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    NMADAS6 NO. 24. ABRIL 2006. UNIVERSIDAD CENTRAL COLOMBIA

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    7NMADASBENERA L.: TRABAJOPRODUCTIVO/REPRODUCTIVO, POBREZAYPOLTICASDECONCILIACIN

    1. De las reformashacia las polticas

    de conciliacin

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    NMADAS8 NO. 24. ABRIL 2006. UNIVERSIDAD CENTRAL COLOMBIA

    ORIG INAL RECIBIDO: 31-X-2005 ACEPTADO: 06-II-2006

    * Esta ponencia se present en la Reunin Internacional de expertas/os en cohesinsocial, polticas conciliatorias y presupuesto pblico: una mirada desde el gnero, Ciudadde Mxico, 24-26 de octubre de 2005, organizada por el Fondo de Poblacin de lasNaciones Unidas UNFPA, y por la Cooperacin Tcnica Alemana GTZ.

    * * Economista y profesora en la U niversidad de Cornell, EE.UU. Doctora en Economa dela Universidad de Columbia, New York. E-mail: [email protected]

    TRABAJO PRODUCTIVO/

    REPRODUCTIVO,POBREZA Y POLTICASDE CONCILIACIN*

    Lourdes Benera**

    A la luz del anlisis de los conceptos de trabajo productivo y reproductivo / remunerado y /no remunerado seexamina la globalizacin de la reproduccin cuyas consecuencias incluyen la prdida de trabajo en los pases del sur, la feminizacin de la emigracin y el aumento de la demanda para la economa del cuidado en los pases inmigrantes. Estos procesos estn cambiando las estructuras familiares y requieren polticas de conciliacin que tengan en cuenta lainformalizacin de los mercados de trabajo y la pobreza en A mrica Latina.

    Palabras clave: Trabajo productivo / reproductivo, feminizacin de la emigracin, polticas de conciliacin.

    luz da anlise dos conceitos de trabalho produtivo e reprodutivo / remunerado e / no remunerado, examina-se

    a globalizao da reproduo cujas conseqncias incluem a perda de trabalho nos pases do sul, a feminizao daemigrao e o aumento da demanda para a economia do cuidado nos pases imigrantes. Estes processos esto mudandoas estruturas familiares e requerem polticas de conciliao que tenham em conta a informalizao dos mercados detrabalho e a pobreza na Amrica Latina.

    Palavras-chaves: Trabalho produtivo/reprodutivo, feminizao da emigrao, polticas de conciliao.

    In the light of the analysis of the concepts of productive and reproductive, remunerated and unremunerated work,the globalization of the reproduction which consequences include the loss of work in Southern countries, the feminizationof migration, and the increase of the demand for an economy of the care in immigrant countries, is examined. Theseprocesses are changing the family structures and require conciliation politics that take into account the no-formalizationof the work markets and the poverty in Latin America.

    Key words: productive/reproductive work, feminization of migration, conciliation politics.

    [email protected] PGS.: 8-21

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    1. Introduccin1

    Mucho ha ocurrido desde queen la dcada de los aos setenta lateora feminista seal la importan-cia de distinguir entre el trabajoproductivo y el reproductivo paraanalizar y encontrar soluciones a lascuestiones que lanzaba el feminis-mo. El objetivo principal de esta dis-tincin era poner de manifiesto lainvisibilidad del trabajo de las mu- jeres y su concentracin en la esfe-ra reproductiva y no remunerada.Otro objetivo era subrayar losefectos de dicha con-centracin sobre las

    condiciones laboralesde las mujeres, ascomo sobre las dife-rentes posibilidades yexpectativas con lasque se enfrentabandurante su ciclo vital.Por ltimo, era impor-tante contrastar todolo anterior con la con-centracin de los hom-bres en la esfera de laproduccin para elmercado y con susefectos sobre las rela-ciones de gnero.

    Una de las tareas que primerose asumi fue definir los conceptosde produccin, reproduccin ytrabajo. Haba que entender losdistintos aspectos que contribuyena la reproduccin social, incluyen-

    do en especial el trabajo domsticoy las tareas en torno al hogar en lasque por tradicin se ha concentra-do el trabajo de las mujeres2. Porotro lado, el debate sobre el tra-bajo domstico que tuvo lugarsobre todo en los pases anglosa- jones a mediados de los aos se-tenta, sirvi para hacer evidente

    su importancia, no slo para elmantenimiento y reproduccin dela fuerza de trabajo y de las fami-lias, sino para el funcionamientodel sistema econmico3. Aunquegran parte de estos estudios ana-lticos procedan de conceptua-lizaciones con una base marxista,a travs de los aos han sido uti-lizados por autores con distintosenfoques tericos.

    A partir de los aos ochentael esfuerzo por aumentar la visi-bilidad del trabajo de las mujeres

    se centr en los problemas de sucontabilizacin estadstica. Seencontr que las estadsticasoficiales excluan el trabajoreproductivo no remunerado,tanto de las cuentas de renta na-

    cional como de las estadsticassobre la poblacin activa. Hist-ricamente, desde que se inici surecopilacin en distintos pases,estas series tenan, y en gran me-dida siguen teniendo, el objetivode captar los datos de producciny crecimiento de la economa, esdecir, de los bienes y servicios pro-

    ducidos e intercambiados con unprecio a travs del mercado. Elconjunto de actividades reproduc-tivas y no remuneradas no asocia-das de manera directa con elmercado, quedaba as excluido dela informacin estadstica lo cualimplicaba que se ignorara unagran parte de la actividad econ-mica realizada sobre todo por lasmujeres. Despus de ms de dosdcadas de crtica a esta situacin,se pueden constatar los mltiplesesfuerzos que una gran variedadde actores han emprendido para

    contrarrestar estasdeficiencias. Entre

    ellos se encuentran ins-tituciones como lasNaciones Unidas, losgobiernos nacionales ypersonas procedentesde la academia, cen-tros de investigacin ydel activismo. Sin du-da, el feminismo ha ju-gado un papel muyimportante en todosestos niveles y ha sidoel movimiento im-pulsor detrs de estasiniciativas4.

    El afinamiento dela medicin ha estado acompaa-do de una mayor sofisticacin te-rica y metodolgica, en especialpor parte del anlisis feminista(Picchio, 2003; Benera, 2005a).Aunque queda mucho por hacer,

    diversos gobiernos, as como algu-nas instituciones internacionales,han patrocinado encuestas y la re-copilacin de series estadsticasque permitan una aproximacinms fiable al trabajo reproductivono remunerado. El resultado hasido el aumento de la informacincuantitativa lo cual permite eva-

    Marcha Embera de Chinchin a Manizales, 2005, por el reconocimiento de sus territorios.Foto Comunicaciones ONIC.

