viñas, david - rodolfo walsh, el ajedrez y la guerra

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  • 8/16/2019 Viñas, David - Rodolfo Walsh, El Ajedrez Y La Guerra

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    David Viñas

    Rodolfo Walsh, El Ajedrez Y LaGuerr"Recuerdo cómo salimos en tropel los jugadores de ajedrez... y cómo, a

    medida que nos acercábamos a la plaza San Martín nos íbamos poniendo

     serios y éramos cada ez menos, y al !in, cuando crucé la plaza, me i

     solo".

    peración masacre.

    * El derrotero crítico de Walsh culmina en Operación masacre, de 1957, ese testimonio fundamental que por 

    su movimiento de páina ! por su entonación se ra"a con nitide# en un curso tráico$ el que inauura %os&'ernánde# con sus comentarios al deuello del (hacho )ealo#a en 1+-, prolonado en el auafuerte de.o"erto /rlt con la descripción del fusilamiento de 0everino i 2iovanni en 19-13 Esos momentos portantres "lasones que corro"oran las comple4as ! mediadas pero decisivas relaciones entre la política arentina !el espacio tetual$ la liquidación del aucho re"elde, la eliminación del inmirante peliroso ! la masacre delo"rero su"versivo3 6a carta a"ierta de Walsh a la dictadura de 1977 al inscri"irse en esa secuencia comocuarto "lasón no sólo la contin8a ! ahonda sino que preanuncia !a el asesinato del intelectual heterodoo3

    * 'oracio er"its:! es ho! el continuador más nota"le del periodismo inauurado por Walsh3 (on unadiferencia que correspondería destacar$ en sus denuncias ! en sus crónicas, 'oracio er"its:! pone enmovimiento tal cantidad de datos ! referencias que muchos de sus lectores tenemos la sensación de que seenfrentan a una polvareda inconea o ar"itraria; ecepcionalmente 'oracio er"its:! propone o insin8a unasíntesis o al8n foco que relacione esa proliferación3 (orresponde preuntar, me parece, si esa carencia

    reproduce los límites actuales de la i#quierda intelectual$ espu&s de la muerte de Walsh,

    * (orresponde preuntar tam"i&n, en este orden de cosas, si Walsh, con los rasos artesanales de su producción, representa una suerte de cristianismo primitivo dentro de este lina4e periodístico,

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     David Viñas Rodolfo Walsh, El Ajedrez Y La Guerra

      Esa relación fetichi#ada con la propiedad literaria ! ?la firma del autor? no sólo va definiendo a )a!ró ! alos escritores canónicos, sino que encuentra en 0armiento como en muchos otros aspectos el prototipofundacional$ la o"sesión en los 8ltimos aos del autor del @acundo porque sus ?ho4as periodísticas sueltas nose vuelen? se repite como eiencia en sus diversas correspondencias; el capital sim"ólico que se ha idoimprimiendo en los diarios no se puede despilfarrar; ure orani#arlo sistemáticamente en li"ro3 /l fin decuentas, si aquellos artículos sueltos representa"an la "ase de su monumento, ?el li"ro encuadernado ! con

    tapas? será parte interante del metal de su propia estatua Acfr3 Bichael 6oC!, )our une socioloie desintellectuels r&volutionaires, 19+D3  En esta #ona, la relación de Walsh con el li"ro institucional así como su asunción del periodismo?intrascendente?, corro"ora finalmente sus pol&micas actitudes de iconoclasta$ su pala"ra lleó a valer másque su firma3

    * 0i @ederico 2arcía 6orca sinteti#a, tanto por su producción literaria como por su asesinato a manos delfascismo espaol, a la eneración del 7 en su país, Walsh condensa por sus tetos ! por su eliminaciónordenada por el fascismo arentino de los aos 197F+-, la pro"lemática ma!or, las "8squedas, aciertos !fracasos de los escritores de la eneración del G3 6os llamados parricidas por Emir .odríue# Boneal3Huiero decir$ ?la eneración del (he?3

