revista sal terrae 2003 no 09

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Revista Sal Terrae 2003 no 09

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  • Hacerse carne con la vida del pueblo.Jos RODIER MALHEUX

    Profetas de un mundo nuevo.L. ROMERO, J.M. VAQUERO, J.M. PREZ SEVILLA

    Celebrar la presencia de Dios en la vida.A.M. RUIZ PREZ, B. SNCHEZ DOMNECH,L. HERRERO

    La comunin eclesial.Jos Mara AVENDAO PEREA

    Fe y Alegra. Las claves de una experiencia exitosa.Joseba LAZCANO

    7. Dichosos los constructores de la paz!Juan Manuel MARTN MORENO, SJ

    Recensiones

    Septiembre 2003 Tomo 91/8 (n. 1.070)sal terrae

    SUMARIOST

    91

    (2003

    )

    ESTUDIOS

    LAS BIENAVENTURANZAS

    RINCN DE LA SOLIDARIDAD

    LOS LIBROS

    629

    643

    657

    669

    685

    691

    701

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  • Durante el postconcilio, muchos expertos en temas de Iglesia pronos-ticaron el fin de la parroquia, como herencia del mundo rural que emi-graba masivamente a las grandes ciudades. Como alternativa, se con-fiaba en las comunidades de base, movimientos especializados, nuevosmovimientos eclesiales.

    El paso del tiempo ha ido purificando los diversos caminos y tam-bin la configuracin de las parroquias en las ciudades. Una clave desu permanencia ha sido la encarnacin en los nuevos barrios que fue-ron surgiendo y la capacidad de la organizacin parroquial para adap-tarse a las nuevas necesidades de los convecinos.

    En mltiples barrios de las grandes ciudades, la parroquia naci altiempo que el barrio, con una extrema penuria de medios materiales,suplida por el entusiasmo de un primer ncleo de algunos sacerdotes,religiosos y laicos que se reunan en pequeos locales prestados, enrincones de plazas, en casas de vecinos; ellos fueron el fermento deprimeros encuentros entre los convecinos recin llegados y desperta-dores de iniciativas comunes para abordar los problemas comunitariosms urgentes.

    Desde esta inspiracin surgieron y se fueron asentando toda unaserie de parroquias que nacieron y crecieron con los barrios y se con-virtieron en ncleo de insercin y promocin vecinal y, a la vez, enencarnacin de la presencia cristiana a ras de suelo, con un estilo sen-cillo y acogedor. As hacen resonar la buena noticia del evangelio yrecrean una red de esperanza entre las gentes ms diversas.

    An hoy, la parroquia de barrio, con su puerta abierta a pie de calledurante varias horas al da, ofrece un rincn de acogida para muchosen un momento de necesidad y de bsqueda. As lo explicita este tes-timonio de una neo-conversa que ha hecho un largo proceso de rein-

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    PRESENTACIN

    IGLESIA QUE NACE EN LOS BARRIOSY DA VIDA AL PUEBLO

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  • corporacin a la vida eclesial desde este primer contacto inicial: Trasel dolor que me produjo la muerte de mi madre, una necesidad impe-riosa me empuj a refugiarme en busca de un consuelo para mi pena.Hoy estoy segura de que el Seor aprovech el momento y me condu-jo hasta la iglesia del barrio. No saba rezar y llor amargamente alno recordar el Padre Nuestro. Dos meses ms tarde, ped una Misapor mi madre. Me impactaron las palabras del prroco en su homila.Eran las palabras, no de un extrao, sino de alguien que pareca cono-cer mi pesar y mi dolor; cayeron en mi alma como un blsamo. Desdeentonces comenc a acudir habitualmente a la Misa, y ms tarde acuda la escuela de Biblia, a los grupos.

    En este nmero de Sal Terrae se intenta desarrollar algunas dimen-siones clave de la vida de las parroquias de barrio. Son testimonios deprotagonistas entusiasmados que tienen su vida empeada en estastareas parroquiales.

    Jos Rodier hace emerger la vida que discurre a travs de los cau-ces habituales parroquiales: en la plaza del pueblo, umbral de la parro-quia; las catequesis de nios, el trabajo con jvenes, las reuniones pre-bautismales y prematrimoniales, los servicios de Critas, las reunionesdel Consejo parroquial, la Eucarista dominical, etc. En ese recorridovan resonando nombres propios, rostros concretos, vidas atravesadaspor el misterio del amor de Dios. Importantes las imgenes que des-cribe como encarnacin de la vida parroquial: la mesa familiar, la cruz,la Virgen Mara, el paraso.

    Desde la parroquia de San Roque, de Badajoz, Luis Romero y cola-boradores narran el itinerario de una comunidad afincada en un barrio,cruzado de una compleja problemtica humana, pero que reconocencomo tierra sagrada, habitada por el Dios sensible al clamor de supueblo. Describen la realizacin de su tarea proftica desde una doblefidelidad: a la vida de las gentes y a las provocaciones de Dios, impl-citas en los entresijos de esas vidas. Entrelazan primorosamente losdatos concretos con reflexiones profundas y atinadas.

    ngel Mario Ruiz y colaboradores cuentan cmo la parroquia deLa Ascensin, en Carabanchel, desde la penuria de locales, ha idorecreando un estilo de celebracin que sabe a encuentro, abrazo,hogar y fiesta, con Dios en medio. En la descripcin pormenorizada dela Pascua Joven se traslucen los ritos y gestos concretos que configu-ran ese estilo de celebracin vital.

    627PRESENTACIN

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  • Jos Mara Avendao explicita la comunin eclesial como exigen-cia que nace de la fe y experiencia del Dios Trinidad. Comunin de cir-cularidad que se va encarnando, al asumir la pluralidad, en la necesi-dad del otro, en los lazos de grupo parroquial y, ms all, en la con-vergencia con otras plataformas del barrio; que ampla la comunineclesial en el arciprestazgo, en la referencia a otros Movimientos ecle-siales, en el mutuo apoyo con los religiosos y en el amplio abrazo dela comunin diocesana.

    Estas experiencias son limitadas y reflejan la vida de algunascomunidades parroquiales de barrios de ciudad y el gozo de los prota-gonistas implicados. La realidad general de las parroquias es muchoms amplia y diversa. Abundan las experiencias de desnimo, de meromantenimiento, de no saber cmo abrir nuevos cauces, de experimen-tar el envejecimiento de los responsables pastorales y de los fieles, conla ausencia sangrante de las generaciones ms jvenes. Esto dara paraotro nmero de la Revista. En ste nos quedamos con el testimoniohumilde y esperanzador de realidades vitales que son pura bendicindel Seor y que pueden despertar ilusiones y pistas para otros muchos.

    628 IGLESIA QUE NACE EN LOS BARRIOS Y DA VIDA AL PUEBLO

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  • En una primaveral maana del mes de Abril, me encontraba en unode los grandes cementerios de Madrid para despedirme de Miguel,padre de un buen y querido compaero. Al llegar la familia y elcoche de la funeraria, ramos unas treinta personas. A la entrada dela capilla nos acogi un sacerdote para rezar el responso. Sus ges-tos, su mirada y el tono de su voz manifestaban sencillez y muchaatencin. Sin prisa, sus palabras, las del Ritual, expresaban cierta-mente sus convicciones personales sobre la muerte. En el momentodel Padre Nuestro, slo algunas personas rezaban con l. Observabael silencio casi total de media docena de jvenes, sus nietos, todosmuy emocionados pero aparentemente manifestando una ciertaextraeza ante las palabras que all se decan. Un empleado delcementerio lo llamaba: la pequea Misa.

    Esos jvenes forman parte de una generacin que, en su mayo-ra, ignora las palabras de la fe cristiana. No se trata de decir si soncreyentes o no creyentes. Las cosas son mucho ms complejas. Undeterminado tipo de palabras no llega a su corazn.

    Luego, cerca de la tumba, en el momento del entierro, un hijosacerdote del difunto se despidi de su padre con unas palabrasque evocaban algunos aspectos de su vida: su fe, su humildad, suamor, su gran bondad y el gran respeto y tolerancia ante opinionesdiversas.

    Interiormente me deca: son bien pocos los que pueden or unaspalabras encarnadas y llenas de hondura evanglica. Palabras que

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    ESTUDIOSHacerse carne

    con la vida de un puebloJos RODIER MALHEUX*S

    T 91

    (200

    3) 62

    9-642

    * Hijo de la Caridad. Parroquia de San Rafael. Getafe (Madrid).

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  • dan vida. Ese mensaje discreto y tan lleno de humanidad calaba enlos ojos y el corazn de los familiares ms cercanos. (El gran desa-fo de nuestras parroquias es el de encarnarse en la vida del pue-blo. Ojal supiramos rehacer la comunicacin entre Dios y supueblo!). La oracin en el cementerio termin con la oracin deJess en Lucas (10,21-23):

    En aquel momento, con la alegra del espritu santo exclam:Bendito seas, Padre; Seor del cielo y tierra, porque, si has ocul-tado estas cosas a los sabios y entendidos, se las has revelado a lagente sencilla. S, Padre, bendito seas por haberte parecido esobien. Y volvindose a sus discpulos, les dijo aparte: Dichososlos ojos que ven lo que vosotros veis!.Desde hace ms de 35 aos (llegu a Vallecas en 1965), he sido

    testigo, tanto en Espaa como en Francia, del nacimiento de unasparroquias en barrios nuevos. En Madrid, Vallecas, Legans, Geta-fe, he visto crecer un tipo de iglesia cercana y humilde, a la escuchadel pueblo. Iglesia encarnada en la vida de la gente. Con todas suslimitaciones e imperfecciones, he visto el esbozo de una iglesia quequiere ponerse al servicio del pueblo. Una iglesia bien conscientede la llamada secularizacin, que va acompaada no slo de unacierta indiferencia, sino tambin de un cierto rechazo por parte delos jvenes y el anticlericalismo de las generaciones anteriores.

    Qu palabras pueden definir a estas parroquias? Yo dira: per-dn, humildad, cercana, proximidad, solidaridad; y ltimamenteaadimos: compasin, ternura, misericordia.

    Un viernes por la tarde, en la plaza de la iglesia. Qu se ve?Son las siete de la tarde. Poco a poco, la plaza se llena de nios yadolescentes, por cierto de diversas nacionalidades. Africanos,espaoles, colombianos, rumanos juegan juntos. Al otro lado de laplaza se junta un buen nmero de ancianos. Se sientan en los ban-cos de piedra, acompaados de sus cartones o cojines para amorti-guar la dureza y el frescor de la piedra. Se van a quedar aqu hastaque llegue la noche. Al otro lado, bajo la sombra de unos rboles,se forma un pequeo corro de gente. Estn esperando la hora de laMisa. Un funeral se celebra a las 7,30. Hoy tengo la suerte de cono-cer a la familia que acude a esta Misa. Les saludo, y en seguida

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  • Vctor, el hijo de la difunta, me hace saber que no va entrar en laIglesia. No acepto la muerte de mi madre, me dice. Carmen, sumujer, no entiende su postura, pero la respeta, Entra con sus dosnios an pequeos. Admiro a la familia, al esposo sereno, a las doshermanas. Hay mucha emocin; pero se siente el clima de carioque les une ante la muerte de una madre y abuela todava joven (notena 60 aos).

