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Documento M a d e r A 2 B. – DEL DESARROLLO POLITICO DEL PROLETARIADO: DESARROLLO DEL MOVIMIENTO DE MASAS Y ORGANIZACIÓN REVOLUCIONARIA. Ene el inciso pasado veíamos las características del desarrollo de la lucha contra el capital, partíamos ahí de la base (contradicción capital– trabajo) sobre la cual se desarrolla la lucha del proletariado; pero prescindíamos en el mismo, del análisis especifico de las “condiciones” políticas sobre las cuales se desarrolla la lucha contra el capital. Este desarrollo político está caracterizado en general para el presente período, por un lado, por el auge de las movilizaciones de las masas, y por el otro, por la construcción de los elementos que definen su política: organización y táctica. En este inciso trataremos de comprender las características de ese desarrollo y el conjunto de tareas que de ahí se desprenden. Partimos también aquí de las características generales que definen todo desarrollo; se trata por tanto e la comprensión de las relaciones contradictorias a través de las cuales se de el desarrollo político. Todo discernimiento tiene como condición el deslinde de las posiciones de clase, y este no constituye la excepción. El desarrollo político se ejerce en un conjunto de transformaciones, que tiene como base y punto de partida la lucha de opuestos. La construcción de la táctica del proletariado, por ejemplo, tiene como condición el deslinde y rechazo de toda táctica capaz de someter los intereses proletarios a los intereses burgueses, etc. Media pues, en cuanto al desarrollo político se refiere, entre la toma del poder (destrucción del estado burgués) y el ejercicio actual de la lucha, un conjunto de transformaciones, que se ejercen el seno mismo de la clase y que hacen posible la realización de sus objetivos históricos. Del mismo modo como la necesidad de destrucción de las relaciones de producción

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M a d e r A 2B. – DEL DESARROLLO POLITICO DEL PROLETARIADO: DESARROLLO DEL MOVIMIENTO DE MASAS Y ORGANIZACIÓN REVOLUCIONARIA.

Ene el inciso pasado veíamos las características del desarrollo de la lucha contra el capital, partíamos ahí de la base (contradicción capital– trabajo) sobre la cual se desarrolla la lucha del proletariado; pero prescindíamos en el mismo, del análisis especifico de las “condiciones” políticas sobre las cuales se desarrolla la lucha contra el capital.

Este desarrollo político está caracterizado en general para el presente período, por un lado, por el auge de las movilizaciones de las masas, y por el otro, por la construcción de los elementos que definen su política: organización y táctica. En este inciso trataremos de comprender las características de ese desarrollo y el conjunto de tareas que de ahí se desprenden. Partimos también aquí de las características generales que definen todo desarrollo; se trata por tanto e la comprensión de las relaciones contradictorias a través de las cuales se de el desarrollo político. Todo discernimiento tiene como condición el deslinde de las posiciones de clase, y este no constituye la excepción. El desarrollo político se ejerce en un conjunto de transformaciones, que tiene como base y punto de partida la lucha de opuestos. La construcción de la táctica del proletariado, por ejemplo, tiene como condición el deslinde y rechazo de toda táctica capaz de someter los intereses proletarios a los intereses burgueses, etc. Media pues, en cuanto al desarrollo político se refiere, entre la toma del poder (destrucción del estado burgués) y el ejercicio actual de la lucha, un conjunto de transformaciones, que se ejercen el seno mismo de la clase y que hacen posible la realización de sus objetivos históricos. Del mismo modo como la necesidad de destrucción de las relaciones de producción esta mediada por un conjunto de luchas particulares, que se caracterizan en general por la necesidad de apropiación de los medios de producción y su transformación en instrumentos de la lucha revolucionaria; la necesidad de destrucción del estado burgués, esta mediada por el conjunto de transformaciones que definen el desarrollo político de la clase. De nada serviría pues, repetir la necesidad de la toma del poder, si a ello no oponemos la necesidad de construcción del conjunto de instrumentos que la hacen posible. Se trata por tanto aquí, de llegar a la comprensión y definición de las características que modulan la construcción de esos instrumentos políticos. Cabe agregar, que partimos aquí del desarrollo objetivo alcanzado en la lucha política, y del retrazo en la comprensión teórica de ese mismo desarrollo.

Cada una de las clases y de manera particular el proletariado, define sus relaciones internas como resultado de la lucha que ejerce. La construcción de las relaciones políticas adecuadas para asumir sus objetivos históricos se da en todo memento como superación y transformación de las relaciones en el seno de la clase. El desarrollo político queda así determinado por un lado en la necesidad por parte de la clase de transformar sus propias relaciones y por el otro en el ejercicio de la lucha con su opuesto, esto es, con la burguesía. Ambos, necesitan de transformación de las relaciones en el seno de la clase y

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ejercicio de la lucha, constituyen los elementos que definen el desarrollo político del desarrollo general.1 La lucha política se desarrolla en condición de la transformación de las relaciones políticas, del mismo modo que la transformación de estas se desarrolla a condición del ejercicio de la lucha. Media entre ambas una combinación dialéctica, que se ejerce en relación a los momentos de flujo y reflujo del movimiento. En un momento de terminado, el auge de la lucha proporciona las bases para la construcción y determinación de las transformaciones en el seno de la clase, y la realización de las misma posibilita nuevas etapas de auge en la lucha contra el contrario. En los momentos de auge aparecen desigualmente, esto es en relación contradictoria, un conjunto de transformaciones resultado del ejercicio de la lucha misma; transformaciones que por otro lado, solo se hacen extensivas a condición de desarrollarse en el seno de la clase, a condición, por tanto, de afirmarse como características propias de la política proletaria. Estos elementos en desarrollo solo llegan a ser dominantes ahí en donde han alcanzado una firmeza tal capaz de desplazar a su contrario. El “Que Hacer” es el resultado de la comprensión de la necesidad de ejercer esas transformaciones, y la determinación del conjunto de tareas que hacen posible su afirmación en el seno. Esto nunca ha sido definido por la dirección revolucionaria al margen de las transformaciones que se ejercen en este proceso dialéctico. Los teóricos revolucionarios han reconocido en todo momento, como condición para la definición de las tareas de proletariado, la comprensión de la experiencia desarrollada en los momentos de auge (C. Marx, Lenin, Trosky); y a su vez la necesidad de construir a partir de esa comprensión de la experiencia adquirida, las relaciones que hacen posible el desarrollo de la lucha. Los momentos de flujo y reflujo del movimiento se combinan en una unidad dialéctica, en la cual los segundos aparecen como necesidad de construcción y reconstrucción de los instrumentos específicos de lucha con los cuales la clase va a realizar las tareas descubiertas en los primeros; y estos como condición para la definición de “Que Hacer” mismo y como transformación práctica de esas mismas relaciones. Hay que recordar en relación a los momentos de auge, una apreciación general de la teoría revolucionaria, que considera que el desarrollo político alcanzado por la clase en momentos de flujo, adquiere un desarrollo exponencial si se le compara con su desarrollo en momentos de reflujo.

El desarrollo político esta determinado, de manera general, por la necesidad de abolición de las relaciones de producción capitalistas, por la necesidad de destrucción del estado burgués. Corresponde por tanto, a la necesidad de realizar la revolución socialista. Desde el punto de vista de su desarrollo, adquiere las características de una lucha general y prolongada que la hace posible. En esta perspectiva general se inscribe cada uno de los elementos que definen el desarrollo particular de la lucha ejercida, ellos son los que modulan y determinan el desarrollo de la táctica y organización del proletariado. Es cierto que aún cuando la lucha corresponda a este tipo de necesidades generales, en mayor o menor grado estos objetivos aparecen obscurecidos para la clase pero esto no obsta para que las características no correspondan a esa determinación general, en todo caso, lo único que muestra es la necesidad de desarrollo de la conciencia socialista en el seno del movimiento.

Podemos afirmar sin lugar a dudas, que este desarrollo (político se realiza en términos generales de un modo espontáneo en el seno de clase, en tanto que el rechazo instintivo a las posiciones burguesas en problemas de organización y táctica, no ha logrado (y objetivamente no podía lograr) esclarecer en el presente período, las características particulares que lo distinguen de su contrario.

