von_balthasar_corazón del mundo

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  • 8/3/2019 von_Balthasar_Corazn del mundo

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    Corazn del mundoHans Urs von Balthasar

    Ttulo Original: Das Herz der Welt1945

    Ediciones Encuentro - Madrid

    Segunda Edicin 1999

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    EL REINO

    I

    Crcel de finitud! Tambin el hombre, como todo ser, ha nacido en laprisin; el alma, el cuerpo, el pensamiento, su vislumbre, su deseo: todo en ltiene sus lmites, l mismo es limitacin palpable, todo es esto, no aquello, distinto,separado de lo dems. Todos miran hacia lo que es extrao desde las enrejadasventanas de los sentidos; y aun cuando su espritu vuele a travs de los espacioscomo un pjaro: l nunca ser este espacio, y el surco que deja al pasar sedisuelve una vez ms y no deja rastro alguno permanente. Qu distancia tangrande de una cosa a la que le est prxima! Y si llegan a amarse y se hacen

    caso de una isla a la otra, si tratan de intercambiar su soledad y engaarsemutuamente interpretndola como unidad: con cunto ms dolor les sorprende ladesilusin, pues palpan las barreras invisibles, las fras paredes de cristal contralas que se arrojan como pjaros enjaulados. Nadie puede romper su abandono,nadie sabe quin es el otro. El hombre se limita a presentir a la mujer, el nio alhombre, quiz con menos seguridad que el hombre presiente al animal. Las cosasson extraas entre s, y aun cuando se encuentren bastante cerca y secomplementen como los colores, como el agua y la roca, como el sol y la nube,aun cuando juntamente realicen la armona tonal del universo: lo polcromo pagael precio de la ms amarga separacin. El mero hecho de existir un individuo es yarenuncia. Roto el lmpido espejo, la imagen infinita se esparce por todo el mundo,

    el mundo queda convertido en un montn de residuos. Pero de todos modos cadauna de las ruinas es todava algo precioso; de cada uno de los fragmentos parteun rayo del misterio original; en cada uno de los bienes creados se percibe un bieninfinito, una promesa de ms, el quiz de un riesgo, un halago, tan dulce, que anteese violento placer se nos detienen los pulsos al situarse desnuda y desvestida delenvoltorio de ceniza que es la costumbre y dejarse ver de este modo ante nuestramirada por un momento: llenndonos de una felicidad maravillosa, sin lmites. Elsello del origen, el beso de lo original, la garanta de la unidad perdida. El meollode la felicidad es siempre impalpable pero sigue siendo constantementemisterioso; si corremos tras ella, no la podemos alcanzar; ella mantiene en lamano la manzana de Adn, no el fruto infinito del rbol de la vida. La imagencelestial se desliza sonriendo tristemente, se apaga, se disuelve en el aire. Lo quese apareci como sin lmites vuelve ahora a mostrar sus barreras concretas, ytanto el buscador como lo buscado, se deslizan ambos hacia una estrecha prisin.Y nuevamente nos encontramos frente a todo, siendo parte de una parte, y lo quetenemos es algo que compartimos con todo lo dems, ni las sacudidas ni laslgrimas rompen los muros de la crcel.

    Pero mira: existe esa realidad fluctuante, que se deslizaincomprensiblemente, el tiempo. Es la barca invisible que va de orilla a orilla. Unvuelo de una cosa a la otra. Monta sobre el tiempo, ste empieza a correr, te lleva,

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    no sabes cmo, no sabes a dnde, el suelo firme que hay bajo tus pies se muevey vacila, el camino firme se convierte en deslizante y vivo, comienza a fluir como elmaravilloso curso de un ro, las orillas se transforman y cambian - ahora sonbosques, ms tarde se trata de amplios campos, de ciudades de hombres -, lacorriente misma cambia de forma y se transforma a cada momento; de pronto se

    desliza como un suave susurro, de repente se eriza formando grandes cataratas, ytermina por amansarse y convertirse en un lago tranquilo: ahora el movimiento seha hecho imperceptible, y a lo largo de la orilla el agua vuelve a encresparseformando olas hasta que una vez ms el mpetu del centro de las aguas llegahasta las orillas.

    El espacio es fro y rgido, pero el tiempo es vivo; el espacio separa, pero eltiempo lleva todo hasta todo. El tiempo no corre fuera de ti, t no nadas como untronco que se desliza sobre el agua, el tiempo fluye a travs de ti, t mismo fluyes.T eres el ro. Te sientes triste? Confa en el tiempo: pronto reirs. Res? Nomantendrs por siempre tu risa: pronto llorars. El tiempo te lleva de sentimientoen sentimiento, de este estado a otro estado, de la vigilia al sueo y del sueo unavez ms a la vigilia. No puedes caminar largo tiempo, nuevamente te pones adescansar, te cansas, sientes hambre, tienes que sentarte, comes, te levantasnuevamente, y comienzas una vez ms a caminar. Sufres: desde lejos, como algoinalcanzable contemplas la accin que quieres emprender; pero siempre tearrastra la corriente y una maana llega por fin la hora de la accin. T eres unnio, y nunca, piensas, te sustraers a la debilidad de la infancia, que te encierraentre cuatro muros sin ventanas. Pero mira, tus muros mismos son movedizos ycuarteables y todo tu ser se transforma modelndose en un joven. De tu mismoseno surgen manantiales ocultos en ti, y un da el mundo brotar en torno a ti.Poco a poco el tiempo te lleva de curva en curva, perspectivas, horizontes pasande largo ante tu mirada: empiezas a vivir la transformacin, empiezas a descifraruna aventura desmesurada. Experimentas una direccin, sientes una partida,olfateas el mar. Y ves que lo que cambia en ti es lo mismo que cambia en todo loque hay en torno a ti: todo punto, por el que t pasas rozando, est asimismo enmovimiento. Un torbellino se debate sobre l desde todas partes, toda su largahistoria se desata sobre l, pero al igual que t, tampoco l sabe donde terminaesa historia. Miras al cielo: los soles giran altos, pero en conexin con sussistemas de planetas, como racimos de uvas, ruedan deslizndose hacia lasdistancias creadas de antemano y hacia los espacios inescrutables. Tdesintegras los tomos: forman stos un enjambre ms confuso que un dispersomontn de hormigas. T buscas un apoyo y una ley estable en el centro denuestra tierra, pero tambin sta es puro acontecer e historia, nadie puedepredecirte de antemano y contar con las nubes de la prxima semana.

    Es cierto que existe una ley, pero se trata de la misteriosa ley del cambio,cuyo nico fundamento est en aqul que cambia. No puedes llevar el ro a laorilla seca, para capturar como un pez la ley de su fluir. Y slo en el agua puedesaprender a nadar. Los sabios que existen entre los hombres tratan de buscar elfundamento de la existencia, pero no pueden hacer otra cosa que descubrir unaola de esa corriente; en su pintura el fluir se ha hecho rgido, y slo resultaverdadera si nuevamente abandonan la imagen al cambio y al movimiento. Losque sintieron avidez emprendieron muchas cosas, y arrojaron rocas al mar, para

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    detener la corriente, con sus sistemas trataron de descubrir un islote de laeternidad e hincharon su corazn como globos para capturar la eternidad en unahora feliz. Pero ellos slo capturaron aire y estallaron, o hechizados por una ideaimaginaria, olvidaron vivir bien y la corriente arrastr suavemente sus cadveres.No, la ley est en movimiento, y slo corriendo puedes llegar a capturarla. La

    perfeccin est en la plenitud de lo que llega. Por eso nunca pienses que la hasconseguido; olvida lo que queda tras de ti, lnzate hacia aquello que est delantede ti: finalmente, te convertirs en aquello que t ansas en medio del cambio en elque pierdes lo ganado.

    Confa en el tiempo. El tiempo es msica, y el espacio a partir del cualsuena, es el futuro. Comps tras comps se va creando la sinfona en unadimensin que se va descubriendo a s misma, y que siempre pone a disposicinuna provisin inagotable de tiempo. Con frecuencia falta espacio: la piedra esexigua para la estatua, la plaza no permite ya ser ocupada por ms gente. Perocundo ha faltado tiempo? Cundo se ha salido como un nudo que esdemasiado corto? El tiempo es tan largo como la gracia. Entrgate a la gracia deltiempo. No puedes interrumpir la msica para atraparla y recogerla: djala quefluya y vuele, de otro modo no la comprenders. No la puedes empaquetar en unbello acorde y poseerla para siempre. La paciencia es la virtud primera de quienquiere percibir. Y la segunda, la renuncia. Pues mira: no comprendes elmovimiento de la meloda hasta que suena su ltimo tono. Slo ahora, que haconcluido todo, captas la perspectivas de los acentos misteriosos, los arcos de latensin y las curvas de lo profundo; slo lo que perece al odo, penetra en elcorazn. Y, sin embargo: no puedes captar en la unidad del espritu de manerainvisible lo que de manera perceptible no experimentas en la multiplicidad de lossentidos. De este modo lo eterno est por encima del tiempo y es como lacosecha del tiempo, y sin embargo la eternidad llega a ser y a realizarse slo conel cambio del tiempo.

    Qu clase de seres somos! Tenemos que creer sumergidos en el paso deltiempo. Llegamos a la madurez, nos enriquecemos slo mediante la renuncia auna hora y a la otra. Tenemos que soportar la duracin. Cuando tratamos dedetenernos lesionamos la ley de la vida de la naturaleza. Cuando perdemos lapaciencia de la existencia temporal, caemos por eso mismo en la nada. Mientrascaminamos nos llega el susurro de una voz en alas del viento contrario quecortamos; pero si nos detenemos para orla mejor, la voz se convierte en silencio.El tiempo es a la vez amenaza y promesa maravillosa: avanza, nos dice, de locontrario no vendrs conmigo! Avanza, muestra tus manos vacas, de lo contrariono te las podr llenar! De lo contrario pasar de largo junto a ti con mi fresco don yte abandonar a tu ya rancia bagatela. Creme que eres ms rico cuando puedesconcluir y destruir tu felicidad y tus horas de elevacin; eres ms rico cuandopuedes ser pobre, y permanecer abierto en lugar de ser un pordiosero a la puertadel futuro. No te detengas, no te encierres, no te pegues a nada! No puedesacaparar el tiempo, aprende de l la prodigalidad! S prdigo por propia voluntad yreparte aquello que de otro modo se te arrebatar a la fuerza. Entonces sers t,que te quejas de haber sido robado, ms rico que un rey. El tiempo es la escuelade la exaltacin, la escuela de la magnanimidad.

