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  • 7/29/2019 Volpi. Atisbos Del Porvenir

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    ATISBOS DEL PORVENIR

    El Mxico de 2010 visto desde 2110

    Obertura. Mxico en La Mancha

    Agradezco la invitacin del Excelentsimo Rector de la Universidad de Castilla-La Mancha para

    dirigirme a ustedes a travs de esta holoconferencia en torno a la situacin poltica, social y

    cultural de Mxico en 2010, mientras celebraba el bicentenario del inicio de su independencia,

    justo cuando se cumplen cien aos de aquel momento. Celebro que la tecnologa me permita

    encontrarme en dos lugares y dos tiempo a la vez: ms an porque as una parte del antiguo

    Mxico "esa nacin cuya azarosa vida se prolong a lo largo de casi tres siglos" renace hoy en La

    Mancha, la comarca reinventada por Cervantes que an sirve de inspiracin a ese vasto territorio

    de habla hispana que se extiende desde Canad hasta la Patagonia.

    Mucho ha cambiado el mundo desde entonces: para empezar, a partir de que Mxico se

    incorporase a la Unin Americana hace un ao escaso, deberamos dar por concluida su poca

    como nacin independiente. Poco a poco los mexicanos nos acostumbraremos a esta mutacin,

    como les ocurri a ustedes aqu, donde ya nadie muestra nostalgia alguna por el nombre de

    Espaa, suprimido de los documentos oficiales en 2050, cuando se reconfigur la nueva

    organizacin provincial de Europa.

    No deja de resultar paradjico que, al rememorar el tricentenario de la independencia de Mxico,

    ese lugar ya no exista: la idea de esta charla es, por tanto, analizar algunas de las razones que, cien

    aos atrs, detonaron los movimientos que a la postre condujeron a la abolicin de la frontera

    entre Estados Unidos y Mxico y a la unin continental que, entre los mejores augurios y las ms

    feroces crticas, se levanta en nuestros das.

    Primer acto. El baile del Bicentenario

    Historiadores y agoreros sealaron la coincidencia: si 1810 dio origen a una conflicto que se

    prolong por once aos y 1910 a una revolucin que dur diecinueve, 2010 vio el apogeo de la

    llamada "guerra contra el narco", que no concluy sino dieciocho aos ms tarde, en 2026, cuando

    Mxico anunci la legalizacin de las llamadas "drogas duras", adelantndose en un ao a la

    posicin tomada por Estados Unidos. Las estadsticas muestran una catstrofe de proporciones

    blicas: ms de 30 mil muertos entre 2006 y 2010, a los que habran de sumarse decenas de miles

    en los lustros subsecuentes.

    Antes de llegar a este punto, es necesario retrotraerse dcadas atrs para atisbar las condiciones

    que propiciaron este desastre humanitario. En mayor o menor medida, el comercio de drogas

    siempre estuvo presente en Mxico, si bien su expansin se aceler a partir de los aos cuarenta.

    En ese momento, los traficantes mexicanos que haban surtido de alcohol al sur de los Estados

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    Unidos durante la Prohibicin se reconvirtieron en exportadores de droga, en especial de

    marihuana, una sustancia que se empleaba en Mxico desde la poca prehispnica y que jams

    haba sido objeto de persecucin. Al trmino de la segunda guerra mundial, la poltica de salud

    pblica en Estados Unidos se volvi tambin ms restrictiva, al grado de ilegalizar todo tipo de

    enervantes y de perseguir tanto su produccin como su distribucin y consumo. Entretanto, la

    demanda de estos productos se increment drsticamente y los traficantes mexicanos, ms tardealiados con los productores colombianos "responsables de la introduccin masiva de cocana", no

    tardaron en aprovechar este filn.

    De 1929 al 2000, Mxico estuvo gobernado por un solo partido, en un sistema poltico al que

    Mario Vargas Llosa denomin "dictadura perfecta", que se asemejaba ms bien a un autoritarismo

    selectivo, pues a la vez consenta mayor libertad cvica que cualquier dictadura latinoamericana

    del momento "o, para el caso, que el comunismo cubano o sovitico", y mantena un frreo

    control sobre casi toda la vida pblica y no dudaba en emplear la fuerza cuando se senta

    amenazado (como ocurri en 1968). El Partido Revolucionario Institucional (PRI) no slo se

    transform en una eficaz mquina para ganar elecciones, sino en una estructura que acab porpermear todo el desarrollo del pas, provocando que el orden institucional adoleciese de sus

    mismos vicios y lastres. Su antecesor, el Partido de la Revolucin Mexicana, haba nacido como un

    pacto de caudillos para repartirse las distintas posiciones de poder, y esa capacidad negociadora,

    siempre en los lmites de la legalidad, se conserv hasta los albores del siglo 21.