1 Los Hebertos y los perspectivos muestran en toda su amplitud su posición burguesa proponiendo, en oposición a la necesidad de movilización, esto es de ejercicio de la lucha, la necesidad de sometimiento a las condiciones generales de desarrollo de la sociedad capitalista. Su pánico ente toda movilización, es el resultado del antagonismo de los intereses manifiestos en la movilización misma, y de su incapacidad para ejercer control sobre la misma. Asistimos a la tragicomedia de su incapacidad de servir a los intereses que aman.

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Nuestro análisis girará en torno a dos cuestiones, por un lado los problemas táctico, y por el otro los problemas organizativos. Como veremos el desarrollo particular de ambas está determinado por las características enunciadas al inicio del párrafo y además por la relación dialéctica que se establece entre el movimiento de masas, y la organización revolucionaria.

De lo que se trata es de demostrar como la clase construye en el presente período los instrumentos de lucha (táctica y organización) que permitirán realizar sus objetivos históricos; cómo cada aspecto del desarrollo en cada uno de los dos problemas acusa la necesidad de referirle a las necesidades generales, y como también esas necesidades solo se realizan en la medida que el desarrollo orgánico y táctico de la clase es capaz de modular el proceso general. La dirección política se afirma en la medida en que van siendo resueltos los problemas de organización y táctica, esto es, en la medida en que la clase en su conjunto y las organizaciones revolucionarias en particular son capaces de afirmar el desarrollo político independiente para el proletariado, rechazando y oponiéndose a toda dominación el intento de dominación burguesa sobre el desarrollo político que se ejerce. Queda pues claro, que la lucha proletaria se afirma en su depuración constante, en su oposición constante e inflexible contra todo oportunismo en problemas de organización y táctica. De lo anterior depende no solo la posibilidad de afirmar el desarrollo político independiente (“la emancipación del proletariado tiene que ser obra de los mismos obreros”), sino la posibilidad de construir en el próximo período los modos de organización superiores capaces de destruir el estado burgués y las relaciones capitalistas de producción.

El presente período se caracteriza por el rechazo más o menos generalizado a la política de “alianza” con los sectores “progresistas” de la burguesía2 . La manifestación más palpable de ello es la quiebra en el presente período de la dirección burguesa en el seno del movimiento y la quiebra también de los modos de organización que facilitaron esa política. La incapacidad reciente de los campeones de la “democracia” (aperturas, perspectivos, P. C. M.) para ejercer dirección y control sobre las movilizaciones, es la manifestación del desarrollo instintivo por parte de la clase, y de la ubicación que hace de los intereses de clase que se esconden detrás de tales posiciones. Mientras que para estos señores el desarrollo del movimiento manifiesta una “crisis”, el proletariado se desarrolla identificando en cada momento la intención real de esa política; a tal grado ha llegado este, que basta con que hablen o actúen para que se hundan cada vez más a los ojos del proletariado. Pero en todo caso, no habría que dar demasiada importancia a algo que no la tiene. El problema no radica en tirar algo que ha caído por su propio peso, sino en mostrar los elementos que definan y caracterizan el desarrollo proletario. Esto manifiesta la aprehensión instintiva (particularizada en el desarrollo político) de la inevitabilidad de la destrucción de las relaciones de producción capitalistas, y también de la coincidencia de la destrucción de estas relaciones con la realización de sus intereses de clase. El conjunto de “reformas” son identificadas con mayor o menor agudeza, la “solución” de los conflictos sirve para reafirmar las posiciones antagónicas, etc. Las luchas particulares establecen cada vez en mayor medida una vinculación entre los intereses particulares de un sector y los intereses generales de la clase; crecen el conjunto de relaciones entre los distintos sectores del proletariado, y por otro lado, se vinculan las necesidades más generales de la lucha revolucionaria: las luchas particulares aparecen como luchas preparatorias para la lucha definitiva, etc. En general “la lucha por la defensa de las posiciones adquiridas” (muchas de ellas existentes solo en la mente de los “democráticos”), se transforma en lucha por la destrucción de las relaciones de producción; lo único que se trata de mantener y desarrollar es la experiencia revolucionaria capaz de hacer añicos el estado burgués: las posiciones adquiridas y desarrolladas no son otras que las que posibilitan la construcción de los elementos revolucionarios de la

2(11)Es esta la política o mejor dicho la táctica que define los comportamientos políticos de las “organizaciones de izquierda”; en todo momento sometieron y someten los intereses proletarios al desarrollo del capital, o como ellos dicen, a los sectores “progresistas” y “democráticos” de la burguesía.

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clase. La agudización de la represión, la negación cada vez más generalizada de la “democracia burguesa”, son entendidos como condición objetiva del desarrollo de la lucha de clases.

Todo este desarrollo siente de hecho las bases para el desarrollo extensivo de la conciencia socialista; en el inciso “C” nos referiremos ala importancia de ese desarrollo en relación al desarrollo político de la clase. Adelantamos lo siguiente, a nivel de señalamiento general, por venir al caso el comentario. Este desarrollo está caracterizado por la subsistencia de posiciones y concepciones políticas dominadas por la ideología burguesa. Y no nos referimos aquí a las posiciones sustentadas por la burguesía, sin a las posiciones sustentadas por lagunas organizaciones guerrilleras o miembros en todo caso de ellas. La subsistencia de posiciones programática que corresponden a la necesidad de realización de una “democracia burguesa” subsisten unidas a la práctica política que las ha negado, y son la manifestación objetiva de posiciones ideológicas dominadas. Cabe señalar de manera particular los reclamos a la vigencia de las “libertades constitucionales” las posiciones condenatorias por la inexistencia de la “democracia”, etc. De hecho todo esto no constituye sino la expresión de dos concepciones opuestas en el seno de las organizaciones revolucionarias índice de la necesidad e emancipación teórica de las mismas. Ambas parten de una aprehensión del desarrollo político diametralmente opuesto y aún cuando estas divergencias no han alcanzado su punto más alto de desarrollo se manifestarán inevitablemente como posiciones antagónicas en el desarrollo del proceso mismo, y de manera principal, en la determinación de las tareas políticas a realizar ante la perspectiva de la toma del poder.

Entremos pues a las determinaciones particulares. El desarrollo táctico de la lucha del proletariado está caracterizado por dos elementos particulares. Uno la ubicación de las luchas cotidianas que ejerce como necesidad de preparación para asumir sus tareas históricas y por el otro, por la transformación de los elementos que definen su táctica Político-Militar. Ambos se manifiestan como negación dialéctica y superación de las características que definen sus relaciones políticas de clase.

En relación al primer punto, el desarrollo se caracteriza por la vinculación política que se ejerce entre el desarrollo de las luchas particulares y la necesidad de construir los instrumentos de lucha para la realización de los objetivos históricos. Esta vinculación se ejerce de hecho en las luchas particulares a través de la modalidad que estas adquieren. Así por ejemplo, en el movimiento de 1968, los estudiantes en un momento determinado manifestaron un olímpico desprecio por las tareas asumidas espontáneamente por el movimiento de masas, nada tenían que ver con los “problemas” que planteaba el C. N. H.3 . Las características de la acción que se desplegó espontáneamente no estaban referidas en los famosos “6Puntos”, sino a la necesidad de dilucidar el carácter de las contradicciones que ahí se manifestaban. La dirección de la “izquierda” pretende encontrar la solución del movimiento en la adquisición de tales o cuales puntos, cuando el movimiento mismo se había encargado de desarrolla las más amplias tareas que tenían como función asegurar el desarrollo de las posiciones políticas capaces de desplegar la movilización. Los elementos más destacados entienden que es el momento de afirmar las condiciones orgánicas para el desarrollo de la lucha por el socialismo. La diversidad de grupos guerrilleros, son el resultado de un determinado tipo de experiencia ejercida por los “activistas” en esos momentos. Los intereses particulares del movimiento estudiantil” son llevados al terreno general de los intereses proletarios, y si de hecho las relaciones entre el movimiento estudiantil y los demás sectores del proletariado no se desarrollaban con toda la amplitud que se hubiera deseado, esto solo demuestra la desconfianza de los obreros y los campesinos a las posiciones aún confusas manifiestas por los estudiantes, la necesidad de vincularse con otros sectores había sido sin embargo manifiesta en el desarrollo del movimiento, y ya antes se había notado ésta tendencia en las movilizaciones de Morelia

3 (12) Esta característica se manifiesta de manera principal en el desarrollo posterior al primero de Septiembre, cuando el informe de Díaz Ordaz dejó sentadas las bases para la comprensión de la incapacidad de la sociedad capitalista para mantener su propia “DEMOCRACIA”, y por el otro lado, en la dominación burguesa que se ejerce a partir de ese momento en el seno del C. N. H.

