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C.F.G.S. Animación de Actividades Físicas y Deportivas I.E.S. Seritium Asignatura: PRIMEROS AUXILIOS Jerez de la Frontera TEMA 2: Conocimientos Básicos de los Primeros Auxilios. Alejandro Jiménez Camacho. 1 TEMA 2 CONOCIMIENTOS BÁSICOS DE LOS PRIMEROS AUXILIOS 1. LESIONES EN EL DEPORTE. CLASIFICACIÓN. 2. EVALUACIÓN DE LAS LESIONES. 2.1. Prioridades de preevaluación. 2.2. Evaluación del lesionado. 2.3. Revisión primaria. 2.3.1. Evaluación básica de una persona consciente. 2.3.2. Reconocimiento básico de una persona inconsciente. 2.4. Reconocimiento secundario. 2.4.1. Historia. 2.4.2. Inspección. 2.4.3. Tacto. 3. FUNDAMENTOS DE LOS PRIMEROS AUXILIOS. 4. DESPLAZAMIENTO DE UN LESIONADO. 1. LESIONES EN EL DEPORTE. CLASIFICACIÓN. La importancia de una clasificación de las lesiones deportivas está en ayudar a la prevención, la identificación y el tratamiento de cada problema en particular. En función del tiempo que tardan en desarrollarse existen dos tipos de lesiones: - Aguda: ocurre de repente. Ejemplos: huesos rotos, cortes, golpes, apendicitis, etcétera. - Crónica: se desarrolla a lo largo de un período temporal prolongado. Ejemplos: periostitis, codo de tensita, diabetes, epilepsia, etcétera. Sin embargo el conocimiento únicamente del momento de inicio de la dolencia no es información suficiente. Después de todo, los primeros auxilios para una fractura de hueso aguda difieren considerablemente de los que se utilizan para actuar contra una incisión aguda. Por tanto, para clarificar los diferentes tipos de lesiones, los clasificaremos de acuerdo con el tipo de estructuras lesionadas. Éstas son las dos categorías más comunes en lo que respecta a componentes corporales: - Tejidos blandos: nervios, vasos sanguíneos, músculos, piel, órganos, tendones, cartílagos, ligamentos, bolsas, etcétera. Ejemplos: distensiones, esguinces, contusiones, etc. - Tejidos duros: huesos. Ejemplos: fracturas, fracturas por estrés, etc. Combinando ambas clasificaciones podemos clasificar las lesiones en alguna de las siguientes categorías: - Aguda de tejido blando. - Crónica de tejido blando. - Aguda de tejido duro. - Crónica de tejido duro Lesiones agudas de tejidos blandos: - Contusiones o golpes. Son el resultado de un golpe directo donde el tejido y los capilares quedan dañados y pierden líquidos y sangre. Esto causa dolores, inflamación y decoloración. Las contusiones en la piel son menores, pero las que se producen en huesos y músculos pueden producir una pérdida de función. Las contusiones en el corazón, los pulmones, el cerebro, los riñones u otros órganos pueden poner en peligro la vida del individuo. - Abrasiones. Hablamos de ellas cuando por fricción o rozamiento se lesiona la capa exterior de un tejido. La mayoría de las abrasiones se producen en la piel,

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TEMA 2: Conocimientos Básicos de los Primeros Auxilios. Alejandro Jiménez Camacho.

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TEMA 2 CONOCIMIENTOS BÁSICOS DE LOS PRIMEROS AUXILIOS

1. LESIONES EN EL DEPORTE. CLASIFICACIÓN. 2. EVALUACIÓN DE LAS LESIONES.

2.1. Prioridades de preevaluación. 2.2. Evaluación del lesionado. 2.3. Revisión primaria. 2.3.1. Evaluación básica de una persona consciente. 2.3.2. Reconocimiento básico de una persona inconsciente. 2.4. Reconocimiento secundario. 2.4.1. Historia. 2.4.2. Inspección. 2.4.3. Tacto.

3. FUNDAMENTOS DE LOS PRIMEROS AUXILIOS. 4. DESPLAZAMIENTO DE UN LESIONADO.

1. LESIONES EN EL DEPORTE. CLASIFICACIÓN. La importancia de una clasificación de las lesiones deportivas está en ayudar a la prevención, la identificación y el tratamiento de cada problema en particular. En función del tiempo que tardan en desarrollarse existen dos tipos de lesiones:

- Aguda: ocurre de repente. Ejemplos: huesos rotos, cortes, golpes, apendicitis, etcétera.

- Crónica: se desarrolla a lo largo de un período temporal prolongado. Ejemplos: periostitis, codo de tensita, diabetes, epilepsia, etcétera.

Sin embargo el conocimiento únicamente del momento de inicio de la dolencia no es información suficiente. Después de todo, los primeros auxilios para una fractura de hueso aguda difieren considerablemente de los que se utilizan para actuar contra una incisión aguda. Por tanto, para clarificar los diferentes tipos de lesiones, los clasificaremos de acuerdo con el tipo de estructuras lesionadas. Éstas son las dos categorías más comunes en lo que respecta a componentes corporales:

- Tejidos blandos: nervios, vasos sanguíneos, músculos, piel, órganos, tendones, cartílagos, ligamentos, bolsas, etcétera. Ejemplos: distensiones, esguinces, contusiones, etc.

- Tejidos duros: huesos. Ejemplos: fracturas, fracturas por estrés, etc. Combinando ambas clasificaciones podemos clasificar las lesiones en alguna de las siguientes categorías:

- Aguda de tejido blando. - Crónica de tejido blando. - Aguda de tejido duro. - Crónica de tejido duro

Lesiones agudas de tejidos blandos: - Contusiones o golpes. Son el resultado de un golpe directo donde el tejido y los

capilares quedan dañados y pierden líquidos y sangre. Esto causa dolores, inflamación y decoloración. Las contusiones en la piel son menores, pero las que se producen en huesos y músculos pueden producir una pérdida de función. Las contusiones en el corazón, los pulmones, el cerebro, los riñones u otros órganos pueden poner en peligro la vida del individuo.

- Abrasiones. Hablamos de ellas cuando por fricción o rozamiento se lesiona la capa exterior de un tejido. La mayoría de las abrasiones se producen en la piel,

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como las quemaduras por rozamiento contra el terreno de juego. La córnea, o capa exterior del ojo, también puede sufrir abrasiones o rasguños debido al polvo u otros objetos.

