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VIII CONCLUSIONES: APROXIMACIONES A LA IDENTIDAD CULTURAL RECAPITULACION DEL ANÁLISIS INTERNO Y EXTERNO DE LA ORGANIZACION DEL TERRITORIO De los objetivos iniciales planteados en el inicio de este estudio podemos afirmar, tras su realización, que se ha alcanzado un nivel de conclusiones que, aunque en absoluto pretenden adquirir naturaleza de definitivo, permite trazar íos primeros pasos sólidos en un camino apenas abierto. En este sentido, el primer objetivo de este análisis ha sido plantear las pautas iniciales de una teoría cuyo afianzamiento habrá de constatarse en futuras investiga- ciones, dentro de un conjunto de conocimientos norma- lizados y articulados en un período y un territorio ape- nas favorecido por la investigación arqueológica. Así, algunas carencias tan fundamentales como la escasez de necrópolis excavadas han determinado, en consecuen- cia, las implicaciones culturales, sociales y económicas aportadas por esta categoría de yacimientos. Por ello estas páginas, más que concluir un trabajo, son una vía abierta a otros nuevos estudios, encamIna- dos a consolidar o cotejar las líneas de investigación re- capituladas en estas conclusiones. En razón de la naturaleza y de la categoría de los datos analizados, los resultados y las conclusiones se han dividido en cuatro apartados principales: 1. La elaboración de una base de datos (Repertorio y estudio crítico por yacimientos). 2. El análisis de los datos según su naturaleza, funcio- na/idady tiempo histórico. 3. El planteamiento de una propuesta evolutiva 4. El intento aproximativo a rasgos de la identidad cultural 1. La elaboración de una amplia y detallada base de datos, normalizada en extenso, sustentada por el cúmulo de toda la información disponible y la aplicación de la metodología adecuada a los objetos específicos y a la naturaleza de los datos, ha sido el primer objetivo. En tal sentido se ha recogido cuanta información pu- blicada e inédita ha sido posible sobre medio centenar de excavaciones y sondeos realizados a lo largo de las tierras alentejanas y extremeñas de la cuenca dal Sado y del tramo inferior del Guadiana. Gran parte de esta do- cumentación se encontraba dispersa y fragmentada, como los numerosos materiales depositados en museos proviciales y locales (Badajoz, Évora, Heja, Setúbal, San- tiago de Ca~ém, Lisboa, etc.). Además, la falta de ac- tuaciones en profundidad hizo aconsejable completar y ampliar la información, supeditándola a la realización de sondeos arqueológicos (Nertóbriga, El Castaño), además de estudiar directamente el resultado de excava- ciones cuyas memorias permanecían inéditas (Alcazaba de Badajoz, Herdade do Pomar 1) y, lo que creemos ha sido nuestro más gratificante y arduo esfuerzo, la apor- tación desproporcionada de las excavaciones sistemáti- cas que se han llevado a cabo en el Castrejón de Capote. Todo ello se ha completado con la necesaria recopi- lación, interpretación e interrelación de las fuentes es- critas de la época, bien sean en textos greco-latinos, como en inscripciones romanas con nombres indígenas O en la escasa, pero existente, numismática prerromana localizada en el área. El resultado final ha sido el establecimiento de un CORPUS organizado de 133 yacimientos arqueológicos que han servido como UNIDADES BASICAS de infor- mación, aglutinadoras del dato escrito y arqueológico en los siguientes CAMPOS: a) Localizacíon. b) Emplazamiento y relación con el entorno. c) Síntesis de la información y apéndices. d) Cronología. e) Valoración cultural. fi Bibliografía y/o referencias. Desgraciadamente la longitud de tal compendio supe- raba, en mucho, las capacidades de publicación norma- les, por lo que se optó por adjuntar un apéndice sinteti- zado con la localización, bibliografía y un somero comentario de cada yacimiento. 2. La información nonnalizada ha pennitido el aná- lisis del dato, según su naturaleza yfuncionalidail, enca-

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VIII

CONCLUSIONES:APROXIMACIONESA LA IDENTIDAD CULTURAL

RECAPITULACION DEL ANÁLISISINTERNO Y EXTERNO DE LAORGANIZACION DEL TERRITORIO

De los objetivos iniciales planteadosen el inicio deesteestudiopodemosafirmar, trassurealización,queseha alcanzadoun nivel de conclusionesque, aunqueenabsoluto pretendenadquirir naturalezade definitivo,permitetrazaríos primerospasossólidosen un caminoapenasabierto.

En este sentido,el primer objetivo de esteanálisishasido plantear las pautasiniciales de una teoría cuyoafianzamientohabráde constatarseen futurasinvestiga-ciones,dentrode un conjuntodeconocimientosnorma-lizadosy articuladosen un períodoy un territorio ape-nas favorecido por la investigaciónarqueológica.Así,algunascarenciastan fundamentalescomola escasezdenecrópolisexcavadashan determinado,en consecuen-cia, las implicacionesculturales,socialesy económicasaportadasporestacategoríadeyacimientos.

Por ello estaspáginas,más que concluir un trabajo,sonuna vía abiertaa otros nuevosestudios,encamIna-dosa consolidaro cotejarlas líneasde investigaciónre-capituladasenestasconclusiones.

En razón de la naturalezay de la categoríade losdatos analizados,los resultadosy las conclusionessehandividido encuatroapartadosprincipales:

1. La elaboraciónde una basededatos(Repertorioyestudiocríticoporyacimientos).

2. El análisisdelos datossegúnsu naturaleza,funcio-na/idadytiempohistórico.

3. El planteamientodeunapropuestaevolutiva4. El intento aproximativoa rasgosde la identidad

cultural

1. La elaboraciónde unaamplia ydetalladabasededatos,normalizadaenextenso,sustentadaporel cúmulode toda la informacióndisponibley la aplicaciónde lametodologíaadecuadaa los objetosespecíficosy a lanaturalezadelos datos,hasidoel primerobjetivo.

En tal sentidose harecogidocuantainformaciónpu-blicadae inédita ha sido posiblesobremedio centenar

de excavacionesy sondeosrealizadosa lo largo de lastierrasalentejanasy extremeñasde la cuencadal Sadoydel tramo inferior del Guadiana.Granpartedeestado-cumentación se encontrabadispersay fragmentada,como losnumerososmaterialesdepositadosen museosprovicialesy locales(Badajoz,Évora,Heja,Setúbal,San-tiago de Ca~ém,Lisboa,etc.). Además,la falta deac-tuacionesen profundidadhizo aconsejablecompletaryampliar la información, supeditándolaa la realizaciónde sondeosarqueológicos(Nertóbriga, El Castaño),ademásdeestudiardirectamenteel resultadodeexcava-cionescuyasmemoriaspermanecíaninéditas(Alcazabade Badajoz,Herdadedo Pomar1) y, lo quecreemoshasido nuestromásgratificantey arduoesfuerzo,la apor-tacióndesproporcionadade las excavacionessistemáti-casquesehanllevadoacaboenel CastrejóndeCapote.

Todoello se ha completadocon la necesariarecopi-lación, interpretacióne interrelaciónde las fuenteses-critas de la época,bien seanen textos greco-latinos,como en inscripcionesromanascon nombresindígenasO en la escasa,peroexistente,numismáticaprerromanalocalizadaenel área.

El resultadofinal ha sido el establecimientode unCORPUSorganizadode 133 yacimientosarqueológicosquehanservidocomoUNIDADES BASICAS deinfor-mación,aglutinadorasdel datoescritoy arqueológicoenlossiguientesCAMPOS:

a) Localizacíon.b) Emplazamientoy relaciónconel entorno.c) Síntesisdela informacióny apéndices.d) Cronología.e) Valoracióncultural.fi Bibliografíay/o referencias.

Desgraciadamentela longitud detal compendiosupe-raba,en mucho,las capacidadesde publicaciónnorma-les, por lo que se optópor adjuntarun apéndicesinteti-zado con la localización, bibliografía y un somerocomentariodecadayacimiento.

2. La información nonnalizadaha pennitido el aná-lisis deldato,segúnsu naturalezayfuncionalidail, enca-

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minándolo hacia la definición de pautassistemática-menterecurrenteso diferenciadas,junto conlassingula-ridadespropiasdetodarealidadhistórica.

En referenciaal Microespacio,estaspautasdescribenel COMPORTAMIENTOCONSTRUCTIVOde laspobla-cionesimplicadas,fundamentalmentebeneficiadasde laabundanciade rocas ígneas(granitoides, grauwacas)ymetamórficas(pizarras,gneis)con lasque se construye-ron, con profusión,paramentoscompletosdepiedras(Ca-pote,Castillejos2, Pedráo,La Martela, Nertóbriga).Ellono excluyela presenciadel usodel tapial para los alzadossobrezócalode piedra,cuandoéstano es abundanteo decalidad,tal como ocurreenBadajoz(sectorSPC)o el usodeparedesde postesy entramadoderamaje,ayudadosdelos mismos afloramientosrocosos(Herdadede Pomar 1,Pedrad’Atalaia,Sierradela Martela).

Sobresus techumbres,generalmenteno conservadas,el estudio del régimen pluviométrico, atlántico o detransición mediterráneay la evidencia arqueológica,permiteconjeturarel usode sistemasa dosvertientesyla coberturacon materialesperecederos,aunquecono-cemoscasos,comoel castrode Capote,dondeparecenconfirmarsetécnicasmás complejas, con la utilizacióndepizarrascomoelementoprincipal.

También,con objeto de aproximarnosmásdetallada-mente a los elementosconstructivosaisladosy, sobretodo, a los que puedandefinir las áreasde actividadeseconómicascon testimoniosrealesdentrode los pobla-dos,seanalizanotroselementosde disposicióninterior:pavimentosdetierrabatida,quemadao de lajasdecuar-cita; silos; hogarescentraleso laterales;hornosmetalúr-gicos;bancoscorridos;apoyoso basascentralizadas;za-guaneso molinos,etc.

La misma dinámicase haplanteadoen el análisisdelSENTIDOFUNCIONAL DE LAS CONSTRUCCIONES,con objeto de identificar los espacioscorrespondientesal uso privado o doméstico, y sus diversas variables(cronológicasy sociales),de las construccionesde utili-zaciónpúblicacomo los sistemasy edificacionesdefensi-vas, productivas(estanciasdedicadasa la molienda,a lamanipulaciónmetalúrgica,al almacenamientode víveres,etc.), cultuales (templos de Miróbriga, Sáo Miguel deMota; depósitosecundariode Garváo),funerarias(tum-basen hoyo y en <¡PI»), políticas (Altar de Capote)y,comono, deprestigioy ostentación(edificio delSectorBdeSegovia).

En estesentidodestacamosla presenciade estanciasdedicadasafuncionesmuy singulares,comola LLO-Ade Capote,definida por un altar centralconstruidoenpiedracomolos bancosquelo rodean,y entreloscualesno hay másespacioqueparaestarsentado.Se trata deun ámbito único,cuyafunción específicano sólo estabacondicionadapor el escasoespaciodisponible(no ocu-padopor la mesa-altary los tres bancoscorridos)sinotambiénpor su únicaapertura,uno desusflancos,com-pletamenteabiertoa la calleen el puntocentraldel cas-tro. Los numerososrestosabandonadosy las citas etno-gráficas permiten considerarlocomo lugar público defestejo y discusión,con participaciónde gran partedelos habitantesadultos(si no de la totalidad)y coordina-

ción por partede un pequeñonúcleo de jerarcasa losque estaríanreservadoslos bancoscorridos(poco me-nosdeunaveintena).

En el estudiodel Mesoespaciose ha prestadoespe-cial interésa los tipos deEMPLAZAMIENTOSYMOR-FOLOGÍA DE 1-JARITATSy necrópolis.En estesenti-do, cabe destacar el predominio de poblados depequeñay medianaextensión(entre0,5 y 3,5 hectáreas)localizadosen alturas,bien aisladasen cerroso crestasmontañosas,bien sobreespigonesfluviales queaprove-chanla confluenciadedos ríoso arroyoso la fuertecur-vaturadeun meandro.

En generalestasdisposiciones,quese beneficiandelas facilidadesdefensivasdel emplazamiento,e inclusolas refuerzan,explicanquela granmayoríade los pobla-dospresentenNIVELESDEDEFENSASdetipo mixto!adaptadoal subsuelo,segúnlas categoríasde GonzálezTablas, Arias y Benito para los castros abulenses(1986). Pero ello no es óbice para constatardesdelapresenciade pequeñospobladossinamurallarhastalosmás complejos,como Capote,en los que se localizandoso másrecintosinteriores,puertas,rampasdeacceso,torres,fosos,e incluso,líneas de piedrashincadas(Fas-so Alto, Pico del Castillo deAroche).

Tales sistemasdefensivostienen su reflejo en la OH-GANIZAClON Y ORDENACIaNINTERNADEL HABi-TAT,desdelos esquemasmáselementales,conestructu-ras exentasde planta redonda,elipsoidal o rectangularcondicionadastotalmenteal subsuelo,a los organizadosentornoapatios(El Castañuelo),pequeñasplazascentra-les(Pedráo)o acalles longitudinales(Capote).

Por el estudiode lassuperficiesocupadas(nuncasu-perioresa las 8 hectáreas)y por la categoríay organiza-ción de las construccionesinternas,la Arqueologíavaconfirmandolas informacionestransmitidaspor Estra-bónsobreunaocupacióndelterrenoenaldeasy oppida,faltando todo indicio de grandesocupacionesal estilode lasciudadesmeridionales(Carmo,Cástulo) o deloscastrosvettones(Cogotas,Miranda).

El análisis del Mesoespacioha permitido, también,establecerlas RELACIONESCON LOS ENTORNOSDE LOSPOBLADOS/NECROPOLISespecialmenteen-focadashaciala definición del territorio inmediatoy delos diferentescamposdedominio sobrelos recursoscrl-ticos. Sobreel primer punto, la aplicaciónde los siem-pre subjetivosanálisis handadoextensionesqueoscilanentrelos 2 y los 4, 5 km. deradio, dependiendodel gra-do de inclinacióndelterreno,la naturalezade los recur-sosy de lascorrientesfluviales entreotrosfactores.Enesteterritorio, y en otraoria quecalculamosconel do-blede la distancia,sehandefinido los recursosprinci-palesde índole hídrica, agropecuaria,cinegética,mine-ra, metalúrgica,defensivay comercial,en la medidaqueel datoarqueológico,etnográficoy geológicolo permite.

