena G. de White en inglés en 6 tomos, Arthur L. White Christian fferald European Conference Bulletin (Boletín de la Asociación Europea) European Division of the General Conference Committee minutes (Actas de la Junta de la División Europea de la Asociación General) EIlen G. White / Elena G. de White Francis M. Wilcox George A. Irwin Actions of the Autumn Council of the General Conference Committee (Acuerdos del Concilio Otoñal de la Junta de la Asociación General) General Conference Daily Bulletin (Boletín diario de la Asociación General) General Conference Committee Minutes [Actas de la Junta de la Asociación General]

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10 Nuestra organizacién I ¿Aliada o enemiga de la gran comisión?

GCOCMin

GCQB

GIB JHK JNL JSW JT JW LRC MC MKW MS Ms MW NB NCW NVI

OAO OE PE

General Ccmference Officers Council minutes (Actas del Concilio de Dirigentes de la Asociación General) GeneraZ·Conference Quarterly Bulletin (Boletín Trimestral de la Asociación General) George L Butler John Harvey Kellogg John N. Loughborough J. S. Washburn Joyas de los testimonios, 3 tomos, E. G. White James I Jaime White Louis R. Conradi Midnight Cry Mary Kelsey White Mensajes selectos, 3 tomos, E. G. White Manuscrito Moming Watch Notas biográficas de Elena G. de White Neal C. Wilson Nueva Versión Internacional, Sociedad Bíblica Internacional O. A.Olsen Obreros evangélicos, E. G. White Primeros escritos, E. G. White

Page 13: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

Una palabra al lector

Este libro es el tercero la serie EL LEGADO ADVENTISTA. / El primero, Nuestra iglesia: Momentos históricos decisi­

vos, traza el desarrollo general de la iglesia desde sus inicios y establece el contexto para los volúmenes más espe­cializados de la serie. El segundo, Nuestra identidad: Origen y

desarrollo, examina el surgimiento histórico de la teología de la denominación. El presente volumen bosqueja la evolución de la estructura organizativa del adventismo del séptimo día.

Esta evolución dio tantas vueltas, que los fundadores del movimiento no hubieran sido capaces ni de imaginarlo. Co, menzando con la oposición a la organización formal en la década de 1840, el movimiento de observadores del sábado se Vio forzado a organizarse durante la década de 1850 a fin de protegerse a sí mismo de impostores y de dar un impulso más adecuado a su misión ante la frustración de un "fin del mundo" que, sencillamente, no llegaba.

Desde cierta perspectiva, la historia de la organización de la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha sido rítmica. La prime­ra parte de esa cadencia fue sentir una necesidad; la segunda,

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12 Nuestra organización / ¿Aliada o enemiga de la gran comisión?

una reestructuración; y la tercera, un período de prueba y per, feccionamiento del nuevo modelo estructural. Históricamen, te, la denominación ha pasado por dos ciclos completos y ha entrado en lo que parece ser el tercero. El primer ciclo fue tes' tigo del desasosiego por el cambio de la década de 1850, de la organización de la iglesia entre 1860 y 1863, y de las adapta, ciones acaecidas entre 1863 y 1900. El segundo ciclo comenzó con los llamamientos en favor del cambio a finales de la déca, da de 1880, la reorganización entre 1901 y 1903, y los retoques que tuvieron lugar entre 1903 y el comienzo del siglo XXI. La década de 1980 vio el principio de un desasosiego sostenido en lo que parece ser el comienzo de un tercer ciclo.

La auténtica pregunta que subyace al así llamado "tercer ciclo" es si la denominación es aún lo suficientemente flexible para cambiar, o si la llegada del rigor mortis estructural la hará ceder. En muchos sentidos, la cuestión que yace en el fondo de esta pregunta se refiere a la identidad. Esto es, ¿obtendrá el ad, ventismo del siglo XXI su identidad de sus estructuras (e ins, tituciones), o de su misión? En el pasado, las grandes adapta' ciones estructurales en el adventismo han girado siempre en tomo a una capacitación más eficiente para la misión. Ese fue el principio motor de la organización del movimiento en 1861, 1863 y la motivación fundamental de la reorganización en 1901,1903. Si el adventismo ha de ser coherente con su pasa' do, cualquier reorganización futura ha de centrarse en coordi, nar de modo más eficaz la misión mundial, de manera que gaste menos dinero en el sostén de sus estructuras, liberando así más fondos y personal para proyectos de avanzada. Desde luego, el adventismo podría optar por apartarse de su legado misiológico,escatológico y acomodarse, aunque ello lo con, vertida únicamente en una mediocre denominación más.

En armonía con el propósito de la serie EL LEGADO Ao-­VENTISTA, he procurado preservar la brevedad en el trata'

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Una palabra al lector 1

miento de los temas siempre que he podido. La concisión me ha obligado a ceñirme a las líneas principales de desarrollo, evitando la exposición de temas secundarios. Por lo tanto, he escrito una historia a grandes trazos y no en detalle. Al hacer, lo así lo que buscamos es resaltar las líneas principales de de, sarrollo. La desventaja es que tiende a pasar por alto algunos de los puntos y matices más delicados de los temas tratados. La limitación impuesta por la concisión también ha exigido que utilice referencias en el interior del texto y no citas comple, taso Las citas, sin embargo, son adecuadas para quienes tengan el deseo de investigar un tema con mayor profundidad.

Como en otros aspectos de la historia de la iglesia, mu, chos adventistas probablemente no han reflexionado mucho acerca de cómo llegó a organizarse la denominación. Algu, nos, indudablemente, creen que siempre ha tenido la misma estructura que en la actualidad. Y, entre aquellos que saben algo del desarrollo histórico, muchos probablemente sostie' nen que el sistema ha recibido sus retoques finales y ahora representa la mejor forma de hacer las cosas. Algunos pueden incluso estar avanzando con el malentendido de que el siste, ma actual es "inspirado".

El cambio ha formado parte de cada aspecto de la historia adventista. Este libro es la historia de ese cambio en el terreno de la estructura de la iglesia. La historia adventista demuestra que la denominación siempre ha sido dinámica. Los entes vi, vos y sanos siempre se desarrollan y cambian a fin de realizar mejor su misión y funciones. En este mundo, lo único que no es capaz de cambiar para mejor es lo que está muerto o morí, bundo.

NUESlRA ORGANIZACIÓN: ¿ALIADA O ENEMIGA DE LA GRAN

COMISIÓN? es la primera tentativa de poner en circulación un estudio abarcante de la historia de la organización adventista del séptimo día. Sus predecesores más destacados son los trabajos

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14 Nuestra organización / ¿Aliada o enemiga de la gran comisión?

de Andrew C. Mustard, James White and SDA Organization: Historica1 Development, 1844,1881 (1987) [Jaime White y la organización adventista del séptimo día: desarrollo histórico, 1844,1881] y de Barry David Oliver, SDA Organizational Structure: Past, Present and Future (1989) [La estructura orga, nizativa adventista del séptimo día: pasado, presente y futu, ro]. Ambos son estudios doctorales centrados en los desarro, 110s estructurales de 1861,1863 y 1901,1903 Y en la significa, ción de los mismos. También es digna de destacar en el cam, po de la historia de la organización adventista la obra de Bert Haloviak, archivista de la Asociación GeneraL Las compila' ciones de Haloviak de documentos fundamentales sobre or, ganización, sus varios documentos sobre el tema, y su asisten' cia experta sobre el tema nos dejan a todos en deuda con éL

Otra fuente de datos destacada en lo referente a la orga, nización adventista y su desarrollo incluye las obras de J. N. Loughborough, The Church: Its Organization, Order and Disci, pline [La iglesia: su organización, orden y disciplina] (1906); C. C. Crisler, Organization: Its Character, Purpose, Place, and Development in the Seventh,day Adventist Church [La organiza' ción: su carácter, propósito, lugar y desarrollo en la Iglesia Adventista del Séptimo Día] (1938); Oliver Montgomery, Principies of Church Organization and Administration [princi, pios de organización y administración de la Iglesia] (1942); Gilbert A. Jorgensen, "Investigation of the Administrative Reorganization of the General Conference of the Seventh, day Adventíst Church Organization as Planned and Carried Out in the General Conferences of 1901 and 1903" [Investí, gación de la reorganización administrativa de la Asociación General de los Adventistas del Séptimo Día según se planifi, có y ejecutó en los Congresos de la Asociación General de 1901 y 1903] (tesis de licenciatura con grado, 1949); Cad D. Anderson, "History and Evolution of Seventh,day Adventist

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Una palabra al lector 15

Church Organization" [Historia y evolución de la organiza~ ción de la Iglesia Adventista del Séptimo Día] (tesis docto~ tal, 1960); Y el libro de Walter Raymond Beach y Bert Beverly Beach, Pattem far Progress: The Role and Function of Church Organization [Modelo para el progreso: papel y función de la organización eclesiástica] (1985). Mi propio libro Fat Lady and. the Kingdom: Adventist Mission Confrants the Challenges af lástitutionalism and Secularization [La gorda y el reino: la mi~ sión adventista frente a los desafíos de la institucionalización y la secularización] (1995) y varios otros artículos publicados desde esa fecha exploran los desafíos de organización que afronta la iglesia en el siglo XXI.

Otros posibles libros que se proyecta publicar en la serie de EL LEGAOO ADVENTISTA son: un estudio histórico de la evo~ lUción del programa misionero adventista, el desarrollo del es~ tilo de vida adventista, y el desarrollo de programas adventis' tas en campos tales como educación, salud, y publicaciones. El autor tiene previsto agregar un cuarto título a esta trilogía que, en principio, lo hemos titulado Nuestro estilo de vida: Un pue, blo peculiar.

La serie EL LEGAOO ADVENTISTA está muy relacionada con varias obras mias anteriores (ver p. 2). Mi intención es que unas y otras proporcionen, tanto a los adventistas como a aquellos que deseen conocer la comunidad adventista, un vis, tazo general de "todo" lo que es el adventismo del séptimo día. Cada exposición pretende ser breve pero precisa. Si bien he escrito cada volumen con un público adventista en mente, los libros también presentan una sólida introducción de sus res, pectivos temas para una comunidad más amplia.

Quisiera expresar mi agradecimiento especial a Bert Haloviak, ~ desaparecido Andrew Mustard, y a Barry Oliver, por su in, vestigación pionera en este terreno; a Paul Evans, por su ayu, da en la recopilación de documentos; a Tim Poirier, del

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16 Nuestra organización / ¿Aliada o enemiga de la gran comisión?

Patrimonio White, J im Ford, del Centro del Patrimonio Ad, ventista de la Universidad Andrews, y Bert Haloviak de los Archivos de la Asociación General, por ayudarme a localizar las fuentes primarias; a Bonnie Beres por descifrar mis textos manuscritos y digitalizarlos, a Raoul Dederen, Jerry Moon, y Barry Oliver por leer y ofrecer sugerencias para mejorar el ma, nuscrito completo, y a Gregory Allen por hacer lo mismo con una porción del manuscrito; a Gerald Wheeler y Jeannette R. Johnson por llevar el manuscrito a lo largo del proceso de publicación; y a la administración de la Universidad Andrews por facilitarme apoyo financiero y tiempo para investigar y escribir.

Confío que NUESTRA ORGANIZACIÓN: ¿ALIADA O ENEMI, GA DE LA GRAN COMISIÓN? resulte útil para sus lectores al pro' curar una mejor comprensión del desarrollo e importancia de la organización en el seno de la Iglesia Adventista del Sép, timo Día.

George R. Knight Universidad Andrews

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CAP

"La organization es el diablo"

S e dice que no hay nada mas diffcil que conducir una

cuadrilla de gatos. Cualquier contemporaneo podrfa ha­ber sostenido to mismo acerca de los miembros de la Co­

nexi6n Cristiana. Uno de los dirigentes del movimiento es-cribi6 a principios de la de cada de 1830 que la Conexi6n ha­

bfa surgido simultaneamente en varios lugares de los Estados Unidos a comienzos del siglo XIX "no tanto para establecer doctrinas peculiares y distintivas, sino para garantizar, en favor de individuos e iglesias, mds libertad e independencia en relaci6n con asuntos de fe y practica, para librarse de la autoridad de credos humanos, y de las cadenas de formas y costumbres esta­

blecidas, para hacer de la Biblia la unica gufa de los creyen­tes, exigiendo para todo individuo el derecho de ser su propio

interprete para juzgar por sf mismo cuales son sus doctrinas y requerimientos y, en el terreno de la practica, seguir mas es­

trictamente la sencillez de los ap6stoles y los cristianos primi­tivos". El movimiento se oponfa a todo "ataque a la libertad cris­dana" (]. N. Brown, Encyc10paedia of Religious Knowledge, 1836, 362; la cursiva no esta en el original).

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18 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

La libertad del Evangelio, contrapuesta a la organizaci6n

Uno de los historiadores del movimiento en 1873 resumi6 asfla radical independencia de los conexionistas: "Cuando se

les preguntaba 'iA que denominaci6n pertenecen?', su respues­ta era, 'A ninguna'. 'iA que denominaci6n se van a unir?' 'A

ninguna'. 'iQue nombre le van a poner a su grupo?' 'Ninguno'. 'iQue es to que van a haber?"Vamos a seguir como empezamos:

seremos cristianos. Cristo es nuestro lfder, la Biblia es nuestro unido credo, y serviremos a Dios libres de las ataduras del sec­tarismo'" (N. Summerbell, Historyofthe Christian Church, 1873,

519). Para los cristianos conexionistas primitivos, la, organíza­

cí6n era el diablo.

A pesar de su individualismo radical, los conexionistas sf

reconocfan la necesidad de una estructura en el ambito de la iglesia local, pero consideraban "cada iglesia" o congregaci6n

como "un cuerpo independiente, con autoridad exclusiva pa­ra regular y gobernar sus propios asuntos". Para la decada de

1830, los conexionistas habfan incluso formado asociaciones en cada Estado que se reunfan una vez al ano. Dichas asocia­

ciones, sin embargo, no contaban con sede permanente. Ade­mas, "no tenfan autoridad alguna ni control sobre la indepen­

dencia de las iglesias [locales]". Durante un tiempo, los co­nexionistas habfan coqueteado con la noci6n de una "Asocia­

ci6n General Cristiana de los Estaos Unidos", pero para 1833 la idea habfa sido "abandonada" aunque esa "Asociaci6n Ge­

neral" no tenfa autoridad ni sobre la Asociaci6n de cada Esta­do ni sobre las congregaciones locales (Brown, Ency., 363).

Si bien es imposible ahora determinar cuan difundida es­taba esta practica, algunos de los grupos "cristianos" eran rea­

cios a poner por escrito las actas de sus juntas. Wilber E. Mac­

Clenny cuenta que "a veces, cuando se celebraba un congre­so general, to ultimo que se habfa era leer y aprobar las actas, y, acto seguido, las quemaban, de manera que no tuvieran

Page 21: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

"La organizaci6n es el diablo" 19

ningun precedente para el siguiente Congreso" (Liie oi Rev. james O'Kelley, 150).

El aglutinante que mantenfa unido al movimiento de la Conexi6n Cristiana parece haber sido sus publicaciones pe­

ri6dicas y no sus debiles y mal estructuradas asociaciones. Re sulta apropiado que el movimiento titulara su primer peri6di­co Herald oi Cospel Liberty [El heraldo de la libertad evange­lical. Para la decada de 1840, ese peri6dico cristiano habfa pasado a llamarse Christian Herald [El heraldo cristiano], y

tenfa el cometido de difundir las noticias oficiales de las aso­

ciaciones y los puntos que debian ser tratados en tales reunio­nes. El Herald tambien procuraba "propagar entre las iglesias

opiniones correctas, [ ... ] para promover un espfritu de con­cordia, y producir una uni6n mas efectiva" (M. T Morrill, A Historyoithe Christian Denomination, 1912, 141; CH, octubre de 1843).

Resulta de interes observar que fue el movimiento mille­

rita de la decada de 1840 el que estimu16 a los conexionistas

hacia una. otganizaci6n mejor estructurada. En particular, el llamamiento millerita a los adventistas de salir de Babilonia,

iniciado en el verano de 1843, provoc6 una profunda crisis en la Conexi6n Cristiana. El Herald se sinti6 obligado a publicar

una presentaci6n formal del millerismo en cinco partes entre el 28 de marzo y el 25 de abril de 1844. Cuatro meses antes,

uno de los editores habfa escrito un artfculo titulado "iCuando estaremos completamente organizados?" Su interes principal

era proteger a la iglesia de los pastores no reconocidos por la Conexi6n (CH, 7 de diciembre de 1843). Finalmente, el mes

de septiembre de 1844 fue testigo de un clamor a favor de una organizaci6n mas estructurada. "El regimen liberal, tal vez po­

drfa decir blandengue, de muchas de las iglesias", escribirfa el editor del Herald, "las ha dejado expuestas a los ataques de los separatistas fanaticos. Aprendamos de esto a desempenar tanto

Page 22: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

20 Nuestra organizacion I Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

el papel conservador como el agresivo" (CH,5 de septiembre

de 1844). Reflexionando sobre la crisis de la decada de 1840, un his­

toriador del movimiento conexionista cuenta que" algunos de los pastores mas descollante s, y los editores de los peri6di­

cos, pusieron de manifiesto la falacia del razonamiento de Miller; pero no lograron detener la enorme desbandada que

se dio entre sus miembros [ ... ]. En un tiempo increiblemente

breve, muchos ministros cristianos que se vieron atraidos por la forma que Miller tenfa de ver las profecfas comenzaron a

predicar los puntos de vista de este y los propios caprichos de

cada cual. Durante la decada de 1840, esta tendencia conti­

nu6 imparable, dando como resultado que los "cristianos" per­dieran muchos buenos pastores que, en su intento por 'salir de

Babilonia', arrastraron consigo una iglesia tras otra" (Morrill,

History, 175). Dentro de la "enorme desbandada" se encontraban Joshua

V Himes, quien habia sido secretario del Congreso de la Aso­

ciaci6n General de la denominaci6n en 1833, y Joseph Marsh, editor del segundo peri6dico mas importante del movimien­

to, el Christian Palladium. Con todo to que valian estos diri­

gentes, sun de mayor importancia para la historia de este li­bro fue la deserci6n de un joven ministro de nombre Jaime

White y de Joseph Bates, laico muy influyente. White y Bates

serfan dos de los fundadores del adventismo del septimo dfa. Ellos incorporarfan al nuevo movimiento las ideas sobre or­

ganizaci6n que habfan adquirido en la Conexi6n Cristiana.

La organizacion de la iglesia como "Babilonia": la experiencia millerita

A diferencia de los conexionistas, la mayorfa de los ad­

ventistas milleritas no manifestaron actitudes contrarias a la organizacion durante los primeros anos de su movimiento.

Page 23: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

"La organizaci6n es el diablo" 21

Por otro lado, tampoco tenfan el desdo de formar su propia organizacion. Todo to contrario: to que ellos procuraban era permanecer en las distintas denominaciones mientras testifi­caban de su fe adventista y esperaban el regreso de Jesus.

Sin embargo, el hecho de que los milleritas no contaran con una organizacion denominacional separada, no significa­ba que careciesen de estructura. Muy al contrario: Joshua V Himes los unific6 en un impresionante movimiento misione­

ro. Sus metodos delataban su procedencia conexionista. Su primers lfnea de actuaci6n fue la creaci6n de un conjunto de peri6dicos y otras publicaciones que no solo mantenfan al movimiento unido mediante to publicaci6n de noticias y ar­gumentos bfblicos a favor del advenimiento, sino que tam­

bi6n hacfan circular tas resoluciones votadas por tas diversas juntas de adventistas milleritas.

La segunda contribuci6n de Himes ato diseminacio'n y estabilidad del movimiento tuvo que ver con la realizaci6n de juntas regulares de la "Asociaci6n General". Pero no debe mos confundir tales asociaciones generates con una estructu­ra denominacional permanente. Mas bien, desde una 6ptica conexionista, se trataba de reuniones peri6dicas de creyentes con pensamiento homogeneo donde se sometfan a voto reso­luciones para consideraci6n del grupo en general. De esta manera, como ocurri6 en la Conexi6n Cristiana, las reunio­ties peri6dicas y generates proporcionaron la estructura basi­ca del movimiento millerita.

La primera asociaci6n general millerita, cetebrada en oc­tubre de 1840, dej6 muy claro que los lfderes del movimien­

to deseaban trabajar dentro del marco de las igtesias existen­tes. "Nosotros no somos", decfa un informe de la asociaci6n,

"de aquellos que siembran discordia entre los hermanos, de los que se apartan de la comuni6n de las igtesias". E insistfa que "no tenemos el prop6sito de distraer atas igtesias con

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22 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran cornisi6n?

nuevas invenciones, ni de hacemos de un nombre dando ini­cio a otra secta entre los que siguen al Cordero". Mas bien, to

que querfan era sencillamente "reavivar y restaurar [ ... ] los hitos antiguos" dentro de sus iglesias (Report ofthe General

Conference, 14y 15de octubre de 1840,22,20).

No obstante, con la propia acci6n de organizar una aso­

ciaci6n y fundar un peri6dico, los creyentes adventistas ya habian iniciado una existencia independiente, aun cuando

permanecidn en sus iglesias. El segundo Congreso de la Aso­ciaci6n General darfa un paso de gigante hacia la crisis que, a la postre, habfa de llevar a los milleritas a separarse de las denominaciones existentes. Esa conferencia incit6 a los cre­yentes a promover la cuesti6n del advenimiento en sus igle­sias, a presionar a sus pastores con el tema, y a formar clases bfblicas especiales para el estudio del advenimiento (Sr, 2 de

agosto de 1841, 70).

El enfasis en el advenimiento ante un cumplimiento de una profecia crono16gica que se venfa encima rapidamente, a

la larga, solo garantizaba la separaci6n de muchos milleritas. Si se hubieran quedado tranquilamente en el seno de sus de­nominaciones, habrfan permanecido en ellas, pero tal silen­cio era diametralmente opuesto a la esencia misma del senti­

do de responsabilidad millerita. Una cosa era predicar el mensaje de Miller cuando su cum­

plimiento se encontraba a varas anos de distancia, y algo muy distinto era hacerlo cuando el tiempo ya llegaba a su fin. Un mensaje que, a finales de la de cada de 1830, parecfa inocuo, amenazaba con desestabilizar las iglesias al irse cerniendo so­bre el horizonte el predicho ano del fin. Segun se iba acercan­do el momento, la neutralidad en las iglesias devenfa im­posible: habfa que aceptar el millerismo o rechazarlo.

La firme creencia millerita de que los requerimientos divi­nos tenfan prioridad sobre las exigencias de la comunidad

Page 25: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

"La organizaci6n es el diablo" 23

ec1esiastica acentu6 la crisis inminente en varias congrega­

ciones y denominaciones. Asf, los adventistas creyeron que estaban obligados a hacer resonar su mensaje de advertencia aun en iglesias que no querfan escucharlo.

Para fines del verano de 1842, la resistencia al adventismo

millerita adopt6 por to menos tres formas. En primer lugar, un numero creciente de congregaciones prohibi6 a los milleritas

reunirse en los templos para hacer servicios religiosos a medi­da que el tiempo del fin se aproximaba. En segundo lugar, mu­

chas iglesias ya no permitfan a los creyentes adventistas hablar de sus creencias en sus propias congregaciones. Ello conllev6 que tales miembros tuvieran que lt contra las norma de sus

iglesias o bien dejar de asistir por completo debido a la presi6n creciente. Muchos de los que se negaron a permanecer en si­lencio respecto a su esperanza en la cercanfa del advenimien­

to fueron excomulgados. En tercer lugar, los pastores que ha­Wan aceptado el millerismo e insistfan en predicar respecto a sus creencias eran expulsados de sus p6lpitos cada vez con mayor frecuencia.

Las respuestas milleritas se dieron en dos direcciones. La

primes y mas moderada fue una gradual separaci6n que con­dujo a una identidad millerita aut6noma. En mayo de 1842 se organza6 la Asociaci6n del Segundo Advenimiento de Nueva

York, la primera de muchas. Si bien no eran iglesias, las Aso­ciaciones sfrecogfan fondos y elegfan cargos directivos. Tam­bi6n alquilaban salones para sus reuniones de domingo de tar­

de. Por aquel entonces, los milleritas no consideraban que su

Asociaci6n suplantase la asistencia a la iglesia, sino que la vefan como un complemento. El movimiento alentaba a los creyentes a asistir tanto a sus iglesias regulares como a la reu­

ni6n vespertina de la Asociaci6n. Aunque no se las percibfa

como iglesias, muchas Asociaciones locales se convirtieron en iglesias despues de que Cristo no vino en octubre de 1844.

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24 Nuestra organizaci6n / !Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

Otro movimiento tendente a la separaci6n adventista fue

la construcci6n de tabernaculos milleritas. El primero de esos

tabernaculos se inaugur6 en Boston en mayo de 1843. Fue uno de los muchos que se levantaron, ya que las congregacio­

nes adventistas se vefan cada vez mas forzadas a encontrar

nuevos lugares de reuni6n. Por todo ello, entre el verano de 1842 y el de 1844, los

creyentes adventistas habfan ido adquiriendo todos los atri­butos de una denominaci6n, incluyendo la ordenaci6n de

ministros. Sin embargo, aun entonces, no tenfan deseo algu­no de formar un nuevo cuerpo religioso. iPor que habrfan de

hacerlo? Jesus vendrfa pronto. Despues de ese acontecimien­to no habrfa necesidad de que existiesen denominaciones.

En consecuencia, en mayo de 1844, Josiah Litch escribi6: "No se ha hecho ninguna previsi6n para el establecimiento de

instituciones permanentes, entre los adventistas [ ... ]. Si hubie­semos de decir que existe algo que se podrfa llamar organiza­

ci6n, se tratarfa de la forma mas simple, voluntaria y primitiva [ ... ]. No esperamos ni deseamos ninguna otra organizaci6n,

hasta que alcancemos la Nueva Jerusalen, y nos organicemos bajo el Rey de reyes. Aqui, somos peregrinos y extranjeros, sin

lugar donde morar" (Advent Shíeld, mayo de 1844,90,91). La segunda y mas radical respuesta millerita al conflicto

entre el movimiento y las iglesias fue el mensaje de "Ha caído Babilonia". Enjulio de 1843, Charles Fitch public6 to que

llegaría a ser uno de los mas famosos e influyentes sermones milleritas. Basado en Apocalipsis 14: 8 y 18: 1-5, tenfa por tf­

tulo "Salid de ella, pueblo mio". En esencia, ambos pasajes apocalfpticos tienen que ver tanto con la caida de Babilonia

como la consiguiente necesidad de que el pueblo de Dios huya del sistema corrupto representado por Babilonia.

Fitch identific6 a Babilonia con cualquier iglesia -cat6-lica romana o protestante- que se "opusiera [ ... ] al REINO

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"La organizaci6n es el. diablo" 25

PERSONAL de Cristo Jesus sobre el mundo en el trono de David". Todas esas iglesias eran el "ANTICRISTO" A continua­ci6n, Fitch presentaba una invitaci6n: "Si usted es cristiano, isalga de Babilonia! Si usted desea ser hallado cristiano cuan-do Cristo aparezca, isalga de Babilonia, y salga ahora! f. . .]. Atrevase a creer en la Biblia [ ... ]. Salga de Babilonia o perez-ca" ("Come OutofHer, My People': 9,19, 24).

El llamamiento realizado por Fitch enconra6 amplia res­puesta entre los milleritas, aun cuando el propio Miller jamas to acept6. Con anterioridad en este capftulo hemos visto el desconcierto total que tal llamamiento caus6 en las filas de la Conexi6n Cristiana. El conflicto y la persecuci6n que resul­taron del rechazo del mensaje adventista condujo a muchos

I creyentes a llegar a la conclusi6n de que las iglesias verdade­ramente estaban desempenando el papel de Babilonia, opre­sora del pueblo de Dios en el Antiguo Testamento.

Un predicador millerita que se sinti6 especialmente im­pulsado a proclamar el mensaje de dejar las iglesias fue George Storrs. Storrs escribi6 que Babilonia "es la madre antigua de todas sus hijas [las denominaciones protestantes], que son re , conocibles por su parecido familiar, y por un espfritu domi-nante y autoritario; un espfritu que suprime la libre b6squeda de la verdad, la libre expresi6n de nuestra convicci6n de to que es la verdad" (MC, 15 de febrero de 1844,237,238).

Las personas necesitaban abandonar las denominaciones porque "no tenemos ningun derecho de permitir que ningun hombre, o grupo de hombres, se ensenoree asf de nosotros. Y permanner en un cuerpo asf organizado [ ... ] es permanner en Babilonia". Para Storrs, la historia de la religi6n organizada -tanto cat61ica como protestante- era de fanatismo y perse­cuci6n. Polemizaba contra las iglesias visibles u organizadas, y abogaba por la gran iglesia invisible de Dios, que "el Senor or­ganiza" sobre la base de "lazos de amor". Ante la propia persecu-

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Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

ci6n causada por la sincera creencia en el pronto retomo de Jesus, Storrs concluy6 que "ninguna iglesia puede organizarse por invenci6n humana, sino que se convierte en Babilonia en

el momento en que se organiza" (ibid.). Si bien no todos los milleritas aceptaron la conclusiones

extremas de Storrs, su mensaje, junto con las dolorosas expe­

riencias de los creyentes a manos de las iglesias organizadas,

dejaron una impresi6n indeleble sobre el grueso de los cre­yentes. Fue algo tan fuerte que a los grupos milleritas les fue

casi imposible organizarse en alguna medida significativa des­

pues del Gran Chasco del 23 de octubre de 1844.

Resistencia a la organizaci6n despues del Chasco En el adventismo posterior al chasco reinaba el caos, espe­

cialmente en aquel sector del movimiento que crefa que Cristo habia venido espiritualmente a los corazones de los creyentes

el 22 de octubre. Diversos tipos de fanatismo corrfan incon­trolados entre los llamados "espiritualizadores". A fin de evi­

tar que la causa adventista acabara en la ruina total, Rimes curs6 una invitaci6n para acudir a un congreso organizativo

en Albany, Nueva York, que debfa dar inicio el 29 de abril de

1845. El prop6sito. del congreso, segun se anunci6, no era debatir sobre doctrinas controvertidas sino: 1 ° "fortalecemos

mutuamente en la fe de la cercanfa del advenimiento"; 2°_

"asesoramos sobre el mejor modo de llevar adelante unifica­damente nuestra obra, dando consuelo y preparando para la pronta venida de nuestro Senor a ias congregacionas adven­tistas de las que formamos parte"; y 3°_ "unificar nuestros es­

fuerzos para la conversi6n y salvaci6n de los pecadores" (MW

20 de marzo de 1845, 96). En pocas palabras, el Congreso de Albany intent6 devolver

el orden a las filas de un movimiento diezmado, tras el Chas­co, pot el fanatismo promovido por los espiritualizadores.

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"La organizaci6n es el diablo"

William Mller explic6 con mucho acierto el objetivo cuan­do escribi6 que el Congreso de Albany "fue convocado para &liberar respecto a la anarqufa y confusidn de BABILONIA en

íts que tan inesperadamente habfamos cafdo, y, en 10 posible, para desenredamos de ellas" (AH, 4 de junio de 1845, 129; la ~ J::a..W estd en el original).

Aquf debemos notar que Mller us6la palabra "Babilonia" en su segundo significado. No solo querfa decir "opresi6n", como senalaba Storrs, sino que tambien podfa significar "con

fusi6n". Ambas definiciones volverfan a aflorar, segun podre­mos ver en el siguiente capftulo, en las disputas que se dieron

con ocasi6n de la organizaci6n de la Iglesia Adventista del S6ptimo Dia.

El Congreso de Albany adopts una declaraci6n de "Ver­dades Importantes" con diez puntos, orden6 al ministerio a dos personas y estableci6 un modelo congregacional para la organizacidn eclesidstica. "El orden", decfa la declaraci6n sobre organizaci6n, "es la primera ley del cielo [ .. .]. El Nuevo Testamento da pautas para el gobierno de la iglesia, y las con­

sideramos perfectamente validas para toda la hermandad de Cristo. Ninguna circunstancia puede justificar que nos apar­

temos de los usos establecidos por Cristo y sus ap6stoles. "Consideramos a cualquier congregacidn de creyentes que

habitualmente se reune para la adoraci6n de Dios y la debida observancia de las ordenanzas del evangelio como una iglesia

de Cristo. Como tal, se constituye en un cuerpo independien­te, responsable de dar cuentas tinicamente a la Gran Cabeza de la iglesia". La declaraci6n continuaba hablando acerca de los "principios de asociaci6n" por los cuales las diversas congre­

gaciones tenfan comuni6n mutua (MW 8 de mayo de 1845, 150, 151; la cursiva no esta en el original).

No todos quedaron satisfechos con los planteamientos de Albany. Joseph Marsh se oponfa especialmente al nombre

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28 Nuestra organizaci6nl !Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

"adventistas" y a la declaraci6n de creencias, algo que conside­

raba equivalente a un credo (VT 21 de mayo de 1845,61,62). La respuesta de Miller a Marsh destaca tanto la necesidad

de establecer un orden como la importancia de una declara­

ci6n de creencias compartidas. "Tiene que ser evidente", es­cribi6 Miller, "que, a menos que salgamos de la BABILONIA

a la que hemos sido arrojados, Dios no nos bendecita. La pre­gunta, por to tanto, nos viene bien a cada uno de nosotros.

lContinuaremos en la anarqufa en la que hemos estado, o toma­remos medidas evangehcas para restaurar el orden evangelico? [ ... ].

Tiene que resultar evidente a todos que, sin uni6n, no podemos hacer nada; y si no existen 'verdades importantes' en las que

estemos unidos, todos podran ver que no puede haber uni6n entre nosotros" (MW 12 de junio de 1845, 191, 192; la cursiva

no esta en et original). Asi las cosas, para el verano de 1845 los adventistas de

Albany se habfan unido en una plataforma congregacional

que era esencialmente la misma forma de organizaci6n ecle­

siastica que tenfan los conexionistas y los bautistas. Consistfa en congregaciones independientes en libre asociaci6n mutua.

La decada de 1850 serfa testigo tanto de disensiones en las

filas de Albany como de intentos posteriores en pro de la or­

ganizaci6n. Sin embargo, resulta significativo que ninguna de las facciones en pugna que se pusieron de manifiesto en Albany

dentro del mundo millerita logr6 organizarse en una denomi­naci6n antes de 1858. Los adventistas de Albany continua­ron existiendo en una atm6sfera que, por to general, refleja­

ba el temor a que cualquier estructura mas alla del nivel con­

gregacional pudiera convertirse en un paso hacia el aspecto

opresor de Babilonia. No obstante to anterior, acabaron surgiendo cuatro deno­

minaciones de la Asociaci6n no denominacional de Albany. La primera fue la Asociaci6n Adventista Evangelica Estado-

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"La organizaci6n es el diablo" 29

unidense, organizada entre mayo y noviembre de 1858 para diseminar el adventismo "original", segun se to defini6 en 1845

Albany. La segunda, la Asociaci6n Cristiana Adventista, se form6 enjulio de 1860, aunque intensos sentimientos an­tidenominacionales entre muchos de sus allegados la llevaron a-denominarse asociaci6n en vez de iglesia. Si bien los adven­tistas cristianos pudieron haber sido de ideas antidenomina­cionales, se vieron forzados a constituir to que fue esencial­mente una denominaci6n debido a la necesidad de "un siste­

ma de acci6n mas eficaz, por el cual la obra de la verdad pu­diera avanzar". Otro factor que influy6 en esta direcci6n fue­

ron los problemas relativos a mantener y apoyar en su labor a pastores que trabajaban entre la gente (WC, 4 de julio de 1860, 71; 1 de agosto de 1860, 86).

El tercer cuerpo religioso organizado que surgi6 de los ad­

ventistas de Albany fue la cuasidenominacional Uni6n Vida y€Advenimiento. Nacida el 30 de agosto de 1863, contaba, sorprendentemente, con George Storrs como presidente. La e tstencia aut6noma de la Uni6n Vida y Advenimiento se tom6 permanente gracias a una votaci6n de los cristianos adventistas efectuada en 1864 que negaba a los partidarios de la! Uni6n membresfa en la Asociaci6n Cristiana Adventista.

Una cuarta facci6n relacionada con el adventismo de Albany fue la de los Adventistas de la Era Venidera, que en­sefiaban que los judfos regresarfan a Israel y que las personas

tendrfan una segunda oportunidad de salvarse dutante el mi­lenio o "Era Venidera". A los de la Era Venidera les resuta6 pom menos que imposible organizarse. Hubo, sin embargo, varios intentos abortivos de organizaci6n durante la decada

de 1850. Cierto dirigente lleg6 a la conc1usi6n de que era como "hablar de organizaci6n con una manada de bisontes o

Como tratar de anudar una cuerda de arena". El grupo reflejaba individualismo extremo. Ni siquiera querfan organizaci6n a

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30 Nuestra organizaci6n / !Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

nivel congregacional. Toda persona habfa de ser su propia autoridad suprema (AHBA, 14 de enero de 1854,234). Los adventistas de la Era Venidera no lograrfan ninguna organi­zaci6n significativa hasta 1921.

De estos cuatro grupos, solamente dos han sobrevivido hasta esta fecha, y son numericamente insignificantes. Clyde E. Hewitt, historiador cristiano adventista, se lamentaba en 1990 del hecho de que su denominaci6n no solo era "peque­na en numero", sino "pequena en actitud, en suenos, en vi­

si6n. La pequenez da a luz pequenez". Hewitt atribufa la debi­lidad de su movimiento al hecho de que nunca se habfa orga­

nizado significativamente mas alla del nivel congregacional. "La fuente de todo poder se halla precisamente donde se encontra­

ba en 1860 cuando nacimos: en la congregaci6n. Si todas nues­

tras congregaciones locales, es decir, iglesias, fueran iluminadas

con la visi6n de to que ellas podrían hacer por Cristo y su reino

mediante la accion unificcula, seríamos capaces de hacer que el sis­

tema se pusiera en marcha y se convirtiese hoy dfa en una denomi­

naci6n creciente y no moribunda n. Es destacable que la ultima

secci6n de su historia en tres volumenes del movimiento ad­ventista cristiano Hewitt la titulara "iSe le deberfa decir a una denominaci6n que esta muriendo?" (Devotion and Development,

357,373,367; la cursiva no esta en el original). De todos los grupos adventistas posteriores al chasco, sola­

mente uno se desarrollaria en una organizaci6n significativa

por encima del nivel congregacional. Ese grupo es la Iglesia Adventista del Septimo Dfa. Pero esto no se dio con facili­

dad. Despues de todo, dentro de su bagaje llevaban la creen­cia de que organizarse equivale a volverse Babilonia, igual que

creian los demas milleritas. Algunos de ellos habfan sufrido excomuni6n, y dos de sus dirigentes tenfan un legado co,

nexionista. En consecuencia, igual que los grupos de Albany, durante la decada de 1850 procuraron alcanzar una organiza-

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"La organizaci6n es el diablo" 31

ci6n eficiente. Su lucha, que habfa de alcanzar su punto cul­minante entre 1861 y 1863, sera el objeto de los siguientes dos capftulos. (Para mayor informaci6n sobre separatismo y organizaci6n dentro del millerismo y las denominaciones de Albany, vease G. R. Knight, Míllenníal Fever and the End of

the World: A Study of Mílleríte Adventísm, especialmente las paginas 67-92,141-158, y 245-293.)

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Redefmir Babilonia

(1844-1859)

:En el primer capftulo vimos que la experiencia millerita 'i habfa dejado a muchos adventistas con un marcado de-

sencanto respecto a la organizacion. Esto fue especial mente cierto entre aquellos que primero aceptaron el llama­

miento de Fitch a dejar la Babilonia espiritual y que luego suscribieron la amplificaci6n de Storrs de aquella advertencia con la idea de que aun el primer paso hacia la organizacion fonnal significarfa volver a crear Babilonia. Aquellos que pos­teriormente se convertirfan en adventistas del septimo dfa pertenecfan a ese sector del adventismo.

Los primeros observadores del sabado no se vieron afecta­dos unicamente por los conceptos relativos a Babilonia, sino que algunos de ellos habfan sido expulsados de sus denomina­ciones por la sola raz6n de negarse a pennanecer en silencio acerca de su creencia en la pronta venida de Jesus. La Iglesia Metodista Episcopal de Portland, Maine, por ejemplo, en aeptiembre de 1843 excomulg6 a la familia de Elena Hannon despues de un proceso ec1esiAstico formal (NB 48-59). Esa expulsi6n afect6 personalmente a la joven Elena, puesto que

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34 Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

tal hecho suscit6 en Lizzie, su hermana gemela, rencor hacia

la religi6n para el resto de su vida. Elena habfa sido testigo de primera mano de la injusticia de una denominaci6n altamen­

te centralizada que en el Estado de Maine habfa realizado una depuraci6n sistematica tanto de los laicos como de los minis­

tros (incluyendo su pastor favorito, Levi Stockman) que, pese

a todo, no renunciaron a sus creencias milleritas.

Por to tanto, tres de los fundadores del adventismo del septimo dfa tenfan razones para tener recelo de la religi6n or­

ganizada: Jaime White y Joseph Bates, por su origen conexio

nista, y Elena G. de White, por las injusticias de las que habfa sido testigo y que habfa padecido en 1843 y 1844. Y para col­

mo, tambien pertenecfan a ese sector del adventismo poste­rior al Chasco que creia que la puerta de la salvaci6n ya habfa

sido cerrada y que su misi6n para con el mundo en general

habfa finalizado en 1844. Debido a esta creencia, no sentfan ning6n deseo de organizarse con fines de evangelismo o de

misi6n. Despues de todo, iba a transcurrir solamente un breve

intervalo antes de que Jesus regresara. Fueron los adventistas de la puerta abierta quienes, creyendo que aun tenfan una

misi6n en el mundo, se habfan organizado en Albany en 1845.

Los adventistas de la puerta cerrada de todas las tendencias se habfan opuesto a las resoluciones de Albany por ser una ne­

gaci6n de su fe adventista. Los creyentes de la puerta cerrada

no vefan en absoluto raz6n alguna para organizarse. No obs­tante, lentamente eso habaaa de cambiar.

El "tiempo de recoger" y las formas conexionistas de organizaci6n

El primer acicate para el cambio fue la necesidad que per , cibieron los dirigentes del grupo de observadores del sabado

de compartir las perspectivas teo16gicas que habfan formado entre 1845 y 1847 con otros adventistas de la puerta cerrada.

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Redefinir Babilonia 35

El primer intento en esa lfnea serfa una colecci6n de articu­

Jos escritos por Bates y el matrimonio White publicados en mayo de 1847 con el tftulo "A Word to the 'Little Flock'" [Una

palabra a la "Manada pequena"]. Para el siguiente ano, sin embargo, este empeno en com­

partir se volverfa mucho mas sistematico. Para 1848, como demostre en Nuestra identidad: Origenydesarmllo, los dirigen­

tes de los observadores del sabado tenfan una teologia mas o menos bien desarrollada que integraba en el marco es cato-

16gico de Apocalipsis 11: 19-14: 20 sus creencias en el segun­do advenimiento, el sabado, el ministerio de Cristo de dos fa­

ses en el Santuario celestial, y la inmortalidad condicional del alma humana. Crefan en particular que eran el pueblo del ter­

cer angel de Apocalipsis 14: 9-12. En consecuencia, los dirigentes de los observadores del sa­

bado habfan llegado a creer que tenfan un mensaje que com­partir con otros ex milleritas. Tenemos que recordar que en esa fecha tan temprana, los adventistas no sentfan la necesidad de

compartir su comprensi6n de la Biblia con el mundo exterior,

puesto que todavfa no se habfan ocupado de su err6nea idea de que el tiempo de gracia habfa terminado. Sin embargo, en 1848

no dudaban de su responsabilidad hacia otros ex milleritas que aun estaban perplejos respecto a la experiencia de 1844.

Los milleritas concebian su limitada misi6n en terminos de to que denominaban el tiempo de esparcir y de recoger. El

tiempo de esparcir habfa comenzado a finales de octubre de 1844 con la escisi6n del movimiento millerita. Como hemos

indicado antes, los meses y anos que siguieron al chasco resul­

taron frustrantes para los descorazonados creyentes que bus­caban algun atisbo de esperanza y significado en su experien-

cia adventista. No obstante, para 1848, los White y Bates estaban absoluta­

mente convencidos de que tenfan la respuesta para los creyentes

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Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

dispersos. Jaime White to expres6 muy bien en noviembre de 1849: "El tiempo de esparcir que habfamos vivido ha queda­do en el pasado, y ahora es tiempo para que los santos sean re­

cogidos en la unidad de la fe, y sean sellados por esa verdad santa y unificadora que ha llegado. Sf, hermano, ha llegado. Es cierto que la obra avanza lentamente, pero, ciertamente, se estd moviendo, y va adquiriendo fuerza con cada paso [ ... ].

Nuestra experiencia adventista pasada, nuestra posici6n pre­sente y obra futura estdn sefialadas en el capitulo 14 de Apo­

calipsis tan claramente como la pluma profetica podfa es­cribirla. Gracias a Dios que la podemos ver [ ... ]. Creo que la

verdad del sdbado debe dun resonar por toda la tierra, como el mensaje del advenimiento nunca to ha hecho [ ... ]. Jesus

viene para recoger a los pobres despreciados y llevarlos al Hogar, HOGAR, HOGAR" (JW al hermano Bowles, 8 de

noviembre de 1849). El esfuerzo realizado por los dirigentes observadores del

sdbado por alcanzar a sus partidarios se lIev6 adelante de dos maneras. Una consistfa en congresos peri6dicos para contri­

buir a conseguir la unidad de la fe. Los primeros congresos sobre el sdbado se celebraron en la primavera de 1848. Por to

menos se llevaron a cabo cinco congresos mds ese afio, otros seis en 1849, y diez en 1850. El informe de Jaime White acer­ca del primer congreso ilustra tanto su prop6sito como algu­

nas de las dindmicas involucradas. "Tuvimos reuni6n esa no­che [jueves 20 de abril de 1848] con alrededor de quince per­

sonas en total", escribi6 White. "El viernes por la mafiana los hermanos llegaron hasta que sumamos aproximadamente cin­

cuenta. No todos estaban completamente en la verdad. Nues­tra reuni6n de ese dfa fue muy interesante. El hermano Bates

presena6 los mandamientos con claridad, y su importancia fue acentuada mediante poderosos testimonios. La presentaci6n sirvi6 para establecer a aquellos que ya estaban en la verdad

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Redefinir Babilonia 37

y para despertar a aquellos que no estaban completamente decididos" (en 2SG 93).

La importancia de los congresos se ve todavia mds clara­mente en el informe de Elena G. de White acerca de la se­gunda conferencia. "Concurrieron unas treinta y cinco perso­nas", dijo ella, "todos los que pudieron reunirse en aquella parte del Estado. Pero de los treinta y cinco apenas habfa dos de la misma opini6n, porque algunos sustentaban graves erro­res, y cada cual defendfa tenazmente su criterio peculiar di­ciendo que estaba de acuerdo con la Biblia. Todos estaban

deseando tener ocasi6n de presentar su parecer, o de darnos un serm6n. Se les dijo que no habfamos venido de tan l'ffos para

escucharlos, sino que habfamos venido para ensefiarles la verdad"

(2SG 97,98; la cursiva no estd en el original).

N6tese que Bates y los White desempefiaron un energico papel de liderazgo tanto en la convocatoria como en la direc­ci6n de los congresos. Hacfa falta un liderazgo energico y

orientado a la consecuci6n de objetivos para poder formar un cuerpo de creyentes dentro de las ca6ticas condiciones del adventismo posterior al chasco.

La segunda via empleada por el liderazgo observador del sdbado para "recoger" un pueblo conllev6la puesta en circu­laci6n de diversos peri6dicos. En el congreso sobre el sdbado

celebrado en Dorchester, Massachusetts, en noviembre de 1848, Elena G. de White tuvo una visi6n con implicaciones

. especiales para su esposo. Despues de salir de la visi6n, ella le

dijo: "Debes imprimir un pequeno peri6dico y repartirlo en, tre la gente. Aunque al principio sera pequeno, [ .. .1 de este

modesto comienzo brotaran raudales de luz que han de circuir el globo" (NB 137).

Pasaron ocho meses antes de que Jaime pudiera cumplir las instrucciones de su esposa. Sin embargo, en julio de 1849 sali6 el primer ejemplar de Present Troth [La verdad presenae].