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    luar cada vez con ms precisin elaporte especfico de este tipo detrabajo. Algunos pases como Ca-nad y los Estados Unidos han ini-ciado la recopilacin de seriesestadsticas acerca del uso del tiem-po entre hombres y mujeres, no slode las horas trabajadas sino deltiempo dedicado al ocio y el trans-porte. En casi todos los pasesexisten estimaciones basadas en es-tudios y encuestas especficas que,aunque no se apliquen con suficien-te periodicidad, han arrojado mu-cha luz sobre la evaluacin deltrabajo total de hom-bres y mujeres, tanto

    remunerado como noremunerado5. La infor-macin sobre el usodel tiempo hace posi-ble un anlisis ms ri-guroso y detallado delas desigualdades degnero del que era po-sible con las estimacio-nes anteriores, lo cualredunda en las polti-cas de conciliacin yde desarrollo6.

    Las tendencias pre-dominantes de los mer-cados laborales le hanconferido ms importancia a estosavances conceptuales, metodolgi-cos y empricos puesto que ponende relieve la necesidad de contarcon informacin sistemtica sobreel trabajo productivo/reproduc-

    tivo y remunerado/no remunera-do. Estas tendencias incluyen: a)la participacin creciente de lasmujeres en el trabajo remunerado,lo cual refuerza la importancia deconocer el reparto de los distintostipos de trabajo, as como del ocio,dentro y fuera del hogar; b) tantoen los pases ricos como en los po-

    bres, las personas desempleadas ymarginadas del centro de la vidaeconmica tienen que adoptar es-trategias de supervivencia queincluyen una mayor dependenciadel trabajo no monetizado o no in-cluido en las estadsticas oficiales;c) las crisis econmicas, el desem-pleo y subempleo, la flexibilizacindel mercado laboral y la informa-lizacin conducen a cambios ccli-cos o espordicos que mantienenfluida la conexin entre las activi-dades dentro y fuera del mercado;d) a medida que la familia moder-

    na va evolucionando como resulta-do de transformaciones demogrfi-cas y econmicas, surgen nuevascoordenadas para comprender laecuacin del trabajo productivo/reproductivo.

    Todos estos factores explicanla necesidad de entender y medirel trabajo no remunerado ascomo de disear polticas que in-tervengan en la distribucin des-igual entre mujeres y hombres conel fin de construir la igualdad degnero.

    2. Trabajo productivo/reproductivo ytrabajo remunerado/no remunerado

    Los avances conceptuales,metodolgicos y empricos han de-terminado que la distincin inicialentre trabajo productivo y repro-ductivo se haya ido sustituyendopor otra entre trabajo remuneradoy no remunerado. Si bien la prime-ra an tiene cierta vigencia, la di-ferenciacin de trabajo pagado y nopagado tiene mayor pertinencia

    debido a razones con-ceptuales y prcticas

    como las siguientes:

    A medida que unaeconoma se mercan-tiliza y aumenta el in-greso de las familias,una parte creciente deltrabajo reproductivose convierte en trabajoremunerado. Algunastareas reproductivas setransfieren de la esferadomstica al mercado,es el caso de las guar-deras infantiles, laslavanderas o la ventade comida en la calle

    o en restaurantes. Muchos de estosservicios operan casi de forma ex-clusiva con mujeres, pero en estecaso su trabajo es remunerado yestadsticamente visible, por lo me-nos cuando forma parte del sector

    formal. Sin embargo, no dejan de sertrabajo reproductivo puesto quecontribuyen al mantenimiento de lafuerza de trabajo y a la reproduccinsocial.

    Pese a que se ha escrito mu-cho acerca de que el trabajoreproductivo no remunerado

    Minga Embera, Risaralda, 2005, contra la guerra y por la inversin social....Foto Comunicaciones ON IC.

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    1 1NMADASBENERA L.: TRABAJOPRODUCTIVO/REPRODUCTIVO, POBREZAYPOLTICASDECONCILIACIN

    contiene un elemento de cui-dado y relacin emocionalentre las personas que no tie-ne paralelo en la esfera delmercado, sigue siendo bas-tante difcil establecer unadivisin tajante entre estastareas; la diferencia entre tra-bajo remunerado y no remu-nerado es menos ambigua.Por otra parte, cuando seenfatiza en que hay produc-cin y trabajo en la eco-noma domstica a menudose hace referencia al trabajoreproductivo, precisamentepara contrarrestar la versin

    ortodoxa que define estosconceptos en relacin con elmercado.

    No todo el trabajo domsti-co es slo reproductivo, unode sus componentes no lo es:en el caso de las familias sinnios/as hay mantenimientode la fuerza de trabajo pero noreproduccin a pesar de queen ambos casos sea no remu-

    nerado. Lo mismo puede de-cirse del cuidado de ancianos/as dentro del hogar.

    Hay produccin que no esremunerada, tal es el caso delvoluntariado que contribu-ye a actividades ligadas conla economa de mercado.Aunque no sea reproduc-tivo, la gran extensin del

    voluntariado en muchos pa-ses obliga a incluirlo en eltrabajo no remunerado si sequiere analizar el uso deltiempo y entender las dife-rencias de gnero.

    La simultaneidad de distin-tas actividades con frecuen-

    cia dificulta distinguir oseparar con claridad el tra-bajo productivo del repro-ductivo. Este es el caso de lamadre que vende parte de lacomida que cocina para elconsumo familiar. En esta si-tuacin, la distincin entretrabajo remunerado y no re-munerado proporciona unainformacin adicional quesimplifica el anlisis.

    Finalmente, a pesar de quesean las mujeres quienes seconcentran en el trabajo noremunerado, en muchos

    pases se ha observado unaumento del nmero dehombres que desempeanactividades dentro del hogar.A medida que un pas se de-sarrolla y los salarios aumen-tan, se incrementan los costosen los que muchas familiasincurren para emplear a ter-ceras personas que realicenalgunas tareas del hogar.Como resultado, aumenta elnmero de hombres que rea-lizan tareas no remuneradasen sus hogares, como cons-truccin, carpintera, electri-cidad y mecnica. Desde staperspectiva, es importantedisponer de informacin so-bre este tipo de trabajo no re-munerado aunque no seaestrictamente reproductivo.

