actas de las iii jornadas de historia de la filosofía antigua
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Se compilan los trabajos presentados en las III Jornadas de Historia de la filosofía antiguaTRANSCRIPT
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Universidad Nacional de Mar del Plata
Facultad de Humanidades
.
Actas de las III Jornadas de Historia
de la Filosofa Antigua.
Dr. Francisco Olivieri
Palabra, poder y verdad en el pensamiento
filosfico. Mara Cecilia Colombani (Direccin)
Guido Fernndez Parmo
Juan Manuel Gerardi
(Compiladores)
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Fecha de catalogacin: 16/05/2013
Diseo: Viviana Talavera
Actas III Jornadas de Historia de la Filosofa Antigua: palabra, poder y
verdad en el pensamiento filosfico / Mara Cecilia Colombani [et.al.];
compilado por Juan Manuel Gerardi y Guido Fernandez Parmo ; coordinado
por Mara Cecilia Colombani ; dirigido por Mara Cecilia Colombani. - 1a ed.
- Mar del Plata: Universidad Nacional de Mar del Plata, 2013.
E-Book.
ISBN 978-987-544-505-5
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NDICE
Presentacin ................................................................................................................iii
Presentacin del libro Ms all del arte: mimesis en Aristteles
Viviana Suol ............................................................................................................... 1
La apora de la educacin de Calicles. El modelo educativo aristotlico como
posible eupora
Mara Emilia Avena ................................................................................................... 11
El legado de Aristteles en los juicios reflexivos como categora poltica en H.
Arendt
Catalina Barrio .......................................................................................................... 19
Las Bacantes de Eurpides como una ejemplificacin del poder del lgos
Agustn Brousson ....................................................................................................... 27
Hesodo y el antecedente de la nocin de epimeleia heautou
Mara Cecilia Colombani ........................................................................................... 37
La palabra masculina sobre el lujo femenino
Rita Nora Falcone, Marcela Patricia Pitencel y Diego Alejandro Reinante ............... 46
El paso del mito al lgos? Una lectura postcolonial
Guido Fernndez Parmo ............................................................................................ 57
Legitimidad, palabra y poder en la reflexin ciceroniana. De una ideologa
represiva a la defensa de la res publica
Juan Manuel Gerardi.................................................................................................. 67
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Puede la filosofa cambiar el mundo? La palabra filosfica hoy, entre Platn y
Pierre de Roo
Hctor Lascano .......................................................................................................... 79
La hermenutica entre el Derecho y lo jurdico: etimologa y metforas
subyacentes
Helga Mara Lell ........................................................................................................ 88
La lectura deleuziana de Aristteles en Diferencia y Repeticin: entre la univocidad
y la equivocidad
Daro Jos Limardo.................................................................................................... 97
Gorgias en el Banquete de Platn: La seduccin del trgico Agatn
Luca Lpez de Dardn ............................................................................................ 112
Antgona y Creonte: la fuerza moral y la poltica realista fracasan y se desgarran
frente a la accin que vincule lo comn
Jorge Mallearel ........................................................................................................ 124
Verdad y recta interpretacin: las condiciones de la palabra en el contexto
hermenutico de De paradiso de Ambrosio de Miln
Lidia Raquel Miranda .............................................................................................. 133
Hay que ponerle cabeza a los cuentos o Sobre el argumento de lo justo en
Alcibades y Gorgias
Julia Rabanal ........................................................................................................... 142
Verdad y Poder a partir de la significacin tmporo-espacial en la Medea de
Eurpides
Ana Cecilia Rivabn y ngela M. Raimondi............................................................. 151
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iii
Presentacin
III Jornadas de Historia de Filosofa Antigua
Dr. Francisco Olivieri
El 3 de diciembre de 2012 en las instalaciones de la Facultad de Derecho de la
Universidad Nacional de Mar del Plata, por tercer ao consecutivo investigadores y
futuros profesionales de diversas reas, se dieron cita para compartir e intercambiar
conocimiento y produccin original. Jornada tras jornada esta convocatoria se ha ido
convirtiendo en un espacio dinmico y de referencia; y los trabajos, que nos es grato
presentarles, son el resultado que anima el espritu que las convocaron en primera
instancia.
Al igual que en la Jornada anterior, la presente cont con tres sesiones de
comunicaciones libres compuestas de mesas temticas que estructuraron las actividades,
comunicaciones individuales, exposiciones grupales y presentacin de proyectos de
investigacin. La conferencia inaugural estuvo a cargo de la Dra. en Filosofa Ivana
Acosta para cerrar el da con la actuacin del grupo vocal Quamtum Vocal. En esta
oportunidad tambin se dedic una seccin para la presentacin de libros, los de
Viviana Suol, Ms all del arte: mimesis en Aristteles, que se incorpora en estas
Actas, y el de Mara Cecilia Colombani, A constituio do sujeito na plis clsica.
La triada palabra-verdad-poder ser el hilo de Ariadna que gue los anlisis y
abordajes, tanto de los clsicos como de aquellos autores contemporneos, que han
continuado desenredando y entretejiendo los conceptos acuados en los albores de la
filosofa. Platn, Aristteles, Hesodo, Eurpides entre los griegos, son los ms visitados
a la hora de indagar acerca del poder del lgos (entendido en sus mltiples acepciones
que se escapan en una traduccin literal a nuestro idioma) para informar la realidad,
rebatir las ilusiones creadas por una educacin sofstica que pone en entredicho la razn
de ser de la polis del siglo V a.C.; desenmascarar las falacias de un discurso bello y
seductor u organizar un tiempo y un espacio que no se encuentran reidos con el mito.
Desde la perspectiva contempornea Aristteles es revisitado por Barrio y
Limardo. En sus trabajos rastrean y exponen cmo en autores en apariencia tan
dismiles, como Arendt y Deleuze, la impronta de los juicios y de la univocidad del ser
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iv
trascienden los postulados aristotlicos para tramar la urdimbre del pensamiento de dos
de los ms importantes pensadores del siglo XX.
Volcndonos al mbito romano encontramos dos trabajos que buscan dar
cuenta de la relacin entre la palabra encarnada en la ley y la justicia, en momentos en
que la repblica estaba siendo sacudida por las conmociones de las guerras civiles, y
adems cmo esa ley se convierte en un vehculo que define un nosotros y un otros.
Por un lado los hombres que hacen la leyes, y por el otro las mujeres a quines deben
ser aplicadas y que se convierten en un territorio de disputa de ese discurso.
Pero tambin lo justo de la utilizacin de la violencia, su legitimidad y alcances
hace interseccin con el trabajo de Hell quin nos presenta, desde el anlisis
etimolgico de los trminos derecho y lo jurdico, un recorrido histrico, dos conceptos
que aunque en su origen arcaico fueron similares, con el andar del tiempo divergieron y
abarcaron un mbito especfico de lo que desembocar en la jurisprudencia.
Adentrndose en el recorrido etimolgico de la hermenutica logra exponer las races
de aquello que ha sido olvidado, silenciado u obviado y que tiene que ver con la
historicidad de un texto, su contexto de produccin y aplicacin, restaurando y
reactualizando los usos y manipulaciones (encarnadas en metforas) de esos quehaceres.
Y si de contextos hablamos Ambrosio de Miln es iluminado desde la
interpretacin hermenutica de De Paradiso, entendida esta como un acto de creacin
ligada al uso de la palabra, a la traduccin y a la capacidad de lectura guiada por la
gracia divina. Si en el texto anterior la hermenutica tena que ver con la cuestin
etimolgica, aqu no slo es esto fundamental, sino es necesario para poder dar cuenta
de la presencia divina en los textos que le han sido revelados al hombre; que le permiten
entrar en estado de gracia, en un paraso que no es un lugar geogrfico, sino un lugar
interior, del alma.
Para finalizar con este breve recorrido, que no es exhaustivo ni mucho menos,
Lascano se pregunta si hoy, recin comenzado el siglo XXI la filosofa puede cambiar
al mundo? Lanzando a la palestra, nuevamente, el desafo que desvel a los primeros
filsofos, que oblig a los hombres a refinar sus modos de pensar y de obrar, y que
impuls a nuestra especie a seguir preguntndonos, si a pesar de todo, las preguntas son
ms importantes que las respuestas. Teniendo en cuenta que todo presente es
contingente y que en todo futuro est por construirse la pregunta, dejamos al lector libre
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de recorrer las pginas que siguen buscando y anudando sus propias ideas, pero
confiados en que luego de su lectura saldr ms enriquecido.
Para concluir, quisiramos agradecer a todas las personas e instituciones con las
cuales hemos contrado una enorme deuda. Por ello, va nuestro agradecimiento a las
autoridades de la Facultad de Humanidades de la Universidad Nacional de Mar del
Plata; la Sra. Decana Dra. Mara Coira y la Sra. Vicedecana Lic. Silvia Sleimen. Al
personal administrativo no docente del Decanato, Vicedecanato y Secretara de
Investigacin de la Facultad de Humanidades, por su valiosa y paciente colaboracin.
Agradecemos tambin a nuestros alumnos, pues no slo asistieron al evento, sino que
nos brindaron su apoyo concreto en la preparacin del mismo; sin ellos nuestra labor no
tendra sentido. Queremos mencionar especialmente a todos los colegas que nos
acompaaron por su voluntad y buena predisposicin, son ellos quienes demuestran
ao a ao el impacto de las jornadas en el campo acadmico y nos enriquecen con sus
propuestas.
Es lcito mencionar que la calidad de los trabajos compilados recrea la excelente
jornada en la que fueron presentados. Este volumen intenta, por un lado, reafirmar la
conviccin que gua nuestra labor de investigacin y difusin del conocimiento
cientfico y, por otro, promover la interdisciplinariedad como perspectiva de largo
alcance de los estudios clsicos. Define un camino recorrido, nos incentiva a seguir
adelante, as como tambin, promueve la realizacin de nuevos proyectos de mayor
envergadura. Esperamos, desde nuestro lugar, haberlos aproximado, aunque sea por un
momento, a la elocuencia de los antiguos para comprobar que no son tan lejanos a
nosotros.