    Al final de la Misa, uno de los familiares, me dice: Gracias porhabernos escuchado. El clima de amistad permiti un pequeodialogo para darles fuerza y consuelo.

    En estas iglesias nuevas es preciso un clima de proximidad ycercana, un talante de humildad y de mucha escucha. La actitud delpastor, tanto en los sacerdotes como en los seglares, tiene que ser ladel Lavatorio de los pies. Joaqun Garca Roca lo expresa conunas bellas palabras: Lavar los pies a los pobres significa descen-der y bajar a sus plantas, despojarte de manos y vestidos y pedirlesperdn por la distancia; ofrecerles, humilde, tus servicios y abrir-les los caminos del maana:

    Jess se levant de la mesa, se quit el manto y se cio unatoalla; ech agua en una jofaina y se puso a lavarles los pies a losdiscpulos (Jn 13,4-5).

    Se puede decir que las familias de esos nuevos barrios no sontodas econmicamente pobres; es evidente. Al lado de gente muymarginada, hay familias que tienen unos salarios relativamente bue-nos. Pero hay otras formas de escasez: la falta de referencias; elhaber dejado las costumbres del pueblo; una cultura religiosa muyprecaria; el sentirse un poco perdidos ante los hijos y las nuevasgeneraciones; la falta, en general, de esperanza...

    Hace unos das, en una reunin pre-bautismal, unas diez fami-lias expresaban sus deseos en esos trminos: La salud, la lotera(la primitiva!, dijo una madre), la felicidad y el cario de los fami-liares. Aparentemente, ninguna relacin con la fe! Sin embargo,saba que una de las madres era monitora en el centro cvico delbarrio, animando un taller de manualidades con personas de su edady algunas ms mayores; saba que era amiga de una de sus vecinas,muy activa en el barrio y que pertenece a la Comunidad parroquial.A travs de ella se van creando, desde hace aos, lazos de amistadcon los monitores y educadores del Centro cvico. Al principio delcurso la profesora de espaol del centro, que conoce a muchas

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  • abuelas del barrio y a muchos inmigrantes, invit al grupo parro-quial de alfabetizacin a poner en comn nuestros mtodos, difi-cultades y proyectos. Todo ello sin espritu competitivo, sino con eldeseo de conocernos y tejer en el barrio una mayor solidaridad.

    As de sencillo. Un sacerdote americano, que reside con noso-tros actualmente y que es prroco en una barriada popular no muylejos de Nueva York, me dice a veces: La parroquia y suComunidad tienen que ser como un vecino ms, un buen vecino, yesto significa hacer barrio, participar en la animacin, dar alma alconjunto de la poblacin.

    Un mircoles por la tarde

    Esta tarde, con Josechu, mi compaero sacerdote, tenemos al finaldel da el Consejo Pastoral. Con Julin, secretario del Consejo,hemos preparado el esquema y el contenido de estos encuentros: En la pastoral juvenil existen algunas dificultades: los ms jve-

    nes de los educadores del Junior se asustan ante las exigenciasdel Movimiento, y algunos lo quieren dejar. Los jocistas necesi-tan un empujn y ms iniciativas con los jvenes del barrio; elgrupo de Confirmacin busca su ritmo.

    Entre los adultos, parece que el Catecumenado va a menos. Sinembargo, hay gente nueva y con ganas. Es la vida normal decualquier parroquia, con sus altibajos. Ya estamos acostumbra-dos... Hay que relanzar y dar otra vez un empujn de ilusin.En cuanto al Consejo pastoral, su tarea de hoy consiste en poner

    en marcha la prxima convivencia parroquial. Esperamos mucho deella. Juntos hemos ledo un texto del Evangelio de Lucas la llama-da de Lev. Nos paramos en la imagen del banquete y de la fiesta:

    Ms tarde, al salir, vio a un recaudador llamado Lev sentado almostrador de los impuestos y le dijo: Sgueme. l, dejndolotodo, se levant y lo sigui. Lev le ofreci en su casa un gran ban-quete. Los fariseos y los letrados protestaban diciendo a sus disc-pulos: Se puede saber por qu comis y bebis con recaudado-res y descredos? Jess les replic: No necesitan mdico lossanos, sino los enfermos. No he venido a invitar a la enmienda alos justos, sino a los pecadores ( Lc 5,27-32).

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  • Este texto nos da mucho que pensar. Jess participa en un ban-quete con sus discpulos. Es un momento y un lugar excepcional, enel que nos encontramos a partir de una invitacin. Dejamos de ladolas dificultades. Se re, se juega, se habla...

    La fiesta en los Evangelios muestra lo mejor de lo que podemosllegar a ser. Es lo mismo en la Parbola del Hijo perdido y encon-trado: celebremos un banquete, porque este hijo mo haba muer-to y ha vuelto a vivir; se haba perdido y ha sido encontrado(Lc 15,24).

    Hay nuevas personas. Nuevos horizontes se abren.La fiesta tiene un poder real de nutrir nuestra esperanza. La

    ltima convivencia del ao pasado ha sido un ejemplo de ello.Un telogo jesuita que particip en un coloquio sobre las

    parroquias de la periferia se expresa as: Los tiempos de fiesta, deconvivencia, de celebracin no son momentos de consumo o decompensacin efmera. Esos momentos llevan una promesa. Algonuevo es posible. Se abre la imaginacin. Algo de la utopa delreino la descubrimos en la vida ordinaria de todos nosotros. Es des-cubrir algo extraordinario en la cotidianeidad de la vida....

    Esta reflexin aumenta nuestros motivos para organizar estaprxima convivencia. En una parroquia de barrio hay muchas cosasque vivir, imaginar, proponer. Se trata de suscitar lo extraordinariode Dios en medio de los que vivimos dentro de la rutina de la coti-dianeidad. As es Jess, que invita a la mesa de los recaudadores yjefes de impuestos. El final del banquete, segn ese evangelio, es elperdn de los pecadores. Es la Novedad evanglica.

    Un jueves por la tarde:El despacho de Caritas y otras cosas ms

    El dolor ms grande de los pobres es que nadie necesita de suamistad (M. Zundel).

    La parroquia de barrio necesita la amistad de los pobres. Entreellos estn los adolescentes y jvenes desestructurados, los ancia-nos a veces muy aislados y solos; los enfermos, los jvenes y adul-tos sin trabajo, los emigrantes cada vez ms numerosos, muchasveces sin trabajo y sin papeles. (Adnde van a ir, sino a la parro-quia ms cercana?).

    633HACERSE CARNE CON LA VIDA DE UN PUEBLO

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  • Caritas, el apoyo escolar, las clases de alfabetizacin, los distin-tos talleres... son algunos de los mltiples servicios que puede pres-tar la parroquia insertada en un barrio.

    Qu vemos el jueves por la tarde?A las cinco de la tarde son los nios de la catequesis los que lle-

    nan los salones. Las catequistas, unas simples madres de familiaatentas a la vida de estos nios, intentan comunicarles algo del cari-o de Dios.

    A las seis se acerca otro grupo de nios y adolescentes; necesi-tan la ayuda de unos maestros y jvenes para hacer sus deberes. Engeneral, son nios y chavales ms problemticos. Llaman a la puer-ta, chillan, van y vienen. Se les ve nerviosos, impacientes, turbu-lentos y a veces arrogantes. Entre ellos hay nios y nias que pasanuna gran parte de su tiempo en la calle. Los padres regresan a casamuy tarde y salen pronto. Son de distintas nacionalidades: colom-bianos, ecuatorianos, espaoles, rumanos... La casa de Dios lesacoge tal como son.

    Un poco ms tarde, a las 6,30, un grupo de mujeres cuyos mari-dos son alcohlicos o antiguos bebedores. Se las ve con ganas decompartir su vida. Algunas son miembros de la Comunidad parro-quial. Qu delicadeza y atencin entre ellas...!

    A las ocho llega el grupo de alcohlicos annimos. Son unos 6 7, hombres en su mayora. Se renen tres veces a la semana hasta las10,30 de la noche. Qu fidelidad en sus encuentros y qu ilusin...!

    Y en medio de todo este bullicio, el despacho parroquial y laEucarista de la tarde, en la que participa una veintena de abuelas ymadres de familia.

    Entre ellas est Carmen. Desde hace ms de un ao, participa enuna clase de alfabetizacin para poder leer en la Misa.

    Est Maria, viuda, que acude a Misa con su hijo discapacitado,que, segn ella, le da fuerzas para vivir y sacar adelante a los suyos.Gracias a l no se deprime.

    Uno que venga del exterior no se puede imaginar lo que se vive,lo que se expresa durante estas tardes de invierno o de primavera.

    Pepi, que perdi a un hijo de 30 aos, vctima de la droga, nosdice que se habra vuelto loca si no hubiera participado en la vidade la Comunidad.

    Pedro, un antiguo concejal del ayuntamiento de un pueblo veci-no, me dice: Vosotros estis en contacto con la base. Qu suertetenis...!.

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  • Antonio es un buen amigo. Trabaja por la noche. l y su mujerno tienen hijos. De acuerdo con ella, dedica una buen parte de sutiempo a la visita de los enfermos y ancianos del barrio. Hombrealegre, chistoso, no suele beber, pero conoce las tabernas del barrio.Lleva ms de treinta aos aqu. l es el primero que me avisa cuan-do se entera de un enfermo que necesita una visita. En algunoscasos me acompaa. Siempre me llama cuando se muere alguiendel barrio. Si puede, me acompaa al cementerio. La gente delbarrio le conoce como Antonio el cristiano. En los bares le lla-man el cura, pero siempre con mucho respeto, porque se sabe quees un hombre muy servicial. A partir de las cinco de la tarde, sucoche est a disposicin de quien lo necesite (una visita al centro desalud, una urgencia al hospital...). No quiere que se le den las gra-cias: Voy haciendo lo que tengo que hacer.

    Esa misma tarde, paso a ver a una familia, a unos padres cuyahija ha sufrido una operacin seria. La nia se encuentra mal otravez. Los padres, un poco desanimados, deciden ir a urgencias alhospital cercano. La vecina, sin dudarlo, se ofrece a acompaarlos.Son las 22,30; volvern de madrugada. Y eso se vive sin discursos,sin grandes palabras, de manera natural.

    Pienso en el Evangelio de Lucas (17,10):Pues vosotros lo mismo, cuando hayis hecho todo lo mandado,decid: No somos ms que unos pobres criados; hemos hecho loque tenamos que hacer.

    Luis B., prroco en un barrio de las afueras de Crdoba, nosdice: Se trata de estar, seguir en el barrio, permanecer, compartirla vida, mirar al barrio y su futuro desde la mirada de Dios. Seguirtrabajando para mejorar las condiciones de vida del barrio. Seguirofreciendo desde la parroquia la fe en Jess y en el Padre Dios y laexperiencia de la vida de Jess.