    Estos argumentos no invalidanla importancia de distinguir entreproduccin y reproduccin. Alcontrario, muestran que es funda-mental mantenerla, sobre todoporque establece una conexinconceptual entre la naturaleza y elpapel de la reproduccin social yel sistema econmico y, adems,

    ayuda a pensar las polticas conci-liatorias. En todo caso, el objetivode usar esta diferenciacin es el deresaltar dos hechos que la econo-ma tradicional haba ignorado. Porun lado, la importancia del trabajoreproductivo no remunerado parael bienestar familiar y social que fueestablecida una vez se pudo medireste tipo de trabajo y estimar suvalor. Estos anlisis destacaron losmuchos aspectos que lo componeny eso tuvo impacto en la formula-cin de polticas. Por otro lado, sepropici un mayor conocimiento ycomprensin de la esfera repro-ductiva que, a su vez, ha enrique-

    cido el anlisis econmico. Laeconoma feminista, por ejemplo,ha sido muy explcita en mostrar lomucho que ignoraba o no tena encuenta el anlisis econmico orto-doxo, heredero de los modelos te-ricos basados exclusivamente en laracionalidad econmica. En contra-posicin, el feminismo ha destaca-do la importancia de la economadel cuidado para el funcionamien-to de una sociedad (Ferber andNelson, 1993; Folbre, 1994; Be-nera, 2005a). Una de las conse-cuencias de este enfoque fue elreplanteamiento de muchos de losejes fundamentales del anlisis eco-nmico y una extensin de lo quese consideraba propio del campo delo econmico7.

    Este proceso de reflexin estllevando a asumir una perspectiva

    de la economa ms prxima a laque tenan los griegos, centrada enla esfera domstica. La concepcinampliada de lo econmico ha trans-formado las ideas sobre el bienestarindividual y social, en la actualidadel trabajo no remunerado constitu-ye uno de sus ejes fundamentales.Antonella Picchio (2003), por

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    ejemplo, ha definido el bienestarcomo:

    un proceso de reproduccin so-cial que requiere bienes y pro-ductos materiales y servicios

    personales remunerados (pro-vistos por el estado o por elmercado) y trabajo no remune-rado (en el hogar o en la co-munidad). Este proceso tienelugar dentro de un contextoinstitucional que incluye fa-milias, organismos estatales,empresas, mercados y comun i-dades (p. 2) .

    Esta definicin delbienestar social im-

    plica que un anlisisdel nivel de vida deun pas o de una co-munidad t iene queincluir no slo losbienes y servicios pro-ducidos a travs delmercado, sino tam-bin una clara con-ceptualizacin delaporte que haga laesfera del trabajo noremunerado . Tam-bin implica, tal co-mo Picchio y otra/osautora/es han argu-mentado, que el tra-bajo no remunerado tiene queintegrarse plenamente dentro delcontexto macroeconmico y delmercado de trabajo. Este es elmarco en el que se han venido rea-lizando, por ejemplo, los proyec-

    tos sobre presupuestos desde unaperspectiva de gnero y tambinlas encuestas sobre el uso del tiem-po. Es en este punto en el quedeben emplazarse la poltica eco-nmica y social, incluyendo laspolticas pblicas y las de conci-liacin entre los distintos tipos detrabajo.

    3. Polticas deconciliacin

    Uno de los efectos positivosque dejaron tanto la definicinms exacta como la contabiliza-cin del trabajo reproductivo y noremunerado, es que facilit suconciliacin con el uso del tiem-po en el mercado laboral. En lospases de la Unin Europea se estdando un vivo debate sobre laspolticas de conciliacin, quizsporque el objetivo de compaginarel trabajo remunerado y el doms-

    tico es un problema urgente noslo para las mujeres sino paramuchas familias. La legislacinque ya se ha introducido sobreeste tpico necesita mejoras pero,an as, ha representado un paso

    adelante y ha posicionado el temaen el discurso poltico8. En todocaso, es evidente que a medidaque aumenta la participacin delas mujeres en el mercado de tra-bajo y que se encarece el serviciodomstico, aumenta tambin laimportancia de estas polticas encualquier pas o regin.

    Conciliar el trabajo domsticoy familiar con las actividades remu-neradas exige diversas acciones,por ejemplo: a) la flexibilizacin dehorarios tanto de las empresas don-de se trabaja como de otras institu-ciones que afectan la vida cotidiana(centros de docencia, comercios,lugares de ocio, instituciones ban-carias y financieras, transportes,etc.); b) ayudar a las escuelas y cen-tros recreativos para que amplenlos programas que les sirven a lasfamilias a conciliar el uso del tiem-po (posibilidad de almorzar en las

    escuelas, diseo de ac-tividades que amplan

    el da escolar, etc.); c)crear guarderas don-de no existen y au-mentar la oferta deplazas para atender elaumento de la deman-da; d) implementarprogramas que facili-ten la mayor participa-cin de los hombresen las responsabilida-des domsticas, comoel permiso de paterni-dad al nacer lo/as hijo/as; e) ofrecer diversostipos de ayuda a lasfamilias para el cuida-

    do de nio/as y ancianos; f) crearprogramas especficos para cada lo-calidad y regin.

    El diseo de estas polticas qui-zs parezca menos urgente en Am-

    rica Latina que en los pases msricos porque en esas naciones esms fcil recurrir al servicio doms-tico. Sin embargo, es muy proba-ble que a medida que ste se hagamenos accesible para una propor-cin mayor de la poblacin, latendencia ser parecida a la expe-rimentada en la actualidad por

    Minga Embera, Por la soberana.. ., Risaralda, 2005 .Foto Comunicaciones ON IC.

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    otros pases con costos laboralesms altos. Por otro lado, como seargumenta ms adelante, la emigra-cin femenina est cambiando la or-ganizacin familiar y el trabajoreproductivo.

    4. Desarrollo humano:el enfoque decapacidades y laspolticas deconciliacin

    Una visin socioeconmica queintegre el trabajo pro-ductivo y reproduc-

    tivo o el remuneradoy no remunerado, re-quiere un esfuerzo queresulta muy compa-tible con el enfoquedel desarrollo humanoque fue introducidopor el PNUD en suprimer Informe sobre elDesarrollo Humano en1990. La gran difusinque desde entonces tie-ne ste enfoque haseguido distintas di-recciones, una de lascuales es la que leimprimi el anlisisfeminista. En un comienzo fueformulado por Amartya Sen y co-nocido como el enfoque de las ca-pacidades, su clara relevancia paracomprender las desigualdades degnero dio lugar a una abundante

    literatura con implicaciones para lapoltica econmica y social (Sen,1999; PNUD, 1990 y 1995). Acontinuacin se enuncian las lneasgenerales de ste enfoque.

