vivir_es_hacer_memoria_de_mi

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    VIVIR ES HACERMEMORIA DE MAsamblea Internacional de Responsables

    de Comunin y Liberacin

    L A T H U I L E , 2 8 D E A G O S T O - 1 D E S E P T I E M B R E D E 2 0 1 0

    HUELLAS

    Edita: Asociacin Cultural Huellas

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    VIVIR ES HACERMEMORIA DE M

    Asamblea Internacional de Responsablesde Comunin y Liberacin

    L A T H U I L E , 2 8 D E A G O S T O - 1 D E S E P T I E M B R E D E 2 0 1 0

    HUELLAS

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    VIVIR ES HACER MEMORIA DE M

    En portada: Giovanni Serodine, Cena de Emas, siglo XVII, San Pedro, Ascona 2010.Andrea Jemolo/Scala, Florencia

    Para el ttulo, vase L. Giussani, Lio rinasce in un incontro (1986-1987),BUR, Miln 2010, p. 43, y aqu en p. 38. 2010. Fraternidad de Comunin y Liberacin

    Edita: Asociacin Cultural Huellas

    Maquetacin: IMN COMUNICACIN

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    INTRODUCCIN JULIN CARRN

    Sbado 28 de agosto de 2010, por la noche

    Todo el esfuerzo que nos ha costado llegar hasta aqu esta nochemuchos vens de muy lejos expresa cul es la naturaleza de nuestranecesidad. No sera razonable hacer este sacrificio si no fuese por lapromesa de encontrar aqu algo que pueda hacernos volver a casa

    distintos. Y, sin embargo, puede ser que hayamos hecho todo esteesfuerzo y estemos todava adormecidos o faltos de conciencia. Poreso, la primera expresin de la conciencia de nuestra pobreza y denuestro decaimiento es gritar al Espritu que nos haga conscientes detoda nuestra necesidad, para que podamos estar disponibles a cuantol quiera donarnos como respuesta en estos das.

    Desciende Santo Espritu

    Nuestra Asamblea Internacional de Responsables tiene lugar en uncontexto cultural que describamos en los Ejercicios de la Fraternidadcon la frase de Charles Pguy: Un mundo [] despus de Jess, sinJess1.

    El contexto eclesial est completamente dominado por una palabraque el Papa repite desde hace meses, y que nosotros no podemosolvidar a la hora de encontrarnos: la palabra conversin. Cuandofuimos a la plaza de San Pedro, nos dijo: El verdadero enemigoque hay que temer y contra el que hay que combatir es el pecado, elmal espiritual, que a veces, lamentablemente, contagia tambin a losmiembros de la Iglesia. Vivimos en el mundo dice el Seor perono somos del mundo (cf.Jn 17,10.14), aunque debemos guardarnosde sus seducciones. En cambio, debemos temer el pecado y por esto

    estar firmemente enraizados en Dios, solidarios en el bien, en elamor, en el servicio. Es lo que la Iglesia, sus ministros, junto a los

    1 Charles Pguy, Vernica. Dilogo de la historia y el alma carnal, Nuevo Inicio, Granada 2008, p. 166.

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    VIVIR ES HACER MEMORIA DE M

    fieles, han hecho y siguen haciendo con gran empeo por el bienespiritual y material de las personas en todas las partes del mundo.Es lo que especialmente vosotros intentis hacer habitualmente en lasparroquias, en las asociaciones y en los movimientos: servir a Dios yal hombre en nombre de Cristo. Prosigamos juntos con confianza poreste camino, y que las pruebas que el Seor permite nos impulsen auna mayor radicalidad y coherencia. Es hermoso ver hoy esta multituden la plaza de San Pedro, como fue emocionante para m ver enFtima la inmensa multitud que, siguiendo la escuela de Mara, rez

    por la conversin de los corazones. Hoy renuevo este llamamiento,confortado por vuestra presencia, tan numerosa. Gracias! Una vezms, gracias a todos vosotros!2.

    El Papa nos dirigi a los que estbamos all presentes una llamada ala conversin precisamente en este contexto cultural y eclesial; porquetambin nosotros como dice a menudo sufrimos la influencia deesta situacin. Sin conversin, tambin nosotros colaboramos a crear

    un mundo despus de Jess, sin Jess. Quin de nosotros no se sienteinterpelado por este reclamo del Papa?Pensando en estas cosas, cay en mis manos este verano, mientras

    preparaba los Ejercicios del Grupo Adulto, el texto de una leccin dedon Giussani, que lleva por ttulo Cada cosa: Misterio y signo. Dice algosimilar a este reclamo que nos hace el Papa: En el Grupo Adulto [enla Fraternidad, en el movimiento], lo podis comprobar ampliamentetambin vosotros, no hay nadie que niegue a Dios (porque en estecaso le echaramos enseguida!), pero s hay gente como atontada,invadida por el sueo, o gente superficial, cuyo nimo no vibra alpensar en el sentido de la vida, al reconocer que todo lo que sucede esuna invitacin a la relacin con el Misterio3. Puede alguien escucharestas cosas y no sentir que estn dichas para l? De alguna manera,nosotros tambin participamos de este sueo, y sentimos que nuestronimo no est sacudido por el pensamiento sobre el sentido de la

    vida, por esta urgencia. El adormecimiento y la superficialidad conla que vivimos muchas veces consecuencia de la influencia que tiene

    2 Benedicto XVI, Regina coeli del 16 de mayo de 2010.3 L. Giussani, Cada cosa: Misterio y signo, en Huellas-Litterae Communionis, n. 6, junio 1999, p. IV.

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    sobre nosotros esta situacin cultural y social, y que por tanto tambinnosotros contribuimos a generar es lo que nos permite entender quela conversin no es algo para los dems, no es un reclamo hecho a losdems, sino que es una urgencia ante todo para nosotros. Yo, por lomenos, lo siento as para m.

    Y don Giussani contina con esta indicacin: Debis teneriniciativa, debis tomar iniciativa para que vuestra vida sea relacincon Dios. En cambio, estamos atontados o somos superficiales,porque ignoramos esta cuestin, como si con estar all, en casa [con

    estar en la Fraternidad, en el movimiento], ya fuera suficiente paratener la conciencia tranquila. De conciencia tranquila, ni hablar! Sila casa [o la Fraternidad, o la comunidad, o el grupo de amigos] nose convierte en el comienzo de vuestra jornada, en un estmulo paravivir la jornada, no tendris ninguna otra ocasin, ninguna relacinque os centre en el hecho de que la vida del hombre es relacin con elMisterio. Que el problema es se, se oye decir slo cuando pasa algo

    excepcional, cuando nos sucede algo extraordinario. Ahora bien, enlugar de Dios, utilicemos la palabra vocacin. Nosotros vivimoslos das sin tomar conciencia de nuevo, sin renovar la concienciade nuestra vocacin [de haber sido elegidos, del don que hemosrecibido]4. He aqu la gran caridad de don Giussani, que nos ayudaa identificar cul es nuestro problema: Ahora el mundo entero hatirado por la borda, en un foso miserable, todo lo que los hombreshaban recibido de quienes les precedan. Por eso nuestros problemasson angostos, no son totalizantes, son aislados. Os ruego que hoyhagis el esfuerzo de rezar al Espritu y a la Virgen Veni SancteSpiritus, veni per Mariam para que podis entender, ms all de laspalabras que estoy diciendo, el nexo que hay entre Dios, el Misterio,

    y nuestra vida: ste es el problema de los problemas!5. Al escucharestas palabras comprendemos lo distrados que estamos. Si uno piensaen su jornada, cul es el problema de los problemas? En qu se ocupa

    nuestra mente? Cul es nuestra preocupacin dominante...? Es steel problema de los problemas para cada uno de nosotros?

    4Ibidem p. V.5Ibidem, pp. V-VI.

    INTRODUCCIN

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    Ante esta situacin del mundo y de la Iglesia, en la que nosotrosparticipamos, nuestra nica estrategia como dice el Papa es laconversin. Y el primer indicador de que estamos necesitados de ellaes que slo con escuchar la palabra conversin nos ponemos a ladefensiva. Esto indica la necesidad tan grande que tenemos de ella.Vemos que se verifica en nosotros aquello que tantas veces hemosescuchado: No existe ningn ideal por el cual podamos sacrificarnos,porque de todos conocemos la mentira, nosotros que no sabemos ques la verdad6. Para poder estar disponibles a la conversin hace falta

    algo tan verdadero, tan fascinante, tan atractivo que haga deseable estesacrificio.

    Entonces, nuestra disponibilidad a la conversin juzga si conocemosrealmente la verdad, si tenemos algo tan querido que podamos estarincluso disponibles para el sacrificio. Por eso debemos ayudarnos enprimer lugar a conocer esta verdad (que nos permite no ponernos ala defensiva ya desde el inicio de la palabra conversin), porque es

    tan atractiva, tan fascinante que no queremos perdrnosla. Y, cules la verdad? Dice Dios a travs de la voz del profeta que en Cristose realiza (pensad en la gente que estaba con aquel hombre, aquelhombre joven que obraba estas cosas): Te he amado con un amoreterno, por eso te he atrado hacia m [es decir, te he hecho partcipede mi naturaleza], teniendo piedad de tu nada7. No hay nada msoriginal, ms primordial que este amor, que est en el origen de todolo que existe, y que por eso mismo es la verdad primera de nosotrosmismos y de todo cuanto existe. Esto es lo primero que debemosmirar, debemos ayudarnos a mirar esto a lo largo de estos das parano defendernos de la palabra conversin.

    Os leo este fragmento de una de las cartas que don Giussaniescribe a su amigo Angelo Majo, que es en verdad consolador, porquepuede abrazar cualquier situacin en la que se encuentre cualquierade nosotros en este momento: No soy capaz, en esta oscura tarde de

    viento, atrio del invierno, de responder al estado de nimo particular6 A. Malraux, La Tentation de lOccident, Bernard Grasset, Paris 1926, p. 216 (Il nest pas didalauquel nous puissions nous sacrifier, car de tous nous connaissons les mensonges, nous qui nesavons point ce quest la vrit).7 L. Giussani,Se puede vivir as?, Encuentro, Madrid 2007, p. 239.

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    con el que me escribiste. Estoy demasiado cansado. Y lo nico quesiento y mi fidelidad a los amigos ms queridos es un smboloexperimental de ello es que la esencia de la vida, de las aspiraciones,de la felicidad, es el amor. Un amor infinito, inmenso, que se hainclinado sobre mi nada, y ha creado de ella un ser humano, un granode polvo en cuanto al cuerpo, pero sin lmites en la apertura vidade verdad y de amor que constituye su inteligencia y su corazn. UnAmor infinito, enorme, que ha realizado el disparate de hacermeinfinito como l, a m que, como ser creado, soy polvo finito8. Tena

    veintitrs aos cuando deca estas cosas!Sea cual sea nuestro estado de nimo, sea cual sea el malestar que

    tenemos, la dificultad que atravesamos, o la percepcin que tenemosde nosotros mismos, nada puede detener este Amor infinito, enorme,que se ha inclinado sobre mi nada. Nada puede impedir el hecho deque ahora, en esta situacin, hay Uno que, con un amor eterno, seinclina sobre tu nada, sobre mi nada, para darnos el ser.