    Los practicantes representan tan slo un 3,41% de la poblacin.Podramos ser pesimistas y, sin embargo, despus de haber vividoms de 30 aos en barrios perifricos de la gran ciudad (Vallecas,Legans, Getafe), afirmo con fuerza que una parroquia cercana,solidaria, humaniza al barrio y puede conducir al Dios de la Vida yde la esperanza

    Aqu en San Rafael, en Getafe, es evidente que esta parroquia,desde hace 40 aos, ha dejado huella en la vida de mucha gente.

    635HACERSE CARNE CON LA VIDA DE UN PUEBLO

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  • Hubo siempre sacerdotes cercanos. Es una parroquia de tradicinhumilde y solidaria con el pueblo trabajador y con los ms necesi-tados. Existen amistades profundas que se han creado, una autnti-ca red de esperanza. Algunos matrimonios son un poco como laconciencia de la Comunidad y del barrio. Estuvieron presentesdesde los principios y aseguran con fidelidad la continuidad del pro-yecto pastoral.

    En medio de una sociedad de la indiferencia, del individualis-mo, del consumo , esas personas creen mucho en la fuerza de laAmistad. Para ellos, algo muy importante es la Amistad de Dios.

    ste es el mandamiento mo: que os amis unos a otros como yoos he amado. Seris amigos mos si hacis lo que os mando. Ya noos llamo ms siervos, porque un siervo no est al corriente de loque hace su amo; os llamo amigos, porque os he comunicado todolo que le he odo a mi Padre (Jn 15,12-15).

    Saben muy bien que en el corazn de muchos hay un deseo pro-fundo de Amor, de un mundo sin violencia, con menos injusticias.Estos barrios de la periferia no son malditos, sino objeto de labendicin de Dios. La gente reconoce que el dinero, el capitalismoliberal, son fuerzas eficaces que adormecen; y a la vez se dan cuen-ta de que es un mundo sin conciencia ni misericordia. La vida demuchos es muy dura. La Parroquia encarnada, al servicio de lapersona humana, afirma la dignidad de los pequeos, de los pobres,de los enfermos, de los ancianos, de los minusvlidos; en una pala-bra al servicio de los desposedos y excluidos de la sociedad delBienestar.

    Una parroquia pobre y misericordiosa es portadorade unas imgenes que alcanzan el corazn de muchos

    1) La imagen de la mesa familiarEn todas nuestras iglesias, el altar se sita en el centro. Es la mesade la Eucarista, donde se parte y comparte el pan y el vino. Paranosotros, sacramento de Dios, pan de Dios bajado del cielo.Cuerpo de Cristo y sangre de Cristo.

    Es la mesa de la fraternidad. Es el smbolo ms grande de la pre-sencia del Dios de Jess en medio de un barrio. Los primeros cris-tianos llamaban a la Eucarista la fraccin del pan.

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  • Este smbolo del banquete eucarstico cala en el corazn de lagente si se ve que la misma iglesia vive de la sencillez y humildadde su Maestro. La Eucarista es inseparable del Lavatorio de los pies(Jn 13).

    Lo humilde, lo pequeo, lo escondido... nos ayuda a descu-brir las cosas esenciales. El Hijo del hombre lava los pies de susdiscpulos.

    Pensamos un momento en el papel del maestro y del sacerdoteen esos pueblos de Castilla, de Extremadura, de La Mancha. En unareflexin sobre Solidaridad y figuras eclesiales, Joaqun GarcaRoca se refiere al escritor no creyente Albert Camus, que habla deesos maestros que justifican al mundo, que ayudan a vivir con susola presencia.

    No sucede lo mismo con algunos sacerdotes de pueblos y debarrios? No son ellos esos puentes levadizos que nos ayudan avivir con su sola presencia?

    Un nio en la catequesis o en un grupo de apoyo escolar tieneque experimentar que existe y que es objeto de la ms alta consi-deracin; tiene que sentirse querido de verdad. Este gesto gratuitodel pan de Dios compartido da a los creyentes mil razones para vivir,luchar y enfrentar la realidad con confianza y agradecimiento.

    El sacramento de la Eucarista y el sacramento del perdn soncapaces de rehacer a las personas. Es dentro de esta perspectiva alargo plazo donde podemos revalorizar en nuestras parroquias laPrimera Comunin y la Primera Confesin.

    2) La imagen de la familiaMe llama la atencin el nmero de personas que visitan la Iglesiaen el tiempo de Navidad. Se viene a ver el Nacimiento, el Beln consus tres personajes: Mara, Jos y el nio Jess. Navidad sigue sien-do un tiempo de gracia y de conversin. La pequea Teresita deLisieux se convirti en la noche de Navidad del ao 1886 y dicehaber descubierto ante el pesebre el Amor misericordioso deDios.

    La Celebracin de la Navidad, con la Sagrada Familia, siguesiendo en las parroquias un momento privilegiado de acoger la gra-cia de Dios; el smbolo del Nacimiento de Dios en la pobreza deBeln.

    Hace unos meses, en nuestro barrio, una joven madre a punto dedar a luz no tuvo tiempo de llegar a la Maternidad del hospital: la

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  • madre tuvo que acoger a su hijo con la ayuda del padre en lamisma escalera de su inmueble. Al or los ruidos y gemidos, lasvecinas acudieron e hicieron todas de comadronas. Un parto per-fecto, y el nio tiene ahora unos meses. Me llam la atencin cmoese pequeo incidente, indito, uni a las vecinas en la misma admi-racin: el nacimiento de un nio, un pequeo vecino en el mismoportal de la vivienda! Se prepara el Bautismo con emocin y agra-decimiento. Hay algo de Navidad en el nacimiento de Sergio.

    3) La Imagen de MariaLa madre, la Virgen, la Dolorosa, la Bella, que vela sobre el barrio.En Getafe existe la larga tradicin de la Virgen de los ngeles. Conocasin de las fiestas del pueblo, baja de su ermita hacia la Catedralpara permanecer en medio del pueblo, desde el jueves de laAscensin hasta el lunes de Pentecosts. Una gran muchedumbreacude para recibirla a lo largo de los tres kilmetros de recorrido.Se calcula que la mitad del pueblo est en la calle, es decir, unas80.000 personas.

    Recuerdo an la reflexin de un buen amigo psiclogo, por cier-to no creyente, pero que vea en este hecho algo importante y biensignificativo: la fuerza de los smbolos cristianos. Un deseo de pro-teccin que se manifiesta en el hecho de salir a la calle para recibiresa imagen de Maria. En los bares del barrio se oyen expresionesllamativas: Que la Virgen visite a nuestro barrio, necesitamos desu ternura... Que Maria nos d un poco de cario.... Cuando laVirgen visita el barrio con ocasin del Rosario de la Aurora, haymucho publico y mucho respeto por parte de todos. Se recibe a lamadre de todos.

    4) La Imagen de la CruzAlgo sagrado, que encarna al que sufre sin desesperanza y da suvida por todos. La muerte del hombre justo. La solidaridad de Dioscon los ltimos, con las vctimas y los desposedos.

    Uno de los malhechores crucificados aadi: Jess acurdatede m cuando vuelvas como rey. Jess le respondi: Te lo ase-guro: hoy estars conmigo en el paraso (Lc 23,42).

    El crucificado es el Hombre-Dios que se desvive para abrir uncamino de luz. La Iglesia pertenece tambin a los desesperanzados.

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  • 5) La Imagen del ParasoUn paraso abierto a todos, sin exclusin. Creo que debemos hablarmucho ms de la Resurreccin y de la Eternidad. No slo hablar,sino dar testimonio de ello.

    Vosotros sois testigos de todo esto; vosotros quedaos en la ciu-dad hasta que de lo alto os revistan de fuerza. Se volvieron aJerusaln llenos de alegra (Lc 24,48-53).

    Se trata de presentar la Resurreccin como el don de la Fe quetodo lo espera, aunque sea de noche. Hay que afirmar que cadaDomingo es la Pascua de Resurreccin, el da del Seor, el da de lagran Esperanza. Jess no baja de la cruz, resucita en lo secreto. Sloel Amor lo puede reconocer: el cristianismo no nos presenta laResurreccin como la ltima recompensa que podra provocar uncierto desprecio por la vida, incluso un cierto fanatismo. Jess invi-ta a sus discpulos a ser creadores de bondad, de belleza, de comu-nin. Se trata de reducir el mal en el mundo, sabiendo que no ter-minaremos nunca de luchar contra la maldad y todas las formas delmal, hasta el final de los tiempos. Esto es posible porque se llevadentro la alegra que da la fuerza para luchar. La misa del Domingotiene que ser el lugar de la esperanza.

    Un abuelo de un pueblo del Pas Vasco me deca: Cerca denuestra iglesia est el cementerio de un lado; y del otro el frontndonde se encuentran los jvenes. La vida y la muerte se unen cercade nuestra iglesia parroquial. Esto da paz y confianza.

    Que nuestras parroquias sean lugares de paz, de luz, de bellezay de esperanza. La parroquia de barrio no es una isla protegida (eloasis de los buenos). La parroquia de barrio no es un lugar de podery control, ni tampoco de administracin (aunque haya que cuidarlos archivos!).

    Como un vecino ms, la parroquia se sita humildemente enmedio de una gran diversidad de situaciones, opciones, ofertas. Laparroquia ofrece el Evangelio como camino posible de Amor y deautntica felicidad.

    Me llama la atencin el papel de los capellanes en los hospita-les, en las residencias de ancianos, en los tanatorios. Nos hablan delos dilogos que tienen con los enfermos, con los familiares, antesituaciones de dolor e incluso de muerte. Estoy convencido de queel testimonio de parroquias cercanas, humildes, donde se puede

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  • encontrar a buenos amigos de Dios, ayuda mucho a la gente asituarse con cierta paz, sin espanto, ante situaciones muy dolorosas.

    Los smbolos cristianos bien explicados, vividos con humildad,abren la conciencia a una gran esperanza. Somos testigos de ello.

    Para el nio y el joven de hoy existe lo que se ve; lo que no seve en la televisin o en el ordenador no existe. Las realidades cris-tianas parecen ausentes del ambiente general. La inteligencia delcristianismo que intentamos comunicar a travs de una parroquia nose revela slo a travs de las palabras de Jess, sino con lo que dichaparroquia es y lo que va haciendo. La parroquia no es slo un lugarde palabras. nicamente una iglesia fraterna, comprensiva, compa-siva, misericordiosa como su Seor, podr comunicar la gran inteli-gencia de los smbolos cristianos. Se supone una conversin coti-diana. Un joven alemn escriba a su obispo: No soporto ms elparloteo en torno a Dios; necesito encontrar a gente que viva deDios. La dificultad de la fe no viene slo del entorno social de hoy.La dificultad de la fe se sita en el corazn del Evangelio. Hace dosmil aos, Jess dice a sus discpulos:

    Por qu sois tan cobardes? Cmo es que no tenis fe? (Mc 4,40).

    La dificultad de la fe es nuestro miedo a la conversin.La parroquia encarnada toda parroquia debe ser un lugar de

    conversin. Un lugar, una comunidad que nos ayude a ser humilde-mente unos pobres hombres y mujeres que confan. Una parroquiatiene que hacer de nosotros esos amigos de Dios, de ese Dios quenos necesita para que su mensaje cale en el corazn de la granmuchedumbre.

