VOLVERTE A CONOCER

MAY MARS

ÍNDIC E

Nota del EditorQR

Capítulo 1Capítulo 2Capítulo 3Capítulo 4Capítulo 5Capítulo 6Capítulo 7Capítulo 8Capítulo 9Capítulo 10Capítulo 11Capítulo 12Capítulo 13Capítulo 14Capítulo 15Capítulo 16Capítulo 17Capítulo 18Capítulo 19Capítulo 20Capítulo 21Capítulo 22Capítulo 23Capítulo 24Capítulo 25Capítulo 26Capítulo 27Capítulo 28Capítulo 29Capítulo 30Capítulo 31Capítulo 32Capítulo 33Epílogo

NotasAgradecimientos

S I N O P S I S

Volverte a conocer es una novela en la que reinan las segundas oportunidades.

Mina Swan es una joven acostumbrada a huir de los problemas en vez de enfrentarse a ellos.Sin embargo, cuando regresa a su ciudad natal, Nueva York, un nuevo trabajo en una empresa en laque nunca hubiese pensado trabajar, y el reencuentro con sus antiguos amigos y enemigos hará quetenga que enfrentarse de nuevo a los fantasmas que un día dejó atrás.

Cuando todo lo que la hizo huir amenaza con destrozar su vida de nuevo, Mina tendrá quehacer frente a sus inseguridades y aprender a dejar atrás el miedo a enfrentar su pasado.

La vida le brindará la oportunidad de conocer de nuevo a aquellos que dejó atrás y deencontrar el amor.

C R É D I T O S

Primera edición, Diciembre 2018

© 2018 May Mars

Quedan prohibidos dentro de los límites establecidos en la ley y bajo los apercibimientos legalmente previstos, lareproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, ya sea electrónico o mecánico, eltratamiento informático, el alquiler o cualquier otra forma de cesión de la obra sin la autorización previa y porescrito de los titulares del copyright.

Contacto: maymarsbooks@gmail.com

Web: http://www.maymarsbooks.com

Creado con Vellum

N O T A D E L E D I T O R

Esta es una obra de ficción. Los nombres, personajes, lugares y acontecimientos que aquíaparecen son producto de la imaginación de la autora y son totalmente ficticios. Cualquierparecido con personas reales, vivas o muertas, negocios, eventos o locales es mera coincidencia.

http://www.maymarsbooks.com

Todo lo que tenemos que decidir, es qué hacer con el tiempo que se nos ha dado.

— J. R. R. TOLKIEN

A todos aquellos que nos han abandonado físicamente, pero que siempre vivirán en nuestroscorazones.

0

C A P Í T U L O 1

7.00 am. –música– 'I won't suffer, be broken, get tired, or wasted. Surrender to nothing, orgive up what I started and stopped it, from end to beginning, a new day is coming...'

'No sufriré, me romperé, me cansaré o desperdiciaré. No me rendiré a nada, orenunciaré a lo que comencé y terminé, de principio a fin, un nuevo día se acerca…'

Alargué mi mano en busca del maldito móvil y cuando lo toqué, supe sin mirar que habíapulsado el botón de snooze (aplazar).

'Cinco minutitos más'. Me dije para mí misma.Me encantaba aquella canción de 30 Seconds To Mars, y de hecho, ese era el motivo por el

que me despertaba con ella cada mañana. Me cargaba las pilas el simple hecho de escucharla yme levantaba con la energía suficiente para comerme el mundo, o al menos el desayuno. Perosabía que iba a ser un día duro y mi creciente miedo, perdón... pánico al fracaso, hacía quedeseara esconderme en una cueva alejada de toda forma de vida hasta que el mundo se olvidasede mí. Evidentemente, eso no iba a pasar.

07.05 am. –música– 'I won't suffer...'No dejé que sonara más, pulsé, de nuevo sin mirar, el botón dismiss (descartar) que aparecía

en mi teléfono y me levanté, me estaba desperezando justo en el momento en que mi adorablecompañera de piso entró en mi habitación, por supuesto, sin llamar.

—¡Hey Mina! —La miré con los ojos entornados y continuó en un tono menos jovial. —¿Unmal día?

—Un mal siglo. —Respondí citando a uno de mis personajes de ficción favoritos, DamonSalvatore, sin poder evitar fruncir el ceño en su dirección.

Salió de mi habitación como un rayo, cualquiera que me conociese sabía que, si no estaba dehumor era mejor no ponerse en mi camino, Kate había aprendido aquella lección a la fuerzaalgunos meses atrás. De hecho, estaba bastante segura de que no tardaría mucho en convencer a sunovio de buscar algún apartamento juntos y así poder huir de mí, tampoco me importaba reconocerque no veía el momento de perderla de vista. Y eh, no es que Kate no me cayera bien, de hechopodría afirmar que era una de mis mejores amigas, pero no atravesaba precisamente la mejorépoca de mi vida y no me apetecía en absoluto compartir mis bajones con nadie. Haber vuelto aNueva York había sido un maldito error.

Conseguí meterme en la ducha sin incidentes y al salir me puse mis vaqueros ajustados, misbotines y una camiseta negra cuyo dibujo apenas se distinguía debido al desgaste.

Esa era yo, Mina Swan, una chica de 25 años, soltera y cabreada con el mundo.A juzgar por mi look nadie diría que me dirigía a mi primer día de trabajo en una de las

empresas más importantes, y elitistas, del país.

Un par de semanas antes, mi padre me había llamado para darme la maravillosa noticia de quehabía hablado con su amigo Kevin Wilson, quien dirigía una empresa de publicidad, para que meofreciera un puesto de trabajo. Yo, claro está, no se lo había pedido.

Me acababa de quedar sin trabajo y sin novio unos meses atrás, y me había regodeado en mimiseria y mi mala suerte hasta darme asco a mi misma. Pero de ahí, a meterme en la boca del lobohabía un maldito mundo.

Kevin Wilson era algo más joven que mi padre, y un arrogante hombre de éxito con dos hijosque eran algo así como la noche y el día. Dare y Jayden no podían ser más distintos.

Los conocía desde que tenía uso de razón, ya que mi madre y mi padre consideraban que habíaque lamerle el trasero a cualquier persona bien posicionada socialmente, y para qué engañarnos,los Wilson eran algo así como la realeza.

Dare era un maldito demonio, y aunque Jay siempre intentaba arreglar sus maldades, el hechode que me hubiese hecho la infancia y gran parte de la adolescencia un maldito infierno noayudaba a que conservara un buen recuerdo de aquella familia.

No obstante, mi padre no aceptaba un no por respuesta así que tras una entrevista, que no fuemás que una mera formalidad, el señor Wilson me había contratado como publicista, másconcretamente como subdirectora de marketing, así sin anestesia ni nada. El día que me hizo laentrevista me había dejado entrever que sus hijos también trabajaban en la empresa familiar y que,seguro que se alegraban de verme por allí. ¡JA!

Me sentía como una res camino al matadero cuando salí de casa, no sin antes tomarme mi tazade café acompañada de una rosquilla cubierta de chocolate blanco y rellena de crema. Tenía laventaja de no engordar pese a comer como una lima, debía ser la única herencia positiva de mipadre, ya que por lo demás podría decir que era adoptada y nadie sospecharía. De padre morenode ojos color miel, y madre pelirroja de ojos verdes salí yo, rubia de ojos grises, y con la carnedónde debía estar y en su justa medida para resaltar las curvas sin parecer vulgar, nada que vercon el espárrago que tenía por progenitora. De mi físico no podía quejarme, era mona, algo buenodebía de tener, ¿no?

Cogí el metro y después caminé hasta el edificio Wilson & Co.No era menos impresionante que la primera vez que lo había visto hacía quince días.Me dirigí directamente al ascensor y tras llegar a la planta 24, a través de la zona de descanso

y, siguiendo las instrucciones que había recibido por e-mail, me presenté en el despacho de mijefe. Iba a llamar cuando una voz femenina y tremendamente sensual me advirtió.

—El señor Evans todavía no ha llegado, si quiere dejar un mensaje...—Oh, mi nombre es Mina Swan, hoy es mi primer día y el señor Wilson me indicó que debía

presentarme aquí cuando llegara para recibir instrucciones.—¿Tú eres Mina Swan? —Sin ningún tipo de pudor me dio un repaso que me hizo

avergonzarme.—¿Sí?—¿Me lo estás preguntando?—Por supuesto que no. —Recuperé mi integridad, creo. —Lo estoy afirmando.—Tu despacho está justo al lado, todo lo que necesitas está en la mesa.—Gracias.—Mina.—¿Sí?—Que quede claro, no soy tu secretaria.—En ningún momento he pensado lo contrario.

Salí escopetada de allí en dirección a la sala de descanso, necesitaba calmarme antes deaveriguar cuál era mi despacho. Caminaba por el pasillo sin levantar la mirada de las baldosas,mientras repasaba mentalmente la surrealista conversación que acababa de vivir, cuando derepente choqué contra algo, o mejor dicho, alguien.

Levanté la mirada avergonzada para disculparme cuando me quedé paralizada y sin palabras.¿De dónde había salido aquel Dios?

Tenía frente a mí un hombre impresionante de unos 28-30 años, pelo negro y unos más queimpresionantes ojos azules que quitaban el hipo. Llevaba el pelo revuelo y le caía con sensualidadhasta debajo de las orejas, en una de ellas brillaba un pendiente, no pude ver si también llevabauno en la otra. Su mandíbula cuadrada y rasgos duros, junto a la sombra de una barba quecomenzaba a crecer, y un cuerpo alto y musculoso me hicieron perder, momentáneamente, todo elsentido común. Decir que estaba bueno sería quedarse corta, lástima que tuvo que abrir esa boca ade labios gruesos y sugerentes, dientes perfectos y aliento a menta fresca.

—¡Joder! Mira por dónde demonios vas. —Soltó con una voz ronca que me dejó sin aliento.—P-p-perdón. —Logré musitar.Sin más, gruñó algo que no entendí y me dejó allí plantada como un poste con cara de tonta.

Tan solo eran las 8 de la mañana y el día no hacía más que mejorar... Me palpitaban hasta partesde mi anatomía que pensé que no volverían a tener vida después de Matt, mi ex.

Llegué hasta la máquina de café y maldije al ver que no había ningún botón en el que sepudiera leer "tila", necesitaba una doble, o triple.

Saqué una botella de agua y volví sobre mis pasos para buscar mi despacho cuando choqué denuevo con alguien.

Otra vez no, no podía estar pasando.—¡Lo siento!—No pasa nada, ¿Estás bien?Esas palabras me desconcertaron y levanté la mirada.Solté el aire que no sabía que estaba reteniendo cuando me di cuenta que no era el hombre de

antes. Este tenía el pelo más claro, más corto y perfectamente revuelto. También era alto y decomplexión atlética, mandíbula cuadrada y ojos azules, pero su mirada era mucho más agradable,sus ojos eran de una azul intenso, de esos azules tan intensos que parecen pintados. No era tanguapo, ni tan corpulento como el de antes, pero era condenadamente atractivo.

¿Es que en esta empresa sólo contrataban tíos buenos? Por suerte, no tenía nada que ver con elmacizo de mala leche de antes. Le rodeé, tras asentir con la cabeza, para seguir avanzando cuandome cogió suavemente del brazo para detenerme.

—¿Eres Mina? ¿Mina Swan?—Sí, ¿nos conocemos?—¿No me recuerdas? —Pareció sorprendido.—Lo siento, pero no caigo.—¡Soy Jay! Jayden Wilson. Íbamos al mismo instituto y nuestros padres son amigos.—¿Tú eres Jay? —Aquel hombre no tenía absolutamente nada que ver con el Jay que yo

recordaba.—¿Tanto he cambiado? Espero que a mejor.—Definitivamente. —Mierda, lo había dicho en voz alta y me avergoncé de inmediato.—Mi padre me dijo que te había contratado, me alegro mucho de verte Mina, ¿Cuánto hace

ya? ¿Cinco años?—En realidad son ocho.

—Es cierto, nos abandonaste antes de tu último curso.—Bueno, tú ya habías terminado el instituto, así que no tenías por qué acordarte.—Me acuerdo perfectamente, volví de la universidad por vacaciones y fui a tu casa a buscarte

para devolverte el libro que me habías dejado el verano anterior, pero tus padres me dijeron quete habías ido a Los Angeles, nada menos.

—N-no sabía nada de eso, Jay…—Aún tengo el libro, si quieres recuperarlo." Se carcajeó, dejándome más sorprendida, si es

que eso era posible.—Creo que ya te pertenece a ti, siento haber desaparecido así, no pensé que nadie se daría

cuenta.—Espero que hayas aprendido a valorarte como debes, Mina, claro que te echamos de menos.—Gracias Jay, veo que hay cosas que no han cambiado.—Ven, he venido a buscarte para enseñarte el edificio y tu despacho.—¿Tú?—¿Por qué no? Me ofrecí cuando mi padre me dijo que trabajarías con nosotros.—Vaya, no sé qué decir.—Un gracias estaría bien, pero trantándose de ti no es necesario que digas nada.Se encogió de hombros antes de comenzar a andar y tuve que acelerar el paso para alcanzarle.Mi primer día no estaba yendo como esperaba, aunque tampoco es que eso fuera

necesariamente bueno. Tras recorrer el edificio y ponernos al día mutuamente sobre los últimosocho años, más o menos, Jay me dejó en la puerta de mi despacho con una sonrisa de anuncio dedentífrico y la promesa de comer juntos pronto. Aunque físicamente se había vuelto cañón, en elfondo seguía siendo el chico amable y simpático que yo recordaba. Ya no llevaba gafas, se lehabía oscurecido el pelo y sus rasgos eran más masculinos, tampoco vestía como recién salido delclub de campo más snob del universo, sólo llevaba un traje a medida, lo normal… pero en elfondo era el único Wilson que me alegraba recordar y ver.

Tal y como había dicho la secretaria del señor Evans, mi jefe, allí tenía todo lo que necesitabapara ponerme a trabajar. Aunque había obviado comentar que había documentos como paratrabajar un año entero sin descanso. Como no tenía nada mejor que hacer e iban a pagarme, y muybien, por ello, me puse a trabajar sin descanso hasta que unos golpes en la puerta me distrajeron ycomprobé en mi smartphone que era la hora de la comida.

—Adelante.—¿Vienes comer?Era Jay, y por algún motivo me alegró su gesto, así que asentí mientras sonreía como una

idiota y me apresuraba a llegar hasta él.Durante el paseo hasta la cafetería fui mirando a todos lados con el temor de encontrarme con

el hermano maligno, el hecho de que Jay me hubiera localizado me hizo pensar que si su hermanotambién estaba al corriente, tal vez estaba preparando un plan diabólico para dejarme en el másespantoso de los ridículos. Pero mi nerviosismo no pasó desapercibido para mi compañero o jefe,o lo que fuera que era él.

—¿Buscas a alguien?—¿Ehm? No, no claro que no, a nadie.—Dare está fuera de la ciudad.—¿De verdad? —Mi alivio debió ser más que evidente, por la risotada del que todavía no

sabía si considerar amigo.—Eso tengo entendido, estará toda la semana fuera.

—Podría ser mejor un mes, o un año... ¡No, espera! ¿Qué tal para siempre?—Vaya, veo que aún le guardas un poco de rencor. —Jay parecía francamente sorprendido por

mi reacción, cosa que me resultó molesta, ¿es que se había olvidado de todo por lo que me habíahecho pasar su hermano mayor?.

—¿Un poco de rencor? ¡Ese maldito demonio me hizo la vida imposible!—Tuvo una adolescencia complicada. —Dijo encogiéndose de hombros, como tratando de

restarle importancia al asunto, lo que hizo que respondiera de forma molesta. Para mí no era unasuntito sin importancia.

—Tuve que irme de Nueva York por su culpa.—¿Te fuiste a Los Angeles por Dare? —Se detuvo mirándome con los ojos de par en par y

sentí la necesidad de explicarme.—A causa de Dare. Jay, sé que es tu hermano mayor, pero tirarme el ponche encima a

propósito, robarme la ropa tras gimnasia, abrir mi taquilla y utilizarla para todo tipo de bromas demal gusto, llamarme gatita delante de todo el mundo, quitarme las gafas ni sé el número de veces,y la chaqueta en pleno invierno para hacerme volver a casa muriendo de frío, tirarme pintura en elpelo... Y un sin fin de maldades más, todo eso en mi primer año de instituto, no fue unaadolescencia complicada, fue un ser maldito cabrón. Me amargó para el resto de los cursos hastaque me tuve que ir.

—Pero Dare ya no estaba en el instituto cuando te fuiste, él es más mayor y… —¿Le estabajustificando? Ah no, eso no lo podía permitir, así que le corté.

—Sí, Jay, él estaba en último curso cuando yo entré y me convirtió en el blanco de todos losgraciosillos que vinieron tras él.

—Lo siento.—No fue culpa tuya.—Tal vez… —Parecía que fuese a añadir algo, pero finalmente no dijo nada más, tal vez fuese

mejor así, Jayden me caía bien, pero defender lo indefendible no haría nada a favor de nuestraposible amistad.

Cambiamos de tema al llegar a la cafetería, cosa que agradecí, me estaba poniendo de losnervios recordar a cierto ser que no debe ser nombrado. Tan sólo recordarle me hacía estremecer,podía verle frente a mí, con su sonrisa ladeada y su aspecto chulesco. Sus ojos eran tan azulescomo los de Jay, pero más claros e impactantes, su pelo castaño siempre muy corto y era elcapitán del equipo de fútbol, o lo que es lo mismo, un maldito armario ropero.

Agradecí inmensamente que el resto del día pasara sin pena ni gloria, pude volver a laseguridad de mi apartamento sin más incidentes que mi reencuentro con Jay Wilson. Tal vez él norecordara todas las veces que se disculpó por su hermano, o las veces que me advirtió paraevitarle y protegerme, pero yo las recuerdo todas y cada una de ellas y, aunque eso no impidió queel simple hecho de escuchar su apellido me causara náuseas durante años, tenía que reconocer queél no era su hermano y que me alegraba tenerle de nuevo en mi vida, o en mi trabajo en este caso.

Kate había hecho la cena y nos sentamos juntas frente a la televisión mientras poníamos verdesa algunos de los concursantes del programa de talentos del momento que arrasaba en televisión.No es que ninguna de las dos fuera una experta en la materia, pero había que ver lo bien quesentaba meterse con los demás y no ser el centro de las bromas, al menos durante un rato. Antes deacostarse me interrogó sobre mi primer día en Wilson & Co., Jay fue su centro de atención desdeque mencioné su nombre.

—¿El hermano del muñeco diabólico?—El mismo, ha ganado con los años, como el buen vino.

—¿Es tu jefe?—Directamente no, mi jefe es el señor Evans.—¿Qué tal es?—No lo sé a ciencia cierta. —Me sonrojé al pensar en el hombre con quien me había

tropezado antes de encontrarme con Jay, si ese era mi jefe, tal como pensaba, iba a tenerproblemas manteniendo la boca cerrada en su presencia.

—¿No le has visto?—Sí y no.—Explícate, Mina.—A ver... Me he chocado con un hombre en el pasillo…—Jay.—No, antes de Jay. Un hombre guapo, de pelo oscuro y ojos claros, bastante impresionante y

desagradable.—¿Evans?—Eso creo, cuando he salido a por un café a media tarde he oído a su secretaria hablar con él

y a juzgar por los gruñidos que no salían de ella, el tipo con el que me he chocado era él.—Un jefe guapo, un viejo amigo atractivo, buen sueldo... ¡Cómo te quejes te mato mientras

duermes!—Kate, un jefe gruñón, un antiguo conocido que es el hijo del jefe de mi jefe, y a saber si es el

jefe de mi jefe e hijo del jefe del jefe de mi jefe.—Me he perdido tras el segundo jefe, pero capto la idea.—Pues eso, me voy a la cama que algunas trabajamos.—Yo también trabajo. —Respondió ofendida y tuve que esconder una risita.—Eres personal shopper, adoras ir de compras y jugar a las barbies a escala real... ¡Eso no es

un trabajo!—Es un trabajo, que tenga la suerte de que también sea mi hobby número uno, es sólo cuestión

de suerte.—Como dice una canción que me encanta 'It's not a matter of luck, It's just a matter of time'

(No es cuestión de suerte, es sólo cuestión de tiempo).—Es cierto, es más cuestión de tiempo conseguirlo, que de suerte, llevo toda mi vida

queriendo hacer esto y al final, lo hago.—Buenas noches Kathleen.—Noches Mina.

0

C A P Í T U L O 2

7.00 am. I won't suffer, be broken, get tired, or wasted. Surrender to nothing, or give upwhat I started and stopped it, from end to beginning, a new day is coming…'

—Juro que mañana cambio la melodía del despertador. —Gruñí mientras alargaba la mano en busca, a ciegas como no, de mi amado botón de snooze

que cada mañana me proporcionaba mis cinco minutitos de más.Cuando volvió a sonar lo apagué y me levanté, conecté el pequeño altavoz bluetooth en forma

de bola 8 y puse mi carpeta llamada "This Is Mars" a reproducir en shuffle (aleatorio). La primeracanción en sonar aquella mañana, junto a la certeza de que mi peor pesadilla, AKA Dare, noestaba en la ciudad me hizo llegar al cuarto de baño saltando y moviendo las caderas como hacíatiempo que no las movía.

Decidí arreglarme un poco más para el trabajo, la verdad es que en algunas ocasiones mehabía sentido ridícula el día anterior con mi indumentaria. No pensaba vestirme como cuandoacompañaba a mis papis al club de campo, pero ir con una camiseta con más lavados que añoshabía vivido matusalén, tampoco había sido la mejor decisión de mi vida.

Aunque pensándolo bien, ¿cuándo narices tomaba yo una buena decisión? La única querecordaba en mi cuarto de siglo de vida era, sin duda, haberme largado de Nueva York antes determinar el instituto. Al menos hasta que conocí a Matt Fraser, mi primer novio, mi últimadecepción y el maldito motivo por el que había vuelto a Nueva York. Estaba enamorada, creo, desus ojos verdes, su pelo rubio, su aspecto de surfista desenfadado... Lo que no había captado esque de lo que él se había enamorado era de las referencias de la familia Swan. Quiso que nosmudáramos a mi ciudad, pero lo que en realidad quería decir era que nos mudáramos alapartamento que mis padres me habían regalado en el Uper East Side, mientras yo trabajaba y lemantenía a cuerpo de rey. Una lástima que yo no captara el mensaje hasta que me despidieron dela pequeña empresa en la que trabajaba, cuando el dueño murió y sus hijos decidieron cerrar,venderlo todo y repartirse el pastel. Cuando me quedé sin trabajo y su nivel de vida bajó porqueme negué a decir nada a mis padres, Matt desapareció, dejándome con el corazón roto y un cabreomonumental. Por suerte, mi amiga Kate, accedió a mudarse conmigo para estar más cerca de "sutrabajo". Aunque también era la culpable de que yo estuviera en estos momentos de camino a minuevo trabajo en Wilson & Co. La señorita Kathleen Donovan, comentó con sus padres que sehabía mudado conmigo, y de paso, que me había quedado sin trabajo, y su madre, gran cotilla yconocida de la mía, se lo había largado cual cacatúa. Sobra decir, que mi madre le fue con elcuento a mi padre con lágrimas en los ojos, no en balde había sido actriz, y mi padre urdió elmaléfico plan de encontrar trabajo a su hija con su amigo: Sir Kevin Wilson.

Y así, es como yo llegué a este ascensor que me lleva a mi despacho en el piso 24 de un

edificio de lo más imponente.Justo cuando me encaminaba a mi despacho por el amplio pasillo, pude ver como un hombre

alto, musculoso, pelo oscuro y culo de infarto entraba en la antesala del despacho del señorEvans, sin duda era él, el Dios con mal genio del primer día, y sin duda, mi jefe. Pasé frente a lapuerta del despacho de Emily, así se llamaba la secretaria de Evans, que servía de antesala parael de nuestro jefe y puesto que la puerta estaba abierta, pude ver que tal y como había pensado,estaba sola. Aquello sólo podía significar que mi teoría era cierta y él era él y estaba en sudespacho.

Yo por mi parte, me fui al mío a seguir trabajando, tenía, literalmente, una montaña de trabajopendiente.

¿Vendría también hoy Jay para comer juntos? Me sorprendió pillarme a mí misma pensando eneso. Sacudí enérgicamente la cabeza y me dije en voz alta.

—Mina Swan, ni se te ocurra pensar en Jay, por muy atractivo que sea, recuerda quien es.Recuerda que es un maldito Wilson y el hermano del mismísimo demonio. No puede traerte nadabueno. Na-da.

”¿Soy atractivo?Maldición, levanté la mirada roja como un tomate y me encontré, precisamente a Jay, en el

umbral de la puerta.—¿Tú no sabes llamar o qué? —Respondí enfadada, aunque no con Jay sino conmigo misma,

por haberme avergonzado de ese modo ante él.—He llamado. —Frunció el ceño. —Como no me respondías he abierto para ver si estabas

y... —Le interrumpí de inmediato.—Cállate, no quiero escuchar nada más. Ya es bastante vergonzoso. ¿Qué querías?—Por lo visto, el maldito Wilson padre me ha visto cara de secretaria aburrida y me ha

pedido que venga a repasar contigo la agenda de la semana que viene.—Lo siento.—¿Por lo de que mi padre me haya tomado por secretaria?—Por lo que me has escuchado decir, también.—Haré como si no lo hubiera escuchado, entiendo que odies a mi hermano, aunque me duele

que nos metas a todos en el mismo saco. Supongo que me lo merezco. Lo de mi padre espatológico, no te preocupes. ¿Comenzamos o prefieres hacerlo en otro momento?

Quise disculparme, pero estaba tan avergonzada que sólo fui capaz de asentir y sin más, sesentó frente a mí y comenzamos a repasar la agenda. Nos llevó más tiempo del que había pensadoy una idea rondaba por mi cabeza desde hacía un rato.

—¿Por qué has venido tú?—Te he dicho que mi padre…—Lo he oído, pero podrías haber mandado a tu secretaria o alguien por debajo de ti. No sé

cuál es exactamente tu puesto, pero dudo que esto sea parte de tus competencias. —Sonó acusador,lejos de lo que pretendía.

—Supongo que tienes razón, como siempre. La próxima vez enviaré a alguien.—No he querido decir eso, Jay.Llamaron a la puerta y me apresuré a responder, intentando romper el momento tenso e

incómodo.—Adelante.Emily entró en la habitación.—Señor Wilson, necesito que firme unos documentos cuanto antes, su secretaria me ha

indicado que estaba aquí.—Ahora voy.Emily salió de mi despacho y Jay se levantó inmediatamente.—Que tenga un buen día señorita Swan, le haré saber si necesito algo más.Mentiría si no dijera que aquella frialdad me dolió, y más me dolió sentirme culpable.—Jay por favor...No hubo respuesta, Jay salió de allí como si se estuviera quemando y yo maldije para mis

adentros por ser tan rematadamente idiota.—Tienes lo que te mereces, Mina. —Musité lamentando mis palabras.¿Se podía caer más bajo? Inocente de mí, pensaba que no.Pasé el resto de la mañana repasando un proyecto, lo leí más de cien veces sin enterarme

realmente de lo que había allí escrito. Por mi mente sólo pasaba el incidente con Jay, tenía quehacer algo. Busqué la extensión de su despacho pero no encontré nada así que me armé de valor yfui a preguntarle a Emily.

—Hola Emily, ¿tienes un momento? —Ella sólo levantó la mirada y alzó una ceja inquisitiva.Como no respondió continué. —Verás, necesito la extensión del despacho de Jay, Jay Wilson.

—No soy tu secretaria, creí haberte advertido ayer.—Lo sé Emily, pero no he encontrado su extensión y necesito hablar con él.—Llama a la extensión 352 y pregunta por el señor Jayden Wilson. Te pasarán con su

secretaria. Evita las familiaridades, no está bien que le llames Jay. —Dijo esto último con retintín.—Perdón, tienes razón. Gracias Emily.Volvió a su trabajo sin responder, simplemente cambió su mirada a la pantalla de su

ordenador. Yo volví a mi despacho y seguí sus instrucciones.—Buenos días, quisiera hablar con el señor Jayden Wilson.—Un momento, le paso.Tras lo que me pareció una eternidad de música alguien descolgó al otro lado.—Despacho del señor Jayden Wilson.—Hola, soy Mina Swan, desearía hablar con el señor Jayden Wilson.—Lo siento, pero el señor Wilson ha ordenado que no le pasen ninguna llamada. Si quiere

puede dejar un mensaje.—Sólo dígale que he llamado.—¿Sólo que ha llamado?“—Ehm, sí bueno, es algo relacionado con… —¿Qué diantres podría decirle. —Con la agenda

de la semana que viene.—¿Disculpe?—Dígale sólo que he llamado, sabe quién soy.—De acuerdo señora Swan.—Señorita.—¿Algo más?—No, gracias señorita…" Hice una pausa esperando que me dijese su nombre, juraría que la

escuché suspirar antes de responderme.—Señora Blair, Gwen Blair.—Gracias Gwen.Colgué el teléfono con gesto de derrota. No iba a ser tan fácil disculparme con Jay, había

metido la pata y me sentía culpable, muy culpable, tenía razón... No debía meter a todos losWilson en el mismo saco. En realidad, el único al que realmente odiaba era a Dare, el resto de la

familia no me había hecho nada malo, no podía culparles por el simple hecho de que merecordaran a él.

No salí a comer, no tenía ni hambre ni ganas, continúe trabajando y perdí la noción del tiempocuando sonó mi móvil.

Respondí como una autómata sin siquiera mirar quien llamaba.—¿Dígame?—Mina, ¿ha pasado algo?—Uhm, ¿Kate? No, todo bien ¿Qué ocurre?—Estaba preocupada, son más de las diez de la noche y no has vuelto todavía. Hace un par de

horas que había quedado con Aiden, pero estaba demasiado preocupada para marcharme.. —Estaba a punto de salir con Aiden.

—Ve tranquila, todo bien, es sólo que me he entretenido en un proyecto. Iré a casa en cuantotermine.

—Genial, ¡no me esperes despierta!—No pensaba hacerlo.—Ufff que sosa eres cuando quieres petarda.—¿Gracias? Ve y disfruta de tu novio, anda. Estoy bien.—¿Sin muñeco diabólico a la vista?—Jay dijo que estaría fuera al menos toda la semana.—Nos vemos mañana.—Aham.Miré la hora en mi smartphone nada más colgar, las 22.34. Definitivamente se me había ido la

olla. Recogí mis cosas y me marché de la oficina desierta, debo confesar que mis ojos buscabantodo el tiempo al Wilson bueno pero debía hacer horas que se había marchado a casa.

Llegué a casa y puse una pizza en el microondas mientras me ponía lo que yo llamaba pijama.No era más que una enorme camiseta del equipo de fútbol de mi viejo instituto que apareció unbuen día en mi taquilla, así sin más... Bueno, curiosamente después del último partido queproclamó al equipo campeón en mi primer año de instituto, sí el de Nueva York, y sí, era la jodidacamiseta del capitán del equipo y sí, también, ponía claramente D. Wilson y un 30 debajo. ¿Quepor qué maldito motivo utilizaba para dormir una camiseta vieja de mi peor enemigo? Porque eracómoda, claro... Y porque me recordaba cómo había llegado a ser quien era y estar dónde estaba.Aquello de mantener cerca a tus amigos y más aún a tus enemigos... Pues esta era mi interpretaciónpersonal. Sí, ese era el motivo.

Me quedé dormida en el sofá hasta que el dolor de cuello me despertó a las cinco de lamadrugada, me fui entonces a la cama con la mala sensación de haber tenido un sueño inapropiadoque no lograba recordar.

0

C A P Í T U L O 3

7.00 am. –música– 'I won't suffer, be broken, get tired, or wasted. Surrender to nothing, orgive up what I started and stopped it, from end to beginning, a new day is coming...'

—Nota mental, cambiar la maldita melodía del despertador.No había vuelto a dormirme desde que cambié el sofá por la cama, así que esta mañana iba a

prescindir de mi amado snooze y de mis cinco minutitos más.Kate no había vuelto todavía y no había café preparado así que preferí irme a desayunar al

Starbucks de la tercera con la 66. No había gran cosa, y era pequeño, pero me bastaba con un buencafé y un croissant. Además, como no aprendía de mis errores también me deleitaba con elsimpático camarero que siempre me arrancaba una sonrisa con su buen humor. Nick, según lachapita de su uniforme, era la mayor atracción del lugar, debería ser modelo, el chico tenía supunto al más puro estilo Travis Fimmel en sus tiempos mozos de los anuncios de Calvin Klein.

Llegué al trabajo a mi hora y tras terminar de ponerme al día, aquello que pensé que mellevaría un año me llevó apenas dos días, me debatía entre volver a llamar a la bruja de Blaircomo había apodado a Gwen, la secretaria de Jay o, por el contrario pasar de todo y olvidarme delo ocurrido. Como era una maldita cobarde ganó la segunda opción, tenía que cambiar esa parte demi personalidad, me causaba sólo problemas. Bajé a comer a la cafetería del edificio yo, conmigomisma. Todo el mundo iba en grupo y de pronto volví al instituto, no conocía a nadie, mi jefehabía pasado olímpicamente de mí, seguro que por ser una enchufada, su secretaria me odiaba sinmotivo aparente, Jay se había enfadado conmigo con toda la razón del mundo, y mis compañerosde departamento para mí eran una leyenda urbana. Los conocería en una semana, cuando mehubiera puesto al día y comenzara . —trabajar en serio —en la empresa, según palabras textualesdel señor Wilson padre. No entendía por qué estaban en otra planta, pero tampoco quería juzgar laforma de trabajo de la empresa que iba a pagar mis facturas y algún que otro capricho.

Al menos la comida era buena, terminé rápido y me volví a mi despacho, me crucé con Emilyen la zona de descanso, pero estaba dispuesta a ponérmelo difícil.

—Hola Emily.—No somos amigas.—Ni eres mi secretaria, lo sé. —Hice un verdadero esfuerzo para no hacer rodar mis ojos.Caminó hacia su despacho con un café en la mano e ignorándome totalmente. Me quedé

plantada en la zona de descanso debatiéndome entre la difícil decisión de coger un café o unabotella de agua. Finalmente ganó la Cherry Coke que me miraba con ojos lascivos tras el cristal.Justo cuando ya tenía un pie en mi despacho escuché una voz masculina detrás de mí que me dejósin aliento.

—Señorita Swan. —Me volví lentamente y me quedé sin aliento, aquella voz...

—¿Hola? —No supe qué más decir, era el Dios con mala leche.—¿Ha terminado de revisar los documentos que le pedí? —Pedir, pedir, majo… no había

pedido nada.—Sí, esta mañana.—Lléveselos a Emily para que los archive si ya se ha puesto al día sobre los últimos

proyectos que se han realizado en la empresa y pídale el proyecto 'Taylor Major' a partir de ahoratrabajará en esa campaña, espero que esté a la altura.

—Pero Emily… —No pude terminar la frase.—¿Tiene algún problema, señorita Swan?—No.Me di la vuelta un segundo y ya había desaparecido de mi vista. Me sentía extraña en su

presencia, el corazón me latía a mil por hora y me sentía aturdida. Ningún hombre había causadoese efecto en mí antes, no desde... No, me niego, desde nunca.

Entré en mi despacho y comencé a llevar la montaña de documentos al escritorio de Emily,que por suerte no estaba. Cuando estaba llevando la última remesa entró por la puerta y me mirócon los ojos como platos cuando vio lo que hacía.

—¿Se puede saber qué demonios haces? —Me estaba gritando.—Me han ordenado que te devuelva estos archivos y que te pida el proyecto 'Taylor Major'.—¿Quién?—Ehm, ¿quién va a ser?—No lo sé, dímelo tú.—El señor Evans, creo.—¿Cómo que crees?—Bueno, no nos han presentado oficialmente, pero debía ser él.—Eres más inepta de lo que pensaba. Largo de aquí. —Alzó, si era posible, más la voz.—Pero necesito que me…—He dicho que largo. No soy tu secretaria, si quieres ese maldito proyecto ve tú a buscarlo.No me atreví a replicar, se le iban a salir los ojos de las órbitas. Al llegar a mi despacho

decidí que necesitaba ayuda para lidiar con aquello, necesitaba a Jay. Quería saber que todoestaba bien, de pronto me di cuenta de que él había intentado estar de mi lado y yo, como siempre,metí la pata. Llamé a su extensión.

—Despacho del señor Jayden Wilson.—Hola Gwen, soy Mina Swan. ¿Puedes pasarme con el señor Jayden?—Lo siento señorita Swan, no es posible.—Necesito unos documentos.—Anotaré que ha llamado.—Gracias, supongo.Genial, definitivamente Jay también iba a ignorarme, ahora sí que estaba jodida. Me armé de

valor para volver y enfrentarme a Emily, no era mi secretaria pero su jefe, que también era el míome había dirigido a ella, y le gustase o no tenía que ayudarme. Me detuve en la puerta entreabiertapara llamar antes de entrar cuando escuché las voces.

—Emily, ¿qué demonios ha sido eso?—Esa niñata inepta y estúpida me estaba tratando como su secretaria, señor Evans.—Yo le di la orden de que te devolviera esto y te pidiera otros documentos.—¡Ni siquiera sabía quién se lo había pedido!—Eso no debería impedir que hagas tu trabajo.

—No soy su secretaria, soy la secretaria del señor Evans, y ese es usted.—Es cierto... Dame un segundo.Silencio.Pensé que sería mejor esperar que se calmara la situación. Iba a volver a mi despacho, pero

me quedé petrificada.—Sí, soy yo. Escucha, que Emily sea desde ahora la secretaria de Mina Swan. Sí, yo me

encargo.—¿Qué significa eso?—Esto, Emily, significa que desde este momento eres la secretaria de la señorita Swan, no la

mía. Así que te sugiero que vayas a informar a tu nueva jefa y traslades tus cosas.—Pero en su despacho no hay antesala.—Pondremos otra mesa aquí para ti mañana. De momento, preséntate a la señorita Swan. No

quiero más problemas.—Sí señor Evans.Me metí en mi despacho a toda prisa y fingí estar dirigiéndome a la puerta para salir. Emily

abrió y se quedó plantada en el umbral mirándome fijamente. Yo tampoco se lo iba a poner enbandeja, pensaba hacerme la tonta así que me quedé mirándola en silencio a la espera de quehablara.

—Señorita Swan. ¿Qué documentos necesita?—¿Eh? Nada, es igual Emily ya me apaño yo, como me has repetido varias veces en los tres

días que llevo trabajando aquí, no eres mi secretaria.—Ahora soy su secretaria, ha habido una modificación y me han asignado a usted. —Su cara

de asco dejaba más que clara su opinión respecto al cambio.—Oh... ¿En serio?—Sí. —Respondió entre dientes.—Bueno, pues... necesito el proyecto 'Taylor Major'. Ah, y que archives lo que he llevado

antes a tu mesa, por favor. —La educación ante todo, estaba disfrutando demasiado con lasituación.

—De acuerdo, le haré llegar el proyecto lo antes posible y después archivaré el resto de losdocumentos.

—Perfecto, gracias Emily.No pude evitar sonreír, Mina 1 - Emily 0. Aunque la victoria era del señor Evans pensaba

agenciármela, al parecer tenía tan mala leche como había pensado pero me había defendido,espera... ¿Me había defendido? Al final igual no iba a ser tan mal jefe después de todo, aunqueposiblemente su antigua secretaria pensara de un modo muy distinto al mío.

Nunca había tenido una secretaria, pero siempre pensé que si la tenía algún día, al menos nosería tan desagradable como esta.

Me puse a revisar el correo en mi ordenador cuando entró mi secretaria, sin llamar, con lo quedebía ser el proyecto que le había pedido.

—Emily, por favor, llama a la puerta antes de entrar.—Estaba entreabierta.—Lo sé, pero aunque esté de par en par, llama.Asintió, pero podía leer en sus ojos que me estrangularía con sumo placer si tenía la ocasión.

Cuando dejó lo que me había traído en mi mesa se quedó plantada frente a mi taladrándome con lamirada.

—Puedes irte, si necesito algo más te lo haré saber.

La vi abandonar mi despacho con los puños apretados, esto iba a ser divertido, al menospensaría menos en Jay. O tal vez no, porque ya estaba pensando en él.

Hoy no pensaba hacer horas extras así que decidí mandarle un correo a mi superior paraagradecerle el detalle y de paso, hablarle sobre el proyecto que me había endosado, antes de irme.

From: minaswan@marketing.wilson.comTo: devans@marketing.wilson.comSubject: Taylor MajorSeñor Evans,He revisado el proyecto que me encargó y le adjunto dos propuestas que considero muy

interesantes para promocionar el producto. Ambas se ajustan al presupuesto y requisitos delcliente. La primera es más desenfadada, mientras la segunda se trata de una campaña más seria.Personalmente opino que la primera será más efectiva. Hágame saber cuál prefiere el cliente.

También agradecerle su gesto al proporcionarme a Emily como secretaria.

Atentamente,Mina Swan

Subdirectora de Marketing

Volví a mi apartamento pensando en la forma de disculparme de Jay, no podía quitármelo dela cabeza. Durante los últimos ocho años apenas había pensado en él, pero en estos últimos tresdías, apenas había pensado en nada más. Dare siempre había estado presente en mi vida, de algúnmodo me he estado atormentado con su recuerdo desde que tengo uso de razón. Cuando le conocí,yo no tendría más de 5 años, fue en el club, recuerdo perfectamente aquel día. Hacía sol y estabacon mis padres en la terraza del restaurante. Llegaron los Wilson, Jay era un niño algo mayor queyo, rubio de ojos azules vestido con polo azul y pantalones grises, se acercó a mí y me saludó, yyo le pregunté si quería jugar. Pero ahí estaba Dare, el mayor de los tres, de pie a su lado vestidocon una camiseta y vaqueros negros, con su pelo castaño y los mismos ojos que su hermano peromás grandes, más claros y más fríos. Él no dijo nada, sólo me lanzó la pelota directamente alestómago y cuando me puse a llorar por el dolor, hizo una mueca y se fue, caminando como sinada, sin decir ni una sola palabra. Jay, se quedó a mi lado y me dijo:

—Soy Jayden Wilson, perdona a mi hermano Dare, a veces se porta mal.Aquello debería haberme servido de aviso para lo que vendría después, pero cuando tienes 5

años, nadie te prepara para ser el juguete personal de un demonio que te dobla la edad. Mispadres también podrían haberme defendido, pero sólo eran cosas de niños y los Wilson eran gentemuy importante, así que no se les podía decir que su hijo mayor era un auténtico capullo.

Cuando entré en casa Kate estaba en la cocina preparando la cena, así que me senté en el sofátras saludarla. Recordé que quería cambiar la melodía de mi despertador. Me encantaba Attack,adoraba esa canción, de verdad, y precisamente por eso tenía que cambiarla, no queríaaborrecerla. Estaba demasiado susceptible y sí quería conservar esa canción entre mis favoritascambiar la melodía era lo más inteligente. Me puse a rebuscar en mi móvil y conseguí reducir lalista a tres canciones. Numb de Linkin Park, Conquistador de Thirty Seconds To Mars y Psycho deMuse. Ganó la segunda, no porque fuera de mi grupo favorito, que también, sino porque era losuficientemente cañera como para despertarme cada día a las 07.00 am.

Kate y yo cenamos en el sofá frente a la televisión, como siempre. No es que no tuviéramosuna preciosa mesa de comedor con sus sillas a juego, pero sólo se usaba cuando había invitadosque no eran de casa. Estuvimos viendo por enésima vez, Nothing Hill, tan mono Hugh Grant...

—Mina, Mina, despierta.—Cinco minutitos más.—Mina, son las tres de la madrugada, si no te vas a la cama mañana te dolerá todo.—Mierda Kate, ¿por qué no me has despertado antes?—Intentaba averiguar qué soñabas. Pero sólo entendí que balbuceabas Jay, Dare, no.—Eres imposible. Buenas noches.Me fui rápidamente a mi habitación, no sé qué estaba soñando, pero los hermanos Wilson no

eran una maldita opción.

0

C A P Í T U L O 4

7.00 am. –música– 'This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojanwhore...'

'Esto es una lucha a muerte, nuestra guerra santa, un nuevo romance, una furciatroyana…'

—Buenos días, jueves. —Me dije a mí misma en voz alta.No me molesté en aplazar el despertador, tenía un plan en mente y necesitaría esos cinco

minutitos de más que caracterizaban mis mañanas desde... desde siempre.Me duché, me vestí y fui directa a la estantería repleta de libros que ocupaba todo el lateral de

la habitación, sabía que libro quería coger y dónde estaba. Para algunas cosas era tremendamenteordenada, para algunas cosas que no eran la ropa del día anterior que estaba tirada en el suelo allado de una silla, claro. Ahí estaba, The Vampire Diaries II, The Struggle lo metí en mi bolso ysalí tras el rastro de café recién hecho que venía de la cocina. Kate estaba en su habitación, asíque puse mi café en una taza de take away negra con un unicornio dibujado y me fui pitando. Teníauna misión y cuando me ponía en ese plan era infalible, bueno, más o menos.

Llegué a mi despacho a toda prisa y cerré la puerta detrás de mí, saqué el libro y lo dejé sobrela mesa mientras rebuscaba algo con qué envolverlo, no encontré nada, pero había un archivadorde cartón con forma de maletín, así que utilizaría eso. Cogí un papel y me puse a escribir.

'Hola Jay,Llevo un par de días intentando contactar contigo para disculparme. De verdad, no sabes

cuánto lo siento. Sé que las palabras pueden no ser suficiente, así que también te mando unregalo.

Supongo que después de ocho años de intriga, te apetecerá leer el libro que sigue al que tedejé.

Y si esto tampoco funciona… Volvamos 20 años atrás en el tiempo:Hola, ¿quieres jugar conmigo?XoXo,Mina'Metí la nota en el libro y este en el archivador, puse un poco de papel arrugado para que no se

moviera y lo cerré. Cuando estuvo listo salí a buscar a mi secretaria, que bien sonaba eso.—Buenos días Emily, necesito que le lleves esto al señor Jayden Wilson, es urgente y

confidencial.Se limitó a asentir y coger el archivador que le tendía. Me di cuenta que estaba en otra mesa

más pequeña frente a la que ocupaba antes, la cual estaba vacía, aunque a juzgar por la chaquetaque colgaba de la silla, su ocupante estaba sólo ausente.

Volví a mi despacho dispuesta a comenzar mi jornada, revisé el correo y ahí estaba, resaltandoen negrita, un correo de mi jefe.

From: devans@marketing.wilson.comTo: minaswan@marketing.wilson.comSubject: RE: Taylor MajorAdjunto los datos de contacto del cliente, es tu proyecto, contacta tú con ellos. Mantenme

informado.

D. EvansDirector de Marketing

Aquel correo me sonó algo así como: te voy a poner a prueba porque eres una enchufada conpoca experiencia a la que han puesto de subdirectora sin merecerlo.

Y si era un reto, tenía que quedar a la altura.La mañana pasó rápida mientras trabajaba sin distracciones, excepto el momento en el que

Emily había llamado para decirme que le había entregado los documentos, en mano directamente,al señor Jayden Wilson. Mis nervios ante la no respuesta de Jay a mis disculpas sólo hicieron queno bajara a comer, había recibido respuesta de nuestro cliente y tenía que desarrollar la campañaen tiempo récord. No era un cliente importante, pero al tratarse de una nueva empresa podría serloen un futuro así que había que dejarles contentos. Me fui a casa una hora más tarde de mi horario,con la desilusión de que mi plan maestro para disculparme con Jay no hubiese surgido efecto.

Nada más entrar por la puerta de casa Kate me gritó desde su habitación que había quedadocon Aiden para cenar, lo que me dejaba con un par de opciones: Pizza o comida china. Ganó lasegunda opción y una vez sola en casa con mi cena me puse a ver una película que ya estabaempezada en la televisión. Estaba a punto de irme a la cama cuando sonó mi teléfono, era unnúmero desconocido así que no lo cogí. Pero volvió a sonar de nuevo, era el mismo número y medecidí a descolgar temiendo que le hubiera pasado algo a Kate.

—¿Dígame?—Sí, quiero jugar contigo.—¿Cómo?—Gracias por el libro, no, no lo había leído.—¡Jayden!—Lo siento Mina, tal vez mi reacción fue exagerada.—No Jay, toda la culpa es mía, llevo años obsesionada con, bueno, con el demonio que tienes

por hermano. Tú siempre has sido bueno conmigo y no debí decir nada de lo que dije.˝—Olvidémoslo ¿de acuerdo?—Sí, por favor.—Bien.—Ehm, Jayden, intenté hablar contigo varias veces pero…—Lo sé, lo siento, estaba molesto y te ignoré a propósito.—Oh.—Lo siento.—No, tranquilo, esto... Fue culpa mía. ¿Estamos bien Jayden?

—Estamos bien Mina.—Bien, bien... Me alegro porque te he echado de menos.—Han sido sólo un par de días.—Aun así…—No me echaste de menos en ocho años, dos días no son nada. —Me lo estaba echando en

cara con todas las de la Ley.—¿Quién ha dicho que no echara de menos a nadie cuando me fui de Nueva York. — Intenté

que sonara a disculpa.—Podrías haber dicho algo.—No pensé que…—Pensaba que éramos amigos, Mina. Y después, simplemente te esfumaste.—Podrías haberles preguntado a mis padres como localizarme Jayden.—Lo hice, pero según ellos querías alejarte de todos durante un tiempo.—Quería alejarme de mi peor pesadilla.—Mina... Cuando te fuiste él llevaba ya unos años estudiando en Columbia, y ya no vivía con

nosotros.—Por su culpa todos los graciosillos la tomaron conmigo detrás de él.—Mejor no hablemos de Dare.—Tienes razón, tengo que superarlo.—¿Qué te parece si mañana después del trabajo te recojo y cenamos?—Ehm, bueno... Sí, claro, venga, por qué no.—Si no quieres no importa.—Quiero, no he sido muy buena amiga y te lo debo.—Mina, no me debes nada. Si no te apetece…—Jayden, he dicho que sí, saldremos a cenar mañana.—Vale, paso a buscarte por tu despacho a la salida.—Perfecto, gracias por todo.—Hasta mañana.¡Sí, sí, sí! Misión cumplida, Jay me había perdonado. Y además seguro que en la cena de

mañana todo se terminaría de aclarar.

0

C A P Í T U L O 5

7.00 am. –música– "This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojanwhore...'

Apagué el despertador y me puse a cantar la continuación de la canción a grito pelao.'This is a fight for the day, night, black and white, a victory dance, a burning riot... We will,

we will, we will rise again.''Esto es una por el día, la noche, el blanco y el negro, un baile de la victoria, un disturbio

ardiente, nosotros, nosotros, nosotros nos alzaremos de nuevo.'Sin lugar a dudas había sido una buena elección. Aunque también era posible que aparte de la

canción también influyeran otras pequeñeces, como por ejemplo que Emily fuera ahora misecretaria, que Evans me hubiese confiado una campaña o que Jay me llamara anoche y meinvitara hoy a cenar... Cosillas sin importancia, ¿verdad?

Tenía ganas de sonreír, de gritar, de bailar... Hasta había dejado de importarme si me iba aencontrar con Dare o no la semana siguiente, bueno vale... A tanto no llegaba mi euforia, peroestaba... ¿FELIZ?

Kate se dio cuenta y entró en mi habitación como un huracán, sin llamar para variar, y me mirócomo quien ha visto un fantasma.

—Mina ¿estás bien?—Perfectamente.—Ese derroche de energía significa que está noche cocinas tú, ¿para variar?—Hoy no vengo a cenar, querida Kathleen Donovan.—Hey, hey, hey... ¿Qué me he perdido?—Salgo a cenar con Jay. Tras el malentendido que tuvimos, ayer conseguí que hablara

conmigo y para fumar la pipa de la paz salimos a cenar esta noche.—¿Le has invitado a cenar?—Fue él.—¿Te ha pedido una cita?—¡No es una cita!—Oh, claro... Claro... Lo que tú digas…—Kate…—Mina tiene una cita, Mina tiene una cita…" Puso voz de niña pequeña mientras canturreaba.—Vete a tomar... Viento.!—Hace sol.—¿Has hecho café?—¿No lo hueles?

—Sí, pero al menos no te estás metiendo conmigo, y ahora largo... ¡Quiero vestirme!—¡Si estás monísima con esa camiseta de fútbol vieja!—Meh.Kate salió de mi habitación riendo y yo no pude evitar hacer lo mismo mientras me vestía.

Tenía una cena con un hombre impresionante, así que ya que nos iríamos directamente desde eltrabajo iba a ponerme mona. Elegí una falda de lápiz negra por encima de las rodillas, con unablusa de seda a juego y mi perfecto de piel negra también, con unos peep toes negros concalaveras y cadenas estampadas en gris, de la marca Iron Fist, me enamoré de ellos pese a que aKate le horrorizaban. Yo hacía un tiempo que intentaba dejar atrás mi aspecto de rubia vestida derosita con brillantitos y mi imagen era más agresiva, pero me gustaba, me reflejaba más a mí ymenos a mi apellido. El sol al que hacía referencia Kate, en Nueva York a finales de noviembre noera precisamente como para salir a la calle en manga corta, así que posiblemente, me convertiríaen un cubito de hielo vestida como iba, pero eso sí, un cubito precioso. Hasta me había parado amaquillarme con un sutil ahumado negro, un poco de colorete mauve y brillo de labios. Me miré alespejo antes de salir de casa.

—Mina, estás cañón. —Me dije mi misma.Llegué a mi despacho y vi un correo de mi jefe, el asunto me dio ganas de lanzarlo a la

papelera sin abrir, pero estaba segura que tendría algún sistema para saber si lo había leído o no,así que lo abrí.

From: devans@marketing.wilson.comTo: minaswan@marketing.wilson.comSubject: Responsabilidad.El lunes tienes programada una reunión con el equipo a primera hora de la mañana. Yo no

estaré presente, es tu responsabilidad presentarte ante el equipo de publicistas y organizar eltrabajo pendiente. Después de la reunión quiero un informe detallado en mi despacho.

D. EvansDirector de Marketing

Glup. Sabía que el lunes conocería a mis subordinados, pero no esperaba tener quepresentarme sola ante ellos y organizar el trabajo sin siquiera saber cuáles eran los puntos fuertesde cada uno. Desde luego mi jefe estaba poniendo a prueba todas mis cualidades, pero si esperabaque me rindiera o fuera suplicando ayuda la llevaba clara.

No iba a dejar que eso me amargara el día, seguí trabajando en la campaña que tenía entremanos hasta que fue hora de comer, bajé a la cafetería y me senté sola en una mesa.

—¿Comes sola? —Levanté la mirada para confirmar que aquella voz pertenecía a él, Evans.—Aham. —Se sentó frente a mí sin consultar, ante mi cara de asombro.—¿Has leído mi correo?—Sí.—¿Tienes alguna duda?—No. —Dios, qué guapo es, no era capaz de pensar en nada más.—¿Te intimido?—Un poco.

—Tenemos que trabajar juntos, así que será mejor que te relajes un poco.—Sí, señor Evans.—Buff.—¿Qué?—Nada, háblame de la campaña de Taylor.Bien, un tema con el que me sentía cómoda, aunque tener esos ojazos azules clavados en mí me

ponía cardíaca. Afortunadamente ese fue el tema de conversación durante toda la comida, aunqueen realidad debería decir monólogo, porque el señor Evans se limitó a asentir o soltar algúnmonosílabo mientras yo hablaba sin parar. El nerviosismo me había hecho parecer un muñeco decuerda. Tal vez, y sólo tal vez, de vez en cuando mi padre tenía razón cuando me decía que nosabía nunca cuando callarme, y puede que esta fuera una de esas ocasiones. Cuando terminamos decomer ambos nos levantamos en silencio sin mediar palabra. El señor Evans me acompañó hastael ascensor pero no se montó conmigo, en lugar de eso se despidió amablemente tras decirme quetenía una reunión fuera del edificio. Agradecí enormemente no tener que compartir aquel pequeñoespacio con él, su olor a madera y especias era más de lo que podía soportar sin perder loscabales, y era mi jefe, así que debía mantener mis manos lo más lejos de él posible, cosa que seme antojaba bastante difícil cuando le tenía enfrente ya que podía adivinar con exactitud cadamúsculo bajo su camisa ajustada. ¿Qué narices me estaba pasando?

Llegué a mi despacho y me encontré con Emily, no la había visto en toda la mañana perotampoco la había echado de menos. Emily era una mujer impresionante, una belleza exótica de lasque quitan el hipo, podría salir perfectamente en cualquier anuncio de las playas de Hawái,aunque conmigo no había sido muy agradable.

—Señorita Swan, necesito repasar con usted la agenda de la próxima semana.—Pasa y siéntate. Primero repasemos la agenda y después te daré indicaciones sobre lo que

necesitaré para la reunión del lunes.—¿Tiene una reunión el lunes? No tengo nada anotado.—Sí, tengo una reunión el lunes a primera hora, cuadra eso con la secretaria del señor Evans,

él lo ha programado así que ella tendrá más información.—¿La secretaria del señor Evans?—Sí, no recuerdo el nombre. —La realidad es que no tenía ni idea de cómo se llamaba o qué

aspecto tenía.—Se llama Amalia McLean.—Eso, cuadra lo de la reunión con Amy. —No la conocía, pero Emily no tenía por qué

saberlo.—¿Algo más?—Sí, el señor Evans no acudirá a la reunión, por lo que necesito que me mandes un correo

electrónico con toda la información necesaria hoy y que dejes antes de marcharte toda ladocumentación que te pido en mi despacho.

Me pasé más de una hora repasando la agenda, le pedí lo que necesitaba para la reunión yaunque seguía siendo una secretaria bastante seca, no me respondió de malos modos, lo cualteniendo en cuenta nuestro historial era bastante de agradecer. Antes de que se me olvidarasincronicé el correo de la empresa en mi smartphone, no era una gran idea llevarse el trabajo acasa, pero quería poder preparar la reunión en casa, hacer el ridículo delante de la gente queestaba a mi cargo y que todavía no conocía no era una opción aceptable.

Jayden Wilson: Mina se me ha complicado la última reunión. Te recojo cuando salga.Mina Swan: Ok, tengo algo de trabajo así que estaré en mi despacho.

Jay se iba a retrasar, así que decidí quitarle importancia y le dije que tenía trabajo, aunque enrealidad a parte de preparar lo del lunes no tenía nada más que hacer.

Faltaban poco más de cinco minutos para las nueve de la noche cuando Jay apareció en midespacho. Estaba muy atractivo con unos vaqueros gris claro, camisa blanca y la americana ajuego con los pantalones. Bajamos hasta el aparcamiento del edificio, un lugar en el que no habíaestado hasta el momento y nos paramos frente a un Audi R8 Spyder color gris metalizado que medejó boquiabierta. Sabía perfectamente que los Wilson eran gente adinerada, yo también proveníade una familia con recursos, pero aquel coche era una auténtica pasada.

—Wow ¿es tu coche?—Sí ¿te gusta?—Es una pasada Jay, el mío no es tan impresionante.—¿Qué coche tienes?—Un BMW 218i Coupé MSport rojo. — Recité de memoria, imitando el pedante tono que

puso mi padre cuando me regaló el coche y le miré horrorizada.—¿En serio?—Sí, regalo de mi papi, pero lo uso poco.—Ya veo. Por cierto, no te he preguntado, ¿te gusta la comida japonesa?—Sí, ¿vamos a cenar a un japonés?—Tengo reserva en el Masa, ¿lo conoces?—¿Masa? ¿Del chef Masayoshi Takayama?—El mismo.—¡Claro que lo conozco! Aunque no he estado nunca. ¿Cómo has conseguido una reserva con

tan poco tiempo? Tengo entendido que es casi imposible.—Tengo mis contactos.—Así que tus contactos, eh…—Vale, me has pillado, mi padre tenía una reserva y yo me he adueñado de ella.Llegamos en poco más de 20 minutos. Durante la cena hablamos sobre nosotros, él me contó

que había estudiado derecho en Harvard. Yo sabía que se había ido a Boston a la universidad,pero la última vez que hablamos del futuro no tenía claro lo que iba a estudiar, claro que yotampoco. Así supe cuál era su puesto en la empresa. Yo le conté que había vuelto a Nueva Yorkhacía un par de años.

—¿Por qué decidiste volver a Nueva York?—Mis padres llevaban un tiempo presionándome, y después estaba Matt.—¿Matt?—Mi ex. Mis padres me regalaron un apartamento aquí, para que volviera, y Matt no dejó de

insistir en que deberíamos venir a Nueva York, porque era mi ciudad, aquí estaba mi familia, y unmontón de estupideces más.

—Deduzco que la cosa no salió bien.—No, Matt no daba un palo al agua, cuando me quedé sin trabajo desapareció del mapa.—Vaya, lo siento.—Lo he pasado mal, pero ya lo tengo casi superado. El hecho de que sea un auténtico

gilipollas ayuda mucho ¿sabes?—¿No contactaste con nadie cuando volviste?—Sí, a ver… siempre estuve en contacto con algunas de mis amigas. Ahora vivo con una de

ellas, Kate Donovan. Iba al instituto conmigo, tal vez te suene, ella era animadora.—¿Donovan?

—Sí, tiene un hermano mayor, Elijah.—Conozco a Elijah Donovan, es de mi edad, íbamos juntos a clase.—Sí, pues ahora es neurocirujano, de los mejores.—Su padre es Emerson Donovan, el famoso cirujano ¿no?—Exacto, Elijah trabaja con él en la clínica.—¿Tu amiga Kate también?—No, Kate es personal shopper.—Ella no heredará el negocio familiar. —Se carcajeó.—¿Sabes que su madre, Sarah, era modelo?—No tenía ni idea, conocía a Elijah de clase pero no he tenido relación con los Donovan.—Ya bueno, Kathleen Donovan es una de mis mejores amigas, se mudó conmigo cuando Matt

se fue, aunque la verdad es que creo que no tardará en irse a vivir con su novio.—¿Él también venía al instituto?—No, pero igual te suena su nombre, es fotógrafo de moda, Aiden Marshall.—No estoy muy puesto en moda, lo mío son más las leyes.—Yo tampoco sabía quién era hasta que me lo presentó Kate.La conversación no tardó en derivar en trabajo, le puse al día sobre mi nueva secretaria y

sobre lo que tenía preparado para el lunes, pareció sorprenderse, seguramente pensó que eramenos competente de lo que cabía esperar, pero teniendo en cuenta que mi anterior trabajo seacercaba más al de una secretaria que de vez en cuando realizaba campañas de publicidad que aotra cosa, tampoco lo estaba llevando tan mal. Aproveché que Jay fue al baño para revisar mimóvil.