    El rgimen de la Revolucin construy un andamiaje jurdico ejemplar "la primera constitucin

    social del siglo 20, como rezaba la propaganda oficial", que no se corresponda con una realidad

    dominada por la corrupcin, el autoritarismo y un precario estado de derecho. A nivel local, los

    gobernadores de los estados, tericamente autnomos, eran nombrados por el presidente de la

    Repblica, y stos a su vez imponan a los alcaldes de las distintas ciudades y pueblos. Esta

    pirmide de poder se vea engrasada por la corrupcin tanto de los funcionarios pblicos como de

    los integrantes de las policas estatales y municipales, as como por un sistema de justicia que

    obedeca ciegamente los dictados del ejecutivo.

    Si bien algunos de sus miembros se atrevieron a confesar la conveniencia de pactar abiertamente

    con los narcos, en realidad el entramado social del priismo, donde los actos del gobierno y del

    partido se fundan con toda clase de negocios ilegales, alent su florecimiento mediante una serie

    de acuerdos tcitos entre los responsables polticos, la polica, los tribunales y los delincuentes.

    Hasta sus ltimos das en el poder, el PRI mantuvo este "statu quo e", incluso ante escndalos

    como el asesinato de un agente de la agencia antinarcticos estadounidense en 1985 o del

    arzobispo de Guadalajara en 1993, la detencin de funcionarios de alto nivel vinculados al narco

    "como el general Gutirrez Rebollo en 1997", o la prominencia de ciertos capos "los hermanos

    Arellano Flix, el "Seor de los Cielos o el Chapo" Guzmn" jams alter esta estrategia.

    El triunfo del candidato del Partido Accin Nacional (PAN) en 2000 pareca destinado a cambiar la

    situacin, pero a nivel local las viejas alianzas del priismo se conservaron prcticamente intactas:

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    hasta bien avanzado el siglo 21, una cuarta parte de los estados del pas jams fue gobernada por

    otro partido. Slo que, ante la ausencia de un poder central omnmodo, el tejido de complicidades

    que haba asegurado el orden y la relativa estabilidad del pas comenz a resquebrajarse. En este

    escenario fluctuante y movedizo, los antiguos acuerdos entre el gobierno y los narcotraficantes "y

    de stos entre s" se volvieron cada vez ms frgiles o de plano se quebraron. De pronto ninguna

    autoridad poda asegurar que se respetara una plaza o una ruta "palabras clave del nuevo"narcolenguaje"" o que ciertos capos seran intocables. La perversa e implacable lgica priista

    qued desgajada, dando lugar a un terreno pantanoso en el cual las tensiones se volvieron

    extremas. El gobierno del presidente Caldern acert en sus crticas: durante el sexenio de Vicente

    Fox nada se hizo, ya no para transformar el sistema, sino para comprender las consecuencias

    sociales provocadas por la descomposicin del antiguo rgimen.

    A este escenario inestable se sumaron dos elementos externos. Si bien el discurso antiinmigrante

    se haba apoderado ya de amplios sectores de la derecha estadounidense, los atentados

    terroristas del 11 de septiembre de 2001 fueron el mejor pretexto para tratar de cerrar an ms la

    frontera. En segundo lugar, la facilidad para adquirir toda clase de armas en Estados Unidosfavoreci que los distintos grupos de narcos "as como sus sicarios y ejrcitos privados", cada da

    ms atomizados e incontrolables, se armasen cada vez ms. Las condiciones eran propicias para

    que cualquier nuevo elemento detonase una catstrofe perfecta, como en efecto ocurri.

