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    1/9

    PRII\4ERO

    ODIADO Y PERSEGUIDO, LUEGO ANORADO Y BUSCADO

    CON AH[NCO

    La

    leccion

    del

    lobo

    ma rsu

    pia

    I

    En 1930 fue a batido el

    I

    ltimo lobo ma rsu

    pia

    I sa lvaje d el

    q

    ue tenemos noticia. En 1936

    la especie se

    dio

    por

    extinguida tras

    la

    muerte d e Benjamin,

    el0ltimo

    ejemplar

    que

    se

    mantenia

    cautivo en

    un

    zool6gico.

    Desde

    entonces,

    se han

    hecho muchos

    esfuerzos

    para

    encontrar algrin

    lobo

    marsupial

    superviviente, aunque s6lo fuera un

    rastro,

    en

    la isla

    de

    Tasmania. Todos infructuosos.

    Una

    dotorosa lecci6n sobre

    las

    consecuencias de

    la

    persecuci6n

    de

    alimarias

    que

    a0n

    nos

    resistimos

    a

    aprender.

    I

    porPedro Gal;n

    linvierno

    austral

    se

    prolongaba

    en

    aquel

    frio

    amanecer del

    mes de sep-

    tiembre.

    El

    pequefio parque

    zoo169ico

    de Hobart, la

    capital de

    Tasmania, isla

    situada al sur de

    Australia,

    se

    habia

    que-

    dado

    casi

    sin personal de servicio.

    La

    gran depre-

    si6n econ6mica

    provocada

    por

    el crash de

    la bol-

    sa neoyorquina

    en

    1929

    a(n

    se hacia

    sentir

    en

    aquel affo de 1936. Las noticias

    que

    llegaban de

    tierras

    muy lejanas, desde

    Europa

    o

    Am6rica,

    y

    que publicaba

    el

    peri6dico

    local

    de

    Hobart

    eran

    pTeocupantes:

    crisis financiera,

    paro,

    ascenso

    vertiginoso de un politico carism5tico y agresivo

    en Alemania,

    guerra

    civil en Espafia... Pero tam-

    46.Quercus

    32S

    -Junio

    2013

  • 7/25/2019 12 Galan 2013 Tilacino.pdf

    2/9

    bi6n

    habia

    crisis en Australia

    y

    en esta

    isla de su costa meridional.

    Adem5s, el zoo apenas

    tenia

    ingre-

    sos

    porque

    la

    gente

    no

    se decidia a

    pa-

    gar

    la entrada. Para

    estimular las

    visi-

    tas

    y que

    el

    p(blico

    pudiera

    ver

    a

    los

    animales

    en

    las

    jaulas,

    el

    director

    habia

    ordenado

    que

    se cerrasen las

    puertas

    de

    los

    refugios,

    oblig6ndoles a

    perma-

    necer siempre fuera,

    a

    la intemperie.

    Pero

    el largo

    invierno

    austral, con

    no-

    ches

    96lidas,

    se habia cobrado su

    tri-

    buto. El tigre de Bengala habia muerto

    el

    mes

    anterior,

    posiblemente

    de

    frio

    y

    desatenci6n. Esa maflana de septiem-

    bre, el encargado del zoo, despu6s de

    abrir las

    puertas,

    hizo su acostumbra-

    do

    recorrido matinal entre

    las

    jaulas.

    En

    una de ellas

    habia

    un

    bulto

    tirado

    en el suelo.

    Era la

    jaula

    de

    Benjamin, el

    nombre

    familiar

    que

    le daban especialmente

    los

    nifros

    al

    lobo

    marsupial.

    un

    animal caracteristico

    de

    la isla

    y

    no

    demasiado

    popular

    entre la

    qente.

    Los

    tasmanos

    lo conocian

    sobre

    todo

    por

    su

    leyenda negra,

    que

    le

    acusaba

    de

    ro-

    bar

    gallinas

    en los corrales

    y,

    sobre todo, de

    matar corderos. Era despreciado

    y perse-

    guido por

    los

    granjeros y

    el

    resto

    de

    los ha-

    bitantes de la isla. Hasta no hacia mucho

    tiempo, su captura

    y

    muerte habla estado

    primada por

    el

    gobierno

    local, Como en

    cualquier

    otro

    pais

    de esa 6poca en su lu-

    cha contra

    las

    alimaffas.

    Lo mismo sucedia

    en

    Europa

    o

    Am6rica

    con

    lobos

    y

    zorros.

    El

    encargado

    entr6

    en

    la

    jaula y

    lo

    toc6

    con el

    pi6.

    Estaba muerto. Acerc6 una

    ca-

    rretilla

    para

    cargar el cad5ver,

    pues

    era

    pe-

    sado. Como decia el cartel

    explicativo col-

    gado

    en el exterior, era el

    mayor carnivoro

    marsupial existente, casi del

    tamaffo de un

    lobo

    y

    muy

    parecido

    en su forma. Cuando

    ca196 el

    cuerpo inerte no

    pudo

    evitar fijarse

    en las

    familiares

    bandas

    oscuras de

    los

    cuartos

    traseros

    del animal,

    como las rayas

    de un

    tigre.

    El

    cartel

    tambi6n

    explicaba

    que

    se

    le conocia

    por

    esta causa como

    "tigre

    marsupial",

    pero

    la mayoria de la

    gente

    lo

    llamaba

    "tilacino".

    Deposit6

    el

    cad6ver en

    la

    carretilla

    y

    se

    lo

    llev6

    para

    tirarlo.

    Pens6

    que

    a nadie

    le

    interesarla, zpor

    qu6

    moles-

    tarse en mandar el cuerpo a disecar como

    se hacia con las especies raras?

    No

    habia

    fondos, a nadie le interes6 mucho

    vivo,

    asi

    que

    menos les interesaria muerto.

    Puso

    el

    cuerpo

    junto

    al

    mont6n de desperdicios

    que

    se llevarian

    para

    tirar

    ese dia al

    vertedero.

    Al

    en-

    cargado

    le

    quedaba

    mucha tarea

    por

    delante, mu-

    chas

    jaulas

    que

    limpiar

    y

    mucha comida

    que

    re-

    partir,

    asique

    sigui6 con su trabajo.

    Era la mafra-

    na

    del

    7

    de septiembre de 1936. Habia

    muerto el

    (ltimo

    lobo

    marsupial.

    La

    especie

    se

    habia

    extin-

    guido para

    siempre.

    Han

    pasado

    casi 77 aflos desde ese dia

    y

    son

    pocos

    los

    animales extinguidos que

    han

    desperta-

    do un sentimiento de culpa tan

    grande

    como el lo-

    bo marsupial

    o

    tilacino

    (Thylacinus

    cynocephalusl.