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1
Presentacin del libro Ms all del arte: mimesis en Aristteles
Viviana Suol CONICET-UNLP
Presentacin de libro:
Suol, Viviana (2012). Ms all del arte: mimesis en Aristteles. Presentacin de David
Konstan. Coleccin Filosofa, UNLP, La Plata, 240 pp. ISBN 978-950-34-0831-5
Este libro es el fruto de mis estudios de doctorado realizados en la Universidad Nacional
de La Plata. Con la intencin de dar a conocer a la comunidad en general y, en
particular, en el mbito acadmico los resultados alcanzados, publiqu esta versin
corregida de la tesis defendida en 2009, y adecuada a un pblico ms amplio adoptando
una prosa fluida, pero respetando y conservando su carcter erudito. Ms all del arte es
el cuarto volumen de la Coleccin Filosofa y cuenta con la presentacin del prestigioso
profesor de Lenguas Clsicas David Konstan.
A continuacin, har una breve presentacin del tema, de los problemas
metodolgicos que supone su estudio, la perspectiva que adopto y su singularidad
respecto de la literatura especializada actual, as como de los principales lineamientos
de las dos partes que lo componen.
La mimesis en sus mltiples e innumerables variantes ha sido
esencialmente el instrumento conceptual, por medio del que, desde el siglo V a. C. hasta
nuestros das, Occidente ha procurado explicar su relacin con el hacer artstico y sus
productos. Se trata de una nocin tan amplia y difusa que escapa a cualquier intento de
definicin unvoca. Desde hace veinticinco siglos, la mimesis es objeto de un proceso
permanente de definicin y redefinicin, de aprehensin y desapropiacin, tanto por
parte de quienes se dedican a la reflexin como a la prctica del arte. A travs de sus
diversas traducciones a las lenguas modernas en su mayora derivadas de la palabra
latina imitatio y primordialmente ligadas a las artes visuales la mimesis signific
cosas tan diversas y frecuentemente contrapuestas, que resulta difcil hallar un criterio
que permita reunir y explicar esta diversidad. La definicin de mimesis se construye a lo
largo de su prolongada historia cultural, que no es otra que la historia de la esttica, en
cuanto esta constituye el mbito al que primariamente pertenece.
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Una de las grandes dificultades que enfrenta su estudio reside en el hecho de que
es un concepto capital de nuestra cultura. La mimesis como dira Brunschwig
pertenece a los ejes respecto de los cuales se ubica nuestro presente.i Por esta razn,
cualquier intento de hablar de ella o bien de proponer una interpretacin sobre el empleo
de este concepto en Aristteles parece estar inexorablemente ligado a los intereses y a
las preocupaciones filosficas, que en el presente impulsan su estudio y comprensin.
Los debates que actualmente se suscitan en la investigacin erudita y en la reflexin
sistemtica sobre la significacin de la mimesis aristotlica revelan que interviene un
inters general vinculado a la consideracin de la naturaleza y finalidad del arte. La
localizacin de los puntos que aparecen como decisivos en la investigacin histrica
nunca es desinteresada.ii En la tentativa de comprender lo que la mimesis significa en
Aristteles, la exgesis contempornea paradigmticamente representada por el libro
de Halliwell (2002) The Aesthetics of Mimesis acuerda de manera casi incontestable
en recortar la superficie textual al dominio de la Potica, especialmente a sus tres
primeros captulos, y en menor medida al libro VIII de la Poltica. El inters
exclusivamente esttico que actualmente domina la investigacin histrica determina
esta valorizacin parcial que, a su vez, impulsa a no tomar en cuenta otros textos y
pasajes en los que Aristteles tambin recurre al vocabulario mimtico, como por
ejemplo: Historia de los Animales 609b 16, 612b 18, Meteorolgicas 346b 36,
Metafsica 1050b 28, y los pasajes en los que se enuncia la similitud/analoga entre arte
(tchne) y naturaleza (phsis). En modo alguno es posible negar el valor que la Potica
tiene en la reconstruccin de la significacin aristotlica de mimesis. No obstante, la
hiptesis principal del libro es que la consideracin de estos y de otros pasajes echa luz
sobre el empleo general de este vocabulario en la obra aristotlica. Esta ampliacin de la
superficie textual permite reevaluar el significado y la funcin que la mimesis y el grupo
de artes que se originan a partir de ella tienen en el pensamiento del estagirita. La
restriccin de su comprensin a la esfera exclusiva de las artes mimticas y, en
particular, al mbito de la potica no se corresponde con el pensamiento del filsofo,
sino ms bien con la concepcin moderna de la esttica y su autonoma disciplinaria.
Aun cuando no es posible eludir los condicionamientos e intereses que ineluctablemente
afectan a toda investigacin histrica, mediante el libro propongo adoptar una
perspectiva filosfica que comprenda los diversos usos de este vocabulario, inclusive
aquellos no referidos a las artes mimticas, con el propsito de esclarecer lo que la
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mimesis significa en Aristteles, procurando atender y destacar aspectos que son
actualmente ignorados por la erudicin.iii Como ha sealado recientemente una atenta
reseista, el verbo clave para caracterizar mi posicin respecto de mimesis es ampliar,
sin que ello implique una desvalorizacin de la preponderancia que tiene la Potica para
reconstruir la nocin, de hecho el primer captulo, dedicado a este tratado, es el ms
largo de todo el libro.
La mimesis aristotlica muestra su actualidad no slo en la reflexin filosfica
sistemtica e histrica, sino tambin en otras esferas de la cultura y de la ciencia
contempornea, en donde se plantea como punto de vista histrico-tradicional
ineludible. Entre ellas, se destacan las investigaciones sobre el desarrollo, evolucin y
bases cerebrales de la imitacin que en los ltimos treinta aos se han tornado cada
vez ms relevantes y que prueban que esta tiene una importancia primordial en el
desarrollo humano, porque es el fundamento innato de la comunicacin intersubjetiva
(Meltzoff 1999; Kugiumutziakis 1998; Nadel & Butterworth 1999). Aristteles postul
el carcter connatural de la mimesis, seal su valor cognitivo en la adquisicin de los
primeros conocimientos, subray su carcter antropolgico y destac la importancia de
la imitacin vocal, vale decir que en su pensamiento se hallan prefigurados algunos de
los resultados capitales recientemente logrados por los estudios empricos. El hecho de
que recin en los ltimos treinta aos del siglo XX se haya constatado empricamente el
carcter innato de la imitacin desmiente la aparente obviedad del descubrimiento
aristotlico.
Uno de los grandes problemas metodolgicos que plantea el estudio de la
mimesis en Aristteles est dado por la compleja historia cultural de este concepto,
indisociablemente unida a l. Cualquier intento de aproximacin al tema est
ineludiblemente mediatizado por este complejo legado y, por tal razn, es necesario que
forme parte de su estudio. Este problema se plantea de manera notoria a la hora de
traducir el trmino. Toda traduccin ya sea como imitacin, como representacin,
como expresin, como actualizacin, etc. revela el vnculo indisociable con la forma
implcita de conceptualizar el trmino, determinada a su vez por la historia de su
recepcin. Ms importantes que las apropiaciones conscientes, que slo configuran una
de las facetas de su tradicin, la mimesis por va de la imitacin pertenece a aquellos
entramados conceptuales de los que nos valemos incluso en el lenguaje de nuestro trato
cotidiano con el mundo.iv La impronta y la influencia que la imitacin ha ejercido y
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todava ejerce en las lenguas modernas son indiscutibles. Teniendo en cuenta la
diversidad de los empleos atestiguados en el corpus, a lo largo del libro analizo la
argumentacin y el contexto en los que el filsofo emplea este vocabulario con el
propsito de determinar cul es la traduccin ms adecuada en cada caso. Ms all de
las singularidades, todas las traducciones que propongo destacan la idea de semejanza
que est presente en cada registro textual aristotlico del trmino.
La primera parte del libro est dedicada al estudio de la habilidad mimtica y de
las artes que derivan de dicha habilidad como formas de aprendizaje. La misma
corresponde a la perspectiva tradicional o generalizada del tema, ya que presento un
relevamiento de los usos del vocabulario mimtico en Potica (Captulo 1) y en Poltica
VII-VIII (Captulo 2).
Los empleos atestiguados a lo largo de la Potica especialmente, en sus
primeros cuatro captulos constituyen la principal fuente disponible para reconstruir
el significado del trmino en relacin con las artes mimticas, pues recordemos que
Aristteles no ofrece en ningn lugar del corpus una definicin del trmino. Desde el
comienzo del tratado, presupone que la mimesis es aquello en comn que comparte el
conjunto de las artes mimticas y, a partir de lo cual, derivan sus distintas especies y
subespecies. A travs de los tres criterios de distincin, a saber: por medio de qu (Poet.
1), qu (Poet. 2) y cmo (Poet. 3), establece los cimientos para la consideracin de
todas y cada una de las artes mimticas. En Potica 4 captulo que es decisivo para la
comprensin general de la obra y, en particular, para entender la significacin
aristotlica de la mimesis afirma el carcter connatural del imitar como capacidad
originaria de aprendizaje en los hombres. El hecho mismo de situar a las causas de la
potica y, en general, de las artes mimticas en lo ms profundo de la phsis humana
(Poet. 4), i.e. en el deseo innato de conocimiento, es lo que determina que ellas tengan
un significado y una funcin en su pensamiento mucho ms relevante de lo que
tradicionalmente se les ha reconocido. A pesar del debate an vigente sobre el carcter
de la poesa, Aristteles no deja dudas acerca de que su finalidad es cognitiva y que el
proceso involucrado est vinculado a lo ms propio del hacer filosfico, i.e. la
identificacin de semejanzas. La enunciacin del re-conocimiento de que este es
aquel (hotos ekenos) que surge como respuesta a la implcita pregunta acerca de
qu es cada cosa (t hkaston) ejemplarmente resume el tipo de aprendizaje que
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comporta la pintura y, por extensin, todas las artes mimticas; y a pesar de su aparente
simplicidad es la frmula misma de la comprensin.
