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BIB-RAMBLA

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EN BLANCO

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Líneas de libertad, líneas de prisión

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EN BLANCO

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LA PALOMA OBSERVA

Una paloma posada en el alero del tejado, observa a los transeúntes. Estos, afanados en sus quehaceres diarios, no se percatan de que son observados. Sus movimientos denotan tranquilidad. A la plaza uno viene a pasear.

Corren los años 50, esos tiempos en los que solo se piensa en trabajar, descansar y volver a trabajar, la plaza, amplia y diáfana, ofrece un espacio para la relajación. La paloma observa. Personas de todas las edades conversan, ríen, juegan, en un momento dado, alguien extiende la mano, la paloma observa, en la palma, unas bolitas similares a granos de pimienta, son mostradas al cielo, a la vez que la chiquillería recorre con mirada inquieta los aleros de los tejados, como esperando que algo suceda; de pronto como caídas del cielo, decenas de palomas se precipitan a la señal conscientes de que esa mano jamás les causará ningún mal. La paloma vuela. Líneas blancas y negras, grises, marrones centellean al sol con multitud de reflejos iridiscentes formando arcoíris hiperbólicos, parábolas, tirabuzones, requiebros, fiesta de color y movimiento para los menudos que entre gritos y carcajadas, rompen el silencio. La plaza late orgullosa de cumplir su función.

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ESPACIO, LINEAS, RECORRIDOS

Ellos marcan nuestra vida, desde que nos levantamos, al iniciar nuestro primer recorrido físico casi a ciegas, del catre al baño, luego, tras esta titubeante línea, más o menos continua y uniforme, empezamos a dibujar otras tantas, cada vez más sinuosas y enrevesadas, ellas de alguna manera, van marcando el ritmo de nuestra vida.

Si nos paramos un momento, veremos cómo, entre línea y línea, apenas si queda espacio vacío. Cuando la línea no es física, es mental y si estamos atentos, veremos como estas líneas se solapan cada vez más dentro de un mismo espacio. Todo vale menos el vacío. Líneas que marcan recorridos mentales o físicos, o, fisicomentales, pero recorridos. Todo cabe en cualquier espacio de tiempo o de distancia, todo menos la nada, ese vacío que se acompaña de paz, tranquilidad, relajación o aislamiento; algo recomendable para cuerpo, alma y espíritu, tan barato y tan difícil de encontrar.

Los recorridos invitan a moverse al igual que las calles hacen con los vehículos; hasta que, en un lugar en concreto, se trunca la calle y desemboca en un espacio de diferente aspecto, amplio y arropado de edificios que nos invita a parar, es la plaza, ejerciendo un poder anestésico y paralizante de la actividad, del movimiento y de sus recorridos. Mi cuerpo detiene su actividad y se vuelve contemplativo, permitiendo aflorar mi alma.

El ímpetu de linealidad y de recorridos subyace aún dentro de mí, pero, la plaza haciendo un alarde de control, despliega su amplio abanico de juegos visuales y distracciones para el espíritu que favorece ese sentimiento narcótico continuamente adornado por el vuelo angelical de las palomas que una y otra vez van y vienen envolviéndonos con el arrullo de sus nostálgicas voces. Espacio, líneas, recorridos, todo un espectáculo para el alma y para los sentidos.

LA PLAZA DE ANTES

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Hartos de oír que el aire es de todos, y el sol, el agua, la mar, los ríos y el cielo con su infinidad; también las plazas con sus jardines y espacios compartimentados, todos ellos dispuestos para gratificar cuerpo y alma del transeúnte. Nada más lejos, si atendemos al sabio y aplastante consejo de la lógica, que pensar en la mera posibilidad de privatizar dichos espacios, pues bien, la mayoría de estos lugares, si no todos, reposan al alcance de las afiladas garras que dan caza y alimentan a esa terrible fiera llamada mercantilismo, que por un módico precio pasan de ser dominio público a recinto privado, o en el mejor de los casos regulado por un más o menos relativo derecho de admisión. No es una contradicción que una plaza pública se pueda compartimentar y gestionar como algo privado?, pues esa es la realidad.

Volvamos a las plazas de antes, con espacios amplios para la gente y para las palomas, que ambos vuelen libremente sobre su suelo, y que este solo sea limitado por la verticalidad arquitectónica de los edificios, que, de alguna manera, han parido su forma, proporcionando cobijo a unos y posadero a otros.

Que sean los pequeños y efímeros puestecitos ambulantes los que de una manera tradicional y básica, a modo de burbujas, oxigenen el ambiente y lo hagan entretenido, lejos de especulaciones y ánimo de lucro, solo, el mero equilibrio de la subsistencia.

Entre espacios solariegos, apenas salpicados por historiados bancos, la mayoría de ellos ocupados por esa tercera edad con los bolsillos llenos de grano y trozos de pan que, puntualmente cada mañana, asisten a esa cita antaño concertada con sus amigas y confiadas palomas. Y estas, cual enjambre alada, vuelen asustadas en un ir y venir precipitado motivado tal vez por el alboroto y la algarabía del corretear de los chiquillos, o quizás por el fugaz instante a siluetado del majestuoso halcón que se cierne sobre ellas; y todo ocurre entre llantos de pequeños y llamadas de las mamás.

Un espacio engalanado de puestos de flores, que, entre hierba y rosas esparce su amplio abanico de aromas, y dominando a todos el olor a tilo, especias y pan recién hecho.

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Nada de grasas, refritos, camareros o vigilantes ponzoñosos, solo paz y tranquilidad, esa es Bib-Rambla, esa es la plaza de antes.

LINEAS

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Líneas de libertad, líneas de prisión. Un trazo que nos conduce a la liberación de cuerpo y alma, un trazo al que superponemos otros más para convertirlos en prisión, desde el interior de mil cruces que nos atrapan, red a la que te agarras solo para observar el exterior, donde libremente vuelan las palomas.

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Autor: Jesús Gómez Molino (J.G.M.)

Docente: Antonio Collados Alcaide

Asignatura/año: A/EP/N Curso 2017-2018

Documentación: J.G.M.

Diseño: J.G.M.

Maquetación: J.G.M.

Obras: J.G.M.