Kate: Voy a pasar el finde con Aiden… q tal tu cita???? :DMina Swan: No es una maldita cita Kate... pero me lo estoy pasando genial con Jay. No sabía

que había ido a clase con Elijah!!!Kate: Ni yop o_OMina Swan: Pues síp… Te dejo que ya está aquí… Nos vemos el lunes!!!!Aunque Kate y yo habíamos ido al mismo instituto su mundo y el mío habían sido muy distintos

hasta el tercer año, que fue en el que nos hicimos amigas.Jay me llevó hasta la puerta de mi apartamento y el momento de la despedida en el coche se

me antojó un tanto incómodo. No era una cita y aunque lo había pasado muy bien con él en la cenay me había hecho reír, no sabía muy bien qué hacer. Decidí actuar como lo haría con Kate así queme quité el cinturón y le di un abrazo al mismo tiempo que le susurré un tímido gracias al oído.Debí sorprenderle porque se quedó momentáneamente paralizado y aproveché ese instante parasalir del coche. Cuando estuve a una distancia prudente me volví y le dije adiós con la manosonriendo.

Llegué a casa con los zapatos en la mano, eran preciosos pero me estaban matando, Kate noestaba así que me fui desnudando de camino a mi habitación y me metí directamente en la ducha.No sé cuánto tiempo estuve debajo del agua, perdí la noción del tiempo mientras repasabamentalmente mi día, me detuve más tiempo del necesario recordando cada minúsculo detalle deltiempo compartido con el señor Evans en la cafetería, aquel hombre tenía algo que hacía sentirmeatraída cual abeja a la miel. Salí y me sequé el pelo antes de acostarme, era tarde y estaba cansadaasí que aprovechando que además estaría sola en casa me metí en la cama como dios me trajo almundo.

U

C A P Í T U L O 6

n insistente sonido me sacó del mundo de los sueños, rápidamente lo identifiqué comoel timbre de casa que no dejaba de sonar. Me levanté de un salto y me puse por encimalo primero que pillé, la camiseta, me quedaba lo bastante grande como para tapar mis

partes nobles, aunque era un poco indecente, esperé que fuera Kate que se había dejado las llaves.Cuando abrí la puerta me sorprendió ver a mi padre, perfectamente vestido con su traje hecho

a medida, recién afeitado y oliendo a algún perfume carísimo que le habría comprado mamá,debería decir que la sorpresa fue mutua, aunque yo vivía aquí, por lo que su cara de haber visto unespectro no tenía muchas explicaciones posibles.

—Mina ¿qué haces así vestida?—¿Habíamos quedado papá? —Estaba durmiendo en pelotas y me acabas de despertar.—No pero…—Papá, me has despertado…—No voy a preguntar por qué duermes así. —No, sólo vas a insinuar la pregunta para que te

responda.—Tampoco pensaba responderte, ¿qué querías?—Había pensado que tal vez podríamos salir a desayunar y así me ponías al día de tu primera

semana de trabajo.—Papá… estoy cansada, ayer salí a cenar y llegué tarde a casa... ¿Lo dejamos para otro

momento?—¿Con quién saliste?—Con un amigo. —¿Jay era un amigo, verdad?—¿Qué amigo? ¿Le conozco?—Salí a cenar con Jay.—¿Jay?—Sí papá, Jayden Wilson, quedamos para ponernos al día. Además, trabajamos en la misma

empresa y me ha ayudado a adaptarme, mi jefe es un poco… rarito. Creo que no le gusta que hayaentrado así en la empresa, a fin de cuentas no tengo ninguna experiencia como subdirectora y esbastante distante conmigo.

—¡Oh, hija, eso es maravilloso! —Este hombre sólo escucha lo que le interesa, ¿verdad. —Quedamos para comer entonces y me cuentas todo. Seguro que tu madre estará encantada. ¿Nosvemos en el club a la hora de la comida?

—Está bien, supongo… hasta luego papá.—¡No llegues tarde! —Me gritó desde la puerta del ascensor.Como si tuviera opción, si algo había aprendido desde bien pequeña es que Drew Swan

siempre se salía con la suya. Tal vez olvidé mencionar que mi padre era uno de los mejoresabogados del país, hacía tanto tiempo que en el bufete de abogados Swan no se había perdido uncaso que sus honorarios daban miedo, aunque antes de aceptar un caso siempre lo estudiaba conpies de plomo, era capaz de obrar milagros según contaba la gente y la prensa. Sabía que mi padrese alegraría de saber que tenía una buena relación con un Wilson, lo que no esperaba es quepusiera su sonrisa más estúpida, pero ¡si había estado a punto de ponerse a lanzar fuegosartificiales por los ojos!

Tenía que reconocer que había dado un gran paso, había pasado de odiarles tanto como parairme a vivir a la otra punta del país a, no sólo trabajar para ellos, sino además retomar de algúnmodo la buena relación que tenía con uno de ellos. En el pasado Jay siempre se había portadobien conmigo, no es que fuéramos los mejores amigos del mundo, pero cuando nos juntábamossiempre me ofrecía conversación agradable y más de una vez intercambiamos libros. En elinstituto cada uno iba a lo suyo, Jay tenía dos años más que yo, si me veía por el pasillo mesaludaba y poco más. A diferencia de Dare, quien me sacaba casi cinco años y siempre se lasingeniaba para sacarme de quicio o ponerme en ridículo delante de todo el mundo. Cuando meveía por el pasillo se acercaba gritándom. —¡Hey gatita!”, más de una vez Jay le dijo que dejarade avergonzarme, pero dado que terminé el instituto en Los Angeles, está bastante claro quedesoyó los consejos de su hermano pequeño. De todos modos era agradable volver a tenercontacto con Jay, conocerle como adulto.

Volví a la cama, como no pude conciliar el sueño me levanté y me vestí. Si tenía que ir al clubme llevaría un rato escoger algo que ponerme sin la ayuda de Kate, al final aposté por algo quesabía que a mi madre le gustaría y con lo que mi padre no se horrorizaría, un mini vestido demanga larga de Miu, con un abrigo militar negro entallado y botas de tacón. Tal vez no era lo quese esperaba en el sitio al que iba, pero era lo bastante formal para mí un sábado al mediodía.

Cogí mi coche para ir al Club, estaba nerviosa y ya no sólo por el tercer grado al que me iba asometer mi padre sino porque no veía a mi madre desde que volví a la ciudad. Mi madre y yoteníamos una relación un tanto complicada, hablando claro, mi madre era una diva insoportable.Había sido actriz antes de casarse con mi padre, había tenido un par de papeles importantes perolo dejó por amor, o eso es lo que me han contado siempre. La cuestión es que la señora ElizabethSwan estaba por encima de todo el mundo, porque ella había sido una gran actriz, según suspropias palabras, y no desaprovechaba ninguna oportunidad de echarme por el suelo. Se creía unaleyenda viva y los que estábamos a su alrededor lo sufríamos día y noche, a su lado los aires degrandeza de mi padre eran una pequeñez. Y habiéndome criado en tan pintoresca familia, aún mepreguntaba cómo seguía medianamente cuerda.

Llegué demasiado pronto para mi gusto, lo que era a la hora exacta a la que me estaríanesperando mis queridos papis, hacía bastante tiempo que no pisaba aquel lugar y debía reconocerque no lo echaba de menos en absoluto. Entré al restaurante y me interceptó una mujer deuniforme.

—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarla?—He quedado con mis padres, los señores Swan.—De acuerdo, sígame, la están esperando.Qué novedad, mis padres esperándome, el placer de las cosas que nunca cambian. Seguí a la

mujer hasta la mesa de mis padres, mi padre me recibió levantándose con una sonrisa, mientrasque mi madre no se dignó ni a mirarme hasta que me senté. Saludé lo más educadamente que pude,estaba acostumbrada a los desplantes de mi madre, pero eso no quería decir que no me dolierantodos y cada uno de ellos. Mi padre se puso a explicarle a mi madre todo lo que habíamos

hablado en la mañana, no es que fuera mucho pero adornado por aquel charlatán carísimo al queen el fondo tenía que reconocer que adoraba y ,sobretodo en momentos como este, fue lo suficientecomo para ocupar el primer tercio de la comida.

Desgraciadamente el momento del tercer grado llegó, y por parte de mi madre, lo cual noauguraba un buen final, los interrogatorios de mi madre nunca iban con buenas intenciones.

—Oh, Wilhelmina, así que tu padre dice que sales con el pequeño de los Wilson.—No mamá, no salgo con Jayden, sólo salimos ayer a cenar después del trabajo. Somos

compañeros en la empresa y viejos amigos. Y mamá, me llamo Mina.—Querida, si te invitó a una cita es que estáis saliendo. El pequeño de los Wilson nada más y

nada menos. Es abogado como tu padre, seguro que puede darte una buena vida, no tendrás ni quetrabajar. —Esta mujer ya me estaba viendo de blanco camino al altar.

—Mamá, yo no soy como tú, a mí me gusta trabajar, no pretendo que ningún hombre memantenga. Y ya te he dicho que Jayden y yo no estamos saliendo, no sé en qué idioma tengo queexplicártelo para que lo entiendas.

—¡Drew! ¿Has visto como me habla tu hija? Wilhelmina, esa no es la educación que tu padrey yo te hemos dado.

—Y dale… que me llamo Mina, mamá.—Mina, háblale a tu madre con el respeto que merece. —Intercedió mi padre.—Eso intento papá, pero es un poco complicado cuando no escucha lo que digo. No sé por

qué has tenido que decirle que anoche salí a cenar con Jayden.—Porque es tu madre y se alegra de este tipo de cosas.—Papá, mírala, está planeando la boda mientras hablamos.—No habría nada de malo en eso pequeña.—Oh claro, a parte del pequeño detallito de que no estamos juntos… Eh, espera, ¿me has

llamado pequeña?—Eso he hecho.—Papá, no me llamas así desde que era pequeña de verdad ¿qué tramas?—¿Por qué tengo que tramar algo? Simplemente estoy contento de que hayas encauzado tu

vida.—Así que simplemente estás contento de que trabaje para Kevin.—Y de tu relación con Jayden.—Papá, entre Jay y yo no hay una relación.—Bueno, como sea que llaméis a las cosas los jóvenes de hoy en día.—Se llama compañeros de trabajo.“—Lo que tú digas hija.Por dios, era como hablar con una maldita pared, entre mi madre y mi padre iba a ponerme a

gritar como una histérica en cualquier momento, no quería parecer una loca así que procurédesviar la conversación durante el postre y después salí huyendo alegando que tenía que prepararuna reunión importante para el lunes. No era del todo mentira. De camino a casa mientrasescuchaba algo de música para relajarme en el coche, más exactamente Hysteria de Muse, me dicuenta de un detallito en el que no había caído antes y comencé a notar un sudor frío bajar por miespalda. Mis padres eran amigos de Kevin Wilson, lo que significaba… oh, no… no, no puede ser,no serán capaces de irle con el cuento de que estoy saliendo con su hijo, no, no serán capaces¿verdad?

No era muy de rezar, pero recé para que no abrieran la boca y me metieran en un lío, a ver conqué cara iba a ir yo al trabajo si ellos le iban con semejante cuento a mi jefe, o mejor dicho, al

jefe de mi jefe.Llegué a casa y suspiré cuando vi que Kate no estaba, ya me había olvidado de mi fin de

semana de soledad. Me quité la ropa que llevaba y me puse la ropa de ir a correr, hacíademasiado tiempo que no la utilizaba y eso iba a cambiar. Salí a correr por Central Park encompañía de mi inseparable iPod. No sé cuánto tiempo estuve corriendo, perdí la noción deltiempo, ya se había convertido en algo habitual.

Volví al apartamento cuando ya había anochecido y tras preparar algo de cena me senté en elsofá con mi portátil para preparar la reunión, tenía que familiarizarme con los miembros delequipo y con los proyectos que había en marcha, no quería llegar allí y parecer una inepta.Comprobé el correo del trabajo y me sorprendió tener uno de mi jefe, enviado hoy por la mañana,¿este hombre no descansaba los fines de semana?

From: devans@marketing.wilson.comTo: minaswan@marketing.wilson.comSubject: LunesLa reunión del lunes tendrá lugar a las 09.00am en la sala de reuniones de Marketing de la

planta número 18. No tiene pérdida, es la primera sala de reuniones que encontrará a la derechadel ascensor. Puesto que no acudiré a la reunión, prepare un informe detallado de la misma,espero que esté en mi despacho cuando llegue.

D. EvansDirector de Marketing

—Sin presiones eh, señor Evans. —Dije en voz alta pese a que nadie podía oírme.Me apresuré a responderle.From: minaswan@marketing.wilson.comTo: devans@marketing.wilson.comSubject: RE: LunesSeñor Evans,Mensaje recibido, allí estaré. Por supuesto tengo en cuenta el informe que me ha pedido, me

aseguraré que lo tenga en su despacho lo antes posible.

Atentamente,Mina Swan

Subdirectora de Marketing

Me sorprendí a mí misma pensando en mi jefe, parecía del tipo adicto al trabajo, era serio ysin lugar a dudas mi experiencia me decía que tenía malas pulgas, pero había algo en él que meresultaba… excitante. Era condenadamente guapo, de eso no había ninguna duda, pero había algomás en él que no había logrado descifrar todavía, algo que no lograba identificar pero que mecausaba una sensación extraña, y no en el mal sentido precisamente. Me había mostrado otra cara

el viernes cuando se sentó a comer conmigo y debía reconocer, muy a mi pesar, que me habíadejado con ganas de más. Estaba tan nerviosa que apenas disfruté ni de la comida, ni de laconversación y miles de preguntas se quedaron en el tintero, tal vez nunca fuera capaz de mirarle alos ojos sin quédame muda de repente.

Pasé el resto del fin de semana sin salir de casa, preparando las cosas para el lunes, sentía lanecesidad de impresionar a Evans, necesitaba su reconocimiento por algún motivo que noconseguía comprender, era más que el simple hecho de que mi jefe me valorara como empleada,quería que me valorara como persona y tan solo el hecho de pensar así me hacía enfadarmeconmigo misma. Por otra parte tenía miedo y ganas a partes iguales de encontrarme de nuevo conJayden, sentía curiosidad por saber si mis padres y los suyos habían hablado del tema tabú, y meaterrorizaba su reacción. En el peor de los casos esperaba que me escuchara y poder aclarar lascosas, le estaba comenzando a coger cariño a Jay.

Capítulo 707.00 am. –música– 'This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojan whore...'

Era lunes y tenía una reunión importantísima en dos horas, ni snooze ni leches, tenía una prisa delcopón, sobretodo porque tenía que salir de casa antes de que Kate me interceptara y me retrasaracon mil millones de preguntas sobre mí no-cita con Jay y el resto de mi fin de semana.

Me las ingenié para salir por la puerta justo en el momento en que Kate me llamó. Ya tendríamosesa charla a la noche, si es que llegaba viva, claro. Me encontraba en tal estado de nervios que elcorazón se me iba a salir del pecho, me temblaban tanto las manos que no me atreví a coger uncafé por miedo a derramarlo y estropear mi modelito nuevo.

Cuando llegué al trabajo revisé el correo que me había mandado el señor Evans el sábado y medirigí directamente dónde él me indicaba, planta 18, sala de reuniones de Marketing, la primera ala derecha del ascensor. Tal y como me había dicho, no tenía pérdida. Había planeado ir antes ami despacho para recoger los documentos que Emily había preparado, pero no fue necesarioporque el viernes Jay se había retrasado y mi secretaria, que bien sonaba aquello, se habíamarchado antes que yo así que digitalicé lo más importante y me lo llevé conmigo para echarle unvistazo durante el fin de semana. Como diría Aiden: estaba hecha toda una pro.

Entré en la sala de reuniones conteniendo la respiración, faltaban apenas un par de minutos paralas nueve pero había al menos doce personas allí dentro, deduje que ese era mi equipo, cuadrabacon lo que había leído. Me presenté y contrariamente a lo que había pensado me recibieron de unmodo muy agradable e informal. La reunión fue muchísimo mejor de lo que hubiese pensado jamásy me invadió la sensación de alivio. Organicé el trabajo y tomé notas de todo lo que se habló, almenos de lo más relevante. Me despedí con la promesa de hacer una reunión semanal, o al menos,un par al mes.

A media mañana ya estaba en mi despacho preparando el informe que Evans me había pedido,cuando lo tuve terminado, y estuve medianamente orgullosa del resultado, me debatí entre llamar ami secretaria para que se lo entregara a la de mi jefe, o hacerlo yo misma. Escogí la segundaopción, me apetecía estirar las piernas así que de paso iría a tomar un café a la zona de descanso,era el primer día en años que no me tomaba mi dosis de cafeína en la mañana.

Cogí el informe y entré en el despacho que había al lado del mío, vi que Emily no estaba en susitio pero sí estaba Amelia, que a fin de cuentas era a quien estaba buscando.

—Buenos días.

—Buenos días señorita Swan, soy Amelia McLean, la nueva secretaria del señor Evans.

—Por favor, llámame Mina.

—Sólo si me llama Amy.

—¡Trato hecho! —Me iba a llevar bien con esta mujer.

—¿Necesitas algo Mina?

—Sí, entrégale esta carpeta al señor Evans, es el informe sobre la reunión de esta mañana que mepidió.

—Vale, ahora se lo dejo en el despacho, todavía no ha llegado.

—Ya, me dijo que estaría fuera, al principio pensé que era una excusa para dejarme sola ante elpeligro en la reunión, pero luego pensé que no tendría tanto sentido del humor.

—Llevo muy poco trabajando aquí, pero es un hombre serio y reservado.

—Sí, yo tampoco llevo mucho tiempo y pienso como tú, Amy.

—Por cierto, ¿la reunión bien? El señor Evans estaba verdaderamente preocupado por tener quedejarte sola.

—Genial, la verdad es que mejor de lo que esperaba.

—Me alegro, Mina. Eh… ¿puedo preguntarte algo?

—Claro.

—Emily, ¿es tu secretaria desde hace mucho tiempo?

—Desde que te contrataron a ti.

—Oh, vale, eso explica muchas cosas.

—Tiene un carácter complicado.

—Es cuestión de tiempo. —Me guiñó un ojo.

Ambas dimos la conversación por finalizada cuando ella entró en el despacho de nuestro jefe paradejarle el informe y yo me dirigí a la zona de descanso a tomarme mi merecido café.

Estuve más tiempo del que debería mientras intercambiaba unos mensajes con Kate, que meechaba en cara el haberme marchado a toda prisa esta mañana ignorándola, mientras yo medisculpaba con la excusa de la reunión. Le dije que todo había salido bien y que la nuevasecretaria de mi jefe era un encanto, evidentemente omití cualquier cosa que tuviera relación conJay, el viernes noche y el maldito fin de semana entero. Por el momento no había recibido unallamada de Jayden llamándome de todo porque su padre le hubiese dicho cualquier cosa que losmíos podrían haberle dicho, lo que me daba un pequeño margen de tranquilidad.

Volví a mi despacho y me puse a trabajar, no quedaba mucho para la hora de comer así que másbien pensaba hacer como que trabajaba. No llevaba ni veinte minutos en mi despacho cuando sonóel teléfono.

—Mina, ¿dónde diantres estás?

—Hola señor Evans, en mi despacho. —Pensé que era evidente, puesto que estaba llamando alfijo de mi despacho.

—Venga inmediatamente, creí haberle dicho que esperaba que estuviera en mi despacho cuandollegara.

—Le he hecho llegar el informe de la reunión hace un par de horas, debe tenerlo en su despacho.

—Cuando dije que esperaba que estuviera en mi despacho cuando llegara no sólo me refería alinforme Mina, también a ti.

—Oh.

—Sí, oh. Así que haz el favor de mover tu pequeño trasero hasta aquí, tenemos trabajo. —Colgó.

Debería estar enfadada, debería molestarme como me hablaba, su tono de voz, pero estabasonriendo como una auténtica idiota. Me apresuré a ir hasta su despacho y Amy me miró con carade circunstancias sin decir nada cuando atravesé la estancia y me paré frente a la puerta del señorEvans. Tomé aire, conté hasta diez, y llamé.

—Adelante.

—Señor Evans, siento el malentendido.

—Cierra. —

—Cerré la puerta, la boca no fui capaz, era aún más guapo de lo que recordaba.

—Ya está, disculpe.

—No pasa nada, supongo que debí explicarme mejor, siéntate.

¿Perdón? ¿El Dios con mala leche me había pedido disculpas? ¡Paren el mundo que me bajo!Debió de ver el aturdimiento en mi cara, porque se puso a hablar de trabajo, un tema con el queme encontraba más cómoda, le conté con pelos y señales todo lo que se había hablado en lareunión y le expliqué los motivos por los cuales había repartido los proyectos como lo hice.

—Sabía que no me decepcionarías.

—Gracias.

—Has captado en qué es bueno cada uno aún sin conocerlos.

—Bueno, he hecho trampas en eso, revisé sus trabajos del último año y evalué su perfil.

—Eso no es hacer trampas, es hacer un gran trabajo Mina, y sólo en un fin de semana.

—Gracias, señor Evans.

—No es necesario que seas tan formal. Nos ha llegado una campaña grande, la más importante delos últimos años, se trata de una empresa automovilística, van a lanzar un nuevo modelocoincidiendo con su 75 aniversario y quieren algo excepcional.

—Todos los del equipo tienen bastante trabajo, pero podría ver…

—Lo sé, he visto cómo has asignado los proyectos que tenemos y sé que todos tienen bastantetrabajo, el que te encargué a ti ¿cómo lo llevas?

—Terminado.

—Perfecto, trabajaremos juntos tú y yo en la campaña de Ridesmir. Tenemos sólo un mes parallevarla a cabo así que vamos a tener que trabajar duro, pero sé que tienes mucho talento así queestoy seguro que lo lograremos.

—Es mucha presión, sólo llevo una semana en la empresa.

—Lo sé Mina, lo haremos juntos, estaré todo el tiempo a tu lado, lo harás bien, ya lo verás.

—Muchas gracias por la confianza.

—Has demostrado tu valía en esta semana, has demostrado estar a la altura del cargo que tienes,así que por supuesto que confío en ti.

—Espero no decepcionarle señor Evans.

—Estoy seguro que tu trabajo no me decepcionará. Se nos ha hecho un poco tarde y ya ha pasadola hora de comer, tengo una reunión con uno de los chicos de Ridesmir, vente conmigo ypararemos a comer por el camino, la reunión es dentro de poco más de tres horas en Philadelphia.Así que si no tienes inconveniente deberíamos salir ya.

—C-c-claro, recojo y mis cosas y estoy lista en cinco minutos.

—Vale, nos vemos en recepción.

Estaba a punto de hacer un viaje de casi tres horas con mi jefe, ese que estaba tan bueno quedebería ser pecado, para asistir juntos a una reunión sobre un proyecto bastante importante y nosólo eso, sino que además iba a trabajar con él en un proyecto durante un mes entero. No sabíacómo asimilar todo lo que me estaba sucediendo últimamente, además, la conversación con elseñor Evans… era diferente al concepto que tuve de él en un principio, me resultaba amable,ameno, familiar… Sin duda tenía la cabeza hecha un lío, tal vez el viaje me iría bien paradespejarme.

Fui a mi despacho y recogí la chaqueta y mi bolso, y bajé hasta recepción. Tardé poco más decinco minutos y pude verle de pie frente a mí esperando, parecía que incluso estaba sonriendo,aunque sólo se apreciaba como una de sus comisuras se levantaba sutilmente, y era tremendamente

sexy.

—Por dios Mina, céntrate. —Me dije a mi misma en voz baja.

Llegué a su altura y sonreí.

—Perdón por el retraso.

—Está bien, ven, tengo el coche en el parking.

—¿Iremos en su coche?

—¿Prefieres conducir tú?

—No, está bien, es sólo que me ha sorprendido.

—Dejo lo del chofer privado para los que no les gusta conducir. —No supe adivinar si bromeabao no.

Cuando entramos en el ascensor para bajar el espacio se me antojó diminuto, sentí que me faltabael aire por momentos, podía notar su olor a madera y especias, escuchaba el sonido de mi corazóntan alto que pensé que me iban a estallar los oídos, estaban a punto de fallarme las rodillas cuandolas puertas del maldito trasto se abrieron y el señor Evans, muy educado él, me puso la mano en laparte baja de la espalda para invitarme a pasar delante de él, lo que causó que me estremeciera yme sintiera como una adolescente desbocada. Las sensaciones que me causaba este nombre noeran normales. Avanzamos por el aparcamiento hasta un Porsche 911 Turbo negro, como no, elhombre impresionante tenía un coche impresionante.

—Puedes dejar la chaqueta en el maletero si quieres, dentro del coche no tendrás frío.

—Sí, gracias.

Le tendí la chaqueta y la guardó en el maletero junto a la suya y el maletín que llevaba. Seguro quedentro del coche no haría frío, y con él al lado creo que no tendría frío ni en medio del ártico, sólode pensar que estaría tantas horas a su lado en un espacio tan reducido, con su olor, sus músculosfuertes moviéndose debajo de la camisa negra... ¿Qué narices me estaba pasando?

—¿Estás bien Mina? —¿Lo estaba?

—Claro, es sólo que hace un poco de calor aquí abajo.

—¿Calor?

—Sí, ¿no lo notas?

—No, hace un poco de fresco. ¿Seguro que estás bien?

—Sí, sí, será el hambre.

Me abrió la puerta del pasajero y me invitó a entrar, rodeó el coche para sentarse en el asiento delconductor y tal como me temía nada más entrar en el coche y ajustarse el cinturón su roma meembriagó. Deberían convertirlo en un perfume, uno llamad. —Dios buenorro —yo lo compraría,aunque fuera para olerlo en secreto.

—Puedes poner música si te apetece, mira lo que hay y elige si hay algo que te guste.

—No sé si sabré manejar este cacharro.

Me explicó sonriendo –por dios, que sonrisa– como mirar la música que tenía, que había unmontón, y me puse a revisar sus gustos musicales, porque eso es lo que hacía más que elegir algoque poner, fui pasando carpetas, por orden alfabético hasta que leí Linkin Park, no era posibleque a este hombre le gustase la misma música que a mí, entré en la carpeta y allí estaban, ante misojos Hybrid Theory, Meteora y Minutes To Midnight, mis tres álbumes favoritos de la banda, niuno más ni uno menos, estuve a punto de soltar un gritito de alegría, pero me contuve y me limité adarle al play con una estúpida sonrisa en la cara.

—Buena elección.

—Me encantó verles en directo.

—A mí también, los vi durante el Carnivores Tour.

—¡Yo también! En Los Angeles.

—Yo les vi en Charlotte, no podía perderme esa gira, dos de mis grupos favoritos juntos, erademasiado bueno.

—Comparto el sentimiento, ver a Thirty Seconds to Mars y a Linkin Park compartiendo cartel,fue sencillamente increíble.

—Sí, era imposible que no fuera.

—Yo igual.

De pronto me sentía más relajada, como si aquel hombre a quien había otorgado el título de Dioshubiese bajado a la tierra, y de repente fuera humano.

Paramos a mitad camino para comer algo, me sorprendió que no me llevara a un sitio lujoso ycaro de esos en los que pagas mucho y comes poco. Fuimos a un restaurante de lo más normalitodónde servían las mejores hamburguesas que había probado en mi vida. Me encantaban lashamburguesas con patatas fritas, era mi comida favorita, sin consultarme había dado en el clavo,cierto era que yo comía de todo, pero la mayoría de las chicas que conocía estaban demasiadopreocupadas por engordar un gramo como para disfrutar del sitio en el que habíamos parado.

El viaje hasta Philadelphia fue agradable, charlamos sobre el proyecto en el que íbamos a trabajary de la reunión a la que nos dirigíamos. La reunión era con un tal Darwin White, según Evans eraun tipo, palabras textuales. Me alegré que al menos uno de nosotros supiera con quien nos

íbamos a reunir, las reuniones a ciegas siempre me habían puesto un poco de los nervios.

Entramos en un edificio de oficinas bastante común, faltaban poco menos de diez minutos parala hora de la reunión, y Evans se dirigió directamente a la recepción. Yo me quedé un pocoapartada y sentí una punzada en el pecho al ver como la chica a la que se dirigió sonreía yaleteaba las pestañas. Será tonta, pensé, no la conocía pero ya me caía mal, él sólo era mi jefe,pero por algún motivo el hecho de que el resto del mundo le viera atractivo me molestó, eracomo si de pronto me diera cuenta que la piedra preciosa que yo había descubierto no erasecreta y todo el mundo podía admirarla. Sin poderlo evitar fruncí el ceño, la burbuja en quehabía vivido las últimas horas se acababa de pinchar y había vuelto de nuevo a mi realidad. Miguapísimo jefe se acercó a mí y con su mano en mi baja espalda me guió hacia el ascensor.

Otra vez un ascensor, otra vez su olor en un espacio reducido, podía escuchar su respiración ynotar el calor que desprendía su mano, todavía en mi espalda. No vi qué planta pulsó, estabademasiado concentrada analizando su perfil de reojo, tras lo que me pareció una eternidad elascensor se paró y Evans me empujó suavemente para que me moviera, mis piernas habíandecidido quedarse allí. Sin apartar su mano de mi espalda caminamos por un pasillo hasta unapuerta de cristal translúcido en la que se podía leer con letras azules Darwin White. Trasllamar a la puerta una voz amable y firme nos invitó a entrar, el despacho no era ni muchomenos impresionante pero había un sofá y dos sillones en un lateral, con una mesa de centrobaja. Darwin nos dirigió allí con un gesto cuando entramos. Yo me senté en el sofá y me quedéde piedra cuando vi que Evans se sentaba a mi lado, Darwin se sentó en el sillón que nosenfrentaba.

—Bienvenidos a Ridesmir, gracias por haber hecho posible esta reunión con tan pocaantelación y por aceptar el proyecto, soy consciente de que es todo un reto incluso para unaempresa tan importante como la vuestra.

—Estamos encantados de asumir nuevos retos, Darwin. Te presento a la señorita Swan,trabajará conmigo en la campaña.

—¿Es tu secretaria?

—No, es la subdirectora de marketing de Wilson & Co.

—Disculpe señorita Swan, la he visto tan joven que…

—No importa —Le interrumpí.

—La señorita Swan posee un gran talento, nos encargaremos personalmente de que la campañasea un éxito.

—Es todo un honor tener al director y a la subdirectora de Wilson & Co. trabajando en nuestracampaña, se nota que la empresa se toma en serio la importancia de este trabajo, para nosotroses un momento histórico y queremos, como ya te dije, algo épico. Queremos una campaña de laque se esté hablando los próximos cien años, de esas que se utilizan como ejemplo en lasuniversidades. Hay una importante suma de dinero en juego, no sólo el que invertiremos envosotros, sino de la producción y las ventas, no puede salir nada mal.

—Estamos aquí para asegurarnos que os damos lo que pedís. –Evans era convincente.

A partir de ese momento la reunión se volvió un tanto caótica, Darwin hablaba de ideas yconceptos, de cómo quería que fuera la campaña mientras nosotros tomábamos notas, yo conmi Smartphone y Evans con su iPad, era una auténtica lluvia de ideas, fuimos moldeando losconceptos y discutiendo algunos detalles hasta tener una idea más focalizada de la temáticaque iba a adoptar la campaña y de los aspectos que iba a abarcar. Sin lugar a dudas era unproyecto enorme en un tiempo demasiado pequeño pero era algo tan excepcional que me sentíaemocionada, como una niña pequeña con su juguete nuevo. La reunión duró más de cuatrohoras, que a decir verdad, se me pasaron volando.

Eran casi las doce de la noche cuando salimos del despacho de Darwin y todavía teníamos casitres horas de viaje hasta NY. Nada más ponernos en pie Evans había vuelto a colocar su manoen mi espalda y así subimos en el ascensor, esta vez Darwin nos acompañó y con la charla queofrecía hizo que aquella diminuta estancia me resultara menos asfixiante. Nos despedimos en lapuerta del edificio ya desierto y tomamos direcciones diferentes.

—Qué tarde se nos ha hecho. —Comenté de forma distraída en voz alta.

—Respecto a eso, estaba pensando que tal vez deberíamos hacer noche aquí y volver mañana.

—Pero es que…

—Perdona, no había pensado en que seguramente alguien te espera, puedo conducir de vuelta,no hay problema.

—No, no es eso. No creo que a mi compañera de piso le importe siempre que la avise, pero nocreo que a la empresa le guste que derrochemos.

—Por eso no tienes que preocuparte, el gasto está más que justificado, además de eso meencargo yo.

—Entonces creo que es la mejor opción, no quiero resultar indiscreta, pero parece cansadoseñor Evans.

—Ya te he dicho esta mañana que no necesitas ser tan formal Mina, y sí, estoy cansado pero sihubieses preferido volver podría conducir.

Dejé la conversación ahí, si le respondía seguramente entraríamos en un bucle, y el hecho deque estuviese tan amable y simpático seguramente también estaba en parte influenciado por elcansancio, así que era mejor no forzar las cosas y cabrearle. Le mandé un mensaje a Kate.

Mina Swan: Kate no voy a dormir a casa, estoy en Philadelphia por una reunión. Trabajo. Seme ha hecho tarde así que haremos noche aquí.

Kate: Estamos???? Estas con Jay???

Mina Swan: Nop, con mi jefe. ES TRABAJO.

Kate: Tienes mucho que contarme… Noches Mina.

Mina Swan: No hay mucho que contar, pero ya te pondré al día… Noches Kate.

El tercer grado de Kate iba a ser intenso, de eso no tenía ninguna duda. Llegamos a un hotelllamado DoubleTree, estaba en el centro de Philadelphia, apenas tenían habitaciones libres ytuvimos que conformarnos con una habitación que contaba con dos camas de matrimonioseparadas. Era eso o buscar otro hotel, puesto que era tarde, ninguno de los dos pusimosobjeciones. Cuando llegamos a nuestra habitación me dejé caer en una de las camas con gestoagotado.

—Voy a darme una ducha. —Dijo Evans dándome la espalda.

—Vale.

Eran sólo cinco palabras, pero mi cerebro se llenó inmediatamente de imágenes inapropiadas.Aproveché que él estaba en la ducha y cuando escuché el agua correr me desnudé hastaquedarme en ropa interior y me metí dentro de la cama, el tema de salir de ella mañana seríaotra historia de la que ya me preocuparía al día siguiente. Debí quedarme dormida deinmediato porque cuando me desperté por los pitidos de mi móvil que se había quedado sinbatería pude adivinar su silueta bajo las sábanas de la cama de al lado, intenté volver adormirme lo antes posible, si seguía mirando todo tipo de escenas indecorosas pronto llenaríanmi mente y ese era un punto de no retorno al que no quería arriesgarme.

“M

C A P Í T U L O 8

ina, Mina, despierta.—Cinco minutitos más Kate.—Me temo que no soy Kate. —Distinguí una voz masculina con tono jocoso

y abrí los ojos.—¡Señor Evans!—Es hora de volver a Nueva York, te he dejado dormir todo lo posible. Tienes el desayuno en

la mesa, café y un croissant. Te dejo que te arregles, estaré abajo.—Gracias. —Dije muerta de vergüenza.Tenía razón en que me había dejado dormir bastante tiempo, cuando miré el despertador que

había en la mesita de noche marcaba las 11:36h, eso era mucho tiempo, más bien era toda lamañana. Además me había traído el desayuno que sería ya más un aperitivo por la hora, perohabía acertado de pleno, café y croissant era mi desayuno favorito.

Me levanté y me metí directamente en la ducha, me vestí y me tomé el desayuno, a falta de unpar de minutos para las doce del mediodía estaba ya abajo buscando a mi jefe con la mirada, y leencontré, vaya si le encontré… estaba sentado en un sofá rojo, leyendo el periódico, llevaba lamisma ropa del día anterior y eso se traducía en que iba vestido completamente de negro y estabaasquerosamente sexy. Sacudí la cabeza intentando que mis pensamientos lascivos se esfumaran,aunque eso no iba a ser tan sencillo, teniendo en cuenta las veces que me había dicho a mi mismaque no estaba bien pensar de ese modo en el que era mi maldito jefe.

Caminé hacia él con paso decidido y cuando llegué a su altura me senté a su lado asomando lacabeza sobre su hombro, sin tocarle, para ver qué estaba leyendo.

—¿Algo interesante señor Evans?—Ahora mismo tú eres más interesante que el periódico. —Afirmó mientras lo cerraba y lo

metía en su maletí. —¿Estás lista para volver a Nueva York?—Podemos irnos cuando quiera.—Si te parece bien pararemos a comer por el camino.—¿Podemos parar en la hamburguesería de ayer?—Podemos parar dónde quieras.—Me encantó aquel lugar, estaba todo riquísimo.—Pues pararemos allí, me alegro que te gustara, es uno de mis sitios favoritos.Parecía que mi señor jefe estaba de buen humor esta mañana, así que seguramente el viaje de

vuelta a la realidad sería agradable. Había que aprovechar el tiempo, estaba completamentesegura que una vez que volviéramos a la normalidad el capullo que llevaba dentro, con su malaleche incluida, volvería a hacer acto de presencia.

Durante el camino estuvimos hablando sobre la reunión que habíamos tenido con Darwin, ycompartimos algunas ideas que podrían resultar de lo más interesantes una vez desarrolladas parala campaña. El trayecto hasta el restaurante se me hizo muy corto y ameno. Sin duda cuando eltema de conversación se centraba en el trabajo, o en música en su defecto, era yo misma, me sentíaa gusto y me relajaba, podía pasar horas hablando de esos temas incluso con mi peor enemigo ysentirme bien.

Tal como habíamos hablado Evans paró en el mismo sitio del día anterior y disfruté de lacomida como una niña, mi compañera de piso, muy fina ella, siempre que me veía comer así desdesu triste ensalada decía que eso no era comer, era guarrear, lo decía por las salsas y la grasa quetenía, no porque no fuera correcta comiendo, pero yo estaba completamente segura que todo eraprovocado por la envidia de no poder hacer ella lo mismo, estaba a dieta constantemente paraconservar su figura.

Volvimos a Nueva York demasiado rápido, aquel mundo irreal en el que había pasado lasúltimas 24h me había parecido tan… ¿agradable? Que me dio pena que se terminara, pero así erala vida, una zorra cruel y despiadada que hacía que tuviera que volver al trabajo, con el temor deencontrarme con Dare en cualquier momento y con la duda de si mis padres se habrían ido de lalengua con Jay o el señor Wilson, ah y se me olvidaba, con la santa inquisición de la señoritaKathleen Donovan, como no.

—¿Te llevo a tu casa o a la oficina?—¿Perdón?—¿Quieres tomarte la tarde libre?—No lo había pensado, creí que cuando llegáramos trabajaríamos en la campaña.—Si no estás cansada y no quieres tomarte la tarde libre podemos comenzar con eso.—Tenemos poco tiempo, debemos aprovechar bien el tiempo.—Sí, pero si no estamos al 100% no aprovechamos el tiempo. Lo dejo a tu elección, Mina.—Prefiero trabajar, si no le importa.—No esperaba menos de ti.—¿Era una trampa?—No, en serio, si quieres tomarte la tarde libre aún estás a tiempo.—No, muchas gracias señor Evans, pero debemos trabajar.—A la oficina entonces.—Sí.No me había secado el pelo esa mañana y mi cabeza se había convertido en una maraña rubia,

eso sumado a la ropa del día anterior y la total ausencia de maquillaje, debía darme un aspectobastante ridículo. Nada que ver con mi jefe, estaba tan perfecto como siempre ¿cómo narices lohacía?

Desde que bajamos del coche en del parking, hasta que llegamos a la puerta de su despacho,su mano estuvo posada en el que había sido su sitio natural durante el último día, la parte baja demi espalda. Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando la apartó para abrir la puerta y noté el fríode su ausencia. Tenía las manos calientes pese a estar en invierno e inconscientemente pensé encómo sería acurrucarse contra su pecho. Meneé enérgicamente la cabeza cuando no me miraba, mimente me había jugado otra mala pasada, algo a lo que se estaba acostumbrando muy a mi pesar.

Pasamos directamente a su despacho con la intención de trabajar en la campaña de Ridesmir,Evans avisó a nuestras secretarias de que no nos molestaran. Me senté frente a él mientras ambossacábamos los documentos que habíamos traído de la reunión y cuando fui a sacar el móvil pararevisar las notas recordé que me había quedado sin batería hacía horas.

—Vaya, mi móvil está apagado y tenía las notas en él. Ahora vengo, creo que tengo uncargador en mi despacho. —Evans levantó la mirada de su iPad y la fijó en mi teléfono.

—¿Thunderbolt?—¿Qué?—El cargador, es ¿microUSB o USB tipo C?—Tipo C. —Abrió un cajón a su derecha y sacó un cable que conectó a su ordenador, me

tendió el otro extremo.—Toma, conéctalo.—Gracias." Sólo asintió antes de volver a centrarse en su Tablet.Permanecimos en silencio durante lo que me pareció una eternidad, en realidad fueron apenas

unos veinte minutos, en los cuales encendí mi teléfono y vi que tenía 3 llamadas perdidas de Jay yvarios mensajes. Se me puso un nudo en la garganta cuando lentamente deslicé mi dedo por lapantalla para leer los mensajes, la conversación con mis padres surcó mis pensamientos y todotipo de escenarios posibles, ninguno de ellos agradable, se manifestaron en mi imaginación comoquien ve una película de acción.

Jayden Wilson: Todo bien? He pasado para bajar a comer juntos y tu secretaria me ha que noestabas en la ciudad.

Jayden Wilson: Se puede saber qué le has dicho a tu madre?Jayden Wilson: Mi padre me ha llamado y no sé qué decir…Jayden Wilson: Tenemos que hablar.Jayden Wilson: Llámame.Jayden Wilson: No tienes cobertura?Jayden Wilson: Dónde estás?Jayden Wilson: Te he llamado, llámame.Jayden Wilson: Mina?Jayden Wilson: Me ignoras?Jayden Wilson: Te he llamado varias veces, en serio, tenemos que hablar.Jayden Wilson: Mi padre me va a volver loco.La avalancha de mensajes que tenía de mi recién recuperado amigo era más impresionante,

debía estar metida en un buen lío si él, siempre tan calmado y compuesto, parecía estar perdiendola paciencia de aquel modo. Me apresuré a responderle.

Mina Swan: Lo siento Jay! Estaba en Philadelphia en una reunión de trabajo y me quedé sinbatería. A mis padres solo les dije que habíamos salido a cenar. Y les repetí como mil millones deveces que solo somos compañeros de trabajo/amigos…

Mina Swan: Lo siento si la han liado… no sé qué decir :(Mina Swan: Tengo mucho trabajo, te llamo a la noche?Una vez terminé de responder a Jayden pasé al siguiente chat, Kate también debía estar

preocupada.Kate: Mina no me jodas… este es Jay???Kate: Me ha escrito preguntando por ti.Kate: Mi hermano le ha dado mi tlf porque no podía localizarte.Agrandé la imagen adjunta que acompañaba al mensaje de Kate, pensando en qué iba a

responderle, aunque no era realmente necesario. Sólo con un vistazo a la miniatura le habíareconocido. Sí, era Jay y a mí también me había escrito, unas cuantas veces, y llamado otrastantas. Cuando terminara del trabajo le llamaría, no sabía qué habían liado exactamente mispadres pero lo que sí tenía claro es que tendría que dar muchas explicaciones y muy largas

además. Solo esperaba no perder su amistad, Jay era un gran tipo.Abrí el programa en el que había tomado las notas y tras localizar el archivo comencé

releerlo.—¿Tienes las notas?—Sí, justo las estaba releyendo.—¿Puedo? —Alargó la mando para que le pasara mi teléfono y lo hice.—Claro.Sin mediar palabra me pasó su iPad y comencé a releer sus notas. Era muy aplicado,

conceptos claros y todo estructurado de una forma limpia y concisa, me quedé impresionada, misnotas eran bastante más caóticas.

Tras repasar todos los apuntes ambos propusimos cuatro opciones de campaña teniendo encuenta lo que el cliente había sugerido. Ahora debíamos desarrollar las cuatro y presentarlas antesdel jueves para que nos diera el tiempo suficiente para proponer otras nuevas si eran desestimadaso en el mejor de los casos, corregir lo que fuera necesario y comenzar el desarrollo de la campañafinal a principios de la semana siguiente, lo cual nos dejaría con un par de semanas para terminarel proyecto. Seguramente tendríamos que volver a reunirnos con Darwin lo cual sin duda restaríatiempo y las navidades estaban al caer.

Estuvimos trabajando sin parar toda la tarde, hacíamos un buen equipo era muy fácil trabajarcon el señor Evans, pese a lo que había pensado anteriormente sobre él no se había puesto bordeconmigo, todavía, y debía reconocer que el puñetero era condenadamente inteligente. No en baldeera director siendo bastante joven, era brillante.

—Creo que deberíamos dejarlo por hoy, pareces cansada.—Sí, y no debería porque me ha dejado dormir hasta muy tarde esta mañana.—De todas formas es tarde, probablemente somos ya los únicos dos adictos al trabajo que

quedamos en todo el edificio, así que si te parece bien, podemos continuar mañana.—Sí, muchas gracias señor Evans, hasta mañana entonces.—Hasta mañana Mina.Salí de su despacho y sin siquiera pasar por el mío salí a la calle, cuando estuve a una

distancia prudencial del edificio como para que nadie que saliera de allí y me conociera pudieraoír la conversación llamé a Jay, respondió al tercer tono y no sabría decir por su voz si estabaenfadado o sólo sorprendido.

—¿Mina? ¡Por fin!—Eh… hola Jayden, perdón no he podido llamarte antes. ¿Leíste mi mensaje?—Sí.En vista de que no añadía nada más proseguí.—Bueno… ¿qué ha pasado?—Cuéntamelo tú.—Realmente no hay mucho que contar, de verdad, el sábado por la mañana mi padre apareció

en mi apartamento sin que yo le esperara y me despertó. Cuando le abrí en pijama se sorprendió ymedio somnolienta le dije que había salido a cenar la noche anterior contigo en plan compañerosde trabajo y me dijo que le contara que tal había ido la semana en el desayuno. Obviamente menegué pero me tocó ir al Club a comer con él y con mi madre. En la comida mi padre le dijo quehabíamos cenado juntos y mi madre comenzó a organizar la boda mentalmente, lo vi en sus ojos.Por más que les repetí que no estábamos juntos, que sólo somos amigos y compañeros de trabajono hubo forma de hacerles entrar en razón. Lo siento muchísimo, si quieres puedo ir a hablar contu padre mañana y… —Jay me interrumpió.

—No, está bien, ahora entiendo lo que decía mi padre.—Yo… lo siento muchísimo Jayden, no sé cómo arreglar esto.—Bueno, en realidad puede irnos bien.—¿Qué?—Verás, dentro de poco la empresa celebrará la cena anual por navidad y obviamente todos

los empleados estamos invitados. Mi padre lleva ni sé el tiempo insistiendo que debería conocer aalguien y demás, podrías ser mi pareja en la cena y ambos nos quitamos presiones de encima.

—¿Estás sugiriendo que finjamos que estamos saliendo?—No exactamente, ya les hemos dicho ambos a nuestros padres que no estamos saliendo, pero

ellos siguen sin escucharnos ¿no?—Así es.—Pues bien, para que mi padre no me dé la lata con la cena de navidad podríamos ir juntos,

de todas formas no es como una cita o algo así, necesito acompañante y no se me ocurre nadiemejor que tú.

—Bueno, supongo que me apunto.—¿Supones que te apuntas?—No sé Jay, hasta hace dos minutos no sabía ni que tendría que ir a una cena de Navidad de la

empresa en un par de semanas, así que sí, supongo que me apunto a ser tu acompañante.—Bien, pues todo aclarado.—Sí, eh… oye una cosa. ¿Por qué localizaste a Kate a través de Elijah? Pensé que habías

dicho que no tenías relación con él.—Y no la tengo, pero me dijiste que trabajaba con su padre así que busqué el teléfono de la

clínica y llamé. La verdad es que estaba realmente preocupado.—Oh… bueno, supongo que podré lidiar con Kate.—¿Se ha molestado?—Digamos que ha visto tu foto de perfil y podemos sumarla al club de nuestros padres.—¿En serio? —Se carcajeó, tenía una risa preciosa.—En serio. Y no tenías nada de lo que preocuparte, tenemos entre manos una campaña muy

grande para un cliente más que importante y tuve que asistir a una reunión improvisada enPhiladelphia, se hizo muy tarde y tuve que quedarme allí a pasar la noche. Me quedé sin batería yno tenía el cargador encima. Eso es todo.

—Nadie sabía nada y pensé que podría haberte pasado algo.—No tienes que preocuparte Jay, se cuidarme sola.—La última vez que confié en eso huiste a Los Angeles, Mina.—Tampoco éramos íntimos amigos.—Tal vez tú no lo vieras así, pero para mí eras una de mis mejores amigas.—¿En serio?—Sí, Mina.—Entonces te debo una disculpa, supongo… aunque llegue un poco tarde, lo siento.—Bueno, has vuelto así que queda olvidado, pero no vuelvas a desaparecer.—Lo intentaré, buenas noches Jay.—Nos vemos pronto.Colgué y continué mi camino hacia casa, con Jay había sido muy fácil, me seguía

impresionando su forma de ser, parecía tan serio, tan inalcanzable, tan formal… pero en realidadsiempre era bueno conmigo, siempre atento y simpático, sin duda el único de su familia con esegen. Ahora me tocaba lidiar con Kate, esperaba que no me lo pusiera muy difícil, aunque

tratándose de Kate, tal vez eso era pedir mucho, le gustaba casi más un cotilleo que la moda y eso,era mucho decir viniendo de una personal shopper.

Llegué a casa y me miré en el espejo de la entrada, no tenía buen aspecto, lucía ojeras, estabapálida y mi pelo… mejor no hablar de mi pelo. La ropa estaba un tanto arrugada y me sentía comoun juguete al que se le están acabando las pilas. Eso no pareció importar mucho a mi amiga, queme interceptó en mi camino hacia mi habitación y no estaba dispuesta a dejarme marchar.

—¡Mina por fin!—Hola Kate, estoy molida.—Ya se te ve, das asco tía.—Vaya… gracias amiga.—En serio Mina, tienes mala cara, ¿estás bien?—Cansada.—¿Has hablado con Jay?—Síp, todo aclarado.—¿Todo aclarado? ¿Por qué no me habías dicho que era tan guapo? Dios, Mina, ese tío está

cañón.—Es bastante atractivo, pero sólo somos amigos, lo prometo.—Sí lo que tú digas, pero hasta que no me lo cuentes absolutamente todo sobre tu cita, tu

amigo y todo lo que ha pasado hasta hoy no te vas a mover del sofá.Dada su insistencia me puse a contárselo todo, desde la cena hasta la conversación que

acabábamos de mantener, pasando por la comida con mis padres y mi viaje a Philadelphia.Aunque procuré que no se notara el efecto que Evans tenía en mí, lo que hizo que ella se centraraen Jay.

—Entonces ¿dices que Jay y tú solo sois amigos?—Te lo he dicho como quinientas veces Kate.—Ya, pero es que no me cuadra, a ver, un tío guapísimo que no es de tu departamento se entera

que has comenzado a trabajar en la empresa de su padre y se ofrece a enseñarte las instalaciones,te acompaña a comer, te lleva a cenar a un restaurante increíble, no se enfada por el numerito detus padres, que perdona que te diga, pero tiene tela. Y además te propone que seas su acompañanteen la fiesta de Navidad. ¿Y dices que no hay nada entre vosotros? Perdona maja, pero ese tío estácoladito por ti, otra cosa es que tú no quieras verlo.

—De verdad que no Kate, no es eso, sólo es un viejo amigo y hemos retomado el contacto.—Te empeñas en no ver las cosas y deja que te diga una cosa, me parece que es un chico

majísimo por lo que me has contado de él, que se ha portado contigo como no lo ha hecho otroantes y además, he visto su foto… con filtro y todo ese tío está cañón. Si no te lanzas te vas aarrepentir.

—Es guapo, es agradable, estoy a gusto con él y todo eso, pero no hay mariposas en miestómago Kate, somos amigos y nada más.

—Tú sigue perdiendo el tiempo.—Hace poco que terminé con Matt.—Hace ya bastante tiempo que Matt te dejó y eso, querida, no era una relación, tenías pegada

a una sanguijuela que no te tocaba ni con un palo y ahora sabemos por qué.—Estoy cansada, me voy a la cama.—¡Claro! ¡Haz como siempre! Cuando algo no te interesa o te cantan las verdades huyes. En

algún momento vas a tener que enfrentarte a las cosas.Sabía que tenía razón, pero escucharlo me resultaba demasiado incómodo. Una vez más hui,

porque tenía razón y eso es lo que hacía siempre, esta vez de la conversación dejando a Katesentada en el sofá mientras me iba a mi habitación. Me metí en la cama tan pronto como me puseel pijama y me dediqué a repasar mentalmente los últimos acontecimientos hasta quedarmedormida.

0

C A P Í T U L O 9

7.00 am. –música– 'This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojanwhore...'

'Cinco minutitos más. —Murmuré antes de pulsar el botón snooze de mi teléfono.07.05 am. –música– 'This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojan

whore...'Esta vez hice caso a la alarma y volviendo a mis viejas costumbres pulsé el botón de dismiss,

justo antes de levantarme de la cama desperezándome y meterme en la ducha. No importabacuantas veces metiera la pata con Jay, él siempre le restaba importancia y me perdonaba, ahoraque lo veía desde la distancia, siempre había sido así. ¿Cómo no pude darme cuenta antes de queJay siempre estaba ahí? ¿De que realmente era mi amigo? Sabía la respuesta, odiaba tanto a suhermano que no era capaz de ver nada más, cegada por mi propio odio. Era rematadamente tonta,no había duda de ello, al menos esperaba poder compensarle… de algún modo. Aunque en elfondo sabía que continuaba haciendo lo mismo.

Decidí desayunar con Kate, todo lo pausadamente que podía para no llegar tarde al trabajo, yasí demostrarle que no huía de las cosas, en este caso de ella. Realmente no sabía a quiénpretendía engañar si a mi amiga o a mi misma, pero la cuestión es que me quedé allí sentada, en untaburete frente a la isla de la cocina, intentando mantener la calma y observando en silencio aKate, que tenía el móvil en las manos y se reía sola. Me ponía de los nervios que me ignorase deese modo y me excluyese de su diversión, pero lo hacía apropósito la muy… no, no iba a darle elmaldito placer de salir de nuevo corriendo cuando algo no me cuadraba, se acabó, en ese precisoinstante me prometí a mi misma no huir nunca más de nada, por feas que se pusieran las cosas, apartir de ahora iba a enfrentarme a ellas, era una adulta y debía comportarme como tal.

Llegué al trabajo a mi hora y me dirigí directamente a mi despacho, me puse a trabajar deinmediato en las propuestas que habíamos desarrollado el día anterior. No sabía si el señor Evansestaba en su despacho y no quería molestarle, en realidad, lo que no quería era enfrentarme a unode mis miedos: sus cambios de humor.

Estaba centrada en el trabajo cuando la puerta de mi despacho se abrió de golpe. Casi se mesalieron los ojos de las órbitas cuando levanté la vista y vi a mi jefe hecho una furia en la puertade mi despacho. Me quedé muda de repente, ¿por qué estaba enfadado?

—Mina, ¿se puede saber qué demonios estás haciendo?—Estaba trabajando en el desarrollo de las propuestas, señor Ev…" No me dejó terminar la

frase.—Creí haberte dicho que trabajaríamos juntos en ese jodido proyecto.—Sí, señor Evans.

—Deja de llamarme señor, joder Mina, no es tan difícil. Si vamos a trabajar juntos cuandollegues al maldito trabajo ven a mi despacho y no me hagas perder el tiempo ¿está claro?

—Sí señ… —Dejé la palabra a medias cuando escuché su gruñido a través del teléfono.—Pues mueve ese pequeño trasero tuyo inmediatamente. ¿A qué narices esperas?—Voy.No dudé, me levanté de inmediato de la silla y le seguí a su despacho, por su tono de voz y la

forma en la que me había hablado no hacía falta ser un genio para darse cuenta de lo enfadado queestaba, iba a ser un día duro y la sonrisa de Emily, que había escuchado la bronca, no hizo másque confirmarlo.

Cuando entramos en su despacho cerró la puerta y se dirigió a su mesa sin mirarme, se puso atrabajar en silencio y me limité a hacer lo mismo, pasó al menos media hora antes de que sedignara a dirigirme la palabra sin dejar de moverse con aire alterado en su silla, por supuesto yono rompí el silencio.

—Joder, tenemos que trabajar juntos o no vamos a conseguir impresionarles.—Lo sé.—Pues no me pongas las cosas más difíciles Mina.—No era mi intención.—Hemos perdido toda la maldita mañana, ¿y qué hemos avanzado?—He estado… —Me cortó bruscamente.—NADA, no hemos avanzado absolutamente nada, has ido por tu cuenta y si tenemos que

hacerlo juntos, significa que tenemos que ser una misma jodida mente y no hacer las cosas cadauno a la suya, no vamos a avanzar así.

—Pero lo que he hecho no es necesario repetirlo.—No lo entiendes ¿verdad? No es una campaña común, no podemos perder el tiempo en

evaluar las ideas que cada uno tiene después de desarrollarlas, o de comentar y mejorar losdesarrollos individuales, tenemos que crear algo conjunto, algo que sea jodidamente brillante, másque sobresaliente.

—Está bien, ¿cómo lo hacemos?—Para empezar, olvida que tienes un despacho propio, tu despacho ahora es este y toda tu

vida gira entorno a la campaña de Ridesmir, si queremos lograrlo vamos a tener que dar el 200%.—¿Y tengo que venir aquí cada mañana?—¿Pero es que no me estás escuchando? —Alzó la voz sobresaltándome.—Lo hago, pero usted es mi jefe y…—Soy el director y tú la subdirectora, nuestro jefe es otro.—Pero…—Mina, escúchame bien porque no volveré a repetirlo, somos compañeros y ahora mismo

estamos juntos en esto, jodidamente juntos. —Esas palabras, y su forma de pronunciarlas mehicieron estremecer, en mi mente cobraron un significado totalmente distinto al que en realidadtenían.

—Vale.—¿Vale? —Parecía sorprendido de que no le presentase batalla.—Sí.—Bien, pues a trabajar.Las cosas habían quedado más que claras y de nuevo el humor de Evans se suavizó, aunque

nunca me había hablado de una forma tan dura como hasta ahora y hubo algún momento en el queme entraron ganas de ponerme a llorar.

Continuamos trabajando durante horas y poco a poco me fui relajando, cuando llegó la hora decomer decidimos que para recuperar parte de la mañana que habíamos perdido comeríamos en eldespacho, por lo que Evans le pidió a nuestras secretarias que nos subieran algo para comer. Mirémi comida con recelo, no terminaba de fiarme de mi querida Emily, me había dado la comida conuna mirada que me hizo pensar que seguramente habría escupido en ella, o tal vez simplemente seestaba regodeando porque tuviera que comer en el despacho de mi jefe mientras trabajaba. Si eralo segundo, no estaba tan mal, cuando las cosas se miraban desde el lado adecuado podían serfantásticas. Por ejemplo, en vez de pensar que por ser demasiado estúpida me había quedado sinpoder bajar a comer y tendría que comerme una triste ensalada en el despacho de mi jefe mientrascontinuaba trabajando, era más agradable pensar que iba a comer con un hombre guapísimo yatractivo en un ambiente íntimo y relajado, los dos solos con una amena conversación. Claro queesa no era precisamente la versión que le había dado a Jay cuando me había mandado un mensajepreguntándome si comíamos juntos, más bien le había dicho que tenía mucho trabajo y no podíasalir, que comería algo en el despacho.

Teníamos aproximadamente día y medio para terminar las propuestas, enviarlas y rezar paraque alguna de ellas fuera la elegida, y ya por pedir, que decidieran rápido. Era fácil trabajar conEvans, pese al temperamento que tenía nos poníamos de acuerdo con facilidad a la hora de lo quequeríamos hacer, teníamos ideas muy parecidas y resultaba sencillo adaptarnos.

Si me hubiesen dicho esto la semana pasada no me lo hubiese creído, pero aquí estabaobservando embelesada ese par de ojos azules y esos labios que se movían de forma sensualfrente a mí, le miraba embobada sin escuchar una sola palabra de lo que me estaba diciendo. Almenos, hasta que se dio cuenta.

—Mina ¿me estás escuchando?—Ehm… sí claro.—¿Qué he dicho?—Vale… no. Lo siento, tenía la cabeza en otro lado.—¿Dónde exactamente? —Exactamente… en cómo sería besar esos labios, en lo bonitos que

son tus ojos, en tu olor… pero eso no se lo iba a decir, claro.—No era nada importante, perdón.—Tenemos que concentrarnos en el trabajo.—Lo sé, sólo estaba calculando mentalmente las fechas, el límite que tenemos para presentar

esto y obtener respuesta. —Mentí.—Tenemos que mandarle las propuestas a Darwin mañana a última hora como mucho.—Y rezar para que responda el viernes.—Lo hará, tienen el tiempo tan ajustado como nosotros. Quieren lanzarlo para el año nuevo.

¿Quieres un café?—Sí claro, lo tomo…—Sin azúcar ni leche.—Sí, ¿cómo lo sabe?—Soy observador. —Se encogió de hombros mientras salía del despacho.Despacho que de pronto se volvió frío y solitario, Evans era un hombre que llenaba cualquier

lugar en el que entraba, tenía una personalidad fuerte, arrolladora, era como un depredadoracechando a su presa, y su apariencia acompañaba, era fiera y dulce a la vez, sus ojos eran fríospero cuando su gesto se suavizaba resultaban, de algún modo, cálidos. Era un espectáculo dehombre del que yo podía disfrutar, a una distancia prudencial, claro.

Evans volvió con nuestros cafés y continuamos trabajando, pensé que los encargaría a Emily o

Amy, pero fue él mismo, supuse que también le apetecería estirar las piernas de vez en cuando yaque llevábamos todo el día encerrados en su despacho trabajando, aunque no había sido todo loproductivo que debería, habíamos adelantado muchísimo el trabajo y podríamos cumplir el primerplazo casi con total seguridad.