Es sugestivo que Aristteles establezca los cimientos disciplinarios de la potica
y, en general, del conjunto de las artes productivas mimticas vinculndolas incluso de
manera estrecha a la filosofa, en un momento histrico en el que la poesa haba
perdido su lugar privilegiado como depositaria del saber comunitario y era blanco de los
ataques por parte de los sectores ms ilustrados de la plis. Frente a la expansin de
otras formas discursivas no mimticas resulta natural el hecho de que establezca la tarea
propia del poeta, i.e. su rgon, en contraposicin con otras disciplinas, como es el caso
de la historia en Poet. 9 y la filosofa natural de Empdocles en Poet. 1. Las diversas
especies poticas se definen por la estructuracin de los sucesos y las acciones que
componen la trama, i.e. el mthos, por medio de la cual, tanto el poeta como los
espectadores y, eventualmente, el lector logran que las acciones narradas que por
definicin son singulares devengan universales a travs del proceso de aprendizaje y
comprensin, que se pone en juego en la composicin y en la recepcin de la obra.
Lejos de representar una forma deficiente de universalidad, los universales poticos se
ajustan al carcter general o tpico que es propio del mbito prctico.
El gran aporte de Aristteles en este tratado es haber reconocido la singularidad
disciplinaria de la potica y, ms ampliamente, de las artes mimticas. En razn de ello,
gran parte de la erudicin encuentra en su obra los fundamentos de la autonoma
potica. Aun cuando en Poet. 25, habla de una correccin propiamente potica en
contraste con la que es propia de la poltica, ello no implica una emancipacin de otras
esferas como es el caso de la tica y de la poltica. De hecho, en la Potica esta clase de
supuestos se ponen en juego de manera tcita, tanto a la hora de describir los principios
que intervienen en la produccin potica, como de prescribir las reglas para que la
composicin resulte bella. El hecho de que no haga ninguna referencia expresa a la
dimensin social de la mimesis no es el resultado de una intencin poltica, sino que se
relaciona con el propsito mismo de la obra: el establecimiento de los principios que
rigen esa forma de la produccin tcnica.
Las consideraciones expuestas en los dos ltimos libros de la Poltica revelan
que Aristteles no se desentiende de la significacin pedaggica y de la funcin poltica
que la habilidad y las artes mimticas tienen en cuanto que constituyen formas ms o
menos complejas de aprendizaje. La aparente asimetra entre el silencio de la Potica y
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las consideraciones expuestas en Poltica VII-VIII es el tema central del segundo
captulo del libro. La educacin es el pilar fundamental del mejor rgimen poltico que
all bosqueja, y ello explica la importancia que le reconoce a la habilidad mimtica en la
adquisicin de hbitos en la infancia, los cuales se corresponden con las exigencias
polticas futuras. En contraste con la oposicin que tradicionalmente se pretende
establecer con Platn, destaco el hecho de que Aristteles es depositario de su legado no
slo en cuanto al reconocimiento de la influencia que la mimesis ejerce sobre el
carcter, sino tambin en cuanto a la necesidad de que el Estado ejerza control y censura
sobre las artes y los productos mimticos a los que los habitantes de la plis pueden
acceder. El estagirita centra su modelo poltico ideal en el ocio y, por esa razn, le
confiere a la mimesis musical un lugar privilegiado en su programa educativo, ya que
gracias a su inmediatez y a la semejanza que guarda con los diversos estados del
carcter permite que los hombres libres practiquen una actividad que no tiene otro fin
distinto de s misma, y que por ende, es una forma preliminar de la actividad
contemplativa, continua con ella (con Depew 1991; Suol, 2010a,b; 2009).
El aporte ms original de mi trabajo se encuentra en la segunda parte del libro,
donde contradiciendo los principales lineamientos de la investigacin contempornea
investigo el empleo del vocabulario mimtico en el resto del corpus. Habitualmente la
literatura especializada ignora estos empleos por considerar que son irrelevantes para la
comprensin de las artes mimticas. Pese a ello, mi propsito en esta parte del libro es
mostrar que los usos de mmesis no referidos a las artes mimticas y, en particular,
aquellos por medio de los cuales Aristteles establece el principio de la imitacin de la
naturaleza son importantes, por cuanto que permiten esclarecer el significado general de
este concepto y hacen posible una mejor comprensin de su empleo en relacin con ese
grupo de artes, al elucidar cul es el fin al que dichas artes apuntan. A travs de una
seleccin de pasajes pertenecientes a distintas obras muestro que el filsofo emplea esta
familia de palabras en distintos contextos y esferas de su pensamiento para trazar
vnculos de dependencia causal, para establecer comparaciones biolgicas y para
formular analogas, i.e. con el propsito general de identificar semejanzas.v
Sin duda entre todos los usos no artsticos de mimesis el que ha sido ms
determinante en la historia cultural del concepto es aquel que aparece en la enunciacin
del principio conforme al cual el arte imita la naturaleza (tchne-mimetai-phsin,
TMP), y que Aristteles enuncia en Phys. II 2 (194 a 21), 8 (199 a 15-17), en Mete. IV 3
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(381 b 6) y en Protr. B 13-14. Mediante estas diversas enunciaciones, alude al vnculo
que existe entre el mbito de la produccin tcnica y la naturaleza, sea con relacin a su
organizacin teleolgica, sea respecto de su estructura hilemrfica, sea en cuanto a la
semejanza entre sus procesos. Como seala Blumenberg (1999: 73), durante dos mil
aos el principio formulado por Aristteles pareci ser la respuesta concluyente y
definitiva a la pregunta por la relacin entre el arte y la naturaleza. A travs de l puede
explicarse buena parte de la historia de la reflexin filosfica y, particularmente, esttica
de Occidente, puesto que se constituy en el paradigma de la produccin artstica desde
mediados del siglo XV hasta fines del siglo XIX. Las mltiples transfiguraciones y
mutaciones que experiment durante la prolongada historia de su recepcin fueron
determinadas en gran medida por la interpretacin que en cada momento histrico se le
otorg a los trminos que lo componen.vi Aunque Aristteles no formula este principio
ni hace referencia directa a l en la Potica, desde su ms temprana recepcin se lo
vincul a la comprensin de las artes mimticas, fundamentalmente a la pintura.vii
A pesar de la innegable importancia de su historia cultural, la significacin
artstica de este principio en el corpus aristotlico ha sido y sigue siendo objeto de
discusin.viii Completamente ajeno al inters primariamente esttico de la exgesis,
actualmente es visto como una amenaza que atenta contra la singularidad del arte. La
amplia mayora de los estudiosos evita su consideracin y algunos incluso alegan que es
completamente ajeno a la comprensin de las habilidades artsticas, y a causa de ello lo
ignoran en el estudio de la mimesis aristotlica.ix A pesar de esta actitud generalizada
por parte de los estudios histricos y sistemticos contemporneos, en el cuarto y ltimo
captulo del libro rescato el valor de este principio, que fue formulado por Aristteles en
relacin con todas las artes mimticas y no-mimticas. Es absurdo cuestionar la
aplicacin del principio TMP al caso particular de las artes mimticas, en la medida en
que legtimamente ste se aplica a todas y cada una de las habilidades (pace Halliwell,
2002, 1999b, 1998). La interpretacin aqu propuesta no consiste en una vuelta a una
pretendida comprensin originaria de la mimesis aristotlica ni al complejo y equvoco
paradigma de la imitacin de la naturaleza, sino que apunta a una evaluacin general del
mencionado principio y de las implicancias de su eventual aplicacin a dichas artes. De
hecho, las frecuentes referencias a la naturaleza en la Potica ponen de manifiesto que
la comprensin de las artes mimticas no puede desvincularse de ella, pues si bien es
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cierto que dichas alusiones ponen de manifiesto que este grupo de artes se originan en y
son parte de la naturaleza.
Ms all de los matices que suponen cada una de las distintas enunciaciones del
principio TMP atestiguadas a lo largo del corpus, lo cierto es que cuando las artes
mimticas son subsumidas bajo dicho principio general se pone al descubierto el
carcter anlogo y fundamentalmente suplementario que ellas tienen con respecto a la
phsis. Al igual que las restantes artes, las mimticas son anlogas (mimetai) a la
estructura teleolgica e hilemrfica de la naturaleza. Asimismo, en cuanto que son
formas de aprendizaje y de educacin de los ciudadanos y de los habitantes de la plis
son complementarias a la naturaleza, en la medida en que ejecutan (epitele) el
desarrollo de la capacidad cognitiva innata con que esta ha dotado al hombre (Suol,
2005: 125). Es sumamente importante reconocer y destacar el carcter complementario
de las artes mimticas, gracias al cual se puede entender el lugar destacado que ellas
ocupan en el pensamiento del filsofo. Desde las formas ms elementales de la mmica
hasta las ms elevadas de la msica y de la produccin trgica permiten que todos los
hombres desde los ms cultos hasta los ms bajos participen sea como espectadores
sea como hacedores de una actividad productiva que no apunta a la necesidad sino al
placer (Metaph. 980 b 20-21). Adems, dado que los ciudadanos no deben intervenir
segn Aristteles como hacedores sino slo como espectadores u oyentes de tales
artes, ciertamente puede afirmarse que ellas de algn modo anticipan la actividad
humana ms alta y ms propia para la que nicamente estn destinados un grupo selecto
de ciudadanos, a saber, la contemplacin (theora). Precisamente, el estudio de theora
en el pensamiento tico-poltico aristotlico es la secuela ms significativa de la tesis
doctoral. Las investigaciones ms recientes que he realizado sobre esta cuestin me han
permitido comprender la pertenencia orgnica de este concepto a su tica y, sobre todo,
su carcter activo y polticamente comprometido.
Finalmente, dedico un pequeo apndice a la consideracin de la innegable
actualidad que la mimesis aristotlica tiene en la reflexin filosfica sistemtica y me
ocupo de las apropiaciones propuestas por Ingarden, Gadamer y Danto.