    Los dirigentes del pueblo judo e incluso los mismos discpulosy apstoles dudan de Jess y quieren abandonarlo:

    Jess entonces pregunt a los doce: Tambin vosotros querismarcharos? Y Simn Pedro contesta: A quien iremos, Seor?En tus palabras hay vida eterna, y nosotros ya creemos y sabemosque t eres el Consagrado de Dios.

    Cmo me gustara que nuestro pueblo, nuestros amigos,nuestros familiares... al salir de su parroquia pudieran contestarlo mismo: A quin iremos?: t tiene palabras de vida eterna(Jn 6,67-69).

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  • A modo de conclusin

    En nuestros pases de Europa, las realidades de la fe no son eviden-tes. Una gran parte del pueblo creyente que acude a las parroquiasvive la fe con muchas dudas, interrogantes, y a veces heridas. Eltalante de la parroquia encarnada no es el adoctrinamiento,sino el acompaamiento, el perdn y la admiracin. Mas all de lasestructuras y organizaciones eclesiales, las parroquias de nuestrospueblos y barrios son una invitacin constante a la oracin, a lacelebracin, a la amistad, al servicio, a la confianza. En ltimolugar, el fundamento ltimo de la parroquia es Cristo resucitado,que nos hace presentir una vida ms fuerte que la muerte, nuestrapropia resurreccin y la de toda la humanidad.

    A la puerta de cada parroquia, deberamos poner bien visibles,las palabras de Jess a la mujer bien enferma: Tu fe te ha salvado,vete en paz (Lc 8,48); o el grito de admiracin de Jess ante el sol-dado romano: Os aseguro que en Israel no he encontrado en nadieuna fe tan grande (Mt 8,10).

    641HACERSE CARNE CON LA VIDA DE UN PUEBLO

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  • NOVEDAD

    Dios tiene otros nombres: es Amor oPadre, Pensamiento o Mundo, Li-bertad o Gracia, Ser o Destino...Pero este libro destaca el de Palabra,recogiendo un tema central de laBiblia y vinculando la raz judeo-cristiana de la religin con la expe-riencia filosfica de Grecia, que hadestacado el valor de la palabra co-mo idea o razonamiento. Se trata deun libro de tesis, a la vez que de unlibro de texto, cuyos temas han sidoobjeto de inmensa disputa y formanla entraa de la teodicea, entendidacomo juicio de Dios que nos llevams all de todo legalismo, al lugardonde emerge la experiencia de lagracia.

    Los temas de este libro de tesis y texto han sido objeto de inmensa dispu-ta y forman la entraa de la teodicea, entendida como juicio de Dios quenos lleva ms all de todo legalismo, al lugar donde emerge la experienciade la gracia. En este lugar se han vinculado y se siguen vinculando ilus-tracin y religin, pensamiento riguroso y evangelio creador, sistemaimpositivo y utopa de liberacin, abierta al Reino, entendido como expre-sin total de la Palabra que es Dios.Enc. Tela / 392 pgs. P.V.P. (IVA incl.): 22,00

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    Apartado 77 39080 Santander ESPAA

    EDITORIALST

    EDITORIALST

  • 1. Introduccin

    Escribimos las siguientes lneas desde el convencimiento de quela tarea nuclear de la parroquia es el anuncio explcito de la fe, yque las parroquias de nuestros barrios deben convertirse en testigosde Dios en un mundo que no cuenta con Dios. Cuando nos plante-amos describir las perspectivas y los medios con que deba desarro-llarse este anuncio, conscientes de que ello abrira caminos de espe-ranza al hecho de que este anuncio sigue orientando a las personas,nos dimos cuenta de que podamos trabajar desde dos esquemasdiferentes.

    Un esquema, que nosotros denominamos academicista, senos mostraba claramente. Partiendo de que la tarea nuclear de laparroquia era el anuncio de la buena noticia, surga la figura de lacomunidad parroquial como testigo de Dios en nuestros barrios y senos abra ante este anuncio de la fe un amplio campo de perspecti-vas que nos mostraban los signos de esperanza de esta nueva erade las barriadas. Sin duda, podramos rematar este panorama recal-cando el papel misionero de las parroquias y los peligros de no con-tar con este especialsimo talante. El otro esquema de trabajo con-sista en utilizar el mtodo del ver-juzgar-actuar, partiendo de nues-tra experiencia acumulada durante una docena de aos trabajandojuntos en la intrahistoria de una parroquia annima, como tantas,llena de vida y de vidas, de esperanza y de esperanzas, en el barriode San Roque de Badajoz.

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    Profetas de un mundo nuevoLuis ROMERO RANGEL

    Jos M. VAQUEROJuan Manuel PREZ SEVILLA*

    ST 9

    1 (20

    03) 6

    43-65

    6

    * Luis Romero Rangel es Prroco de la Parroquia de San Roque (Badajoz). JosM. Vaquero y Juan Manuel Prez Sevilla son miembros laicos del Consejo dePastoral de dicha parroquia.

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  • Comenzamos trabajando con el primer esquema. Sin embargo,al remover nuestros recuerdos, poco a poco nos dimos cuenta deque lo mejor que podamos hacer por los lectores era volver a rele-er nuestra historia, recordando las llamadas que nos ha estado ha-ciendo Dios y las acciones que desarrollamos intentando que nues-tra comunidad parroquial fuese testigo de Dios en nuestro barrio.

    2. Desde la realidad que nos reta y nos atrae

    Intentamos descubrir cmo debemos auscultar el latido de Dios enla vida de la gente de nuestro barrio, pues hemos de darnos cuentade cmo sus caractersticas y potencialidades ocultan llamadas ydones de Dios, as como retos y tareas. Desde el convencimientobblico de que Dios es un Dios de la historia y que en ella semueve, somos conscientes de lo fundamental que es educar nues-tros sentidos para descubrir al Dios que aletea sobre las aguas infor-mes de la noticia diaria y sobre la masa espesa de la vida cotidianaen un lugar concreto que, por sabido, lo consideramos muy conoci-do. Sin embargo, cuando miramos en profundidad en el paisajeurbano ms cercano, somos capaces de descubrir las semillas delVerbo o las carencias de Dios, que nos interpelan desde el dadlesvosotros de comer.

    En ambos casos, la realidad es la zarza ardiente donde laPresencia de Dios es fiel e implicadora para quienes son tocados porel colirio evanglico. Nuestros ojos, as, estn capacitados para verla fiel presencia de quien estar con nosotros hasta el final de lostiempos, preando la historia con su presencia, ms all de la apa-riencia gris y de la desanimante y terca realidad. De esta forma, slopodemos hablar de nuestra realidad descalzos, porque estamosen una tierra sagrada donde habita el Dios encarnado que ve yoye el clamor de su pueblo.

    Nuestra realidad es muy comn a la de tantos barrios de ciuda-des medias que comparten parecidos patrones. As nos ha mostradoDios nuestro barrio, que es su tierra, cuando nos ha puesto a MIRARen profundidad: Nuestro barrio, como tantos otros, fue poblado por inmigrantes

    del campo extremeo que llegaban a la ciudad para establecer-se como obreros.

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  • El barrio vive del reino de las chapuzas. Muchos obrerosmanuales, sin ms especificaciones, sobreviven gracias a la eco-noma sumergida en tiempos de crisis.

    Otros personajes caractersticos del barrio son las mujeresfuertes. A menudo, han formado un matriarcado, manteniendoeconmica y moralmente a la familia en muchos casos.

    Los problemas de la sociedad se agudizan ms en nuestrobarrio. La tasa de paro o de consumo de drogas es mayor que lamedia nacional.

    Existe un tipo de analfabetismo alarmante. Aunque resulta rela-tivamente difcil encontrar a personas que no saben leer o escri-bir, es evidente que existe un analfabetismo funcional oculto ysoterrado, del tipo antes el DVD que la merienda de los nios.

    Es evidente la ausencia de tejido asociativo en nuestro barrio,pese a la asociacin de vecinos y algunas asociaciones de tipoldico-festivo.

    La llamada religiosidad popular invade nuestro barrio. Hayuna imagen mgica de la religin y de Dios. Incluso chavalescon los que llevamos trabajando varios aos nos sorprenden porsus opciones y su inters hacia esta forma de religiosidad.

    Adems, esta religiosidad est muy ligada a imgenes de san-tos, vrgenes y cristos, que se convierten en iconos y nicosreferentes del sentimiento religioso de un importante sectorpoblacional del barrio.

    Un habitante tpico del barrio se encuentra enormemente dis-tanciado, por desconocimiento, de ideas como encarnacin,comunidad, reino de Dios...

    La comunidad parroquial est escasamente dotada de medioshumanos y materiales orientados hacia la evangelizacin.

    Por otro lado, la comunidad parroquial tiene una concienciaclara de ser imprescindible, pero, de igual modo, se siente in-suficiente.

    En general, los jvenes se muestran indiferentes hacia la fe. Aunas, hay un amplio sector proclive a las manifestaciones religio-sas populares.

    Apreciamos que existe una enorme distancia entre la parroquiay la vida del barrio.

    Durante los ltimos aos se aprecia una presencia creciente deinmigrantes subsaharianos.

    645PROFETAS DE UN MUNDO NUEVO

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  • Queremos detenernos en algunos hechos a los que podemos darel rango proftico de signos de los tiempos, bien por ser singu-larmente trgicos, bien por su calado o por la cantidad de gente a laque afecta. Estos hechos son hitos en el camino que han marcandonuestra historia y apuntado la ruta que debamos seguir, como sifuesen voceros de Dios: Posiblemente, el hecho que ms ha marcado la historia reciente

    del Barrio y de la Parroquia fue la riada del arroyo Rivillas en elao 1996. Vivimos una explosin de dolor y, a la vez, otra desolidaridad. La riada asol parte de los barrios de la zona Estede Badajoz (veintin muertos y ms de mil familias afectadas).El nuestro fue afectado directamente, y muchas de las casas dela orilla del Rivillas tuvieron que ser desalojadas y, ms tarde,abandonadas. La riada afect tambin de manera indirecta albarrio, que acogi a muchos de los que se quedaron sin vivien-da en los barrios cercanos. Gracias a este episodio, la comuni-dad parroquial aprendi a reaccionar de una forma organizadaante la realidad que se nos impone. Aprendimos a reaccionarcon criterios, eligiendo las personas y los medios adecuados yms eficaces.

    Tambin hemos asistido a un resurgir inquietante de manifes-taciones nuevas de religiosidad popular. Las que ya existanse afianzan con nuevo ardor y con una notable presencia dejvenes.

    El anhelo y la nostalgia de Dios, ocultos bajo la piel de hechosno siempre profundamente analizados, como la drogadiccin,las sectas, el botelln... Adems, descubrimos una bsquedaanhelante de experiencias que marquen a la personas.

    3. Con odres nuevos

    Nuestros procesos de primer anuncio y los formativos tienen encomn algunas claves que consideramos fundamentales, pues par-ten de una antropologa marcadamente bblica y de la base teolgi-ca, moral y sociopoltica de nuestro Credo. stas son las rocasdesde las que construimos: Partir de la vida, ser consciente de que en la historia Dios se me

    revela y me desvela su voluntad. Se hace historia actualizada la

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  • historia de la salvacin. Dios nos regala su presencia envuelta enacontecimientos.