    Las elecciones federales de 2006 fueron una pesadilla despus del breve sueo democrtico del

    2000: el triunfo de Felipe Caldern ante al candidato de la izquierda, por menos de un punto,

    provoc una agitada protesta poselectoral y Andrs Manuel Lpez Obrador se neg a reconocer la

    legitimidad de su contrincante. Aunque esta deriva radical alien a la mayor parte de sus

    seguidores, la crisis enturbi el inicio del gobierno de Felipe Caldern. A cien aos de distancia an

    no es posible saber, de forma definitiva, hasta dnde la "guerra contra el narco" fue emprendida

    en busca de la legitimacin poltica, como sealaron los rivales de Caldern, o debido a una

    decisin consciente de desmantelar las complicidades que subsistan desde la poca priista, como

    aseveraba el propio Gobierno, pero no cabe duda de que su proclamacin en 2007 se convirti en

    el disparador de la ola de violencia que se abati sobre el pas a partir de entonces. Pero el

    diagnstico sobre la situacin elaborado por Caldern era preciso: la precaria estabilidad abonada

    por los gobiernos priistas, tanto a nivel federal como local, haba comenzado a resquebrajarse con

    la consiguiente descomposicin del tejido social.

    Podemos asegurar que, de no haberse lanzado la "guerra contra el narco", la violencia se hubiese

    conservado en los niveles anteriores a 2007? Difcil saberlo. Pero el lanzamiento de los llamados

    operativos conjuntos del ejrcito sin duda contribuy a aumentar el nmero de homicidios ligados

    al narco entre 2008 y 2010. Distintos estudios intentaron demostrar que las espectaculares

    detenciones de diversos capos tambin influyeron en este dramtico incremento. En un modelo

    catico, desprovisto de referentes y normas, la repentina desaparicin de los ltimos responsables

    de conservar cierto orden "as fuese desde la ilegalidad" condujo sin remedio a una suerte de

    anarqua. Cada vez que se eliminaba un capo, sus lugartenientes no tardaban en batirse entre s

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    para ocupar su lugar, provocando una incontenible sucesin de venganzas (semejante a la

    "Orestada"). De all las ejecuciones cada vez ms cruentas, la prdida de cualquier mesura social y

    el uso sistemtico de chantajes y amenazas dirigidos contra la sociedad y las autoridades a travs

    de "narcomantas", de los medios de comunicacin tradicionales y de las "entonces" nuevas redes

    sociales.

    El Mxico previo a la "guerra contra el narco" era agitado pero previsible: unos cuantos crteles se

    dividan el mercado "con ocasionales reyertas por los territorios fronterizos", el aparato legal

    estaba dispuesto a contemporizar con ellos y una amplia serie de comunidades subsistan gracias a

    la redistribucin de sus ingresos. Cuando el gobierno decidi "cazar" a los capos, y los crteles se

    fragmentaron y pulverizaron, los nuevos lidercillos perdieron la capacidad para lograr acuerdos

    entre s, a los gobiernos locales ya no le result tan fcil "ni tan productivo" negociar con ellos de

    manera tcita o explcita, la seguridad personal se volvi cada vez ms incierta y la sociedad civil se

    convirti en cotidiana "vctima colateral" de sus refriegas. Como en 1810 y 1910, en 2010 el

    ejrcito volvi a las calles, los medios de comunicacin se saturaron con "partes de guerra" y una

    nueva cultura blica, ligada al narco y a sus vctimas, se apropi del imaginario colectivo.

    A cien aos de distancia, y a ms de setenta de la legalizacin de las drogas en el orbe (antes de la

    prohibicin siempre lo haban sido), la "guerra contra el narco" mexicana luce como otra de esas

    tragedias producto de la irracionalidad que han azotado a distintas sociedades a lo largo de la

    historia. As como en 2010 an se miraba con asombro e incomprensin que Estados Unidos se

    hubiese empeado en prohibir el consumo de alcohol durante la segunda dcada del siglo 20

    "generando un fabuloso mercado negro y el inmediato enriquecimiento de la mafia", a nosotros

    an nos cuesta entender que la ilegalizacin de las drogas, una inslita medida de salud pblica "la

    ms perfecta expresin del biopoder, en trminos de Michel Foucault", fuese la causante de

    tantas prdidas humanas, del enriquecimiento de los crteles y la aparicin de una sociedad

    parasitaria de sus ganancias. Fue el propio presidente estadounidense de la poca, Barack Obama,

    quien fij la comparacin entre estos dos fenmenos cuando, con el afn de halagar a su colega

    mexicano, afirm que Caldern era el "Elliot Ness mexicano". Sin duda la actuacin policaca del

    presidente fue igual de decidida, pero no debe olvidarse que la carrera de Ness slo pudo concluir

    cuando la absurda prohibicin contra el alcohol fue levantada.