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    Es la universidad del amor. El tiempo es el suelo de nuestra existencia. Eltiempo es existencia que fluye como una corriente; el amor es la vida que seconvierte a s misma en corriente. El tiempo es indefenso, es existenciadesposeda de s misma sin que haya sido interrogada; el amor se enajena a smismo y se deja desarmar voluntariamente. La existencia no puede manifestar el

    amor de otro modo que fluyendo - sa es su ley y su naturaleza. Y de este modopuede ser libremente, por s mismo, el amor. Tenemos que ser pacientes, auncuando sintamos perecer de impaciencia, pues nadie puede aumentar un solopalmo de la medida de su amor a no ser que se vaya creciendo - con el tiempo.Tenemos que renunciar, y aunque llenos de convulsiva avaricia apretemosfuertemente nuestra posesin, el mortfero tiempo suelta suavemente nuestrosdedos, para esparcir por el suelo los tesoros alcanzados. Lo que al fin el ltimomomento nos obliga a realizar por la fuerza, todo momento nos aconsejasuavemente que lo llevemos a cabo: que descubramos el misterio de la duracincomo el dulce meollo de nuestra vida: la oferta de un amor inagotable. Cosaextraa: podemos ser aquello que pretendemos con afn, pero en vano. En elexistir podemos realizar lo que en el sabe y en el querer se nos escapa con dolor.Quisiramos entregarnos - y estamos ya entregados. Buscamos a aqul a quienpudiramos entregarnos - y ya hemos sido aceptados hace tiempo. Y cuando elcorazn se encoge al considerar la vanidad de todo lo que se ha vivido, surge eltemor de la esposa en la noche de bodas, cuando se le priva del ltimo velo.

    Hemos sido proyectados como seres que pueden lograr voluntariamente loque deben querer contra su voluntad. Pero qu puede comunicarnos msfelicidad, que pensamiento puede ser ms embriagador que ste: ya el existir esuna obra de amor? De manera que yo luchara en vano por no ser lo que ya soy?De manera que aunque grite: no! con toda la fuerza de la garganta, con todas lasvenas de mi cuerpo agitadas por el temor: no!, en el ltimo rincn ms profundoun eco traidor dice: s, s! Cuando despus de muchas muertes morimos porltima vez, entonces en ese acto de vida suprema la existencia ha dejado demorir. Slo una cosa es siempre mortal: no querer morir mientras se vive. Todamuerte realizada voluntariamente es origen de la vida. As el cliz del amor estmezclado de vida y de muerte. Es un milagro que no amemos: el amor es sello deagua en el pergamino de nuestra existencia. Nuestros miembros se mueven deacuerdo con su meloda. Quien ama, obedece a la tendencia de la vida temporal;el que se niega a amar lucha (en vano) contra la corriente. Qu fcil nos resulta elgesto de donacin cuando corre a travs de nosotros constantemente, el agua delser, como por la boca de un pozo! Qu fcil nos resulta la enajenacin, albaarnos en la riqueza del futuro que corre de una manera inagotable! Qu fciles para nosotros la fidelidad, pues el tiempo infiel nos ha colocado en el dedo elanillo de la indisolubilidad! Qu fcil es la muerte, pues cada hora sentimos qubienaventuranza, qu ventaja supone incluso el perecer! Y hasta el envejecer, loque nos infunde temor, y nos encoge nuestro nimo, nos ofrece en compensacinde la obscuridad exterior la interior claridad de la pobreza. Nada es trgico ennosotros, pues toda renuncia recibe un premio sobreabundante, y cuanto ms nosacercamos al centro de la pobreza, tanto ms ntimamente tomamos posesin denosotros mismos, con tanta mayor seguridad nos pertenecen todas las cosas.

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    De este modo podemos ser lo que queremos. En el agua misteriosa deltiempo en el que nos baamos, lo que somos por nosotros mismos, la profundaresistencia llena de rencor que anida en los corazones se disuelve, quedasuperada en esta fluidez del ser. Slo lo rgido es problemtico, lo impenetrable, loque se opone a todo espritu y mirada. Pero el ojo es fluido y el espritu

    penetrante, y de este modo resulta transparente y diluye lo que es rgido. Mientrasen el exterior vamos colocando las cosas de modo que sus envoltorios se toquen ynos blindamos contra las inexorables exigencias de la vida, la fuente siguemanando en lo ms ntimo del individuo y quebranta los muros y va minandonuestra ms dura fortaleza. Nadie resiste hasta el final el incesante empuje deeste oleaje: nos va reblandeciendo da tras da, va carcomiendo guijarro trasguijarro de la orilla ya desgastada: al final nos derrumbamos. Con el tiempo, hastael ms estpido comprende el tiempo. El tiempo va cavando para s mismo unlecho en l y con su redondo vientre lo va limando como el torrente que seprecipita lamiendo el glaciar.

    T sientes el tiempo as, y l te introduce en su ms elevado misterio. Tsientes el ritmo del mpetu y de la calma del tiempo. Como futuro se acerca a ti, tellena de dones sin medida, pero tambin te roba, lo exige todo de ti. Te quiere ricoy pobre a la vez, cada vez ms rico y ms pobre. Te quiere cada vez msamoroso. Y si cumplieras plenamente la ley y el mandamiento de tu ser y fuerasplenamente t mismo, viviras tan slo a partir de este don, que fluye hasta ti (y que eres t mismo ) y que t volveras a donar santamente sin haberlocontaminado por tu posesin. Tu vida sera un hlito, en el doble movimientoreposado e inconsciente de tus pulmones. Y t mismo seras el aire inspirado yespirado en el movimiento cambiante de esa manera. T seras como la sangre enel puso de un corazn, que mueve tu organismo y te mantiene preso en el crculoy en la ruta de sus venas.

    T sientes el tiempo - y no sentiras este corazn? T sientes el torrentede la gracia, que penetra en ti, clido, rojo - y no sentiras cmo eres amado?Buscas una prueba - y sin embargo, t mismo eres la prueba. Tratas de captarlo,al Desconocido, en las mallas de tu conocimiento - y sin embargo eres t elcapturado en la red inextricable de su poder. Querras comprender - pero eres tel que eres comprendido. Querras imponerte - y sin embargo eres dominado. Tplaneas buscar - y sin embargo has sido encontrado largo tiempo ya y desde elprincipio. T te palpas a travs de mil ropajes en tu cuerpo viviente - afirmas queno sientes la mano que, desnuda, toda tu alma desnuda? Te mueves de un ladopara otro con el mpetu de tu inquieto corazn y llamas a esto religin, pero enverdad no se trata sino de movimientos del pez que boquea en la barca. Querrasencontrar a Dios, aun cuando para ello sufrieras mil dolores: qu humillacin quetu esfuerzo sea vano, ya que l desde hace tiempo te sostiene con su mano. Ponel dedo para percibir el pulso vivo del ser. Siente el latido de que un solo acto de lacreacin a la vez te impone una exigencia y te libera. En el tremendo fluir de laexistencia esto determina a la vez la medida exacta del abismo: as como debesamarle como a aquel que es el ms prximo a ti, debes hundirte ante l como anteel Altsimo. Al igual que l en el mismo acto te viste por amor y te desnuda poramor. Al igual que l pone en tu mano con la existencia de todos los tesoros y laalhaja ms preciosa: responderle con tu amor, poder devolver su don, y sin

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    embargo ( no despus, en un segundo momento, en un segundo paso ) l tearrebata nuevamente todo lo que te dio, para que no ames el don, sino al donadory hasta en la donacin sepas que no eres ms que una ola de su corriente. En elmismo instante de la existencia ests cerca y lejos, en el mismo momento se tepone un amigo y un seor. En el mismo instante eres hijo y siervo. Siendo lo que

    fuiste, vives en la eternidad; pues aun cuando tu virtud, tu sabidura, tu amor seelevaran de una manera inconmensurable y emergieras por encima de loshombres y de los ngeles, y subieras directamente atravesando todos los cielos:nunca te alejas de tu salida. Pero nada es ms bienaventurado que esta realidadoriginal primera; y en el ms amplio arco de la evolucin vuelves nuevamente aesta maravilla de tu origen; pues el ser del amor es incomprensiblementemagnfico.

    Y naturalmente la vida camina hacia adelante a partir de su origen, sebusca a s misma y cree hallarse all donde est segura ante la amenaza de sucomienzo. La semilla aparece demasiado insegura, y necesita de una corteza oenvoltura ms fuerte, y el momento de la concepcin se parece demasiado a lanada. Pero una ley frrea hace retornar todas a las cosas al crculo msderechamente que una flecha. En ese arco grande y esbelto, la vida se erige hacias misma mediante el crecimiento, quiere afirmarse poderosamente a travs de laestrecha puerta de la vida y aniquila el corazn y el cerebro del individuoavasallado por la obstinacin y su misin, y sus manos orgullosas como si fueransu propia creacin distribuyen y reparten lo que a ellas les lleg de otra parte, dela especia, desde races desconocidas. Pero ya se ha alcanzado la cima, ymientras en otras partes todava el sol asciende, su camino empieza a declinar, enlos frescos bosques se sumerge la tarde, y nuevamente se vuelve a or elmurmullo, primeramente un riachuelo, un recuerdo casi desprendido de losprimeros tiempos le sobreviene, se aoran dulcemente los tiempos primitivos, elansia nos oprime, se impone el amor, y de manera imprevista, repentinamente,una cascada se precipita al vaco, la noche del principio. Todo lo que el serextraordinario tena de maravilloso se deshace, como el curso de distintos ros enun mar de muerte y de vida. En un mismo mar se levantan y hunden las olas, loscuerpos fluctan unos junto a otros, las formas y las especies, siglo tras siglo,deshechos en espuma en la postracin de los ms increbles homenajes en la lisaarena de la playa de la eternidad.

    Significado de nuestra vida: demostrar mediante el conocimiento que nosomos Dios. As morimos en Dios, pues Dios es vida eterna; cmo llegaramos asu contacto sino a travs de la muerte? La muerte en nuestra vida es la garantade que alcanzamos lo que est por encima de la vida. La muerte es la reverenciade la vida, la ceremonia de la proskynesisante el trono del Creador. Y como loms ntimo de los seres consta de alabanza, servicio y respeto que deben lascosas a su creador, as una gota de muerte est mezclada en todo momento delser. Pero como el tiempo y el amor estn tan estrechamente entrelazados, amantambin su muerte, y su existencia no se opone al ocaso. Y si la exigua vida sientetemor, la obscura voluntad se opone a la muerte, la existencia misma, el profundocurso del mar, que levante y sumerge esa existencia, conoce a su seor y sesomete gustosamente. Pues sabe por una especie de presentimiento: el otoo

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    slo existe porque se prepara la primavera y en este mundo se agostagustosamente lo que la esperanza trae para que florezca en Dios.

    De este modo la criatura muere en Dios y resucita en Dios. Revoloteamosatrados por la luz y extasiados; pero el fuego, al que nadie puede acercarse, nosmantiene hechizados. Nos arrojamos a las llamas, nos quemamos, pero la llama

    no mata, se convierte en luz y arde en nosotros como amor. El amor, que conoceprofundamente lo que vive en nosotros se erige en nosotros como centro, del quevivimos, lo que nos llena y nos nutre, nos mantiene hechizados, se viste denosotros como si de un abrigo se tratara, que nuestra alma necesita como de unrgano; no es que nosotros seamos esto, lo es, en una proximidad mxima quecasi no se distingue de nosotros, lo es el Seor en nosotros - y mediante el amorcrece en nosotros el temor, que una y otra vez y con urgencia nos impulsa aarrodillarnos, nos empuja al polvo de la nada. Golpea con fuerza, con msestruendo todava que el tiempo, el corazn del amor. Late uniendo dos seres enuno y separando uno en dos seres. As vivimos partiendo de Dios: l nos atraepoderosamente hacia su ardiente centro, l nos arrebata con dominio todo centroque no es el suyo. Pero nosotros no somos Dios; y para mostrarnos con ms vigorla fuerza de su centro, nos aparta imperiosamente - pero no nos deja solos,desfallecidos, sino que nos hace donacin de nuestro propio centro y noscomunica la fuerza de su misin. Dios no exige celosamente, l nos quiere para sy para su exclusiva gloria. Pero cargados con su amor, y viviendo de su gloria, nosdevuelve al mundo. Pues no es ritmo de su creacin, que el mundo salga de Diosen un movimiento de egresin y vuelva a l en regresin de donde procede. Msbien ambas cosas son una sola, no menos condicionada la salida que la entrada;no menos querida por Dios la misin que el anhelo. Y quiz ms divina todavaque la vuelta a Dios, en la salida de Dios, pues lo ms grande de todo no es quenosotros conozcamos a Dios reflejndolo como espejos relucientes, sino que lodemos a conocer, como antorchas encendidas dan a conocer la luz. Yo soy la luzdel mundo, dice el Seor, y sin m no podis hacer nada. Y no hay luz alguna, niDios alguno fuera de m. Pero vosotros sois la luz del mundo, luz escondida perono falsa, sino ardiente de mi llama, debis prender fuego al mundo con mi fuego.