    Dejar que la historia interpele a la palabra, que ambas dialo-guen. La palabra ha de decir al hoy en que viven y sufren lasmujeres y los hombres, con sus esperanzas y sus noches oscu-ras. Acercar a la Palabra, como una linterna que ilumine la vidaconcreta.

    Con una pedagoga activa y participativa, donde la persona seaprotagonista de su propio proceso, acompaada por el grupo yen el mbito mayor de la comunidad parroquial. No hay encuen-tro sin personas; hay que lograr que cada cual asuma el prota-gonismo responsable de su propio proceso.

    Con una prioridad que nos deja inquietos: que los ltimos pue-dan participar en las actividades y acciones; que no les echepara atrs el exceso de palabras, teoras, reuniones, y menos anque falte el latido de la vida, que es como la herida, que llama ala sangre sin voz ninguna.

    Adaptado a los destinatarios segn edad y segn su campo deaccin (obreros, amas de casa, estudiantes, empleadas de hogar,jubilados...); cada cual tiene que or hablar en su propio idio-ma y serle cercano a su realidad, as como ser apstoles de lamisma.

    Opcin por los movimientos diocesanos de Accin Catlica.Por varias razones. Primero, no tienen carisma propio; su mi-sin es la de la Iglesia (evangelizar); su mbito es el mundo (idal mundo entero); sus protagonistas, los laicos, la inmensamayora del Pueblo de Dios; su espiritualidad es la que se nosregala en la encarnacin; y su talante es la comunin con todos.

    Con una espiritualidad encarnada, de pies en el barrio, y enrai-zada en la cotidianeidad. Hay que descubrir qu tiene que vercon la espiritualidad planchar la ropa o ir al hiper, hacer lachapuza o trabajar por el barrio. Esta espiritualidad posibilita alos sencillos tener su hogar en la fe y domiciliarse en la comu-nidad como lugar habitable. As experimentan que Dios no espatrimonio de unos cuantos ni monopolio de templos o montesconcretos. La historia de los sencillos es el lugar privilegia-do y querido por Dios para estar con l y compartir juntos laexistencia.

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  • 4. Provocaciones de Dios y llamadas implcitasen la realidad que vivimos

    Cuando el creyente se descalza ante la realidad, sta habla pors sola. Se caen las escamas de los ojos, lo cual permite ver, y seabren nuestros odos para escuchar... As, la promesa mesini-ca se hace carne.

    De esta forma, el anlisis de la realidad de nuestro barrio hahecho que nos sintamos interpelados por Dios. Durante aos de pro-gramacin en el Consejo de Pastoral de la parroquia, ha habido unaserie de llamadas recurrentes de Dios desde donde han partidonuestras acciones. Estas provocaciones de Dios han sido:

    Situarnos en estado de misin: necesitamos todos de la sinergiaque conlleva declararnos barrio en misin. Opcin clara por seruna parroquia misionera y proftica.

    Ruptura de lmites: el objetivo es llegar a todos, no slo a losconvencidos, a los cercanos.

    Propiciar experiencias de Dios. No hay que dar por supuestoque por ser cristiano de siempre se tiene experiencia de Dios.Las prcticas religiosas, en ocasiones, han asfixiado y taponadola posibilidad de tenerla.

    Invertir personas y tiempo en crear relaciones, presencias entodo lo que se mueve en el barrio.

    Disear una respuesta adecuada a nuestra realidad, de tal formaque no ofrezcamos productos ultracongelados, por muy buenaque sea la denominacin de origen o porque durante muchotiempo o en muchos sitios se haya hecho as.

    Cambiar la mirada a la realidad, descubriendo todo lo que haydentro de ella oculto bajo la apariencia de lo evidente.

    Frente a estas llamadas, sabamos que tenamos un criterio sen-cillo a la hora de evaluar. Recordbamos aquello de que cada dase aadan nuevos miembros al grupo de los creyentes. Hemoscomprobado que el talante y el estilo que marcan estas llamadasgeneran militantes cristianos, apstoles apasionados, e incorporannuevos vecinos del barrio a la vida de la comunidad parroquial.

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  • 5. Riesgos que hacen olvidar este talante

    A lo largo de los aos, hemos detectado en nuestra comunidadparroquial y diocesana algunas actitudes que creemos que nos ale-jan de un talante misionero y proftico en nuestros barrios.

    Una de estas actitudes sera la de renegar de las masas.Algunas veces parece que nos conformamos con unos poquitos paratrabajar, un grupo de escogidos a los que deseamos convertir en unaverdadera punta de lanza de nuestra Iglesia. Pero nos olvidamos dela gente, las muchedumbres, de las que tanto se acordaba Jess.Nosotros nos preguntamos: estamos fabricando puntas de lanzapara que luego queden expuestas en museos, ya que nos hemos que-dado sin lanzas, sin la masa de los vecinos de nuestros barrios, sinla gente?

    Otra actitud es la de no ser exigentes con la tarea evangelizado-ra. En la Iglesia, nos gusta que los alejados vengan al templo y,de hecho, se favorece esto realizando distintas actividades (nuevasprocesiones en Semana Santa, excursiones, etc.). Sin embargo,muchas de estas actividades no ponen en proceso a las personas, nocalan ni educan en la fe. Si acaso, conseguimos atraer a algunosalejados. Pero no sera mejor que nosotros nos acercsemos alos alejados y que, desde su realidad, dialoguemos sobre el aguaviva que quita la sed y la ansiedad?

    Por lo dems, otro hecho que nos hace alejarnos de ese talantemisionero y proftico que buscamos es que numerosas comunida-des estn centradas en una liturgia que no nace de la vida.Olvidamos que la liturgia es una celebracin; y sin vida, es decir,sin propuestas, sin acciones, sin asociaciones, sin misiones..., questamos celebrando?

    Nos gustara incidir en aquellas comunidades parroquiales queno favorecen las experiencias de Dios. El mundo actual, centrado enlo racional, no nos ayuda a mantener una relacin afectiva con nues-tro Dios, y, sin duda, la nueva evangelizacin necesita laicos conexperiencia de Dios.

    Por ltimo, nos alejamos del talante deseado cuando no favore-cemos procesos formativos que conllevan un enorme trabajo ocul-to, oscuro y lento. En ocasiones, no se inician procesos porque,como en Nnive, nos falta la esperanza de que se reciba la Palabra,generndose una huida al pas de los quemados como la de Jonsa Tarsis.

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  • 6. Cmo respondemos?

    Estamos convencidos de que necesitamos respuestas discernidas,animadas y trabajadas comunitariamente, lejos de decisiones uni-personales. Con respecto al Consejo de Pastoral, rgano de comu-nin, debemos confiar en l e invertir tiempo, esperanza y tambinbuena semilla. Siempre se aprende haciendo. Ni los laicos ni lospresbteros lo sabemos todo, y el sabor de lo comunitario es algo alograr desde los pasos sencillos y tiernos de quienes creemos en unDios que es comunin.

    Para provocar acciones que ayuden a la evangelizacin delbarrio, la parroquia debe estar organizada. Esto no slo implica queexista un Consejo de Pastoral como rgano de comunin; implicatambin que deben existir distintos grupos que asuman las diferen-tes misiones que se vean necesarias. Adems, la comunidad parro-quial debe empaparse de un clima de dilogo y acogida con respec-to al barrio, donde se opte siempre por los ms pobres y se tengacomo norte el reto de los alejados.

    Otra actitud que va a conformar nuestra manera de responder ala realidad es la preocupacin por la formacin. Y no se trata de lle-nar el mercado laboral de telogos, sino de preocuparnos de que laforma de pensar, sentir y actuar de la comunidad parroquial sea cris-tiana, es decir, sea la forma de pensar, sentir y actuar de Jess.

    Por ltimo, queremos incidir en el talante proftico que debentener nuestras comunidades parroquiales, talante que desinstala lascostumbres de los de siempre, rompe el crculo de los ms fieles ypone a los mejores mirando fuera del templo.

    7. Acciones que no slo eran eso

    Las actividades se pueden quedar en ellas mismas, teniendo comofin el que se realicen. Eso mismo puede suceder con las acciones.No se nos pide hacer sin ms, ni moverse sin saber a dnde, porquecon frecuencia esta experiencia lleva a quemar a laicos y presbte-ros, o bien a caer en un activismo exento de races y con vocacinde xito, o bien en unas acciones finales en s, que bloquean el futu-ro. Nosotros intentamos que las acciones fueran:

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  • Provocadoras. Desebamos que las acciones supusieran para laspersonas un reto que las hiciera sentirse ilusionadas y apasiona-das, sacando lo mejor de ellas.

    Pedaggicas. Las acciones deban servir para que las personasque las realizaban se enriqueciesen y se formasen.

    Posibles. Tenemos que tener los pies en el suelo y recordarque la realidad de nuestros barrios es tierra sagrada.

    Evocadoras. As, la accin consigue ampliar el horizonte de lasexperiencias personales.

    Transmisoras de un talante y una mstica. Por ello, el proceso dela persona hasta llegar a la accin es tan importante como laaccin misma.

    Revisables. Si de verdad queremos aprender de nuestras accio-nes, stas deben ser siempre revisadas, provocando una retroali-mentacin que finaliza en nuevas acciones.

    Podemos compartir con el lector algunas acciones que intenta-mos que tuviesen un talante misionero y proftico y que nacieroncon la vocacin de continuar haciendo histrica la encarnacin: Asambleas parroquiales. Cada curso comienza y termina en

    asamblea. Se debate o revisa el plan para el curso. Es generadorde comunidad, por cuanto que todo lo significativo se trata enasamblea, desde lo ms importante (el cmo de la evangeliza-cin, la celebracin y el servicio de cada curso) hasta lo msmaterial de medios, e incluso el horario de la eucaristas. Se ini-cia un proceso de participacin y de sinodalidad que hace per-sonas, creyentes activos y militantes. Lo que ha de vivirse portodos, por todos ha de ser decidido.

    Misin popular. Responde a una necesidad. La comunidad que-ra ser evangelizada y desentumecida para dar al barrio el mejordon: Dios mismo. As, experimentamos el sacar a la gente de lasacrista a la calle, aprendiendo a rastrear la huella de Dios enmedio de las calles del barrio, a acoger al Dios presente en lascasas y convertir stas en templos donde dialogar y compartir lapasin por Dios y su tarea. Supuso poner en estado de alertatodas las sensibilidades presentes en la comunidad cristiana, quehicieron aflorar sensibilidades aletargadas y dones que, guarda-

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  • dos, nos eran desconocidos. Acerc alejados y nos acerc aellos, dando nosotros un primer paso, al que seguiran otros.

    Nuevo centro parroquial. La comunidad que crece necesitaespacios de encuentro y reflexin, adems de las propias casas.El centro parroquial es diseado, pensado, discernido en comu-nidad, y como tal proyecto comunitario se vive. La comunidadconstruye el edificio, y ste hace a la comunidad. Talleres de tra-bajo liderados por cada uno de los miembros del consejo hacenposible que tanto el mobiliario como la decoracin sean obra demiembros de la propia comunidad.

