visión analítica- junio 2011

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VISIÓN ANALÍTICA un producto de Analitica.com AÑO I / N° 8 - Junio 2011 BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA Tres ópticas diferentes EL FOCO DE EVA EKVALL O cómo superar un cáncer VUELVE LA TENSIÓN ENTRE CHILE Y BOLIVIA Un conflicto de vieja data

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Revista mensual digital de analitica.com. Este mes dedicado al Bicentenario de la Independencia de Venezuela

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VISIÓN ANALÍTICA un producto de Analitica.com

O I

/ N° 8

- Ju

nio

2011

BICENTENARIO DE LA

INDEPENDENCIATres ópticas diferentes

EL FOCO DE EVA EKVALL

O cómo superar un cáncer

VUELVE LA TENSIÓN

ENTRE CHILE Y BOLIVIA

Un conflicto de vieja data

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VISIÓN ANALÍTICA | PUBLICIDAD

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CONTENIDO 3 | VISIÓN ANALÍTICA

PORTADAFoto: Roberto Mata

CARA A CARAEva Ekvall habla sobre su libro testimonial Fuera de foco,por Antonio Fernández Nays Pp. 48-50PORTAFOLIOLas mujeres retratadas por Vasco SzinetarPp. 34 - 40

LETRA SUELTA Por Rofoldo Izaguirre / Pp. 42-43

VISIÓN POÉTICAPor Patricia Guzmán / Pp. 44-47

VISIÓN TEATRALPor Leonardo Azparren / Pp. 51-52

FORUM COQUINUM Por Carlos Becerra y Germán Otero Pp. 53-54

VISIÓN DEPORTIVAPor Luis Revilla / Pp. 56 - 58

VISIÓN HUMORÍSTICAPor Rayma / Pp. 60

VISIÓN HISTÓRICA Por Laura Castillo / Pp. 61-62

DOSSIERPropuestas de análisis en el bicentenario, por Elías Pino Iturrieta / Pp. 12 - 15

La República fragmentada, por Tomás StrakaPp. 16 - 18

Bolívar en la Red, por Inés Quintero MontielPp. 19 - 21

GLOBALDel fundamentalismo islámico al terrorismo is-lamista (II), por Fernando Mires / Pp. 22 -27

ZONA FRANCA

Chile-Bolivia: la historia de una tensa relación, por Pa-tricio Carbacho / Pp. 6 -11

CRÍTICADespedida sin remordimiento, por Fernando Henrique Cardoso Pp. 28 - 33

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Visión Analítica no se hace responsable por los concep-tos y opiniones emitidos por sus columnistas.

Los artículos de VA se publican por exclusiva solicitud de sus editores.

Los materiales pueden reproducirse previa autoriza-ción de los editores y con obligatoria referencia a VA.

DIRECTORIO

Visión AnalíticaHeinz Sonntag,

Emilio Figueredo Antonio Fernández

Editores

Antonio Fernández NaysDiseño y montaje

e-mail: [email protected]: @visionanalitica

Analitica.comEmilio FigueredoPresidente-Editor

Alfredo MaldonadoEditor Adjunto

Antonio Fernández NaysDirector General

Rosario OrellanaAsdrúbal Hernández

Gabriel Manzano Emilio Figueredo

Alfredo MaldonadoAntonio Fernández Comité Ejecutivo

María Eugenia RodríguezPeriodista Senior

Carmen CabreraPeriodista Multimedia

Ana Luisa FigueredoCoord. de Arte y Cultura

Daniel BustamanteAsistente al Director

César FloresGerente de Tecnología

Asterisco TLVentas

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© Todos los derechos reservadosChimantá 2021 Comunicaciones C.A. RIF J-29974154-0 Telf: 00-58-212-7446219 e-mail: [email protected] Twitter: @analitica

EDITORIAL

No podíamos obviar en este nuevo número de Visión Analítica el análisis sobre el bicentenario de la Inde-pendencia de Venezuela. A tal efecto, el trabajo prin-cipal se le ha solicitado a tres eminentes historiadores para que les expongan su visión de los hechos que dieron lugar a la emancipación de nuestro país.

El texto de Elías Pino Iturrieta se refiere a la extralimi-tación sobre la conmemoración de los hechos ocurri-dos entre 1810 y 1830. Entre los aspectos que considera el autor que no han sido justamente valorado están: las relaciones de la Independencia con la sociedad colonial, el carácter ecléctico del proyecto independen-tista, el distanciamiento inicial del pueblo, la heteroge-neidad del proceso, los resultados de la epopeya y el caso especial de Bolívar y el culto a su personalidad. El artículo de Tomas Straka aborda lo que él denomina como la república fragmentada al señalar: “Si algo ca-racteriza a la conmemoración del bicentenario de la in-dependencia en Venezuela, es la falta de entusiasmo”. Lo compara con la manera en que se celebraron esos acontecimientos durante los gobiernos de Guzmán Blanco y Juan Vicente Gómez. Y el texto de Inés Quin-tero se centra en la reciente digitalización y ubicación en Internet del archivo del Libertador. No podemos dejar de comentar la falta de interés por estos acontecimientos en la mayoría de la población venezolana; no creemos que sea por falta de patrio-tismo sino más bien por un efecto de saturación por la reiterada propaganda del gobierno que ha querido venderle a la opinión pública que el proceso revolu-cionario es la continuación de la gesta emancipadora, desconociendo la importancia de nuestra historia en los largos años que van desde 1830 hasta 1999. Los países no se definen por una fecha particular sino por lo que han logrado construir a lo largo del tiempo.¤

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FIRMAS ESPECIALES PARA ESTE NÚMERO

Elías Pino IturrietaDoctor en Historia por el Colegio de Méxi-co, Individuo de Número de la Academia Nacional de la Historia, Profesor Titular de la UCV y de la UCAB..

Tomás StrakaProfesor de Historia Contemporánea de Venezuela y América Latina de la UCAB.Vinculado a la nueva escuela de historio-grafía.

Inés QuinteroDoctora en Historia. Individuo de número de la Academia Nacional de la Historia. Docente e investigadora en varias universi-dades.

Patricio Carbacho AstorgaEx embajador de la OEA ante el Gobierno de Venezuela, ingeniero consultor del Ban-co Interamericano de Desarrollo.

Fernando MiresProfesor de Historia y autor de numerosos artículos y libros sobre filosofía política, política internacional y ciencias sociales,

Fernando Henrique CardosoPolítico y sociólogo brasileño, presidente de la república en dos períodos. Cofundador y presidente honorífico del Partido de la Social Democracia Brasileña o PSDB.

Vasco SzinetarFotógrafo de extensa obra de retratos y autorretratos. Autor de tres libros de poesía.

Patricia GuzmánDoctora en Literatura Latinoamericana (París), periodista, docente universitaria y poeta venezolana. Autora de varios libros de poesía.

Rodolfo IzaguirreEnsayista y crítico cinematográfico venezo-lano. Autor de obras de ficción y ensayos.

Leonardo AzparrenProfesor en la Escuela de Artes de la UCV y columnista del diario Tal Cual. Es autor de varios libros.

RaymaCaricaturista del diario El Universal.

Luis RevillaColaborador Revista Ojo. Blogger de fútbol nacional e internacional.

Bolivia-Chile: historia de una tensa relación

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Bolivia-Chile: historia de una tensa relación

Bolivia y Chile, a lo largo de su histo-ria, han mantenido siempre una ten-sa relación, sea ésta con o sin relacio-

nes diplomáticas.

En 1950 el Presidente de Chile don Gabriel González Videla, planteó la posibilidad de una franja de 5 a 8 kilómetros, entre el mar y la frontera boliviana, a lo largo de la fron-tera con Perú. El usufructo por parte de Chile de las aguas del río Titicaca; arriendo o traspaso a Bolivia de la franja del ferro-carril Arica – La Paz, y la construcción de un ramal a un nuevo puerto boliviano. Sin embargo, tanto la ciudadanía chilena como la boliviana no estaban preparadas para

aceptar este avance en las proposiciones y la negociación se diluyó.

En 1962 Bolivia rompió relaciones diplomá-ticas con Chile a raíz de la utilización por Chile de parte de las aguas del río Lauca, un río de curso internacional sucesivo en-tre ambos países. Las relaciones diplomá-ticas se reanudaron en 1975 cuando Hugo Bánzer y Augusto Pinochet se reunieron en la frontera de las dos naciones. Tal fue la llamada cita de Charaña que produjo una negociación para ceder a Bolivia un corre-dor al mar. La Paz hizo su proposición, a la que Santiago respondió ofreciendo una franja de terreno entre el norte del río Llu-

“La fluctuante política exterior de Bolivia no permite que la ciudadanía chilena desarrolle una atención positiva hacia su demanda histórica”

Patricio Corbacho Astorga

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ta y la Línea de la Concordia, a cambio de iguales compensaciones territoriales.

Por su parte el Perú, de acuerdo con el Tratado de 1929, solicitó conocer lo que se estaba negociando y contestó con una con-trapropuesta en la cual el corredor para Bolivia debía llegar sólo hasta la carretera que une Arica con Tacna. Desde allí has-ta el mar, propuso que se estableciera un área territorial bajo soberanía compartida por los tres países, con una administración portuaria trinacional en Arica. Chile deses-timó tal propuesta y Hugo Banzer, que en principios había aceptado el canje territo-rial, cambió su postura sugiriendo que ese era un punto sujeto a negociación. Chile insistió en el trueque territorial y entonces Bolivia desahució la negociación y el 17 de Marzo de 1978 Bolivia rompió nuevamente relaciones diplomáticas con Chile.

Desde entonces han transcurrido treinta y tres años sin que Bolivia y Chile reanuden relaciones diplomáticas.

Sin embargo, durante el gobierno del Presi-dente Ricardo Lagos, se reestablecieron ne-gociaciones con el gobierno del Presiden-te Banzer y Chile planteó su disposición a otorgar una concesión gratuita por 50 años que podía extenderse a 700 hectáreas. En ella, las empresas bolivianas podrían de-sarrollar actividades energéticas e indus-triales e instalar un puerto, al amparo del tratado de 1904. No obstante, tras el falleci-miento de Hugo Banzer, la negociación se

detuvo por la falta de voluntad política en los gobiernos bolivianos de Quiroga y Sán-chez de Losada y se detuvo definitivamen-te con la llegada al gobierno del Presidente Meza.

Un análisis histórico de estas propuestas,

como señala el ex-Ministro chileno Sergio Bitar, indica que: existe el espacio pero debe haber más voluntad política e imagi-nación para buscar soluciones a este anhelo boliviano; es el diálogo bilateral el que ha creado la posibilidad de avanzar en al me-nos tres oportunidades hacia una solución concreta; sin embargo, lamentablemente en Bolivia no ha existido una política susten-table para convenir una fórmula con Chile.

Una muestra de la volatilidad política e institucional de Bolivia en esta materia la ha dado precisamente el actual Presidente de Bolivia don Evo Morales.

Apenas electo presidente, Evo Morales pi-dió la intervención de la Organización de Estados Americanos (OEA) para dar so-lución a la mediterraneidad boliviana, un tema materia de un tratado binacional. No obstante, la solicitud de Morales logró una buena disposición de la Presidente de Chi-le Michelle Bachelet y de esta manera se inició la apertura a las negociaciones entre Bolivia y Chile, y se dio comienzo a una po-lítica de “diálogo sin restricciones” que fi-nalmente estableció una agenda de 13 pun-tos cuyo punto sexto era el tema marítimo.

Desgraciadamente, a medida que el Pre-sidente Evo Morales fue avanzando en su presidencia la base social que sustentaba su gobierno, se fue alejando y comenzó a demandar resultados invocando las pro-mesas incumplidas.

Así, ante una amenaza de huelga de chofe-res, Evo Morales tuvo que echar pie atrás a un decreto que prohibía la circulación de vehículos con más de doce años de an-tigüedad en el transporte público. Ante-riormente, a fines de 2010, Morales había intentado retirar la subvención fiscal a los

“El año 2007, 1.152 vehículos fueron sustraídos en Chile y llevados a Bolivia mientras que en 2009 la cifra superó los 2.100 vehículos”

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combustibles provocando un aumento ex-plosivo en el precio de los mismos. La pre-sión social igualmente obligó al gobierno a echar pie atrás con esta medida.

Esto ha ido creado una matriz de debilidad del gobierno ante los grupos sociales, lo que se manifiesta en una drástica caída de su popularidad. En enero de 2011 Morales tenía un apoyo del 30% en las encuestas y actualmente ha descendido a un 22%. Una encuesta del domingo ante pasado señala que un 57% de la población considera que el país va por mal camino. Esto comparado con el 54% de los votos que obtuvo en 2005, del 64% de votos que logró en 2009, y del 70% de apoyo que tenía en las encuestas a comienzo del 2010.

Sin duda que su pérdida de popularidad explica en buena parte el cambio hacia un distanciamiento a los acuerdos con Chi-le. Cuando las relaciones de ambos países iban marchando hacia la consolidación de una propuesta, Evo Morales da un vuelco en su actitud y sorprende a la Cancillería

chilena acusando al Presidente Piñera de ignorar la historia al no entregar una salida al mar a Bolivia. Cuando Chile ha instau-rado como base fundamental de su política exterior el respeto a los tratados interna-cionales bajo la locución latina “Pacta sunt servanda” que quiere decir que “lo pacta-do obliga”, un principio básico del derecho internacional relativo a los tratados, Evo Morales en una cita con corresponsales de la prensa extranjera refiriéndose a los trata-dos manifiesta que “no son intocables, son revisables”.

Con anterioridad, ya el 23 de marzo pa-sado, en ocasión de la celebración del Día del Mar, Evo Morales señaló que su país demandaría a Chile ante instancias inter-nacionales para conseguir una salida sobe-rana al mar, algo que contradice totalmente la base jurídica que sustenta el derecho in-ternacional, el respeto a los tratados.

Pero no es sólo en este ámbito que Evo Mo-rales ha llevado adelante una política zig-zagueante. El diario El Día de Santa Cruz,

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en un editorial titulado “Bolivia: El que-branto moral del país” señala que Bolivia está sometida a una “orgía de ilegalidad auspiciada por el Estado Plurinacional” y que su credibilidad se sostiene gracias a “dosis cada vez mayores de populismo libertino”. El editorial denuncia también a Senadores que impulsan legislación que tiende a favorecer el contrabando masivo y a ministros que utilizan la policía para am-parar sus tratos con bandas de delincuen-tes cuya moneda de cambio es la cocaína, los autos robados y otras mercancías.