La utilización de representacionesde dispersiónes-pacial permite observaruna preferenciageneralizadaporemplazamientosconpluralidadderecursos,aunqueexiste una cierta diferenciaciónen zonasdondelas ri-quezas agropecuariasson especialmenteimportantes(tierras divisorias entre el Sado y el Guadiana),zonas

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eminentementemineras,dedicadasa explotacionesmenorese intensivasde hierro, cobre,plata y oro (cuencadel Ardua: la Heturiacéltica) y demarcacionesespecífi-camenteestratégicasy controladorasde la producción,definidaspor emplazamientossingulares(estuariosdelSado,Mira, Guadiana,etc.).

Respectoa las pocasnecrópolislocalizadasen rela-ción con sus poblados,sólo indicar quemuestranunosemplazamientosmuy homogéneos,situándosea escasoscentenaresde metros de distancia,habitualmentebajodominio visual y siempre orientadashacia el OesteoSuroestedel hábitat.

Por último el análisis macroespacialha proporciona-do las más interesantesPAUTASDE DISPERSIONDELPOBLAMIENTO,fundamentalmenterelacionadasconla redde corrientesfluvialesmenoresy con lasprincipa-les afloracionesmineras.Ademásseha profundizadoenla definición de las PROBABLESAGRUPACIONESCOMARCALES,condicionadasporla intensidady el ti-poderelacionesentrelospoblados

De los resultadosobtenidosdestacael papelde con-centraciónque juegan las poblacionesdel estuariodelSado,Caetóbriga-Setúbaly Salacia, aglutinadorasde laexplotacióndelos territorioscercanosy delas comarcasdivisoriasdel Sado-Guadiana.Setratadela máscomple-ja propuestade esquemacentrípeto,con un SISTEMAGEOPOLITICOdefinido por dos niveles de relaciones(esquemaIb, comarcasA1A6) referentes,primeroa lazonacentraldependientedirectadel áreanuclearCaetó-briga-Salacia,y, en segundotérmino,a un hinterlandfor-mado por pequeñasconcentracionescomarcalesqueocupanlas divisoriasde aguasentreel Sado,Tajo,Gua-dianay Mira. En suma,el sistemanosmuestraun pano-ramaqueentendemosmejor en un marcode desarrolloderelacionescoordinadasmásquesubordinadas,al con-trariodel quecreemosdocumentaren algunaconcentra-ción interior (esquemaII, comarcaB.3 de Azougada)dondepareceque existeun grado mayorde centraliza-ción,segúnlos esquemasdel MODELOSOCIOECONO-MICO DE OCUPAClONDEL TERRITORIOdesarrolla-do por Patrice Brun (1988). En este sentido, lamorfología y funcionalidadde sus hábitatsdenotanosólo unasubordinaciónmásfuerte respectoa un núcleocentral,ocupadoen este casopor Azougada-Moura-S.Joño, sino la primera concienciaclarade un territoriodominado,dentro de esquemasque,quizá,de no haber-se interrumpidosu propia evolución,podríanhaberde-sembocadoenunaformación«protoestatal’.

Ademásno se hadejadodeincidir en el análisisdelacultura material mueble. Las CERÁMICASsirven paradefinir el rasgoconmayorpersonalidadde estaspobla-ciones,puessobreellas se ha plasmadouno de losagen-tes quemejor reflejanel sentimientoétnicode un pue-blo: el ESTILO, facetafundamentalen la aproximaciónala identidadculturalde estosCélticos.

Así es fácil observar,graciasa los venturososhallaz-gosdelos depósitosdeGarváoy Capote,quesetratadeproduccionescerámicasmuy singularesy extendidaspor toda la región, segúndenunciansustécnicasorna-mentalesmás desarrolladas,como el estampillado,los

apliquesy los calados.El gustopor la profusiónde ele-mentosdecorativosaplicados,incisos, impresos,exci-sos, caladoso estampilladosdefineun estilo muy con-creto,sin paralelosenotrasregionespeninsulares.

Ademásse hanrevisadolas muestrasde coroplásticay en metal,dela toréutica,numismática,ARMASY OB-JETOSDEADORNOPERSONAL,comofíbulas,agujas,brochesde cinturón, cuentasy colgantes,así como lasúnicasproduccionesde joyería con interés, las placasrepujadas.Tambiénentreestosmaterialesse localizantipos y variantesde específicaprofusión.Nos referimosa las fíbulas de esquemaspeninsularesde La Téne 1(Cabréy Morán III), muy similaresa las no menosesca-sas ¡¡transmontanas>’y al éxito de las espadasde hojacortay empuñadurarematadaenantenasatrofiadas,tra-dicionalmenteconocidascomo de tipo Alcácer, cuyonúmeroseha incrementadonotablementerespectoa losestudiosanteriores(Schiile, 1969;E. Cabré,1989;Que-sada, 1991) o a los pequeñoscazosrepublicanos(sim-pula). No podemos,tampoco,olvidar que las escasasmuestrasde orfebreríarefuerzanestapersonalidadconla profusiónde un tipo de «joya” enoro o plataquenotiene tampocounaespecialrepercusiónen la Península.Nos referimosa las citadasplacas,cuyapresenciaen losconjuntosde La Martela,Garváoo Serradilla,tienepa-ralelos máscercanosen ciertasregionesgalasqueenlashispanas.Cerámicas¡<a mano’>,broncesordinarios(fíbu-las), armasy joyeríaconfirmanun estilo especifico,re-conocido por estas tierras betúricas y alentejanas,ycuyasrelacionesreafirmanuna fuerte naturalezaconti-nentaly atlántica.

3. Por último, el tercer nivel de con clusiones ha servi-do para elaborar una propuestade evolucióncronológicaque valga demarcoreferencialparapergeñarla dinámicacultural desarrollada,interrelacionandolas informacionesescritasy el registroarqueológicoanalizado.

Las fases,en númerode cuatroa travésde un rangotemporalque se aproximaa cuatrocientosaños (450 a50 a. C.), se detallanen el apartadosiguientecomore-sultadodel engranajede todoslos datos,desmontadosen el análisis,y del armazónconformadopor los rasgosdefinitorios dela culturamaterial(y por loseventoshis-tóricos y filológicos relacionables),dentrode unapro-puestadedinámicadetransformacióncultural coheren-te conla evoluciónprerromana.

DESARROLLODE LAS FASES CRONOLOGICAS

El análisis de todoslos elementosabarcadosen loscapítulos anteriorespermite establecerla trayectoriatemporalque atañeal áreade nuestroestudio.Previa-mente,las divisionesplanteadasen el análisisde las ce-rámicasteníanen cuentala incidenciade estos restosque,forzosamente,hancondicionadoy guiadoel esque-mageneralquedesarrollamosacontinuación.

Peroademásexistenotrosfactoresquese han tenidoencuenta.Porunaparte,los materialesqueconmayoromenorincidenciareflejanlos cambiossocio-culturalesy

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económicosde estaspoblaciones:fíbulas,armas,mone-das Porotra, la dinámicadelas ocupacionesdiacró-nicasinferidasde los yacimientos,preferentementedelos poblados,aunquesineludir las necrópolis.Porúlti-mo, creemosque no deben dejarsefuera del entramadolos hechoshistóricosconocidos,sucedidosbien en lastierrasdel Sado-Guadiana,bien en el exterior medite-rráneoy europeo,cuyarepercusióno relaciónsobreeldesenvolvimientocultural del mundoprerromanodelSuroestetuvoquesernotoria.

Es por ello que hemos iniciado estasconclusionesabordandoun planteamientoprevio de orden teóricoque relaciona los dos últimos factores: la ocupación delterritorio segúnla arqueologíay el aportede las fuentesescritasrespectoa estasgentesy suscomunidades.

El primer puntoa debatees, lógicamente,el conceptodelo que entendemospor PeríodoPrerromanoo SegundaEdad del Hierro en las tierrasextremeñasy alentejanas.Recordamosque,en estesentido, los especialistassuelenmanteneren uso estasclasificaciones,basadasen las viejasconcepcionesmetodológicas,sin quesobreellas se hayanrealizadorevisionesrecientesquelas reconfiguren.

Algunos trabajosen las últimasdécadashandemos-tradola debilidadde la aplicaciónde tales términosge-neralessin la debidarevisión y adaptaciónalas distintasproblemáticasde cadagran región natural (remitimos,entreotros,a los cercanostrabajosdeAlmagro-Gorbea,1977 y 1986,sobreel fenómenoorientalizantey de Lu-casPellicer, 1987 sobrela problemáticaPrimeraEdaddel Hierro peninsular).Perotal perspectiva,queestáencaminodesoluciónen lo querespectaa losprimerossi-glos dela ‘<civilización del Hierro>’ en el Suroestepenin-sular (véasela recientepublicaciónTartessosy Extrema-dura, 1990), no se ha planteadoaún para los siglossiguientes,denominando¡¡prerromano”al vago periodoqueprecedea la presenciaromanaenla región.

Tal como hemostratadorecientemente,inclusoque-da difuso cuantoentendemospor ‘<presenciaromana”en el Suroeste(Berrocal, 1989/1990,103-122).El tér-mino«PeríodoProtorromano’>pareceaceptableparalassecuenciasculturalesocurridasa partirde mediadosdelsiglo II a. C., perola culturay organizaciónindígenasemantienecomotal, al menos,hastamediadosdel siglo 1a.C. Porello, y aunqueseapor meranecesidadmetodo-lógica, la claradiferenciaciónde las pautasculturalesyeconómicasrespectoalosmomentosanterioresy poste-riores exige la demarcaciónde unos límites convencio-nalesquesirvanparadelimitarestePeríodo.

Las evidenciaselegidascomo horizonteinicial par-ten, culturalmente,del claro significado que refleja laPRESENCIAMASIVADEMATERIALESGRIEGOSenel Interiory en el Occidentedela Península.La cerámi-caremite a la segundamitad del siglo V a.C. (Rouillard,1991,117-123;Shefton,1979,403-405).

Históricamenteestadisposición de elementosforá-neos, aunque sea dentro de los cauces comercialesabiertospor los tartésicosy fenicios (y posteriormenteaprovechadospor los púnicos)aparecedentro de unaseriede transformacionesque,en el mismo Mediterrá-neoOccidental,ha sido relacionadacon lasconsecuen-

cias arrastradaspor la propia«caída”de Tartessosy surepercusiónen un nuevoequilibrio de poderen el Su-roestepeninsular(CastilloAlvarez, 1988).

Arqueológicanienteestatransiciónya fue detectadapor Martín Almagro-Gorbeaal utilizar el término dePeríodoPostorientalizante:

«El apogeoque representala cultura orientali-zante,quecaracterizaal períodoanterior,dala sen-saciónque en estePeríodoPost-orientalizanteessustituidopor una regresióncultural acompañadaincluso de un cambioen los focos irradiadoresdelas corrientesculturales.’>

(Almagro-Gorbea,1977,507.)

Siguiendo las pautas cronológicas establecidasenMedellín, el citado arqueólogofecha el inicio de esteperiodo en el 475 a. C., haciéndolocoincidir con elarranquede la Cultura de los Castrosen Occidenteycon el Ibérico-Turdetanoen Andalucía Occidental(1977,507-509y fig. 201).

La datación,comofechaconvencionaldearranque,pa-receoportunaparaun procesode transiciónque,a nues-tro entender,en el Sado-Guadianainferior, entraen unafasefinal (FaseA o Inicial denuestrapropuesta)haciael450/425a.C. Es por ello queconsideramosestehito cro-nológico como margenamplio y siemprearbitrario delinicio del llamado Período Prerromano,arqueológica-menteregistradoen la fase B de Mártiresde Alcácer doSal (25a),enel pobladodeCorvo 1 (l0.a)o en el final dela FaseA de Badajoz(4-a),dondesíhemosvisto claro eldesarrollopropuestoporAlmagro-Gorbea.

Peroademástenemosotros datos que,si bien no tandirectamenteimplicadoso probadoscomo los anterio-res, puedentenersu reflejo en las transformacionesin-dígenasdelSuroestealentejano-extremeno.

No en vano,es hacia el 450 a. C. cuandoHerodotocita,porvez primera,la presenciade los celtas.Y lo ha-ce, precisamente,al referirse a las tierras del Suroestepeninsular(Her.,II, 33; IV, 49).

Estacita correspondea un momentode especialcon-vulsión entre las poblacionescélticas centroeuropeas.Bien por problemasinternos o por los condicionantesque,por repercusiónsobreéstas,producenlos conflictosmediterráneos,lo cierto es que con el Hallstat D3 (500-450 a. C.) sedesarrollanlos últimos momentosde los im-portantes«reinosceltas”(oid WestHallstattchiefdoms):

¡dn summary,afterthemiddle of the fifth centuryB.C. a rise in populationin the peripheralzone,apossibleloss of production relativeto expectationin the core zone, anda realignmentof the tradingaxesbroughtaboutby political changesin theMe-diterranean,togetherwith a rangeof other factorsso far undetected,seemto haveintegratedthe co-llapse of the socio-political systemof west centralEurope. Theimmediateaftermathsaw thebeginningsof theCelticmigrations”

(Cunliffe, 1988,35.)

En estalíneasobreobscurosprocesosy posibilidadesde conjetura,no es ociosomencionarqueentreel 450 yel 386 a. C., los celtasinvadenItalia hastala mismaRo-

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ma (Liv., y, 39-48), y en estosepisodiosLivio (y, 33,2-6 y V, 34, 1-4) nosinforma delaactuaciónmotoradelosBITURIGES,naciónprincipalde los celtasarmorica-nos,cuyo nombrese encuentrarepetido,siglos después,entrelos BETURICOSdeIGuadiana(fig. 7).

Es probableque la presenciade Bitúrigos Vivisci enla desembocaduradel Garona(Planhol, 1989) pudieraser indicio de un movimiento más, hacia el Suroeste.Más abajo,en suelo vascón,se documentael topónimoBITOURIS (Tab. Pen), de emplazamientodesconocido(Paulys-Wissowa,1958,voz Bituris).