    Los tasmanos, al igual

    que

    muchos otros austra-

    lianos del continente,

    parecen

    no resignarse al he-

    cho de

    que

    ya

    no exista

    y,

    desde

    que

    tomaron

    conciencia

    de su desaparici6n, han organizado nu-

    merosas bisquedas

    por

    los lugares m6s remotos

    de

    Tasmania. Todas infructuosas. Han analizado

    con detalle

    cualquier rumor sobre

    su

    posible

    su-

    pervivencia, ya

    sean huellas,

    presuntos

    indicios

    o

    supuestos avistamientos. Se ha creado incluso un

    Museo Virtual del Tilacino

    que

    recoge cuanto ves-

    tigio

    ha

    quedado de 6l (1).

    En

    esa

    direcci6n

    virtual

    pueden

    veTse,

    por

    ejemplo, las siete filmaciones

    que

    nos han

    quedado

    de dicha especie

    (2).

    Ape-

    nas

    unos

    segundos de metraje en blanco

    y

    negro

    en

    los

    que

    aparece movi6ndose, echado

    o co-

    miendo en las

    jaulas

    donde

    permanecian

    los 0lti-

    mos

    ejemplares cautivos.

    lJno no

    puede

    dejar de

    notar esa

    misma sensaci6n de

    pena y

    frustraci6n

    al contemplarlas. Algo en 6l

    nos resulta

    enorme-

    mente familiar

    -parece

    un

    perro

    rayado-

    pero,

    al

    mismo

    tiempo, muy

    extrafro:

    la

    cola

    rigida

    y

    larga,

    esas

    patas

    traseras

    de extrafras

    proporciones,

    las

    orejas

    redondas,

    demasiado bajas. el

    rictus

    del

    hocico,

    que

    no acaba de ser

    como

    el

    de

    un

    perro..,

    Pero,

    por

    encima de todo, la sensaci6n

    que

    trans-

    miten sus

    fotos

    y

    esas escasas filmaciones es

    que

    parece

    estar ahi,

    vivo,

    movi6ndose, tan

    pr6ximo

    y,

    sin embargo,

    ya

    no

    podremos

    verlo nunca

    m6s.

    La

    historia del lobo marsupial

    El

    tilacino era el iltimo representante de una fa-

    milia de

    carnivoros marsupiales de

    gran

    tamaffo,

    s6lo remotamente emparentado con otros

    dasi(ri-

    dos carnivoros supervivientes, como el diablo de

    Tasmania

    lsarcophilus

    harris,i)

    y

    el

    gato

    marsupial

    oriental

    (Dasyurus

    vlverrinusr.

    La

    historia de

    la

    familia Thylacinidae

    se

    remonta

    a varios

    millones

    de anos atr6s, al menos

    hasta

    el

    Limine

    de ul

    lobo

    marsupial de edina

    desconocidoinclui-

    da en los

    conpli.

    nentlfu Bullon,

    obrrpubli6d.por

    R.P. Le$on en 1838.

    Las

    representacio-

    nes antiguas de

    la

    especi

    s

    alejaban

    dlmodelocaninoy

    tendianaacentuar

    sur rasgos m6s

    pdmitivos.

    Enlapiginaante'

    rior,

    pareja

    de lobos

    marsupiales

    diseia-

    da

    porHenryCons-

    tantineRichterpara

    la

    .6lebre

    obra de

    John

    Gould

    the

    dnndk of Austd-

    l,i4

    publicada

    en1863.

    Quercus32s-

    Juf o2013 47

    .

    V'72,1.,',.

    ,/

    //,,.-.,.

    j\\t".^,s

    ltatrsr

    ,

    i.,

  • 7/25/2019 12 Galan 2013 Tilacino.pdf

    3/9

    Ala derecha,eiem-

    plardisecado

    de

    lo"

    bo

    marcupialquese

    exhibeenelMuseo

    NacioneldeCiencias

    drid,

    Fue

    edquirido

    a Ros/land

    lllardr

    una emprsa

    inglesa

    especialindaen

    taxidermia.

    Debajo,16ninade

    lobo

    marsupialdke.

    fiada

    porAngelca'

    brehparasomono-

    gelia

    Geneft Mofi-

    blicadaen

    1919

    por

    didomrseo.

    como

    puedededuchse

    de

    la

    postura,6lmode-

    lofueelejemplar

    que

    yafigunba

    en

    [n

    la

    piigina

    siguien.

    te, abajo, crdneode

    unlobonarsupial

    dibujado

    porCabre'

    laparalaobraGe-

    nerc

    Mdnnaliun,

    llonolJandtd, lldt-

    rxpidlo(rsrg).

    El

    gftnparecidoqu

    guerda

    con

    elcrd-

    neode

    un

    c6nidode-

    beahibuirse a

    con-

    vergencia

    evol0tiva.

    sinembargo,re-

    cintes

    estudioshrn

    demostrado

    que

    ca-

    reciadelaluerza

    necesariapara

    ma-

    tara un animal

    glande,como

    una

    oveja, de

    lo

    que

    siempre fue acurado

    ydesencaden6la

    peEecuci6nferoz

    queconduloa

    su

    eltinci6n.

    48'

    Qurcus328-l .io2013

    periodo

    Oligoceno, a mediados del

    Terciario,

    Des-

    de entonces existieron especies

    de

    muy diferen-

    tes

    formas

    y

    tamafros. As[

    que

    la

    especie moderna

    era el 6ltimo miembro remanente

    de un linaje an-

    tiguo

    y

    diversificado. Adem6s de

    en la isla de

    Tas-

    mania,

    el lobo marsupial vivia originariamente

    en

    el

    continente australiano.

    Tambi6n

    se

    conocen

    restos

    de

    tilacinos

    en

    yacimientos

    f6siles

    y

    ar-

    queol69icos

    de Nueva

    Guinea

    procedentes

    del

    Ho-

    loceno,

    pero

    el estatus taxon6mico

    de dichos

    res-

    tos es incierto

    y pudieran

    ser incluso

    de una espe-

    cie diferente, todavia

    no

    descrita

    (3).

    Cuando los

    europeos llegaron a Australia s6lo

    quedaban

    lobos

    marsupiales en Tasmania, aun-

    que

    hay indicios de su

    posible

    supervivencia

    en el

    continente hasta mediados del

    siglo XlX. Sin em-

    bargo, la nica evidencia fisica

    existente son unos

    restos

    subf6siles

    (ejemplares

    momificados halla-

    dos

    en cuevas)

    que

    han arro.iado una edad de

    3.000 afros.

    Es

    incuestionable que

    el

    lobo marsu-

    pial

    estuvo muy

    extendido en Australia

    y

    convivi6

    con los

    pueblos

    aborigenes, los

    cuales Io repre-

    sentaron

    en numerosas ocasiones

    en

    grabados y

    pinturas

    rupestres.

    De

    hecho,

    suele atribuirse

    su

    extinci6n

    en el continente

    precisamente

    a

    la

    caza

    ejercida

    por

    estos

    pueblos

    aborigenes

    y

    a la

    com-

    petencia

    con el dingo

    (Canls

    /upus dlngo),

    el

    perro

    asilvestrado

    introducido

    por

    ellos hace varios

    mi-

    les

    de aflos. El carnivoro

    placentario

    habrla

    des-

    plazado

    al carnivoro

    marsupial. Un hecho

    que

    res-

    palda

    este argumento

    es su supervivencia

    en Tas-

    mania, donde nunca llegaron

    los dingos.