Coincidentemente, estudios del Ministerio del Interior de Chile muestran que el año 2007, 1.152 vehículos fueron sustraídos en Chile y llevados a Bolivia mientras que en 2009 la cifra superó los 2.100 vehículos. En Octubre de 2010, la División de Seguridad Pública del Ministerio del Interior, en una extensa investigación titulada “Estrategia Nacional contra el Robo de Automóviles y Delitos Asociados”, determinó que casi el

8% de los vehículos sustraídos en Chile son vendidos en Bolivia. Esto equivale a que entre 2007 y 2010 fueron enviados a Bolivia un promedio anual de 1600 automóviles sustraídos en Chile.

El máximo de vehículos robados se produ-jo el año 2009 coincidiendo con la promul-gación de otra ley de blanqueo vehicular en Bolivia mediante la cual se “perdonó” a 45 mil vehículos que carecían de documen-tación. El estudio apunta a seis factores causales del tráfico de vehículos robados: la economía informal boliviana, una legis-lación permisiva, condiciones geográficas favorables, facilidades de la zona franca en la ciudad Chilena de Iquique, uso de la droga como moneda de cambio y la alta demanda de vehículos de tracción en las cuatro ruedas. Parte de la legislación per-misiva consiste en la prohibición de escu-chas telefónicas para investigar el crimen organizado.

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Es en este marco de cosas que una patrulla de seis carabineros de Chile sorprendió en territorio chileno a 14 militares bolivianos vistiendo uniforme y portando armamento. Al ser sorprendidos trataron de huir pero fueron detenidos y se comprobó que iban manejando dos automóviles sustraídos en Chile con placas chilenas. No obstante ser militares extranjeros, los que consecuente-mente deberían haber sido juzgados por la justicia militar chilena, primaron las razo-nes de estado y fueron devueltos a Bolivia.

La Cancillería boliviana, mediante una nota diplomática, manifestó que: “(Bolivia) lamenta el incidente (y manifiesta) el respe-to a las normas bilaterales fronterizas.

En reunión con el Cónsul de Bolivia Rami-ro de la Puente, el Jefe de la Dirección de Países Limítrofes Pedro Suckel expresó la preocupación del Gobierno de Chile por el “blanqueo de vehículos” que Bolivia está efectuando con el objeto de regularizar la inscripción de vehículos ilegales y la mo-lestia por los dichos de la Ministra de De-fensa que acusó que Chile había tratado como delincuentes a los militares bolivia-nos detenidos. Casi simultáneamente, en Oruro el Presidente Evo Morales condeco-raba y ascendía de grado a los 14 militares que habían sido sorprendidos y detenidos, luego de haber ingresado a territorio chi-leno vistiendo uniforme militar, portando armamento y conduciendo dos vehículos robados con placas chilenas. Además el Presidente Evo Morales acusó a Chile de ser “defensor del contrabando de auto-

móviles” dado que según el mandatario boliviano, los militares estaban en labores contra ese delito. Además, denunció una “flagrante violación a los DDHH”.

No obstante los reclamos del Gobierno de Bolivia, el Canciller Moreno aseguró que el episodio no admite discusiones. Por ello, desestimó las fuertes críticas vertidas por el mandatario boliviano cuando condecoró y ascendió a los 14 uniformados que estu-vieron detenidos en Chile. Según el Can-ciller chileno, lo que corresponde hacer es preguntarse primero: ¿Qué hacían 14 sol-dados armados, en autos con placas chile-nas, en Chile, a las dos de la madrugada?, ¿por qué cuando son interceptados por la patrulla chilena intentan huir?, y ¿por qué las personas roban autos y se los llevan a Bolivia?

Sin embargo el asunto reviste una doble gravedad dado que los automóviles sus-traídos son canjeados en Bolivia por cocaí-na que es internada a Chile.

Desgraciadamente la fluctuante política exterior de Bolivia no permite que la ciuda-danía chilena desarrolle una atención posi-tiva hacia su demanda histórica, sino que más bien percibe una constante intención de utilizar el tema como excusa para rever-tir la baja popularidad de sus gobiernos.

Mientras, como ha sido la constante políti-ca de estado chilena, cualquier acercamien-to a tratar el tema de la mediterraneidad de Bolivia, requiere previamente que Bolivia deponga una concepción multilateral de la solución al mismo.¤

“¿Qué hacían 14 soldados armados, en autos con placas chilenas, en Chile, a las dos de la madrugada?, ¿por qué cuando son interceptados por la patrulla chilena intentan huir?”

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El estudio de la Independencia se ca-racteriza por la extralimitación, es-pecialmente cuando llegan las con-

memoraciones de sus hechos. Pese a las contribuciones de la historiografía profe-sional, densas y capaces de ofrecer aná-lisis adecuados, el exagerado encomio de los sucesos ocurridos entre 1810 y 1830 se planta en la exageración y la desfiguración. Partiendo de lo que los historiadores serios han estudiado, y de la necesidad de mirar con ojos apacibles el proceso fundacional de la sociedad, demasiado trajinado en nuestros días, de seguidas se sugieren seis planteamientos a través de cuya considera-

ción se puede llegar a pareceres equilibra-dos sobre lo que sucedió hace doscientos años.

1. Las relaciones de la Independencia con la sociedad colonial: En lugar de in-sistir en la fractura que se opera entonces entre las vicisitudes del antiguo régimen y la vida que comienza a florecer, ¿por qué no detenerse en la demostración del hecho de que no pudo darse el divorcio, sin que crecieran y se fortalecieran en el seno del proceso anterior sus criaturas más robus-tas, esto es, los miembros de un cenáculo selecto? Sólo a través de la maduración

Propuestas de análisis en el BicentenarioSe traza un camino de moderación, en cuyo itinerario se descarta la inclusión de las castas y la abolición de la esclavitud...

Elías Pino Iturrieta

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de unos protagonistas capaces de liderar los movimientos de autonomía, realizada dentro de los contornos del sistema vigen-te, valiéndose de las alternativas de ascen-so permitidas o toleradas por la Corona; y gracias a la circulación de un conjunto de ideas de cuño moderno, divulgadas en buena parte por la Ilustración peninsular, puede entenderse la marcha de los sucesos inmediatamente posteriores. La mayoría de los padres conscriptos se formó en las aulas de la Universidad Real y Pontificia de Caracas, o fomentó en sus mansiones tertulias de talante moderno, o dispuso de medios económicos suficientes, no sólo para parangonarse con los funcionarios

metropolitanos sino también para buscar su desplazamiento. De allí la fragua de un proyecto que conduce a la Independencia, sin el auxilio de resortes extremos que di-fícilmente se pueden digerir con comodi-dad.

2. El carácter ecléctico del proyecto in-dependentista: Saliendo de los intereses de los propietarios más acaudalados, quienes han recibido la mejor instrucción de enton-ces y poseen las fortunas más cuantiosas, no tiene cabida propuestas extremistas ni doctrinas capaces de liquidar las antiguas prerrogativas. Se traza un camino de mo-deración, en cuyo itinerario se descarta la

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inclusión de las castas y la abolición de la esclavitud, se piensa en una república di-rigida por los criollos que se tocan con el gorro frigio como asunto de exhibición ex-terior, pero sólo en casos excepcionales pre-fieren conductas revolucionarias de veras, como evidencia de intenciones realmente drásticas. Se da cabida en los documentos a principios como libertad, igualdad y fra-ternidad, y a símbolos como las alegorías del comercio y la siembra del árbol de la libertad, pero los incipientes centros de po-der apenas guardan espacios para los blan-cos criollos y para los letrados a su servicio, para que apenas en la superficie se pueda observar la existencia de un cambio.

3. El alejamiento inicial del pueblo: Pensada y hecha para la aristocracia, en sus capítulos de estreno la Independen-cia no es capaz de ganarse la voluntad del pueblo llano. Al contrario, prende ronchas y genera suspicacias capaces de provocar rechazos masivos que termina por favore-cer los planes realistas de reconquista. Sólo después de esfuerzos arduos, y de la apari-ción de líderes procedentes de la base de la sociedad, cambia el inicial panorama, Sin embargo, conviene explorar los límites de una aproximación sobre la cual se pueden advertir tes-timonios de desconfianza , o de relativa entrega, que pueden llevar a explicacio-nes más convincentes sobre lo ocurrido. Tales explica-ciones pueden convertir-se en golpes contundentes contra la idea que se tiene de la epopeya de un pueblo levantado contra la opre-sión, pero sin ellas cual-

quier estudio se limitará a coquetear con los lugares comunes.

4. La heterogeneidad del proceso: Las reacciones contra España no se caracte-rizan por la homogeneidad. Pensadas en regiones distantes, incomunicadas y con intereses diversos en materia económica, forman un mosaico en lugar de un desig-nio uniforme en el cual no sólo se expresan liderazgos locales de evidente arraigo, sino también numerosas y tercas manifestacio-nes de fidelismo que deben considerarse como conductas usuales en las colectivida-des que han logrado cuotas considerables de tranquilidad y desarrollo bajo el amparo de la monarquía. El entendimiento de tal archipiélago no sólo permitiría una ubica-ción justa de muchos de los protagonistas de la pugna, sino también la comprensión de la lucha entre federales y centrales que será fenómeno recurrente del Estado Na-cional.

5. Los resultados de la epopeya: Pese a sus terribles consecuencias, todavía no se ha calculado a cabalidad el desastre produ-cido por la guerra. No sólo en el ámbito de las relaciones económicas, sino igualmente

“La sociedad lee los textos del Libertador como si leyera el Evangelio, mientras los líderes de la sociedad, a través del

tiempo, han llenado de falsos atributos al héroe a quien se coloca en un tabernáculo como paradigma de la posteridad”

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en aspectos relacionados con el estado de Derecho y con el desarraigo de las costum-bres tradicionales. Un estudio ponderado de las situaciones de estrago que debe re-mendar la maltrecha colectividad que deja la conflagración, seguramente permitiría un vínculo de mayor lucidez con la esta-tuaria que también nos entregó como lega-do.

6. El caso especial de Bolívar: Dado que las obras de tráfico más grueso, pero también de mayor aceptación, han reali-zado estudios excesivamente entusiastas del grande hombre, hasta el punto de pro-mover un culto que traspasa las barreras nacionales desde 1830, una revisión de la Independencia conduce necesariamente a mirar con ojos apacibles su figura y sus rea-lizaciones. La sociedad lee los textos del Li-bertador como si leyera el Evangelio, mien-tras los líderes de la sociedad, a través del tiempo, han llenado de falsos atributos al héroe a quien se coloca en un tabernáculo como paradigma de la posteridad. El taber-náculo impide reflexiones sobre temas me-dulares, como los relativos a la creación de Colombia y a su posterior desmembración, hasta ahora rodeados de subterfugios. Tal vez sea Bolívar el mayor escollo para estu-dios profesionales de la Independencia de Venezuela, no en balde se ha construido alrededor de su tránsito un santuario des-proporcionado. De allí que la sugerencia de una visita más autónoma y más audaz de su carrera concluya los planteamientos que se han asomado para que, en las horas del Bicentenario, caminemos con tranqui-

lidad por el laberinto de la estatuaria de la época más trajinada por nuestra sociedad.

Tan trajinada que se asume como úni-ca, o como la más importante frente a las demás, es decir, ante el período colonial y ante los esfuerzos de fabricar un país en medio de las penurias cuando el imperio español ya ha desaparecido. Sólo se trata, entonces, de poder a la Independencia de Venezuela en su justo sitio, ni tan calva ni con dos pelucas, sin disminuirla pero sin engordarla, apenas soldando su pieza en el lugar correspondiente del rompecabezas nacional. ¿Seremos capaces? ¤

Acta de Independencia de Venezuela

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La República fragmentadaLas circunstancias todas –un simple recorrido por la prensa demuestra que es también una celebración opacada por demasiados descalabros- nos han hecho reflexionar

Tomás Straka

Si algo caracteriza a la conmemoración del bicentenario de la independencia en Venezuela, es la falta de entusias-

mo. A diferencia de lo que ocurre en otros países de Hispanoamérica, que desde el 2008 han venido recordando los doscien-tos años del inicio de sus procesos in-dependentistas con grandes fiestas nacionales e in-auguraciones de obras públicas, en el nuestro, durante 2010 apenas se hi-cieron algunos traba-jos de embellecimiento urbano, un polémico desfile, el rebautizo de algu-nas instituciones con nombres alusivos a la efeméride y una campaña publicitaria. Todo indica que en este 2011 no será muy distinto. Por diversas razones se trata de un signo dramático de la hora que estamos viviendo.

En primer lugar, porque la comparación es aún más inquietante cuando la hacemos con nosotros mismos, es decir, con lo que hemos sido capaces en ocasiones anterio-res. Desde que Antonio Guzmán Blanco, artífice del culto a Bolívar y de toda una simbología patria capaz de darle asidero a una nacionalidad aún estaba por fraguar-se, decretó las grandes fiestas del Cente-nario del Libertador en 1883, en todos los casos –por ejemplo en el centenario de Sucre en 1895, en el centenario de la in-dependencia en 1910 y 1911, en los de las batallas de Carabobo y Ayacucho en 1924,

en el de la muerte del Libertador en 1930, en el sesquicentenario de la independencia en 1960 y en el bicentenario del Libertador en 1883, por sólo nombrar algunos de los más importantes- revaluamos con regocijo el trecho transcurrido hasta entonces e hici-mos ostentación de gran optimismo ante el

porvenir. Guzmán Blanco inauguró

la vía férrea de Cara-

cas a La Guaira,

acaso la m a y o r

obra de in-geniería has-ta entonces hecha en el

país y el más contundente argu-

mento que tenía a favor de su obra civilizado-ra; deslumbró –literal-

mente- a los caraqueños con iluminación eléctrica y organizó

una exposición con los avances de una eco-nomía en la que, con todo, ya se estaban importando algunas máquinas de vapor.

En 1910 Gómez decretó, entre otras cosas, su política de carreteras y la organización del ejército moderno; en 1930, a pesar de los terribles efectos de la Gran Depresión y de los disturbios que trajo, canceló la tota-lidad de la deuda externa como homenaje al Libertador. En 1983 se inauguró el me-tro de Caracas y el Teatro Teresa Carreño. Y como sospechará el lector son sólo algu-

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nos datos muy resaltantes en una lista que sería infinitamente más larga si incorpora-mos al resto del país –todo lo nombrado ha sido en Caracas-, a las publicaciones, actos académicos y cívicos, a obras públicas de menor escala. Siempre el discurso ha sido el de un gobierno que se quiere presentar como el continuador (o rematador) de la obra inconclusa de los Padres de la Patria, de Bolívar por sobre todos, que ahora -¡por fin!- se está haciendo realidad. Descontan-do lo que esto tiene de manipulación histó-rica y de propaganda política –aunque bien podría decirse justo lo contrario: precisa-mente por eso- sorprende que el más bo-livariano de todos los gobiernos, presente una ejecutoria tan limitada.