En trminos generales, la indagacin de la concepcin aristotlica de las artes
mimticas ocupa un lugar en cierto modo marginal con respecto al marco ms amplio de
su filosofa. El estudio de la mimesis aristotlica no slo responde al inters histrico de
elucidar la principal variante de la que ha probado ser la ms perdurable, ampliamente
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adoptada e intelectualmente acomodadiza de todas las teoras del arte en Occidente
(Halliwell, 2002: 5-6). Antes bien, en una poca en la que el arte no parece ser capaz de
recuperar su vnculo con la experiencia vital humana, en la que la subjetividad sufre la
amenaza de su disolucin, en la que la visin instrumental de la tcnica conduce a la
destruccin de la naturaleza, la mimesis aristotlica se presenta como una referencia
inevitable y una gua ante los desafos presentes. Gracias a la complejidad y a la riqueza
conceptual que ella tiene en Aristteles, puede constituirse en el punto a partir del cual,
ir en busca de respuestas y eventualmente de salidas a estos problemas. Su actualidad
filosfica trasciende los lmites disciplinarios de la esttica. En definitiva, la pretensin
ltima de este libro es abrir el camino para que se desarrollen nuevas lneas de
investigacin en el estudio de este concepto en el pensamiento de Aristteles.
i Brunschwig (1994: 67) seala que intervenir pblicamente a escala de Platn es intervenir, quirase o no, en el sistema de ejes de la cultura. Por lo cual, agrega el autor, interpretar a Platn es, en ltima instancia, transformar el mundo. Sin duda, estas palabras bien pueden aplicarse a la mimesis y en particular, a la mimesis en Aristteles. ii El destino de una interpretacin est en cierto modo fijado no bien se consuma el reparto entre lo que se considera fundamental, rector, esclarecedor, y lo que se considera accesorio, problemtico, pasible de ser doblado y acomodado en funcin del resto (Brunschwig, 1994: 58). iii Entre las interpretaciones ms recientes sobre la mimesis en Aristteles se encuentra la de Veloso (2004), quien en su libro Aristteles Mimtico adopta una perspectiva extremadamente amplia y abarcadora, conforme a la cual la mimesis es presentada como la solucin a la que Aristteles apelara para dar respuesta a los ms diversos problemas gnoseolgicos, ontolgicos y metafsicos de su pensamiento. iv Retomo aqu lo dicho por Wieland (1988: 6) en relacin con la actualidad de la filosofa antigua. v As por ejemplo, en Meteorolgicos I ix establece la correspondencia causal entre el ciclo del sol y el de evaporacin y condensacin del agua, y en Historia de los Animales suele apelar a esta vocabulario con el propsito de establecer comparaciones en el marco de la escala natural presidida por el hombre, examinando en los dems animales aquello que es anlogo al l, v.gr. tejidos, rganos, estructura, funciones y comportamientos. Tambin refiere a la imitacin gestual, vocal y de los comportamientos en los animales. La comprensin de la mimesis como analoga tiene un lugar destacado en el corpus, as por ejemplo al comienzo de la Metafsica 988 a 1-7 en el contexto de la crtica a la imprecisin de los pitagricos y de Platn en el empleo de mmesis y mtexis respectivamente, apela al vocabulario mimtico para establecer una analoga entre forma-materia como principios de lo que existe, y los principios de la reproduccin: macho y hembra. vi En tal sentido, Halliwell (2002: 352) afirma: Variations and fluctuations in the significance of the phrase reflect shifts in the understanding of all three of its terms. vii La conocida mencin de Plinio en su Historia Naturalis que data del siglo I y que se sustenta en una fuente peripattica del siglo IV a.C. viii Cfr. Veloso (2004); Halliwell (2002); Blumenberg (1999); Ricouer (1977); Bien (1964); Butcher (1951). ix En tal sentido, es paradigmtica la posicin adoptada por Halliwell (2002: 153 n. 5; 1999b: 315-6 n.5 y 7), quien insiste acerca de la necesidad de desvincular la tchne poietik de este principio ms amplio segn el cual, las tchnai como un todo siguen el patrn o quizs imitan (mimesthai) la naturaleza en cuanto a la persecucin ordenada de sus fines, puesto que este no se aplica a las artes mimticas como tales, sino que pertenece de manera exclusiva a la filosofa general de la naturaleza, i.e. a la fsica. Aun
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cuando admite que estas artes presumiblemente estn subsumidas bajo este principio, sostiene que no existe razn alguna para considerar que el mismo se refiere al carcter expresa o internamente mimtico del grupo de artes tratadas en la Potica, puesto que no est ligado a su carcter necesariamente intencional. Al igual que la mayora de los intrpretes contemporneos, considera que el sentido primario de esta familia de palabras en el corpus reside en Potica 1 (1447 a 13-28). En este sentido, sostiene que la aplicacin ms amplia del trmino referida a las formas no artsticas de comportamiento animal, humano o incluso a los objetos inanimados, no aclara lo que la mimesis significa con relacin a las prcticas artsticas y sus productos y en razn de ello, enfatiza el carcter esencial que debe tener la tajante separacin del principio TMP con el objeto de evitar su identificacin con la mimesis. De acuerdo a esta interpretacin, en el pensamiento de Aristteles habra dos clases distintas de mimesis, y a pesar de que tradicionalmente se estableci una igualacin directa entre ambas, Halliwell (2002: 352) asegura que no es posible hablar de un principio unitario, sino ms bien de la larga historia del sentimiento que actualmente y por convencin se traduce como el arte imita la naturaleza.
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La apora de la educacin de Calicles. El modelo educativo aristotlico como
posible eupora
Mara Emilia Avena Facultad de Filosofa y Letras Universidad de Buenos Aires
Introduccin
Calicles, es un singular personaje creado por uno de los ms clebres rhtores de
la antigedad: Platn. Diseado especialmente con el objeto de recrear aquellos
aspectos que el filsofo ms repudia de sus adversarios sofsticos1, su discurso es
inflexible. Las convicciones que defiende a fin de sostener la coherencia de ste no son
abandonadas ni an cuando Scrates procura en vano arrastrarlo a consecuencias que
deberan (a los ojos del filsofo) ser consideradas inaceptables. Acaso este personaje,
fruto de la pluma exquisita de un gran escritor, sea el mejor y ms lcido interlocutor de
Scrates que podemos hallar en los dilogos platnicos.
El lgos de Calicles es una muestra vasta y compleja del poder del discurso. Es
un lgos que no claudica ante ningn adversario y no deja de parecernos verosmil ni
por un instante. Este discurso tampoco es arrastrado por argumentos ersticos ni por
desplazamientos de significado, porque, consciente como ninguno de las artimaas del
lenguaje, Calicles denuncia estas prcticas cada vez que su oponente hace uso de ellas,
lo cual slo es posible cuando se sabe cmo hacer uso de las mismas trampas y, ms
an, cuando se las ha puesto en prctica alguna vez.
El lgos de Calicles tal vez sea el taln de Aquiles del lgos socrtico. Es en
la discusin con un adversario de esta talla, que las estrategias socrticas naufragan, y
todo intento de persuasin se muestra impotente. Ante esa impotencia fracasa el dilogo
y, como leemos hacia el final del Gorgias, se impone el monlogo.
La pregunta que motiva este trabajo es por qu fracasa Scrates (Platn). La
respuesta que ensayaremos a continuacin tiene su justificacin en la educacin de
Calicles. Lo que Platn, a nuestro entender, procura mostrar es que la educacin
sofstica no se agota en la adquisicin de la tchne retrica sino que, por el contrario,
entraa la asuncin de una serie de supuestos ontolgicos, gnoseolgicos y metafsicos
1 Ntese que, pese a este retrato, al lector del Gorgias se le advierte que Calicles no es en sentido estricto un sofista. Al respecto vase De Romilly (1997)
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de los cuales se derivan actitudes y principios ticos que contraran la educacin por la
que pugna Platn y que (este tal vez sea su mayor temor)2 por su gran poder persuasivo,
podra imponerse como modelo para la plis.
Ahondar en todos estos presupuestos implcitos en la caracterizacin de Calicles
sera tema de una tesis. Por esta razn nos limitaremos a analizar su postura frente a la
ley. Esta eleccin no es arbitraria, sino que encuentra su sentido a la luz de una segunda
pregunta, que surge de nuestra tentativa de respuesta: si Calicles no puede ser
persuadido en virtud de los valores en los que ha sido educado, cmo podramos
transformar esos valores de modo que no pudiesen llegar a ser ley de la plis? La
respuesta nos la da Aristteles: cuando todas las instancias educativas han fracasado o
han creado hbitos viciosos, el nico mecanismo que puede intervenir en esos hbitos a
fin de moderarlos y permitir la coexistencia social pacfica es la ley.
Para responder a la segunda pregunta indagaremos entonces en el rol que la ley
tiene como educadora y argumentaremos en favor de su importancia como elemento
educativo y sobre algunas de las razones de peso que llevan a Aristteles a sostener que
ninguna plis debera prescindir de ocuparse de la educacin de sus poltes. Asimismo
pondremos de manifiesto algunas de sus limitaciones con el solo fin de concluir que, si
bien la ley no podr cambiar los principios ms bsicos que adquiri Calicles desde su
temprana infancia, puede contribuir a matizar algunas de sus posturas radicales en lo
que refiere al mbito pblico y ser permeable a obedecer los dictmenes de la ley, no
por miedo ni por constriccin, sino en virtud de su conveniencia para la convivencia
armnica en sociedad, lo que la convierte necesariamente, al menos en ese aspecto, en
justa.
Una mirada a los argumentos de Calicles
Calicles hace su entrada en escena en 481 c, molesto por el modo en que
Scrates ha conducido la conversacin primero con Gorgias y a continuacin con Polo,
pero sobre todo, irritado con la idea de que es preferible padecer injusticia que
cometerla. Este postulado resulta particularmente irritante a los ojos de Calicles si
consideramos que ha sido educado bajo la firme conviccin de que naturaleza (phsis) y
ley (nmos) no slo no son lo mismo sino que en la mayor parte de los casos son
2 Vase tambin Beversluis 2000:339
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contrarias entre s3. Sin embargo, a los ojos de Scrates no parecieran ser opuestas,
sino equivalentes, de modo que, sin contrariar los valores en los que ha sido educado,
puede operar desplazamientos de sentido entre nmos y phsis y conducir a su
adversario a caer en una contradiccin que lo obligue a renunciar a su presuncin
inicial. Sin embargo desde sus primeras lneas Calicles se muestra muy cuidadoso a la
hora de evitar sucumbir a los argumentos ersticos que Scrates, al que ya ha acusado de
obrar con mala fe, pueda esgrimir en su contra.