Una vez terminada mi jornada laboral llegué a casa sin darme cuenta ni del recorrido quehabía hecho, tenía tantas cosas en la cabeza en esos momentos que debí haber caminado como unaautómata. Tenía que quitarme de la cabeza a mi jefe, como fuera, y la única solución era centrarmeen Jayden, era un chico atractivo y maravilloso, seguramente él era el tipo de hombre que meconvenía, conocía mi pasado y siempre había estado ahí aunque yo no me diera cuenta.

Después de cenar decidí llamarle, al salir del trabajo y revisar mi móvil había visto que teníaun par de mensajes suyos preguntando qué tal iba el proyecto, no le había respondido con laintención de llamarle luego y ese momento era ahora.

—¿Mina? ¿Ocurre algo?—Hola Jayden, no, es sólo que vi tus mensajes al salir del trabajo y decidí llamarte después

de cenar. Con la campaña actual no tengo ni un segundo libre en el trabajo así que…—¿Está siendo muy duro?—Es mi trabajo y tengo que hacerlo. Pero prefiero no hablar de ello. —No quiero hablar de

mi jefe, se supone que tú tienes que distraerme de eso.—Vaya, no esperaba que fueras tan diplomática.—¡Oye! ¿Pero qué imagen tienes de mí?—Perdona, no he dicho nada. —Le oí reír al otro lado del teléfono.—Pero bueno, a parte del trabajo todo bien. ¿Qué hay de ti? ¿Tu padre te ha dado mucho la

lata?—No mucho, hemos comido juntos, y me ha dado la charla con el tema de la cena de Navidad,

hasta que le he dicho que este año iría acompañado y ya me ha dejado en paz.—Oye, y esa cena… ¿Cómo es?—Pues como todo lo que organiza mi padre. Más que una cena de empresa es el evento social

del año, ya sabes… recepción, cena, discursos, ropa de etiqueta…—Vamos, que ya puedo comenzar a buscar un vestido.—Tenemos hasta Photocall.—¿Pero qué es eso, una cena de empresa o la entrega de los Oscar?—Bueno, un pequeño evento de la empresa, dice mi padre.—Tu padre está loco.—La empresa tiene clientes muy grandes e importantes, muchos de ellos suelen asistir.—Así que también va de trabajo.—Más bien de impresionar y captar las nuevas campañas de nuestros clientes.—Todo estudiado al milímetro.—Así es Kevin Wilson.—Ya veo… pues intentaré sacar un hueco para encontrar un vestido adecuado.—Seguro que lo harás, ahora deberías descansar.—Sí, ya hablamos Jay, gracias por todo.—Hasta mañana preciosa.¿Preciosa? ¿Me había llamado preciosa antes de colgar? Me metí en la cama con el corazón

latiéndome a mil por hora, intentando buscar cualquier posible sentido que se le pudiera dar anuestra conversación en el que encajara esa despedida, pero ninguno de los escenarios posibles seme antojaba lo suficientemente perfecto, era Jay.

0

C A P Í T U L O 1 0

7.00 am. –música– "This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojanwhore...'

'Cinco minutitos más. —Murmuré antes de pulsar el botón snooze de mi teléfono.07.05 am. –música– "This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojan

whore...'Me levanté de la cama como un resorte tras apagar la alarma, era ya jueves y era el día límite

en que debíamos entregar a Darwin White las cuatro propuestas si queríamos cumplir los plazosque nos habíamos autoimpuesto para tener la campaña en un mes. Teniendo en cuenta queestábamos en diciembre y que las navidades estaban al caer, el tiempo iba a estar mucho más queajustado y aunque no era muy de celebrar la navidad no me apetecía pasarme las fiestastrabajando.

Aquella mañana había decidido ponerme unos leggins efecto cuero, negros, con una camisalarga semitransparente, también negra, sobre un top ¿de qué color? Sí, negro. Unos botines a juegocon el resto del look y pensaba coger mi abrigo militar, también negro. Era la mujer de negro, micolor favorito entre todos, o la ausencia de todo color, dependiendo de cómo se mirara. La verdades que era bastante pálida, rubia de ojos grises, el negro me quedaba… resultón. Me había pintadolos labios de rojo y llevaba un maquillaje de ojos sutil que no hacía más que enmarcar mi mirada.

Cuando salí a desayunar Kate me miró de arriba abajo.—¿Te vas así al trabajo?—Sí, claro.—¿Toda de negro?—Sabes que me gusta el negro.—Parece que vayas a un funeral con esas pintas.—Cogeré el bolso burdeos. —Me encogí de hombros, tratando de no dar importancia al

asunto. —Hablando de pintas, necesitaré tu ayuda.—Mina Swan —Dijo con un tono tan serio que me detuve a mirarla asustada. —¿Me estás

pidiendo ayuda? —Se estaba riendo en mi cara, y pensar que me había preocupado por unsegundo… ¡Tener amigas para esto!

—Sí, pero no te emociones, necesito un vestido de gala para la cena de la empresa, por lo queme ha dicho Jay será por todo lo grande.

—¿Vais juntos?" Lo dijo levantando una perfecta ceja.—Sí, así que necesito un vestido bonito que no le deje en ridículo.—Se me ocurre un vestido de Dior precioso, rojo, es-pec-ta-cu-lar.—No quiero parecer una bola de navidad, Kate.

—¿Viste a Charlize Theron en los Oscar? Llevaba un vestido rojo de Dior precioso, muysimilar al que te digo, Jay se quedará con la boca abierta.

—Si es ese con el que diste tanto la lata, la respuesta es no. No te digo que fuera un vestidofeo, pero no quiero un escote hasta el ombligo, ni quiero llevar cola. Algo sencillo bastará.

—Vale, no es necesario que sea ese, confía en mí, encontraré tu vestido perfecto, eso síprobablemente sea rojo.

—Bueno, haz tu magia y me cuentas, me voy al trabajo.Iba con el tiempo bastante justo, me había entretenido más de la cuenta hablando con Kate

antes de salir de casa, además, había tenido que volver atrás cuando me di cuenta que me habíadejado algunos documentos en otro bolso. Me apetecía volver al trabajo, cuando mi padre me dijoque había concertado aquella entrevista con el señor Wilson para mí, sentí un arrebato de ira, peroahora le estaba secretamente agradecida. No sólo tenía un buen puesto de trabajo, muy bienremunerado, sino que además era un trabajo que me gustaba, con extras. Por extras contaban elhecho de que mi jefe estuviera cañón y mi reencuentro con Jayden. Por suerte no me habíaencontrado con el hermano malo, seguramente coincidiríamos en algún momento, tal vez en lafiesta. La empresa era grande, de hecho si me había encontrado con Jay fue porque él me habíabuscado, de otro modo al estar en departamentos distintos no nos hubiésemos cruzado, así que consu hermano pasaría lo mismo, con la diferencia de que por suerte, este no me había buscado parahacerme la vida un infierno, todavía. El atrincheramiento en el despacho de Evans, me alejaría deaquel muñeco diabólico durante al menos el mes que teníamos como tiempo para el proyecto deRidesmir.

Llegué directamente al despacho de mi jefe, tal como me había indicado el día anterior y meparé en la antesala a saludar a nuestras respectivas secretarias.

—Buenos días Amy, Emily.—Buenos días Mina, el señor Evans ha ido a hacer unas gestiones volverá más tarde, me ha

pedido que la informara.—Gracias Amy.—También me ha dicho que le dejaba el ordenador encendido con la clave puesta para que

pudiera continuar mientras él volvía.—Perfecto, vamos con el tiempo algo ajustado, muchas gracias Amy. Emily —dije

volviéndome hacia ell. —tráeme un café, sin leche ni azúcar, por favor.—Claro señorita Swan, no tengo trabajo, puedo hacer de camarera.—¡Joder Emily! ¿Se puede saber por qué narices me odias tanto Llevas despreciándome desde

el primer día que nos vimos.—Parecía una pordiosera, vino al trabajo con una camiseta raída. —Sí, yo también era

consciente de que, mi rabieta con el tema de trabajar para los Wilson, me había hechocomportarme como una idiota desagradecida y maleducada, pero no necesitaba que nadie me lorecordase.

—Oh, entonces que el otro día llevara unos manolos ¿ya me hace digna de tu respeto?—No es eso.—Se clara Emily ¿qué problema tienes conmigo?—Viniste con aquellas pintas que fue una total falta de respeto y aun así todo el mundo te

venera y te trata como si fueras de cristal.—Dudo que eso sea así, en cualquier caso, ¿no podríamos llevarnos bien?—Venga Emily, Mina es una buena chica. —Intervino Amy.—Supongo que podríamos intentar llevarnos bien. —Cedió Emily.

—¡Perfecto! Ya voy yo a por mi café Emily.—No, yo iré ¿puedo llamarte Mina?—Por favor, prefiero que me llames Mina. Gracias por ofrecerte a traerme el café.Asintió mientras se levantaba de su mesa y salía de la antesala. Amy me guiñó un ojo en

silencio y volvió a centrarse en la pantalla de su ordenador.Entré en el despacho de Evans, aunque él no estaba y no era más que una estancia vacía, olía a

él. Me quité el abrigo y lo dejé sobre el sofá que había en un lateral, recordé que Amy me habíadicho que él me había dejado el ordenador encendido para que pudiera ir trabajando así que mesenté en su silla y me recreé más de la cuenta en aquella posición. Era un despacho grande, lapared que tenía a mi espalda era una cristalera con unas increíbles vistas a la ciudad, las paredesestaban pintadas de un gris claro formal y luminoso, el sofá y los sillones eran de piel negra, laenorme mesa era de cristal y acero. Las paredes estaban adornadas con varias campañaspublicitarias enmarcadas y algunos artículos de revistas que hacían referencia a premiosobtenidos. Era sencillo, pero elegante y funcional, me recordaba mucho a su dueño.

Emily interrumpió mis pensamientos cuando vino a traerme mi café y decidí que era momentode dejar de fantasear y ponerme a trabajar. Teníamos que mandar hoy las propuestas así que mepuse a preparar una de ellas para ser enviada, a fin de cuentas era un trabajo que podía hacer sola.

Estaba terminando de redactar la introducción de la propuesta número uno cuando un pesosobre mi hombro me sobresaltó. Salté, literalmente, un palmo sobre la silla y me volví paradescubrir a mi jefe detrás de mí, estaba tan concentrada que ni le había visto, ni le había oídoentrar en el despacho.

—Perdón, no pretendía asustarte.—No pasa nada, estaba concentrada y no me di cuenta que había llegado. —Hice la mención

de levantarme y dejar su sitio libre pero ejerció una pequeña presión en mi hombro que me indicóque no pensaba dejar que me moviera de allí. —No es necesario que te muevas.

—Pero…Sin dejarme terminar la frase se movió de forma grácil y rápida colocando una de las sillas

que había frente a su escritorio a mi lado. La mesa era enorme por lo que había bastante espaciopara que ambos pudiéramos trabajar en el mismo lado. Se sentó y comenzó a revisar losdocumentos que yo había dejado frente a mí, sobre la mesa.

—¿Ves? Solucionado, continúa mientras reviso esto.Sentirle tan cerca me ponía nerviosa, estuve más tiempo corrigiendo mis errores al escribir

atropelladamente, que redactando aquella maldita presentación de la propuesta número uno, a laque había llamado The One, además era mi favorita.

Cada vez que nos movíamos nuestros codos se rozaban y mi corazón había comenzado a latirtan fuerte que estaba segura que él podría oírlo. Terminé con lo que estaba haciendo y trasimprimirlo y tendérselo para que lo repasara, nuestras manos se tocaron, sentí un escalofrío querecorrió todo mi cuerpo y supe que necesitaba salir de allí un momento.

—Voy a por algo para beber mientras le echas un vistazo. —Estaba tan nerviosa que hasta lehabía tuteado, algo que intentaba no hacer, no con mucho éxito al parecer.

Él se limitó a asentir con una maldita sonrisa demasiado sensual para su propio bien. Salícomo alma que lleva el diablo y mi gesto no pasó desapercibido para las secretarias.

—¿Mina estás bien? —Preguntó Amy.—Sí.—¿Seguro? No tienes buena cara. —Esta vez fue Emily, y me sorprendió que su preocupación

parecía genuina.

—Estoy bien, sólo un poco agobiada, ya sabéis que no vamos bien de tiempo.—¿Te traigo algo?—Gracias Emily, pero prefiero ir yo, necesito estirar las piernas.—De acuerdo.Me fui directamente al cuarto de baño, necesitaba relajarme y tranquilizarme. Me eché agua

fía en la nuca y me miré al espejo. Tenía las mejillas encendidas, me solté la cola de caballo quellevaba y dejé que el pelo cayera a su aire, lo peiné un poco con las manos para ocultar un pocomi cara y volví a salir. Esta vez fui al área de descanso y saqué una botella de agua para mí y uncafé con doble de azúcar para Evans, me había fijado en Philadelphia que lo tomaba así.

Estaba a punto de volver al despacho cuando escuché una voz familiar a mi espalda, era Jay.—Hola preciosa ¿descansando? —¿Preciosa? ¿otra vez?—Sí, iba a volver ya al trabajo, vamos fatal de tiempo.—¿Eso significa que no comes conmigo hoy?—No creo que pueda, lo siento Jay.—Bueno, no pasa nada, me alegra ver que te tomas el trabajo en serio. No te molesto más,

hablamos a la noche.Despareció en el ascensor antes que pudiera responderle, así que me encogí de hombros y

volví al que ahora era mi puesto de trabajo. Entré en el despacho y me sorprendió ver que Evansseguía sentado en el mismo sitio, y no era su sillón frente al ordenador. Me acerqué a él y le tendíel café que le había traído.

—Te he traído un café, con doble de azúcar. —Pareció sorprenderse antes de sonreírampliamente.

—Gracias Mina.—¿No quieres recuperar tu sitio?—Estoy bien aquí, no te preocupes.Me senté de nuevo en su sillón y comenzó a comentarme cosas sobre el proyecto, desde ese

momento nos pusimos a trabajar y como siempre, me relajé un poco.Cuando llegó la hora de comer todavía no teníamos terminado todo el asunto de la segunda

propuesta.—Voy a llamar a Emily que nos traiga algo para comer, si te parece bien. —Dije.—¿No prefieres salir a comer?—Lo prefiero, pero la segunda propuesta debería estar ya lista, y nos está llevando mucho

tiempo.“—Está bien.Llamé a Emily y le pedí que nos trajeran algo para comer en el despacho. Tal y como me

temía, terminé comiendo una triste ensalada, lo que daría por una buena hamburguesa con patatasfritas y refresco. Cuando termináramos el proyecto pensaba darme un homenaje y comerme lahamburguesa más grande que encontrara en Manhattan y tal vez invitaría a mi guapo jefe, tal vez.

Continuamos trabajando sin más descanso que alguna escapada rápida a la máquina de café dela zona de descanso, nuestras secretarias ya se habían ido a casa cuando comenzamos a trabajar enla última propuesta, íbamos a contrarreloj pero estaría lista antes de las doce de la noche, teníaque estarlo.

—¿Qué te parece si pedimos unas pizzas para cenar?—¿Aquí?—Claro, ¿dónde sino?—¿Podemos?

Como respuesta me miró levantando una ceja mientras marcaba un número en su teléfono.Pronto descubrí que llamaba a una pizzería, pidió una pizza familiar, no se molestó en consultarmequé pedir, también encargó que trajeran Cherry Coke para beber.

Media hora más tarde, cuando recibió una breve llamada en su móvil, bajó a recoger nuestracena mientras yo redactaba la última propuesta, nos quedaban más de dos horas de trabajo, siendooptimistas y quedaba solo una para las doce de la noche.

Era una pizza barbacoa, mi favorita, la devoramos sin dejar de trabajar, por extraño quepareciera me sentía a gusto en aquella situación, trabajo al límite, una pizza barbacoa y él. Me dicuenta que sonreía como una idiota cuando me vi reflejada en la pantalla del ordenador.

El reloj marcaba las 23.57h cuando la aplicación de correo mostró en la pantalla el ansiadomensaje d. —Enviado”, lo habíamos logrado, a falta de tres minutos para la media nochehabíamos enviado a Ridesmir las cuatro propuestas, ahora sólo faltaba esperar con los dedoscruzados para que en su respuesta eligieran alguna de ellas y no hubiese contratiempos.

—Lo hemos conseguido Mina, hacemos un buen equipo.—Sí, ha sido increíble. Espero que elijan una de las cuatro y no tengamos que comenzar de

cero.—Confío que lo harán, son muy buenas.—¡Crucemos los dedos! —Evans sonrió.—¿Te llevo a casa? Es tarde y hace frío.—No es necesario, sé cuidar de mi misma.—Eso no lo pongo en duda, pero mejor si te llevo. —Dijo cogiendo mi abrigo.—Puedo ir sola, de verdad.—Insisto.Y cómo no, me llevó a casa. Era difícil negarle algo a este hombre, en el fondo deseaba

alargar al máximo el tiempo con él, me sentía atraída como un imán.Paró el motor frente a mi casa y me quedé paralizada, mis piernas no querían moverse y mi

cerebro no era capaz de procesar la información, todo se reducía al aroma que me embriagaba ylos ojos azules que me observaban, en silencio y con un gesto que no podría descifrar ni aunqueme lo propusiera. En el coche sonaba Time is running out, de Muse. Me pareció hasta profético,de algún modo. Abandoné mis pensamientos cuando noté su mano sobre la mía que descansabatensa sobre mi muslo.

—¿Estás bien?¿Estaba bien? Me tomé la licencia de analizarlo durante un momento, no, o sí, no

definitivamente me era imposible razonar con sus ojos mirándome así, con su olor a madera yespecias que me volvía loca, su mano cálida tocándome directamente, piel con piel... No deberíasentirme así, pero no sabía cómo evitarlo.

—No lo sé. —Lo dije en una voz sorprendentemente baja, casi conteniendo el aliento.—Has cerrado los ojos.—Sí.“Los había cerrado y había dejado caer mi cabeza contra el reposacabezas, concentrándome en

la canción para evitar concentrarme en él, algo que no estaba teniendo mucho éxito, al cerrar losojos todo se intensificó, podía notar su calor con mayor intensidad, podía escuchar su respiraciónque parecía un poco más acelerada de lo normal, podía sentir sus ojos observándome. Queríaconcentrarme en la canción, me encantaba aquel tema, aquel disco había sido siempre mi favoritode Muse. Comencé a cantar la letra mentalmente cuando sus dedos se entrelazaron con los míos ymi sentido común se fue de vacaciones.

—A mí también me gusta esta canción." Susurró.—Suena profética ¿no crees?Mierda, por qué habría dicho eso, lo había pensado, pero si mi maldita cabeza se comunicara

con mi boca nunca lo habría dicho en voz alta, por desgracia ya era tarde para ello, así que mepreparé para el golpe.

—Espero que no, no quiero acabar contigo. —Su voz sonó más seria de lo que esperaba.—Tal vez.Tal vez no quisiera acabar conmigo, pero si mis malditos sentimientos no dejaban de ir a su

propio rollo sin hacerle ni puñetero caso a mi razón, él podría perfectamente acabar conmigo,podría destrozarme. Como decía la canción ,quería romper el hechizo que él había creado en mí.¿Quería? Tal vez no quería, pero debía.

El sonido de un móvil rompió la magia del momento, rápidamente identifiqué que era el míopor el tono de llamada, era la canción que tenía puesta para Kate. Nuestras manos se soltaron, lacanción terminó y salí del coche sin ser capaz de mirarle a los ojos.

—Es mi compañera de piso, estará preocupada. Gracias por traerme.Él se limitó a asentir y yo me apresuré a cerrar la puerta e ir hacia el portal tan rápido como

me era capaz caminar sin caerme llevando tacones. Esperó a que entrara para marcharse, el cristalde la puerta del portal era de esos que permiten ver desde dentro, pero no desde fuera, por lo quecuando entré me quedé observando el coche hasta que desapareció de mi vista. Estaba alterada,así que me senté un momento en la escalera antes de coger el ascensor, si Kate me estabaesperando notaría enseguida que me pasaba algo y no quería tener que darle explicaciones, nosobre mi jefe. Y menos ahora que pensaba que tenía algo con Jayden.

Cuando por fin entré en casa Kate salió a mi encuentro, se plantó frente a mí con los brazos enjarra, estaba muy graciosa con su pijama de seda rosa de muchos-mil dólares, mirándome con elceño fruncido como si fuera mi madre y me hubiese cazado volviendo tras el toque de queda.

—¡¿Pero se puede saber dónde narices estabas?!—Hola Kate.—¿Hola Kate? ¿Cómo que Hola Kate?—He tenido un día larguísimo, ¿qué tal si dejamos tu complejo de madre para otro ratito?—No te mato porque te aprecio, pero eso ha sido un golpe bajo.—Te lo agradezco, supongo, pero en serio… mátame, si total…“—Mina, me estás asustando.—Tranquila, sigo siendo yo.—¿Todo bien? Te he llamado, pero no me lo has cogido.—Lo sé, estaba llegando, por eso no te lo he cogido. ——Podrías haber descolgado sólo para decir que venías.—No pensé que fuera necesario, además tampoco es que me apetezca mucho hablar.—¿Ha pasado algo?—No, sólo muchísimo trabajo, había que mandar hoy unos archivos sí o sí.—¿Has cenado al menos?—Sí, hemos pedido una pizza.—¿Hemos?—Hemos no, en realidad ha sido Evans quien ha pedido una pizza, estamos trabajando en una

campaña muy importante y también al jefe le toca hacer horas extras y cenar comida basura en undespacho.

—¿Habéis cenado una pizza? ¿En el despacho? ¿Trabajando? Sí que debe ser ese proyecto

importante.—Lo es, ha pedido una familiar barbacoa para los dos y la hemos devorado mientras

terminábamos de redactar lo que teníamos que enviar antes de las doce de la noche, casi nollegamos, menudo estrés. Pero lo conseguimos así que todo bien.

—Si estás bien me voy a la cama, yo también estoy molida hoy.—Noches Kate.—Noches Mina.Una vez en mi habitación miré mi teléfono móvil, había oído que tenía una notificación

pendiente mientras hablaba con Kate, cuando desplegué el menú de las notificaciones vi que teníaun mensaje de un número desconocido. Abrí mucho los ojos, parpadeé, lo leí un par de veces más,y sí. Definitivamente estaba ahí, no eran imaginaciones mías.

Desconocido: You can’t stop it screaming out.(No puedes hacer que pare gritando.)No era necesario preguntar, no era necesario ampliar su foto de perfil, no era necesario nada.

Sabía quién había mandado aquel mensaje, sabía a quién pertenecía aquel ojo de un azul claro yfrío que me dejaba sin respiración. Conocía la frase, pertenecía a la canción que estábamosescuchando antes en el coche, el mensaje era sin duda de Evans, y se había limitado a mandarmeprecisamente aquella frase de la canción de Muse, Time is running out. Tal vez no podría dejar desentirme así simplemente silenciando y negando lo que comenzaba a sentir, pero tenía queintentarlo, Evans era mi jefe directo y yo tenía una especie de trato con Jayden, le debía una por laliada de mis padres, simplemente era imposible.

Ya me había acostado y apagado la luz cuando volví a coger el móvil y añadí aquel número acontactos, a fin de cuentas estaba completamente segura de quien era.

Tecleé varias veces una respuesta, pero la borré tan rápido como terminaba de escribirla sinatreverme a enviarla, al final decidí dejar las cosas como estaban, aunque no sabía muy bien cómoestaban y me dormí con cierto temor a que al día siguiente el ambiente en el trabajo estuviese raro.

0

C A P Í T U L O 1 1

7.00 am. –música– 'This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojanwhore...'

'Mierda. —Murmuré antes de pulsar el botón dismiss de mi teléfono.No había necesidad de minutitos de más, si no había conseguido pegar ojo en las seis horas

que llevaba en la cama, cinco minutos más no iban a marcar una diferencia.Me vestí con una duda que revoloteaba en mi mente sin descanso. ¿Dónde debía ir hoy cuando

llegara al trabajo? Evans me había dicho que mientras estuviéramos trabajando en esta campañadebía ir a su despacho, pero hoy era un día raro, y no sólo por lo que había pasado entre nosotrosel día anterior, sino porque además estaba pendiente la respuesta de la empresa, mientras norecibiéramos su correo, llamada, señales de humo o lo que fuera que pensaban utilizar paracomunicarse con nosotros, no podíamos continuar trabajando, estábamos en un angustioso puntomuerto en que la espera y la expectación no hacían más que empeorar mis nervios.

Con la determinación de hacer como que no había pasado nada, decidí que la mejor opciónsería presentarme en su despacho y preguntarle directamente. Además, por mucha rabia que mediera, quería verle.

Kate estaba esperándome en la cocina para desayunar, tenía una sonrisa que me hacía pensarque nada bueno se estaba fraguando en esa cabecita suya y pronto descubriría el qué.

—Días Kate.—Tengo una selección de vestidos para tu fiesta.—¿Ya?—No todos los días me dejas vestirte.—Ya, pero aun así…—No me des las gracias todavía, son todos rojos, cuando tengas un rato los miramos.—Vale, aunque te advierto que últimamente tiempo es lo que no tengo.—¿Cuándo es?—En un par de semanas, todavía no sé la fecha exacta.—Bueno, avísame por si tenemos que hacer retoques, de todas formas con tenerlo claro la

semana de antes me conformo.—¿Tú?—A ti te daría igual ir vestida con vaqueros.—Ya bueno, tampoco es eso, pero sí, te digo algo. Me voy que todavía llegaré tarde.—No estaré el finde. —Me gritó cuando ya estaba abriendo la puerta para salir.—Disfruta de Aiden.—Lo haré. —Respondió riéndose a carcajadas.

Decidí responderle a mi jefe de camino al trabajo, sabía que me estaba metiendo en la bocadel lobo, pero al menos así sabría de qué humor estaba. Intercambiamos varios mensajes confrases de aquella canción, no sabía qué sentido estaba tomando todo aquello, pero de algún modome estaba pareciendo divertido.

Evans: You can’t stop it screaming out.(No puedes pararlo gritando.)Mina Swan: You will be the death of me.(Serás mi muerte.)Evans: I won’t let you burry it.(No te dejaré enterrarlo.)Mina Swan: I tried to give you up.(Traté de dejarte.)Evans: You can’t push it underground.(No puedes empujarlo bajo tierra.)Mina Swan: How did it come to this?(¿Cómo hemos llegado a esto?)Tal como había previsto, cuando llegué al trabajo me presenté en el despacho de mi jefe, entré

sin llamar, como si de mi propio despacho se tratase y me esperé una reprimenda que no llegó.—Buenos días Mina.—Buenos días señor Evans.—¿Cuántas veces tengo que decirte que no seas tan formal conmigo?—Supongo que unas pocas más.—No soy tan viejo para que me llames señor.—Vale. —En realidad no tenía ni idea de su edad.—Bien, he recibido un correo de Darwin.—¿Tan pronto?—Sí, pero no es lo que piensas, me ha escrito para confirmarme que había recibido los

documentos correctamente y que nos dirá algo antes del lunes a última hora.—Eso es perder dos días de trabajo.—No si vamos por delante.—¿Qué sugieres?—Sugiero que desarrollemos la idea que consideremos que van a elegir. De ese modo en caso

de equivocarnos no perderíamos los dos días, ya que podríamos utilizar algunas cosas paracualquiera de las otras opciones.

—Esa es muy, pero que muy buena idea. —Sonrió ampliamente, tenía una sonrisa preciosa elmaldito. —¿Cuál desarrollamos?

—¿Cuál crees que ganará?—Tengo una favorita, pero quiero saber qué piensas tú antes de nada.—Hagamos una cosa, vamos a escribir cual creemos que debemos desarrollar y luego los

intercambiamos, así ninguno influencia al otro con sus ideas.—Otra gran idea.Hicimos lo que había propuesto Evans, en un papel escribí #1. The One. Intercambiamos los

papeles y no pudimos evitar romper a reír cuando descubrimos que ambos habíamos elegido lamisma opción. Era la más atrevida y moderna, pero sin duda también la más arriesgada yemocionante de todas. Mis miedos sobre cómo estarían las cosas hoy tras lo que pasó anoche ytras los mensajes que habíamos intercambiado se disiparon, era como no hubiese pasado

absolutamente nada, y me sentí aliviada.Comenzamos a trabajar en la campaña que ambos pensábamos que nuestro cliente elegiría, con

la esperanza de no equivocarnos y ganar un par de días de trabajo.Me disculpé y salí de su despacho cuando mi teléfono comenzó a sonar, descolgué nada más

salir al pasillo en dirección al área de descanso para poder hablar con más calma.—Hola Jay.—Hola preciosa ¿sigues muy liada en el trabajo?—Sí y no, la campaña sigue en marcha, pero hoy es día de esperar respuesta así que tengo

trabajo pero más relajado.—Perfecto.—¿Perfecto?—Claro, dime que comerás conmigo.—Jay, ¿a qué viene esto?—¿No te apetece salir a comer?—No es eso, es sólo que te noto más animado que de normal.—Tengo un buen día, supongo, entonces ¿salimos a comer?—Vale.—¿Conoces el restaurante Per Se?—Sí, claro.—Perfecto, nos vemos allí a la hora de comer. Hasta luego preciosa.—Hasta luego Jay.Había estado una vez en aquel restaurante con Kate, era un sitio bastante lujoso que no tenía

mucho que ver conmigo, las vistas a Central Park eran preciosas, eso sí. Estaba claro qué tipo desitios le gustaban a Jayden, tal vez debería decirle que con que me llevara a comer a unahamburguesería yo ya sería feliz, pero me faltaba confianza para ello.

Volví al despacho y continuamos trabajando hasta la hora de comer.—¿Bajas a comer Mina?—No, he quedado para comer en el Per Se, intentaré no retrasarme a la vuelta.—¿En el Per Se?—Sí, ¿lo conoces?—Sí, lo conozco, pero no parece el tipo de sitio que pensé que te gustaría.—No lo es, prefiero mil veces una hamburguesería, una pizzería… un sitio menos lujoso.—Eso pensaba. Bueno, si necesitas que te lleve sólo dímelo.—No, gracias, cogeré un taxi. ¡Hasta luego!—Mina.—¿Sí?—Si necesitas que te recoja, llámame, creo recordar que tienes mi número de teléfono

personal. —¿Qué bicho le había picado ahora a Evans?—No creo que sea necesario, pero si Nueva York se queda sin taxis y soy incapaz de andar, te

llamaré.—En serio, Mina.—Estaré de vuelta a mi hora.De verdad, ¿de qué había ido aquello? Me sentía cómoda hablando con él, pero a veces me

daba la sensación de que me estaba perdiendo algo.Cogí un taxi y llegué al restaurante con un poco de retraso a causa del tráfico. No vi a Jay

esperando fuera, así que me imaginé que ya estaría esperando en la mesa, me interceptó una mujer

muy educada nada más poner un pie dentro del local.—Bienvenida a Per Se.—Hola, he quedado para comer con alguien.—Claro, dígame su nombre.—Soy Mina Swan. —Revisó una libretita antes de negar con la cabeza.—No tengo a nadie con ese nombre, tal vez esté con el nombre de su acompañante.—Seguramente, es Jayden Wilson.—¡Oh! ¡Claro! Sígame, el señor Wilson está en su mesa habitual, la guiaré.¿Mesa habitual? Definitivamente, este era el tipo de sitios que frecuentaba Jay, de pronto sentí

una punzada en el estómago, no era el tipo de lugar en que me sentía más cómoda, pero al menosla compañía de Jay siempre era agradable. Cuando llegamos hasta Jay, se levantó y me dio unabrazo, me quedé paralizada un instante antes de corresponderle, no sabía quién estaríaobservando.

—Gracias Jane. —Se dirigió a la mujer que me había acompañado.—Siempre es un placer señor Wilson.Esperé a que se alejase.—Vaya señor Wilson, parece que es usted todo un habitual.—La verdad es que sí, preciosa, suelo venir bastante. Gracias por venir, por cierto.—Bueno, es una comida gratis, ¿cómo iba a decir que no?" Puso los ojos en blanco, y deduje

que mi sentido del humor no había causado el efecto esperado, no pude evitar encontrarmepensando que Evans se hubiese reído de mi tontería.

—Cuéntame, ¿Qué tal todo?—Pues como sabrás estamos trabajando en la campaña del aniversario de Ridesmir y nos han

dado sólo un mes, así que a contrarreloj es poco. Hoy me he podido escapar por lo que te hecomentado antes por teléfono, pero ha sido una excepción. ¡Ah! Y Kate me está ayudando con elvestido para la fiesta de Navidad, que por cierto ¿Cuándo es?

—Este año es el 17. Seguro que tu amiga elige un vestido precioso.—Bueno, se ha empeñado en que parezca que voy a los Oscar en vez de a una cena de

empresa, por elegante que sea, así que supongo que precioso será. Eso sí, le va a dar un infartocuando le diga que quedan menos de quince días.

—Os dará tiempo.—¡Eso espero! ¿Tú que tal?El resto de la comida mantuvimos una conversación cordial, aunque tuve la sensación de que

me tiraba los trastos en más de una ocasión y comenzaba a molestarme un poco que me llamasepreciosa, nunca me habían gustado ese tipo de apodos, siempre pensaba que cuando un hombrellamaba a una chica preciosa, bonita, princesa… o cualquier nombre de ese tipo era o porque norecordaba su nombre o porque la consideraba una más de la colección y no me hacía ni pizca degracia ser eso para Jayden. Aunque tenía que ir a otro lugar se ofreció a llevarme primero altrabajo, me negué alegando que no quería que él se retrasara porque había muchísimo tráfico, locual no era mentira. Cogí de nuevo un taxi y sólo llegué al trabajo dieciséis minutos tarde. Podríahaber sido peor.

Llegué hasta el que ya comenzaba a sentir como mi despacho y no me sorprendió ver queEvans estaba ya allí, estaba trabajando en el ordenador cuando entré y ladeo la cabeza paramirarme.

—¿Qué horas son estas?—Perd… —Iba a disculparme, pero lo pensé mejor y decidí ser yo misma. —¡Son sólo

quince minutos, dame un respiro! ¿Tú sabes el tráfico que hay?—¿Esa es forma de hablarle a tu jefe? —Levantó una ceja y trató de parecer serio, pero no lo

consiguió.—Esa es forma de hablarte a ti, por dios… me estás volviendo loca, Evans. —Lo dije bajando

la voz gradualmente hasta terminar en un susurro.Me dejé caer en la silla frente a él y vi que estaba sonriendo, sacudí la cabeza y me puse

revisar los documentos que había sobre la mesa para ver qué había adelantado, que por cierto, erabastante teniendo en cuenta el poco tiempo que había pasado y que él también habría salido acomer.

—¿Qué tal la comida? —Preguntó al cabo de un rato.—No ha estado mal, aunque ya sabes cómo son esos sitios, mucho plato y poco relleno.—Soy el único de mi familia al que no le gustan esos restaurantes, así que sí, te comprendo.—A mí me ocurre lo mismo, la última vez que comí con mis padres estuve tentada de parar a

comer de verdad cuando me fui, pero estaba tan cabreada que me fui directamente a casa.—Las reuniones familiares a menudo terminan en tragedia.—Sí, sobre todo cuando la hija es la oveja negra.—O el hijo.“—También.—Seguimos sin noticias de Darwin, ¿continuamos?—The One.—The One. —Repitió.Pasaron las horas sin que apenas me diera cuenta de ello, estaba disfrutando mucho con aquel

proyecto, eran pocas las empresas que se arriesgaban de ese modo, y aunque todavía no teníamosla respuesta de nuestro cliente, el simple hecho de estar desarrollando esta campaña era unsubidón.

—¿Lo dejamos por hoy?—¿Qué hora es?—Es tarde, ya se habrán marchado todos. Hace horas que terminó la jornada y además, es

viernes.—¿Ya?—Sí, ya. Y si habías quedado siento decirte que posiblemente vas a llegar tarde.—Tengo una cita.—Pues tendrás que darte prisa. —Su gesto se volvió duro.—No creas, mi cama no se enfada aunque llegue tarde y después de la semanita que hemos

tenido no pienso faltar a mi cita con ella de ningún modo. —Se relajó visiblemente.—¿Te llevo? Querrás llegar temprano a tu cita, parece importante.—Puedo volver sola, gracias.—Es tarde y hace frío.—No va a colar dos días seguidos.—¿Y si prometo no poner Muse?—Menos.—¿Y si prometo poner Muse?—Tampoco.—Me rindo. —Concluyó, alzando las manos en señal de derrota.Bajamos juntos en el ascensor, yo me quedé en la planta baja mientras él continuó hasta el

aparcamiento.

Salí a la calle y un escalofrío recorrió mi cuerpo, hacía mucho frío, bastante viento y para máscachondeo, estaba nevando. Podría coger un taxi, pero con la que había liada y la hora que eraposiblemente terminaría congelada antes. Saqué mi teléfono y navegué por mis contactos hastaencontrar el número que buscaba. Evans. Respondió al segundo tono, seguramente ya teníaconectado el manos libres del coche.

—Hola.—Hola… ¿ya te has ido?—No, acabo de arrancar el coche.—¿Tienes prisa?—¿Qué ocurre Mina?—Está nevando, hace frío, viento…—¿Y has reconsiderado mi oferta de llevarte a casa?—Pues sí.—¿Y qué pasa si ahora no quiero hacer de chófer?—¿En serio?—Me has rechazado enérgicamente hace un momento.—Y ahora vas a vengarte.—Pues no.“—¿no?—No.—¿De verdad?—Sí.—Bajo.—Te espero.—Gracias.“Volví a entrar en el edificio para coger el ascensor y bajar al parking. Tal vez estaba loca, o tal

vez mi subconsciente disfrutaba jugándome malas pasadas, pero podía notar todavía su aroma enel ascensor, olía a él.

Cuando llegué hasta el sótano y salí del ascensor le vi y mi corazón comenzó a desbocarse,maldito traidor. Evans había salido del coche y estaba apoyado en un lateral mirando hacia dóndeyo estaba, con los brazos y las piernas cruzados. Sonriendo socarronamente.

—Gracias por esperarme.—Es un placer señorita puedovolversolaacasagracias.—Normalmente puedo. —Le espeté frunciendo el ceño.—Normalmente no me ofrezco a llevar a nadie a ningún sitio." Me respondió levantando una

ceja.—¿Por qué no? —Se encogió de hombros como respuesta.—Vamos sube, tienes una cita y no quiero ser el culpable de que llegues tarde.—Créeme, mi cita entenderá el retraso.Puse los ojos en blanco mientras me dirigía a la puerta del copiloto y me montaba en el coche.

Me di cuenta nada más entrar que había subido la calefacción.—¿Puedo poner la radio?—¿Me estas pidiendo permiso? —Me miró sorprendido.—Es tu coche.—En todo caso, no necesitas permiso para eso.Puse la radio, no estaba segura de poder mantenerme en mi asiento si volvía a sonar la misma

canción del día anterior. Pero no contaba con que la radio podía ser un enemigo cruel de vez encuando, estábamos saliendo del parking hacia un atasco interesante para las horas que eran,cuando comenzó a sonar Make a memory de Bon Jovi, no era una de mis bandas favoritas pero meencantaba aquella canción, tenía una letra tan romántica y triste…

No me di cuenta que había comenzado a cantar en voz baja al ritmo de la canción, pero nopasó desapercibido para Evans.

—Así que también te gusta Jovi.—Me gusta esta canción.—If you don’t know if you should stay.(Si no sabes si deberías quedarte)'If you don’t say what’s on your mind.(Si no dices lo que hay en tu mente)'Baby just, breathe there’s nowhere else tonight we should be.'(Nena solo respira, no hay ningún otro lugar esta noche en el que debamos estar.)'Así que tú también te la sabes.—Eso parece.—No soy muy fan del grupo, pero escuché una vez esta canción en la radio y me encantó.—La siguen poniendo.—Ya veo, quería huir de Muse y fíjate como hemos terminado.—¿En un atasco a causa de la nieve escuchando y cantando Bon Jovi?—Precisamente. —Nos pusimos a reír como dos locos.Poco a poco nos fuimos acercando a mi casa y me descubrí a mi misma pensando que no

quería que aquel momento se acabase, recordando la canción, no había ningún otro lugar en el quequisiera estar. Sí, me había repetido ya mil millones de veces que no debía pensar así, pero nopodía elegir como sentirme por mucha rabia que me diera y en ese momento estaba luchando contodas mis fuerzas por no poner mi mano sobre la suya que descansaba sobre el cambio demarchas.

A causa del nerviosismo que crecía a la misma velocidad a la que nos movíamos me puse arepiquetear en mi pierna con los dedos, de forma casi inconsciente, iba siguiendo el ritmo de lacanción que estaba sonando, era una balada pero no la identifiqué. Paramos en un semáforo y élpuso su mano sobre la mía, dejé de moverla inmediatamente y creo que hasta dejé de respirar porun momento. Apartó la mano para girar el volante cuando el semáforo se puso en verde y noté unasensación de vacío que no duró mucho tiempo, cuando emprendió la recta su mano volvió aposarse sobre la mía, esta vez fui yo quien entrelazó los dedos con los suyos y me pareció ver elresquicio de una sonrisa en sus labios, por una fracción de segundo.

Continuamos el trayecto en silencio mientras escuchábamos la radio en la que al parecer, sólosonaban baladas aquella noche, entre ellas la famosísima Still loving you de Scorpions. Cuandollegamos delante de mi portal me encontré en la situación de la noche anterior, no quería tener queirme, que el momento terminara. Además, esta vez había todo un fin de semana por el medio y notenía planes que fueran a distraerme lo suficiente como para no pensar en el trabajo, y enconsecuencia, en mi jefe o viceversa.

Evans apretó suavemente mi mano para llamar mi atención, había parado el motor y la radiohabía dejado de sonar, estaba tan absorta en mis pensamientos que no me había dado ni cuentahasta ese instante, debía parecer un poco lela en esos momentos.

—Bueno, yo… debería subir a casa. —Dije mientras apartaba mi mano.—Ten cuidado.

—¿Qué?—Con la nieve, la capa aún es fina y el hielo que hay debajo puede hacer que te resbales.—Oh, claro, sí, tendré cuidado no te preocupes.—¿Hasta el lunes?—Sí, eso me temo. —¿Eso me temo? ¿En serio había dicho eso?—Buenas noches Mina.—Buenas noches.Volví a acercar mi mano a la suya y le devolví el sutil apretón antes de bajar del coche a modo

de despedida, no miré atrás pero sabía que me estaba observando, notaba sus ojos azules posadosen mi espalda. Cuando estuve dentro me paré a observar como desaparecía al igual que habíahecho el día anterior.

Subí a mi apartamento con la certeza de que me esperaba la soledad, Kate pasaría el fin desemana con su novio y yo tendría todo el piso para mí. Me quité la ropa y subí la calefacción, mepuse mi camiseta/pijama y me acosté. Nada más apagar la luz recordé que no le había dado lasgracias a Evans por traerme, a veces era un poco capullo pero cuando más le conocía mejor mecaía, y eso, comenzaba a complicarme las cosas. Le mandé un mensaje antes de intentar dormirme.

Mina Swan: Muchas gracias por traerme a casa.Esperé unos momentos para ver si recibía respuesta antes de volverle a escribir.Mina Swan: ¿Qué haría yo sin mi chófer/jefe? ;)—Coger un taxi. —Me respondí a mi misma, pero estaba claro que no era lo mismo, momento

Bon Jovi incluido.Dejé el móvil sobre la mesita de noche y me dormí casi de inmediato.

L

C A P Í T U L O 1 2

a semana había pasado volando, ya era sábado, normalmente me hubiese alegrado de lallegada del fin de semana, de poder descansar del trabajo, y más teniendo en cuenta quela semana había sido un tanto movidita. Pero no, me desperté a las siete de la mañana,

como cada día, sin necesidad de despertador.Me quedé en la cama mirando al techo durante al menos media hora antes de decidirme a

levantarme. Conecté el altavoz inalámbrico al móvil y navegué a través de mis carpetas de músicaen busca de un disco en concreto, no lo tenía en mi nube, tampoco me extrañaba aunque estabasegura de tener ese maldito disco en alguna parte. Abrí mi aplicación de Spotify y tecleé en elbuscador el nombre del álbum en cuestión, Lost Highway de Bon Jovi, aquel era el disco en elque estaba la canción del día anterior que todavía no había logrado sacar de mi cabeza.

Sabía que lo tenía porque me lo había regalado una de mis amigas que era una gran fan de JohnBongiovi, tuve un ligero enganche a ese disco en un momento bastante tonto de mi vida antes dedecidir marcharme de Nueva York.

Cuando lo encontré fui directa a la canción que me había levantado el ánimo en el pasado Anyother day, la puse en modo repetición, subí el volumen y me metí en la ducha con el modo lluviapuesto y los ojos cerrados, cantando a gritos como si me faltara un tornillo.

Con un poco de tensión liberada me metí en la cocina decidida a hacerme unas tortitas paradesayunar, todavía no sabía que iba a hacer el resto del día, y mucho menos el resto del fin desemana que de pronto se me estaba antojando eterno. La mayoría de mis amigos estaban en LosAngeles, los que tenía en Nueva York o no eran tan cercanos como Kate o tenían pareja, comoKate. En cualquier caso no eran amigos de los que llamabas cuando tenías la cabeza a punto deestallar deseando que el fin de semana no existiera. Hasta ese momento no me había parado apensar en lo sola que estaba realmente, a lo largo de los años me había dedicado a huir y apartar ala mayoría de la gente que se me había acercado, las excepciones de las personas a las que habíadejado entrar en mi vida eran tan pocas que en realidad había pocos a los que podía consideraramigos de verdad, de los que están siempre aunque seas una idiota.

Pensé en llamar a Evans, pero no era adecuado, las cosas se estaban poniendo bastanteextrañas entre nosotros y aunque en mi interior me moría de ganas por verle no debía complicarlas cosas más de lo que estaban. Así que pensé en llamar a Jay para comer juntos, era un buenamigo, aunque no podría pedirle consejo sobre lo que me estaba consumiendo, al menos medistraería y el fin de semana pasaría más rápido.

—Hola preciosa. —Me arrepentí de llamarle en el momento en que pronuncio esa malditapalabra.

—Hola Jayden, ¿tienes mucho lío hoy?

—No, es sábado.—Lo sé, por eso, había pensado que podríamos salir a comer o algo.—¿Pasa algo?—No, bueno, mi compañera de piso se ha ido a pasar el fin de se mana con su novio, así que

mi fin de semana pinta soso y aburrido.—Tengo comida con la familia, pero si quieres podemos salir a cenar y tomar unas copas por

la noche.—No tengo ningún plan mejor.—¿Te recojo a eso de las siete?—Vale, gracias Jayden.—Hasta luego preciosa.Bueno, sólo quedaban diez horas de no saber qué hacer, bueno, nueve si descontábamos la

hora que tardaría en arreglarme para la cena. ¿Qué hacer durante nueve malditas horas?Hacía un frío de mil demonios por lo que, salir a dar una vuelta por Central Park, no era una

opción viable a menos que quisiera convertirme en una estatua de hielo. Podría trabajar un poco,pero seguramente Evans se enfadaría si adelantaba el proyecto por mi cuenta sin contar con él.Llamar a mis padres estaba totalmente fuera de la lista, tachado y descartado.

—Piensa Mina, ¿qué puedes hacer en nueve horas?No tenía ni la menor idea de cómo ocupar el maldito tiempo, estaba tan desesperada que me

puse a arreglar mi habitación, no es que estuviera hecha una pocilga, pero en mi armario todavíahabía ropa de Matt que no debía estar allí y prendas que no me volvería a poner ni loca. Vacié miarmario entero sobre la cama y me puse a ordenarlo, descartando la ropa de la que me iba adeshacer y guardando de forma ordenada la que me quedaría.

Cuando hice un parón para comer miré con sorpresa como el montón de los descartes estabatomando un volumen que daba miedo, había más ropa de mi ex de la que me imaginaba y desdeluego también mucha mía que para mí ya era cosa del pasado. Terminé de arreglar el armario ymetí lo que se había quedado fuera en varias bolsas, lo llevaría a la caridad, siempre era mejorque tirarlo. Comprobé con una sonrisa que eran las cinco de la tarde, por suerte me había llevadoun montón de tiempo.

Me quedaban dos horas antes de arreglarme para salir a cenar, como había estado organizandoel armario había aprovechado para elegir qué me pondría a la noche. Me había decantado porunos vaqueros negros encerados y muy ajustados de cintura alta. Para la parte de arriba habíaescogido un top peplum palabra de honor blanco y una chaqueta de piel negra tipo perfecto. Mepodría unos botines de piel negra, con un buen tacón y un poco de plataforma, Jay era alto así queganar unos centímetros no estaría de más. Dejé también preparado un bolso de mano blanco tiposobre, no necesitaría llevar gran cosa.

Pensaba maquillarme con un ahumado gris y labios rojos. Encendí la televisión mientras mepintaba las uñas de rojo, casi siempre las llevaba grises o negras, y me enganché a una película deAshton Kutcher y Natalie Portman que acababa de empezar.

Cuando terminó la película me cambié, me maquillé y me arreglé el pelo. Como tenía algo detiempo extra rebusqué en mi joyero en busca de algo plateado que complementara mi Outfit.Estaba dándome el último repaso frente al espejo cuando sonó mi teléfono, era Jay.

—¡Hola!—Hola preciosa, ¿estás lista?—Sí.—En cinco minutos estoy en la puerta de tu casa.

—Vale, voy bajando, hasta ahora.—Hasta ahora preciosa.Sin saber por qué me puse nerviosa, revisé que llevaba todo lo necesario en mi bolso de

mano, llaves, móvil, mi amado labial de MAC Russian Red y mi cartera. Tras darme un últimovistazo en el espejo salí de casa y bajé en el ascensor, estaba temblando, y no de frío únicamente.Cuando llegué abajo vi las luces del coche de Jay, me acerqué y me subí sin dudar, hacía más quefresquito. Una vez dentro del coche no supe cómo saludarle así que me acerqué y le di un abrazo,él sonrió.

—Hola Jay.—Hola preciosa, estás guapísima.—Gracias, tú tampoco estás nada mal. —Llevaba unos vaqueros ajustados de un azul claro,

con una camisa blanca y americana azul marino.—Me alegra oír eso. —Dijo riendo.—¿Dónde vamos a cenar?—He reservado en Le Bernardin, si te parece bien.—Vale, siempre valoro más la compañía que el lugar.—¿Y te gusta la compañía?—Me encanta. —Le guiñé un ojo.Tenía sentimientos encontrados con el hombre con quien salía a cenar, no podía negar que me

sentía atraída y que además de ser tremendamente atractivo era un gran hombre y sobretodo, miamigo.

—Me alegra que me hayas llamado.—¿De verdad? No sabía qué hacer, no quería molestarte, tal vez tenías planes con alguien.—Sí, tenía planes contigo, sólo que aún no lo sabía.—¡Venga! Ya sabes a lo que me refiero.—Sabes que no salgo con nadie más. Además, puedes llamarme cuando quieras. —Nadie

más…—Gracias Jay, me he dado cuenta que me quedan menos amigos de lo que pensaba en Nueva

York, y la mayoría de ellos tienen sus propias cosas y parejas.—Puedo presentarte a mi círculo de amigos si quieres, la mayoría son parejas, pero nunca está

de más ampliar las amistades.—No sé, no creo que sea una buena idea.—Si lo dices por Dare, él está en otro mundo. ¿Cómo lo llevas en el trabajo, por cierto?—Sinceramente, no quiero hablar de tu hermano, no quiero ni escuchar su nombre.—Vale, lo he captado, le odias.—No es una novedad. ¿Qué tal la comida con tus padres?—Como siempre, mi hermano es el que se lleva la peor parte, no digo que a veces no se lo

merezca o que haya sido un modelo a seguir toda su vida, pero parece ser el blanco preferido denuestro padre, es rara la comida en que no termina marchándose antes del postre. Buenoúltimamente está más amable y no entra en su juego, pero veremos cuánto dura. No querías oírhablar sobre él, lo siento, pero me has preguntado por la comida y el tema central de las comidascon mi familia e. —vamos a ver cuánto aguanta Dare”.

—Es un maldito demonio.—No es un santo, pero tampoco es el peor hombre del mundo Mina.—No vas a conseguir que me compadezca de él.—Lo sé, lo he asumido.

—Sé que es tu hermano Jay, pero desde ahora Dare es un tema tabú, ¿de acuerdo?—De acuerdo.Llegamos al restaurante y nos sentamos en la mesa que nos habían reservado. Era un lugar

lleno de lujo, pero de algún modo resultaba acogedor.A diferencia de mí, Jayden parecía estar familiarizado con el restaurante, en ocasiones así

sentía que nos separaba un abismo, no porque nuestro nivel adquisitivo fuera diferente, ambosveníamos del mismo tipo de familia adinerada y teníamos unos trabajos bien remunerados. Elproblema era más porque yo me había apartado de todo eso hacía años, había decidido irme a LAy dejar a mis padres y su tipo de vida atrás, no es que por ello dejara de ser quien soy, perollevaba una vida mucho más común con mis abuelos, lejos de restaurantes dónde un menú costaba800 dólares.

Me sentía fuera de lugar, ya antes no disfrutaba de estos lugares cuando iba con mis padres,pero con los años me veía más fuera que dentro. Estaba claro que Jayden se movía en un entornodiferente al que a mí me gustaba, pero todo era cuestión de saber adaptarse, no me lo imaginabacomiendo en una hamburguesería, pero tal vez estaba equivocada.

—Un dólar por tus pensamientos.—Muy barato me compras Jay.—Era un decir.—Lo sé, pero he desviado tu atención, punto, set y partido.—Eres increíble.—Hombre, gracias.—En serio, dime en qué pensabas.—No quieres saberlo.—La verdad es que sí quiero.—No quieres.—Quiero.—Tú lo has querido. Pensaba que te mueves en un mundo muy diferente al mío, a veces me

siento un poco fuera de lugar contigo, pero se me pasa cuando consigo olvidarme del dónde ycentrarme en el con quien.

—No te entiendo, no creo que nos movamos en mundos distintos.—Veo que estás familiarizado con este tipo de sitios, las veces que hemos salido a comer o a

cenar, siempre hemos ido a restaurantes de lujo, conduces un coche bastante impresionante ycuando no llevas trajes hechos a medida sigues vistiendo ropa cara.

—Creo que me acabo de perder del todo.—No estoy acostumbrada a este nivel de vida, eso es todo.—Nos conocimos en el Club, tus padres y los míos frecuentan los mismos sitios, nos hemos

criado en el mismo ambiente.“ Parecía confundido de verdad, y no podía culparle por ello.—Sí, pero cuando me fui con mis abuelos de algún modo renuncié a todo esto. Me he

acostumbrado a cosas más comunes y no puedo evitar pensar que tal vez sí que vivimos en mundosdistintos.

—Pues deja de pensar en eso, tal vez ya es hora de que dejes atrás algunas cosas y comiencesa disfrutar, mucha gente daría lo que fuera por poder cenar aquí, simplemente disfrútalo.

—Sí, supongo que es sólo que tengo que volver a acostumbrarme.—Por cierto me encanta tu pulsera.—No me extraña, es de Tiffany. —Lo dije en tono jocoso, aunque era cierto.Me había puesto mi pulsera ancha Bar de plata, era la que utilizaba siempre que quería tapar

mi tatuaje de una forma elegante. No es que me avergonzara de él, ni mucho menos, pero no queríadisgustar a Jay y pensé que seguramente no le gustaría que llevase un tatuaje en la parte exterior demi muñeca derecha.

Dejé que fuera él quien eligiera el vino y qué íbamos a comer, a fin de cuentas era él quienconocía el lugar. Estuvimos intercambiando anécdotas de nuestra época universitaria durante lamayor parte de la cena, a veces me olvidaba de lo divertido que era hablar con él, cuandoestábamos así me olvidaba completamente de dónde estaba y de las familias de las queproveníamos, éramos sólo dos jóvenes disfrutando de un rato juntos.

—¿Dónde piensas llevarme después?—A tomar unas copas a un local exclusivo.—Para qué pregunto…—Sí, creo que ya sabías la respuesta.—Sí, tenía claro que no ibas a decir a casa.—Soy un caballero, no estaría bien llevarte a mi casa en la primera cita.—Estás de broma ¿no?—Claro, puedes venir a mi casa siempre que quieras.—¡Jay!—¿Ves? Hay confianza, hasta abrevias mi nombre.—Fuiste tú quien me dijo que te llamara así, hace… no sé, muchos años.—Hace veinte años.—Vaya, sí que lo tienes controlado.—Fue cuando nos conocimos en el Club, mi hermano te hizo daño y te pusiste a llorar, él se

fue y yo me quedé contigo. Recuerdo que me presenté y cuando dejaste de llorar nos fuimos ajugar, cuando tus padres vinieron a buscarte para irte te dije que me llamaras Jay.

—¿Te acuerdas de eso?—Pues claro, muy poca gente me llamaba así, incluso ahora. Todo el mundo me llama Jayden,

sois muy pocas personas quienes me llamáis Jay.—No tenía ni idea, ahora me siento especial. —Dije riendo.—Pues claro, porque tú siempre eres especial preciosa.—Si no dejas llamarme así terminaré siendo una creída.—Entonces vas a ser una creída preciosa y especial.—Adulador. —Puse los ojos en blanco y él se limitó a guiñarme un ojo.Terminamos de cenar y volvimos al coche para ir hasta el local de copas. No tenía ni idea de

dónde me llevaría, tampoco es que conociera muchos lugares de ese estilo, pero confiaba en él, afin de cuentas la noche estaba siendo mucho mejor de lo que nunca hubiese pensado.

Notó que tenía frío y subió la calefacción de su R8, en la radio sonaba una versión másrelajada del Bad Romance de Lady Gaga.

Llegamos en silencio hasta el famoso lugar y no me sorprendió que tuviera aparcacoches,esperaba no desentonar mucho, me había arreglado a conciencia pero tal vez no lo suficiente comopara venir a este tipo de sitios.

—Jay ¿voy bien?—¿Cómo?—No sé si voy bien vestida para un sitio así.—Estás perfecta, preciosa.—¿Seguro?—Seguro.

No estaba del todo convencida pero le dediqué una amplia sonrisa igualmente, era un hombreextremadamente educado y amable, no podía evitarlo. No llevaba suficiente ropa como para nosentir aquel frío glacial en la calle así que de camino a la entrada del local me acerqué a Jay y élme pasó un brazo por la espalda acercándome a él. Prácticamente estábamos abrazados y notabasu calor, y su olor. Jayden olía a lavanda y vainilla. Íbamos riendo y casi me quedé sin alientocuando sus ojos se quedaron a apenas un par de centímetros de mí, no escuché lo que me dijo, asíque tuvo que repetirlo.

—¿Qué ambiente prefieres?—Me fio de ti, lo que tu elijas estará bien Jay.Podía notar su aliento, el vino de la cena me estaba haciendo efecto y no paraba de sonreír

como una tonta. Cuando llegamos a la puerta pude ver que estaba custodiada por dos hombresenormes y había un tercero, muy bien vestido, que estaba en el centro con unos papeles en lasmanos.

Jayden se dirigió directamente a él y le dio su nombre, tras comprobar que estaba en la listanos invitó a pasar dentro y seguí a Jay, quien me había cogido de la mano, hasta que se paró frentea una chica espectacular y le dijo algo al oído para hacerse oír por encima de la música. La chicanos miró y, tras guiñarme un ojo, nos guio a un reservado en el que la música se oía menos fuerte yteníamos nuestra propia mesa rodeada de un sofá de color púrpura. Nos sentamos y, aunque lamúsica no se oía tan fuerte allí, tuvimos que acercarnos hasta estar prácticamente pegados parapoder hablar.

—Wow nunca había estado en un sitio así.—Me alegra entonces haberte traído. ¿qué te apetece beber?—Un Sex on the beach.“—Interesante elección.—¿Qué esperabas?—Contigo nunca sé que esperar. —Dijo guiñándome un ojo.Pasó un brazo por mi espalda y se acomodó en el sofá mientras le hacía un gesto a una de las

camareras ligeritas de ropa que había por allí para que se acercara a tomar nota.El servicio era rápido y antes de darme cuenta ya tenía delante mi cocktail, me llamó la

atención el que había pedido Jay, de un llamativo tono de azul. Le había dado un sorbo y parecíasatisfecho con su elección.

—¿Qué es eso Jay?—Es un Blue Lagoon.'—¿Y está bueno?—Mucho, pruébalo.—Es azul.—Dale una oportunidad, anda.Me acercó la pajita y cuando lo probé me sorprendió su sabor, estaba riquísimo, sonreí

abiertamente y decidí que ese sería al próximo que iba a tomar.—Está muy bueno.Jayden me devolvió la sonrisa, estuvimos hablando de cosas banales. Mientras, me había

terminado mi Sex on the beach y los cuatro Blue Lagoon que le siguieron. Él paró tras el segundococktail, alegó que tenía que conducir, lo cual en cierto modo era verdad, también podría dejar elcoche y volver a casa en taxi pero en el fondo no dejaba de ser un chico prudente y debíareconocer que eso me gustaba. Yo estaba desatada a causa del alcohol y conseguí que bailaraconmigo un par de canciones que no había escuchado en mi vida. No paraba de reír y lo estaba

pasando de maravilla. De nuevo sentados en el sofá me recosté sobre su hombro y me abrazó,estaba cansada y aunque me estaba divirtiendo mucho no podía evitar que me fallara la energía.

—¿Quieres volver a casa? Pareces cansada.—Estoy cansada, pero me lo estoy pasando bien y no quiero volver a casa.—Tal vez te vendría bien descansar.—Ya, pero no quiero volver a casa, al menos aquí no estoy sola.—¿No quieres volver a casa porque estás sola?—Kate se ha ido con Aiden y yo… no quiero estar sola.No había ninguna duda de que estaba un poco borracha, estaba hablando demasiado y de forma

atropellada. Jayden se levantó y me cogió de la mano para que le siguiera. Hice un puchero perole hice caso.

—Ven, tengo un plan.—¿Tienes un plan? —Se me escapó una risa tonta, sin duda era el alcohol.—Yo siempre tengo un plan.Me guió hasta la salida sin soltarme y me ayudó a subir al coche cuando el aparcacoches lo

trajo frente a nosotros. Ajustó de nuevo la temperatura del coche. Yo apoyé la cabeza en el cristaly debí quedarme dormida. Cuando me desperté estaba en brazos de Jayden, en medio de un pasilloblanco, me molestaba la luz que provenía del techo y escondí la cara en su cuello.

