vidal, senen, pablo, de tarso a roma. santander, sal terrae, 2007

Upload: diana-quiroga

Post on 04-Jun-2018

216 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    1/128

    Seen Vidal

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    2/128

    i ColeccinPRESENCIA TEOLGICA S E N N V I D A L

    P a b l oD E T A R S O A R O M A

    rg n E D I T O R I A L SA L TERRAEIMS SANTANDER,2007

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    3/128

    Queda prohibida, salvo excepcin prevista en la ley, cualquier forma de reproduccin, distribucin, comunicacin pblica y transformacin de esta obra sin contarcon la autorizacin de los titulares de la propiedad intelectual. La infraccin de losderechos mencionada puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual(arts. 270 y s. del Cdigo Penal).

    2007 by Editorial Sal TerraePolgono de Raos, Parcela 14-139600 Maliao (Cantabria)Tfno.: 942 369 198Fax: 942 369 [email protected] www.salterrae.es

    Diseo de cubierta:Fernando Pen / Con las debidas licenciasImpreso en Espaa. Printed in SpainISBN: 978-84-293-1716-9Dep. Legal: BI-2007-07

    Impresin y encuademacin:Grafo, S.A. - Basauri (Vizcaya)

    ndicePresentacin 11

    I . LOS ORGENES1. La cues t in docum enta l 17

    1.1 . Los docum entos l i terarios 171.2. El libro de los He chos 19La imagen de Pablo en Hechos 2 12 . El marc o b iogrf i co 2 8

    2. 1 . El marco cronolgico 282.2. El encuadre vi ta l 292 .3 . El encuadre socia l 313 . Los orgenes judeoh eleni s tas 3 4

    3. 1 . Las not ic ias 343.2 . Pablo y Jerusaln 363.3. La base judeohe lenis ta 384 . El confl i cto con e l mov imiento cr i s t iano 4 0

    4. 1 . El confl ic to de Dam asco 404.2 . El carct er del conflicto 434 .3 . Las razones del confl ic to ,454.4 . El escenario his tr ico 49

    http://salterrae.es/http://www.salterrae.es/mailto:[email protected]:[email protected]:[email protected]://www.salterrae.es/http://salterrae.es/
  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    4/128

    II. LA MISIN DEPENDIENTE5. La gran revelacin 53

    5.1. Los testimonios 535.2. El sentido de la revelacin 545.3. La revelacin proftica 566. En la comunidad de Dama sco 586.1. La misin en Arabia 586.2. La huida de Damasco 616.3. La visita a Jerusaln 627. En la comunidad de Antioqua 64

    7.1. El traslado a Antioqua 647.2. La actividad en la comunidad antioquena 66Lafuente sobre la misin paulina en Hechos 68

    8. La asamblea de Jerusaln 718.1. Los testimonios 718.2. La historia del acontecim iento 728.3. La asamblea plenaria 758.4. La negociacin con las autoridades 768.5. El efecto de la asamblea 78

    9. El lugar de Pablo en el cristianismo 809.1. La estrategia misional judeocristiana 809.2. La estrategia misional helenista 839.3. Los orgenes del cristianismo helenista 849.4. El suelo de Pablo 89Las tradiciones sobre los helenistas en Hechos 91

    III. LA MISIN AUTNOMA: COMIENZOS10 .El origen de la misin autnoma 9710.1. El conflicto de An tioqua 9710.2. La evolucin del movim iento cristiano 10110.3. El inicio de la nueva misin 10111 .La primera etapa de la misin autnoma 104

    11.1. El viaje hacia Europa 10411.2. La misin en Galacia 10511.3. La misin en Macedonia 10611.4. La misin en Acaya 10712 .La primera carta misional 11012.1. El origen de la carta 11012.2. La carta de exhortacin 11112.3. La nueva existencia mesinica 114

    IV. LA MISIN AUTNOMA: MADUREZ13 .La segunda etapa de la misin autnoma 119

    13.1. La misin en Asia Menor 11913.2. Las crisis en Galacia 12213.3. La crisis en Corinto 12313.4. La prisin en Efeso 12613.5. Las calamidades de la misin 12714 .La crisis de las comunidades glatas 131

    14.1. La carta a las comu nidades de Galacia 13114.2. El discurso apologtico 13314.3. El pueblo mesinico universal 13414.4. La nueva vida mesinica 13715.La primera correspondencia con Corinto 139

    15.1. La primera carta de advertencia (Cor A) 13915.2. La contestacin a la carta corintia (Cor B) 141

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    5/128

    15.3. La defensa de la misin paulina (Cor C) 14215.4. La carta de lgrimas (Cor D) 143La composicin de 1 y 2 C orintios 145

    16 .La socializacin intracomun itaria 15016.1. La prctica de la misin 15016.2. Las celebraciones comu nitarias 15316.3. La esperanza mesinica 15717.La socializacin en la vida urbana 15917.1. Los pleitos 15917.2. Los banquetes sagrados 16017.3. La sexualidad y el matrimo nio 16217.4. El nuevo patronazg o 165

    18 .La correspondencia con Filipos 16718.1. La carta de agradecim iento (Flp A) 16718.2. La carta de amistad (Flp B) 17018.3. La nueva existencia mesinica 171La com posicin de Filipenses 17319 .La carta a Filemn 175

    19.1. La carta de intercesin por un esclavo 17519.2. La nueva socializacin mesinica 177

    V. LA MISIN AUTNOMA: CONCLUSIN20. La colecta para Jerusaln 18120.1. El viaje de la colecta 18120.2. El sentido de la colecta 18320.3. La historia de la colecta 185

    21. La reconciliacin con los corintios 18821.1. La carta de reconciliacin (Cor E) 18821.2. La carta a las comunidades de Acaya (Cor F) 189

    22. La carta a la comunidad de Efeso 19222.1. La carta de recomendacin para Febe (Rom A) 19222.2. La socializacin mesinica 193La composicin de Romanos 195

    23 .La ltima carta de Pablo 19723.1. La carta a la comunidad de Roma (Rom B) 19723.2. El testamento de Pablo 19923.3. El pueblo mesinico ecumnico 20123.4. La nueva vida mesinica 203

    24.El destino de la misin paulina 20524.1. El final de Pablo 20524.2. La herencia paulina 207

    Suplementos 2111. Croquis de la vida de Pablo 2132. Cartas originales de Pablo 2263. Mapa de la misin paulina 240Bibliografa 243

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    6/128

    Presentacin

    a) El objeto de este libro es la historia de Pablo de Tarso*. Lo queequivale a decir que est dedicado a un episodio fundamental de lahistoria del cristianismo naciente. Porque es precisamente en ese horizonte del movimiento cristiano antiguo donde se muestra el singular relieve de la figura y la misin de Pablo. Tres son sus rasgos especialmente destacados:- Pablo se encontr con el movim iento cristiano cuando ste se hallaba en los albores mismos de sus orgenes. El radical enfrenta-miento que ese encuentro provoc en un comienzo se convirtipronto, de modo sorprendente, en una acogida entusiasta. Eso suceda en los inicios de la dcada de los aos 30 en Damasco, muypoco desp us de la crucifixin de Jess el Galileo en Jerusaln**.El final del nuevo camino iniciado entonces por Pablo lo marcviolentamente su ejecucin en Roma, que, segn la reconstruccin cronolgica ms probab le, habra que fijar en el ao 58. Estoquiere decir que la figura de Pablo abarc la primera generacincompleta del cristianismo, es decir, la poca ms decisiva de

    aquel movimiento mesinico, cuando tuvo que abrirse camino en

    * El libro trata directamente la dimensin histrica de la figura y la misin dePablo. Complementa as mis dos estudios anteriores: Las cartas originales dePablo(Trota, Madrid 1996), dedicado a la reconstruccin y al anlisis de los textos paulinos, y El proyecto m esinico de Pablo (Sigeme, Salamanca 2005), donde abord de un modo sistemtico la estructura y la trama del proyecto paulino.** En el suplemento Croquis de la vida de Pablo, al final del libro, se encuentrala reconstruccin cronolgica detallada de la vida de Pablo. Ese suplemento puede servir de gua y de compendio para toda la exposicin a lo largo del libro.

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    7/128

    la historia y echar las bases de su configuracin como tal movimiento religioso y social.- Obv iamente, esa presencia de Pablo en el cristianismo de los orgenes no fue la de un simple testigo, sino la de un actor cualificado y, en varios aspectos, nico. En correspondencia con su origenen el judaismo helenista, Pablo estuvo ligado a la corriente cristiana helenista, esto es, a la que desde lo primeros momentos seabri al mundo gentil y fue creando pequeas comunidades me-sinicas en las grandes ciudades de la cuenca del Mediterrneo.Es ms, pronto se convirti en la figura ms representativa y consecuente dentro de esa corriente. Eso le proporcion un ampliocontacto, aunque no siempre exento de fricciones, con diferentesposicionamientos dentro de esa variada corriente cristiana. PeroPablo tuvo tambin que relacionarse con la corriente judeocris-tiana ligada al judaismo, que estaba centrada en la misin al pueblo de Israel y cuya comunidad ms representativa era la deJerusaln. Tampoco esa relacin se vio libre de dolorosos desen

    cuentros y enfrentamientos. Todo esto descubre un nuevo rasgoespecial de la figura de Pablo, ya que en ella resuena con gran impacto la pluriforme historia del cristianismo de los orgenes.- El tercer rasgo singular de Pablo apunta a algo del todo decisivo.Porque se trata del nico personaje del cristianismo naciente cuyos escritos se nos han conservado. Sus cartas autnticas, todasellas escritas al ritmo de la problemtica misional, surgieron entre los aos 50 y 55, es decir, entre veinte y veinticinco aos despus de la muerte de Jess. Son, as, los nicos escritos que seconservan de la primera generacin cristiana. Y, de este modo, representan los documentos clave y absolutamente imprescindiblespara la reconstruccin del movimiento cristiano ms antiguo. Porsupuesto que son tambin los documentos fundamentales para lareconstruccin histrica de la vida del mismo Pablo.b) El libro est estructurado conforme a las diversas etapas que sedescubren en el camino histrico de Pablo. Pero es evidente que en lafijacin de esa estructura est implicada ya una importante opcincon respecto a la interpretacin de la figura de Pablo. En el decursode la exposicin se ir justificando la secuencia de los diversos paso s.