    Sen parti de la idea de que eldesarrollo se debera definir y cuan-tificar no slo en trminos econ-

    micos como el crecimiento del PIBo de la renta per cpita, sino encuanto a su capacidad de transfor-mar los horizontes del desarrollo delas personas. Aunque esta idea noera nueva9, Sen le dio una baseconceptual y terica muy slida,fundada en su crtica a la teora eco-nmica ortodoxa moderna -inclu-yendo la teora del bienestar- y enla falta de conexin entre la eco-noma y la tica. Por otra parte, elPNUD aport la base institucionalque ha permitido su difusin, sobretodo a travs de sus informes anua-

    les, tanto de los internacionalescomo de los regionales y naciona-les. En realidad, Sen colabor conel PNUD para lanzar el conceptode desarrollo humano y darle unaaplicacin prctica, el debate sobre

    sus distintos aspectos se ha mante-nido vivo hasta el presente10. Otrosautores tambin han colaborado enla construccin de este enfoque11.

    Lo importante para Sen es eldesarrollo de las capacidades de cadauna y de todas las personas para ser yhacer. Este es un proceso multidi-

    mensional en el que pueden inter-venir muchos factores que afectanel ser y el hacer, desde el acce-so a los recursos hasta el nivel edu-cativo y factores psicolgicos comola autoestima y las expectativaspara el futuro. El nivel del PIB pue-de ser importante en este procesopero no es un indicador seguro, pri-mero, porque su cantidad no dicenada sobre la desigualdad de su dis-tribucin y, segundo, porque enmuchos pases no hay una correla-cin directa entre el PIB y, porejemplo, el nivel de educacin o de

    salud (Banco Mundial,2000/2001). En la no-

    cin de capacidadesde Sen hay dos aspec-tos importantes. Unose refiere al funciona-miento de las personas(el hacer), es decir,cmo manejan sus vi-das y las posibilidadesque tienen para hacerloo cmo se las arreglanen su vida cotidiana.El otro aspecto es la posibilidad de buscarobjetivos ms amplios,de extender los horizon-tes individuales y colec-tivos y de definir y vivir

    la propia vida como una quisiera12 (elser o, quizs podra aadirse, eldevenir). La relevancia de esta vi-sin se hace evidente si se piensaen los horizontes muy cerrados deuna nia o de un campesino pobres

    en algn lugar del mundo, sus ex-pectativas son tan reducidas que lespuede resultar muy difcil siquieraimaginar una vida distinta. En estesentido, la visin de Sen es de unaafirmacin muy positiva; se trata noslo de eliminar la pobreza sino debuscar la libertad positiva, la quepermite hacer y construir, soar y

    Por la dignidad, la autonoma, la proteccin de los derechos y la paz de los colombianos seguiremosen resistencia pacfica. Minga Embera, Risaralda, 2005. Foto Comunicaciones ON IC.

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    conseguir lo que se suea, es decir,potenciar el desarrollo humano13.

    Sen, lo mismo que la filsofanorteamericana Martha Nussbaum(2003), han sealado que el enfo-que de las capacidades se parecemucho al de los derechos humanos.Sin embargo, indica Nussbaum, losderechos humanos son ms abstrac-tos y universales mientras que lascapacidades son ms concretas,individualizadas y especficas enrelacin con distintos contextos ynecesidades. La razn por la cualNussbaum opta porste enfoque es que

    resulta muy til paradesarrollar una teorade justicia de gnero yaplicarla al caso espe-cfico de las mujeres ensu entorno cultural ysocial, aparte de queel discurso de las capa-cidades tiene una rele-vancia muy directapara el desarrollo hu-mano. Adems, aa-de, el enfoque de lascapacidades no adole-ce del problema de ses-go occidental que amenudo se ha atribui-do al de los derechos humanos. Sinembargo, hay que reconocer que losdos enfoques tienen mucho en co-mn y que el lenguaje de derechoshumanos ha sido desarrollado y amenudo utilizado con xito por el

    movimiento feminista a partir delos aos ochenta, sobre todo encuanto a los derechos polticos y deciudadana de las mujeres.

    Nussbaum ha criticado a Senpor no ser lo suficientemente espe-cfico en la definicin de las capa-cidades, ni an en las que puedan

    considerarse bsicas. Esto la ha lle-vado a la elaboracin de una listade diez capacidades humanas b-sicas para vivir una vida con dig-nidad, definidas como objetivosgenerales que pueden ajustarse paracada sociedad especfica. La listaincluye objetivos como poder vi-vir una vida de una longevidadnormal, es decir sin morir prema-turamente o sin que la persona seareducida a un estado que no mere-ce vivirla o poder formar una ideade lo que es bueno y poder reflexio-nar sobre la planificacin de nues-

    tras propias vidas. Sin embargo,una lectura de esta lista todavaparece demasiado general comopara proporcionar elementos queayuden en una discusin de las po-lticas de conciliacin entre el tra-

    bajo productivo y reproductivo.

    Nussbaum no es la nica enquerer concretar las capacidadesdel enfoque de Sen. Entre los auto-res y autoras que han trabajado estetema, la economista belga IngridRobeyns (2003) tambin ha elabo-rado una lista con el propsito de

    facilitar el anlisis de la desigual-dad de gnero en el caso concretode sociedades occidentales post-in-dustriales. En este caso, la lista decatorce capacidades fue el resulta-do de varios pasos que consistieronen preguntar a distintas personas ygrupos cules seran sus prioridadesentre las posibles capacidades. Lue-go Robeyns compar varias de laslistas as obtenidas y las discuti conotras personas interesadas. sta me-todologa le permiti alcanzar unnivel de especificidad que refleja-ba las necesidades y la visin de una

    sociedad post-in dus-trial, este mtodo pue-

    de repetirse en otroscontextos. Entre lascatorce capacidades seencuentran las que seincluyen a continua-cin, ellas pueden pro-porcionar un contextoconceptual ms concre-to que el de Nussbaum,no slo para analizar lasdesigualdades de gne-ro sino tambin parapensar las polticas deconciliacin:

    Poder cuidar de loshijos y de otras perso-

    nas, se refiere a la capaci-dad que tradicionalmente hasido la concentracin prima-ria de las mujeres. Robeynses consciente de que sta ca-pacidad puede tener un re-

    sultado ambiguo en cuantoal efecto ejercido sobre elbienestar de la persona queproporciona el cuidado.

    Poder trabajar en el merca-do laboral [remunerado] orealizar proyectos, inclusoproyectos artsticos, remite

    Los pueblos indgenas somos 81 etnias con 64 idiomas nativos del continente americano.Presente. Minga Embera, Risaralda, 2005. Foto Comunicaciones ON IC.

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    a la posibilidad de ejercerestas funciones en igualdadde condiciones con los hom-bres an cuando la realidadsea muy distinta.

    Poder moverse, por ejem-plo, entre distintos espaciosy lugares, tanto pblicoscomo privados, sin restric-ciones que discriminen porgnero.

    Poder disfrutar de tiem-pos de ocio, responde a larealidad de que, segn lodemuestran muchas esta-

    dsticas, los hombres sue-len disfrutar de ms tiempode ocio que las mujeres.