    * Ina ve# me invitó Walsh a vivir en su casa del Jire3 En esa &poca su compaera era )iri 6uones3 K desde

    el comien#o, ese apellido tur"ador ! el escenario del elta nos fueron situando alrededor de una letraaleórica que solía desli#arse entre frustradas ironías hacia El Jrope#ón3 En los atardeceres en que Walsharrela"a su "ote, la fiura de Huiroa se so"reimprimía a la de 6uones; ! entre am"as se i"a armando unatensión que a Walsh, divertido pero som"río, le usta"a easperar$ defendía con arumentos enmaraados

     pero convincentes el distanciamiento de la ciudad practicado por ?el cuentista selvático?; lo 4ustifica"a por suademán neo"ár"aro tan antivictoriano mientras aludía a su propia destre#a con las armas ! en la pesca delsuru"í3 0u fervor, sin em"aro, oscila"a entre el dorado ! el pe4erre!; ! cuando se interna"a en el esca"eche,!a parecía lorar mi apro"ación a sus autoa"astecimientos ! a su creciente adhesión a ?lo elemental?3 =uncalleó a aludir a (onrad ni a 2auuin3

    * os cuentos memora"les, ecepcionales, tiene .odolfo Walsh$ el primero es Esa mu4er, donde se produceuna coreorafía carada de simetrías entre el periodista ! el coronel, ! que conclu!e "oísticamente cuando uno de los contrincantes, en esa dial&ctica me#cla de escolástica ! de marivaudae, lora quedarse

    con el centro del escenario mientras al otro sólo le queda hacer mutis3 En este sentido, Esa mu4er se convierteen un drama por el dominio del espacio tetual3

    * El otro cuento maistral de .odolfo Walsh es =ota al pie$ allí no sólo ese recurso tradicional va acaparandoel espacio destinado al teto principal, sino que esa especie de nu"e corrosiva ! proliferante que su"e desdeel pie, condiciona una tensión narrativa que trasciende los cuentos de Lores3 /l fin ! al ca"o, el

     protaonista, /lfredo de 6eón, no se limita a sinteti#ar, sim"ólicamente, el itinerario de Walsh, sino que Aalsituarse en el otro etremo del efica# aniel 'ernánde# de ariaciones en ro4oD, va di"u4ando un antih&roeanáloo a Lloom, a M o al tío ania3

    * 6leu& a presentir en aquellos días que el humor cam"iante de Walsh coincidía con las al#as ! "a4as de lasmareas$ descendía el río ! Walsh se i"a etendiendo en su hamaca ! en sus opiniones so"re 'eminCa!3 K sudesaliento marca"a silencios intercalados apenas por uno de sus ademanes más repetidos$ apunta"a con el

    dedo a una torca#a que revolotea"a entre los sauces; cerra"a un o4o; i"a recoiendo el índice$ ?En la ciudad!o lleo a perder el sentido? decía; ?el pro"lema es encontrar un con4uro?3 6a torca#a se ha"ía depositado enla rama más alta de un álamo3

    * ariaciones, colección de asesinatos resueltos como 4ueos de salón, no sólo remite a sus antecedentes "ritánicos, sino a los cruciramas con su apelación al inenio, al home ! a ciertas pistas enimáticas3 )erocomo &nero corresponde evaluarlo en virtud de su indirecta apelación a un orden social amena#ado3 aniel'ernánde#, esencialmente conservador, con la solución de los enimas, sinificativamente planteados eninteriores o casas de campo, resta"lece mediante su accionar ?privado? ! amateur, los residuos de unaconfian#a en el equili"rio de la sociedad3 0e trata de un Walsh que todavía creía que con el final del

     peronismo 19N5F55 se i"an a recuperar las ?tradicionales virtudes patrias?3

    * 6a serie de los irlandeses no se limita a reproducir la fiura del semicírculo que casi rodea, acosa ! termina

     por ser seducida por el protaonista3 Eso, tam"i&n, es faena de aniel 'ernánde# que se prolona en el 2ato3

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    )ero el universo del coleio pupilo, si en la literatura arentina me remite a lo más rescata"le de %uvenilia,ineludi"lemente me reenvía, además, a ese fraseo de Baldoror$ ?Huand un &leve interne, dans un l!c&e333?