    Situada

    a

    240

    kil6metros

    al sur de la isla-conti-

    nente, Tasmania

    es un estado

    australiano de m6s

    de 68.000 kilometros

    cuadrados.

    Los

    primeros

    eu-

    ropeos llegaron

    allien

    1803

    y

    ocupaTon una

    gran

    parte

    de la

    isla,

    desplazando

    a

    los

    aboriqenes tas-

    manos

    que

    habian

    llegado

    40,000

    affos antes.

    Desde

    la llegada

    de

    los

    europeos

    y

    hasta

    hace

    menos

    de 150 a6os,

    el

    tilacjno

    se distribuia

    por

    la

    mayor

    parte

    de la isla,

    aunque con una baja

    densi-

    dad

    de

    poblaci6n,

    faltando

    en los bosques m6s

    densos

    qfuviselvas)

    y posiblemente

    en

    el extre-

    mo sul6ccidental

    de la isla.

    Las zonas con

    mayor

    presencia serian el noroeste, el norte

    y

    la mitad

    este de

    Tasmaniaj

    y,

    dentro

    de

    ellas,

    la mayor

    abundancia

    se registraria en las

    5reas cubiertas

    de bosques

    abiertos

    (principalmente

    zonas

    con

    bosques

    escler6filos secos),

    matorrales

    y

    herbaza-

    les. El lobo

    marsupialfue

    siempre escaso,

    como

    corresponde

    a un depredador

    de

    gran

    tamafro

    y

    costumbres territoriales.

    Una especie

    casi desconocida

    A

    pesar

    del

    gran

    inter6s, tanto

    cientifico como

    po-

    pular,

    que

    ha despertado

    el

    tilacino,

    realmente

    es

    muy

    poco

    lo

    que

    se sabe de su

    forma

    de

    vida,

    "Desgraciadamente,

    es

    poco

    lo

    que

    se

    conoce de

    su

    bioloqia", como declaran los

    dos autores de las

  • 7/25/2019 12 Galan 2013 Tilacino.pdf

    4/9

    m6s amplias monograflas

    escritas

    sobre esta

    especiei Erick Guiler

    (4)

    y

    Robert Paddle

    (5).

    Los

    datos sobre comportamiento de

    caza,

    re-

    producci6n,

    din6mica de

    poblaciones,

    tamafro

    de los

    territorios

    y

    otros componentes claves

    de su biologia, se reducen a un

    pufrado

    de

    ob-

    servaciones anecd6ticas realizadas

    en el siglo

    XIX por

    tramperos, ganaderos y agricultores,

    nunca

    por

    206logos

    expertos.

    Los ejemplares cautivos siempre se mostra-

    ron timidos, retraidos

    y

    silenciosos, aunque en

    una de

    las

    filmaciones

    que

    se conservan apa-

    rece un

    ejemplar

    que

    aparentemente

    juega

    con un cuidador a traves

    de

    la malla met6lica

    de su

    jaula.

    En cualquier

    caso, informes de

    per-

    sonas

    que

    lo

    observaron

    en

    libertad

    indican

    que podla

    defenderse con fiereza del ataque

    de los

    perros que

    lo

    perseguian,

    PeTo nunca

    fue

    peligroso para

    el ser humano. Lo

    poco que

    se sabe de su historia natural indica

    que

    era un

    depredador nocturno que

    se

    refugiaba durante

    el dia en madrigueras bien ocultas.

    El lobo marsupial

    y

    el lobo

    placentario

    han sido

    ampliamente reconocidos

    como

    un ejemplo

    cl6si

    co

    de

    convergencia

    evolutiva. Sin

    embargo, am-

    bas especies

    parecen

    ser diferentes en sus adap-

    taciones morfol69icas,

    tanto

    para

    la locomoci6n

    como

    para

    la

    dieta

    carnivora,

    aspectos

    que

    toda-

    via ahora est6n empezando

    a conocerse

    (6).

    Un reciente estudio realizado

    por

    cientificos de

    la Universidad de Brown

    (Rhode

    lsland, Estados

    Unidos)

    ha

    permitido

    comparaT con

    detalle

    su

    anatomia

    (sobre

    todo el esqueleto) con la de otros

    31 mamrferos carnivoros, incluidos pumas, pante-

    ras, chacales, lobos

    y

    hienas. Pues bien, los

    resul

    tados

    indican

    que

    su

    comportamiento

    depredador

    estarla m6s ceTcano a los felinos

    que

    a los c6ni-

    dos. Seg0n estos autores, se

    comportaria

    como

    un depredador solitario

    que

    cazaba a sus victimas

    en emboscadas, no como los

    c6nidos,

    que

    actian

    en manadas

    y

    obtienen

    a sus

    pTesas

    mediante

    persecuci6n (7).

    Otro estudio reciente ha recreado en tres di-

    mensiones

    el crdneo del animal

    y

    ha utilizado

    t6cnicas avanzadas

    de modelizaci6n

    inform6-

    tica

    y

    resistencia

    de estructuras

    para

    conocer

    la

    fuerza

    de sus

    mandibulas,

    Se

    simularon

    di-

    ferentes

    comportamientos

    predatorios

    (como

    morder, desgarrar o

    tirar

    de un cuerpo)

    para

    predecir

    los

    patrones

    de tensi6n estructural en

    su crdneo comparados con los otros marsupia-

    les carnivoros. El resultado fue

    que

    el cr5neo

    del tilacino sufria una elevada tensi6n estruc-

    tural

    respecto

    a

    las

    otras especies estudiadas

    cuando se simulaban las mordeduras necesa-

    rias

    para

    dominar

    a una

    presa

    grande.

    Esto

    significa

    que

    sus mandibulas, estrechas

    y

    muy

    largas,

    eran

    demasiado

    debiles

    para

    cazar ani-

    males

    grandes.

    N46s bien

    estaba

    adaptado a la

    captura

    de presas pequefras, como aves, roe-

    dores

    y pequeios

    marsupiales, no m6s

    gran-

    des

    que

    un

    wallaby.

    En otras

    palabras,

    carecia

    de

    fuerza en sus mandibulas

    para

    matar una oveja, lo

    que

    le exculpa del

    principal

    cargo

    que

    desencade-

    n6

    las

    persecuciones que provocaron

    su extinci6n

    (8).

    Llegar a esta conclusi6n tantos

    anos despu6s

    de

    que

    haya desaparecido

    es

    tan ir6nico

    como

    t16gico.

    El

    lobo marsupial

    en

    los

    zool6gicos

    Durante un

    periodo

    de casi cien affos, desde 1831

    hasta 1936, al menos trece

    parques

    zool69icos de

    tres continentes exhibieron

    un

    total

    de

    aproxima-

    damente doscientos tilacinos, entre 192

    y

    211

    se-

    gin

    diferentes estimaciones

    (1,

    5,

    9).