El tope final del PeríodoPrerromanoviene tambiéndefinido por hechoshistóricos, culturalesy arqueológi-cos.Culturalinente limitan el fin del períodola implanta-ción masivadelas produccionescerámicasromanas,sus-tituyendoplenamentea las indígenas(cosaqueno ocurreconanterioridad)y la fundaciónde asentamientos(la re-fundaciónde otros por partedel mismo poderromano),como signodel dominiototal sobrela región.Tal dinámi-ca no se comprueba,arqucológicamente,hastamediadosdel siglo 1 a. C., con la apariciónde los castellatardo-re-publicanos (Castro Verde-Almodóvar, aislados tipo«CastelodaLousa)y la probable«refundación»de oppidaindígenascomoNertóbriga(31.a).

Históricamenteestasevidenciasestánencuadradasenun procesobien conocidoquepodemosdelimitar entredos hechos:la actuaciónde Césarcomo magistradoenel 61 a. C., poniendopazy reorganizandoel sistemadela población indígena,y el fin de la GuerraCivil con labatalladeMunda,en el 45 a. C.

En consecuencia,creemosque la fechaarbitrariadel50 a. C. esun topeválido paraconsiderarel «fin” delPe-nodo Prerromanoen el Sado-Guadianainferior, aunsa-biendoqueel mundoculturalindígenaperduraráduran-te algunossiglos más y que la última fase, e inclusolaanterior,de esteperiodopodríadenominarsemuybien<¡Protorromana”.

Delimitado el marcocronológicocreemosestarencondicionespara proponerla trayectoria temporaldelproceso,tomandocomobasela dinámicainferida de laocupacióndelos yacimientosanalizados.

Teniendoen cuentala desigualdaden los conocimien-tos y en el estadode la investigaciónse ha procuradoex-tremarel rigor en la seleccióndeaquellospobladoso ne-crópoliscuyosrestossonlo suficientementeabundantesysignificativoscomo para permitir reconocerel desarrollotemporalde su ocupaciónduranteeste tramo temporal.Huelgadecirque,por estascondiciones,se han excluidola granmayoríade yacimientosconocidospor prospec-cionessuperficialeso por noticias de hallazgosaislados,más o menosfortuitos, que si bien sirven paraafianzarosuponercon un aceptablegrado de fiabilidad la ocupa-ción prerromana,son del todo insuficientescomo paraconocerel desarrollotemporaldeestapresencia.

Así, de los 133 yacimientosdel repertorioinicial, so-lamente45 son realmenteútiles tal y comose configuraenel gráficodelíneasdela figura 67.2.

El resultadofinal lleva a diferenciar,al menos,6 agru-pacionesenmarcadasentre los topes terminales dearranquey final del Período,de acuerdoa unasistemati-

zación en la que se refleja la secuenciarepresentativatanto del agotamientodel mundoanterior(yacimientos«tardo-orientalizantes”,GRUPO1) comode la perma-nenciay confirmación en el hábitat (GRUPO 2), o delestablecimientoescalonadode comunidadesen pobla-dos fundados«ex-novo”, en pleno proceso indígena(GRUPO 3) o como testimonios de una nueva época(GRUPOS4/5 y 6).

Grupo 1. Yacimientostardo-orientalizantesque nosuperanla FaseIncialodetransición.

Está representadopor un exiguo númerode pequeñospobladosy necrópoliscon datacionesterminalesen tornoa la segundamitad del siglo V a. C., y en los que no seconstatanocupacionesposteriores:Galeado(13.a), NevesII (33.a), Corvo 1 (10.a), El Castañuelo(8.a) y, probable-mente,Azougada(3a) asegurane informande la transi-ción desdelos siglosanteriores,dadoquesusiniciosse fe-chanconclaridad,al menos,en el siglo V y quesobrevivenhastalas primerasdécadasdel IV a. C. siendoamortizadosensutranscurso(raramentesuperanel 350 a.C.).

Grupo2. Yacimientosorientalizantesqueperduranatravésdegran partedelmundoprerromano,manteniéndoseenépocasposteriores.

A diferenciade los anterioresse tratade estacionesarqueológicasconciertatrascendenciaposteriorque,enno pocoscasos,lleganhastala ocupaciónactual.

Ello es debido a sus emplazamientos,singularizadospor posicionesde dominio y control sobre los mas ím-portantesrecursosde la región, tal comose ve en Alcá-cerdo Sal (25.a-38a),Badajoz(4.a),Segovia(39a),etc.Su papel de puenteentrela épocaanteriory la prerro-manase ve revalorizadoal asegurarla conexióncon elperíodosiguiente.

Grupo3. Yacimientosdenuevafundación, aunqueenmomentosfinales de la transición desdeOrientalizante.

Quizála evidenciaarqueológicano ha facilitado, por elmomento,la certezadeunaocupaciónorientalizante,perosí de los inicios del PeríodoPrerromano,durantela prime-ra mitad del siglo IV y en asociaciónconlas últimas pro-duccionesdecerámicasáticas.Capote(6a),Serpa(4la) oVaiamonte(44.a)parecenrespondera tal dinámica.

Grupo4. Yacimientosdefundaciónprerromanatem-prana.

Estegrupo, numéricamentemayoritario, proporcionaevidenciase indicios comoparadefendersu ocupacióninicial en la segundamitad delsiglo IV a. C., ya sin vesti-giosdecerámicasdeimportación(áticas).Alguno delospobladosde este ampliogrupo,comoJerez(19a),llegaa serromanizadoy perdurahastanuestrosdías,aunque

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274 í.uis BERROCAl. RANGFI.

“1 ~t BELAClON ENTRE LAS

SUPERFICIESOCUPADASY LOS INICIOS DE LASOCUPACIONESDE HÁBITAT.

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Fig. 67: Desarrolloscrotiológicosde lospoblados.

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CONCLUSIONES:APROXIMACIONES A LA IDENTIDAD CULTURAL 275

la pautahabituales quedesaparezcana finalesdel sigloII a. C. o, si se romanizan,se abandonendurantelos si-glos 1 y II d. C. (comoMiróbriga —27.a—o los Castille-jos2 —9a—).

Grupo 5. Yacimientosdeji¿ndaciónprerromanatardía.

En menornúmero,estospoblados,surgenen los mo-mentosiniciales del dominio definitivo de Roma.A co-mienzosdel siglo 1 a. C., los reconocemosen Pedráo(36.a),San Pedro(75.b) o San Sixto (76.b), dentro delos procesosdecontrol romano,aunquecomo construc-cionesheredadasde las localesanterioresy con un ca-rácterque,a juzgarpor su culturamaterial, aúnpuedeconsiderarseindígena.

Grupo6. Yacimientosdefundaciónromano-republi-cana.

En estecaso, sin embargo,la diferenciacióncon losanterioresquedapatenteno sólo por su presenciamástardía,propiade los mediadosdel siglo 1 a. C., sino porsuselementosculturales,plenamenteromanos.

La diferenciacióncronológicaen la ocupacióno reo-cupación(esseguroquealgunosde los hábitatsenalturadel BronceFinal vuelven a ocuparse,como puedeocu-rrir en Castelinhoda Serra—42.a— o en el CastelodoGiraldo —63.b—), pareceteneruna incidenciaclaraso-bre la mismanaturalezadel poblamientodado que,In-cluso en las superficiesde ocupaciónestimada(«Apro-ximación a las superficies ocupadas”, Cap. VI), seobservauncomportamientodiferenciado.

Con35 ejemplosválidoshemosrealizadola figura67.1,definiéndosecuatrosecuenciasdeagrupacionestemporales:

A) La más antigua (grupos 1 y 2) estácompuestapor los citadospobladosde origen orientalizantequepueden,o no,perdurarduranteel PeríodoPrerromano.Se agrupanen dos categorías,A.1 y Al, de pobladosconrangopequeño/mediano(entre0, 5 y 2 ha) y gran-de/mediano(entre4,5 y 5,5 ha.),respectivamente.

Esta división, posible reflejo de unacierta «jerarqui-zación” entre los asentamientos,contrastacon la apa-rentehomogeneidadde los queconformanel siguientegrupo temporal.

B) Comopropiosdela fasetempranade la SegundaEdad del Hierro aparecengran cantidadde poblados(gruposIII y IV), de dimensionessimilares,queocupanunaposiciónintermediarespectoa susprecedentes.Lassuperficieshabitadasoscilan entre2,5 y 4 hectáreas,siendo,portanto,de un rangomedio(el 50,7%del totalfluctúa entre0,5 y 3 ha.).

C) Un grupo comparativamentemenor(V) apareceen tiempos tardíos con dimensionesmenoresque he-moscalificadodemedianas-pequeñas(1,5 a 2,5 ha.)

D) Porúltimo, las fundacionesexclusivamentetardo-rrepublicanaspresentansuperficiespequeñas(0,1/0,8ha.)

En general,la trayectoriaindica que la aparicióndenuevoshábitatsaumentaconsiderablementea partirdemediadosdel siglo IV a. C., aunquesiemprecon unatendenciahaciaocupacionescadavezmenores.

Tal trayectoriaes prueba,porunaparte,de la faltadeuna ruptura total con elperíodoanterior,dadoquelo re-flejado demuestrauna proliferación en los emplaza-mientosmenoresquizácomo efecto,por unaparte,dela mismapautade implantaciónprogresiva,queaumen-ta en el aprovechamientodel espacioy de susrecursos.Porotra, de la adopcióndenuevasestrategiasquecanali-zanla colonizacióndesuelo,evidentesa partir del350a. C.conlaproliferacióndehábitats.

Estosnuevosplanteamientosestánincluidosen la di-námicatransformadoraquejustifica la individualizacionde un Periodo Prerromano,Céltico o de la SegundaEdaddel Hierro.

De acuerdocon las secuenciasen la ocupacióndelsuelo y su interrelacióncon los materialesprocedentesde éstos y otros yacimientosexcavados,y de los pros-pectados,proponemoslasiguienteevoluciónculturaL-

FASEINICIALo detransición(450-425y 425-375a.C.).FASECENTRALodeapogeo(375-350y350-t75aC.).FASETARDíAo reciente(175-1SOy150-90a. C.)FASEFINAL (90-50a.C3.

1. La FASEINICIAL, Jodetransición

Delimitadaentreel 450/425y el 375 a. C., tieneunclaro reflejo en NevesII/Corvo 1 (33a/10.a),N.Sr. dosMártires B (25a), Badajoz A (4.a), Azougada (3a), ElCastañuelo (8-a), Galeado (ISa), La Martela (24.a) oSegovia(39.a),etc.

Históricamentese tratade un periodoque afrontaelagotamientode la etapaanterior,aparentementecones-casaresonanciaen las tierrashispánicas,aunqueenél seobservael último y máspoderosoimpactodelas impor-tacionesgriegas(asociacionesa las copas«Cástulo”)y elclaroocasofinal delosproductosorientalizantes.

Precisamentepor la idiosincrasiade nuestraspobla-ciones,y por rememorarlas tradicioneshistoriográficas,hemosde recordarque fuerade la Península,los cam-bios políticos enel Mediterráneodebieroncondicionar,parcialmente,el importantemovimientoquelos pueblosceltascentroeuropeosimprimieron haciael Sury el Este(Nash, 1985,45-64).

Estasmigracionessirvieron, en su momento,a BoschGimpera paraexplicar partede las últimas invasionesmasivasde pueblosceltasen la Penínsulaque,en abso-luto, sehanvisto confirmadaspor la Arqueología(1932,1942,1974,469ss,659-797).

En tal teoría, la presenciade los Cempsos-Célticos,Eburonesy Turonesdel Sado-Guadianafuerelacionadacon oleadasfechadaspor dicho Autor entreel 650 y el600 a. C. (1942,en 1974,565-569y 732-735),dataciónque no concuerdacon la inferida de los materialesde«raigambrecontinental>’.

No obstante,tal constataciónno induce a descartarimplicacionespeninsulares,similaresa las de los moví-

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276 .UIS ISIIRROCAI. RANG Kl.

ÁREA VETTONA ÁREA LUSITANA SM)O—GUAD. EXTREMADURA TURDETAMA

COGOTAS IICogotas

La Osera

El Raso

CELTIBERICO’OCCIDENTAL

CELTIBERICO

ROMANO

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CONCLUStONES:APROXIMACEONESA LA IDENTiDAD CULTURAL

mientoscentroeuropeoscontemporáneos,en la presen-cia deestos«célticos»a partirde los iniciosdel siglo IV,dentrodelosnuevosprocesosde transformaciónsocio-cultural (Almagro-Gorbea,1991,392 y 401), queafec-taronespecialmentea la CeltiberiaEn estesentidosecontemplala formaciónhispano-celtadel SOconfluyen-do una«Celtizaciónacumulativa»,desdeel BronceFinalAtlántico, conel aportede poblacionesseptentrionalesapartirdelafechaindicada.

Culturalmentela misma necrópolisde Alcácer mues-ira unaergologíabiendiferente,ensufase 13, de las de-nominadasC y D que no obstanteno parecenmuchomás antiguas(siglo VI e inicios del V. básicamente).Sinembargo,losmaterialesdela AlcazabadeBadajoz(4.a),como los deCorvo1(lOa),Galeado(t5.a)o, probable-mente,La Martela (24-a) permitenasegurarqueexisteun claromantenimientode la tradicióncerámicay me-tálicaorientalizante,pero no puedenegarseque su cul-tura material estáen plena transformación(faciesNt-ves-Corvode Pereira Maia, 1986). La paulatinamentemenorpresenciade materialespánicosy la mismadis-persiónde las cerámicasáticasde figuras rojas tardíasconfirman este cambio de rumbo cultural, localmentereflejadoenel augeque,ya duranteestesigloy, parecentomar las produccionescerámicasa mano,a juzgarporlosmaterialesdeSegovia(39.a)y Badajoz(4.a).

Sin caeren los postuladosextremosde un estructura-lismo desfasado,no cabedudasobreel valor de los sis-temasy esquemasdecorativoscomo símbolosdel tras-fondo mental y de la personalidadcultural de lospueblosquelos realizany ello nosremite,directamente,a la rica singularidaddecorativaquelas cerámicasa ata-no presentana partir de estosmomentos.En Segovia,segúnJúdiceGamito,seidentifican los primerosestam-pilladosa basede grandesformascuadrangularesde ti-po geométrico,antecedentesde los «polígonosradia-dos»tan característicosdela faseposterior.

