¡ya basta! cambiemos esto…

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Octubre 8, 2014, 18:00 hrs. Casa de la Cultura de Tlalpan Homenaje a Marcos Leonel Posadas

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¡Ya basta! Cambiemos esto... es un esfuerzo conjunto entre la Delegación Tlalpan y el Movimiento Comunista Mexicano. La selección de textos son del archivo personal del C. Marcos Leonel Posadas, quien fuera homenajeado el pasado 8 de octubre en la Casa de la Cultura de Tlalpan.

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Octubre 8, 2014, 18:00 hrs.Casa de la Cultura de Tlalpan

Homenaje a

Marcos Leonel Posadas

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¡Ya Basta! Cambiemos esto… Marcos Leonel Posadas Segura

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¡Ya basta! Cambiemos esto... es un esfuerzo conjunto entre la Delegación Tlalpan y el Movimiento Comunista Mexicano. Se agradece la disposición y tiempo del autor para facilitar su archivo personal, fuente de los diversos textos que se presentan en esta recopilación.

Diseño y diagramación: Ana Ma. Castañeda López

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Índice

1. Presentación 2

2. Prólogo 3

3. 1956, Jóvenes que se hacen comunistas 5

4. El II Congreso de la JCM (1967) 25

5. Nueva fase de la lucha (1968) 31

6. El marco internacional del XIX Congreso del PCM (1981) 42

7. El socialismo democrático única alternativa al estalinismo y al neoliberalismo (1989) 60

8. En el 90 aniversario de la fundación del Partido Comunista Mexicano (2009) 91

9. Construir una nueva organización política comunista (2011) 99

10. Hacia la organización de los comunistas mexicanos (2013) 106

11. Los primeros socialistas en México (2013) 113

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Presentación

La selección de obras que hoy tenemos el honor de presentar bajo el título ¡Ya basta! Cambiemos esto… de Marcos Leonel Posadas Segura, aborda temas de relevancia histórica, así como análisis desde una pers-pectiva crítica, informada y propositiva, una distinción de siempre del autor.

Para la Delegación Tlalpan ha sido un interés permanente reivindicar las luchas del pasado y de sus protagonistas, pues son ellos a través de la fuerza de las ideas y la organización que lograron plasmar una concep-ción de sociedad distinta: sin explotados, de libertades, igualitaria y democrática.

La síntesis de esas luchas en el México de hoy, se lo debemos a ellos, quienes entregaron gran parte de sus vidas, incluso con sus familias, por un futuro de prosperidad.

Los caminos de la izquierda –como el transitado por Marcos Leonel– son referencia obligada para las generaciones actuales, pues reúne una vas-ta experiencia y conocimiento del movimiento social que le tocó vivir de cerca y del mundo mismo. El libro es un reconocimiento a su obra y trayectoria como militante comunista de toda la vida.

En el marco del homenaje que la Delegación Tlalpan y el Movimiento Comunista Mexicano le rinden, es de sumo agrado tener entre nosotros a un militante distinguido, consecuente y honorable.

Sirva la presente para difundir su historia a través de las páginas como joven idealista, dirigente e ideólogo, y del ejercicio a cabalidad del pen-samiento crítico y su búsqueda incesante de la alternativa socialista.

En un contexto político internacional diverso y complejo, y de las condi-ciones actuales de nuestro país, el homenaje y el libro, se colocan como una manera de poner en el centro del debate el México que queremos.

Tenemos un compromiso en las luchas por venir.

Un abrazo Leonel.

Maricela Contreras Julián México, D.F., 8 de octubre del 2014

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Prólogo

Icónico y agitador desde el título, ¡Ya basta! Cambiemos esto… es un libro que más allá de los distintos tiempos en que fueron escritos los textos que lo integran, su contenido mantiene la actualidad, el interés por co-nocerlos y desmenuzarlos, para buscar salidas congruentes al aquí y ahora, de ahí la pertinencia de ponerlos nuevamente en circulación.

Marcos Leonel Posadas Segura es un comunista, formado desde abajo y en forma autodidacta, lo cual le da un mérito adicional, en relación a mu-chos luchadores revolucionarios, que como él, se han sabido mantener congruentes a principios y convicción en un proyecto de transformación social donde no haya explotación del hombre por el hombre. Situación no fácil, sobre todo en tiempo en que la izquierda ha perdido el rumbo.

Y precisamente esto es una de las preocupaciones de Posadas, a partir de lo cual no sólo analiza la situación del momento, sino abreva en la historia y experiencia del movimiento comunista, para estudiar, sistema-tizar información, analizar, opinar y proponer. Con ello, promover el de-bate, pero también hoy, el reagrupamiento de los comunistas mexicanos. No le interesa quedar bien ni condescender, sino promover el debate abierto, sustentado, serio, que tienda a dar voz y acción a quienes están por el cambio radical del país.

Posadas no se desdice de su pasado (como si ha ocurrido con muchos), pero tampoco vive de la nostalgia y de la reiteración de tiempos idos, que ya no corresponden a los actuales escenarios. Reivindica el pensa-miento crítico como uno de los puntales de los comunistas y de su forma de reflexionar y actuar siempre, bajo la fórmula marxista de que “no hay teoría revolucionaria sin acción revolucionaria”.

De ahí que no espera complacencia en lo que dice y propone, sino una respuesta manifestada en el debate intenso de lo que se coloca sobre la mesa, en el ánimo de poner en cuestionamiento todo, defender una con-cepción clasista para valorar nuestro país y su futuro e ir en busca de al-ternativas de carácter socialista, pero congruentes con la realidad actual.

¡Ya basta! Cambiemos esto… reúne textos de Marcos Leonel Posadas (salvo uno de elaboración colectiva), que van desde su periodo como dirigente de la Juventud Comunista de México, después como integran-te de la Comisión Ejecutiva del PCM; como impulsor de la Corriente del Socialismo Revolucionario, ya cuando habían desaparecido el PSUM y el

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PMS y, más recientemente, aportes hechos en el esfuerzo de integración del Movimiento Comunista Mexicano.

Sobresale de ellos un material (Jóvenes que se hacen comunistas) publi-cado originalmente en las páginas de Tribuna Comunista (revista electró-nica que circula semanalmente en la web), donde Posadas se abre para socializar las experiencias y vivencias de cuando ingresó a la Juventud Comunista en el segundo lustro de la década de los cincuenta, justo en tiempos en que internacionalmente se daba el XX Congreso del PCUS e iniciaban cambios relevantes en el movimiento comunista internacional.

De la etapa como dirigente de la JC y del PCM destacan los textos ela-borados para distintos temas y situaciones, que expresan la característica de rica formación política del autor, la atención analítica de lo que enton-ces estaba sucediendo y la defensa de posturas que no necesariamente eran condescendientes con otras corrientes de la izquierda mexicana o incluso del movimiento comunista internacional.

Así, podemos leer en las páginas de este libro, textos sobre el II Congre-so de la JCM; del movimiento estudiantil-popular de 1968; sobre las tesis internacionales del XIX Congreso del PCM así como del socialismo de-mocrático como alternativa.

Relevantes son los materiales publicados originalmente a fines de 1989, justo cuando se daban en Europa el derrumbe del llamado socialismo real, suscritos por comunistas que entonces se agrupaban en la Corrien-te del Socialismo Revolucionario, al cual pertenecía Marcos Leonel, pues no sólo ponía el dedo en la llaga de un tema en gran medida tabú, pero que hasta hoy, ha tenido un análisis insuficiente e inacabado. Publicarlos ahora es considerar la necesidad de debatirlos, en el marco de los acon-tecimientos del presente.

Finalmente se incluyen algunas aportaciones de Marcos Leonel, en el esfuerzo de construcción del Movimiento Comunista Mexicano, en el cual él está empeñado, demostrando que a más de medio siglo de militancia partidista, su convicción revolucionaria y la decisión de aportar al cambio radical de la sociedad en un proyecto socialista, se encuentra vigente.

Daniel Carlos GarcíaMovimiento Comunista Mexicano México, D.F., 8 de octubre del 2014

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1956, jóvenes que se hacen comunistas

Marcos Leonel Posadas Segura

Narraré unos episodios juveniles que mantengo presentes: Mi ingreso a la Juventud Comunista el 1 de abril de 1956 en Tampico, y algunas acti-vidades en los meses siguientes. Tenía 17 cuando conocí algunas ideas comunistas y comencé a realizar actividades para que se hicieran reali-dad. ¿Cómo llegué a la JCM-PCM?, ¿cuáles antecedentes e impulsos tuve? Podría decir muchas cosas y detalles pero ahora solo menciono rasgos de la influencia de mi ciudad; de inquietudes, necesidades y an-danzas de muchacho. La incorporación a filas comunistas fue decisión propia y consciente pero un tanto azarosa, mis ideas al respecto eran pocas y vagas; fuera de picotear aquí y allí no tenía práctica política; no conocía del PCM, de su situación, propuestas y dirigentes.

Tradiciones de lucha obrera-popular y de los liberales de la ciudad

En el ambiente tampiqueño se reflejaba que los socialistas y comunistas tuvieron en la región luchas notables desde principios del siglo XX. Había ecos del accionar de diversos grupos de trabajadores para conquistar derechos y mejores condiciones de vida: Mutualistas, magonistas, anar-quistas, la Casa del Obrero, los sindicalistas y cooperativistas; había so-brevivientes de episodios heroicos de los trabajadores y testimonios de la resistencia de obreros y campesinos al despojo y la violencia criminal de las compañías petroleras. El patriotismo y el sindicalismo clasista de los petroleros y de otros trabajadores formaron tradiciones de lucha que aunque suavizadas, eran elementos del ambiente social en los años 50.

Los grandes sindicatos industriales de la región habían sido debilitados por los “charrazos” de Miguel Alemán en octubre de 1948 contra los fe-rrocarrileros y luego contra los petroleros. Para imponer el charrismo en el STPRM se usó la fuerza pública así como la politiquería sindical de individuos como Antonio Hernández Ábrego, secretario de la Sección Uno de Ciudad Madero y luego del comité nacional. La Federación de Trabajadores de Tamaulipas estaba fuertemente controlada por Jesús Elías Piña y Fidel Velásquez; no obstante diversos gremios conservaban el impulso de cuando obligaron a los patrones a reconocer contratos colectivos mediante “huelgas locas”; varios de esos sindicatos se man-tenían enhiestos en pelea por sus derechos; tal era el caso de los electri-cistas, las molineras (molinos de nixtamal), los panaderos, los empleados

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de comercio, de los restaurantes, de los “terrestres” que hacían el alijo fuera de los muelles fiscales del puerto.

En la población había ánimos de rebeldía. Creo fue en el ‘53: Una lucha casi generalizada contra el alza del precio de las gasolinas, se bloquea-ron muchas decenas de calles y cruceros con automóviles y camiones, el paro al tránsito de vehículos fue total varios días; el bloqueo se coronó con una impresionante marcha popular cerrada por una columna de cientos de tractores de agricultores de la región, actos que obligaron al gobierno de Adolfo Ruiz Cortines a reducir a la mitad la subida de pre-cios de los combustibles.

Padres trabajadores y sindicalistas

En mis recuerdos de niño estaban presentes las actividades sindicales de mi padre y mi mamá. Ella era cantadora entusiasta, entre sus muchas canciones, de Lucha Reyes, Toña La Negra, los corridos y boleros, había también himnos de lucha social como la canción del agrarista:

Voy a empezar a cantarles la canción del agrarista, les diré muchas verdades, señores capitalistas.

Es el cantar de los pobres que en el campo trabajamos, los que con tantos sudores nuestras tierras cultivamos Ay... Ay... Ay...

Luchando por nuestro anhelo murieron muchos hermanos guardemos fiel su recuerdo

Marchemos agraristas a los campos a sembrar la semilla de progreso…

El himno de la Confederación Nacional Campesina tuvo como base el Corrido del Agrarista del tampiqueño Ernesto Cortázar y del veracruza-no Lorenzo Barcelata.

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Y recuerdo un canto del tiempo de la Segunda Guerra Mundial que me emocionaba:

Los pueblos de América unidos luchando por su libertad, por nadie podrán ser vencidos su fuerza será la unidad.

¡En pie la juventud, valiente el corazón!, jardín de libertad será nuestra nación…

No sé quién es el autor de los versos, su música preciosa, heroica, la escuché con la Banda Municipal. Muchos años después, descubrí que era de la canción El contra-plan hecha por Dimitri Shostakovich para la pelí-cula soviética del mismo nombre.

Mis padres eran activos en el Sindicato de Empleados de Comercio, no muy grande pero si batallador. Tenía su oficina y un amplio salón de se-siones en la tercera planta de un edificio con entrada por la Plaza de la Libertad. Mi papá fue de su comité directivo, él conocía la Ley del Traba-jo y litigaba en conflictos laborales. Trabajó muchos años en La Tuxpeña, tienda mayorista de granos y abarrotes ubicada en Colón y Pedro J. Méndez; los propietarios Melitón Sujo Wong y otros eran unos chinos cordiales pero, con el pretexto de ser afectados por la inundación de octubre de 1955, lo despidieron y lanzaron al desempleo ya mayor de 50 años y con “bola negra” de la patronal, puso pequeños negocios y le fue mal, se alejó de la familia; terminó la vida vendiendo cachitos de la lote-ría por las calles.

Mi mamá fue empleada por temporadas en Mueblería Standard. Era muy esforzada en trabajar y aprender, terminó su primaria en una es-cuela nocturna, de niño me llevaba a su clase para no dejarme solo, y en el patio de la escuela pasaba el par de horas con otros niños que tam-poco tenían quien los cuidara. Estudió enfermería y trabajó en eso, también corte y confección, hacía vestidos que vendíamos de casa en casa, pagados abonos semanales. Sus 6 hijos trabajamos desde niños ayudándole pues debía que alimentar y educar a su prole; ya a los 60 años completó cursos de Derecho del Trabajo en la Universidad Obrera del DF.

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Contradicciones vivas, rebeldías y tendencia a la organización

En la ciudad había tradición y presencia del cooperativismo, con líderes destacados como Isauro Alfaro y el comunista Sotero Valdés. Funciona-ban exitosamente la de Alijadores en el alijo de los barcos mercantes; en el transporte urbano los autobuses “Azules” y los “Rojos” cubrían todas las rutas; los de Esfuerzo Obrero viajaban al DF; de los tranvías sólo quedaba la línea Centro-Playa que era vital para la ciudad; la pesca en el mar la hacían cooperativas… Muchas ya en la etapa de ser empresas cerradas de los socios, quienes explotaban a trabajadores asalariados, los que estaban privados de derechos por las leyes de esa materia.

La producción petrolera había decaído mucho pero la conurbación Tam-pico-Madero seguía siendo un centro de esa industria, numerosos pobla-dos de la zona vivían con los trabajos de PEMEX. En la ciudad había 3 refinerías ya viejas, Madero era importante y se iniciaba la construcción de nuevas grandes plantas, Árbol Grande y Mata Redonda eran chicas y en obsolescencia; había actividad en los muelles de buque-tanque, la explo-ración geológica y las oficinas sede de la Zona Norte de PEMEX. A más de eso había tres fuertes grupos económicos, el de los Fleishmann-Gros-mann (banqueros, la Coca cola y otras industrias), los González Terán comerciantes farmacéuticos que controlaban la Cámara de Comercio; los terratenientes y ganaderos eran fuertes en la región, con personajes como Reyes García, Manuel Guzmán Willis y Gonzalo N. Santos.

Tampico se hizo con emigrantes, nacionales y extranjeros sobre todo al calor del auge petrolero, comandado por personajes, empresas y traba-jadores de otros países. Al puerto llegaban buques de todas las bande-ras. En mis grupos de la secundaria había numerosos descendientes de extranjeros que se mexicanizaron. Había propensión al internacionalis-mo, reforzada por el cine y la música. A pocos pasos de mi casa el Kuo-mintang tenía oficina con letrero en el balcón, y a la vuelta estaban “la subida de los árabes”, el “barranco de los alemanes”, las casas de los Apedole, el Casino Español…

Las logias masónicas tenían varios centros, influían mucho en la política y la cultura local. En la iglesia católica el jerarca era muy conservador José María Armora con su adjunto Ernesto Corripio Ahumada, pero ade-más destacaban intelectuales como el padre Carlos González Salas que publicaba una buena revista literaria; y un cura agitador, Ignacio Rosiles que hacía un programa de radio y tenía un colegio de primaria a prepa, en un gran edificio levantado con diversos apoyos. En fin en la vida dia-

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ria el entorno era liberal, tolerante y relativamente dinámico; se expresa-ban rebeldías individuales y la actitud de agruparse en colectivos, parti-dos, clubes sociales, etc.

Aventuras “político-culturales” antes del comunismo

El amigo que más influyó en mi vida de joven fue Aarón Cruz Anaya. Nunca lo supe pero calculo tenía 4 o 5 años más que yo. Estaba enfermo de tuberculosis, luego le hallaron falla arterial cerca del corazón, en con-traste con la debilidad física era enérgico y apasionado, vivía con inten-sidad, más allá de sus fuerzas y capacidades, se metía en toda clase de líos y pleitos y en algunos yo resultaba involucrado. En 1958 fue desahu-ciado pero vivió aún varios años, no sé la fecha de su muerte pues yo salí de Tampico a mitad de 1960 ya no tuve contacto con él.

Aarón tenía bases para ser un intelectual creativo y era un humorista, su potencialidad era grande y quedó trunca. Su imagen del mundo era de tiempos largos y espacios amplios. Era audaz, acumulaba indignación y bromas sobre lo que ocurría y sus actores, en general era apacible pero a veces estallaba; tenía arrojo para desafíos y aventuras, creo que eso se debía a que fue consciente de su vulnerabilidad y que su vida sería cor-ta. Le gustaban todas las mujeres pero pocas aceptaban su trato. Creo que lo conocí hacia finales de 1954, en 1955 hicimos juntos varias cosas y divertidas correrías por los terribles pero bullangueros albergues de damnificados del ciclón Hilda y de la gran inundación de septiembre-oc-tubre de ese año.

Aarón y yo ingresamos juntos a la JCM, y condujimos a otros a hacer lo mismo. Previamente habíamos hecho breves episodios de actividad cultural-política, en esto actuamos con la guía y estímulo de Hernán Zúñiga González, quien tenía entre 25 y 30 años era maestro de música en la secundaria de Pueblo Viejo y pianista –sin piano--, era masón y en esa fraternidad le permitían estudiar y practicar en el piano de la sala de reuniones del edificio Omega, ahí nos reuníamos, y luego de sus ejerci-cios con partituras de Albéniz, Chopin, Grieg…, nos íbamos a tomar unas cervezas, a hablar y hablar de cosas interesantes y disfrutar sabrosísimas botanas en cantinas del centro, casi siempre por cuenta de Zúñiga.

Hernán inventó una Asociación de Jóvenes Tamaulipecos (AJT) para hacer cosas y relaciones, su personal o el más activo, se limitaba a los tres. La AJT tenía un programa de radio los domingos en la potente

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XEFW, en su teatro-estudio nos recibía y animaba un locutor muy cono-cido y competente Enrique Núñez de Cáceres. Hernán tocaba algunas piezas, la rúbrica eran los primeros compases del concierto No 1 de Ed-ward Grieg; Aarón y yo hacíamos anuncios, puentes y leíamos párrafos de libros y poemas; el señor Marrufo, un sastre ya mayor y un joven empleado de una tienda declamaban o leían diálogos de teatro…

La AJT, es decir Hernán, se metió al proyecto de organizar un concurso nacional de pianistas, previsto para la inauguración del Teatro del Estado en construcción, luego de unos de sus viajes a Ciudad Victoria para tra-tar del asunto con el Secretario de Gobierno, nos informó que no habría concurso, y dijo, más o menos, que “mandé a la chingada al viejo pues me salió con mariconadas”. También hicimos el intento –frustrado-- de ingreso a la Asociación de Jóvenes Esperanza de la Fraternidad (AJEF), al parecer fuimos rechazados al darse cuenta de nuestra irreverencia al jugar con objetos rituales cuando acompañábamos las prácticas del pianista, ese rechazo enfrió la relación con Hernán Zúñiga.

Una minúscula Ágora en Plaza de Armas

Otro “contacto con la política”, preámbulo al ingreso a la JCM, fueron las caóticas discusiones que hacíamos en las bancas de la Plaza de Armas. Eran tertulias informales y largas, cada uno se integraba o retiraba a la hora que quería, no se fijaba un siguiente encuentro pero ahí se encon-trarían una vez más. Era una modesta Ágora sin efectos más allá del grupito, nunca llegaba a conclusiones ni tomaba decisiones, yo iba los fines de semana y creo que fui asiduo en las vacaciones de julio agosto y del fin del año 55. En la Plaza de Armas se formaban dos o más grupi-tos para discutir, 3 o 4 personas estaban sentadas en una de las bancas y en torno se congregaban adultos y muchachos; se vertían alegatos a gritos y trancos; era un remedo de conspiración a poca distancia de la presidencia municipal, frente a la comandancia de policía y de la cate-dral, y ningún político escapaba de los ácidos comentarios en el grupo.

Había distintos temas, fuentes y referencias, como los articulistas de la revista Siempre! o los que escribían en El Mundo, no los de El Sol de Tampico pues eran muy reaccionarios. El horizonte se ampliaba con in-cursiones acerca de autores y libros (Emil Ludwig; Hermann Hesse; Fe-derico Nietszche; Ciro Alegría; John Straichey, José Martí, José Ingenie-ros, el Manifiesto Comunista, citas de Maquiavelo, frases de Karl von Clausewitz…) por entonces mi preferido era Enrique Jardiel Poncela pero

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Aarón me presionaba para leer Así hablaba Zaratustra y folletos de En-gels. En la ciudad había pocas librerías pero yo desde años antes fre-cuentaba las bibliotecas Municipal y la Omega.

El más asiduo era Ezequiel, un viejo enjuto, moreno, inquieto e iracundo, era sinarquista; otros eran masones, sindicalistas, “librepensadores” o “todavía-nada” como Aarón y yo. En todos predominaba la aspiración por saber y discutir. Todos eran apasionados pero tolerantes, inclusive Ezequiel y hasta el más extremista, un joven petrolero, farolón como la mayoría de los tampiqueños, quien hacía gala de sus lecturas ultras y nazis como Los protocolos de los sabios de Sión; Mi Lucha o Derrota Mundial de Salvador Borrego; este muchacho admiraba a Joseph Fou-ché y gustaba hacer citas sobre Napoleón y Metternich. Se hablaba de cualquier cosa “política”: anécdotas y raterías de los funcionarios locales y del lejano Presidente, los chismes sobre su esposa “doña María”; de los dirigentes sindicales y de la iglesia, la mayoría era come-curas.

Por ese tiempo tuve otras fuentes de información formativa pues en septiembre de ’54 comenzó a funcionar el Instituto Tecnológico Regio-nal de Ciudad Madero yo me inscribí en los cursos de técnico electricis-ta, con clases de 5 a 10 p.m. La mayoría de los compañeros eran adultos jóvenes, varios obreros petroleros con ideas políticas y del sindicalismo. En mi grupo iniciamos 35 pero al segundo año quedamos la mitad, yo era el más joven y Miguel Macías, electricista en Árbol Grande, era el mayor, más de 50; él me pedía ayuda para estudiar cosas que no enten-día y algunos sábados fui a su casa para eso.

Por azar volteamos a la izquierda

En fin tras esas y otras escaramuzas, a principios de 1956 Aarón y yo concluimos que el socialismo era lo que hacía falta; los conocimientos eran vagos pero ya teníamos algunas lecturas, Aarón más que yo. Había la orientación pero aún no sabíamos del partido comunista y teníamos noticias imprecisas del partido de Lombardo. Lo cierto es que no sabía-mos con quién ir, alguien nos dijo que los comunistas tenían una oficina en el edificio Mercedes, en una esquina de la Plaza de La Libertad; una calurosa tarde de marzo Aarón y yo fuimos a buscar a los comunistas.

El Mercedes tenía dos plantas, en la de arriba había oficinas de aboga-dos, contadores, ingenieros y otras. El portón estaba en la calle Madero y la escalera desembocaba a la parte media de un pasillo rectangular

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bordeado por las oficinas y un barandal de herrería hacia el patio de la planta baja. Subimos y ya en el pasillo, tras una pausa instantánea, dimos vuelta a la izquierda.

En el fondo había tres puertas, la primera cerrada, la del medio ligera-mente abierta, nos asomamos y preguntamos:

-- ¿Aquí es el partido de Lombardo?... Alguien respondió con voz fuerte, medio enojado: -- No, ¡aquí es el partido comunista! -- ¡Pues está mejor, aquí venimos!

Así fue mi primer contacto con los comunistas mexicanos.

La oficina era un cuartito de 4 por 4. En una máquina de escribir traba-jaban sudorosos por el fuerte calor dos señores jóvenes; les dijimos que queríamos pertenecer a su partido; apuntaron nuestros datos y dijeron que luego nos buscarían. Era evidente que recelaban, el ambiente políti-co se estaba calentando, El Sol de Tampico esos días destacaba estas noticias: 18 de marzo: “El jefe de la Iglesia Católica Monseñor Miguel Darío Miranda reitera el desarrollo de una cruzada contra el comunismo en México”; 19 de marzo: “La Confederación Nacional de Estudiantes denuncia conjura para comunizar a todos los estudiantes: Los motines en Guadalajara contra el Colegio Cervantes son parte de ella. Así como el Congreso de Redactores Estudiantiles del 4 de abril, patrocinado por la FEG y otros grupos afiliados a la Federación Mundial de la Juventud Democrática y la Unión Internacional de Estudiantes”.

(Añado que luego descubrimos que en el pasillo de enfren-te, en las oficinas con vista a la Plaza de la Libertad, estaba la oficina del Partido Popular. Por suerte –para nosotros y para los pepinos-- esa tarde volteamos a la izquierda sino hubiéramos topado primero al PP para embarcarnos ahí. El Partido Popular Socialista no dejó de comportarse como “la izquierda de la Revolución Mexicana”, siempre apoyaba al gobernante de turno y era mucho más pro-soviético que el PCM).

Mi madre, mis hermanos y yo nos turnábamos para vender calcetines, pañuelos y ropas, en un cajón portátil mientras las tiendas del mercado estaban abiertas y después que se cerraban a las 19 horas, hacíamos en el suelo un tendido. Ahí me visitó una mañana el dirigente de los comu-nistas de la región, Antonio Medina, trabajador del patio de trenes en Ciudad Madero (Toño Medina era de una familia de comunistas destaca-

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dos, entre ellos su suegro Sotero Valdés, sindicalista de electricistas, fundador de la cooperativa de los tranvías, su cuñado Encarnación Chón Valdés, secretario nacional de organización del PC). Medina me dijo que yo era muy chico para el partido pero que podía ingresar a la juventud comunista, al tiro aclaró que la JC no existía en Tampico y debíamos formarla. Con ese fin acordamos hacer una reunión donde iríamos Aarón y yo y llevaríamos a otros jóvenes.

Nace una nueva fuerza juvenil

La reunión se realizó el domingo 1 de abril por la tarde, en la casa del profesor Francisco Medina Rangel, en Emilio Carranza 813 oriente, en una pieza que le servía de biblioteca y estudio. Nos recibieron Toño, el profesor Medina, y Manuel Macías un joven güero, alto y fornido, enviado por el Comité Central del PCM para visitar a sus correligionarios. Los tres nos informaron y explicaron cosas del Partido, Macías dijo que se prepa-raba un congreso nacional de jóvenes comunistas y que hacían una campaña para formar “clubes” y comités de la JCM.

Aarón y yo llegamos con varios amigos, creo que asistieron “Chole”, estudiante de enfermería y estrella del equipo Universidad Obrera de la liga femenil de softbol; Rodolfo de León Carvajal, que atendía un molino de nixtamal; Rolando Rojas Bermúdez estudiante de abogacía; Alfonso Montenegro, obrero (su hermana era esposa de Isidoro Gómez Gámez, ejemplar sindicalista comunista de la Secc. 1 del STPRM,), y uno o dos más. Todos aceptamos ingresar a la JCM y formar un club que, a pro-puesta mía, se llamó Ignacio Allende y del cual me designaron “respon-sable”, enseguida se integraron otros como Leonardo Zúñiga, hijo de un marinero en Pemex, Gabino Heredia “El Elvis” estudiante de secundaria…

El Club Ignacio Allende actuó desde el principio de abril con unos diez miembros ansiosos de hacer cosas, éramos pocos pero con ellos surgió algo nuevo en la localidad, un grupo de muchachos idealistas, dispues-tos a formarse políticamente trabajando hacia otros jóvenes. En pocos días hubo acontecimientos en los que participamos como infantería con cuerda propia, y que ayudaron a definir nuestra perspectiva política.

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La huelga estudiantil nacional de 1956

El 12 de abril estalló una huelga de estudiantes en el Instituto Politécnico Nacional. La agitación llegó al Tecnológico de Madero con una comisión de la Federación Nacional de Estudiantes Técnicos (FNET), se hicieron asambleas pero tanto el director Luis Hidalgo y Castro como Sidronio Barrón presidente y Jesús Muñoz secretario general de la sociedad de alumnos actuaron para impedir la huelga, pero en mayo, después de varias asambleas, fue votada por aclamación.

Para dar una ligera idea del ambiente menciono algunas notas de la prensa local.

El 18 de abril El Sol de Tampico apareció con un gran titular en rojo: In-vade a Tamaulipas la agitación estudiantil. “Acuerdo de asamblea en la Prevocacional: Hoy un paro de 4 horas y paros diarios. Una comisión del Comité Ejecutivo de la Sociedad de Alumnos formada por Guillermo Vázquez, Pedro Martínez y Carlos Alvarado informó que discutieron pliego de peticiones de FNET y lo vieron justo; y la Prevo se beneficiará con aumento de presupuesto; y participará en sorteo de becas y vehícu-los para transporte gratuito. La Normal Rural de Tamatán en Cd. Victoria, hizo ayer un paro de 12 horas e inicia la huelga. Invitados por agitadores enviados por la FNET, anteanoche hicieron mitin en la Plaza Hidalgo…

El 19 de abril, a 8 columnas en rojo: Tampico repudia la huelga del Poli-técnico. La información está en dos notas: “El paro en la Prevocacional se hizo; los alumnos con banderas y guardias permanecieron frente al edificio; no atendieron exhortos ni amenazas del director y los maes-tros... “El Tecnológico, Preparatorianos y la Normal de Tampico negaron apoyo en asamblea dijo el representante Rolando Rivera... En 1ª plana aparece enmarcado el editorial de El Sol titulado: Absurda agitación.

El 20 de abril se informa: José Ángel Ceniceros (Secretario de Educación Pública) declara: Las peticiones fuera de razón. […] Se extiende al país la agitación del Poli. La huelga deja sin clases a 100 mil estudiantes: 40 mil del IPN; 8 mil de Normales Rurales; 7 mil de las Prácticas de Agricultura; 7 mil de la Federación de Estudiantes de Guadalajara; 5 mil de Fed. Es-tudiantil de Nayarit; 3,550 de Federación de Internados de 2ª Enseñanza; 3 mil de Morelos; 2 mil de Guerrero. Ofrecen sumarse a la huelga federa-ciones de Baja California, Tlaxcala, Yucatán, Michoacán, Oaxaca, Nuevo León, además grupos de Puebla, Veracruz, Hidalgo, Tamaulipas, Colima, San Luis Potosí y otros.

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El 22 de abril, casi toda la edición se ocupa de: “Hoy toma posesión como obispo de la diócesis de Tamaulipas Ernesto Corripio Ahumada. En marzo de 1953 llegó como obispo titular de Zapara y auxiliar de Ta-maulipas”. Hay varias planas de notas sobre el obispo Corripio. Y desple-gados de los clubes sociales: Damas Leonas; Jeunesse; Blanco y Negro; Sociedad Veracruz; Thalía; Cachorros Leones; Elite; Sembradores de Amistad; Altrusa de Tampico; Pro Tampico Alto; España; Femenil Tampi-co; Unión Diocesana de la Asociación Católica de la Juventud Mexicana; de la Juventud Católica Femenil; del Centro Español; Consejo Stella Maris No 2081 de la Orden de Caballeros de Colón. Y numerosos anun-cios de felicitación al obispo de tiendas y empresas.

El 28 de abril hay una nota con tono de simpatía y con 5 fotos: “Los es-tudiantes del Tecnológico se solidarizan con los del Politécnico. Votaron un paro de 24 horas que se realizó ayer (viernes 27). Marchan en mani-festación con mantas y banderas, caminaron del Tec al centro de Made-ro, tomaron tranvías contratados para ir a Tampico, bajaron en la calle Flores y fueron en marcha por las calles, en la descubierta iba un auto con señoritas, la banda de guerra, lanzaban consignas y hurras. Fueron a los periódicos a hacer declaraciones de solidaridad, y llegaron hasta la Prevocacional. Las mantas decían: Exigimos más atención a problema estudiantil; Tecnológico apoya a Politécnico; Exigimos a la prensa vera-cidad en sus informaciones; Apoyar una causa justa no es holgar”.

Había una fuerte conexión de solidaridad entre los del Tecnológico y el IPN, parte numerosa del profesorado del ITRCM eran profesionistas egresados del IPN y los estudiantes deseábamos ser del Poli. También había causas locales más determinantes.

El motivo local principal de la huelga era exigir la salida del director del Instituto, químico Luis Hidalgo y Castro al que llamábamos “Güicho”, él era empleado de PEMEX, vivía en una casa de la empresa en Mata Re-donda, No era facial su salida pues Luis Hidalgo hizo grandes méritos como promotor de la construcción de la escuela y por sus gestiones para su apertura y era ampliamente reconocido por eso. Era muy audaz, desmesurado y arbitrario, sus formas de actuar como director de la es-cuela habían generado descontento. Un ejemplo secundario pero ilustra-tivo: “Güicho” era admirador del general yanqui Douglas MacArthur, por ello nos impuso un uniforme escolar con el modelo de la gorra y chama-rra que usaba su héroe, pero de tafetán color guinda (identidad del IPN) con pantalón blanco; la camisola era realmente horrible pero el entusias-

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ta director encabezaba ceremonias y desfiles uniformado y así vestía a sus huestes.

Yo participé activamente en esa huelga, fue un conflicto largo, compli-cado, con numerosos incidentes y muchos actores de dentro y fuera de la escuela; de parte del movimiento hubo parte de los profesores, entre ellos el subdirector Carlos Wild Altamirano y el secretario general Fran-cisco Medina Cedillo. Esa experiencia me permitió entrever aspectos de la realidad que no conocía. Por ejemplo, de buenas a primeras topé con la figura del “agitador”, me impresionó mucho un compañero, creo de nombre Guillermo, lo llamábamos por su apellido: Palermo; era ayudan-te del QBP Madronio Méndez en el laboratorio de química, Palermo ha-bía estudiado en el IPN, tenía menos de 30 años, flaco, de pelo recortado y gruesas gafas, bromista pero de poco hablar, era apacible pero desde las primeras asambleas para discutir la huelga se destacó con su oratoria encendida y contundente, influyó para estallarla y sostenerla.

Nuevos horizontes

Menciono otros temas que se fueron abriendo ante mí en esos meses: la imagen de un sistema de educación con muchos componentes hetero-géneos y desordenados; la existencia de organizaciones estudiantiles activas y combativas en muchas escuelas y algunas de carácter nacio-nal, la más próxima era la FNET. Poco a poco se me hicieron palpables la gran tensión social y el conflicto político en que estaba la juventud; las responsabilidades del gobierno; la presencia de intereses diversos, des-tacadamente los norteamericanos; el entrecruce y choque de líneas políticas; la importancia del programa de reivindicaciones para un movi-miento; el papel devastador de la información sesgada e intencionada, propaganda con la pauta de Goebbels (que habíamos comentado en los coloquios de la Plaza de Armas), y más asuntos que me eran novedosos y que entendía sólo en parte.

Esa huelga fue larga y complicada, tiempo después conocí información más analítica y objetiva sobre la situación en la cual habíamos participa-do. En esto fue importante un documento de recuento y balance emitido el 26 de septiembre de 1956 (Texto que “Excélsior, El Universal, El Popular y Novedades se negaron a publicar en inserción pagada” según informa-ron sus firmantes). El documento fue emitido por el Comité Editor de la revista Problemas de Latinoamérica integrado por Manuel Marcué Pardi-ñas (Director), Jorge Carrión, Antonio Pérez Elías, Mario Gill, Enrique

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Ramírez y Ramírez; fue luego publicado en un libro dedicado a ese mo-vimiento. Ahí se informa que:

“Del 11 de abril al 21 de junio se llevó a cabo la huelga de los 26 mil estudiantes del Instituto Politécnico Nacional. Por el mismo periodo hubo huelgas en las escuelas normales ru-rales, las escuelas prácticas de agricultura, la Escuela Na-cional de Maestros, la Escuela Superior de Educación Física y en centros de educación superior de Jalisco, Michoacán, Nayarit, Baja California, Tamaulipas, Veracruz, Yucatán, Oa-xaca, Guerrero y otras entidades”.

El documento citado señala que: “… numerosos órganos de prensa, radio y televisión y políticos de filiación conservadora, se dedican enardecida-mente a combatir los movimientos juveniles empleando sin medida la calumnia y la injuria. Se difunde la especie de que gran parte de la juven-tud estudiantil está constituida por holgazanes y mal vivientes, a quienes debe tratarse con los más enérgicos procedimientos represivos. Se di-vulgó la innoble gracejada de que los estudiantes deseaban sustituir el primer verso del Himno Nacional para que en vez de “Mexicanos al grito de guerra”, dijera “Mexicanos al grito de gorra”. Y algunos periodistas, con parecido ingenio, acuñaron nuevos términos de injuria, calificando a los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional de polipillos, polipíca-ros y polifascinerosos.”

Y la verdad era que “Los estudiantes han demandado garantías legales para la consolidación y el desarrollo de las instituciones educativas, re-formas a los planes y programas de estudio para hacerlos más eficientes, creación de nuevas cátedras, más horas de clase, mayor número de maestros, más capaces y puntuales, mejoramiento y construcción de edificios escolares, instalación de laboratorios y bibliotecas, campos deportivos, destitución de autoridades ineptas o venales y ampliación y mejoramiento del llamado sistema asistencial”.

En el pliego de demandas de la huelga del IPN, que nosotros los estu-diantes del ITRCM asumimos, figuraba el rechazo al “Plan Columbia”; elaboración de un grupo de especialistas de esa universidad en base al Punto IV del Plan Truman; se trató del proyecto yanqui cuya finalidad era controlar la educación técnica superior en América Latina. Problemas de Latinoamérica señalaba que: “al amparo de los llamados planes de asis-tencia cultural que se derivan del conocido Punto IV [...] el “Plan Colum-bia” tendiente a intervenir en la educación técnica mexicana, tiene per-files y fines más precisos. Se trata, en realidad, de conformar y orientar

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la educación técnica de México en el sentido que parece más apropiado a los norteamericanos; es decir, en el sentido de que contribuya a man-tener a México en la condición de un país de economía semicolonial, suplementaria y auxiliar de la economía de los Estados Unidos.”

La dirección principal de la huelga del IPN recaía en la Federación Na-cional de Estudiantes Técnicos, su presidente era Nicandro Mendoza Patiño, estudiante de medicina rural, quien al fin de la huelga fue encar-celado varios años junto con Mariano Molina quien era secretario gene-ral, entre otros delitos fueron acusados de “disolución social”; entre los líderes de la FNET había miembros del PP, de grupos del PRI y también del PCM.