    Ha sido

    co-

    mentada la apatia de estos zool6gicos

    por

    dichos

    animales. Apenas se

    obtuvieron

    datos sobre su

    comportamiento

    y,

    aparentemente, no se hicieron

    esfuerzos

    por

    lograr su reproducci6n

    en cautivi-

    Lobonatsupialcau-

    tivocon

    un

    pollo

    ofrecido comoali-

    mento, Posterio

    r.

    mnte, sta

    foto

    se

    retoc6

    paraeliminar

    le tela metiilicayque

    parcis

    un

    iem-

    plarsalvaje(anndo

    gallinat,

    lo

    que

    refor-

    rerie

    le

    nela fama de

    laespecie.lncluro ra

    he llegado

    a dch

    que

    poddathtarse

    de un ejemplar dise.

    cadoalquesesujet6

    un

    pollo

    nuerto

    en la

    boca.

    La

    foto fue

    to.

    madaenwynyaden

    1921

    lcolecciiin

    ilor-

    man Laird, Archives

    office

    of Tasmania).

    q*

    Quercus

    328

    -

    lun,o 2013

    49

  • 7/25/2019 12 Galan 2013 Tilacino.pdf

    5/9

    Linina

    deun lobo

    marsupial,debida

    al

    .nistaJeenLouir

    DenisCoutant,

    que

    fo

    na

    parte

    de

    Cer-

    tuie

    zoologique,

    ou

    poioiEnent

    aonnus

    (1830-18321

    de R.P.

    Lesson.Aunquela

    especiefasdn6a

    los

    naturalistasdesde

    quefueobseruada

    PorPrimenvez,

    ha-

    ce

    Poco

    misdedos

    siglos, nunca

    llegii a

    estudiarse

    en su

    ne-

    dionatulal.

    dad.

    Lo

    cual,

    por

    cierto,

    habria salvado a

    la

    espe-

    cie, al menos en los zoos.

    Sobre este

    (ltimo

    aspecto, es sabido

    que

    el lobo

    marsupial nunca

    se reprodujo en

    cautividad

    (4,

    10). De

    los contados intentos realizados,

    uno

    tuvo

    lugar

    en el zoo de Hobart, en Tasmania,

    pero

    re-

    sult6 infructuoso.

    En

    el National

    Zoological

    Park

    de Washington

    (Estados

    Unidos) tambi6n

    se

    hicie-

    ron

    esfuerzos

    para

    adquirir

    y

    alojar

    a una

    pareja

    de tilacinos;

    fjnalmente

    lo lograron

    -aunque

    por

    muy

    poco

    tiempo-

    pero

    tampoco

    se

    reprodujeron.

    En el zool6gico de Melbourne

    (Australia),

    sin

    embargo, si se

    produjo

    un

    nacimiento

    en 1899

    que

    ha pasado

    desapercibido en la mayor parte

    de la bibliografia

    sobre esta especie,

    pero que

    fue

    documentado

    por

    Robert Paddle en su monogra-

    del lobo

    ffa.

    Este

    autor relaciona documentos que demues-

    tran

    que

    en ese zoo naci6

    una cria

    que

    sali6 de la

    bolsa marsupial materna

    a

    principios

    de 1900,

    pa-

    ra morir,

    a0n siendo inmadura,

    en 1901

    (5),

    La

    causa mds obvia de esta falta

    de reproduc-

    ciones

    en cautividad fueron las lamentables

    con-

    diciones

    de

    alojamiento

    que

    eran habituales

    en

    los

    zool69icos del siglo XIX

    y

    comienzos del

    XX.

    Las

    jaulas

    donde vivian

    eran

    pequeffos

    recintos de

    cemento

    o

    ladrillo, rodeados

    de rejas

    y

    con reduci-

    dos

    cubiculos de madera. Y,

    por

    si esto fuera

    po-

    Bemerote(a

    co, era

    costumbre

    alojarjuntos,

    en una

    misma

    ^"

    "

    ---..

    -

    -^-_:

    jaula,

    a varios individuos

    (5).

    En

    esas

    condiciones

    r"a,'anesni

    o,-o

    .

    de hacinamiento era impensable

    que desarrolla-

    saLvadorHerando'

    ran

    comportamientos noTmales

    y, por

    supuesto,

    Lo

    extinci5n

    del lobo morsupiol

    puede

    explicorse

    por los impocfos

    negotivos

    cousodos

    por los colonos

    europeos

    en

    el medio

    noturql

    de

    Tosmonio.

    que llegaran a

    reproducirse.

    El

    alojamiento

    de

    un

    macho

    y

    una hembra

    adultos, aislados

    de otros

    cong6neres,

    en el zool69ico de Melbourne,

    que

    produjo

    el

    (nico

    nacimiento

    conocido,

    s6lo fue

    producto

    de la

    casualidad.

    En

    total,

    Unicamente se conocen

    ocho casos de

    parejas

    de ejemplares de

    distinto sexo no empa-

    rentados

    que

    fueran alojados

    juntos.

    Y, dadas las

    antinaturales

    condiciones

    de

    los

    zool69icos de

    aquellos

    dias, no es de extrafrar

    que

    s6lo se regis-

    trara

    una reproducci6n

    con 6xito

    (5).

    Despreciado

    y

    odiado

    Robert

    Paddle,

    autor de

    la

    principal

    monografia

    sobre esta

    especie, destaca el

    "chauvinismo

    pla-

    centario" en

    el modo de

    pensar,

    tanto

    de los cien-

    tificos

    de la 6poca

    como del resto

    de la ciudadania:

    si

    nosotros,

    los

    seTes humanos,

    somos mamifuTos

    placentarios,

    al

    igual

    que

    las

    prin-

    cipales

    especies dom6sticas, tales

    mamiferos

    son,

    por

    lo tanto,

    supe-

    riores

    a

    los

    marsupiales. La

    "infe-

    rioridad

    y

    el

    primitivismo"

    de es-

    tos

    iltimos

    los

    aboca

    inevitable-

    mente

    a su

    extinci6n.

    Un razona-

    miento

    que, de paso. nos hace inocentes

    de

    su

    desaparici6n:

    "era

    inevitable",

    "no

    han

    podido

    adaptarse

    al actual mundo competitivo",

    "son

    f6-

    siles vivientes"

    (5).

    Pocos

    relatos resultan tan

    esclarecedores

    sobre

    este

    prejuicio

    como la narraci6n

    del c6lebre natu-

    ralista

    alem6n Alfred E. Brehm

    en un libro

    popular

    sobre zoologia,

    cuya traducci6n

    se

    public6

    en

    Es-

    paRa

    en

    1880:

    "Poco podemos

    decir de

    la

    vida

    cautiva

    del tilacino.

    Obtuso

    y

    est(pido

    como toda

    su

    parentela (los

    marsupiales),

    no

    excita

    sino

    pa-

    sajera

    simpatia...