    * 0i el tra!ecto interno de los tetos de Walsh va di"u4ando el pasa4e desde el 4ueo a la traicidad, destaca,al mismo tiempo, el tránsito del a4edre# a la uerra$ lo policial como colección de estrataemas se despla#adel l8cido acerti4o intelectual al comentario de la represión3 (omo si Walsh fuese advirtiendo que aun

    0herloc: 'olmes, positivista darCiniano, droadicto ! seductor, se va convirtiendo en informante, en aliado! en funcionario de 0cotland Kard3 K que, incluso, en sus momentos más crispados se troca en cómplice detorturas hasta terminar como verduo clandestino u oficial3 Es lo que, por cierto, va de ariaciones en ro4o de195- a del 93

    * )iri 6uones nos de4ó solos en esa casa del elta3 Ella se ha"ía trepado a la popa de una lancha ! no de4óde saludarnos, mientras se ale4a"a, al#ando el "ra#o ! de4ando que el chal le revoloteara iual a otro ríodiminuto, mu! ro4o3 Walsh eloió, entonces, alunos cuentos de 0etenta veces siete; insinuó ciertos reparosso"re ?el cru4ido de los finales? ! despu&s se encarni#ó con las su"as ! "a4as de la Lolsa literaria3 .ecuerdoque di4o ?Bás veloces ! más in4ustas que las mareas del río?3 K como ese atardecer le tocó el turno alascetismo que Walsh defendió con un fervor 4ansenista a medida que se entusiasma"a con la pala"ra?despo4ado? ! el paladeo de al8n verso de 0helle! que se escandía so"re el ante"ra#o desnudo, !o fui

     proponiendo ?2alleos?, ?)ico Jruncado? ! ?(aadón de la Keua Huemada? El prefirió el ?2ran alle?3

    )ero ahí nos reencontramos$ entre los matorrales ! los ca"allos que alopa"an sin levantar polvareda3 l seinclina"a por los #ainos; !o por los ala#anes3 e ahí pasamos a nuestros coleios de curas$ &l se enterneciócon el )adre ollans que hamaca"a sus caderas de matrona al tocar el armonio a pedales o cuando seseala"a la punta de los #apatos ha"lando del infierno3 Ko me demor& demasiado con el )adre /di4 ! su

     "reviario forrado con hule3  /l anochecer, mientras !o me trepa"a a una silla para enroscar la "om"ita flo4a, Walsh se fue hacia el

     "orde del río$ allí se sentó en la punta del muelle de madera3 0e puso a pescar3 o"la"a el cuerpo so"re elaua3 )arecía mu! atento a su caa ! a la marea que i"a su"iendo3

    * 6a muerte, en ariaciones, no es mucho más que el disparador del relato3 K está vinculada a sórdidasrelaciones de hi4uelas, al"aceas, herencias ! propiedades3 espu&s de 1955 ! de Operación masacre, Walshno sólo se desli#a desde la ciudad o de lo vacacional hacia el su"ur"io que nada tiene que ver con el de2álve#, con el de Lores o con la versión de Loedo, sino que se multiplica e histori#a hasta la politi#ación3

    Ka se ha insinuado$ 'olmes de4a de fascinar a Watson; ! la novela policial de enima se va trocando ennovela nera3 'asta en esta fran4a, el e4e cultural arentino se fue despla#ando de Europa hacia los EstadosInidos3 El renovado su"ur"io de Walsh es un escenario en el que !a no ha! un asesino solitario, sino dondese verifica que toda la sociedad está mafisi#ada$ policía, sindicatos, tri"unales, e4&rcito3 ertiinosacompro"ación que su"ra!a el Lildunsroman vital de Walsh3

    * Ina conversión, qui#á, más que un despla#amiento lineal, se puede ir verificando en otras dos comarcas dela aventura de Walsh$ desde la apro"ación del ?heroísmo oficial? que pu"lica frente a los acontecimientos de1955, ! su contramarcha en dirección a las investiaciones ! denuncias de los fusilamientos de %os& 6eón0uáre#3 Es que en ese tramo fue advirtiendo que la ciudad escindida en fachada ! contrafrente Ael carnaval !la favela en una dimensión latinoamericanaD, al ahondar sus muescas permanentes, instaura"a de nuevo eldrama3  /náloamente el paulatino distanciamiento de la industria cultural a la cual Walsh ha"ía estado vinculado

    al comien#o de sus pu"licaciones en 6eoplán ! en ea ! lea, su"ra!a ese circuito periodístico con rum"o a)ropósitos ! a los semanarios sindicales3  El 4ueo inauural de4a"a caer así los par&ntesis alrededor del ta"lero, ! la ironía como economía de afectose muta"a en un escenario desnudo sin ripios ni treuas3

