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Nº 631 4,40 Enero 2010 Año LIX La Revista de la Real Federación Española de Atletismo atletismo español Gran actuación Española en el Campeonato de Europa de Campo a Través; Alemayehou Bezabeh, Campeón, y Rosa Morató, Subcampeona. Ránking mundial y europeo al aire libre Resumen 2009, el año de las sénior... y de los júnior. Atletas con Historia, el día que Arron se coronó Los gloriosos chascos de Coe y Cram Entrevistamos a Rafa Iglesias

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Nº 631

4,40 € ● Enero 2010 ● Año LIX ● La Revista de la Real Federación Española de Atletismo

atletismo español

Gran actuación Española en elCampeonato de Europade Campo a Través;Alemayehou Bezabeh,Campeón, y Rosa Morató,Subcampeona.

Ránking mundial y europeo al aire libre

Resumen 2009, el año de las sénior... y

de los júnior.

Atletas con Historia, el día que Arron

se coronó

Los gloriosos chascos de Coe y Cram

Entrevistamos a Rafa Iglesias

portada Enero 2010:portada Julio 06 22/12/09 13:27 Página 1

atletismo españolPublicación de la Real Federación

Española de Atletismo

Número 631

DIRECTORJUAN C. GARCÍA DE POLAVIEJA

SUBDIRECTOR y REDACTOR JEFEGERARDO CEBRIÁN

CONSEJO DE REDACCIÓN

JOSÉ MARÍA ODRIOZOLA

JOAQUIN GARCÍA M.

LUIS MIGUEL LANDA

FERNANDO MARQUINA

FRANCISCO GIL

INTERNACIONALÁNGEL CRUZ

FOTOGRAFÍAJOSÉ ANTONIO MIGUÉLEZ

SUSCRIPCIONESELENA CABEZAS

MAQUETACIÓN Y DISEÑOANTONIO LÓPEZ MATARÍ

OFICINA PRINCIPALAv. de Valladolid 81 - 28008 MADRID

Telef.: 91 548 78 62 - FAX 91 547 61 13Telef.: Centralita: 91 548 24 23

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Fotos portada: Mark Shearman

Enero 2010

22 2009, el año de las sénior ...y de los júnior

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Sumario

Campeonato de Europa de Campo a Través

Noticias y Competiciones10Veteranos19

Internacional42Atletas con Historia: El día que Arron se coronó46Los gloriosos chascos de Coe y de Cram48Bernard Lagat cambia de distancia52

Promoción Promesa: Miguel Ángel López60Promoción Júnior: Aitor Fernández62Firma: Roberto L. Quercetani64Ránking mundial y europeo al aire libre 200965

Resultados36Jornadas Técnicas de la ENE’2009 (II)30

54 Entrevistamosa Rafa Iglesias

Sumario Enero 2010:sumario Agosto 22/12/09 13:23 Página 1

48 enero 2010 l atletismo español

reportaje

Los gloriosos chascos de Coe y Cram

El intento de récord de 1.000metros de Steve CramEs 17 de agosto de 1985. Van a la dar las ochode la tarde. El intento de récord mundial de1.000 metros tiene lugar en Gateshead, lalocalidad natal de Steve Cram, que se co-noce la pista como la palma de su mano.Cram, hijo de un policía de Jarrow y parien-te lejano del barón Gottfried Von Cramm,de quien parece haber heredado su portearistocrático al correr, está en su año másdulce. En 19 días ha batido los récords delmundo de 1.500 (3:29.67), la milla (3:46.32) ylos 2.000 metros (4:51.39). Ese corto espa-cio de tiempo le ha permitido derrotar atodo el que se ha cruzado en su camino:Said Aouita, Sebastian Coe, Joaquim Cruz,Steve Scott, José Luis González... Nadie hapodido con él desde que a principios detemporada perdiera una carrera táctica de800 metros en un triangular disputado enBirmingham, precisamente ante Coe. A par-

tir de ese momento, la camiseta amarilla ynegra de su club, el Jarrow & Hepburn, hasalido siempre triunfante tras una cabalga-da majestuosa.Está soplando un molesto vendaval. Los atle-tas lo sufren de cara en la última recta, enrachas que van de 3 a 6 metros por segun-do. Como la pista no es reversible, la carre-ra de 1.000 metros implica tres virajes encontra. Cram, el héroe local de la reunión,pide que se retrase el intento, previsto a lasocho y media, hasta las diez menos cuarto.Ni los rivales ni los organizadores ponen ob-jeción; el muchacho juega en casa y es im-posible atacar una plusmarca, mucho me-nos esta plusmarca (Sebastian Coe, 2:12.18),si no se dan las condiciones ideales. Sin embargo, el viento se detiene entre lasocho y las nueve, y se levanta justo a tiem-po de arruinar la fiesta. “Imposible tener tanmala suerte”, se lamenta Steve Cram, muypendiente de los anemómetros. Bueno, im-