    _ La primera parte del libro (I) se dedica a los orgenes de Pablo.Despus de resear la delicada cuestin documental, fija el marco general de la vida de Pablo y concreta sus orgenes en el judaismo helenista. El conflicto con el naciente movimiento cristiano marca el final de la vida de Pablo dentro del judaismo y apunta a su existencia posterior como miembro de aquel movimientomesinico anteriormente perseguido.- La segunda parte (II) describe la poca de la misin paulina de pendiente de las comunidades cristianas helenistas de Damasco yde Antioqua. El origen de esa poca estuvo en la experiencia re-velacional de Pablo sobre la inauguracin de los tiempos mesi-nicos aorados en la persona de Jess de Nazaret, el mesas crucificado. Se trat de la poca misional ms larga, de aproximadamente 16 aos de duracin (33-49 d.C). Pero no se dio an enella una misin autnoma de Pablo ni tampoco, por consiguiente,surgieron entonces comunidades propiamente paulinas. En esetiempo, Pablo era un simple miembro, aunque ciertamente desta

    cado, de aquellas comunidades cristianas helenistas y, en cuantotal, ejerca tambin la actividad misional. Las comunidades quesurgan de esa misin estaban ligadas, a travs de Pablo, a aquellas comunidades en cuyo nombre ste misionaba.- Las tres ltimas partes del libro (III-V) siguen paso a paso la misin autnoma de Pablo, cuyo punto de arranque fue su conflictocon la comunidad de Antioqua, y su final, su muerte violenta enRoma. Esta poca abarc un tiempo relativamente corto, aproximadamente 9 aos en total (49-58 d.C), de los cuales hay que

    descontar, en cuanto a la actividad misional propiamente dicha,los tres ltimos aos, en los que Pablo estuvo prisionero. Fue enesa poca cuando surgieron las comunidades especficas paulinasen las regiones de Asia Menor y de Grecia, y tambin cuando seescribieron todas las cartas autnticas de Pablo. Es, por tanto, lapoca misional ms importante. Se distinguen en ella tres etapas:la de los comienzos,con la misin en Galacia y en Grecia (III), lade la madurez, con la amplia misin en feso y en Asia Menor(IV), y la de la conclusin, con la realizacin de la colecta paraJerusaln y el final de Pablo (V).

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    8/128

    LOS ORGENES

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    9/128

    / La cuestin documental

    A N T E S de comenzar la exposicin de la historia de Pablo es imprescindible resear la cuestin sobre los documentos literarios en que sefunda. Se trata, en efecto, de una cuestin bsica que acompaar decontinuo la labor de reconstruccin histrica que se haga en el libro.Ser, pues, a lo largo de l cuando se ir dando respuesta concreta aesa espinosa cuestin. En este captulo inicial se hacen slo algunasindicaciones de carcter general, al menos para fijar la posicin delautor de este libro.1.1. Los documentos l i terariosLos datos clave para la reconstruccin histrica de la vida de Pabloson, sin duda alguna, los aportados por los documentos literarios, yaque son stos los que prestan la voz precisa y concreta al resto de datos arqueolgicos. Pero los documentos literarios sobre el tema sonde dos tipos bsicos: las cartas autnticas de Pablo y el resto de escritos, entre los cuales ocupa un lugar destacado el libro de losHechos de los Apstoles. El problema surge cuando se compruebanlas evidentes diferencias entre esos dos tipos de documentos con respecto a la imagen que presentan de Pablo. Es entonces cuando se impone como una labor imprescindible la comparacin detenida entrelos diversos datos de los documentos y la valoracin crtica de losmismos.a) Parece lgico pensar que la primaca documental la tienen lascartas autnticas de Pablo. Lo cual no significa que stas sean testimonios histricos puros, de tipo asptico, ya que tambin en ellas se descubren intereses especiales que condicionan su visin sobre la reali-

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    10/128

    dad histrica. Con todo, s se puede afirmar en buena lgica que esosescritos de Pablo, en cuanto documentos de primera mano, tienen unvalor testimonial y de credibilidad mucho mayor que el resto de documentos, no de primera mano.Las cartas autnticas de Pablo fueron escritas en un perodo limitado y relativamente corto de la misin paulina: en la primera mitadde la dcada de los aos 50, durante la poca de la misin autno ma*.Todas ellas tienen un carcter eminentemente misional,ya que su origen se debi a situaciones especiales de la misin, y su finalidad fuela solucin de algunos problemas de las comunidades o de la mismaactividad misional de Pablo. La primera carta fue la dirigida a la comunidad de Tesalnica en el verano del ao 50 (1 Tes). A sta siguieron la carta a las comunidades de Galacia, en el verano de 52(Gal), la amplia correspondencia con la comunidad de Corinto, desdeel otoo de 52 hasta el verano de 54 (conservada en 1y 2 Cor), la correspondencia con la comunidad de Filipos, desde finales de 53 hastacomienzos de 54 (conservada en Flp), la carta a Filemn, a comienzos de 54 (Flm), la carta a la comunidad de feso, a comienzos de 55(Rom 16) y la carta a la comunidad de Roma, en la primavera de 55,el ltimo escrito conservado de Pablo (Rom 1-15).b) El segundo tipo de documentos est representado por los escritosde la escuela paulina posterior, por el libro de los Hechos de losApstoles y otros documentos de la literatura cristiana antigua, especialmente los Hechos de Pablo y Tecla, un escrito apcrifo de finalesdel siglo II d.C. En la base de esos documentos hay una informacinde muy diverso calibre y valor histrico para la reconstruccin de lafigura de Pablo.

    En ocasiones, se descubren en ellos tradiciones especiales conser-| vadas por las comunidades paulinas, con importantes recuerdos hist-* ricos sobre la vida y la misin de Pablo. Pero tambin es evidente en ellos el influjo de la incon trolable leyenda popular sobre aquel famo- so personaje de los primeros tiempos cristianos. Los orgenes de esa=5 leyend a se remo ntan a la mism a vida de Pablo , segn testifica Ga 1,13.23, al hacer referencia a lo que se oa contar sobre l. Com o to-

    * Visin general, en el suplemento 2, Las cartas autnticas de Pablo, al fina l deesta obra.

    da leyenda popular, tambin sa sobre Pablo fue engrosndose despus de la muerte de ste por medio de la incorporacin de motivos tpicos sobre la figura del hombre santo y carismtico, respondien do asa los intereses especficos del cristianismo de cada poca. C onsecuentemente, la valoracin de la informacin histrica conservada en esosdocumentos debe ser suficientemente crtica. Un medio decisivo paraello es, sin duda, la comparacin con las cartas autnticas. Se trata ah,claro est, de una labor delicada y en la que se debe conjugar la visinde detalle con la visin general del conjunto, teniendo en cuenta el carcter y la intencionalidad de cada documento.1.2. El libro de los HechosEs de especial importancia la valoracin crtica del libro de losHechos de los Apstoles, ya que se trata del escrito del cristianismoantiguo que contiene ms datos sobre la vida de Pablo**.a) Es indudable que el libro de los Hechos aporta importantes noticias histricas sobre los orgenes, la cronologa, la actividad misionaly el final de Pablo. Esa valiosa informacin se deriva, ante todo, delas numerosas tradiciones utilizadas por esa obra, cuyo autor las tom, probablemente, de las comunidades paulinas de Asia Menor hacia finales del siglo I, ya que en ese mbito geogrfico y temporal habra que fijar el origen de la obra. El libro de los Hechos es, entonces,un documento absolutamente imprescindible para la reconstruccinhistrica de la vida de Pablo. Sus importantes datos sirven en muchasocasiones para fijar y completar la limitada informacin aportada porlas cartas autnticas. En ese sentido sern utilizados y valorados a lolargo del presente libro.b) Pero el libro de los Hechos da tambin otras muchas noticias queparecen claramente sospechosas, ya que no coinciden con los datosde las cartas autnticas, cuando no los contradicen expresamente,bien porque presentan de un modo diferente las noticias comunes oporque aducen otras nuevas de un talante muy diverso. En ocasiones,

    En el amplio apndice La imagen de Pablo en Hechos al final de este captulo,se darn ms detalles que complementen las escuetas indicaciones siguientes.

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    11/128

    eso parece deberse al alargamiento con motivos tpicos de la leyendapopular. Pero en otras ocasiones se debe, sin duda, a los intereses especiales que aparecen a lo largo de toda la obra de los Hechos. Esosintereses se pueden enmarcar en una doble tendencia apologtica: lade la apologa intracristiana, o de defensa de la comunidad frente ala amenaza de divisin interna y de tergiversacin de la tradicin, y lade la apologa extracristiana, o de defensa de la comunidad frente ala hostilidad de fuera. A esa doble perspectiva apologtica de Hechosse debe en gran medida la imagen de Pablo en esa obra, cuyos rasgosse concentran, a mi entender, en tres fundamentales.- Conforme a su inters apologtico de presentar el cristianismo como un movimiento religioso social y polticamente aceptable, ellibro de los Hechos describe a Pablo, el personaje principal de sunarracin, como una figura socialmente respetable e incluso relevante. Ah se enmarcan las noticias sobre la ciudadana romanahereditaria de Pablo, sobre el respeto con que las autoridades civiles lo tratan de continuo en su misin, debindose la hostilidadque frecuentemente sufre al hostigamiento por parte de los judios,y no a la intervencin directa de esas autoridades civiles.- A ese mismo inters apologtico de Hecho s corresponde tambinsu presentacin de Pablo como una figura religiosa venerable. Seencuadran ah las noticias sobre la educacin de Pablo en Jerusa-ln y su pertenencia al movimiento fariseo, viviendo incluso durante su existencia cristiana como un autntico judo piadoso.Tambin hay que resear en ese marco las noticias sobre los milagros, hechos portentosos y visiones de Pablo, que lo caracterizan como un hombre carismtico, con poderes taumatrgicos y

    i especialmente guiado por la divinidad,Pero quiz el rasgo ms importante de la imagen de Pablo enHecho s se debe al inters apologtico intracristiano de la obra, para la que Pablo es una figura garante de la tradicin y la unidaddel movimiento cristiano de los orgenes, frente a la amenaza detergiversacin y divisin de la comunidad cristiana del tiempo enque escribe el autor de la obra. A ese inters fundamental deHechos se debe su presentacin de Pablo como una figura en dependencia y en total acuerdo con los doce apstoles, ligadaadems a la comunidad de Jerusaln ya desde los inicios y orga-

    oa:

    OO

    20

    nizadora de la iglesia oficial tpica del tiempo del autor deHechos. Por ese mismo inters, y en correspondencia con su imagen de unidad del cristianismo de los orgenes, el libro de losHechos elimina los motivos conflictivos de Pablo con otros grupos cristianos, una veces silenciando sin ms las tensiones, y otrastrivializndolas o camuflndolas.* * *

    APNDICE:L A IMAGEN DE PABLO EN HECHOS

    / . La aportacin histricaEs evidente que el libro de los Hechos de los Apstoles aporta impo rtantes noticias histricas sobre la vida de P ablo. stas se derivan, antetodo,de lastradiciones utilizadas por esa obra, como el relato sobre laconversin de Pablo (Hch 9,1-19; misma tradicin en 22,3-21 y 26,9-18), la fuente sobre la misin paulina (base de Hch 13,4-21,34: cf. elapndice del cap. 7 del presente libro), el relato sobre la asamblea deJerusaln (Hch 15,1-35) y otras tradiciones sueltas.Entre esas noticias fidedignas se cuentan algunas referentes a losorgenes de Pablo: nacimiento en Tarso (Hch 9,11; 21,39; 22,3), doble nombre de S aulo (hasta Hch 13,9) y de Pablo (a partir de Hch13,9), oficio artesanal (Hch 18,3)... Pero tambin hay un buen nmero de noticias muy valiosas sobre la vida po sterior de Pablo: conversin ligada a la comunidad cristiana de Damasco; pertenencia de Pablo a la comunidad cristiana de Antioqua y participacin en la actividad misional de esa comunidad; causas de la asamblea de Jerusaln; itinerarios y detalles sobre la misin paulina y sobre el viaje dela colecta para Jerusaln; datos de cronologa, especialmente el decisivo de la fijacin de la estancia de Pablo en Corinto durante el gobierno de Galin como procnsul de la provincia romana de Acaya;noticias sobre el proceso de Pablo en Jerusaln y Cesrea y sobre sufinal en Roma.El libro de los Hechos es, pues, un documento imprescindible pa ra la reconstruccin histrica de la vida de Pablo. No en vano la misin paulina ocupa la mayor parte de la narracin de esa obra histo-