- Punciones. Son heridas debidas a pinchazos de escaso diámetro en la piel y los órganos internos. Suelen producirse por los tacos del calzado de atletismo, astillas de madera, anzuelos o clavos, etc. Los pulmones y otros órganos internos también pueden sufrir punciones a causa de objetos afilados como las jabalinas. A menudo, las punciones superficiales en la piel no sangran demasiado. Materiales de desecho de la sangre y sustancias que están en el exterior de la piel se adhieren al lugar de la herida y la infectan. Por el contrario, las punciones profundas en la piel suelen sangrar profusamente y es más probable que reciban la atención médica adecuada, quedando de este modo más protegidas contra la infección

- Cortes. El tejido blando puede cortarse o desgarrarse de tres modos generales: o Laceraciones. Son cortes desiguales del tejido blando causados por el

golpe de un objeto romo. Son más profundas que las abrasiones y producen una hemorragia regular.

o Incisiones. Son cortes regulares causados por objetos de metal o cristal muy afilados. Por lo general sangran en abundancia y con rapidez.

o Avulsiones. Son desgarramientos completos de tejido. Un ejemplo típico es cuando se produce el arrancamiento del lóbulo de la oreja cuando se engancha un pendiente en la ropa.

- Esguinces. Se producen cuando un ligamento se estira, se desgarra o ambas cosas a la vez. Pueden estar causados por un golpe directo o por un giro o torsión sobre una articulación. Un esguince puede hacer que una articulación pierda su estabilidad. No hay que olvidar que los ligamentos sostienen una articulación manteniendo los huesos unidos. Sin este apoyo, los huesos no permanecen en su lugar. Una vez estirados o desgarrados, los ligamentos no recuperan necesariamente su longitud original y pueden sanar estirados en exceso. Por este motivo, los tobillos y las rodillas que han sufrido un esguince pueden volver a lesionarse.

- Distensiones. Si un músculo o tendón se acorta o alarga a la fuerza, puede sufrir una distensión. Una distensión, al igual que un esguince, es una lesión de estiramiento o desgarro; las distensiones, sin embargo, sólo se producen en los músculos y tendones (no hay que olvidar que los esguinces sólo se producen en los ligamentos). Si es grave, una distensión puede anular la capacidad de un músculo y/o un tendón para mover los huesos.

- Desgarramientos de cartílagos. Si los huesos de una articulación se retuercen y comprimen, pueden pinzar y desgarrar el cartílago. Esta lesión ocurre con frecuencia en la rodilla.

- Dislocaciones y subluxaciones. En ocasiones, cuando una articulación sufre un golpe o giro, los huesos quedan fuera de su posición. Decimos que los huesos de una articulación están dislocados si se quedan fuera de su lugar hasta que un médico los recoloque. Si los huesos se salen de su lugar pero vuelven al mismo de inmediato, se dice que ha tenido lugar una subluxación. Las dislocaciones y subluxaciones más comunes en el deporte son las de hombro, codo, dedos y rótula. Por regla general afectan a los tejidos blandos en torno a la articulación. Los ligamentos suelen sufrir distensiones. También puede producirse una fractura de hueso, aunque no es algo que ocurra con frecuencia. Esta es la razón por la que se clasifican como lesiones agudas de los tejidos blandos.

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Lesiones crónicas de los tejidos blandos. Suelen producirse en personas débiles, con rigidez muscular y/o articular o que hacen demasiado ejercicio.

- Distensión muscular crónica. Si se obliga a trabajar en exceso a un músculo con demasiada frecuencia, se puede producir una distensión crónica. Estas lesiones se desarrollan a lo largo de un período de semanas o meses y pueden durar asimismo semanas o meses. Este tipo de distensiones son diferentes de las distensiones agudas porque no están causadas por un episodio específico de lesión, como una caída en un sprint.

- Tendinitis. Los tendones pueden irritarse a causa del estiramiento o el uso excesivos. Por regla general, esto ocurre en los tendones que están rígidos o débiles. Los tendones de la rótula, Aquiles, bíceps o manguito de los rotadores son especialmente propensos a la irritación en los deportes. Los tendones rotuliano y de Aquiles con poca flexibilidad y débiles pueden sufrir una tensión excesiva a causa de actividades de carrera y salto. Los tendones del bíceps y el manguito de los rotadores suelen sufrir una tensión excesiva cuando un atleta realiza lanzamientos con un hombro débil y poco flexible.

- Bursitis. Las bolsas pueden resultar hinchadas o doloridas si sufren golpes o irritación de forma habitual. Las bursitis de codo y rótula son las más habituales en los deportes.

Lesiones agudas de los tejidos duros. Aunque el esqueleto es duro, tiene un límite de resistencia. Estas lesiones suelen ocurrir antes de que la persona se dé cuenta de qué le ha ocurrido.

- Fracturas. Los huesos que se giran en demasía o reciben golpes demasiado fuertes pueden romperse o fracturarse. Podemos encontrarnos dos tipos de fracturas:

o Fracturas cerradas. Son las que se producen con más frecuencia en el deporte. Aunque suelen detectarse porque presentan una deformidad evidente, esto no ocurre en todos los casos. Dos fracturas cerradas habituales son las siguientes:

� Fracturas por abulsión: se producen cuando los ligamentos que han sufrido una distensión desplazan un hueso. Este tipo de fractura se produce frecuentemente en el tobillo y en el dedo.

� Fracturas epifisarias (de la placa de crecimiento): las placas de crecimiento en los extremos de los huesos son blandas y especialmente propensas a la lesión. Una fractura de la epífisis puede afectar el crecimiento de un hueso. Una fractura común de la placa de crecimiento es la que sufren los lanzadores de béisbol en el codo.

o Fracturas abiertas. Son poco comunes en el deporte. Pueden detectarse fácilmente por una deformidad y una herida abierta. Se podrá ver al menos uno de los huesos saliendo a través de la piel. Puesto que los tejidos del hueso y el músculo quedan expuestos, el socorrista debe ocuparse de cubrir las fracturas abiertas con gasa esterilizada.

Lesiones crónicas de los tejidos duros (óseos). Los huesos sujetos a un desgaste o desgarro excesivos a lo largo de un período de tiempo prolongado pueden sufrir dolencias crónicas que lleven a formaciones óseas anómalas y con fisuras. Quizá los tipos más comunes de lesión ósea crónica sean las fracturas por estrés y la artrosis. La artritis es muy poco común entre los jóvenes, pero este grupo de población puede sufrir fracturas por estrés, en especial los jugadores de baloncesto y los que practican atletismo en pista.

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- Fracturas por estrés. Se dan cuando un hueso que sufre golpes o situaciones de estrés repetidas, llega a romperse. Entre los atletas especialmente propensos a las fracturas por estrés están los que corren más de 8 kilómetros al día sin tomarse ningún día de reposo y los lanzadores que lanzan al máximo de sus fuerzas a diario.

En un sentido más amplio, sin encerrarnos en el ámbito de la actividad física podemos hablar del término traumatismo para referirnos a toda agresión sobrevenida al organismo. Según la naturaleza de esta agresión podemos hablar de distintos tipos de traumatismos:

- Traumatismos biológicos. Son las agresiones producidas por la acción biológica de los microorganismos (bacterias, virus, hongos, protozoos y parásitos) a través de sus procesos tóxicos e infecciosos. El estudio de estas alteraciones no corresponden a los Primeros Auxilios, sino a la medicina interna.