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(66, Sonora 67, Durango 66–67), etc. No es sin embargo hasta el 68 que alcanzan un punto de desarrollo tal capaz de dar un impulso real a las relaciones entre el movimiento estudiantil y los demás sectores proletarios. Es a partir de ese momento que se desarrolla, como tendencia particular del movimiento estudiantil, la necesidad de someter sus intereses particulares a los intereses generales del proletariado en su conjunto.

Las movilizaciones posteriores demostraron asimismo la necesidad de inscribir y someter las movilizaciones particulares a las necesidades más generales del movimiento revolucionario. Si bien, esto aparece ya prácticamente en el seno del movimiento estudiantil en el 68, y sobre todo en el desarrollo de la organización clandestina y armada que se da como respuesta de los elementos más destacados de la clase, aparece por otro lado posteriormente, como expresión de la dirección general del movimiento en la identificación de las características de la “reforma universitaria”. Esta aparece a tal grado como un instrumento para el desarrollo de la plusvalía relativa y para la valorización del capital en general, que el movimiento estudiantil se desarrolla como expresión de verdadero sabotaje a ese desarrollo, como manifestación directa de la lucha contra el capital en el seno de la universidad. En este sentido es que se explica, por un lado, la aparición de consignas como la siguiente: “se perderá el semestre y se aprovechará ese tiempo para la preparación revolucionaria del movimiento estudiantil” (Monterrey, N. L. 1971). Y por la otra, la identificación creciente de los cambios de administración universitaria con las necesidades de transformación interna del proceso universitario, dadas las necesidades que le impone el desarrollo de las fuerzas productivas del capitalismo en un momento determinado. El desarrollo de las movilizaciones recientes en Sinaloa, ha demostrado como los intereses del movimiento estudiantil no pueden ser sometidos al marco de las “reformas” que le ha intentado imponer la dirección burguesa; el deslinde de posiciones de clase y la escisión de la dirección de las movilizaciones era un hecho inevitable que, por otro lado, al desarrollarse manifiesta el desarrollo de la característica de la cual hablábamos al comienzo del párrafo. Queda pues como consigna desarrollada objetivamente en el seno del movimiento estudiantil la necesidad de apropiación de todos los recursos que proporciona el proceso universitario y su transformación en instrumentos de la lucha particular que ahí se ejerce, a las necesidades de producción y reproducción de las fuerzas revolucionarias en general.

En relación al movimiento magisterial, aparece por un lado como característica de su participación en el ’68, el despliegue del trabajo de agitación nacional que se ejerció (por los normalistas), en el movimiento campesino… ahí se inscribe ya este sector sometiendo sus intereses particulares a los intereses generales del movimiento mismo. Es precisamente este sector otro de los que proporciona fuertes destacamentos de militantes que organizaron núcleos guerrilleros Pero además, en recientes discusiones se ha manifestado abiertamente un rechazo a la “reforma educativa”; la identificación de su función real parece ser uno de los elementos que caracterizan el desarrollo del instinto de clase en este sector determinado. De hecho, esta ubicación proporciona las bases objetivas para el desarrollo de la lucha por la apropiación de los instrumentos del proceso educativo y su transformación en instrumentos de lucha revolucionaria. Queda por otro lado como base general, el desarrollo más o menos generalizado de una resistencia pasiva (manifestación de la lucha económica) que se particulariza de manera principal en el “robo” de tiempo de trabajo (“el gobierno hace como que nos paga y nosotros hacemos como que trabajamos”).

En el movimiento obrero se da una identificación de posiciones como las de Galván, Vallejo, etc., es evidente que el rechazo de tal tipo de posiciones en la organización espontánea de los organismos clandestinos, por oposición a la necesidad de reconocimiento “legal” de los sindicatos “independientes”. Se ejercen por otro lado acciones de sabotaje, que tiene como objeto, ya no la “mejora de condiciones”. Sino la identificación de los intereses obreros en la lucha contra el capital…

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se plantean cuestiones como las siguiente: necesidad de toma de las cooperativas necesidad de posesionarse de los instrumentos de producción (necesidad planteada y realizada en diversas ocasiones en la empresa maquiladora en la frontera norte), necesidad de eliminación física de los representantes del ejército industrial de vigilancia, etc. La huelga aparece en el presente momento como necesidad genera, al grado que gentes como Galván (calificado de “neo–charro”) han tenido que contener el ejercicio de la huelga en la reiterada vocación de la amenaza de ejercerla. No ha faltado tampoco la organización de grupos armados en el seno de las fábricas, etc.

En el movimiento “campesino”, se ejercen las tomas de tierras, las quemas de cosechas, los asaltos a los bancos refaccionadotes, el apoyo generalizado en algunas zonas a la guerrilla rural, y la participación importante de ellos en la composición de la misma, etc.

En general aparecen pues, como características generales del desarrollo de la movilización:El sometimiento de los intereses particulares de los diversos sectores, a los intereses generales de la clase.El sometimiento de las luchas particulares al desarrollo de la experiencia y organización revolucionaria.

Tácticamente se define el actual momento de la lucha, como un período de construcción de la experiencia y la organización adecuada para la destrucción de las relaciones capitalistas de producción. Su desarrollo se afirma en el permanente deslinde de todas aquellas posiciones que intentan someter el desarrollo de movimiento a las condiciones generales de desarrollo del capitalismo en México.

Cabe mencionar, para evitar interpretaciones erróneas en el actual período, que éste desarrollo se manifiesta de manera principal como resultado de movilizaciones de masas, y que aún cuando éste se exprese en los grupos revolucionarios, las transformaciones no son el resultado del desarrollo alcanzado por la clase.

La consigna general que define el que hacer táctico en este período, aún cuando ha sido aprendido en el seno de las organizaciones revolucionarias, se manifiesta como característica objetiva del desarrollo del proceso. El problema de las organizaciones revolucionarias se ubica en su incapacidad (esta se ha manifestado de manera absoluta en las recientes movilizaciones) para revestir la seno del movimiento los elementos que en mayor o menor grado has alcanzado a cohesionar a partir de su estructuración orgánica, esto es, para cumplir las funciones que el mismo movimiento les asigna, y fundamentalmente la necesidad de explicitar la dirección proletaria en oposición a la dirección burguesa que se intenta imponer al proletariado. Las consignas lanzadas por la burguesía en las recientes movilizaciones, no hacen sino mostrar el absoluto antagonismo del desarrollo de la táctica del proletariado con la dirección que intentan ejercer. A la dirección revolucionaria corresponde asumir la objetividad de esa dirección y desarrollar sistemáticamente las posiciones programáticas que definen la táctica propia del proletariado. La identificación del desarrollo alcanzado en este punto con el desarrollo alcanzado por los organismos revolucionarios, no sirve sino para frenar la comprensión del proceso, y para impedir el cumplimiento de las tareas que les corresponde realizar en el actual período4. A las organizaciones revolucionarias les corresponde asumir u sistematizar (esto último supone una comprensión teórica) las características objetivas del desarrollo alcanzado por la clase, y realizar el conjunto de tares que éste les impone. De 4 Esta identificación es el resultado de la incapacidad, en un momento determinado, para distinguir los elementos que definen el desarrollo de la organización revolucionaria de los elementos que definen el desarrollo del movimiento y del nivel actual de la lucha de clases. Hecha esta aprehensión, se obscurecen las características de las tareas que corresponde realizar a las organizaciones revolucionarias, si es que no desemboca en un desprecio real del nivel de movilización alcanzado por la clase. (El desarrollo de nuestro grupo en particular, pasa por un momento en el cual esta incomprensión posibilita el distanciamiento del movimiento de masas; parece ser por otro lado, que esta ha sido una característica más o menos general del desarrollo de los militantes que han pasado por las organizaciones de “izquierda, y que por tanto estuvieron ligados por un período determinado de tiempo a los hábitos políticos de tales organizaciones).