    Es impresionante pensar en la infinita distancia que Dios hasuperado respecto a nuestra nada! Con amor eterno te am, dice laBiblia. Te atraje hacia m, te acog apiadndome de tu nada. No hayuna diferencia tan grande como la que existe entre el ser y la nada!Creo que ste es un aspecto de la conciencia que debe reavivarsesiempre9. sta es la iniciativa que don Giussani nos sugiere: debemostomar iniciativa, porque esta conciencia debe reavivarse siempre sino queremos perderla y defendernos de ella. Pero a pesar de todo,como hemos visto en el trabajo de este ao, nosotros vivimos muchasveces en la distraccin, en el sueo. Y ms tarde, cuando el hombremenos se lo esperaba, cuando no poda ni siquiera soarlo, cuando

    ya no se lo esperaba, cuando ya no pensaba en Aqul de quien habarecibido el ser, ste vuelve a entrar en la vida del hombre para salvarla,vuelve a darse a s mismo muriendo por el hombre. Se da por entero,don de s mismo total, hasta llegar a: Nadie ama tanto a sus amigos

    como quien da la vida por ellos. Don total. Pero aqu encontramosun ltimo matiz: lo que Cristo nos da al morir por nosotros al morir

    8 L. Giussani, Cartas de fe y de amistad, Encuentro, Madrid 2010, pp. 61-62.9 L. Giussani, El milagro de la hospitalidad, Encuentro, Madrid 2004, pp. 13-14.

    INTRODUCCIN

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    porque lo hemos traicionado para purificarnos de nuestra traicin,lo que nos da, es ms grande que lo que se nos deba. [] Amigos,para entender qu es la traicin tenemos que pensar en nuestrapropia distraccin, porque es una traicin pasar los das, las semanas,los meses... Por ejemplo, ayer por la noche, cundo hemos pensadoen l? Cundo hemos pensado en l seriamente, con el corazn, elmes pasado, en los ltimos tres meses, desde octubre hasta ahora?Nunca. No hemos pensado en l como Juan y Andrs pensaban enl mientras lo miraban hablar. Si nos hemos preguntado por l, ha

    sido por curiosidad, por anlisis, exigencia de anlisis, de bsqueda,de aclaracin, de claridad. Pero pensar en l como uno, enamoradode verdad, piensa en la persona de quien est enamorado (incluso eneste caso es muy raro que suceda porque todo se calcula en funcindel inters!), puramente, de modo absoluta y totalmente desprendido,como puro deseo de bien...10.

    Cuando tenemos ante nosotros un testimonio como ste

    comprendemos verdaderamente a qu estamos llamados, en quconsiste la conversin y cul es nuestra distraccin, porque si no hayAlguien que tenga piedad de nuestra traicin, de nuestra distraccin,Alguien que se imponga con evidencia y atractivo potentes, nosotrosno pensamos en l como lo hacan Juan y Andrs mientras leescuchaban hablar.

    sta es la verdad. La verdad no es algo abstracto, es ese Amor quese ha inclinado sobre nuestra nada, incluso sobre nuestra traicin.Pero nosotros, al reducir la verdad a un conocimiento abstracto,inevitablemente reducimos la conversin a un moralismo, a algo quedebemos generar nosotros, que debemos hacer nosotros. En cambio,la verdad es esta conmocin por nuestra nada. Slo si dejamos entrara Uno que se ha inclinado sobre nosotros, slo dominados por estaconmocin que nos provoca, podremos dejar de defendernos delhecho de pertenecerle, podremos estar disponibles a esta iniciativa.

    Esto es lo que debemos pedir, porque el origen de esta iniciativa esuna simpata que genera l mismo. Mirad lo que nos dice Giussani:

    10 L. Giussani,Se puede vivir as?, op. cit., pp. 237-238.

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    A pesar de este mpetu de simpata o de crdito que es justo,fundamental, y por eso me da pena aadir esta segunda nota sobreel hecho de que somos inadecuados; pero esto no debe asustarnos,porque nos indica un camino, no es una objecin, es como si en elfondo permanecisemos inadecuados a tal simpata. Y no se puedeaguantar durante mucho tiempo esta inadecuacin, no se puedetolerar por mucho tiempo sin que sea objeto de trabajo, porque, encaso contrario, incluso la simpata se desvanece11. Esta iniciativa noes un aadido, no es algo opcional: si no tomamos la iniciativa, si no

    respondemos a esta iniciativa en el momento en el que se despiertaesta simpata, la simpata se desvanece! E insiste: Para librar estalucha cotidiana contra la lgica del poder, para vencer da a da loaparente y lo efmero, para afirmar la presencia constitutiva de lascosas, el destino de las cosas, que es Cristo, qu clase de movimientopersonal hace falta!12.

    Hace falta un movimiento personal! Nosotros no estamos

    aqu en regla y basta. Amigos, estamos juntos para ayudarnos,para sostenernos delante de esta simpata, para sostenernos en estemovimiento personal, pues en caso contrario no somos amigos.Hace falta una conmocin que genere en nosotros este movimientopersonal y que encuentre en nosotros una disponibilidad. sta esnuestra responsabilidad: convertir nuestra persona al Acontecimientopresente, a este Amor que se ha inclinado sobre m, que me abrazaincluso en mi traicin. Tambin para esta conversin vale la reglaque don Giussani siempre nos ense: Se trata de una pasividadque constituye mi actividad original, que es precisamente recibir,constatar, reconocer13. Se trata de acoger conscientemente el amorde Uno que se ha inclinado sobre mi nada, que se inclina ahora sobremi estado de nimo, sobre mi traicin, sin importar la situacin en laque haya llegado, en la que me encuentre.

    Entonces, podemos entender que no es tan difcil ceder a este

    abrazo, ceder a esta inclinacin del Misterio sobre nuestra nada. No hay

    11 L. Giussani, Lio rinasce in un incontro (1986-1987), BUR, Miln 2010, p. 42.12Ibidem, p. 194.13 L. Giussani, El sentido religioso, Encuentro, Madrid 1998, p. 147.

    INTRODUCCIN

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    que defenderse, es ms, resulta difcil resistirse. Como he escrito a losamigos que han estado este verano de peregrinacin en Czestochowa:la conversin es tratar de responder a la preferencia que el Misteriotiene por nosotros. Y si nosotros respondemos, si nos ayudamos enesto y nos sostenemos durante estos das, podremos contribuir a larenovacin de la Iglesia para el bien del mundo.

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    TESTIMONIO

    Domingo 29 de agosto de 2010, por la tarde

    MARTA CARTABIA*

    1. UNMUNDODESPUSDE JESS, SIN JESSVivir en el corazn de Nueva York como hemos hecho mi familia

    y yo el ao pasado es como entrar en ese mundo moderno despusde Cristo, sin Cristo, que describe Pguy en el pasaje que se ley enlos Ejercicios de la Fraternidad. Es cierto que todo Occidente podraentrar en esa descripcin, pero mientras que Europa parece todavaun campo de batalla para el desmantelamiento de una civilizacincristiana que resiste todava, lo que ms impresiona en Nueva York esque este proyecto parece terminado. Como dice Pguy, lo han logrado.

    Me atrevera casi a decir que lo han logrado estupendamente. Querrapartir de este lo han logrado, porque desde el punto de vista de laexperiencia, esto es lo primero que salta a la vista al llegar all: uno seve deslumbrado por este logro.

    Lo han logrado: Nueva York es una ciudad maravillosa, la naturalezaes preciosa, es impresionante la obra del hombre, todo funciona, y deforma inexplicable consiguen convivir all millones de personas detodas las razas, que hablan ms de sesenta lenguas distintas y aqudebo confesar que yo misma y toda mi familia nos vimos conquistadosenseguida. El secreto de este xito por lo menos as lo vea yo enmi condicin de husped, de habitante por un ao es que todos losaspectos de la vida estn tratados con una gran profesionalidad: el diostrabajo da sus frutos. Esto tiene grandes ventajas: se vive bien, se pierdemenos tiempo en organizar la vida, todo est muy cuidado, etc. Pero hayun pequeo problema que querra describir con este episodio tomado

    de mi vida universitaria. El nivel de las universidades americanas esexcelente, y yo, sobre todo en los primeros meses, estaba entusiasmada

    * Profesora de Derecho Constitucional en la Universidad de los Estudios de Miln-Bicocca.

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    con ello. Me impresionaba que hubiera tanto espacio y atencin a ladimensin comunitaria de la vida entre profesores y estudiantes casicompletamente ausente entre nosotros. La Universidad de NuevaYork, en la que yo trabajaba, me pareca un paraso: colegas de altsimonivel, gran cordialidad y posibilidad de compartir el trabajo, despachosmaravillosos, con obras de arte en las pareces y msica clsica de fondotodo el da. Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, escuchabacada vez con ms frecuencia a mis compaeros lamentarse de un ciertocansancio: Tengo nostalgia de mi casa me decan, aqu me siento

    solo y miserable. Miserable. Impresionante. Ni siquiera Nueva Yorkes suficiente para el corazn del hombre.

    Despus de Jess, sin Jess: el otro hecho que se percibe nada msllegar a Manhattan es la separacin clara entre la vida pblica yprofesional y la dimensin religiosa.

    Este punto hay que entenderlo bien, porque la realidad americana escompleja. Los americanos son en realidad muy religiosos, probablemente

    mucho ms religiosos que nosotros los europeos, y hay tambin muchoscatlicos practicantes. Por ejemplo, era sorprendente ver a cientos deestudiantes asistir a la misa dominical en la universidad. Sin embargo,no haba ni rastro de todos aquellos chicos durante la vida acadmicanormal. Aunque la institucin est muy atenta y bien dispuesta ante lasasociaciones de estudiantes, especialmente ante las que tienen una basereligiosa, en un ao entero no he visto presentes ni una sola vez a esoscientos de jvenes que abarrotaban la misa del domingo, no ha habidoningn juicio pblico ni signo alguno reconocible.

    Entonces, ese sin Cristo no significa que falte la dimensinreligiosa en la vida de las personas; sin embargo, por lo que he podidover, se trata de una religiosidad invisible y carente de incidencia.

    Un da, mientras lea un texto para mi trabajo, me top con estadescripcin de Ernest Fortin que encontr particularmente pertinentecon respecto a esta situacin:

    Nietzsche nos advirti hace tiempo que la muerte de Dios eraperfectamente compatible con una religiosidad burguesa []. lno pens en absoluto que la religin estuviese acabada. Lo que ponaen discusin era la capacidad de la religin de mover a la persona y

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    de abrir su mente []. La religin se ha convertido en un productode consumo, en una forma de entretenimiento entre otras, en unafuente de consuelo para los dbiles [] o un dispensador de serviciosemotivos, destinado a apagar algunas necesidades irracionales que ellaes capaz de satisfacer mejor que cualquier otra cosa. Aunque puedaparecer unilateral, el diagnstico de Nietzsche ha dado en el clavo14.