Tambiénotras produccionesreflejan este mundo detransición.LasplacasdeorodeLa Martelason las piezasmássignificativasdetal proceso.Aparecercomojoyasdetipología y motivos extratiosa la tradiciónorientalizantede la Península,demaneraque,comosusparalelasdeSe-rradílla,reflejan una nuevasimbología,mas cercanaa lostrasfondosideológicos célticos que a los semíticos.Laspiezas,sin embargo,se realizaroncon las más ortodoxastécnicasde la orfebreríaoriental, hastael puntoque difí-cilmentese puedendistinguir de las produccionesde lossiglosanteriores.Similar es el panoramaque ofrecenlosmás habitualesbroncese hierros,como las fíbulas de es-quemasanulares,especialmentelas depuentedenavecilla(Cuadrado4); los brochesdecinturónconescotadurasla-teralesy tresgarfios, que sucedena los «lartésicos»deganchos;y las falcatasde Alcúcer que,de confirmarsetalcronología,aparecena finalesdel siglo V comounodelosejemplospeninsularesmásantiguosdeespadasdeun solofilo (la asociacióna vasosde figurasrojaspermitellevarsusdatacionesal menoshastacl 375 aC~)

Porúltimo, debemosreferirnosa uno delos máximosogros del PeríodoOrientalizante:la Escrituradel Su-oeste.Todos los indiciosapuntana sudesaparicióndu-antela primeramitaddel siglo V, aunquealgunaslosasudieranfecharsea mediadosdc la centuria.Son, fun-

damenralmente,los casosde las lápidas de Abóbada(Diasy Coelfio, 1971>. deNeves(Maía y Cori-ea,1985)y de Capote(Berrocal,1987). Sin embargo,sólo algu-nosgrafitossobrecerámicasparecenperdurar~e inclusoavanzar,en plenosiglo IV a. O., segúnse observaendi-ferentesyacimientos(Beiráoy Gonies,1983).Con pos-terioridadcarecemosde testimoniossobreel usode laescritura,queno se vuelvea documentarhastamomen-tos muy tardíosen los queel alfabetolatino es utilizadoesporádicamentepara escribir nombres, cantidades,marcasdepropiedady paralas monedas,enlas queres-tará,comofósil revivido,el usodela Escrituraprotohis-tóricadelacecadeSalacia.

En consecuenciano podemoshablarde unarupturacompletaperosíde nuevasdirectricesquese imponensin aparenteviolencia,y marcancl rumbodelo quevana ser las profundastransformacionesacusadaspor laperspectivahistonca.

2- LasFASESCENTRALES,lía/hodeap4geo

La presenciade lasúltimasproduccionesáticasdebar-niz negro,con fechasentreel 375 y el 350 aC. sirveparadiferenciaruna subfaseIfa en algunosyacimientosenlosque,no constatándoseocupaciónorientalizante,se docu-ruentayaunaculturamaterialquedesarrollamayoritaria-mentelos novedosospostuladosdela faseanterior.

Estos poblados,como Capote (6a), Serpa (41-a) oVaiamonte(44.a), claramenteprecedenal aparenteaugedemográficodela segundamitaddel siglo IV a.C.y sonlabasematerial paradocumentarnuevaspautasen las quelos signos«orienralizantes»quedanreducidosa sumínimaexpresión(algún ánforaibero-pánicay las cerámicasgil-sesindígenas

1junto conbuenapartedela ceroplástica).Peroserásin dudaa partirde la mitad del siglo cuan-

do se reconozcanlos indicios de lo queconsideramosquepudoser unaauténtica«colonización»desuelo.Nu-merosospobladosen altura, al estilo de los anterioresaunque con tamañosmenores,aparecenen relaciónbien con las corrientesfluviales, bien con las riquezasminerasqueantesparecíandominaren monopoliolosmayoreshábitaísorientalizantes(Azougada,Safara,Me-sasdoCastelinho,Alcácer,etc.).

Juntoconlas cerámicasa mano,fibulasdetipo trasmon-timo y de esquemasde La Téie1 sevan imponiendoa lasanularesy, entrelas armas,parececlarala aceptacióndetasespadascortasdeantenastipo Alcácer,junto conotrosti-posdedispersiónmásseptentrional(como las Aguilar deAnguita),sin quefaltenalgunosescasosejemplosdeespa-dasde LaTéneen los últimos momentosdela fase.

Sin embargo, lo que mejor caracterizaestemundoprerronianoes la singularidaddesusrecipientescerámi-cos hechosa manoy la difusióndela ornanientaciónes-tampillada.Parece,además,bien aclaradala falta total,avanzadoel siglo IV a. C., de la cerámicade importa-ción, pánicao griega.Estaafirmaciónse hacepatenteenlosmás completosconjuntosdel siglo 111a. O.: el depósi-to deGarvño(15-a>,el A de Capote((ia> o las cerámicasdel corte1 de Belén (Sa) y de la Pepina(Mb). Todosellos,por lo ciernAs,presentanunauniformidadverdade-ramente notable: gran cantidadde vasijas a mano,de

277

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278 LUIS BERROCAL RANOEL

magníficavariedad técnica y ornamental,aunqueconpredominiode los vasostroncocónicos,de las copasdcperfil en «Sn y de lasvasijasdecuerpoovoide,juntoconunacaracterísticapresenciade vasoscaladoso fenestra-dos,cuyaapariciónseremontaal menosal final deía fa-se anterior, segúnhemosdocumentadoen la AlcazabadeBadajoz.

En las piezasa tornohemosdestacadotambiénelpa-pel unificador queejercenlas decoracionesestampilla-das, documentadasprácticamenteen todos los yaci-mientos, con tal profusión y riqueza ornamentalquealcanzanlas másaltascotaspeninsulares(porejemplo,conmotivosantropoy zoomorfos).

Este mundo,queclaramentepor ámbitogeográficoyexponentesmentalesy simbólicos,respondea los poe-bIosdenominados«cékicos»por las fuentesescritasgre-co-latinas,se muestracon un contextocultural homogé-neo en las cuencasdel Sado e inferior del Guadiana,desdela divisoriadel Tajo al límite septentrionalde lastierrasalgarveñasy andaluzas,contrastandocon lo reco-nocido en~la primeramitaddel siglo y a. C., incluso enlos focos másabiertosal contactocon el Mediterráneo,como Alcácer do Sal (donde los estampillados,porejemplo,sonnotoriamenteescasos).

El final dela faseanteriory el iniciodeuna nuevadiná-micaparecerecrasarsehastacomienzosdel siglo 11 a. C.

Entretanto la cerámicay las armasfechadasen el si-glo111, como las del castrode Garváo(16.a)o de la ne-crópolis de Herdadedas Casas([7-a>, mantienenlaspautasanteriores,entreotros signos de identidad (laamortizacióndel DepósitoA de Capote,con materialesclaramenteatribuiblesal siglo IV e inclusoantes,sere-aliza,anuestroentender,entonces).

Este panorama,y la falta de materialesimportadoscapacesde proporcionarfechasmásprecisas,han reper-cutido en el cúmulo de datacionesasignadasa los mo-mentostempranosde la fase<especialmenteenlos me-diados del siglo IV a. C.) provocandoesta aparenteexplosiónde pobladoscuando,en realidad,todavíanohay condicionesparaaseverarsi fuetanrepentinacomoaparenta,o se escalonéa lo largodel siglosiguiente.

Lo quesíparececlaroes que la fabricaciónde talescerámicasy el usede las armasdescritascontinúabasta,al menos,la primeramitaddel siglo lía. C. En estosmo-mentoslas cerámicasde importacióntipo «camupanien-se’ y las monedas(comoreflejosmaterialesde unanue-va dinámica) comienzan una presencia masivapermitiendodistiguir muy bien los materialesde la si-guientefaseen un contextoarqueológicoquesóloseen-tiendecomocontinuacióndel anterior.

¿3. LasFASESTARDíAS, 11141>

Históricanwnte,la fecha arbitraria dcl ¡75 a. C. es unadecuadohito para referirsea la entradaen una nuevafa-sc, en las que es un hecholaescasezde nuevasfundado-nes,entrelas se mantienela preferenciapor la reduccióndesussuperficies.Además,la dificultad de los accesosdeéstashabla,por si séla,dela inseguridaddel territorio y delas costantesactuacionesbélicasquedefinenla nuevafase.

Estafecha,a caballoentreel 185 a.C. (primeraofen-

siva de las legionesromanassobreel Suroeste:desastrede C. Calpurnioy L. Ouinctio, en Liv., Ab. Ur. C’on., 39,30) y el 152 a. C. delasiguientecampaña(Fol., H¿st,35,2), en la que se toma Nertóbriga (31.a}, representalaaproximacióna unacronologíamediaya que,por unaparte, existen constantesculturales que no cambiaránclaramentehastala segundamitad del siglo pero,porotra, la dinámicahistóricay otros componentespermi-ten ver un clarocontextotransformadoren el segundocuarto(primerasmonedas,cerámicasitálicas,etc>.

En este sentidonos pareceimportantediferenciareste primer momentode impacto «rontanizador»,cuyaacción hemosdefinido de naturalezasincrético-aditiva(FaselIla, 175-150a.C.), deotro posteriory máscarac-terístico,donde la historia muestrauna actitud clara-menterecusativa(FaseIllb, 1 50-90a.C.).

En ambossontípicos los castrejonesenaltura, comolos de Chibanes(ha), Bodonal (53.b). Oliva (54.b),Valencia (5S.b), San Pedro (75.b) o San Sixto (76.b),peroel mayorcaudaldeconocimientosesaportadoporrastrosocupadoscon anterioridad:Capote(6~a), Casti-llejos 2 <8.a), La Martela (24.a), Miróbriga <2/a),Salacia<38.a>o Segovia(39-a),etc.

En cl primer momento,la apariciónde objetosrela-cionadosconel mundoitálico y turdetanoespaulatinayesporádica,y se limita a algunos denariosde plata yfragmentosdeCampanienseA deciertacalidad.Espro-bable que se trate de materialesadquiridospor inter-cambios,botineso recompensasque segúnsuapariciónsonmenosnumerososdelo quela lecturadelas fuentesescritaspermitiríaelucubrar.

Cuandoestapresenciasehacemasiva,prácticamentearrasadora,esdurantela segundamitaddelsiglo II a.como resultadofinal de un períodode actuacionesderechazopor partede los indígenaslusitanosy célticos(Guerrasde Viriato y campañade DécimoBruto). Asíquedaatestiguadopor materialescomolas monedasitá-licas y turdetanas(Cástulo, Ilipa, Obulco> que impulsanlas primeras acuñaciones locales (Myrtilis, Oipo,Salacia)y reflejan la intensa actividad de intercambiocon el Mediterráneo;por las ánforasneopúnicasy delos tipos DresselIC/B, Lamboglia2 o derivadasgreco-itálicas; las imitacionesdelas produccionescampanien-sesA y E; el usoesporádicodel alfabetolatinoparalosnombresindígenas(por ejemplo,el ABLONIOSde Ca-pote), etc.

Es fácil suponerque la belicosidady el caossocialque registranlas fuentesescritasdurantetodoestesiglodebió ser causay. a su vez, efecto de la evolución delprocesode cambios,demorándoloso incluso,en ciertoscasos,involucionandohaciaun estadoanteriora los dela Fase[lía. Así, el indudablesentimientode rechazoantela innovaciónsocial impuestapor la injerenciaex-tranjeraprovocóentreCélticosy Lusitanosuna actitudrecusativaque,encierto modo, interrumpióladinámicainterna de transformacionesculturalesy motivé la re-pulsadelas nuevasdirectrices.

Juntoa otras razonesde índole económicao social,los fenómenosdenominadosde «expansión»celtibéricao lusitana(Blázquez,1962;Simón,196=)debieronestarmotivadospor la rapidezen la imposicióndel pasodeuna fase aditiva (lila) a otra de naturalezasincrética,

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CONCLUsIONEs:APROXIMACIONESA LA IDENTIDAD CULTURAL 279

querequieretransformacionesprofundasy adaptacio-nesviolentasa las nuevasreglasculturales.Es frecuentequeen estoscasosla sucesiónse rompa y generecon-flictos socialesentrelos quehabríaque incluir el malconocido«bandolerismo»lusitano,como respuestaa unnuevoordensocial quizásinjusto a los ojos de la tradi-ción indígena (Garcíay Bellido, 1977, 13-160; LópezMelero,1988,247-261).

Sin embargo,la repercusióncultural final, comosueleocurrir trasun conflictobélico,seráuna fuertepotencia-ción de los cambiosculturalesintegradores.En partelamismaarqueología,con la apariciónmasivade los pro-ductositálicos,seencargadedemostrarlopero,además,las cerámicasindígenasterminaránpor reflejar feha-cíentementetal trayectoria.

Así, duranteestasubfaseIIIb prácticamentedesapa-recenlas produccionescerámicasa manoy entrelas «atomo», las formasy coccionessongeneralmenteregula-resy reiteradas,tanto en las vasijas oxidantescomo enlas,máscaracterísticas,reductorasdepastasnegras.

Las mismastécnicasdecorativasy susmotivos refle-jan el sincretismocultural del momento:son mayorita-rias las cerámicasnegrascon pequeñasestampillas(queahora pasana adquirir formas estilizadasde pequeñaspalmetas,rosetaso reticulados),solución ornamentalque remite directamentea la tradiciónindígenade lasfasesanteriores,perotambiéna la modade las cerami-cas negrasestampilladas«campanienses»y afinesdelMediterráneoOccidental.Se trata de una trayectoriaquese confirma conla fuerzaquevantomandolos mo-tivos enguirnalda,realizadosa ruedecilla(sistemaprác-ticamentedesconocidocon anterioridad,aunquesedo-cumenteen áreastancercanascomola mismaCogotas).

En las produccionesmetálicasdestacamosel predo-minio y conservadurismode las fibulas peninsularesdeLa Téne1 (Cabréy MoránLIla), siguiendolaspautasan-terioresy conviviendocon modelosmásevolucionados,en los esquemasde La TéneII (Cabréy Morán V, VI yVII) y con la desapariciónprogresivade los ejemplaresanulares.