Hay, evidentemente, un aspecto que sal-ta como primera hipótesis: no ofrece más, porque no tiene con qué hacerlo. Escapa al objetivo de este artículo las razones de una lista de ejecutorias tan pobre. Preferimos detenernos en otros dos aspectos que, se-gún entendemos, están de forma más es-trecha vinculados al sentido histórico de lo que se conmemora: su carácter nacional y su carácter republicano.

Lo primero habla de un evento cuya natu-raleza y resultados constituyen un punto de

coincidencia entre todos los venezolanos. Un hito de un pasado común, que remite a un destino, a unos anhelos, a unas luchas comunes. Tal vez la falta de entusiasmo se deba a que la nación está fragmentada. A que por primera vez desde 1883 las coinci-dencias en torno a su proyecto como país son menores que las divergencias. Porque a Guzmán Blanco y a Gómez los odiaron muchos venezolanos –las abultadas cifras de los exiliados y de presos políticos lo demuestran- pero al menos el pasado in-dependentista era un lugar de encuentro,

formaba parte de las glorias –supuestas o reales- de todos los venezolanos, no sólo de una parte (¡y vaya que Gómez fue experto en eso de dividirnos entre los “buenos hi-jos de la patria” y los “malos”!). También porque la construcción de un ferrocarril o el pago de la deuda constituían objetivos comunes, con muy pocas disidencias (que, naturalmente, las hubo). Las evidencias no indican que el socialismo “del siglo XXI” sea una oferta igual incluyente.

La celebración de una efeméride es siem-pre la celebración de una actualidad. Se celebra porque marca el inicio de un esta-do de cosas que es digno de celebrar. ¿Qué celebramos, entonces, el día de hoy? El 5

de julio de 1811 el Congreso Constituyen-te proclamó la separación de la corona es-pañola. El acta –que en realidad no estuvo lista hasta dos días después- es un largo y razonado alegato para demostrar la legali-dad de la decisión. Su núcleo está en la so-beranía y libertad de los pueblos para esco-ger su rumbo cuando un gobierno rompe el pacto suscrito con ellos. Aún no se atreve a derogar sin rodeos la monarquía –el acta no habla del modelo que habría tomarse en lo sucesivo- y el Congreso habla aún de Provincias Unidas, no de república (Pro-

“No todos saben exactamente qué se está celebrando, o si lo que entienden en la celebración es digno de festejar”

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vincias Unidas fue el nombre adoptado por casi todas las naciones hispanoamericanas antes de la declaración definitiva de su in-dependencia). Pero las acciones que toma entonces, como el espíritu mismo del acta, no dejan mucho espacio para la duda: la independencia será para construir un régi-men de libertades. De hecho, desde enton-ces, se habló de independencia y libertad, como dos hermanas que se espera fueran juntas, pero que no hay que confundir. De-cidimos se independientes para ser libres.

Por supuesto, tal no es el sentido que le dan todos los sectores del país. Muchos exal-tan sólo uno de los puntos de la ecuación (la independencia), soslayando en grados diversos a los demás. Por eso es también una evocación fragmentada: a la hora de convocarse a la fiesta, no todos se sienten convidados a asistir (de hecho, parece que en efecto muchos no lo están). No todos saben exactamente qué se está celebrando, o si lo que entienden en la celebración es digno de festejar. Si lo que se presenta hoy como motivo de orgullo lo es en el grado en el que lo fue el tren de Guzmán. Si de veras podrá haber entre todos los venezo-

lanos una realidad y un destino común. En demasiadas ocasiones se ha llamado apátridas y traidores a quienes expresan disconformidades, o siquiera dudas, con el desti-no propuesto desde el Es-tado –y ahora presentado como una continuación necesaria de 1811- para allanar un camino inte-grador.

La situación no es fácil, como se ve. Sin embargo la fecha ha obligado a la re-flexión. Las circunstancias todas –un simple recorrido por la prensa demuestra que es también una celebración opacada por demasiados descalabros- nos han hecho reflexionar. Creemos que el 5 de julio aún mantiene la suficiente fuerza para, al menos en algunas cosas, hacernos coincidir; y que su recuperación en ese sen-tido es posible. Que tal vez una relectura de su acta y de sus manifestaciones de li-bertad y soberanía ayude a reencontrarnos en otra clave. Que a lo mejor evite la defini-tiva fragmentación.¤

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Bolívar en la Red99.500 imágenes para la investigación y el conocimiento de nuestra historia

Inés Quintero Montiel

Por primera vez en la historia, los do-cumentos originales pertenecientes al Archivo del Libertador, pueden

consultarse libre y gratuitamente en las pá-ginas web de la Academia Nacional de la Historia -anhvenezuela.org- y del Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium de la Universidad Simón Bolívar –boliva-rium.usb.ve-

El hecho coincide con la conmemoración del bicentenario del 5 de julio de 1811 y for-ma parte de las actividades previstas por la Academia Nacional de la Historia para festejar la efeméride. No obstante, su rele-vancia trasciende el hito conmemorativo, en atención a la magnitud del significado histórico de la iniciativa y por las facili-dades enormes para la investigación que represente este esfuerzo, el cual no dudo en calificar de monumental. Se conservan así, para siempre, los originales del acervo documental más importante relativo a la vida y trayectoria de Simón Bolívar y a los procesos de independencia en His-panoamérica garantizándo, de esta manera, su protección y preservación de cualquier mutilación, desaparición o intervención por los siglos de los si-glos.

El Archivo del Libertador ha esta-do a punto de desapare-cer varias veces. Pocos días antes de morir, en la cláusula novena de su testamento, Simón Bolívar ordenó que fuesen incinerados.

Por suerte, sus albaceas testamentarios, entre quienes se encontraban Juan Fran-cisco Martín y Daniel Florencio O’Leary, desobedecieron la orden del Libertador. Ambos viajaron a Jamaica, en donde se en-contraban los diez baúles contentivos de toda la documentación, trasladados desde Cartagena por el comerciante francés Juan Bautista Pavageau quien, a su vez, había sido encargado por Bolívar de enviarlos a París, cuando él estuviese de aquel lado del mundo.

La decisión de Martín y O’Leary fue frag-mentar en tres partes el archivo. Una se la quedó O’Leary, otra Martín y la tercera le fue entregada a Pedro Briceño Méndez,

cercano colaborador de Bolívar y casado con una de sus sobri-

nas. Quedaba así, desmem-brado y en riesgo de des-aparecer, para siempre, el archivo que, desde 1813, Simón Bolívar se ocupó de reunir, cuidadosa y meticulosamente.

Varias décadas después, en 1879, el hijo de O’Leary, llamado Simón Bolívar O’Leary, le escribió al pre-sidente Antonio Guzmán

Blanco para ofrecerle

los pa-p e l e s e n t r e -gados a su papá en Ja-

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maica, visiblemente enriquecidos y aumen-tados por el oficial irlandés. Esta sección fue adquirida y publicada por el gobierno venezolano entre los años 1879 y 1888. La sección de Pedro Briceño Méndez fue entregada por sus herederos a Ramón Az-púrua y publicada, en su gran mayoría, por éste en asociación con José Félix Blanco como parte de la monumental obra Docu-mentos para la historia de la vida pública del Libertador de Colombia, Perú y Boli-via, impresa por el gobierno venezolano entre 1875 y 1878. Sin embargo, los origi-nales los vendió la familia de Azpúrua a un alemán, funcionario del ferrocarril de Caracas, quien se los llevó para su país de origen. Se perdió así la oportunidad de que pudiesen reunirse con la sección O’Leary.

Será en el siglo XX, cuando este azaroso trayecto con-

cluye parcialmente con el regreso a Venezuela de los documentos que se encontraban en manos del alemán y de los que permanecían en posesión de la familia de Martín.

La primera parte regresó a Venezuela por mediación

de César Zumeta, Ministro de Relaciones Exteriores de Juan Vicen-te Gómez, y de Vicente Lecuna, quienes localizaron y adquirieron para el Estado venezolano todos estos documentos, depo-sitándolos junto con los de O`Leary, de ma-nera temporal, en la Academia Nacional de la Historia en 1914. Desde ese momento, Vicente Lecuna se encargó de su organiza-ción y encuadernación, labor que realizó en la Escuela de Artes y Oficios. En 1921, ambas secciones pasaron a la Casa Natal del Libertador.

El último segmento del fragmentado ar-chivo, se encontraba en París, en posesión del nieto de Martín. Las diligencias lleva-das a cabo por Simón Barceló, embajador de Venezuela en esa ciudad, permitieron concluir la negociación que finalizó con su donación al gobierno venezolano y su tras-lado definitivo a Caracas en 1926, para reu-nirse con las otras dos secciones en la Casa Natal del Libertador.

Durante el gobierno de Eleazar López Con-treras, la custodia del Archivo pasó a ma-nos de la Sociedad Bolivariana de Venezue-la, aun cuando permanecieron físicamente en la Casa Natal y bajo la conducción de Vicente Lecuna, incrementándose con la incorporación de nuevas secciones: Archi-vos Nacionales y otras fuentes, Juan Bau-tista Pérez y Soto, Antonio José de Sucre y Rafael Revenga.

Con el tiempo, estos importantes docu-mentos se fueron deteriorando, por las condiciones en que se encontraban depo-sitados, las cuales no respondían a los re-querimientos exigidos por un archivo de esa naturaleza. No obstante, en atención a su indiscutible valor histórico, la UNESCO declaró a este valiosísimo archivo como parte de la Memoria del Mundo, en 1997.

Precisamente en atención a la relevancia y valor históricos del archivo, la Academia Nacional de la Historia, por iniciativa de su director el Dr. Rafael Fernández Heres, comenzó las gestiones a fin de conseguir el traslado de los documentos a un sitio adecuado, su restauración y custodia por la Academia Nacional de la Historia. Las gestiones de Fernández Heres y de su su-cesora, la doctora Ermila Troconis de Ve-racoechea, tuvieron excelentes resultados. El 13 de enero de 1999, por decreto presi-dencial del Dr. Rafael Caldera, el Archivo

“Con el tiempo, estos importantes documentos se fueron deteriorando, por las condiciones en que se encontraban depositados”

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del Libertador quedó bajo la custodia y res-ponsabilidad de la Academia Nacional de la Historia.

Durante los años siguientes, la Academia se encargó de acondicionar el local que sirvió de sede al Archivo y la bóveda de seguridad en donde se depositaron los do-cumentos, todo ello con el apoyo del Banco Venezolano de Crédito. Se llevó a cabo un cuidadoso proceso de restauración y con-servación de la documentación y se man-tuvo impecable y al servicio de los usuarios durante los diez años que estuvo a su cargo,

enriqueciéndose con nuevas donaciones. El 13 de abril de 2010, un nuevo decreto presidencial ordenó su traslado al Archi-vo General de la Nación. La mudanza se llevó a cabo el día 5 de junio, luego de un acucioso trabajo de inventario por parte de comisiones técnicas designadas por ambas instituciones. Al momento de entregar el Archivo, la Academia consignó un informe pormenorizado en el cual consta el perfec-to estado en el que se encontraban los origi-nales para el momento de su traslado.

Conciente del valor histórico de este ar-chivo y siendo consecuente con la función de preservar, organizar y divulgar los do-cumentos de nuestra historia para su co-nocimiento crítico y plural, la Academia Nacional de la Historia y el Instituto de Investigaciones Históricas Bolivarium de la Universidad Simón Bolívar, se ocuparon de digitalizar los originales a partir de los microfilms del Archivo del Libertador que ambas instituciones conservan en su poder.

El propósito esencial que animó el proyec-to fue evitar su deterioro y desaparición, tomando en consideración la fragilidad de

este material y las dificultades que ofrece su consulta. De allí que, con la colabora-ción desinteresada y solidaria de empresas privadas, se llevó a cabo, no solo su digita-lización, sino también su automatización, enriqueciendo el acopio documental con las copias en posesión del archivo del Bo-livarium pertenecientes a los traslados del Registro Público. Se trata, sin duda, de un esfuerzo monumental que pone al servicio de los interesados más de 99.500 imágenes, las cuales pueden ser consultadas, en ori-ginal, mediante un sistema de búsquedas que facilita la localización y revisión de

cualquiera de los documentos que allí re-posan.

Concluye así el azaroso trayecto recorrido por el Archivo del Libertador, desde que Si-món Bolívar ordenara su incineración una semana antes de morir, hasta su colocación en la red de manera libre y gratuita a partir del día 21 de junio de 2011, a escasos días de celebrarse el bicentenario de la declara-ción de la independencia de Venezuela. El mejor regalo que podía hacerse a la huma-nidad desde Venezuela, en sus doscientos años de vida republicana. ¤

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Del fundamentalismo islámico al terrorismo islamista (II)Basándome en la teología de uno de los más radicales pensadores del Is-lam, Sayyid Qutb, intentaré analizar el trasfondo ideológico del mundo del terrorismo islamista. Esta es la segunda entrega de un amplio análi-sis, cuya primera parte puede conseguir en el número de Visión Analíti-ca correspondiente a mayo

Fernando Mires

A fin de realizar una confrontación con el pensamiento de Sayyid Qutb he elegido su libro titulado Islam,

el camino (también ha sido publicado bajo el título ISLAM: La Religión del Futuro) La razón es que entre los seguidores del pensamiento de S.Q. dicho libro es usado como un manual del dogma islamis-ta. Al llegar a este punto debo aclarar que existe una di-ferencia radical entre la creencia religiosa islámica y el dogma islamista pues este último no es una interpreta-ción religiosa sino más bien un derivado ideológico de la reli-gión cuyo propósito no tiene nada que ver con las prácti-cas de la fe. Al igual que el nazismo y el comunismo que fue-ron fenómenos de masas anti-, pero también inter-occidentales, el is-lamismo, aunque recurre a métodos mo-dernos, y a pesar de ser parte de la propia modernidad (subscribo en este punto una de las tesis de John Gray en su libro Black Mass. Apocalyptic Religion and the Death of Utopia) es una amenaza extra-occidental de enormes proporciones, amenaza que sin

duda marcará gran parte de la historia del siglo XXl.