En lo que atae especficamente a nuestro problema, Calicles sostiene que
nmos y phsis no son lo mismo, de manera que feo se dice en muchos sentidos o al
menos en dos:
1) Feo por naturaleza: lo desventajoso padecer injusticia
2) Feo por ley: cometer injusticia4
La postura socrtica podramos denominarla legalista, con la salvedad de que Scrates
entiende la ley como costumbre (y de ah como natural). La razn por la cual los
hombres convienen que lo que ordena una ley es justo se debe a que lo consideran lo
mejor para el bien comn.5 Aqu se funda la segunda oposicin: en opinin de Calicles,
aquellos que establecen las leyes son los dbiles y la multitud y lo hacen
mirndo a s mismo y a su propia utilidad6.
El argumento procede de esta manera:
1) Los dbiles establecen las leyes en vistas a su propia utilidad7
2) la ley es utilizada como instrumento de coercin para amedrentar a los
ms fuertes los pudientes
3) como los dbiles temen que los fuertes posean ms bienes que ellos,
entonces la ley ordena que el reparto de bienes debe ser equitativo
Sin embargo, agrega Calicles, la naturaleza misma demuestra que es justo que el fuerte
tenga ms que el dbil8. Es decir que justo por naturaleza es que el fuerte tenga ms
que el dbil, en cambio justo por ley es que ambos, el fuerte y el dbil se repartan los
3 Gorgias 482 e 4 Gorgias 483 a 5 Ntese que, al ser el Gorgias un dilogo de transicin no contamos an con la teora de las Ideas, por lo que no hay ms justificacin respecto de la identidad poder-verdad-justicia que la convencin o la fuerza de la mayora, que son quienes sancionan la ley. 6 Gorgias 483 b 7 Me abstengo de aclarar los dbiles y la multitud pues, como se ver a continuacin, Calicles considera a la multitud como un sujeto dbil. 8 Gorgias, 483 d
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bienes equitativamente. A lo primero, Calicles lo llama obrar conforme a la naturaleza
de lo justo9, de modo que lo segundo equivaldra a obrar conforme a la ley de lo justo
y, por tanto, en contra de su naturaleza (porque nmos y phsis se oponen).
La ley, sostiene Calicles, obra domesticando y sometiendo a los ms fuertes bajo
el yugo de los ms dbiles. Esta moral opresiva impone la igualdad por la fuerza no
elevando a los peores, sino rebajando a los mejores. La ley disciplina los cuerpos,
impone lmites, reprimiendo unas acciones y venerando otras. Como denominador
comn, la ley opera como cauce dentro de cuyos mrgenes la sociedad puede discurrir
de manera armoniosa. Pero Calicles, en sentido estricto, no cuestiona la funcin de la
ley, sino al legislador. La pregunta que motiva su discurso es para quin legisla el
legislador? Qu intereses persigue quien promueve una ley? La respuesta que ofrece es
la que hemos citado previamente: el legislador legisla segn su propio inters, y no en
vistas al bien comn. Pero Scrates evita responder a esta pregunta, fundamentalmente
porque su sistema de creencias no se lo permite. Y tal vez sea por esta, entre otras
razones, que la estrategia persuasiva comienza a fracasar.
Scrates se limita a identificar poder-verdad-justicia, por lo que todo lo que el
legislador (sea el pueblo, el rey o una aristocracia) sanciona como ley es por ello mismo
justo y bueno, y la razn nos obliga al reconocerlo como algo justo y bueno, a
obedecerlo sin ms. La obediencia a la ley entonces no se da por miedo al castigo (como
sugera Calicles) sino por conviccin racional.
Aristteles: persuadir por la razn y someter por la ley
Antes de adentrarnos en la solucin que podra poner a nuestra disposicin el
planteo aristotlico es necesario hacer una serie de precisiones respecto de la justicia.
Como tantos otros trminos clave en el repertorio del estagirita, justicia no es un
trmino unvoco y, como tambin es frecuente cuando la complejidad filosfica del
trmino es elocuente, va a ser definido a partir de su contrario:
Notemos que injusto se dice en muchos sentidos. Parece que es injusto
(dikon) aquel que viola la ley (parnomos), el codicioso y el no
equitativo (nisos), como es evidente que justo (dkaios) es el que cumple la
9 Gorgias, 483 e
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ley (nminos) y el equitativo (sos). Por consiguiente, por un lado lo justo es
cumplir con la ley y ser equitativo y, por otro lado, lo injusto es violar la ley
y no ser equitativo.10
Como en opinin del Scrates platnico, para Aristteles lo justo se identifica con lo
legal. Toda ley, por el hecho de ser ley, es justa. Pero hay una segunda dimensin de la
justicia, que es la de la equidad. Lo que se desprende de esta apreciacin es que, si la
justicia es una virtud, y de hecho, es la virtud ms perfecta en grado sumo11, lo es
porque quien posee es capaz de (dnantai) utilizar (chrsthai) esa virtud con
(haciaprs) otros, no slo consigo mismo12. La justicia slo tiene sentido en un
mbito social, slo podemos ser justos en toda la dimensin del trmino porque hay
otros. As, una ley que persiguiera el inters privado de, por caso, aquel que la dicta,
sera justa en tanto ley, pero injusta en tanto equitativa, de modo que no podramos decir
respecto de ella que es verdaderamente justa.
La pregunta que surge ahora es cmo evitar que este tipo de injusticias, cmo
evitar que un tirano someta a un pueblo bajo el yugo de una ley injusta. La respuesta se
encuentra en la educacin: si queremos vivir en una sociedad democrtica es necesario
educar a los ciudadanos en valores democrticos, para que con sus acciones preserven el
rgimen en el que viven. Y recibir una educacin conforme al rgimen poltico no
consiste en hacer aquello que complace a los oligarcas o a los partidarios de la
democracia, sino aquello con lo que podrn gobernar, unos oligrquicamente y otros
democrticamente13.
Para tener ciudadanos democrticos hay que educarlos democrticamente, y slo
un rgimen democrtico podr inculcar este tipo de valores. Es preciso notar que, pese a
su apariencia, este argumento dista de ser circular por dos motivos: el primero, que las
democracias no necesariamente inculcan este tipo de valores, ni son las nicas que
pueden hacerlo. De hecho, como notamos en las pginas de la Poltica que siguen a
nuestra cita, sucede a menudo que un rgimen adopta medidas que terminan por ser
perjudiciales para s mismo en tanto generan o profundizan problemticas sociales que
desembocan en un inminente cambio de rgimen. El segundo motivo es que no slo la
10 EN V 1 1129 a 31 b 1, la traduccin es nuestra. 11 EN V 1 1129 b 30 12 EN V 1 1129b 31-33 13 Pol V 9, 1310 a 19-22
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plis educa. La educacin aristotlica tiene tres instancias: la educacin familiar, la
instruccin formal y la ley. Cada una de ellas reviste la misma importancia, y es preciso
que en cada etapa el joven sea orientado a realizar buenas acciones. Para ello la
instruccin formal, como bien seala Reeve (1998: 52), se compone de tres etapas: la
gimnasia para entrenar el cuerpo, la tica para educar los apetitos y las emociones, y la
educacin a travs de la razn para educar la parte racional del alma. Ahora bien, esta
educacin tiene una carencia que no resulta un problema para las naturalezas mejor
dispuestas, pero s para aquellas a quienes les resulta ms difcil obrar bien. Dicha
carencia consiste en que las rdenes del padre no tienen fuerza ni obligatoriedad, ni en
general las de un hombre a menos que sea rey o algo similar; en cambio la ley tiene
poder coercitivo y es expresin (lgos) de cierta prudencia (phronseos) y sabidura
(no)14.
A este punto es al que nos propusimos llegar: la ley tiene carcter obligante y
educa, y es un complemento indispensable en la buena educacin de un ciudadano, de
modo que la ocupacin principal del legislador debe ser la educacin de los jvenes15
y si la plis descuida este aspecto cada ciudadano debe ayudar a sus hijos hacia la
virtud o, al menos, deliberadamente proponerse hacer algo sobre la educacin16, an
cuando, estimamos, su esfuerzo sea incapaz de dar los mismos frutos que la educacin
pblica.
Una ida y una vuelta: Calicles como problema y la respuesta aristotlica
Como hemos diagnosticado al comienzo de este trabajo, el inconveniente es que
Calicles es retratado como un individuo que no ha recibido una correcta educacin. Si
bien proviene de familia acaudalada17 y conoce en detalle la pica y la tragedia18, no ha
sido instruida su alma en los valores adecuados a un rgimen democrtico. La plis, en
franca decadencia en el momento en que Platn pinta este retrato, atraviesa una crisis de
valores en medio de la cual estrategias retricas como las promovidas por la educacin
sofstica slo contribuyen a profundizar las crticas a la educacin tradicional y a poner
14 EN X 9, 1180 a 18-22 15 Pol VIII 1, 1337 a 11 16 EN X 9, 1180 a 32-34 17 Lo inferimos a raz del hecho de que fuera capaz de costearse una instruccin formal en el arte retrica con el orador ms clebre de su poca, Gorgias. 18 Esto salta a la vista ya en el primer parlamento de Calicles al cual nos referimos con anterioridad, donde cita a Homero y a Pndaro entre otros.
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en jaque el sistema de valores que la rigen. Abandonado por Atenas a su suerte, Calicles
se refugia en la instruccin que recibe de sofistas como Gorgias y, al amparo del
relativismo tantas veces denunciado por Platn, y de tesis ontolgicas como la
antinomia nmosphsis Calicles desarrolla hbitos injustos en los dos sentidos que
seala Aristteles: como contrarios a la ley y como contrarios a la equidad. Sostiene que
la ley la hacen los dbiles para someter a los fuertes y que por tanto los fuertes deben
rebelarse contra sta y tomar lo que les corresponde por naturaleza: un lugar de poder y
de privilegio y bienes mayores en nmero y en estima que los que puedan poseer los
antes llamados dbiles.
