3 domingo adviento - a
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…¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? Jesús
respondió: Id a anunciar a Juan lo que
estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los
cojos andan, los leprosos quedan
limpios y los sordos oyen… Y ¡dichoso el
que no pierde su confianza en mí!
Mt 11, 2-11.
La secuencia de Isaías (35, 1-10) es un canto a la esperanza. El desierto y el yermo se regocijarán, se alegrará el páramo y la
estepa, florecerá como flor de narciso… Son las notas que anuncian del Mesías. Como agua en el desierto, dará nueva vida
y sentido a la Creación.
Este tercer domingo de Adviento posee un tinte de alegría y fiesta ante la venida del Señor. Los
cristianos estamos llamados a vivir alegres porque nuestra esperanza se tornará en gozo. Viene aquel
que todo lo cambia y lo renueva.
Los discípulos de Juan van a preguntar a Jesús si él es el que ha de venir. Jesús responde con
palabras del profeta Isaías: los ciegos ven, los cojos caminan… y a los pobres se les anuncia el
Reino de Dios.
La llegada de Jesús revoluciona nuestra vida.Él puede cambiar nuestra existencia y convertirla, alejar las oscuridades y convertir nuestra vida en un canto de esperanza.
Cuántas personas son ciegas porque no saben contemplar la realidad desde los ojos de Dios. Dejan pasar los atisbos, las señales de Dios a su alrededor. Perder el don de la vista es dramático… pero ¿no es más terrible que nuestra vista se aparte del Creador.Sin embargo, él puede abrirnos los ojos del alma.
Los sordos oyen¿Sabemos escuchar la melodía de Dios en nuestra vida? Inmersos en el ruido, somos
incapaces de reconocer el susurro divino que impregna nuestra existencia… Pero Jesús
puede abrirnos el oído interior.
Los cojos caminanEstando sanos, parecemos inválidos. Podemos correr y nos quedamos quietos. Tenemos miedo de ir hacia los demás. La inseguridad nos paraliza. Cuánta gente vive
parapléjica de alma, teniendo los pies sanos. Dios puede despertar el corazón dormido y
empujarnos a correr hacia él… presente en los demás.
Los leprosos quedan limpios
Estamos manchados por el egoísmo. Nuestra dermis
espiritual está sucia porque no deja que el oxígeno de Dios llegue
hasta el último rincón de nuestra vida. Pero la gracia divina puede
lavarnos y hacer que nuestra alma recupere la
transparencia.
A los pobres se les anuncia el Reino…¡Qué alegría recibir el evangelio! Dios nos ama, Dios está con nosotros. Cambia nuestras vidas.
La tristeza se vuelve alegría; a angustia, esperanza; el odio, amor; la desconfianza, fe.
Los cristianos hemos de ser pedagogos de la esperanza. Ya no somos profetas, somos hijos de Dios. Ya no somos mensajeros, somos testigos.
Ya no hablamos del que ha de venir, sino del que habita entre nosotros, de su presencia viva y palpitante.
Juan Bautista cerró una etapa: la del hombre esperanzado que aguarda.
Jesús inaugura una etapa
nueva: la del hombre que
vive en brazos de Dios.
Textos: Joaquín Iglesias Aranda.http://homilias.blogspot.com
Adviento 2013