    Poder ejercer autonoma enel uso del tiempo. sta ca-pacidad depende de la divi-sin del trabajo, en el sentidode que un tipo de trabajopuede proporcionar ms au-tonoma sobre el tiempo pro-pio que otros. Es evidente

    que las tareas domsticas, ysobre todo el cuidado demenores, tienden a reducirmucho la autonoma de laspersonas que las ejercen, ensu mayora mujeres.

    Los distintos aspectos que seinvolucran en estas capacidadespueden ayudar a analizar las dife-rencias de gnero y ofrecer un mar-

    co conceptual para pensar laspolticas pblicas, incluidas las deconciliacin. Al anlisis de Robeynsse le puede aadir que la concilia-cin debe tener lugar en varias di-recciones, entre ellas: a) distintostipos de trabajo remunerado y noremunerado; b) trabajo y ocio; c)trabajo, ocio y movilidad; d) tra-

    bajos que permiten distintos nive-les de autonoma en el uso del tiem-po. Para elaborar estas polticas ensociedades concretas habra quetener muy en cuenta las diferenciasde gnero que pudieran existir encada caso. Por ejemplo, un datomuy importante es que las mujerestienen menos libertad de moversecuando quieran o a donde quieran,pero ese hecho vara entre distin-tas culturas, pases y regiones. Deeste modo, las polticas de conci-liacin pueden ser un instrumentoimportante para facilitar el funcio-namiento de las capacidades, paraextender el abanico de posibilida-

    des de mujeres y hombres y paraalcanzar una mayor igualdad degnero. Puesto que tambin puedenafectar a los hombres, se constitu-yen en un instrumento para el ha-cer y el ser de cada una y detodas las personas.

    5. El contexto deAmrica Latina:informalizacin deltrabajo remunerado,pobreza yglobalizacin

    Hay que preguntarse si la listade capacidades elaborada porRobeyns sera distinta para los pa-ses latinoamericanos. La tesis de esteartculo es que las mayores diferen-cias entre Amrica Latina y lospases del Norte respecto a las ne-

    cesidades de conciliacin del usodel tiempo, estn, en primer lugar,en el predominio de la economainformalizada y de la pobreza en laregin latinoamericana y, segundo,en las consecuencias del fenmenode la emigracin. En Amrica Lati-na, las polticas de conciliacindeben pensarse en el marco de una

    realidad en la que, primero, unagran parte de la produccin quedafuera del alcance de las polticaspblicas y, segundo, tanto la pro-duccin como la reproduccin hanido globalizndose, es decir, partede su control depende de instanciasque transcienden la esfera nacional.El resto de este texto se concentraen estas cuestiones.

    a. Informalizacin y pobreza

    El enorme crecimiento de laeconoma informalizada desde losaos ochenta en Amrica Latinaes un fenmeno bien conocido. En

    contra de las previsiones que hi-cieron los anlisis del sector in-formal realizados en la dcada delsetenta, el sector moderno noslo no ha absorbido la fuerza la-boral que se hallaba en sus mrge-nes, sino que la utilizacin de estafuerza laboral y la importancia quetiene en la produccin han idoaumentando, lo cual ha llevado auna fusin creciente de lo formalcon lo informal. En la reuninanual de la OIT del ao 2002, seempez a utilizar el trmino eco-noma informal para referirse alpredominio de la informalizacinen la economa de muchos pases.Este proceso se ha intensificadopor la fuerte competencia propiade los mercados globales as comopor las polticas neoliberales quehan impuesto una reestructuracineconmica profunda desde la d-

    cada de 1980 y que han recalcadola importancia del mercado en laregulacin de los procesos econ-micos y de la distribucin.

    Tal como lo ha mostrado Prez-Sainz (2005), en una primera eta-pa de las polticas neoliberales, elmercado informalizado absorbi

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    una gran cantidad de trabajo y, enconsecuencia, jug un papel impor-tante en la generacin y descentra-lizacin de la produccin de bienesy servicios. Sin embargo, en unasegunda etapa, con mercados yasaturados, sta absorcin fue mslimitada lo cual gener el fenme-no de los pobres produciendo paralos pobres en condiciones muy pre-carias y ligadas a la persistencia dela pobreza entre un sector de lapoblacin. Esto ha sucedido inclu-so en los pases que mejoraron susindicadores macroeconmicos, locual muestra que la estructura delempleo y la distribucin de los re-

    cursos no permiten que el creci-miento econmico se transmita deforma automtica a todas las capassociales, tal como presupona lateora econmica neoliberal.

    Los casos de Bolivia y Ecuadoras lo ilustran. En estos pases la pro-porcin de la poblacin trabajado-ra informal ha crecido desde losaos ochenta hasta llegar a nivelesmuy por encima del 50% o sobre-pasar el 65% en Bolivia. De lamisma forma, la pobreza afecta acerca del 50% de la poblacin conoscilaciones que se explican por lacoyuntura econmica y la pobre-za extrema alcanz el 20% en el2002 (Benera y Floro, 2005b). Enlos dos pases el crecimiento de laeconoma informal tuvo lugar en elmarco de un alto grado de desigual-dad social14, de modo que tanto la

    informalidad como la desigualdadconstituyen el trasfondo de las ten-siones sociales y de la emigracinque han caracterizado a ambos pa-ses. Las altas tasas de desempleo ysubempleo especial pero no exclu-sivamente en los perodos de cri-sis crean una situacin fiscalprecaria, esos fenmenos se agravan

    porque las polticas neoliberalesminimizan el rol de las polticaspblicas. El resultado es que, inclu-so en perodos de crecimientoeconmico, la capacidad de las eco-nomas de la regin para generarempleo es insuficiente para absor-ber la fuerza de trabajo existente.

    La situacin de Bolivia y Ecua-dor es la tpica de los pasesandinos, sin embargo otros paseslatinoamericanos sufren problemassimilares. En Amrica Central lasindustrias maquiladoras y la pro-duccin para la exportacin con-tribuyen a la generacin de empleo

    y de divisas pero en unas condi-ciones muy precarias, el trabajoque se ofrece en estos sectores escopado en una proporcin eleva-da por mujeres.El incumplimien-to de los derechos laborales escomn y afecta a las trabajadorasen la vida laboral y en la cotidia-na (Benera, 2005b). En esas con-diciones de informalidad, pobrezay desempleo o subempleo tan di-ferentes de las economas y socie-dades del Norte es complicadopensar en polticas de conciliacin.Otras caractersticas de AmricaLatina que deben tenerse muy encuenta para que estas polticassean efectivas son:

    En primer lugar, y a diferenciade la situacin en las economaspost-industriales o, incluso, deltrabajo formalizado en Amrica

    Latina, la flexibilizacin de laproduccin patrocinada en los pa-ses post-industriales (con respec-to a la variedad de contratoslaborales, horarios, etc.) es rele-vante slo para el sector ms for-malizado de la economa. La granmayora de las mujeres trabajado-ras padece las condiciones descri-

    tas de informalidad y pobreza, locual significa que en realidad laproduccin est muy flexibilizadapero que carece de una normativaque la conecte con las polticaspblicas que podran aliviar losproblemas de conciliacin.