    Los

    tilacinos

    no

    demuestran

    nunca

    afecto

    a

    nadie

    y

    apenas llegan a conocer

    a

    su

    guardi6n

    para

    distinguirlo

    de

    otras

    personas;

    son

    indiferentes

    para

    con

    61,

    y,

    todo

    lo m6s, de-

    50

    euercus328-l nio2orl

  • 7/25/2019 12 Galan 2013 Tilacino.pdf

    6/9

    muestran

    alguna

    excitaci6n

    cuando se

    les

    pre-

    senta la carne. Por lo dem6s,

    pasan

    horas enteras

    dando vueltas dentro de

    su

    jaula,

    sin

    preocuparse

    ni

    hacer caso de

    que

    el mundo exista,

    o est5n

    echados en un mismo sitio con igual indiferencia.

    Miran al observador de hito en hito con sus ojos

    pardo

    claros

    que

    nada dicen ni expresan,

    y

    en

    los

    que

    no hay nada del ojo de un carnicero,

    En todo

    perro

    y gato

    salvaje se

    refleja

    el

    car6c-

    ter feroz; en

    cambio en el del

    tilacino

    no se lee si-

    no estupidez e

    imbecilidad. Bajo este concepto,

    puede

    considerarse

    el ojo como int6rprete

    de su

    inteligencia"

    (11).

    Esta

    forma

    de

    pensar, que

    fue casi

    generalizada

    mientras

    vivi6

    la

    especie,

    conduce hacia

    lo

    que

    Paddle denomina

    la

    "inocencia

    cientifica":

    los ex-

    pertos

    decian

    que

    era

    "est(pido",

    por

    lo

    tanto, era

    un

    "hecho

    cientifico"

    que

    no

    podia

    sobrevivir en

    un mundo con mamiferos

    placentarios

    supuesta-

    mente

    m6s evolucionados

    y

    competitivos.

    Bajo

    este punto de

    vista,

    nosotros,

    los

    seres humanos.

    estariamos

    exculpados de su

    extinci6n.

    Robert

    Paddle, entre otros, rebate este

    argumento con

    datos objetivos

    procedentes

    de los

    pocos

    natura-

    listas

    y

    observadores

    que pudieron

    estudiar

    al lo-

    bo marsupial sin

    tales

    prejuicios

    (5).

    El

    tilacino

    no

    era

    "est(pido

    y

    obtuso".

    ni mucho menos.

    se

    adapt6 todo

    lo

    que pudo

    al brutal impacto origina-

    do

    por

    el ser

    humano en los h6bitats del

    reducido

    6mbito

    de una

    isla

    y

    casi logra sobrevivir

    a una

    persecuci6n

    desmedida

    y

    sin cuartel,

    que posible-

    mente hubiera erradicado al

    lobo

    placentario

    mu-

    cho antes. como, de hecho, desaparecieron

    los lo-

    bos (Canis

    lupus, de

    las islas

    Brit6nicas

    y del

    Ja-

    p6n.

    o el lobo de las islas Malvinas

    (Dusicyon

    aus-

    traiis), todos ellos antes

    que

    el

    tilacino.

    La

    ampafia de

    exterminio

    El lobo marsupial fue cazado hasta

    su

    extinci6n

    por

    los

    colonizadores,

    especialmente

    por

    los

    ga-

    naderos, acusado

    de consumir ovejas

    y

    otros

    ani-

    males dom6sticos.

    Los

    colonos

    que

    llegaron a

    Tas-

    mania en 1803 tuvieron un

    profundo

    impacto so-

    bre el medio natural de

    Ia isla, especialmente

    por

    el

    desarrollo a

    gran

    escala

    de la cria de ovejas,

    adem6s de otros animales

    de

    granja,

    Ya

    en

    1830

    la

    industria ganadera

    estaba

    muy

    bien

    estableci-

    da

    y

    en ese momento algunos

    empresarios co-

    menzaron a

    quejarse

    de severas

    p6rdidas

    de

    ga-

    nado ovino.

    Hoy ha

    podido

    demostrarse

    que

    la

    depredaci6n

    del

    tilacino

    sobre las ovejas debi6

    causar unas

    perdidas

    minimas, comparadas con

    el efecto de

    la depredaci6n

    por perros

    asilvestrados,

    los ro-

    bos, las

    malas

    pr6cticas

    ganaderas

    y

    las

    bajas

    originadas

    por

    las inhospitalarias

    condiciones de

    vida.

    A

    pesar

    de ello, el tilacino

    fue declarado un

    asesino de ovejas

    y

    considerado una

    plaga que

    debia exterminarse.

    En

    los

    afros

    treinta

    del siglo XlX,

    la Van Die-

    mens

    Land Company

    -principal

    industria

    ganade-

    ra de la isla

    en ese momento- ofreci6 recompen-

    sas

    por

    matar

    lobos marsupiales e

    intentar

    erra-

    dicarlos

    de

    sus

    propiedades

    en

    el noroeste

    de

    Tasmania, donde

    tenia sus

    granjas

    de ovejas.

    Adem6s, a

    pesar

    de las opiniones contradictorias

    sobre el

    nimero

    de lobos marsupiales existentes,

    las

    presiones

    de la industria

    ganadera

    implicaron

    al

    gobierno

    tasmano en su

    persecuci6n

    y

    en

    no-

    viembre de 1886 el

    parlamento

    ofreci6 una

    libra

    de

    recompensa

    por

    cada tilacino adulto

    que

    fuera

    matado

    y

    diez chelines

    por

    cada

    juvenil.

    El valor

    de

    un

    lobo marsupial muerto representaba, apro-

    ximadamente, una semana

    de salario medio

    para

    un

    trabajador

    tasmano

    y

    ese

    incentivo result6

    muy dificil

    de resistir.

    La forma

    predominante

    de capturar tilacinos fue

    mediante

    lazos, sistema muy barato

    que permiti6

    a mucha

    gente

    entrar en el negocio de las recom-

    pensas.

    La

    persecuci6n de la especie

    se

    desat6

    con

    furia.

    Entre 1888

    y

    1909,

    cuando

    termin6

    el

    sistema

    de

    primas,

    las estadisticas

    gubernamen-

    tales registraban

    el

    pago

    de 2.184 recompensas

    por

    otros

    tantos lobos marsupiales muertos en s6-

    lo 21 afros,

    aunque la cifra total de ejemplares ca-

    zados

    debi6

    ser

    mucho mayor.

    Numerosos caza-

    dores declararon

    que

    aproximadamente

    la mitad

    de los

    tilacinos

    muertos no

    fueron

    presentados

    para

    cobrar

    la recompensa, sino exhibidos ante

    los

    propietarios

    locales

    que

    tambi6n

    pagaban

    una

    prima

    (12).

    Por si esto

    fuera

    poco,

    surgi6

    en

    Europa una

    creciente demanda

    de su

    piel.

    Una

    sola empresa

    peletera

    de

    Tasmania

    export6

    3.482

    pieles

    a Lon-

    0o5lobos ma6upia-

    lesexhibidoscomo

    trofos

    de caza,

    jun-

    to avaiosaanguros

    depequeiotama-

    io.