La pregunta que nos hicimos al comienzo cobra nuevo color a la luz de estas
apreciaciones Es la ley capaz de reeducar a Calicles, de encauzar su conducta? O
acaso es Calicles un caso perdido? Slo la ley obliga y, en las ndoxa que Aristteles
recoge en EN X 9, la mayora sostiene que lo que no cede a la razn cede a la fuerza y
que es justo que la ley castigue a los hombres viles a fin de que, a travs del castigo,
puedan aprender a respetar las normas sociales. Sin embargo no es esta la opinin del
estagirita: la ley obliga pero no por fuerza del castigo, sino por fuerza de la razn. Lo
que hace que una ley merezca ser cumplida no es quin la haya dictado, ni la pena que
suponga su transgresin, sino su sabidura y su prudencia, las cuales se revelan a la
razn apenas tomamos conocimiento de la ley.
En suma, una plis democrtica, que promoviera valores democrticos entre sus
ciudadanos y leyes que contribuyeran a la preservacin de este rgimen, es decir, leyes
justas en toda la dimensin del trmino podran revertir el panorama. En una plis justa
no slo no habra personajes como Calicles porque el sistema educativo no los
generara, sino porque adems la mera razn les hara notar que estn en un error al
transgredir la ley pues sta es justa y an cuando dudasen los propios conciudadanos le
haran notar tal error.
No slo se necesita una mejor educacin para revertir los hbitos de Calicles,
sino que se trata, ante todo, de mejorar el sistema poltico y procurar, desde cada uno de
los miembros que lo componen, sea cual sea la funcin que desempeen en el conjunto,
de hacer lo posible para construir y sostener el mejor rgimen posible.
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Bibliografa
Fuentes:
PLATO Phil. (1903 reimp. 1968) Gorgias, ed. J. Burnet, Platonis opera, vol. 3.
Clarendon Press, Oxford.
ARISTOTELIS (1894, reimp. 1962) Ethica Nicomachea, ed. I. Bywater, (OCT) OUP
ARISTOTELIS (1957, reimp. 1964) Politica, ed. W. D. Ross, Clarendon Press, Oxford.
Traducciones:
PLATN (2004) Gorgias, en Dilogos II, Gredos, Madrid,. Trad. J. Calonge
ARISTTELES (1998) tica Nicomquea, Intro. de E. Lled igo, trad. J. Pall Bonet,
Gredos, Madrid,
ARISTTELES (2007) tica Nicomaquea, Introduccin, traduccin y notas de E.
Sinnot, Colihue, Buenos Aires.
ARISTTELES (2005) Poltica, Intro., trad. y notas de M. I. Santa Cruz y M. I.
Crespo, Losada, Buenos Aires.
Bibliografa complementaria:
BEVERSLUIS, J. (2000) Cross-Examining Socrates: A Defense of the Interlocutors in
Plato's Early Dialogues, Cambridge University Press.
COLLINS, SUSAN D. Moral virtue and the limits of the political community in
Aristotles Nicomachean Ethics, en American Journal of
Political Science, Vol. 48, N 1, Midwest Political Science
Association, (2004) pp. 47-61.
DE ROMILLY, JACQUELINE.(1997) Los Grandes Sofistas en la Atenas de Pericles.
Seix Barral. Barcelona.
PORATTI, A. (2003) Teora poltica y prctica poltica en Platn en Born, A., La
filosofa poltica clsica. De la antigedad al renacimiento, ed.
Clacso, Buenos Aires.
REEVE, C. D. C. (1998) Aristotelian Education en Rorty A. O. (ed.) Philosophers on
education Routledge, London, pp. 49-63.
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El legado de Aristteles en los juicios reflexivos como categora poltica en H.
Arendt
Catalina Barrio Facultad de Humanidades
Universidad Nacional de Mar del Plata CONICET
Introduccin
El debate acerca de la rehabilitacin de la filosofa prctica tuvo lugar en
Alemania a comienzos de los aos `60. Algunos de los filsofos polticos de sta poca
reivindicaron el modelo prctico de la filosofa aristotlica. Los que emigraron durante
la guerra (Leo Strauss, Hannah Arendt, Eric Voegelin) son algunos de los que
consideraban al pensamiento contemporneo desde el anlisis de la praxis aristotlica
para la comprensin del fenmeno poltico vivido en aquel tiempo. En este sentido,
Arendt muestra cierta inquietud acerca del manejo del concepto de praxis en la
modernidad. La filsofa argumenta que el fracaso de algunas concepciones filosficas
modernas, que han desembocado en totalitarismos, consisti en una crisis de la
aplicabilidad de los conceptos y categoras as como de los mtodos que se creen
capaces de dar una descripcin certera acerca de los fenmenos polticos. En la obra de
Hannah Arendt se muestra la creencia a stas ingenuidades que aparecen en la ciencia
poltica moderna. La filosofa prctica de Aristteles resurge en stos autores
reasumiendo el valor de pensar fuera de las categoras tericas filosficas que
tradicionalmente han llevado a catstrofes sociales y polticas. Franco Volpi lo describe
de la siguiente manera: En efecto, la tradicin de la philosophia prctica, que se puede
hacer remontar a Aristteles [] designa el campo del saber cuyo objeto es el obrar
humano, campo delimitado tanto respecto de la philosophia terica como de la
philosophia mecnica y de las artes. (Volpi, 1999: 320).
El modo en cmo algunos modernos trabajan con la filosofa prctica tiene que
ver con una metodologa cuyo modelo matemtico y cientfico determina un modo de
saber en general. El dominio de ste mtodo trae como consecuencia la preeminencia de
un modelo terico en el que la filosofa prctica o el saber orientado a un obrar es
considerada desde un mtodo en particular. Esto no significa que no se haya pensado en
trminos de accin humana en el perodo moderno. Pues se funda la idea de pensar
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concretamente en proyectos polticos desde la actividad de los individuos en sociedad.
De este modo el obrar humano es tomado como objeto terico del saber para analizarlo
sistemticamente, considerando los aspectos particulares que forman la teora de un
pensamiento prctico. Se toma a la accin humana como un saber que puede ser
descripto bajo los mecanismos matemticos y tericos modernos. Ello se ve en la
aplicabilidad del modelo matemtico en la tica (Spinoza), en el derecho (Pufendorf), en
la poltica (Hobbes) y dems. La accin en este sentido instaura un saber objetivado y
vlido que en las ciencias modernas aparece como mtodo cientfico calificado de
vlido. La consideracin descriptiva de los hechos que construye el saber prctico
moderno se convierte en normativo. El obrar entonces, no se constituye desde los fines
que ste pueda prescribir o anticipar, sino que prev las acciones tal como el fsico
prev los movimientos de la naturaleza (Volpi, 1999: 326).
A partir del anlisis de Volpi observamos que las modalidades de argumentacin
prcticas en la contemporaneidad y en los neo-aristotlicos consisten en destacar que
todo saber prctico se funda en plausibilidades (algo indeterminado que puede ser
cuestionado) y no en verdades objetivamente necesarias. Como consecuencia de ello, la
comprensin cientfico-moderna representa no un saber basado en la reconciliacin de
lo prctico y lo terico sino una fundacin terica de las ciencias del obrar. El carcter
orientativo de un saber prctico se apoya en conocer, comprender y saber desde el obrar.
Considerar las actuaciones humanas significa reconocer las dificultades no slo
polticas sino ticas que pueden surgir acerca de lo que est bien o lo que est mal.
Dejar de lado la visin teleolgica de los hechos que instaura la poltica moderna,
significa (desde la prhonesis aristotlica) considerar los medios que hacen posible
alcanzar los fines, no a partir de principios regulativos, sino atendiendo los casos
particulares de crisis que demandan anlisis. En los neo-aristotlicos y especialmente en
Arendt, la prhonesis est concebida como el medio que no alcanza un fin predecible.
La imprevisibilidad de los actos pone en tela de juicio la validez moral de toda accin.
Pues las consecuencias de los mismos no corresponden con los principios que
originalmente se haban pensado. De este modo, el pensamiento aristotlico latente en
Arendt otorga vlidas y legtimas condiciones para comprender lo poltico a partir de los
anlisis y el estudio de los juicios reflexivos entendidos como juicios polticos.
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21
II
La teora del juicio desde donde se podra pensar la aplicabilidad de los juicios
reflexivos polticos en Arendt es la de Aristteles, ms concretamente desde el concepto
de phronesis y proairesis trabajado en la tica Nicomaquea. All, Aristteles trabaja
las funciones de la phronesis en el mbito de lo tico. La estructura de ste libro en
particular contiene los condimentos necesarios para complementar la teora del juicio
poltico en Arendt. En primer lugar, Aristteles habla de las virtudes como el
conocimiento que se requiere para evaluar cada situacin moral en particular. La
phronesis es una capacidad moral comprensiva y prctica (Beiner, 1983: 72). Pero
adems es un componente evaluativo de los casos particulares en funcin a su contenido
emprico. El objeto de la phronesis es un elemento deliberativo en particular que
permite al hombre abrirle las puertas de la libertad (Beiner, 1983: 73). Lo importante de
destacar de la phronesis para nuestro propsito es lo que aparece como la relacin entre
phronesis y conocimiento; phronesis y la funcin deliberativa; phronesis y
entendimiento; phronesis y el juicio y la phronesis en relacin con las virtudes ticas.
De todo ello es preciso delimitar el problema del juicio a la relacin entre phronesis y
juicio.