    Salid a las tinieblas ms obscuras, llevad mi amor como ovejas en medio delobos, llevad mi mensaje a aquellos que caminan en la obscuridad y en la sombrade la muerte. Salid y aventuraros fuera del redil custodiado; una vez os recog,cuando, ovejas errantes, ensangrentadas entre espinas, os conduje al hogar sobrelos hombros del buen pastor; pero ahora el redil ha quedado abierto, la puerta delaprisco se ha ensanchado: es la hora de la misin! Fuera!, sepraraos de m,pues yo estoy en medio de vosotros hasta el fin del mundo. Pues yo mismo hesalido del Padre y alejndome de l me hice obediente hasta la muerte, yobedeciendo me hice la imagen ms perfecta de su amor hacia m. La salidamisma es el amor, la salida misma es ya el retorno. As como el Padre me haenviado, as os envo yo a vosotros. Saliendo de m como sale el rayo del sol, elagua de la fuete, permanecis en m, pues yo mismo soy el rayo, que centellea debrillo, soy el torrente que brota del Padre. As como yo recibo el caudal del Padre,as vosotros debis recibir de m vuestro caudal . volved hacia m vuestro rostrohasta tal punto que yo pueda volverlo hacia el mundo. Debis salir de vuestros

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    propios caminos hasta tal punto que yo pueda situaros sobre el camino que soyyo.

    He aqu un nuevo misterio insospechable para la pequea criatura: queincluso la lejana de Dios y la frialdad del temor son una imagen y smbolo paraDios y para la vida divina. Lo ms incomprensible es la verdadera realidad:

    precisamente en lo que t eres no Dios, en eso te asemejas a Dios. Yprecisamente en lo que ests fuera de Dios, en eso ests en Dios. Pues el hechomismo de estar frente a Dios es algo divino. En lo incomparable de tuyo reflejas launicidad de Dios. Pues incluso en la unidad de Dios hay distancia y reflejo y eternamisin: El Padre y el Hijo opuestos entre s y sin embargo uno en el Espritu y enla naturaleza que sella a los tres. Dios no es slo la imagen original, es tambinsemejanza y trasunto. No slo la unidad absoluta, tambin es divino ser dos, si eltercero los une. Por eso en este segundo ha sido creado el mundo, y en estetercero se afinca en Dios.

    Pero el sentido de la creacin permanece incomprensible mientras el velocubra la imagen eterna. Si el latido del ser no resonara en la vida eterna, en la vidatrinitaria, esta vida sera slo fatalidad, este tiempo sera tan slo tristeza, todoamor se limitara a ser transitoriedad. Slo ahora comienza a brotar en nosotros lafuente de la vida, y nos habla de la Palabra, se convierte ella misma en palabra ylenguaje, nos comunica, como saludo de Dios, la misin de que debemos anunciaral Padre en el mundo. Slo ahora se ha disuelto la maldicin de la soledad, puesel enfrentarse es algo divino, y todo ser, hombre y mujer, y animal y piedra ya nose excluyen por su peculiaridad de ser, de la vida universal, sino que ms biencoordinados en sus formas, ya liberados de la obscura crcel, dispuestos aevadirse a lo infinito partiendo del obscuro anhelo, ms bien como mensajeros deDios y formando un cuerpo en plenitud magnfica, un cuerpo cuya cabezadescansa en el seno del Padre.

    Sigue, pues, latiendo, corazn de la existencia, pulso del tiempo!Instrumento del amor eterno! T enriqueces y nos devuelves una vez ms anuestra pobreza; nos atraes y nos repeles nuevamente, pero nosotros, en esteflujo y reflujo, somos tu regalo. T bramas sobre nosotros en majestad, t guardasun silencio profundo con tus estrellas, t nos llenas sobreabundantemente hasta elborde y nos vacas absolutamente hasta el fondo. Y bramando, callando, llenando,vaciando, t eres el Seor y nosotros somos tus siervos.

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    II

    El vino al mundo. Lleno de sabidura y conocimiento del Padre, cargado detodos los tesoros del abismo, la expresin de lo indecible. El es en el principio laPalabra. Y cuando abri la boca ante el mundo y empez a hablar del Padre,empez al mismo tiempo a expresarse a s mismo, pues l es la palabra viva, elque habla y el discurso mismo. Vino al mundo para revelarse a s mismo como laRevelacin del Padre, y al exponer en esta noticia toda su aspiracin y el sentidode su ser, y el no querer ser otra cosa sino espejo y ventana del Padre,coincidieron su voluntad y su esencia, y esta unidad fue el Espritu Santo. Porconsiguiente la accin fue trina y asimismo trino el contenido de la Revelacin, y laesencia, y el ncleo de toda verdad estaba incluida en la trinidad, raz y meta detodas las cosas.

    En este discurso la Palabra de Dios era el amor. Pues ama el que semanifiesta para comunicarse; y esto hizo Dios con su palabra. El decir mismo erael amor de Dios y por eso mismo tambin la palabra dicha. Lo cierto es que eldecir no era otra cosa que la palabra dicha, pues la Palabra era en Dios y Dios eraen la Palabra. Una fuente comenz a manar, y precisamente la fuente consiste enque empez a manar. Con bastante frecuencia se encontraban cisternas secas enel mundo, pero la novedad fue: una corriente de agua corre y mana. Laexterioridad de Dios se manifest de manera sobreabundante, hubiera podidocreerse que llevado de la ira; pero cuando Dios se deshace en tormentas,entonces la nube de la ira descarga un diluvio de amor.

    El agua tiende a correr hacia abajo y tambin lo hace el amor, siendo stasu fuerza de gravitacin. Lo que procede de arriba, no necesita de altura, necesitaprofundidad, quiere la experiencia del abismo. Lo que procede de arriba, es yapuro y seguro, slo puede manifestarse descendiendo. Lo que procede de abajo,tiende naturalmente hacia la altura, el instinto le empuja a la luz, el impulso tiendeal poder, todo espritu finito quiere afirmarse y desplegar su corona la sol de laexistencia. Lo que es pobre, trata de ser rico: en fuerza, en calor, mediante lasabidura y la simpata. Esta es la ley del mundo. Pues todas las cosas tienden apartir del germen, que es vida concentrada, a desarrollarla, lo posible se lanzaimpaciente tras la forma, las tinieblas deben tender a la luz a travs de las cenizasy la tierra. Y en ese mpetu de las cosas chocan unas con otras y se limitanmutuamente, y estos lmites resultan movedizos tanto en el juego como en lalucha por la existencia, y estas delimitaciones entre las cosas se llamancostumbres y convencin y familia y estado. A su manera, este impulso, estaentelequia da testimonio en favor de la buena naturaleza del Creador - pues todo

    bien tiende a su expansin fuera de s mismo - y da asimismo testimonio a favordel obscuro instinto de la criatura que tiende hacia Dios - pues este impulso esinquieto y lleno de hambre e insaciablemente abarca en s al mundo, al hombre ya Dios -, para llenar su vaco. Por esta razn el amor de los hombres se llam yadesde antiguo pobre e indigente, y necesitado de hermosura, para que ebrio yciego condujera a cosas agradables.

    Pero la Palabra vino de arriba. Vino de la plenitud del Padre. En l no habaimpulso alguno, pues l mismo era la plenitud. La luz estaba en l y la vida y el

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    arrancada la ltima puerta, hasta que fuera arrojado el ltimo dardo, hasta que seagotara la ltima fuerza de su brazo en una lucha mortal.

    As pues, la Palabra vino al mundo. Vino a su propiedad, pero los suyos nola recibieron. Irradi luz sobre las tinieblas, pero las tinieblas se alejaron de l. Deeste modo la revelacin del amor tuvo que decidirse a luchar a vida o muerte. Dios

    vino al mundo, pero un frente de lanzas y escudos se opuso a su llegada. Sugracia comenz a gotear, pero el mundo se hizo escurridizo e impenetrable, y lasgotas, resbalando, cayeron al suelo. El mundo se haba cerrado hermticamente.El ciclo de la vida del hombre estaba cercado, ascenda del seno y volva al seno.La comunidad de los hombres estaba cerrada, bastndose a s mismo ysatisfechos por s mismos. Todo anhelo que trascenda los lmites volvanuevamente a referirse dentro de los mismos. La religin cerrada, un crculo decostumbres y ritos, oraciones y sacrificios, obras de la humanidad y obrasequivalentes de la divinidad, recibidas de los antepasados y que nadie fuera de losimpos osaba tocar. El mundo se encontraba cerrado y bien blindado por todaspartes frente a Dios, y no tena ojos para mirar hacia fuera, pues todas susmiradas estaban vueltas hacia s mismo, al interior, pero su interior se pareca auna sala de espejos donde la limitacin pareca quebrarse en lejanasinasequibles, se haca infinita a s misma y de este modo no necesitaba de Dios.Slo las fauces del mundo estaban abiertas hacia el exterior, preparadas paraengullir a todo aquel que se atreviera a aproximrsele.

    Y como la Palabra de Dios vio que su bajada no poda ser otra cosa quemuerte y corrupcin, y que su luz habra de perecer en las tinieblas, entoncescomprendi que la lucha e hizo declaracin de guerra. E ide esta arguciainsondable: sumergirse como Jons en el vientre de la tierra y penetrar hasta elms escondido escondrijo de la muerte. Para experimentar la prisin ltima delafn pecaminoso y beber las heces del cliz. Para hacer frente al inevitableimpulso que empuja al poder y a la fuerza. Para mostrar la inutilidad del mundocon la inutilidad de su propia misin. Para presentar la invalidez de la rebelda conla invalidez de su obediencia frente al padre. Para poner a la luz la impotenciamortal de esta desesperada lucha contra Dios por medio de su propia impotenciamortal. Dejar al mundo su voluntad y con ello hacer la voluntad del Padre. Dar almundo su voluntad y mediante esto quebrantarla. Hacer que se destruya su propiavasija y de este modo derramarse a s mismo. Para dulcificar la inconmensurableamargura del mar derramando una sola gota de su sangre divina. Deberarealizarse este cambio que resulta tan incomprensible: la ms extrema oposicindebera tener como consecuencia la suprema unin, en la ltima ignominia yderrota debera manifestarse la fuerza de su suprema victoria. Pues su impotenciasera ya la victoria de su amor al Padre y su reconciliacin, y como acto de susuprema fortaleza esta impotencia sera tan grande que superara con mucho lamiserable impotencia del mundo y la acogera. En adelante slo l sera el criterioy la medida y asimismo el sentido de toda impotencia. Quiso hundirse tanprofundamente que toda cada en el futuro sera caer dentro de l. Y toda corrientede amargura y desesperacin de aqu en adelante, descendera adentrndose ensu ms nfimo abismo.