- Traumatismos mecánicos. Son las agresiones producidas por la transformación de la energía de una fuerza agresora. Esta fuerza agresora puede formarse en el exterior (el impacto de una piedra) o bien en el interior del organismo lesionado (una rotura de fibras musculares). En este apartado podemos incluir los siguientes traumatismos: asfixia por acción mecánica, agresiones por cuerpos extraños, lesiones sobre la piel, lesiones vasculares, lesiones sobre el hueso, lesiones articulares y lesiones musculares.

- Traumatismos físicos. Se presentan por la acción de fenómenos físicos como cambios importantes de temperatura, presión, electrostáticos o de radiación. Las agresiones más frecuentes son:

o Traumatismos físicos por el calor: quemaduras, insolaciones, agotamiento por calor, golpe de calor.

o Traumatismos físicos por el frío: congelaciones, hipotermias, hidrocución.

o Traumatismos físicos por electricidad: electrocución, quemaduras. o Traumatismos físicos por cambios de la presión parcial de oxígeno: mal

de montaña agudo. - Traumatismos químicos. Las propiedades químicas de muchas sustancias son

las responsables de estos traumatismos. Las manifestaciones locales son en forma de eczemas, quemaduras o abrasiones, mientras que los síntomas de shock o coma son la expresión del cuadro con afectación general del organismo. Encontramos entre otros los siguientes: agresiones por agentes caústicos y corrosivos, intoxicaciones por medicamentos y picaduras.

2. EVALUACIÓN DE LAS LESIONES. Debemos tener unas pautas establecidas para realizar la evaluación de una lesión con el fin de prevenir su empeoramiento. 2.1. PRIORIDADES DE PREEVALUACIÓN. Antes de evaluar la lesión, hay que dar prioridad a: 1. La seguridad. Cuando una persona se lesiona la respuesta inmediata debe ser la de

protegerle de otros males. Debemos advertir a todas las personas presentes que dejen al lesionado tranquilo y sobre todo que no intenten moverlo. Por otro lado hay que intentar calmar al lesionado y evitar que se mueva hasta que se haya llevado a cabo una evaluación de la lesión. La mayoría de las personas lesionadas dan vueltas

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o saltan a causa del dolor; este movimiento innecesario puede hacer que la situación empeore.

2. La posición. Si se trata de una persona gravemente herida, hay que dejar que sea personal médico el que se encargue de la situación. Sin embargo, si nos vemos obligados a actuar, debemos asegurarnos de que conocemos a la perfección las pautas y procedimientos a seguir para desplazar a un accidentado. En el caso de que una persona esté gravemente lesionada no hay que moverla a menos que haya riesgos de que sufra más lesiones, ni alterar su posición a menos que sea un impedimento para evaluar o tratar la lesión.

3. Equipamiento. No hay que retirar el equipamiento si esto puede causar un agravamiento de la lesión. Haciéndolo se desperdiciaría un tiempo muy valioso que podría utilizarse para la evaluación y el tratamiento. La única excepción es la protección facial de un casco de fútbol americano cuando impide comprobar las vías aéreas o la respiración.

EVALUACIÓN DEL LESIONADO. Una vez que hemos sopesado la seguridad del lesionado, su posición y su equipamiento, debemos proceder a la evaluación propiamente dicha. Para ello debemos seguir los puntos que se explican a continuación: 1. Mantener la calma. Una persona con dolores estará molesta. Si nosotros estamos

nerviosos, sólo conseguiremos transmitir nuestro nerviosismo al afectado, haciendo su evaluación más difícil.

2. Recordar cualquier problema de salud previo. Debemos preguntarnos si la persona tiene algún historial de asma, problemas cardíacos, dolencias renales, problemas neurológicos, diabetes, ataques epilépticos,... Si ha sufrido alguna vez alguna lesión similar a la que estamos evaluando. Toda esta información puede darnos muchas pistas acerca de lo que le ocurre al sujeto, ayudando a seleccionar la atención que le vamos a ofrecer.

3. Recordar el mecanismo de lesión. Es importante saber cuál es el modo en que se ha producido la lesión. En la mayoría de los casos la observación del mecanismo de la lesión es suficiente para saber con qué tipo de lesión nos enfrentamos.

Una vez que estamos con el accidentado, hay que determinar si está consciente o no. Lo primero que hay que hacer es llamar al sujeto por su nombre; sin no responde, conviene pellizcarle la piel entre el pulgar y el índice para ver si de este modo reacciona. REVISIÓN PRIMARIA. Consiste en evaluar las constantes vitales del atleta (FR y FC) tanto si está consciente como si no. Para ello debemos comprobar: vías

aéreas, respiración y circulación. Veamos ahora cuál es la forma de evaluar todo esto según se trate de una persona consciente o inconsciente. Evaluación básica de una persona consciente. Nunca está de más comprobar las vías aéreas, la respiración y la circulación de una persona que ha sufrido un accidente o lesión. Veamos cuáles son los procedimientos para ello: 1. Vías aéreas. Debemos comprobarlas escuchando para detectar cualquier ruido de

ahogo o jadeo, comprobando la señal más indicativa de ahogo (el sujeto se coge la garganta con la mano) y también preguntando al sujeto si puede hablar. Si contesta que si, consideraremos que las vías aéreas, por el momento, están libres. Si por el contrario la persona no puede hablar, hay que preguntarle si tiene dificultades para respirar. Si responde asintiendo con la cabeza o realizando la señal habitual de ahogo, habrá que poner en práctica la maniobra de Heimlich.

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Maniobra de Heimlich Empezó a popularizarse a principios de los años setenta como una técnica de primeros auxilios en caso de una obstrucción completa de las vías aéreas. Hoy en día se utiliza de forma generalizada y se enseña como parte de las clases de RCP. Esta técnica utiliza movimientos de compresión para forzar la salida del aire de los pulmones y desalojar lo que obstruye las vías aéreas. Se ha observado que es muy efectiva. Para llevar a cabo la maniobra de Heimlich en una persona consciente:

1. Colocarse detrás del sujeto. 2. Pasar los brazos por debajo de las axilas del sujeto

rodeándole por la cintura, justo por encima del ombligo. 3. Cerrar la mano formando un puño con el pulgar en el

interior del mismo y colocar el pulgar y el índice entre la caja torácica y el ombligo del sujeto.

4. Cogerse el puño con la otra mano. 5. Empujar repetidamente hacia dentro y arriba contra el

diafragma del sujeto (colocado justo por encima del ombligo)

Si el sujeto puede hablar o toser, hay que interrumpir la aplicación de la maniobra y animarle a que tosa. En caso contrario, habrá que seguir realizando las compresiones, de una en una, hasta que el objeto quede desalojado o el sujeto pierda el conocimiento. Nunca colocar el puño demasiado arriba, cubriendo el final del esternón. Las compresiones podrían romper su extremo y provocar lesiones internas.

2. Respiración. Si responde “no” para indicar que las vías aéreas están abiertas,

debemos continuar el reconocimiento para determinar qué es lo que causa los problemas de respiración. Es posible que una persona se haya quedado sin respiración a causa de un golpe y sea incapaz de recuperarse. Ésta y otras anomalías respiratorias se estudiarán más adelante cuando veamos las urgencias respiratorias y circulatorias.