El significado del libro Islam, el camino es entre los islamistas parecido a lo que fue El Manifiesto Comunista de Karl Marx para millones de comunistas. Una síntesis, una

guía de acción, un texto básico, un ma-nual de principios generales. En

cierto modo el título correcto del libro debió haber sido

“El Manifiesto Islamista”.

La comparación de Is-lam, el camino con el Manifiesto Comunis-ta es pertinente. En ese libro básico inició S.Q. su furiosa cam-paña anti-occidental

atacando a su más notorio equivalente: el

marxismo.

Sin dudas S.Q. captó la intrín-seca ambivalencia del marxismo:

por un lado representa la negación más radical de los principios políticos nacidos en Occidente pero, por otro, es parte del pensamiento occidental. El marxismo, so-bre todo en su expresión soviética es, o fue convertido en una ideología, quizás la más ideológica de las ideologías que ha conoci-do la historia. Y como S.Q. ha construido

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GLOBAL 23 | VISIÓN ANALÍTICA

sobre la base del Islam una ideología, ne-cesitaba imperiosamente de otra ideología para fundamentar el dualismo excluyente con el que siempre operaba.

Como a todo ideólogo a S.Q. no interesaba abrir un debate. Lo único que a él impor-taba era construir un dualismo excluyente, uno que hiciera imperiosa la lucha a muer-te en contra de un enemigo total. En fin, S.Q. vio en el marxismo soviético lo que en gran parte fue: una ideología extrema de la modernidad más extrema. En su ateismo, en su materialismo, en su lógica determi-nista, creyó ver S.Q. – y no sin ciertas ra-zones- una de las religiones más fanáticas de Occidente: la religión de los sin Dios (p.24). Peor todavía: una religión idolátrica expresada en los tiempos de S.Q. en el cul-to a la personalidad de Stalin. Así, a través del marxismo soviético pudo S.Q. iniciar su lucha en contra de todo el pensamiento occidental.Pero hay otra razón que explica el antimar-xismo de S.Q. Durante el periodo en que escribió El Islam, el camino, la URSS –de-positaria geográfica del espíritu marxista-

avanzaba triunfante sobre más de la mitad de Europa, erigiendo bastiones en Asia y creando condominios en el propio mundo islámico, en la Turquía de Mustafá Kemal Atatürk, en el Egipto de Gamal Abdel Nas-ser y en otras dictaduras militares (como la de Sadam Husein) de las cuales las actua-les dictaduras socialistas (sin comillas) del Yemen, de Siria, de Sudán o de Libia, son sus últimos exponentes. Para S.Q. dichas dictaduras simbolizaban la usurpación del poder de Dios representado en los an-tiguos “califatos” y su reemplazo por go-bernantes no religiosos, partidarios de la modernidad occidental y de sus proyectos centralizadores, industrialistas y estatistas. Ese era el enemigo que según S.Q. había que derrotar en términos inmediatos, para después emprender una lucha de avanza-da en contra de todo el Occidente político, socialista o no. Así podemos entender por qué Bin Laden, uno de los discípulos más aventajados de S.Q., inició su brillante ca-rrera de asesino no en contra de los EE UU pero sí en contra de las tropas de la URSS apostadas en Afganistán.

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El comunismo soviético representaba para S.Q. una concepción integrista de la vida. Por eso mismo se adecuaba perfectamen-te, en su rol de polo antagónico, a la visión

también integrista que él propagaba. En efecto, S.Q. incorporó en su visión del Is-lam los fundamentos propios a las ideolo-gías totalitarias occidentales: el fascismo y el comunismo. No deja de llamar la aten-ción en ese sentido que tanto el fascismo (sobre todo en su versión nazi), el marxis-mo (sobre todo en su versión soviética) y el islamismo (sobre todo en la versión de teólogos como S.Q.) partan de la premisa de que existe, en el ser humano, un esta-dio natural del que hemos sido “alienados” (para usar la expresión hegeliana- marxis-ta), estadio al que es necesario retornar.

Así como la doctrina nazi propagaba la idea de que existen razas superiores, así como el estalinismo postulaba la existencia de una “especie social superior” -el Hombre Nuevo, libre y desalienado cuya simiente es portada por una clase históricamente elegida: el proletariado- la teología de S.Q. también postulaba la (supuesta) liberación de la “verdadera” naturaleza humana, na-turaleza revelada ya en el Corán.

El Islam es definido por S.Q. como una re-ligión natural y, por lo mismo, como “la re-ligión del futuro” (p.15), vale decir, como la fuerza espiritual que liberará a todos los humanos de sus cadenas, devolviéndoles su naturaleza enajenada por el materialis-mo occidental. Eso quiere decir: las socie-dades no islámicas, al vivir en desacuerdo con la naturaleza humana, “están conde-nadas a muerte” (p.22). El Islam, en cam-bio, al representar la verdad natural, es una doctrina de redención. Por lo mismo

es una religión “superior”. Todas las de-más religiones, al ser inferiores (sin darse cuenta S.Q. pensaba como un consumado darwinista) están condenadas a muerte. De

este modo, el terrorismo islamista sólo lle-vó el pensamiento de S.Q. a sus consecuen-cias lógicas: todo no islamista no sólo es un infiel; además es un ente anti-natural, una especie religiosa “inferior”, un ser espiri-tualmente descapacitado. Matar a un infiel no será, por tanto, un crimen. En el peor de los casos significa la eliminación de un personaje anormal, tan anormal como era “la raza judía” para los nazis, o “la clase burguesa” para los estalinistas.

El marxismo era para S.Q. la tercera religión falsa de Occidente. Las otras dos religiones falsas fueron la judía y la cristiana. De ahí que luego de saldar cuentas con la tercera, S.Q. dirigió toda su artillería ideológica en contra de las dos primeras, consideradas por él –en ese punto tenía razón- como las que dieron origen al pensamiento político occidental, según S.Q., el enemigo mortal del Islam.

De acuerdo con S.Q. tanto la religión judía como la cristiana eran verdaderas hasta un determinado punto de sus respectivas historias, cuando fueron traicionadas por sus representantes oficiales. Mahoma, en cambio, recoge el legado verdadero propa-gado por Moisés primero y Jesús después. Los tres profetas de “la religión verdadera” son por lo tanto Moisés, Jesús y Mahoma. Este último reivindica la tradición proféti-ca pre-islámica y la reorienta a través del “verdadero camino”, el del Islam, aquel que conduce directamente al encuentro de los humanos con Dios (pp.28-29).

“El Islam es definido por S.Q. como una religión natural y, por lo mismo, como “la religión del futuro” (p.15), vale decir,

como la fuerza espiritual que liberará a todos los humanos de sus cadenas”

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6. Prejuicios y adulteracionesLos argumentos de los cuales se vale

S.Q. para desacreditar a las otras dos reli-giones abrahámicas están constituidos por una suma increíble de pre-juicios y adulte-raciones.

Sirviéndose del antisemitismo imperan-te en Europa, afirmaba por ejemplo S.Q. que los judíos renegaron de la Thora, des-pojándola de su espiritualidad y transfor-mándola en una guía de simples preceptos prácticos. Más todavía, endilga a todo el pueblo judío y a sus descendientes la culpa colectiva referente a la muerte del judío Je-sús (p.36), tomando para sí la versión pre-dominante en los periodos más oscuros del cristianismo medieval.

Con respecto al cristianismo S.Q. fue aún más implacable. Mientras según su ver-sión los judíos traicionaron a Moisés des-pués de siglos, los discípulos de Jesús, so-bre todo los de origen griego, al adoptar la tradición helénica traicionaron a Jesús durante los tiempos de Jesús. Está de más decir que para S.Q. el traidor más grande fue Paulo, precisamente el fundador de la cristiandad. Según la interpretación muy particular de S.Q., Paulo “el falsificador” (p.39) introdujo el legado helénico entre los cristianos y eso es precisamente lo que S.Q.

no puede perdonar al apóstol. Pues dentro de esa tradición se encuentran latente las nociones de la política, de la democracia y, sobre todo, de la separación de poderes, tres nociones que para S.Q. son satánicas.

Según S.Q. el mayor estigma del cristianis-mo fue haber separado el mundo religio-so del profano, separación que tuvo lugar desde el momento en que fue instaurado el sacerdocio, institución que dividió a los humanos “entre los que rezan y los que pe-can” (p.45). Dicha tesis distaba, por cierto, de ser novedosa.Siglos antes que S.Q. la crítica a la institu-ción sacerdotal había sido formulada, y en toda su radicalidad, por Martín Lutero. No sin cierta razón Max Weber encontró en sus estudios sobre las religiones universales, paralelos asombrosos entre las nociones islámicas sunitas y el protestantismo eu-ropeo, hecho que ignora deliberadamente S.Q. Y afirmo, deliberadamente, pues S.Q. vivió en los EE UU donde tuvo ocasión para informarse de las divisiones internas de la cristiandad. ¿Por qué no mencionó S.Q. este hecho elemental? La respuesta no puede ser otra: eso habría significado acep-tar que el cristianismo no es una unidad monolítica sino una religión que contiene y acepta diversas fracciones que deliberan, disputan y compiten entre sí, en fin, una re-ligión tan heterogénea y compleja como la islámica, lo que tampoco reconoce S.Q.

El cristianismo que necesitaba S.Q. no es el cristianismo en sí, sino su caricatura. En cualquier caso, lo que a él interesaba reafir-mar es que el cristianismo fue el principal culpable de la secularización occidental, vale decir, “del golpe decisivo”: la sepa-ración institucional entre Iglesia y Estado (p.49). Esa separación es calificada por S.Q. como “la horrenda esquizofrenia occiden-tal” (p.35)

7. La horrenda esquizofreniaOccidente se encuentra, según S.Q.,

mentalmente enfermo. Idea que tampo-co es de S.Q. La tesis de la decadencia de Sayyib Qubt, teólogo islamista radical

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Occidente tiene diversos predecesores oc-cidentales, entre otros Oswald Spencer y Arnold Toymbee. Lo novedoso de S.Q. es la utilización de una categoría clínica -la es-quizofrenia- para designar a la seculariza-ción occidental. En ese sentido S.Q. sigue al pie de la letra el ejemplo nazi al utilizar su-puestas teorías científicas -biológicas en el caso de Hitler, psiquiátricas, en el caso de S.Q- para denigrar a sus enemigos. No deja de ser interesante constatar que en algunos de los pasajes de su libro, S.Q. nombra a la psiquiatría como una de las prácticas pecaminosas llevadas a cabo en Occiden-te (p.76), hecho que no le impide servirse de sus términos, del mismo modo como los terroristas se sirven de los programadores, de los celulares y de las armas occidentales.S.Q. utiliza el concepto de esquizofrenia como un simple sinónimo de dualidad, di-visión y separación. Sin embargo la esqui-zofrenia no tiene nada que ver con esa ca-ricatura literaria surgida de la pluma de R. L. Stevenson al crear a sus célebres Doctor. Jekyll y Mister Hyde. El dualismo, hay que reafirmarlo, no es una alteración del pensa-miento sino su propia condición. O dicho de modo parecido: el pensamiento surge de un dialogo interior entre (mínimo) dos ins-tancias, las que para dialogar necesitan ser diferentes entre sí. A veces nuestro cuerpo dialoga con nuestra conciencia. Otras veces pensamos en conjunto, dialogando con los otros. Esos diálogos –está casi de más decir-lo- no son siempre armónicos y en la políti-ca son polémicos. Lejos de ser una anorma-lidad, la escisión, la división y sobre todo la contra-dicción (decir algo en contra de) son las herramientas que hacen posible el pen-sar. Incluso pensar en Dios -ese y no otro es el sentido de una oración religiosa- requie-re de una dualidad. Cada individuo es –di-gámoslo así- un “di-viduo”. O también de otro modo: para alcanzar la unidad entre nosotros, y sobre todo en nosotros, reque-rimos de la desunión. Sólo se puede unir aquello que se encuentra separado. Unir lo que está unido es una imposibilidad.

Ahora, ¿cuando surge la alteración mental?

No cuando existe una dualidad sino cuan-do las diversas instancias del pensamiento no logran comunicarse entre sí, o para de-cirlo en clave freudiana: cuando nuestras pasiones no logran articularse con nuestros ideales. De tal modo, la “horrenda esqui-zofrenia occidental” no es más que una ho-rrenda invención del teólogo S.Q.

La por S.Q. llamada esquizofrenia es el atri-buto fundamental de la propia condición humana. Defender esa división interna del ser es defender nuestra propia indentidad. Porque ese Occidente, el mismo que quie-ren destruir los terroristas, no es sólo un lugar geográfico. Tampoco es, como inten-ta entenderlo S.Q., una cultura. En sentido estricto del término no existe la cultura oc-cidental. Occidente es multicultural, multi-religioso y multi-político. En fin, se trata de un espacio de confluencias contradictorias y antagónicas.

Ahora bien, para que las diversas culturas que pueblan las naciones del mundo occi-dental puedan coexistir entre sí, se requie-re de una sola condición: que esas diversas culturas reconozcan un nexo común, y ese nexo no puede ser sino algo que las consti-tuya como partes de una unidad, por más heterogénea que esta sea. Ese “algo” que unifica las diversidades sin que éstas pier-dan su diversidad es la Constitución. Y la Constitución para que sea aceptada por las diversas culturas no puede ser religiosa y, por lo mismo, ha de ser civil. La Constitu-ción Civil, en fin, no está hecha para consa-grar las igualdades sino para garantizar las diferencias, tema que incluso muchos ha-bitantes de Occidente no logran entender.

Ser diferente a los demás, seguir a esta u otra religión, o a ninguna, no es una dádiva otorgada por un Estado benevolente, como también los hay y ha habido en el mundo islámico. En Occidente ese es un derecho. Uno inalienable a la propia condición hu-mana y por esa razón, uno por el cual vale la pena seguir luchando.

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Para explicarnos mejor vamos a suponer por un momento que, como afirma S.Q., el Islam es la religión más natural, la más verdadera, la superior, y por lo tanto, la re-ligión del futuro. Pues bien, ¿cómo los se-res humanos que siguen a otras religiones podrán llegar alguna vez a la misma con-clusión? La respuesta es obvia: mediante el convencimiento. Pero nadie puede con-vencer a otro sin argumentos. Y para argu-mentar necesitamos discutir. Y para discu-tir necesitamos tener diferentes opiniones. Luego, para discutir necesitamos de la divi-sión entre nosotros. Y esas divisiones, para que no nos matemos unos a otros, necesi-tan de una civilidad constitutiva, esto es, de una Constitución Civil ¿Aceptaría J. Q. esa alternativa? Nunca, jamás. Las divisio-nes son para él síntomas de la degradación de la vida, algo que hay que erradicar de-finitivamente de la realidad. ¿Qué otro ca-mino queda entonces a la teología de S.Q. para imponerse alguna vez? La respuesta la conocía Osama Bin Laden: El camino de la violencia y del terror. Pero esos tampoco son los caminos del Islam.