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Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

Su principal prop6sito era plantear to que los dirigentes de los observadores del sabado consideraban que eran los problemas de su tiempo: el sabado, los mensajes de los tres Angeles, y otros

temas afines. Durante el verano de 1850, Jaime puso en circu­laci6n el primer numero de Advent Revíew [Revista del adveni­miento], publicaci6n que reimprimfa muchos de los artfculos mas importantes de inicios de la de cada de 1840, en un inten­

to de convencer a los milleritas esparcidos con el vigor y vera­cidad de los argumentos que daban fundamento al movimien­to de 1844. En noviembre de 1850 se fusionaron Present Tmth

y Advent Revíew en The Second Advent Revíew and Sabbath Herald

[Revista del segundo advenimiento y heraldo del sabado]. Debe observarse que los dos metodos utilizados por los ob­

servadores del sabado para "recoger" un pueblo fueron no solo evangelfsticos sino que fueron ademas el caldo de cultivo para

su primera estructura organizativa. Despues de todo, los congre­sos sobre el sabado llevaron finalmente a la fundaci6n de gru­

pos o congregaciones de creyentes observadores del sabado. La decada de 1850 serfa testigo de una sucesi6n de congresos pe­

ri6dicos en la medida en que las diversas congregaciones de adventistas observadores del sabado enviaban delegados a las

reuniones generales de los creyentes observadores del sabado. La Revíew and HeraId [Revista y heraldo] (como muchos

afectuosamente la llamaban) no solo imprimfa anuncios y re­soluciones de esas reuniones, sino que tambien proporcionaba

noticias de su "iglesia" y hermanos, sermones, y un sentido de

pertenencia, a los esparcidos observadores del sabado. Asf, la Review era probablemente el instrumento mas efectivo tanto en juntar como en unificar al cuerpo de creyentes que se con­

vertirfan en los adventistas del septimo dfa en la decada de 1860. En 1852 otro proyecto original de Jaime White, el Youth's

Instructor [El instructor de la juventud], se uniria a la Revíew.

Ese peri6dico no solo tenia la intenci6n de hacer que los j6-

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Redefinir Babilonia 3 9

venes observadores del sabado se mantuvieran en el redil, si-

no que durante anos cumpli6 una funci6n unificadora al im­primir las lecciones de la Escuela SabAtica para los creyentes.

En resumen, tenemos que reconocer que, para principios de la de cada de 1850, los observadores del sabado habfan re­producido en buena medida la estructura organizativa de la Conexi6n Cristiana, de la que procedfan Jaime White y Bates.

Durante la de cada de 1850 el movimiento observador del sa­bado habfa de consistir en una asociaci6n inarticulada de con­gregaciones e individuos unidos mediante la agencia de re­vistas peri6dicas y congresos, o reuniones generales de creyen­

tes. Por to tanto, se dieran cuenta o no, los observadores del sd­

bada actuaban con el mismo tipo de orden ecJesidstico que habfan

tenido los conexionistas y los milleritas.

Sin embargo, la demora mas alla de las expectativas ini­ciales, asf como el rapido crecimiento del numero de observa­

dores del sabado y la expansion de su perspectiva de misi6n pronto exigirfan iniciativas adicionales de organizaci6n.

Problemas entre las filas y llamamiento al "orden evangelico"

Un segundo acicate que impuls6 a los observadores del sA­

bado a desarrollar un sistema mas amplio de organizaci6n ec1e­siastica deriv6 de la necesidad de mantener la unidad etica y doctrinal. Pronto surgirfan problemas relacionados con estas

cuestiones al iniciarse el tiempo de recoger que culminarfan cuando ambos esposos White abogaron firmemente en favor del "orden evangelico" hacia finales del ano 1853.

Las iniciativas de 1853 no fueron las primeras peticiones de que hubiese una organizaci6n mas amplia. Cabe mencionar que por septiembre de 1849, Jaime White defendfa que los

predicadores itinerantes contasen con un apoyo financiero, y exponfa la necesidad de "apartar temporalmente" a cierta

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4 O Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

mujer "de la comuni6n" (JW al Hno. y Hna. Collins, 8 de sep­tiembre de 1849). Unos meses despu6s, en el contexto de co­mentarios relativos a cierto individuo de quien no crefa que Dios to hubiese llamado a ser predicador itinerante, Jaime White escribi6 en una carta a un hermano sobre la necesidad de avanzar hacia el "orden evang61ico" (18 de marzo de 1850).

Las inquietudes de su esposa parecen haber sido semejan­

tes a las de Jaime. En diciembre de 1850 escribi6: "Vi que en el cielo todo estaba en orden perfecto. Dijo el angel: 'iMirad!

i Cristo es la cabeza; avanzad en orden! Haya sentido en to­do'. Dijo el angel: 'iContemplad y conoced cuan perfecto y hermoso es el orden en el cielo! iSeguidlo! '" Ella, ademas,

hab16 del fanatismo y de aquellos que habfan sido excomul­gados por su conducta inadecuada. Poco antes de concluir,

destac6 que "si Israel [es decir, la iglesia] avanzara de forma consecuente hacia delante, caminando segun el orden bfblico, sefia tan temible como un ej6rcito que despliega sus estandar­tes" (EGW Ms 11,25 de diciembre de 1850).

Las primeras inquietudes de Jaime y Elena G. de White respecto a la organizaci6n parecen haber sido esencialmente las mismas. Ambos temfan que surgieran representantes des­ordenados, €andticos y no autorizados dentro del incipiente movimiento observador del sabado.

Durante el inicio de la d6cada de 1850 se advirti6 un cre­cimiento rdpido en el numero de personas atrafdas por la 16-gica de la predicaci6n de los observadores del sabado acerca de los mensajes de los tres angeles. En mayo de 1852, Jaime White calcul6 que el numero de los adventistas observadores del sabado en Nueva York habia crecido de veinte a cerca de mil en tres anos, mientras que los adeptos en los Estados del Oeste habfan pasado de ninguno a "varios cientos". Mas alla de estos datos estadisticos, Jaime White afirm6 que el creci­miento proporcional en algunas zonas de Nueva Inglaterra

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Redefinir Babilonia

habfa sido mayor que en Nueva York, y que el numero en

Canada habfa crecido de ninguno a un "numero considerable"

(RH, 6 de mayo de 1852,5). Por to tanto, puede concluirse con certeza que ally por 1852 habia unos dos mil adventistas observadores delsdbado.

Si bien este crecimiento fue positivo, tambi6n trajo con­

sigo nuevos problemas y desaffos, a la par que agravaba algu­nos viejos problemas que el nuevo movimiento ya venfa en

frentando. Se habfan formado muchas congregaciones nue­vas de observadores del sabado, pero no existfa orden entre

ellas, ni siquiera al nivel de organizaci6n. Eso las convertfa en facil presa de fanaticos y predicadores no autorizados, tanto

del interior como del exterior de su grupo local. En 1851, tai situaci6n llev6 a los White a creer que el movimiento reque­

tfa de su presencia personal de vez en cuando para atenuar y corregir los abusos. Asf, en los siguientes anos se verfan apa­recer sus informes en la Review con tftulos como "Nuestro viaje al Este".

En aquellos viajes, los White tenfan que tratar repetida­mente con casos de fanatismo y orden eclesiastico a nivel con­

gregacional. Por ejemplo, en cierto congreso en Medford, Ma­ssachusetts, a finales de 1851, Jaime White declar6 que "el punto de agenda de la reuni6n era el orden eclesiastico, sefia­lAndose los errores de S. Smith, H. W Allen, y la importancia

de que la iglesia actuase en to referente a la conducta de algu­

nos hermanos [expulsandolos de la feligresfa]" (JW a los her­manos, 11 de noviembre de 1851). Durante el mismo viaje, en diversos lugares los White informaron de la expulsi6n de uno

e habfa "caido vfctima del hechizante poder del espiritis­ttio" (en Washington, New Hampshire); de reprensiones al fanatismo y los "espfritus opositores" y de hablar sobre el "orden

evang61ico y perfecta uni6n entre los hermanos, especialmente aquellos que predicaron la Palabra" (en Johnson, Vermont); y

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Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

de la "importancia de la unidad" (en Bethel, Vermont) (RH, 25 de noviembre de 1851,52; vease tambien 1 Bio 216-26).

El viaje al Este en 1851 es significativo tambien porque sus resenas proveen nuestra primera informaci6n del nombra­

miento de cargos directivos a nivel de la iglesia local. Asf, leemos que en la Asociaci6n de Washington, New Hampshire,

"fue elegido un comite de siete personas (vease Hechos 6) pa­ra atender las necesidades de los peores" (RH, 25 de noviem­

bre de 1851,52). Poco antes ese mismo ano, la Reviewinfor­

m6 por primera vez de una ordenaci6n en las filas de los ob­

servadores del sabado. Enjulio, "el hermano [Washington] Morse fue apartado por la imposici6n de las menos para la

administraci6n de las ordenanzas de la casa de Dios. El Espiri­tu Santo dio testimonio mediante el don de lenguas y mani­

festaciones solemnes de la presencia y poder de Dios. El lugar era formidable y, sin embargo, glorioso" (RH, 19 de agosto de

1851,15). Para 1852, los observadores del sabado se iban viendo a sf

mismos menos como un "rebano esparcido" y mas como una iglesia. Esa toma de conciencia fue acompanada por una rein­terpretaci6n de la doctrina de la puerta cerrada. Gradualmen­

te, el grupo conc1uy6 que el tiempo de gracia para el mundo en general no se habfa acabado en 1844 y que, por to tanto,

tenfan una misi6n hacia aquellos que no habfan formado par­te del movimiento millerita. Tales convicciones contribuye­

ron a impulsar a los observadores del sabado hacia una organi­zaci6n mas sustancial.

El mayor problema al que se enfrentaron los observadores del sabado a principios de la decada de 1850 era la carencia de

una defensa sistematica contra los impostores. Casi cualquier persona que quisiera podia predicar en las congregaciones ob­

servadoras del sabado. Grandes sectores del adventismo no vigilaban la ortodoxia ministerial, ni tan siquiera la morali-

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Redefinir Babilonia

dad de sus pastores, puesto que el movimiento afrontaba la crisis de un ministerio carente de credenciales reconocidas.

El problema resultaba endemico para todas las congrega­ciones ex milleritas antes que se organizaran a finales de la de cada de 1850 y a principios de la de 1860. Por ejemplo, en 1850 alguien envi6 una carta a una revista adventista de Albany expresando la queja de que su congregaci6n habfa sido "atormentada nuevamente con to que consideramos que son falsas ensenanzas [ ... ]. Hace aproximadamente tres sema­nas, cierto individuo de nombre Joseph Bates lleg6 en un

carruaje profesando ser un predicador adventista, armado con cuadros de graficos y numerosas publicaciones. Tuvimos una

entrevista con el, y encontramos que su 'mensaje' era el saba­do y la puerta cerrada". Himes, el editor, respondi6: "El capi­

tin Bates es un viejo amigo nuestro y, hasta donde sabemos, es un hombre mejor que la mayorfa de sus asociados; pero no tenemos confianza en su ensenanza. No deberia ser tolerado

en ningun momento" (AH, 4 de mayo de 1850, 110, 111). El verdadero problema al que se enfrentaban los cuerpos

religiosos ex milleritas tenfa que ver con los lfmites. Si Bates se sinti6 libre de hacer evangelismo entre las congregaciones observadoras del primer dfa de la semana, estas estaban mas que ansiosas de devolver el favor. A6n peores fueron los im­postores, carentes del menor atisbo de sinceridad, cuyo obje­tivo principal era desplumar a los creyentes.

El ano 1853 serfa testigo de dos medidas adoptadas por los

observadores del sabado para proteger a sus congregaciones de los "falsas" hermanos. En primer lugar, los ministros dirigen­

tes observadores del sabado adoptaron un plan por el cual se aprobaba que los predicadores recibieran una taIjeta "que los

recomendaba a la comunidad del pueblo de Dios en cualquier lugar, afirmando sencillamente que estaban aprobados para la

obra del ministerio evangelico". Dos pastores reconocidos

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44 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

como dirigentes del movimiento de los adventistas observa­

dores del sabado fechaban y firmaban las tarjetas. La que reci­bi6 J. N. Loughborough en enero de 1853 llevaba las firmas de Jaime White y Joseph Bates (JNL, The Church [La iglesia], 101 j.

El segundo metodo utilizado por los observadores del sa­bado para certificar a sus dirigentes era la ordenaci6n. Para fi­

nales de 1853, aquellos creyentes ordenaban regularmente tanto a los predicadores itinerantes (no existfan todavfa los

pastores asignados a congregaciones especfficas) como a los

diacono s (quienes parecen haber sido los unicos cargos direc­tivos de las iglesias locales en ese perfodo inicial).

Si bien los dirigentes observadores del sabado empezaban a perfeccionar su estructura, aun eran muy vulnerables. Esta rea­

lidad resu1t6 evidente en el informe presentado por Elena G. de White del viaje al Este que ells y Jaime hicieron en 1853.

"Este fue", cont6 ella, "un viaje trabajoso y mas bien desani­mador. Muchos habfan abrazado la verdad, pero no habfan si­

do santificados en su coraz6n y en su vida. Elementos de lucha y rebeli6n se hallaban en acci6n, y era necesario que se reali­

zara un movimiento para purificar la iglesia" (NB 165). Con esta situaci6n en mente, no es diffcil ver por que ella

y su esposo realizaron vehementes llamamientos en favor del

"orden evangelico" en diciembre de 1853. Jaime dirigi6la campana en pro de una mejor organizaci6n con cuatro articu­

los en la Revíew titulados "Orden evangelico". Su artfculo del 6 de diciembre redefini6 Babilonia en el contexto de los obser­

vadores del sabado. "Es un hecho lamentable", afirmaba, "que muchos de nuestros hermanos adventistas que escaparon a

tiempo de la esclavitud de las diferentes iglesias [Babilonia] [ ... ], desde entonces han estado en una Babilonia mds consuma­

da que antes. El orden evangelico ha sido pasado por alto en de­

masfa por tales hermanos [ . .1. Muchos, en su celo por salir de

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Redefinir Babilonia 45

Babilonia, participaron de un espfritu impulsivo y desordenado, y

muy pronto se encontraron en una perfecta Babilonia de confu­

si6n r . .]. Suponer que la iglesia de Cristo estd libre de restriccio­

nes y disciplina es el fanatismo mds audaz" (RH, 6 de diciembre de 1853, 173; la cursiva no esta en el original).

El segundo artfculo propugnaba la unidad de sentimiento

y acci6n basada en la Biblia como "regla perfecta de fe y prac­tica". El tercero tenfa que ver con el llamamiento, prepara­

ci6n y ordenaci6n de los pastores, puesto que "en ninguna co­sa ha sufrido mas el evangelio que por la influencia de falsos

maestros". El cuarto segmento de la serie de White argumen­taba que la iglesia como un todo necesitaba sustentar a sus

ministros mediante oraciones y recursos (RH, 13 de diciem­bre de 1853, 180; 20 de diciembre, 188-190; 27 de diciembre,

196,197). Para finales de diciembre de 1853, Elena G. de White hizo

su primer llamamiento de gran alcance hacia un mayor orden. Basando sus convicciones en una vision recibida durante su

viaje hacia el Este en el otofio de 1852, escribi6: "El Sector ha

mostrado que el orden evangelico ha sido temido y descuidado en

demasfa. Debe rehuirse el formalismo; pero al hacerlo, no se debe descuidar el orden. Hay orden en el cielo. Habfa orden

en la iglesia cuando Cristo estaba en la tierra, y despues de su

partida el orden fue estrictamente observado entre sus ap6s­toles. Y ahora en estos postreros Ads, mientras Dios esta lle­vando a sus hijos a la unidad de la fe, hay mds necesidad real

de orden que nunca antes ". Buena parte de su artfculo tiene que

ver con los problemas suscitados por los "mensajeros enviados por sf mismos", quienes son una "maldici6n para la causa" de

l!Os observadores del sabado. Como habfa hecho Jaime, ella abord6 la preparaci6n de los ministros y la ordenaci6n de

aquellos aprobados por "hermanos de experiencia y sano crite­rio" (PE 97, 99, 101; la cursiva no esta en el original).

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Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

Desacuerdos persistentes en medio de tensiones crecientes

A comienzos de 1854 los esposos White estaban convenci­dos de la necesidad de mds orden y de estructuraci6n entre los

observadores del sdbado. Jaime consideraba que el movimien­

to no verfa mucho progreso sin tales elementos. Por eso, pudo escribir en marzo que Dios "esta esperando que su pueblo se

enderece, se alinee segun el orden evangelico, y eche mano de

una norma elevada de piedad, antes que pueda anadir muchos mds a nuestro numero" (RH, 28 de matzo de 1854, 76).

El hecho de que el adventismo observador del sdbado tam­bien afront6 en esa epoca sus primeros cismas, indudablemen­

te reforz6 las convicciones de Jaime White sobre el tema del

orden evangelico. Para principios de 1854, dos pastores, H. S. Case y C. P Russell, se habfan vuelto contra los White. Du­

rante el otono de ese ano, estos individuos fundaron su propio peri6dico, el Messenger ofTruth [Mensajero de la verdad], para

rivalizar con la Review and Herald, y para atraer un n6mero sig­nificativo de observadores del sdbado bajo su influencia.

Paralela al levantamiento de la facci6n del Messenger fue la deserci6n de dos de cuatro predicadores que habfa en

Wisconsin. J. M. Stephenson y D. P Hall comenzaron a pro­

mover un milenio temporal y una perspectiva de la era pot venir que proponfa una segunda oportunidad para la conver­

si6n durante el milenio. Antes de que pasara mucho tiempo,

los dos predicadores de Wisconsin habfan unido fuerzas con

los del Messenger. Con tantos individuos insubordinados en su medio, no es

de extranar que los observadores del sdbado, durante la se­gunda mitad de la decada de 1850, fueran escribiendo cada

vez mds artfculos que reflejaban una comprensi6n creciente de los principios bblicos relacionados con el orden eclesias­

tico y la ordenaci6n de dirigentes aprobados. Ademas de

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Redefinir Babilonia 47

Jaime White, que segufa manifestando su oposicion a la "per­fecta Babilonia de confusi6n" que habfa entre los adventistas,

Joseph Bates tambien entr6 en la refriega. En armonfa con su pasado conexionista, Bates aducfa que

el orden eclesidstico bfblico tenfa que restaurarse en la igle­sia antes del segundo advenimiento. Bates alegaba que du­

rante la Edad Media los "quebrantadores de la ley" "trastorna­ron" elementos tan esenciales del cristianismo como el sdba­

do y el orden eclesiastico bfblico. Dios habfa utilizado a los adventistas observadores del sdbado para restaurar el reposo

sabdtico, y era "meridianamente claro" para su mente "que Dios emplearfa guardadores de la ley como instrumentos para

restaurar [ ... ] una 'iglesia gloriosa' que no tenga mancha o arruga [ .. .]. Esta unidad de la fe y el perfecto orden eclesias­tico nunca han existido desde los dias de los ap6stoles. Esta

muy claro que tiene que existir antes del segundo adveni­miento de Jesus, y tiene que completarse para el refrigerio de

la presencia del Senor, en la restauraci6n de todas las cosas."

(RH, 29 de agosto de 1854,22,23). Bates tenfa muy claro que hacfa falta restaurar el orden

apost6lico de la iglesia. No daba pie a ningun elemento de or­ganizaci6n que no apareciera en el Nuevo Testamento. Jaime White, en este perfodo inicial, compartfa una opini6n similar.

Pudo asf escribir en 1854 que "pot orden evangelico, o ec1esias­tico, queremos referirnos a ese orden en la asociaci6n y disci­

plina eclesidsticas que ensena el evangelio de Jesucristo me­diante los escritores del Nuevo Testamento" (RH, 28 de marzo

de 1854, 76). Unos meses despues, Jaime White habl6 del "per­fecto sistema de orden establecido en el Nuevo Testamento pot

inspiraci6n de Dios [ .. .]. Las Escrituras presentan un sistema

perfecto, que, si se implementa, salvara a la iglesia de los impos­tores" y proveerd a los ministros de una plataforma adecuada pa­

rarealizar la obra de la iglesia (RH, 23 de enero de 1855, 164).

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Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

A mediados de la decada de 1850, J. B. Frisbie, el escritor mas activo en la Review sobre el ordenamiento eclesiastico, estaba de acuerdo con Bates y White en que todos ios aspec­tos del orden en la iglesia tenfan que estar explfcitamente manifestados en la Biblia. Asf, Frisbie argumentaba contra

cualquier nombre eclesiastico excepto aquel dado por Dios en la Biblia. Como 61 to expres6, "LA IGLESIA DE Dios [ ••• ) es el

unico nombre que Dios ha visto apropiado dar a su iglesia". Acto seguido, Frisbie referfa a sus lectores a pasajes bfblicos como 2 Corintios 1: 1 ("la iglesia de Dios que esta en Corin­to"), destacando que "es muy evidente que Dios nunca se propuso que su iglesia debiera llamarse por otro nombre que

aquel que elle dio" . Cualquier otro nombre, como luterana, cat61ica romana y metodista eran invenciones humanas y

"dejan un sabor mas a Babilonia, confusion, mezcla, quo a-la

iglesia de Dios. Usando la misma 16gica, Frisbie sugerfa, como otros adventistas, que no deberfan mantenerse registros de feligresfa puesto quo los nombres de los hijos de Dios estan

registrados en los libros del cielo (RH, 26 de diciembre de 1854,147).

Dado su enfoque bi'blico literal hacia el orden eclesiastico, resulta poco sorprendente quo Frisbie y otros pronto comenza­

ran a hablar de la necesidad de un segundo cargo directivo de la iglesia local: el anciano. En enero de 1855, destac6 que ha­

bfa "dos clases de ancianos predicadores" en las iglesias del Nuevo Testamento: los" ancianos itinerantes" y los" ancianos

locales". Los ancianos itinerantes desempefiaban un papel su­pervisor sobre varias iglesias, mientras que los" ancianos loca­

les [ ... ] ejercian el cuidado y supervision pastoral de una igle­sia". Frisbie observaba tambien que las iglesias locales debfan contar tanto con ancianos como con diaconos. Los primeros,

serialaba, "tienen la supervision de to espiritual; los otros, de los asuntos temporales de la iglesia" (RH,9 de enero de 1855,

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Redefinir Babilonia

155). Para fin de ano, los observadores del sabado estaban or­denando ancianos locales, asf como diaconos y pastores.

Gradualmente, los creyentes fueron reforzando el orden evangelico al nivel de la iglesia local. De hecho, la congrega­ci6n individual era el unico nivel de organizaci6n al que la

mayorfa de los observadores del sabado prestaba atenci6n. Por to tanto, dirigentes como Bates podfan prologar un ex­

tenso artfculo sobre "El orden eclesiastico" con la siguiente definici6n: "IGLESIA significa una congregaci6n concreta de

creyentes en Cristo, unidos en el orden del evangelio" (RH, 29 de agosto de 1854, 22).

En la segunda mitad de la decada de 1850, el debate sobre el orden eclesiastico entre los observadores del sabado se cen­

trarfa en to que significaba para las congregaciones estar "uni­dos". Por to menos cuatro asuntos forzarfan a dirigentes como

Jaime White a tener una visi6n mas global de la organizaci6n de la iglesia. El primero tenfa que ver con la pertenencia legal

de las propiedades, en especial los edificios de las casas edito­ras y los templos. La responsabilidad de ser dueno de todo ba­

jo su propio nombre llev6 a White a dimitir de su puesto de editor de la Revíew a finales de 1855. No estando listo aun pa­

ra la tramitaci6n de la organizaci6n legal, White sugiri6 que un comite fuera el dueno de la editorial y quo un comite fi­

nanciero se encargara de gestionar los asuntos relativos al cre­cimiento de las empresas editoras de los observadores del saba­

do (RH, 4 de diciembre de 1855, 76; JW al Hno. Dodge, 20 de agosto de 1855). Sugerencias similares aparecieron en rela­

ci6n con la tenencia de propiedades de la iglesia. Un segundo asunto quo impuls6 a White y otros hacia una

organizaci6n eclesiastica mas amplia tenfa que ver con la cues, ti6n del salario de los predicadores. Ya hemos apuntado antes

que White habfa sido el primero en suscitar el tema en 1849. Pe­ro hablar del asunto sin sistema alguno con el quo enfrentarlo no

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resulta muy 6til. De hecho, al expandirse la obra de los obser­vadores del sabado, las cosas fueron a peor. Los predicadores

observadores del sabado trabajaban de mas y no se les pagaba adecuadamente, f6rmula que garantizaba el desastre.

Un ejemplo que viene al caso es el del joven John Nevins Andrews, hombre que posteriormente sirvi6 a la iglesia como el dirigente mas erudito, primer misionero "official" al extran­

jero, y uno de los presidentes de la Asociaci6n General. Sin embargo, a mitad de la decada de 1850, el cansancio excesi­vo y la pobreza habfan forzado al joven predicador a apartar­

se del ministerio solamente con veintitantos anos de edad. En el otono de 1856 se puso a trabajar de dependiente en la tienda de su tfo en Waukon, Iowa. Waukon, de hecho, se es­

taba convirtiendo rapidamente en una colonia de apaticos adventistas observadores del sabado. Otro pastor dirigente

::¡ue huy6 a Waukon en 1856 fue John N. Loughborough, quien, 5egun cont6 el mismo, se habfa, "desilusionado un tanto res­pecto a las finanzas" (JNL, Rise and Progress of Seventh-day Adventists [Surgimiento y desarrollo de los adventistas del :;eptimo dfa], 208).

Los White evitaron de momento una crisis en el ministe­

rio adventista al realizar un temerario viaje en mitad del in­fierno hacia Waukon para despertar a la durmiente comuni­

lad adventista y para recuperar a los pastores automargina­los. Tanto Andrews como Loughborough vieron la mano de

)ios en esa visita y rededicaron sus visas a la predicaci6n del nensaje del sabado.

Pero esa rededicaci6n no cambi6 las realidades financie­·as. Por ejemplo, por los tres meses de trabajo posteriores a su ;alida de Waukon, Loughborough recibi6 hospedaje y ali­nentaci6n, un abrigo de piel de bufalo con un valor aproxi­nado de diez Mares, y diez d61ares en efectivo como pago )or su labor pastoral. El problema distaba de estar resuelto.

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Redefinir Babilonia

Adelantandose a los problemas financieros, la congrega­ci6n de Battle Creek, Mfchigan (la mas fuerte e influyente

congregaci6n observadora del s abado ) fonn6 un grupo de es­

tudio en la primavera de 1858 para escudrinar las Escrituras en busca de un plan para sostener el ministerio. Bajo la direc­ci6n de Andrews, el grupo presents un informe aceptado a principios de 1859.

El plan de la Benevolencia Sistematica (o de la "hennana

Betsy", como algunos to apodaban) alentaba a los hombres a dar de cinco a 25 centavos de d61ar por semana, y, a las muje

res, de dos a diez centavos. Ademas, a ambos grupos se les po­rua un recargo de entre uno y cinco centavos por semana por cada cien d6lares de propiedad que posefan.

Jaime White estaba entusiasmado con el plan, pues crefa

que librarfa a los ministros de la verguenza financiera y que asftrabajaban de fonna mas eficaz. Su esposa estaba igual­

mente agradecida. "Vi -escribi6 en 1859- que debe existir orden en su iglesia, y que se necesitaba sistema y organizaci6n

para llevar a cabo con exito la proclamaci6n del ultimo gran mensaje de misericordia al mundo. Dios esta guiando a su

pueblo en el plan de la dadivosidad sistematica" (1 T 176). Desde luego, una cosa era tener un plan para pagar los

salarios de los predicadores y otra muy diferente gestionarlo en un grupo religioso que no tenfa pastores establecidos. L6

gicamente, la correcta recogida y distribuci6n de los Tondos se basaba en planes organizativos que iban mas alla del nivel de congregaci6n.

Muy relacionado con el sistema de remuneraci6n de los predicadores estaba el tercer asunto que llev6 a White hacia

una fonna mas amplia de organizaci6n eclesiastica: la asigna­ci6n de los predicadores. En 1859, White escribi6 que mien­

tras que comunidades tales como Battle Creek a menudo te­nfan predicadores a mano, otras pennanecfan "indigentes, sin

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haber escuchado un serm6n durante tres meses". Tras recono­cer que la situaci6n era un autentico problema, White puso de relieve que "se necesitarfa un sistema para ubicar a los pre­

dicadores en el trabajo, o para ubicar a las familias de los predi­

cadores cerca de sus campos de trabajo", aparte de apoyo fi­nanciero. White les pedfa a las iglesias que le enviaran sus pe­

ticiones a el personalmente (RH, 16 de junio de 1859,28). Por to tanto, parece que para 1859 Jaime White estaba ha­

ciendo las veces de superintendente en to referente a la asigna­~i6n y el pago de los predicadores, pero sin ninguna estructura

Jficial que reforzara desde abajo sus esfuerzos. Esta diffcil situa­

~i6n to dejaba expuesto a crfticas por mala administraci6n o malversaci6n de fondos. White se daba cuenta de que los ob­

servadores del sabado necesitaban un sistema mds abarcante. Un cuarto elemento que suscit61a necesidad de una

~structura eclesidstica mas adecuada surgi6 de la cuesti6n de la transferencia de feligresfa. Resultaba especialmente diffcil

:uando una persona habfa sido expulsada de una congrega­

:i6n y deseaba hacerse miembro de otra. iC6mo deberfan ~estionar el traslado de feligresfa entre congregaciones? iY

:6mo deberfan relacionarse entre sflas congregaciones indi­viduales? (vease RH, 18 de septiembre de 1856, 158; 23 de )ctubre de 1856, 198).

liempo para la acci6n y redefinici6n de Babilonia

Para mediados de 1859, White estaba listo para poner en narcha la ultima iniciativa hacia la organizaci6n denomina­

:ional fonnal. En un congreso de creyentes celebrado en Battle

:reek, present6 un extenso documento sobre Benevolencia ;istemdtica, puesto que "la brevedad del tiempo y la enonne

mportancia de la verdad exigen de nosotros, de la forma mds mperativa, que extendamos la labor misionera". A continua­

i6n, White dijo a los delegados que la fonna en que el movi-

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Redefinir Babilonia

miento pagaba a los pastores era una "afrenta para la causa". La propuesta para el financiamiento del trabajo ministerial fue "llevado adelante de manera undnime" (RH, 9 de junio de 1859,20-23).

Al mes siguiente, Jaime White lanz6 su desaffo en termi­nos nada inciertos. "Necesitamos un sistema", expres6 e121 de julio. "Muchos de nuestros hermanos estdn esparcidos. Ob­

servan el sabado; leen con algun interes la REVIEW; pero, mds alld de eso, estan haciendo muy poco o nada en procura de algiun mitodo de accion unificada entre epos". Para afrontar la situa­

ci6n, White convoc6 a reuniones regulares en cada Estado (anualmente en algunos y cuatro o cinco veces al ano en otros)

para dar direcci6n a la obra de los observadores del sabado en esa regi6n (RH, 21 de julio de 1859,68; la cursiva no estd en el original).

"Somos conscientes", escribi6 White, "de que estas suge­rencias no satisfardn a todos. El hermano Excesivamente Cau­teloso se va a asustar, y se aprestard a advertir a sus hermanos

que tengan cuidado de no aventurarse demasiado lejos; mien­tras que el hennano Confusi6n refunfunard: 'iOh, esto es como

Babilonia! iEstamos siguiendo a la iglesia cafda!' El hermano

No Hace Nada dird: 'La causa es del Senor, y harfamos bien en dejarla en sus manos; el cuidard de ella'. 'Amen', dice la

hermana Amor a Este Mundo; el hermano Perezoso, el her­mano Egofsta y el hermano Tacano dicen: 'Si Dios llama a

hombres a predicar, que vayan y prediquen; el cuidard de ellos y de los que crean su mensaje'; mientras, Core, Datdn y Abirdn

estdn listos para rebelarse contra aquellos que sienten el peso de la causa [por ejemplo, Jaime White] y cuidan de las almas

como quienes tienen que rendir cuentas, y elevan el clamor, 'iHabeis ido demasiado lejos!', NVI)" (ibfd.).

White les comunic6 con un lenguaje perfectamente des­criptive que estaba harto y cansado de que mencionaran

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54 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

Babilonia cada vez que alguien hablaba de organizaci6n. "El

hermano Confusi6n -escribi6- esta cometiendo el mas cra­so de los errores al llamar Babilonia al sistema, algo que esta en armonfa con la Biblia y el sentido comun. Por cuanto Babi­

lonia significa confusion, nuestro equivocado hermano tiene la pa­

labra 1egitimamente estampada en su frente. Y nos arrevemos a

decir que no hay otro pueblo bEljo el cielo mss digno del calificati­

vo de Babilonia que aquellos que profesan la fe adventista y que

rechazan el orden biblico. iAcaso no ha llegado el momento de que, como pueblo, abracemos con fervor todo to que es bueno

y recto en [as iglesias? iAcaso es una locura ciega, sencilla­

mente porque es observada en las iglesias cafdas, volver a la idea de sistema, que aparece en todas partes de la Biblia?" (ibfd.; la cursiva no figura en el original).

Dado que llevaba el "peso de la causa" sobre sf, Jaime White se sinti6 obligado a posicionarse a favor de una mejor organi­

zaci6n entre los observadores del sabado. Fustigando a aque­llos que pensaban que "todo to que se necesitaba para hacer correr un tren era usar bien los frenos" (ibid.), White crefa fir­memente que para mantener en marcha el movimiento ad­

ventista habfa que organizarlo. Esa tarea serfa algo que perse­guiria con todo su vigor entre 1860 y 1863.

Entre tanto, el lugar estrategico de Jaime en el movimien­to de los observadores del sabado le habfa concedido un cam­

po de vision que no solo to distanciaba de los procesos de ra­zonamiento de muchos de sus hermanos creyentes sino que

habfa transformado su propio pensamiento. Tres cuestiones que White suscit6 en 1859 resultan de especial importancia

de cara a sus actividades organizadoras a inicios de la decada de 1860.

En primer lugar, Jaime White habfa avanzado mas alla del literalismo bfblico de sus primeros tiempos, cuando crefa que la Biblia tenfa que especificar cada aspecto de la organizaci6n

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Redefinir Babilonia

ec1esiastica. En 1859, argumentaba que "no deberfamos temer de aquel sistema que no se opone a la Biblia y que es aproba­

do por el sentido comdn" (ibid'). Asf, lleg6 a concebir una nueva hermeneutica. Habfa avanzado de un principio de inter­

pretacidn biblica que sostenfa que las tinicas cosas que la Biblia per­

mitfa eran aquellos que aprobaba explicitamente, a una hermeneu­

tica que aprobaba cualquier cosa que no contradijera la Biblia. Ese

cambio fue especial para los pasos creativos en to que a orga­nizaci6n ec1esiastica se refiere y que White promoverfa en la

decada de 1860. Esa hermeneutica revisada, sin embargo, coloc6 a White

en oposici6n a aquellos que, como Frisbie y R. F Cottrell, mantenfan un punto de vista literalista que exigfa que la Biblia

estableciera explfcitamente algo antes que la iglesia pudiera aceptarlo. Para responder a esa mentalidad, White subray6

que en ningun tugar to Biblia decfa que los cristianos debfan tener una revista peri6dica, una imprenta de vapor, que cons­

truyeran lugares de adoraci6n, o que publicaran libros. Ni si­quiera, anadi6, que "la iglesia del Dios viviente" necesitara

avanzar hacia delante con oracion y sentido comun (ibfd.).

El segundo punto de White tenfa que ver con la redefini­

ci6n de Babilonia. Los primeros adventistas habfan abordado ~l concepto desde el angulo de la opresi6n y to habfan aplica

do a tas denominaciones existentes. White to reinterprets en termino s de confusi6n y to aplic6 a sus hermanns observado­

res del sabado. Para 1859, su meta habfa avanzado en su em­peno de que la causa adventista soslayase las trampas geme­

tas de Babilonia como opresora y Babilonia como confusion. El tercer punto de White concernfa a las misiones. Los obser­

vadores del sabado tenfan que organizarse si habfan de cumplir su responsabilidad de predicar los mensajes de los tres angeles.

Fue asf como, entre 1856 y 1859, White habfa dado un giro de una perspectiva titeralista a una mucho mas pragmatica.

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56 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

iPor que -podrfamos preguntarnos- dio ese paso mientras que otros, entre los pastores observadores del sabado, perma­necfan arraigados en su literalismo bfblico (o, mas exacta­mente, no bfblico)? Me gustarfa sugerir que la diferencia tuvo

que ver con el hecho de que el fue quien sinti6 la carga de la responsabilidad del movimiento observador del sabado. Ver las cosas en el contexto de un marco mas amplio to oblig6 a

pensar en grandes aspiraciones y a set creativo. Sus colegas podfan permitirse el lujo de sus opiniones doctrinarias porque no tenfan visi6n. Estaban dispuestos a pasar su tiempo cavi­lando buenas ideas adventistas y comunicandose con otros adventistas a traves de las paginas de la Review. Uno se lleva la impresi6n de que habrfan estado encantados quedandose en un estado de pureza mas o menos aislada hasta la venida del Senor. Sin embargo, para entonces Jaime White ya habfa llegado a percatarse de que el pragmatismo tendrfa que entrar en escena si el movimiento adventista habfa de avanzar ade­

cuadamente. Se neg6 a pensar de forma minimalista, se sin­ti6 forzado a moverse, y en los tres anos siguientes darfa pasos atrevidos para poner el adventismo sobre una base organiza­tiva firme en armonfa con los principios bfblicos y en conso­nancia con su misi6n en el mundo.

Page 59: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

CAP 3

• aganlzarse para la mision

(1860-1863)

tiempo transcurrido entre 1848 y 1859 reve16 varios

elementos crfticos a los que tuvo que hacer frente el creciente grupo de adventistas observadores del saba

do. Los White promovfan con insistencia la idea del "orden 'evangelico" desde 1853, pero muchos se oponfan a cualquier

dpo de organizaci6n al considerarlo un paso hacia Babilonia. Sin embargo, para 1859 Jaime White estaba absolutamente

convencido de que tenfa que hacerse algo y de que habfa lle­gado el momento de actuar. Los anos que mediaron entre 1860 y 1863 serfan testigos de pasos significativos dados para it organizando la Iglesia Adventista del Septimo Dfa, y que cu1-

minarfan con la formaci6n de la Asociaci6n General de los Adventistas del Septimo Dfa en mayo de 1863.

It posesi6n legal de las propiedades de la iglesia 'y la elecci6n de un nombre, 1860

Jaime White plante 6 la cuesti6n de los tramites para la or­

ganizaci6n legal de las propiedades de la iglesia en febrero de 860 a fin de que esta pudiera tener posesi6n legal de ellas y

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58 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

otorgarles seguridad. Afirm6 con claridad que se oponfa a fir,

mar pagares a individuos que deseaban prestar su dinero a la editorial. Por to tanto, el movimiento necesitaba hacer pla­

nes para conservar la propiedad de la iglesia de una "forma adecuada" (RH, 23 de febrero de 1860, 108).

La sugerencia de White despert6 una energica reacci6n por parte de R. F Cottrell, editor corresponsal de la Review y

cabecilla de los que se oponian a la organizaci6n de la iglesia. Pese a admitir que la iglesia no podrfa hacerse de propiedades

a menos que tuviera un nombre, Cottrell escribi6 que crefa que "seria un error decir, 'Hagamonos un nombre', siendo que una afirmaci6n tal yace en los cimientos de Babilonia". Su

sugerencia era que los adventistas necesitaban confiar en el Senor, quien les restituirfa cualquier perdida injusta al fin del

tiempo. "Si algtin individuo resultara un Judas, a6n podemos soportar la perdida y confiar en el Senor" (RH, 22 de marzo de 1860, 140, 141).

El siguiente n6mero de la Review incluy6 una energica res­puesta de White, quien se manifest6 "no poco sorprendido" de los comentarios de Cottrell. White senald que la editorial

por sf sola tenfa miles de d6lares invertidos "sin ningtin pro­pietario legal". "El diablo no esta muerto", afirm6, y, bajo ta­

les circunstancias, sabrfa c6mo acabar con la editorial. White afirm6 a continuaci6n que consideraba "peligroso

dejar en manos de Dios to que el habfa dejado en nuestras ma­nos y, luego, sentarse en el banquillo de los que hacen muy po­

co o no hacen nada. Ahora bien, es perfectamente aceptable dejar el sol, la luna y las estrellas en las manos del Senor; tam­bien la tierra, con sus revoluciones, el flujo de las corrientes

[ ... ]. Pero si Dios en su Palabra eterna nos pide cumplir el papel de mayordomos fieles de sus bienes, mas vale que aten­

damos esos menesteres de una forma legal, que es la tinica for­ma en que se pueden gestionar las propiedades en este mun-

Page 61: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

Organizarse para la misi6n

do". CottreU respondi6 con una carta conciliatoria, setialando que no querfa estar en desavenencia con el cuerpo de la igle­sia (RH, 29 de marzo de 1860, 152; 3 de mayo de 1860, 188).

El 26 de abril, Jaime White dio una respuesta mucho mas extensa a Cottrell, argumentando que "puesto que somos ma­

yordomos de los bienes de nuestro Senor aquf, en la tierra del enemigo, es nuestro deber adaptamos a las leyes del pats ne

ces arias para el cumplimiento fiel de nuestra mayordomfa, siempre que las leyes humanas no se opongan a las leyes divi­

nas". Resulta significativo que White suscitase otra vez el argumento hermeneutico que habfa usado contra los literalis­

tas bfblicos en 1859. Reconociendo que no podfa encontrar ningun texto de las Escrituras que promoviese con claridad la

posesion legal de las propiedades, senal6 que la iglesia hacfa muchas cosas para las cuales no se encontraba un texto bfbli­

CO. Posteriormente, abord6 el mandamiento de Jesus que dice "Asf alumbre vuestra luz delante de los hombres", senalando

que Dios "no dio todos los detalles especfficos de c6mo debie­ra hacerse eso". En este punto, White escribi6 que "creemos gate es seguro ser gobernados por la siguiente REGLA Deben emplearse todos los medios que, de acuerdo con el sano jui­

cio, promuevan la causa de la verdad y no esten prohibidos

por alguna declaraci6n directa de las Escrituras," (RH, 26 de abril de 1860, 180-182). Con esa declaraci6n, White se situ6 en la plataforma de un enfoque pragmatico, basado en el sen­

tido com6n, hacia todos aquellos asuntos no establecidos

definidamente en la Biblia. Elena G. de White parece que estaba de acuerdo con su es­

poso sobre el tema de la organizaci6n eclesiastica. Escribi6 que CottreU habia tomado una "posici6n equivocada" y que "sus ar­

tfculos estaban perfectamente calculados para tener una influen­cia disipadora, para dirigir las mentes hacia conclusiones err6ne­

as". Entonces, atut6 su influencia a la de su esposo cuando hizo

Page 62: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

60 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

un llamamiento a la iglesia en favor de un orden eclesiastico que evitara" que su pueblo deje inconclusos los asuntos de la

iglesia, y que permita que el enemigo obtenga plena ventaja y control de los asuntos segun le plazca" (1 T 194).

Las paginas de la Review muestran durante todo el verano de 1860 que algunos observadores del sabado iban viendo

mas las cosas como Jaime White sobre el tema de la organi­zacidn legal de la editorial y otros aspectos de la organizacidn.

Entre tanto, ciertas congregaciones especfficas habfan co­menzado a organizarse legalmente a fin de proteger su propie­

dad. Sin duda, estos hermanos se habfan sentido motivados a rafz de la presentaci6n hecha por Jaime del triste caso de los

milleritas de Cincinnati. Los creyentes de ese lugar habfan construido un lugar de reuniones en un solar que pertenecfa

a uno de ellos. Siendo que el edificio estaba situado en su pro­

piedad, legalmente pertenecfa a este individuo. Eso no gene­r6 problemas hasta que el caballero cedi6 a la tentaci6n, se

apoder6 de la Have, y "no permiti6 el acceso a la congrega­ci6n, de manera que el lugar construido y consagrado para la

adoraci6n de Dios se convirti6 en una fabrica de vinagre" para la ganancia personal del dueno del sueto. White destac6

tambien que la congregacidn pronto construy6 una segunda capilla en el solar de otro miembro de quien les parecfa que

"podfan confiar con toda certidumbre". Pero, "les jugs una pasada similar" (RH, 26 de abril de 1860, 180).

Para prevenir problemas similares, varias congregaciones de observadores del sabado comenzaron a organizarse a mediados

de 1860. En mayo, la iglesia de Parkville, Mfchigan, adopt6 ar­ticulos de asociaci6n, usando el nombre de Iglesia del Segundo

Advenimiento de Cristo de Parkville. Unas cuantas semanas despues, la congregacidn de Fairfield, Iowa, se organiz6 "auto­

denominandose 'La Iglesia del Dios Viviente'" (AdHer, jutio de 1974, 30).

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Organizarse para la misi6n 61

Los problemas relativos a la propiedad ltegaron a un punto

critico en un congreso convocado por Jaime White en Battle Creek para discutir la cuesti6n junto con los asuntos de los

tramites para la organizacidn legal y la adopci6n formal de un nombre, que era un requisito para la tramitaci6n. Entre el 29

de septiembre y et 2 de octubre de 1860, delegados de por to menos cinco Estados discutieron detall amente la situaci6n y

las posibles soluciones. Todos estuvieron de acuerdo en que, cualquier cosa que hicieran, tendrfa que estar de acuerdo con

la Biblia. Sin embargo, como cabfa esperar, estaban divididos sobre el asunto hermeneutico, de si algo necesita estar explf­citamente mencionado en la Biblia. Jaime White, como siem­

pre, argiifa que "todo deber cristiano no esta dado en las Es­crituras" (RH, 16 de octubre de 1860, 169). Ese punto esen­

cial tenfa que reconocerse antes de que pudieran avanzar ha­

cia la organizacidn legal. Gradualmente, segun iban afloran­do los diversos problemas y opciones, la mayorfa de los candi­datos fue aceptando la regla hermeneutica de White.

El congreso de octubre de 1860 consigui6 tres metas prin­cipales. La primera involucraba la adopci6n de una constitu­

ci6n para la tramitaci6n de la organizacidn legal de la asocia­ci6n publicadora. La segunda fue lograr que "las iglesias indi­

viduales se organicen ( ... ) de tat manera que puedan retener su propiedad eclesiastica y sus edificios legalmente". Jaime

White, que segufa luchando en la arena hermeneutica con los que querfan textos para probarlo todo, invit6 dos veces a los

objetores a presentar "un texto de tas Escrituras que eviden­

ciara que este proceder esta equivocado". Incapaces de en­contrar tat pasaje o de igualar su t6gica, tos objetores se rindie­

ron y la propuesta fue aprobada (RH, 16 de octubre de 1860, 170,171).

La tercera meta lograda en las reuniones de octubre de 1860 tenfa que ver con la etecci6n de un nombre denominacional,

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Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran cornisi6n?

siendo que los delegados finalmente convinieron que no ha­bfa forma de evitar ser vistos como una denominaci6n por quienes contemplaban et movimiento desde el exterior. Mu­chos se inclinaban por el nombre_de "Iglesia de Dios", pero el grupo no to acept6 porque otros cuerpos religiosos ya to utili­zaban. Jaime White subray6 que el nombre adoptado no de­berfa resultar objetable para el mundo en general. Finalmen­

te, David Hewitt propuso "que adoptemos el nombre de ad­ventistas del septimo dfa". Su ropuesta fue aceptada, pues

muchos delegados reconocfan que era "elocuente a la hora expresar nuestra fe y posici6n [doctrinal]" (RH, 23 de octu­bre de 1860, 179). Segiin las detalladas actas del Congreso, Elena G. de White se mantuvo en silencio, pero posterior­mente expresarfa su entusiasta opini6n sobre el nombre. "El nombre adventista del septimo dfa -declar6 despues de las

reuniones- presenta los verdaderos rasgos de nuestra fe, y convencerd a la mente inquisidora. Como una saeta de la al­jaba celestial, herird a los transgresores de la ley de Dios, e

inducird al arrepentimiento para con Dios y la fe en nuestro Senor Jesucristo" (1 T 204, 205).

Las reuniones de 1860 habfan logrado mucho, pero aun quedaban aspectos pendientes. Los logros de 1861 edificarfan

sobre la plataforma establecida en 1860.

Formaci6n de Asociaciones locales, 1861

El siguiente paso en el desarrollo de la organizaci6n en el adventismo observador del sdbado tuvo lugar entre el 26 y el 29 de abril de 1861, en un congreso especial convocado en

Battle Creek para discutir el asunto. En la reuni6n se suscita­ron dos temas de importancia. Primero, se dieron los pasos fi­

nales para la completa legalizaci6n de la editorial. Por to tan­to, la organizaci6n legal de la Asociaci6n Publicadora Ad­

ventista del Septimo Dfa vio la luz el3 de mayo.

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Organizarse para la misi6n 63

De igual importancia fue el llamamiento de J. N. Loughbo­rough en favor de "una organizaci6n mds completa de la igle­sia. Habfamos llegado", destac6 el, "al punto donde la causa de

Dios exigfa organizacien, no la organizaci6n que constitufa a Babilonia, sino aquella que garantizard orden en la iglesia". En

respuesta al llamamiento de Loughborough, los delegados to­maron el acuerdo de que una comisi6n de nueve pastores ela­

borara un documento sobre la organizaci6n de la denomina­ci6n y to publicara en la Review (RH, 30 de abrit de 1861, 189).