Durante la huelga del Tecnológico, las asambleas frecuentes, las discu-siones diarias en las guardias y la lectura de documentos de la FNET nos conectaron con los contenidos nacionales del movimiento. Con esos elementos y los asuntos locales redacté un manifiesto firmado por el “Club Ignacio Allende de la Juventud Comunista”; se distribuyó y se pegó en postes y paredes de Madero y Tampico; No conservé este primer do-cumento pero recuerdo que era tamaño tabloide, en papel amarillo y el texto en negro; el señor Cuevas, dueño de una imprenta ubicada cerca de el periódico El Mundo nos hizo ese y otros trabajos de esos años.

Luis Hidalgo encabezó el enfrentamiento de las autoridades con la co-munidad y aunque no salió indemne se mantuvo en su cargo; ganó a medias, no hubo represalias conocidas y su forma de actuar se moderó; más aún, el trato del director se hizo afectuoso y mostró interés personal por el futuro que tendríamos como egresados pues la nuestra sería la primera generación de técnicos que saldría del Instituto un año después. Más adelante él nos apoyó y aconsejó para hacer gestiones relacionadas con un probable empleo en PEMEX; acompañó a una comisión, donde yo participé, que en 1957 viajamos a la Ciudad de México a entrevistar funcionarios de Pemex.

Mi primera represión política

En septiembre comenzamos el tercer año de la vida de la escuela y el último de nuestra permanencia en ella. El día 23 de ese mes, en la Ciudad de México el ejército invadió y ocupó el internado del IPN. Problemas de Latinoamérica resume así la información de Excélsior del día 24: “…la madrugada del domingo 23 de septiembre, a las 5.10 de la mañana,

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cuando el Secretario de la Defensa Nacional, Gral. Matías Ramos con tres generales de alta graduación (Álvaro Sánchez Fagoaga, Antonio Sán-chez Acevedo, Ricardo Topete, subjefe de la policía) y varias corporacio-nes del ejército y secciones de la policía perfectamente pertrechadas se presentaron acompañados del nuevo Director del Instituto, Ing. Alejo Peralta, al local del Internado a desalojar a los alumnos allí radicados y clausurarlo”.

Yo supe de ese hecho el lunes por el noticiero de radio que pasaba a las 7:45 de la mañana y enseguida busqué a Aarón, en la oficina del Partido hicimos un volantito con lo poco que sabíamos, pero que era más que suficiente para increpar y condenar al gobierno. Redactamos unas lí-neas, picamos el esténcil e imprimimos en un mimeógrafo de rodillo manual, era una cajita negra; hicimos 200 o 300 hojitas media carta y fuimos a repartirlas a dos escuelas secundarias, la antigua Prevocacional y la que funcionaba en Obregón y Artesanos, creo que llevaba el nombre del prócer tamaulipeco Juan B. Tijerina, todo transcurrió exitosamente, sin incidentes. A las pocas horas el éxito creció, se hizo enorme pues la edición de la tarde de El Mundo (y tal vez de El Sol de Tampico) apareció anunciando con grandes letras en primera plana: ¡Agitación Comunista!, daba la noticia de que esa mañana se repartió en las escuelas de la ciu-dad un alarmante panfleto, y se hablaba ampliamente, de hecho se re-producía nuestro volante.

El internado del IPN fue clausurado y desapareció. Los centenares de estudiantes pobres que dependían de él fueron lanzados a la calle por la tropa que se instaló ahí y usó el edificio como cuartel durante años. Lue-go albergó a la Escuela de Ciencias Biológicas que sigue funcionando en ese lugar. El nuevo director del IPN era Alejo Peralta, dueño de Industrias Unidas IUSA, que fabricaba materiales para instalaciones eléctricas, los que eran de pésima calidad pero a quien el proteccionismo garantizaba un mercado cautivo; Peralta se comportó miserablemente: además de favorecer y encabezar el ingreso de las tropas, hizo “filantropía” capita-lista y aceptó como “aprendices” en sus fábricas a los jóvenes que a petición suya había privado de pan y casa; les pagaba 7.50 pesos, menos del salario mínimo y con ello usaba mano de obra joven y hábil, forzada a ocuparse en algo para continuar estudiando.

Días después de nuestro éxito propagandístico, una patrulla azul oscuro con 4 agentes de la “policía secreta” del municipio fue por mí a mi casa; me llevaron a la Comandancia de la VIII Zona Militar (frente al parque Méndez). No faltó lo espectacular y chusco pues cuando salimos a la

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calle de la vecindad coincidimos con el paso de los soldados de la escol-ta del tren, ellos regresaban de la estación de ferrocarril hacia el cuartel; por la coincidencia aquello parecía un gran “operativo” anticrimen. El general Luis Cueto Ramírez -quien fue jefe de la policía del DF en el 68- era el comandante de la 8ª Zona, llamaron a mis papás que fueron ruda-mente regañados, fui advertido y amenazado pero tras pocas horas en el cuartel quedé libre. Fue la primera de pocas –todas cortas-- detencio-nes policíacas que he tenido.

Congreso estatal de la Juventud Comunista

Paralelamente a la huelga, desde abril tuvimos otras actividades políti-cas. Una tarea importante y atractiva era la preparación del Congreso estatal de la JCM; con ese motivo, había que hacer entrevistas y reunio-nes con gentes que no conocía, yo hice viajes a Ciudad Victoria y a Ébano, SLP, Aarón visitó Ébano, Cacalilao y tal vez Chapacao, lugares cercanos a Tampico; Valle Hermoso y el centro del estado les correspon-dió a los de Victoria. Eran lugares donde había compañeros del Partido que apoyaban los trabajos para formar la JCM.

A la capital de Tamaulipas fui en tren, recuerdo que al llegar, junto a la estación encontré la calle Hidalgo, que era la del domicilio que debía buscar y caminé por ella. Pero no era cerca sino hasta después del cen-tro, no sé cuantas cuadras, me parecieron muchas pero fue muy útil para conocer un poco de la ciudad. Buscaba a Amador Gracia, secretario general del comité estatal del PCM, la dirección era la de una fotografía, ubicada frente al mercado, Amador no estaba pero me indicaron su casa muy cercana, a un costado del mismo mercado, era una mueblería y en la parte de atrás vivía la familia. Amador estaba enfermo, creo que tenía inflamación del nervio ciático y estaba postrado sobre el piso, no obs-tante eso, luego de explicarles quien era y a qué iba, su esposa y él me recibieron con mucha amabilidad y gusto, era pasado el medio día, me invitaron a comer, y comencé a descubrir la solidaridad de los comunis-tas, que luego cultivé por decenios.

Amador tenía discurso más desarrollado que los compañeros que había tratado en Tampico, desde ese momento y en otras ocasiones le oí opi-niones y conceptos que asumí; aún recuerdo que en uno de sus rollos de esa primera ocasión, mencionó algo que me impresionó, fue su referen-cia a un misterioso “cambio dialéctico en la mentalidad de las masas”. En el curso de la tarde llegó quien era el “responsable de la juventud” ahí en

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Victoria, era Carlos, de unos 20 años, hijo de esa familia, enseguida ha-blamos de la preparación de un congreso estatal de la JCM, y tal vez por la noche de ese día o del siguiente hicimos una reunión con otros com-pañeros, así di otro paso con lo que empecé a desenvolverme en formar organización política, era algo desconocido e incierto pero cada vez más entrañable.

Poco después ocurrió una tragedia, me informaron que Carlos Gracia murió en un accidente. Resulta que durante los preparativos del congre-so, luego de visitar un grupo de compañeros en un plantel henequenero cerca de Ciudad Victoria, en el camino volcó en su camioneta por un barranco y murió. Carlos ayudaba a su papá en sus dos pequeños nego-cios; lo conocí poco, sólo en el par de días de esa visita, pero lo recuerdo bien, era moreno, bajito y fornido, vestía guayabera, alegre y muy canta-dor; cuando anduvimos juntos él repetía una y otra vez una canción en boga: “son tus ojos verde mar/ dos gotitas de agua clara…, pedacitos de cristal/ con verde luz/ que iluminó tu cara…”

El Congreso de la JCM en Tamaulipas fue un fin de semana en agosto, en Ciudad Madero, en casa de Francisco Mastache, un ferrocarrilero de las oficinas de Tampico. Nos reunimos unos 25 jóvenes, había unas 5 muchachas; unos éramos del grupo inicial que se había ampliado un poco, en general con hijos y parientes de compañeros del PC, y otros que llegaron de los lugares visitados, entre ellos recuerdo vivamente a Maximino García campesino de Santa Apolonia, y a Zósimo y David García hermanos muy jovencitos que vivían en Cacalilao, Ver.

Los de Tampico actuamos como anfitriones. Por la noche Aarón y yo fuimos con una muchacha que llegó de Valle Hermoso, hermana de un dirigente campesino, la llevamos a la playa de Miramar, ella no conocía el mar, nos bañamos y la acompañamos a su alojamiento, todo eso en un ambiente y trato muy respetuoso, este era otro aspecto novedoso de las relaciones entre comunistas. La tarde siguiente visitando la escollera, ante el gran río recuerdo que Maximino García dijo emocionado: “¡cuán-ta agua!, que podríamos hacer en el campo con tanta agua, allá el riego se hace con chorros chicos, por canalitos y por pocas horas cada tem-porada…” y nos contaba cómo, cuándo y con qué esfuerzos se hacia el riego de las parcelas.

A ese congreso llegó un dirigente de la Ciudad de México, creo que fue Manuel González Salazar, quien era “responsable nacional de la JCM”, de esa u otra visita tengo presente la imagen de un joven ya adulto, usaba

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lentes, su voz era sonora y profunda, me pareció una persona muy inte-ligente que hacía muchas preguntas y observaciones acertadas; en su semblante era frecuente el asombro ante muchas de las cosas que veía; me parece que lo impresionó la pobreza de la vecindad donde yo vivía, una vieja cuartería de madera, muy deteriorada pues pocos meses antes estuvo bajo el agua en la gran inundación de 1955.

En aquella modesta reunión que fue el congreso estatal, además de te-mas generales del socialismo y de la situación política; lo principal fue hablar de los problemas de la juventud y del contenido de una platafor-ma de reivindicaciones para ellos. En todos nosotros era fuerte la carga emocional, nos arrebataba el idealismo del deber ser, la convicción apa-sionada de que las cosas debían ser muy distintas a como eran. Desde entonces esto para mí ha sido fundamental: la vida “normal” que todos llevábamos no es normal, no debe uno resignarse a eso, ni se debe es-perar a la “otra vida” para mejorar --como prometen los religiosos--; las cosas deben y pueden cambiar en este mundo, en esta vida, no mágica-mente ni por golpes de buena suerte; la vida y sus cosas pueden ser de otra manera, pueden ser mejores, racionales, justas, sanas, buenas; y esto depende de la acción de muchas voluntades concertadas. Este mensaje, un tanto vago pero formativo de la conciencia, predominaba en las reuniones como la que entonces hicimos.

El último punto del congreso era nombrar un comité estatal y un secre-tario general; Antonio Medina me informó que la delegación del partido que estaba en el congreso consideraba que debería ser yo; pero que para eso tenía que ingresar al PCM pues para ser secretario estatal de la JC una condición era ser miembro del partido. Supongo que yo contesté con entusiasmo pues ese ingreso era lo que yo quería; así se realizó en agos-to lo que solicite en marzo. Acto seguido se eligió un comité, el cual no llegó a consolidarse ni a funcionar como dirección estatal; pero yo, por ser “dirigente de la JC”, adquirí el derecho de participar en la Dirección Regional del Partido, la que abarcaba el sur de Tamaulipas, el norte de Veracruz y partes de San Luis Potosí, y ese derecho lo puse en práctica.

El Comité Regional del Partido

La visita de dirigentes enviados por el Comité Central del Partido era relativamente frecuente. Ese era un rasgo del trabajo de los comunistas, reunir a los miembros del partido, hacer órdenes del día, pronunciar dis-cursos, explicar ideas y conceptos, tratar de enseñar y convencer con

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propuestas, hacer votaciones para tomar acuerdos. Con todas las limi-taciones de ese momento se hacía una labor de construcción de con-ciencias, de militantes pensantes, de organización que pudiera actuar políticamente. Recuerdo a compañeros que nos visitaron por aquellos tiempos: Edmundo Raya; Encarnación Valdéz, Juan Pablo Sainz, Gerardo Unzueta, Agustín Montiel, Reyes Fuentes García y otros.

Las actividades que realizábamos, tanto en la incipiente organización de la Juventud como en el pequeño Partido eran para mantener y hacer funcionar los grupos de compañeros, las células del Partido y clubes de la Juventud; los dirigentes asistían a sus reuniones, se daban informacio-nes de política y se realizaban discusiones y toma de acuerdos; se hacían reuniones dedicadas al estudio de asuntos o de textos, que a veces solo consistían en leerlos en voz alta y hacer comentarios. Temas constantes eran distribuir y cobrar el periódico La Voz de México, así como pagar las cuotas mensuales, y ver como invitar a nuevos miembros o simpati-zantes y buscar donantes de dinero para sufragar los gastos de renta de la oficina, propaganda y apoyo a la dirección nacional. Políticamente en realidad éramos marginales frente a un sistema cerrado, actuábamos en pequeños espacios, por esto la propaganda era lo fundamental.

La Unión Soviética y China eran el ejemplo y la avanzada de la causa. La actividad internacionalista era esencial y ocupaba buen espacio. En ese año el partido hizo volantes de apoyo a la nacionalización del Canal de Suez por el presidente egipcio Gamal Abdel Nasser, la cual ocurrió el 26 de julio, y luego, en octubre, contra los bombardeos y la invasión de tropas británicas e israelitas a la zona del Canal y a Líbano. Fueron unos volantitos con frases cortas y tipo grande en letras rojas.

Debo decir que no entendí los hechos que casi al mismo tiempo pasaron en Hungría, la información era confusa, cargada de propaganda antico-munista; la versión que asumimos fue que la contrarrevolución aprove-chó los errores del gobierno y el descontento para desatar la violencia contra los comunistas; que el poder obrero fue salvado por las tropas soviéticas, y por la formación del gobierno de Janos Kadar para rescatar a la nación y al socialismo. En los meses posteriores hubo una gran cam-paña antisoviética y anticomunista. Un día en la prensa y por la radio se anunció la llegada a Tampico de un grupo de “luchadores húngaros por la libertad”, que recorrían varios países. No recuerdo la fecha pero está registrada en los periódicos; hicieron un mitin en el kiosco de la Plaza de Armas, yo asistí, fue un acto con muy poca gente pero con mucho anti-

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comunismo y desabridas loas al “mundo libre” de los norteamericanos; mi impresión fue que ese acto era siniestro y detestable.

En diciembre de 1956 el Comité Central del PCM nos indicó que hiciéra-mos una “reunión de activo”, esto es, una asamblea general de los comu-nistas en la región. Se hizo un domingo, quizá fue el día 16, se trataba de informar sobre el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Sovié-tica. Por alguna razón hubo mucho retraso sobre ese tema pues el Con-greso de Moscú había sido en febrero, pero la dirección del PCM se reu-nió hasta los primeros días de diciembre para considerar la cuestión que era de grande importancia. Esa reunión fue en el patio de la casa de Policarpo Hernández, se llegaba por el tranvía, tres estaciones antes de la Refinería Madero.

El informante para la reunión fue el profesor Juan Pablo Sainz. El XX Congreso del PC de la URSS tuvo un contenido diverso, con varias tesis novedosas; yo no recuerdo detalles pero sin duda lo más importante fue lo que la prensa ya había comentado, el llamado informe secreto de Jrus-hov que había impactado a todo mundo; supongo que esto mismo con-tó para el retraso del CC con ese tema. Creo que el informe de sus diri-gentes a los miembros del PCM suavizó la critica central, con cuidadosas y neutras referencias al “culto a la personalidad” de Stalin; a sus “excesos” y “violaciones a la democracia y legalidad socialistas”, y así por el estilo.

Pocos años después leí una versión del Informe de Nikita S. Jrushov, el contenido del informe era muy fuerte en la denuncia de crímenes de José Stalin, de Lavrenti Beria y otros. Cayeron no sólo “enemigos del pueblo” y “agentes encubiertos del imperialismo”; sino miles y miles de cuadros revolucionarios, y la mayoría de vieja guardia bolchevique; la represión fue masiva, brutal y prolongada ilegalmente por muchos años. Lo cual, decía Jrushov, fue hecho porque Stalin creía que era necesario para defender el socialismo.

Mucho de lo mencionado pasó sin que en mí, y supongo que en la ma-yoría de los comunistas locales, se sedimentase en conocimiento cabal con conciencia de sus alcances. En esos años en la Unión Soviética se fortaleció una corriente reformista, y un proceso para cortar la represión y tratar de enmendar sus dañinas consecuencias; la liberación de cientos de miles de presos y la formación de un nuevo ambiente social e intelec-tual; llegaron los años del “deshielo”; se abrió una expectativa de refor-mas económicas y políticas pero cruzada por contracorrientes que ac-

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tuaban en otro sentido, cosas que asomaron su oreja en los niveles más altos en el año siguiente.

En 1956, y por mucho tiempo, la información era deficiente, escasa y tendenciosa, todo estaba controlado, los medios más avanzados no iban más allá del liberalismo. Debo decir que en mi caso acontecimientos im-portantes no los conocí entonces, por ejemplo el repunte y prolongada lucha del movimiento magisterial en el Distrito Federal; el desembarcó en Cuba de la expedición de Fidel Castro que había zarpado de Tuxpan el 25 de noviembre, o el ajusticiamiento de Tacho Somoza en Nicaragua al final de septiembre. Más o menos así terminó el año 1956. Para mí fue un gran año, los siguientes fueron más activos y más intensos.

El II Congreso de la Juventud Comunista de México

Marcos Leonel Posadas Segura

En mayo de 2007 hicimos en Acapulco un encuentro de antiguos comu-nistas, el propósito era recordar y valorar lo que habíamos hecho en 1967. Yo me referí a dos acontecimientos de aquél año, el Segundo Congreso de la Juventud Comunista de México y la Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS). Al hacer las notas para el primer relato, los recuerdos brotaron como tropel de imágenes en movimiento, bastante claras y casi con la voz viva de sus personajes; cuando anotaba nombres y datos reflexionaba acerca de cómo sintetizar los rasgos de entonces de aquellos compañeros, lo hice con una frase abierta, eran: Plenos de sueños, de voluntad, de acción, de ética…

El Segundo Congreso Nacional de la JCM se realizó del 23 al 27 de fe-brero de 1967, en esta reunión participaron muchos de los actores, pro-tagónicos y de filas, de las intensas luchas políticas y sociales de ese año, las que fueron importantes antecedentes de las grandes acciones del año siguiente y posteriores: dirigentes estudiantiles, militantes del movi-miento campesino, organizadores de la juventud trabajadora en los ba-rrios. La mayoría de aquellos jóvenes tenían ligada su actividad política, y su vida y futuro, a lo que acordaba y hacía la JCM.

Centenas de jóvenes participamos en el II Congreso de la JCM. Las jor-nadas del Congreso fueron de discusiones vivas, con acuerdos y des-acuerdos, con altibajos e incidentes, pero inolvidables por su carga de razonamientos y de emociones, hablaron varias decenas de muchachos

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y muchachas, ellos y los que escuchábamos, compartíamos sueños de bienestar y libertad general; su ambición colectiva era cambiar la socie-dad para mejorar la vida, les animaba y guiaba la decisión de acabar cuanto antes con el capitalismo y muy pronto llegar al socialismo.

Muchos estimados camaradas ya no están con vida

Menciono a algunos entrañables compañeros de esa JC que ya no están entre nosotros, de los cuales varios fueron asesinados por esbirros del poder: Celso Garza Guajardo, José Luis Sustaita, Rolando Waller Ruelas, Raúl Ramos Zavala; Vinh Flores Laureano, Joel Arriaga, Enrique Cabrera, José Barragán, Cecilia Soto Blanco; Pedro Benítez, Pablo Sandoval Ra-mírez, Arturo Solís, Eduardo González, Mario Loya, Manuel Ovilla Mandu-jano, Carmelo Cortés, Raúl Jardón Guardiola, Héctor Escamilla Lira, Es-tela Ramos Zavala, Raúl Poblete Sepúlveda, Octaviano Dionicio Santiago, Martha de los Ríos, Arturo Zama Escalante, Eduardo Valle Espinosa, Renán Cárdenas, Martha Galindo, Joel Cortés Barona, Cuauhtémoc San-doval, Mauro García Saldaña, José Luis Victoria, Yolanda Robles Garni-ca… hay tantos otros que ya no están, recordarles produce nostalgia pero me renueva el ánimo, con el que sosteníamos la lucha por nuestras convicciones y afanes comunes.

Fui afortunado y tengo orgullo por haber participado varios años en la JCM, y de haber hecho frente a tareas y responsabilidades muy fuertes, primero como “responsable” de la DINA (dirección nacional) y luego como Secretario General de la JCM. Sé que esos roles y funciones exi-gían más capacidades y mejor preparación que las que yo tenía, pero las cosas vinieron así y yo no me hice a un lado. La buena fortuna me acom-pañó personificada en cada uno del conjunto de compañeros que for-maban la dirección de la JCM, siempre los consideré un grupo valiosísi-mo, cada uno con cualidades sobresalientes, todos rebeldes e independientes pero dispuestos a formar un equipo, un colectivo políti-co; leales y solidarios entre sí pero sin idea de grupo particular, distinto al que pública y abiertamente declaramos; lo que más había era hones-tidad y entrega a una causa común; guardo y respeto esa imagen de cada uno, independientemente del curso posterior de la vida y de como la vivió cada uno.

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La inauguración del II Congreso de JCM

Cerca de las 5 de la tarde del jueves 23 de febrero de 1967 inauguramos el II Congreso. Fue un hecho por aquel entonces inusitado: un congreso comunista realizado públicamente y en una importante sala de la capital, el Teatro de los Insurgentes, cuya fachada luce un gran mural del comu-nista Diego Rivera. La intención al actuar así era ejercer derechos políti-cos que en la práctica se negaban a los comunistas que el gobierno y la prensa calumniaban sistemáticamente, a los que trataban de reducir al ocultamiento y sumirlos en una ilegalidad no decretada.

Ese día desde la mañana en las oficinas del CC del PCM, en Mérida 186, colonia Roma, donde la dirección de la JCM tenía un espacio, se regis-traron delegados de los estados y del DF, hubo 230 delegados efectivos. La inauguración fue festiva, la sala y el vestíbulo del teatro estaban ates-tados de delegados y de invitados, tanto de la JC, como del PCM, de organizaciones amigas y personalidades que dieron saludos, entre ellos Arnoldo Martínez Verdugo y Ermilo Abreu Gómez.

Tuvimos también invitados de otros países, de la Federación Mundial de la Juventud Democrática (a la cual la JCM estaba afiliada), de las Juven-tudes Comunistas de Argentina, Colombia y Chile. En el acto inaugural lució mucho una banda de guerra de muchachas de la Escuela Normal Rural de Cañada Honda, Aguascalientes, uniformadas de gala hicieron los honores a la bandera mexicana, enarbolada y guardada por la escolta de la misma escuela; a lo largo del acto las dianas de la banda y las porras elevaban el entusiasmo, especialmente para aguantar la lectura de un largo Informe que yo presenté a nombre del Comité Nacional de la JCM.

Las sesiones de trabajo del Congreso

Las reuniones de los días siguientes, para desahogar el orden del día de 4 puntos fueron sesiones plenarias en el Salón Montecarlo, que estaba situado en la Avenida Cuauhtémoc, frente al antiguo parque de beisbol (antes Delta y luego del Seguro Social), el cual fue derribado para levan-tar un más rentable conjunto comercial tipo “mall”. Un incidente chusco ocurrió cuando Armando Real y otros compañeros descubrieron y des-armaron una red de alambres y micrófonos instalados tras el plafón en lo alto del salón, seguramente eran de la Dirección Federal de Seguridad; supongo que hicieron lo mismo en el Teatro de los Insurgentes y que

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deben tener archivados las voces y sonidos de la inauguración y de la larga lectura del Informe.

La Convocatoria del II Congreso de la JCM y su Orden del Día

El Segundo Congreso fue convocado por el Comité Nacional de la JCM en su asamblea o pleno de los días 2 y 3 de julio de 1966. La Convocato-ria comienza así:

“¡Jóvenes Comunistas! ¡Jóvenes Mexicanos!“Nuestra generación tiene ante sí cambios revolucionarios que transforman al mundo en todos sus aspectos.“El trabajo y el pensamiento del hombre irrumpen en los secretos de la naturaleza; penetran en el cosmos, investi-gan las entrañas de la tierra, llevan su luz descubridora a las oscuras profundidades del mar, recorren las complejas es-tructuras del átomo, develan misterios que los más auda-ces científicos de siglos anteriores no imaginaban siquiera. El hombre crea con su ingenio materiales que no existen en la naturaleza, la tierra laborada por máquinas y fecundada con fertilizantes multiplica las cosechas; la ciencia médica encuentra cura a enfermedades que han asolado al género humano por siglos; sus adelantos pueden hacer más sana y duradera la vida. En suma, el hombre eleva su dominio sobre la naturaleza y multiplica las fuerzas productivas.“Pero no sólo eso; junto a la revolución técnica transcurre otro proceso más decisivo para la humanidad: el proceso de la liquidación del capitalismo como último régimen so-cial de explotación…”

El texto de la convocatoria –que imprimimos como cartel para pegar en periódicos murales y cualquier espacio que se dejara-- continuaba con otros 15 párrafos de argumentos, y se establecía el orden del día para el Congreso:

1. Por una combativa Juventud Comunista de masas. Informante: Marcos Leonel Posadas.

2. Plataforma de reivindicaciones de la juventud mexi-cana. Informante: Vicente Villamar Calderón.

3. Normas de la vida interna de la Juventud Comunis-ta. Informante: Celso Garza Guajardo.

4. Elección del Comité Nacional.

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La convocatoria definía que: “Los delegados al Congreso serán efectivos y fraternales. Los delegados efectivos serán electos a razón de uno por cada diez miembros de la JCM representados en el correspondiente Congreso estatal o regional”.

Para el desarrollo de las discusiones, en cada punto se leyeron los Infor-mes y los delegados recibieron copias de los mismos, así como de tres proyectos de: Resolución Política de 25 puntos; el Estatuto y la Platafor-ma de Reivindicaciones para la juventud mexicana. Los debates fueron animados y hubo polémicas, algunas fuertes. Los informes y los resolu-tivos preparados por el anterior Comité Nacional fueron aprobados por amplia mayoría.

La lucha por una nueva revolución y por la democracia

El Informe del primer punto titulado Por una combativa juventud comu-nista de masas, sin preámbulos comienza diciendo que:

“En México es necesario realizar una nueva revolución. Esa es la respuesta categórica de los comunistas frente a los más agudos y trascendentes problemas nacionales.”

El planteamiento del PCM para luchar por una nueva revolución era una de las ideas más motivadoras para los jóvenes comunistas; en el Informe al II Congreso podía estar poco o mal argumentada pero fue una posi-ción casi unánimemente compartida, con ella arraigaba más el entusias-mo y la combatividad de los miembros de la JCM.

El Informe tiene tres capítulos o bloques temáticos. Una primera parte se dedica a:

* Polemizar con el PRI, señalar las deformaciones y fraca-sos de la Revolución de 1910-17; y a refutar un discurso que el presidente Gustavo Díaz Ordaz había dicho poco tiempo antes en una visita a la Escuela Normal Rural de Cañada Honda; también se polemiza con posiciones del líder del PPS Vicente Lombardo Toledano y su pro-puesta de una “tercera ruta” para México.

* La lucha por las libertades ciudadanas, por la vigencia de la Constitución y la libertad de los presos políticos;

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por la libertad sindical y de organización campesina y estudiantil.

* El reclamo por los derechos electorales negados a los comunistas; y la denuncia de la ley electoral antidemo-crática. Se criticó en especial a los partidos de “oposi-ción leal y la controlada” el Partido Popular Socialista y el Partido Auténtico de la Revolución.

* Otros párrafos de esa primera parte del Informe argu-mentan que: “La burguesía no tiene nada que ofrecer a la juventud”; que “Sólo los comunistas proponen una gran causa para luchar”. Se delinean características de la revolución democrática y antiimperialista que era la propuesta programática de entonces. Se dan elemen-tos de la estrategia política: Lucha de masas, acumula-ción de fuerza, formación del ejército político de la nue-va revolución; se exponen las relaciones entre la lucha por reivindicaciones inmediatas y la revolución, y se rechaza lo que entendíamos por el sectarismo y las aventuras políticas.

Un segundo capítulo es “La crisis general del capitalismo y la política internacional de la JCM”; en particular se aborda el “Significado histórico de la Revolución de Octubre”; el tema de “La crisis general del capitalis-mo”; la visión que se tenía de “Los 3 torrentes del Movimiento Revolucio-nario Mundial (Países socialistas, movimiento obrero de los países capi-talistas, movimientos de liberación nacional). Todo ello sustenta otra posición fundamental: el “Internacionalismo de la JCM”.

El tercer capítulo titulado “Por una JCM de masas, combativa y revolu-cionaria”, definía qué era la JC, sus características, cómo construirla y cómo actuar, sus normas internas y las relaciones con el PCM, eran pues elementos importantísimo de la discusión del Congreso. Sus partes abordan algunos antecedentes: “Cambios internos en 1965 y crecimien-to de la JCM”; los avances en la “Formación de una dirección nacional, de comités intermedios y de base”; se señalaba que “La JCM aún peque-ña pero ya es muy importante”. El núcleo de este capítulo son las partes siguientes: La concepción de la organización comunista juvenil; La JCM no es un PC de jóvenes, sus funciones y métodos son distintos a los del partido; Con las masas juveniles para crecer en ellas; Unidad, combativi-dad, organización; Trabajo entre las muchachas y la juventud obrera y campesina.

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Nueva fase de la lucha

Marcos Leonel Posadas Segura

De las tesis formuladas por Marcos Leonel Posadas en pre-paración de la reunión de activistas y militantes de la JCM en la UNAM y el IPN el 11 de enero de 1969, la cual hizo un balance político del movimiento estudiantil-popular de 1968.

El movimiento estudiantil-popular por la democracia iniciado el 26 de julio, se desenvuelve ahora en una fase nueva, en la cual sus positivos efectos políticos se dejarán sentir durante un largo periodo. Debido a la falta de solución real a las demandas, a la persistencia y el agravamiento de todas las causas que lo motivaron, la continuidad de sus expresiones se prolongará hasta entroncar con nuevos y distintos movimientos polí-ticos de la vida de la sociedad mexicana, que tienen una raíz común: la agudización de los rasgos antidemocráticos y antipopulares de la políti-ca gubernamental.

Este movimiento, como otros anteriores y los que le sucedan, forman parte de un proceso histórico de carácter objetivo: el desarrollo político social de México. El movimiento estudiantil-popular debe ser ubicado en el curso de ese proceso.

Los cambios en la situación política derivan principalmente del brusco incremento del ritmo -introducido por el movimiento-, con que se des-envuelven las tendencias del desarrollo político del país. Tendencias que en su mayoría actuaban con anterioridad al 26 de julio.

Por causa de los acontecimientos, muchas cuestiones, por ejemplo: la necesidad de luchar por la democracia, la comprensión más plena del carácter reaccionario del régimen, la urgencia de cambio políticos de fondo, etc., (que antes eran evidentes sólo para los comunistas y otros sectores avanzados), se convirtieron en criterios políticos y razones mo-vilizadoras para amplísimos sectores de la población.

Uno de los cambios producidos por esta lucha, es el importante creci-miento de la oposición política a la línea de la burguesía gobernante. Las fuerzas sociales activas y dispuestas a conquistar cambios progresistas en la situación nacional, son ahora mucho más amplias y fuertes. Para mucha gente, lo que antes sólo era inconformidad con la política guber-

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namental se transformó en decisión de lucha, en conciencia de que so-lamente por medio de la lucha de masas se podrán resolver y eliminar las causas del descontento.

Millones de personas pudieron comprobar --apoyándose en hechos dra-máticos de su propia experiencia--, como avanza el proceso de reaccio-narización política del régimen y comenzaron a comprender que tal re-accionarización constituye uno de los obstáculos principales para el progreso del país. Millones de personas se dan cuenta con más o menos profundidad, que la conducta antidemocrática del gobierno obedece a los intereses de clase que representa, a su carácter burgués, a su línea de garantizar la consolidación de los grupos monopolísticos que van adquiriendo el control de los sectores más dinámicos y rentables de la economía.

El estrangulamiento de los derechos políticos de las masas es un índice sobresaliente de la reaccionarización de la política gubernamental pero no es el único. Otros aspectos son la política ante el imperialismo para dar facilidades a la inversión de los monopolios y acrecentar la depen-dencia financiera, comercial y tecnológica; su política agraria anticam-pesina; la protección a los capitalistas para la superexplotación de la clase obrera; la política fiscal que descarga el grueso de las exacciones sobre los causantes de escasos recursos en beneficio de grandes nego-ciantes y rentistas; etc.

Otro índice del reforzamiento de las tendencias más reaccionarias en el aparato gubernamental es la oficialización del anticomunismo, ejemplos de ello son los procesos por asociación delictuosa iniciados contra mili-tantes comunistas, la confiscación en la Aduana de la Ciudad de México de publicaciones provenientes de los países socialistas, las tesis violen-tamente anticomunistas de los discursos de los generales García Barra-gán, Corona del Rosal y Gastélum en la celebración del 20 de noviembre.

Avanza la tendencia hacia la dictadura policíaco-militar. Cada vez más el gobierno cancela los métodos políticos garantizados por la Constitu-ción, los sustituye por la sistemática represión terrorista recurriendo al Ejército y a los métodos policíacos.

A su vez, los militares, dándose cuenta del crecimiento de su importan-cia en la aplicación de la política gubernamental, comienzan a tomar la iniciativa, a formular y externar sus opiniones políticas, en extremo reac-cionarias, lo que aumenta los peligros militaristas-goriloides.

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Con el movimiento se demostró la falta de autoridad y la pérdida de eficacia de los aparatos gubernamentales de control y de influencia so-bre las masas, tales como el PRI, el INJM, etc. Aumentó el descrédito del Congreso de la Unión, se debilitó el paternalismo presidencial, se desar-mó la demagogia sobre la “unidad nacional”, se derrumbó la careta de “la estabilidad política”.

Se intensificó el proceso de diferenciación de posiciones políticas entre las fuerzas de la burguesía. La disensión de opiniones entre políticos pertenecientes al aparato estatal, a la “familia revolucionaria” fue más evidente y aguda en el curso del movimiento. Es ese un fenómeno que se desenvuelve y en el cual las tendencias que preconizan la apertura de un nuevo periodo de reformas son más insistentes.

La burocracia política priista, integrada por políticos profesionales que han hecho fortuna valiéndose del aparato estatal, en los años recientes ha entrado en mayores compromisos con la oligarquía financiera, cuyos intereses de grupo explotador feroz, frenan la aplicación de reformas y se oponen al otorgamiento de concesiones a otros grupos y capas de la burguesía.

La burocracia política, apoltronada por muchos años de relativa calma en el frente de la lucha de clases. Acostumbrada a una “oposición con-trolada” y a una pequeña y dispersa oposición independiente, se ha visto sorprendida por la pujanza y fortaleza del movimiento estudiantil. Esa burocracia política corrupta y corruptora, antidemocrática en sus manejos, confiada hasta hace poco en sus tradicionales métodos de gobierno, comprende que una oposición independiente, masiva y en lucha abierta, que exige la democratización de la vida del país debe te-ner respuestas más consistentes y duraderas. Sin embargo, ese sector se siente inseguro para entrar en un periodo de lucha política por la conquista de las masas, sabe que ha perdido autoridad, que no tiene popularidad, que ahora ca-rece de caudillos relevantes.

Esa burocracia ve en peligro el “equilibrio político” en su sistema. Se ve amenazada de desplazamiento por la oligarquía financiera, con una cre-ciente oposición popular, presionada por el imperialismo, así enfrenta la coyuntura de la sucesión presidencial. Es probable que, dada esa situa-ción, la burocracia política realice algunas maniobras para reconstituir tal equilibrio. El sentido y las acciones de maniobra política no se ven toda-vía completamente definidos, hay una situación cuyo curso y desenlace es difícil precisar; pueden ser tanto para acelerar como para frenar el

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proceso de reaccionarización. Es también posible su falta de iniciativa y que prevalezca el inmovilismo, lo que haría más precario el predominio de la burocracia priista.

Consideramos la existencia real de una tendencia dentro del PRI que es partidaria de realizar cambios, nuevas reformas que aligeren su despres-tigio entre el pueblo, pero los acontecimientos permiten deducir que tal tendencia es débil, que no tiene capacidad para decidir y que el tipo de intereses que hoy representa el gobierno deja escaso margen para la realización de tales reformas.

Los seis puntos del pliego reivindicativo del movimiento han sido la for-ma de manifestarse de una exigencia más amplia y fundamental: la de-mocratización de la vida política del país.

El movimiento iniciado el 26 de julio ha sido una formidable demostra-ción de las posibilidades de acción conjunta de sectores con diversa orientación política, que tienen diferencias ideológicas profundas y con intereses de clase distintos. Esa unidad de acción tiene una base objeti-va: la falta de democracia, el avance del proceso de reaccionarización de la política gubernamental, el incremento de las tendencias hacia la dic-tadura policíaco-militar; fenómenos que afectan a la mayoría de la po-blación del país.

La acción conjunta que se logró durante el movimiento debiera conti-nuar y fortalecerse, para que eso ocurra debe consolidarse una base política. La base de la unidad se puede construir con reivindicaciones de distintos sectores de la pobla-ción, las que den cuerpo a un Programa o Plataforma para la renovación democrática de la vida nacional.

No hay otro camino para producir el desarrollo político de México, nin-guno otro que conduzca a la derrota de los monopolios, de la gran bur-guesía y del imperialismo: sólo la cohesión de todas las fuerzas demo-cráticas y patrióticas en la lucha por la inmediata solución democrática de los problemas nacionales más agudos.

Una tarea urgente de los revolucionarios y demócratas es formular con precisión la alternativa inmediata que se ofrezca al pueblo mexicano frente al desastroso rumbo por el cual la burguesía conduce al país.

En ese camino, es urgente luchar para que las masas asimilen cons-cien-temente la necesidad de combatir por la conquista de la democracia

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política, que ahora es la cuestión donde la crisis de las instituciones burguesas se manifiesta con más fuerza. La falta de democracia es el problema con el cual las masas establecen inmediato contacto en cual-quier intento de lucha reivindicativa.

La lucha por la democracia política abarca cuestiones tales como: la li-bertad de los presos políticos y el cese de las persecuciones y procesos por motivos políticos; el respeto pleno a la Constitución, la integridad y autonomía de las instituciones educativas, la ampliación de los derechos políticos de la mayoría, en especial en las cuestiones electorales y la democracia sindical, etc.

Otros problemas que provocan ahora tensiones sociales y demandan solución son: la crisis de la educación, la crisis de las relaciones agrarias, el alud de las inversiones extranjeras, los problemas salariales, la nueva ley del trabajo, etc.

La lucha por la democracia está enfilada contra la política de la gran burguesía y del imperialismo, adquiere ya hoy un claro sentido anticapi-talista, entronca con la lucha por el socialismo. La lucha por la democra-cia en todos sus aspectos (político, económico, educativo, etc.) es parte integrante de la lucha por la Revolución Democrática, Popular y Antim-perialista. La lucha por la democracia es etapa preparatoria de la lucha por la Revolución.