    * El vuelo de pá4aro es una constante en la manera de mirar en la literatura arentina$ se da en El matadero,se reitera en el 0armiento que contempla el cruce del )araná por el E4&rcito 2rande, se repite tam"i&n con/l"erdi en su so"revuelo del /conqui4a3 Hui#á 6a Lolsa ! 6uones reprodu#can esa óptica que pro!ecta la

     perspectiva del narrador omnisciente3  Walsh, mediante sus planos eplicativos, inesperadamente incurre en ese ademán3 Pncluso cuando descri"euna partida de a4edre# ?vista desde arri"a?3 )arecería que allí so"revive una dimensión teolóica3

    * En aquella semana del Jire en compaía de Walsh, una noche nos entusiasmamos eloiando a Eva )erón3

    esproporcionadamente, por ahí, pero era la 8nica manera que teníamos de disminuirlo a )erón ! de con4urar su peso histórico que entonces nos a"ruma"a3 /lo parecido nos pasó con el (he$ lo eloiamos con fervor !

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    sin matices; pero a Walsh ! a mí, de pronto, tam"i&n nos pareció que nuestro entusiasmo era ecesivo3 )erono contá"amos en aquella &poca con otra forma de ser reticentes con @idel (astro3 ?? Walsh medi4o que sí ! se rió con acide#; ! se laró a imainar una pare4a de Eva ! el (he3 /unque al final !a i"aamaneciendo ! aluien nos llama"a desde el río suirió que ese presunto casal hu"iera resultado un asuntoincestuoso3

    * Ina suerte de ?enealoía? se puede verificar en la serie pue"lerina de Walsh$ la que entrete4e @otos conIn nieto de %uan Boreira A!a sea por el nom"re del protaonista Bauricio, !a se trate de las referencias alcomisario Larra#aD3 El otro etremo de ese lina4e es el pue"lo de Banuel )ui3

    * esde la vertiente del don la literatura arentina ehi"e tres ?manchas temáticas? fundamentales$ violaciónA1+NGD, conquista A1++GD e invasión A1+9GD; desde la perspectiva de los prontuarios, esos n8cleos en loesencial van enhe"rando la persecución A1+7GD, el fracaso A19-GD ! la represión A197D3

    * Esa mu4er resulta el capítulo so"reviviente de una crónica más con los rasos de Operación masacre,0atanoCs:! o .osendo3 0in la entonación populista de esta serie Acondicionada por los medios donde se

     pu"lican ! por el p8"lico al que se apelaD, conserva un raso que tiene alo de residual$ las alusiones a uncadáver que en ariaciones funciona como disparador del relato clásico policial3 (ierto$ aquí, en cam"io, setrata de una ausenciaFpresencia aunque el ?? reiterado remite a la constante Calshiana del mapa que

    reordena el espacio3 Pncluso, las alusiones a esa mu4er ausente se entrete4en con ?la mu4er del coronel?, "orrosa ! apenas una vo#, con ?mi hi4a? ausente tam"i&n ?en manos de un psiquiatra?, ! con el ?ma!or Q?que ?mató a su mu4er?3  / partir de ahí, se podría suerir el recorrido a lo laro de la totalidad de los tetos de Walsh$ desde laconvencional 'erminia de /sesinato a la distancia ?con los "ra#os llenos de flores? mientras ?la "risamatinal aita"a sus ca"ellos ru"ios, de refle4os co"ri#os, ! en su cara de delicados rasos se refle4a"a una

     perfecta serenidad? AD, pasando por la !a aludida (elia /humada, ?uerrillera? de 6a "atalla, hasta llear a las madres "orrosas de laserie irlandeses Aa las que se ama ! en las que se caaD3 K lueo preuntar$ lo fundamental de los tetos deWalsh,