Ese documento apareci6 elll de junio. En su texto se enun­ciaban tres asuntos cruciates. En primer lugar, despues de sena­

lar que las asf llamadas "asociaciones generates" (en realidad, reuniones generates) de creyentes sostenidas en el pasado ha­

Man sido desproporcionadas en termino s de representaci6n, la comisi6n instaba a los creyentes a dar pasos para garantizar

que las reuniones generates futuras representaran genuina­mente las diversas localidades y congregaciones que compo­nfan el movimiento adventista del septimo dfa.

En segundo lugar, la comisi6n recomendaba la formaci6n

de Asociaciones por Estado o distrito. Tales Asociaciones no solo certificarfan ministros, sino que tambien "serfan de gran

beneficio para suplir a las iglesias por doquier con los medios para reunirse en sus diversos Estados o distritos para la adora­

ci6n publica y social, y para la edificaci6n mutua en la pala­bra del Senor". Las Asociaciones de cada Estado reatizarfan

su cometido mediante "los delegados de las iglesias". La tercera recomendaci6n exigfa una organizaci6n mas

completa de las iglesias locales para el servicio efectivo y el cre­cimiento espiritual. Mds especfficamente, las actas sugerfan que

cada iglesia mantuviera un registro actualizado de sus miem­bros, que se desarrollara un sistema de cartas de traslado para los

miembros de buena reputaci6n que se trasladaran de una con­gregaci6n a otra, y que se conservaran registros escritos tanto de

Page 66: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

64 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran cornisi6n?

less sesiones administrativas como de las casos de disciplina. El documento daba como raz6n para estas sugerencias el hecho

de que los miembros inmorales o ex miembros con mucha fre­cuencia se establecfan en iglesias que no sospechaban nada

sobre su condici6n. Por to tanto, el artfculo recomendaba que la congregaci6n local se constituyera en la agencia de inter­cambio de informaci6n a nivel individual de miembros de

iglesia, y, del mismo modo, que la Asociaci6n local fuera la

que diera el visto bueno a los pastores (RH, 11 de junio de

1860,21,22). Las actas del 11 de junio tambien suscitaban el asunto de

los cargos directivos de la Iglesia y sus deberes. No obstante,

la comisi6n sugiri6 que serfa mejor tratar el tema en un docu­

mento por separado. Fueron energicas las reacciones a las recomendaciones de la

comisi6n en algunos sectores de la iglesia, especialmente en el Este. Cuando informaba de su viaje anual al Este, White escri­

bid en agosto que dej6 Nueva York "resentido con el pen­samiento de que el balance de fuerzas esta o bien en contra, o

en silencio, respecto al tema de la organizaci6n". Muchos de los dirigentes del Este aparentemente crefan que White y los

del Medic, Oeste habfan apostatado de la verdad en el asunto

de la organizaci6n (RH, 3 de septiembre de 1861, 108). Desde luego, White se situ6 en energica oposici6n a la fac­

ci6n contraria a la organizaci6n. Tras decir que "los hermanos en Pennsylvania votaron en contra de la organizaci6n, y la causa en Ohio ha sido terriblemente sacudida", White resu­

mi6 sus sentimientos al escribir que "de momento, en nuestro viaje al Este parece que estamos esquivando la influencia de una

estiotla incertidumbre sobre el terra de la organizaci6n". Culp6 de esa prevaleciente "est6pida incertidumbre" a los articulo s

escritos por Cottrell un ano antes. Aunque Cottrell habfa cambiado de opini6n, el "veneno de la antiorganizaci6n" to,

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Organizarse para la misi6n 65

davfa corrfa incontroladamente entre las filas de sus lectores.

Jaime reprob6 a los pastores prominentes que no habian ma, nifestado abiertamente su opini6n favorable al tema de la or­ganizacidn y considers que tenian la mayor parte de culpa de

aqueloa situaci6n. Si hubieran hablado, la mayoria de los cre­yentes habrfan aceptado la organizaci6n. Pero la realidad era

que, "en vez de ser un pueblo unido, que crece vigorosamen-te, en muchos lugares somos poco mas que fragmentos rotos,

esparcidass aun y cada vez mas debiles". "ICudnto mss espe­raremos?", pregunt6 a los lectores de la Review (RH, 27 de

sgosto de 1861, 100; la cursiva no esta en el original). Elena G. de White estaba tan preocupada como su esposo

.por el tema de la organizacidn. Cont6 una visi6n que tuvo el ,3 de agosto de 1861 en la que se le "mostr6 que algunos habian

temido que nuestras iglesias se convertirian en Babilonia si se less organizada; pero aquellos de la zones central de Nueva York yes

Am sido una perfecta Babilonia, confusion. Y ahora, a menos que las iglesias sean organizadas para continuar su marches y

goner en vigencia el orden, no tienen ninguna esperanza para el futuro, y seran esparcidas en fragmentos". Como Jaime,

Elena G. de White lamentaba la "falta de valor moral" y la abundancia de "silencio cobarde" de parte de aquellos minis­

,4ros que crefan en la organizaci6n pero habfan permanecido eh silencio. Sus palabras no dejaban lugar a dudas de que ha

-ia llegado "el momento cuando los ministros debieran man­tenerse juntos" en cuanto el asunto de la organizaci6n de la

lesia (1 T 245, 246; la cursiva no esta en el original). El tiempo de actuar habfa llegado. Los comentarios de

Jaime hechos en agosto y septiembre sobre su viaje hacia el Zste.habfan obtenido un diluvio de respuestas de aquellos que

o apoyaban. En consecuencia, se convoc6 una convenci6n general en Battle Creek del 4 al 6 de octubre de 1861 para

formar la primera Asociaci6n que abarcaba un Estado.

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66 Nuestra organizaci6n / Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

El Congreso de octubre de 1861 es uno de los eventos cumbre en la historia adventista del septimo dfa. El primer punto en la reuni6n administrativa fue "la forma adecuada de organizar las iglesias". Como parte de ese punto, Jaime White recomend6 que los miembros de cada congregaci6n se orga­nizaran formalmente firmando un pacto como iglesia. Su pro­puesta de pacto comenzaba asf: "Nosotros, los abajo firman­

tes, nos asociamos como iglesia, tomando el nombre de ad, ventistas del septimo dfa, comprometiendonos a guardar los

mandamientos de Dios, y la fe de Jesucristo". Aun Cuando el Congreso adopt6 el pacto, se gener6 una

larga discusi6n sobre la diferencia entre un pacto y un credo. Cuando todos quedaron convencidos sobre la pertinencia bfblica de firmar un pacto, la discusi6n avanz6 a la mecanica

de organizar una iglesia y nombrar cargos directivos ec1esias­ticos. Los delegados acordaron asignar el tema a una comi­si6n de pastores para que desarrollara un plan que publicarf­

an en la Revíew. El punto central de la agenda era la recomendaci6n "a las

iglesias en el Estado de Mfchigan de unirse en una Asocia­ci6n, con el nombre de Asociaci6n de Mfchigan de los Ad­ventistas del Septimo Dfa". Los delegados adoptaron la reco­mendaci6n junto con una sencilla estructura que consistfa en

un Presidente, un Secretario, y una Junta de tres miembros. Durante el primer ano, Joseph Bates y Urfas Smith, presiden­

te y secretario, respectivamente, de la junta organizadora, continuarfan con esas funciones en la Asociaci6n (RH, 8 de octubre de 1861, 148). Al siguiente ano, los delegados esco­

gieron de presidente a William S. Higley, un laico. Nueve dfas despues de la convencdn de Battle Creek, la

Revíew public6 las recomendaciones de la comisi6n nombra­da pare desarrollar la mecanica de la organizacidn de la igle­

sia. El meollo del informe tenfa que ver con los cargos direc-

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Organizarse para la misi6n 67

ticos. La primera clase de cargos directivos eran los evange­listas itinerantes o predicadores, quienes tenfan el deber de presentar la Palabra, organizar iglesias locales y ordenar car-

, gos directivos de las iglesias locales. Tales individuos, como ya se habfa decidido, serfan nombrados por la Asociaci6n local. La segunda clase eran los cargos directivos de la iglesia local, o sea, los ancianos y diaconos. Los ancianos dirigirfan

sus congregaciones locales en los asuntos espirituales, mien­tras que los deberes de los diaconos se relacionaban con los

asuntos temporales de la congregaci6n en cuestiones tales co-, mo las finanzas de la iglesia y la preparaci6n de los ritos. El

informe de la comisi6n tambien abord6la manera de organi­i zer una iglesia mediante pacto en una nueva zona, la elecci6n I de cargos directivos de iglesia local, y la recepci6n de miem­bros a traves de cartas de traslado (RH, 15 de octubre de 1861, 156, 157).

Como cabrfa esperar, Jaime White se sentfa mas que satis­fecho del progreso logrado en Mfchigan. "Nos alegra", excla­m6 a finales de octubre, "ver a nuestro pueblo despertar a este tema [la organizacidn]. Para nosotros es una sepal de dfas me­jores" (RH, 22 de octubre de 1861, 164). Con la primera Aso­

ciaci6n que abarcaba un Estado convertida en realidad, otras

aparecieron rapidamente en 1862: la de Iowa del Sur (16 de marzo), Iowa del Norte (10 de mayo), Vermont (15 de junio), Illinois (28 de septiembre), Wisconsin (28 de septiembre), Minnesota (4 de octubre), y Nueva York (25 de octubre).

Pero no todos siguieron el ejemplo de Mfchigan. Un exa­men de la lista de arriba muestra que Nueva Inglaterra (con la excepci6n de Vermont) no estaba representada. Maine, por

ejemplo, no se organza6 hasta 1867, mientras que la propia Nueva Inglaterra no acept6 una organizacidn de Asociaci6n

hasta 1870, nueve anos despues que Mfchigan. En resumen, ciertos aspectos del problema "oriental" hacia la organizacidn

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68 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

repetidamente senalados por los White no desaparecieron precisamente de improviso.

Para 1862, sin embargo, el movimiento hacia la organiza­

ci6n avanzaba a toda velocidad. El ano siguiente verfa la or­

ganizaci6n de la Asociacion General de los Adventistas del S6ptimo Dfa a modo de estructura que these cobertura y uni-

dad a las Asociaciones locales.

Constituci6n de la Asociacion General de los Adventistas del S6ptimo Dfa, 1862-1863

Al principio de 1862, encontramos a Jaime White de buen

talante respecto al tema de la organizaci6n. Incluso manifes­

taba cierto grado de humor ir6nico sobre el asunto. Mirando en retrospectiva a la reciente batalla sobre la organizaci6n,

White podia decir: "Entonces estabamos cash solos. La batalla

era diffcil, y necesitabamos ayuda; pero muchos de nuestros hombres, prudentes ellos, se reservaron la munici6n para dis­

parar sobre el tema de la organizaci6n ahora que la batalla esta

renida y obtenida la victoria. Casi todos los dfas recibimos un mensaje de alg6n buen hermano sobre el tema de la organiza­ci6n. Solo algunos de ellos han hallado cabida en la Revíew". White lamentaba el hecho de que aquellos que tenfan alguna

responsabilidad en el tema no hubiesen compartido su saber cuando sus artfculos eran "necesarios, en vez de hacerlo aho­

ra, despu6s de haberse peleado la batalla" (RH, 7 de enero de

1862,44). Sin embargo, la batalla a6n no habfa terminado. Si bien

es cierto que las Asociaciones por Estados estaban en el pro­

ceso de formarse, la denominaci6n emergente no tenfa forma de coordinar ni su obra ni la asignaci6n de pastores a los dife­

rentes campos. J. H. Waggoner trajo ese punto a colaci6n de manera convincente en junio de 1862. "No creo", escribid,

"que lleguemos a darnos cuenta plenamente alguna vez de los

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Organizarse para la misi6n 69

beneficios de la organizaci6n hasta que este asunto" de una

Asociacion General "sea implementado". Con esa meta en mente, W aggoner recomend6 que los creyentes celebrasen un

Congreso de la Asociacion General cada ano al mismo tiem-po que se tuviera la reuni6n anual de la casa editora. Conclufa su artfculo recomendando que "cada Asociacion de adventis-

tas del s6ptimo dfa envfe un delegado o delegados a la Aso­ciaci6n General; y que se nombre una Comisi6n de la Asocia-

ci6n General, con la que puedan estar en contacto las Aso­ciaciones de cada Estado, y por medio de la cual presenten es-

tas sus solicitudes de obreros" (RH, 24 de junio de 1862,29). En el verano de 1862, varios lectores de la Reviewrespon­

dieron a la propuesta de Waggoner dandole su respaldo entu­siasta. Sin una Asociacion General que representara al cuer­po total de los creyentes, argumentaba 1. N. Andrews, "nos hundiremos en la confusion cada vez que se necesite un plan de acci6n. La obra de la organizaci6n, doquiera ha sido abor­dada de forma apropiada, ha dado buenos frutos; y, por con­siguiente, deseo que llegue a completarse de tal manera que garantice todas sus ventajas, no solo para cada iglesia, sino

para todo el cuerpo de hermanos y para la causa de la verdad, tan querida por todos nosotros" (RH, 15 de julio de 1862,52;

la cursiva no esta en el original). Jaime White, como era de esperar, favoreci6 tal propuesta, puesto que aun estaba preo­

cupado por la protecci6n de los creyentes de "predicadores sedicentes, masticadores de tabaco aborrecedores del don , prof6tico" (RH, 30 de septiembre de 1862, 140).

B. F Snook compartfa las convicciones de Andrews sobre la necesidad de una organizaci6n mas plena. "A fin de com­pletar la organizaci6n" escribi6, "necesitamos una Asocia­ci6n General en la cual los pastores o delegados de las Aso­

ciaciones de todos los Estados puedan reunirse y dialogar jun­tos sobre asuntos que tienen que ver con el bien de la causa".

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Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

Tambien destac6 que la uni.6a forma de evitar los sentimien­tos locales que se estaban desarrollando en las iglesias j6ve­nes y traer unidad al movim ento era mediante la formaci6n de una Asociaci6n General. "Los tiempos y la causa deman­dan nuestra acci6n inmediata sobre este asunto" (RH, 29 de

julio de 1862, 72). Pero la "acci6n inmediata" no llegaba. El siguiente paso

en esa direcci6n se dio en el Congreso de la Asociaci6n de Mfchigan de octubre de 1862. En esa importante reunian se

admitieron 17 congregaciones locales a la confraternidad de iglesias de la Asociaci6n de Mfchigan; ademas, se fijaron los

procedimientos operativos. Esto altimo inc1uy6 resoluciones que concedieron a la Asociaci6n la responsabilidad de asig­

nar deberes a sus pastores por todo el Estado, supervisando la obra de los ministros enviados por la Asociaci6n en misiones

mas alla de los lfmites del Estado, y certificando y pagando a los pastores bajo su jurisdicci6n basando se en los informes de

sus labores semanales enviados a la Asociacidn. Los procedimientos establecidos por la Asociaci6n de Mi­

chigan en esa fecha temprana no solamente fueron importan­tes para ese Estado, sino que resultaron mucho mas significati­

vos al establecer precedentes para las Asociaciones de otros Es­tados. Mas alla de los procedimientos, sin embargo, la resolu­ci6n de mayor alcance tomada en aquel Congreso de 1862 en Mfchigan fue una invitaci6n para que "se reunan varias Aso­

ciaciones de Estados" con ellos "en Asociaci6n General" en su Congreso anual de 1863 (RH, 14 de octubre de 1862, 157).

A instancias de Jaime White, el Congreso se adelant6 de octubre a mayo de 1863. El crefa que era imprescindible que la Asociaci6n General de los Adventistas del Septimo Dfa se formara tan pronto como fuera posible. Anunciando la reu­

nion a finales de abril, White la calific6 como 'la mds impor­

tante reunion que alguna vez han tenido los adventistas del septi-

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Organizarse para la misi6n

mo dia ". Segun su punto de vista, la propuesta Asociaci6n Ge­

neral tenfa que ser "el gran regulador" de las Asociaciones de los

Estados si habrían de asegurar la "acci6n unida y sistemdtica del

cuerpo entero" de creyentes. El deber de la Asociaci6n General serfa "senalar el curso general a seguir por la Asociaci6n de cada Estado". Y White destac6 que si "fuera el deseo de las Asociaciones ejecutar las decisiones de la Asociaci6n Ge­neral, de esta manera se garantizarfa la unidad". Por to tanto, "si la Asociaci6n General no posee mayor autoridad que las

Asociaciones estatales, no vemos mayor utilidad en ella". Su argumento principal en pro de la necesidad de un sistema

mas amplio de organizaci6n en su artfculo de abril se centra­ba en la distribuci6n de predicadores. Mientras que Mfchigan y Vermont tenfan excedente, las demas regiones eran "casi indigentes" en atenci6n pastoral. Si, como afirmaba White, los predicadores querfan que se les apoyara con benevolencia

sistemdtica, la iglesia tenfa el derecho de solicitar "trabajo sis­tematico". En pocas palabras, los creyentes necesitaban una Asociaci6n General para coordinar la obra de la Iglesia en todo el ambito geografico de sus esfuerzos (RH, 28 de abril de 1863, 172; la cursiva no esta en el original).

La Asociaci6n General de los Adventistas del Septimo Dfa se organza6 en una reunion convocada para tal prop6sito en Battle Creek del 20 al 23 de mayo de 1863. El voto facul­tativo dice asf: "Con el prop6sito de asegurar la unidad y efi­

ciencia en el trabajo, promover los intereses generales de la causa de la verdad presente, y perfeccionar la organizaci6n de

los adventistas del septimo dfa, nosotros, los delegados de las varias Asociaciones de los diferentes Estados, por este medio

procedemos a organizar una Asociaci6n General, y adoptar la siguiente constitucidn para el gobierno de la misma". La

constitucidn establece a los aspectos usuales de un documen­to tal, incluyendo la elecci6n de un presidente, secretario,

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Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

tesorero, y junta ejecutiva. Los delegados eligieron por unani­midad a Jaime White como presidente, pero el declin6 la in­

vitaci6n porque algunos interpretarfan su energica campaiia por el establecimiento de una organizaci6n completa como una ma­niobra calculada para obtener poder en beneficio personal. Des­pues de cierta discusi6n, el Congreso escogi6 a Jolm Byington

en lugar de White (RH, 26 de mayo de 1863,204-206). El Congreso de mayo fue apoyado por representantes de cinco

Asociaciones (las de Nueva York, Iowa, Mfchigan, Wisconsin, y

Minnesota) y de un Estado (Ohio) que formarfa una Asocia­ci6n antes de que terminara el mes. Asistieron 19 delegados ofi­ciales (diez de ellos representando a la Asociaci6n de Mfchigan). Ademas de establecer la Asociaci6n General, el Congreso de

mayo de 1863 tambien desarro1l6 un modelo de constituci6n que debfa adoptarse por todas las Asociaciones estatales.

Perspectivas sobre la organizaci6n La organizaci6n de la Asociaci6n General march el fin de

una era en la historia adventista. El adventismo observador del sabado habfa avanzado de un inicio virtualmente carente

fue mucho mayor para Jaime que procedfa de la Co­

~1PV1.."n Cristiana, contraria a la

,v,!,;aH1L.Cl'''''V.U, que para su espo­sa, que habfa pertenecido a la altamente estructurada Iglesia

Metodista. Sin embargo, los esposos

\"""hite, en calidad de dirigentes

John Byington, primer presidente de la Asociaci6n General

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Organizarse para la misi6n

"no oficiales" de la iglesia, estaban muy complacidos con la

nueva organizaci6n. En consecuencia, Jaime pudo escribir en octubre de 1863: "Gracias a Dios, la organizaci6n es un exito;

la Asociaci6n General es un exito; y la Asociaci6n Publica­dora es un perfecto exito" (RH, 6 de octubre de 1863, 148).

Elena estaba de acuerdo. Dos meses despues de la fonna­ci6n de la Asociaci6n General, escribi6 que "no hay mayor tribunal sobre la tierra que la iglesia de Dios. Y si los miembros

de la iglesia no se someten a su decisi6n, y no se dejan aconse­

jar e instruir por ella, no pueden recibir ayuda [ .. .]. Dios le ha concedido poder a la iglesia y a sus ministros, y no es un asun­to de poca monta resistirse a la autoridad y despreciar el jui­

cio de los ministros de Dios" (EGW al Hno. y Hna. Scott, 6 de julio de 1863).

Los esposos White habfan experimentado to suficiente las condiciones ca6ticas del adventismo a finales de la decada de

1840 y a comienzos de la de 1850. Nunca cesarfan de apoyar la autoridad eclesidstica ejercida adecuadamente. Elena G. de White expres6 sucintamente su filosoffa sobre la organiza­ci6n de la iglesia en 1871 cuando escribi6 que "en el cielo

hay orden, y ha de ser imitado por los que viven la tierra y son herederos de salvaci6n. Cuanto mas se acercan los mor­

tales al orden y la organizaci6n del cielo, tanto mas cerca lle­gan a ese estado aceptable a la vista de Dios que los hard s6b­ditos del reino celestial" (2T 614).

Elena escribirfa una de sus mas fuertes declaraciones sobre el valor de la organizaci6n en 1892. Mirando hacia atrds,

recordaba: "Tuvimos una dura lucha para establecer la orga nizaci6n. A pesar de que el Senor dio testimonio tras testimo­

nio sobre este punto, la oposici6n era fuerte, y tenfa que ser enfrentada vez tras vez. Pero sabfamos que el Senor Dios de

Israel nos estaba dirigiendo y conductendo con su providencia. Nos comprometimos a la obra de la organizaci6n, y una marcada

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Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

prosperidad acompan6 este movimiento de avance [ ... ]. El sis­tema de organizaci6n ha demostrado ser uti gran exito [ ... ]. Que nadie contemple el pensamiento [...] de que podemos prescin­dir de la I organizaci6n. Erigir esta estructura nos ha costado mucho estudio, y muchas oraciones pidiendo sabidurfa que sabemos que Dios ha contestado. Ha sido construida por su

direcci6n [ .. .]. Que ninguno de nuestros hermanos se engane al punto de intentar derribarla, porque asf precipitarfa un estudo

de cosas que no podfa ni sonar. En el nombre del Senor, les declaro que [esta estructura] ha de mantenerse, reforzarse, es­

tablecerse y asentarse [ ... ] Sean todos sumamente cuidadosos de no perturbar a nadie respecto a aquellas cosas que Dios ha orde­nado para nuestros prosperidad y exíto en el avance de su causa" (EGW a los Hermanos de la Asociacidn General, 19 de di­

ciembre de 1892; la cursiva no esta en el original). Jaime White, como resulta obvio del material anterior, era

la persona que estaba detras del desarrollo y forma final del modelo de organizaci6n adventista del septimo dfa. Aunque

su esposa apoyaba sus esfuerzos, parece que Andrew Mustard tiene raz6n cuando escribe que "en ning6n momento Elena

G. de White expres6 su opini6n antes de 1863 sobre la forma precisa de organizaci6n que debfa adoptarse" Oames Whíte and SDA Organizatíon, 129).

Los conceptos de organizaci6n eclesiastica de Jaime se for­

maron durante los anos en que luch6 por desarrollar una estructura adecuada para el adventismo. En un primer nivel,

Jaime modific6 su comprensi6n hermeneutica. Si bien a prin­cipios de la decada de 1850 argiifa que la Biblia debfa declarar

explfcitamente cualquier estructura que la iglesia adoptara, para finales de la misma decada habfa ampliado su argumento

al punto de considerar permisibles aquellas cosas que la Biblia no prohibiera y que no violaran el sentido comun. Ese enfo­

que estableci6la base hermeneutica para las estructuras orga-

Page 77: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

Organizarse para la rnisi6n 75

nizativas que posteriormente recomendarfa y dej6 una im­pronta en la Iglesia Adventista del Septimo Dia sobre una am­

plia gama de asuntos al convertirse en una iglesia mundial de cara a una multitud de situaciones en una variedad de contex­

tos. Haber permanecido con el criterio mas estrecho habrfa debilitado muchfsimo a la iglesia al it avanzando en el tiempo y las culturas.

Un segundo nivel en el que se ampli6 la comprensi6n de Jaime White fue en to tocante a la estructura misma. Cierta­mente, cuando comenz6 a abogar por la organizaci6n no tenfa en mente la estructura de tres cargos directivos que comenz6 a impulsar en 1863. Hasta el concepto mismo de Asociacidn se transforms en su mente entre mediados de la de cada de 1850 y 186l. Mas especfficamente, el nombre "asociaci6n"

habfa pasado de ser una reuni6n de creyentes que deseaban dialogar entre sf a convertirse en la organizacidn operativa y

permanente de un grupo de iglesias, algo mas o menos equiva­lente a una di6cesis episcopal o una asociaci6n metodista. White acab6 estableciendo un tipo de gobierno eclesiastico del que nunca habfa sonado los primeros anos en que empez6 a hacer campana en favor del tema.

La fuerza impulsora detras del cambio en la hermeneutica

y los conceptos de estructura eclesiastica de White era un complejo integrado de realidades interrelacionadas. Una de las mas importantes era una comprensi6n creciente, basada en la Biblia, de la misi6n de la iglesia. Para 1861, algunos di­rigentes denominacionales habfan concluido que tenfan un mundo al que advertir, y, en 1863, la Revíew comunic6 que la Junta Ejecutiva de la Asociacidn General estaba consideran­do enviar misioneros al extranjero (RH, 11 de junio de 1861, 21,22; 21 de abril de 1863, 164; 2 de junio de 1863, 8). Una visi6n mas amplia de la misi6n de la iglesia llev6 a un reco­

nocimiento mas amplio de la necesidad de desarrollar una

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76 Nuestra organizaci6n / !Aliada o enemiga de la gran comision?

organizaci6n adecuada para sostener la misibn. En resumen, White y otros gradualmente llegaron a darse cuenta de que no podrfa existir labor misionera significativa alguna sin una

estructura organizativa efectiva y racional. Una segunda realidad que ayud6 a Jaime White y sus com­

paneros creyentes a ampliar sus conceptos de la estructura

eclesiastica era la necesidad de mantener la unidad doctrinal. En 1864, White contrastaba los buenos frutos de la organiza­ci6n Adventista del Septimo Dfa con la "miserablemente

confusa condici6n de aquellos que rechazaron la organiza­ci6n" (RH, 19 de abril de 1864, 164). G. 1. Butler desarro1l6

esa lfnea de pensamiento un poco mas en 1873 cuando escri­bi6 que "somos un pueblo completamente organizado, y nues­

tra organizaci6n no esta basada en meras apariencias, sino en un fundamento s61ido. Despues de haber luchado contra toda

clase de influencias, de adentro y de afuera, y siendo ahora una unidad, hablando to mismo de un oceano al otro, no es

nada sencillo desbaratamos en pedazos" (RH, 15 de abril de 1873, 140). El punto de la unidad doctrinal, desde luego, es­

taba fntimamente ligado a la misibn. Al estar unidos en su mensaje doctrinal, estaban dispuestos a sostener misiones en

varios lugares de Estados Unidos y, posteriormente, del resto del mundo. Asf, la estructura no solo ayud6 a los adventistas

a mantener la unidad doctrinal, sino tambien a trasladar ese

sistema de creencias a nuevas regiones. Una tercera realidad que expandi6 el concepto de Jaime

White de la estructura de la iglesia hue la necesidad de desplegar

los pastores adecuadamente, mientras al mismo tiempo se pro­tegfa a las congregaciones de "falsos hermanos". Gradualmente,

White avanz6 de la idea de certificar pastores en general a un sistema de Asociaciones que otorgara licencias y les asignase res­

ponsabilidades. Finalmente, tuvo que enfrentarse con el hecho de que los adventistas necesitaban una entidad llamada Aso-

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Organizarse para la misibn 77

ciaci6n General para distribuir adecuadamente los pastores entre las Asociaciones y hacia las nuevas zonas de misibn.

En 61 tima instancia, era la misibn de la iglesia la que de­mandaba una adecuada estructura ec1esiastica que atendiera

las diversas necesidades de una denominacidn que crecfa con rapidez. Como repetidamente observ6 Jaime White, "no era

la ambici6n de levantar una denominacidn la que sugerfa or­ganizaci6n, sino las mismfsimas necesidades de la situaci6n" (Life Incidents, 299).

El estfmulo inmediato detras del desarrolao de la organiza­ci6n de la iglesia logrado por los primeros adventistas eran las

necesidades pragmaticas que sus dirigentes enfrentaban por

todos lados. Estos desarrollaron un sistema que les funciona­ba en la medida que buscaban cumplir con la misibn de pre­

dicar los mensajes de los tres angeles de Apocalipsis 14 que Dios les habfa confiado. El paradigma de un sistema adecua­

do para White en 1871 era que "la maquinaria funcione bien" (RH, 17 de octubre de 1871, 140). Por otro lado, aun cuan­do la eficiencia pragmatica pudo haber provisto el estimulo

inmediato para la organizaci6n, Jaime White y sus colegas procuraron basar las estructuras organizativas sobre un funda­

mento que estuviera en armonfa con la ensenanza bfblica res­pecto a los principios que deberfan sostener la naturaleza y

misibn de la iglesia. Por to tanto, aunque los primeros diri­

gentes adventistas no llegaron a desarrollar una ec1esiologfa o doctrina de la iglesia Madura, el sentido de misibn que ha­

bfa impulsado a White y sus colegas hacia la organizaci6n era un subproducto de su comprensi6n bfblica de la iglesia y su

papel escato16gico de advertir al mundo antes de la Segunda Venida. En consecuencia, procuraron desarrollar una estruc­

tura organizativa que estuviera en armonfa con los principios bfblicos. Esos principios se hicieron evidentes a to largo de

toda su discusi6n del tema en la decada de 1860.

Page 80: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

78 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

Para el tiempo del establecimiento de la Asociaci6n Ge­neral, la denominaci6n tenfa unos tres mil quinientos miembros

divididos en seis asociaciones y 125 congregaciones, atendidas por treinta pastores. Su campo de labor consistfa en esa zona del norte de Estados Unidos que corrfa de la costa del Atlan­tico hasta Iowa. De esta manera, el cuerpo de creyentes esta­

ba adecuadamente organizado para su tamano y misi6n. Se encontraba en la situaci6n de extender su misi6n en varias di­recciones. La organizaci6n de 1861-1863 permanecerfa esen­cialmente inalterada hasta 1901-1903. Para ese tiempo, el ad­

ventismo serfa una iglesia mundial mucho mas grande que ne­cesitaba reorganizarse drdsticamente para maximizar su labor misionera. Regresaremos a ese tema en el capftulo 5. Pero antes,

necesitamos examinar el desarrollo en las organizaciones de la Iglesia Adventista del Septimo Dfa entre 1864 y 1900.

Page 81: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

e A

Tensiones dentro de un sistema creciente

(1864-1900)

as ultimas cuatro decadas del siglo XIX verfan al ad-L ventismo del septimo dfa expandirse rapidamente, trans­

formandose de un grupo relativamente pequeno de cre­yentes, restringido a las reccones del noreste y de los Grandes

Lagos de los Estados Unidos, en un cuerpo religioso dindmi­co que se extendfa a to largo del continente norteamericano

y que habfa penetrado en cada rinc6n del planeta con su pro­grama misionero. No solo habia crecido la denominaci6n en

feligresfa y en numero de Asociaciones y Misiones, sino que tambien habia desarrollado un extenso sistema institucional para respaldar su rnisi6n en el mundo. Si bien en 1860 exis­tfa una. sola instituci6n denominacional (la editorial de Batde Creek), para 1900 se habfan agregado a la causa adventista docenas de instituciones de salud y casas editoras, asf como mds de doscientas escuelas.

En resumen, la iglesia de 1900 apenas se parecfa a aquel pequeno grupo de creyentes que habia organizado su Aso­ciaci6n General en 1863. Con todo, segufan manteniendo la

misma estructura administrativa. Para entonces, la estructura

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80 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

ya resultaba inadecuada para su compleja tarea. En el siguien­te capftulo examinaremos la reorganizaci6n de la iglesia en

1901, mientras que en este expondremos las tensiones res­pecto a la organizacion en la decada de 1870 Y los progresos de las decadas de 1880 Y 1890 que prepararon el camino para la reestructuraci6n al inicio del nuevo siglo.

L os limites de la autoridad de la Asociaci6n General No todos estaban contentos con la recien foonada Aso­

ciaci6n General de los Adventistas del Septimo Dfa. Los dos

objetores mas activos fueron el primer presidente y secretario de la recientemente organizada Asociaci6n de Iowa: B. F Snooky W H. Brinkerhoff. Ambos se oponfan fuertemente a la organizaci6n de la iglesia y dirigfan campanas de crftica y

hostilidad contra la direcci6n general de la denominaci6n, especialmente Jaime y Elena G. de White. Enjulio de 1865, la circunscripci6n de la Asociaci6n de Iowa reemplaz6 a Snook con George 1. Butler. Posteriormente, Snook y Brinkerhoff de­

jaron la denominaci6n, llevdndose consigo algunos miembros para formar el Grupo de Marion. A diferencia de la mayorfa de los brotes que han salido del adventismo del septimo dfa, el

Grupo de Marion no desapareci6. Hoy en dfa se

~ .. ~ o conoce como la Iglesia Universal de /.~.~ Dios (del Septimo Dfa). ~ . . Si bien no todos estaban contentos (.: ,,:_ cnn la organizaci6n de 1861-1863, esta

JI. \ ..

\ ~~~ ... ' parece haber servido bien a su prop6si

to en los anos posteriores al estable­cimiento del sistema. Larebeli6n

George 1. Butler, presidente de la Asociac6n General con visiones grandiosas respecto a su cargo

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Tensiones dentro de un sistema creciente 81

de Marion serfa el ultimo cisma significativo en la denomina­ci6n hasta principios del siglo XX.

Diez anos despues de la fundaci6n de la Asociaci6n Ge­neral, Jaime White continuo alabando los resultados de la or­ganizacion: "Cuando consideramos los modestos inicios, y de

que forma tan oscura comenz6 esta obra, la rapidez y sensatez de nuestro crecimiento, la perfecci6n y eficiencia de nuestra organizaci6n. la gran obra que ya ha cumplido [ ... l, cuando miramos todas estas cosas, y vemos c6mo Dios nos ha prospe­rado, los que estamos directamente relacionados con la obra

podemos decir, 'iLo que Dios ha hecho! '" (RR, 20 de mayo de 1873, 184).

Con todo, a pesar de estos elogios, no todo iba bien. Exis­

tfan tensiones en las filas adventistas sobre la naturaleza y extensi6n de la autoridad de la Asociaci6n General con rela­ci6n a las Asociaciones de los Estados. Eso se hizo patente en un artfculo que Jaime White public6 en agosto de 1873. Aunque destacaba la

creencia de que "expresamos sin vacilar nuestras firmes convic­ciones de que la organizaci6n

en nuestro pueblo surgi6 por la directa providencia de Dios" y que la "mano con­

ductora" de Dios podfa verse encaminandolos a una orga­nizaci6n que despues de un

"lapso de mas de diez anos no ha revelado defectos que hayan demandado cambios", White tam­bien ponfa de manifiesto una ac­

titud defensiva al discutir el pa-pet de la Asociaci6n General.

Jaime Wbite, energico organizador del adventismo

del septimo dia

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82 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

En particular, White escribi6 que es "sencillamente un insulto para nuestro sistema de organizaci6n" dejar que el pre­sidente (George I. Butler) y los demas miembros de lajunta

Ejecutiva de la Asociaci6n General hagan todo el trabajo en las Tnsoiones en cada Estado celebradas al aire libre, y luego

"no mostrar la debida consideraci6n por su posici6n y juicio en los importantes asuntos de las Asociaciones de los Esta­

dos". De esta manera defensiva, White destac6 que "nuestra Asociaci6n General es la maxima autoridad terrenal entre

nuestro pueblo, y esta concebida para hacerse cargo de toda la obra en este y todos los demas pafses". Por to tanto, "se espera que los cargos directivos de nuestras Asociaciones de cada Estado, y, tambien, aqueltos que dirigen nuestras insti­tuciones [ ... ] respeten la Junta de la Asociaci6n General co­mo hombres sefialados para llevar la supervisi6n general de la causa en todas sus ramas e intereses". Anadi6 tambien que la representaci6n de la Asociaci6n General deberfa estar pre­sente en cada junta administrativa de las Asociaciones esta­tales. Hacer caso omiso dellegftimo papel de los dirigentes de

la Asociaci6n General, decfa White a sus lectores, "es un insulto a la providencia de Dios para con nosotros, y un peca­do de magnitud no pequena" (RH, 5 de agosto de 1873, 60).

Tal vez estimulado por el artfculo de White, Butler, presi­

dente de la Asociaci6n General desde 1871, tambien decidi6 escribir sobre la autoridad del presidente de la Asociaci6n

General. "Nunca existi6 ningun Bran movimiento en este mundo sin un Ifder; y, dada la naturaleza de las cosas, no po­drfa existir", afirm6 Butler en su discurso sobre el liderazgo en

el Congreso de la Asociaci6n General de noviembre de 1873. Si bien Cristo es la cabeza de la iglesia, argumentaba Butler,

no es un asunto "pequeno" estorbar a un individuo cuando Dios to ha llamado al liderazgo de su causa. Butler no tenfa dudas de que Jaime White habfa desempenado un papel simi-

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Tensiones dentro de un sistema creciente

lar al de Moises, y que, en todos los asuntos de mayor calado en la causa adventista, era correcto "darle la preferencia a su juicio". Aun cuando Butler estaba ostensiblemente escribien­do para apoyar a Jaime White como el verdadero dirigente de la Iglesia Adventista, indudablemente Butler buscaba al mis­mo tiempo reforzar su propia posici6n de liderazgo (GIB, Leadership, 1, 8, 11, 13).

En respuesta, los delegados del Congreso de la Asociaci6n General resolvieron "que apoyamos completamente la posi­

ci6n tomada en el documento lefdo por el pastor Butler sobre Liderazgo. Al mismo tiempo, expresamos nuestra firme con­

vicci6n de que nuestro yerro al no percibir la mano conduc­tora de Dios en la selecci6n de sus instrumentos para dirigir

esta causa ha ocasionado serios danos a la prosperidad de la causa, asi como perdida espiritual de nuestra parte". La reso­luci6n concluy6 con un compromiso de los delegados a "con­siderar fielmente" los principios que Butler habfa establecido (RH, 25 de noviembre de 1873, 190). Butler public6 su dis­curso, y al ano siguiente elabor6 su posici6n en una serie en ocho partes en la Revíew que se extendi6 del 28 de julio al 13 de octubre de 1874.

Las reivindicaciones de fondo respecto al liderazgo indivi­dual hechas por Butler incomodaron claramente a los White

porque Butler los habfa ubicado en el papel de Moises y por­que vefan peligros en la glorificaci6n que hacfa de los dirigen­tes humanos. Jaime primero se opuso a la posici6n de Butler en la revista Signs of the Times en el verano de 1874. Luego, tan pronto se complet6 la serie de Butler sobre el liderazgo en la Review, Jaime se sinti6 obligado a adaptar sus artfculos del Signs para los lectores de la Review. El quid de su argumenta­ci6n era que Cristo es la cabeza de la iglesia y que el nunca ha­bfa nombrado a un discfpulo concreto para dirigir los asuntos

de su iglesia (RH, 1 de diciembre de 1874, 180).

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84 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

Mds o menos a la vez, Elena G. de White escribi6 una

carta de 18 paginas a Butler que ponfa de manifiesto su armo­

nia esencial con su esposo. Asever6 que Butler, al defender su

estilo independiente de liderazgo y modales mds bien desp6-

ticos, habfa desarrollado sus ideas sobre el liderazgo en "bene­

ficio propio", y, a continuaci6n, la Sra. White neg61a validez

del principio de liderazgo de un solo hombre promovido por Butler. Por otro lado, aunque negaba la autoridad de cual­

quier persona que quisiera actuar individualmente como If­

der, Elena G. de White sostuvo la autoridad de la Asociacidn

General como cuerpo: "Usted -le escribi6 a Butler- yerra grandemente al dar

a la mente y el juicio de un hombre esa autoridad e influen­cia con la que Dios ha investido a su iglesia a travas del jui­

cio y la voz de la Asociacidn General. Cuando este poder que

Dios ha colocado en la iglesia es acreditado a un hombre y a 61 se to inviste con la autoridad de ser criterio para otras men­

tes, entonces se cambia el verdadero orden ·biblico. [ ... ] Su posicion acerca del liderazgo es correcta, si usted le da a la supre­mo autoridad organizada en la iglesia to que le ha dado a un hom­bre. Dios nunca plane6 que su obra llevara el sello de la men­

te de un hombre y el juicio de un individuo" (3T 541; la cur,

siva no estd en el original).

Tras reconocer que la necesidad habfa impuesto que Jaime dirigiese la obra durante sus primeros dfas, Elena agreg6 que,

una vez establecida la organizaci6n, "entonces era el momen­

to apropiado para que mi esposo dejaba de llevar por mds

tiempo las responsabilidades y las cargos pesadas." (3T 549).

En un folleto que contenia la carta de Elena a Butler, Jaime

adjunt6 una secci6n sobre liderazgo en la que volvia a publi­car la mayor parte de su artfculo aparecido en la Revíewy des­tacaba que "nunca habfa profesado ser un dirigente en nin­

gun otro sentido que aquel que convierte en dirigentes a todos

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Tensiones dentro de un sistema creciente 85

los ministros de Cristo" (en Elena G. de White, Testimony n°·

25, 190).

Asf pues, los espoos White se pronunciaron firmemente

en favor de la autoridad de la Asociacidn General como cuer­po y contra el tipo de autoridad individualista propuesto por

Butler. Por su parte, Butler se arrepinti6 de sus acciones, di­miti6 de la presidencia de la Asociacidn General, compr6 y

quem6 todos los ejemplares disponibles (unos novecientos sesenta) de su libro E1liderazgo, yen el Congreso de la Aso­

ciaci6n General de 1875 propuso una resoluci6n donde se dejaba sin efecto el apoyo a sus ideas de liderazgo. Sin embar­

go, en vez de adoptar una resoluci6n inmediata, el Congreso nombr6 una comisio'n para estudiar el asunto (RH, 26 de

agosto de 1875, 59). Et Congreso de 1877, basdndose en el

informe de la comision, vot6 dejar sin efecto su aprobaci6n de todas aquellas porciones del libro Elliderazgo de Butler que

ensenasen "que el liderazgo del cuerpo quede confinado en

una persona concreta". Ademds, el Congreso vot6 que '7a mds alta autoridad debéljo de Dios entre los adventistas del sdptimo dia se encuentra en la voluntad del cuerpo de ese pueblo, segun se expresa en las decisiones de la Asociacidn General cuando actua dentro de su propiajurisdicci6n, y que tales decisiones reclaman

el sometimiento de todos sin excepcion, a no ser que se mues­tren en conflicto con la Palabra de Dios y los derechos de la

conciencia individual" (RH,4 de octubre de 1877, 106; la cur­

siva no estd en el original).

Por to tanto, para 1877, Butler y Jaime White, quienes se

alternaron en la presidencia de la Asociacidn General de

1869 a 1888 (White, 1869-1871, 1874-1880; Butler, 1871-

1874,1880-1888), en general estaban de acuerdo respecto a

la autoridad de la Asociacidn General como cuerpo. Desgra­

ciadamente, aunque era inevitable, los delegados de la Aso­ciaci6n General provenientes de las Asociaciones locales se

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Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

reunfan entre sf en sesi6n 6nicamente durante unas pocas se­manas cada ano. El resultado, naturalmente, era que los adven­

tistas acudfan al presidente de la Asociacidn General y a los

miembros de la pequena junta Ejecutiva en busca de liderazgo. Esto ocurrfa sobre todo cuando ocupaban la presidencia indi­

viduos energicos como Butler y White. Ambos hombres te­nfan la tendencia a acaparar mucha autoridad en sus manas y, por to tanto, en la practica se inclinaban mas hacia el estito de

liderazgo individualista de Butler, aunque no to hiciesen en teorfa. Elena G. de White aconsej6 repetidamente a ambos ca­

balleros sobre los peligros de sus habitos de gesti6n. La frustraci6n de Elena con Butler lleg6 al colmo alre­

dedor de to epoca del Congreso de la Asociacidn General de 1888. Poco despues de terminado el Congreso, ella escribi6

que "el Pastor Butler [ ... ] lleva en et cargo tres anos mas de to que debia y ahora toda humildad y sencillez de mente to

han abandonado. Piensa que su posici6n le concede tal poder que su voz es infalibte" (EGW a MW 4 de noviembre de 1888).

En retrospectiva, despues de otros tres anos, Elena afirm6: «Espero que a nuestro pueblo jamas se to estimule en to mas

mfnimo a depositar una confianza tan fuera de to comidn en un hombre finito y falible como la que se ha puesto en el pas­

tor Butler, por cuando los pastores no son Dios, y en el pasado se ha depositado demasiada confianza en el pastor Butler [ ... ].

Los creyentes son ahora tan ineficientes e incapaces de man­tenerse en su puesto del deber como fieles centinelas de Dios

precisamente porque se les ha animado a acudir a un hombre para que piense por ellos, para que sea su conciencia" (EGW

a SNH, 11 de diciembre de 1891). Para Butler resultaba mas sencillo rechazar de palabra sus

ideas sobre la teorfa del liderazgo eclesiastico protagonizado

por un "gran hombre" que dejar de practicarlas en la realidad. Dada la naturaleza humana, este es un problema permanente

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Tensiones dentro de un sistema creciente 87

con el que han seguido luchando a to largo de la historia los que ocupan posiciones de liderazgo. Esta desafortunada reali­dad de la vida tambien llev6 a Elena G. de White a hacer al­

gunas interesantes afirmaciones concernientes a la autoridad de la Asociaci6n General en la decada de 1890. Suscit6 el asun­

to varias veces durante esa decada. En 1891, por ejemplo, es­cribi6: "Me vi obfgada a adoptar la posici6n de que to que se escu­

chaba en la gestion y decisiones de la Asociacidn General no era la voz de Dios. Se trazaban metodos y planes que Dios no san­

cion6 y, sin embargo, el pastor Olsen [presidente de la Aso­

ciacidn General de 1888 a 1897] querfa hacer ver que las de­cisiones de la Asociacidn General eran la voz de Dios. Mu­chas de las posiciones adoptadas, so pretexto de ser la. voz de la

Asociacidn General, han sido en realidad la voz de uno, dos o tres hombres que estaban descarriando a la Asociacidn" (EGW,

Ms 33, 1891; to cursiva no esta en et original). Cinco anos despues, Elena G. de White coment6 que "ya no se percibe el

caracter sagrado de la causa de Dios en el centro de la obra. La voz de Battle Creek, que ha sido considerada como auto­ridad para aconsejar la forma en que debe ser hecha la obra,

ya no es la voz de Dios" (EGW a los hombres que ocupan posi­

ciones de responsabilidad, 1 de julio de 1896; la cursiva no esta en el original).

Barry Oliver, en su analisis de tales afirmaciones, conclu­y6 que estas se refieren a ocasiones en que la Asociacidn Ge­

neral no actu6 como cuerpo representativo, cuando su auto ridad para to toma de decisiones estuvo centrada en una Bola

o unas pocas personas, o cuando la Asociacidn General no estaba siguiendo principios sensatos (vease SDA Org., 99).

Esa conclusion esta en lfnea con las declaraciones de Elena G. de White a to largo del tiempo. De hecho, ellahab16 espe­

cfficamente de este asunto en un manuscrito que se ley6 ante los delegados del Congreso de la Asociacidn General de 1909,

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88 Nuestra organiza cien / tAliada o enemiga de la gran comisi6n?

en el cual respondfa a las actividades cisrndticas de A. T Jones y otros. "A veces", dijo ella a los delegados, "cuando un pequet=to grupo de hombres encargados del manejo general de la obra, procure ejecutar en nombre de la Asociacien Ge­

neral planes imprudentes y restringir la obra de Dios, he di­cho que ya no podia considerar voz de Dios la de la Asocia­

cien General representada per estos pocos hombres. Pero es­to no es decir que no deban respetarse las decisiones de un

Congreso de la Asociacien General compuesto de una asam­blea de hombres debidamente nombrados come representan­

tes de todas partes del campo. Dios ordeno que tengan auton

dad los representantes de su 191es1a de todas partes de la t1erra,

cuando estdn reunldos en el Congreso de la Asoclacten General.

El error que algunos se hallan en el peligro de cometer estri­ba en oar a la mente y al juicio de un solo hombre o de un

pequeno grupo de hombres la plena medida de autoridad e influencia que Dios ha investido en su iglesia, en el juicio y la voz de la Asociacien General congregada para planear la

prosperidad y el progreso de su obra" (3IT 408-409]; la cursi­

va no estd en el original).