    Segundo, el gran aumento dela participacin de las mujeres enel trabajo remunerado durante lasdos ltimas dcadas en AmricaLatina, ha implicado muchos cam-bios en la situacin laboral de lasmujeres, as como en las construc-ciones de gnero (Piras, 2004).Como resultado de dichos fen-

    menos, aument la importancia delas mujeres en la economa fami-liar y hubo cambios considerablesen los roles de gnero. Tal comolo muestra un estudio de hogaresurbanos pobres y con trabajo adomicilio realizado en 2002-2003(Benera y Floro, 2005b), hombresy mujeres tienen conciencia, pri-mero, de la importancia que haadquirido el trabajo de las muje-res en la generacin de ingreso fa-miliar y, segundo, de que a ellasles resulta ms fcil encontrar tra-bajo. Sin embargo, no parece quela responsabilidad de las mujeresen el trabajo domstico y de re-produccin haya disminuido de unmodo paralelo, lo cual implica quepara ellas es ms urgente an lanecesidad de conciliar los distin-tos tipos de trabajo. Sin embargo,en Amrica Latina esta necesidad

    puede ser diferencial en cuanto agrupos sociales. Entre las mujeresde clase media y alta, el acceso alservicio domstico y sus costos sonuna mediacin de su grado de ur-gencia, las mujeres pobres, al con-trario, tienen que solucionar laconciliacin porque no cuentancon este tipo de recursos.

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    Tercero, en la economa infor-malizada los tipos de trabajo reali-zados y las distintas combinacionesde trabajo formal/informal quedesempean los miembros de unhogar son muy heterogneos. Paraanalizar dicha diversidad, en el ci-tado estudio de Bolivia y Ecuadorse distinguieron tres grados de in-formalidad, baja, mediana y alta15;se encontr que el 70% de los ho-gares de la muestra estaba en el gra-do medio pero que la proporcinera algo superior entre las mujeres(71%) que en los hombres (70%).Tambin el porcenta- je de mujeres en un

    alto grado de infor-malidad superaba deforma leve al de loshombres (16% y 15%respectivamente); enun grado bajo de in-formalidad trabajabanslo hombres. En todocaso, la gran diversi-dad complica el dise-o de polticas deconciliacin porquesignifica que no haypatrones comunes encuanto al trabajo.

    Cuarto, adems deesta variedad, existe una gran flui-dez entre el trabajo remunerado yel no remunerado, sobre todo en lasmujeres y entre los distintos tiposde trabajo. Dicha fluidez est acom-paada de una alta variabilidad en

    el ingreso familiar, incluso en casosen los que el ingreso promedio estpor encima de la lnea de pobre-za16. En algunos casos, la variabili-dad del ingreso es predecibleporque el tipo de trabajo tiene pe-rodos de alta y baja produccin(por ejemplo, la venta de juguetesy artesanas en la calle durante el

    perodo navideo en comparacinal resto del ao) pero cuando no sepuede anticipar hay un alto nivelde riesgo e inseguridad para el pre-supuesto familiar. En este sentido,es importante distinguir entre po-breza y vulnerabilidadpuesto que, entrminos de promedios estadsticos,algunos hogares pueden no parecertan pobres y sin embargo tienen queenfrentarse con un alto nivel de ries-go, deudas y la carga de sus pagos ycon problemas para mantener unconsumo mnimo en perodos debajos ingresos.

    Finalmente, existe una granfluidez entre la economa informa-lizada y la formalizada, tanto en elsector pblico como en el privado,y entre el trabajo remunerado y elno remunerado como consecuen-

    cia de los cambios coyunturales. Enpocas de crisis econmica se con-trae la economa de mercado, dis-minuye el empleo y los hogarestienen que compensar la reduccinde su ingreso con estrategias de su-pervivencia. Durante las dos lti-mas dcadas la literatura feministaha puesto de manifiesto las implica-

    ciones de las crisis econmicas parael trabajo de las mujeres, tanto enAmrica Latina como en otras re-giones (Gonzlez de la Rocha,2000), sobre todo en perodos deajuste estructural.

    Las polticas de conciliacin de-ben adaptarse a las necesidades queplantean circunstancias tan inesta-bles y de mucha fluidez intersectorialpara el trabajo de los hogares urba-nos. Las polticas diseadas bajo con-diciones laborales formalizadas noson muy tiles para este tipo de tra-

    bajo inestable y he-terogneo. Lo nico

    permanente es el traba-jo no remunerado en laesfera domstica. De-ben buscarse polticasque no estn ligadas aun trabajo fijo y que,por lo tanto, sean com-patibles con la infor-malidad, el trabajo noremunerado y la ines-tabilidad de las rela-ciones de produccindescritas en el caso dela pobreza urbana. Hayvarias posibilidades, al-gunas de ellas se pro-ponen a continuacin.

    En primer lugar, un denomina-dor comn para facilitar la concilia-cin entre los distintos tipos detrabajo podra ser cualquier polticaque asuma responsabilidad en el

    cuidado de los hijo/as. Es evidentela importancia que tienen la crea-cin y promocin de guarderas in-fantiles, el acceso a las escuelas y elaumento de programas que extien-dan la posibilidad de que las fami-lias en general, y las mujeres enparticular, puedan utilizar los cen-tros escolares de primaria y secun-

    Minga Embera-Cham, No al TLC..., Risaralda, 2005. Foto Comunicaciones ONIC.