Estosmaterialesmuestrantendenciasque,de nuevo,remitenalas poblacionesdel Nordestepeninsular,espe-cialmentede los ámbitosceltibéricostardíos,como seobservaen la aparición de cyathide broncelocalizadosen Capote (6a), Lousa (21.a) Mesas do Castelinho(26a), C. y. do Cobres,Bombarraly Cáceresel Viejo,idénticosa otrosprocedentesde Azaila, La CustodiaoSan Miguel deSorba(Martín Valls, 1990,155, y fig. 4).En el mismo contextoconsideramoslos asesceltibéri-cosdelanceroo las escasasarmasfechadasenestosmo-mentos:los puñalesdobleglobularesdeCapote;laspun-tas de lanza de secciónplana (Quesada,variante IX,tipos Sc y 13) o los cascosde tipo Montefortino, cuyapresencia,como las anteriores,estaríamásrelacionadaconlos auxilio de las legionesqueconel propiosubstra-to indígena.

4. La FASE FINAL, IV o Protorromana

cionesdel cambiode siglo, la última de las cualeses lacampañavictoriosade Licinio Crassocontralos lusita-nos,ocurridaporel año93 a.C.

Desdeestemomento (y sin duda antes)se inicia uncorto períodode asimilación en el que las pautasdelcambio cultural van sustituyendoel caráctersincréticoparaadmitir la imposiciónexclusivade lasnuevasdirec-trices socialesy políticas.Tal situaciónparecehabersi-do especialmentenotoria tras las GuerrasSertorianas,cuandosesitúan,primero enel 61 a. C., las actuacionesde Césaren la Ulterior; despuéshastala victoria deMunda, en el 45 a. C., las debidasa la GuerraCivilpompeyana.Así, entreambossucesos,las fechastermi-nalespropuestasseríandel 90 paraarranquedela faseydel SO a. C. parasufinal.

Deestecaráctersincréticoinicial la Historiano pare-ce tenerdudas,puesgeneralmentese aceptaque el apo-yo halladopor el bandosertorianoen los lusitanospararecuperarel gobiernode Romafue posiblegraciasa laexistenciadel rechazoindígenaheredadode las guerrasperdidas.Así, loséxitosdeSertoriose debieron,engranparte, a la comuniónde sus interesescon los lusitanosen contradel entoncesgobiernoimperanteen Roma,ysusactuacionesdebierontransformarprofundamentealas poblacionesdel Occidentepeninsular,comoocurrióentrelos celtíberos(Schulten,1949).

Por ello, inicialmente,el carácterdelcambiofuébási-camentesincrético,lograndosolucionesculturalesme-diantela interrelaciónde romanasy indígenas.Las mis-mas fuentesescritasnarranalgunos de susresultados,comola adopcióndelas armasy técnicasdeataquelusi-tanasentrelas tropasromanas(César,De Bello Civil4 1,44),perola culturamaterialse aproximamása la verda-deramedidadelcambio.

Las escasasfundacionesque arqueológicamentesi-tuamosen estosmomentossonpequeñosemplazamien-tosfortificados entrecuyasfuncionesdestacaríael con-trol directo del territorio. Y para ello se usan tressoluciones:pequeñoscastrejonesindígenas,comolosci-tadosen la faseanterior;fortineso villas fortificadasro-manas,aún inéditas,comolas de Monte Novo (frentealcastrode Cuncres—6O.b—), Reide Cima, Mau Vicinhoy SempreNoiva, en el concelhode Evoray los conoci-doscastellaromano-republicanos.

Respectoalos fortinescabedestacarun fenómenodeimplantaciónquecomienzaa reconocerseenalgunosdelos citados.En el casodeMonte Novo, la fundaciónro-manasesitúajusto enfrentedel castroindígena,separa-dosambospor el río Degebey por un pardecentenaresde metros. Si hubo convivencia entreambos asenta-mientossólo las excavacionesrespectivaspodríancon-firmarlo.

Otro caso similar proporcionamayor informaciónparauna respuestaafirmativa. Como los anteriores,elcastrode Vaiamontetuvo, en un ceneteinmediato,lavilla fortificada romanadel Cabe9o do Mau Vizinhoque, como recuerdaJúdice Gamito, significa todavía«cerrodel malvecino,>(1988).

Perodondela implantaciónromanase hacemásevi-dente,y es específicade estafase (pues los anteriorespuedenprocederde finalesdel siglo II a. C.), es en loscaMella, construccionestotalmenteforáneasque supo-

El procesodeconquistade las tierrasal sur del Tajoinferior parecedefinitivamenteconcluidocon las actua-

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280 LUIS BERROCAL RANGEL

nenunaauténticainnovacióndentrodel panoramaedi-licio de la región. Comenzadosa ocuparseen la primeramitad del siglo a. C., segúnlos restosmásantiguos(encastelodasJuntas—1&a—, ManuelGalo —23a— o Lou-sa —21.a—), se mantienenen usohastalas primerasdé-cadasdel siguiente. Son fortines de torre central conplantacuadraday compartimentada,rodeadade dos otresrecintosconcéntricos,dispuestossobreplataformasy siguiendounaplanimetríanormalizaday bien experi-mentadaen Oriente (véanselas opinionesde Whal,1985,sobreel castelodaLousa—2 1.a—).

Algunos se agrupan sobre zonas muy concretas,estandoconectadosvisualmenteentresi y separadosporescasoscentenaresdemetros,casode los castelladeCastro Verde y de Almodóvar, éstos últimos sobreelOeiras.Esta especial disposiciónpudo respondera laexplotaciónde recursosespecíficosa nivel «familiar»,como seríanlos pequeñosplaceresde oro cuyaslocali-zacionesse van confirmandorecientemente.Otros, sinembargo,aparecenaisladosy con mayoraparatodefen-sívo, como el castelodaLousa,relacionadocon el con-trol devíasprincipales(Knapp,1985, 159-163).

Tal panoramatienesu repercusiónen las cerámicasde estafase.Técnicamentemantienensuspautasreduc-torasdetonosnegrosy grises,acabadospulidos o bruñi-dosy pastasbien depuradas.Lo quediferenciasuspro-ducciones de las anteriores es el dominio de lasdecoracionesa ruedecilla,formandobandas,triángulosy especialmente,guirnaldas,juntocon motivossimilaresen bandasbruñidas,paralelaspuntilladasy nuevassolu-cionescomo la aplicaciónde elementosplásticosde ti-po pedúnculos,mameloncillosy espinas,todos ellosbajo la influenciade las cerámicasde ParedesFinas re-publicanas.

Estosmaterialesse localizanen las necrópolisdeEl-vas,entreellas en la mismadeChaminé,comoenCaste-lo da Lousa(=1.a),Miróbriga (=7.a),Nertóbriga(31a),Castejón(53.b), Castillejos (54.b), San Pedro (75.b) oSanSixto (76.5).

Añadimos a ellos, a partir de mediadosdel siglo, laproliferaciónmáximadelas imitaciones«campanienses»y pre-aretinasque ya fueron puestasde relieve por DelAmo (1970) y recientementepor Bonety Mata, comoproduccionesindeterminadas(1988,21, y fig. 11.3-4).

Quizátrasla actuaciónde César,el carácterdel cam-bio setornaimpositivo, dadoqueel generalno selimitóa subyugara los puebloslevantiscos,como indica Plu-tarco(César,12).

Césarse enriquecióy enriquecióel patrimonioroma-no mediantecontundentesaccionesjurídicasy militaresen el territorio del Suroeste.Fortalecióunapolítica deenclaves militares iniciada por Metelo, potenciandociertos oppidaa la categoríademunicipio, reforzandolaslíneas de defensamediantela construcciónde coste/layvillas fortificadas e introduciendo definitivamente aciertas poblacionesindígenasen los sistemasde ocupa-ción territorial romanos(Sayas,1989,46-52; FranciscoMartín, 1988,57-80; Marín Díaz, 1988, 198-201/212-222).

De sus actuacionesen tierrasde los «Célticos»que-dan, en los textosclásicosy en losepigráficos,numero-soscognominaqueidentifican losprincipalesnúcleosde

poblaciónromanizados:SeriaFamalulia (Jerez—19.a—),Nertóbriga ConcordiaJulia (31.a), SegidaRestitutaJulia(Guruviejo? —64b-—), Ugultunia Contrihuta Julia(133.d),EboraLibero/itas tulia (118d),Fax¡u/ja (49.b),etc. Sus nuevosnombres,Fama,Concordia,Restituta,Contributa,Liberalitaso Pazhablanporsísolosdel ca-rácterde las actividadesquela propagandaoficial seen-cargódedestacar.

Todosestosdatosnos muestranun panoramapobla-cional fuertementealteradoen estaprimera mitad delsiglo ¡ a. C., tanto en los referentea grandesnúcleoscomoa los máspequeños.El abandonodealgunoshábi-tatsindígenas,como se constataen Capote(6.a) o Chi-banes(13.a); la potenciaciónde otrosy la implantaciónde posicionesde control militar y económicocertificanla desapariciónde los patronesdel asentamientoautóc-tonoy por tanto la entradaen un periodo progresivoyparcialmentedeculturativo,quesupondrála sustituciónsignificativa de una cultura <céltico-lusitana»por otra«romana»(todo ello entendidocon las reservasquesiempreexigenlas perduracionesqueconllevan la mis-manaturalezade los eventosculturales).

Los nuevos patronesde asentamientosmuestranelrelanzamientode algunosoppida, no como núcleosex-clusivamenteurbanossino como centrosadministrati-vos,económicosy religiosos.

Estaesla funciónqueBiers concedea la pequeñapo-blación romanade Miróbriga (35.a)que,pesea superi-metro, poseíavarios templos, importantestermasy uncirco (1988, 39). Se trataba,por tanto, de un pequeñoperorico foco romanizadorquepretendíaemulara sucapital,AugustaEmerita,como speculumpopulí romani(Biers,1988,139).

Una función similar suponemospara Nertóbriga(31a).Aunqueocupandounasuperficemayor, los son-deosque,dirigidospor De la BarreraAntón, realizamosen 1987, localizaronimportantesconstruccionesde usopúblico cuyaexplicaciónse encuentraen el estudiodelpoblamientode su entornoy en las nuevaspautasdeasentamientoqueéstossugieren.

Así, sobresus680metrosdealturadestacada,la anti-gua citaniadominaun amplioterritorio, rico en minera-les férricosy apto,por sus suavespendientesque con-trastan con la orografíamontañosacircundante,paraunaagriculturacerealística.En suslimites, formandouncirculo de unosseis kilómetrosde radio desdesu cen-tro, ocupadopor la mismaNertóbriga,se van localizan-do los asentamientosfortificados de los betúricos.Sonlos casosde Capote(6.a), Bodonal(53.b),del CastrodeFuentes(9Lc) La Esperanza(119d)y, quizá, dela pla-zafuertesantiaguistadeSeguradeLeón.

Algunasdeestaspoblacionesfueron abandonadasenel transcursodel siglo y numerosasvillas romanasocu-paronlas planiciesintermedias,dedicadasa lasexplota-cionesagrícolas,ganaderasy mineras (villas del To-rreón,del Barrero, de ValeraJulia, de Valera la Vieja,SanBartolomé,el Castro2, ElLadrillar o delCastaño).

En resumen,observamoscómo se desarrollaunaes-trategiaparalela,conocidaentrelas utilizadaspor Romaparatransformaren cierta medidalos patronesde ocu-pacióndel suelo y las relacionessocialesde los indíge-nas.Se potenciannúcleosindígenasmientrasse estable-

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CONCLUStONEStAPROXIMACtONESA LA IDENTIDAD CULTURAL

en otros de nuevafundación,aunqueel abandonode‘obladosprerromanosno seageneralizadohastaentra-Joel sigloId. C.

Porello numerososrasgosculturalesindígenasnode-saparecieron.Perdurarono terminarontransformándo-se,derivadosde las tendenciasde rechazofrente a lasasimiladoras(Blázquez, 1989,573-609).Las poblacio-nesmuestranclarasseñalesqueconfirmanunalentaasi-milación cultural, en el Alto Imperio,de la infraestruc-turasocial(Berrocal,1989/1990,117).

Comosueleserfrecuenteen las creenciasreligiosasysus rituales,los rasgosindígenasdebieronmantenersepor largo tiempo, bien transformadoso beneficiados,cornoel templo«helenísitico»deMiróbriga (3Sa),bienconservandosu ineludible improntaprerromana,cornocl conocidotemploa EndovélicodeSáoMiguel deMo-ta (11 j.c).

Incluso sobrelos pobladosprerromnanosabandona-doscomo el de Capotepareceque sc mantuvieronenuso algunasestructurasrelacionadascon el culto, Deestaformaseexplica la localizacióndela losetallenaderepresentacionesdediosesenterracota,lucernasy vasi-jas delujo queconformanel DepósitoB, emplazadoso-brela viejaentradaprincipal,en la primeramitaddel si-gloide nuestraEra(Berrocal,1991-a).

La perduraciónreligiosaenel Alto Imperioéstaates-tiguadapor la homogeneidadquepresentanlos cultosaAteginaya Endovélicoque,a suvez, seránobjetodeunsincretismocristiano en las figuras de SantaLucía (deGarváo,del Trampal) y San Miguel (da Mota), conser-vandohastael presentela naturalezacurativay eténicadeestasdivinidades.

APROXIMACIONESA LA IDENTIDAD CULTURAL

Vista la evoluciónhistórica,seconstalacómola exis-tenciadefuentesescritaspermiteprofundizarmejor enlos conocimientossobrelos siglosdela Conquista(II y 1a. Cj, especialmenteencomparaciónconlos referidosamomentosanteriores,en los quedeberíasermáspaten-te la personalidadculturalde los indígenas.

Porello, y porquelasfuentesnodanunaexplicaciónvá-lida alaadecuacióndel término«célticos»conel quedeno-minabanlos greco-romanosa los pobladoresdel Sado.Guadiana inferior, se consíata la necesidad de darrespuestasque,conjuntadasconel testimonioarqueológi-co, sirvan paraaproximarnostodolo posiblea los rasgosculturalesy ala confirmacióndeunsentimientoétnicoquejustifique tal denominación.Creemosquegranpartedel re-sultadofinal de estetrabajoha sidoel reconocimiento,máso menoscompleto,deunapersonalidadculturalespecíficaentrelos pueblosprerromanosalentejano-extremeños.

De espinoso,puedecalíficai-setodo planteamientoactualque intenteprofundizarenlas raícesy enlos ras-gos culturales de los tradicionalmenteconsideradospueblosceltashispanos

Afortunadamente,la labor de los, hasta momentosmuyrecientes,escasos«celtistas»peninsularescomienzaa fructificar y la viabilidad deun estudiosobreun pue-

Nodenominado«céltico»hapasadode unaciertarepul-suinicial al másesperanzadodelos intereses.