El movimiento estudiantil-popular fue fundadamente espontáneo, por su falta de planeación previa, por la no existencia de un Programa polí-tico que orientase a todos los sectores participantes. Las experiencias dimanantes de las acciones propician la paulatina extensión del carácter consciente del movimiento. La acción espontánea de las masas adquirió una forma explosiva debido a la falta de canales por donde puedan ex-presarse las inquietudes y las luchas populares: organizaciones de ma-sas, un clima político adecuado, tradiciones de lucha organizada, etc. En el actual periodo de la vida del país, mientras no cambien el bajo nivel de organización y la educación política de las masas, lo previsible es que las luchas adquirirán una forma explosiva.

La base y causas del movimiento es la realidad social, varios de cuyos aspectos se encuentran en crisis; donde las contradicciones sociales, políticas y económicas se han agudizado creando un amplio desconten-to popular. El descontento en sí, no tiene mayor significación revolucio-naria, se requiere que el descontento de las masas se enfile hacia obje-

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tivos progresistas, se convierta en decisión de acción, en movilización combativa y que sea correctamente canalizado.

El movimiento, que comenzó como resistencia a la brutalidad policíaca por parte de un sector de los estudiantes, fue ampliándose a todo el estudiantado, al magisterio de enseñanza media y superior, fue conquis-tando la simpatía de la población del D. F. El movimiento se mantuvo en un proceso ascendente y de ampliación por un periodo relativamente largo (hasta la no aceptación de la renuncia del Rector de la UNAM), se extendió a la provincia, se colocó al centro de la vida nacional. Frente al movimiento todas las fuerzas políticas debieron definirse, sea para apo-yarlo, combatirlo o neutralizarlo.

Una nueva situación se formó a partir de las sangrientas agresiones de la fuerza pública a la Ciudad Universitaria, a los estudiantes de Zacaten-co, de la Vocacional 7, de Santo Tomás, y sobre todo de la masacre rea-lizada por el ejército el 2 de octubre en Tlatelolco. Vino una nueva oleada de arrestos masivos y el país pasó prácticamente al control militar. Se desarrolló la campaña confusionista dirigida por el gobierno, apoyada en Sócrates Campos, Elena Garro, y otros. A consecuencia de todo lo ante-rior sobrevino un descenso real de la capacidad de movilización estu-diantil, no pudo reanudarse la protesta masiva contra la nueva ola de represión. La confusión apareció en varios sectores por efectos de la campaña de calumnias, de la impotencia para enfrentar y derrotar a los agresores y por la oscuridad de la perspectiva inmediata.

La táctica seguida por el movimiento fue, en los problemas principales, fundamentalmente correcta: la lucha de masas ha sido su forma de exis-tencia a través de la huelga, de las manifestaciones, de los mítines, de la amplia labor de agitación y propaganda entre la población. El movimien-to se caracterizó por la búsqueda de solución a las demandas concretas; combinando su formidable firmeza, combatividad y persistencia con la flexibilidad que pudiese conducir a soluciones.

El planteamiento táctico acerca de la suspensión de la huelga ha sido necesario y correcto, --a pesar de las deficiencias con que se realizó la discusión en la base estudiantil y de la insuficiente labor de los dirigentes para aclarar la perspectiva de lucha--. Ese planteamiento fue consecuen-te con la consideración del movimiento democrático y revolucionario como un proceso que resuelve sus batallas en función de la correlación de fuerzas existentes. El proceso de lucha del movimiento continuará, su desarrollo debe preservarse, hay que darle las mejores condiciones posi-

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bles para su avance acelerado. Es un proceso que no debe ponerse en peligro por los sentimentalismos, ni por la espontaneidad o las aven-turas.

Durante el movimiento se ha desarrollado una persistente campaña an-ticomunista dirigida principalmente contra el PCM, la JCM y también contra la CNED. Esa campaña ha hecho de la calumnia su recurso prin-cipal con el objetivo de crear confusión y aislar a los comunistas que son la fuerza política de izquierda con más posibilidades de desarrollo. Esa campaña también estaba dirigida contra el movimiento en sí y contra el principio de la unidad de acción de todas las fuerzas democráticas. El anticomunismo mostró ser la práctica política más reaccionaria, antide-mocrática, antipopular y antiunitaria. Han coincidido en esta campaña, la propaganda gubernamental, los membretes de la extrema derecha (Muro, Fum, etc.), los grupúsculos sectarios (“ultras”), revistas de otros grupos tales como Gente y ¿Por qué?, etc.

En el curso de los últimos años y en particular durante el movimiento de julio-diciembre, se han registrado múltiples actos de provocación: aten-tados, campañas de calumnia, oleadas de rumores, proposiciones apa-rentemente muy combativas de seudoestudiantes, etc. La provocación se ha convertido en una práctica permanente de las fuerzas reacciona-rias y se realiza con amplio apoyo gubernamental. El objetivo de esa conducta de los enemigos del movimiento democrático y revolucionario es desprestigiar la lucha popular, aislarla, facilitar la represión y favorecer el proceso de reaccionarización política. Dentro del movimiento estu-diantil seguramente hay agentes provocadores infiltrados, la vigilancia del movimiento debe reforzarse para descubrir y frustrarlos.

Este movimiento estudiantil-popular ha dado ya importantes resultados positivos, entre otros:

Se abrió una nueva etapa en el desarrollo del movimiento estudiantil nacional, continuación de la Conferencia de Morelia, de la formación de CNED y de muy diversas luchas que ha dado por todo el país el estu-diantado democrático. En esta nueva etapa de su desarrollo, el movi-miento estudiantil nacional puede alcanzar su unificación, ya se ha colo-cado como una de las fuerzas sociales políticamente más significativas.

Marca un sensible ascenso de la lucha por lo democracia, por los cam-bios político-sociales progresistas, que ahora pueden plantearse a un nuevo nivel.

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Coloca a los estudiantes del D. F. en la primera línea, superando el retra-so en la utilización de su capacidad de lucha.

Generalizó experiencias de organización combatiente que antes estaban poco desarrolladas y que ahora pueden ser la base organizativa del mo-vimiento estudiantil democrático, tales como:

1) Las brigadas de información y agitación política, las que pueden crearse como organismos permanentes del movimiento estudiantil, ser una de sus formas de existencia, las brigadas son muy venta-josas por su dinamismo para impulsar la lucha y establecer firmes lazos orgánicos con el resto de la población. Las brigadas perma-nentes pueden ser núcleos de formación política, un fruto de la discusión para la elaboración de su propia propaganda.

2) Los comités de lucha estudiantil, organismos que a cada escuela dan un modelo de funcionamiento democrático con base en las asam-bleas generales y en los comités de lucha por aula; ejemplos de agru-pación estudiantil unitaria que pueden superar la anterior división en torno a las “planillas” o “partidos políticos estudiantiles”. En muchas escuelas los Comités de Lucha deben convertirse en órganos perma-nentes que den cuerpo a una nueva concepción de la Sociedad de Alumnos, mediante su actividad constante, la pertenencia voluntaria de los alumnos en ellos, su control por las asambleas, con la formu-lación de planes de trabajo y objetivos movilizadores. Para convertir en permanentes, los Comités de Lucha deben tener comisiones que atiendan los trámites escolares y la satisfacción de otras necesida-des de los estudiantes. En otras escuelas donde las Sociedades de Alumnos sigan existiendo hay que inyectarles esa nueva concepción democrática.

3) El movimiento creó el Consejo Nacional de Huelga y la Coalición de Maestros, organismos de unidad de acción y de coordinación, cuyas experiencias contribuirán a construir las nuevas formas de unidad del movimiento estudiantil.

Toma mayor dimensión la posibilidad de que el movimiento estudiantil en su conjunto, juegue un importante papel como una de las fuerzas motrices de la Revolución Democrática, Popular y Antiimperialista. Aho-ra debe cumplir importantes tareas del periodo de acumulación de fuer-zas, tareas que significan una sostenida y fuerte lucha para ir arrancando de la influencia y del control de la burguesía a más y más sectores de la

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población, para ir cambiando la actual correlación de fuerzas que hoy es favorable a nuestros enemigos.

En tal sentido, el movimiento estudiantil puede ir avanzando en su pro-pia reorganización, asimilando desde la base estudiantil la necesidad del cambio revolucionario de la sociedad, elevando su comprensión de las tareas revolucionarias y su capacidad de lucha. Además, puede ayudar en la reorganización política de otros sectores de la población, entre obreros y campesinos: realizando agitación política, racionalizando las inquietudes existentes, difundiendo los ideales de renovación socialista, auxiliándoles en sus luchas reivindicativas. Tareas muy importantes y de gran responsabilidad.

Las fuerzas del movimiento estudiantil del D. F. y de otras partes del país tenían el 26 de julio una situación de dispersión orgánica. Los ejemplos principales de esa situación han sido: la falta de organización única para los estudiantes de la UNAM; la falta de representatividad de la FNET entre los estudiantes del IPN; la debilidad y aislamiento de la CNED en el D. F. Existía una gran debilidad de las Sociedades de Alumnos de escuela que no despertaban el interés ni provocaban la movilización de la base estu-diantil. Proliferaban tanto el “grillismo” como el tra-bajo sectario en los grupos políticos de izquierda. No existía una tradición de unidad de ac-ción y ni siquiera una noción clara de lo que significa la unidad de acción.

Lo descrito en el párrafo anterior no ha cambiado de golpe, pero el mo-vimiento produjo condiciones favorables que permiten modificar esos elementos de atraso en tiempo breve; algunas de esas condiciones fa-vorables son: una gran experiencia del trabajo de masas del movimiento estudiantil, elevación de la decisión combativa de miles de estudiantes, mayor comprensión de los problemas políticos del país, experiencia de acción unida entre todos los estudiantes del D. F., comprensión de la necesidad de que exista una organización unitaria del movimiento estu-diantil nacional, comprobación práctica de la justeza de la línea política del PCM y un trabajo fundamentalmente correcto de la JCM.

Un objetivo por el que trabajamos los comunistas desde hace muchos años es la construcción de una central estudiantil nacional, mayoritaria, unificada, combativa, democrática, que intervenga en las luchas por la renovación política de México. Para realizar exitosamente ese objetivo es necesario que: a) Arraiguen en la base estudiantil algunos elementos programáticos que vayan afianzando su unidad; b) Reforzar y vigorizar las organizaciones estudiantiles desde la base, comités de lucha y socie-

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dades de alumnos; c) Crear condiciones para la unidad de acción entre las organizaciones estudiantiles del país.

Hoy más que nunca existen condiciones favorables para avanzar en la creación de una organización nacional mayoritaria de los estudiantes mexicanos. Hay cuando menos tres vías para intentar formarla:

La vía “grilla”, mediante un simple cónclave de dirigentes, por arriba, sin consolidar los cambios que se van produciendo en el movimiento.

La vía antiunitaria, que hace tábula rasa con las organizaciones existen-tes, con el proceso anterior que ha vivido el movimiento estudiantil na-cional. Esta puede tener variantes.

Mediante el aceleramiento del proceso de unidad de acción entre todas las organizaciones estudiantiles del país, sobre la base de un programa político mínimo, mediante el reforzamiento de la solidaridad y la conti-nuación del proceso de reorganización desde la base del movimiento estudiantil.

Las tareas para avanzar en la organización nacional estudiantil son di-versas, deben ser abordadas nacionalmente y no sólo en el D. F. Habría que marchar en varios sentidos; por lo que toca al D. F., hay que trabajar para consolidar y reestructurar donde sea necesario los Comités Coor-dinadores y los Comités de Lucha en la UNAM y el IPN para impulsar con ellos la continuación de la lucha por la libertad de los presos y otras demandas. Sería útil editar un órgano periódico que promueva la discu-sión de los problemas del movimiento, la movilización y la unidad de acción. Debe procederse en los estados y en el D.F. a reforzar la CNED y trabajar más en la elaboración de los problemas teóricos del desarrollo del movimiento.

Debe además iniciarse el trabajo de contactos y de discusión para reali-zar una Asamblea, Consejo o Conferencia estudiantil nacional tratando de que participen todas las organizaciones que estuvieron ligadas al movimiento. Los objetivos de una reunión así serían principalmente los siguientes:

Planear las luchas del estudiantado nacional para exigir la solución a los seis puntos del pliego del CNH y por otras medidas de democratización del país. Discutir las principales formas de unidad de acción y de solida-ridad estudiantiles.

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Plantearse el problema de la nueva forma de organización estudiantil; comenzar a examinar los puntos del Programa y las Bases de Organiza-ción y abrir un periodo de discusión en la base estudiantil de todo el país para darle sustentación real y firme a la nueva organización nacional.

Prever el Congreso Constituyente de la nueva organización estudiantil.

Algunos compañeros de la UNAM y del IPN deben ser designados para que junto con la Comisión Ejecutiva nacional trabajen de inmediato en la elaboración de los puntos programáticos que propondríamos a la discusión de todo el estudiantado. Debiera ser una plataforma progra-mática mínima que establezca bases de unidad en unas cuantas cues-tiones fundamentales, las principales son: la lucha por la democratiza-ción del país, las relaciones y solidaridad del movimiento estudiantil con otros sectores de la población, la democratización interna del movimien-to estudiantil, la solidaridad internacional. Las bases de organización deben ser unitarias y flexibles.

De particular importancia para el movimiento estudiantil, para el magis-terio de educación media y superior y para la intelectualidad progresista es hoy la lucha por superar la crisis de la educación. Esta lucha abarcará todo un periodo de combates contra la reacción y el imperialismo que agudizarán su orientación antipopular y anticientífica para modificar las instituciones de educación superior tomando como modelo las univer-sidades capitalistas típicas, como las de EU e Inglaterra.

Nuestra concepción de la reforma democrática intenta ser aplicación del Programa de la Revolución Democrática y Antiimperialista a las cuestio-nes de la educación. Conscientes de que una educación popular y cien-tífica está ligada indisolublemente con la transformación revolucionaria de la sociedad mexicana. El informe presentado por la CNED al Semina-rio sobre la Reforma y Democratización de la Enseñanza, realizado en marzo de 1968, presenta una formulación inicial muy útil para la discu-sión de estos problemas.

Edición mimeógrafo s/f. Este texto se tomó del libro Partido Comunista Mexicano 1967-1972. Ediciones de Cultura Popular, México 1973.

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El marco internacional del XIX Congreso del PCM

Marcos Leonel Posadas Segura

Extractos del Informe para la discusión acerca de El marco internacional del XIX Congreso del PCM en el XXV Pleno del Comité Central; el 2 de febrero de 1981.

1. El aspecto internacional de la línea política del PCM tiene creciente importancia, la tendrá cada vez más en la medida que el PCM se despliegue como partido de acción política y se afiance como fuerza nacional que presenta ante las masas una estrategia revolucionaria de conjunto para avanzar en la lucha por el socialismo en México.

Puede hablarse de aspectos nacional e internacional de la línea po-lítica sólo de modo convencional. La línea es única, sus distintos elementos deben tener coherencia y responden a un mismo interés: el de la clase obrera revolucionaria.

En la lucha de clases que se expresa en las relaciones internacionales la participación del PCM no se limita la adopción de opiniones; éstas deben traducirse en actividad cotidiana del conjunto del Partido. Las opiniones concretas, los enfoques de las que se derivan y la concep-ción que las impregna, son parte del contenido de la lucha política y teórica que las organizaciones del Partido pueden desarrollar.

Las posiciones políticas del PCM relativas a las relaciones internacio-nales se confrontan con las de la burguesía, forman parte del com-bate político general. La lucha por la construcción de la hegemonía de la clase obrera revolucionaria en la sociedad, tiene un soporte en los aspectos internacionales de la línea del PCM.

Las opiniones del PCM sobre política internacional se adoptan con base en el análisis de la evolución de la situación mundial y en la definición del rol que tal situación tiene en la lucha revolucionaria de los pueblos; las posiciones del PCM no son resultado de la afiliación a una u otra tendencia del movimiento comunista, ni de tal o cual coincidencia con otros partidos en la interpretación de la teoría marxista. Es necesario dar más atención a la conexión que existe entre los fenómenos de la coyuntura internacional que forman ten-dencias duraderas o que tienen efecto prolongado, con el desarrollo de la vida política nacional y la lucha del PCM por sus objetivos.

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2. El PCM está inserto y forma parte de una determinada correlación internacional de fuerzas. La lucha del PCM por sus objetivos, su ac-ción contra la política del capital financiero, por la democratización de la sociedad mexicana, por la cons-trucción de la fuerza capaz de realizar la revolución socialista en México, recibe influencias fa-vorables y adversas, derivadas de los fenómenos que afectan la situación mundial.

La lucha del PCM y de la clase obrera mexicana tiene determinantes propias, se define y decide dentro del país, conforme a procesos y relaciones de fuerza específicos, pero esa lucha está conectada y en ciertos momentos estará condicionada por la situación internacional.

Fenómenos actuales como la nueva carrera armamentista, el retro-ceso de la distensión internacional, lo precario de la coexistencia pacífica, el estallido de crisis en países socialistas, el intervencionis-mo en asuntos de otros países, son desfavorables a nuestra lucha. Tomado eso en cuenta, la única actitud correcta es mantener y ampliar la acción política contra las tendencias que esos fenómenos configuran y luchar por soluciones distintas. Sería erróneo replegar-se y simplemente adaptar nuestra línea dada la fuerza de tales ten-dencias; ello significaría rendirse ante la política de bloques.

3. El movimiento comunista ha definido la correlación mundial de fuerzas, pero lo ha hecho de modo simplificado, global y tenden-cialmente, refiriéndola a grandes tramos de la historia. Es cierto que la evolución de las relaciones de fuerza ha sido favorable para “las fuerzas de la paz, el socialismo, la democracia y el progreso social”, pero tal correlación se manifiesta de manera concreta con variacio-nes que es muy arbitrario periodizar; además su manifestación es distinta para cada región del mundo y de país a país.

Para la lucha del PCM por la revolución, la caracterización global de la correlación mundial de fuerzas no es suficiente. Constituye la re-ferencia al marco internacional más general, pero hay otro inmedia-to, dominado por la vecindad con Estados Unidos.

El desarrollo de las fuerzas de izquierda y la realización de la revolu-ción en México, harán necesario trabajar para establecer una alianza de esas fuerzas con las masas trabajadoras de EU, con su clase obrera, con sus minorías nacionales (especialmente los chicanos) y con los sectores democráticos de ese país.

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4. En Europa la correlación de fuerzas no ha dejado de ser favorable.

Sin embargo, en esta región el movimiento obrero ha resentido una fuerte ofensiva neoconservadora que se aprovecha del malestar de-rivado de la crisis del modelo del Estado protector del bienestar social.

Las nuevas coaliciones gubernamentales de centro-derecha, tratan de capitalizar la situación para lanzarse a destruir parte de los dere-chos económicos y sociales conquistados por los trabajadores a lo largo de varios decenios. La an-tigua división del movimiento obrero europeo sigue lastrando su capacidad de lucha y fenómenos como la crisis polaca lo afectan seriamente. En relación con la situación que existía cuando hicimos el XVIII Congreso, se aprecia un retroce-so relativo (casos de Portugal, Francia, Italia, España, Grecia). Está en marcha la contraofensiva derechista que intenta “redimensionar” (reducir el papel y aislar) a los partidos comunistas

En África los imperialismos estadunidense, francés e inglés no pu-dieron evitar el derrumbe del viejo colonialismo portugués, pero con base en el régimen racista de Sudáfrica continúa una sistemática actividad de hostilidad y provocación contra Mozambique y Angola. En Chad y Zimbabwe los imperialistas no pudieron controlar la si-tuación a su favor, como en el caso de Zaire. Otros procesos antiim-perialistas (Etiopía, Argelia, RASD, Nigeria) profundizan su carácter. África sigue siendo un continente convulso y al mismo tiempo uno de los escenarios de confrontación de las grandes potencias.

5. La caracterización del mundo que divide a este en dos campos ha hecho prevalecer, por sobre la complejidad de los procesos reales, una concepción estrecha que reduce la lucha internacional de cla-ses a la confrontación estatal entre socialismo y capitalismo.

En la posguerra, esa concepción cobró máxima fuerza al formarse un conjunto de estados socialistas con la Unión Soviética como país dirigente. Posteriormente, el papel y el peso específico de la URSS y de EU, el desarrollo de la guerra fría, la fundación de la OTAN y del Pacto de Varsovia, afirmaron un sistema bipolar de relaciones inter-nacionales, dos campos con disciplina interna y bajo la hegemonía de la potencia principal.

Reducir la lucha de clases a la contradicción estatal entre los países socialistas y las potencias imperialistas, conduce a enclaustrar la

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lógica del desarrollo internacional de la lucha a las decisiones de las potencias líderes en el sistema bipolar de relaciones. Para los parti-dos comunistas esa reducción les lleva a subordinar o condicionar su conducta a la política de carácter estatal del PCUS.

6. En el movimiento comunista se sostiene que la contradicción prin-cipal de la época se establece entre el campo socialista y el impe-rialismo; esta concepción es fundamentalmente correcta, pero de ahí se derivó una simplificación y grave confusión: la lucha por el socialismo solamente como antiimperialismo. Esta confusión deja en segundo término, o completamente de lado, el papel de las con-tradicciones entre las clases de cada capitalismo nacional.

Los movimientos de liberación nacional que desmantelaron el sistema colonial, dieron lugar a un conjunto de nuevos Estados desde el cual se perfilaron tres tendencias: una orientada hacia la URSS, otra alinea-da al imperialismo, y la que se orientó fuera de los bloques, primero como países neutralistas y después como No-alineados. Se puso de relieve el doble carácter de un proceso que liquidó viejas formas de explotación y al mismo tiempo creó condiciones para la reproducción a escala mundial de las relaciones capitalistas de producción

7. Los procesos reales de la lucha de clases avanzan y cada vez son mayores las posibilidades de acción de los luchadores por el socia-lismo. Una tarea importante que debe ser abordada conjuntamente por revolucionarios de todos los países, es establecer condiciones internacionales favorables al triunfo de los procesos revolucionarios en los países capitalistas, condiciones de paz, de seguridad, de no intervención, de respeto a la autodeterminación de los pueblos.

La lucha para evitar un conflicto militar generalizado tiene gran sig-nificación revolucionaria. No se trata solamente de aislar y controlar las guerras locales ni de hacer depender la paz del equilibrio de te-rror representado por los arsenales en aumento constante y cada vez más sofisticados.

Lo principal para garantizar la seguridad y la paz es avanzar hacia la disolución de los bloques militares; hacia el desarme (termonuclear y convencional); otro objetivo fundamental es fortalecer la coexis-tencia pacífica (que no consiste sólo en la no guerra) mediante la cooperación —que también es competencia— en los planos econó-mico, científico-técnico, cultural. Un sistema de relaciones interna-

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cionales con conquistas de esa naturaleza haría posible el fin de la política de “zonas de influencia”, garantizaría la no intervención en los asuntos de otros Estados y la solución pacífica de los conflictos interestatales; las relaciones internacionales serían más democráti-cas y se reducirían los obstáculos externos para el desarrollo de los países atrasados. Se trataría de un avance extraordinario en las rela-ciones internacionales y en la situación del mundo.

8. El sistema bipolar de relaciones está en crisis y el mundo vive un pe-riodo de transición hacia otro sistema de relaciones internacionales, hacia un multipolarismo todavía no definido. Los intereses de poten-cias como Japón, RFA, Francia y otras, están en contradicción con la política norteamericana de confrontación con la URSS; China busca un papel propio, y reclamo semejante anima a numerosos países, destacados unos por su peso económico en aumento (vgr. Arabia Saudita, Brasil, México), por su fuerza militar (Vietnam, Irak, Corea del Sur), o por su capacidad de iniciativa política (Yugoslavia, India).

El juego de las contradicciones del mundo actual pone en acción a nuevos actores: Estados, movimientos, corrientes, instituciones; su acción desestabiliza el equilibrio entre los supergrandes. Por otra parte, dentro de cada campo son mayo-res las tendencias a la dis-gregación y al desarrollo de políticas autónomas, conforme a los intereses de cada Estado. Las demandas de los países de economía subdesarrollada pueden crear tensiones si no son atendidas, pues hoy en mayor medida que antes, tienen posibilidades de impulsar sus propias políticas.

El bipolarismo sigue predominando en el aspecto militar, pero cada vez menos en los planos económico y político.

Con todo, el peso del bipolarismo es enorme y la política actual de los EU pretende prolongarlo y afianzarlo.

9. El alcance de los problemas que hoy tiene el mundo y que forman un cuadro de crisis global, supera las llamadas contradicciones Norte-Sur, las que tienden a pesar más en las relaciones Este-Oes-te. Problemas como el de energéticos, del comercio mundial, de transferencia de tecnología y de capitales, de los recursos naturales y capacidades productivas, de la división internacional de trabajo, reclaman la intervención y el compromiso de los países socialistas. Esa intervención permitiría pensar con seriedad en nuevos proce-

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sos de reorganización internacional en los que surgieran institucio-nes globales que recojan la problemática general y desarrollen po-líticas universales, fruto de un compromiso a favor de la seguridad internacional en esta fase de transición del sistema de relaciones; compromisos que apoyen nuevas etapas de distensión y que for-men condiciones para la cooperación, la seguridad, el desarme y el desarrollo.

10. Las proclamas de gobierno de Ronald Reagan y las orientaciones definidas por sus asesores indican la decisión de no limitarse a administrar la crisis norteamericana, sino lanzarse a una ofensiva para recobrar el liderazgo económico y la superioridad militar en el mundo. Rasgos de la política anunciada son su reaccionarismo y peligrosidad.

Estados Unidos pretende establecer un sistema internacional de “pa-ridad desigual”, en el cual intervendrían factores como los siguientes: a) que EU y la URSS mantengan la bipolaridad estratégica (militar); b) revitalizar las doctrinas del papel global de EU; c) acentuar la con-frontación con la URSS (“defensa de la civilización occidental”); d) privilegiar el enfoque militar de los problemas políticos del mundo.

Acentuando la confrontación con la URSS, Reagan busca recompo-ner la hegemonía yanqui en la alianza de las potencias imperialistas y asegurar la adhesión del conjunto de países subordinados o sus-ceptibles de subordinarse (con esa conducta tratará de ganar con-senso interno cultivando el chovinismo yanqui). Así, la paridad no existirá en otros campos, pues se impondría el condicionamiento a los demás para que reconozcan su liderazgo y su intervención en todos los asuntos mundiales.

En función de tales objetivos EU trataría de fortalecer su economía por medio de: 1) la “reindustrialización selectiva” (estimulando el desarrollo de ramas tradicionales, que perdieron competitividad como la electrónica, la siderúrgica, la automotriz y otras, así como la sobrealimentación de las ramas productoras de armamentos); 2) un poderío bélico superior que le permita imponer sus leyes a los de-más. Ese proyecto es muy peligroso pues impulsa y acelera la carre-ra armamentista (al desarrollo de nuevo armamento se dedicará 29% del presupuesto militar de 1981/82, mismo que se revisa ya para aumentarlo entre 10 y 20%). Se busca no el equilibrio sino la supre-macía y la capacidad de asestar el primer y más efectivo golpe nu-

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clear que impida al contrario responder. Una doctrina militar de re-ciente cuño entre los estrategas yanquis es la de que “la guerra puede ser ganada”. Se alimenta así la esperanza de la victoria militar en una guerra nuclear de alcance limitado.

11. El proyecto delineado por el gobierno de Reagan, difiere fuerte-mente del “trilateralismo” adoptado por Carter. La orientación trila-teral que prevé la combinación y concertación de planes y acciones por parte de las principales potencias imperialistas (EU, Europa Occidental y Japón) es sustentada por fuerzas muy poderosas del capital financiero internacional. El trilateralismo pone su acento en un método: compartir responsabilidades y dar participación en el manejo de la crisis generalizada del capitalismo a los dirigentes del capital monopolista de las potencias capitalistas principales.

Un componente muy importante de la estrategia trilateral es la bús-queda de la colaboración con la URSS y los países socialistas (para lo cual es indispensable la distensión). El horizonte de la trilateral es más amplio, otea el mercado mundial único (por encima de la divi-sión del mundo en dos campos y en dos mercados). La contradic-ción entre el chovinismo de los planes de Reagan con una parte muy importante del capital monopolista internacional es notable y dará lugar a conflictos.

12. La política de confrontamiento con la URSS afecta seriamente a los países capitalistas europeos. Para estos resulta difícil renunciar a las ventajas económicas del intercambio con los países socialistas; tampoco admitirán fácilmente una imposición de la hegemonía nor-teamericana, que no corresponde a los procesos del desarrollo eco-nómico desigual y que les restaría capacidad de acción autónoma; pero, además, existe otro factor fundamental: la posibilidad de una guerra nuclear limitada no los excluye, los encontrará en primera fila, en situación vulnerable, y los pondrá en riesgo de destrucción. La aplicación de los peligrosos proyectos de Reagan encontrarán resistencia por parte de los países de Europa Occidental.

13. El afán de superioridad militar y el intervencionismo serán factores predominantes en la administración Reagan. Esa conducta signifi-cará un endurecimiento de la situación general, pero las respuestas políticas no deben ser sustituidas por el alarmismo ni únicamente por otro armamentismo para equilibrar el poder (para la economía de la URSS, menos desarrollada que la de EU y con problemas de

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crecimiento —el año pasado solo fue del 2%—, mantener su poten-cialidad militar es muy oneroso). La iniciativa política, la creatividad para impulsar una política de paz y para restablecer su credibilidad entre gobiernos y pueblos de Occidente, es una demanda que la situación actual presenta a los dirigentes soviéticos. Es oportuno mejorar las condiciones para una nueva ofensiva de paz de la URSS (en este sentido resultó muy negativa la ocupación de Afganistán). Iniciativas para la paz, el desarme, la coexistencia, la cooperación y la seguridad corresponden a los intereses de los pueblos, y pueden movilizar fuerzas enormes, capaces de derrotar el guerrerismo y agresividad imperialista. Algunos ideólogos de Reagan alientan la búsqueda de un acuerdo estratégico con la URSS y aconsejan presionar intensamente para llevarlo a cabo. Hablan de un acuerdo que reconozca la supremacía de EU y que mantenga el statu quo de las respectivas esferas de influencia; que garantice estabilidad en el Golfo Pérsico y en África, y que bloquee la solidaridad con los movimientos revolucionarios de América Latina. Un acuerdo así mantendría la inseguridad en el mundo. No se someterían a él los movimientos revolucionarios. Sostenemos que la URSS no está dispuesta a un acuerdo de tal naturaleza, aunque le signifique algún alivio a sus compromisos.

La inseguridad mundial no estará garantizada por ese tipo de acuer-do. Para EU representaría tener manos libres para imponerse en sus áreas de influencia, en las que de modo creciente se operan cambios de diverso tipo, desde la afirmación de capitalismos locales que discrepan de la superpotencia hasta revoluciones populares y socia-listas. La paz, la seguridad, el equilibrio mundial y la marcha del proceso revolucionario no dependen únicamente de cómo se desa-rrolle la relación EU-URSS; tienen un papel cada vez más importan-te la políti-ca de no-alineamiento, la autonomía de los movimientos revolucionarios y el cómo se resuelvan las otras contradicciones de un sistema internacional en transición del bipolarismo al multipola-rismo.

14. El proyecto de Reagan está a contrapelo del proceso real del de-sarrollo histórico, constituye una reacción desesperada ante las dificultades internas y externas del imperialismo norteamericano. El mismo Alexander Haig, halcón del equipo Reagan, tuvo que atem-perar su discurso ante la subcomisión del Senado. Él expuso los objetivos de la política exterior del modo siguiente: “Contrarrestar el poderío soviético, restablecer un clima económico internacional

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ordenado, la maduración económica y política de las naciones en desarrollo para beneficio de sus pueblos y el logro de un nivel ra-zonable de civilidad internacional”. Al referirse a los métodos para aplicar esa línea Haig señaló, que “debe procurarse activamente moldear los acontecimientos y, en el proceso, tratar de fomentar un consenso entre los pueblos que piensan igual”.

Realmente el proyecto de Reagan es fundamentalmente ideológico. Mencionamos antes algunas de sus contradicciones dentro del cam-po imperialista, existen otras de carácter interno: es un hecho que las dificultades económicas son verdaderas, que son de gran mag-nitud y que el relanzamiento industrial no es una cuestión de volun-tad. La política de reducción de los gastos sociales del gobierno y la intención de forzar la elevación de la productividad intensificando el trabajo, llevarán al conflicto con el movimiento sindical norteameri-cano; el reaccionarismo de Reagan lo enfrenta con extensos secto-res fieles a las tradiciones democráticas estadunidenses.

15. Debe entenderse que la Unión Soviética tiene necesidades como Estado y que el PCUS tiene un conjunto de responsabilidades como partido gobernante. De ello se deriva que la política de la URSS y del PCUS tenga características que a menudo son distintas y hasta contradictorias con las necesidades del movimiento revolucionario en los países capitalistas

Los objetivos e intereses de la URSS no son imperialistas. Su con-ducta internacional no se determina por el deseo de expansión, ni por la búsqueda de sometimiento de otros países para ser explota-dos. Pero la URSS es una gran potencia que necesita garantizar su seguridad nacional y que tiene intereses globales en el juego mun-dial de equilibrios. La Unión Soviética necesita de condiciones inter-nacionales adecuadas a su propio desarrollo; requiere amplios y variados intercambios (económicos, tecnológicos, culturales) con gobiernos y empresas de todo el mundo.

16. En las esferas dirigentes de los Estados Unidos se considera a Mé-xico como una pieza importante en el esquema de la doctrina de seguridad nacional. Sus enfoques registran variaciones, pero en ellos hay unas constantes: mantener a México como un país con estabilidad, como parte del mercado capitalista y del mundo capi-talista, como un Estado que no se enfrenta a su política.

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De los diversos enfoques sobre la conducta del gobierno norteame-ricano en sus relaciones con México, pueden mencionarse, como una aproximación al estudio de esta cuestión, cuatro de ellos: a) La idea de establecer una “relación especial” con base en negociar mutuas concesiones de carácter global, establecer objetivos comu-nes, definir las tareas específicas de cada uno y las reglas del juego de toda esa relación. “Relación especial” le llamaron a las que se establecieron en su tiempo con el Irán de Reza Pahlevi y con Arabia Saudita. b) Otra idea es construir un mercado común de Estados Unidos con Canadá y México. Un objetivo de EU sería controlar los recursos naturales, particularmente los energéticos de los dos “aso-ciados”. Reagan utilizó esta idea aventurera en su campaña, pero ha sido rechazada en forma expresa y conjunta por los gobiernos de México y Canadá. c) Otro enfoque es el de la tolerancia hacia la con-ducta del gobierno mexicano; utilizar el método de la inducción, no tanto de la presión directa, para lograr resultados afines con los objetivos norteamericanos. Su premisa es que la burguesía mexica-na puede aceptar satisfacer necesidades norteamericanas si no se le presiona y se le dan posibilidades de utilizar las llamadas ventajas de la vecindad y de la buena relación con los Estados Unidos. Hace pocos meses se publicó un informe de la Rand Corporation acerca de la política petrolera y las relaciones con México en los años 80, ese informe ejemplifica este enfoque. d) Finalmente puede mencio-narse la variante que señala la conveniencia de ejercer las máximas presiones para forzar al gobierno mexicano a plegarse a los reque-rimientos de los Estados Unidos. Las presiones pueden llegar a cas-tigos comerciales, la devolución de trabajadores emigrantes y la formación de tensiones militares en el Sur, apoyándose en los go-biernos proyanquis de Centroamérica.

17. El gobierno norteamericano tiene grandes obstáculos para hacer negociaciones globales o “en paquete”, que contengan soluciones o concesiones importantes en los diferentes problemas de las rela-ciones con México. Se trata de dificultades de tipo institucional (en el Congreso), de los intereses de grupos económicos, o derivados de la recesión y el desempleo. Para el gobierno mexicano resulta más ventajoso, aunque a veces ha dicho lo contrario, negociar cada uno de los problemas existentes por separado.

Los problemas principales de la relación entre México y los Estados Unidos actualmente son los siguientes: a) Niveles de producción y exportación de petróleo y gas. La actitud norteamericana ahora pa-

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rece consistir en no forzar una nueva espectacular subida de la pro-ducción y de la exportación a corto plazo, pero sí conseguir que se eleve grandemente la capacidad instalada de producción. Así, en una situación de necesidad, podría aumentarse la producción y la expor-tación de petróleo mexicano al mercado mundial. El ritmo de explo-ración, los proyectos de perforación y la instalación de embarcaderos (boyas), con capacidad muy superior a la producción programada, indicarían que el gobierno mexicano coincide con esa demanda nor-teamericana. b) En cuanto a la entrada al GATT, por lo visto no se hará en lo que resta del sexenio. Sin embargo, por medio de decretos del Ejecutivo, se está abriendo sistemáticamente el mercado mexica-no a producciones norteamericanas, y muy notoriamente a mercan-cías suntuarias, para el segmento de población de altos ingresos. c) Una cuestión que actualmente existe como problema entre Estados Unidos y México es la diferente actitud política hacia Centroamérica y el Caribe, especialmente en relación con Cuba, con Nicaragua y El Salvador. d) Estados Unidos busca una importante participación en la definición de las características de la nueva fase de la industrializa-ción en México, para modelar conforme sus intereses el desarrollo de la industria pro-ductora de bienes de producción y de bienes de consumo duradero. e) En la cuestión de los trabajadores migratorios Reagan parece orientado a flexibilizar la entrada de mexicanos y a la búsqueda de algunos acuerdos entre gobiernos.

La política de Reagan hacia México tendrá efectos inmediatos, será un estímulo a los sectores más derechistas del país y con ello influi-rían la definición de la política interna de México.

18. En lo que se refiere a la política exterior del gobierno mexicano, es conveniente registrar el giro introducido por el actual gobierno, que fue definido como el paso de una política defensiva a una política exterior de ofensiva. En rigor, se trata de dar cabal correspondencia a los objetivos y, a la acción en el exterior con la fase de afianza-miento del dominio del capital financiero y sus perspectivas de expansión capitalista.

En este sentido se actúa para ocupar un mayor espacio y cobrar influencia en las relaciones internacionales, en la medida del crecien-te peso económico del país y de su capacidad de iniciativa política. Se favorece el tipo de relaciones internacionales que contribuya al crecimiento del capitalismo mexicano (en el período actual se coin-cide en la necesidad de un ambiente de distensión internacional y

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con el avance en el reordenamiento de las relaciones económicas). Se pretende, como se expresó en el comunicado conjunto México- la India, jugar un papel equilibrante en la actual situación internacional y ante los conflictos que surgen.

El gobierno mexicano trata de asegurar los márgenes de acción re-lativamente autónoma en relación con Estados Unidos, sin entrar en conflicto ni abandonar su esfera de influencia; busca diversificar sus relaciones económicas, diplomáticas, políticas, de mercados, de fuentes de financiamiento y de tecnología. Toda su acción es prag-mática y está limitada por los intereses de la gran burguesía.

Otro de los rasgos fundamentales que se pueden apreciar de la po-lítica exterior del gobierno mexicano es asegurarse un papel de in-fluencia fuerte en Centroamérica y El Caribe, zona que López Porti-llo definió como nuestra “zona de responsabilidad”; complementariamente, en relación con América Latina se orienta a eludir rivalidades y a buscar entendimiento con países como Brasil y Venezuela para ejercer una influencia compartida en la región.