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    12/128

    riogrfica, que se escribi probablem ente hacia finales del siglo I dentro del mbito de las importantes comunidades paulinas de AsiaMenor, y concretamente dentro de la comunidad de feso. De esascomunidades paulinas tom el autor de Hechos la tradicin que utiliza sobre Pablo. La valiosa informacin de esa obra es, por tanto, absolutamente necesaria para ampliar la informacin aportada por lascartas autnticas y para rellenar muchas de sus lagunas.2. Los rasgos de la imagenSin embargo, tambin es claro que el libro de los Hechos se distanciae incluso contradice expresamente, en bastantes ocasiones, los datosde las cartas autnticas de Pablo. En algunos casos, eso parece deberse a la introduccin de motivos tpicos de la leyenda popular. Pero enotros casos se debe a intereses especiales de la obra y que, a mi entender, cuadran con su tpica tendencia apologtica.a) El personaje social respetable- La noticia sobre la ciudadana romana hereditaria de Pablo (Hch16,37-38; 22,25-29; 23,27) es claramente sospechosa. No se conforma con los datos de las cartas y, por otra parte, trasluce el tpico inters apologtico de Hechos de presentar al personaje principal de su narracin como una figura socialmente respetable e incluso relevante (p. 19).- Dentro de ese mismo inters apologtico se enmarcan las diversasnoticias en Hechos sobre el respeto que las autoridades civilesprestan a Pablo. Esa obra presenta la hostilidad que sufre Pablo

    | como debida fundamentalmen te al hostigamiento por parte de los judo s. Las autoridades civiles no hacen caso de las acusacioneso (Hch 18,12-17; 19,23-40, 22,22- 29; 23,29-30) o se disculpan de^ sus intervenciones hostiles (Hch 16,19-39; 22,22- 29). Segn eso,Pablo podra incluso haber sido absuelto en Cesrea, si no hubie-o ra recurrido al tribunal central del emperado r (Hch 25,18 -21.25- 27; 26,31-32 ). Es cierto que Pablo mismo afirma que sufri hostilidad por parte de los judos (Ga 5,11; 2 Cor 11,24.26). Pero, encontra de lo que dice Hechos, una amplia parte de la hostilidad levino directamente de las autoridades civiles. As, concretamente,la persecucin en Damasco la sufri por parte del gobernador del

    rey nabateo (2 Cor 11,32-33), no por parte delosjudo s, como afirma Hch 9,23-25. Precisamente por razn de su tendencia apologtica, el autor de Hechos silencia algunos casos importantes de ho stilidad contra Pablo por parte de las autoridades civiles, como laprolongada prisin en Efeso, qu e hay que inferir desde las noticiasde las cartas, lo mismo que la condena y la ejecucin en Roma.b) La figura religiosa venerable- La noticia de Hecho s sobre la educacin de Pablo en Jerusaln,que contradice los datos de las cartas, se debe, con toda probabilidad, al inters apologtico de caracterizar a Pablo como una figura religiosa venerable (pp. 21-22).- Ese mismo inters apologtico trasluce la noticia sobre Pablo fa riseo (Hch 23,6; 26,5), que est estrechamente relacionada con laanterior (cf. cap. 3.2.b).- Con las noticias anteriores concuerda la presentacin que el librode los Hechos hace de Pablo, incluso durante su poca cristiana,como un tpico judo piadoso que circuncida a Timoteo (Hch16,3) y que hace un voto de nazireato (Hch 18,18). Esas noticiasno parecen reflejar la realidad histrica, sino el inters del autorde Hechos.- Cuadran tambin en este contexto los numero sos relatos de He chos sobre milagros y hechos portentosos de Pablo, que lo marcan como un hombre carismtico con poderes taumatrgicos: as,el episodio sobre Pablo y Elimas (Hch 13,6b-12), la curacin deun invlido en Listra (Hch 14,8-11), el episodio sobre la mucha

    cha adivina en Filipos (Hch 16,16-18), la liberacin de Pablo ySilas de la crcel en Filipos (Hch 16,25-34), el episodio sob re lossiete exorcistas hijos de Escevas (Hch 19,11-16), la resurreccinde Eutiquio (Hch 20,7-12), la inmunidad contra el veneno de lavbora (Hch 28,3-6)... Ese rasgo portentoso es tpico de la venerable figura religiosa, pero no parece cuadrar con la imagen dePablo que nos transmiten sus cartas, especialmente la correspondencia con la comunidad de Corinto, donde Pablo polemiza contra unos misioneros cristianos de tipo carismtico llegados a aque lla ciudad y que estaban encandilando a la comunidad all radicada (cf. cap. 16.1.).

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    13/128

    - Muy cercano al rasgo anterior es el de las visiones recibidas porPablo, que hacen de l un personaje especialmente guiado por ladivinidad: as, adems de la visin de su conversin, que se narratres veces (Hch 9,1-19; 22,3-21; 26,9-18), la visin del Seor enel templo (Hch 21,17-21), la visin nocturna de un macedonio(Hch 16,9), la visin nocturna del Seor en Corinto (Hch 18,9-10). Da la impresin de tratarse tambin ah de la aplicacin aPablo de un rasgo tpico de la figura carismtica santa, ya que lavaloracin del Pablo histrico sobre ese tipo de visiones no parece coincidir con la del autor de Hechos (cf. 2 Cor 12,1-7).

    - Un motivo de la religiosidad helenista aparece tambin en la declaracin que el Pablo del libro de los Hechos hace sobre el evangeliocristiano como cumplimiento incluso de la religiosidad gentil(Hch17,22-31), algo que no parece cuadrar con la dura acusacin delPablo histrico contra la religiosidad pagana (R om1,18-32).c) El garante del movimiento cristianoUn rasgo fundamental para el inters apologtico intracristiano deHechos es su presentacin de Pablo como un a figura garante de latradicin y la unidad del movimiento cristiano de los orgenes, frente ala amenaza de tergiversacin de la tradicin y de divisin de la comunidad cristiana del tiempo en que se escribe la obra. El testimonioms explcito e importante de ese inters es el discurso de despedidaque el autor de Hechos pone en boca de Pablo al despedirse en Miletode los presbteros de la comunidad de feso, dndoles recomendaciones para el tiempo de despus de su muerte (partida), que, conforme al gnero del discurso de despedida, es precisamente el tiempoactual en el que escribe el autor (Hch 20,17-38). Los aspectos de eserasgo de la imagen de Pablo son muy numerosos.- Uno importante es la descripcin que Hechos hace de Pablo comouna figura en dependencia y en total acuerdo con los doce apstoles,que, en cuanto testigos oculares de la vida de Jess (Hch 1,1-2.21-22), son los garantes b sicos de la tradicin cristiana. Para elautor de Hechos, Pablo no tiene la categora de apstol com o losdoce; el trmino en Hch 14,4.14 se debe, probablemente, a unafuente tradicional utilizada por H echos y no tiene el mismo significado que en el resto de la obra. Pablo aparece, adems, ligado a

    los doce, especialmente a Pedro, representante del grupo, y proclamando en sus discursos misionales lo mismo que Pedro. Esosdatos estn en flagrante contradiccin con las cartas autnticas, enlas que Pablo se da el ttulo de ap stol y afirma su independencia con respecto a los doce ya desde el primer momento de su misin (Ga 1,17), llegando incluso a enfrentarse pblicamente aPedro en el conflicto de Antioqua (Ga 2,11-14), hecho que fue elpunto de arranque de su posterior misin autnoma.Estrechamente relacionado con el motivo anterior est el de la ligazn de Pablo con la comunidad de Jerusaln, ya que esa comunidad, donde estn los doce apstoles, es para Hechos la quegarantiza la tradicin y la unidad d el cristianismo de los orgen es.Se trata de un motivo muy realzado en el libro de Hechos, peroque est en abierta oposicin a los datos de las cartas de Pablo.* Tomando pie de la fijacin de Pablo en Jerusaln, por haber recibido su educacin en esa ciudad, el libro de los Hechos localiza en Jerusaln y su entorno la persecucin del cristianismo por parte de Pablo (Hch 7,58; 8,1.3; 9,1-2.13-14.21; 22,4-5;26,9-11). Al autor de Hechos no le queda otra posibilidad delocalizacin, ya que para l, en esos tiempos primeros, sloexisten grupos cristianos en Jerusaln y en su entorno . Pero esedato est en contradiccin con Ga 1,22-23, que afirma el desconocimiento personal de Pablo por parte de las comunidadesde Judea, entre las que se incluye la de Jerusaln.* Relacionad a con la noticia anterior est la de la conversin dePablo. El libro de los Hechos utiliza una tradicin en Hch

    9,3b-19a, comentndola y alargndola con nuevos motivos ycon diversas variantes, por cierto no coincidentes entre s, enlos discursos puestos en boca de Pablo en Hch 22,3-21 y 26,9-18. Con toda probabilidad, la tradicin original localizaba laaparicin en Damasco, donde Pablo habitaba y donde, comomiembro destacado de la sinagoga local, persegua a la comunidad cristiana de la ciudad. Pero el autor de Hechos, en congruencia con su localizacin de Pablo en Jerusaln, escenificala aparicin en un viaje de Pablo de Jerusaln a Damasco paraperseguir a la comunidad cristiana de esta ltima ciudad con laautorizacin del sumo sacerdote.

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    14/128

    * Tambin despus de su conversin, el libro de los Hecho s sigue presentando a Pablo ligado a la comunidad de Jerusaln.El texto de Hch 9,26-30 habla de un contacto de Pablo con losapstoles de Jerusaln y de su misin en esa ciudad. Peroesas noticias estn en contra de la declaracin solemne delmismo Pablo en Ga 1,18-20,donde afirma que, con ocasin desu visita a Jerusaln para conocer a Pedro permaneci en laciudad slo quince das y se encontr nicamente con Pedro ycon Santiago, el hermano del Seor.* La noticia sobre el viaje de Pablo a Jerusaln para llevar laayuda de la comunidad de Antioqua (11,27-30; 12,25) est encontradiccin con las afirmaciones de Ga 1,18 y 2,1, que excluyen esa visita de Pablo a Jerusaln, intermedia entre la indicada en Hch 9,26ss, coincidente con la de Ga 1,18-20, y lanarrada en Hch 15,2ss, coincidente con la de Ga 2,1-10. Muyprobablemente, la noticia sobre esa ayuda antioquena a la comunidad de Jerusaln en ese momento es una construccin delautor de Hechos para realzar la conexin de la comunidad deAntioqua con la de Jerusaln.* Tambin el dato de pasada en Hch 18,22 sobre una visita dePablo a Jerusaln, para iniciar desde all un nuevo viaje misional, da la impresin de ser construccin del autor de Hechos,sealando as que la misin de Pablo segua ligada a la comunidad de Jerusaln.