    La

    foto

    fue

    obt"

    nida hacia 1901,n

    plenacampaiade

    perseruci6ndela

    especie, a la

    que

    se

    s{m6elpropiogo.

    biernoaurtnliano

    estableciendo un

    sistema de

    recom-

    pensas (fotor

    Jo

    Calabyl,

    Quercus328-Junio2013

    51

  • 7/25/2019 12 Galan 2013 Tilacino.pdf

    7/9

    l-..':Lciedt

    Mni6uFiAr-

    unu o,lrou"ou

    intrr.troru

    terjomir,

    el

    r:ltimo

    lobo

    narsupial,fo-

    tograliadoensujau-

    la

    delzool6gicode

    Hobart(Tasmanie)

    en

    1933.Tre aios

    despu6s,en1936,

    tuehalladomuefto

    enestmi5moredn-

    toy.on6ldesapare"

    ci6

    para

    siempre

    ru

    elpecie,

    Debajo, c6lebre

    foto

    del

    mhmo

    ejemplar,

    Eerridrnin,

    bosteran-

    do,

    Puedeapreciar.

    seelenolme

    ingulo

    de

    aperturadesu

    boca. Sin

    embargo,

    estudios

    posteriores

    han

    demostndoque

    carecia de

    la fueEa

    necesadapala

    cazat

    presas

    ghnder (fo-

    tosi Archives

    office

    ofTasmanial.

    dres

    entre

    1878

    y

    1896. Al menos

    4.800 anima-

    les

    fueron

    muertos

    entre 1878

    y

    1909,

    seg(n

    Park

    "un

    espantoso

    ritmo

    de desgaste

    para

    esta

    rara especie"

    (5).

    La

    persecuci6n

    por

    la recom-

    pensa

    y por

    la demanda

    de

    pieles provoc6

    un

    sig-

    nificativo

    -y

    probablemente irreversible-

    declive

    del

    tilacino.

    A

    partir

    de

    1909 se siguieron

    capturando

    lobos

    marsupiales,

    a

    pesar

    de

    que

    el sistema

    de recom-

    pensas

    habia sido

    abolido.

    Algunos fueron

    incluso

    cazados

    vivos

    para

    hacer

    negocio. En

    1910 se

    vendieron

    dos ejemplares

    al

    zoo de Londres

    por

    28 libras cada uno.

    En

    1926, el mismo

    zoo

    de

    Lon-

    dres

    compr6

    otro ejemplar,

    el

    (ltimo

    que

    lleg6

    alli,

    por

    150 libras.

    Cuatro

    afros despu6s,

    en 1930,

    fue

    abatido el

    (ltimo

    lobo

    marsupial salvaje

    y

    en

    l'931

    muri6 el

    0ltimo

    ejemplar

    que

    se

    mantenia cautivo

    en

    el zoo de

    Londres.

    Apenas dos afros

    despu6s,

    en

    1933, el zool6gico

    de

    Hobart recibi6

    un tilacino

    procedente

    de

    Florentine

    Va lley . Era

    Benjamin,

    que

    moriria

    en

    1936, el

    iltimo

    de su especie.

    Conforme

    avanzaron los

    primeros

    afros

    del siglo

    XX, se hizo evidente

    el dram6tico declive

    del

    lobo

    marsupial. Sencillamente,

    ya

    no se

    veian o eran

    extremadamente

    raros. Una

    parte

    de

    la ciudada-

    nia reclam6 su

    protecci6n.

    se dejaron

    de

    pagar

    las

    primas

    por

    matarlo

    y, ya

    muy avanzado

    el siglo,

    en el afro

    1936, el

    gobierno

    tom6 la tardia decisi6n

    de

    declararlo

    especie

    "totalmente

    protegida".

    Exactamente el

    mismo afio en

    que

    muri6 el

    (ltimo

    ejemplar conocido

    y

    la especie

    se extinguia.

    Se ha asegurado

    que

    algun

    tipo de enfermedad

    o epidemia

    durante los

    primeros

    affos del siglo

    XX

    tambi6n

    contribuy6 a

    precipitar

    al

    tilacino

    hacia

    su extinci6n.

    Por esos afros

    disminuy6

    asimismo

    el n(mero

    de

    diablos

    de

    Tasmania

    y

    de

    gatos

    marsupiales

    orientales,

    posiblemente

    a causa

    de

    una epidemia;

    extremo

    que,

    sin

    embargo,

    nunca

    ha

    podido

    comprobarse.

    Aparte

    de las capturas

    y

    la

    presunta

    epidemia,

    durante

    ese

    periodo

    se

    produ.jo

    tambi6n

    una ace-

    lerada destrucci6n del h6bitat y un incremento

    de

    los terrenos dedicados

    a la

    ganaderia y

    la agricul-

    tura, lo

    que

    redujo

    en

    gran

    medida

    la disponibili-

    dad

    de terreno adecuado

    para

    el

    lobo marsupial.

    Causas

    de su

    extinci6n

    La

    introducci6n

    del dingo

    en Australia,

    hace apro-

    ximadamente

    3,500 afros,

    ha sido frecuentemen-

    te considerada

    como

    causa de la

    desaparici6n

    prehist6rica

    deltilacino

    en el continente

    (13)

    Pero

    es muy

    posible que

    la

    intensificaci6n

    cultural

    de

    los aborigenes

    en el Holoceno

    tardio haya

    sido la

    principal

    responsable

    (14).

    Sin

    embargo, datos

    hist6ricos del siglo

    XIX

    parecen sugerir

    que

    la es-

    pecie pudo

    haber sobrevivido

    en el

    sur del

    conti-

    nente

    hasta fechas

    tan

    recientes

    como los afros

    1830-1840

    (5).

    Con

    respecto a

    su desaparici6n

    en Tasmania,

    parecia

    obvio

    que

    habia

    sido

    exterminado

    por

    el

    programa

    de recompensas,

    pero

    un

    estuciio

    re-

    ciente

    basado

    en modelos

    matem5ticos

    parece

    in-

    dicar

    que

    la

    presi6n

    de la caza

    no habria

    sido sufi-

    ciente

    para

    conducirlo

    a

    la

    extinci6n

    (15).

    Estos autores

    desarrollaron

    un mo-

    delo

    estadistico

    basado en el

    n0mero de

    pieles

    de

    tilacino

    presentadas

    para

    co-

    brar

    la

    recompensa

    y

    la

    poblaci6n

    total

    estimada

    de la especie.

    Los resultados

    indican

    que,

    cuando

    finaliz6

    la entrega

    de recompensas

    y

    la

    persecuci6n

    des-

    cendi6,

    aun

    quedaba

    un n(mero

    de indi-

    viduos vivos

    lo suficientemente

    elevado

    como

    para que

    Ia

    poblaci6n

    fuera viable.

    En

    base a

    estos datos,

    Bulte

    y

    sus

    cola-

    boradores

    plantean

    incluso

    la idea

    de

    que

    el

    tilacino

    podria

    no

    haberse extin-

    guido

    arin.