    Ningn luchador es tan divino como aqul que puede aprestarse a vencermediante la derrota. En el momento en que recibe la herida mortal, su adversario

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    cae definitivamente herido a tierra. Pues l ataca al amor y resulta afectado por elamor. Y mientras el amor se deja atacar, demuestra lo que haba que demostrar:que precisamente es el amor. El que odia sabe que sus confines han sidosorprendidos y comprende que puede comportarse como siempre: sus lmitesconfinan por todas partes con el gran amor. Todo lo que puede atentar contra l:

    ignominia, indiferencia, desprecio, burla y escarnio, silencio mortal, calumniadiablica: todo servir para mostrar la superioridad del amor; de las nochesobscuras emerge con ms brillo cada vez. Pues toda vida mundana se inclinaalguna vez o con frecuencia hacia la muerte y debe traspasar su umbral cargadacon el peso de la impotencia; en esta carrera se realiza finalmente el ademn delHijo, que da sentido y forma a toda impotencia en cada caso. Por todas partesestamos rodeados por una barrera mortal, y nosotros que creamos poder excluir aDios de nuestro mbito cerrado o incluirlo en l, mediante nuestra accin hemospatentizado la exclusividad de su amor que nos mantiene apretados en sus brazosinextricables. Pues la muerte - nuestra muerte - se ha convertido en un vestido yen una transformacin de amor.

    Pero todava no se ha realizado el plan y la argucia de Dios; precisamentefalta la pieza central. Falta todava el medio para penetrar en el interior del mundopara transformarlo desde dentro, el talismn para descerrajar la puerta cerrada.Entonces cre l su corazn y lo puso en medio del mundo. Un corazn humanoque conoce el impulso y el anhelo de los corazones humanos, experimentado entodas las tortuosidades y mutaciones, las corazonadas y presentimientos, en todaslas amargas felicidades, felices amarguras que siente un corazn humano. Esteque es lo ms insensato, lo ms ininteligible, lo ms mudadizo de todas lascriaturas. Este asiento de toda felicidad y de todas las traiciones, este instrumentoque es ms rico que toda una orquesta, ms pobre que las alas de un grillo, y ensu incomprensibilidad una imagen desfigurada que refleja la incomprensibilidad deDios: mientras el mundo dorma, Dios se lo arrebat de su costilla y con ello formel rgano de su amor divino. Con esta arma - como el guerrero en el vientre delcaballo troyano - se situ en medio del territorio enemigo, tomaba ya parteplenamente en el engranaje del mundo, lo saba todo desde dentro; como ensueos en esta concha poda or el rumor del mar de sangre de la humanidad: sutraicin era ya patente para l, y sinti en sus espaldas el fro del desamparo.Pues en el mbito interior del corazn todo misterio se manifiesta y se abre y lasoleadas de la sangre lo arrastran de manera indefensa y patente de un coraznhumano al otro. El particip en este movimiento cclico.

    Ya no se poda evitar su muerte en adelante. Pues qu corazn se puedeproteger a s mismo? No sera un corazn si estuviera blindado y protegido, nosera un corazn, si, entregndose sin proteccin a la corriente impulsora,distribuyendo vida del propio acopio inagotable de vida, no olvidara todo lo demsen el jbilo de este derroche. Todo corazn est embriagado de tanta sangre yslo se cuida de meter en nueva danza lo que es inactivo; un celo salvaje lodevora; lleva inexorablemente el comps de la vida, de manera que el eco de sutirnico ltigo amenaza incluso en sueos todo su cuerpo hasta los miembros msexternos. Corazn y vida, corazn y fuente, corazn y nacimiento son una mismacosa: cundo tendra tiempo un corazn para pensar en la batalla y en la lucha?Mientras todos los miembros dormitan y sucumben a la tentacin de la muerte, el

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    corazn despierto mantiene vivo a los inconscientes. Ellos pueden defenderse,deben vencer al enemigo exterior, el indefenso corazn les presta la energa queprocede de su gneo centro. Toda guerra se alimenta de l, pero l mismo esimpotencia. Toda salud procede de esta herida que mana incesantemente.

    Todo corazn est desvalido, porque es la fuente; por eso todo enemigo

    apunta al corazn. Aqu vive la vida, aqu hay que dar con ella. Aqu surge ella,con su fresca desnudez, de la garganta de la nada. Aqu puedes poner los dedosen el pulso de la existencia, aqu puede ver con los ojos su maravillosonacimiento. Con todo su colorido rojo se descubre aqu la rosa de la vida, y el ojopenetra en ella y en el misterio de la primera generacin. Todo irradia de estecentro generador, y cuando las venas dan un giro retornando de su errante viaje,cuando retorna fatigosa y obscuramente la corriente que sali, para sumergirsenuevamente en el latido del origen, entonces, el blando calor que lleva consigosera todava como un resonar del origen. Todo misterio de la vida tiene sucomienzo en el corazn; pesadamente cargadas de misterio parten del puerto susflotas sobre las olas de la sangre; y lo que susurran al volver de las ms lejanasislas al gran odo maternal del origen, puede ser algo nuevo, ms lleno de vidaque la vida misma? La vida se expresa a s misma en los ritmos inmortales quemartillean el corazn, y su suavidad y dureza, su arriba y abajo, su marcha y suretorno se extienden convirtindose en la ley vital de todo el cuerpo.

    Por consiguiente la Palabra vino al mundo. La vida eterna eligi para s ellugar de un corazn humano. El decidi vivir en esta tienda de campaa tanmovediza, y dejarse alcanzar. Pues el origen de la vida es indefenso. Dios en sueterno castillo, en su luz inaccesible era inatacable, como proyectiles infantileschocaban los dardos de los pecados contra su majestad frrea. Pero Dios en elrefugio de un corazn: qu fcil resultaba ahora alcanzarlo! Con qu rapidez sele poda herir! Ms fcilmente que a un hombre; pues un hombre no es slocorazn; tiene huesos y cartlagos, blandos msculos y piel endurecida; serequiere mala intencin para lastimarlo. Pero un corazn: qu blanco! Quatractivo! De manera casi inconsciente se dirige hacia l el curso de las flechas.Qu desnudez se ha dado Dios a s mismo, qu tontera ha cometido! El mismodescubri el impotente lugar de su amor; apenas se ha manifestado que habitaentre nosotros como corazn: todo el mundo se dispone a afilar los dardos yprueba el arco. Toda una lluvia, una granizada cae sobre l, millones deproyectiles vuelan sobre el pequeo punto rojo.

    Su indefenso corazn no le proteger. Un corazn no tiene inteligencia. Elmismo no sabe por qu late. No saldr en su defensa. Ms bien lo traicionar(todo corazn es infiel). No se detiene jams, marcha, corre; y porque el amorsiempre se derrama, as tambin su corazn desertar - pasndose al enemigo -.Es su gusto habitar entre los hombres, es curiosidad suya descubrir cmo sabenlos corazones extraos, los dems. Quera paladear este sabor, y esto le costalgo, y vino a su costa. Ya no olvidar este sabor en las eternidades ms lejanas.Slo un corazn poda estar dispuesto a tales aventuras, a locuras, que en elmejor de los casos no se comunican a una inteligencia, que es mejor callarlastotalmente, que se pueden tramar solamente en alianza con la carne y la sangre,locuras del pobre corazn que de su oculta pobreza y de sus mezquinos bienes

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    cree hacer surgir por arte de magia tesoros ante los cuales sienten sorpresa loshabitantes del cielo.

    As el Hijo vino al mundo y Dios sabe a dnde le ha arrastrado su corazn,pues todo corazn tira impacientemente de su cuerda, ventea pistas que nadiesospecha, recorre sus propios caminos. Y sin embargo, en definitiva se

    comprenden perfectamente, el Seor y su corazn. El corazn siguegustosamente la voluntad del Seor, que azuza a aqul a que se introduzca en lacueva del reposo. Y el Seor sigue gustosamente las huellas del corazn que leinvita a aventuras mortales: la caza del hombre en el bosque del obscuro mundo,enemigo de Dios.

    Signo incomprensible erigido en medio del mundo entre el cielo y la tierra!Cuerpo y no cuerpo, semejante a un centauro, en el cual se confunde lo queeternamente debi permanecer separado en el abismo del temor. El mar divinoforzado a introducirse en la exigua fuente de un corazn humano, la poderosahaya de la divinidad plantada en el diminuto y frgil tiesto del corazn humano.Dios, reinando en su elevada majestad, y el siervo trabajando fatigosamente yadorndole arrodillado en el polvo, ambos ya no se distinguen. La conciencia regiadel Dios eterno comprimida en la inconsciencia de la humildad humana. Todos lostesoros de la sabidura y ciencia de Dios almacenados en la estrecha cmara de lapobreza humana. La contemplacin del Padre eterno encubierta en elpensamiento de una fe obscura. La roca de la seguridad divina movindose sobrelas olas de la esperanza terrena. El tringulo de la Trinidad con la punta puestasobre un corazn humano.

    As se balancea este corazn, como el lugar en que se estrecha el reloj dearena, entre el cielo y la tierra, y corre incesantemente de la ampolla superior laarena de la gracia sobre el suelo de la tierra. Y a su vez desde abajo sube un dbilolor, un olor extrao al cielo sube, a las esferas celestiales, y ningn fragmento dela infinita divinidad queda intacta sin que perciba este nuevo aroma. Un vapor rojoinvade suave y constantemente las blancas tierras de los ngeles, y el inaccesibleamor del Padre y del Hijo adquiere el color de la ternura y de la inclinacin delcorazn. Todos los misterios de Dios que hasta ahora ocultaban su rostro bajoseis alas, se descubren ahora y sonren hacia abajo en direccin a los hombres.Pues inopinadamente, cumpliendo un doble curso, la propia faz les llega desde elmbito de la tierra reflejada en el espejo de aqu abajo.