    - Cuadra tambin en ese contexto la presentacin de Pablo enHechos como un organizador de la iglesia oficial: junto conBernab, designa en las comunidades a presbteros (Hch 14,23)y da instrucciones para el tiempo de despus de su muerte a lospresbteros, que son los obispos y pastores de la comunidad (Hch 20,17.28-29). Pero las cartas autnticas de Pablo no conocen tal tipo de organizacin ni esas figuras de dirigentes ecle-siales: nunca aparecen en ellas los presbteros, ni tampoco losobispos, ya que el trmino episkopoi, junto al de diakonoi, enFlp 1,1, designa (en el caso de que ese texto no sea una glosa posterior) a los encargados del servicio administrativo y caritativo dela comunidad. Por otra parte, la imagen eclesial de los pastoresy del rebao es de tiempos posteriores cristianos (Le 12,32;Hch 20,28-29; Ef 4 ,11; Heb 13,20; 1 Pe 2,25; 5,2-4).

    En correspondencia con su imagen de unidad del cristianismo delos orgenes, el libro de los Hechos elimina de su figura de Pablolos rasgosc onflictivos con otros grupos cristianos, bien silenciando sin ms las tensiones, bien trivializndolas o camuflndolas.* Un caso importante es el relato sobre la asamblea de Jerusalnen Hch 15,1-33. Segn el testimonio de Ga 2,1-10, ni la discusin en la asamblea discurri tan pacficamente ni el acuerdo en

    ella conseguido fue tan generalmente aceptado como da a entender el relato de Hechos (cf. el captulo 8 del presente libro).* Es tambin muy significativo el relato sobre ese conflicto enAntioqua. El autor de Hechos camufla el suceso presentndolo como una discusin entre Pablo y Bernab por causa deJuan Marcos (Hch 15,36-40), mientras que el acontecimientoreal, serio y de una gran trascendencia, lo describe Ga 2,11-14(cf. el captulo 10).* El autor de Hechos silencia lacolecta de las comunidades paulinas en favor de la comunidad de Jerusaln. Realmente se tra

    t de un acontecimiento muy importante en la misin dePablo, que le ocup mucho tiempo y esfuerzo. Sin embargo,Hechos no hace ninguna mencin de ella en el relato del viajefinal de Pablo a Jerusaln, aunque la fuente que la obra utilizas parece conocer el dato: a ella se refiere, probablemente, lalista de acompaantes de Pablo en Hch 20,4, que seran los delegados de las comunidades para la colecta, y la narracin deHch 21,18-26, que sealara las condiciones impuestas a Pablopor la comunidad de Jerusaln para poder aceptar la colecta.Slo posteriormente se hace una indicacin confusa y de pasada sobre esa colecta en Hch 24,17 (para traer limosnas a mipueblo). Creo que la razn de ese silencio de Hechos se debeprecisamente al hecho de que la colecta signific realmente unconflicto, algo que el autor de Hechos prefiere ocultar (cf. elcaptulo 20).

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    15/128

    ' /Elmarco biogrfico

    2.1. El marco cronolgicoNo hay ninguna noticia explcita sobre lafecha del nacimiento dePablo, pero se puede inferir una aproximada a comienzos del siglo I.En Filemn 9, una carta escrita durante su prisin en Efeso, probablemente el ao 54, Pablo se presenta como anciano, lo cual apunta, segn las expectativas de vida de aquel tiempo, que se hallaba ensu quinta dcada. Como su muerte hay que fecharla probablemen te enel ao 58, la duracin de la vida Pablo habra sido en torno a los 60aos*.Esa vida de Pablo qued dividida en dos grandes pocas por elcambio de vertiente que en ella signific su ingreso dentro del movimiento cristiano. Se trat de dos pocas cronolgicamente semejantes, ya que el cambio le alcanz a Pablo aproximadamente en la mitad del camino de su vida. Pero fueron, evidentemente, muy diferentes en cuanto a su sentido y tambin en cuanto a la informacin quetenemos sobre ellas. La primera fue la poca de su existencia en elmbito del judaismo helenista y abarc aproximadamente tres dcadas, desde comienzos del siglo I hasta el ao 33. La segunda -desdeel ao 33 hasta el ao 58- fue la poca de Pablo como miembro yagente misional del movimiento mesinico puesto en marcha porJess el Galileo.Estos datos cronolgicos resultan muy elocuentes al enmarcarlosdentro de la actividad misional de Pablo. Su misin dependiente, esdecir, la que Pablo efectu como miembro de las comunidades hele-

    Reconstruccin cronolgica detallada en el suplemento 1, Croquis de la vidade Pablo, alfinalde la presente obra.

    nistas de Damasco y de Antioqua, desde el ao 33 hasta el ao 49,tuvo lugar durante la poca de madurez vital de Pablo. Pero su misinautnoma, la de mayor actividad y dureza y que abarc desde el ao49 hasta el ao 58, la llev a cabo Pablo siendo ya anciano. Esoapunta al gran atrevimiento de Pablo, que queda an ms realzado porsu proyecto final de abrir un nuevo frente misional en el hemisferiooccidental del imperio romano, hasta alcanzar su punto ms extremo,Espaa (Rom 15,23-29), algo que, de hecho, no pudo realizar, porqueel decurso de su vida se cort violentamente con su muerte en Roma.2.2. El encuadre vitala) Las noticias cronolgicas anteriores apuntan a una complexinnaturalde Pablo ciertamente vigo rosa. Porque, adems de la edad, tuvo que soportar en su actividad misional itinerante multitud de calamidades y violencias, que incluso le provocaron una enfermedad crnica. Los testimonios ms explcitos de ello son las listas de calamidades (1 Cor 4,9-13; 2 Cor 4,8-9; 6,4-10; 11,23-33; 12,10; Rom8,35-36), en las que se incluyen numerosos peligros de muerte (2Cor 11,23-25). La grave enfermedad crnica que Pablo padeca (Ga4,13-15; 2 Cor 12,7-9) bien pudo estar ocasionada por esas calamidades y violencias sufridas. La impresionante actividad misionaldesarrollada por Pablo, a pesar de esas dificultades, implica que gozaba de una especial fortaleza fsica.b) El motivo anterior suscita la cuestin sobre elaspecto corporal dePablo. Creo que una indicacin valiosa en este tema es la acusacinde sus opositores corintios en 2 Cor 10,10, al afirmar que era dbilen cuanto a presencia corporal. Dentro del contexto de la polmicacorintia, esa acusacin se refera, sin duda, a la falta de prestancia enel porte de Pablo como orador, lo cual, segn las categoras de la retrica de aquel tiempo, implicara, adems de otras cosas, un aspectocorporal nada glorioso. De hecho, parece que Pablo era bajo de estatura, como da a entender Hch 14,12 al decir que la gente de Listraidentific a Bernab con Zeus, el dios supremo, y a Pablo con Her-mes, el dios mensajero. Algo por el estilo declara el cap. 3 del libroapcrifo de los Hechos de Pablo y Tecla al describir a Pablo con unaspecto corporal no especialmente grandioso, aunque de porte digno, lleno de amistad e incluso con el rostro de un ngel:

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    16/128

    Vio [Onesforo] venir a Pablo, un hombre de baja estatura, con lacabeza calvaylas piernas arqueadas, de porte digno, cejijunto y conla nariz algo prominente, lleno de amistad, pues a veces tena el aspecto de un hombre y a veces tena el rostro de un ngel.Aunque en ocasiones se ha querido descubrir en esa descripcinla imagen del mensajero divino o del filsofo, creo que varios de susrasgos, nada gloriosos por cierto, no cuadran con esa imagen tpica,

    sino que conservan, probablemente, un recuerdo histrico de la tradicin popular. Adems, coincide en algunos de esos rasgos la descripcin que hace de Pablo el dilogo del Pseudoluciano Filopatris 12,aproximadamente de la misma poca, al referirse al hombre que haba sido raptado al tercer cielo (Pablo) como un galileo (cristiano) calvo y de nariz prom inente. M s tarde, a partir del siglo IV, los retratosiconogrficos de Pablo coinciden entre s en la calvicie y en la narizaguilea, aunque aaden la barba larga, un rasgo que no apareca enlas descripciones literarias anteriores y que s era tpico de la figuradel filsofo. Sea como sea, lo que parece probable es que el aspectofsico del Pablo real no se pareca dema siado a la imagen majestuosae imponente del tpico orador pblico de la imaginera ordinaria o ala imagen elegante de los actores que lo han representado en las pelculas clsicas sobre l.c) No tenemos informacin de otros aspectos de la vida de Pablo,aunque s nos gustara saber sobre ellos. Uno que ha sido discutidoa lo largo de la historia de la investigacin es su posible celibato.Ciertamente, cuando escribi 1 Cor 7,8 y 9,5, probablemente en elao 53, no estaba casado, ya que Pablo declara ah que su condicinde soltero le facilitaba grandemente su praxis misional y su servicioal evangelio. Pero nada dice en esos textos de las razones de esa susoltera: si era porque nunca se haba casado, o porque se haba divorciado, o porque haba enviudado. No se puede descartar, en absoluto, ninguna de esas posibilidades. Pero como no hay ninguna indicacin sobre su viudez o divorcio, lo normal es suponer que habapermanecido siempre clibe, aunque nada sabemos sobre las causasde esa opcin de Pablo. En todo caso, las razones para no casarse debieron de ser muy variadas en el mundo de entonces, como lo son enel de ahora. No hay que suponer, por tanto, que Pablo tuviera unasespeciales razones religiosas o filosficas, como era el caso, probablemente, de los miembros de la comunidad de Qumrn y de algu

    nos maestros judos, para dedicarse al estudio de la torah, o comosuceda con algunos filsofos helenistas, especialmente los cnicositinerantes.2.3. El encuadre sociala) Al libro de los Hechos se debe la noticia de que Pablo tena unoficio artesanal, aunque no se puede precisar con certeza cul era concretamente ese oficio de constructor de tiendas (Hch 18,3). Pero esprobable que se tratara de todo tipo de trabajo artesanal con materialde cuero, que se utilizaba para diversas clases de utensilios, incluidoslos toldos o tiendas, lo cual equivaldra, ms o menos, a la labor delguarnicionero o zapatero en sentido amplio. Efectivamente, comocortador de cuero, esto es, como alguien que trabajaba con dichomaterial, interpreta el trmino constructor de tiendas de HechosJuan Crisstomo (Homilas a Mateo 61,3), un hombre que conocabien las prcticas artesanales del mundo oriental antiguo. Y pareceque ese tipo de trabajo cuadraba mejor que el de tejedor con la prctica de la misin itinerante de Pablo, ya que el oficio de guarnicionero o zapatero era ms accesible y practicable para un itinerante que eloficio de tejedor, que era ms especializado y exiga unos utensiliosms complejos.En todo caso, la prctica de su oficio artesanal le sirvi enormemente a Pabloen su misin, ya que con ese trabajo se ganaba el alojamiento y el sustento para l y para sus acompaantes. Al mismotiempo, su oficio artesanal era un medio excelente para iniciar el contacto en el mundo de las ciudades, a travs de los colegas del gremio(Hch 18,2-3), y le aseguraba adems una relacin continua con lagente que acuda a la tienda donde trabajaba (1 Ts 2,9). De este modo ,su trabajo artesanal introduca a Pablo en la red de conexiones conla gente humilde de las ciudade s, convirtindose as sta en la base delas comunidades paulinas (1 Cor 1,26-28). Lo cual significa que laprctica de su oficio artesanal era un elemento fundamental del mtodo misional de Pablo, que no empleaba ciertamente la estrategia delinflujo desde arriba, desde los estamentos de poder, sino la del contacto inmediato con la gente humilde. Esto contrasta bastante con laimagen de la misin paulina que ofrece el libro de los Hechos, al presentar a Pablo como un gran orador que discursea en las sinagogas yen lugares pblicos.