    Esta descripcin expresaba claramente lo que tena ante mis ojos,es decir, que una sociedad sin Cristo es esencialmente una sociedadque, sin que nos demos cuenta, atrofia nuestra relacin con Cristo,

    la hace muda y carente de incidencia en nuestra vida personal y enla vida social, la reduce a momentos emotivos o sentimentales dereligiosidad o, peor an, a esquemas de comportamiento.

    El aspecto tal vez ms sorprendente es que todo esto sucede en la patriade la libertad religiosa: en este punto la Constitucin norteamericana esun modelo para todos, como ha sealado muchas veces el Papa. Nada ninadie prohbe las expresiones pblicas de la propia religiosidad, no hay

    ley ni reglamento alguno que lo haga. Lo que lleva a esta situacin no esuna persecucin, sino sobre todo un conformismo. Nadie lo prohbe,pero nadie se atreve a vivir abiertamente su dimensin religiosa comoforma de toda la vida. Como deca Solzhenitsyn en 1978, en su famosodiscurso en Harvard: en los pases totalitarios se sufre una absolutafalta de libertad; en cambio, en los pases occidentales la libertad existe

    y es impulsada al mximo, pero si se mira atentamente, se descubreque ella expresa siempre unas orientaciones uniformes, en la mismadireccin (la del espritu de la poca), unos juicios mantenidos dentrode unos determinados lmites, aceptados por todos, y quiz hasta unosintereses corporativos comunes, con lo que el efecto resultante no es elde la competencia sino el de una cierta unificacin15. La sociedad enOccidente es una sociedad sin Jess no tanto por la falta de libertadformal, jurdica o poltica, sino por un extrao conformismo quehay en nosotros, por el que la vida est gobernada por la mentalidad

    dominante del ambiente en el que nos encontramos.14 E.L. Fortin, The Regime of Separatism: Theoretical Considerations on the Separation of Churchand State, en Id., Human Rights, Virtue, and the Common Good, U.S.A., 1996, p. 8.15 A. Solzhenitsyn, Un mundo dividido en pedazos, discurso de graduacin en la Universidad deHarvard, 8 de junio de 1978.

    TESTIMONIO

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    2. ELPODERYLAREDUCCINDENUESTRAHUMANIDADSiendo consciente de este contexto, este verano me he quedado

    profundamente impresionada al leer los quipes contenidos en la obraLio rinasce in un incontro16. En todos ellos se refleja una preocupacinconstante, sobre todo desde el que lleva por ttulo Chernobyl enadelante, por el hecho de que nuestra humanidad est expuesta alas radiaciones venenosas del poder y de la mentalidad dominante.Giussani vea en el poder o en la mentalidad dominante los dostrminos se usan muchas veces de forma indistinta una amenaza

    seria y grave a nuestra persona, a nuestra experiencia y, de modo msprofundo, a nuestra relacin con Cristo: El poder no puede impedirque se suscite un encuentro, pero trata de impedir que d lugar a unahistoria17, es decir, acta sobre la prolongacin en el tiempo, sobre laduracin, sobre nuestra permanencia.

    Cmo lo hace?Debo decir que esto es lo que ms me ha impresionado, porque es

    muy distinto de lo que yo pensaba sobre esta cuestin.Voy a tratar de explicarme. Al considerar el clima cultural general,la civilizacin despus de Cristo sin Cristo en la que vivimos, que tieneun odio evidente hacia la cristiandad, yo, creo que como muchos devosotros, tena en la mente una imagen del poder como algo externoa nosotros, algo que sustancialmente nos persigue. Tal vez por el tipode trabajo que hago, he pensado a menudo que estamos atravesandoun periodo de lucha, que somos incomprendidos por la mentalidadliberal o radical que est en la cresta de la ola. Digmoslo as,siempre he ledo esta amenaza del poder, de forma apresurada ysuperficial, de modo persecutorio: muchas veces he pensado que yoperteneca a algo distinto del resto del mundo, y por eso era atacada

    y a veces tambin penalizada. Muchas veces nos hemos repetidoentre nosotros que somos irreductibles a las lgicas de la mentalidadcomn y de los distintos poderes culturales, intelectuales, econmicos

    o polticos. Simplificando, y tal vez enfatizando un poco, dira quenuestra relacin con el poder se ha entendido as en muchas

    16 L. Giussani, Lio rinasce in un incontro (1986-1987), op. cit.17Ibidem, p. 247.

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    ocasiones: el mundo, la sociedad, la poltica, son enemigos, porqueellos son el poder que nos quiere destruir.

    Esta actitud tiene probablemente una parte de verdad, pero lo queme ha resultado ms interesante de la lectura de Lio rinasce in unincontro, es que en estos quipes Giussani tiene fundamentalmenteotra preocupacin: Giussani ve que el poder debilita nuestra fe,disminuyendo la estatura humana de cada uno de nosotros. Describeel poder como algo que penetra en nosotros, que hace que dejemos dedesear a la altura de nuestra humanidad y empecemos a correr detrs

    del dinero, del xito y del poder, dentro y fuera del movimiento. Comotodos.

    Cmo lo hace? Giussani lo dice con mucha claridad: reduciendonuestro deseo. El poder reduce los deseos aprovechndose de nuestrainclinacin natural a la debilidad afectiva y a la distraccin. Ycuando el deseo est reducido, atrofiado, adormecido, vamos detrsde cualquier dolo.

    Cada edad y cada latitud tiene sus dolos: trabajo, carrera, dinero,xito afectivo, poder poltico o de cualquier otra naturaleza. De unaforma u otra, vuelve a aflorar en nosotros y a dominar una posicinhumana por la que nuestra consistencia est en lo que hacemos, porqueestamos demasiado ocupados en nosotros mismos. Es lo opuesto de eseT que domina, del que se hablaba en los Ejercicios de la Fraternidad:Esta victoria del poder busca su espacio en nuestra vida diaria [],aprovechndose de nuestra fragilidad ante lo cotidiano. [] Por tanto,recordemos que en lo cotidiano nosotros servimos al poder o servimos aOtro, servimos al poder o al Misterio, que se sirve de nuestros brazos18.

    As es como nos ataca el poder, no tanto (o no slo) porque tiendea eliminarnos de la historia (quiz tambin por esto), sino, sobre todo,porque nos asimila a s.

    Por eso, como se deca en la introduccin, tambin nosotros podemoscontribuir al desarrollo de esta civilizacin despus de Cristo, sin Cristo.

    Tambin nosotros podemos, sin darnos cuenta, vivir con la misma lgicadel poder, aunque sigamos haciendo las cosas del movimiento y de la

    18Ibidem, pp. 193-194.

    TESTIMONIO

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    Iglesia. Lo que ms me impresiona es que incluso nuestras iniciativasque tienen en su origen un impulso genuino que quiere respondersinceramente a una necesidad, o mejor, a Otro que llama a travs de larealidad estn siempre expuestas al riesgo de convertirse en un juguetenuestro, en nuestro dolo, algo en lo que apoyamos nuestra consistenciacomo personas. Y esto se entiende muy bien por el modo con el que lasgestionamos: las iniciativas derivan en activismo, en un hacer agitado,como si faltase la conciencia de que hay Otro que obra realmente en lahistoria; en el fondo, nos medimos en base al xito, como todos; cedemos

    a una autocomplacencia fastidiosa; nos cuesta tolerar la correccin; nosvolvemos ideolgicos y polmicos, y de este modo las iniciativas, msque una ocasin de testimonio y de presencia, degeneran en factor dedivisin entre nosotros y con el resto del mundo.

    Yo creo que Giussani quiere advertirnos de que el poder no es unriesgo slo para los dems. El poder nos atrae de forma tremenda.Estamos expuestos verdaderamente a sus seducciones, y por eso

    podemos llegar a ser fcilmente una de las muchas facciones existentes:en la poltica, en el mbito acadmico, en el mundo econmico, y ascon todo. Un bando entre los muchos que hay (y en estos tiempos,entre otras cosas, un bando fcilmente perdedor). Y as perdemos loque nos caracteriza y nos hace distintos.

    Seguimos combatiendo contra un enemigo que creemos que estfuera de nosotros, mientras que ya ha vencido el asedio, ha tomadonuestra humanidad.

    Leyendo estos quipes he credo comprender que el punto msdelicado es que el poder nos seduce, hacindonos desear lo que nospuede ofrecer, y hacindonos dudar de todo lo dems. Estamos tanpendientes de nosotros mismos, del problema eterno de nuestraafirmacin personal, que nos convertimos inevitablemente en presadel poder y actuamos en funcin de l. O domina en nosotros un To domina la lgica del poder.

    En ciertos aspectos, esta inclinacin no supone una novedad niun motivo de escndalo: forma parte de nuestra condicin humana.Creo que el punto ms problemtico es tal vez que no somossuficientemente leales con esta tendencia que hay en nosotros y no

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    la juzgamos, reconocindola como enemiga de nuestra humanidad.Tal vez no somos lo suficientemente conscientes de lo expuestos queestamos a las sirenas del poder. Es ms, a veces nos consideramosexentos de esta tentacin gracias al encuentro que hemos tenido y a laexperiencia a la que pertenecemos. En este sentido, es impresionantela insistencia que hace Giussani en este libro sobre el trabajo personal(como se nos reclamaba tambin en la introduccin a los Ejercicios),hasta el punto de que, para describir este trabajo, Giussani utiliza confrecuencia la imagen de la lucha, de la guerra, de la batalla19: Para

    librar esta lucha cotidiana contra la lgica del poder, para vencer da ada lo aparente y lo efmero, para afirmar la presencia constitutiva delas cosas, el destino de las cosas, que es Cristo, qu clase de movimientopersonal hace falta! Es la persona que se hace valer ante la alienacindel poder. Un movimiento personal!20. Este trabajo cotidiano paraliberarnos de los esquemas mentales del poder dice ms adelante esun verdadero cambio de mentalidad, una metnoia21.

    3. ELPODERDELOSSINPODEREl reclamo que nos hace don Giussani con respecto a la influencia

    de la mentalidad dominante y del poder corrige nuestro modo derelacionarnos con el mundo y con la realidad el mo desde luego.Para ilustrar esto me gustara contaros una ltima cosa que se meha hecho evidente durante este ao en Nueva York, a partir de mitrabajo.

    Como he sealado antes, durante los ltimos aos me he visto inmersaen distintas batallas y polmicas culturales. Casi siempre, completamenteinmersa en esta lgica de la batalla cultural, me he movido esencialmentebuscando aliados entre las personas ms cercanas ideolgicamente. Pordecirlo un poco rudamente, buscaba a aqulos que pensaban como yo.En Nueva York esto no era posible: con una cierta sorpresa y no pocodesconcierto, me di cuenta enseguida de que me encontraba trabajando

    en un ambiente ms radicalmente liberal de lo habitual.

    19 Como cuando describe las preciosas pginas sobre Geden, ibidem, p. 274.20Ibidem, p. 194.21 Cf. ibidem, p. 273.

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    La situacin me empujaba a medirme verdaderamente con la culturadominante, y no poda hacerlo repitiendo un esquema de respuestas,por muy justas que fuesen. Tena que trabajar con otros, discutircontinuamente en talleres y seminarios, exponer en pblico de formaperidica los resultados de mi investigacin, escuchar las crticas y lasreacciones de colegas y estudiantes, en un contexto profesional en el queestaba rodeada de personas mucho ms renombradas y preparadas que

    yo, casi todas insertas en la corriente principal de la cultura de moda.A mi favor slo tena una cosa, un nico gran tesoro: esa forma de

    mirar al hombre que todos nosotros hemos aprendido de Giussani yde Carrn, siguiendo la vida del movimiento.