El terrorismo islamista es la obra de seres incomunicados, sobre todo de los que no han logrado comunicarse consigo mismos ni tampoco entre sí. Los terroristas viven incomunicados del mundo donde habitan. El mismo Bin Laden dirigía sus asesinatos desde diversos escondrijos. Primero en las montañas afganas, después en cuevas inac-cesibles, y finalmente en casonas rodeadas de militares. Y no olvidemos: S.Q. escribió gran parte de sus obras en calabozos, más aislado del mundo no podía estar. De la soledad de las montañas, de los más oscu-ros escondrijos, en los cadalzos, surgen los mensajes del terror. Allí mora el espíritu de Bin Laden.

No quisiera terminar este artículo sin un breve comentario. El terrorismo surge, como ya ha sido dicho, desde la oscuridad: en un mundo sin polémica y sin política. En ese sentido no hay nada políticamente más oscuro que una dictadura, islamista o

no. Lo cierto es que muchos islamistas, en-tre otros S.Q., han padecido bajo diversas dictaduras, más su reacción no ha sido la opción por más democracia, ni mucho me-nos por más libertad. Por el contrario: sólo buscan cambiar una dictadura por otra. Hoy vemos, por ejemplo, como grupos islamistas egipcios usan la libertades por las cuales ellos no lucharon, atacando a las iglesias cristianas (coptas) de la nación.

Los movimientos democráticos que signan el curso de las revoluciones árabes del año 2011 traen consigo, en cambio, la promesa de la democracia, promesa que no podrá ser cumplida en plazos demasiado cortos; es comprensible. Pero si las dictaduras mi-litares que hoy perviven en la región son alguna vez desmanteladas, los grupos que forman parte del islamismo terrorista ha-brán perdido su campo natural de existen-cia y reproducción.

Lamentablemente los egoístas gobernan-tes de las naciones europeas no han com-prendido en toda su intensidad el sentido del dilema que los acosa. Pues restar apo-yo a los rebeldes libios, sirios, yemenitas y muchos más, cualquiera sean las razones que se esgriman, significa colaborar para mantener las condiciones de pervivencia del terrorismo en todas sus formas. Y las principales víctimas de ese terrorismo –de eso no me cabe la menor duda- serán las propias naciones europeas. El espíritu de Bin Laden sigue viviendo.¤

“El terrorismo islamista es la obra de seres incomunicados, sobre todo de los que no han logrado comunicarse consigo mismos”

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VISIÓN ANALÍTICA | 28 CRÍTICA

Despedida sin remordimientosEl ex presidente brasileño (1995-2002) Fernando Henrique Cardoso (Río de Janeiro, 1931) prologa la edición brasileña de las memorias de Sergio Ramírez, director de Carátula y quien jugó un papel clave durante el derrocamiento de la dictadura somocista y el gobierno revolucionario de los años ochenta

Fernando Henrique Cardoso

Adiós Muchachos es uno de esos libros que se leen con placer, y a la vez con sufrimiento. Lo que es más raro, el

libro cuenta la historia de una de las revo-luciones recientes que más entusiasmaron y que más desilusiones provocaron a muy corto plazo. Sin embargo, el autor, uno de los principales protagonistas de la lu-cha sandinista que derrocó a los Somoza, vice-presidente de Nicaragua bajo Daniel Ortega, escritor de renombre internacional y que se torno crítico de los desmanes de significativos sectores del sandinismo, no escribe con amargura, ni se cuenta entre los arrepentidos de la revolución. Descri-be con detalles la lucha armada, da cuen-ta de las negociaciones internacionales en las que tuvo activa participación, muestra

el aspecto humano que envuelve la lucha revolucionaria, denuncia el terror de las matanzas, pero no guarda resentimiento en su alma ni deforma las historias de sus nuevos adversarios “los actuales dueños del poder, los sandinistas que por el voto volvieron a gobernar” para hacerlos blan-cos fáciles.

El libro tiene, como no podría dejar de te-ner, cierto sabor a desilusión pero no a arre-pentimiento. Me hizo recordar mis propias ilusiones de juventud cuando creíamos en las maravillas del crecimiento económico de la URSS, en lo igualitario de su socie-dad y en la formación del “hombre nue-vo” soviético, y despertamos de nuestros devaneos con la publicación del discurso

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CRÍTICA 29| VISIÓN ANALÍTICA

de Kruschev denunciando los horrores del estalinismo. A mediados de los años 1950, en un hermoso día paulino, tratando de comprender lo que pasaba, fuimos al apar-tamento del respetado crítico cinematográ-fico y escritor Paulo Emilio Salles Gomes, que años antes ya había abandonado la creencia comunista. Conmigo creo que es-taban Fernando Pedreira, en esa época pe-riodista del diario El Estado de Sao Paulo, el abogado laborista Agenor Barreto Perente y otros dos compañeros. Paulo, recién lle-gado de su exilio en Francia, calmo, solí-cito y con su inolvidable aire de transmitir la sensación de que comprendía y que a la vez era solidario con los más jóvenes, nos miró y dijo: “pero solo hasta ahora ustedes notaron eso? Él se había desilusionado des-de muy antes, con los procesos de Moscú de los años treinta, que ya debieron haber servido de alerta a las generaciones futu-ras.

Ese ciclo de encanto y desilusión parece ser habitual en los que abrazan las grandes causas transformadoras. Lo que es menos común es el juicio crítico realista pero que no alienta el cinismo, ni tampoco invita a desistir de la creencia de que es necesario seguir luchando. Es saludable continuar buscando lo que difícilmente será alcan-zado y creer que el tiempo de la derrota y de la desilusión no fue tiempo perdido. Es éste el testimonio que Sergio Ramírez nos brinda en este libro.

Ver cómo el curso de la lucha contra los So-moza y el surgimiento de la llama revolu-cionaria renacen en la pluma de un gran escritor militante, provoca de nuevo, aun en mi que ya pasé por tantas desilusiones, el sentimiento de lo difícil que es cambiar el orden social y político, y de lo necesario que es continuar batallando para cambiar-lo. Leyendo el libro por segunda vez, la pri-mera en el original español y ahora en esta traducción, fui recordando situaciones lati-noamericanas que vi o acompañé de cerca: el derrocamiento de la democracia en Bra-sil, y después en Argentina, la elección de

Allende y su caída. Venezuela, tantas veces golpeada, la invasión de Santo Domingo, las luchas en Guatemala, y de ahí en ade-lante. Los desmanes de las oligarquías centroamericanas descritos en este libro se diferencian poco de otros tantos desatinos que ocurrieron y aun ocurren en América Latina.

Por cierto, los tiempos son otros. Ya casi no se habla de “imperialismo”, ya no se ven las intervenciones desabridas de los go-biernos norteamericanos. Carter reencarnó en Obama, y Clinton estuvo lejos de ser un Reagan. El mote de “subdesarrollo” que movía a tantos que se oponían al antiguo orden oligárquico basado en el atraso de las masas, perdió arraigo entre los más jóve-nes y dejó de ser motivación para la acción transformadora. El crecimiento de las eco-nomías llamadas periféricas, como la bra-sileña y la chilena, por ejemplo, borraron de la memoria de muchos la época en que se gritaba en las reuniones políticas: “¡so-cialismo o es-tancamiento económico!”. El discurso de la globali-zación ganó espacios de aceptación con China a gus-to en el G-20, ya soñando, quién sabe si no, en parti-cipar del aun más restricto directorio del G-2, concilian-do al Partido Comunista -en una “sociedad armoniosa”- con el más veloz capitalismo de estado, exportador y aliado de las mul-tinacionales, olvidadas ya las aspiraciones libertarias y la formación del “hombre nue-

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vo”. Al mismo tiempo, Rusia, todavía una potencia nuclear, encoge su superpoder para adoptar una posición de discreta par-ticipación entre los BRICs, mientras tanto Europa ve que su periferia está siendo ata-cada por los mercados financieros espe-culativos, cuando antes éramos nosotros, los escuálidos latinoamericanos, los que servíamos a la avidez de los ganadores de dinero fácil.

En este contexto, ¿qué decir de la revolu-ción que como llama que inflamaba los co-razones, llevaba al heroísmo (cuando no también a la perversión) lo mejor que te-nían muchos pueblos?

No obstante, esa es la lección de este libro, que las luchas no fueron luchas perdidas, (o no se perdieron). Es conmovedor como Sergio Ramírez, al hacer el balance de lo que ocurrió en Nicaragua, sin esconder nada de lo malo que hizo la revolución sandinista, no pierde la esperanza, ni deja de hacer ver que, a pesar de los errores, nuevas situa-ciones políticas se crearon en el país. Aún sin alcanzar los objetivos idealistas de crear una sociedad basada en la igualdad y en la propiedad colectiva -léase, estatal- de los medios de producción, tampoco naufragó en la hegemonía del “partido único”, que era la premisa para alcanzar las metas pro-puestas. Y dejó algunas mar-cas positivas. Refiriéndose al comentario de un líder con-servador sobre el surgimiento en la cultura política nicara-güense de una “sensibilidad por los pobres” el autor escri-be: Ésta es, en verdad, una de las herencias indelebles de la revolución, más allá de los es-pejismos ideológicos que nos deslumbraron entonces, de los

excesos burocráticos y de las carencias del marxismo practicante, de la inexperiencia y de las improvisaciones, de las poses, las imitaciones, y la retórica. Los pobres siguen siendo la huella humanista del proyecto que se fue despedazando por el camino, en su viaje desde las catacumbas hasta la pérdida del poder y la catástrofe ética; un sentimiento soterrado, o postergado, pero de alguna manera vivo. (pag. 247)

¿Cual habrá sido la contribución de la Teo-logía de La Liberación para el enraizamien-to de este humanismo de sensibilidad po-pular? Probablemente grande. Aun cuando hubiese habido mucha ingenuidad de par-te de los sacerdotes que se adhirieron al sandinismo, y también muchos obstáculos para conciliar la misión pastoral de la Igle-sia frente a la supremacía de Roma en el universalismo católico -y por tanto, frente al papel rector del Papa- con el emergente poder revolucionario, es innegable que sin la adhesión de muchos curas, y sin su pré-dica entre las clases más altas, su empeño en la organización popular y su dedicación a la lucha, aun la lucha armada, otro habría sido el camino del sandinismo.

La jerarquía católica, poco después del ini-cio del gobierno revolucionario, declaró que aunque pudiera no haber contradic-

“Nadie empuña un fusil para hacer una revolución a medias, y por consecuencia, nadie hace un cambio radical sin un

poder radical, capaz de defenderse y... de ser permanente”

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ción entre la iglesia y los valores pregonados por el sandinismo, era necesario alertar que un socialismo utiliza-do para someter ciega-mente al pueblo a las manipulaciones y dic-tados de quienes arbi-trariamente detentaran el poder, sería espurio y falso…(pág. 295). El choque entre la Iglesia oficial y la revolución, fue, por lo tanto, más político que ideológico o valorativo. la Iglesia estaría dispuesta a aceptar hasta un socia-lismo que significase el poder de las ma-yorías, una economía planificada, un pro-yecto social que diese destino común a los bienes y recursos del país teniendo en vista los intereses nacionales, la disminución de las desigualdades y de las injusticias, dice el autor. Pero no aceptaría el monopolio de la ideología por el estado, ni mucho menos toleraría una “iglesia popular” que se dife-renciase de la “verdadera”, la de Roma.

Y no fue por motivos muy diferentes que las diversas corrientes de opinión que se juntaron en el ápice de la revolución, y que llegaron a expresarse en el corazón del po-der, acabaron rompiendo la unidad polí-tica. Personalidades y facciones se fueron desgarrando para no someterse a lo que in-felizmente se fue formando desde el inicio del proceso transformador: la tendencia de subordinación de todo, hasta del gobierno al partido y, por último de todos en el parti-do “a los que mandan” o “a quien manda”. La Guerra Fría, prevaleciente en esa época, llevaba a la revolución inevitablemente a buscar apoyo en Cuba y la Unión Soviéti-ca, dada la intransigencia norteamericana. Las improvisaciones y los equívocos en la gestión económica – más aun a causa del aislamiento impuesto al país por la escasez resultante –alentaba mas y mas la pérdida de apoyos políticos internos diversificados,

y como contrapartida, el endurecimien-to del poder revolucionario. No faltaron adhesiones a la contra, esto es a la contra-revolución armada y guiada por la CIA, que terminó por obtener apoyo aun entre las amplias capas de campesinos y de las clases medias desencantadas, por no ha-blar de los ricos expropiados o temerosos de serlo.

En las páginas sobre el período duro de la guerra contra la intervención, se describe una situación que nada tiene que ver con la otra guerra, vibrante, victoriosa, con-tra el somocismo y su dictadura, abierta o disfrazada. Decaía el ardor revoluciona-rio, sobraba la prepotencia de los nuevos dueños del poder. Sin embargo, no todo se perdería en el plano político. La epopeya del derrumbe de Somoza ganó grandeza porque junto con ella, como vimos, hubo identificación con los pobres, tornándose así radical, “en el sentido más puro, y bajo su ánimo de justicia, capaz de las mayores ingenuidades y arbitrariedades… lo desea-ble, o lo justo. Lo deseable y lo justo debían desafiar a la realidad; y en la esfera de la realidad estaba la economía, como parte de la obsolescencia a desterrar, pero también estaba el tejido de las relaciones sociales marcadas por siglos de tradición cultural… (pág. 247). Las ilusiones iniciales, la “ino-cencia sin malicia”, indujo a los sandinistas a creer que bastaba su identificación con

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los pobres para asegurar el apoyo de las masas a los cambios sociales. Subestimaron las tradiciones, los rigores de la sociedad, su complejidad. Tenían un compromiso con los cambios “hasta el final”. Nadie em-puña un fusil para hacer una revolución a medias, y por consecuencia, nadie hace un cambio radical sin un poder radical, capaz de defenderse y... de ser permanente. Por lo tanto, la revolución sería incompatible con el respeto al voto en caso de derrota elec-toral. En esas circunstancias de radicaliza-ción creciente los moderados pasan a ser sospechosos. Entiéndase el porqué de la dinámica política: cada vez mas centraliza-ción del poder, y cada vez mayor descon-tento entre los que originalmente apoyaron el movimiento sandinista para derribar a los Somoza y para mejorar las condiciones de vida del pueblo. La libertad era escasa y la comida también.