Todos los autoresclásicos,desdelos más antiguos.comoHerodoto,Ebroy el escritordel supuestoPeriploMassaliota,recogidopor Avieno,hansituadolapresen-ciadepuebloscélticosal tratar delas tierrasalentejanasy extremeñas(kebo¿cempsi,keIíikoi, ce/tiúi).

Esteemplazamientorespondía,sin duda,aunacreen-cia generalizadaentrelos contemporáneosgreco-latinospuestoquedurantelos siglospróximosal cambiodeEravuelvena citarsey a concretarse(en los casosde Estra-bón y Plinio) pueblos,origenes,costumbresy creencias.Sonpor ello conocidoslospasajesestrabonianosen losque se emplazanen ambasorillas del Guadiana(Geog.,DI, 1, 6), en vecindadcercanacon los turdetanosdelGuadalquivir(Geog.,III, 2,15) y la curiosaexpediciónen la que,junto conlos túrdulos,ocuparonalgunasco-marcasdel Bajo Miño (Gcog., tU, 3, 5). Bu estos tresepisodios,y enotros menores(comopor ejemploal ci-tar entresus ciudadesConistorgis),Estrabónlos deno—mitin <célticos,y los sitúaen el Suroeste,desdeambasorillas del Guadianahastael Atlántico.

No menosexplícito, y sin dudamásrigurosopor supropiaexperienciavital, fueCayoPlinio Secundo,quienrecogela más completay verazintbrmaciónenun cono-cido texto dondese citan las ciudades,origen, costum-bresy creenciasceltibéricasde partede estospueblosque,«desdela Lusitania»,habríanocupandopartede laBeturia(MUí ílí, 13-14), territorio ya por entoncespar-cialmenteincorporadoen los límites artificiales de laprovincia romanade la Bética. Con excepciónde estaúltima afirmación,que claramenterefleja unaconcep•-crión provincial impuestay consolidadaen el siglo 1 d-C,, no podemosnegarquetal párraforespondíaa la rea-lidad aprehendidaentrelos pueblosindígenasdel cam-bio de Era(es obvioque la Beturía no estáincluidana-turalnieúte en la Bética> definida como cuencadel¡ladisy hábitatdeTurdetanos,ni el Alentejoenla Lusi-tania original prerromana).Otras e-itas posterioresdelAutor confirmanque los «Celtici» seextendíana una yotra orilla del Guadianay a partedel Sado (ML IV,113-14y 115-16).

Otrosautores,cronistasdelos avataresdela conquis-la, habíanhechomencióna talespoblacionesaunquedeforma más difusa (Livio, Ab ¿ir. Con., 34, 17), quizáconfundidospor la personalidadlusitana(Apiano, ¡be,-,,56-57;Polibio,1-Itt., 35,2)

En estesentidonos pareceirrefutableel papeldelospueblosbetúricosen apoyode Viriato, segúnserecogeenla obradeApiano(Iba., 58-60,68-70).

Posteriormenteen plenosiglo U d. C,, ya en momen-tos tic profunday desconocidamodificacióndcl subs-trato indígena,la GeografíadePtolomeovuelve a citarlos célticosentrelos pueblosdel Suroesteaunque,comosueleocurrir enestaobra,situadosincoherentementeenpoblacionesque,cuandose conocen,aparecendisper-saspor zonasdiferentes(delas cinco citadasen la mis-ma BadanaCeluicorumsólo Arucci correspondea lainformacionesanterioressobre la lleturia). Por clicreemospocoútil su uso,dadoque la obra,por lo dmás, aparecerepletade erroresreferidosa otrasrondela Península.

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282 LUIS BERROCAL RANGEL

Todoello nospermite asegurarquelos pueblospre-rromanosdel Sadoy del Guadianainferior eran consi-derados como célticos SEGUN LA CONCEPCIONETNICA DE LOS GRECO-ROMANOSDEL CAM-810 DE ERA. En estesentido,y sóloa efectosmetodo-lógicos, nos permitimosel uso del gentiliceo <céltico»paradenominara talespoblacionesdel Sado-Guadianapor las mismas razonesaplicadasal uso de términoscomo «Galaicoso Calaicos’>,«Vettones,,,«Lusitanos>’,eincluso,«Celtibéricos»e«Iberos>,.

Sin embargo,sin repararen consideracionesetnocén-tricas, estascitas se usaron, como las de otros pueblospeninsulares,parajustificar una presenciamasiva cen-troeuropeaquela Arqueologíano hapodidoconfirmar.

Desdelas primerasinterpretacionesinvasionistasde-sarrolladaspor Bosch Gimperaa suspostrerasmodifi-caciones,este autor habíadestacadotales poblacionesenel Suroeste,creyéndolasresiduosterminalesde la lle-gadade oleadasceltasque fechabahacia el 650 a. C.(1932, 1945 y 1974). Además manteníaposterioresarribadasde pueblosbelgasentre los que estaríanlosEburonesy Turones,situadospor este investigador,enlos alrededoresdeÉboray Aroche(1974,565-569).

PosteriormenteAlmagroBaschplanteóunaalternati-va invasiónpaulatina,partede cuyosprimerosexponen-tes seríanloscempsos,cuyasimágenesse reflejaríanenlas estelasdeguerrerosy cuyoorigen, comohabíaapun-tado Schulten, estaría relacionadocon otros puebloscampsianoscitados por Estrabónentre los germanos(Schulten,1955, 104; Almagro Basch, 1958 y 1966,201;MaluquerdeMotes,1963).

El rechazogeneralizadode estosy otrosplanteamien-tos similares,a causade no encontrarregistrosarqueo-lógicos idénticos a los centroeuropeosque justificasenlas invasiones,ha llevadoa descartardeplano todapre-senciacelta en la Península(véaseun buen desarrollocrítico en Ruiz Zapatero,1985, 25-46), sin repararenquetal decisióncaeen los mismosdefectosinterpretati-vos que la tradicional concepción de las invasionescomoagentesdifusores.

Porunaparte, la investigaciónmás recienteno sóloha destacadoel papel celtista en los camposde la lin-giiística o de las creencias,sino queen el arqueológicola profusiónde estudios,especialmenteen el áreacelti-bérica,va permitiendoconocerla verdaderadimensiónmaterialdeestospueblos(remitimosa los ColoquiosdeLenguasy CulturasPaleohispánicas,1974,1976, 1980,1989 y esp. 1985; a los SimposiossobreCeltíberos,1987, 1989 y 1991, así como a las obrasgeneralesdeTovar,Albertos,De Hoz, Burillo Mazota,MarcoSimón,LópezMonteagudo,FernándezGómez,E. Cabré, Lo-rrio, etc), queno dejadesermenos«céltica»quelas clá-sicas culturasde Hallstatty La Téne, sin necesidaddeacudir a invasionesmasivas,sino surgidade procesosdifusoresmáshabituales(Almagro-Gorbea,1991-ayb).

Estosprocesospuedentenerun fuerte reflejo en lacultura materialcomo,por el contrario,ciertas invasio-neshan dejadoun registro arqueológicomuy diferenteen los paísesdondeterminaronasentándose.En estesentidoes interesanteel trabajo de MartenssobrelosVándalos,en el quedemuestrala escasarelación entrela culturamaterialdeestehistórico puebloa los largode

suscorrerías,y la reconocidaenlas originariasJutlandiaoPolonia(1989,57-64).

Porque la consideración recusativa se fundamenta en lafalta de registros arqueológicoshomologablesa los cen-troeuropeos hallsrátticos ylaténicos,tantoen la Penínsulacomo en los supuestospuentespirenáicos,sin repararqueestejuicio se basa en la no menostradicional y erróneaconsideraciónde«CULTURAARQUEOLOGICA’>.

A menudola investigaciónrefleja este lastre quehasido denunciadoinsistentementedesdelos masrecien-tes planteamientosantropológicos (Shennan, 1989,3-6).

Así la definicióndeChildeindicabaque:«A culturemustbe distinguishedby a plurality of

well-defined diagnostictypes that are repeatedlyand exclusively associatedwith one anotheratid,whenplotted on a map,exhibit a recognizabledis-tribution pattern...»

(Childe, 1956,123.)

En sí, como indica Shennan,estono es másqueunaformade clasificarla variaciónespacialdel registroar-qucológico,que sin dudapuederespondera connota-cionesculturales,peroqueen modoalgunodebecon-fundirsecon el reflejo integralde la identidadcultural.Esteautor, siguiendoa otros anteriores(Mann, 1986)y resumiendola opinión generadaen el World Ar-chaeological Congresscelebradoen Southamptonen1986,opina quelas «culturasarqueológicas»,tradicio-nalmenteconsideradascomo «actores»históricos,sonúnicamenteun compendiode patronesde dispersiónespacial,válidos paramotivos analíticosperoerróneoscomo basesprincipalesde la aproximaciónprehistóri-ca(1989,11).

En estesentidocabe cuestionarsehoy en día hastaqué punto la «cultura»arqueológicahallstátticao laténi-ca representatodoel trasfondoétnicodel mundoceltaen la Protohistoria,tal comoya lo hizo J. Collis (1986).Resultalógico plantearsequesi achacamosetnocentris-mo, es decirsubjetividadcondicionadapor la concep-ción cultural del escritorclásico,al epíteto «celta»quelos grecolatinosdabana las poblacionesmesetefiaspe-ninsulares,no es menorel grado desubjetividad,y aúnmayornivel de deformación,que se alcanzamantenien-dolavieja equidad:

«culturacelta= registroHallstatt/LaTéne»

En si el problemapareceen vías de solucióny asíserefleja en la recienteexposición 1 Celt4 prima Europa(Venecia, 1991) que recogela confirmacióngeneraldelas sugestivaspropuestaslanzadaspor Hawkes (1973),Renfrew(1990),RuizZapatero(1991)o Almagro-Gor-bea(1991), sobrela existenciadeunavieja«Celtizaciónacumulativa»entrelas poblacionesmás occidentalesdeEuropa(PenínsulaIbérica,Britannia).Porqueen contrade los denostadosplanteamientospositivistas,la incóg-nita quemás interesaa la comunidadcientíficaactualsecentraen la autoconcienciaciónde unaciertaimposibi-lidad humanapor eludir el grado de subjetividaden laapreciación,no sólo cuandose analizanlos restos ar-

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CONCLUSIONES:APROXIMACIONESA LA IDENTIDAD CULTURAL 283

queológicos,sino cuandose intentaextrapolarel signifi-cadoculturaldeéstos.

Como hemosindicado,ennuestraopinión,granpar-tedel errorsedocumentaenla asimilacióndelconceptode «cultura»arqueológicacomoreflejo de unaentidadogrupo étnico (tribus, pueblos,etc.). Tal apreciaciónnosólohasido afortunadamentepuestaen entredichosinoque, segúnFried, el mismo conceptode grupo étnico(tribu, popuiz)aplicadoa pueblosequiparablesa los pre-rromanosde Europa Occidentalpodría ser una meracreaciónetnocéntrica,surgidade los procesosasimila-doresrelacionadoscon las expansionesde las civiliza-cionessuperiores,las cualesnecesitanentidadesconlasque tratar (1968, 16; Bentley, 1987,27;Osborn,1989,154).

Estefenómenotiene unaprobablecorrespondenciaen la estructurasocial en la queparecenagrupadaslaspoblaciones«célticas’> del Sado-Guadianasegún nostransmitenlas fuentesgrecolatinas.Estas,y lo quecon-firma la Arqueología,presentanpoblaciones,agrupa-dasen popul¿ quegiran en torno a los oppida, pobla-dos fortificados que debíanser algo más que merasaldeaso castrejones.Los nombresde estosoppidasir-ven, en los casosconocidos,paradenominara los po-pulí a los que representan(Mirobriguenses,Medubri-guenses).

Perosi tal concepciónpuedeserunacreaciono unatranscripciónromana,siempre aparecesupeditadaalgentilicio«Célticos”.Así se denominala Beturia Celtico-rum (Plinio, NI-!., III, 13-14) o un C. PorciusSeverusMi-robrigen(sis)Celt<’icus) (Santiagodo Ca9ém).

Lo que parece fuera de duda es la apreciacióndeShennansobreel conceptoétnico:

«Ethnicity mustbe distinguishedfrom merespa-tial variationandshould referto self-conscious¡den-tification with a particular social group at leastpartlybasedon aspecificlocality or origin.»

(Shennan,1989,14.)

Porello seguimosla alternativadadapor esteautorala vieja idea de «cultura» arqueológica,basadaen laaprehensiónposiblede la IDENTIDAD CULTURALsegúntresconceptos:

1. La importanciaenel análisisde la VARIABILI-DAD ESPACIAL y TEMPORAL del REGISTRO AR-QUEOLOGICO como PARTE de la respuestadel fe-nómenocultural. Se valoraasí granpartede la actitudmetodológicatradicional,comotambiénreferidoa...

2. Elanálisisdela NATURALEZA del ESTILO y...3. Lasbasesteóricassugeridasparala definciónde

la VARIACION ESPACIALDOMINANTE.

De estostresfactoreshemosdecididodesarrollarlosdos primeros,por la incidenciaespecialqueambostie-nen sobrela naturalezacultural de las poblacionesenestudio.

1. Lo variabilidad espacialy temporaldelregistroar-queológico(e histórico) ya ha sido analizadaen profun-didad enlos capítulos II, IV, V, VI, VII y VIII. En síse

configuracomounacomplejaconjuncióndelos factoressociales,económicos,productivos e ideológicos quepuedeayudaren el procesode aprehensióndela identi-dadcultural.

Es por ello que,trasel análisisde los asentamientosyde la culturamaterial recogidaen las necrópolis,puedeaflrmarseque no parecenhaber existidograndesdife-renciasque reflejenuna complejajerarquización,ni enel panoramapoblacionalni en la mismasociedadindí-gena.

Respectoal primer factor, sólo algunosPOBLADOSmuestranrasgosque permitanconsiderarloscomo nu-cleosdominantes,peroningunodeéstossuperaunaex-tensióno presentaunaorganizaciónquepudieradeno-minarse plenamente urbana. En este sentido, laorganizacióndel hábitatse asemejamása la de las mon-tañosasregionesinteriores del Noroeste y Nordeste(Agrafoxo, 1988;Fernández-Possey Sánchez-Palencia,1988; llurillo, 1980) que al que se planteaen lasaleda-ñasdel Guadalquiviro de laMesetaOccidentalvettona(Almagro-Gorbea,1987,21-34; Ruiz, 1987, 9-19; Ba-chiller, 1986,349-355).