    He tratado de poner esto en juego en mi trabajo, tanto en lasrelaciones como en los aspectos especficos de mi investigacin.

    Cuando el da de Pascua lleg la carta de Julin Carrn publicadaen la Repubblica a propsito de la pedofilia, vi con claridad el caminodel trabajo cultural que quera hacer: antes an de buscar la respuesta

    justa a los problemas que tena que afrontar, me interesaba comprenderhasta el fondo la necesidad humana. Lo que ms impresionaba deaquella carta es que no pasaba por encima de la necesidad de justicia(de las vctimas, de los culpables, de la sociedad), no la reduca ni lainfravaloraba, en todo caso la amplificaba, hasta situarla de nuevo ensus proporciones originales. Aquella carta era distinta de cualquierotra posicin, porque antes de buscar soluciones, se ocupaba de laexigencia humana que este triste asunto de la pedofilia haba sacadoa la luz. No se pona a la defensiva, sino que se pona totalmente departe del hombre, aportando una novedad a la humanidad herida.Parta del hombre, y por tanto de su necesidad, mirada con verdad. Ysi esto se poda hacer en el tema de la pedofilia que es un problemabastante embarazoso se poda hacer en todo. Don Giussani diceque en el encuentro, cambia la lectura que hacemos de nuestrasnecesidades, [] el encuentro vence la sugestin de la sociedad, vence

    la sugestin del poder []. Empezamos a leer nuestras necesidadessegn la verdad que hemos encontrado22. Aquella carta redefina la

    22Ibidem, pp. 362-363.

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    necesidad humana de justicia y restitua toda su amplitud, mirandola humanidad hasta el fondo. En aquel momento se me hizo evidenteque nuestra diferencia no est en las respuestas distintas que podamosofrecer, sino en la forma distinta, ms profunda, ms verdadera demirar la necesidad humana. Vi con claridad que todos los reclamospolticos y sociales, aunque estn formulados de forma confusa,reductiva y en ltima instancia equivocada, pueden ser una granocasin para hacer un trabajo cultural que ya no puede limitarse a

    juzgar en trminos de acertado o equivocado, sino que requiere la

    paciencia de estar ante la exigencia que tales reclamos expresan, queexige que las preguntas se tomen en serio y se comprendan hasta elfondo, antes incluso de empezar a dispensar respuestas.

    La situacin de frontera en la que me encontraba me hizo tambincambiar completamente el mtodo de trabajo: me di cuenta enseguidade que la oposicin polmica no me llevara a ninguna parte, comotampoco la pura apologtica de la posicin catlica. Teniendo en los

    ojos la grandeza de la forma de mirar al hombre que aprendemosen la vida del movimiento, trat de buscar por todas partes huellasde humanidad en los autores que lea y en las personas con las quedialogaba. Lo ms apasionante fue ir en busca de los reflejos de laverdad en todos los autores de cualquier posicin, y empezar aconstruir a partir de ah, buscando un lenguaje y unos argumentoscomprensibles tambin para los no catlicos. Si me hubiese limitadonicamente a atacar, liquidando apresuradamente la culturamayoritaria, entrando heroicamente en polmica, creo que nadieme habra escuchado. La sorpresa ha sido darme cuenta de que estemundo tan secularizado puede ser una grandsima oportunidad,

    y que existe un deseo de verdad en muchsimas personas, ms allde cualquier barrera. Una de las novedades ms bonitas de este aoha sido el descubrimiento de que se puede retomar la relacin concualquiera, pertrechados slo con nuestra humanidad transformada

    por el encuentro que hemos tenido. Es verdaderamente admirable lapromesa que describe Giussani: Esa presencia te permite encontrarde nuevo la originalidad de tu vida. Paradjicamente, esta originalidad[] la encuentras cuando te das cuenta de que tienes dentro de ti algo

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    que est tambin en todos los hombres, que te permite verdaderamentehablar con cualquiera, que no te hace ser ajeno a ningn hombre23.

    No es que esto implique dejar de juzgar ciertos ataques a la humanidadque proceden de la mentalidad contempornea. Pero hay algunas formasde hacerlo que, en mi opinin, estn embebidas de la misma lgica delpoder que se quiere combatir y entonces nos rebajamos a ser unafaccin entre las dems, contrapuesta a todos y probablemente unafaccin perdedora en este momento histrico. Pero existe otra forma:la que se documenta de forma emblemtica en la carta sobre la pedofilia.

    Comparado con la potencia de los medios econmicos, polticos ymediticos que tiene la mentalidad dominante, este mtodo parece pocacosa. Puede que sea un camino que no nos lleve a dominar la historia yla poltica de forma inmediata, pero pone los cimientos para construir

    y mueve a las personas como nos recordaba Julin Carrn hace algntiempo, utilizando la expresin de Giussani: Las fuerzas que mueven lahistoria son las mismas que mueven el corazn del hombre.

    Este verano he vuelto a leer un texto que solamos leer ms o menos en lamisma poca de los quipes reunidos enLio rinasce in un incontro:El poderde los sin poder, de Vaclav Havel. Tal vez alguien se acuerde del ejemplo delvendedor ambulante de fruta, que una maana decide no volver a poneren su puesto los carteles con los eslganes de la propaganda impuesta porel rgimen. Havel se pregunta: Por qu debera tener miedo el poder deun gesto tan banal? Un gesto aparentemente insignificante y carente deincidencia. Las amas de casa que van a hacer la compra comenta Havelse dan cuenta antes si faltan tomates o patatas que si faltan los carteles conlos eslganes del rgimen. Sin embargo, ese vendedor de fruta y su familiasern perseguidos por el sistema, porque su gesto resquebraja el mundode las apariencias de las que est constituida la ideologa. El vendedorde fruta supone una amenaza para el poder porque, con su gesto deverdad, decide salir de la apariencia y de la mentira, y al actuar as arrojaluz sobre la realidad que le rodea. Por este motivo, ese gesto puede tener

    consecuencias incalculables, porque tiene un potencial de comunicaciny de difusin sin lmite, y puede contagiar a un nmero imprevisible de

    23Ibidem, p. 183.

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    hombres porque como diramos nosotros corresponde al corazn delhombre. Como se ha dicho estos das, la partida se juega en el centro dela persona, pero tiene un alcance csmico.

    Entonces, dnde puede verse la victoria de la fe, para nosotros quevivimos en este mundo despus de Cristo, sin Cristo?

    Creo que todos nosotros tenemos dentro esta pregunta y, comosucede a menudo, han sido algunos universitarios los que la hanformulado con mayor lucidez. Al trmino de una conversacin, unode ellos me preguntaba: Qu quiere decir en este contexto que

    la fe sigue teniendo hoy da una oportunidad? Qu oportunidadpodramos tener?. Y otro me preguntaba: Pero, en este clima cultural,debemos contentarnos con el testimonio o podemos todava pelearbatallas culturales y polticas?. Estas preguntas me han dado luz, yme han hecho comprender qu idea tenemos de la victoria de la feen el mundo, como se deca en los Ejercicios de hace algunos aos.En el fondo, tenemos una idea parecida a la que expresa la cancin de

    Chieffo,Monlogo de Judas: y su reino no llegaba. Aqu tambin nosofrece Giussani una lectura distinta: No est escrito que los cristianosdeban vencer. El problema es justamente ste: que vencemos siempre,incluso aunque siempre fusemos derrotados, porque vencer esrealizar una mayor humanidad, mientra que ser derrotados es notener el poder. Como dijo una vez uno de vosotros en una discusin:Nosotros aspiramos a una victoria sin poder! Se refera a esto. Es lavictoria de lo humano. Al afrontar la vida segn la fe, nosotros ganamosen humanidad, nuestro gesto se vuelve ms humano. Esto no significaque prevalezca nuestra accin en el campo poltico, econmico, etc., nosignifica que nos hagamos con el poder24. Dios podra concedrnoslo,pero no est escrito que los cristianos tengan que ganar.

    Personalmente, creo que esto me sita ante un desafo continuo enmi vida, incesante y siempre nuevo: afrontar todo a partir de la lgicadel poder (de mis planificaciones, estrategias y alianzas) o a partir del

    reconocimiento de que Otro acta verdaderamente en la historia, enmi historia personal y en la del mundo.

    24Ibidem, p. 402.

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    Domingo 29 de agosto de 2010, por la noche

    LUIGI GIUSSANI, DENIS, ROSE BUSINGYE

    LUIGI GIUSSANI. Me llamo Luigi Giussani. Os preguntaris por qu.Porque es el nombre del hombre que ha vencido mi oscuridad: l y

    don Carrn. Se han desvanecido mis das de oscuridad y todo se hallenado de luz y de alegra.

    Yo viva un da oscuro de muerte. Mis padres murieron abrasadosen un autobs mientras huan de los rebeldes que haban llegado aKampala; yo me haba quedado con mi to, que tambin muri enun accidente en la fbrica en la que trabajaba. El mundo se habaoscurecido para m, y crea que yo sera el prximo en terminar as.

    Haba odo hablar del Meeting Point International, y me habapreguntado si poda existir una vida nueva para m. La vida se habaterminado para m, esperaba el momento de mi muerte, crea que lavida era slo aquello que haba visto y vivido. En el Meeting Pointvi a jvenes y viejos todos juntos, y tena curiosidad por ver quhacan. All alguien me vio y me propuso volver a la escuela, peroen la escuela no consegua concentrarme, porque slo escuchaba losgritos y las llamas en las que haban muerto mis padres. Rose mellevaba a la Escuela de comunidad, y all me impresion la palabravalor, pero me preguntaba qu tipo de valor poda tener yo cuandohaban muerto mis padres y mi to. Acaso algo poda devolverme amis padres?

    Segu estudiando en medio de estas dificultades hasta 2007. Aquelao vino a Uganda un hombre que se llama Julin Carrn. No recuerdoel da de mi nacimiento, pero recuerdo el da en que vino Julin: aqul

    fue el da de mi nacimiento. Carrn vino al Meeting Point y habl conlos enfermos y con los nios. Recuerdo todava aquella mirada quepenetr en mi oscuridad. Mientras l hablaba, yo segua su mirada:era como si la oscuridad de la muerte se hiciese cada vez ms pequea;

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    el corazn saltaba dentro de m. Aquella noche no consegu dormir,volv a casa y luego me fui a la escuela. Haban dicho que ese hombreestara en la escuela Saint Vincent para tener una asamblea generalcon la gente del movimiento. Yo no saba nada del movimiento, perofui all porque quera volver a ver esa mirada. Segu aquella mirada yaquella mirada trajo la luz a mi interior; quera seguir a aquel hombre,quera estar con l toda mi vida. El corazn saltaba dentro de m tanfuerte que me pareca que iba a explotar.