En relación con la política exterior del gobierno mexicano y con las perspectivas que hoy se presentan en la relación con los EU, surge como tarea ineludible demostrar la falsedad del juego que hacen el PRI, el PPS y el PST, cuando exageran la amenaza imperialista para justificar su llamado permanente a “cerrar filas con el señor Presi-dente”. Es un hecho que México tiene posibilidad, tamaño y capaci-dad para relacionarse de un modo distinto con Estados Unidos y que la conducta del gobierno refleja esa capacidad. En todo caso, la garantía principal para responder a las presiones norteamericanas está en la democratización de las relaciones políticas internas y en una conducta que contribuya a que en Centroamérica se constituya una nueva estabilidad sobre la base de regímenes democráticos amistosos con México, que no se presten al juego de las presiones norteamericanas.

Es indispensable elevar la calificación de nuestra actividad interna-cional y estar en mejores condiciones para someter a crítica siste-mática las limitaciones y las contradicciones de la política exterior del gobierno, al mismo tiempo que desarrollamos una plataforma de política exterior que represente los intereses de la clase obrera mexi-cana. Avanzar en los aspectos anotados aumentará nuestras posibi-lidades de iniciativa para influir en las decisiones de la política exte-

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rior del gobierno, expresando los intereses de la clase obrera y del movimiento revolucionario.

19. La opción conveniente a los intereses del pueblo mexicano, es la política de no alineación y, todavía más específicamente, desenvol-ver un papel activo en el Movimiento de los No Alineados. A través de este movimiento se pueden hacer contribuciones efectivas para el esfuerzo de los pueblos por la paz mundial, para la seguridad internacional, por el respeto a la soberanía nacional, la integridad territorial de los Estados, la no intervención; por la autodetermi-nación de los pueblos, en la lucha contra el imperialismo y por el desarrollo de los países atrasados; por el desarme y la colaboración internacional.

La participación en el Movimiento de los No Alineados crearía las mejores condiciones para la colaboración de México con los países de América Latina, África y Asia que comparten problemas seme-jantes y necesitan aunar fuerzas para superarlos. Esa participación permitiría reforzar la capacidad de negociación de México con las potencias imperialistas.

20. Las revoluciones de Nicaragua y de Granada, y la que está en mar-cha actualmente en El Salvador, son grandes acontecimientos del movimiento revolucionario. Los más importantes en esta área des-de el triunfo de la revolución cubana. Estos acontecimientos son indicativos de la existencia de una crisis que tiene sus expresiones más agudas en algunos países, pero que se revela con rasgos se-mejantes casi en todos los de la cuenca del Caribe.

Como rasgos comunes de la crisis en los países de la región desta-can los siguientes: 1) El desgaste de las formas tradicionales que el imperialismo ha utilizado para relacionarse con las burguesías de la zona, ejemplos que muestran este desgaste son los casos de Pana-má, Nicaragua, El Salvador, Guatemala, Honduras, Santo Domingo. 2) La extraordinaria dificultad que en este conjunto de países encon-traron las anteriores formas del crecimiento económico, entorpeci-do por el agotamiento de las economías agroexportadoras, de mo-nocultivo; crecimiento obstruido también por el tipo de concentración oligárquica de la propiedad: los somocistas, las 14 familias, etc.; las limitaciones que tuvo la fase de sustitución de importaciones a que dio lugar el accidentado funcionamiento del mercado común cen-troamericano. 3) El agotamiento de las dictaduras militares --que

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fueron remozadas a mitad de los años sesenta--. Estas dictaduras militares fueron posteriormente incapaces de mantener la estabili-dad, perdieron su base social, entraron en conflicto con la mayoría de la población y se aislaron.

En el marco de esta crisis maduraron de manera práctica las condi-ciones para el inicio de revoluciones de carácter democrático, antidic-tatoriales, en condiciones en que también mejoraron de manera muy importante las posibilidades de alianza entre las fuerzas de izquierda y las fuerzas democráticas, con fuerte papel hegemónico de las fuer-zas de izquierda, especialmente en Nicaragua y en El Salvador. Posi-bilidades semejantes pueden surgir en otros países de la región.

El imperialismo ha fracasado, hasta hoy, al intentar conducir a los gobiernos burgueses del área a la realización de proyectos de refor-mas controladas. Fracasó en El Salvador después del golpe contra Romero y con la instauración de la pri-mera Junta Militar; también ha sido rechazado por la dictadura guatemalteca, pero estas dificul-tades no significan que el imperialismo y las oligarquías traten de mantener la situación solamente con base en gobiernos sumamente represivos. Hoy se orientan en primer lugar con la contrarrevolución, a golpear al movimiento revolucionario y, si tienen éxito en esa tarea, pueden emprender proyectos reformistas.

Las repercusiones de la revolución sandinista y del proceso salvado-reño son muy fuertes en los demás países de la región; influyen en el estado de ánimo de los pueblos, pero no es real que esas reper-cusiones, por sí mismas, puedan sustituir el proceso de formación de las condiciones subjetivas para la revolución en los otros países, ni pueden eliminar las particularidades del proceso político propio que en cada uno. Las condiciones para un estallido revolucionario son muy distintas en Honduras, Guatemala, Costa Rica y Panamá.

No responde a la realidad la idea de la existencia de una situación revolucionaria generalizada en toda el área. Tampoco es cierta la teoría del juego de dominio utilizado por el imperialismo para justi-ficar lo injustificable: su política intervencionista hacia Centroaméri-ca y El Caribe.

21. En relación con Polonia, lo relevante es que la crisis que estalló desde la mitad del año pasado no es solamente económica, aunque los problemas económicos tienen ahí una importancia grande. En

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los últimos años bajó el ritmo de creci-miento y en 1980 hubo des-censo de la producción, el endeudamiento externo es grande, bajó la productividad del trabajo, se han registrado graves errores en la planificación, hay problemas de abastecimiento alimentario. O sea que en la re-alidad de Polonia socialista son graves los problemas económicos, pero hay otra crisis mucho más fundamental que es política y es de fondo.

Entre los datos disponibles de esa situación compleja señalamos algunos rasgos de esta crisis política: se puede observar que cadu-caron los métodos de dirección excesivamente centralizadores, no democráticos. Fracasó el régimen político en que se gobierna en nombre de la clase obrera y para ella, pero sin la participación activa de la clase obrera. No sólo sectores mayoritarios de la clase obrera industrial, sino los campesinos, los empleados, los intelectuales y los estudiantes pasaron a una acción reivindicativa que exige derechos elementales como los incrementos salariales, mejores condiciones de vida y de trabajo, el derecho de libre organización, el acceso a los medios de comunicación. En el fondo de todo ese movimiento está la necesidad de una reforma democrática del socialismo, de una reforma política en el Estado obrero.

Un rasgo de la crisis es que el Partido Obrero Unificado Polaco per-dió la dirección y la confianza de gran parte de la clase obrera y que ésta quedó bajo la dirección de otras fuerzas. Se trata, por cierto, de una clase obrera combativa, que rápidamente se organizó en nuevos sindicatos que dieron al traste con los anteriores, burocratizados, inoperantes y desgastados. Puede observarse que algunos sectores de este movimiento obrero son poco expertos y maximalistas, lo cual se explica por los largos años en que la clase obrera fue mantenida en el apoliticismo. Aparecen también sentimientos de frustración y cólera por la tardanza en el cumplimiento de los acuerdos de Danzig, establecidos en septiembre. Lo que no resiste análisis es la acusación a la clase obrera y a las fuerzas populares de ser procapitalistas.

Un aspecto importante de la crisis es el hecho de que el Partido Obrero Unificado Polaco no está suficientemente unido; no ha teni-do capacidad para tomar iniciativas políticas de amplia proyección, capaces de orientar y movilizar al conjunto de sus militantes y a las masas; hace meses que la actuación principal de sus dirigentes es defensiva y lo hacen más como gobierno que como líderes de un partido obrero. Puede suponerse que la correlación dentro del par-

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tido favorece a los dirigentes que desde agosto se mostraron parti-darios del método de la negociación con los huelguistas y contrarios a la represión. Puede suponerse, también, que los partidarios de la represión y de los viejos métodos causantes de la crisis, conservan mucha fuerza.

Otras complicaciones de la situación provienen de las actitudes de algunos partidos comunistas de los países vecinos. La prensa de Checoslovaquia, de la RDA y de la Unión Soviética, desde hace me-ses critica y condena al nuevo movimiento sindical polaco. Lo con-sidera simplemente un movimiento manipulado por fuerzas antiso-cialistas. Pronunciamientos semejantes, y otros de mayor gravedad, se han hecho por dirigentes y representantes de algunos partidos, se llega hasta descalificar a una parte de la dirección del POUP. En rigor se presiona para que el gobierno polaco aplique una política de mano dura, de represión, sin descartar una intervención de tro-pas extranjeras. El curso de los acontecimientos es grave, con ele-mentos de peligrosidad muy grandes.

La naturaleza de la crisis hace necesario y urgente que se produzcan iniciativas políticas capaces de encauzar hacia una solución verdade-ra. Esto es, la realización de cambios que abran nuevas perspectivas al socialismo y que involucren a las masas. Lo principal es la democra-tización, la recomposición de las formas de dirección política y tam-bién la recomposición en las propias fuerzas dirigentes del Estado.

En Polonia las masas han impuesto una reforma política --limitada y llevando a remolque al Estado obrero--, una reforma de facto, que amplió el espacio para la acción de las masas, en la cual se reactivó y elevó el papel político de la clase obrera, la que demuestra una vez más su función central en el desarrollo político, y de otros sectores sociales. Se formó un nuevo sistema de organizaciones sociales, emergieron dirigentes populares paralelos al POUP, con jefes del mo-vimiento obrero católico así como intelectuales marxistas sin partido.

Paradójicamente, la crisis va formando posibilidades --aún remotas y de muy complicada realización--, para un renacimiento del socia-lismo, con amplia, activa y esforzada participación de las masas. Mucho de ello depende del POUP, de su capacidad reformadora del socialismo, de sus métodos flexibles y de un nuevo enfoque sobre cómo jugar su papel dirigente en la sociedad. Pero no sólo depende del POUP, en esa perspectiva podrían tener un papel destacadísimo

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otras fuerzas que influyen en la clase obrera y que son partidarias del socialismo democrático.

Esa perspectiva de solución coexiste con otras, por ejemplo: la sim-ple espera a que la oleada pase, a que la convulsión se agote; así solamente se difiere la solución de los problemas y estos pueden reaparecer al poco tiempo. Otra posibilidad es la represión o, peor aún, la intervención militar de otros países socialistas. Esta última posibilidad representaría una catástrofe para la causa del socialismo en todo el mundo, para el movimiento comunista; sería una acción militar para aplastar un movimiento obrero auténtico y fundamen-talmente socialista, de las masas populares. Una acción de ese tipo puede desencadenar una nueva y grave ruptura del movimiento comunista internacional y una gran complicación en el sistema de relaciones internacionales.

El Partido Comunista Mexicano debe continuar su apoyo al movi-miento obrero polaco y al POUP, especialmente a las iniciativas de solución democrática de la crisis que puede desplegar este Partido. Nos pronunciamos categóricamente contra la idea de “resolver” la crisis por medio de una intervención extranjera.

22. En China se vienen produciendo en los últimos años cambios po-líticos importantes. Básicamente se trata de una rectificación del maoísmo en cuanto a las vías de construcción del socialismo en China --este es el problema básico que se discute ahí hace mu-chos años--, especialmente en cuanto a las tareas económicas y las formas de dirección política. En los últimos años se reconstruyó al Partido Comunista Chino y se ha restablecido su autoridad. Los nuevos dirigentes son resultado de una aguda lucha que al pare-cer no concluye aún y que puede prolongarse por más tiempo. Estos acontecimientos deben seguirse con interés, es posible que se produzcan cambios en la política exterior de China y del PCCH. Pero aún no hay base para cambiar nuestra actitud de rechazo a la política exterior de China.

23. En cuanto a las relaciones del PCM con otros partidos comunistas, éstas se han desarrollado y pueden hacerlo aún mucho más, sobre la base de la independencia del PCM, del respeto a los demás par-tidos, de la solidaridad a su lucha y la no injerencia en sus asuntos internos. La relación solidaria, amistosa y fraternal no impide emitir

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nuestras opiniones, incluso cuando no coincidan. A eso tenemos que acostumbrarnos y sobre esa base trabajar para mejorar las relaciones con todos los partidos.

Un rasgo de nuestro trabajo --que debemos acentuar-- es para au-mentar el contenido político de las relaciones, dando especial aten-ción a la búsqueda de acuerdos para emprender acciones conjuntas con otros partidos comunistas. También debemos seguir desarro-llando las relaciones de solidaridad y colaboración con otras organi-zaciones y movimientos revolucionarios, por la liberación nacional y en la lucha por la democracia.

El PCM debe ser más activo para diversificar sus relaciones con otras fuerzas socialistas, democráticas, nacionalistas, socialdemó-cratas. Esas relaciones pueden tener distintos niveles, aun el simple contacto e intercambio de informaciones. Esa orientación está en consonancia con la realidad contem-poránea, con la variedad de fuerzas políticas en el mundo actual, con el dinamismo y cambios de las correlaciones de fuerzas; responde a los objetivos que va a trazar el XIX Congreso del PCM. La lucha por los objetivos del movimiento obrero internacional no puede someterse a la rigidez de los tiempos de guerra fría, ni enclaustrarse en nociones maniqueas que reducen la posibilidad de hacer alianzas y la capacidad de lucha política.

En la actividad internacional nos guiamos por el internacionalismo proletario, tratamos de ser fieles a las tradiciones solidarias del PCM y del pueblo mexicano. Buscamos también la solidaridad de otros partidos y organizaciones revolucionarias para la lucha de la clase obrera y las masas populares de nuestro país, y solidaridad para los combates del PCM. En este sentido partimos de que la solidaridad no es automática, hay que ganarla y promoverla. Hace falta insistir, con camaradas de otros países, que México no se agota en unas determinadas posiciones de la política internacional del gobierno, que en México transcurre un complicado proceso de lucha de clases, que los intereses de la clase obrera y de la burguesía se polarizan más cada día, y que esa clase obrera, el pueblo mexicano y sus or-ganizaciones revolucionarias, deben ser las depositarias inequívocas de su solidaridad.

(Publicado en el número seis de Debate 19)

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El socialismo democrático única alternativa al estalinismo y al neoliberalismo*

Marcos Leonel Posadas Segura, Eduardo Montes y Víctor Bazúa

*Texto presentado en una reunión de la Corriente del Socia-lismo Revolucionario el 9 de diciembre de 1989.

Nota de Marcos Leonel Posadas: Fui coautor de este texto. En la primera parte se abordan aspectos de la crisis y derrumbe que ocurría en países del “socialismo real”, consideraba que pese a no contar con toda la información necesaria y al dinamismo de los acon-tecimientos el tema no se podía eludir en una asamblea de comunistas. Personalmente creo que tuvimos errores al calificar algunos pasajes de aquel torrente abrumador y también por exceso de optimismo, no obstante, sobre lo esencial mantengo lo dicho.

En enero de 1990, al preparar un folleto con este texto, los autores agregamos comentarios de hechos de los días siguientes a la reunión. Esos agregados aparecen entre corchetes. En las partes II y III no hubo cambios.

I

1. Vivimos el fin de una etapa del socialismo y el inicio de una nueva. La perestroika es un movimiento de reforma radical del socialismo. Es un empeño de largo aliento por superar concepciones y prácticas socialistas muy arraigadas, que causaron tragedias y crisis a los pue-blos soviéticos y mucho daño a la causa del socialismo en el mundo.

No es el socialismo como movimiento histórico y como ideal lo que se agotó sino una forma específica de organización económica y política y una concepción del socialismo que por su origen y forma-ción pueden justamente denominarse estalinismo. La perestroika y las grandes conmociones que se viven en Polonia, Hungría, Repúbli-ca Democrática Alemana (RDA), Checoslovaquia y otros países de Europa oriental tienen en común la rebelión contra el estalinismo y su modelo de socialismo, así como la búsqueda de las formas de superar sus costos y consecuencias. Son movimientos que respon-den a necesidades agudas de los pueblos de estos países y no,

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como difunden algunos comentaristas, iniciativas impuestas desde el exterior por los imperialistas.

2. La liquidación del estalinismo no se completa con el triunfo de las rebeliones políticas en curso. Entre los pueblos de aquellos países, además de la necesidad ineludible de resolver graves crisis econó-micas y políticas, está transcurriendo una verdadera revolución en la conciencia social, en la ideología. Su contenido lo determina el abandono de la concepción de que el estalinismo era la única for-ma posible de socialismo, su proyección la dará la revaloración de los ideales socialistas, de la democracia y de los valores humanos universales, así como la formulación de proyectos de desarrollo socialista para cada país. La alternativa al estalinismo sólo puede ser el socialismo democrático, éste es también la única alternativa verdadera frente a la modernización neoliberal del capitalismo. Esta alternativa aún no es clara para la mayoría y debe enfrentar incre-dulidad y escepticismo de las masas, así como encendidas expre-siones de anticomunismo, chauvinismo, anarquismo y neofascismo.

3. La explosión de la crisis, lo abrupto de los cambios político y la ma-nipulación tendenciosa de la información forman entre la población una imagen de hundimiento del socialismo. Numerosos ideólogos tanto conservadores como neoliberales consideran liquidado al so-cialismo y que el capitalismo ha triunfado en toda la línea, con lo cual llega “el fin de la historia”. Para muchos militantes que en México ahora carecen de organización socialista, surge el desconcierto por los acontecimientos y es natural la duda de si efectivamente llegó el fin del socialismo y si ya no hay ninguna opción frente al capitalismo. Resulta indispensable una valoración de los fenómenos que están ocurriendo en la URSS y en Europa Oriental y examinar las influen-cias ideológicas y políticas que tienen para la lucha contra la política neoliberal, por la democracia y por el socialismo en México.

4. El estalinismo quedó superpuesto y hasta identificado con el socia-lismo, con el marxismo y con las epopeyas revolucionarias de los pueblos soviéticos. Sólo algunos segmentos del movimiento comu-nista y militantes aislados denunciaron las más gruesas aberraciones endosadas por el estalinismo al movimiento revolucionario, pero tuvieron poco acierto político y muchos fueron destruidos. En 1956 el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) exhibió rasgos perversos de Stalin, especialmente los crímenes y abusos, pero aquella denuncia quedó en la superficie. La reforma

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emprendida por Jrushov no profundizó el análisis del fenómeno es-talinista, su origen y las causas que lo convirtieron en un sistema que a nombre del socialismo negó muchos de sus valores fundamenta-les. La reforma de Jrushov no rescató la democracia, no se afianzó en las masas, su animador fue derrocado por una conjura de cúpula y la reforma cancelada con facilidad. Los neoestalinistas jefaturados por Brezhnev prolongaron en demasía un sistema ya declinante.

5. La reforma del socialismo y el desarrollo de este movimiento hace necesario una crítica a fondo del estalinismo, es indispensable el deslinde entre este y lo valioso y perdurable de la lucha y el trabajo abnegado de varias generaciones de soviéticos que se guiaron por la causa de la Revolución de Octubre y los altos ideales del socialis-mo. La reforma no comienza en cero, se apoya en una inmensa obra que pese al estalinismo tuvo resultados que cambiaron el curso de la historia. La URSS y los países socialistas son grandes fuerzas con enorme potencial que podrán desplegarse si avanzan en la vía del socialismo democrático.

La crítica a fondo del estalinismo le da a la perestroika y a la reforma en otros países socialistas un carácter radical, revolucionario. En esos cambios acelerados hay crisis de partidos hasta ahora gober-nantes, defenestración de dirigentes, irrupciones de pluralismo que expresan a las fuerzas sociales, surgimiento de nuevas fuerzas polí-ticas. La ruptura con el estalinismo libera grandes fuerzas que ha-bían sido relegadas y apartadas de la lucha política, lo que causó mucho daño al socialismo. En esos países los sistemas políticos se renuevan y cuentan ahora con la movilización intensa de las masas, las que muestran que tiene madurez y que ni irán al vacío ni darán marcha atrás en el desarrollo social. La democratización avanza y tienen en el orden del día desmantelar los sistemas burocráticos formados por el estalinismo. El contraste con los años de estanca-miento es total. Los cambios van configurando verdaderas revolu-ciones de tipo nuevo.

6. El programa de la perestroika soviética se ha ido formando paula-tinamente. Es este año se aceleró el proceso de definición progra-mática, y tanto la inminente sesión del Congreso de Diputados del Pueblo como la preparación del proyecto de nuevo Programa del PCUS marcarán momentos de fuerte lucha política para resolver el plan a seguir, la política y los ritmos de acción que regirá la marcha de la perestroika.

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En el plano programático no se ha presentado ninguna opción global frente a la perestroika, pero si hay una continua pugna y diferencia-ción de fuerzas respecto a las medidas concretas a adoptar. Se han denunciado intentos de desestabilizar la situación para interrumpir la reforma e incluso volver al imperio del autoritarismo. Las fuerzas re-misas al cambio actúan para ampliar su base social, la que nadie puede desdeñar. Hay barruntos de escisión política, incluso en el PCUS. En este ambiente, la línea de Gorbachov se orienta a avanzar todo lo posible pero está obligado a la prudencia impuesta por las relaciones de fuerza y por los complejos y contradictorios factores en el juego en la situación actual, al mismo tiempo que se trata de cohe-sionar fuerzas suficientes para garantizar el avance de la perestroika.

7. La lucha política es también muy caldeada en Polonia, Hungría, RDA, Checoslovaquia y Yugoslavia. Las situaciones son muy movidas y no hay descripción que resista el paso de muchos días. El pluralismo político es una agrietada realidad que está lejos de cristalizar en es-quemas de partidos estables. Todo está en movimiento, en transición.

El Partido Socialista Unificado de Alemania (PSUA) y el Partido Obrero Unificado Polaco (POUP) tendrán congresos extraordinarios en pocos días, el derrumbe de la dirección del PSUA obligó a iniciar-los la tarde del 8 de diciembre. Ambos está obligados a redefinir programas y a transformarse, a buscar oportunidad para continuar como fuerzas políticas importantes.

En las semanas previas a su Congreso el PSUA perdió casi medio millón de miembros. El Congreso funcionó en 2 fines de semana, fuera del tiempo laboral y sin el boato y formalismos acostumbra-dos. El Congreso presentó excusas al pueblo por los daños causa-dos, asumió la responsabilidad por la crisis del país, condenó el modelo estalinista del socialismo autoritario y se propuso la recons-trucción total del partido y devolverle su carácter militante. Se agre-gó a las siglas anteriores las de Partido del Socialismo Democrático. El 6 de mayo habrá elecciones, el PSUA-PSD intentará remontar las corrientes contrarias y recuperar la confianza de la población.

En Hungría, el congreso del Partido Obrero Socialista Húngaro (POSH) decidió al inicio de octubre disolver el partido y forma uno nuevo, el Partido Socialista Húngaro, pero sólo una minoría 5 ó 7 % de los miembros del partido ingresaron al PSH en el plazo estable-cido para ello. Una parte de los miembros del antiguo partido deci-

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dieron mantenerlo y reorganizarlo. De hecho del mismo partido surgirán varios nuevos.

El anterior POSH se apuntó la ventaja de dar curso a las reformas políticas y económicas por propia iniciativa y muchos meses antes, -la autogestión obrera se inició en 1985-, además de contar cierto pluralismo no institucionalizado desde el Kadarismo. Las leyes de sociedades económicas y de privatización de la propiedad pública están en vigor desde enero y julio de 1989 respectivamente. Entre otros derechos los empresarios privados pueden tener hasta 500 trabajadores asalariados, y ya hay alguno con más de 300. Las pri-vatizaciones deben ser aprobadas por dos tercios de los organismo de autogestión y adquisición puede haberse por otras empresas, por particulares y por extranjeros. Las reformas electoral y de la Constitución cambiaron el marco legal y político. Información dispo-nible muestra desorden y contradicciones en la privatización: arbi-trariedad al fijar el valor de los bienes públicos, ventas con precios subvaluados, afán de lucro de algunos dirigentes y miembros de los colectivos laborales, insuficiencia de recursos para adquirir partici-pación en la propiedad privatizada y de los que dispone una minoría de privilegiados del régimen anterior, la inversión externa llega con cuenta gotas. Los partidos provenientes del POSH perdieron el re-feréndum del 26 de noviembre y su escisión redujo drásticamente sus posibilidades en los ya próximos comicios.

En el seno de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia (LCY), las tendencias enfrentadas cobran cuerpo en partidos comunistas go-bernantes en repúblicas federadas de Yugoslavia, en especial Serbia y Eslovenia. Los conflictos pueden cobrar mayor agudeza.

Pues a más de la crisis económica, el agotamiento del modelo y el muy probable fracaso de la reforma económica, la sociedad se mue-ve en un ambiente de grandes diferencias políticas, tensiones por los distintos niveles de desarrollo de las partes integrantes de Yugosla-via, recrudecimiento de viejas rivalidades nacionales y étnicas. La unidad del Estado federal se ha deteriorado y se discute la autoridad de los poderes centrales. Eslovenia demanda a mayor autonomía, en Kosovo es frecuente la violencia, en Croacia y Serbia han surgido partidos nacionalistas a ultranza que pretenden la reconstrucción de antiguas hegemonías ya irreales, en otras repúblicas hay otros sig-nos de conflicto. La alarma por el peligro de “libanización” no es gratuita. La Liga de los Comunistas hará un congreso extraordinario

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el 19 de enero y hay incertidumbre sobre la eficacia de los resultados y la propia unidad de la LCY.

En Checoslovaquia la gigantesca depuración de cuadros y militantes realizada en 1970 puso fuera del Partido Comunista de Checoslova-quia (PCCH) al grueso de las fueras renovadoras del socialismo, pero la acción de las masas que exigen democratización y renovación parece identificarse con los reprimidos. En esas acciones participa la mayoría de los ciudadanos.

Diez días de grande y creciente movilización popular que se exten-dió de Praga a todo el país dieron cuerpo a la “revolución de tercio-pelo”, revolución de acción cívica ordenada, madura, determinada a cambiar el sistema político por la vía legal, negociando la transición política en el marco del parlamento y con las estructuras del Estado. Un nuevo gobierno insatisfactorio para las masas duró sólo tres días, se integró otro “de unidad nacional” de carácter reformador: de 21 ministros 10 eran del PCCH aunque dos renunciaron luego a ese partido. Gustav Husak debió renunciar como presidente de la fede-ración y el 28 de diciembre el parlamento, presidido por Alexander Dubcek designó por unanimidad Jefe del estado al líder cívico libe-ral Vaclav Havel.

El PCCH hizo el 20 de diciembre un congreso extraordinario que culminó con una renovación de dirigentes en todos los niveles. Se hizo común entre los militantes la conclusión de que el sistema an-terior no era socialismo sino un régimen autoritario que trataba de ocultar el deterioro de la industria y de muchos aspectos de la vida de la sociedad. La “revolución aterciopelada” construyó una nueva normalidad y el país se apresta a “revivir de una nueva manera his-tórica” –según dijo Havel, en un mensaje de año nuevo-. Habrá elec-ciones el próximo junio.

También en las filas de partidos y organizaciones opositoras de los comunistas hay diferenciaciones, redefiniciones y preparación para nuevos alineamientos y alianzas. Ya hay gobiernos de coalición en Polonia y la RDA. Lo único previsible es un gran dinamismo político en el que florecerá el pluralismo y que destacará nuevos actores y protagonistas.

El pluralismo será una fuente de riqueza política, intelectual y espi-ritual para el socialismo. Se desarrollarán partidos socialdemócratas,

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que operarán en situaciones por completo distintas a las de Occi-dente, pues no existen las relaciones capitalistas, ni la clase de los capitalistas. Si alguien intenta la vuelta al dominio de los monopolios capitalistas encontrará la resistencia de pueblos movilizados en la lucha por sus derechos e intereses.

8. Una de las contribuciones de la perestroika es el respeto que el gobierno soviético ha mostrado por los cambios políticos en Po-lonia, Hungría, RDA, Checoslovaquia y Bulgaria, así como para la falta de cambios semejantes en Rumania. Todos esos países están unidos por pactos políticos y militares, forman parte de una misma región geopolítica, de un mismo bloque en el sensible juego de equilibrios con la alianza política y militar occidental. Por sobre todo ello prevalece el apego a los principios de no injerencia en los asuntos de otros países y de ubicar en cada pueblo la capacidad de decidir sobre su destino y conducta política. Esa actitud contrasta con el intervencionismo norteamericano en Centroamérica y otras zonas del mundo. En el pasado, como expresión del estalinismo, los dirigentes soviéticos violaron varias veces la no intervención y la soberanía de otros estados, esas acciones perjudicaron a la URSS y al socialismo en el mundo.

En momentos críticos de la revolución rumana, los gobiernos de Estados Unidos y de Francia incitaron públicamente a la URSS y al Pacto de Varsovia a intervenir con fuerzas militares y adelantaron apoyo a la intervención. La serenidad y apego a los principios de la dirección soviética rechazaron tal posibilidad.

La revolución de Rumania tuvo un momento de giro cuando las masas populares –presumiblemente gran número de miembro de base del Partido Comunista de Rumania (PCR)– reunidas en un mitin para apoyar a N. Ceaucescu se insubordinaron, abuchearon al dicta-dor, impidieron su discurso y lo obligaron a huir. La indignación po-pular acumulada por años y sacudida por la represión de la policía los días precedentes estalló en todas partes, montó barricadas, des-tacó nuevos líderes, formó el Frente de Salvación Nacional, ganó el apoyo del ejército y dejo asilada a la dictadura. Una parte de la po-licía política (La Securitate) con su sangrienta resistencia fue la úni-ca lealtad que quedó al antes todopoderoso Conductor, reelegido por quinta vez, un mes antes en el último congreso del PCR.

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9. Al estalinismo le son propios no sólo la represión masiva. Ese socia-lismo no socialista se caracterizó por la rigidez centralizadora en el sistema político, la arbitrariedad y administrativismo económicos y la dogmatización de la teoría y el pensamiento.

Algunas concepciones del estalinismo que alteraron la formación de sistemas socialistas auténticos son:

• El carácter totalitariodel estado.El estado sehizomonopolioeconómico, interventor en todos los aspectos de la vida social, invadió los espacios de la conciencia individual. La sociedad que-dó articulada en dependencia de instituciones estatales o supedi-tadas al estado, lo que interfirió la formación de la sociedad civil. El hombre, cuyo desarrollo, libertad y bienestar son objetivo del socialismo continúa atado y reducido, para desarrollar se debe burlar los cercos estatales.

• Seconfundeestatizaciónconsocialización.Peroaltratarsedeunestado no democrático, sin control de la sociedad, esa forma de propiedad colectiva pierde su carácter de propiedad de toda la sociedad, de propiedad de todos se convierte en propiedad de nadie, de la que todos pueden abusar. Además el verticalismo y centralización de la dirección de la economía matan la iniciativa en el trabajo, encubre la irresponsabilidad extendida en los colec-tivos laborales.

• Lacienciaeconómicasesometealasdecisionespolíticas.Sepre-tende eliminar artificialmente las relaciones monetarias - mercanti-les, esto lleva a ignorar los mecanismos autorreguladores de la economía, y ésta queda a merced de la arbitrariedad impuesta desde la esfera política. Un comité falsifica los mecanismos econó-micos que forman y fijan los precios de los productos, la distribu-ción de los resultados del trabajo es también mera decisión política. La planificación se separa de los productores y en lugar de instru-mento para racionalizar y optimizar el trabajo se convierte en una carga onerosa. Al paso de los años el sistema económico carece de autorregulación y de impulsores de desarrollo, queda tejido con decisiones administrativas muchas veces artificiales y deformantes. El aparato administrativo y las reglamentaciones crecen sin freno.

• Larevolucióncomoinsurrecciónycómoactivaparticipacióndela mayoría en el sistema de consejos populares (soviets), dio im-

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pulso sin par para la democratización política de la sociedad so-viética. Sin embargo, el estalinismo nulificó esa conquista median-te la represión viciosa y sin medida. El terror y las “purgas”, los procesos, los lager, el destierro, las ejecuciones sumarias y el des-arraigo de pueblos enteros que se dio en los años del estalinato amainó después de desaparecido el dictador, pero la promesa del XX Congreso del PCUS de restablecer y desarrollar la “legalidad socialista” no se cumplió pues el régimen político siguió centrali-zado, verticalista, excluyente, con un partido de estado que mo-nopolizó las vías de participación política. El partido se confundió con el estado y lo suplantó. El gobierno y los cuerpos electivos de redujeron a apéndices del partido, con ello y la falta de competen-cia política, las elecciones perdieron sentido. El Partido estatal copó la administración pública y de la economía en todos los ni-veles. El estado y la sociedad quedaron sujetos a las decisiones de un partido, se impidió así la formación del estado de derecho re-gido en todo por la ley y por el control de la sociedad.

Con todo ello el propio partido perdió cualidades revolucionarias, se hizo administrador y dejó de ser promotor de la iniciativa polí-tica de las masas, dejó de ser entidad dinámica que interactúa con el resto de la sociedad para organizar las ideas y la acción política de los revolucionarios; partido que es generador y diseñador de propuestas, de programas, de soluciones y proyectos aptos para interesar a las mayorías. Los aparatos del partido instrumentaliza-ron a las masas de militantes y fueron presa de los carreristas, de la molicie, los privilegios y las corruptelas. Los costos de tanta deformación han sido muy elevados y deberán pagarse todos, la deuda no se acaba con la crítica y el castigo a los responsables, ella pesa todavía sobre todo el movimiento.

• La rigidezestalinista empobreció la teoría revolucionaria, a lasciencias sociales, a la creatividad artística e interfirió con el trabajo de los investigadores científicos y los tecnólogos. Los intelectuales que contradecían o ponían en duda los dogmas oficiales corrieron el riesgo de ser saboteados en su trabajo o reprimidos en su perso-na. El estalinismo falsificó y corrompió muchos conceptos importan-tes y necesarios para la lucha por el socialismo, por ejemplo: el marxismo leninismo fue usado como rótulo de la rigidez dogmática, de la negación práctica del marxismo, de la apologética justificado-ra de toda conducta de la dirección política; el centralismo demo-crático enmascaraba la arbitrariedad de la dirección, la conculcación

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de derechos de los subordinados, la forzada uniformidad de opinio-nes; el internacionalismo proletario encubría el intervencionismo en los asuntos de otros pueblos y organizaciones revolucionarias. Eli-minar la carga negativa dada esos y otros conceptos no será fácil.

10. La concepción teórica y la práctica que separan democracia y so-cialismo condujo a los excesivos costos humanos y a la frustración habidas en la construcción socialista. El socialismo debe tener entre sus características el desarrollo constante de la democracia política, la conquista de cada vez más libertades para la sociedad y para los individuos y el estímulo a las potencialidades creadoras y humanistas del hombre, si se niegan esos rasgos se niega el propio socialismo.

Mientras el capitalismo sacó enorme provecho de la democracia para su fortalecimiento como sistema, el estalinismo le infringió al socialismo la renuncia a las grandes posibilidades que la democracia puede reportar al desarrollo social si se asegura la participación de los ciudadanos en la gestión del estado y de las organizaciones so-ciales, si los hace coparticipes en las decisiones en las empresas y todo el aparato productivo. Al renunciar a la democracia se frustra la posibilidad de poder real de las masas, del conjunto de la socie-dad ya liberada de los capitalistas y sus asociaciones. Aun liberada la sociedad de instrumentos de la desigualdad tales como la propie-dad y el control privados sobre los medios de producción, la igual-dad no se forma debido a la ausencia de democracia.

11. La derrota política de los estalinistas y la profundización de la crítica a los distintos aspectos de su sistema, son premisas de la reforma del socialismo y son al mismo tiempo una medida de la radicalidad de los cambios en cierne. La URSS, Polonia, Hungría y Yugoslavia (y la RDA, Checoslovaquia, Bulgaria, Rumania) iniciaron ya procesos de reforma de la política y de la economía, los que deben resolver las crisis que se vive en ambas esferas y simultáneamente ir cons-truyendo las estructuras y formas de funcionamiento del nuevo sistema. Esas reformas se dirimen en aguda lucha política, en cada país es distinta pues aunque los procesos tienen esencia común, en cada caso los determinan situaciones y fuerzas diferentes.

12. En la URSS la perestroika cumplirá pronto 5 años, pero no es sino la XIX Conferencia Nacional del PCUS en junio de 1988 que se dio paso al cambio principal ocurrido hasta hoy: la reforma política democratizadora.

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Funciona ya un parlamento verdadero que va adquiriendo más fuer-za paso a paso. Se inició el proceso para darle a los consejeros de diputados locales, regionales y de república más atribuciones y re-cursos, en el país volvió a resonar la consigna de 1917: todo el poder a los soviets. Se procede a modificar el federalismo soviético para restituir a cada pueblo integrantes de la Unión los derechos concul-cados por el centralismo excesivo. Se discute ahora la reforma del PCUS, su democratización interna, el cambio de sus funciones ajus-tándolas a un nuevo sistema político. Surgieron nuevas y activas organizaciones con actuación política como los frentes populares que en algunas repúblicas cuentan con apoyo mayoritario de la po-blación. Aún hay mucha resistencia al pluripartidismo, pero es un hecho la creciente diversidad dentro del PCUS y el que la sociedad va encontrando formas de expresar los muy variados intereses po-pulares existentes. Los reclamos por garantizar la independencia de los jueces perfilan un poder judicial sujeto a la ley y no a las decisio-nes políticas del partido oficial. Todo ello forma parte del proceso de construir tanto el estado de derecho como la sociedad civil.

Están en curso fuertes luchas en torno a las elecciones de los so-viets locales y regionales, importante eslabón del poder donde es grande el peso de los conservadores de lo caduco. Será también conflictiva la preparación del 28 congreso del PCUS, llamado a re-solver sobre la reforma del partido, el nuevo Programa y los dirigen-tes de la principal fuerza del sistema político. Serán las masas de la población y de miembros del partido quienes determinen el resul-tado de estas luchas.

La labor legislativa del Soviet Supremo y del Congreso de los Dipu-tados del pueblo es voluminosa y llena de asuntos candentes. Algu-nos proyectos de ley se discuten por toda la sociedad ante su apro-bación final, así ocurre con la ley de la propiedad y los proyectos de reforma económica.

13. La reforma económica es un paquete que concentra polémicas y disputas. Se están definiendo un amplio abanico de políticas, por ejemplo: las medidas de urgencia para enfrentar el abatimiento de los ritmos de crecimiento económico, o para resolver la insuficien-cia de alimentos y productos de consumo, o el abultado déficit presupuestal (entre 95 mil y 120 mil millones de rublos). El 1990 es el plazo para resolver estos y otros graves problemas.

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Al mismo tiempo se proyectan una sucesión de reformas que cubri-rán varios años, las que deben impregnar el próximo plan quinque-nal y que transformarían todo el sistema. Se enfrentan a diversas oposiciones, las hay de índole ideológica, y por intereses creados que se verán afectados, por la incapacidad para hacer bien las cosas. Además la primera-ronda de reformas principalmente la ampliación de los derechos de las empresas, que se hizo como reforma aislada, sin modificar el contexto económico general y el cuadro político, dio resultados contradictorios y alimentó la inflación.

Se ha discutido mucho la ley de la propiedad, en ella se tipifican más de 10 formas distintas de la propiedad socialista (estatal, koljosiana, cooperativista, por acciones, personal, y otras formas de socializar la propiedad). Está lista la ley de arriendo que permitirá que fábricas y empresas sean entregadas en arrendamiento a sus trabajadores, los cuales se organizarán para la autogestión de la empresa y po-drán resolver sobre la producción y los beneficios. El arriendo de la tierra a largo plazo a familiares y productores asociados se extende-rá en el campo. Se promueve la formación de sociedades mixtas con empresas extranjeras. Se discute y experimentará el complicado asunto de la autonomía económica regional y es probable la aper-tura de zonas económicas especiales para la instalación de plantas de propiedad extranjera.