    Los crticos ms lcidos de la poca no cesaron de sealarlo: por qu el estado ha de impedir que

    sus ciudadanos mayores de edad tomen drogas? Para no perder su fuerza de trabajo? Para no

    pagar los costes de su rehabilitacin? Con enorme hipocresa, los defensores de la ilegalizacin

    trataban a los ciudadanos como a nios sin conciencia y en realidad contribuan a sostener un

    negocio millonario. Porque la ley econmica se revel, como siempre, irrefutable: mientras hubo

    demanda hubo oferta y sta no dej de crecer a lo largo de las primeras dcadas del siglo 21 pese

    a los millones de dlares invertidos en combatirla.

    Aunque legtima "al estado no se le puede pedir que incumpla las leyes", la "guerra contra el

    narco" estaba condenada al fracaso, y no porque la estrategia blica fuese necesariamente

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    errnea, como aseguraron muchos de sus crticos, sino porque su principal objetivo "frenar el

    trfico de drogas" era inalcanzable. Ms all de las proclamas pblicas y de la exhibicin constante

    de capos y pacas de cocana, marihuana o drogas sintticas decomisadas, el comercio ilegal de

    drogas nunca se detuvo, ni en Mxico ni en ninguna otra parte. Por ello, los gobiernos posteriores

    prefirieron fijarse una meta ms modesta y efectiva: no detener el narcotrfico, sino limitar la

    violencia asociada con ste.

    Aunque los paladines de la ilegalizacin quisieron comparar esta estrategia con la connivencia o

    los pactos de la poca priista, se trat de un paso adelante que, de manera realista, busc

    reinstaurar cierto orden tcito al trfico de drogas "limitando las bajas civiles", al tiempo que

    reconoca la necesidad de avanzar en una poltica global de legalizacin. En ninguna medida se

    trat de negociar con los narcos o de ceder a sus chantajes, sino de reorganizar la maltrecha base

    social de amplias zonas del pas y de reconfigurar un sistema basado en la proteccin de las

    libertades cvicas que los propios narcos, cada vez menos conspicuos, tambin prefirieron cumplir.

    La tarea no fue sencilla, pero la reconstruccin de un poder judicial autnomo y de cuerpospoliciales menos susceptibles de ser corrompidos, y en especial la puesta en marcha de ambiciosos

    programas sociales y educativos en las reas de mayor riesgo, permitieron que hacia 2015 los

    ndices de violencia se contrajesen a los niveles del 2007 y que, a partir de 2017, disminuyesen

    progresivamente, si bien jams se detuvo el incremento de la produccin o el consumo de drogas.

    As, Mxico se coloc en primera lnea durante las gigantescas movilizaciones mundiales que a la

    larga condujeron a la primera ola de legalizacin, encabezada por Brasil y otras potencias

    emergentes en 2019.

    Segundo acto. Las desventuras de la democracia

    En 2010, la "guerra contra el narco" termin por ocultar otros de los mayores problemas del pas,

    algunos acaso ms urgentes "como la desigualdad", as como muchos de sus logros y aciertos, que

    tambin los hubo. El triunfo del PAN en el 2000, luego de 69 aos de gobiernos priistas, fue un

    punto de inflexin que sin embargo no lleg a modificar drsticamente las viejas estructuras del

    priismo. Para Mxico, como para otras naciones latinoamericanas, la democracia haba sido un

    anhelo largamente pospuesto y, cuando por fin lleg, no result la panacea que muchos

    esperaban. Al contrario: la democracia plante nuevos desafos y exacerb la inestabilidad

    heredada del modelo autoritario.

    Vicente Fox intent crear un gobierno de coalicin, invit a destacados priistas e intelectuales a

    formar parte de su equipo y se esforz por ofrecer una imagen incluyente y abierta. En medio del

    entusiasmo desatado por su victoria, logr impulsar unos cuantos proyectos capitales "como el

    Instituto Federal de Acceso a la Informacin" y consolid algunos procesos ya en marcha, como el

    respeto a la libertad de expresin. Pero su vitalidad como candidato se vio contrarrestada con su

    falta de preparacin como presidente y la sensacin de que su esposa era quien controlaba

    aspectos vitales de su gobierno. Entretanto, un Congreso de la Unin empantanado entre las tres

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    principales fuerzas polticas se dedic a bloquear cualquier iniciativa arriesgada o novedosa,

    desperdiciando el capital poltico ganado durante el 2000.

