Autor: RodiaDibujos: Rodia

Impreso en México / Printed in MexicoPor Vettoretti impresores S.A. de C.V.Calle Zacatecas No. 30 Col. Ricardo Flores MagónCuernavaca, Morelos.

Prohibida la reproducción sin permiso por escrito del autor.

Tiraje: 5,000 ejemplares

QÍ Y GUA

Amandina la pequeña niña del tamaño de un frijol, viajaba sobre el dragón con la bruja blanca. Entusiasmada, tocaba las nubes mientras su pelo rojo volaba y ella reía.Con sus ojos grandes, observaba las figuras del bosque. De pronto, una le llamó la atención, y le pidió a la bruja blanca:

—Quiero descender; vi una luz maravillosa sobre esa planta de hojas largas. En el momento de terminar de hacer su petición, entraron en una nube y todo se nubló.

QÍ Y GUA

1

—¡Yo también la vi! —exclamó la bruja blanca.

—¿Pero cómo la vamos a encontrar? Todo es blanco.

La bruja le dijo al dragón:

—Salgamos de la nube y vamos a la tierra. Amandina quiere descubrir

2

El dragón dejó de dar vueltas por el cielo y fue en busca de la luz. Tocó tierra, agachó su cabeza y Amandina bajó con un salto valiente acompañado de un grito tan fuerte, que la luz desapareció.

—No te espantes —dijo Amandina con su voz agitada—. ¡Fue fantástico volar con el dragón!

3

La bruja blanca tomó de la mano a Amandina y juntas lo fueron a buscar.

—Te vengo a ver a ti —no te asustes.

Entre los tallos con hojas gris plateado, una pequeña luz apareció. Amandina se acercó y se sentó a su lado.

—¿Tú iluminas todo lo que te rodea?

—No sé. —Desde lejos vi cómo alumbrabas las hojas. Ahora que no tienes luz, volvieron a ser verdes.

—¿Quién eres? —preguntó su luz con una voz temerosa. —Soy Amandina, y tú ¿cómo te llamas? —Qì. Estaba Jugando, y de pronto…vi un animal caer del cielo. —Yo no soy animal. Para empezar, me llamo Gua, y soy un dragón. También juego como tú, y además vuelo—. Dijo el dragón

4

La bruja blanca interrumpió.

—Un animal, querido dragón, es algo hermoso.

—Tú no puedes volar —dijo el dragón abriendo sus alas.

—¡Yo también puedo volar! —respondió Qì, agarrando el ala del dragón para observarla con cariño. —¿Puedes volar? —preguntó Amandina. —Sí. Y mi cuerpo se ilumina sin darme cuenta. —¿En verdad? —preguntó Amandina impresionada. —Claro, ¡y puedo llegar muy lejos!, como a la punta de esa flor. —¿Tan lejos? Me gustaría aprender a tener luz —dijo Amandina. —Tú también tienes luz —explicó la bruja.

5

—Al menos que la tenga dentro del sombrero —y se lo quitó para mostrarle que estaba vacío. —No, Amandina, tienes la misma luz del niño que nos está leyendo. Está en su interior. Es fuerza y energía para hacer lo que quieras. —Ya entiendo, por eso reí tan fuerte, ¡que hasta Qì espanté! —Lo bueno es que me buscaste —comentó Qì. —Entonces, podemos ser amigos —dijo Amandina alegre y alborotada—. Yo rio, tú vuelas, pero además, puedo correr muy rápido. Con tal velocidad, que ninguna hormiga me gana —dijo dando golpes a una piedra con la punta del pie. —Para la amistad no se necesita nada —comentó la bruja blanca. Amandina vio la pluma de un ave cayendo del cielo y se acostó cómodamente, escuchando las hojas de los pinos moviéndose de un lado a otro.

—¿Cómo eres tan simpática? ¿En dónde naciste? —preguntó Qì.

La bruja blanca se acercó a Qì, y señalando a Amandina le dijo;

—Ella nació de un capullo.

—Caminé muchos días, más o menos así —dijo Amandina mostrando sus diez dedos.

6

—Entonces… ¿Naciste de un capullo?, ¿y cómo es?

—preguntó Qì.

—Un capullo…—respondió Amandina levantándose de la pluma— es un lugar cerrado, envuelto con hojas maravillosas, pero…

—¿Pero qué? —preguntó la bruja blanca cruzando sus dedos.

—Lo que sucede… —murmuró Amandina— es que ¡En los capullos no hay papás!

—¿Cómo? ¿No tienes papás? —preguntó Qì sorprendido.

7

Amandina guardó silencio. Miró hacia sus pies, descansó su cabeza entre las piernas y con sus ojitos color turquesa, volteó a ver al niño que lee este cuento.

¿Quieres saber si yo tengo papás? Nos veremos en el siguiente capítulo de tu amiga Amandina.

8

Glosario.

Cariño: Cuando una Catarina entra a la escuela y le agarra la mano a su hermana. Descubrir: Ayudar a tu mamá a recoger el confeti de la fiesta y encontrar el último dulce.

Fuerza: Agarrar una pelota y aventarla lo más lejos que puedas, para que todos tus amigos jueguen.

Valiente: Acompañar a la tortuga para nadar en un lago y buscar un tesoro.

Fin

Acuerdate, niño hermoso que lees esta historia que nunca hay que jugar con el fuego que exhala el dragón.

DERECHOS DE LOS NIÑOS

DERECHO A LA SALUD