—¿Dónde estamos?—Te quedaste dormida, así que te he traído a casa.—¿Qué hora es?—Algo más de las cinco de la mañana.—Eso es muy tarde.—O muy pronto, según se mire preciosa.Me dejó con cuidado sobre una cama mullida con sábanas y edredón blancos. Me ayudó a

quitarme los botines de tacón y me tapó, cerré los ojos y cuando se levantó de mi lado apreté sumano para llamar su atención.

—¿Dónde me has llevado?—Te lo he dicho antes, te quedaste dormida y te he traído a casa.—Pero yo no tengo un edredón blanco.—Vale, te he traído a mi casa. Puedes dormir tranquila aquí, yo dormiré en otra habitación.—No te vayas, no quiero estar sola.Debí quedarme dormida de nuevo en ese momento, cuando me desperté había pasado poco

más de una hora según el despertador de la mesita de noche. Observe la habitación con los ojosentrecerrados y vi a Jay sentado en un sillón a la derecha de la cama, estaba dormido. Meacurruqué entre las sábanas cálidas y no tardé en quedarme dormida de nuevo, había bebidodemasiado.

M

C A P Í T U L O 1 3

e desperté con una sensación extraña, estaba en una cama que no era la mía.Tenía un horrible dolor de cabeza, me sentí desorientada, no reconocí dónde

estaba y miré a mi alrededor con los ojos entrecerrados, mi mirada se detuvoatónita frente a Jayden, estaba sentado en un sillón a la derecha de la cama, delante del enormeventanal del que debía ser como mínimo un piso 30.

Llevaba la ropa del día anterior y todo llegó a mi cabeza como un alud de información. Lallamada, la cena, las copas... Lo último que recordaba era haber subido al coche para volver acasa.

Se dio cuenta de que me había despertado y sonrió.—Buenos días preciosa.—¿Qué hora es?—Las cuatro de la tarde.—He dormido mucho, ¿no?—Unas diez u once horas.—Joder, perdón.—Tranquila, sé que dices tacos. —Dijo mientras me sonreía con ternura.—Si esta es tu cama, ¿dónde has dormido tú?—Aquí.—¿En el sillón?—Sí.—¿Por qué?“—Porque tú me lo pediste.—¿En serio?—¿No te acuerdas?“—¿De qué tendría que acordarme?—No querías volver a casa, no querías quedarte sola y cuando te dormiste en el coche te traje

aquí. Te dejé en la cama y cuando te dije que yo dormiría en otra habitación me cogiste de la manoy me pediste que no me fuera.

—Lo siento mucho Jay.—No hay nada de lo que tengas que disculparte.—Me emborraché y tú has pasado la noche en un sillón, te debo más que una disculpa.—No me debes nada preciosa.—Tú siempre te has portado bien conmigo, eres un gran amigo y tengo mucho que agradecerte

aunque no lo creas.

—¿Tienes hambre? Esa puerta de la izquierda es el baño, voy a bajar a por algo para comer.—Yo sólo quiero café.—¿Cómo lo quieres?“—Sólo, sin azúcar ni leche.—Vale, subiré también algo de zumo y frutas.Preferiría una caja de rosquillas, pero estaba claro que Jayden no comía ese tipo de cosas. Me

levanté cuando salió de la habitación y me metí en el cuarto de baño, era enorme, igual que lahabitación estaba decorado en tonos blancos y azules. Me desnudé y me metí en la ducha, meapoyé en la pared y dejé que el agua corriera por mi cuerpo durante un buen rato. Media hora mástarde salí de allí vestida de nuevo, descalza, sin rastro de maquillaje y con el pelo mojado, debíade estar bastante horrible.

Jay ya debía haber vuelto pero no estaba allí así que como el suelo era de madera clara y noestaba frío salí de la habitación en su busca. Atravesé un largo pasillo hasta una zona abierta y levi sentado en un sofá hablando por teléfono. Esperé a que colgara para acercarme.

—Hola.—Hola preciosa. —Se levantó observándome con atención y, rodeando el sofá, me dio un

abrazo. —¿Estás mejor? Anoche parecías bastante triste.—Sería cosa del alcohol, no te preocupes.—El alcohol sólo magnifica las cosas. —¿Por qué tenía que ser un hombre tan perceptivo?—Tranquilo, las cosas están mejorando. Desde que mi ex se marchó me he sentido sola pero

ya lo he superado, además ahora tengo un trabajo y también te tengo a ti.—A me has tenido siempre, aunque huyeras… y siento romper mi palabra, pero estoy seguro

que a mis padres y a Dare también.—Yo nunca lo he visto así.—Lo sé, eres demasiado negativa. Mi padre te ha dado un puesto de subdirectora sin que

tengas apenas experiencia en el sector. Y lo ha hecho porque se trataba de ti, siempre te ha tenidocariño, a su manera.

—Fue mi padre quien habló con él para que me contratara.—Sí, y le decepcionó que tú no hubieses acudido a él antes. Le dije que seguramente no

querías un trabajo por quien eres sino por lo que vales.—¿Le dijiste eso?—No le iba a decir que odias a su hijo mayor y que en consecuencia a todo lo que le rodea,

familia incluida.—Bueno, ahora mismo eso ya no es del todo cierto.—Y me alegro de ello. Las cosas no siempre han sido como tú has querido verlas. Te

encerraste en tu propio pozo de negatividad y veías las cosas siempre desde el punto de vista másdestructivo.

—Jay, sé perfectamente el infierno que viví por culpa de tu jodido hermano.—Está bien, no hablemos de él. ¿Qué hay de mí? Te fuiste sin decirme nada, te consideraba mi

mejor amiga y un día descubrí que no estabas.—No pensé que fuera importante para nadie.—Ese es tu error.—Intento arreglarlo. —Admití avergonzada.Hundí la cara en su cuello y contuve las lágrimas, hablar del pasado siempre me resultaba

difícil y doloroso. Estuvimos así unos minutos antes de que me sentara en el sofá, Jay sirvió elcafé, el zumo y la fruta que había bajado a buscar y aunque no me apasionaba la fruta, tenía

hambre y la devoré. La cena de la noche anterior había sido escueta.Estuvimos viendo la televisión y hablando de tonterías después de comer algo y poco a poco

comencé a encontrarme como nueva.Cuando miré la hora que era me sorprendió ver que eran ya las siete y media de la tarde.—Debería irme ya.—Te llevo.—No es necesario, cojo un taxi, necesitas descansar, debes haber pasado una noche horrible

por mi culpa.—Está bien, espera y llamo a un taxi. —Me sorprendió que no me discutiese, tal vez

comenzaba a recordar lo cabezota que he sido siempre.—Gracias Jay.Eran ya más de las ocho cuando me monté en el taxi de vuelta a casa, tardé una hora en llegar a

mi apartamento, el domingo se me había pasado volando. Claro que estar medio día durmiendo yel otro medio en un estado un poco ausente, tenía mucho que ver en ello. La parte positiva de todoaquello era que con el fin de semana tan poco común que había tenido apenas había pensado enEvans. Algunas veces durante la noche anterior me vino a la cabeza que me hubiese encantadoestar compartiendo aquellos momentos con él, pero era Jay quien estaba conmigo y descarté mispensamientos lo más rápido que pude, no era justo.

Revisé mi teléfono para comprobar que no tenía ni llamadas perdidas ni mensajes. Kate notardaría mucho en volver a casa y por primera vez estaba deseando que llegara para poderdesahogarme con ella, por primera vez quería contarle todo y compartir con alguien el lío quetenía en la cabeza.

Me metí en mi habitación y me puse unos pantalones de yoga y una camiseta, me recogí el peloen una coleta alta y cogí mi portátil. Salí y me tiré, literalmente, como un saco sobre el sofá. Mepuse a revisar mis correos y mis notas del trabajo mientras esperaba que mi amiga llegara.

Revisé los correos que había intercambiado con mi jefe y no pude evitar sonreír al darmecuenta de lo que había cambiado nuestra relación en tan poco tiempo, se había vuelto un tanto máscercana, a veces sentía que era alguien en quien podía confiar ciegamente.

Si algo tenía completamente claro es que tenía la cabeza hecha un lío, estuve dando vueltas alo que me había dicho Jay en su casa. ¿Y si era cierto que había estado ciega todos estos años?No, sabía muy bien qué había vivido y cómo me había sentido, seguramente desde fuera se vieradistinto, pero cuando eres el centro de las burlas no puedes ser muy objetiva, es un asco y no haymás vuelta de hoja.

Eran las diez de la noche cuando Kate llegó a casa y creo que no me había alegrado tanto deverla en mi vida, la necesitaba y estaba dispuesta a reconocerlo.

—¡Kate! Por fin…—Mina ¿pasa algo?—Pasa todo. Te necesito.—Mina, me estás asustando ¿qué pasa?—Ven siéntate.—¿Puedo al menos dejar esto en mi habitación y quitarme el abrigo?—Sí, sí claro. Te espero.La había asediado tal cual había entrado por la puerta, siquiera me fijé en que llevaba una

pequeña maleta y también el abrigo. No tardó en volver y se sentó a mi lado cogiéndome de lasmanos y mirándome fijamente a los ojos, como si quisiera comprobar si estaba enferma.

—A ver Mina, dime qué pasa.

—Pasa todo Kate, ¿te acuerdas de mi jefe?—Evans, el tío que está buenísimo pero tiene un mal genio del copón.—Algo así, sí. Y supongo que también te acuerdas de Jay.—El hermano del muñeco diabólico extremadamente sexy con el que saliste a cenar.—Vale, te acuerdas también que esta semana estuve en Philadelphia.—Sí, con tu jefe y con el numerito de tus padres y el enfado de Jay... me acuerdo.—Vale, pues después del viaje Evans y yo comenzamos a trabajar juntos en el mismo proyecto

y en su despacho. Vamos, que hemos estado pasando mucho tiempo juntos y no sé, tiene mal geniopero últimamente no ha sido así conmigo y no me lo puedo sacar de la cabeza. Me ha traído a casaun par de días y me cogió de la mano en el coche un par de veces, no sabría decirte como me hacesentir pero no puedo dejar de pensar en él.

—No me digas que te estás pillando por tu jefe Mina…—Espera, es que eso no es todo. Como no puedo sacarme a Evans de la cabeza y tú estabas

fuera, el fin de semana se me antojaba una maldita montaña.—Podrías haberme llamado.—Lo sé, pero no quería ser un farolillo.—Mina, no me gusta que digas eso.—Bueno, déjame continuar.—Sí, vale.—A ver, el fin de semana se me hacía eterno así que el sábado por la mañana llamé a Jay para

salir a comer, pero tenía rollo familiar y me propuso salir a cenar y de copas. Acepté y he llegadode su casa hace unas horas.

—No habrás…—No, no, no me he acostado con él, salimos a cenar y lo pasé genial, luego fuimos a un local y

estuvimos en un reservado, en la zona vip y a ver, tonteamos un poco pero no pasó de algún abrazobastante inocente y risitas cómplices. La cosa es que bebí demasiado y me pillé una cogorza.

—Madre mía, ¿y qué hiciste?—Según él me quedé dormida en el coche cuando nos íbamos y me llevó a su casa, me acostó

en su cama y cuando se iba a otra habitación yo le dije que no me dejara sola.—¿Y?—Y cuando me he despertado estaba en un sillón al lado de la cama.—Todo un caballero.—Sí, pero ahora me siento fatal.—Pero vamos a ver, ¿te gusta Jay?—No lo sé, es un buen amigo y me gusta estar con él, pero no hay mariposas, ya te lo dije.—¿Y tu jefe?—No sé, es una sensación extraña. Con él me siento yo, yo de verdad, como si no tuviera nada

que ocultarle, como si le conociera de toda la vida. Y me hace sentirme protegida, el otro día seofreció a traerme a casa y me negué, cuando vi que nevaba le llamé y me trajo. Y joder Kate, es unhombre realmente impresionante, no sólo físicamente, y créeme, decir que está bueno es quedarsemuy corta, es brillante, es inteligente y aunque a veces es un cabrón con tanta ironía y tantosarcasmo, me parece algo atractivo en él.

—Pensé que con Jay podías ser tu misma, vamos, os conocéis desde siempre y parece que soisbuenos amigos, o algo más.

—Jay es… diferente, nos conocemos desde siempre pero es como si viviéramos en mundosdistintos. Él frecuenta restaurantes de lujo, clubes exclusivos, viste trajes a medida… es como mis

padres.—Y como tú y yo, Mina.—Yo no me considero así, con Evans paramos a comer en una hamburguesería, la mejor que

he probado en mi vida. Cenamos una pizza en el despacho, nuestros gustos musicales sonparecidos. De Jay… dios, ni sé si le gusta la música.

—Jay viene de una familia bien posicionada y tu jefe tal vez no. No hay nada de malo en ello.—Son muy diferentes y estoy hecha un lío.—Escucha a tu corazón Mina. Si me escuchas a mi te diré que Jayden es tu hombre, pero es tu

vida y eres tú quien debe vivirla.—No sé qué me dice mi corazón.—Tal vez aún sea pronto para saberlo.—Gracias Kate.—No he hecho nada.—Me has escuchado, necesitaba desahogarme, contártelo y escuchar tu opinión.—Para eso estamos las amigas, además pienso que no deberías liarte con tu jefe. Con el hijo

del jefe de tu jefe, vale. Pero no con tu jefe.—Te prometo que intento sacarlo de mi cabeza, pero no estoy teniendo éxito. Gracias por

escucharme, me voy a la cama, mañana toca trabajar.—Noches Mina, sabes que puedes contar conmigo.—Lo sé.Le di un abrazo antes de irme a mi habitación y acostarme. Al día siguiente tenía que trabajar y

eso significaba también que vería a Evans, con tan solo pensar en ello mi corazón se aceleraba.

0

C A P Í T U L O 1 4

7.00 am. –música– 'This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojanwhore...'

'Levanta Mina, hoy vas a ver a Evans. —Murmuré, pero pulsé igualmente el botónsnooze.

07.05 am. –música– 'This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojanwhore...'

Me levanté de la cama tras apagar la alarma, hoy era el día, no sólo porque iba a ver a mi jefedespués de dos días de abstinencia, sino porque por fin tendríamos la respuesta de nuestro clientecon respecto a la campaña publicitaria que teníamos entre manos.

Kate me estaba esperando con una taza de café humeante en las manos y me la tendió nada másverme.

—Tu café. Y recuerda que tenemos que ver lo de los vestidos para la fiesta.—Sí, no sé si te dije que es el 17.—Entonces no puede pasar de esta semana.—Vale, me voy pitando que no quiero llegar tarde.—Tú lo que quieres es ver a tu jefe.—Pues sí, también.—Mina, ten cuidado, no sé nada sobre él, pero un tío así puede destruirte.—Lo sé.—Pero te da igual.—Tal vez, o tal vez ya no haya nada que destruir. —Traté de quitarle importancia al asunto

encogiéndome de hombros, no quería preocupar a Kate más de lo necesario.—No seas estúpida. Hasta la noche.—Que tengas un buen día Kate.No tenía ninguna duda de que un hombre como Evans podría destruirme, la cuestión no era

esa, la cuestión es si iba a permitirle hacerlo o sería lo bastante lista como para alejarme de él.Sabía la respuesta mucho antes de formular la pregunta.

Estuve tentada de ir al trabajo en coche, las temperaturas estaban siendo muy bajas y las horasmenos frías del día las pasaba dentro de la oficina. Al final preferí no cogerlo, no era una granconductora y si había nieve o hielo la cosa se complicaba.

Cuando llegué saludé amablemente a Amy y a Emily. Después entré en el despacho de Evanssin preocuparme por llamar. Fue él quien dijo que olvidara que tenía despacho propio.

Estaba sentado sobre la mesa, hablando por teléfono y me quedé sin respiración. Estabaimpresionante, llevaba unos vaqueros negros y una camisa gris ajustada con las mangas

remangadas que marcaba su torso perfecto. Me quedé parada delante de la puerta tras cerrarla yme miró fijamente a los ojos antes de hacerme un gesto con la mano para que me acercara,comencé a caminar hacia él.

—Darwin, te pongo en el manos libres, acaba de llegar.—Hola señorita Swan.—Hola Darwin.—Como le decía al señor Evans, esta tarde tenemos una reunión para decidir cuál de los

proyectos que nos habéis presentado será el elegido. Está siendo más difícil de lo queesperábamos, todas las propuestas son muy buenas.

—Gracias, tanto Evans como yo hemos estado trabajando en ellas al 200%.—Como te ha dicho Mina, hemos puesto todo de nuestra parte para que fueran lo que nos

habías pedido.—Precisamente por eso la decisión está siendo tan difícil. La reunión será tarde, así que como

le he comentado al señor Evans, es posible que la respuesta se demore unas horas más de lo queos dije por e-mail.

—No hay problema Darwin, pero tened en cuenta que los plazos que nos habéis dado para lacampaña son muy ajustados.

—Lo sé, lo sé señorita Swan, gracias por entenderlo.—Quedamos a la espera de que nos digas algo. —Dijo Evans.—Os mando un correo nada más la decisión esté tomada, estamos en contacto.—Perfecto. —Dijimos al unísono antes de dar la llamada por finalizada.Evans dejó el teléfono a su lado tras colgar y se levantó acercándose a mí. Me di cuenta que

todavía no había soltado el bolso cuando él lo cogió de mi hombro y lo dejó sobre la mesa.Tampoco me había quitado la chaqueta, él se acercó un poco más a mí y me ayudó a quitármela.Tenerle tan cerca, me hizo sentir como se removía el nudo que se me había formado en elestómago con tan solo verle, le miré con la respiración entrecortada y le vi sonreír mientras sedaba la vuelta para colgar mi chaqueta en el perchero. Después se dio la vuelta de nuevo ycomenzó a caminar hacia mi posición, se detuvo delante de la mesa y se apoyó en ella antes dehablarme.

—Bueno, parece que vamos a tener casi todo el día para continuar trabajando por nuestracuenta.

—Eso parece. —Logré balbucear.—¿Estás bien? Parece que la llamada te ha dejado un poco descolocada. —Eres tú quien me

descoloca.—Eh, no, sí bueno, estoy bien.—¿Seguro? —No.—Supongo.—Mina, si hay algo que te preocupa puedes decírmelo.—No es nada.—Vamos, soy tu… ¿Cómo me llamaste, jefe-chófer?—No me acordaba de eso, perdón, me pareció gracioso en su momento, supongo.—No te disculpes, me hizo gracia. Ya verás cómo nos responden antes de lo que pensamos, no

te preocupes por eso, cumpliremos plazos.—Es mi primer trabajo importante, no quiero fastidiarla.—Estamos juntos en esto, ¿recuerdas?—Vale, será mejor que nos pongamos a trabajar, por si eligen la que creemos.

Pasó a mi lado rozándome y se sentó en su silla, yo me senté frente a él al otro lado de la mesay comencé a sacar las notas que tenía en papel. Sin decirme nada levantó el teléfono y mesorprendió.

—Amy, tráenos dos cafés. Uno sin azúcar ni leche y otro sin leche con doble de azúcar. Sí,trae también algunas rosquillas. Gracias." Colgó.

—¿Café y rosquillas?—No lo niegues, te encantan.Sonreí incapaz de negarlo, era cierto me encantaban y además me apetecían. ¿Cuándo se había

fijado en eso? Intenté centrarme en el trabajo, pero me resultaba complicado cuando notabaaquellos ojos azules clavados en mí, sin levantar la vista de los papeles sabía que me estabamirando fijamente, podía sentir su mirada.

Unos golpes secos en la puerta me sobresaltaron, era Amy. Entró con unas bolsas en las manosy me sonrió cuando se puso a mi lado y las dejó sobre la mesa. Le devolví la sonrisa nerviosa,sabía que Evans continuaba con la mirada clavada en mí.

—Gracias Amy. —Dijo sin mirarla.—¿Necesitan algo más?—No, eso es todo, gracias.Amy se dio la vuelta y se disponía a salir del despacho cuando la interrumpí.—Amy.—Señorita Swan ¿necesita algo?" Se volvió.—Oh, ¡Venga Amy, llámame Mina! Ya sé que no eres mi secretaria, pero ya que estás aquí…

¿puedes subirme los archivos de la última campaña que se hizo para la empresa Ridesmir? O dilea Emily que lo haga si lo prefieres.

—Yo me encargo, Mina. —Me guiñó un ojo.—Gracias Amy.Evans estaba intrigado, podía leerlo en su cara, esperó a que su secretaria saliera del

despacho.—Vaya, no sabía que te llevabas tan bien con mi secretaria.—Le caigo mejor que a la mía.—¿A qué ha venido lo de Ridesmir?—¿Intrigado?—Por supuesto.—Vale, he pensado que si analizamos los cambios que nos pidieron en la última campaña

podríamos crear un perfil más fiel de los gustos del cliente y de ese modo prevenir que nossorprendan queriendo cambiar alguna cosa. Así podemos ir un poco más sobre seguro.

—Todavía no sabemos si el trabajo que estamos haciendo servirá de algo. –Su tono fue duro yhabía fruncido el ceño.

—¿Te estás escuchando?—¿Qué?—Esa no es la actitud, Evans, van a elegir esta opción porque es la mejor opción, es la mejor

maldita opción que se nos ha ocurrido jamás.—Wow, te pareces a uno de mis profesores de la universidad.—¿Dónde dices que estudiaste?—En Columbia. —Pareció desconcertado por mi pregunta.—Pues que te devuelvan el dinero.—Sigo siendo tu jefe.

—El jefe que yo conozco me echó una bronca el primer día de trabajo porque se chocóconmigo en el pasillo.

—Estaba acostumbrado a chocar con la gente cuando jugaba al fútbol, ahora he perdido lapráctica. Lo siento si fui un poco brusco, me sorprendiste, eso es todo.

—Dudo que ese mismo capullo sugiriera que no nos esforzáramos en algo sin tener la certezade qué será lo que quiere el cliente.

—¿Me acabas de llamar capullo?—Tenemos que hacer que sea lo que quiere el cliente, ese jefe le hubiese metido la opción al

cliente en la cabeza aunque fuese a martillazos.—A ver Mina, cálmate.“—No, no me calmo.—¿Qué te pasa? —Su voz era calmada.—Me estabas mirando así… y… y me has puesto nerviosa. —Me sinceré.—Pues tranquilízate.—Perdón, joder… me he pasado. —Afirmé al fin avergonzada de cómo le había hablado.

Bajé la voz gradualmente conforme me iba dando cuenta de mi error, me tapé la cara con lasmanos.

Supe por el sonido que se había levantado de su silla, y por su olor que se había acercado amí, seguía tapándome la cara con las manos, más avergonzada a cada segundo que pasaba. Notésus manos sobre las mías y me las apartó de la cara, me miró a los ojos sin soltarme las manos.

—Mina, escúchame. Está bien, no pasa nada. Has tenido una buena idea, además tienes razón,a veces soy un capullo. Bueno, ya sabes… lo soy la mayor parte del tiempo, siempre lo he sido.

—Pensé que te enfadarías y me gritarías.—Esa hubiese sido mi reacción natural, sí.—¿Entonces? ¿Por qué estás teniendo tanta paciencia conmigo?—Supongo que en cierto modo tienes razón. Pero no me pongas a prueba, sabes que la

paciencia no es mi fuerte.—Sigues siendo mi jefe, y me he pasado, mucho.—Me gustaría pensar que también sigo siendo tu amigo, después de todo.—¿Me perdonas?—Pues claro, pero no lo vuelvas a hacer, no prometo mantener la calma siempre. —Me

hablaba como si fuese una niña pequeña que acaba de hacer una travesura.—Eres bastante temperamental.—Venga, volvamos al trabajo, Amy estará al llegar con lo que le has pedido.—Evans… —Me miró en respuesta. —Gracias.No sabía a ciencia cierta a qué había venido aquello, estaba tan ofuscada intentando no pensar

en sus ojos, en su olor, en su tacto, en su pecho musculoso, en su pelo revuelto… en él, que se mehabía ido la cabeza y había pagado mi frustración con él, estaba comenzando a perder la cabezade una forma preocupante, nunca había sentido esta atracción por nadie, bueno, sólo por unapersona pero aquello era un imposible y desde luego estaba enterrado y olvidado.

Estábamos trabajando cuando llegó Amy con los documentos y Evans se sentó a mi lado paraque pudiéramos estudiarlos juntos, estuvimos evaluando el perfil y editando la campaña hasta queEmily apareció en el despacho para informarnos de que Amy y ella salían a comer. A ambos nossorprendió que nos preguntara si necesitábamos que nos trajeran la comida. Evans y yo nosmiramos sin saber qué responder, finalmente fue él quien se decidió.

—No será necesario gracias Emily. —Esperó a que se fuera y continuó. —¿Pedimos comida

china?—¿Podemos?—Eso es un sí, ¿verdad?—¡Sí!Hacía tiempo que no comía comida china y me encantaba, a Kate no le gustaba y yo siempre lo

había visto como una comida para compartir, si pedía para mi sola o tenía que comer mucho de lomismo o me sobraba un montón de comida. Me alegró ese gesto de mi jefe, y más después de loidiota que había sido con él, era cierto que era un capullo, pero al menos en la última semana sehabía mostrado encantador, lo cual no ayudaba nada a poder quitarme de la cabeza las ganas delanzarme sobre él.

A media tarde Evans recibió una llamada en su teléfono personal y aunque no dijo ni una solapalabra, por su aspecto podría asegurar que no le había gustado nada lo que le había dicho suinterlocutor.

—Tengo que irme. —Estaba enfadado.—Vale ¿necesitas algo?—Es personal.—Oh, claro. Te aviso si Ridesmir responde.—No.—¿No?—No, no necesito más molestias.—Pero…—Ya has hecho bastante por hoy. —Me quedé estupefacta y maldijo antes de continuar

hablando. —Vuelve a tu jodido despacho.—Sí señor Evans.Salió del despacho como si mi mera presencia le incomodara y no se molestó en cerrar la

puerta a su paso. Pude oír como le gritaba a Amy de malos modos que nadie le molestara. Recogímis cosas y salí de allí intentando contener las lágrimas que amenazaban con salir de mis ojos.Pasé por la antesala y sin levantar la mirada del suelo les dije a ambas secretarias que estaría enmi despacho trabajando en la campaña.

Amy y Emily debieron adivinar mi estado y me siguieron hasta mi despacho, entraron tras demí sin siquiera darme tiempo a sentarme.

—Mina ¿estás bien? ¿qué ha pasado? —Se interesó Amy con dulzura.—Que Evans es un cabrón, eso ha pasado, ¿no Mina? —Se adelantó Emily con dureza.—Tranquilas, no ha pasado nada.—Hemos oído los gritos desde fuera, Emily y yo nos hemos sobresaltado.—No sé qué ha pasado chicas, ha recibido una llamada y se ha puesto de mal humor.—Y como siempre lo paga con todo el mundo. Demasiado estaba durando la tregua.—¿A qué te refieres Emily? —La pregunta salió de Amy, pero yo me preguntaba lo mismo.—Me refiero a que es un infierno trabajar con ese hombre, desde que llegó Mina ha estado

muy amable, tuvo una reunión con el señor Wilson y por lo visto le pidió que se comportaracontigo. Pero este es el señor Evans con el que he trabajado los últimos tres años, no el de lasúltimas semanas.

—Pues perdonad que os diga, pero por mucho que sea mi jefe, si es cierto lo que dices es un,un… tonto.

—Amy, puedes decir algo más fuerte, Evans es un capullo, ¿verdad Emily? –Esta asintió.—Sí, es un capullo. Desde que le oí un taco a mi hijo de siete años procuro no utilizarlos,

pero la ocasión lo merece.—¿Tienes un hijo?" Se interesó Emily.—Tengo tres hijos, Darryl de 7 años es el pequeño, Jared de 9 el mediano y Gillian de 13 la

mayor.Amy pasó a ser el centro de atención de la conversación y nos fue bien a todas para dejar de

pensar en lo que nos había llevado a esa situación. Amy era una mujer de 42 años, casada con unpediatra y con tres hijos. Era una mujer dulce y atenta, no se merecía un jefe como Evans. Tambiénme enteré que Emily tenía 38 años, cosa que no aparentaba, y era soltera. Después de un rato medejaron sola en mi despacho, más relajada y tranquila al saber que tal como imaginaba, loocurrido con Evans no era culpa mía. Aunque tenía que reconocer que me dolía que sucomportamiento conmigo en la última semana hubiese sido sólo un espejismo. Estas cosas mepasaban por tonta.

No quería trabajar en lo de Ridesmir sola, además me recordaba a Evans y no quería pensaren él, no quería ponerme a llorar en el trabajo y mucho menos quería llorar por la forma en que mijefe me había hablado, porque eso es lo que era, mi jefe.

Yo me había hecho una idea equivocada de su amabilidad y la realidad me había dado unguantazo, ni más ni menos. Como yo era de lágrima fácil, de esas que lloran cuando ven unapelícula romántica, incluso cuando la Bestia deja marchar a Bella o la madre de Bambi muere, porejemplo, tomé la decisión de pasarme por la planta 18 a supervisar el trabajo del equipo, pasé allícasi toda la tarde y me animó ver el trato tan amable y abierto que recibí por parte de todos,parecían contentos y agradecidos de que hiciera mi trabajo, porque al fin y al cabo, yo era lasubdirectora y era parte de mi trabajo controlar el suyo.

Cuando llegó la hora de irme a casa seguía sin noticias de Darwin y me debatí entre las dosopciones más lógicas en mi situación, quedarme a esperar la respuesta o irme a mi casa y pasar detodo, al menos, hasta el día siguiente.

No lograba decidirme, por una parte la intriga me estaba matando, pero por otra parte noquería estar allí, no quería estar allí por si volvía y tenía que verle, no quería verle.

Revisé mi correo una vez más y decidí mandarle un e-mail a Darwin personalmente antes demarcharme a casa.

From: minaswan@marketing.wilson.comTo: darwinwhite@ridesmir.comSubject: CamapañaSeñor White,Este es mi correo, le agradecería que una vez tengan la resolución, tenga a bien mandarme un

correo a esta dirección para informarme de cuál será la campaña que debemos desarrollar desdeWilson & Co.

Atentamente,Mina Swan

Subdirectora de Marketing

Estaba bastante segura de que si la respuesta le llegaba únicamente a Evans yo tardaría enenterarme. Volví a casa en taxi y pensé en no decirle nada de lo que había pasado hoy a Kate, pero

mi plan se fue al garete cuando llegué a casa y me senté en el sofá a su lado. Un sol. —Qué tal eldía —fue suficiente para que me echara a llorar como una madalena y le largara todo lo que habíapasado con Evans.

—Mina, ya te dije que ese tío no te haría ningún bien.—Si es que no puedo ser más tonta Kate.—Es un capricho pasajero, es tu jefe nuevo y es guapo, se te pasará. Además tienes que

reconocer que el hecho de que sea un idiota ayuda a que deje de gustarte.—¿Tú crees?—A ver, Mina, sé que tienes un imán para los idiotas, sólo hay que ver a Matt, pero ahora

tienes a Jayden y el hecho de que Evans sea un idiota sólo hace que confirmarte que Jay es el tipoque te conviene y no tu jefe, el guapo e inestable.

—Tal vez tengas razón.—Pues claro, entonces, ¿le vas a dar a Jay una oportunidad?—No lo sé, por el momento me voy a la cama.—¿Ya? Si ni siquiera has cenado…—No tengo hambre, quiero dormirme y olvidarme del día de mierda que he tenido.—Está bien, descansa. Si necesitas algo…—Lo sé Kate, estaré bien.—No te hagas la fuerte conmigo. —Me guiñó un ojo.Me fui a mi habitación y me metí en la cama tras revisar mi correo, como imaginaba todavía

no había noticias de nuestro cliente más preciado.Llevaba cerca de dos horas dando vueltas por la cama sin poderme dormir cuando mi teléfono

comenzó a sonar, me incorporé para ver quien llamaba y lo dejé sonar sin responder cuando vique se trataba de Evans. No quería hablar con él y no estaba en mis horas de trabajo así quedefinitivamente no pensaba cogerle el teléfono. Conté al menos seis o siete llamadas más en pocomás de media hora, todas suyas. Revisé el correo, pero no tenía ninguno de Darwin ni de Evans,por lo que supuse que el traidor de Darwin había hecho oídos sordos a mi petición y le habíacomunicado la respuesta únicamente a mi jefe.

0

C A P Í T U L O 1 5

7.00 am. –música– 'This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojanwhore...'

—No, todavía no. —Murmuré, pulsando el botón snooze.07.05 am. –música– 'This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojan

whore...'No quería levantarme, no quería ir al trabajo y sobretodo no quería ver a Evans, bajo ningún

concepto. Apagué la alarma de un manotazo tirando mi móvil al suelo, me tapé la cara con eledredón, tenía ganas de gritar y patalear, era una reacción infantil, pero no quería enfrentarme amis miedos, cuando algo no salía como yo esperaba huía, Kate tenía razón y le había dicho que nohuiría más, que enfrentaría mis problemas.

Pues bien, este era un problema, me gustaba mi jefe y él era un capullo que me desconcertaba.Tenía que enfrentarme a ello, a él y a mí. Revisé mi correo mientras me tomaba el primer café dela mañana y me sorprendió tener uno de Darwin, pensé que había pasado de mí.

From: darwinwhite@ridesmir.comTo: devans@marketing.wilson.com, minaswan@marketing.wilson.comSubject: GraciasDesde Ridesmir queremos darles las gracias por las propuestas tan maravillosas que nos han

remitido, nos ha sido muy difícil decantarnos por una de ellas pero finalmente, y gracias a losconsejos del señor Evans, tenemos una resolución.

Hemos hecho caso a su recomendación personal y siendo que nuestro objetivo es el de hacerhistoria hemos decidido continuar adelante con la propuesta número uno The One. Quieroaprovechar para dar las gracias de nuevo al señor Evans por disipar nuestras dudas sobre loarriesgado de esta opción, sin su sinceridad no nos hubiésemos atrevido con la que seguro queserá la mejor campaña de la historia.

Han hecho un gran trabajo y no podemos esperar a ver los resultados, por ello nos gustaríaconcertar una reunión esta semana para hablar sobre el desarrollo. Quedo a la espera de surespuesta.

Darwin White

Un momento, mis ojos se iban abriendo de par en par conforme iba leyendo, fragmentos de laconversación o mejor dicho, bronca, que le dediqué el día anterior a mi jefe vinieron a mi mente.Cosas como que el jefe que yo conocía les condicionaría a escoger la campaña que creíamos

mejor. Y precisamente eso es lo que había hecho sin que yo lo supiera, me sentí avergonzada,Evans me había gritado, pero yo tampoco había estado sembrada.

—No Mina, no le justifiques. —Me dije a mi misma.Vale, a ver… estaba claro que yo había metido la pata. Primero me había cogido demasiadas

confianzas con mi jefe, que además, segundo error: me gustaba, mucho. Había creído que yo podíasignificar algo para él, este posiblemente era el mayor error de todos. Siguiendo con la lista demis meteduras de pata en cuarto lugar, pero no menos importante, le había levantado la voz y lehabía insultado. ¿Cómo narices le iba a mirar a la cara después de esto? Tenía que estar en eltrabajo en un rato y no era capaz imaginarme un escenario en el que no me sintiera como la peorpersona del mundo, y lo que me tocaba más las narices era que pese a que Evans era un malditoimbécil seguía sintiendo algo por él y mi mente se empeñaba en justificarle.

Kate ya se había marchado y para redondear la mañana me había dejado sin café, si me parabaa coger uno por el camino llegaría tarde al trabajo y no estaba dispuesta a recibir más gritos, almenos no unos que estuviesen justificados, claro.

Podía soportar que me gritara porque estaba enfadado con alguien o algo ajeno a mí, porquede ese modo me engañaba a mi misma pensando que era sólo algo puntual fruto de sutemperamento. Aunque la realidad, a juzgar por lo que había dicho Emily, sería más bien algo asícomo que me había tratado bien por órdenes de Kevin Wilson, quien según Jay, me tenía afecto.Lo que venía a significar que me había pillado de un tío que pasaba de mí y sólo me había tratadobien por órdenes de su jefe. ¿Dónde me dejaba eso? Claramente en un punto en el que no queríaestar.

Llegué al trabajo y me metí directamente en mi despacho, a fin de cuentas él me había echadodel suyo de malos modos el día anterior y mi orgullo no me iba a permitir arrastrarme. Lerespondí el correo a Darwin.

From: minaswan@marketing.wilson.comTo: devans@marketing.wilson.com, darwinwhite@ridesmir.comSubject: RE: GraciasSeñor White,Gracias por confiar en Wilson & Co. Estamos seguros que la campaña será un éxito y desde

mi opinión, The One, no sólo es la mejor propuesta, sino que creo que cumplirá con creces todassus expectativas. Quedo a la espera de recibir indicaciones respecto a la reunión si se requiere mipresencia.

Atentamente,Mina Swan

Subdirectora de Marketing

Estaba bastante segura de que a mi querido jefe le molestaría mi respuesta, sobretodo laúltima frase, y sabía de sobra que no era adecuado meter a nuestro cliente en nuestras trifulcas,pero pensaba dejarles bien clarito a los dos que yo sólo era una mandada en esta campaña.

Imaginaba que Evans no tardaría en tomar medidas, pensé que vendría a mi despacho dandogritos, me decepcionó que fuese sólo un e-mail, en el fondo tenía ganas de verle, mi ladomasoquista se negaba a dejarlo ir.

From: devans@marketing.wilson.comTo: minaswan@marketing.wilson.comSubject: ObligacionesSeñorita Swan,Me gustaría saber a qué ha venido el correo electrónico que acabo de recibir en mi bandeja de

entrada en respuesta al señor White, concretamente la parte en la que se desentiende de unareunión que puede ser crucial en desarrollo de la campaña con el que, por si se le ha olvidado, esel cliente más importante de la cartera de la empresa para la que usted, señorita Swan, trabajacomo subdirectora de Marketing.

Por tanto, como SU JEFE, y DIRECTOR de Marketing de Wilson & Co., le ORDENO queconcrete la reunión con el señor White mediante vía telefónica.

D. EvansDirector de Marketing

Me lo tenía merecido, por bocas, pero como venía pensando un rato antes, mi orgullo meperdía. Llamé a Darwin para concretar la maldita reunión.

—Buenos días señorita Swan.—Buenos días Darwin, te llamo para concretar la reunión.—Me gustaría que pudiera ser lo antes posible.—Sí, cuanto antes podamos comenzar a trabajar mejor, queremos cumplir plazos.—¿Qué te parece esta tarde a eso de las 17.00h?—Perfecto, allí estaremos.—Hasta entonces señorita Swan.—Hasta la tarde Darwin.Orgullosa con el resultado de mi conversación con Darwin White, no dudé ni un segundo y le

mandé un correo a MI JEFE y DIRECTOR de Marketing.From: minaswan@marketing.wilson.comTo: devans@marketing.wilson.comSubject: ReuniónSeñor Evans,Tal vez podría haber venido a mi despacho, que se encuentra justo al lado del suyo, en vez de

mandarme un e-mail, así podría haberle escuchado gritar en directo, que siempre es más efectivoque hacerlo por e-mail.

No obstante, tal y como usted MI JEFE y DIRECTOR de Marketing me ha ORDENADO, heconcertado la reunión con el señor White esta tarde a las 17.00h en su oficina de Philadelphia.

Atentamente,Mina Swan

Subdirectora de Marketing

Me respondió casi de inmediato y desde ese momento comenzamos una pequeña trifulca víacorreo electrónico. Era mi jefe, pero no pensaba dejarle que me ninguneara.

From: devans@marketing.wilson.comTo: minaswan@marketing.wilson.comSubject: RE: ReuniónSeñorita Swan,¿Quién le ha dicho que estoy en mi despacho?Haga el maldito favor de dejar de tocarme las narices y búsquese transporte para ir a la

reunión.

D. EvansDirector de Marketing

From: minaswan@marketing.wilson.comTo: devans@marketing.wilson.comSubject: RE: ReuniónSeñor Evans,Haga el maldito favor de no pensar por mí dando por hecho que pretendía ir a la reunión con

usted.

Atentamente,Mina Swan

Subdirectora de Marketing

From: devans@marketing.wilson.comTo: minaswan@marketing.wilson.comSubject: RE: ReuniónSeñorita Swan,Claro que no vendrá a la reunión conmigo. De hecho, yo no iré a la reunión. Procure no dejar a

la empresa en mal lugar.

D. EvansDirector de Marketing

¿Qué? ¿Cómo que no iba a venir a la reunión? Estuve tentada de llamarle y zanjar de una vez

lo que fuera que estábamos haciendo pero no tuve el valor de llamarle directamente. Me puse amirar cómo llegar a Philadelphia antes de las cinco y me decidí a ir en tren, tenía que hacertransbordos, pero llegaría en aproximadamente dos horas y media. Tenía que salir de allí antes delas dos del medio día si quería llegar a tiempo así que no podía entretenerme mucho. Preparé lareunión lo más rápido que pude y salí de la oficina, cogí un café de la máquina de la zona dedescanso para tomármelo de camino a la estación, con tanto Evans se me había olvidado quetodavía no había tomado nada en todo el día, tampoco me apetecía comer y eso en mi ya era raro.Maldito Evans ¿qué narices estaba haciendo conmigo?

Una vez en el tren rebusqué en mi bolso esperando encontrar mi iPod y que tuviese batería,por fin algo me salía bien, ahí estaba y con más de la mitad de la batería. Fui directamente enbusca de lo que quería escuchar, tenía una canción rondándome en la cabeza desde mi ¿discusión?Con Evans. We are but falling leaves de Sentenced, era una canción triste, iba perfecta con miestado de ánimo, el frío invierno y mi viaje sola en un tren camino a Philadephia.

[…]We are but falling leaves in the air hovering down

Unaware we will hit the groundScattered fragments of timeLike blinks of an eye we are

Just when we realize we are alive... we die.

[…]No somas más que hojas que caen revoloteando en el aire

Inconscientes de que golpearemos el sueloFragmentos dispersos de tiempo

Somos como un pestañeo

Justo cuando nos damos cuenta que estamos vivos… morimos.

No podía quitármelo de la cabeza, ¿estaría enfadado? ¿Sería por trabajo? ¿Era porque noquería coincidir conmigo? ¿Por qué no venía a la reunión? ¿Por qué no podía dejar de pensar enél? ¿Por qué el simple hecho de pensar en no verle hacía que sintiera que me faltaba el aire?

Había muchos porqués en mi cabeza y ni una sola maldita respuesta, no era la mejor actitudpara afrontar mi primera reunión importante sola. Ahora era Subdirectora, y para qué negarlo, notenía ni idea de que hacer. No hacía mucho que había terminado en la universidad y en mi anteriory primer trabajo hacía prácticamente de secretaria. Todo aquello me quedaba grande, necesitaba aEvans, necesitaba su apoyo, que me dijera que lo estaba haciendo bien. ¿De verdad todo lo queme había dicho, todo lo que había hecho desde que nos conocíamos era mentira? ¿Sólo estabaactuando porque su jefe se lo había pedido? Me estuve torturando con miles de preguntas sinrespuesta hasta llegar a Philadelphia.

Cogí un taxi desde la estación hasta las oficinas de Ridesmir dónde había quedado conDarwin, el tren se había retrasado porque había un tramo en obras, por lo que llegué justa detiempo, eran las 16:52h cuando entré por fin en Ridesmir y pregunté por el señor White.

Un par de minutos más tarde apareció en la sala de espera a la que me habían dirigido desdela recepción y me invitó a seguirle, no sin antes interrogarme.

—Hola señorita Swan ¿ha venido sola?—Hola Darwin, sí, el señor Evans no ha podido venir.—Bueno, es un contratiempo, pero si la ha mandado a usted sola ¿quién soy yo para

cuestionarle? Por aquí.Sí, me ha mandado a mí sola porque no me soporta, no porque confíe en mí o porque crea que

soy buena, o que puedo hacer este trabajo sin él. Sólo porque es mi jefe y es mi obligación estaraquí, él puede escaquearse.

Seguí a Darwin hasta una sala de reuniones, no íbamos a estar solos, estaban el directorgeneral, la junta ejecutiva y un par de personas del departamento comercial. Era el escenario idealpara un gran desastre, me puse nerviosa de inmediato, pero tenía que hacerlo, no podíadecepcionar a Evans, no podía decepcionar a Kevin Wilson y no podía decepcionarme a mímisma.

Comencé la reunión con la ventaja de que habíamos estado trabajando en el proyecto duranteun par de días. Aunque me quedó bastante claro que estaba en territorio hostil cuando el señorWhite me presentó y vi algunas caras de desagrado con el hecho de que el director no hubiese idoy en su lugar tuvieran allí a… bueno, a mí. Pensé que tal vez Darwin rompería una lanza en mifavor, después de todo había sido bastante majo conmigo en la otra reunión, pero tal vez sóloestaba fingiendo delante de Evans ¿Es que todo el mundo fingía conmigo?

Con dificultades, conseguí sacar adelante aquel encuentro, llevábamos reunidos cerca de doshoras y media en las que me asediaron, literalmente, a preguntas y exigencias. Estaba explicandopor quinta o sexta vez el mismo aspecto cuando la puerta se abrió de pronto y apareció Evans,parecía cansado y llevaba la misma ropa del día anterior pero aun así estaba guapísimo, tuve quecontenerme para no sonreír y lanzarme sobre él, no podría describir lo que sentí al verle, alivioera poco. Caminó hasta ponerse a mi lado y se disculpó por el retraso sin dar explicaciones, él nonecesitaba darlas, las caras de alivio del resto de los presentes no fueron más discretas que lamía, dejaban claro que por fin tenían allí a quien querían tener, por una vez, coincidía con ellos.

Comenzaron a hacerle a él las mismas preguntas que llevaba respondiendo yo cerca de treshoras y no pude contenerme, tenerle allí me daba el coraje suficiente como para enfrentarme aaquellos que me habían menospreciado abiertamente.

—Disculpen, pero creo haber respondido esas mismas preguntas al menos un par de veces enlas últimas tres horas.

—No se lo tome a mal señorita, pero este proyecto se lo encargamos personalmente al señorEvans y queremos conocer su opinión.

—Debo informarles que la señorita Swan y yo hemos estado trabajando en su campañaconjuntamente y al mismo nivel, por tanto, sus respuestas son tan válidas como las mías y noconsidero necesario volver atrás en el transcurso de la reunión. Podemos seguir desde el punto enque estaban a mi llegada. Ella continuará respondiendo sus preguntas y si tengo algo que añadir,no duden que lo haré.

—Pero eso no es lo que esperábamos señor Evans, usted es el Director y es quien confiamos.—Entiendo su preocupación, pero la señorita Swan no sólo es la subdirectora sino que

además es de mi total confianza, con lo cual, traten con ella como lo harían conmigo. Como les he

dicho, en este proyecto estamos al mismo nivel, incluso podría decirles que ha llevado ladelantera ya que la propuesta elegida fue una idea suya.

Sólo nos llevó otra hora más dar por finalizada la reunión, aunque me temía que no sería laúltima. Tras la aclaración que mi jefe les había hecho parecieron aceptar mejor mis respuestas,pero por sus caras sabía que no estaban en absoluto de acuerdo. No me sorprendió que Evans medefendiera en público, lo que no tenía claro era si lo pensaba de verdad o sólo lo había hecho pormantener las apariencias frente al cliente y supongo que en definitiva con su propio jefe.

Todos excepto nosotros dos y Darwin habían abandonado la sala, Darwin le dio laenhorabuena a Evans por el buen trabajo que había hecho, decir que me sentí ninguneada de nuevoera poco. Evans no se molestó en hacerme mención delante de White, simplemente actuó como siyo no estuviera, cuando terminaron de hablar y elogiarse mutuamente le pidió amablemente quenos dejara solos. Podría mentir y decir que me preparé mentalmente para la que se me veníaencima, pero lo que pasó por mi mente fue muy distinto, e inapropiado, dicho sea de paso.

—Gracias por defenderme, no estaban muy felices con la idea de que fuera yo quien hubiesevenido y no tú.

—Vaya, ¿ahora me das las gracias?—Mira, si quieres discutir mejor lo dejamos para otro momento, estoy cansada. —Eran más

de las nueve de la noche y todo lo que había tomado en todo el día era un café.—¿También me tuteas ahora?—¿En serio vamos a discutir aquí?—¿Prefiere otro lugar la señorita?—Sinceramente señor Evans, no quiero discutir con usted.—No me dio esa impresión esta mañana.—Estaba molesta, eso es todo.—Oh así que, la señorita estaba molesta, y claro, eso le da derecho a faltarme al respeto.—No fui yo quien le gritó y le echó de malos modos de su despacho, señor.—¿Quién fue quien llamó capullo a quién? Oh, y lo de que me devolvieran el dinero cuando

respondí que había estudiado en Columbia.—Me disculpé por ello.—Ya, así que se disculpó.—Lo hice, ¿y sabe qué? Que ya puede dejar de fingir que le caigo bien. Emily me dijo que

Kevin Wilson le había pedido que me tratara bien, así que ahora que sé la verdad no haynecesidad de seguir fingiendo. –Levanté la voz alterada.

—¿Pero de qué demonios estás hablando? —Levantó la voz más de lo que lo había hecho yo.—Hablo de que sé que todo era mentira, que llevas fingiendo todo este tiempo que te caigo

bien, pero en realidad me detestas, que sólo lo hacías porque él te lo pidió. Y paso, paso quemantengas esa mentira. Eres un maldito imbécil y por esto, Evans, no pienso disculparme.

Me dirigí hacia la puerta de la sala para salir y alejarme de él, quería esconderme en unrincón, sola y poder llorar todo lo que estaba reteniendo. Pero me cortó el paso colocándosedelante de la puerta, intenté rodearle, entonces me cogió firmemente de la muñeca para que no memoviera y en efecto, me quedé paralizada ante su tacto, estaba demasiado cerca, había dado unpaso para colocarse frente a mi sin soltarme, sabía que estaba alterado por su forma de respirar,tan acelerada como la mía.

—¿Dónde te crees que vas?—Lejos de ti y de tus mentiras.—¿Mis mentiras? No sé qué demonios te ha dicho Emily, pero ella no tiene ni idea de lo que

yo hablo o no hablo con Kevin.—No intentes ocultarlo, ya es tarde para eso, sé que todo era mentira y lo asumo, está bien,

conseguiste engañarme, enhorabuena.—Deja de decir estupideces Mina, vas a hacer que pierda la paciencia contigo.—Creo que ya has perdido la paciencia conmigo, a juzgar por tus gritos, todo Ridesmir

opinará como yo.—La sala está insonorizada, y esto, no es perder la paciencia.—¿Ah no? ¿Y qué es perder la paciencia para ti?—Esto. —Y acto seguido me besó.Me quedé paralizada, fue un beso rápido pero desesperado, el simple roce de sus labios

calientes contra los míos fue suficiente para hacerme perder la razón, nos quedamos mirándonosfijamente a los ojos con la respiración entrecortada, fue sólo un instante, antes de que mi pepitogrillo reaccionara y me hiciera salir de allí a toda velocidad, le sorprendí y no pudo retenerme,abrí la puerta y salí casi corriendo, era eso o lanzarme a él y no me convenía, liarme con mi jefeno era lo que debía querer, independientemente de lo que me estaba gritando mi corazón. Alcancélas puertas de la calle y cuando noté la lluvia sobre mi cara eché a correr y no pude contener máslas lágrimas. Sabía que me había seguido hasta la calle, pero entre la gente no sabía si continuabaa mi espalda, no sabía dónde iba, no conocía Philadelphia y al final me detuve en una calleestrecha, dejé caer mi espalda sobre la pared bajo un techado y resbalé hasta quedar sentada en elsuelo. Adiviné una sombra frente a mí poco después y supe quién era sin necesidad de preguntar.

Se quedó allí de pie, parado y sin decir nada mientras yo lloraba con la cara escondida entremis brazos. No sabría decir cuánto tiempo había pasado cuando se agachó frente a mí y me cogióla cara con sus enormes manos para que le mirara. Él tampoco tenía muy bien aspecto, estabaempapado, se le notaban las ojeras y su gesto más que serio parecía derrotado.

—Perdóname Mina. —No respondí. —No pretendía asustarte. ¿No piensas hablarme?Me encogí de hombros como respuesta, la verdad es que no sabía que decir y temía que si

intentaba hablar volvería a echarme a llorar y ya estaba dando un espectáculo bastante lamentable.Estaba temblando empapada en el suelo, en medio de Philadephia, con los ojos y la nariz rojos ehinchados de llorar y el maquillaje corrido. Evans se sentó a mi lado y me apoyé ligeramentecontra su costado, cuando notó mi contacto y se aseguró que no iba a salir corriendo de nuevo, meabrazó y me acurruqué contra su pecho sin poder evitar romper a llorar de nuevo, estábamosabrazados y las emociones me estaban colapsando por momentos, era lo que llevaba deseandodesde que le vi por primera vez, deseaba estar entre sus brazos, y la sensación pese a la situaciónen la que estábamos, era mil veces mejor de lo que había podido imaginar. Tuve claro que el megusta, se había convertido en algo más, me estaba enamorando de él y no había tenido tanto miedode algo en mi vida.

—Deberías avisar a Kate.—Pensaba volver hoy a Nueva York.—Aun así, avísala que llegarás tarde.Tenía razón, seguramente Kate estaría preocupándose, así que saqué el móvil y le mandé un

escueto mensaje en el que le decía que me retrasaría por una reunión con un cliente importante. Deese modo no haría muchas preguntas y ya le contaría lo ocurrido cuando estuviera preparada paraello.

—¿Quieres que volvamos a casa?—He venido en tren.—Ya lo sé, pero yo he venido en coche.

—Vale.Nos levantamos y me abrazó de nuevo, su coche estaba en un parking cercano a las oficinas de

Ridesmir, pensé que había corrido durante mucho tiempo, pero estábamos muy cerca en realidad yllegamos enseguida al coche.

—Estoy empapada.—Y yo.—No quiero ensuciarte el coche.—El coche no importa ahora.Abrió la puerta del copiloto y me invitó a entrar, rodeo el coche y cuando se sentó en su

asiento subió la calefacción, me llamó la atención que al poner el coche en marcha no sonaranada, tenía el reproductor apagado.

Ambos nos mantuvimos en silencio, cada uno sumido en sus propios pensamientos, no me dicuenta que estaba tarareando una melodía hasta que él reparó en ello.

—¿Qué tarareas?—¿Hum?—Estás tarareando, ¿qué es?—Oh, es una canción de Sentenced, llevo todo el día con ella en la cabeza y en el tren la he

estado escuchando en modo repetición.—¿Sentenced?—Sí, era una banda finlandesa…—Sí, estaba pensando cuál era la canción que estabas tarareando.—Bueno, es una canción triste.—Es Sentenced, ¿cuál es? igual la conozco.—Se llama We are but falling leaves, del ultimo disco.—No la conozco.—Si quieres puedo ponerla, la tengo en el iPod.—Sí, conéctalo y ponla, de Sentenced conozco sólo un par de canciones.Me explicó como conectar el iPod y no tuve que buscar la canción, ha tenía en modo

repetición así que sólo tuve que darle al play y aquella melodía que me parecía tan bonitacomenzó a sonar.

—¿Te gusta?—La melodía es buena, pero la letra es…—¿Deprimente?—No, no diría deprimente, de hecho me gusta.—Viene a decir que la vida es corta.—Sí, y malgastamos la mayor parte de nuestro tiempo.Era algo que siempre me había preocupado, malgastar mi vida, y era lo que llevaba haciendo

prácticamente 25 años, ahora había decidido no huir de las cosas, y hacía sólo unas horas queestaba huyendo de mi mayor quebradero de cabeza, ahora sentado a mi lado y conduciendo elcoche que me llevaba de vuelta a casa.

Tardamos más de tres horas en llegar, Evans estaba cansado y condujo despacio. Aunquepasamos casi todo el trayecto en silencio puedo afirmar que disfruté de su compañía, a su lado mesentía… completa. Me estaba metiendo en algo de lo que sabía que no saldría bien parada y aunasí era incapaz de evitar el desastre.

Paró el motor frente a mi apartamento, le dije gracias, simplemente gracias, la palabra loenglobaba todo. Que hubiese venido a Philadelphia, que me hubiese defendido, que me hubiese

besado…Iba a salir del coche cuando me cogió la mano, me volví y mirándome a los ojos pronunció las

palabras que no lograría quitarme de la cabeza en toda la noche.—Nunca te mentiría Mina, todo esto, es de verdad. Nosotros no somos ninguna mentira.Sentí que se me paraba el corazón. No respondí, pero tampoco pude evitar sonreír antes de

salir del coche y subir a mi apartamento dónde me fui directamente a la cama dispuesta al menos,a intentar dormir después del día que había tenido.

0

C A P Í T U L O 1 6

7.00 am. –música– 'This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojanwhore...'

—Nosotros no somos ninguna mentira. —Murmuré, pulsando el botón snooze.07.05 am. –música– 'This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojan

whore...'No había dormido más de un par de horas cuando apagué la alarma, aquella frase no salía de

mi cabeza, había hablado de un nosotros, y yo le estaba dando a aquella palabra el significado quequería que tuviera, sin saber realmente cuál era el que él le había dado.

Aquella mañana me había maquillado más de lo normal para ocultar las ojeras y disimular lahinchazón que quedaba en mis ojos. Sabía que Kate estaba esperándome en la cocina seguro quequerría una actualización del estado de mi relación con el jefe guapo y capullo.

Una vez allí me serví un café y me adelanté a las preguntas de Kate.—Ayer me besó.—¿Qué?—Evans, ayer me besó.—¿Y qué más pasó?—Que hui de él, pero me alcanzó y tras abrazarnos me trajo a casa desde Philadelphia.—¿Y qué significa eso?—Significa que no sé qué es lo que ocurre entre nosotros, pero creo que la atracción es mutua

así que me resulta difícil alejarme de él, es como un imán para mí.—Veo que te gusta bastante.—Peor que eso.—¿A qué te refieres?—Creo que me estoy enamorando de él Kate.—Eso es un gran error Mina, es tu jefe.—Lo sé, ¿pero qué hago?—Alejarte de él.—Es mi jefe, no puedo, trabajamos juntos.—Estás jodida.—Lo sé. En fin, me voy al trabajo. —Ya estaba en la puerta cuando me respondió.—Mina.—¿Sí?—Ten cuidado.—No te prometo nada. —A fin de cuentas, no estaba segura de poder mantener ninguna

promesa, no si esta implicaba alejarme de Evans.Llegué al trabajo maldiciendo por haber cogido mi perfecto de piel en vez del abrigo militar,

pero este último iba a necesitar pasar por la tintorería después del baño de lluvia del día anterior.No sabía cómo estaban realmente las cosas entre Evans y yo en estos momentos, tampoco sabía siestaba en su despacho o no, así que me fui al mío intentando evitar fastidiar lo que, en mi fueromás interno, consideraba un avance.

Revisé mi correo y me sobresalté al ver el correo que él me había mandado hacía una hora,era como si estuviese metido en mi mente.

From: devans@marketing.wilson.comTo: minaswan@marketing.wilson.comSubject: Buenos díasComo sé que ahora mismo eres un mar de dudas y si no te lo digo no lo harás y tampoco me

preguntarás, cuando llegues al trabajo y leas esto desde tu despacho, ve al mío. Si no he llegadotodavía, puedes esperarme allí y continuar con la campaña.

D. EvansDirector de Marketing

Me fui a su despacho sonriendo como una idiota, algo que no pasó desapercibido paraninguna de las secretarias, después de la conversación de hacía un par de días nos habíamosvuelto un tanto más cercanas así que no se cortaron cuando me vieron camino al despacho de mijefe.

—¿Ya os habéis reconciliado? —Preguntó Amy.—¿Cómo?—Ayer cuando llegó nos preguntó si habías ido a Philadelphia en taxi y Emily le dijo que

seguramente en tren. Maldijo y se marchó.—Y ahora, estabas yendo directa a su despacho, a pesar de que todavía no ha llegado, cosa

que seguramente ya sabes. —Continuó Emily.—De hecho, ayer volvimos a discutir en Philadelphia, pero tenemos que trabajar en la

campaña juntos así que hemos firmado una especie de tregua.—Pues espero que os dure, creo que nunca le he visto como ayer cuando se enteró que te

habías ido en tren.“—Emily tiene razón, estaba… no sabría decir si enfadado o qué, pero parecía afectado.—Bueno Amy, eso tiene explicación, los de Ridesmir querían a Evans allí, no a mi… así que

la reunión fue fatal hasta que él llego, supongo que estaba molesto por eso.—Bueno, si tú lo dices. —Emily no se terminaba de creer aquello. —Yo sólo te advierto que

Evans es un hombre horrible, puede que por fuera sea guapísimo, pero por dentro está podrido asíque ten cuidado.

—Bueno chicas, voy a trabajar.No les di opción a responder, me escondí en el despacho de Evans antes de que se me notase

el efecto que él tenía en mí, pero Emily me siguió y se parapetó en la puerta cerrada a su espalda.—Sé que no quieres escuchar esto Mina, pero lo vas a hacer.—Emily, no sé qué…

—Escúchame. Soy mujer y tengo ojos, cuando comencé a trabajar para él yo también caí en latrampa. Es un tío guapo, inteligente, y condenadamente sexy, pero detrás de esa fachada hay unhombre feo, frío y destructivo. Pensé que podría haber algo entre nosotros así que me lancé y merechazó con una frase que tu no deberías olvidar, me dijo. —Tú nunca serías ella, nadie seránunca ella.””

—¿Su ex?—No lo sé, la gente habla y se le ha relacionado con muchas chicas pero no sé hasta qué punto

los rumores son verdad. Sólo quiero que tengas cuidado, al principio me porté mal contigo porcelos, no es que siga sintiendo algo por él, esa etapa ya ha pasado, pero me molestó que me trataracomo si fuera inferior a ti.

—Lo siento Emily.—Soy yo quien debería disculparse, mira Mina, aunque no lo aparentas eres una chica

demasiado inocente, ten cuidado con Evans.—Lo tendré en cuenta, gracias.Volvió a su mesa en la antesala y yo me dejé caer en la silla frente a la mesa. No podría decir

qué me había dejado más sorprendida y preocupada, si el hecho de que Emily me hubiese contadotodo aquello o lo que me había contado en sí. Había sido él quien me había besado, pero yo noquería estar bajo la sombra de otra mujer. Estaba dándole vueltas a aquella frase que Emily mehabía dicho que no debía olvidar cuando el objeto de mis pensamientos entró en su despacho y sesentó frente a mí.