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    daria durante las horas de trabajo.Dada la concentracin de las muje-res en el trabajo domstico, es lgi-co esperar que estos programas lasbeneficien de un modo especial. Se-gundo, lo mismo puede decirse res-pecto al rea de la salud: cualquieraumento en la cantidad y calidad delos servicios incrementa el bienes-tar familiar pero, adems, ahorratiempo y disminuye la ansiedad quegeneran las dificultades para conci-liar los distintos tipos de trabajo.Tercero, los servicios comunitariosdirigidos a nios/as y familias es-pacios deportivos y dejuegos y las organiza-

    ciones de mujeres o debarrioscomo los co-medores popularespueden facilitar la con-ciliacin de distintostipos de uso del tiem-po. Cuarto, diversaspolticas urbanas inci-den en el ahorro deltiempo de las familias,es el caso de la promo-cin de un transportepblico o privado efi-ciente o la mejora deinfraestructura comoel servicio telefnico yla pavimentacin decalles que facilita el transporte y lalimpieza en tiempos de lluvia. Final-mente, no deberan subestimarse lascampaas publicitarias de todo tipoque promuevan la igualdad de res-ponsabilidades entre hombres y

    mujeres en la divisin del trabajodomstico y las responsabilidadesfamiliares.

    b. La globalizacin de lareproduccin

    Desde los aos setenta gran par-te de la literatura y de los debates

    sobre la globalizacin se han cen-trado en la fragmentacin, a nivelinternacional, de los procesos pro-ductivos y en sus mltiples efectossobre la competencia global, larelocalizacin de la produccin, ladesindustrializacin en algunos ca-sos y la industrializacin en otros,las transformaciones en los merca-dos de trabajo, la feminizacin yprecarizacin del empleo, los efec-tos maquila en Amrica Latina, loscambios generados por el crecien-te dominio de las economas asi-ticas, etc. A partir de la dcada de

    los noventa, tambin se ha produ-cido una globalizacin de losprocesos conectados con la repro-duccin. Buena parte del crecienteaumento de la emigracin del Sural Norte y de la feminizacin de la

    emigracin responde a factores queafectan el modo en que las familiasse organizan en ambas regiones, locual incluye las tareas del cuidadoy la reproduccin.

    Estos procesos ya son bien co-nocidos y aqu slo van a mencio-narse. Por el lado de los pases ms

    ricos, la llamada crisis del cuidadoviene determinada por una varie-dad de factores demogrficos, en-tre ellos: a) la alta participacin delas mujeres en la actividad econ-mica remunerada crea una deman-da creciente de servicio domsticoy de personas para el cuidado denios/as y ancianos/as; b) las bajastasas de natalidad y el incrementode la esperanza de vida en Europahan contribuido al envejecimientode la poblacin y a la escasez rela-tiva de mano de obra dedicada alcuidado. Como consecuencia, las

    mujeres del Sur en-cuentran trabajo en el

    sector servicios y en laseconomas domsticasde la gran mayora delos pases del Norte.

    En los pases po-bres las crisis econmi-cas, el desempleo o elsubempleo, la persis-tencia de la pobreza yel deterioro del nivelde vida (aunque seaslo relativo al de lospases ms ricos) dis-paran la emigracinhasta el punto de queen varios pases, Boli-

    via, Ecuador, las Filipinas, Mxicoy Centroamrica, entre otros, se haconvertido en fuente de divisas. Enel caso de Filipinas, por ejemplo,se ha estimado que 2/3 partes delos emigrantes son mujeres, muchas

    de ellas dejan a sus hijos/as en supas, bajo el cuidado del padre o,con ms frecuencia, de otras muje-res, casi siempre de familiares(Salazar, 2002). Esta situacin, a suvez, ha generado un intenso deba-te que tiende a culpar a las mujeresemigrantes del abandono de sus fa-milias a pesar de su gran esfuerzo

    Minga Embera-Catos del Alto Sin,Por la unidad y la resistencia popular...,Risaralda, 2005. Foto Comunicaciones ONIC.

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    para ayudarlas a travs de susremesas. Herrera (2004) ha estudia-do a fondo la trayectoria histricade la emigracin en Ecuador y lacrisis nacional que ha causado lasalida de muchas mujeres y de lapoblacin joven.

    En el Norte la crisis del cuidadose resuelve, en parte al menos, conla importacin de mano de obrainmigrante, sobre todo femenina.Las mujeres inmigrantes reemplazanen el trabajo reproductivo no remu-nerado en sus hogares a las mujeresdel Norte que se inte-gran al mercado labo-

    ral. Las mujeres quesalen de los pases po-bres pasan de realizarese trabajo en sushogares de origen adesempearlo con re-muneracin en el pasde llegada. Esta susti-tucin del trabajo do-mstico tiene lugarslo en hogares quepueden financiar estosservicios, es decir quebeneficia a un sectorespecfico de la pobla-cin del norte. Por otrolado, la transferenciadel trabajo de servicios del Sur alNorte no disminuye la necesidad delas tareas reproductivas en el Sur17

    lo cual implica una intensificacindel trabajo de las personas que que-dan a cargo de stas tareas y un po-

    sible deterioro del cuidado, sobretodo al pasar de la madre a otras per-sonas. Por otra parte el debate entorno a los efectos negativos de laemigracin de las madres sobre loshijos/as ha mostrado mltiples reper-cusiones, a menudo contradictoriasy no muy fciles de evaluar (Salazar,2002).

    Es evidente, entonces, que laglobalizacin de la reproduccintiene implicaciones que apenasempiezan a entenderse, incluidaslas consecuencias sobre las polti-cas de conciliacin. La transferen-cia del trabajo reproductivo del Sural Norte puede cambiar las coor-denadas en las que tiene quelograrse esta conciliacin. Unamujer del Sur que deja a su familiapara realizar tareas domsticas enun hogar del Norte no se enfrentacon las mismas presiones de tiem-po, por una parte ha dejado sus pro-

    pias tareas domsticas en manos deotras personas mientras que, porotra parte, debe asumir las exigen-cias, normas y condiciones legales/ilegales del pas de llegada. Es pro-bable que las polticas de concilia-

    cin en el Norte no beneficien deforma directa a la empleada inmi-grante puesto que estn diseadaspara las necesidades de un hogarmedio. Adems, en el Sur estaspolticas deben tener en cuenta lasnuevas presiones que afectan el usodel tiempo de las personas que sus-tituyen el trabajo de la emigrante.

    6. Consideracionesfinales

    Este artculo ha delineado algu-nas diferencias entre los pases lati-noamericanos y los post-industrialesque son relevantes para analizar eldesarrollo humano de las mujeres ylas polticas de conciliacin entre losdistintos usos del tiempo. Se hamostrado que el alto grado de infor-malizacin de las economas latino-americanas, as como la persistenciade la pobreza y el fenmeno crecien-te de la emigracin, constituyen los

    factores bsicos de dife-renciacin que deben

    tenerse en cuenta enAmrica Latina a lahora de formular las po-lticas de conciliacin.Desde la perspectiva delenfoque de las capaci-dades, la pobreza y lainformalizacin afectanel desarrollo humanopuesto que reducen loshorizontes de una pro-porcin alta de la po-blacin. En este sentido,las polticas de concilia-cin deben verse comouna manera de fomen-tar tanto la igualdad de

    gnero como el desarrollo humanode las mujeres. El trasfondo de estosproblemas fue mencionado de ma-nera sucinta y se centr en la crecien-te desigualdad econmica y ladiferenciacin social que predominan

    en el continente y en el mundoglobalizado. Esa situacin es el resul-tado no slo de la desigualdad hist-rica en la distribucin de los recursosen Amrica Latina, sino tambin delprogreso tecnolgico y de las tenden-cias mundiales hacia el predominiodel mercado en la distribucin de losrecursos.