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manera general, diremos que aquí se trata por un lado, de la necesidad de ubicar para el conjunto del movimiento el significado de sus luchas parciales, y por lo otro de modular el desarrollo de la organización capaz de sostener ese mismo desarrollo. Las organizaciones no solo deben de estar presentes en el seno del movimiento para explicitar las características del desarrollo de la táctica proletaria, sino que deban colaborar con los elementos más destacados de la clase para la construcción de los elementos orgánicos (condiciones) que posibiliten ese desarrollo. En relación a este último punto, cuando las organizaciones revolucionarias no han llegado a comprender las posibilidades y necesidad del desarrollo extensivo de la lucha contra el capital, la relación con los elementos más destacados de la clase la ejercen para vincularlos a los elementos desarrollados sistemáticamente por las organizaciones (expropiaciones bancarias, secuestros, etc.) reduciendo de este modo la amplitud de las características de la lucha contra el capital. La estrechez de miras se transforma así en reducción de tareas revolucionarias de la organización, y por tanto actúa como posición antagónica a las necesidades de la lucha revolucionaria misma. En diversidad de organizaciones se ha definido la militancia, no en relación al conjunto de tareas que impone la laucha contra el capital, sino en relación a los elementos y necesidades determinados por la actividad que realizan las organizaciones mismas; ésta inversión lo único que posibilita es la reducción de tareas de la organización revolucionaria.

En relación al segundo punto, los elementos que definen su transformación y desarrollo militar–táctico; estos están de terminados por el nivel de la técnica militar. Aparecen por un lado las determinaciones que el desarrollo militar de la burguesía impone y por el otro el mismo nivel de desarrollo militar alcanzado por el proletariado5. Dos características aparecen como principales en relación a este aspecto; por un lado la preparación militar (adquisición de recursos, desarrollo infraestructural, etc.) y por otro lado la construcción de su propia táctica militar. Esta última se manifiesta en el desarrollo extensivo de la guerra de guerrillas como táctica militar de la lucha proletaria.

En un momento determinado que corresponde al auge de la organización gremial o sindical, el enfrentamiento político–militar se ejerce masiva y desigualmente. La desigualdad no había sido considerada como un elemento determinante que imponía la transformación de la táctica militar. Esta característico de desprende de la dominación de la política de “alianzas” en un momento determinado, de la dominación que ejercía en el movimiento la necesidad de lograr mejores “condiciones” en el seno de las relaciones capitalistas de producción la dirección burguesa en el seno del movimiento se encarga de alimentar y afirmar esas condiciones para el ejercicio del enfrentamiento; podemos afirmar sin lugar a dudas y sobre todo después del reciente comportamiento de los Otoñes y los Danzós, que ésta dirección asume sus funciones en la medida que intenta someter el conjunto de las movilizaciones a una táctica militar que de antemano proporciona todas las condiciones favorables a la burguesía. Los enfrentamientos militares en este período aparecen, en la mayor parte de los casos, como batallas cámpales, en donde el proletariado combate con inferioridad de recursos armamenticios en enfrentamientos generalizados. Las posiciones de combate son estáticas, carecen de toda movilidad, resultando así presa fácil de la superioridad de recursos militares de la burguesía. Este tipo de combate facilitó las masacres colectivas en el período que media del 58–72. En general podemos afirmar que la década 58–68, aparece dominada por este tipo de táctica militar. No es sino hasta el 68, en que aparece en el seno del movimiento de masas una transformación espontánea, más o menos extensa, de ésta táctica.

5 Cf. Lenin, “Las enseñanzas de la insurrección de Moscú”, y Engels “L introducción a la lucha de clases en Francia de 1848–1850. Cuando Lenin en el escrito citado caracteriza el nivel de desarrollo alcanzado pro los núcleos guerrilleros, parece como si estuviera caracterizando el nivel alcanzado en este momento por los grupos en el país: “… El carácter de los destacamentos guerrilleros era demasiado uniforma, su armamento y sus procedimientos insuficientes, su aptitud para dirigir a la muchedumbre, casi rudimentario –y agrega-, debemos reparar esa falla…”

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Durante el 68 aparece como característica de las movilizaciones, sobre todo después del informe del primero de septiembre, un conjunto de modalidades que proporcionaban al movimiento una base real sobre la cual podía desplegarse con mayor energía, sin tener que someterse a la táctica que mantenía como única posible la dirección ejercida por el C.N.H. La movilización adquiere características de dispersión –y no de concentración– como condición para desarrollarse. La dispersión, la movilidad, la rapidez, posibilitaban el despliegue de un trabajo de agitación y propaganda muchas veces más amplio… el brigadismo, los mítines relámpagos, etc., son la respuesta a las necesidades de desarrollo del trabajo político y también, la manifestación de la necesidad de transformación de la táctica militar. La necesidad de concentrar a la gente en grandes y tumultuosas manifestaciones no solo se oponía el desarrollo militar de la clase, sino de manera inmediata a la movilización ejercida por el movimiento estudiantil (2 de octubre). Al mantener una táctica dominada, se sentaban las bases para el aniquilamiento del movimiento mismo, no obstante esto, la nueva táctica a desarrolla había sido asumida por una serie de grupos, que posteriormente lograron dar un mayor grado de cohesión a esos elementos. Esta característica va a ser retomada en diver4sidad de ocasiones; se manifiesta en todo momento como oposición a la necesidad burguesa de someter al proletariado a su propia política militar. Recientemente en los acontecimientos de Sinaloa, el desarrollo de esta característica se traba también en oposición irreconciliable una vez que el movimiento había alcanzado un grado de desarrollo elevado, con la táctica dominante de la década pasada… en general las movilizaciones del actual período, y particularmente las de enero, se caracterizan por el desarrollo de una mayor movilidad y agresividad. Las “manifestaciones del silencio” quedan desplazadas por los atentados contra edificios públicos, bancos, comercios, clubs, etc. El derecho constitucional a “manifestarse” queda así en el lugar que le corresponde: en la ilusión de los “demócratas”.

Quedan sin embargo presentes (en la oposición contradictoria) los elementos que posibilitan esta dominación. La manifestación más clara en este sentido es el sometimiento de la movilización proletaria e incluso de diversidad de organizaciones guerrilleras, a las condiciones militares impuestas por la burguesía en la marcha y manifestación de abril. En ellas se mostró claramente la incapacidad actual del conjunto de organizaciones revolucionarias para ejercer dirección militar sobre el movimiento proletario. En relación a la manifestación fueron de nuevo algunos núcleos quines espo9ntaneamente ejercieron la movilización fuera del marco impuesto por la dirección burguesa y fuera también del cerco tendido por la burguesía.

Esta inadecuación táctico militar, que solo será aniquilada después de una severa y larga lucha en el seno mismo del movimiento y que corresponde a la dominación del modo de organización gremial sobre el proletariado, no niega el carácter violento de los enfrentamientos, aún cuando la dirección “democrática” informó características “pacíficas” de la lucha misma. En este sentido habíamos ya dicho en otro memento –notas desarrolladas durante el mes de enero–, ya que la constatación de la asimilación de la lucha violenta por parte del proletariado, como resultado de las experiencias realizadas por los grupos guerrilleros, constituía una aprehensión ideológica en la medida que identificaba el desarrollo de organizaciones determinadas con el desarrollo en general. La aceptación por parte del proletariado en la década del 58–68 del enfrentamiento militar, a pesar de la evidente desigualdad de sus recursos y condiciones (inferioridad armamentista; de preparación militar, de recursos infraestructurales, etc.), no hace sino mostrar las características revolucionarias de la clase. Antes ya habíamos afirmado también que la “disponibilidad” al enfrentamiento no era un problema proletario. El desarrollo de la guerra de guerrillas como táctica militar propia del proletariado, se construye no en oposición a los enfrentamientos “democráticos” (ya que estos no existen), sino a la táctica militar impuesta por la burguesía al movimiento en la década pasada. Ahora se manifiestan para el conjunto de la clase (y no exclusivamente para sus “vanguardias”) la necesidad de la preparación militar y de construcción de una táctica militar cualitativamente distinta. Hay que afirmar como