—Tienes mala cara ¿pasa algo?—Sólo es cansancio. —Mentí.—Deberías tomarte la tarde libre y descansar.—Tenemos trabajo, ya hemos perdido mucho tiempo.—Imaginaba que dirías eso. —Lo dijo intentando ocultar una sonrisa.Comenzamos a trabajar y aunque no quería sabía que tenía que alejarme de él, así que

aprovechando que estábamos de frente y no podía ver lo que hacía le mandé un mensaje a Jay.Mina Swan: Quedamos para comer?Jayden Wilson: Me echas de menos?Mina Swan: Siempre :PJayden Wilson: Nos vemos en Per Se a la hora de comer.Tenía plan para comer, eso me daría un margen para mantener mi cabeza lejos del hombre que

tenía enfrente y del que me estaba costando mantenerme alejada, después de haber comprobado lobien que se estaba entre sus brazos no podía pensar en otra cosa que acurrucarme en su regazo yen besarle y dejarme llevar.

Cuando fue hora de comer me levanté sin recoger los documentos y comencé a ponerme lachaqueta en silencio.

—¿Te vas?—Sí, he quedado para comer, luego vengo.—¿Has quedado? —Parecía extrañado.—Sí con un amigo.—¿Amigo?—Sí, y no tengo muchos así que me gustaría conservarlo. —Intenté sonar más graciosa que

desesperada, pero su ceño no se desfrunció.Mientras hablábamos se había levantado y se había acercado a mí rápidamente, colocándose

delante y mirándome fijamente con una media sonrisa que no dejaba entrever lo que estaba

pasando por su mente, pero que era condenadamente atractiva y no pude evitar sonreír. Me di lavuelta para coger mi bolso y marcharme, pero me cogió por la cintura y me acercó a él.

—Así que te gustaría conservar a tu amigo.—Pues sí, ya te he dicho que no tengo muchos.—Está bien. —¿Me estaba dando permiso? ¿Necesitaba su permiso?Se acercó más a mí, lentamente y posó sus labios sobre los míos. Esta vez, aunque me

sorprendió, le correspondí. No fue más que un beso en los labios, pero lo había vuelto a hacer, mehabía besado y tanto mi pulso como mi respiración se habían disparado. Me estaba mirandofijamente a los ojos sin mediar palabra y le puse una mano en el pecho, ya no por apartarle sinopor notarle y me di cuenta que su corazón estaba latiendo tan rápido como el mío. Antes de quepudiera recrearme en aquella agradable sensación la conversación con Emily acudió a mipensamiento y actuó como un maldito jarro de agua fría. Me aparté de él y cogí mi bolso. Meplanté delante de la puerta y me volví para mirarle de nuevo antes de despedirme.

—Volveré luego, Evans. —Me miró confundido, pero sólo dejó que se le notase un breveinstante, pronto volvió a su aspecto imperturbable.

Había sonado frío y me había dolido, sabía que no iba a ser capaz de mantener las distanciascon él, no si seguía tratándome de aquel modo. Me di cuenta que Emily y Amy me estaban mirandocuando salí del despacho de forma un tanto apresurada, no debían saber qué había ocurrido allídentro.

—Me voy a comer chicas, he quedado y llego tarde.—Diviértete. —Dijo Emily guiñándome un ojo.—Hasta luego Mina. —Se despidió Amy.Cogí un taxi para llegar al restaurante y la mujer de la última vez me reconoció, por lo que me

llevó directamente hasta la mesa en la que estaba sentado Jay, que era la misma que la de la vezanterior.

—Hola Jay, siento haberte hecho esperar, el tráfico ya sabes.—Tranquila preciosa, acabo de llegar.—Pareces cansado.—Mi madre tuvo un accidente el lunes y nos hemos estado turnando en el hospital.—Oh dios mío… ¿está bien?—Sí, histérica porque mi padre no se ha pasado a verla.—Pero si has dicho que os estabais turnando.—Sí, Dare y yo.—Oh, ¿qué ha pasado?—Mi madre descubrió que mi padre le fue infiel hace tiempo y desde entonces ha tenido más

de un problemilla con el alcohol. El lunes bebió más de lo normal y se cayó por las escaleras.—Pensé que se llevaban bien.—Se llevaban y se llevan, creo, bien. Hacía un par de años que mi madre se comportaba con

la bebida y mi padre y ella parecía que habían reencauzado su relación.—Pero si no ha ido a verla…—Está afectado, todos lo estamos, pero es su forma de castigarla por haber recaído. Mi padre

la quiere pero tiene un modo peculiar de demostrar las cosas.—¿La has dejado sola para venir a comer conmigo?—No, le tocaba quedarse con ella a mi hermano.—Menuda compañía…—Dare es como mi padre, por eso chocan y tienen una relación bastante extraña y distante,

quiere a mamá pero su forma de demostrar que se preocupa por ella es no hablarle. Pese a queestá en el hospital con ella no le dirige la palabra.

—Siempre le defiendes.—Es mi hermano mayor.—Espero que no sea tu modelo a seguir.—Júzgalo tú misma.—Sois muy distintos.—Sí, él es el guapo y yo el feo, él es el listo y yo el tonto…—Él es el malo y tú el bueno.—Yo no diría tanto.—Definitivamente, sois polos opuestos.—Supongo que yo me parezco más a mi madre.—Bueno, a ti no te odio. —Dije echándome a reír, intentando aligerar la conversación.—Es un alivio.—No recuerdo mucho a tu madre, pero si necesitáis algo… cuenta conmigo. Si necesitáis que

me quede con ella para descansar o lo que sea, sólo tienes que pedírmelo. —Sentía que le debíaalgo a aquella familia después de las cosas de las que me había ido enterando.

—Gracias preciosa.—Vamos hombre, no tienes que darme las gracias por nada.—Sé que no lo has dicho por decir.—No lo he dicho por decir.—Por eso, viniendo de ti, significa mucho.La hora de la comida se me pasó rápido hablando con Jay, nos dimos un abrazo al despedirnos

y volví a la oficina. Me encontré a Amy en recepción y me acerqué a ella.—Hola Amy, ya estoy de vuelta.—Iba a llamarte.—¿Pasa algo?—Pues no lo sé, ha llamado el señor White de Ridesmir bastante mosqueado porque el señor

Evans no le coge el teléfono, pero es que se ha ido a comer y todavía no ha vuelto. —Estabarealmente alterada.

—Joder, ahora subo yo y le llamo, tranquila Amy.—¡Ese vocabulario jovencita! —Me riñó mientras desaparecía en el ascensor.Subí directamente al despacho de Evans, tenía el ordenador encendido así que me puse a

buscar en el directorio de clientes el número de White. Todavía no había localizado el archivocuando escuché sonar un teléfono que no era el mío y vi que se trataba del teléfono de mi jefe, lohabía dejado en el despacho. Lo cogí sin pensar cuando leí en el display que la persona quellamaba era Darwin White.

—Hola señor White, soy Mina Swan.—¿Señorita Swan? Pensé que llamaba…—Sí, es el teléfono del señor Evans, se lo ha dejado en el despacho cuando se ha ido a comer.

Yo acabo de volver.—Necesito que uno de los dos venga.—¿A Philadelphia?—No, estoy en Nueva York.—Si me das una dirección yo misma puedo ir a encontrarme contigo.—¿Cómo te mando la ubicación?

—Mándame un e-mail o apunta mi teléfono.—Te lo mando por e-mail.—Vale, salgo para allá nada más lo reciba.—Sí, gracias.Tras finalizar la llamada dejé el teléfono de mi jefe de nuevo sobre la mesa y le escribí una

nota en una de las hojas de la empresa antes de comprobar el correo para ver la dirección que memandaba Darwin e irme.

—Evans, te has dejado el móvil en la oficina y ha llamado Darwin, le he respondido desde tuteléfono, esta en Nueva York y he ido a encontrarme con él, parecía urgente.

-Mina”El sitio al que tenía que ir estaba bastante lejos de la oficina, así que iba a tardar un ratito

entre encontrar un taxi y llegar, tenía que atravesar medio Nueva York, que ya de por sí tenía untráfico de tres pares de narices, le mandé un e-mail rápido a Darwin con mi número de teléfonopor si surgía algo y le dije que llegaría lo antes posible pero que estaba bastante lejos y no sabíacon exactitud lo que tardaría.

Con tantas distracciones no tenía muy claro cuando íbamos a trabajar realmente en el proyectoy todo lo que habíamos avanzado al comenzar antes de que la opción fuera finalmente elegida yano suponía una ventaja, seguramente íbamos a perder toda la tarde, entre que iba, atendía aDarwin y volvía sería hora de irme a casa, todavía no había llegado y ya me estaba poniendo demal humor, ¿qué demonios era tan urgente?

Llegué al hotel en el que me había citado y me dirigí directamente recepción preguntando porél, la mujer que me atendió me dijo que no había nadie con ese nombre registrado, perfecto, penséfrustrada.

¿Dónde narices estaría un tipo de unos treinta y pocos? Me acerqué al bar y vi en la barra unhombre sentado de espaldas, constitución fuerte, pelo rubio y largo recogido en una coletadesaliñada, camisa burdeos remangada… hasta ahí me cuadraba con Darwin, pero al acercarmemás vi un brazo totalmente tatuado, era un tatuaje colorido más propio de un yakuza japonés quede un directivo, porque me había quedado claro ya quien era Darwin y no era precisamente unmandado en su empresa. Me detuve en seco y el barman, se me quedó mirando extrañado, por loque el hombre de la barra se volvió y en efecto, era Darwin. Me hizo un gesto para que meacercara y comencé a caminar un poco intimidada.

—Vaya, te ha costado llegar.—Lo siento señor White.“—Llámame D.—¿Disculpe?“—Veo que no has hablado mucho con tu jefe sobre mí, eso está bien, tendré que pagarle una

cerveza.—No entiendo…—Mis amigos me llaman D.—¿Y somos amigos?“—Respondes al teléfono de D. Jr, eso nos convierte en amigos.—Evans es mi jefe.—La sala de reuniones está insonorizada, pero hay cámaras.—Oh, dios mío… —Me tape la cara con las manos avergonzada.—Tranquila, me cortaría las pelotas si me fuera de la lengua.—Gracias, supongo. ¿Es por eso que querías vernos?

—No, se dejó el maletín en Philadelphia y supongo que algún día de estos se dará cuenta.—Ya se habrá dado cuenta.—No creo, ábrelo si quieres, siempre estará vacío, lo lleva todo en la cabeza sólo lo llena si

tiene que transportar documentos.—Veo que conoces bien a Evans.—No tanto como tú, pero somos amigos desde hace unos años. Ya está bien de hablar de él,

¿cenas conmigo?—No creo que sea adecuado. ——Vamos, a papá Wilson no le gustará que me niegues una cena de trabajo.—Yo no…—¿Y qué tal si cenamos los tres? No me gusta ser un farolillo, pero puede ser divertido.“—Yo… no lo sé.—Hecho, nos vemos aquí a las ocho.Se terminó su copa y desapareció en dirección opuesta a mí. ¿De qué narices iba todo

aquello? ¿Es que el mundo se había aliado en mi contra? Acababa de montar en el taxi cuándosonó mi teléfono, era Evans.

—Hola.—¿Mina, dónde estás?—Volviendo.“—¿Todo bien?—En absoluto.—¿Qué ocurre?—Darwin quiere que cenemos.—Ni de coña, no vas a cenar con él, ahora le llamo…—Los tres.—Oh, bueno.—A las ocho en su hotel.—No deberías haber quedado a solas con él.—Tal vez me hubiera gustado enterarme de ciertas cosas por ti.—¿Qué te ha dicho?—Muchas cosas, como que la sala de reuniones tiene cámaras.Se quedó en silencio.—Lo sabias…—Sí.—Me mentiste. —Ya nos estábamos gritando.—No te mentí, está insonorizada.—Lo vio.—Bien.—¿Bien? ¿Cómo que bien?—Así mantendrá sus garras lejos de ti.—Es nuestro cliente.—Y yo soy tu… —Calló y dejé de respirar.—Mi jefe. —Pude oír su exasperación al otro lado del teléfono, pero no replicó.—¿Qué te ha dicho?—Te lo he dicho, quiere cenar.—Te ha dicho que somos amigos, ¿verdad?

—Oh, claro D. Jr.—Mierda. —Gruñó.—Tranquilo, no me gusta ese apodo, Evans suena mejor.—Darwin es un bocazas.—Es cliente porque sois amigos, ¿verdad?—No, la amistad y los negocios no son buenos compañeros. Además, aunque la empresa es

técnicamente suya, no puede decidir por si mismo. Oye, ve a casa y arréglate para la cena, pasaréa recogerte a eso de las siete.

—No hace falta, tenemos que trabajar.—¿En serio quieres que empecemos a discutir otra vez ahora?—¿Siempre te sales con la tuya?—Mina, por favor…—Vale.—¿Vale?—Has dicho por favor, así que sí, supongo que no voy vestida para la cena.—No, vas demasiado… bien.—¿Qué?—Mina, será informal.—Vale.—No necesitas impresionarle.—Tal vez. —Colgué. Tal vez no necesitaba impresionar a Darwin, pero quería impresionar a

Evans.No quise darle la oportunidad de responder, le di la dirección de mi apartamento al taxista y le

oí maldecir por el cambio de planes. La conversación telefónica había sido rara, me sentíaextraña. Darwin y Evans eran amigos… y encima me había visto besarme con él, con mi jefe,vergonzoso. Me parecía estar viviendo una película, una vida que no era la mía, a mí no mepasaban estas cosas.

Al entrar en el apartamento me di de bruces con Aiden, sin mediar palabra me dio un abrazo yun beso en la mejilla y se fue. Caminé hacia el salón y escuché a Kate reír.

—¿Se te ha olvidado algo amor?—No, he venido a cambiarme, amor.—¡Mina!—Ehm sí.—¿Qué haces tú aquí?—Vivo aquí. —Respondí guasona alzado una ceja.—Joder, ya lo sé, pero es pronto.—Tengo una cena.“—Con Jay.—No.—¿Evans?—Más o menos.—¿Más o menos?—Tenemos una cena con un cliente.—Te ayudo a buscar un vestido de infarto.—Es informal.—Mina, estás siendo evasiva.

—La cena es con Darwin, de Ridesmir, me he reunido hoy con él, es amigo de Evans y nos viobesarnos en Philadelphia.

—Oh.—Sí, oh… va a ser incómodo.—Ponte guapa.—Cómoda. —Gruñí en respuesta.Kate levantó las manos en señal de rendición, cuando me sentía agobiada era mejor dejarme

tranquila y me estaba entrando el pánico. No sabía ni qué pensar de lo sucedido con Evans, sumara su amigo y cliente más importante a la ecuación me parecía totalmente innecesario.

Me metí en la ducha con la intención de que el agua caliente relajara mis músculos, funcionó,más o menos. Me puse unos pantalones negros tipo piel ajustados, mis peep toes de Iron Fist, untop plateado con un escote sugerente, un pañuelo para el cuello y mi chaqueta de piel másentallada.

Puede que no fuera un Look muy propio de mi puesto, pero Evans había dicho informal y, porel amor de dios, él escuchaba la misma música que yo y creo que no le había visto todavía llevarotro color que no fuera gris o negro. En cuanto a Darwin, no le conocía lo suficiente, pero eraamigo de mi jefe y llevaba un tatuaje bastante grande y llamativo, así que no creo que fuera adesentonar. Además, necesitaba sentirme cómoda y segura de mi misma, la situación ya iba a serbastante bochornosa.

Esperé en el salón a que me recogiera mientras oía a Kate, porque escucharla, no la escuché.Sé que me estaba echando una bronca por lo que me había puesto, pero yo estaba ocupadarepasando mentalmente todas las posibles situaciones que podrían darse. Sonó el timbre y casi medi de bruces contra el suelo al tropezar con mis propios pies, salí escopetada.

Intenté, sin éxito, calmarme en el ascensor. Cuando llegué abajo no pude evitar sonreír al ver aEvans con unos vaqueros negros de talle indecentemente bajo, una camiseta negra ajustada y unachaqueta de piel, también negra. Tuve que hacer un esfuerzo para no quedarme sin respiracióndurante demasiado tiempo, me quedé parada frente a él sin reaccionar, era tan condenadamenteatractivo que comencé a tener calor pese a la baja temperatura de la calle. No sé si notó mibloqueo, pero se acercó a mí en un movimiento rápido y tras pegarme a él cogiéndome por lacintura me plantó un besazo. Uno que me dejó sin respiración, estábamos en medio de la calle,cualquiera podría vernos, pero en ese momento no importó, sólo importaba la calidez y el saborde su boca. Le rodee el cuello con mis brazos y le devolví el beso. No fue nada inocente, estabacargado de necesidad e impulsos contenidos, su lengua se enredaba con la mía en un sensual baile,estaba a punto de perder del todo la cabeza cuando me separé de él sin aliento. Sus ojos se habíanoscurecido y me miró con una sonrisa pícara.

—Vamos, antes de que decida no ir a la cena.Me limité a sonreír, montamos en su coche y nada más arrancar me cogió de la mano y

entrelazó sus dedos con los míos, resultó un gesto natural e íntimo. Ya no sabía que pensar, nopodía quitarme de la cabeza el beso que acabábamos de compartir, me toqué los labios de formainconsciente con la mano libre. Me di cuenta que habíamos llegado cuando noté la fría ausencia desu mano sobre la mía, había bajado del coche y lo había rodeado para ayudarme a bajar.

Una vez fuera del impresionante vehículo me cogió por la cintura y me acercó a él, antes decomenzar a caminar hacia la recepción.

—Buenas noches, avise al señor Gabriel D. White que su visita ha llegado.La mujer asintió y nos alejamos unos pasos.—¿Gabriel?

—Sí, aunque ahora usa Darwin por diferenciarse de su padre, se llama Gabriel, Gabe.—Le pega mucho más.—Sí, pero Gabriel White es mi padre. —Escuché una voz a mis espaldas.Darwin se había acercado y había puesto una mano en mi cintura. Me removí incómoda.—Aparta tus manos de ella, D.—Vaya, vaya… tu jefe cree que le perteneces.—No tiene gracia, déjala tranquila o…—¿O me darás una paliza? ¿Cómo en los viejos tiempos?—Gabe, ahora no estamos aquí por negocios, así que deja de tocarme las putas pelotas.—Así que estoy en lo cierto.—Cállate.—No me lo puedo creer.—Gabe… —Sonó a amenaza.Evans apartó la mano de Darwin de mi cintura de un manotazo y me acercó a él con un gesto

posesivo. Nunca me había gustado sentirme un objeto, pero me gustaba que me tratara así, habíaalgo encantador en su rudeza y posesividad.

—¿Vamos a cenar o a quedarnos aquí plantados viendo cuál de vosotros es más machito?Porque he comido en el Per Se y me muero de hambre.

Ambos me miraron, Darwin sorprendido y Evans ¿orgulloso? Estaba sonriendo y tenía unasonrisa preciosa.

—Me gusta tu mujer Evans, tiene carácter. —Se volvió hacia mí. —Nena, si te cansas de esteguaperas del tres al cuarto te estaré esperando.

—Vete a la mierda D.—No, pero vamos a cenar, invita mi padre. ¿Qué tal el tuyo, por cierto?Evans únicamente se encogió de hombros como respuesta mientras seguíamos a su amigo en

dirección al restaurante del hotel. Me alivió ver en la carta que aunque era un sitio algo pijo, no séacercaba al sitio en el que había comido, tenía hambre. Le estaba dando vueltas al hecho d queDarwin me hubiese llamado la mujer de Evans y este no había hecho nada para desmentirlo. Meencontraba ajena a la conversación que mantenían entre ellos parapetada tras la carta, aunquesabía lo que iba a pedir desde que leí hamburguesa en el segundo uno en el que abrí la carta.

Una chica muy mona se acercó a nuestra mesa haciendo ojitos a Evans, aunque su trabajo eratomar nota. Darwin pidió el primero, después escuché a Evans pedir al tiempo que se quitaba a lamuchacha de encima de una manera elegante.

—Mi mujer y yo tomaremos los dos la hamburguesa doble, al punto y con doble ración depatatas.

Sabía que había dicho lo de su mujer para que aquella chica dejara de hacerle ojitos, pero quehubiese pedido por mí y además supiera exactamente lo que quería sin preguntar no sólo mesorprendió a mí.

—¿También eliges su comida?—No, pero he sabido lo que quería nada más abrir la carta.—Tal vez no es lo ella que quería.—Lo es, Evans ha acertado. —Intervine.—Es su comida preferida, D.—Llámale D. Jr., es más divertido.—Le llamo Evans porque me gusta cómo suena, gracias.—Es cierto, su nombre es tan feo como él. —Bromeó Darwin.

—Como el tuyo, D.—¿Piensas igual Mina?Darwin me miró interrogante y asentí, devolvió su mirada a Evans.—Guapa, lista y come como un hombre. Que callado te lo tenías.—No como como un hombre, sólo como una chica normal.—Bueno, las chicas con las que salgo comen media zanahoria al día.—Ellas son las que no son normales.—Sólo cuidan su línea.—Yo no soy ninguna modelo, tengo mis curvas y mis carnes aquí y allá, pero no podría

sobrevivir comiendo ¿nada? Por estar más delgada.Me enteré que se habían conocido en la universidad, Darwin salía con una compañera de

Evans y terminaron compartiendo piso. Por lo visto la chica no estuvo mucho tiempo con ellos, ycon lo poco que les conocía ya no quería ni pensar lo que tuvo que haber sido en su momentoaquel pisito de solteros, la mansión Playboy sería un convento en comparación, seguro. Me pusecelosa y descarté aquellos pensamientos. Evans no era nada mío, ni entonces ni ahora, bueno,ahora era mi jefe. Haberme morreado con él un par de veces no significaba nada ¿no?

La cena fue mejor de lo que esperaba, me lo pasé bien y me reí mucho, Evans parecía otrohombre, de normal el sarcasmo y la ironía eran parte de su encanto, pero podía ser un tipodivertido, era alguien increíble que me desconcertaba. D. era más majo de lo que pensaba, perome daba la sensación que al igual que mi guapo jefe había algo más detrás de aquella fachada,algo más triste, tal vez algo oscuro.

Después de la cena fuimos a tomar unas copas, no importaba el día de la semana que fuera, oque al día siguiente trabajábamos, me sentía viva, estaba pasando una noche de risas con dosamigos, unos a los que acababa de conocer pero sentía que habían estado siempre, como si lesconociera de toda la vida, me relajé y fui yo misma, no tenía que fingir ser una señorita refinadacon ellos. Podía decir tacos sin que se hiciera el silencio, reír a carcajadas sin importar que se meviera hasta la campanilla, hablar de cualquier tema… Me sentía feliz.

Habíamos bebido bastante, pero ninguno de nosotros iba borracho. Darwin se fue sobre lascinco de la mañana y nosotros nos quedamos a terminar la última copa. La realidad es que noquería separarme de Evans y tal vez a él le pasara lo mismo. Estábamos abrazados en un rincónapartado y un tanto oscuro en un local que no tenía nada de lujoso. Hundí la cara en su cuello, olíatan bien, casi de forma inconsciente le di un beso en el cuello, justo debajo de la oreja y aunquepareció sobresaltarse no lo demostró, sólo me apretó más fuerte en su abrazo. Podría quedarmedormida allí, así. Pese a la incomodidad del banco de cemento sobre el que estábamos sentados yel sonido ensordecedor de la música que retumbaba por todo el local, sonaba Bring me to life deEvanescence y me reí contra su hombro al pensar que él me había devuelto a la vida aquellanoche.

—Tenemos que ir a trabajar en un rato, ¿necesitas pasar por tu casa?—No quiero moverme.—¿Tanto te gusta el local?—Literalmente.—¿Insinúas que no quieres separarte de mí?—Yo no insinúo nada.—Pero has dicho que no quieres moverte.—¿Y dónde ves tú una insinuación en mi frase?—No podemos quedarnos aquí para siempre.

—Lo sé.—Bien.—Pero también sé que cuando nos vayamos, lo que sea que hay aquí se romperá y todo

volverá a ser diferente.“—¿Y si te prometo que eso no va a pasar?—Evans, eres mi jefe.—Dimitiré.—Hablo en serio, dentro de unas horas todo volverá a la normalidad.—Puede que la normalidad tenga algunos cambios.—Eres mi jefe, hay cosas que no pueden cambiar.“—Hay cosas que ya han cambiado.“Sonreí contra su cuello depositando un nuevo beso, tenía razón, había cosas que ya habían

cambiado, lo que sentía por él no iba a desaparecer en unas horas sólo porque era mi jefe, meestaba enamorando de él a la velocidad de la luz y su forma de comportarse conmigo sóloalentaba más a mi pequeño corazón. Me separó de él para mirarme a los ojos y suprimí el impulsode hacer un puchero, me volvió a acercar a él y me besó, nos fundimos el uno en el otro, nadieantes me había besado de ese modo, era como si nuestras bocas estuvieran diseñadas para estarunidas, nos separamos cuando nos quedamos sin aliento y ambos supimos sin palabras que era elmomento de volver a casa.

Salimos de allí y caminamos hasta el coche abrazados, parecíamos una pareja, pensé. Cuandosubimos al coche y arrancó el motor hizo lo mismo que horas antes, coger mi mano y entrelazar losdedos. Pero yo ya había salido de la burbuja, lo había hecho en el momento en qué había pensadoque parecíamos una pareja, me había planteado si llegaríamos a serlo y la conversación con Emilyapareció de nuevo en mi mente. ¿Quién era ella? ¿Podría yo ser algo para él?

Cuando paró frente a mi apartamento salí disparada, sin despedirme y subí a casa como unrayo. Tenía que ir a trabajar, pero necesitaba acostarme aunque fuera media hora, necesitaba dejarla mente en blanco. Aquella noche todo había cambiado, no sólo habíamos compartido momentosy besos más intensos sino que además había sido de forma pública. ¿Qué demonios estabahaciendo? Sabía la respuesta, seguir a mi corazón.

0

C A P Í T U L O 1 7

7.00 am. –música– 'This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojanwhore...'

—No quiero moverme. —Murmuré, pulsando el botón snooze.07.05 am. –música– 'This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojan

whore...'Apagué la alarma y miré al techo de mi habitación como si pudiera darme las respuestas que

buscaba. Quería saberlo todo sobre Evans, quería saber qué había entre nosotros, y sobre todo, noquería volver a sufrir por un hombre, mi historia con ellos había ido de mal a peor con los años.

Mi primer amor era un imbécil que nunca supo lo que sentía por él, nunca me atreví, estabafuera de mi liga y era sencillamente el chico malo. Después llegó Matt, guapo y todo un caballero,claro que después de descubrir que se tiraba a todo lo que se movía menos a mí, dejó deparecerme tan caballeroso y más bien un hijo de puta, sin perdón por la expresión. Y ahora Evans,no sabía si podía catalogarlo en la categoría de relación, pero tampoco lo había sido la primera,si aquello era una chica enamorada de su peor enemigo, esto era una chica enamorada de su jefe,este al menos me correspondía, de algún modo.

Espera… ¿Acabo de reconocer que estuve enamorada de Dare? Bah, ya que más da, esemaldito demonio era asquerosamente atractivo, nunca hacía lo que se esperaba de él, tenía unapersonalidad fuerte, llenaba cualquier habitación en la que estuviera y no había duda de que era elchico popular y el rebelde del instituto al mismo tiempo. Lástima que él sólo supiera que yoexistía para hacerme la vida imposible, aunque de todos modos, sólo coincidimos un año en elinstituto y después desapareció. Le odio por aquello, le odio por robar mi primer beso, en elinstituto, sólo para burlarse de mí cuando me tiró el ponche por encima, le odio por muchas cosas,tal vez le odio de manera proporcional a lo que sentí por él durante años. Pero nadie nunca sabráesto, es mi secreto mejor guardado.

Tenía miedo de encontrarme con Dare en la empresa, y no porque pensara que iba a gastarmealguna broma pesada como quería hacerme creer a mi misma, de lo que tenía miedo era de nohaber desterrado por completo aquel fantasma, aquel capítulo de mi pasado no se había cerradopor completo y no quería saber cuál sería mi reacción al verle de nuevo. Sabía que tarde ytemprano nos encontraríamos, pero estando en departamentos distintos al menos no tenía que lidiarcon él de momento, bastante tenía con lidiar con Evans como para sumar a Dare a la ecuación,sencillamente aquello era más de lo que podría soportar.

Me había arreglado y estaba tomando un café en la cocina con Kate, ella estaba hablando conAiden así que no me hacía ni caso, cuando sonó mi teléfono. Decidí no responder cuando vi queera Evans, llegaría tarde al trabajo con seguridad, pero todavía no estaba en mi horario laboral así

que no tenía que enfrentarme a él en estos momentos. Parecía que él, evidentemente, no pensaba lomismo porque llamó otras dos veces más sin obtener respuesta hasta que al final cuando llamó porcuarta vez descolgué.

—¿Se puede saber qué demonios quieres?—Que bajes. —¿Encima era él quien estaba enfadado?—¿Qué?—Vamos a ver Mina, son dos palabras muy sencillas, pero si quieres te lo resumo en una que

hasta tú puedes entender: BAJA.—¿Pero quién coño te crees que eres?—Tu jefe, por ejemplo.—Pues todavía no estoy en horario laboral, jefe, así que déjame en paz.—Y si no bajas de una jodida vez llegaremos tarde los dos.—¿Has venido a buscarme?—¿De verdad lo estás preguntando?—¡No! —Aunque la verdad era que sí, me había sorprendido.—Baja.—¿Y si no quiero?—Esperaré, llegarás tarde y me enfadaré.—Tú también llegarás tarde.—Sí, pero a mí ya no me importa lo que mi jefe pueda decirme.—A mí tampoco.—Mientes.—Mierda.”bMe sorprendí a mí misma al decirlo en voz alta, y escuché una risita al otro lado

del teléfono.—Baja.Colgué y miré a Kate que me observaba estupefacta, estaba esperando una explicación por mi

parte aunque estaba segura que había escuchado las dos partes de la conversación, Evans habíagritado tanto que tal vez le hubiese escuchado igual sin necesidad de teléfono.

—Era Evans.—¿Qué ha pasado?—Ha venido a buscarme.—¿Y por eso le gritas?—Ayer volvimos a besarnos.—¿Y se portó como un cerdo?—No, al contrario y eso es lo que más me molesta.—¿Te molesta que no sea un cerdo?—No, su secretaria, bueno la mía que antes era la suya. Me dijo que él la había rechazado

tiempo atrás diciéndole algo de que nunca sería ella, que nadie sería nunca ella. Me gusta mucho,Kate, mucho, pero mucho… y no quiero volver a pasarlo mal.

—Vale, posiblemente en ese momento acabara de salir de una relación y ahora ya lo hasuperado. ¿Lo has pensado?

—No.—Háblalo con él.—No.—Vale, haz lo que quieras, pero enfréntate a las cosas, me prometiste no huir y no bajas

porque quieres huir de él, pero déjame que te recuerde que ES TU JEFE. Tarde o temprano

tendrás que verle.—Tienes razón.—Lo sé.En efecto, Kate casi siempre tenía razón, ahora era una adulta y la opción de: si algo no te

gusta mira hacia otro lado y corre, ya no estaba disponible para mí. Bajé a toda prisa, cuandoantes pasara el mal trago mucho mejor, sabía que estaría enfadado pero yo también tenía mi genioasí que caminé con paso decidido hacia el coche con la intención de montarme sin siquiera decirlehola. Tiré de la manilla de la puerta pero no se abría, volví a probar y solté un bufido. Evansestaba en el interior del vehículo mirándome, y pese a que llevaba unas gafas de sol oscuras tipoaviador, pude ver que estaba levantando una ceja en mi dirección. Le imité y escuché un sonidometálico, había desbloqueado las puertas, así que subí sin más.

—¿Pensabas romperme el coche?—¿Pensabas dejarme fuera cuando has sido tu quien ha insistido en llevarme?—Te he dicho que bajaras no que fuera a llevarte.—¿Para qué me has hecho bajar entonces?—Tenemos que ir al trabajo.—Acabas de decir que no ibas a llevarme.—Acabo de decir que no te he dicho que fuera a llevarte, he venido a recogerte.—¿Por qué?—¿Cómo que por qué?—Que por qué has venido a recogerme.—Porque quiero. —Pese a su expresión estoica sonó sorprendido por mi pregunta.—Ah. —Su respuesta me dejó sin palabras.Cuando arrancó el coche y se puso en circulación hizo lo que ya se había convertido en una

costumbre en aquel coche y nuestras manos se unieron, sentí mariposas en el estómago, aunquemás que mariposas eran enormes elefantes. Si quería escapar de él era tarde, tarde para que nodoliera, quisiera reconocerlo o no había caído en sus garras.

—Oye Mina, respecto a anoche…—¿Anoche? Ah sí, te refieres a la cena de negocios con un cliente.—No, me refiero a la cena informal ajena al trabajo con mi amigo Gabe.Hizo una pausa esperando mi respuesta, pero no llegó, no sabía qué responderle, así que

continuó.—Como iba diciendo, respecto a anoche, todo lo que ocurrió fue ajeno al trabajo, supongo que

nunca habrías pensado por nuestro trato que éramos amigos, porque en los negocios Darwin Whitees nuestro cliente, uno de los más importantes, y las relaciones personales no deben interferir. Esono debe cambiar y espero que tú también sepas mantener tu lugar.

—Entendido, lo que pasó anoche lo meto en la cajita de cosas que no han pasado.—Eso no es exactamente lo que he dicho, sólo que hay que diferenciar el trabajo de la vida

personal y lo de anoche no tenía nada que ver con trabajo, aunque Gabe se valiera de la campañapara convencerte.

—No se preocupe señor Evans, sé dónde está mi lugar.—Hablo de Darwin White, no me llames señor Evans.—¿Y cómo quiere que le llame?—¿Puedes llamarme por mi nombre y tutearme?—¿En el trabajo?—Excepto con clientes, sí.

—Está bien, supongo, Evans.—Bueno, eso también me vale.Llegamos al trabajo con un poco de retraso, pero al menos estaba tranquila con respecto a que

mi jefe no me echaría una bronca por ello. Le sugerí que subiéramos por separado, no quería quenadie nos viera llegar juntos en la empresa, eso sólo complicaría las cosas, que ya de por sí eranbastante complicadas. Además no tenía ganas de escuchar otro discursito de Emily, tal vez Katetenía razón y era todo cosa del pasado.

Subí hasta su despacho y me detuve en la antesala para saludar a las chicas, se sobresaltaroncuando abrí la puerta, estuve segura que habían pensado que sería nuestro jefe, porque vi cómosus cuerpos se relajaban notoriamente cuando se dieron cuenta que era yo quien había entrado.Estaban hablando de la fiesta de la empresa que sería en poco más de una semana. Tenía quehablar con Kate sobre mi vestido, le había prometido algo a Jay que ahora ya no sabía si seríacorrecto, pero a fin de cuentas yo era una mujer soltera y podía ir a la fiesta con quien me diera lareal gana. Me metí en el despacho dejando atrás a las dos niñas pequeñas que parecían aquellasdos, estaban realmente emocionadas con la fiesta, por lo visto al señor Kevin Wilson le gustabanlos eventos épicos, bueno tampoco me extrañaba, había habido muchos de esos en mi infancia y enmi juventud, por suerte me había librado de ellos al mismo tiempo que de mis padres, quienes porcierto, desde que me habían emparejado con Jay de forma autónoma no habían vuelto a darseñales de vida. Su hija ya estaba enderezada, podían seguir pasando de ella.

Dejé mis cosas en el despacho de mi jefe y salí a por un café, estaba frente a la máquina en elárea de descanso cuando noté unas manos cálidas en mi cintura, me volví aun sabiendo que sólopodía ser una persona, se me había puesto la carne de gallina con su tacto y el olor a madera yespecias era inconfundible, sólo podía ser él.

—Me voy al despacho, tráeme uno.—¿Me ves cara de secretaria?—Un poco sí, la verdad. —Se estaba burlando de mí.—Que te den.Se alejó riendo, sonreí pese a que sus cambios de humor podrían volverme loca, no hacía más

de una hora que me estaba gritando, luego pasó a ponerse serio y ahora bromeaba conmigo, enrealidad nunca sabía cómo tomarme a ese hombre. Saqué su café sin leche y doble de azúcar yvolví al despacho con ambas manos ocupadas, la puerta de la antesala estaba cerrada así que abrícomo pude con el codo intentando no derramar los cafés sobre mi ropa, me había puesto loprimero que había pillado y eso se traducía en que podría haber una enorme mancha de café sobrela blusa blanca con topos negros que llevaba. Nada sexy.

Entré y las dos se me quedaron mirando con cara de sorpresa, no se molestaron en disimularlas risas, malditas traidoras, ahora que comenzaba a considerarlas casi amigas. Amy y Emilyobservaban la escena atentamente.

—Os parecerá muy bonito burlaros de mí.—¿Pero qué haces Mina?—¿Llevar un par de cafés?—Podrías haberlo pedido.—Sí, pero sólo pensaba traer el mío.—El señor Evans acaba de llegar.—Lo sé, me ha interceptado y me ha tomado por su nueva secretaria, o algo así.—Parecía de buen humor.—Eso será porque le he mandado a paseo a primera hora de la mañana.

—¿Ya habéis discutido hoy?“—¿Se puede hablar con él sin discutir?—¿Con quién? —Una voz masculina se inmiscuyó en la conversación, Evans.—Disculpe señor Evans, tengo que salir a hacer unas fotocopias, Emily ¿me ayudas? —

Desaparecieron del despacho a la velocidad de la luz, malditas traidoras.—Señorita Swan, ¿cree que es hora de comenzar a trabajar?—Coge el maldito café y deja de agobiarme Evans.“—Así que no se puede hablar conmigo sin discutir.—A veces no, pero eso ya lo sabes.—Eres tú, que me vuelves loco.Me quedé sin respiración, incapaz de reaccionar. Esa frase podría interpretarse de muchas

formas pero a juzgar por su sonrisa pícara y la ceja levantada había captado perfectamente lo quequería decir. Entré en su despacho para huir de la situación, pero no era una gran idea, me siguió yme acechó hasta que choqué con su mesa, entonces cogió ambos cafés y los dejó a un lado delordenador, apretándose contra mí, estaba atrapada entre él y la mesa, respirando con dificultad, semovía lentamente y me mordió suavemente el lóbulo de la oreja a su paso, posó sus manos en micintura y comenzó a subir acariciando mis costillas al tiempo que comenzaba a besarme, le rodeéel cuello con mis brazos y me apreté más a él, el beso se volvió más profundo, salvaje ynecesitado.

Me sentó sobre la mesa y se colocó entre mis piernas apretando su erección contra mí mientrassus labios bajaban por mi cuello y sus manos acariciaban mis pechos. Perdí totalmente el controlsobre mí misma cuando me abrió la blusa y comenzó a jugar con mis pezones, me estabavolviendo loca, estábamos en el trabajo pero quería más, quería más de Evans, lo quería todo deél, sabía que había sobrepasado el límite y estaba en un punto de no retorno, le rodee la caderacon las piernas para notarle más, agradeciendo haberme puesto falda aquella mañana. Mis manosse enredaban en su pelo cuando se apartó unos centímetros de mí jadeando, tenía las pupilasdilatadas y los ojos se le habían vuelto de azul oscuro impactante, le miré aturdida.

—Aquí no.—¿Qué?—Llevo demasiado tiempo esperando esto como para echarlo a perder en un polvo rápido en

mi despacho.—Oh. —De pronto me sentí avergonzada.Volví a la realidad de golpe, estábamos en su oficina y las chicas no tardarían en volver,

podrían habernos pillado en cualquier momento y yo no quería compartir aquello con nadie, nosabía cuál era nuestra relación, si es que teníamos una… pero al menos de momento queríaguardarla para mí, para nosotros.

Tenía razón y por frustrada que me sintiera en ese momento, no podía enfadarme con él, bajéde la mesa y me arreglé la ropa antes de acercarme lentamente y abrazarle, lo necesitaba, a vecesun simple abrazo decía más que mil palabras, me devolvió el abrazo apretándome más a él y enese momento supe que todo iría bien, fue la sensación de seguridad que sentí en sus brazos, laforma en que apoyó su barbilla en mi cabeza, debía estar tan frustrado como yo, sin embargo semostró tierno, levanté la cara y le miré a los ojos, tenía unos ojos azules preciosos, brillantes. Lebesé suavemente y rompí el abrazo con delicadeza, dándole a entender que no quería apartarme deél.

—Será mejor que lo guardemos en secreto. —Sugerí.—Supongo que sí, al menos por ahora.

—Evans.—¿Sí?—Gracias.—¿Por qué?—Por parar cuando yo no era capaz, no es el momento ni el lugar.—Lo sé, pero me vuelves loco.—Tú tampoco estás mal. —Le guiñé un ojo.Me sentía poderosa, volvía loco a un hombre que en condiciones normales consideraría muy

por encima de mi liga, totalmente fuera de mis posibilidades, en cambio por algún milagro yo,precisamente yo, le volvía loco y era recíproco. Trabajamos sin descanso hasta la hora de comer,de vez en cuando nuestras manos se tocaban y los elefantes de mi estómago volvían a la acción.

—Vayamos a comer, hay una pizzería cerca de aquí que te gustará.—¿Has dicho pizza?—Sí, yo te invito a pizzas, copas en un bar cutre y hamburguesas grasientas. Los sitios

refinados, como el Per Se, se los dejo a tu amigo, ese al que no quieres perder.”—¿Sabes? Prefiero los sitios a los que tú me llevas.—Lo sé.—Venga, mueve tu perfecto trasero y llévame a comer, Evans.—¿Mi perfecto trasero?—Sí, bueno, digamos que no estás mal.La verdad es que era el hombre más guapo que había visto en mi vida, era impactante. Me

gustaría poder decir que era mío, pero tal vez me estaba precipitando en ese aspecto, habíamosestado a punto de hacerlo en su despacho pero de ahí a que realmente quisiera una relación seriaconmigo había una asquerosa diferencia, no quería pensar en esas cosas. Aunque tampoco en lascaras que habían puesto Amy y Emily cuando pasamos por delante de ellas y Evans declarósonriente que nos íbamos a comer.

La pizzería estaba cerca, tal y como había prometido mi apuesto jefe. Era un local pequeño,tenía forma de L y en la parte más alejada de la entrada solo había una mesa, fuimos directamenteallí, elegí aquella mesa porque en parte me recordó a la que habíamos ocupado la noche anterior.Por lo visto la pizzería la regentaba un matrimonio mayor de origen italiano, la mujer nos tomó elpedido y no paró de sonreír ni un solo instante. Ambos estábamos sentados en un banco de maderacon cojines mullidos, uno al lado del otro y con la mesa frente a nosotros, todo aquello le daba unaspecto íntimo y me dejé llevar por mis emociones, acerqué mi boca a su oído para susurrarle queme encantaba el sitio al que me había traído y después le besé en los labios. Por un momentopensé que igual se molestaba pero me tranquilizó que sonriera y me cogiera de la mano. Para sersincera, debo reconocer que todo aquello no encajaba con su aspecto rudo y el mal carácter quetenía, porque aunque se controlaba, yo sabía que su temperamento estaba ahí, bajo su piel.

Comimos entre risas y gestos de complicidad recordando la noche anterior, en ningúnmomento Darwin me había parecido un tipo serio, pero la versión de él que conocí durante la cenay después de copas, me dejó estupefacta no podía parar de reír. Terminamos de comer pero yo noquería volver a la oficina, estaríamos juntos, trabajando juntos, pero no era lo mismo, teníamosque volver igualmente pero retrasé él el momento recreándome en mi café, claro que por lo vistomis dotes disimulando no eran demasiado buenas.

—Cualquiera diría que no quieres volver al trabajo.—No es que no quiera volver al trabajo.—Llevas más de veinte minutos removiendo el café, y no sé qué remueves, porque lo tomas

sin nada.—Estaba muy caliente.—Odio que me mientas.—Se está bien aquí, eso es todo.—Podemos volver otro día, pero tenemos que trabajar.En efecto, íbamos bastante mal de tiempo como para recrearme en la compañía del apuesto

Evans, pero no podía resistirme, lo de la fuerza de voluntad no es que fuera mi fuerte.Durante la tarde el cansancio comenzó a pasarme factura, en los dos últimos días apenas había

dormido y me sentía agotada, bostecé varias veces sin poder evitarlo y aunque intenté evitar queEvans se diera cuenta, todos mis esfuerzos fueron en vano.

—Pareces cansada.—No es nada.—Apenas has dormido en los dos últimos días.—Tu tampoco.—Yo no suelo dormir, tu sí.—¿Qué eres un vampiro?—¿Aún te quedan fuerzas para bromear? No estás tan cansada entonces, así que deja de

bostezar.—Vaya, que caballeroso por tu parte decir que estaba bostezando.—Es la verdad.—Puede, pero no es agradable que lo digas en voz alta.—Si quieres, puedes irte a casa.—Queda sólo hora y media para que termine la jornada, puedo sobrevivir.—Estoy seguro que puedes sobrevivir, lo que no tengo tan claro es que lo hagas despierta.—Vete a la mierda Evans.Me pesaban los párpados, estaba cansada y somnolienta pero no iba a salirse con la suya,

podía mantenerme despierta al menos un par de horas más y era exactamente lo que iba a hacer. Elmuy… cruel, que tenía una voz profunda, masculina y tremendamente sensual se dedicó desdeaquel momento a hablar de un modo más pausado y bajo de lo habitual, me estaban dando ganas delanzarme sobre él, más de lo normal. Supongo que su intención era darme sueño, pero me estabacausando otras sensaciones bastante diferentes del sueño, aunque en ambas una cama de por medioera una buena opción a tener en cuenta. Por fin llegó la hora de irme a casa, quería marcharme deallí y meterme en mi cama calentita, dormir y dormir, pero por otro lado no me hacía especialilusión separarme de él, me estaba acostumbrando a su presencia y cuando él no estaba me sentíasola. Todo esto era nuevo para mí, con Matt nunca me había pasado.

Bajamos juntos en el ascensor y cuando hice ademán de bajarme en la planta baja me sostuvola mano con disimulo para que no me moviera, había más gente en el ascensor así que no hiceningún movimiento que pudiera delatarnos. Una vez las puertas volvieron a cerrarse el ascensorcontinuó bajando, seguíamos sin estar solos pero nos dirigíamos al sótano, allí sólo estaba elaparcamiento. Salimos del ascensor y le seguí en dirección a su coche, quería llevarme a casa yno pensaba negarme, todos los minutos de más de su compañía que pudiera atesorar me pareceríanpocos.

—Te llevo a casa, ¿no?—Por favor.—Vaya, sí que estás cansada que me lo pides por favor.—Sí, la verdad es que estoy cansada, pero no lo suficiente como para pasar por alto que te

falta algo, machote.—¿Qué?—Llevamos quince minutos de trayecto y tus dos manos están sobre el volante.—Estoy conduciendo un Porsche 911 Turbo por Manhattan ¿dónde pretendes que tenga las

manos?—Si no supiera que me estás tomando el pelo me enfadaría.Cuando le vi sonreír solté un bufido nada femenino y aproveché un semáforo para coger su

mano derecha y entrelazar los dedos, así me sentía mucho mejor.—Ahhhh así que eso era lo que querías.—Deja de tomarme el pelo Evans.—No puedo, es demasiado divertido.—No entiendo por qué me gustas, eres un capullo.—Así que te gusto eh…—Olvídalo, no he dicho nada.—Haré como que no he oído que me has llamado capullo.Estaba roja de vergüenza, le acababa de confesar que me gustaba y no había vuelta atrás, no es

que no fuera cierto, pero no tenía planeado decírselo, al menos no por el momento. Llegamos hastami apartamento en silencio, cogidos de la mano como una pareja normal, todo estaría bien de noser por que ni éramos una pareja ni las dos personas más normales del mundo.

—Bueno, nos vemos mañana.—¿No piensas darme un beso?—¿Cómo?—Estoy seguro de que sabes cómo besarme.Me encantaba aquel hombre, sin soltar su mano me acerqué más a él y le di un suave beso en

los labios.—¿Eso es todo?—Por hoy, me temo que sí.—Bueno entonces mañana vendré a por más.—¿Por qué, Evans?—Porque quiero.Bajé del coche negando con la cabeza, nunca me había comportado así antes y me encantaba.

No había sido precisamente una chica popular en el instituto y ahora me sentía como la reina delbaile, aquel al que no fui en mi último curso porque no conocía apenas a nadie de mi clase, sóloera la nueva. De hecho mi único baile había sido el de mi primer año, la fiesta de bienvenida queorganizaron los de último curso y que se convirtió en el preámbulo de lo que vendría después. Yapodía imaginar que nada bueno.

Subí a casa dispuesta a desahogarme con Kate, quería ponerla al día de todo lo que habíapasado durante el día, bueno, tal vez de todo, todo no, pero sí de la gran mayoría. Me decepcionóque no estuviera, había decidido alargar su fin de semana con Aiden y se había marchado ya, mehabía dejado una nota en la nevera para avisarme, porque y cito textualmente: 'No quiero llamarteque estés con tu jefe y os corte el rollo.'

Estaba cansada, Kate se había marchado y no me apetecía hacerme la cena, así que me acostéesperando que llegara el día siguiente para volver a verle.

0

C A P Í T U L O 1 8

7.00 am. –música– 'This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojanwhore...'

'This is a fight to the day, night, black and white. —Murmuré, pulsando el botón snooze.07.05 am. –música– 'This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojan

whore...'—Ya voy.Apagué el despertador y me sentí como nueva, había dormido como un bebé y había

descansado las horas necesarias para renovar energías, era viernes y la semana se me habíapasado volando, además comenzaba a pensar que estaba obsesionada con cierto hombre de más demetro noventa, pelo oscuro y ojos de un azul claro tan impactante que me costaba dejar demirarlos.

Estaba saliendo de la ducha cuando comenzó a sonar mi teléfono, salí sin preocuparme decoger una toalla, goteando todo el suelo a mi paso, pensé que podría ser importante, y porimportante quería decir Evans, así fue.

—Buenos días, jefe.—Hola Mina, coge equipaje para un par de días, tenemos que ir a Philadelphia.—¿Cómo?—Estuve anoche hablando con Gabe después del trabajo y me dijo que seguramente hoy nos

convocarían para otra reunión, quieren hablar con nosotros un aspecto de la campaña.—¿Todavía no es seguro?—Querrán quedar hoy por la tarde, lo que supondrá que, o volvemos de madrugada, o

hacemos noche.—Y has pensado en la segunda opción.—Seguramente insistan en hacer una comida de negocios el sábado, sí.—¿Te lo ha dicho Darwin?—Sí, bueno, ya comienzas a saber cómo es, él deja caer las cosas.—Sí ya, pues vale cojo algo de equipaje antes de ir al trabajo, sin problemas.—Vale, paso a por ti en unos 45 minutos.—Gracias.—Sé que te mueres por verme.—Creído.—Claro, fui muy popular en el instituto, sólo que la chica que me gustaba parecía tenerme

miedo.—Un poquito de miedo sí das a veces, Evans. Hasta dentro de un rato.

Preparé un pequeño trolley con cosas para pasar un par de días, unas mini vacaciones detrabajo en Philadelphia, eso es lo que iban a ser, metí ropa más formal como un vestido deValentino muy mono, otro de Gucci y un conjunto de falda lápiz y blusa, con americana negra.También ropa más informal, un par de vaqueros, un jersey de lana oversize comodísimo y un parde camisetas. Como siempre, para mí el concepto de ropa para un par de días significaba medioarmario, aunque me contuve, sobretodo porque no cabía en la diminuta maleta.

Estaba acabando de cerrar la maleta cuando sonó el timbre, no me había dado tiempo amoldearme el pelo, se me había secado casi por completo en el tiempo que había tardado enarreglar las cosas, bajé a toda prisa sin responder al timbre y casi me choqué con él.

—Hola.—Hola Mina, trae, guardaré tu maleta en el maletero del coche.—Gracias.—Sube, tienes un café esperándote dentro.—¿En serio?—Compruébalo tu misma. —Lo comprobé y en efecto.—¡Gracias! No me ha dado tiempo a tomar nada.—Lo imaginaba.—¿Por qué lo haces?—¿Por qué hago qué?—Traerme a casa, venir a recogerme, traerme un café… ya sabes, esas cosas.—Porque quiero.—¡Siempre respondes lo mismo!—Lo sé.—Anda, cállate.No le di tiempo a responder sellé sus labios con los míos, dios, me moría de ganas por besar a

aquel hombre. Me gustó especialmente el hecho de haberle sorprendido, parecía que siempre ibados pasos por delante de todo el mundo. También hay que decir, que, siendo honesta este tipo decosas e impulsos no iban mucho conmigo, era una chica bastante tímida.

No hacía mucho tiempo que habíamos llegado al trabajo cuando llamó el señor Darwin White,Evans estaba reunido arriba con nuestro jefe, así que Amy me pasó la llamada a sabiendas que erayo quien estaba en el despacho de Evans.

—Mina Swan.—Hola señora Swan, pensé que llamaba al señor Evans.—Señorita, y el señor Evans está reunido.—Parece que se va a convertir en costumbre esto de que respondas tú por él.—¿Disculpe señor White?—Nada, a ver, necesitamos concretar una reunión lo antes posible para tratar unos temas de la

campaña, son algunas cosas que queremos añadir y queremos evaluar si es posible o no.—Vale, pues sin ningún problema, como sabe ahora mismo estamos dedicados al 100% con su

campaña así que disponga una fecha y hora y allí estaremos.—¿Podría ser hoy a las 19.00h? Sé que es tarde, pero queremos reunirnos a puertas cerradas.—Por supuesto, allí estaremos señor White. ¿Alguna cosa más?—Eso es todo, señora Swan, hasta más tarde. —Colgó.Maldito Gabriel Darwin White, ya se estaba mofando demasiado con lo de señora, se suponía

que en temas de trabajo nada de confianzas, nada de bromitas y nada de nada que no fuera trabajo.Esperé ansiosa el regreso de Evans mientras adelantaba el trabajo, estaba tardando mucho y

eso no podía ser bueno, yo sabía muy bien de primera mano que Kevin Wilson era un hombreparco en palabras, solía ir siempre al grano e incluso callaba más de lo que decía. Era un hombrebastante estirado, serio y aparentemente no tenía sentimientos, al menos no los demostraba. Fueralo que fuera que estuviera demorando aquella reunión estaba comenzando a preocuparme y muyseriamente.

Tardé al menos una hora más en ver aparecer a mi jefe por su despacho y mis sospechasdebían haber sido ciertas a juzgar por la cara de Evans, decir que parecía estar de mal humor sequedaba corto, muy, muy corto.

—No te voy a preguntar si todo bien porque ya veo tu cara, Amy me ha dicho que era unareunión con el jefe supremo. Ha llamado Darwin, la reunión es hoy a las siete.

—Vale.Eso fue todo lo que dijo, escueto, pero al menos no me había gritado, eso era todo un avance.

Cuando pensé que su gesto se había relajado un poco le conté lo que me había dicho White ytambién lo que había avanzado en la campaña en su ausencia, tal y como imaginaba se limitó aasentir, estaba muy serio y me preocupaba. No estaba preocupada por el trabajo, nada que ver, loque me preocupaba era lo que había entre nosotros, fuera lo que fuera se había convertido en algoimportante para mí, algo que crecía más y más cada día, y verle tan distante me asustaba, teníamiedo que todo se hubiese acabado sin una simple explicación. A veces se mostraba tan sincero,amable, incluso cariñoso, en cambio otras era un maldito iceberg, ya no sabía cómo tomarlo.

—Mina, vámonos comeremos por el camino.—La reunión es a las siete ¿no vamos pronto?—¿Puedes hacer lo que se te dice por una jodida vez?—Recojo y podemos irnos.—Te esperaré abajo, cuando termines apaga mi ordenador.Recogí las cosas cuando salió por la puerta y me tomé mi tiempo para apagar también el

ordenador, mejor darle un tiempo para que se le bajaran los humos, por lo visto no había tenidosuficiente.

—Hasta el lunes chicas.—¿Te vas ya? —Amy se interesó mientras Emily observaba.—Sí, tenemos reunión con Ridesmir.—Suerte, parece que el jefe está de mala leche.—Rezad por mí.Cuando llegué al aparcamiento Evans estaba apoyado en el lateral del coche mirando su

móvil, sin hacerle caso fui hasta la puerta del copiloto y di un golpecito al cristal para que sediera cuenta que estaba allí y abriera el coche, lo hizo sin decir ni mu, entré y permaneció fuera unpar de minutos más que se me hicieron eternos, no pensaba dejar que esta situación se alargase niun maldito segundo más, sabía que estaba enfadado pero me dolía su indiferencia, así que cuandoentró en su Porsche me acerqué a él sin pensarlo y le besé, le besé con desesperación. Evans medevolvió un beso lleno de rabia contenida, fue intenso y salvaje, largo y despiadado.

—Ya podemos irnos.—Soy tu jefe, no tu criado.—Si no dejas de comportarte como un gilipollas irás solo a Philadelphia.—No te atreverás.—Eres un imbécil Evans.—Puede, ahora bésame.—¿Qué?

—Te he dicho que me beses.—¿Así sin más?—Acabas de hacerlo.—Pensé que así mejoraría tu humor, pero veo que fue un error.—¿Lo consideras un error? —Parecía muy irritado.—Tu humor sigue siendo horrible.—Eso no es lo que te acabo de preguntar, y si sabes que mi humor es horrible contesta de una

jodida vez y no empeores las cosas.—Besarte no, pensar que mejoraría tu humor sí, ¿contento?—No.—¿Por qué? Es lo que me has pedido.—No.—¿Cómo que no?—Te he pedido que me beses.—¿Y si ahora no me apetece?—Está bien, da igual.Parecía exasperado pero no me importó, le besé igualmente y al principio pareció sorprendido

pero me devolvió el beso, que no fue tan desesperado como el anterior, pero me dejó sin aliento.—Habías dicho que no te apetecía.—Oh dios, cállate Evans.Supuse que su humor había mejorado un poco porque el muy maldito rio a carcajadas. Puso

rumbo a Philadelphia y puse música, me sorprendió reconocer inmediatamente la canción, eraImmortal Love de To Die For, no pude resistirme a cantarla, aquellas palabras comenzaban atener significado para mí, y tuve que asumirlo, me había enamorado de Evans, no tenía ningunaduda y aunque me asustaba sentir algo tan fuerte por él en tan poco tiempo no podía descartar missentimientos como si nada, le quería y punto.

Nos entretuvimos más tiempo de lo esperado en el restaurante por lo que llegábamos justos ala reunión, Evans me dejó en las oficinas de la empresa mientras él iba a hacer el check-in con lapromesa de no tardar mucho, me daba algo de reparo quedarme de nuevo asolas en una reunióncon aquellos hombres que me habían menospreciado la última vez, aunque él me prometió quetodo iría bien.

Tuve suerte, por decirlo de algún modo, de encontrarme a Darwin en la recepción, al menosdespués de la última noche no me parecía un ogro. Estaba hablando con un hombre y esperé a queterminara para acercarme a él.

—Hola señor White.—¿Y Evans?—Vendrá enseguida.—Comencemos pues la reunión, están todos arriba.Estábamos solos cuando entramos en el ascensor y la formalidad entre nosotros pasó a un

segundo plano.—¿Dónde se ha metido?—Hemos llegado ahora, me ha dejado a mí y ha ido al hotel, ahora viene.—Más le vale.—Si tarda yo misma le mataré, esos tipos de arriba si son los de la última vez me ponen de los

nervios.—No es personal.

—Es molesto.—Te han investigado.—No te entiendo.—No tienes experiencia previa en tu puesto, eres una niña y estás dónde estás por enchufe

Wilson.—Pero…—No te justifiques, sólo te lo digo para que entiendas su postura, son muchos millones los que

están sobre la mesa y el reconocido es él, es quien tiene premios y ha desarrollado las campañasmás increíbles de los últimos años, tú, no eres nadie.

—Y yo que pensaba que te caía bien.—Yo no he dicho que me caigas mal, pero la realidad es la que es y no tienes que ponerte a

defensiva con personas que, al fin y al cabo, protegen sus intereses.—Gracias, supongo.Asintió con la cabeza dando la conversación por finalizada en el momento justo en que el

ascensor se paró y las puertas comenzaban a abrirse. Entramos directamente en la sala dereuniones dónde la pregunta evidente no tardó ni medio segundo en hacer eco en la sala, todo elmundo quería saber dónde estaba mi guapísimo jefe y me disculpé en su nombre tranquilizándolescon que llegaría de un momento a otro, aun así las miradas de desconfianza eran bastanteevidentes. Les propuse comenzar la reunión hablándoles de lo que se había avanzado en lacampaña desde el último encuentro pero me sugirieron esperar a Evans, aunque juraría queaquello había sonado a todo menos a sugerencia, al menos no una amistosa eso desde luego.Menuda panda de viejos amargados, pensé presa de la rabia y la impotencia de que las palabrasde Darwin fueran tan ciertas.

Estuvimos algo más de veinte minutos esperando hasta que llegó el rey de la fiesta, con unadisculpa escueta y una sonrisa que me quitó el aliento se los metió a todos en el bolsillo en lo quedura un pestañeo, no me extrañaba estar loca por él, estoy segura de que si hubiera alguna otramujer allí estaría babeando exactamente igual que yo, su seguridad continuaba dejándomeanonadada. Evans llevó el peso de la reunión, para satisfacción de todos, y debo reconocer queera un espectáculo verle en acción.

Una vez finalizada la reunión quedamos cinco personas en la sala y, amablemente, meinvitaron a salir para mantener una conversación asolas con mi jefe. Esperé que me defendiera,que dijera que podía estar presente, cualquier cosa menos que, al ver que me quedaba paralizada,me espetara con tono serio que saliera fuera. Me dolió que me hablara así, si al menos hubiesesido más amable… pero no, estaba en modo jefe cabrón y lo había dejado muy clarito, pero yotambién pensaba dejarle igual de clarito que me había molestado, y mucho.

Ni por asomo iba a quedarme allí esperando como una idiota, salí del edificio y comencé acaminar sin rumbo, la realidad era que no conocía la ciudad, era de noche y no tenía ni la másmínima idea de dónde iba, pero lo que sí que tenía claro es que en esos momentos quería estar tanlejos de aquella gente como pudiera.

Caminé hasta llegar a un parque y me senté en el primer banco libre que encontré, escondí lacara entre las manos luchando para no llorar, la rabia se estaba apropiando de mis emociones y noera nada bueno, vale que siempre me he considerado una persona sensiblera, pero darte cuentaque realmente te has enamorado de una persona y horas más tarde esa misma persona te hablecomo si no fueras nadie, es poco agradable. Podría pasar de él, pero la realidad es que no podía,mi subconsciente intentaba justificarle y yo quería creerle.