    Escuela de verano. En respuesta a los nios en la calle, al fra-caso escolar tan agobiante, se responde no slo desde respues-tas acadmicas, sino de valores humanos, de vivencia de acogi-da y compartir.

    Campamento. En un principio se inscribe como parte de un pro-ceso para jvenes, adolescentes y nios que participan en elcurso pastoral y que en el campamento tiene su final. Es paranosotros escuela de valores comunitaria: aprendimos en laaccin, a desvivirnos por los ms dbiles los nios y, de entreellos, por los ms pobres. Por eso favorecemos la presencia denios de familias desestructuradas, en coordinacin con los ser-vicios sociales de base. En los ltimos aos, tambin se ha idoabriendo paso una experiencia de campamento ms que fami-liar, de la familia grande de la parroquia, donde tienen cabidamayores, pequeos y jvenes, de cualquier estado civil y detodos los sectores del pueblo de Dios. As experimentamoscmo el campamento crece y nos hace crecer. Es plataforma deprofundizacin y compromiso, al tiempo que para muchos, alcontacto con el ambiente que se crea de comunidad, es primeranuncio inquietante y evangelizador.

    Programa de apoyo al estudio. Surge en un primer momentocomo fruto precioso de un grupo de jvenes en respuesta anteuna necesidad concreta: la venida al barrio de nios de familiasafectadas por la riada y que procedan de otros barrios cercanos.El objetivo era acoger, acompaar, atender psicolgicamente alos que haban sido maltratados por la riada del 96. Nuestra res-puesta fue la puesta en marcha de un centro de acogida.Intentamos que la oferta de la informtica hiciera atractivo el

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  • aprendizaje, al tiempo que convivan con otros nios en la nuevasituacin. Lo que naci con vocacin concreta se fue transfor-mando en un programa continuado en el tiempo, llevado porjvenes y adultos, que ha tenido como destinatarios a los chicoscon ms problemas del barrio, siempre en coordinacin conCritas parroquial. Est siendo una plataforma de acercamientoafectivo y real a familias afectadas por la droga, el alcohol, laludopata, o a matrimonios separados, o, sencillamente, a losque fracasan en la escuela. Tenemos as otra forma de hablar yde estar cerca de estas personas en situaciones dolorosas. Deacompaar a los nios, se ha ido pasando al acompaamiento alas propias familias y a tratar el foco del problema mismo.

    Aula de mayores. La comunidad se fue haciendo cada vez msconsciente de estar en deuda con los mayores y de que en ellostena una memoria histrica que no poda obviar. Por otro lado,nos fuimos haciendo sensibles a esa nueva bolsa de pobreza quesuponen los mayores que viven solos, especialmente las muje-res, que no encuentran fcilmente su sitio en los hogares de lospensionistas. As surgi esta nueva iniciativa, en la cual ellosson protagonistas de la programacin y nos transmiten lamemoria perdida, con exposiciones de fotos, recuperacin decanciones, folklore, etc., al tiempo que la comunidad les acogey les proporciona un lugar de encuentro.

    Centro de promocin de la mujer. Constatado que algunas muje-res, como dijimos, eran las que soportaban el peso del hogar, yque en muchos casos les faltaban herramientas, cultura, etc.,intentamos responder de diversas maneras. Una de ellas fue unprograma anual de autoestima y habilidades sociales para muje-res. Y algo ms ambicioso, procesual y continuado fue la crea-cin del centro de promocin de la mujer, alentado desde eltalante y estilo de los centros de cultura popular, con diferentesactividades, desde el aprendizaje bsico de leer y escribir,expresarse en pblico, dialogar y compartir sentimientos, hastalos ms diversos talleres que ellas misma elegan en asambleasde comienzo de curso. Hemos sido testigos de mujeres que sevaloraban ms, salan de complejos y traumas enquistados. Deentre ellas, han salido miembros militantes de la comunidadparroquial. Especial acogida y atencin merecen las mujeres

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  • vctimas de violencia de gnero e inmigrantes, a las que habaque motivar para asistir.

    Visita a las casas. Entendimos que el hogar, prolongacin de laspersonas, es el mejor lugar de encuentro, de entender a las fami-lias, as como de comprender sus valores y carencias. Ha sidocuidado tanto el primer anuncio misionero como las sucesivasvisitas a las casas. ste ha sido un ministerio ejercido funda-mentalmente por los laicos. Especial mencin merecen algunosmomentos clave: nacimiento de un hijo, llegada al barrio, defun-ciones, enfermos, acogida a inmigrantes, etc.

    Peregrinacin de toda la comunidad a las casas de los enfermoso invlidos. Dos veces al ao, aprovechando dos actos popula-res (el Via crucis del viernes santo y la procesin del da delpatrono, san Roque), el recorrido lo realizamos a las heridas deese momento del barrio. Son procesiones solidarias: la comuni-dad sale y va hacia all donde est el mejor icono de su Dios, yall le reza y le reconoce. A ellos (enfermos, ancianos...) se leslleva un don de la comunidad, y ellos nos regalan su testimoniode vivir la enfermedad y el dolor de una manera en ocasionesheroica. Nos ensean lo que en verdad es el ser humano.

    Acciones de reivindicacin para dotaciones y servicios en elbarrio, en coordinacin con otras instancias. Desde la cercanaque nos supone los problemas de nuestra barriada, hemos esta-do presente en cuantas peticiones y reivindicaciones hemosvisto necesarias, tanto con otros colectivos como inicindolosnosotros y buscando otras adhesiones.

    8. Para finalizar

    La experiencia de la vida durante aos en una comunidad parroquialde un barrio est llena de riquezas, matices, alegras y momentos.Tan convencidos estamos de ello que suponemos que lo que hemosredactado aqu no expresa todo lo que nos habra gustado contar,pese al enorme esfuerzo de sntesis que nos ha costado escribir estaspginas.

    Nos gustara acabar recordndonos que se evangeliza con lapalabra y con los signos. En un mundo saturado de palabras, nopodemos olvidar los signos. Hemos de ser conscientes de que en

    654 LUIS ROMERO RANGEL-JOS M. VAQUERO-JOS MANUEL PREZ SEVILLA

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  • nuestra sociedad actual la Iglesia ha perdido significatividad, y quesu palabra es poco escuchada. Por eso entendemos que las accioneshablan por s solas. En muchas de ellas empiezan a trabajar comocolaboradores habituales esas personas que llamamos alejados yque, sin haber participado en la vida litrgica de la comunidad, sparticipan de estas acciones para compartir los mismos objetivoscon nosotros, iniciando sus procesos como cristianos. Precisa-mente, la alegra por los nuevos miembros de la comunidad puedeservirnos de termmetro para evaluar y revisar la marcha denuestras parroquias, su vitalidad y su ardor misionero.

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  • NOVEDAD

    El Nuevo Testamento es la coleccinde escritos de una pequea subcultu-ra religiosa dentro del imperio roma-no que, surgida gracias a una nuevainterpretacin de la religin juda,en un periodo de cien aos lleg aconvertirse en una religin autno-ma. La presente introduccin ofreceun esbozo de las dos figuras histri-cas que ms influyeron en su forma-cin, Jess y Pablo, y presenta elnacimiento de los escritos produci-dos (directa e indirectamente) porellos en relacin con la historia delcristianismo primitivo.

    Gerd Theissen explica quines fueron los autores de los diferentes librosdel Nuevo Testamento y por qu determinados escritos del cristianismoprimitivo fueron incluidos en el canon, y otros no. En su estudio hace hin-capi en el desarrollo del lenguaje formal literario y en la reflexin sobreel problema religioso fundamental que plantea el Nuevo Testamento, asaber: cmo, en un medio monotesta, una figura humana pudo ocupar unlugar junto a Dios.256 pgs. P.V.P. (IVA incl.): 14,50

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    Apartado 77 39080 Santander ESPAA

    EDITORIALST

    EDITORIALST

  • Y dejas, Pastor santo,tu grey en este valle, hondo, oscuro,en soledad y llanto...Estando T encubierto,qu norte guiar la nave al puerto?

    (Fray Luis de Len)

    Comenzar estas lneas recordando dos imgenes de la infancia queme llamaban mucho la atencin: la primera, cuando iba de viaje ydescubra, en la lejana del horizonte, la presencia de un pueblo porla majestuosa imagen de su iglesia y torre. Es posible que paramuchos sea memoria de poderes pasados, pero para otros, nomenos, lugar de descanso y punto de mira del que navega en buscade puerto seguro. Y, hablado de navegar y de puerto seguro, acudea m la segunda de las imgenes. En las noches de bruma, orbayu,misterio y duendes que envuelven las bravas y escarpadas costas delCantbrico, aparecen, cortas pero intensas, unas rfagas de luz que,lanzadas al infinito por los incontables faros que las pueblan, ven-cen la oscuridad y se convierten en gua de innumerables navegan-tes. Perplejidad y asombro. Esperanza y cercana. Temor y aliento.Proximidad y deseo de unos brazos abiertos y de una casa caliente.

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    Celebrar la presencia de Dios en la vida

    ngel Mario RUIZ PREZBlanca SNCHEZ DOMNECH

    Lorenzo HERRERO SNCHEZ*ST 9

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    57-66

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    * ngel Mario Ruiz Prez es Prroco de La Ascensin del Seor (La Campa-na) en Carabanchel (Madrid). Blanca Snchez Domnech colabora en laFormacin de Adultos y en el Equipo de liturgia. Lorenzo Herrero Snchez esUniversitario y Educador y colabora en los Grupos Formativos La Campanade dicha parroquia.

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  • Ambas imgenes son punto cardinal, brjula, para el que portierra o por mar desea llegar a algn sitio. Eso mismo referencia,memoria viva del Seor Jess tratamos de ser las gentes que nave-gamos por estos mares de lo que fueron las periferias urbanas de laCapital.

    A modo de presentacin, os contaremos, que nuestra Parroquiase encuentra ubicada en Carabanchel. Ms conocido por la Cr-cel en tiempos pasados, y por Manolito Gafotas y otros relatosde Elvira Lindo en los presentes, que por la populosa poblacin quesupera los trescientos mil habitantes. Bajo la advocacin de As-censin del Seor, como queda reflejado en las palabras de FrayLuis de Len que abren estas pginas, y vulgarmente conocida co-mo la Campana, vivimos de doce a catorce mil personas que des-de finales de los aos sesenta quedamos cannicamente consti-tuidos como Parroquia. Por aquello de no tener, no tenemos prc-ticamente nada. Un templo pequeo y unos locales prestados por lasHijas de la Caridad. Y como sabemos bien lo que significa vivir deprestado, en la actualidad hacemos verdad lo de la solidaridad delos pobres, cediendo nuestra pequea campana a los de al lado,que an tienen menos que nosotros y han de conformarse con escu-char atnitos, por la proximidad, las msicas celestes de las cam-panas de la Catedral de la Almudena.

    Esto de los locales, que para muchos sera un problema, paranosotros marca un estilo. Parafraseando a San Vicente de Pal, ha-cemos nuestro su consejo: que vuestro claustro sea la calle.

