282642 jauraitapeau p001p096 · y, yo también, con el tiempo, a fuerza de verlo allí siempre, me...

14
10 2 TOLSTOI Desde hace unas semanas en mi calle hay un sin techo. O sea, un hombre que duerme en la calle. Si digo un «sin techo», lo hago por vosotros, porque es más práctico: dos pala- bras y todo el mundo lo entiende. Yo habría preferido decir un «vagabundo». Al menos es una palabra auténtica. Los pasteles del super- mercado no me gustan mucho. Me gustan los de la pastelería, que el pastelero mete en una caja de cartón que hace a propósito de- lante de nosotros. Me gustan los pasteles de verdad, hechos uno a uno con huevos de ver- dad que se rompen entre los dedos. Los pas- teles que no sean todos iguales, como marcia- nos clonados en platillos volantes de plástico de fábrica atómica. Me gustan las palabras auténticas. Con «significado» de verdad. Porque, francamente, ¿qué quiere decir «sin

Upload: others

Post on 17-Nov-2020

1 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

Page 1: 282642 JAuraiTaPeau p001p096 · Y, yo también, con el tiempo, a fuerza de verlo allí siempre, me he acostumbrado a saludarlo. Le digo dasvidania. ... y con Amalia, mi hermana mayor,

10

2TOLSTOI

Desde hace unas semanas en mi calle hayun sin techo. O sea, un hombre que duermeen la calle. Si digo un «sin techo», lo hago porvosotros, porque es más práctico: dos pala-bras y todo el mundo lo entiende. Yo habríapreferido decir un «vagabundo». Al menos esuna palabra auténtica. Los pasteles del super-mercado no me gustan mucho. Me gustanlos de la pastelería, que el pastelero mete enuna caja de cartón que hace a propósito de-lante de nosotros. Me gustan los pasteles deverdad, hechos uno a uno con huevos de ver-dad que se rompen entre los dedos. Los pas-teles que no sean todos iguales, como marcia-nos clonados en platillos volantes de plásticode fábrica atómica. Me gustan las palabrasauténticas. Con «significado» de verdad.Porque, francamente, ¿qué quiere decir «sin

Page 2: 282642 JAuraiTaPeau p001p096 · Y, yo también, con el tiempo, a fuerza de verlo allí siempre, me he acostumbrado a saludarlo. Le digo dasvidania. ... y con Amalia, mi hermana mayor,
Page 3: 282642 JAuraiTaPeau p001p096 · Y, yo también, con el tiempo, a fuerza de verlo allí siempre, me he acostumbrado a saludarlo. Le digo dasvidania. ... y con Amalia, mi hermana mayor,

techo»? ¿Alguien que vive en una casa sin te-cho? ¿Alguien con miedo a los espacios cer-rados? ¿O alguien que nunca toca techo?

Me cruzo con ese señor todas las mañanas.Cuando bajo a la calle para ir al colegio sue-le ser justo cuando él emerge de sus carto-nes. Si nuestras miradas se cruzan, él me sa-luda con palabras a medio tragar, con unasonoridad extraña, cargadas de un acento quele sale del fondo la garganta.

No hay por qué ocultarlo, no entiendo nijota. Pero no pasa nada, entiendo el princi-pio. Parece ser que en su país, por allí lejos,hacia la derecha del mapa, todo el mundopronuncia las erres muy fuerte, como él, quelleva en la cabeza un sombrero de piel caladohasta los ojos.

Y, yo también, con el tiempo, a fuerza deverlo allí siempre, me he acostumbrado asaludarlo. Le digo dasvidania . Boris, el dejudo, me ha ayudado a encontrar las pala-bras adecuadas. Sus abuelos eran polacos an-tes de morir, lo que hace que para él resulte

TOLSTOI, UN CUENTO DE HADAS

12

Page 4: 282642 JAuraiTaPeau p001p096 · Y, yo también, con el tiempo, a fuerza de verlo allí siempre, me he acostumbrado a saludarlo. Le digo dasvidania. ... y con Amalia, mi hermana mayor,

más fácil. Es importante usar las palabrasadecuadas.

Así que ya está (¡es justo aquí donde empie-za de verdad mi historia!). Cuando llegó el in-vierno, el portal donde duerme habitualmen-te se volvió glacial y le pregunté a mi padresi no tendría algo de abrigo que pudiéramosdarle. Al vagabundo sin techo. Estábamos enla cocina. Mi padre, en bata, acababa de co-ger una patata de la cazuela, recién apartadadel fuego, y se disponía a pelarla con el cuchi-

13

TOLSTOI

Page 5: 282642 JAuraiTaPeau p001p096 · Y, yo también, con el tiempo, a fuerza de verlo allí siempre, me he acostumbrado a saludarlo. Le digo dasvidania. ... y con Amalia, mi hermana mayor,

llo. Levantó la cabeza, me miró con unos ojosde pupilas vibrantes que decían: «Y ahora quémás se te va a ocurrir…». Para hablar, las pa-labras no están mal, pero las pupilas te pue-den dejar fulminado. Sin ser una gran espe-cialista en pupilografía creo que después delos puntos suspensivos, iba una expresión deltipo: «¡Pobrecilla!». Justo después, se puso agritar muy fuerte y la sorpresa hizo que mesobresaltara. Hay que darse prisa en pelaruna patata caliente, si no, te quemas.