No estaba prestando atención al tiempo cuando mi teléfono comenzó a sonar, siquiera me

digné a sacarlo del bolso, no al menos hasta la tercera o cuarta vez que sonó, evidentemente eraEvans que debía haberse acordado súbitamente de que yo existía. Respondí con el corazón en unpuño.

—¿Qué quieres?—¿Dónde demonios estás?—¿Ahora te importa?—¿De qué coño hablas?—Estoy en un parque ¿algún problema, jefe?En vez de responder colgó, pues muy bien, tampoco iba a engañarme y pensar que la

conversación había salido como yo esperaba. No se había disculpado, parecía que siquierapensaba que yo podría estar molesta, enfadada, o decepcionada con él por su desprecio. Me quedémirando el móvil, supongo que en el fondo esperaba que volviera a llamar, tal vez la llamada sehabía cortado y volvía a llamar para pedirme disculpas, eso hubiese estado bien, pero no, Evansno era ese tipo de hombre, unos quince minutos más tarde apareció delante de mí con un cabreomonumental, encima era él el que estaba enfadado… ¡genial!

—¿Se puede saber qué narices haces aquí?—¿Acaso importa eso?—Eres exasperante.—Pues mira que bien, porque tú eres idiota.—¿Te sientes mejor?—¿Qué?—Después de insultarme, digo.—Déjame en paz.—Me encantaría, pero no puedo. Cuando quieras me dices que demonios te pasa.—Deja de fingir que te importo.—Creo que será mejor que continuemos esta discusión en el hotel.—También puedes ignorarme, eso seguro que se te da genial.—Vamos. —Me tendió la mano.Dudé durante lo que me pareció una eternidad, pero finalmente accedí, en el fondo sabía desde

el principio que no podría resistirme. Incluso allí, en medio de un parque mal iluminado, sus ojosbrillaban atrapándome. Cogí su mano e intenté soltarme una vez en pie, pero él la apretó con másfuerza y caminamos así, cogidos de la mano y en silencio hasta el hotel. Tuve tiempo para pensar yreflexionar por lo ocurrido y en cierto modo me sentía un poco miserable por mi comportamiento,siquiera le había dado la opción de explicarse, tal vez todo tuviera su por qué y yo, me habíacomportado como una niña malcriada a la que niegan un caramelo. Una vez en la habitación,Evans decidió hacer la pregunta del millón.

—¿Por qué has huido? —Esa era la palabra, huir, porque exactamente eso era lo que MinaSwan, ósea yo, siempre hacía.

—Me habéis echado. ¿Qué esperabas que hiciera? ¿Quedarme allí en la puerta esperandocomo una idiota? ¿Después de cómo me has hablado? ¿Pero tú estás tonto?

—¿Después de cómo te he hablado? ¡Por Dios Mina! ¿Cómo demonios se supone que te hehablado?

—Me has soltado u. —Swan, ¿no les ha oído? Espere fuera. —Seco y con desprecio.—¡Por el amor de Dios! ¡Soy tu jodido jefe! ¿Cómo narices quieres que te hable delante de los

clientes?—¡Con respeto!

—¡Te he hablado con respeto!—Bufff, mira, déjalo Evans.—Eres exasperante Mina. Soy tu jefe, te han pedido que salieras y te has quedado allí plantada

como un maldito árbol. —Me miró esperando que hablara, como no lo hice, continuó. —¿Quéesperabas? ¿Que sacara la espada y les retara en duelo por menospreciar a mi dama? ¿Pretendesque nos quiten la campaña? De verdad Mina, dímelo, dime qué narices esperabas que hiciera,porque no lo sé, te juro que no lo sé.

—Da igual, de verdad, simplemente me ha molestado la forma en que me has hablado, me hashecho sentir mal.

—Te he hablado como tu jefe, estábamos reunidos con un cliente.—Deja de fingir que te importa.—¡Es que me importa!—¿Por qué? ¿Qué más da?—Importa, Mina, claro que importa.—No, no importa, eres mi jefe… no te importo más allá de eso, es lo que hay supongo.—No hables así.—¿Por qué no?—Porque no es verdad.—¿No?—No.—¿Por qué?—¡Porque eres mía, joder! —Me quedé paralizada, con los ojos de par en par, mirándole.—¿Qué? —Logré decir en un susurro.—Eres mía.—Oh.—¿Y ahora vas a decirme la verdad?—Ya te he dicho la verdad.—No, no lo has hecho.—Sí.—No, quiero saber el verdadero motivo por el que te has ido.—Te lo he dicho.—Me has dicho que te ha molestado el modo jefe, pero no por qué te has ido.—No quería que nadie me viera llorar.—¿Por qué ibas a llorar?—Porque me ha dolido que me hablaras así.—¿Por qué te ha dolido, Mina? —Me encogí de hombros en respuesta. —Dímelo. —No

respondí. —Mina, dilo.—P-porque… —Hice una pausa para reunir el coraje suficiente. —Porque creo que me he

enamorado de ti. —Dije finalmente mirándole a los ojos.Quise salir corriendo de allí en el momento en que pronuncié aquellas palabras, me moría de

vergüenza. Acababa de reconocer que me había enamorado de él, estaba preparada para elrechazo inminente, pero me equivoqué, de nuevo, tal vez. Evans no me dio tiempo a reaccionar,selló mis labios con los suyos en el preciso momento en que escuchó mi declaración.

Estábamos de pie en medio de la habitación, el beso se volvió más y más intenso, másprofundo y descontrolado, sus manos comenzaron a recorrer mi cuerpo y noté que me fallaban laspiernas, así que pasé mis brazos alrededor de su cuello acercándome más a él. Antes de que me

diera cuenta había encontrado la cremallera de mi vestido y con destreza me dejó frente a él,todavía vestido, en ropa interior y zapatos de tacón. Se recreó el tatuaje que tenía en mi costadoizquierdo, era grande, me llegaba desde debajo del pecho hasta la parte baja de mi cadera,cubriendo todo el costado con un lecho de rosas y espinas. Lo acarició con delicadeza y todo micuerpo se estremeció, sin ser capaz de nada me cogí a él para no perder el equilibrio y le quité lachaqueta, yo también quería sentir su piel, comencé a quitarle la camisa pero en un movimientorápido me tumbó sobre la cama y terminó él el trabajo. Se puso sobre mí y mis manos comenzarona recorrer sus abdominales automáticamente, estaba perdiendo completamente la cabeza, su bocabajaba por mi cuello repartiendo besos allá donde se posaba y mis manos descendieron hasta elbotón de sus pantalones, estábamos en una clara desventaja que quería solventar. Poco despuésambos estábamos completamente desnudos, acariciando y besando cada rincón de nuestroscuerpos, no podía esconder el nerviosismo, pero pensaba llegar hasta el final, le deseaba comonunca había deseado a nadie y no estaba dispuesta a dar marcha atrás ahora.

—No tengo preservativos ¿tomas algo?—¿Eh? —Evans jugaba con mi clítoris y yo estaba demasiado aturdida y excitada como para

haber captado la pregunta.—Si tomas anticonceptivos.—No.—Mierda.—¿Qué?—Tenemos un problema, no tenemos protección y no quiero dejarlo aquí.—No lo hagas.—Es arriesgado.—Me da igual.—Mina, te deseo, me muero por estar dentro de ti, pero una vez entre no pienso parar, debes

ser tú quien decida si quieres asumir el riesgo.—A la mierda el riesgo.—¿Hablas en serio?—Quiero hacerlo.—No tiene por qué pasar nada, pero podrías…—Deja de hablar y bésame.—¿Estás segura que quieres seguir?—Sí.—Dilo.—¿Qué?—Quiero escucharlo.—Evans, te quiero, ¿qué más necesitas escuchar?Sus ojos se abrieron de par en par al escuchar lo que acababa de decirle, a decir verdad, yo

estaba igual de sorprendida que él, mi boca no se estaba comunicando con mi cerebro y tal vezfuera cosa del deseo, del momento o no lo sé, pero si le había quedado alguna duda sobre missentimientos anteriormente ahora ya no la había. Me besó con una pasión que no sabía que fueraposible transmitir en un beso, era su respuesta, y yo quería pensar que él sentía lo mismo por mí,aunque no pronunciara aquellas palabras. Me miró directamente a los ojos y comenzó aintroducirse lentamente en mí, hasta que se quedó parado y me miró con una cara que no supedescifrar.

—¿Eres virgen?

—¿Podemos no hablar de eso ahora?—Pero Mina, yo…—¿Cambia algo?—Lo cambia todo. —Me quedé petrificada con sus palabras.—Eso significa…—Eso significa que ahora mismo soy el hombre más feliz del mundo. —Me interrumpió al

tiempo que se introducía totalmente en mí.Siempre me habían dicho que la primera vez era doloroso, pero en cambio yo no noté apenas

dolor, no noté nada más que un placer inmenso al unir nuestros cuerpos.

S

C A P Í T U L O 1 9

e estaba muy a gusto, era cálido y de algún modo abrumador, me acababa de despertar,tenía los ojos cerrados pero reconocía su olor, Evans.

Estábamos abrazados en la cama y sonreí al recordar la noche anterior, seguía sintener muy clara cuál era nuestra relación, me había declarado, habíamos hecho el amor, pero enningún momento habíamos hablado de etiquetas sociales y aunque quería aparentar ser una chicamoderna a la que esas cosas no le importan, la realidad es que me importaba, y mucho. Queríasaber qué éramos, pero no quería preguntar, si la respuesta no me gustaba no iba a ser agradable,así que tal vez fuera mejor dejar las cosas como estaban, por el momento. A fin de cuentas seguíasiendo una cobarde.

—Buenos días. —Abrí los ojos al escuchar su voz.—Días.Me volvió hacia él para besarme, no se me ocurría una mejor forma de despertar que estar en

los brazos de aquel hombre y recibir un beso de buenos días, podría quedarme así todo el día,mirándole a los ojos, tenía el pelo revuelto, más de lo habitual, y estaba condenadamente sexy, meobservaba como si yo fuera una obra de arte en un museo, me hacía sentir especial, importante ynunca antes me había sentido de ese modo.

—Deberíamos levantarnos.—¿Por qué? Es sábado.—Sí, y tenemos una comida con los de Ridesmir.—Es pronto.—Son las doce de la mañana. —Miré el despertador de reojo.—No, aún faltan tres minutos para las doce.—No seas perezosa.—No he dormido mucho, ¿sabes?—Podemos quedarnos aquí hoy.—¿No se enfadarán si no vas a la comida? —Tenía claro que mi presencia no era necesaria.—No me refiero a eso, digo después de la comida.—¿Después de la comida?—Podemos volver a Nueva York mañana por la tarde.—Vale.—¿Vale?—Sí.—¿Sólo vale?—Oh vamos… por cierto, que te diviertas en la comida.

—Tú también vienes.—No creo que me echen de menos.—No digas tonterías, vas a venir conmigo.—¿Por qué?—Porque eres la subdirectora y trabajas el proyecto conmigo, así que también forma parte de

tus responsabilidades.—Me odian.—No te odian, eres joven y sin experiencia, es normal que les cueste un poco asumirlo.—Tú también eres joven.—Soy bastante más mayor que tú.—No tanto.—Bueno, son cinco años que marcan la diferencia, tengo más experiencia.—Eso seguro. —No pude evitar soltar una risita.—¿Hablamos de trabajo? —Me miró arqueando una ceja.—Claro, claro… ¿Así que tengo que ir seguro?—Sí, iremos juntos.—¿Juntos?—Eso he dicho.—Claro, en plan parejita feliz. —Si tuviera una banderita de sarcasmo, ondearía en mi cara.—En plan director y subdirectora, es trabajo y soy tu jefe.—Entendido señor Evans.—¿De verdad?—¿Qué?—Eres imposible.—Y tú tienes muy mal genio.Le di un beso en los labios antes de levantarme y meterme en la ducha, tenía mucho que

procesar y poco tiempo para hacerlo, había una comida con nuestros clientes dentro de una hora ytenía que ponerme guapa, tal vez así al menos se percatarían de mi presencia.

—¿Piensas ir así?—Sí.—Es una comida de negocios, pero es algo informal.—Era el vestido o unos vaqueros, Evans. —Comenzaba a mosquearme su mirada.—Tal vez no tan informal.—Eso pensaba.Quería ponerme el maldito vestido de Gucci, me lo había regalado Kate y estaba sin estrenar,

ella estaba más delgada que yo así que el vestido se me ajustaba bastante marcando mis curvas,sabía que estaba sexy y era justo lo que pretendía, después de la noche anterior me sentíadiferente, había dejado atrás algo que me mantenía atada al pasado y lo había hecho enamoradahasta las trancas.

El hecho de haber vivido durante años con un novio y seguir siendo virgen no era algo de loque me sintiera especialmente orgullosa, durante un tiempo pensé que estaba bien, que Matt era asíde caballeroso y siempre que intenté que pasara algo más, se había negado por eso. Cuandodescubrí la verdad me alegré de darle el suficiente asco como para rechazarme, no sabía qué eralo que Evans sentía por mí, pero por la forma en que me hizo el amor sé que con nadie hubierasido mejor, con nadie, bueno tal vez con nadie excepto él, claro.

—¿A qué viene esa cara? —Preguntó el objeto de mis pensamientos.

—Nada.—No me mientas, odio que mientas.—Pensaba en anoche, eso es todo.—¿En anoche? ¿Por qué?—No sé, le daba vueltas a, ya sabes, a lo que pasó.—¿Te arrepientes de algo?—No es eso.—Me sorprendiste.—¿Yo?—No esperaba que una mujer como tú, que además ha vivido durante años con su novio, fuera

virgen.—Supongo que Matt era muy caballeroso., un momento, ¿Cómo sabes tú eso?—¿Caballeroso?—Supongo.—Matt era un imbécil.—Puede, pero no has respondido a mi pregunta.—Me alegro.—¿De que me hiciera daño?—De que no te tocara.—No sé cómo tomarme eso Evans.—Exactamente como lo he dicho. ¿Estas lista? —Desistí y cambié de tema.—Sí, pero antes prométeme algo.—Yo no hago promesas.—¿Por qué?—Porque incumplí la promesa más importante que hice en mi vida, aunque no lo creas, y esa

fue la última vez que prometí algo. Fui un imbécil e incumplí mi promesa, pensé que sería lomejor y dejé que todo aquello pasara, lo sabía y aun así no hice nada. Me equivoqué y no volveréa prometerte nada.

—A veces las cosas pasan simplemente porque tienen que pasar. —Dije sin entender nada.No intentes justificarme.—Yo… —No pude continuar la frase, selló mis labios con los suyos.—Vamos, no quiero llegar tarde.Revisé mi móvil mientras esperaba en recepción a que Evans acercara el coche, tenía

mensajes de Jayden, me sentí un poco culpable por no contarle lo que estaba pasando, pero al fin yal cabo era el hijo del jefe de mi jefe y no podía decirle nada de lo que ocurriera con Evans, almenos por el momento.

Jayden Wilson: Preciosa, cenamos esta noche?Mina Swan: Lo siento Jay, no puedo, no estoy en la ciudad.Jayden Wilson: Te veo cuando vuelvas ;)Al menos no había preguntado más, no me sentiría bien mintiéndole, se había convertido en

alguien muy importante en mi vida desde que nos habíamos reencontrado y no estaba dispuesta aperderle, tampoco sabía cómo se tomaría mi historia, Kate era la única que sabía algo del tema ytampoco es que diera saltos de alegría con todo esto, así que no podía esperar que Jay se alegrarapor mí, de momento el secretismo era mi mejor aliado, al menos hasta que supiera a ciencia ciertacuál era la naturaleza de mi relación con mi jefe.

La comida informal no me resultó tan informal como habría esperado, no fue muy diferente de

una reunión de las que habíamos tenido, excepto por el detalle de que Evans se las apañó parahacerm. —responsable —del proyecto, al principio todos parecían algo reacios pero la cosaterminó bien, parecía que se habían dado cuenta que existía algo dentro de mi cabeza que podríaserles útil, así que terminé alegrándome de haber ido.

Evans insistió en dar un paseo antes de volver al hotel, después de un rato en el quecaminamos por la ciudad hablando de cualquier cosa, entramos en una pequeña cafetería, estabaclaro por las miradas que recibimos que íbamos demasiado arreglados para un sitio así, pero alnotar mi indecisión él me empujó delicadamente hasta la mesa más alejada.

—¿Te sientes mejor ahora?—¿A qué te refieres?—A la gente de Ridesmir.—No sé, supongo que han asumido que yo también trabajo en la campaña.—Había que hacerles ver que tienes potencial. Cuando yo comencé trabajé muy duro para

hacerme un nombre, también tuve suerte, me hice un lugar por mi trabajo, ganando premios yhaciendo campañas innovadoras. No es lo mismo contigo, pero sé que eres buena, así que losdemás también lo verán.

—Gracias, supongo.—¿Por qué sigues infravalorándote?—No es eso.—Sí lo es, siempre lo haces.—No siempre.—¿Me vas a negar que llevas toda tu vida infravalorándote?—Supongo que no.—Bien, porque me enfadaré si me mientes.A decir verdad, me tenía bastante bien calada, era insegura, siempre lo había sido y ya iba

siendo hora de enfrentarme a mis miedos, hacerlo con el aliciente de tener a Evans al ladosimplificaba las cosas, con él me sentía bien, me sentía yo misma. Era como si estuviera conalguien a quien conocía toda mi vida y no necesitara decirle nada para que me entendiera, eragenial y estaba conmigo.

Volvimos al hotel casi a la hora de cenar, me daba la sensación de que el tiempo avanzaba atoda velocidad y me daba miedo perderme lo que estaba viviendo por preocuparme demasiado deque el fin de semana se acabase, de algún modo temía que todo este cuento de hadas terminara conla vuelta a la rutina y al trabajo. No, no pensaba dejar que eso sucediera, me gustaba Evans, ¡quénarices! Estaba totalmente enamorada de él y no pensaba dejar que todo esto quedara en un fin desemana de locura o en un simple lío con mi jefe. No, le quería e iba a luchar por él, fuera lo quefuera que había entre nosotros iba a salir adelante, esta vez no pensaba esconder el rabo entre laspiernas y quedarme mirando como todo se desvanecía ante mi mirada impasible, Evans era mío ypunto.

—¿Qué piensas? Pareces concentrada.—No es nada.—¿No es nada?—No.—Dímelo.—Pensaba que eres mío. —Me miró con una ceja levantada, sonriendo.—¿Y dices que no es nada?—Nada que piense cambiar.

—¿Así que tuyo?—Sí, eres mío. —Se me acercó sin abandonar su sonrisa, estirando los brazos para cogerme

por la cintura.—Ven aquí y demuéstrame eso.Evans me atrajo hacia él y comenzó a besarme mientras sus manos recorrían mi espalda en

busca de la cremallera de mi vestido, sus dedos hábiles no tardaron en dejarme en ropa interior,tenía que equilibrar la balanza así que me separé de su pecho lo suficiente como para hacer lomismo con él, tenía un cuerpo perfecto, con él no sentía vergüenza, era natural y no dudé enacariciarle y besarle, era mío, completamente mío.

D

C A P Í T U L O 2 0

esperté consciente de que la vuelta a Nueva York era inminente, Evans fingía estardormido, pero su respiración acelerada me hizo saber que estaba tan despierto comoyo. No quería que nada de aquello cambiase, quería tenerle a mi lado, temía que al

volver a la oficina todo fuera demasiado extraño entre nosotros, él seguía siendo mi jefe ymantener en secreto lo que sentía por él después de este fin de semana iba a ser más que difícil.

Aquel fin de semana había cambiado muchas cosas para mí, enamorarme de Evans, sentirmecomo me sentía con él, había revivido partes de mí que creí muertas y enterradas tiempo atrás.Siempre pensé que no sentiría de nuevo lo mismo tras el primer amor, que aquel enamoramientoépico sería insuperable, pero me equivoqué, mi primer amor había sido algo indescriptible, hastael punto de haber dejado la ciudad huyendo de su recuerdo, me había enamorado de un chicoinalcanzable que no sólo no me correspondía, sino que disfrutaba haciéndome la vida imposibleincluso después de desaparecer. Había decidido odiarle de por vida, tan sólo por todo lo que mehabía hecho sentir durante años. Lo que sentía por aquel maldito muñeco diabólico sólo habíasido eclipsado por lo que ahora sentía por Evans, y era una sensación maravillosa, por fin lascosas volvían a estar en su sitio. Tal vez Kate y Jay tenían razón y lo mío con el Wilson malohabía sido algo que rozaba la obsesión, sin duda era algo que me había marcado de tal forma queamenazaba con volverme loca para siempre, pero ahí estaba Evans, el único hombre capaz deborrar ese fantasma de mi vida.

Claro que nadie me había prometido que una relación con tu jefe fuera algo sencillo, nisiquiera sabía si la empresa permitía las relaciones entre empleados, y eso podía complicar lascosas. Tampoco es que quisiera gritarlo a los cuatro vientos, quería guardarme esto sólo para mí,tenía miedo de que si lo decía en voz alta se desvanecería. Pero también tenía miedo de que él nose sintiera igual, a fin de cuentas seguíamos sin etiquetar lo que se suponía que había entrenosotros. ¿Y si tan sólo me quería para un revolcón puntual cuando salíamos de viaje pornegocios? Descarté ese pensamiento porque dolía.

Estaba volviendo a ser la chica insegura de siempre, me dije a mí misma que tenía que dejarde dar mil vueltas a las cosas y disfrutar del momento, tenía a este hombre impresionante sólopara mí. Era mío.

Acerqué mis labios a los suyos con la intención de disfrutar de él antes de tener que volver, sureacción no tardó en hacer acto de presencia y juntos disfrutamos de la perfecta unión de nuestroscuerpos durante un par de horas más hasta que tuvimos hambre. No me cansaría de esto, estabasegura de ello.

Unas cuantas horas más tarde estábamos de nuevo en la carretera, Sentenced sonaba de fondo,aquel disco se llamaba The Funeral Album y la canción que sonaba era The End Of The Road,

había conectado mi reproductor de música al aparato del coche y estaba reproduciendodirectamente desde mi iPod. Ambos permanecíamos en silencio, la música era triste ymelancólica, la letra de la canción tampoco animaba, hablaba del final de una época, y así mesentía yo, como si algo con lo que había vivido los últimos veinte años hubiese terminado, y nosabía muy bien cómo debía seguir mi vida ahora. Había cerrado un capítulo importante de miexistencia y le había entregado mi corazón al hombre que tenía sentado a mi lado ¿qué iba aocurrir ahora? Sentía que ya no tenía el control de la situación, estaba a la deriva, exactamenteigual que años atrás, pero al menos, esta vez él me correspondía, o al menso eso era lo que queríapensar.

—Deja de darle vueltas a las cosas Mina.—¿Qué?—Estás preocupada por algo, así que suéltalo, puedo escuchar los engranaje. —de tu cabeza

girando sin parar.—No, no es nada.—Mina.“Su tono sonó a advertencia, pero preferí pasarlo por alto y permanecí callada.—Mina ¿cuándo vas a confiar en mí?—Confío en ti. —Mentí, quería hacerlo, pero una parte de mi se mostraba reticente. —

Supongo que era el miedo a que me hiciera daño lo que no me lo permitía.—No me gusta que me mientas.—No te miento. —Sólo te oculto la verdad.—No puedes esconderte o huir cuando te da miedo afrontar las cosas.—No estoy huyendo de nada.—Conmigo no va a funcionar Mina, ya no.—Está bien —me armé de valor antes de continuar. —¿qué va a pasar ahora?—Volvemos a Nueva York, hay que seguir trabajando en la campaña de Ridesmir.—Sí, claro.—Pero creo que no te referías a eso ¿verdad?—Sí, bueno no… no sé. Así está bien, supongo. —Me había dejado tan descolocada que se me

había olvidado hablar con coherencia.—No va a pasar nada Mina, no va a cambiar nada porque volvamos al trabajo.Asentí y permanecí en silencio, sus palabras no habían aclarado mis dudas. ¿No iba a cambiar

nada? ¿En qué sentido? ¿No iba a cambiar nada respecto al fin de semana? ¿No iba a cambiarnada respecto a antes? Maldición, ahora estaba más liada todavía que antes y Evans lo notó.

—¿Qué ocurre ahora?—Nada. —Respondí a toda velocidad.No me creyó ni por un segundo, pero decidió dejarlo pasar, algo que le agradecí en silencio.

Cogió mi mano con la suya y entrelazó nuestros dedos. Me quedé dormida por el camino, pero medesperté cuando estábamos entrando en la ciudad, estábamos en un atasco para variar y el sonidode los claxon me devolvió a la realidad.

En la radio sonaba My Chemical Romance, las luces de la ciudad en la noche se reflejabansobre la nieve que cubría el paisaje y en ese momento quise que se detuviera el tiempo. Me sentíaa salvo dentro del coche, al lado de Evans. Me sentía como si, cuando aquel momento terminase,todo fuera a desvanecerse como un sueño del que despiertas, y mi vida volvería a ser una sucesiónde días tristes y grises. No había tenido esa sensación desde el instituto, desde que se fue. Odiabapensar en Dare, pero no podía evitarlo, incluso con Evans a mi lado. Tal vez no iba a ser tan fácil

arrancarlo de mi mente después de todo.De una cosa sí estaba segura, era del hombre que me acompañaba de quien estaba enamorada.Mis plegarias no fueron escuchadas y, aunque el camino fue lento, llegamos a mi apartamento.

Me quedé inmóvil dentro del Porsche, mirando la puerta mi bloque por la ventana, como si salirde allí y cruzar aquel umbral fuera el peor de los destinos. Evans no había soltado mi mano y suapretón me sobresaltó, me giré para encararle lentamente y simplemente nos miramos a los ojosdurante lo que me pareció una eternidad.

—Tengo que irme." Dije finalmente con un hilo de voz.—Hasta mañana Mina.Me atrajo hacia él justo en el momento en que iba a bajar del coche y me besó con una

intensidad arrolladora. Agradecí que bajara conmigo y acercase mi maleta hasta la portería delbloque de pisos en que estaba mi apartamento, mis piernas parecían de gelatina y no me sentía confuerzas de caminar sobre la nieve sin caerme. Además, quería disfrutar un poco más de sucompañía, volvimos a besarnos antes de despedirnos con un hasta mañana que prometía un nuevodía, un nuevo día a su lado.

En el interior del ascensor, mientras pensaba en el maravilloso fin de semana que habíavivido, le eché de menos. Apenas hacía un par de minutos que nos habíamos separado y no podíaesperar a verle de nuevo. Era como cuando apenas dormía porque no podía esperar a que unnuevo día me llevase al instituto, claro que luego me arrepentía. Y es que por mucho que hubiesequerido a ese maldito ser en el pasado, lo que bien es cierto es que lo único que hizo fue burlarsede mí y avergonzarme, hacerme la vida imposible y humillarme de todas las formas que se leocurrieron. Idiota de mí, no había podido olvidarle, todavía… porque Evans se iba a encargar deello, estaba segura. Sin embargo tras deshacer la maleta, cenar y darme una reconfortante ducha,volví a ponerme su camiseta para dormir, me sentía demasiado desnuda y extraña sin ella, erasolo la costumbre.

Un golpe me sobresaltó y salí de la cama a toda velocidad hacia el pasillo, me encontré a Katesentada en el suelo con algo entre las manos y mala cara. Me senté a su lado y comprobé con unamueca al causante del alboroto, su teléfono móvil debía de habérsele caído y, además deromperse, había hecho bastante ruido como para despertarme.

—¿Estás bien Kate?—No.—¿Qué ocurre?—¡Se me ha caído el móvil! ¡Se ha roto!—Mañana compras otro." Kate no era de la clase de mujer que se ponía así por un móvil roto,

lo material siempre podía sustituirse, me lo había dicho miles de veces.—No se trata de eso. Todo es culpa tuya.—¿Culpa mía? —Me había perdido completamente, ¿qué le había hecho yo a Kate?—Aiden me ha pedido que me mude con él.—¡Pero eso es genial!—¡No! ¡Claro que no lo es!—¿Por qué?—¡Porque he aceptado!—Vamos a ver Kathleen Donovan, o me cuentas exactamente que narices te pasa o te llevo a

un psiquiátrico. Lo que dices no tiene ni el más mínimo sentido, Aiden es tu novio, estás loca porsus huesos y él besa el suelo a tu paso. ¿Qué problema tienes con vivir con él? Sinceramente,pensé que ocurriría antes.

—Quiere que me mude cuanto antes y ha… ha…—¿Ha qué?—Ha hablado de boda Mina, y yo… yo he dicho que sí. ¡Es culpa tuya! ¡Tú me has metido en

la cabeza todas esas tonterías románticas! ¡Y ahora yo me voy a casar con Aiden! ¡Por tu culpa!—¡Pero eso es estupendo Kate!—¡Tengo miedo!—Es normal que estés un poco asustada, es un gran paso, pero Aiden y tú estáis hechos el uno

para el otro, todo saldrá bien. Vais a ser muy felices.—Por un momento me has contagiado tu inseguridad Mina, Aiden tiene razón, debo mudarme

cuanto antes. —Lo dijo entre risas, lo cual impidió que pudiera enfadarme con ella por esapuñalada trapera que acababa de darme.

—Esta sí es la Kate que conozco.—¿Qué tal tu fin de semana? Estabas en Philadelphia con tu jefe ¿no?—Sí, fuimos por trabajo. ——¿Y?—¿Y qué?—No me trago que esa mirada soñadora y esa sonrisa de pánfila sean por el trabajo.—Nos acostamos.—¡Qué!—Discutimos, nos reconciliamos y nos acostamos.—Así que… ¿estáis juntos?—¡No lo sé!“—¿No lo sabes? ¿Cómo que no lo sabes?—No le hemos puesto nombre no sé si es… o no. No sé.—No sabes si llamarle novio o amante ¿no? Háblalo con él, conociéndote te vas a volver loca

hasta que etiquetes tu relación con Evans.—Sí, lo haré. —O no.—Mina, ten cuidado, ese tío…—Estoy enamorada de él Kate.—No quiero que te haga daño, eso es todo. Ten cuidado.—Yo tampoco quiero que me haga daño.—Se delicada cuando se lo cuentes a Jay.—¿Qué?—¡Vamos! Está claro que a Jay le gustas, si le cuentas lo de tu jefe, intenta no hacerle daño,

recuerda lo bien que se ha portado contigo.—Jay y yo solo somos amigos Kate.—Sí, tú sigue engañándote, eso se te da genial.—¡Kate! —Le di un puñetazo en el brazo.—¡Auch! ¡Qué! ¡Sabes que tengo razón!—Bah, paso de discutir esto contigo, me vuelvo a la cama.Me levanté y me dispuse a volver a entrar en mi habitación.—¡Mina!—¿Qué? —Respondí sin volverme.—Mándale un mensaje a Aiden y dile que me he quedado sin teléfono, que le llamaré cuando

lo sustituya, porfi ¿vale?—Bien.

—Buenas noches.—Noches.

0

C A P Í T U L O 2 1

7.00 am. –música– 'This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojanwhore...'

—Cinco minutitos más. —Murmuré, pulsando el botón snooze.07.05 am. –música– 'This is a fight to the death, our holy war, a new romance, a tojan

whore...''¡Evans!Apagué el despertador y me levanté de un salto, iba a ver a Evans y me moría de ganas por

besarle de nuevo. No sabía qué tenían aquellos labios que comenzaban a resultarme adictivos.Ni siquiera me paré a preparar un modelito con el que parecerle sexy, simplemente abrí el

armario y cogí lo primero que alcancé. Bueno, más o menos, tampoco es que quisiera ir hecha undesastre. Terminé con mi falda lápiz gris y una blusa negra con pequeñas flechas blancasestampadas. Cogí los taconazos y mi perfecto de piel mientras salí a toda velocidad, y a la patacoja, de mi habitación, calzándome sobre la marcha. Kate había hecho café, y mi taza me esperabaen la encimera, justo delante de ella, que estaba apoyada con los codos y mirándome con unasonrisa pícara. No había ni rastro de la mujer que había roto el móvil la noche anterior.

—Hola Kate.—Hola pánfila. Te vas a congelar si sales así a la calle ¿te has olvidado que ahí fuera hay un

montón de nieve?Me encogí de hombros en respuesta y me apresuré a beberme el café, evitando hablar.—Serás mi dama de honor.Esas cinco palabras me hicieron escupir el café por la sorpresa, lo que arrancó una sonora

carcajada a mi compañera. Estoy segura que el hecho de soltarlo así, a bocajarro, había sidoprecisamente con esa intención. Continuó hablando cuando pudo dejar de reír.

—Bueno, no es que vaya a casarme ya mismo —Puntualizó para mi alivio. —Aiden y yopensamos tomarnos las cosas con calma y prepararlo todo tranquilamente, con todo el tiemponecesario para que sea perfecto. Pero cuando le dije que sí, lo siguiente que pensé fue que túserías mi dama de honor. Y para espanto de mi padre, pienso pedirle a Elijah que sea mi padrino.

—¿Y eso fue antes o después de tu ataque de pánico? Ya sabes, ese que sufrió tu iPhone.—¡Serás…!Kate me lanzó un terrón de azúcar que le quedaba a mano, haciéndose la ofendida mientras

intentaba retener la risa, sin mucho éxito. Lo esquivé con un rápido movimiento mientras medirigía a la puerta, a este paso terminaría llegando tarde y me moría de ganas por ver a mi… jefe,como para permitir algo así.

Nada más poner un pie en la calle todo mi cuerpo se estremeció y supe de inmediato que no

era solo por el frío glacial que hacía, le sentía cerca de mí, todo el vello de mi cuerpo se alzabaelectrizado cada vez que Evans estaba cerca de mí. Justo como ahora. Miré a mi alrededorintentando localizarle. No tardé en dar con él, estaba apoyado en su coche, con los brazoscruzados sobre el pecho y su sonrisa arrogante. Por un momento hasta se me olvidó como respirar,era un hombre impresionante y era mío.

Caminé hacia él con decisión y no paré hasta estar a unos pocos centímetros, él no hizo ni lamás mínima mención de moverse, de modo que toda mi seguridad se tambaleó haciendo que mivoz sonara temblorosa.

—Hola ¿has venido a buscarme?—No.“Su tono fue tan gélido que no supe reaccionar. Le miraba con los ojos como platos y el corazón

latiendo a mil por hora, sentí unas tremendas ganas de salir corriendo de allí y refugiarme encualquier lugar en que pudiera llorar, pero mis piernas no se movían, me había quedado plantadafrente a él como una estatua. Evans se percató de mi desconcierto y me cogió por la cinturapegándome a él antes de besarme.

Le miré sorprendida cuando nuestros labios se separaron y sonrió travieso, iba a causarme unataque al corazón como siguiera sonriéndome así.

—He venido a besarte.Y me derretí con sus palabras. Rodee su cuello con mis brazos y esta vez fui yo quien le besó,

dejándole bien claro que él no era el único que se sentía así.—Vamos, te llevo al trabajo o llegarás tarde.—Sí, mejor, porque mi jefe es un capullo.Me monté en el coche sin mirarle, sin embargo, sabía a ciencia cierta que me estaba

observando con una ceja levantada. Me daba igual, era mi pequeña venganza por el susto que mehabía dado.

Y es que después de su negativa a mi primera pregunta, toda mi inseguridad se hizo latente ypensé que iba a decirme que olvidase lo del fin de semana, que había sido un error. Por suerte,nada de eso había ocurrido y mi sonrisa de pánfila, como decía Kate, seguía luciendo en mi cara.

Me hubiese encantado mantenerme impasible ante su presencia, pero era físicamenteimposible, todo mi maldito cuerpo reaccionaba a su cercanía, hasta el último poro de mi piel serevelaba en mi contra cuando él estaba cerca.

Ni siquiera me di cuenta cuando mi mano se deslizó sobre la suya, situada en el cambio demarchas. Llegamos al trabajo en el más absoluto silencio, de pronto, el ambiente entre nosotros seme antojaba enrarecido y nuestro silencio, incómodo. Quería volver atrás al fin de semana,sentirme de nuevo como me había sentido entre sus brazos ¿por qué tenía que ser todo tancomplicado?

En la habitación previa al despacho de Evans, dónde debían estar nuestras secretarias, nohabía nadie. Tampoco había ninguna señal que indicara que se encontraban ausentes, no. Noestaban sus chaquetas o sus bolsos colgados en el perchero. Tampoco sus ordenadores estabanencendidos. Evans miró a su alrededor con el ceño fruncido y, tras abrir la puerta de su despachoy dejar que pasase yo delante, se dio media vuelta y se marchó. Sin mediar palabra. Todo estabasiendo demasiado extraño ¿qué le había pasado a todo el mundo mientras yo vivía en mi perfectaburbuja estos dos o tres días?

Kate se había prometido, Amy y Emily habían desaparecido y Evans parecía haberse quedadomudo en la última media hora. Algo no iba bien y no estaba segura en absoluto de querer saberqué era.

Finalmente decidí que, tal vez si hacía como si nada y actuaba con normalidad, todo estaría ensu sitio pronto. Eso hice, encendí el ordenador de mi guapísimo jefe y me puse a trabajar en elproyecto que ya llevábamos retrasado. Apenas había avanzado un poco cuando la notificación deun correo me hizo dar un salto en la silla.

El nombre de Kevin Wilson pronto desapareció de mi vista, sin embargo, quería abrir elcorreo y saber qué decía, saber qué estaba ocurriendo. Juro que tuve que hacer acopio de toda mifuerza de voluntad para no invadir la privacidad de Evans, algo me decía que si lo hacía no me loperdonaría jamás y de ningún modo quería perderle por mi curiosidad.

Así pasé la mañana, trabajando en la más absoluta soledad, para mi consuelo tenía quereconocer que la campaña estaba avanzando bien y prácticamente había recuperado el tiempoperdido, de modo que el retraso que llevábamos casi había desparecido. Por una parte me apenó,eso también significaba adiós a las horas extras con mi director.

El tiempo pasaba sin piedad. Comí sola y del mismo modo volví al despacho. Había esperadoencontrarme con Jay en la cafetería, pero ni siquiera respondió cuando le llamé. Tampoco Evans.Tras el final de mi jornada laboral, todavía esperé media hora más en el despacho de Evans,finalmente me marché.

Ya estaba a punto de salir a la calle cuando, por un impulso, volví atrás en mis pasos y volví amontar en el ascensor. Bajé al sótano tan solo para comprobar que el coche de Evans no estaba enel aparcamiento. ¿Qué demonios había ocurrido?

Volví a casa en taxi, hacía demasiado frío como para atreverme a caminar por la calle.Afortunadamente Kate no estaba en casa, no me sentía con ánimos de compartir mispreocupaciones y mucho menos de escuchar cualquier cosa relacionada con su recientecompromiso. Una única cosa ocupaba mis pensamientos, Evans. Volví a llamarle varias vecesaquella noche, pero ninguna de mis llamadas obtuvo respuesta. Me debatí entre enviarle unmensaje o no, pero finalmente desestimé la idea, si de verdad le importaba contactaría conmigo,debía saber que estaría preocupada ¿verdad?

A

C A P Í T U L O 2 2

quella mañana apagué la alarma mucho antes de que sonara. No había logrado pegar ojo,estaba demasiado nerviosa, demasiado preocupada. ¿Por qué demonios tenía que pensarsiempre en lo peor? Lo odiaba, pero así era. Había pasado toda la noche imaginando

cualquier escenario posible que explicara lo que había ocurrido el día anterior y, a decir verdad,en ninguno de ellos mi corazón terminaba entero.

Mientras me tomaba un café doble sentada en la encimera de la cocina, perdí la cuenta de lasveces que había revisado mi teléfono móvil, tan solo para comprobar que, por mucho que miraseseguía sin haber ninguna llamada o mensaje de Evans. Maldición.

Salí de casa cabizbaja, hacía un frío de mil demonios. No había echado de menos Nueva Yorkpara nada, mucho menos el maldito frío de esta ciudad. Lo que sí añoraba mientas caminaba sobrela nieve, eran los apacibles 25 grados que debía hacer en Los Angeles en estas fechas. Eso sí eraun mes de diciembre perfecto para lucir mi modelito de subdirectora. Agradecí haber estadobastante despejada como para calzarme unas botas calentitas, aunque el taconazo podía provocarque terminase tirada sobre la nieve. Bien, si eso llegaba a ocurrir tan solo debía fingir que estabahaciendo ángeles de nieve, sonaba de lo más creíble, o tal vez era la falta de sueño que me hacíadesvariar.

Llegué al trabajo con la esperanza de que todo fuera normal. Pero no, allí no había nadie, pesea que llegaba con unos buenos veinte minutos de retraso. Llamé de nuevo a Evans, y para misorpresa esta vez respondió.

—Mina. —Su voz sonaba cansada.—¡Evans! Por Dios ¿qué ocurre? ¿dónde está todo el mundo? Ayer…—Mina, no tengo tiempo de esto. —Me cortó visiblemente molesto.—Pero…—Amy está de vacaciones ¿recuerdas?Diablos ¿cómo había podido olvidarlo? ¡Llevaba días hablando sin parar del viaje que haría

con su familia!—¿Y Emily? ¿Y tú?—Emily está con gripe, debería haber llegado una nueva secretaria para cubrir las dos

ausencias ayer, pero por lo visto hubo un contratiempo con la empresa de contratación, dijeronque enviarían a alguien hoy.

Vale, todo parecía tener una explicación lógica, no había ningún complot para dejarme sola enla oficina.

—Evans, ayer te largaste sin más.—No voy a hablar de eso. Ponte a trabajar y no vuelvas a llamarme, estoy ocupado.

—Pero…“No terminé la frase, Evans ya había colgado, volvía a ser el hombre frío y, claramente algo

gilipollas, que había conocido al principio.Tal como había dicho, poco después de las diez de la mañana se presentó la mujer que iba a

sustituir a las dos secretarias, podría ser perfectamente de la edad de mi madre y eraendemoniadamente seria. Casi prefería la soledad. Por fortuna, Corinne no estaría mucho tiempo.

Continué trabajando hasta que fue casi la hora de la comida, llamé a Jay. La suerte con lasllamadas debía estar de mi parte, porque me respondió al primer tono.

—¡Mina!—¡Jay! ¡Te llamé ayer!—Sí, lo siento, era tarde cuando lo vi.—¿Va todo bien?—Todo lo bien que puede ir con mi madre.—¿No está mejor?—Sí, ese es el problema. El fin de semana volvió a casa y nos está volviendo locos a todos.—Vaya, lo siento. Te llamaba para ver si comíamos juntos, pero entiendo que estás liado.—En realidad no, le toca a Dare estar en casa, así que estoy libre preciosa.—Oh, genial. ¿Nos vemos en la cafetería dentro de media hora?—En recepción, te llevo al Per Se.—¿Tienes acciones en ese restaurante?—¿Cómo?—Nada, lo siento Jay. En media hora en recepción.—Hasta luego preciosa.—Hasta luego Jayden.Cada vez estaba más convencida de que yo no tenía nada que ver con los Wilson. La

conversación que había tenido tiempo atrás con Jay, sobre lo fuera de lugar que me encontraba ensu mundo, se repetía en mi cabeza una y otra vez. No, definitivamente no. Jay no tenía razón, yo nopertenecía a ese mundo. Ya no.

Cuando llegué a la planta baja del edificio Jay ya estaba esperándome. Con una enormesonrisa en la cara que iluminaba sus ojos, tenía que reconocer que, visto así, era un hombreimpresionante. Llevaba un traje a medida de un tono azul que realizaba aún más sus ojos.

Llevaba un par de días horribles, me sentía sola, igual que hacía ocho años cuando decidímarcharme de allí.

Entonces no lo supe ver, pero ahora lo sabía: Jay estaba en mi vida.Le importaba.No podría describir cuál fue la sensación que me embargó, pero me encontré a mi misma

corriendo a sus brazos, si se sorprendió no lo mostró. Simplemente me envolvió en su abrazo ydejó que escondiese la cabeza en su pecho, me permitió calmarme en la seguridad de su presencia,de su amistad.

En el pasado me resultó sencillo dejarle atrás, ahora que le había vuelto a conocer, ahora quele tenía de este modo en mi vida, no podría renunciar de nuevo a él. Me di cuenta que, siempreque necesitaba a alguien, Jay era mi primer pensamiento, Kate se había convertido en una segundaopción, y ella era mi mejor amiga, ¿dónde le dejaba esto a él?

—Hey preciosa, ¿va todo bien?—Me sentía sola. —Me sinceré.—Siempre puedes contar conmigo”

—Lo sé. Ahora lo sé.—Vayamos a comer, antes de que la gente empiece a hablar.—¿A hablar? —Le miré claramente confundida.—A hablar, si esto llega a oídos de mi padre, comenzará con los planes de boda, y si llega a

oídos de mi hermano no oiremos el fin.—Supongo que tienes razón, no hay motivos para poner celoso a tu hermano, seguro que no le

aguanta nadie. —Dije riendo mientras me separaba de Jay.—Es muy secretivo con su vida personal, no deja entrar a nadie, pero últimamente está

distinto, creo que está saliendo con alguien.—Pobre mujer, la compadezco. ¿Vamos a comer Jayden?Tal vez fuera mi reciente realización de que Jayden se estaba convirtiendo en mi mejor amigo,

alguien en quien realmente podía confiar, pero ni siquiera me importó que el restaurante sirvieracarísimas raciones minúsculas. Disfruté de la comida como hacía mucho tiempo que no disfrutaba,la ausencia y distancia con Evans parecía doler menos, y me encontré a mi misma queriendo poderalargar la velada y no tener que volver al trabajo. Estaba completamente segura de que él noestaría y Corinne, la nueva secretaria, era la hermana malvada de Cruella de Vil.

—Deberíamos volver al trabajo. —Jay rompió mi burbuja y puse una mueca que no pasódesapercibida. —Vale, no tienes ganas de volver al trabajo, pero…

—Lo sé, tenemos que volver. Tu padre me paga una pequeña fortuna, será mejor que no ledecepcione.

—¿Desde cuando te importa la opinión de mi padre? —Pareció realmente sorprendido. Nopodía culparle, me había sorprendido a mi misma. En realidad, no sabía que me importaba laopinión que Kevin Wilson tuviese sobre mí hasta ese mismo instante.

—No sé, supongo que me importa, será tu influencia.—Al final no odiarás tanto a los Wilson como quieres hacer creer. —Se mofó.—No, supongo que no. A excepción de tu hermano, odio a Dare y le odiaré mientras viva.—Supongo que, mientras no me odies a mi, puedo darme por satisfecho.—Creo que no podría odiarte aunque quisiera, Jay, eres mi mejor amigo. Sé que siempre

puedo contar contigo. Cometí muchos errores en el pasado y tú me has acogido como si nohubiesen pasado ocho años, así que no, no podría odiarte porque eres mi amigo y te quiero.

—Eres increíble preciosa. Por cierto, ¿ya tienes vestido para la gala? ¿algo definitivo? Si medices qué color has escogido llevaré mi corbata a juego.

—Bueno, tu procura que tus padres y los míos no se emocionen con esa relación ficticia quehan creado en sus cabezas, el vestido será rojo pasión, si estás seguro que ir conjuntados nocreará malentendidos…

—No más de los que puede crear el hecho de que vayamos juntos. No te preocupes, tú déjaloen mis manos.

—¿Deberíamos quedar ya para el sábado?—Confío en volver a verte antes de la gala, Mina, pero si no es así, pasaré a recogerte a las

cinco.—¿A las cinco?—No querrás que nos perdamos los discursos, ¿verdad?—¿Tengo opción?—No, no la tienes. Mi hermano nunca ha asistido a una de las galas de mi padre y, como único

hijo que accede a sus convenciones sociales, mi padre esperará que esté allí desde el principio,como cada año.

—Osea, que tengo que soportar todo el tostón porque soy tu acompañante.—Básicamente, sí.—Eso no venía en la letra pequeña de tu invitación, Jayden Wilson, pero supongo que me

apunto de todos modos.—No esperaba menos de ti, preciosa.La jornada laboral restante se me pasó más rápido de lo previsto, dado el mal carácter de

Corinne, decidí ir yo misma a los archivos a recoger información sobre otros trabajos realizadospara empresas automovilísticas. Encontré algunos antiguos proyectos de Evans que me dejaronboquiabierta. No en balde era director a su edad, era bueno, muy, muy bueno. Tomé notas de lospuntos comunes que encontré en sus trabajos, para poder anticipar las correcciones que haríasobre lo que yo había estado avanzando sin él, y así poder evitarlo, en medida de lo posible.Sabía que se me daba bien mi trabajo, pero seguía sin sentirme a la altura de las expectativas quetodos parecían haber puesto en mí.

Tenía miedo de decepcionar a la gente, y más a la gente que me importaba. Por desgracia,Kevin Wilson, Darwin, Jayden o Evans estaban en el top 5 esa lista. Debía trabajar al máximo demis capacidades y no tenía la cabeza del todo centrada en el trabajo, no con la actitud que Evanshabía mantenido conmigo tras lo ocurrido el fin de semana en Philadelphia. Pensaba que teníamosuna relación, puede que no hubiésemos puesto etiquetas, pero creí que éramos una pareja. Sinembargo, uno no expulsa de su vida a su pareja, no al menos en un relación sana, lo cual me dabamucho en qué pensar. El problema era que mi corazón tenía su propia idea, y seguía acelerándosecon tan sólo pensar en el maldito Evans y en sus intensos ojos azules.

Aquella noche me refugié en mi habitación argumentando que tenía muchísimo trabajo. Kate nose tragó mi excusa, ni mucho menos, pero al menos no me interrogó. ¿Qué podía decirle? Estabaconfundida y sabía perfectamente cual sería su reacción. Mi amiga me diría que me olvidase de mijefe y me centrase en Jayden, pero yo sabía que no podía hacerlo, Jay era un gran hombre,simplemente no me sentía de ese modo con él. Podía reconocer que era atractivo, porque ni eraciega ni tonta, pero no sentía como una manada de elefantes correteaba en mi estómago en supresencia.

Antes de acostarse, mi compañera entró en mi habitación, sin llamar como era su costumbre.Me encontró tirada en la cama, con la camiseta de Dare, el portátil a un lado, el móvil en lasmanos y la mirada perdida en el techo. Agradecí internamente que no me cuestionase.

—Hey Mina, ¿crees que podrías tomarte la tarde libre mañana?—Lo dudo, estoy sola en la oficina y la mujer que han mandado como secretaria sustituta es

una pesadilla.—Tenemos que ir de compras para la fiesta y tienes que probarte el vestido, no creo que

necesite ningún arreglo, pero no podemos permitirnos alargarlo más.—¿Qué compras para la fiesta? ¿En qué diantres estás pensando?—Estoy pensando en que necesitas unas sandalias a juego con el vestido, un bolso de mano, y

por qué no, joyas nuevas.—No pretendo impresionar a nadie Kate, y no es la alfombra roja.—¿No quieres impresionar a ese jefe tuyo?—Ni siquiera creo que vaya a ir, y casi que mejor, me sentiría fatal dejándole tirado porque ya

le dije a Jayden que iría con él.—Da igual, te pusiste en mis manos Mina, iremos de compras y estarás impresionante. Ya he

hablado con la maquilladora y el peluquero con que suele trabajar Aiden en sus sesiones, vendrána casa el sába…

—¡Espera! ¡Puedo maquillarme yo! Además, Kate, Jay me ha dicho que me recogerá a lascinco.

—Ah no, ni de broma Mina, hablaré con ellos para que estén aquí a las cuatro, pero tu te vas acallar y vas a dejar que yo haga mi magia, como tu dices. Hazlo por mí ¿de acuerdo?

—Supongo que harás lo que quieras aunque te diga lo contrario, así que es inútil seguirdiscutiendo contigo, Kate.

—Ya me conoces. —Reconoció encogiéndose de hombros con una sonrisa victoriosa. —Terecojo mañana después del trabajo, que descanses, te quiero petarda.

—Buenas noches, bruja.No pude evitar sonreír de oreja a oreja cuando salió de mi habitación. A veces no estaba

segura de merecer una amiga como ella, a fin de cuentas la dejé de lado cuando me marché, sinembargo, nunca me guardó rencor. Al igual que Jayden actuó como si no hubiesen pasado más deun par de días, nuestra relación era todavía mucho más estrecha de lo que lo había sido en elpasado. Le mandé un mensaje a Evans, al menos si lo nuestro se iba al garete no sería por miculpa.

Mina Swan: Espero que vaya todo bien, parecías agobiado por teléfono. La nueva secretaria,Corinne, es peor que Emily y tú juntos en un mal día. He actualizado los avances de la campaña enel intranet de la empresa, por si quieres echar un vistazo.

Mina Swan: Te echo de menos.Me dormí con el teléfono en las manos, mirando fijamente la pantalla en espera de una

respuesta que no llegó.

M

C A P Í T U L O 2 3

e desperté de madrugada y, tras tomarme una taza de chocolate caliente, volví a lacama sin conseguir conciliar el sueño de nuevo, por lo que decidí leer un rato enmi libro electrónico. Apagué mi alarma media hora antes de que sonase, y me

sorprendió ver que me había perdido una notificación, tenía un mensaje de Evans. Me apresuré aleerlo con el corazón acelerado.

Evans: El motivo de mi ausencia es mucho peor que mil secretarias como Corinne juntas en unmal día. Está terminando con mi poca paciencia, no quiero implicarte en esto, ni preguntes. Te veomañana en el trabajo, espero que me demuestres eso que dices sobre echarme de menos.

¿Quién era este hombre y qué había hecho con mi Evans?Pese a ser todavía demasiado temprano, no pude resistir la urgencia de prepararme para ir a la

oficina. Rebusqué en mi armario, sabiendo a ciencia cierta que, en algún rincón olvidado de miarmario, debía estar el vestido de invierno de Gucci. El mismo que Kate había traído unassemanas atrás, el mismo que dejé guardado en el montón d. —ni loca me pongo yo esto”. Setrataba de un vestido con cintura web, falda acampanada que me iba por las rodillas en colorblanco roto, manga corta y escote en V. Las mangas y el escote iban ribeteados con una franja enazul, seguida de una roja. El mismo adorno que llevaba a la altura de la cintura. El vestido estabarematado por un lazo en el pico de la V del escote, en azul y rojo con detalles dorados, perlas ybrillantitos.

Afortunadamente dentro de la oficina la temperatura era agradable, por lo que, trascomplementar mi look con unos tacones nude, y coger el abrigo de paño calentito y una bufandaestuve lista para salir de casa.

Sabía que llegaría temprano a la oficina, pero iba a ver a mi hombre, así que le esperaría en eldespacho. Dejé una nota en la nevera para Kate antes de salir, y me alegré que no pudiese ver lacara de lela que tenía, aunque estaba segura que en esos momentos ni siquiera me importaría laburla.

Entré en el edificio prácticamente desierto, subí en el ascensor hasta la planta 24 y fuidirectamente hacia el área de descanso, con la intención de obtener mi dosis de cafeína de lamañana. Apenas había tenido tiempo de pulsar mi selección en la máquina, cuando todo el vellode mi cuerpo se erizó, y una corriente eléctrica recorrió mi espalda. Antes de que pudiese asimilarlo que estaba ocurriendo, sentí unos brazos fuertes envolverme desde atrás. Su aroma erainconfundible.

—Evans. —Murmuré.—Vaya, sí que me echabas de menos. —Su voz sonaba cansada, traté de volverme para estar

frente a él, pero me lo impidió.

—Pareces cansado.—Estoy bien. —Noté como se tensaba a mi espalda, separándose de mí, su tono de voz se

tornó frío, lo que no hizo que me preocupase menos precisamente.—Evans… —Me di la vuelta para ver como se alejaba en dirección a su despacho, dándome

la espalda. Me interrumpió antes de que pudiese decir nada.—Tráeme un café.Todo mi buen humor desapareció de golpe.Había dicho que el motivo de su ausencia era peliagudo, pero también había dejado claro que

no iba a hablar de ello, me estaba dejando fuera. Y aunque quisiera pensar que todo estaba bien,eso me dolía. Apenas conocía al hombre del que me había enamorado, ¿qué sabía de él? Que eraun genio en el sector, y le gustaba el café con doble de azúcar. ¿Tenía hermanos? ¿Cómo sería sufamilia? ¿De qué entorno provenía? ¿Cuales eran sus aficiones? La realidad cayó sobre mishombros como un auténtico jarro de agua fría. No le conocía, y estaba más que claro que tampocoquería que supiese nada sobre él, ¿por qué si no mantenerme al margen de lo que le estabapreocupando? Yo quería apoyarle, estar a su lado… solo que al parecer, sus planes erancompletamente distintos.

Saqué los malditos cafés y me dirigí a su despacho con paso titubeante. Había dejado la puertaabierta, por lo que entré sin llamar. Estaba sentado en su silla, con los ojos clavados en lapantalla, el ceño fruncido y el teléfono en la oreja. Traté de escuchar lo que estaba diciendomientras me aproximaba a él, sin mucho éxito.

—Tengo que colgar, estoy trabajando. —Dijo en un tono tan cortante como el que habíaempleado conmigo en el área de descanso. —Sí, allí estaré. —Clavó sus ojos en mí, que lemiraba expectante. —Yo también. Nos vemos. —Y colgó.

—Lo siento si te he interrumpido. —Dije con la boca pequeña, no lo sentía, ni un poquito.—Está bien. Así que al parecer, me has echado de menos.Su mirada se había vuelto juguetona, y su media sonrisa, que normalmente hacía que me

derritiese, no tuvo el mismo efecto que solía tener. Aún así me acerqué hasta él y me senté en suregazo, rodeando su cuello con mis brazos antes de besarle.

—Eso parece, Evans. —Murmuré en sus labios entre beso y beso. Gruñó antes de separarselevemente de mí para responder.

—Yo también te he echado de menos, siempre, Mina. —Deslizó sus manos entre mi vestido ytemblé ante el contacto de sus manos cálidas en mi piel, gimiendo en sus labios para su deleite. —Eres mía. —Lo era, sin lugar a dudas.

Antes de que pudiese protestar, Evans se levantó conmigo en brazos, rodeé su cintura con miespiernas y me aferré a sus fuertes hombros para no caer, sintiendo su excitación en cada rincón demi piel. Caímos sobre el sofá de su despacho, demostrándonos cuánto nos habíamos echado demenos antes de que el resto de empleados de Wilson & Co. hiciesen acto de presencia.

El resto de la jornada laboral fue de intenso trabajo, a excepción de las caricias y besosrobados cada vez que tuvimos ocasión.

Recibí un mensaje de Kate recordándome que pasaría a por mi dentro de media hora, ycomencé a recoger documentos para estar lista cuando ella llegase, Kathleen no era el tipo demujer al que podías hacer esperar.

—¿Te vas? —Inquirió Evans.—Sí, he quedado con mi amiga Kate para ir a probarme el vestido de la gala.—Me había olvidado completamente de la maldita fiesta… —Dijo confundido.—Oh, yo… bueno, le prometí hace semanas a un amigo que iría con él… —Sentí el calor

extenderse por mis mejillas hasta mis orejas, debía estar roja como un tomate, no sabía como seiba a tomar Evans la noticia, si fuera yo estaría enfadada.

—No tenía planeado asistir de todos modos, está bien Mina.—Oh… claro, sí, es sólo un amigo, no…—No tienes muchos, lo sé, no importa Mina. Eres mía, eso es todo lo que necesitas recordar.—Sólo para que lo sepas Evans, pereferiría que fueras tú quien estuviese allí conmigo.—Lo sé. —Sonrió socarrón y no pude evitar reírme mientras me ponía el abrigo. Cogí el

bolso y la bufanda antes de acercarme a él y darle un casto beso en los labios. Me alejé de él y nome volví hasta estar en la puerta.

—Te quiero Evans. —Dije, y me marché sonriendo.No tuve que esperar mucho tiempo antes de encontrarme sentada en el coche de Kate, de

camino a probarme el maravilloso vestido que, según ella iba a quedarme como un guante.Salí del probador una hora más tarde, sintiéndome dentro de una piel que no era la mía. El

vestido era realmente impresionante, pero no tenía nada de discreto. Ni el rojo pasión, ni elpronunciado escote hasta el ombligo, ni la vaporosa falda hasta los pies, ni el cinturón de pedreríaplateado que llevaba en la cintura, nada.

—Kate…—No digas nada, estás preciosa Mina, serás el centro de todas las miradas.—Ese es el problema.—¿Quieres impresionar a tu jefe o no?—Evans no irá, de todos modos es con Jay con quien ya te dije que iría.—Entonces impresiona a los Wilson, todo el mundo sabe que…—No empieces a hablar como mi padre, Kathleen.—Está bien, ¿Evans sabe que vas con Jay? —Cambió de tema mientras me ajustaban el

vestido, aunque no es que hubiese mucho que ajustar.—Sí, bueno, le he dicho que iba con un amigo.—Cualquier hombre estaría celoso de otro hombre llevando a su chica a una fiesta.—Supongo que sabe que no le voy a engañar con otro, y menos delante de toda la empresa. —

Remarqué encogiendo de hombros.—Tu sabrás lo que haces, Mina Swan. Mi opinión ya la conoces.Dejamos la tienda con la promesa de que el vestido estaría listo en un par de días, Kate se

ofreció a recogerlo y llevarlo a casa. Durante las siguientes horas me arrastró de una tienda a otra,en busca de los complementos ideales. Terminé con unos nuevos zapatos, de pedrería plateadasimilares al cinturón del vestido, un bolso de mano a juego con los zapatos y algunas joyas delmismo estilo. Me estaba dejando una buena suma de dinero en lo que mi amiga llamab. —un buenimpacto”, pero en el fondo debía reconocer que quería impresionar a los demás.

Hacía mucho tiempo que no teníamos una noche de chicas, que no pasábamos tantas horasjuntas fuera del apartamento, y me estaba sentando genial. Terminamos la velada cenando juntas enuno de nuestros restaurantes favoritos en Manhattan, compartiendo risas y confidencias.

Cuando volvimos a casa ambas nos prometimos pasar más tiempo juntas, salir a cenar almenos una vez al mes, recobrar nuestras noches de chicas.

M

C A P Í T U L O 2 4

ina, despierta. —Sentí como alguien me zarandeaba, agarrándome por el hombro.—Mina, despierta de una maldita vez. —Abrí los ojos y me encontré con laintensa mirada de Kathleen, que tenía los ojos llorosos.