Inclusoal compararsecon laotra Beturia(de los túr-dulos), los hábitatsconocidos—Hornachuelos,Mede-llín, Sisapo,los recintos-torres—se alejanclaramentedelos patronesmás occidentales,confirmandolas indica-cionesde Plinio sobrelas distintasraigambresde los be-túricoscélticosy túrdulos.

Similar conclusiónpareceextraersedel registro ar-qucológicoreferido a las NECROPOLIS,dondeno seconocentumbasde especialriquezau ostentacióny enesesentidolos escasos«camposantos>’handemostradola fuerte incidenciade ajuaresdeguerrero.Peroinclusoenlos casosmásexóticos,convarios vasosáticosen lastumbasde Alcácer do Sal, estosconjuntosno puedenequipararseen lujo o boatoconlas tumbasprincipescasdel Mediterráneoo de la Europa Central.Es por elloque,en estesentido,el registroarqueológicoes muy si-milar al de otras zonasmeseteño-occidentales,con lasque,sin embargo,existe unagrandiferenciaen los es-quemasdepoblación(porejemplo,conlos vettones).

Respectoa otros factores,como la EXPLOTAClONDEL ENTORNOYLA ORGANIZAClONDELA PRO-DUCCION, se han observadoesquemasde concentra-ción conrelacionesmásde coordinaciónquedesubor-dinación entre una comarca nuclear, la costera delestuariodel Sado(Cetóbriga/Salacia)y suhinterlandin-tenor, queocupalas tierras divisoriasentrela cuencadel Sadoy las del Tajo, Guadianay Mira. Másevidentesnosparecenlas definidasen la Beturiacéltica,en tornoa la cuencadel Ardila y a un áreanuclearcoordinadoray ceniralizadaen el oppidumde Nertobriga. Frente aestosesquemassurgenotros máscentralizadoresy conprobablesrelacionesde subordinación,comoel empla-zadoenel Guadianaentorno al castrode Azougada.Etiningunode ellos hay indicios como parapensarquesehabíanformadonúcleospre o protoestatales,ni siquieraa nivel de Lo que pudo alcanzarseen la Celtiberiay biendiferenteal de la Turdetania(dondeel grado de com-plejidad exigió la existenciade escrituray de un sistemamonetal).Es probablequeestosyacimientosnucleares,

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como otros sobreemplazamientossingulares(Myrtilis,Badajoz,Vaiamonte),jugaranmás un papel de centrosdistribuidoresderiquezaquedominadoresde su explo-tación, a juzgar por la relativapocaprestanciaque lo-granestospoblados).

Si describimosun panoramaqueaparentaunaciertaregularidaden lo referentea las relacionessocialesyproductivas,lo escasamentealcanzabledelas IDEOLO-GICASnopareceromperestatrayectoria.

Las fuentesclásicasy la misma epigrafíapresentanuna relación dedosgrandesdivinidadesconun áreadeculto extensaquese extiendepor ambascuencasy llegaa penetraren territorio vettón y, en contraposición,pe-queñasdeidadeslocales, representantesde los cultos ala Naturaleza.

Destacada,por tanto, la unidadque,bajo lasadvoca-cionesde Endovélicoy Ategina, seacusaengranpartede las tierrasestudiadas,éstatuvosu reflejo en la comu-nidad de rituales,a juzgarpor el carácterde los exvotosdocumentadosenGarváo,en forma de pequeñosy sen-cilIos objetosde oro y plata (placas,anillos, colgantes)pero,sobretododeofrendasperecederas,segúnse des-prendede las numerosísimasescudillasde forma y di-mensionesidénticasqueprobablementetuvieron tal uti-lidad (Beiráoy otros,1985).

Tambiénen el Altar deCapote,y ensu depósito,he-mos reconocidoesta participación colectiva de granpartede la comunidad.Si se aceptanuestrainterpreta-ción, enestelugarse realizabaun ritual enel que,conlacoordinaciónde una docenade personajesdestacados(probablementeen razóndela edado de susactividades«profesionales»),participabanunagranmasade indivi-duos, calculadaenalgunoscentenares.Estenúmeropo-dnacorrespondera los habitantesadultosdel poblado,o a losquedisfutrabande unaespecíficacategoríasocialentrelas poblacionesdelos hábitatscercanos.Seacomofuere, la participacióncomunitariarefuerzala reflexiónrealizadacon respectoa las estructurassocio-económi-casy cultuales.

EstosámbitosbásicosEN LA CONCEPCIONMA-TERIAL E IDEOLOGICA de todopuebloNOS PRE-SENTAN, EN CONCLUSION,POBLACIONESCONUN ESCASO DESARROLLO SOCIO-POLíTICOPRESIDIDO POR UN CIERTO CONCEPTO DE<dGUALITARISMO» SOCIAL sin que ello signifiquela falta de JEFATURAS, queno obstanteparecenapo-yar su poder no tanto en la capacidadeconómica(nohayajuaresespecialmentericos,ni estructuraspolíticasque justifiquen la presenciade una noblezao realeza,como ocurreentrelos iberosy turdetanos),sino en losPRIVILEGIOS DE EDAD o en la NECESIDAD MI-LITAR dela defensa.

En estesentidorecordamosque las únicas noticiasque leganlas fuentesclásicasconfirman,por unaparteestanaturalezasocial de los pueblosoccidentalesy sep-tentrionalesde la Penínsulay, por otra, refieren la pre-senciadejefes«célticos<’ militares.Nos parecesignifica-tivo quelas piezasdeajuarmásdestacadas,en las pocasperoconocidasnecrópolisdel Sado-Guadianainferior,sean,precisamente,las armasofensivas(las defensivasson, si es posible indicarlo así, más proclives a su usocomoobjetosdeboatoy prestigio,y quizásello explique

quesóloel probablecascode Horta deFamesealaúni-ca‘<arma»decaráctersuntuoso.

2. El análisis de la naturaleza del Estilo esuno delosenfoquesmetodológicosmás desarrolladoen los inten-tosdeaproximacionesa las identidadesculturales.

En estesentido,los enfoquesestructuralistashanlleva-do hastaextremosdiscutiblesel estudiodel significadosimbólico del estilo, sin quepor ello se puedanegarelconceptobásicoen que se fundamentan:las variacionesestilísticassirven para transmitirmensajesquerecuerdanconstantementelos signosdeidentidadcultural.

Así, la constataciónde un estilo propio, típico de unacultura, esconsiderada,junto con las costumbres,como elmejor testimoniode la pertenenciaconscienteo incons-ciente a unacomunidad(Wobst, 1977; Wiessner,1983,255; Shennan,1989, 17-21) y tal consideraciónes,a suvez, la mejor pruebadela existenciadel conceptodeetniay, por tanto,deuna iDENTIDADCULTURALpropia.

Ya se ha incidido en el valor de las costumbresque,por lo poco conocido,parecende tendenciasigualita-rias y compartidaspor la mayoríade los componentessociales,lo que puedeinterpretarsecomo indicio de unfuertesentimientode pertenenciaa una comunidadét-nica. El mismo resultadose obtienede la evidenciade-jadasobreel usodel gentilicio«Celticos” legadopor losescritoresy por la epigrafía.

Pero la incidencia más importante,definitiva, se re-gistraenel estudiodel estilo,cuyo máximoefectoseob-set-vaespecialmenteen el útil máspopular: la CERAMI-CA LOCAL

Ya hemosrepetidoen otrasocasionesque la cerámi-cade manufacturalocal,generalmentehechaa mano,esel producto máscaracterísticodeestos«célticos>’ del Su-roeste.En el estudiodel estilo cerámicohemosconside-radolas directricesde Wiessner,quiendestacala impor-tanciade dos factoresresponsablesdel valor simbólico(1989,257-258):

El factor emblemático(Emblemic style) en símbolosestilísticosquefuncionancomo recordatoriosconscien-tesde la existenciade una comunidadcultural. En estesentidosu acciónes siemprereconocidapor los indivi-duos pertenezcano no a la comunidad.No sabemoscuálesde los numerososmotivos reiteradosen la orna-mentacióncerámicafuncionaríancomo signos emble-máticosaunquepodemosaventuraralgunos(fig. 69):

a) «Dientesde lobos’> rellenosde paralelasydelimitadospor flecoso sucesionesperladas.Sue-len realizarsecon técnicasinciso-impresasy apare-cenen las cerámicasa manode las fases1, II y lIla,conviniéndoseen impresionesa ruedecilla sobrelasvasijasnegrasatorno de lasfasesIllb y IV.

b) «Polígonos radiados o semirradiados»es-tampilladosgeneralmentecon grandesimprontassobrelos hombrosde vasijasdetamañomedio,he-chasa mano,y especialmentesobrelas grandesva-sijasdealmacénindígenas,entodaslas fasescrono-lógicas. Se trata de uno de los motivos másrecurrentey extendido por la región y, aunquecomo el anterior tiene paralelos exteriores,cree-

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CONCLUSIONES: APROXIMACIONES A LA IDENTIDAD CULTURAL 285

mosqueen el Sado-Guadianaalcanzaun valor es-pecificoy sin parangónpeninsular.

c) <Antropomorfosy Zoomorfos’>quesonfun-damentalmenteestampilladosaunquetambién,enalgunoscasos,inciso-impresos.Se tratade motivosqueen modoalgunopuedenequipararsealos ante-riores puestoque sólo se han documentadoen unpar deyacimientos,perosu presenciaes tansingu-lar quedebedestacarsecomo unasoluciónespecí-fícadel Suroeste.

d) «Motivos geométricoscalados»propios delos llamadosquemadoresrealizadosa manoy contipos y decoracionescolateralesbastanteextendi-dosenel Sado-Guadiana.Fueradeestaregióntalesrecipientes,e incluso los llamadospebeterosasimI-lables,aparecencomopiezaspuntualesy aisladas.

Así, talesmotivos estilísticospudierontenerun valorétnicoaceptado,peroademás,Wiessnerexige la presen-cia deun...factor deafirmación(Assertivestyle) queasu-me la variación formal del estilo, no teniendoun usosimbólico explícito como signo de identidad,aunquecumpla estafunción conscienteo inconscientementeyrefuercepor el contextoa la función de los elementosemblemáticos.En general,estefactor lleva implícita unaampliagamadevariabilidadestilísticaquese ha enfoca-do, en el casodelestudiosobrelascerámicasdel Depó-sito A de Capote,desdeunavisión estocástica(fig. 12)(<dsochresticvariation>’deSackett,1985).

Tal investigación,completadapor las similitudesconlascerámicasprocedentesde castrostanalejadoscomoGarvño, Badajoz,Vaiamonteo Miróbriga, permitecon-firmar, rotundamente,la personalidadespecíficade suestilo ornamentaly, además,posibilita una inicial revi-sión sobre relacionesculturales(que no implican perono rechazanlas denaturalezaetnogénica),extrapolablesdeesteestilo.

En estosconjuntosdestacabantreselementosculturales:

a) Laimportanciade la cerámicahechaa mano.b) El componentepúnico-turdetano,centradoen al-

gunasvasijashechasa torno y pintadas,así como en lasnumerosas«tigelas»o escudillasdecasqueteesférico.

c) Ciertosparalelos con la Galia y Etruria, visiblesenla toréuticay coroplástica.

Las cerámicaslocales hechasa manoconfiguraronlamayornovedaddeestosdepósitos(Garváo,Capote)aun-que sus fragmentosya se habíandetectadoen pobladoscomo Pedrad’Atalaia, Veirós, Miróbriga, Segóvia,Alca-zabadeBadajozo Pomar1. En la comunicaciónpresenta-da por los excavadoresde Garváoal IV Coloquio sobrelenguasy culuraspaleohispánicas(Vitoria/Gasteiz,1985)se pusode relievela existenciadeestasrelaciones«comaculturadeCogotasII e comoúltimo periododa “culturadasurnas”” (Beirñoetalii, 1987,220).

Posteriormente,Barrio Martin puntualizóestascone-xionesmedianteel estudiodeunodesusmáscaracterís-ticos recipientes,ciertosvasospolípodosde altosy des-tacados pies. Este autor llama la atención sobre ladispersiónde estasvasijaspor el Valle Medio del Due-ro,acompañadosdetécnicasy decoracionesespecíficas:

calados,pseudoexcisiones,impresiones,excisiones(Ba-rrio, 1987).

El estudiode las cerámicasdel DepósitoA de Capoteha servidopara profundizary estableceruna primerapropuestaderelaciones,cuyanaturalezase discutirápo-teriormente.

Las vasijasdecocinay algunascerámicascomuneshe-chasa manomuestrantipos y decoraciones(cordonesdigitados,impresioneso incisionessimples, asasde he-rraduray mamelones)de profundatradiciónen la Pre-historia Peninsular,tanto entre los pueblosdel BronceFinal del Alentejo (Coróada Frade,Outeirodo Circo,etc.) coínoen el BronceFinal indígenaprevio o en con-tactocon laspresenciascolonialesinterioresdelSuroes-te andaluz(Horizonte de Alhonoz, Mesa de Setefilla,Cástulo, CerroSalomón,Tejadala Vieja, etc.).Se tratade unaperduraciónarcaizantede tipos y motivos quesólotieííe explicaciónen el éxito quemantienenlas pro-duccionesa manohastael siglo II a. C. en el Sado-Gua-diana.Estaconstanciapuedeinterpretarsecomoconse-cuenciade un relanzamientode estascerámicascuandoconvergencon nuevostipos y componentesde índoleseptentrionaldesimilarestradiciones.

La cerámicacomúnyfina hechaa mano,profusay va-riadamentedecorada,y de tamañosmediosy pequeños,se afirmacomocomponentetípico del Hierro Dos delacuencabajadel Guadiana,tantoa un lado comoal otrodeeste río. En el DepósitoA deCapotesefechandesdeinicios del siglo IV a. C. mientrasen el Castro de Sego-via, Elvas,las fechasparecensermásantiguas,aunqueen estepobladodesconocemossi estánpresentesestostiposespecíficos.