    Entonces fui a ver a Rose, porque el nico modo con el que yo

    poda estar con aquel hombre era recibir el bautismo. Yo crea queRose bautizaba a la gente, pero me desilusion un poco, porqueno me bautiz; me dijo que me mandara a un lugar a que meprepararan para el bautismo. Volv a la escuela, y tambin misamigos tenan el mismo deseo, lo que me suceda a m tambin lessuceda a ellos. Nuestro corazn estall en canto. Cantbamos juntosmientras hacamos la catequesis. Con toda esta alegra no estbamos

    mucho tiempo haciendo catequesis! Al final, fuimos bautizados(doce hombres y doce mujeres), y mi viaje comenz aquel da. Lamirada de Carrn ha disipado el terror de la muerte. Desebamos lomismo para nuestros compaeros de escuela, y entonces empezamosnosotros a darles catequesis. Treinta y ocho compaeros nuestros sehan bautizado con la ayuda de Mauro y del padre Archetti. Queramoscomunicar la belleza que habamos encontrado, la belleza de la vidaque nos haca cantar. Pedimos ayuda en la Escuela de comunidad;comprendamos mejor la Escuela de comunidad cuando cantbamos.Entonces formamos el Batalln de Carrn, los Alpinos de Kirekaen Uganda. Cantamos cantos alpinos. Algunos son hijos de soldados,que vienen de distintas situaciones negativas, pero estas situacioneshan sido vencidas por la mirada de don Carrn. Ahora somoshombres y mujeres nuevos. Nosotros vivimos para decir que esposible vivir as.

    DENIS. Me llamo Denis, tengo casi veinticuatro aos, y estoy en el ltimocurso de Estadstica en la universidad. Perd a mi madre cuando tenaocho meses, me qued con mi padre durante diez aos, y luego muri

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    tambin l. Me cri con parientes y amigos. Ellos queran que yo fuesea trabajar como criado en sus casas. Mi hermano y yo pensbamosque la vida haba acabado para nosotros. No tenamos esperanza, niveamos futuro alguno. Pero alguien vino a mi casa y me eligi. Estapersona era Rose. Pero cuando vino, yo tena otra perspectiva de lavida, haba otras personas que me elegan y me pagaban por el trabajoque haca. Rose me pregunt si quera ir a la escuela. Le dije que s.Me pregunt qu quera hacer, qu quera ser, por qu quera ir a laescuela. Le dije que quera licenciarme, hacer el doctorado, comprar

    coches bonitos, ser rico. Me dijo: No olvides que t eres infinito, y estas cosas no se satisfarn. Yo crea que estaba de broma. Seguadelante en la escuela con buenas notas, luego entr en la universidad,siempre con buenas notas, pero senta que algo me faltaba.

    Tena algunos amigos protestantes, y trat de seguirles y defrecuentar su Iglesia para llenar este espacio, este vaco que haba enm, pero en su Iglesia me decan que tena que ser buen chico, y as

    podra ir al paraso. Pero en 2007 don Carrn vino a Uganda, empeza hablar con muchos jvenes, y yo estaba entre ellos. Dijo muchascosas, pero dos de ellas me impresionaron especialmente: que Cristoes todo y que es interesante para la vida. Para m esto era como unapuerta nueva que se abra en mi vida. Sonaba algo nuevo en mis odos,nadie me haba dicho nunca estas cosas. En aquel momento dej desentirme hurfano. Lo nico que quera era unir mi s al de Carrn,porque me senta arrastrado desde mi nada hacia algo que no meesperaba. Y siento que he ganado mucho ms que el ciento por uno.Pero los desafos no han disminuido, por ejemplo en la universidad.Tengo un profesor de Estadstica que ha escrito muchos libros, queha ledo mucho. l sabe que soy cristiano, y un da me dijo: T erescristiano, crees en Jesucristo, al que no has visto. Para ti el cristianismoes simplemente una muleta. Y yo le dije: Bueno, ser mi bastn,pero yo me estoy moviendo; usted en cambio no tiene un bastn

    y est quieto, estancado. En aquel momento estaba ligeramenteenfadado y me dijo: Pero, t eres joven, negro, africano. Cmo tepermites expresarte as?. Yo le dije: Tengo veintitrs aos, y l: Nopuede ser!. Le dije: Tengo veintitrs aos!. Se enfad y se fue. Al

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    da siguiente, el profesor mand a un compaero de curso, uno queera muy rico y tena coches estupendos, para decirme que haba untrabajo para m, un trabajo de Estadstica en Dubai, me daran unbuen sueldo, siete vrgenes, un despacho bonito. Me dijo: Mira, nodejes escapar este trabajo. Yo empec a preocuparme: Pero, cmoes posible? Me ofrecen vrgenes, me dan dinero, no entendalo que estaba pasando y me preguntaba: Cmo es que me ofrecenesto a m?. Tambin se lo haban ofrecido a otros, que se marcharonall a trabajar. Yo rechac el trabajo y me dijeron que estaba loco. Al

    da siguiente llegu tarde a clase, y el profesor estaba ya all; me mirfijamente, estaban todos callados, y me pidi que le sealara a la chicams guapa de la clase. Le dije: Todas son guapas, no soy capaz deelegir a una. l me dijo: Entonces, no entiendes de mujeres. Yo lerespond: No tengo necesidad de elegir. El profesor era un hombrecasado, llevaba una alianza, y yo le dije: Usted me est haciendo estapropuesta, usted que es un hombre casado. Acaso es usted feliz en

    su matrimonio?. Hablaba delante de la clase, como estoy hablandoante vosotros. l me dijo: Has ido demasiado lejos. No puedespreguntarme por mi matrimonio, y dio por terminada la clase en esemomento. No estaba contento conmigo, y me pregunt de qu estabahecho yo. Dijo que hara saber al resto de profesores que yo no estababien, que me faltaba un tornillo. Yo le dije que no me faltaba nada, queestaba perfectamente, que era completamente humano.

    ROSE BUSINGYE. Despus de la muerte de don Giussani, pareca quemi mundo se haba acabado. Cuando Carrn le sustituy, como yome fiaba de don Giussani y obedeca, no tuve ningn problema; sinembargo le miraba como el sustituto, el nuevo jefe, y nada ms. LuegoCarrn vino a Uganda, al Meeting Point International, y habl a unamultitud de enfermos y de jvenes, ramos por lo menos trescientaspersonas. Un da despus de su intervencin, vino a verme Luigi

    todo sudado, un joven que haba estado en ese encuentro, y medijo: Mirando a este hombre, me he dado cuenta de que no estoybautizado. Yo le dije: Cundo y cmo le has mirado?. Como leconoca desde haca tiempo, pens: Bueno, es africano, se le pasar.

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    Entonces le dije: Venga, lo pensar y buscar a alguien para quete prepare. l se fue un poco enfadado. Al da siguiente lleg otrochico que vino caminando desde lejos hasta mi despacho, y me dijo:Mira..., y se puso todo serio. Ese hombre, el del otro da, cmo sellamaba? se que vino el otro da... Mira, necesito recibir el bautismo.Entonces me dije: Carrn ha hablado, yo tambin estaba all, estabantodos los adultos del movimiento. Qu ha dicho que nosotros nohayamos escuchado?. Le dije lo mismo al segundo chico: Venga,vete, ya pensar algo. Pero cuando termin la semana, cinco chicos

    me haban pedido lo mismo. Entonces les junt en el despacho y lespregunt: Vamos a ver, decidme una palabra, una frase que os hayaimpresionado. No me decan nada, ni una palabra de lo que habadicho Carrn, pero todos me pedan lo mismo. Entonces le dije a unaamiga que estaba en Uganda: Mira, intntalo t. Estoy convencidade que dentro de una semana habrn desaparecido Yo les habainvitado a la Escuela de comunidad, venan y luego desaparecan, y

    pensaba que ahora sucedera lo mismo. Esa amiga ma empez conMauro: cuando volvan a casa estaban todos entusiasmados, y ellame deca: Estos chicos son excepcionales, yo me ocupo de ellos.Entonces fui a buscar los apuntes que haba tomado en el encuentrocon Carrn, pero all no se haba dicho ni una palabra del bautismo.Mientras yo estaba all buscando las citas de Carrn, los apuntes, ellos

    ya iban por delante. Por ejemplo: hemos hablado durante muchosaos de la caritativa. Pues bien, un da decidieron ir a la cantera paracantar cantos alpinos a las mujeres que pican piedras, y las mujeres,con sus martillos, lloraban conmovidas. Alguien les dijo: Hayque traducir al ingls estos cantos alpinos, porque la gente no losentiende. Pero los chicos respondieron: Pero, t, italiano, nos dicesque traduzcamos los cantos alpinos? Cuando el Misterio nos habla,en qu lengua nos habla?. Mientras yo me haba quedado paradabuscando las citas, ellos me haban adelantado. Uno de ellos se puso

    a buscar en Internet cosas sobre el movimiento, vena a mi despachoy me lea lo que don Giussani haba dicho en el ao 80, en el 81, yyo deca: Don Gius habl de esto en el ao 80, habl de aquello enel 70, y yo no saba nada. En un momento dado me asust. Pens:

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    Caramba! El mundo sigue adelante y yo me he quedado parada enlas citas, en las frases, en los apuntes, en vez de moverme. Un da Luigivino a verme y me dijo: Rose, vamos a cantar!. Yo le respond: No,imposible, tengo muchsimo que hacer.... l me dijo: Rose, si creesque la vida es lo que t eliges, all t. Yo me enfad un poco, pero eraalgo que continuamente me volva a la cabeza. El sacerdote que leshaba preparado para el bautismo volvi un da a casa y me dijo: Yame ocupo yo de ellos, yo les bautizo. Se bautizaron doce chicos, quefueron a su vez a sus escuelas para dar catequesis a otros compaeros.

    En un momento dado me dije: Mira, el mundo cambia, y yo estoy ah,buscando qu han podido ver en Carrn, qu ha hecho Carrn... peroel Misterio cambia a quien quiere, cuando quiere y a travs de lo quequiere. Entonces me dije: Yo tambin quiero seguirles, porque eraprecioso verles cantar. Ahora no quiero quedarme atrs. Entoncesempec a mirar a Carrn, pero mirando all donde miraba l, y dejde mirarle como un jefe. Algn tiempo despus Carrn volvi a

    Kampala y habl de la contemporaneidad de Cristo. Cuando lleg yo dije: Ya no quiero quedarme atrs; los dems estn contentos,felices, y yo me he quedado anclada en las palabras. Tambin yo levi hablar, y al mirarle, escuchando lo que estaba diciendo, mirandodonde l miraba, yo cambiaba. Es como si se volviese mo aquellode lo que estaba hablando; lo que estaba mirando se haca una solacosa conmigo, y esto me una a Carrn. Ahora ya no le miro comoel jefe Carrn, sino como un compaero de camino. Ya no meinteresa Carrn como jefe: mientras los chicos miraban aquello alo que miraba Carrn, yo me haba quedado parada, preocupada pororganizar. Ahora mi mirada se fija all donde mira Carrn, y mientrasfijo ah la mirada, mientras miro a donde mira l, me convierto enuna sola cosa con aquello que me une a Carrn.