Expansion denominacional y experimentos organizativos El perfodo que va de 1863 al inicio del nuevo siglo fue tes­

tigo de un crecimiento sin precedentes en la denominacion. El adventismo iniciarfa este perfodo con seis Asociaciones y

treinta obreros evangelistas, pero to terminarfa con 45 Aso­

ciaciones locales, y 42 misiones en el extranjero con unos mil quinientos obreros evangelicos. Mds alb del crecimiento en to referente a las Asociaciones, el sector institucionel de la de­nominacion tambien se desarro1l6 r5pidamente. Entre 1888 y

1901, el niimero de instituciones medicas de importancia habfa crecido de dos a 24, con mds o menos dos mil emplea­

dos. Para 1903, la denominacion podfa infoDTIar de unas 464

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Tensiones dentro de un sistema creciente

escuelas de iglesia. desde primarias hasta nivel superior, que

daban empleo a 687 maestros y acaparaban una matrfcula de 11.145 estudiantes. Ademds de las instituciones de salud y educacien. un numero siempre creciente de casas publicado­ras habfa comenzado a operar alrededor del mundo.

Esa expansion sin precedentes en todos los sectores de la iglesia trajo consigo una situacien administrativa que el for­mato organizativo de 1863 no estaba preparado para manejar. Los dirigentes de la Asociacien General reaccionaron de dos formas. La primera involucraba un control administrativo centralizado. En palabras de B utler en 1888, "la Asociacien

General es ese cuerpo representativo que abarca la totaJídad de

esta causa. Su supervision comprende todos sus intereses en cada region del mundo. No hay una institucion entre nosotros,

Segundo lugar de reunien en Battle Creek, en el memento de la constitucien de la Asociacien General en mayo de 1863.

~ - - - .-.... -_ ...... -

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90 Nuestra organization /tAliada o enemiga de la gran comision?

no se imprime rtingun peri6dico, no hay rtinguna Asociacion o sociedad, no hay rtingtin campo misionero conectado con

nuestra obra, que la Asociacion General no tenga el derecho de asesorar, aconsejar e investigar. La Asociacion General es

la mas elevada autoridad de cardcter terrenal entre los Adventistas del Septimo Dia. Ostenta una superintendencia

especial sobre todos los campos misioneros que esOn fuera de las Asociaciones organizadas" (SDA Yearbook, 1888, 50). Esa mentalidad llev6 al extremo de administrar toda una iglesia mundial desde la sede de la Asociacion General en Battle Creek.

El segundo enfoque relativo a la administration de la cre­ciente obra de la denominacion tenfa elementos tanto de centralization como de descentralizacion. Entre 1874 y 1889,

la denominacion estableci6 siete organizaciones auxiliares para atender los diversos sectores del programa de la Iglesia: la Sociedad General Misionera y de Tratados (l874), la So­ciedad Educativa Adventista del Septimo Dfa (1874), la Asociacion General de la Escuela Sabatica (l878), la Liga de Salud y Temperancia (l879, denominada Asociacion Medica

Misionera y de Benevolencia despues de 1893), la Asocia­cion General (l881), la Asociacion National de Libertad Religiosa (1889) y lajunta de Misiones Extranjeras (1889).

Cada Asociacion, como la Asociacion Publicadora Adven­

tista del Septimo Dfa que las habfa precedido en 1861, era una entidad legalmente organizada e independiente que con­taba con sus propios cargos directivos y junta ejecutiva. Aun­que todas eran parte de la Iglesia Adventista del Septimo Dfa y cada una rendfa cuentas a la Asociacion General, esta tilti­

ma no las administraba directamente. Debido a esta situation de independencia, la coordination entre ellas y la Asocia­cion General fue un problema permanente a to largo de la decada de 1890. Tomemos como ejemplo el envfo de misio-

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Tensiones dentro de un sistema creciente 91

neros al extranjero. La Asociacion Medica Misionera y de Benevolencia, la Junta de Misiones Extranjeras y la Aso­ciacion General, las tres enviaban misioneros, pero no siem-pre se consultaban entre sf. Por to tanto, el sistema de Aso­ciaciones estaba, en cierto sentido, descentralizado.

Por otro lado, habfa una iniciativa para centralizar la auto­ridad en la mayorfa de estas entidades. Asf, J. H. Kellogg in­tent6 controlar el programa medico mundial adventista desde B attle Creek. Lo mismo ocuni6 con la Asociacion Publica­dora, la cual procur6 gestionar la totalidad de la obra de pu­blicaciones adventista a traves de su editorial principal,la Review and Herald de Battle Creek. Casi de igual manera, W W Prescott no solamente era ellfder de la Asociacion edu­cativa, sino tambien, a la vez, presidente de los colegios de

Battle Creek, Union y Walla Walla durante la primera parte de la decada de 1890, con miras a con-trolar todo el sistema educativo des-~ de Battle Creek. Siendo que la .;:_ mayorfa de las Asociaciones . tenfan sus respectivas sedes --------

en Battle Creek y contaban con consejos directivos im­bricados, eran unicamente unos pocos individuos los

!-.~~*, .. -

que administraban casi toda la obra de la denominacion en todos sus diversos aspec- \ tos. Por ello, las "descentraliza­das" Asociaciones estaban bas, tante centralizadas en cuan-1"0 al personal que las dirigfa. "nos cuantos hombres to-

1I1C111an, o procuraban tomar,

f >.', , .>.- . ... ~-

William Warner I\'escott, que se puso de parte de Daniells en medio

de la escaramuza

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92 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

decisiones para to que se habfa convertido en una iglesia mundial.

La principal voz que se oponfa a la centralizaci6n de la ad­rninistraci6n de la iglesia en Battle Creek era Elena G. de White. En 1883, por ejemplo, ella escribi6 que los adminis­tradores principales habfan cometido un error al pensar que "cada uno de ellos era quien debfa llevar todas las responsa­bilidades" sin dar a los demas "ninguna oportunidad" de des­arrollar sus aptitudes dadas por Dios (EGW a WCW y MW 23 de agosto de 1883). Durante las decadas de 1880 y 1890, abog6 repetidamente por una toma de decisiones descentra­lizada, porque los dirigentes de Battle Creek no podfan en­tender la situaci6n tan bien como la gente que vivfa en los distintos lugares. Como dijo en 1896, "los hermanos de Battle Creek no estan mas inspirados para dar consejo infalible que los hombres de otros lugares, a quienes Dios ha confiado su obra en su propia localidad" (EGW a WWP y esposa, 1 de septiembre de 1896). Un ano antes, ella habia escrito que la "obra de Dios" se habia "retrasado debido a una incredulidad culpable en el poder [de Dios] para usar a la gente comun pa­ra llevar adelante su obra con exito" (RR, 16 de julio de 1895, 450). Desde la perspectiva que ella tenfa, no hacia falta que los dirigentes en Australia se pusiesen en contacto con los administradores en Battle Creek para que tomaran decisiones que era mejor adoptar localmente. A to largo de las decadas de 1880 Y 1890, la Sra. White combatirfa cada vez mfrs la cen­tralizaci6n del poder que venfa ocurriendo en Battle Creek (veas e BDO, SDA Org., 67-131).

Elena G. de White, por supuesto, no fue la 6nica en reco­nocer las debilidades de la estructura organizativa de 1861-1863, si bien ella fue la que mas hab 16 del terra y la mas influ­yente. Afortunadamente para la misi6n de la denom.inaci6n, los fundadores de la estructura adventista habfan dejado abier-

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Tensiones dentro de un sistema crecien$e

to la posibilidad de cambiarla. Como dijo Andrew Mustarcd, habfan procurado "conformarse a un patr6n que se percibifa que estaba en armonfa con los principios generales del ordein bíblico mientras que dejaban espacio para et desarrollo y C-1 cambio al afrontar nuevas situaciones" (lames White and SDA Org., 216).

Grandes cambios habfan acontecido en la obra y misi6rn adventistas en los ultimo s anos de la decada de 1880 Y durani­te la de 1890, Y durante estas decadas se observarfanintento?s

por adaptar la estructura organizativa de la denominaci6rn para atender adecuadamente las necesidades. Pero elliderazgco hacia esos cambios no provendrfa de los administradores d( e la Asociacidn General. Los dirigentes denominacionales pa.­recfan estar mfrs o menos satisfechos con el sistema que to-­

nfan. Sin embargo, los requerimientos de los campos misio-­neros magnificaban las debilidades del sistema de 1861-1863. Por to tanto, no deberfamos sorprendernos al descubrir que las mayores iniciativas se onginaron en los re cien estableci-­dos campos misioneros de Sudaftica y Australia.

Uno de los experimentos mfrs importantes en to referente'­a la organizaci6n vino de la mano de A. T Robinson hacia fi­nales de 1892, cuando este procuraba organizar la Asociacidn' Sudafricana. Al contemplar la tarea, Robinson se encontr6i con una realidad a la que nadie se habia enfrentado en Battle' Creek: la grave escasez de personal. Poco despues de llevar at Sudafrica en 1891, Robinson reconoci6 que cualquier formal de organizaci6n consistente en un n6mero de organizaciones; auxiliares independientes y aut6nomas resultaba poco practi­ca, dadas las condiciones pioneras en las que se encontraba. Sencillamente, no habfa suficiente gente para proveer un pre­sidente y un conjunto completo de cargos directivos para la Asociacidn,la Sociedad de Tratados, la Asociacidn de Liber­

tad Religiosa, y las diversas asociaciones adicionales.

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Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

Con ese problema entre manos, Robinson record6 los de­

bates que habian tenido lugar en el Congreso de la Asocia­

ci6n General de 1889 y otros debates similares acaecidos en 1890 en un lugar llamado Camp Comfort y que habfan abor­

dado la idea de que un secretario o director en el equipo de cargos directivos de la Asociacion representara a cada orga­

nizaci6n auxiliar. De esa forma no habrfa mas que una organi­zaci6n compuesta por sus cargos directivos junto con un gru­

po de individuos que representase uno de los intereses espe­ciales que hasta el momento estaban al cuidado de diversos

grupos auxiliares independientes en los Estados Unidos.

Con ese estado de cosas en mente, Robinson traz6 una constituci6n para la propuesta Asociacion de Sudafrica y se la

envi6 a O. A. Olsen, presidente de la Asociacion General. En septiembre, Olsen escribi6 a W C. White (el hijo mas joven

de Jaime y Elena G. de White), que estaba en Australia, di­ciendole que se alegraba de escuchar que los sudafricanos esta­

ban organizando una Asociacion, pero que estaba un tanto "preocupado de que cometamos algun error". A primera vista,

Olsen no se "oponfa" al plan de "tener los diferentes Departa­

mentos de la obra representados por secretarios". En las cir­

cunstancias reinantes en Sudafrica, afiadi6, "pienso que esta bien que las diferentes Ifneas de trabajo queden bajo una orga­

nizaci6n directiva" (OAO a WCW, 1 de septiembre de 1892). White contest6 que la idea tambien le causaba "mucha preocu­

paci6n", pero que tambien tenfa sus aspectos favorables (WCW a OAO, 28 de septiembre de 1892; 14 de octubre de 1892).

Posteriormente, Olsen escribi6 a Robinson diciendo que, aunque habfa estado "un tanto a favor de la idea", mas temor le

suscitaba cuando mas pensaba en ella. En particular, destac6 el hecho de que a algunos les preocupaba que el plan de Robinson contuviera "elementos de peligro en tanta centralizaci6n". Olsen

inform6 a Robioson que habfa hecho circular copias de su pro-

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Tensiones dentro de un sistema creciente

puesta entre los miembros de la Junta de Misiones Extranjeras,

y que le habfa llegar las sugerencias de ellos tan pronto como las tuviera en mano (OAO a AlR, 25 de octubre de 1892).

Fiel a su palabra, Olsen le envi6 a Robinson las criticas de

la Junta de Misiones el 13 de noviembre. Para no andarnos con rodeos, desaprobaban el plan departamental de Robinson. Pero era demasiado tarde. Robinson record6 posteriormente que Olsen habfa escrito que cuando llegaran las respuestas de

los dirigentes de la iglesia "el me las enviarfa. Esto caus6 tan­ta tardanza antes de que yo las recibiera que la Asociacion fue organizada antes de que llegaran a mi poder. Y, cuando llega­

ron, descubrf que casi todas ellas eran opuestas a mi plan" (ATR, Ms, "A New Plan ofOrganization", 1947). Por to tan­to, el sistema departamentallleg6 a existir en la Asociacion

Sudafricana por "accidente" y por dilaciones.

En 1898, Robinson se traslad6 a Australia, donde se con­virti6 en el presidente de la Asociacion de Victoria. Antes de mucho tiempo, Robinson ya habfa hablado con los principa­

les dirigentes de la Asociacion respecto al plan departamenal que estaba funcionando "como la cep' i" :

en Afriea y que bab fa "simplili,:·o-

do" el "plan de organizaci6n l ¡-Cuando present6 el plan ant-.! . --.c. •. ,\ "

el Congr eso de la Asociacic;] !, [. ~,:c : '1

Robinson inform6 que saco, lió , '( . a Arthur G. Daniells y W ~ 't ... "'~~; J ~ White Oos maximos dirigeiit! \~. ;~!.:~~ .:;.

de la iglesia en Australia) N.! \ .. ~' , mo una bomba". No les.gw;r'f . ',~~;::~ ~ .~f la idea en absoluto. Damells 1:3: '., ~"J1

I~: \ ~,.\.)." Arthur G. Daniells, - . '

que dirigi6 la reestructuraci611 ' ,.,; ----...,¡

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Nuestra organizaci6n / !Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

consider6 una "confusi6n" y White la calific6 de "torbellino",

pero los dirigentes locales de la Asociaci6n ya habfan acepta­do la idea en principio y acordaron que se realizara. Antes de

que diera comienzo el nuevo siglo, ambos hombres adoptarian el concepto de los Departamentos y contribuirfan a encontrar­le un lugar a to largo de las diversas Asociaciones del territorio

australiano. En 1901, Daniells serfa un instrumento clave en

llevar a la Asociaci6n General el sistema departamental (ibid.). La otra iniciativa de importancia en la transformaci6n de

la organizaci6n de la Iglesia Adventista tambien se desarro­llarfa en Australia durante la decada de 1890. El concepto de Uni6n, ligado a la estructura organizativa por Departamen­

tos, habfa muchisimo por transformar la organizaci6n de la

Iglesia Adventista del Septimo Dfa entre 1901 y 1903. Resul­

ta significativo que ambos iniciativas organizativas evolucionaran

en respuesta a las necesidades de contextos de misi6n tan aparta­

dos de la situaci6n que se vívfa en Battle Creek.

Cuando se sinti6 la necesidad de un cuerpo coordinador

regional que dirigiese la obra de la iglesia, la idea provino de

Europa, donde el adventismo del septimo dfa organizado ha­bfa estado activo desde 1874. Para 1882, las Misiones se habfan agrupado en to que lleg6 a denominarse Consejo Europeo de

las Misiones Adventistas del Septimo Dia. El Consejo habfa

elegido una "Junta Ejecutiva de tres, que deberfa ocuparse de la supervision general de la obra en todas las Misiones, bajo la direcci6n de la Junta de la Asociaci6n General" (Historical

Sketches ofthe Foreign Missions ofthe SDA, 1886,45). El Con­

sejo Europeo, segun insinu6 W. C. White a principios de la decada de 1890, habfa florecido durante unos anos pero ha­bfa muerto "sin ceremonia luctuosa o funeral alguno" (WCW

a OAO, 9 de junio de 1893). El siguiente esfuerzo por dispersar parte de la autoridad se

dio por causa del Congreso de la Asociaci6n General de 1888.

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Tensiones dentro de un sistema creciente

Mientras W. C. White sali6 de la sala un momento para con­

versar con su madre respecto a una publicaci6n inminente, la­Junta Ejecutiva de la Asociaci6n General to eligi6 presiden­

te interino de la Asociaci6n General hasta que Olsen pudie­ra volver de Europa. White escribi6 mas tarde a su esposa que

eso "fue probablemente la pildora mas amarga" que habfa te­nido que tragar (WCW a OAO, 27 de noviembre de 1888;

WCW a MW 24 de noviembre de 1888). Aun cuando White no estaba del todo entusiasmado respecto a su nuevo puesto de trabajo, ello no quiere decir que estuviese inactivo. En

noviembre de 1888, la Junta Ejecutiva vot6 dividir el territo­rio de Norteamerica en cuatro distritos: Sur, Este, Oeste y Medio Oeste. Cada regi6n contaria con los servicios de un miembro especialmente nombrado por la Junta Ejecutiva de la Asociaci6n General. W C. White habfa propuesto esta

divisi6n de responsabilidades entre los diversos miembros de la junta de tat manera que las diferentes regiones de Nor­teamerica pudieran tener su propio asesor (WCW a OAO, 27 de noviembre de 1888).

Ademas, White no tenfa dudas acerca del origen de su idea de desarrollar el concepto de regi6n. "Mama me ha di­cho", le respondi6 a Olsen, "que le ha sido mostrado que serf a mas grato al Senor y favorecerfa mas el avance de la causa si

se escogieran hombres para hacerse cargo de la obra en dis­tintas zonas del pats, actuando cada uno libremente en su cam­

po, sin referir todas las cuestiones a un solo hombre, porque el campo

es demasiado grande para que un hombre lleve todas las cargas.

Dice, ademas, que estos hombres deben reunirse frecuente­mente para consultarse y elaborar planes, siempre reunidos como iguales, expresando cada uno libremente sus puntos de vista y escuchando con respeto las opiniones de los demas. Y de verdad parece que debemos adoptar un plan como este para nuestra obra pues, ciertamente, es demasiado abarcante

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98 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

para que la conozcan y administren uno o dos hombres en to­dos sus detalles" (ib(d.; la cursiva no esta en el original).

El sistema de regiones fue el primer paso hacia la resolu­ci6n de un asunto que ocuparfa gran parte de la creatividad de White hasta el ano 1901. Respondiendo a las preocupaciones de su madre, W C. White hizo cuanto estuvo en su mano en la decada de 1890 por descentralizar la autoridad con que se habfa investido al liderazgo de la Asociaci6n General.

Para principios de 1890 se habfa especificado que el miem­

bro de la Junta Ejecutiva de la Asociaci6n General a cargo de cada regi6n se denominarfa Superintendente general de esa

regi6n de la Asociaci6n General. Como tal, dicha persona acudirfa a todas las juntas o convenciones de las Asociacio­nes de cada Estado que se celebrasen en su regi6n, supervisa­ria todas las Asociaciones ministeriales y convenciones anua­les realizadas en su regi6n, se relacionaria con todos los car­

gos directivos de la Asociaci6n y asociaciones auxiliares de su regi6n, informarfa de cualquier ineficiencia o irregularidad que encontrara al secretario de la Asociaci6n General, y cui­daria especialmente de las Asociaciones o Misiones debiles que hubiese en su territorio (GCC Min, 2 de enero de 1890).

En 1889, el numero de regiones aument6 de cuatro a seis,

todas aun en Norteamerica. En 1893, el sistema de regiones se expandirfa para incluir a Oceanfa como la regi6n numero

siete y a Europa como la numero ocho. No debemos confundir tales regiones con las que pronto lle­

garian a ser llamadas Uniones. Las regiones, en realidad, eran

Divisiones de la Asociaci6n General que no contaban con cir­cunscripciones locales o regionales ante las cuales fueran res­

ponsables. En cambio, las Uniones tendrfan cargos directivos y una junta ejecutiva elegida por una circunscripci6n regional.

W. C. White parece haber tenido en mente algo como

una Uni6n en diciembre de 1892, cuando escribi6 a Olsen

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Tensiones dentro de un sistema creciente

desde Australia proponiendo "la organizaci6n de algun cuer­

po ec1esiastico que este a mitad de camino entre las Asocia­ciones estatales y coloniales y la Asociaci6n General". Sugi­

ri6 que se celebrase to que et mismo denomin6 una "Aso­ciaci6n General de Oceanfa" cada dos anos para coordinar las actividades adventistas en esa regi6n del mundo. Tambien

pensaba que to mismo serfa de utilidad para Europa (WCW a OAO, 21 de diciembre de 1892).

Olsen, sin embargo, no estaba dispuesto a lt tan lejos como deseaba W C. White en cuanto a la descentralizaci6n. Dijo a la Junta Ejecutiva de la Asociaci6n General que "pensaba que

nada deberfa planearse al punto de interferir con la supervisi6n general y la tarea que tegftimamente pertenece a la Asociaci6n

General, ya que se trata de la mas elevada autoridad organiza­da sobre la tierra despues de Dios". De esta manera, en lugar de la organizaci6n basada en circunscripciones que habfa solicita­

do White, Olsen recomendaba la extensi6n del esquema de regiones a Europa y Australia. El Congreso de la Asociaci6n

General de 1893 vot6 hacer de su recomendaci6n una realidad (GCC Min, 25 de enero de 1893).

Como cabfa esperar, White no sinti6 mucho entusiasmo

con la perspectiva de que Oceanfa se convirtiera en una regi6n. "Nos sentimos decepcionados", le escribi6 a Olsen en mayo de 1893, "tras buscar infructuosamente en las actas" del Congreso

de la Asociaci6n General de 1893 "alguna votaci6n concer­

niente al Dist. Federaci6n de Asociaciones, o algun plan de una Uni6n Europea o de Oceanfa". Con todo, White acept6

con elegancia to realidad del compromiso implfcito en un siste­ma de regiones en el que el superintendente de la Asociaci6n

General tendrfa responsabitidades adicionales. Dos meses des­pues, como superintendente general elegido, invit6 a Olsen a

unfrsele en Australia para organizar la nueva Asociacfo'n regio­nal (WCWa OAO, 8 de mayo de 1893; 9 de jutio de 1893).

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Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

Si bien White podia haberle pedido a Olsen que estable­

ciera la nueva region numero siete, parece que el y Arthur G. Daniells tenfan ideas mas amplias en mente que saldrfan a la

luz cuando el presidente de la Asociaci6n General llegara a su territorio. Dichos planes surgirfan a principios de 1894, despues de que W C. White, Daniells, y quizas Elena G. de

White tuvieran la oportunidad de trabajar un poco para per­

suadir al tolerante Olsen. Lo que Olsen necesitaba entender especialmente eran las

dificultades que afrontaban en su aislado campo de labor. Daniells, hablando en una fecha posterior, explic6 la situa­

ci6n muy graficamente. Destac6 que, antes de la adopci6n de la Uni6n, cada decisi6n que trascendfa la responsabilidad de

toma de decisiones de una Asociaci6n local tenfa que ser re­ferida a la sede central de Battle Creek. El problema era que, en el mejor de los casos, el correo tardaba en llegar cuatro

semanas en cada sentido, y, con frecuencia, llegaba solamen­te para encontrar a los miembros de la Junta Ejecutiva de la

Asociaci6n General fuera de su oficina. "Recuerdo -asever6

Daniells- que tenfamos que esperar tres o cuatro meses an­tes de poder recibir cualquier respuesta a nuestras preguntas".

Y, aun entonces, la respuesta podia consistir en una pregunta de solo cinco o seis lineas indicando que los cargos directivos de la Asociaci6n General no habfan terminado de entender el

asunto y que necesitaban informaci6n adicional. Y asf segufa hasta "despues de seis o nueve meses, quizas, para que pudie­

ramos dejar el asunto solucionado". A esas alturas en su argu­

mentaci6n, sus oyentes no tenfan dificultades para entender to que queria decir cuando afirm6 que "encontrabamos nues­

tro trabajo continuamente obstaculizado" (1913 GCB 108). Con esa clase de historias en la cesta, no fue demasiado

dificil convencer a Olsen de la necesidad de descentralizar la autoridad a fin de que la mayoria de las decisiones que se

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Tensiones dentro de un sistema creciente

tomaran pudieran tener lugar regionalmente sin referencia a las autoridades de Battle Creek, que, de todos modos, no en­

tendfan la situaci6n. En consecuencia, observ6 Daniells,

Olsen y "el pastor W C. White se pusieron de acuerdo y pro­gramaron una organizaci6n para una Uni6n" (ibid.). En reali­

dad, no fue asf de sencillo. Una comisi6n desarro116la prime­ra constituci6n para una Uni6n. Esa constituci6n fue aproba­

da el19 de enero de 1894, y White y Daniells fueron elegi­dos presidente y secretario, respectivamente.

Anos despues, Daniells coment6 que no todos estuvieron

contentos con la idea de la Uni6n. "Algunos de nuestros her­manos -dijo- pensaban entonces que la obra iba a arrui

narse, que fbamos a hacer pedazos la organizaci6n, y que fba­mos a provocar la secesi6n ally en las islas del Mar del Sur".

Pero, en realidad, observ6 Daniells, el resultado fue todo to contrario. El nuevo enfoque organizativo facilit6 muchfsimo

la misi6n de la iglesia en el Pacffico Sur, a la vez que la nueva Uni6n de Oceania sigui6 formando parte leal e integral del sistema de la Asociaci6n General (ibid.).

Por to tanto, para 1894, una nueva entidad habfa sido "in­ventada" en Australia para descentralizar la autoridad dellide­razgo de la Asociaci6n General y facilitar la obra de la deno­

minaci6n en el Pacffico Sur. La Uni6n de Oceania consistfa en las diversas Asociaciones y Misiones locales que habfa en su

territorio y servfa de unidad intermediaria entre la Asociaci6n General y las Asociaciones locales. A diferencia de las inefi­

cientes regiones, la Uni6n contaba con su propia constituci6n y circunscripci6n; ademas, tenfa poderes ejecutivos para ac­

tuar en asuntos de su zona. Tambien, a diferencia de las regio­

nes, que fueron diseno de la Asociaci6n General, la nueva Uni6n era un desarrollo, segun to describi6 Oliver, de los

itniveles de organizaci6n 'por debajo' de la Asociaci6n Gene­ral". Asf, los cargos directivos de la Uni6n eran responsables

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102 Nuestra organizacion / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

ante sus circunscripciones regionales. Por otro lado, a fin de in­tegrar la nueva Union a la Asociacion General, esta ultima

tambien senalo a W C. White como superintendente de la re­gion siete (SDA OIg., 130). Ese nombramiento to hizo auto­

mdticamente miembro de la Junta Ejecutiva de la Asociacion General. Por to tanto, el nuevo presidente de la Union era res­

ponsable ante los que estaban tanto por encima como por de­

bajo de el en el desarrollo del sistema organizativo adventista. Como se indic6 anteriormente, la Union de Oceanía y

cada una de sus Asociaciones y Misiones locales constituyen­

tes adoptaron el sistema departamental despues de que A. T Robinson llegase de Suddfrica en 1898. Para entonces, Daniells

se habfa convertido en el presidente de la Union. Despues de

desempenar ese puesto, Daniells llevaria los conceptos tanto de la Union como de los Departamentos al Congreso de la Aso­

ciacion General de 1901. Ese Congreso reorganizarfa la estruc­tura administrativa de la denominacion. Como tal, es uno de ios Congresos mds importantes en la historia del adventismo.

Pero antes de examinar la reorganizaci6n, necesitamos echar una mirada a dos enfoques muy diferentes relativos a la natu­

raleza misma de la iglesia que se desarrollaron hombro con

hombro en la decada de 1890.

Reinventar Babilonia: modelo alternativo de organízacion ec1esidstica

Para 1897, muchos reconocian que era necesario un cam­

bio organizativo significativo. El adventismo, como ya se ha mencionado, habfa estado atravesando un proceso de cambio

gradual desde 1888 en una lucha que, a la postre, llegarfa a su climax en 1903. El antiguo modelo de organizacion habfa

estado enfocado en la centralizaci6n de la autoridad en unos

pocos individuos en Battle Creek. El nuevo enfoque acentua­

rfa la difusi6n del poder administrativo.

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Tensiones dentro de un sistema creciente

La pregm,ta que la iglesia tenfa que contestar no era si debfa descentralizar la autoridad administrativa sino c6mo lograrlo de la mejor manera. No solo la mision de la iglesia habfa parecido exigir descentralizacion. sino que Elena G. de White la habfa pedido cada vez con mds frecuencia. Sus peticiones se hicieron aun mds insistentes a medida que la denominacion se esparcfa por el mundo y sus instituciones se multiplicaban rdpidamente a to largo de la decada de 1890. El Congreso de la Asociacion General de 1897 serta testigo de un intento importante por lograr una reorganizaci6n denominacional.

La coalicion mds vigorosa para efectuar el cambio organi­zativo en 1897 consisti6 en Alonzo T Jones y Ellet J. Waggoner (dirigentes del reavivamiento de 1888 sobre lajustificacion por la fe), junto con W W Prescott, su colega en esta convicci6n. Estos tres hombres compartfan la vision de una organizacion de la iglesia que se centraba en el sacerdocio de los santos y la noci6n de Cristo como cabeza J ones fue el mds expresivo de los tres en las juntas de 1897, pero todos ellos argumentaban conjun­tamente en favor de su modelo de organizacion eclesidstica alld por finales de siglo.

En el centro de su perspec­tiva de organizacion estaba la exaltaci6n de Cristo como autoridad 6nica de la iglesia y la denigraci6n de cualquier forma de autoridad humana. Esa idea no era nueva en 1897. Jones la habfa presentado cla­ramente en el campamento de Ottawa, Kansas, en mayo de 1889;0 donllle predicO onoe AlGllzo T JODeS,

que dirigiCi la ovosiciCin

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104 Nuestra organizaci6n I !A1iada o enemiga de la gran comisi6n?

sermones sobre la organizaci6n de la iglesia. El meollo de la

doctrina eclesidastica de Jones en 1889 (y posteriormente) era que "la iglesia es el cuerpo de Cristo" y Cristo es la cabeza de

la iglesia. "Cristo es la cabeza -proclamaba- no solo del cuerpo, sino [de] cada miembro del cuerpo, de cada hombre.

Ningtiin hombre es la cabeza de ningiin arra hombre, sino que Cristo es la cabeza de cada uno y de todos ellos" (T opeka,

Daily Capital, 8 de mayo de 1889,4; 10 de mayo de 1889,4; la

cursiva no esta en el original). Indudablemente, Jones fundamentaba su ensenanza en la

eclesio10gfa de Pablo y el concepto de Martin Lutero del sa­

cerdocio de cada creyente. No obstante, Jones llevarfa sus con­clusiones a un extremo no bib1ico. Jones entendfa correctamen­

te parte de la ana10gfa de Pablo cuando recalcaba que Cristo era la cabeza del cuerpo, pero no lleg6 a entender las diversas fun­

ciones interrelacionadas del cuerpo de Cristo, que incluyen a "los que administran" (1 Cor. 12: 28), o sea, a los administrado­res. El concepto del Nuevo Testamento de la iglesia incorpora

cargos directivos que deben cuidar de la iglesia y que deben set obedecidos pot la salud del cuerpo. Jones acab6, pot to tanto,

con una distorsi6n de la perspectiva bib1ica de la iglesia (vease 1 Coro 12: 22; 1 Tim. 3: 5; Heb. 13: 17; Hech. 20: 28).

Un corolario del enfasis de Jones sobre la responsabilidad directs del individuo ante Cristo en la organizaci6n de la igle­

sia era su denigraci6n del papel de liderazgo de los pastores. En 1889 pub1ic6 un folleto que contenfa, ademas de otros temas,

"un gran numero de [ ... ] citas de escritores antiguos y eminen­tes en referencia a la exa1taci6n de los ancianos de la primiti­

va iglesia cristiana, to que llev6 finalmente al establecimien­to del papado" (RH, 2 de abril de 1889,224). De manera cre­

ciente, Jones abogarfa pot el tema el resto de su vida. Mientras tanto, es importante observar que Jones no estaba

solo en su perspectiva de la organizaci6n de la iglesia. E. J.

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Tensiones dentro de un sistema creciente

Waggoner desarro1l6 temfas similares sobre el tema a principios

de la decada de 1890. Escribiendo a Jones en 1894, Elena G. de White asever6 que "El pastor Waggoner [ ... ] ha hecho campa­

na en favor de algunas teorfas extranas. Ha suscitado ante algu­nos hermanos ideas con respecto a la organizaci6n que nunca

debieron haber sido expresadas. Yo suponfa que la cuesti6n de la organizaci6n qued6 zanjada para siempre entre los que crefan

los testimonios [ ... J. Oh, cuanto se regocijarfa Satanas de introducirse en este pueblo y desorganizar la obra en un tiempo

en que resulta imprescindible una organizaci6n concienzuda, que ha de set el poder mss grande en la restricci6n de los levan­tamientos espurios [ ... ). Queremos mantener un frente unido,

de modo que no haya ruptura de la regulaci6n y el orden del sis­tema. De esta forma no se otorgara licencia a elementos albo­

rotadores que controlen la obra en este tiempo. Estamos vivien­

do en un tiempo cuando el orden, sistema y unidad de acci6n son de to mss esencial [ ... ]. Que ni usted, ni el pastor Waggoner sean incautos en este momento, proponiendo cosas que son inapropiadas, y no conformes con el mismfsimo mensaje que

Dios nos ha dado" (EGW a ATJ, 14 de enero de 1894).

En su carts, Elena G. de White no entra en detalles en cuanto a los puntos de vista controvertidos de Waggoner

sobre la organizaci6n de la iglesia, pero el solfa expresarlos abiertamente entre 1897 y 1901. Acabaría dejando su puesto

en Gran Bretana porque "los hermanos [ ... J ya no podfan seguir amparando" su "ensenanza, que estaba demoliendo to­

do orden y organizaci6n". Waggoner, como Jones, habfa Ile­gado a creer que el adventismo estaba cerca de convertirse en papismo (GAI a AGD, 3 de noviembre de 1903).

Durante el Congreso de la Asociaci6n General de 1897, la artillería de Jones se emple6 a favor de una reforms organizativa. Armado con un punado de testimonios de Elena G. de White,

en su prímers presentaci6n exigi6 cambios administrativos,

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106 Nuestra organizacibn / !Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

manteniendo la presi6n hasta la ultima de sus presentaciones. 11' Hay que eliminar de rain a muchos de los hombres --dijo en

su primer serm6n citando a Elena G de White- que han ac­tuado de asesores en las Tnsoiones de la junta y del consejo'. N6tese -dijo Jones- que aqui dice muchos" (1897 GCB 4). Habia llegado el momento para un cambio radical y el estaba

decidido a hacer que se aprobase. Una de sus municiones mas explosivas procedfa de un tes­

timonio escrito por Elena G. de White en agosto de 1896. Lo fascinaba en particular una frase de ese mensaje: "No es pru­dente escoger a un hombre como presidente de la Asociaci6n General" (EGW a los presidentes de Asociaciones, agosto de1896; la cursiva no esta en el original). Jones continuaria reiterando aquellas palabras durante el resto de su ministerio. flfuhenQofas sacado de- r:-Vitr~Lv y al'g~1!'.?v'1~1f Pv'1" loa f,...!t> .. ~", de su intenci6n original, Jones las interpretaba como si signi­ficasen que la Asociaci6n General deberfa tener mas de un

presidente, o mejor aun, ninguno en absoluto. Jones, Prescott, Waggoner y sus aliados defendieron am­

bas interpretaciones. Un resultado fue que el Congreso de 1897 decidi6 dividir is Iglesia mundial en "tres grandes Di­

visiones" o Asociaciones Generates, cada una con su propio presidente de Asociaci6n General. Sin embargo, al final, los

campos europeo y australiano vinieron a ser considerados "Uniones", circunstancia que dej6 al presidente del cambo

norteamericano con el tftulo de presidente de la Asociaci6n General de Norteamerica (1897 GCB 215,229,255). Por

supuesto, eso no llegaba a satisfacer el plan de Jones de tres presidentes iguales entre si (A TJ, The Final Word, 39).

Tan pronto acab6 el Congreso de 1897, Jones convenci6 a los dirigentes para que renunciasen por completo al tftulo

de presidente. Asflas cosas, la denominaci6n no tuvo diri­gente en la Asociaci6n General con ese tftulo durante unos

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Tensiones dentro de un sistema creciente 107

meses. Jones creia que la vuelta atras de esa posici6n, que acab6 dandose, era apostasfa, y que la iglesia necesitarfa arre­

pentirse de ella (WCW aAGD, 24 de mayo de 1901). Una segunda vfa de ataque contra el concepto de un presi­

dente de iglesia que de sarro 11 6 Jones en el Congreso de la Aso­

ciaci6n General de 1897 se centr6 en la idea de realeza. La pro pia noci6n de realeza, afirmaba el, provenia de la apostasia de

Nimrod. El propio gobierno humano era una sepal de la apos­

tasfa en la que incurri6 la humanidad al apartarse de Dios. Cuando Dios estableci6 a Israel, tenfa la intenci6n de que fue­se una clase diferente de naci6n: Dios mismo iba a ser su rey.

Pero Israel querfa ser como las otras naciones. Al escoger un rey, decfa Jones, habfa apostatado, desdenando el liderazgo de

Dios. Su rechazo de Dios como dirigente condujo a la cafda de ISrael (1897 GCB 279-285; 1897 GCQB, 1" trimestre, 14-54).

Jones argumentaba que el adventismo estaba siguiendo la

senda de Israel. Que si, en cambio, los adventistas no to hu­biesen hecho, ya habrfan sido trasladados al reino. El proble­ma, argufa el, era que el adventismo no estaba mas feliz con

el reinado de Dios de to que to estuvo Israel. Jones nunca dej6 de repetir que el ideal era que Jesucristo fuera la cabeza de la

iglesia y condujera a cada miembro individual en ella. La de­nominacion no necesita rey (ni presidente). "Si Dios no es

un gobernante suficiente para los adventistas del septimo dfa, es porque ellos no Oreen en et de todo coraz6n. Es porque son

como los paganns, que necesitan un gobierno pagano y un

poder pagano para protegerlos de si mismos, y para gobernar­se". El adventismo tiene que salir de Egipto y de Babilonia, y

dejar a Dios gobernar la iglesia (1897 GCQB, 1" trimestre, 28,29,34,35,37,40,47).

Esas eran palabras fuertes, aun para A. T Jones, pero sus

exigencias llegarfan a ser aun mas estridentes en et decenio que

sigui6 a 1897. La eliminaci6n de la presidencia se convertirfa

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108 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

en una pasi6n consumidora para el. Su lfnea de argumenta­

ci6n, sin embargo, se harfa mas evidente en 1903, pero no

difiri6 esencialmente de la de 1897. Jones Waggoner, Prescott y sus simpatizantes no fueron ,

los unicos dirigentes que deseaban cambios en el Congreso de la Asociacien General de 1897. W C. White representaba una perspectiva compartida por Daniells en Australia y A. T Robinson en Sudafrica. Cada uno se habfa afanado con ahfn­

co por llevar adelante la misi6n de la iglesia en los mas leja­nos rincones de este mundo y habian modificado la estructu­

ra de la denominaci6n de 1861-1863 para hacerla mas efi­ciente en el avance de la misi6n de la iglesia al mundo.

W C. White y sus asociados acabarian representando una segunda orientaci6n que pugnaba a favor de la reorganiza­

ci6n. Su perspectiva derivaba de la misi6n mas bien que de la ideologia (como ocurrfa con la facci6n de Jones-Waggoner­

Prescott), pero la diferencia no era clara para White en 1897. Poco antes de la clausura del Congreso, escribi6 a su madre

que habfa sido "una reuni6n extrana, y en muchos aspectos la mas desconcertante y, no obstante, la mejor a la que he asis­

tido" (WCW a EGW 8 de marzo de 1897). El Congreso habfa adoptado varias resoluciones relativas

a la organizaci6n de la Iglesia. La primera eligi6 a G. A. Irwin para reemplazar a O. A. Olsen como presidente de la Aso­

ciaci6n General. La segunda era que "se organicen Uniones en Europa y America tan pronto como se considere aconse­

jable". En tercer lugar, la Asociacien General se dividiria en tres Asociaciones Generates -Norteamerica, Europa y

Oceanfa- con el resto del territorio supervisado por la junta de Misiones. En cuarto lugar, el numero de miembros de la

junta de la Asociacien General aument6 (1897 GCB 215). Nadie qued6 completamente satisfecho con los resultados

del Congreso de 1897. El hecho de que siguiera existiendo el

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Tensiones dentro de un sistema creciente

cargo de presidente molestaba a Jones. W C. White, mien, tras tanto, sostenfa que muchos se preocuparfan "porque no , sotros no seguimos las lfneas antiguas". Pero a un nivel mas personal, su "mas profundo pesar es que no nos hayamos sepa­

rado mas completamente de las lfneas antiguas" (WCW a EGW, 8 de marzo de 1897). Su insatisfacci6n se centraba aparentemente en el hecho de que el concepto de Uni6n no habfa sido implementado por completo para Norteamerica.

Las actas del Congreso no indican discusi6n alguna del plan. W C. White presumiblemente se temfa que la importancia de la resoluci6n para crear Uniones no habfa sido tomada to suficientemente en serio entre los asistentes a las deliberacio­nes del Congreso. Desde su perspectiva, la Iglesia no se habfa descentralizado todavfa to suficiente.

El inconcluso asunto de la reorganizaci6n se convirti6 en una caracterfstica central del siguiente Congreso de la Aso­ciaci6n General en 1899. Nuevamente, Jones se coloc6 en el centro de la acci6n. El 22 de febrero, Jones exclam6 que la

Asociacien General necesitaba ser "revolucionada". Enton­ces ley6 una declaraci6n (sin su contexto) de Elena G. de

White que llev6 al congreso a caer sobre sus rodillas. "'Han pasado ya algunos anos -escribi6 ella en 1898- desde que deje de considerar a la Asociacien General como la voz de Dios"'. (Vease la primera secci6n de este capftulo para una

presentaci6n completa del significado y contexto de esta y otras declaraciones similares de Elena G. de White con res­pecto a la autoridad de la Asociacien General). "Eso -ale­gaba Jones- requiere un arrepentimiento tat como nunca se ha mostrado". Acto seguido, Jones dirigi6 a los delegados a una prolongada sesi6n de oraci6n" (1899 GCB 74-77).

Durante los siguientes dos dfas se observarfa a Waggoner,

Prescott y Jones en el debate mas largo del Congreso, procu­rando reorganizar la Iglesia bajo la conducci6n directa del

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Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

Espiritu Santo. Waggoner habl6 primero. "La perfecta unidad

-concluy6- significa independencia absoluta r . .]. Esta cues-

66n de la organizaci6n es algo muy sencillo. Todo to que hay que

hater es que cada individuo se rinda al Senor, y entonces el Sefior hard con el tal como desea [ ... ]. 'Recibid el Espiritu Santo'. El Espfritu Santo es el organizador" (1899 GCB 86; la cursiva

no estd en el original). Jones, Waggoner y Prescott ensefiaban que la iglesia no

necesitaba una organizaci6n externa a la conciencia humana. Despues de todo, segun la 16gica de ellos, si el Espiritu Santo

le habla a cada individuo, todos estarfan aprendiendo el mis­mo mensaje, de manera que actuarfan en coordinaci6n sin que ningun ser humano se ocupara de la gesti6n o la autoridad.

Para Waggoner y sus amigos, tal doctrina no era anarqufa. Mds bien, era un gobierno eclesidstico directamente bajo Cristo

como cabeza de la iglesia. Segun to consideraban ellos, la anar­quia se derivaba de la organizaci6n humana. Como conse­

cuencia, seflalaba Waggoner, "el cuerpo mds perfectamente organizado en el mundo -la Iglesia Cat6lica Romana, el

papado- es la misma personificaci6n de la anarquia, ino es cierto? Es anarquia. iQue es to que queremos, anarquia o el

Espiritu de Dios?" (1899 GCB 87). Al siguiente did, Prescott expres6 su convicci6n de que

todos los procedimientos politicos y parlamentarios proce­

dfan del diablo en su intento por controlar a los seres huma­nos. En una organizaci6n con un presidente de la Asociaci6n General energico, todo to que el diablo tenfa que hater era

dominar una mente a fin de controlar toda la organizaci6n.

"Si hacemos las cosas bien" , pretendfa Prescott, "no habrd cargos directivos aquf". "Todos ustedes son hermanos", es el

ideal bfblico (1899 GCB 90, 91 ). Creyendo que la presentaci6n que estaban realizando es­

taba bajo la directa conducci6n de Dios, Jones dijo a tos dele-

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Tensiones dentro de un sistema creciente

gados que dejaran de hacerles preguntas a Waggoner y Prescott.

Todo to que los delegados necesitaban hacer era pedir la di­recci6n del Espiritu Santo y la verdad fluiña de forma natu­ral (1899 GCB 91).

No todos estuvieron de acuerdo con 61. L. D. Santee se

Ievant6 y ley6 una larga serie de citas de Elena G. de White sobre los principios de organizaci6n, y c6mo Satands querña

desorganizar la denominaci6n y crear confusi6n. Jones res­pondi6 subiendo al estrado otra vez, alegando que las suge­

rencias hechas por Waggoner y Prescott no eran desorganiza­ci6n. Mds bien, eran la organizaci6n evangelica genuina (1899 GCB 91-94).

Durante su ultima presentaci6n formal en el Congreso de

1899, Jones nuevamente presion6 con fuerza a favor de una reforma completa. Definia al cristianismo como "la republica cristiana de Dios: un gobierno del pueblo, por el pueblo, y

para el pueblo. Dios como Gobernante, gobernando el a cada uno por si solo, Yeso por el consentimiento de los goberna­dos". Una vez mds, Jones apel6 al arrepentimiento y la con­

fesi6n, destacando que Dios estaba suscitando ciertos "hom­bres elegidos" para transformar la denominaci6n. Sin duda, se

vefa a sf mismo, Waggoner y Prescott como tales individuos. Algunos, alegaba Jones, pensarian que la instituci6n de los nuevos principios destruird la organizaci6n, pero to que ver­

daderamente seria erradicado, sostenfa el, serian "los malefi­cos principios de Satands en la organizaci6n" (1899 GCB 178,179).

El presidente de la Asociaci6n General, G. A. Irwin, no era rival para las energicas personalidades de Jones y sus cole­

gas, a6n cuando alcanzaba a ver la verdadera motivaci6n de los problemas que planteaban. "Nosotros como pueblo" , es­cribi6 en una carta privada, ,isomos tan dados a 1t a los extre­

mos en todas las cosas! O casi. Cuando, hate dos o tres aflos,

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Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

salieron los Testimonios que hablaban acerca de la autoridad

arbitraria, y se les concedi6 gran publicidad a estos Testimo­nios en el ultimo Congreso de la Asociaci6n General (de

1897], entonces parece que el pendulo se fue al extremo opues­to, y desde entonces ha habido, en mayor o menor medida,

un espfritu de independencia por parte de las instituciones y Asociaciones, que, me parece a mf, generara danos. El punto

medio entre estos dos extremms, me parece a m~ es donde estd la verdad. El Senor desea organizací6n y sistema en su obra; pero no quiere que esa organizacion sea arbitraria, dictatorial ni restricti­

ve; por otro lado, tampoco desea el que nuestra obra se rompa en

pequenas unidades independientes, y ase darle al diablo la oportu­nidad de entrar, separar y dividir" (GAI a EGW 20 de enero de 1899; la cursiva no esta en el original). Irwin reconocfa los

problemas inherentes en to que proponfan las files de Jones­

Waggoner-Prescott, pero no tenfa las aptitudes de liderazgo para superar las tacticas del dinamico trfo. (Pare mas infor­

maci6n sobre la ec1esiologfa de Jones, vease G. R. Knight, From 1888 to Apostasy: The Case of A. T Jones, 178-193.)

En retrospectiva, debemos notar que los tres sostenfan la misma posici6n: que el Espfritu Santo debe ser el unico coor­

dinador de cada miembro de la iglesia. Cuando todos los miem­bros de la denominaci6n estuvieran en sintonfa con el Espfritu,

el resultado serfa la unidad perfecta. El gobierno ec1esiastico humano necesitaba salir de esa Babilonia representada por la

estructura organizativa opresiva. La coalicion de Jones-Waggoner­Prescott habfa dado marcha atrds a la posici6n de George Storrs y

los primeros observadores del sdbado. Resulta curioso que su posi­ci6n fuese precisamente to contrario al argumento que Jaime y Elena G. de White habfan usado en las decades de 1850 y 1860

durante su intense lucha para proteger la iglesia de los "espiritus

fibres" que desestabilizaban el adventismo, y establecer la Iglesia

Adventista del Septimo Dfa como una denominaci6n organizada.