    Toda unidad se vuelve doble y todo lo doble llega a ser uno. No es quesobre la tierra se reproduzca una mera imagen de la verdad celeste, sino que locelestial mismo se traduce a un lenguaje terreno. Cuando un criado aqu abajocansado y fatigado por el peso del da se echa a tierra y adorando a Dios toca elsuelo con su cabeza, entonces este pobre gesto encierra toda la adoracin delHijo increado ante el trono del Padre. Y a esta eterna perfeccin aade ese gestopor siempre la perfeccin sencilla, sin brillo, dolorida y fatigada de una humildadhumana. Pero el Padre nunca ha amado tan definitivamente al Hijo como cuandocontemplo esta genuflexin extenuada: entonces se jur elevar a este hijo sobretodos los cielos hasta su corazn de Padre, a este hijo humano, que es su hijo, y,por amor a este Uno, tambin a todos los dems que se parecieran a este Uno, alMuy Amado, en los cuales, desfigurada y encubiertamente, descubri los rasgosde El. Y cuando el siervo, como pelota en manos de sus verdugos, cubierto de

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    sangre, coronado de espinas ocult su faz hasta tal punto que l mismo, el padre,encuentra al asesino ms humano y le absuelve, mientras que la multitudbramando condena a muerte al otro, que ya no es su hijo, entonces la eternamajestad jams ha gozado de una gloria y un resplandor semejante, pues en eldesconocido semblante de aquel abyecto, se refleja la inmaculada y

    resplandeciente voluntad del Padre.Quin puede separar aqu lo que ya no se puede separar? Quin separala gloria de Dios de la figura de esclavo del hombre? Quin distingue en estasacciones terrenas de Dios lo que procede del instrumento humano, del que sesac hasta lo ltimo, y lo que es cuestin de la gracia, que saca al violn tonos queno existen en absoluto? Quin puede determinar lo que puede un coraznhumano, cuando elevndose por encima de s mismo se convierte en presin de lodivino y precisamente de este modo puede representar su ser que es el mshumano de todos y puede as mismo renunciar a l? Quin puede mostrar loslmites entre la humanidad, que contiene en s un corazn humano, y la otra a laque el amor celestial se aade y se extiende? Y quin puede decir que en lasegunda, en la celestial infinitud deba dejar de latir el corazn humano, porqueperdi el aliento, porque ese corazn no se poda extender hasta los confines delmundo, s del mismo Dios, o quin puede decir que un yo divino no tiene espaciosuficiente para habitar en ese corazn tan amplio, y que por consiguiente elmundo tiene un lugar en l fcilmente y sin violencia alguna y espontneamente?Quin es suficientemente temerario para afirmar que nos basta lo finito, y lafelicidad oculta de un rincn de la tierra, unos aos, una fortuna velada, una suertemoderada, que sta satisface al corazn, y que lo humano es ms puro si se losepara limpiamente de lo divino, que pruebe su transitoriedad e inclinndose sobres mismo se trague sus propias lgrimas como un vino glorioso? En lugar dealabar la aniquilacin y destruccin de todas las barreras contemplando el grancorazn central, y considerar que el Altsimo tiene en cuenta con este amor lahumildad de su creacin, que la trajo hacia s y que eligi la carne y la sangrecomo patria y habitacin de la gracia sobrehumana.

    Alaba, corazn mo, las anchuras del corazn del mundo! Si desde lo altobrama el mar trinitario de la vida eterna sobre la pequea envoltura, partiendo deabajo se rompe hacia arriba el contra - mar de todos los pases y tiempos, el turbiotorrente del mundo, la negra espuma del pecado, todo: traicin y desidia,obstinacin, temor y la ignominia se levantan y empujan, se introducenviolentamente en el corazn del mundo. Y ambos mares entrechocan entre scomo el fuego y el agua, y en el estrecho campo de batalla se decide la eternalucha entre el cielo y el infierno. Mil veces debera haber hallado ese corazn bajoel violento estruendo, pero resiste, se mantiene, vence en la prueba. De un golpevaca toda la superficie del cielo y del infierno, y junto con la miseria ms nfimasaborea el placer supremo. Y lo que aqu se goza y llora, no deja sin embargo unsolo momento de ser lo que era: un sencillo corazn humano. Mantenindosefirme ante el doble asalto, la doble tormenta de amor y odio, ante el doble rayo del

    juicio y de la gracia, no saltar en pedazos, el pequeo corazn, ni siquiera en elcaso en que el Padre cierta vez, ocultamente, asociado a los traidores, loabandone, solo en medio del mundo, rodeado del rugido de todas las tinieblasheladas, ardiendo en las llamas del infierno, rodeado de las risas sardnicas de

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    todas las comparsas del pecado, angustiado hasta el paroxismo, sepultado envida, sumergido hasta el fondo. Pero ni siquiera la muerte puede matarlo, ni todaslas aguas del infierno son capaces de anegarlo, y de este modo este corazn, quesigue amando incluso cuando el Padre se le oculta, parece la realidad suprema;los milagros del corazn del hombre seran mayores todava que los milagros de

    Dios: pero se trata del corazn humano de Dios.Pues es preciso saber esto: cuando los confines humanos fueron capacesde permitir dentro de s la plenitud de Dios, esto era un don de Dios y no lacapacidad receptiva de la criatura. Slo Dios puede extender hasta el infinito sindestruir la limitacin. Y ms grande todava que el milagro de que un coraznpueda ampliarse hasta las medidas de Dios, el que Dios pueda estrecharse hastalas medidas del hombre. Que el nimo del seor encuentre lugar en el nimo delcriado. Que la eterna visin del Padre, sin dejar de ser lo que es, quede ofuscadaconvirtindose en la ceguera de un gusano que se pisa. Que el s perfecto a lavoluntad del Padre hubiera podido decirse en medio de la insubordinacin queimpulsa a la huida de los instintos amotinados de la oveja sacrificada con lamuerte. Que el eterno abismo de amor del Hijo respecto del Padre, que sinembargo se cierra eternamente en el abrazo de ambos en el Espritu, pudieraabrirse como el abismo que separa el cielo y el infierno, en virtud del cual el Hijosusurra su tengo sed, que el Espritu no sea ya otra cosa que el gran caos quesepara y que resulta infranqueable. Que la Trinidad pudiera desfigurarse en ladeformada imagen de la pasin en la relacin de juez y pecador. Que el amoreterno pudiera vestir la mscara de la ira divina. Que el abismo del ser pudieravaciarse hasta concluir en un abismo de la nada.

    Pero hasta este misterio se acoge y se conserva en el mbito de uncorazn. En su centro se encuentra el ser y el no-ser. Slo a l le es conocida laintriga y la solucin del enigma. En su eje se cruzan los travesaos. Sobre todoabismo se extiende la bveda de su amor impulsivo. Toda contradiccin seembota ante la palabra de su entrega. Este corazn nico es tanto el amor de Dioshecho hombre como el amor del hombre hecho Dios. La perfecta representacinde la vida trinitaria como la perfecta representacin viva de la nica actitud anteDios. Abismo y proximidad coinciden. El siervo es amigo en cuanto siervo, elamigo es siervo en cuanto amigo. Y nada est confuso y mezclado, no se violentalmite alguno en el torbellino de la infinitud. La forma y el contorno conservan surigidez con exactitud, claridad y firmeza como el cristal, y lo que el pecadoconfundi caticamente se separa ahora limpiamente en la obediencia y en elrespeto. La embriaguez de este amor es sobria, virginal el lecho nupcial del cielo yde la tierra.

    Pues no es el xtasis lo que redime, sino la obediencia. Y no ampla lalibertad, sino la vinculacin. Por eso la Palabra de Dios vino al mundo vinculadapor la fuerza del amor. Como siervo del Padre, como el verdadero Atlas, llev elmundo sobre las espaldas. En la propia accin resumi y comprendi las dosvoluntades opuestas y, al ligarlas ambas, deshizo el insoluble nudo. Se atrevi aexigir todo de su corazn, y en excesiva exigencia destroz su corazn con unaaccin absolutamente imposible. Con esta sobrecarga conoci el corazn a sudivino Seor, conoci la felicidad y el amor (que siempre imponen exigencia) y seabri al mandato.

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    Se abri al mundo. Acogi en s al mundo. Se convirti en corazn delmundo. Se enajen para ser corazn del mundo. La oculta cmara vino a sercamino principal, por el que descienden las caravanas de la gracia y por dondeascienden las largas filas de los que lloran y de los mendigos. Se trata de un ir yvenir, de un trasiego semejante al de los lugares de intercambio y a las centrales

    de comercio. Todo lo que sube recibe aqu su pase y su certificado, un solocorazn da trabajo a cientos de miles de empleados. Todo lo que desciende se leeaqu y se procede a la distribucin. A nadie se le puede dejar pasar de largo, todosnecesitan de su ayuda, de su misin, de una clara descripcin de su caminorestante, de su consuelo, de su aprovisionamiento. Los peticionarios sonincontables, hay que tratar cada caso en particular. Ningn destino es semejanteal otro, ninguna gracia es impersonal. Los hilos corren, la rueca del mundo teje sumuestra infinita, los humores circulan en las venas de la humanidad, pero unainmensa rueda impulsora pone todo en movimiento, un latido invisible lo impulsatodo hacia adelante. Comienza el ciclo del amor. Las palas de Dios se hunden enlo profundo, y de las bajos mundos de las almas recogen el barro chorreante y locargan en el corazn central. La sangre envenenada se absorbe hacia fuera, sefiltra, y se vuelve a poner en el torrente circulatorio nueva y rosada. Todo lo que espesado y arduo se sumerge en el bao purificador de la misericordia; la fatiga y ladesesperacin se arrastran al corazn, que las acoge.

    El vive en servicio. No quiere glorificarse a s mismo, sino slo al padre. Nohabla de su amor. Realiza su servicio tan imperceptiblemente, que casi llega uno aolvidarse de l, como olvidamos nuestro corazn en el ajetreo de los negocios.Pensamos que la vida vive de s misma. Nadie se pone a escuchar, ni siquieradurante un segundo, a su corazn, que sin embargo nos est regalando hora trashora. Se ha acostumbrado a la suave conmocin de su ser, el eterno romper delas olas, que partiendo de su interior choca contra la orilla de su conciencia. Loconsidera como una fatalidad, como si fuera la naturaleza, como si se tratara delcurso de las cosas. Se ha acostumbrado al amor. Y ya no oye la mano que llama,que da y noche llama a la puerta de su alma, ya no oye esta pregunta, estapeticin de permiso para entrar.

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    IIIDe este modo empez su bajada al mundo. Baja, pon en orden las cosas, le

    dijo el Padre. Y as vino, y como un extrao se mezcl entre el hormiguero de losmercados. Pas de largo por los puestos y barracas, en los cuales prudentes eingeniosos ofrecan sus mercancas, y vio las febriles manos de los compradoresrevolviendo alfombras y joyas; oy como los sabios gremiados alaban a susnuevos inventos: modelos de estado y sociedad, hilos conductores de la vida feliz,mquinas que vuelan hacia lo absoluto, escotillones y fosos que conducen a lanada feliz. Pas de largo junto a las estatuas de los dioses, conocidos ydesconocidos, contempl los graneros del espritu, donde se amontonan fardos ygavillas (pues a partir de su animalidad el hombre lleva en la sangre el deseo deasegurarse y de cubrirse). Apart a un lado la cortina de los bares donde elabsintio crea la entrada a los iniciados en infiernos y parasos artificiales. Subi auna montaa, contempl los campos, oy risas y lgrimas, vio en muchosaposentos al hombre y a la mujer apasionadamente unidos, y en la alcoba vecinaa una parturienta gemir; se sacaba a los muertos, pasando de largo ante los niosque iban a la escuela. Se edificaban ciudades sobre los escombros de coloniassumergidas; aqu ruga una guerra, all se extenda la paz; el amor rea de odio, yel odio de amor salvaje; las flores y la corrupcin, la inocencia y el vicio crecanmezclados y despedan confusamente su aroma. Un ruido tremendo, de mil voces,confuso, surga de la muchedumbre, el polvo y el humo se arremolinaban, y todoola dulcemente a inmundicia y putrefaccin. Nadie conoca el nombre del Padre.