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condición para esclarecer el desarrollo del proceso, por un lado que aún cuando el desarrollo de esta característica se dé desigualmente, ella corresponde a la situación objetiva del desarrollo de la lucha por la toma del poder del proletariado, en la mediada en que laucha de emancipación revista necesariamente en la sociedad capitalista característica de una guerra civil generalizada y prologada. (Cf. Lenin, “Informe sobre la revolución de 1905”), y en segundo lugar, notar que en estos momentos tal desarrollo no es desde ningún punto de vista el resultado de la capacidad por parte del proletariado para ejercer concientemente (con una conciencia socialista) control sobre el conjunto del proceso. Aquí, como en general en el desarrollo de la experiencia proletaria, el desarrollo de la práctica ha antecedido al desarrollo de los conceptos que permiten la aprehensión científica, manifestándose inevitablemente como producto espontáneo del desarrollo objetivo de los intereses de clase. (Queda claro sin embargo, que el desarrollo objetivo no tiene como condición esa espontaneidad: Esta deficiencia lo que señala es el retraso teórico de los grupos revolucionarios en relación al desarrollo alcanzado por el movimiento. Aunque luego retomaremos el punto, aclaramos que nos hemos referido a las características en esta etapa de las luchas del país).

El abandono por parte del proletariado de las posiciones estáticas para el ejercicio de la lucha, es la expresión viva de su capacidad para ejercer un conjunto de transformaciones en sus relaciones políticas en sus momentos de auge. Cuando anterior o posteriormente a estos momentos, los elementos más destacados de la clase (radicalizados) asumen como táctica propia la guerra de guerrillas, intentando dar una cohesión orgánica al conjunto de posiciones político–militares, lo que hacen es asumir la experiencia del proletariado0 en su conjunto y posibilitar su desarrollo permanente. Pero cuando la aprehensión del desarrollo de las organizaciones guerrilleras aparece como independiente del conjunto del proceso, lo que se hace es sentar las bases para limitar y reducir sus funciones. El desarrollo extensivo de los núcleos guerrilleros, y de la guerra de guerrillas como táctica político–militar (mostradas como características del desarrollo objetivo) aparecen el presente período como necesidad política de la clase. Pero también de manera simultánea, se requiere de la transformación de la organización revolucionaria, para que esta logre incorporar y desarrollar extensivamente la guerra de guerrillas como táctica militar al conjunto del proceso. Las organizaciones revolucionarias se definirán como tales a condición de ejercer dirección militar sobre el conjunto de las movilizaciones. El camino a recorrer en este sentido parece ser largo y difícil, y sin embargo, la condición del desarrollo de la organización revolucionaria está dada por su capacidad para asumir estas tareas.

La existencia de una dirección proletaria político–militar en el movimiento, posibilita que los elementos de desarrollo a los cuales nos hemos referido antes, se mantenga en el marco de posiciones inadecuadas. Ahí donde las masas han requerido una dirección proletaria para el desarrollo de sus enfrentamientos, se ha topado única y exclusivamente (nos referimos a la situación dominante) con los señalamientos “democráticos” propios de la dirección burguesa. En esta situación, han construido espontáneamente las condiciones para la realización de sus luchas, señalando a las organizaciones revolucionarias un conjunto de tareas, para las cuales éstas han demostrado estar insuficientemente preparadas6. El desarrollo generalizado supone aquí, para el movimiento, la construcción de su dirección. Los llamados a la “violencia” por parte de las organizaciones, en momentos en los cuales se tenía que haber asumido en el seno del movimiento la dirección político–militar de la lucha, no son más que la muestra de su retrazo con respecto a las tareas que el movimiento mismo les asigna, no solo nuestras consignas políticas estuvieron ausentes (y lo han estado) la mayor parte de las veces, sino también y de manera particular nuestras consignas militares, preciso esto último punto, sobretodo para

6 La manifestación más reciente de este problema, se dio en la incapacidad ya no para desarrollar, sino ni siquiera para comprender las características de la actividad político–militar a realizar en la manifestación de abril. Las discusiones en le terreno puramente militar se circunscribían a las condiciones militares impuestas por la burguesía… la discusión sobre si se participaba o no, carecía de sentido ya que se partía de las condiciones militares impuestas por el enemigo, y sin capacidad para determinarlas.

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señalar como también en el terreno que constituye la “especialidad” de algunos señores, nuestra incapacidad ha sido ampliamente demostrad. En realidad lo único que se esconde detrás de esos señalamientos (los de “especialistas”), es su incapacidad para comprender la guerra de guerrillas como táctica militar para el conjunto del proceso; han identificado el desarrollo de la lucha mirando exclusivamente a sus propias amarices. La guerra de guerrillas aparece a los ojo9s de estos señores, como instrumentos del golpe de estado... (Vaya manera fácil de reducir la lucha del proletariado!). Quede bien claro, para evitar discusiones inútiles, que el mismo movimiento de masas ha tenido capacidad para construir sus propias consignas político–militares (aunque estas sean espontáneas); independientemente del trabajo realizado por las organizaciones revolucionarias, y que esto, lo único que hace es ampliar las tares de las mismas y no reducirlas. El colmo del cinismo en este punto, lo constituyó la interpretación de que las movilizaciones del mes de enero en Guerrero, Monterrey y C, Chihuahua, fueron manifestaciones de apoyo a sus guerrilleros¡¡¡ la oposición contradictoria se manifiesta aquí en la siguiente forma: por un lado, aquellas posiciones que identificaron el desarrollo militar de la clase con el desarrollo subjetivo de las organizaciones revolucionarias, y por el otro, quines identificamos ese desarrollo militar como una expresión y necesidad de la clase en su conjunto, como expresión particular del desarrollo político, Lenin había considerado ya en 1902 las acciones de agitación y propaganda, hasta el simple repartir de una hoja volante, como operaciones militares. Y es que toda expresión de la lucha del proletariado, dad ala objetividad de las relaciones sobre las cuales se desarrolla, se realiza como enfrentamiento militara entre las clases. La posición proletaria al asumir la comprensión del desarrollo político y las tareas que de ahí se desprenden, posibilita el desarrollo militar para el conjunto de la clase, incorporando la experiencia adquirida a las luchas particulares en donde se expresa el proletariado. La posición burguesa, reduce el resultado de experiencia a la modalidad de golpe de estado.

En la parte anterior de este inciso, nos hemos referido de manera general a los elementos que han determinado el desarrollo de la táctica del proletariado en este período, ya indicábamos ahí, como quedaba de manifiesto en múltiples formas el retrazo de las organizaciones revolucionarias con las tareas que se desprendían de tal desarrollo. A continuación nos ocuparemos del problema de la organización revolucionaria, se trata por tanto de analizar como se da la relación en el actual período entre la organización y el movimientote masas. Esto nos permitirá necesariamente a una caracterización de la organización en el actual período, y de la cual se desprenderán los señalamientos más generales para la transformación de la organización misma.

Iniciaremos nuestra discusión señalando algunas de las características más generales del desarrollo de la política proletaria, tratando con esto de ubicar el problema de al organización en el lugar que le corresponde en el desarrollo de la lucha. Posteriormente tomaremos las características del desarrollo de la organización revolucionaria en el actual período de desarrollo de la lucha.

Por un lado partimos de que toda lucha supone una organización previa, que puede tener diversidad de características y también diversidad de grados de desarrollo, pero que como tal, viabiliza el desarrollo del ejercicio de la lucha misma; la organización es el instrumento con el cual la clase proletaria ejerce su lucha. Pero a su vez, el desarrollo de la lucha misma, es la base que posibilita el desarrollo de la organización. Ya antes habíamos visto como existía una relación entre el desarrollo político de una clase y el ejercicio de la lucha, pues bien, esa misma relación existe con respecto al problema de organización, en tanto que es en ella, y a través de ella que se viabiliza el ejercicio de la lucha. Marx, había dicho “si bien es cierto que estos movimientos –se refiere a la lucha económica o a las luchas políticas– presuponen cierta organización previa, no es menos cierto que representan un medio para desarrollar esta organización”. (Marx, carta a F. Bolte, 1871).