    Minga Embera, durante el velorio de Marcos Soto, Por el respeto a los pueblos indgenas,Risaralda, 2005. Foto Comunicaciones ONIC.

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    Un problema fundamental esla gran capacidad de las nuevastecnologas para crear riqueza singenerar suficiente empleo para lafuerza de trabajo existente, rasgoque tambin se observa en elcorazn de las economas msavanzadas18. Esto se aade al pre-dominio del sector financiero enlas economas modernas y altriunfo que ha representado laglobalizacin neoliberal para elcapital en relacin con el trabajo.El resultado es la agudizacin dela concentracin de la riqueza y,por lo tanto, de las desigualdades.

    En este contexto las polticasde conciliacin a menudo se dis-cuten sin cuestionar las coordena-das econmicas y sociales queexisten en el transfondo Sin embar-go, para los efectos de ste artculo,parece importante mencionar estosproblemas tan fundamentales dedistribucin (y tambin de re-distribucin) que afectan no slo lascapacidades de todas las personassino la posibilidad de llegar a unaverdadera igualdad de gnero.

    Citas

    1 La autora agradece los comentarios y lapaciencia de Lya Yaneth Fuentes. Agra-decimientos tambin para las entidadesconvocantes por la autorizacin para lapublicacin de este artculo.

    2 Entre las aportaciones iniciales, vanse

    por ejemplo Beneria (1979) y Young,Wolkowitz y McCullagh, (1981).

    3 Un resumen del debate se puede encon-trar en Himmelweit y Mohun (1977).

    4 La literatura sobre el tema es amplia.Como ilustracin, vase PNUD 1995;Carrasco et al. 2004; Aguirre, et al, 2005.A nivel de accin debe mencionarse elesfuerzo importante que han hecho lasNaciones Unidas para propulsar la con-tabilizacin del trabajo reproductivo y no

    remunerado, desde el uso de las platafor-mas de sus conferencias internacionalescomo en Beijing y Nairobi, hasta el tra-bajo realizado dentro de sus ramas comola Oficina Estadstica, INSTRAW yUNIFEM.

    5 Como ejemplo de estudios recientes enEspaa y en Uruguay, vase Aguirre, etal., 2005.

    6 Como ejemplo ver Carrasco, Mayordo-mo y Alabart (2004).

    7 No hay duda de que existen diferenciasentre el trabajo dirigido al mercado y eltrabajo domstico; el primero se realizabajo la competencia del intercambiomient ras que el segundo est sometido aotras normas que tienen que ver, porejemplo, con el cuidado, la afectividad,la responsabilidad familiar asignada so-cialmente, etc. Sin embargo, esto no sig-

    nifica que no puedan compararse y con-trastarse aunque algunos economistas seopongan a esta expansin de la esferade lo econmico. Existe una abundant eliteratura sobre el tema, un resumenpuede encontrarse en Benera 2005a,Cap. 5.

    8 En Espaa, por ejemplo, la Ley de Con-ciliacin fue aprobada en 1999.

    9 La crtica a los enfoques economicistasdel desarrollo ha sido relativamente fre-cuente en muchos crculos y por parte deuna variedad de autores preocupados porel desarrollo. Fue parte del enfoque de

    las necesidades bsicas desarrollado porla OIT en los aos setenta y utilizado porotras instituciones como algunas unida-des dentro del Banco Mundial. Sin em-bargo, a travs de los aos no ha logradola difusin ni la influencia obtenidas porel enfoque del desarrollo humano.

    10 Algunos de los ndices de desarrollo hu-mano que en un principio se considera-ron incompletos y no suficientementeaptos para captar algunas cuestiones cla-ves, estn siendo reconsiderados en laactualidad con la intencin de mejorarlos.

    11 El Informe sobre el Desarrollo Humano

    del PNUD, publicado anualmente,contiene siempre una lista bibliogrfi-ca amplia.

    12 Letra en cursiva de la autora.

    13 Ntese que este concepto es muy distin-to al de libertad negativa, que se refie-re a la ausencia de obstculos y que es tandefendida por la teora econmica orto-doxa, como en el caso del mercado libreo de la libertad de empresa.

    14 Las estimaciones del coeficiente de Ginien Bolivia para finales del 1990 losituaban por encima del 0,60, lo cual re-fleja una situacin de alta desigualdad.En el caso de Ecuador este mismo indi-cador aument de 0,52 a, 0,54 entre 1995y 1999 (Benera y Floro, 2005b).

    15 Informalidad baja es la que incluye al tra-bajo regular, asalariado o autnomo, conuna duracin de ms de 60 meses y unmnimo de 19 das de trabajo al mes; lamedia se refiere a trabajo autnomo conuna duracin de 24 a 60 meses y un pro-medio de 12-18 das de trabajo al mes y altrabajo a domicilio con contrato de msde un ao; finalmente, la alta incluyeempleo o auto-empleo precario, formal oinformal, clasificado como temporal ymuy irregular o con trabajo de menos de12 das por mes, as como el trabajo adomicilio por un perodo de menos deun ao.

    16 Por ejemplo, usando un ndice de va-riabilidad del ingreso cuyo valor oscilaentre cero (estabilidad mxima) y uno(estabilidad mnima), se estim que enBolivia el ndice llegaba al 0,609 para lasmujeres y al 0,551 para los hombres. EnEcuador, las cifras correspondientes eranms bajas (0,452 y 0,430), lo que indicauna variabilidad menor que en Boliviaaunque en los dos pases era mayor paralas mujeres que para los hombres. stainseguridad del ingreso implica pedir pres-tado y despus asumir la carga del pagode la deuda y de los intereses, responsa-

    bilidad que a menudo recae sobre lasmujeres.

    17 No existen suficientes estudios con da-tos generalizables sobre estos procesos;por otra parte sus efectos a corto y largoplazo no son fciles de proyectar. Porejemplo, es posible que la emigracingenere tasas de natalidad ms bajas enlos pases emigrantes lo cual afectara lasnecesidades de las familias en cuanto altrabajo reproductivo. A pesar de ello nohay duda de que la emigracin repre-senta un proceso contradictorio conefectos positivos y negativos entre la po-

    blacin implicada.18 Por ejemplo, durante los ltimos tres

    aos, el valor monetario de los benefi-cios de las siete empresas ms grandes delSilicon Valley, California, ha aumenta-do en un 500% mientras que el empleogenerado por las mismas empresas en lazona ha disminuido en un 2,55%(Markoff y Richtel, 2005). Este no es uncaso nico sino que tipifica muchas delas tendencias que estamos observando.

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