    El era la luz, y todos estaban ciegos. Era la Palabra y todos estaban sordos.El era el amor, pero nadie presenta que exista. Y cuando caminaba a travs de lamuchedumbre, y sta lo apretujaba, nadie lleg a verle. Fijaba su mirada divina eneste joven, en esa muchacha, pero ellos no la sentan y miraban distrados a otraparte. En medio de la iluminacin de la noche mundana su llama pareca mspobre que una antorcha, su voz resonaba como la de un pajarillo en medio delestruendo de una cascada. Dos mundos se entrecruzaban en su alma, y resultabaalgo insoportable el abarcar su oposicin con la sola mirada. Esta rutina, aqu,esta calle llena de hombres, que acuden a sus negocios, cada uno al suyo;zapatero o panadero, uno proporciona la leche, otro cuida de la correspondencia,en sus uniformes se conocen los oficios en que se reparten todos ellos. Haninstituido una autoridad y una jerarquizacin, muchos se llaman poetas, quedescriben en versos su trabajo, o incluso la disposicin de la existencia, y algunosregulan el comercio con el ser supremo. Muchos se conocen y se saludan entre s,y todos saben: todos juntos constituimos lo que se llama humanidad; unestremecimiento de orgullo les invade, un elevado sentimiento se apodera de ellos

    al pensar: nosotros somos ese crculo que lleva en s mismo su sentido y su ley;existe el pacto de que ninguno de nosotros saldr ms all de los lmites de esteparque cerrado. Nos sentimos llenos de consideracin respecto de los defectos denuestra fundacin, pero sospechamos fuertemente de todos aquellos que ponenen tela de juicio esta institucin como conjunto. Pues si en detalle algunas cosaspodran ser mejores, sin embargo en conjunto las cosas son lo que deben ser.

    Pero l vea las cosas de otro modo. Las vea con los ojos del Padre: lo questos designaban como defectos, era para l una lepra terrible en el rostro, como

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    campesino que se fue al campo para sembrar... Cientos de historias semejantes,y los nios abren los ojos y la boca y se sienten felices y contentos. Todo lo que eshumano puede convertirse en materia de parbola, y lo que la sabidura cre unavez desde lo alto de las estrellas hoy viene a ser, pues la sabidura peregrina entrelos hombres encubierta, el escabel sobre e que debe erigirse para que su voz

    resulte perceptible.De este modo se esfuerza el extrao e introduce no s qu extrao acentoen sus narraciones para que atraigan la atencin de los que le oyen. Un aroma yun sabor se su patria. Un aire que lo atraviesa todo, y se le oye pero nadie sabede dnde viene y a dnde va. Algo deba de tocarles y despertar su recuerdo dealgo que hace mucho tiempo pas, un dardo sutil e invisible deba de herirlos enun lugar insospechado. A travs de la envoltura de las palabras humanas deba deresonar como una msica lejana que llegara del paraso e hinchar las velas de lasalmas con anhelos.

    Pero las gentes tienen odos y no oyen. Tienen una inteligencia y sinembargo no entienden. Todos sus sentimientos estn cerrados al mundo real. Noslo son incapaces de interpretar sus palabras, sino tambin sus acciones y susgestos. Slo dentro de sus crculos pueden ordenar un suceso; lo entienden alreducirlo a su propio nivel. Llegan a comprender una coa nueva si la conocencomo parte de su antiguo acervo. Son como el ganado que slo ve y devora lahierba que conviene a su estmago. El prncipe de este mundo los retiene todavabajo su control, y ha puesto una venda en sus ojos. Cuando este hombre lesreparte pan en el desierto creen entonces ciegamente haber descubierto a sumaestro; echan a correr tras l como una manada de cabras en las montaas quehuelen a sal y sudor y l tendr que ocultarse de ellos huyendo para salvarse de lacodicia de sus impulsos. Pero sus pastores se han despertado del sueo yagudizan los odos llenos de confianza: han olfateado al enemigo primitivo, nodescansarn hasta que sucumba a sus maquinaciones.

    No, las palabras y las acciones no consiguen nada. Primeramente tienenque crear los ojos que puedan verle, e implantar odos que no existen a fin de quele puedan or, y un tacto desconocido para sentir a Dios y un nuevo olfato ypaladar para oler los aromas de Dios y gustar sus alimentos. Tiene que crear denuevo partiendo de su origen todo su espritu. Pero el precio que hay que pagarpor esto ser el ms extremo: tendr que tomar sobre s sus sentidos muertos,embotados, y perder a su Padre y a todo el mundo celestial. Su generoso y ricocorazn tendr que deshacerse en la muerte, en el infierno, y totalmenteaniquilado, y desbordado en un mar sin forma, tendr que entregarse a ellos comobebida de amor, que finalmente hechizar sus mseros corazones.

    El corazn del mundo tiene que forjarse primeramente su mundo. Lacabeza del mundo tiene que formarse su propio cuerpo. Hasta ahora en el mundoimperaba una ley: despierta amor lo que es hermoso, lo que nos agrada, lo que sepresenta como valioso a nuestro amor; el fuego de el noble simpata se enciendeen llamas y se alimenta con las preferencias del amado. La inclinacin humanapasa por el puente de los valores innatos. Y a la larga morira el amor que no sealimentara de dones mutuos. As lo quiere la naturaleza, pues Dios ha enriquecidoa sus hijos para que se enriquezcan mutuamente y para que se agraden unos aotros.

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    Pero qu comunin existe entre Dios y el pecado? Qu simpata podramediar entre la luz y la obscuridad? Una vez su Palabra cre el mundo de la nada,y ahora, por segunda vez, tiene que producir el mundo de la gracia de menos de lanada, del odio. Golpeando una roca hacer brotar agua. El mismo tiene queinventar lo que habra de ser digno de su amor. No slo tiene que dar el amor, sino

    incluso tiene que crear la respuesta al amor. En virtud de la palabra tiene quehacer donacin de la virtud de la respuesta. No tiene t alguno en el que perderse,en su soledad tiene que crear la figura recproca de su amor. Permite que lastinieblas se introduzcan en sus llamas; hace que el mundo que todava no leconoce se convierta en su cuerpo; y de la soledad de un cuerpo crea su esposa.

    Es como si el sol se elevara sobre el caos, e iluminara un mundo que slose compone de desierto, hielo y rocas. Nada de animales, ningn ser vivientesobre ese mundo, ningn bosque, ninguna paja, ninguna semilla, nada de huellas,ni posibilidad de vida. Y sobre esta muerte brilla la luz del mundo. Y brilla y brilla, yda tras da derrama sus tesoros y con serenidad paciente sale y se oculta,derrama su vida - y la vida era la luz de los hombres - hasta que un da sucede elmilagro y un primer tallo tierno aparece, y sigue un segundo, doce y setenta y doshasta que de la muerte generosa y santa del primer germen se prepara una capadelgada de tierra fructfera, el primer arbusto que echa las primeras sombras, elaire se llena de grmenes vitales, los ros ven reverdecer sus orillas y finalmente,cmo se extiende sin roturas la hermosa alfombra, aparece el rey y agradecidodirige abiertamente su rostro hacia la luz maternal que lo ha engendrado.

    Pero quin es este sol? Quin se ha lanzado a esta tarea del amor?Quin es la luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo? Es uncorazn como el nuestro, un corazn humano, que tiene sed de correspondenciade amor. Como son precisamente los corazones, llenos de clida locura, deesperanza incomprensible. Llenos de obstinacin. Un corazn que languidece sino se le ama. Quin vive toda una vida rodeado exclusivamente de enemigos? Ysi le sucediera a uno, como a Crusoe, vivir en una isla desierta, tendra el recuerdode una juventud y alimentara su soledad con imgenes de una amistad quequed ya muy lejos. Un corazn humano no es como Dios; no se cierra y gira entorno a s mismo, es indigente. El corazn humano llama, busca, necesita sangreextraa para vivir l mismo. Un corazn humano no es, como Dios, omnipotente;no puede crear con una sola palabra a la manera del Seor. Dios dijo: hgase! Yse hizo. Qu puede un corazn, si no encuentra correspondencia? Qu har, sino queremos amar?

    Todo ser ms difcil de lo que pareca visto desde el cielo. Visto desde allel amor era lo irresistible, lo habituado a vencer. Bastara aproximarse a loshombres con el cliz lleno, y sin ms los sedientos caeran de hinojos y suplicaranpidiendo un trago. Experimentaran la proximidad de la salvacin, no podranactuar de otra manera. Con esta conviccin vino al mundo. Y ahora que seencuentra revestido de la lbrega carne, y que en su corazn late este corazn decarne: qu extrao, qu distinto es todo de lo que l pensaba! Qu obscuroresulta este ropaje a la luz del cielo!

    Y qu prudencia va a ser necesaria! Con qu suavidad, con qu vacilacintiene que sentar el pie para que no tropiece la gente con su amor, para que no lointerpreten mal! Pues ellos experimentarn el gran calor de su corazn y

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    extendern sus brazos para abrazarlo. Pero l no se refiere a ese amor, y tendrque apartarse de ellos por amor, mantenerse fro y dominar su propio corazn. Yser todava ms difcil el que tendr no slo que dar su propio amor a los queama, sino que tendr que ensearles y formarles sin piedad para que logren lamisma misericordia, empujarlos a una soledad semejante a la suya que resulta

    mortal. Al hombre que ms ama tendr que atravesarle con siete espadasempuadas por l mismo, dejar intencionadamente y con plena conciencia quemuera su amigo (esto le causa suficiente amargura) y a los que l ha reunidotrabajosamente en su rebao, en su redil, los enviar indefensos como ovejasentre los lobos. No slo har sufrir a los que ama, para formarlos en la disciplina,sino que los sacrificar para iniciarlos en el nuevo misterio del amor.

    El mundo fue redimido por la soledad de un corazn. No por la bellasoledad de la clausura, que se reviste de proteccin a causa de las cicatrices quedeja la vida, sino por la soledad que nos abandona indefensos al trfago delmundo. Por una soledad en la que el corazn, sumergido suavemente en el aguahelada de las imposibilidades, debe sentir el amor como la fra cuchilla de unaespada y una herida permanentemente en carne viva. El pueblo es embotado ybestial, los sacerdotes estn al acecho, los discpulos son obstinados y disputanpor los primeros puestos, uno de los doce le traicionar; en la patria y en la ciudadnatal y hasta en la casa paterna el profeta slo encuentra desconfianza; susprimos le toman por loco. Para dar con l, se asesina a los nios. Ahora avanza l,quiere obligarlos al amor, les amenaza con la muerte eterna, si no comen sucuerpo y se manifiesta ante los tres amados con la magnificencia exttica de suhereditaria grandeza. Vuelve de su primera idea para que no amen a la fuerza, ynadie puede levantar tiendas de reposo en su luz celestial. Sea cual fuere la formacomo se dirija a ellos, siempre se escandalizarn. Semejante a un alfarero, quemodela su arcilla en el torno, l va modelando su corazn para ofrecerlo a loshombres de una forma nueva y diferente. En vano; no le prestan atencin. Ya losaben todo. Lo han pesado y lo han encontrado demasiado pesado. Qu ligero esel amor de ellos: comprendido rpidamente, practicado sin dificultades, simplecomo el dormir y el comer. Para qu ese esfuerzo extremado? La vertiginosadanza en la cuerda alta, el espritu dislocado, alterada la medida justa? Lorechazan, y l venga en medio de ellos como un extrao. En medio de su mundoDios ha aprendido a ser lo que era desde toda la eternidad: solitario y solo. Pormedio de la soledad ha redimido al mundo.