    Apenas tres aos despus de su llegada, la democracia pareca haber perdido su atractivo para los

    ciudadanos mexicanos. Entre 2003 y 2006, Fox abandon cualquier iniciativa de cambio, se

    regode con su imagen y se concentr en impedir que Lpez Obrador, entonces popular alcaldede la ciudad de Mxico, pudiese convertirse en su sucesor. Como candidato, Fox le hizo un gran

    bien a la democracia mexicana, pero su animadversin hacia el alcalde le caus un dao

    irreparable.

    A cien aos de distancia todo es claro que, en el recuento de los votos, Felipe Caldern en efecto

    venci a Lpez Obrador por unas dcimas de punto, pero es innegable que ello se debieron en

    buena medida al apoyo que le concedi Fox y a la sucia campaa televisiva pagada por influyentes

    empresarios. El 2006 fue el reverso del 2000: una sucesin de errores, desacuerdos y actos de

    soberbia que mancillaron la reluciente vida institucional del pas. As, mientras Lpez Obrador se

    decant por una va extremista, alejada por completo de la legalidad, Caldern emprendi la"guerra contra el narco". En medio de estos dos extremos, los ciudadanos se vieron arrastrados a

    tomar partido o terminaron por hastiarse de la democracia que apenas haban estrenado. Un

    ejemplo: durante las elecciones intermedias del 2009, el principal debate pblico ya no era por

    quin votar, sino si los ciudadanos deban hacerlo en blanco para demostrar su repudio hacia una

    clase poltica que perciban lejana e irresponsable. Con un congreso dividido "aunque ahora con

    mayora del PRI", otra vez las reformas quedaron en el aire. Fuese a causa de la intransigencia de

    la izquierda, los intereses espurios del PRI o las afinidades empresariales del PAN, se volvi

    imposible modificar el anquilosado esqueleto legal y econmico del pas. As, el gobierno descuid

    promover otros temas de su agenda, e incluso su proyecto ms exitoso y perdurable, el Seguro

    Popular, qued un tanto oscurecido.

    En medio del hartazgo y del miedo, los festejos por el bicentenario y el centenario se vieron

    empaados. Numerosos crticos haban presagiado que un partido como el PAN, cercano a los

    sectores ms conservadores del pas, iba a sentirse incmodo celebrando a los hroes ensalzados

    "ms bien reinventados" por el PRI, y que a la larga intentaran sustituirlos caudillos afines como

    Iturbide. No fue as. El gobierno panista decidi realizar las celebraciones con un entusiasmo que

    borde la fiebre nacionalista con todo tipo de actividades. El fracaso de algunas de ellas "la

    cancin o el arco del Bicentenario" no enturbi la energa con la cual los funcionarios

    gubernamentales organizaron las fiestas. Pero lo ms notable fue el enfoque explcitamente "no

    ideolgico" que el PAN le confiri a la historia patria. Si bien hay que reconocer su apertura, esta

    aproximacin configur, inevitablemente, otro discurso: la necesidad de distanciarse de la

    Historia, de aligerar su peso, de mirarla como un pretexto para la unidad. La conmemoracin

    invitaba a olvidarse de las calamidades cotidianas "el cotidiano recuento de vctimas en horario

    "prime time"" y a refugiarse en la sensacin de ser "orgullosamente mexicano" "el lema oficial de

    las celebraciones", es decir, orgulloso de todo lo que no apareca en los noticieros. El acto central

    de las conmemoraciones fue un fastuoso espectculo multimedia en el Zcalo de la ciudad de

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    Mxico, frente al cual nadie pudiera sentirse excluido. Un ltimo dato: a nivel local, los estados

    replicaron el mismo enfoque, sin importar si se estaban gobernados por el PAN, el PRI o el PRD, lo

    cual no habla de la escasa imaginacin de la clase poltica de entonces, sino de la homogeneidad

    que la sociedad del espectculo haba alcanzado en todas partes.

    Tercer acto. Otros Mxicos

    En el Mxico de 2010, el estruendoso prefijo "narco" consigui anteponerse a todas las

    manifestaciones de la cultura mexicana, de los "narcocorridos" a la "narcoliteratura", pasando por

    el "narcocine", la "narcotelenovela", el "narcoarte conceptual", la "narcopera" o la "narcodanza".