Dos son las conclusionesque cimentanla hipótesisexpuesta:

1. Las formasy motivos mascomplejos,y abundantes,no tienenantecedentesenel BronceeHierro 1 delazona.

2. Ambos conceptos(formas y tipos) muestranunaspectogenéricoperotambiéntipos, técnicasy motivosdecoralivosconcretos(comolos vasospolípodos,lasar-gollas y mamelones,pseudoexcisiones,excisiones,im-presionesa puntade espátulay estampillados)queen-cuentran claros paralelos entre las poblaciones delHierro Dos del DueroMedio, del Noroestey deCogo-tas II (Barrio, 1988;Abásoloet alii, 1983;Wattenberg,1969y 1978;Castro,1971;Fariñaetalii,1983;Ferreirada Almeida, 1974; FernándezGómez, 1986; Cabréetalii, 1950;Cabré,1930y 1932;etc.).

En cuantoa sus orígenes,estasproduciones«a mano’>del Suroestey susdecoracionesreflejandoscomponentes.

Por una partepuedenhaberrecogido y potenciadolas tradicionesdecorativasde Cogotas1 e incluso, másallá, las poscampaniformes(a estastendenciasrespon-dentemassencillosdeespigadosincisos,pseudoexcisio-neso impresionespuntilladasrellenandotriángulos in-cisos,entreotras). Por otra, sonderivadosfieles deotraremotatradición, quegeneralmentese ha consideradoevolucionadade las cerámicasde los «Camposdel Ur-nas’ del Nordeste(Almagro-Gorbea,1986-1987).Am-bascoí-rientesornamentalesse diluyenenel Hierro 1 de

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286 lUIS BERROCAl. RANCIFI.

Hg. (9.~ lropuúsu, dc ¡dc,u,ju<u ion de los ele,nenios snnbolwos Ud Estilo céltico del SO. 1—3, 6-11) 14: <kq~o,e. -4—5: Segovia; 1/-t2:Badajoz. 13/15: CarrAo.

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CONCLUSIONES:APROXiMACIONES A LA tDENTIDAD CULTURAL 287

la MesetaNorte y quedanmarginadasa escasosvasitos<votivos’< con la irrupción de la celtiberización(BlascoBosqued,1973y 1974;Molina y Arteaga,1976 y 1977;Ruiz Zapatero,1979 y 1985;AlmagroGorbea,1977-b;Castiella,1977;Alvarezy PérezArrondo, 1987;PonsetMaya, 1988; Almagro-Gorbeay FernándezGaliano,1980;Blasco,LucasyAlonso,1991,etc.).

Sin embargo,en el Mundo prerromanodel SO reapa-recen,por un lado,como el componenteindígenade laMeseta,por otro, como elementostranspirenaicosras-treablesdesdeel BronceFinal. Cuestionadoestecarácteralóctono,como la mismanoción de «Camposde Urnas’>peninsulares,no sepuededudardela similitud depatro-nesy esquemasdecorativosy de ciertasformas,comolascerámicasdel Bronce Final Centroeuropeoe inclusocomolasdeciertasáreashallstátticas(Drack, 1989).

Fenómenosdepresión-. expansión-‘ concentración—

centralizacióndefinen estafaseen Francia,Alemania oSuiza, dondeaún no estantotalmenteaclarados,pesearecientestrabajosde 1’. Brun, Hatt o Milotte (en La No-dondecivilisation desC’hampsdUrnes, 1988,621-622).

Seancírculos culturaleso estilos decorativos,estánformalementemuy cercanosa los peninsulares,espe-cialmenteel «RSF” (Rhin-Suisse-FranceOriental) en sudesarrollooriental.Siguiendolos caminosdel Ródanoylastierrasqueverán,afinalesdel siglo VII a. C., la tem-pranaimplantacióncolonial focense,tienenciertaconti-nuaciónen los Camposde UrnasCatalanes(Garcésetalii, 1991, 38-49; Ponset Maya, 1988; Taffanel, 1978;Wells, 1985,83-86; Cunliffe, 1988, 38-58; Princesccl-teset..., 1988,etc.),perorelacionarlosconel Suroeste,atravésdel valle del Ebroy Duero,no puedesermásqueunahipótesisfutura a cuestionar(Ponset Maya, 1988,545-558;Alvarez y PérezArrondo, 1987, 12 y 16-17;Ruiz Zapatero,1985, 53 y 1055-1058;Molina y Artea-ga, 1976,190yl93yI977).

En un contextogeneral,la mejor explicaciónsobrelaexistenciadeun ‘<corredorlongitudinal» Valle del Ebro-Extremadura/Alentejofue intuida por Arteagaen sumagnífico trabajo sobre las «invasionesidoeuropeas’(1978, 20), perola realidadesquetodo planteamientode estetipo es,por ahora, MERA ESPECULAClON yno sabemossi los componentesde aparienciaultrapire-náica del Suroesteprocedende contactosmarítimos,bienporel Mediterráneo,comopor el Atlántico.

Los motivos estampilladospuedenayudara aclararestaconfusadinámica.En tal sentido es significativa laprofusiónde estampilladoscircularesy, de nuevo,sonlascomarcasdel Duero Medio y Alto Ebro lasque re-flejan un gustoespecialpor estetipo de estampillado,dondelascerámicasdeNumanciasonel mejorejemplodeello. Porel contrario,no sonfrecuentesenel CírculodeCogotasII, aunqueseanbienconocidas,entreotros,en el mismo yacimientoepónimo,mientrasquesusca-racterísticasestampillasdiscoidalesadornadascon Im-presionespuntilladas(soliformes)sonmotivosdescono-cidos en el Sado-Guadiana.De nuevo también, loscírculos sonnumerosísimosentrelascerámicasmásan-tiguasde los castrosgallegos,en lasqueel estampilladotiene un desarollo independientedel de Cogotas II(Wattenberg,1969; Abásoloet alii, 1983; Cabré,1930;Orero, 1988,etc.).

Granpartede las demásestampillas(cuadradas,rec-tangulares,reticulados,«C”, «5», exvásticas,etc.) tienenparalelosen Cogotas.Esta razón,junto con la cercaníageográfica, llevaron a destacartales relacionesen losprimerostrabajosdel Hierro DosAlentejano-extremeño(Arnaud e Gamito, 1974/77).El panoramaactualper-mite cambiar el planteamientoinicial. La realidad esque el estampilladoes tantomásantiguoen el Suroestecomo en Cogotasy porsupuesto,muchomásvariadoynumeroso,desarrollandoenlas posteriorescerámicasatorno el papelde las peinadasenel círculo culturalvet-tón(Cabré,1930y 1932;FernándezGómez,1986).

En estesentidono puedeolvidarseel llamado «Cír-culo de Valdepeñas>’.Ya Almagro-Gorbeahabíallama-do la atenciónsobrela proliferación de estampilladosen la SubmesetaSur, en su clasicoestudiosobrela iberi-zaciónde laMesetaOriental(1976/1978,134-136;Vé-lez y PérezAvilés, 1987).No obstante,el análisisdel es-tampillado permitió ver que las similitudes delSado-Guadianason mucho mayorescon el Círculo deCogotasII quecon el del Valdepeñasy afines,algo porotra parteesperable.Así, el estampilladono estágene-ralmenteasociadoa La pintura,siendo una técnicaquese desarrollasóla o en unión a incisionesy molduraspococomplejas,desdelas vasijasa manodel siglo VI a.C., y posteriormente,mucho más numeroso,entre lashechasa torno y generalmentesobrepastasalternas,gri-seso negras.

Nuestraopiniónes queel estampilladoevolucionaenel Suroestede forma independientea los demáscírculosculturales,peromanteniendoestrechasrelacionesconelDueroAlto y Medio,y convergenciasconcretasconCo-gotasII. Dadasuantiguedad(siglos V-VI a. C. enSego-via, Elvas) y la presenciade las cerámicasfinas a manoya mencionadas,suorigencreemosque hay quebuscar-lo en la aplicacióndegustosy técnicasmetalúrgicasy detrabajo(le la maderasimilaresa los documentadosen laevolución de los motivos exciso-estampilladosdel Hie-rro 1 del Nordeste(BlascoBosqued,1974;Molina y Ar-teaga,1976 y 1979;RuizZapatero,1979 y 1985;Alva-rezClavijo y PérezArrondo, 1987).

Porúltimo cabereferirsea las vasijasoxidadasygrisesa torno, con paralelosy relacionesmás fáciles de plan-tear.Paí-eceunacaracterísticadel Sado-Guadianael éxi-to del usodela escudillaoxidadao cuencode casqueteesférico(tipo X). Basamosestaafirmaciónen el númeroy papeldominantequejuegaen cuatroimportantescon-juntosprerromanos:las necrópolisde Elvas,los depósi-tos de Garváoy Capote,y el registro arqueológicodeBadajoz.

Planteamientossimilares cabehacercon las vasijasglobulaíesdefinidas en el tipo XIII e incluso en loscuencosdel tipo Xl, quecomola anterior tienensuori-genenlas importacionesfeniciasdel Hierro Uno,Tarté-sico u Orientalizantey mantienensu continuidadtantoen el mundo ibero-turdetano,como,de forma másex-clusiva,en el OccidentePeninsular(Aubet, 1976/1978,figs:2 y 3; PereiraSieso, 1988 y 1989).Porello cataloga-mosestos tipos (X, Xl, XII y XIII) como produccioneslocales,reflejo, comolas grandesvasijasde almacén,delas penetracionesque las cerámicasy gustosfeniciostu-vieronsiglosantesporlas rutasoccidentales.

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288 LUIS BERROCAL RANGEL

Porotraparte,y puntualmente,aparecenformastípi-casde valle del Guadalquivirqueconsideramosimpor-tacionesjunto conlos escasosvasosde «barniz»o engo-be rojo. Asombrala pocapresenciade estasrelaciones,especialmentesi se tieneen cuentael conceptode pro-ximidadgeográfica.

Porúltimo quedareferirquelas PIEZASMETALICASno sólo ratifican las mismasrelacionespeninsularessinoquealgunoselementosapuntanconexionescon el centrodeItalia, Etruria,Liguriay la Galiameridional(1).

El componenteitálico comienzaa ser valorado deformanovedosao importanteen la Protohistoriapenin-sular. Observamoscerámicasy decoracionessimilarescon los, muy anteriores,círculos de Golaseccao Este,junto con unapresenciamayorde los elementosetrus-coso cercanosa estefoco, desdela orfebreríaa la toréu-tica en bronce,el armamentoconocidoen esculturadepiedra, o incluso en la misma coroplásticade Garváo(Maluquer de Motes, 1987-a,54-60; Berrocal, 1989-a;Negueruela,1990;véaseLa presenciade Material Etrus-co enla Penínsulaibérica, Remesaly Musso,coords.).Enestesentidocobra especialconsideraciónlos comenta-nosquerealizó JavierDe Hozsobreun cierto trasfondocomún entre las creenciasy rituales descritosy docu-mentadosentrelos lusitanos,y las conocidasen el mun-do italico del Lacio:

‘<Con la llegadade Romaalas zonasde Hispaniahabitadaspor pueblosindoeuropeosse produjo unreencuentroa travésde los siglos,a pesardeque semanifestasecomoenfrentamientoviolento.En últi-motérminoerael enfrentamientodelo quela he-

(1) Corregidaslasúltimas pruebasde estelibro hemosreconocidola presenciadeun colgantedemúltiplesvástagosdebronceenel nivel3/4 deCapote(calle) yen el mismodepósitoA, idénticoal docunseniocomo“hallstáttico” enelPobladodeColí delMoro (Tarragona),enes-quemasalpinosynorditálicosde tipo “Albate” (Vilaseca,1953, Cal/rIelMoro, lám. tV. t; Ridgway, 1979, “The EsteandGolaseccaCultures”,fig. 32.9;Ruiz Zapatero,t985, 978-979.La importanciade tan indudableasociaciónestribaen la confirmaciónde lasrelacionescon los Camposde Urnas tardíosCatalanesqueotraspiezasdeldepósito(figurita laminarde bóvido, pulseradehilo torcido)y elmismoestilode lacerámicaa man’>habíanapuntado.

rencia indoeuropearepresentabaen dos pueblosaferradosa viejas tradiciones,peroaisladoel uno,miembroya el otro del ámbitomediterráneo.><

(DeHoz, 1986,49.)En CONCLUSION,del análisispormenorizadodel ti-

po y dispersióndesu culturamaterial,delas citasy ob-servacionescontemporáneasy dela presenciade un es-tilo decorativo, principalmente reflejado en lascerámicaslocales,es posible afirmar la personalidadcultural específica,denaturalezay raigambreindoeuro-peay occidental,delas poblacionesnativashispanocel-tasqueocuparon,al menos,desdefinalesel siglo V a. C.lascuencasdel Sadoy Guadiana.

Estecontexto,queaparececonsu máximapujanzaen-tre los siglos IV y II, representa,al menos,el reflejo deunanuevacombinaciónde rasgosculturalesy étnicosen-tresuspoblaciones.Ello pudoserdebidono sóloa la re-valorizacióndelos componentesculturalesindígenastrasla caídadeTartessosy el fin del «dominio’ orientalsobrelas tierrasinterioresde Extremaduray el Alentejo, sinotambiéna la incorporaciónmasivade elementoscultura-les foráneos,cuyosmás cercanosparalelosencontramosenla CuencaMediadel Duero,aunquese constatenrela-cionesy convergenciascon todoel restodela Penínsulay, másallá,conel centro-surfrancése Italia.

Se va confirmandoasí la tradicióntardíarecogidaporPlinio sobreel origen celtibéricodelos Célticosde am-bas orillas del Guadiana(de los que fueron englobadosen la Lusitania y en la Beturia romana),procedenciaqueparececoncretarseen ambientespreo proto-celti-béricosde ámbitosarevacos,y no belos comosuperfi-cialmentepudierasuponerse(por la concordanciadetopónimoscomoNertóbrigao Segeda).

La lenguareflejadaen las inscripcioneslatinas, suscreencias,costumbresy probablesociedad<igualitaris-ta’>, el tipo dehábitatpre-urbanoy, sobretodo, la singu-laridad de un estilo, en muchospuntos tan cercanoalconocidoen la cuencadel Duero,permitenconfirmar lavalidezde nuestrasconclusionesy plantearnuevasvíasdeactuaciónparaun futuro próximo.