    Y sin embargo la soledad no es abandono. Pues tambin el sol est solo enel firmamento. Pero qu pasa si el sol se oculta en las tinieblas? Todos loscorazones viven de la esperanza. Slo ella impide el vrtigo que se siente sobre elpuente que se balancea al aire, sobre el puente del tiempo, vacilando segundotras segundo, sobre el abismo del no-ser.

    El corazn late - para qu? Para maana, para otros maanas bellos, y elcamino llano parece ascender siempre ante la vista. Venga a nosotros tu Reino. ElReino de los cielos ha llegado muy cerca de nosotros. Queda todava unmomento, hijos... pocos son los fieles, pero espera y trabaja, corazn mo, nosiempre se resistirn los dems. Simn, ves aquella mujer? -suena como untriunfo. Lo que ha resultado ahora, que la amarga envoltura se ha quebrado y elaroma se ha derramado as como las lgrimas, tambin te suceder a ti, fariseo,

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    aunque quiz un poco tarde. Esperanza del corazn de Dios. El Reino de loscielos es semejante a una semilla de mostaza que (dicho esto con una sonrisamisteriosa) es mucho menor que todas las dems semillas de la huerta..., y enespritu ve l el rbol, que brota del corazn, en cuyas ramas anidan los pjarosdel cielo, su copa se mece alta a la luz del sol, en alas del aire que viene del

    Padre.Pero su mirada se posa en la tierra, y despierta como de un lejano sueo.Dnde est el Reino? Y quin pertenece a l? Quin de estos doce, de estossetenta y dos es digno de franquear su umbral? Y dnde estn los dems, losinnumerables que el Padre le ha confiado? Ha crecido el Reino desde los dasdel bautismo del Jordn? No se han apartado de l las turbas, en la hora de lagran promesa? No le traicionarn tambin los doce? No se les escurrir deentre los dedos el Reino como un sueo huidizo? A qu hechizo se deberentonces su venida? Cmo voy a procurarlo? Cmo va a bastar un solocorazn, para transformar el infierno en paraso? Y no puedo decir: Padre, crea tel Reino!, pues t me has encomendado a m la tarea y has cargado el mundosobre mis hombros. Esperanza! - en qu? No en los hombres, y no en el tiempo,y tampoco en Dios... esperanza - en qu? En m mismo? En la fuerza de miamor? Pero es que llega hasta el final? Qu pasa si se niega? Y si yo tuvieraque darme en la cruz de que todo es baldo? Y el Reino se hunde en la noche, ymi corazn se despedaza con un gran grito, porque ya no puedo ms? Por qu lafuerza de Dios, a partir de la cual late - late en esperanza - se aparta de l? Ycuando me vea privado de la ltima gota de agua y de sangre, y contemple el cieloen un vaco inmenso, y la exigencia del airado juez me fulmine con terribleamenaza?

    Difcil es la tarea, pero ms difcil todava rehusarla. Es ms difcil laexperiencia de la impotencia y la certeza del fin. Tan improbable es la flor de lagracia que slo crece brotando de la roca ms dura de la imposibilidad. Se haceen vano la donacin de la gracia, y esta inutilidad de la misma debe sufrirse hastael fin. Pues en definitiva todo es baldo, tanto el mundo como la gracia. Si Diosperdona, su perdn es vano. Qu amor no es derroche?

    Por esto debe extinguirse el sol, y el corazn de Dios tiene que rehusar.Tan fuerte deba de ser este corazn que no se sustrajo a la extrema impotencia.Al igual que una barca con una va de agua empieza a hundirse, y ningn grito deauxilio puede salvarla del naufragio. Pues la sabidura de Dios haba resueltovencer en la derrota, y derramarse en solemne locura. Pues es locura morir poruna causa perdida. Es locura esperar cuando ya desde hace mucho tiempo todoest perdido. El amor de Dios se ha vuelto loco y se ha visto privado totalmente dedignidad.

    Ahora pone el pie en el suelo, en la maraa del mundo, en las tierrasmovedizas del pecado. Las oleadas de la tentacin salpican en torno: todava hayque salvar el Reino! Cree en tu poder! Confa en la estrella de los magos! Hazque las legiones de los ngeles te saquen de aqu atravesando el vaco! Haz elmilagro que encadene a ti su corazn: dales juegos y pan! Dobla la rodilla de sutemerario corazn (arrodillarse es bueno!) y dirige a m tu oracin! Padre! Grita elcorazn en su cada vertiginosa, en tus manos, que no siento, que se han abiertopara dejarme caer en ellas, que me acogern sobre el suelo del abismo, en tus

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    manos encomiendo mi espritu. En tus manos aliento mi espritu. Mi EsprituSanto.

    El corazn se ha convertido en espritu, y del soplo del Espritu haengendrado para s el nuevo mundo. Un gran estruendo llen la casa, lasventanas y las puertas volaron al igual que los ojos y los odos. Desde dentro

    revent la fuerte armadura blindada, y el velo se apart de la cara. El amor delcorazn ha amado hasta la aniquilacin, y habindose ocultado en s mismo,surgi en los corazones de los redimidos. En otros tiempos fue un sol que vivasolitario en la fra noche del mundo; ahora brilla y da luz, distribuido, unfirmamento de estrellas. Pareca que iba a luchar con las tinieblas y que dominadopor el caos iba a sumergirse en el pantano; pero no hay enemigo ms poderoso ninoche ms noche que la luminosa claridad de las tinieblas del amor.

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    IV

    Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Yo soy la raz, el tronco y la rama,modesto, podado y mutilado, cubierto a medias en el suelo, bajo la nieve y latierra, pero vosotros sois mis flores, vosotros sois mi fruto. En las largas noches deinvierno reno mis fuerzas, voy sorbiendo de la escasa tierra y de las secaspiedras, gota a gota, la inspida agua, pero bajo las tormentas del ao y loshuracanes voy laborando rama tras rama, voy desudando mi preciosasangre, mi dorado vino. Esta sangre, este vino; sois vosotros. Yo soy la vid,vosotros sois el vino de mis lgrimas. Primeramente como sarmientos, jugosos ytiernos, maleables como serpientes, brotis en movimiento ascensional; ansiososde vida, de libertad, tendis a salir de la griscea y nudosa cepa, buscis la propiaexistencia, y os repantingis al sol gustando de la vida. Extendis largos brazospara captar, para enlazar, para encadenar a vosotros todo ser viviente que semueve. Vosotros llamis a eso conocimiento y amor. Las ramas trepadoras selevantan hacia el cielo, en direccin a la luz y a las estrellas, con ansias deaprehender a Dios, pero lo que cogen con sus corvos dedos es aire y nada.

    Yo soy la vida y yo mismo he empujado y creado el instinto y la tendenciapues el verano sigue a la primavera y la sabidura se madura con la decepcin.Pero mi padre es el agricultor, y todo sarmiento que no produce fruto en m, l locorta. El salvaje impulso de los sarmientos cae a tierra bajo la podadera;nuevamente me veo privado de cabellera, y la mayor parte de vosotros se agostay est destinado al fuego. El hierro candente atraviesa vuestros apetitos de mundoy de Dios; atacados en raz sucumben impotentes cubiertos de llamas, y lo quetodava parece ejercicio de vida, es llama de la muerte, que va devorandomiembro tras miembro. Haced que este fuego arda en vuestros miembros, puesardis en m y para m. A m se me ha entregado todo juicio y nadie viene a m sino es a travs del fuego. Ningn codicioso entrar en el Reino de los cielos.

    De la cepa tambin brotan hojas, jugosas y brillantes, y estn hinchadas de jugo hasta llegar a un tamao moderado, en pleno verano se despliegan y seendurecen y adquieren un color obscuro; a travs de ellas respira el rbol.Articuladas bellamente, con bordes agudos y exactos, desarrollan su naturaleza,semejantes unas a otras, pero sin embargo ninguna es igual a la otra. Vueltashacia el sol beben la luz y devuelven a la cepa un calor vivificante. Todas ellastienden hacia la claridad y aun cuando surja mucha sombra, se extienden de talmanera que cada una recibe su parte de luz. Y naturalmente la cepa necesita delfollaje, y mientras dura el verano parece que ste es su fruto. Muchos seres hayen el mundo y a travs de vuestra naturaleza corre un movimiento de dilatacin y

    agitacin. Y sin naturaleza no entrara fruto alguno en los graneros celestiales.Pero he aqu que el sol de Dios es duro, agosto quema como un horno, desdehace semanas no ha cado una gota de lluvia. La cepa ya no contiene humedadpara poder reverdecer. Corre un estremecimiento a travs de todas las hojas:saben que han sido sacrificadas. Esta vez ya no habr necesidad de podadera, lasabia naturaleza forma por s misma una pequea e impenetrable capa entre lasramas y el suelo. De este modo el largo otoo da comienzo a su frescor, y prontocon escarchas y como una imagen aureolada de un amor perdido, como la idea

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    del verano que pas se da en las hojas el juego del rojo y el amarillo: recuerdo, -espejo interior de los que no es - el ojo de la vida vuelto hacia dentro. Hoja, dejaque el viento sople, no te aferres a la rama. T eres solamente el vestido, no elcuerpo. Y toda cosecha es una fiesta de la muerte. Mira, yo mismo, la vid, sacudode m lo superfluo. Haz que tu ser se mueva y acurdate del fruto.

    Tambin tuve flores; insignificantes, incomparables a las grandes flores dela tierra. Y escondidas entre las hojas se encontraban las abejas y los abejorrosque en silenciosa cohabitacin esperan su hora. Y mientras en torno amarillea lasegada pradera, rebosan y se hinchan las uvas. Durante largo tiempo estninmaduras y son amargas y duras; tened paciencia, uvas mas, yo soy el que osregulo. Al principio parece que no soy nada, como una spera piel colgisobscuras a la sombra de las hojas, temeroso rebano. Todava no creais en m;pensbais afligidas cmo os ibais a alimentar de la escasa lluvia, del ausente sol.Y no sabais que toda la fuerza procede de dentro, de m. Sin m no podis hacernada. No digo: poco; digo: nada. Pero el que permanece en m y yo en l, se damucho fruto. Yo mismo doy fruto en l, y l es el fruto. Mi Padre es glorificadoporque vosotros dis mucho fruto.

    Por qu os lanzis a la actividad, al trabajo? Yo soy la vid, yo soy el queacto. Cul es vuestra actividad sino vuestra maduracin? Dejad que mi saviasuba hasta vosotros, para que colguis pesados y dorados; entonces el confusosueo de actividad de los retoos primaverales madurar en vuestros henchidosgranos, as como la embriaguez veraniega de las hojas y toda la obra de la tierra.Podis contener en vosotros el sentido de la tierra, pero por medio de m. Y sialguna vez en la glorieta del cielo escanciis este vino para el banquete de bodasdel Cordero, en l est contenido todo el mundo - como espritu-. Entonces sepodr catar el lugar y el ao de la cosecha de salvacin, y saborear el gusto detodo el paisaje del que procede, y no os veris privados ni de la ms pequeafelicidad. Pero en la vid todo est vuelto invisiblemente hacia dentro, y los lmitesque separan a las cosas han quedado difuminados en el flujo unificador, y todacodicia fermentadora pereci y toda obscuridad resucit convertida en claridad.