Aristteles menciona respecto de las virtudes intelectuales que el principio de
toda accin es la eleccin [] y el de la eleccin es el deseo y la razn por causa de
algo. (2000: 1139b). La prudencia examina previsiblemente los fines de esa accin, no
est limitada a lo universal puesto que debe conocer tambin lo particular porque ella es
prctica. Ser prudente en ste sentido, es ocuparse del caso particular en tanto bsqueda
de una fundamentacin que se construye mediante la deliberacin. En su anlisis sobre
la prudencia y la poltica, Aristteles prioriza la prudencia poltica como la prctica
deliberativa (2000: 1141b-25). Sin embargo, dicha prctica parece referirse o tiene
cierta disposicin al individuo porque son ellos los que buscan lo que es bueno en el
mbito de la poltica. Finalmente, menciona Aristteles: en la deliberacin se pueden
errar tanto en lo universal como en lo particular; y, as, podemos equivocarnos en el
hecho de que todas las aguas gordas son malas o en que estas aguas son gordas. Es
evidente que la prudencia no es ciencia, pues se refiere a lo ms particular, como se ha
dicho, y lo prctico es de esa naturaleza. (2000: 1242a, 20-25). Lo cierto es que
Aristteles es el que piensa la relacin entre prudencia y poltica teniendo en cuenta el
espacio, siguiendo a Arendt, de lo pblico. El problema est en mostrar cmo Arendt
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trabaja el tratamiento deliberativo en el mbito de la poltica. O mejor dicho, cmo es
posible complementar los juicios polticos desde el punto de vista de la prudencia o
accin deliberativa.
Uno de los que no est de acuerdo con esta asociacin, de partir del concepto de
prudencia en Aristteles, es A. Wellmer. En varias ocasiones1 el autor hace referencia a
la equivocacin comentada de que el juzgar supone un anlisis de la teora aristotlica
de la phronesis. El argumento del sucesor de Habermas sostiene lo siguiente: a
juzgar por lo que conocemos puede decirse sin temor a equvocos que su teora del
juicio no pretende ser una reapropiacin del concepto aristotlico de phronesis,
entendiendo sta como la virtud que conecta la meditacin sensata con la accin
prudente. (Wellmer, 2000: 259). Esta afirmacin la sostiene sobre la base de otros dos
argumentos. En primer lugar, debera determinarse el contexto de las reflexiones sobre
la accin poltica y en segundo lugar, el juicio reflexivo es entendido por Arendt como
el principio que conduce a lo intersubjetivamente vlido, es decir, en juicios en los que
todo el mundo puede estar de acuerdo (Wellmer, 2000: 259). Segn lo que sostiene
Wellmer, Arendt se distancia radicalmente de la vida tica del hombre porque niega la
existencia de la comunidad tica y cualquier principio que pudiera proporcionar la base
del estudio de la phronesis en Aristteles. La cuestin reside en que no se puede pensar
ticamente un principio autnomo, como es el del juicio, cuando ste ha sido
corrompido colectivamente. Como dice Wellmer: La autonoma del juicio se
manifiesta en aquellos que, en un mundo sin dioses, sin certezas metafsicas ni valores
ltimos, resisten la tentacin de dejar de pensar y sucumbir al falso consuelo de la
ideologa por un lado, o refugiarse en un puro conformismo por el otro. (2000: 261).
La autonoma del juicio aparece con el apoyo de normas y valores positivamente
establecidos. Esto significa, de personas que estn capacitadas para distinguir el bien del
mal. Esta distincin valorativa de los hechos polticos parece, en palabras de Wellmer,
no encontrarse en la teora del juicio en Arendt. Pues el elemento que le hace falta a la
teora reflexiva del juicio no es el pensar en trminos morales, valorativos e incluso
normativos, sino ms bien de develar el curso reflexivo a travs de la argumentacin.
1 Los estudios de Wellmer referentes al problema del juicio reflexivo en Arendt aparecen en un ensayo
titulado Hannah Arendt sobre el juicio: la doctrina no escrita de la razn en Biruls, Fina (comp.)
(2000), Hannah Arendt. El orgullo de pensar. Y en el ltimo apartado de Finales de partida: la
modernidad irreconciliable Madrid, Ctedra, 1996.
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La pregunta es la siguiente: acaso no es restaurado un vnculo interno entre juicio,
accin y argumentacin como consecuencia necesaria del intento de Arendt de
rehabilitar la facultad racional del juicio? (Wellmer, 2000: 263). Erradicar la
perspectiva moral en el mbito de los juicios, significa pensar al juicio como una teora
en Arendt. El juicio reflexivo segn Wellmer, presupone una instancia argumentativa
que en el pensamiento arendtiano no est explicada. Esta instancia permite vincular
al juicio reflexivo con una argumentacin racional de los presupuestos discursivos de
las acciones buenas o malas. La dificultad en Wellmer es suponer que el concepto de
phronesis no puede intervenir en el anlisis de los juicios reflexivos en Arendt por
dficit de argumentos racionalmente vlidos que comprueben la existencia de los
principios prhonticos del individuo o comunidad actuante. En Arendt no existira por
tanto, un principio aplicativo de la argumentacin donde puedan tenerse en cuenta los
criterios morales de los individuos. En la teora de la accin en Arendt, no haba lugar
para una relacin interna entre juicio poltico, discurso poltico y accin poltica
(Wellmer, 2000: 264).
La discusin acerca de si es posible pensar desde Arendt el principio phrontico
en los juicios reflexivos, tiene sus races en el principio regulativo de los juicios
reflexivos en su aplicacin. Esto quiere decir que no hay sitio en el pensamiento para
vincular a los juicios reflexivos con argumentos racionales como principio a priori. Sin
embargo, el criterio de argumentacin con pretensiones de validez inscripto en el
discurso, tal como lo plantean Habermas y Wellmer, no permiten pensar el surgimiento
genuino del problema de la disociacin entre accin poltica, juicios reflexivos y
argumentacin. Pues en Arendt, tal como lo menciona en las Conferencias sobre
filosofa poltica en Kant, los criterios de argumentacin existen en el discurso
construido a partir del trato con el caso particular para alcanzar el universal, de modo
que hay una asociacin entre los juicios reflexivos y la argumentacin. El argumentar
est regulado por el principio de comunicabilidad. Comunicar es la pretensin no de
validar un argumento o pretender validarlo, sino en trminos de Arendt publicitarlo
(1982: 70). La cuestin es visualizar quin es el sujeto de tal publicacin y bajo qu
condiciones pretende validar aquello que transmite. De todas formas, hay que reconocer
que Wellmer se preocupa por averiguar los supuestos morales que condicionan al
pensamiento arendtiano desde el anlisis de los juicios reflexivos. As menciona que:
el juicio reflexivo en su sentido ms amplio est relacionado con lo que Kant llama
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mentalidad ampliada. La mxima del juicio es pensar desde el punto de vista de
todos los dems (Wellmer, 2000: 267).
Alessandro Ferrara comenta que la phronesis parece tener una importante
conexin con el juicio moral y poltico desde cuatro puntos de vista. La primera reside
en saber cmo establecer si y cmo determinadas normas son aplicadas a cierta
situacin, la segunda es saber qu hace falta para establecer si una accin dada satisface
o no cierta prescripcin, la tercera es que existen diversas interpretaciones de una
norma, arraigadas en orientaciones de valor contrapuesta en donde se impone una
eleccin, y la ltima es que las acciones son interpretaciones de comportamientos y,
segn el tipo de interpretacin de comportamientos puede asumir valencias ticas
diferentes ( 2002: 64). Esta forma de interpretar los comportamientos y las acciones
aparecen tambin en Benhabib quien menciona en una de sus tesis que examinar los
aspectos hermenuticos del juicio y, en especial del reflexivo, supone una discusin del
juicio con la facultad moral (1988: 31). Los argumentos que usa la autora para sostener
esta tesis estn basados en los anlisis de Arendt acerca de la confrontacin o
complementacin de la prudencia en Aristteles y los juicios reflexivos kantianos. En
primer lugar argumenta que la accin bajo las categoras arendtianas de pluralidad y
natalidad, proviene de un anlisis del juicio moral y por ende, de la evaluacin de la
llamada facultad moral. En segundo lugar, critica desde Arendt, la separacin o ms
bien, la diseminacin de la moral en el mbito de la poltica (1988: 31).
Conclusin
Las races aristotlicas en Arendt provienen entonces, de su anlisis respecto a
los juicios reflexivos por su capacidad aplicativa en el mbito de lo pblico. Esto
implica pensar dos cuestiones:
1. La phronesis en Arendt se puede comprender a partir del mecanismo operativo y
reflexivo que implica pensar a los juicios en el espacio poltico.
2. Phronesis y reflexin en este caso resultan anlogos puesto que ambos operan
sobre el particular. En este sentido la reflexin no es slo operativa sino
aplicativa y por ende prctica.
Resulta importante pensar estas categoras ya que incurren y transcurren en el
pensamiento arendtiano como formas de comprender lo poltico desde una perspectiva
fenomenolgica.
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razn en Biruls, Fina (comp.) Hannah Arendt. El
orgullo de pensar, Gedisa, Barcelona.
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Las Bacantes de Eurpides como una ejemplificacin del poder del lgos
Agustn Brousson Universidad de Buenos Aires
Introduccin
El perodo que se extiende entre la segunda mitad del siglo VI y la primera del
siglo IV a.C. ha sido sin dudas el ms fructfero de la cultura griega. En efecto, en este
lapso de tiempo encontraron no slo su origen, sino tambin su desarrollo ms acabado
diversas prcticas culturales entre las que puede mencionarse a la filosofa, la comedia,
la poltica, la tragedia y la oratoria. Esta ltima adquiri su importancia y comenz a
construir su campo propio debido a la exigencia de participacin poltica por parte de
todo hombre libre impulsada por la democracia ateniense. As, comenz a hacerse
necesario un arte mediante el cual dominar la palabra ya sea para imponer una posicin
poltica en la asamblea, o bien para realizar o defenderse de una acusacin en el mbito
de los tribunales. Aunque esta situacin favoreci la aceptacin de la prctica oratoria
entre la mayora de los ciudadanos griegos, no tardaron en aparecer sus detractores.
Desde la filosofa, por ejemplo, contamos con el retrato platnico especialmente en
Gorgias, Eutidemo y Protgoras de la advertencia que su maestro Scrates realizaba
sobre, entre otras cosas, el saber aparente al que esta prctica poda conducir. Por su
parte, Aristfanes, el mayor exponente de la comedia, ironiza sobre la situacin de la
Atenas que le es contempornea, y reclama una vuelta hacia los ideales tradicionales,
puesto que tanto la apertura democrtica como la popularizacin de las manifestaciones
culturales entre las cuales se encuentra el uso retrico del discurso son vistas por l
como causas de la decadencia moral de su poca. Pero las consideraciones sobre la
retrica que aqu nos interesan son las que provienen del mbito de la tragedia. Es
Eurpides, el ltimo de los tres grandes exponentes de este gnero, quien reflexiona
sobre este nuevo arte de la palabra en numerosos pasajes de sus obras.