3. Circulación. Debemos comprobar el pulso en la muñeca (radial) o en el cuello (carotídeo). Aunque es más fácil encontrar el pulso carotídeo que el radial, hay que tener cuidado de no apretar demasiado, ya que se podría reducir el suministro de sangre al cerebro del afectado. Al tomar el pulso, debemos intentar determinar el ritmo, la regularidad y la intensidad de los latidos. Dado que el pulgar tiene su propio pulso, hay que asegurarse de utilizar otros dedos para tomarle el pulso a otra persona. Por otro lado debemos tener en cuenta que si una persona ha estado activa, las FC y FR serán más rápidas que las que se obtendrían en reposo. En el siguiente cuadro se recogen las FC y FR en reposo para diferentes edades.

PULSO RADIAL PULSO

CAROTÍDEO

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Frecuencias cardiaca y respiratoria normales en reposo Grupo de edad Frecuencia Cardiaca

(latidos por minuto) Frecuencia Respiratoria

(ciclos respiratorios por minuto)

Niños (5 a 12 años) Adolescentes (12 a 18 años) Adultos

60 – 120 75 – 85

60 – 100

20 12 – 20 12 - 15

Si la persona respira con normalidad y tiene un pulso adecuado, se puede proceder al reconocimiento secundario. Reconocimiento básico de una persona inconsciente. En este caso debemos comprobar rápidamente las vías aéreas, la respiración y la circulación siguiendo las siguientes pautas: 1. Vías aéreas. La posición de una persona inconsciente es de una

importancia vital a la hora de comprobar las vías aéreas. Hay que ser capaz de sentir la respiración o ver movimientos respiratorios. Si la persona está boca arriba, hay que agacharse y acercar el oído a la nariz y la boca del sujeto intentando ver si

hay movimientos de respiración (sube y baja el pecho), escuchar sonidos respiratorios que vengan de la nariz o la boca (jadeos, respiración trabajosa) y comprobar apoyando la mejilla si entra o sale aire de la boca o la nariz. Si la persona está de lado o sobre el estómago, hay que aplicarse más a fondo. Para ello tenemos tres formas de comprobar la respiración: - Colocar la mano cerca de la boca del sujeto sin perder de

vista la caja torácica por si hubiera movimientos respiratorios.

- Colocar un espejo cerca de la nariz y la boca del sujeto. Si el espejo se empaña es señal de que existe respiración.

- Mover al sujeto. Si lo anterior no da resultado hay que mover al sujeto, teniendo presente que puede tener una lesión de cuello o de columna vertebral; es necesario asegurarse de que la cabeza del sujeto está estabilizada y de que todo el cuerpo se desplaza como una unidad. Más adelante veremos cuáles son las pautas y procedimientos específicos para mover a una persona inconsciente.

Si no se ve, se oye ni se siente la respiración, hay que intentar abrir las vías aéreas. Para ello hay dos métodos para hacerlo: - Inclinar la cabeza/elevar la barbilla (si se tiene la seguridad razonable de que no

hay lesión de la columna vertebral). Para ello colocamos las yemas de los dedos debajo de la barbilla del sujeto y empujamos suavemente hacia arriba, al mismo tiempo que estabilizamos la cabeza con la otra mano sobre la frente. En este momento miramos, escuchamos y palpamos para ver si hay respiración.

- Empujar la mandíbula (para personas inconscientes que pueden tener lesiones de cuello o columna vertebral). Para ello colocamos las manos en los extremos superiores y en los ángulos de la parte inferior de la mandíbula. Sin mover la cabeza, empujamos la mandíbula hacia delante con los dedos. En este momento miramos, escuchamos y palpamos para ver si hay respiración.

2. Respiración. Una vez abiertas las vías aéreas por medio de la inclinación/elevación de la barbilla o de la maniobra de empuje de la mandíbula, ¿qué hay que hacer si el

VER

OIR

SENTIR

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sujeto sigue sin respirar? La única alternativa consiste en intentar ventilar o inflar los pulmones. Para hacerlo, hay que seguir los siguientes pasos: a. Mantener la cabeza del sujeto en posición por uno de los dos métodos ya

explicados. b. Pinzar la nariz del sujeto y alzarle la barbilla en el método de inclinar la

cabeza/elevar la barbilla, o cubrirle los agujeros de la nariz con la mejilla en el método de empuje de la mandíbula.

c. Aplicar nuestra boca sobre la boca del sujeto sin dejar resquicio. d. Llevar a cabo dos insuflaciones lentas y profundas para adultos o dos

insuflaciones rápidas y suaves si se trata de niños. e. Comprobar si el pecho se eleva durante estas insuflaciones. f. Girar la cabeza para mirar, escuchar y palpar si sale aire por la nariz y la boca

del sujeto. g. Si no entra aire, recolocar la cabeza del sujeto y llevar a cabo de nuevo las dos

insuflaciones. h. Si sigue sin entra aire, hay que poner en práctica el método para las vías aéreas

bloqueadas: la maniobra de Heimlich. Maniobra de Heimlich

Para llevar a cabo la maniobra de Heimlich en una persona inconsciente: En primer lugar rotaremos al paciente sobre el suelo y en posición lateral, le aplicaremos 5 palmadas en la espalda; en caso de no resolver la obstrucción colocaremos al paciente en posición de RCP, sobre una superficie dura y con la cabeza ladeada. Nos pondremos a horcajadas sobre sus miembros inferiores, apoyaremos el talón de una mano sobre la boca del estómago y la otra sobre la primera manteniendo los codos extendidos. Ahora realizaremos las compresiones, dirigiéndolas hacia arriba y hacia abajo 5-7 veces, comprobando después la salida de cuerpos extraños a la boca e intentando ventilar al paciente; repetiremos la maniobra hasta que desaparezca la obstrucción.

Casos especiales de obstrucción de las vías aéreas: La secuencia será de aplicar los golpes interescapulares. De no ser efectiva, no siempre puede realizarse la Maniobra de Heimlich, bien por estar contraindicada ente el peligro de lesiones internas (embarazadas y niños pequeños), bien por resultar imposible realizar correctamente la técnica (obesos). Tanto en el caso de obesos como en el de embarazadas, aunque por diferentes motivos, se sustituyen las compresiones abdominales por compresiones en el tórax, abrazándolo en caso de conscientes e igual que en el caso de masaje cardíaco en caso de inconscientes, siendo el resto de la secuencia similar a la maniobra de Heimlich.