—Por Dios Kate, ¿Qué ocurre? —Dije incorporándome.—Tienes que ver esto. —Acercó tanto la pantalla de su móvil a mi cara que temí que me

golpease con ella. Me senté del todo y alejé su mano, cogiendo yo misma el teléfono.Se trataba de una captura de pantalla de uno de los sitios de cotilleos más populares de la

ciudad. El titular me dejó estupefacta. —El fotógrafo Aiden Marshall pillado infraganti con lamodelo Helen Zamora. —Justo debajo había una foto de ellos dos cenando, en lo que supuse seríaalgún local de moda. Pero nada más, sólo eran dos personas cenando, no había chispas en susojos, ni estaban cogiéndose de la mano, ni nada de nada.

—Será una cena de negocios Kate, no deberías fiarte de cualquier cosa que escriba la prensasensacionalista. Por mucho que Aiden haya repetido que mantiene una relación estable, sabes queno dejan de relacionarle con modelos. Habla con él y deja de preocuparte, seguro que no es nada.

—No lo entiendes Mina, Helen no es sólo una modelo.—¿Qué quieres decir? —La miré confundida.—Helen y Aiden estuvieron saliendo juntos. Durante años…—¿Y qué? Kate, Aiden te pidió matrimonio hace nada. Confía en él. Estoy segura de que no es

nada. Por cierto, ¿quién demonios te ha mandado eso a estas horas?—Hanna Newton, una amiga. Me ha llamado y me ha dicho que tenía que ver algo, ha colgado

sin dejarme responder y de inmediato he recibido el mensaje.—Menuda arpía.—Hanna es también amiga de Helen, fue Aiden quien me la presentó.—No hagas caso, seguro que sólo quiere meter cizaña. Yo sólo veo dos personas cenando,

nada especial entre ellos. Aiden tiene un brillo especial en los ojos cuando te mira, nada de esoaparece en esa imagen. Confía en tu prometido, te quiere, estoy segura.

—Gracias Mina, supongo que necesitaba que alguien me lo dijera.—Está bien, pero esta noche cocinas tú, son las seis de la mañana y no creo que pueda

dormirme de nuevo.—Esta noche estaré con Aiden…—Pero si es jueves.—Lo sé, pero después de esto quiero pasar un tiempo con él, sentirme segura, ya sabes.—Vale, pero tacha una de las muchas que te debo. —Dije riendo.—Hecho. —Sonrió por fin.

—Y Kathleen. —La llamé cuando estaba a punto de cerrar la puerta de mi habitación tras ella.Se volvió esperando que hablase. —No te conviertas en mí, tu eres una tía segura y decidida.

—Tienes razón. —Dijo con su habitual seguridad antes de desaparecer de mi vista.Parecía que últimamente estaba condenada a madrugar más de la cuenta. Cuando no eran mis

preocupaciones las que me impedían dormir, era Evans, o Jay, o ahora Kate. A este ritmo elsábado iba a tener unas ojeras que, ni la maravillosa maquilladora que Kate había contratado parala fiesta, iba a poder esconder.

Me levanté a regañadientes y decidí darme un baño en vez de una ducha. La bañera que habíaen el cuarto de baño de mi habitación en-suite estaba completamente desaprovechada, tanto quetan solo se había usado un par de veces.

Salí cuando estuve tan arrugada como una pasa, y me vestí con la ropa que había preparado lanoche anterior. Estaba tomando un café en la cocina con Kate, riendo sobre algo sin importanciacuando mi teléfono sonó y mi mundo se detuvo, era el tono de llamada que tenía asignado a Evans.Sólo podía significar una cosa, que las cosas estaban volviendo a la normalidad, y mi sonrisa nopodía ser más amplia.

—Anda, cógelo antes de que te lance un zapato por poner esa cara, pánfila. —Se mofó Kate.Me alejé de ella con el teléfono en las manos antes de responder.—Hola. —Dije un poco insegura de lo que escucharía al otro lado de la línea. Tal vez me

llamaba para decirme que no iba al trabajo.—Baja. —Y colgó.Fue tan breve que no tuve tiempo de adivinar si estaba de buen humor, pero había venido a

recogerme, por lo que mi corazón comenzó a latir a un ritmo desenfrenado. Sonriendo cogí mibolso y me puse el abrigo, volviéndome hacia Kate antes de salir de casa.

—¡Hasta mañana Kate!—Hasta mañana, y ten cuidado con ese jefe tuyo. —Se burló.Tanteé la posibilidad de coger las escaleras en vez del ascensor, pero con los tacones no me

pareció una buena idea. El maldito aparato se estaba tomando su tiempo, ¿siempre había sido tanlento?

Cuando por fin estuve en la calle, y le vi apoyado en el lateral del coche con su sonrisasocarrona, me lancé a sus brazos. No pasó más que un instante antes de que nuestros labios seencontrasen.

—Has venido a buscarme. —Le dije sonriendo con una mezcla de sorpresa, alegría eincredulidad.

—No podía arriesgarme a que llegases tarde, tenemos un proyecto que terminar y poco tiempopara hacerlo. —Dijo tratando de quitarle importancia.

—Claro, seguro que no me echabas nada de menos. —Repliqué juguetona, tan sólo obtuve unasonrisa en respuesta, pero menuda sonrisa.

Cuando llegamos a la oficina y entré en la antesala del despacho de Evans, justo delante de él,no pude contener la emoción de ver allí a Emily y Amy. Ambas estaban de pie, hablando frente alescritorio de la segunda, y no pude resistir el impulso de darles un abrazo a cada una. Si no eraapropiado tampoco me importó, después de haber conocido a Corinne adoraba a aquellas dos,más les valía tenerlo claro y no volver a desaparecer.

—Chicas, no sabéis cuanto os he echado de menos. —Ambas me miraban claramentesorprendidas, pero se relajaron visiblemente cuando Evans nos dejó solas, pese a que no cerró lapuerta de su despacho.

—¿Tan ogro ha sido estos días? —Preguntó Amy en voz baja.

—¿Evans? Oh no, no, él no ha sido el problema. Corinne, la bruja que os sustituyó, ha sidomucho peor que un ejército de Evans cabreados.

—¿Mandaron a Corinne? ¿Corinne Kepler? —Dijo Emily con una mueca de disgusto más queevidente.

—¿La conoces? —Amy y yo inquirimos sorprendidas.—Desafortunadamente, era la secretaria del jefe de recursos humanos.—No entiendo si ya no lo es, por qué mandarla aquí. —Dije sin pensar—Porque al parecer, fue sustituida por alguien más joven y competente, seguramente con

mejor humor, y desde entonces su trabajo es hacer recados para su sustituta.—Eso explica muchas cosas, al menos respecto a lo insoportable y condescendiente que fue

conmigo. —Ambas me miraron con expresión de disculpa, pese a que ninguna de las dos teníaculpa de nada. —Bueno chicas, os dejo, voy a trabajar antes de que tengamos un jefe cabreado.

Les guiñé un ojo antes de desaparecer en el despacho de Evans y cerrar la puerta tras de mí.Me acerqué a darle un beso antes de ponernos a trabajar, si en algo llevaba toda la razón era enque el proyecto no iba tan adelantado como debiera, y la fecha límite para entregarlo se acercabapeligrosamente.

Aquella mañana apenas habíamos tenido tiempo de tomar ni un café, faltaba poco más demedia hora para la hora de la comida, cuando Evans se levantó y, sin decir nada, me dio un beso yrecogió sus cosas. Le miré sorprendida, esperando una explicación, todavía mayor fue mi sorpresacuando me la dio.

—Tengo que irme, no volveré esta tarde, sigue con el proyecto donde lo hemos dejado, ¿deacuerdo?

—Claro. —Dije sin pensar, desconcertada. —Te echaré de menos.—Lo sé, pero tengo obligaciones que no puedo eludir, será por poco tiempo.—Si puedo ayudarte en algo…—Echame de menos y recuerda que pasaré mañana a por ti, en unos días volveré a estar libre,

no te preocupes. —Fue acercándose a mi silla mientras hablaba, cuando estuvo a mi altura, mecogió de las manos para ayudarme a levantarme, me abrazó y me besó con una pasión que noesperaba. —Te veo mañana, Mina.

—Hasta mañana Evans. —Me despedí sonriendo como una tonta. El efecto que este hombretenía en mí era de otro mundo.

Unos minutos más tarde decidí llamar a Jayden, tal vez podíamos comer juntos y el día no seme haría tan largo. Respondió al segundo tono, su voz masculina y tranquila, como siempre.

—Hola preciosa. ¡Qué sorpresa!—Hola Jay, te llamaba para ver si te apetecía que comiéramos juntos, ya sé que es un poco

precipitado pero…—Por supuesto, te recojo en ’20.—¿Y ya está? ¿Así de fácil?—¿Por ti? Por supuesto.—No tienes remedio Jayden, te veo en nada.—No, supongo que no lo tengo. —Se carcajeó. —Te veo ahora.Hablar con él siempre me ponía de buen humor, hacía que todo pareciese tan fácil, que a veces

hasta me lo creía.Una vez delante del mostrador de recepción del edificio, recibí un mensaje, lo abrí de

inmediato pensando que podría ser Evans, sin embargo debí haberlo sabido mejor, era Jayden,diciéndome que bajase al parking. Así lo hice, y unos minutos más tarde, las puertas del ascensor

se abrían en el sótano en que estaba su plaza de aparcamiento. No me sorprendió verle esperandojusto delante de mí, era el perfecto caballero. Le di un abrazo antes de dejar que me guiase hastasu vehículo. Una vez dentro, cuando ya habíamos salido del aparcamiento, no pude resistir laurgencia de preguntarle, aunque me temía que ya sabía la respuesta.

—¿Comemos en el Per Se? —Me pareció ver que se tensaba por una fracción de segundo,pero pronto recuperó la compostura y no sabía si me lo había imaginado o había sido real.

—Si a ti te parece bien, preciosa.—Como te he dicho en repetidas ocasiones, valoro mucho más la compañía que el lugar. —Le

sonreí, no queriendo ofenderle si leía entre líneas.—¿Y qué opinas de la compañía?—Oh, vamos Jay, sabes que no podría vivir sin ti. Me haces la vida demasiado sencilla como

para que pueda sobrevivir sin el Wilson bueno en mi vida.—Si pretendes que me sonroje, preciosa, vas a tener que hacerlo mejor. —Supe que mis

palabras le habían afectado por su respuesta, no era en absoluto su estilo, no conmigo. No a menosque quisiera desviar la atención. Se había sonrojado y no había forma que pudiese ocultarlo en elreducido espacio de su deportivo.

—Tal vez a la próxima.Hicimos el resto del recorrido hasta el restaurante en silencio, un silencio cómodo y

tranquilizador, su coche olía a mar en calma, era tan él que no pude evitar sonreír. Con su mano enla parte baja de mi espalda, durante todo el recorrido desde el coche hasta la mesa, que era lamisma de todas las veces anteriores, fui consciente de las miradas de envidia que suscité y de lasque recibió él. Jayden era atractivo, mucho, si supieran que tan solo era mi mejor amigo,posiblemente me verían con otros ojos.

Comimos intercambiando anécdotas de los años que pasamos separados, me resultaba fácilabrirme a él, por lo que también le hablé de Matt, y de los amigos, o no tan amigos, que habíadejado en Los Angeles. Ya estaba devorando la última mitad de mi diminuto postre cuando cambióde tema, pillándome por sorpresa.

—Quería llamarte de todos modos para proponerte algo, esta noche uno de mis amigos celebrasu fiesta de cumpleaños, y me gustaría que me acompañases. Todos los que irán tienen pareja y,Dan es un buen amigo, pero el año pasado me sentí un poco fuera de lugar.

—No conozco a tus amigos, tampoco quisiera imponer…—Te estoy invitando, créeme, te gustarán y si no, siempre puedo cambiar de amigos. —Dijo

riendo, intentando convencerme.—Está bien, iré contigo, no sé por qué me dejo convencer para estas cosas.—Porque eres la mejor, preciosa. —Declaró cogiéndome la mano y dándome un apretón,

como dando fuerza a sus palabras. —Te recogeré a las siete, siendo un día laboral no se alargarádemasiado.

—¿Qué tengo que ponerme? ¿Hay algún código?—Es algo informal, en casa de Dan y Liza, nada especial.—Informal para ti sigue siendo media etiqueta, Jayden. —Bromeé, bastante en serio.—Vístete como te sientas cómoda, no necesitas impresionar a nadie, te van a adorar desde el

minuto cero, eres auténtica Mina, y aunque no te des cuenta, eso tiene mucho más valor del queimaginas.

—Por algún motivo, creo que me estás insultando.—Nada más lejos de la realidad, preciosa, te lo prometo.Me guiñó un ojo antes de soltar mi mano y levantarse. Le seguí y me condujo de nuevo al

coche, otra vez con su mano en mi baja espalda. El tiempo del viaje pasó rápido mientras mehablaba de sus amigos, que a decir verdad, parecían gente bastante normal, al menos dentro delconcepto de normal dentro del mundo de Jayden Wilson. Nos despedimos con un abrazo cuando elascensor llegó al piso 24.

A excepción de una llamada de Darwin y un pequeño descanso con las chicas para tomar café,pasé toda la tarde trabajando a un buen ritmo en el proyecto. Evans había dejado variasanotaciones que no había visto antes, pero que me habían simplificado mucho las cosas.

De camino a casa llamé a Kate en busca de consejo, por mucho que Jayden me hubiese dichoque no necesitaba impresionar a nadie, no quería llamar la atención en el mal sentido, y mi amigasabía mucho más que yo de moda, y posiblemente también de qué llevar al cumpleaños de unamigo de tu amigo.

—Hey Mina ¿ocurre algo?—Todo bien, ¿qué tal las cosas con Aiden?—Tenías razón, Helen está comenzando su propia firma y quería que él hiciese las fotografías

para la promoción.—Te dije que no tenías motivos para desconfiar de él.—Y, por una vez en tu vida, tenías razón.—¡Hey! ¡Eso es ofensivo!—Sabes que no, pero también sabes que no me has llamado para preguntarme sobre mi

prometido.—Bueno, la realidad es que Jayden me ha pedido que le acompañe a la fiesta de cumpleaños

de uno de sus amigos esta tarde, y no tengo ni la más mínima idea de qué ponerme. Él dice que meponga cómoda, que será algo informal, pero no quiero ser el hazme reír y dejarle en ridículo.

—¿Qué tipo de fiesta será?—No sé, ha dicho que era algo informal en casa de su amigo.—Eso significa que puedes ponerte unos vaqueros con tacones y alguna blusa de las que te

traje la última vez, pero tratándose de un Wilson, también podría significar un vestido más formal.—Oye Kate, te he llamado en busca de ayuda, no para que me compliques más. —Dije un

poco desesperada.—¡Intento ayudarte!—Está bien, escucha, a ver qué tal esto. Los vaqueros nuevos, una blusa negra con estampado

de cerezos japoneses y los botines negros, con la chaqueta de piel. ¿Iría bien?—Hummm.—¿Cómo que humm? ¿Sí o no?—Sí, por qué no, puede resultar, sólo recuerda no maquillarte como una puerta.—Yo nunca me maquillo como una puerta.—¿Ah no? Recuerdo cierto concierto de un grupo punk…—¡Eso fue en el instituto! Y no era un grupo de punk… era un grupo emo, pero en aquel caso

estaba justificado igualmente.—Lo que tú digas, te veo mañana Mina, y quiero detalles.—Haré lo que pueda. —Dije riendo antes de colgar.Tras vestirme y aplicarme un maquillaje suave, sin que las palabras de mi querida amiga se

alejasen de mi mente ni por un segundo, me senté en el salón a esperar a Jay. Acababa de cambiarde canal por enésima vez cuando el timbre de mi apartamento me sobresaltó, corrí alvideoportero.

—Enseguida bajo. —Dije sin darle opción a responder.

Jayden me recibió con una sonrisa y un abrazo. Me sorprendió ver que iba vestido con unosvaqueros, camisa y americana. Lo cual, tratándose de él, era contenidamente informal.

—Estás preciosa.—Lo sé. —Le respondí, arrancandole una sonora carcajada. —Tanto llamarme así, al final me

lo tenía que creer.—Créetelo tanto como quieras, porque es cierto.—¿Dónde dices que es la fiesta esta?—En, Meatpacking District1. Dan y Liza viven en una brownstone2.—Oh, eso no me lo esperaba.—¿Qué no esperabas? ¿Qué conociese a alguien que viva en esta zona?—Supongo que esperaba algo diferente, eso es todo.—Tú y tus prejuicios. Daniel es bombero y Lizabeth trabaja en una guardería, no todos mis

amigos trabajan en una gran empresa familiar. Además, Dare vive a un par de casas de misamigos, no a todo el mundo le gusta vivir en un rascacielos. —Su respuesta me hizo sentir mal,sobretodo porque tenía razón.

—Lo siento, no quería decir eso.—Está bien, mi reacción tampoco ha sido adecuada.Pese a la dificultad a la hora de encontrar aparcamiento, Jay me aseguró que no importaba que

nos retrasáramos un poco, aún así me puse nerviosa cuando ascendimos las escaleras hasta lapuerta de los Stein. La puerta no tardó mucho en abrirse, y una menuda pelirroja vestida con unvestido color menta y un cardigan rosa se lanzó a los brazos de Jayden. Yo, por mi parte, mequedé petrificada.

—Liza, esta es mi amiga Mina. Mina, ella es Liza, la mujer de Dan. —Nos presentó Jaycuando su amiga se separó de él. Yo me limité a sonreír, no sabiendo qué otra cosa hacer.Afortunadamente, Liz decidió por mí y me dio un caluroso abrazo.

—Es maravilloso conocer por fin a una amiga de Jayden, pasad, ya están todos aquí. Hayrefrescos y sándwiches en la barra, las bebidas alcohólicas y el vino están en el minibar. Sentíosen casa.

—Gracias. —Dije siguiendo a Liza en la casa.Aquél lugar era mucho más acogedor de lo que había imaginado, no tenía nada que ver con el

piso de Jayden. Sus amigos, quienes se presentaron nada más verme aparecer con él, resultaronser agradables y totalmente distintos de lo que pensaba. No eran como la gente del Club, no erancomo la clase de personas que solía ver en el Per Se. Me gustaron y me trataron como a una más,un par de horas más tarde estaba totalmente integrada, bromeando con ellos y riendo como hacíamucho que no reía.

Poco antes de irme, Liza y Phoebe, otra de las amigas de Jay, me hicieron prometer quequedaríamos para tomar café y probar unos cupcackes en un local, según ellas, impresionante.Intercambiamos los teléfonos, con la promesa de no dejar pasar mucho tiempo antes de reunirnosde nuevo.

Jayden sonreía orgulloso. Un día, hacía unas semanas, me había propuesto presentarme a susamigos, cuando le dije que no tenía a prácticamente nadie en Nueva York, pero yo había rechazadosu oferta, siendo más snob que aquella gente a la que creía detestar. Ahora sabía lo equivocadaque había estado.

El camino hasta mi casa pasó entre risas y confidencias, había bebido algún que otro cocktaily estaba eufórica, no sólo por el alcohol, sino también por las nuevas amistades recién forjadas.No me sorprendió en absoluto que Jayden bajase del coche para abrirme la puerta y coger mi

mano para ayudarme a salir, era el tipo de comportamiento que le diferenciaba de la mayoría dehombres que había conocido, me acompañó hasta el portal de mi edificio, sin separarse de mi nidejar de sonreír.

—¿Lo has pasado bien?—Lo he pasado genial Jay, tus amigos son encantadores.—Por lo que he oído, ahora también son tus amigos, creo que incluso les gustas más tú que yo.—Eres un exagerado, pero gracias por llevarme, me ha encantado conocerles.—A mí me ha encantado tenerte conmigo. —Dijo mientras me abrazaba.—Puede que tengas que soportar algunas bromitas durante un tiempo, pero me alegra que no te

importe. —Le recordé escondiendo la cara en su musculoso pecho.—Preciosa… —No dijo nada más, por lo que levanté la mirada y me encontré con sus cálidos

ojos azules. Apenas tuve tiempo de reaccionar cuando acercó su cara a la mía, y me besó.Me quedé petrificada, no esperaba que Jayden me besara, tampoco esperaba que no me

resultase desagradable.—Jay, yo… —Traté de encontrar las palabras adecuadas, pero estaba teniendo problemas

para hacerlo.—Shhhh, no digas nada preciosa. —Me silenció posando suavemente un dedo en mis labios,

sin romper contacto visual.—Eres increíble Jay, es sólo que no…—Sólo piénsalo. ¿De acuerdo? Hablaremos después de la fiesta. —Me dio un nuevo beso,

esta vez en la frente, antes de marcharse y dejarme completamente confundida y culpable.No quería reconocer que su beso me había gustado, pero no era correcto, no estaba bien, mi

corazón le pertenecía a Evans, y no quería engañar a nadie, ni al hombre al que quería, ni a él.

N

C A P Í T U L O 2 5

o pude dormir en toda la noche. Las palabras de Jayden parecían no querer abandonarmi mente. Había dicho que lo pensara, y tal vez él era la mejor opción, Jay era laopción segura. Pero mi maldito corazón había tomado una decisión por su cuenta, no

le importaba cuál era el hombre adecuado para mí. Mi corazón quería a Evans, y no había másque decir o hacer.

Aún así, la calidez de sus labios contra los míos no me había abandonado. Todavía podíasentirlo. Sacudí la cabeza tratando de librarme de aquella sensación, de librarme de mispensamientos, pero no lo logré.

Seguía sintiéndome culpable, Evans no merecía mis dudas, él no me había prometido nada. Dehecho, había dejado muy claro que nunca me prometería nada, sin embargo sabía que era él, teníaque ser él.

Y aunque aquel beso con Jay no había significado nada, no estaba segura que Evans fuera atomárselo bien, si es que algún día reunía las agallas suficientes como para contárselo, claro.Porque, si no había tenido ninguna importancia, si iba a rechazar a Jayden, tampoco había nadaque contarle, ¿verdad?

Faltaba poco más de media hora para que Evans viniese a buscarme y todavía no me habíalevantado, sin duda afrontar las cosas no era lo mío, ¿notaría él que algo no iba bien? ¿se daríacuenta de que algo estaba girando en mi cabeza? Lo más probable era, que si seguía dandolevueltas de ese modo, sabría que algo me preocupaba. Lo mejor era comportarme como siempre.

Cuando finalmente le levanté y me arreglé, me debatí entre hacer café o tomarlo en el trabajo.Kate todavía no había vuelto, lo que llevaba implícito que la cafetera de la cocina estaba vacía.Ella siempre se levantaba antes que yo y hacía el café, el apartamento se sentía vacío sin ellaaquella mañana, o todas cuando estaba sola en casa, en realidad.

Pero era algo a lo que debía ir acostumbrándome, tarde o temprano, Kate se marcharía a vivircon Aiden. Y seguramente sucedería más temprano que tarde.

Decidí esperar a Evans en el interior del portal, tenía tantas ganas de verle que me estabasubiendo por las pareces. Ya tomaría café luego, cuando había un Evans de por medio, misprioridades se veían preocupantemente alteradas.

Y, al parecer, sus ganas de verme eran tales que las mías, porque apenas un par de minutos mástarde, su flamante coche negro se detuvo en la acera de enfrente del apartamento.

En el instante en que le vi abandonar el vehículo salí de mi pequeño escondite, corrí a suencuentro como si hiciese una eternidad que no me encontraba entre sus cálidos brazos, brazos queme recibieron de inmediato. Pese a su sorpresa inicial, Evans me apretó más en su pecho y allí, enla calidez de su abrazo me sentí en casa, no había nada comparable a esa sensación. Nada.

—Te echaba de menos Evans. —Confesé.—El sentimiento es mútuo. —Reconoció entre dientes, para mi sorpresa.—¿Estás reconociendo abiertamente que me echabas de menos, Evans?En vez de responder, me besó, dejando que los hechos dijesen más que cualquier palabra, pese

al frío que hacía en la calle todo mi cuerpo ardía en su contacto, tal vez, si existía una palabra quepudiese definirle sería intenso.

—Evans… —Logré balbucear sin aliento apenas a un centímetro de su boca.—¿Qué estás haciendo conmigo, Mina?No tenía esa respuesta, tampoco sabía que estaba haciendo él conmigo. Desataba sensaciones

que no sabía que existían, me hacía sentir cosas que jamás imaginé posibles. En aquel momento losupe con total seguridad, si no era Evans no sería nadie.

Daba igual lo perfecto que era Jayden, lo atractivo que podía llegar a resultar, lo adecuadoque era para mí. Lo mucho que les gustaba a mis padres. Nada importaba ya, Evans era mi otramitad y, pasase lo que pasase, siempre me sentiría vacía sin él.

Evans había llenado el vacío que había sentido desde siempre, y lo había hecho de una formaarrolladora. Había conseguido que dejase de vivir en el pasado, que la sombra de Dare y mi tontoenamoramiento adolescente quedasen sepultados bajo una gruesa capa de nada.

Tal vez estaba complemente loca, todavía me quedaba mucho Evans por conocer, pero podíaverme envejeciendo a su lado.

—¿Mina? ¿Me estás escuchando? —Su voz profunda y masculina me devolvió a la realidad.Me apreté más contra su pecho sonriendo.

—Lo siento, estaba distraída.—¿Distraída?—Tú me distraes, Evans.—Eres imposible. —Dijo riendo. —Deberíamos irnos, tenemos mucho trabajo por delante.—Lo sé, pero sólo si me prometes… —Me cortó un poco incómodo, haciendo que recordase

sus palabras en Philadelphia un tiempo atrás.—Mina, ya te dije… —Esta vez era mi turno para cortarle, y dicho sea de paso, cambiar de

estrategia.—Escúchame antes de nada, creo que esto es algo que sí me puedes prometer.—Mina…—¡Cállate! —Traté de no alzar mucho la voz, sin demasiado éxito, y me miró con el ceño

fruncido. —Sólo quiero que me prometas que tomaremos un café antes de ponernos a trabajar. —Fijé mi mirada en sus intensos ojos azules, y pude ver como se relajaba de golpe. —Eso sí que melo puedes prometer, ¿verdad?

—Tomaremos café cuando lleguemos a la oficina.—Ese es mi chico, ¿ves? ¿a qué no era tan difícil? —Reí separándome de él y entrando en el

vehículo, de pronto todo mi cuerpo se volvió frío.Generalmente, la distancia entre el apartamento y la oficina se me hacía larga, más todavía

teniendo el cuenta que era invierno, pese a que realmente estaba cerca. Sin embargo, cuando elcoche se detuvo en el aparcamiento del edificio me sorprendí. Habíamos hecho el viaje ensilencio, con su mano sobre la mía, y apenas me había dado cuenta que nos estábamos moviendo.Había estado perdida en las sensaciones que me hacía sentir, había pasado todo tan rápido que aveces me daba la sensación de estar viviendo en un sueño, un sueño del que no quería despertarjamás.

Tal como había prometido, o no prometido en realidad, la primera parada fue en la cafetería.

Pensé que a esas horas estaría todavía cerrada, pero por lo visto estaba equivocada, porqueademás estaba bastante concurrida.

Mi corazón se encogió cuando Evans cogió mi mano sobre la mesa, me sobresalté y traté deapartarla, temiendo que alguien nos pudiera ver, pero él me lo impidió.

—¿Te avergüenzas de mí?—¡No! —Respondí rápidamente, sorprendida por su reacción. —Es sólo que eres mi jefe, no

quiero que la gente piense… piense mal. Eso es todo.—Está bien. —Aceptó a regañadientes, retirando la mano. —Pero Mina, no pienses que vas a

poder esconderte eternamente. Algún día tendrás que enfrentarte a la realidad, dejar de huir detodo lo que no te guste.

—¿Y si la gente se entera y se complican las cosas? Trabajamos juntos, eres mi jefe Evans.—Ya te lo dije Mina, dimitiré.—¡No hablas en serio! —Espeté mirándole fijamente, con los ojos como platos, mientras él

llevaba una expresión de absoluta calma en el rostro.—No voy a cometer el mismo error dos veces Mina.Me quedé completamente en silencio, las palabras que días atrás me había dicho Emily

resonaron en mi memoria, actuando como balas de cañón azotando mi corazón. —Tú nunca seríasella, nadie será nunca ella.

¿Acaso esa ella, también era su subordinada? Tal vez, se enamoró de su secretaria, tal vez ellase marchó cuando las cosas se complicaron. O tal vez fue la anterior subdirectora. A decir verdad,no tenía ninguna información sobre la persona que había ocupado mi cargo antes de mí. Tampocosobre las secretarias que Evans había tenido con anterioridad. Lo poco que en realidad le conocía,era un fantasma que cada vez me acechaba con mayor intensidad. Sin duda tenía encontrar elmomento para hablar con él, necesitaba echarle valor y sincerarme, necesitaba tener respuestapara todas aquellas preguntas que se atoraban en mi garganta.

Ninguno de los dos dijo nada más durante el tiempo que tardamos en terminar el café, ni en eltiempo que nos llevó llegar hasta su despacho.

Saludé a las secretarias, con toda la jovialidad que me fue posible fingir, no sabía si habíasido demasiado creíble, pero siempre podía achacarlo al cansancio, a fin de cuentas sabían loagotadora que estaba resultando la campaña de Ridesmir.

Campaña en la que trabajamos sin descanso hasta la hora de comer, sin embargo, con cadacaricia y besos robados en su despacho, todos mis fantasmas volvieron a esconderse en su cajita.

A la hora de la comida nos escapamos a un diminuto local donde, según Evans, servían lasmejores slices1 de pizza de Manhattan, y además a $1. Y tenía que darle la razón, este se iba aconvertir en uno de mis locales preferidos de la ciudad.

—Tenemos que volver, quiero probarlas todas. —Le dije ya en el coche de vuelta a la oficina.—Voy a tener que ampliar mi tiempo en el gimnasio mañana, con todo lo que hemos comido no

será suficiente con mi rutina habitual.—¿Irás a la fiesta mañana? —Pregunté preocupada, era un tema del que no quería hablar, pero

tenía que hacerlo igualmente. Si me veía allí con Jayden, sin que le hubiese explicado nada,posiblemente se molestaría y eso era algo que quería evitar. Evans tenía un genio endemoniado.

—Nunca voy, no me gustan ese tipo de eventos.—Yo iré con un amigo, fue antes de que nosotros, bueno… ya sabes. No te importa ¿verdad?—¿Puedo evitarlo? —Acabábamos de detenernos en un semáforo, y aprovechó para inclinarse

hacia mí y clavar su mirada en la mía.—No. —Respondí avergonzada.

—Entonces tendrá que no importarme. Pero recuerda Mina, Eres mía. —Selló sus palabrascon un beso, antes de incorporarse de nuevo y reprender la marcha.

De vuelta en el trabajo la tarde transcurrió con total normalidad, no hubo incidentes, nienfados, ni secretarias entrometidas. No hubo más que nosotros dos trabajando en perfectaarmonía, intercambiando algún que otro beso y abrazo. Si se podía ser más feliz, yo no lo creía.

Por primera vez en mucho tiempo no quería marcharme de la oficina, no quería llegar a casa yencontrarme sola de nuevo. Quería estar allí, entre los brazos de aquel hombre que me hacía sentirla mujer más especial del mundo.

K

C A P Í T U L O 2 6

ate llegó al apartamento de buena mañana, entrando en mi habitación como unhuracán. Retiró las cortinas de mis ventanas dejando que se colase la tenue luz deaquella mañana de invierno.

Me desperecé esperando que soltase su retahíla de planes para la mañana. Siendo el día de lafamosa fiesta de la empresa, sabía que tendría planeadas mil cosas que hacer. Según ella, yo sólopodía estar perfecta, nada menos.

—Vamos Mina, no seas perezosa. Tu vestido está colgado en la lámpara del salón. Te hereservado cita en el spa, seguro que un poco de relax y un masaje te va bien con todo ese estrésque acarreas.

—Uh-hum —Me limité a responder, haciendo un cálculo mental del tiempo que llevaría todoeso.

—También te he cogido hora para una limpieza facial con masaje, créeme, el maquillador y túme lo agradeceréis.

—¿Algo más? —Dije comenzando a agobiarme al comprender qué, el plan de Kate para queme relajase me iba a dejar sin un sólo segundo de libertad para, realmente, relajarme.

—En realidad, sí. Después tienes programada una manicura completa, pies y manos.Comeremos juntas en un restaurante que queda cerca del centro de belleza, ya he reservado mesa,y después volveremos a casa para las sesiones de maquillaje y peluquería.

—Kate, es sólo una fiesta.—No creas que me vas a poder venir con esas, me he informado querida. No es una fiesta. Es

la fiesta Mina, y yendo con quien vas, si no todos los ojos, gran parte de ellos estarán puestos enti. No puedes permitirte menos que estar perfecta.

—Si no te quisiera tanto ahora mismo te odiaría y te echaría de mi habitación.—Vamos señorita, a la ducha y en marcha. Tenemos una agenda que seguir.—Señor, sí señor. —Respondí acompañando mis palabras del saludo militar.Agradecía que Kate se preocupase tanto, y sabia que todo aquello lo hacía por mi bien, pero

me dolía el estómago sólo de pensar en la mañana de vértigo que había planeado.La tentación de esconderme bajo el mullido edredón era grande, muy, muy grande, pero

finalmente me metí en la ducha y me puse ropa cómoda para la sesión de pongamos a Minapresentable.

Apenas una hora mas tarde entrábamos en el edificio en el que comenzaba toda aquella locura,y podría asegurar que jamás había estado en un lugar similar. Tuve que hacer uso de toda mi fuerzade voluntad para cerrar la boca, y sobre todo, para no dar media vuelta y largarme de allí.

El suelo era de mármol blanco, con suaves vetas grises. Había enormes ventanas de suelo a

los altísimos techos, columnas majestuosas que parecían sacadas de alguna pintura de la antiguaGrecia, las paredes también eran blancas y, el mostrador de recepción que se encontraba al fondoera de cristal.

Cuando nos acercamos, la mujer rubia que nos recibió, también vestida de blanco impoluto,nos dirigió una amable sonrisa. Contrariamente a lo esperado, tan sólo hizo que me sintiese másnerviosa. Kate hizo toda la charla, y antes de que pudiese darme cuenta, estábamos siguiendo auna rubia distinta, también de blanco, por una amplia sala. La mujer se detuvo frente a unaspuertas dobles, y las abrió cediéndonos el paso.

La habitación que nos recibió era una maldita sala de Spa, en piedras blancas y azules. Vacía.Sólo para nosotras. Con vestuario privado, por supuesto.

En el momento en que mi querida amiga y yo nos quedamos solas me volví hacia ella.—¡Pero tú te has vuelto loca!—Mina, cálmate.—¿Qué me calme? ¿Qué me calme? ¡Pero tú sabes lo que va a costarme esto!—Tranquilízate Mina, por dios, te lo puedes permitir con creces. Además, una amiga de Aiden

trabaja aquí y me ha conseguido un jugoso descuento. Es el mejor salón de belleza y relajación dela ciudad, si no del país. Así que calma, y relájate.

—Yo no necesitaba nada de esto… —Murmuré, y si Kate me escuchó no hizo mención deresponder.

Después de arrugarme como una condenada pasa y, jurar que no volvería a salir de la saunaturca nunca jamás, Kate me arrastró hasta un salón adyacente en el que una mujer asiática nosesperaba. Aquella habitación, por diferencia, no estaba decorada en tonos claros o brillantes. Lasparedes lucían un papel pintado verde que emulaba el bambú y el suelo era de madera oscura, sinduda radiante, como en todo el local. La Luz era tenue, había velas aromáticas y temí que medormiría en la camilla tan pronto como la masajista pusiera las manos en mi espalda.

Después de la sesión de merecido relax, fuimos guiadas por la rubia de antes a otra sala, parala famosa limpieza facial, con su masaje facial. Y, a partir de aquel momento, la mañana comenzóa pasar como un video a toda velocidad ante mis ojos, apenas era consciente de los sitios a losque estaba yendo, o de las conversaciones que Kate, o cualquier otra persona a nuestro alrededor,intentaba mantener.

De pronto, era una espectadora en ni propia vida.Ni siquiera registré el hecho de haber llegado a casa, del maquillador y el peluquero

discutiendo con Kate mi peina y maquillaje.No fue hasta que el timbre sonó, y todo el mundo se detuvo, que me di cuenta que aquello

estaba pasando de verdad, que iba a ir a aquella condenada fiesta con Jayden, el mismo hombreque me había besado y me había dicho que lo pensase, que hablaríamos después de la fiesta,después de hoy.

Kate me tendió el bolso de mano, tras ayudarme a ponerme un abrigo que no sabía de dóndediantres había salido, yo jamás tendría un abrigo de pieles, iba contra mis principios.

—¿De dónde dian…?—No es de animal, es sintético. Un regalo, para que te dé buena suerte.Asentí y me dirigí a salir de casa, dispuesta a bajar y enfrentarme a la noche con la cabeza

bien alta. Me volví justo antes de cerrar la puerta.—Kate.—¿Uh? —Me miró sorprendida, como esperando que le dijese que me faltaba algo.—Gracias.

Y cerré la puerta de mi apartamento, preparada para encontrarme con Jay.Mi mejor amigo estaba en el portal, con un elegante traje a medida, seguramente de algún

diseñador carísimo, Armani tal vez. Llevaba un pantalón gris, chaqueta de terciopelo del mismocolor, camisa blanca de seda y una condenada pajarita roja, a juego con mi vestido. No me dicuenta que le estaba mirando con la boca abierta, porque había que reconocer que Jayden eraguapísimo y con un cuerazo de infarto, hasta que me abrazó y susurró en mi oido.

—Estás preciosa.—Tú también.Me aparté para mirarle a los ojos y le encontré sonriendo, de oreja a oreja. No pude evitar

sonreír también. Tenía ese efecto en mí, era mucho más relajarte que mil sesiones de spa. Inclusocon lo que había ocurrido la otra noche, seguí sintiéndome confortable con él.

Me guió hasta el coche con un brazo alrededor de mi cintura y, una vez en el interior, mepreguntó qué tal me había ido el día. Me entretuve contándole la pequeña encerrona de Kate y suenorme de lista de la mañana. Fue casi un monólogo, porque a parte de alguna que otra risa omonosílabo, Jay no dijo nada. Si tuviese que apostar, diría que estaba nervioso.

Jayden detuvo el deportivo frente a un impresionante edificio de piedra, y un aparcacochescogió sus llaves de inmediato. Mi apuesto acompañante rodeó el vehículo y me ayudó a salircogiéndome de la mano, me sentí como una estrella de cine, entrando por la alfombra roja a lagala de los Oscar, en vez de ir una cena de empresa. Claro que, teniendo en cuenta quien era eldueño de la empresa, semejante exhibición de dinero y poder no estaba nunca de más. Al menosen su retorcida cabeza, igual que en la de mi padre.

La apariencia del edificio me confundió totalmente, cuando entramos en el interior, todavía dela mano, me recibió una fría estructura de cristal y metal. Todo tenía un aire moderno yvanguardista, nada que ver con la calidez que parecía desprender por fuera el antiguo edificio depiedra.

Una mujer vestida de negro, con un auricular en el oído derecho y una carpeta en las manos,nos recibió. Saludó a Jayden con familiaridad, y no pude evitar sentir una punzada de celos al vercómo me soltaba, y le devolvía el saludo con un abrazo. Jay no era nada mío, tampoco quería quelo fuese, yo quería a Evans, fuera lo que fuera que teníamos. Pero la mirada apreciativa que lamujer le dirigió, acompañada por aquella familiaridad y un susurro que no pude escuchar, mepusieron de mal humor de inmediato.

Yo no era nadie para estar celosa, Jayden y yo sólo éramos amigos, y eso íbamos a seguirsiendo, pero eso lo sabía yo. No aquella pelirroja despampanante, y posiblemente tampoco Jay,quien me había besado hacía menos de dos días y ahora parecía flirtear con la organizadora.

Me aparté sin decir nada, puesto que parecían muy ocupados riéndose las gracias el uno alotro, y me dirigí a la única puerta abierta. Una enorme puerta al fondo la habitación. Estaba apunto de entrar cuando un hombre salió de ella y me quedé paralizada. Kevin, Kevin Wilson.

Mi noche no hacía más que mejorar, por supuesto que Kevin estaba aquí. Era su malditaempresa. Era su maldita fiesta. Sabía que iba a verle, iba con su hijo, me sentaría en su mesa. Perono ahora, no así. No con el enfado que estaba comenzando a dominarme.

Respiré hondo y esbocé mi mejor sonrisa, cuando el Sr. Wilson me reconoció.—¡Mina! ¡Mina Swan! ¡Estás preciosa esta noche! ¿Dónde te has dejado a tu acompañante?

Llegas temprano.Cogí mis ganas de decirle que, mi querido acompañante, que resultaba ser su preciado hijo

pequeño, estaba flirteando con una pelirroja en la entrada, y me las guardé en un rinconcito. Seguísonriendo como papá me había enseñado, como una mema. Y me comporté como él esperaría que

lo hiciese.—Es… —No pude siquiera terminar una palabra cuando una voz masculina que conocía

demasiado bien, se me adelantó.—Estoy aquí, papá.—Jayden, no me habías dicho que tu acompañante sería nuestra preciosa Mina Swan.Reprimí las ganas de vomitar que sentí al escuchar el tono en que habló a su hijo. Kevin

Wilson podía resultar de lo más seco y pedante, y por algún motivo, escucharle hablar con tantadulzura me hizo querer leer entre líneas, descifrar el mensaje oculto que se encontraba en suspalabras, porque aquello parecía un mensaje en clave para Jayden, uno que estaba segura que nome iba a gustar ni un pelo. Estaba sumida en mis pensamientos, tratando de recomponer el puzzlecuando Jayden, que me había cogido por la cintura en algún momento que yo no había registrado,me apretó contra su costado. Con fuerza y delicadeza al mismo tiempo, en un gesto protector.

Levanté la mirada para encontrarme con la fría mirada de la señora Wilson, ni todo elmaquillaje que llevaba era capaz de ocultar su ajado rostro. Quería estar allí, junto a su marido,todavía menos que yo. Y eso era decir mucho.

Ignoré su conversación y me limité a sonreír, sumida en mi mundo, canturreando una canciónde Billy Idol en mi mente, Rebel Yell.

—¿Mina? ¿Me estás escuchando? —La voz de Jay me sacó de nuevo de mi mente.—Perdón, estaba pensando en el trabajo. —Mentí.—Mis padres acaban de marcharse a supervisar algunas cosas, y al parecer, el haber venido

contigo me ha librado de tener que hacer el trabajo de todos los años. Ayudar a mi padre. Por loque deja que te enseñe esto antes de que comiencen a llegar todos.

—Claro. —Respondí de forma seca, separándome de su abrazo, al recordar de golpe su flirteocon la coordinadora.

—¿Qué ocurre preciosa? —Dijo con tono preocupado volviendo a cogerme por la cintura,esta vez de frente, y acercándome a su pecho.

—Eres un imbécil, Jayden Wilson. —Musité avergonzada por mi reacción. Realmente nopodía echarle nada en cara, no podía pedirle nada, no tenía derecho. Mi reacción había sidoinfantil y desproporcionada, pero no podía evitarlo.

—Vaaaale, ¿puedo saber qué he hecho?—No.—¿No? —Pareció sorprendido.—No.—¿Es por Cassidy? —Si ese era el nombre de la susodicha, sí, definitivamente. No obstante,

me encogí de hombros. —No hay nada entre nosotros preciosa, sólo es una amiga.—Uh-hum. —Respondí incrédula.—Mira, salimos un par de veces hace unos años, pero nada más.—No creo que ella piense lo mismo, ha marcado terreno muy bien.—Mina, sólo me estaba preguntado si aún tenía posibilidades de terminar la noche conmigo o

si eras mi novia, nada más.—Sabía que estaba tratando de… —gruñí entre dientes.—Le he dicho que estoy contigo, que no tenía posibilidades.Me quedé paralizada, mirándole a los ojos. ¿Qué demonios?—Jayden… —Comencé a decir.—Nada, preciosa, he venido a la fiesta contigo y no voy a terminar la noche con otra mujer.—Pero nosotros no…

—Aún así, ya hablaremos, sin presiones.Fiel a su palabra, Jayden me enseñó el lugar, no antes de dejar nuestros respectivos abrigos en

el guardaropa. El tour incluyó cada rincón que íbamos a recorrer más tarde, el salón en qué seharía el cocktail de bienvenida. El lugar en que se darían los premios, porque también tenían deeso, a los mejores trabajadores, y donde se daría el famoso discurso de su padre. El salón en queestaban todas las mesas preparadas para la cena, y el salón adyacente a este, en que habíapreparadas varias barras y un escenario de música en vivo. También me enseño un par de salidasa dos terrazas, en una de ellas había varias mesas bajas con sus sofás y sillas, con el frío quehacía no me parecía en absoluto apetecible.

Cuando todo el mundo comenzó a llegar el tiempo se me pasó volando, Jay no me dejó sola niun momento, por lo contrario me presentó a un montón de personas. Gente que trabajaba en laempresa, clientes, personalidades, y todo tipo de gente influyente a la que su padre solía invitar.Fue en una de aquellas conversaciones en las que me enteré de que, al parecer, los Wilson no erantan malvados como yo quería creer, y también habría una recaudación de fondos para los niños sinhogar y para una asociación de jóvenes desaventajados.

El primer evento de la noche, después del cocktail durante el que Jayden me había presentadoa, al menos, la mitad de la gente que había allí, fue el discurso de su padre. Siendo honesta, nopresté atención a ninguna de sus palabras, ese tipo de discursos no eran más que una serie depatrañas, y palabras edulcoradas que ni el locutor pensaba, ni el el receptor se creía. Lo que sí mepareció mucho más interesante fue lo que le siguió. Incentivar a los trabajadores con premios, lagente parecía contenta y ese tipo de cosas siempre hacían que la gente se esforzase para serelegida al siguiente año.

Cuando llegó la hora de la cena me preparé mentalmente para lo que se me venía encima, estarsentada en la misma mesa que los señores Wilson, como adulta, con ellos esperando micolaboración en la conversación. Jayden cogió mi mano bajo la mesa y me dio un apretón,indicándome que estaba a mi lado, si algo tenía claro, es que él sabía lo poco que quería estar allísentada. Pero como bien había aprendido de mis padres, todo lo que debía hacer era sonreír,responder brevemente si me preguntaban directamente y escuchar. Eso podía hacerlo, podíasobrevivir a una cena con ellos sin entrar en combustión instantánea.

En el momento en que la gente comenzó a disiparse de las mesas y comenzó a llenarse el salóndestinado a la música y, como no, las bebidas, volví a relajarme de nuevo. En nuestro caminohacia aquel ambiente más desenfadado y sin duda juvenil, Jayden fue parado de nuevo por variasparejas y grupos de gente, en algún punto me harté de esperar. Estaba cansada de ser correcta, detener que sonreír sin ganas. Necesitaba aire fresco, y lo necesitaba ya. Tiré de su manosuavemente para llamar su atención, y cuando se agachó para quedar a mi altura susurré en suoido.

—Jay, necesito tomar el aire, entro en un momento.—Te acompaño.—No, quédate. Estaré de vuelta antes de que te des cuenta. —La realidad, es que necesitaba

estar a solas, aquella noche sería mucho mejor con Evans a mi lado, Jay era genial, pero no eraEvans.

—De acuerdo, si me necesitas llámame.Jayden me guiñó un ojo y yo le di un beso en la mejilla. Había bebido más vino y Champagne

del que quería reconocer, era la única forma en que imaginaba que aquella velada se me hiciesemás llevadera. La realidad era que al caminar sola, entre la multitud, sin mi roca de apoyo y losaltísimos tacones que Kate me había hecho comprar, me tambaleaba un poco.

Llegué a una de las dos terrazas que Jay me había enseñado, afortunadamente era la que notenía mobiliario. En esta había un jardín interior, con un pequeño lago artificial, me acerqué hastala barandilla y me apoyé. Observando el movimiento del agua con el viento, tenía frío, pero nopensaba volver allí dentro, no tan pronto.

No debían haber pasado más de cinco minutos cuando unos brazos fuertes me abrazaron por laespalda, y un olor que encendía cada poro de mi piel me embriagó. Evans. Me volví para estarfrente a él y apenas tuve tiempo de mirarle cuando selló mi boca con sus labios. Me besó lenta ysuavemente, sin embargo, fue un beso posesivo.

Cuando nos separamos sin aliento, ambos nos miramos en silencio. Evans era guapo a rabiar,con un cuerpo marcado, anchos hombros, abdominales de acero y unos fuertes brazos quequedaban enmarcados en cualquier prenda que llevase. Y Dios, en aquel traje negro satinado, concamisa negra, sin corbata y con el último botón desabrochado, estaba mucho más queimpresionante.

—Las vistas desde aquí son preciosas. —Dije tratando de desviar la atención de mirespiración entrecortada.

—Sí, sí que lo son. —Respondió sonriendo sin apartar la vista de mí.Apartó una mano de mi cintura para pasarla por su pelo, que quedó todavía más revuelto de lo

que solía llevarlo y sonreí. Sonreí porque me dejaba sin palabras.—Evans, has venido. —Logré decir al fin.—Tenía que verte, estás preciosa con ese vestido rojo Mina. —Su voz fue seductora, en un

tono bajo casi gutural que me hizo hiperventilar.—Te echaba de menos.—Lo sé.—¿Lo sabes?—Sí, lo sé porque yo también te echaba de menos.—Oh.—¿Oh?—No sabía si me echarías de menos, bueno no sé, esperaba que sí pero como… en fin, que

nada, que… —Mis inseguridades me estaban dejando en evidencia, a un ritmo exacerbado. Memordí el labio intentando no hacer más el ridículo.

—Mina, calma. ¿Por qué no iba a echarte de menos? Eres mía, ¿recuerdas?—Sí, claro, eso dijiste… —Pero yo seguía sin saber qué significaban exactamente aquellas

palabras.—Si no te conociera pensaría que sigues buscando una etiqueta para esto. —Dijo

señalándonos a los dos con un dedo y levantando una ceja, mientras fijaba sus intensos ojos azulesen los míos. Dejándome sin respiración de nuevo.

—Yo… —Pero no me dejó decir nada más, volvió a besarme con posesividad y fiereza,dejando claro que le pertenecía, y no se me ocurría ningún otro lugar mejor en el que estar.

—Una pregunta Mina, haz una pregunta, sin miedo, y te responderé.—¿De verdad? —Titubee, cuando sólo sonrió una oleada de bravura me inundó y continué. —

¿Qué tal un par?—Está bien, un par, ¿ves las cosas que me haces hacer, Mina?—¿Ah sí?—Sí, ¿y sabes por qué?—¿Por qué?—Porque eres mía. —Me besó. —Completamente mía —Volvió a besarme. —Y porque te

quiero Mina. —Dijo antes de volver a besarme de nuevo, haciendo que el corazón casi se mesaliese del pecho.

Me quería, Evans me quería. Puede que no hubiese dicho claramente que era su novia, perohabía dicho que me quería. No podría ser más feliz si me lo propusiera.

—Creo que es hora de responder a tu par de preguntas.—Bueno… —dije en tono juguetón.—Puedes ponernos la etiqueta que quieras Mina —Evans siempre parecía leerme la mente,

sonreí en respuesta.—Te quiero Evans.—Te quiero Mina.Abrazados, nos sumimos de nuevo en un beso feroz, que iba subiendo de intensidad con cada

segundo, dejándonos a ambos sin respiración, incapaces de separarnos.Hasta que todo mi mundo se fue a la mierda.Hasta que todo se derrumbó a mis pies.Hasta que Jayden nos encontró.—¿Mina? —Su tono fue de sorpresa, incredulidad y tal vez un poco, o un mucho, de traición.

Inmediatamente me tensé en los brazos de Evans.Yo fui la primera en verle, Evans estaba de espaldas a él, pero se tensó entre mis brazos al

sonido de su voz. Nos separamos lentamente, Evans me sonrió levemente, tratando detranquilizarme, porque yo estaba entrando en pánico, a un ritmo desenfrenado.

Y entonces fue cuando todo sucedió.Cuando el peso de la realidad cayó sobre mis hombros como una pesada losa, enterrando con

ella todas mis esperanzas de ser feliz.Fue cuando mi corazón se rompió en mil pedazos.—¿Dare? —Dijo Jayden, con los ojos como platos.—Hola, hermano. —Respondió Evans, sonriendo, porque el muy cabrón se atrevió a sonreír.Tardé un segundo en registrarlo, un segundo en darme cuenta de que, en realidad, Evans era

Dare, el maldito muñeco diabólico.Y esta vez, el maldito Dare Wilson se había pasado de la ralla jugando conmigo. Esta broma

no tenía ni pizca de gracia. Me había roto el corazón, por segunda vez.Me aparté de Evans, de Dare, de golpe. Como si de pronto sus brazos quemasen mi piel, y no

en el buen sentido esta vez. Y me quedé allí plantada, mirando a los dos hermanos. ¿Cómo podíano haberme dado cuenta antes? Ahora que los veía juntos, encontraba el parecido sin ningunadificultad. El pelo de Dare era más oscuro y muchísimo más largo que en el instituto, pero seguíateniendo el aspecto del quarterback problemático que me había dejado desconsolada tras sumarcha años atrás. ¿Cómo había sido tan estúpida? ¿Cómo podía haberme enamorado del mismohombre dos veces? Sin duda, aquello sobre tropezar dos veces con la misma piedra, lo habíanescrito pensando en mí.

Me sentí tan estúpida, tan utilizada y vulnerable que no pude evitar sentir como las lágrimas seformaban tras mis ojos.

Eché a correr, o lo más parecido a correr que podía hacer con los tacones y el vestido, pero elagarre de Dare en mi brazo, suave y firme a la vez, me detuvo por un instante. Suficiente comopara que pudiese ver el mismo dolor, que seguro reflejaban mis ojos, en los de Jayden, la mismatraición que sentía en mi corazón, sólo que proveniente de fuentes distintas.

—¿Cómo has podido engañarme así, Mina? —Me dijo en un tono de voz tan frío que me costóreconocer como suyo.

—Jay… yo no lo sabía, no sabía que era él. Me mintió, me dijo que se llamaba Evans. —Dijeechándome a llorar y saliendo de allí finalmente.

No me atreví a mirar a ninguno de los dos hermanos a la cara en mi huida, atravesé los dossalones a toda prisa, tratando de mantener la cabeza baja, para que nadie me viese llorar. Aunqueestaba segura de no haberlo conseguido, recogí mi abrigo y cogí uno de los taxis que,afortunadamente, estaban esperando en la entrada.

Pasé todo el camino hasta mi apartamento llorando, repasando mentalmente todo lo queacababa de ocurrir. Recordando cada una de las conversaciones con Dare, buscando cualquierindicio, cualquier pista que pudiese haber obviado. Sin embargo no encontré nada.

El cabrón era bueno, me había engañado como a una adolescente estúpida, que era justamentecomo me sentía. Y esta vez esta mucho peor que las humillaciones en el instituto. Esta vez eramucho peor que todo aquello por lo que me tuve que marchar. Sabía que no debía haber vuelto aNueva York. Nada bueno me ocurría nunca en esta ciudad.

Al llegar a casa me alivió comprobar que estaba sola, no me sentía capacitada para darexplicaciones, el sólo hecho de pensar en tener qué explicarle todo a Kate hacía que se merevolviese el estómago. ¿Qué pensaría de mí? Sólo yo podía ser tan tonta.

Ahora veía que ella siempre había tenido razón. Kate nunca confió en Evans, siempre meanimó a que me acercase a Jayden y me alejase de mi jefe. ¿Por qué diantres no le hice caso?Ahora que podía verlo con total claridad, era evidente que Jayden era la apuesta ganadora.

Jay era perfecto, era mi mejor amigo y estaba segura de que nunca jugaría conmigo como habíahecho su hermano. Me había apoyado desde el principio, y no podría decir que fuesecompletamente inmune a sus encantos, el que no me hubiese podido quitar de la cabeza nuestrobeso aquella noche, no hacía más que confirmarlo.

Pero había estado tan ciega, tan engañada por Dare que no lo había visto venir. Y el muy… sehabía atrevido a hacerme creer que me quería, seguro que estaba al tanto de mi relación conJayden, seguro que lo había planeado todo para avergonzarme, para separarme de su hermano.Estaba claro que yo no era digna de un Wilson. Maldito demonio de ojos azules.

Me metí en la ducha, tratando de eliminar de mi piel el olor de Dare, el rastro de sus besos ysus caricias, que ahora se sentían sucias y traicioneras burlas.

Me acosté desnuda, completamente escondida bajo el edredón, llorando, preparada para unanoche en blanco, si no podía dormir, ni dejar de llorar, al menos sacaría la rabia que había en miinterior.

Al menos, trataría de encontrar un nuevo plan de huida.Después de todo lo que había pasado aquella noche, una cosa tenía clara.Tenía que marcharme de la ciudad.Tenía que marcharme de Nueva York para no volver, jamás.

V

C A P Í T U L O 2 7

olví a mirar la hora en mi teléfono, pero los minutos parecían no pasar. Se habíandetenido para disfrutar de mi agonía, como si todo el universo se hubiese alineado,con el único propósito de torturarme. Maldito mundo cruel. Debí haber sido una

auténtica bruja en otra vida para que el Karma me estuviese dando la brasa de este modo.Quería llorar, sacar el dolor de mi sistema, pero no pude. Ya no quedaban lágrimas que

derramar, y comenzaba a quedarme sin insultos para gritarle a la camiseta de Dare, tirada sobre lacama a mi lado. Era infantil e inútil, pero necesitaba desahogarme, como fuera.

Conforme avanzaron las horas, traté de ponerme en contacto con Jayden. Sabía que debíadisculparme con él, tal vez pudiésemos arreglar las cosas, tal vez no todo estaba perdido.

Seguro que, si se lo explicaba todo, lo entendería y me perdonaría. A fin de cuentas él conocíaa su hermano, sabía lo diabólico que era. Sabía todos y cada uno de los infiernos por los que mehabía hecho pasar en el pasado.

Sólo que nunca me respondió.Todas mis llamadas fueron desviadas al contestador. Y tras las tres primeras llamadas, en que

dejé mensajes sollozando que me llamase, que lo sentía, me negué a seguir poniéndome más enridículo.

Traté de mandarle varios mensajes que, al parecer, no le llegaron. También lo intenté con elcorreo electrónico, pero todos y cada uno de los mensajes me fue devuelto.

Jayden Wilson me había bloqueado de su vida, y no podía culparle por ello. Después de sureacción con la pequeña discusión en mi despacho, el día que vino a discutir la agenda conmigo,ya debería saber que el pequeño de los Wilson tenía bastante mal genio.

Jay era un hombre inflexible por lo visto, y yo había cruzado la línea de no retorno. Una líneade no retorno que pensaba volver a atravesar en sentido contrario, fuese como fuese.

No podía perder a Jayden, encontraría la forma de contactar con él. Encontraría el modo desolucionar las cosas con el hermano bueno. Costase lo que costase.

H

C A P Í T U L O 2 8

abía quitado la música de mi despertador, mi mundo se había vuelto austero y grisen las últimas 24 horas. La música sólo me traía recuerdos, recuerdos de un engañoque dolía demasiado.

Tal vez el cansancio tuviese mucho que ver, ya que no había logrado pegar ojo desde que volvíde la fiesta, pero me dolía cada hueso de mi cuerpo, cada músculo. El simple hecho de respirar seme antojaba un esfuerzo sobrehumano.

Desgraciadamente, conocía muy bien estas sensaciones, había pasado por esto años atrás,había pasado la mayor parte de mis años de instituto en este estado. No podía volver atrás.

Kate había vuelto la noche anterior, y pese a que no quería contarle nada, en el segundo en quéme preguntó que ocurría lo hice.

Me eché a llorar y le conté toda la historia entre sollozos, no me guardé nada, ni siquiera miintención de huir de nuevo. Por supuesto, Kathleen no estuvo para nada de acuerdo con mi plan. —Me prometiste dejar de huir. —Dijo, y tenía razón, tenía toda la maldita razón del mundo.

Era por eso que me estaba preparando para ir al trabajo y enfrentarme a mis demonios, omejor dicho, a mi demonio personal: Dare Wilson.

Como siempre que mi amiga estaba en casa por las mañanas, el café ya estaba listo cuandoentré en la cocina y me senté en uno de los taburetes modernos que teníamos en la barraamericana.

—No te voy a preguntar qué tal estás, porque sé lo que me vas a responder. Pero esto sí quierosaberlo. —Hizo una pausa, sorbiendo su café, seguramente para pararse a pensar como enfocar susiguiente pregunta, pese a que ambas sabíamos cuál iba a ser. —¿Qué piensas hacer con Jay?

La miré durante lo que debieron ser unos sólidos cinco minutos, en silencio, tratando depensar en un plan de acción. Imaginando cualquier forma que tuviese de llegar a él, de hacer queme escuchase. Cuando no se me ocurrió ninguna respondí.

—No lo sé, no quiere saber nada de mí. No le culpo, pero…—Ese hombre está enamorado de ti Mina, es normal que esté dolido. Te pilló con la lengua en

la garganta de su hermano, ese al que supuestamente odias, en una fiesta a la que ibas como suacompañante. Oh, espera, me olvidaba, todo eso fue apenas unas horas después de tu ataque decelos por su no-relación con la coordinadora.

—Lo sé, es una mierda.—¿Crees que me perdonará?—Sinceramente, no lo sé Mina. Aunque te deje explicarle por qué no reconociste a su

hermano, es poco creíble.—¡Pero es la verdad!

—Sí, si yo no te lo niego, pero ponte en su lugar, mírate desde su punto de vista. Vale, Dareutiliza el apellido de soltera de su madre, Evans, y no le reconoces porque nunca te preguntaste dedónde venía la D que iba delante. ¿Y recuerdas todo eso ahora, justo ahora? No es que sea pococreíble, es que no lo es en absoluto.

—No es que lo haya recordado, no exactamente, le busqué en la red. Leí todo lo que existesobre él, en varios artículos se le nombra como Dare Evans, y en uno se hace referencia a queutiliza el apellido de soltera de su madre para no ser asociado con su padre, quien es un personajeinfluyente y dueño de una empresa que bla, bla, bla.

—Lo que sea, no es conmigo con quien te tienes que justificar Mina.—Esto no me lo perdonará jamás.—Yo no apostaría por ello, no ahora mismo.—Gracias por tu apoyo, Kate.—Te apoyo Mina, pero igual que te dije que dudo que todo lo que ha hecho Dare desde que

comenzaste a trabajar en la empresa, sea una artimaña para hacerte daño. Te digo que tu historiaes inverosímil. Tu obsesión con ese chico te hace ver la realidad distorsionada.