No obstante, las dificultades para vencer a la contra, sumadas a la oposición hasta del Papa, a las luchas internas, al continuo cerco económico y político, a los errores de conducción económica que frustraron desde la reforma agraria hasta el funciona-miento de las grandes unidades de produc-

ción controladas por el gobierno, llevaron al revolucionarismo a ceder en su ímpe-tu monopolizador. La sociedad dividida

desde lo alto a lo bajo, la presión externa, los cambios gorbachovianos en la misma Unión Soviética, todo conducía a la bús-queda de nuevos arreglos políticos. Las elecciones y las reglas democráticas antes admitidas como objetivos tácticos (puesto que lo estratégico era el cambio social ra-dical y la permanencia del partido en el poder para asegurar ese cambio) acaba-ron por transformarse en estratégicos. Las elecciones de 1990 pasaron a ser encaradas como objetivo esencial para poner fin a la guerra que la sociedad ya no soportaba más y para legitimar al gobierno.

De susto en susto, la derrota electoral aca-bó siendo admitida. La realidad se impu-so: el vestido blanco de Violeta Chamorro

(cuyo marido fue asesinado por Somoza, y quien se había unido al inicio al sandinismo, y ahora disputaba el gobierno) atraía mejor a los electores ansiosos de paz, que el gallo de pelea enna-vajado escogido como símbolo por Daniel Ortega en la cam-paña electoral. Derrotados los sandinistas, comenzó el juego democrático, al cual Sergio Ra-mírez se ajustó. Daniel Ortega, sin embargo, tuvo dificultades mayores para aceptar que el go-bierno y la legitimidad son par-te esencial del ejercicio del po-der. Continuó la lucha a través de huelgas, obstáculos y demás, bajo la convicción de que el par-

tido y su comandante eran los depositarios de la “verdadera” voluntad popular. Se dio

“El regreso de Daniel Ortega al gobierno, lejos de representar

un puente con el pasado sandinista, más bien parece ser

la vuelta al caudillismo, al poder personal y familiar”

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CRÍTICA 33 | VISIÓN ANALÍTICA

entonces la ruptura entre Daniel y Sergio. Los valores democráticos absorbieron poco a poco el grueso de las fuerzas sociales y de la cultura política nicaragüense. Se abrie-ron nuevas páginas de la historia, gracias a las cuales, Daniel Ortega regresó más tarde al poder por la fuerza del voto y no de las armas.

El sueño de la Revolución se postergó (¿o se acabó?). La experiencia del partido im-pulsor de todos los cambios para hacer justicia a los más pobres, terminó en la piñata(fiesta en la cual los niños destruyen con palos una olla llena de golosinas o re-galos) solo que esta vez el palo tenia por blanco las propiedades públicas de las cua-les, al final del régimen, muchos dirigentes se apropiaron bajo el pretexto de garanti-zarse las mejores condiciones para resistir los tiempos de la democracia. ¿Querrá eso decir que la revolución sandinista no valió la pena? Sergio Ramírez respondió a esa pregunta en una universidad en Estados Unidos diciendo: a pesar de todos los des-encantos, sigue dándome gratificaciones. Si en vez del socialismo como objetivo fi-nal, lo que hubiera quedado después de la caída del somocismo fuera la democracia, la libertad, el pluralismo y una cultura po-lítica en la cual hay sensibilidad por los po-

bres, esto no sería poca cosa.

Hay entretanto, amenazas. El regreso de Daniel Ortega al gobierno, lejos de repre-sentar un puente con el pasado sandinista, más bien parece ser la vuelta al caudillismo, al poder personal y familiar, anclado en los Consejos del Poder Ciudadano –simulacros de democracia de base que no pasan de ser los brazos del partido en el poder. Al revés de la llama ardiente del pasado que aun cuando era equivocada se fundamentaba en una inocencia sin malicias, lo que se ve ahora es la astucia de quién ejerce el poder personal cuasi autoritario, enmascarando sus objetivos en la retórica de las “utopías regresivas” como el autor las califica. És-tas nada más representan la falta de escrú-pulos encubierta en la retórica progresista, con impudicia suficiente para confundir a los observadores más superficiales. Pero no a Sergio Ramírez cuya trayectoria polí-tica nunca se desligó de profundas convic-ciones, y que no acepta el poder personal como objetivo máximo de la política. ¤

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VISIÓN ANALÍTICA | 34 PORTAFOLIO

Mujeres SzinetarYolanda Pantin / Foto: Vasco Szinetar

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PORTAFOLIO 35 | VISIÓN ANALÍTICA

Mujeres SzinetarYolanda Pantin / Foto: Vasco Szinetar

“El signo del genio creati-vo de Szinetar: cada una es composición única. Ni se repiten ni se asemejan. Ni siquiera la reiterada presencia del fotógrafo y su cámara se constituyen en reincidencia. En cada uno, todo es novedad, condición flamante”

(Extractos de un texto de Nelson Rivera

sobre la obra de Szinetar)

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VISIÓN ANALÍTICA | 36 PORTAFOLIO

“No es posible elegir un espacio, ni reglar la cantidad de luz de la que se dispondrá, así como tampoco modificar el lugar para incluir o eliminar alguno de sus elementos. El procedimiento es la improvisación, pero nunca de modo pasivo: no se trata de aceptar el espacio tal como él se ofrece, y en esto consiste el genio de Szinetar, sino de apropiarse de cada lugar, utilizarlo para sus fines, para convertirlo en un principio activo de su composición”

Amada Granado / Foto VASCO SZINETAR

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PORTAFOLIO 37 | VISIÓN ANALÍTICA

Wendy-Guerra / Foto: VASCO SZINETAR

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Ana Luisa Figueredo / Foto: VASCO SZINETAR

“El genio de la imaginación visual del fotógrafo somete el lugar a su escena. Lo reelabora para sí. Todavía más: lo dispone,

particularmente, para beneficio de su invitado, el co-protagonista del autorretrato”

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PORTAFOLIO 39 | VISIÓN ANALÍTICA

Consuelo Peroso / Foto: VASCO SZINETAR

Ana Luisa Figueredo / Foto: VASCO SZINETAR

“(Szinetar) Quiere garantizar la entidad, la presencia a plenitud de uno y de otro, pero, eso sí, en una interacción física y visual,

de total dependencia entre los distintos elementos”

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Pilar-Quintana / Foto: VASCO SZINETAR

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PUBLICIDAD 39 | VISIÓN ANALÍTICA

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La gloria de una vida

Rodolfo Izaguirre

Después del deslave que alteró la geo-grafía del “vecino li-

toral guaireño” y evidenció la insensibilidad e ineficacia del régimen militar boliva-riano para recobrar, recu-perar, restaurar y devolver algo de lo perdido y de ignorar las proposiciones ofrecidas entonces por Wi-lliam Niño Araque de con-vertir a Caracas en la capital del Caribe, me he resistido a visitar tan infortunados lugares. No he querido ver la Urbanización Álamo, la Plaza de las Palomas y el Malecón que alguna vez conoció las mecedoras de mimbre del Hotel Alemania y del Hotel Miramar; no me animo a llegar hasta las Quince letras que contienen en verdad 15 letras y una vulgar referencia a nuestras madres y mirar el lugar donde estuvo el Castillete de Armando Reverón quien nos recibía a veces con pumpá haciendo payasadas con las que entendía yo, pre-adolescente, que era su manera de burlarse de los visitantes.

Macuto fue el mar de mi infancia y me enorgullece haber conocido a Quintín Longa el legendario sal-vavidas y fue Macuto, de

acuerdo con los médicos, el lugar que mejor le convenía a mi papá ya cercano a los noventa años y antes de que comenzara a perder los últimos amigos que tenía, tenaces jugadores de domi-nó, porque se le confundía la memoria y los acusaba de trancar el juego con el doble seis sin percatarse que era él mismo quien había pues-to la cochina dos minuto antes.

Nunca me perdonó que hu-biese desertado de la Sorbo-na, donde muy joven fui a estudiar en l’Ecole du Droit, para ocuparme del cine y dedicarme a ver películas. “¡En lugar de ser abogado, decía mi papá con irrepri-mible irritación, Rodolfo se la pasa ahora hablando de Drácula y de Frankenstein!”

Un día me apeteció visitar-lo lo encontré sentado en su mecedora en la callecita cerca del mar donde vi-vía. “¡Macuto está bien!”, reconoció. “Lo malo es que viene mucha gente de autobús!” Y en medio de una conversación afligida por largos silencios hubo un momento en el que no pudo contenerse. Detuvo el vaivén de la mecedora y desde su apremiante ca-

racter de antiguo coronel gomecista, comerciante de éxitos inciertos y figura co-nocida en las cercanías del Hotel Alemania, me miro a los ojos y allí dejó clavada su estremecedora mirada nonagenaria. ¡Fue un mo-mento casi aterrador! “¿Qué irá a decirme?” pensé. Y en efecto: “¿Cómo es que apareces en los periódicos y eres un limpio?”, dijo. ¡Y volvió a mecerse!

Se refería al hecho de que con el ejercicio de sus pro-fesiones liberales mis her-manos alcanzaron una envi-diable posición económica; situación que nunca llegué a alcanzar tal vez por culpa, precisamente, de Drácula

VISIÓN ANALÍTICA | 42 LETRA SUELTA

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y de Frankenstein. Pero mis hermanos no aparecían retratados en los periódicos y yo sí aunque aletee sobre mí la aberración que bajo el militarismo bolivariano lacera hoy a la gente de la cultura: la de considerar que la estética, los libros, los cuadros, la música son burguesas manifestaciones desestabilizadoras; declara-dos enemigos de una pre-sunta revolución que no es más que un populismo en silla de ruedas.

Mi nombre y mi imagen han aparecido con cierta frecuencia en los periódicos porque hablo de Ingmar Bergman, de Antonioni, de Ridley Scott, de Jonathan Demme, Marcel Carné o de Darren Aronofsky. Hablar

de ellos, al parecer, interesa más que una intervención quirúrgica, la construcción de un puente vecinal o los escuálidos logros de la Mi-sión Robinson.

No le respondí. Jamás vio su nombre en ningún pe-riódico pero cifraba el éxito social en el hecho de ver su nombre en los periódicos. Nunca alcanzó ese anhelo y murió sin saber por qué lo había logrado su hijo menor siendo un limpio. Comprendí que resultaría inútil explicarlo a aquella despiadada e intensa mi-rada que si bien conoció noventa años de agitado revolotear no iba a entender que desertar de la Sorbo-na fue lo mejor que pudo ocurrirme porque al hacerlo

torcí el rumbo de mi vida y en lugar de seguir hacia la Escuela de De-recho entré a la Cinemateca Francesa sin saber que no saldría nunca de ella porque ignoraba en-tonces que me tocaría dirigir la venezolana durante largos años. Supe en Macuto que la

terrible mirada de mi pa-dre se negaba a aceptar el hecho de que al dejar atrás la Escuela de Derecho de la Sorbona estaba iniciando la libre y gloriosa aventura de mi vida junto al Príncipe de la Noche llevado de la mano por el tardo e inocen-te monstruo creado por el Barón de Frankenstein.¤

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VISIÓN ANALÍTICA | 44 VISIÓN POÉTICA

Debajo de la arcadaPatricia Guzmán

Aquí,

debajo de la arcada

Debajo del ala de agua que remonta mis días

Aquí,

debajo de la arcada

En medio del pecho del Ave

Mendiga

Aquí,

debajo de la arcada

En medio del pistilo del pecho

Sellado

Marcado con agua

¿Quién cuidará?

De mí,

lo oscuro

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VISIÓN POÉTICA 45 | VISIÓN ANALÍTICA

Si muero,

quién dará un poco de agua a los hombres luego

Agua saca el Esposo de la casa

Agua

que todo aclara

Agua

Mancha

Agua

Náufraga en la voz del pájaro

Mancha

la orilla de lo por vivir

Circuncisa el alma

Para que prenda el alma

entre las arcadas

Que todo es –apenas- advertencia

Que unciones de agua nos aguardan

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Hallada la corona del corazón

Hallada la corona del pistilo del pecho

La corona de la oración

que mora entre las arcadas

“Así como se entiende claro un dilatamiento o ensanchamiento en elalma, a manera de como si el agua que mana de una fuente notuviese corriente, sino que la misma fuente estuviese labrada deuna cosa, que mientras más agua manase, más grande se hiciese[la arcada]; así parece en esta oración, y otras maravillas quehace Dios en el alma, que la habilita y va disponiendo para quequepa todo en ella”.

... y va disponiendo para que quepa

el acompañamiento de lo desconocido

la soledad intacta

... y va disponiendo para que

las aguas se separen de las aguas

para que de El Edén surja un río / que riegue el jardín

para que el río se transforme / en cuatro cursos de agua

y el hombre se transforme / en un ser vivo después del pájaro después del árbol

VISIÓN ANALÍTICA | 46 VISIÓN POÉTICA

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VISIÓN POÉTICA 47 | VISIÓN ANALÍTICA

Y fue de tarde, y fue de mañana, un día

Y un ángel de El Eterno dijo

Aquí,

debajo de la arcada

¿Acaso no sigo viendo aquí tras mi visión?

Del libro “La rosa acallada”, incluido en la antología Soledad intacta

(bid&co.editor / Caracas, 2009)

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VISIÓN ANALÍTICA | 46 CARA A CARA

Eva Ekvall: en focoLa locutora, ex miss Venezuela y ancla del noticiero de canal i, explica cómo abordó y escribió su libro Fuera de foco, en el que relata su proceso contra el cáncer de mama que padeció y venció hace dos años

Antonio Fernández NaysFotos: Roberto Mata

Lo suyo no fue un acto de expiación a través de la escritura –que

los hay, y muchos-, ni un impulso incontenible de saciar una necesidad de expresión mñas allá de una gloria pasada en un con-curso de belleza. Mucho menos un interés crema-

tístico voraz o un salto al vacío, a ver si la suerte o el éxito vuelve a brillar. Lo de Eva Ekvall, ex miss Vene-zuela y actual ancla en el noticiero de Canal i, fue un grito desde la garganta del dolor, un testimonio emer-gido de las campanadas de la muerte que tocan en car-

ne propia y que recuerdan que desde que nacemos lle-vamos a cuestas un boleto con fecha de vencimiento.