3. Circulación. Después de haber aplicado las dos insuflaciones profundas, hay que

comprobar el pulso del sujeto para determinar si su corazón late. Esto debe hacerse sin

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dejar de prestar atención para ver si el sujeto exhala el aire que se le ha introducido en los pulmones. La circulación se comprueba del siguiente modo:

i. Colocar las yemas de los dedos de la mano que más cerca esté del pecho del sujeto sobre su nuez.

j. Deslizar los dedos hacia atrás en sentido ascendente por la acanaladura en el lado del cuello. Utilizar los dedos índice y corazón –no el pulgar- para aplicar una leve presión sobre la arteria carótida.

k. Comprobar el pulso durante 5 a 10 segundos. Cuando el reconocimiento básico da resultados negativos. Si no hay respiración ni pulso después de haber llevado a cabo el reconocimiento básico, hay que hacer lo siguiente:

1. Enviar a alguien a poner en marcha el sistema de urgencia médica. 2. Iniciar la reanimación cardiopulmonar (RCP). 3. Comprobar rápidamente si hay hemorragia mientras se lleva acabo la RCP. 4. Si hay hemorragia, designar a una persona para que aplique presión directa sobre

el área mientras seguimos aplicando la RCP. RECONOCIMIENTO SECUNDARIO. Se lleva a cabo cuando el accidentado está consciente, respira y tiene pulso. Debemos observar la naturaleza, el lugar y la gravedad de la lesión. Los factores a tener en cuenta en la revisión secundaria son: la historia, la inspección y el tacto. Historia. Se trata de obtener una historia del modo en que se ha producido la lesión. Es importante conocer aspectos como la situación, el mecanismo, los síntomas y los precedentes. Para elaborar la historia tenemos que:

1. Recordar lo que se ha visto y oído. 2. Hablar con la persona que ha sufrido la lesión. 3. Hablar con aquellos que estuvieron presentes.

Si la persona está inconsciente o no puede hablar, tendremos que basarnos en lo que hayan visto u oído los demás. Si no hemos visto como ha ocurrido la lesión tendremos que elaborar la historia a partir del propio lesionado o de las personas que presenciaron el accidente. Debemos encontrar respuesta a las siguientes preguntas:

- ¿Ha sido causada la lesión por contacto directo con otro jugador, una pieza del equipamiento o el suelo?

- ¿Ha sido causada la lesión por un movimiento de giro o torcedura? - En el momento de producirse la lesión, ¿se ha oído algún tipo de ruido de

rotura? - ¿Dónde están localizados los dolores? - ¿Ha sentido el lesionado algo fuera de lo normal en el momento de producirse la

lesión? ¿Ha sentido dolor, entumecimiento, hormigueo, debilidad o sensaciones de roce o rotura?

- ¿Ha sufrido una lesión similar con anterioridad? Inspección. Una vez que conozcamos cuál es la lesión y cómo se ha producido, habrá que comprobar si el lesionado presenta signos evidentes de lesión (deformidades, hinchazón, cambios de color de la piel, sensibilidad y otras señales). Si el lesionado está inconsciente hay que empezar el reconocimiento secundario por la cabeza y continuar hacia abajo por todo el cuerpo. En caso de que esté consciente, se puede empezar el reconocimiento en torno al área lesionada. Al hacerlo, hay que comprobar lo siguiente:

1. Hemorragia: ¿es abundante o lenta? ¿es de color rojo intenso o rojo oscuro?

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2. Aspecto de la piel: ¿está pálida o enrojecida? ¿seca o sudorosa? ¿azulada o grisácea?

3. Pupilas: comprobar las dos pupilas. ¿Están dilatadas, reducidas o presentan tamaños diferentes? Utilizaremos la linterna del botiquín y comprobaremos si la pupila reacciona a la luz encogiéndose. Si las pupilas tienen diferentes tamaños o no reaccionan a la luz, es posible que el sujeto tenga una lesión de cabeza.

4. Deformidades: ¿se ve algún tipo de magulladuras, bultos o cualquier otra cosa que no debiera estar ahí? Si hay una deformidad evidente en un brazo o pierna, hay que compararla con la extremidad del otro lado.

5. Hinchazón: ¿hay hinchazón en torno al área afectada? 6. Decoloración: ¿hay algún tipo de cardenal o cualquier otra marca?

Tacto. Hay ocasiones en que las apariencias engañan. Lo que en la superficie parece intacto puede estar en realidad gravemente dañado en el interior. Para hacernos una idea más aproximada de la naturaleza de la lesión, hay que tocar suavemente el área dañada con las yemas de los dedos. Al hacerlo, hay que buscar las siguientes dolencias:

1. Sensibilidad localizada: ¿hay un área especialmente dolorida? 2. Temperatura de la piel: palpar la piel con el dorso de la mano. ¿Está caliente o

fría? 3. Sensación: ¿está el área entumecida? 4. Deformidad: ¿se pueden percibir bultos u huecos que no se han percibido en el

reconocimiento? 3. FUNDAMENTOS DE LOS PRIMEROS AUXILIOS. Cuando un sujeto se lesiona durante la práctica deportiva, las prioridades, por orden de importancia, deben ser:

1. Poner en marcha el plan de urgencia visto en el tema 1. 2. Mantener las constantes vitales. 3. Controlar las hemorragias intensas. 4. Minimizar los daños generales del tejido. 5. Entablillar las lesiones poco estables. 6. Controlar las hemorragias lentas y regulares. 7. Minimizar los daños de lo tejidos locales.

Nota: Si se sospecha que existen lesiones de cabeza o columna vertebral, hay que inmovilizarlas antes de proceder a la administración de los procedimientos de urgencia. 3.1. MANTENIMIENTO DE LAS CONSTANTES VITALES (VÍAS AÉREAS, RESPIRACIÓN Y CIRCULACIÓN). Esta es la mayor prioridad en la administración de los primeros auxilios. Si en el primer reconocimiento se observa que una persona tiene problemas con cualquiera de ellas, hay que enviar de inmediato en busca de ayuda médica y empezar a aplicar un método de mantenimiento de dichas constantes (lo aprenderemos en el próximo tema). No se pueden olvidar las constantes vitales una vez que se haya empezado a administrar los primeros auxilios al área afectada. Hay que controlar sin interrupción la respiración y el pulso, aunque en apariencia presenten una normalidad total. 3.2. CONTROL DE UNA HEMORRAGIA INTENSA. Tras la evaluación primaria hay que comprobar si hay una hemorragia intensa y aplicar un tratamiento para la misma una vez que se haya iniciado, en caso necesario, la

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respiración o RCP. Si hay alguien que pueda prestar ayuda, le pediremos que se ocupe de la hemorragia mientras nosotros nos centramos en la respiración o RCP de urgencia. Siempre que haya un tejido cortado, puncionado, rozado o desgarrado, sangrará. Esto suele ocurrir normalmente en la piel, donde las rozaduras, los cortes y hematomas son algo casi diario. Debemos eliminar el riesgo de transmisión de enfermedades. Por tanto, hay que asegurarse de estar bien protegido contra el contacto con sangre infectada llevando una protección efectiva como guantes quirúrgicos de usar y tirar o bolsas de plástico en las manos. Los tres tipos de hemorragia externa son:

- Arterial. o Características: flujo de sangre roja intensa rápido (puede salir a chorros). o Causas: una incisión muy profunda, laceración o punción de una arteria.

- Venosa. o Características: flujo sanguíneo oscuro rápido. o Causas: una avulsión, punción o incisión profunda de una vena.