A veces todo sale bien, y a ve-ces todo sale mal; así es la vi-da, y mejor no darle más vuel-tas. Como cualquier hijo de ve-cino, Sebastian Coe y SteveCram, canon de archiplusmar-quistas y protocampeones–junto a Steve Ovett– del atle-tismo británico de los ochen-ta, tuvieron días horribles ensu hoja de servicios. Nada me-jor que esos chascos para ilus-trar la relatividad de un depor-te, el atletismo, en el que no sedeben juzgar las marcas a la li-gera sin conocer aspectos tanvariables como el clima, el es-tado de forma o las circunstan-cias del evento. Hay dos carre-ras muy desconocidas de Cram(1.000 metros en Gateshead,1985) y de Coe (1.500 metrosen Rieti, 1986) que los mediosno especializados definieronen su día como fiascos, peroque han adquirido valor con elpaso del tiempo, igual que elbuen vino. Quizá constituyanfracasos en sentido estricto,sobre todo recordando que laprensa de las Islas era muy exi-gente con sus ídolos, y ni unoni otro consiguieron el objeti-vo que se proponían; pero sianalizamos el asunto con lupa,si se mira con detenimiento,son decepciones que 25 añosdespués ya quisiera llevarsecualquier deportista contem-poráneo.

Por: Juan Manuel Botella

Steve Cram

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reportajeposible no. Porque además la temperaturadesciende de modo inusual para esta épo-ca del año, por debajo de los 13 grados. Nohay forma de seguir retrasando la reunión,y diez atletas divididos por calles, como enuna prueba de 800 metros, se aprestan atomar la salida. Pese a las dificultades, nose ha movido ni un alma en el graderío.

Aquellas malditas rachas devientoYa están en marcha: los participantes hanarrancado con la determinación propia deuna carrera de velocidad. El cuádruple plusmarquista mundial (en esaépoca sumaba a sus tres récords individua-les el de relevos 4x800) cuenta con dos lie-bres que le han acompañado en numerosascompeticiones: James Mays y Rob Harrison.Mays toma la calle libre con oficio, seguidode Harrison, y a dos metros de ellos, un Crammuy concentrado. El resto de participantesse pierden en la lejanía. Los 200 metros losalcanza el pacemaker en 25.1 (por 25.7 deCram, que siempre se retenía en los comien-zos), y los 400 en 51.5 (por 51.8 de Cram, yamás pegado). Allí aparece una fuerte rachade viento que frena el paso por el 600 (1:18.8),y encima agota a las dos liebres: Mays por-que su misión ha terminado, y Harrison por-que no da más de sí. Quedarse solo es lapeor noticia para Cram. Ahora necesita co-rrer en 53.3 la última vuelta, y el aire azotael estadio sin piedad.El rubio de Jarrow, como se ha dicho, erauno de esos corredores dotados con un es-tilo relajado y elegante, altas las caderas,poderosas las piernas, enérgicos los brazos.En los primeros doscientos metros del girofinal despliega toda su potencia y acredita26.10 con viento a favor (pasa en 1:44.94 los800 metros). Ahora viene el vendaval, se en-frenta a un desenlace agónico. Hasta hacepocos meses, en una grabación de youtubese podían ver las banderolas del estadio agi-tadas violentamente, y al inglés agachán-dose para resistir, pero Universal Sports hi-zo borrar el vídeo porque es muy quisqui-llosa con los derechos de autor. La estam-pa, sin embargo, es inolvidable. Cram cabe-cea como en Los Ángeles, aprieta los pu-ños, enseña los dientes. No queda un espec-tador quieto en tribuna, todos empujan asu vecino más ilustre, que llega echándosehacia delante, como un sprinter. Se oye ungrito colectivo que semeja mucho a la re-acción de un estadio de fútbol cuando el

balón se estrella en el poste. El crono de pis-ta señala 2:12.85 (que serían reconvertidosa 2:12.88), la segunda mejor marca mundialde todos los tiempos. El público le tributauna increíble ovación, pero Steve sonríecontrariado, sin cuajo para dar la vuelta dehonor que le piden; su desencanto resultópremonitorio, y nunca volvió a correr tanrápido esta distancia. A juicio de muchos, su marca fue de másempaque que el récord mundial, debido alas circunstancias en que se obtuvo. En cam-bio, otros opinaban que era lógico que Cram