En diciembre del año pasa-do, Ekvall, de la mano de editorial Santillana, publicó un libro que lleva por título Fuera de foco, en el cual

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cuenta su experiencia con-tra el cáncer que le tocó en-frentar –y vencer- cuando apenas su hija Miranda te-nía cinco meses de nacida y ella contaba con 26 años de edad. Se trata de un texto escrito en primera persona, una cicatriz profunda de su vida en clave testimonial aunque no autobiográfica, que discurre a contrapun-to de imágenes captadas por el fotógrafo Roberto Mata que van narrando y acompañando en paralelo el relato.

Se trata de un texto movido más por la urgencia y por el rapto emocional, mezcla de miedo y arrojo, con un abordaje crudo y sin con-cesiones al eufemismo. En seis meses lleva diez mil impresiones: dos edicio-nes en Venezuela y una en Colombia.

_ ¿Cómo decidiste que la historia de tu padecimien-to era posible contarla a través de un libro?- Luego de un mes de haber conocido a Roberto (Mata) y con muchas fotos hechas de todo este proce-so, decidimos hacer de esto un libro. Él hacía un curso de crónicas y me impulsó a escribir. Todo se dio solo, empecé a ver las fotos, escribía en función de ellas y el proyecto lo llevamos a una editorial. Dos meses más tarde, Fuera de foco ya estaba listo.

_ ¿Cómo fue esa primera arrancada a escribir? ¿Puro

corazón y pulso, o algo de estructura?-No tenía estructura, me cuesta conseguir esa es-tructura. La editora (Lour-des Morales) sí me ayudo a dirigir algunos textos, me pidió unos que faltaban, pero el resto se trataba de la inspiración que me pro-ducían las fotos, aparte de los correos electrónicos que eran genuinamente infor-mativos para mis amigos y familia.

_ ¿Qué género se consigue el lector? ¿Crónica, diario íntimo, historia de vida?-Una fusión. Tiene tonos de diario, de historia de vida, de testimonio, de scrap-book… No busqué encasi-llarlo por lo que te comenté de la estructura, escribí sin pensar mucho en el resul-tado.

_ Alguna referencia que hayas tomado para redac-tar.-Leí tres libros importantes durante mi enfermedad: Vencer y vivir, de Daniela Bascopé; Anoche soñé que tenía pechos, de Mariela Michelena y Con las cuerdas

rotas de Soraya. Me sentí muy identificada con ellas y, a pesar de haber hecho un libro totalmente dis-tinto, tomé muchos datos importantes: ninguno muestra la menor señal de victimización, ni de auto-proclamado heroísmo… Son libros honestos, claros, de una enfermedad y en ningún momento intentan aconsejar a nadie. Inevita-blemente los que estamos enfermos nos sentimos identificados, sin que entre el tema de autoayuda.

_ El mensaje está claro, pero ¿lo definirías como un libro estrictamente de autoayuda?-No. Lo que sucede es que la autoayuda últimamente está muy contaminada de best sellers descerebrados y por consecuencia es mal vista por los intelectuales. Pero hay una ramificación, que no sé si debe llamarse autoayuda, que es intere-sante, que requiere de un análisis profundo y mentes agudas. Todo esto lo digo, no porque sienta que Fuera de foco pertenezca a algu-no de los dos grupos, sino porque definir un estilo a veces puede perjudicarlo. El libro se consigue en la sección de autoayuda y en la de biografías de las librerías y no considero que pertenezca ahí, pero a la vez no sé dónde debe ser ubicado. Lo importante es que esté, que se consiga, y que quien lo lea lo ubique donde le parezca.

CARA A CARA 49 | VISIÓN ANALÍTICA

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VISIÓN ANALÍTICA | 50 CARA A CARA

_ ¿El procedimiento médi-co te hacía avanzar o te po-nía pausas a la escritura?-El procedimiento me dio mucho tiempo de reposo, y a su vez, tiempo para escribir. Más pausas me puso mi hija, mi familia, que requerían de mucha atención durante ese mo-mento tan difícil. Sin duda, el paciente de cáncer tiene que cuidar a sus afectos, mantenerlos tranquilos, para tener su tranquilidad propia.

_ Algún apoyo importan-te que debas mencionar, como estímulo no sólo a tu recuperación sino a la publicación del texto.-El de Roberto. Todo lo que escribía se lo enviaba a Ro-berto y esperaba críticas… Él era el único que tenia acceso a esos textos antes de llevarlos a la editorial, su entusiasmo fue muy estimulante para seguir escribiendo.

_ ¿Es un libro sólo desti-nado a alentar a quienes padecen hoy lo que tú pa-deciste, o a todo público? -El libro no está destinado a alguien en específico. Es para todo público, lo con-sidero un testimonio de un momento difícil de una

familia. Todas las familias sufren sus percances y cualquiera puede sentirse identificado. La respuesta que he recibido ha sido de gente de todo tipo, conmo-vida por muchas razones diferentes.

_ ¿Por qué un libro y no un blog? - Porque la editorial te pone fechas topes y en el blog soy mi propia jefa. Yo trabajo bajo presión y no soy lo suficientemente experimentada en la web.

_ ¿Tu experiencia con la disciplina con el Miss Ve-nezuela te ayudó en algo a ambos procesos: la recupe-ración y la escritura?- Tal vez. Yo creo que la disciplina del concurso me ha ayudado en casi todos los aspectos de mi vida. La presión y el estrés no me afectan tanto como a otras personas, podría decir que me vuelven más creativa. El ocio me paraliza.

_ ¿Podrías afirmar que si uno se lo propone, uno es capaz de cambiar el rumbo personal, incluso en cosas tan como controlables o asibles como la salud, y en particular, el cáncer?

- El cáncer está en todos nosotros, solo que algunos tenemos un sistema de de-fensa más débil. La manera de estar sanos en todos los aspectos es cuidando la salud y eso se logra co-miendo bien y haciendo ejercicio. Si uno se lo pro-pone, puede controlar eso. Es mucho más fácil comer cualquier cosa y ser seden-tario, pero sale caro.

_ Dame una razón su-ficiente para que una persona se interese en tu historia.-Porque fui Miss Venezue-la… mentira. Creo que mi historia la ha vivido mucha gente, pero tuve acceso al mejor fotógrafo del país, a una editora espectacular, a una diseñadora gráfica con un gusto excepcional y entre todos logramos este libro, que me parece her-moso en muchos aspectos.

_ ¿Vas a otro libro o aquí se te agotó el fuelle?-No sé, quisiera escribir otro, pero todavía le toca mucho por recorrer a Fuera de foco. No tengo apuro, pero sí el antojo.¤

El cáncer está en todos nosotros, solo que algunos tenemos un sistema de defensa más débil

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VISIÓN TEATRAL 51 | VISIÓN ANALÍTICA

Teatro político ¡ya!El teatro político es una necesidad porque devuelve a los habitantes de la polis su identidad ciudadana y humana

Leonardo Azparren Giménez

Que el teatro venezo-lano está hundido en un marasmo

mercantilista ha sido re-petido varias veces y por varias personas. El atentado del régimen contra el tea-tro de arte sólo sirvió para dejar todos los espacios libres al teatro comercial que, además de enriquecer a algunos, ha degradado, como nunca antes, la carte-lera teatral y, lo más grave, el gusto del público. En su momento, será una tarea muy difícil restituirle al teatro de arte el espacio y la estimación que tiempo ha tuvo.

Será una de las tareas políti-cas más difíciles, en el cam-po de la cultura, que deberá afrontar un gobierno demo-crático. El teatro debe regre-sar a su condición de insti-tución de la polis; es decir, de expresión vital y viva de los ciudadanos, de proyecto de servicio público, para en él discutir y confrontar su vida política, de la po-lis. Nunca será suficiente repetir la manera pequeña burguesa y contrarrevolu-cionaria como el régimen que nos agobia despreció y maltrató el teatro de arte, por una razón elemental: no quiso tener ante sí un arte

pensante, capaz de interrogar a la sociedad de lo que le sucede. De manera que, aún desde una perspec-tiva revo-lucionaria, no tenemos un teatro que exprese lo que el régimen dice representar. Sería una opción totalmente válida la existencia de un teatro ideológi-camente com-prometido con el proceso político oficialista, siempre que tuviera un alto nivel artístico y profesional. Lo ha habido en otras partes con alta calidad profesional y artística. Pero también es cierto que en un régimen militarista y secundario, como el venezolano, es in-útil suponer que sus man-dones pueden haber pensa-do en un teatro acorde con sus intereses.

No habría que ir muy lejos para un proyecto de tal na-turaleza. En el teatro vene-zolano se han escrito obras

que podrían servir para

apunta-lar la ideo-logía del ré-gi-

men, y no porque

ha-

yan sido escritas con ese propósito; simplemente, son obras en las que se habla de la posibilidad de un modo e vida mejor, en las que se zahieren las lacras de algunas relaciones sociales que claman por algún tipo de redención. Si la Compañía Nacional de teatro no fuese la inutilidad que es, sería la encargada del proyecto para a lo largo y ancho del país, liderar un teatro político de altura y calidad artística.

Por ejemplo, Pedro César

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Dominici escribió Amor rojo, más o menos en 1950, en la que describió un país en el que un movimiento guerrillero toma el poder e instala un gobierno revo-lucionario. Eso sí, la obra se ocupa también de los oportunistas que, desde el gobierno, se creen dueños del coroto. Barbarroja, de Rodolfo Santana, es una divertida parábola de la explotación de los países del tercer mundo por los emisarios del imperio. Eso sí, también describe las perversiones del poder. Hasta Sagrado y obsceno, de Román Chalbaud, en la que una guerrilla urbana lucha contra un régimen despótico podría regresar a la escena. Eso sí, también muestra a un pueblo ofen-dido y humillado por el poder.

El teatro político es una ne-cesidad porque devuelve a los habitantes de la polis su identidad ciudadana y hu-mana, además de cultivarle la sensibilidad hacia formas más elevadas y refinadas de la cultura y el arte. Pero el régimen que nos ago-bia dis-

fruta con la promoción de lo feo y de lo grotesco. Lo refinado le causa piquiña, por aquello de la virilidad revolucionaria y la seriedad de la revolución. En el len-guaje empleado de arriba abajo; en las imágenes que muestra; en los personajes que exhibe en público y por televisión, lo feo es el rasgo determinante. Revolución es igual a feo, manera equivocada de comprender lo varonil. Para muestra, el realismo socialista.

También es cierto que pedirles a los mandones culturales una cierta sensi-bilidad teatral, es no tomar en consideración que pade-cen una inmensa incultura en todo. El teatro como una institución de servicio público, que sería la acción directa del Estado, nunca ha estado planteado como proyecto. Ni pensar en el teatro como instrumento de agitación porque, ¿agitar para qué? Los riesgos son inmensos. Como también es inmenso dejar libre al teatro de arte, para que experimente y se renue-

ve, para que presente al espectador

los nuevos temas

sociales. Como ha

sido desde que el teatro existe.

Tan mediocre ha sido la política teatral del régi-men que no se ha ocupado de darle a un autor como César Rengifo, militante de un teatro comprometido de visión marxista, un mínimo de dignidad escénica. Sólo cuando tengamos un con-texto público y privado en el que se respete la libertad de creación habrá un teatro político, de la polis, para los ciudadanos. ¤

“Ni pensar en el teatro como instrumento de agitación porque, ¿agitar para qué?

Los riesgos son inmensos”

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In varietate, saporUn sandwich puede tener más de 6.000 variaciones. ¿Por qué aburrirse de la comida?

Carlos BecerraGermán Otero

Cuántas veces se es-cucha el comentario: “estoy cansado de la

comida... siempre lo mis-mo...”. Esa monotonía se debe principalmente a un comportamiento culinario rutinario, hasta el punto en que comer, se convierte en una acción automática, mecánica, casi como res-pirar, quebrado sólo por esporádicas visitas a algún restaurant.

Ahora bien, salir de esta situación es bastante fácil, requiriéndose solamen-te del uso de un poco de imaginación y no tanto por la utilización de ingredien-tes exóticos o caros, o de preparaciones rebuscadas y que toman largo tiempo.

En efecto, “en la variedad está el gusto”, título de la columna de este mes, que expresa nuestra convicción de que, haciendo pequeños cambios en la receta de algún plato, escogiendo di-ferentes formas de cocción, o variando la combinación de los acompañantes, se convierte a cada comida en una nueva experiencia gustativa.

Las posibilidades de varia-ción son casi infinitas. Para demostrar esta afirmación, vamos a presentar un ejem-plo muy sencillo:

Un sandwich de jamón y queso. Todo el mundo piensa que un emparedado de jamón y queso es sola-mente eso: un pedazo de

pan con una lonja de jamón y otra de queso, con sabor a cartón. Sin embargo, si vamos a una panadería nos encontramos una gran va-riedad de panes, los cuales pueden ser utilizados para el sandwich. Digamos que escogemos cinco tipos: pan francés, sobado, de sand-wich, pan integral y pita. En la charcutería nos pasa lo mismo: cinco tipos de ja-mones: de pierna, serrano, planchado, selva negra, y cotto por ejemplo; y lo mis-mo podemos escoger cinco tipos de queso: de mano, blanco, amarillo, mozza-rella y guayanés. Normal-mente, al sandwich se le añade una o más salsas y/o vegetales, siendo las más comunes: salsa de tomate, mayonesa, mostaza, lechu-

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ga y

tomate. Así mismo, se puede co-mer frío o caliente.

Analizando las posibles variaciones, concluimos que, utilizando los pro-ductos básicos, podríamos preparar 125 sandwiches diferentes y si le añadimos uno o más de los acompa-ñantes, el número de posi-bilidades se eleva a 3.000; y si además separamos los fríos de los calientes, la ci-fra alcanza a 6.000 sandwi-

ches de jamón

y queso que se

pueden preparar usando sólo 5 variedades de cada uno de los componentes. Eso quiere decir que uno podría comerse un sand-wich de jamón y queso diferente cada día por más de 16 años.

Ahora bien, en el mundo se hacen cientos de panes diferentes (incidentalmen-te, ya en el siglo V a.C. los

griegos tenían clasifi-cados 86 tipos de pan). La variedad de

jamones y quesos no se queda atrás, y los acompañantes están limitados sólo por la imaginación. El nú-mero de variaciones posibles es tan grande que probablemente

es superior a la deuda pública.

Dada la amplitud de las variaciones posibles, va-mos a ver algunas de las maneras de poder llevar a la práctica la diversifica-ción de nuestra alimenta-ción cotidiana.