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    LECCIN JULIN CARRN

    Lunes 30 de agosto de 2010, por la maana

    1. ELDRAMADEL YONo fue por los treinta denarios, sino por la esperanza que l, aquel

    da, haba suscitado en m25. La verdadera lucha se ha introducido enla historia se introdujo en el corazn de Judas y se introduce en el

    corazn de cada uno de nosotros desde el momento en que Alguiensuscit esa esperanza. Y no debemos confundirnos: el problema noson los treinta denarios; la naturaleza de la lucha es la esperanzaque l haba suscitado en m. Judas poda estar all, en el grupode los discpulos, y no secundar aquella simpata inicial. Y entoncesel corazn se vuelve de piedra. Por dentro, no exteriormente. Estremendo! Y esta lucha todos lo sabemos es una lucha personal que

    tiene una dimensin social y csmica, porque todos conocemos lasconsecuencias que derivaron de ese no, de ese corazn de piedra.Por eso estoy muy contento del da de ayer, porque creo que hemos

    empezado a entender cul es la dimensin verdadera de la palabra quedijimos el primer da, conversin: no es un asunto intimista; sucedeen el corazn del yo, porque no hay ms drama que el que sucedeen el yo, el drama que cada uno de nosotros vive con el Misterio.Pero este asunto personal tiene un relieve, un alcance social, cultural,csmico, y no debemos confundirnos sobre cul es la lucha que esten juego hoy y siempre. Muchos de vosotros lo dijisteis ayer: piensoen Cristina, que debe decidir ante lo que alguien le ha propuesto, o enRose, que debe ponerse en movimiento ante lo que le ha sucedido asus chicos, o en Chris, que debe dejar entrar esa mirada que le permitarecobrarse, o lo que nos ha testimoniado Marta, porque el tipo delucha en el que nos hallamos inmersos es contra un poder que quiere

    reducir la persona y esa esperanza que l ha suscitado en nosotros.La lucha es entre la esperanza que Cristo, dentro de Su presencia

    25 C. Chieffo, Monlogo de Judas, en Cancionero, Comunin y Liberacin, Madrid 2004, p. 345.

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    histrica, ha suscitado en nosotros, y este poder. Debemos decidir.La conversin es ceder a este atractivo, pues de otro modo nuestrocorazn se vuelve de piedra. Nos lo recordaba muy bien ayer Martacon ese pasaje de Havel sobre el vendedor ambulante de fruta: lo queamenaza al poder es un gesto casi banal, que puede pasar inadvertido,el gesto de libertad de un hombre. La lucha se produce a este nivel ytiene, como todo, un alcance social, porque no podemos decidir nadasin que esto tenga una repercusin social. sta es la lucha que vemosen la Iglesia, es la lucha que vemos en el mundo; no se da slo en

    nosotros o en la Iglesia, sino que la vemos en muchas personas con lasque nos encontramos, pensemos en el Meeting, personas cuyas vidasconocemos, que no son ni siquiera cristianas, pero en cuyos corazonesest sucediendo la misma lucha por esa esperanza que a travs denuestra presencia sencilla Otro ha suscitado en ellos.

    2. COMUNIN Y LIBERACIN

    Para afrontar esto, para ayudarnos a comprender esto, quiero partirde dos hechos sucedidos durante la Escuela de comunidad de este aoy que me han dado mucho que pensar.

    Un da intervino una persona y dijo: Planteo esta premisa: he vividoestos ltimos aos con una gran dificultad, a causa de una situacin quese haba producido en mi trabajo y que, despus de treinta aos, me hallevado a tomar la decisin de dejarlo, de marcharme. Naturalmente,ahora me encuentro con que tengo que buscar un trabajo nuevo, cosaque en este momento, y con casi cincuenta aos, no es nada fcil. Sinembargo, mi problema no son las circunstancias, sino la forma que hetenido de vivirlas, porque en todo este tiempo me he sentido un pocoahogado, y he perdido tambin en cierta medida el gusto de vivir. Enla leccin de los Ejercicios del viernes por la noche, dices en la pgina8: Si no se produce un cambio en la forma de percibir y de juzgarla realidad, quiere decir que la raz del yo no ha sido penetrada por

    novedad alguna, el acontecimiento cristiano se ha quedado fuera delyo. La semana pasada hubo un encuentro con el padre Aldo; cuandocont un drama que haba vivido, yo percib que se pareca a lo que

    yo estaba viviendo: me escandalizaba mi falta de gusto por la vida.

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    Aunque era del movimiento, aunque estaba rodeado de la gracia deun montn de gente que me quiere, yo no consegua perdonarme am mismo este escndalo ni confesarlo abiertamente, hasta el fondo,ni siquiera a los amigos ms queridos. En un momento dado, el padreAldo dijo: Yo he cambiado despus de muchos aos, en los que pedaincluso morir, cuando he empezado a mirarme a m mismo no comome miraba yo, sino como me mira Dios. Haba escuchado al padreAldo otras veces, incluso este ao, pero siempre sala de los encuentrosdiciendo: l es santo, yo no. En cambio, esta vez sal del encuentro

    y me dije: Si es posible para l, por qu no lo va a ser para m?. lhaba tocado realmente la raz de mi ser, y yo tuve la experiencia desentirme liberado. Me desbarat completamente pero no me destruya m, sino al moralismo y al escndalo que tena por mi pecado, hastael punto de que al da siguiente, lo primero que hice al levantarme fuedecirle a mi mujer: Nuestra relacin debe volver a empezar, debemosaprender a mirarnos como nos mira Dios.

    Esta intervencin me impresion muchsimo (ya lo dije aquelmismo da en la Escuela de comunidad), porque podemos, al igualque esta persona, estar durante aos dentro del movimiento y nomirarnos como nos mira Dios, ni siquiera tomarlo en consideracin,ahogndonos porque nuestra mirada es como la de todos, porque nollega a tocar la raz de nuestra persona, de nuestra forma de percibirnos anosotros mismos y a las circunstancias. Es ms, luego nos lamentamosde que no cambia la raz de nuestra persona, de que no cambia nada,de que nos ahogamos en las circunstancias! Lo que le ha liberado esque esta vez alguien le ha mostrado el camino; el padre Aldo le hacomunicado la hiptesis de un camino para que l pudiese empezar ahacer experiencia de lo mismo que el padre Aldo le testimoniaba.

    Dos semanas despus, en otro encuentro, intervino otra persona ydijo: Como soy algo lento, me gustara volver sobre la intervencinque hizo una persona que tena problemas, y que haba escuchado al

    padre Aldo que deca: Aprende a mirarte como te mira Dios, y nocomo te miras t. Yo tengo un problema con esto. Mi mujer siempreme reprende porque dice que tengo que rezar ms, que tengo quepensar ms las cosas, que tengo que hacer ms silencio, pero a m

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    me resulta muy difcil imaginar cmo me mira Dios. Qu quieredecir como me mira Dios?. Luego citaba una entrevista en la queel padre Aldo deca que lo que haba hecho que Cristo se volvieseconcreto haba sido la forma con la que le haba mirado don Giussani,que se lo haba llevado a vivir consigo y le haba acompaado: Cristose haba convertido de este modo en una presencia concreta. Y aada:Si pienso en m mismo, me doy cuenta de que no soy capaz demirarme como lo hace Dios. Reconozco que Dios me ha dado un doninmenso, que es esta mirada de don Giussani, que ha sido reconocida

    como carisma. En un texto del quipe [que luego retomar] dice queel movimiento no es nada, es algo efmero sin la Iglesia; y la Iglesiano es nada sin Cristo. Cristo es el centro. Pero sin el movimiento ysin la Iglesia yo no s qu es Cristo. Por qu digo esto? Porque estedon se llama Comunin y Liberacin. Y luego contaba que en sugrupo de Fraternidad la gente se lamentaba continuamente de queno experimentaba la liberacin. Entonces empec un dilogo con

    l: En tu opinin, por qu no llega esa liberacin?. Me respondi:Es como si nos quedsemos en resaltar que esta liberacin tarda, sinplantearnos el problema de que es comunin y liberacin, es decir,que el decaimiento se produce al nivel de la capacidad de comunin,que es la pertenencia. Don Giussani dice: Cuando descubres estamodalidad que te ha aferrado, nace una afinidad. Vivir es ir detrs deesta afinidad, en esto consiste la comunin. Yo creo que nosotros nosentretenemos a menudo en lamentarnos por la falta de liberacin, ynos olvidamos de que el problema es la comunin.

    La falta de liberacin se debera, entonces, no a lo que haba dichoel padre Aldo o su seguidor un trabajo de identificacin con laforma en la que Dios me mira, tras haber encontrado esta mirada,sino a una falta de comunin, es decir, al hecho de no estar dentro deuna comunin. Entonces yo segu provocndole: Y, en tu opinin,por qu falta esta experiencia de comunin? No estis todos juntos

    en la Fraternidad?. Podramos decir tambin: No estamos todos juntos en la compaa, en la comunidad? Entonces, por qu? Aquest la clave: Porque hay una forma de vivir la comunin que nolleva a la liberacin! Y ste es un dato que reconocemos en nuestra

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    de este lugar, que podemos seguir llamando comunin, sin el juicioque genera la comunin. Por eso, la persona que habl en la Escuelade comunidad se qued tocada por el padre Aldo, porque el padreAldo testimoniaba como cada uno puede testimoniar de s mismoque durante aos haba vivido todas las situaciones sin mirarse comole miraba Dios, y que el cambio se produjo cuando acept empezara mirarse como le miraba Dios, como haba sido mirado. Haba sidomirado por don Giussani, de lo contrario no habra salido a la luzel problema. Pero el paso de conciencia del padre Aldo fue que, en

    un momento dado, empez a mirarse como le haba mirado Dios, esdecir, como haba sido mirado por don Giussani. Si le impresion elpadre Aldo fue porque le hizo comprender lo que le faltaba, porque leaport claridad sobre el camino que tena que hacer. Por eso se sintiliberado. Nosotros como dijimos en los Ejercicios nos olvidamoscon frecuencia de que las cosas (tambin esta mirada, por tanto) slollegan a ser mas a travs de mi libertad. Este juicio llegar a ser mo,

    esta forma de mirar llegar a ser ma si pasa a travs de mi libertad.Que mi libertad necesita permanentemente un lugar es algo que estfuera de toda duda: nosotros no conseguiramos mantenernos anteeste juicio con nuestra libertad si no existiese un lugar. Es necesariala permanencia en el lugar que lo ha generado, pero sin mi libertadnunca ser mo. Si cuando la vida aprieta, si cuando uno que no sesoporta a s mismo no siente la necesidad de volver a esa mirada quele libera, cmo podr experimentar la liberacin?.

    Vemos aqu un ejemplo de lo que deca en los Ejercicios de laFraternidad: nosotros seguimos contraponiendo acontecimiento ycomunin a trabajo, iniciativa, libertad; de este modo nunca llegar laliberacin, porque nunca llegar a ser ma. Pero no cambiis el hechode que tenga que pasar a travs de mi libertad por el moralismo, porfavor. Muchas veces, cuando llega el momento en el que debemoshacer algo, ponemos enseguida el sello de moralismo, y de este modo

    justificamos nuestra pereza para movernos, para cambiar. Y entoncesdesembocamos en esta alternativa mortal: o es automtico o esmoralista, es decir, no existe la libertad. Pero rezar el Angelus o dejarentrar esta mirada, es acaso moralismo? No! Se llama memoria.