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Tensiones dentro de un sistema creciente

Jones y sus colegas no estuvieron solos durante la decada

de 1890 en su teologfa de que el Espfritu Santo dirigirfa a ca­da miembro de la iglesia independientemente de la organiza­ci6n estructurada. Durante esa misma de cada, las llamadas

fuerzas de la santidad que dieron a luz al moderno pentecos­talismo a finales del siglo XIX tambien abogaron por la mis­

ma ec1esiologia que sostuvieron Jones y sus amigos. Asf, Frank Bartleman, uno de los fundadores principales del pentecosta­

lismo, pudo escribir: "No tenfamos papa ni jerarqufa. Eramos 'hermanos'. No teniamos plan humano alguno. El menor

mismo nos dirigfa" (en R. 1. Moore, Religious Outsiders, 140). En una lfnea similar, A. T Pierson pudo observar respecto de

las Tnsoiones de santidad de Keswick que el Espfritu Santo era "considerado el dirigente que presidia y el administrador principal

en todas las asambleas verdaderamente santas". El era el "ver­dadero Arzobispo, el Supremo Maestro, el Gufa Divino y Go­bernante" (en BDO, SDA Org., 232, 233).

Era perfectamente natural que Jones, Waggoner y Prescott

llegaran a una perspectiva pentecostal de la autoridad de la iglesia. A to largo de la decada de 1890, estos pastores lefan

to que se dio en llamar literatura de la santidad. A 1 principio de la decada, Jones y Prescott habfan participado en manifes­

taciones extremas de sanidad por fe en Battle Creek que fue­ron analogas al movimiento de sanidad por la fe de los na­

cientes grupos de santidad (vease AdHer, verano de 1990,3-15). Independientemente de to anterior, A. 1: Ballenger y A.

T. Jones promovieron el movimiento "Recibid el Espfritu Santo" en et adventismo en la decada de 1890 en el preciso

momento en que movimientos similares se difundfan entre las filas del Movimiento por la Santidad al acercarse el desarrollo

espontdneo del pentecostalismo a finales de siglo. Los pente­costales, por supuesto, acabaron descubriendo que el gobierno

directo del Espfritu Santo no era adecuado para proteger sus

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congregaciones de los impostores y fanaticos, conc1usi6n con la que Jaime White habrfa estado de acuerdo de todo coraz6n. Los pentecostales llegaron a esta conc1usi6n al volver a sus bi­blias y descubrir que aun en la iglesia primitiva habia mas orga­

nizaci6n que gobierno directo del Espfritu (vease, por ejemplo, Edith 1. Blumhofer, Restoríng the Faíth: The Assemblíes oi Cod,

Pentecostalísm, and American Culture). En este capftulo hemos examinado la definici6n del papel

y autoridad de la Asociaci6n General, la experiencia respec­to a la estructura departamental y a las Uniones, iniciada en Sudafrica y Australia, y dos modelos de organizaci6n ec1esias­

tica: uno basado en una ideologfa de tipo pentecostal, y otro con la mirada en el cumplimiento efectivo de la misi6n. En el nuevo siglo se verfa el surgimiento de un liderazgo que ver­

daderamente reorganizaria al adventismo del septimo dfa de tal manera que estaria debidamente equipado para una mi­si6n en un mundo y una iglesia que habfan cambiado radical­mente desde 1863. Y ahora nos centraremos en ese terra.

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s

Reorgmizarse para la Misio"n

(1901-1909)

n el capftulo 4 observamos que la reorganizacifln de la Iglesia Adventista del Septimo Dfa habia comenzado

en la ultima pane de la decada de 1880. En sf misma, debemos considerar la reorganizacifln como un proceso que

tuvo su c1imax en 1901 Y pas6 por un perfodo de reajuste en

1903, ano en que la Iglesia ya habia establecido la estructura organizativa que, con algunos retoques adicionales, la lleva­rfa hasta el siglo XXI.

Rumbo al desastre

La reorganizacifln de la denominaci6n ocurrida en los anos 1901-1903 no fue el producto de la reflexi6n te6rica. Al con­

trario, evolucion6 de las necesidades practicas que la Iglesia

enfrentaba en el contexto de la comprensi6n bfblica de su men­

saje y misi6n. No constitufan precisamente la menor de esas necesidades las exigencias de un mero crecimiento. Entre 1888

y 1900, la feligresfa aument6 un 290%, y la iglesia se implant6

en una cuarentena de nuevos pafses. Los sectores instituciona­les del adventismo se habfan expandido proporcionalmente de

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forma a6n mas rapida que la propia iglesia al convertirse, verda­deramente, en un cuerpo internacional en la decada de 1890.

Un crecimiento tan rapido como ese habfa engendrado dos problemas. Primero, que la denominaci6n se acercara al borde de la bancarrota. Acab6 el ano 1900 solamente con 32 93 Mares en la tesorerfa. Es mas, incluso esos 32,93 d61a-, res representaban dinero prestado. La Asociaci6n General se desenvolvfa con un deficitario programa de gastos. Esto queda ilustrado con una carta circular enviada por el presi­dente de la Asociaci6n General a los presidentes de las Aso­ciaciones locales en 1897. "'Nuestras finanzas"', decfa, "'estan en una condici6n realmente bochornosa [ ... ]. Les hemos pagado a nuestros obreros tan poco este ano -desde el mes de enero- como ha sido posible. Muchos no cuentan con to suficiente para vivir, y se encuentran en las circunstancias mas lamentables [ ... ]. La Asociaci6n General esta gastando

mas de to que ingresa a raz6n de 29.000 d61ares o mas al ano'" (GAl a W M. Healy, 6 de mayo de 1897).

Aparte del endeudamiento de la Asociaci6n General, l. H. Evans calcu16 en 1901 que las instituciones de la denomi­

naci6n habfan acumutado una deuda adicional de un mi1t6n y cuarto de d61ares, suma fabulosa en esa epoca (1901 GCB

77). Seg6n escribi6 P T Magan, "todos nuestras instituciones se han dedicado a pedir dinero prestado" (RH, 11 de abril de 1899,235). La deuda denominacional era tan pesada que la Iglesia y sus instituciones no podfan siquiera mantenerse al paso del pago de los intereses. Ademas, para empeorar las co­sas, la Asociaci6n General era, en cierto sentido, responsable de la deuda de las organizaciones auxiliares aun cuando, debi­

do a la situaci6n de independencia de estas, tenfa poco con­trol sobre su endeudamiento posterior.

La indigencia financiera de la Iglesia estaba comenzando a afectar su capacidad de enviar misioneros. Para finales de la

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Reorganizarse para la Misi6n

decada de 1890 eran enviados al extranjero nada mas que la

mitad de los que partfan en la primera parte de la decada (vea­se BDO, SDA Org., 155-158). En 1899, el presidente de la Junta de Misiones Extranjeras infonn6 que "durante los 61ti­mos dos anos no hemos abierto obra nueva en ninguna re­gi6n del mundo. Ha sido una imposibilidad" (1899 GCB 73). Francamente, si la iglesia habfa de mantener su planteamien­to expansivo de la misi6n, tendrfa que gastar su dinero mas

sabiamente y mantener mejor control sobre sus finanzas. El segundo problema que enfrent6 el adventismo a finales

del siglo XIX tambien estaba relacionado con la misi6n. La es­tructura de 1863 ya no era adecuada para gobernar una Iglesia mundial. En pocas palabras, el exito misionero de la deno­minaci6n habfa comenzado a exigir una revisi6n de su estruc­tura administrativa.

Por to tanto, igual que durante las decadds de 1850 y 1860, los problemas financieros y administrativos relacionados con

la comprensi6n que la Iglesia tenfa de su misi6n bfblica exi­gfan pensamiento creativo y urgencia de acci6n cuando el ad­

ventismo se encaminaba a su Congreso de la Asociaci6n Ge­neral de 1901. Con esos hechos en mente, no deberfa sorpren­demos descubrir que los arquitectos del cambio en ese Con­greso (W C. White, E. G. White y A. G. Daniells) habfan tenido todos amplia experiencia en el campo misionero en el extranjero.

Reestructuraci6n de la Iglesia, 1901

El tono para el Congreso de la Asociaci6n General de 1901 fue puesto ell de abril, un dfa antes que se iniciase ofi­

cialmente el Congreso. En esa fecha, A. G. Daniells presidi6 una reuni6n de dirigentes denominacionales en la biblioteca

del Colegio de Battle Creek. Daniells dijo a los allf reunidos que algunos de ellos se habfan reunido la noche anterior, pero

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Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisibn?

que habian querido abrir la discusi6n para incluir personas

adicionales y tambien permitir que la "hermana White [ ... ] este presente y que nos presente cualquier luz que pudiera te­

ner para nosotros". Elena G. de White, sin embargo, no querfa hacerse cargo de

la reunion. "Pensaba", le dijo a Daniells, "permitirle a usted di­rigir y, si yo tuviera algo que decir, entonces to dirfa". Daniells

contest6 que el y sus colegas no querfan discutir mas el asunto de la reorganizaci6n hasta que la hubieran escuchado a ella".

La Sra. White se opuso diciendo, "Yo preferiria no hablar

hoy, [ ... ] no porque no tenga que decir, porque to tengo". Despues de esa declaraci6n, ella present6 durante alrededor

de una hora a hora y media uno de los discursos mas influyen­tes de su ministerio. En terminos nada inciertos, exigi6 "san­

gre joven" y una "organizaci6n nueva por completo" que am­pliara la base gobernante de la organizaci6n. Oponiendose a la concentraci6n del poder en unos pocos individuos, no dej6

Elena G. de White en el piilpito del Tabernkulo de Battle Creek en el Congreso clave

de la Asociaci6n General de 1901

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Reorganizarse para la Misi6n

lugar a dudas de que "el poder regio y controlador", asf como

cualquier administrador que ostentase algun "pequeno tro­no", tendrfan que desaparecer. Exigi6 "una renovaci6n sin demora. No permitir que este Congreso termine y se clausure como to han hecho todos los Congresos, con la misma ma­nipulaci6n, con el mismo tono y el mismo orden. DDios no to

quiera! Dios no to quiera, hermanos" (EGW Ms 43a, 1901). Para la reunion de apertura del Congreso de la Asociaci6n

General se vio a Elena G. de White subir al estrado y deman­dar reorganizaci6n en tbrminos muy fumes, aun cuando "la

forma en que ha de lograrse, no [la podia] decir". Desde su perspectiva, era su deber instar a la reforma, pero era respon­sabilidad de los delegados desarrollar la forma. G. A. Irwin, el presidente, reconoci6la fuerza de la petici6n hecha por ella,

pero no fue mas alla de las generalidades sobre el tema de la reforma. En ese punto, Daniells tomb la iniciativa y propuso que "se suspendan las normas y precedentes usuales para or­ganizar y tramitar los asuntos de la Asociaci6n General" y que se nombrara una comisibn general que desarrollara reco­mendaciones relacionadas con la reorganizaci6n de la deno­minaci6n y otros temas de intereso Su propuesta fue aproba­da (1901 GCB 23-27, 33).

Si bien Daniells y W C. White llevaron la voz cantante en el proceso de reorganizaci6n, las suyas no eran las unicas

que vibraban con vigor sobre el tema. Especialmente impor­tante era la voz de A. T Jones, que predic6 un poderoso ser­mon sobre la organizaci6n eclesiastica la primera noche del Congreso de la Asociaci6n General. Como era de esperar, Jones

se fij6 en aquellos aspectos del llamamiento a la reorganiza­ci6n hecho por Elena G. de White que tenfan que ver con la renovaci6n individual y la dedicaci6n a Cristo, mientras que dej6 de lado aquellas partes que aludfan a factores de organi­zaci6n mas globales.

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12 O Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

Asi, Jones predic6 energicamente que no deberfa haber

"senorfo alguno, [ ... ] dominio alguno, [ ... ] nada de ese espfri­tu regio" en la administraci6n de la Asociaci6n. Venfa ha­

ciendo hincapie en ese terra desde su conflicto con G.1. Butler y Vrfas Smith en el Congreso de la Asociaci6n General de 1888. Para Jones, el nuevo dirigente de la iglesia no tendria

mas autoridad de ninguna otra forma que cualquier otra per­sona. Despues de todo, Cristo era la cabeza de la iglesia y to­

dos los miembros eran iguales delante de 61. Por to tanto, la organizaci6n es un asunto individual. Segun decia Jones, "una

reorganizaci6n de la Asociaci6n General exige una reorga­nizaci6n de cada miembro Adventista del Septimo Dfa indi­

vidual a to largo del mundo". La reorganizaci6n consistfa en que cada miembro estuviera bien con Dios bajo la direcci6n

del Espiritu Santo (1901 GCB 37-42). Ese argumenao era esencialmente el mismo que E. J. Waggoner habia promovi­

do cuando dijo ante el Congreso de la Asociaci6n General de 1897 que la unica forma de lograr una organizaci6n cristiana

era "nacer de nuevo" (1897 GCB 157). Bien podriamos preguntamos,ld6nde esta to que la mayo­

ria de la gente considera organizaci6n de la iglesia? Jones y Waggoner solian argumentar que esa mayorfa tiene ideas equiv­

ocadas respecto al tema y que necesita amoldarse al plan de Dios. El plan de la organizaci6n de Jones presentado durante las

reuniones de 1901 era un individualismo radical. En ocasiones parecfa aprobar una forma de gobierno ec1esiastico congregacio­

nal, pero aun entonces solfa desviarse habta un mdividualismo aut6nomo completo (1901 GCB 69, 70, 89,101-105, 265). Ese

era el meollo de su argumenao, y escribirfa mas tarde, como vere­mos, libros enteros en los que identificaba el individualismo

radical con la "libertad religiosa" completa. En su mente, la expresi6n lleg6 a significar que cada miembro individual era res­ponsable dnicamente ante Dios y no ante ningun ser humano.

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Reorganizarse para la Misi6n

En cambio, a Daniells y W C. White les preocupaba, co,

mo habia ocurrido con Jaime y Elena G. de White en la deca­da de 1860, la organizaci6n eclesiastica como estrategia para la administraci6n de los fondos y el personal de la denomina­

ci6n en el afan de esparcir misiol6gicamente su mensaje. En 1901 Daniells no rechaz6 la necesidad de que cada persona

fuera "reorganizada" mediante el nuevo nacimiento y la ren­dici6n a la gufa del Espiritu Santo, pero ese no era el eje de su

mensaje. Cuando Daniells hablaba de reorganizar la iglesia, queria decir reestructurar su administracion para una labor

misionera mas fructffera. Dej6 muy claro su punto de vista durante la segunda manana del Congreso de 1901 cuando dijo

a los delegados que a menos que se hiciera algo definido, "lle­vara un milenio dar el mensaje al mundo" (1901 GCB 48).

Las vastas diferencias filos6ficas entre Daniells y Jones no resultaron completamente evidentes para Daniells y sus cole­

gas en el Congreso de la Asociaci6n General de 1901 porque abordaban el terra desde una direcci6n diferente. Daniells,

de hecho, qued6 tan impresionado con el "magnffico serm6n" de Jones de la primera noche que, tan pronto terminaron las

reuniones, to hizo imprimir en un librito titulado Church Organization [Organizai6n de la iglesia]. Luego, distribuy6

personalmente quinientos ejemplares (AGD a WCW 12 de junio de 1901). Pero mas tarde Daniells se dio cuenta de que

el y Jones tenfan puntos de vista diametralmente opuestos so­bre el asunto de la organizaci6n. No le cabfa en la cabeza que

alguien pudiese usar el termino organizaci6n de manera que en su mente significara desorganizaci6n.

A pesar de tales malentendidos, el Congreso de 1901 Ile­vo a cabo algunns de los cambos mas significativos en la his­

toria de la denominaci6n. Los mas importantes fueron cinco: La creaci6n de Uniones de Asociaciones y Uniones de Mi­

siones que supervisaran las Asociaciones y Misiones locales y,

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122 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

de esta manera, dispersaran la autoridad administrativa de los

cargos directivos de la Asociacidn General. La mayorfa de las organizaciones auxiliares sedan suspen­

didas y, en su lugar, se convertirfan en Departamentos de la Asociacidn General, de las Uniones, de las Asociaciones lo­

cales y de cada iglesia individual. La Junta Ejecutiva de la Asociacidn General aumentarfa

sus miembros a 25 personas en un intento adicional de disper­sar el poder y la autoridad.

La propiedad y administraci6n de las instituciones que habfan estado bajo la jurisdicci6n de la Asociacidn General

y las organizaciones auxiliares se transferirfa a las Uniones. La Asociacidn General no tendrfa presidente. En su lugar, la

Junta Ejecutiva de la Asociaci6n General escogerfa un presidente que seIVirfa generalmente durante un perfodo corto, y lajunta

to quitarfa en cualquier momento si se deseaba un cambio. Por to tanto, la reo:rganizaci6n de 1901 fue una ree structu­

raci6n considerable que, si bien se apeg6 al patr6n general del plan de 1861-1863, tambien to modific6 para atender las ne­cesidades de una iglesia en permanente cambio. Los cambios

de mayor dimensi6n inclufan tanto la centralizaci6n como la

descentralizaci6n. Por un lado, se dispersaba la autoridad ad­ministrativa del presidente (numero s 1, 3 Y 5 en la lista ante­rior). Pero, por otro lado, la iglesia official habfa ganado poder mas directo sobre sus diversas ramas (numero s 2 y 4 de arriba).

A la vista de casi todos los participantes, la reorganizaci6n fue un paso importante hacia adelante, aun cuando no cua­

draba por completo con el plan ideal de Daniells ni con el de Jones. Parece probable que los cambios salieron asfporque los dos lados del debate organizativo no se entendieron comple­

tamente entre sf. Las implicaciones mas plenas de las diver­gencias entre los dirigentes denominacionales se harfan mu­

cho mas evidentes en 1902 y 1903.

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Reorganizarse para la Misi6n

Gestaci6n de una lucha por el poder. 1901-1903

Las reacciones irunediatas al Congreso de la Asociacidn General de 1901 fueron en general positivas. Ws tarde du­rante ese mismo ano, Elena G. de White escribi6 que "el Senor obr6 poderosamente sobre su pueblo. Cada vez que pienso en

esa reunioo. una dulce solemnidad me sobrecoge, y envfa un resplandor de gratitud a mi alma" (RH. 26 de noviembre de 1901, 761). Daniells tambien irradiaba gozo por los resulta­dos. Inclusive antes de que terminaran las reuniones, les dijo a los delegados que "hablamos de la Asociacidn General, pe­ro nunca hemos tenido una Asociacidn General de verdad. Hemos tenido una Asociacidn General N orteamericana. o una Uni6n Norteamericana de Asociaciones, pero no hemos tenido una Asociacidn General mundia1". Baj o la nueva es­tructura departamental. "me parece que tenemos la junta de

la Asociacidn General mas amplia, eficiente y viable que esta denominaci6n ha tenido nunca antes" (1901 GCB 228,229).

Al otro lado de la valla ideo-16gica, hasta A. T Jones estaba satisfecho del resultado, aun­

que crefa que se necesitaban mas cambios. Lo alegraba par­ticularmente el hecho de que la denominaci6n no tuviera presidente. El mismo concep­

to de un presidente, crefa el, denigraba el senorfo de Cristo, cabeza unica de la iglesia. A J ohn Harvey Kellogg, poderoso diri­

gente del brazo medico del ad­ventismo, tambien le agradaba la ausencia de un presidente.

Jobn Harvey KeIlogg, que se vio abocado a una pugna por el

poder cou Daniells

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124 Nuestra organizaci6n / !Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

Kellogg menospreciaba a cualquier dirigente de iglesia que intentara bloquear el desarrollo de su programa. Ya por 1895,

encontramos a Kellogg refiriendo se a los presidentes de Aso­ciaci6n como "pequenos papas" (JHK a WCW 7 de agosto de

1895). Kellogg, por supuesto, no tenia problemas con los ad, ministrado res humanos en el mismo sentido que Jones, siem­

pre que se mantuvieran lejos de su camino. Como era de prever, Kellogg se convertirfa en la persona

alrededor de la cual se centrarfa la creciente tormenta en el

mundo adventista en 1902 y 1903. Parte de la agenda incon­clusa del Congreso de la Asociaci6n General de 1901 invo­

lucraba la incorporaci6n de la rama medica de la obra adven­tista al sistema departamental. En 1901, la Asociaci6n Medi­

ca Misionera y de Benevolencia de Kellogg era una organiza­ci6n sumamente poderosa. Tenfa dos mil empleados, mientras

que la Asociaci6n General no tenfa mas de mil quinientos bajo su direcci6n. La relaci6n entre las dos entidades se fue

enturbiando progresivamente segun se abocaba la denomina­ci6n hacia el Congreso de la Asociaci6n General de 1903.

El Congreso de 1901 no habfa logrado incluir la rama medica y sus propiedades en el recien unificado sistema departamental,

pero habfa ofrecido un acuerdo a la rama medica de permitir que seis de los 25 miembros de la Junta Ejecutiva de la Aso­

ciaci6n General provinieran de la Asociaci6n Medico Misio­nera y de Benevolencia. Esa acci6n le concedi6 al personal

medico una desproporcionada cantidad de poder en la iglesia.

Kellogg, por supuesto, no tenia objeciones hacia ello. El 18 de abril de 1901, inmediatamente despues del Con­

greso de la Asociaci6n General, la Junta Ejecutiva escogi6 .a

Daniells para que fuese presidente de esta. En una de las iro­nfas de la historic adventista, Kellogg hizo la propuesta de

nombrar a Daniells, y Jones apoy6la propuesta (GCC Min, 18 de abril de 1901). Ambos se convertirfan pronto en ene-

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Reorganizarse para la Misi6n 125

migos acerrimos del nuevo dirigente de la denominaci6n. En , tre 1901 y 1903, Jones se alinearfa con Kellogg en una lucha de poder contra Daniells y W. W Prescott (que habfa cam­

biado de bando respecto a los asuntos organizativos entre 1899 y 1902) que estuvo a punto de dividir a la denominaci6n en dos facciones.

Durante un tiempo, Daniells, Kellogg y Jones se llevaron muy bien. Daniells incluso trat6 de implementar algunas de

las ideas mas radicalmente individualistas de Jones, hasta que descubri6 que no funcionarfan en el mundo real de la ad,

ministraci6n de la iglesia. Uno de los hombres con los que Daniells solfa escribirse le hizo notar que algunas de esas ideas

eran "mas apropiadas para el mundo venidero que para este" (E. R. Palmer a AGD, 21 de enero de 1903).

La era de los buenos sentimientos, sin embargo, comenz6 a cambiar durante la primera mitad de 1902. Para empezar, el 18 de febrero, el descomunal Sanatorio de Battle Creek de la denominaci6n ardi6 hasta sus cimientos. Reemplazarlo pron­to se convirti6 en la manzana de la discordia. Los dirigentes de la Asociaci6n General, apoyados por Elena G. de White, querfan un programa de reconstrucci6n modesto, mientras que Kellogg proyect6 desde el principio una construcci6n mucho mas grande que la anterior. En una iglesia donde los recursos eran escasos, ese problema se convirti6 en un moti­vo constante de enojo.

Atln mas serio fue el conflicto entre Kellogg y Daniells sobre la construcci6n de un sanatorio en Gran Bretana. Am­bos querfan una instituci6n tat, pero Daniells insistfa en que

no hubiera deficit en los gastos. Todos los nuevos proyectos, sostenfa Daniells, debian funcionar en un sistema de aproba­

ci6n de pagos acorde a la coyuntura del momento. La con, frontaci6n de ambos hombres enfureci6 a Kellogg, que esta­ba acostumbrado a salirse con la suya con los dos presidentes

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Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

anteriores de la Asociacidn General. En Daniells, Kellogg habia encontrado finalmente su igual.

La soluci6n, segun to decidi6 rapidamente Kellogg, era re­

emplazar a Daniells con un presidente de la Junta Ejecutiva

de la Asociacidn General que estuviera en armonfa con sus planes. Eso se podia lograr facilmente puesto que, seg6n la

constituci6n de 1901, el presidente no tenfa un periodo de ejercicio administrativo definido. Ademas, la Junta Ejecutiva podfa cambiarlo en cualquiera de sus reuniones. Por to tanto,

un "golpe de estado" por parte de Kellogg no era una imposi­bilidad. Despues de todo, su organizaci6n medica controlaba

casi el 25 por ciento de los votos y contaba con un nivel sig­nificativo de apoyo entre los otros miembros de la junta.

Como resultado, en noviembre de 1902 se observ6 a las fuerzas de Kellogg impulsar un ataque concertado para elegir

a Jones en lugar de Daniells como presidente de la junta Ejecutiva de la denominaci6n (AGD a C. C. Nicola, 30 de

julio de 1906). Daniells estuvo a la altura de la situaci6n, de­clarando, segun Jones, "'Yo no soy una pelota de futbol: que

pueda ponerse en juego en la cancha y luego sacarse de ella a patadas otra vez'" (AS, julio de 1922, 6). Aun cuando los

intentos por derrocar a Daniells fracasaron, la significaci6n del hecho no se le escap6 a Jones, que habia llegado a ver que

su esperanza de influir en la denominaci6n estaba en alinear­se con Kellogg.

La publicaci6n del libro de Kellogg, The Living Temple [El templo viviente], que habia sido escrito para que los adventis­

tas a to largo de la naci6n to vendieran como medio'para finan­

ciar la reconstrucci6n del Sanatorio de Battle Creek, comptic6 todavfa mas la situaci6n del grupo de Jones. Los dirigentes de­nominacionales condenaron las declaraciones pantefstas delli­

bro de Kellogg. Por to tanto, la controversia de The Living Temple lleg6 a ser un nuevo asunto divisivo entre 1901 y 1903.

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Reorganizarse para la Misi6n

Otro terra de disputa durante este perfodo era que Daniells

habfa comenzado a firmar documentos despues del Congreso

de la Asociacidn General de 1901 como "presidente" y no como "presidente de la junta". Daniells explic6 el cambio co , mo una necesidad. Si hubiese de firmar ciertos documentos

legales, argumentaba Daniells, tenfa que utilizar un tftuto aceptable a fin de que la gente no se confundiera respecto a

su posici6n real. El y la mayorfa de los miembros de la junta estaban de acuerdo en que "el significado de la expresion en

el Testimonio no era que la Asociacidn General no deberfa tener presidente, sino que el presidente de la Asociacidn Ge­

neral no deberia ser la 6nica persona a la que debieran refe­rirse los detalles de las diversas partes del cambo" (AGD a

WCW, 31 de mayo de 1901). W C. White estaba de acuerdo con la interpretaci6n de

Daniells, aduciendo que nunca habfa esperado que tal titulo fue­ra eliminado (WCW a AGD, 13 de agosto de 1906). Prescott

tambien coincidfa con Daniells y White, aun cuando ante­riormente se habia opuesto ardientemente al titulo. Cuando

Daniells to confront6 abiertamente con los problemas involu­crados en el cambio de 1901, Prescott se retract6. Para la pri­

mavera de 1902, Prescott estuvo incluso dispuesto a ser elegido vicepresidente de la Junta Ejecutiva de la Asociaci6n General.

Por otro lado, Jones permanecfa en irreductible oposici6n tanto al use de Daniells del titulo como al concepto mismo de

un presidente de la Asociacidn General, aun cuando, a me­diados de 1901, fue "elegido para la presidencia" de la Aso­ciacion de California, en palabras de W. C. White, "sin ningu­

na protesta al use del titulo" (WCW a AGD, 19 de junio de 1901). La amargura de Jones sobre el terra finalmente alcanza­

rfa dimensiones may6sculas en 1906. En el periodo entre los Congresos de la Asociaci6n General

de 1901 y 1903 tambien hubo otros temas que conspiraron para

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128 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

separar las fuerzas de Daniells y Prescott de la creciente alian­za entre Kellogg y Jones. Sin embargo, el tema central desde la perspectiva del doctor era el desdo de Daniells de convertir al programa medico en un Departamento de la Iglesia. Mas alla del control administrativo implicado en un cambio tal, Kellogg percibfa que el programa medico trascendfa las dis­tinciones denominacionales. Lo ultimo que querfa era verlo

como un Departamento de la iglesia.

La confrontaci6n definitiva, 1903 Los dirigentes de la denominacion se aproximaron al Con­

greso de la Asociaci6n General de 1903 con turbaci6n. A principios de ese ano, Elena G. de White habfa dicho que "el resultado de la ultima Asociaci6n General habfa sido la tris­teza mas grande y terrible de mi vida. No se hizo ningun cam­bio. El espfritu que debi6 haber imbuido a toda la obra como resultado de esa reuni6n no sobrevino porque los hombres no recibieron los testimonios del Espfritu de Dios. Al salir hacia

sus diferentes campos de labor, no anduvieron en la luz que el Senor habfa irradiado sobre sus sendas, sino que llevaron consigo a su trabajo los principios err6neos que han estado prevaleciendo en la obra en Battle Creek" (EGW a J. Arthur,

14 de enero de 1903). Los principales contendientes en ambos lados de la lucha

organizativa tambien abordaron el Congreso con premoni­ciones. Hacia finales de enero, Prescott inform6 a Daniells que Kellogg iba pot ahf afirmando que el y sus simpatizantes harfan "todo esfuerzo posible [ ... ] para derrocar la presente administraci6n" en las reuniones. Prescott asever6 que tenfa

muy buenas razones para creer que habrfa "una combinaci6n de todos los otros intereses para haber al hermano A. T: Jones

presidente de la Asociaci6n General" (WWP a AGD, 25 y 26 de enero de 1903).

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Reorganizarse para la Misi6n

Daniells tambien esperaba dificultades. "He descubierto", escribi6 a W. C. White inmediatamente antes del Congreso, Itque la corrupci6n que se nos llam6 a limpiar de esta deno minacion dos anos atras era mas grande de to que yo pensa­

ba, y existe dentro de las filas donde no se supone que exista"

(AGD a WCW, 11 de matzo de 1903). Unos pocos dfas des­pues, Kellogg tambien se carte6 con White expresando sus temores: "No tengo esperanzas para el futuro de esta obra a

menos que se deshaga el cfrculo formado pot Daniells, Evans y Prescott" (JHK a WCW 18 de marzo de 1903). Todas las

partes se aproximaban a la reuni6n con un espfritu conflicti­vo. El asunto en juego involucraba el control de la denomi­nacion y sus instituciones.

El Congreso de 1903 vendrfa a solucionar dos asuntos diff­ciles. El primero concernfa a la respuesta de una vez pot todas

a la pregunta de a quien pertenecfan las instituciones deno­

minacionales, incluyendo las medicas. El 2 de abril se cre6 el marco de actuaci6n cuando la Comisi6n para la Reorganiza­ci6n de las Instituciones recomend6 que "todas las institucio­

nes [han] de set propiedad directa del pueblo, bien sea de la Asociaci6n General, de la Union, de la Asociaci6n Estatal, o

del campo misionero organizado". Al dfa siguiente, los dele­gados debatieron acaloradamente la resoluci6n. Kellogg la

vio como una maniobra no demasiado sutil de la facci6n de Daniells para obtener el control total. Kellogg esperaba, se­

gun anadirfa el, que el Congreso aprobara la propuesta, pero agreg6 que el tenfa objeciones contra ella "y espero no verme

1i mitado pot ella en ninguna cosa en la que yo tenga algo que

vet" (1903 GCB 67, 74, 78). Con esa declaraci6n tan des­afiante, Kellogg le anadi6 fmpetu a un curso de acci6n que pronto to separarfa de la denominacion.

El segundo asunto problematico tenia que vet con al texto

revisado que procuraba rectificar las debilidades de la constituci6n

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13 O Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

que habfa sido adoptada en 1901. E19 de abril, el debate so­

bre esta constituci6n se abr6 con la presentaci6n del infor­me mayoritario sobre la constituci6n propuesta a los dele­

gados. Los aspectos controvertidos del informe eran que el cargo de presidente deberfa ser restablecido y que todos los

cargos directivos deberfan ser elegidos por los delegados en asamblea, dandoles asfun mandato de la iglesia y, al mismo

tiempo, obstruyendo un "golpe de estado", tat como el que se intents en noviembre de 1902 (1903 GCB 145, 146).

Un informe minoritario firmado por E. J. Waggoner, David Paulson y Percy T Magan sigui6 a la lectura de las resolucio­

nes de la mayorfa. El informe minoritario pretendfa que la propuesta de la nueva constituci6n volvfa del reves los pasos

de reforma dados en 1897 y 1901 y, acto seguido, argumenta­ba a favor del mantenimiento de la constituci6n de 1901

(1903 GCB 146,147). Los dos infoomms desataron un debate masivo en el que aflo-

raron de nuevo todos aquellos viejos argumentos en favor del individualismo radical, en el que cada miembro era conducido directamente por el Espiritu Santo. Cualquier cosa encima de

eso, sostenfan Jones y sus aliados, era tanto papismo como un

regreso al gobierno ec1esiastico anterior a 1901, con su fey pre­sidencial y sus pequenas juntas para la toma de decisiones (ve a­

se 1903 GCB 147-173). Waggoner destac6 que el habfa llega­do a la conclusi6n de que la unica raz6n por la que la iglesia

necesitaba organizaci6n era que esta no tenfa confianza en su lealtad al Espiritu Santo. Si la denominaci6n hubiera tenido la

clase correcta de confianza, argumentaba el, entonces el Espi­ritu la conservarfa unificada. Waggoner continu6 diciendo que cuando la iglesia tuviera la calidad apropiada de confianza, "las

constituciones podrian . dejarse de lado como si fueran juguetes de la ninez' y la organizaci6n serfa algo set pasado" (Sten 1903,

8 de abril de 1903,27-30, citado en BDO, SDA Org., 289).

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Reorganizarse para la Misi6n

A pesar de los apasionados argumentos contra la constitu­ci6n de 1903, el Congreso la acept6 por un pequeno margen. Jones, que habfa luchado energicamente contra la nueva cons,

tituci6n, hizo un fallido esfuerzo final de bloquear su acepta­ci6n declarando que se necesitaba una mayorfa de tres cuartas

partes para adoptar la constituci6n. Daniells se dio cuenta de que la "cruel" sugerencia de Jones to colocaba en "un momen­

to supremo" de su visa, puesto que no estaba nada seguro de la posici6n de los delegados. El presidente de la Asociaci6n Ge­neral hacfa bien en preocuparse porque la adopci6n fue apro­bada por cuatro votos de diferencia, el 3,7 % de los delegados

(AGD a GAL 5 de octubre de 1904; 1903 GCB 173). A la manana siguiente, Jones pidi6 el use de la palabra an­

tes de que se iniciara el programa del dfa. Inform6 que unos cuantos delegados le habfan preguntado si habfa dormido

bien despues de la adopci6n de la constituci6n. Respondi6 que no tenfa nada que discutir, que esa era "mi constituci6n

ahora. No habfa nadie mas fiel a esa constituci6n que yo [ ... ]. Tengo convicciones sobre su adopci6n, y las exprese, y ahf

acab6 todo [ ... ]. Quienquiera que sea elegido presidente no tends colaborador mas fiel que yo [ ... ]. La unidad con mis

hermanos es mucho mas importante para mf que cualquier conviccion personal u opiniones que yo pueda haber defen­dido" (1903 GCB 177).

A pesar de esas palabras conciliadoras, Jones nunca lleg6

a aceptar la reinstauraci6n de la presidencia de la Asociaci6n General. En 1906, Jones conden6 publicamente la constitu

ci6n de 1903 como un paso hacia la apostasfa al cual siempre se opondrfa (ATJ, Sorne History, 23). Su oposici6n surd, co­

mo veremos, hasta su muerte, aumentando su encono contra el asunto con el coffer del tiempo. Tanto su programa como

su persona habfan experimentado rechazo publico en 1903, algo siempre dificil de aceptar. Tat fue el caso de A. T Jones.

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132 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

La decision constitucional de 1903 to aboc6 definitivamente hacia el bando de Kellogg. Ademas, el hecho de que los dele­

gados hubieran reelegido a Daniells como presidente no ayu­

d6 en nada a cambiar su actitud. Durante los meses que siguieron, Jones y Kellogg solidifi-

carfan su alianza. Su distanciamiento formal de la denomina­

ci6n no tendrfa lugar hasta los anos de 1905 a 1909, pero a partir de la conclusion de las reuniones de 1903, pese a un par

de perfodos de arrepentimiento, ambos tomaron un rumbo

que tuvo un unico resultado. Kellogg y Jones se habian en­

frentado a Daniells y Prescott en una lucha por el poder y ha­bfan perdido. Acabaron uniendo sus fuerzas durante unos anos,

si bien tenfan grandes zonas de desacuerdo el uno con el otro. Una de esas zonas de desacuerdo tenfa que ver con los prin­

cipios de organizaci6n de Jones. Kellogg estaba convencido

de que los principios de Jones "seran hermosos cuando llegue­

mos al cielo, pero necesitamos tener alguna clase de organi­zaci6n" aquf en la tierra ("Entrevista en el hogar gel Dr. J. H. Kellogg", Ms no publicado, 7 de octubre de 1907). El doctor,

por tanto, representaba to opuesto a los ideales de Jones. Como dijo C. H. Parsons, Kellogg desempend "la posici6n de

papa por completo" en el programa medico (C. H. Parsons a AGD, 6 de enero de 1903). El punto principal que los unfa

era su posici6n contra un presidente de la Asociacidn Ge­

neral energico y la persona especffica de A. G. Daniells.

Reacciones: Congregacionalismo contra centralizaci6n, 1903-1909

Si Jones y sus colegas se oponfan al liderazgo energico o a cualquier liderazgo fuera de Cristo y el Espiritu Santo, Daniells

se fue hacia el otro extremo. "Toga junta debe tener un pre­sidente, que sera reconocido como la cabeza", le escribi6 a L. R. Conradi inmediatamente despues gel Congreso de 1903.

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Reorganizarse para la Misi6n 133

"Eso es muy obvio para requerir argumentaci6n. He dicho que una bandada de gansos tiene un Wer. No podemos cum-

plir tareas, ni llevar adelante nada que parezca esfuerzo orga­nizado sin servidores administrativos, y esto requiere de al­

guien seleccionado de entre los hermanos que haga las veces de administrador o ejecutor. No puedo armonizar la teorfa gel

doctor Waggoner con su practica. Pienso que todo este movi­miento contra la organizaci6n que vimos manifestado duran-

te la [reunion de) la Asociacidn es mas bien una tonterfa" (AGD a LRC, 1 de julio de 1903).

Si bien la posici6n de Daniells tenfa mucho de verdad, Elena G. de White temfa que llevara esa posicidn demasiado lejos. El dfa en que terming el Congreso de la Asociacidn General de 1903, ella le escribi6 diciendo que "Dios no que­

rrfa que usted suponga que puede ejercer poder sobre sus her­manos como si fuera un rey" (EGW a AGD y sus compane­

ros de trabajo, 12 de abril de 1903). Ella le repetirfa el mismo consejo muchas veces en los anos por venir. Como hombre

de voluntad fuerte que era, Daniells indudablemente se sin­ti6 empujado aun mas hacia el use autoritario de su posici6n

debido a la constante lucha con Kellogg y Jones. Su interes principal habfa sido la unidad de la iglesia. Por to tanto, el y

quienes argumentaban a favor de formas extremas de diversi­dad se polarizaban entre sf.

Jones, por su parte, nunca se cruz6 tranquilamente de bra­zos en respuesta a todo to que pasaba. Todo to contrario, en

julio publics One-Man Power [El poder de un solo hombre) a traves de la Pacific Press. Con un espfritu un tanto desconfia­

do y contrario a la monopolizaci6n, algo muy propio de aque­llos tiempos, Jones recrimin6 "el espfritu universal gel asocia­

cionismo". "Nunca ha sido de otra manera, y nunca dejara de serlo, que el poder de un solo hombre no se convierta en despo­

tismo" (pp. 1,4). Su sugestivo tftulo y su exposici6n no dejaban

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134 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

dudas de que tenfa en mente a Daniells. Jones, Waggoner y sus

colegas comenzaron a enmarcar sus comentarios concernien­tes a la Asociaci6n General en terminos papales y to hacfan

cada vez con mas frecuencia. Los asuntos organizativos ardieron a fuego lento durante

los anos 1904 y 1905, pero para inicios de 1906 la batalla es­ta116 abiertamente. El4 de febrero, Kellogg le facilit6 a Jones

un foro en la reuni6n mensual de la "familia del Sanatorio de Battle Creek". Su tema basico era la libertad religiosa. "Nin­

gun individuo", afirm6 Jones, "es responsable ante ningun otro hombre o grupo de hombres por su creencia en cuestion algu­

na". Definfa la libertad como "'la condici6n de estar exento del dominio de otros o de circunstancias restrictivas"'. Nuevamen­

te, Jones argumentaba simultaneamente contra la organizaci6n de la iglesia y a favor del individualismo radical. Pronto publi­

carfa su sermon como Relígíous Líberty [La libertad religiosal

(vease pp. 5, 15). Durante la reuni6n de marzo de la "familia" del sanatorio

se produjo la reaparici6n de Jones en un agresivo sermon que mas tarde fue publicado en un libro de 60 paginas. Los peri6-dicos de Battle Creek nuevamente aclamaron el logro de Jones. El Daíly Moon proclam6 que "el pastor Jones se ha mostrado a

sfmismo como un Moises al reunir a los extraviados seguidores de quienes luchan por el poder temporal, y llevarlos a la senda

sencilla del deter" (Daíly Moon, 5 de marzo de 1906). El liderazgo de la Asociaci6n General respondi6 en mayo

con un libro de 96 paginas titulado A Statement ReIutmg Charges

Made by A. T fones Agaínst the Spírít oI Prophecy and the Plan

oIOrganízatíon oI the Seventh-day Adventíst Denomínatíon [De­claraci6n en refutaci6n de los argumentos elaborados por A. T. Jones contra el espfritu de profecfa y el plan de organiza­

ci6n de la denominaci6n Adventista del Septimo Dial. Elli­bro, junto con la radical argumentaci6n de Jones, hizo mucho

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Reorganizarse para la Misi6n 135

por quebrantar el control que Jones tenfa en las mentes tanto

de pastores como de laicos en toda la denorninaci6n. Como resultado, para finales de ano, Jones habfa salido del centro de la controversia a la periferia. Lo mismo sucedio con Kellogg,

que fue borrado de la iglesia en 1907 y poco des pues 10gr6 arrebatar a la denominaci6n el control legal de la reconstruc-ci6n del sanatorio.

Puesto que los elementos descontentos no habfan logrado

capturar la estructura denominacional, los tiempos estaban maduros para un movimiento congregacional. En proporci6n

al tamano de la iglesia, el adventismo en la primera decada del siglo XX probablemente tuvo mas elementos disidentes

que los que ha tenido en cualquier otro momento de su his­toria, antes o desde entonces. Aparte de la gran division en

la denominaci6n respecto a la crisis de Kellogg-Jones-Battle Creek, tambien se deben incluir los casos de A. E Ballenger

(colega de Jones en la de cada de 1890), que proclamaba ha , ber sido "expulsado" de la iglesia debido a sus creencias sobre

la doctrina del Santuario a comienzos del nuevo siglo; 1. C. Sheafe (pastor afroamericano de la Iglesia Adventista del

Septimo Dfa del Pueblo, en Washington, D.C. ), quien en 1907 estaba en proceso de sacar a su congregaci6n de la denomina­

ci6n por supuestas discriminaciones raciales; y E. E. Franke (uno de los evangelistas mas innovadores y exitosos), que se

habfa enemistado con los disidentes de la denominaci6n. Ellos fueron los cabecillas de los descontentos.

La existencia de un grupo tan grande de adventistas des­contentos provey6 a Jones y sus asociados de una base para su

esfuerzo hacia una forma congregacional de organizaci6n. La publicaci6n de CospelSimplicity: The Need ofthe Hour [La

sencillez del Evangelio, necesidad del momento], de W. 1. Winner, dentista adventista, en diciembre de 1906, ayud6 a

Jones en su afan desorganizador. Daniells citaba la tesis de

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136 Nuestra organizacibn 1 iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

Winner en los siguientes terminos: ", Que cada iglesia sea su­prema en su campo, custodia unica de sus intereses y admi­

nistradora de sus fondos"'. Era un repudio obvio hacia toda la organizacibn de las Asociaciones. Daniells decia que Winner

habfa adoptado la doctrina de Jones y la habfa vuelto mils peligrosa porque el folleto de Winner estaba mejor escrito

que la obra de Jones sobre el tema (AGD aH. W. Cottrell,

20 de enero de 1907). "El significado de todo esto esta caaro", escribi6 Daniells.

"Al principio de nuestra controversia, los lfderes del sanatorio

pensaron que Bran to suficientemente fuertes para derrotar a la Asociaci6n General. Pronto descubrieron que estaban equivo­

cados. Lo que no habfan logrado mediante una andanada, pro­curaban lograrlo ahora poco a poco. Su objetivo es sembrar el

descontento entre las iglesias separaras; en cualquier lugar don­de puedan encontrar una iglesia que este desconectada del cuer­po, ellos avivariin la llama del descontento y, si fuera posible, los

induciran a separarse de la organizacibn general. Estoy seguro que esto era uno de los objetivos que A. T. [Jones] tenfa en su

gira de conferencias" (AGD a WWP, 20 de enero de 1907). La predicci6n del presidente de la Asociaci6n General era

muy exacta. Durante los meses siguientes, Jones ayud6 tanto

a Sheafe, en Washington, D.C., como a Franke, en Newark, Nueva Jersey, a sacar a sus congregaciones de la denominaci6n.

Lo que esperaban las fuerzas congregacionales, y to que te­

mfan los lfderes denominacionales, era que el exodo congre­gacional se volviera un movimiento general. La editorial Good

Health [Buena salud] de Kellogg habfa producido el Gospel Simplicity, y la mayor parte de la impresi6n inicial de diez mil

ejemplares lleg6 a las menos de Jones para distribuci6n masi­va en las iglesias. Para finales de enero de 1907, por to menos

un tesorero de Asociaci6n habfa informado que "algunos de entre nuestro pueblo ya [estan] reteniendo sus diezmos [ ... ]

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Reorganizarse para la Misi6n

como resultado de la lectura de este folleto" (AGD a WCW 23 de enero de 1907).

Predicando a la iglesia del pueblo en Washington, D.C., en abril, Jones alegaba que la Asociaci6n General no tenfa futuro cierto. "El pensaba", contaba W. A. Colcord, "que esa organizacibn sufrirfa tal descalabro, que no quedaria nada de ella". Despues de que Jones hubiese ridiculizado "la idea de tener 'juntas' y 'presidentes' en la obra religiosa, y de haber

realizado algunos declaraciones atrevidas respecto a que cada individuo fuera absolutamente independiente de cualquier otro en todos los asuntos religiosos", Colcord le pidi6 que ex­

plicara publicamente Hebreos 13: 17: "Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos". Jones ignor61a pregunta, aun

cuando Colcord la formul6 dos veces. Su error en no respon­der "caus6 un gran desasosiego en la congregaci6n", dijo Colcord, "y pienso que muchas personas vieron de verdad que Jones estaba ensefiando doctrinas espurias, algo que no armonizaba con la Biblia". Colcord tambien le pregunt6

cuando tiempo habia pasado desde que el habfa sido presiden­te de algo. Esa pregunta tambien puso a Jones en entredicho, puesto que aun era presidente del Colegio de Battle Creek de Kellogg, aun cuando el predicaba regularmente contra el tftu-10 y el cargo de presidente (W. A. Colcord a E. W. Farnsworth, 25 de abril de 1907).

La batalla por las iglesias, mientras tanto, avanz6 tan rapi­damente como Franke, Sheafe, Winner y Jones la pudieron Impulsar. Para la primavera de 1907, sin embargo, las fuerzas de la Asociaci6n General se habfan organizado completamente para combatir esta tendencia hacia el congregacionalismo. Daniells public6 en la Revíew una serie de quince articulo s que se extendi6 desde el31 de enero hasta el16 de mayo de 1907. En ellos traz6 la historia de la organizacibn adventista y de las luchas y consejos de Jaime y Elena G. de White sobre el tema

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13 8 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

y tambien enfatiz6 la estructura organizativa ordenada por

Dios dada por el Senor a Moises. Aparte de la andanada de

Daniells, la denominaci6n tambien hizo circular el libro de J. N. Loughborough, The Church: Its Organization, Order and

Discipline [La iglesia: su organizacion, orden y disciplina]. Elena G. de White, que ya tenfa una edad avanzada, tam­

bien se uni6 a la refriega. Ella escribi6 to siguiente el 16 de enero de 1907: "iOh, c6mo se regocijaria Satanas si tuviera exito en sus esfuerzos por infiltrarse en medio de este pueblo y

desorganizar la obra en un momento cuando la organizaci6n

completa es esencial, puesto que sera el mayor poder para im­pedir la entrada de movimientos espurios, y para refutar pre­tensiones que no tienen apoyo en la Palabra de Dios! Necesi­

tamos sujetar las riendas en forma pareja, para que no se des­

truya el sistema de organizaci6n y orden que se ha levantado gracias a una labor sabia y cuidadosa. No se debe permitir la ac­

ci6n de ciertos elementos desordenados que desean manejar la obra en este tiempo. Algunos han adelantado la idea de que, a medida que nos acerquemos al fin del tiempo, cada hijo de

Dios actuara independientemente de toda organizaci6n reli­

giosa. Pero he sido instruida por el Senor en el sentido de que en esta obra no existe tal cosa como que cada hombre puede

ser independiente" (TM 489). Elena G. de White anadi6 que aun las estrellas en los cie­

los estan sujetas a la ley. Aquellos que procuraban trabajar de

manera independiente eran semejantes a caballos no doma­dos. "Cuando uno tira hacia adelante, el otro tira hacia atras"

(TM, 490). Aquf vemos a Elena G. de White remontandose al tema de que "Babilonia equivale a desorganizaci6n" que ella

present6 a principios de la decada de 1860. Ella pidi6 que es­ta y otras declaraciones mas sobre el tema fueran lefdas en el Congreso de la Asociaci6n de California a finales de enero y,

poco despues, que fueran publicadas como Testimonies to the

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Reorganizarse para la Misi6n 139

Church Regarding Individual Responsibility and Christian Unity [Testimonios para la iglesia con relaci6n a la responsabilidad individual y a la unidad cristiana].