    Sin

    embargo,

    a

    pesar

    de

    tales datos,

    un estudio

    gen6tico

    parece

    cuestionar

    esta posible supervivencia.

    Se

    analiz6

    el

    ADN

    de dos ejemplares

    de

    museo, uno

    52

    Quercus328-.J .

    o

    2013

  • 7/25/2019 12 Galan 2013 Tilacino.pdf

    8/9

    conservado

    en Suecia

    y

    otro en Estados

    Unjdos,

    y

    pudo

    comprobarse

    que

    las

    secuencias

    geneticas

    de

    ambos individuos

    eran

    casi id6nticas.

    5610 5 di-

    ferencias

    en 15.492

    nucle6tidos,

    lo

    que

    indica

    que

    su diversidad

    gen6tica

    era

    ya

    muy escasa

    en los

    momentos

    finales

    de la

    especie

    (16).

    Es

    decir,

    aunque

    el modelo

    matem6tico

    indique

    que

    Ia

    per-

    secuci6n desatada

    por

    el

    sistema de recompensas

    no

    fue

    suficiente

    para

    extinguir

    a la

    especie, los

    pocos

    ejemplares

    supervivientes

    tendrian una

    di-

    veBidad

    gen6tica

    tan baja

    que

    su viabilidad a lar-

    9o

    plazo

    estaria

    muy comprometida.

    Por

    ejemplo,

    los

    haria enormemente

    sensibles

    ante cualquier

    epidemia.

    La idea

    de

    que

    una enfermedad

    epid6mica haya

    dado el

    golpe

    de

    gracia

    al

    lobo

    de Tasmania se ha

    abierto

    paso

    y

    son numerosos

    los investigadores

    que

    la mantienen

    para

    explicar la causa

    del fin Ul-

    timo de la

    especie,

    aunque la naturaleza

    de tal en-

    fermedad

    siga siendo

    una inc6gnita. La

    "hip6tesis

    de la

    enfermedad"

    parece haber

    surgido "de

    la

    perplejidad

    al ser testigos

    del

    16-

    pido

    declive de una

    especie an-

    tes

    ubicua", de

    menospreciar la

    influencia negativa

    de los

    pobla-

    dores

    europeos

    y

    de no

    com-

    prender

    bien

    el

    poder

    de

    los

    efectos sin619icos

    de los

    impac-

    tos

    humanos

    sobre el riesgo

    de

    extinci6n

    (17).

    Lo m6s

    probable

    es

    que

    el

    lobo

    marsupial

    no

    d

    esa

    pa

    reciera a

    causa

    de un factor

    inico,

    sino

    por

    la

    combinaci6n

    de

    todos ellos:

    persecuci6n

    desmedida

    y

    fomen-

    tada

    gubernamentalmente,

    des-

    trucci6n

    de su hSbitat,

    competen-

    cia

    con especies

    introducidas

    y

    enfermedades

    transmitidas

    por

    ellas

    (18).

    Pero,

    por

    encima

    de

    to-

    do,

    debido

    al desprecio

    y

    al odio del ser humano.

    Confirmando

    esta

    causa

    m(ltiple,

    un reciente

    es-

    tudio

    que

    utiliza un nuevo

    modelo matem6tico

    de

    viabilidad

    de la

    poblaci6n,

    concluye

    que

    la

    extin-

    ci6n del tilacino

    puede

    explicarse

    por

    el conjunto

    de impactos

    negativos

    originados

    por

    los

    colonos

    europeos sobre

    el

    medio

    natural

    en

    Tasmania,

    Esos

    efectos combinados

    fueron lo

    suficientemen-

    te fuertes

    para

    conducir

    alb especie

    a la extinci6n,

    sin necesidad

    de recurrir

    a

    la

    explicaci6n de

    una

    enfermedad epid6mica,

    que

    nunca

    se ha compro-

    bado

    y,

    muy

    probablemente,

    no tuvo

    lugar

    (17).

    La

    b{squeda

    del

    lobo

    marsupial

    Poco

    despu6s de la

    muerte del Ultimo lobo marsu-

    pial

    en

    el

    zool6gico

    de Hobart comenz6 la

    Segun-

    da Guerra Mundial,

    en la

    que

    tambi6n

    se vio en-

    vuelta Australia,

    Esto hizo

    que poca gente

    se ocu-

    para

    de

    esta especie mientras

    du16 el conflicto, ni

    tampoco en

    los

    duros

    afros

    de recuperaci6n poste-

    riores. Pas6

    el

    tiempo

    y

    en

    la mente

    de los habi-

    tantes

    de Tasmania

    y

    de los

    zo6logos

    de todo

    el

    mundo

    persistia

    la idea

    de

    que

    el tilacino

    seguia

    existiendo en

    alg(n

    lugar

    de la isla,

    56lo hacia

    fal-

    ta

    buscarlo... iy

    encontrarlol

    AdemSs,

    llegaban

    noticias

    de avistamientos

    desde

    diferentes luga-

    res,

    m6s o menos

    remotos,

    incluso

    de ejemplares

    encontrados muertos.

    El

    Unico

    problema

    era

    que

    no se

    aportaba

    ninguna prueba

    tangible.

    En

    las

    d6cadas

    que

    siguieron

    a la muerte

    de Benjamin,

    el deseo de

    encontrar

    alg(n

    individuo

    con vida fue

    tan

    grande que

    se realizaron

    muchas

    expedicio-

    nes de

    b[squeda.

    Eric

    Guiler documenta

    tres

    de

    cierta importancia

    entre 1937

    y

    1939,

    y

    dieciseis

    m6s

    -sin

    contar

    las numerosisimas

    iniciativas

    pri-

    vadas- s6lo hasta

    1992, incluidas

    las

    patrocinadas

    por

    el WWF

    y

    otros organismos

    conservacionistas.

    lncluso

    se

    llegaron

    a establecer recompensas,

    es-

    ta vez

    por

    hallarlo vivo,

    como los

    100.000

    d6lares

    que

    estaba dispuesto

    a

    pagar

    el

    multimillonario

    Ted

    Turner

    o los

    250.000

    d6lares

    que

    ofrecia

    el

    empresario

    turistico

    [4eter

    Wright

    (15

    ).

    Todavia

    en 2005, un turista

    alem6n

    dijo haber visto

    y

    foto-

    grafiado

    (de

    manera

    borrosa)

    un

    lobo

    marsupial,

    lo

    que

    llev6

    a la revista

    lhe

    Bul/etin

    a ofrecer L'25

    millones

    de d6lares a

    quien

    encontrase

    un tilacino

    con vida.