Se busca erigir una economía socialista de mercado. Es decir libera-da de dominio de la propiedad privada sobre los medios de produc-ción (aunque se discute utilizar esta forma de propiedad en una economía socialista), pero regida por las leyes económicas de la producción y el intercambio de mercancías. Ha crecido espectacu-larmente la economía “informal, subterránea o negra”, se supone que abarca alrededor del 20 % de la renta nacional, y representa ya un fenómeno grande que debe ser encauzado hacia el nuevo siste-ma y sometido a la ley.

Se buscan fórmulas para estimular el interés de los trabajadores, los científicos y los administradores en la mejoría del trabajo, en la cali-dad del producto, en la innovación técnica y organizacional, en el ahorro de recursos, la productividad, la iniciativa empresarial, y po-ner todo ello al servicio de la sociedad y en beneficio de cada traba-jador. El principio clásico “de cada quien según su capacidad a cada quien según su trabajo” vuelve a ser faro orientador y se busca

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plasmarlo en la realidad no mediante el voluntarismos sino por me-canismos económicos y políticos.

La tarea es harto complicada, máxime que media una transición en la que el viejo sistema funciona cada vez peor y el nuevo aún no cuaja. Deben suponerse años de dificultades, zigzags y tropiezos hasta conquistar los objetivos y afianzarlos.

14. Las iniciativas de Mijail Gorbachov inauguraron una etapa de dis-tensión en las relaciones de la URSS con Estados Unidos y con Eu-ropa Occidental. Se ha formado un nuevo clima político en el cual se reducen los peligros de guerra mundial termonuclear y las ten-siones que caracterizaron las relaciones internacionales los últimos 40 años. Es interés primordial de la humanidad que la distención se consolide y se haga permanente y se den pasos hacia la democra-tización del conjunto de las relaciones internacionales. El futuro de la lucha por el socialismo mejorara en esa nueva situación.

El concepto de “nueva mentalidad” que anima a la perestroika –y que Gorbachov asume como expresión del marxismo-leninismo-, tuvo un brillante acierto al insistir que el riesgo de guerra termonu-clear tornó cuestión de principios el asegurará la sobrevivencia de la humanidad. Con esa prioridad se puede avanzar paso a paso pero en firme en la lucha por el desarme nuclear, químico y convencional. Establece compromisos vinculantes entre las dos grandes potencias es una vía para afianzar la distensión. Tales compromisos pueden ser variados, tanto en sus relaciones mutuas como en el tema del desar-me, de las doctrinas militares y las medidas de seguridad, así como en el mantenimiento de la estabilidad y equilibrios en este periodo de reformas en Europa Oriental. Pero además, se abrió la posibilidad de cooperación más amplia por ejemplo para fortalecer la ONU, y en los campos económicos, de la ciencia y tecnología, de los problemas ecológicos y otros, cooperación que puede dar su sello a las relacio-nes internacionales de la próxima década.

Al nivel europeo, la reforma socialista, la apertura de fronteras por la RDA y la inminente intensificación de relaciones con la RFA, cam-bian los conceptos imperantes desde el fin de la segunda guerra. La propuesta de Gorbachov de “construir la casa común europea” no es un eslogan sino una posibilidad verdadera, con implicaciones que nadie alcanzaría hoy a enumerar. La colisión de los bloques militares

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es pesadilla que puede eliminarse así como los mismos bloques, tales posibilidades pueden estar al alcance en dos o tres lustros.

15. La reforma del socialismo en la URSS y Europa oriental reafirma continuamente la necesidad de cambios en la lucha por el socia-lismo en los países capitalistas, lo que ya era evidente dadas las nuevas realidades del desarrollo capitalista en los últimos decenios. Puede decirse que los movimientos y partidos socialistas de los países capitalistas más desarrollados y de los de desarrollo medio enfrentarán las tareas generales de superar las tradiciones y expe-riencias tanto del ala comunista como del ala socialdemócrata, de ello puede surgir una síntesis, un “nuevo tipo” de partidos.

Para México esto tiene valor pese a que no haya partido socialde-mócrata ni partido comunista. Para la lucha por el socialismo hace falta el partido de los socialistas, pero el partido que hace falta no es ni un grupo sectario o doctrinal, sea estalinista trotskista o maoísta, tampoco uno que suponga la lenta evolución del capitalismo hasta el socialismo, ni es posible restaurar el PCM.

La formación del partido de los socialistas no será resultado de una convocatoria voluntarista o de una conferencia de prensa. La nece-sidad existe, para satisfacerla hacen falta Programa, perfil ideológi-co, y formas de organización y de lucha que respondan a los reque-rimiento actuales.

De los partidos socialistas anteriores –que fueron numerosos y va-riados- se puede sacar experiencias muy útiles, y rescatar de ellos rasgos y aspectos positivos, pero no tiene sentido reconstruirlos. El propio Partido Comunista Mexicano (PCM) que alcanzó su mayor desarrollo, en sus últimos lustros muestra las dificultades, contradic-ciones y trampas que hay en el camino de la renovación del socia-lismo. El PCM tuvo avances en sus posiciones teóricas y políticas contra el estalinismo, luchó y avanzó por liberarse de la ideología de la Revolución Mexicana, ligó su desarrollo a la lucha por la democra-cia y por un socialismo democrático, en su XIX Congreso buscó prepararse para desenvolverse en la nueva situación de la legalidad conquistada. Pese a todo ello, los errores políticos que condujeron al fracaso de las fusiones en el Partido Socialista Unificado de Méxi-co (PSUM) y en el Partido Mexicano Socialista (PMS), determinaron la dispersión de la tendencia comunista.

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Ahora es indispensable hacer el ajuste de cuentas con el pasado y emprender la reforma del socialismo en México. Construir un nuevo enfoque de la lucha socialista, realizar el reencuentro de socialistas del muy diverso origen y trayectoria, actualizar el programa de propues-tas para la transformación socialista revolucionaria en México, son tareas que deben ocupar la atención de los socialistas y comunistas mexicanos. Un primer paso es cortar la dispersión mediante iniciati-vas de discusión de los temas que hoy son importantes y mediante la agrupación para actuar políticamente tanto dentro del Partido de la Revolución Democrática (PRD) como en otras plataformas de acción.

En los próximos meses es posible organizar un encuentro de socia-listas con participación de representativos de partidos, corrientes, tendencias y de militantes en lo individual. El temario debe precisar-se de común acuerdo con los convocantes, los que pudieran ser PPS, PRT, PAIS, varias corrientes del PRD y la nuestra. No deben festinarse resultados de un encuentro así, pero si se discuten con seriedad los problemas que tiene la lucha por la democracia, por los intereses populares y nacionales y por el socialismo, seguramente habrá buenos resultados.

16. Uno de los grandes problemas de nuestro movimiento es el de la ideología, el de la expresión de los intereses sociales en ideas, pro-yectos políticos y de sociedad.

La interpretación estalinista del marxismo ha sido un lastre para el movimiento comunista. Otros pensadores marxistas críticos del esta-linismo, frecuentemente trabajaron al margen y alejados de la acción política y de los movimientos obreros populares, tuvieron resultados teóricos correctos pero no enriquecieron orgánicamente la ideología del movimiento. De hecho, la teoría marxista se quedó muy atrás al ritmo de los procesos de la realidad, tanto del mundo capitalista como de los países “del socialismo real”. Muchos aspectos importan-tísimos de esa realidad quedaron sin respuestas del pensamiento político marxista, en consecuencia, la acción política se empobreció, se redujo al empirismo, se perdió rumbo estratégico y muchos revo-lucionarios quedaron atrapados en la coyuntura y en el pragmatismo.

El dogmatismo afectó a la ideología, la convirtió en esquemas que no reflejaban, o lo hacía muy mal, a la realidad social y a los intereses de los trabajadores; se “ideologizó” al mundo, a las relaciones sociales y a la lucha revolucionaria. Como consecuencia hubo reacciones no

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contra esa “ideologización” sino contra la ideología y contra la teoría revolucionaria, y contra la función intelectual de las organizaciones políticas. Las consecuencias de ese fenómeno son muy serias.

Cualquier movimiento político con base social verdadera y que vea más allá de los asuntos cotidianos, necesita una ideología, es incon-cebible sin ella. Esto es muy importante en México, donde la burgue-sía lo ideologiza todo y cuenta con varios arsenales ideológicos muy bien surtidos: de la Revolución Mexicana, del democratismo “sin adjetivos”, del neoliberalismo, del conservadurismo de derecha, etc.

Los socialistas no pueden existir en la realidad política sin programa, sin ideología y sin formas organizadas de actuación. Esta trilogía demanda discusión y conclusiones colectivas que no se deben diferir.

17. El 20 de diciembre el congreso del PC de Lituania resolvió romper con el estatuto y la estructura del PCUS y constituirse como partido independiente. Con ello se puede abrir un proceso de desmembra-miento de la única estructura que vertebra el sistema político de toda la URSS, es una vía que puede conducir a la desintegración de la Unión. Lo delicado del asunto suscitó una reunión urgente del CC del PCUS, la que hizo un receso mientras se desahogan nue-vas gestiones hacia la resolución del problema, incluido el viaje de Gorbachov a aquella república. En su visita, el presidente soviético lanzo compromisos políticos y propuestas que deberán valorarse por todos los lituanos –no sólo por los del PCL- y volver a medir la conveniencia y el realismo político de su posición independentista.

En la posición de los nacionalistas lituanos (y de los estonios y leto-nes) además del peso propio de sus derechos nacionales, incide fuertemente el origen de su incorporación a la URSS: una anexión con base en los protocolos del pacto de no agresión entre Hitler y Stalin. Pero desde entonces las repúblicas bálticas forman parte de la URSS; desconocer esa realidad y modificarla desestabilizaría todo el cuadro político de la perestroika y puede representar su fin abrupto. Por lo visto, la única salida constructiva es apostar por la reforma democrá-tica del socialismo y por la participación en la construcción de una Unión Soviética renovada, como unión voluntaria de pueblos libres.

Además de la justa demanda de varios pueblos a satisfacer dere-chos y aspiraciones nacionales, en la URSS hacen crisis algunos conflictos étnicos, el más agudo actualmente enfrenta con armas a

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azeris y armenios. Es un caso en que la racionalidad y las normas de convivencia son destruidas por el chauvinismo, los extremismos re-ligiosos y la pasión violenta.

Un debate crucial ocupa más y más espacios: ¿va la sociedad al caos? ¿no hace falta imponer el orden con mano dura? Al parecer los partidarios de “imponer el orden” han aumentado y tienen eco en sectores amplios de la población. Aquí se toca uno de los gran-des retos: ¿podrán las masas –por muchos años desorganizadas, sin tradiciones y formación democráticas, sin experiencia política, y acosada por muchos problemas- generar soluciones a la crisis, asu-mir programas y esfuerzos para plazos largos, organizar la lucha por sus intereses e iniciativas, construir sus movimientos autónomos y autorregulados? ¿podrán cohesionarse los partidarios del socialis-mo democrático? Ese es el reto y es la posibilidad de éxito de la perestroika. Es difícil. Pero lo que imposible es construir la democra-cia, la libertad y la justicia social con métodos de “mano dura”.

La construcción y consolidación de sistemas democráticos es asun-to que llevará tiempo en todos los países que se han liberado del estalinismo. No se trata sólo de hacer elecciones y que funcione el parlamento. Es necesario llevar la democracia a todas las institucio-nes y ámbitos de la vida social, desarrollar la organización y la auto-gestión de las comunidades, dar fundamento a la libertad creciente de cada individuo y de la sociedad.

Por otra parte están los problemas de la superación de la crisis eco-nómica y de la construcción en cada país de economías eficientes, modernas competitivas. El riesgo principal no es la vuelta al capita-lismo que tiene poca base pues no hay una clase capitalista orienta-da a ese fin y que tenga capacidad para adquirir y concentrar en sus manos la propiedad pública ni para invertir en las dimensiones que requiere la economía moderna. No son países en remate o a dispo-sición del capital extranjero. Lo previsible es que se diversificarán las formas estatales habrá nuevas modalidades de propiedad social, colectiva individual y privada. El uso de los mecanismo del mercado para estimular, facilitar y autorregular los procesos de producción y de intercambio no es exclusivo del capitalismo, el mercado existió antes y existirá después de esa formación.

El riesgo está en los enfoques tecnocráticos, en los intentos de su-perar la crisis económica a costa de los trabajadores, reduciendo

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ingresos, intensificando el trabajo, provocando desempleo, etc. El objetivo no puede reducirse a una economía eficiente, esta es un componente, el otro es la mejoría de los trabajadores en todos los órdenes. Por ejemplo socialmente no es un avance que una coope-rativa produzca más que una empresa estatal si ello se logra alar-gando la jornada de trabajo o uniendo al mismo el trabajo familiar.

La reorganización de la economía debe tener un inequívoco rumbo socialista que coloque al centro de sus preocupaciones el bienestar del hombre, la humanización del trabajo y de la vida.]

II

El socialismo, alternativa necesaria

18. El socialismo en México tiene historia y tiene futuro. Al afirmar lo anterior ni nos embarga la nostalgia ni hacemos una declaración de fe doctrinal sobre la inevitabilidad del cambio social. Subrayamos que la lucha de los comunistas y socialistas mexicanos con su pro-pio programa metas u organización no ha concluido. Su existencia permanente desde 1919 ha sido una importante contribución a la vida política, sindical y cultural del país: con aciertos y errores, pero siempre indesmayable en defensa de los trabajadores y de todo el pueblo, de la soberanía nacional y de la democracia, forma las raíces profundas del movimiento socialista mexicano actual. Los setenta años de vida del socialismo mexicano organizado en par-tido, en sus diversas vertientes, no puede por eso reducirse, como se pretende, a objeto de curiosidad para los historiadores. Tiene su propio espacio y responsabilidades ineludibles.

19. En las circunstancias actuales de México la alternativa de reorgani-zación socialista de la sociedad se vuelve más necesaria. El modelo de desarrollo estabilizador o de Estado benefactor dominante en decenios anteriores agotó sus posibilidades de seguir impulsando el desarrollo económico del país y, al entrar en crisis reveló que tras casi medio siglo de existencia fue incapaz de acabar con los gran-des rezagos social les y dar pasos reales a un régimen de justicia social y democracia. Lejos de eso, hoy la pobreza y la miseria abar-ca millones de compatriotas: 42 millones según el reconocimiento oficial; crece constantemente el número de desempleados; el anal-fabetismo azota a gran parte de la población al igual que la insalu-

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bridad y la desnutrición que causa grandes estragos especialmente en la niñez; se han reducido al mínimo las oportunidades para los jóvenes y el futuro es sombrío para la mayoría de ellos. En muchas zonas rurales el atraso y los niveles de vida son semejantes a los de varios países africanos y asiáticos hasta hace muy poco dominados por el régimen colonial.

20. El otro lado del modelo anterior son las altas tasas de ganancia del capital, la formación de grupos poderosos en la industria, el comer-cio y las finanzas, la creación de poderosos monopolios privados, el aumento del peso económico y del poder político de las orga-nizaciones empresariales. El sistema proteccionista y de subsidios en forma de bajos impuestos a las ganancias o de precios y tarifas preferenciales de las mercancías y servicios vendidos o proporcio-nados por el sector estatal de la economía, tan criticado en la ac-tualidad por los empresarios y los tecnócratas, sirvió principalmen-te para aumentar las ganancias empresariales El sector estatal de la economía conquista legítima del movimiento obrero y revolucio-nario de México, fue puesto al servicio de la reproducción ampliada del capital y de su sistema de dominación. Al amparo de ese sector económico se formaron grandes fortunas de empresarios privados así como de políticos oficiales dedicados a los negocios. En la lista de los principales integrantes del pequeño grupo de empresarios que determina el rumbo del país, están no pocos hombres de la llamada familia revolucionaria: ex presidentes de la República, ex secretarios de Estado, ex gobernadores y otros personajes de la burocracia política.

21. Condición para el funcionamiento del modelo de desarrollo inaugu-rado en el sexenio de Miguel Alemán fue el control y sometimiento del movimiento sindical mexicano. Las altas tasas de utilidades, así como la acumulación y concentración vertiginosa de capitales están directamente relacionadas con el control de los sindicatos y su charrificación. Esto puso en total indefensión a millones de tra-bajadores, quienes de esa manera admitieron, sólo con resistencias esporádicas y aisladas, un régimen de bajos salarios y prestaciones, así como altas tasas de productividad. De tal manera, resulta falsa por completo la afirmación de empresarios e ideólogos del régimen de que la beligerancia sindical y sus altas prestaciones contrac-tuales y en reglamentos de trabajo, son las causas principales de la ineficiencia de las empresas estatales. Tales argumentos se han

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dado para justificar las quiebras fraudulentas de empresas antes del Estado y su venta al capital privado.

22. Debe decirse que si la propiedad estatal fracasó en buena medida, fue no por el simple hecho de serlo, sino porque las empresas esta-tales han sido y son manejadas como si fueran patrimonio del gru-po gobernante, que las dirigió sin ningún control democrático de la sociedad, con formas burocráticas que impidieron su eficiencia y rentabilidad; asimismo, a esas empresas se extendieron la corrup-ción y los manejos fraudulentos aunque no en todos los casos.

23. Para superar la crisis del sistema el grupo tecnocrático en el poder y las cúpulas empresariales llevan a cabo un programa de trans-formaciones que culminará con la implantación del pleno dominio de la economía por un grupo reducido de empresas. El nuevo blo-que en el poder, el tecnocrático empresarial, se propone reducir al mínimo la intervención del estado en la economía, vender a los empresarios privados la mayoría de las empresas estatales o pa-raestatales, abrir de par en par las puertas al capital extranjero; cambiar radicalmente las relaciones obrero patronales como son los contratos colectivos y reglamentos de trabajo, el derecho de huelga, la seguridad en el empleo, derechos de antigüedad y otros más, de tal manera que permitan la mayor explotación del trabajo asalariado y aún más altas tasas de ganancia para los capitales. Se trata de una ofensiva en toda la línea cuyo propósito central es poner la economía nacional, la vida política y cultural al servicio de los intereses de los empresarios. Con el falso razonamiento de que la propiedad privada de los grandes medios de producción y de la explotación del trabajo asalariado es la cumbre del desarrollo, la ex-presión de la libertad del individuo y la forma más eficaz para hacer funcionar la economía nacional, el gobierno actual se propone altos niveles de desarrollo del capitalismo: concentrar vertiginosamente la riqueza creada históricamente por el pueblo trabajador mexicano en manos de unos cuantos cientos de capitalistas, cuyo poder es cada día mayor. Es en poder de la minoría que se están poniendo las palancas decisivas de la economía y el futuro del país.

24. La propiedad privada de los medios de producción puede ser efi-ciente, aunque no siempre, pero es también fuente de la explota-ción y de la desigualdad social, de las injusticias y de la opresión: es también obstáculo para el pleno desarrollo de la democracia. La ganancia máxima es el único fin de los capitalistas; su interés no es

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social sino privado. Los empresarios privados producen mercancías para ser vendidas, producen para la venta no para satisfacer nece-sidades sociales. Contrariamente a lo que afirman los ideólogos y publicistas del gobierno y los empresarios, la privatización de las empresas antes estatales no va a resolver los grandes problemas nacionales y a poner fin a los rezagos sociales; por el contrario estos se van agudizar pues el capital privado no tiene otro interés que el de conseguir altas utilidades.

25. La justicia social, la solución de los graves problemas sociales y los rezagos acumulados en los últimos decenios, así como la des-igualdad cada día más profunda no pueden esperar solución para los próximos siglos. Reivindicamos como una necesidad econó-mica y como un requerimiento político la propiedad social de los, medios de producción. Sólo si los propios productores, es decir si los trabajadores toman en sus manos la propiedad de los grandes medios de producción y la dirección de la economía esta podrá ser encaminada a resolver los problemas sociales y sentarse las bases de la justicia y a la igualdad. Pese a las deformaciones, graves erro-res políticos e incluso crímenes a nombre del socialismo, los ensa-yos de reorganización socialista de la sociedad llevados a cabo en países de Europa del Este, de Asia y Cuba en América Latina han demostrado de manera irrefutable que la sociedad puede existir sin capitalistas, sin propiedad privada de los medios de producción y sin explotación del trabajo asalariado.

26. Mantienen plenamente su vigencia los rasgos esenciales del so-cialismo ideado por Marx, Engels y otros teóricos, metas con las cuales han soñado millones de seres humanos y los ha llevado a la lucha, ansiosos de igualdad, libertad y democracia. Estos rasgos son: abolición de la propiedad privada de los grandes medios de producción; la propiedad social sobre esos medios; la creciente devolución de las funciones del estado a la sociedad: la democrati-zación real de la vida de la sociedad (no solo indirecta, parlamen-taria, sino directa) y, consecuentemente, la autogestión económica y social y la creación de condiciones para el pleno desarrollo de las potencialidades humanas.

27. Nadie en la actualidad considera que esté en el orden del día la lucha por la implantación inmediata de un sistema socialista en el país. Lo que se extiende cada día más es el consenso en la nece-sidad de un régimen político verdaderamente democrático, que

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acabe con el sistema de partido único, respete la voluntad popular expresada en las urnas y admita la alternancia en el gobierno; asi-mismo, una democracia que pongo fin al presidencialismo autori-tario y a las formas corporativas de control de la sociedad. Sólo se oponen a la implantación de un régimen verdaderamente democrá-tico el gobierno, su partido y los poderosos grupos económicos.

Sin embargo, la democracia parlamentaria, aun si llega a desarrollar-se, ya es en la actualidad insuficiente para satisfice las necesidades de participación de las masas en las decisiones fundamentales sobre su destino. Porque no es en las cámaras federales o locales, ni en otros órganos representativos donde se adoptan las decisiones eco-nómicas y políticas principales. Cada día en mayor medida éstas son resultado de acuerdos y concertaciones del grupo gobernante, las cúpulas empresariales y sus órganos y los grupos de interés en el país

28. No está en el orden del día la implantación del socialismo. Pero es por complete erróneo separar los combates actuales por la demo-cracia de la lucha por el socialismo, establecer una barrera infran-queable y artificial entre ambas. Hoy es inconcebible luchar por el socialismo sin hacerlo por la democracia simultáneamente pues como la experiencia de los países socialistas lo está mostrando, es impensable el socialismo sin la democracia. Asimismo la demo-cracia solo puede desarrollarse plenamente si no se queda a las puertas de las fábricas, de los bancos y de los órganos de decisión económica. Pero al rebasar esos límites empieza a construir una nueva sociedad, el socialismo. También es desacertado separarlas como etapas sucesivas; primero la conquista de la democracia y después la lucha por el socialismo.

Y no se trata únicamente de que es preciso difundir las ideas del socialismo para ganar adeptos, para lo cual lo socialistas deben ac-tuar abiertamente, sin ocultar ni sus fines ni eludir su responsabili-dad por la trayectoria del movimiento socialista en el pasado. En las condiciones de nuestro país no está en juego únicamente el futuro de su régimen político, no sólo tiene lugar la confrontación entre demócratas de todos los colores, de derecha, izquierda y centro con los adversarios del cambio democrático. Lo que se ventila son pro-yectos distintos de la sociedad, de estructuras económicas, de rela-ciones sociales para los próximos decenios. A nombre de la moder-nización, el bloque tecnocrático empresarial en el poder impulsa al capitalismo a una nueva etapa de su desarrollo, en la cual el poder

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económico lo toma en sus manos un reducido número de grupos empresariales, financieros e industriales, de manera que la suerte de millones de mexicanos dependa del interés y las opiniones de un puñado de capitalistas y de sus representantes políticos. Frente esta perspectiva, los socialistas verdaderos no pueden eludir su respon-sabilidad de elaborar, proponer y defender su propia propuesta de sociedad en la cual se implanten la democracia plena, la igualdad, y la justicia social.

Esa responsabilidad actual de los socialistas no puede eludirse a nombre de la lucha por la democracia, pues qué clase de democra-cia será aquella que margina al socialismo y qué clase de socialistas serán aquellos que voluntariamente o como una de astucia política ocultan su programa transformador. Tampoco es admisible negar el socialismo en nombre de desideologizar la política. La actividad política estricta, concreta, así como la acción de los movimientos reivindicativos económicos o sociales, de universitarios, ecologistas, feministas, de las minorías sexuales y otros solo adquieren un verda-dero sentido transformador como parte de un proyecto de renova-ción social, de una concepción de cambio global, de una propuesta de nación. De otra manera la acción política se convierte en activi-dad de grupos de presión y de interés por mas legítimos que estos sean. Y lo anterior a lo único que conduciría es a perpetuar el domi-nio político e ideológico del bloque gobernante. La desideologiza-ción o neutralidad ideológica es imposible en una sociedad cruzada por diferencias de intereses y de enfoques sociales.

29. En las circunstancias políticas actuales la responsabilidad política de los socialistas consiste también en hacer una revisión rigurosa de su pasado reciente, para esclarecer las causas que han conducido su movimiento a la situación actual de extrema debilidad, de dispersión organizativa y de liquidación paulatina. Sólo así será posible su rena-cimiento, no como fuerza ajena al conjunto del movimiento, pero si con su propio programa, organización e identidad. Es cierto que para ser revolucionario no es obligatorio ser socialista, pero es inadmisible que para ser revolucionarios los socialistas deban dejar de serlo.

30. Asimismo, los socialistas tienen la necesidad y el derecho de expo-ner sus puntos de vista sobre la situación política del país y la con-ducta de otros protagonistas así como formular sus proposiciones. Un año después de instalado un nuevo gobierno es preciso valorar los cambios ocurridos.

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Con el proceso electoral federal de 1988 y los comicios del 6 de julio de ese año se inició un proceso complicado de modificación de la correlación de las fuerzas políticas en favor de la democracia. Tal cambio tiene causas profundas, se incubaron a lo largo de varios decenios de predominio absoluto del partido oficial, de presidencia-lismo autoritario y paternalista, de corporativismo restrictivo de las libertades y derechos políticos de millones de mexicanos, de mono-polio estatal y privado de los medios de información. Aun si se admi-ten las cifras electorales del gobierno el partido oficial sufrió en 1988 un grave revés: tuvo lugar un desplazamiento del electorado hacia el centro y la izquierda, fue detenido el avance del bipartidismo obser-vado en elecciones federales de 1985 y en las locales de varios esta-dos en el norte del país. Cambió la composición de la Cámara de Diputados, aunque el PRI haya conservado una magra mayoría. Em-pezaron a derrumbarse mitos como el de la invencibilidad del partido oficial y el del control político de masas de las organizaciones sindi-cales subordinadas al aparato estatal. La acción electoral del FDN y del PMS hizo estallar una crisis política de larga duración. Se reveló el agotamiento del sistema de dominación política priista, la incapaci-dad del bloque en el poder para continuar gobernando como lo hizo casi sin resistencias en el pasado, y, sobre todo, la oposición de mi-llones de mexicanos a seguir gobernados como antes.

Como anotamos en octubre de 1988, el sistema político fue puesto en crisis, pero no derrotado: fue deslegitimado pero se mantuvo en pie. El movimiento democrático no desarrolló la fuerza ni la organi-zación necesaria para imponer respeto a sus victorias electorales y derrotar el fraude institucionalizado: en el Colegio Electoral fue im-posible modificar la determinación del gobierno de Miguel de la Madrid que asignó al PRI porcentajes de votación en las elecciones legislativas y de Presidente de la República por encima y al margen de la votación real.

El sistema fue puesto en jaque pero fue y es equivocado creer que había sido vencido y que solo era cuestión de tiempo para su de-rrumbe total. Sin embargo, en las filas del movimiento democrático y sobre todo en la mayoría de los dirigentes se impuso un sentimien-to triunfalista que les impidió ver con objetividad el estado real de las fuerzas políticas y sus cambios, especialmente después de la toma de posesión de Carlos Salinas de Gortari como presidente de la república. Tal sentimiento triunfalista, distinto de la voluntad de victoria, se expresó en la idea de que “la toma del gobierno y del

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poder se ha convertido en una cuestión de orden práctico” formu-lada por dirigentes importantes e influyentes. Asimismo la idea de que merced a la explosión democratizadora del 6 de julio en uno o dos años el país se volvería ingobernable y se crearían las condicio-nes para la renuncia del Presidente, tales ideas no tenían base en la realidad; partían del supuesto de que se había afianzado una nueva relación de las fuerzas políticas favorable al cambio y a la sustitución inmediata del gobierno; estas ideas erróneas, menos festinadas hoy, pero todavía dominantes en gran medida, condujeron a un suicida menosprecio de la capacidad del bloque político empresarial en el poder para recomponer la hegemonía del sistema, reconquistar es-pacio social y prestigiar la figura presidencial.

Asimismo dio lugar a un deslumbramiento, a la confusión de los deseos con la realidad. Se pensó, por ejemplo que el caudal electoral del 6 de julio estaba consolidado del lado de la izquierda y el neo-cardenismo, de tal manera que las elecciones locales de 1989 serían una especie de paseo triunfal. Sólo hacía falta crear lo que se llamó equivocadamente el partido del 6 de julio. Este partido se creó pre-cipitadamente, contribuyendo así a la liquidación del Frente Demo-crático Nacional; también fue liquidado a toda prisa el PMS con el argumento de que era precisa su conversión en PRD para dotar a éste de registro y ganar las elecciones locales. Los resultados, sin embargo, no han satisfecho las expectativas creadas.

Así también el menosprecio a la necesidad de formular una política de cara al gobierno actual, está determinado por la absolutización de la denuncia del origen electoral de este gobierno y por la espe-ranza de su derrumbe próximo. No se asume la necesidad de una táctica para una lucha más o menos prolongada; se condiciona todo o casi todo el cambio de gobierno o al menos a que el actual admi-ta su origen ilegítimo, aspiración utópica, ajena a la realidad.

31. En la nueva coyuntura de angostamiento de las vías abiertas el 6 de julio y de avance de la estabilización política del gobierno, es obligatorio que la oposición de izquierda y especialmente el PRD revisen su política y corrijan sus errores.

Las soluciones no están en el “diálogo” convertido en principio ni en la violencia. La vía a seguir es la confrontación política calificada, desplegada en todos los terrenos de la lucha política, social y cultu-ral. Para hacer frente a la actual situación, la izquierda debe hacer

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gran esfuerzo para estimular y desatar al máximo la iniciativa popu-lar, para elevar la calidad del trabajo de dirección y para presentar ante el pueblo mexicano un proyecto político integral como alterna-tiva política de gobierno. Su meta debe ser la creación de una ma-yoría democrática que cambie la correlación de las fuerzas políticas y sociales, para detener la ofensiva de la derecha y que sea favorable a la democracia y reformas económicas avanzadas.

Las fuerzas populares, que se expresan lo mismo en partidos políti-cos que en organizaciones sociales y movimientos espontáneos, forman un torrente diverso y plural, pero necesitan expresarse de manera unitaria como lo hicieron el 6 de julio. La diversidad y plura-lidad del movimiento es la base de su fuerza y debe respetarse: la pretensión de monolitismo ideológico o de exclusivismo partidario son nocivos, atentan contra necesaria unidad. La formación del Frente Patriótico Nacional puede ser una forma acertada para unir, por encima de divergencias ideológicas, de programas político de largo plazo y de diferencias de intereses electorales inmediatos, a las fuerzas coincidentes en la lucha por la defensa de la soberanía na-cional y por la democracia.

Las fuerzas democráticas, nacionalistas y socialistas están obligadas a retomar la práctica de la unidad de acción en todos los asuntos de interés común y con los movimientos sindicales, campesinos y po-pulares: La lucha por la reforma electoral democrática y por derrotar a los contenidos antiobreros en la nueva legislación del trabajo, son apenas dos asuntos en los que se pueden unir fuerzas.

Teniendo una importancia indiscutible la lucha electoral, no basta para expresar el descontento y aspiraciones de millones de mexica-no. Las fuerzas de la izquierda política y social tienen el deber de estimular y dar forma a un nuevo ascenso de un movimiento popular que se manifieste en formas múltiples, compitiendo y derrotando con argumentos, propuestas alternativas y movilizaciones de todo tipo a las políticas del gobierno, del PRI y de la gran empresa capi-talista en todos los campos. Es indispensable cultivar y extender la confianza popular en sus propias fuerzas. Ejemplo de las grandes posibilidades en este campo son las numerosas acciones del movi-miento sindical en este año que se ha anotado victorias significati-vas como las de Cananea, Sicartsa, el magisterio de varios estados de la República, la participación más desplegada y sostenida de los

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ferrocarrileros y la permanente aunque atenuada actividad del mo-vimiento urbano popular.

Los partidos de oposición consecuente a la política del gobierno y la gran empresa tienen el papel central en este periodo, pero deben aceptar que no son la única vía de expresión de las fuerzas popula-res. El ejemplar movimiento magisterial lo ha demostrado, también las huelgas minero metalúrgicas, que han sido las únicas acciones en los últimos años que han contribuido con victorias de importancia nacional a la lucha democrática, lo que debe ser lección para todos.

Los partidos y organizaciones sociales no deben seguir incurriendo en las nefastas prácticas pragmatistas. Las estrechas políticas de cor-to plazo acentúan los intereses particulares de los grupos de presión y vacían de contenido los propósitos de transformación revoluciona-ria de la sociedad, dispersa y desmoviliza a las fuerzas populares.

El proyecto político integral que se debe oponer a las fuerzas del salinismo grandes empresarios debe conjuntar y actualizar los valo-res de la democracia, el nacionalismo y el socialismo.

III

La construcción de la corriente

32. Desde que realizamos la primera reunión nacional de la corriente del socialismo revolucionario, en octubre de 1988, se ha acelerado peligrosamente el proceso de disgregación política de los socia-listas mexicanos que sufrimos desde hace ya mucho tiempo. Las tendencias centrífugas cobraron especial fuerza después de la di-solución del PMS, como resultado del ambiente de confusión que imperó en los últimos meses de vida de ese partido y se prolonga hasta este momento.

La incorporación de numerosos socialistas al PRD no ha sido causa de reagrupamiento, sino de proliferación de las mismas tensiones que hicieron fracasar al PMS. Lo que prevalece en el PRD es la lucha grupuscular por copar posiciones. La mayoría de las corrientes que se organizan en él lo hacen en función de esa lucha y no con base en concepciones o propuestas que enriquezcan la vida política de ese partido. Fuera del PRD la tendencia que prevalece es también a

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la dispersión, aunque algunas corrientes hacen esfuerzos por rea-gruparse con celeridad, tal vez con demasiado apresuramiento como para que su organización pueda tener bases sólidas. De con-tinuar este proceso como hasta ahora, cada día será más difícil la construcción de una corriente del socialismo revolucionario con aptitud para intervenir en la lucha política como fuerza organizada.

33. En reuniones anteriores postulamos la tesis de que construcción de la corriente del socialismo revolucionario como una fuerza política organizada, con perfil político y programa propios, debe basarse en la formulación de un cuerpo conceptual y programático que siente las bases de la unidad y nos permita fijar un rumbo unitario al desarrollo de nuestra actividad. Con esta idea nos propusimos integrar comisiones que elaboraran propuestas iniciales para orien-tar la discusión del conjunto de la corriente sobre toda una serie de problemas fundamentales. Diversos factores impidieron que las comisiones se integraran y pudieran desarrollar el trabajo de ela-boración política que se les encomendó. En este sentido hoy nos encontramos prácticamente en la misma situación que en noviem-bre del año pasado. Por eso consideramos necesario insistir en que la tarea práctica más importante en este momento es organizar la vida política de la corriente, local y nacionalmente, con mecanismos adecuados para ordenar-nuestras discusiones colectivas.

34. La revista Socialismo, cuyo tercer número está ya en circulación, cumple una función importante en este campo, pero es insuficiente. La revista no puede dar cabida a todas las contribuciones que elabo-ren compañeros de la corriente, y no sería conveniente que lo hiciera a costa de sacrificar su carácter de revista abierta a todas las co-rrientes del pensamiento socialista. En las páginas de la revista no se puede reflejar con la amplitud y la riqueza necesarias la discusión de todos los problemas que debemos ventilar en el proceso de reforma y reorganización del socialismo mexicano. Por eso es necesario que nos dotemos con la edición de un boletín regular de discusión de la corriente, de un medio ágil y flexible que nos permita organizar nues-tros debates haciendo partícipes de ellos a todos los compañeros.

35. La organización de la vida política de la corriente no se agota en la edición de la revista y de un boletín como el propuesto. También es necesario que realicemos un esfuerzo serio para lograr que todos los núcleos de la corriente en todo el país intervengan activamente en la discusión de todos los problemas políticos, y no sólo en los

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problemas de su localidad o su sector de intervención, de modo que tanto la elaboración de las líneas políticas de largo alcance como la adopción de las iniciativas de acción política inmediata se convier-tan en verdaderas tareas colectivas. Aunado a lo anterior, también es necesario considerar la adopción de medidas organizativas que nos permitan superar el aislamiento en que han caído los núcleos locales, que hoy en día se ven obligados a trabajar en condiciones sumamente precarias y sometidos a la presión de lo inmediato.

Una manera de hacer frente a estas necesidades es la constitución de un consejo nacional, el cual podría integrarse con unos 25 o 30 compañeros representativos de los diversos núcleos de la corriente, que tenga la responsabilidad de coordinar la actividad en todo el país. También es necesario integrar organismos de coordinación estatales y regionales en los sitios donde los núcleos de la corriente tengan capacidad para establecerlos. Al consejo nacional se le pue-de encargar la elaboración de una propuesta de normas de funcio-namiento que nos permitan dar a la corriente una estructura más definida, sin la cual el compromiso político fácilmente se diluye has-ta quedar sólo en buenas intenciones.

36. En las condiciones actuales, naturalmente, las medidas organizati-vas deben ser consideradas con prudencia, siguiendo el principio de sólo formalizar aquellas normas que respondan a una necesidad práctica y que hayan madurado en los hechos. De otro modo se corre el riesgo de crear un cascarón sin contenido, o uno estructu-rado con base en consideraciones doctrinarias, que más que ayu-dar estorbaría al desarrollo del socialismo mexicano. Por eso no hablamos hoy de elaborar un plan organizativo, sino únicamente de adoptar aquellas medidas ineludibles para cualquier agrupamiento que pretenda intervenir en la lucha política con coherencia y con el mínimo de eficacia que las circunstancias exigen de nosotros. Pero sería erróneo derivar de aquí posturas paralizadoras o de con-temporización con la desorganización imperante. Sin organización, nuestra actividad tenderá inevitablemente a reproducir los mismos vicios que tratamos de superar y fácilmente puede perderse en un activismo ineficaz y estéril. Las medidas propuestas —editar un boletín de discusión, integrar un consejo nacional, integrar consejos estatales y regionales en todos los sitios donde las circunstancias lo permitan—, tienen el propósito de colocarnos en la perspectiva de construir una corriente que haga del socialismo revolucionario una fuerza política con peso en la vida nacional.

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37. Otro de los problemas que debemos anotar en la orden del día como prioritario, es el de la elaboración de criterios generales que normen nuestra actividad en los movimientos de masas y nos per-mitan intervenir en ellos de una manera unitaria. En este punto se hace necesario someter a crítica la práctica de los últimos años, en los que el pragmatismo inmediatista se extendió a todos los cam-pos de la actividad de las fuerzas de izquierda en México.