La administraci6n de la Asociaci6n General "dispar6" una

segunda andanada inmediatamente antes del Congreso de la Asociaci6n General de 1909. W A. Spicer presents una serie

de ocho artfculos sobre la organizaci6n de la iglesia en la Review. Tambien se volvi6 a publicar en forma de folleto co­mo Gospel Order [El orden evangelico].

Ese mismo ano, Elena G. de White facilit6 otra presenta­

ci6n del tema en un artfculo titulado "El espfritu de indepen­dencia", que fue lefdo ante el Congreso de la Asociaci6n Ge­

neral e130 de mayo. Ella escribi6: "el espfritu de desorganiza­ci6n esta en el mismo afire que respiramos. Algunos conside­

ran que todos los esfuerzos hechos para establecer el orden son peligrosos, y los tienen por restricci6n de la libertad per­sonal, algo que debe ser temido como el papismo". Ella se

refiri6 a tales individuos como "almas enganadas". Y en el resto del texto present6 la esencia de su consejo de 1907 so­

bre el objetivo de Satanas de desorganizar la denominaci6n

(9T 257,258; 3JT 405; la cursiva no esta en el original). Debemos destacar que la posici6n de Elena G. de White

no era unilateral. Dejaba lugar a la individualidad y sefial6 que "ningun hombre debe renunciar a su juicio para ser do­

minado por el de cualquier otro hombre". Tambien se refiri6 a aquellos tiempos cuando ella no consideraba las decisiones de los cargos directivos de la Asociaci6n General como la voz

de Dios, puesto que era solamente la voz de unos "pocos hom­

bres". Pero "cuando en una sesi6n de la Asociaci6n General se expresa el juicio de los hermanos congregados de todas partes del

campo, la independencia y el juicio particulares no deben sostenerse con terquedad, sino entregarse [ ... ]. Las decisiones

de un Congreso de la Asociaci6n General compuesto de una

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140 Nuestra organizaci6n / !Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

asamblea de hombres debidamente nombrados como repre­sentantes de todas partes del campo" deben respetarse. "Dios

orden6 que tengan autoridad los representantes de su iglesia de todas partes de la tierra, cuando estan reunidos en el Con­

greso de la Asociaci6n General" (9T 259-261; 3JT 408, 409).

De esta manera, Elena G. de White se puso del lado de Daniells en terminos muy claros, aun cuando ella continuaba amones­

tandolo sobre los peligros de ejercer demasiada autoridad per­sonal. Su ideal era la unidad en la diversidad. En ese particu­lar, no habfa cambiado desde que ella y Jaime lucharon con­

tra la ideologfa de que "la organizaci6n equivale a Babilonia",

alla por las decadas de 1850 y 1860. Para 1909, la denominaci6n habfa ganado la batalla entre

una organizaci6n centralizada y el congregacionalismo. Los

cabecillas de to que Daniells lleg6 a considerar como el parti­do de la "desorganizaci6n" ya habfan abandonado la denomi­

naci6n. Ni Kellogg ni Jones se unirfan a otra denominaci6n

en to que les quedaba de vida. A Jones le fueron retiradas sus credenciales ministeriales

en 1907 y file expulsado en 1909. Habiendose asociado con

diversos grupos independientes durante la siguiente decada, su 61 tima asociaci6n fue con un grupo de pentecostales que guarda­

ban el sdbado. Lleg6 a escribir que hablar en lenguas y guar­dar el sdbado debfan lt juntos. ''Ahora': comunic6 Jones, "en su Providencia y por su buen Espfritu, el Senor estd combi­nando en un bendito pueblo la verdad pentecostal y la verdad del sabado, que siempre debieron haber estado combinadas, y asf sera de ahora en adelante" (AS, septiembre de 1922, 7, 8).

Con el surgimiento de este nuevo grupo, la personalidad

carismdtica de Jones, que habfa sido evidente durante toda su vida, vislumbr6 una oportunidad de realizaci6n personal. De

hecho, la perspectiva que ellos sostenfan de una organizaci6n eclesidstica dirigida por el Espfritu habfa informado la propia

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Reorganizarse para la Misi6n

visi6n de Jones del terra durante los inicios de la decada de 1890. Predicaba en sus campamentos y convivfa con sus mi­

nistros. Sin embargo, esta euforia dur6 poco tiempo porque "cometieron el pecado definitivo": habfan comenzado a orga­

nizar una denominaci6n. Lo mismo, exclamaba Jones, que habfa "echado a perder el movimiento observador del sdbado del Senor de los dltimos dfas" estaba "echando a perder el movimiento pentecostal del Senor de los ultimo s dfas". Para Jones, ese era el error final. Equivalia a expulsar al Espfritu (AS, octubre de 1922,3,4).

H. M Lawson, la persona que, tras la muerte de Jones en

1923, se hizo cargo de los trabajos editoriales que este aten­dfa en el American Sentinel of Religious Liberty [El centinela americano de la libertad religiosa], tambien luch6 con la he­rencia de las perspectivas organizativas de Jones. "Llevo seis anos esforzandome", le escribi6 Lawson a E. S. Ballenger en 1928, "por encontrar tres o cinco buenos hombres fieles a la verdad que se unan a mf para organizamos, pero ellos se echan atr9s y exclaman: El hermano Jones nos aconsej6 que

nunca volviesemos a ligamos con nada". Nueve anos des­pues, Lawson adn no habfa sido capaz de organizar un cuerpo

de creyentes. "Desde aquel momento en que A. T. Jones lan­z6 a los cuatro vientos el folleto sobre el terra de la organiza­ci6n eclesidstica", se quejaba Lawson, "sus amigos se han ne­

gado a escuchar cualquier cosa que no se atenga a su ensenan­za" (H. M. Lawson a E. S. Ballenger, 14 de agosto de 1928; 22

de junio de 1937). Ese fue el fruto duradero de la forma de entender la organizaci6n de la iglesia promovida por Jones, Waggoner y sus colegas.

Perspectivas sobre la reorganizaci6n

La reorganizacidn, igual que la organizaci6n de la iglesia en la decada de 1860, marc6 el fin de una era en la historia

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142 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

adventista. En diversos aspectos podemos establecer un para­lelismo entre la reorganizaci6n y la guerra civil norteamerica­

na. La propia naturaleza del adventismo y su misi6n estaban en juego. El resultado final fue que se mantendrfa la unidad

mas bien que la fragmentaci6n. La iglesia habfa optado por la centralizaci6n y la unidad en vez del congregacionalismo.

Esa unidad, sin embargo, no serfa absoluta. En el mejor de los casos, serfa mas bien unidad en la diversidad. La reorgani­zaci6n de 1901-1903 procur6 extender la unidad al traer las

organizaciones auxiliares bajo la cobertura de la Iglesia mien­tras que, al mismo tiempo, creaba diversidad mediante la for­

maci6n de Uniones para supervisar la obra de la denomina­ci6n en diversas zonas del mundo. La reorganizaci6n logr6

modificar la estructura existente mas bien que crear un nuevo

modelo de organizaci6n eclesiastica. La modificaci6n, sin embargo, no era el ideal que algunos de

los delegados llevaban consigo a las reuniones de 1901-1903. La

facci6n de Jones-Waggoner habia buscado la revoluci6n total. Al final, su apuesta por revolucionar las estructuras de la Igle­

sia fracas6 por varias razones. Pes6 to suyo que su modelo fue­se teol6gicamente inadecuado en el sentido de que se centra­

ba en el miembro de iglesia individual y no dejaba espacio pa­ra un enfoque practico de acci6n unificada. Mientras Jones,

Waggoner y los otros abogaban por un individualismo extre­mo que no necesitaba coordinaci6n humana, pasaron por

alto el hecho de que, en ambos testamentos, la Biblia sostie­ne elementos estructurales que establecen marcos y lfmites

para la acci6n unificada. Quizas Moises y Pablo son las mejo­res ilustraciones de este hecho. Te6ricamente, estaba muy bien

decir que las personas trabajaran en armonfa mutua si estan todas convertidas, pero la imagen bfblica refleja menos perfec­

cionismo y una visi6n mas compleja del pecado que la que observaban los aspirantes a "revolucionarios" dentro del ad,

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Reorganizarse para la Misi6n

ventismo. Lo cierto es que aun los individuos convertidos no estan completamente santificados. La perspectiva bfblica es mucho mas realista sobre la naturaleza humana y la necesidad de una estructura que la propuesta hecha por Jones, Waggoner y sus colegas.

Fue a ese idealismo individualista desequilibrado al que res­pondi6 Daniells cuando dijo que crefa que "tenemos que ver

las condiciones. Nosotros afrontamos condiciones, no teorfas [ ... ]. Cuando lleguemos al cielo, no haremos muchas de las

cosas que estamos haciendo aquf. Tendremos condiciones muy diferentes, estaremos en un estado ideal, y podremos vivir idealmente; pero mientras estemos aquf en este mundo, y es­

temos afrontando condicionantes, tenemos que reaccionar a estos condicionantes de la mejor manera posible para llevar

adelante la obra que Dios nos ha dado" (Sten 1903,9 de abril de 1903, 70-72, citado en BDO, SDA Org., 296). En pocas

palabras, Jones y sus amigos abogaron por una teorfa inade­cuada tanto teol6gica como sociol6gicamente.

Su hermeneutica tambien era defectuosa. Por ejemplo, sacaban varias de sus citas de Elena G. de White fuera de su contexto literario y las hacfan decir algo que ella no tenfa en mente. Una ilustraci6n evidente es la repetida afirmaci6n de Jones y Waggoner de que "no es sabio elegir a un hombre como presidente de la Asociaci6n General" (EGW a los Pre­sidentes de Asociaci6n, agosto de 1896). Segun se observ6 anteriormente, ella nunca quiso decir que debe haber mas de uno o ninguno, como defendi6 repetidamente el grupo de

Jones y Waggoner, sino que "la obra de la Asociaci6n Gene­ral nunca debiera haber descansado en un solo hombre"

(EGW Ms 91, 1899). Elena G. de White no tenfa problemas con el tftulo de "presidente". De hecho, to utilizaba regular­mente para referirse al dirigente de la Asociaci6n General. A

la larga, la teologfa, sociologfa y hermeneutica equivocadas

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Nuestra organizaci6n I Aliada o enemiga de la gran cornisi6n?

del grupo revolucionario se volvieron contra Jones, Waggoner y sus companeros. Algunas de sus pretensiones resultaron de­masiado extremistas y unilaterales para el grueso de los dele­

gados en los Congresos de la Asociaci6n General de 1901 Y

1903. El enfoque adoptado por la facci6n de Daniells y Prescott

era mas sensato y practico. En ese sentido, estaba en plena ar­

monia con el enfoque de Jaime White a principios de la deca­da de 1860, cuando estableci61a perspectiva hermeneutica

de que eran apropiadas las estructuras que no estuvieran en conflicto con la Biblia o el sentido comun. Las propuestas de

Daniells tambien seguian a White en su orientaci6n misio-16gica. El enfoque del presidente de la Asociaci6n General

era reorganizar con miras a la funcionalidad. La necesidad de la Iglesia, segun la veia el, era crear estructuras administrati­

vas que completarian la obra de llevar el mensaje adventista a los confines de la tierra en tan corto tiempo como fuera po­

sible a fin de que Cristo pudiera venir. Asi, el, como to habia hecho Jaime White anteriormente, se vali6 de un enfoque

pragmatico y no de uno te6rico para la cuesti6n de la reorga­nizaci6n de la denominaci6n. La eficiencia en la promoci6n y coordinaci6n de la misi6n del adventismo lleg6 a ser el

punto central para Daniells y sus colegas. El enfoque hacia la organizaci6n caracterizado por la efi­

ciencia de cara a la misi6n result6 muy aceptable para los

delegados a la Asociaci6n General porque estaban acostum­brados a ese formato y llevaban operando sobre esa base des­

de la decada de 1860. Con todo, seg6n senala Barry Oliver, la denominaci6n perdi6 algo valioso en 1901-1903 debido a la atm6s€era polemica en la que fue discutido el tema de la orga­

nizaci6n. El bando de Jones-Waggoner abord6 el tema teol6-gicamente a traves de su comprensi6n de la justificaci6n por

la fe y el papel de Cristo en la iglesia. Por to tanto, a pesar de

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Reorganizarse para la Misi6n 145

los extremos, procuraban hacer que la denominaci6n pensa-

ra sobre la estructura ec1esiastica teol6gicamente y no solo en el nivel pragmatico. Ciertamente, su enfasis en el sacerdocio

de todos los creyentes y el senorfo de Cristo como cabeza serf, an ingredientes esenciales en cualquier comprensi6n de la

organizaci6n de la iglesia (vease BDO, SDA Org., 221-240, 333-336). Una consideraci6n seria de las contribuciones po­

sitivas del bando de Jones habria enriquecido la comprensi6n de la iglesia por parte del adventismo, pero el sosiego en las

deliberaciones no pudo darse en medio de aquella atm6sfera tan polemica. El adventismo aun tenia delante de sf la tarea

de desarrollar una noci6n adecuada de la ec1esiologia para reforzar e informar su enfoque de los asuntos organizativos.

La atm6sfera polemica de los Congresos de la Asociaci6n General de 1901-1903 tuvo otro efecto discordante. Se esco­

r6 el debido equilibrio entre la unidad, la diversidad, la rigi­dez y la adaptabilidad, tan necesarios en una iglesia mundial. Oliver senala que mientras que en 1901 y 1902 Daniells estu­

vo abierto a la diversidad y adaptabilidad, la acalorada bata­lla con Kellogg y Jones to forz6 hacia el extremo del espectro

caracterizado por la rigidez y la unidad. Puede que hubiese deseado la diversidad, pero dificilmente podia permitir las

formas promovidas por Jones y otros. Por to tanto, Daniells, en un intento de sobreponerse a los extremos en to relativo a

la diversidad, luch6 por mantener la unidad (vease ibid., 296-

322). El final fue una centralizaci6n de la autoridad que no habria podido surgir en un ambiente mas fraternal. Como re­

sultado, para el ano 1903 encontramos a Elena G. de White reprendiendo a Daniells por su empleo de la autoridad casi en

la forma en que ella habia hablado a los presidentes de la Aso­ciaci6n General antes del Congreso de 1901, Congreso que su­

puestamente habia resuelto el sindrome del "poder regio" de una vez por todos. Desafortunadamente, las administraciones

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146 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran cornisi6n?

subsiguientes se hen visto tentadas de vez en cuando a adop­ter el enfoque de la presidencia de la Asociacidn General uti­

lizado por Daniells. Elena G. de White, que desempen6 un papel mas crucial

en 1901-1903 que en 1861-1863, sinti6 Bran angustia porlas luchas acaecidas en ocasi6n de la reorganizaci6n. Ella parecfa

set de las pocas personas capaces de mantener una perspecti­ve equilibrada. Para ella no eran ni la unidad de Daniells ni

la diversidad de Jones a to que la iglesia debia apuntar, sino al ideal de la unidad en la diversidad, que ella present6 con tanta

claridad ante el Congreso de la Asociacidn General de 1909 tratando de conjugar la necesidad de individualismo y la de­

bida autoridad de la Asociacidn General en asamblea (vease 9T 257-261). De la misma manera, durante el conflicto ella

present6 posiciones con relaci6n a la organizaci6n de la Igle­sia que se superponfan a las de ambos bandos. En consecuen­

cia, no solo enfatiz6la organizaci6n pragmatica para la mi­si6n, sino tambien temas bfblicos como el senorfo de Cristo

como cabeza de la iglesia y la necesidad de un nuevo naci­miento como fundamentos de la renovaci6n estructural.

Aunque Elena G. de White us6 elementos procedentes de los argumentos de ambas partes en la batalla por la reorgani­zaci6n, las circunstancias la obligaron a inclinarse de parte de

Daniells en contra de los extremos de la orientaci6n de Jones­

Waggoner. Ella vio que el resultado final del enfoque de estos dos ultimos era la desorganizaci6n. En consecuencia, apoy6

los resultados de la reorganizaci6n de los Congresos de 1901-1903, aun cuando tuvo que advertir a Daniells de vez en cuan­

do respecto a su tendencia a centralizar la autoridad en su pro­pia posici6n.

El producto final de los Congresos de 1901 y 1903 fue una

organizaci6n eclesiastica basada en la necesidad pragmatica de la misi6n de la denominaci6n mas bien que en una estruc-

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Reorganizarse para la Misi6n 147

tura rfgida que no puede ser modificada segun cambien las condiciones de la iglesia y del mundo. Lo mismo puede decir-se de la organizaci6n de 1861-1863. Cuando el cambio de cir­

cunstancias aconsej6 la modificaci6n de su estructura, el ca-mino estaba despejado. En el adventismo del septimo dfa, la for-ma de gobierno ec1esidstico no estd fraguada como si se tratase de

una especie de aglutinante doctrinal, sino que estd abierta al cam-

bio y el desarrollo cuando las necesidades de la mision fructffera de

la denomination demanden un cambio de enfoque o proceder. Una iglesia viviente no puede encerrarse en los estertores de una estructura inflexible, incapaz de responder a la alteraci6n de circunstancias.

M. C. Wilcox vio esa verdad claramente durante el Con­

greso de 1903. Hablando de la constituci6n propuesta e19 de abril, Wilcox dijo a sus companeros delegados: "Si hemos de fi jar este asunto muy dentro de nuestras almas [ ... ], no nos lia­remos con el papeleo y sentiremos que todo tiene que hacerse exactamente igual. A veces hay cameos diferentes que deman­

dan organizaciones diferentes, y yo espero que cuando ese cam­po, tiempo y lugar lleguen, Dios tendrd hombres que estardn dis­

puestos a prescindir del papeleo, si fuera necesario, y formar la or­

ganizaci6n en annonfa con el carneo, de acuerdo con las exigencies del momento" (Sten 1903,9 de abril de 1903,20, 20a, citado en

BDO, SDA Org., 302; la cursive no esta en el original). Ese consejo aun sigue siendo necesario en el siglo XXI en

una organizaci6n que frecuentemente se ve tentada a caer en el pozo de la rigidez. Y no solamente es un consejo sabio, sino que

esta en plena armonfa tanto con los principios bfblicos como con la motivaci6n misio16gica que ha reforzado el enfoque his­t6rico del adventismo hacia la organizaci6n eclesiastica.

Antes de presentar las necesidades organizativas de la era actual, examinaremos primero los retoques a la organizaci6n de 1901-1903 ocurridos despues de 1910.

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Retocar el sistema

(191a )

urante las decadas que siguieron a la reorganizaci6n de 1901-1903 se vio una expansion denominacional sin precedentes. Daniells, en su mensaje introducto

rio al Congreso de la Asociaci6n General de 1909, destac6 que "el crecimiento y extensi6n de nuestra causa demuestran

mas claramente cada ano el valor de la organizaci6n total, y el significado de la instruccion que vino a nosotros mediante

el Espfritu de Profecfa en el Congreso de 1901 con referencia a la reorganizaci6n. Alli no se nos dijo que nos des-organiza­

ramos, sino que nos re-organizaramos". Mas aun, Daniells hizo notar que los miembros de la junta

Ejecutiva de la Asociaci6n General habfan aumentado de trece a cuarenta, el numero de Uniones de dos a 21, y el nu­

mero de Asociaciones locales de 45 a 102. Luego hab16 de los siete Departamentos integrados a la Iglesia procedentes de las

organizaciones auxiliares. Daniells concluy6 sus comentarios informando que "la reorganizaci6n que ha tenido lugar desde

el Congreso de 1901 ha atrafdo al circulo administrativo mas de quinientas personas que no estaban anteriormente, y los

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15 O Nuestra organizaci6n I iA1iada o enemiga de la gran comisi6n?

resultados demuestran que ese cambio ha aumentado consi­derablemente la eficiencia de la administraci6n de la obra"

(1909 GCB 8). Al presentar tales datos estadfsticos, el presidente de la

Asociaci6n General intentaba demostrar que la autoridad ciertamente se habia distribuido a to largo del campo mundial. No solo habia mas personas incluidas en to toma de decisio­

nes, sino que el sistema de Uniones y el departamental habfan transferido gran parte de ese proceso a diversas regiones del

mundo. Tambien es importante reconocer que en 1909 el desplie-

gue renovado de personal en papeles de toma de decisiones indudablemente habfa aumentado la eficiencia del funciona­

miento de la denominaci6n y habfa incrementado su progra­ma misionero. Desgraciadamente, la multip1icaci6n de los cargos administrativos sigui6 creciendo durante el resto del siglo XX, hasta que, habia finales de este, muchos se pregun­taban si el sistema no se habia excedido y, en consecuencia,

habia perdido su capacidad de funcionar con la maxima efi­

CienCia.

Ese terra sera abordado en nuestro ultimo capitulo. Mien­tras tanto, examinemos los retoques fundamentales que se die , ron al modelo reorganizado de la estructura de la Iglesia Ad,

ventista del Septimo Dfa.

El desarrollo de las Divisiones El cambio mas significativo a la estructura de la iglesia

desde 1903 ha sido la creacidn de Divisiones de la Asocia­

ci6n General en 1918. El impulso para la creacidn de Divi­siones se origin6 en Europa. Casi desde el principio de la acti­

vidad adventista en Europa, las diversas naciones deseaban una organizaci6n general europea. Para 1882, los segmentos

nacionales se habian agrupado en to que lleg6 a conocerse

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Retocar el sistema

con el nombre de Consejo Europeo de las Misiones Adven­

tistas del Septimo Dfa. Luego, en 1893, el campo europeo se convirti6 en la regi6n numero ocho de la Asociaci6n Ge­neral. El Congreso de 1897 de la Asociaci6n General, debido a la consigna de que "un hombre" no fuera el presidente de la Iglesia, dio paso a la creacidn de "tres grandes Divisiones", ca­da una con su propio presidente de Asociaci6n General. Co­mo finalmente sucedi6, sin embargo, los camps de Europa y Oceanfa llegaron a considerarse como Uniones, dejando asf al presidente de la Asociaci6n General norteamericano como dirigente efectivo en todo el mundo, algo que, desde luego, ni Jones, ni Waggoner ni Prescott habian defendido.

El cambio siguiente tuvo lugar e123 de julio de 1901, cuando los dirigentes adventistas europeos formaron la Aso­ciaci6n General Europea. "Todos creyeron", escribi6 Guy Dail, "que habfa llegado el momento" para un movimiento tat. "Todos eran mas conscientes que nunca de la urgente ne­eesidad de tat organizaci6n" (RH, 3 de septiembre de 1901,

576). El energico L. R. Conradi dirigi6 la junta de la Aso­ciaci6n General Europea, que "asumirfa la misma clase de la­bor que la Junta de la Asociaci6n General en Norteamerica" (1901 GCB 517). Es muy significativo que A. G. Daniells, dirigente de to que se habia convertido en la otra Asociaci6n General, no era miembro de la Junta Ejecutiva de la Asocia­

d6n General Europea. De hecho, como senal6 mas tarde L. H. Christian, la "denominaci6n tenfa en realidad dos Asociacio­nes Generates, cada una con su constitucio'n y su circunscrip­c1t5n" (Pioneers and Buílders ofthe Advent Cause in Europe, 95).

Los problemas potenciales de un proceso semejante para la

dhnominaci6n indudablemente fueron captados perfectamen­tt por las mentes de Daniells y Prescott, pero durante todo el alto 1906 estuvieron ocupados en la lucha con Kellogg y Jones

por su propia supervivencia. Para 1907, sin embargo,

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152 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

Daniells y Prescott estaban listos para acometer el asunto. Ese

ano, la reuni6n anual de la junta Ejecutiva de la Asociaci6n General se convoc6 en Gland, Suiza. Los dirigentes europeos

esperaban que su organizaci6n se hiciera cargo del Congreso, puesto que la junta se estaba dando en su territorio, pero

Daniells ejerci6 su autoridad y la junta actu6 a modo de co­misi6n de la Asociaci6n General mundial. Despues de una dis­

cusi6n mas bien acalorada de los principios que subyadan a una obra mundial unificada para la Iglesia, la Junta Ejecutiva

(dirigentes europeos incluidos) vot6 "que la organizaci6n de­nominada Asociaci6n General Europea, organizada por el consejo de la Asociaci6n General en 1901, quede suspendi­

da". En lugar de dicha estructura, se eligi6 un vicepresidente de la Asociaci6n General mundial "para hacerse cargo de la

supervisi6n general de su obra en la Divisi6n Europea del

campo mundial". Aparte del vicepresidente, la estructura ad­ministrativa europea habfa de tener un secretario, que tam­

bien servirfa como miembro en la Junta de la Asociaci6n General, y un subtesorero nombrado por la junta de la Aso­

ciaci6n General (GCC Min, 16 de mayo de 1907). Tal perdida de rango, como cabrfa esperar, no dej6 al seg­

mento europeo de la denominaci6n en el mejor espfritu. L.

H. Christian informa que "cuando fuimos a Europa en 1920,

escuchamos mas del Concilio de Gland de 1907 que de nin­g6n otro" (Píoneers and Buílders, 97). Alguien de importancia

entre los insatisfechos era Conradi, ex presidente de la Aso­ciaci6n General Europea y nuevo vicepresidente para Euro­

pa. A finales de 1911, Conradi iz6 la bandera de combate en una carta al tesorero de la Asociaci6n General que no dej6

dudas para nadie respecto a sus intenciones futuras. El crefa que las diversas zonas del mundo debfan segmentarse en "Di­visiones de sosten propio" , cada una con "derechos constitu­

cionales". Una propuesta tal, argumentaba Conradi, acabaria

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Retocar el sistema 153

de completar a la organizaci6n adventista. La carta conclufa con la sugerencia de que el tesorero "considerara el asunto",

puesto que "de seguro saldra a relucir en el siguiente Congre-so de la Asociaci6n General" (LRC a W. T. Knox, 5 de no­viembre de 1911).

Esa carta puso al presidente de la Asociaci6n General en

alerta total. El mismo dfa que lleg6 la carta de Conradi, Daniells le escribi6 a W. C. White, destacando que la propuesta sonaba a reavivamiento de la Asociaci6n General Europea. "En el mo­

mento que se de ese paso", escribi6 Daniells, "la unidad mun­

dial que ahora tenemos se rompera". La carta recalcaba que la situaci6n requerfa un estudio cuidadoso y que solamente te­

nfan dos opciones: "Hacer los mejores planes posibles para una Divisi6n tal" o "preparamos para defender el plan que hasta

ahora tenemos" (AGD a WCW 24 de noviembre de 1911). W C. White, que por ese entonces hada las veces de in­

termediario entre su madre de 83 anos y los lfderes de la Igle­

sia, le mostr6 la carta de Daniells a Elena G. de White. Ella la ley6 "muy pausadamente" y hab16 "largo y tendido" sobre

el tema de una mayor independencia para los grandes secto­res de la iglesia mundial. Willie parafrase6 la reacci6n de su

madre cuando dijo que "mientras nuestra obra pueda ser ad­ministrada con sabidurfa y se pueda mantener el espfritu de

armonfa, es mejor que permanezca unida. Las divisiones y las subdivisiones, que pueden parecer deseables, abriran la puer­

ta para que algunos hombres que son lfderes estampen su in­dividualidad sobre la obra". Mientras haya hombres humildes

que trabajen juntos en armonfa, "no busquemos separamos

en partes independientes a la primera ocasi6n, sino busque­nios mantener la unidad existente de la obra tanto como sea posible."

Willie agreg6 que este tema estuvo mucho en los pensa­

Wnientos de su madre en los siguientes dfas. Lo que ella temfa

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Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

en realidad era el "peligro de que algunos hombres con men­tes descollantes se propondrfan dejar la marca de su individua­lidad impresa sobre el conjunto de la obra en todo el mundo". En ese caso, podrfa ser una "necesidad hacer Divisiones".

Aparentemente, ella tenfa en mente unidades organizativas que tendrfan un grado importante de independencia respec­

to de la Asociaci6n General. Ella aun temfa la clase de poder autoritario contra el cual habfa arguido en 1901. Hay que destacar que su mensaje contenfa una leve indicacio'n para Daniells sobre el tema. Ella cerr6 sus comentarios senalando

que con el actual enfoque espiritual-evangelico que segufa Daniells, era "mejor mantener la unidad mundial" (WCWa

AGD, 4 de diciembre de 1911). Un mes despues, Daniells contest6, agradeciendo a la Sra.

White por sus alentadores comentarios. Tambien coment6 que recientemente habfa asistido a unas reuniones en Gran Bretana y habfa hablado del asunto con Conradi y sus asocia­dos. Esas conversaciones no le dejaron dudas respecto a las intenciones de ellos (AGD a WCW 4 de enero de 1912).

El 28 de abril de 1912, el liderazgo europeo vot6 unanime­

mente solicitar al Concilio Anual de la Asociaci6n General que se considerase "la viabilidad de enmendar la Constituci6n

de la Asociaci6n General en su Congreso de 1913 a fin de es­tipular el perfeccionamiento de las organizaciones depen­

dientes de la Divisi6n" (EDGC Min, 28 de abril de 1912). El Concilio Anual recogi6 la petici6n el 25 de septiembre.

Los dirigentes europeos no estaban contentos ·de tener como dirigente a un vicepresidente de la Asociaci6n General. Que­rfan tanto un presidente de Divisi6n como una circunscrip­ci6n europea que eligiera sus cargos directivos. Segun to vefan ellos, el presidente de la Divisi6n tambien sera vicepresidente de la Asociaci6n General. Argumentaban, ademas, que pron­to otras Divisiones continentales de la iglesia necesitarfan el

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Retocar el sistema 15 5

mismo tipo de trato. No hace falta decir que, salvo en tenni­nologfa, su recomendacion se asemejaba mucho a una reha­

bilitaci6n de la Asociaci6n General Europea que los dirigen-tes generates habfan logrado desarticular en 1907. A pesar de

ese amenazante espectro, no obstante, el Concilio Anual de la Junta Ejecutiva vot6 trasladar la recomendacion al Congreso

de la Asociaci6n General de 1913. Se fonn6 una. comisi6n de cuatro miembros, encabezada por Conradi, pero que inc1ufa

tambien al secretario y tesorero de la Asociaci6n General, pa-ra trazar un plan de organizaci6n para la propuesta Divisi6n (GCC Min, 25 de septiembre de 1912).

El Congreso de 1913, despues de una larga discusi6n, apro­b6 la creaci6n de la Divisi6n Europea con su propia constitu­ci6n y circunscripci6n. Antes de la votaci6n, Daniells expre

s6 la opini6n de que dar un paso tat no estaba" de ninguna fonna atentando contra la organizaci6n de esta denominaci6n [ .. .]. La Divisi6n sostiene la misma relaci6n organica [con la iglesia mundial], definida por la constituci6n, que la Uni6n"

(1913 GCB 109). Dentro de ese marco positivo, el Congreso tambien consider6 la fonnaci6n de Divisiones en los campos norteamericano, sudamericano y asiatico.

La nueva organizaci6n europea, sin embargo, casi no tuvo oportunidad de desarrollarse. En unos cuantos meses empez6 la

Primera Guerra Mundial, y la Divisi6n Europea ces6 sus fun

ciones. Como resultado, fue en Norteamerica y no en Europa donde Daniells comenz6 a ver las debilidades de la estructura

de la Divisi6n. El presidente de la Divisi6n era un dirigente energico que tendfa a dominar las cosas. Segun afirm6 T E. Bowen, "el presidente de la Divisi6n Norteamericana que, por asf decirlo, se to echaba todo encima [es decir, las respon­

sabilidades internas de la Divisi6n] debajo del sombrero, y los

Zideres de la Uni6n parecfan sentir que estaban en cierto gra­do restringidos y no se les concedfa espacio en los asuntos

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156 Nuestra organizaci6n I iA1iada o enemiga de la gran comisi6n?

administrativos". Afirrn6 despues que era exactamente el pro­blema de la centra1izaci6n del poder que tanto habfan tratado de evitar en 1901 (T E. Bowen a W B. White, 7 de noviem-

bre de 1917). Pero un problema de mayor magnitud sobrepas6 a este. La

Divisi6n Norteamericana, con sus propios cargos directivos y tesorerfa, se habfa apoderado por completo la administraci6n

de la obra de la Iglesia en Norteamerica, sede de la denomi­naci6n, y controlaba los fondos y, en mayor grado, el perso­

nal del que dependfa la Asociaci6n General para extender su programa misionero. En resumen, la Asociaci6n General no

tenfa ya territorio que administrar. Tampoco le quedaba con­trol sobre la fuente de los fondos o las personas para respon­

der a las solicitudes de envfo de misioneros. Daniells descri­bi6 sucintamente la situaci6n cuando escribi6: "Considero

que es una situaci6n muy serfa el tener una organizaci6n fuer­te aut6noma y prdcticamente independiente colocada en , medio de la Asociaci6n General y sus recursos. En el impor­tante asunto de procurar los obreros y los fondos, y al reubi­

car los obreros que regresan, la Asociaci6n General queda subordinada a la Divisi6n. Transfiere el control de la base de

aprovisionamiento de la Asociaci6n General a la Divisi6n" (AGD a WAS, 9 de octubre de 1917, citado en B. Ha10viak,

"Approaches to Church Reorganization", Ms no publicado,

febrero de 1993). Esta situaci6n, junto con el hecho de que la estructura de

la Divisi6n te6ricamente abrfa la posibilidad para que una

personalidad fuerte llevase a un gran segmento de la Iglesia fuera de la denominaci6n, llev6 al Congreso de la Asociaci6n General de 1918 a abolir las Divisiones Asociacidn. El voto

estipulaba que las Divisiones ya no serian Asociaciones indepen­dientes con sus propias circunscripciones, sino Divisiones o

extensiones de la Asociaci6n General en un territorio dado.

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Retocar el sistema 157

Dentro de ese modelo, la circunscripci6n de la Asociaci6n General senalarfa los dirigentes de cada Divisi6n, y el presi­

dente de cada Divisi6n serfa vicepresidente de la Asociaci6n General. Ademds, la tesorerfa de cada Divisi6n serfa una sub­

tesorerfa de la Asociaci6n General, y los fondos misioneros revertirfan a la Asociaci6n General para su distribuci6n mundial (1918 GCB 39, 40). Mediante este nuevo formato, la denominaci6n busc6 proteger su unidad como movimien­to global y, al mismo tiempo, facilitar mds su misi6n a todo el mundo.

El Congreso de 1918 estableci6 un plan diferente para Norteamerica del que funcionaba en el resto de las Divisio­

nes mundiales de la Asociaci6n General. Los delegados con­cluyeron que no habfa necesidad de hacer una Divisi6n en el

territorio que contenfa la Asociaci6n General. En conse­cuencia, los miembros del personal de la Asociaci6n General

tambien servirfan como cargos directivos para Norteamerica, y la tesoreria de la Asociaci6n General como tesorerfa para

Norteamerica. Esta regla tenfa una excepci6n: se asignarfa un vicepresidente de la Asociaci6n General al campo norteame­

ricano para velar por los intereses del programa de la Iglesia en el pafs sede de la Asociaci6n General. La ausencia de una Divisi6n Norteamericana al mismo nivel que las otras Divi­siones de la iglesia permanecerfa hasta la decada de 1980, cuando los cambios experimentados en la Iglesia llevaron a la creaci6n de una Divisi6n genuina.

El fraccionamiento de la Asociaci6n General en Divi­siones complet6 la estructura del adventismo como la cono­

cemos hoy dfa. En esencia, la denominaci6n tenfa cinco ni­veles de administraci6n (dos para la Asociaci6n General: ge­

neral y de divisi6n), pero unicamente cuatro niveles conta­ban con circunscripciones y una situaci6n legal separada (la

Divisi6n, siendo parte de la Asociaci6n General misma, no

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158 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

tenfa circunscripci6n independiente). Para 1918, la estructu­

ra administrativa de la Iglesia se podfa esquematizar de la

siguiente manera: • Asociacidn General • Divisiones de la Asociacidn General • Uniones de Asociaciones y Uniones de Misiones dentro

de cada Divisi6n • Asociaciones y Misiones locales dentro de cada Unidn

• Iglesias individuales dentro de cada Asociacidn o Misi6n

local

Intentos de fusi6n y limitaci6n de los periodos de servicio La Gran Depresi6n de la decada de 1930 sumi6 a la deno­

minaci6n en una crisis financiera de una magnitud descono­

cida desde la depresi6n de la de cada de 1890. En octubre de 1930, la Junta Ejecutiva de la Asociacidn General, previen­

do que la Iglesia afrontarfa una cafda significativa en los in­gresos para el ano siguiente, recomend6 una serie de medidas

de reducci6n de costos "como medio de evitar el recorte de nuestro proyecto misionero". En el centro de ese programa es­

taba la recomendaci6n de que "se hiciera un estudio cuidado­

so de la viabilidad de unir ciertas Asociaciones para asf liberar para el evangelismo activo obreros y dinero que hasta ahora se

usan en labores administrativas". Ademas de eso, el liderazgo inst6 "que las juntas de Asociacidn hagan una cuidadosa eva­

luaci6n de la fuerza laboral del personal de sus sedes, hacien­

do ajustes y recortes prudentes que supongan el mayor ahorro que sea coherente con una administraci6n prudente"

(GCAC, 28 de octubre a 3 de noviembre de 1930,46-50). Para octubre del siguiente ano, las cosas habfan empeora­

de. En consecuencia, los cargos directivos de la Asociacidn General se reunieron unas cuantas semanas antes del Con­

cilio Anual de 1931 y escogieron una comisi6n que diera es-

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Retocar el sistema 159

tudio cuidadoso a la fusi6n de Asociaciones locales y Unio-nes (GCOC Min, 7 de octubre de 1931). La comisi6n se cen-tr6 especialmente en el sector norteamericano de la Iglesia y recomend6 la reducci6n del n6mero de Uniones de 12 a 8, y

del n6mero de Asociaciones locales de 58 a 48 (vease RH, 26 de noviembre de 1931,6-8).

En termino s tanto de Uniones como de Asociaciones, la idea fue un exito parcial. En el ano 1932 se vio a las Uniones del Sur y Sureste convertirse en la Unidn del Sur, a las Unio nes del Este y Oeste de Canada fusionarse en la Unidn Ca­nadiense, y a las Uniones del Norte y Central combinarse en

la Unidn Central. Todas estas fusiones serfan permanentes, excepto la de la Unidn Central. Para 1937, la circunscripci6n

de la Unidn Central pens6 que sus finanzas habfan mejorado to suficiente para volver a formar las dos Uniones. Conti­

nuarfan asfhasta 1980, cuando las finanzas de nuevo llevaron a las dos Uniones restauradas a unificarse en la Unidn Cen­

tral de Norteamerica. La mayorfa de las consolidaciones de Asociaciones locales recomendadas tambien fueron acepta­das por sus circunscripciones.

La excepci6n principal a este movimiento financieramen­te motivado de consolidar las Asociaciones locales y las Unio­nes se dio en el Este. Allf1a Asociacidn General habfa reco mendado combinar las Uniones de Columbia y del Atlantico, junto con la fusi6n de varias de las Asociaciones de la Unidn de Columbia. Esa sugerencia parecfa tener sentido, dado que

ambas Uniones eran pequenas y que las siete Asociaciones de la Unidn de Columbia promediaban menos de 2.000 miem­bros cada una, teniendo la Asociacidn del Oeste de Virginia una poblaci6n adventista de aproximadamente 490 miem­bros. Razonable o no, sin embargo, la recomendaci6n desat6

un autentico estallido por toda la Unidn de Columbia. Pero antes de prestarle a esto nuestra atenci6n, hay que fijarse en

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160 Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

una segunda recomendaci6n del Concilio Otonal de 1931 que sencillamente anadi6 mas volatilidad a la batalla subsi­

guiente. Se limitaron los perfodos de servicio de los cargos directi-

vos de las Asociaciones en todos los niveles basando se en el consejo de Elena G. de White de que "los predicadores no de­ben ser retenidos en el mismo distrito ano tras ano, y que no

debe presidir el mismo hombre durante largo tiempo en una

Asociaci6n. Un cambio de dones es para bien de nuestras Aso­ciaciones e iglesias" (OE 434). Una junta especial de cargos

directivos de la junta de la Asociaci6n General recomend6 que "la duraci6n del perfodo de servicio para los cargos direc­

tivos ejecutivos y los directores de Departamentos (incluyen­do las Divisiones) no debera exceder los doce anos consecu­

tivos en cualquier puesto". Ese mismo informe sugiri6 ocho anos para los cargos directivos de las Uniones y seis para los de las Asociaciones locales. La raz6n para la diferencia entre los perfodos de servicio de doce, ocho y seis anos era que "aquellos que trabajan en areas mas restringidas y estan en contacto mas

estrecho con las iglesias, dejan su molde personal sobre la obra

mas pronto que aquellos que estan mds alejados de dicho con­tacto" (GCOC Min, 12 de octubre de 1931). El Concilio

Otonal acept6 la recomendaci6n de la comisi6n, y poco tiem­po despues el Concilio de Cargos Directivos de la Asociaci6n

General "resolvi6, que ejecuemos con toda fidelidad el plan de acci6n sobre los lfmites del perfodo de servicio acordado en el Concilio Otonal sin hacer excepciones" (ibfd., 9 de noviem-

bre de 1931). Ahora bien, cada vez que algo afecta el empleo de una per­

sona podemos esperar una reacci6n. Y asf file, especialmente en la Uni6n de Columbia, que tenfa una relaci6n complicada

con la Asociaci6n General desde habfa algun tiempo y ya es­taba to bastante molesta con la fusion de los cargos directivos.

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Retocar el sistema 161

El tesorero de la Asociaci6n General, J. 1. Shaw, consider6 que la resistencia contra las recomendaciones sobre el perfodo de

servicio y la fusion se habfa generado en muchos casos por la perdida potencial de ventaj as personales entre los cargos direc-

tivos que perderfan sus puestos (RH, 21 de enero de 1932,57). Otra cara del problema fue que J. S. Washbum, estrecho

aliado de los presidentes de la Uni6n de Columbia, opinaba

que las recomendaciones constitufan el "Asombroso Omega" que afligirfa a la iglesia antes del fin del tiempo. Eran una

"Apostasfa satanica", y las verdaderas razones detras de ellas

no eran econ6micas sino una maniobra impulsada por una pequena camarilla de dirigentes de la Asociaci6n General para controlar la denominaci6n. Estos hombres "desespera­

dos" con su "loca y transparente mentira" eran los "remanen­

tes del plan de Daniells de colocar pequenos tfteres en tomo suyo de modo que, cuando el tire de los hilos, ellos salten al momento diciendo a todo' sf, yo tambien'" (JSW a F H. Robbins, 22 de enero de 1932). La "ley de hierro sobre el pe­rfodo de servicio", puntualizaba Washburn, era un "plan ela­

borado de antemano" por los que estaban en la cima "para acallar toda protesta contra la apostasia [teo16gica] que se esta

desarrollando con alarmante celeridad" entre los dirigentes que desean "aplastar y destruir toda oposici6n". El adventis­mo, le decfa Washburn al editor de la Review, "todavia no es una monarqufa para ser gobernada por hombres que estan en

la cima" (JSW a FMW, 27 de noviembre de 1931). Washbum no dudaba de que tenian que luchar contra "una pequena ca­marilla de hombres que echaron mano del principio estableci­

do por el libre Espiritu de Dios y, en secreto, to inmovilizaron con una camisa de fuerza humana, atado de pies y manos" (JSW a FMW 22 de diciembre de 1931).

Los dirigentes oficiales de la Uni6n de Columbia no ma­

nifestaron la rabia de Washbum, pero eran iguahnente sensibles

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164 Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

pueda seguir avanzando". En su mente, la separaci6n estaba lejos del ideal divino, pero era necesaria para la misi6n en

una atm6sfera racial atribulada. Para ella, la sugerencia era pragmatica y misio16gica y tendrfa importancia "hasta que el Senor nos muestre un camino mejor [ ... ]. No hagamos nada que suscite innecesariamente la oposici6n -nada que estorbe la proc1amací6n del mensaje evangelico. Donde sea una exigencia por la costumbre o donde se obtenga una eficiencia mayor, que los creyentes blancos y los de color se reunan en lugares de adoraci6n separados" (9T 206-208; Maranata, 140; la cur­siva no esta en el original).

En tales condiciones de separaci6n, la Iglesia creci6 entre

ambas razas, pero eso no querfa decir que la tensi6n racial no existiera. Al contrario, los primeros anos del siglo XX serfan testigos de la perdida de varios de sus principales pastores ne­gros por parte del adventismo. Uno de los primeros fue L. C.

Sheafe, quien habfa adquirido prominencia en los cfrculos adventistas a finales de la decada de 1890, y que fue orador

frecuente en los Congresos de la Asociaci6n General duran­te buena parte de la de cada siguiente.

Para 1907, sin embargo, Sheafe estaba en el proceso de sa­car su congregaci6n fuera de la denominaci6n. Parte de la ra­z6n tenia que ver con asuntos de discriminaci6n racial. Apro­vechando esa situaci6n, A. T Jones acudi6 desde Batde Creek a avivar la llama del descontento. Posterionnente, Sheafe, en asociaci6n con Jones, procur6 separar de la denominaci6n a las iglesias negras de otras zonas del pats (AGD a H. W

Cottrell, 20 de enero de 1907). Asflas cosas, para inicios de 1907, Daniells estaba en me­

dio de la primera batalla racial en la historia de la denomina­ci6n. Escribiendo a W C. White a mediados de 1908, el pre­sidente de la Asociaci6n General destac6 que el habfa crefdo que el Congreso de la Asociaci6n General de 1905 debfa ha-

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Retocar el sistema 165

ber establecido un Departamento para negros, pero que su su­gerencia no fue "recibida muy favorablemente". Daniells ba-saba su argumento en el hecho de que muchos de los adven-

tistas alemanes, suecos y de otras regiones de Escandinavia que habfan emigrado a los Estados Unidos tenfan la sensa-

ci6n de que estaban siendo descuidados y querfan una Aso­ciaci6n separada que respaldara sus intereses. "Ese desasosie-go", notaba Daniells, "trajo como consecuencia la organiza-ci6n de to que llamamos el Departamento para extranjeros".

Aunque un simple Departamento no satisfizo el elemento m is "radical" entre los europeos del Norte, detuvo las demandas de Asociaciones, pero to mas importante fue que "la obra en,

tre estos extranjeros ha progresado con mucha mayor saris. facci6n que antes". En su carta, Daniells argumentaba a favor de un Departamento similar para los negros norteamericanos y contra la organizaci6n de una Asociaci6n "de color" (AGD a WCW 22 de junio de 1908).

Al siguiente afio, se producirfan dos sucesos de importan­cia en la crisis racial de la denominaci6n. Uno fue la publica­ci6n del volumen nueve de Testimonies for the Church [Testi­monios Para la iglesia] de Elena G. de White, el cual dedicaba una de sus ocho secciones totalmente a la obra "entre las per­sonas de color" (9T 199-226). El segundo hecho ocurri6 en el Congreso de la Asociaci6n General de 1909, donde 1. K. Humphrey, pastor de la Primera Iglesia de Harlem de Nueva

York, defendi6 un Departamento para negros entre los asis­tentes al Congreso, haciendo enfasis en los esfuerzos iniciales de la denominaci6n a favor de las personas de raza blanca. "Al estudiar la situaci6n", decfa, "he descubierto que las otras nacionalidades estaban recibiendo atenci6n de primer orden [ ... ]. Se nos anima a escuchar los informes de c6mo la obra esta avanzando entre alemanes, daneses, escandinavos, y otros; pero, cuando se trata de los negros, iacaso se escucha algo?"