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Esto refuerza nuestra afirmación anterior en el sentido de que las organizaciones revolucionarias son el resultado del nivel de lucha alcanzado por la clase, y de nuestra critica a toda aprehensión del desarrollo de las organizaciones guerrilleras al margen de la lucha de clases y específicamente al margen de la lucha de clases.

Cada uno de los elementos que habíamos constatado, no solo del desarrollo de la lucha en la cual se manifiesta directamente la contradicción capital–trabajo, sino de manera particular los elementos que definen el desarrollo de la táctica proletaria a que nos hemos referido, han presupuesto para desarrollo un nivel de organización. La construcción en todo el actual período de “núcleos” espontáneos, ha posibilitado el desarrollo de determinado tipo de acciones, de tal manera que el desarrollo de la táctica corresponde la construcción espontánea de diversidad de grupos y organizaciones que se inscriben en tal dirección. Evidentemente las características de ese desarrollo has sido las de dispersión, pero sobre este punto nos detendremos con mayor detalle más delante.

La segunda característica general reconocida por la teoría marxista es en relación a la manera cómo se inscribe la organización en el desarrollo conjunto de la clase. Marx, en el escrito citado arriba, anota lo siguiente “allí donde la clase obrera no ha desarrollado su organización lo bastante como para emprender una ofensiva resuelta contra el poder colectivo… de las clases poseedoras…, se debe, por lo menos, prepararla para ello mediante una agitación constante contra ese poder adoptando una actitud hostil hacia la política de las clases dominantes. En caso contrario, la clase obrera será un juguete en sus manos…”. Lo anterior, también es reconocido en el Qué hacer de Lenin: ahí de lo que se trata es de sentar las bases para desarrollar el trabajo que posibilite la transformación de las relaciones en el seno de la clase, y fundamentalmente la conciencia de clase y la organización. La organización revolucionaria se inscribe pues, en relación a la clase, para posibilitar la transformación de sus relaciones internas: la manera como aprende la lucha, la manera como la desarrolla, etc. Y como junto a esto se da la característica enunciada antes, referente a que, la condición fundamental del desarrollo de la organización es el ejercicio de la lucha de clases, podemos decir que: la organización revolucionaria se inscribe en cada lucha particular, para posibilitar el desarrollo político de la clase y la creación de las condiciones e instrumentos que le posibiliten la realización de sus objetivos históricos. La relación de la organización revolucionaria, o mejor dicho de su trabajo, no se define de manera inmediata para la realización de los objetivos de la clase (transformando sus relaciones internas) que lo posibiliten. Recientemente esta característica ha sido recalcada por diversidad de elementos revolucionarios; de hecho todo este período aparece caracterizado por la necesidad de ubicación de la organización revolucionaria en el desarrollo de la lucha de masas.

Nos interesa además retomar dos características generales antes de entrar en el análisis particular. La primera, es sobre la realización del programa, la táctica y la organización; la segunda, sobre las características del ejército revolucionario como organización política. Sobre el primer punto podemos decir que: el programa esclarece los objetivos inmediatos o históricos de la clase, la táctica determina las características de la actividad política coincidente con esos objetivos, y la organización viabiliza su desarrollo. Su prioridad está dada en ese orden, la táctica está sujeta al programa, la organización a la táctica. Media entre ellos una relación de opuestos, que posibilita que en el desarrollo de la lucha misma, los anteriores elementos se vayan clarificando y desarrollando.

Sobre el segundo, recalcar que el ejército revolucionario es un modo de organización proletaria que asume –si es que es tal– necesariamente el conjunto de tareas que el desarrollo político–militar de la clase le impone. Lenin en todo momento reconoce como este ejército cumple también las más amplias tareas de agitación, y fundamenta su posición en la función de la agitación misma, capaz de “aproximar y fundir, en todo, la fuerza destructora espontánea (de las masas) y la fuerza destructora conciente de la

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organización revolucionaria”. (Cf. Lenin, “Que Hacer”, que tipo de organización necesitamos, Cáp. V, inciso “c”).

No nos detendremos más en estos puntos ya que los consideramos exclusivamente el punto de partida para el análisis. Entremos pues al punto.

¿Cómo se ha planteado en el actual período9 por algunos elementos revolucionarios el problema de la vinculación de la organización revolucionaria y el movimiento de masas?

La A. C. R. N. a través de Bracho plantea lo siguiente: un reconocimiento del auge revolucionario: “la capacidad combativa se va elevando y generalizando ¡” (notas tomadas de la revista porque?, No. 193 y 194).

La necesidad de cohesionar esfuerzos… buscamos que “las fuerzas no se diluyan sino que Essen integradas en un frente amplio”.

De quien es la lucha?. “ es de las masas en general, que a la larga son las que llevaran a la victoria final elevando su capacidad combativa y generalizando el enfrentamiento (con) los grandes capitalistas y terratenientes pro imperialistas…”

De la relación que guarda A. C. N. R. con el movimiento. “el triunfo del movimiento revolucionario pertenecerá a nuestro pueblo. Si nos apartamos de él fracasaremos inevitablemente; si seguimos unidos, la victoria está asegurada”. Y en el mismo sentido, “las exigencias de nuestro objetivo en la presente etapa de la lucha, han reclamado la necesidad de orientar, de organizar y de ganar en definitiva a las masas trabajadoras para la realización del combate armado.

Genaro había planteado ya en su último documento que no tenemos a la mano, esas mismas necesidades. Y en general éstos han sido tópicos de reciente discusión en el seno de los organismos.

De manera general y particularmente a través de las apreciaciones de Bracho, se anotan los siguientes problemas:

a) El problema de la relación de la organización revolucionaria con el movimiento de masas, por tanto los problemas referentes al desarrollo de la organización y al ejercicio de la dirección político–militar sobre el conjunto del movimiento. Para lo anterior se parte del reconocimiento explícito o implícito, de que es el proletariado en su conjunto quien realiza la revolución, por tanto, que la actividad de los grupos revolucionarios se inscribe en relación a la clase para posibilitar su desarrollo político.

b) Que el actual período se caracteriza también por la necesidad de construcción de modos de organización superiores, capaces de ejercer y desarrollas las pares del movimiento revolucionario en su conjunto ha planteado. Bracho habla expresamente de un “frente”. Pensamos que se plantea en términos generales la necesidad de desarrollo de modos de organización superiores que liquiden el período de dispersión. Aunque por otro lado, parece a todas luces (por lo menos en los materiales que conocemos) que no se han llegado a comprender las características de la actividad política que posibilita ese desarrollo: la necesidad ha sido planteada solamente desde un punto de vista formal. La anterior cuestión aparece pues, exclusivamente como un problema planteado.

c) Por último, esta necesidad de desarrollo de la organización se plantea también para el presente período, como necesidad de asumir un conjunto de tareas que el movimiento les asigna y que

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determinan para ellas la necesidad de su transformación cualitativa. Bracho anota: “Las exigencias de nuestro objetivo en la presente etapa de la lucha, ha reclamado la necesidad de orientar, de organizar, y ganar a las masas…” La vinculación al movimiento se plantea aquí como necesidad de desarrollo de las cualidades de la organización que le posibiliten inscribirse no cómo apéndice, sino como dirección proletaria. De hecho esta posición se opone irreconciliablemente con aquella de quienes plantean en un momento determinado la relación con el movimiento en términos casi exclusivamente de relación física. Esto último lo único que denotaba, era incapacidad para asumir y ejercer la transformación necesaria que posibilita con respecto al movimiento de masas, una inserción capaz de asumir las tareas más amplias de dirección.

Pensamos que en términos generales, se plantea el reconocimiento de un conjunto de problemas que atañen a la organización revolucionaria y que son el resultado de la experiencia próxima pasada, y del conjunto de necesidades que el movimiento en general les va imponiendo. Si tratamos de caracterizar el actual período en cuanto a los problemas de organización nos topamos con lo siguiente:

El desarrollo de la organización pasa por un período de dispersión. Resultado por un lado, del rechazo más o menos espontáneo de los elementos más destacados de la clase a la política “democrática” que se había impuesto en el movimiento; y condición, por el otro, para el desarrollo de la línea política que caracterizará la lucha del proletariado para el necesario deslinde de las posiciones de clase y para la construcción de una política UNILATERALMENTE proletaria.