Uno de los principales defectos que ha tenido el trabajo de masas de las organizaciones de izquierda en México es el “movimientismo”, la elaboración de toda una política seguidista frente a los movimientos de masas en la que se renuncia a realizar un trabajo permanente y sistemático de propaganda y de organización política entre las ma-sas. En los más de los casos, la actividad de las organizaciones de izquierda se ha limitado a la gestión de demandas, sin aportar a los movimientos orientaciones políticas de largo alcance que puedan servir de base a una plataforma de unificación de las luchas de ma-sas. Lo que ha prevalecido es el inmediatismo, la dispersión de las luchas, la parcelación del trabajo político de la izquierda y las nocivas prácticas clientelares. Los elementos, escasísimos, de unidad de los movimientos de masas se han dado sobre todo en el plano de la ayuda mutua, y no han servido como debieran para desarrollar los elementos de conciencia y de organización necesarios para que los movimientos de masas tengan continuidad y perspectivas hacia el futuro.

38. Los problemas anotados se manifiestan en todos los campos de la actividad política. El trabajo de masas se ha “sectorizado” desmedi-da mente, poniendo el acento en los temas particulares de lucha y sin desarrollar políticas e iniciativas de lucha generales que puedan involucrar a contingentes de masas amplios. Lo mismo en el trabajo obrero, que en el trabajo campesino o en el popular, nuestra activi-dad se ha caracterizado por la ausencia de líneas políticas de largo alcance. Una de las manifestaciones más claras de este problema es la intervención en muchas colonias proletarias sin que se plantee siquiera la organización de los colonos como obreros y sin que se busquen caminos para hacer del trabajo en las colonias proletarias un medio de penetración en las fábricas.

En el trabajo obrero se ha dado una separación absurda entre el trabajo sindical y el trabajo político. Dentro de la fábrica nuestros

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compañeros son sindicalistas y dejan de lado todos los problemas políticos que no se relacionan directa e inmediatamente con la situa-ción de su sindicato. Del trabajo político se ocupan fuera de la fábri-ca, pero entendiendo la actividad política de una manera estrecha, como participación en las campañas del partido —en las campañas electorales sobre todo—, y nada más.

39. La necesidad de desarrollar políticas sectoriales y constituir orga-nismos de coordinación para la actividad específica en cada uno de los diferentes sectores de masas, no debe dar pie a la repetición de los mismos errores. La organización por sectores que marchan separadamente no resuelve el problema de la creación de un mo-vimiento unitario de las fuerzas de masas interesadas en la trans-formación democrática y socialista de nuestro país. Tampoco re-suelve el divorcio entre la lucha política electoral y los movimientos reivindicativos de masas. Puede ser, incluso, una manera de darles la vuelta a estos problemas, si la sectorización de la actividad se realiza sin haber fijado los grandes derroteros que permitan dar una orientación común a la actividad política en sectores de masas di-ferenciados. De cualquier manera, conviene establecer mecanismos de coordinación provisionales de los diversos trabajos sectoriales que realizan núcleos de la corriente, ateniéndonos al criterio de que su tarea prioritaria en este momento es la definición de las políticas de largo alcance que superen los problemas del inmediatismo y de la fragmentación de la lucha, a la vez que den respuesta a las nece-sidades inmediatas de las masas.

Para dar una jerarquización adecuada al trabajo socialista entre las masas, es necesario dejar establecida la prioridad de ganar a la par-te fundamental de la clase obrera para la causa del socialismo.

40. Como parte del esfuerzo de construcción de una fuerza política que actualice y reformule la lucha socialista en México, consideramos necesario abandonar el nombre de “corriente” y sustituirlo por otro que exprese mejor tanto la provisionalidad de nuestra situación actual como el propósito de avanzar en la reforma y reorganización del socialismo mexicano. El nombre de “corriente” ha adquirido una connotación equívoca debido a la aparición de infinidad de “co-rrientes” sin más objeto que participar en las disputas por el reparto del pastel. Consideramos que el nombre “Propuesta Socialista” re-fleja mejor nuestras convicciones, y destaca la necesidad de afirmar la vigencia de la lucha por el socialismo en el plano propositivo, de

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presentación de alternativas políticas concretas para el presente y el futuro. Esta es, en todo caso, una propuesta. Seguramente habrá otras que estarán a su consideración.

En el 90 aniversario de la fundación del Partido Comunista Mexicano

Marcos Leonel Posadas Segura

Texto de la intervención de Marcos Leonel Posadas en la Mesa Redonda con este título; también participaron: Gerar-do Unzueta, Carlos Razo, Alejandro Encinas y Luis Ramos. El 24/XI/2009; en Casa de la Cultura Jesús Romero Flores, México, D. F.

La fundación del Partido Comunista Mexicano fue una modesta asam-blea de no muchos compañeros pero fue un hecho importante para la historia de nuestro pueblo. Vale destacar algunos aspectos de la historia del PCM.

El PCM nació internacionalista, siempre lo fue –nos costó mucho cuando el internacionalismo se tergiversó y Stalin intervino en el PCM, como explicó la intervención de Unzueta--, y no debía ser de otro modo, el internacionalismo es irrenunciable pues corresponde a lo que ha sido y es la índole de la clase de los proletarios y de la lucha por el socialismo. En la fundación del PCM participaron tanto socialistas mexicanos como nacidos en otras tierras, a todos ellos y los demás comunistas de la pri-mera hora y a sus continuadores de generaciones siguientes expresa-mos reconocimiento y homenaje.

El PCM no fue la única organización que en el siglo anterior luchó por el socialismo en México pero si fue la más importante y la más duradera, es parte de la historia de nuestro país. La historia del PCM aún no se escri-be, hay sólo fragmentos pero sobre su actuación se han hecho numero-sas tergiversaciones, calumnias y exclusiones intencionadas.

El PCM existió como tal hasta 1981, vivió 62 años de lucha intensa, con-tradictoria, con altibajos, con éxitos y fracasos; con grandes méritos y con fallas importantes. El PCM es la vida de muchos miles de mujeres y varones de varias generaciones que entregaron lo mejor de cada uno en luchar por superiores condiciones de vida del pueblo, por los derechos

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y por los intereses cotidianos de los trabajadores; y más allá de lo inme-diato, luchar por la gran causa de la libertad y la igualdad, por ideales de largo plazo, por el fin de la explotación del trabajo, por terminar con milenios de dominación tanto económica, como política, social e ideoló-gica, por conquistar las condiciones para la humanización plena del hombre, por sustituir el capitalismo con una propuesta alternativa que lo supere, con la única formulada hasta ahora, el socialismo.

El PCM hizo aportes importantes: Desde los años 20 reorganizaron el movimiento campesino, las ligas y uniones locales se habían formado en muchos estados y con ellas se integró la Liga Nacional Campesina en 1926. Por entonces el PC solo tenía 191 miembros en 9 organismos loca-les, estos pocos habían formado y dirigían organizaciones con más de 50 mil afiliados, según el informe que a la IC dio el secretario de organi-zación Manuel Gómez (Frank Seaman). Un año después ya serían 600 miembros. En 1928 se superó los 1,500 y en 1929, antes de la represión anticomunista desatada se llegó al doble, según información del secre-tario organizador Julio Gómez o Ramírez, (Julio Rosovski) quien fue todo un personaje.

No sólo la LNC, también organizaron sindicatos clasistas y combativos entre mineros, petroleros, textiles, ferrocarrileros, de maestros…; no era exclusiva de los comunistas, en esos años tuvieron un papel destacado los anarquistas-sindicalistas, y cuando hubo voluntad política para tra-bajar juntos tuvieron resultados magníficos como la Confederación Ge-neral de Trabajadores al comienzo de los años 20; pero esa voluntad de trabajo conjunto duró poco y siguieron cada uno por su lado. Y los artis-tas comunistas como Siqueiros, Xavier Guerrero, Diego Rivera… hicieron su sindicato y organizaron sindicatos obreros --por cierto que este día es también aniversario de la muerte de Diego en 1957--; hay hermosas fotos de la muy difícil campaña electoral de Pedro Rodríguez Triana en 1929, acompañado por Diego y otros intelectuales de gran valía.

Es importante recordar que los artistas e intelectuales del PCM crearon gran arte, el muralismo, el grabado, el cartel y la prensa popular, y en música –aquí Luis Ramos leía la nota de Eraclio Zepeda sobre Silvestre Revueltas y otros--, en teatro y danza, historiadores y narradores. Estos artistas e intelectuales formaron sus organizaciones no para separarse sino para unirse con el pueblo, como el Sindicato de Pintores; la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, --menos conocido es la Liga de Arquitectos Socialistas, sus miembros crearon unidades habitacionales pensadas para trabajadores y sus familias para mejorar su entono, civili-

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dad y vida--, y vale mencionar el Taller de la Gráfica Popular, etc. Los maestros comunistas impulsaron la educación popular, la escuela rural, las misiones culturales…

Una y otra vez los del PCM contribuyeron a la derrota de la reacción, de los entreguistas; eso fue permanente; y abrieron brecha con su lucha por la democracia política, contra el autoritarismo y el corporativismo. Mal cuentan quienes dicen que la lucha por la democracia comenzó en 1988.

Podría seguirse la lista de hechos de mérito, le corto ya, pero no se pue-de obviar que el PCM forjó militantes con cualidades valiosas –algunas parecen hoy cosas exóticas: honestidad, congruencia entre el decir y el hacer, entrega a la causa de los trabajadores, combatividad, audacia en sus iniciativas, interés por el estudio del marxismo y la ciencias sociales, esfuerzo para sostener económicamente a su partido con modestia y penuria pero con independencia y dignidad, y en la solidaridad con to-dos los luchadores, y en el internacionalismo; a partir de ahí muchos militantes desarrollaron esas cualidades hasta elevados niveles de abne-gación y heroísmo. Y, lo diré sólo en una frase: Es larga la lista de los comunistas caídos en la lucha.

Hace unos días los medios de desinformación –monopolizados por la oligarquía mundial, de la cual forma parte la oligarquía mexicana--, hicie-ron gran escándalo por los 20 años de “la caída” del Muro de Berlín en 1989; hicieron un gran festejo, fiesta de la libertad lo llamaron, U2 hizo un gran concierto, y otros. En el fondo festejaron el fin de los estados socia-listas entonces existentes en Europa, festejaron un gran fracaso, el del mayor intento hecho hasta hoy por transitar del capitalismo al socialis-mo; fue una gran derrota y lo más dramático es que cayó un poder que se levantó y se sostuvo con grandes luchas y que hizo cosas grandiosas, y cuando caía nadie lo defendió –aquí agrego una historia individual, Gerardo, yo y otros conocimos y tratamos a Constantín Kurin, un com-pañero soviético, tanquista en la guerra, trabajador del aparato del PCUS que nos atendía y vino a México algunas veces; me contaron que él fue uno de los pocos que una tarde del otoño del 91 se presentó al comité de barrio del Partido a pedir instrucciones y a pedir armas para defender al poder soviético… y nadie le hizo caso. Un drama individual de un gran drama histórico.

Además por aquel tiempo también se había agotado y cerrado la vía de las reformas socialdemócratas del capitalismo; y al mismo tiempo mu-chos partidos obreros y fuerzas sindicales de izquierda se eclipsaban.

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Simultáneamente el capitalismo entró a una nueva etapa de expansión y dominio del mundo. Son fenómenos de enorme dimensión, a los pre-sentes nos tocó vivirlo y estamos hoy envueltos en sus consecuencias. Hay mucho que analizar y decir sobre todo eso, hoy me limito a hacer dos menciones:

1) En mi opinión, los regímenes de la URSS y de sus asociados en Eu-ropa se hundieron debido a sus errores y contradicciones internas que no pudieron resolver; una principal fue generada mucho antes, cuando el estalinismo sustituyó el ímpetu revolucionario del pueblo y colocó al centro de la lucha por el socialismo una lucha de esta-dos, y cuando el estado obrero y campesino nacido de una gran revolución pasó a ser dominado por una burocracia política alejada de los trabajadores, acomodaticia, hasta llegar a ser corrupta, clau-dicante, negadora del socialismo.

2) Del balance que entonces hicieron los ganadores de la Guerra Fría, de lo prometido por el imperialismo, por sus filósofos, políticos y voceros: De “el fin de la historia”, del “triunfo final de la democracia liberal”; de la libertad y la democracia en todas partes, de un orden internacional de paz y desarrollo, de una economía global sin crisis y de beneficio general; y de otras promesas hechas entonces; de todo eso nada se cumplió, ha ocurrido todo lo contrario.

Otra vez cobra plena realidad la advertencia espartaquista, lo dicho por Rosa Luxemburgo: ¡Socialismo o barbarie! es disyuntiva actual y agrava-da. El capitalismo tanto en su auge como en su crisis es más destructivo que nunca, no sólo de los trabajadores y de las sociedades y los pueblos, también desató ya un grave deterioro ecológico que pone en riesgo las condiciones de existencia de la especie humana y de la vida en el plane-ta. Es más fuerte que nunca antes la necesidad de luchar por una alter-nativa al capitalismo.

El escándalo propagandístico por el Muro de Berlín ha sido un vano in-tento para quitar atención a otros muros realmente existentes, como los de la frontera de México y Estados Unidos --para cruzarlo, en el último año, murieron 3 veces más personas que en el de Berlín en 28 años--; y del muro de Israel contra los palestinos de Gaza y Cisjordania, el de los españoles en Ceuta y Melilla y del muro policial de varios países euro-peos contra los emigrantes. Y quisieron velar la caída de otro muro sim-bólico, el de Wall Street donde se inició una nueva etapa de la crisis ca-pitalista mundial, que no sólo es económica pues va acompañada de

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crisis de la política, de la moral, de las ideologías, de la civilización basa-da en la explotación de los trabajadores y la apropiación capitalista.

En México, la voracidad explotadora de los oligarcas y de los politicas-tros de su entorno, los despojó de todo escrúpulo moral, de cualquier valor o sentimiento patriótico, de visión de futuro --es inexplicable la torpeza del gobierno sino es como pérdida de visión; esa voracidad los redujo a ser actores de entreguismo, de rapiña, de destrucción y de mentira. Descargan el costo de su voracidad y el peso de la crisis eco-nómica sobre los trabajadores; la miseria tradicional crece y el hambre es masiva, el desempleo es mucho mayor que las cifras oficiales, y a quienes tienen empleo les sobre explotan con mayores cargas de traba-jo, jornadas alargadas y menores salarios; y los dejan inermes, sin dere-chos efectivos. A los jóvenes se les cancela el presente y el futuro, millo-nes de hombres y mujeres productivas y valerosas deben vivir en la informalidad y marginalidad, muchos otros deben emigrar a otras tierras para sobrevivir; la violencia criminal es monstruosa como lo es la violen-cia institucional. El predominio privilegiado de la oligarquía es la causa central de la degradación y descomposición social que vive México.

La celebración en este 90 aniversario de la fundación del PCM debe ser ocasión para el conocimiento y el estudio de sus experiencias; no sólo es para recordar, menos aún es para la nostalgia. Parte de los presentes participamos en el PCM y hoy seguimos en las luchas, algunos nos senti-mos comunistas aún. Para nosotros el PCM fue un buen instrumento en la lucha de clases, buena trinchera y a veces bueno para tomar acciones de ofensiva, y una atalaya para tratar de ver más lejos y más a fondo, para atisbar los eventuales desarrollos de los combates políticos. Hoy ni noso-tros ni las nuevas generaciones tenemos los instrumentos organizativos que nos hacen falta para las luchas de hoy y del futuro inmediato.

En el nuevo siglo los trabajadores enfrentamos los mismos adversarios históricos. Seguir luchando, hacerlo bien y hacia el éxito de la causa de los trabajadores requiere un partido adecuado que potencie la lucha y le de continuidad, es una necesidad actual y es urgente resolverlo. Mucho cam-bió pero la lucha sigue, aunque, como dice un verso de amor del comu-nista Pablo Neruda “Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos”.

Ante esa falta de partido, algunos compañeros hablan de una refunda-ción del PCM, con eso señalan la necesidad de contar con un partido de los trabajadores y de los socialistas, el que no puede ni debe ser igual; no se puede rescatar lo que ya no existe; aquél partido, el PCM dio lo que

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podía dar. No se trata de que el pasado no pueda regresar, si puede, no igual pero si en malas reediciones; véase como en esa dirección tratan de llevarnos las derechas: el PAN, el PRI, el poder económico concentra-do, la reacción clerical y el oscurantismo histórico.

Nosotros, los de izquierda no debemos ir al pasado sino estar en el pre-sente, actuar ahora, actualizados de la mejor manera posible. Luchando por el hoy y por un buen futuro para los mexicanos y todos los seres humanos. Para esto puede sernos muy útil la experiencia del pasado, la del PCM y las de otros contingentes de luchadores por el socialismo.

Decían que los obreros desaparecían en una “economía virtual”, es ab-surdo, es un invento para embotar las conciencias. El trabajo físico e in-telectual ha sido y es lo central, hoy el obrero anterior sigue presente, y el obrero colectivo es más amplio y diverso, es más importante en la producción material, en los servicios, en la ciencia y la tecnología, el trabajo es el único creador de nueva riqueza. Por contra, los oligarcas son más improductivos, más explotadores, superfluos; --como nos re-cordaba en su intervención Carlos Razo, son parásitos concentradores de más riquezas y poder. Ese es –no lo es la pobreza--, el problema mayor del mundo y es la clave de las crisis y de la descomposición social.

Contrastado con las grandes posibilidades de progreso social –genera-das por trabajadores del pasado y los de hoy--, el capitalismo es ahora más destructor que nunca; día a día y aun en la paz, destruye y derrocha capacidades humanas, recursos naturales, vidas y pueblos. El capitalis-mo globalizado todo lo mercantiliza, todo lo deforma y pervierte para tener ganancias; fabrica armas y hace guerras de conquista y opresión para usarlas; manipula la política, la información y la cultura, expande enfermedades y vender medicamentos… y en su cuenta siniestra, hoy pone en peligro las mismas condiciones de la vida en el planeta.

Como el capitalismo es irreformable la única solución es la eliminación de las relaciones sociales capitalistas. La lucha por el socialismo es inelu-dible, al reemprenderla debemos tomar en cuenta que la contradicción entre el trabajo explotado y el capital explotador es central pero también lo es la contradicción del desarrollo capitalista con la ecología; la lucha por el socialismo está indisolublemente unida a la lucha por la defensa de la naturaleza y el medio ambiente.

En nuestro país están presentes todos las taras mencionadas y se agregan las propias, una de ellas es la crisis política en que se unen la crisis estruc-

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tural y la de coyuntura, tanto la del régimen autoritario montado por el PRI como la del espurio gobierno de Calderón. Un gobierno impuesto por el fraude electoral, al servicio de una oligarquía que lo sostiene y lo hace muy agresivo contra la nación; es muy larga la lista de agresiones, de abusos, de delitos impunes. Aquí hay otra contradicción, este es uno de los go-biernos más débiles en mucho tiempo, con muchos fracasos y creciente aislamiento, con pobrísimos resultados en la última elección y sin embar-go sigue haciendo barbaridades y deshaciendo al país.

Contra la alianza de las derechas: PAN, PRI y los partidos subalternos; los poderes fácticos, la reacción oscurantista, las que han integrado un nuevo sistema de poder, hoy se lucha intensamente pero las luchas son aún fragmentadas, y las fuerzas todavía están dispersas.

En relación con las condiciones existentes cuando actuaba el PCM no ha habido un cambio cualitativo pero si de cantidades; hoy hay más movi-miento el cual se da en formas modificadas, por ejemplo es muy impor-tante el ciudadano sin partido pero con cualidades políticas. Hay efer-vescencia; las mujeres son más participantes; la juventud es más numerosa, con más conocimientos y más necesidades no satisfechas.

En la semana que terminó se han dado importantes acciones, como la lucha del Sindicato Mexicano de Electricistas y la Asamblea de Resisten-cia Popular; la Conferencia Nacional Unitaria para la Unidad de las Iz-quierdas; la reunión en el Zócalo de muchos miles de ciudadanos del vigoroso movimiento de López Obrador; el 7 de noviembre finalizó un Foro Social Indígena con un llamamiento de unidad del movimiento in-dígena nacional; por su lado es continua la actividad de los agrupamien-tos de La Otra Campaña y del EZLN; en unos días el PRD --en una crisis reconocida por todos y que muchos consideran crisis terminal--, iniciará un Congreso dedicado a la refundación y enmienda, la que, me parece a mí, no podrá hacerse hasta que la base de ese partido se organice y actúe para rescatarlo de manos de la burocracia. Y hay otros movimien-tos regionales y surgen espontáneamente nuevas formas de resistencia aún incipientes. Y la resistencia crecerá con la crisis, un capítulo próximo será cuando comiencen a sentirse los efectos del paquete económico de impuestos y alzas aprobado hace poco.

Yo deseo que todo eso salga bien, que haya avances y se logre entre todos protagonizar una estrategia de cambio de la correlación de fuer-zas para derrotar la línea de las derechas y tomar otro rumbo, creo de-bemos empeñarnos en ese sentido donde quiera que actuemos. Vale

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recordar que toda acumulación de fuerzas comienza y se hace desde lo local, desde las luchas parciales; pero es de enorme importancia que los dirigentes y militantes políticos se planteen muy responsablemente este problema: formular colectivamente una estrategia para el cambio de las relaciones de fuerza y así decidir otro rumbo para México; para que este movimiento tenga éxito y se detenga y derrote al nuevo sistema de po-der de las derechas.

Pero no bastará. Hace falta un partido propio de los trabajadores, ningu-no de los registrados los representa y los pequeños movimientos antica-pitalistas y socialistas serán impotentes en tanto continúen dispersos y sin actualizar sus propuestas y métodos. Un partido o partidos para dejar de ser sólo masa movilizada y tener voz y fuerza propia como cla-se con proyecto histórico. ¿Cómo hacerlo? La respuesta debemos bus-carla entre todos, esta es una de las cuestiones urgentes de hoy.

La dispersión también afecta a los intelectuales progresistas y de iz-quierda, aquí también vale una experiencia del PCM que ganó a su lado parte muy importante de los intelectuales de su tiempo, muchos de es-tos ganaron y se engrandecieron más porque aportaban sus ideas y arte no desde fuera sino en el movimiento, en la militancia, en la organización de los trabajadores.

En varias de las fases de la vida del PCM lo que dio buenos resultados en la formación y en la movilización fue consagrar sus mayores esfuer-zos en asuntos clave, menciono algunos de estos:

1) Fundamentar un proyecto de alternativa al capitalismo y a las fuer-zas dominantes, ya no cuentan paradigmas anteriores pero si hay un sistema de contradicciones que requieren solución, hacer pro-puestas para ello es la base de un proyecto alternativo;

2) Unirse a una base social de masas, para esto es básico esforzarse por expresar y representar los intereses económicos, sociales, po-líticos y culturales de obreros, campesinos, maestros, empleados, mujeres, jóvenes, pueblos indígenas; la falsa representación de los intereses sociales es uno de los aspectos capitales de la crisis po-lítica, la población va por un lado y los políticos y las instituciones por otro.

También son asuntos clave: hacer variadas relaciones políticas; construir una dirección y una organización activa; darse medios de difusión; defi-

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nir tácticas y adecuadas líneas de acción para acumular fuerzas; conec-tar la lucha diaria, por el salario, por el precio de la comida, etc., siempre conectado con el objetivo revolucionario de fondo: el fin del capitalismo y el tránsito a una sociedad nueva cuyas características deberán resol-verse democráticamente en el curso de su andar hacia el futuro.

Ese nuevo partido --o partidos-- de los trabajadores tienen como base de arranque el amplio movimiento que ya está en marcha; para cons-truirlo vale empeñar esfuerzos de voluntad, de inteligencia, y en ello será útil rescatar valores y experiencias de lo bueno y de lo malo que vivieron el PCM y quienes lucharon en él; esa será la mejor, la forma más digna y útil de celebrarlos y rendirle homenaje. Muchas gracias por la atención.

Construir una nueva organización política comunista

Marcos Leonel Posadas Segura

Intervención de Marcos Leonel Posadas en la reunión de comunistas realizada el 22 de enero de 2011.

La Carta a Comunistas con que se convocó esta reunión define su obje-tivo central, el punto es decidir lanzarnos al proyecto de construir una nueva organización política comunista, para ello se requiere la formación de un núcleo nacional que lo impulse, que defina líneas de acción inme-diatas, que atienda tareas para la actualización programática, de la es-trategia política, de las formas de organización y otros asuntos que los comunistas no hemos discutidos en forma organizada durante décadas.

La construcción de una organización política comunista con los atribu-tos necesarios para contribuir a la transformación revolucionaria de la sociedad mexicana es un proyecto ambicioso, de largo alcance; su ma-duración tal vez requiera un tiempo que hoy no podemos calcular. Lo que si podemos hacer hoy es discutir y tomar la decisión, vislumbrar y delinear algunas características de este proyecto, comenzar un proceso de trabajo en que el proyecto vaya tomando realidad y fuerza. Propone-mos un primer paso: formar un agrupamiento que se denomine Movi-miento Comunista Mexicano.

Como consecuencia, hoy mismo podemos señalar tareas indispensables para realizar una asamblea constitutiva en un plazo de 3 meses. Este lapso será de preparación activa, se utilizará para discutir en los grupos de compañeros en los que participamos tanto los aspectos generales

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como las formas y tareas para ir aterrizando el proyecto, así como las opiniones y propuestas que deba resolver la asamblea; se ampliará la participación con militantes en más lugares del país; se prepararán los documentos básicos que examinará la asamblea constituyente; en la lucha política se actuaría en espacios nuevos o donde ya lo hacemos ajustando tareas, con voz y perspectivas propias.

El Movimiento Comunista Mexicano ya constituido tendrá que ir forjando tanto sus formas de acción y táctica política como una estructura y sus normas organizativas; incorporado en los distintos movimiento de ma-sas; establecerá relaciones de colaboración con organizaciones afines dentro y fuera del país; formulará propuestas de estrategia política y de programa, de aproximación teórica a la solución de los problemas de la transformación de la sociedad mexicana hacia el socialismo y el comu-nismo. En ese curso, en el momento que sea oportuno, el Movimiento podrá convertirse en un partido, definiendo entonces sus características conforme lo demande la lucha de clases y la situación del país.

Nos hace falta una dirección comunista, un núcleo y un equipo nacional capaz de formular y aplicar líneas para la lucha política anticapitalista, que atienda la disputa ideológicas y teórica con los adversarios; que apoye la construcción de organismos comunistas que sean parte activa de los movimientos que luchan por los intereses de los trabajadores. Una dirección comunista no se inventa, se forma en el curso de luchas que tienen muy diversos aspectos; una dirección no se autoproclama, debe ser reconocida por su trabajo y resultados, somos conscientes de esto pero no debemos rehuir tomar una iniciativa en ese sentido. Propone-mos que hoy constituyamos el núcleo inicial impulsor de este gran pro-yecto, que en él se incorporen compañeros de distintos lugares del país y que se forme un grupo ejecutivo.

Mencionaré algunos temas que no hemos atendido organizadamente por largo tiempo y que deberán abordarse en la medida de las posibili-dades, algunos de ellos una y otra vez.

1. La historia y la experiencia vivida nos demuestran que el capitalis-mo es irreformable, que no cambia la esencia de su naturaleza ex-plotadora, opresora y sanguinaria aunque si modifica sus procesos de producción y reproducción, sus mecanismos de funcionamiento, sus modos de acumulación, sus sistemas de dominación política y su instrumental ideológico. El capitalismo aumenta sistemáti-camente la explotación de los trabajadores y los pueblos para el

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enriquecimiento de minorías parásitas; en su expansión y beneficio se apodera y utiliza la ciencia y las tecnologías avanzadas pero trastoca sus mejores posibilidades dedicándolas a hacer guerras de conquista, a producir desigualdad, miseria y descomposición social. El desarrollo capitalista es despilfarro consumista, es destrucción de fuerzas productivas, es aniquilamiento de civilizaciones, es ago-tamiento de los recursos naturales y de las condiciones de vida en el planeta. El capitalismo es incorregible, la humanidad necesita desaparecerlo.

2. La sociedad capitalista mexicana vive crisis cada vez más destruc-tivas que son causadas y aprovechadas por la oligarquía financiera y la burocracia política; nuestra sociedad tiene la necesidad urgente de una transformación revolucionaria, hace falta pero no ocurrirá si no se organizan políticamente las fuerzas sociales capaces de realizar los cambios necesarios. Un eje rector de las tareas de los comunistas es hacer todo lo posible por contribuir a la integración de los sujetos sociales y políticos de los cambios anticapitalistas. El sujeto histórico de transformación revolucionaria potencialmente es plural, es complejo y fragmentado; debemos analizar colectiva-mente este tema, llegar a conclusiones y asumir las tareas a nuestro alcance.

3. Lejos de “desaparecer”, como se dijo machaconamente en los años 90, con la globalización capitalista los obreros explotados han cre-cido en número y en todo el mundo –a su cifra creciente se agre-garon cientos de millones de obreros de China, Rusia y del este europeo--, las filas obreras se amplían con nuevas categorías de trabajadores que asumen más especialidades, habilidades produc-tivas y espacios en las fábricas, en las empresas agropecuarias y en “los servicios”; la proletarización es el signo de la vida laboral de la mayoría de técnicos, profesionales y mandos medios en las em-presas. La expansión obrera que ocurre en México ha aumentado su importancia económica y social, no así su peso político ni sus derechos. La parte sindicalizada es minoritaria y la mayoría de los sindicatos no sirven a los trabajadores sino a los explotadores.

4. En México la conversión de los obreros en clase obrera, en masas en lucha organizadas y conscientes de sus intereses sociales e históri-cos ha sido un proceso lento, tortuoso, interferido por las políticas, ideologías y represiones procapitalistas pero está en marcha, tiro-neado por la resistencia contra los explotadores, es un asunto de

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importancia vital en el cual debemos participar. La clase obrera será fundamento del sujeto histórico de los cambios anticapitalistas.

5. Otras fuentes para la formación del sujeto social de cambios revo-lucionarios son las masas populares y ciudadanas (muchos de ellos obreros) que han hecho presencia en los últimos años en las luchas por derechos democráticos. Movilizaciones como las del 24 de abril de 2005 contra el desafuero de López Obrador y contra el fraude electoral de 2006; las de Atenco, las de APPO y otras, han mostra-do perfiles de un ente colectivo en formación que puede rebasar los estallidos del descontento y desbordar las coyunturas electorales, y que por su magnitud significaría un vuelco en la correlación de fuerzas a favor de cambios democráticos de contenido popular, estos movimientos son parte del proceso de formación del sujeto histórico de la lucha anticapitalista.

6. Proponemos que en la formación de la nueva organización comunis-ta se tenga como piedra angular la unidad política, la unidad sobre los lineamientos de la lucha inmediata y la comunidad en la lucha por los objetivos comunistas. La ideología y la teoría son de gran importancia pero no hace falta, ni es posible, unificarnos en torno de alguno de los diversos enfoques que existen entre los comunistas y socialistas en esas materias. La absoluta mayoría se definiría sin dudas a favor del marxismo, lo que no existe es una interpretación única del marxismo sino la diversidad formada a lo largo de mucho tiempo por pensadores importantes y tradiciones diferentes, en esa diversidad hay no pocas posiciones incompatibles o conflictivas que se pueden sortear con la unidad en las tareas políticas.

7. Al marxismo –luego de la desaparición de Carlos Marx– le salieron ramas, las diversas interpretaciones del pensamiento fundante re-sultaron en corrientes filosóficas, económicas, históricas, sociológi-cas, estéticas, políticas y más, son árbol frondoso y valioso irreduci-ble a una sola de sus formaciones. Lo que nos conviene es tratar de recuperar del pensamiento de Marx, y también de Lenin, Gramsci y de otros lo que es contenido esencial del marxismo, su significación para la acción política transformadora, para la lucha por la revolu-ción social, aprender de sus aportes teóricos y de sus ejemplos en la lucha política clasista.

8. Este marxismo que tiene como razón de ser la acción política trans-formadora está bien vivo, numerosos autores le sigue la pista al

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neoliberalismo, a la crisis de la globalización capitalista, a las con-vulsiones geopolíticas en gestación, al desarrollo de las luchas anti-capitalistas, a la formación de los sujetos sociales de cambios revo-lucionarios, etc. Destacados marxistas trabajan sobre los problemas de hoy y del rumbo incierto en que marchan las cosas; conocer de las elaboraciones del marxismo de hoy nos da materia para realizar seminarios, círculos de estudio y cursos de información política.

9. Tanto el núcleo nacional impulsor de la nueva organización como los agrupamientos locales (y más adelante los de centro de trabajo y rama de actividad) necesitan funcionar con métodos que utilicen adecuadamente sus fuerzas y le den la mayor proyección posible a su actividad, en este como en otros problemas nos iremos aproxi-mando a las soluciones por medio de sucesivos intentos.

10. Una de las líneas de trabajo metódico y permanente es dar atención a las necesidades y las luchas de los trabajadores y segmentos del pueblo, desde esa posición hacer el estudio de la realidad en la que actuamos, buscar el fondo --oculto tras apariencias-- de los fenómenos que ocurren, descubrir los intereses que chocan, las contradicciones que operan, las relaciones de fuerzas, encontrar las posibilidades de cambio y las soluciones que maduran en la reali-dad, las tendencias probables en los procesos políticos, las formas de influir en su curso con iniciativas concretas; y sacar conclusiones de lo hecho y del estudio de la realidad, y hacer generalizaciones, es decir teorización política para deducir de la práctica social las elaboraciones de estrategia política y de programa.

11. Al emprender la tarea de construir una nueva organización comu-nista no podemos ignorar lo ocurrido con nuestro precedente más importante, el Partido Comunista Mexicano, en el que participamos buena parte de los impulsores del nuevo proyecto. El PCM existió como tal de 1919 a 1961, es parte de la historia mexicana del siglo XX, una historia propia aún no escrita, de altibajos, de notables aciertos y grandes errores, una existencia dedicada a la lucha por los intere-ses y derechos de los trabajadores, por la soberanía popular y la in-dependencia de la nación, por la solidaridad con otros pueblos; vale rescatar su valioso acervo de buenas y malas experiencias en las luchas obreras, de los campesinos, estudiantes, mujeres, jóvenes, artistas e intelectuales; de sus elaboraciones y estudios, proyectos y propuestas para resolver los problemas nacionales, son experien-cias que pueden ser útiles para las nuevas generaciones.

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12. El PCM no fue la única organización de los comunistas mexicanos pero si la más extendida, estable y duradera. Partes positivas de esas experiencias tienen que ver con la formación de virtudes que caracterizaron a muchos de sus miembros, militantes honestos, es-forzados, combativos, muchos de ellos heroicos; destaca también la capacidad organizadora de las masas con muy buenos frutos en los años 1920, en los 30 y en los 60 y 70; así como sus conductas solidarias e internacionalistas; los mejores resultados de su activi-dad tienen que ver con periodos en que se ejerció independencia de pensamiento y se avanzó en la elaboración política propia, aun diferenciándose del PCUS y otros partidos con influencia.

13. Los comunistas mexicanos fueron parte de un movimiento mundial con valores, con teoría, con tradiciones, cultura política y acciones de gran alcance, forjadoras de historia. En el siglo XX los comunis-tas a nivel mundial tuvieron grandes triunfos, también padecieron enormes fracasos y derrotas como el de la Revolución de Octubre y de la Unión Soviética. El movimiento comunista internacional en que participamos entró en una larga crisis ideológica y política de la cual aún no se sale, de lo ocurrido y de sus causas hay revisiones pendientes de hacer a fin de que sirvan de experiencia.

14. En el caso de los comunistas mexicanos, está pendiente el análisis del fracaso de las fusiones para formar el PSUM y luego el PMS; son experiencias cruciales pues al frustrarse la fusión se rompió la continuidad y se liquidó la trayectoria de los comunistas. Los dirigentes de todos los partidos fusionantes, del PSUM y del PMS son corresponsables por ese resultado; cada uno debe responder por sus hechos en esa y en posteriores derrotas de los militantes comunistas.

15. El fracasado intento de fusión en el PSUM en que desapareció al PCM y el proceso aún más oscuro en el PMS y el PRD en el cual se diluyó la anterior tradición militante, transcurrieron en un contexto de inéditas crisis y complicaciones de la historia, vale recordar que al abrir los 80 cobraba fuerza el relanzamiento mundial del capita-lismo, al tiempo que se aceleró el declive y fracaso del “socialismo real” y del movimiento comunista internacional que lo tuvo como un referente básico. Analizar bien esos acontecimientos será útil a las generaciones que continuarán los nuevos combates por el futu-ro, en gran parte es análisis de historiadores sea pronto o tarde.

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16. Lo que es inaplazable es intentar abrir una nueva fase de la lucha mexicana por el socialismo y el comunismo, hacerlo sin perder la memoria pero con la atención principal a lo actual y al futuro; para ello sería la nueva organización comunista. En esta nueva fase ha-brá de definirse y pelearse por un nuevo proyecto histórico que sin duda incluya el derrocamiento del dominio capitalista, el fin de su sistema explotador, opresor y alienante; por la reorganización superior del trabajo y de las relaciones sociales mediante la auto-determinación de los trabajadores; para resolver los graves proble-mas acumulados a la humanidad por el capitalismo; para salvar a los pueblos del desastre ecológico; para hacer posible el desarrollo pleno de las capacidades humanas y la conquista de la libertad.

17. Un aspecto de la ofensiva del capitalismo globalizado estuvo a cargo de sus publicistas e ideólogos que asestaron severos golpes en el terreno de las ideas y ganaron terreno en el control de las conciencias de las masas; otra de las derrotas infringidas a los mili-tantes comunistas fue el repliegue ideológico, en los años 90 cun-dieron el desconcierto y la desmoralización, ganó espacio hasta el lenguaje neoliberal y tecnocrático. Las corrientes “post”, lo postmo-derno y otras posiciones ideológicas justificaron la fragmentación de las luchas y el abandono del esfuerzo por cambiar el conjunto del sistema.

18. En pleno proceso de disgregación y de repliegue ideológico mu-chos compañeros intentaron continuar la lucha en el PRD, otros participaron en la etapa abierta por el EZLN o intentaron la rea-grupación y la refundación de los socialistas y comunistas. Nume-rosos militantes se retiraron a la vida privada; dirigentes conocidos renegaron de las ideas anteriores o simplemente cambiaron de posición, algunos sacaron provecho personal de tales actitudes. La dispersión orgánica y el practicismo inmediatista causaron daño y se han prolongado demasiado.

19. No podemos actuar como si eso no hubiera pasado. En la nueva fase de la lucha por el comunismo es necesario iniciar una contrao-fensiva de ideas, un despliegue de argumentos con sentido explica-tivo, pedagógico; fortalecer la denuncia política demostrativa de la verdadera naturaleza del capitalismo, de las contradicciones irreso-lubles del sistema; esmerarse en hacer propuestas de solución a los problemas de la sociedad, exponer los valores y la cultura humanis-ta que el comunismo representa. Disputar con el poder capitalista

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por la hegemonía en los espacios de las ideas, de la teoría social y política, todo eso es muy importante para fortalecer la resistencia popular al poder.

20. Los intelectuales y artistas han sido muy importantes en la lucha comunista en México, es necesario restablecer muy buenas relacio-nes con ese amplio mundo pues esta lucha puede ser su mejor lu-gar para el desarrollo de su creatividad, para fortalecer la cotidiana resistencia obrera y popular en los diversos espacios (económico, laboral, social, político, cultural), para cultivar su indignación con-tra los abusos y crímenes de los explotadores, para encender sus sentimientos, sus rebeldías, para apoyar los procesos de toma de conciencia social y política.