    Estas circunstancias nos invitan continuamente a valorar y dis-frutar de las cosas pequeas y a unirnos ante las dificultades y penu-rias que han supuesto el nacimiento y la consolidacin de una parro-quia en estos barrios perifricos. El deseo y la esperanza de los quepensaban y sentan lo mismo..., tenan en comn todas las cosas ydaban testimonio con gran energa de la resurreccin de Jess estambin el nuestro.

    Hace unos das, una joven de la Escuela de Parejas me entre-gaba una carta que le haba escrito a su novio y que quera utilizarpara el da de su boda. Comenc a leerla, y en la sexta lnea deca:Te he entregado mis manos, mis besos, mi perfeccin y mis ganasde vivir, mi aliento y mi bondad. Levant la vista, la mir, y elrubor inund su rostro. Hablar de uno mismo, de nuestro trabajo,desnudar nuestras intimidades, produce sonrojo. Leednos, pues, sa-

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  • biendo que tambin nosotros nos ruborizamos de las cosas queescribimos, y ojal os quede paciencia para pasar de la sexta lnea.

    Cuando los amigos de Sal Terrae me pidieron que escribierasobre cmo celebrbamos en nuestra parroquia la presencia de Diosen la vida, pens que se no era un trabajo para realizar en solitario.Si de celebrar se trata, poco se puede hacer en solitario. Cada hechonarrado, cada imagen, es para nosotros memoria y rostro de lo vivi-do. Esperanza de lo que est por venir. Es en los dems y con losdems donde nuestra vida se hace fiesta. Celebracin.

    Tres modos, tres maneras distintas de expresin, de describir.Tres momentos a travs de los cuales Blanca, Lorenzo y yo mismoos introducimos en nuestro modo de hacer que la fiesta arranque ala gente humilde de la dura realidad cotidiana y anime sus corazo-nes y sus labios expresen: Cuando te nace un hijo, es lo ms mara-villoso que te puede suceder. Pero, Seor, cuando se te va, te quedaun vaco tremendo. Nosotros hemos tenido cuatro. Ya se nos han idodos. Es duro tener que dar gracias a Dios, pero tenemos que pen-sar que todava nos quedan otros dos, a los que seguimos querien-do como siempre. Os agradecemos a los familiares, amigos, veci-nos, a todos, el apoyo que nos habis dado. Muchas gracias. Osqueremos. El dolor de Aquilino y Mara Teresa se torna bellameloda de esperanza para los que all estamos. Sentimos la pre-sencia de Dios, celebramos la VIDA.

    En lo cotidianoLa nuestra es una parroquia de gente sencilla que, cuando se rene acelebrar la fe, no lo hace ajena al discurrir de la vida; y es que nopodra, porque el rostro que te sonre al darte la paz en la Eucaristade un domingo cualquiera es el mismo que encontrars maana enel autobs para ir al centro, en la panadera, o esperando a los niosa la salida del colegio. Y el beso o el apretn de manos, adems delos deseos de paz, incluye tambin esa palabra no dicha de nimo!o adelante!, porque sabes que el que est a tu lado lo est pasandomal por alguna circunstancia que conoces; una vez sern los resulta-dos de unas pruebas mdicas que espera con impaciencia, o la preo-cupacin por el hijo, en el que se han puesto tantas esperanzas y alque ve alejarse de lo que l cree que es fuente de dicha y felicidad.

    Nuestra parroquia tiene un templo pequeo, y eso, aunque pa-rezca que no, tiene sus ventajas. Vemos bien a los que estn de fren-

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  • te o al lado; y como hay confianza, si hay que volverse en algnmomento a mirar a los de atrs, tambin lo hacemos. Surge as esaotra comunicacin no verbal de la mirada, la sonrisa, la emocinapenas contenida y, por qu no?, tambin nos permite adivinar lapreocupacin o la tristeza del otro, esa que tambin ha traspasado elumbral de la puerta y que seguro que el Dios de la vida acoge comosuya. S, es fcil la comunicacin. Un da, un nio nos sorprendecon la buena noticia de que es el cumpleaos de su abuelo, all pre-sente, y se puede dar la bienvenida al que vive fuera y se acerca enfechas sealadas, como la Navidad, o hacer un hueco cuando seadvierte que hay alguien atrs, de pie, que est an convaleciente deuna operacin.

    Nuestra Parroquia es as: gente que trabaja, que disfruta, que sealegra y que tambin llora, que a veces sufre por ese desencuentroo malentendido que surge en toda convivencia, que cree, que espe-ra, que piensa que las cosas pueden ser mejor y se esfuerza en queas sea, aunque a veces se cansa; gente que se equivoca, que reza,que celebra...

    Cada celebracin es algo importante y gozoso, algo que se espe-ra y se prepara, algo que rompe de alguna manera con lo cotidiano,pero que a la vez recoge el vivir de cada da y lo presenta a Aquelque nos convoca, a Aquel que ha sido capaz de crear unos lazosentre nosotros que no vienen dados por la sangre, ni siquiera por serdel mismo lugar o venir del mismo ambiente. Aquel que ha suscita-do en nosotros la amistad, la fraternidad, el compromiso comn enla construccin del Reino..., aquel, en definitiva, que nos lleva,muchas veces de una forma no totalmente consciente o racionaliza-da, a celebrar su presencia en nuestras vidas. Y as surgen y se espe-ran las celebraciones penitenciales al empezar y acabar el curso, enAdviento y en Cuaresma, los das solemnes y compartidos, yadesde el desayuno en comn o la limpieza y el adorno del temploen la Semana Santa, el estallido de alegra que representa la VigiliaPascual, en la que, cantando, pasamos todos por la pila Bautismalpara sentir la novedad y la frescura del agua recin bendecida, quehay que nacer del agua y del Espritu, la Vigilia de Pentecosts,y los viernes comunitarios, ese ltimo viernes de cada mes, enque nos reunimos a rezar o a compartir lo que pensamos y senti-mos... y tambin algo de comer, que la mesa, la comensalidad creaambiente de familia y hasta es precursora de esa otra mesa que es laEucarista de cada domingo.

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  • Precisamente hoy es domingo. La Eucarista nos congrega. Alas nueve, a las once con los nios, a las doce o a la una. Cada cele-bracin tiene sus habituales, pero en todas se participa: unimosnuestras voces para cantar, para rezar; abrimos nuestras manos paraacoger lo que Dios quiera dejarnos en ellas; nos las estrechamos onos damos un beso como signo de paz. S, como en todos los sitios,pero con tiempo y con trabajo, con cercana y verdad, se ha ido cre-ando algo as como un estilo, algo que identifica, eso que descu-bres, por ejemplo, cuando vuelves tras las vacaciones y te hace de-cir: ya estoy en casa!.

    S, hoy es domingo, pero es un domingo especial; es la Ascen-sin del Seor, la fiesta de la Parroquia. Cada celebracin ha con-cluido con un pequeo refrigerio que ha prolongado ese estar jun-tos, ese rato para hacer partcipes a los otros de lo que ha sido lasemana, de nuestro vivir de cada da. En la Eucarista de la una, elprroco, que es quien preside, invita a subir al altar, en el ofertorio,a Angelina y a Plcido, su marido. El viernes pasado, junto a ungrupo de jvenes de entre diecinueve y veintitantos aos, Angelinarecibi la plenitud del Espritu en el sacramento de la Confirma-cin; su marido fue el padrino, y con ellos ya en el altar nos decael prroco que se haba dado cuenta de que el beso que se habandado despus de la celebracin recoga la felicitacin por laConfirmacin, por el montn de aos de matrimonio... tantos comocuarenta! Por el Bautismo y hasta por la Primera Comunin. S, endefinitiva, se felicitaban por la presencia de Dios en sus vidas y porpoder disfrutar de estos lugares, tiempo y espacio en que esta pre-sencia es celebrada en la comunidad.

    Este ao las Confirmaciones han dado un color especial a lafiesta de la Parroquia; la han adelantado o, mejor, prolongado haciaadelante, en el tiempo. A muchos de los que desde cierta madureztienen toda la vida para seguir madurando y desde esa libertadrecin estrenada que da la mayora de edad pedan la fuerza delEspritu para seguir al Maestro de Nazaret, esta comunidad parro-quial les haba acompaado desde su Bautismo, haba tenido la ale-gra de acogerlos entre aplausos cuando les fueron presentados,hacer la seal de la cruz en su frente o tenerlos en brazos algn rati-to durante aquella celebracin, gestos que habitualmente se hacenen la celebracin de los Bautismos. Esta comunidad haba sido tes-tigo de cmo aquella vela que se les entreg ese da, para que pudie-ran encenderla y recordar cada aniversario, haba ido hacindose

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  • chiquitita mientras ellos iban creciendo en edad, en estatura y endeseos de conocer y seguir a Jess, y tambin de cmo a la par cre-can en ciencia gracias al estudio, o daban sus primeros pasos en elmundo del trabajo, o se enamoraban... Esta Comunidad recordabacmo el da de su Primera Comunin, el da en que se haban incor-porado de forma plena a la mesa de los mayores, haba pedido alSeor que ninguno de ellos borrase su nombre de aquella lista quela catequista ofreca con los nombres de todos; haba pedido alSeor que permaneciesen fieles en la fe que haban profesado, en eldeseo de seguir a Jess que haban expresado dando un beso al librode la Palabra de Dios; s, el Dios de la vida, una vez ms, mimabaa esta comunidad, le permita celebrar su presencia en tanta vidacompartida; porque la biografa de los que esta tarde se confirma-ban se haba ido tejiendo a la sombra familiar y acogedora de estaCampana. Luego hubo merienda, sangra, refrescos...: todo prepa-rado y servido por la gente de la parroquia, merienda que prolonguna vez ms el encuentro y la fiesta.

    El lunes prximo, como otras muchas veces, nos reuniremos acelebrar la presencia de Dios en ese ltimo acto de la vida que es lamuerte, muerte que desde la fe celebramos como el paso a la vidadefinitiva, resucitada; muerte que muchas veces nos da ocasin alos vivos de expresar nuestro cario, nuestro reconocimiento, nues-tra solidaridad. Rezaremos por Avelina, daremos gracias a Dios porlo que ha significado su vida y acompaaremos a Lumi, su hija,como tambin hemos procurado acompaarla en estos das previosde lucha contra la enfermedad. De nuevo nuestra presencia, nuestraoracin, nuestro canto, nuestras muestras de afecto, nuestro recono-cimiento comn de la presencia de Dios, tambin cuando la vida senos pone triste, ser motivo de esperanza y, cmo no!, testimoniode la fe que nos anima para aquellos que nicamente desde el afec-to o la solidaridad acuden a estas celebraciones. Tambin este dacosa de las fechas algunos recordaremos que veinticuatro aosantes se orden nuestro prroco, y daremos gracias a Dios por tantavida gastada entre nosotros, con esplendidez y hasta derroche.