Habíamos ya mencionado, al analizar el desarrollo objetivo de la táctica del proletariado, la tendencia más o menos generalizada de rechazo de la política burguesa en el seno del movimiento. Pues bien, ésta se expresa en su aspecto orgánico, en la quiebra de diversidad de organizaciones que modularon la política (PCM, CCI, LCE, etc.) y en la construcción por parte de los elementos disidentes en unión con algunos elementos destacados de las recientes movilizaciones, de núcleos orgánicos que se oponen irreconciliablemente con su pasado “militante”. Este hecho hace posible que la aparición en el seno de los nuevos núcleos de posiciones ideológicas dominadas no sea algo casual, además de que “lo caduco tiende a restablecerse y a mantener sus posiciones dentro de las formas recién alcanzadas” (Marx, carta citada). La construcción de la nueva modalidad orgánica, sienta como principio fundamental para su desarrollo el rechazo al sometimiento a toda política coincidente con los intereses de la burguesía, pero a su vez, encubre un conjunto de posiciones no proletarias que tienden a restablecerse en las nuevas formas. El caso más palpable se anota cuando el rechazo al sometimiento a una línea política se manifiesta como rechazo a posiciones “autoritarias”, aquí lo que pasa es que en el desarrollo de las nuevas formas se han conjugado e identificado el interés proletario de construir su propia política, esto, una táctica unilateralmente proletaria y el conocido prejuicio pequeño burgués que se opone al sometimiento de una política, no en el afán de construir otra sino como resultado de su incapacidad de clase para someterse a toda política. Está por demás decir que estas posiciones se manifestaran inevitablemente como posiciones contradictorias y antagónicas una vez que el desarrollo de la lucha del proletariado exija el sometimiento de toda actividad a la política de la clase. Pero lo más importante es lo siguiente: ese rechazo y por tanto esa construcción caracterizada por la dispersión es la condición objetiva de desarrollo de la organización revolucionaria, una vez que la política de conjunto esta en proceso de creación y desarrollo. El período de dispersión aparece como un período inevitable, en la medida que el rechazo a los modos de organización dominantes en otro período lo imponían… pero a su vez, éste período de dispersión sólo puede ser transformado en la medida en que son construidos, definidos y precisados, los elementos que integran la política del proletariado. A las posiciones burguesas o pequeño burguesas en el seno de las organizaciones revolucionarias, no les interesa sentar las bases para la superación de ésta etapa; la posición proletaria asume la necesidad de superar y

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aniquilar el período de dispersión aceptando la necesidad de definición de la política proletaria. Por otro lado a la posición burguesa o pequeño burguesa le interesa la unidad formal, aún sin haber procesado los elementos que distinguen la política del proletariado; mientras que a la posición proletaria le interesa procesar tales elementos como condición para ejercer en un período posterior, el sometimiento de l a actividad particular a la política general, y de los organismos particulares a los modos de organización superiores que tendrán que ser construidos necesariamente, aún cuando en el presente período no pueda (ni interese aún) delimitarse al aspecto formal de tal organización.

Este período de dispersión representa pues, por un lado, el resultado del rechazo a la dominación de la política burguesa, y por el otro, el punto de partida para el aniquilamiento del propio período de dispersión. Media entre uno y otro, la necesidad específica para el presente período de construcción y definición de la política proletaria (esclarecimiento de sus objetivos estratégicos, tácticos, construcción de la organización, etc.). En la medida en que como apuntaba Marx, el partido del proletariado se caracteriza por su unilateralidad política, y por su clara visión (científica) del desarrollo de la lucha… podemos decir que el actual período representa el período de construcción del partido (o como lo hemos denominado nosotros, para evitar reducir el problema del partido a sus aspectos formales, el modo de organización superior), media entre el actual período de dispersión y la construcción de los medios de organización superiores, el desarrollo de la unilateralidad política (permanente deslinde de las posiciones de clase); y la comprensión teórico–científica del desarrollo de la lucha misma, única capaz de esclarecer las determinaciones programáticas y tácticas que modulen la lucha política.

La lucha contra el “sectarismo” y la necesidad del deslinde, aparecen en todo momento para los teóricos revolucionarios como características propias del desarrollo de la organización proletaria. La primera como condición para el sometimiento de los intereses y luchas particulares de la clase a los intereses generales, el segundo, como condición para la afirmación de una política unilateralmente obrera. Pensamos que en el actual período, la primera característica se ejerce en la construcción conjunta de las determinaciones de la política proletaria (el presente documento intenta ser una aporte inicial para esa discusión), y la segunda en el permanente deslinde y transformación de las organizaciones mismas. Ambos aparecen como condición para el aniquilamiento del período de dispersión. No habría que pasar por alto además, que a este período de dispersión orgánica corresponde también un período de dispersión teórico–política, ya que antes habíamos hecho referencia a la existencia de posiciones ideológicas dominadas en el seno de las organizaciones revolucionarias.7

¿Cuales son las características principales del desarrollo de la organización revolucionaria en el actual período?

a) La linealidad de su desarrollo. La diversidad de grupos que han surgido en el actual período se caracterizan en mayor o menor grado por la identidad de las tareas asumidas… Su carácter es

7 Marx, ha planteado en relación a la lucha contra el sectarismo: “La internacional fue fundada para remplazar las sectas socialistas o semisocialistas por una organización real de la clase obrera en vista de la lucha… El desarrollo del sectarismo socialista y el desarrollo del movimiento obrero real se encuentra siempre en relación inversa. Las sectas están justificadas (históricamente) mientras la clase obrera aún no ha madurado para un movimiento histórico independiente. Pero en cuanto ha alcanzado esa madurez, todas las sectas se hacen esencialmente reaccionarias”, (Marx, carta a F. Bolte, 1871). Nosotros afirmamos que la liquidación de la política de los “demócratas” en el seno del movimiento, es la condición para alcanzar la madurez de un movimiento histórico independiente, y también que éste período constituye la base embrionaria de la construcción de tal madurez. Engels en su carta a Bebel, 1873, plantea la necesidad del deslinde: “Si lográsemos conquistar únicamente a las masas, sin sus dirigentes locales la cosa no estaría mal.

Por desgracia, siempre tenemos que aceptar además de un montón de líderes de esa clase, prisioneros de sus antiguas declaraciones públicas, cuando no de sus antiguos puntos de vista”…, y más adelante “Estos fanáticos de la unidad, o bien son de cortos alcances que desean mezclarlo todo en una masa indefinida, a la que basta dejar que se sedimente un poco para que se exacerben aún más las contradicciones…” Nosotros hemos demostrado, también en el presente escrito como existen en el seno de las organizaciones revolucionarias, posiciones antagónicas con la práctica desarrollada, y hemos insistido en la importancia y necesidad de combatirlas.

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más o menos homogéneo, sus recursos más o menos rudimentarios (sobre todo tratándose en el trabajo de agitación y propaganda). En general, la diversidad de acciones se ejercen para sentar las bases infraestructurales (económicos–militares) e incipientemente y aún no como característica general, la realización de actividades que tienen una clara incidencia política (el despliegue de algunos comunicados, la liberación de algunos presos). En general parece que el conjunto de organizaciones pasan por un período de distanciamiento del movimiento de masas, de ahí que, en el actual momento la necesidad de “ligarse” aparezca necesariamente como tópico de discusión. Y de ahí también la “insensibilidad” más o menos general para aportar al movimiento los elementos políticos que posibilitan su desarrollo.

b) Incapacidad de adaptación en relación a las movilizaciones de masas ante la necesidad a todas luces evidente de inscribirse en ella para ejercer las tareas que les corresponde. En relación a éste punto, se da por un lado el reconocimiento del problema, ya antes habíamos mostrado como éster era una preocupación manifiesta y junto a el la ausencia de toda dirección político–militar proletaria en el seno de las movilizaciones, a no ser aquellas que se desarrollan espontáneamente en del movimiento, y que se opone irreconciliablemente a la dirección burguesa que intenta imponerse. En general tanto en los períodos de movilización como en los períodos de clama, la casi total ausencia de trabajo de agitación y propaganda socialista, ante la necesidad imperiosa de oponer este tipo de trabajo al que realizan constantemente los organismos que representan la política “democrática”. Y por último, un conjunto de intentonas de inscripción político–militar en las movilizaciones, que por un lado adquiere carácter esporádico (no constante) y por el otro, no han llegado a esclarecer las posiciones a tal punto de romper las condiciones político militares que la burguesía impone para las mismas. (Habíamos ejemplificado este punto, al hablar de la manifestación de abril).