21. En esta nueva fase de la lucha de los comunistas es bien posible desarrollar colectivos fuertes de comunicación, tenemos compañe-ros y amigos capaces y creativos, bien dispuestos a las tareas de difusión, ligados a la lucha; recurriremos a ellos para erigir algunos recursos de difusión y de comunicación entre los militantes y con sectores de la población a los que hoy podemos llegar con modes-tia, sin grandes costos, ya que hoy no tenemos dinero y las finanzas por mucho tiempo serán precarias.

En fin la lista de temas importantes acumulados, de interrogantes aún sin respuestas podría seguirse, pero para eso tendremos ocasión en los próximos meses en los cuales prepararíamos la reunión constituyente que mencionamos desde el principio. Lo dicho es para abrir la discusión, ahora iniciaremos el debate.

Hacia la organización de los comunistas mexicanos

Marcos Leonel Posadas Segura

Intervención de Marcos Leonel Posadas para presentar el tema a discusión de la Conferencia de Construcción Orgá-nica del Movimiento Comunista Mexicano, el 25 de mayo de 2013 en la Alianza de Tranviarios, México D.F.

Camaradas: Iniciamos esta Conferencia dolidos por el fallecimiento del compañero Arnoldo Martínez Verdugo, estrujados aún por lo vivido hace horas cuando sus restos llegaron al velatorio… Así es la vida, mientras sufrimos el acabamiento de un gran camarada al mismo tiempo nos

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proponemos un renacer, para que en las condiciones actuales podamos dar continuidad a las luchas por las causas que nos unieron con Arnoldo.

Compañeros, hay asuntos de gran interés en la situación política que se vive en el país y el mundo, sin embargo ahora no me referiré a eso, me concentro en presentar el tema de esta reunión. Y los invito a que nos centremos en el objetivo de definir colectivamente los criterios y las tareas inmediatas para construir orgánicamente el MCM.

Otras preocupaciones que tenemos las sintetizo en una frase del men-saje de compañeros de Guadalajara en que nos avisan su decisión de incorporarse al MCM: “ante las embestidas del capital construyamos los instrumentos necesarios para la liberación del pueblo de México”. Y pa-samos al tema:

El problema central es que necesitamos una fuerte, capacitada y com-bativa organización revolucionaria de los comunistas mexicanos del si-glo XXI.

Propongo que hagamos nuestra esa tarea.

Esto que digo no es un desplante voluntarista: Sé que a los que hoy es-tamos aquí y a los que hoy somos el MCM, la tarea nos queda grande, sé que no podremos resolverla solos y que no es asunto sólo de ganas. Por eso procuraremos que lo que se diga y resuelva en esta reunión sea conocido y se discuta con otros militantes de la izquierda mexicana.

No se trata de voluntarismo pero sí importa mucho la voluntad, la deci-sión individual. Quien no empeñe su voluntad y sus esfuerzos, se invalida a sí mismo.

Si uno tiene convicciones de izquierda revolucionaria pero se dedica sólo a sus asuntos privados, se privatiza él mismo, sin costos y en beneficio neto para los enemigos de sus intereses y de sus convicciones; y si no jerarquiza sus quehaceres y se dedica a cualquier cosa en detrimento de lo central, el resultado es muy parecido.

La tarea que proponemos asumir es grande, pero echados a andar, si nos empeñamos a fondo, podremos contribuir a que esa organización nece-saria se construya y sea una herramienta de lucha por cambiar las rela-ciones capitalistas y construir nuevas bases de vida para los mexicanos.

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Ahora es buen momento para replantearse una vez más los problemas de la lucha contra el capitalismo y por el comunismo; ahora es buen momento para ajustar cuentas con lo rutinario y los prejuicios, para bus-car nuevas respuestas que revitalicen el pensamiento político revolucio-nario, que mejoren nuestra práctica y para definir como construir la or-ganización que necesitamos.

Reflexionemos colectivamente y resolvamos los pasos que daremos en lo inmediato, imaginemos además lo que podría seguir más adelante; tracemos perspectivas ambiciosas a nuestras actividades cotidianas.

Para ir en estos caminos es indispensable “andar con las dos piernas”: 1) la elaboración política para la lucha y 2) la construcción de organización.

Hemos propuesto un proyecto de Resolución sobre la política de cons-trucción orgánica del MCM; no queremos resolver solo una lista de ta-reas de organización, nos parece muy importante definir los criterios y enfoques de los que se desprenden las tareas. Vale subrayar el concepto de construcción orgánica, de esto se trata ahora pues el MCM aún no está construido, su estructura y funcionamiento son incipientes.

Partimos de una idea clave: La organización debe corresponder a las luchas políticas que están en curso y de lo que queremos desplegar en ellas. La organización y sus características deben ser derivadas de la realidad concreta en cada fase o etapa de la lucha de clases. No parti-mos de cero, hay experiencias y referencias que nos pueden ser muy útiles pero también pueden pesar negativamente; toda buena experien-cia anterior lo fue en su contexto y su tiempo, si se trata de aplicar me-cánicamente en situaciones muy distintas no tendrá buenos resultados; necesitamos definiciones que respondan a la realidad que queremos cambiar; buscamos conclusiones a partir del examen de la realidad ac-tual, de las necesidades de la fase de la lucha de clases en curso y de sus cambios, los cuales generarán nuevas e inéditas posibilidades para la lucha que deberán estar respaldadas por cambios de organización.

Una referencia compartida de una u otra manera, incluso como expe-riencia vivida tiene que ver con la organización y funcionamiento de partidos que tomaron como ejemplo a los bolcheviques que dirigieron la revolución social de 1917 en Rusia, de ahí se derivaron variantes orga-nizativas de partidos que interpretaron a su modo los llamados princi-pios leninistas de organización. Ahí hay lecciones y experiencias impor-

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tantes pero que deben ser examinadas críticamente, sería erróneo copiar o hacer su adaptación a la ligera.

Los grandes partidos revolucionarios no tienen molde ni nacieron forma-dos, se forjaron en procesos de lucha larga, con altas y bajas, con avan-ces y retrocesos, en condiciones concretas nunca iguales.

Nos será útil y puede ser de mucho valor, reflexionar las experiencias del movimiento obrero revolucionario en momentos cruciales, que dieron lugar a la formación de organizaciones que sirvieron de palancas para cambios de la historia. Vale mucho conocer los criterios, las luchas y las tareas organizativas de quienes también fueron núcleos reducidos de militantes pero que se desarrollaron y contribuyeron a que ocurrieran grandes acontecimientos; vale mucho leer y pensar en los núcleos revo-lucionarios donde actuaron gente fundamental como Carlos Marx, Lenin o Ricardo Flores Magón, por cierto, que yo sepa, ahora no hay a la vista nadie de su tamaño, por lo cual debemos valernos por nosotros mismos. (Cuando surja alguien parecido a ellos no quedará incognito).

Tiene valor de enseñanza lo que nos dice El Manifiesto Co-munista: “¿Qué relación guardan los comunistas con los proletarios en general? “Los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros. “No tienen intereses propios que se distingan de los intere-ses generales del proletariado. No profesan principios es-peciales con los que aspiren a modelar el movimiento pro-letario.

“Los comunistas no se distinguen de los demás partidos proletarios más que en esto: en que destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad, y en que, cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen siem-pre el interés del movimiento enfocado en su conjunto”.

Es decir, la organización comunista debe ser todo lo contrario al grupo sectario que pone su capilla aparte y ahí se siente feliz con sus santos y sus ritos. Los trabajadores mexicanos urgidos de cambios en la situación y en la política del país somos muchas decenas de millones, la organiza-

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ción revolucionaria que hace falta debe ser grande, extensa y con cuali-dades para expresar los intereses de conjunto del proletariado.

En la lucha de clases de hoy el proletariado mexicano padece desventa-jas y factores desfavorables, por ejemplo: El corporativismo priista les arrebató sus organizaciones sindicales, les impone líderes corruptos y controles que lo atan; la absoluta mayoría de los asalariados no está sindicalizado, no tiene ese medio de defensa, y el poder les dificulta al extremo su organización independiente, tanto sindical como política; y además las ideologías burguesas tienen mucha influencia entre los tra-bajadores que aceptan pasivamente situaciones de explotación intole-rables, indignas; las que se pueden cambiar mediante la resistencia y la lucha organizada. El mundo de los trabajadores, el de su necesidad de lucha inmediata y de su conformación como clase para sí, presenta ta-reas muy exigentes, de agitación y organización directa.

Si vemos hacia otras de las vertientes humanas que integrarán más pronto que tarde las fuerzas que conquistaran cambios de fondo en la situación del país, me refiero a los movimientos populares por demandas apremiantes como la seguridad y la defensa de los derechos humanos; así como las movilizaciones por reivindicaciones sectoriales, de campe-sinos, estudiantes, comunidades indígenas etc.; y a los movimientos ciudadanos por la democracia y por sus derechos políticos, ahí también hay vastos espacios para la izquierda revolucionaria.

Mientras tanto las organizaciones de anticapitalistas, marxistas, comu-nistas y socialistas influimos poco en los trabajadores y en el curso de la lucha política; uno de los problemas que lo impiden es la dispersión, la falta de cooperación y de unidad actuamos de modo inconexo y a veces rivalizando por motivos secundarios; en todos estos agrupamientos hay compañeros capaces y esforzados, pero sus capacidades se limitan por debilidades políticas y organizativas, por la defectuosa formulación de propuestas propias frente a las políticas y las ideas dominantes; por la carencia de una estrategia para resolver al modo democrático y popular la crisis actual. Con el agravante de que se han acostumbrado a la situa-ción y no se toman iniciativas para intentar cambiarla.

Una de las direcciones de nuestro trabajo es la relación con otros agru-pamientos de comunistas con la intención de examinar vías de supera-ción de la dispersión, tanto teórica como política, y para eso trazar ta-reas conjuntas de alcance largo, no basta la ocasional unidad de acción, el vernos por azar en algún movimiento. Tenemos iniciativas en las que

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habremos de perseverar: El Consejo Político de Consulta y Coordinación de Acciones, y el Cuarto Encuentro de Marxistas, Socialistas y Comunis-tas, no sólo dependen de nosotros sino del interés y empeño de otros agrupamientos, estas iniciativas pueden ser completadas con las opinio-nes e iniciativas de compañeros de otras organizaciones y movimientos.

Si pasamos revista al conjunto de los movimientos locales y sectoriales encontraremos que ahí actúan cientos y cientos de militantes que traba-jan para sobrevivir pero que consagran sus preocupaciones y tiempo al activismo por sus aspiraciones de cambios políticos de fondo, es decir revolucionarios, en buena medida son revolucionarios de profesión, pero están dispersos, no los conecta una línea política ni el afán de construir-la para ganar coherencia y eficacia política, pero hay materia básica para emprender la formación de una gran organización revolucionaria.

Las debilidades organizativas de la izquierda revolucionaria también tie-nen que ver el peso de las tradiciones negativas del Estado mexicano autoritario, corporativo y clientelar. Los espacios donde debían ejercerse los derechos ciudadanos y la lucha por los intereses populares fueron ocupados por caciques y caudillos, por organizaciones dependientes del estado y los gobiernos. El grupo de interés sigue siendo el ladrillo con que está construido el edificio piramidal del poder político en México; grupos de interés que se suman y alían para formar tribus y mafias, y conglome-rados de grupos que son los partidos del sistema electoral, hoy sumidos en una irreversible crisis por su incapacidad para representar los intereses sociales populares. Lo que no se ha desarrollado es el partido clasista re-volucionario; de eso se trata ahora en este primer tramo del siglo XXI.

En el proyecto de resolución que está a discusión aparecen las ideas que hoy tenemos como núcleo impulsor del MCM. Sus tesis, sus argumentos y propuestas no serán suficientes pero si son puntos de partida y avan-ces, nos dan una plataforma para emprender la construcción orgánica del MCM y para cubrir distintos aspectos de su desarrollo; el cual trata de abarcar dos aspectos: reagrupar comunistas y actualizar el pensa-miento político; es decir, ponernos en camino de construir la organiza-ción de los comunistas mexicanos del siglo XXI.

Tenemos un proyecto con 25 temas, se han señalado otros aspectos que faltan, y Saúl Torres circuló el jueves una lista de 30 de sus preocupacio-nes y dudas. Esto significa que ya hay un espacio para discutir y buscar respuestas a interrogantes que todos tenemos. Frente al proyecto no se ha presentado una propuesta alternativa, el documento podrá mejorarse

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y orientará nuestro trabajo de construcción orgánica y será una platafor-ma para seguir elaborando políticas de organización, tal como lo vayan determinando las necesidades y nuestras posibilidades.

El nuevo arranque en la idea de formar el MCM tiene fecha, 21 de julio de 2012, cuando hicimos un balance político de la campaña electoral presi-dencial. En este corto plazo hemos dado pasos adelante y podremos seguir avanzando.

En el MCM prevalecen ahora los militantes antiguos pero nadie quiere declinar y pasar a ser cacharro de museo, pero es evidente la necesidad de muchos militantes jóvenes, para ello debemos trabajar, con el acicate de que de las nuevas generaciones de militantes dependerá la continui-dad de estos esfuerzos de lucha.

Una duda expresada por varios compañeros tiene que ver con la llamada doble militancia; no tenemos esa idea, lo que decimos es que somos comunistas que actuamos en diferentes espacios existentes, en movi-mientos sociales de distintos sectores, en partidos como el PRD y More-na, actuamos donde tengamos espacios, sería absurdo salir de esos espacios. Actuamos ahí con la intención de formular y desarrollar pro-puestas comunistas en el interior de esos espacios de acción. Esto no está hecho de antemano, los propios militantes que actúan en esos es-pacios tienen que forjar la propuesta de los comunistas del MCM para impulsar el mejor, más combativo y más sano desarrollo de todos esos movimientos y frentes de lucha.

Lo anterior tiene que ver con otro deber y necesidad de la izquierda revolucionaria: esto es, incubar iniciativas políticas, pequeñas y grandes iniciativas como parte de una línea política y de una estrategia comunis-ta que responda a los intereses de conjunto del proletariado.

Los del MCM no nos autoproclamamos vanguardia pero aspiramos a contribuir a la construcción de las vanguardias de los movimientos y a la formación de la vanguardia real, práctica y reconocida por las fuerzas que desarrollarán las luchas por cambios democráticos de contenido popular en los aspectos económicos, políticos, sociales y culturales, y por la superación socialista de la crisis sistémica del capitalismo.

Hemos propuesto que esta Conferencia formalice al núcleo promotor del MCM como una instancia impulsora, de toma de decisiones políticas y de coordinación de los esfuerzos organizativos. Nos ayudará a conso-

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lidar la participación de los compañeros, nos presionará para compartir plenamente los objetivos y definiciones que asumimos.

Con el Boletín del MCM y con las reuniones de discusión política de co-yuntura hemos iniciado la elaboración colectiva de posiciones comunis-tas; eso implica revitalizar los hábitos de informarse bien, de estudiar, de ejercer la reflexión y el debate de ideas distintas, con un objetivo: poner-nos de acuerdo y actuar. El Boletín ha sido punto de encuentro de de-cenas de compañeros que normalmente no vemos pero que dan su va-liosa colaboración, a todos ellos les agradecemos esa disposición. Por cierto, no puede aplazarse la revisión de aspectos importantes del Bole-tín, llega a muy pocos, una tarea elemental es reenviar el Boletín a las listas de contactos de cada uno, así en poco tiempo ampliaremos esta red para que el Boletín llegue a unos 50 mil destinatarios. No puedo darles sus nombres, pero hay compañeros que reciben el Boletín y no lo leen, tampoco leen otras cosas, se dice que es muy voluminoso pero no es obligatorio leer todo sino lo que a cada quien interese; de lo que se trata es que sea no solo fuente de información sino espacio de debates, de intercambio de ideas, dudas, preocupaciones y de iniciativas.

Así pues compañeros, el objetivo de la discusión en esta reunión es po-nernos de acuerdo en la línea de organización del MCM y concretar los pasos inmediatos, yo añado que deberemos esforzarnos, perseverar, no desesperar…, y deshacernos de lastres fatales como el sectarismo y la autocomplacencia.

Los primeros socialistas en México

Marcos Leonel Posadas Segura

Los proyectos sociales comunistas-utopistas son muy antiguos. Hace casi 25 siglos que Platón (Aristocles), teorizó sobre la sociedad y el es-tado ideales: La Republica es fruto de su reflexión sobre la política, las guerras, los cambios de régimen y la decadencia atenienses. Sobre todo eso ve necesario un gobierno en que el conductor sea un rey-filósofo; considera que para hacer posible la vida en armonía y cooperación debe prohibirse la propiedad privada de las tierras, de las casas y el dinero; que no hayan relaciones sexuales monogámicas ni la familia, que el cui-dado y la educación de los hijos sea función del Estado, etc. No es un proyecto de liberación de la sociedad sino para las clases superiores, a quienes los campesinos y otros trabajadores quedan obligados a garan-

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tizar sustento; tiene otra falla que es central, no menciona y elude el tema del esclavismo imperante.

La «Utopía» de Tomás Moro en la Nueva España

Las guerras desatadas por los invasores hispanos con el fin apoderarse del “Nuevo Mundo”, dominar a los pueblos y establecer un imperio se complementaron con la “conquista espiritual”. La misión de los evange-lizadores católicos era sustituir las creencias religiosas, los dioses, ritos y sacerdotes de los indígenas; fueron enviados aquí por decisiones com-binadas de los papas en Roma y los reyes de España.

En el contexto espantoso de la conquista hubo misioneros de distintas órdenes (franciscanos, dominicos, agustinos…) que se distinguieron por su labor humanitaria, algunos se opusieron y se enfrentaron a los exce-sos criminales de militares, esclavizadores y encomenderos. Inspirados en los escritos fundadores del cristianismo, de Mateo, Lucas, Marcos y otros, con sus aspiraciones al bienestar y la justicia para todos, que ven el origen del mal en la concentración de propiedades y riquezas, y en la convicción de que los ricos no podrán entrar en el reino de Dios el cual será sólo para los pobres. Destacaron por su obra humanitaria Vasco de Quiroga, Toribio de Benavente (Motolinía), Pedro de Gante, Bartolomé de las Casas, Bernardino de Sahagún entre otros.

Vasco de Quiroga, fue de origen aristocrático, era un jurista sólido, alto funcionario seglar de la corona española, llegó a México, a la antes es-plendorosa Tonochtitlàn el 9 de enero de 1531, las aguas ya no “estaban teñidas de sangre” ni “las paredes salpicados de sesos” pero por todos rumbos había montones de piedras de los palacios y teocallis derribados mientras con los mismos materiales se edificaban grandes iglesias y las casas de los nuevos poderosos. Don Vasco tenía ya 60 años, vino con el cargo de oidor de quejas, miembro de la Segunda Audiencia Real, cuya labor era impartir justicia, imponer orden y afianzar el control de la Co-rona luego del desastre de abusos y rapiña de la Primera Audiencia es-tablecida en 1528, presidida por Nuño de Guzmán.

Hospitales-pueblos de indios

El mismo año de su llegada Quiroga comenzó a organizar con sus recur-sos personales el proyecto de pueblos-hospital de indios, eran centros

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de refugio y algo más, pueblos para habitación permanente, organiza-dos para la producción agrícola y artesanal, con escuelas de formación religiosa y de oficios, con normas propias de convivencia y para su go-bierno. El primero que se estableció se denominó Santa Fe de los Altos, ubicado al poniente de la capital, se organizó con unas docenas de po-bladores y llegó a tener tres mil habitantes.

Al poco tiempo Vasco fue enviado por la Audiencia como Visitador a los pueblos de Michoacán, en rebeldía avivada por la violencia salvaje de Nuño de Guzmán quien para someter y saquear a los indios había dado tormento y muerte al jefe purépecha Caltzontzin. En 1533 en Guayámeo, al norte del lago Patzcuaro Vasco fundó el hospital-pueblo de Santa Fe de la Laguna o de Michoacán. Sin ser sacerdote, en 1538 Vasco de Qui-roga fue nombrado obispo de Michoacán, cargo que ejerció hasta el 14 de marzo de 1565 cuando murió a los 95 años de edad. Su labor social fue enorme y le gano la estima popular; los pueblos-hospital erigidos con su participación fueron más de doscientos, también fundó el Cole-gio de San Nicolás y la Escuela de Altos Estudios de Tiripetìo.

Vasco de Quiroga había estudiado y anotado la primera edición en latín de Utopía (La mejor república y la isla de Utopía. Lovaina, 1516) escrita por el humanista cristiano y político inglés Tomás Moro, el iniciador del utopismo moderno en el tiempo cuando comenzaba a extenderse la nueva clase burguesa y su sistema de relaciones sociales. Con su obra Moro introdujo el término utopía para designar un lugar no existente pero que puede existir, que podemos imaginar y que es deseable. Don Vasco en el ámbito protegido de los pueblos-hospital puso en práctica ideas tomadas del gran utopista quien fue ejecutado en 1535, castigado por su integridad y sus convicciones.

En la primera parte de Utopía, Thomas Moro critica la realidad social europea, en especial de Inglaterra, se enjuicia a la propiedad privada, al poder concentrado, a las guerras, al despojo de tierras y los frutos del trabajo, la cuantía y uso de los impuestos, al sistema de la justicia parcia-lizada, a los diversos mecanismos de enriquecimiento de las clases do-minantes que eran causantes de la pobreza creciente de los dominados, así como de la delincuencia y del envilecimiento de sus vidas. En los nueve capítulos de la segunda parte se describe la vida, los oficios, las formas de gobierno y gobernantes, las religiones, los fundamentos y la lógica de vida de los utopiences. Las ideas y la imaginación del autor fluyen en las conversaciones de los personajes de la obra: Pedro Egidio, Rafael Hytlodeo y el propio Tomás Moro.

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En la obra de Vasco de Quiroga Sermones, reglas y ordenanzas para el gobierno de los Hospitales de Santa Fe, México y Michoacán, se hace la adaptación de las normas de vida y trabajo de la sociedad utopiana a las condiciones donde Vasco tenía que actuar, conserva y utiliza partes de las formas tradicionales de la vida de los indios.

Las resonancias de lo imaginado por Thomas Moro son sustanciales en las ordenanzas para los pueblos-hospital, mencionamos algunas: “La agricultura, oficio común de que todos han de saber y ser ejercitados en él desde la niñez”. “Que se ofrezcan al trabajo con gran voluntad pues será poco y moderado, y no se escondan ni lo rehúsen feamente ni sin licencia legítima, como algunos malos y perezosos lo suelen hacer con gran infamia suya”.

Las tierras son comunales; la jornada de trabajo es de seis horas en dos partes, y debe haber: “Particular distribución de lo adquirido en las seis horas en común, según que cada uno haya menester para si y para su familia”. A las familias (casas) se les dotan “Los huertos y pieza de tierra que han de tener solamente el usufructúo de ello y no más, por el tiem-po que en el hospital, conforme estas ordenanzas, moraren y vivieren”. No se puede vender las cosas del Hospital-pueblo ni los huertos y casas pues: “no se podría (…) sustentar, ni conservar esta Hospitalidad (...) apropiándolo cada uno para sí lo que pudiese”. “Cuando hubiere necesi-dad de hacer o reparar alguna familia (casa) o la Iglesia o edificio otro, o hacerlo de nuevo, todos juntos lo hagáis y os ayudéis con gran voluntad y animándoos los unos a los otros y no al contrario…

La base de convivencia es el trabajo y la satisfacción de lo necesario pues: “conviene mucho a todos tanto tener cuanto os falta, fuera del peligro de las tres fieras bestias que todo en este mundo lo destruyen y corrompen, que son soberbia, codicia y ambición…” Y manda a quienes tienen licencia para salir del pueblo-hospital: “llevéis sabido la doctrina cristiana y oficios (…) que enseñéis o podáis enseñar y aprovechar con ello a vuestros prójimos donde quiera que fuéredes…”

Sobre la manera para que los niños sean enseñados en la agricultura: “Que después de las horas de doctrina, se ejerciten dos días de la sema-na en ella (…) en alguna tierra de las más cercanas a la escuela (…) y esto a manera de regocijo, juego o pasatiempo, una hora o dos cada día (…) que tengan sus instrumentos de la labor (…) y que lo que laboren o se beneficien sea para ellos (…) recojan todos juntos y repartan todos entre sí… “Que las niñas aprendan los oficios mujeriles (…) como son obras de

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lana y lino y seda y algodón…” “que los padres y madres de cada familia, procuréis de casar vuestros hijos en siendo de edad legítima, ellos de catorce años arriba y ellas de doce… con otros de familias del poblado o los lugares cercanos.

De la autoridad. “Cada parentela morará en su casa (…) y el más antiguo abuelo será el que en ella presida y a quien han de acatar y obedecer toda la familia…” Cada grupo de familias tienen “veedores de las familias que informan al Rector y Regidores de los asuntos que se deban reme-diar…” Define como hacer la elección del Principal y los Regidores que, a más de ser Católico Cristiano: “que sea de buena vida, costumbres y ejemplo; y esto por tres o seis años… y se eligen tres o cuatro regidores de buenas calidades y sea cada año (…) que ande la rueda por todos los casados hábiles…”

Los asuntos de la comunidad se deciden colectivamente: Se elijen y se hace rotación de las familias en la parte urbana y en las estancias rusti-cas, señalando el orden, el tiempo de estancia, y: “que se ha de plantar y criar y hacer en las estancias del campo”... “Que manera se tenga para que en años estériles no falte el bastimento” (...) “Como elegir los oficios para que toquen a todos sin agravio a ninguno”. Para los fondos colec-tivos habrá una: “Arca de tres llaves para la moneda del común y quienes las han de tener y donde ha de estar guardada.

Se reglamenta “Ausencias y recreación y como se recreen y no se pierda tiempo sin provecho”; y “como se averiguan las quejas y pleitos (…) sin ser menester juez”; “Que haya limpieza espiritual y corporal (…) y no anden sucios, desaliñados ni muy curiosos…”; así como los castigos: “Que el que fuere dañoso y escandaloso y de mal ejemplo, sea echado del Hospital”.

Con sus bondades y avances los pueblos-hospital resultan islotes socia-les, con los hospitalarios se ejerce y se enseña la caridad, se les otorgan derechos, como el centro de la vida es el trabajo, se construyen relaciones de cooperación y se busca el buen gobierno… Son islas en el océano de violencia, explotación y devastación impuestas por los conquistadores.

Insurrecciones indígenas y comunismo agrario

La lucha por la tierra es parte de nuestra historia, uno de sus ejes ha sido la defensa de la propiedad comunal, sostén de la sobrevivencia material y la resistencia cultural de los pueblos indios; esa forma de propiedad

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viene de las sociedades prehispánicas; el callpulli organiza los centros de población, a los productores y a la economía, tanto de los mexicas, en sus áreas de dominio como en otras zonas.

Recuperar las tierras quitadas a los pueblos ha sido una causa libertaria urgente, por esto Miguel Hidalgo y Costilla emitió el 6 de diciembre de 1810 en Guadalajara un Decreto para la inmediata “recaudación de las rentas vencidas hasta el día, por los arrendatarios de las tierras pertene-cientes a las comunidades de los naturales, para que enterándolas en la Caja Nacional se entreguen a los referidos naturales las tierras para su cultivo, sin que para lo sucesivo puedan arrendarse, pues es mi voluntad que su goce sea únicamente de los naturales en sus respectivos pue-blos…

Luego de fundada la República federal, siguieron décadas de cruentas pugnas para definir las formas de poder y de hegemonía en el nuevo Estado, este era débil y limitada su capacidad de mediar y canalizar los conflictos sociales. En el contexto de intensas luchas políticas y graves problemas internacionales, se incrementó el choque directo entre las clases, especialmente en el campo.

Desde 1824 los gobiernos de las entidades federativas tomaron a su cargo legislar para destruir la propiedad comunal y hacer “ciudadano” al indio. Los hacendados recurrieron a la violencia para extender sus pro-piedades, en su defensa los pueblos indios que conservaban sus estruc-turas internas respondieron con revueltas y sublevaciones, los yaquis, los mayas, los del suroeste y el sur, los de Jalisco, Nayarit, Puebla, Chihuahua y de otras zonas lanzaban planes de lucha que combinaron sus deman-das con aspectos de las luchas nacionales.

Mencionemos algunos casos ocurridos en Totonacapan y la Huasteca donde abundaron los movimientos agrarios y políticos de los pueblos totonacos, nahuas y tenek, muchas ocasiones con participación de ne-gros, mulatos, mestizos y blancos; además de los comuneros participa-ron arrendatarios de tierra y rancheros. En noviembre de 1836 se inició la insurrección encabezada por el capitán Mariano Olarte (hijo del héroe insurgente Serafín Olarte), El Plan de Papantla (20 de diciembre de 1836) fue contra el centralismo de López de Santa Ana, pero al mismo tiempo se dio cobertura a la defensa de las tierras comunales y los derechos económicos y políticos de los totonacos; esta rebelión se extendió por el norte de Veracruz, partes de Hidalgo, Puebla y Estado de México, se debilitó con el asesinato de Mariano el 12 de mayo de 1838.

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Juan Nepomuceno Llorente, subprefecto de Chicontepec y Manuel He-rrera, capitán de la Guardia nacional proclamaron el 30 de diciembre de 1847 el Plan de Amatlàn con objetivos radicales agrarios y políticos: De-finió a las haciendas como propiedad común, prohibió el cobro de renta por la tierra, los tributos y alcabalas; desconoció a las autoridades loca-les y dio paso a su elección por los indios, declaró empleados públicos a los sacerdotes…

El 7 de enero de 1848 Llorente convocó una “asamblea nacional” que adoptó el (primer) Plan de Tantoyuca. Aquí partes esenciales:

“Articulo 1°. En atención a que el gobierno de los Estados Unidos Americanos aspira a la conquista de nuestro territo-rio, se invita a todos los mexicanos a la defensa de la patria. 2°. Para ese efecto… todos los mexicanos contribuirán con su persona o intereses del modo más equitativo y justo... 3°. “la guerra que nos hacen los norteamericanos, tiene por objeto la dominación y despojo de nuestro territorio, el cual no puede recobrarse sin la cooperación de todos los mexi-canos; se declara: que todas las propiedades territoriales serán comunes a todos los ciudadanos de la República. 4°. En consecuencia… en cada lugar de la república no podrán los propietarios de los mencionados terrenos exigir canti-dad alguna bajo ningún motivo ni pretexto a los que hoy se conoce con el nombre de arrendatarios ni a los que en lo sucesivo quieren disfrutarlo. 5°. El gobierno político y eco-nómico en los pueblos, continuará con arreglo a las dispo-siciones vigentes… el jefe de las fuerzas pronunciadas por el plan hará el nombramiento de los magistrados y emplea-dos… 6°. Durante la guerra de independencia… cesan las contribuciones directas y los llamados de alcabala, así como también el estanco de tabaco, papel sellado… que-dando vigentes los impuestos municipales…

El (Segundo) Plan de Tantoyuca

La Ley de desamortización de fincas rústicas y urbanas propiedad de las corporaciones civiles y religiosas (Ley Lerdo) del 25 de junio de 1856, se propuso destruir la propiedad comunal de los pueblos indígenas y reem-plazarla con la propiedad privada. Contra eso hubo muchos años de rebeliones indias por todo el país, en la Huasteca hubo reacciones pron-tas, vale citar la del muy radical Plan de Tantoyuca (el segundo).

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“En la Villa de Tantoyuca, del Departamento de Tampico, a los 9 días del mes de agosto de 1856 reunidos en La Garita del interjérrimo patricio C. Rafael Díaz, las clases oprimidas de obreros, indígenas y proletarios, para mejorar sus condiciones han proclamado el siguiente PLAN:

Considerando que no habiendo podido tener otra base la propiedad en su principio más que la usurpación; la tierra es de todos los hombres, por consiguiente, todos deben de gozar de ella como la luz del sol, como el aire que respiran, porque es ridículo que, unos no tengan ni un palmo de tierra, y otros, miles de acres, que, además, existiendo en el grupo social ciertas especies de vampiros sedientos de sangre de los pueblos, y, cuya feroz avidez jamás queda satisfecha, hablamos de los capitalistas, es intolerable, que unos hombres nadando en oro, cuando otros, no tienen ni un ochavo en su bolsillo, que siendo opuesto a las leyes de la natura-leza, esa propiedad se extiende hasta sobre las mujeres, porque las hembras de los animales no pertenecen a ningún macho...

Para regenerar la sociedad y hacer de ella modelo, proclamamos y jura-mos sostener los artículos siguientes:

1º Declaramos guerra a muerte a la propiedad, para que quede por consiguiente la tierra de todos los hombres para que gocen de ella a su gusto.

2º También la declaramos a los capitalistas, para que sus tesoros sean repartidos hermanablemente o que se entreguen al depósito co-mún.

3º Todas las mujeres son comunes, y sus hijos, serán atendidos por la comunidad o el estado, hasta la edad en que puedan ya sostenerse por sí solos.

4º Habrá corporaciones en todos los pueblos, nombradas popular-mente, y, las diferentes necesidades de cada localidad, determina-rán el número de las secciones de éstas.

5º Habrá secciones de sastres, de zapateros, de médicos, etc., etc. Para que un vestido cuando sea juzgado demasiado maduro o unos zapatos hayan hecho demasiado servicio, sean repuestos nuevos en su totalidad, sin pago de ninguna clase; pues todas las necesida-

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des serán satisfechas, por consiguiente, el dinero será mueble inútil, se pondrá en caja o solo se empleará en comercio exterior.

6º Todos participarán igualmente de los placeres como de los trabajos.

7º Ningún ciudadano estará dispensado del servicio militar, a menos que sea cojo, manco, giboso, o tenga otros defectos análogos…las mujeres tendrán libertad para alistarse en ese servicio.

8º Se pasarán copias de este plan a todos los pueblos para que, gene-ralizándose, sea secundado en todo el mundo.

El Plan lo firmaron Rafael Díaz, Lázaro Mendoza y Saucedo, Pedro Martín del Ángel y aparecen otras 270 firmas y nombres.

Desde luego la respuesta de las autoridades fue de miedo y violenta represión.

La insurrección de Julio Chávez López en Chalco

Julio Chávez López indígena de Acuautla, organizador de campesinos para defender sus tierras y derechos, tuvo formación en la Escuela de la Razón y el Socialismo que Plotino Rhodakanati fundó en Chalco para difundir la ideología anarquista fourierista y proudhonista. Chávez hizo gestiones en tribunales, escribió al presidente Juárez en defensa de los títulos originales de las tierras, protestó contra las Leyes de Reforma pero sin resultados.

Hacia final de 1867, Julio organizó el asalto armado de haciendas y el reparto de la tierra a los peones en Chalco, Texcoco, Tlalpan, otras partes del estado de México y Morelos; recibieron armas del general Miguel Negrete, partidario de una reforma agraria popular y opositor de Juárez. El gobierno reprimió a la gente, deportaron a Yucatán a 20 simpatizan-tes de Chávez pero no sofocaron el descontento.

En abril de 1869 Chávez inició una insurrección con un Manifiesto a todos los oprimidos y pobres de México y del Universo. Su eje es la lucha de clases, hace condena del gobierno de Juárez, de la jerarquía de la iglesia católica y explica el objetivo socialista de la lucha. Aquí unos fragmentos:

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“Ciudadanos mexicanos:“Ha llegado la hora de conocer a los hombres con el cora-zón bien puesto (…) Vamos a una contienda de sangre. Pero qué importa, si esta sangre generosa fertilizará nues-tros campos (…) y dejará un rastro a la humanidad del futu-ro (...) Infinidad de años y de siglos hemos caminado peno-samente agobiados por el cansancio, por la miseria, por la ignorancia y por la tiranía (…) ¿Qué poseemos sobre la su-perficie del planeta, los que vivimos clavados en el trabajo? ¿A quién deja beneficio el sudor de nuestras frentes, las lágrimas de nuestros ojos, el dolor de nuestras espaldas (…)

“Los peones hemos entregado nuestras vidas e intereses a los hacendados, y éstos nos han sometido a los mayores abusos; han establecido un régimen de explotación por el que estamos condenados a no disfrutar de la vida (…) Cuando nosotros venimos a este mundo nos encontramos que… habíamos nacido esclavos y con la obligación de se-guir trabajando en el mismo lugar, bajo el mismo sistema (…)

“Y quién ha cooperado a mantenernos en el silencio, en la humillación, en la ignorancia y en la esclavitud: La Iglesia… que por medio de sus hipócritas misiones, ha tejido la men-tira de la salvación espiritual en un lugar que no es la tierra (...) Los curas nos han engañado profanando la doctrina del gran Cristo, a quien hay que reivindicar, ya que sus prome-sas de caridad, de paz y de concordia siempre han sonado en nuestros corazones con inmensa alegría.

“Si los curas son malos, también lo son todos los hombres que mandan. ¿Qué diremos de eso que hemos dado en llamar Gobierno, y es tiranía? ¿Dónde está el Gobierno bue-no? (…) Juárez, a pesar de llamarse republicano y enemigo de la Iglesia, es mocho y un déspota: es que todos los go-biernos son malos (…) Hemos pedido tierras y Juárez nos ha traicionado. (…) ¿Por qué no tener el pedacito de tierra que labramos? ¿Con qué derecho se han apropiado algu-nos unos cuantos, de la tierra que debería ser de todos? (…)

“Habíamos creído que el triunfo de la República sería el verdadero triunfo del pueblo, ya que todos los hacendados se habían refugiado en los faldones del imperio; pero con suma tristeza hemos visto que estos mismo hacendados han tenido refugio en los faldones de la República, lasti-mándose así los intereses que deberían ser inviolables: los

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de los pobres. Esto indica que es menester emprender una lucha más racional, para asegurar lo que nosotros quere-mos.

“¿Qué queremos? Hermanos nuestros: Queremos el socia-lismo, que es la forma más perfecta de convivencia social; que es la filosofía de la verdad y de la justicia, que se encie-rra en esta tríada inconmovible: libertad, igualdad y frater-nidad (…) Queremos destruir radicalmente el vicioso esta-do actual de explotación que condena a unos a ser pobres y a otros a disfrutar de las riquezas y del bienestar; que hace a unos, miserables, a pesar de que trabajan con todas sus energías, y a otros, les proporciona la felicidad en plena holganza.

“Queremos la tierra para sembrar en ella pacíficamente y recoger la cosecha tranquilamente, quitando desde luego el sistema de explotación (…) contando con libertad para reunirse en la forma que más crean conveniente, formando grandes o pequeñas sociedades agrícolas que se vigilen en defensa común, sin necesidad de un grupo de hombres que les ordene y castigue (…) Queremos abolir todo lo que sea señal de tiranía entre los mismos hombres, viviendo en sociedades de fraternidad y mutualismo… la República Uni-versal de la Armonía.

“Pueblo mexicano:“Este es nuestro plan sencillo, que haremos triunfar en al-guna forma y en pos del verdadero triunfo de la libertad (…) Seremos perseguidos: tal vez acribillados ¡No importa!, cuando en nuestro pecho laten esperanzas. Qué más tene-mos en nuestra vida, si no morir antes que seguir perpe-tuando el agobio de la miseria y de los padecimientos. Se nos desprecia como liberales, se nos mancilla como socia-listas y se nos condena como hombres. Es indispensable salvar el momento, y levantar nuestros esfuerzos en torno de esa sacrosanta bandera de la revolución socialista, que dice desde lo más alto de la República: ¡Abolición del go-bierno y de la explotación! (…)“¡Viva el socialismo! ¡Viva la libertad! “.