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162 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

a cualquier reavivamiento potencial del "poder regio" en los acuerdos de la Asociaci6n General, y, en el espfritu de A. T

Jones, afirmaron que se ergufan sobre la plataforma de la li­bertad evangelica. Si, como escribi6 uno de los dirigentes de

la Uni6n, "la unica condici6n por la cual la Uni6n de Co­lumbia puede pertenecer a la Asociaci6n General es que la

gente tenga que renunciar a sus derechos otorgados por Dios de designar la combinaci6n territorial bajo la cual escojan

actuar sin recibir indicaciones procedentes de otra organiza­ci6n de que no pueden hacerlo, entonces presentamos aviso

de que no estamos dispuestos a forzar al pueblo a renunciar a su derecho inalienable de votar y elegir; no se nos puede ate­

rrorizar con semejante temor o pavor" ("Relation of Higher and Lower Bodies in Our Organization" , Ms no publicado,

ca. diciembre de 1931). Ni que decir tiene que no se llev6 a cabo ninguna fusi6n

entre la Uni6n de Columbia ni entre las uniones de Columbia

y del Atlantico. Despues de la reuni6n de la circunscripcion

que vot6 contra la fusi6n, un pastor escribi6 que "los hermatnos de la Uni6n de Columbia se sienten mas fuertemente afianza­dos que nunca antes. Consiguieron casi todos sus objetivos en

la reuni6n de la Uni6n, y han coronado su trabajo eligiendo como presidente del Oeste de Pennsylvania [con una feligresfa

cercana a las 1.000 personas] a un hombre que era parte de la

oposici6n mas virulenta a la recomendaci6n de la Asociaci6n General" (C. J. Coon a FMW 25 de abril de 1932).

Por to tanto, el tribalismo no hacia muerto, ni mucho me­nos. A to largo de la historia adventista, ese espfritu ha segui­

do resistiendose a los intentos de fusi6n, aun cuando (y, a ve­ces, especialmente cuando) las Asociaciones han sido muy

pequenas para ser efectivas o siquiera necesarias. Como naturalmente se podrfa esperar, la legislaci6n sobre

el perfodo de servicio ha tenido una historia vacilante. Sen-

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Retocar el sistema 163

cillamente, va contra la naturaleza humana que las personas que ocupan posiciones de liderazgo apoyen una norma que

acabara sacando los de su puesto. La denominaci6n finalmen-te archiv6 el asunto de la reglamentaci6n sobre el perfodo de

servicio en 1942. Las luchas de la decada de 1930 proporcio-

nan ilustraciones del papel que los intereses personales pue-den desempenar con ocasi6n de las tentativas de reestructu­raci6n organizativa.

El paso hacia las Asociaciones regionales

Si el desarrollo de las Divisiones de la Asociaci6n General resolvi6 el problema de la unidad en la diversidad a nivel mun­

dial, la creaci6n de las Asociaciones regionales tuvo la inten ci6n de hacer to mismo para la Division Norteamericana. Co­

menzando en la decada de 1890 y continuando en el siglo XX, un resurgimiento del racismo blanco produjo una cantidad cre­

ciente de segregaci6n racial. El movimiento hacia la segrega­ci6n en la cultura general afect6 al adventismo en el sentido

de que la denominaci6n comenz6 a desarrollar congregacio­

nes separadas para negros en zonas donde las iglesias previa­mente habfan estado en cierta medida racialmente integradas.

Elena G. de White, cuyo hijo Edson colabor6 como pre­cursor del adventismo entre los negros del Sur, era muy cons­

ciente del terreno movedizo de las relaciones raciales. Si bien en 1891 ella aconsej6 con firmeza respecto a la realizaci6n de cultos integrados en los que las razas se sentaran lado a lado

(SW 14, 15), unos cuantos anos despues, debido a los cre­cientes niveles de racismo blanco, se dio cuenta del cambio

de la situaci6n y aconsej6 que "serfa mejor proveer a los her­

manos de color [ ... ] de lugares en los que puedan continuar con sus servicios por si mismos". El prop6sito de un consejo

tal era "no excluirlos de la adoraci6n con la gente blanca, por cuanto ellos son negros, sino para que el progreso de la obra

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166 Nuestra organizacion ¡lAliada o nemiga de la gran comi6n?

(RH, 17 de jtmio de 1909, 7). lara la clausura del Cngreso de 1909, los dirigentes habfan (reado et Departamem Nor­teamericano paraNegros con el ccidido apoyo de Daniils. Los primeros tres dirigentes departanentales fueron, com podia esperarse, blancos. Eso, sin emlargo, cambi6 en 191, cuan­do un talentoso abogado moamtricano de nombre Wüam H.

Oreen se convirti6 en el prime pastor en dirigir urDepar­tamento de la Asociaci6n Genital.

La siguiente crisis racial tuv) lugar a fmales de 1d6cada de 1920. Para ese entonces era widente para ellidergo de­norninacional de color que la dscriminaci6n racial e el ad­ventismo no estaba disminuyeido, y algunos crefatque el mejor camino era proceder al t;tablecimiento de Asciacio­nes "de color". El liderazgo blarco, que mantenfa el pder de los votos, no estaba de acuerdo.En esa coyuntura, Htuphrey,

llegando a la conclusi6n deque la denominaci6n no tenfa irer6s en

sts miembros de color, ac6 de a denominaci6n a 1; Iglesia Adventista del S6ptao Dfa de Harlem que 61 dir;ia, con sus 600 miembros (v6ase AdHer, enero de 174, 34-41,53,54). En lugade Aso­ciaciones separadas,:l Con­

WiI6am H. Oreen, prüDer

dirigente afroameritano de 1 Departamento Norteamericano

de Gente de Color

cilio Otonal simpleante re­. rz6 el D epartamento ,ara ne­

gns y le concedi6 una lesencia mdsvisible en el Sur nortenerica-

io al crear la "Comi6n de Jegros en cada Uni6del Sur. -a comisi6n "tendrfa:ontrol 1 dministrativo total d la obra

Page 169: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

Retocar el sistema

ee gente de color" en su ierritorio. Las comisiones tendrf­aniembros tanto blancos --omo negros, ejerciendo de pre,

sitte el presidente de la Lni6n. Las U nion es fu era del Sur tan una estructura meno; elaborada para gente de color,

acuando cada Uni6n quetuvierapor to menos quinientos

tmbros de color debfa elcir un secretario para coordinar

la,ra entre ellos en esa Uri6n. Tal secretario habrfa de ser mlbro de lajuntade la U . .ii6n (GCC Min,12 de junio de IS; RH,9 de junio de 1930,154).

as tensiones raciales coatinuaron durante la d6cada de

IS. Un ejemplo tuvo lugat en el Concilio Anual de 1936,

efuado en Fort Worth, Te:cas. Muchos de los delegados de cc se negaron a asistir ah. s reunione s porque, siendo una citd del Sur, las reglas de 1 a localidad les prohibfan utilizar

lucensores normales, por _o que tenfan que usar los mon­tagas. Para empeorar las cosas, cuando un pastor de color

le,gunt6 p6blicamente a to dirigente adventista blanco si se Isentarfa "alguna expresi6n de pesar o de disculpa por la

fot en que se trat6 a los hetmanos de color en Fort W orth",

esttltim o respondi6 que "si acaso se debfa alguna disculpa, sector parte de los hennanos de color [ ... ], puesto que fue­

rotFort Worth con los gastos pagados por la Asociaci6n y

rehron asistir a la reuni6n'''. No fue ninguna sorpresa que

lostmanos afroamericanos se sintieran ofendidos ante un

tratan insensible. Sin embargo, para algunos de los diri­ger, de la Asociaci6n General, el incidente de Fort Worth

halmarcado "en alguna medida una lfnea entre los obreros de or leales y desleales" (CCOC Min, 8 de noviembre de

19:2 de diciembre de 1936;. Desde su perspectiva, los diri­gen de color que se compcrtaron "debidamente" eran los leal

ras manzanas de la mscordia racial en la d6cada de 1930 y

prinios de la de 1940 fueron el hecho de que los adventistas

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168 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

de color de Washington, D. C., incluidos los que trabajaban en la Asociaci6n General, no podfan comer en el comedor denominacional, ni enviar a sus hijos al cercano Washington Missionary College, ni ser pacientes en el Sanatorio de

Washington. Las cosas llegaron al colmo en el otono de 1943 cuando el

Sanatorio Adventista de Washington orden6 que Lucy Virad, mujer de raza negra pero de tez clara, fuera transferida a otras instalaciones despues de que el hospital se enterara de su identidad racial. Debido a una serie de retrasos al trasladarla

al Hospital Freedman, muri6 de pulmonfa. La encolerizada comunidad adventista de color consider6 con acierto que la

muerte de Virad fue un martirio a manos de la norma de ex­clusi6n racial. Su muerte y el obvio racismo que estaba en el

fondo de ese trato lleg6 a ser un estfmulo para la reforma. La reforma ideal, por supuesto, habria sido la plena igualdad ra­

cial. Ese era ciertamente el deseo de la mayorfa de los ad­ventistas de color. Pero ni el adventismo blanco ni la naci6n que albergaba a la denominaci6n estaban listos para esa solu­ci6n. El racismo a6n proliferaba en las escuelas, las fuerzas ar­madas y, lamentablemente, en la Iglesia Adventista del Sep-

timo Dfa. En ese contexto tan cargado, mas y mads dirigentes negros

comenzaron a acariciar la posibilidad de Asociaciones sepa­radas como la mejor solucion a to que parecia una situaci6n imposible. Un resultado de las tensiones que se desarrollaban

en la Iglesia fue que el Concilio Otonal de la Iglesia de 1943 vot6 que se programara una reuni6n con los principales diri­

gentes adventistas de color, que habfa de celebrarse antes de la junta de primavera de 1944 de la Asociaci6n General, para

estudiar "el desarrollo futuro de nuestra obra entre gente de color en Norteamerica" (GCAC,28 de octubre a 4 de no,

viembre de 1943, 32). El presidente de la Asociaci6n Gene-

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Retocar el sistema

ral, J. L. McElhany, abri6la reunion especial de primavera reconociendo la necesidad de un cambio. Segun dijo, "la Aso­

ciaci6n General no ha llegado aquf con respuestas predefini­das [ ... ]. Deseamos ardientemente que el Senor nos dirija en

la elaboraci6n de un plan que redunde en beneficio del desa­rrollo de la obra". Sin embargo, en vez de sugerir la igualdad

total de tas razas, McElhany dio a entender que la solucion podfa estar en la creaci6n de Asociaciones para gente de color ("Report of Pre-Spring Council", 8-10 de abril de 1944,2).

Varios de los Weres de color se opusieron a la sugerencia de Asociaciones separadas. Segdn dijo T M Fountain, "la mayorfa

de los laicos de nuestras iglesias no estan a favor de las Aso ciaciones de color [ ... ]. Nosotros no queremos Asociaciones de

color". T. H. Coopwood expres6 el ideal que muchos deseaban cuando destac6 que" en mi opinion, to que necesitamos no es

Asociaciones" de color". Necesitamos unimos mas y tener un espfritu mas cooperativo" entre las raas &bid., 4, 6).

Desde otra perspectiva, G. E. Peters (dirigente del Depar­tamento para Negros de la Asociaci6n General), si bien no

tenfa mucho entusiasmo por las Asociaciones separadas, ar­gumentaba que mantener to establecido no era una solucion satisfactoria. Hablando de la sugerencia de crear Asociacio­nes de color, recalc6 que "cualquier cosa que se necesite para

traer a todas las clases de personas de color a este mensaje, eso es to que yo ando buscando". Como resultado de su deli­beraci6n, la reunion especial recomend6 to creaci6n de Aso­

ciaciones para gente de color en aquellas Uniones donde se justificara su existencia y fueran de utilidad &bid., 7, 14). Esa recomendaci6n fue aceptada por to Asociaci6n General en su

reuni6n de primavera. Si bien no todos estaban contentos con esa solucion, puede que fuese la mejor solucion de com­

promiso en una situaci6n en la que la total igualdad racial no iba a poderse alcanzar.

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170 Nuestra organizacion I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

Antes del fin de 1944, naci6 la Asociacibn de la Region de los Lagos. Para finales de 1946 existían cinco Asociaciones de color o regionales. La Iglesia se referia a ellas como Asocia­ciones regionales porque en sus inicios su territorio ocupaba la misma extension que las Uniones de las que fonnaban parte. No obstante, no todas las Uniones foonaron Asociaciones re­gionales. Los miembros de color en las Uniones del Pacifico, Pacifico Norte, y Norte pennanecieron en Asociaciones pre­dominantemente blancas. Aunque las Asociaciones "de co­lor", ciertamente, no eran el ideal, su creaci6n parece haber es­timulado la obra de la denominaci6n entre ciertos segmentos de la poblaci6n de color de Norteamerica.

Subsiste la pregunta en las mentes de algunos hennanos blancas y de color del siglo XXI de si todavfa la Iglesia debe­rfa tener Asociaciones separadas basadas en la raza. Calvin Rock, vicepresidente afroamericano de la Asociacibn Gene­ral, senala que no todas las Uniones tienen Asociaciones se­paradas, yen aquellas que las tienen no hay segregaci6n. De hecho, algunas Asociaciones regionales tienen pastores blan­cos, y algunas Asociaciones "blancas" tienen administradores y pastores afroamericanos. El argumento general de Rock es que las Asociaciones regionales de berfan seguir siendo una opci6n si facilitan la misi6n de la denominaci6n hacia el mundo (AR, 26 de septiembre de 1991, 12). Algunos estan de acuerdo con la valoraci6n de Rock, mientras que otros se oponen vigorosamente, sosteniendo que el ideal de la " uni­dad en la diversidad" no se alcanza bien al mantener Aso­ciaciones separadas.

Asuntos organizativos desde la decada de 1960 hasta la de 1990

Durante las ultimas cuatro decadas del siglo XX se obser­varon varios retoques en la organizaci6njunto con varios lla-

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Retocar el sistema

mamientos hacia una reestructuraci6n organizativa y/o refor­ma. Cierto ajuste al que haremos referencia signific6 una in, ternacionalizaci6n mas genuina del liderazgo de la denomi­naci6n. Los desplazamientos causados por la Segunda Guerra

Mundial estimularon en cierta medida la redistribuci6n de los papeles de liderazgo. Sin embargo, el espfritu de naciona­liSmo que se esparci6 por todo el mundo entre 1945 y finales de la decada de 1960 aceler6 inmensamente este proceso. Si

bien misioneros de Norteamerica, Europa, Australia y Suda­frica desempeiiaban papeles de liderazgo en pafses menos de­sarrollados, durante las ultimas decadas del siglo se vio c6mo dirigentes aut6ctonos volvieron a hacerse cargo de la obra de estos campos misioneros hasta el nivel de Divisi6n de la

Asociacibn General. Asf, pam los anos de la decada de 1990, los asiaticos estaban dirigiendo el programa de la Iglesia en Asia, los africanos en Africa, y los hispanoamericanos hacfan

to propio en Sudamerica y America Central. Puesto que el presidente de cada Divisi6n mundial es i..;.epn.:.'siden· to de la Asociacibn General. y I

los presidenes de Uniones de A",-

ciaciones y Uniones de Nfi­siones son miembros de la Junta Ejecutiva de la Aso­ciacibn General, la redis­tribuci6n de la autoridad

administrativa fue un gran paso hacia la intemacio­nalizaci6n.

Mattbew Bediako y Robert Rawson, cargos directivos de la Asociacibn General

elegidos en el Congreso de 2000 en Toronto

",

~ ..

~ .. "

Page 174: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

172 Nuestra organizaci6n / tAliada o enemiga de la gran comisi6n?

Ws alld del liderazgo aut6ctono en las diversas regiones

donde la Iglesia tenfa presencia, personas de lugares del mun­do que apenas hacfa poco tiempo eran dependientes dellide­razgo norteamericano o europeo ahora ostentaban algunos de

los puestos mds importantes en la administraci6n central de la Asociacidn General. Asf, el Congreso de la Asociacidn Ge­

neral de 2000 eligi6 a Matthew Bediako We Ghana) como secretario de la Asociacidn General (uno de sus tres cargos directivos). Bediako reemplaz6 aG. Ralph Thompson (de las islas del Caribe), que llevaba en la secretaria desde 1980.

Para el ano 2000, el presidente de la Asociacidn General

(Jan Paulsen) provenfa de Europa, el secretario de Africa, yel tesorero (Robert Rawson) de los Estados Unidos. Los vicepre­sidentes, secretarios asociados, y tesoreros asociados tambien

provenfan de distintas zonas del mundo. A esta fecha, todos

¡

los presidentes de la Asociaci6n General han sido norteamericanos, australianos o

europeos. Pero ese patr6n probable­mente cambiard en un futuro

¡ ¡

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. I

Jan Paulsen, presidente de la Asociaci6n General elegido

en el Congreso de 2000 en Toronto

cercano. Casi ocurri6 en el Con-

greso de la Asociacidn Gene­ral de 1990, cuando la prime­ra elecci6n de la comisi6n de

nombramientos fue George Brown, un jamaicano. Brown, sin embargo, rechaz6 el nom-

bramiento y se jubi16 en 1994 como presidente de la Division

Interamericana. De alguna manera, ellide­

razgo de las personas de raza ne­gra en la Division Norteameri­cana ha estado relacionado con

Page 175: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

Retocar el sistema 173

la intemacionalizaci6n del liderazgo en el adventismo mun-

dial. La creaci6n de las Asociaciones regionales a mediados

de la decada de 1940 fue considerada por algunos un paso en esa direcci6n, pero el liderazgo por encima del nivel de Aso­

ciaci6n local aun permanecfa vedado para Weres de color en Norteamerica. Eso comenz6 a cambiar en la decada de 1960,

impulsado fundamentalmente por el movimiento de los dere-chos civiles en la cultura general mds bien que por el interes en

la igualdad racial desde el interior de la denominaci6n. En 1962, Frank L. Peterson se convirti6 en et primer afroamerica-

no elegido vicepresidente de la Asociacidn General. Tres anos despues, la junta de primavera de la Asociacidn General vot6

una dec1araci6n de derechos hemanos estipulando que "la

admisi6n dentro de la feligresfa y el acceso a los cargos en todas

las iglesias yen todos los niveles tiene que estar disponible a cualquiera que cumpla los requisitos, sin importar la raza". El

mismo documento ordenaba el fin de la segregaci6n y discrimi-naci6n racial en las escuelas y hospitales adventistas tanto para

usuarios como para empleados (RH, 29 de abril de 1965,8). La Division Norteamericana, sin embrugo, pronto descu­

bri6 que es mds fdcil crear normas que ponerlas en prdctica. Como resultado, los dirigentes de color segufan aun limitados

fundamentalmente a las Asociaciones regionales en los anos de la de cada de 1960. Esta situacion, junto con la aparente

incapacidad o indisposici6n por parte de la denominaci6n a borrar la lfuea del color, traj o como consecuencia una ini­

ciativa en favor de las Uniones de hermanos de color. W W Fordham, secretario asociado del Departamento Regional

Norteamericano, informs al presidente de la Division y de la

Asociacidn General en 1969 que la mayorfa de los pastores

afroamericanos deseaba la creaci6n de Uniones separadas. Fordham personalmente sostenfa que "no podemos con­

tinuar teniendo las puertas cerradas" al liderazgo "a nivel de

Page 176: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

174 Nuestra organizaci6n IiAliada o enemiga de la gran comision?

Uni6n", y que si las puertas permanecfan cerradas, tal vez "no

quedarfa otra alternativa" que las Uniones regionales. Por

otro lado, 61 no crefa que la iglesia debiera avanzar en esa

direcci6n. "Yo preferirfa", escribi6 el, "ver las puertas abiertas

en los niveles de la Uni6n para que se les conceda a nuestros

hombres de experiencia una oportunidad de servir en Depar­

tamentos grandes o en niveles administrativos. Me parece

que esto podrfa hacerse si nuestros hermanos en las Uniones

vieran la sabidurfa de esta sugerencia" (W W Fordham a

RHP y NCW 19 de agosto de 1969).

Fordham estaba compartiendo to que la mayoria de los If­

deres de color de la denominaci6n consideraba probablemen­

te la posici6n ideal sobre el asunto. El ideal segufa siendo la

"unidad en la diversidad", no una mayor segregaci6n. Pero tal

unidad no podria alcanzarse mediante la vieja practica de

mantener a los Weres afroamericanos "en su sitio".

Para entonces, al liderazgo de la Iglesia no le qued6 mas

remedio que reconocer la seriedad del asunto. En abril de 1970,

la Asociaci6n General, en el Congreso de primavera de su

Junta Ej ecutiva, vot6 una resoluci6n de 16 puntos relacionada

con los asunos raciales. De especial importancia era el punto

nilmero ocho, que dice: "A nivel de Uni6n, deben tomarse

pasos positivos para abrir las puertas en el campo del liderazgo

administrativo y departamental para aquellos que han demos­

trado su capacidad y preparaci6n para servir a todos los segmen­

tos de la Iglesia. En las Uniones donde hay Asociaciones regio­

nales o donde hay un Deparramento regional organizado, el

nivel administrativo para cargos directivos debe incluir el lide­

razgo de personas de color". Ademas, el punto numero doce es­

tipulaba la creaci6n de un consejo de presidentes regionales que

se reunirfa dos veces al ano bajo el liderazgo de la Division Nor­

teamericana para tratar los problemas particulares de la obra

entre personas de color (RH, 4 de junio de 1970, 10, 15).

Page 177: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

Retocar el sistema

Al ano siguiente, Charles C. Bradford se convirti6 en el primer secretario de color (la segunda posici6n administrati­va mas alta) de la Division Norteamericana. Varias Uniones

a to largo de la Division eligieron secretarios afroamericanos. Algunas personas de ambas razas consideraron que los cam­bios suponian un progreso, mientras que otros los vieran co­

mo una "fachada polftica". El asunto estaba lejos de estar re­

suelto. Para mediados de la decada de 1970 se reaviv6la rei­vindicaci6n a favor de la creaci6n de dos Uniones de color. El asunto Ileg6 a un punto crftico en agosto de 1976, cuando el Comitn Consultivo Ejecutivo del Presidente de la Asocia­

ci6n General (General Conference President's ExecutiVe Advisory Committee, PREXAD) escuch6los pros y contras respecto al tema en forma de varios documentos de posicionamiento

procedentes de una comision establecida para estudiar el ca­so. Despues de escuchar ambos lados del asunto, el PREXAD "decidi6 que la formaci6n de Uniones

de color no serfa juiciosa ni sabia". El informe del PREXAD a la Iglesia, sin embargo, iba mas aIla de su postura negativa al

incidir en recomendaciones positivas para lograr "mayor unidad en nuestra diversi­

dad" (RH, 27 de octubre de 1977,32).

1!~ :-. ~

.~.

.l \ {' _:.a.c-.......... ;:

La recomendaci6n del

PREXAD contra la formaci6n de Uniones "afroamerica nas" y su promesa de demos­trar que la Iglesia "esta dis­

puesta a recorrer 'toda la dis­tancia' y 'pagar el precio' de

Charles E. Bradford (Brad),

presidente de la Division Norteamericana, 1979-1990

Page 178: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

176 Nuestra organizaci6n I Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

la unidad y camaraderfa, y por la gracia de Dios trab~ar a favor del ideal Y acercarse a el tanto como sea humanamente

posible" lleg6 a la re1ll1Íon anual de la Asociaci6n General en octubre de 1977 (''Black Uníons", Ms no publicado, ca. 13 de

octubre de 1977). Pero "pagar el precio" y alcanzar el "ideal" siempre es mas fdcil en el disCUlSO que en los hechos. En con­secuencia, durante la primera mitad de 1978 se vio un conti­

nuo desasosiego por el asunto de las Uniones de color. Al ano siguiente se vio un considerable giro de los acontecimientos

cuando Charles Bradford sucedi6 a Neal Wilson, convirtien­dose en el primer presidente de raza negra de la Division

Norteamericana. Despues, en 1980, la Uníon de los Lagos

eligi6 a Robert Carter primer presidente de raza negra de una Union norteamericana. En la siguiente decada se eligi6 a

Calvin Rock como vicepresidente general de la Iglesia mun­

dial. Paraladecada de 1990, comenzaron a elegirse lideres de

I \

color de tiempo en tiempo para presi­

dir to que habfan sido Asociaciones tradicionalmente "blancas".

Neal C. Wilson, presidente ele la Asociad.6n General,

1979-1990

Mds alld de los pasos formales

hacia la internacionalizaci6n e integraci6n del liderazgo de

la Iglesia, durante la decada de 1980 se vieron otros re­toques. Uno de ellos conlle­

vaba facilitar mayor repre­sentaci6n para los laicos en las

j untas ejecutivas de las Asocia­

ciones. Esa propuesta, por supuesto, rest6 voz al cuer­

po pastoral. Pero su efecto

general fue ampliar la base

para la toma de decisiones

Page 179: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

Retocar el sistema 17,

de la Iglet Si bien estos cambios pueden considerable de gran dime;i6n o, incluso, revolucionarios, la denominaci6n

tiene todaa un largo camino por recorrer para avanzar mas alla del aslto racial hacia el ideal de la plenitud de la uni-

dad de losreyentes mientras procura completar su misi6n "a

toda nacic, tribu, lengua y pueblo" (Apocalipsis 14: 6).

Un segido retoque de importancia llev6 a la separaci6n

de la Divi6n Norteamericana de la administraci6n de la Asociaci6 General. Debe recordarse que ya habia existido

una Divisin aparte de 1913 a 1918, pero desde ese entonces

la Divisi6 Norteamericana habia estado integrada la sede

central sea Asociacion General, dirigida por un vicepresi­

dente par Norteamerica. El inicio de la creaci6n de una

autentica ,ivisi6n ocurri6 en 1980, cuando la Iglesia decidi6

que un dictor asociado de cada Departamento de la Aso­

ciaci6n Gteral fuera asignado a la Division Norteamericana.

Luego, en 985, la Division form6 su propia junta de la Di­

vision Noeamericana y logr6 el reconocimiento como una

entidad arrte de la Asociacion General. Finalmente, en

1990, los irectores departamentales de la Divisi6n Norte­americanse separaron de la Asociaci6n General. Para fina­

les de la dada, la Divisi6n tenfa un presupuesto aparte del

de la Asoaci6n General. Con ese ultimo paso, Norteame­

rica se corirti6 en una Divisi6n en el mismo sentido que las

otras Diviones de la Iglesia.

Las decdas de 1970 y 1980 demostraron tambien el desdo

de muchode consolidar el numero de niveles de administra­

ci6n eclesstica. En particular, varios dirigentes promovfan el fortalecniento de las Asociaciones locales y la abolici6n

de las Unines. Nada results de estas discusiones, pero a prin­cipios de Idecada de 1980 sf se observ6 cierta consolidaci6n

cuando la,Uniones Central y del Norte, en Norteamerica, se

combinara para formar la Union Central de Norteamerica.

Page 180: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

178 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comision?

De esta maner~ el numero de Asociaciones en su territorio

combinado se redujo de diez a seis. Algunos consideraron ta­les acciones como un paso en la direcci6n correct~ pero cier­

tamente no llegaron hasta el punto que habfa recomendado la "Junta de Consolidaci6n" que presidib R. R. Bietz en 1969. La junta de Bietz descubrio que "gran parte de los fondos de la Asociaci6n se dedican al sosten del funcionamiento de las sedes" de diversos niveles de la Iglesia "en vez de dedicarse al funcionamiento de la misidn". La junta tambien descubrio cierta" desproporci6n en to referente a los cargos directivos y a los nombramientos en comparaci6n con las actividades pas­

torales y evangelfsticas" (vease B. Haloviak, "Approaches to Church Reorganization", Ms no publicado, febrero de 1993, 5). Para el siguiente ano, una comision de la Asociaci6n Ge­

neral asignada a la tarea "recomendo la reduccidn del nume­ro total de Uniones [en Norteamerica]". En realidad, se pre­

ferfa una reduccidn de diez a cuatro, pero la negociaci6n qued6 en seis (ibfd., 6).

La denominacidn patrocin6 varios estudios relacionados con la estructura de la Iglesia durante la segunda mitad del

siglo XX, pero el mas significativo fue el de la Comisi6n sobre la Organizaci6n Mundial de la Iglesia, establecida en 1991 en

el Concilio Anual de la Asociaci6n General, reunido en Perth. Australia. Al inicio de su tarea, la comision estableci6 nueve

principios o gufas que deberfan informar su trabaj o. Es digno de menci6n que el primer punto de la lista era la necesidad "de preservar el compromiso hist6rico de la Iglesia con la identidad y ¡midad globales". Ese principio parece estar muy en

armonfa con los ideales establecidos por Jaime White en la ddcada de 1860 Y fomentados por la denominacidn a to largo

de su historia. El segundo principio reflej a la comprensi6n bfblica y el pragmatismo hist6rico que dan sustento a la orga­

nizaci6n de la Iglesia Adventista. Su esencia es que la de-

Page 181: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

Retocar el sistema

nominaci6n debe mantener "unicamente aquellas estructuras apropiadas para oar cumplimiento a la misidn de la Iglesia en cada nivel organizativo". El principio mas innovador fue aquel que permitfa "flexibilidad para la diversidad regional y cultu­

ral en los papeles organizativos". La flexibilidad en el modelo organizativo tradicionabnente no habfa recibido mucha aten­

ci6n en las discusiones adventistas del tema ("Restructuring the Church", suplemento de AR, junio de 1995,3; la cursiva no esta en el original).

Entre las recomendaciones de importancia de la Comi­si6n sobre la Organizaci6n Mundial de la Iglesia estaban: 1 2 la reafinnaci6n del lugar esencial de las Uniones "como cir

cunscripci6n de la Asociaci6n General", 2_° flexibilidad en el

> --.. •• • ••• > 1 Sede de la Asociaci6n General en Silver Spring,

~ Mmylond, ""_ U",,,,,,

Page 182: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

180 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

papel y funciones de las Uniones y en no duplicar innecesa­

riamente todos los Departamentos de la Asociacifln General en los niveles de Uni6n y Asociacifln local, 3Q. reestructurar

la Junta Ejecutiva de la Asociacifln General de manera que refleje de la mej or manera posible el equilibrio de la Iglesia a to largo del mundo, y 4 1• fijar un tope al tamano de las dele­

gaciones a los Congresos quinquenales de la Asociacifln Ge­

neral (ibid., 4-6). La comisi6n., que present6 su informe ante el Congreso de

la Asociacifln General de 1995, emprendi6 su tarea de una

manera abierta y eficiente, pero parece haber sido estorbada por to menos de dos maneras. En primer lugar, le falt6 equili­

brio en su conformaci6n. Segun su informe de 1995, la comi­si6n consistfa en 43 personas de la Asociacifln General y las

Divisiones de la Asociacifln General, asf como en ocho miem­

bros laicos (ibid., 3). Asf, la comisi6n tendfa a ver las cosas con

una cierta 6ptica. Puede suponerse que si la composici6n hu­biera incluido menos personas de la Asociacitln General y sus

Divisiones y mds de las filas de los presidentes de Asociaciones locales, pastores y laicos, habrfa logrado una perspectiva mds

amplia. Una segunda debilidad que surge a medida que se lee el informe impreso es que la comisi6n tendfa a centrarse prin­

cipalmente en las necesidades de la Asociacifln General como organizaci6n mundial. Eso es util, pero habrfa sido de mayor

beneficio si el grupo hubiera visto la obra de la Iglesia como un todo desde la perspectiva de las necesidades y retos de cada

nivel de su estructura. La comisi6n hizo eso hasta cierto pun­to, segun podemos ver en sus recomendaciones sobre la flexi­

bilidad, pero, una vez que todo bubo terminado, el informe

tiende a reflej ar los intereses de la Asociacifln General segun

los vefan los oj os de los cargos directivos de la Asociacifln General. Aunque una perspectiva tal resulta util, no es la uni­ca, ni tampoco necesariamente la adecuada.

Page 183: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

Retocar el sistema 18.1

La resurrecc%6n de Babilonia: Otra mirada al congregacionalismo

Durante las decadas de 1980 y 1990 se observ6 una crecien­

te y abierta crftica a la organizacidn de la Iglesia Adventista del Septimo Dfa por ser "excesivamente buena". Algunos, de he,

cho, en el espfritu de George Storrs y A. T Jones, llegaron a la conclusion de que la organizacidn ni siquiera es "buena". Mds

bien obstaculiza la misi6n de la iglesia.

L os que llevaban la voz cantante entre quienes veían a la organizaci6n de la Iglesia Adventista como "algo malo" opta­

ban por el congregacionalismo e intentaron iniciar un movi­miento adventista congregacional en la decada de 1990. El

congregacionalismo, segun vimos en los capftulos 1, 2 Y 5, tiene profundas rafces en el pasado adventista. Es una forma

de gobierno ec1esidstico que descansa en la independencia y autonomfa de cada iglesia local.

Ciertos aspectos del congregacionalismo ofrecen cosas muy

positivas. En primerfsimo lugar estd el hecho de que la congre­gaci6n local es donde los miembros "hacen" iglesia. Es crucial

que las congregaciones se mantengan sanas y vibrantes. Un se­gundo elemento de valor respecto a una congregaci6n saluda­

ble es que nadie puede detenerla. Si los miembros estdn emo­cionados con su misi6n, habed iniciativa y extenderdn su esfera de influencia. Un sentido local de responsabilidad no tiene pre­cio. Aparte de estas ventajas, una congregaci6n local conoce las

necesidades de su comunidad de forma fntima y puede crear una diversidad de programas para satisfacer esas necesidades.

El reciente movimiento congregacional en el adventismo, el cual es muy diverso en sfmismo, ha suscitado varias in­

quietudes acerca del adventismo tradicional y su estructura.

Debemos notar desde el principio que no todos los partidarios del congregacionalismo de la denominaci6n encontrarfan cada inquietud igual de vdlida.

Page 184: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

182 Nuestra organizacion I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

Una preocupacion i iene que ver con abusos de poder que

son reales y han sido percibidos por los hermanos. Muchos se preguntan adonde ha ido a parar el sentido de servicio en el

liderazgo. Son muchos los que perciben un modelo de minis­terio en dos niveles, mds o menos como en la iglesia medie­val, con los jefes "arriba" viviendo a cuerpo de rey, y los sier­

vos "abajo" en las iglesias locales. Una segunda preocupa­cion, muy difundida, es la falta de recursos en las congrega­

ciones. Las congregaciones, que recogen el dinero para todos los niveles de la denominacion, parecen tener unos fondos

exiguos para sus propias gastos. Muchos estdn cansados de

escuchar que una gran parte de los fondos regresa a la iglesia

local mediante asignaciones procedentes de los niveles supe­riores. Tales personas no quieren fondos que ya vienen desti­

nados para un programa particular desarrollado por un nivel

"superior" en la estructura. Lo que quieren son fondos que

puedan utilizar en su entorno local para implementar progra­mas que promuevan oportunidades de mision y que resulten

especialmente atractivos en su comunidad local. Otro aspecto del atractivo financiero del congregaciona­

lismo es que muchos personas ya no ven la necesidad de apo­yar una estructura eclesidstica con cuatro niveles por encima

de la congregacion. Hay quienes demandan una instituci6n aligerada, que asigne mds recursos y personal en primera

lfnea, donde de verdad "se hace iglesia". Tales personas sena­lan que ninguna otra iglesia en el mundo, incluyendo la Igle­

sia Catolica (la coal unicamente tiene dos niveles por enci­ma de la congregacion local), tiene tantos niveles adminis­

trativos que sostener.

Una cuarta preocupacion se centre en el declive de la

confianza en la organizacion por parte de muchos laicos y pastures. Esto es parte de una situacion mds amplia que co­

mernz6 a desarrollarse en la cultura general norteamericana

Page 185: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

Retocar el sistema

con el caso Watergate y la resistencia a la Guerra de Viet­nam. La Iglesia ha tenido acontecimientos paralelos causados

por crisis como las de Davenport, Walter Rea y Desmond Ford, a finales de la decade de 1970 y principios de la de 1980. En la cultura general, el resultado ha sido el posmodernismo y el

posinstitucionalismo. El mundo cristiano ha visto la llegada de to que algunos han llamado "posdenominacionalismo". La

"lealtad ciega" estd desapareciendo. Las generaciones mds j6-venes tienden a no apoyar una organizacion solo porque al­guien diga que estd bien hacerlo.

Una quinta preocupacion de algunos es que les inquieta que nadie de la "jerarqufa" este escuchando las necesidades de las congregaciones locales, mientras que sf parecen estar

persiguiendo sus propias metas a costa de las congregaciones. Una sexta preocupacion surge del hecho de que algunos pas­

tures sienten que su primer cometido es producir miembros para la Asociaci6n, numeros en terminus de dinero y bautis­

mos. Cierto ministro de renombre, pastor de una iglesia con muchos pastores, destaco que el era, de hecho, el administra­

dor de la franquicia local Adventista del Septimo Dfa, casi igual que su hom610go de una famosa red mundial de comida rdpida.

Otras inquietudes que han llevado a algunos adventistas

hacia el congregacionalismo son teol6gicas. Para ellos, doc­

trines tales como el Santuario y las implicaciones escatologi

cas del sdbado se han welto un problema, y tales individuos ven al congregacionalismo como una forma de alcanzar

mayor libertad para predicar el Evangelio mientras subesti­man las doctrines distintivas del adventismo. Aun otros pro­

euran mediante el congregacionalismo la consecucion de fondos adicionales para utilizar a nivel local y tambien mds

libertad para crear estilos contempordneos de adoraci6n. La mayorfa de los separatistas congregacionales adventistas de la

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184 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

decada de los noventa indicaron que su motivaci6n inicial era su deseo de una misi6n mas fructffera. Muchos creyeron que eran buenas razones para tal renovaci6n. Despues de to­do, apuntaban, el adventismo tiene muchas congregaciones

agonizantes y muertas que han perdido la capacidad de atraer e inspirar ni a los miembros ni a los que no to son.

Una preocupaci6n final es una percepci6n de resistencia al cambio por parte de los dirigentes de la Iglesia. Muchos miembros y pastores se sienten ofendidos con aquellos diri­gentes que parecen creer que la forma actual de hacer las co­sas es la 6nica manera de hacerlas. Tales individuos temen que la denominaci6n haya confundido su estructura con su misi6n. La obvie dad de que la denominaci6n puede estar sa­na solamente si to esta en el nivel congregacionallos atrae al congregacionalismo.

Si bien muchas de las inquietudes anteriores son asuntos

genuinos que la Iglesia necesita abordar, tambien debemos darnos cuenta que, aparte de las objeciones bfblicas, la histo­

ria ec1esiastica y la historia adventista en particular tambien indican el lado negativo del congregacionalismo como forma de gobierno ec1esiastico. En otras palabras, el congregaciona­

lismo tiene su propio conjunto de problemas. Una de sus ma­

yores debilidades es su incapacidad de mantener una visi6n global. La historia de la denominaci6n ha demostrado repeti­damente que es muy facil para las congregaciones centrarse solamente en su comunidad local y olvidarse de la misi6n mas amplia que tiene la Iglesia. Una de las ventajas de los modelos jerarquicos de la Iglesia es que proveen el marco esencial para la acci6n concertada. Una iglesia mundial pue­de dirigir recursos y personal a muchas regiones del planets mas alla del potential de las congregaciones locales. Asf, una estructura grande proveera tanto acci6n concertada como

tambien una visi6n global.

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Retocar el sistema 185

Otro problema del congregacionalismo es que, una vez que se desvanece la autoridad central con sus controles y contra , pesos, es muy facil para una congregaci6n apartarse de sus amarras teol6gicas. Ese fue el caso de algunos separatistas con­

gregacionales adventistas en la decada de 1990. En Denver y Maryland, por ejemplo, Grace Place [El lugar de la gracia]

(bajo el liderazgo de Clay Peck) y la iglesia Damascus Road Community [Comunidad del camino de Damasco] (con Richard

Fredericks al tim6n) han comenzado a celebrar sus servicios religiosos en domingo despues de haber renunciado previa­

mente a las implicaciones escatol6gicas del sabado (vease, por ejemplo, AR, 17 de febrero de 2000, 5).

Un tercer problems relacionado con el congregacionalis­mo es la tendencia de los lideres carismaticos a dominar sus congregaciones casi igual que han abusado de sus posiciones

algunos pastores protestantes. El abuso es tambien un factor

que debe tenerse en cuenta en el establecimiento de corpora­ciones congregacionales legalmente independientes. La his­toria del cristianismo ha visto muchas veces c6mo las mino­

rfas teol6gicas luchan por arrebatar el control de la mayorfa y llevar sus propiedades y movimiento por caminos decadentes.

Un ultimo temor relacionado con el congregacionalismo en el adventismo es la desintegraci6n estructural. La historia

adventista repetidamente ha sido testigo de ese fen6meno en las denominaciones posmilleritas, en la obra de A. T Jones y

A. E Ballenger a principios del siglo XX, y en la separaci6n de iglesias durante la decada de 1990. Las congregaciones que han

dejado el adventismo han tenido tendencias hacia uno de dos pa­trones: o sencillamente desaparecen como una corriente de

agua que se seca en el desierto, o bien entran a formar parte de otra orientaci6n religiosa con sus propias afiliaciones.

Despues de observar el lado negativo del congregacionalis­mo, es importante tambien reconocer que las iglesias jerarquicas

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186 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

tienen su propio grupo de problemas. William johnsson capt6 los puntos fuertes y los debiles de una iglesia estructurada

cuando escribi6 que "las estructuras no son necesariamente algo bueno o malo: pueden volverse burocrdticas, un fin en sf

mismas, y un obstdculo a la innovaci6n; pero tambien pro­veen el marco esencial para la continuidad y la acci6n con­

certada" (AR, noviembre de 1997, 17). Jaime y Elena G. de White observaron desde un principio

que el congregacionalismo no era la respuesta que podia con­ducir a una Babilonia de confusi6n y desintegraci6n. Ellos dirigieron conscientemente la Iglesia en la de cada de 1860 hacia una forma estructurada de gobierno eclesiastico. Para ellos, "la organizaci6n era esencial" tanto para la unidad co­mo para la misi6n. Tat como manifest6 Elena G. de White mas tarde, "Que nadie albergue el pensamiento de que pode­mos prescindir de la organizaci6n [ ... ]. Que ninguno de nues­tros hermanos este tan enganado como para intentar derri­barla, porque asi creariais una situaci6n que ni siquiera sondis [ ••• ]. Sea, pues, cada uno de nosotros sumamente cuidadoso para no confundir las mentes con respecto a las cosas que Dios

ha ordenado para que tengamos prosperidad y exito en hacer avanzar su causa [ ... ]. Satanas sabe bien que el exito puede

6nicamente coronar el orden y la acci6n armoniosa" (TM 28-29). Los White eran perfectamente conscientes del hecho

de que el peso de toda una denominaci6n proveerfa un factor estabilizador fuera del alcance de una congregaci6n aislada, o incluso de un grupo de congregaciones locales. Por otro lado, Elena G. de White se dio cuenta de los aspectos problemati­cos de la organizaci6n de la iglesia y la tendencia de algunos individuos y grupos a abusar de sus prerrogativas y de optar por to que ella lIam6 "poder regio".

Como en la mayorfa de las cosas de esta vida, el modelo ideal de denominaci6n no se encuentra en ning6n extremo.

Page 189: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

Retocar el sistema 187

La organization ec1esiastica mas saludable es aqueUa que se vale de la iniciativa congregational, la responsabifdad y la diversidad en su nuixima expresi6n mientras, al mismo tiempo, echa mano de las ventajas de una estructura que pueda acumular y concen-trar sus activos mundiales para el prop6sito de la misi6n.

Avanzar con dificultades por la carga: Cuando se abusa de algo bueno

Durante la decada de 1990 se vieron varios experimentos

6tiles encaminados a la reestructuraci6n de la Iglesia. La Di­visi6n del Pacifico Sur, por ejemplo, bajo el liderazgo de Laurie

Evans y Barry Oliver, dedic6 un considerable esfuerzo al asun­

to. Despues de descubrir que la Divisi6n tenfa mayor organiza­

ci6n que la que estaba dispuesta a pagar, la primera tentativa incluy6 una propuesta de combinar algunas Asociaciones Lo­

cales. Pero en ese extremo el Pacifico Sur no es diferente a otras

regiones del mundo. Aun las circunscripciones de las Asocia­ciones mds debiles luchan por mantener su independencia. En

cualquier parte, el "tribalismo" o localismo atrincherado se in­

terpone en la ruta de la fusi6n. Todos los individuos estan a fa­vor de la reducci6n y la reforma siempre que la reforma no les

afecte a ellos, a sus Asociaciones o a sus mas preciados intere­

ses. El "tribalismo" ha llevado al adventismo, a veces, a debili­

tarse cuando podrfa ser fuerte. Uno se lleva la impresi6n de que 6nicamente la bancarrota forzard a la fusi6n en algunas regiones.

Al set incapaces de fusionar Asociaciones locales, los her­

manos de la Divisi6n del Pacifico Sur consideraron otras op­ciones, incluyendo la desaparici6n de las Uniones. Pero esa

posibilidad todavfa no aparecta en la agenda de la Iglesia

mundial. Despues de todo, a estas alturas las Uniones habfan sido consideradas como los "bloques de construcci6n" de la

Iglesia mundial, seg6n el informe de 1995 de la Comisi6n de

Organizaci6n Mundial de la Iglesia.

Page 190: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

188 Nuestra organizaci6n / Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

Asf las cosas, el localismo a nivel de Asociaci6n y la inflexi­

bilidad hist6rica a nivel de Uni6n frustraron a la Divisi6n. Su situaci6n suscita una interesante paradoja: la misma Division mundial que le dio al adventismo su actual estructura organizati­

va mediante la expenmentaci6n con el sistema de las Uniones en ¡a decada de 1890, un siglo despues se vio inhibida en su desdo de

modernizar, actualizar y mejorar el sistema. Lo tmico que pudo hacer la Divisi6n fue recomponer y reducir el numero de sus Uniones como primer paso en to que sus dirigentes conside-

raban la direcci6n correcta. Una tentativa innovadora para solucionar el problema de

algo que se ha pasado de bueno es el "Plan de Noruega", im­plementado en 1992. Confrontados con una crisis financiera

muy seria despues de la perdida de varias instituciones, los di­rigentes en Noruega desarrollaron conscientemente una es­

tructura que ellos pudieran sostener y que, no obstante, pu­diera suplir las necesidades de la poblaci6n adventista de la naci6n. Muchos miembros no querían sacrificar sus Asocia­

ciones locales. En consecuencia, la denominaci6n en Noruega se apart6 de la estructura del tipo "Uni6n de iglesias" que ya

habfa sido adoptada en naciones tales como Italia, Espana y

Vista panoramica del Congreso de la Asmiací6n General en Toronto, en el verano de 2000

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Retocar el sistema 189

Portugal. El formato organizativo de la Uni6n de iglesias no contaba con Asociaciones locales. Mas bien, todas las iglesias en las diversas naciones que habfan adoptado el programa for, maban la circunscripci6n de una uni6n nacional de iglesias.

Los noruegos, poco dispuestos a abandonar sus Asocia­ciones, decidieron modificar la estructura de estas a fin de re ,

cortar gastos innecesarios mientras, al mismo tiempo, mante­ruan una presencia local fuerte. El Plan de Noruega reduce la

Asociaci6n local a un presidente, una circunscripci6n de Aso­ciaci6n, y una junta ejecutiva de Asociaci6n. La Uni6n gestio­

na todas las funciones departamentales. El presidente, como empleado unico de la Asociaci6n, trabaja fuera de su hogar y hace de coordinador de los pastores y del evangelismo en su

territorio. Mientras tanto, puesto que la Asociaci6n tiene reu­niones regulares con la circunscripci6n, los miembros de cada

regi6n tienen un foro official en el que peri6dicamente expresan sus deseos a los dirigentes de la Uni6n. Asf, el plan recorta los

gastos de las propiedades y de personal de la a un mfnimo y tam­bien deja un canal de comunicaci6n abierto con los dirigentes

nacionales de la Uni6n Noruega. Jap6n adopt6 un plan similar. Cabe setialar que la Uni6n Noruega ha resucitado el asun­

to de los lfmites en los perfodos de servicio. Los cargos direc­tivos de la Uni6n no pueden servir mas de ocho anos en cual­quier puesto.

En resumen, el perfodo de 1910 al presente vivi6 algunos

reajustes de la estructura de la Iglesia de 1901-1903. Esa reor­ganizaci6n para la misi6n aparentemente ha servido bien a la

denominaci6n. Pero ahora, ya en el siglo XXI, muchos ad­ventistas se preguntan en voz alta si la misi6n de la iglesia no

se cumplirfa mejor mediante una reorganizaci6n de la estruc­tura que pudiera tener en cuenta los cambios que han ocurri­

do en el mundo desde el siglo pasado. A ese terra le dedica­remos ahora nuestra atenci6n.

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e A P t ,{ti i o 7

zDerrotara la organizaci6n a la misi6n?

Muchos adventistas del septimo dfa sinceros se pre­guntan si su iglesia no se ha vuelto mas papista que et papa en el terreno de la organizaci6n ec1esiasti­

ca. Habiendose apartado de un ambito radicalmente contra­rio a la organizaci6n a finales de la decada de 1840 y princi­pios de la de 1850, el adventismo del siglo XXI puede consi­derarse la organizaci6n ec1esiastica mundial mas intrincada

en la historia del cristianismo. Ciertamente, es la mas inesta­ble, aunque muchas personas todavfa no hayan visto la mag­nitud del problema.