- Capilar. o Características: flujo escaso y lento de sangre. o Causas: una lesión de piel superficial como una abrasión o laceración.

Cualquier hemorragia arterial o venosa de carácter incontrolable se considera un riesgo para la vida del individuo. En estos casos hay que hacer lo siguiente:

1. Enviar a alguien en busca de ayuda médica. 2. Cubrir la herida con gasa esterilizada. 3. Aplicar presión directa sobre la herida con la mano. La presión debe ser firme y

puede causar leves molestias al sujeto. 4. Elevar el miembro dañado. 5. Controlar las constantes vitales y poner en práctica los métodos de respiración

artificial o RCP, si es necesario. 6. Aplicar tratamiento para el shock si es necesario.

Si llegados al paso número cuatro la hemorragia no se ha detenido, hay que intentar reducir el flujo sanguíneo apretando la arteria principal que suministra sangre a esta área. Estos puntos de presión suelen ser la arteria braquial o la arteria femoral. Nunca debemos:

- Intentar sacar los objetos clavados en una herida. - Retirar los vendajes empapados de sangre de una herida. Al hacerlo podría

iniciarse de nuevo la hemorragia. Por ejemplo, el algodón en la nariz. - Dar aspirinas al sujeto. La aspirina puede aumentar una hemorragia. - Hacer un torniquete.

3.3. MINIMIZAR EL DAÑO TISULAR SISTÉMICO. En caso de lesión, enfermedad o deshidratación, el cuerpo puede reaccionar intentando mantener el suministro de sangre, agua y oxígeno al cerebro, el corazón, los pulmones y otros órganos vitales. Si el cuerpo reacciona de este modo priva a otros tejidos de estos mismos recursos necesarios para la vida. Como resultado se puede producir daño tisular sistémico o extendido. Además del paro cardiorrespiratorio, hay otros dos procesos que pueden provocar daño tisular sistémico: el shock y la insolación. 3.3.1. Tratamiento en caso de shock. Cuando un individuo está lesionado o enfermo, su cuerpo puede reducir el flujo sanguíneo, y por tanto, el flujo de oxígeno a las extremidades y la piel en un intento por salvar los órganos vitales. Si los tejidos se ven privados de sangre y oxígeno durante un largo período, pueden sufrir daños. Esto se

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denomina shock. Si no recibe tratamiento, el shock puede causar daños extensos e irreversibles a los tejidos e incluso la muerte. Al margen de la gravedad de una lesión, hay que estar alerta ante cualquier signo y/o síntoma de shock, porque éste puede producirse tanto por dolencias médicas graves como por problemas leves. Un sujeto lesionado puede correr riesgo de sufrir un shock si:

- tiene escasa tolerancia al dolor, - está excitado, - está cansado, - sufre deshidratación o - se expone al frío o al calor intenso.

Procedimientos de urgencia en caso de shock:

- Historia. Sería conveniente consultar la tarjeta de urgencia médica del sujeto para determinar si tiene una escasa tolerancia al dolor, o ha sufrido un shock previamente.

- Síntomas. Mareos y/o náuseas, fatiga y/o debilidad y sed. - Signos. Aspecto asustado o inquieto, pulso rápido y débil, piel fría y húmeda,

sudoración, pupilas dilatadas, respiración poco profunda y rápida, agitación o temblores, piel pálida, labios y uñas amoratados.

- Primeros auxilios.

o Enviar a alguien en busca de asistencia médica de urgencia. o Colocar al sujeto de manera adecuada. o Un sujeto consciente con un pulso y un patrón de respiración normales, del que

no se sospecha que tenga lesiones de cabeza o de columna, debe estar boca arriba con los pies elevados.

o Un sujeto inconsciente con un pulso y un patrón de respiración normales, del que no se sospecha que tenga lesiones de cabeza o de columna, debe estar tumbado de lado para que los líquidos puedan salir de su boca.

o Un sujeto con una lesión potencial de cabeza o de columna debe estar tumbado boca arriba sobre el suelo.

o Mantener la temperatura normal del cuerpo. No hay que cubrir a un sujeto que ya esté caliente. Sin embargo, es conveniente proteger a un sujeto que esté expuesto al frío.

o Tratar las hemorragias y otras lesiones. o Controlar las constantes vitales y aplicar la respiración artificial o la RCP si es

necesario. o Tranquilizar al sujeto. o Para reducir las probabilidades de que se produzca un shock, hay que observar al

sujeto enfermo o lesionado para detectar indicios de shock, aplicar el tratamiento necesario al sujeto y conseguir ayuda médica de inmediato.

o Nunca debemos: � Levantar los pies ni la cabeza de un sujeto del que se sospecha que ha

sufrido lesiones de cabeza o cuello. Hay que estabilizar la cabeza y el cuello con el sujeto tumbado.

� Dar líquido o alimentos al sujeto. � Cubrir a un atleta que ya está caliente, en un ambiente caluroso. � Levantar los pies si el sujeto tiene problemas para respirar; elevar por el

contrario la cabeza. 3.3.2. Insolación. Además del paro cardiorrespiratorio y el shock, una pérdida de líquidos corporales representa un peligro considerable para los tejidos vitales. Si el

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cuerpo no repone la pérdida de líquidos sufrida a través del sudor y la deshidratación, pueden sufrir daños considerables los tejidos. Esto también puede producir una afección denominada insolación. En la insolación el cuerpo reacciona a la deshidratación extrema cerrando el mecanismo de sudoración para evitar la pérdida de agua. Pero la sudoración es el principal medio para que el cuerpo se enfríe. Privado de su capacidad para sudar, el cuerpo puede seguir aumentando de temperatura, lo que podría producir daños a los tejidos y quizá incluso la muerte. Si la temperatura corporal alcanza los 40ºC, el sujeto podría morir si no recibe tratamiento de inmediato. Prevención de la insolación. La deshidratación, que puede llevar rápidamente a una insolación, es muy fácil de prevenir. Es conveniente dar un respiro cada 20 minutos para que se beba agua durante las sesiones muy intensas o en condiciones de calor extremas. Hay que asegurarse de que se bebe al menos un vaso de agua durante la interrupción. Asimismo, hay que aconsejar beber al menos dos vasos de agua antes de los entrenamientos o competiciones. No dejar que lleven equipamiento demasiado voluminoso ni tejidos de vinilo, o cualquier otro tejido que impida la transpiración, en condiciones ambientales de calor y humedad. Veremos más información al evaluar y tratar la insolación y otras enfermedades relacionadas con el calor. 3.4. ENTABLILLAR LAS LESIONES INESTABLES. Las fracturas de huesos, las dislocaciones y las subluxaciones, así como los esguinces de ligamentos de segundo y tercer grados, deben estabilizarse mediante tablillas para evitar que los tejidos sufran mayores daños. La aplicación de un entablillado responde a las siguientes siete reglas: 1. No hay que mover al sujeto hasta que todas las lesiones inestables estén

entablilladas. Excepto cuando el sujeto corra peligro de sufrir lesiones más graves o que deba ser cambiado de posición para que se pueda aplicar la respiración artificial o la RCP, o bien haya que realizar un tratamiento para una hemorragia intensa o un caso de shock.