El Croque Monsieur que presentamos a continua-ción, es una variante del sandwich de jamón y queso, y una de las mejores recetas nos fue suministra-da por nuestra amiga Anita Prosperi.¤

RECETARIUMINGREDIENTES

6 huevos separados2 tazas de Salsa Bechamel espesa1 lonjas de jamón por croque1 cucharada de mostaza1/2 taza de queso parmesano rallado3/4 taza queso suizo ralladoPan rayadoRebanadas de pan.

PREPARACIÓN

Una vez preparada la Salsa bechamel, añadir los amarillos de huevo uno a uno, mezclando bien a fuego bajo. Luego añadir la mostaza y los quesos. Bajar del fuego y una vez que esté a temperatura ambiente, meterlo en la nevera por algunas horas.Untar todas rebanadas de pan con la Bechamel preparada ya muy fría . Poner una rebanada de jamón en la mitad de las rebanadas y tapar como un sandwich. Pasar cada sandwich por clara de huevos batidas y pan molido. Freír.

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MonroeSólo el fútbol de selecciones ofrece a los fanáticos de nuestro continente la oportunidad de ver a sus grandes ídolos jugar de este lado del Atlántico

Luis Revilla

Desde su creación en 1960, se ha pretendi-do hacer de la Copa

lntercontinental - denomi-nada Mundial de Clubes de la FIFA desde 2005 – una especie de batalla para diri-mir anualmente qué conti-nente tiene el mejor fútbol. En el papel la idea es muy atractiva y parece tener mucho sentido: el campeón de la Copa Libertadores de América se enfrenta en suelo neutral – normalmen-te Asia – al ganador de la Liga de Campeones de la UEFA. Además, desde 2005 también participan los cam-peones de las confederacio-nes de Asia, Oceanía, África y Norte América. Plural, intercontinental.

Lo cierto es que el peque-ño torneo dista mucho de representar una contienda efectiva entre las principa-les fuerzas de cada conti-nente. Y por varias razones. En el fútbol la antigüedad es sinónimo de prestigio. Por su juventud, el Mun-dial de Clubes aún tiene aires de interrupción a un calendario futbolístico de por sí colmado. Aunque la cita dure solo una semana, los equipos participantes deben llevar a cabo una

planificación que les per-mita prepararse adecuada-mente, sin poner en peligro las responsabilidades de la competición doméstica y/o internacional en curso. Ello deriva en incómodos cambios de calendario, viajes largos, aclimatación y desgaste físico y mental en general. Ante tanto ajetreo, es normal que los equipos rindan por debajo de sus posibilidades, lo que des-virtúa la competición.

Sin embargo, y más allá del prestigio o el calendario, la razón princi-pal por la que el Mundial de Clubes no debe interpre-tarse como una lucha por la supremacía entre conti-nentes tiene que ver más con geopolítica y economía que con otra cosa. Desde la Ley Bosman (1995), esa que declaró que ningún jugador europeo puede ser consi-derado extranjero en cual-quier nación de la UE, se abrieron más y más puertas en Europa para futbolistas

provenientes de Sudaméri-ca y otros continentes. Por el poder económico de sus principales clubes, el fútbol europeo siempre representó un foco para jugadores de todo el planeta. Con menos regulaciones migratorias y el auge del dinero por los derechos de tv, ese carácter global de ligas como la in-glesa, española o italiana no hizo sino acentuarse. Como resultado, en Sudamérica las estrellas emigran cada

vez más jóvenes a Europa mientras que los clubes lu-chan contra la inestabilidad derivada de la fuga de ta-lentos. Ante ese panorama, la batalla de continentes concebida en el Mundial de Clubes no parece muy justa.

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A pesar de todo, lo que hacen los clubes europeos no es más reprochable que la mala gestión de muchos equipos sudamericanos, que prescinden sistemá-ticamente de sus jóvenes prospectos para paliar su mala situación financiera, en detrimento de su com-petitividad – River Plate, una de las instituciones más importantes de Amé-rica descendió a segunda división tras años bajo una pésima dirigencia. Un mer-cado tan competitivo como el europeo se convierte en una carrera por encontrar el talento, sin importar su lugar de procedencia. Lionel Messi, que –después de haber sido ignorado por River - llegó a Barcelona con solo 13 años, representa el caso más emblemático de los tiempos que corren. En el fútbol, las fronteras dejaron de existir.

El ex-futbolista argentino Santiago Solari encuentra aspectos positivos en la migración de jugadores jóvenes al viejo continente: “Cuando a esa habilidad innata estimulada en todo el periodo de crecimiento del jugador se agrega la visión, más estratégica, del fútbol europeo, los futbo-listas alcanzan su madurez y aportan lo mejor de sí mismos”.

Y es cierto. La mejor versión de los Messi, Maradona, Ronaldinho o Ronaldo fue aquella que incorporó los conceptos cuasi académicos

del juego en Europa a su talento natural.

El proceso de enriqueci-miento también ocurre a la inversa. Una vez en su etapa de entrenadores, los exfutbolistas sudameri-canos aplican en nuestros equipos desde métodos de entrenamiento hasta el rigor táctico que asimilaron en sus pasajes como juga-dores en Europa.

Pero muchos aficionados no dejan de preguntarse qué sería del fútbol en nuestro continente si pudiéramos mantener a nuestros mejo-res jugadores. Se trata de pura curiosidad. Ante la insalvable distancia eco-nómica, desear tal cosa es cuando menos una in-genuidad. El hincha está resignado a llenar constan-temente el vacío que deja la temprana partida de sus ídolos. Sucede algo similar con el béisbol venezolano y la imposibilidad de ver en acción a históricos como Galarraga, Vizquel o Santa-na en nuestra pelota.

Y surgen más dudas. Con el potencial disminuido por la venta de jugadores, ¿es el campeón de la Libertadores un fiel representante del fútbol sudamericano?

Un vistazo al historial de Mundiales de Clubes sir-ve para descubrir un dato revelador: en sus 50 años de historia, el representante sudamericano ha logrado conseguir la misma canti-dad de títulos (25) que el europeo. Este campeonato Intercontinental podrá sig-nificar el escenario de una batalla dispar a nivel de recursos y estructura. Pero al mismo tiempo representa una oportunidad ideal para que futbolistas de todas las latitudes demuestren su calidad y competitivi-dad ante los gigantes. Ahí radica el principal valor del torneo. En el caso de los sudamericanos, el evento reivindica cualidades pro-pias del futbolista de la región como el carácter -la garra-, o la técnica indivi-dual. Lo mismo sucede en la Libertadores, ese torneo que, además, representa un

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importante escaparate para jóvenes figuras.

La Libertadores es especial. Las tribunas repletas de los hinchas más apasionados del mundo y la intensidad con la que se juega garan-tiza drama - y una que otra trifulca. El pasado miérco-les 22 de junio, el Santos de Brasil consiguió ante el Pe-ñarol de Uruguay el tercer título de su historia, lidera-do por la súper estrella en ciernes Neymar. Con tan solo 19 años, la joven sen-sación pudo haber jugado su último partido a nivel de clubes en suelo sudamerica-no. La historia de siempre. La Libertadores es apasio-nante, pero sus mejores jugadores acaban jugando a kilómetros de distancia.

Sólo el fútbol de seleccio-nes ofrece a los fanáticos de nuestro continente la oportunidad de ver a sus grandes ídolos jugar de este lado del Atlántico. En ese sentido, a partir de este 1o de julio debemos consi-derarnos testi-gos de una ocasión histórica. Comien-za la Copa América, el torneo de selecciones nacionales más antiguo del mundo. Será en Argentina, probablemente el único lugar del planeta donde Messi aún es visto bajo sospecha. El doble Balón de Oro tiene la oportunidad de redimir-se ante su gente. Jugarán

Falcao y Guarin, los colom-bianos que tuvieron una temporada de ensueño en el Oporto de Portugal. Dani Alves, campeón de Europa con el Barcelona cruzará el océano con Robinho y el resto de estrellas de la siem-pre favorita Brasil. Forlán, Suarez y Cavani se vestirán de celeste para representar a Uruguay, cuya piel toda-vía se eriza ante el recuerdo de la heroica victoria sobre Ghana en el pasado mun-dial. Chile encara la era post Bielsa con el autoesti-ma por los cielos. Su princi-pal figura, Alexis Sánchez, vendrá desde Italia, mien-tras se resuelve su posible fichaje por el FC Barcelona.

Y, por supuesto, juega la Vi-notinto, nuestra Vinotinto. A pesar de la baja exposi-ción mediática de nuestro fútbol, no somos la excepción a la regla: nuestros

mejores jugadores también juegan en Europa. Arango, Rincón y el joven Orozco vienen desde Alemania para luchar por un puesto en la segunda ronda ante Ecuador, Brasil y Paraguay, nuestros rivales de grupo. Miku y, sobre todo, Ron-dón vienen después de una temporada apasionante en el balompié español.

“América para los america-nos”, dice la famosa Doctri-na Monroe, que instaba a los habitantes de las na-ciones de este continente a combatir contra el sistema colonial y gobernar en su propia tierra. El futbol, sin embargo, tiene que ver más con los hombres que con la tierra. Hasta que nuestras Ligas alcancen una autosu-ficiencia económica soña-da, durante el mes de julio podremos proclamar con orgullo: “los americanos para América”.¤

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Junio, según Rayma

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VISIÓN HISTÓRICA 61 | VISIÓN ANALÍTICA

Teresa de la Parra 1889-1936Escritora venezolana, de renombre universal, autora de las novelas Ifi-genia y Las memorias de mamá Blanca

Laura Castillo de Gurfinkel

El 5 de octubre de 1889 nace en París, Francia, Ana Teresa

Parra Sanojo, hija de padres venezolanos residenciados en París, quien llegó a ser la escritora venezolana mejor conocida por su pseudóni-mo Teresa de la Parra.

A la edad de dos años fue traída a Venezuela y parte de su infancia transcurre en El Tazón, la hacienda fami-liar ubicada entre Turme-rito y Piedra Azul y en el apacible hogar caraqueño. A los ocho años de edad queda huérfana de padre y su madre resuelve volver a Europa con el fin de edu-car a sus seis hijos. Teresa de la Parra ingresa en un colegio religioso en España y se consagra a la lectura de escritores famosos como Valle Inclán, quienes van a ejercer gran influencia en su formación literaria.

A los 17 año sale del Co-legio y es llevada a París, en donde permanece por 2 años. De allí regresa a Venezuela, otra vez a El Tazón, donde vive distante de diversiones y entregada a la lectura de obras impor-tantes como las de Gabriela Mistral. No pertenecía a asociaciones benéficas ni

culturales y era admirada por su belleza física y espi-ritual.

En Venezuela comienza a revelarse como escritora, con sus artículos publicados en diferentes diarios cara-queños.

Con motivo de la visita del Infante Don Fernando de Baviera y Borbón a Vene-zuela, Teresa de la Parra es elegida para contestar un mensaje enviado por la In-fanta Doña Paz de Borbón, dirigido a Chile y a toda la América Hispánica y su respuesta es elogiada por

la profundidad de su pen-samiento y su encantadora prosa.

El relato Mamax, que le va-lió el premio literario de un diario de Ciudad Bolívar en 1922, pasó luego a formar parte de una narración más extensa el diario de una señorita que se fastidiaba que terminó con el nombre de Ifigenia que fue tradu-cida al francés y elogiada por escritores como Miguel de Unamuno. Teresa de la Parra relacionaba ese año con el inicio de su verda-dera vocación de escritora. Entusiasmada por el éxito

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VISIÓN ANALÍTICA | 62 VISIÓN HISTÓRICA

alcanzado por sus artículos y cuentos publicados en los periódicos caraqueños, se dedicó a la tarea de leer y escribir y comienza el Diario de una señorita con el tñitulo de Ifigenia y bajo el seudónimo de Teresa de la Parra, nombre con el cual se inmortalizaría en las letras americanas. El texto se pu-blicaría dos años más tarde.

La novela plantea el drama de una joven mujer de bue-na familia venida a menos, en medio de una sociedad que no le permite expresar sus ideas ni elegir su des-tino y el desengaño con el que su heroína termina asu-miendo otro que le viene impuesto por su entorno y circunstancias.

En 1924, participa en un concurso literario en París, auspiciado por el Instituto Hispanoamericano de la Cultura Francesa y obtiene el primer premio.

Se ha considerado que para los venezolanos que repu-diaron el gomecismo las obras de Teresa de la Parra poco respondían a las exi-gencias del momento. Tanto sus dos novelas como el ci-clo de conferencias que dic-tó en Bogotá y Barranquilla en 1931, dejaban la imagen de una escritora que miraba hacia atrás y recreaba en su obra comportamientos y reglas sociales que muchos venezolanos asociaban con el provincianismo y el atra-so que querían superar.

A esas circunstancias, y al hecho de que fuera consi-derada por mucho tiempo como la “autora afrance-sada que escribía obritas menores”, se sumaron las descalificaciones que le hicieron los críticos venezo-lanos más conservadores a su primera novela Ifigenia publicada en 1924, la cual según contaba la misma autora, fue calificada de peligrosísima en manos de las señoritas de la época.

Las Memorias de Mama Blanca la escribió Teresa de la Parra inspirándose en recuerdos personales y en las virtudes de su propia familia, vividos largamente en una extensa y patriarcal hacienda venezolana antes de que la familia se mudara para Caracas. Teresa descri-be en esa novela el mundo encantado de su infancia.

En 1927, Teresa de la Parra viaja a Cuba en represen-tación de Venezuela en la Conferencia Internacional de Periodistas y su discur-so fue sobre “La influencia oculta de las mujeres en la

vida de Bolívar”. Allí co-noce a la escritora cubana Lidya Cabrera con quien hizo una gran amistad.

Los años formativos de su infancia y adolescen-cia, dejaron una profunda huella en la escritora: los recuerdos de “ElTazón” darían vida a la hacienda Piedra Azul de la Memorias de Mama Blanca, y el inter-nado en el marco formativo de la heroína de Ifigenia.

En 1930, regresa a Vene-zuela pero su permanencia es muy corta porque está tuberculosa. Regresa a España donde se interna en un sanatorio en Madrid. Allí transcurren sus últimos días y muere el 23 de abril de 1936 y sus restos son en-terrados en el Cementerio de la Almudena en Madrid.

En 1947, sus restos fueron trasladados a Caracas y enterrados en el Cemente-rio General del Sur y el 7 de noviembre de 1989 fueron trasladados al Panteón Nacional lo cual convierte a Teresa de la Parra en la pri-mera mujer que ha recibido ese gran honor.¤

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