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    3. ELINSTANTEPREVIOPara aclarar este punto, he decidido leer junto a vosotros la sntesis

    de don Giussani en un quipe del CLU de 1986, contenida en Liorinasce in un incontro (1986-1987).

    En este texto, Giussani parte de la observacin del momento queest viviendo el movimiento, de la diferencia entre 1986 y lo que habasucedido en 1968: Ante todo, el primer factor, muy valioso, que hayque poner de manifiesto es que, aunque est algo atontada o confusa,o bien de todo asombrada, nuestra conciencia est profundamente

    anclada, inscrita en una estima por ese acontecimiento que llamamosmovimiento. Recordis cuando hablbamos este verano del instanteprevio que me determina luego en la accin? [Atentos al ejemplo] Parael joven que ha vislumbrado desde la otra acera la silueta fascinante deuna joven, hay un instante, antes de lanzarse a seguirla, en el que dice:Qu guapa!. Pues bien, estoy hablando de ese instante. Pero nosotroshemos hecho otra comparacin ms seria, la de Zaqueo, antes de bajar

    del rbol y correr hacia su casa. El pasado mes de agosto os invit aidentificaros con ese momento [antes de bajar del sicomoro] en el quel se percibi mirado, en el que se percibi como invadido por una luznueva, por una sensibilidad nueva, por una emocin que determinde forma distinta todo su horizonte26. El instante previo: lo quesucede en ese instante no lo podemos evitar, no lo podemos controlar,gracias a Dios. Por tanto, el punto decisivo es este instante previo, estaesperanza que ni siquiera Judas pudo evitar que fuera suscitada en l. Enese primer instante como dijimos en los Ejercicios el conocimiento

    y la libertad se juegan a la vez. Nuestro conocimiento no es neutral,nuestro conocimiento pone siempre en juego la libertad.

    Prosigue Giussani: Cuando hablo de estima predominantepor la experiencia del movimiento, por este acontecimiento que esel movimiento, hablo de algo que genera una actitud parecida a lade Zaqueo antes de bajar del rbol, parecida a la del chico antes de

    lanzarse a seguir a la joven. Y esto es fundamental. Yo digo a menudoque nuestra libertad se juega, mucho ms que en las elecciones

    26 L. Giussani, Lio rinasce in un incontro (1986-1987), op. cit., p. 40.

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    particulares, en una opcin fundamental, en el sentido de que lasopciones particulares revelan una eleccin fundamental, la eleccinante la realidad como tal: una opcin de simpata hacia la realidad,tal como la naturaleza nos empuja a hacer, por ejemplo a travs delinstinto de la curiosidad, o bien la opcin opuesta, por la que unose defiende de la realidad tapndose la cara con el brazo. En esteclaroscuro profundo [en el centro mismo del yo, en donde se librala lucha], casi en el lmite del subconsciente, se decide la actitud queluego asumimos ante Dios, el padre y la madre, la novia, los hijos, los

    amigos, el libro, los acontecimientos, las plantas, la luna, todo. Estaapertura simpattica, este crdito inteligente en un sentido todavaincompleto, intuitivo hacia el valor que el movimiento encierra yporta, hacia lo que hay entre nosotros (y lo que hay entre nosotros esla verdad), esta premisa o comprensin previa, esta simpata previao este instante previo positivo, resulta decisivo27. Y aade algo quele puede pasar a todos, sobre todo a nosotros: Demasiados adultos,

    que participaron en nuestro movimiento y tal vez sigan en l, carecende esto. Y cuando falta esto, el movimiento es una cosa entre otras,un aadido, al igual que, para la mayora de los cristianos guiadospor los oficiales, es decir, por el clero, Cristo y la Iglesia son unacosa entre las dems, respetabilsima, la ms respetable, pero una cosaentre otras. Todo el argumento de nuestra posicin de fe se puedereconducir exactamente al desbaratamiento de esta yuxtaposicin,porque Cristo, el acontecimiento cristiano, es la vida (como dijol mismo: Yo soy el camino, la verdad y la vida); por eso invade ypenetra todo, da consistencia, establece la consistencia de todo. Yo creoespero no pecar de ingenuo que en este momento se ha confirmadoesta estima en la mayora de nuestras comunidades. Debis compararsiempre vuestra experiencia con la de Zaqueo. En este sentido,resulta fundamental la estima por el movimiento reconocer que elmovimiento es verdadero, que es la sugerencia verdadera para nuestra

    existencia y para la historia, la simpata o el crdito confiado comopunto de partida28.

    27Ibidem, pp. 40-41.28Ibidem, pp. 41-42.

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    4. UNDEFECTOMORAL. LAAUSENCIADEMEMORIADespus de haber subrayado este momento previo en el que, en

    este claroscuro al borde del subconsciente, se juega toda mi libertad,don Giussani introduce el segundo factor: An as, seguimos siendogravemente inadecuados. A pesar de este mpetu de simpata o decrdito que es justo, fundamental, y por eso me da pena aadir estasegunda nota sobre el hecho de que somos inadecuados; pero esto nodebe asustarnos, porque nos indica un camino, no es una objecin,es como si en el fondo permanecisemos inadecuados a tal simpata.

    Y no se puede aguantar durante mucho tiempo esta inadecuacin,no se puede tolerar por mucho tiempo sin que sea objeto de trabajo,porque, en caso contrario, incluso la simpata se desvanece29. Por eso esuna estupidez contraponer esta simpata al trabajo que nos toca hacer.Sin ese trabajo, sin ceder a esta simpata, la simpata simplemente sedesvanece, y entonces el corazn se vuelve de piedra. Podis aducir todaslas razones que queris para justificar el corazn de piedra, pero no es

    razonable: nadie que haya visto despertar en s esta esperanza podroponer objecin razonable alguna para justificar su corazn de piedra.Cul es la causa de esta inadecuacin? Don Giussani afronta este

    tema inmediatamente despus: Esta inadecuacin se produce porun defecto moral. Pretendo usar la palabra moral o moralidaden su sentido ms profundo, sustancial, que es la disposicin de lapersona ante el Ser, es decir, ante la vida, ante la existencia comoorigen, consistencia y destino; dejemos destino, que es la palabraque resume todo lo dems30. No se reduce a la coherencia con ciertasreglas, porque esto sera moralismo: la moralidad es la disposicinante el Ser. Y para tener esta simpata ante el Ser no se necesita unaenerga particular o especial de la voluntad, algo que haga que unopueda ser santo porque tiene esta energa, mientras que yo, que soyun pobrecillo, no la tengo. La moralidad no es esto, no es la capacidadque tengo yo de ser coherente con ciertas reglas: es, ante todo, la

    disposicin de mi persona frente al sol, a la mujer, a las montaas, ala mirada de Cristo. Hay alguien que pueda levantar la mano y decir

    29Ibidem, p. 42.30Ibidem.

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    que le falta algo para ceder a esta mirada? Sea cual sea la situacin dedificultad en la que se encuentra ahora, necesita acaso alguna energaespecial? Slo necesita ceder.

    Prosigue el texto, en el que se incluye una cita de Juan Pablo II31:Se trata de un defecto moral, de una disposicin, de una actitud dela persona que no es todava justa, que no est bien situada ante lagran cuestin que se transmite a travs del movimiento, como decaSu Santidad en el famoso discurso del 29 de septiembre [] Essignificativo [] cmo el Espritu Santo, para continuar con el

    hombre de hoy el dilogo comenzado por Dios en Cristo y proseguidoa lo largo de toda la historia cristiana, ha suscitado en la Iglesiacontempornea mltiples movimientos eclesiales. Un movimientoes una modalidad concreta con la que contina el dilogo que Cristoha comenzado con el hombre, una modalidad en la que se hace vivala presencia de Cristo, se hace cooperante, persuasiva, educativa,pedaggica y constructiva. Es una modalidad, se llama carisma32.

    Al llegar aqu, don Giussani nos explica en qu consiste estedefecto moral, y ste es el punto decisivo: Pues bien, quisiera definireste defecto moral con una palabra, con una indicacin sencilla: esla ausencia de memoria. La dificultad es la dificultad de la memoria.Daos cuenta de que la memoria es el contenido de la autoconcienciadel yo cristiano. Cul es el contenido de la autoconciencia? Es tuyo, tu ego: imagen, concepcin, sentimiento de ti mismo, concienciade ti mismo. El contenido de la autoconciencia es, naturalmente, elyo. Ahora bien, la memoria es el contenido de la autoconcienciadel cristiano. Cuando san Pablo deca: Vivo yo, pero ya no soy yo,sino T que vives en m, defina exactamente el contenido de laautoconciencia nueva33. Dicho con las palabras que hemos usado:la memoria es el contenido de la mirada, es decir, que yo tengaconstantemente como contenido de mi conciencia la mirada con laque he sido mirado. Como lo fue para Zaqueo: su identidad era la

    autoconciencia de aquella mirada.31 Se trata del Discurso al movimiento de Comunin y Liberacin en el XXX aniversario de sufundacin, 29 de septiembre de 1984,3.32 L. Giussani, Lio rinasce in un incontro (1986-1987), op. cit., pp. 42-43.33Ibidem, p. 43.

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    Mirad qu liberador resulta lo que aade a continuacin: Encualquier caso, he dicho que esta dificultad no es una objecin, sinola indicacin de un camino que debemos hacer34. Y pensar quenosotros, cuando vemos esta dificultad, empezamos ya a alarmarnos,a escandalizarnos Esta indicacin de un camino es justamente loque sealaba nuestro amigo con su intervencin sobre el padre Aldoen la Escuela de comunidad. No lo sinti como una objecin, no sesinti reprendido. Experiment la ternura de alguien que te dice:Mira, si haces esto, si empiezas a mirarte como te mira Dios, si dejas

    entrar esa mirada, empezars a descubrir que la vida es otra cosa.Esta dificultad no es una objecin, sino la indicacin de un caminoque tenemos que hacer, acompandonos, para que no terminemosdando crdito a cualquier idea antes que a esa mirada (porque lahemos vaciado de consistencia).

    La memoria es algo concretsimo, como nos ensea la Misa:Cuando Cristo dijo en aquel momento culminante, antes de morir:

    Haced esto en memoria ma, siempre lo hemos comentado diciendo:Qu significa haced esto? Qu es esto? Todo! Es como si hubiesedicho: Vivid en memoria ma, vivir es hacer memoria de M35.Porque uno que se ha sentido mirado as una vez, como se sintiZaqueo, querra que esto fuera para siempre! Querra estar siemprebajo esa mirada llena de conmocin! Por eso, amigos, vivir es hacermemoria de l.