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    17/128

    Conviene tener en cuenta que el trabajo manual para ganarse lasubsistencia como un artesano contratado situaba a Pablo en el estrato humildede la sociedad, al que perteneca la inmensa mayora de lapoblacin de entonces, es decir, dentro del grupo de los pobres, aunque sin llegar a caer normalmente, pero s en ocasiones, en el grupode los mendigos o indigentes. Una buena imagen de la vida de penuria de los artesanos de la antigedad la presenta Luciano en Los fugitivos 11 y, concretamente para el caso de los zapateros, es bien plstica la figura del pobre zapatero Micilo en El sueo y en La travesa,obras de ese mism o autor. A esa penuria h ace referencia Pablo en varias ocasiones en sus listas de calamidades (1 Cor 4,11-12; 2 Cor4,8; 6,4-5.10; 11,27; Rom 8,35).Eso alejaba a Pablo del crculo de poder de los ricos patronos ysus secuaces, en los que se incluan tambin los oradores. De esa estrategia de poder, que determinaba al sistema de patronazgo y clientela, tan decisivo en el entramado social de entonces, con las consiguientes luchas por el prestigio y por el influjo en la vida de las ciudades y de las asociaciones, quiso Pablo alejar a sus comunidad es, como lo demuestra con especial fuerza su correspondencia con la comunidad de Corinto (cf. captulos 15-17 de la presente obra). Precisamente la prctica de su oficio artesanal para ganarse su subsistencia fue clave en la diferenciacin del mtodo y el talante misionalesde Pablo con respecto a los de otros misioneros cristianos. Un casobien documentado por la correspondencia corintia fue el conflictocon los misioneros helenistas que llegaron a Corinto, los cuales, a diferencia de Pablo, no trabajaban manualmente, sino que se ganabansu vida en dependencia de los ricos patronos, al estilo de lo que hacala amplia gama de orado res, sofistas y filsofos que circulaban p or lasciudades helenistas de aquel tiempo (cf. cap. 16.1.).

    * b) Dentro de este contexto hay que resear la noticia del libro de losg Hechos sobre la ciudadana romana hereditaria de Pablo (Hch 16,37-| 38; 22,25-29; 23,27). Es una cuestin muy debatida en la investiga- cin, pero, a mi entender, se trata de una noticia claramente sospe-o chosa, ya que se descubre en ella el inters apologtico de Hecho s,* una obra que intenta presentar una imagen general de los orgenes delcristianismo como la de un movimiento religioso social y polticamente respetable. En co ntra de esa noticia est la declaracin del m is-,_ mo Pablo en 2 Cor 11,24-25: cinco veces recib de los judo s loscuarenta azotes menos uno, tres veces recib los golpes de las varas.

    El texto se refiere a castigos oficiales ejecutados po r las sinagogas judas y las autoridades civiles, cuya aplicacin a ciudadanos romanosestaba prohibida legalmente. Aunque es verdad que en alguna ocasinse aplic a ciudadanos romanos ese tipo de castigos, se hizo en contra de la ley, y entonces Pablo bien podra haber reclamado sus derechos, como as se presenta hacindolo en Hch 16,37-39 y 22,24-29.Por otra parte, en los primeros tiempos del imperio romano no seconceda la ciudadana romana tan fcilmente como en tiempos posteriores, reservndose slo para la lite de las provincias, cosa que nocorresponde con el estatus social que tena Pablo. Hay que anotar,adems, que el recurso de Pablo al tribunal del emperador del que habla Hch 25,10-12, en el caso de ser histrico, tampoco es prueba enfavor de su ciudadana rom ana, ya que en procesos d e pena capital eserecurso no era exclusivo de ciudadanos romanos.

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    18/128

    /Los orgenes judeohelenistas

    L A primera poca de la vida de Pablo, la de su existencia en el mbito del judaismo, abarc aproximadamente tres dcadas, desde comienzos del siglo I hasta el ao 33. En esos aos sed hunden las races irrenunciables de Pablo, que permanecieron vivas tambin durante su posterior poca cristiana. Porque el gran cambio que se produjoen la vida de Pablo con su conversin al movimiento cristiano no signific un abandono del bagaje social, cultural y religioso de su existencia anterior dentro del seno del judaismo helenista. Ms bien, esassus races judas y helenistas significaron la base decisiva para su vida posterior como miembro y agente misional del nuevo movimientomesinico.3.1. Las noticiasa) El origen de Pablo enuna familia juda pura, que conservaba elrecuerdo de su pertenencia a la tribu de Benjamn, es un dato histri-,, co indudable (2 Cor 11,22; Rom 11 ,1; y la glosa de Flp 3,5). Eviden -

    1 temente, no se debe a la realidad histrica, sino al inters polm ico,* la noticia del libro de lasAscensiones de Santiago, un difamatorio es-S crito judeocr istiano posterior contra Pablo, citado por Epifanio (Pa-S narion 30,16,6-9), que afirmaba que Pablo fue gentil de origen, pero que durante su estancia en Jerusaln se circuncid para poder casarse con una hija del sumo sacerdote y que, al no conseguirlo, comen z a5 escribir en contra de la circuncisin, del sbado y de la ley juda .La terminologa que Pablo em plea en sus cartas para referirse a suorigen judo es la de la tradicin sagrada israelita: hebreo, israeli-j4 ta, descendiente de Abrah n (2 Cor 11,22; Rom 11 ,1; la glosa deI Flp 3,5 habla tambin de la circuncisin a los ocho das). El sentido,

    pues, de esa referencia no era marcar el orgullo racial, sino la pertenencia al pueblo elegido por Dios, que haba encontrado su plenocumplimiento en el nuevo pueblo elegido mesinico, integrado tantopor judos como por gentiles. Esa conciencia de pertenencia al pueblo elegido de Israel, cuyo profundo sentido era ser medio de salvacin para todos los pueblos de la tierra, permaneci en Pablo tambinen su poca de cristiano. La expresa an con especial fuerza en la ltima de sus cartas que conservamos. Dentro de ella, es realmente conmovedor el texto de Rom 9,1-5, donde Pablo se compromete decididamente con el destino de su propio pueblo, que ha sido el receptorde los dones magnficos de Dios, y de cuyo sentido y salvacin final,fundada en la fidelidad irrevocable de D ios, trata a continuacin en laamplia seccin de Rom 9-11.b) El libro de los Hechos contiene la noticia de que Pablo naci en laciudad de Tarso (Hch 9,11; 21,39; 22,3). Se trataba de una ciudad helenista importante, que desde el ao 64 a.C. era la capital de la provincia romana de C ilicia y que se haba convertido as en un significativo centro comercial, ya que por ella pasaba la va principal que unaa Siria con Anatolia, y tambin cultural, dado que en ella estaba asentada una floreciente escuela estoica. Esa noticia de Hechos seala,pues,el origen judeohelenista de Pablo, que, de ese modo, pertenecaa aquel mbito de frontera entre el mundo cultural y religioso del judaismo y el mundo cosmopolita y sincretista del helenismo. No parece que se deba sospechar de la fiabilidad histrica de esa noticia, porque no propugn a la tpica tendencia de Hecho s a ligar la figura de Pablo a Jerusaln. Est, adems, en plena conformidad con los datos delas cartas, en las que Pablo mu estra que su lengua materna era el griego y que estaba familiarizado con la traduccin g riega de la Escritura,llamada de los LXX, con la cultura general helenista y con el mediosocial urbano de la ciudad. Por otra parte, no parece tratarse de una tradicin antigua y fidedigna la citada por Jernimo en Los hombres ilustres5, segn la cual Pablo habra nacido en Giscala, al norte de Galilea, y habra em igrado de muy joven, junto con sus padres, a Tarso.En todo caso, hay que suponer que Pablo, siendo joven, se traslad de Tarso aDamasco, ya que en esta ciudad, segn se expondr enel prximo captulo, estar asentado habitualmente cuando encuentrey persiga a la comunidad cristiana all establecida (Ga 1,17). Esecambio de lugar de residencia no es nada extrao, dada la gran movilidad que exista en el mundo helenista de entonces.

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    19/128

    c) Tambin informa el libro de los Hechos de que Pablo tena undo ble nombre: el judo Saulo {Saulos en griego, derivado del originalhebreoSha ul) y el helenista Pablo {Paulos en griego , derivado deloriginal latino Paulus). El doble nombre era un fenmeno ordinarioentre los judos h elenistas, que utilizaban su nombre judo para el mbito de la comunidad juda, y otro nombre helenista, elegido normalmente por su semejanza fontica con el nombre judo, para el mbitode fuera de la comunidad. En el caso de Pablo, el nombre helenistaPaulos, que no era por cierto tan frecuente en el hemisferio orientaldel imperio romano, se eligi probablemente por razn de su semejanza fontica con el judo Sha ul {Saulos). Es posible que influyeratambin en el cambio el hecho de que el trmino griego saulos no sonaba tan bien, ya que designaba a alguien con un andar afeminado. Elcurioso fenmeno de que el libro de los Hechos utilice el nombre deSaulo hasta 13,9, y a partir de ah utilice nicame nte el de Pablo,se debe probablemente a que este ltimo nombre era el que empleaba la fuente sobre la misin paulina, de la que se sirvi el autor deHechos a partir de ese momento para su narracin sobre Pablo*. Lascartas paulinas, en cambio, emplean siempre el nombre helenistaPablo, ya que ah se trataba de una actividad fuera del mbito de lacomunidad juda.3 .2.Pablo y JerusalnEl libro de los Hechos aporta tambin dos influyentes noticias que ligan los orgenes de Pablo con el judaismo palestino. Pero, a pesar deser ampliamente aceptadas como histricas por la investigacin reciente, varios indicios las hacen sospechosas de reflejar los intereses

    I del autor de Hech os.oa;g a) La primera se refiere a la educacin de Pablo en Jerusaln comog discpulo de Gamaliel, que probablemente haya que identificar con el maestro Gamaliel I, sucesor de Hillel desde el ao 25 hasta el ao 50o d.C. aproximadamente (Hch 22,3; 26,4-5). Esa noticia se hace sospe-* chosa, porque cuadra con varios centros de inters de Hechos. Cuadra,Cf. Apndice La fuente sobre la misin paulina en Hechos, al final delcaptulo 7.