fracasara. “Para batir el tope de 1.000 me-tros –comentó un entrenador británico enla retransmisión– hay que valer 1:42 en 800y Cram sólo tiene 1:43.61”. Dicho y hecho.Cuatro días después, en el estadio Letzi-grund de Zurich, Cram se alistó en las dosvueltas a la pista, y derrotó con estrépito alentonces todopoderoso y por añadiduracampeón olímpico, Joaquim Cruz. Su mar-ca (1:42.88), obtenida pasando a 51.1 y nego-ciando las curvas por la calle dos, represen-ta una lección de sentido del ritmo, pode-río físico y suficiencia, y demuestra hastaqué extremo Steve Cram mereció la plus-marca mundial del kilómetro aquella mal-dita noche ventosa en Gateshead.

Sebastian Coe contra las adversidadesHay que ponerse en pie para hablar de LordSebastian Coe. Se trata de un deportista in-mune a las modas. Su magnética populari-

dad se asienta, probablemente, en que ade-más de gran campeón, ha sido uno de esosatletas con segunda y tercera oportunidad.Murió y resucitó varias veces para ganar me-dallas y emocionar al mundo entero. Es unicono del deporte que ha protagonizadonoticias de primera página. Primero brillócomo corredor, que es el área por el que sele requiere en esta revista; a continuacióncomo político y cabeza visible de los Jue-gos Olímpicos de Londres 2012; y entre me-dias, por los detalles de su divorcio, quecualquiera puede consultar cómodamen-

te en Google, si tiene interés. Por cierto,también Steve Cram se separó hace pocomás de seis años de su pareja desde el ins-tituto, Karen Cram.Resulta complicado definir deportivamen-te a Sebastian Coe en un solo artículo. Y esoque se han escrito ríos de tinta sobre él. Eraun tipo de 120 libras (54 kilos) perfectamen-te capaz de correr los 200 metros en 21.5.Su marca oficial de 400 metros (46.87) noseñalaba en absoluto sus límites en la velo-cidad prolongada. Sostuvo una rivalidad conSteve Ovett que resonó en todo el plane-ta. Se admiraba su profesionalidad dentroy fuera de los estadios. En una competiciónde pista cubierta devolvió el fijo porque sehabía retirado, y en otra de campo a través,se negó a cobrar porque se clasificó déci-mo. A los 25 años, en 1981, el futuro Lord al-canzó su cénit en los 800 metros al correren 1:41.73, crono que todavía se mantienecomo el segundo mejor de la historia. Aquel

Sebastian Coe ganando en los Angeles

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reportajeaño también se apoderó de otras plusmar-cas, entre las que figura la de los 1.000 me-tros (2:12.18) que no pudo batir Cram. Pare-cía un hombre indestructible en mediofon-do corto. Hacía series de 500 a 1:04 comochurros cuando EPO era el nombre de unafirma de galletas canadiense. Pero daba lasensación de que Coe no podía trasladaraquellas fantásticas prestaciones a la millay a los 1.500 metros, pese a batir varias ve-ces el récord del mundo entre 1980 y 1981.En parte, esta falta de correspondencia en-tre sus marcas por arriba y por abajo tie-ne una explicación simple: en el periodode mejor forma de toda su vida (verano de1981) no encontró carreras. La vez que máscerca anduvo, en Estocolmo, la liebre seconvirtió en su peor enemigo. James Ro-binson, atleta de 1:43.95, había sido con-tratado en el mitin de la capital sueca pa-ra asegurar un paso que le llevara a batir elrécord holgadamente, pero calculó de mo-do pésimo el ritmo (51.7 y 1:47.9), y obligóa que Coe transitara en tierra de nadie conparciales de 52.5 y 1:49.1. Sencillamente de-sastroso. El futuro Lord concluyó en 3:31.95.Semanas después, en la milla, pecando es-ta vez de lentitud en las primeras 880 yar-das, hizo 3:47.33, un rendimiento muy po-bre para un campeón olímpico de 1.500que acredita 1:41 en 800.