    Y luego vendr el martes, y el mircoles... Y otra vez el domin-go, y quiz en la Eucarista demos gracias, entre tantas cosas, por-que una pareja de nuestra comunidad celebra sus veinticinco aosde matrimonio, y renuevan la promesa de amor y fidelidad que sehicieron, aunque ahora no lo vean tan claro, verdad, Dori?, y nopor razones del corazn, sino de la vista cansada. Veinticinco aos

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  • de amor y fidelidad han podido cansar la vista, pero no el nimo yel propsito de mantener aquella promesa; y nos remos y bromea-mos a costa de las lentes progresivas que juegan tan malas pasadas.

    En fin, es la vida que pasa; vida en la que Dios es presencia yacompaamiento, quiz no espectacular, pero siempre respetuosa,paciente, constante; quiz no siempre reconocida, o al menos nosiempre hecha consciente, pero que, sin embargo, a muchos nosempuja a celebrarla, y en la celebracin disfrutamos y salimos conel convencimiento de que nuestra vida sencilla, esa que, vista slocon los ojos, quiz no tiene nada de especial, a los ojos del coraznnos resulta de lo ms maravillosa, porque est habitada a veceshasta a pesar nuestro: la de resistencias que ponemos! por el quetodo lo hace nuevo y cuenta con nosotros y sigue brindndonos laoportunidad de hacer de cada jornada una autntica celebracin.

    En lo particular

    Otro ao ms, he tenido el gusto de poder vivir la Pascua en elmarco de una Pascua Joven. Y digo el gusto porque me alegra verque no somos tan pocos los jvenes que preferimos dedicar estasvacaciones a reflexionar y a vivir algo que para los cristianos debe-ra ser el eje fundamental de su vida: la Resurreccin de Jess.Cuando uno ve en la televisin los atascos de la operacin salida,las calles sevillanas abarrotadas de gente al paso de las procesiones,o las playas de Levante completamente cubiertas por sombrillas ytoallas, se da cuenta de que es un bicho raro. Y es que, en definiti-va, el ser cristiano muchas veces supone ir contra corriente, porque,la verdad, hay que ser raro para decidir quedarse en Madrid y levan-tarse a las ocho para ir a la parroquia, en vez de ir a Ganda, porejemplo, a remojarse y coger bronceado para lucir a la vuelta. Y loimportante es que uno lo decide, nadie le obliga, ni siquiera las cir-cunstancias. Y al decidirlo, uno disfruta, porque no hay nada msplacentero que hacer lo que uno quiere. As que, enmarcados en elmadrileo barrio de Carabanchel, ms amplios que nunca, puestoque muchos de nuestros convecinos disfrutan de la Semana Santaen su pueblo, en Sevilla o en la costa levantina, nos disponemos avivir, otro ao ms, la Pascua.

    Nuestra Pascua Joven es algo especial; no huimos del mundanalruido buscando la descansada vida, que dira Fray Luis de Len, no

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  • nos vamos lejos, no nos insonorizamos; y no porque despreciemosla paz y la calma que se respira en monasterios, abadas y demssitios destinados a la oracin, sino porque queremos vivir junto alos nuestros, la gente de nuestra parroquia, la alegra de laResurreccin. De qu nos vale tener xtasis de oracin propi-ciados por el lugar, el ambiente o el silencio reinante, si uno no escapaz de disfrutar con la gente ms cercana, con su comunidadparroquial?.

    Nuestra Pascua Joven es algo especial, ya lo he dicho; y lo esporque es joven, pero integrada dentro de las actividades de laparroquia. Aunque disponemos de momentos slo nuestros destina-dos a la reflexin, que quiz por nuestra juventud hayan de ir enca-minados hacia cosas muy concretas (pues ponernos a revisar nues-tra vida a la luz del Evangelio, as en general, puede resultar unatarea estril y desalentadora), casi todo lo dems es compartido conla gente del barrio, con la gente que trabaja en la Parroquia: cate-quistas, equipo de liturgia, gente de Critas...

    El esquema de lo que nosotros llamamos Pascua Joven esmuy simple; consiste principalmente en participar de todas las acti-vidades que la parroquia proponga durante esos das: las celebra-ciones del Triduo Pascual, los Laudes, la Hora Santa, el Va Cru-cis... Tras rezar los Laudes, cada maana, desayunamos todos jun-tos; un buen desayuno a base de caf, colacao, churros y porras.Durante ese rato, reinan las risas, y el ambiente es distendido: notodo va a ser rezar y reflexionar; hay que dejar lugar al compartircosas ms sencillas, como la comida. Luego nosotros, los ms jve-nes, nos juntamos un rato para reflexionar sobre un tema; este aonos hemos centrado en la Esperanza. Tras un rato de reflexin, llegala puesta en comn. Aunque nadie est obligado a compartir lo quel ha reflexionado, si no lo hace sabe que nos priva a los dems deotra manera de ver. Normalmente, tenemos dos momentos dereunin por la maana; luego preparamos la mesa, una mesa que esde todos, pues la comida es compartida, cada uno trae algo: tortilla,empanada, tarta... Y as todos podemos disfrutar de ello. Despus decomer hay un pequeo momento de esparcimiento para tomar caf,jugar una partida de mus o trastear un rato con la guitarra intentan-do arrancar de sus cuerdas algunas notas. Por la tarde tenemos ni-camente un momento de reflexin orientado a lo que vamos a cele-brar. Esta reflexin suele quedarse siempre corta de tiempo, puestenemos que subir a la iglesia para unirnos al resto de la comunidad

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  • en la celebracin. Solemos llegar un poquito antes, por si somosnecesarios a la hora de realizar una lectura, la colecta, las preces...:algo a lo que siempre estamos dispuestos. Las celebraciones deSemana Santa en nuestra parroquia estn impregnadas de solemni-dad, la procesin de entrada, el incienso... ,con lo que se recalca demanera visual la importancia de lo que celebramos.

    Aparte de las celebraciones propias del triduo pascual, tambintenemos otros momentos de oracin junto a la comunidad parro-quial. El jueves, entrada ya la noche, nos juntamos para rezar en laHora Santa. Este momento es el resultado de hacer vida lo que Jessvivi en Getseman; es preguntarse dnde y cmo estamos nosotroscuando en nuestro mundo se condena a muerte a Jess. Podemosestar durmiendo como los apstoles o podemos estar denunciandola injusticia cometida. As, leyendo el Evangelio, rezando y refle-xionando sobre las grandes injusticias de nuestro mundo y las mspequeas que cometemos cada da, pasamos una hora acompaan-do a Jess en su oracin antes de ser entregado.

    El viernes por la maana realizamos el Va Crucis; y digo rea-lizamos porque lo preparamos los jvenes. Nuestra juventud nosimpide repetir oraciones sin ms, nuestro dinamismo se rebela, y espor eso por lo que en ese Jess que va al madero se reflejan todoslos crucificados de nuestro mundo, inmigrantes, parados, ancia-nos... Y de esa manera, acercndonos a la realidad de hoy, ser capa-ces de entender la muerte en cruz. El Va Crucis se realiza al airelibre, y es mucha la gente de la parroquia que participa en l.

    El Sbado por la maana, las reuniones dan paso al encuentropersonal, a la interiorizacin. La figura del desierto nos ayuda. Eldesierto consiste en tres horas para que uno, a la luz de varios textosy del Evangelio, haga reflexin del momento que vive y adndequiere encaminar su vida. As dicho, suena fuerte, pero no hay queplantearse grandes metas; es un buen momento para releer el pro-yecto personal de vida de cada uno y darse cuenta de que no todo vatan bien como a veces en la vorgine creemos ver, ni que todo va tanmal como pensamos cuando la vida se pone un poco cuesta arriba.

    Una vez explicada la Pascua Joven, he de decir que donde seresume es en la Vigilia Pascual. El Sbado, a la diez de la noche,tiene lugar un hecho inslito: una eucarista en la que se leen sietelecturas y siete salmos, una epstola y el Evangelio resulta la cele-bracin ms breve del ao. Y es esa noche cuando, por encima detodo, siento la presencia de Dios, y s que es entre nosotros jve-

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  • nes, nios, ancianos y adultos donde Dios se hace presente. Y estaPascua de manera ms especial todava, pues me alegra comprobarque Cristo sigue obrando milagros; futboleros confesos abandonanun Real Madrid-Barcelona para celebrar junto a todos la alegra deJess Resucitado. Y por eso la celebracin es la mayor fiesta delao; cantamos que es rezar dos veces, damos palmas y, ante todo,compartimos nuestra felicidad unos con otros. Y es en esa nochecuando las guitarras vencen el sueo de sus trastes y suenan mejorque nunca; y es en esa noche cuando el djemb inunda la iglesia conesa percusin estruendosa; y es en esa noche cuando las campanas,haciendo honor al nombre de nuestra parroquia, repican con msfuerza, acallando incluso nuestras gargantas al cantar el Gloria. Y esen esa noche cuando Dios se hace visible en aquel a quien no co-nozco pero que, casualmente, se ha sentado junto a m en el banco.Y la eucarista terminar cerca de la una, pero nuestra alegra no nospermitir marchamos a dormir sin felicitamos unos a otros la Pas-cua y compartir algn placer ms terrenal, como la sidra o el baile.

    Y si, despus de haber ledo esto, sigues queriendo pasar laSemana Santa en Ganda o al abrigo de una abada, espero queentiendas por qu hay un puado de raros que prefieren vivir laPascua en comunidad, con su comunidad, la de La Campana.

    Palabras y gestos que son y hacen estilo...

    De lo que hemos descrito anteriormente se desprende que las expe-riencias personales, las realidades vividas por cada uno, tienen lasuficiente riqueza en s mismas para ser celebradas y compartidaspor todos. La cercana, la sencillez, lo compartido, lo particular y locomn de la vida, junto a unos mnimos estructurales que noahoguen lo que entra por los sentidos ayudan a descubrir el rostro,la imagen, la presencia de Dios en el hermano. Desde ah, celebrara Dios en la vida no resulta difcil. S, hace falta intuicin, frescura,cuidar lo esttico, las luces, las flores, recuperar los smbolos cris-tianos y su fuerza, ayudar a la participacin, crecer en deseos derecuperar el significado hondo revivificador de lo que se celebra,para que surja la fiesta y, de este modo, tambin se torne celebra-cin sacramental.

    Ahora te proponemos un pequeo ejercicio para que t mismo,paciente lector, participes tambin de nuestro modo de ser y cele-

    666 A. M. RUIZ PREZ-B. SNCHEZ DOMNECH-L. HERRERO SNCHEZ

    sal terrae

    REV. SEPTIEMBRE 28/7/03 09:24 Pgina 666

  • brar. Subraya todas aquellas palabras que hacen referencia a la vida:rostro, sonrisa, mirada, nimo, sufrimiento, etc., y ponlas en unacolumna. Subraya con otro color y pon en otra columna todos aque-llos verbos que implican acciones: trabajar, disfrutar, convivir, cre-cer, rezar, comer, esperar... En medio escribe: Celebrar a Dios enla vida. Piensa en la ltima celebracin a la que asististe. Haz lomismo. El resultado? As nos gusta ser, as queremos ser.

    Conclusin

    Si has llegado hasta aqu, gracias. Es el momento de desvelar el sig-nificado de esas dos imgenes del inicio. Nuestra parroquia. Susgentes. Las de ahora. Las de hace unos aos. Las que llegaron desdeesos pueblos por aqu casi todo