    en primer lugar, con su tendencia a presentar unos orgenes v enerablesde Pablo. Y refleja, adems, su inters en ligar a Pablo con Jerusalnya desde los primeros momentos, para preparar as su posterior tomade contacto con el movimiento cristiano, que tiene que suceder en esaciudad, ya que, segn la imagen del cristianismo naciente que presenta esa obra, nicamente en Jerusaln h ubo en los primeros tiempos unacomunidad cristiana. Pero en contra de esa noticia est, en primer lugar, el dato de Ga 1,17 (me fui a Arabia, de donde volv de nuevo aDamasco), que supone una estancia permanente de Pablo en Damasco al encontrarse por primera vez con el movim iento cristiano (p. 25).Y tambin est en contra de esa noticia la declaracin expresa de Ga1,22-23, que afirma un desconocimiento de Pablo por parte de las comunidades de Judea, entre las cuales se cuenta la comunidad centralde Jerusaln. Por otra parte, no se puede barajar como argumento enesta cuestin el relato de Hechos 2 3,16-22 sobre el incidente con un sobrino de Pablo, hijo de su hermana, en Jerusaln, ya que tiene todos lovisos de tratarse de una tpica narracin novelstica.En todo caso, los datos de las cartas apuntan clarame nte a una formacin d e Pablo en el judais mo helenista, no en el palestino . Y se trat , probablemente, de la formacin ordinaria de un judo helenista,educado dentro del mbito de la comunidad juda de la ciudad. No parece que Pablo recibiera una alta educacin en la escuela helenista deretrica, ya que los medios y los conocimientos retricos que manifiestan sus cartas no demuestran, como a veces se afirma, ningunaeducacin especializada, sino la cultura general de un hombre helenista normalmente educado. En contra de ese entrenamiento especialde Pablo como orador est la acusacin de algunos cristianos corintios contra l: su presencia corporal es dbil, y su palabra ridicula(2 Cor 10,10). Por otra parte, como se ha indicado anteriormente, noparece que podamos aceptar como histrica la imagen de Pablo enHechos como un orador impactante, que habla en espacios pblicos ydelante de grandes y, en ocasiones, selectos auditorios (p. 18).b) La noticia sobre Pablo fariseo (Hch 23,6; 26,5) est ntimamenterelacionada con la de su educacin en Jerusaln, por lo que existen indicios semejantes que la hacen parecer sospechosa. Cuadra con elmismo inters del libro de los Hechos en presentar a Pablo, un personaje importante de los orgenes cristianos, como una venerable figura religiosa que sigue sindolo incluso en su existencia posterior como cristiano (Hch 23,6-9). Para el tiempo del autor de Hechos, el ju-

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    20/128

    dio estricto y piadoso equivala al fariseo, reflejando as la situacindel judaismo posterior al ao 70 d.C, que entr en un proceso de uni-formacin conforme a la tendencia dominante del farisesmo. Esamisma situacin la testifican tambin los textos evanglicos de esapoca (Mateo, Lucas y Juan), en los que el trmino fariseo equivale , sin ms, a judo.Creo que en ese mismo sentido hay que entender la noticia de laglosa de Filipenses 3,5,que coincide con Hechos en presentar a Pablocomo fariseo, aunque con un tono un tanto diferente. Esa glosa, queforma parte de la amplia aadidura de Flp 3,1b - 4,1, refleja tambinuna situacin posterior al ao 70 d.C, en la que el cristianismo estaba ya radicalmente separado del judaismo, y el fariseo era el representante del judo estricto, celoso (Flp 3,6). En este caso, el dato de Pablo fariseo tiene la funcin de sealar su existencia anteriorde orgullo judo, que qued atrs como prdida y basura dese-chable ante la ganancia de su nueva existencia cristiana, marcandoas la tajante ruptura del cristianismo del tiempo de la glosa con respecto al judaismo.Por otra parte, esa noticia de Pablo fariseo no parece poder concillarse con sus orgenes en el judaismo helenista, ya que no tenemosnoticia de grupos fariseos eneljudaismo de la dispora de aquel tiempo . Normalmente, se intenta salvar la historicidad de la noticia apelando a la educacin de Pablo en Jerusaln, donde se habra convertido en miembro del movimiento fariseo. Pero, segn se ha expuestoanteriormente, tampoco la noticia sobre la educacin de Pablo enJerusaln es histricamente fidedigna, aparte de que su supuesta conversin al farisesmo en esa ciudad no concuerda con la declaracinde Hch 23,6, que afirma que Pablo era fariseo, hijo de fariseos,dando a entender que haba nacido de una familia farisea. Tampocose puede interpretar, como frecuentemente se hace, la expresin deGa 1,14 (siendo un observante celossimo de mis tradiciones ancestrales) como una afirmacin del farisesmo de Pablo, dado que esaexpresin seala el ideal de todo judo piadoso, y no slo del fariseo.3 .3 .La base judeohelenistaa) Segn la resea anterior, todas las noticias fiables coinciden en remitir al judaismo helenista como la cuna de Pablo. Fueron esos orgenes los que determinaron el sustrato bsico de Pablo, que perma

    neci tambin a lo largo de su existencia como miembro del movimiento cristiano, segn dejan entrever sus propias cartas. El mundoideolgico y cultural de Pablo, tambin del Pablo cristiano, estabaconfigurado por la tradicin ancestral del judaismo helenista. En labase de la figura de Pablo y de sus cartas no estn, como en repetidasocasiones se ha afirmado, las corrientes religiosas o filosficas d el helenismo. En la base est, ms bien, el mundo religioso y cultural deun judo helenista que descubri que la nueva poca mesinica habasido ya inaugurada con la muerte y exaltacin celeste del galileoJess de Nazaret, el soberano mesinico. Lo cual no excluye, por supuesto, el influjo en Pablo de la cultura y el entramado social y poltico del mundo helenista, ya que dentro de ese influjo estaba tambinel judaismo helenista, en el que hunda sus races.b) En ese mund o simblico del judaism o helenista y en sus categoras tuvo que verter Pablo su experiencia del nuevo acontecimientomesinico. Pero el trasvase de esa tradicin judeohelenista a la nuevaexperiencia de la fe cristiana no siempre result fluido. En muchoscasos slo se pudo hacer despus de una profunda transformacin eincluso correccin d e algunos aspectos de esa tradicin. Era fcil, porejemplo, asumir la tradicin de la predicacin sinagogal y propagandista del judaismo helenista en su invectiva monotesta contra el mundo pagano , y as lo hizo Pablo en varios textos de sus cartas. Tam pocoera difcil asumir la rica tradicin tica judeohelenista, como lo testifican numerosos pasajes de las cartas paulinas. Con todo, a veces esatradicin deba ser purificada de una interpretacin legal exclusivistapara acomodarla a la nueva perspectiva universal de la prctica mesinica. Resultaba relativamente fcil tambin barajar el mtodo exe-gtico que empleaba el judaismo helenista para interpretar la Escritura, y as lo muestran muchos textos de las cartas. Pero en bastantescasos haba que corregir e incluso invertir en sentido contrario algunas interpretaciones tradicionales del judaismo, como ponen de manifiesto, ante todo, la Carta a los Glatas y la Carta a los Romanos.Otro tanto habra que decir sobre la asuncin de diversos temas y motivos de la tradicin judeohelenista, que poda hacerse con toda facilidad y fluidez en algunos casos, pero no resultaba tan fcil, sin unatransformacin previa, en otros.

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    21/128

    k / El conflicto con el movimiento cristiano

    . P A B L O se encontr con el movimiento cristiano en torno al ao 33,cuando era un miembro activo de la comunidad juda de Damasco.Haca poco que se haba instalado en la ciudad un grup o cristiano perteneciente a un movimiento mesinico surgido un par de aos atrsdentro del seno del judaismo palestino. Es verdad que en el judaismoestaba viva la esperanza de la llegada de la poca mesinica, en la queel pueblo de Israel encontrara la liberacin de toda opresin y Yahvse mostrara, por fin, como el autntico soberano de todos los pueblos. Pero el proclamar la inauguracin de esa poca esperada pormedio de un mesas recientemente crucificado en Jerusaln y, adems, declarar superada la normativa sagrada que regulaba la vida delpueblo elegido, como haca el nuevo movimiento mesinico cristiano,era algo del todo intolerable para cualquier judo piadoso. Especialmente la acogida de miembros gentiles dentro de aquel nuevo grupomesinico, sin exigirles la circuncisin y las prcticas del judaismo,converta esa cuestin religiosa y cultural en un asunto con importantes implicaciones sociales e incluso econmicas. El conflicto entre laamplia colonia juda, asentada desde haca mucho tiempo en Damasco ,y el nuevo grupo cristiano, recin aparecido en la ciudad, resultaba prcticamente inevitable.4.1.El conflicto de Damascoa) El testimonio ms antiguo y fundamental sobre el conflicto es eldel mismo Pablo en Ga 1,13-14.22-24:

    13 Ya habis odo, en efecto, sobre mi conducta anterior en el judaismo: con qu violencia persegua a la comunidad de D ios, inten

    tando destruirla, 14 y cmo aventajaba en el judaismo a muchoscontemporneos de mi pueblo, siendo un observante celossimo demis tradiciones ancestrales (Ga1,13-14). 2 2Sin embargo, las comunidades de Judea en el mbito de Cristono me conocan entonces personalmente. 2 3 Slo oan contar de m:"El que antes nos persegua proclama ahora la fe que entonces intentaba destruir", 2 4y alababan a Dios por m (Ga1,22-24).Los dos textos pertenecen a la narracin de la Carta a los Glatas (1,10 - 2,14), es decir, a aquella seccin que tiene la funcin depresentar la historia de la causa que se discuta en la crisis de Gala-cia y tambin en la misma carta. A ese testimonio clave hay que acudir para precisar el sentido del conflicto de Pablo con el movimientocristiano.Ms tarde, la noticia se desarroll de un modo pattico, como eslgico en una tradicin popular sobre la figura del perseguidor, segnlos testimonios del libro de los Hechos (7,58; 8,1-3; 9,1-2.13-14.21;22,4-5;26,9-12) y de los escritos de laescuela paulina posterior (glo

    sas de Flp 3,6 y de 1 Cor 15,9-10; y 1 Tm1,12-16).El realce del patetismo de la persecucin es evidente en todos esos testimonios. Losdel libro de los Hechos hablan de una persecucin generalizada y encarnizada, incluyendo el allanamiento masivo de las casas, los castigos, la prisin e incluso la condena a muerte (Hch 26,10-11). Los de1 Tm 1,12-16 y 1 Cor 15,9-10 sealan el pecado y la arrogancia delperseguidor, con vistas a realzar el cambio siguiente efectuado en lpor la gracia divina. Es evidente que el tono de esos textos no tiene laintencin de describir hechos histricos, sino la de marcar la obcecacin del perseguidor, para realzar por con traste su existencia cristianaposterior.b) Segn la Carta a los Glatas, se trat de un conflicto local entre laimportante colonia juda de Damasco y el grupo cristiano all asentado . Pablo acta, en efecto, como un miembro estable de la comunidad juda de dicha ciudad. Eso es lo que seala Ga 1,17, dond e Pabloafirma que despus de su viaje misional a Arabia volvi de nuevo a Damasco, dando a entender que esa ciudad era su residencia habitual antes y despus de recibir la revelacin. La lgica narrativa deGa 1,13-17 implica, efectivamente, que Damasco fue el lugar dondePablo persigui al grupo cristiano de all (1,13-14), que en esa ciudadrecibi la revelacin divina por la que se convirti en miembro activo