El presente trabajo tiene un doble objetivo: en primer lugar, exponer el modo en
que Eurpides concibe a la prctica retrica. Para ello estudiaremos una escena central
de Troyanas, el conocido agn entre Hcuba y Helena. En cuanto al segundo objetivo,
partiendo de lo antes obtenido, ser realizar una interpretacin de las Bacantes segn la
cual esta pieza no es ni una palinodia ni un reflejo del cambio espiritual-religioso
experimentado por Eurpides tras su retiro en Macedonia como ha sido interpretada
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tradicionalmente, sino que lo que all el poeta lleva a escena es una advertencia sobre
los desastres a que puede conducir el uso desmedido y malintencionado de la palabra.
Para dar sustento a esta interpretacin, realizaremos un anlisis paralelo de pasajes de
dicha pieza y del Encomio de Helena, de Gorgias, para poner de manifiesto que los
atributos que este sofista atribuye al lgos se encuentran presentes en la obra de
Eurpides.
El lgos como instrumento
Como hemos anticipado, comenzaremos por dilucidar el modo en que Eurpides
concibe la retrica, para lo cual realizaremos un breve anlisis del agn de Troyanas.
Puesto que este enfrentamiento dialctico tiene lugar entre los versos 860-1059, es
necesario que lo contextualicemos para ver cmo se inserta en la estructura de la obra.
En esta tragedia el poeta ateniense lleva a escena el sufrimiento de las mujeres de Troya,
quienes esperan que los guerreros argivos, tras vencer en la guerra, decidan su suerte.
As, a lo largo de esta espera, Hcuba, protagonista de la obra, ve cmo cada una de las
mujeres de su familia alcanza un funesto destino. Entre estas mujeres que aguardan por
conocer cul ser su suerte se encuentra Helena, a quien Menelao viene a buscar cuando
hace su aparicin en el verso 860. sta pregunta a su esposo cul es el destino que le ha
tocado, a lo que l responde que la asamblea ha decidido que debe morir a manos suyas.
Viendo la situacin en la que se encuentra, Helena dice lo siguiente: Es posible que
con un discurso (lgoi, dativo instrumental) responda contra esto que, si muero, morir
injustamente?, a lo que Menelao responde: no he venido para discursos (es lgous),
sino para matarte.1 Sin embargo, intercede Hcuba pidiendo a Menelao dos cosas: en
primer lugar, que deje hablar a Helena para que nadie diga que la mat sin concederle la
posibilidad de defenderse, y, en segundo, ser ella misma, Hcuba, la interlocutora de
aquella, puesto que, segn dice, todo mi discurso (lgos), una vez odo, la matar, de
modo que a ningn lugar huir.2 Queda declaro, entonces, que quienes se enfrentarn
en este agn trgico sern las dos mujeres, y que lo que cada una de ellas utilizar ya
sea para acusar o para defenderse, ya sea para demostrar inocencia o para culpar es la
palabra, el lgos. Es justamente por esto que Menelao no podra ser quien se enfrente a
Helena, puesto que l no es hbil para hablar, sino para la lucha cuerpo a cuerpo, con lo
1 Troyanas, vv. 903-906. La traduccin es propia. 2 Id., vv. 909-910.
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cual, si se trabara en una discusin con su esposa, estara derrotado de antemano. El rey
de Esparta, de alguna manera, representa en la obra el paradigma del basilus homrico,
mientras que su mujer y Hcuba representan al ciudadano de la democracia del siglo V.
Veamos, ahora, el agn propiamente dicho.
Es Helena la primera en hacer uso de la palabra, y lo que har es esgrimir tres
argumentos con los cuales intentar demostrar su inocencia. En primer lugar sostiene
que la culpa de todo lo que ha sucedido guerra entre argivos y troyanos, innumerables
muertes de ambos lados, destruccin de Troya, etc. es de Hcuba, puesto que sta es
quien pari a Paris. Para el segundo argumento recurre al juicio de las diosas. Segn el
mito, a Paris se le orden juzgar cul de las tres diosas Hera, Atenea y Afrodita era
superior en belleza. A cambio de ser elegida, cada una de las diosas ofreci algo a
Alejandro: Atenea la conquista de Grecia, Hera el dominio sobre Europa y Asia y
Afrodita ofreci a Helena como esposa. El prncipe troyano eligi a Afrodita, con lo
cual, segn Helena, al ser entregada como esposa y llevada a Troya, no perjudic a los
griegos, sino que, por el contrario, los salv, incluso padeciendo desgracias ella misma,
ya que de haber sido otra la eleccin de Paris Grecia hubiera sido dominada por los
troyanos. El tercer argumento utilizado por la mujer espartana es sostener, nuevamente,
que la culpa no es suya, sino de Afrodita, quien acompa a Paris cuando ste fue a
Troya, y gracias a la cual, al ver Helena al prncipe, qued obnubilada por su belleza. Su
inocencia, segn este argumento, reside en que Afrodita es una diosa tan irresistible que
incluso Zeus es su esclavo. Lo ltimo que ofrece no es un argumento, sino una prueba:
ella, al morir Paris, intent muchas veces huir de Troya y volver con Menelao; pero
Defobo otro hroe troyano la retuvo como esposa.3 Vemos, entonces, que el uso
que Helena hace del lgos est cargado de artimaas y sofismas, y que no hace ms que
presentar argumentos carentes de fundamento, pero cargados de efectividad, para poder
lograr su objetivo, que no es otro ms que persuadir a quienes la escuchan, y
convencerlos de su inocencia. Con un discurso tal, es altamente probable que hubiera
conseguido el efecto buscado; sin embargo, resta aun ver el discurso de Hcuba.
Lo que la reina troyana har en su discurso es derribar uno a uno los argumentos
de Helena. Con respecto al episodio del juicio de las diosas, dice que ni Hera ni Atenea
seran tan insensatas como para poner en juego el destino griego en un concurso de
belleza; adems, ninguna de las dos tendra necesidad de ser elegida la ms bella, puesto
3 Cf. Troyanas. vv. 915-965.
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que una tiene como esposo a Zeus, a quien nadie supera en grandeza, y la otra ha
elegido para s la virginidad. Con lo cual, el argumento basado en el episodio del juicio
no tiene ningn sentido, carece de todo fundamento. En cuanto a que la culpa es de
Afrodita, dice Hcuba que Helena no fue poseda por esta diosa, sino que fue vctima de
su propio deseo de sexo, que se despert en ella al ver la belleza de Paris y su riqueza.
Luego, si fue llevada a Troya por la fuerza y contra su voluntad, pregunta la reina
cmo es que cuando era raptada en Esparta no alert a ningn espartano? Finaliza el
discurso de Hcuba con una contra-prueba: no es cierto que Helena haya querido
escaparse, sino que, al contrario, cada vez que Hcuba la incitaba a huir, ella no lo
haca. Obviamente, como sabemos, Hcuba es la triunfadora de este enfrentamiento
dialctico, y Menelao decide llevar a Helena hacia Esparta para matarla.
En este largo resumen del episodio, encontramos que, como habamos
anticipado, ambas mujeres utilizan al lgos, al discurso, a la palabra, para argumentar y
contra-argumentar, para acusar y evadir acusaciones, en definitiva, para atacar y
defenderse. Es decir, ambas mujeres demuestran ser hbiles en el arte oratorio.
Entonces, cul es la valoracin que Eurpides tiene del lgos o, mejor dicho, de la
retrica? Si la nica que hiciera uso de este arte fuera Helena, claramente la valoracin
sera negativa; por el contrario, si fuera Hcuba, otra sera la valoracin de la retrica.
Pero como aqu son las dos mujeres las que hacen uso de esta prctica, creemos que de
ello se sigue que para el poeta ateniense la palabra es un instrumento, una mera
herramienta, y que, como tal, es neutra, es decir, ni buena ni mala. Siendo esto as,
entonces, el valor de dicha herramienta depender tanto del thos de quien la utilice
como del tlos que ste persiga. De alguna manera, es aquel que hace uso de este
instrumento neutral lo que determinar su valor positivo o negativo. En el episodio
estudiado, de acuerdo con lo que acabamos de decir, es evidente que en el caso de
Helena, puesto que tanto su carcter como el fin que desea alcanzar son viles, el lgos,
la retrica adquiere un valor negativo. Esto se hace manifiesto en su discurso cargado de
sofistera en el que, como hemos visto, apela a pasiones, dioses y hombres que la
poseyeron, que se apoderaron de ella, colocndose en el pasivo lugar de vctima antes
que de culpable. Todo lo contrario sucede con Hcuba, quien, habiendo padecido gran
cantidad de desgracias y sufrimientos, el nico fin que pretende alcanzar con su discurso
es hacer manifiesta la falsedad de los argumentos de Helena y lograr que la culpable de
tantas desgracias no escape al castigo merecido. El poder del lgos de Helena y la
necesidad de que Hcuba oponga el suyo es manifestada por el Corifeo en tres versos
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que actan como separador entre uno y otro discurso: Reina, protege a tus hijos y a tu
patria destruyendo por completo la persuasin (pethw) de sta, puesto que, siendo
perversa, habla (lgei) bien, y esto es terrible (deinn).4 Se refuerza, adems, en estos
versos el carcter instrumental y de neutralidad que el lgos posee, puesto que haciendo
uso de l con persuasin, alguien cuyo carcter es perverso puede presentarse como
inocente; pero el coro pide que, utilizando tambin esta herramienta, Hcuba destruya
los argumentos de Helena, echando por tierra su estrategia y desenmascarando su thos.
Por otro lado, aparece en estos versos un importante trmino griego, deins. Este
adjetivo posee un doble valor ya que puede significar tanto algo positivo, como algo
negativo5. En este caso puede estar haciendo referencia tanto a que el Corifeo considera
que el hecho de que alguien vil hable bien, con todo lo que ello