    Pese a la innegable visibilidad de sus manifestaciones, se trataba sin embargo de una pequea

    porcin en medio de la inmensa actividad artstica que se desarrollaba en el pas en aquellos aos.

    Una pantalla que, al amparo de los medios electrnicos, ocultaba la rica variedad imaginativa del

    momento.

    Los narcocorridos existan desde mucho antes de la "guerra contra el narco"; herederas de loscantantes de corridos revolucionarios, las bandas norteas ensalzaban las aventuras de los capos

    "nuevos hroes clandestinos en el imaginario colectivo" y, a la manera de los antiguos bardos

    medievales "como sugiri Yuri Herrera en una de las mejores novelas de la narcoliteratura,

    "Trabajos del reino"", no tardaron en ponerse al servicio de los nuevos reyezuelos. Una profesin

    en la que no escaseaban los peligros: si alguno de los cantores llegaba a narrar episodios

    inconvenientes de sus carreras criminales, o los traicionaban para ensalzar a sus rivales, podan

    terminar ejecutados por sus mecenas. En algn momento, el gobernador de Sinaloa "uno de los

    estados donde naci el narco" intent prohibir estas manifestaciones de la cultura popular,

    evidentemente sin xito alguno.

    La narcoliteratura, por su parte, se haba iniciado aos atrs en Colombia, con obras emblemticas

    como "La virgen de los sicarios" de Fernando Vallejo o "Rosario Tijeras" de Jorge Franco. En

    Mxico, correspondi a lmer Mendoza el mrito de iniciar su andadura: sinaloense como algunos

    de los principales capos, retrat eficazmente sus usos y costumbres, y en especial su lenguaje,

    empleando los recursos de la novela negra. Decenas de escritores de todas las regiones del pas "y

    no slo del norte, como lleg a decirse" no tardaron abrevar de estos modelos y en replicarlos sin

    fin. El xito de la frmula tambin inspir a creadores de otros pases: el cineasta estadounidense

    Steven Soderberg film la muy eficaz "Traffic", el novelista policiaco Dan Wislow narr de manera

    apenas disimulada la historia de los Arellano Flix y el asesinato del agente Camarena en "El poder

    del perro", y el espaol Arturo Prez Reverte public "La Reina del Sur", pronto convertida en una

    telenovela que invitaba al pblico a identificarse con las aventuras de una hermosa "y de buen

    corazn" jefa del narco.

    En medio de esta agitacin, un dato resulta significativo: de entre las miles de actividades

    programadas para celebrar el bicentenario "de programas de televisin a libros acadmicos, de

    coloquios y mesas redondas a fiestas populares, del "show" en el Zcalo de la capital a concursos

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    de todo tipo", destaca que el propio gobierno federal financiase la pelcula "El infierno", de Luis

    Estrada, una comedia negra que acaso sea la crtica ms severa emprendida hacia la "guerra

    contra el narco" animada por ese mismo gobierno. Ello no slo habla de la nueva libertad de

    expresin existente en el pas, imposible durante la poca priista, sino de la necesidad de

    confrontar un problema que haba buscado convertirse en el "nico" tema de discusin pblica.

    Como seal irnicamente la artista plstica Teresa Margolles con el ttulo de una instalacinpresentada en la Bienal de Venecia de 2009, a la que por cierto acudi como representante oficial

    de Mxico: "De qu otra cosa podramos hablar?"

    Los clichs no cesaron de replicarse: escenas de una crueldad cada vez ms abyecta, bellas

    mujeres capaces de enfrentarse a los capos, una polica siempre corrupta, funcionarios y polticos

    irresponsables o cmplices del narco y una sociedad civil siempre amedrentada. Convertida en

    sucedneo del realismo mgico como nuevo paradigma del exotismo de Amrica Latina, la

    narcoliteratura tambin produjo tambin obras notables, como la mencionada "Trabajos de reino"

    o "Los minutos negros", de Martn Solares. En el cine y en la televisin ocurri lo mismo: de la

    telenovela pionera, "Demasiado corazn", en 1998, a "La Reina del Sur" y "El infierno" en 2010"con el paso intermedio de numerosas series colombianas" , los narcos se introdujeron en las

    pantallas caseras, lo mismo como crueles villanos que como romnticos antihroes, contribuyendo

    tambin a la saturacin del imaginario mexicano con sus vidas enloquecidas y salvajes.