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    22/128

    de ese grupo cristiano (1,15-16), y que desde esa ciudad fue a la misin de Arabia, el reino nabateo, desde donde retorn a la comunidadcristiana damascena, mostrando as que esa comunidad era como elcentro misional para la regin (1,17).No se trat, pues, de la persecucin de los grupos cristianos enJerusalen y Judea, como afirma el libro de los Hechos (7,58; 8,1-3;9,1-2.13-14.21;22,4-5; 26,9-12). Parece que ese dato no se debe a larealidad histrica, sino a la tpica imagen monoltica sobre los orgenes cristianos que presenta Hechos. Segn esta obra, la comunidadcristiana inicial es exclusivamente la de Jerusalen, que se convierteas en el signo de unidad del movim iento cristiano. ste, en efecto, seva a expandir, desde esa comunidad jerosolimitana, por medio de unamisin legitimada por esa misma comunidad, a cuyo frente est elgrupo de los Doce, representados por Pedro. Conforme a esa imagendel cristianismo inicial, lgicamente Pablo tiene que relacionarse conla comunidad de Jerusalen. Por esa misma razn, Hechos presenta aPablo habitando en Jerusalen ya desde haca tiempo, dado que habasido educado en esa ciudad y que en ella permaneci hasta su encuentro con la comunidad cristiana.Dentro de este contexto, es interesante sealar que la noticia sobre la presencia de Pablo en el martirio de Esteban no perteneca a latradicin original utilizada por Hechos*. Fue ms bien el autor de esaobra quien introdujo en el relato tradicional la figura de Pablo, peroslo como simple testigo del acontecimiento, ya que, curiosamente,se trata de una simple figura esttica, que aprueba pero no acta directamente (Hch 7,58b; 8,1a). Tambin se debe al autor de Hechos, yno a la tradicin, el alargamiento del motivo de la persecucin, ahorade forma global y pattica, con la intervencin directa de Pablo contra los cristianos de Jerusalen y Judea (Hch 8,lb.3).En cualquier caso, esa noticia de Hechos sobre la persecucin delos grupos cristianos de Jerusalen y Judea por parte de Pablo est enevidente contradiccin con el texto anteriormente citado de Ga 1,22-24 , que expresamente declara el desconocimiento personal de Pablopor parte de las comunidades de Judea, entre las que se incluye la deJerusalen. Conviene precisar a este respecto que Ga 1,23 no dice quelos cristianos de Judea sean los que cuentan su propia persecu cin, si-

    Cf. Apndice Las tradiciones sobre los helenistas en Hechos, al final delcaptulo 9.

    no que son los oyentes de lo que otros cuentan sobre su propia persecucin: slo oan [las comunidades de Judea) contar [a otros) de m:"el que antes nos [esos otros] persegua, proclama ahora la fe que entonces intentaba destruir".4.2. El carcter del conflictoa) Todo lo anterior apunta a un aspecto importante del conflicto. Nose trat, ciertamente, de una persecucin organizada y generalizadacontra todo el movimiento cristiano. Segn ya se ha indicado, los textos de Hechos s hablan de una persecucin masiva y generalizada,pero se deben al patetismo de la leyenda sobre la figura del perseguidor. Tampoco el dato del viaje de Pablo de Jerusalen a Damasco, conmandato oficial del sumo sacerdote (Hch 9,1-2.14.21; 22,5; 26,11-12),cuadra con la realidad histrica y legal de las competen cias de dicho sumo sacerdote. El dato se debe, probablemente, a la construccin del autor de Hechos, que intentaba conjugar as su propia locali-zacin de Pablo en Jerusalen con la noticia tradicional de la conversin de ste en Damasco.El conflicto tuvo, ms bien, un carcter local, y las partes implicadas fueron la colonia juda de Damasco y elgrupo cristiano surgido en la ciudad. Hay que tener en cuenta, en efecto, que Pablo no actuaba como un individuo aislado, sino como un miembro activo de lacomunidad juda (Ga1,14).De este modo, en el conflicto no estabanimplicados individuos particulares, sino precisamente la comunidadjuda y el grupo cristiano de la ciudad en cuanto tales entidades sociales. La finalidad de la persecucin no era, pues, la eliminacinde individuos cristianos, sino la destruccin de la comunidad(ekklesia) de Dios mesinica (Ga1,13),a la que la colonia juda co nsideraba apstata y un peligro para su propia existencia como tal comunidad religiosa.A este respecto, es importante sealar que los textos citados de Ga1,13-14.22-24, lo mismo que el resto de la narracin de la carta(1,10-2,14), estn formulados en primera persona del singular, correspondiendo a la situacin de la crisis glata que Pablo intenta atajar. Pero eso no quiere decir que en los acontecimientos histricos narrados estuviera implicado nicamente Pablo. As, en la persecucindel grupo cristiano de Damasco, detrs del yo de Pablo est la comunidad juda de la ciudad, cuya presencia se insina en la compara-

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    23/128

    cin que el texto hace entre Pablo y muchos contemporneos de supueblo (Ga1,14).b) El conflicto tena, pues, una evidente dimensin comu nitaria. Lafinalidad de la oposicin de la colonia juda no era la eliminacin deunos individuos, sino la eliminacin del grupo cristiano, organizadoya como comunidad. Pero, para ello, es claro que tendra tambinque actuar directamente contra los miembros del grupo, especialmente contra los ms representativos del mismo. No tenemos noticias directas sobre los medios concretos empleados, ya que, como se ha indicado anteriorm ente, los textos de Hechos no parecen reflejar la realidad histrica, sino el patetismo de la leyenda sobre el perseguidor.Con todo, algunos de los medios podemos inferirlos indirectamentedel carcter del conflicto y de los datos de otros testimonios.A los cristianos de origen judo se les poda aplicar los castigosoficiales con que la sinagoga castigaba a sus miembros rebeldes. Pablo notifica, concretamente, que l mismo recibi cinco veces el castigo de los cuarenta azotes menos uno (2 Cor 11,24). Con ello serefera a un duro castigo oficial decretado por la sinagoga, que consista en 40 azotes (Dt 25,3), pero, para no exceder nunca ese nmero ,no se ejecutaba el ltimo. Esto quiere decir que las cinco veces tuvo que haber una acusacin, un juicio y una condena oficiales. El texto no indica el lugar, pero hay que suponer que se trat de diversasciudades helenistas en las que Pablo mision y en las que haba sendas colonias judas. La relativa frecuencia con que Pablo recibi esecastigo (nada menos que cinco veces) hace suponer que tambin seaplicara ms de una vez a otros miembros de las comunidades cristianas helenistas.Pero entre esos medios se incluiran tambin los insultos y las difamaciones de todo tipo , que tenan por efecto el ostracismo social (Q6,22-23** y varios textos de Hechos), y las delaciones ante las autoridades civiles (Me 13,11-13; Hch 18,12-17). Tampoco se debe excluir otro tipo de vejaciones y las agresiones fsicas, llegando inclu-

    ** Conforme a la hiptesis de la doble fuente para los evangelios sinpticos, los textos de la fuente Q se indican por medio de la sigla Q seguida del nmero de captulo y versculo/s del evangelio de Lucas (Le), que es el que parece conservarmejor el orden de la fuente. Siempre habr que tener en cuenta los textos paralelos del evangelio de Mateo (Mt); stos se indican expresamente cuando sequiere apuntar a su forma especial.

    so , en ocasiones extremas, a la misma muerte, como en el caso dellinchamiento de Esteban (Hch 6-7) o la ejecucin de Santiago (Hch12,1-2). Pablo notifica tambin que una vez fue apedreado (2 Cor11,25) con la evidente intencin de lincharlo. El texto no ofrece concrecin alguna sobre el suceso, pero quiz haya que identificarlo conla lapidacin narrada en Hch 14,19, efectuada en Listra por instigacin de los judos, y despus de la cual Pablo fue abandonado, dndolo por mu erto.4.3. Las razones del conflictoLa causa que provoc el conflicto entre la comunidad juda deDamasco y el nuevo grupo mesinico surgido en la ciudad tuvo diversas dimensiones o manifestaciones.a) Su dimensin ms bsica estuvo, sin duda, en el abandon o porparte del grupo cristiano de lasprcticas legalesdel judaismo, es decir, de los signos distintivos que definan la identidad del pueblo elegido de Israel y lo separaban del resto de pueblos de la tierra. Esa dimensin est bien sealada en el texto de Ga 1,13-14, al presentar lanoticia sobre la persecucin de la comunidad cristiana enmarcadadentro de la descripcin de la existencia de Pablo en el judaismo,un trmino que haba sido acuado por los judos piadosos, en su lucha contra la helenizacin, para indicar el estilo de vida propio delpueblo elegido, en oposicin al estilo de vida gentil, o helenismo.De acuerdo con ese sentido del trmino, la vida de Pablo en el judaismo se caracteriza como la de un observante celossimo de lastradiciones ancestrales, esto es, como la vida determinada estrictamente por las prcticas fijadas por la tradicin ancestral israelita. Conesa expresin, pues, no se apunta a la existencia de un fantico extrem o, ni mucho menos a la de un miembro del movimiento /elote, sinoa la vida de un judo piadoso, fiel observante y defensor radical de lastradiciones israelitas, que en ocasiones, ciertamente, poda recurrir incluso a medios violentos. se era, en definitiva, el ideal de todo movimiento de renovacin de Israel, frente a la amena/a de desintegracin de las races ancestrales del pueblo. As se caracterizaba, concretamente, la actitud de los judos opositores al programa de helenizacin masiva de la primera mitad del siglo II a.C, emulando a Pinjasy a Elias (1 Macabeos 2,24.26-27.54.58). Eso quiere decir, adems,

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    24/128

    que la expresin no se debe entender restrictivamente, como frecuentemente se hace, en referencia especfica al movimiento fariseo.Ese contexto de Ga1,13-14apunta claramente a la causa del conflicto de Damasco. La oposicin de la colonia juda al grupo cristianode la ciudad se deba a que ste haba saltado las barreras del estilo devidajudo,esto es, las prcticas que diferenciaban al pueblo elegido deIsrael de los pueblos gentiles. A los ojos de la sinagoga, ese grupo m e-sinico, organizado ya como comunidad, era evidentemente un grupo apstata que haba que destruir (Ga1,13.23),para preservar aslas races del pueblo elegido. Al parecer, el pluriforme judaismo deaquel tiempo, tanto el palestino como el de la dispora, poda acogerdentro de s diversas corrientes y sectas, incluidas las mesinicas, como era el caso de los grupos cristianos. Pero haba un lmite infranqueable: las prcticas tpicas judas, como la circuncisin, signo depertenencia a la alianza, el descanso sabtico, la normativa de purezaalimentaria y la normativa matrimon ial. sas eran las obras de la leyque diferenciaban al pueblo elegido, al justo, del resto de pueblos,los pecadores, conforme al eslogan judo citado por Pablo en Ga2,15. Eran precisamente esas prcticas del judaismo las que, consciente y consecuentemente, haba desechado aquel grupo cristiano deDamasco como base reguladora de su vida comunitaria.Hay que anotar que los textos posteriores apuntan a esa misma razn como causa de la persecucin del grupo cristiano por parte dePablo. Al celo por la ley y por Dios como motivo de la persecucinse refieren expresamente la glosa de Flp 3,6 (en cuanto al celo, perseguidor de la comunidad) y el texto de Hch 22,3 (siendo un celoso de Dios). Tambin el libro de los Hechos apunta indirectamentea esa misma razn al ligar la figura de Pablo con la persecucin delgrupo de los helenistas en Jerusaln (Hch 7,58 y 8,1.3), ya que lamuerte del helenista Esteban fue causada por su crtica a la ley y altemplo (Hch 6,11-14).b) Pero esa causa del conflicto de Dam asco inclua una dimensinsocial concreta. La superacin de las prcticas legales del judaismopor parte del grupo cristiano se especificaba socalmen te en la misinabierta a los gentiles y en la acogida de stos dentro de la comunidadcristiana como miembros de pleno derecho, al mismo nivel que susmiembros de origen judo.A ese contexto social apunta Ga 1,15-17,donde Pablo describe elpresente de su existencia cristiana, de signo opuesto al pasado de su