    Yo soy la resurreccin y la vida. Pero no como el mundo la conoce, comocaduco girscopo de primaveras y otoos, como molino de melancola, como torpeimitacin de la vida eterna. Toda vida y muerte del mundo es a la vez una granmuerte, y yo convierto esta muerte en vida. Desde que yo pis el mundo, comenza circular en las venas y ramas de la naturaleza una savia nueva, desconocida; laspotencias del destino, la potencia de los planetas, los demonios de la sangre, y loque de ms siniestro se esconde todava en los cncavos pliegues de la creacin:todo esto es sometido a dominio y transformacin y debe obedecer a la supremaley. Toda forma del mundo es para m mera materia que yo aliento. Y noinjertndola desde fuera a la vieja vida, al antiguo mbito de Pan, sino que desdedentro transform ese mbito, como vida de la vida. Todo lo que muerte, revierte am; todo lo que otoea, viene a parar a la playa de mi primavera; todo lo que secorrompe, sirve de abono para mis flores. Todo lo que niega, est ya convencido,todo lo que codicia, est ya enajenado, todo lo que se vuelve rgido, est yaquebrado.

    Yo no soy uno de los resucitados; yo soy la Resurreccin. El que vive enm, el que est incorporado a m, est incorporado a mi resurreccin. Yo soy la

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    transformacin. Come el pan y el vino y se transforman, as se transforma elmundo en m. El grano de mostaza es insignificante, sin embargo, su fuerzainterior no descansa hasta que con su sombra cubre todos los arbustos delmundo. De este modo mi resurreccin no descansa hasta que salta en pedazos elsepulcro de la ltima alma, y mis fuerzas alcanzan hasta la ltima rama de la

    creacin. Vosotros veis la muerte, sents el descenso hacia el fin; pero la muertemisma es vida, quiz la vida ms viva, es la profundidad obscurecedora de mivida, y el mismo fin es el comienzo y el descenso mismo es el impulsoascensional.

    A qu se llama todava muerte, despus que yo he muerto la muerte? Notiene ya desde ahora toda muerte el sentido y el sello de la ma? No es susignificado el de un abrazo y el de un sacrificio perfecto en el seno de mi Padre?Con la muerte caen las barreras, con la muerte se abre violentamente el castillosiempre cerrado, la esclusa se revienta, las aguas corren libremente. Todos losterrores que le rodean son nieblas matinales que se deslizan hacia el azul.Tambin la muerte de las almas, cuando se cierran speramente ante Dios, sefortifican, se amurallan, cuando el mundo se hacina en torno a ellas y todo amorse convierte en algo as como olor de corrupcin y se agosta la esperanza y unaamarga obstinacin se rebela y silba desde lo profundo como las vboras: no hesufrido yo todas estas muertes y qu puede vuestro veneno contra el mortalantdoto de mi amor? Todo horror le sirvi de ropaje, en el que se ocultaba, y fuecomo un muro que tuviera que atravesar.

    No temis ante la muerte. La muerte es llama liberadora del sacrificio, y elsacrificio es transformacin. Y transformacin es comunin con mi vida eterna. Yosoy la vida. Quien cree en m, el que me come y me bebe, tiene la vida en s, lavida eterna, la tiene ya aqu y ahora, y yo le resucitar en el ltimo da.Comprendis este misterio? Vosotros vivs, obris, sufrs, pero no sois vosotros:otro vive, acta, sufre en vosotros. Vosotros sois el fruto que madura, pero soy yoel que produce la madurez, lo que os madura a vosotros. Yo soy la fuerza, laplenitud que se derrama sobre vuestro vaco y lo llena, pero al llenar la plenitud sellena en el vaco, y por consiguiente vosotros sois mi plenitud. Vosotros menecesitis, porque no podis hacer nada sin m, y yo os necesito (aun cuando nonecesite de criatura alguna) para manifestar mi plenitud derramndola. De estemodo vosotros vivs en m y yo vivo en vosotros. Yo soy la simiente que cae envuestro surco y muere, y cuando yo resucite de vuestro suelo, es vuestra simienteque se levanta. Y tambin sois vosotros el grano de trigo que cae en el surco deDios y muere en el bautismo y en la crucifixin, y cuando vosotros resucitis, soismi cosecha. Dos vidas resultan visibles, y sin embargo se trata de una sola. Puesen la espiga no se puede distinguir lo que procede del terreno y lo que haedificado la fuerza de la planta. El material de construccin es siempre el mismo,pero se ensancha de manera nueva en los vnculos de la vida orgnica, y se haennoblecido hasta la osamenta misma del ser. As pues vivid libremente, pero noya vosotros, sino que yo vivo en vosotros. Por esta razn sois mi propiedad, mifruto, mis sarmientos. Pero tambin yo soy vuestra propiedad, pues yo me hedado a vosotros, y vosotros disponis de m como de vuestro ms ntimo ser. Yano os pertenecis a vosotros mismos, os habis convertido en templos de Dios;

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    pero tampoco yo me pertenezco a m mismo, me he convertido en la cantera dedonde se saca la piedra para el templo del mundo.

    Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. Habis florecido a partir de m: ossorprendis de que una gota de la sangre de mi corazn se infiltre en todosvuestros sentidos y deseos? Os sorprendis de que los pensamientos de mi

    corazn se infiltren en vuestro corazn mundano? Cundo revolotea en vosotrosun susurro, y da y noche sents un zumbido y un seuelo? Hacia el amor quequiere sufrir; hacia el amor que redime juntamente con mi amor? Que ossobrevengan las ganas de arriesgar vuestra vida y todas vuestras fuerzas yponerlas en juego por vuestros hermanos? Y tratar de completar en vuestropropio cuerpo lo que todava falta a mi pasin, y que tiene que faltar mientras yono sufra mi pasin en todos mis miembros y ramas? Pues naturalmente todosvosotros habis sido redimidos exclusivamente por m, pero yo soy el Redentorintegral, slo unido a cada uno de vosotros. Queris llevar a cabo conmigo lagran transformacin y edificar el Reino del Padre? Queris vivir mi conviccin, ladel que no se aferr convulsivamente a la forma de Dios, sino que la quebr y lavaci y comenz a derramarse con nimo de servicio y humildad hecho obedientehasta la muerte de cruz? Lo queris? Pues en vosotros tiene que culminarse miobra y esto se llevar a efecto cuando mi corazn lata en el vuestro, y todos loscorazones, sumidos y dctiles, latan juntamente en mi corazn para el Padre. Loqueris? Sin embargo, todava no lo queris. Todava lo rehusis. Siempre medejis en la estacada. Todava segus pensando: El es el redentor, no nosotros!Es cierto que lo soy yo, y tendr que desangrarme y expiar hasta que locomprendis. Y mientras os oponis, en medio de vuestra oposicin estis a mimerced, vuestra soledad derramar lgrimas por m vuestra descompuestaobstinacin terminar reconocindome.

    Y no muero yo por medio de vosotros, sarmientos mos? No me hedebilitado para fortaleceros a vosotros? No he sufrido por largo tiempo la vacasoledad dentro de la cual os fortificis? Y si ardis convirtindoos en grisescenizas, no saldr victorioso extinguiendo en vano lo que ya no se puede salvar?La espada con la que atravesis mi costado, no es la misma que sale de mi bocaseparando, como fuego vivo, el espritu y el alma, penetra en las articulaciones yen el corazn? No soy yo el imn que atrae todo hacia s, hasta los clavos delcasco de los barcos, para que se oculten en m? Desde hace ya mucho tiempo migracia fluye a vuestras vacas vasijas, y permits que sigan estando vacas envosotros, sacis vuestros brotes de mi semilla, y t, esposa ma, Jerusaln, tecomportas como una prostituta. Pero he aqu que nada puede impedir ya laimpotencia con la que me debilitas. Cuando soy dbil, entonces tengo fortaleza.Permite que mi debilidad te comunique impotencia, oh esposa ma, y que en tinazca el fruto de tu cuerpo, el hijo de nuestro amor. Qu ms tiempo quieres queyo complete tu negativa con mi pasin, durante cunto tiempo quieres cargar elpeso sobre m, que llevado conjuntamente, producira la alegra del Reino de loscielos? Qu rama rechaza la savia, que concentrada laboriosamente en lasraces, es empujada hacia arriba a travs de largos canales, para serle finalmenteofrecida? O tengo que asemejarme a los rboles resinosos que a travs de unahendidura desudan su sangre al exterior dejndola caer en escudillas que le hansido adheridas? Cunto tiempo todava separas mi soledad de la tuya, en lugar

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    de hacer que se confundan en la unidad de un nico amor? La soledad amorosafructifica; la soledad que se resiste no fructifica, aun cuando sufra.

    No os escandalicis, sarmientos, por la deformacin de vuestro tallo. Nodespreciis la impotencia que os fortalece. Pues en m est activa la muerte, envosotros la vida. Vosotros estis ya hartos, os habis hecho ya ricos, habis

    llegado a la magnificencia sin m. Si fuera verdadera magnificencia, yo podrareinar en vosotros. Pero mientras vosotros sois fuertes, yo todava soy dbil;mientras vosotros brillis de gloria, yo soy despreciado; hasta este momento sufrode hambre y de sed, de desnudez y de golpes, soy aptrida que trabaja con susmanos duramente, el maldecido que bendice, el perseguido que lo soportapacientemente, el consolador calumniado, la basura del mundo - todava hoy enda - y siempre el agua que mana y en la os lavis todos vosotros. Y al igual queme despreciis a m, as despreciis tambin a mis discpulos y enviados, puestambin en ellos rige la misma ley de impotencia, y porque toda vida toma suprincipio de la impotencia y hasta de la ignominia, as les he asignado a ellos elltimo lugar, como a malhechores, que han sido condenados a muerte. Pero ascomo yo, crucificado en impotencia, vivo por la virtud de Dios, tambin ellos semanifestarn vivos frente a vosotros, vivos en m por la virtud de Dios. Pues heaqu que en ellos mi vida ha comenzado a circular y madurarlos como primicias demis frutos. As como el fresal produce largos esquejes y en sus extremos seforman races y una nueva planta, as he multiplicado yo mi centro y creadonuevos centros en corazones derivados del mo. Mis hijos se convierten enpadres, y de la sangre de mis apstoles florecen nuevas comunidades. Pues migracia es siempre fructfera, y mi donconsisten en dar una y otra vez la gracia. Mitesoro consiste en derrochar, y slo me posee el que me distribuye a los dems.Yo soy la Palabra, y de qu otro modo se posee la palabra, sino pronuncindola?

    Yo soy la cabeza, vosotros los miembros. Lo que yo pienso y siento, debismanifestarlo y hacerlo. Yo transformar el mundo, lo modificar mediantevosotros, mis manos y mis pies. El plan es invisible mientras est en el cerebro,pero paso a paso va adquiriendo forma gracias al cuerpo. Cuando yo, como unhombre entre muchos otros, caminaba de incgnito por los campos de Judea,quin saba qu era yo? Aquel hombre era tan slo el germen de lo que soy, quetodava no haba nacido en absoluto. Pues hasta la cruz no se oyeron mis doloresde parto, y al resucitar yo, la luz del mundo, me acerqu a la luz del mundo. En miAscensin me hice invisible, y penetr en el mundo como alma y espritu, ycreciendo en edad y sabidura empec a mostrar mi plenitud en los espritus y enlas almas. Y os comunicar la riqueza de mi corazn, para que gracias a miespritu logris fuerza y energa de acuerdo con el h