    Pero,

    despu6s de m6s

    de 75 afios

    y

    cientos

    de

    presuntos avistamientos,

    tanto

    en

    Tasmania

    co-

    mo

    en

    Australia

    continental, nunca

    se ha

    obtenido

    una fotografia

    clara, ni se han

    hallado huellas

    in-

    equivocas, ni

    han aparecido

    ejemplares

    atropella-

    dos

    a

    lo largo

    de las numerosas

    carreteras

    que

    cruzan el hSbitat

    del lobo marsupial

    (5,

    12, 15). En

    1986, cuando habian

    transcurrido

    cincuenta

    affos

    desde la muerte

    del

    (ltimo

    ejemplar

    fidedigno

    (Benjamin),

    periodo

    que

    establece la

    Uni6n lnter-

    nacional

    para

    la Conservaci6n

    de la Naturaleza

    (IUCN)

    para

    declarar

    a una especie

    oficialmente

    extinguida, el lobo

    marsupial

    pas6

    a engrosar

    la

    lista de animales

    perdidos

    para

    siempre.

    Sin

    embargo,

    el

    tilacino

    est6 lejos de estar

    olvi-

    dado. Se ha

    creado

    incluso

    toda

    una

    mitologia

    Lobomal3upialdi-

    seaado

    pertnecin-

    te

    al Museo de Hi5.

    tori

    ilatural

    de

    Pragr(Repiblica

    Cheta). Todo lo

    que

    nos

    queda

    hoy

    del

    qu

    lura

    alm,yor

    depredadornaliu-

    pi.l

    de

    l$ tiempos

    rcaients s un

    pu-

    iado

    de

    pieles

    y

    ejenpl.res

    disec.do .

    Qurcus

    328- Jun o 2013.53

  • 7/25/2019 12 Galan 2013 Tilacino.pdf

    9/9

    Pedro Gal6n

    elruno

    de sus estudios

    so'

    bre los anfibios

    y

    reptiles de

    Gali.ia.

    sobre

    61. Los

    avistamientos misteriosos

    se multi-

    plican, pero

    caen

    ya

    de lleno

    dentro

    del campo

    de la criptozoologia. lncluso

    se

    ponen

    en duda al-

    gunas

    de las cosas

    que

    creiamos saber, Hasta es

    posible que

    sea un mito

    que

    al Ultimo lobo mar-

    supial se le llamara Benjamin

    (5).

    Aunque, como

    ha declarado recientemente

    un investigador. eso

    seria

    lo

    de menos.

    En

    todo

    el

    mundo se le conoce

    ya

    por

    ese

    nombre,

    que

    ha

    originado

    una

    gran

    empatia con el destino tanto del individuo

    en

    particular

    como de la especie en

    general.

    Ade-

    m6s, es m6s

    f6cil

    deci Benjamin

    que

    "el

    Ultimo

    lobo marsupial".

    En cualquier caso, de

    pocas

    especies

    extingui-

    das

    se

    siguen

    publicando

    tantos trabajos

    cientifi-

    cos como sobre el tilacino, Si

    ya

    es imposible en-

    contrarlo con

    vida, ha

    surgido

    incluso la

    esperan-

    za

    de resucitarlo. Gracias a

    las

    modernas t6cnicas

    moleculares,

    se

    ha conseguido extraer

    ADN

    anti-

    guo

    de

    pieles y

    ejemplares conservados en alco-

    hol. Algunos de

    estos

    trabajos

    han

    tenido

    como

    objetivo

    su

    resurrecci6n:

    conseguir su

    vuelta a la

    vida

    a trav6s del

    ADN f6sil,

    como los dinosaurios

    de Parque

    lurdsico.

    Un equipo de investigaci6n de Australia

    y

    Esta-

    dos Unidos logr6 extraer ADN de los tejidos de un

    ejemplar conservado en alcohol del Museo Victo-

    ria de Melbourne

    y

    en 6l aislaron un

    gen que

    in-

    sertaron en el embri6n de un rat6n de laborato-

    rio.

    El

    resultado fue

    que

    ese

    gen,

    de un

    animal

    muerto

    hace m5s de cien affos, cumpli6 su

    fun-

    ci6n

    en el embri6n

    vivo

    del rat6n

    y

    activ6

    el de-

    sarrollo de cartilagos

    y

    huesos

    (19).

    La

    noticia sa-

    li6 en la prensa como

    "la resurrecci6n

    del

    ADN

    del

    lobo

    marsupial". Naturalmente,

    es un

    gran

    avance cientifico.

    pero

    estamos aun muy

    lejos

    de

    poder

    recuperar

    de esta

    manera

    a una especie

    extinquida.

    Autor

    Pedro Gal6n Rgalado

    es

    doctoren B

    ologia

    y

    prolesort

    tulardelArea

    de Zoologia en la Universi-

    dad de La

    Coruia.l-lerpe-

    tologo,lleva mis

    de

    tres

    d6cad as dedicado

    princi

    palmente

    a

    La

    bioLogia

    de

    pobLaciones

    y

    a la

    cofser

    vacl6n

    de

    anfibiosy

    repti-

    les.

    Es altorde numero-

    sos aft iculos cientif

    icos

    y

    libros sobre la

    herpetofau"

    naysu

    conseryacion.

    Dire(cidn de.ontactoi

    Depadamento de Biologia

    Animal, Biologia Vegetal

    y

    Ecologia

    .

    Facultad

    de

    Ciencias

    tinlversldad

    d.o

    LaCoruna

    Campusd,oZa-

    pateira,

    s/n l50l1

    taCo.

    runa

    correo

    electdnico

    [email protected]

    La

    moraleia

    del

    lobo marsupial

    ic6mo

    es

    posible que

    una especie tan extraordi-

    naria

    llegara hasta el

    siglo

    XX

    y

    se de.iara desapa-

    recer

    sin m6s? iQui6n tuvo la

    culpa? La ensefian-

    za

    que

    nos deja el caso del lobo

    marsupial es

    que

    el exterminio

    de

    las

    especies tambi6n

    tiene lugar

    en

    tiempos

    modernos

    y

    en

    paises

    civilizados,

    y

    que

    los

    prejuicios (cuando

    no

    directamente

    el

    odio)

    hacia una

    pretendida

    alimafra

    puede provo-

    car

    directamente

    su

    extinci6n

    sin

    valorar lo

    ex-

    traordinario

    de tal

    p6rdida.

    Las

    palabras

    de Chris Wemmer

    (20)

    expresan

    con

    elocuencia el sentimiento ante su

    de-

    saparici6n

    y

    la de otras muchas especies

    que

    lle-

    van

    su mismo camino en la

    actualidad:

    "Siento

    una

    gran

    nostalgia cuando

    pienso

    en

    los tilacinos.

    Pero

    tengo tambi6n el mismo

    sentimiento cuando

    visito un

    parque

    zool69ico

    y

    veo cualquier criatura

    misteriosa

    o

    especie en

    peligro

    de

    extinci6n.

    aTambi6n se

    converti16n ellas en oportunidades

    perdidas para

    las

    instituciones

    que albergan

    su

    singularidad? ZCu6ntas especies

    que

    ahora se ex-

    hiben en los zool6gicos

    compartir6n el

    planeta

    con nosotros dentro

    de

    25

    affos, cuando seamos

    diez mil millones

    de seres

    humanos?"

    +

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