    Insisto: en el Mxico del 2010 haba muchos Mxicos adems del Mxico del narco. El pas nunca

    fue, a lo largo de este perodo, un "estado fallido": con 112 millones de habitantes y una de las

    mayores economas del mundo, era una sociedad demasiado compleja para ser reducida a una

    sola expresin. Su mayor problema, de hecho, no era el narcotrfico sino la gigantesca inequidad

    que se viva en su interior y la falta de una autntica reforma educativa. El lugar comn dice que el

    Mxico de 2010 era, sobre todo, un pas de contrastes: contaba con el hombre ms rico del

    mundo "el empresario de origen libans Carlos Slim" y con cerca de cuarenta millones de

    habitantes sumidos en la pobreza; con barrios tan modernos y cosmopolitas como Nueva York o

    Berln, y con zonas que no se distinguiran de Calcuta o El Cairo; con una vida cultural tan rica en la

    ciudad de Mxico como en Madrid o Roma, y con regiones donde no exista ninguna manifestacin

    cultural al alcance de cientos de miles de ciudadanos (fuera de la televisin).

    Imposible resumir la inmensa variedad de manifestaciones que escapaban a la narcocultura:

    habra que sealar, ms bien, la ausencia de dictados crticos nicos, un ambiente artstico

    movedizo y cambiante, la falta de patrones reconocibles, la ausencia de grupos y movimientos, la

    preeminencia de las corrientes centrales del "mainstream" y el entretenimiento global, y la

    proliferacin de microecosistemas culturales capaces de sobrevivir de manera ms o menos

    autnoma. Como otros pases de Amrica Latina, Mxico haba dejado de ser un pas fcilmente

    encasillable: el exotismo representado por el realismo mgico en literatura, o por los muralistas y

    Frida Kahlo en artes plsticas, se haba desvanecido por completo y los artistas y escritores

    estaban ms interesados en sus preocupaciones individuales y en responder a tradiciones

    mltiples que en obedecer a los dictados de este nuevo exotismo. En resumen, el Mxico de 2010

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    era muchos Mxicos, fragmentados y plurales, discontinuos y fractales. Mxicos que, por primera

    vez en su historia, ya no estaban interesados en la construccin "o reconstruccin" de la onerosa

    carga de la identidad nacional.

    Eplogo. Y despus?

    Despus, de manera inverosmil, las buenas noticias comenzaron a sucederse. A partir de 2012, se

    iniciaron las primeras grandes manifestaciones mundiales para exigir (de nuevo) la

    despenalizacin de las drogas; en 2014, se llev a cabo una de las mayores, en la ciudad de

    Mxico, a la que asistieron unos dos millones de personas; en 2018, una amplia coalicin de

    izquierda lleg al poder con la consigna de la despenalizacin; ratificada en las urnas en 2025, la

    coalicin se decidi a hacerla efectiva en 2027, con un amplio consenso en el Congreso. Otros

    problemas, como la inequidad, tardaron ms en resolverse, pero a pesar de las crisis econmicas

    de 2045 y 2068, el pas era ya, hacia 2050, la quinta economa del mundo, slo por detrs de

    China, India, Brasil y Estados Unidos.

    En 2075 se iniciaron las conversaciones con este ltimo pas para acentuar la unin fronteriza

    ratificada "no sin controversias" en 2090. Y as llegamos al da de hoy, recordando los trescientos

    aos del inicio de la independencia de Mxico justo cuando este pas ha dejado de existir. Lo que

    no se ha desvanecido es la pujanza cultural de sus ciudadanos en todas las disciplinas. Y un dato

    que no resulta menor: el espaol se convirti en lengua dominante en la nueva Unin

    Norteamericana, con 62 por ciento de hablantes, frente al 33 por ciento del ingls, el 3 por ciento

    del francs y el 3 por ciento de lenguas originarias. Como fuere, vale la pena recordar esta gesta y

    pensar que, con la miopa que caracteriza a los pueblos en el presente, los mexicanos de las

    primeras dcadas del siglo 21 no podan siquiera imaginar el brillante porvenir que les aguardaba a

    sus descendientes "esto es, a nosotros" cien aos despus.

    Ciudad de Mxico, 12 de abril de 2111