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    * Joda la literatura de li"ro conserva ! cultiva notorios residuos de ?la torre de marfil?$ ese mismo volumenencuadernado ! más sólido tiene mucho de sarado, proli4o ! defensivo3 6a tapa tradicional ostenta un diseode marquesina de teatro con el título de la o"ra ! la corro"oración del autor3 Jam"i&n suele parecer un cofre oun portarretrato3 =o diamos si la foto del responsa"le reposa en la cu"ierta o se disimula a medias en esaespecie de "am"alina representada por la solapa3 (on la foto en la contratapa, el li"ro suele aludir al ma#o de

    naipes de al8n prestidiitador3 K qu& decir del teto que ahí se imprime, eneralmente redactado o inspirado por el autor Aespeculando con la imaen de sí mismo con la que quiere ser vistoD ! que suele ser tanconvencional como las eplicaciones que se imprimen en los proramas de mano de los teatros3 ?Jodo elli"ro, en fin, tiene un aire de afectación? Acfr3 aniel OR'ara, Jhe .omance of Pnterpretation, 19+5D3

    * El li"ro como tal, entonces, no sólo cultiva un aire confidencial que eneralmente se comprue"a en suarquitectura que, desde una perspectiva ur"anística, suele resultar a"ollada3 e esos t&rminos Walsh fue cadave# más consciente3 K más crítico3 K en su pasa4e definitivo hacia el periodismo heterodoo lleó a presentir que realmente se i"a eponiendo a ?la lu# p8"lica? como aluien maquillado que sale de su casa para entrar ala calle3

    * /luna ve# el mismo Walsh aludió al parentesco del li"ro tradicional con la pintura de ca"allete asociando,en cam"io, la escritura periodística al muralismo$ era el escritor consa"ido que opta"a por la coralidad; un

    modelo anterior que se reitera"a en la /rentina definido por el tránsito desde la literatura comovanuardismo a la literatura en circunstancias que se easpera"an vivida como uerra civil3

    * /l final de su itinerario, Walsh alude a su pasa4e desde ?los tiempos de la inocencia? hacia el duro ! l8cidoreconocimiento de la historia, la ciudad ! el mercado3 )odría decirse losando un teto clásico que en 1977Walsh !a ?sa"e los randes secretos del poder de la "uruesía?3

    * 0i recorremos por 8ltima ve# la cartorafía de la literatura arentina a partir de sus contradictoriasrelaciones con la política ! el )oder, se podría ir formulando al evaluar las diversas prácticas de Walsh unasuerte de ecuación$ a ma!or criticismo ! heterodoia, ma!or rieso de sanción3 El típico estar fuera de luar de los escritores heterodoos de la /rentina al estilo de Bartíne# Estrada de"ería traducirse aquí como unr&quiem o un epitafio3

    * En una 8ltima Ao pen8ltimaD instancia, si tuviera que sim"oli#ar el itinerario de Walsh, echaría mano deescenarios de la Li"lia3 (on una cita de aniel arranca Walsh3 Entonces, uno, el inicio como descifrador frente al semicírculo de los cortesanos de =a"ucodonosor3 os, hacia 195, ! mediante Operación, el caminohacia amasco3 K tres, por 8ltimo, con su carta a"ierta a la %unta Bilitar, en 1977, el sacrificio del 2ólota3

    * =o postulo aquí la comunión de los santos3 )ero tanto en su travesía como en su producción, Walsh, no sólodescalifica la teoría de los dos demonios que equipara de manera sim&trica ! fraudulenta la su"versiónli"ertaria con el terrorismo de Estado, sino que, a la ve#, reactuali#a ?la violación? mediante la cual Elmatadero ! la /malia inauuran con perfiles propios a trav&s de una mutación de la literatura arentina3(laro$ pero invirtiendo la violencia que si en Echeverría ! en Bármol se producía desde los de a"a4o hacia elcuerpo ! la vivienda de los seores, en 1977 se e4ecuta desde el )oder en dirección a un escritor crítico3

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    )áina 5 de 5

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