El proceso editorial de la version publicada de mi presen­taci6n ante el Concilio Anual de 1998, titulada "El congre­gacionalismo adventista: iLlamada de despertador o repique

funebre?" (AR, 28 de enero de 1999, 12-18), ilustra mi argu­mento. En mi manuscrito original, yo habfa escrito que nin­

guna denominaci6n en el mundo tenfa tantos niveles admi­nistrativos que sostener. Los editores, procurando echarme una mano, agregaron las palabras "exceptuando la Iglesia Ca­t6lica Romana" . Yo me opuse al cambio y escribf a lapiz

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192 Nuestra organizaci6n / Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

"incluyendo la Iglesia Cat61ica Romana". Esa rama del cris­tianismo tiene unicamente dos niveles por encima de la igle­

sia local, mientras que el adventismo tiene cuatro.

Crisis de identidad organizativa Ahora cuatro puede sonar como un numero magico o in­

cluso "inspirado" de unidades administrativas para algunos

adventistas, siendo que es todo to que han conocido durante su vida. Pero una cantidad cada vez mayor de miembros esta

cansada de sostener una estructura tan inmensa. En conse­cuencia muchos ya no estan enviando la totalidad de sus con, tribuciones (y a veces nada) mediante los canales denomina­cionales prescritos. En pocas palabras, estas personas estan votando silenciosamente contra el statu quo con sus talona­

rios de cheques cuando deciden poner su dinero en proyectos especfficos (ya sea locales o de otra naturaleza) y no en to que

perciben que es "el gran agujero negro" de la maquinaria de­nominacional. Aunque algunos adventistas (segun notamos

en el capftulo 6) se sienten atraidos hacia una forma congre­gacional de organizaci6n eclesiastica, muchos mas han adop­tado una "mentalidad congregacional" en la que ellos, como individuos (mas bien que las congregacionas enteras), deci­den c6mo dedicar su tiempo y su dinero. Hace falta que los

dirigentes denominacionales y los laicos reconozcan y abor­

den esa realidad. Ahora bien, una posible opci6n de cara al futuro en ter­

minos de organizaci6n eclesiastica es procurar mantener la

situaci6n actual. Si bien esa opci6n representa una posibili­dad y la vfa de menor resistencia, no parece set una opci6n saludable por una. raz6n: segun notamos arriba, la presente estructura, ademas de costosa, esta perdiendo el apoyo perso­nal y financiero de un porcentaje cada vez mas grande de

miembros de iglesia. Esto es especialmente cierto en el caso

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iDerrotara la organizaci6n a la misidn? 193

de una generaci6n que ha crecido en la era posdenominacio-nal. Dada la erosion de la "lealtad ciega", es probable que la

opci6n de mantener el statu quo en la organizaci6n ec1esias-tica se volvera cada vez mas econ6micamente inviable.

Atin mas seria es la pregunta de si la organizaci6n adven­tista actual continua siendo misio16gicamente viable. O sea, ies la forma mejor y mas eficiente de cumplir la misidn esca­

to16gica de la iglesia? Mas y mas miembros laicos y pastores estan contestando esa pregunta negativamente. Expresan su

preocupaci6n respecto a una estructura que, vista a escala mundial, puede que tenga tantos pastores ordenados detras

de escritorios como "ejerciendo el ministerio". Las batallas se ganan, senalan ellos, en las trincheras donde tiene lugar la ac­

ci6n, no en retaguardia, donde se trazan y aprueban los planes de batalla. Si bien es cierto que necesitamos desarrollar planes de

batalla estrategicos, tambien es cierto que ninguna organizaci6n puede danarse a sf misma mediante la proliferaci6n ilimitada de la administracian y la administracian intennedia. En pocas palabras,

demasiada organizaci6n podrfa en realidad frustrar la misi6n de la

iglesia en vez de facilitarla.

La esencia del adventismo consiste en la misidn de predi­car el mensaje de los tres angeles de Apocalipsis 14: 6-12, no

en la misidn de crear la estructura burocratica perfecta. El meollo del problema de la identidad en la Iglesia Adventista

del Septimo Dfa to encontramos precisamente en este punto.

He planteado en otros escritos que la denominaci6n ha ido adquiriendo su identidad de manera creciente a partir del

tamano y numero de sus estructuras e instituciones ma's que de su misidn (AR, 14 de febrero de 1991,8-10; Fat Lady and

the Kingdom, 16-20). Encontramos una cruel paradoja en esa crisis de identidad, puesto que la unica funci6n de la estruc­tura e instituciones de la Iglesia deberfa ser facilitar el cum­

plimiento de la misidn.

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194 Nuestra organizacidn I Wiada o enemiga de la gran comisi6n?

En otras palabras, las estructuras e instituciones no son fi­

nes en si mismas, sino medios para un rm. Por to tanto, debe­dan mantenerse solo aquellas estructuras e instituciones que

contribuyan al cumplimiento de la misidn de la denominaci6n de la manera mds eficiente y efecava. En armonfa con el deseo de permanecer fiel a las doctrinas btblicas de la iglesia y a la comi­si6n mundial que le fue encomendada, el cambio progresivo

hacia una misidn mas efectiva se halla en el centro mismo de la organizacidn del adventismo de 1861-1863 y de su reorgani­zaci6n en 1901-1903. El cambio hacia la funcionalidad dentro

de ese contexto es una virtud mas bien que un pecado. Pero en la base de la decisi6n de reorganizarse para la mi­

sidn, en el contexto del siglo XXI, hay una cuesti6n de valo­res. Barry Oliver to expone muy bien cuando aduce que" es

prerrogativa de la iglesia [ ••• ] decidir si esta dispuesta a man­tener su dedicaci6n a la misidn global y a encontrar estructu­

ras que faciliten mas tanto el cumplimiento de su mandato como el regreso de Cristo, o centrarse en otro principio" (BDO,

SDA Org., 357). El adventismo en el momento de su ultima reorganizaci6n

importante 78.000 miembros. Existfa en un mundo sin avio­nes ni computadoras, y ni siquiera un sistema funcional de te­

lefonfa. La reorganizaci6n creada en 1901-1903 fue muy efec­tiva dentro del contexto de su epoca. Sin embargo, como otras

organizaciones, el adventismo ha multiplicado el numero de sus Departamentos y funcionarios hasta tal punto que para el

ultimo cuarto del siglo XX tenfa un exceso de altos cargos. Si bien algunos poddan defender que to unico que hace

falta es quitarle unos kilos de mas a la denominaci6n, otros recalcarian que una reestructuraci6n significativa seda mu­

cho mejor para facilitar su misidn. Se ha sugerido que en vez de remodelar un sistema desarrollado en la era de los carrua­

jes tirados por caballos, la mejor opci6n para el siglo XXI seda

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iDerrotara la organizaci6n a la misidn?

reorganizarse para la misidn segun lfneas que tengan en cuen­

ta los medios de transporte y de comunicaci6n modernos, asf como aprovechar la gran diversidad de la iglesia en la misidn de extenderse a un mundo diverso.

Las personas y negocios que se adaptan mejor a los masivos

cambios internos y externos son los que estdn dispuestos a pensar

creativamente al aplicar principios eternos a situaciones alteradas

drdsticamente. Uno de los escenarios mas problematicos que el adventismo podrfa crear para sf mismo serfa confundir las

estructuras y formas actuales con la unica forma de hacer las cosas, o, peor aun, con la forma divina de hacer las cosas.

Afortunadamente, el adventismo no esta atado a sus es­tructuras actuales. Las importantes investigaciones doctorales

de Andrew Mustard y Barry Oliver han demostrado amplia­

mente que las estructuras organizativas actuales del adven­tismo no deben considerarse piezas rfgidas. Por el contrario, las estructuras hist6ricamente han dejado lugar para el desa­

rrollo y la modificaci6n al afrontar nuevas situaciones, siem­

pre que se perciba que esos cambios estdn en armonfa con los

principios generales del orden bfblico. Tanto la organizacidn de 1861-1863 como la reorganizaci6n de 1901-1903 tuvieron como meta primordial la funcionalidad para la misidn.

Eso significa que no es correcto considerar las estructuras establecidas en aquellos momentos hist6ricos como si fuesen aplicables necesariamente a todos los lugares y todos los tiem

pos. Por otro lado, es importante reconocer que aun cuando

las estructuras en la superficie pueden alterarse, los principios subyacentes tienen validez permanente. A esos principios dedicaremos ahora nuestra atenci6n.

Factores que deben considerarse en la reestructuraci6n

Es relativamente facil hablar elocuentemente de los pro­

blemas de la Iglesia y de la necesidad de reestructuraci6n,

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196 Nuestra orgauizaci6n I iAliada o enemiga de la grau comisi6n?

pero es infinitamente mas dificil desarrollar un plau viable

que resulte mas efectivo que el que tiene en la actualidad. Ademas, la implementaci6n de un modelo reestructurado de

la denominaci6n en un cuerpo multinacional con muchas ca­pas sera infinitamente mas dificil que crear un nuevo plan so­bre el papel. A pesar de las dificultades, sin embargo, los ad­ventistas necesitan afrontar la tarea de seleccionar la mejor opci6n orgauizativa mientras la iglesia avauza hacia el futuro.

Es preciso que los plauteamientos sobre el tema de la rees­tructuraci6n tomen en cuenta varios factores. El primero es que la reorganizacidn es una posibilidad valida. Es vital recono­cer eso, puesto que muchos han concebido el presente mode­lo organizativo como si se hubiese establecido por mandato divino. Dos declaraciones de Elena G. de White sacadas de contexto han favorecido este malentendido. Algunos, por

ejemplo, han utilizado esa declaraci6n donde dice que ningu­no deberia derribar la estructura orgauizativa de la denomina­ci6n que "ha sido levautada bajo la direcci6n [de Dios]" como un mandato contra cualquier reorganizacidn. Ese argumento parece especialmente persuasivo cuando ella anade: "En el

nombre del Senor, os declaro que ha de mautenerse, reforzar­

se, establecerse y asentarse" (EGW a los hermanos de la AG, 19 de diciembre de 1892). Lo primero que debemos notar es que esta declaraci6n no se esta refiriendo a la estructura de

1901-1903, puesto que la frase fue escrita una decada antes de la reorgauizaci6n. A to que ella estaba haciendo alusi6n era

al principio de la necesidad de orgauizaci6n, el cual habfa sido afirmado y establecido, y no tanto a alguna estructura ad­

ministrativa en particular (vease BDO, SDA Org., 207-209). Con eso en mente, ella no tuvo problemas en dirigir a la de­nominaci6n hacia una reestructuraci6n mayor en 1901.

Otra cita de Elena G. de White tiene la ventaja de haber sido escrita varios anos despues de la reorganizaci6n de 1901.

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iDerrotara la organizaci6n a la misi6n? 197

En 1905, ella escribi6: "No podemos entrar en ninguna nue-va organizaci6n" (EGW, Ms 129, 1905). Esta declaraci6n apa-rece en MensEljes Selectos bajo el subtftulo de "Ninguna nue-va organizaci6n" (2MS 448, 449). Desgraciadamente, ese subtftulo distorsiona el significado original de la aurora. La declaraci6n en su contexto (cortado a mitad de parrafo en la versi6n publicada) era una advertencia a aquellos que esta-ban siendo tentados a unirse al cisma que J. H. Kellogg y A. T. Jones estaban fomentando en ese preciso momento. En re­sumen, una lectura contextual de estas y otras declaraciones de Elena G. de White indica que ella nunca vio la estructu-ra de 1901-1903 como algo inalterable.

Un segundo factor de suprema importancia en cualquier discusi6n sobre la reorganizaci6n es el prop6sito de la organiza­cJ6n de la iglesia desde la perspectiva hist6rica de los adventis­tas del septimo dfa. No exageramos cuando decimos que tanto Jaime como Elena G. de White consideraban que la meta esencial de la organizaci6n era facilitar la misi6n de la iglesia. Eso fue asf, segün qued6 demostrado en los capftulos 3 y 5, tan­to en 1861-1863 como 1901-1903. Es la misto'n y no una es­tructura exacta to que esta en la base de cualquier "ortodoxia" adventista sobre el tema de la organizaci6n.

Una afirmaci6n tal, sin embargo, no significa que los ad­ventistas puedan descuidar la ecJesio1ogfa bfblica. Tal vez la doctrina de la iglesia sea uno de los conceptos que peor se en­tienden en el adventismo. Cualquier planteamiento sobre el tema de la reorganizaci6n en el adventismo debe estar funda­mentado en la misi6n escatol6gica y la naturaleza de la igle­sia desde la perspectiva bfblica. En otras palabras, la de, nominaci6n tiene que tomar la doctrina de la iglesia mas en serio en el futuro de to que to ha hecho en el pasado.

Un tercer factor que requiere consideraci6n en cualquier discusi6n de la reestructuraci6n es la importancia de una

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198 Nuestra organizaci6n I !Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

estructura organizativa asequible. Si la actual estructura de cuatro niveles con unidades administrativas relativamente pequenas ha sido dificil de sostener en los pafses desarrolla­dos, sin duda ha sido casi imposible de financiar en las nacio­nes en vfas de desarrollo. En 1995, por ejemplo, el 56 por ciento de la feligresfa adventista mundial vivfa en Uniones de Misiones y no en Uniones de Asociaciones. La distinci6n entre Uni6n y Miss6n depende de si son unidades autosufi­cientes en el terreno financiero. Por to tanto, la mayorfa de los adventistas pertenecen a unidades administrativas que son incapaces de pagar sus propios gastos. Seg6n senate Jon

Dybdahl, "muchos campos, inclusive en lugares donde el mensaje adventista fue plantado hace mas de un siglo, aiun

son dependientes. iEsto raya en el escandato!" (Adventist Mission in fue 21 st Century, 99, 103).

Tal situaci6n coloca a los campos dependientes en una posici6n nada envidiable, generando tensiones en aquellos

sectores de la denominaci6n que tienen que responder ante el desequilibrio financiero mediante fondos que deberfan de­dicarse a la apertura de nuevos campos. Una de las sugeren­cias de Dybdahl para remediar esa situaci6n es que "las super­estructuras administrativas de corte occidental deberfan des­mantelarse parcialmente o volverse aut6ctonas" (ibfd., 103).

Un cuarto factor que debe considerarse es la necesidad de

lograr el equilibrio 6ptimo entre la unidad y la diversidad. Elena G. de White y Daniells procuraron ese equilibrio en 1901-1903, pero Daniells lleg6 a preocuparse tanto con to necesi­dad de mantener la unidad frente al cisma de Jones-Kellogg que se fue hacia el extremo del espectro. Como resultado, ve­mos a Elena G. de White para 1903 dirigiendo el mismo tipo de lenguaje de "poder regio" hacia Daniells que antes habfa

utilizado con los presidentes anteriores a 1901. Es una pena que los sucesores de Daniells con mucha frecuencia hayan

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¡Derrotara la organizaci6n a la rnisi6n?

seguido sus huellas al primar la unidad en detrimento de la diversidad.

Con todo, el adventismo del siglo XXI representa uno de los grupos mas diversos del mundo etnica y culturalmente. Oliver plantea que "la diversidad necesita adaptaci6n estruc tural" para que, a la larga, "la unidad dependa del reconoci­

miento de la diversidad", y asf se pueda ver la diversidad de la denominaci6n como una herramienta que ayude a la igle­sia a alcanzar a un mundo enormemente diverso (SDA Org" 355, 346, 338, 339).

El aspecto de la unidad de una organizaci6n eclesiastica centralizada es importante para ayudar a la denorninacien a mantener una doctrina compartida, coordinar el alcance mi sionero, y proveer un sentido de identidad mundial. Por otro lado, incluso una estructura centralizada deberfa dar cabida a la diversidad requerida por los diferentes sectores culturales de la denominaci6n para cumplir su misi6n mas efectivamen­te en su regi6n particular del mundo.

Cualquier soluci6n estructural a la que finalmente llegue la Iglesia Adventista del Septimo Dfa debera tener en cuen­

ta el hecho de que no existen estructuras mundiales monolf ticas. En el mundo politico, se ha demostrado que la unifor­

midad de control, como se destaca en Daniel 2, es una impo­sibilidad, aun cuando ciertos personajes hist6ricos energicos han procurado crear reinos universales.

Lo mismo pasa en el mundo religioso. Aunque las diver­sas iglesias cristianas han procurado mantener alguna forma de unidad, esa unidad invariablemente ha tenido que abrir paso a la diversidad. Hasta el dfa de hoy, el mundo ha visto dos modelos principales. El primero es el modelo de organi­zaci6n eclesiastica cat6lico. Ha resuelto el problema de man-

tener la unidad ante la diversidad cultural al permitir una amplia gama de variaci6n bajo estricto control jerarquico. El

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200 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

segundo es la soluci6n protestante y ortodoxa, que alienta la

formaci6n de iglesias nacionales. Ninguno de los dos modelos parece satisfacer las necesida-

des del adventismo como movimiento mundial. Con el pri­

mer modelo, aquellas personas con un vivo legado protestan­te nunca se someterdn a un Ifder humano que trata de man­

tenerlos unidos a fuerza de decretos. La debilidad del segun­do es que las iglesias nacionales, aun compartiendo el mismo

nombre denominacional, tienden a seguir su propio camino. El adventismo del septimo dfa, como iglesia mundial que

ha leegado a madurar, necesita reconocer que to que pudo ha­ber funcionado para una iglesia relativamente pequena mayormente controlada por Norteamerica probablemente no

funcionard para un extenso cuerpo religioso multinacional

que puede llegar a contar con mds de veinte millones de miembros para el ano la segunda decada del siglo XXI. C6mo

mantener la unidad en medio de la diversidad sigue siendo uno de los mayores desaffos de la denominaci6n, un desaffo para cuya atenci6n el adventismo tiene que disenar estructu-

ras organizativas. Cualquier estructura creada para la misi6n en este siglo

XXI tiene que ser to suficientemente centralizada para em­

plear sus recursos financieros y humanos para penetrar en los rincones y recovecos del mundo mds resistentes al cristianis­mo mientras que, al mismo tiempo, sea to suficientemente

flexible para satisfacer las necesidades locales y utilizar meto­dologias, enfoques, e incluso argumentos que sintonicen con

poblaciones tremendamente diferentes. La iglesia tiene que darse cuenta que "una talla no les viene a todos", y debe tener

la libertad de adaptar aun sus estructuras a las necesidades y capacidades financieras de los diversos campos en ios que tra­

baja. Despues de todo, la meta es concluir la misi6n y no una

perfecta uniformidad en los mds de 230 pafses del mundo.

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iDerrotara la organizaci6n a la misi6n?

Por to tanto, la necesidad de ser flexibles es otro factor que el adventismo tiene que considerar en cualquier planteamien­to sobre la reorganizaci6n. Daniells tenfa en mente ese con

cepto cuando afirmaba, a principios del siglo XX, que 6ni­camente "porque algo se hace de cierta manera no es razon por la que deberfa hacerse de la misma forma en otro lugar, o

incluso en el mismo lugar al mismo tiempo" (ECB, 2, citado en BDO, SDA Org., 320). En una lfnea similar, seg6n vimos

en el capftulo 5, en 1903 M. C. Wilcox expres6 la esperanza

de que "no nos liaremos con el papeleo y sentiremos que todo tiene que hacerse exactamente igual. A veces hay campos di­

ferentes que demandan organizaciones diferentes". Tambien anadi6la idea de que, a veces, puede que los lfderes "estardn dispuestos a prescindir del papeleo [ ... ] y formar la organiza­

cion en armonfa con el campo, de acuerdo con las exigencias del momento" (Sten 1903, 9 de abril de 1903, 20, 20a, citado

en BDO, SDA Org., 302). Esos lfderes vieron la necesidad de una organizaci6n centralizada, pero no una. que fuera rfgida.

Elena G. de White parece haber estado de acuerdo con el concepto de flexibilidad establecido por Wilcox y Daniells.

En realidad, estuvo mucho mds que dispuesta a apoyar el de sarrollo experimental de Departamentos y Uniones en Aus­tralia en la decada de 1890.

Los experimentos australianos nos llevan a otro factor importante: la libertad de innovar. Tenemos que recordar que el desarrollo del sistema "departamental" aplicado por A. T

Robinson en Suddfrica en la de cada de 1890 no estaba en armonfa con los deseos de los dirigentes de la Asociaci6n Ge­

neral. Robinson sigui6 adelante sin esperar el permiso. Cuan­do lleg6 la carta de la sede, le prohibieron probar cualquier co­

sa nueva. Pero para ese tiempo el plan parecfa estar funcio­nando, asf que el liderazgo denominacional to dej6 seguir.

Una libertad similar para experimentar, a pesar de los temores

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202 Nuestra organiati6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

de los dirigentes de la Asociaci6n General, dio pie al desarro­llo de la estructura de la Uni6n (vease el capitulo 4; vease tambien AR, 13 de junio de 1985, 14, 15). Sin la libertad para

experimentar, el adventismo no tendrfa su actual sistema de orga­

nizacibn. En esa 6ptica cobran significado las recientes difi­cultades experimentadas por la Divisi6n del Pacffico Sur. iSe estd secando la flexibilidad? iSera posible que la misi6n de la

iglesia se asfixie en su propio papeleo? Otro concepto importante que debe considerarse en los

planteamientos sobre la reorganizaci6n es la necesidad de controles y contrapesos. Andrew Mustard ha senalado que "en aras de la eficiencia, bien puede existir la tentaci6n de recor­tar los procesos de consulta y toma de decisiones y concen­trar la autoridad en unos cuantos lfderes" (James White and

SDA Organization, 281). Otros reaccionan ante tales arbitra­riedades optando por la autoridad congregational. El proble­ma de ambos extremos es que se necesitan las contribuciones tanto de dirigentes con visi6n mundial como de individuos con su dedo en el pulso de las congregaciones locales para lle­gar a decisiones equilibradas. De nada servira derribar las estructuras del adventismo para deshacerse de la jerarquiza­

ci6n e introducir la autoridad congregational. Lo que la de­nominaci6n necesita es un sistema que manifieste autoridad

significativa en ambas esferas. Hasta la iglesia necesita controles y contrapesos. La Edad

Media demostr6 que el gobierno eclesiastico mediante "obis­pos (presidentes de Asociaci6n) y mas arriba" no resolvfa to­dos los problemas. Tampoco to hate el gobierno mediante

congregaciones locales. Se requieren ambas perspectivas. Esa es una raz6n por la que en el Concilio Anual de la Aso­

ciaci6n General de 1998 sugeri que la junta Ejecutiva de la Asociaci6n General se reconstituyese para incluir un tercio

de cargos directivos de todos los niveles, un tercio de pasto-

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iDerrotara la organizaci6n a la misi6n?

res de iglesia (la mayorfa de ellos procedentes de iglesias tfpi­cas mas bien que superiglesias), y un tercio de laicos (la ma yorfa de ellos de clase media, no pudientes). Para una salud y equilibrio 6ptimos, la denominaci6n necesita escuchar a todos sus sectores y no solo a unos cuantos.

Antes de dejar el tema de la representaci6n plural y los controles y contrapesos, debemos destacar que la representa­ci6n plural a nivel de la Junta Ejecutiva de la Asociaci6n Ge

neral es mas crucial que en las delegaciones a los Congresos de la Asociaci6n General, puesto que los asuntos que vota el Congreso de la Asociaci6n General primero son formulados por la junta en su asamblea anual. En otras palabras, en el Concilio Anual de la junta Ejecutiva se toman las decisiones mas importantes y se dan las discusiones mas significativas. El Congreso de la Asociaci6n General sencillamente discute y vota aquellos puntos que ya aparecen en la agenda.

Otro factor que debe considerarse al discutir la organiza­ci6n de la iglesia es la continuidad con el pasado. Es cierto que la estructura de 1901-1903 se ha vuelto dificil de manej ar y no

siempre encaja bien mas de un siglo despues, pero contiene principios, conceptos y enfoques que resultan utiles aun e, incluso, esenciales. El hecho es que la reorganizaci6n de 1901-

1903 es un sistema de gobierno 6nico para una iglesia mundial que ha servido bien a la denominaci6n para impulsar su labor misionera hasta los confines de la tierra. El problema no es la estructura basica en sf misma. Mas bien, la cuesti6n es si la es­tructura actual es la mas efectiva que el adventismo puede des­arrollar para el use eficiente de los recursos financieros y de personal en procura de su misi6n. Parece que la mfjor option no

es el rechazo total de to pasado, sino una combinacidn de to mfjor

de to pasado con to mas tiitil de to nuevo a medida que la denomi­

naci6n, sobre la base de los principios biblicos, modifica el meollo

esencial de su organization actual para la maxima eficiencia

203

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204 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

misio16gica. En esencia, eso es to que ocurti6 en 1901-1903. No fue una revoluci6n sino una reestructuraci6n del sistema de

1861-1863, a fin de atender mejor las necesidades de una igle­sia y un mundo cambiantes. Se requiere el mismo enfoque

ahora que la denominaci6n atraviesa et siglo XXI.

Una propuesta modesta Con todos estos comentarios en mente, voy a aventurarme

a hacer algunas sugerencias sobre una posible forma de estruc­

turar la Iglesia Adventista para el siglo XXI. Mientras usted

considera estas sugerencias, por favor mantenga en mente es­tas presuposiciones clave: 1. la raz6n para la organizaci6n de la iglesia es facilitar to misidn mundial; 2. cualquier organiza­

ci6n viable tiene que set capaz de trascender el localismo del congregacionalismo y, al mismo tiempo, evitar el peso aplas­tante de la sobreinstitucionalizaci6n; 3. una organizaci6n efec­

tiva tiene que estar to suficientemente unificada para concen­trar sus activos en "cumptir la misidn" de la iglesia, pero tam­

bien set to suficientemente flexible para dejar que cada sector

de la Iglesia mundial emplee aquellos medios que le resulten

mas efectivos en su campo de responsabilidad. Un posible enfoque hacia la estructura de la Iglesia Ad­

ventista es un modelo que consistirfa en tres niveles. Unien­

do a la denominaci6n estarfa la Asociaci6n General de los Adventistas del Septimo Dia con una configuraci6n simplifi­

cada. Aunque la Asociaci6n General se convertirfa en un cuerpo coordinador, consultivo y moderador, tambien tendria un papel en to elaboraci6n de directrices generates que pro­

curasen aglutinar al maximo las ventajas tanto de la unidad

como de la diversidad. El segundo nivel de la estructura podrfa consistir en Di­

visiones regionales, en cierto modo equivalentes a las actua­les Divisiones mundiales. Este segundo nivel de administra-

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i.Derrotara la organizaci6n a la misi6rh

ci6n cumplirla la funci6n de las Divisiones actuates, y ademl s asumirfa muchas de las tareas de coordinaci6n y apoyo qu e

hoy dfa se gestionan en las Uniones. El namero de Division f .. es

podr a etevarse a unas vemte a partir de las trece actuates, a fin de dar mejor servicio a las unidades de la Iglesia mundi al

en sus necesidades particulares.

El tercer nivel de la estructura de la denominaci6n serla to que podrfamos considerar Asociaciones administrativas re,

gionales. Aquf es donde es necesaria la reconstrucci6n máS

radical. Permftame el lector itustrarlo citando la experienci a

norteamericana. Los norteamericanos llevan anos discutie- _ do si serla mejor deshacerse de sus 58 Asociaciones locales o

combinar algunas de ellas, o disolver sus nueve Uniones. La mejor soluci6n podria ser acabar con ambos niveles, creando

en su lugar unas veinte unidades administrativas regional es en un nivel que pueda servir a circunscripciones que hate dejado atras la era de los carruajes y tienen ahora acceso a modernos medios de transporte y comunicaci6n. Escenarios similares podrlan ser validos para otras Divisiones mundiale s.

Una propuesta asf supondrla un mayor retorno del diner o

de los diezmos adventistas para la obra del "verdadero mini"

terio" y redistribuirla muchfsimo personal. Muchos creen glie

los diezmos llevan ya demasiado tiempo subsidiando una de" comunal "estructura burocratica". En realidad, la Iglesia po­drfa ser rods efectiva en el cumplimiento de su misidn si co-_

sumiera no mas del veinte al treinta por ciento de su actual gasto administrativo en burocracia, bienes rafees burocraticos y estructuras de apoyo. Solamente piense usted en to qve tales cambios significañan para el ministerio y la misidn. S

e lograrla mas que con todos los planes desarrollados por pers o-nas que estan detras de escritorios en los pr6ximos cien anos.

iPor que, podrfa usted estar pensando al sopesar la presea_ to propuesta, hay tres niveles y no dos o cuatro? Cuatro es

Page 208: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

mucho, en el sentido de que un modelo tal es tanto innece­

sariamente caro como redundante. Por otra parte, dos nive­

les es poco, en el sentido de que un sistema tal nos dirigirfa al

dilema del poder unipersonal o del "poder regio" que amena­

z6 al adventismo durante la decada de 1890 y se ha venido

reflejando en el Catolicismo Romano a to largo de los siglos.

El tercer nivelo intermedio (es decir, las Divisiones) da lugar

tanto al reparto de autoridad como a un cuerpo coordinador

para cada uno de los sectores principales de la denominaci6n.

Por otra parte, parece que las Divisiones serfa mejor que fue­

ran Divisiones de la Asociaci6n General y no Divisiones aso­

ciaci6n. El caso de Conradi a principios del siglo XX resalta la

posibilidad de que una personalidad energica saque a toda una

Division fuera de la denominaci6n. El sistema de Division en

su proceso de elecciones proporcionarfa importantes controles

y contrapesos que tendrfan implicaciones tanto para la unidad

mundial como para la flexibilidad regional, por cuanto los car­

gos directivos de las Divisiones serfan nombrados por una

comisi6n de naturaleza fundamentalmente regional, mientras

que, por otra parte, los delegados de todos los sectores de la

Iglesia mundial tendrfan que aprobar el nombramiento.

Despues de haber hecho esta propuesta, debo senalar que

es solamente una sugerencia con fines de estudio. Nadie sabe

de cierto que es to mejor o que serfa mas eficiente y efectivo

misiol6gicamente hablando. Cualquier reestructuraci6n fu­

tura se beneficiary en primer lugar del saber colectivo de la

Iglesia mundial, en segurjolugar,de una comprension de los

principios inspirados de. fa---eclesiologfa, y'en tercer lugar de s6-

Iidas nociones de la historia organizativa adventista del septi­

mo dia.

Para terminar, debemos recordar que ni la organizaci6n en

1861-1863 ni la reorganizacion en 1901-1903 fueron faciles.

La organizaci6n inicial ocurri6 despues de una de cada de

Page 209: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

iDerrotara la organizaci6n a la misi6n?

luchas, y la reorganizacion tuvo lugar despues de quince anos de desasosiego.

Estudiar esas epocas hist6ricamente me ha llevado a plan­

tear la hip6tesis de que el adventismo realiza cambios estruc­

turales significativos solamente cuando esta al horde del de

sastre financiero y la inoperancia organizativa. Hay quienes

creep que nos estamos aproximando a una crisis asi. Sin em­

bargo, la pr6xima reestructuraci6n organizativa sera mas diff­

cil de to que fue en 1901-1903, con su feligresfa, mayormen­

te norteamericana, de 78.000 miembros. Los riesgos son ma­

yores y las complicaciones son mas grandes en una iglesia in­

ternacional de casi quince millones de miembros que, ade­mas, sigue creciendo rapidamente.

Por otro lado, si bien los desaffos que tendrfa que afrontar

cualquier reorganizacion son de proporciones pasmosas, to

mismo ocurre con la necesidad. El dempo de sonar y realizar

cambios significativos es ahora. El cambio vendrd. Las unícas pre­

guntas son quien controlard ese cambio y si ese cambio se orienta­

rd hacia una mayor o menor funcionalidad en terminas de la mi­

sion adventista. Es mds sabio hacerse cargo del proceso de transfor­

macion que simplemente d~ar1o ocurrir. Tal vez la pregunta mds

importante que afrontard el adventismo en la proxima decada es si

el cambio significativo se dard por accidents o gracias a la planifica­ci6n cristiana y la acci6n santificada.

Page 210: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion
Page 211: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

./

Indice alfabetico

A Advent Review, 38 Adventista Evang6lica Estadounidense,

Asociaci6n, 28, 29 Adventistas de Albany, Nueva York,

26-31,34,43 Adventistas de la Era Venidera, 29, 46 Adventistas del Sdptimo Dfa, dnico

grupo ex millerita en organizarse por encima del nivel congregacio­

nal, 30 elecci6n del nombre, 61, 62 Adventistas sabatistas, 33-56

primera organizaci6n, 38, 39

Mroamericanos, 165, 166, 173-175 Albany, Asociaci6n de, 28

Congreso de, 26-28 Anderson, Carl D, 12 Andrews, Jolm Nevins, 50, 51, 69 Ancianos (funci6n ec1esiastica), 48, 67

Asociaci6n, local, formaci6n de la primera, 62-68 nuevo significado para, 75

Asociaci6n de la Regi6n

de los Lagos, 170 Asociaci6n de Michigan,

fundaci6n de la, 66, 70 Asociaci6n del Segundo Advenimiento

de Nueva York, 23 Asociaci6n General, autoridad de la,

73,80-88,139,140 bancarrota, 116 formaci6n, 68-72

papel de la, 71

propuestas de redistribuci6n de la presidencia, 106, 150, 151 pugna entre la Uni6n de Columbia y la, 158-163

Asociaci6n General Europea, 150-155 Asociaci6n Mddica Misionera y de

Benevolencia, 124 Asociaci6n Publicadora Incorporada,

61,62 Asociaci6n Sudafricana, 93-95 Asociaciones regionales, 163-170 Australia, 93, 95, 98, 99 Autoridad, centralizaci6n de la, 90-92,

100,101

B Babilonia, conflicto mili erita acerca de,

20-26 identificaci6n de, 24, 25, 27, 28,

44,45,48, 52-56, 58, 63, 65, 112,186 llamado a salir de, 19,24-26,33 reinventar, 102-114 "Salid de ella, pueblo mio"

(decisivo serm6n millerita de Charles Fitch), 24, 25

Ballenger, A F ,113,135, 185 Ballenger, E S ,141

Bart1eman, Frank, 113 Bates, Joseph, 20, 34, 35, 37, 43 orden evangdlico, 47, 49 Battle Creek, Sanatorio de, 125, 126 Bautistas, 28

Page 212: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

210 Nuestra organizaci6n I Aliada o enemiga de la gran comisi6n?

Beach, Beverly B , 13

Beach, Walter R, 13 Bediako, Matthew, 172

Benevolencia Sistematica, plan de, 51,71

Bietz, R R, 178 Brwen, TE, 155, 156

Bradford, Charles, 175, 176 Brinkerhoff, W H, 80

Brown, George, 172 Brown, J N, 17, 18 Bntler, G 1, 76, 80, 82, 120

su opini6n sobre la autoridad del presidente de la Asociaci6n General, 82-87, 89, 90

Byard, Lucy, 168 Byington, John, 72

e Carter, Robert, 176 Case, H S, 46

Chasco, Gran, 26 Chrístían Herald, 19 Christian, L H, 151, 152

Chrístían Palladíum, 20 Church Organízatíon, 121

Church, The Its Organízatíon, Order and Dísdpline, 138

Cisma (disidencia), primer entre los

adventistas, 46 Colcord, W A, 137 Conexi6n Cristiana, 25, 28, 30, 34

organizaci6n eclesiiastica en la, 18-20,34,39,72

Consejo Europeo de las Misiones Adventistas del Septimo Dfa, 96, 151

Congregacionalista, mentalidad, 192 Congregacionalismo, 18, 27, 28, 49,

102-114,120,132-142

aspectos negativos, 185-187 aspectos positivos, 181, 182 decada de 1990, 181-187

Conradi, L R, 132, 151-155,206 Consolidaci6n, decada de 1930,

158-163

decada de 1980,177-179 decada de 1990, 187-189

en el fnturo, 204-207 Controles y contrapesos, necesidad de,

202,204,205

Coopwood, T H, 169 Cottrell, R F , 55, 58, 59, 64 Credos, 17, 18,27,28,66 Crisler, C C, 12

Cristianos adventistas, Asociaci6n de los, 28 organizaci6n de los, 28-30

D Dail, Guy, 151

Daniells, Arthur G , 95, 100-102 cree necesaria la flexibilidad, 201 en pugna por el poder con

Kelloggy Jones, 125-140 encabezala reorganizaci6n de 1901,117-124 favorece la creaci6n de un Departamento para

afroamericanos, 164, 165 partidario de una antoridad cen­tralizada fuerte, 132, 133, 140, 145,

pugna con Conradi, 151-156 Davenport, crisis de, 183 Departamental, sistema, 93-96,102

adoptado por la Asociaci6n General, 122

rama medica dejada fuera en 1901, 124

Departamento Regional

Norteamericano, 173 Depresi6n, decada de la Gran

(1930-1940), 158, 159

Diaconos, 42, 44, 48, 49, 67 Disciplina, necesidad de, 39-41 Discriminaci6n racial, ver Racismo

Disidentes, primeros, 46 Distritos, sistema de, 97-99

Divisi6n del Pacffico Sur, 187, 202 Divisi6n Norteamericana, 163, 172-178 Divisiones, 154-156, 158,206

de la Asociaci6n General, 156, 157,206

Page 213: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

desarrollo de las, 150-158 Dorchester, visi6n de, 37

Dybdahl, Jon, 198

E Eclesiologfa, adventistas descuidan la,

197, 198,207

Espiritu Santo, como 6nico organizador de la iglesia, 110, 113, 114, 130

ec1esiologfa basada en el, 112-114 movimiento Recibid el, 113

Espiritualizadores, 26

Evans, 1 H, 116, 129 Evans, Laurie, 187

F Fairfield, Iowa, 60 Fanatismo, 26, 40, 41

Feligresfa, transferencia de, 52, 63, 64 Hexibilidad, necesaria en la

organlZaci6n, 146, 147, 179, 180,

195,196,199-202,204,206 Fitch, Charles, 24, 33 Ford, Desmond, 183

Fordham, W W, 173 Fountain, T M, 169

Franke, E E, 135-137

Fredericks, Richard, 185 Frisbie, J B, 48, 55

G Gland, Suiza, Concilio de 1907, 152 Cospel Order, 139

Cospel Simplicity, 135-136

Gracia, el lugar de la gracia en la IASD,185

Gran Chasco, 26

Green, William H, 166

Hall, D P,46 Haloviak, Bert, 12

H

Harlem, Primera iglesia del, 166

Harmon, Elizabeth (Lizzie), 33, 34 Harmon, familia, expulsados de su

Indice alfabetico

congregaci6n metodista episcopal, 33, 34

Herald of Cospel Liberty, 19 Hermeneutica, evoluci6n en la, 54-56,

59-62,74-77, 144, 145

interpretaci6n incorrecta de la de Elena G de White, 195-197\ la de A T Jones y E J

Waggoner, defectuosa, 142-144 limitada, 47-49, 54, 55, 71

Hewitt, Clyde E , 30 Hewitt, David, 52

Higley, William S , 66 Himes, Joshua V, 20, 21, 43 Humphrey, J K, 165, 166

1 Identidad adventista, 192-195 Iglesia Adventista del Septimo Dfa

del Pueblo, 135 Iglesia Adventista del Septimo Dfa,

tres ciclos de su orgaruzaci6n, 9, 10 Comisi6n sobre la Organizaci6n

Mundial de la, 178-179 Comunidad del Cami o de Damasco, 185

Cristo como cabeza de la, 103, 107, 11 O, 120, 123, 144, 145

doctrina de la (eclesiologfa), 77, 78,197,206,207 mundial, modelos de, 199,200 pacto de, 66, 67

un nombre para la, 58, 60, 61, 48,49

Iglesia Metodista Episcopal, 33, 34, 72,75

Iglesia Universal de Dios (del Septimo Dfa),80

Instituciones, propiedad de las, 122, 129 Intemacionalizaci6n, 171, 172, 176, 177

Irwin, G A, 108, 111, 112, 119

J Johnsson, William, 186

Jones, A T, 87, 88, 124, 125 busca erradicar la presidencia de la iglesia, 10 5-108

Page 214: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

212 Nuestra organizaci6n I iAliada o enemiga de la gran comisi6n?

clama por un individualismo radical en 1901, 119-122 conden6 la constituci6n de

1903, 131 contentamiento momentAneo con

la reorganizaci6n de 190 1, 123 encabeza el movimiento para la descentralizaci6n radical (desor­ganizaci6n), 103-113, 140, 141

evaluaci6n de su teoria organizacional, 143, 144 expulsado de la iglesia, 140

inclinaciones pentecostales, 113, 114,140,141 intentos de hacerlo presidente de

la Asociaci6n General, 126, 128 nueva definici6n de libertad religiosa, 134

opuesto al cargo y al trulo de presidente, 127, 137 presidente de la Asociaci6n de

California, 127 presidente del Colegio de Battle Creek de Kellogg, 137 procura bloquear la constituci6n

de 1903, 130, 131 propone congregacionalismo,

132-141 coma partido con Kellogg, 126

Jorgensen, Gilbert A , 12

K Kellogg, J H, 91,124-126

actitud beligerante, 129 expulsado de la iglesia, 134, 135 insatisfecho con los principios de organizaci6n de Jones, 132

pugna por el poder con Daniells, 124-140

L Lawson, H M, 141

Leadership, 82-85 Litch, Josiah (Josias), 24 Literalismo biblico, mss ally del, 54-56

Living Temple, 126

Loughborough, J N, 12, 44, 50, 63, 138 Lutero, 104

M MacClenny, Wilbur E, 18

MacElhany, J L, 168, 169 Magan, P T , 116, 130 Maine, adopci6n tardia de la idea de

Asociaci6n, 67

Marion, Grupo de, 80 Marsh, Joseph, 20, 27, 28 MessengerofTruth, 46

facci6n del, 46 Miller, William,25-28 Milleritas, 19, 20, 35, 60

Asociaciones, 23 asociaci6n general 21 organizaci6n de la iglesia, 20-31

Ministros (pastores), necesitan apoyo

econ6mico, 45, 49, 53, 69 necesitan aprobaci6n, 42, 43, 63, 76 supervisi6n de los, 50, 51, 68-70, 76, 77

Misi6n, eficiencia de la, estimula la reforma, 96, 97, 100, 116-118,

203-205,207, modelo para la organizaci6n de la iglesia, 144, 145 relacionada con la organizaci6n,

52, 53, 55, 71, 75-78, 92, 93, 121, 144-147, 192, 193, 196, 197, 199,200 signe siendo on estimulo para la

reorganizaci6n, 192-195 Montgomery, Oliver, 12 Morril, M T, 19,20 Morse, Washington, 42

Mustard, Andrew, 11, 12, 74, 93, 195, 202

N Negros, ver Mroamericanos

"Noruega, Plan de", 188, 189 Nuestra identidad Origen y desarrollo, 35 Nueva Inglaterra, adopci6n tardia de la

idea de Asociaci6n, 67

o Oceania (Australia), Uni6n de, 101

Page 215: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

Oliver, Barry, 12,87, 144, 145, 187,

194, 195, 199 Olsen, O A, 87, 94, 95, 97-101, 108 Dne Man Power, 133

Orden Evang6lico, llamamiento al, 39-45

Ordenaciones al ministerio pastoral,

primeras, 42, 44, 45 Organizaci6n, pragmatismo y, 56, 59,

77,144-146,178

flexibilidad, necesaria en la, 146,147, 179, 180, 195, 196, 199-202, 204, 206

principios biblicos, 77, 93 Organizaciones auxiliares de la IASD,

90,93,94, 116

p

Parkviile, Michigan, 60

Parsons, C H ,132 Paulsen, Jan, 172 Paulson, David, 130

Peck, Clay, 185 Pentecostal, eclesiologia, 113, 114 Periodos de servicio, limitaci6n de Ins,

158-163 Peters, G E, 169 Peterson, Frank L , 173

Pierson, A T , 113 Posdenominacionalismo, 183, 193

Preseott, W W , 91, 103, 106, 109, 110, consideraba incorrecto todo pnocedimiento parlamentario, 110

retira su apoyo a Waggoner y Jones, 125, 127

Present Truth, 37, 38

Presidente, cargo de, 122, 127,

130,137 opini6n de Elena G de White, 143

trtulo de, 106, 107, 122, 127 Propiedades, pertenencia legal, 49, 57-61

Publicaciones, sobre el sibado, 38, 39 visi6n sobre, 37, 38 ver tambidn Asociaci6n Publicadora

Pueblo, Iglesia Adventista del Sdptimo Dfa del, 135

Indice alfabetico 213

Puerta abierta, 34

cerrada, 34, 35, 42

R Racismo, 163, 166, 167, 173 Rawson, Robert, 172 Rea, Walter, 183

Religious Libert}'. 134 Reorganizaci6n de 1901, la rods

amplia y profunda, 121, 122

Review and Herald, 38 Robinson, A T, 93, 95, 102, 108,201 Rock, Calvin, 170, 176 Russell, C P, 46

s Sibado, congresos sobre el, 36, 37 Santee, L D, 111 Second Advent Review and Sabbath

Herald,38 Sentido comtin, 55, 56, 59, 144 Shaw, J L, 161 Sheafe, L C, 135-137, 164

Smith, Uriah (Urias), 66, 120 Snook, B F ,69,80 Spicer, W A, 139 Statement Refuting Changes Made by

A T jones, 134, 135 Stephenson, J M, 46 Stockman, Levi, 34 Storrs, George, 25-27, 29, 33,

112,181 Surnmerbell, N ,18

T Testimonies to the Church Regarding

Individual Responsibility and Christian Unity, 138, 139

Thompson, G Ralph, 172 Tiempo de esparcir (sembrar), 35

de recoger (cosechar), 35 Tribalismo eclesidstico, 162, 187

U Unidad en la diversidad, ideal, 140,

145,146,198,199

Page 216: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

214 Nuestra organizaci6n / iAliada o enemiga de la gran comision?

Unidad,relacionada con organizaci6n, 71,76

Uni6n Central Norteamericana, 159, 177 Uni6n de iglesias, 188, 189 Uni6n Vida y Adviento, 29

Uniones, concepto de, 96-102 como circunscripci6n de la

Asociaci6n General, 179, 187

V Vi;yes de los esposos White al Este de

EE UU, 41, 42, 44, 45, 64

W Waggoner, E J, encabeza un

movimiento de descentralizaci6n radical (desorganizaci6n), 103, 104

clama por un individualismo radical en 1901, 120 lucha contra la constítuci6n de 1903,130 reprendido por Elena G de White por sus teorfas

de organizaci6n, 105 sus teorfas de organizací6n rela­

cionadas al pentecostalismo, 113 Waggoner, J H, 68 Washburn, J S, 161, 162 Waukon, Iowa, 50 White, Elena G de, clama por

la descentralizaci6n, 103

deflende la unidad en la diversidad, 140, 198

expulsada junto a su familia de la Ig1esiaMetodista Episcopal, 33, 34 flexible ante futura reestructuraci6n, 196, 197 fUnciones y papel de la

Asociaci6n General, 72, 73, 83-88,139,140

nunca recomend6 una forma precisa de organizaci6n, 74 prepara el camino para la

reorganizecí6n de 1901, 117, 118 refleXÍona sobre

la reorganizaci6n de 1901,123

relaci6n con aspectos raciales, 163,164 reprende a E J Waggoner por

sus ideas en organizaci6n

eclesiastica, 105

su opini6n de "orden

evangdlico ", 39, 40, 45, 59, 60,

73,74 tarda en aprobar la organizaci6n,

138,186

teme una exagerada centraliza­

ci6n de la autoridad, 84, 86, 87, 92,97, 98, 105, 133, 139, 140,

153, 154, 198 White, J Edson, 163 White, James, 20, 34-36, 67, 71, 72

fUnciones y papel en la

Asociaci6n General, 81-87

hermendutíca de, 47, 54-56, 60-

62, 74-77, 144

primer superintendente de

ministros, 52 primeros movimientos hacia la organizací6n, 39-45

promueve el "orden

evangdlico", 43-47, 53, 54 publicador, 38

puntos de vista sobre la

organizaci6n eclesiAstica, 74, 75 White, W C, 108, 109 153

aliado de Daniells a comienzos de la ddcada de 1900, 127

la misi6n como base para

reorganizaci6n, 108

uno de to lfderes de la

reorganizaci6n de 1901,119-122

Wilcox, M C, 147, 201

Wílson, Neal, 176

Wínner, W L, 135-137

Word to the 'Tittle Flock", A, 35

y

Youth's Instructor, The, 38,39

Page 217: Adventista-KNIGHT, George. Nuestra Organizacion

Las creencias adventistas al alcance de todos los n1fios

La mejor herramienta en manos de los padres, de los pastores y de los

educadores cristanos para llevar a los ninos a los pies de Jesus.