A pesar de todo, al día siguiente, nos buscósu viejo chaquetón familiar, y con Amalia,mi hermana mayor, fuimos a dárselo a aquelhombre.

El tipo se puso contento. Sostenía la cha-queta con el brazo tendido, revisándola portodas partes, y estaba en perfecto estado, queya lo habíamos comprobado. En nuestra fa-milia no se bromea con esas cosas, que nues-tros antepasados costureros atravesaron tresríos y seis continentes para llegar hasta aquí(o a la inversa, no hay que ahondar demasia-

TOLSTOI, UN CUENTO DE HADAS

14

Page 6: 282642 JAuraiTaPeau p001p096 · Y, yo también, con el tiempo, a fuerza de verlo allí siempre, me he acostumbrado a saludarlo. Le digo dasvidania. ... y con Amalia, mi hermana mayor,

do en mis conocimientossobre geografía plane-taria).

Al final, el hombrenos miró como si susojos hablasen, sacudióla cabeza poniéndose lachaqueta y, entonces,cuando empezó a querer hablarnos con suscuerdas vocales, la cosa se complicó. No en-tendíamos su lengua en absoluto, que olía aalcohol y a haber dormido poco. Me hubieragustado mucho que Boris hubiese estado connosotras, con sus conocimientos de polaco ysimilares. El hombre señalaba con el dedo,alternativamente, el pecho y un libro archiu-sado que había sacado de su hatillo. Nos lotendía con insistencia. En la tapa, unida alresto de las páginas por dos gomas, la únicapalabra que conseguíamos descifrar era«Tolstoi». Mi hermana sabe mucho de libros,ya tiene más de treinta o treinta y cinco ensu biblioteca. Dijo que se trataba, sin duda,

15

TOLSTOI

Page 7: 282642 JAuraiTaPeau p001p096 · Y, yo también, con el tiempo, a fuerza de verlo allí siempre, me he acostumbrado a saludarlo. Le digo dasvidania. ... y con Amalia, mi hermana mayor,

del título o del nombre del escritor… o deleditor o algo así, que no podía precisar másen aquel momento, que primero tendría quecomprobarlo. El hombre seguía golpeándo-se el pecho con la palma de la mano y seña-lando el libro con su enorme dedo índice. Mehubiera encantado haber llevado una enci-clopedia bajo el brazo para aclararlo. No lallevábamos. Así que, antes de que el tipo sepusiera nervioso o se hiciera daño, hubo quecortarlo.

TOLSTOI, UN CUENTO DE HADAS

16

Page 8: 282642 JAuraiTaPeau p001p096 · Y, yo también, con el tiempo, a fuerza de verlo allí siempre, me he acostumbrado a saludarlo. Le digo dasvidania. ... y con Amalia, mi hermana mayor,

A veces, no hay que complicarse la vida,no hay que buscarle tres pies al gato, no hayque analizar la ecuación. Hay que dejarse lle-var por el primer impulso. Tal y como nos lomostraba, tan insistente, aquel grueso libro yél parecían una sola cosa. Y esa palabra, laúnica que nos saltaba a la vista, esa palabraera lo que deseaba transmitirnos. Su nom-bre, su identidad. Así que, desde aquel día, lollamamos así. Tolstoi.

El jueves de aquella misma semana, mihermana volvió de casa de su amiga Lucíacon algo para tapar a Tolstoi… pero no al li-

17

TOLSTOI

Page 9: 282642 JAuraiTaPeau p001p096 · Y, yo también, con el tiempo, a fuerza de verlo allí siempre, me he acostumbrado a saludarlo. Le digo dasvidania. ... y con Amalia, mi hermana mayor,

bro, sino al hombre del portal. Era una man-ta de lana, de un bonito color ciruela, muygruesa, casi nueva, con un ribete de raso alre-dedor. Al día siguiente, por la tarde, la deja-mos en su portal. Él no estaba allí en persona,pero sus cartones y su saco de dormir lo espe-raban, amontonados y plegados detrás de unposte.

A partir de enton-ces, lo más a menu-do posible, Amaliao yo le dejábamosalgo de comer, loque mendigábamos

en el comedor del colegio, donde parece men-tira lo que se tira, habiendo gente que pasahambre fuera. Aunque no siempre encontrá-bamos algo para llevarle. Y también nos pasa-ba que se nos olvidaba completamente y nonos dábamos cuenta hasta que estábamos enla calle. A veces, incluso, para no arriesgar-me a encontrármelo con las manos vacías, envez de subir la calle directamente para vol-

TOLSTOI, UN CUENTO DE HADAS

18

Page 10: 282642 JAuraiTaPeau p001p096 · Y, yo también, con el tiempo, a fuerza de verlo allí siempre, me he acostumbrado a saludarlo. Le digo dasvidania. ... y con Amalia, mi hermana mayor,

ver a casa, daba un enorme rodeo por correos.Después he aprendido que esa sensación quete come el coco y te pone mal cuerpo tieneun nombre. Se llama mala conciencia. Algoque te carcome las neuronas por nada impor-tante.