La insurrección de Chávez reclutó combatientes sin experiencia ni ar-mas, se extendió por haciendas y poblaciones de Puebla; en San Martín Texmelucan hizo huir a las tropas del gobierno, repartió tierras de la hacienda, explicó su Manifiesto, reunió dinero y armas, quemó archivos

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municipales; lo repitió en Apizaco; envió una partida de 50 hombres al mando de Anselmo Gómez hacia el norte de Hidalgo y Veracruz, el 11 de junio tomaron Chicontepec, eran ya 150.

Los insurrectos, unos 1500 pero muy pobremente armados, siguieron hacia Texcoco y luego a Actopan, Hidalgo, agitando a los pueblos y tra-tando de eludir a las tropas del gobierno. En Actopan los derrotaron y el líder capturado fue condenado a muerte por el gobierno y enviado a Chalco, fue fusilado el 1º de septiembre de 1869 en el patio de la Escuela del Rayo y del Socialismo. Cuando el pelotón descargaba la andanada fatal Julio Chávez López lanzó su última voz: “¡Viva el Socialismo!”.

Primeras organizaciones. El socialismo de artesanos

No hay precisión del cómo llegaron a México por primera vez las ideas de Charles Fourier (1771-1837) y Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865), pero los rasgos del socialismo anarquista aparecen hacia la mitad del siglo XIX, por ejemplo en los proyectos de falansterios en Aguascalientes que se atribuyen a José María Chávez (1812-1864), también resuenan en el Plan de Tantoyuca (1856). Las concepciones anarquistas del socialis-mo permearon a los socialistas mexicanos del siglo XIX y al inicio del XX.

Se sabe que Robert Owen (1771-1858), fundador de la colonia comunista New Harmony en Indiana, alrededor de 1840 hizo una solicitud --sin éxi-to-- ante el gobierno mexicano para que cediese el territorio de Texas para organizar una república socialista basada en cooperativas, a fin de “poner fin a las guerras, a las animosidades religiosas, a las rivalidades mercantiles entre las naciones y a las disensiones entre los individuos”, donde la población viviese “libre de la pobreza o del temor de ella”.

Si el proyecto utopista de Robert Owen fue el primero del siglo XIX en México, el último fue de el de Albert K. Owen, sin parentesco con el em-presario y reformador social inglés, Albert nació en 1840 en Pennsylva-nia, pasó su niñez en New Harmony, vio sus dificultades y la ruta al fra-caso pero asumió la idea como su visión del futuro.

Albert exploró partes de México y en 1872 llegó a Topolobampo, Sinaloa, que le pareció “el nuevo paraíso”, adecuado para levantar una metrópo-li del trabajo y el bienestar: La Ciudad de la Paz. Se entregó al proyecto: Buscó apoyo de los presidentes de México y los EEUU, de inversionistas y técnicos, hizo libros y folletos, encargó estudios y reglamentos socia-

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les, planes agrícolas e industriales, de puertos y ferrocarriles… La socie-dad financiera del proyecto tenía 1,500 accionistas-colonos, en julio de 1889 desembarcaron cientos de familias llenos de ilusión y listos al es-fuerzo, pero en la realidad cada paso falló por falta de recursos, organi-zación y mandos, cundieron las críticas, las divisiones y el desencanto. Al final de 1892 la proyectada Metrópoli Socialista de Occidente se había hundido.

En cuanto al movimiento social, hacia la mitad del siglo XIX artesanos de distintos oficios, los obreros de las minas (unos 50 mil) y de hilados y tejidos (12,500 en 50 plantas) comenzaron a construir formas de orga-nización de inspiración cristiana y anarquista, fueron uniones de ayuda mutua, formadas con unas decenas de socios que aportaban cuotas voluntarias a fondos de reserva para auxiliar al trabajador y su familia en casos de enfermedad y fallecimiento. Tal vez la primera que se formó fue la “Sociedad de Seguridad y Caja de Ahorros de Orizaba” (1839), y la “So-ciedad de Artesanos de Guadalajara” (1850), de estas no se encontraron datos; si los hay de la “Sociedad Particular de Socorros Mutuos” creada en 1853 en la Ciudad de México.

De la Particular de Socorros Mutuos José C. Valadés nos dice que se formó el 5 de junio de 1853 con 33 sombrereros, que pasado un mes ya eran 133 afiliados, Enrique González Rojo recoge otros datos: comenzó con 12 artesanos y 21 años después tenía 80 socios. En julio surgió la Sociedad Mutua del Ramo de Sastrería dirigida por Epifanio Romero quien por su activismo fue encarcelado, pasado un año se fugó para unirse a la Revolución de Ayutla.

A partir de entonces y hasta finales del siglo las mutualidades fueron la forma de organización recurrente en el Valle de México, en Jalapa, Mon-terrey, Puebla, Oaxaca, Querétaro, Tepic, Zacatecas, en muchas ciuda-des. Los escollos y limitaciones eran difíciles de superar, las asociaciones se diluían, desaparecían, resurgían. Algunas mutualistas levantaban pe-ticiones y demandas a los patrones: reducir la jornada (16 y 18 horas), elevar los salarios, establecer derechos de varones, mujeres y niños. En los años 1870 los socialistas desplegaron esfuerzos para transformar las sociedades mutualistas en sociedades cooperativas de producción y de consumo, con la idea de que era una opción superior, de mayor beneficio y hasta una vía de liberación de los trabajadores.

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Los primeros núcleos socialistas, su prensa y movimientos. La Cartilla Socialista

Plotino Constantino Rhodakanaty fue el primer socialista que en México actuó con formación teórica, proyectos sociales amplios y organización de militantes. Nació en Atenas el 14 de octubre de 1828, tenía origen húngaro y remota ascendencia principesca; estudió medicina y filosofía, tuvo actividad en varios países de Europa. Aprendió el castellano antes de llegar a México en febrero de 1861, sabía del plan de formación de colonias agrícolas del presidente Ignacio Comonfort y querìa poner en obra su propio plan: fundar comunidades fourieristas en las nuevas po-blaciones; debido a los cambios de gobierno y la guerra de Reforma los planes de colonización no funcionaron. Rhodakanati se ocupó en dar clases, difundir algunos de sus libros, moverse en círculos de estudiantes y a escribir la primera obra de doctrina socialista en nuestro país: Cartilla Socialista; fue muy activo hasta su regreso a Europa en 1886.

La Cartilla Socialista o sea el Catecismo elemental de la Escuela Societaria de Carlos Fourier. El Falansterio, por Plotino Rhodakanaty, fue el primer libro en México sobre socialismo (Editada en 1861 en la Imprenta de V. G. Torres; 2ª edición, 1879, imprenta de El Socialista). Se trata de un librito de 24 páginas: Un Prólogo y 9 Lecciones: 1) Del problema social; 2) Es-tado de cosas y problemas que debe resolver toda doctrina del sistema social; 3) Comprobación de toda doctrina de reforma social; 4) Dere-chos y deberes de la doctrina social; 5) Condiciones del orden y de la libertad. Carácter intrínseco de la doctrina societaria; 6) De las leyes y de la reforma social. 7) Continuación de la anterior; 8) Correlación y unión absoluta del orden y de la libertad. 9) Transformación social. Esta obra tuvo impacto muy limitado pero ganó simpatizantes a su autor.

En tiempos de asonadas y rebeliones, de lucha violenta por la tierra y de represión sangrienta, Rhodakanaty preconizaba otra vía: “Esta pequeña obra lleva también el objeto de que las clases obrera y agrícola de Méxi-co conozcan los verdaderos principios científicos en que se funda la doctrina sociocrática de la que tanto se habla (…) y que alguna vez el pueblo mexicano llegue a emanciparse del terrible yugo de la plutocra-cia por medio de la asociación (…) La realización de la Asociación Uni-versal, de individuos y de pueblos, para el cumplimiento de los destinos terrestres de la humanidad (…) El sistema societario descubierto por Fourier y propuesto por la escuela societaria… no aspiramos a imponer-la, ni tampoco a una aplicación general, sino a un ensayo local, a una experiencia práctica, para que la sociedad pueda juzgar, dejando la ge-

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neralización de nuestro sistema a la espontánea y voluntaria acción de la humanidad…”

En enero de 1865 Rhodakanati y algunos simpatizantes fundaron el Club Socialista de Estudiantes, con actividad como organizadores de obreros y campesinos, de los integrantes originales se destacaron tres: Herme-negildo Villavicencio (estudiante de medicina que murió en diciembre de 1869, a los 27 años); Santiago Villanueva (de origen obrero, nació en la Ciudad de México en 1838 y murió en julio de 1872) y Francisco Zalacos-ta (nació en Durango, 1 de marzo de 1844, de niño quedó solo en la ca-pital cuando su padre oficial liberal murió en combate, una familia pu-diente le dio su protección; destacado combatiente socialista fue fusilado por el ejército en Querétaro en abril de 1871).

Rhodakanati conciliaba y rechazaba las formas violentas de lucha esto motivó desacuerdos con discípulos muy queridos como Julio Chávez y Zalacosta.

Villanueva y Zalacosta ayudaron a la organización de los sombrereros y de obreros textiles, con su influencia, el 10 de junio de 1865 los obreros de las fábricas San Ildefonso y La Colmena acordaron y pusieron en acto al día siguiente la primera huelga organizada en México, reprimida a balazos el día 19 por tropas del ejército imperial de Maximiliano. El brutal golpe detuvo por un tiempo la organización de artesanos y obreros.

Rhodakanati pasó a organizar un centro de propaganda socialista en Chalco, de la cual dice en una carta del 15 de enero de 1866 remitida a Zalacosta: “Mi escuela… ha comenzado a dar sus frutos; es la escuela de la razón y el socialismo… En el día, tengo infinidad de niños que se-mi-desnudos, temblando de frío y de hambre, aprenden no solamente las primeras letras del castellano, sino también las primeras nociones de libertad. Por la tarde, después de terminar sus pesadas faenas, concu-rren algunos peones. ¡Cómo se aplican estos buenos hermanos! (…) La dicha no ha de tardar en llegar. La justa de la Razón, se abre paso a través de la humanidad”. Ahí abrevó ideas del socialismo Julio Chávez, y en ese lugar fue fusilado.

Derrotado el II Imperio y reinstalado el presidente Juárez en la capital, los obreros y artesanos reanudaros sus afanes de organización y resis-tencia. Nos dice José Valadès que el 27 de enero de 1868 se constituyó la Unión Mutua de Tejedores del Distrito de Tlalpan, con trabajadores de fábricas de Contreras, Tizapan y Tlalpan. El 8 de julio los de La Fama

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Montañesa iniciaron un paro de labores, secundados por las otras fábri-cas; su pliego tenía siete peticiones laborales (la 4ª: que las mujeres trabajasen sólo 12 horas a fin pudiesen atender las labores del hogar), hicieron gestiones ante el gobierno y los patrones aceptaron las peticio-nes luego de una semana de paro. Este éxito inyectó ánimo a los traba-jadores y en unas semanas se formaron mutualidades de carpinteros y canteros, se reorganizaron las de San Ildefonso y La Colmena, la de Mi-raflores; la Asociación Socialista de Tipógrafos Mexicanos.

El círculo de los estudiantes socialistas ganó adeptos, entre ellos: Benito Castro (nació en Celaya el 21 de marzo de 1846), Ricardo Benvenuto Velatti (n. en 1850), Agapito Silva (nació en Chilchota el 20 de septiem-bre de 1850), Pedro Ordóñez. En febrero de 1869 fue formado un Círcu-lo con militantes obreros. Una cuestión fundamental era mantener la independencia respecto al gobierno y la disputa de influencia con los activistas liberales encabezados por Juan Cano, quienes tenían patroci-nio del gobierno. Cano solicitó al Presidente su opinión sobre la asocia-ción y los propósitos de los obreros, el 12 de octubre de 1870 Benito Juárez le dio respuesta: “Contesto la muy apreciable de Ud. fecha de ayer, manifestándole, que en mi concepto los artesanos pueden arreglar su asociación a la manera que estimen conveniente para el perfecciona-miento en sus respectivas artes y oficios”. Así de corta era la posición liberal sobre los horizontes de los trabajadores.

El 20 de marzo de 1871, Rhodakanati y sus compañeros fundaron una organización secreta: La Social, que nació, dice su manifiesto del 15 de abril, para reunir “a todos aquellos elementos adictos a la causa socialis-ta… que amen el sentimiento de caridad y que siempre socorran al pobre (…) No es posible poder elevar desde luego ante la cultura del pueblo nuestro programa último… queremos la abolición de todo sistema de gobierno y la libertad de los obreros manuales e intelectuales del Uni-verso”. La Social tuvo actividad con altibajos, en 1876 fue reorganizada en una nueva etapa combativa y fecunda.

En 1871 se registran otros dos hechos importantes: 1) La aparición el 9 de julio de El Socialista, semanario de obreros encabezados por el tipógra-fo Francisco de Paula González (nació en Morelia el 2 de abril de 1844), se mantuvo hasta diciembre de 1886, dio cabida a posiciones diversas: anarquistas, liberales, publicó el Manifiesto Comunista en 1884. 2) La constitución del Gran Círculo de Obreros de México el 16 de septiembre, con delegados de 11 sociedades mutuales y de resistencia, para la “lucha por la total emancipación de los trabajadores que ha de ser obra de los

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trabajadores mismos… usando como medio final la revolución social, que abre el camino de esplendor, de Justicia, y de Verdad al Socialismo”. Su presidente fue Santiago Villanueva, vice-presidente Epifanio Romero, secretarios: Juan de Mata Rivera, Benito Castro, Alejandro Herrera, Ra-fael Pérez de León, tesorero Francisco de P. González. No obstante el objetivo declarado no todos los directivos eran socialistas, Romero era partidario del gobierno liberal.

Las bases constitutivas del Gran Círculo, conforme a los enfoques anar-quistas, decían que: “ningún socio podía ser miembro de un partido político”, aunque era libre de ejercer “el derecho de ciudadanía”. Ese principio chocó con la realidad política electoral del país que enfrentaba a los reeleccionistas pro Benito Juárez y los antirreleccionistas de Porfi-rio Díaz, este perdió las elecciones y el 8 de noviembre lanzó el Plan de La Noria. El Gran Círculo fue impactado, el 5 de diciembre un sector in-volucrado en esos conflictos se separó de la naciente organización.

El incipiente proletariado soportaba enormes dificultades para luchar y organizarse, eso pesó más por la debilidad teórica de su movimiento, por la falta de respaldo de los intelectuales, sector reducido y polarizado entre conservadores y liberales, estos tenían una grande influencia social pero aun los más radicales estaban lejos de las posiciones propias de los obreros y de la militancia socialista.

Los avances científicos, los debates filosóficos y políticos en Europa si acaso eran noticias vagas para los trabajadores mejor informados. La fundación de la Asociación Internacional de Trabajadores se supo varios años después, los escritos de Carlos Marx y Federico Engels eran total-mente desconocidos, de la Comuna de París se supo pronto y causó entusiasmo y apoyo. El hecho es que la formación teórica de estos so-cialistas mexicanos era precaria, se basaba en la resonancia de las doc-trinarias utopistas y del anarquismo libertario. Otro aspecto de su situa-ción es que las relaciones con la Primera Internacional no fueron regulares, con el Consejo de Londres casi no existieron pero se le criti-caba por “autoritario”, había afinidad con el sector libertario que se ha-bía escindido y se expresaba en La Federación del Jura.

El 18 de julio de 1872 murió el presidente Benito Juárez, días antes había fallecido Santiago Villanueva, cada caso motivó cambios tanto en el curso de la política nacional como en el rumbo del Gran Círculo, de cuya dirección se hizo cargo Epifanio Romero. Los estatutos se modificaron ya en septiembre, los objetivos socialistas pasaron a ser liberales: “Mejo-

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rar por todos los medios legales la situación de la clase obrera (…) contra los abusos del capitalismo y maestros de taller (…) Propagar entre la clase obrera, la instrucción en sus derechos y obligaciones sociales y en lo relativo a las artes y oficios”… Pese a todo, las luchas obreras se incre-mentaron en ese período.

El Gran Círculo padeció el divisionismo promovido por los gobiernistas Cano y Romero, el designio de cooptación abrió brecha al aceptarse un pequeño subsidio mensual y la entrega de un edificio para desarrollar sus actividades, y al mismo tiempo se desataba la represión para que-brar las huelgas de mineros de Real del Monte y textileros de la Fama Montañesa (en esa ocasión el gobierno deportó decenas de huelguistas a Campeche y Yucatán). También en El Socialista hubo cambios, la com-batividad bajó al quedar como director Juan de Mata Rivera, persona de posiciones eclécticas y cambiantes. Los socialistas no dejaron de pugnar por sus enfoques y se mantuvo la tensión interna entre las tendencias. Al parecer, Rhodakanati en 1873 hizo prolongados viajes y desarrolló actividad en Tlaxcala y las costas de Guerrero. En 1874 volvió a ocuparse con temas filosóficos y por unos meses editó El Craneoscopio un perió-dico científico para lectores con otros intereses.

En los años siguientes los anarquistas socialistas redoblaron sus esfuer-zos para reanimar las mutualidades y para transformarlas fundando cooperativas de producción y de consumo como partes de un amplio movimiento cooperativo de artesanos y productores. El Obrero Interna-cional, El Hijo del Trabajo, El Socialista, La Comuna, y otros periódicos obreros publicaban artículos sobre las ventajas de las cooperativas, así como instructivos para resolver los problemas de su organización; en esto se destacaron José María González, Benvenuto Velatti y José Mu-ñúzuri. En 1875 se formó y sostuvo con buen éxito una Cooperativa de Consumo de Obreros Colonos de Buenavista.

Casi al final de 1875 Juan de Mata Rivera, director de El Socialista, pre-sentó un plan para realizar un congreso nacional de trabajadores, la ini-ciativa fue apoyada por el Gran Círculo, el 5 de marzo de 1876 se instaló el Congreso General Obrero de la República Mexicana, los datos sobre participantes son de 52 o 73 y hasta 135, los trabajos duraron hasta mayo, se reunían dos veces por semana. Sobre este Congreso y sus re-sultados las versiones de autores de referenciales John M. Hart y José C. Valadés se contradicen en varios aspectos, aquí recogemos principal-mente datos de Valadés.

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Vale recordar que había un ambiente nacional de lucha armada por el poder entre el presidente Sebastián Lerdo de Tejada y Porfirio Díaz quien el 1 de enero había proclamado el Plan de Tuxtepec, contra la ree-lección del presidente; era imposible que tal enfrentamiento político no cruzará los debates y aguzara los choques en el Congreso obrero. Hubo una fuerte campaña contra los socialistas y los principios del Gran Cír-culo, esto conducía a una ruptura.

Al parecer previendo ese curso, desde el 19 de abril la minoría del Con-greso había decidido separarse y fundar un periódico que fuese “repre-sentativo del socialismo revolucionario” y de “un socialismo sin jefes”, en el grupo editor se nombró a Rhodakanati, Muñùzuri, Francisco de P. González, Juan Serralde y otros 6 integrantes. Tras estos pasos había una decisión muy importante: la reorganización de La Social “como or-ganización obrera de orientación socialista”, que se realizó el 7 de mayo. En los siguientes dos años La Social avanzó formando numerosas sec-ciones, en septiembre de 1878 contaba con 62, la mayoría campesinas. Publicaron el periódico La Internacional dirigido por Zalacosta para la lucha contra la tiranía, por “La anarquía social, la abolición de todos los gobiernos y la revolución social”.

En relación con el Congreso obrero La Social nombró 5 delegados, de ellos dos mujeres: Jesusa Valadés y Soledad Sosa; el día 12 de mayo el Congreso acordó rechazarlas, se argumentó de que “los asuntos a de-bate no interesaban a las mujeres”. No fue solo atraso machista sino parte de sus actitudes excluyentes, así el Congreso quedó sin oposición, el paso siguiente fue apoyar al presidente Lerdo. Quedó en entredicho la independencia política, el Congreso, sus organizaciones y el Gran Cír-culo se vinieron abajo. En noviembre Lerdo fue derrocado por Díaz y la situación empeoró. Díaz dio pasos para controlarlo todo, daba subsidios a sus partidarios, negoció con la postulación de dirigentes a cargos de elección, al mismo tiempo ejercía la represión para destruir los movi-miento de lucha.

En tal ambiente La Social se esforzaba para mantener las huelgas y re-construir las organizaciones. Reemprendió la construcción de grupos campesinos para la lucha por la tierra y por una ley agraria. El 15 de agosto de 1877 se realizó el primer congreso campesino con delegados de comunidades de varios estados; se constituyó el Gran Comité Central Comunero presidido por Alberto Santa Fe (coronel en las fuerzas del Plan de Tuxtepec), con Francisco Zalacosta, Félix Riquelme y otros; el general Tiburcio Montiel fue nombrado “abogado de los pueblos”. Hubo

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muchas acciones campesinas armadas en Puebla, Hidalgo, Estado de México, Michoacán, Coahuila, Durango; entre ellas destacan el Plan so-cialista de Sierra Gorda (Qro-Gto), el Plan Revolucionario de La Barran-ca, Gto. (1 de junio de 1879) que llamó a organizar las Falanges Popula-res, un ejército socialista para la toma del poder. El trabajo con los obreros era más lento.

En Puebla apareció el 4 de julio de 1878 el Partido Socialista Mexicano, su presidente era Alberto Santa Fe, quien se separó de La Social, otros dirigentes fueron Francisco Urgell, Manuel Serdán, Jesús Laguna, Gabino López. El PSM introdujo otra concepción: un partido para “conquistar, por la vía legal, el poder político en la República e implantar la Ley del Pueblo (…) los miembros del partido se llamarán comunistas a fin de distinguirse de los que no aceptan que el proletariado se constituya en partido de clase”; el PSM publicó 6 números del periódico La Revolución Social, donde se informó que en noviembre tenía 17 centros políticos en la República, buena parte en Veracruz y Puebla. En febrero de 1879 hubo una rebelión campesina en Huejotzingo, en relación con esos hechos, el 8 de mayo Alberto Santa Fe fue capturado por tropas del ejército y re-cluido en una prisión militar acusado de rebelión.

Porfirio Díaz, que se había levantado con la bandera antireeleccionista contra Juárez y Lerdo ocupó de nuevo la presidencia de la República en 1884, la dictadura destruyó al movimiento obrero independiente que habían construido los socialistas.

Socialistas que inician la revolución antes de 1910

En 1901 hace presencia pública una corriente de liberales radicales que pronto evolucionaron para llegar al socialismo anarquista: El magonis-mo. La historia “oficial” escrita por las fuerzas triunfantes de las luchas de 1910-1917 presenta al magonismo sólo como un antecedente. En rea-lidad los magonistas fueron los iniciadores de la revolución contra la añeja dictadura de Díaz.

Hay enfoques distintos acerca de cuándo este movimiento comenzó a actuar animado por las ideas y el objetivo socialista libertario. En rela-ción con esto vale partes de una carta que Ricardo Flores Magón escri-bió el 13 de junio de 1908 a su hermano Enrique y a Práxedis Guerrero: “Como anarquistas… Sabemos bien lo que hay que esperar del mejor gobierno que pueda pasar sobre cualquier pueblo y como anarquistas,

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debemos poner todo lo que esté a nuestro alcance para que la revolu-ción, que está en vísperas de estallar; dé al pueblo todos los beneficios que sean posible conquistar (...) “Sin llamarnos anarquistas, hemos ido prendiendo en los cerebros, ideas de odio contra la clase poseedora y contra la casta gubernamental (…) Ningún partido liberal en el mundo tiene las tendencias anticapitalistas del que está próximo a revolucionar en México, y eso se ha conseguido sin decir que somos anarquistas, y no lo habríamos logrado aunque nos hubiéramos titulado no anarquistas. Todo es, pues, cuestión de táctica”.

Dice Enrique González Rojo que no se ha aclarado “si hubo algún tipo de influencia entre el círculo proudhoniano-fourierista de Rodhakanati y el ideario de los hermanos Flores Magno”, entre ellos hay similitudes y diferencias y observa que en las exposiciones publicas: “Desde un punto de vista doctrinario, podemos discernir en el pensamiento de Flores Magón tres etapas: a) la defensa del ideario liberal y en alguna medida positivista contra el porfirismo y los conservadores, b) una nueva noción del liberalismo que empieza a cristalizar en la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano (1905) y que juega un papel histórico impor-tante aproximadamente de 1906 a 1912 y c) una concepción más acen-dradamente anarquista y finalmente anarcosindicalista, que se inicia en el año de 1912, en que el PLM, de haber sido un gran partido de masas, se debilita hasta convertirse en una corriente política sin verdadera fuer-za social en la política revolucionaria de nuestro país.

En este resumen no podemos mediar ni resolver esas discrepancias pero si mencionar hechos relevantes:

El dirigente principal del movimiento fue Ricardo Flores Magón (nació el 16 de septiembre de 1873 en San Antonio Eloxochitlán, Oaxaca y murió el 21 de noviembre de 1922 prisionero en Leavenworth, Kansas), con sus hermanos Jesús y Enrique se formaron conociendo y estimando las re-laciones de apoyo mutuo y la propiedad colectiva de la tierra de las comunidades indias; su madre y su padre -oficial del ejército- fueron activos juaristas y nacionalistas, veían a Porfirio Díaz como un traidor al liberalismo.

Ricardo estudió leyes en el D.F., fue preso político muchas veces, la pri-mera en mayo de 1892 por participar en una manifestación de estudian-tes contra una nueva reelección de Díaz. Luego los tres hermanos hicie-ron periodismo y fueron perseguidos por sus escritos de crítica política y social. El 7 de agosto de 1900 publicaron su propio periódico: Regene-

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ración, un importante medio de lucha y organizador político. Los 4 me-ses iniciales el periódico se concentró en denunciar al corrupto sistema judicial del dictador sin tocar al Presidente, ya con cierta penetración de audiencia y que se fue afianzando, el tono de la crítica se hizo más fuer-te y abarcó al conjunto de la dictadura.

Los tres hermanos participaron en los preparativos de un Congreso libe-ral convocado para el siguiente 5 de febrero; la iniciativa partió del Club Ponciano Arriaga fundado por Camilo Arriaga, Antonio Díaz Soto y Gama, José María Facha y otros. La invitación se publicó el 30 de agos-to suscrita por 126 ciudadanos. Camilo Arriaga, animador del proyecto, era un intelectual y político, ingeniero de minas, ex diputado local y fe-deral por San Luis Potosí.

La convocatoria incrementó la formación de clubes liberales, hacia el final de 1900 había aproximadamente 50 clubes en 13 estados de la re-pública. En ese período los promotores del Congreso realizaron reunio-nes de estudio y debate de libros de la biblioteca socialista con que contaba Camilo Arriaga; este grupo de liberales tuvo ahí intenso contac-to con teorías socialistas en obras de Pierre Proudhon (1809-1865), Mijail A. Bakunin (1814-1876), Carlos Marx (1818-1883), Elisèe Reclus (1830-1905), Piotr Kropotkin (1842-1921) y otros autores; lo que pudo ser deci-sivo para integrar las concepciones de Ricardo.

El Congreso liberal de 1901 en San Luis Potosí se mantuvo en la denuncia de los avances del clero, por la defensa de las Leyes de Reforma y la Constitución de 1857. Sin embargo hubo discursos muy radicalizados contra el régimen dictatorial, así fueron los de Ricardo Flores Magón, Juan Sarabia, Luis Jasso y Diódoro Batalla.

Esa radicalidad tuvo eco un nuevo Manifiesto, del 31 de marzo de 1901, del Club Ponciano Arriaga, y en posteriores, un hito en ese proceso fue el Manifiesto del 27 de febrero de 1903, en que a nombre de la Confede-ración de Clubes Liberales de la República se declara muerta la consti-tución, con tintes clasistas traza los rasgos de la explotación sistémica: “El capitalista, el fraile y el alto funcionario, ya sea civil o militar, no son tratados en México igual que el obrero humilde… oscuro en la sociedad, pero brillante en las epopeyas de la Nación (…) el concesionario… ya sea banquero, ferrocarrilero, contratista de obras, representante de compa-ñías de navegación, etc., es un agraciado, es un favorecido, es un privile-giado (…) La agricultura en México se halla en manos de unos cuantos dueños de inmensas extensiones de terreno (…) Esos indios, esos brazos

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que producirían notable riqueza… mueren miserables extrayendo el jugo de unos cuantos magueyes… o van a consumir sus energías en algún campo explotado por el yanqui o en la modorra embrutecedora de los cuarteles”.

El Segundo Congreso liberal de 1902 fue impedido violentamente y arrestados sus dirigentes. En dos años unas 40 publicaciones y medio centenar de periodistas sufrieron clausuras y cárcel. En 1904 la represión en aumento obligaron a Ricardo, Enrique, Camilo y otros dirigentes a exiliarse en los Estados Unidos para actuar con un mínimo de seguridad; al poco tiempo hubo una división política entre esos exiliados, un sector de “moderados” con Arriaga al frente, publicó el semanario Humanidad en San Antonio, Tex; mientras en Saint Louis, Missouri y otros lugares los “radicales” editaron Regeneración para ayudar a construir organizacio-nes en muchos lugares de México. En 1906 tenían ya el apoyo pecuniario de agrupaciones de las redes anarquistas de los EE.UU., Ricardo Flores Magón y Librado Rivera tuvieron amistad y colaboraron de personajes como Emma Goldman y Florencio M. Basora.

El 28 de septiembre de 1905 formaron la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano el cual nació el 1 de julio de 1906. En ese lapso se incre-mentó la organización en México y el sur de los EE.UU.; cientos de diri-gentes opinaron y propusieron contenidos para el Programa del PLM; las tareas principales eran luchar por un régimen político sin reelección, laico, con libertades políticas básicas; mejoras en instrucción pública sin participación del clero; con un nutrido conjunto de mejoras para los obreros y asalariados, para reglamentar el trabajo doméstico y prohibir el de niños menores de 14 años; contra los abusos a los trabajadores en el campo y la entrega de tierras y otros aspectos importantes para la vida del país. Ricardo Flores Magón fue nombrado presidente de la Jun-ta directiva del PLM; vicepresidente, Juan Sarabia; secretario Antonio I. Villarreal; tesorero Enrique Flores Magón; vocales Librado Rivera, Manuel Sarabia y Rosalío Bustamante.

Algunas cartas de Ricardo de ese tiempo trasmiten su visión del proce-so y la táctica del PLM. Escribió el 8 de octubre de 1905 sobre como: “organizar un movimiento liberal que no sea destruido por la tiranía (...) El único remedio a los males del pueblo, está en la revolución; pero una revolución no se improvisa. Es obra de paciencia y continua propaganda revolucionaria (...) La revolución del porvenir tiene que ser no solamente política, sino social… En carta del 5 de diciembre dice que: “en público no excitamos al pueblo a las armas… sería peligroso, no para nosotros,

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sino para nuestros correligionarios… el éxito estará en razón directa del mayor número de centros de rebelión que se logren formar”.

Huelgas y levantamientos revolucionarios

En el centro minero del cobre en Cananea, Sonora, cuyos recursos y sus 5 mil obreros eran explotados por capitalistas estadounidenses, estalló el 1 de junio de 1906 una lucha de los mineros de mucha repercusión política e histórica. El descontento obrero era creciente y meses antes había agitación por parte de la Unión Liberal Humanidad de Esteban Baca Calderón, Manuel M. Diéguez, y Francisco M. Ibarra, y del Club Li-beral de Cananea de Lázaro Gutiérrez de Lara, tenían relaciones de apoyo con el PLM, distribuían Regeneración y su propaganda.

Los obreros fueron a la huelga contra los malos tratos por la empresa, y en demanda de un pago mínimo de 5 pesos por jornada de 8 horas, la no discriminarlos respecto a los empleados extranjeros y que estos no fueran más del 25 %. La empresa había armado con fusiles a parte del personal norteamericano y el primer día de la huelga agredieron una marcha de los trabajadores, ese día hubo 10 muertos (entre ellos 2 de los agresores norteamericanos), los choques continuaron 3 días. Rafael Izá-bal el gobernador porfirista concentró hasta 2,000 hombres de la fuerza pública, rurales, gendarmes, soldados; solicitó y dio paso en la frontera a 275 rangers de Texas con el fin de aplastar la lucha de los trabajadores. Causaron varias decenas de muertes; amenazaron con la leva para man-darlos obligados a pelear contra el pueblo yaqui; cientos de obreros fueron encarcelados; los líderes condenados a 15 años en la espantosa prisión de San Juan de Ulúa. Cananea mostró la profundidad de la crisis del régimen y definió los siguientes pasos del PML en sentido revolucio-nario.

Planearon levantamientos armados para el 16 de septiembre de 1906, las acciones se aplazaron pues se percataron de que el espionaje combina-do del gobierno de los EE.UU. y de Díaz descubrió el plan. En varias ciudades norteamericanas hubo allanamientos de casas de familias y locales del PLM, les incautaron armas, capturaron listas de redes, con-tactos y domicilios del PLM, encarcelaron dirigentes. Ya sin coordinación hubo algunas acciones, el 26 de septiembre en Jiménez, Coah., el 30 en Acayucan y otros poblados del sur de Veracruz, y a mediados de octu-

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bre en Camargo, Tamps. El dictador desató oleadas represivas que in-tentaban destruir los centros de rebeldía.

En diciembre de 1906 y enero de 1907 ocurrieron grandes huelgas y rebeldías de los obreros textiles que conmocionaron al país, el epicentro se ubicó en Río Blanco, Ver. Los capitalistas les imponían condiciones infrahumanas de trabajo y de vida, el descontento era masivo. El Gran Círculo de Obreros Libres, GCOL agrupaba a los trabajadores, su diri-gente –José Morales- era sostenido por el gobierno; no obstante líderes liberales como José Neira y el periódico La Revolución Social tenía mu-cha influencia.

Los patrones, agrupados en el Centro Industrial de Puebla, expidieron un nuevo reglamento con el fin de desarticular cualquier movimiento y evi-tar la organización de base: Alargó la jornada de trabajo a 14 horas; im-ponía multas y cobros por daños a maquinas y materiales, prohibía reu-niones en las habitaciones obreras y recibir huéspedes, se censuraba la prensa obrera, sólo se publicaría lo autorizado…

Para rechazar ese abuso, en una fábrica de Atlixco comenzó una huelga que se extendió por el corredor fabril Puebla-Tlaxcala-Orizaba y otros lugares del país, abarcó unas 30 fabricas con 25 mil obreros que formu-laron sus demandas, algunas tomadas del Programa del PLM. La patro-nal respondió con el cierre de las fábricas. Se solicitó al presidente Díaz fuese árbitro del conflicto, muchos obreros creían posible un fallo justo; la prensa y voceros del poder así lo festinaban.

Se convocó el domingo 6 de enero de 1907 a asamblea en Orizaba para dar a conocer el laudo emitido por el dictador. Este ordenó reanudar el trabajo al día siguiente, en el reglamento se suavizaron algunos puntos pero lo principal quedó. Morales y otros del Gran Círculo defendieron el laudo y una parte de obreros aceptó regresar a trabajar y así fue en mu-chas de las fábricas, pero no en Río Blanco, donde la mañana del 7 los esquiroles eran minoría, la mayoría obrera se mantenía en la huelga.

En la tienda de raya se negaron a darles mercancías y fueron maltrata-dos, la indignación reventó, una mujer llamó a tomar los víveres, se los llevaron y dieron fuego al local, llegaron soldados a dispersarlos pero otra señora: Lucrecia Toriz, inició una marcha, discutieron con el oficial del grupo de soldados y les dejó pasar (luego sería fusilado por eso). En otros poblados también asaltaron las tiendas de raya, los obreros y sus

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familias marchaban por varios sitios al grito de “abajo la dictadura”, en algunos puntos resistían con sus armas. El XII Batallón y otros cuerpos del “glorioso ejército” dedicaron la tarde y noche del 7, a fusilar, cazar, perseguir y masacrar a obreros, mujeres y niños, continuaron el 8 y 9 de enero; las cifras de muertos varían entre 200 y 800. Muchos prisioneros fueron desterrados a Quintana Roo y Valle Nacional condenados a tra-bajos forzados. Dos mil obreros nunca regresaron a trabajar; hubo de-tenciones en el DF y durante dos años en la fábrica se mantuvo un campamento con 800 soldados.

Los magonistas prepararon un segundo levantamiento para septiembre de 1907, de nuevo el espionaje en Estados Unidos se enteró de sus pla-nes y debieron aplazarse para tratar de prepararse mejor pero tanto los servicios yanquis como los de México les asestaban golpes, capturaban dirigentes, rompían comunicaciones y organizaciones, quitaban armas. Ricardo Flores, Librado Rivera y Antonio Villareal fueron incomunicados en la cárcel de Los Ángeles desde fines de 1907. Se frustraron acciones en varios lugares y les impidieron hacer un levantamiento general y coor-dinado. En junio de 1908 estallaron acciones armadas, entre ellas las de Viesca, Las Vacas, Matamoros y Sierra de Jimulco en Coahuila; en Palo-mas y Casas Grandes Chihuahua; en Mexicali. Reconstruyeron unidades combatientes después de 1910 con un tercer plan de insurrección.

Las dos fuerzas principales de la lucha contra la dictadura: el movimien-to antireeleccionista de Francisco I. Madero, y el Magonismo tuvieron acercamientos y desencuentros. Los dirigentes del PLM no vieron co-rrectamente el momento electoral de 1910. Lo que forma parte de otra fase histórica.

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SemblanzaMarcos Leonel Posadas Segura, nació en Tampico, Tamaulipas el 7 de octubre de 1938. Político autodi-dacta, en su juventud trabajó como electricista y en el sector petrolero. Ingresó a la Juventud Comunista de México en abril de 1956, el mis-mo año en que se lleva a cabo el xx Congreso el Partido Comunista de la Unión Soviética (pcus) y la inter-vención soviética en Hungría.

Emigra a la Ciudad de México a principios de los sesenta y en 1964 es incluido en el Comité Central del Partido Comunista Mexicano, justo cuando se desarrolla la campaña presidencial donde el Frente Electo-ral del Pueblo postula como candi-dato al dirigente campesino Ramón Danzós Palomino.

En 1967 es nombrado Secretario General de la Juventud Comunista de México, tocándole en ese cargo el movimiento estudiantil de 1968. Permanece en esa representación hasta 1970, cuando se celebra el Ter-cer Congreso Nacional de la Juven-tud Comunista. No obstante sigue manteniéndose en el Comité Central del pcm.

Aparte de su participación en la dirección de su partido, de 1973 a 1978 funge como Director del perió-dico Oposición, órgano oficial del pcm, donde asume la organización

y celebración de los festivales de dicha publicación, que se vuelven muy populares, alternando esta res-ponsabilidad con las de la Comisión Ejecutiva del partido.

Participa en la fundación del Partido Socialista Unificado de México y del Mexicano Socialista. En el primero ocupa la cartera de Organización, y después de Relaciones Interna-cionales. No ingresa inicialmente en el Partido de la Revolución Demo-crática (prd), pero impulsa junto con Eduardo Montes y Jaime Perches la Corriente del Socialismo Revolucio-nario, organismo que edita la revista Socialismo.

A inicios del nuevo siglo colabora en el esfuerzo político de Dignidad Ciu-dadana, sin abandonar las filas del prd, al cual se había integrado poco antes y promueve desde entonces los encuentros de socialistas mexi-canos, tendientes a buscar la unidad de la izquierda mexicana.

Actualmente milita en el Movimien-to Comunista Mexicano, dirige el semanario de circulación electróni-ca Tribuna Comunista, es promotor de la iniciativa de la Federación de Socialistas y Comunistas de Méxi-co (fesocom) y es parte del equipo elaborador de la Enciclopedia de la Izquierda Mexicana del siglo xx.