Cinco años sin correr un 1.500 encondicionesCoe tuvo a continuación varias lesiones, yde postre una toxoplasmosis, que más quela enfermedad de los gatos, parece la de losatletas de élite por la gran cantidad de ca-sos que se conocen. Esta dolencia le empe-queñeció en 1983, y sembró de dudas su par-ticipación en los Juegos de Los Ángeles-84,donde contra pronóstico ganaría la plataen 800 y el oro, segundo consecutivo, en1.500 batiendo a Steve Cram y a José Ma-nuel Abascal. Tampoco en 1984 ó 1985 dis-putó un milqui en condiciones, así que sumarca seguía siendo 3:31.95, y la mayoría decorredores de su generación le había supe-rado en el ránking.Coe pasó el invierno de 1986 en Málaga,completando 130 kilómetros por semana,y con la salud totalmente restablecida. Mástarde, en su país, realizó entrenamientoscon clavos que le dieron enorme confian-za. En especial, uno de 20x200 metros endos bloques. En el primero descansaba en-tre 25 y 35 segundos. En el segundo, entre

35 y 45. El promedio fue de 26.7, y su últimaserie en 22.5.Con estas credenciales, lógicamente, el bri-tánico tuvo una buena temporada, con untriunfo ¡al fin! en los 800 metros de los Eu-ropeos de Sttutgart-86 (había sido bronceen Praga-78 y plata en Atenas-82); por pa-radójico que suene en un hombre que co-rriera por debajo de 1:42 hace 30 años, es suúnica victoria en esta disciplina por lo quea campeonatos se refiere. Sebastian, pues,se sentía en paz consigo mismo. O casi enpaz. El 7 de septiembre de 1986, en Rieti, es-taba dispuesto a actualizar sus prestacio-nes en 1.500 metros. “Vengo a correr”, ad-virtió a los organizadores italianos, que pac-taron una elevada suma por batir el récordde Said Aouita (3:29.46) y le trajeron comoliebre al keniano Joseph Chesire (3:33.12 detope personal), con la encomienda de lle-varle al 1.200 en 2:48.

El día que Coe voló en RietiSalió una tarde perfecta. Allí estaba el Coede las grandes ocasiones: fino, inquieto, ca-bello largo y despeinado. En el calentamien-to mostraba esbozos de su estilo enérgico,imperial, todo fluidez, todo frecuencia. Lanoche anterior hubo problemas con los vue-los de los participantes, y Steve Cram, quese adjudicó los 800 metros de esta mismareunión con 1:43.19, había aterrizado a lastres de la mañana. Coe, sin embargo, llegócon dos días de antelación, y se sentía des-

cansado y mentalizado. Tenía una cuentapendiente consigo mismo.Curiosamente, no fue el doble campeónolímpico quien se situó detrás de las liebres,sino Sydney Maree, otro que rompió la ba-rrera de 3:30 en 1985 (3:29.77), y que aguan-taba ritmos escalofriantes, aunque carecíade empuje final. La primera vuelta se pasaen 54.1, y la segunda en 1:52.0, siempre conlos pacemarkers por delante, seguidos delnorteamericano y del inglés. En ese puntoflaquea Maree, y Coe avanza con facilidaden la recta del 900, acosando al líder de laprueba por la parte exterior de la calle uno,como a él le gustaba. Chesire ya se ha que-dado solo en vanguardia, y tira y tira con suestilo tosco, hasta que al paso de la campa-na (2:34.5), da señales de debilidad y comien-za a bloquearse. A Coe se le ve fresco y re-acciona de inmediato pasándole por fue-ra… justo en el momento en que el africa-no hace lo que nunca debe hacer una lie-bre, o sea, irse por la calle exterior sin ha-ber mirado antes. El choque sería leve enotras circunstancias, pero resulta catastró-fico en una carrera de récord. El público selleva las manos a la cabeza. Coe ha sido li-teralmente obstaculizado a los 1.130 metros,y tiene que volver a arrancar con una carade rabia como no se le recuerda desde laOlimpiada de Moscú. Pasa el 1.200 en 2:48.1(ha cubierto esta vuelta en 56.1 pese al in-cidente). La plusmarca es posible y la gen-te entra en calor. Coe atraviesa como un po-seso la recta de enfrente, persigue el récordpor toda la última curva, y echa el resto enlos cien metros finales, con los aficionadoscoreando su nombre y golpeando las vallaspublicitarias como si clamaran justicia. Pero es inútil. Coe detiene el crono en 3:29.77,a 31 centésimas de la plusmarca. Ni siquie-ra consigue el primado europeo, que per-tenece a su eterno adversario Cram (3:29.67).Lord Coe hace una reverencia a la grada prin-cipal, un gesto agradecido y frustrado a lavez, con el que parece decir: “Lo siento, hehecho lo que podido”. Chesire se disculpa,y el británico le estrecha la mano. Ambossaben, todo el estadio sabe, que su carreraes mucho más valiosa que el récord del mun-do de Aouita. Pero no hay misericordia cuan-do se atenta contra un récord, y Coe y Cram,olvidados por la prensa al día siguiente, nosenseñaron una lección que sólo se ve al mi-croscopio: que la vida exige trabajo, traba-jo, trabajo, y además una condenada pizcade suerte. n

Sebastian Coe