2. Se debe entablillar la lesión en la posición en la que se ha encontrado. Nunca intentar colocar los huesos fracturados o dislocados en su lugar. Al hacerlo, se podrían cercenar nervios y arterias accidentalmente, así como causar un empeoramiento de la situación de huesos, ligamentos, cartílagos, músculos y tendones.

3. Hay que cubrir los extremos de los huesos que hayan quedado expuestos con gasas esterilizadas. Nunca intentar volver a meter debajo de la piel los huesos expuestos al exterior en una fractura abierta.

4. Realizar entablillados con materiales rígidos o gruesos que estén bien acolchados. Pueden utilizarse tablillas de madera para inspeccionar la garganta (para entablillar dedos), tablas, cartones, bates de béisbol, periódicos, sábanas y almohadas, etc.

5. Los entablillados deben colocarse en las articulaciones prolongándose por encima y por debajo de las lesiones. Por ejemplo, para una posible fractura de muslo, el entablillado debe extenderse desde la articulación de la cadera hasta el pie.

6. Asegurar el entablillado por encima y por debajo de la lesión, pero no directamente sobre ésta.

7. Controlar periódicamente el color de la piel, la temperatura y la sensibilidad de la articulación entablillada. Un entablillado aplicado incorrectamente o demasiado apretado puede presionar nervios y arterias. Si el sujeto se queja de entumecimiento

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o la piel comienza a tener aspecto azulado o grisáceo o resulta fría al tacto, es posible que el entablillado esté demasiado ajustado.

En las siguientes imágenes podemos observar técnicas de entablillado para distintas zonas afectadas: brazo, codo, antebrazo y muñeca, dedo, muslo, rótula, pantorrilla, tobillo y pie. Entablillado para una lesión de brazo

Entablillado para lesiones de codo Entablillado para lesiones de antebrazo y muñeca

Entablillado para lesiones de muslo Entablillado para lesiones de dedo Entablillado para lesiones de rótula Entablillado para lesiones de tobillo y pie. Entablillado para lesiones de pantorrilla

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3.5. CONTROL DE UNA HEMORRAGIA LENTA Y REGULAR. Es el momento de tratar las posibles laceraciones o incisiones superficiales de la piel con el fin de detener la hemorragia. Estos tipos de cortes suelen producirse con mayor frecuencia en el rostro, la cabeza, los brazos y las piernas. Estas lesiones las tratamos del mismo modo que las hemorragias intensas (punto 5.2.) Debemos eliminar el riesgo de transmisión de enfermedades. Por tanto, hay que asegurarse de estar bien protegido contra el contacto con sangre infectada llevando una protección efectiva como guantes quirúrgicos de usar y tirar o bolsas de plástico en las manos. Si una incisión o laceración deja de sangrar pero sigue abierta, es conveniente aplicar puntos adhesivos. Para ello limpiamos con cuidado el área en torno a la herida, aplicamos cinta adhesiva en torno a la herida, colocamos los puntos adhesivos sobre la herida, cubrimos con gasa esterilizada y enviamos al deportista a un médico para que cosa la herida. Si no tenemos a mano puntos adhesivos, hay que asegurar la gasa cubriéndola con un vendaje elástico. Si la hemorragia no se detiene o empeora, hay que buscar ayuda médica. Se debe seguir aplicando presión directa y mantener la extremidad elevada. 3.6. MINIMIZAR LOS DAÑOS TISULARES LOCALES. Cuando una parte del cuerpo resulta lesionada, la reacción del cuerpo causará daños a los tejidos que rodean dicha parte. Por ejemplo, en un esguince de tobillo, no sólo sangra y se hincha el ligamento lesionado, sino que también lo hacen los tejidos que lo rodean. Por eso se observa hinchazón y decoloración en torno a la articulación del tobillo. La lesión o infección de un área particular puede causar cualquiera de las siguientes reacciones localizadas del tejido:

- hemorragia o pérdida de líquidos, - hinchazón, - aumento de la temperatura, - dolor, - pérdida de función (incapacidad para usar una parte del cuerpo).

Principios básicos de prevención: protección, reposo, hielo, compresión y elevación. Todo esto ayuda a evitar que el área lesionada sufra mayores males. Principalmente ayuda a reducir la hinchazón y por tanto previene que el tejido sufra más daño. Veamos cada uno de estos principios: - Protección. Nos referimos a proteger las fracturas, dislocaciones, esguinces y otras

lesiones inestables por medio de entablillados. Minimizar el estado de shock. No permitir al sujeto que se mueva. Alejarlo de zonas de peligro, etc.

- Reposo. No permitir que el sujeto se reincorpore a la actividad hasta que sea examinado y dado de alta por un médico y sea capaz de practicar la actividad sin dolores ni pérdida de función o movilidad. Por regla general debemos vigilar que el sujeto guarde reposo también cuando tenga fiebre, dolores de cabeza, pérdida de memoria, mareos, zumbidos de oídos o pérdida de conciencia a causa de una lesión en la cabeza, sufra dolencias relacionadas con el frío o el calor, se queje de dolores.

- Hielo. Durante las primeras 24 a 72 horas después de una lesión es conveniente aplicar hielo par minimizar el dolor y controlar la hinchazón causada por la hemorragia y la pérdida de líquidos. El hielo lo aplicamos durante 15 a 20 minutos. El sujeto sentirá frío, pinchazos y picores, un dolor sordo y entumecimiento (insensibilidad). Cuando el área haya quedado insensibilizada se puede retirar el hielo. Pudiéndose aplicar cada dos horas según lo requiera el dolor y la inflamación

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durante los primeros tres días a partir de la lesión. Podemos utilizar hielo molido directamente sobre la piel o bien usas una bolsa de guisantes congelados. El agua helada en vasos de plástico puede utilizarse para masajear la zona afectada. Los paquetes que se venden de hielo tienen el inconveniente de que no permanecen fríos el tiempo suficiente y también pueden causar quemaduras en la piel si se agujerean. Nunca aplicar hielo a un sujeto que no tenga sensación en un área o sea muy sensible al frío apareciendo reacciones alérgicas del tipo ampollas, piel enrojecida y sarpullidos. Nunca mantener el hielo sobre la piel más de 20 minutos ni aplicarlo con un vendaje demasiado apretado, ya que puede causar lesiones neurológicas. Nunca aplicar hielo directamente sobre una herida abierta.

- Compresión. Podemos aplicar un vendaje elástico para controlar la inflamación de la extremidad lesionada, especialmente el pie, el tobillo, la rodilla, el muslo, la mano o el codo. Empezar el vendaje varios centímetros por debajo de la lesión. Vendar en sentido ascendente, en una espiral solapada, empezando con una presión regular y más bien intensa y aflojando a medida que se llegue a la lesión. Comprobar periódicamente el color de la piel, su temperatura y la sensación del área lesionada para asegurarse de que el vendaje no está comprimiendo ningún nervio ni arteria.