—¿Crees que estoy loca?—No, loca no, pero sin duda tienes asuntos sin resolver con ese hombre, y te recomiendo que

hables con él y cierres ese maldito capítulo de tu vida de una vez por todas. Y más si pretendestener algo con su hermano, si es que Jayden tiene en él la paciencia para perdonarte de nuevo yconfiar en ti.

—Ahora mismo no soy capaz de pensar en el hecho de ver a ese maldito diablo Kate, meniego, le odio con cada jodida fibra de mi ser.

—Es tu jefe.—No me lo recuerdes. —Bufé.—Y hablando de tu jefe, vas a llegar tarde al trabajo.—Cierto, debería salir ya, voy a coger el coche.Dejé la taza de café, ya vacía, en el lavavajillas y me dispuse a ponerme la chaqueta y coger el

bolso para salir de casa.—Y Mina. —Dijo Kate, esperando que me volviese para mirarla antes de continuar. —Nada

de huir de nuevo, me lo prometiste.—No huiré, no esta vez.Asintió, poco convencida, y me marché.Una vez en la oficina me fui directamente a mi despacho, sin siquiera asomarme a la antesala

del de mi jefe a saludar a las chicas, por miedo de encontrarle allí. Lo cierto era que no estabapreparada para enfrentarme a él, el mero hecho de pensar en cruzarme con su mirada hacía que seme revolviese el estómago.

Trabajé en el proyecto de Ridesmir, que sorprendentemente estaba prácticamente terminado,bastante antes de la fecha tope, y cuando fue pasada la media mañana llamé a Jay. Tal comoimaginaba su teléfono móvil continuaba desviando mis llamadas al buzón de voz. Me armé devalor y llamé a su despacho.

—Despacho del señor Jayden Wilson. —Respondió la voz de Gwen al primer tono.—Buenos días Gwen, soy Mina Swan, desearía hablar con el señor Wilson.—Lo siento señorita Swan, se encuentra reunido en estos momentos.—Dígale que me llame más tarde, es importante.—Que tenga un buen día señorita Swan. —Y colgó.¿Una reunión? ¡Y un cuerno! Jayden me estaba evitando, lo tenía muy claro. Tendría que pensar

en un plan mejor para acercarme a él.Aquel lunes no salí a comer, no me atreví a moverme de mi despacho. Afortunadamente nadie

me molestó, trabajé muy duro en la campaña tratando de sacar de mi mente cualquier pensamientoque fuese estrictamente profesional, y por momentos lo conseguí.

Un par de días más trabajando a este ritmo y sería capaz de terminar el proyecto, sola, porqueno necesitaba la ayuda de mi Jefe y Director, para hacer esto.

Era mi maldita idea, podía hacerlo sin él y pensaba demostrarlo, a él, a su amigo Darwin y atodo el jodido mundo.

Yo era Mina Swan, una Mina Swan que ya no huía.Que se enfrentaba a las adversidades.Que les iba a dar una maldita lección a todos.Demostraría a Dare que sus juegos ya no me afectaban. A Jayden que podía confiar en mi. Y a

mi misma que era fuerte, que podía superar cualquier obstáculo que la vida pusiese en mi malditocamino.

E

C A P Í T U L O 2 9

ra ya jueves a última hora cuando por fin tuve el proyecto de Ridesmir completamenteterminado. Mentiría si dijese que la situación, sin embargo, había mejorado en lo másmínimo.

La triste realidad era que me había pasado los cuatro últimos días sin apenas comer, sin logrardormir más de un par de horas diarias, y sin poder evitar llorar la mayor parte de la noche. Endefinitiva, sin hacer más que ir de casa al trabajo, y del trabajo a casa. Manteniendo un perfil lomás bajo posible, tratando de no llamar la atención de cierto demonio venido a la tierra, con elúnico propósito de hacer de mi existencia un paseo por el río Estix1.

Me las había apañado para evitar a mi jefe durante toda la semana, no a nuestras secretarias.En el momento en coincidí con ellas por primera vez el martes por la mañana, las interrumpí antesde que pudiesen decir ni una sola palabra. Les dije que había discutido con el jefe, que no queríasaber absolutamente nada de él, que no quería ni escuchar su jodido nombre. Ambas loentendieron y respetaron mi decisión. Emily me lanzó una mirada que me dio a entender que sabíamás de lo que decía, pero no quise darle importancia. Amy, por su parte, se mostró comprensiva ymaternal.

Lo que continuaba sacándome de quicio era que seguía sin poder contactar con Jayden. Habíallamado infinidad de veces a su teléfono del trabajo y a su móvil personal, e incluso había idopersonalmente a su despacho un par de veces. Pero nada funcionó, no podía culparle, pero sucabezonería comenzaba a sacarme de mis casillas.

Yo, por mi parte, seguía tan dolida como el primer día. Me sentía entumecida, como viviendouna vida que no era mía, en un cuerpo que no me pertenecía. Los únicos momentos en que mehabía sentido viva durante la semana, tristemente, eran aquellos en que había estado trabajandointensamente y sin descanso.

Había perdido varios kilos, y mis ojeras ya no las cubría ni el maquillaje, pero estabaterminado de redactar el correo al que adjuntaría el proyecto, y eso era lo que importaba. Esoquería pensar, porque si no lo hacía mi vida se me antojaba todavía más miserable de lo que era, yese era un límite al que no quería tener que llegar.

Me debatí entre mandarlo al cliente y a mi jefe, o sólo al cliente. Finalmente se lo mandé a losdos, mi parte guerrera no podía evitarlo, y si eso cabreaba a Dare, mejor que mejor.

From: minaswan@marketing.wilson.comTo: devans@marketing.wilson.com, darwinwhite@ridesmir.comSubject: The OneSeñor White,Gracias por confiar en Wilson & Co. Me complace informarle que la campaña The One está

lista para su puesta en marcha. Ha sido un proyecto ambicioso, lleno de interminables horas detrabajo y retos a superar, pero son estos los proyectos que nos hacen crecer. Le agradezco laconfianza depositada en mí para llevar a cabo este trabajo tan importante, tanto para su empresacomo para la nuestra.

Sin más que agradecerles de nuevo su confianza y apoyo, le adjunto toda la documentaciónsolicitada en el contrato. Ha sido un placer trabajar con Ridesmir y espero que podamos trabajarjuntos de nuevo.

Atentamente,Mina Swan

Subdirectora de Marketing

Esperé varios minutos, refrescando la bandeja de correos entrantes de mi cuenta de e-mail dela empresa, esperando recibir una respuesta que no llegó. Debía haberlo sabido mejor, Dare norespondería a mi ataque indirecto del correo con otro correo.

Ahora que las cartas estaban sobre la mesa, buscaría otro modo de contraatacar, sólo debíaestar lista para cuando eso sucediera. Esta vez no iba a poder conmigo, no volvería a escondermey llorar por él. Ya no.

H

C A P Í T U L O 3 0

abían pasado tres o cuatro días desde que había terminado el proyecto y mandadoaquel correo. La respuesta de Darwin White había llegado al día siguiente, tanescueta que me preguntaba si él no habría sido otro peón en el juego de Dare

Wilson, quien nunca respondió al reto implícito que suponía el maldito hecho de que yo, por micuenta y riesgo, hubiese terminado y entregado el proyecto sin contar con él, por mucho que fuesemi jefe.

Sentada en el taxi camino a casa de mis padres, refresqué de nuevo la bandeja de entrada demi e-mail en el móvil. Sólo para encontrar que no había ningún nuevo correo entrante, sin poderevitarlo releí el que había recibido unos días atrás, por parte de Darwin. Tampoco se me pasó poralto que únicamente me respondió a mí.

From: darwinwhite@ridesmir.comTo: minaswan@marketing.wilson.comSubject: RecibidoSeñorita Swan, le informo que ha sido recibido correctamente. Gracias por su trabajo.

Darwin White

Las fachadas familiares que se iban alzando a ambos lados de la calzada me indicaron queestábamos llegando a mi destino. La comida de Navidad, con mis padres, en su casa.

Había barajado la posibilidad de no ir, posiblemente ese era el último rincón de la tierra en elque desearía estar, pero tras una conversación con Kate y su infinita sabiduría, comprendí que noir sería mucho peor.

Sí, mis padres me harían mil preguntas que ni quería ni podía responder, sacarían el nombrede Jayden a relucir, así como nuestra ficticia relación que habían construido en sus cabezas. Perosi me negaba a ir, si no les mentía respecto a Jayden, mi padre podría hablar con Kevin, bajo lapresión de mi madre. Entonces Kevin le daría la lata a Jayden, como hizo cuando mis padres seenteraron que habíamos salido a cenar y se lo contaron, si eso llegaba a ocurrir la situacióncabrearía más a Jay, y eso era algo que debía evitar por todos los medios, al menos si quería queme perdonase algún día. Eso era claro, si lograba localizarle y hacer que me escuchase.

—Señorita, ¿se encuentra bien?El conductor del taxi llamó mi atención por tercera vez, habíamos llegado, pero yo no me

había movido. Estaba sentada en el asiento trasero de aquel taxi, con un vestido de algúndiseñador de moda que Kate me había aconsejado llevar, agarrando el bolso a juego con todas mis

fuerzas, mirando por la ventana la fachada de la casa de mis padres. Sin encontrar las fuerzas parabajar y enfrentarme a una comida con ellos.

—Sí, disculpe, estaba distraída. —Dije finalmente, pagando la carrera y bajando del vehículo.—Feliz Navidad. —Dijo el hombre antes de que cerrase la puerta.No le respondí, la navidad podía ser todo lo feliz que quisiera, pero lo que se me venía

encima no tenía absolutamente nada de bueno, nada que pudiese calificar con un adjetivo positivo.Nada.

Recorrí la distancia que me separaba de la puerta respirando hondo, tratando de prepararmementalmente, de relajarme. Cuando llamé no había conseguido que mis manos dejasen de temblar,pero sí fingir una sonrisa.

Tal como esperaba me recibió el servicio, no conocía a la mujer que me abrió. Mis padrescambiaban frecuentemente el personal, porque mi madre era una paranoica nata y decía que, simantenías el mismo servicio durante mucho tiempo, los criados se cogían demasiadas confianzasy la calidad de su trabajo disminuía.

Seguí a la nueva María, que es como llamaba mi madre a cualquier miembro femenino delservicio, hasta el salón comedor, pese a que conocía muy bien el camino, me había criado entreaquellas mismas paredes.

Me sorprendió ver que la mesa estaba preparada para tres comensales. Mis padres siempreorganizaban comidas de Navidad grandes, más para el espectáculo que por el hecho de celebrar laNavidad en sí. Mi padre estaba sentado en un sillón, cerca del fuego encendido leyendo unperiódico, seguramente siguiendo la bolsa, que no descansaba ni en fiestas. Mi madre, por locontrario, estaba dando ordenes a una chica jovencita del servicio, que por lo visto, había hechoalgo que no era del agrado de mi progenitora.

—Hola. —Dije sonriendo y alzando un poco la voz para captarles a ambos, que se volvieronde inmediato en mi dirección, esbozando sendas sonrisas.

—Hija. —Asintió mi padre en mi dirección, sin moverse de su sitio.—Oh, querida, llegas justo a tiempo. ¿Dónde está tu apuesto novio? —Dijo mamá, viviendo en

su mundo de fantasía en el que yo, Mina Swan, salía con su yerno de ensueño, Jayden Wilson.—Mamá, ya te he dicho que Jayden es un amigo. Él celebra las fiestas con su familia. —Dije

sin saber si en realidad era así o no, aunque conociendo su relación con su padre y a su hermano,apostaba porque así era.

—Oh, vamos Wilhelmina, no necesitas fingir modestia con nosotros. Has encontrado un buenpartido y nos alegramos por ello.

—Papá, dile algo. —Traté de buscar apoyo en mi padre, que nos ignoraba sabiamente aambas. —Y mamá, me llamo Mina. —La corregí, intuyendo que sería la primera de muchas vecesen aquella comida, que se me estaba antojando ya eterna, y eso que acababa de llegar.

—He oido que la pequeña de los Donovan se ha comprometido recientemente, tú podrías serla siguiente.

—Mamá, yo no tengo novio. Y Kate, que te recuerdo que es mi compañera de piso, por si se teha olvidado, lleva varios años saliendo con Aiden.

—Seguro que si lo hablas con el pequeño de los Wilson podéis casaros antes que ellos. Esosería todo un acontecimiento, ¿te imaginas?

—Mamá, ¿me estás escuchando?—Los Wilson son gente muy influyente, estoy segura que podrían ayudarme a organizarlo todo

en unos pocos meses. —No, claro que no me estaba escuchando, mi madre nunca escuchaba másallá de su propia voz.

—¡Mamá! —Grité, tratando de sacarla de su bucle. Continué hablando más calmada, ofingiendo calma, almenos, cuando se volvió a mirarme con mala cara. —Jay y yo somos amigos,no le voy a pedir que se case conmigo sólo para que tú, puedas organizar una boda antes de queKate se case.

—¡A mí no me hables de ese modo jovencita! ¡Drew dile algo a tu hija!—Mina, háblale con respeto a tu madre, tengamos la Navidad en paz.—Pero papá…—Mina, por favor, no me discutas. Te hemos dado una buena educación, haz uso de ella.—Está bien. —Musité.Elizabeth Swan 1 - Mina Swan 0La comida se me iba a hacer, muy, pero que muy larga.Me limité a pasar el resto del tiempo haciendo lo que se esperaba de mí, sonreír, asentir y

callar. Como una buena hija. Mientras la sangre me hervía en las venas al ver como mi madretrataba de manipular mi vida, sin tener en cuenta mis palabras, o lo que yo quisiera hacer con ella.Sin tener en cuenta siquiera la maldita realidad. Si no conseguía hablar con Jayden pronto, íbamosa tener problemas, los dos.

—Apenas has tocado la comida. —Dijo mi padre cuando nos quedamos a solas. No era unapregunta, mi padre no se iba con rodeos cuando le interesaba.

—No tengo demasiado apetito.—¿Ocurre algo? ¿Habéis discutido Jayden y tú?—Tuvimos un pequeño malentendido el otro día en la fiesta de la empresa, supongo que estoy

algo preocupada. —Me sinceré, buscando de ese modo una merecida vía de escape a la fantasíade mis padres con los Wilson.

—No tienes que preocuparte hija, esas cosas pasan todo el tiempo, sólo tienes que recordarcuál es tu lugar como su mujer. —Sus palabras me dieron arcadas, pero sonreí igualmente, sabíaque era mejor no discutirle. —Y no te preocupes por lo que diga tu madre, no es necesario que oscaséis antes que la hija de Emerson Donovan, tu boda será mucho más importante. Con JaydenWilson, nada menos, has elegido bien hija, un abogado es un gran partido.

—Papá…—Ayer estuve con Kevin en el Club, él también parecía muy contento con vuestra relación.—¿Ayer?—Sí hija, ¿qué tiene de sorprendente?—Nada, sólo intentaba contribuir a la conversación.Mi padre me miró extrañado por mi respuesta, pero yo había conseguido sonsacarle la

información que me interesaba, Jayden no había dicho nada a su padre de lo ocurrido en la fiesta,pese a que me fui sin despedirme de nadie, aunque a que estaba segura de que media empresa mevio salir de allí llorando, Kevin Wilson no sabía nada. Tal vez, después de todo mis posibilidadescon Jayden no habían muerto del todo.

Me marché de casa de mis padres lo antes posible sin llamar la atención, alegando que habíaquedado. No hicieron preguntas, simplemente dieron por supuesto que había quedado con Jayden.

De camino a casa en taxi, saqué otra vez el teléfono para tratar de localizar a Jay de nuevo, mesorprendió encontrar que tenía varios mensajes sin leer, de Kate, Liza y Phoebe. Comencé por elKate, temiendo lo que pudiesen decir los otros dos, teniendo en cuenta que ambas eran las amigasde Jayden que conocí en la fiesta de cumpleaños de su amigo Dan.

Kate: ¡Feliz Navidad petarda! ¿Qué tal te están tratando tus padres?Decidí responderle cuando vi que estaba en línea.

Mina Swan: No te lo vas a creer, mi madre ha estado dándome la brasa con que Jayden y yopodríamos casarnos antes que tú.

Kate: ¿QUÉ?Mina Swan: Increíble, no importan los millones de veces le diga las cosas, ella a su rollo. Mi

padre dice que estuvo ayer con Kevin, por lo visto no se enteró de nada de lo ocurrido en lafiesta…

Kate: ¿Le has llamado hoy?Mina Swan: ¿Lo dudas?Kate: ¿Sin respuesta?Mina Swan: ¿Me ves dando saltos de alegría?Kate: En realidad, no te veo en absolutoMina Swan: No, no me ha cogido el teléfono. Dare no ha dicho nada sobre el e-mail. Mis

padres siguen siendo los de siempre y mi vida es patética.Kate: Todo irá bien, hablamos a la noche.Mina Swan: Estaré en casa, llorando en mi habitación.Kate: Las lágrimas no van a solucionar tus problemas, parte de no huir de ellos es aprender a

enfrentarlos.Dejé de responder, porque sabía que tenía razón, pero eso no significaba que tuviese que

gustarme la verdad. Pasé al siguiente mensaje y respondí.Lizabeth: ¿Qué tal? ¡Tenemos una tarde de chicas pendiente! Feliz Navidad Mina, espero que

nos veamos pronto.Mina Swan: ¡Feliz Navidad Liza! Tienes razón, ando un poco liada, pero no me olvido.Abrí el mensaje de la otra amiga de Jayden y respondí también, si ellas no sabían nada de la

situación no sería yo quien se lo dijese. Además, si lograba solucionar el entuerto antes de que seenterase, tal vez no tenían el por qué saberlo nunca, ¿verdad?

Phoebe: Feliz Navidad. Juerga pendiente. No te olvides ;)Mina Swan: ¡Feliz Navidad! No me olvido, cuando tenga una tarde libre quedamos, lo

prometo.Tras revisar que no tenía ninguna respuesta nueva miré de nuevo mi correo electrónico, que

seguía mostrando los mismos mensajes que mostraba desde hacía días. Así que cuando pocodespués llegué a casa, seguí rigurosamente el plan que le había comentado a Kate que tenía enmente. No es que pudiese evitarlo de cualquier modo, todo lo ocurrido todavía dolía demasiado.

A

C A P Í T U L O 3 1

quel miércoles llegué al trabajo media hora tarde. Los últimos días los había pasadoevitando estar en mi despacho, o en mi planta en general. Organizando y ayudando a miscompañeros del equipo de marketing, hasta el punto que ya no podía seguir la misma

rutina sin que resultase demasiado sospechoso. Cuando el ascensor se paró en la planta 24, micorazón había dado un vuelco.

Que Jayden siguiera sin hablarme me dolía, pero el miedo de no tener noticias de Dare metenía en un sin vivir. Ese hombre era el ser más cruel que vagaba sobre la faz de la tierra, susilencio sólo podía significar que su siguiente plan iba a ser mucho peor que el anterior, y ese eraun gran reto a superar teniendo en cuenta que ya me había destrozado la vida un par de veces en 25años.

Me escondí en mi despacho tratando de no ser vista, ni Amy ni Emily merecían que lasignorase, pero estaban en la antesala del despacho de Dare, y eso era terreno peligroso. Puestoque no tenía ningún proyecto entre manos, y todos los que teníamos estaban asignados a mi equipo,decidí que el mejor modo de pasar el tiempo era organizar mi despacho. No había pasadodemasiado tiempo entre aquellas cuatro paredes, aún así había carpetas y documentos porcualquier sitio, incluso en suelo.

Algunas horas más tarde estaba preparándome para comer, sacando mi sándwich del bolso,porque no pensaba salir de mi despacho para comer y correr el riesgo de encontrarme con elmaldito demonio. Fue entonces cuando unos golpes sonaron en mi puerta y me quedécompletamente paralizada, con mi comida en las manos y el corazón latiendo a mil por hora.

—Adelante. —Respondí fingiendo seguridad, cuando en realidad estaba muerta de miedo porsi era la última persona del mundo a la que quería ver.

—Hola Mina. —Dijo Amy entrando en mi despacho, y todo mi cuerpo se relajó visiblemente,esta era un visita agradable.

—¡Amy! ¿Qué necesitas?—Solo venía a despedirme de ti antes de marcharme.—¿Cómo? ¿Te vas? ¿Cómo qué te vas? ¿Por qué? —Todo eso lo dije de forma atropellada,

mientras me levantaba de mi silla y me acercaba a ella, comenzando a sentirme indignada,pensando que claramente Dare debía estar haciendo de las suyas, utilizando a Amy como peón ennuestra guerra.

—¿Cómo? ¿No lo sabes? —Me miró genuinamente sorprendida.—¿Saber? ¿Qué tengo que saber?—Lo siento, yo pensaba…—No te disculpes Amy, he estado muy liada y no me he enterado de nada, ¿qué ha ocurrido?

—Precisamente por eso pensaba que lo sabías, por lo ocupada que has estado desde la fiestade la empresa.

—Amy… —Estaba confundida.—Sí, disculpa Mina. El lunes después de la fiesta el señor Evans dimitió. Recibí el aviso de

que mi puesto ya no sería necesario, y como que tengo algunos días de vacaciones acumulados,este es mi último día.

—¿Qué? —Dije más que nada para mí misma.Amy se limitó a abrazarme, pero mi cabeza iba a mil por hora. ¿Dare había dimitido? ¿El

lunes después de la fiesta? ¿Por qué? Él era el director, el hijo del dueño de la empresa. ¿Por quédemonios iba a dimitir? ¿A caso ya se había divertido lo suficiente conmigo? ¿Por qué diantresnadie me había dicho nada? Siendo la subdirectora, deberían haberme informado de que misuperior directo había dimitido. ¿Tal vez Kevin Wilson pensaba que Dare me había informado?

No entendía nada, pero había ganado ¿verdad? Con Dare Wilson fuera de la ecuación, ya no seme ocurría ningún motivo por el que no pudiese recomponer mi vida. Al fin las cosas parecían irencontrando su cauce.

Me despedí de Amy con un emotivo abrazo, luchando por no derramar ninguna lágrima en supresencia. Aquella mujer había sido un buen apoyo en el trabajo, un soplo de aire fresco enaquella oficina. Cuando Emily y Dare me lo hicieron pasar peor, ella siempre tuvo palabras deánimo y comentarios amables.

Sin duda la echaría de menos, incluso me encontré pensando por qué no podría quedarse ella ymarcharse Emily, pero eso tampoco sería justo. Aunque al principio mi secretaria me había puestolas cosas difíciles, ahora que nos llevábamos bien sabía que también la echaría de menos si semarchase.

Después de hacer todo lo que tenía pensado hacer con mi despacho, y haberme enterado queEmily tenía una cita, le di el resto de la tarde libre y me dediqué a mirar varias páginas de internetque solía seguir cuando tenía tiempo. Llamé un par de veces a Kate para compartir con ella mialegría, pero no me respondió ninguna de las veces, lo cual era habitual si tenía mucho trabajo,como era en estas fechas. Sin duda las buenas noticias podían esperar.

Más tarde en casa, mi compañera todavía no había llegado, pero tampoco me había avisado deque no vendría, así que para mi propia sorpresa me puse a cocinar la cena para las dos.

Era de dominio público que la cocina no era uno de mis puntos fuertes, apenas podía freír unhuevo para salvar mi vida, pero con una buena aplicación en el móvil y una voz robóticaguiándome paso a paso, conseguí hacer un plato decente de pasta a la carbonara.

Estaba terminando de preparar el delicioso plato cuando la puerta del apartamento se abrió yKate entró, olfateando el aroma que se había esparcido por el espacio abierto como un perrito decaza.

—Hummmm ¿a qué huele?—Espaguetis carbonara. —Respondí con una sonrisa de oreja a oreja, mientras servía la cena

en dos platos.—¿Has cocinado tú? —Preguntó sin poder ocultar su estupefacción.—Sí, ¡y sin quemar nada!—¿A qué se debe este milagro navideño? —Me reí ante su cara de estupor.—¡A las maravillosas noticias que tengo que contarte!—¿Y a qué esperas? —Kate era impaciente, pero tendría que esperar.—Vamos, siéntate y cenemos, después te cuento.—Eres cruel, pero como he tenido un día muy largo y me has preparado una cena que huele de

maravilla te perdonaré, por ahora.Hice una reverencia al colocar su plato delante de ella y ambas nos reímos ante mi estupidez.

Abrí una botella de vino tinto que había comprado tiempo atrás y reservaba para una ocasiónespecial.

Cenamos hablando del día en el trabajo de Kate, que al parecer había sido más agobiante delo habitual. Mis habilidades culinarias no habían dado para preparar ningún tipo de postre, así quedespués de que mi amiga me ayudase a recoger la mesa, ambas nos dejamos caer en el sofá, frentea la televisión encendida que ignoramos.

—Bueno, basta de misterio, ¿vas a contarme por qué estás tan feliz o no?—Pues sí, querida Kathleen.—No me lo digas, te has reconciliado con Jayden.—Ehhhhm, no. No es eso. —Dije sin poder evitar hacer una pequeña mueca de dolor,

recordando de mi mejor amigo seguía sin dirigirme la palabra.—¿No? Entonces ¿qué?—¡Evans ha dimitido! —Le conté, alzando un puño al aire en señal de victoria, y con una

sonrisa tan grande en la cara que hasta me dolían las mejillas.—¿Qué?—Sí, Amy ha venido a despedirse y me lo ha contado. Al parecer, Dare dimitió el lunes

siguiente a la fiesta de la empresa. Lo que no sé es por qué a mí nadie me había dicho nada, peroen fin, eso ahora da igual. —Kate me miraba con el ceño fruncido, no entendía por qué no sealegraba, era una fantástica noticia.

—Dare Wilson dimitió justo después del incidente de la fiesta.—Sí.—Después de que te dijese que te quería, le correspondieses, su hermano os pillase

morreándoos y tú, querida amiga, dejases claro que no sabías que Evans era Dare.—Sí.—¿Ves a dónde quiero llegar?—¿No? —La estaba mirando con el ceño fruncido, realmente perdida. No es que no tuviese ni

idea de dónde quería llegar, es que tampoco entendía por qué motivo le estaba dando tantasvueltas al asunto.

—Mina, eres mi amiga y te quiero. —Hizo una pausa y la miré expectante entornando los ojos,cuando comenzaba un discurso con esa frase nunca me gustaba como continuaba. —Pero todo eltema de Dare te ha tenido bastante obsesionada desde el instituto.

—Lo sé, lo sé, pero tú no sabes lo que fue estar en mi piel y…—Déjame terminar.—Perdón. —Me miró entornando los ojos por mi nueva interrupción e hice el gesto de cerrar

mis labios con una cremallera, poner un candado y tirar la llave.—Como iba diciendo antes de que me interrumpieses, el tema de Dare te ha tenido

obsesionada desde hace años. Pero ¿te has parado a pensar qué tal vez, las cosas no son cómo túcrees que son? ¿te has parado a pensar en la otra perspectiva?

—¿Qué quieres decir?—Quiero decir que, si te has parado a pensar que tal vez Dare no estaba jugando contigo, que

tal vez, lo que tuvisteis, lo que te dijo, era de verdad.—Pero en el instituto…—Escucha Mina, en el instituto ambos erais unos críos, es posible que le gustases entonces y

su forma de demostrarlo, o de conquistarte, o lo que demonios fuese que pretendía ese chico,

resultase poco efectiva, o apropiada, o como lo quieras definir.—Infernal. —Me lanzó una mirada que me hizo callar de golpe y dejarla continuar.—Puede que solo fuera un chico al que le costaba expresar sus sentimientos. Es posible que,

al volveros a encontrar, al volveros a conocer esos sentimientos aflorasen de nuevo. Es posibleque, cuando te dijo que te quería, lo dijese de verdad. En cuyo caso, tu reacción le rompería elcorazón del mismo modo en que tú pensaste que él había roto el tuyo. Es el único motivo que seme ocurre para que él, hijo del jefe, haya dimitido después de la fiesta. Por ti, Mina.

Me quedé mirándola, estupefacta. Jamás, en mi cuarto de siglo de vida, me hubiese atrevido apensar que de todos los hombres del mundo, precisamente Dare Wilson pudiese sentir algo por mí,mucho menos que ese sentimiento pudiese ser amor.

—Siempre me has dicho que te dejó su camiseta del equipo de fútbol en la taquilla, tras elúltimo partido, antes de terminar en el instituto.

—Sí.—¿No crees que era una señal?—¿Una señal de qué?—¿Una señal de qué? De verdad Mina, ¿en qué mundo vives tú? ¿no es lo habitual, que la

novia del jugador lleve su camiseta?—Bueno sí, pero yo no…—¡Precisamente! Tú no pensaste, tú no entendiste, y él no se supo explicar mejor.—También me cogía el abrigo y me hacía caminar a casa en invierno.—¿Tenía coche?—¿Dare? Claro, y me seguía a casa con él, seguramente burlándose de mí, que me estaba

congelando sin abrigo en la calle.—¿Nunca te propuso llevarte?—Claro que sí, a diario, pero nunca acepté, no podía confiar en él, no sabía qué… Oh.—¿Oh?—Creo que veo dónde quieres llegar. Me quitaba el abrigo para que aceptase, para que le

dejase llevarme a casa…—Aham, eso creo.—Y mi primer beso…—¿De verdad no viste las señales?—Pensé que sólo quería burlarse de mí…—Bueno, está claro que no.—Pero, quitarme la ropa después de la clase de deporte? Dejarme con el chándal todo el

día…—¿Chándal? Si no recuerdo mal, pantalones de yoga y crop top. El outfit más sexy que te vi

llevar en todo el instituto. Seguramente le gustaba verte con otra cosa que no fuese una sudaderatamaño gigante, que te llegaba hasta las rodillas.

—Si sigues encontrando un motivo lógico para justificar todo lo que hizo, y corroborar tuteoría de que estaba colado por mí…

—¿Qué?—Que no voy a poder seguir odiándole.—No parecías odiarle en absoluto cuando me hablabas de él como Evans.—No.—Dime una cosa, y sé honesta. Por ti misma. ¿Le quieres?—Con cada fibra de mi ser. —Afirmé sin poder evitar echarme a llorar, ante la realidad de

que lo había estropeado todo por estar demasiado cegada.Kate me abrazó y seguí llorando en sus brazos hasta que no tuve más fuerzas.—Era yo, Kate. Todo el tiempo he sido yo.—¿De qué hablas?—¿Te conté lo que me dijo Emily? Que Evans la había rechazado, diciendo que nunca sería

ella, que nadie nunca sería ella… si tu teoría es cierta, entonces creo que esa ella de la quehablaba era yo.

—Creo que, después de todo lo que me has contado que ha ocurrido entre vosotros, en elpasado y ahora, sí. Esa ella eras tú, creo que los dos lleváis enamorados desde el instituto yninguno de los dos ha sabido como gestionar sus sentimientos, mucho menos dejárselos claros alotro.

—Hasta ahora, y yo he metido la pata hasta el fondo.La realidad había caído sobre mí como un auténtico jarro de agua fría.Dare Wilson había sido el único hombre al que había amado en mi vida, y le había perdido no

una, si no dos veces. Me quería, me correspondía, y yo nunca supe verlo. Había estado tan ciegaque había desperdiciado la oportunidad de volver a encontrar el amor en sus brazos, habíadesperdiciado la segunda oportunidad que me había brindado la vida de estar con él.

Porque en el fondo de mi ser, siempre supe que era él, que él era el único dueño de micorazón.

—Tengo que recuperarle como sea. —Declaré en voz alta, más para convencerme a mí mismaque para decírselo a Kate, que sonrió compasivamente.

T

C A P Í T U L O 3 2

enía que recuperar a Dare, pero primero tenía que aclarar las cosas con Jayden, ypara ello tenía que conseguir que volviese a hablarme. Lo que definitivamentesonaba mucho más sencillo de lo que en realidad era.

Después de la conversación tan reveladora que había mantenido la noche anterior con Katetenía claras esas dos cosas. Lo que no tenía tan claro era cómo diantres iba a conseguirlo.

Lo primero que hice aquella mañana al llegar al trabajo fue darle el día libre a Emily, enrealidad, le di dos semanas de vacaciones. Después subí al despacho de Kevin Wilson, que estabareunido, y esperé en uno de los cómodos sofás de su sala de espera, con un café doble sin azúcarni leche, a que su secretaria me permitiese el paso.

Algo más de media hora más tarde, estaba sentada frente al señor Wilson, su mirada era fríacomo siempre, y en su rostro no se podía leer expresión alguna, por lo que no sabía de qué humorme lo iba a encontrar. Entonces recordé algo que había dicho Jayden, que Dare era igual que supadre, y si eso era así, le gustaban los mensajes directos.

—¿Qué te trae esta mañana por mi despacho, Mina?—Todo el trabajo está asignado, todo programado para las dos próximas semanas.—Si esto es por la dimisión de mi hijo y la vacante del puesto de dirección…—No. —Le interrumpí, no quería que me malinterpretase. Iba con su hijo, pero no del modo

que él pensaba, y desde luego, esa era una información que no pensaba compartir con él. Tampocopensaba aceptar esa vacante, sólo podía haber un director y era Dare. —Vengo a informarle quevoy a tomarme dos semanas de vacaciones.

—¿Eso es todo?—¿Sí? —Me sorprendió que no me rebatiese, que no me dijese que no me correspondían, que

no podía irme dos semanas y dejar a la empresa sin director ni subdirectora.—Si eso es todo me doy por avisado. Ahora si me disculpas tengo otros problemas mucho más

importantes que requieren de mi atención.—Gracias señor Wilson. —Asintió antes de responder.—Y Mina, no sé qué demonios ocurre con mis hijos y contigo, pero más os vale, aclarar lo

que sea que suceda, porque de lo contrario tenéis un pie fuera de esta empresa de por vida. Lostres.

—Estoy en ello.—Bien. Sabía que podía confiar en tí.Claro y en sus amenazas, bufé ante ese pensamiento, saliendo por fin de su despacho.¿Cómo había sido tan inocente de pensar que, precisamente un hombre como Kevin Wilson, no

sabía que había ocurrido algo en la fiesta? Algo que implicaba a sus dos hijos y a mí.

Puede que no supiese con exactitud qué era lo que había sucedido, o eso esperaba, pero estabaclaro que algo se imaginaba y tenía que solucionar el entuerto cuanto antes. A ser posible, antes deque los tres nos viésemos de patitas en la calle. Ser la culpable de que echase de su empresa a suspropios hijos y herederos, era un peso que no quería sobre mis hombros. Además, sus malditoshijos me importaban, me importaban de verdad.

Dare porque el amor de mi vida y Jayden porque era mi mejor amigo.Todavía no sabía como recuperar al primero, lo que sí que sabía, era que primero debía

aclarar las cosas con Jay, eso evitaría otro malentendido como el que ocurrió en la fiesta, teníaque sincerarme con él y con suerte, podría perdonarme. Ese era el primer paso que tenía que dar,sólo me faltaba averiguar el cómo.

Entre unas cosas y otras había perdido casi toda la mañana y era casi hora de comer.Comer.Pues claro ¿cómo no se me había ocurrido antes? Pues porque tenía la cabeza sobre los

hombros de adorno, por eso.Le mandé un mensaje a Liza de inmediato, el fin justificaba los medios, y además, el medio era

sólo una inocente mentirijilla.Mina Swan: Hola Liza, disculpa que te moleste. Verás, quería darle una sorpresa a Jayden,

¿puedes averiguar si irá a comer al Per Se, como siempre? ¡Gracias!Lizabeth: ¡No es molestia! Ohhhh ¿así que estamos en la fase de las sorpresas? Ahora te digo

algo, pero tienes que prometerme contármelo todo.Esperé lo que me pareció una eternidad, aunque en realidad no fueron más de cinco minutos.Lizabeth: Confirmado, comerá en el Per Se. A veces me pregunto si tendrá acciones en ese

restaurante…Mina Swan: ¡Gracias! Yo me pregunto lo mismo, de hecho una vez se lo pregunté, pero

cambié rápido de tema, me asesinó con la mirada. Prometo ponerte al día de todo, pronto.Tan pronto como tuviese todo este maldito lío solucionado, que ya se estaba alargando

demasiado. Me puse la chaqueta, cogí el bolso y llamé a un taxi. Si había que ir hasta el malditoPer Se para recuperar la amistad de Jayden Wilson, se iba, y no había más vuelta de hoja.Además, la ventaja de acorralarle en un lugar público era que, siento Jay tan educado y correcto,jamás montaría una escena, así que me escucharía, quisiera o no.

Aquel día el tráfico me parecía más intenso de lo habitual, y el trayecto infinitamente máslargo. Parecía que no iba a llegar nunca, y a cada segundo que pasaba estaba más y más nerviosa.Sabía que Jayden no se pondría en evidencia, pero bien podía levantarse y marcharse, bien podíanegarse a escucharme y ser educado al mismo tiempo. Sólo esperaba que no tuviese que llegar aese extremo.

Finalmente llegué al restaurante, y de pronto una duda me abarcó, ¿y si había pedido a la mujerde la entrada que me vetase? Igual que había hecho tiempo atrás con su secretaria Gwen, cuandome bloqueó para que no pudiese contactar con él, igual que, estaba segura, había hecho de nuevoen la empresa.

Temiendo que hubiese utilizado esa estrategia esperé, cuando la mujer se fue a acompañar aunos clientes hasta su mesa me colé con paso decidido en el comedor del restaurante, sabiendoexactamente dónde dirigirme. Jayden tenía su propia mesa, había estado allí con él suficientesveces como para encontrarla con los ojos cerrados. Tal como Liza me había confirmado, Jaydenestaba allí. Había llegado el momento de la verdad. Me acerqué a él rápidamente y me senté en lamesa frente a él. No pudo esconder su sorpresa, pero pronto se puso la máscara de hielo, aquellaque sólo había visto una vez antes, la noche de la fiesta. Tomé aire y me dije a mi misma que era

entonces o nunca.—Jayden, sé que me has estado evitando, pero necesito que me escuches sin interrupciones,

por favor. Si cuando termine de hablar decides que prefieres seguir odiándome lo entenderé y memarcharé, pero sinceramente espero que no ,porque eres mi mejor amigo y te echo de menos.

Hice una pausa para evaluar su reacción a mis palabras, se limitó a asentir y mirarmefijamente, supuse que era tan válido como un sí hablado, así que comencé mi discurso.

—Lo primero que quiero que sepas es que nunca, jamás, quise hacerte daño Jay. Te quiero,eres mi mejor amigo y no puedo soportar la idea de que me alejes de tu vida. No ahora que me hedado cuenta de lo que tu amistad significa para mí. Nunca debí dejar que me besases, estabaconfundida y te di esperanzas sin pretenderlo. Cuando comencé a trabajar para tu padre, no teníani idea de que estaría en el mismo departamento que Dare, nadie me dijo nada. Cuando conocí aEvans me sentí atraída por él, pero nunca pensé que fuera Dare, no le reconocí en ningúnmomento. Con el tiempo, comenzamos algo, pero con él nunca tenía nada claro, me habíaenamorado de él, pero no sabía dónde estaba nuestra relación. No sabía si era un simple lío o side verdad estábamos construyendo algo juntos. Kate me decía que era mala idea liarme con él, yque debía plantearme que tú eras mucho mejor opción. Tal vez por eso no te detuve aquella noche,pero no sólo fue injusto para tí, también me estaba engañando a mí misma.

—¿Has terminado?—No. En el instituto, yo estaba loca por tu hermano, pero él tenía ese modo tan peculiar de

demostrar que le gustaba que no lo entendí hasta ahora. Siempre pensé que era un demonio, quesólo disfrutaba humillándome, cuando lo que intentaba era demostrarme que le importaba, quesentía algo por mí. Sigue siendo frío, hasta la noche de la fiesta no supe si realmente sentía algopor mí, pero esa noche, justo antes de que nos vieses, me dijo que me quería y me sentí la mujermás afortunada del mundo, porque es lo mismo que yo siento por él. Estoy enamorada de Dare,Jay, siempre lo he estado… aunque no lo supiera. Cuando le llamaste Dare, mi mente retorcidapensó automáticamente lo peor, pensé que Dare me había estado engañando, que todo lo que habíapasado entre nosotros era sólo una de sus bromas, una forma de humillarme. Todo ha sido culpamía, estaba tan ciega que nos he hecho daño a los tres, sin pretenderlo.

—¿Y qué piensas hacer ahora, Mina? El daño está hecho.—Lo sé, pero no puedo rendirme, tengo que recuperarle, como sea.—Espero que no hayas venido hasta aquí con la intención de que te ayude a volver con mi

hermano.—No. He venido aquí porque lo primero que quería hacer, antes de nada, era aclarar las cosas

contigo.—Bien, ya te he escuchado.—¿Podrás perdonarme algún día?—No puedo decir que entienda nada que lo que has hecho, igual que no entendí nunca tu

obsesión con odiar a Dare, aunque supongo que ahora entiendo algo mejor qué es lo que hasucedido, y por qué mi hermano cortó el contacto contigo.

—¿Qué quieres decir?—Siempre me gustaste, en el instituto y bueno, no hace falta que te explique mucho más. Pero

cuando éramos unos adolescentes, Dare me dijo que si te tocaba un pelo me mataría, y mi hermanopuede dar mucho miedo cuando se lo propone, además yo siempre le he respetado. Cuando se fuedel instituto me encargó protegerte en su ausencia, dijo que aunque él se alejase, eras suya y que sialguien se atrevía a ponerte una mano encima, incluido yo, se enteraría y sería su fin.

—No tenía ni idea.

—No, claro que no, estabas muy ocupada odiando a todos los Wilson por algo que sólo existíaen tu cabeza.

—¿Esto significa que me perdonas? ¿Volvemos a ser amigos?—Le fallé a mi hermano entonces, supongo que lo menos que puedo hacer es estar al lado de

su chica ahora. Sí, te perdono, tú también eres mi mejor amiga. Además, ahora que has sacado porfin la cabeza del trasero no veo por qué no volver al punto en que lo dejamos.

—Gracias Jay, no sabes cuánto significa todo esto para mí.—Bueno, me hago una idea. Pero lo que te he dicho antes lo mantengo. No pienso meterme

entre Dare y tú, estas sola en eso.—Gracias Jay, te quiero.—Y yo a tí, preciosa.No me importó dónde estábamos, me levanté de la silla, rodeé la mesa y le abracé. Al

principio se tensó, pero se relajó rápidamente y me devolvió el abrazo, había recuperado a mimejor amigo, las cosas volvían a estar bien, pero no debía olvidar que Jay era el hermano bueno.Todavía me quedaba la peor parte, recuperar al hombre de mi vida, y si pensaba por un segundoque encontrar a Dare, y hacer que me escuchase iba ser fácil, estaba muy equivocada.

L

C A P Í T U L O 3 3

levaba dos días dandole vueltas al mismo tema.Como diantres recuperar a Dare.Kate estaba ya más que harta de escucharme y Jay se había negado en redondo a tocar

cualquier tema relacionado con su hermano. Cuando me dijo que estaba sola en esto, no estababromeando.

La realidad era que seguía sin tener ningún plan. Le había llamado por teléfono, en variasocasiones, pero en todas ellas me recibió el mismo mensaje. Aquel que indicaba que el teléfono alque estaba llamando estaba apagado o fuera de cobertura. Ni siquiera me sorprendería el hecho deque Dare hubiese cambiado de número en este tiempo. ¿Pero cómo demonios encontrarle ahora sinayuda?

Por supuesto también recurrí al único amigo suyo que conocía, Gabriel Darwin White, quienmuy educadamente me mandó a tomar viento fresco en el instante en que mencioné a Dare. Desdeluego, estaba al corriente de lo sucedido, y no de mi parte. Así que por lo visto, no iba a ayudar ami causa.

Estaba anocheciendo cuando Kate entró en casa y me encontró tirada en salón, con el teléfonoen las manos y refunfuñando. El tiempo pasaba y estaba igual que al principio, sin ningunapuñetera pista sobre qué hacer, o cómo acercarme a él. Esto estaba siendo mucho más difícil de loque imaginaba, pero sabía que si lograba que me perdonase todo merecería la pena, por difícilque fuera.

Había pasado toda mi vida huyendo, ya era hora que luchase por algo. Resultaba irrisorio que,el motivo por el que había estado huyendo, resultase ser el mismo por el que estaba dispuesta aluchar y darlo todo ahora. Era sorprendente como la vida le daba la vuelta a las cosas en un abriry cerrar de ojos.

—Veo que sigues igual.—No paro de pensar en cualquier cosa que pueda darme una pista, alguien a quien contactar,

pero nada. Darwin no quiere saber de mí más que Dare, Jayden no quiere entrometerse y no piensaayudarme, tú ni siquiera le conoces. Estoy perdida Kate.

—¿No conoces a ninguno más de sus amigos?—No, no conozco a nadie que le conozca, no al menos que sepa como localizarle.—Es difícil que puedas saber cómo encontrarle si no tienes ni siquiera un amigo suyo que te

hable y te diga dónde vive. Algún vecino, un amigo de un amigo… ya sabes, un nexo.—¡Eso es! Eres un genio Kate, te quiero. —Grité, dandole un fuerte abrazo y un sonoro beso

en la mejilla a mi amiga.—Ehmm vale, pero, ¿me puedes decir qué he hecho?

—¿Recuerdas la fiesta de cumpleaños a la que me llevó Jay antes de la fiesta?—Sí, a casa de unos amigos suyos.—Dan y Liza, exacto, recuerdo que cuando me sorprendió la zona en qué vivían, Jay me

reprendió. ¿Y a qué no sabes qué más dijo sin darle importancia? —Dije mientras me levantaba ycomenzaba a ponerme el abrigo, sin preocuparme el aspecto que tuviese.

—¿No?—¡Dijo que Dare vivía a un par de casas de Dan y Liza! Me reprendió por juzgarle, dijo que

no a todo el mundo le gustaba vivir en rascacielos y puso como ejemplo a Dare, que por lo vistoes vecino de Lizabeth.

—¡Pero eso es genial! Es la primera pista que tienes en días, ¿y recuerdas la dirección?—No, pero tengo el teléfono de Liza, voy a llamarla mientras bajo y le preguntaré la

dirección.—¿Y te la dará sin más? —Kate casi me contagió su escepticismo, casi.—Estoy segura que encontraré el modo de que lo haga, tú confía en mí.—Anda, Sherlock, ve a recuperar a tu hombre antes de que acabe el año.—Apenas quedan unas horas para eso, así que reto aceptado. —Dije guiñándole el ojo.Salí de mi apartamento marcando el número de Liza, crucé los dedos para que me cogiese el

teléfono, ahora que había visto la luz, era como un tren de mercancías a toda velocidad, no podíadetenerme y no pensaba dejar que nada ni nadie me frenase.

—¡Mina! Qué sorpresa.—¡Feliz año nuevo! Oye Liza, ¿qué te parece si quedamos en un par de días para tomar un

café? Empezar el año con buen pie.—¡Sería genial! Podemos ir al sitio del que estuvimos hablando en el cumpleaños de Dan.—¡Perfecto! ¿Qué tal el próximo miércoles? ¿Era el día que librabas, verdad? ¿te viene bien a

eso de las cuatro?—Sí, el miércoles a las cuatro me viene bien, ¿aviso a Phoebe?—Ahora hablo yo con ella. Oye Liza, mándame por mensaje tu dirección así paso a recogerte

por casa, al final se me va a estropear el coche de no usarlo nunca.—¡Claro! Ahora te la envío, ya me confirmas cuando hables con ella.—Cuenta con ello.En menos de dos minutos tenía la dirección de Liza. También le mandé un mensaje a Phoebe,

quien me respondió que se apuntaba de inmediato, y dijo que estaría en casa de Liza para que lasrecogiese a las dos.

Cogí un taxi y le di la dirección de mi nueva amiga. La zona en que Dare vivía, MeatpackingDistrict, quedaba relativamente cerca de mi apartamento en el Uper East Side, o lo que era lomismo, a poco más de media hora en coche. El trayecto se me hizo eterno, mientras en mi cabezaensayaba una y otra vez mi discurso de disculpa. Discurso que olvidé en el instante que pagué lacarrera y puse los pies en el helado asfalto.

Observé las escaleras que conducían al portal de casa de mis amigos, y las casas que había aambos lados, idénticas. Jayden había dicho a un par de casas, lo cual no era ninguna cienciaexacta, bien podían ser dos o doce, a izquierda o derecha. Podía ser como buscar una aguja en unpajar, pero al menos sabía dónde comenzar a buscar, era lo máximo que había conseguido hasta elmomento, así que tenía que servir.

Conté dos casas a la derecha y llamé al timbre. Me abrió un matrimonio mayor y me disculpéavergonzada, explicando que me había equivocado, aproveché la ocasión para preguntar siconocían a Dare, pero no supieron de quién les hablaba. Después probé con las dos casas a la

izquierda de la de Liza, en aquella ocasión quien me abrió la puerta fue una mujer afroamericanacon un niño en brazos, que tampoco parecía tener idea de quién diantres era la persona a quien yoestaba buscando. Probé siete casas más antes de dar con la adecuada.

Estaba ya entre helada, avergonzada y casi desesperanzada cuando la puerta de la novena casaa la que llamaba se abrió. Dare se alzaba majestuoso en el umbral de la puerta de su casa, susorpresa inicial al verme fue sustituida rápidamente por una expresión de desagrado, que me dejóbien claro de inicio que no me lo iba a poner fácil, pero con él las cosas nunca lo habían sido.

—Dare. —Dije casi sin aliento, olvidando de pronto las palabras. No tenía mejor aspecto delque debía tener yo, lo que me confirmaba que le había hecho daño, del mismo modo que me lohabía hecho a mí misma.

—¿Ahora me llamas Dare? ¿Qué coño haces tú aquí? —Preguntó cortante.—Te he estado buscando, posiblemente tengas quejas de tus vecinos, me ha costado un poco

dar con tu casa. He venido a hablar contigo, a disculparme, si me dejas que te explique…—Márchate, no tengo nada que hablar contigo. —Dijo, comenzando a cerrar la puerta.—¡No pienso irme hasta que me escuches! —Grité justo antes de que me cerrase la puerta en

las narices.No había llegado tan lejos para rendirme a la primera de cambio, ya sabía que Dare me

pondría las cosas difíciles, sabía que no sería fácil que me escuchase de entrada. Pero no pensabarendirme, si tenía que esperar en la puerta de su casa hasta que saliese, perseguirle allá a dondequisiera que fuera, lo haría. Pero ese maldito cabezón iba a escucharme.

Llamé varias veces a la puerta, pero Dare me ignoró, así que cumpliendo mi amenaza me sentéen las escaleras de acceso a su puerta y esperé. Estaba nevando y hacía un frío del demonio, peroantes me convertiría en una maldita estatua de hielo que me marcharía de allí. No había llamado amedia calle para nada.

Quise hacerme la fuerte, pero tras casi una hora comencé a venirme abajo. Tenía tanto frío queno sentía ninguna de mis extremidades, se me cerraban los ojos y me sentía demasiado cansadacomo para moverme. Sabía que era a causa del frío, pero no encontré en mí la motivaciónsuficiente como para abandonar. Todavía pasó casi una hora más hasta que la puerta de la casa deDare se abrió de nuevo. Me pareció ver que se sorprendía de encontrarme todavía allí, pero paraaquel entonces yo ya no tenía fuerzas para enfocar su cara, mucho menos para hablar. Aún así lointenté, sin éxito, puesto lo que debía haber sido su nombre sonó más bien como un gemidolastimero inidentificable.

—Maldición Mina, te había dicho que te marcharas. Jodida cabezota. —Gruñó mientras melevantaba del suelo y entraba de nuevo en su casa conmigo en brazos.

Su cuerpo se sentía cálido contra el mío, pero dos horas en la calle, en plena nevada un 31 dediciembre era más de lo que mi cuerpo parecía querer soportar. Me dejó caer suavemente en loque creí era un sofá frente a un hogar de leña encendido, antes de que perdiese el conocimiento.

Me desperté de golpe, gritando su nombre.De pronto no recordaba cómo había llegado a aquel sofá o a la habitación dónde estaba.

Recordaba estar por ultima vez en las escaleras de acceso a casa de Dare, sin querer abandonarmi puesto de vigilancia, sin querer dar mi brazo a torcer sin luchar.

Pero entonces le vi, se acercó a mí y se detuvo a un mero paso de distancia. Mirándome con elceño fruncido.

—¿Qué demonios Mina? ¡Te dije que te marchases! —Me reprendió, no sabía si molesto opreocupado. Tal vez las dos cosas, nadie quiere encontrarse un cuerpo congelado en la puerta desu casa el día de año nuevo.

—No podía irme, no puedo rendirme. —Dije con dificultad.—¿Por qué has venido? No podías dejar las cosas como estaban ¿verdad? Tenías que hurgar

en la herida.—Tenía que hablar contigo.—Bueno, pues yo no tengo nada que hablar contigo Mina, todo quedó muy claro cuando te

marchaste de la fiesta.—Todavía me debes dos respuestas Dare. —Estaba comenzando a sentirme mejor, si quería

ponerme las cosas difíciles sólo significaba que tendría que esforzarme más.—¿Tú crees? ¿No fue Evans quién te prometió eso? Creo que no tiene nada que ver conmigo.—Lo siento Dare, siento no haberme dado cuenta de nada. Siento no haberme dado cuenta de

lo que pretendías en el instituto, siento haber pensado que sólo querías hacerme la vida imposible,que sólo querías burlarte de mí. Siento haber intentado odiarte durante toda mi vida, y digointentado porque siempre te he querido, aunque me negase a reconocerlo. He pasado los últimosaños de mi vida sin ti, durmiendo con tu camiseta, fui una imbécil por no darme cuenta de lascosas hasta que… espero que no sea demasiado tarde,”

—Mina, no puedo hacer esto ahora, tómate el tiempo que necesites para recobrar el calor ymárchate.

—Dare… escúchame por favor.—¡No! ¡Escúchame tú! Ya he tenido suficiente, no quiero escuchar ni una sola palabra más.—¡Me vas a escuchar, maldito cabezota! Vale, puede que no te reconociese, que no supiera

que habías cambiado tu apellido para que no te relacionasen con tu padre. ¡Pero me enamoré de tíigualmente! La vida me dio la oportunidad de volverte a conocer, y mi corazón te volvió a elegir.Te quiero Dare, me perdones o no, me des una oportunidad de arreglar las cosas o no, te quiero, yeso no va a cambiar nunca. Eres el único para mí, sé que eres tú porque siempre has sido tú.

—Ya basta Mina.—No, no basta. Me debes dos preguntas, y tú nunca has sido del tipo de romper una promesa.—En eso te equivocas.—Recuerdo lo que dijiste en Philadelphia, he atado cabos, tú no me fallaste Dare. Fui yo

quien no supo avanzar sin ti, estaba obsesionada, atrapada en una realidad que sólo yo veía. Noera tu deber protegerme.

—Fallé a mi promesa, te fallé a tí y me fallé a mí mismo.—Sólo dos preguntas Dare.—Sé que me arrepentiré de esto.—Te prometo que no te arrepentirás.—Supongo que no tengo elección, ¿verdad? —Cedió sentándose a mi lado.—Nunca la tuvimos.—Adelante, pregunta.—¿Todavía me quieres?—Sí.—¿Nos das una oportunidad, de intentarlo de nuevo, como pareja, sin equívocos está vez?—Creo que eso es más de una pregunta.—No, no lo es. Ahora responde.—¿Me estás pidiendo que salga contigo? —Me mordí el labio, pensando cómo responderle,

pero qué narices, eso era exactamente lo que le estaba pidiendo.—Te estoy preguntando si aceptas ser mi pareja de nuevo, volver al punto en que nunca debí

huir y seguir siendo mi novio. Sin escondernos.—No creo que esa sea una pregunta que debas hacer tú.—¿Por qué no? Dare…—Cállate, por una maldita vez en tu vida Mina, cállate y déjame hablar. Yo no soy como mi

hermano, yo no expreso mis sentimientos, me cuesta abrirme a la gente, me cuesta exponerme ydejar entrar a los demás. —Hizo una pausa, tratando de encontrar las palabras, mientras se pasabauna mano por el pelo, dejándolo todavía más revuelto y dándole un aspecto más sexy, si es queeso era posible. —Todavía me cuesta más abrir mi corazón, por eso actué como lo hice, sé quedebí hacerte esta pregunta en el instituto, pero supongo que con nuestro historial, ahora es tan buenmomento como lo fue entonces. —Se volvió para estar de frente a mí y clavó sus intensos ojosazules en los míos. —Mina Swan, ¿quieres salir conmigo?

—Sí, Dare Wilson, quiero salir contigo.Dare selló de inmediato mis labios con los suyos, aquellos labios que tanto había echado de

menos. Ambos habíamos recorrido un largo camino para llegar dónde estábamos, pero aunquehabía sido un recorrido lleno de obstáculos y altibajos, todo había merecido la pena porque alfinal, estábamos juntos, como siempre debimos estar.

—Te amo Dare Wilson.—Te amo Mina Swan.

M

E P Í L O G O

U N A ÑO DE S PU É S .

e desperté con el olor de café recién hecho y bollos recién horneados. Medesperecé y salí a la cocina, llevando únicamente la prenda que me habíaacompañado durante más años que cualquier otra de todo mi vestuario, la camiseta

del equipo del instituto de Dare. Quien me recibió con su sonrisa pícara al otro lado de la isla decocina.

—Buenos días, bella durmiente.—Si no me mantuvieras despierta la mayor parte de la noche…—¿Son quejas lo que oigo? —Fingió haberse ofendido mientras me rodeaba con los brazos,

antes de darme un beso de buenos días.—Nuh-hum, de eso nada.—Eso me parecía.Así habían sido todas mis mañanas desde hacía poco más de seis meses, cuando finalmente

Dare me convenció para que me mudase con él, a su acogedora casita en el Meatpacking District.Era 31 de diciembre y nuestro primer aniversario, nos pusimos de acuerdo en contar desde la

fecha en que nos reconciliamos.En enero había convencido a Dare de recuperar su puesto de director de marketing en la

empresa de su padre, también a mi futuro suegro de volver a contratar a Amy como secretaria deDare. Jayden nos había ayudado con ambas cosas, porque el señor Kevin Wilson tenía un geniodel demonio y estaba dispuesto a hacerle pagar a Dare su deserción, como insistía en llamar a sudimisión.

Mis padres se habían tomado bastante bien la noticia de que no salía con Jay, sino con Dare.Supongo que a fin de cuentas y para mi completa indignación, lo que les importaba era que fueseun Wilson, ya no tanto cuál de los dos.

Había sido un año maravilloso, sin duda el mejor de mi vida, y es que al lado de Dare cadadía era mejor que el anterior, cada día estaba más enamorada de él. Por eso habíamos organizadola fiesta de fin de año en casa, con todos nuestros amigos más cercanos y sus parejas. Llevábamosdos semanas organizando y preparándolo todo. Era la primera fiesta que íbamos a dar en nuestronuevo hogar, y yo estaba de los nervios porque quería que todo saliese perfecto, lo que a su vez,parecía estar poniendo nervioso también a Dare.

A media tarde desapareció de mi vista con la excusa de ir a comprar algunas cosas de última

hora, yo había entrado en modo huracán, dando los últimos toques a la decoración y preparandolos aperitivos, así que era mucho mejor apartarse de mi camino, antes de quedar atrapado en milocura organizativa.

Dare volvió justo cinco minutos antes que los primeros invitados comenzaran a llegar. ProntoKate, Liza, Phoebe y yo estábamos degustando unos canapés en la cocina, mientras poníamosverde a la celebridad del momento. Por su parte, nuestros hombres estaban en el salón,poniéndose al día sobre deporte.

Cuando llegó el momento de prepararse para la cuenta atrás, Dare se apartó del resto de loschicos y vino para cogerme por la cintura y darme un beso que me dejó sin respiración. Mientrasnuestros amigos ovacionaban la demostración de afecto.

—Feliz primer aniversario Mina.—Feliz primer aniversario Dare.La cuenta atrás comenzó, sin que mi hombre se separase ni un milímetro de mí, y sin dejar de

mirarme a los ojos.—He estado pensando en algo.—¿Uh-hum?—¿Quieres casarte conmigo? —Abrí los ojos como platos y él sólo sonrió, con aquella media

sonrisa que me quitaba el aliento, y mientras todos nuestros amigos gritaban el último número dela cuenta atrás, yo grité más fuerte.

—¡SÍ!De pronto, toda la atención estaba sobre nosotros, sobre Dare, que estaba en el suelo sobre

una rodilla, poniendo un anillo en mi dedo, un precioso anillo de platino con un discreto diamanteen el centro. Tiré de las solapas de su americana para que se levantase y sellar nuestrocompromiso con un beso.

Tras recibir las felicitaciones de nuestros amigos, que me juraron que no sabían nada del plande Dare, incluido Jayden que esbozó una sonrisa que me hacía pensar que no estaba siendohonesto del todo, bebimos y bailamos toda la noche. La noche que daba comienzo a un nuevo añoy a una nueva y emocionante etapa de nuestras vidas.

Fin

N O T A S

C A PÍT U LO 2 4

1 Barrio del Highline Park. Meatpacking District mezcla arquitectura industrial con diseño de vanguardia.2 Casas estrechas de varios pisos, con acceso de escaleras. Son típicas en algunos barrios. Reciben su nombre delmaterial de sus fachadas, piedra marrón.

C A PÍT U LO 2 5

1 Porciones.

C A PÍT U LO 2 9

1 Río del Odio, en la mitología griega. Constituía el límite entre la tierra y el mundo de los muertos, el Hades, alque circundaba nueve veces.

A G R A D E C I M I E N T O S

En primer lugar quiero daros las gracias a todos vosotros, mis lectores, porque sin vosotrosnada de esto sería posible. Sois los que me animáis a seguir escribiendo cada día.

Los que me seguís desde hace un tiempo sabéis que siempre menciono a la música en estasección de mis libros. La música es mi musa, y siempre que estoy escribiendo está sonando a mialrededor.

No puedo dejar de agradecerles a mi familia y amigos que me soporten cuando me escondo enmi burbuja, durante mis largas sesiones de escritura.

Me encanta recibir vuestros comentarios y vuestras opiniones, por lo que mi correoelectrónico siempre está abierto para vosotros, os dejo aquí abajo donde podéis encontrarme ytambién seguirme para estar siempre al tanto de las últimas novedades.

Correo electrónico: maymarsbooks@gmail.comBlogs: https://maymarsbooks.blogspot.com.es

https://maymarsbooks.wordpress.comTwitter: @MayMarsBooksInstagram: @maymarsbooks

Facebook: www.facebook.com/maymarsbooks/Web: www.maymarsbooks.com