c) Tendencia a la reducción de las tareas que corresponden realizar a la organización revolucionaria. A lo largo de todo el trabajo hemos demostrado en relación a diversidad de puntos, el retraso de las organizaciones con respecto a las necesidades que el movimiento revolucionario impone.

d) Incapacidad más o menos general, para lograr regular los reveses. O lo que es su resultado, incapacidad para lograr un desarrollo permanente (constante) de las tareas políticas asumidas (ya sean de organización, de propaganda, de agitación, etc.). Este problema esté directamente relacionado con el problema de los métodos de trabajo, por un lado con la construcción del cladestinaje aparece como el resultado del rechazo al estilo del trabajo propio de las organizaciones de “izquierda”, la unilateralidad del desarrollo de la organización proletaria imponía necesariamente la construcción del clandestinaje, éste correspondía a la necesidad de ejercicio permanente de la lucha proletaria (aún cuando no hubiera sido aprehendido en ésta forma). Las prácticas “demócratas” propias del estilo de trabajo en la década pasada, constituyen el modo de organización específico del proletariado que proporciona a la burguesía las condiciones con las cuales logró el conjunto de ‘victorias’ sobre su enemigo en la década pasada. En este mismo tiempo se inicia la construcción espontánea por parte de los elementos más destacados de la clase, en un conjunto de hábitos que tienen como objeto crear las condiciones que posibiliten el desarrollo permanente de la lucha. La inexistencia de una experiencia en este sentido, prácticamente nula por la dominación de la dirección burguesa en el seno del movimiento, se manifiesta en las dificultades reales de avance, de tal manera que la construcción del clandestinaje se ve interrumpida violentamente en diversos momentos en el período del ’58 al ’68, y no es sino hasta después del ’68, que acusa un desarrollo que se manifestaba como continuo y ‘estable’. Hoy, el desarrollo de los acontecimientos de principios del año han demostrado su “vulnerabilidad” (aunque justo es reconocer, que la capacidad de reproducción y por tanto de permanencia en el trabajo, es muchas veces superior que la manifiesta en el período

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‘58–’68), acusando su inadecuación orgánica: por un lado el “insuficiente desarrollo” de las prácticas del clandestinaje, y por el otro, la necesaria interrupción del trabajo en diversidad de aspectos. Ambos manifiestan, la “inhabilidad” existente aún en las organizaciones revolucionarias para la lucha contra la policía política, y ésta, seguramente se manifestará aún en diversidad de reveses, sobre los cuáles las organizaciones revolucionarias no podrán tener control. Como tal esa “inhabilidad” es el resultado de hábitos y relaciones inadecuadas para el ejercicio de las funciones de la organización revolucionaria y la manifestación también de hábitos y relaciones opuestas, esto es, burguesas; y, por tanto, incapaces para controlar los reveses sufridos en el desarrollo de la lucha. Quien pretenda explicar los reveses sufridos como “casuales” o “inevitables”, o quien busque la razón de ello en el perfeccionamiento del aparato represivo, no hace sino sentar las bases para encontrar la contradicción real que los posibilita, y que necesariamente se ubica en el seno mismo de las organizaciones, como contradicción entre los métodos y relaciones burguesas, y los métodos y relaciones proletarias. (Lenin había hablado de la contradicción entre los métodos artesanos de trabajo y la organización de revolucionarios. Se trataba aquí las contradicciones que se daban en el seno de la organización). El desarrollo del clandestinaje supone pues la lucha implacable contra los elementos burgueses que en el seno de las organizaciones se oponen a su desarrollo: hábitos y relaciones. Reducir los problemas en este punto, al cumplimiento de “normas” o “problemas disciplinarios” no es sino engañarse permanentemente y sentar las bases para próximos golpes.

e) En relación al segundo punto, es evidente que el desarrollo de la organización revolucionaria aparece en el presente período, a través de la diversidad de núcleos más o menos desarrollados, y con mayor o menor posibilidad de establecer relaciones con otros. Se da por un lado el desarrollo extensivo de la modalidad celular, como modalidad propia para la construcción de la organización clandestina, y por el otro, el desarrollo más o menos generalizado de una coordinación autónoma. Estas dos características han sustentado el desarrollo de la organización misma. Sin embargo resalta en diversidad de ocasiones y sectores la construcción espontánea por parte de los elementos más destacados de la clase, de núcleos orgánicos que carecen casi totalmente de relaciones con los organismos más desarrollados. Los reveses de éste tipo de núcleos, carecen en la mayor parte de las veces la posibilidad de control. En general, el insuficiente desarrollo de las relaciones orgánicas representa, desde el punto de vista de las tareas políticas a realizar; la incapacidad general de asumir las nuevas tareas que el movimiento les va asignando, y por esto también es que el desarrollo de la organización no puede plantearse al margen del desarrollo de las nuevas tareas que el proceso revolucionario nos impone. Es evidente que en el presente período la necesidad de delimitar los aspectos formales de las relaciones que se establecen, está supeditada a la necesidad de esclarecer y asumir las tareas de la organización revolucionaria. En general (y esto parece ser un hecho aceptado sin mayor dificultad) el desarrollo de las relaciones orgánicas está supeditado a la realización conjunta o coordinada del conjunto de tareas que el movimiento revolucionario nos determina, y agregaríamos no reduciéndolas, sino ampliándolas.

f) Las recientes movilizaciones de masas, han encontrado fuera de lugar a los organismos revolucionarios. Tal parece, como si hubiéramos aguardado con los brazos cruzados las movilizaciones y cuando éstas llegaron no supimos que hacer. A este punto nos habíamos referido más atrás en diversidad de ocasiones. En general el trabajo de los organismos revolucionarios tendientes a preparar las condiciones político–militares para los enfrentamientos, ha sido sumamente deficiente.

Concluyendo diremos que de toda esta parte del análisis se desprenden, determinados objetivos estratégicos y tácticos para el actual período.

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OBJETIVOS TÁCTICOS

La liquidación de la dirección burguesa en el seno del movimiento, lo cual supone un trabajo tendiente a afirmar los elementos que definen el desarrollo político unilateralmente proletario y la lucha implacable contra todo intento de aminorar o retardar ese desarrollo.

El desarrollo y construcción de la organización con base al deslinde de las posiciones de clase en el seno de los organismos revolucionarios actuales y el ejercicio permanente ampliado de las tareas que le corresponden, desarrollando a su vez, las mutuas relaciones orgánicas y sentando las bases para aniquilar el período de dispersión.

OBJETIVOS ESTRATÉGICOS

Construcción y definición de la estrategia global, capaz de someter las luchas y los intereses particulares a los intereses generales de la clase.

Construcción de los modos de organizaciones superiores, capaces de someter los organismos particulares a la organización general de la clase.

Media entre unos y otros, una relación dialéctica. El desarrollo táctico se transforma necesariamente en el desarrollo estratégico, y éste en desarrollo táctico. El trabajo de las organizaciones revolucionarias está por tanto referido a ambos elementos a la vez.8

Sobre los puntos anteriores propondremos al final del trabajo la necesidad de realizar un plan determinado tendiente al desarrollo de los objetivos antes expuestos.

MADERA 2, AÑO I.

MAYO–JUNIO DE 1972

8 Quedan en el marco general de estos objetivos necesariamente incluidos los elementos que definen el desarrollo militar propiamente dicho, pero además supeditado a tales objetivos. Así por ejemplo, el objetivo táctico–militar manifiesta en la consigna de “armar al pueblo”, constituye uno de los elementos principales de la necesidad de afirmación de la dirección político–militar táctica del proletariado, y como tal está referida también a la necesidad de aniquilar la dominación de la dirección burguesa en el seno del movimiento. Es por otro lado la manifestación de un desarrollo táctico referido a una necesidad estratégica, como es: la necesidad de insurrección generalizada.