    vida en el judaismo, descrito en Ga 1,13-14. La revelacin quePablo recibe de Dios lo constituye en profeta misionero, con vistas aproclamar a su Hijo, objeto de la revelacin, como evan gelio a losgentiles; y ese encargo lo cumple inmediatamente con su misin enArabia, la regin nabatea en torno a Damasco, habitada precisamente por g entiles (cf. captulos 5-6 del presente libro ). La lgica delcont ra ste ent re G a l ,1 3-1 4y Ga 1,15-17supone qu e el talante del presente de Pablo tiene que coincidir con el talante de la comunidad deDios cristiana perseguida durante el pasado de su vida en el judaismo, ya que es precisamente la fe de esa comunidad cristiana,que antes intentaba destruir, la que ahora proclama (Ga 1,23).Esto quiere decir que el grupo cristiano de Damasco realizaba ya unamisin abierta a los gentiles, acogindolos como miembros de plenoderecho dentro de su comunidad, que se constitua as en una comunidad mixta indiferenciada, integrada por judos y gentiles, sin distincin alguna entre ellos.Ese fue el contexto social concreto que provoc la oposicin frontal de la comunidad juda de Damasco. Porque, segn sta, la comunidad apstata cristiana, que se consideraba precisamente como elnuevo pueblo mesinico, el Israel de Dios (Ga 6,16), haba eliminado la separacin entre el pueblo sagrad o de Israel y el resto de pueblos.El proyecto del grupo cristiano tuvo que ser visto por la coloniajuda de Damasco como muy semejante al proyecto de helenizacinextrema de la primera mitad del siglo II a.C., que provoc el celo delos judos piadosos y la consiguiente revolucin macabea. Y, efectivamente, aunque esos dos proyectos eran muy diferentes en cuanto asu concepcin bsica, s coincidan en la asimilacin de Israel a lospueblos gentiles con respecto a la prctica social, dado que la vida delgrupo cristiano, con una plena comunin entre judos y gentiles, yano estaba regulada por la normativa distintiva del judaismo.c) La tercera dimensin de la causa del conflicto es una especificacin del contexto social delineado anteriormente. Porque la misin alos gentiles y su acogida dentro del grupo cristiano supona una competencia desigual entre la comunidad juda y la cristiana en la atraccin de los gentiles simpatizantes del judais mo, y eso tena como consecuencia importantes implicaciones sociales y econmicas. El contexto social especfico lo seala el hecho de que los gentiles que ingresaban en la comunidad cristiana eran muy semejantes a los temerosos de Dios, o gentiles adeptosaljudaismo.Aunqu e, al parecer,

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    25/128

    an no exista en ese tiempo una terminologa fija para designarlos, sque se daba ya la realidad de esos adeptos y su reconocimiento porparte de la comunidad juda, distinguindolos de los proslitos, ogentiles conversos que haban aceptado plenamente las prcticas deljudaismo. Esos temerosos de Dios acogan el monotesmo y granparte de las prcticas religiosas y ticas del judaismo, pero no aquellas especficamente judas,como eran la circuncisin, el descanso sabtico y la normativa alimentaria. La razn era, normalmente, de ndole social. Su estatus ms elevado y su vida de relaciones socialesles hacan imposible la observancia de esas prcticas especficas, queprecisamente tenan la finalidad de separar a los judos de los gentiles. De este modo, su mismo estatus social les impeda ser miembrosde pleno derecho de la comunidad juda, pero compartan con ellamuchas creencias y comportamientos, la ayudaban econmicamente,le daban prestigio social y la protegan ante las autoridades civiles,ejerciendo as una funcin de autntico patronazgo en favor de ella.De hecho, las inscripciones judas de la antigedad conservan muchos testimonios de esa labor de ayuda y patronazgo en favor de lassinagogas por parte de los temerosos de Dios.Con el nuevo proyecto de la comunidad cristiana, eran esos temerosos de Dios los que tenan ahora la posibilidad de pertenecerplenamente al pueblo elegido mesinico, que era como se entendany presentaban los grupos cristianos. Lo nico que necesitaban, adems de lo que ya tenan en cuanto temerosos de Dios, era la acogida del evangelio mesinico cristiano y su sello confirmativo por medio del rito bautismal, que simbolizaba as su ingreso en el nuevo mbito salvador y en el nuevo pueblo de la poca mesinica. Ya no erannecesarias esas prcticas especficas del judaism o, que hasta ahora lostenan excluidos del pueblo elegido de Israel. Se explica as que la misin cristiana causara en ellos un gran impacto. Lo testifica, ante todo , el libro de los Hechos, que muy probablemente conserva el recuerdo histrico de lo que signific la antigua misin cristiana paraaquellos gentiles temerosos de Dios.El conflicto entre la comunidad juda y el grupo cristiano adquira, pues, importantes implicaciones sociales, en las que se incluantambin algunas econmicas. Porque con el paso de los temerososde Dios del mbito de la comunidad juda al grupo cristiano, stearrebataba a aqulla el apoyo social y la ayuda econmica que esosgentiles temerosos de Dios podan prestar. De este modo, el celo conque reaccionaba la comunidad juda frente al grupo cristiano no slo

    tena races religiosas, sino tambin, como suele suceder en estosasuntos, importantes razones de tipo social y econmico.4.4. El escenario histricoEl trasfondo del conflicto descrito anteriormente es un dato clave para la reconstruccin histrica de los orgenes del movimiento cristiano . Implica, en efecto, ya para los primersimos momentos despusde la muerte de Jess, la existencia en Damasco, es decir, fuera dePalestina, de un grupo cristiano organizado ya como una comunidad separada de la sinagogajuda.Por su talante de apertura al mundo gentil, se trataba, evidentemente, de un grupo perteneciente a lacorriente cristiana helenista.sta entenda que la nueva poca mesinica, inaugurada por la muerte y resurreccin del mesas Jess, significaba la congregacin actual del nuevo pueblo mesinico universal,integrado por judos y gentiles, y que, consecuentemente, ste ya notena que regular su vida comunitaria por las prcticas distintivas deljudaismo, cuya finalidad era precisamente separar al pueblo elegidojudo del resto de pueblos gentiles. La existencia de un grupo de esacorriente en Damasco en torno al ao 33 es una noticia clave para lacuestin de los orgenes y la expansin de esa corriente helenista, decisiva dentro del movimiento cristiano naciente. Pero ste ser el tema del captulo 9.En todo caso, a la luz de los datos sobre el conflicto de Damascoanalizados anteriormente, Pablo no fue, en absoluto, el iniciador deesa corriente abierta al mundo gentil, como en repetidas ocasiones seha afirmado. Lejos de ser el fundador de ella, fue, en un primer momento, precisamente su perseguidor, en cuanto miembro activo y celoso de la comunidad juda de Damasco. Desde esa base, cobra tambin un relieve especial la vida posterior de Pab lo, que arranca con larecepcin de una revelacin divina. A raz de esa experiencia revela-cional, ingresar dentro del grupo cristiano de Damasco, a travs delcual formar parte de la corriente cristiana helenista, llegando incluso a convertirse en su representante y defensor ms significativo, noslo frente a los grupos judos, sino tambin frente a la corriente cristiana judaizante, es decir, aquella que an estaba ligada a las prcticas del judaismo. Esa defensa de lo que l llamar la verdad delevangelio (Ga 2,5.14) ser un motivo clave dinamizador de su misin y tambin de su reflexin teolgica.

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    26/128

    IIL MISIN DEPENDIENTE

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    27/128

    / La gran revelacin

    fc/N la experiencia revelacional de Pablo en Dam asco el ao 3 3, a lostres aos aproximadamente de la muerte de Jess, estn los orgenesde su nueva existencia y de su actividad misional. El enorme caladode esa experiencia lo tuvo que ir descubriendo Pablo paulatinamentea lo largo de su vida. Pero cuando se refiere a ella aos ms tarde, enla Carta a los Glatas, todava deja entrever la inmensa sorpresa quele asalt en aquel momento. Precisamente a l, el judo celoso de sustradiciones ancestrales, Dios lo convirti entonces en un propagandista entusiasta de aquella secta mesinica que anteriormente habaconsiderado apstata y que por eso haba intentado eliminar.5.1. Los testimoniosa) Los testimonios clave sobre la revelacin recibida por Pablo sonprecisamente suscartas autnticas. Ellas son las que descubren el sentido profundo de aquel acontecimiento revelacional, aunque no dan detalles sobre l. El texto ms detenido y fundamental es el de Ga 1,11-16a, al comienzo de la narracin de la carta, donde se presenta la historia de la causa discutida en la crisis glata. Tambin son testimoniosexplcitos e importantes de la misma los textos de 1 Cor9,1, 1 Cor 15,8y 2 Cor 4,6. R eferencias implcitas a ella se dan en otros muchos lugares de las cartas, al sealar Pablo el origen de su funcin de emisario ode su autoridad como profeta o maestro inspirado. Es tambin significativa la glosa posterior de Flp 3,4-14, que presenta a Pablo comoejemplo del autntico converso del judaismo al cristianismo.b) Lo mism o que la antigua tradicin pascual, tampoco las cartascontienen ningn relato que ofrezca detalles sobre el modo de la re-

    5

    velacin recibida por Pablo. Al igual que en el caso de los relatos de la Carta a los Glatas: revelacin de Jesucristo, con genitivo ob

  • 8/14/2019 Vidal, Senen, Pablo, De Tarso a Roma. Santander, Sal Terrae, 2007

    28/128

    evanglicos sobre las apariciones pascuales, que son todos ellos deuna poca posterior, ser ms tarde cuando el libro de los Hechos ha ga un relato detallado sobre ese acontecimiento revelacional a Pablo.Es probable que la narracin de Hch 9,1-19 utilizara un relato tradicional, que el autor de la obra habra comentado y alargado con nuevos motivos en los discursos puestos en boca del mismo Pablo en Hch22,3-21 y 26,9-18. Lo que hay que sealar, en todo caso, es que tanto los relatos evanglicos de apariciones como esas narraciones deHechos son otras tantas escenificaciones, cada una de las cuales responde a unos determinados intereses, del motivo antiguo de la revelacin pascual, siguiendo el gnero del relato de aparicin de un serceleste o de un ascendido al cielo, utilizado ya en el judaismo y en elhelenismo. De este modo, no son esos relatos de Hechos, sino los textos de las cartas, los testimonios decisivos para descubrir el sentido dela experiencia revelacional de Pablo.5.2. El sentido de la revelacina) El sentido de esa experiencia revelacional est sealado ya por laterminologa que Pablo emplea en sus cartas para referirse a ella. En1 Cor 15,8 utiliza la expresin se apareci tambin a m, que asume la formulacin tradicional empleada en los versculos anteriorespara referirse a las primeras revelaciones pascuales (1 Cor 15,5-7).Esa formulacin tradicional se apareci a se deriva, a su vez, de laterminologa que la tradicin israelita utilizaba para indicar las manifestaciones de un ser del mbito divino. La expresin cristiana presupone, pues, qu