    5. CARCTEREXISTENCIALDELACONCIENCIADEPERTENENCIAPero, en qu consiste la ausencia de memoria? Para ayudarnos, don

    Giussani no deja fuera nada, con esa ternura suya tan caracterstica:Entonces, yo querra aclarar bien en qu consiste esta ausencia dememoria, dar al menos algunos rasgos, a la espera de desarrollarel tema durante los Ejercicios y, sobre todo, confiando en que lodesarrollaris vosotros durante el trabajo de este ao. Hace aos, habl

    de un reflujo de aburguesamiento. Denominamos as a la resistenciaque hay en nosotros a reconocer que la finalidad de mi persona, de mi

    34Ibidem.35Ibidem.

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    existencia por tanto el gusto, la utilidad de mi existencia es Otro, esalgo distinto. Tenemos una cierta analoga de esto en nuestra propiaexperiencia del amor: para un hombre que quiera a su esposa, el gustopor la vida coincide con su esposa y con sus hijos, el gusto y la utilidadde su vida es algo distinto. Pero es una cierta analoga, porque estoyhablando de algo cien veces ms intenso, ms an, de algo totalmentems intenso, de lo que aquello es signo. El aburguesamiento es lapertenencia a uno mismo, como espero que hayis ledo (si no lohabis hecho todava, daos prisa en hacerlo) en La conciencia religiosa

    del hombre moderno, en donde se dice en un momento dado que slohay una alternativa: o el hombre se pertenece a s mismo, pretendepertenecerse a s mismo, o pertenece a Otro. En la cultura moderna,el hombre define la pertenencia como un pertenecerse a s mismo:Yo me pertenezco, o, como recitaban los eslganes feministas en lasmanifestaciones de los aos 70: Yo soy ma!. Pero es imposible queel hombre se pertenezca a s mismo. Como se dice en La conciencia

    religiosa del hombre moderno, yo me pertenezco a m mismocoincide inevitablemente con yo pertenezco al poder, a la fuerza queest en el poder, hasta tal punto es verdad que el hombre pertenecea Otro!36.

    Nosotros decimos: yo soy T. En estas dos expresiones estcontenida la alternativa, la lucha. Yo os desafo: Cundo habis sidoms vosotros mismos? Acaso no ha sido cuando alguien os ha miradocon esa mirada con la que Cristo mir a Zaqueo? Es un problema deconocimiento, no de moralismo. Es un problema de conocimiento:Cundo he sido ms yo mismo? Podis revisar todo, podis escanearvuestra vida. Si tenis un minuto de lealtad, decid si habis sido msvosotros mismos cuando habis hecho lo que os ha dado la gana ocuando se ha introducido esa mirada inconfundible.

    Aqu podemos comprender, como escuchamos ayer decir a Marta,cul es la influencia del poder sobre nosotros (es curioso que Giussani

    use la misma palabra que utilizaba Friedrich Nietzsche: la religiosidadburguesa). Qu efecto tiene el poder sobre nosotros? Qu influencia

    36Ibidem, pp. 44-45.

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    tiene? El poder atrofia nuestra relacin con Cristo, haciendo quecarezca de incidencia sobre la vida personal y social. Lo que lleva aesta situacin no es una persecucin, sino ante todo un conformismo.Nadie lo prohbe, pero nadie se atreve a vivir plenamente su propiadimensin religiosa como forma de la vida entera. La influencia delpoder se ve en que nosotros dejamos de desear a la altura de nuestrahumanidad, de nuestro deseo de infinito: es una reduccin del deseode infinito. No es que no seamos religiosos, no es que no practiquemosciertos gestos religiosos. Nietzsche no pens en absoluto que la religin

    estuviese acabada; cuando hablaba de la muerte de Dios lo que ponaen discusin era la capacidad de la religin de mover a la persona

    y de abrir su mente, de hacer renacer a la persona. Nosotros vemosque pertenecemos al poder por esta reduccin del yo que el poderrealiza: nos contentamos con una forma reducida de estar juntos, ymuchas veces ni siquiera se nos pasa por la cabeza pensar que faltaalgo. Hasta este punto nos ha asimilado el poder y nos ha reducido.

    Dice don Giussani: Para librar esta lucha cotidiana contrala lgica del poder, para vencer da a da lo aparente y lo efmero,para afirmar la presencia constitutiva de las cosas, el destino de lascosas, que es Cristo, qu clase de movimiento personal hace falta!Es la persona que se hace valer ante la alienacin del poder. Unmovimiento personal!37. Y aade: Hace falta un cambio, este cambioes el trabajo de cada da38. Es precisamente lo que el Papa llamaconversin, es decir, liberarse de los esquemas mentales del poder,cambiar nuestra mentalidad: El cambio de uno mismo, cambio de lamentalidad (metnoia) y cambio del afecto. Es un trabajo39.

    De este modo, podemos empezar a comprender en qu consisteese defecto moral en nosotros: Ante todo, se trata de la falta deun carcter existencial en nuestra conciencia de pertenencia [cadapalabra de esta frase es decisiva: la ausencia de un carcter existencialen nuestra conciencia de pertenencia]. Es decir, [aunque estamos

    aqu] no tenemos un sentimiento fuerte de pertenencia a Cristo. Pero

    37Ibidem, p. 194.38Ibidem, p. 273.39 L. Giussani, De un temperamento, un mtodo, Encuentro, Madrid 2008, p. 339.

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    Cristo est presente en el misterio de la Iglesia, y el misterio de la Iglesianos toca persuasivamente, pedaggicamente, constructivamente atravs del movimiento [que es el terminal ltimo a travs del cualla Iglesia te toca]. Entonces, el problema es la pertenencia a esta cosaultraefmera que es el movimiento, nuestra compaa: lo que valeno es nuestra compaa, lo que vale es el misterio de la Iglesia; y elmisterio de la Iglesia es algo casi ridculo en s mismo, porque lo quevale es Cristo. Sin embargo, si nos saltamos un paso [el movimiento],censuramos a Cristo y hacemos prevalecer nuestra propia imagen,

    nuestra persona [y por tanto nos olvidamos de cmo hemos sidomirados]. Se trata de una ausencia, o mejor, de una gran debilidaden el carcter existencial del sentimiento de pertenencia, de laconciencia de pertenencia [esto es lo que tenemos que comprender,

    y l nos ayuda a hacerlo]. Cuando cada uno de nosotros dice: Yo[cada uno puede observarse a s mismo], ni siquiera en el rabillodel ojo, ni siquiera en la parte ms lejana [de la conciencia] aparece

    la fuerza de la pertenencia a algo distinto [es como si Zaqueo dijeseYo sin que apareciese en el rabillo del ojo o en el ltimo rincnde su conciencia aquella mirada que le haba llenado de asombrocuando estaba subido en el sicomoro], algo distinto cuyo signo fsico,efmero, es nuestra compaa, cuyo signo histrico es la Iglesia,cuya realidad es Cristo. Ahora bien, la conciencia de pertenecerte,oh Cristo, la conciencia de que yo pertenezco a Tu cuerpo que es laIglesia, la conciencia de que yo pertenezco a Tu gracia [que vale msque la vida] que se manifiesta en esta compaa, esta conciencia depertenencia coincide con el concepto moral supremo del cristianismo,que se llama conversin40.

    Es impresionante la pertinencia de estas palabras. Han pasadomuchos aos, y sin embargo, ninguno de nosotros sera capaz deexpresar mejor lo que nos falta, es decir, que este defecto de memoriaes un defecto de conciencia, de conocimiento. Don Giussani pone

    algunos ejemplos para explicarlo: Un nio que se encuentra solo,mira espantado todo lo que hay a su alrededor y lloriquea o llora,

    40 L. Giussani, Lio rinasce in un incontro (1986-1987), op. cit., pp. 45-46.

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    o grita; pero en cuanto escucha la voz de su madre (o de su padre),corre hacia ella, se convierte, convertit, se vuelve hacia ella41, y en esemomento el llanto es abrazado. El llanto es justamente lo que poneal nio en relacin con su madre. Nosotros pensamos que nuestrasheridas son un obstculo. En cambio, para el nio son la ocasininmediata de experimentar la compaa que le hace estar contento,verificando que su madre es un bien para l. No es algo abstracto, esuna presencia que convierte al nio cuando entra en su horizonte: seproduce la liberacin.

    De modo anlogo, la conversin es el reconocimiento de que yosoy T, de que yo Te pertenezco, de que pertenezco a esta realidaden la que T ests, que existe porque T ests [esto es una compaacristiana no reducida, la nica compaa que nos libera!]. Por eso, apesar de toda la fragilidad, de la contingencia, de su carcter efmero,la conversin es justamente la pertenencia a nuestra compaa comolugar [atencin: lugar, no sustitucin, lugar!] de nuestra relacin

    con Cristo y con el mundo a travs de Cristo: la conversin es estaconciencia de pertenencia. Todo lo dems deriva de ah, nuestraactitud hacia las cosas, las personas, hacia uno mismo, todas lasrelaciones se generan desde este sujeto. Mirad veo por ah a unoque me inspira esta comparacin, uno puede haber hecho de todoen la vida, pero si ahora, ahora porque lo ms imponente en lavida, como espero que estudiis en El sentido religioso, es el ahora,todo lo dems es nada, el ahora es, nunc, si ahora, en la relacinconmigo mismo, contigo, con el mundo, en la circunstancia, en ungrupo de gente que est discutiendo, con los amigos del colegio, con elprofesor, ante una tentacin grave (por ejemplo, digamos algo banal,la tentacin de robar u otra cosa), si ahora digo: No, no es justo,porque yo soy cristiano, este testimonio que se ofrece en el presente,esta eleccin en el presente (como deca uno de vosotros, a tus amigosles dices: Yo soy cristiano, o no lo dices con la frase, pero de hecho:

    Soy cristiano) es el gesto de la pertenencia: sta es la conciencia de lapertenencia en acto, existencialmente, ste es el carcter existencial de

    41Ibidem, p. 46.

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    la memoria42. No es algo automtico, amigos, es una toma de partido,es una decisin de la libertad: reconocer a Quin pertenezco ahora(podramos estar aqu sin que nuestro estar juntos nos desafiara ahacerlo). Pero nosotros podemos es tremendo! releer estas pginasde forma reducida, hablando mecnicamente de la compaa, comosi este carcter existencial de la memoria pudiese ahorrrsenos, comosi se me ahorrarse esta lucha, este movimiento mo personal. sta es lainfluencia del poder que me paraliza, que atrofia mi yo.

    Puedo estar en la compaa (o en la Fraternidad, o en la casa, o en

    la comunidad) sin hacer nada, contraponiendo el estar en la compaacon el trabajo que hay que hacer, como si todo estuviese en regla, peroesto no me libera. O puedo, a travs de mi libre iniciativa, retomarexistencialmente la conciencia que se me ha dado en el encuentro.No se trata de que yo genere por m mismo, o que deba imaginarmela mirada que me ha alcanzado, no! Esa mirada con la que he sidomirado en esta compaa vuelve a suceder ahora, en el presente. Pero

    es necesario que yo me convierta al contenido de la memoria, quela memoria se haga presente ahora de forma existencial. ste es eltrabajo que tenemos que hacer: se llama memoria. Y es el origen dela liberacin: Esta moralidad fundamental te libera, te hace libre,libre del juicio acerca de tu capacidad (Pero, qu har maana? Nosoy capaz!). Poder decir ahora: Ser l