- Elevación. Utilizada en combinación con el hielo y la compresión también ayuda a reducir la inflamación. La parte lesionada debe elevarse tanto como sea posible por encima del corazón durante los primeros 3 días después de la lesión.

4. DESPLAZAMIENTO DE UNA PERSONA LESIONADA. REGLAS GENERALES PARA EL DESPLAZAMIENTO. La regla básica es pecar por exceso de precaución. Esto quiere decir que sólo hay que desplazar a una persona si (a) corre peligro de que su situación empeore o (b) no podemos evaluar ni tratar la lesión. - Desplazamiento de una persona con lesiones graves. En el caso de

lesiones o enfermedades graves o incluso que pongan en peligro la vida del sujeto, hay que dejar a éste en su lugar a menos que no se puedan abrir las vías aéreas o realizar la respiración artificial o la reanimación cardiopulmonar. Entre estas afecciones se incluyen:

o Paro respiratorio o cardíaco; o Lesión de cabeza, cuello o espalda; o Shock; o Hemorragia intensa; o Lesión interna; o Dislocaciones de articulaciones grandes (tobillo, rodilla, codo, etc.) o Fracturas y o Ataque epilépticos.

Es especialmente importante no mover a una persona inconsciente a menos que sea absolutamente necesario. Si hay que mover a una persona para evaluar y tratar un paro respiratorio o cardíaco, hay que suponer en todo caso que puede tener una lesión de cabeza o columna vertebral. Por tanto hay que inmovilizar por completo la cabeza, en cuello y la espalda antes de desplazar al sujeto.

- Desplazamiento de una persona con lesiones que no son graves. Pueden ser desplazados con mayor facilidad, pero, aun así, hay que tener una precaución extrema. Podremos mover a aquellas personas que presenten las siguientes afecciones:

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o Esguinces y distensiones de primer grado; o Lesión del plexo solar (quedarse sin respiración); o Contusiones; o Lesiones faciales; o Fracturas cerradas de dedo, mano y muñeca; o Dislocaciones de dedo.

A la hora de mover a una persona lesionada que no revista gravedad, nunca hay que intentar moverla hasta que todas las lesiones inestables están inmovilizadas o entablilladas, o hasta que el atleta se recupere y sea capaz de caminar con ayuda hasta salir de la zona de la actividad.

TÉCNICAS DE MOVIMIENTO ADECUADAS. Hay ciertas técnicas que mejoran los primeros auxilios en el deporte. Siempre debemos utilizar la técnica más segura y efectiva para el desplazamiento. Las principales son las siguientes: - Rescate con tres o cuatro personas. Se utiliza para colocar a una persona

inconsciente o gravemente lesionada tumbada de espaldas, por ejemplo, sobre una camilla. En primer lugar, hay que comprobar las constantes vitales o administrar los primeros auxilios adecuados para una persona inconsciente. Después, para colocar al sujeto sobre una camilla o tabla, un técnico médico de urgencia debe colocarse a la cabeza de éste y dirigir al equipo de rescate. Esta persona que está al mando debe seguir la secuencia que se explica a continuación: 1. Coger la cabeza de la persona lesionada, fijando ambos lados de la cabeza y la

mandíbula. Es conveniente poner al sujeto un collarín si disponemos de él. 2. Hay que ordenar a los demás que se coloquen a la altura de los hombros, las

caderas y las rodillas. 3. A la de tres, dar la orden de que todos muevan al accidentado como una unidad.

- Rescate con una sola persona. Si no contamos con ayudantes preparados, no hay que mover al sujeto inconsciente a menos que requiera respiración artificial o RCP. Si hay que desplazar al sujeto por uno mismo, es necesario hacer lo siguiente: 1. Colocarse detrás del sujeto, cerca de la cabeza y los hombros. 2. Colocar los brazos y las piernas del sujeto cerca del cuerpo si es posible. 3. Tomar la cabeza con una mano por detrás para ayudar a estabilizar el cuello. Es

importante mantener la cabeza con la mano y mover todo el cuerpo del sujeto como una unidad para evitar el agravamiento de cualquier posible lesión de columna vertebral.

4. Colocar la otra mano sobre el hombro del sujeto para hacer rodar su cuerpo como una unidad hacia uno mismo.

5. Colocar al sujeto tan cómodamente como sea posible con un mínimo de movimientos.

La puesta en práctica de los rescates con cuatro, tres y una persona sólo son necesarios en el caso de las lesiones graves y cuando el atleta esté inconsciente. Con mayor frecuencia nos encontraremos en situaciones en las que el sujeto tenga lesiones leves o moderadas como un tirón muscular o una contusión. Para estos casos utilizaremos las siguientes técnicas de desplazamiento.

- Asistencia para caminar con una sola persona. Este tipo de ayuda es ideal para sacar a una persona mareada o levemente lesionada del terreno de juego. Los pasos a seguir son: 1. Colocar el brazo del sujeto en torno al cuello propio y mantener su mano cerca

de nuestro pecho.

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2. Coger al sujeto por la cintura con la mano libre. 3. Aconsejar al sujeto que se apoye sobre uno según lo necesite a medida que

avance. - Asistencia para caminar con dos personas. Si hay alguien disponible para

ayudarnos, es mejor utilizar este método. Hay que asegurarse de que el ayudante siga nuestras órdenes para no poner en peligro el bienestar del sujeto lesionado. Las indicaciones que debemos dar son: 1. “Ponte en el lado opuesto del sujeto al que estoy yo”. 2. “Coloca el brazo del sujeto que más cerca tengas en torno a tu cuello y agárrate a

su mano”. 3. “Coge al sujeto por la cintura”. 4. “Camina lentamente, sosteniendo al sujeto con los brazos y los hombros”.

- Ayuda de transporte con cuatro manos. Si el sujeto tiene una pierna lesionada pero es capaz de moverse hasta cierto punto, se puede utilizar este método. Debemos solicitar a un ayudante que esté dispuesto a seguir nuestras indicaciones, que son las siguientes: 1. “Cógete el antebrazo derecho con la mano izquierda”. 2. “Cógete a mi antebrazo izquierdo con la mano derecha.” Mientras tanto nosotros

debemos hacer lo propio. 3. Hay que decirle al sujeto lesionado que se siente sobre los brazos y pase sus

brazos por encima de los hombros de los dos. - Ayuda de transporte con dos manos. Hay ocasiones en que el sujeto sufre

una lesión de la extremidad inferior que le impide realizar cualquier actividad en la que deba soportar su peso. El sujeto es incapaz de andar con ayuda o sin ella. En estos casos utilizaremos este método. Los pasos a seguir son los siguientes: 1. Coger los antebrazos del ayudante. 2. Decirle al sujeto lesionado que se siente sobre el asiento formado por los brazos

y pase los suyos por encima de los hombros de los dos. 3. Sostener la espalda del sujeto con las manos libres, cogiendo al atleta por detrás

de la espalda.