No sé a vosotros, pero a mí, desde que soy losuficientemente mayor para haberme dadocuenta de que hay personas que duermenen la calle, se me hace raro. En verano tieneun pase. En verano hace buen tiempo, a todoel mundo le gusta estar en la calle. Pero, ¡eninvierno! Con el frío, haciéndose de noche alas cinco de la tarde y la gripe merodeando.Cuando no ronda la escarlatina. Aquí hayalgo que falla, ¿no? Con todas esas oficinasque hay en la ciudad, iluminadas como pla-tós de cine y que por la noche se quedan va-cías. Permanecen tranquilas y calientes paranadie. Con todas esas casas de campo que,diez meses al año, no albergan más que aun puñado de ratones y unas cuantas ara-

19

TOLSTOI

Page 11: 282642 JAuraiTaPeau p001p096 · Y, yo también, con el tiempo, a fuerza de verlo allí siempre, me he acostumbrado a saludarlo. Le digo dasvidania. ... y con Amalia, mi hermana mayor,

ñas… Si pienso en eso, se me hace raro. Sipienso en eso, es porque nosotros tambiéntenemos una, una de esas casas. Se llama LaTejería. Tengo una foto en la cocina, pega-da en el frigorífico con un imán. Y cuandono estamos pasa lo mismo: dos vueltas dellave en la cerradura y, ¡hala, bienvenidosratones!

Mi padre dice que pensar así es de niñaspequeñas y que con eso no hacemos girar labola del mundo. Mi padre no es muy sensiblea nuestras ideas infantiles, que a veces ya es-tán en el molde, pero aún no completamentecocidas.

No importa. Muchas veces, por la noche, vol-vía a la carga. A menudo durante la cena. Conesas mismas preguntas tontas e infantilesque no sirven para mover la bola del mundoo cualquier otro peso considerable. En todocaso, a veces, simplemente hacer la pregun-ta ayuda. Bueno, cuando Pedrito, mi primi-to de tres años, aparecía con la boca llena de

TOLSTOI, UN CUENTO DE HADAS

20

Page 12: 282642 JAuraiTaPeau p001p096 · Y, yo también, con el tiempo, a fuerza de verlo allí siempre, me he acostumbrado a saludarlo. Le digo dasvidania. ... y con Amalia, mi hermana mayor,

«¿por quéee?», acabábamos enviándolo a pa-seo. «¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?» Eso ma-rea un montón. Y, como he dicho antes, ha-blando de cuentos de hadas, si empiezas apreguntarte por qué, la llevas clara.

Con Tolstoi, mi padre actuó exactamenteigual. Cuando agoté su paciencia atacandosiempre con el mismo tema, aunque tengoque decir que mis preguntas eran muy sim-ples comparadas con sus respuestas siem-pre tan complicadas. Ya ni siquiera se toma-ba la molestia de escucharlas. Me mirabados segundos por encima del hombro y con-tinuaba con lo que estaba haciendo, como simis palabras cayesen en saco roto.

Así fue durante mucho tiempo…Hasta el día en que decidió ir. Tengo que

decir que Amalia me echó un cable impor-tante. Lo habíamos mareado tanto aquel díaque, si nuestras palabras hubiesen sido vino,habría acabado completamente borracho.

Soltó el periódico, se levantó bruscamen-te del sofá y, amenazándonos, blandiendo el

21

TOLSTOI

Page 13: 282642 JAuraiTaPeau p001p096 · Y, yo también, con el tiempo, a fuerza de verlo allí siempre, me he acostumbrado a saludarlo. Le digo dasvidania. ... y con Amalia, mi hermana mayor,

dedo índice hacia nosotras como un revólver,dijo: «OK, si es eso lo que queréis, ya vere-mos lo que pasa…»

«Ok» significa «de acuerdo» en americano,pero él sólo parecía estar de acuerdo a me-dias. Estaba harto de que lo hartaran.

Se puso la chaqueta, recorrió el pasillo yla puerta de la entrada se cerró a sus espaldasde un portazo.

Amalia y yo nos quedamos boquiabiertas,con los ojos como platos, en silencio, un poco

TOLSTOI, UN CUENTO DE HADAS

22

Page 14: 282642 JAuraiTaPeau p001p096 · Y, yo también, con el tiempo, a fuerza de verlo allí siempre, me he acostumbrado a saludarlo. Le digo dasvidania. ... y con Amalia, mi hermana mayor,

sorprendidas, por lo menos, de que nuestrasartimañas hubiesen dado aquel fruto. No de-masiado seguras ni de nosotras ni de lo queacabábamos de provocar, nos dio un ataquede risa. Risas en vez de palabras.

Las vacaciones se acercaban y teníamosprisa por marcharnos. La Tejería, ¡lo habéispillado! Ésa era mi idea (y aquí, atención,¡aquí es cuando mi historia se transforma enun cuento de hadas!).

23

TOLSTOI